A M I G A
"No sabía cómo lo lograba. Pero siempre, tenía el consejo ideal"
No estaba segura de lo que acontecía dentro de mi vida. ¡Era una marejada de emociones! ¡Sentires tan distintos, que sentía explotar mi cabeza! Reconozco que un par de veces, llegué a creer que estaba enferma o que era el final de mi vida. Era lo mismo para mí. Tantos conflictos, comenzaban a inquietarme, comenzaban a perturbar mi descanso y mi relación con los seres humanos que me rodeaban.
Pero ese no era el meollo del asunto. No lo era precisamente. No me pregunten cómo o siquiera, por qué, sin embargo yo solía escribir eso que sentía. Era algo ilógico, en cierto sentido. Y bien, solo lo escribía. Le ponía letras y nombres a lo que me perturbaba. Le ponía dibujitos y una que otra frase hiriente.
Era como un diario, con hojas de papel sueltas. No seguía un orden en específico, apenas le ponía una fecha. Muchas veces estaba tan molesta, que rayaba la hoja y ni se podía leer mi nombre. Era una época muy complicada.
Muy triste.
Tenía problemas con mi madre. Ella y yo, no congeniábamos lo suficiente. Yo no era hija única, en nuestra "familia". Tenía un hermano menor, pequeño. Ocho años y yo, diecisiete. Era exasperante, ¡Tocaba la mitad de mis cosas! Siempre lo sacaba de mi cuarto, le gritaba, me reía de él. Bueno, no me agradaba.
¿Está mal que lo diga?
Estando mi madre embarazada de mi hermano, mi padre decidió abandonarnos. Decidió que su vida estaba mejor solo, con otra mujer luego, con otros niños. Por supuesto, mi madre mostraba su lado duro, que como piedra, intentaba no dejar salir a sus lágrimas. Y bueno, su lado más duro, más recio, también se convirtió en su forma de crianza.
A veces me decían: "Compréndela, es madre soltera. Si tu padre estuviera a su lado, no tendría que hacerlo sola". Pero yo sentía, que ella era muy injusta. Que ella era una mala persona, que ella era horrible.
Ella prefería a mi hermanito, siempre le daba la razón y eso terminaba por enloquecerme. Hacía pocas horas, estaba gritándome para que le diera la computadora y yo necesitaba escribirles esto. Claro yo nunca le hacía caso y siempre lograba sonsacarle una rabieta. Me gritaba, me sacaba halándome el cabello o simplemente empujándome de la silla.
Mi hermano se aprovechaba de esa situación. Yo lo creo así.
Pero ese no es el tema de conversación. A ver, veamos. Les estaba comunicando, que escribía, que me gustaba decir lo que pensaba. Bien, lo hacía y simplemente lo dejaba en mi escritorio, antes de irme a la escuela.
Me gustaba llegar tarde, me gustaba fumar y charlar con mis amigos, a mitad de clase. Por supuesto, mi madre recibía cuánto boletín, pudieran imprimir. Pero no importaba, estaba bien así. Yo estaba feliz de esa forma. No quería prestarme atención, así que yo tomaría las riendas de mi vida.
Cierto día, regresé de la escuela. Estaba enfadada, la profesora de sociología había escrito horrores sobre mi informe. La maldije un par de veces y me senté a escribir con rabia, mi mano temblaba, estaba perturbada. Mientras escribía, noté algo muy curioso.
Mi escrito anterior, tenía respuesta. Era una letra que no conocía. No era de mi madre ni mucho menos de mi hermano. Me estaba aconsejando. Me decía cuánto me comprendía y que yo tenía la razón. Y sin embargo, me pedía que simplemente intentara tomar otras vías, para resolver mis problemas.
¿Qué estaba pasando en mi casa? Miré el pedazo de papel y le di vuelta. Tan papel como siempre era. Suspiré con fuerza y leí una y otra vez, el mensaje. Dudé por un momento y caminé hacia la cocina. Mi madre estaba allí y mi hermanito comía gelatinas caseras.
