-¡Vamos, Nessie! ¡Sé que puedes hacerlo mejor! - exclamó Jacob, corriendo lo más rápido que su forma humana le permitía.
Sabíaque era cuestión de segundos que la muchacha le diera alcance, puesestando él en forma humana, ella era mucho más rápida. Pero tambiénsabía que ella disfrutaba enormemente de esos juegos, por lo que,aunque perdiera siempre, nunca dudaba en retarla a una carrera. Nopodía dudarlo. No cuando eso la hacía feliz.
Justo cuando Jacobsalía al claro donde estaba ubicada la casa que los Cullen habíanconstruido para Bella y Edward, el muchacho captó los tenues sonidosque los pies de la muchacha hacían en el suelo. No tuvo que esperarmucho más. Pronto, la tuvo subida a su espalda, con su tintineante risaacariciándole los sentidos.
- Has tardado mucho. - rió Jacob, sosteniendo con cuidado el esbelto cuerpo que lo tenía aprisionado en un firme abrazo.
- He decidido que un poco de ventaja no te iba a venir mal. - rió a su vez la muchacha, sin soltarse de la espalda de Jacob.
-Eso, encima de que me ganas siempre, gáname con ventaja. - dijo Jacob,fingiendo irritación pero sin abandonar la sonrisa. - No me va a quedardignidad para cuando acabes conmigo.
- ¿Dignidad? Ese es unconcepto al que renunciaste desde que nací. - se burló la muchacha, yprocedió a apoyar su palma de la mano en la mejilla del muchacho paramostrarle en imágenes todas las millones de veces que Jacob había hechocosas estúpidas a petición de la muchacha.
Jacob rió la broma,pero no contestó. Esas palabras eran, en cierto sentido, completamenteciertas. De hecho, Nessie no sabía hasta que punto había dado en elclavo. Jacob no le había dicho nunca el modo en el que estaba atado aella. No porque el concepto de la imprimación fuera difícil deexplicar, sino porque el muchacho no consideraba que Nessie estuvierapreparada para asumirlo. Aunque, ahora que se acercaba su séptimocumpleaños (de hecho sólo faltaban tres días), y con él, su maduracióncompleta, esa era una conversación que tal vez tuviera que venirpronto. Siempre que eso fuera lo que ella necesitara. Lo que menos leimportaba a Jacob era esperar, y esperaría todo lo que hiciera faltapara no asustarla. Siglos, si era necesario.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por un dolor punzante en su hombro.
- ¡Au! - se quejó.
Conuna risita traviesa, la muchacha volvió a apoyar la palma de la mano enla mejilla de Jacob para mostrarle lo absorto que estaba en sus propiospensamientos y el sentimiento de aburrimiento que había asaltado a lamuchacha.
- Así que, como te aburres y yo no te hago caso, me muerdes, ¿eh? - rió Jacob. - Ahora verás
Sinpensárselo dos veces, Jacob comenzó a dar vueltas lo más rápidoposible, arrancando las carcajadas tintineantes de Nessie, quien seagarró fuerte al torso del muchacho para no caerse. Aunque sabía, igualque lo sabía él, que Jacob jamás la dejaría caer. Nunca.
Absortos en su mundo, ni Nessie ni Jacob se dieron cuenta de queestaban siendo observados desde una de las ventanas de la pequeñacasita que había sido el hogar de la muchacha desde que nació.
-Pronto
- suspiró Edward, enterrando su nariz entre los sedososcabellos de su esposa. - Los sentimientos de Renesmee hace tiempo quecambiaron, pero ella todavía no es consciente de ese hecho.
- Mi pequeña
- susurró Bella. - Siete años es tan poco
Edward esbozó un mudo asentimiento, apretando un poco más a Bella contra su cuerpo.
- Y sin embargo
- suspiró Bella. - Ya es toda una mujercita, tan alta como yo, y tan bella como Rose.
-Yo diría que es más bella que Rose. - murmuró Edward con una miradaorgullosa hacia Nessie. La muchacha aparentaba ahora mismo unos 20años, aunque en el fondo no llegara todavía a siete. Mentalmente eraincluso mayor.
- ¿Qué hay de Jake? - preguntó entonces Bella. - ¿Qué es lo que piensa él?
-La está esperando. - contestó Edward. - Jamás hará o dirá algo para loque ella no esté preparada. Pero cuando lo esté, él estará ahí paraella.
- Siempre ha buscado lo mejor para Renesmee, eso hay que admitirlo. - susurró Bella.
- Sí. - gruñó Edward. - Supongo que eso debo concedérselo. Ya dije hace años que ella podría haberlo hecho peor.
-Debemos estar preparados. - susurró Bella con semblante triste. -Cuando Renesmee se dé cuenta de que está destinada a estar con Jake, nodebemos detenerla. No debemos hacerla infeliz. Debemos estar preparadospara entregársela a Jacob.
A regañadientes, Edward asintió.
- Pero si ese perro se pasa lo más mínimo
- comenzó, con un gruñido gutural.
-
entonces nos encargaremos de él. - terminó Bella, volviéndose hacia ély enseñando los dientes en un gesto fiero, aunque con un deje juguetón.
Conuna sonrisa rasgada, Edward posó su mano en la mejilla de la jovenvampira, y tras unos segundos de perderse el uno en la mirada del otro,sus labios se encontraron en un beso dulce que poco a poco se tornóapasionado y urgente.
