Encuentro y Beso
Hermioneestaba en mitad del zoco, cuando lo vio. Iba a comenzar el regateo por una telade seda bordada, cuando algo le hizo girar la cabeza. Él estaba al otro ladodel estrecho callejón, vestido con un disha-dasha tradicional. La luz del solresaltaba su piel color miel y hacía destellar un cuchillo que llevaba a lacintura.
Elcomerciante, dándose cuenta de que algo había atraído la atención de sucliente, siguió la dirección de su mirada.
Esde la tribu de los tuareg Ayghar le informó.
Hermioneno dijo nada. Sabía, por la información que había recopilado antes de viajar a Zurán,que los tuareg Ayghar eran una tribu de feroces guerreros que, en siglos anteriores,eran contratados para escoltar las caravanas de los comerciantes a través deldesierto. La tribu seguía prefiriendo vivir de forma nómada.
Adiferencia de otros hombres con túnicas, él estaba perfectamente afeitado. Susojos, que miraban hacia ella con una altiva falta de interés, eran como de ungris mercurio, y estaban custodiados por unas tupidas pestañas.
AHermione le recordaba la magnificencia de un peligroso depredador, alguien aquien no se podía domesticar ni encerrar en la jaula de la civilizaciónmoderna.
Aquélera un hombre del desierto, un hombre que creaba y vivía según su propio códigomoral. La arrogancia de sus rasgos y su postura la abrumaban y al mismo tiempola urgían a que lo siguiera mirando.
¡Ytenía una boca tan sensual!
Unestremecimiento indeseado recorrió su espina dorsal ante el giro de sus pensamientos.
Ellano había viajado al reino de Zurán para pensar en hombres con bocas sensuales.
Estabaallí formando parte de un equipo de científicos dedicados a proteger la flora yla fauna de aquella zona, se recordó a sí misma con firmeza. Pero aun así, nopodía dejar de mirarlo.
Indiferenteante ella, el hombre examinó con la mirada un lado y otro del callejón del concurridobazar. Era como una fantasía árabe hecha realidad, pensó Hermione, aunque su jefe,Viktor Krum, se burlaría de ella si la oía hablar así. Pero no quería pensar enViktor. Le había dejado muy claro que no estaba interesada en él, y además eraun hombre casado, pero a pesar de todo Viktor la rondaba y se tomaba muy apecho que ella rechazara sus insinuaciones.
Esospensamientos la hicieron ocultarse entre las sombras del puesto de telas.
Inmediatamente,la mirada gris la atrapó, haciéndola retroceder instintivamente aún más en lasemioscuridad, sin pararse a preguntarse por qué necesitaba retirarse así.
Pero,aunque las sombras la ocultaban, sentía que él había fijado su miradajustamente donde estaba ella. Hermione sintió que el corazón le palpitabaalerta y que la piel le transpiraba inusualmente.
Ungrupo de mujeres con túnicas y velo negros atravesó el callejón,interponiéndose entre ellos dos. Cuando se marcharon, él parecía haber perdidotodo el interés por ella, porque estaba girándose, tapándose el rostro con latela teñida de índigo que le cubría la cabeza y dejando visibles únicamente susojos, a la manera tradicional de los hombres tuareg. Entonces se dio la vueltay entró por una puerta que había a su espalda, agachándose para no golpearse lacabeza, dada su elevada estatura.
Hermioneadvirtió que la mano que se apoyaba sobre el marco de la puerta era delgada y pálidaa,de dedos largos y cuidados. Arrugó la frente, extrañada. Conocía mucho de las tribusnómadas del desierto árabe, y le llamaban la atención tantas anomalías:primero, que un hombre tuareg se opusiera a siglos de tradición y mostrara surostro, y segundo, que tuviera unas manos con una manicura propia de unmillonario.
Sintióque el estómago se le hacía un nudo y que el corazón le golpeaba furiosamente contrael pecho. ¡Ella no era ninguna jovencita fácil de impresionar, ni dispuesta acreer que un hombre vestido con un dishadasha era un poderoso líder, ni tampocoestaba ocultando ninguna fantasía secreta de tener sexo con aquel hombre sobrela arena! Ella era una científica de veinticuatro años, se dijo. Pero
Cuandoél desapareció por la puerta, Hermione dejó escapar un suspiro de alivio.
¿Loquiere? Es una seda muy fina
y a un precio muy bueno.
Hermionedirigió su atención de nuevo a la seda. Era de buena calidad y de un tono azul pálidoque acompañaba a la perfección a su cabello castaño claro. Como había salidoella sola a dar un paseo, había tomado la precaución de recogerse el pelodentro del sombrero que llevaba.
Pero,vestida con aquella magnífica tela, que sugeriría seductoramente su cuerpo a travésde sus vaporosas capas, podría dejar que el cabello le cayera sobre los hombroscomo una cascada sedosa, mientras un hombre con ojos de felino la contemplaba
Hermionedejó caer la tela al suelo como si le quemara. Mientras el comerciante la recogía,unos hombres uniformados aparecieron en el callejón, empujando a la gente mientrasavanzaban, abriendo puertas y examinando los tenderetes. Estaba claro que buscabana alguien y que no les importaba el daño que causaran al hacerlo.
Poralguna razón, Hermione desvió la mirada hacia la puerta por la que habíadesaparecido el tuareg.
Loshombres uniformados se estaban aproximando a ella.
Asu espalda, la puerta se abrió y apareció un hombre. Era alto, de pelo rubioplatinado y vestía ropas occidentales, unos pantalones chinos y una camisa delino, pero Hermione lo reconoció inmediatamente y abrió los ojos perpleja.
Eltuareg se había convertido en un occidental. Comenzó a caminar por el callejón.
Acababade pasar por delante del puesto donde estaba Hermione, cuando uno de los hombresuniformados lo vio y comenzó a llamarlo a gritos, en inglés y en zuranés.
¡Usted,deténgase!
Hermionevio cómo la mirada gris del tuareg se endurecía, buscando, examinando
y deteniéndosesobre ella, mientras se iluminaba.
¡Cariño,estás aquí! Te advertí que no debías pasear tú sola.
Losdedos largos y elegantes en los que se había fijado hacía un momento laagarraron de la muñeca y se deslizaron hasta entrelazarse con los suyos,fingiendo una intimidad de novios, pero sujetándola fuertemente para que ellano se soltara. Una sonrisa perfectamente calculada rompió por un momento la expresiónarrogante del tuareg. Se acercó más a ella.
Yono soy su «cariño» le espetó Hermione en voz baja.
Comiencea caminar
le ordenó él también en voz baja, mientras su mirada dura e intimidantela atrapaba bajo su hechizo.
Lahostilidad empañaba la habitual dulzura de los ojos mieles de Katrina, pero erauna hostilidad salpicada de algo mucho más primitivo y peligroso, admitiósombría, mientras empezaba a caminar. Él se acercó a ella y, colándose entre elembriagador aroma de las especias y los perfumes del bazar, Hermione advirtióla fragancia de su colonia y algo mucho más perturbador: el aroma suavementealmizclado del cuerpo de él.
Elcallejón se había llenado de hombres armados que abrían las puertas a empujonesy volcaban los tenderetes, buscando impacientes algo o a alguien.
Laatmósfera de relajada felicidad que reinaba antes había desaparecido porcompleto, y en su lugar el callejón se había convertido en una algarabía devoces y de miedo casi palpable.
Unenorme vehículo todoterreno con las lunas tintadas entró a toda velocidad en elcallejón, dispersando a la gente, y se detuvo en seco. El hombre uniformado quesalió de él iba muy bien protegido, y Hermione ahogó un grito al reconocer alMinistro del Interior de Zurán, el primo del soberano del país.
Entoncesmiró a su captor con aprensión, sintiéndose entre dos emociones encontradas.
Ellahabía visto al hombre entrar en el edificio vestido como un tuareg, y su comportamientoindicaba que escondía algo. Ella debería al menos llamar la atención de lostemibles hombres armados, pero él le provocaba una peligrosa fascinación que laestaba induciendo a
¿a qué? Con decisión, intentó separarse de él. El registrósu ligero movimiento, la sujetó aún más fuerte y la empujó hasta un estrecholugar entre las sombras del callejón, un estrecho que su cuerpo se apretócontra el suyo.
Mire,no sé qué es lo que sucede, pero
comenzó ella con valentía.
Silenciosusurró él a su oído, en un tono gélido y plano.
Hermionese dijo a sí misma que la razón de que su cuerpo temblara tan violentamente eraque estaba asustada, que no tenía nada que ver con que el musculoso muslo de élestuviera apretado contra ella. El corazón de él latía con tanta fuerza queparecía bombear no sólo su cuerpo, sino también el de ella, superponiéndose asus propios latidos, abrumándola con su fuerza vital, como si él la proporcionarapara ambos cuerpos.
Elrepentino recuerdo de un viejo dolor la invadió. Sus padres se habían amado de aquellamanera, totalmente entregados el uno al otro y para siempre.
Sele escapó un murmullo incoherente de angustia, y la reacción de él fueinmediata: la agarró del cuello, miró a ambos lados, de la calle y silenció consu boca cualquier protesta que ella pudiera hacer.
Sabíaa calor y a desierto, y a mil y una cosas que habían pasado a formar parte deél y que eran extrañas para ella. Extrañas y también peligrosamente excitantes,admitió ella de nuevo con disgusto, conforme uní primitiva reacción femenina seapoderaba de su cuerpo
Entreabriólos labios y sintió que él se lanzaba como un depredador hacia la ventaja que lehabía dado. El aumentó la presión de su boca y Hermione sintió que un fuegoexplotaba en su interior conforme la lengua de él jugueteaba fieramente con lasuya, exigiéndole complicidad.
Sucuerpo se estremeció como respuesta. Nunca en su vida había imaginado que seríacapaz de besar a un hombre con una sensualidad tan íntima, en público y plenaluz del día, y desde luego no a un completo extraño.
Fuevagamente consciente de que el todoterreno se alejaba, pero él seguía cubriendosu boca con la suya.
Entonces,tan bruscamente que casi la hizo tambalearse, él la soltó. La ayudó a recuperarel equilibrio con una mano, sin ninguna emoción, y desapareció entre la multitud,dejándola abrumada y, lo que era más inquietante, sintiéndose como si la hubieraabandonado.
Alteza
Profundasreverencias marcaban su rápido caminar a través del palacio real mientras él sedirigía a encontrarse con su medio hermano.
Losguardias armados que custodiaban las suntuosas puertas de la sala de audienciaslas abrieron, hicieron una reverencia y salieron.
Dracoestaba por fin en presencia de su medio hermano, e hizo una profunda reverenciamientras las puertas se cerraban tras él. Puede que tuvieran el mismo padre, yque su hermano mayor tuviera debilidad por él, pero el hombre que tenía delanteera el soberano de Zurán, y al menos en público le debía un respeto por eso.
Inmediatamente,el soberano se puso en pie y ordenó a Draco que se levantara y que le diera unabrazo.
Mealegro de que hayas regresado. He oído comentarios excelentes sobre ti de los otroslíderes mundiales, hermano, y de nuestras embajadas de Estados Unidos y Europa.
Eresdemasiado amable, Alteza. Todas esas alabanzas deberían ser para ti por habermeconcedido el honor de ocuparme de que nuestras embajadas tengan el personal necesariopara promover vuestros planes de instaurar la democracia.
Sinnecesidad de dar ninguna orden, se abrió una puerta y apareció un criado,seguido por otros dos que traían un delicioso café recién hecho.
Losdos hombres esperaron hasta que la pequeña ceremonia hubo terminado.
Encuanto estuvieron solos, el soberano se acercó a Draco.
Ven,demos un paseo por el jardín le dijo. Allí podremos hablar con más comodidad.
Juntoa la sala de audiencias, y disimulado tras pesadas cortinas, había un patio conun jardín lleno de vida gracias al sonido de sus numerosas fuentes.
Niuna mota de polvo estropeaba la perfección de los caminos, de suelo de mosaico,mientras los dos hombres caminaban uno al lado del otro, vestidos con susprístinas túnicas.
Escomo sospechábamos le anunció Draco en voz baja, mientras se detenían delantede uno de los múltiples estanques.
Seagachó sobre un cuenco con comida para peces agarró un puñado y lo lanzó alagua.
Nazirestá conspirando contra ti añadió.
¿Tienespruebas claras de eso? preguntó el soberano con dureza.
Draconegó con la cabeza.
Aúnno. Como sabes, he logrado infiltrarme en la banda de ladrones y renegados lideradapor El Khalid
Esetraidor
Debería haberlo dejado en prisión en lugar se haber sido tan benévolo conél comentó el soberano, resoplando.
ElKhalid no te ha perdonado que le arrebataras sus tierras y sus bienes cuando descubristesus actividades fraudulentas. Sospecho que Nazir le ha prometido que, si lograderrocarte, él le devolverá sus cosas su posición. También sospecho que Nazir pretendeque sea El Khalid quien parezca que está contra ti. Clara él no puedepermitirse verse envuelto de ninguna forma en tu asesinato dijo, y frunció elceño. Debe estar alerta
Estoybien protegido, no temas. Además, como tú bien dices, Nazir me odia tanto desdeque éramos niños, que no se atreverá a atacarme abiertamente.
Esuna pena que no puedas deportarlo.
ElSoberano rió.
No,no podemos hacer nada sin pruebas fehacientes, hermano. Ahora somos una democracia,gracias en parte a tu madre, y debemos actuar según las leyes de esta tierra.
Lareferencia a su madre hizo que Draco frunciera ligeramente el ceño. Su madre habíasido contratada hacía muchos años como institutriz del hijo del soberano. Erauna pensadora liberal y apasionada, y había transmitido sus ideas a su jovenalumno, el soberano actual, mientras al mismo tiempo se enamoraba de su padre,un amor que él había correspondido.
Dracoera el resultado de ese amor, pero no había llegado a conocer a su madre. Ella habíamuerto de malaria al mes de nacer él, pero antes le había hecho prometer a su padreque respetaría la herencia cultural de ella a la hora de educar a su hijo.
Comoresultado de aquella promesa en el lecho de muerte, Draco había sido educado enEuropa y Estados Unidos, antes de ser nombrado embajador itinerante de Zurán.
Erestú quien se enfrenta al mayor peligro, Draco le advirtió el soberano. Y, comohermano tuyo y como tu soberano, no me hace feliz que te sometas a ese riesgo.
Dracose encogió de hombros quitándole importancia.
Ambosestamos de acuerdo en que no podemos confiar en nadie más y, además, el peligrono es tan grande. El Khalid me ha aceptado en mi rol como tuareg sin tribu, condenadoal ostracismo por mi gente por mis actividades criminales. Ya le he demostradomi valía: la semana pasada asaltamos una caravana de comerciantes y les aliviamosde su carga
Elsoberano frunció el ceño.
¿Quiéneseran? Me encargaré de que sean indemnizados
aunque nadie ha presentado ningunaqueja de un ataque similar.
Nilo harán, sospecho contestó Draco secamente. Por un lado, el asalto se produjojusto en la zona deshabitada junto a la frontera de Zurán, que es donde El Khalidtiene su base; y por otro, la mercancía que les sustrajimos era dinerofalsificado.
Entonces¡entiendo por qué no han presentada ninguna queja! exclamó el soberano.
Aunquese rumorea que El Khalid está relacionado con alguna persona importante, aún nohe visto a Nazir ni a ninguno de sus hombres ponerse en contacto con él. Detodas formas si, como sospecho, Nazir tiene planeado asesinarte durante algunade tus apariciones públicas en nuestro día de fiesta nacional, tendrá que ver aEl Khalid en breve. Casualmente, El Khalid nos ha hecho saber que va a reunirsecon alguien importante y que todos debemos estar presentes, pero aún no hadicho ni cuándo ni dónde va a ser.
¿,Ytú Crees que Nazir estará en esa reunión?
Seguramente.Querrá asegurarse de que los hombres elegidos para acompañar a El Khalid en sumisión para asesinarte sean de confianza. Nazir no querrá arriesgarse a empleara sus propios hombres, así que creo que estará allí. Y yo también estaré.
Elsoberano frunció el ceño.
¿Note preocupa que Nazir pueda reconocerte?
¿Vestidocomo un tuareg? Cuestionó Draco, negando con la cabeza. Lo dudo. Al fin y alcabo, tienen por costumbre ir con el rostro cubierto.
Elsoberano seguía preocupado.
Entonces,Alteza, ¿os agradan los progresos del nuevo complejo hotelero? He escuchadograndes alabanzas sobre los servicios turísticos de nuestro país mientras visitabanuestras embajadas comentó Draco suavemente, lanzándole una mirada de advertenciaa su medio hermano al advertir que alguien se acercaba a ellos.
Losarbustos se abrieron para dejar paso a la figura pequeña pero fornida delhombre del que habían estado hablando, y que se acercaba a ellos con los dedosllenos de anillos ostentosos. Fijó su mirada venenosa en Draco y luego en elsoberano. Ignorando completamente al primero, hizo una reverencia muy rígidaante el segundo.
Nazir,¿qué te trae por aquí? saludó éste fríamente. No es frecuente que abandonestus labores como Ministro del Interior para hacer visitas sociales.
¡Estoymuy ocupado, es cierto! respondió Nazir dándose importancia.
Heoído que hace un rato ha habido problemas en el zoco murmuró Draco.
Nazirlo fulminó con una mirada de sospecha.
Noha sido nada
Un ladronzuelo estaba provocando algún desorden, eso es todo.
¿Unladronzuelo? ¡Pero si tú mismo estabas allí!
Estabaen la zona por casualidad. Además, ¿qué derecho tienes a decirme cómo desarrollarmi trabajo?
Ninguno,aparte del de un ciudadano que se preocupa por su país contestó Draco sinemoción.
Nazirapretó los labios y le dio la espalda deliberadamente, mientras se dirigía aljeque.
Entiendo,Alteza, que habéis ignorado mi consejo y que habéis elegido prescindir de la escoltaque os ofrecía mi guardia personal para asegurar vuestra seguridad en las celebracionesdel día nacional.
Osagradezco vuestra preocupación, primo, pero debemos recordar en todo momento nuestrodeber hacia el pueblo. Nuestros invitados de otras naciones, sobre todo de aquéllasque esperamos que nos apoyen para el desarrollo de nuestro turismo, dudarán dela estabilidad de nuestro país si creen que un soberano no puede pasearse entresu gente sin una cohorte de guardias armados.
Secreó un silencio lleno de tensión que Draco rompió con sus palabras.
Yademás, uno siempre debe preguntarse quién protege a los que protegen
Porel rostro de Nazir cruzó una expresión de odio asesino.
Siestáis sugiriendo
comenzó ferozmente.
Noestoy sugiriendo nada le cortó Draco fríamente. Sólo estoy exponiendo los hechos.
¿Loshechos?
Haquedado probado que la presencia de personal fuertemente armado puede dar lugara pequeños incidentes que se descontrolen completamente.
Estoyseguro de que ninguno de nosotros quiere tener que explicarle al embajador de otropaís que uno de sus ciudadanos ha muerto bajo los disparos de un guardiademasiado entusiasta y mal entrenado.
Seguiremoshablando de esto en privado, primodijo Nazir, ignorando deliberadamente a Draco,y continuación hizo una reverencia y se marchó.
Eljeque frunció el ceño mientras intercambiaba una mirada con su medio hermano.
Nuestroprimo olvida lo que te debemos a ti, Draco dijo enfadado.
Dracose encogió de hombros, restándole importancia.
Élnunca ha ocultado el hecho de que yo no le gusto, ni mi madre tampoco.
¿Ytu padre? ¡Nuestro padre fue el mejor soberano que ha tenido nunca este país! ¡Nazirharía bien en no olvidarlo! Desde que eras pequeño, él se ha portado malcontigo, pero ni yo ni mi padre lo sabíamos.
Aprendía vivir con ella y con él.
Tantoél como su padre odiaban a tu madre. Les molestaba la influencia que tenía sobremi padre. Y luego, cuando él la convirtió en su esposa
Puedeque a mí me aborrezca, pero es a ti a quien quiere derrocar apuntó Draco secamente.Tengo que regresar al desierto antes de que mi ausencia levante sospechas. Mepreocupaba que Nazir sospechara de mí después de que sus hombres pusieran patasarriba el zoco buscándome, pero he sabido que ¡era a otro tuareg a quien buscaban!
Laversión oficial es que sólo has regresado a Zurán por un breve tiempo y que abandonasel país nuevamente esta noche para disfrutar de un merecido descanso. Es unapena que no tengas tiempo para comprobar tus empresas. Tus yeguas han tenido unmontón de hermosos potros, y la primera fase de construcción del puertodeportivo ya se ha completado.
Dracosonrió y sus dientes blancos refulgieron junto a su piel pálida.
Elsoberano era conocido en el mundo entero por su relación con las carreras de caballos.
Mientraspaseaban de regreso al palacio, el Soberano se giró hacia Draco.
Noestoy seguro de sí debería permitirte hacer esto, ¿sabes? le dijo muy serio:Te aprecio mucho, hermano pequeño, más de lo que crees. Tu madre fue lo máscercano a una madre que yo tuve. Ella abrió mi mente al conocimiento. Fue suinfluencia sobre mi padre lo que le hizo a él plantearse el futuro a largoplazo de nuestro país, y cuando ella murió creo que él mismo perdió las ganasde vivir. Los he perdido a los dos, hermano. No quiero perderte a ti también.
Niyo a ti le contestó Draco, mientras se abrazaban.
¡Hola,preciosa! ¿Te apetece salir conmigo esta noche? He oído que Su Alteza va a ofreceruna lujosa recepción para celebrar el comienzo de la temporada de carreras, y luegopodíamos ir a un bar.
Hermionesonrió ante la alegre invitación del fotógrafo del grupo. Tom Hudson era unligón incorregible; pero se hacía querer.
Ellacomenzó a negar con la cabeza, pero antes de que pudiera decir nada, Viktor hablósecamente.
Estamosaquí para trabajar, no para socializamos, y harías bien en no olvidarlo, Hudson.Además, tenemos que levantarnos muy temprano mañana le recordó.
Secreó un silencio incómodo, y Tom le dedicó una mueca a Viktor a sus espaldas.
Aunqueestaba muy cualificado, Viktor no era popular en su grupo, y Hermione era quienmás sufría su presencia.
Esun hombre muy desagradable comentó Beverly Thomas, la Otra mujer del grupo, mientrasse sentaba en la cama de Hermione.
Elequipo habitaba un lujoso chalet privado construido según el estilotradicional: con las habitaciones de las mujeres separadas de las de los hombres.Al principio, a Hermione le había desconcertado que ella y Bey tuvieran quequedarse en su habitación por la noche.
Perodesde que Viktor se le había insinuado varias veces, estaba profundamente agradecidade tener que seguir las costumbres del país.
Nopuedo evitar sentir lástima por su esposa confesó Hermione.
Niyo. A él no le gusta ni que la mencionemos. Eres consciente de que está desarrollandouna obsesión hacia ti, ¿no?
Cuandovio la mirada aprensiva de Hermione, añadió:
Bueno,quizás llamarlo obsesión es demasiado, pero está decidido a acostarse contigo.
Puedeque quiera hacerlo, pero no lo va a lograr le aseguró Hermione con determinación.Lo que me preocupa es que use su posición de líder de la expedición paracastigarme por rechazarlo. Este es mi primer trabajo y estoy en período de prueba.
Intentaque no se te acerque le aconsejó Beverly, ahogando un bostezo. Me voy a dormir.Hoy ha sido un día muy largo y, como nos ha recordado nuestro querido Viktor, mañanasalimos antes de que amanezca.
Hermionesonrió.
Estabadeseando comenzar la expedición al desierto para examinar el lecho de un wadi,un río que permanecía seco salvo en la estación de lluvias.
Deberíadormir. Hacía una hora que se había tumbado en la cama, pero cada vez que cerrabalos ojos se encontraba con la perturbadora mirada del hombre de los ojos grises,como lo había bautizado ella para sí.
Yno sólo se le había quedado grabado el color de sus ojos. Todo su cuerpovibraba al recordarlo.
«Estoes ridículo», se dijo a sí misma rotunda mente. Una mujer de veinticuatro años conun doctorado en Bioquímica no podía rendirse a una estúpida primitiva respuestasexual hacia un completo extraño, ¡además de un criminal, seguramente!
Perosus dedos recorrían la suave curva de sus labios, buscando la huella de los deél. Su memoria estaba recordando vívidamente todo lo que había sentido bajo ladominación de su beso.
Molesta,intentó negar lo que estaba sintiendo. Sus padres habían sido un par de científicosejemplares. Habían vivido el uno para el otro y habían muerto juntos, cuando ellugar que excavaban se había derrumbado sobre ellos.
Enaquel momento ella tenía diecisiete años. Ya no era una niña, pero tampoco una adulta.Sus padres eran hijos únicos y no tenían más familia, así que su muerte no sólola había dejado huérfana, sino con una profunda necesidad de que alguien laamara, de que alguien la completara, y con un profundo temor a la vulnerabilidadque esos sentimientos creaban en ella.
Poreso, se había vuelto muy introspectiva, demasiado inmadura y asustada paralidiar con esos sentimientos. Se había concentrado en sus estudios, permitiéndosehacer amigos con mucha cautela, sin que ninguno fuera demasiado cercano.
Alos veinticuatro años había considerado que ya estaba mentalmente equilibrada yemocionalmente madura, pero no le parecía ninguna de las dos cosas ante lo quesentía hacia un extraño.
«Estásen un país diferente con costumbres diferentes», se dijo a sí misma. «Un país, además,que siempre te ha fascinado. Por eso estabas tan deseosa de venir aquí, por esohace tiempo aprendiste zuranés. A eso se le añade que tenías la adrenalinadisparada ante la situación tan poco familiar. Todo eso te ha afectado».
Lahabía afectado hasta el punto de que su cuerpo había respondido a un hombre queno conocía, un hombre del que tendría que haberse puesto en contra.
«Todo el mundo puede cometerun error», intentó consolarse. Después de todo, era casi imposible que volvieraa encontrarse con él. No quiso aceptar que esa certeza la deprimía.Continuará...
Sé que no eres un «tuareg»
El sol empezaba a aparecer en el horizonte cuando la expedición se puso en marcha, formando un convoy de vehículos todoterreno perfectamente equipados, camino del desierto. Para consternación de Hermione, Viktor había insistido en que debía viajar con él a solas, en el vehículo que él conducía.
Estarás mucho más cómoda conmigo en el vehículo de cabeza le dijo él, riéndose cruelmente. Los otros se tragarán nuestro polvo.
Era cierto que la velocidad a la que conducía estaba levantando una nube de fino polvo, pero Hermione hubiera deseado estar con cualquier otra persona.
¿Por qué no te relajas y duermes un poco? le sugirió Richard con un tono de lo más empalagoso. Va a ser un viaje largo. Pero antes de cerrar los ojos, bebe agua. Ya conoces las reglas, debemos cuidarnos de no deshidratamos.
Obedientemente, Hermione agarró la botella de agua que él le tendía y bebió.
Quince minutos después, pensó que tal vez era una buena idea dormir un poco. Al menos si dormía no tendría que darle conversación a Viktor. Y además de pronto tenía mucho sueño, seguramente porque bahía pasado casi toda la noche pensando en el hombre de los ojos grises. Conforme se acomodaba para dormirse, sintió que el vehículo aceleraba.
El sol del atardecer la despertó al colarse por el parabrisas del coche. Al darse cuenta de la enorme cantidad de tiempo que había estado dormida, dio un brinco en el asiento y se giró hacia Viktor consternada.
Deberías haberme despertado le dijo. ¿Cuánto queda para que lleguemos al wadi?
Transcurrieron algunos segundos antes de que Viktor contestara. La mirada de sus ojos hizo sentirse a Hermione repentinamente inquieta.
No vamos al wadi replicó él con aire de suficiencia. Vamos a un lugar mucho más aislado y romántico
Un lugar donde te tendré para mí solo, donde podré enseñarte
Hermione se lo quedó mirando sin poder creer lo que escuchaba, esperando haber comprendido mal, pero obviamente no era así.
