Amantes by MalfoyGrangerSlyffindor

 

 

 

Amantes by MalfoyGrangerSlyffindor
Summary:

Hermione Granger, enamorada de Ronald Weasley desde segundo curso de Hogwarts. Cuando por fin pudo estar con él, llegó el menos indicado declarando 'su amor' haciendo que se confundiera más, haciéndola pensar en sus verdaderos sentimientos por el pelirrojo. Haciéndola elegir.

Ginny Weasley, la hermana menor de la familia. Estuvo enamorada por mucho tiempo de Harry Potter, el cual quería olvidarle para siempre. Pero la primera noche de Hogwarts pasó algo inexplicable, muchos dicen que es imposible, porque no lo han experimentado, pero nada en esta vida es imposible y ella lo demostrará. Pansy Parkinson. Después de mucho tiempo de ser la misma chica insufrible, prepotente, creerse superior a los demás en todos los aspectos, cambió, aunque muchos sospechaban de ese repentino cambio, pero lo que nadie sabía era quién o qué le hizo cambiar de opinión. Aquella noche fue muy rara para ella como para la otra chica, pero ahí se dio cuenta que no tenía que ser así, tratar a los demás como querían que la trataran, no guardarse sus pensamientos y sufrir en soledad.  Lo que más le molestaba de todo esto, es que aún no sabía como declararse al chico del que llevaba enamorada desde cuarto curso. Después del torneo de los tres magos, a excepción de ese año, que eran cuatro. Blaise Zabini, mujeriego, prepotente, ególatra... Se enamoró mágicamente, por decirlo de algún modo, de una chica de la que no creía que jamás lo haría. Sintió tantas cosas cuando miró sus ojos azules. Sintiendo en su pecho sensación de alegría, felicidad y de respiro al volver a encontrarla. Las personas más cercanas que sabían de su relación, seguían sin poder entender que era lo que de verdad pasaba, si era un juego, si era un filtro de amor...  Draco Malfoy, nuestro querido y guapo rubio. Tiene la obligación de hacer una misión un tanto arriesgada, de la que tiene miedo fallar, si no le pasarían cosas horribles, no solo a él, sino a su familia y a su gente más cercana.  Después de tanto tiempo admirar en secreto a la chica que vio por primera vez en el andén. Eso se fue convirtiendo poco a poco en algo más que él dejaba de lado y lo negaba rotundamente, hasta que se cansó y se acercó a ella para aclarar las cosas. Sabía que ella sentía lo mismo por él.    ¿Se iba a negar ser su amante?

 

 


Categories: LITERATURA, HARRY POTTER Characters: Ninguno
Generos: Drama
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 21 Completed: No Word count: 73443 Read: 3086 Published: 24/07/2013 Updated: 16/08/2013
Summary:

Hermione Granger, enamorada de Ronald Weasley desde segundo curso de Hogwarts. Cuando por fin pudo estar con él, llegó el menos indicado declarando 'su amor' haciendo que se confundiera más, haciéndola pensar en sus verdaderos sentimientos por el pelirrojo. Haciéndola elegir.

Ginny Weasley, la hermana menor de la familia. Estuvo enamorada por mucho tiempo de Harry Potter, el cual quería olvidarle para siempre. Pero la primera noche de Hogwarts pasó algo inexplicable, muchos dicen que es imposible, porque no lo han experimentado, pero nada en esta vida es imposible y ella lo demostrará. Pansy Parkinson. Después de mucho tiempo de ser la misma chica insufrible, prepotente, creerse superior a los demás en todos los aspectos, cambió, aunque muchos sospechaban de ese repentino cambio, pero lo que nadie sabía era quién o qué le hizo cambiar de opinión. Aquella noche fue muy rara para ella como para la otra chica, pero ahí se dio cuenta que no tenía que ser así, tratar a los demás como querían que la trataran, no guardarse sus pensamientos y sufrir en soledad.  Lo que más le molestaba de todo esto, es que aún no sabía como declararse al chico del que llevaba enamorada desde cuarto curso. Después del torneo de los tres magos, a excepción de ese año, que eran cuatro. Blaise Zabini, mujeriego, prepotente, ególatra... Se enamoró mágicamente, por decirlo de algún modo, de una chica de la que no creía que jamás lo haría. Sintió tantas cosas cuando miró sus ojos azules. Sintiendo en su pecho sensación de alegría, felicidad y de respiro al volver a encontrarla. Las personas más cercanas que sabían de su relación, seguían sin poder entender que era lo que de verdad pasaba, si era un juego, si era un filtro de amor...  Draco Malfoy, nuestro querido y guapo rubio. Tiene la obligación de hacer una misión un tanto arriesgada, de la que tiene miedo fallar, si no le pasarían cosas horribles, no solo a él, sino a su familia y a su gente más cercana.  Después de tanto tiempo admirar en secreto a la chica que vio por primera vez en el andén. Eso se fue convirtiendo poco a poco en algo más que él dejaba de lado y lo negaba rotundamente, hasta que se cansó y se acercó a ella para aclarar las cosas. Sabía que ella sentía lo mismo por él.    ¿Se iba a negar ser su amante?

 

 


Categories: LITERATURA, HARRY POTTER Characters: Ninguno
Generos: Drama
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 21 Completed: No Word count: 73443 Read: 3086 Published: 24/07/2013 Updated: 16/08/2013 Capítulo 1: Llegada a Hogwarts fatídico, o no tan fatídico by MalfoyGrangerSlyffindor

-¡Vamos Hermione!-gritó Ginny- Se nos hará tarde.

Ginny golpeaba la puerta del baño.

Hermione se cepillaba el pelo. Era imposible que se le quedara bien. Se le había engrifado por culpa de la humedad que había ese día en la atmósfera.

Se miró de nuevo y suspiró cansada.

-Este pelo es indomable-salió frustrada.

Su amiga evitó reírse al ver el pelo de Hermione, pero le fue imposible. Se tapó la boca y rió.

-Sí. Ríete, suerte que tienes el pelo liso.

-No te enfades-se disculpó con una media sonrisa en la cara-. Te hago una trenza.

Hermione  se sentó en su cama con los hombros para delante.

Estaba agotada. La noche anterior se acostaron muy tarde, charlando sobre el verano. Que había sido uno de los mejores de su vida. Lo habían pasado juntas, viajaron, se compraron ropa y ligaron de vez en cuando. Ginny decidió cambiar el estilo de vestir de su amiga, no totalmente, que fuera el mismo pero más femenina y se maquillara un poquito. No fue muy difícil convencerla porque ella estaba dispuesta a hacerlo.

 

Estaban geniales, alguien las veía y no quitarían la mirada. Estaban en forma y tenía un color moreno bastante lindo. El pelo de Hermione se hizo más rubio a causa del sol y a Ginny más rojo de lo que tenía y se llenó de pequitas. Le hacían tener un toque más sexy.

Ginny la peinó con suavidad y le hizo la trenza con mucha soltura. Estaba acostumbrada.

-Estoy nerviosa- dijo Hermione, tímida.

-¿Y eso?-preguntó mientras agarraba con la boca una horquilla.

-Porque veré a tu hermano y no sé si declararme.

Sus manos sudaban y su corazón estaba acelerado.

-Tienes tiempo… cuando estés lista…

-Es que ya estoy lista. Quiero decirle lo que siento, pero hoy no, estarán de chismosos ustedes dos, prefiero en Hogwarts, cuando estemos en las rondas de prefecto- contestó con firmeza.

Su amiga rió a carcajadas por lo que había dicho.

-Vamos chicas, que se no hará tarde-gritó la madre de Hermione desde abajo.

Las chicas cogieron sus cosas, pero antes de irse se miraron al espejo de cuerpo completo que tenía Hermione en su cuarto.

Ginny tenía una minifalda blanca, una blusa de manga tres cuarto de color verde. Llevaba unos bonitos zapatos blancos abiertos y las uñas pintadas de un rosa palo. Se colocó el pelo hacia atrás, cayendo suavemente por su espalda. Su maquillaje era algo suave y sencillo, un poquito de corrector para las ojeras que le había causado la noche anterior por no dormir, la raya del ojo negra y un poquito de rímel.

