-Te detesto... -Deja de soñar, Hermanita - Potterfics, tu versión de la historia

 

 

 

Cuando los policías escoltaron a Hermione, como era costumbre desde que tenía cinco años e iba a visitar a su padre a la cárcel todos los días, sus manos comenzaron a temblar. Era la primera vez en casi ocho años que iba acompañada a ver a su padre, George Granger... Y estaba nerviosa, muy nerviosa. Jean, a su lado, la tomó de la mano más fuerte, como tratando de darle confianza con el gesto, la confianza que necesitaba más la mujer que la joven, pero ella se soltó.
-Hermione...- comenzó Jean, y su hija la miró con seriedad.
-Necesito hablar con papá- le dijo Hermione-, y a solas- su madre asintió con desgana como si dejarla sola fuese algo que le costara enormemente, como si su hija nunca hubiese entrado sola allí.
-Princesa- sonrió su padre, en cuanto la vio, alzándola en vilo y dando vueltas con ella. En cuanto su hija tocó el suelo, él la abrazó, y ella se lo devolvió, contenta de recibir aquel cálido gesto, tan familiar y conocido que la reconfortó al instante.
-Papá...- murmuró, con una sonrisa que llevaba tiempo sin aparecer en su rostro- Mamá está aquí.
-Que pase- le contestó él, sin entender el tono de preocupación de la muchacha.
-Ese no es el problema... Ha venido a pedirte el divorcio- él la miró, con los ojos abiertos como platos, antes de golpear la pared que su hija tenía detrás con el puño, siendo instantáneamente reducido por los cinco guardias allí presentes, pero se clamó velozmente-. Que pase- repitió, con determinación y resignación en los ojos.
-Mamá- la llamó la chica, y la mujer entró con timidez.
-George- asintió.
-Jean- la imitó, y se sentaron el uno frente al otro en la mesa, mirándose a los ojos como si pudiesen leer la mente del otro-. Conque el divorcio, ¿no?
-Lo lamento, George...
-No te preocupes. Es tu decisión- ante aquello, ella le miró, sorprendida-. Solo pongo una condición: mi hija mantendrá su apellido, y no se le impedirá venir a verme cuando lo necesite.
-Hecho- contestó Jean.
-Y en ningún momento tu nuevo "novio" se considerará padre de mi hija- continuó, antes de cruzar sus marmóreos brazos.
-Está bien... Hermione, ¿quieres quedarte un rato más con él?- Jean señaló al padre de su hija con un movimiento de su mano.
-Sí, mamá- contestó, y la mujer se fue a casa.
...
Cuando Hermione regresó a casa, se encontró allí a su madre con dos rubios, uno más joven que el otro y ambos vestidos de negro. Ambos eran apuestos y muy guapos, lo cual la sorprendió.
-Hermione, cariño, ellos son Draco, el hijo de Lucius, y Lucius, mi novio... Y tenemos que darte una noticia- dijo su madre, con una cajita forrada de terciopelo en las manos...



Espero que os haya gustado este cap. No sabía cómo comenzar, así que me ha quedado un poco corto. Os prometo que los próximos serán mejores, y ojalá los disfrutéis.
Un beso fuerte.

 

-¿Tiene algo quever con que de golpe le pidieras el divorcio a mi padre?- preguntó Hermione,apoyándose en el borde de la puerta con los brazos cruzados. Sus ojosevidenciaban un llanto reciente, pero su rostro inmutable hizo que Jean seacordara de George al instante
Y eso la hizo estremecer.

-Hermione
Lucius me ha pedido matrimonio- dijo la mujer, y su hija rodó los ojos.

-Lo suponía
Enhorabuena- masculló, sarcástica, antes de subir las escaleras con paso rápidoy furioso.

Abajo, Luciusmiró a su novia.

-¿Cómo se lo hatomado
él?- ante aquello, su novia negó, conteniendo las lágrimas. Él laabrazó fuerte, y ella lloró en su esmoquin de mil quinientos dólares. Por suparte, Draco se había quedado embelesado con aquella pequeña castañita
¿Cómopodía imponer tanto a pesar de ser tan pequeña y encima de haber llorado antes?Como si de un imán se tratara, la siguió silenciosamente escaleras arribamientras su padre y su novia estaban "melositos" y sumidos en su propio mundo,y la encontró. Ella estaba acurrucada en su cama, abrazándose a sí misma y conla cabeza sobre las piernas, como una niña asustada.

-He, Granger- lallamó, y ella alzó su rostro. En aquella habitación, donde el negro predominabasobre las blancas paredes, sus ojos vidriosos brillaban como el sol. Y eso lellenó de curiosidad.

-Largo, Malfoy-gruñó, furiosa pero con la voz quebrada. Pero él la ignoró. Se acercó al pie dela cama y la arrastró del pie hasta él, abrazándola después. Como su madre conLucius, Hermione echó a llorar en brazos de Draco mientras él la abrazaba conternura, cálido
Casi como si fuera un abrazo de su padre, pero con unsentimiento muy diferente. Cuando ella comenzó a calmarse, él la soltó-.¿Mejor?- preguntó, con una sonrisa divertida, y ella le asesinó con la mirada.

-¡Vete!-exclamó, cabreada, pero él no se movió.

-¿Cuántos añostienes?- preguntó Draco, y ella le miró, extrañada.

-Quince-contestó-. ¿Y tú?

-Veintitrés- conaquello y su sonrisita, él parecía burlarse de su infantilismo, por lo que lacastaña se enfadó aún más.

-¡SAL DE AQUÍ!-le gritó, lanzándole uno de sus cojines, que él atrapó al vuelo.

-Ha sido unplacer conocerte- murmuró, con un tono que solo podía resumirse en una palabra:sexi. Muy, muy sexi. Y Hermione se ruborizó, pero justo entonces él salió de suhabitación.

-Madre de Dios-susurró, entrecortada, y se cabreó aún más consigo misma por haberleconsiderado guapo e incluso irresistible.

Cuando losMalfoy se fueron, Jean informó a su hija que la boda sería poco después de queGeorge le concediera el divorcio. Y eso le cayó como un balde de agua fría.


Espero que os haya gustado. Un beso muy fuerte para todos y muchas gracias por leer.

Poco después deque George firmara los papeles del divorcio, Jean y Lucius pusieron la fecha desu enlace. Y aquello no gustó nada a Hermione, pero decidió callar y salir consus amigos para tratar de olvidarse de todo. Cuando Fred, George, Ron, Ginny,Neville, Luna y Harry fueron a buscarla, no dudó en irse con ellos ni unsegundo, y ahora estaban en aquel viejo parque, el mismo sitio que había vistocrecer a todos y cada uno de los miembros del grupo y en el cual guardabanrecuerdos que les marcaron la vida

-Menuda mierda,¿eh, Mione?- sonrió malévolamente Ron, recibiendo un certero chinazo en lafrente- ¡Joder!

-Ni una palabra-gruñó enfurecida la castaña, antes de que los gemelos le dieran sendas collejasa su hermano menor.

-Imbécil-mascullaron ambos, serios.

Rato más tarde,el móvil de Hermione sonó. Era su madre.

-¿Sí?

-Hermione,cielo
Hoy tenemos la cena con loschicos. Ven a prepararte, es hora.

 

-¿De verdadtengo que ir?- un suspiro de cansancio escapó de Jean al otro lado de la línea,y su hija casi pudo imaginarla poniendo los ojos en blanco.

-Ya hemosdiscutido esto, Hermione- dijo-. Y sí, es algo que teníamos preparado desdehace mucho tiempo y no puedes faltar. Es importante para mí que estés ahí

-¿Y yo qué,mamá? ¿Acaso has tenido presente lo que es importante para mí?- le preguntó, yLuna y Harry tomaron sus manos en una muestra de apoyo silencioso, y ella lesdedicó una mirada de agradecimiento mientras ellos sonreían para ella.

-Hermione
Bueno, no te puedes negar. Luego hablaremos de esto, ahora ve con Draco. Ha idoa buscarte- y colgó. Justo cuando Hermione se pensaba si fugarse o quedarse yesperar al rubio, el claxon de un coche en la carretera que tenían detrás lahizo girar
Apoyado en un descapotable de ultimísimo modelo, un perfecto ypálido blondo sonreía, con su traje impecable y su cabello rubio cenizarecogido en una coleta baja, en la nuca.

-Joder,Hermione
¿Ese va a ser tu hermanastro? Madre de dios- susurró Ginny, a sulado. Sus hermanos rieron.

-Anda, ve. Sinos necesitas, apareceremos. No lo dudes- la animó Neville, ignorando a lapelirroja, que se comía con los ojos a Draco. Hermione les abrazó y se fuehacia el coche como un preso condenado a muerte, sorprendiéndose de lasonrisita burlona que él le dedicó en cuanto la vio.

-Hola, Hermione-sonrió, abriendo la puerta del copiloto. Ella rodó los ojos, pero no dijo nada.Simplemente se sentó y esperó a que él entrara de nuevo y arrancara el coche.Solo entonces comenzó a hacerle el vacío-. ¿Quiénes eran esos?

-Mis amigos-respondió, cortante, y él rió.

-Los tengo queconocer, ahora que vas a ser mi hermanita- ella apretó los puños, cerrando losojos y apoyando la frente contra el frío cristal de la ventana.

El resto delcamino estuvo en silencio, sumido cada uno en sus pensamientos hasta que Dracoaparcó frente a la casa de Jean.

-Bueno,hermanita
Ve a prepararte- ella le miró mal, abriendo la puerta.

-Adiós- replicócon sequedad, saliendo del coche.

Subió a sucuarto y vació su armario en cuanto vio el vestido que su madre había dejadosobre la cama. Blanco y hasta los pies. ¿Desde cuándo ella usaba vestidos,encima de ese tipo con el que parecía que ella era la que iba a casarse? Trasbuscar largamente, sacó lo último que su padre la había comprado, antes deentrar a la prisión
Y sonrió. Con el tiempo, aquella prenda le iba cada vezmejor.

Porque si debíasoportar aquel suplicio, lo haría a su manera.

Poco después,unos treinta minutos, se calzó los botines negros y bajó las escaleras, pisandofuerte. Pudo escuchar los pasos de su madre, de Draco y los que debían ser deLucius acercándose al pie de las escaleras, y los tres quedaron estupefactos alverla: llevaba un vestido negro ceñido hasta la cintura, enmarcando sus curvas ysuelto hasta las rodillas, con los cabellos ondulados suavemente peinados,cayendo en cascada hasta la cintura. Estaba tan hermosa que su madre la mirócon un brillo especial en los ojos, y Draco sonrió más de lo que Hermione lehabía visto sonreír jamás.

-Estás hermosa-para su sorpresa, quien dijo aquello fue Lucius, tomando su mano y besándolacon una sonrisa. Pudo ver a su madre con un vestido color vino tinto hasta lospies, tan bonita como ella la recordaba, años atrás, cuando su padre aún noestaba en la cárcel. La mirada que Lucius y ella compartieron la dejósorprendida. Había tanto amor en ella
Que se sintió completamente fuera delugar.

 

Fueron enlimusina hasta el restaurante y se sentaron en una de las mesas del reservado.Aquel lugar era uno de los más caros que había en la ciudad, y todos los queles rodeaban eran personajes de categoría, destacados o famosos. Pero aquellono inmutó a la castaña, la cual rodó los ojos.

Tras pedir elsegundo, se excusó y se fue al baño, sacando el móvil allí y llamando a Harry.Indudablemente, con él estarían los demás.

-¿Qué sucede,nana?- preguntó, con voz preocupada. Ella sonrió con ternura. El chico al otrolado de la línea era como su hermano, y no le sorprendió detectar un matiz denerviosismo en su voz.

-Me estoymuriendo del asco, Harry. Todos aquí llevan trajes de etiqueta, tienen millonesen el banco, son famosos y conocidos mundialmente
Esto es más para Ginny quepara mí.

-¿Quieres quevaya a por ti?

-No

No losé- se llevó las manos a la cabeza, y pudo oír la cálida risa de él.

-Cariño
Viviréis con él cuando tu madre se case. Llámame cuando te decidas, amor.Estaré al lado del teléfono
Esperando. En cualquier momento. No lo dudes.

-No te desveles pormí, Harry.

-No meimportará, Mione. Eres mi hermanita pequeña.

-Mil gracias,Harry
Pero duerme. Mañana te toca trabajar- él rió-. Voy enserio. Necesitasdescansar.

-Está bien. Perono temas despertarme. Un beso muy fuerte, princesa.

-Otro, guapo
Hasta mañana.

-Hasta mañana-susurró, antes de cortar. Cuando volvió a la mesa, Lucius y Jean se habíanperdido en su mundo, por lo que Draco, a su lado, fue el único que la mirócuando se sentó.

-¿Qué tal estás,hermanita?- se burló, y ella rodó los ojos.

-Con ganas dematarte, hermanito- dijo lo último como si fuera un insulto antes de que losplatos llegaran y comenzara a comer.

Aquella cenasería muy larga

Cuando llegaronal postre, Hermione estaba de los nervios. Quería irse a casa de una vez, oacabaría pegando el puñetazo del siglo al rubio que tenía ante ella, el cual sehabía pasado gran parte de la noche sonriendo burlonamente cuando la castañaarrugaba la nariz cada vez que Lucius y Jean volvían a sus arrumacos.

-Hey, gatita-sonrió él, utilizando el nuevo (e insoportable) sobrenombre que se había sacadode la manga, logrando que la paciencia de Hermione se acabara lentamente, cadavez más cerca de hacerla estallar-, ¿no quieres nada de postre?

-Tu cabeza enuna bandeja de plata. ¿Me la darías o no?- siseó, furiosa, rodando los ojoscuando él rió.

-No seas caníbal,nena. Sé que estoy bueno, pero no tanto como para que me comas
En la primeracita, al menos- dijo, y ella rodó los ojos, sin poder evitar una sonrisitaburlona-. Te saqué una sonrisa- celebró, y ella se ruborizó. La mirada que lededicó fue tan
profunda que casi logró que la chica le viera de una maneracompletamente diferente, o así fue hasta que él le guiñó sensualmente el ojo,con sus brillantes orbes grises brillando de picardía.

-Muérete- gruñó,cabreada con él y consigo misma por caer en el juego de ese idiota, pero secontuvo para no golpearle por millonésima vez en aquella cena infernal antes decomerse un cacho de tarta.

 

-Draco,Hermione
Esta noche os vais a quedar juntos en casa- sonrió Jean, y su hija lamiró como si estuviera loca-. Draco ya tiene su maleta preparada, cielo-explicó, como excusa.

-¿Qué?-preguntó, incrédula, cuando el rubio la miró con cara de maldad- ¿Por qué?

-Para conocerosmejor, hija
Y para dejarnos tiempo para nosotros- le "explicó" la mujer. Lacastaña puso cara de asco. Aquello solo tenía un significado: sexo. Y del quehacía ruido.

-Voy al baño-gruñó Hermione, saliendo de allí como un vendaval y sacando su móvil, marcandoel número de los dos gemelos.

-¿Sí?- pudo veren su mente la sonrisa de Fred.

-¿Qué podemoshacer por ti, cielo?- le siguió George, con un tono idéntico al de él.

-Necesitovuestra ayuda.

Cuando regresó,lo hizo con una media sonrisa tranquila, lo que preocupó a Draco, pero él nodijo nada. Se despidieron de Lucius y Jean y ella montó en su coche,increíblemente sin rechistar.

-¿Qué tramas,castaña?- interrogó él, acelerando el coche mientras ella se cruzaba depiernas, tomando uno de sus bucles y comenzando a acariciarlo con sus manos, enrollándoloen su dedo con cara angelical, mirando las estrellas por la ventana.

-Nada
¿Por?-con una carita demasiado inocente y los ojos perdidos en el cielo, Hermionesacó su móvil, comenzando a escribir velozmente un mensaje.

-No me gusta queestés tan pacífica- susurró él, y ella rodó los ojos, fingiendo no haberleoído.

Cuando llegarona la casa de Jean, Hermione bajó del coche y caminó hasta ella, sacando lasllaves de debajo de la campanita que adornaba el borde derecho de la puerta,abriendo la misma ágilmente y comenzando a encender luces. Sin despedirse,subió las escaleras, dejando solo a Draco en la puerta. Él pasó, preocupado delo que Hermione pudiese hacer, pero se sentó en el sofá y esperó. Estaba segurode que ella bajaría. No lo dudaba, pero estaba preocupado
¿Y si se le iba todode las manos?

Después de trescuartos de hora, Hermione bajó con otra ropa, maquillada y endemoniadamentesexi, con un corsé morado oscuro sobre una camiseta con los tres primerosbotones desabrochados y volantes en los puños, unos pantalones pitillos y unosbotines, todo negro. Sus cabellos estaban rebeldes, en una deshecha trenza, quele daba un aire de leona que hizo que algo se encendiese en su acompañante.Pero aquel momento de miradas no duró mucho, pues su evaluación se viointerrumpida por el timbre
Y ella corrió a abrir. Siguiéndola, entraron dospunks pelirrojos idénticos, un chico moreno y otro castaño/pelirrojo, todosellos altos y musculosos. Miraron a Draco como si fuera un intruso y siguierona la castaña hasta donde él se encontraba, sentándose a su alrededor como siestuvieran en su casa.

-Yo soy Draco
El futuro hermanastro de Hermione- se presentó, y ellos asintieron.

-Neville- sonrióel moreno, tímido.

-Ron- le siguióel castaño/pelirrojo, y los gemelos punks se rieron-, y ellos son mis hermanos.

-Gred- dijo elde la derecha.

-Y Feorge- losiguió el de la izquierda.

-O Fred yGeorge- acabaron, a la vez, y la chica se sentó entre ellos (o más bien encimade ellos, pues era un sofá para dos, aunque aquello no pareció importar aninguno de los clones).

 

-¿Habéis llamadoa todos?- sonrió Hermione, y ellos asintieron.

-Estarán aquí enbreve. Ginny y Luna traerán las bebidas, Oliver, Lee, Katie y Alice avisarán alresto y todos habrán llegado antes de las doce- dijo Ron, emocionado.

-¿Vais a haceruna fiesta?- sonrió maliciosamente Draco, poniéndose en pie.

-Sí
¿Algúnproblema?- retó la castaña, y él negó, sacando el móvil- Eres un chivato,Malfoy- se enfadó, pero él estalló en carcajadas.

-No, hermanita.Voy a llamar a mis invitados- y continuó moviendo velozmente sus dedos en lapantalla táctil de su móvil, lo cual dejó estupefacta a la muchacha.

-Hey, nena- lallamó uno de los gemelos, y ella sonrió.

-Vamos- apremió,y todos subieron a su cuarto para esperar a sus amigos. Pero no fueron elloslos primeros que llegaron a la mansión Granger
Si no tres chicos y una chicaque ninguno de los amigos de Hermione (ni ella) conocía.

-Hola, Draco-sonrió la muchacha, morena y de brillantes ojos verdes, abrazándole como sillevara muchísimo tiempo sin verle, pegándose todo lo posible a él-, ¿qué tal estás?

-Muy bien,Pansy- él la abrazó, apretándola contra sí más aún si era posible, lo cualasqueó a la castaña
O así fue hasta que dos chicas, una pelirroja y una rubia, entraron sin llamar, distrayéndola, esquivando a los tres chicos que taponaban lapuerta y saltando sobre ella.

Luna, la inocente y dulce Luna, llevaba unosvaqueros pitillos grises casi negros, una camisa de hombros caídos celestes y unas Conversenegras con los cordones blancos, por su parte Ginny, la pecaminosa Ginny,llevaba unos pitillos como los de Hermione, solo que más ceñidos si cabe, unacamiseta verde, con un provocativo escote, que resaltaba sus cabellos como el fuego y sus curvas y unostaconazos negros de infarto. Los chicos las miraron por lo menos unos segundos antes de entrar tras Draco... Pero ellas los ignoraron al ver al chico que entraba por la puerta en ese momento, abriendo sus musculosos brazos.

-Hola, mis chicas sexis... ¿Me habéis echado de menos?



Hola a todos, ¡he vuelto un poco antes, así que espero que os guste mi nuevo cap!

Un beso muy fuerte a todos y gracias por leer.

