Iré a por ti
Habían pasado ya más de cinco años de la batalla final de Hogwarts. La gente había seguido sin más con sus vidas, acomodándose rápidamente a un mundo libre de aquel ser maléfico. La vida transcurría feliz y exultante para el mundo mágico, pero había alguien incapaz de pasar página, incapaz de cerrar sus heridas.
La mayoría de sus amigos le habían dado la espalda, la habían mirado horrorizados al enterarse de los planes que intentaba realizar la muchacha, sabía que era contra natura, sabía que estaba mal, quizás condenase su alma, pero aquello era un precio que estaba dispuesta a pagar, ya que su vida carecía de sentido, desde hace mucho tiempo.
Estaba pálida, ya que no paseaba, ni salía a que le diese el aire, ni acudía a reuniones, sus ojos estaban ojerosos por las noches en vela aferrada a esos libros, terriblemente delgada, ya que no ponía atención a su alimentación, su mente estaba obsesionada con el empeño de sus esfuerzos en aquella causa
quizás perdida.
Había viajado por todo el mundo, buscando cualquier libro que contuviese algo de aquella temática tan oscura, tan difícil de encontrar. Ya casi no existía libro sobre ello que no hubiera pasado entre sus manos, se esforzaba, pero no encontraba nada en claro y estaba tan sola
Miraba a través de la ventana de un sucio hotel muggle. La ciudad estaba iluminada por millones de luces de colores, allí abajo habían miles de personas, viviendo su vida ajenas al peligro que habían corrido si Voldemort hubiera ganado la batalla, y ajenos al precio que habían tenido que pagar algunos para que así fuera
incluso pagando con su propia vida. Dio un pequeño sorbo a su whisky, sintió como le rajaba la garganta, la bebida muggle era mucho más áspera que las bebidas mágicas. Miró de soslayo todos los libros que se extendían por toda la habitación como un cáncer. Había de todas las formas y tamaños, algunos antiquísimos que incluso había tenido que robar. De pronto cayó en la cuenta, se separó de la ventana, dejando el vaso en la mesita de noche. Abrió varios libros y los contempló extendidos por el colchón de la cama
Ahora lo entendía, no tenía que realizar un rito
sino una combinación de algunos. Y por primera vez en aquellos cinco años sonrió.
Ahora tenía que prepararse
En el leve periodo de un mes tenía todo lo que necesitaba, había echo cosas terribles, quizás que nunca se habría creído que pudiera hacer
Ahora quedaba lo más difícil. Colarse dentro del ministerio, pero ya lo había echo una vez de adolescente, conseguiría hacerlo ahora que era una bruja experimentada, y modestia a parte, de las mejores de su promoción. Echaba de menos la compañía de sus amigos, pero lo conseguiría, a pesar de no recibir ayuda de nadie.
Colarse en el ministerio le había resultado tan fácil
desde la muerte de quien-tu-ya-sabes, se habían relajado en la seguridad, con un par de hechizos confundus le había bastado para burlar a los vigilantes nocturnos. A paso ligero, recorriendo los entramados pasillos del ministerio, cargando el peso de su mochila se dirigió a aquella sala que recordaba tan bien
En el centro de la sala flotaba un misterioso arco, era la misma sala donde había fallecido Sirius hacía ya tanto tiempo. tienda de patinaje
Contempló unos momentos con decisión aquel siniestro arco, donde ondeaba en su interior una extraña cortina y sonrió. Sabía que tenía que hacer, sabía lo que quería hacer, aunque su alma quedase condenada.
Dejó caer su pesada mochila en el suelo y con un movimiento brusco la abrió. Sacó de su interior siete cirios de color negro y los encendió con la punta de la varita, los repartió alrededor del arco, flotando a su alrededor. Suspiró y sacó un antiquísimo libro que había robado en una biblioteca mágica del cairo. Buscó con dedos temblorosos una página, que contenía el dibujo de un círculo. De la mochila sacó un bote que tenía sellado con la mayor de las magias: contenía sangre de unicornio
que ella misma había matado con sus propias manos. Se sentía muy culpable por ello, pero su causa estaba por encima de todo remordimiento.
Comenzó a recitar unas palabras de un idioma mágico antiquísimo, que había aprendido a través de su búsqueda. Mojando la punta de su varita en la sangre de unicornio, comenzó a dibujar aquel círculo alrededor del arco. De las piedras comenzó a revelarse unas palabras en el mismo idioma que estaba recitando. Cuando hubo terminado, se descalzó, con decisión tomó un cuchillo de plata y se hizo unos cortes en los pies, adentrándose al centro del círculo. Comenzó a recitar un ritual
-Que la sangre de mis pisadas sea tu guía
Hermione siguió con su ritual, sintió una fuerza que emergía de la sangre de unicornio de aquel círculo. Una luz roja salió disparada hacia arriba y sintió como comenzaba a levitar en el aire, envuelta en aquella luz que daba vueltas alrededor de aquel arco con vehemencia. Cogió el resto del bote de sangre que guardaba en un bolsillo del pantalón y arrojó su contenido hacia el interior del arco, a la vez que gritaba su nombre, invocándolo. Entonces una gran ventolera arrasó la habitación, apagando las velas y haciéndola caer al suelo violentamente.
Se incorporó dolorida, respirando con dificultad, aquella fuerza había consumido casi todas sus fuerzas, entonces vio una mano apartar la cortina, y una figura masculina resurgió de la oscuridad. Hermione sintió como las fuerzas volvían en si y se levantó arrojándose a los brazos de su ser amado.
-Hermione
estaba muerto
¿Qué me ha pasado?- dijo sin comprender.
-Te prometí que iría a por ti
allá a donde fueses.
Hermione se puso de puntillas para besar los labios de Severus Snape.
Un capítulo único, se me ocurrió sin más.
Un besiño fuerte.
Iré a por ti... - Fanfics de Harry Potter
Habían pasado ya más de cinco años de la batalla final de Hogwarts. La gente había seguido sin más con sus vidas, acomodándose rápidamente a un mundo li
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2023-02-27
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