Hermione tenía un pantalón corto desgastado, con una camisa de tiros blanca y por encima una camiseta de cuadros azules. No quiso llevar zapatitos, se puso unas converse de caña baja de color azul. Su amiga le había hecho una trenza espiga, pero ésta iba de lado y el pelo le llegaba un poco por encima del pecho, sus flecos tapaban su frente y algunos mechones que no llegaban a la trenza. Se maquillo igual que Ginny, pero ella no se puso rímel. Solo un poco de corrector y la raya. Así estaba lista.

Bajaron las escaleras totalmente cargadas. Su madre estaba esperándolas abajo con las manos vacías para poder ayudarlas. Su padre en la puerta para llevar las maletas al coche.

Los Granger's habían sido muy cariñosos en todo el verano con Ginny. La chica no pensaba que la llevarían de viaje y le comprarían bastantes cosas. Por su parte le sentó algo mal porque ella era pobre.

-Gracias por todo-agradeció con una sonrisa de oreja a oreja.

Jane posó una mano en el hombro y le sonrió.

-Gracias a ti por este verano maravilloso.

Las tres mujeres rieron y fueron hacia el coche después de que Charlie les gritara que se hacía tarde.

No tardaron mucho en llegar a la estación de King Cross. Era agobiante estar allí.

Miraron la columna de entre 9 y 10 y corrieron hacia ella para llegar al tren. El sexto año de Hermione para ella ya comenzó al cruzar el muro. Pero para su amiga, su quinto año no empezaría hasta que no diera la primera clase y les marcara deberes.

 

La castaña se paró en frente de sus padres y les sonrió con ternura.

-Os echaré de menos-dijo Hermione, tenía unas lagrimillas. Siempre le era duro irse así.

-Y nosotros también-contestó el padre-. Corre, para que Ginny pueda despedirse de sus padres.

Hermione asintió y los abrazó.

Ginny se despidió de la misma forma y corrieron con sus carritos para ver dónde estaba la madre de la pelirroja.

Buscaron cabelleras rojas entre la multitud, pero les fue difícil. Los chicos empujaban y subían al tren. Quedaba menos de diez minutos para subir y Ginny estaba desesperada. Quería darle un abrazo y un beso a su querida madre.

-¡¡GINNY!!-gritaron desde lo lejos.

La pelirroja paró y su amiga chocó contra ella.

A pocos metros podían ver a Ron agitando la mano para que lo vieran. Las dos corrieron hasta allí y Ginny se abalanzó a los brazos de su madre.

El lado estaba Arthur, Fred y George. Hermione saludó a Harry y a Ron con un abrazo y dos besos.

-¡GUAU!-dijeron al unísono los gemelos- Estás fantástica Hermione.

La chica se sonrojó y sonrió.

-Gracias, necesitaba un pequeño cambio.

-Eres guapa de todas las maneras-agregó Fred guiñándole un ojo.

En ese momento Hermione quería abalanzarse sobre él y exigirle que su hermano fuera igual.

Ron agarró la mano de la chica y la tiró hacia él.

Se miraron a los ojos y él, con las mejillas encendidas, le sonrió coquetamente.

-Necesito hablar contigo luego.

¡Oh, por dios! Que le diga que está enamorado de ella. Por favor.

pensó Hermione.

-Vale-contestó.

-¿Vamos?-preguntó Harry.

Se despidieron de nuevo de los Weasley's y subieron al tren.

 

 

 

 

 

Draco Malfoy llegó al tren. Estaba metido en sus pensamientos. No se creía lo que iba a hacer ese año. Llevaba la marca tenebrosa, pero bien escondida para que nadie la viera, no quería alarmar a la gente antes de tiempo. Tenía una misión que cumplir y no iba a fallarla.

El verano fue duro para él.

Su madre le decía que no se uniera al señor oscuro, que era muy joven todavía y que esperara un poco más de tiempo. Pero el padre estaba siempre encima de él y le exigía que no hiciera caso a su madre. El señor oscuro estaría orgulloso de tener otro Malfoy al lado de él.

En realidad no quería hacer nada eso, se veía obligado por su padre y su tía Bellatrix. Y no tuvo más remedio. Nunca decidió por sí mismo. Todo era órdenes.

-Aquí, Draco- lo llamó Blaise Zabini.

Estaba sentado en la parte de atrás con Pansy Parkinson.

El chico se sentó con ellos pero solo se limitó a contemplar el paisaje.

-Sabes que es muy peligroso, ¿verdad?-dijo Pansy, preocupada.

Draco la miró con esos ojos fríos de mercurio.

-Sé lo que hago-contestó con un gruñido.

-Cuidado-dijo la chica.

Asintió con la cabeza y volvió a mirar por la ventana.

En realidad estaba aterrado por cualquier cosa que pudiera pasarle y no llevar a cabo la misión. Eso sería un desastre. El señor oscuro, aparte de matarlo a él, mataría a sus padres, y le daba igual la forma en que lo hiciera. Si bien con la maldición o encerrándolos en algún calabazo y cada día torturándolos.

Cerró los ojos con fuerzas y suspiró para tranquilizar su miedo.

-Draco, tenemos reunión de prefectos- avisó su amiga.

 

La miró, no dijo nada. Solo asintió y se levantó del sitio.

La chica fue tras él. Agarrándolo por ambos lados de la cadera, había mucha gente alrededor del carrito de las golosinas y no dejaban paso.

Llegaron al compartimiento para la reunión de prefectos. Y lo único que visualizó Draco en ese momento fue a una chica que estaba de espaldas con unos pantalones cortos. En ese momento le gustó lo que vio. Tenía un buen culo y unas piernas largas y bonitas.

-Buenas-dijo Malfoy hablando con la chica.

Hermione se giró y lo miró.

-Buenas, Malfoy-contestó.

El chico dio un paso hacia atrás. Se podía imaginar que era cualquier chica, de Ravenclaw o de Hufflepuff, pero nunca pensó que fuera Granger. La sangre sucia.

-Parece que te has dedicado a bajar los kilos de más, Granger-dijo su amiga detrás de él.

La chica bufó.

-No empieces, Parkinson-su voz era dura y firme.

-Empiezo  y termino.

Draco se hizo a un lado para dejar paso a su amiga y esta se puso delante con los brazos cruzados por encima del pecho.

La castaña se acercó a ella con violencia.

-Y puede que termines mal.

Sus frentes casi rozaban.

-Aléjate de mí, sangre suc…

Pero la interrumpió con una cachetada. La cabeza de Pansy giró con bastante violencia.

-Esto es solo el principio, Parkinson. Si vuelves a sacarme de mis casillas no respondo a mis actos.

El rubio se puso en frente de su amiga encarando a Granger.

-Aléjate-dijo.

-Eso haré.

 

 

 

 

Hermione se alejó de las dos serpientes sentándose en el gran sofá que había al final del compartimiento. Se había sentido bien después de la cachetada que le propinó a la morena. Pero a la vez pensaba en sus posibles castigos.

Ron entró en ese momento con grageas de todos los sabores que le había pedido. Cuando vio a los dos chicos hizo una mueca de asco y se sentó junto a su amiga. Le entregó el paquete y él ya estaba comiendo y ella abrió la suya esperando si los demás llegaban.

-¿Qué pasó?-preguntó Ron mientras indicaba con la cabeza a Parkinson y Malfoy.

-Lo mismo de siempre y le pegué una cachetada a Parkinson-dijo con normalidad.

Su amigo se atragantó y tosió unas cuantas veces. Hermione le dio palmaditas en la espalda para que calmara.

-¿Por qué hiciste eso?-dijo todavía atragantado.

-Pues me iba a insultar y no aguantaba más, Ron. Así sabe con quién meterse y con quien no- contestó.

-Sabes que estarás castigada, ¿no?

-No importa, al menos me quedé a gusto.

Los dos rieron a carcajadas y ellos miraron con mala cara.

Los demás no tardaron en llegar y detrás estaba la profesora McGonagall con  hojas en el brazo.

Se levantaron y cogieron unas sillas para hacer un círculo y así hablar mejor en la reunión.

-Buenos días, chicos- saludó con una sonrisa.

-Buenos días, profesora-dijeron al unísono.

-Estas hojas son los horarios de la ronda de prefectos-dijo entregándole a cada uno el suyo.