La resaca de lamañana siguiente se saldó numerosas víctimas.
En cuanto Hermione se levantó, corrió al baño como alma que lleva el diablo ycomenzó a soltar todo lo ingerido la noche anterior, hasta la última papilla.No fue consciente de que alguien la sujetaba el pelo hasta que acabó. Soloentonces, escuchó una risita en su oído, que la hizo estremecer.
-¿Qué, hermanita? ¿Estás bien?- la seductora y burlona voz se escuchó muy porencima de su cabeza, pero ella no le miró. Sabía quién era por su tono burlescoy lleno de arrogancia, así que corrió al lavabo y comenzó a lavarse los dientesa conciencia, tratando de eliminar cualquier mal sabor de la misma. Se miró enel espejo y vio el reflejo del rubio tras ella, con una sonrisita en suscarnosos labios cargada de ironía. Había sido él quien había tirado de lacadena, así que se sorprendió de no ver como mínimo su nariz arrugada a causadel olor a vómito.
-Cierra el pico, gilipollas- le gruñó, tomando el cepillo y pasándolo por susenredados rizos, bajo su atenta mirada-. ¿Qué haces aquí?
-Dormí aquí- le respondió, recordándoselo con maldad.
-No me refería a eso... ¿¡QUÉ HACES EN MI BAÑO!?- le gritó, furiosa, lanzándoleel peine a la cabeza, pero él lo esquivó sin problemas, riendo.
-Desde que tu "adorado" amiguito llegó anoche, tus amigas y tú osmontasteis un buen show para todos. No sabía que esas canciones podían bailarsetan... Pegadas- ella le mató con la mirada, recordando de golpe a Ginny, Luna yella misma bailando seductoramente, unas contra otras.
-Fred, George y Lee son unos DJ excelentes- replicó, quitándose el corsé yquedando solo con la camisa con flecos, fina y blanca.
-Me pude dar cuenta- asintió, sin dudarlo, devorándola con los ojos. La siguióhasta la habitación, y ella arqueó una ceja.
-¿Qué? ¿Piensas quedarte ahí como un pasmarote mientras me cambio?- interrogó,y él negó, con unos ojos llenos de picardía.
-No... Lo cierto es que preferiría ayudarte- ella le tiró de nuevo lo primeroque encontró, esta vez una enorme vela aromatizada, que estuvo a punto de darleen la cabeza-. Ya me voy, ya me voy- y salió de allí entre carcajadas.
Hermione se puso una camiseta de su padre que le llegaba hasta cerca de lasrodillas, unos pantalones cortos, unos calcetines largos y gordos y se hizo unacoleta alta antes de salir, chocándose contra el pecho del rubio en cuantosalió.
-Mmm... ¿Cómo puedes estar tan jodidamente sexi con eso, hermanita?- ronroneó,y bajaron juntos las escaleras. Allí, los amigos de Hermione se hallabantirados por los suelos, en las alfombras y sofás, profundamente dormidos.Pasaron entre la maraña de cuerpos hacia la cocina, y una vez allí la castañatomó asiento en la encimera tras prepararse el desayuno. Comenzó a tomarse suscereales bajo la atenta mirada de él, hasta que se cansó de que no perdiera devista ni uno de sus movimientos. Antes de que le pudiera decir nada, su móvilsonó. Lo cogió velozmente:
-¿Mm?- preguntó, antes de tragar.
-Hola, cielo- era la voz de su padre. Y eso la hizo emocionarse.
-Hola, papá... ¿Cómo es que hoy te dejan llamarme?- él rió, al otro lado de lalínea.
-Les he dicho que es el cumpleaños de tu madre- y ella se unió a sus risas-.¿No habrás hecho una fiesta, verdad?
-¡Cómo me conoces!- y pudo ver su sonrisa al otro lado de la línea.
-Soy tu padre, ¿qué te esperabas?- ahora, su tono se volvió serio- ¿Cómo sonesos... Malfoy?
-Bueno... Demasiado perfectos, demasiado arrogantes... Demasiado todo- lecontestó, él rió.
-Bueno... Mientras no te hagan nada... Hasta luego, cariño mío. Te quiero, mipequeña hermosa- le dijo, y ella sonrió.
-Yo también a ti, papá- y colgó. Draco no la había dejado de mirar, exactamentecomo antes mientras comía sus cereales, solo que ahora conteniendo las risas.
-¿Sabes que estás increíble ahí?- le sonrió, quitándole la cuchara de la boca ytomándose una cucharada de sus cereales. La adolescente le fulminó con lamirada- Ya de he dicho que eres jodidamente sexi...
-No me quites mis cereales, maníaco pervertido- y bajó de la encimera, tomandouna cacerola después de la aspirina y comenzando a aporrearla con todas susfuerzas para que sus amigos se despertaran, maldiciéndola-. Gente, a vuestracasa. Mi madre llega en unas tres horas, y quiero todo limpito antes de que osdeis el piro.
-No me jodas, Hermione... Estoy con un resacón del quince, ¿y tú quieres quelimpie?- gruñó, medio grogui, uno de los gemelos, y ella aporreó más fuerte.
Pasaron toda la mañana limpiando, y, en cuanto los amigos de la chica sefueron, esta se tiró en uno de los sillones, con un libro en sus manos.
Poco tardaron en reaparecer los amigos de Draco, y él los presentó brevementeantes de que Pansy desapareciera. Para entonces, los dos amigos del chicoestaban embobados con la futura hermana de su amigo, y el poco tiempo a solascon ella no prometía nada bueno.
Menos mal que estaba ahí el rubio, porque los dos chicos parecían violar a lacastaña con los ojos, pero ella no le importaba, de hecho ni tan siquieraprestaba atención.
Más pronto de lo esperado, la parejita feliz llegó...




Hola!!!!
Espero que os haya gustado. Un beso fuerte para todos.
¡Hasta pronto!

 

 

En cuanto los tortolitos entraron al salón, Hermione se estiró en el sofá como un felino, logrando que los tres chicos la miraran con deseo nada disimulado. Ella rodó los ojos antes de levantarse y correr hacia su madre, sonriendo con burlona diversión.
-¿Qué tal todo?- preguntó Jean, sorprendida por la sonrisa su hija.
-Mmm... No creo que mejor que la tuya, pero muy bien- la codeó con picardía y la mujer se puso roja, soltando una risita tonta.
-No seas boba, Herms- susurró, y Lucius rió entre dientes.
-No soy boba, soy realista- repicó, besándola en la mejilla-. Por cierto, me voy a ver a papá.
-¿Quién te lleva hoy?- interrogó, resignada, su madre. La chica rió.
-Los gemelos.
-¡Oh! Fred y George- exclamó, con ilusión-. ¿Qué te parece si luego llamas a tus amigos y les invitas a cenar? Así Lucius y Draco conocerán a los conocerán.
-Me encantaría... Pero ahora tengo que cambiarme. No me puedo presentar en la cárcel con estas pintas- y corrió escaleras arriba. Se duchó velozmente y se vistió con sus anchos pantalones de camuflaje, unas botas militares, una camiseta de tirantes y una chaqueta negra. Recogió sus cabellos en una trenza de raíz y se maquilló los ojos de negro fuerte, antes de volver al piso inferior. En cuanto llegó al último escalón, el timbre sonó y corrió a abrir, siendo al instante rodeada por los brazos de uno de los pelirrojos.
-Hola, Hermione- susurró él, en su oído, antes de que su hermano ocupara su lugar.
-Cuánto tiempo, ¿eh, castaña?- se rió el otro, y ella se unió a sus risas mientras se dirigían al salón. -¡Muchachos!- sonrió Jean, abriendo los brazos, en cuanto ellos entraron.
-¡Señora Granger!- respondieron los dos, corriendo a abrazarla. La mayor de las castañas desapareció entre la maraña de ropas negras de los clones, sin dejar de reír de vete tú a saber las cosas que ellos le contaban en bajos susurros. Pasaron un rato en la casa, hablando de los planes de esa noche, antes de salir y caminar juntos hacia el coche: un Camaro de los setenta, negro con líneas blancas precioso, del que Hermione estaba enamorada por completo.
Se montaron y llegaron en menos de una hora a la prisión, a la que entraron juntos. En cuanto los vieron, uno de los policías más mayores los señaló, y su acompañante caminó hacia ellos, sonriendo con emoción.
-Por favor, acompañadme... ¿Hermione Granger, verdad?- ella asintió, y entraron juntos en el edificio. Cuando llegaron a Salas Familiares, Mione vio a un hombre de cabellos entrecanos, que la saludó con la mano.
-Hola, Hermione- sonrió, mientras ella entraba escoltada por los chicos.
-Hola, Bobby- contestó,entrando en la sala, donde esperaron juntos a George.
-Es increíble que el hombre que me dio mi nombre esté entre rejas desde hace tanto tiempo- pensó en voz alta uno de los chicos, y su hermano se rió.
-Por lo menos no está muerto, como el mío.
Poco tardó en aparecer, con las manos esposadas y uno de sus ojos amoratados. En cuanto entró, le quitaron las esposas y su hija lo abrazó.
-Hola, papá- saludó, mientras él besaba tiernamente sus cabellos.
-Hola, mi vida. Muchachos.
-Señor Granger- asintieron ambos, recibiendo instantáneamente un abrazo del hombre.
-¿Qué querías decirme?- curioseó la castaña, sentándose en la mesa. Su padre la imitó.
-Cariño... Hay algo que no te he contado.
-¿Qué pasa? No puede ser tan grave- sonrió ella, y él negó. Fred y George se apartaron un poco, tratando de dejarles espacio, pero una mirada suplicante de su amiga les hizo sentarse a sus flancos, serios y rectos, agarrando sus manos.
-Lo es, cielo... Uf... No sé cómo decirlo...
-No lo suavices, pa. Dilo como sea. Yo lo...- comenzó Herms, pero su padre la cortó.
-Tienes un hermano- soltó, sin más, mientras la puerta se abría...
Y un castaño entraba por ella.



Espero que os haya gustado.
Me quedó un poco corto, pero es que estoy un poco liada.
¡Dejad comentarios, pliss!
Besos y abrazos.
¡Cuidaros mucho!
Antes que nada, millones de gracias a todos los que han añadido mi hisotia a sus favoritos y a aquellos leen y comentan.
Besos y abrazos, espero que os guste!!!
Dejad comentarios.




Cuando Hermione miró a la puerta, Fred y George aferraron sus manos con más fuerza. Un chico, con los ojos y cabello del mismo color que los de ella, les miraba desde la puerta. En cuanto sus miradas chocaron, un recuerdo, perdido en lo más profunso de su mente, regresó a la muchacha.

FLASH BAC
FLASH BACKUna pequeña niña corría por el jardín de su nueva casa, emocionada. Jugaba y saltaba entre las flores hasta que su cinturita fue rodeada por unos cariñosos brazos, y ella se dio la vuelta, mirando fijamente los ojos de su hermano...
FIN FLASH BACK
-Orion- susurró, y el chico que se hallaba en la puerta la miró con los ojos como platos.
-¿Me recuerdas, pequeña?- susurró, con la sorpresa evidenciándose en su voz. Cuando ella asintió, corrió hasta la castaña, abrazándola con todas sus fuerzas, temblando en sus brazos de la emoción. Con manos cálidas y temblorosas, acarició sus cabellos con ternura, besándola en la frente al separarse.
-Orion...- repitió, y los recuerdos volvieron a su mente.

FLASH BACK

-¡Orion...! ¿Puedo dormir contigo? Tengo miedo- lloraba una pequeña niña, de unos cuatro años. El chico que yacía en la cama abrió lentamente los ojos, mirándola somnoliento. Sin responder, se movió de la cama y palmeó un lugar a su lado, que ella ocupó velozmente, y él los arropó a ambos, rodeando su cintura con un brazo y acariciando su cabello con la mano libre para tranquilizarla.
FLASH BACK

-¿Mione?- preguntó preocupado Fred, y ella negó contra el pecho de su hermano.
-Dice la verdad. Es mi hermano.
...
Cuando los gemelos llevaron a Hermione a casa, ella no era la única pasajera en el asiento trasero. A su lado se hallaba Orion, a quien ella abrazaba con una feliz sonrisa. Una sonrisa que nadie había visto en ella desde que su padre entró en prisión.
Bajaron juntos del coche y entraron a la casa tras despedirse y agradecer a la pareja. En cuanto entraron, el plato que Jean sostenía cayó al suelo, rompiéndose en pedazos.Susojos se abrieron enormemente, y pasó la mirada de uno al otro.
-¿Orion?- murmuró, y él asintió- ¿Qué haces aquí?
-¿No es esta también la casa de mi padre?- replicó, con un dejo de molestia en su voz. Ella negó.
-No me refería a eso... ¿No vivías con Bella?- preguntó, pronunciando el último nombre como si se tratara de un insulto.
-Mi madre ha muerto, Jean. Mi hermana está aquí, y es la única familia en libertad que me queda. No pienso alejarme de ella de nuevo.
-¿Quién es, Jean?- interrogó Lucius. No había rastro de Blaise, Theo y Draco, por lo que la castaña supuso que ellos se habrían ido.
-El hijo de mi marido- contestó ella, y Orion sonrió arrogantemente.
-Encantado... ¿Tú eres nuestro "nuevo papá"?- burlón, tendió una mano, que el blondo estrechó.
-Exacto- replicó, serio y cortante.
-Vivirá con nosotros de ahora en más- explicó Hermione, y su madre la miró con estupefacción-. Es mi hermano, ¿no?
...
Cuando Draco llegó a la casa, se encontró a Hermione dormida en el pecho de Orion, el cual le dedicó un asentimiento de cabeza a modo de saludo.
-¿Quién eres?- siseó el recién llegado, mirándole con seriedad.
-El hermano mayor legítimo de Hermione... ¿Hermanastro Malfoy?- pronunció con desprecio el apellido, y el otro apretó los puños. Pero ninguno hizo nada: la chica comenzaba a despertar.
-¡ORION! ¡DRACO!- chilló furiosa Hermione, y los chicos bajaron a toda velocidad las escaleras. A pesar de que ellos eran ocho años mayores que ella, por increíble que pareciera, acababa por convertirse en la responsable de todo: que si organizar la recogida de las cosas después de cada fiesta, echar a los ligues de los chicos, despertarles... Pero ese día estaba enfadada, y mucho, por lo que se plantó en el pasillo, gritando a todo pulmón hasta que ellos aparecieron, somnolientos y con ojos cansados... Y en calzoncillos.
-¿Qué pasa, hermanita?- preguntó Draco, con la voz pastosa, y ella rodó los ojos.
-Uno de vosotros me tiene que llevar al instituto- gruñó, con los brazos cruzados, y ellos se lanzaron sus típicas miradas desafiantes.
-Yo la llevaré- sentenció el castaño, y el rubio negó.
-La llevaré yo- replicó, comenzando a cansarse.
-Yo- Orion se estaba empezando a enfadar, y Draco no se quedaba corto, pero su disputa mañanera fue interrumpida, como tantas otras veces desde que el castaño llegó.
-¡YA! ¡ME DA IGUAL QUIÉN ME LLEVE! ¡VESTIROS! ¡COMO LLEGUE TARDE NO OS VUELVO A DIRIGIR LA PALABRA!- bramó, yéndose por donde vino- Ah, y otra cosa... TENÉIS DOCE MINUTOS- y bajó velozmente las escaleras.
Diez minutos más tarde, la pareja ya estaba allí, esperando tan perfectos como siempre a la castaña.
-¿Quién me lleva?
-Yo- contestaron, a la vez, y se miraron con odio.
-Está bien... Iremos los tres, así no hay discursiones- suspiró, saliendo de la casa con ellos detrás, prácticamente corriendo para alcanzarla.
-Vamos en el mío.
-No, en el mío...
Cansada de las mismas peleas cada mañana, la castaña se cansó.
-Ya está, llamaré a alguien para que me lleve. Estoy harta de vuestras peleas, HARTA... Y aún por encima se me ha roto la moto, os he soportado tres semanas, a vosotros y a vuestros calzoncillos sucios, a las guarras de vuestras amigas, los ruidos repugnantes cada noche... ¡NO OS AGUANTO!- gritó, corriendo de nuevo a la casa, dejándoles quietos en el sitio.
-¿Qué pasa, Mione?- preguntó la preocupada voz de Harry al otro lado de la línea.
-Por favor, ven a buscarme...
-Dame un minuto.
Apenas medio minuto más tarde, se escuchó el claxon de un coche en la puerta de la casa, y Hermione salió de allí corriendo sin despedirse de la pareja.
-Hola, Herms- sonrió tiernamente Harry, besándola en la mejilla con ternura en cuanto ella entró
en el coche-. ¿Cómo va todo?
-Mis hermanastros son idiotas- suspiró, resignada, mientras su amigo aceleraba. Llegaron casi diez minutos antes del comienzo de las clases, y se reunieron allí con todo el grupo para dirigirse a su primera clase: Historia.

-¿Le has dicho eso a tu madre?- preguntó Ginny a Hermione a la hora del almuerzo, y esta negó.
-No está nunca en casa ahora. Solo tengo a los dos imbéciles, así que no puedo. Además, ahora creo que está por Brasil, así que no regresará hasta dentro de... Unos veinte o treinta días- el rostro de la castaña reflejaba cabreo, por lo que cierta rubia trató de salvar la situación.
-¿Cuándo es la boda?- interrogó tímidamente Luna.
-En un mes- contestó, apretando los puños.
-No le des más vueltas. Si Jean es feliz...
-Yo puedo morirme del asco- acabó, saliendo de allí como alma que lleva el diablo, caminando con decisión hasta su taquilla y apoyándose en ella, con los ojos cerrados. Las lágrimas que ya no podía contener resvalaron por sus mejillas, mientras ella se deslizaba hasta caer de culo en el suelo. Ocultó el rostro entre sus manos, y lloró. Lloró por todo lo que había aguantado desde que su padre entró en prisión, por lo que había soportado, tanto de sus compañeros como del resto del mundo. Cuando regresó a la clase, no había ni rastro de llanto en su cara, pero Harry pudo leer en sus ojos que había llorado.
Y eso le preocupó.

Después del instituto, Hermione regresó a casa, donde Draco y Orion la esperaban.
-¿Qué sucede, Herms?- preguntó el castaño, con preocupación, en cuanto vio los llorosos ojos de ella. Pero le ignoró.
-Nada. Olvídalo- y corrió a su cuarto, encerrándose en él todo el día. No salió ni para merendar ni cenar, lo que preocupó muchísimo a los chicos, quienes subieron juntos a por ella, entrando sin llamar a su habitación... Grave herror. La encontraron profundamente dormida, solo con unos diminutos pantalones y una camisetita de tirantes, todo en negro, destacando su piel de porcelana. Y Draco no pudo evitar pensar que era el ser más hermoso que había visto nunca.
Con ternura, Orion tomó una manta y la arropó, besando su frente y acariciando sus cabellos suavemente.
-Te quiero, pequeña... Dulces sueños.




Espero que os haya gustado!!
Por favor, dejad comentarios.
Besos, abrazos y cuidaros mucho!!!La fiesta de todos los viernes no se celebró de la manera normal en la mansión Granger. Hermione estaba enfadada con sus hermanastros, y los preparativos no contaron con la ayuda de sus capaces manos ni de las de sus amigos, lo cual la echó a perder en gran parte: faltaba el toque Mione, y se notaba. La barra de bebidas estaba un tanto pobre (faltaba el ron y el tequila, elementos esenciales para las competiciones entre los invitados y los anfitriones), pero las cosas no iban tan mal... Aunque Draco y Orion estaban desesperados, peleándose continuamente sin que nadie los detuviera.
Llegando a las manos a la mínima.
-¿Cómo puedes traerte aquí a... Esos?- gruñía Draco, furioso, señalando al grupo de skaters que se hallaban detrás del castaño. Tras el blondo estaban sus amigos de siempre, Theo, Blaise, Pansy y demás gente como ellos, pero nadie hacía nada para impedir que la discursión pasara a más. Solo pararon cuando Hermione bajó las escaleras pisando fuerte, apoyándose en el final de la barandilla con los brazos cruzados. Tras ella, los gemelos, Harry, Ginny, Luna, Ron, Oliver, Katie Bell y Alice Jones les miraban con reproche, lo cual destacó aún más cuán imponente y poderosa podía ser la castaña si se lo proponía:
-Si os vais a pelear, que sea fuera- masculló, cortante, y ambos la miraron. Estaba tan hermosa e increíble como siempre, incluso más aún en aquella seria y sexi pose. Sus cabellos caían en una cascada de rizos a la izquierda de su rostro, maquillado como acostumbraba, y sus ropas permitían esta vez algo más de color, aunque fuera en una sola de sus prendas: pantalones de cuero negros, camiseta de Queen (con letras blancas y un dibujo increíble) con el hombro derecho al descubierto y unos zapatos de tacón negros. Simplemente increíble.
-Si no la quieres tú, Draco... Nos la quedamos nosotros- susurró Blaise, y Theo asintió a su lado.
-¿Me habéis oído?- preguntó, cortante, antes de que toda su tropa y ella caminaran hasta la barra de bebidas. Ron arrugó la nariz.
-¿Por qué no hay tequila?- Orion y Draco se miraron.
-Se nos olvidó- confesó el Granger, y el otro asintió.
-¿Y el ron, Ronnie? ¿Se te olvida que tu tocayo no está?- se burló Oliver, y él le miró mal.
-También se nos olvidó- repitió Draco, y Hermione rodó los ojos.
-Idiotas- suspiró la castaña, sacando de algún lugar una botella tras otra de ron y tequila, reuniendo sobre la mesa un total de diez de cada-. ¿Qué haríais sin mí?
Justo en ese momento, llamaron a la puerta, y Ginny corrió a abrir mientras Blaise la seguía sin verguenza alguna con la mirada.
-Pensándolo mejor... Me ponen las pelirrojas- susurró, al oído de sus amigos, y ambos le golpearon.