- ¿Quién respondió esto?- dije, con voz seria. No importaba que lo viera. Mi madre ni siquiera se volvió a mirarme y su actitud me sorprendió.
- No sé.
- ¿Quién entró a mi habitación?
- Nadie. Eso te lo enviaron.
Recuerdo que de pequeña, yo tenía un amigo imaginario, al que le enviaba cartas. Una vez había visitado con mi padre, el establecimiento del correo y siempre había querido escribirle a alguien. Sin embargo, no tenía a quién escribirle. Mi padre jugaba conmigo, mi padre le ponía estampitas a mis dibujos y decía que lo enviaría a mi amigo en otro país. Siempre en la cama, tenía una respuesta suya. Me alegraba el día.
Luego descubrí que era él mismo, quién me escribía.
- ¿Mi papá está bromeando otra vez?- se me escapó, entre mis pensamientos. Mi madre alzó la cabeza y miró la alacena que tenía frente a ella.
Odiaba que le hablara de él, de vez en cuando. Por su mirada, simplemente deduje que no lo era y miré a mi hermanito. Él estaba sentado y alzaba la cabeza, mirando el pedazo de papel, con mucha curiosidad. Lo aparté de él y le saqué la lengua.
Subí corriendo y solté el pedazo de papel, nerviosa. El mensaje no podía responderse solo. Intuí que era una broma de mi madre y entonces, sentí mucho enojo en mi interior. Volví a escribir palabras hirientes para ella. Por si se la daba de graciosa y continuaba con el juego.
No me iba a callar los dedos, ahora que ella leía mis mensajes privados.
Pues en fin, me fui a dormir y regresé a mi escuela. En silencio, miré el pedazo de papel. Me vestí y sin decir nada, simplemente me fui. Con una sonrisa suave, imaginaba el rostro de mi madre y sus lágrimas de dolor.
La escuela se suscitó tal cuál era. Sin nada que hacer, fumar y mirar de mala gana a los que odiaba. Burlarme de los tontos y seguir sin hacer nada por las materias reprobadas o las que apenas llevaba con calificaciones óptimas. No me destacaba en casi nada.
Excepto, en la escritura.
Al terminar, camino a casa, recordé mi carta. Cuando llegué, evidentemente estaba respondida y me pedían que pensara en lo que acababa de decir.
"Es tu madre y te ama como nadie en el universo. ¿Nunca has sentido lo que ella? ¿Y si alguien te dijera esas palabras? ¿Te enojarías o llorarías?"
Me reí del mensaje insulso y simplemente tomé otra hoja. Escribí en letras enormes y espaciadas: "Mamá, sé que eres tú. Deja de joderme la vida ¿Quieres?"
La dejé allí y mentí. Dije que iba a estudiar y solo me iba a beber con mis amigos. Tomé mis cosas y simplemente salí a la calle. Esa noche mi mejor amigo me había invitado a su casa y con suerte, terminábamos juntos.
Nada mejor que eso.
Estuve de juerga por largo rato. Mi mejor amigo, Adrian, me invitó a su casa y les diré que estaba tan ebria, que no sabía ni qué día era. De pronto, no pregunten como, simplemente desperté en su cama. Estaba desnuda y mareada. Él estaba durmiendo boca abajo y con una botella de cerveza que resbaló de su mano derecha.
Bueno, lo que yo quise, lo tuve. Me senté en la cama y lo miré con mucho cuidado. Niño lindo, me dije y me levanté. Las seis de la mañana...Mi madre me iba a matar.
Y cuando regresé, entré con mucho cuidado y me tumbé sobre mi cama. Claro, el olor a alcohol y las náuseas, pero era mejor estar en casa, aunque tuviera que oír su desgraciada voz, quejándose sobre lo que ella consideraba terrible.
