No lo podía evitar, le encantaba aunque la odiase. La imaginaba, aunque la sangre de su cuerpo la llamase. Clavar su daga en ella, luego de acometer sus más profundos deseos. Traidora, pero deliciosa. Con aquellos perfilados ojos. Siempre deseó un hermano mayor al cuál probar. Esa sangre Black que corriera por las venas de su primo. Pero él era demasiado pulguiento para su gusto. No ella tenía su propio perfume, su propia belleza escondida. Su propio cuerpo, que la deleitaba de miles de formas. Chillaba en su cama, de solo imaginarlo. Desesperada. Ella le necesitaba.
Una vez al año, ella visitaba la casa. Siempre la veía. Venía sola, su aburrido y muggle esposo, no la acompañaba. nadie podía pisar esas alfombras de hilos de oro, si tenía sangre muggle. Pero a ella, a ella aún se le permitía. Era Black, al final de cuentas. Y un Black, desgraciadamente, siempre tendría aval para regresar a casa.
Mordía las almohadas al soñarlo. Soñar con su perfume. Él ya había probado esa nívea carne. En labios de un muggle, su hermana había perdido el tesoro que solo le pertenecía a ella. Aquella virginidad, solo estaba destinada a ser suya. Sus uñas alrededor de su piel. Sus gemidos desesperados por tenerla. Pero solo podía satisfacer sus deseos, ella misma.
Estaba loca. Su hermana menor no lo entendía, cuando ella enloquecía por verla. Cuando la miraba entre las rendijas de la vieja puerta. Su habitación era esplendorosa, sobretodo para intentar los juegos de niñas. Cuando ella se cambiaba, cuando se bañaba para la cena. ¡Desgraciada cama que la podía tocar y ella no!
Pero la tendría. Muy pronto. Su madre y su hermanita se iban de paseo. Su hermana mayor se quedaba a dormir. Estaba muy agotada por el largo viaje. Solo fingió bostezos, para decir que se quedaría a dormir, como su hermana. Necesitaba verla...Tanta espera...Tanto tiempo añejándose entre las puertas de un clóset.
Y allí la llevó. Con la llave al cuello, como cuando niñas. Cuando jugaban a que viajaban a un mundo nuevo. Allí se miraron por primera vez en tanto tiempo. La hermana intermedia, maliciosa, con ojos oscuros y largos y rebeldes rizos. Su hermana mayor, tan inocente...Tan tonta...
- Hola, Andrómeda...- susurró su hermana y antes de que hablara, cubrió su labio con un dedo. Deliciosa sensación- Vamos a jugar, como lo hacíamos antes. Tú serás la princesa. Narcisa no está. Y yo, seré tu rey.
Era espectacular. La cama del rey era fantástica. Las manos que golpeaban en la fría y hueca madera. Los movimientos imperiosos del deseo, de morder aquella carne prohibida. Los gritos de los sentimientos que estallaban entre ella y su reina. Aquellos gemidos de placer. No importaba si un caballero, un plebeyo, había profanado el cuerpo de su reina. Ella siempre sería su hermosa reina.
- Mi reina...- susurró en su oído, cuando todo terminaba. Cuando solo quedaban los espamos...Aún sentía un poco, aún podía recordar las manos de su hermanita. ¡Qué lindos jueguitos!
- Déjame salir, Bellatrix.
- Como gustes, hermana. Como gustes...
Siempre hermanas - Fanfics de Harry Potter
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2023-02-27
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