¡Viktor, no puedes hacer esto! Tenemos que ir al wadi. Los otros estarán esperándonos
Creen que hemos tenido que dar la vuelta le informó él con calma. Les dije que no te sentías muy bien. Fue una buena idea poner somníferos en el agua que te di a beber.
Hermione lo miró horrorizada.
Viktor, esto es ridículo. Voy a llamar a los demás por teléfono y
Me temo que no vas a poder hacerlo le interrumpió él, con una sonrisa de satisfacción. Tengo tu teléfono móvil, lo saqué de tu bolso cuando me detuve a avisar a los demás de que regresábamos.
Hermione no daba crédito a lo que oía.
¡Esto es una locura! Será mejor que volvamos junto a los demás y nos olvidemos
¡No! la interrumpió él apasionadamente. Vamos al oasis. Llevo muchos días planeando cómo tenerte. Para mí solo. Esta es la oportunidad perfecta y el oasis, el lugar perfecto. Está en una zona deshabitada del desierto, una auténtica tierra de nadie, y eso debería resultarte atractivo, Hermione, con lo que te gusta la historia de esta región. Antes se usaba como sitio de descanso para las caravanas que atravesaban el desierto.
Hermione se lo quedó mirando. Tenía la garganta seca y el corazón le latía con fuerza. No tenía miedo de él, pero estaba claro que su comportamiento demostraba, si no una obsesión por ella, al menos una preocupación excesiva e incómoda hacia ella, tal y como Bey había comentado.
Mira, aquí está el oasis anunció Viktor.
El todoterreno bordeó unas rocas, tras las cuales surgieron palmeras y otra vegetación junto a un lago.
Mientras Viktor detenía el vehículo, Hermione reconoció que, en otras circunstancias, se hubiera quedado fascinada con el paraje.
La vegetación del oasis era inesperadamente exuberante y espesa. Seguramente en otros tiempos un río había llegado hasta el lago, ¿qué otra cosa si no habría podido dibujar una grieta a través de las rocas del otro extremo del oasis? Tal vez incluso había habido una cascada.
El oasis debía nutrirse de un manantial o un río subterráneos. Pero, por muy hermoso que fuera, Hermione no tenía ningunas ganas de quedarse allí a solas con Viktor.
Dudaba de que él fuera a dejarse convencer para abandonar sus planes, lo que significaba que, si quería escaparse, tendría que encontrar la forma de distraerlo el suficiente tiempo como para poder hacerse con las llaves del coche y ponerlo en marcha antes de que él pudiera detenerla.
He traído una tienda de campaña y todo lo que podamos necesitar.
¡Oh, qué inteligente por tu parte! exclamó Hermione, intentando sonar impresionada. Yo me quedaré aquí, si te parece bien, mientras tú organizas todo.
Viktor negó con la cabeza.
Me temo que no vas a poder hacer eso, cariño. ¡No me he esforzado en organizar todo esto para que hagas algo estúpido como intentar escaparte de mí!
El no podía obligarla a moverse, se dijo Hermione para consolarse. Pero unos segundos más tarde, después de decirle que no estaba preparada para salir del vehículo, se dio cuenta de que había subestimado los límites a los que él estaba dispuesto a llegar.
En ese caso, cariño, me temo que no me dejas otra opción que usar esto dijo él, sacando unas esposas de un bolsillo. Hubiera deseado no tener que utilizarlas, pero si te niegas a hacer lo que te pido, voy a tener que esposarte a la puerta del coche.
Se había equivocado al no tenerle miedo, pensó Hermione, mientras un sudor frío le cubría la piel.
Estará bien tomar un poco de aire fresco comentó, intentando que no le temblara la voz. ¿Y si me siento en el oasis mientras tú organizas todo?
Me parece bien, cariño concedió Viktor, sonriendo. Busquemos algún lugar cómodo para ti.
Hermione se dijo que no debía perder la esperanza.
Viktor la escoltaba hacia el oasis, más como si fuera su carcelero que como alguien que quería ser su amante.
Esto servirá anunció él, señalando una de las palmeras.
Hermione escuchó entonces el tintineo del metal contra el metal y supo que estaba sacando las esposas que le había mostrado antes. Sin detenerse a pensar, Hermione echó a correr como una gacela asustada. El pánico la impulsó hacia delante, hacia la estrecha grieta en las rocas, y le hizo ignorar el sonido de vehículos derrapando y gritos de guerreros a caballo. Demasiado tarde para darse cuenta de a quién correspondían esos sonidos, atravesó la grieta y se encontró delante del grupo de fugitivos.
Estaban liderados por El Khalid, pero fue uno de sus jóvenes lugartenientes quien la vio primero. Derrapó a tal velocidad con el todoterreno que conducía que casi lo hizo volcar.
Detrás de Hermione, detenido en la grieta entre las rocas, Viktor se echó hacia atrás aterrorizado, y luego se dio la vuelta y salió corriendo hacia su coche, ignorando la difícil situación de Hermione. Se subió al coche encendió el motor y se marchó en la dirección en la que había llegado, tan rápidamente como pudo.
Pero Hermione ignoraba que él la había dejado abandonada.
El aire a su alrededor era puro polvo, y los último rayos del sol levantaban destellos en el metal del vehículo que se acercaba a ella a toda velocidad. El conductor había sacado medio cuerpo por la ventanilla con un brazo extendido para agarrarla, mientras una sonrisa lasciva dominaba su rostro.
Hermione se giró para volver por donde había entrado. Tal vez las atenciones de Viktor fueran un incordio, pero podía manejarlas mucho mejor que lo que tenía delante en aquel momento. Para horror suyo, vio que su ruta de escape había sido bloqueada por un jinete y su caballo, que se le estaban echando encima.
El sonido de los cascos del caballo se mezcló con los feroces gritos de los hombres que los rodeaban. El jinete estaba tan cerca, que Hermione pudo sentir el aliento del animal sobre su piel. El corazón le latía como si fuera a explotarle. Vio que el jinete se agachaba en su montura, extendía el brazo e, increíblemente, la elevaba del suelo y la colocaba sobre el caballo, agarrada a él, como si fuera su prisionera.
Intentando recuperar el aliento, con el corazón desbocado, Hermione apretó su rostro contra la túnica del jinete, ya que no podía hacer otra cosa más que agarrarse fuertemente. Olió entonces un ligero aroma a menta y se puso rígida. Recordaba ese perfume, al igual que el aroma del propio hombre.
El golpeteo de los cascos del caballo se convirtió en el golpeteo de su propio corazón mientras intentaba verle el rostro.
Tal y como esperaba, lo único que él llevaba expuesto eran los ojos, salpicados de motas mercurio, como los de un tigre. Hermione sintió que el corazón le daba un vuelco mientras los contemplaba y veía destellos grises de ira hacia ella.
Giró la cabeza, demasiado conmocionada para soportar el desprecio de aquella mirada. A lo lejos, vio el todoterreno de Viktor escapando y dejándola a su suerte. Las lágrimas inundaron sus ojos, y una de ellas rodó hasta la mano del jinete que sujetaba las riendas del caballo
El frunció la boca y se sacudió la gota. Entonces murmuró algo al caballo mientras hacía un giro y regresaba hacia el grupo de hombres que los observaban.
Mientras esto sucedía, un todoterreno se colocó a toda velocidad a su lado. El conductor era el hombre que la había perseguido primero. Tenía el rostro desencajado por la ira y sacudía el puño hacia el jinete, mientras exclamaba en un dialecto que ella no logró comprender. Luego continuó su marcha, llegando junto a los observadores antes que ellos.
Hermione tenía miles de preguntas, pero antes de que pudiera hacer ninguna, el jinete detuvo su caballo delante de un hombre de estatura mediana y complexión fuerte, que le hacía gestos de que desmontara.
Hermione sintió un escalofrío al ver el rifle que llevaba colgado de un hombro y el cinturón de munición, en el que además llevaba sujeta una daga curvada, un arma tradicional de la zona.
Al lado de aquel hombre estaba el conductor del coche que la había perseguido primero. Gesticulaba enfadado mientras la señalaba y hablaba sin parar.
El jinete inclinó levemente la cabeza ante aquel hombre, lo que indicó a Hermione que el hombre del rifle debía de ser el líder de todos ellos. Pero, mientras era obvio que contaba con la obediencia de todos los demás hombres, Hermione percibió que el lenguaje corporal de su captor resaltaba sutilmente su propia independencia.
¿Por qué has dejado que el hombre escapara? preguntó enfadado el líder al jinete en zuranés.
Hubo una breve pausa antes de que éste respondiera.
El Khalid, ¡estás haciéndome una pregunta que deberías plantearle a otro! Un hombre a caballo, por muy rápido que sea, no puede superar la velocidad de un todoterreno.
Sulimán podría haberlo detenido si no hubiera decidido perseguir a una presa más fácil.
Él me ha robado mi premio y ahora intenta dejarme mal. La mujer es mía, El Khalid protestó airadamente el conductor.
Ya has escuchado lo que dice Sulimán, ¡Tuareg! ¿Qué le contestas?
Hermione tuvo que contenerse para no girarse hacia su captor y rogarle que no dejara que Sulimán se la llevara. El líder lo había llamado «Tuareg», empleando sólo el nombre de su tribu, mientras que al otro hombre lo había llamado por su nombre de pila, Sulimán
¿Significaba eso que favorecería la petición del otro? Hermione se sintió enferma con sólo pensarlo.
¿Por qué su captor no decía nada? Ella podía sentir que la estaba mirando, pero no fue capaz de levantar la cabeza y devolverle la mirada. Estaba demasiado asustada de lo que podía encontrarse en sus ojos.
Le contesto que yo tengo a la mujer y él no. Ella me proporcionará una fortuna cuando la lleve de regreso a Zurán City y su gente pague un rescate por ella.
Nadie va a abandonar el campamento hasta que yo lo diga fue la brusca respuesta del líder. Os veo reunido a todos aquí para una misión especial. Si tenemos éxito, nos convertiremos en hombres muy, muy ricos. Ya que los dos reclamáis a la mujer, os enfrentaréis para conseguirla.
Hizo una seña con la cabeza y, antes de que Hermione pudiera protestar, se vio llevada a la fuerza por dos hombres armados de aspecto fiero.
Ansiosamente, se dio la vuelta justo a tiempo de ver que El Khalid sacaba la afilada daga de su cinturón y. la arrojaba a los pies del jinete.
Hermione se quedó sin aliento al ver que él recogía el arma, y él y Sulimán comenzaban a hacer círculos enfrentados el uno al otro. Sulimán tenía una daga muy parecida en la mano, y de pronto atacó salvajemente a su adversario con ella. Los otros hombres hicieron un círculo alrededor de ellos.
Entre sus dos carceleros, Hermione sólo captaba breves imágenes de los dos hombres mientras luchaban.
No era que le gustara ver a dos hombres peleándose, pero en aquella ocasión tenía una buena razón para querer saber quién era el vencedor. Los dos oponentes, así como mantenían el pañuelo de la cabeza, se habían quitado las túnicas y peleaban a pecho descubierto y descalzos.
Había oscurecido, y se encendieron linternas para iluminar la escena, que a Hermione le parecía algo de otro mundo.
Las dagas destellaron al ser alzadas por ambas manos, y al enloquecedor sonido del combate le acompañaban los pisotones de los pies descalzos de los demás hombres sobre la arena.
Hermione escuchó un gemido de dolor y luego al resto de los hombres rugir aprobándolo.
Por encima de sus cabezas, vio una mano sosteniendo una daga en alto, manchada de sangre. Sintió que se le revolvía el estómago. ¿Estaría herido de muerte el hombre de los ojos grises? Era algo ridículo preocuparse por él, dado lo poco que sabía de él, pero, si le hubieran dado la oportunidad, se habría precipitado a su lado.
Escuchó otro gemido y otro rugido de aprobación, pero esa vez los hombres gritaban el nombre «Tuareg».
La pelea parecía prolongarse eternamente, y Hermione estaba poniéndose enferma ante tanta violencia y crueldad. Reconoció que no estaba preparada para que la violencia física le resultara aceptable. Su ansiedad inicial por ver lo que estaba sucediendo dio paso al alivio al ser apartada de contemplar un espectáculo tan espeluznante.
Por fin, pareció terminar, y los hombres gritaron alegremente mientras ella era conducida junto a El Khalid y los dos luchadores.
Sólo uno de los tres hombres llamó la atención de Hermione, y sintió el estómago revuelto entre las náuseas y un alivio culpable, mientras oía a la multitud gritar «Tuareg», y veía en las manos del jinete las dos dagas, mientras que su oponente se desplomaba desanimado junto a él.
Entonces el jinete se volvió hacia ella, y Hermione se quedó horrorizada al ver sus heridas sangrantes. Una le había rajado la piel perfecta de su mejilla, acercándose peligrosamente a su ojo, otra estaba justo encima de su corazón, y la sangre caía de una tercera en su bíceps.
Hermione empezó a sentirse mareada, pero ignoró la sensación y apartó la mirada del pecho cubierto de sudor que tenía delante. Sulimán, por el contrario, parecía no tener ninguna herida, lo cual dejó perpleja a Hermione, ya que el tuareg era obviamente el vencedor.
Aquí tienes tu premio escuchó que decía El Khalid al jinete. Tómala.
¿Era su imaginación, o la leve inclinación de cabeza que hizo su captor hacia El Khalid era más cínica que respetuosa? Si así era, nadie más parecía haberse percatado de ello.
Él aún no había ni reconocido su presencia. Se giró hacia El Khalid y le devolvió la daga lanzándola a sus pies. Luego se agachó y recogió su túnica del suelo.
Con el rabillo del ojo, Hermione vio que Sulimán hacía el ademán de envainar su daga, pero, en lugar de hacerlo, se abalanzó violentamente sobre la espalda desprotegida del tuareg, con la daga en la mano.
Hermione oyó su propio grito de advertencia, pero algo más debía de haber alertado a su captor del peligro, porque se había dado la vuelta y, con un movimiento tan rápido que los ojos de Hermione no pudieron seguirlo, golpeó la mano de Sulimán, desarmándolo.
Inmediatamente, tres hombres sujetaron a Sulimán y se lo llevaron a rastras. Como si no hubiera sucedido nada fuera de lo normal, el tuareg recogió de nuevo la túnica y se la puso, y le hizo una brusca indicación con la cabeza para que lo siguiera.
Ven ordenó.
Daba unos pasos tan largos que ella tuvo dificultades para seguir su ritmo, pero cuando por fin se puso a su lado, él se detuvo y la miró.
No caminarás a mi lado, sino detrás de mí le ordenó, fríamente.
Hermione no podía creer lo que estaba escuchando. Los traumas que había soportado quedaron olvidados en la furia de aquel ultraje.
No lo haré se negó ella apasionadamente. Yo no soy una
una posesión tuya. Y además, en Zurán los hombres caminan al lado de sus compañeras.
Esto no es Zurán, es el desierto, y tú eres mía para hacer contigo lo que quiera, cuando y como quiera.
Sin darle la oportunidad a contestar, el hombre se giró y continuó caminando rápidamente hacia las tiendas de campaña, que estaban inteligentemente escondidas de la vista por unas rocas.
Varios fuegos ardían en un claro delante de las tiendas, y mujeres vestidas de negro removían cazuelas con comida humeante. El aroma de la comida hizo a Hermione darse cuenta de que hacía mucho tiempo que no comía, y su estómago rugió hambriento.
La tienda de su captor estaba separada de las demás.
Un vehículo bastante abollado estaba aparcado junto a ella, y detrás de él estaba atado su caballo, masticando felizmente algo de paja, mientras un niño lo vigilaba. Pero Hermione no tuvo tiempo de estudiar el entorno, ya que una mano en su espalda la impulsó al interior de la tienda.
Ella había visto tiendas parecidas en Zurán City, como parte de programas educativos, ¡pero nunca habría imaginado que estaría dentro de una de verdad! Varias lámparas de aceite iluminaban tenuemente el espacio principal de la tienda, una especie de salón, con alfombras ricamente confeccionadas y un tradicional diván. Había varios almohadones en el suelo y una mesita baja de madera con una cafetera.
De pronto, todos los acontecimientos del día la superaron y sus ojos se llenaron de lágrimas de agotamiento.
¿Por qué lloras? ¿Es por tu amante? Dudo que él esté gastando ni una lágrima en ti, a juzgar por la velocidad con la que te ha abandonado.
Hermione se lo quedó mirando.
¡Viktor no es mi amante! Es un hombre casado
Si no es tu amante, ¿por qué iba a traerte a un lugar tan remoto? replicó él, con una sonrisa cínica.
No se lo permití. Él
él me obligó
¡Por supuesto que lo hizo! exclamó él burlonamente.
Hermione elevó la cabeza y lo miró desafiante.
¿Por qué finges ser un tuareg, cuando es obvio que no lo eres?
¡Cállate! le ordenó él furioso.
No. No voy a callarme. Te recuerdo del callejón en Zurén City, aunque tú no me recuerdes.
Hermione ahogó un grito cuando él le tapó la boca con la mano. En sus ojos había un destello amenazador conforme se inclinó sobre ella y le dijo suavemente:
Vas a estarte callada.
¡Hermione ya había tenido suficiente! Había sido secuestrada, acosada, amenazada, ¡y luego esto! Furiosa, mordió con fuerza la mano que le tapaba la boca.
¡Mujer, eres una fiera! rugió él, mientras observaba la sangre manando junto a su dedo pulgar. ¡Pero no voy a consentirte que me contamines con tu veneno! Límpialo.
Hermione lo miró incrédula y sintió arder sus mejillas. Estaba conmocionada por lo que acababa de hacer. La furia y la indignación hicieron que todo su cuerpo se tensara. Y lo más sorprendente era que, en el fondo, era peligrosamente consciente de la sensualidad de sus pensamientos. ¿Unos pensamientos que eran reflejo de sus deseos secretos?, se preguntó, ¿deseos que ansiaba en secreto que se convirtieran en realidad?
¡Por supuesto que no! Sintiendo el aliento de él contra su oreja, tomó la prenda que él le tendía, la sumergió en el cuenco con agua que había a su lado y lavó la herida.
Bruscamente, él la soltó y se apartó de ella.
¡No! ¿Por qué iba a darte la oportunidad de causarme aún más daño? comentó él con voz ronca y distorsionada.
¿Por qué te comportas así? preguntó ella, temblando. ¿Quién eres? En el zoco parecías europeo.
No sigas diciendo esas cosas. ¡No sabes nada de mí!
Hermione percibió el salvaje rechazo y la hostilidad de aquella voz.
Sé que no eres un tuareg insistió.
Y silo fuera, lo sabrías, claro le provocó él, burlón.
Sí, lo sabría le aseguró ella con firmeza. He estudiado la historia y la cultura de Zurán, y ningún tuareg auténtico se descubriría el rostro en público de la manera en que tú lo hiciste el otro día en el callejón
Hubo un silencio de lo más revelador antes de que él hablara en un tono tranquilo pero amenazador.
Si yo fuera tú, me olvidaría de Zurán City y de sus callejones.
Hermione inspiró profundamente y dejó salir el aire poco a poco.
¿Y bien? ¿Vas a decirme quién eres?
Durante unos segundos, creyó que él no iba a responder. Y entonces él se encogió de hombros.
Quién soy no importa. Pero lo que soy sí que importa. Aquéllos que hemos jurado lealtad a El Khalid tenemos razones muy poderosas para haberlo hecho. Vivimos fuera de la ley, y harías bien en recordarlo.
¿Eres un criminal? supuso ella. ¿Un fugitivo?
Haces demasiadas preguntas y, te lo aseguro, no te gustaría saber quién ni qué soy en realidad.
A Hermione le costó trabajo no sentir escalofríos ante aquellas palabras amenazadoras.
Bueno, pues al menos dime cómo quieres que llame. No puedes querer en serio que te llamen «Tuareg». ¡Yo desde luego no querría que me llamaran «Inglesa»!
Para su asombro, él rió.
Muy bien. Puedes llamarme
Draco se detuvo. No podía darle su auténtico nombre, Alec, era demasiado reconocible. En el campamento rebelde, donde la identidad legítima de cada hombre se respetaba como un asunto privado de cada cual, él era conocido sólo por «Tuareg», y se había puesto el apellido común de Bin Sadeen. Pero «Tuareg» no era el nombre que quería escuchar de labios de aquella mujer, aunque no quería analizar por qué.
Puedes llamarme Draco se oyó a sí mismo decirle a ella.
Draco era su nombre.
Sólo la usaban los más cercanos a él, su medio hermano y su cuñada, así que nadie más lo reconocería.
¿Draco? preguntó ella, frunciendo el ceño. Es raro. No lo había oído nunca.
Lo eligió mi madre explicó él secamente. ¿Y cómo quieres que te llame yo?
Me llamó Hermione Granger le informó, y dudó antes de encontrar el coraje para continuar. ¿Cuándo
cuándo podré regresar a Zurán City?
No lo sé. El Khalid ha dado orden de que nadie abandone el campamento sin su permiso.
Por un instante, Hermione se sintió tentada de preguntarle qué les había llevado a instalarse en el oasis, pero por precaución decidió no hacerlo.
Muy sabio por tu parte le dijo él fríamente, como si hubiera adivinado lo que ella estaba pensando, y a continuación le ordenó: Quédate aquí. No salgas de la tienda.
¿Adónde vas? inquirió Hermione como loca, conforme él comenzó a alejarse de ella.
Él se dio la vuelta y habló suavemente.
Voy a mi dormitorio, a quitarme esta ropa sucia.
Ella sintió que se ruborizaba.
¡Oh, tus cortes! recordó, sintiéndose culpable. ¿No deberías curártelos?
Él se encogió de hombros sin darle importancia.
Sólo son unos rasguños, y se curarán rápidamente.
Hermione recordó algo de pronto.
¿Por qué Sulimán ha perdido la pelea, cuando has sido tú el que ha resultado herido? le preguntó, curiosa.
No se trata de cortar en rodajas al oponente, sino de desarmarlo respondió él sin ningún apasionamiento.
Se giró, y ella miró hacia la salida.
Hay trescientos kilómetros de desierto entre este lugar y Zurán City.
Esas palabras tan objetivas hicieron que un estremecimiento de hostilidad y desesperación le recorriera el cuerpo. El desierto era una cárcel muy especial, un guarda diseñado por la Naturaleza para evitar que ella se escapara, y él lo sabía.
¿Sabría también lo asustada que se había sentido cuando Sulimán la había reclamado como su trofeo? ¿O su alivio cuando él había aparecido? ¿Sabría lo complejas y perturbadoras que eran sus emociones? Frunció los labios. ¡Esperaba que no! Él estaba haciendo que se sintiera muy vulnerable emocionalmente. Se giró hacia él y le hizo frente.
No te saldrás con la tuya. Viktor telefoneará a las autoridades, y
Estamos en una zona deshabitada del desierto, más allá del alcance tanto de tu amante como de las autoridades replicó él gélidamente.
Viktor es mi jefe, no mi amante repitió ella, sintiendo que las mejillas le ardían ante la forma como él la miraba.
¿Y por qué otra razón ibais a presentaros en el oasis, juntos y sin nadie más? Aunque no me sorprende que quieras negar tu relación con él después de la forma en que te ha abandonado. Aquí en el desierto guiamos nuestro comportamiento por nuestra relación con las mujeres, sobre todo si están unidas a algún hombre, comprometidas emocionalmente con él. Pero tu cultura no considera que eso sea algo importante ¿verdad? Yo preferiría rajarme el corazón antes que abandonar a la mujer que lo poseyera, por mucha situación de peligro que se diera.
Las intensas e íntimas imágenes que sus palabras estaban conjurando en la mente de Hermione le recordaban sus sueños más privados y secretos. ¿Acaso ella no había ansiado siempre un hombre y un amor como aquéllos, aunque se decía a sí misma que quería algo que no existía? ¿Acaso no había tenido que obligarse sí misma a dejar de lado esa estupidez y concentrarse en la realidad de la vida?
Tragó saliva con fuerza para intentar disolver la bola que tenía en la garganta y se dio la vuelta.
Vete si quieres escuchó que decía él, sin darle importancia. Si Sulimán no te atrapa, el desierto seguro que lo hará.
Hermione no respondió, porque reconoció que él decía la verdad.
Aunque estaba de espaldas a él, supo exactamente cuándo se había metido en la zona del dormitorio.
La ola de adrenalina que le había dado el valor de hablar de forma tan desafiante con él se había esfumado, y se sentía débil y temblorosa. Reconoció que la tienda y su propietario no sólo eran su prisión y su carcelero, sino también su lugar seguro y su protector.
¡Pero no debía olvidarse de quién era él! Era su captor, y no podía permitirse depender emocionalmente de él.
Paseó nerviosa por la suave alfombra de la zona común, sintiéndose cada vez más enferma, tensándose ante cada sonido extraño, y le pillé desprevenida cuando se giró y vio a Draco de pie observándola.
Llevaba una túnica blanca impoluta que aún se estaba atando, y estaba descalzo y con la cabeza al descubierto. A la luz de las lámparas, Hermione percibió el brillo de la piel su pecho.
Un sentimiento incontrolable exploté en su interior, causándole un deseo tan íntimo y potente que tuvo que tomar aire para no desmayarse.
Él tenía el pelo mojado y olía a piel limpia y al sutil aroma de la colonia que empezaba a asociar con él.
Estaba logrando que se sintiera incómoda y muy consciente de la diferencia entre su aspecto limpio y fresco y su propia sensación de estar pegajosa. Pero no sólo se sentía incómoda por eso. Intentó apartar desesperadamente su traicionera mirada de las manos que ataban la túnica.
En un intento por ocultar lo que sentía, preguntó bruscamente:
¿Cuánto tiempo planeas tenerme aquí?
¡Todo lo que sea necesario! respondió él con arrogancia.
¿Y
y qué vas a hacer? insistió ella, intentando que no se notara su nerviosismo. ¿Cómo vas a hacer que la expedición sepa
?
¡Haces demasiadas preguntas! Yo en tu caso me preocuparía más por preguntarme si tus amigos estarán dispuestos a pagar por tu libertad y a qué precio.
Hermione se sintió invadida por el pánico, pero se negó a rendirse ante él. La muerte de sus padres la había obligado a confiar en sí misma desde muy joven, cuando le tocaba afrontar las realidades desagradables.
Y en aquel momento había una pregunta muy desagradable que necesitaba contestación.
Se humedeció los labios y preguntó con voz ronca:
¿Y si
y si no pueden pagar el rescate?
Entonces llevaré mi mercancía a un mercado más amplio. Mucha gente pagaría mucho dinero por una mujer joven y hermosa.
Hermione lo miró perpleja. No podía estar hablando en serio, ¿verdad?
Sin decir nada más, él se enrolló el pañuelo al modo tuareg, se calzó unas sandalias y, apartando la pesada cortina, salió de la tienda.
¡Se había quedado sola! Pero no tenía más opción que esperar a que él regresara e hiciera con ella lo que quisiera.
¿Y si él la encontraba deseable? El corazón se le aceleró y le inundó una peligrosa sensación de excitación.
Las actividades deshonestas de él debían de dejarle buenos beneficios, pensó ella con cinismo. Al menos, eso indicaba el interior de la tienda y sus adornos. Las alfombras que había por el suelo y las «paredes» estaban finamente confeccionadas y eran de una calidad muy superior a la que ella había visto en las tiendas. Tocó una tímidamente, y era tan suave y cálida como si fuera algo vivo. Si cerraba los ojos, casi podía imaginar.
Sonrojándose, retiró bruscamente la mano de la alfombra, como si le quemara. El diván estaba tapizado con una tela oscura y suave, y estaba repleto de cojines. Las lámparas de aceite provocaban misteriosas sombras que aumentaban la sensualidad de los tejidos y materiales. Un instrumento parecido a un laúd estaba en el suelo junto al diván, y detrás de él vio una pila de libros encuadernados en cuero.
Automáticamente se acercó a ellos y tomó uno entre sus manos. El título estaba escrito con pan de oro:
El Rubaiyat de Omar Khayyam
Un libro de poesía. Parecía fuera de lugar. Hermione dejó el libro en su sitio y se sentó en uno de los cojines. Aún le dolía la cabeza, y estaba agotada tanto física como emocionalmente. Cerró los ojos.