La noche pasó como siempre que los chicos celebraban una fiesta, solo que esta vez en vez de dormir en el salón los amigos y amigas de Hermione durmieron en su cuarto, previamente equipado con más camas de lo acostumbrado.
...
Cuando Blaise despertó, lo hizo en una alfombra verde, con la espalda dolorida. Se levantó con dificultad y miró a su alrededor. Allí pudo reconocer a Draco, tirado en la cama completamente despatarrado y con un pie fuera de la cama, Theo, en el sofá, Marcus, en el suelo, y Pansy, en un sillón, profundamente dormida. Al resto, no los conocía o simplemente no los recordaba.
Sin hacer ruido, con una resaca de cojones, salió del cuarto y chocó de lleno contra una pelirroja sexi, solo vestida con unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes.
-Mmm...- ronroneó, cuando ella pasó por su lado.
-Muérete- siseó, continuando su camino.
Ella iba a ser suya, decidió, mientras miraba desvergonzadamente su culo.




Espero que os haya gustado.
Besos, abrazos y cuidaros mucho.
¡Dejad comentarios, por favor!Cuando Ginny llegó a la cocina, Blaise ya estaba allí... ¿Cómo había llegado tan rápido?
Él la sonreía, seductor, sentado en una de las banquetas, con un tazón de cereales entre las manos.
-¿Qué, pelirroja?- preguntó él, burlón, mientras ella se sentaba en la encimera, con los ojos cerrados y la mano en la cabeza.
-Resaca, idiota. Cierra el pico- gruñó, sacando una pastilla de su bolsillo y tomándosela velozmente.
-¿Eres hermana de esos tres pelirrojos?
-¿No es evidente?- suspiró, mirándole con sus hermosos orbes avellanas.
-Y...
-¿Quieres dejar de preguntar? La resaca me está matando- suspiró, poniendo la cabeza en sus piernas, tratando de que el dolor de cabeza mitigara-. ¿Cómo aguantas tan bien?
-Práctica- rió, revolviéndose el pelo con una sonrisita.
-Enséñame- le pidió, mientras sus ojos se ruborizaban levemente al fijarse en el escultural pecho del descamisado moreno. Su larga melena de color azabache caía en varias rastas hasta la mitad de su espalda, y podía ver las cicatrices en los marcados pectorales de él. Su risotada la sobresaltó, sacándola de sus pensamientos.
-¿Qué quieres que te enseñe? ¿A beber?- ella rodó los ojos, bajando de su lugar y suspirando.
-¿Sabes lo que te digo? Me voy a dormir- masculló, caminando hacia las escaleras, pero él la tomó del brazo, rodeando su cintura con los brazos-. Suéltame.
-Cuando quieras.
-¿Qué?
-Te enseñaré a beber cuando quieras- y la soltó tras besarla en la frente, antes de liberarla.
No sabía ni comprendía lo que esa cría había hecho, pero en cuanto le miró a los ojos algo palpitó con fuerza en su interior. Su corazón se aceleró, víctima de su delicioso olor...
...
Luna caminaba por la casa desde que el sol había salido. Era la única que se mantenía sobria, así que no era anormal que despertara la primera de todos, pero ese día el sol brillaba cálidamente en el horizonte, instándola a verlo salir.
Estaba sentada junto al ventanal de las escaleras, mirando el amanecer con una sonrisa soñadora. Un chico la observaba desde la parte más alta de las escaleras, con los ojos llenos de curiosidad.
-¿Eres Luna, verdad?- ella dio un pequeño saltito, pero le dedicó su soñadora sonrisa antes de asentir en respuesta- ¿Qué haces ahí sola?
-Miro el sol... Hoy está hermoso- contestó, volviendo su mirada de nuevo hacia él.
-¿Puedo... mirar el sol contigo?- ella rió, asintiendo con emoción y palmeando un lugar a su lado.
Cuando él ocupó el sitio contiguo al suyo, la observó más a ella que al amanecer. Sus cabellos de plata adquirían un hermoso brillo gracias a la luz solar, pero no dejaban de asemejarse al color de la luna, y sus ojos celestes brillaban más de lo que nunca había visto brillar ningunos otros. Ella era, simplemente, el ser más hermoso que había visto en su vida.
-Tu nombre es Theo, ¿verdad?- le miró fijamente a los ojos, y él asintió, un tanto ruborizado... ¿Cómo podía una cría de quince años ausar en él lo que ninguna otra había logrado?- Encantada de conocerte.
...
Hermione se sentó en la encimera, contemplando el jardín con rostro cansado. Las fiestas, todo cuanto había vivido hasta ahora, no eran más que una mentira para ella, una manera de encajar... Puede que ahora todos la apreciaran, pero era por el mero hecho de que aparentaba ser algo que no era. Y el desprecio de todos le aterraba. No estaba hecha para ser odiada y quedarse sola, y eso sus amigos lo sabían y la seguían el royo siempre, con miedo de abandonarla... Porque la última vez que lo hicieron...
Un ruido en las escaleras y Draco caído en el suelo la hicieron saltar en el sitio. No se rió, sino que continuó absorta en su mundo. Y el rubio se dio cuenta al entrar a la cocina y no oír ni tan siquiera un comentario irónico. Nada.
-¿Qué sucede, castañita?- preguntó, burlón, pero algo en sus ojos le hizo cayar- ¿Qué sucede, hermanita?
-Nada...- se levantó, pero él se lo impidió. La sentó de nuevo y la abrazó, rodeando su delicada cintura con dulzura, situándose prácticamente entre sus piernas.
-Sea lo que sea, no tienes por qué contármelo si no quieres... Solo te pido que, si necesitas algo, me lo digas... Llorar, cualquier cosa. Y yo estaré ahí para lo que quieras. Te lo prometo.
-¿Qué está pasando aquí?





Espero que os guste!!!!!
=D
Muchísimas gracias por seguirme hasta ahora. Espero teneros conmigo mucho tiempo más.
Besotes, abrazos y hasta pronto!!!
Dejad comentarios, por favor.-¿Qué está pasando aquí?- preguntó una voz malévola, y Draco se giró a tiempo de ver a Blaise apoyado en la puerta con una sonrisita y a Ginny sentada en una de las banquetas de la barra, comiendo una barrita de chocolate con otra sonrisa maliciosa.
-Nada...- susurró Hermione, empujando a Draco.
-Nada... Mmmm... Qué nada tan delicioso- la pelirroja devoró al rubio con los ojos, y este rió.
-Gracias, pecosa.
-Gin, me voy a la ducha- se despidió la castaña, y, en cuanto salió por la puerta, la nombrada se acercó al Malfoy y le agarró bruscamente del cuello del jersey, bajándolo a su altura. Sus ojos brillaban, llenos seriedad.
-Como le hagas algo, te cortaré los huevos sin anestesia y te los haré tragar- adviritió, soltándolo y quitándole su tazón de cereales antes de volver a la barra, como si nada.
Entonces, entraron Luna y Theo, la primera saltando y el segundo sonriendo como bobo.
-¿Qué ha pasado, Ginny?- sonrió la rubia, sentándose junto a esta. Blaise se atragantó con una risotada, logrando que la recién llegada le mirara con sus inocentes y tiernos ojos, sin comprender- ¿Qué sucede?
-Nada, Lulú- la pelirroja le revolvió el pelo, y ella soltó una suave risita-. ¿Estás bien después de la fiesta de anoche?
-Sabes que yo no bebo.
-¡Es verdad! Se me olvidaba con quién hablaba- y le pellizcó la mejilla como si fuera una niña pequeña-. ¿Cómo te las apañas para estar siempre tan fresca a pesar de no dormir más de dos horas en la cama?
-Soy sonámbula, no tengo insomnio- la corrigió, tomando una de las barritas de chocolate y comiéndosela.
-Yo sí tengo insomnio- la voz de Orion hizo saltar a Luna en la silla, y se habría caído de no haber sido por los veloces brazos del chico, que la salveron de un buen golpe. La devolvió a la silla suavemente-. Lo lamento, Luna...
-No pasa nada. No me caí- contestó, sonriendo felizmente, como si nada, continuando a lo suyo... Mientras Orion la miraba como si la viera por vez primera.
Una tos provocada por Theo le sacó de su ensimismamiento, y se miraron como rivales por vez primera... Evaluándose, midiéndose y reclamando con los ojos lo único que apartir de ese momento los uniría: cierta rubia de ojos celestes que les había robado a ambos el corazón.
...
Después de ducharse, Hermione y los demás recogieron todos los restos de la fiesta, cayendo rendidos en el sofá y comiendo las pizzas que sabiamente habían encargado Fred y George: diez familiares que se acabaron en menos tiempo de lo esperado.
Cuando la castaña se tiró en el sofá, con la cabeza apoyada en el hombro de su hermano y los ojos cerrados, Luna comenzó a buscar películas en su pequeño bolsito de cuentas.
-¡Esta!- exclamó, ilusionadísima, sacando Pesadilla Antes de Navidad. Las reacciones siguientes dejaron a Blaise, Theo, Draco y Orion un tanto sorprendidos: Hermione abrió los ojos y asintió, Ginny le arrebató la película y sacó el disco, y todos los chicos rodaron los ojos.
-Ya nos sabemos hasta los diálogos, chicas- se quejó Ron, y las tres se giraron, poniendo caritas que poco habrían envidiado a la de Gato en Srrek.
La vieron, y las tres cantaron las canciones y se sorprendieron como si fuese la primera vez que veían la película. Cuando esta acabó, Harry impidió que pusieran la Novia Cadáver y sacó otra... Saw.
-Ahora nos toca elegir- sonrió, maléfico.
-Yo no quiero verla- Luna se tapó los ojos, como una niña pequeña. Pero Orion le dio la mano.
-No va a pasar nada... Nosotros estamos contigo- le susurró, y ella asintió, un tanto hechizada por los hermosos orbes miel del chico.
-Si no hay más remedio...- se resignaron Hermione y Ginny.
Lo que causó que las miraran como si estuvieran locas durante la película fue que se rieran como posesas con cada muerte, más locas que de costumbre.
Cuando acabó, Luna tenía cara de trauma. Se despidieron de "los mayores" y se prepararon para ir de fiesta, por el simple y mero hecho de que no tenían nada mejor que hacer.

Se fueron al The Bank, uno de los clubs más populares del momento, y se sentaron juntos en una de las mesas. Pronto, perdieron a los chicos, y se quedaron solas. Por suerte, ellos habían pedido las bebidas, así que no era necesario que ellas las pidieran.
-Aquí están sus bebidas- sonrió el camarero, y las chicas le devolvieron la sonrisa.
-Gracias, guapo- ronroneó Ginny, sacando un billete de su bolsillo y apollándose en la mesa, mostrando su más que tentedor y generoso escote.
-Has sido rápido- sonrió Hermione, imitando la posición de su pelirroja amiga. El pobre muchacho las miraba con los ojos como platos, completamente tentado por ellas e increíblemente ruborizado.
-G... gracias...
-¿Cuánto es?- preguntó tiernamente Luna, con la dulzura que sus dos amigas no poseían y que encandilaba a todos.
-Ya han pagado por vosotras- contestó.
-¿Quién?- interrogó Ginny, y él señaló a cinco chicos apoyados en la barra, quienes las saludaron, sonriendo como idiotas.
-Dales las gracias de nuestra parte- pidió la rubia, y el camarero se fue.
...
Dejaron a Hermione en casa a las tres. Por primera vez desde que Draco y Orion llegaron, estarían solo ellos tres.
Y eso no la gustaba demasiado.-¿De dónde sales, hermanita?- preguntó Draco, apoyado en la puerta del salón. Indudablemente, la había oído llegar, aunque eso no le importó.
-De donde quiera, Malfoy. Esta casa es más suya que tuya, y tiene todo el derecho de llegar a la hora que vea correcta mientras cuente con la aprobación de su familiar más cercano... En este caso, yo- le replicó Orion. Hermione se rió. Era indudable que eso lo había sacado del libro que le prestó días atrás... ¿De dónde sacaba tiempo para leer?
-Bueno, calma. No quiero peleas- advirtió, sentándose en el sofá y evitando la disputa. Se sentaron a sus flancos, y ella se rió al ver las miradas asesinas que se dedicaban cuando creían que ella no les veía-. Parecéis niños- suspiró, pasándoles el brazo sobre los hombros y sonriendo cuando ellos parecieron completamente fuera de lugar-. Mirad, de ahora en más seremos hermanos. Es hora de que vosotros os vayáis aguantando.
-Pero...- comenzó Draco, con cara de perrito degoyado.
-Ni peros ni peras. Os aguantáis. Y punto.
-Pero es que siempre empieza él- se quejó Orion, y el rubio le lanzó una mirada de hielo.
-¡Mentira!- exclamó, y Hermione les pegó a cada uno una colleja.
-Auu- se quejaron, sin dejar de mirarse con odio.
-Bueno... ¿¡No os he dicho que basta ya de peleas!?- les gritó, haciendo que la miraran con cara de miedo- Como volváis a desobedecerme, dormís en la calle una semana... ¿Alguien puede hacer palomitas? He traído una peli- el castaño, un tanto pálido, se levantó y corrió hacia la cocina, mientras el otro ponía el DVD.
Pasaron un buen rato viendo Gladiator (hasta las seis de la mañana, para ser exactos), e increíblemente no hubo discursión alguna.
Cuando se fueron a la cama, Hermione sonrió. Había sido una noche perfecta.


Lejos de allí, Ginny se hallaba en la barra del club donde Hermione la había dejado. Estaba aburrida, quería irse, pero sus hermanos no estaban y ellos tenían la llave... Además, su pobre móvil estaba completamente descargado en su bolsillo trasero. Genial, simplemente genial.
-Hola, preciosa...- susurró a sus espaldas una voz increíblemente conocida. Un perfume embriagador llenó sus sentidos, y no pudo evitar un escalofrío antes de girarse. Un perfecto Blaise Zabini la sonreía arrogantemente, con los ojos llenos de picardía... Evidentemente dispuesto a hacerla olvidar su aburrimiento-. Mmm... No es bueno que una chica tan sexi como tú se ande aburriendo en un lugar como este. Hay malas personas que podrían aprovecharse de ti, bombón.
-Punto uno: no me llames preciosa, ni bombón. Sexi se acepta... Pero porque sé que lo soy- dijo ella, tomando su bebida con elegancia-. Punto dos, ¿a qué personas malas te refieres, pervertido? Te recuerdo que quien es menor de edad aquí soy yo- él rió.
-Y punto tres... ¿Cómo puedes verte tan jodidamente caliente con eso?- señaló con una mueca la nueva ropa que llevaba: una camiseta de su hermano Bill, que le quedaba enorme, ceñida a la cintura por un cinturón, unas medias y unos botines preciosos.
-¿Ves? Soy sexi- e hizo ademán de girarse, pero él se lo impidió.
-Lo eres, y no lo niego, pero estás aburrida, y pareces agobiada. Ven conmigo... Salgamos un rato de aquí.
-Está bien... Pero solo un rato. Mis hermanos me tienen que llevar a casa.
-Bien. Madmoaselle...- e hizo un gesto para indicarla que fuera primero.


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Cuando salieron de local, Ginny y Blaise caminaron hasta el coche de él y ella se sentó en el capó, sonriendo malévolamente y palmeando un lugar a su lado. Era tan grande que llegaba a donde ella estaba simplemente apoyado en el coche, y le sonreía con picardía, seductor.
-Mmm... ¿Qué? ¿A que se está bien?- le preguntó, cruzándose de brazos. Sus músculos se marcaban más gracias a su camiseta de tirantes. Estaba increíblemente guapo, y Ginny no pudo evitar morderse el labio, haciéndole reír.
-¿No tienes frío?- preguntó, ligeramente ruborizada. Dió gracias al cielo de que las farolas más cercanas estuvieran a sus espaldas.
-No. Vengo de un lugar donde esto es calor, pelirroja- le explicó, poniéndose de pie de nuevo-. ¿Qué te parece si vamos al McDonnalds?- sus ojos brillaban, pareciéndose más que nunca a un niño con un juguete nuevo.
-A estas horas no está abierto ni de coña-él se rió.
-Mi hermanastro tiene un McDonnalds abierto 24 horas. Todos los días, a todas horas.
-Venga ya- ella miró su reloj-, son las cinco de la mañana. Ni tu hermanastro abrirá a esta hora.
-No conoces a Blake- sonrió, abriéndole la puerta del coche e invitándola a entrar.
-No me fío de ti.
-Theo está con Luna... Parece que tu amiguita rubia le ha trastornado. Está obsesionado- ella se sentó en el asiento-. Ellos avisarán a tus hermanos.
-Está bien... Venga, sube al coche. Muero de hambre- y se acomodó en su lugar.
En cuanto él sacó el coche, pisó el acelerador y la pelirroja sonrió. Al parecer no era la única que amaba la velocidad.
Llegaron en menos de cinco minutos a la carretera, y en dos ya se hallaban en frente del cartel con la colosal M, aparcando. Un viaje de quince minutos él le había hecho en siete. Mmm...
-¿Qué, pecosa? ¿Vienes o te quedas?- preguntó él, abriéndole la puerta. Ella rió.
-¿Tú qué crees?
Entraron y un chico idéntico a Blaise menos por sus ojos, de un azul impresionante, y su cabello, corto y liso, se acercó a ellos.
-Hola, enano- le tiró del pelo, riendo con burla. Tendría unos treinta años, pero estaba... Simplemente, sexi. Y eso hizo sonreír a Ginny aún más. Así que la guapura iba de fábrica- ¿Quién es la pecosa?
-Ginny... Él es Blake. Blake... Ginny.
-Mmm... ¿Qué hace una niña bonita como tú con el inepto este?
-Me secuestró- bromeó ella, sentándose en la mesa. Su estómago rugió-. Me prometió comida. Por eso vine- se rió.
-Bien...- la deboró con los ojos, pero Blaise negó con la cabeza, poniéndola detrás de él.
-Tráele un menú infantil, hermano. Es menor- los ojos del nombrado se abrieron como platos, y miró a la pelirroja y luego a su hermano menor.
-Así que es verdad que te secuestró, ¿eh? Desgraciado... ¿Cómo rayos lo haces?
-Nunca serás tan guapo como yo...
-Eso es discutible... Los maduritos me ponen- ronroneó, y rió con fuerza mientras caminaba hacia una de las mesas con sofá, sentándose en él.
Aquello prometía ser interesante.

