So Far Away - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Will you stay away forever?

Yo telo repetía no dos, cien, ni siquiera miles de veces: te lo dije un millón deveces, ni una más ni una menos. Un millón de veces que te lo dije, a la luz dela fría y solitaria luna, o de lacándida gran estrella del día, o bajo el manto brillante de un millón deestrellas. Ahí estaba yo, día y noche, insistiéndote con mi voz silenciosa,brincando agitado para presionarte o tocando una sinfonía romántica que tehiciera sonrojar. Te insistí tantas veces que seguro en algún momento ganastuviste de lanzarme al lago, para que me devorara el calamar, pero curiosamentenunca lo hiciste.

"Díselo"te susurre mientras la observabas reír con sus amigas. "Díselo" te repetí, mientras escondías los poemas que le escribistedebajo de tu almohada. "Díselo",cuando tropezabas por haberte distraído devolviéndole la sonrisa que te lanzó.Díselo, díselo, díselo.

 

Pero
¿Cómo decírselo? ¿Cómo decirle que no parabas de pensar en ella, que era ella laprotagonista de tus sueños, la acompañante de tus pensamientos diurnos? ¿Cómodecirle que te temblaban las rodillas al hablarle, que te ponías tan rojo comoun Weasley cuando ella te tocaba, que a veces no sabías de que hablarle, y tequedabas callado, avergonzado y sintiéndote un pelmazo? ¿Cómo decirle queardías en celos al verla reír con alguien que no fueras tú, que quería patearleel engreído trasero a ese Potter? ¿Cómo decirle que su presencia tereconfortaba, y hacía que yo me acelerara, tanto que creías que ella lograbaescuchar mis latidos?

¿Cuándo, por qué ella, cómo, dónde? No podías responderteesas simples preguntas, no lo recordabas, no lo habías pensado, no queríashacerlo: simplemente estabas enamorado, como fuera, donde fuera, por el motivoque fuera.

"Entonces, díselo" te dije. Pero tú te negaste casi inmediatamente,permitiéndote por un segundo el lujo de imaginar, imaginar que se lo decías yque ella te correspondía. Pero eran sólo imaginaciones, escenas románticas quenunca te atreverías a realizar, sueños imposibles. ¿Por qué imposibles? ¡Puessimple! Porque no encontrabas en ti ninguna maldita cualidad, ningún atractivoque pudiera enamorarla. ¿Quién amaría, después de todo, al flacucho yterriblemente raro chico de la nariz ganchuda, la ropa andrajosa y el pelograsoso?

Peroa pesar de esas crueles y poco motivadoras afirmaciones que te hacías antes deirte a dormir, ahí estabas al siguiente día detrás de ella, silencioso yacosador, saludándola tímidamente mientras sus amigas te veían raro,sonriéndole para darle ánimos cuando estaba nerviosa. Ahí estabas siempre, apesar de que te repetías a ti mismo que no había ninguna esperanza, que paraella eras solamente su amigo, su amigo raro y feo. Ahí seguías tú, perdidamenteenamorado.

"¡Díselo!" Siempre hay que escuchar a tu corazón, rumorean losenamorados. Y yo te dije en ese entonces: "Escúchamepues, y haz lo que te digo. No tienes nada que perder: ya soy un corazón frío llenode cicatrices al que le cuesta latir, al menos que sea ella la causante,entonces bailar dentro de tu pecho se vuelve pan comido."

"Tengo una idea", te comente, entusiasta: ve hacia aquella iglesia adornadade lirios y rosas, camina con paso decidido, no, no tiembles. Que no te importenada, que lo único que necesites para vivir sea ella. Que te den igual losmurmullos de la gente al verte, ignóralos, que lo único que quieras quemurmuren entre tazas de té y meriendas sea que la amas. Que no te importe si elmundo se pone en tu contra, mientras estén juntos.

 

Entrasa la iglesia, interrumpes la ceremonia, las miradas desdeñosas se clavan en ticomo espinas. Pero entre tantas espinas encuentras una flor hermosa, vestida deblanco, con una corona de lirios sobre su cabello apasionado. Ella te mirasorprendida, se le escapa una sonrisa. Avanzas por el pasillo, paso fuerte,decidido, la tomas tiernamente de la mano. La miras a los ojos, te olvidas detodo, de que hay mil pares de ojos mirándolos, de que estás frente a tusenemigos, de que no es el mejor momento. Miras sus ojos verdes, y te vuelves aenamorar de ellos, como la primera vez que siendo sólo un niño los miraste. Almirar esos ojos verdes, te perdiste en el laberinto de sueños y sentimientosque eran, y jamás encontraste la salida.

Y selo dices. Finalmente, después de tantos años imaginando el momento. Se lo dicessin temblor, después de tantas noches en vela pensando en ella. Se lo dices sinduda, después de todo el dolor. Y ella te sonríe, jamás ha sonreído de esamanera, y te dice que te también te ama, con lágrimas en los ojos, henchida dela felicidad. Y tú sólo cierras los ojos, creyendo que todo es un sueño
Korean Beauty

Y alabrirlos, suspiras aliviado al verla dormida a tu lado: su eterna yembriagadora melena roja resbalando por las sábanas blancas, el sonido de sutranquila respiración arrullándote, su olor floral y fresco atrapándote condulce seducción. Ahí está ella, a tu lado: ella sigue aquí, como siempre.