-Profesora, no podría ser peor-dijo Pansy con la mirada en el papel todavía-. No puede tocarme con esta sangre su… Granger.

La castaña la miró con mala cara.

-Señorita Parkinson, cuide sus palabras. Ella es una alumna, una persona como tú.

 

La morena bufó.

-Como veréis, cada día se cambia los grupos. No siempre serán los mismos, eso es monótono.

Ron frunció el ceño.

-Recuerden que tienen que guiar a los alumnos de primero, tanto cuando lleguemos a la estación de Hogsmeade, como para indicarles su sala común- dijo mirando a cada uno por encima de sus gafas- Que tengan un buen viaje.

-Igualmente, profesora.

McGonagall se fue y los demás empezaron a tener quejas. Aunque a las tres chicas le daban igual. Pansy Parkinson no pensaba lo mismo.

A ninguno le gustaba su nuevo horario, peor era lo que había en todo el curso.

Los lunes la ronda de prefectos, Hermione Granger-Pansy Parkinson, Ronald Weasley- Ernei McMillan, Draco Malfoy-Anthony  Goldstein y Padma Patil-Hannah Abbott

Los martes, Hermione Granger-Padma Patil, Ronald Weasley-Anthony Goldsteing, Draco Malfoy- Ernei Mcmillan y Pansy Parkinson- Hannah Abbott.

Miércoles, Hermione Granger-Hannah Abbott, Ronald Weasley-Draco Malfoy, Ernei McMillan-Antony Goldstein y Pansy Parkinson-Padma Patil.

Jueves mixtos, Hermione Granger-Ernei McMillan, Ronald Weasley-Padma Patil, Pansy Parkinson-Anthony Goldstein y Draco Malfoy-Hannah Abbott.

Viernes, Hermione Granger-Draco Malfoy, Ronald Weasley-Pansy Parkinson, Padma Patil-Ernei McMillan, Hannah Abbott-Anthony Goldstein.

Los sábados y domingos hacían las rondas junto a su compañero de la casa.

 

Hermione se giró hacia a Ron y le sonrió. Pansy no le había dicho nada a la profesora y se había librado de un castigo.

 

Los dos amigos fueron de nuevo al compartimiento para estar la última hora que les quedaba con ellos.

La castaña le contó todo, no era una historia enorme pero algo novedoso era. Harry y Ginny rieron, pero luego el ojiverde riñó a su amiga por tal cosa. Ella no tenía la costumbre de actuar así.

-Al final no me dijiste nada- le dijo Hermione a Ron en un susurro.

Las mejillas del chico se tornaron rojas y bajó la cabeza, ocultando su nerviosismo.

Ella sonrió y se acercó más a él.

La castaña se acercó lentamente a su oído rozando sus labios en la oreja del chico.

-¿Quieres ir fueras y me cuentas?-preguntó con voz sensual.

Quería llamar su atención y así lo hizo.

-D-de acuerdo.

Salieron y fueron lo más lejos posibles. Ron miró a los alrededores para ver si veía alguien para no ser interrumpidos. Quería decirle lo que sentía en ese mismo momento. Besarla, abrazarla, hacerla suya y solo suya. Llegar juntos al máximo placer.

No sabía cómo decírselo. Estaba muy nervioso.

-Hermione… yo…- pero fue interrumpido por un carraspeo.

Miraron para ver de dónde provenía y se encontraron con Draco Malfoy.

-¿Qué quieres, Malfoy?-preguntó Hermione cansada.

-Dejarte claro que no se juega con mi novia-amenazó Malfoy acercándose con violencia.

La chica no se hizo para atrás, ni mucho menos. Cuando Ron iba a protegerla, ella lo apartó con suavidad, lo miró a los ojos y asintiendo con la cabeza. En señal de que ella podía sola.

El pelirrojo bufó, pero seguía alerta.

-Si te vas comadreja, mucho mejor-dijo con voz fría.

-No me voy a ningún lado-contestó con desprecio.

-Ron, por favor.

El chico la miró con ojos suplicantes, pero negó con la cabeza. Éste se fue maldiciendo a lo bajo.

 

-Termina de una vez-dijo Hermione con voz dura.

Estaba cansada de todos sus desprecios, ya era hora de encararlo y saber que ella nos es ninguna mosquita muerta y no se dejaría avasallar por nadie, y mucho menos por un tío como él y su pandilla.

Malfoy la contempló de arriba abajo, mirándola con superioridad. Deseaba estrangularla con sus propias manos, pero no llegaría tan lejos. No se mancharía las manos, esa no era su misión.

Su frente quedó apoyada en la de la chica. Respirando el aroma de ésta y quedando embobado por su perfume. Ella vio como cerraba los ojos y cogía aire.

-¿Te gusta mi perfume?-preguntó con tono de burla.

-No está mal. Pero ese no es el caso por lo que estoy aquí-comentó abriendo los ojos y penetrando su mirada con la de Hermione-. Como vuelvas a ponerle una mano a Pansy encima te las verás conmigo.

-¿Qué me harás?-gritó.

Malfoy la cogió del brazo y la apretó con todas sus fuerzas. Ella se quejó.

-Suéltame-exigió, pero el chico no le hizo ni caso.

Al contrario, le apretó más y la zarandeó.

-¡QUE ME SUELTES!

Le pegó una patada en sus genitales. Lo que provocó que la soltara y se encogiera del dolor.

Del grito que pegó. Muchos alumnos salieron para ver lo que pasaba. Hermione se frotaba el brazo y se fue de allí. Muchas miradas la seguían, pero no le dio importancia.

Era la segunda vez en el día que le pegaba al alguien. Ella no era así, le sacaban de sus casillas y eso era lo que provocaba su ira. Además, estaba siendo agredida por un chico mucho más alto y fuerte que ella. No se quedaría con los brazos cruzados. Se lo tenía bien merecido.

Volvió al compartimiento. Tenía la cabeza agachada con los ojos aguados. No iba a llorar, tenía que resistir.

Seguía frotándose el brazo. Ron se levantó con rapidez y la cogió por los hombros.

-¿Estás bien?-preguntó preocupado, pero furioso-¿Te hizo algo ese mal nacido?

No contestó.

-Por favor, Herms, ¿Malfoy te hizo algo?

-¿Malfoy?-saltó Harry.

El pelirrojo asintió.

-Sí. Llegó y la amenazó por si volvía a tocar a su putita.

La castaña levantó la cabeza.

-Me agarró con fuerzas. Solo fue eso. Le pegué una patada en los huevos y me vine…

-Se lo merecía- agregó Ginny.

-¡ZORRA!-gritaron.

Solo pudieron ver como Hermione caía dentro del compartimiento. Pero gracias a Ron y Harry no se hizo nada.

Vieron a Malfoy fuera. Rojo de furia.

-Vuelves a tocarme y mueres, ¿capisci?- esta vez entró y cogió a la castaña de la trenza y la hizo para atrás.

Ron y Harry no podía llegar a hacer nada. Estaba justo delante de ella y había poco espacio.

Hermione se quejaba, pero no gritaba. Cogió la mano del rubio y enterró sus uñas mientras se daba la vuelta. Le cogió la mano y le luxó la muñeca haciendo que se bajara por completo y por último le propinó un rodillazo en la cara.

-Como dije, la próxima no respondo a mis actos-dijo con mucha ira.

No tardó mucho en llegar la profesora McGonagall al escenario de la pelea. Miró a Malfoy y luego a Granger. Negó con la cabeza y suspiró.

-Cuando lleguemos al colegio inmediatamente subís a mi despacho. El castigo comenzará desde ahora, sin cenar- dicho esto fue a agarrar al rubio pero se apartó con violencia.

 

Se colocó el traje y con la manga de la chaqueta se limpió la sangre de la nariz. Miró de nuevo a la castaña y le escupió en los zapatos.

Los presentes estaban boquiabiertos y atónitos por lo que acababan de contemplar.

No pensaban que pasaría algo de eso.

Muchos murmuraban, reían y las serpientes la maldecían.

 

 

Todos los prefectos guiaron a los de primer año junto a Hagrid. Que él era el encargado de llevarlo a los botes. Todos los demás iban en carrozas.

Para mala suerte de ambos. Granger y Malfoy le tocaron en la misma carroza. No se miraron, no se insultaron. Solo prestaban atención lo que decía su pareja de viaje. Que la verdad no resultaba muy interesante.