Cuando Jean y Lucius llegaron aquella mañana para su acostumbrada "visita de los sábados", se encontraron con una escena que les hizo sonreír a ambos: en el sofá, Hermione estaba sentada entre los chicos, con la cabeza de Draco apoyada en su hombro, la suya en la cabeza de él y la de Orion sobre su cabeza. Estaban tan tiernos que no los despertaron, simplemente se fueron. Pero la paz del momento no podía durar mucho más...De golpe, la paz del momento se acabó: Hermione se despertó. Le dolía el cuello, y en cuanto se quitó Draco y Orion se pegaron un buen cabezazo, dejándola riendo como loca en el sitio.
-¿Qué? ¿Qué?- preguntó el castaño, completamente desconcertado, sobándose la cabeza por el fuerte golpe mientras el blondo lo taladraba con la mirada.
-Pedazo de idiota- se quejó, molesto, y el chico despertó de golpe.
-¿Qué me has llamado, teñido?- se pusieron de pie.
-Ya empezamos...- suspiró la castaña, empujándolos en el sofá, al que cayeron de culo, un tanto sorprendidos de ese movimiento por parte de la muchacha-. A ver, por favor, no quiero peleas. No ahora al menos. Así que cada uno a sus cosas. YA- sonrió cuando ellos la obedecieron, como si fuera su mamá-. No cambiarán nunca- susurró, divertida

En el McDonnalds, Ginny y Blaise se reían como dos cosacos. Ya eran las seis, y los pocos clientes que entraban para el desayuno les miraban como si estuvieran locos.
-... entonces, Hermione le pegó una patada en la boca. Fue algo raro, cuando ella pierde los nervios no se pone tan loca- decía la pelirroja, sosteniéndose la tripa mientras el muchacho reía con ella.
Habían estado allí una hora entera, sin parar de reír. Y Blake había estado con ellos hasta que los clientes hicieron acto de presencia, así que la Weasley se llevaba muy bien con el mayor de los Zabini. Demasiado bien para conocerse de apenas una hora.
-Joder, no veía a la castaña como una leona- se carcajeó, y ella rió más fuerte.
-No la conozco yo bien ni nada. Es como mi hermana mayor- le explicó, y él le revolvió el pelo, juguetón.
-Si yo fuera tu hermano...- comenzó, y se lamió el labio superior.
-Serías un depravado mental, con el pelo rojo- le pegó un suave golpecito en la nariz-. Ya es hora de irme... Me acaba de llegar un mensaje de Ron. Des-secuéstrame, anda.
-No quiero... Bueno, sí. Y me tendrás que dar algo a cambio- ella se ruborizó.
-Serás pervertido.
-Solo será un besito. Nada del otro mundo.
-Anda, ven- y le besó, un beso rápido que le dejó con las ganas. Pero ella se apartó antes de que pudiera siquiera tocarla-. Vámonos.
-Esta me la pagas, pitufa.

Jean y Hermione se hallaban juntas en el cuarto que tiempo atrás había sido de George y la mujer. La novia se veía brillante, con un precioso vestido blanco con escote en forma de corazón, una corona de diamantes diminutos sobre sus cabellos, castaños y sueltos, y los ojos tan ligeramente maquillados que parecían no llevar nada.
-¿Cómo estoy, cariño? ¿Me veo bien?- preguntó, nerviosamente, y su hija hizo lo impensable: saltó a sus brazos, abrazándola como nunca antes lo había hecho. Los brazos de Jean la rodearon al instante, y la niña comenzó a sollozar contra su pecho.
-Preciosa, mamá. Preciosa- susurró, con la voz entrecortada, y se separaron levemente, ambas llorando-. No llores, boba. Se te va a fastidiar el maquillaje.
-Es a prueba de agua, mi niña- contestó, y ambas rieron. No sabían qué hacían, si llorar o reír, hasta que las damas de honor entraron.
-Qué bonitas estáis, chicas- sonrió maternalmente Molly, abrazando a su amiga. Lily y Adele, las madres de Harry y Luna respectivamente, se unieron al abrazo mientras las chicas se sentaban a hablar.
Cuando les tocó bajar, Hermione, como madrina, ocupó su lugar tras su madre, agarrando la larguísima cola de su vestido mientras las damas de honor formaban de tres en tres a sus flancos, ya que con Pansy eran pares, todas andando a la vez. Los invitados, unos mil, se giraron para mirarlas. Draco y Orion, los padrinos, con Theo, Blaise, Jack y Damon con ellos como "damos" de honor las esperaban, con un sonriente Lucius ante el sacerdote.
Cuando la ceremonia acabó, pasaron al salón, donde procedieron a bailar los recién casados como marido y mujer. Poco tardaron en unirse los padrinos, en un complicado círculo que Hermione disfrutó como si de una niña se tratara, y luego todos los demás.
Un tanto agobiada por tanta gente, Ginny salió del salón y se sentó en uno de los bancos del jardín. La noche ya había llegado, y sus pies estaban reventados, así que se sacó los tacones con un golpe brusco y se cruzó de piernas, sonriendo hacia las estrellas y pensando en su hermana... Su adorada Genevieve.
-¿Te aburres, pelirroja?- preguntó una voz a sus espaldas, haciéndola sonreír.
-No. Solo estoy cansada. Las bodas no son lo mío. Jamás me voy a casar.
-Nunca digas nunca, pequeña- sonrió Blaise, sentándose a su lado-. ¿En qué piensas, tan concentrada?
-En mi hermana... ¿Sabes que seríamos dos parejas de gemelos si Genevieve hubiera sobrevivido al accidente?- le contó, sonriendo con tristeza- Ella me tapó el cuerpo con el suyo. Era la mayor... Dijo que siempre me cuidaría. Y lo hizo. Murió por mí- sonrió más, con los ojos brillando, tratando de contener las lágrimas-. La quería. Fue como si un cacho de mí se fuera con ella, ¿sabes?
-Lo siento...
-No te preocupes. No es el dolor, es su recuerdo. Aunque sé que está conmigo, cada vez que me veo al espejo lo confirmo- le contó, y él la abrazó tiernamente.
-De verdad... ¿Por qué me cuentas esto?
-Ni idea. Las ocasiones especiales me recuerdan a Gen.
-¿Bailas conmigo... Gin?- ella le sonrió enormemente y le pasó las manos por los hombros, descalza. Bailaron juntos en el jardín, largo rato, hasta que la ceremonia casi acabó.



Lamento que sea tan corto, pero debo irme (sí, estoy que no paro, lo siento mil veces).
Besos, abrazos y hasta pronto. Os juro que el próximo cap será más largo.

Cuando Hermionese separó de Lucius, caminó hasta su madre y la abrazó otra vez. La besó en lamejilla y sonrió con arrogancia.
-Pásalo bien en tu Luna de Miel, mami- le susurró, al oído, antes dedarse la vuelta y caminar hacia el escenario, subiéndose a él de un ágil saltoy tomando el único micrófono que allí había. La música se detuvo, y todos segiraron para mirarla a ella-. Bueno... A aquellos que no me conozcan, claroestá de parte del novio, les digo: mi nombre es Hermione Jean Granger. Tengodieciséis años, y soy la hija de esa pedazo de novia. No sé cómo hablar antetanta gente, de hecho hablo lo menos posible con personas a las que soloconozco de vista, pero esta es una ocasión especial- sus ojos volaron hasta sumadre, que destacaba sobre todos los demás por su blanco vestido-. Mamá, soloquería decirte que eres la madre más buena del mundo. La única que ha soportadocuanto he hecho y que luego ha sido capaz de dedicarme una sonrisa. Por esasmillones de muestras de amor que me has regalado sin desear nada a cambio, tedoy las gracias... Y deseo de todo corazón que disfrutes con Lucius- sonrió conpicardía- y que no nos traigáis un hermano más de la Luna de Miel- un sonrojoviolento se adueñó de los recién casados, y todos rieron-. Lucius, recuerda quete llevas a la mujer de oro. La que tienes ahí es la mejor persona que tepuedas encontrar, y no te olvides de nuestra conversación, ¿eh?- él asintió.
-¡Por mi propio bien!- exclamó, y la música comenzó cuando Hermione movió lamano.
-Y ahora... ¡Que empiece la fiesta!- y bajó del escenario tras quitarse lostacones mientras sonaban otras canciones que nada tenían que ver con las quehasta entonces estaban sonando.
La fiesta en condiciones estaba comenzando...

Cuando finalizó todo, Hermione, Orion y Draco se despidieron de la pareja desdela entrada de la casa antes de comenzar la segunda fiesta, en cuanto estosdoblaron la esquina. Todos los jóvenes que se habían quedado se cambiaron deropa, y algo muy similar a las fiestas semanales se desencadenó...

-Mmm... Mi cabeza- gruñó Ginny, en una cama que no era la de Hermione... Con uncuerpo masculino bajo ella. Abrió lentamente sus orbes azules y se encontró conun rostro muy conocido...-... Blaise
-¿Ginny? ¿Ya te has levantado?- preguntó, con la sorpresa en sus orbesavellanas, mientras se sentaba y en el proceso la sentaba a ella.
-¿Qué pasó anoche?
-¿Entre tú y yo? ¡Nada!- exclamó, y les quitó a ambos la ropa de cama para queviera que los dos estaban vestidos- Te dio una especie de bajón. Nos alejamosde la fiesta, y te quedaste dormida...
-Bebí demasiado. ¿Qué me dio el bajón?
-Ginny... ¿No lo recuerdas? Alguien habló de Genevieve. Dijo que tú la habíasmatado...- los recuerdos bombardearon su mente. Unas chicas querían hacerladaño, meterse con ella, y salió el tema de Gen...
Ginny comenzó a llorar, y Blaise la abrazó, consolándola en susurros.-Sabes que no es verdad, pequeña... No lo es...
-Ella no habría muerto de no haberme protegido, Blaise...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-Calla, Ginny. De no haberte protegido, con lo que te quería, se pasearía por las esquinas llorando porque no pudo salvarte. Debes tener presente que nadie da la vida por nadie si no se quieren realmente, y Gen y tú os queríais de verdad...- ella ocultó la cara en su clavícula, haciendo que se pusiera tenso de golpe, pero rodeó su cintura con los brazos mientras se ponía de pie y se acomodaba en la cama para que ella quedase más cómodamente sentada sobre su regazo.

-La echo tanto de menos...

-Yo estoy aquí, y los pelirrojos son más que numerosos. Siempre habrá alguien que te escuche y desee ayudarte... La rubita y la leona también.

-¿La leona?- ella rió.

-Sí, la leona. Es una fiera con Draco y con Orion...

-Lo sé, casi vivo en su casa- le dijo, como si fuera obvio. Se habían acercado mucho, y él no se pudo contener. La besó, un beso tan tierno y suave que la dejó estupefacta. Le miró con los ojos como platos, y él se puso tan rojo que incluso ella pudo notarlo bajo su piel bronceada-... Blaise...

-Lo siento, pequeña... Yo...- ella negó, sonriéndole.

-Solo un beso- y le agarró de la camisa, bajándolo a su altura y deborando su boca en un beso que le mareó. Sus labios, tan deliciosos y dulces, se amoldaron perfectamente a los suyos. La alzó en vilo y ella rodeó su cintura con las piernas antes de que acabaran contra la pared-. Blaise...

-¿Mmm?

-Dije que solo un beso- y se soltó, cayendo al suelo y saliendo de la habitación...

-Niña mala- susurró, con voz ronca, antes de seguirla al piso inferior, donde todos desayunaban.

-¿Dónde estábais vosotros dos, eh?- preguntó pícaramente Orion, con Luna a su lado, entre Theo y este.

-Durmiendo, ¿por?- Ginny puso cara de inocencia mientras Hermione mordía una tostada, con Fred y George a sus flancos.

-Mmm...- le guiñó el ojo a la pelirroja en cuanto la atención se fue de ellos, dándole a entender que tenían algo pendiente.

-¡Oh!- Luna se levantó de la mesa, sonriendo con sus orbes azules fijos en Hermione- Debo irme.

-¿Dónde vas, pequeñaja?- preguntó al instante Orion, y Theo la tomó de la mano.

-Podría acompañarte...- sugirió, y ella sonrió.

-Y yo- se apresuró a añadir el Granger, y los castaños se asesinaron con la mirada. Los allí presentes seguían la guerra con los ojos, sonriendo. Al parecer, la única que no se enteraba era Luna.

-Venid los dos- exclamó, emocionada, tomándoles las manos a los dos y arrastrándolos hasta la puerta...

-Pobres diablos- se rió Fred.

-Apuesto veinte pavos por mi hermano- habló Hermione.

-Por Theo- replicó Draco, y ambos los pusieron en la mesa.

-Otros veinte por Orion- Ginny los puso sobre la mesa.

-No voy contigo, pelirroja- sonrió Blaise, imitando a los demás.

-Nosotros vamos con el rubiolas- dijo George, y su hermano asintió, colocando el dinero de ambos en la mesa.

 

Lejos de allí, Orion, Luna y Theo caminaban juntos por las calles, con la chica arrastrándolos a ambos por las manos...

Fueran a donde fuera, sería el infierno para los dos chicos, sin duda.


¡Hola, hola, hola!

¿Cómo va todo? Espero que este cap os esté gustando. Necesito sugerencias, ¿con quién se queda Luna? ¿Orion? ¿Theo? ¿O ninguno? ¿Veis bien a Ginny con Blaise?

¡Por favor, comentad! ¡El futuro de nuestras chicas está en vuestras manos!

Besos, abrazos y hasta dentro de poco (espero :)

Luna y los chicos caminaban juntos, con ella en medio. Theo y Orion se fulminaban de cuando en cuando con la mirada, ya convertidos en enemigos... Hasta que ella apareció. Alta, de cabellos dorados y dulce mirada verde mar, abrazó a Luna con una enorme sonrisa. El paseo les había llevado hasta el aeropuerto sin que se dieran cuenta, y habían esperado frente a una de las entradas mientras se fulminaban con la mirada.
-¡Hola, Lu!- exclamó sonriendo la recién llegada, y los dos allí presentes pudieron ver que tanto la forma del rostro como el cuerpo de las dos chicas eran idénticos. Solo se diferenciaban por el color del cabello y de los ojos, pero por lo demás eran estremecedoramente iguales- ¿Cómo están Hermione, los pelirrojos y Harry?
-Genial, Sol- contestó, devolviéndole la sonrisa- ¿Cómo han ido las cosas por Francia?
-Geniales... Aunque el francés no es mi fuerte... Por cierto, soy Sol Lovegood- les tendió una mano, que ellos besaron con caballerosidad.
-Orion Granger.
-Theo Nott.
-¿Orion?- miró a Luna- ¿Ori?- ella asintió, y la chica de pelo dorado saltó en los brazos del chico Granger, dejándole estupefacto.
-¿No me recuerdas, novio?- preguntó, burlona, y los recuerdos volaron hasta él de golpe. Cuando su padre aún no estaba en prisión, había una preciosa niña de ojos verdes que decía que era su novia... Solo que tenía como cinco años más que ella.
-¿La insoportable?- la pinchó, y ella rió.
-Te encantaba- rió, mientras Theo dedicaba a la platina una mirada de desconcierto.
-Es Sol... Mi hermana melliza- explicó, y comprendió todo.
-Ah... ¿Qué os parece si vamos a tomar algo? Muero de sed- pero su móvil comenzó a sonar... Pansy- ¿Qué sucede?
-Como no vengáis aquí, lo limpiáis todo vosotros tres- gruñó, furiosa-. Tienes quince minutos. Ni uno más ni uno menos.
-Allí estaremos- suspiró, antes de informar al resto.



Cuando Hermione despertó, lo hizo la primera. Bajó a desayunar sin preocuparse, olvidando que solo estaba cubierta por una camisa gigante de Orion que le llegaba al medio muslo. Se sirvió el desayuno y se sentó, como cada mañana, en la encimera. Comió tranquilamente hasta que cierto rubio descamisado entró por la puerta... Con el cabello mojado y el agua deslizándose por sus pectorales, hasta sus pantalones negros de seda.
-¡Por favor...! ¿Podrías ponerte una camisa? Vas a sacarle el ojo a alguien- gruñó, aunque sus ojos no se iban del cuerpo del rubio, y eso le hizo reír.
-Habló la que pudo... ¿Qué te parece si me dejas tu camisa y yo te cedo mis pantalones?- un violento sonrojo se adueñó de las mejillas de la muchacha, quien acabó empotrada contra la mesa cuando su "hermano" la detuvo con su cuerpo, casi cuando estaba a punto de bajar de su sitio- Me vas a volver loco como sigas paseando esas piernas de dos kilómetros por ahí como si nada...
-Idiota- se rió, y una de las manos de él acarició su rodilla, trazando circulitos con sus dedos sobre la piel, repentinamente ardiendo-. Draco...
-¿Qué? Eres tú quien anda provocando- le empujó, y él se carcajeó. No lo había movido ni un milímetro.
-Habló el que pudo- replicó, apretando los puños-. ¿Qué te parece si te secas el pelo y te pones algo más decente? La "gloria matutina" es demasiado cantosa debajo de esos pantalones de señorito.
-¿Sabes cuánto cuestan mis pantalones de señorito, nena?- se rió él, acercándose más, hasta que sus respiraciones se mezclaron y el corazón de la muchacha se aceleró al sentirlo tan cerca... De masiado cerca- Y con respecto a mi "gloria matutina", leona, es algo por lo que muchas mujeres matarían...
-No te lo crees ni tú- susurró ella, con la voz entrecortada, haciéndole sonreír aún más.
-¿Quieres comprobarlo?- acarició su labio inferior con un dedo, aprovechando para abrirle un poco la boca y lanzarse sobre ella en un beso apasionado, increíble por completo. La sostuvo debajo de su cuerpo, de tal manera que no soportara ni un gramo de su peso, y la inmovilizó sobre la encimera, de tal manera que quedó soldada contra su pecho. Sin poder evitarlo, le pasó las piernas por la cintura, para acercarlo más mientras el brazo de él, alrededor de su espalda, se movía hacia su trasero, donde se encontró con el otro, y la alzó en vilo como si no pesara nada. La besó con un ardor y una pasión desenfrenados, como si llevara mucho, muchísimo tiempo, conteniéndose de hacer aquello- Cómo puedes ser tan jodidamente sexi...- ella se ruborizó, pero no se soltó, si no que se quedaron unos segundos así, mirándose a los ojos, hasta que él se decidió a dejarla ir, no sin antes deborar sus labios otra vez. La depositó suavemente donde había estado al principio, y esperaron unos segundos antes de hablar.
-No vuelvas a hacer eso- murmuró, bajito, ella. Él sonrió con arrogancia y orgullo.
-Te ha encantado- replicó-. Cuando quieras, otra ronda.
-En serio, Draco. No lo hagas de nuevo.
-Está bien, está bien... Calma. No lo haré de nuevo hasta que tú me lo pidas. ¿Vale eso?- ella asintió.
-Y no se lo digas a nadie- le ordenó, antes de que la cocina se llenara lentamente.