- ¿Crees que Jake mantendrá ocupada aRenesmee durante mucho más rato? - susurró Bella, mientras Edwardcomenzaba a prodigar besos de mariposa por todo el cuello de su esposa.
- Están pensando en ir de caza. Nessie está sedienta. - contestó Edward.
- Bien. - afirmó Bella, tomando de la mano a Edward.
Yen una milésima de segundo, el salón se quedó vacío, traspasándose lossusurros, los suspiros y las risas a una de las habitaciones del pisode arriba.
Tras una fructífera caza, Jacob y Nessie se habían tumbado en uno delos claros del bosque, en silencio, escuchando los pequeños sonidos quelos animales creaban a su alrededor. Ninguno de los dos hablaba.Estaban muy cómodos tumbados en silencio sobre los helechos, el uno allado del otro, disfrutando de la calmante presencia del cuerpo a sulado, dejando la mente divagar sin pararse a pensar en nada.
Conformeel sol se fue escondiendo por el horizonte, el ambiente se fue haciendomás frío. Y cuando ya las estrellas brillaban en el firmamento,Renesmee sufrió un escalofrío. A pesar de que su temperatura corporalera sólo dos grados menor que la de Jacob, no tenía la resistencia alfrío del muchacho. Ni siquiera la de los vampiros. En ese sentido, eramuy humana. Sin decir nada, Jacob la atrajo hacia él, pasando uno desus fuertes brazos alrededor del menudo cuerpo de la muchacha. Ellasólo sonrió, y se acurrucó entre sus brazos, suspirando de formasatisfecha. Sin darse cuenta, se fue deslizando poco a poco hacia elmundo de los sueños, sintiéndose cómoda y calentita. Cuando estaba conJacob, no necesitaba una cama para dormir de forma confortable.
Pronto,el muchacho se dio cuenta de que Nessie estaba dormida, y sonrió conternura. Con mucho cuidado la levantó y la tomó entre sus brazos, sinesfuerzo, para empezar después a caminar hacia la casa de la muchacha.
Bellalo oyó acercarse, y para cuando el muchacho llegó a la puerta, ésta yaestaba abierta, y el camino hacia la habitación de Nessie, despejado.No era la primera vez que Jacob traía a Renesmee ya dormida. A lamuchacha le encantaba dormirse en brazos de Jacob y despertar al díasiguiente arropadita en su cama, aunque no sabría decir por qué legustaba tanto. La primera vez que Jacob había traído a Renesmee dormiday a esas horas, poco le había faltado a Bella para abalanzarse sobreJacob por preocuparla de esa forma. Mientras metía a Nessie en la camacon cuidado y la arropaba, Jacob rió quedamente con el recuerdo. Bella,siendo humana, siempre había sido muy explosiva. Esa característica desu humanidad no la había abandonado cuando se convirtió en vampira,cosa que Jacob no tuvo más remedio que aprender poco después de suconversión.
Antes de marcharse de la habitación, el jovenquileute se permitió quedarse unos segundos observando a la bellamuchacha dormir, su pecho subiendo y bajando con cada respiración, susmejillas sonrosadas por el calor que desprendía el cuerpo de Jacob, suslabios entreabiertos en una pequeña sonrisa, sus rizos cobrizos, que lamuchacha había insistido en cortar por debajo de sus hombros hacía unpar de años, desparramados por la almohada. La respiración de Jacob seenredó en sus pulmones ante tan bella visión, y el muchacho, esbozandouna sonrisa tierna, no pudo más que besar la sedosa mejilla de lamuchacha, que se removió un poco en su sueño.
- Jake
- susurró.
Porun momento, Jacob se quedó congelado, pensando que la había despertado.Pero la muchacha sólo sonrió sin despertarse, se volvió hacia el otrolado y siguió durmiendo tranquilamente.
"Falsa alarma" pensó Jacob. "Es curioso que haya heredado de Bella precisamente la costumbre de hablar en sueños".
Curioso,el muchacho tomó suavemente la estilizada mano de pianista de Nessie yse la puso con cuidado en la mejilla. Esperaba encontrarse con losremolinos de colores que constituían siempre los sueños de la muchacha,así como las caras de todos sus seres queridos, pero esa vez solo unaimagen irrumpió en su mente.
Era él, sonriendo.
Al saberque la muchacha estaba soñando con él y sólo con él, el corazón deJacob se hinchó, provocándole un cálido sentimiento de ternura y amortan grande que parecía imposible que el muchacho no explotara por sufuerza. Con una sonrisa, una de esas que el muchacho guardaba sólo paraRenesmee, Jacob volvió a poner la mano de la muchacha sobre lassábanas, y, sin hacer ruido, salió de su habitación.
Suprimiendoun bostezo, Jacob bajó las escaleras de la pequeña casita, y ya en elsalón se encontró cara a cara con una sonriente Bella.
- Hey, Jake. - saludó ella. - Pensaba ponerme a ver una película. ¿Te apuntas?
Jacobrodó los ojos. Típico de Bella, olvidarse de que él sí que necesitabadormir. Aunque hacía tiempo que Bella y él no pasaban una velada solos,y lo cierto es que Jacob echaba de menos pasar más tiempo con su mejoramiga. El sueño podía esperar un rato más.
- ¿Cómo negarme a tanatrayente petición? - sonrió, dirigiéndose perezosamente al sofáarrastrando ligeramente los pies. - ¿Y Edward?