¿Y lo que ella hacía? ¿Qué?
Mientras pensaba, recordé la carta. Una vez más estaba respondida. Me indicaba que no era mi madre y que yo estaba actuando mal. Que había decidido irme y no quería estudiar, que quería morir con cirrosis o algún tipo de enfermedad venérea.
Comenzaba a creer, que ya era una paranoia de algún miembro de la familia. Pero no le di mucha importancia. Resultaba hasta gracioso.
Volví a escribir. Escribí algo como: "Mamá me acosté con Adrian. Huelo a licor y no me importa un..."
Al dormirme, soñé con el pedazo de papel y recordé a mi padre. Él siempre escribía para mí y me recordó, que se parecía mucho a su letra. Me levanté en la madrugada y busqué en un cajón, que no había querido botar.
Allí, encontré una vieja carta de mi padre y suspiré, mirando su letra. Parecido el mensaje, pero esta era totalmente diferente. Me senté en la cama y me levanté hacia mi escritorio.
"Por favor, no le hagas eso a tu madre. Amiga, te lo ruego. Ella te ama"
Me puse ligeramente nerviosa. En circunstancias normales, ebria, eso me hubiera hecho reír. Sin embargo, comenzaba a darme miedo.
"¿Quién eres?"
Claro, no esperaba que se respondiera solo. Lo dejé allí y traté de dormir. Intuyo, que el cansancio terminó por vencerme y simplemente, perdí la noción del tiempo.
A la mañana, lo primero que hice, fue revisar el papel. Estaba en blanco, así que simplemente me vestí para ir a pasear con mi mejor amiga. Era fin de semana y aunque tenía montones de tarea por hacer, la dejé allí. MX Motocross
Me fui por largo rato, tres horas a lo sumo. Al regresar, simplemente caminé hacia mi escritorio. Haría mi tarea a medias y la otra me la copiaría.
"Hiciste mal. Mira dejaste toda la tarea. Por favor, amiga...Te lo ruego. Tu madre se ha de sentir muy mal y ha de tener mucho dolor. Entiéndeme cuando te lo digo. Es la única que tienes y la puedes perder"
Me hizo gracia. Fantasma o no, estaba considerándolo como un fastidio. No sé por qué me asustaba. Arrugué el pedazo de papel y continué en lo mío.
Ningún pedazo de papel, me iba a decir lo que tenía que hacer.
A la mañana siguiente, mi madre amaneció enferma. Estaba con mucha fiebre y yo no podía ir a la secundaria, debía cuidar de mi hermanito. ¡Perfecto! Iba a dormir de más y tenía un justificativo para entregar mis tareas.
Que no iba a hacer.
Mientras estaba jugando videojuegos en internet, encontré algo que me perturbó. Miraba mi página de Facebook y observé muchas fotos. Todas y cada una de ellas, eran mías. Era yo, con Adrian, todas comprometedoras y me habían etiquetado.
Los comentarios eran exorbitantes. No tardaron en identificarme, antes de que la página misma las sacara de allí.
Estaba acabada.
Me levanté con violencia, me resbalé y muy asustada, me apegué a las ventanas de mi balcón. ¿Por qué? ¿Quién me había tendido esa trampa?
No entendía que pasaba, mi cabeza estaba llena de mensajes. Me habían puesto: "Perra, zorra. ¿Te crees mucho?" Estaban por todos lados. Inspiré con fuerza, quería morir. Simplemente... ¡Eso era privado!
Si Adrian me había traicionado... ¡Alguien lo había hecho! Enseguida me eché a llorar y sentí un vaivén en mi cuerpo.
No podía explicárselo a mi madre, así que tenía que volver a la escuela. Volví y mis fotos estaban por todas partes. Huí de allí, corrí del lugar. Las risas me atormentaban, me llenaban de dolor. Me fui a beber, no quería regresar a casa.