¡Hola a todos!
¡Espero que os haya gustado! Por fin un poco de dramione, ¿eh? ¿Qué os parece la llegada de Sol? ¿Se queda con Theo? ¿Con Orion?
¡Por favor, comentad!
Hermione cerró los ojos. Mägo de Oz con su Cantata del Diablo, en sus cascos, sonaba suavemente, casi como si susurrara una nana en sus oídos. Acostada en la cama, con la lluvia chocando contra las ventanas en un relajante cántico nocturno, que la relajaba lentamente, fue olvidando lo que Ginny le había contado sobre Blaise. Al día siguiente tendría instituto, pero un nuevo pensamiento la llenó por completo... El "incidente" de la cocina con Draco. Cuando su mano había rozado su fría rodilla, esta había estallado en llamas, así como cada centímetro de piel que él había tocado mientras la besaba.
Se movió en la cama, poniendo su brazo sobre el rostro y mirando el techo, llenos de estrellas falsas que trataba de imitar a una noche estrellada. Lo único que jamás se cansaría de mirar.
-Maldito sea Draco Lucius Malfoy- susurró, furiosa, cerrando lentamente los ojos. Estaba muy cansada, pero no podía dormir, por lo que se levantó y bajó las escaleras hasta la cocina. En cuanto entró, se quedó sorprendida. Maldito sea. Mienta al diablo, y este aparecerá. Suspiró y tosió falsamente para que un irresistible rubio se diera la vuelta, con un vaso de agua en la mano izquierda. ¿Por qué siempre iba sin camisa? ¿Y por qué esta vez solo llevaba los calzoncillos sobre su piel pálida e increíble? Y la V que describía su cuerpo a medida que bajaba los ojos hacia la única zona cubierta... ¿Qué rayos la pasaba? ¡Malditas hormonas revolucionadas!
Pero él sonrió al ver la dirección de su mirada.
-No sabía que fueras de esas a las que les pone ver a los chicos en ropa interior, hermanita- caminó hacia ella, acercándose lentamente. Cuando rodeó su cintura con el brazo, no se resistió, lo cual le sorprendió enormemente, aunque no dijo nada. Se limitó a acercarse hasta que sus labios rozaron los de ella, un roce tan leve como las alas de una mariposa, que la hizo arder en el sitio. Pero se apartó-. Pídemelo.
-Nunca- susurró ella, con la voz de golpe ronca. Él volvió a inmovilizarla.
-Pídemelo- le susurró, en el oído, lamiendo el lóbulo de su oreja con una sonrisita llena de diversión-. Pídemelo- la hizo gemir cuando mordió suavemente la oreja, logrando que casi cayera de rodillas de no ser porque él la sostuvo-. Hazlo, Hermione...
-Deja de torturarme, Draco- suplicó, y él besó su clavícula.
-Vamos, pequeña...- ella le rodeó con sus brazos, devolviéndole por vez primera el abrazo que había comenzado, y se puso de puntitas, bajándole a su altura por el cuello.
-Por favor, Draco...- él rió en su oído, haciéndola estremecer.
-Tú lo has pedido- accedió, y la tomó por el trasero para alzarla en vilo como si no pesara antes de sentarla en la encimera que tanto gustaba a la castaña. Ella le rodeó con sus piernas mientras él la deboraba de besos cálidos y apasionados. Cuando la besó, un beso que ambos se esperaban y que no llegaba por sorpresa por parte de ninguno de ellos, fue dulce, tierno... Hasta que el fuego se adueñó de él, aunque no dejó de lado ni por un momento la delicadeza y la ternura del momento. Recorrió su cuerpo con las manos, rozando todos los rincones de su espalda, mientras la traicionera camisa (que reconoció como la última que había metido a la lavadora, aunque a ella le quedaba mil veces mejor y más sexi que a él) le torturaba. ¿Por qué la ropa grande le sentaba tan condenadamente bien?
Soltó el moño en el que estaba recogida la castaña melena de la adolescente ante él y sus cabellos cayeron en cascada hasta su cadera, ondulados, enmarcando su adorable rostro de niña... El mismo que llenaba su mente cada vez que se iba a la cama y que volvía a su pensamiento en cuanto abría los ojos.
-Mmm... Amo tu pelo suelto, leona.
-Cierra la boca- gruñó ella, impaciente, y él se rió.
-Todo a su tiempo- y la besó de nuevo, esta vez con hambre.
Estuvieron allí un rato, cada vez más y más deseosos del otro, hasta que ella sintió que llegaban demasiado lejos: estaba a punto de quitarla la camisa.
Pero lo detuvo a tiempo.
-Draco... Por favor, para...- él la ignoró, y cubrió sus labios con la mano cuando cerró la boca en torno al hueco de su clavícula. Ella soltó un grito amortiguado de dolor y sorpresa, y tras unos segundos, él la hizo gemir con un nuevo beso. Antes de separarse- ¿Qué rayos me has hecho, bruto?- gruñó, enfurecida, tocándose el cuello.
-¿Yo? Nada- sonrió inocentemente antes de pegar su frente a la de ella-. ¿O acaso querías que te hiciera algo?- interrogó, pícaro, y ella rió.
-Anda, dame un batido de chocolate- él se separó y lo buscó en la nevera. Después se lo pasó y ella comenzó a beber, más sedienta que nunca. Cuando acabó, le descubrió mirándola-. Draco...
-¿Mmm?- preguntó, volviendo a acercarse y a colocarse entre sus piernas.
-No vamos a pasar de esto- le dijo, con timidez en cada palabra.
-Tú dijiste que lo que pasó ayer no volvería a suceder hoy... Y ya ves- se acercó más, como para dar énfasis a sus palabras, con una sonrisa sugerente. Pero ella le detuvo.
-Por favor... Lo que voy a decirte es muy violento para mí. Me da verguenza- le explicó, y él la miró con espectación, de golpe serio.
-¿Qué es, nena?
-Esquesoyvirgen- soltó, de carrerilla, y él la miró sin comprender.
-¿Perdón?
-Es que soy virgen- susurró, muy bajito. De golpe, se volvió a ver elevada en sus brazos, sin que sus pies tocaran el suelo, solo que en vez de estarse besando él la abrazaba... ¿Feliz?-. D... Draco...
-No te preocupes, mi niña- murmuró, y la bajó un poco, aunque aún no tocara el suelo, para que quedaran cara a cara-. No te forzaré a nada. No pasaremos de esto si tú así lo quieres, ¿está bien?- la muchacha asintió- Aunque me haría más que feliz ser el primero...
-No pienses en eso ahora, Draco. Esta noche no pasará nada. Y ya- le interrumpió, tan roja como el pelo de Ginny. Menos mal que la luz estaba apagada, aunque sentía que estaba tan roja que sus mejillas brillarían en la oscuridad.
-Como quieras, preciosa- la besó levemente en los labios antes de que la castaña tratara de irse, pero se lo impidió tomándola del brazo y aprisionándola contra su cuerpo, colocando sus labios contra la frente de la chica-. Esperaré lo que haga falta... Y no te tapes mi marca, ¿eh?
-¿Marca? ¿¡Qué marca!?- exclamó, preocupada, pero el blondo se limitó a reír.
-Ninguna...- y la soltó- Buenas noches, mon amour.

A la mañana siguiente, todos se reunieron en el salón para desayunar. Como siempre, los amigos de todos se habían quedado a dormir allí, así que la inmensa mayoría de los que allí estaban iban en pijama. Cuando Hermione bajó, Ginny la miró con los ojos desorbitados, o más bien miró su cuello con incredulidad y corrió hasta ella antes de que entrara.
-¿Quién te ha hecho eso que tienes en el cuello, Hermione Jean Granger?- susurró, soltándole el pelo para que cayera sobre sus hombros, hacia delante- Por Dios que los chicos no te lo vean- susurraba, tratando de colocar su melena de manera casual.
-¿Qué tengo?
-Uno de los chupetones más grandes que he visto en mi vida... ¿Quién te ha marcado así, chica? ¡Dios, no se tapa!- desesperada, le tiró todo el pelo sobre el hombro izquierdo, logrando que quedara oculto- Ni lo muevas, ¿entendido?- la apuntó con el dedo índice- Tienes algo que contarme. Y me debes una- y entraron juntas, como si nada pasara...
Mientras Draco se reía por lo bajini cuando Hermione le lanzó una mirada de odio.




¡Hola!
Aquí os traigo un capítulo de Dramione, para todos aquellos a los que le guste esta pareja.
Un beso, un abrazo y os espero.
Dejad comentarios!!! :D
Hola a todos los que me leen, comentan o me tienen entre sus favoritos. Escribo estas palabras para daros las gracias, de todo corazón, por estar ahí desde un principio.
Cuando el número de personas que me tenían en sus favoritos llegó a cien, casi me dan ganas de llorar de la emoción. Hasta ahora nunca he escrito para nadie, más que para mí, aunque todo el mundo insista en que debo hacer un libro...
Bueno, como tengo que llenar esta página con 300 palabras, os dejo un pequeño adelanto de mi historia :D

Luna y Theo se miraron fijamente. Ambos sintieron el cosquilleo de estar en el momento perfecto, ideal para decirse lo que sentían el uno por el otro... Hasta que una nerviosa y llorosa Hermione entró en la casa como una flecha.
-¿¡Qué ha pasado!?- exclamó Sol, en cuanto la vio.
-Es Orion- susurró...


Ginny y Blaise no lo podían creer. ¿Todo aquello era por ellos? ¿Qué habían hecho para merecerse a unos amigos como esos?
-Yo a ti te mato, castaña.


-¡NADIE MENOS YO SE METE CON GINNY!- bramó, enfurecida, Pansy, saltando sobre Lavender Brown y comenzando a tirarla de los pelos con unas ganas que hicieron que las extensiones de su pelo se fueran a la mierda.
-¡MIS EXTENSIONES!
-¿QUÉ EXTENSIONES Y QUÉ OCHO CUARTOS? ¡SI SON DE LOS CHINOS, CACHO PUTA!- y Hermione se metió a tiempo de evitar que una de las "amiguitas repelentes" se uniera a la pelea.




Encerrados en el calabozo. Geniaaaal idea, Blaise.
-¡Eres más que tonto!- le gritaba Ginny, roja de ira- ¡IMBÉCIL! ¡GILIPOLLAS...!
-Calla, boba- y la besó. Siempre la acallaba con besos, solo que esa vez ella aceptó gustosa.
-No debiste pelear por mí- le acarició la ceja partida y él la besó en la mano.
-No debía, tenía que hacerlo. Porque tú eres mi chica.



Buajajajajajaja
Espero que os haya gustado!!!
Dejad comentarios o me odiaréis para siempre!!!!
Un abrazo
Las pálidas manos recorrieron los esculturales músculos morenos mientras las rastas eran echadas hacia atrás por su dueño para dejar libre su cuello. Los pecaminosos y anhelantes labios de la muchacha se adueñaron de este, haciéndole sonreír...
Aquella noche pasó rápido. Para Blaise, había sido algo completamente distinto. Y comprendió el motivo cuando miró a su lado en la cama, donde Adrianne dormía plácidamente después de una noche de sexo. Era la primera vez que le sucedía, y no podía evitar pensar que se estaba volviendo completamente loco. ¿Por qué estando con aquella despampanante rubia no había podido dejar de pensar en cierta pelirroja... de quince años!?
-Blaise... ¿Qué haces despierto?- preguntó, con voz cansada, la blonda- Son las cuatro de la mañana.
-Descansa, Anne- le susurró, besándola en el pelo antes de levantarse y comenzar a vestirse.
-¿Qué sucede? Blaise... Nunca te has ido sin una segunda ronda... ¿Acaso lo he hecho mal?- los ojos de la chica brillaron con tristeza, pero Blaise, ahora con los pantalones puestos, la abrazó con ternura.
-Lo has hecho más que bien, preciosa... Tú no eres el problema. Soy yo.
-¿Qué te sucede entonces?- interrogó, y él sonrió.
-Estar a tu lado me hace darme cuenta de que me he enamorado... ¿No querías eso? ¿Que me enamorara y fuera feliz en vez de venir aquí casi todas las noches a por sexo esporádico con una amiga con derechos?- ella asintió, y una sonrisa comenzó a asomarse lentamente en sus labios.
-Ve, anda... Y yo que empezaba a pensar que estaba volviéndome mala en el sexo...
-Eres una diosa- le dijo, antes de ponerse la camiseta y salir de la casa, en su moto, a toda velocidad.
Recorrió las calles hasta llegar a la casa de los Weasley. Se conocía la habitación de la pelirroja (de hecho, cuando la des-secuestró tuvo que llevarla hasta ella en brazos, porque se había quedado dormida y ninguno de sus hermanos tenía la suficiente coordinación para llevarla sin caerse), así que tomó una piedrecita del suelo y la lanzó suavemente contra el cristal. A la tercera, esta se abrió, y una cabellera pelirroja brilló en la noche como una llama viva.
-¿Qué quieres, Blaise?- sonrió, y él rió.
-¿Quién está en tu casa?
-Estoy sola. Mis hermanos andan de fiesta, y ya sabes lo de mis padres. Qué, ¿subes?- él rió.
-No lo digas dos veces- y comenzó a trepar por la enredadera, que cubría toda la fachada de la casa, hasta acabar en el balcón con ella. Le dio un abrazo de oso y ella rió. Era imposible tener frío con aquellos enrmes brazos a su alrededor, y cuando la tomó en brazos, cogiéndola de tal manera que las piernas de ella acabaron al rededor de su cintura y los brazos al rededor de su cuello, donde escondió la cabeza, pudo darse cuenta de que era aún más pequeña a su lado de lo que creía. Entraron juntos a su habitación, de un hermoso tono azul oscuro lleno de estrellas, y la dejó suavemente en la cama. No llevaba más que una bata sobre su pijama de verano, por lo que pudo sentir sus piernas a su alrededor, pues se cayó (por culpa de la pelirroja) en la cama sobre ella. Sus cabellos pelirrojos sobre las sábanas blancas destacaban a la más que tenue luz plateada de las estrellas falsas del techo, y sus brillantes orbes avellanas se veían tan hermosos que estuvo a punt de volverse loco-. ¿Te aplasto, nena?
-No, tontito- se burló, y él tomó una de sus rastas y le rozó la nariz con ella, haciéndola cosquillas.
-Mmm...- ronroneó, antes de besar su frente- Pues puede que no te aplaste, pero o me sueltas y me dejas levantarme o lo que se levantará será otra cosa- ella se carcajeó, pero le soltó y subió su cuerpo hasta quedar con la espalda apoyada en la cabecera de la cama- ¿Qué haces?
-Evitar que algo suba- contestó, con picardía. Él negó, la agarró del pie y tiró de ella hasta que acabaron frente a frente.
-Ya es tarde.


Jajajajajajajajajaja, espero que os haya gustado!!!
¿Qué os parece? ¿Escribo más sobre estos dos (la continuación de este cap) o vuelvo con Herms?
¡Dejad comentaris, un beso!
-Ya es tarde
En cuanto terminó de hablar, Ginny se rió al ver como Blaise se acercaba a ella, lenta pero confiadamente para darle un beso.
-Mmm...- ella se rió, antes de volver a rodearle con las piernas, y él soltó un gruñido bajo.
-Niña mala- la muchacha acarició su camiseta y se la quitó lentamente, acariciando su musculoso pecho en cuanto se la quitó mientras él gemía roncamente bajo su tacto.
-Y te encanta que lo sea- le susurró, lamiendo el lóbulo de su oreja y haciendo que un nuevo gemido escapara de él.
-No sabes cuánto, pelirroja- la cogió del trasero y la levantó en vilo, haciendo gala de la fuerza de sus brazos, y la colocó sobre su regazo, besándola de nuevo.
-Blaise...
-¿Mmm?
-No vas a tener sexo conmigo- le advirtió, soltándose de él con brusquedad. Se levantó y se sentó en la cama, con las piernas cruzadas, logrando que la bata mostrara sus largas piernas y su cuerpo solo cubierto por unos pantaloncitos cortos y una camiseta de tirantes-. No soy la puta de nadie.
-¿Perdón?- se sorprendió él.
-Hueles a sexo por cada poro. Pensaba que no, pero es mentira. No me pienso engañar a mí misma... ¿Por quién me tomas? No soy ninguna zorra a la que visitar cada noche.
-¿Perdón? ¿Quién te ha llamado zorra, Gin?- se levantó y caminó hasta ella, pero la pelirroja retrocedió hasta quedar contra la pared, con él enfrente, acorralándola.
-Blaise... No puedo ser nada tuyo- le dijo, seria, pero él la tomó de las manos, colocándolas sobre su cabeza e inmovilizándola por completo con su propio cuerpo-. Blaise...
-No puedes negarte, Ginny... ¿No se te acelera el corazón cuando me ves... así o de cualquier otra manera?- abarcó su torso desnudo con un movimiento de su mano. Ella se ruborizó, y notó en sus manos el pulso repentinamente más rápido de la muchacha- No puedes mentirme.
-No... Por favor, Blaise...
-Ginny... No te voy a mentir. He estado con otra antes de venirte a ver a ti...
-¿Ves? ¡No tengo seguridad contigo! ¡No sé que no me engañarás cuando menos me lo espere, y...!
-Te juro que no lo haré... ¿Cómo puedo demostrarlo?
-No lo sé, no lo sé- sollozó, con miedo en los ojos, y él la abrazó, pegando por completo sus cuerpos.
-Estaré un mes sin tocar a ninguna mujer... A menos que seas tú, y contando con tu permiso previo. ¿Qué te parece?
-Blaise...
-Déjame intentarlo, por favor. En cuanto lo incumpla, puedes olvidarte de mí. Jamás volveré a estar cerca de ti. Lo juro.
-¿Qué quieres, Blaise? ¿Por qué no me dejas ir y ya?
-Te quiero a ti. Y no puedo dejarte ir.
-¿Por qué?
-Porque te quiero.
-Solo es interés. Lo sé.
-No, no lo sabes, Ginevra Molly Weasley. No tienes ni idea.
-Solo deseas algo que jamás podrá ser tuyo. No me mientas.
-¡Basta ya!- se separaron- Tú puedes ser mía de la forma que quiero cuando a mí me de la gana, pero no te quiero... Creo que eres la chica de mi vida, pequeña. Y te lo pienso demostrar. ¿Me dejarías intentarlo?- preguntó, acercando lentamente sus labios a los de la niña.
-Sí- susurró ella, antes de que él la besara lentamente, con dulzura. Casi como si él temiera que se rompiera en pedazos cuando la tocara.



Aquí os dejo!!!
Hasta pronto :D
Dejad comentarios!

Cuando entraron en el comedor del instituto, no pudieron dejar de mirarse. ¿Por qué la señora Potter, la tierna madre de Harry, esposa del director y subdirectora del instituto la había emparejado con... Él?
Los rumores de que la Reina Rebelde Hermione Granger estaba emparejada sospechosamente con el Rey de los Chicos Malos, nada más y nada menos que Viktor Krum, se habían extendido como la pólvora. El famoso repetidor, que ya tenía la misma edad que los gemelos e incluso era un poco mayor que ellos, la sonreía de manera burlona desde su mesa, rodeado de todos los miembros de la banda de Durmstrang, lleno de tatuajes.
Le ponía, definitivamente, y es que estaba tan condenadamente bueno que con un solo gesto ya tenía a un millón de chicas tras él. A su lado, los miembros de su banda le sonreían. En sus gorras, el rojo y el negro, el color que los distinguía, los marcaba como componentes de un grupo y, por si no fuera poco, sus cuerpos estaban llenos de tatuajes y marcas de peleas, que a más de uno le surcaban el rostro, el cuello o los brazos. Heridas de guerra que Viktor apenas poseía en lugares visibles.
Tan despistada estaba que no se dio cuenta de que su nuevo compañero de asiento y proyectos se sentó a su lado, pasando su brazo sobre el respaldo de su silla y sonriéndole con arrogancia y diversión. Él tenía diecinueve años, ella apenas quince, pero la manera en la que la miraba no era para nada inocente... Ni de compañeros. La recorría con los ojos con hambre, como deborándola.
Y eso, extrañamente, la hizo sonreír.
-¿Qué haces aquí, Krum?- él lió uno de sus dedos en su pelo, y ella se rió cuando los repentinamente oscuros ojos de él se quedaron embobados en sus rizos. Lo que no se esperó fue que un brillo de lujuria llenara sus ojos, repentinamente oscuros.
-Mmm... Visito a mi nueva compañera. ¿Se permite a los Durmstrang ir a tu fiesta de hoy, castaña?- ella rió.
-Nadie tiene vetada la entrada a mi casa, mientras no rompa ni robe nada. Si lo hace, lo paga.
-Yo me encargo de ello. Si alguno de mis chicos hace o ve algo, me lo dirá de inmediato. Y nosotros nos encargaremos- una sonrisa peligrosa se adueñó de sus labios, grandes y carnosos. La besó suavemente en la cabeza cuando se levantó, como si fuera su hermano (aunque sus intenciones no eran precisamente fraternales), le revolvió el pelo y se fue de nuevo a su mesa, guiñando uno de sus increíbles ojos entre verdes, azules, marrones y grises.
-W-o-w- susurró Ginny, con los ojos como platos. Ella rió.
-¿Qué? No es nada.
-Pff... Pues qué nada- ronroneó-. Mataría por tener un NADA así.
-Ginny...
-¿Qué opinará Draquito?- se carcajeó, pero guardó silencio cuando vio entrar a Sol, Luna, Fred, George, Ron, Harry y Neville por la puerta de la cafetería.
-¿De qué te reías, hermanita?- sonrió Ron, besándola en la cabeza mientras los gemelos se sentaban a los lados de Hermione.
-De que Viktor ha venido a ver a Herms... Y estará con todos los Durmstrang en la fiesta de esta noche- le contó la pelirroja, y todos la miraron con sorpresa.
-Así que es cierto... Joder, tía. Qué pibón te has echado- sonrió Sol, sentándose sobre Neville cuando ya no hubo más sitio en la mesa. Aquella actitud entre ellos eran normal, eran casi como hermanos, así que nadie le dio importancia.
-Es muy guapo- sonrió Luna, tiernamente, mientras comía un cacho de la enorme pizza familiar que habían comprado entre todos (le habían dado el dinero a la castaña y a la pelirroja, que salían antes a comer).