Pansy Parkinson hablaba con Malfoy sobre las nuevas colecciones de ropa que se había comprado durante todo el verano, dejando de lado al traidor de sangre y a su amiga la sangre sucia. Ignorando algunas miradas que amenazadoras por parte del pelirrojo. Ron solo hablaba de Quidditch y de lo bien que se lo había pasado sin su hermana en casa.

Ella solo asentía con la cabeza y miraba al suelo. Deseaba llegar para saber que castigo le pondría. Aunque no se lo merecía, fue en defensa propia.

 

Llegaron al colegio. Los chicos se despidieron y quedaron verse en la sala común contar con pelos y señales lo que ocurriera dentro de ese despacho.

Era la primera vez que Hermione Granger iba ser castigada.

Caminaron por el pasillo. Uno muy lejos de otro, delante estaba la profesora. Lo único que se escuchaba era el eco de los pasos de cada uno. McGonagall caminaba con rapidez, el rubio con el mismo paso pero Hermione ralentizaba. Tenía miedo. Mucho miedo.

-Cáliz de fuego-dijo la profesora.

El cuadro que había se hizo a un lado y dio paso a una entrada.

Entraron al despacho y era muy parecido al de Dumbledore. Pero era más pequeño y no tenía un fénix, sino una lechuza marrón con manchas negras.

-Siéntense, por favor- pidió.

Se sentaron. El chico estaba tranquilo. Él sabía que tendría la razón.

-¿Me puede explicar qué ocurrió en el expreso?- su voz sonó decepcionada.

No apartaba la mirada de su alumna preferida.

Malfoy levantó la mano. McGonagall asintió con la cabeza.

Se acomodó en la silla. Se aclaró la garganta y comenzó.

-Su más preciada alumna agredió a la señorita Parkinson antes de comenzar la reunión de prefectos- hizo una leve pausa. El tiempo necesario para que la profesora mirara a Hermione y ésta se encogiera en el asiento-. Luego, fui a hablar con ella y volvió a tener una actitud violenta y me agredió.

La chica lo miró con los ojos abiertos. ¿Cómo se atrevía a mentir? Normal, es un Malfoy. Lo lleva en la sangre.

-Se fue a su compartimiento. Quise hablar con ella de nuevo pero me pegó un rodillazo y fue cuando llegó usted.

Terminó y sonrió.

Hermione no cabía en el asombro. Había mentido y no una mentira piadosa que pasaba desapercibida. Mentía para llevarse las culpas solamente ella, cargar con el muerto. Pues no.

-¿Algo que decir, señorita Granger?-preguntó la profesora.

-Por supuesto- dijo de inmediato.- Malfoy miente. Es verdad que le pegué a Parkinson, la sencilla razón de mi acto fue que se metió conmigo y me cansé.

-No tenía que haber hecho eso- contestó con autoridad.

 

-Lo sé, profesora. Pero fue el instinto que me salió en ese momento. Luego el encontronazo con Malfoy, fue él quien me amenazo y me agarró del brazo con fuerzas, se lo mostraré.

Hermione se quitó la túnica y el jersey y se levantó la manga de su camisa. Mostrando el hematoma que rodeaba su brazo.

Esta vez la profesora miró a Malfoy con mala cara. Había mentido en su declaración de los hechos y eso la ponía más que furiosa.

-Has agredido a una compañera-dijo.

-Pero eso no es todo. Me defendí, le pegué una patada en los genitales porque me estaba haciendo mucho daño. Me fui con mis amigos y luego me cogió del pelo diciéndome Zorra. Y en el momento que usted llegó volvió a verme como me defendía de sus agarres.

No podía creerse lo que les contaba. Igualmente los dos iban a estar castigados por pelearse. Malfoy se merecía la expulsión por agredir a una alumna, pero no llegaría a tales extremos. Le daría una oportunidad. Única oportunidad.

-Que no se vuelva a repetir, señor Malfoy.

-Lo siento profesora, pero es que estaba muy enfadado y me daba igual que fuera hombre o mujer…

-Eso no es excusa. Ahora a los dos.-Señaló con el dedo a Hermione-Usted, señorita Granger, por agredir a la señorita Parkinson estará castigada dos semanas limpiando y ordenando los libros de la biblioteca.

La chica bufó. No pudo librarse del castigo.

-Y señorito Malfoy. Ayudará a la señorita Granger a lo mismo, pero aparte de eso, limpiará los trofeos, a mano, sin magia. Y todo esto, durante un mes.

-De acuerdo- aceptó a regañadientes.

No podía creérselo. ¿Ahora cuando se escaquearía para poder completar su misión? Granger estaba de estorbo durante dos semanas completas, no podría hacer nada durante ese periodo de tiempo. Pero tampoco cuando él estuviera solo.

Tenía que buscar un momento, aunque fuera antes de ir a dormir para poder llegar a hacer el mandato. Necesitaba hacerlo, por su vida y por la de su familia. No podía defraudarlos.

Ahora no.

-Pueden retirarse.

-Buenas noches, profesora-dijeron al unísono.

Salieron del despacho. Pero antes de irse. Malfoy agarró a la castaña por las muñecas y la estampó contra la pared.

Ella intentaba soltarse. No quería causar ningún ruido para que su castigo no aumentara.

El rubio escondió su cabeza en el cuello de ella, oliendo ese perfume que tanto le gustaba. Le encantaba el olor de aquella chica. Era suave, como su piel.

Hermione cerró los ojos mientras sonreía. La respiración del chico en su cuello le hacía cosquillas.

Estuvieron varios minutos así hasta que Malfoy se apartó de ella. La miró a los ojos y se marchó sin decirle nada. Ella hizo lo mismo. Siguió su camino. Acariciándose la parte del cuello en la que había estado apoyando, respirando su perfume de ''Far away''.

Dentro de ella explotaban millones de sensaciones.

Sensaciones que quería volver a sentir algún día.

Regresar al índiceCapítulo 2: Amor sublime y confusiones by MalfoyGrangerSlyffindor

Hermione llegó a la sala común. Como era de esperar no había nadie. Estaba castigada sin cenar desde el tren, pero aun así, no tenía apetito. Se acostumbró a cenar lo mínimo.

Se sentó en el sofá que estaba en frente de la chimenea. Todavía con la mano en el cuello y con la mirada perdida. Recordando lo sucedido hace unos minutos con Malfoy, haciendo que se le erizara el vello.

 

Miró su reloj de muñeca. Todavía quedaba bastante para que terminara la cena. Decidió irse a descansar antes de hacer la ronda de prefectos, la cual no quería realizar. La compañera de los martes, Padma Patil, le era pesado. Le caía bien, su hermana era compañera de cuarto, pero no le hacía ilusión. Cada vez que se encontraban no paraba de hablar de chicos. Era algo alarmante.

Se lanzó a la cama y escondió su cabeza en su gran almohada para poder descansar unos cuantos minutos.

 

 

En el Gran comedor, después de asignar a los alumnos de primero. Todos comían animadamente el banquete de bienvenida. Ron, como siempre, no dejaba de comer, ni siquiera para tragar. Cogía un trozo de pollo, lo masticaba y automáticamente se metía otro trozo de comida. Harry estaba divertido contemplando a su amigo, todos los años, a todas horas, estaba comiendo como un desesperado.

El ojiverde hablaba con Ginny, pero éste se dio cuenta que lo evitaban un poco, solo asentía y reía falsamente.

Ginny no solo estaba incómoda porque su novio Dean estuviera al lado de ella y tuviera que ocultar su relación, sino que al otro lado tenía al chico que siempre le había gustado, que ha estado enamorada de él todo este tiempo. Pero dejó todo en el pasado, quería salir con otros chicos y poder olvidarse de él, fuera como fuera. No quería sufrir.

 

-Ginny, ¿estás bien?-preguntó Ron después de haber tragado la comida con ayuda del jugo de calabazas- No has probado bocado. Camas articuladas

-No tengo mucha hambre, creo que iré con Hermione.

Su hermano asintió y sin más preámbulos se fue sin siquiera despedirse.

Cogió aire y lo soltó con fuerzas para poder relajarse. Algo que no había conseguido en la mesa. Había mucha tensión.