Me sentía sucia.
Al regresar, apenas oí a mi madre que me abrazaba. Llevé ocho horas sin volver a casa, me reclamó un par de veces, pero solo me abrazaba. Me castigó por dos meses, estaba alterada. Yo solo subí a mi habitación y me senté en mi escritorio.
Miré mi horario y noté que tenía laboratorio de química, en dos días. Comencé a escribir otra vez, necesitaba decirlo.
Lentamente, dije todo eso que había ocurrido. Que mi vida valía mierda y que ya no quedaba nada que rescatar. Que había empezado mal, con unos malos padres, con un hermanito terrible, con malas notas y profesores que la tenían contra mí.
Escribí cuatro hojas de quejas. No entendía ni mi propia letra pero no importaba. Las manchas de mis lágrimas, eran suficientes, para dejar claro mi mensaje.
Sonreí, riéndome de mí misma. Lo mejor era morir ¿Verdad? ¿Para qué seguir? Miré a mi alrededor y entonces, maquiné un plan. Una idea que cruzó mi cabeza, como si escribiera una de mis ideas para un ensayo.
Me levanté y cerré mis cosas. No iba a necesitar nada de eso, para donde iba. Con un suspiro lento, me dejé caer en mi cama y me hice un ovillo. Miré el reloj y me dije: "Falta tan poco". Mi vida era un asco, desde siempre lo fue.
Y la respuesta que encontré, tenía más de cuatro páginas. Me rogaba que no lo hiciera, que no me atreviera a despedirme. Que mi madre me necesitaba y yo debía estar allí con ella. Yo no sabía qué hacer, simplemente estaba herida.
Decía que mi madre no quería hacerme daño, que estaba muy preocupada por mí, por lo que yo le contaba. Que si me veía partir, su vida se iba a perder.
Miré la carta y entonces, pensé en mi padre. ¿Quién demonios me escribía? Inspiré y simplemente tomé mi mochila. Hoy tocaba laboratorio de química.
Apenas entré, focalicé mi vista en el objetivo. Lo tomé entre mis manos y volví a mirarlo. Era hora. Miré mí reloj y lo bebí sin pensar.
Tomé un químico, cual fuera.
Caminé con mucho cuidado y me senté en una de las mesas del comedor. Toda la facultad estaba allí. Era hora de morirme. Si querían verme hundida, me verían.
Comencé a sentir mareos, movimientos incontrolables. Mi cabeza ardía y tuve diarrea en poco tiempo. Comencé a vomitar y me caí al suelo. Convulsionaba, algunos se apartaron de mí y otros, trataron de ayudarme.
No vi nada más, mi mente quedó en blanco y yo cerré mis ojos. Seguramente, para siempre, como ellos querían que ocurriera.
Nada...No había más nada. Aunque, he de decir, que curiosamente seguía pensando. Más bien, veía luces de colores...Escuchaba vagos sonidos. Mi corazón, dando tumbos en mis oídos. Sollozaba alguien a mi lado.
Ni tenía idea de lo que pasaba.
Sin embargo, por una razón que no comprendía, mis ojos volvieron a sentir. Había algo sobre mi frente. Con mucha lentitud, comencé a mirar. Había algo a mi lado. Estaba borroso y yo no detectaba qué era. Cuando tuve idea de mí, vi paredes y cortinas blancas. Lucía como un hospital
Ya había estado en uno.
Al parpadear, noté la realidad. Mi madre, mi padre y mi hermano estaban allí. Mi padre estaba a mi lado, mirándome con miedo. Acariciaba mi cabeza. Mis labios estaban entre abiertos y un tubo blanco, cruzaba mi boca.
Estaba viva.
- ¡Hija!- chilló mi madre, mientras mi padre sostenía su mano- hija mía- sus lágrimas, mojaron mi rostro y simplemente humedecieron ese sentimiento árido, en mí.