Draco regresó a su tienda meditabundo, deteniéndose antes de entrar junto a su yegua, que acercó su hocico cariñosamente al brazo de él.
El desafío de Hermione acerca de que él no era un tuareg le había dejado alterado. Su madre había sido amada y respetada por toda la familia de él, excepto Nazir y su padre.
Y, según su medio hermano el Soberano, su madre había aceptado feliz la forma de vida de su marido. Amaba el desierto y a sus gentes, pero no era hija del desierto, como él tampoco lo era. Su padre había decidido educarlo en Europa para que experimentara su herencia cultural y para cumplir la promesa hecha a su madre en su lecho de muerte.
Pera Draco nunca olvidaría una conversación que había escuchado por casualidad, entre su padre y un diplomático británico:
El asunto es que el muchacho no es ni una cosa ni otra
había comentado éste.
El diplomático tenía razón, reconoció él en aquel momento. Mientras que la mayor parte de él siempre pertenecería al desierto, había otra parte de él que se activaba cuando estaba inmerso en las labores diplomáticas en Washington, Londres y París, promocionando Zurán. No se sentía europeo, pero tampoco completamente zuraní.
Por eso, junto con la pérdida de su madre, le pesaba en su interior un sentimiento de soledad.
De alguna forma, Hermione había agrietado sus defensas y había tocado algo oculto en lo más profundo de su alma. ¡Y por eso quería que ella saliera de su vida!
De pequeño, había vivido su herencia con confusión y ansiedad, pero como adulto había aprendido que la mezcla era positiva y que podía usarla para beneficiar a Otros.
Con el apoyo de su medio hermano, trabajaba sin descanso para mejorar las relaciones entre su país y el resto del mundo, y su labor había sido reconocida al ser nombrado enviado especial de Zurán.
En aquel momento, se sentía más alterado que tranquilo, ¡y todo se debía a Hermione Granger! De todo lo que había previsto que podía complicar sus planes cuidadosamente pensados, la inesperada e indeseada presencia de aquella mujer era lo último que hubiera esperado, ¡y lo último para lo que estaba preparado! Ella era un peligro, tanto para sí misma como para él. Lo normal hubiera sido que estuviera aterrada ante la inusual situación, no que lo bombardeara con preguntas. Y desde luego, no que hiciera públicos sus comentarios y opiniones acerca de él. ¡Podía arruinarlo todo, su misión secreta tan cuidadosamente planeada! Si El Khalid no hubiera ordenado que nadie abandonara el campamento, la habría devuelto a su gente y hubiera regresado a hacer lo que había ido a hacer allí
Debería haberla entregado a su suerte y a Sulimán, decidió amargamente. Desde luego, ella tenía valor. Y una boca que olía a rosas y sabía a almendras con miel. Y su cuerpo era como el de una gacela, y sus ojos
Recuperó el control de sus pensamientos. Su cuñada le había presentado innumerables jóvenes que podían convertirse en sus esposas, pero ninguna le había interesado. Eran demasiado dulces, demasiado dóciles, les faltaba brío. Él quería la orgullosa independencia, lo salvaje del halcón hembra, que sólo se dejaba domesticar por un solo hombre, y sólo bajo sus propias condiciones
Una mujer que se derretiría en sus brazos con una pasión salvaje y dulce a la vez, que se entregaría a él en cuerpo y alma y le exigiría a él lo mismo. Una mujer que correría a su lado por la arena del desierto y, con la cabeza apoyada en su regazo, le escucharía tocar música y leerle los más bellos poemas de amor.
Él había decidido hacía tiempo que esa mujer no existía fuera de su imaginación. Hermione Granger no era esa mujer, se dijo ferozmente.
¿Por que estaba malgastando su tiempo y su energía, pensando en ella, cuando debería centrarse en asunto mucho más importantes? Estaba seguro de que el personaje importante al que se refería El Khalid tenía que ser Nazir, aunque no había querido insistir en sus preguntas para no levantar sospechas.
Elolor de la comida recién cocinada le recordó que no había comido nada. Seacercó al fuego comunitario y se sirvió un plato de cordero.
Continuará...
Como si fuera una droga
Loprimero que Draco vio cuando levantó la cortina y entró en su tienda fue aHermione profundamente dormida sobre un cojín. Tenía el rostro pálido deagotamiento, y sus pestañas, largas y curvadas, resaltaban contra su piel.
Dracofrunció el ceño. De la coleta de ella habían escapado algunos mechones, que le caíansobre el cuello. Aquel color tan hermoso de su pelo no podía ser natural, sinduda era tan falso como el resto de ella, empezando por la mentira de que habíallegado al oasis a la fuerza.
Laobservó atentamente. Si continuaba durmiendo en aquella postura, se levantaríadolorida. Draco dejó la comida a un lado y se agachó junto a ella.
Lacamiseta de manga corta que llevaba revelaba las curvas redondeadas de sussenos.
Dracosintió que el estómago se le contraía, y el esfuerzo que tuvo que hacer por contenerla poderosa reacción de su cuerpo lo dejó casi sin aliento.
Habíavisto a muchas jóvenes vestidas de forma mucho más sugerente y provocadora sin quele provocaran ninguna reacción sexual, y le perturbaba y enfurecía al mismotiempo haberse excitado tan profunda y rápidamente con una mujer a la que nodebía permitirse reaccionar. Ella era la amante de otro hombre, un hombrecasado además, se recordó a sí mismo.
Lamiró pensativo. Su mente rechazaba el mensaje que enviaba su cuerpo, laurgencia de subirla en brazos y llevarla a la intimidad de su dormitorio.
Ellase movió y un espeso mechón de pelo le cayó sobre la cara, haciéndole fruncirel ceño en sueño. Automáticamente, él le apartó el mechón de la cara.
Hermioneabrió los ojos bruscamente, con el corazón latiéndole como loco al encontrarse conaquella mirada de depredador. Se quedó inmóvil y vulnerable ante él,entreabriendo los labios para recuperar aliento.
Lasyemas de los dedos de él rozaron su mejilla cuatro puntos que le provocabantanto placer que la hacían temblar Abrió mucho los ojos, reconociendo lamasculinidad de aquel extraño.
Entoncesél apartó la mano de su rostro, y ella vio el brillo oscuro y peligroso en su mirada,antes de que él lograra ocultarlo.
Tehe traído algo de comer le anunció él secamente.
Hermionepodía olerlo, y el estómago le rugió hambriento, pero frunció los labios ysacudió la cabeza.
Notengo hambre mintió.
Élla miró con el ceño fruncido.
Mentirosala acusó, fríamente. ¿Qué sucede? ¿Nuestra comida no es suficientemente buenapara ti?
¡Noes eso! Viktor
¿Viktor?¿Te refieres a tu amante?
Élno es mi amante. Quería serlo, pero yo no
Me engañó y
me drogó
¿Tedrogó? ¿Y crees que yo haría lo mismo? preguntó él, enfureciéndose
¿Por qué ibaa querer hacerlo?
Hermioneno contestó.
¿Deveras crees que te drogaría para tener sexo contigo? insistió él.
Hermioneenrojeció.
¡Aunqueasí fuera! ¿No es costumbre de los hombres del desierto comer antes que sus mujeres?
¿Susmujeres? Tú no eres mi mujer, ¿no? le recordó él suavemente. Y también tenemosla costumbre de que los invitados coman primero.
Peroyo no soy tu invitada replicó Hermione tajante. ¡Soy tu prisionera!
Dracoagarró el plato de cordero asado, se sentó con las piernas cruzadas en el divány comenzó a comer, ayudándose con el pan.
Hermionesintió que la boca se le había agua. El hambre la estaba debilitando.
Cuéntamemás sobre ese amante tuyo, ese Viktor
¡Noes mi amante! negó ella furiosa. Ya te lo he dicho.
Peroaccediste a acompañarlo al desierto, los dos solos
¡No!Éramos una expedición, un grupo. Estamos catalogando la flora y fauna de lazona. Viktor me engañó para que fuera con él en el coche, y entonces
Tuvoque detenerse, sus emociones amenazaban con abrumarla.
Cuandome di cuenta de lo que había planeado, era demasiado tarde continuó. Al llegaral oasis, creí que podría distraerlo y escapar.
¿Distraerlo?¿De qué manera? Ya me lo imagino. Sólo hay un método absolutamente eficaz paraque una mujer distraiga a un hombre.
¡Hermioneya tenía suficiente!
¡Erestan malo como Viktor! Mira, piensa lo que quieras, no me importa.
Nia mí. Al menos no tu historial sexual. Lo que me importa es el dinero que representaspara mí dijo él, poniéndose en pie y acercándose decidido a ella.
Hermionesintió un escalofrío de temor. Miró hacia la puerta, pero él se interponía ensu camino.
Tomale dijo secamente, alargándole un cuenco con comida. No está drogado. Yahora, ¡siéntate y come!
Elalivio la inundó. ¡Parecía que, después de todo su captor tenía un lado amabley compasivo!
Elasado estaba tan bueno como parecía, y cuando lo terminó, Draco le dijo fríamente:
Tengoque discutir algunos asuntos con El Khalhi y quiero ver un rato a mi yegua,pero primero te enseñaré dónde vas a dormir.
Hermioneestaba tan agotada que le costaba mantener los ojos abiertos, y siguió a Draco alcompartimento más privado de la tienda. Necesitó varios segundos para que susojos se ajustaran a la semioscuridad de la estancia.
Porahí encontrarás una ducha y
¡Unaducha!
Suvoz reveló tanto su sorpresa como su alivio. La idea del agua sobre su pielpolvorienta era una perspectiva maravillosa, pero no la distrajo de la visiónde la enorme cama, ¡la cama de su captor!
Antesde que se diera cuenta, él había desaparecido sin decir nada, dejándola sola enla estancia.
Cautelosamente,Hermione comenzó a investigar el entorno. La cama era suficientemente grandepara dos personas, y la ducha y el retrete portátiles, en un habitáculoseparado de la tienda, eran simples pero estaban limpios, lo que le hizo exhalarun gozoso suspiro de alivio.
Seduchó rápidamente y se secó con una de las esponjosas toallas apiladas junto ala ducha. ¿Cómo había conseguido él algo tan lujoso? ¿Las habría robado? Lecostaba ignorar su malestar al usarlas, pero no tenía otra alternativa, se dijoa sí misma, mientras lavaba su ropa interior y su camiseta.
Cuandohubo terminado, la única energía que le quedaba la empleó en llegar hasta la camay tumbarse, aún envuelta con la toalla.
Todoslos renegados que se habían asociado con El Khalid esperaban a que comenzara lareunión de aquella noche. Draco encontró un hueco y se sentó entre ellos.
Llegastarde, Tuareg comentó uno.
Seguramenteestaba demasiado ocupado disfrutando de su premio apuntó otro con ordinariez,y le advirtió: Será mejor que estés alerta, Tuareg. Sulimán va por ahí diciendoque la muchacha es suya y que quiere que vuelva.
Dracose encogió de hombros, quitándole importancia.
Sulimánpuede amenazarme todo lo que quiera, la chica se queda conmigo.
Entoncestodos enmudecieron, porque El Khalid había salido del interior de su tienda, flanqueadopor sus guardaespaldas.
Doshoras más tarde, aunque el líder de los rebeldes había contestado a muchas preguntas,aún no les había informado de la identidad del hombre misterioso que iba a reunirsecon ellos, y Draco sospechaba que siquiera conocía la verdadera identidad de Nazir
Eramás de medianoche cuando la reunión terminó Draco regresó lentamente a su tienda,deteniéndose antes a comprobar cómo estaban su yegua y el niño que la cuidaba.
Elniño era un huérfano que se había unido al campamento de El Khalid. Cuando todoaquello terminara Draco le pediría a su medio hermano que le diera cama,educación y un trabajo en sus establos.
Unavez dentro de su tienda, encendió su teléfono móvil y marcó el número privadodel jeque, vigilando que nadie lo descubriera.
Encuanto su hermano respondió al teléfono, le contó todo lo que había sucedido,con un código secreto que habían creado entre los dos.
Supongoque te habrán informado del secuestro de una joven británica, miembro de unaexpedición científica añadió con cautela.
Sí,me han comentado el incidente respondió el soberano con igual cautela. Eljefe de la expedición nos ha informado de que sucedió en el desierto a unoscincuenta kilómetros al este de la ciudad, y se ha organizado una búsqueda poresa zona para mañana.
Dracofrunció el ceño. El oasis estaba a más de trescientos kilómetros del norte dela ciudad, lo que significaba que Viktor había mentido respecto a dónde estabanHermione y él cuando ella había sido «secuestrada».
Lachica está a salvo, y no gracias a quien la puso en peligro. Y yo voy aasegurarme de que sigue así afirmó Draco, antes de colgar.
Talvez Viktor deseara a Hermione, pero desde luego no la amaba, decidió Draco con desprecio.Su hostilidad hacia aquel hombre crecía a cada momento, pero seguía sin creersela historia de que había engañado a Hermione para que lo acompañara. Ella noera ninguna muchacha inocente e inexperimentada, sino una mujer joven eindependiente que sin duda había perdido la cuenta de los hombres que habíancompartido su cama.
Perono por eso merecía el destino que le hubiera correspondido si Sulimán sehubiera quedado con ella. No sólo tenía fama de que le gustaban las jovencitas,además se sabía que las maltrataba
Dracofrunció los labios. De acuerdo, ella era una complicación no deseada, pero de ningunaforma podía abandonarla en brazos de Sulimán. Era una extranjera en su país, y ademásuna mujer, y él tenía el deber moral de protegerla.
Sumedio hermano le había contado por teléfono que Nazir había anunciado que iba aestar fuera del país durante unas semanas. Ambos estaban de acuerdo en que erauna coartada que le permitiría reunirse con El Khalid y conspirar contra elsoberano sin levantar sospechas hacia su persona.
Comolos hijos del soberano aún eran menores de edad, cuando Nazir lo hubiera derrocadoseguramente se ofrecería como regente. Por eso, no quería que el Consejo de Gobiernosospechara que él estaba detrás de todo.
Mientrasse dirigía a su dormitorio, Draco se fue quitando el pañuelo índigo de la cabeza.Hermione había tenido razón al acusarlo de no ser un auténtico tuareg, aunquesí que llevaba algo de sangre de la tribu.
Hermione,un nombre melodioso. Un poeta, un amante, podrían usarlo para escribir su amor porella ¿Un poeta? ¿Un amante? Mucho tiempo atrás, cuando él era un adolescente,tal vez creyera que tenía alma de poeta, pero ciertamente no lo era. Y noquería serlo. ¿O sí?
Entróen la estancia y se dirigió a la cama, pero si detuvo al ver a Hermione tumbadasobre ella. Su cabeza descansaba sobre uno de los cojines enfundados en seda.Su cuerpo estaba envuelto en una toalla que revelaba más que ocultaba, dejandoa la vista sus piernas largas y delgadas, su piel perfecta y sus finostobillos. Le pareció más una niña que una mujer, al menos hasta que se acercómás a ella y vio la curva de sus senos y sus pezones rosados.
Unasensación de deseo y urgencia, que intentó reprimir, explotó en su interior, amenazándolocon romper su autocontrol.
Sila tocaba en aquel momento no sería mejor que Sulimán, se advirtió a sí mismo, mientrasse obligaba a pasar de largo y a darse una ducha.
Lellevó más tiempo del que quiso lograr que su corazón se calmara. Aún pensaba enello y en Hermione cuando pasó a su lado sin mirarla.
Enla oscuridad de la noche en el desierto, un caballo relinchó y despertó a Hermione.
Alprincipio, se sintió confundida ante el entorno extraño, pero no tardó enrecordar dónde estaba y por qué.
Lanoche era fría, y buscó en la cama algo más, que la toalla para taparse,Frunció ligeramente el ceño mientras miraba su reloj. Eran las tres de lamadrugada y la cama estaba sin deshacer. Por lo que parecía, también estabasola en el dormitorio.
Noera decepción lo que sentía, ¿verdad? No después de todos sus sueños de «el hombre»,su hombre, su alma gemela
el único hombre a quien le entregaría lo más íntimode sí. Su primer y último amor.
¡Dracono era ese hombre!, se dijo a sí misma.
Elhombre con el que ella soñaba era noble, tanto de espíritu como de obras, y Dracono lo era. No podía respetarlo, ni confiar en él, y desde luego no podíaamarlo, ¿verdad que no?
Talvez no, ¡pero desde luego lo deseaba! A Hermione le costaba aceptar sus propiossentimientos. La conmoción luchaba con el deseo, la ira con la necesidad, lacautela con la urgencia, y el orgullo con una pasión salvaje.
Aquellono podía ser. Ella no podía
no debía sentir eso.
Selevantó de la cama, sin importarle su desnudez ni el aire frío, mientras sucuerpo y su mente peleaban uno contra otro.
¿Quéharía si él entraba de repente y la reclamaba? ¿Qué otra cosa iba a querer deella si no? ¿Cómo se sentiría ella si él la tocaba con sus manos delgadas, sisus dedos la recorrían, la exploraban, acariciaban sus senos, y luego bajabanhasta su vientre y más abajo? Un estremecimiento de placer recorrió su cuerpo.
¿Cómose permitía pensar en aquellos términos? Ella siempre había creído que primero amaríaal hombre y luego sentiría deseo hacia él, que el encuentro de valores moralese intelectuales sería el preludio a la excitación emocional y física.
Nadaen Draco ni en su forma de vida podía con pararse a sus propias creencias y valores.Él era u mentiroso y seguramente un criminal, un hombre que siempre ponía sus necesidadespor delante. ¿Cómo era posible que ella lo deseara?
Necesitabaun poco de aire fresco para aclarar si mente. Se envolvió firmemente la toallaalrededor de cuerpo y salió titubeante hacía la parte común de la tienda.
Dracose había despertado en cuanto oyó que Hermione se movía. Al verla dirigirsehacia la salida, apartó su improvisada manta y salió tras ella.
Hermioneestaba apartando la cortina que hacía de puerta, cuando sintió que Draco la agarrabadel brazo.
¿Vasa algún lado? le preguntó él suavemente.
Hermioneentró en pánico y trató de soltarse.
Déjamepidió ferozmente.
Aquellareacción encendió de nuevo la excitación que Draco casi había logrado calmar deltodo.
Enlugar de soltarla, la agarró con más fuerza y acercó su cuerpo al de ella.Luego inclinó la cabeza con un movimiento rápido e implacable, como el halcóndel desierto, y cubrió la boca de ella con la suya antes de que ella pudieragritar pidiendo socorro.
Perono deseaba pedir socorro, reconoció Hermione, mientras su boca correspondía ala urgencia de él, entreabriendo los labios a su lengua. El deseo ardía en suinterior, derritiendo cualquier resistencia que hubiera almacenado, mientrassus lenguas se entrelazaban y peleaban por la dulce intimidad de su ansiedadcompartida. Hermione sintió que la toalla se soltaba de su cuerpo y experimentóUn tremendo placer, porque la bata que él llevaba estaba abierta mostrando sudesnudez.
Elplacer de sus lenguas entrechocando fue como una sombra de lo que experimentóal sentir todo el cuerpo de él contra el suyo. Su piel, su carne, y su serinterno estaban tan encendidos que se apretó aún más contra él, como si fuerauna droga. ¿Acaso la ansiedad que sentía hacia Draco llegaría un día adestruirla, como toda droga?
Conun grito de disgusto, se apartó de él, agarró la toalla y se escondió en lacámara interior.
¿Laseguiría él? Y, si lo hacía, ¿sería ella lo suficientemente fuerte como paranegarle a su cuerpo lo que tanto ansiaba? Inspiró profundamente y retuvo elaire, mirando nerviosa la cortina que hacía las veces de puerta, y esperó
PeroDraco no apareció.
Cuandocomenzó a dejar salir el aire de sus pulmones, se dijo que se alegraba de queDraco no hubiera ido a buscarla.
Al otro lado de lacortina, Draco pensó que Hermione se le había adelantado al rechazarlo por unsegundo. Y, por segunda vez en menos de doce horas, tuvo que esperar más de loque hubiera querido a que el deseo que sentía hacia ella descendiera a un nivelsoportable.Continuará...
La Boda
Hermionefrunció el ceño de concentración mientras hacía un esbozo de la planta que estabaestudiando.
Habíadecidido que, ya que no podía abandonar el oasis, aprovecharía el tiempo.Draco, aunque al principio no le había gustado su petición de papel yaccesorios para escribir, se lo había dado, además de un taburete para sentarsemientras trabajaba.
Habíanpasado tres días desde su secuestro, y casi tres noches desde
Hermione intentóconcentrarse de nuevo en la planta pero, aunque era fascinante, no lo era tantocomo Draco.
Unmovimiento llamó su atención y, al levantar la vista, vio a Sulimánobservándola. Un escalofrío de terror le recorrió la espalda, pero decidióignorar su presencia y no mostrarle lo nerviosa y vulnerable que le estabahaciendo sentir.
Noera la primera vez que lo sorprendía mirándola fijamente, concentrado en ella.
Hermionedeseaba tener la protección de las túnicas y los velos negros tradicionales,como los que llevaban las mujeres del campamento, en lugar de su camiseta y susvaqueros.
Intentócontinuar el esbozo, pero le fue imposible. Cada segundo que pasaba estaba más nerviosa,y al final tuvo que admitir que sus esfuerzos por ignorarlo no funcionaban. Se sentíademasiado incómoda para seguir allí.
Dándolela espalda, comenzó a recoger sus cosas tan rápido como pudo, mientras el sol comenzabaa ponerse en el horizonte.
Alpoco, mientras se dirigía hacia la tienda de Draco, Sulimán desapareció entrelas sombras. Hermione había percibido la tensión creciente que cada día más ibaapoderándose del campamento, una combinación de expectación junto con algo más oscuroy más peligroso. Se estremeció. Estaba viviendo entre criminales, se recordó, hombresque habían sido apartados de la sociedad por lo que habían hecho. Y Draco erauno de ellos, no debía olvidarlo.
Sintióuna mano sobre su hombro y ahogó un grito. Sulimán estaba junto a ella, comiéndoselacon los ojos de la manera más lasciva y desagradable.
Hermionese apartó de él y comenzó a caminar tan rápido como pudo hacia la tienda deDraco, hasta que el miedo la hizo correr.
¡Hermione!
Sedetuvo en seco al ver a Draco delante de ella, mirándola con el ceño fruncido.No estaba solo: El Khalid y otros hombres estaban con él.
Tuareg.La mujer. ¿Cuánto quieres por ella? oyó que preguntaba Sulimán.
Laconmoción y el miedo le paralizaron la sangre en las venas a Hermione. ¿Sulimánestaba diciéndole a Draco que quería comprársela? Aquello no podía estarsucediendo, pensó horrorizada. Pero era real.
Dracono parecía tener prisa por responder. ¿Acaso estaba sopesando cuánto podía obtenerpor ella? A lo mejor le salía más rentable vendérsela a Sulimán en aquel momentoque mantenerla hasta que pidiera cobrar el rescate al regresar a la capital.
Hermionesintió que la observaba. Sus ojos se encontraron, y ella dejó a un lado suorgullo y le rogó con 1a mirada que no la vendiera a aquel hombre.
Ellano está en venta.
Aquellaspalabras, dichas en un tono plano, llenaron los ojos de ella de lágrimas. Sin esperara que él le hiciera ninguna señal, corrió a su lado, aliviada.
Peroen seguida descubrió que su alivio había sido prematuro
Laquiero afirmó Sulimán enfadado. Te daré el doble de lo que pides comorescate, Tuareg. ¿No es ésa una oferta justa, El Khalid?
ElKhalid miraba alternativamente a Sulimán y a Draco.
Laoferta es justa, Tuareg. No quiero que mis hombres estén enfrentados. Es mi deseoque dejes que Sulimán se la quede.
Hermionecreyó que iba a enfermar allí mismo, de angustia y miedo.
Sulimánestaba caminando hacia ellos, y Hermione se escondió detrás de Draco, emitiendoun sonido de angustia.
Dracoera consciente de que no podía permitir que Sulimán se la llevara y que teníaque hacer algo para protegerla. Pero sólo se le ocurría una cosa para salvarla.
Tepido mil disculpas, El Khalid, pero no puedo hacer lo que me pides se apresuróa protestar.
¿Cómodices?
ElKhalid estaba furioso. Sus dos guardaespaldas se llevaron la mano a las dagassujetas en su cinturón.
Hermioneno se sintió capaz de mirar a Draco. Sabía que él tendría que entregarla.
Hedecidido que esta mujer sea mi esposa anunció entonces Draco con calma.
Seprodujo un breve silencio. Hermione temblaba violentamente. Sabía que Draco nolo decía en serio, sólo lo hacía para protegerla en aquel momento. Una mujerprometida a un hombre, automáticamente quedaba fuera del alcance de los demás.Pero aun así
Estámintiendo. ¡No lo escuches! gritó iracundo Sulimán.
Hermionevio que El Khalid miraba el rostro desencajado de Sulimán y luego el de Draco, fríoe implacable.
Quieroque esto termine. Tenemos asuntos importantes que atender, y no quiero discordiaentre mis hombres. Tuareg, has dicho que quieres a esa mujer como tu esposa, yasí será. Los dos os presentaréis ante mí esta noche. Y a ti, Sulimán, no tengoque recordarte el castigo por acercarte a la mujer de otro hombre, ¿verdad?
Mientrasse daba la vuelta para marcharse, El Khalid miró a Draco y añadió:
Tenéisdos horas para prepararos para vuestra boda.
Hermioney Draco se quedaron solos entre las sombras de las tiendas. La noche se cerníasobre ellos, pero Hermione podía ver el rostro de él a la luz de las estrellas.
¿Aqué
a qué se refiere El Khalid con lo de la boda? preguntó Hermione, abrumadapor las emociones.
Serefiere exactamente a lo que ha dicho le explicó él fríamente. Que tenemos doshoras para prepararnos para nuestra boda.
Laconmoción y la incredulidad la paralizaron. Aquello no podía estar sucediendo.
Creíque en Zurán los preparativos de una boda llevaban semanas se escuchó a símisma protestar la boda
creí que duraba varios días, y
Normalmentees así, pero existe una versión mucho más rápida, creada para circunstanciascomo ésta. Sólo se requieren dos cosas, una de ellas es que nos presentemosante EJ Khalid y declaremos que queremos casarnos. La otra
¿Perocómo vamos a casarnos? preguntó ella como atontada.
Muyfácil. Por tradición, como líder de sus hombres, El Khahid tiene autoridad paracelebrar la ceremonia. Claro que, si prefieres que te entregue a Sulimán.
¡No!se apresuró a exclamar ella. Pero no puedes querer casarte conmigo.
Yno quiero reconoció él. Pero incluso los ladrones tenemos nuestro honor, y heoído cosas de Sulimán que no me dejarían dormir tranquilo si permito que él tecompre.
¡Queme compre! Soy un ser humano, ¡no una posesión! protestó ella furiosa.
Élla agarró por el brazo y lo agitó ligeramente como advertencia.
Bonitaspalabras, pero aquí no significan nada. Esto no es Europa, ni siquiera Zurán
Eldesierto es un duro maestro, y aquéllos que habitan en él viven según su duraley
o mueren.
Huboalgo en las palabras que él escogió, en la forma en que la miraba, que leprovocó un escalofrío de terror. De pronto, los temores y las sospechas quehabía intentado ignorar la abrumaron.
¿Quédiablos estáis haciendo aquí? ¿Qué estáis tramando? preguntó, presa del pánico.Planeáis algo, lo sé, y debe de ser algo atroz.
¡Silencio!
Laferoz orden, acompañada de una sacudida aún más feroz, le hicieron temblar dela cabeza a los pies, pero de ira, no de miedo, y Hermione lo miró furiosa.
¡Sien algo valoras tu vida, no repetirás esas palabras! le advirtió él congravedad.
Hermionese mordió el labio inferior para detener el temblor de su boca.
Siacepto llevar a cabo este
matrimonio, ¡quiero que me asegures que no será una bodareal!
