Shorts Moments - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Hermione Granger, estaba divertida con su idea. Bueno, no era para nada alocado, el hecho de tener un poco de diversión. Sostenía su varita en la cama y la miraba con una sonrisa en los labios. Bien, era el momento de jugar un poquito.

Su varita, abría la puerta que le precedía a la suya y miraba con atención, lo que salía de aquella habitación. Joven, de cabellos rubios y con una sonrisa a medias. Sí, su truco tenía mucho éxito. Su joven y amado esposo, entraba en la habitación con sus dos pequeños hijos.

- Hola Draco- decía con una sonrisa- ¿Te divertiste con los niños?

- Sí, mucho- confesó y acarició la cabeza de su pequeña hija. Era ella, tan rubia como su padre- Me agradó, la sugerencia que hiciste.

- Me alegra que haya servido- dijo ella y miró a sus pequeños con un suspiro. Bueno, vayánse a dormir que mañana tenemos actividades escolares.

Los niños asentían, alegres y con sonrisas como ella. Los vieron cruzar el salón, hacia sus cuartos. Draco, ladeó la cabeza y miró a Hermione.

- Son unos niños estupendos, pero sigo sin recordar cómo los tuvimos.

- Eso no hace falta, el hecho es que somos muy felices y nos amamos. ¿O no?

- Sí, eso creo- dijo rascándose la cabeza- es como si tuviera una laguna mental. Un vacío en mi cabeza que me prohibe pensar en mis hijos o, incluso en ti.

Ella, sí lo recordaba muy bien. Con una sonrisilla, oculta bajo su mano sobre su boca, ella seguía a su marido hacia la cocina. ¿Cómo se había convertido en su marido? Bueno, no era tan difícil de imaginar. Estaba allí parado.

La había llamado sangre sucia y ella, estaba enfurecida con él. Siendo niña, nunca toleró semejante atrocidad, así que hizo una pequeña bromita. Lo confundía con su varita y le decía que ella era el amor de su vida. El juego, no debió pasar a más, pero el hecho era que, había sucedido. La embarazó en uno de esos momentos de confusión, así que ella se vio motivada a atarlo de alguna forma. Bueno, había sido mezquino, impropio de ella, pero ahora eran una familia muy feliz. Ella, sí recordaba el inicio y Draco, recordaría el final.

- Es cómo si me hubieran confundido o atontado y, me hubieran hecho aparecer aquí. ¿No crees que es de locos, Mione?- preguntaba, rascándose la barbilla.

- Sí, un poco- decía ella, colocando su varita, tras su espalda. Al alejarse, ella se miraba en un espejo y a su varita. Bueno, la magia era divertida. ¡Qué vivan las varitas!Draco miraba a su madre, cuando ella insistía que debía aprender a bailarlo. Con una sonrisa suave, ella le sugería que tomara lecciones. ¿Él, tomar lecciones de baile? No necesitaba nada de eso, pero su madre no se callaba.

Caminó hacia la sala donde, la misteriosa profesora (de la que, no le habían hablado nunca), le había citado. Con un suspiro, caminó y se atrevió a seguir adelante. Por supuesto, no iba a usar mallas ni nada por ese estilo.

Las luces estaban apagadas y él, se preguntaba el por qué. Al final, había un enorme espejo. Se miró ligeramente, en la oscuridad y, esperó en silencio. Se estaba hartando y quería irse en cualquier momento en el cual, pudiera verse los pies.

Al esperar, las luces se encendían y él, miraba a su alrededor. Escuchó pasos y suspirando, se imaginó a su profesora. Una gorda horrible, que hablaba con una voz horrible también.

- Bueno, vamos a empezar el baile- dijo y él, se dio la vuelta para encararla. Con una mueca de asombro, no podía creerlo.

- ¡Granger!

- ¡Malfoy!- dijo ella, cubriéndose, cuando usara una corta falda y una camisa ajustada- ¿Qué estás haciendo aquí?

- ¿Tú eres, la instructora?

- Sí, ¿Y tú el estudiante?

- No, Granger. Yo, sólo vine a limpiar el espejo- dijo, con rudeza. Con un suspiro de frustración, Hermione caminó hacia él y le sostuvo una mano- ¿Qué haces? ¡Qué tonta eres!

- ¡Vamos a bailar entonces!

- Mi mamá no te contrató.

- No, no lo hizo. Yo siempre uso un seudónimo. ¿Crees que es divertido que todos sepan, que doy clases de tango?