- Se ha ido a lacasa principal, quería hablar con Carlisle. - contestó Bella,inspeccionando la gran colección de DVDs. - Ven, elige tú. Pero no sete ocurra elegir ninguna de esas películas horribles que os gustan alos tíos, elige algo bueno.
- Si, señor. - murmuró Jacob con un saludo militar, ganándose una mirada fulminante de Bella.
Amitad de la película "La lista de Schindler", una de las favoritas deJacob, un agudo grito proveniente del piso de arriba puso a los dosamigos de pie de un salto.
- Nessie
- susurró Bella, cruzando una mirada aterrorizada con Jacob.
Sinesperar más, ambos se lanzaron escaleras arriba. Bella llegó antes,pues Jacob tenía las limitaciones de su cuerpo humano. En cuanto elmuchacho entró por la puerta, rápidamente hizo un análisis del entorno,su tembloroso cuerpo preparado para defender lo más importante quetenía en su vida de cualquiera que fuera la amenaza que la asolara.Pero no había nada amenazante en la habitación. Jacob parpadeóextrañado. Tras un par de segundos su mirada captó la figura de Bellainclinada sobre Nessie, quien parecía estar sufriendo una violentapesadilla. La joven vampira estaba intentando despertarla, sin muchoéxito.
- ¡¡JAKE!! - gritó Nessie, sin despertar, de forma desgarradora.
Enun segundo Jacob estuvo a su lado, quitando a Bella de en medio de unaforma un poco brusca. A Bella no le importó, pues sabía que elsufrimiento de su hija era también el sufrimiento de Jacob.
- ¡Nessie! - la llamó el muchacho, tomándola por los hombros. - ¡Nessie, estoy aquí! ¡Despierta!
- ¡¡NO!! ¡¡JACOB!! - volvió a gritar la muchacha.
Bellay Jacob cruzaron una mirada aterrorizada ante el sufrimiento queemanaba de la muchacha y las lágrimas que recorrían sus mejillas,mientras ella se retorcía en su angustia. El muchacho se lanzó entoncesa por la mano de la muchacha, poniéndosela rápidamente en la mejilla.
Variasimágenes acudieron inmediatamente a su mente. Aro y Alec acercándoselentamente a la muchacha con una sonrisa amenazadora, mientras queJane, Marcus y Cayo se hallaban a poca distancia inclinados sobre uncuerpo ensangrentado.
El suyo.
Jacob dejó caer la mano de la muchacha, y ante la mirada atónita de Bella, sacudió enérgicamente el cuerpo de Renesmee.
- Nessie
- dijo, sin dejar de sacudirla. - Nessie
Nessie, eso no es real
Bellatomó entonces la mano de su hija e imitó el gesto que acababa de hacerJacob, soltándola segundos más tarde, completamente horrorizada ante laimagen del cuerpo sin vida de su mejor amigo.
- No
- sollozó Nessie. El corazón de Jacob pegó un vuelco, encogiéndose ante el dolor de la muchacha. - Jacob, no
-¡¡RENESMEE!! - exclamó entonces Jacob, sorprendiendo a Bella, pues elmuchacho no solía llamarla por su nombre completo. - ¡¡ESTOY AQUÍ!! Loque estás viendo no es real. ¡No es real! ¡Despierta!
- No
- siguió sollozando la muchacha.
Desesperado,Jacob la sacó de la cama y la tomó entre sus brazos, acunándola. En supecho, su camiseta comenzó a empaparse con las lágrimas de la muchacha.
-Nessie
- le susurró al oído. - Vamos, despierta
despierta, pequeña
Sólo es un sueño, una pesadilla
Estoy aquí. Ellos no pueden hacernosdaño. Vamos, despierta, cariño...
La perspicaz mirada de Bellafue testigo de cómo, ante la susurrante y ronca voz del muchacho, lossollozos de Nessie fueron acallándose. El calor corporal del muchachoderritió poco a poco la fría oscuridad en la que se hallaba lamuchacha, y las sombras que la asolaban se retiraron lentamente.
- Jacob
- susurró entonces Renesmee, entreabriendo los ojos y acurrucándose aún más contra el cuerpo del muchacho. - Oh, Jacob
- Shhh
ya está, ya ha pasado. - susurró Jacob. - Sólo ha sido un mal sueño. Todo va bien, no pasa nada, pequeña.
- Ha sido horrible
- susurró ella, comenzando a sollozar de nuevo. - Ellos llegaban por sorpresa, y tú
tú
Losdesgarrados sollozos impidieron a la muchacha seguir hablando. Jacobvolvió a acunarla, intercambiando una mirada silenciosa con Bella.
- Lo que has visto
- dijo ella entonces. - Cielo, eso que has visto no puede suceder. No mientras Alice esté mirando.
- Alice no puede vernos, ni a Jake ni a mí. - sollozó Renesmee. - ¿Cómo iba a preverlo?
-Pero si los Vulturi planearan hacernos una visita, Alice lo vería, nadale impide ver eso, cariño - afirmó Bella, pasando la mano repetidamentepor la espalda sudorosa y temblorosa de su hija, que comenzó arelajarse.
- Bella tiene razón. - afirmó Jacob, tomandosuavemente a la muchacha por la barbilla para que los bellos ojosmarrones de Renesmee pudieran ver la sinceridad en los suyos.