Cuando llegaron a casa, se prepararon para la noche. Las chicas habían llevado su cambio de ropa, y los chicos se estaban encargando de las bebidas.
Cuando llegaron las diez, las chicas bajaron, perfectamente arregladas.
Hermione llevaba su larguísimo cabello recogido en una tranza de lado, con el flequillo sobre su ojo derecho. Su corsé de aquella noche tenía los bordes blancos, y sus pantalones de cuero y sus botines de tacón le daban el mismo aspecto que de costumbre. Irresistible. Ginny iba igual que su amiga menos por el corsé, verde oscuro con los bordes negros, y Luna y Sol iban completamente opuestas. La primera con una camisa azul celeste de hombros caídos y vaqueros negros y la segunda con ropa ceñida, sexi. En cuanto las vieron, todos sonrieron.
-No sabíamos que los ángeles existían- sonrió Theo, mirando significativamente a Luna, y ella se ruborizó.
-¿Y nosotras qué somos? ¿Demonios?- se rió Sol, y los taconazos de Pansy sonaron en la entrada. Iba vestida con una camisa de tirantes y unos pantalones vaqueros negros, increíblemente sexi.
-Me gustan más las chicas malas- Viktor Krum escaneó a Hermione desde la entrada, y ella caminó hasta él con una gran sonrisa.
-Hola, Viktor- el recién llegado la alzó en vilo, dando una vuelta con ella en el aire, antes de besarla en la mejilla.
-Hola, Mione.
-¿Quién eres tú?- interrogó seriamente Draco, pero la castaña le ignoró.
-Pasad- les invitó, y un total de veinticinco o treinta tatuados de su banda entraron en la casa, besando o abrazando a la muchacha.
-¿Cómo va la vida, pequeñaja?- Igor Karkarov, el mayor de los Durmstrang, la besó en la frente. ¿Por qué todos tenían la manía de besarla o tocarla la cabeza?
-Bien, Igor- la relación que ellos habían tenido en su momento no la conocía nadie. Pero habían sido amigos, confidentes...
-¿Puedo pasar?
-Por supuesto. No hace falta preguntar. Aquí siempre hay un lugar, tanto para ti como para ellos.
-Gracias... Minne.
-No me llames así, Igor. Hace ya muchos años que no formo parte de eso.
-Lo sé, niñita. Solo debes saber que sin ti las cosas ya no son como antes. Los veteranos te echan de menos.
-Dales un beso de mi parte.
-Bueno... Solo un abrazo, ¿eh? No soy de los que besan- la muchacha rió.
-Lo sé.
-¿Te pasarás por el Taller?
-Claro... Mañana.
-¿Prometido?- ella asintió, y él la abrazó antes de entrar, situando los labios junto a su oído- Jamás hemos dejado de quererte, Herms.
-Ni yo a vosotros.

Pasaron toda la noche bailando, bebiendo y disfrutando. Viktor estuvo junto a Hermione casi toda la fiesta, y Draco les observaba, tan celoso que le hervía la sangre.


Aquí os dejo el nuevo cap. Espero que os guste.
Un beso y hasta la próxima :D

Los recuerdos de una vida que creía olvidada llenaron la mente de Hermione cuando se fue a la cama después de aquella fiesta.La mano de Igor sobre la suya llenó por completo sus sueños, y la transportó al Taller, en una de aquellas tardes en las que los Durmstrang la buscaban y la trataban como a una hermana pequeña...
-¿Qué sucede, Igor? ¿Quién es esa niña?
-La hija de George- contestó el hombre, y ella bajó levemente el rostro cuando todos los de El Taller la miraron.
-¿Granger?- ella asintió, y uno a uno todos se fueron presentando.
Así fue como comenzó su vida de pandillera... Una pandillera de Durmstrang.
-Pss, castaña- la llamó Thombby, y ella corrió hasta él y Kiro.
-¿Ves ese buga?
-¿El Camaro?- Kiro asintió.
-Si nos le consigues, te damos veinte pavos.
-Doscientos. No me juego el pellejo por menos- se miraron y luego la observaron a ella. Su edad, apenas diez años, ocultaba a una personita de lo más increíble: conocía todo de los vehículos, la manera más fácil de robarlos e incluso mil un trucos para lograr que todos hicieran lo que ella quisiera.
-Venga... Veintitrés- negoció Thom, y ella negó.
-Mi precio sube.
-¿Cuánto, muñequita?
-Doscientos cincuenta. Si no se lo llevo a Igor y me chivo.
-Maldita mocosa- se rieron, y le dieron el dinero.
Apenas unos minutos más tarde, ya lo tenían.
Se lo llevaron al Taller, y los que estaban allí los miraron con sorpresa.
-Un Camaro de los setenta, primo Igor- sonrió ella, y el chico, que por ese entonces tenía dieciocho años, la cogió en brazos con facilidad.
-¿A quién se lo has robado, pequeñaja?
-Yo no fui...
-Tiene tu marca- de hecho, no había ninguna ventana rota ni ninguna puerta forzada, marca de la casa de Thom y Kiro-. ¿Por qué la habéis hecho robar el Camaro?
-Esto... Nosotros...
-Déjalo, Igor- sonrió con diversión Caleb Krum, el líder de los Durmstrang, con su hijo al lado, un muchacho de catorce años llamado Viktor-. Podrías aprender de ella, hijo.
-Es una chica- arrugó la nariz, y Herms saltó de los brazos de Igor.
-Pues te puedo- masculló, cortante, y él se rió.
-Inténtalo, mico.
Se despertó recordando a Viktor en el suelo, a sus pies. Salió disparada de la casa y puso camino al Taller en la moto de Orion tras dejar una nota en la nevera. Cuando llegó, la salieron a recibir los que no habían ido el día anterior a la fiesta...
-¿Hermione?- Kiro la abrazó en cuanto la vio- Pequeña pícara...
-¿Cómo estás?- sonrió, involuntariamente con la misma sonrisa que solía exhibir tiempo atrás, y todos quedaron maravillados... Esa sí era su castaña.
-¿Minnie?
-Hola, Caleb... ¿Aún se me permite entrar?
-Claro... No deja de ser tu casa, pequeña. Bienvenida- la besó en la frente y notó lo mismo que cuando su padre lo hacía-. Tengo entendido que ayer montaste una buena, ¿eh?
-Todos los viernes, sábados y domingos que puedo.
-¿Podría ir alguna vez a ver a tu madre?
-Mi madre se ha casado. Ya no va a casa. Y no le gustaste nunca- ella rió-. Creo que tiene razón.
-Pero a ti sí, ¿eh?
-Eres lo más similar que he tenido a una figura paterna desde que mi padre se fue, Caleb.
-Y tú a la hija que jamás tuve... Ni tendré.
-¡VIKTOR, TIENES VISITA!- vociferó Thom, antes de que cierto chico bajara las escaleras... Descamisado y sexi, recién levantado.

En cuanto Viktor llegó a su altura, la alzó en vilo por la cintura y la besó en la frente en cuanto rozó el suelo. Sostuvo su rostro entre sus enormes manos y el tiempo pareció detenerse de golpe, como si solo estuvieran ellos dos... Hasta que la risa baja de Caleb les sacó de sus pensamientos. Todos les sonreían con burla, divertidos.
-Panda de buitres- gruñó Viktor y todos rieron mientras la tomaba de la mano y la subía al piso superior. Se sentaron juntos en uno de los sofás y comenzaron a charlar. Poco después, sonó el teléfono, con su The Wall, de Pink Floyd. Era Draco.
-¿Mmm?- preguntó, y pudo oír la respiración agitada al otro lado de la línea.
-¿Dónde estás, Hermione?- preguntó, con evidente preocupación y molestia en la voz.
-Donde a ti no te importa, Draco- respondió, y Viktor se rió.
-O vuelves o...
-¿Qué? ¿Vendrás a buscarme? ¿O te chivarás, como un nene de papá? Yo puedo decirles a mamá y a Lucius muchas cosas por las que no te dejarían ni acercarte a mi casa, ¿sabes? Así que no me toques las narices.
-Joder... Vamos, vuelve, Hermione. Estamos preocupados...
-Vamos, Draco. Deja de comportarte como un hermanito preocupado. Anda, volveré a las diez- y colgó.
-¿Quién es Draco, pequeña? Porque parece un idiota de cojones.
-Es el imbécil de mi hermanastro. Nadie importante.
-O sea... Que estás libre...- se acercó a ella, pero Hermione le colocó la mano en el pecho y le empujó para atrás.
-Yo soy libre, no estoy libre- se levantó y miró desde la especie de balcón que había allí, disfrutando de los coches, hasta que unos pitidos en el exterior sonaron con fuerza. Todos se giraron y miraron a las puertas, donde ni más ni menos que los Beuxbatoms los miraban desde sus sitios como si fueran los reyes y dueños del lugar.
-¿Qué rayos hacéis aquí?- gruñó, tras ella, Viktor. Sus manos, junto a las suyas, y su cabeza muy por encima de la de ella demostraban lo alto y grande que era, resultando completamente imponente.
-¿Qué? ¿No podemos arreglar nuestro coche?
-¿Cual? ¿El de las Barbies?- se burló Kiro, y Thombby y los demás rieron como locos.
-¿O sea que no queréis nuestro dinero?
-¿De ratas pijas? Ni de coña- Hermione bajó, hasta quedar junto a Caleb, mientras los otros se acercaban. Pudo reconocer a André L´Blanc, el líder de los Beuxbatoms, que la miró con sorpresa. Llevaban sin cruzarse desde hacía cinco años, pero al parecer la recordaba. Y muy bien, a juzgar por sus ojos, desorbitadamente abiertos.
-Hermione Granger...
-André L´Blanc- contestó, inclinando levemente la cabeza en una elegante reverencia.
-Mucho tiempo desde la última vez... No te recordaba tan sexi, castaña.
-Es lo que tiene el tiempo, rubiolas. Ahora deja de mirarla.
-¿O qué? ¿Me pegarás?
-O te castraré. En cuanto la toques, te deshuevo- André hizo ademán de golpear a Viktor, pero este en vez de achantarse se fue para alante. Solo Hermione les impidió empezar una pelea, y Caleb y otro de los miembros de Beuxbatoms les agarraron para separarlos.



Aquí os dejo el nuevo cap!!!
Espero que os guste.
Buenas noches.



-Estaros quietecitos, ¿eh?- les advirtió, seria, antes de mirar a Viktor- Vete con Caleb y cálmate. L´Blanc- le miró-, vete de aquí. Si no quieres que te maten a golpes.
-O que yo lo mate a él- replicó, y Viktor se retorció en brazos de su padre.
-¡INTÉNTALO, MARICA DE MIERDA!- bramó, enfurecido, pero Hermione le pegó un bofetón que le dejó la cara roja.
-Basta ya. Vete, L´Blanc. Si no quieres que sea yo quien te golpee- siseó, y él sonrió.
-Me encantaría que tú lo hicieras- y, a la velocidad de la luz, el puño de Hermione se estampó en la cara de André, haciéndole reír en cuanto se llevó el golpe a pesar de que su labio parecía estar roto- Mmm... La próxima vez te pegaré yo. Y créeme, lo disfrutarás- y se fueron todos tras él, mientras Viktor y los demás les miraban mal.
-Como se acerquen a tu casa, les materemos a golpes- masculló, muy enfadado, Caleb. Jamás había sacado su lado paternal delante de todos, y aquello nes hizo sonreír con diversión.
-¿Qué? ¿El regreso de la muñequita te ha afectado?- preguntó Hektor, pasándole el brazo por los hombros a la castaña. Caleb rió.
-No me toques mucho las pelotas, tío. Si aprecias tus brazos, aléjalos de ella- masculló, cortante, el padre de Viktor. Y Hektor obedeció.
-Anda, vámonos a dar una vuelta- pidió Viktor, tomándola de la mano y caminando hasta su moto, una Chopper negra y brillante, como recién salida del concesionario, y Hermione se soltó de él y se dirigió hacia su Harley Davidson, a la que montó y que arrancó a la primera.
-Te echo una carrera, lento- y se subieron a las motos.

En la casa de los Granger, Orion miraba a Draco caminar de un lado a otro, sentado en el sofá, con Sol, Neville, Harry, Ginny, Luna, Fred, George, Oliver, los amigos del blondo y varios amigos suyos.
-¿¡TE QUIERES CALMAR!?- gritó finalmente, haciendo que el rubio saltara en el sitio.
-¿NO SE SUPONE QUE SU HERMANO ERES TÚ?- le devolvió, y el Granger se cabreó.
-Como su hermano, confío en ella. En menos de un mes cumple dieciséis años, lleva apañándoselas sola desde los cinco. Creo que deberíamos confiar en ella- masculló, cortante, y el otro le miró. La desesperación brillaba en sus ojos, grises como el mercurio.
-Joder...
-¿No te gustará mi hermana, no, Malfoy?- siseó, ahora en tono peligroso, y él le miró como si estuviera loco.
-Está a nuestro cuidado. Como mi padre se entere de que la he descuidado...
-Más te vale que solo sea eso- le advirtió, y todos los amigos de la chica le lanzaron miradas como dagas-. ¿Sabe alguien dónde está?
-Puede que en el Taller D´Ds- sugirió Ginny, la única que conocía el pasado de Hermione.
-¿Qué hace en D´Ds?
-Ella se lleva bien con los Durmstrang. De hecho, desde que tenía siete años anduvo con ellos. Ella y yo ya eramos amigas entonces, pero no me comparaba con ellos... Siempre iba con Viktor y los suyos. Hasta que...
-Hasta que Kennye murió en un trapicheo- contestó por todos el propio Viktor, en la puerta, con Hermione a su lado. Ambos llevaban bajo el brazo los cascos de las motos, y estaban serios.
-He vuelto- dijo Hermione, antes de tomar la mano de su acompañante y caminar con él escaleras arriba-. Estaremos en mi cuarto...
-¡No puedes subir a nadie a tu habitación!- la riñó Draco, y ella le mató con la mirada.
-Ya la has cagado mucho, hermanito- esta palabra salió de sus labios como un insulto-. Así que déjame en paz- y se fueron juntos. Sol, Luna y Ginny les siguieron, y la castaña las dejó.


Cuando salieron del cuarto de Hermione, una vez Viktor se hubo ido, las tres chicas estaban preocupadas. Cada una se fue por su lado: Sol se fue a la cocina, con Orion, Luna al salón, con Theo, y Ginny al ático, donde encontró a Blaise.
-¿Cómo está?- preguntó Orion a Sol, y esta se sentó en la encimera, donde normalmente se sentaba Hermione.
-Enfadada. Piensa que nadie confía en ella.
-No me extraña...
-La he dicho que no todos. Tú sí, porque sabes cómo es. También le he dicho que si nos preocupamos es porque la queremos... Pero siempre ha sido muy solitaria. Desde que vuestro padre no está.
-Siempre le ha faltado algo- suspiró, con tristeza-. Me duele no haber estado ahí para mi hermana- y ella le abrió los brazos, a los que él acudió velozmente. Su calor le llenó por completo, calmándolo.
-No tenías más remedio, Orion.
-Sí lo tenía- rebatió, y ella negó.
-Eso no es cierto, y lo sabes.
-Me duele, Sol.
-Pues no dejes que ella te vea así. Que nadie te vea así.
-¿Y tú?- una sonrisita pícara asomó en los labios de él.
-¿Yo? Soy especial. Puedo verte de cualquier manera.
-Gracias.


En cuanto Luna entró al salón, Theo le dedicó una sonrisa.
-¿Está bien?
-Es fuerte. Se recuperará.
-¿Estás bien tú?- ella rió.
-Es mi amiga. Y me hace daño verla mal. La quiero mucho.
-Lo entiendo.
-¿Puedes abrazarme?- él sonrió y le abrió los brazos, que ella ocupó sin dudarlo. Theo le besó el pelo y estuvieron así, sin necesidad de decir nada, largo rato.
Cuando él quiso darse cuenta, ella se había dormido.



Ginny estaba enfadada. Dolida. En cuanto entró en el desván, comenzó a tirar todo lo que vio. Por suerte, nada era delicado ni se rompía fácilmente. No sabía que Blaise estaba allí, que la había esperado y seguido porque estaba preocupado por ella.
-Si sigues así lo vas a romper todo, Gin- ella se sobresaltó y se dio la vuelta, mirándolo con una ceja alzada.
-No te importa, Blaise.
-Sí lo hace. Luego no pienso ayudarte a recogerlo.
-Pues vete.
-No. Quiero que me digas por qué estás así.
-¡ESTOY HARTA!- gritó, tirando una mesita de café contra la pared. Esta sí se rompió- Estoy harta- y comenzó a sollozar. Él la acogió en su pecho, y lloró con toda su alma-. Harta de no comprender a mi mejor amiga, de no poder ayudarla...
-Shhh... No es culpa tuya...
-¡Lo es! Si me esforzara más...
-No, Ginny. No es culpa tuya ni de nadie. Hermione es una chica complicada, con una vida más complicada aún. Tú no tienes la culpa de nada- la besó en la frente y no la soltó hasta que se calmó.



En el exterior, Draco daba vueltas como un animal enjaulado. ¿Cómo rayos podía ser tan posesivo con alguien que en teoría solo debería importarle como su hermanastra? Pero no podía evitar preocuparse como un estúpido cuando no la tenía cerca.
Miró hacia donde se hallaba su cuarto, y vio la luz encendida. Ella aún no estaba dormida.A Viktor Krum le encantaba Hermione Granger. Estaba loco por ella desde que la conoció, y ahora junto a su prima, Helena Dobrev, se sentía libre de soltarlo todo. De decir cuánto le gustaba esa castaña leona y cuánto la deseaba a su lado. Helena, que más que su prima era su mejor amiga, le escuchaba atentamente.
-Eso es amor, hermano- sonrió, dulcemente, echando hacia atrás su larga melena de color chocolate mientras sus ojos de color parduzco dorado se fundían con los de él, como leyendo en su mente cuanto estaba diciendo y comprendiéndolo mejor de lo que nadie podría llegar a hacerlo-. Y te lo digo porque, al contrario de lo que piense la gente, soy UNA CHICA DE PIES A CABEZA- recalcó tanto las últimas palabras que le hizo reír.
-Lo sé, pequeñaja- la tiró en el sillón y comenzó a hacerla cosquillas, mientras la muchacha reía como loca. Aunque estaba preocupado por su leona, ya que la había tenido que dejar, se rió con Helena.
Ella siempre lograba sacarle una sonrisa, y es que con su carácter, entre infantil y de chica dura, siempre le había ayudado a sentirse más confiado. Seguro, aunque ella apenas le llegaba al hombro.
-¡Por favor...!- se rió- ¡Suéltame...!

Lejos de esta atmósfera relajada, divertida, Hermione se hallaba encogida en su cama. Todos los ruidos de la casa quedaban silenciados por los cascos en sus oídos, mientras su canción, El Cantar de la Luna Oscura del Mägo de Oz, susurraba sus suaves palabras, solo para ella. No se dio cuenta de que cierto rubio se colaba por su ventana y de que sus manos, como la primera vez que la siguió hasta su cuarto, se aferraron a sus tobillos y la arrastraron por la cama hasta él.
-¿Qué te pasa, Herms?
-Suéltame, Draco- siseó, quitándose los cascos.
-No, Mione.
-Draco...
-¡Por favor! ¿No ves que me estoy volviendo loco?- cayó de rodillas ante ella, sorprendiéndola enormemente, y se sentó en el borde de la cama- Me preocupo por ti. Cuando no te veo, me preocupo. No sé dónde estás y se me remueve el estómago de pensar que te puede pasar algo... Joder, Hermione... ¿Qué rayos me has hecho?- ella se dejó abrazar. La cabeza del blondo descansó en su regazo, y los brazos de la chica le rodearon con ternura, meciéndolo como si fuera un niño asustado.
-¿Eso significa que me quieres, Draco?- susurró, y él levantó lentamente la cabeza, rozando sus labios en el proceso, con dedos temblorosos.
-No te quiero, Hermione. Te amo. Amo cada milímetro de tu piel, cada bocanada de aire que echas entre tus labios me causa celos. Amo tu rebeldía y tu manera de ser, y todo cuanto forma tu personalidad, tu carácter y tu cuerpo. Me puedes de punta a punta.
-No puedo, Draco... Yo...
-Lo sé, estrellita. Esperaré, y mis sentimientos por ti no cambiarán. No me sueltes, por favor- y volvió a la postura anterior, mientras las manos de ella acariciaban su pelo-. Te amo, Hermione.
-Te quiero, Draco. Lamento no poder responder a tus sentimientos, pero te quiero. Mucho.
-Eso me basta. De momento.
-Lo lamento.
-¿Podría...? ¿Podría besarte?- ella sonrió.
-Anda, bobito- bajó el rostro y le juntó sus labios. Un roce suave, tierno. Dulce. Como si ella fuera una muñeca de cristal que se resquebrajaría si la besaba con toda la pasión y necesidad que sus grises ojos reflejaban-. Te quiero, Draco.
-Te amo, Hermione.