''Tienes que olvidarle, Ginny''-se dijo así misma. Estaba indignada con sus sentimientos. Ella sabía, mejor que nadie, que Harry sigue enamorado de Cho Chang. Aunque, el año pasado, ella se chivara de que estaban practicando el patronus en la sala de los menesteres.

Le salieron unas cuantas lágrimas. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Harry por mucho que se obligara a hacerlo. Sufría por ello, cada día que lo veía…

Tropezó con alguien. Ni siquiera alzó la cabeza, solo se disculpó y siguió su camino. Necesitaba tanto a su amiga.

-No merece la pena que llores por él-dijo el chico con el que había tropezado.

Alzó la cabeza. Vio que era una serpiente y regañó su nariz, como si de repente oliera ha podrido.

-Me lo viene a decir el que juega con las mujeres- el moreno se acercó a ella- No te acerques Zabini.

El chico sonrió de lado.

Miró sus labios. Suaves y apetecibles a simple vista.

-Eres tan linda…-dijo Zabini, con voz sensual y quitándole un mechón de pelo, llevándolo detrás de su oreja.

Ginny se apartó un poco.

-Sí… hazte el bueno- su voz era dura.

Era normal que sospechara de él…

-No me evites, será peor.

Alzó las cejas en forma de asombro. ¿Qué acababa de decir? ¿Eso era una amenaza? Ella no se dejaría amenazar por nadie, y mucho menos por él. Por un ricachón que solo le importa su persona y todo el dinero que tenga alrededor. Que no le importa nada, solo el sexo y jugar con las mujeres. Esa era la definición de un Slytherin…

 

Patético.

Se apartó de él y lo miró amenazadoramente.

-Aléjate de mí. No te lo vuelvo a repetir.

Zabini soltó una risotada que retumbó en todo el vestíbulo. La miró a los ojos y sintió una fuerte presión el pecho. Esa mirada. Juraría que los había visto antes, como si en otra vida se conocieran y pudieron encontrarse de nuevo en esta. Sentía amor por ella. Ginny estaba igual. No apartaba sus ojos de los de Blaise, sintiendo su respiración cada vez más rápida. Sintiendo que era de verdad…

Amor sublime.

Se acercaron más y se besaron con ternura, pasión. Como si  toda la vida esperara que aquello ocurriera. Como si siempre hubieran esperado a encontrarse para estar juntos.

Ella sintió que su problema con Harry ya era agua pasada. Al igual que Dean Thomas… Solo le importaba aquel moreno. Solo él.

 

 

 

La castaña se despertó poco a poco por el escándalo que había en su cuarto. Echó un vistazo y vio que todas sus compañeras ya habían llegado.

-Lo siento, Hermione- se disculpó Parvati sentándose en la cama de Lavender con un pastelito en la mano.

-No pasa nada, lo agradezco, tengo ronda…- estaba aún somnolienta.

No le había servido de mucho descansar, tenía más sueño que antes y menos ganas de ir a la ronda. Encima, la calurosa noche no ayudaba demasiado.

-Pues eso Lavender. Fui una de las primeras en salir y vi a Ginny besándose con Blaise Zabini- comentó la morena.

Hermione se quedó en su cama, aún con la cabeza agachada escuchando la conversación de las dos amigas. Por primera vez, los chismes de ella le interesaban.

-¿Y cómo sabías que eran ellos?-preguntó la rubia con la boca llena.

-Obvio, ¿no?- dijo, como si fuera normal- Los vi separándose al escuchar el murmullo, sabía que era Ginny por la túnica y su pelo rojo, que no pasa desapercibido, aparte de que subí con ella. Y sabía que era Blaise porque bajaba hacia las mazmorras…

Al escuchar eso, la castaña se puso los zapatos y fue al cuarto de Ginny para que le explicara todo lo sucedido.

Tocó un par de veces la puerta y con la suerte a su lado le abrió Ginny con los ojos un poco rojos y la mirada perdida. Aún no se creía lo que le pasó en las escaleras con Zabini. Y sus sentimientos eran muy, pero que muy liosos.

-¿Estás bien, Ginny?-preguntó.

-Aunque no te lo creas, me he enamorado profundamente. Siento tanta emoción… no sé como describírtelo- dijo, tocándose el pecho y respirando lentamente.

-¿Te has enamorado de Dean?-preguntó.

-No- negó con la cabeza- Me enamoré de alguien que jamás pensé que sería él, jamás pensé que sintiera esto… jamás pensé que… volviera a encontrarme con él…

Hermione no entendía muy bien lo de encontrarse de nuevo. Pero las expresiones de su amiga, esa sonrisa de enamorada y los suspiros. Decían que de verdad había encontrado a su amor verdadero.

-Es algo que me lleva hacia él, me tira hacia él… como los imanes que se atraen.

-Te enamoraste de Blaise Zabini- no era una pregunta, sino una afirmación.

Ginny asombrada asintió con timidez.

-Sí… pero espera, ¿cómo lo sabes?

-Las chismosas de Parvati y Lavender, te vieron con él, besándose.

La chica se llevó las manos a la cabeza asustada.

 

Que esas dos supieran eso sería el caos. Los rumores llegarían a cualquier oído.

-No quiero que nadie lo sepa, ¡joder! Quería mantener esto en secreto.

-Tranquila.

-Son unas chismosas asquerosas.

Hermione rió junto con su amiga y la abrazó con fuerzas.

Seguía sin entender nada, pero estaba feliz por su amiga. Por fin encontró a alguien de verdad, aunque fuera una asquerosa serpiente.

-Me toca ronda con Padma…-dijo, con voz cansina y apoyando su barbilla en el hombro de Ginny.

-Que mal…

-¿Tu hermano?

-Abajo, con Harry, supongo.- Contestó- ¿se lo dirás?

La castaña se encogió de hombros, no estaba segura si declararse. Lo amaba, pero no estaba segura de sus sentimientos desde lo que ocurrió con Malfoy. ¿Le estaba pasando lo mismo que su amiga? Ni idea, ella nunca había experimentado algo así, era la primera vez que estaba enamorada y era de Ron. Desde pequeña. No tenía mucha experiencia con chicos.  Bueno, estuvo saliendo con el búlgaro Víctor, pero nunca llegó a amarlo con locura, ni quererlo. Solo fue una semana de relación…

-Te tengo que contar tantas cosas…-dijo, apenas fue audible. Pero su amiga la entendió…

Miró su reloj.

-Me tengo que ir. Mañana hablamos. Te quiero.

Se despidió de su amiga con un fuerte abrazo y un beso. Deseaba estar con ella, soltar todo. Desahogarse.

 

Bajó a la sala común, distraída. Dándole vueltas a la reciente noticia de parte de mejor amiga. Seguía sin comprender como pudo pasarle algo así… ni siquiera conocía a Zabini, simplemente de vista y por los rumores. Nada más.

 

 

 

Draco Malfoy estaba acostando en su cama mirando hacia la nada. Recordando y maliciándose así mismo por lo que había hecho en la entrada del despacho de la profesora. ¿Cómo se le ocurriría cogerla así? Pero no solo eso, sino meter su cabeza en el cuello y respirar su aroma.

Le encantó. Aunque fuera una sangre sucia y su peor enemiga. Su olor le volvía completamente loco, y eso era extraño que ocurriera en él.

Se acomodó en la cama y miró el pequeño reloj que tenía encima de la mesita de noche. Era hora de la ronda de prefectos. No tenía ganas de asistir, pero debía, podría llevarse otro castigo y no sería conveniente.

-¡Me cago en mi vida!-gritó Blaise Zabini, cerrando de un portazo con cara de indignación.

Malfoy, a ese ruido dio un pequeño brinco del susto.

-¿Quieres matarme de un infarto?-dijo, sentándose.

El moreno se sentó en la cama, con la cabeza entre sus manos y apoyadas en sus rodillas. Balanceándose.

-¿Qué pasa?

-¡Me enamoré!-gritó.

Draco subió una ceja.

-¿De quién?

-De Ginny Weasley…

-¿Bromeas?- no creyó las palabras de su amigo.

Solía mentir sobre estas cosas, pero nunca lo había visto de esta manera. Su comportamiento era muy extraño y eso que lo conocía desde hace años…

Blaise miró a su amigo, sus ojos estaba aguados, a punto de llorar.