- No quiero que te pase nada
- susurró la muchacha, tan bajito que tanto a Bella como a Jacob les costó oírlo.
-No me va a pasar nada. - le aseguró Jacob con una sonrisa apaciguadora,revolviéndole el pelo en un gesto cariñoso, tal y como hacía cuandoella era tan sólo un bebé.
- No, Jake, no lo entiendes. - dijoNessie algo más fuerte, volviendo a estallar en sollozos contra elpecho del muchacho. Súbitamente, la muchacha se dio cuenta de algo enlo que no había caído nunca. Algo que se le clavó en el corazón comouna afilada daga. - ¡¡NO SOPORTARÍA QUE TE PASARA NADA!! - gritó.
Lavehemencia con la que lo dijo sorprendió a Bella y a Jacob, pero elmuchacho reaccionó rápidamente, envolviendo a la muchacha en un abrazoprotector, sus ojos llenos de lágrimas con el sufrimiento de ella.
- Nessie. - le susurró. - Nessie, créeme. No me va a pasar nada, ¿vale? Te lo prometo, pequeña. Te lo prometo.
Entrelas caricias de Bella en su espalda y el calor y las palabrassusurradas de Jacob, Renesmee se fue calmando. Al final, levantó lavista hacia el muchacho que la sostenía entre sus cálidos brazos, susbellos ojos enrojecidos por las lágrimas, e inclinó la cabeza en ungesto de muda interrogación.
- ¿Qué, Nessie? - preguntó Jacob,sonriendo ante la belleza y la inocencia de la muchacha. Bella se quedóobservando a ambos con una sonrisa triste. El momento estaba tan cerca
-Yo
- comenzó Nessie. - Me preguntaba
- levantó la palma de la manodubitativa, acercándola a la cara del muchacho, pero sin llegar atocarla. - Jake, ¿por qué estás siempre conmigo? - nada más hacer esapregunta, la palma de la mano de Renesmee contactó con la mejilla deJacob, mostrándole en un barullo de imágenes muchos de los recuerdosque la muchacha tenía de Jacob. No recordaba un momento de su vida enel que Jacob no hubiera estado con ella.
Bella jadeó horrorizadasabiendo que su hija acababa de clavarle un puñal en el corazón aljoven quileute, y Jacob, herido, se apartó rápidamente de la muchachaponiéndose de pie en un salto para sorpresa de Nessie, quien rompió elcontacto de su palma contra la mejilla del muchacho de forma brusca.
-¿N-no
no quieres que esté contigo? - preguntó entonces Jacob, el dolortan tangible en sus palabras que podía incluso cortarse con un cuchillo.
- ¿Qué
? ¡NO! - contestó ella rápidamente. - No, claro que quiero. Es sólo que
Nessie se removió incómoda ante las miradas confusas de Jacob y su madre.
-Desde que nací
siempre has estado conmigo. - explicó entonces lamuchacha. - No recuerdo un tiempo en el que no hayas estado aquí. Todoslos días
¿Por qué, Jake? No es que no quiera que estés conmigo. -explicó entonces. - Al contrario. No quiero que te vayas nunca. Pero nopuedo dejar de preguntarme la razón
Bella tomó aire súbitamente. Ahí estaba. La pregunta. La pregunta que lo cambiaría todo.
Profundamentealiviado y algo más tranquilo, Jacob volvió a sentarse en la cama,dándose inmediata cuenta de la magnitud de lo que Nessie le estabapreguntando, y de lo que probablemente cambiarían las cosas a partir deesa noche. De nuevo, el muchacho volvió a cruzar una mirada con sumejor amiga. Bella, con expresión triste, asintió levemente y selevantó, decidiendo dejar algo de privacidad a ambos muchachos.
- Voy a la casa principal. - susurró. - Si me necesitáis, sólo tenéis que llamar por teléfono.
Jacoble lanzó una sonrisa agradecida, y Bella se acercó y le dio un abrazocariñoso, que Jacob le devolvió con fuerza. Nessie observó elintercambio con una expresión confundida, preguntándose por qué lapregunta que había hecho había arrancado reacciones tan incomprensiblesen Jacob y Bella.
- Confío en ti, Jake. - susurró entonces Bella, arrancando un asentimiento solemne del muchacho.
Yseguidamente, la joven vampira salió de la habitación, sintiéndosetriste y sola porque estaba a punto de, en cierto sentido, perder a suhija en beneficio de un tercero, pero contenta a la vez de que lapersona en cuestión fuera Jacob Black. No había nadie más a excepciónde los Cullen de quienes Bella se fiara lo suficiente como paraentregarle a su hija. Sólo Jake.
Su mejor amigo.
En cuanto Bella cerró la puerta tras de sí, Jacob se tumbó en lacama con las manos bajo la cabeza, mirando al techo con el ceñofruncido en un gesto de concentración. Nessie se dejó caer a su lado,apoyando un codo en el colchón para poder apoyar la cabeza en la palmade su mano, y le lanzó una mirada confusa y escrutadora. Tras unossegundos en silencio, Jacob volvió sus penetrantes orbes color negrohacia la muchacha.
- ¿Has oído hablar de la imprimación? - preguntó suavemente.
Más confusa todavía, Renesmee asintió.
- Emily me explicó lo que significaba. - contestó. - ¿Qué tiene eso que ver con
?
- Todo. - interrumpió Jacob, intensificando su mirada sobre la muchacha. - Todo.