Cuando Luna abrió sus hermosos ojos, lo primero que vio fueron los hermosos orbes de Theo, de un precioso tono avellana, fijos en ella. Sonreía, y la pequeña rubia pensó que podía levantarse y encontrarse su mirada cada mañana.
-¿Sabes, Theo?
-¿Mm?
-Creo que me gustas- una tos escapó de él, y ella sonrió-. Puede que yo no te guste, pero solo quiero que lo sepas...- no la dejó acabar. Le dio un tierno beso, inocente y sincero, en los labios. El hermoso rostro de la rubia se ruborizó de golpe, haciéndole sonreír.
-¿Qué te hace pensar que no me gustas, bobita?
-¿Eso es un sí?
-Lo es.





Hola, hola, hola!!!
Acabo de decidir que crearé un capítulo en el que el nombre de la primera persona que comente aparezca. Espero que os haya gustado,
Un beso un un abrazo fortísimos para todos.
¡Dejad comentarios, y apareceréis en el próximo cap ;D!
Aquel día, Hermione iría a ver a su padre después de un tiempo. No había ido desde que le habían mandado al agujero por pelearse con otro preso, al parecer su compañero de celda, aunque no se lo había dicho a nadie. Ese día, Viktor, su prima (loca de atar pero buena chica) Helena Dobrev y su amiga y hermana menor de Viktor, Lui, iba con ellos. No parecía incómoda, a pesar de ser su primera visita a la cárcel. De hecho se la veía muy tranquila, relajada. Menos mal.
-¿Cómo estás, Herms?- preguntó Viktor, tomando su mano. Ella, en el asiento del copiloto, le sonrió, apretando su mano.
-Estoy bien. No te preocupes.
-¿Desde cuándo está tu viejo en el agujero?- interrogó Helena, y la castaña sonrió levemente.
-Desde hace casi un mes y medio.
-Es un cabrón muy duro- dijo él, y ella se rió.
-Lo es. Y estoy orgullosa de mi padre.
Cuando llegaron a la cárcel, les condujeron a la Sala Familiar. Allí, George les esperaba. Su labio parecía haber estado partido, y su nariz también, pero se le veía bien. Incluso sonreía, y sus ojos brillaron de golpe en cuanto la castaña cruzó la puerta.
-Mi pequeña- se levantó y la abrazó, ignorando la repentina tensión de los vigilantes. Ella le devolvió el gesto, feliz, y él la besó el pelo- ¿Cómo ha ido todo, mi niña?
-Genial, papá. Estos son Viktor y Lui Krum y su prima, Helena Dovreb- el hombre les sonrió- ¿Por qué te metieron en el agujero?- se puso serio de golpe. Se sentaron y George tomó la mano de su hija desde el otro lado de la mesa, llevándola a sus labios y besándola con los ojos cerrados, trazando nerviosos círculos en su palma.
-Encontró una foto tuya bajo mi almohada, Mione. Me la robó y se la llevó... Ese condenado hijo de puta la intercambiaba por cigarrillos con los demás presos y con algunos guardias. Y, en cuanto me enteré, le partí las dos piernas y el brazo. Ese maldito cabrón...- cuando sus ojos se abrieron, había auténtica rabia en ellos- Pero lloró como un marica cuando le pillé en el patio. No lo maté porque... Porque no me lo permitieron, mi vida- con la mano libre, comenzó a acariciar su rostro, y ella dejó descansar su cara en su mano, cerrando los ojos-. Eres lo más hermoso de mi vida, lo más importante y preciado que he hecho.
-Yo también te quiero muchísimo, papá- susurró.
Lui se sentó más cerca de Hermione, frente a George. Sus cabellos, de un negro rojizo precioso, y sus ojos, de un increíble color celeste, la hacían verse preciosa.
Comenzaron a hablar todos de banalidades hasta que llegó el final del turno. Hermione y George se abrazaron con fuerza.
-Llámame, papá- le susurró, colocando un teléfono en su bolsillo. Él lo escondió expertamente, y asintió antes de dejarla ir.
-¡TE QUIERO, HERMIONE!- gritó, poco antes de que saliera por la puerta, corriendo tras ella todo lo que la valla del patio de recreo le permitió.


Lejos de allí, Luna y Theo se miraban como tórtolos. Desde que ella se declaró, estaban juntos... O todo lo juntos que se puede estar teniendo a alguien tan único e increíble como Luna como pareja.
Pero Theo la adoraba, de corazón lo hacía. Todo en ella le volvía loco: desde sus cabellos, rubios como la luna, hasta sus ojos, de un celeste como el cielo. Era excéntrica y rara, pero perfecta para alguien como él.
-Te quiero mucho, Theo.
-Y yo a ti, mi Luna- contestó él, antes de besarla.



Necesito dos personajes más. Los primeros en comentaro los próximos dos capítulos les darán nombre :D
Espero con impaciencia vuestros comentarios.
Un beso muy fuerte y un abrazo.
Hasta pronto!!
Hermione comenzó a bailar en su cuarto, con la música a todo volumen. Orion y todos se habían ido de fiesta por ahí y solo se había quedado Draco, lo que complicaba las cosas. Las había puesto tan violentas que se había subido en cuanto había entrado por la puerta, y se había encerrado con su mini-nevera, los bollos que había robado y las bebidas que se había subido del salón. Sus largos cabellos se movían con cada gesto rápido que hacía al cambiar el ritmo de la canción, y se veía tam sexi y perfecta que Draco habría matado por estar ahí en cualquier momento.
-Hermione- la llamó, pero ella no le escuchó. Poco después escuchó unos golpes en la ventana, y ella se quedó sorprendida. Apagó la música y abrió la ventana, quedándose sorprendida al encontrarse el rostro del rubio a menos de cinco milímetros de su rostro-. Hola, Hermione.
-¿Qué haces aquí, Draco?- antes de que acabara de pronunciar su nombre, se coló en su habitación, devoró sus labios y la alzó en vilo. Ella le devolvió el beso de todas las maneras posibles, gimiendo involuntariamente cuando él la tomó mejor- Draco...
-¿Mmm?
-¿Por qué me haces esto?- susurró, y la voz se le quebró. Él la miró, y vio las brillantes lágrimas resvalando por su tierno rostro. Un rostro mágico y perfecto, tan hermoso y dulce como el de una niña pequeña.
-¿Qué hago, mi amor?
-Utilizarme continuamente... Y luego irte.
-No me voy. Solo que no puedo soportar tenerte aquí, a mi lado... Y no poder hacerte mía.
-¿Qué es lo que te pasa? Al lado de cualquiera de tus amigas, yo soy una banshee.
-¿Una banshee?- arqueó una ceja, divertido.
-Sí.
-¿Y ellas qué son?
-Perfectas.
-¿Pero por qué crees que me atraería una perfección que tú no poseyeras, hermanita?- se rió, sentándola en la mesa de su habitación. Pero ella ocultó el rostro en su pecho. Comenzando a llorar. Asustándole- ¿Qué sucede, mi cielo?
-Draco... Las musas son seres perfectos. Y yo no soy una musa. No deberías quererme ni buscarme...
-Mira, Hermione. Las musas me interesarán cuando se empiecen a parecer un poquito más a ti. A ver, eres completamente increíble. Guapa, preciosa, única... ¿Qué más quieres que te diga, ángel?
-Draco...
-Sh. No pienso permitir que digas nada malo de ti. Te quiero demasiado.


Perdón porque sea tan corto. No tenía tiempo de hacerlo más extenso. Un beso, y, por favor, no penséis en matarme ;D


-Sh. No pienso permitir que digas nada malo de ti. Te quiero demasiado.
-¿Me quieres?- susurró, con la estupefacción brillando en sus ojos.
-Si no, ni te tocaría. Créeme, Hermione. Eres el ser más bonito y preciado de mi vida. Apenas llevamos unos meses juntos en esta casa, pero te has convertido en una de las personas más importantes para mí- alzó su mentón-. La más importante para mí. Te amo, castaña.
-Yo... Creo que yo también te quiero- contestó ella, ruborizada, y él se rió suavemente en su oído.
-Eso es lo único que quería escuchar...



Blaise subió por el canalón y llamó suavemente al cristal del balcón de su pelirroja. Esta abrió y le miró fijamente a los ojos, sorprendida. Sus preciosos orbes avellanas amenazaban lágrimas, y eso le preocupó enormemente.
-¿Qué sucede, pequeña?
-Nada. Anda, pasa. Pero no hagas ruido. Están todos mis hermanos aquí- él obedeció, y se encontró con la luz encendida. Jamás había visto el cuarto de la chica con luz, y no pudo evitar una sonrisa. Paredes moradas con mariposas y con adornos negros, una gran y perfecta cama redonda y adoselada y muebles blancos la formaban. Allí, el tono rojo del cabello de la muchacha destacaba como una llamarada en la noche, y eso fue lo que le hizo sonreír cuando la miró. Pequeña. Sentada en su cama. Tentándole con cada movimiento a agarrarla y no soltarla.
-¿Quieres hablar de ello?- le sonrió, tierno y paciente, arrodillándose ante ella y acariciando sus mejillas. La muchacha negó.
-No- se tiró a sus brazos-. Solo abrázame. Por favor, no me dejes sola.
-Nunca, Ginny- y apretó más fuerte, soldando sus cuerpos.
-¿Qué sientes por mí?
-Te adoro, Gin. ¿Por qué?
-¿De verdad?
-Gin...
-¿¡De verdad!?- sollozó, y él asintió. La muchacha ocultó la cabeza en su cuello y cerró los ojos, aspiranto su aroma- No me dejes.
-Jamás lo haría.
-Mi amor es venenoso, Blaise. Corrompe y hiere. No quiero que me ames sin saber eso primero. Después de esto, ¿me seguirás queriendo?
-Ni lo dudes, princesa. ¿Qué pregunta es esa?
-Solo quiero ir con la verdad por delante- le miró fijamente a los ojos-. ¿Me has dicho la verdad?
-Sí- susurró él, anómalamente serio. Ella se ruborizó y, sin que se lo esperara, le puso a su altura y lo besó.
-Lo del mes queda anulado, mi cielo- él sonrió.
-Te amo, Ginevra Molly Weasley.
-Te amo, Blaise Zabini.


Cuando los rayos del sol entraron por las ventanas de Ginny y Hermione, no estaban solas al recibirlas. Junto a ellas, en sus lechos, se hallaban las dos personas a las que más querían en sus respectivos mundos...
Y estas dos personas sonreían. Observándolas. Habían velado su sueño toda la noche. El sueño de aquel a quien más amaban.




Espero que os haya gustado!!
Un beso muy fuerte a todos y gracias por leer.
RosettBlack, Helena Dovreb, Carmen Delakre y Lui Krum caminaron juntas hacia la entrada del instituto. El grupito de Hermione no había ido ese día a clase, yellas debían encargarse de que su ausencia no se notara. Y es que si la ReinaRebelde no estaba allí, ellas eran las chicas perfectas para sustituírla... E incluso opacarla.
La chica Black atrajo todas las miradas en cuanto entró, haciendo un Ollieperfecto tras abrir la puerta de un brusco empujón y aterrizando ágilmenteencima del skate. Sus mechas rojas y sus brillantes ojos castaños la convertían en una de las más deseadas, tanto para los chicos malos como para aquellos alos que les gustaban los retos. Lo único que jamás debías hacer era decir sunombre completo... Si apreciabas tu vida.
Tras ella poco tardaron en entrar Carmen y Lui, tan perfectas y pacíficas comosiempre. Helena cerraba la marcha, prácticamente entrando igual que Rose, sumejor amiga de todo el grupo, y se dirigieron todas juntas a la primera clase del día, siguiendo a las dos skaters que se deslizaban por los pasillos como dos locas entre carcajadas.
-¡SEÑORITAS DOVREB Y BLACK!- gritó la señora McGonagall, pero ambas pasaron por su lado como dos fuegos para entrar en clase y sentarse en sus respectivos asientos como si nada- ¡Como vuelva a verlas en esas tablas del diablo se las confisco!
-Buenos días, profesora- saludó Lui, y la mujer sonrió con dulzura.
-Buenos días, señorita Krum.
-Profesora- asintió Carmen, y Minerva le devolvió el gesto.
-Jolín, profe- sonrió Helena, revolviéndose el pelo.
-No hemos hecho nada malo- la siguió Rose, y les lanzó una mirada asesina que las dejó heladas en el sitio.
Poco a poco fueron entrando los demás. Pasaron la clase tranquilamente, y el resto de la mañana pasó volando. El recreo fue lo próximo que recordaron, y se fueron a las rampas para hacer trucos con el skate mientras Carmen y Lui charlaban con "los chicos malos", entre los que estaba Viktor.



Lejos de allí, unas horas antes, en la mansión Granger, Luna y Theo se miraron fijamente. Quedaba poco para que todos se fueran a clase, y estaban esperando a que los demás llegaran.
Ambos sintieron el cosquilleo de estar en el momento perfecto, ideal para decirse lo que sentían el uno por el otro... Hasta que una nerviosa y llorosa Hermione entró como una flecha, sobresaltándoles. La siguieron hasta la cocina.
-¿¡Qué ha pasado!?- exclamó Sol, en cuanto la vio.
-Es Orion- susurró, antes de que todo su cuerpo vibrara.
-¿Qué pasa con Orion?- preguntó Sol, aterrada- ¡¿QUÉ PASA CON ORION!?
-Cálmate, Sol- ordenó Draco, abrazando a la castaña protectoramente-. ¿Qué sucede, Hermione?
-Han apuñalado a Orion- susurró, y todos se quedaron mudos. Sol ahogó un grito, y sus ojos se llenaron de lágrimas-. Me acaban de llamar del hospital...



Entonces, el teléfono de Helena comenzó a sonar. Lo cogió tranquilamente:
-¿Qué pasa, Herms?
-¡Helena! Gracias a Dios... ¿Qué tipo de sangre tienes?
-¿Yo? Creo que AB positivo...
-Por favor, di a todos los tipo B o O positivo que vengan pero ya al hospital. Orion se muere.


Orion y Hermione estaban a solas en la habitación del hospital. Ella no se había apartado de su lado, y los médicos ya no se lo pedían. La última vez que habían tratado de separarlos el corazón de él se aceleró hasta casi provocarle una sobreoxigenación en la sangre que podría haberlo matado. Por ello, tanto durante la cura de la herida como durante su descanso, ella seguía allí, tomando su mano. Cuando la notaba removerse, abría de golpe los ojos. Y ahora estaba ella a su lado, durmiendo con el brazo de él sobre su cintura, con el lado herido hacia arriba.
-¿Orion?- susurró, pero él no contestó- ¿Ori?- volvió a probar, pero nadie habló- ¡ORION!- chilló, y una horda de enfermeras y médicos entró en la sala en cuanto escucharon su grito. Ella se levantó, y él le apretó la mano- ¿Qué sucede? ¿¡QUÉ LE PASA A ORION!?
-Señorita Granger, debe salir...
-¡NO!- gritó el chico, y su corazón latió más fuerte. Todos se quedaron quietos mientras su hermana le susurraba cosas al oído hasta que se calmó.
-Necesita una transfusión...
-¡Yo le daré de mi sangre!- exclamó, desesperada.
-¿Qué tipo tiene usted?
-A positivo- contestó, seria.
-Su hermano es B positivo. Si conoce a alguien de este tipo de sangre o O negativo, llámelo sin falta- le dijo la doctora, y Hermione llamó apresuradamente a Helena.
Poco menos de una hora después, como veinte personas esperaban para donar sangre al herido. Las chicas (Helena, Rose, Carmen y Lui) encabezaban a todos, con Viktor al lado.
-¿Qué tipo de sangre tiene?- preguntó la doctora al chico.
-O positivo- contestó, y ella le extrajo sangre delante de Hermione, en una camilla junto a la de Orion, y en cuanto acabaron procedieron: colocaron la sangre en el gotero y se la inyectaron al muchacho. Menos de medio litro, pues todos parecían impacientes por ayudar y a ninguno se le veía muy buena cara ante las agujas.
La siguiente fue Ruby, una chica morena de ojos grises que ni tembló cuando la aguja perforó su piel. Solo miró a Hermione con una sonrisa dulce. Era la chica skater que iba a todas las fiestas con el chico Granger.
-Ponte bien, pequeño- le susurró, dándole un suave beso en la frente. Él rió secamente.
-Esos hijos de puta lo pagarán, hermano- la siguió su gemelo, y chocaron los puños.
-Os debo una.
Cuando Lui pasó, tímida Hermione le sonrió para darle ánimos. Lui era la persona más tierna que había conocido, y cuando una lágrima resvaló por su mejilla en el moento en el que introdujeron la aguja, corrió hasta ella y la abrazó.
-Gracias, pequeña.
-De nada, Herms.
Pasaron lentamente. Todos insistieron en donar para él ya que si necesitaba otro transplante no estarían allí. Poco antes de que Orion volviera a estar estable, Sol entró como una bala y se lanzó hacia la cama, llorando.
-Como te mueras te mato, ¿me olles?- sollozó, y él rió. Por vez primera, soltó la mano de su hermana y tomó la de la rubia, acercándola a él delicadamente. Sin más, la besó. Un beso que lo decía todo. Que demostraba que no había olvidado a la pequeña pesada que lo seguía a todas partes de niño- Te quiero- él rió, limpiando sus lágrimas con dedos tiernos y cariñosos.
-Me lo podías haber dicho antes, mujer- ella rió/lloró, y él la besó de nuevo- ¿Cómo me voy a morir, tonta? Ahora que me has dicho esto, no te vas a deshacer de mí tan fácil.
-Eso espero, idiota- y se abrazaron.
-Estaría así para siempre, aunque se me abrieran los puntos- le susurró, en el oído, y ella se puso roja de golpe.
-Yo también... Pero no podemos correr ese riesgo. Suelta, anda- él negó, pero no la abrazó más fuerte.
-No quiero- sonrió pícaramente, como un niño.
-Pues no te dejaré besarme jamás- la soltó al instante, como si quemara-. Te quiero, grandullón- lo besó, y él rodeó su nuca para hacerlo más largo.
-Y yo, mi sol.


Hermione había salido en cuanto comenzaron a hacerse arrumacos. Estaba fuera de la habitación, bebiendo un chocolate con leche caliente, cuando Draco la tomó del brazo, la giró suavemente y la abrazó. Depositó un beso en su frente y, sin más, ella estalló en sollozos. Las manos de él acariciaron su cabello y espalda con ternura y suavidad hasta que se calmó. Por suerte el chocolate estaba en la pequeña mesita de café, y no en el suelo.
-¿Estás bien, pequeña?
-Mi hermano casi muere, Draco- sollozó-. Claro que no estoy bien.
-Piensa que está vivo, no muerto. Y va a salir de esta...- sonrió burlonamente- Con una nueva compañera.
-¡MIONNE!- exclamó Ginny, abrazándola y quitándosela al rubio de los brazos- Dios, amiga, ¿estás bien? ¿Cómo está Orion? ¿Quién le ha hecho esto?
-Estoy bien. Ya está fuera de peligro y... No lo sé- contestó, tristemente Hermione, pero Ruby apareció tras ella.
-Walpurguis- susurró, en su oído, alto y claro para todos.
-¿Walpurguis?- interrogó Draco, girándose. Blaise tomó a Ginny del brazo y la acercó a él.
-Sí- sonrió el hermano de la chica, sádico-. Pero nos vengaremos. No lo dudes, hermanita- besó la mano de Hermione galantemente-. Nosotros lo haremos. Por Orion. Por ti.
-¿Qué tiene esto que ver conmigo?
-La familia de Orion es la nuestra. Si a ti te hicieran algo, todos nosotros te protegeríamos- explicó Ruby, besándola en la frente maternalmente. No tendría más de uno o dos años más que Orion, pero parecía más mayor cuando hacía eso-. Nunca lo olvides, pequeña.
-No lo haré- contestó.
-Dale un beso al osito de nuestra parte- y se fueron juntos, en sus respectivos skates.



