El ojo negro
La lluvia empapa el asfalto, y repiquetea contra lasventanas y los techos de las casas. Melina suelta un gruñido cuando, sinquerer, mete el pie en un charco de agua.
En la semanadel 31 de octubre, ha llovido sin cesar. La lluvia, que parece no morir a pesarde los minutos y las horas, cae con invariable intensidad.
Laestación de metro no está a más de dos cuadras, pero a Melina le parecen lascuadras más largas que ha caminado en toda su vida. Hay demasiado viento comopara intentar abrir el paraguas, y las personas pasan sin fijarse en nadie porla calle, empujándola y salpicándola con sus estruendosos pasos.
Cuando alfin llega, el calor del metro la inunda de calidez. Melina suspira. Pasa por elmolinete y entra a la estación de tren.
Es bien entrada la noche.Melina no se extraña cuando encuentra la estación de metro vacía.
Allíabajo, a pesar de que está a varios metros por debajo de la tierra, la lluviase sigue escuchando. Su dulce y suave tambor llega a sus oídos distante y casiirreal. Melina se sobresalta cuando el sonido metálico del moliente al girarse,chasquea duramente contra la calma de la estación vacía, ahogando brevemente elsonido de la lluvia.
Es un hombrealto, delgado y moreno. Tiene la cabeza hundida entre los hombros, y las manosenterradas en los bolsillos del saco negro, extrañamente seco.
Señorespasajeros, la línea Premetro informa que el próximo tren será el último delservicio del día de hoy. Muchas gracias y disculpen las molestias.
Melinase alegra levemente; pobres de aquellos que no llegarán a tomar el tren. Girala cabeza para ver si alguien más ha llegado a la estación.
Los ojosnegros del hombre se clavan en los de ella. No es una mirada curiosa ni simpática;es una mirada que acusa a sus ojos de mirar cuando no debían. Melina dejaresbalar la vista, y sus ojos advierten en algo que hasta entonces se le hapasado desapercibido. El hombre sostiene una bolsa negra de residuos, grande y abultada.
Melinaaparta la vista tan rápido como le permiten sus reflejos. El corazón le latecon una fuerza arrolladora contra los oídos.
El sonido del subte, quellega finalmente a la estación, hace que Melina reaccione. Se aparta unoscentímetros del andén, y toma aire temblorosamente, casi con alivio.
El hombrela sigue mirando. Melina se sube al subte rápidamente, y mira con ojos ansiososlos movimientos de su acompañante. Con pasos elegantes y ágiles, el hombreentra por la misma puerta que Melina.
El corazónse le sube a la garganta. Vuelve a alzar la mirada para enfrentar los ojosnegros, intentando obligarlos a bajar la mirada. El hombre no despega sus ojosde los de ella.
Permiso.Melina se baja del tren y al hacerlo empuja la bolsa suavemente. Siente algoblando rozarle el brazo, y se contiene de lanzar un grito de terror. Corre unos metros, y se sube por otra puerta.
Laspuertas del tren se cierran con un suave pitido de alerta. Melina deja escaparel aire que, sin saberlo, ha estado conteniendo. Cierra los ojos durante unmomento y se los frota con cansancio. Tal vez tiene suerte, y su madre seapiadará de ella, y la esperará a la salida del subte para evitar que se ahoguecon la tormenta que cae fuera.
Melinadeja resbalar las manos por su rostro, soltando un suspiro de cansancio. Abrelos ojos. Sus ojos azules se reflejan en la ventana del subte ydetrás, clavados firmemente en los de ella, se reflejan los ojos negros. Tramites en Ecuador
Solo dosestaciones más. Melina está asustada. Sus manos se cierran compulsivamentealrededor de su paraguas cerrado; tal vez le pueda servir como arma. ¿Cómoarma? El hombre no se mueve, no habla, incluso parece que no respira. Solo lamira.