Renesmeeno era una chica densa, ni mucho menos. Todo lo contrario. Era tanperspicaz que asombraba incluso a su propia familia. No tardó mucho encomprender el significado de lo que Jacob le acababa de revelar.
- Oh
- murmuró, abriendo mucho los ojos ante la escondida confesión de Jacob.
Dubitativamente,la muchacha extendió su palma hacia la mejilla de Jacob, mostrándoleuna imagen de sí mismo mirándola con adoración y un signo deinterrogación.
Lentamente, y sin dejar de observar la reacción de la muchacha, Jacob asintió.
Ensilencio, Nessie se dejó caer sobre la almohada mirando pensativa altecho, sintiendo la intensa mirada de Jacob sobre su persona. Tras unoslargos segundos en silencio, Jacob desvió su mirada hacia la pared,dejándose caer junto a la muchacha con un profundo suspiro.
- No tenía que habértelo dicho. - murmuró. - No estabas preparada para saberlo.
- No es eso. - susurró rápidamente Nessie. - Es sólo que
ahora lo entiendo todo. Todo tiene sentido.
- ¿A qué te refieres con todo? - preguntó Jacob, inseguro, volviéndose hacia la muchacha, quien todavía miraba al techo.
Nessie,sintiendo de nuevo la intensa mirada de Jacob sobre su persona ynotando su inseguridad, sonrió. Ante su dulce sonrisa, Jacob se relajóconsiderablemente. Al menos no estaba enfadada.
- Todo. - susurró ella de nuevo.
Súbitamente, la muchacha se volvió hacia él, sonriendo y con lágrimas en los ojos.
- Estoy muy contenta. - admitió entonces, soltando una suave y tintineante risita.
-¿Sí? - se sorprendió Jacob abriendo mucho los ojos, sin poder evitarque esa pregunta saliera con un tono excesívamente esperanzado.
Nessierió de nuevo, y se acurrucó entre los fuertes brazos de Jacob, quien laaceptó de buena gana con un suspiro de satisfacción.
- Sí. -contestó entonces, con una voz que era apenas un susurro entre lospliegues de la camisa de Jacob. - No puedo pensar en nadie para pasarel resto de mi vida que no seas tú.
Embargado por un nivel deemoción que nunca antes había sentido, Jacob no pudo más que apretar suabrazo alrededor del menudo cuerpo de la muchacha y enterrarseguidamente su cara entre los cobrizos rizos de Renesmee.
Nadamás fue dicho esa noche. En medio de un cómodo silencio plagado desentimiento y el uno en brazos del otro, se fueron dejando ir, entrandosuavemente en un profundo sueño.
Así los encontraron Edward yBella horas más tarde cuando volvieron a la pequeña casita.Profundamente dormidos, abrazados el uno al otro de una forma en la queno se sabía dónde terminaba uno y dónde el otro. Sin hacer ruido parano despertarlos, los dos vampiros cruzaron el pasillo hacia suhabitación.
- Vaya
- suspiró Bella. - La cosa vas más rápida delo que yo esperaba. Pensé que todo esto esperaría unas semanas más, talvez un mes...
- Yo pensaba que me entrarían ganas de arrancarlela cabeza a ese perro
- reflexionó Edward. - Pero lo cierto es que mealegro de que sea él. De alguna forma, y aún con su intermitenteinmadurez y sus sarcasmos, he aprendido a apreciarlo.
- Jake lahará feliz. - afirmó Bella, acercándose a Edward y apretándose contrasu cuerpo. - Yo también me alegro de que sea él. Confío en él, y noconfiaría mi hija a nadie más.
- Después de cómo te pusistecuando te enteraste de que la había imprimado. - rió Edward entredientes. - Seguro que a Seth aún le duelen los huesos que le rompiste.
Si Bella hubiera sido humana, se habría sonrojado.
-Pobre Seth
- rió, avergonzada. - Pero lo cierto es que fue bueno quese pusiera por en medio. Jake ni siquiera cambió de fase paradefenderse
si le hubiera hecho daño, no me lo habría perdonado nunca.
-Yo no te hubiera dejado que le hicieras daño. - le aseguró Edward. - Almenos, no demasiado. - añadió con una sonrisa siniestra.
- ¡Edward! - le riñó Bella, dándole un manotazo que sonó como si alguien hubiera dejado caer una cacerola al suelo.
- Sssh
los vas a despertar. - susurró Edward, divertido.
-Creo que podríamos despertarlos de una forma más placentera... -susurró Bella, enarcando una ceja. - Y más vergonzante para Nessie. Deesa forma podremos vengarnos de que nos quiera apartar a un lado tanpronto.
Edward lanzó una media sonrisa, y procedió a besar a su mujer con todo el amor que pudo reunir.
- Veamos lo que podemos hacer. - susurró cuando se separaron.
Peroninguna actividad que pudieran haber llevado a cabo habría despertado alos dos muchachos que dormían en la habitación de al lado, pues estabandemasiado atrapados en la presencia el uno del otro como para enterarsede nada más.
La mañana llegó de forma suave, los rayos del sol colándosetímidamente por entre las cortinas, haciendo cosquillas a Jacob en losojos. Todavía dormido, Jacob sonrió inconscientemente ante el suavepeso de Renesmee contra su pecho. Unos minutos más tarde, cuando losrayos del sol se hicieron más fuertes, el sueño del muchacho se agitó,y sus ojos se entreabrieron parpadeando levemente... encontrándose conunos preciosos rizos cobrizos justo debajo de su nariz. El muchachosonrió, esta vez conscientemente, y deslizó la mano que había pasadopor encima de Nessie en un gesto protector sobre los suaves rizos,intentando no despertarla. Jamás se cansaría del tacto sedoso de loscabellos de la muchacha.