-Debería de estar feliz… pero… es que…- no tenía palabras.

De verdad estaba feliz, encontró a su amor sublime. Pero era extraño, tan rápido…

- Seguro que fue un hechizo.

-No haría eso ni aunque le pagasen, Draco- dijo- Me enamoré de ella con solo mirarla. Algo dentro de mí me dice que me encontré con ella nuevamente y que es el amor de mi vida… un amor verdadero.

 

-Seguro que la cena tenía setas alucinógenas y…

-Draco, no es ninguna broma…-gruñó.

El rubio levantó las manos para que se tranquilizara y se acercó a su amigo. Se sentó a su lado y pasó su brazo por sus hombros. Draco nunca mostraba afecto hacia nadie, excepto por sus amigos de infancia. Siempre y cuando no lo viera nadie en ese momento.

-Tengo que irme- dijo.

El moreno alzó la cabeza y asintió.

Se despidieron con un fuerte apretón de manos y Malfoy fue a su destino.

 

 

 

La noche transcurrió tranquila pero agotadora por el calor que hacía. Aunque de vez en cuando, en los pasillos corría un poco de aire. Haciendo que los prefectos suspiraran de alivio. 

A Hermione le pareció eterno, solo daban vueltas por la primera y segunda planta, que era donde le tocaban a ellas dos. Padma no paraba de hablar del verano y de los chicos guapos que había visto durante sus vacaciones. Para no hacer el feo, ella asentía y hacía como si le interesara su conversación, algo que era totalmente mentira.

-Hermione…- llamó Padma, pero esta estaba tan metida en sus pensamientos que no escuchó que la llamaban- ¡Hermione!

Gritó. Granger dio un salto y se dio la vuelta en dirección de la chica. Que estaba de brazos cruzados y dando pataditas en el suelo.

-Dime, ¿qué pasa?

-Terminó la ronda…

-¡Ah!-llegó a decir.

Patil solo negó con la cabeza y se despidió con un gesto de mano, dejando ahí a la chica, pensativa…

En sus pensamientos ocupaba Ron y su declaración de amor. Algo que no estaba segura de hacer, tenía miedo, mucho miedo. ¿Y si la rechazaba? ¿Y si luego no pueden mirarse con otros ojos? Simplemente ¿si pierden la amistad? Tantas preguntas que la confundían más y más y la echaban hacia atrás. Pero si no arriesga a hacerlo no gana nada…

Empezó a caminar arrastrando los pies y suspirando cansada.

-Que mierda…-dijo en voz alta- Todo complicado…

-¿Falta de amor, Granger?-dijeron detrás de Hermione.

Se dio la vuelta para ver quién era, pero era obvio. Malfoy.

-No te importa…-contestó, su voz sonó dura.

-Bueno… tampoco es para que actúes así, era una simple broma…

-Simple broma, ya claro…

El chico se acercó a ella y olió de nuevo su aroma. Ahora era más fuerte pues estuvo sudando cuando subía las escaleras, con la camisa, el jersey y la túnica.

-¿Quieres que te compre el mismo perfume? Así te lo pones de vez en cuando.

Draco rió a carcajadas. La verdad es que le había hecho gracia que dijera algo así tan repentinamente. Hermione estaba seria, pero empezó a reír al igual que Malfoy al escuchar su risa.

Las risas cesaron y con la poca luz que había, se miraron a los ojos. Granger jamás pensó que esos ojos grises fueran tan tiernos y llenos de brillo, causa de las lágrimas por las carcajadas, ya que siempre que se encontraban la miraba con odio y asco.

-¿Puedo hablar contigo?-preguntó, demasiado amable para ser verdad.

La castaña asintió con la cabeza y se sentó en las escaleras e invitó a Draco sentarse junto a ella.

Nunca pensó que pudieran estar tan tranquilos después de la pelea en el tren. Pero agradecía a Dios que fuera así. Lejos de insultos y desprecios. Era bastante agradable.

 

-Dime- contestó.

Se quitó la túnica y la puso a un lado. Se remangó el jersey, el calor era insoportable.

-Blaise me contó algo, que creo que tú también sabes…- dijo, ¿nervioso?

Era la primera vez que mantenían una conversación decente.

-¿Hablas de su repentino enamoramiento?-contestó.

Malfoy asintió.

Estaba recostado en las escaleras apoyado con su codo en dirección de la chica. Ella solo estaba sentada y se acariciaba las piernas.

-Me resulta extraño y algo complicado de comprender.

-A mi me pasa lo mismo- comentó Hermione.

-¿Tú? ¿Qué te cueste comprender algo?

-Malfoy, estábamos bien… y sí, aunque te resulte raro, también me cuesta comprender lo que me dijo Ginny- contestó, estaba calmada. No quería armar jaleo- Dijo que sintió que se encontraron de nuevo… como si estuvieran esperándose… no sé…

-Blaise me dijo lo mismo. Me dijo que cuando la miró a los ojos sintió que era para él, que era amor verdadero…

Se miraron a los ojos durante un buen rato. Contemplándose el uno al otro, sin que ninguno apartara la mirada.

-¿Amas a alguien, Granger?-preguntó, repentinamente.

La chica se puso nerviosa. Miró hacia el frente, observando a la oscuridad. No sabía que decirle, amaba a Ron, pero no estaba muy segura de sus pensamientos hacia su amigo.

-No sé…- contestó- No sé que siento por él… es extraño, porque lo amo, pero dudo… ¿y tú?

Esta vez se acostó en las escaleras, apoyando sus manos en la cabeza y contemplando el enorme techo que estaba encima de ellos.

Los cuadros murmuraban cosas. Como: '' No deberían de estar aquí, es muy tarde'' o ''El amor, que recuerdos''

-No he encontrado a mi amor…- sonó romántico.

Ante eso, la castaña soltó una risita de la que se dio cuenta Malfoy. Él la sonrió y se acercó a ella.

-Por primera vez, en todo este tiempo, me siento bien a tu lado, es reconfortante…-dijo el chico.

-Lo mismo digo.

Hermione Granger. Seguía tan pensativa como antes, pero ahora no por sus liosos sentimientos. Sino por esta repentina conversación con Draco, que la verdad, había sido una de las mejores y la guardaría en su corazón y la recordaría. Para cuando le diera el arrebato de insultarla y menospreciarla, esa conversación siempre estaría presente para ella.

Miró el reloj. A punto de ser las doce de la noche. No quedaba nada para que los profesores tomaran su ronda y quitara puntos a todos aquellos que estuvieran merodeando por los oscuros pasillos del colegio.

-Tenemos que irnos…- anunció la chica.

El chico bufó.

-Con lo bien que se estaba… Bueno. Buenas noches.

Se levantaron. Se miraron por última vez, sonrieron y cada uno fue por distinto sitios. Ella hacia arriba y el hacia abajo.

Seguían con esas sonrisitas tontas, pero ninguno de los dos se dio cuenta de ello.

 

 

 

 

El día siguiente pasó rápido. Era un día despejado y muy caluroso, peor que el día de ayer. Hermione deseaba que la dejaran ir solamente con la camisa, pues la túnica daba mucho calor. Aún así, después de ducharse, dejarse el pelo mojado para refrescarse, se la puso.

Fue al cuarto de Ginny para que contarle todo lo sucedido ayer y para que pudiera peinarla.

 

La pelirroja, con gusto peinó a su mejor amiga. Esta quería hacerle una trenza espiga que iba hacia un lado y dejando los flecos sueltos.

-Tienes que contarme- dijo, entusiasmada.

Granger suspiró.

-McGonagall me castigó durante dos semanas seguidas limpiando y ordenando la biblioteca- miró al espejo y coincidió con su amiga, que tenía la boca formada y las cejas fruncidas como expresión de dolor- Y luego de eso…

Miró hacia los lados y solo estaban ellas dos.

-Malfoy me cogió de las muñecas, me estampó contra la pared y escondió su cabeza en mi cuello oliendo mi perfume.

Ginny paró de hacerle la trenza y volvió a mirar el espejo para encontrarse con los ojos caramelo de su mejor amiga. Hermione estaba sonrojada y evitaba a toda costa mirar a su amiga. Estaba un poco avergonzada.

-¿En serio?

