NUNCA QUISE:
SEVERUS SNAPE/ ERIS MORWEN
Decir que la amó era poco, comparado con lo que en realidad había sucedido entre ellos. Ella tenía muchas heridas, que el simple amor no iba a sanar. Al parecer, nunca en la vida. Sonreía, acariciándose el cabello, mirándose en el espejo.
"No, por favor. Dime que esto no es cierto. Si han sido años. Años de no vernos"
Se sentó en una vieja mecedora que la enfermera, usaba para acallar, sus gritos de dolor. Se sentó allí, a mirar a la nada. A esperar que toda esa pesadilla se detuviera.
Que el mundo dejara de girar en su cabeza. Que sus penas terminaran con cada una de las lágrimas que estaba derramando. Tenía tiempo, sí. Tenía. Para hacer una nueva vida. Para decirle a otro hombre, lo que ocurría con su cuerpo.
Con su historia.
Pero la enfermera insistía. Antes de que mueras, antes de que simplemente te vayas, al menos dile eso que sientes. Al menos dile eso que acontece.
La vida podría cambiar.
Pero Isis se negó. Su cuerpo ya no era el mismo, su enfermedad la estaba matando y realmente, no necesitaba de su compasión. Juró y per juró, que no se rebajaría a sus pies.
Por que podría decir mil veces que la amaba, pero las acciones valían más que mil palabras y sus acciones:
Estaban bastante claras.
Y cerró los ojos, ante el dolor que estaba sintiendo. Eso acababa con su vida más y más rápido. Que estuviera feliz, donde fuera que estuviera ahora. No importaba. Ella estaba bien. Las últimas palabras, la despedida, fue suficiente para ella.
No lo iba a atar a su vida. Todos tenían algo de lo que arrepentirse y ella, se estaba arrepintiendo de lo que había pasado.
Y se levantó violentamente de la silla, arrojó cual fiera, todo lo que tenía entre sus manos. No se lo perdonaría nunca, lo odiaba y jamás podría entender lo que le había hecho.
Decir que la amó era poco, comparado con lo que en realidad había sucedido entre ellos. Ella tenía muchas heridas, que el simple amor no iba a sanar. Al parecer, nunca en la vida. Sonreía, acariciándose el cabello, mirándose en el espejo.
"No, por favor. Dime que esto no es cierto. Si han sido años. Años de no vernos"
Se sentó en una vieja mecedora que la enfermera, usaba para acallar, sus gritos de dolor. Se sentó allí, a mirar a la nada. A esperar que toda esa pesadilla se detuviera.
Que el mundo dejara de girar en su cabeza. Que sus penas terminaran con cada una de las lágrimas que estaba derramando. Tenía tiempo, sí. Tenía. Para hacer una nueva vida. Para decirle a otro hombre, lo que ocurría con su cuerpo.
Con su historia.
Pero la enfermera insistía. Antes de que mueras, antes de que simplemente te vayas, al menos dile eso que sientes. Al menos dile eso que acontece.
La vida podría cambiar.
Pero Isis se negó. Su cuerpo ya no era el mismo, su enfermedad la estaba matando y realmente, no necesitaba de su compasión. Juró y per juró, que no se rebajaría a sus pies.
Por que podría decir mil veces que la amaba, pero las acciones valían más que mil palabras y sus acciones:
Estaban bastante claras.
Y cerró los ojos, ante el dolor que estaba sintiendo. Eso acababa con su vida más y más rápido. Que estuviera feliz, donde fuera que estuviera ahora. No importaba. Ella estaba bien. Las últimas palabras, la despedida, fue suficiente para ella.
No lo iba a atar a su vida. Todos tenían algo de lo que arrepentirse y ella, se estaba arrepintiendo de lo que había pasado.
Y se levantó violentamente de la silla, arrojó cual fiera, todo lo que tenía entre sus manos. No se lo perdonaría nunca, lo odiaba y jamás podría entender lo que le había hecho.
- ¡Señor Snape, señor Snape!- una voz chillaba desde el pasillo de Hogwarts. Albus Dumbledore, detuvo a la nerviosa mujer.