Melinamira por la ventana, y por el reflejo estudia cuidadosamente la bolsa que elhombre sostiene. No hay nadie más en el tren. Solo ella, el hombre y la bolsa.
CuandoMelina se baja del tren, le tiemblan las piernas. El hombre avanza con agilidada sus espaldas, pero al parecer la bolsa que sostiene pesa bastante.
Melina deja escapar unsilbido de terror. Hecha a correr escaleras arriba. El subterráneo ya estávacío, las boleterías cerradas y algunas luces ya están apagadas.
Ya no love, pero lo siente. Sus pasos, silenciosos y firmes, suben las escaleras a susespaldas, y su mirada se clava fijamente en su espalda, atormentándola.
Quiereromper a llorar. Cuando sale del subte, la lluvia no tarda en empapar surostro, y Melina ya no sabe si está llorando o no. Tiembla tanto que no estásegura de poder seguir corriendo.
Aún así,corre. La lluvia golpea su rostro con tanta fuerza que la hiere. Sus botaspisan ligeramente el piso empapado. No mira hacia atrás, pero sabe que él laestá siguiendo.
¿Y sigrita? Lo intenta. Fuerza cada músculo de su cuerpo a tomar aire y expulsarloen forma de chillido, pero la voz le sale quebrada; el grito no se escucha.
Le falta el aliento, ysolo atina a seguir corriendo. La lluvia le inunda los oídos, le empapa la ropae intensifica el sonido de sus pasos.
Su casaestá en la cuadra más oscura de todas. Bajo la insistente lluvia, cualquierapodría no reconocerla. Melina gira las llaves en la cerradura, pero la abre sinproblemas; su madre debe de haberla dejado abierta. Cierra rápidamente lapuerta con llave. Con una mano temblorosa, busca la tecla de la luz, que titilacuando se prende.
Dejaescapar el aire temblorosamente. La cocina está vacía. Melina deja escapar unaslágrimas ahogadas por el miedo.
¿Mamá?
Nadiecontesta. Encima de la mesa de la cocina, su teléfono celular titila. Melina seacerca, lo aferra y se promete a si misma nunca más salir sin él. Tiene unnuevo mensaje de voz.
Ustedtiene un mensaje de voz nuevo. Para escuchar su mensaje de voz no escuchado, marqueuno Melina presiona la tecla con avidez. "Meli, cielo, te paso a buscarpor la parada del metro, así no te mojas con esta lluv
¡Ah, pero si serás
!¿Otra vez te dejaste el celular acá, Melina? Yo no sé para qué te lo compré,si-" Fin de el mensaje. Para borrar el mensaje, marque
Melinacierra la tapa del celular, y respira profundamente. Una risa temblorosa escapade sus labios, y se imagina explicándole a su mamá que estaba tan asustada queni se había fijado si había un automóvil esperándola.
Dos golpessecos llaman la puerta. Seguro que es su madre. Melina toma las llaves que dejóencima de la mesa, y nota como las manos le siguen temblando.
Se inclinasobre la puerta, aguantando la respiración; no se oye nada. Se desliza suavementehacia abajo. Entrecierra los ojos, y echa un vistazo por la cerradura.
Un ojo negro se clava enel suyo.
El ojo negro - Fanfics de Harry Potter
La lluvia empapa el asfalto, y repiquetea contra lasventanas y los techos de las casas. Melina suelta un gruñido cuando, sinquerer, mete el pie en un charco d
potterfics
es
https://potterfics.es/static/images/potterfics-el-ojo-negro-fanfics-de-harry-potter-5354-0.jpg
2023-02-27
El contenido original se encuentra en https://potterfics.com/historias/89918
Todos los derechos reservados para el autor del contenido original (en el enlace de la linea superior)
Si crees que alguno de los contenidos (texto, imagenes o multimedia) en esta página infringe tus derechos relativos a propiedad intelectual, marcas registradas o cualquier otro de tus derechos, por favor ponte en contacto con nosotros en el mail [email protected] y retiraremos este contenido inmediatamente