-Sí- contestó- Y luego de la dichosa y horrorosa ronda de prefectos- Weasley rió- Estuvimos hablando.

-¿Quién?-preguntó, curiosa.

-Malfoy y yo.

-¿Y de que hablaron?

-De tu tema con Zabini. Me dijo que él le había dicho lo mismo que me habías dicho tú a mí.

Ginny sonrió. Ese chico había logrado, con una simple mirada, volverla completamente loca. Se dice rápido, pues ni siquiera se conocían verdaderamente. Solo con unos cuantos desprecios por parte del príncipe de las serpientes en las que él siempre estaba presente. Pero nunca le había dado importancia a dicho moreno. Quizá solo sea un capricho, pero lo que sentía era de verdad, era amor. Por extraño que resultase. Había oído hablar de ese amor sublime, no solo por parte de su madre, que era una enamoradiza, sino la madre de Hermione, Jane, en un momento también habló de ese amor. Hasta les recomendó una película Muggle: ''Hecho en el Cielo''

Las chicas siguieron hablando del día de ayer. Como se había sentido Ginny después de que le contara a Hermione su enamoramiento. Deseaba verlo, pero quería ocultarlo. Lo malo de todo esto, era que Lavender y Parvati sabían que se había besado y eso llegaría por todo el colegio.

 

Bajando las escaleras para dirigirse al Comedor. Hermione se topó con una mirada grisácea que la miraba como ayer. Ternura. Ella sonrió y él hizo lo mismo.

La pelirroja vio a Blaise Zabini a lo lejos. Su corazón se aceleró de tal manera que tuvo que pararse en seco para poder tranquilizarse. Estaba tan nerviosa que ni siquiera se acordaba de cómo caminar.

Agarró a su amiga por el brazo y lo apretó con fuerzas.

-Por favor, no dejes que me caiga- dijo en voz baja.

Hermione rió y ayudó a su amiga.

 

El desayuno fue entretenido. Dumbledore anunció que podía estar en clase sin la túnica ya que hacía muchísimo calor y era agobiante estar con todo eso puesto.

Hermione se quitó la túnica y se desabotonó dos botones de su camisa. Ron la miró y se sonrojó. Orgullosa. Se irguió y comenzó a hablar con Ginny. Le gustaba que le mirara.

 

Llegaron las clases. Aburridas y con mucho calor. El primer día no era muy interesante, hablaban sobre cómo serían sus clases ese año, como serían los exámenes. Todas eran igual. Los mismos profesores, menos Horace Slughorn. Gran amigo de Dumbledore que había impartido clases de pociones anteriormente. Cuando los padres de Harry cursaban en Hogwarts.

La poción que les hizo hacer ese mismo día era felix felicis. Poción mágica que hace que el bebedor sea un ser afortunado un cierto tiempo.

 

Harry, consiguió ganarse la poción gracias a un libro que consiguió en la estantería del aula de pociones. Un libro en el que tenía muchas correcciones y pudo realizar la poción con éxito.

 

Las clases terminaron. Todos estaban en el gran comedor merendando. Había música en el ambiente. Los profesores le dieron permiso. Algo raro la verdad. Nunca había pasado eso.

Ginny estaba muy entusiasmada. Las canciones (podré más o menos las de nuestra época, sé que es raro, pero bueno xD) le gustaban. Britney Spears, three.  La pelirroja se subió a la mesa y comenzó a bailar locamente. Moviendo las caderas, la cintura. Le hizo una señal a Hermione para que ella subiera, pero se negó un par de veces. Hasta que su amiga la cogió de las manos y la levantó. 

Subieron juntas.

Hermione, avergonzada, miró a todo el comedor. Las miradas posaban en las dos chicas. Daba gracias que los profesores no estaban presentes. En el estribillo de la canción three, la castaña empezó a mover la cintura muy sensualmente. Los chicos, alucinados por el bailecito de la sabelotodo de Hogwarts, se pusieron en pie rodeando la mesa de Gryffindor y empezaron a silbar.

Hasta las serpientes fueron hacia allí para verlas bailar. Era un espectáculo maravilloso para muchos ojos.

-¡BAJA GINNY!-gritó Ron.

Pero su hermana no le hizo ni caso. Siguió bailando con Hermione.

Del calor que tenían, mientras bailaban, se desabotonaron la falda y la dejaron caer.

Hermione llevaba un pantalón bastante corto de color negro y Ginny de color rosa. Siguieron a lo suyo y luego se quitaron la camisa, dejando al descubierto sus sujetadores. La castaña llevaba uno negro con puntos blancos. Y la pelirroja un sujetador totalmente blanco.

Los chicos silbaron más eufóricos. Más de unos estaban demasiado contentos.

Draco Malfoy no podía creer lo que veía sus ojos. La rata de biblioteca no estaba nada mal y la verdad es que su baile era súper sexi. Mostrando sus dotes, mostrando que no solo sabe estudiar y pasar todo el tiempo detrás de un libro.

-¡No te lo repito más!-gritó otra vez el pelirrojo.

Pero esta vez subió a la mesa y cogió a su hermana del brazo y bajándola con violencia.

Hermione paró. Miró hacia atrás y vio la puerta de los profesores abrirse. Se bajó lo más rápido posible y se sentó. Buscó por todos lados su túnica, pero no estaba. Hasta que sintió que le ponían algo en los hombros. Miró para ver quién era y se encontró con unos ojos grises.

-Estaba detrás de ti- dijo.

La castaña sonrió y se sonrojó.  Recordó lo que había hecho. Se sonrojó de tal forma que tuvo que taparse la cara para que no la vieran. Todo el mundo la vio semidesnuda.

¡Qué vergüenza! Pero se lo había pasado de maravilla.

Buscó a Ginny, estaba en frente de ella. De la misma forma. Con la cara roja de la vergüenza y la túnica puesta. Mirándola y riendo por lo bajo.

-Estamos locas- comentó Hermione.

-¡Sí!

Volvió a reír.

Escucharon un sonido proveniente de la mesa de los profesores. Pudieron ver a Dumbledore con una copa en la mano y en la otra una cuchara. Dando toquecitos para llamar la atención.

-Chicos, hemos pensado todos los profesores. Que en este fin de semana que llega podríamos hacer una pequeña acampada en un bosque, seguro y no muy lejos de aquí, con un lago en donde podréis bañaros y pasar el tiempo que quieran.

 

Los alumnos aplaudieron y empezaron a cuchichear.

 

No se hablaba de otra cosa en el resto del día. Era lo mejor que le pudieron haber pasado con este calor infernal. Estaban en Septiembre. Pero el calor no cesaba y era muy agobiante. Suerte que estaban a miércoles y no quedaba nada para poder disfrutar de un buen fin de semana.

Las chicas estaban ilusionadas, querían buscar la mejor ropa que tuvieran y pedirles a sus padres el bikini o bañador que quería ponerse. Era de esperar, querían estar sexis para los chicos. A parte, coger un poco de sol, que no vendría mal para el cuerpo.

 

 

 

 

Harry estaba en la sala común junto con su mejor amigo, Ron. Jugando al ajedrez mágico. Sabía que iba a perder, pero quería entretenerse con algo y olvidarse de la escenita de esta tarde por parte de sus dos amigas.

Las vio llegar. Con tan solo la túnica y en sus manos sus ropas. No paraban de reír y eso le molestó mucho más al ojiverde. No por parte de Hermione, sino por Ginny.

-Estarán contentas, ¿no?-dijo, Harry con mal humor.

Las chicas lo miraron y subieron las cejas.

-Tenemos derecho de hacer lo que queramos, Harry- contestó, Ginny molesta.

Qué se creía, nunca se preocupaba por ella, nunca la miraba y ahora que pasaba de él porque había encontrado a su amor sublime y hizo algo que le apeteció hacer, de repente posa su mirada en ella y le regaña. Eso no lo iba a pasar por alto. Ya tenía suficiente con su hermano.

-Se desnudaron- dijo Ron.

-No, perdona- habló esta vez Hermione- No nos desnudamos, solo nos quitamos la falda y la camisa. Solo se veía nuestra ropa interior.

-Claro, y eso te parece poco.

La gente prestaba atención a la discusión.