- ¿Jake? - murmuró ella, estirándose un poco.
- ¿Te he despertado? - preguntó Jacob. - Lo siento, no pretendía hacerlo.
- Estaba medio despierta. - suspiró ella, abriendo sus ojos marrones con pereza.
Cuando los ojos de la muchacha se fijaron en los penetrantes orbes de Jacob, ambos sonrieron con camaradería.
- Buenos días. - murmuró Jacob, volviendo a enterrar su mano en los rizos de la muchacha.
- Buenos días. - contestó ella, cerrando los ojos ante la placentera caricia.
- ¿Has dormido bien? - susurró entonces el muchacho.
-Ahá. - sonrió Nessie, poniendo suavemente la palma sobre la mejilla deJacob para mostrarle los dulces sueños que había tenido tras lahorrible pesadilla. Jacob aparecía en ellos.
Sonriendo, elmuchacho volvió a atraer el cuerpo de la muchacha hacia el suyo,disfrutando del sentimiento que le provocaba el tenerla abrazada así.Ambos muchachos guardaron silencio, disfrutando de la paz interior quesentían, escuchando la respiración acompasada de la otra persona.
- ¿Jake? - llamó Renesmee.
- ¿Mmm? - contestó él de forma gentil.
Lamuchacha levantó la cabeza para poder mirar a Jacob a los ojos, y apoyóde nuevo la palma de su mano en la mejilla del muchacho, mostrándole laimagen de sus padres y una muda interrogación.
Jacob se encogió de hombros con pereza.
- No sé donde están. - contestó. - De hecho, me sorprende que no haya aparecido tu padre para arrancarme el pellejo.
Nessiesoltó una risita tintineante que puso una sonrisa en los labios deJacob, y le mostró la imagen del día que Bella descubrió que la habíaimprimado.
- Ese día no lo comprendí del todo. - susurró.
- A Bella no le hizo mucha gracia. - comentó Jake, riendo entre dientes.
-Me pregunto por qué. - murmuró Nessie. - Quiero decir, tú eres su mejoramigo, ¿no? ¿Por qué se enfadó tanto? Además, no es algo que túpudieras controlar, si lo que me contó Emily es exacto.
Jacob guardó silencio un instante, meditándolo.
- Bueno
- comenzó. - Supongo que a Bella no le hizo gracia que yo tuviera, digamos, una especie de derecho para contigo antes incluso de que ella hubiera ejercido de madre y todo eso.
Nessie frunció el ceño.
-En cierto modo lo entiendo. - continuó Jacob. - Quiero decir,normalmente las cosas no son así. Hasta que las hijas no son mayores,las madres no tienen que enfrentarse a la idea de
de
bueno
- ¿De que sus hijas tengan pretendientes? - le ayudó Nessie con una sonrisa burlona.
-Podríamos llamarlo así, pero sabes que no es eso lo que ocurre. -contestó Jacob. - No es, en un principio, un sentimiento romántico, nimucho menos. Al fin y al cabo, no eras más que un bebé.
- Lo sé. - aseguró Nessie, notando el azoramiento del muchacho.
-Creo que Bella sintió que ya no eras del todo suya. - suspiró Jacob. -No entendió que yo no quería apartarte de ella, ni mucho menos. Que noeras mía, sino más bien al revés. Yo era tuyo. Soy tuyo.
Nessie sonrió ante esas dos palabras. Le provocaban un sentimiento muy cálido en su interior.
-Lo que Bella no entendió es que el hecho de que yo sea tuyo no me daningún derecho sobre ti, para nada. Que tú eres perfectamente libre dehacer lo que quieras, y de elegir pasar tu tiempo, tu vida, con quiente plazca. - Jacob lanzó una mirada penetrante y seria hacia lamuchacha. - Y lo digo muy en serio. El hecho de que yo me hayaimprimado contigo no debe hacerte sentir obligada a nada, eso que tequede bien claro. El día que yo vea que te estás obligando a pasar tutiempo conmigo me largaré tan lejos que no volverás a verme nunca.
Nessie sufrió un escalofrío.
- Eso nunca va a pasar. - dijo, completamente segura.
Jacob sonrió con cariño ante la determinación de la muchacha.
-Espero que no. - dijo sinceramente, alborotando los rizos de Nessie conuna de sus manos. - Y volviendo al tema de tu madre, en fin, queimagino que lo de Bella es una especie de sentimiento maternal que nopuede evitar. - concluyó el muchacho.
- Siempre voy a ser suhija. - susurró Nessie, poniendo los ojos en blanco y arreglando denuevo sus rizos con gesto ausente. - Eso nunca va a cambiar.
- Yni yo ni nadie debe convencerte para que cambie. - afirmó Jacob convehemencia, lanzando una mirada penetrante hacia la muchacha ypreguntándose cómo decir lo que tenía en mente. Con un suspiro, elmuchacho prosiguió. - Si
alguna vez
tú decidieras, pues
-¿Corresponderte? - volvió a ayudar la muchacha, con una sonrisadivertida ante las dificultades que Jacob estaba mostrando esa mañanapara encontrar las palabras correctas.