¿Aqué te refieres con una boda «real»? A los ojos de El Khalid y del resto de loshombres, desde luego que será una boda auténtica. ¿O me estás preguntando sitengo intención de acostarme contigo, como marca la tradición que sucede lanoche de las bodas? Aunque lo hiciera, no sería capaz de demostrar que hasllegado a mí con tu virtud intacta, mostrando una sábana manchada de sangrepara que la inspeccionara la tribu, ¿a qué no?
¡Nome refería a eso! exclamó Hermione, agradecida de que las sombras ocultaransus mejillas ardiendo.
Desdeluego no será una boda legal ante la ley europea ni la internacional comentóél.
Erala respuesta que ella quería escuchar, y respiró aliviada mientras seestremecía. No le gustaba verse obligada a casarse con él, pero sabía que eramucho mejor eso que ser vendida a Sulimán. Pero, ¿cómo se sentía con aquellasituación? Desde el primer momento en que había visto a Draco, su reacción haciaél había sido ilógica y demasiado intensa para sentirse cómoda con ella. Lo queiba conociendo de él debería acabar con su deseo, pero eso no había sucedidocuando lo miraba, veía un hombre peligrosamente sensual cuya presencia laafectaba más que la de ningún otro hombre que había conocido, en lugar de verun mentiroso y un ladrón, desprovisto de todo lo que pudiera despertar surespeto hacia él, ¡o su amor!
UnaPunzada de dolor la sorprendió ¡Ella no 1o amaba! «Pero lo deseas», le dijo unavocecita interior «Sueñas con él
»
¡No!No pensaba reconocer ese sentimiento, a darle más importancia No iba a pensaren cómo sería la intimidad al ser la esposa de Draco, en el silencioaterciopelado de las noches del desierto, y las manos de él sobre su cuerpoansioso
Tampoco iba a pensar en aquella piel aterciopelada ni en el placer quele produciría acariciarla, aspirar su fragancia, colocar sus labios sobre supecho firme
Se estremeció, enfadada consigo misma. ¡No iba a pensar en esascosas porque ninguna de ellas iba a suceder!
Nopodía permitirse el sentir de aquella manera hacia un hombre como Draco. ¿Cómo ibaa respetarse a sí misma si lo hacía? ¡No podía existir auténtico amor sinrespeto!
Draco,a la entrada de su tienda, miró gravemente sin ver, hacia la oscuridad quetenía delante. Estaba esperando a Hermione para presentarse ante El Khalid y celebrarla boda.
Lehabía hecho creer que el matrimonio no sería legalmente vinculante pero era conscientede que en Zurán aquella forma tradicional de casarse era perfectamente aceptablee irrevocable. En su caso, el matrimonio debería ser formal y legalmente disueltocuando él terminara sus asuntos allí. Como miembro de la familia del soberano, necesitabala aprobación de su medio hermano para poder casarse, y estaba convencido deque el soberano desearía que la unión se disolviera lo antes posible. Comprenderíaque él no había tenido otra opción para salvar a Hermione de un hombre de lacalaña de Sulimán.
Perono podía contarle nada de eso a Hermione.
Escuchóun leve sonido detrás de él y se giró. Ella lo miraba dubitativa entre las sombrasdel salón de la tienda. Draco tensó la boca. ¡Ella suponía una complicación queél no necesitaba!
Sólouna advertencia dijo gravemente, entrando en la tienda. Una vez que estemos casados,no podrás hacer nada que atraiga la atención de los otros hombres.
Hermionelo miró furiosa. Había pasado la última media hora preguntándose cómo iba a enfrentarsea lo que tenía por delante, e intentando luchar contra la desesperación y la soledadque sentía. ¡Así no era como ella se había imaginado su matrimonio! Echaba de menosla protección de sus padres, de alguien en quien poder refugiarse. Pero notenía a nadie. Estaba completamente sola. Sola y prisionera, obligada a fingirun matrimonio que nada tenía que ver con el amor.
¿Cómote atreves a decirme eso? protestó emotivamente. Yo no tengo la culpa siSulimán
¿Ah,no? se mofó él, mirándola con los ojos entornados.
Sideseara acostarme con él, no estaría aquí, ¿no crees? le desafió ellaferozmente.
Yono he dicho que quisieras acostarte con él. Pero a lo mejor le diste motivos
Alo mejor echabas de menos las atenciones de tu amante
Hermionecerró los puños con tanta fuerza que se clavó las uñas.
Nole he dado ningún motivo, y ¡Viktor no era mi amante!
Nopensaba demostrarle que estaba equivocado. Ella no había tenido ningún amanteaún, ¡pero no pensaba decírselo a él!
Cuandoella se comprometiera con un hombre, lo haría por amor y sería para siempre, y surelación contendría muchas más cosas que la pura intimidad física. Ella teníasus sueños, aunque para otras personas fueran demasiado idealistas.
Yaes la hora de irnos anunció Draco sujetando la cortina para que Hermionesaliera.
Élllevaba la cabeza cubierta como los tuareg, pero ella sabía que su bocadibujaba una medio sonrisa de desdén e irritación. Era un hombre con un aurapoderosa de autoridad.
Yaquella noche más que nunca.
Ibavestido con una túnica profusamente engalanada que debía de haberle robado a algúnhombre muy rico. Aunque ella sabía que no lo era, Draco parecía un hombre criadoentre la nobleza, el poder y la tradición, alguien tan imponente como el propiodesierto. Era un hombre al que otros hombres respetarían instintivamente, y alque otras mujeres desearían inmediatamente.
¿Igualque lo deseaba ella, con tanta fuerza que le asustaba admitirlo?
Hermionese irguió lo más que pudo y se dio la vuelta hacia él.
Siesperas que camine varios pasos detrás de ti
comenzó.
¿Nohabías dicho que habías estudiado a las tribus del desierto? le cortó él. Deberíassaber que los tuareg somos una sociedad matriarcal.
Perotú no eres un auténtico tuareg, ¿verdad? logró contestar ella, mientras se colocabajunto a él a regañadientes.
Comenzarona andar y un niño apareció corriendo y se puso junto a Draco. Para asombro deHermione, Draco le sonrió y le acarició la cabeza, con un gesto casi tierno, antesde decirle algo en un dialecto que ella no comprendió.
Eshuérfano explicó él cuando el chico se hubo marchado. Le pago para que cuide demi yegua. Así el animal tiene compañía, y el chico una cama y comida.
Hermioneno quería sentir aquel nudo en su garganta. A pesar de lo duro que él parecía, teníaun lado compasivo y bondadoso.
Cuandollegaron frente a El Khalid, les esperaba una pequeña multitud que quería presenciarla boda. Algunos hombres tocaban música y algunas mujeres cantaban.
Habránoído que iba a haber una boda y han venido a verla, es tradición. La música es unacanción de boda tradicional. No tienes por qué asustarte le dijo Draco en voz baja.
¿Estabaintentando tranquilizarla? De nuevo, Hermione tuvo que tragar saliva para contenerla emoción.
ElKhalid estaba sentado en su diván, rodeado de sus hombres de confianza y conlas mujeres de su familia y los músicos a sus pies.
Hermionese quedó helada. No podía hacerlo. El pánico se había apoderado de ella, y miróalrededor sin poder dejar de temblar
Recuerdaque no es un matrimonio de verdad ¡No significa nada!
Aquellaspalabras tranquilizadoras fueron como un bálsamo para sus nervios a flor de piel.
Dracola tomó de la mano suavemente, como si quisiera consolarla y calmarla. Hermionelevantó la vista hacia él.
Lamúsica dejó de sonar. El Khalid les indicó que se acercaran a él. Dracoentrelazó sus dedos con los de ella. Hermione comenzó a caminar a su lado, nodetrás.
Llegaronfrente al líder rebelde. Draco soltó la mano de Hermione, y ella echó de menos almomento el consuelo de su contacto
Todolo que le estaba sucediendo era tan extraño para ella
de alguna forma, él sehabía convertido en lo único que hacía soportable aquella pesadilla. Sin élhubiera tenido que soportar las exigencias de Sulimán sin él
Instintivamente,se pegó más a él, sintiéndose mejor con sólo percibir el calor de su cuerpo,como si creara
un círculo mágico que la envolviera y protegiera. ¿Y no hacíalo mismo el amor?
Apartósus pensamientos de ese camino peligroso y se concentró en El Khalid.
Dametu mano ordenó el líder a Hermione.
Ellalo hizo a regañadientes.
Yahora la tuya continuó El Khalid mirando a Draco.
Hermionese estremeció cuando Draco colocó su mano sobre la suya, y El Khalid sostuvo ambas.
¿Esvuestro deseo casaros?
Hermionesabía que aquella ceremonia no tenía validez y que sólo era un medio para estara salvo, pero descubrió que le estaba afectando, lo cual era ridículo. ElKhalid no era más que un ladrón, y aquello era una charada, nada más.
Sí,es nuestro deseo escuchó que contestaba Draco.
ElKhalid la estaba mirando. Inclinando la cabeza, Hermione susurró temblorosa:
Sí.
¡Muybien, entonces! Según nuestra tradición, tengo el poder de concederte esta mujeren matrimonio, Tuareg.
Hermioneabrió los ojos atemorizada. El Khalid hablaba con gran solemnidad.
Tomala mano de la mujer, Tuareg ordenó el líder rebelde.
Hermionetenía la garganta seca y el corazón desbocado. Draco entrelazó sus dedos con losde ella. La intimidad de aquel gesto la dejó sin aliento. De pronto, fueconsciente del significado emocional y sexual de aquella unión: palma conpalma, cuerpo con cuerpo
Se estremeció y la cabeza se le llenó de terriblespensamientos.
ElKhalid pronunció una orden y una mujer, completamente tapada y con sólo losojos al descubierto, se acercó a él con una tela de seda tan fina que casi sela llevaba la brisa.
ElKhalid asió la tela y comenzó a enrollarla alrededor de sus muñecas, murmurandounas palabras en zuranés mientras lo hacía. Nerviosa, Hermione se atrevió amirar el rostro de Draco, pero deseó no haberlo hecho al ver la gravedad de suexpresión.
Sintióque el corazón le latía más lentamente. Era como si la sangre de Draco corrierapor sus propias venas, como sí sus corazones latieran al mismo tiempo. Elsimbolismo de lo que estaba sucediendo era demasiado intenso e íntimo paraella, admitió, mientras las lágrimas le inundaban los ojos.
Dracohabía dicho que su matrimonio no significaría nada, y tal vez fuera así paraél, ¡pero para ella, 1o que estaba sucediendo significaba mucho!
ElKhalid pronunció algunas palabras más sobre sus manos unidas, y luego sedirigió a Draco:
Hastomado a esta mujer como tu esposa, Tuareg de ahora en adelante, adonde tú vayas,ella te seguirá ¡Recibid la bendición de un matrimonio largo y dichoso conmuchos hijos!
Lamujer retiró la tela. Lentamente Draco soltó la manó de Hermione y ella no pudoevitar mirarlo a los ojos. Lejos de que la ceremonia no tuviera sentido, comoella esperaba, le había hecho sentir que se unían de una forma primitiva yeterna. ¡Se sentía como si hubieran compartido una intimidad tan profunda comosi él la hubiera poseído físicamente! No importaba lo lejos que estuvieran eluno del otro en el futuro, nada podría borrar lo que había sucedido. ¿Cómopodía Draco estar tan calmado ante algo que ella vivía como irreversible?
Lamúsica comenzó a sonar y la multitud les abrió un pasillo para que loatravesaran.
Comoatontada, Hermione se dejó llevar por Draco mientras los hombres cantaban y vitoreaban
Sivas a desmayarte, espera al menos a que lleguemos a la tienda escuchó que le decíaél.
Continuará...
¡Viktorno es mi amante!
¿Porqué no me has
avisado de lo que iba a suceder? preguntó Hermione con vozronca, en cuanto estuvo segura de que nadie podía oírlos.
Sintióque Draco a su lado se encogía de hombros.
¿Lode que nos ataran las muñecas? Simplemente, no creía que fuera a pasar respondióél quitándole importancia. Es una costumbre muy antigua, ya apenas se usa.Pero no te preocupes, no tiene importancia
Dracole dio la espalda mientras hablaba; no deseaba que ella viera que él también sehabía quedado afectado por la ceremonia. Al haber sido unidos de aquella forma,estaban atados el uno al otro de una forma profunda, según la tradición de sutribu.
Fruncióel ceño, intentando ignorar la actitud posesiva masculina que lo estaba inundando.No podía permitirse ese sentimiento.
Esuna costumbre berebere, eso es todo. No le des demasiada importancia.
Veíaperfectamente lo conmocionada y afligida que estaba ella, y él se sentía igual,pero no iba a permitir que ella lo supiera. Miró pensativo hacia la entrada.Quizá Nazir visitará esa noche a El Khalid, y él debía estar alerta.
Tesugiero que te retires al dormitorio le ordenó a Hermione.
Ellaabrió los ojos como platos al escucharlo. Llevaban casados unos minutos y él yase estaba comportando como si ella fuera a hacer todo lo que él ordenara. Depronto, una peligrosa conciencia sensual invadió su cuerpo. Aquélla era sunoche de bodas, y si Draco decidía
reclamar sus derechos como esposo ella nopodría detenerlo. Sus únicas armas eran las palabras.
Estematrimonio no es real le recordó ella. No puedes decirme lo que debo hacer.
Nocomo marido reconoció él con gravedad. Pero parece que olvidas que también soytu captor. Estás en mi poder y puedo hacer contigo lo que quiera. ¡Irás aldormitorio y te quedaras allí!
Secruzó de brazos y esperó en silencio a que ella obedeciera.
¿Paraqué?, se preguntó Hermione como loca, ¿para que él la usara como su concubina?Su imaginación estaba demostrando ser su peor enemiga, reconoció, cuando él segiró y se encaminó a la salida de la tienda. Pero ella no estaba preparada paraque la conversación terminará.
Ellasiempre quería pensar lo mejor de todo el mundo. Por eso, quería que Draco le probaraque tenía su lado bueno. ¿Pero lo hacía por él o por ella misma, porque no lograbahacer desaparecer la atracción que sentía por él? No debía permitir que esasensación creciera y además, una vez que estuviera libre y regresan a su propiavida, la atracción por él dejaría de existir.
¿Porqué te has casado conmigo? ¿Por el dinero que piensas obtener del rescate o porquerealmente querías protegerme, salvarme de Sulimán?
Élla miró a los ojos, y en su mirada había un destello oscuro. Hermione sintiócomo si la quemara, como si buscara todo lo que ella quería mantener ensecreto. Para ser un hombre que se ganaba la vida de una forma tan deshonrosa,poseía una arrogancia que no correspondía a su condición, pero que en élencajaba perfectamente.
Eramuy raro que alguien lo pillara desprevenido, pero Hermione acababa de hacerlo,reconoció Draco gravemente. Era casi como si estuviera buscando una razón para pensarmejor de él, concluyó con incredulidad.
Surostro adoptó una expresión severa. ¿Había ella logrado ver quién era élrealmente, más allá del disfraz que había tenido que adoptar? ¿Podía ellapercibir su vulnerabilidad respecto a ella, su deseo por ella y la luchainterna que mantenía para resistirse a él?
¿Sentíasu feroz ansia por estrecharla entre sus brazos y convertir en realidad los votosque acababan de intercambiar?
Mientrasse preguntaba aquello, se había acercado a ella. Pero entonces se recordó a sí mismola situación real: ella era una mujer joven y moderna acostumbrada sin duda a usarsu sexualidad para obtener lo que quería.
¿Quéesperas que diga? ¿Qué me he casado para salvarte? ¿Esperas saber que siento debilidadpor ti, para usarlo en mi contra, quizás para seducirme para que te libere? leprovocó él.
Elrostro de Hermione se encendió de ira.
¡Deberíahaber sabido que ibas a pensar algo así! le espetó amargamente. ¡Pues para tuinformación, esperaba encontrar algo en ti que mereciera mi respeto! Algo quesignificara
Quepodías manipularme a tu antojo la cortó Draco secamente.
Ellaestaba internándose en una zona de sus emociones que él no quería que nadie conociera,y menos aún ella. Sus palabras se acercaban demasiado a lo que él pensaba delamor y el matrimonio. Según le sabía medio hermano, su madre y su padre sehabían amado profundamente. Tanto, que habían superado los límites impuestospor sus culturas para poder estar juntos. Él quería una unión tan fuerte comoésa. Pero su orgullo era poderoso. Él nunca podría amar a una mujer que no respetara.Y, por cómo le habían educado, no podía respetar a una mujer promiscua, sexualo emocionalmente.
Elhecho de que Hermione lo acusara de que no merecía su respeto lo enfurecía.Debía ser castigada por ese insulto.
Yono soy tu estúpido, débil y fácil de seducir como tu amante inglés dijodesdeñosamente. Puede que él quedara deslumbrado por el brillo falso de lascualidades que tienes en venta, y no viera que no tienes palabra. Pero a mí nose me engaña tan fácilmente.
Hermionesintió la boca seca. Todo su cuerpo estaba registrando el insulto que acababade recibir y la insinuación respecto a su moral sexual.
Notienes ningún derecho a hablarme así fue lo único que logró articular.
Élsabía cómo hacer daño. Pero ella no tenía por qué aguantar que le hablaran enese tono.
Y,por si lo has olvidado, ¡Viktor no es mi amante! añadió ferozmente.
Dracose encogió de hombros.
Notengo ningún interés en saber quién ha compartido tu cama y tus favores.
Estabamintiendo y él lo sabía, pero tenía que acabar con la conversación y averiguarsi Nazir había llegado, por el bien de su medio hermano.
Tengoque salir anunció---. Y no me esperes levantada para intentar convencerme de nuevo.Te aconsejo que no pierdas el tiempo.
Ledirigió una mirada que la desnudó de todo orgullo y la dejó expuesta sinpiedad.
Hermionequiso gritarle muchas cosas, pero era demasiado tarde. Él había salido de la tienda,dejándola sola para que se enfrentara a la realidad de sus sentimientos tras aquelladiscusión.
Intentóignorarla con todas sus fuerzas, pero la palabra «seducir» no se le iba de la cabeza.Él no estaba en lo cierto sobre que ella quisiera seducirlo, pero esa palabra pronunciadapor sus labios le había puesto un nudo en el estómago, había hecho que le temblaranlas rodillas y que el corazón latiera al ritmo de su deseo.
No,ella no deseaba seducirlo, pero reconoció que quería que él la sedujera. ¿Qué demoniosle estaba pasando? Él era un criminal cruel, arrogante y deshonesto. Y ella erauna tonta por intentar encontrar algo en él que mereciera su respeto, unaexcusa para poder justificar sus sentimientos hacia él.
Todosu cuerpo ardió de indignación al recordar la forma despectiva en la que él lehabía hablado. ¡No sólo era un hombre sin principios en el que no se podíaconfiar, además era un intolerante! Le hubiera encantado hacer que se tragarasus palabras al decirle que ella nunca había tenido un amante, por mucho que élcreyera que era promiscua. Pero eso era algo que no podía ni quería hacer.Seguir virgen era una elección de estilo de vida basado en sus profundascreencias, y no algo que iba a rebajarse a reivindicar delante de alguien comoDraco.
Élno era digno de los sentimientos que tan estúpidamente sentía hacia él, y porsu propio bien debía desterrarlos de su corazón inmediatamente. «Ojalá fueratan sencillo», pensó con un escalofrío. Había algo oscuro y peligroso en él,algo salvaje a lo que su parte femenina respondía automáticamente aunque ellano quisiera, y no podía evitarlo, admitió desesperada.
Mientrasrecorría silenciosamente el campamento, Draco se burló de sí mismo por la ferozansiedad que sentía hacia Hermione. Su mente se preguntaba cómo podía desear a esamujer, pero su cuerpo se preguntaba con más fuerza cómo podía resistirse aella.
Ellalo afectaba como ninguna otra mujer lo había hecho, de mil formas diferentes, ytodas no deseadas. No había espacio en su vida para una situación como aquélla,ni lugar en su orgullo para el tipo de necesidad que ella despertaba en él.
Mientrasse acercaba a la tienda de El Khalid, se obligó a sacar a Hermione de su mentey a centrarse en su medio primo Nazir y la razón por la que él estaba allí. Sehabía estado planteando si no habría cometido un error en su juicio. Losagentes especiales que también estaban infiltrados en el campamento dudaban deque Nazir estuviera relacionado con El Khalid. Pero Nazir planeaba derrocar alsoberano, de eso Draco estaba convencido. Sólo se trataba de averiguar cómo ycuándo tenía previsto hacerlo.
Entoncesescuchó el sonido de un vehículo en movimiento y se ocultó entre las sombras. Eltodoterreno se detuvo delante de la tienda del líder de los rebeldes. Draco nopodía creer en su suerte cuando vio que del coche salían dos hombresfuertemente armados y detrás los seguía su medio primo.
ElKhalid emergió de su tienda y se acercó a saludar a Nazir, haciéndole unaprofunda reverencia antes de invitarlo a entrar.
¡Así que él estaba enlo cierto!, se dijo Draco. ¡Tenía que informar a los otros agentes enseguida!En silencio, se dirigió hacia sus tiendas.Continuará...
Hola =)Muchas gracias por sus comentarios y por los 47 usuarios que pusieron mi historia a sus favoritos, besos y abrazos
Ni tampoco eres Virgen
Hermione se despertó bruscamente del sueño erótico y simbólico que había tenido, en el que era transportada por una lujosa alfombra voladora a la tienda de un poderoso guerrero que se parecía terriblemente a Draco.
Se sonrojó mientras intentaba ignorar la sensualidad de su sueño, y la forma en que se había presentado ante Draco, con el cuerpo cubierto por velos semitransparentes de todos los colores, que mostraban más que ocultaban. Llevaba los pezones pintados con una suave pasta de oro, y el sexo cubierto por una seda que aumentaba su misterio en lugar de esconderlo.
Mientras avanzaba hacia Draco, había percibido que él intentaba no mostrar interés por ella, pero al deslizar la vista hasta su hombría, había visto que estaba erecta, que se apretaba contra la tela que la constreñía.
Ella había sentido entonces todo su cuerpo inundado de un deseo ardiente hacia él, preparado para la promesa de aquella hombría.
Él no había pronunciado ni una palabra mientras ella se acercaba a la tarima sobre en la que él estaba sentado, pero lo había visto inspirar agitado cuando ella se había subido sin pedirle permiso. Había caminado orgullosa hacia él en lugar de esperar a que le permitiera acercarse a él.
Al llegar a su lado, se había arrodillado graciosamente delante de él, haciendo destacar sus senos pintados de oro, ansiosos de que él los acariciara, ante la mirada hambrienta de él.
Lentamente, había colocado sus manos sobre los muslos de él, a escasos centímetros de su pene, sintiendo cómo crecía su excitación, cómo se hinchaban los labios de su propio sexo y el centro de su placer latía ansioso.
Había alargado la mano para colocarla sobre la hombría de él, pero él la había detenido, la había sentado en su regazo, y había comenzado a mordisquear apasionadamente sus pezones, a juguetear con ellos con la lengua, mientras con la mano le separaba los muslos y apartaba los velos, para dejar expuesto completamente a su tacto su sexo húmedo.
Ella había gritado de placer, provocando en él una respuesta inmediata de triunfo.
Sus dedos largos y hábiles habían separado los pliegues más íntimos de ella y, mientras ella se retorcía bajo sus caricias, envuelta en un placer ardiente y sensual, la boca de él mordisqueaba su pezón, hasta que ella había creído que iba a explotar de lo que lo deseaba.
Entonces él había introducido sus dedos en lo más íntimo de ella, primero uno y después otro más, y los frotaba contra su humedad, investigando sus profundidades. Cuando ella había gemido a gritos, él había separado aún más sus muslos y la había besado apasionadamente, hasta dejarla sin aliento y sin capacidad para pensar. Todo su cuerpo se había tensado, al límite del placer más intenso. Ella había sentido cómo se acercaba, en oleadas, su alivio. ¡Quería más de eso, y de él!
No quería recordar más, especialmente la sensación real de estar suspendida al filo de su propio orgasmo. Estaba avergonzada porque aún sentía la excitación física que le había provocado el sueño, y se sentía mortificada por haber soñado algo así, independientemente de que fuera con Draco. Agradeció estar sola y a oscuras, para ocultar sus mejillas encendidas.
Se quedó tumbada rígida, casi temiendo volver a dormirse.
Dentro de tres horas amanecería, Draco estaba quieto en el silencio de la tienda. Los agentes especiales habían decidido que, en cuando El Khalid anunciara las intenciones de la visita de Nazir, abandonarían el campamento y comunicarían sus hallazgos al Consejo de Gobierno del país.
Draco frunció los labios. Él los había urgido a que no se retrasaran, pero ellos se habían mantenido firmes: no podían recomendar un movimiento contra Nazir hasta que no tuvieran pruebas irrefutables de que tenía intención de hacer daño al soberano de Zurán.
Del dormitorio le llegaba el sonido de Hermione dormida. Hermione
su esposa
¿pero la mujer de otro hombre? ¡Seguramente la mujer de más de un hombre! Un sentimiento primitivo mezcla de ira y celos lo invadió. Dio un paso hacia el dormitorio y se quedó helado. Lo que sentía era sólo un espejismo, no era real, y silo ignoraba desaparecería.
Igual que la hambrienta necesidad de su cuerpo.
Hermione se despertó con la llamada matutina a la oración, pero los acontecimientos del día anterior le estaban pasando factura y volvió a dormirse antes de poder evitarlo.
Draco, por el contrario, ya se había levantado y sentía la tensión apoderándose de su cuerpo. En cuanto terminó la oración, todo el campamento se llenó de rumores de que El Khalid tenía un visitante importante, y que se convocaba una reunión inmediata.
Draco, como los demás hombres, se dirigió al espacio que usaban para reunirse, cuidándose de colocarse cerca de los tres agentes infiltrados, pero no directamente a su lado.
La charla de El Khalid fue breve y directa. Les habían contratado para infiltrarse en las celebraciones de la fiesta nacional de Zurán y despertar inquietud entre los civiles.
No ha mencionado nada de intentar atentar contra tu hermano le comentó uno de los agentes a Draco cuando terminó la reunión.
Nazir no confiaría en nadie para asesinar a mi hermano. Lo matará él mismo, encubierto por el alboroto que va a causar El Khalid. Oficialmente, Nazir está fuera del país, eso ya lo sabemos. No tengo ninguna duda de que lo ha planeado todo afirmó a los agentes con gravedad. Lo que supongo es que se hará pasar por uno de los hombres de El Khalid, y actuará cuando mi hermano realice el tradicional paseo entre la gente.
No tenemos pruebas de que vaya a hacer eso objetó uno de los agentes.
¿Asumís el riesgo de que puedo estar equivocado? los desafió Draco. La vida del soberano es más importante.
Hubo un breve silencio y habló el otro agente.
Ahora nos vamos a preparar nuestro informe. Un helicóptero nos recogerá en cuanto lo avisemos, y entregaremos el informe al Consejo de Gobierno en cuestión de horas. Recomendaremos que fuerzas armadas se desplacen al campamento inmediatamente lo rodeen y detengan a todo el mundo. Si estás en lo cierto, eso incluirá también a Nazir.
Draco fue consciente de que era lo más que podía esperar. No podía meter prisa a los agentes ni rogarle a su medio hermano que cancelara su tradicional paseo el día de la fiesta nacional.
El sol comenzaba a calentar el desierto mientras él atravesaba el campamento camino de su tienda, y el olor a, comida se esparcía por el aire.
Fue el aroma a café recién hecho lo que despertó a Hermione. Durante unos segundos, se deleité en la comodidad de la cama y el delicioso olor a café, pero entonces la realidad la sacudió bruscamente. Estufa de pellets
Ella no estaba simplemente prisionera, ¡además estaba casada con su captor! Se miró la muñeca. Siempre estaría unida a Draco. Se incorporé en la cama, sintiéndose enferma y mareada.