Draco no opinó y en poco tiempo, Hermione encendía la música con la varita. No sabía qué hacer y siempre le pisaba los pies. Ella, siempre se quejaba y le dedicaba miradas asesinas. Sin duda alguna, necesitaba aprender a bailar.

- Eres pésimo, se te nota.

- ¡Cállate y terminemos esto, de una vez!- dijo, mirándola de lado, gracias a la postura. Ella no le contestó tampoco y continuó la instrucción.

Una y otra vez, practicaban y practicaban. Su madre le observaba practicar en casa y sonreía. Su hijo, era tan aplicado. La verdadera razón, era que el pequeño Draco estaba encantándose con lo que aprendía y de quién lo aprendía. Para su suerte, la primera sesión, terminó en un beso. Culpa del baile sensual que estaban ensayando. La capturó con sus manos y de improvisto la besó. Bueno, regresó rojo como un tomate por su mano, pero esos besos se repitieron mucho entre los ensayos. Su hijo, era un maestro.Hermione y Draco, caminaban sosteniéndose de las manos. Bueno, una vez practicado el baile, tenían que ponerlo en funcionamiento. Las miradas de extrañeza, no se hicieron esperar. Con un suspiro, ella entraba y trataba de evitar que Draco hiciera alguna tontería.

- Sólo mírame a mí y baila.

- Esto no tiene sentido. ¿Por qué mi madre, querría que aprendiera a bailar tango?

- Eso, pregúntaselo a ella.

- ¡Es hora del gran baile!- dijo Dumbledore con una sonrisa- Coloquen la música, por favor.

Ella y Draco, esperaban por la música. En cuanto la colocaron, notaron una cosa muy particular. ¡No era tango y, no era nada parecido a eso! Draco, miró a Hermione y comenzó a sudar frío. No había practicado nada más.

- ¡Diablos! ¿Nos engañaron? O más bien, ¿te engañaron?- suspiró y miró a las parejas que bailaba, todos muy unidos- tenemos que seguirles el paso. ¿Qué sabes bailar?

- ¡Nada!- se quejó él y Hermione, colocaba sus brazos sobre su cuello. Suspirando, Draco colocó sus manos en su cintura, echando su cabeza hacia atrás, con una mueca de nerviosismo. Hermione, no se inmutó en lo más mínimo.

- Bueno, comienza a moverte, como yo lo hago.

Bien, siempre lo creyó. Draco, era un buen alumno, después de todo. También, lo era para besar en aquellas prácticas. Todo tenía sentido. Tanto tiempo de práctica, pudo derivar en otra cosa. Con una sonrisa, ella observaba la ligereza de sus pies. En realidad, un baile podía llevar a otro, así que él no necesitaba una técnica nueva.

- Espero que mi mamá esté feliz. Aprendí a bailar y también, conseguí una novia para bailar con ella- Hermione, se quedaba perpleja ante lo que oía y lo miraba.Hermione se mordía las uñas sin poder contenerse más. Draco, quería acometer una locura. ¡Presentarla en su casa! Seguramente, la matarían en cuanto colocara un pie en aquellas cuatro o más paredes.

- No sucederá nada- le decía, acomodándose la camisa. Hermione, negaba con la cabeza y se la acomodaba como debía ser.

- ¡Pero, si estas más nervioso que yo! ¡Si ni siquiera te puedes vestir bien!- se quejó ella y Draco, sonrió tranquilizadoramente.

- Todo va a estar bien- le dijo al oído y ella, suspiró con indecisión. Se miró en el espejo, mientras Draco le abrazaba.

- ¿Por qué irían a rechazar, a una joven tan hermosa como tú?- preguntó, mirándola en el espejo.

- Por que soy Hermione Granger. Eso creo.

- Ya lo verás.

Con una sonrisa, Draco, llevaba a su nueva novia a la presencia de sus padres. Hermione lucía hermosa y no podía evitarse, el notar aquello. Lucius Malfoy, emergía en el salón. Narcisa, miraba a Hermione, con indiferencia.

- ¿La trajiste a ella?

- Yo la amo- confesó el joven- Y si a ustedes no les gusta, entonces yo no puedo interferir en sus pareceres.

Hermione se sentía terrible. Podía destruír a una familia. Bueno, ya estaba destruída de por sí. Pero no quería hacerlo. Con un suspiro, se soltaba de la mano de Draco y comenzaba a caminar hacia la salida. Con lágrimas en sus ojos.