Jacob se sonrojó ligéramente, pero no objetó nada a la elección de palabras de la muchacha.
-Nunca te exigiría que fueras del todo mía. - terminó el muchacho en unentrecortado susurro. - Bella es tu madre, y eso no va a cambiar nunca.Te lo prometo.
Nessie volvió a apretar la palma de su mano contra la mejilla de Jacob, mostrándole la imagen de Billy, Bella y su manada.
-Ellos también me tienen, siempre. - contestó Jacob, sabiendoexactamente lo que la chica quería saber. - Sólo que en un nivelcompletamente distinto. Tú eres el centro de mi universo. Ellos sonsoles que giran en ese universo. Importantes para mí, pero en unsentido distinto. Tú eres mi vida.
- Exactamente. - murmuróNessie, con otra sonrisa azorada ante la última frase del muchacho. -Es una cuestión de niveles. Mi madre y tú también estáis a distintonivel.
Ambos muchachos guardaron silencio, la mano de Jacobenredada de nuevo entre los rizos cobrizos de la muchacha, escuchandosus respectivas respiraciones y el sonido de los latidos de susrespectivos corazones.
Nessie se removió un momento, dudando si preguntar lo que tenía en mente o no hacerlo.
-¿Jake? - susurró entonces la muchacha, decidiendo que, ya que estabanen una buena racha de confidencias, no pasaba nada por forzar otra más.
- ¿Mmm? - contestó el muchacho, mirándola a los ojos y alzando una ceja expectante.
Nessievolvió a dudar, extendiendo su mano hacia la mejilla del muchacho. Alfin, la apoyó suavemente contra la morena piel de Jacob, mostrándole untrozo de la conversación que habían tenido antes con un tono de ligerodesconcierto. "No es, en un principio, un sentimiento romántico, nimucho menos. Al fin y al cabo, no eras más que un bebé".
- ¿Quées lo que quieres saber exactamente, Nessie? - preguntó el muchacho,arrugando ligeramente la nariz. - ¿Cuáles son mis sentimientos ahora?
Lamuchacha bajó la mirada, súbitamente sonrojada, y se mordió suavementeel labio inferior antes de asentir levemente. Para sorpresa de lachica, Jacob comenzó a reír. Renesmee levantó la vista y lo miródesafiante, pero tuvo que luchar por contener la risa, como le ocurríasiempre que llegaba a sus oídos las contagiosas carcajadas del muchacho.
- Nessie, cariño
- comenzó Jacob cuando se calmó. - ¿De verdad todavía tienes que hacerme esa pregunta?
Nessievolvió a asentir, sonrojada de nuevo. Jacob la tomó por la barbilla yconectó su penetrante mirada color azabache con los dulces orbes colorchocolate derretido de la muchacha.
- Tú eres la razón de mi existencia, la razón por la que estoy vivo. - dijo, seria pero amablemente. - Y daría mi vida por ti.
Nessiesonrió suavemente a la vez que sus ojos resplandecían de alegría, y loslabios de Jacob se curvaron también en una sonrisa dulce.
Con lacabeza enterrada en el pecho del muchacho, olfateando suavemente elcaracterístico olor que emanaba su piel, Nessie dio rienda suelta a suspensamientos. Era mucho lo que se le había revelado esa noche.Contestaba todas las preguntas que la muchacha había almacenado durantetoda su vida. En un principio, ella no se cuestionó los motivos deJacob para estar cerca de ella todo el tiempo. Jake era, junto con suspadres, la persona a la que más quería en el mundo. Siempre habíaestado ahí para ella, cuidándola, dándoselo todo, haciéndola reír,jugando con ella, calmando sus miedos
Renesmee no se equivocaba alpensar que Jacob la conocía más incluso que sus propios padres. Másincluso que su padre, que podía leerle el pensamiento. Ella tambiénconocía a Jacob en profundidad, y lo quería con la misma intensidad.Siempre había sido suyo. Su Jacob. En su mente, siempre lo habíaconsiderado suyo.
Pero la muchacha nunca se había planteado mirara Jacob de forma distinta, de forma más
íntima. Hasta su granrealización esa noche, durante su pesadilla. Cuando se había dadocuenta de hasta que punto tenía a Jacob metido dentro de ella. ¿Cuándohabía pasado a ser completamente indispensable para ella? Bueno,siempre había sido indispensable, pero
¿hasta el punto de que nadatuviera sentido sin él? ¿De que no fuera capaz de imaginar su vida sinél? ¿De que ocupara su mente a cada momento? Pensándolo un poco, Nessiese dio cuenta de que había sido así siempre. ¿Tan ciega había estadotodo ese tiempo?
Sin embargo, Renesmee estaba un poco asustadaante la fuerza de sus recientemente descubiertos sentimientos
y de lossentimientos del muchacho. Necesitaba tiempo para digerirlo todo, poneren orden sus sentimientos, pensar las cosas bien. Nessie sabía que,dentro de un tiempo, ella y Jacob darían el paso en su relación, pueslo cierto es que no podía imaginarse pasar el resto de su existenciacon otra persona. Pero no ahora. No todavía. No estaba preparada paraun cambio tan brusco.
Cuando la muchacha desenterró la cabeza delpecho del muchacho para mirarle de nuevo a los ojos, él sonrió, unasonrisa destinada a calmar a la muchacha, a hacerle ver que jamás lapresionaría.