Como siempre, escuchó atentamente por si Draco estaba cerca, antes de correr al pequeño cuarto de baño. Se dio una ducha rápida, y enrojeció cuando sus pezones reaccionaron al enjabonarlos tal vez sólo hubiera sido un sueño, pero lo que había experimentado la noche anterior le había dejado una memoria corporal igual que si él le hubiera hecho el amor.
Casi se sintió aliviada de vestirse y ocultar sus pezones erectos. Dos minutos después, se detuvo junto a la cortina que separaba el dormitorio del salón. Tomó aire profundamente y lo echó poco a poco, mientras se recordaba quién era Draco en realidad. No era el hombre que su corazón ansiaba que fuera, ni mucho menos. Ese era fruto de sus estúpidos sentimientos.
Con decisión, apartó la cortina y salió al área común. Draco la contempló desde unos metros más allá. Hermione se sonrojó, mientras intentaba mirarlo a los ojos sin conseguirlo.
Aquel hombre era su esposo. Estaba unida a él de una forma tan íntima como si él la hubiera tomado en sus brazos y le hubiera hecho el amor. Un temblor como de gacela joven la recorrió.
Al observarla, Draco tuvo que admitir que el tono sonrosado de su piel y su mirada modesta eran justo lo que un marido tradicional esperaría de su nueva esposa la mañana siguiente a su boda. Y sin duda, si ellos fueran una pareja, al verla así él se habría acercado rápidamente a ella y la hubiera subido en brazos, la habría llevado a la cama para enseñarle nuevos placeres.
Pero ellos no eran nada de eso.
Mientras se quitaba el pañuelo que lo ocultaba a la vez que lo distinguía como tuareg, esbozó una sonrisa de amargura. Hermione estaba lejos de ser una tímida e inocente recién casada. ¿Cuántos amantes habría tenido antes de que aquel cobarde la abandonara por salvarse a sí mismo? Sintió su lucha interior entre su herencia ancestral y la sangre europea de su madre.
¿Cómo iba él a encontrar a una mujer que comprendiera y aceptara esos dos lados opuestos de él? Al mismo tiempo, ella debía apelar a los dos de forma que él sintiera que la necesitaba y la amaba tanto que no podía vivir sin ella.
Pero sabía que eso no era posible. Y estaba muy contento de que en su vida no hubiera ninguna mujer. Tenía cosas más importantes de las que ocuparse.
Había un gran alboroto hace un momento comentó Hermione, esforzándose por comportarse como si todo fuera normal, y no como si fuera plenamente consciente de que no sólo era la esposa de Draco, ¡sino también su posesión!
No más de lo normal mintió Draco tranquilamente. ¿Qué esperabas? ¿Qué tu amante viniera a buscarte?
Sólo intentaba mantener un poco de conversación respondió ella enfadada.
Te he traído esto le anunció Draco, tendiéndole una túnica negra como las de las otras mujeres. No saldrás de la tienda sin esto puesto.
Hermione lo miró atónita, sin poder creérselo.
¡No lo haré!
Si no accedes, no me dejarás otra opción que asegurarme de que cooperas.
¿Y eso cómo? le desafió Hermione ferozmente. ¿Poniéndomela tú mismo?
No. Si no accedes, simplemente me aseguraré de que no abandones la tienda. Si es necesario, te encadenaré en su interior.
Hermione no podía creer que él la tratara de una forma tan primitiva. No confiaba en lo que fuera a decir, así que prefirió que fuera su cuerpo el que expresara su furia y su indignación.
Es hora de que comamos algo. Toma, póntelo le ordenó Draco tranquilamente.
No voy a ponérmelo insistió ella tercamente. Huele al perfume de otra mujer.
Draco no dijo nada. Le había costado mucho esfuerzo y más dinero del que valía conseguir que una de las mujeres de El Khalid le vendiera esa túnica. Él había percibido el penetrante olor del perfume de la mujer, pero tenía que asegurarse de que Hermione se tomaba la amenaza en serio, sobre todo por su propio bien. No quería que Nazir la viera y se preguntara qué hacía una mujer europea en el campamento. Si sospechaba que ella podía representar el mínimo riesgo para él, la mataría, Draco estaba convencido de eso. Pero vestida como la mujer de un tuareg no levantaría sospechas
Debes ponértela por tu propia seguridad le explicó tranquilamente.
La sincera preocupación por ella pilló a Hermione desprevenida y llamó su atención. ¿Sería verdad que, después de todo, él tenía un lado cálido y bondadoso?
¿Es por Sulimán? preguntó, incapaz de ocultar su temor.
Draco dio un paso hacia ella, como queriendo que se sintiera segura.
No temas, él no va a hacerte daño, yo me encargo de eso. Pero las mujeres esperan que te vistas como ellas, y los hombres esperan que te vistas como mi esposa. De verdad que es por tu propia seguridad por lo que debes vestirte al modo tradicional.
Hermione supo instintivamente que él decía la verdad. De nuevo, sintió que reaccionaba ante su humanidad, ¡y ante él mismo! Agarró la prenda negra y se la puso, arrugando la nariz ante el fuerte aroma a su anterior propietaria.
Draco apartó sus ojos rápidamente de ella. No quería que viera en ellos su alivio al no tener que verse sometido al tormento de su aroma natural, que provocaba un efecto demoledor sobre él cada vez que lo aspiraba.
Hermione necesitó varios minutos para acomodarse la túnica, que estaba confeccionada para alguien más grande que ella. Durante ese tiempo, Draco entró en el dormitorio y salió con una sábana en la mano.
Sin comprender lo que él hacía, Hermione lo observó desdoblar la sábana y arrugarla, antes de pincharse ligeramente con la daga en un brazo y hacer que la sangre manchara el centro de la sábana.
¿Qué estás haciendo? le preguntó ella desconcertada.
¿No recuerdas tus estudios sobre las tribus del desierto? La madre de El Khalid me ha recordado que, la mañana posterior a la noche de bodas, debe mostrarse la sábana manchada con tu sangre como símbolo de tu virginidad. Si tú no hubieras llegado virgen al matrimonio, sería un deshonor tanto para ti como para mí.
Hermione se sentía tan indignada que sólo podía mirarlo, con el rostro desencajado.
¡Después de escuchar aquello, lo último de lo que se sentía capaz era de mostrarse en público! Se apartó de él y comenzó a quitarse la túnica.
¿Qué sucede? le preguntó Draco.
He decidido que no tengo hambre mintió ella, pero al registrar la mirada que él le lanzaba, no pudo contenerse más. ¿De verdad crees que voy a permitirte que me pasees por delante de todo el mundo junto con esa sábana, para satisfacer su curiosidad lasciva?
Sabía que estaba a punto de echarse a llorar, e intentó contenerse. No iba a llorar delante de él. ¿Cómo era posible que le hubiera parecido alguien humanitario?
No somos europeos, no nos juzgues como tal. No hay nada lascivo en esta tradición. Y está pensada para proteger a las mujeres, no para humillarlas. Una muchacha tuareg en tu posición acompañaría orgullosa a su marido para mostrar a todo el mundo la prueba de su virginidad.
Tal vez, pero yo no soy tuareg replicó ella ferozmente.
Ni tampoco eres virgen añadió Draco fríamente.
Sí que lo
comenzó Hermione acaloradamente.
Draco la hizo callar.
Puede que tú no tengas hambre, pero yo sí dijo él, mientras se cubría la cabeza y el rostro.
Tenía un aspecto severo y cautivador, y Hermione sintió que el corazón se le aceleraba con el aura de magnificencia y peligro que él destilaba.
Draco se detuvo brevemente a recoger la sábana, le lanzó una mirada dura y salió de la tienda.
No podía seguirlo, simplemente no podía, admitió ella, mientras lo observaba salir.Muchas gracias por sus comentarios y a los 64 usuarios que han puesto mi historia a sus favoritos, besos y abrazos
¿Cómoes posible que fueras virgen?
Mediahora después, Hermione sintió su estómago rugir de hambre, pero decidió ignorarlo.
Tehe traído café y algo de comer dijo Draco, entrando en la tienda con una tazay un plato repleto de fruta y pastelillos.
Hermionese sintió confundida ¡Le había llevado comida! Ella lo había catalogado como alguiencruel y sádico, pero en aquel momento se estaba comportando como si se preocuparapor ella, lo que contradecía su impresión anterior. ¡Y no era la primera vez!
Aquellaspinceladas de la otra parte de él a la vez le encantaban y atormentaban.
Afortunadamentepara ti, la madre de El Khalid ha decidido que el no querer mostrarte estamañana es un signo de tu modestia.
¡Peroél no pensaba así! Hermione sintió que su alegría se transformaba en dolor eira.
Dracodejó el café y el plato en una mesa baja y, a pesar de la intensidad de sus emociones,ella se dio cuenta de lo hambrienta que estaba.
Tengoque salir anunció él. Y recuerda que no puedes abandonar la tienda sin cubrirtecon la túnica y el velo.
Hermioneesperó a que él se hubiera marchado para abalanzarse sobre la comida. El café estabadelicioso, la fruta jugosa y los pasteles de almendras delicados y sabrosos.
MientrasDraco saludaba a su yegua, su mente estaba en otro lugar. ¿Cómo había permitidoque la idea de Hermione con otro hombre lo afectara de forma tan intensa?
¿Porqué permitía que el simple hecho de verla lo excitara tanto que había tenidoque salir de la tienda para poner algo de distancia entre ambos? ¿Acaso elritual centenario del matrimonio le había afectado tanto? Había sido la únicamanera de proteger a Hermione de Sulimán, y su medio hermano lo disolvería encuanto regresaran a la capital.
Nodebía pensar en ella, ni en lo que le provocaba. No había espacio en su vidapara eso.
Despuésde cepillar a la yegua, se encaminó lo más desenfadadamente que pudo hacia el oasis,como si estuviera paseando para pasar el rato. Estuvo tentado de telefonear asu medio hermano, pero le preocupaba que Nazir interceptara las llamadas delsoberano.
Unsonido le llamó la atención. Entornó los ojos y observó el horizonte. Un helicópterose acercaba al campamento.
¡Teníaque ser Nazir! ¿Qué mejor medio de transporte que aquél para abandonar la ciudaden cuanto hubiera logrado su objetivo de asesinar al soberano? ¿Le habría contadoNazir a El Khalid lo que pensaba hacer? Seguramente que no, y no porque el jeferebelde fuera a amilanarse ante un asesinato, sino porque pediría mucho más dineropor estar relacionado con el acto.
Además,Nazir nunca daría una información que pudiera emplearse en su contra. La muertedel soberano se atribuiría a los rebeldes, de eso Draco estaba convencido.
Queríaestar en el campamento cuando el helicóptero aterrizara, así que emprendió el caminohacia las tiendas. Como era de esperar, la llegada del helicóptero estabacreando una enorme curiosidad, y Draco se unió al grupo de hombres más cercanoal aparato.
Unhombre estaba bajando y, aunque se había disfrazado dejándose barba y llevando unatúnica tradicional en lugar de uno de sus trajes de corte occidental, Draco lo reconociósin problemas por cómo se movía.
¡Asíque sus sospechas eran ciertas!, Draco se sintió invadido por una ola de irahacia Nazir. Siempre había recibido el amor y la generosidad del soberano, perosu avaricia y sus ansias de poder eran tales que estaba dispuesto a asesinarlopara ocupar su lugar.
¡Peroél no iba permitir que eso sucediera! Pensaba vigilarlo todo el rato.
ElKhalid salió de su tienda y saludó al visitante con una profunda reverencia.Tan casualmente como pudo, Draco se acercó a ellos, intentando captar lo quehablaban los dos hombres.
Habíapasado más de una hora desde que Draco se había marchado, y Hermione se aburríade estar encerrada en la tienda.
Conactitud desafiante, se encaminó hacia la salida. No tenía por qué permitir queél le dijera lo que podía o no podía hacer. Después de todo, ella no erarealmente su esposa.
Laidea de Draco tratándola como a una igual, respetándola, amándola
le estaba provocandouna ola de emociones compleja que no sabía cómo manejar. No era su esposa, perosí era su prisionera, se recordó a sí misma.
Deseóser lo suficientemente valiente como para intentar escapar, pero el campamento estabafuertemente vigilado. Incluso aunque pudiera evitar a los guardias, moriría enel desierto. Podía intentar robar un vehículo, pero debería tener un modernosistema de navegación por satélite y el depósito lleno de combustible.
Elsentido común le decía que era mejor que se quedara dónde estaba.
¿Elsentido común? ¿De verdad era eso lo que la motivaba? ¿No serían acaso las peligrosasemociones que sentía hacia Draco, y que en el fondo ansiaba
? Sintió que la carale ardía, y que un deseo ya familiar se apoderaba de su cuerpo.
¿Acasono estaban en el siglo XXI? Las mujeres ya no necesitaban ocultar lo que podíanexperimentar el deseo físico por sí mismo, que no tenía que estar ligado alamor; que tenían todo el derecho si deseaban una intimidad física sin necesidadde un compromiso emocional, por el simple gusto de disfrutar. Podían tener sexocon un hombre y luego marcharse sin más. ¿Era ella capaz de hacer eso? Y lo másimportante, ¿deseaba hacerlo?
Mientrasse paseaba por la tienda, sumida en aquellos pensamientos, se golpeó el pie conuna caja de madera que sobresalía de debajo de un diván.
Fruncióel ceño, y se agachó para frotarse el pie y para meter la caja debajo deldiván, pero en lugar de eso lo que hizo fue sacarla aún más, jadeando por loque pesaba.
¿Quéhabría dentro? Sabía que no tenía derecho a mirar, pero aun así levantó latapa.
Enel interior había varios libros, eso explicaba que pesara tanto. Cuidadosamentesacó uno y se quedó atónita. No eran simples libros, eran obras de arte, dignasde pertenecer a la biblioteca de un conocedor muy rico. Estaban encuadernadosen piel, con el título grabado en letras doradas y el borde de las páginas adornadocon oro. Hermione lo abrió reverencialmente. Era una primera edición, unartículo de coleccionista, seguramente muy valioso. Era un libro de poesía querecogía entre otros poemas de Luicus Malfoy para Narcisa Black. Escrito a mano,ponía: Para mí amada Narcisa.
Lágrimasde emoción inundaron los ojos de Hermione. Eran unas palabras muy sencillas, perode mucho más valor que un millón de primeras ediciones. Aquel libro había sidoun regalo de amor. Con mucho cuidado, lo cerró y lo depositó en la caja antesde sacar otro.
Éseera francés y también estaba dedicado a Narcisa. Y la firma poderosamente masculinaiba acompañada del sello del soberano de Zurán.
Elcorazón le dio un vuelco. Eso significaba que los libros provenían del palacioreal. Y que esa Narcisa, quienquiera que fuera, había sido profundamente amadapor un príncipe.
Sacóotro libro más, escrito en árabe.
Ellano era ninguna experta, pero aquellos libros valían una fortuna y eran irreemplazables,concluyó. A sus ojos, su mayor valor era el sentimental, debido a las inscripciones.Aquellos libros habían sido regalados a una mujer profundamente amada.
Todoindicaba que habían sido atesorados y cuidados con mimo. Pero estaban en posesiónde Draco, y ella no dudaba cómo habían llegado hasta él: los había robado de supropietario.
Aunqueno hacía frío, Hermione se estremeció. ¿Por qué estaba tan conmocionada? Ellaya sabía cómo era Draco, ¿no?
Lentamente,con un tremendo dolor en el corazón, comenzó a meterlos en la caja.
¿Quédemonios estás haciendo?
Nohabía oído entrar a Draco, y dio un respingo ante la sorpresa, casi tirando unode los libros al captar la furia desatada de su voz. Pero no iba a rendirseante él. Se puso en pie y se dio la vuelta, enfrentándose a él, pero él la ignoró.Se arrodilló junto a la caja, guardó los libros en su interior y cerró la tapa,esa vez con una llave que sacó de un bolsillo.
¿Cómote atreves a fisgonear entre mis posesiones? le increpó él ferozmente.
¡Tusposesiones! Esos libros no te pertenecen le desafió Hermione con bravura. He vistola inscripción, ¡se los has robado a alguien!
Dracono podía creer lo que escuchaba. Hermione había estado husmeando entre sus posesionespersonales, los preciados recuerdos que tenía de sus padres, ¡y encima lo acusabade haberlos robado! En la intensidad de su furia, no se paró a pensar en lasrazones que Hermione creía tener para cuestionar su sinceridad, y recordó sólolo mucho que había cuidado siempre aquellos libros, regalos de amor de su padrea su madre antes de que se casaran.
Aquelsentimiento había significado mucho para él cuando era pequeño e incapaz de expresarsus sentimientos pero consciente de que tener aquellos libros en sus manos le hacíasentirse más cerca de la madre que no había llegado a conocer. Se habían convertidoen su talismán y no iba a ningún sitio sin ellos. Si alguno de los rebeldes deEl Khalid los encontrara, tendría que fingir que los había robado, pero entrelos rebeldes era una ley no escrita el respetar la privacidad y las posesionesde los otros.
¡Unaley que Hermione no parecía respetar! Y ahí estaba la mujer que le había dejadosin dormir varias noches y que invadía sus pensamientos más de lo que debía,¡atreviéndose a decir que él no tenía derecho sobre las posesiones de su madre!
Loslibros son míos replicó él ferozmente.
Hermionelo miró con desdén, incrédula.
Esoes imposible. Valen una fortuna, son piezas de museo recalcó secamente.
Dracose puso en pie y se acercó a ella, llenando la atmósfera de hostilidad.Demasiado tarde, Hermione se dio cuenta del efecto que sus palabras habíantenido sobre él y lo furioso que estaba. Atemorizada, intentó alejarse, perosólo logró arrinconarse contra el diván.
¿Teatreves a acusarme de ser un mentiroso? preguntó él, conteniendo su ira, mientrasse acercaba a ella.
¡Ellano iba a rendirse ante él!
¡Eresun mentiroso! le espetó. ¡Un mentiroso y un ladrón!
Aquellaspalabras apasionadas y el desprecio que vio en sus ojos y captó en su vozhirieron el orgullo de Draco como si fueran ácido. Agarró a Hermione por loshombros con tanta fuerza que le hacía daño.
Novas a volver a hablarme de ese modo, ¿entendido? rugió furioso.
¿Porqué no? ¡Sólo digo la verdad! contraatacó ella, tan furiosa como él.
Esoslibros me los regaló mi madre.
Dracono pudo contener las palabras por más tiempo. Fue como si se las hubiera arrancadodel corazón, dejando un vacío que le quemaba de dolor.
Hermionese lo quedó mirando, incapaz de creerse lo que acababa de escuchar. ¿De verdad élesperaba que lo creyera?
Sintióla intensidad de sus emociones llenando el aire. Sintió también el calor que desprendíael cuerpo de él y, sorprendentemente, su respuesta de mujer ante él. El pánicose coló entre su indignación. ¿Cómo era posible que se sintiera así? ¿Cómopodía excitarla un hombre al que no respetaba? No podía aceptar aquello, teníaque regresar a la realidad.
Esono es posible se obligó a decir, aunque en el fondo deseaba que sí lo fuera,que él le estuviera diciendo la verdad y, sobre todo, que le estuviera permitiendoconocer algo de su auténtico pasado. Los libros llevan el sello del soberanode Zurán añadió ella.
Laspalabras rasgaron el tenso silencio como piedras cayendo en un estanqueprofundo.
Hermioneno se atrevía a mirarlo a los ojos y que él supiera que no la podía engañar.
Yano tiene sentido que sigas mintiéndome, Draco continuó con voz ronca. No te creo.Eres un mentiroso y un
Laresignación de su voz hirió el orgullo de Draco y, lo que era peor, su rechazoa creerlo estaba provocándole un tremendo dolor, un dolor como nunca había experimentadoy que no podía soportar.
¡Yabasta! gruñó, como si se estuviera muriendo.
Yentonces, para acallarla a ella y a su propio dolor, cubrió su boca con lasuya.
Suintención había sido castigarla con aquel beso, usarlo como una muestra de su dominación,pero en cuanto sintió la boca de ella bajo la suya, algo cambió' en su interiora lo que no se pudo resistir. Algo sobre lo que no tenía control transformó suira en urgencia, el castigo que quería infligirle a ella en el dolor del deseo,y derrumbo las barreras que había construido para no ser tan vulnerable anteella.
Lasuavidad de su boca, el leve temblor de su cuerpo, el dulce sabor de su lengua,hicieron que cada fibra de su cuerpo vibrara de deseo.
Ladeseaba más de lo que nunca había deseado nada o a nadie
Deseaba saborearla, abrazarla,poseerla, dejarle su marca para el resto de la eternidad.
Hermioneintentó detener lo que estaba sucediendo, pero su cuerpo respondía ansioso a loque él le estaba haciendo.
Lacordura y su habitual sentido de alerta y supervivencia estaban sometidos a la excitacióny la ansiedad que la poseían. Él era tan masculino y tan peligroso
entonces, ¿porqué no estaba apartándolo de sí en lugar de hundir sus dedos en su pelo y atraerlomás hacia ella, presa de un ardiente placer?
Alentrelazar su lengua con la de él, sintió cómo él se estremecía y cómo latumbaba sobre los suaves cojines del diván. En lugar de retroceder ante aquelavance, Hermione sintió que su deseo se encendía aún más. En respuesta, seabrazó posesivamente a él, atrayéndolo hacia sí.
Ensus fantasías soñaba con un hombre así, de pasiones feroces, indomable, que consólo tocarla activara sus sentidos, tal y como Draco estaba haciendo en aquelmomento. Y en sus fantasías, ella respondía plenamente, ¡como estaba haciendoen aquel momento!
Lasmanos que hacía un momento la habían atenazado habían pasado a estar debajo de ellaen el diván, sujetándola y protegiéndola.
Nodebería estar haciendo aquello, se dijo Draco. Pero el rechazo de ella alcreerlo lo peor, había despertado unas emociones en él que no podía controlar.Lo controlaba una necesidad primaria de poseerla como ningún hombre lo habíahecho, de borrar de su cuerpo cualquier recuerdo que tuviera de otros hombresque no fueran él.
Conuna mano le sujetó el rostro para poder mirarla a los ojos y verse reflejado enellos.
¡Mírame!
Hermionelevantó la vista. Con un escalofrío, fue consciente de su feminidad y de la masculinidadde él, mientras él le apartaba el pelo del rostro.
Sino fuera por la furia que había percibido en su brusca orden, Hermione hubieradicho que había ternura en la forma en que la tocaba.
Peroen la boca que reclamaba la suya no había ternura, aunque sus labios estaban respondiendocon un ansia apasionada. Él le hizo entreabrir los labios con un movimiento desu lengua, mientras su peso la hundía entre los cojines.
Ladiscusión que los había conducido hasta allí había perdido toda su importancia.
Dracose dio cuenta de que sus acciones ya no estaban impulsadas por su orgullo y la necesidadde castigarla, sino que era su cuerpo quien la necesitaba ardientemente.
Hermionesintió las manos de él sobre su cuerpo, quitándole la ropa, y en lugar de resistirsese retorció para ayudarlo a despojarla de las barreras que le impedían sentir sutacto sobre su piel.
Sóloalgunos rayos de sol se colaban por las gruesas paredes de la tienda, perofueron suficientes para resaltar su cuerpo desnudo como si estuviera cubiertode polvo de oro.
Hermionevio que Draco se quedaba repentinamente quieto mientras la contemplaba y sintióun estremecimiento de timidez e inseguridad. Era el único hombre que ella habíaquerido que la viera desnuda.
Levantóla vista insegura. Lo que vio en los ojos de él provocó que sus pezones se endurecierany que su centro más íntimo reclamara atención. Y él ni siquiera la había tocado.
Lodeseaba, ansiaba sentirlo sobre ella, dentro de ella, en aquel momento, enaquel lugar
Dejó escapar un gemido tremendamente excitante y Draco apretó lamandíbula.
Sequitó la ropa rápidamente, sin darle casi tiempo a Hermione a apreciar suspoderosos músculos y su vientre plano, y se tumbó sobre ella.
Sentira Hermione entre sus brazos le estaba provocando algo que nunca habríaimaginado que podía provocarle ninguna mujer, y menos aquélla, pensó élmientras se entregaba a su necesidad de llenar sus sentidos con el aroma, elsabor y el tacto de ella.
Lasensación del cuerpo desnudo de él contra el suyo era lo más parecido al cielo,pensó Hermione, mientras recorría sus hombros con las manos con los ojoscerrados, para sentirlo mejor.
Sinunca volvía a darse una situación como aquélla, recordaría por el resto de suvida cómo era su piel empapada de sudor, su olor masculino mezclado con el desu colonia, sus músculos fuertes y definidos
y su erección. Aún no se habíaatrevido a tocarlo, pero podía sentir su pene hinchado y caliente apretándosecontra ella. Se moría de ganas de tocarlo, de sentir cómo se endurecía más ymás bajo su tacto, segura de que sería una sensación única.
Dracohabía tomado posesión de su boca de nuevo explorándola apasionadamente con la lengua,y sus manos acariciaban sus senos y jugueteaban con sus pezones.
Incapazde contenerse, Hermione se retorció salvajemente contra él, arqueándose y cerrandolos ojos mientras gemía de placer. Viendo su reacción, Draco se dio cuenta de quese estaba apoderando de él una feroz necesidad de dejarle huella de una formaque ella nunca lo olvidara, y que lo recordara como su único amante.
Acercóla cabeza a sus senos, jugueteando con la lengua sobre los pezones endurecidos.Hermione gritó de placer. No se dio cuenta de que le clavaba las uñas en laespalda, ni de que elevaba las caderas para apretarse más contra su erección,frotándose rítmicamente contra él para intentar aliviar el deseo que la poseía.
Susensualidad lo estaba destrozando, pensó Draco, con una mezcla de ira yexcitación.
Cadamovimiento de aquel cuerpo experimentado y ardiente estaba provocando una respuestaen él.
Draco,te deseo tanto
le murmuró ella al oído, y siguió explorándolo con la lengua.
Dracosintió que su capacidad de autocontrol explotaba en una incontenible lujuria.
Vasa tenerme le contestó, todo entero. Y yo voy a tenerte a ti. Voy a llenarte ya hacerte sentir como no lo ha hecho ningún hombre ni nunca lo hará
¿Es eso loque quieres?
Sí.¡Oh, sí! gimió Hermione.
Hubierarespondido lo que él quisiera, hubiera hecho lo que él quisiera, tanto lodeseaba.
Lamano de él estaba separándole los muslos, acariciando su piel suave y sedosa, yhaciéndola estremecerse ante la intensidad de su deseo. Colocó su mano sobre elsexo de ella, separó los labios exteriores y frotó la piel húmeda. Hermioneescuchó el sonido de satisfacción de él al localizar su clítoris erecto y comenzara acariciarlo de la forma más erótica, elevándola hasta un nivel de deseo y placerque casi no podía soportar.
Unavocecita dentro de Draco le dijo que lo que hacía estaba mal, pero quedóapagada por los gemidos de placer de Hermione y su propio deseo.
Nuncahabía deseado a una mujer como a aquélla, ni sabía que era capaz de sentir una urgenciatan abrumadora. Se colocó entre los muslos abiertos y receptivos de ella.
Hermionese estremeció. Vio a Draco sobre ella y sintió el corazón latiéndole como loco.Aquél era el momento, el momento de intimidad en el que tanto había pensado,con el que tanto había soñado con una mezcla de curiosidad y temor.
Levantósu mano hasta el rostro de él y le susurró como rogándole:
Bésame
Dracoinclinó la cabeza y la besó profunda y largamente, mientras empujaba más allá delos hinchados labios exteriores de su sexo, y penetraba en el abrazo más íntimode todos.
Hermioneencontró su propia estrechez insoportablemente erótica.
Ingenuamente,ella no había esperado que fuera a dolerle, reconoció mientras su cuerpo secontraía ante la impresión; pero su deseo por él era mucho más fuerte que su impresióny su dolor. Se agarró fuertemente a él, ofreciéndose más, para que él la penetraramás profunda y más rápidamente.
Élsintió la barrera de la virginidad de ella y escuchó su grito ahogado, y sequedó perplejo.
