Angels - Fanfics de Harry Potter

No tenía más de veinte años. Su belleza solo se comparaba con sus sentimientos. Fuertes, sencillos. Humanista en todo sentido.

Pero eso no fue suficiente. Nunca lo sería. Nunca sería suficiente para convencer a la vida, de merecer una oportunidad.

Recordaba la escena, con cada flash de su mirada. Con cada parpadeo de sus ojos hinchados y sangrantes. Gota a gota, el líquido denso y rojizo, caía por su barbilla. Su última esperanza, el teléfono que había rodado centímetros más allá.

Pero no llegaría. Se quedó junto a él, su dedo para marcar. Estaba allí. Una llamada sin contestar, junto a un cuchillo.

¿Cuál fue su pecado? ¿No haber llamado? Los minutos de la llamada corren y una voz entrecortada, se escucha al otro lado.

Pero ya no tiene lengua para hablar. Su lengua está a un lado, se revuelve. Se retuerce como si tuviera vida. Los últimos nervios que le quedan, antes de ponerse morada y pudrirse.

El terror sobre sus ojos ante la sonrisa macabra, que hiela sus huesos. Su única culpa, haberse enamorado de otro. ¿Quién podría deducir, que el que tienes a un lado es un asesino? La mirada fija que trae una sonrisa escueta.

"Hola mi amor"

Su brazo fracturado solo se puede estirar hacia el teléfono. Partes de su hueso, sobresalen ante la ausencia de su dedo. Está ardiendo, duele. Sangra tan lentamente que podría llegar a alguna parte. Pero mutilada, solo huirían de ella.

Le falta una pierna que reposa a un lado, con un perfecto calzado. Asesino de ilusiones. El cuadro es grotesco, pero a él no le importa.

"Brindemos por la lealtad"

Se va a morir allí, asesinada por su esposo. Por quién fue su última esperanza. Por quién fue su amor. Ahora era su dolor, que drenaba gota a gota.

Su piel que servía de su abrigo, de su alimento. Rasgaba con sus dientes y pedazos brotaban hasta su rostro.

"Eres deliciosa"

Estar vivo, unos minutos más. Con los ojos abiertos y fijos, para guardar la última escena. Hasta que el cerebro reventara y la mirada se perdiera a través de la habitación. Luces de colores que bailan en la habitación.

Su ojo está fallando y ya no sabrá nada de sí.

Ella era inocente, ella era una buena persona. Aún así, la humanidad tenía que destruir a los ángeles. Mucha perfección, no podía ser cierta.

El mundo adoraba la imperfección y por ende, tenía que volver a su curso natural.

Y en silencio todo se apagó. La ventana se cerró y el mundo, perdió color.