- ¿Ocurre algo, señora?- dijo, mirándola con una sonrisa- ¿Qué ocurre?
- Necesito encontrar al profesor Snape, es algo urgente...¡Por favor, ayúdeme!
- La llevaré con él, de inmediato.
Severus estaba allí sentado, su vida no había cambiado en nada. Era el profesor de pociones y así iba a terminar. El pasado, se podía quedar así, pasado y olvidado.
- ¡Señor Snape! ¡Señor Snape!
Miró a la mujer, que entraba corriendo a su despacho, sin aliento. Se levantó de la silla, al mirar a Albus Dumbledore, detrás de ella. ¿Qué ocurría? ¿Qué pasaba?
- ¿Sí?- dijo, escuetamente. La mujer se llevó una mano al pecho para respirar.
- ¡Señor Snape! ¡Su esposa...Se está muriendo! ¡Por favor, haga algo! Recetas para Cookeo
Ella se lo había solicitado expresamente. No quería ser llamada así, no quería que en su vida, le volvieran a recordar a ese hombre malo. Estaba bien así, sola.
Y no quería cambiar eso.
Severus se apartó del escritorio, como si este fuera a atacarlo. ¿Su esposa? ¿Había aparecido? Por que en realidad, tenía tantas cosas que decirle.
- ¿Dónde está? ¿Dónde se oculta?
- En la vieja casa de Anastacia Morwen. La casa de su madre. Ella no se oculta, ella estuvo esperándolo. Se rindió señor Snape y...¡No puedo verla morir! ¡Ayúdeme!
Leyó la carta, leyó el examen que ella se había hecho y entonces lo comprendió. Había sido un tonto. Su esposa estaba enferma. Una enfermedad hereditaria. La habían casado con él, para tomar la fortuna de su familia, para simplemente servirle a él y entonces, justo ahora.
Se sentía un canalla.
Acompañó a la mujer, en silencio. La casa, tal cuál la recordaba. Ese aroma que odiaba imaginar. El aroma de Anastacia, estaba en todas partes.
Ella fue la única, capaz de enfrentarse a él. La única capaz de decirle las verdades en su cara y por eso, siempre la odió. Pero Eris era distinta de ella. Era sencible, era fácil de domar.
Con ella, se desquitaba.
La puerta apenas se abrió, la enfermera que él mismo había puesto a su cuidado, se apartó, para que él pudiera pasar. Ella estaba en la cama, con su rostro aprehnsivo. Trataba de luchar con algo que no entendía y bajo las sábanas...
¿Qué era ese bulto?
- Dime...¿Qué es lo que le pasa? ¿Qué tiene?
- Señor Snape. Hace un par de meses, que su esposa quedó embarazada. Mucho antes de que usted se fuera. Ella nunca quiso decírselo y esperaba a un hombre que quisiera apiadarse de ella y cuidar a su bebé, juntos. Pero, tiene dos días en labor y si no lo sacamos de allí, ¡ambos podrían morirse!
Severus no dijo nada y la miró. ¿Cuánto daño le había hecho? Ni siquiera podía pensar en lo que acababa de oír. En que su esposa, estaba embarazada. No, estaba mirando su cuerpo pálido, sus labios secos y el esfuerzo por intentar parir a un bebé, que no parecía tener vida.
- Eris...- susurró a su lado, pero ella no hizo nada- Eris...Escúchame...
- Señor Snape...Me temo que ella ya no puede escucharle. Supongo que eso esperaba. El dolor acabó con matarla, seguramente- dijo la enfermera, resentida. Quería su ayuda, pero no podía soportar ese odio que sentía por él.
Edito:
Tengo que irme a la universidad, pero si quieres saberlo. Esta es una historia paralela a estas dos:
El lado amable de Severus Snape.
Contrato de sangre
Nunca quise - Fanfics de Harry Potter
Decir que la amó era poco, comparado con lo que en realidad había sucedido entre ellos. Ella tenía muchas heridas, que el simple amor no iba a sanar. Al par
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2023-02-27
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