Hermionese estremeció mientras el cuerpo de él se quedaba quieto dentro del suyo. El dolorhabía pasado, pero no las pequeñas y reveladoras contracciones de su interior. Seestaban intensificando, haciéndola moverse rítmicamente y cada vez con más urgenciacontra él, obligándolo a unirse a ella.
Hermionelo oyó gemir y hundió sus dientes en su hombro, conforme mientras la excitaciónse apoderaba de ella y gritaba de placer. Los movimientos de él dentro de ellaeran puro placer, y ella se entregó, dejándose llevar por lo que estabaexperimentando, un orgasmo que la estaba haciendo temblar de pies a cabeza.Pero fue al sentir cómo Draco se derramaba dentro de ella cuando los ojos se leinundaron de lágrimas de emoción.
Dejandoescapar un suspiro de placer, Hermione apoyó su cabeza en el hombro de Draco yse acurrucó contra él.
¿Cómoes posible que fueras virgen?
Aquellaspalabras duras e iracundas la confundieron. ¿Qué importaba lo que fuera cuandose sentía gloriosamente completada por él?
Dracoestaba intentando recuperarse de la conmoción. Descubrir que ella era virgen y élhabía sido su primer amante lo cambiaba todo. Por cómo lo habían educado, sesentía moralmente responsable hacia ella.
Deberíashabérmelo dicho.
Sonabafrío y enfadado y, para disgusto suyo, Hermione descubrió que, en lugar de sentirseinmensamente feliz, se sentía totalmente miserable y a punto de llorar.
Tedije que Viktor no era mi amante le recordó.
Podíashaberme dicho que me detuviera dijo él, con una expresión en el rostro queHermione no supo interpretar. Para cuando me he dado cuenta de que debíaparar, era demasiado tarde.
Élestaba criticándola por lo que había sucedido. ¿La culpaba? A pesar de suindignación, Hermione reconoció que él tenía razón. Ella podía habérselo dicho,pero había elegido no hacerlo, quizás porque había intuido que él no continuaríahaciéndole el amor, quizás porque deseaba con todas sus fuerzas que él lohiciera
Ademásde ira, lo que empezaba a sentir a un nivel mucho más profundo y más doloroso erauna mezcla de rechazo, desesperación y la certeza de que todo lo que ella habíaentregado en aquella intimidad sexual no era correspondido. Un escalofríosacudió su cuerpo aún desnudo.
Toma,ponte esto.
Hermionese tensó conforme él le ponía su propia bata, con el ceño fruncido, con movimientosprecisos pero sin nada de ternura.
Eresconsciente, supongo, de que esto cambia todo entre nosotros. Si hubiera sabidoque eras virgen, nunca
Hermionetrató de contener las lágrimas que inundaban sus ojos.
¿Tedas cuenta de lo despreciable que eres? le preguntó acaloradamente. Cuandocreías que Viktor era mi amante, te pareció perfectamente aceptable hacer
loque has hecho, pero ahora que has descubierto que era virgen, las cosas sondistintas. ¡Puede que tú sientas algo diferente hacia mí, pero yo sigosintiendo lo mismo hacia ti! De hecho, si acaso te desprecio más ahora que antes.El tipo de hombre a quien yo puedo respetar me valorará por mi persona, ¡nosólo por mi virginidad! ¡Eres odioso y despreciable!
Vioel destello de orgullo en los ojos de él, pero no se amilanó. ¡Tenía tantoderecho a decir lo que pensaba como él! En su interior, se sentía avergonzada yse despreciaba por haber creído que él era alguien especial. Se había engañadoa sí misma, y estaba pagando el precio no con su virginidad, sino con sucorazón.
Almenos, a partir de aquel momento podría destruir aquel floreciente amor al recordarselo que había sucedido aquel día y lo cruel que había sido él.
Laspalabras furiosas de Hermione pillaron a Draco desprevenido, igual que le habíapasado con su deseo hacia ella. La imagen que ella le devolvió de él le hirióen su orgullo.
Lahabía mentido al decirle que sólo había hecho el amor con ella porque creía quetenía experiencia. La verdad era que no había sido capaz de contenerse, pero suorgullo le había impedido admitirlo ante ella, y ya era demasiado tarde paradecirle la verdad.
Tambiénera demasiado tarde para regañarse a sí mismo por no haber tomado precauciones.¡Con los riesgos que existían, y él no se había contenido de ninguna forma!
Miróa Hermione. Su hermoso rostro estaba pálido y lo miraba con los ojos muy abiertos.Aunque tenía puesta la bata, seguía tiritando.
Bruscamente,Draco se puso de pie y, con una expresión grave y sin decir nada, subió aHermione en brazos.
¿Quéestás haciendo? ¡Bájame! le ordenó Hermione inútilmente, mientras él lallevaba a la parte privada de la tienda.
Elpánico se apoderó de ella. ¿Qué iba a hacer él? Pero en lugar de dirigirse al dormitorio,la llevó al pequeño cuarto de baño y se metió en la ducha con ella en brazos.
Ladejó en el suelo, le quitó la bata y cerró la puerta de la ducha.
¿Sepuede saber qué estás haciendo? preguntó ella, pero su voz se perdió en el ruidode la ducha, que tuvo que reconocer que le agradaba.
Estáshelada y seguramente un poco en estado de choque respondió él gravemente.
Eracierto que estaba temblando, reconoció Hermione, pero se debía más a losfuriosos comentarios de él que a la intimidad que habían compartido.
Searriesgó a levantar un poco la mirada hacia él. Draco la estaba enjabonando, yla expresión de su cara revelaba que no había nada sexual ni placentero para élen lo que estaba haciendo, algo que ella no podía decir, ya que su cuerpo noera capaz de tanta contención.
Noera ninguna ayuda el hecho de que él estuviera tan desnudo como ella. Incapazde evitarlo, Hermione deslizó su mirada por el cuerpo de él, y se tensó cuandovio que su pene no estaba pequeño y fláccido, como había supuesto que estaría,sino impresionantemente hinchado y firme. Frunció levemente el ceño de asombro.
¿Quésucede? inquirió él.
Hermionesintió que las mejillas le ardían. No se había dado cuenta de que Draco la observabatan detenidamente.
Nada.Es sólo que
creí
comenzó, enrojeciendo aún más cuando él miró su propio cuerpo.
¿Creísteel qué? le desafió él con frialdad. ¿Que estaba planeando volver a acostarmecontigo?
¡No!negó Hermione al momento y sinceramente, aunque sus pezones endurecidos indicabanque su cuerpo contemplaba esa posibilidad. Sólo creí que tú
que después delsexo
Eres mucho más grande de lo que yo había imaginado.
¿Lohabías imaginado?
Lapalabra se le había escapado sin darse cuenta, evocando las fantasías ypensamientos eróticos que había creado sobre él, y dejándola sin habla.
Dracose inclinó hacia delante, frotándole la espalda con la esponja, desde loshombros hasta sus firmes glúteos.
¿Yqué habías imaginado exactamente? le preguntó él suavemente.
Nadase apresuré a negar Hermione.
Mientrasque los hombres y las mujeres están básicamente hechos igual, dentro de esaigualdad hay tamaños diferentes, por esa razón debías haberme dicho que eras virgendijo él, mientras le aclaraba el jabón de la espalda. Me sorprende que tus padresno te advirtieran de esta situación
Notengo padres le informó Hermione tranquilamente. Murieron en un accidente cuandoyo era una adolescente.
¿Unaccidente?
Erancientíficos explicó ella. Estaban trabajando en una excavación en Turquía cuandoel techo les cayó encima.
Escuchóque él contenía el aliento.
Nohace falta que me tengas lástima. No quiero la compasión de nadie. Me hacefeliz al menos que murieran juntos, y estoy agradecida por el amor que medieron y el que se tenían el uno por el otro.
Hablócon una dignidad que de nuevo tocó un lugar íntimo de las emociones de Draco.
Tuvoque contenerse para no rodearla con sus brazos y simplemente abrazarla.
Quédateaquí dijo secamente en su lugar, apagando la ducha y regresando al momento conuna enorme toalla con la que la envolvió.
Cuandoella sintió su suavidad, él le explicó:
Esalgodón egipcio, y de la mejor calidad.
Yel más caro añadió Hermione, recordando quién era él.
Seguroque había adquirido las toallas de la misma forma que los libros pero, alrecordar a dónde les habían llevado las acusaciones que ella le había hecho,decidió no desafiarlo una segunda vez.
Dracose sujetó su toalla por la cintura y comenzó a secar a Hermione, más enérgicaque apasionadamente, advirtió ella. Cuando hubo terminado, la envolvió en otratoalla seca y la subió de nuevo en brazos.
Puedocaminar, ¿sabes? protestó ella molesta, pero no le sirvió de nada.
Percibióel aroma a limpio de la piel de él y sintió que el corazón se le revolucionaba.Se moría de ganas por acercar sus labios a su cuello pálido, y lamer ymordisquear el camino hasta su boca.
Unsentimiento cada vez más familiar de tensión sensual estaba empezando aformarse en su interior de nuevo. ¿Qué le había hecho él? ¿Cómo la habíatransformado de una ingenua virgen en una mujer con deseos y necesidades que lodeseaba otra vez?
Élla llevó al dormitorio y la depositó sobre la cama.
Ahoradescansa.
Nonecesito descansar protestó ella. Sólo porque fuera virgen no significa quesea delicada.
Élestaba dándose la vuelta para marcharse, pero se detuvo y se la quedó mirando.
Deslizóun dedo por el cuello de ella obligándola a que lo mirara.
Puedeque fueras virgen, pero estabas ansiosa y preparada para mí, ¿verdad?
Habíasubido su mano hasta sus labios y jugueteaba con el dedo pulgar sobre ellos.
Hermionedeseó abrirlos y saborear aquel pulgar juguetón que la atormentaba de placer.
Respóndemerepitió él, apartando su dedo.
Deacuerdo. Sí, lo estaba. Está claro que tú eres un amante experimentadocontestó ella sin ninguna emoción, decidida a no revelarle lo que realmentesentía.
Estarásen mucha mejor posición de saber cuán experimentado soy mañana al amanecer ledijo él burlonamente. Apenas has empezado a vislumbrar cómo es el placersensual, aunque debo admitir que eres una alumna extremadamente receptiva. ¿Tienesalguna idea de lo excitante que es para un hombre que una mujer le muestre lo receptivaque está hacia él? Descansa ahora, y esta noche te enseñaré lo que es el auténticoplacer.
Suarrogancia era increíble, pensó Hermione furiosa, pero detrás de su enfadopodía sentir lo excitada que estaba. Lo que estaba permitiendo que sucedieraera muy peligroso, era consciente de ello, pero no podía evitarlo.
Deberíaodiarlo, despreciarlo y no amarlo. Debería
¡perono lo amaba!
Continuará...
¡Hermione!
Taciturno,Draco contempló el oasis, más allá del cual el sol se ponía en el horizonte.
Enteoría, su única preocupación debería haber sido su medio hermano y el hecho deque al día siguiente era la fiesta nacional de Zurán, fecha elegida por Nazirpara asesinar al soberano y dar un golpe de estado, según él.
Pero,en lugar de pensar en eso, su mente y sobre todo sus emociones, estabancentradas en Hermione. A ella le había dicho y hecho cosas completamenteextrañas para su modo habitual de comportarse, lo que le provocaba una mezclade ira e incredulidad. A eso se añadía que sentía un deseo físico tan intensoque quería llevar a cabo la ridícula promesa que le había hecho antes. ¿Quédiablos le había hecho hablar así? Él no era tan vanidoso como para que laforma en que ella había mirado su miembro, asombrada e incrédula, le hicieravolver a querer escuchar sus gemidos de placer una y otra vez.
¿Dóndedemonios estaban los agentes infiltrados? Deberían haber regresado al campamentocon una garantía de que iban a arrestar a Nazir. Draco empezaba a temer quequizás no llegaran a tiempo, lo que significaría que tendría que encontrar unamanera de detener a Nazir él solo.
Fruncióla boca y una expresión grave nubló sus ojos al ver a su medio primo salir de entrelas tiendas y encaminarse hacia el oasis.
Inmediatamente,Draco le dio la espalda pero, como Nazir percibió de alguna manera su deseo depasa desapercibido, lo llamó:
¡Tú,ven aquí!
Fingiendoque no lo había oído, Draco comenzó a caminar.
Detenteo te disparo.
Estabansolos entre las palmeras y Draco sabía que Nazir era capaz de cumplir su amenaza.Aun así, se llevó automáticamente la mano a la daga de su cinturón. Al igualque el resto de los miembros de la Familia Real, había recibido entrenamientomilitar, aunque nunca había matado a nadie, ni había imaginado que tendría quehacerlo. Pero parecía que el destino no le dejaba otra opción. Si ignoraba laorden de Nazir, él le dispararía. Y si la obedecía, Nazir descubriría enseguidasu auténtica identidad y sabría que su complot había sido descubierto.
Agarrandosu daga entre los pliegues de su túnica, Draco se giró para enfrentarse a su medioprimo.
Hastardado demasiado tiempo, tuareg se burló Nazir. Quizás debería matarte de todasformas.
Teníala pistola en la mano y estaba apuntando al corazón de Draco.
Hermioneinspiró profundamente y salió de la tienda. Tenía que encontrar a Draco y convencerlopara que la liberara. Había estado toda la tarde repasando lo que había sucedidoentre ambos y era consciente de lo vulnerable que era ante él.
Aquellapalabra temida, «amor», que se había colado antes en sus pensamientos, se habíainstalado dolorosamente en su corazón, haciéndole muy consciente del peligro enel que estaba. Odiaba la idea de rebajar su orgullo y hacerle un ruego a Draco,pero no tenía más opción. Le preguntaría qué rescate pensaba pedir por ella yencontraría la manera de reunir el dinero ella misma. Tenía la pequeña casa deInglaterra que había heredado de sus padres, seguro que de ahí podía sacaralgún dinero.
Habíaesperado tan pacientemente como había podido a que él regresara, pero se le habíaagotado la paciencia y había decidido salir a buscarlo. Pronto sería de noche,y una vez que estuviera a solas con él en la intimidad de su tienda, temíaflaquear.
Elinstinto la llevó hasta el oasis. Y se quedó paralizada ante lo que estabasucediendo.
Elhombre que apuntaba a Draco con una pistola tenía un aire de autoridad sobreél, y cruzó por su mente la idea de que tal vez había acudido al oasisbuscándola a ella, alertado por Viktor.
Dracoestaba a varios metros de él.
Acércateescuchó Hermione que le ordenaba el hombre a Draco.
Elcorazón le latía acelerado y un sentimiento de dolor y ansiedad se apoderó deella.
Dracoera un ladrón, un secuestrador, se recordó a sí misma. No le debía ninguna lealtad.
Dracono se había movido.
¿Vasa desobedecerme, tuareg? Muy bien
Habíaun placer malévolo en la voz del hombre.
Ibaa disparar a Draco
¡a matarlo! Hermione se acercó corriendo.
¡No!
Losdos hombres se giraron hacia ella.
¡Hermione!exclamó Draco mientras se abalanzaba sobre ella, pero fue demasiado tarde.
Pormuy rápido que fuera, no tenía la velocidad de la bala.
Hermionesintió que le impactaba con una sensación de incredulidad y desconcierto que setransformó inmediatamente en un intenso dolor.
Vioa Draco delante de ella, moviendo los labios mientras le hablaba, pero el dolorno le permitió responder. La estaba arrastrando a un terreno frío y oscuro.Pero al menos Draco estaba a salvo, el hombre no lo había matado.
Suúltimo pensamiento antes de perder la consciencia fue la certeza de que Dracola sujetaba entre sus brazos. Pero ni siquiera la calidez de sus brazos fuesuficiente para detener el frío que estaba apoderándose de sus venas yarrancándola de él.
Continuará...
¡Eres un miembro de la Familia Real de Zurán!
¿Hermione?
Aregañadientes, Hermione abrió los ojos y miró el rostro de la enfermerauniformada que le sonreía. Tenía la boca seca y le dolía la cabeza, no eracapaz de pensar con claridad. Imágenes confusas a cámara lenta llenaban sumente.
Estabatumbada en una cama de hospital, pero la habitación no se parecía a ninguna de lasque ella había visto en los hospitales. Parecía más bien como una habitación desúper lujo de un hotel.
Intentóincorporarse, pero la enfermera negó con la cabeza y le mostró a Hermione un complicadodispositivo de control remoto.
Puedevariar la posición de su cama con esto le informó a Hermione. El médico vendráenseguida a verla. ¿Tiene algún dolor? Anoche le suministramos un analgésicopor vía intravenosa después de la operación para extraer la bala de su brazo.
¡Labala! La inquietud se apoderó de Hermione conforme iba recordándolo todo: Draco,el desierto, el hombre con la pistola, Draco
Draco
¿Dondeestoy? ¿Dónde está
?
Estáusted en la sala especial para altos cargos del hospital de Zurán le contestóla enfermera dándole importancia, impresionada con el honor que se le habíaconcedido a Hermione. El soberano en persona ha pedido al jefe de cirugía quese le informe de su progreso cada hora, y Su Alteza la esposa del soberano va avisitarla esta mañana. Han traído como regalo algunas prendas de ropa. No podíausted recibirla con lo que llevaba cuando la trajeron aquí, ¡hubiera sido unavergüenza!
¿Lasala para altos cargos del hospital de Zurán? ¿Cómo había llegado hasta allí?No recordaba nada después de la explosión de dolor al recibir el disparo.
Permitaque le sirva agua se ofreció la enfermera. Debe beber todo lo que pueda paralimpiar su organismo de la anestesia y para prevenir la deshidratación.
Hermioneabrió los ojos atónita al ver que la botella que sacaba de una pequeña nevera llevabael emblema de la Casa Real. Pero mientras bebía con fervor el agua cristalina,no pensaba en su propia situación, sino en la de Draco. ¿Dónde estaba?
Elhombre
comenzó dubitativa.
Laenfermera la hizo callar, con una expresión de desprecio y enfado instalándoseen sus ojos.
Hasido detenido por los agentes especiales del Consejo de Gobierno. Afortunadamente,llegaron al campamento del renegado El Khalid a tiempo de presenciar todo.Fueron ellos los que Ja trajeron inmediatamente a la capital. El Consejodecidirá el destino último de ese villano incalificable, pero no hay duda deque recibirá su merecido. ¡Un hombre como ése se merece un castigo por lo queha hecho!
Hermionesintió el corazón cada vez más pesado con cada palabra de la enfermera.
¿Dóndeestá ahora? preguntó con un hilo de voz.
Sumente medio drogada estaba pensando pedir clemencia para Draco, preguntándose cuántodinero podría obtener por su casa y si sería suficiente para comprar sulibertad.
Depronto se dio cuenta de lo que significaban sus pensamientos. Se había dicho así misma que no amaba a Draco, pero entonces ¿por qué se sentía como se sentía?Sin duda sería más apropiado sentirse aliviada por haber escapado al fin de él.Debería querer apartar de su mente lo que le había sucedido con Draco parasiempre. ¡Y en lugar de eso, estaba preparando un plan desesperado paraayudarlo!
Losagentes especiales lo han ingresado en prisión, donde permanecerá hasta que se celebreel juicio. Su Alteza, en un comunicado a la nación, nos ha alertado esta mañanade lo que había sucedido, y de la valentía de su hermanastro el jeque DracoLucius, que ha sido quien ha descubierto el complot contra el soberano. Eljeque Draco Lucius se unirá a Su Alteza en su paseo tradicional dentro de lascelebraciones de la fiesta nacional. Encenderé la televisión para que pueda verla celebración le dijo la enfermera con entusiasmo.
Hermionese sentía demasiado desesperada como para responder. Intentó recordarse que todoel tiempo había sabido lo que era Draco, y lo mucho que difería su moralidad dela de ella. Se había prevenido a sí misma del peligro emocional que suponíacreer sus fantasías sobre él, ¡pero había hecho justamente lo que se habíaprometido que no haría!
Intentóimaginarse a Draco en una celda, con sus rasgos orgullosos transformados por elmiedo, pero no fue capaz. La imagen de él que se había grabado en su mente erala de un Draco alto y magnífico.
¿Dequé le van a acusar? preguntó a la enfermera con voz ronca.
Detraición. Se ha atrevido a poner en peligro la vida de nuestro amado soberanocontestó ella.
Hermioneahogó un pequeño sonido de angustia que la enfermera no oyó, ya que estaba demasiadoocupada encendiendo la televisión.
Encuanto la enfermera se hubo marchado, entró el doctor. Hermione se quedó rígidaen la cama, consumida por la desesperación y la ansiedad por Draco, mientras elmédico examinaba su brazo.
Esusted una mujer muy afortunada le dijo con benevolencia. Unos pocos centímetrosmás y la bala le hubiera perforado el corazón. Por si le interesa, no está ustedsola. No he tenido que preocuparme por tener que informar a Su Alteza de que estabagravemente herida. Él ha estado junto a usted preocupándose en todo momento.
Elmédico estaba intentando ser amable, concluyó Hermione, obligándose a sonreírante sus comentarios jocosos.
Excelentedictaminó él cuando terminó de examinar la herida. Se va a recuperar perfectamente.¡Ha tenido mucha suerte!
Puedeque ella hubiera tenido suerte, pero Draco no la había tenido. Draco sentía quecada fibra de su cuerpo se moría de ansiedad por él. Quería estar con él,asegurarle que haría todo lo que pudiera para ayudarlo.
Cadasegundo que pasaba en el hospital era un segundo perdido, un segundo que podíapasar junto a Draco.
¿Cuándopodré marcharme? preguntó al médico con impaciencia.
Elfrunció los labios pensativo, y le contestó arrugando la frente.
Desdeluego no antes de otras veinticuatro horas. Si hay algún problema y cree que nohemos cuidado adecuadamente de usted, por favor dígalo. No me gustaría que SuAlteza creyera que usted no ha quedado satisfecha con el trato recibido aquí.
Miróa Hermione con tanta preocupación que ella sintió una inmediata punzada deculpa.
Nose trata de eso dijo ella, intentando que se sintiera más seguro. Es sóloque
¿Cómopodía explicarle por qué tenía tantas ganas de salir de allí?
Elbuscapersonas del médico comenzó a sonar, y él comprobó el aviso.
SuAlteza la esposa del soberano viene a verla Anunció a Hermione. Haré venirinmediatamente a una enfermera para que la ayude a prepararse para la visita.
Sefue antes de que Hermione pudiera decir nada, y al momento entró una enfermera jovencon varias bolsas lujosas.
Debemosdarnos prisa. Sólo tenemos media hora antes de que llegue Su Alteza. Le prepararéel baño, aunque debemos mantener seco el vendaje de su herida.
Fuecomo verse dentro de un pequeño huracán, pensó Hermione. Fue conducida amable perofirmemente a un cuarto de baño dentro de la habitación que la dejó boquiabiertade lo lujoso que era. Se metió en el agua y diez minutos después estabaenvuelta en una espesa toalla blanca, con los ojos inundados de lágrimas alrecordar otro baño y otra toalla, y a Draco diciéndole que el mejor algodón erael egipcio. ¡Draco! Se le hacía insoportable pensar en las condiciones en lasque estaría detenido en aquel momento, en contraste con el lujo que la rodeabaa ella.
Parecíaque, para la visita de la consorte, el protocolo exigía que estuviera completamentevestida.
PeroHermione descubrió enseguida que no iba a llevar su ropa, sino que tenía queelegir entre lo que la enfermera había ido sacando de las bolsas y colocadosobre la cama.
Estaropa es de diseño, muy cara protestó Hermione. No puedo permitirme pagarla.
Esun regalo de Su Alteza le explicó la enfermera, y añadió al ver que Hermione fruncíael ceño. Sería un insulto hacia ella si usted rechaza su regalo.
Aregañadientes, Hermione escogió uno de los conjuntos, unos pantalones mezcla delino y seda color crema y una blusa tipo casaca de manga larga a juego. Leperturbo un poco escoger también un conjunto de ropa interior de sedadelicadamente bordado, porque sabía lo caro que debía de ser y sabía queinsistiría en piarlo ella.
Mientrascontemplaba en el espejo cómo el sujetador realzaba sus senos y las bragas moldeabansus glúteos firmes y redondeados, no pudo evitar pensar que escogería un conjuntoasí para ponérselo ante Draco.
Déseprisa. Su Alteza llegará enseguida le urgió la enfermera, indicándole que se sentaraen el tocador. Le secaré el cabello.
Hermionequiso protestar que podía hacerlo ella, pero reconoció que con el brazo heridole resultaría difícil.
Diezminutos más tarde, cuando Hermione tenía el cabello seco y cepillado, llamaronde pronto a la puerta y entró otra enfermera anunciando que la esposa delsoberano había llegado.
Larecibirá en la sala de espera para altos cargos anunció a Hermione. La acompañaremoshasta allí.
¡Unhospital con una sala de espera para altos cargos!, pensó Hermione maravillada mientrasla guiaban por un pasillo ricamente alfombrado hasta una puerta donde le esperabael médico.
SuAlteza la recibirá ahora informó a Hermione, abriéndole la puerta.
Laprimera impresión de Hermione fue de sorpresa al ver que la esposa del soberanoera diminuta. Estaba sentada sobre un estrado elevado, y cuando vio a Hermionele hizo una señal para que entrara en la habitación.
Aunqueno había planeado hacerlo, Hermione se sorprendió haciendo una inclinación de cabeza,según indicaba el protocolo que había estudiado antes de viajar a Zurán. Pero parasu sorpresa, cuando la puerta se cerró y se quedaron a solas en la habitación,la mujer se levantó de su asiento y le indicó a Hermione que la mirara.
Seacercó a ella retirándose el velo de la cara, tomó las manos de Hermione entrelas suyas y la besó primero en una mejilla y luego en la otra.
Estamosen deuda contigo le dijo, con tal emoción que Hermione se sintió abrumada.
Yono he hecho nada, Alteza
Tumodestia es conmovedora, pero innecesaria, ya que sé todo lo que te debemos. Esperoque el brazo no te esté causando muchas molestias. El cirujano dice que te recuperaráscompletamente y que no te quedará cicatriz. Su Alteza me ha pedido que te comuniquesu deseo de que le perdones por ser la causa de tu sufrimiento. ¡No quiero ni imaginarqué habría sucedido si ese bandido hubiera llevado adelante sus planes de asesinato!
Hermioneinspiró profundamente. Tal vez fuera en contra del protocolo, pero tenía que intentarhacer todo lo que pudiera por Draco.
¿Puedohablar, Alteza? preguntó, pero sin esperar respuesta se lanzó a hablar. Séque lo que Draco planeaba hacer era algo terrible y
puedo entender por quédebe someterse a juicio, pero
¿puedo rogar por que se tenga clemencia con él? Sinceramente,no creo que sea un hombre malo, aunque
Hermionesabía el riesgo que estaba corriendo, y lágrimas de temor inundaron sus ojos.La esposa del soberano la miraba con el ceño fruncido de tal forma que Hermioneno se atrevió a continuar. Tenía la boca seca y el corazón desbocado de latensión.
¿Draco?preguntó Su Alteza, con una expresión en el rostro que Hermione no supo definir.¿Así que deseas pedir clemencia para ese
Draco?
Hermioneasintió como atontada, sin atreverse a hablar.
Fuistesecuestrada por los hombres de El Khalid y has sufrido grandes humillaciones conellos. En lugar de estar pidiendo clemencia por
uno de ellos, deberías estar urgiendoa mi marido para que lo castigara más severamente.
Noestoy diciendo que no deba ser castigado
Sólo digo que la forma en que me protegiódebería tenerse en cuenta durante el juicio.
Hablarécon mi esposo afirmó la consorte, regresando a su asiento. Parece que erescompasiva además de modesta. Son excelentes virtudes para una esposa
y madre.
Hermionereaccionó tarde al tono divertido de Su Alteza, y al levantar la vista vio,justo antes de que se cubriera el rostro, que sonreía ampliamente, como si algole divirtiera.
Esperoque ese
Draco sea consciente de la admiradora tan apasionada que tiene en ti!murmuró. De hecho, ¡casi parece que te has enamorado de él!
