Dentro de su cuerpo, el fulgor amenazaba con crear una llama intensa. Amenazaba con convertirse en una sensación angustiante. Su mirar, esos ojos y esa forma de expresarse. Jamás había visto algo similar, a lo largo de su corta vida.
Jamás había visto, una mirada como esa.
Aquel cuerpo, seguramente era muy distinto de todo lo que antes había podido observar. Su semblante grueso, bien definido. Aquel joven tenía que ser una epifanía. Tenía que haberse dormido en clase o al menos, continuar soñando desde su cama.
La impresión comenzaba a transformarse en miedo. El miedo de pensar que había posado sus ojos en ella, algo parecido a una criatura. A una divinidad intocable, que visitaba la tierra de vez en cuando.
El silencio de sus gruesos labios, dijo más palabras de las que creyó entender. El idioma tan distinto, el aroma.
Ese aroma que detestaba. Toda la mañana, había sentido el aroma a óxido y sal. El aroma que de solo posar su mirada, simplemente le hacía temblar. Desde lo más profundo de su ser. Como espasmos nerviosos.
Se mordía el labio, de solo pensar en descubrir. Aquella mirada atrayente, tenía que encerrar un enigma. Aquellos ojos verdes, como dos piedrecillas, tenían que esconder un secreto.
Por primera vez, de muchas otras seguramente, un par de ojos no le decían algo acerca de una persona. Tenía miedo, sentía miedo. Sabía que la miraba cuidadosamente. La estudiaba, como si se tratara de un experimento química. Como si deseara traspasarla con su mirada y ver más allá.
Causaba curiosidad en el nuevo visitante. ¿Dónde vivía? ¿Qué hacía? ¿Acaso estudiaba? Todas esas respuestas, iban errantes en su cabeza.
"Por supuesto"
Su sangre palpitaba con cada pensamiento. El olor de ella, recorría aún sus fosas nasales. Aunque se enjuagara el rostro con agua y jabón. Aquel desesperante aroma, viajaba con él. Solo lo sintió, cuando él apareció.
Cuando sus enigmáticos ojos la miraron. De allí en adelante, todo era incierto. Quizá era un sueño. Sí, seguro estaba durmiendo.
Sus dedos ensangrentados. Podía oír cada gota, en su mente. Podía precisar cuántas habían caído. Su mente se llenaba de terror, de imágenes monstruosas y cuentos de miedo. De solo pensar en la sangre, simplemente caía presa de todos ellos.
Y así olía él. A sangre seca. A sangre oxidada. Como la mar.
Pero menos agradable. ¿Quién era ese misterioso joven que había posado sus ojos sobre ella y acosaba sus pensamientos?
Su mirada curiosa, perduraría durante el día y la noche. Hasta que se volvieran a encontrar. ¡Rogaba para que eso no sucediera! Aquel ángel, aquella criatura casi celestial, comenzaba a inquietarle. Tantas divinidades, tantos dones, no podían ser humanos. Tenía que ser algo del más allá.
Su curiosidad hablaba, su temor la paraba. No debía acercarse, no estaba a su nivel. No compaginaban.
Inalcanzable. Aunque esa hermosa y cautivante mirada, la acechara de por vida. Debía guardar distancias, protegerse.
Además. ¿Quién le creería, si hablaba de él? Su madre creería que se había dormido en historia y habría estado soñando.
Cualquiera creería lo mismo. De haber mirado a sus ojos. Y por primera vez.
"Las palabras escritas en una mirada, son ilegibles. Están en un idioma que ella no comprende".
Los ojos son los espejos del alma. Pero estos, estaban rotos. Estaban opacos.
¿Qué dice tu mirada, Edward? - Fanfics de Harry Potter
Dentro de su cuerpo, el fulgor amenazaba con crear una llama intensa. Amenazaba con convertirse en una sensación angustiante. Su mirar, esos ojos y esa forma
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2024-11-22
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