- No puedes irte. Me estarías rechazando.

- La familia...-dijo con voz suave.

- La familia no la necesitas, si no te apoya.Sonreía Hermione, mientras Ginny le quitaba el velo del rostro. Con un suspiro, ella miraba a Draco, con quien se casaba y era el amor de su vida. Con una sonrisa, Draco le daba su primer beso. Ese, para ella contaba.

Flores, miles de ellas que eran lanzadas al aire. Ginny Weasley se secaba las lágrimas, mientras su mejor amiga se casaba. No le hubiera parecido en un momento pasado, pero ahora eso ya no importaba.

- Felicidades, hija- decía su madre con una sonrisa enorme, mientras ella se secaba las lágrimas.

- Muchas gracias mamá, papá- les decía, mirando a sus padres. Los de Draco, no estaban allí, pero eso no importaba.

- Mi hermosa esposa- le decía, sosteniéndola entre sus brazos, en aquel baile de fiesta. Harry y su esposa Ginny, bailaban. Ronald y Lavander también lo hacían. Parecía ser un final de fotografía. Sin duda alguna.

- Mi guapo marido...- susurró ella a su oído- ¿Sabes, qué deseo para esta noche?

- Una cosa a la vez- le sonreía el joven ya, hecho un adulto por el paso del tiempo. Ella no pudo evitar reírse. Tampoco, cuando degustaban un carísimo vino y un delicioso pastel. Así era él con ella. No quería que colocara un sólo pie en el suelo, sin hacerlo por ella. No le gustaba de esa forma, pero ella creía en los toques del corazón y en lo que, podía experimentar a la larga.Espera, tras la puerta de aquel baño. No creía en esos métodos muggles, pero su esposa les tenía mucha fe. Con una sonrisa suave, ella estaba por salir. Sentada en el inodoro reía en silencio, mirando lo que acababa de suceder. Se levantó de aquel objeto y se preparó para encarar a su marido.

Salió y él, la escudriñó con los ojos nerviosos, que solía poner de vez en cuando. Ella asintió, sin poderse contener y brincó a sus brazos con una sonrisa. Ese, era el mejor momento para ambos. Suspirando, la soltó y miró la prueba de embarazo que ella sostenía entre sus brazos. Positiva, había marcado.

- Soy positiva, cariño- le dijo y el joven, colocaba su cabeza en su vientre- ¿No te parece genial?

- Mucho más que genial- decía, acariciando su vientre- mucho más que genial. Es fantástico, es estupendo. Es, un momento especial.

- Ahora, voy a ser mamá y tú, serás papá. ¿Qué piensas hacer al respecto?

- Tenemos tantas cosas que adquirir- le dijo y ella, sólo se río. Estando sola, no dejaba de admirar esa prueba de embarazo. Ella, estaba tan feliz por encontrarse embarazada, que no podía dejar de pensar en otra cosa.

- Para mi esposa y mi hijo- dijo, colocándole un pequeño regalo en la cama. Hermione sonrió y le miró con confusión.

- Así, no eres tú.

- Pues, tengo que empezar a cambiar ahora que tendré un hijo.

- O una hija.

- O una hija- dijo, dándole un beso.Hermione reía, mientras su pequeña hija corría a través del enorme jardín de su nuevo hogar. Había un también, enorme, árbol a lo lejos. Su padre, había construído un columpio para ella y para su esposa. Su hija, corría hacia ella y ella, le abrazaba con una enorme sonrisa. Era tan feliz en ese lugar, que ya nada tenía sentido. Sólo, su familia y ella.

- Mira mami- le decía y ella, miraba lo que su hija quería enseñarle- Me la dio papá. ¿No te gusta?
Una hermosa piedrecilla, que seguramente habían recogido juntos. Con una sonrisa, ella asentía y le besaba la cabeza. Su esposo caminaba hacia ellas con una enorme sonrisa. Su pequeña hija se iba, a perseguir una mariposa que se posaba en su piedrecilla y tenía, colores muy llamativos.

- Hola, Hermione- le decía Draco con alegría.

- Hola- miraba a su hija, que trataba de atrapar a la mariposa. Se daba la vuelta, para mirar a su esposo- ¿La pasas bien?

- Por supuesto- dijo y sonrió- ¿Por qué no debería?

- Es sólo una pregunta inocente- sonrió ella, y continuó observando a su hija. Sostenía la mariposa y la veía con mucha felicidad.