Estirasla mano, pálida y afilada, garra de murciélago, para acariciarla. Me acelero altratar de detenerte, casi puedo salirme de tu pecho, escuchas a mis latidosagitados bombardearte; pero nada es suficiente, testarudo, ignoras misadvertencias, sumido en tu fantasía, embriagado en tu amor, tan intenso como elprimer día. Rozas su rostro de porcelana con la punta de los dedos, suavemente,cuidando no romper a esa frágil criatura con tus toscos movimientos. Estácálida, siempre ha sido cálida, y hermosa, muy hermosa.

Sonríesal enterrar tu mano en su cabello, pero entonces es cuando aquel cruel juegotermina: tu mano se cierra en la vacía y oscura soledad, tus dedos atraviesansolamente el aire. Y es entonces cuando despiertas, y te encuentras solo en tufría habitación de siempre, las mismas sábanas heladas, las mismas cortinascorridas, el mismo vacío de la ausencia. Y tú sigues siendo aquel poema nuncaescrito, aquel beso nunca dado, aquel cadáver que no ha muerto. Sigues siendoel mismo ser atrapado entre la verdad y la mentira, sin pertenecer a ninguno delos dos, sin encontrar la dicha en los dulces e imposibles sueños ni en lacruel y despiadada realidad. Sigues siendo aquel chico que nunca le confesó suamor a esa chica pelirroja.

Pierdomi ritmo, me vuelvo silencioso, sintiendo como el veneno del dolor se extiendepor todo tu cuerpo: no hay antídoto, no está vez. Y ella te mira con sustiernos ojos verdes desde aquella vieja y amarillenta fotografía en tu mesillade noche, sonriéndote. Te abalanzas sobre ella, al tiempo que de tu gargantaprofieres un desgarrador sollozo. Abrazas la vieja fotografía, y de tus ojososcuros corren lágrimas amargas, lloras la pérdida con la misma angustia dehace diez años.

Noencuentro manera de consolarte, después de todo, ahora sólo soy un viejocorazón herido y maltrecho, sin ilusiones ni amores, que late a duras penas, cubiertode escarcha, muerto y tieso desde hace diez años. Perdón, muerto y tieso aexcepción de una parte: bajo mi corteza de polvo y telarañas, hay un núcleocálido. Rojo, como el cabello de ella. Sólo soy un corazón que sigue sólo acelerándoseal pensar en ella, de otra manera no; que sigue saltando al recordar su mirada,la cual esta tatuada en nosotros para siempre.

Haceaños te dije: "Díselo". Pues hoy,este catorce de febrero amargoso, te digo: "Olvídala"Que ella está tan lejos, que ella es tan imposible, que su presencia en nuestropasado es tan intensa que ya no puedo soportarlo. No puedo soportar otrailusión, otro sueño donde le tomas la mano, otro melancólico recuerdo. Ya nopuedo soportar tu agobiante culpa, tu profundo arrepentimiento. Por favor,olvídala, y deja de hacernos daño, tanto daño, a ti y a mí.

Bórralade tu memoria, haz como que nunca existió. Rompe sus cartas y echa los pedazosal fuego, destruye sus fotos, asesina cada parte de ti que aún la ame, límatela piel para borrar sus tatuados recuerdos. Hazlo, hazlo por favor. Por una vezen tu vida, hazme caso.

Perosiempre has sido tan testarudo. Te levantas de la cama, el rostro bañado enlágrimas, retorcido del dolor, y yo rotoen pedazos, otra vez. Roto como cuando la viste dar el "Sí" a aquel engreídocon lentes, roto como cuando ella no fue más que una muñeca tiesa dentro de suféretro. Roto como cuando finalmente aceptaste que ella se había ido. Siempreroto, eternamente condenado a ser infeliz.

Measeguras que ella sigue aquí. Te lo niego, pero no me crees. Insistes: ellaestá aquí. Siempre ha estado conmigo, me dices. Te estás volviendo loco,Severus, y volverse loco de amor es algo muy amargoso. Y sin embargo, es lalocura más hermosa de todas.

Y allevantar la mirada, la ves ahí, sonriente; mirándote desde el umbral de lapuerta, tendiéndote la mano para que la tomes. Me acelero. Y ese núcleo cálidoy apasionado enloquece. Brinco de un lado a otro en tu pecho, sin poderevitarlo, a pesar de que tu cerebro, tu parte más cuerda, suspira decepcionadoy se da una palmada en la frente. Sí, lo sé: esto tan sólo nos hace daño. Perotú no puedes olvidarla, y yo no puedo dejar de latir.

"¿Después de todo este tiempo?" te pregunto. Pero ya sé la respuesta:

"Siempre"

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Yo telo repetía no dos, cien, ni siquiera miles de veces: te lo dije un millón deveces, ni una más ni una menos. Un millón de veces que te lo dije, a la lu

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2024-05-03

 

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