-Mira Ron… yo hago lo que quiera cuando quiera y donde quiera. No eres nadie para controlar lo que hago y lo que dejo de hacer.

La voz de Granger sonó molesta.

Ron se acercó a ella y la besó. Hermione no supo qué hacer en ese momento. Se quedó estática.

-Por eso me importa lo que hagas.

Los presentes se quedaron atónitos al ver lo que había hecho el pelirrojo. Lavender, quien también observaba esa escena, se fue corriendo hacia su cuarto. Nadie le dio importancia a la rubia correr por las escaleras. Era más importante lo que estaba sucediendo en ese momento.

-Ron…- su voz fue un susurró.

Éste la volvió a besar y esta vez la castaña siguió el beso.

-Hmmm…. Es mejor que se vayan a otro lado- dijo, Harry.

Estaba algo incómodo, miraba a Ginny y pensaba que podía estar así con ella también.

La pelirroja lo miró y negó con la cabeza como si pudiera leerle la mente antes de darse la vuelta y subir a su cuarto. Estaba realmente molesta…

 

La pareja se separó de ese profundo beso. Sonrieron y se abrazaron con ternura.

Hermione hacía tiempo que estaba esperando eso. Durante seis años y al fin pasó. Estaba feliz, pero confusa. ¿Quería eso de verdad?

A su mente volvió su conversación con Draco y se quedó dubitativa de nuevo… ¿Qué haría? ¿Estaría con él para ver lo que pasaba? Pero… ¿Si la relación salía mal y no podían ser de nuevo amigos? Eso no importaba ahora. Lo que quería en este momento era intentarlo con él, saber poco a poco que era lo que sentía de verdad.

 

Al fin y al cabo, sus sentimientos hacia él eran fuertes. Hermione Granger estaba enamorada de Ronald Weasley…

O eso creía…

Regresar al índiceCapítulo 3: Aclaraciones by MalfoyGrangerSlyffindor


-¿Quieres salir conmigo?-le preguntó Ron.

Estaba nervioso y ansioso por la respuesta de Hermione. Deseaba que dijera que sí. Esas miradas, esas sonrisas, eso tenía que ser señal de algo.

La castaña solo lo miraba mientras se mordía el labio. No sabía qué hacer. Los temores llegaron hacia ella, no quería perder su amistad si esta relación salía mal.

-¿Hermione?

Cerró los ojos y se abalanzó sobre el chico. Besándolo de nuevo.

-Vayamos lento…

Ron sonrió de oreja a oreja y elevó a su, ahora novia, del suelo mientras daban vueltas en un mismo sitio.

Estaba feliz. Por fin, después de tanto tiempo estaban a los fines juntos.

 

Después de la decisión que había tomado y quedarse tan cariñosamente con Ron. Se le había olvidado por completo el castigo que tendría que realizar por haber agredido a una compañera de Hogwarts. 

Después de besos y caricias, miró su reloj y se levantó casi de un salto provocando que el pelirrojo se sobresaltara.

-Tengo que irme. Estoy castigada- dijo mientras le daba un beso en los labios a Ron y se iba corriendo hacia la biblioteca. Lugar que tenía que limpiar y ordenar libros junto con Malfoy.

Llegó asfixiada a la biblioteca. Jadeaba y llevaba una mano al pecho para tranquilizarse, abrió la puerta y nada más entrar se estampó contra la espalda de alguien.

Aturdida se hizo para atrás y el chico giró bruscamente. Era Malfoy. Tenía mala cara, con el entrecejo fruncido al igual que los labios.

-Lo siento- se disculpó ella.

-Ten más cuidado- dijo él con su fría y áspera voz.

Cansada, le empujó con su hombro y se acercó hasta la bibliotecaria. Pince. Ella iba a ser la quien guiara que parte de la biblioteca tendrían que ordenar durante dos horas de castigo. Eterno. Eso iba a ser eterno.  Y más para alguien que nunca había sido castigada.

-Señorita Granger- saludó la bibliotecaria con una gran sonrisa.

Hermione le respondió de la misma forma. Pero lo que no sabía si era que la sonreía porque se alegraba de verla o del verdadero castigo que tendrían ese día.

-Buenas tardes- saludó-¿Por dónde empezamos?

-¿Impaciente, Granger?-dijeron detrás de ella.

Solo rodó los ojos y se limitó a prestar atención a la señora. Esperando una orden.

-La verdad, cuanto menos tiempo esté contigo mejor- contestó de forma dura.

El chico solo rió estruendosamente, lo que causó que le mandara a callar.

Les mandó limpiar y ordenar en los últimos pasillos, que no habitaba nadie para no molestar a los alumnos que hacían sus tareas del día siguiente.

Hermione empezó a limpiar el pilar de libros que estaba encima de una mesa y su estantería correspondiente, para luego colocarlos por el orden que le habían mandado.

La castaña no tenía ganas de realizarlo. Tenía la mente muy ocupada. Tanto pensando en lo que había pasado en la sala común con Ron y en la conversación que mantuvo con el rubio anoche en las escaleras después de la ronda. Ella estaba enamorada de Ron desde hacía mucho tiempo, ni ella sabía cuando empezó a sentir esas cosas extrañas. Pero también, cuando a Ginny le comentó sus sentimientos hacia la serpiente de Blaise Zabini, quiso tener su mente bien preparada. Saber que era lo que de verdad quería en ese momento. ¿Es verdad que lo ama? ¿O es un simple amor de amistad que está confundiéndola más? Todo esto era un causo para su mente y corazón. No iba a rechazar a Ron porque era lo que más había esperado en este tiempo. Además, quien no arriesga, no haga. Y ella, no quería perder lo que tanto deseaba.

Buscó con la mirada al rubio. Hacía mucho calor en la biblioteca y él llevaba una camisa larga con el jersey gris de su casa.

-¿Eres inmune al calor?-preguntó medio riéndose.

Draco paró lo que estaba haciendo y la miró sin ninguna expresión en la cara.

-Puede…- contestó.

Hermione se acercó con la esponja que tenía en la mano, con la que limpiaba la estantería. Cuando llegó a él, que estaba de cuclillas cogiendo los libros. La escurrió, dejando caer el agua sucia en la cabeza del rubio. Lo que provocó que se levantara con rapidez y la empujara contra la mesa.

-¿Qué te crees que estás haciendo, Granger?-gritó con todas sus fuerzas.

La castaña reía por la reacción del chico.

-Refrescarte.

-Sí. Con agua sucia, estúpida- dijo.

En su voz se notaba muy enfadado.

-Ríete.

-No. No me río. Lo que acabas de hacer no tiene nombre, Granger. Esto no se hace, joder.

Se tocaba el pelo con cierto asco. Y chasqueaba la lengua molesto.

-Lo siento- se disculpó.

Antes de que Malfoy dijera nada. La profesora McGonagall se presentó en el pasillo con una sonrisa en los labios, apenas visible para los demás.

-Buenas tardes, alumnos.

-Buenas tardes- dijeron al unísono.

Draco miraba a Granger de reojo. Seguía enfadado por lo que había hecho, y con mucha razón. No era una broma de muy buen gusto, a decir verdad.

-Quería saber si irían a la excursión planeada para este fin viernes- comentó colocándose las gafas mientras buscaba un pergamino para apuntarlos a dicha excursión.

-Pues no lo sé profesora. Como estoy castigada no sé si se me permite participar- dijo Hermione cogiendo los libros de una silla y sentándose en ella.

La profesora asintió a modo de respuesta y miró a Malfoy.

-No creo que pueda ir- dijo el rubio.

McGonagall subió una ceja.

-No hay problema, pueden asistir a la excursión. Siempre y cuando respeten a sus compañeros- dijo esto mirando a la castaña. Ella bajó la cabeza avergonzada- y retomen vuestro castigo a la vuelta.

-Verá profesora, es un plan magnífico y llama mucho la atención, pero tengo otras obligaciones que hacer.

Malfoy estaba haciendo todo lo posible por no ir a ese bosque. No sabría como taparse la marca tenebrosa pero tampoco quería quedarse aburrido sin nada que hacer en el castillo. Quería pasárselo bien. Disfrutar de muchas chicas en bikini.

-No diga bobadas señor Malfoy. No ha sido ni una semana de clase, no creo que esté hasta arriba de deberes. Los apunto e

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