Mariposas - Potterfics, tu versión de la historia

 

 

 

MARIPOSAS

Aquel veranoel buen tiempo atrajo a las mariposas. No de la forma en que lo hacía todos losaños sino muchas más de lo normal, Albus nunca supo porqué.

Habíamultitud de ellas, de todos los tamaños y colores, como si alguien que lashubiera mantenido guardadas durante todo el invierno decidiese de repente liberarlas, abriendo la puerta de la jaula para dejarlas salir. El caso es que,en su memoria, las mariposas quedaron para siempre íntimamente ligadas alrecuerdo de aquel verano; maravilloso y terrible a la vez.

Mariposas enel prado, escapando de los inútiles intentos que Ariana hacía por atraparlas,jugando al aire libre los días que se encontraba mejor. Mariposas en su estómago, agitándose revoltosas cada vez que Gellert invadía peligrosamente suespacio personal, provocando en él un pequeño cataclismo.

 

O cada vez que pronunciaba tu nombre, Albus,y sus labios se cerraban para exhalar el aire despacio en la segunda sílaba,tal y como si te estuviera enviado un beso. A veces, reconócelo, provocabasesos momentos a propósito, solo por el gusto de escuchar como tu nombre seescapaba de su boca.

-Gellert

- ¿Sí,Albus?

Y tú respondías cualquier tontería y girabasla cabeza para ocultar una pequeña sonrisa, feliz porque ya habías conseguidotu objetivo.

¡Y sin embargo, cuánto sufrías!

Pero esteera un sufrimiento agradable y dulce, no como el que vino después

Sufrías por culpa de tus manos, pequeñas einsumisas, que parecían haberse erigido en rebeldía contra ti y luchaban porromper la férrea disciplina que a duras penas lograbas imponerles, y así evitarque cobraran vida propia y corrieran hacia él, traviesas y felices,revoloteando como mariposas sobre su piel.

¿Qué te llevó a recordar eso precisamenteesta noche, después de tantos años?

Quien sabe
tal vez se deba a que esteenemigo de ahora te recuerda al otro.

A los dos los conociste de jóvenes, cuandotodavía estaban a tiempo
sin embargo con ninguno de ellos fuiste capaz de vermás allá, de adivinar al lobo agazapado bajo la piel de cordero.

Y de pie ante la trampa que Tom preparó para ti no puedes evitar preguntarte que habrá ideado tuviejo alumno. Sientes temor -solo un tonto no lo sentiría- pero tambiénrespeto.

Y ciertacuriosidad.

¡Ah, la curiosidad! ¡Qué vieja y fielcompañera! Tantos años y todavía no te abandona.

¿Habráestado Tom a la altura?

De no ser así una parte de ti se sentiríadefraudada. Todo sobre tecnologia

Albus miróal chico, para infundirle valor, y se sintió un poco culpable por la granresponsabilidad que estaba a punto de dejar caer sobre sus hombros.

No puede ser de otra forma. Tom lo decidióasí, mucho tiempo atrás.

Prontodescubrió que su antiguo pupilo había estado a la altura y no solo por el fuegolíquido que le quemaba las entrañas. Faltaba aún mucha poción cuando sus másnegros demonios se abalanzaron sobre él, haciéndole revivir los peores momentosde su vida.

Su másterrible error, todo aquello con lo que le había costado tanto aprender avivir.

Ni siquieracuando se acabó la poción la cosa terminó del todo. Sus fantasmas seguían allí,imposibles de ahuyentar.

Tampoco lo deseabas. Forman parte de ti.Adonde quiera que vayas, los llevarás contigo.

Se sentíaviejo y cansado, y las cosas por fin estaban encaminadas. No sería fácil peroHarry estaba preparado. Y era capaz. Lo había demostrado muchas veces, esamisma noche, por ejemplo. Podría salir adelante a sin su ayuda. Él ya no eraimprescindible y de ahí su último ruego:

-Severus,por favor

Y a pesar delo injusto de su petición, Severus no le falló. Albus contaba con ello porqueen tantos años a su servicio nunca lo había hecho, ni una sola vez.

En el mismoinstante en que fue alcanzado por la maldición sintió como algo se desgajaba yse separaba de su cuerpo.

"Curioso
"
pensóviéndolo caer, como algo ajeno, convertido en una maraña de brazos y piernas enmovimiento, envueltos en una vistosa túnica de vivos colores. Volando desde loalto de la torre de astronomía.

Admítelo Albus, tu vestuario siempre fue untanto excéntrico.

De haberpodido estaría sonriendo en ese momento, al ver como el cuerpo que le habíaacompañado durante tantos años se precipitaba al vacío, convertido en unaenorme mariposa de tamaño humano.

Todas lascosas que tanto le preocupaban pasaron a un segundo plano: Voldemort y susHorcruxes, la guerra que estaba en ciernes, incluso Harry


porque enel último instante de su vida, el pensamiento de Albus voló hacia lasmariposas.

Y después,al fin, la paz.

***

Es la primera vez que escribo en segunda persona y como es una elección bastante arriesgada no sé cómo habrá quedado. Hay partes en tercera persona intercaladas con otras en segunda. Lo que intenté plasmar es una especie de diálogo que Albus mantiene consigo mismo, entre él y su conciencia.

Yo estoy muy contenta con el resultado pero vosotros diréis

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Aquel veranoel buen tiempo atrajo a las mariposas. No de la forma en que lo hacía todos losaños sino muchas más de lo normal, Albus nunca supo porqué.

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2023-02-27

 

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