Diezminutos más tarde, cuando la audiencia hubo terminado y Hermione regresó a su habitación,aún tenía el estómago revuelto por la tensión. La televisión seguía encendida yle presté atención unos segundos. La gente de Zurán esperaba en las calles el tradicionalpaseo del soberano entre su gente.
Hermionesabía que el soberano de Zurán era tenido en muy alta consideración no sólo porsu gente, sino también por la comunidad internacional. Era considerado un líderinnovador y progresista que había mejorado mucho la vida de su gente. Gracias aél, Zurán se había convertido en uno de los principales destinos de vacacionesde lujo. Sus caballos de carreras y la carrera Copa de Zurán eran famosas entodo el mundo, así como el torneo de golf y el circuito internacional defórmula uno cuya creación había impulsado.
¿Cómodemonios había llegado Draco a verse envuelto en un complot para derrocar a unhombre tan fabuloso y así lograr desestabilizar la situación política yeconómica del país?
Peroya sabía la respuesta, reconoció sombría. Draco haría cualquier cosa pordinero. ¡Incluso había sido capaz de fingir que se casaba con ella para obtenersu dinero!
¿Porqué no podía despreciarlo, como sabía que debería hacer, en lugar de despreciarsea sí misma por sentir lo que sentía hacia él?
Miróla pantalla del televisor distraídamente. El soberano iba acompañado en supaseo por otros hombres con altos cargos, y el locutor estaba explicando a los telespectadoresquién era cada uno.
SuAlteza está acompañado por varios miembros de su familia, el más importante de loscuales es su medio hermano y salvador, el jeque Draco Lucius Malfoy Black. Lamadre del jeque Draco, como muchos de ustedes sabrán, fue en un principio la institutrizinglesa de Su Alteza, antes de casarse con el padre de éste. De todos es conocidala enorme cercanía entre Su Alteza y su hermanastro. Pero ahora ese lazo se haapretado aún más con la audaz decisión de éste de buscar personalmente alpotencial asesino de Su Alteza.
Yahí está el jeque Draco, a la derecha de nuestro amado soberano.
Hermionebuscó el mando con amargura. No quería ver al hombre que había metido a suDraco su secuestrador ladrón en prisión, pero era demasiado tarde. La cámaraenfocaba su rostro. ¡Y era un rostro tan familiar para ella como el suyopropio!
Paralizadapor la conmoción y la incredulidad, Hermione se quedó mirando la pantalla sinpestañear.
¡Draco!susurró como atontada, intentando negarlo.
¡Nopodía ser! ¡Pero era!
Elhombre que estaba junto al soberano, el hombre del que el locutor estabacontando maravillas, al que había denominado jeque Draco Lucius y medio hermanodel soberano
¡era Draco!
Parpadeóy volvió a concentrarse en la pantalla, pensando que tal vez estaba alucinando
Perono, no lo estaba. Draco no estaba encerrado en ninguna celda terrible, sino quecaminaba libremente por las calles de Zurán, alabado y admirado por todos.Draco no era un tuareg sin un centavo, era un hombre extremadamente rico. Peroera un mentiroso y un ladrón. Le había mentido deliberadamente, y le habíarobado
el corazón.
Nole extrañaba que la esposa del soberano se hubiera reído cuando ella habíapedido clemencia para él.
Notóque le invadía una ola de amargura y desprecio hacia sí misma. ¡Seguro queDraco se divertía enormemente al conocer lo que se había preocupado por él!Enfadada, apagó el televisor.
Bueno,Draco podía reírse todo lo que quisiera, ella no pensaba oírlo. ¡Ella se iba asu casa, a donde pertenecía, en aquel preciso momento! Pulsó el timbre para queacudiera una enfermera. Se había dejado el bolso en el coche de Viktor antes deque toda aquella pesadilla comenzara, y en él llevaba el pasaporte y lastarjetas de crédito, así que los recuperaría y se dirigiría directamente alaeropuerto. Y se quedaría allí hasta que obtuviera un asiento en un vuelo deregreso a Inglaterra.
Cuandoapareció la enfermera, Hermione le dijo con voz temblorosa:
Megustaría que me diera mi ropa, por favor, la que vestía cuando llegué. Ytambién necesito un taxi.
¿Untaxi? preguntó la enfermera, confundida. Pro usted no puede abandonar el hospitalhasta que no reciba el alta.
Hermioneelevó la barbilla.
Medoy el alta yo misma. ¿Dónde está mi ropa? insistió.
Voy
voy a buscarla respondió la enfermera.
Talvez fuera una buena idea telefonear a Viktor para advertirle de que iba paraallá, pensó Hermione. Así, él le tendría preparados los papeles cuando ellallegara. Y quizás debía también telefonear al aeropuerto para averiguar cuándosalía el siguiente vuelo.
Lepareció que pasaba mucho tiempo hasta que la enfermera regresó con su ropa.
Tieneusted un coche a su disposición le informó a Hermione. Pero el médico debe examinarlaantes de que usted se marche.
¡No!No necesito que me examine. Estoy bien. Gracias por traerme mi ropa le dijoHermione con aspereza.
Sedaba cuenta de que a la enfermera no le gustaba la situación, pero no intentó discutirni tratar de convencerla, lo que Hermione agradeció enormemente.
Diezminutos más tarde, Hermione esperaba en la recepción para altos cargos delhotel, sintiéndose más débil de lo que quería admitir.
Pedíun taxi hace un rato le dijo a la recepcionista.
¡Oh!exclamó la muchacha.
Poralguna razón, la recepcionista pareció ponerse nerviosa y miró hacia laspuertas ahumadas con cierta ansiedad.
Sí.Una limusina la está esperando.
¡Unalimusina! Con arrepentimiento, Hermione fue consciente de que la mayoría de lospacientes de aquel hospital ni siquiera habían viajado nunca en taxi. Le diolas gracias a la muchacha y se encaminó a la salida. Las puertas se abrieronautomáticamente, y al salir el sol brillaba tanto que la cegó unos instantes.
Unalimusina impecable con las ventanas tintadas se detuvo delante de ella. Elconductor salió del vehículo, hizo a Hermione una reverencia y le abrió lapuerta del coche. Cuando comprobó que estaba cómodamente sentada, volvió a supuesto tras el volante.
Elcoche era realmente lujoso, reconoció ella mientras acariciaba la tapicería decuero.
Voyal aeropuerto le dijo al chófer. Pero antes necesito detenerme en un sitio,en el número 39 de la calle Bm Ahmed, por favor.
Parasu sorpresa, el chófer activó una separación de cristal entre ella y él, y actoseguido Hermione frunció el ceño al reconocer el sonido del bloqueo de laspuertas.
¿Acasoaquel hombre pensaba que ella no iba a pagarle?, se preguntó atribulada, mientrasel coche se unía al intenso tráfico.
Sintióuna punzada de dolor en el brazo, y concluyó que los calmantes que le habíandado en el hospital debían de estar dejando de hacer efecto.
Apesar de lo cómodo que era el vehículo y de lo refrescante que resultaba elaire acondicionado, Hermione comenzó a sentirse ligeramente enferma ytemblorosa. ¿Era un signo de que no estaba tan recuperada como ella creía?
Bueno,visitaría a su propio médico cuando estuviera de vuelta en su casa deInglaterra, se dijo tercamente.
Nosabía cómo estaba de lejos el hospital del lugar donde se hospedaba laexpedición científica, donde también estaba la oficina, pero a Hermione lepareció que tardaban demasiado tiempo en llegar. Estaban transitando unacalzada impresionantemente ancha. La mediana y los bordes estaban adornados conuna apabullante variedad de plantas, y a un lado estaba el mar y al otro eldesierto.
Hermionecomenzó a preocuparse. ¿Habría confundido el conductor sus instrucciones, y la estaballevando directamente al aeropuerto? Ella no recordaba que aquél fuera el camino,pero obviamente una carretera tan formidable tenía que conducir a algún lugar importante.
Seinclinó hacia delante y golpeteó el cristal que la separaba del conductor parallamar su atención, pero él no le hizo caso.
¿Lahabría oído? El coche comenzó a aminorar la marcha y Hermione vio un enormemuro que se alargaba hasta el desierto por un lado y hacia el mar por el otro.A través del cristal tintado, vio a unos centinelas que custodiaban unaspuertas doradas adornadas con diseños tradicionales y vívidos esmaltes. Parecíansalidas de un cuento de hadas árabe, pensó ella maravillada al ver que las puertasse abrían a su paso, dándoles acceso a un patio.
Elcoche se detuvo a una señal de los centinelas. Hermione contempló nerviosa elentorno.
¿Dóndeestaba? Y, sobre todo, ¿qué estaba haciendo allí? De pronto, una figura salióde entre las puertas y Hermione se puso rígida. ¡Era Draco!
Unode los guardias abrió la puerta del coche, pero fue Draco quien se inclinó paraayudarla a salir y quien la tomó del brazo cuando ella se apartóautomáticamente de él.
Novoy a ir a ningún lugar contigo afirmó ella, comenzando a sentir pánico. Asíque, ya puedes decirle al conductor que dé la vuelta y
Tienesdos opciones, Hermione: o sales del coche por propia voluntad, o
Terminóla frase con una mirada muy expresiva a los guardias que estaban alrededor.
Aregañadientes, Hermione salió del coche, fulminando a Draco con la miradamientras él la conducía a través de las puertas.
Notienes buen aspecto. Ha sido una absoluta tontería que te marcharas delhospital. El médico me ha llamado y estaba enormemente preocupado comentóDraco.
Estabanen una habitación fresca, de techos altos, con una escalera que llevaba a una galeríaque ocupaba toda la pared interior. Se detuvieron.
Elmédico no tiene derecho a contarte mis asuntos le dijo ella.
Alcontrario, tiene todo el derecho le corrigió Draco. ¡Ya que soy tu esposo!
Hermionecasi se desmayó del susto.
Esono es cierto negó con voz temblorosa.
Mihermano cree lo contrario le anunció él con frialdad. Sobre todo ahora que sumujer le ha contado la conversación que ha tenido contigo, en la que tú lepedías que tuviera clemencia y compasión conmigo
Esoha sido antes de que supiera que tú no eras Draco el ladrón, sino el jequeDraco Lucius el mentiroso le interrumpió ella amargamente, conmocionada porquese hubiera enterado de su conversación con la soberana.
Venconmigo indicó él. ¡El vestíbulo del palacio de mi hermano no es lugar para discutiresto!
¡Aquelloera un palacio! Debería haberlo adivinado, se dijo Hermione, medio atontada porla intensidad de las emociones encontradas que la inundaban.
Dracoacababa de decir que era su marido. Pero no lo era. No de verdad. ¡No podíaser! ¿O sí?
Ella había agarrado del brazo, así que no le quedaba más opción que caminar juntoa él atravesando una de las puertas y luego un largo pasillo que daba a unpequeño jardín.
Éstees el jardín privado de mi hermano, que me ha concedido el honor de traerteaquí para que podamos hablar en privado anunció él.
Hermioneapenas percibía el entorno, porque sus ojos estaban inundados de lágrimas de ira.
Notenemos nada privado de lo que hablar le espetó.
¿Ah,no? ¿Por qué le rogaste a mi cuñada para que intercediera por mí?
Hubierahecho lo mismo con cualquiera que supiera que iba a enfrentarse a la misma sentencia.Creía que eras un ladrón, pero estaba segura de que no eras un asesino. No lohe hecho por
¡por nada más! Pero no estabas enfrentándote a una acusación de traición,¿verdad? ¡Y tu cuñada no me lo dijo! Tuve que averiguarlo al verte por televisión.
Ellapodía sentir y escuchar la amargura y la conmoción que llevaba en el corazón, volcándoseen su voz.
Micuñada se ha adelantado a mis propios planes al hacerte la visita antes de queyo pudiera hablar contigo explicó él.
Habíahablado con voz forzada, percibió ella. ¿Sería de arrepentimiento o de falta deinterés?, se preguntó. Tenía que ser lo segundo.
Nopodía contarte nada mientras estábamos en el desierto continuó él. La seguridadde mi medio hermano era más importante.
Tumedio hermano repitió ella con amargura. También me mentiste sobre eso, ¿no?
Comoél se quedó callado, Hermione explotó:
¿Deverdad piensas que querría estar casada con alguien como
con un hombre que
querepresenta todo lo que desprecio?
Estabatemblando con tanta fuerza que casi no podía tenerse en pie, peroafortunadamente Draco le daba la espalda, no podía ver lo agitada y afligidaque estaba.
Además,tú mismo me dijiste que la ceremonia que celebramos no era legalmente vinculante.No eres mi marido, Draco.
Desgraciadamente,lo que tú o yo queramos no importa en Zurán. Mi hermanastro no es ni muchomenos un déspota, pero tiene ciertas creencias, y cierta terquedad, si prefieresdecirlo así, que va unida al hecho de ser el soberano. Considera que las tradicionesde nuestros ancestros son sagradas, y por deber moral hay que respetarlas. Tú yyo nos casamos según esas tradiciones, y por tanto él siente
¿Cómolo ha sabido? preguntó Hermione ferozmente, sin percibir el revelador momento deduda de él antes de contestar.
ElKhalid fue sometido a un interrogatorio por las fuerzas de seguridad de Zurán.
¿Yél se lo contó? ¡Pero una ceremonia como aquélla no puede tener validez legal!protestó Hermione.
Alos ojos del mundo no la tiene, por eso mi hermano ha organizado un matrimoniocivil inmediato y discreto.
No,de ninguna manera. ¿Y a qué te refieres por «inmediato»?
Ainmediato repitió él, ignorando la angustia de ella. Nos están esperando.
¡Notienes ningún derecho a esto! No puedes hacer que me case contigo, Draco protestóHermione. Soy ciudadana británica, y si quiero abandonar Zurán, lo cual deseo,puedo ahora mismo
Segúnla ley de Zurán eres mi esposa, y como tal, miembro de la Familia Real. ¡Yningún miembro de la Familia Real puede salir del país sin el consentimiento demi hermano!
Hermionese lo quedó mirando, incrédula.
¿Porqué estás haciendo esto? le preguntó en un susurro tembloroso. La idea de casarnosdebería resultarte tan horrenda como a mí. ¡No puedes querer casarte conmigocuando yo no quiero casarme contigo!
Esmi deber hacer lo que mi hermano me ordena y además, como yo he sido el primerhombre
Hermionesintió náuseas.
¡Tevas a casar por ese motivo! Pero eso es
arcaico
medieval protestó Hermione,en un murmullo.
¡Nopermitiré que mi hijo no lleve mi nombre! exclamó Draco fríamente.
Hermionesintió que se le quedaba la boca seca.
¿Quéhijo? No va a haber ningún hijo afirmó, obligándose a no mirarlo a los ojos.
Ycontuvo el aliento, esperando que él la acusase de mentir, pero en lugar de esoél simplemente dijo:
Vamos
nos están esperando.
Ellano quería ir. Aparte de todo, el dolor de su brazo se había intensificado hastael punto que tenía que apretar los dientes para no gritar. Pero por laexpresión del rostro de él, sabía que era capaz de subirla en brazos y llevarlahasta la boda, si se negaba a caminar por sí misma.
Noestaba vestida ni mucho menos como una novia, pensó Hermione quince minutosdespués, mientras Draco y ella asistían a la ceremonia que legalizaba la bodadel desierto. Pero tampoco se sentía como una novia. Ni Draco parecía ningúnnovio exultante con su boda.
Elle tomó la mano, según le había indicado el oficial que los estaba casando.Para disgusto de Hermione, su mano tembló al sentir el tacto de él.
Dracosacó una reluciente alianza de oro y la deslizó en su dedo anular. Hermionetenía los dedos helados, pero el brazo le ardía, igual que la cabeza, y unasoleadas de dolor cada vez más intensas estaban apoderándose de ella.
Puedesbesar a la novia.
Hermionesintió que se estremecía al ver que él se inclinaba sobre ella. Cerró los ojospara no ver su rostro, incapaz de soportar que su realidad no tuviera nada quever con lo que había soñado.
Élapenas le rozó los labios. Era una parodia del beso que un recién casado ledaría a su nueva esposa. El dolor tanto físico como emocional se adueñó deella, que intentó separarse.
Eresmi esposa. No retrocederás ante mí como si estuviera contaminado le dijo Dracoal oído con ferocidad.
Alinstante ella abrió los ojos, apabullada tanto por la furia de él como por lamala interpretación de sus acciones. Observó fugazmente su rostro. Parecía depiedra, tan duro, frío e impenetrable como el granito.
Leestaba agarrando los brazos con tanta fuerza, que la hizo gritar. Pero ahogó elsonido cubriendo su boca con la suya, besándola con una furia salvaje.
Ellaescuchó un zumbido en sus oídos y sintió que se desmayaba. Sólo el fuerte brazode Draco evitó que se desplomara sobre el suelo.
Continuará...
Muchas gracias por sus comentarios en verdad
Usted es inglesa, como ella, y lo ama,como ella amaba a su padre
Hermioneabrió los ojos y movió el brazo con mucho cuidado. ¡No le dolía!
Québien que te hayas despertado. Enviaré ahora mismo el recado a Draco. Está terriblementepreocupado, y casi ha hecho un agujero en la alfombra del vestíbulo de acceso alas habitaciones femeninas.
¡Dracoestaba preocupado por ella! Hermione giró la cabeza para que la esposa del soberanono viera su expresión.
Anuestro médico no le ha gustado nada que abandonaras el hospital sin su consentimiento.Quería volver a ingresarte, pero Draco ha preferido que te quedaras aquí.
«Paraque no pueda escaparme de él», pensó Hermione descorazonada.
Nodeberías sentir ningún dolor, porque el médico ha autorizado que se te dé medicación.Pero si te duele, avísame y se lo diré a Draco, para que le pida al médico quete haga una visita.
Nome duele comentó Hermione, con la lengua acartonada.
Noera cierto. Quizás el brazo no lo sintiera, pero el tipo de dolor que estaba experimentandono podía curarse con medicinas, y la acompañaría por siempre.
¡Mimarido está tan contento de que Draco haya encontrado por fin a la mujer apropiada!Una mujer que lo ama y que comprende la complejidad de su herencia mixta dijola consorte.
Hermionerecordó entonces el último comentario de la mujer en su anterior visita, ¡habíadicho que Hermione era una mujer enamorada! Hermione intentó protegerse.
Creoque ha habido algún error comenzó firmemente, pero la mujer la detuvo.
Mimarido, nuestro amado Soberano, no comete errores explicó amablemente. Ama asu familia y sabe qué es lo mejor para ella. Draco ocupa un lugar especial ensu corazón, no sólo porque sea su medio hermano, sino porque fue la madre deDraco la que lo educó cuando era pequeño, cuando no tenía madre. Llevaba muchotiempo preocupándose porque Draco no tenía esposa. ¡Pero ahora ya estátranquilo!
Todoeso está muy bien pero, ¿y mis sentimientos? protestó Hermione, incapaz decontenerse.
Laconsorte la miró con el ceño ligeramente fruncido.
Perotú amas a Draco le aseguró. ¡Me rogaste que le pidiera a mi marido que tuvieraclemencia con él!
¡Esofue antes de que supiera quién era! Él me mintió replicó Hermione conamargura. Me permitió creer que era un ladrón y un
¡Notenía otra opción! Era su deber procurar la seguridad de su medio hermano lo primerocontinuó la soberana. Deberías estar orgullosa de su lealtad a su hermano y aZurán. Y además, después de lo que pasó en el oasis, mi esposo ha decretado quevuestro matrimonio quede legalizado. Como tú eres una mujer joven y estás solaen nuestro país, mi marido considera que es su deber protegerte, a ti y a tureputación, y hacer lo que sea mejor para ti. No podía permitir que Draco teabandonara después de lo que ha pasado. ¡Has vivido con él como su esposa!
¡Élme aseguró que la ceremonia no significaba nada! replicó Hermione con desesperación.
Perose dio cuenta de que estaba malgastando el aliento. A la soberana le parecía inconcebibleque ella no se casara legalmente con Draco. Pero Hermione lo único que veía eraun futuro lleno de dolor y miseria.
ADraco le gustará saber que ya te sientes mejor. Quiere que partáis hacia las montañasesta noche, para que viajes cuando hace menos calor. Le he ordenado a una de misdoncellas que te prepare las maletas. Espero que te gustara la ropa que temandé al hospital. Draco te abrirá cuentas de crédito con los diseñadores queelijas cuando regreséis a Zurán. Tenemos la costumbre de que los recién casadospasen todo un mes juntos, conociéndose el uno al otro, y estoy segura de que teva a encantar la casa de la montaña. Era del padre de Draco, la construyó parasu madre.
Hermionequiso protestar diciendo que el único lugar al que deseaba ir era a Inglaterra,pero sabía que no serviría de nada.
Cerrólos ojos cansada, deseando que apareciera una alfombra mágica que la sacara volandode la vida indeseada e insoportable que se le presentaba por delante.
¿Estássegura de que estás lo suficientemente bien para viajar? preguntó Draco conbrusquedad.
Esoes lo que ha dicho el médico respondió Hermione.
Estabanen un patio adonde la habían conducido la mujer del soberano y el propio soberanode Zurán.
Hermionese había visto sorprendida por la demostración de calidez del Soberano hacia ella,como si estuviera realmente contento de tenerla en la familia.
Enaquel momento, mientras los observaba a los dos, su medio hermano le dijojovialmente a Draco:
Ahoraes tu esposa, Draco, y puedes besarla. De hecho, te recomiendo que lo hagas. Lapobre muchacha parece necesitar desesperadamente muestras de amor y de apoyo.
Estáslogrando que se sonroje, amor mío comentó su esposa, agarrándose de su brazo ysonriéndole. Hermione está recién casada y seguramente no querrá compartir la intimidadde sus besos con Draco con ningún observador.
¿Deseasque te bese? le preguntó Draco a Hermione inmediatamente.
Laconsorte rió.
¡Oh,Draco, qué poco romántico! Por supuesto que quiere, pero no esperes que te lo diga.
Entoncesno tendrá mis besos hasta que lo haga anunció él con frialdad.
Laesposa del soberano seguía riendo, pero Hermione tenía ganas de llorar. Leardían las mejillas con una mezcla de ira y humillación y, aunque odiabaadmitirlo, hubiera sido maravilloso que Draco la abrazara fuerte y que lesusurrara al oído que la amaba y la deseaba.
¿Quétontería era aquélla? ¡Él nunca iba a hacer eso!, se dijo Hermione. Y empezabaa sospechar que la única razón por la cual él había accedido a pasar un mesjuntos en privado era para no tener que fingir ser el marido enamorado enpúblico.
Talvez Draco se mostrara frío con ella, falto de interés o de muestras de amor,pero no se comportaba así con su familia, advirtió Hermione. Uno por uno, loshijos del soberano se presentaron para recibir un abrazo de buenas noches de sutío. Y, aunque no besó a la consorte, el abrazo cálido que intercambió con elsoberano hizo que Hermione sintiera envidia de su cercanía. Era evidente que sequerían y se respetaban. Pero, a pesar de eso, el soberano seguía obligando asu medio hermano a un matrimonio que él no deseaba, se recordó Hermione.
Quevuestro matrimonio sea feliz y fructífero le deseó la soberana a Hermione mientrasla abrazaba.
Ella,conteniendo las lágrimas de dolor, intentó sonreír como respuesta. Entonces vioque Draco la estaba esperando. Sin decir nada, atravesó el patio con él. Doshombres uniformados les abrieron las puertas y Hermione contuvo el aliento alver lo que les esperaba al otro lado: no era un coche, como ella esperaba, sinoun helicóptero.
¿Vamosa viajar en eso? preguntó dubitativa.
Lacasa está en las montañas, a unas doce horas en coche. Con esto estarás asalvo. Tengo la licencia de piloto desde hace más de diez años, y nunca hetenido un accidente.
¿Vasa ser tú quien pilote esta máquina? inquirió ella, incapaz de ocultar su sorpresa.
Prefieropilotar yo siempre que puedo.
Hermionedigirió en silencio aquel comentario. ¡Había tantas cosas de él que no conocía
!
Élya se había subido al helicóptero, con unas ganas evidentes de ponerlo enmarcha. Sin duda, muchas más ganas que de encerrarse con ella, pensó Hermionesarcásticamente mientras se subía ella también.
Hermionesabía que había montañas en el interior del país, pero nunca se había imaginadoque las visitaría, y menos en circunstancias como aquéllas. Lo que le hizorecordar a su equipo.
Miscolegas
comenzó.
Eljefe de la expedición ha sido informado de que estás a salvo y de que te hascasado informó él, frunciendo la boca. Tus colegas regresaron al Reino Unidoal poco tiempo de tu secuestro.
¿Lesobligaste a regresar antes de que el proyecto estuviera terminado? preguntóHermione enfadada.
¿Yo?¡Yo estaba en el desierto contigo, por si no lo recuerdas! Tu jefe presentó unapetición urgente diciendo que querían regresar lo antes posible, ya que él no considerabaseguro para el equipo que continuaran aquí después de tu secuestro.
Hermionedigirió la información en silencio. Nunca le había gustado Viktor, pero ledolía que los demás hubieran salido del país sin asegurarse de que ella estababien.
Estabanviajando de noche, con la única iluminación de las estrellas y la lunacreciente. De pronto, delante de ellos, Hermione vio lo que parecía unafortaleza árabe iluminada.
¿Quées eso? le preguntó a Draco, sin poder ocultar su asombro.
Esnuestro destino, la casa de las montañas le respondió él tranquilamente.
¿Lacasa de las montañas? Incapaz de contenerse, se giró para mirarlo a los ojos.
Esono es una casa, es
Esuna fortaleza sarracena. Mi madre se enamoró del edificio cuando estaba abandonadoy, como sorpresa, mi padre lo reconstruyó manteniendo la fachada. Mis padrespasaban tanto tiempo aquí como podían. Era su casa favorita.
Empezarona descender y Draco aterrizó el helicóptero con gran habilidad, con ciertosobresalto de Hermione al contemplar lo escarpado del terreno que los rodeaba.
Encuanto las hélices dejaron de girar, multitud de sirvientes se apresuraron adarles la bienvenida y a transportar su equipaje. Pero fue el propio Dracoquien ayudó a Hermione a salir del helicóptero. Aquellas manos fuertes sobre supiel le provocaron a ella un intenso dolor y deseo interno y, lo peor de todo,le recordaron el placer que le habían provocado.
Rápidamentese soltó. No quería que su cuerpo la torturara con sus recuerdos de él.
Dracola miró con tristeza, contemplando su perfil y la forma en que se apartaba deél. Había intentado convencer a su hermanastro de que no insistiera en aquelmatrimonio, pero no le había hecho caso. Su cuñada le había dicho que estabaconvencida de que Hermione lo amaba y que eso, más que nada, era lo quesostenía la decisión del soberano.
Dracofrunció la boca. Hermione no lo amaba, lo detestaba, ella misma se lo habíadicho. Sintió que el dolor lo inundaba. ¿Cuándo había él empezado a quererla?¿Aquella primera tarde en el zoco cuando la había besado? Tenía claro que,cuando Sulimán se la había intentado comprar, ya no había nada en el mundocapaz de hacer que él renunciara a ella.
Habíaintentado fingir que no era amor lo que se había adueñado de él, al igual quehabía tratado de convencerse a sí mismo de que sólo su orgullo estaba dolido alno corresponder ella sus sentimientos. ¿Se estaría engañando a sí mismo con laesperanza de que, de la compasión que le había llevado a ella a rogar clemenciapor él, naciera el amor?
Tantosi ella llegaba a amarlo algún día como si no, él tenía a partir de aquelmomento unas responsabilidades hacia ella y hacia su propia familia.
Mientrasentraba junto a Draco en el patio de la fortaleza, Hermione no pudo evitar sentirsemaravillada y abrumada. La casa que se había construido a partir de la fachada originalera de tal belleza que le puso un nudo en la garganta.
Habíaun jardín en el interior de las antiguas murallas. Luces discretas revelaban elegantesarroyos, fuentes, caminos y pérgolas, y un aroma a flores inundaba el aire.
Estoes bellísimo susurró ella emocionada.