- ¡Qué bueno, que estás bien!- dijo mi padre, con una voz suave, entrecortada. ¿Por qué decía aquello si él, me había abandonado?
- ¿Mamá? ¿Papá? ¿Ricardo?
- ¡Hija, no sabes cuánto...!- dijo mi madre- ¡Hubiera muerto de haberte perdido!- gimoteó, colocando su cabeza sobre la mía y repartiendo besos por todas partes.
Asentí y simplemente dije: "Perdóname", cuando mi madre me comentó que había estado a mi lado todo el tiempo. Lloré, cuando me enteré de la verdad. Tanto ella como mi padre, habían estado respondiendo a mis cartas.
Sabía que no era solo un fantasma.
Ella había estado tan preocupada, que había comenzado a indagar mis cosas. Recordó mi ilusión de niña y decidió hacerlo. Pero cuando se salía de control, tuvo que pedir ayuda. Realmente, les diré algo.
No podía estar más feliz.
Y entonces, tuve un sueño. No sé si era una de esas epifanías que solían ocurrir, cuando uno iba a morirse, pero soñé algo así:
Estaba en la facultad de mi secundaria, eran dos escuelas diferentes. Mi madre siempre se había esmerado en darme lo mejor. Me estaba muriendo, realmente nadie me salvaba. Nadie me tendía la mano y yo moría.
Quedé allí en el suelo. La noticia estaba siendo dirigida por el noticiero y veía llorar a mis padres y a mi hermano. Me estaban enterrando.
"No funcionó". Escuché en mi cabeza. "Amiga, yo te quería conocer".
Nunca supe cómo mi padre había colaborado, pero reconozco que ahora éramos más unidos. Yo me recuperé de mi problema de salud, quizá no de mi fama, pero mi madre no me abandonaba. Mi madre me perdonó, ella me dio ese amor que yo no podía ver. Mi hermanito era muy cuidadoso conmigo, me traía tantos helados que me hacía reír.
Comencé a comprender que mi amiga tenía razón. No podía simplemente echarme a morir, tenía que hacer las cosas bien. Ellos me amaban. No me iban a abandonar nunca.
Mi padre no volvió con mi madre, pero se llevaban muy bien. Aquí entre nosotros, me prometió que quizá saldría con ella y reformaría a la familia. Desde entonces, creo que todos merecemos esa segunda oportunidad.
Recuerda. La vida no siempre es linda, siempre tiene algo que nos hace llorar. Que nos hiere. No la compliquemos más; solo por diversión.
Yo quiero ser tu amiga. Escríbeme si tienes problemas. Yo estaré a tu lado para resolverlos juntas o en tu caso si eres hombre, juntos. Anda, cuenta conmigo. Estoy para ti, las veinticuatro horas del día. Bueno, estoy castigada por intentar suicidarme, pero creo que eso no importa mucho. Las cosas no pueden estar mejor.
Bueno, escríbeme. Solo coloca "amiga" tengo este problema, e intentaré aconsejarte. ¡Anímate! Quizá salvemos más vidas de lo que este mundo necesita perder. Y no temas, no soy un fantasma. Esa sensación de ser incorpóreo, no es linda.
¿Mi nombre? Ahora que lo mencionas, no es tan complicado. Mi nombre es "Cristina" ¿Qué te parece? Creo que vamos a ser grandes amigos.
Por cierto. Quedé rayada de por vida, pero hoy por hoy, tengo un novio. A él n0 le importa, él me ama y aunque suene muy extraño, es un compañero de la facultad de mi secundaria, que me ayudó con mi intoxicación, nunca me abandonó.
Ahora somos grandes amigos.
Amiga - Fanfics de Harry Potter
No estaba segura de lo que acontecía dentro de mi vida. ¡Era una marejada de emociones! ¡Sentires tan distintos, que sentía explotar mi cabeza! Reconozco q
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2023-02-27
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