Heyyy!!!
¿Cómo estamos? Espero que os haya gustado.
Dejad comentarios, un beso y un abrazo

¡DECID NO AL PLAGIO!
Cuando salieron del hospital, una vez quitaron las grapas a Orion, Sol y él estaban más unidos que nunca. Hermione y Draco, Luna y Theo y Ginny y Blaise iban también bastante bien, aunque solo las dos rubias y sus compañeros eran novios oficiales. Helena, Lui, Carmen y Rose se habían hecho más cercanas al grupo, y los chicos skaters amigos de Orion no las perdían de vista en ningún momento: desde Helena y Rose, tan indomables como siempre, hasta la dulce y tierna Lui y la tranquila Carmen.
Ese viernes no hubo fiesta en la mansión Granger. Todos estaban reunidos, los amigos de Orion, los amigos de Hermione y los amigos de Draco. Las mejores y las peores personas que te puedas imaginar llenaban la casa, sentados en todos los rincones, con Orion en el centro, rodeado de los más cercanos a la familia.
-¿Los Walpurguis?- rompió el silencio la chica Granger, y fue como si detonara una bomba. Sol, sobre el regazo de Orion a causa de la ausencia de sitio, le besó en los labios, con los ojos llorosos- ¿Qué le habéis hecho a Tom Riddle?
-¿De qué lo conoces?- interrogó Viktor, con Ruby y su hermano (que acababan de descubrir que se llamaba Robert) a los flancos. La castaña sonrió.
-Tom Riddle era aliado de mi padre. Digamos que... Él era quien me cuidaba mientras mi padre hacía sus trapicheos.
-¿Que Tom Riddle te cuidaba?- preguntó suavemente Lue, y su hermano le pasó un brazo por los hombros al ver su carita de miedo- ¿No tenías miedo de él?
-No. Era muy... Cariñoso conmigo. Decía siempre que me quería mucho. Que era como la hija que jamás tendría...
-Herms... ¿Te tocó alguna vez?- susurró amenazadoramente Harry, con sus verdes ojos casi negros a causa de la ira.
-No, Harry. Calma. Él siempre ha estado ahí para mí. Cualquier cosa que le pedía me la daba. Y me la sigue dando...
-¿Qué quieres decir?
-¿Quién crees que me regaló la moto, mi madre?- preguntó, sarcástica y cortante.
-Ese hombre apuñaló a osito- dijo Robert, y Orion miró ligeramente ruborizado a Sol. Cuando decía eso, su sobrenombre de cuando era niño, se sentía violento, y aún más delante de su chica. Ella se rió.
-Osito- susurró, y un gruñido se escapó de Orion. Ronco. Sensual. Increíble.
-Desalojad. Que Sol y yo tenemos una cuenta pendiente- sonrió pícaramente, y todos le miraron con las cejas arqueadas.
-No comáis pan delante de los pobres- se quejó Blaise, y Ginny le miró con una ceja alzada y una sonrisa coqueta-. ¿Nos vamos, Gin?
-¿Y tú, Mione?- sonrió Draco.
Todos se fueron llendo, dejando a solas a las parejas...
Dando inicio a una noche especial


Espero que os guste!!!
No lo he podido hacer más largo porque mi padre anda racaneando :(
Dejad comentarios!!!
Un besazo fuerte para todos!!!
Encuanto se fueron, Hyperion, un chico del grupo de Viktor, se acercó a Helena,Rose, Carmen y Lui. La Krum se puso roja en cuanto él la besó en lamejilla a modo de saludo, y él le sonrió con una timidez impropia de él,dejando su skate apoyado en la pared. Las amigas de la chica les dejaron asolas, siendo observadas por Lui con odio.
-Hola... Hyperion.
-¿Cómo estás, Lui?- preguntó, y ella se puso más roja aún.
-Genial, ¿y tú?- sonrió tiernamente y él le devolvió el gesto.
-Mejor ahora que estás aquí, conmigo.
-Sería más apropiado decir que eres tú quien está con ella, Hyperion- siseó unavoz, muy por encima de la cabeza de la muchacha, y el mejor amigo de suhermano, Boogy, apareció ante ella, obligándola a levantar la cabeza de maneradolorosa para poderle ver los ojos a causa de lo alto que era y de su cercanía.Era el ahijado de Hektor, por lo que llevaba el apellido Krum. Pero no separecía a ninguno de ellos. De hecho, solo tenía el cabello negro de Hektor.Sus ojos eran azules como zafirios, y su cuerpo era ancho y musculoso.Increíblemente sexi.
-No pasa nada, Boogy. Solo hablábamos- se excusó Hyperion, apartándose de lamuchacha cuando los brazos del recién llegado rodearon la cinturita de Lui.Ella, agena a todo, le abrazó. Llevaba tiempo sin verle, y le había echadomuchísimo de menos-. Esto... Lui, debo irme.
-Hasta mañana, Hyperion- le sonrió, y él se esfumó. Dejándolos a solas.
-Bebé...- la besó suavemente en los labios, y ella rió. Siempre había sido asícon él- ¿Qué te he dicho sobre estar a solas con uno de los amigos de Viktor?
-Jolín, Boogy. No me iba a hacer nada. Es Hyoperion...
-Le gustas, Lui.
-Y a ti, Luka- cuando le llamó por su nombre, su sonrisa brilló como diamantesen la noche.
-Pero yo voy con la verdad por delante, pequeña. Y me contento con picos. Perohay otros que no solo desean eso...
-Sé cuidarme, aunque no lo parezca.
-Pues procura que comience a parecerlo, o rodarán cabezas si alguien se atreve a ponerte un solo dedo encima- ella rió, y él la abrazó más fuerte aún.




Lejos de ellos, Carmen, Rose y Helena practicaban con el skate. Por extraño que pareciera, era la primera la que más atención llamaba: nadie estaba acostumbrado a verla así, y los pocos que lo hacían eran aquellos que la conocían bien y sus amigos más cercanos.
-Wow, Carmen. Se te da bien- sonrió Lorcan, y su amigo español, Alex, asintió con una sonrisa divertida. Era alto, castaño y de mirada azul, increíblemente guapo... Y llevaba pillado por ella desde que la conoció, aunque la morocha no lo supiera.
-Cierto... Pero a mí no me superas- ronroneó, retándola. Ella le sonrió, arrogante.
-¿Qué te apuestas?
-Lo que quieras- contestó, y ella se acercó tanto a él que quedaron pegados.
-¿Dinero? ¿Armas? ¿Coches? ¿Qué decides?- Alex la rodeó la cintura con los brazos, soldándola contra él.
-¿Qué te parece estar conmigo en una cita?- ella rió.
-Tanto si ganas como si pierdes, la tendrás... ¿Qué te parece si vamos a esa cita y dejamos de perder tiempo?- él asintió, sorprendiendo a todos cuando la besó.
¿¡Desde cuándo esos dos estaban juntos!?
Rose y Helena les miraron mal.
-¡No comáis pan delante de los pobres, joder!- se quejó la chica de mechas, y la otra asintió, cruzada de brazos. Pero esos dos no pararon- ¡Puaj! ... Vámonos, Helena- se estremeció, y su amiga asintió. Salieron de allí y se fueron en sus skates a dar una vuelta. Sin saber muy bien por qué, acabaron en un parque en el que nunca habían estado. Se acomodaron en la hierba, tiradas cómodamente con la cabeza sobre los brazos, y miraron las estrellas. Las carcajadas cercanas hicieron que ambas alzaran las cabezas, a tiempo de ver aparecer en la entrada del lugar a unos quince chicos... Completamente bebidos y presumiblemente alguno completamente fumado, que hacían el payaso y se reían de estupideces.
-Mierda... ¿Dónde estamos?- susurró, y su compañera se estremeció, buscando alguna señal o cartel que les indicara dónde se hallaban...
Slytherin. Ni más ni menos. ¡¡¡MI-ER-DA!!!
-Tenemos que salir de aquí. Ya- contestó la otra, pero era tarde.
Las habían visto, y caminaban hacia ellas entre risotadas estúpidas.
-Hey, muñequitas- sonrió babosamente uno, y las dos se levantaron. Desgraciadamente, sus camisetas llegaban por encima del ombligo, dejando ver una característica D en el costado, la misma que las delataba como miembros de Drumstrang.
-¡Hey, si son Durmstrang! ¿Qué hacéis aquí, bomboncitos?- las rodearon, y se miraron con miedo la una a la otra. Uno trató de tocar a Rose, pero Helena le golpeó. Un puñetazo tan fuerte que logró hacer que le sangrara la nariz.
-¡MALDITA PUTA!- trataron de sostenerlas, pero se les quitaron a puñetazos. Que estuvieran ebrios ayudaba, pero no podían salir de allí. Eran demasiados.
Solo pudieron suspirar con alivio cuando unas manos fuertes las sacaron de la maraña de cuerpos, y se vieron pegadas a dos chicos muy parecidos, que miraron a los otros con una mueca furiosa.
-¿¡QUÉ OS HEMOS DICHO SOBRE PASEAR FUMADOS O BORRACHOS!?- bramó el que aguantaba a Rose, tomándola en brazos como si no pudiera andar. Probablemente fuera así.
-¡LARGO! ¡FUERA!- rugió el otro, y sostuvo a Helena contra su cuerpo para evitar que se cayera al suelo a causa del temblor de sus piernas. En cuanto el grupito desapareció, la morena (Helena) se desequilibró. Habría caído de bruces de no haber sido por el que la sujetaba, que la tomó en sus brazos a lo princesa.
-¿Qué coño hacéis aquí?- las riñó el que tenía a Helena entre sus brazos. Esta cerró fuerte los ojos. No sabía por qué, pero le dolía la cabeza. ¿Acaso la habían pegado un golpe en la cabeza?
-Me duele mucho la cabeza...- susurró, y su salvador se sobresaltó.
-¡No te duermas!- exclamó, con algo así como preocupación en su voz. Y ella le miró fijo a los ojos- No te duermas, pequeña.
-Mmm... ¿El verde de tus ojos es real o es que estoy gilipollas por culpa del golpazo?- él rió.
-Creo que es real- contestó.


Espero que os guste.
Un besazo muuuuy fuerte para todos,
hasta pronto =D!!
El punzante dolor de cabeza y el grito de Rose despertaron a Helena a la vez. Se cagó en la madre que parió a su amiga antes de abrir lentamente los ojos... Y comenzar a gritar con ella. Dos chicos, profundamente dormidos, se hallaban junto a ellas. Indudablemente descamisados. Rose debía haber comenzado a gritar hace poco, porque en cuanto Helena abrió la boca ambos se levantaron al instante.
-Joder, ¿os importaría no gritar?- Helena abrió los ojos como platos al reconocer la voz, por lo que obedeció a la orden, pero la chica de mechas no. Aprovechando su boca abierta, el chico que dormía a su lado rodó hasta acabar encima de ella y la besó con violencia, acallando su grito. Unos segundos más tarde, ella se había callado, y le miraba con los ojos muy abiertos. El chico comenzó a reír como loco antes de que ella lo empujara fuera de la cama, furiosa.
-¡GILIPOLLAS!- rugió, roja de ira, saltando sobre él- ¡CABRÓN, IMBÉCIL...!
-Me duele la cabeza...- gimoteó Helena, y su compañero de cama la miró dulcemente. Pero sus ojos, de un tono entre marrón, azul y verde, relampaguearon de furia cuando la pareja del suelo gritó algo como "¡En la cara no!". Con ternura, colocó sus manos en los oídos de ella antes de vociferar:- ¡CERRAD EL PUTO PICO DE UNA JODIDA VEZ!- y ambos le miraron, asustados, mientras Helena se llevaba las manos a los oídos, apretando con más fuerza las de él contra sus orejas, con los ojos llorosos- No, nena... No llores...
-Me duele mucho- sollozó, y Rose se levantó rápido, caminando hacia su amiga.
-¿Qué sucede, Helena?- susurró, bajito y con ternura, y la chica sollozó más fuerte.
-Mi cabeza, Rosie- susurró, con la voz entrecortada, y se acurrucó más contra el chico que la noche anterior la había salvado y con el que había dormido-. Me duele mucho...
-Duerme un rato más, princesa- la meció su compañero de cama, como si fuera una bebé, y ella no dudó en cerrar lentamente sus ojos, pesadamente, antes de caer inconsciente en sus brazos.
-Buenas noches- susurró, durmiéndose al instante, siendo acogida por los brazos de Morfeo...


En la mansión Granger, Hermione abría los ojos. A su lado, un sexi Draco la miraba, con los cabellos revueltos y el torso de dios griego desnudo.
-Buenos días, mi amor- sonrió él, con ternura, y ella sonrió en respuesta, sin quejarse cuando él la tumbó sobre su cuerpo y la abrazó con fuerza, sin dudarlo-. ¿Qué? ¿Te gusta mi camiseta?- ella rió. Llevaba una camiseta a cuadros de Draco, que le llegaba hasta casi las rodillas. Asintió en respuesta y le besó la nariz.
-Te quiero, rubito.
-Te amo, mi leona.

En la casa de los Zabini, Blaise y Ginny dormían juntos, abrazados en el sofá. Blake se rió mientras los tapaba tiernamente, besando la frente de la pelirroja y dando dos toques en la cabeza de su hermano. Tomó un posit y lo pegó en la nevera antes de irse.
Unas horas después, la chica se despertó. Ginny, con la camisa favorita de su hermano Bill como pijama, caminó a la cocina y cogió un vaso de leche, pero cuando trató de coger el Colacao unas manos se colocaron en sus caderas y la alzaron en vilo, como si fuese una pluma. Pero cuando cogió el Colacao y lo dejó en la encimera el chico la colocó contra su cuerpo, a su altura, rodeando con las piernas de ella sus caderas.
-Buenos días, pequeñaja- sonrió él, antes de deborar su boca con frenesí. Cuando la dejó respirar, ella estaba ruborizada. Preciosa a sus ojos.
-Buenos días, grandullón- le contestó, y se sentó junto al bote de Colacao y le bajó a su altura, volviendo a unir sus labios.

Orion y Sol se miraron fijamente a los ojos. Aquella noche, ambos habían sido todo para el otro. Se amaban, y se lo decían con los ojos.
-Te adoro, amor mío- le susurró, al oído, y él rió.
-No sabes lo que te amo, estrellita- contestó, acariciando su espalda desnuda y besando su clavícula- Eres la única. Desde que te conocí lo has sido. Jamás te he olvidado. Te quiero, de todo corazón. De aquí al infinito, pequeña mía.
-Joder, Orion...- susurró ella, con los ojos perlados.
-No llores, mi vida- replicó, rodando hasta quedar sobre ella.
Y volvieron a empezar lo que habían hecho la noche anterior.

-Lunita...- ella rió mientras Theo besaba la punta de su nariz, ruborizada- Vamos, mi luna...
-¡Que no, Theo! Se me hace raro llevar esto...
-¿No te gusta lo que te he comprado, pequeñaja?- ella salió del baño, completamente ruborizada, con un hermoso vestido azul de fiesta, tan bonito que la había dejado sin aliento... Y que hizo lo propio con él cuando la vio- Wow...
-¿Qué? ¿Algo está mal?- preguntó, rojísima y preocupada. Se miró la parte trasera del vestido y trató de encontrar alguna imperfección, pero él rodeó su cintura con los brazos y la pegó a su cuerpo, besándola en los labios de lado.
-¿Qué va a estar mal, mi cielo?- se ruborizó de nuevo- Si eres preciosa...

Cuando Pansy llegó a la casa de los Granger, no se esperó encontrar aquella atmósfera. Solo los gemelos seguían tranquilos, así que optó por irse con ellos. Fred y George, que al parecer tenían su edad, la acogieron con sendas sonrisas y Lee, su amigo, hizo lo propio.
La verdad es que lentamente creía que se estaba quedando sola, pero aquellos tres le abrieron una nueva puerta. Y no la pensaba desaprovechar.





Espero que os guste!! :D
Un besazo y un abrazo fuerte.
Hasta pronto!!
Dejad comentarios ;D
Después de que Carmen se quedara a solas con Alex, se fueron juntos a su "cita". No estaban juntos, pero entre ellos dos había una química que todos podían ver desde cualquier lugar.
-¿Qué te pareció el beso, Carmen?- ella se ruborizó levemente, sonriéndole de lado.
-Mmm... ¿Tú qué crees, bobo?- le tomó del cuello de la camisa y le bajó a su altura, volviendo a juntar sus labios...
-Mmm... Si esto es un "me gusta", ardo en deseos de saber lo que es un "me encanta"- contestó, y ella se rió y profundizó el beso. Cuando lo acabaron, juntaron las frentes, sonriéndose el uno al otro-. Me encantas, muñequita.
-Y tú a mí, grandullón.


Lejos de allí, Helena y Rose desayunaban tras haberse duchado en la casa de los chicos, una deliciosa comida que ellos habían preparado. Increíblemente, aún no sabían ni su nombre, y cayeron en la cuenta cuando uno de ellos (el chico de Rose) les sonrió, travieso.
-Oíd... ¿cómo os llamáis?- interrogó Helena, y su chico se acercó a ella y se sentó a su lado.
-Soy André, y él es mi mellizo, Dorian- contestó, y besó su mano con elegancia.
-Encantada... Y gracias por salvarnos la vida- contestó, y él rió.
-Come y tómate la pastilla para el dolor de cabeza, bonita- y le revolvió el húmedo cabello con ternura.


Sol, Luna, Hermione, Ginny, Orion, Theo, Blaise y Draco quedaron en uno de los restaurantes más populares de la ciudad para "celebrar" su primera semana juntos. Las chicas estaban emocionadas, y ellos felices de tenerlas... Se querían, y nada más que eso parecía importar...
Hasta que recibieron una llamada importante.
Una llamada de Jean.
-¿Hija?
-Mami... ¿Qué sucede?
-Cariño... Estoy embarazada- el vaso de la castaña se estrelló contra el suelo, rompiéndose en mil pedazos.
-¿Perdón?- susurró, temblando- ¿Cómo... cómo que estás embarazada?


Hermione y Jean se abrazaron fuerte en cuanto la mujer bajó del avión. Lucius y Draco se estrecharon la mano y ambos saludaron a los amigos de los muchachos.
-¿De cuánto estás, mamá?
-Dos meses y medio- contestó, y su hija se puso blanca como la cal.
-Dos meses y medio- repitió, y comenzó a caer hacia atrás. Draco la tomó en brazos y la cogió, levantándola como si no pesara nada y besándola en la frente. Orion estaba en las mismas, solo que Sol le sujetaba y eso pudo mantenerlo en pie.
-Pues tenemos una noticia para vosotros...- comenzó el rubio- Hermione y yo estamos juntos- y la castaña les miró, con los ojos desorbitados.
-Parece que no soy la única que tiene algo que contar, hija.




UNOS AÑOS MÁS TARDE...
-¿Hermione? ¿Estás bien, mi amor?- preguntó Draco, y su chica le lanzó una mirada psicópata.
-¿¡CÓMO VOY A ESTAR BIEN!? ¡TU HIJO ESTÁ AL CAER, DRACO LUCIUS MALFOY!- le chilló, entre sollozos- ¡COMO ME TENGAN QUE HACER UNA RAJA AHÍ NO ME TOCAS NUNCA!
-Empuje, señorita.
-¡AHHHHHHHHH!- gritó, y los llantos de dos bebés llenaron la sala.
Los hijos de Draco y Hermione acababan de nacer.



Espero que este repentino final os haya gustado. Lo he adelantado un poco. Quien quiera una segunda temporada o algo que me envíe su comentario.
Un beso muy fuerte.
Hasta pronto.

-Te detesto... -Deja de soñar, Hermanita - Potterfics, tu versión de la historia

-Te detesto... -Deja de soñar, Hermanita - Potterfics, tu versión de la historia

Cuando los policías escoltaron a Hermione, como era costumbre desde que tenía cinco años e iba a visitar a su padre a la cárcel todos los días, sus manos

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2024-09-18

 

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