- Es idéntica a ti- le decía ella, cuando sus largos cabellos rubios, brillaran con el reflejo del sol. Draco, negaba con la cabeza.

- Es león, es serpiente. Más león que serpiente, creo- dijo, mientras su hija se acercaba, sosteniendo la mariposa.No necesitan comentar. Es el separador. Saludos y besos.

Mary·×·SeverusLa veía y que cosas de la vida, que ella se pareciera a la que fue su predecesora. A la que lo enjendró de una forma u otra. ¿Por qué, el destino era así? Lo único que faltaba en su rostro, eran aquellos ojos verdes, que él poseía.

- Hola, Harry- decía ella, con una voz angelical. Mirarla, era como mirar una vez a su madre y recordarla en ese momento.

- Hola, Ginny. ¿Qué tal tu día?

- Muy bueno. Ha empezado con un pie derecho- sonreía y sí, hasta en eso se le parecía a la que fue su madre. Una vez, pudo preguntarle si había emergido de un espejo. Seguramente, le tomaría por tonto y se alejaría de él.

- Me alegro mucho por ti- le confesó con una sonrisa suave y Ginny, asentía en silencio. ¿Qué tanto le estaba viendo?

- Es... ¿Es que tengo algo en la cara?

- En lo más mínimo. Nada más, te miro- le dijo y ella, sonrió ampliamente. Se iba caminando, hacia otra instancia, pero él estaba enfrascado en pensar en lo que había visto.

El reflejo en el espejo, que se parecía mucho a su madre. ¿Acaso ese era su premio, por haber soportado tanto dolor y sufrimiento, de haberla perdido? Seguramente, el espejo le daba lo que quería, por que él no iba a usarla. Él, iba a tenerla.Harry reía, cuando su pequeña hija, quería saber algo muy importante. ¿Cómo había llegado al mundo? ¿Cómo decírselo? Las cigueñas, no servían en momentos como esos. Sonriente, Ginny, observaba a su esposo mientras trataba de explicárselo.

- Viniste al mundo, por un deseo muy especial- le dijo y le guiñó un ojo. La pequeña niña no podía entender a qué se refería. Con un suspiro, su padre, trataba de explicárselo. Ginny, estaba preparada para intervenir en cualquier momento.

- No entiendo, papi.

- Es muy sencillo. Tú sabes, que tu abuela Lily no pudo conocerme como yo, te conosco a ti. Así que ella, deseó poder verme en otros ojos. Ojos tan verdes como los tuyos y poder deslumbrarme, con un cabello tan rojo como el tuyo.

Ginny, no pudo evitar reírse y continuar mirando lo que su esposo le comentaba a su hija. Con una sonrisa suave.

- ¿Entonces, yo soy la abuela Lily?

- Eres más que eso. Eres su gota de agua, eres sus ojos por los que ella, mira al mundo y me mira a mí. No sabes lo orgullosa que está ella de su pequeño espejito.Separador, que indica como ya saben, otros momentos. Espero, que les gusten. Saludos y besos.

Mary·×·SeverusSiempre se lo preguntó y lo quiso saber. Con una sonrisa suave, Hermione Granger, miraba a su esposo Ronald Weasley. Estaba dormido y ella, sentía una terrible curiosidad. Con una sonrisa, lo esperba al despertarse.

- Ron, ¿Qué era, lo que tanto te gustaba de Lavander?- dijo, cuando él, le acariciaba el rizado cabello y sonreía.

- Me lo creerás una tontería- confesó y ella rió.

- Cuéntamelo- musitó y Ron, no tuvo otra opción, que encarar a su curiosa esposa. Hermione, se acomodó en la cama y le miró, con un suspiro.

- El cabello.

- ¿El cabello?- preguntó y Ron, asintió con mucha fuerza. Como si admitirlo, le hubiera quitado un peso de encima- ¿Qué tenía su cabello?

- Era rizado. Así como el tuyo.

- ¿Y?

- Me gusta el cabello rizado. Me gustaba mucho tu cabello, pero tenía miedo de que tu no... Ya sabes, tú y yo...

No pudo evitar reírse y Ronald, encogerse de hombros. Con un suspiro suave, ella le dio un pequeño beso y juró, que nunca se alisaría el cabello, si eso mantenía a su esposo, feliz junto a ella.

 

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Hermione Granger, estaba divertida con su idea. Bueno, no era para nada alocado, el hecho de tener un poco de diversión. Sostenía su varita en la cama y la m

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2024-10-26

 

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