Mispadres lo diseñaron juntos. Mi madre quería que fuera una fusión perfecta entreOriente y Occidente explicó él con brusquedad.
Eracomo si le molestara hablar con ella, como si contarle cosas de sus padres loscontaminara, pensó Hermione. ¿Tanto la odiaba? ¿Y por qué no iba a hacerlo,cuando se había visto obligado a casarse con ella?
Lacasa no sigue el estilo tradicional de Zurán le explicó él, mientras colocabauna mano en la espalda de ella para que caminara: No hay aposentos separadospara los hombres y las mujeres.
Eltacto de él provocó en Hermione una oleada de placer sensual y una profundaemoción. Quería darse la vuelta y rogarle que la abrazara fuertemente, que labesara y que la llevara a la cama. Debía de ser el jardín lo que la estabaafectando. No tenía ninguna razón lógica para desearlo, y sí cien para nohacerlo. Pero el amor no era lógico, ¿verdad? ¿Amor? ¿Amaba a Draco? Se puso atemblar con tanta fuerza como si estuviera sufriendo una terrible conmoción, ¡odescubriendo una verdad insoportable!
¿Quéte sucede? ¿Es por el brazo? preguntó Draco, preocupado, al sentirla temblar,pero sin ser consciente de que él era la causa de aquella reacción. ¿Te duele?
No,sólo estoy
cansada, eso es todo.
Voya pedirle a Miriam, el ama de llaves, que te lleve directamente a tuhabitación. El doctor Al Hajab me ha dado algunos analgésicos para ti.
Estabanen el interior de la casa, en un vestíbulo decorado con una elegantesimplicidad. Hermione percibió el aroma a rosas en el aire. Todo a su alrededordestilaba tranquilidad y armonía. Inexplicablemente, se sintió como si alguienla acariciara suavemente, con mucho cariño, calmando sus nervios.
Sintiócomo si se le quitara un peso de encima.
Ah,¡aquí está Miriam! anunció Draco.
Unamujer pequeña y rechoncha acudió a saludarlos con gran alegría, y rodeó a Dracocon sus brazos, hablándole tan rápidamente y tan emocionada que Hermione nologró entender lo que decía.
Miriam,ésta es Hermione, mi esposa.
Susojos pequeños, negros y astutos examinaron concienzudamente a Hermione.
Atu madre le habría gustado, creo yo.
Porfavor, llévala a su habitación. Está cansada, así que tendrás que esperar amañana para enseñarle el resto de la propiedad.
¿Esuna recién casada y está cansada? preguntó Miriam abiertamente, haciendo queHermione se sonrojara.
Estáherida le explicó Draco, y se volvió hacia Hermione. Te dejo en las mejores manos.Tengo algunos asuntos que atender, pero si deseas algo, díselo a Miriam y ellate lo proporcionará.
Antesde que ella pudiera responder, Draco desapareció a grandes zancadas por un pasillo.
Sígame,por favor dijo Miriam, conduciéndola por una espléndida escalera de mármol hastauna puerta doble, que abrió con mucha teatralidad, e indicando a Hermione que debíaentrar ella primero.
Cuandolo hizo, Hermione comprendió el gesto teatral, porque aquella habitación era increíblementebella. Las paredes estaban pintadas en un tono entre gris y verde, muy relajante.Suntuosas alfombras de seda cubrían los suelos. Pero fue la cama, simple y hermosa,lo que más maravilló a Hermione. Era de madera, de un color ligeramente más oscuroque las paredes, y la ropa de cama era blanca inmaculada. Volvió a sentir la sensaciónde paz y armonía que había experimentado hacía un momento, una abrumadora sensaciónde calidez y amor que le resultaba muy real.
¿Eraésta la habitación de la madre de Draco? le preguntó a Miriam lentamente.
Elama de llaves asintió.
Lamujer del soberano escogió ella misma todo lo de la casa. Era su lugarespecial, el único lugar donde podía tener al soberano para ella sola. ¿Puedesentirla?
Síasintió Hermione.
Miriamsonrió.
¡Losabía! En el momento en que usted entró, supe que era la adecuada para él. Yoera la doncella de su madre le contó a Hermione. Supe que estaba embarazadaincluso antes que el propio jeque, ¡a mí no pudo ocultármelo! Yo fui a la quellamó cuando se puso de parto
Ella estaba tan emocionada, tan orgullosa dehaberle dado un hijo a nuestro soberano
¡y amaba tanto a su bebé! Pero luegose puso muy enferma. ¡Deseaba vivir con todas sus fuerzas, pero no pudo ser!Pobre mujer. Estaría feliz de verla casada con su hijo. Usted es inglesa, comoella, y lo ama, como ella amaba a su padre.
Erauna afirmación, no una pregunta. Hermione no se molestó en intentar discutirlo.
Suropa ya está fuera de las maletas. Le enseñaré el vestidor y el cuarto de baño,y me marcharé para que pueda dormir.
Hermionela siguió y se quedó embobada ante la elegancia del cuarto de baño. Tenía unas puertasde cristal que daban a una terraza. Más allá, según le explicó Miriam, estabael pequeño jardín privado que era el refugio espiritual de la madre de Draco.
Ahorala dejo. ¿Quiere que le pida algo de comer o de beber?
Hermionenegó con la cabeza, agotada. Lo único que quería era darse una ducha para quitarseel polvo del camino y acurrucarse en la cama.
Dracoabrió la puerta del dormitorio y contempló la cama. La luz de la luna entrabapor las ventanas y revelaba el cuerpo dormido de Hermione, su rostro vueltohacia él, su pelo esparcido sobre la almohada. Pasó a su lado sin hacer ruido,se metió en el cuarto de baño y encendió la ducha.
Nodebía haber permitido que su hermanastro lo obligara a casarse con Hermione.Ella no lo amaba, no como él quería o necesitaba, con su corazón y su alma,además de con su cuerpo. Se había entregado a él físicamente, pero eso nosignificaba que lo amara.
Inclusobajo el chorro de la ducha, su cuerpo reaccionó inmediatamente con los recuerdosque su mente estaba evocando. Intentó contenerse con todas sus fuerzas, abriendoal máximo el agua fría hasta que su ansiedad física remitió.
Salióde la ducha, se secó con una toalla y salió desnudo al dormitorio, deteniéndosepara contemplar sombrío el hermoso rostro dormido de Hermione. Estaba tandormida que, incluso cuando él retiró la sábana y se metió en la enorme cama,ella no se movió.
Laluna iluminaba la curva de su brazo y la suave piel de su cuello. Él se moríade ganas de alargar la mano y recorrer aquel camino plateado, pero sabía que,si se entregaba a aquella tentación, no sería capaz de contenerse, laestrecharía entre sus brazos y la besaría. Igual que había deseado hacer laprimera vez que la había visto en el zoco.
La cruda realidad desaber que ella no correspondía a su amor le rasgó por dentro como un puñalafilado. Resueltamente, se apartó de ella y puso tanta distancia entre ambos comopudo.Continuará...
Muchas gracias por sus comentarios, besos
¿Qué deseas?
Elsonido de la vajilla entrechocando y el sabroso aroma a café recién hechosacaron a Hermione de su sueño. Parpadeó ante el brillo del sol y miró en ladirección de la que provenía el discreto ruido de la porcelana. Por las puertasde cristal que daban a la enorme terraza, vio a Miriam disponiendo la vajillasobre una mesa de hierro forjado.
Alquitarse de encima las sábanas, se quedó paralizada, con el corazón acelerado, mientrascontemplaba la reveladora hendidura en la almohada contigua a la suya, incapaz deapartar la mirada de ella.
¡Porfin se ha levantado! la saludó alegremente el ama de llaves, interrumpiendo suhorror de que no había dormido sola.
Heordenado al servicio que prepare el desayuno favorito de la soberana. ¡Esperoque le guste!
Seguroque sí, Miriam dijo Hermione, intentando no sentirse incómoda conforme ella asíala bata de la silla en la que ella la había dejado.
Afortunadamente,se había ido a acostar con el camisón que había llevado en el hospital, enlugar de desnuda, como hubiera preferido hacer. La puerta del vestidor se abriórepentinamente y Hermione se puso rígida al ver entrara Draco. Era obvio queacababa de ducharse. Aún tenía el pelo húmedo y olía a jabón.
Aúncon la bata en la mano, Minam se acercó a él presurosa, sonriéndoloampliamente. Al ver el cariño con que él le devolvía el abrazo, Hermione sintióuna punzada de aislamiento.
Seme ha ocurrido que os gustaría desayunar en la terraza. Hermione disfrutará contemplandoel jardín de tu madre dijo, alargándole a él la bata de Hermione. Cuando estélista, Hermione, le enseñaré el resto de la propiedad. Espero que le gustetanto como a nosotros, pero si quiere hacer algún cambio
Seguroque no, Miriam le aseguró rápidamente Hermione, recibiendo una sonrisa de aprobaciónpor su parte antes de marcharse.
Encuanto se quedaron a solas, Hermione ignoró su corazón desbocado y miródecidida a Draco. Él estaba apoyado contra la pared con su bata en la mano.
Nome dijiste que compartiríamos habitación protestó ella.
Observándolapensativo, Draco se apartó de la pared impulsándose con los hombros, y lamirada de Hermione se sintió inmediatamente atraída por los sensuales músculosbajo aquella piel pálida. Hermione sintió sus propios músculos contrayéndose,como resultado de querer ahogar el estremecimiento que la recorría. ¡No podíaexcitarse simplemente con verlo, no podía!
Nocreí que fuera necesario, teniendo en cuenta que somos unos recién casados. Es normalque los matrimonios compartan habitación y cama. Decirle a Minam que íbamos a dormiren habitaciones separadas hubiera dado lugar a desagradables comentarios y habladurías.
Puedeser, pero nuestro matrimonio no es normal señaló Hermione, incapaz de contenerse.
¿Quéno es normal? le preguntó Draco suavemente. ¿Qué quieres decir con eso?
Quierodecir que la mayoría de la gente se casa porque
porque se aman y quieren estarjuntos.
Hubouna pausa muy molesta, al menos para Hermione, antes de que él preguntara aúnmás suavemente:
¿Note estás olvidando de un ingrediente básico de la receta? ¿Acaso no estás de acuerdoen que la mayoría de las personas que se casan se desean físicamente?
Hermionesintió que se sonrojaba. Había algo en la forma como él la miraba
Eldeseo físico no es importante en el matrimonio logró articular, con el rostrocolorado.
¿Peroadmites que ha habido deseo físico entre nosotros?
¿Porqué la estaba obligando a humillarse de aquella manera? ¿Qué era lo que élquería demostrar, y a quién? ¡Ella ya sabía lo que sentía por él, y no pensabadejar que él lo supiera!
Eso
eso fue un error afirmó.
¿Unerror? repitió él, mientras se acercaba a la cama.
Hermionesintió que empezaba a temblar, y no de ira ni de rechazo.
¿Entregarmetu virginidad fue un error? Cuando gritaste, fue de placer.
¡No!gimió ella, rechazando tanto la intención que veía en los ojos de él como loque él había afirmado.
Puesyo digo que sí, y te demostraré que tengo razón continuó él suavemente.
¡No!Lo que sucedió aquella noche fue sólo
no significó nada para mí.
Igualque ella no significaba nada para él, pensó Hermione. No podía soportar eldolor al ver en sus ojos que él conocía sus estúpidos sentimientos, su deseo ysu ansia por él y por su amor.
Estásmintiendo y pienso demostrarlo repitió él.
Cruzóel dormitorio como una bala y se quedó delante de ella, tapándole el sol, antesde que ella pudiera evadirse.
¡Note atrevas a tocarme! le advirtió ella ferozmente, pero dándose cuenta de que suspalabras no tenían ningún impacto sobre él.
Dracoesgrimió una sonrisa burlona conforme se inclinaba hacia delante.
Puesvoy a tocarte, y tú vas a desear que lo haga le susurró. Vas a pedirme agritos que te dé placer, que te penetre, que te satisfaga.
Mientrasdecía eso, la agarró por las muñecas y le subió los brazos a ambos lados de la cabeza.Entonces se inclinó sobre ella. Ella hizo todo lo que pudo por rechazarlo, tensandotodo su cuerpo y apartando su cabeza de él, apretando firmemente los labios paraque no pudiera besarla.
Perono fueron sus labios los que recibieron la dulce y lenta caricia de su boca,sino la parte interna de su brazo.
Olasde placer le subieron por el brazo, provocándole una sensación que ibaaumentando hasta dominar cada fibra de su cuerpo. Sintió cómo los pezones se leendurecían como pidiendo compartir el placer que estaba recibiendo el brazo. Elplacer se convirtió en una necesidad cada vez mayor de sentir su boca sobreotras partes de su cuerpo. La boca, que tan apretada tenía, se entreabrió, ysus ojos se iluminaron con el brillo de la pasión.
Elladeseaba sujetarle la cabeza y atraerlo hacia sí, no sólo para saborear su boca,sino para perderse en el placer de la pasión. La intensidad de sus sentimientosdebería alarmarla, pero en lugar de eso, ¡la animaba!
¿Estássegura de que no quieres esto?
Aquellapregunta desafiante devolvió a Hermione a la realidad.
Muysegura respondió ella, en un susurro feroz. ¿Qué tipo de hombre era él, que estabacomportándose de aquella manera?
Laestaba besando el cuello, sujetándole las muñecas con una mano mientras con laotra le bajaba los tirantes del camisón. Sus dedos rozaron la piel de ella.Depositó leves besos a todo lo largo de su clavícula. Un estremecimiento acabócon el autocontrol de Hermione, y el deseo y la necesidad se apoderaron de ellay la arrastraron. Oyó que Draco murmuraba algo, una maldición, una oración, noestaba segura. Y entonces él bajó su boca hasta uno de sus pechos, sintiéndoloa través de la tela del camisón, como si no pudiera esperar. Hermione sintióque la exaltación se adueñaba de ella, aumentando mil veces cuando él le bajóel camisón un poco más, dejando al descubierto su otro pecho y dedicándole laatención de su boca y su lengua.
Ellacomenzó a respirar aceleradamente y se detuvo, jadeando para protestar cuandoél apartó la boca de su pezón. Contempló su media desnudez con una expresión enlos ojos que se correspondía con la necesidad que se había apoderado de ella.
¿Quédeseas?
Ellasacudió la cabeza.
Élle soltó las manos y besó el valle entre sus senos, mientras sus manos bajabanel camisón más y más.
¿Quieresesto?
¡Sí!exclamó ella, ardiendo de deseo.
Élexploró su ombligo con la lengua y, con un movimiento fluido, le quitócompletamente el camisón, dejando todo su cuerpo expuesto a su vista y a sutacto.
Lavisión de aquella cabeza sobre su cuerpo desnudo desató un calor ardientedentro de ella, que estaba totalmente entregada a su placer.
Lamano de él le acarició el muslo mientras ella se estremecía impotente bajo sutacto. Pronto él encontraría su humedad, y cuando lo hiciera, cuando laacariciaría allí
Suspensamientos eróticos aumentaban su tormento. ¡Draco estaba besándole la parte internadel muslo! Su lengua entreabrió los labios hinchados que guardaban su sexo.
Hermionesintió su excitante humedad, y fue la lengua de él y no sus dedos quien la descubrió,saboreando su mayor intimidad mientras acariciaba el clítoris erecto.
Hermioneno podía soportar aquella intensidad de placer. Su cuerpo se arqueaba y se retorcía,y sin pensar en lo que hacía, alargó la mano hacia él con ansiedad, pidiéndoleque la penetrara.
Dracose rindió a la necesidad que lo poseía y se introdujo lenta y profundamente enla calidez expectante de Hermione. Olas de placer le hicieron estremecersecuando sintió que ella lo envolvía, sujetándolo y acariciándolo con susmúsculos, y le sacudió una reacción ardiente y salvaje. Se suponía que estabahaciendo aquello para darle placer a ella, y no a sí mismo, para mostrarle
paradarle lo que ella necesitaba de tal forma que nunca deseara a otro hombre másque a él. Si no podía tener su amor, su comprensión o su respeto, al menos lamantendría a su lado valiéndose de su deseo sexual.
Entoncesla trampa que había preparado para ella lo atrapó a él también, y empezó a moversemás rápido y más fuerte dentro de ella, obedeciendo sólo a la Naturaleza.
Hermionesollozó de placer, apretándose contra el hombro de Draco, estremeciéndose intensamentemientras su cuerpo acompañaba cada embestida de él y se contraía con unasfrenéticas convulsiones que no sólo absorbieron el orgasmo de él, sino tambiénsu semilla.
Séque es hijo tuyo, pero no sé cuánto tiempo más voy a poder soportar lo que meestá haciendo.
Eraúltima hora de la tarde y Hermione había acudido como solía hacer a lahabitación que fuera biblioteca y sala de estar privada de la madre de Draco.En aquella habitación, Hermione se sentía capaz de poner voz a sus pensamientosy sentimientos más privados, como si estuviera hablando con una persona real.Una persona que no sólo era la madre de Draco, sino también su sabia consejera,porque comprendía lo que ella sentía.
Habíadescubierto la habitación cuando Miriam le había enseñado la casa, y lograba enella una calma que no encontraba en ningún otro sitio. Sobre todo, no en elelegante dormitorio donde, cada noche, en la intimidad de la enorme cama, Dracola estrechaba entre sus brazos y la llevaba al cielo y al infierno a la vez.
Séque él cree que me está humillando, ¡pero lo cierto es que nos está humillandoa los dos! Él me odia por ser tan «inglesa», pero es tu hijo y reverencia tumemoria, y tú también eras inglesa. Me habla como si creyera que no respeto suherencia cultural, y no me escucha cuando intento decirle que está equivocado.Amo a la persona que él es, la mezcla única de cultural y características quelo han ido formando. Pero no puedo seguir con él. Lo amo demasiado, ¡pero miamor por él me está destruyendo!
Alotro lado de la estantería, que separaba el estadio que había sido de su madre,del despacho más formal de su padre, y que estaban conectados a través de unpanel secreto, Draco se quedó petrificado, sintiendo cada latido de su corazón.
Loconmocionaba escuchar a Hermione hablar con su madre con tanto apasionamiento.El captaba la soledad y la desesperación de su voz, y un dolor que nunca habíaimaginado inundó su corazón. Había escuchado claramente lo que Hermione decía,pero ¿cómo creérselo? Ella le había dicho a voces lo que pensaba de él y cuántolo odiaba.
Laangustia se adueñó de Hermione, cerrándole la garganta e impidiéndole hablar.
Conteniendolas lágrimas que amenazaban con inundar sus ojos, se concentró en las estanteríasde la biblioteca y recordó la furia de Draco cuando lo había acusado de robarlos libros que de hecho habían sido de su madre.
¿Ysi nacía un hijo de aquella agridulce intimidad que estaban compartiendo? Esaslargas horas de besos y caricias, que cada vez ella se prometía que no iban arepetirse, y cada noche descubría que ansiaba.
¿Acasoella no tenía orgullo ni sentido de la supervivencia? ¿Era tan débil que estabadispuesta al sexo, cuando lo que ansiaba era amor?
Oyóque la puerta se abría. ¡Seguro que era Miriam preguntando si deseaba algo!
Rápidamente,sacó un libro de la estantería y lo abrió, esperando ocultar su agitación al amade llaves.
¿Quélees?
Ellase lo quedó mirando atónita. No era Miriam, era Draco.
Yo
esto
Asustada,comenzó a retroceder hacia las sombras protectoras, pero Draco la siguió y learrebató el libro de las manos.
Sonlos poemas que mi padre escribió para mi madre. Fueron su reconocimiento privadode que la amaba.
¿Quieresdecir que no me está permitido leerlos? lo desafió Draco. ¡En ese caso, nodeberían estar en las estanterías de una biblioteca!
Depronto, ella sintió que ya no podía más. Antes de ablandarse, empezó a hablar.
Estono puede continuar, Draco, y no va a continuar. Quiero ir a mi casa de Inglaterra.Voy a irme a casa, a Inglaterra se corrigió a sí misma. ¡Y nada de lo que hagaso digas logrará detenerme!
Antesde que él pudiera responder, Hermione pasó a toda velocidad a su lado y saliópor la puerta.
Continuará...
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¡Me amas! ¡Dilo!
Dicesque quieres regresar a Inglaterra, ¡pero un matrimonio no se deja de lado tan fácilmente!
Estabanen el dormitorio, ya que Draco la había seguido escaleras arriba.
Esono me importa le respondió Hermione ferozmente.
¿No?¿Entonces qué te importa? preguntó él, apoyándose contra la puerta mientras secruzaba de brazos y la observaba.
Hermioneestaba muy nerviosa. Él le importaba, ¡y demasiado!
Sedio la vuelta para no tener que mirarlo, y dijo tranquilamente:
Nome gusta cómo vivimos. No está
bien.
¿Aqué te refieres? Le desafió Draco. ¿Qué es lo que no está bien?
Leestaba tendiendo una trampa, Hermione estaba convencida.
Yasabes a lo que me refiero contestó ella, dándose la vuelta. Durante el día apenaste veo, y cuando lo hago me ignoras. Pero por la noche
Sedetuvo, incapaz de continuar.
Porla noche te tomo entre mis brazos y tu cuerpo responde ardientemente a miscaricias y yo
¡Para!
Lapresión de sus emociones estaba llevando a Hermione peligrosamente hasta ellímite.
Sélo mucho que te diviertes humillándome y atormentándome, Draco. ¡Eres un sádico!
Apenaspuedo creer mi buena suerte al tener como esposa a una mujer que se entrega amí tan completamente, y que llega a partes de mí que nunca creí que existieran.No, no soy un sádico, Hermione. Pero no puedo permitirte que me dejes.
¿Porquecrees que puedo estar embarazada? le desafió Hermione.
Laspalabras de él le habían conmocionado, Pero se negaba a creer que fueran algomás que una estratagema para que ella no quisiera marcharse.
¡Nohay ningún bebé, Draco! continuó ella.
¿No?¿Cómo estás tan segura?
Lohe sabido esta mañana mintió Hermione, ya que tenía la creciente sospecha deque llevaba dentro un hijo de Draco.
Bueno,entonces debo cerciorarme de que habrá un bebé murmuró él. Porque te aseguroque, si hay bebé, de ninguna forma permitiré que él vaya a ninguna parte sinmí. Aunque tú no sientas el mismo amor y devoción hacia nuestro hijo como yo
Claroque la sentiría. Amaría a nuestro hijo con todo mi corazón le interrumpióHermione.
Entonces,¿por qué quieres abandonarme?
Hermioneparpadeó
Porque
porque no nos amamos, Draco.
¡Túme amas!
Hermionese lo quedó mirando con la boca abierta.
¿Cómoera posible que él lo supiera, que lo afirmara con tanta seguridad?
¿Quéte hace pensar eso? logró articular Hermione. Hubo una pequeña pausa, y entonces,para consternación suya, Draco cerró la puerta con llave, se la' guardó en el bolsilloy se encaminó hacia ella.
Escuchéque se lo decías a mi madre.
Noes posible
susurró ella, poniéndose en pie.
Pueslo he hecho le aseguró Draco, repitiéndole lentamente lo que ella había dicho,como si saboreara las palabras con gusto.
Nolo decía en serio señaló ella.
Élechó la cabeza hacia atrás y se echó a reír.
Mentirosasusurró sobre los labios de ella, mientras la atraía hacia sí en un abrazo.
Aquelbeso hizo que se derritieran en Hermione tanto sus ideas como sus inhibiciones.No podía resistirse a él.
¡Meamas! ¡Dilo! le ordenó él junto a su boca.
Teamo admitió Hermione, mientras las lágrimas humedecían sus mejillas.
¿Lloraspor que me amas? Inquirió él, enjugándole las gotas. El amor puede doler. Miamor por ti me ha causado más dolor de lo que me creía capaz de soportar.
Hermionese quedó paralizada en sus brazos.
¿Porqué dices eso? le preguntó con amargura. Tú no me amas.
Porsupuesto que no ironizó Draco. Por eso ignoré todo en lo que siempre había creídopara luchar por ti en el desierto. Por eso permití a El Khalid que me casara contigo,antes que perderte. Por eso me acosté contigo, aunque me había prometido a mí mismoque no lo haría. Por eso me desprecié cuando descubrí que te había juzgado maly que tú eras virgen. Y por eso también me dolió tanto que no me creyerascuando te aseguré que los libros habían sido de mi madre. Y aún más me dolió noser capaz de contarte la verdad sobre quién era yo.
Nuncadijiste nada contestó Hermione, con la voz estrangulada de dolor.
Nitú tampoco le recordó Draco suavemente. El casarme contigo una segunda vez fueuna forma de demostrarte la fuerza de mis sentimientos hacia ti.
Yocreí que era porque el soberano había insistido en que lo hicieras. Dijisteque
comentó ella, acusadoramente.
¡Despuésde que tú me dejaras claro que te parecía horrible la idea de que estuviéramoscasados!
Mesentía humillada porque había pedido clemencia para ti y luego habíadescubierto quién eras en realidad explicó ella con tristeza. Me imaginé quete habías reído de mí.
Micuñada me dijo que me amabas, pero yo me negué a creerle.
Yosí que no puedo creerme que me ames murmuró Hermione maravillada.
¿Tegustaría que te lo demostrara? Has dicho que hoy has sabido que no estás embarazada.
Hermioneenrojeció.
Esono es del todo verdad
En ese momento, sólo quería librarme de ti.
Dudó.Amar a alguien significaba confiar en esa persona, ¿verdad?
Esposible que esté embarazada de nuestro bebé, Draco, aunque es demasiado prontopara confirmarlo comentó ella.
Ignorándola,Draco elevó la barbilla de ella para que lo mirara a los ojos con una mirada intensade ternura y compromiso total.
Sólohay una cosa que deseo más que el que seas madre de mis hijos, Hermione. Y estu amor.
Esoya lo tienes, Draco.
Lo cuidaré a él y ati para siempre le prometió él embargado por la emoción, mientras se inclinabasobre ella y tomaba posesión de su boca.Continuará...
Epílogo
Oh, Draco, es un homenaje maravilloso a tu madre, y muy generoso por parte de tu hermano.
Es el homenaje perfecto para ella reconoció Draco, rodeado de su familia mientras el Soberano inauguraba oficialmente la universidad para mujeres que se había construido en Zurán en honor de la madre de Draco.
Y fuiste tú quien lo sugirió
Hermione le sonrió con mucho cariño mientras se acomodaba en los brazos a su bebé de diez meses, al cual le había puesto de nombre: Scorpius.
Su pequeño Scorpius, tan idéntico a su padre físicamente, los dos eran pálidos, rubios platinados y tenían unos hermosos ojos color gris mercurio, pero había heredado el carácter de ella, lo había descubierto aun en sus cortos diez meses de vida.
No es demasiado para ti, ¿verdad? le preguntó él ansioso, incapaz de no mirar su vientre hinchado por un nuevo embarazo.
Sería una niña, una niña tan hermosa como su madre. Aunque Hermione no se había hecho el ultrasonido para saber el sexo del próximo bebé, Draco tenía la seguridad de que seria una niña, lo presentía.
No qué va respondió ella, riendo.
Qué pena murmuró Draco juguetón. Esperaba que hoy tuviéramos que retirarnos a nuestra habitación temprano
Hermione le sonrió con picardía y él correspondió a la sonrisa.
Te amo le dijo Hermione acariciándole la mejilla a su esposo.
Te amo le respondió Draco.
Y se dieron un profundo beso, sin importarles las miradas curiosas.
Fin
Llegamos al final =(
Me alegro de que les haya gustado la historia, trate de hacer la adaptación lo mejor que pude...
Muchas gracias a los 131 usuarios que pusieron mi historia a sus favoritos, a los 69 comentarios y a las 3864 lecturas, en verdad muchas gracias, las quiero. Nos vemos en la siguiente historia, besos =)
Poseída por Malfoy - Potterfics, tu versión de la historia
Hermioneestaba en mitad del zoco, cuando lo vio. Iba a comenzar el regateo por una telade seda bordada, cuando algo le hizo girar la cabeza. Él estaba al otro
potterfics
es
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2024-09-19

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