Porque Jacob, conociendo a la muchacha como la conocía, intuía por donde habían ido los derroteros de sus pensamientos.
Ella no estaba preparada todavía.
Y Jacob lo sabía, y, por supuesto, lo respetaría.
Siempre.
Renesmee estaba entrando de nuevo en un ligero sueño cuando elrugido del estómago de Jacob la sacó de su sopor, llenando su gargantade una cantarina risa. El muchacho pareció avergonzado, aunque le lanzóuna sonrisa de disculpa.
- Anda, vamos a ver si podemos dartealgo de comer. - rió la chica, desenredándose de entre los brazos delmuchacho para levantarse de un salto y estirarse con elegancia gatuna.Jacob siguió todos estos movimientos, maravillándose de nuevo ante labelleza de la joven. Incluso recién levantada, la muchacha era algodigno de admirar. - ¿Vienes o no? - preguntó entonces Nessie, desde lapuerta.
Jacob saltó de la cama.
"Renesmee:
Estamos en la casa principal. Sinecesitas algo, llámanos. Dile a Jake que le he dejado tortitaspreparadas como a él le gustan, en la encimera de la cocina.
Te quiero:
Mamá."
CuandoNessie terminó de leer la nota, levantó la vista. Jacob ya habíaencontrado las tortitas por su cuenta, ante lo cual la muchacha no pudomás que rodar los ojos. En menos de dos minutos, el joven quileute yahabía dado buena cuenta de las veinte tortitas, para diversión de lamuchacha.
- ¿Te ha dicho alguien que tienes un apetito de lobo? - bromeó Nessie.
Jacob simplemente le sacó la lengua con un gesto burlón en la cara, mientras se acomodaba en la silla.
- Oh, sí, un gesto muy maduro, Jake. - rió entonces la muchacha, rodando los ojos.
Jacobno tuvo tiempo de replicar, pues escuchó unas pisadas conocidascaminando hacia la puerta, y se levantó rápidamente para abrir. No erahabitual que Leah viniera a buscarlo por territorio vampiro si no erapor algo importante.
- Jacob. - saludó la muchacha desde la puerta.
- Hey, Leah. - le devolvió Jacob el saludo, con una sonrisa de bienvenida. - ¿Quieres pasar?
Leahnegó con la cabeza mientras su rostro se llenaba de un gestoprofesional que tensó el cuerpo de Jacob y borró su sonrisa, poniendoun gesto que los Cullen, bromeando, llamaban el "modo Alfa on".
- Tenemos prisa. - avisó la quileute. - Sam me pidió que viniera a buscarte. Nos necesitan.
Jacob abrió la boca, pero antes de que pudiera preguntar nada, Renesmee asomó la cabeza por la puerta.
-Hola, Leah. - saludó la muchacha con timidez, sabiendo que la bellaquileute no la tenía en muy alta estima debido a su procedencia.
Leah sacudió la cabeza en su dirección, sin retirar los ojos de la figura de Jacob.
- ¿Qué ha ocurrido? - preguntó entonces el muchacho, atrayendo a Nessie hacia él en un gesto protector.
-Chupasangres asesinos. - contestó Leah. - Tres de ellos. Entre ayer yhoy han matado a siete personas, una de ellas en Forks. Sam no pensaballamarte, pero parece ser que son bastante habilidosos. Aún no hanconseguido cazarlos.
- ¿Lo saben los Cullen? - preguntó Jacobrápidamente, tomando a Nessie de la mano para comenzar a caminarrápidamente hacia la casa principal. La muchacha apenas tuvo tiempo decerrar la puerta tras ellos.
- Sí. - contestó Leah, colocándose ala derecha del muchacho, un hábito que se le había quedado de cuando seconvertían en lobos. - Seth está con ellos ahora. Y he mandado a Quil ya Embry al punto de encuentro.
- Bien. - comentó Jacob, con ungesto de apreciación hacia el buen hacer de su Beta. Leah sabíaexactamente lo que hacer cuando le tocaba actuar en nombre de Jacob. -Será mejor que los Cullen mantengan los ojos abiertos. ¿Por qué no vastú también al punto de encuentro? Dile a Sam que enseguida estaré allí.
Leah asintió con la cabeza, y trotó hacia los árboles con paso ligero hasta perderse de vista.
Lacasa principal no estaba lejos de la pequeña casita de Edward y Bella.Jacob y Renesmee no tardaron en alcanzarla. Antes de entrar, Nessiedetuvo a Jacob con gesto preocupado.
- ¿Te vas? - preguntó con un hilo de voz.
-Tengo que hacerlo. - contestó Jacob, revolviéndole el pelo. - Volverépronto, no creo que nos lleve mucho tiempo. ¿Me harás el favor de nosalir de casa hasta que nos encarguemos de esto?
Nessie asintió, sabiendo que Jacob no se concentraría a fondo si pensara que ella estaba en algún tipo de peligro.
- Ten cuidado. - susurró.
- Sabes que sí. - dijo Jacob rodando los ojos. - Me recuerdas a tu madre, siempre me hace ese tipo de comentarios.
Nessie fue a replicar, pero la puerta de la mansión se abrió. En la puerta aparecieron un ansioso Seth y una preocupada Bella.
- Bells, te dejo a Nessie. - dijo Jacob rápidamente. - Volveré lo antes posible.
Bella asintió rápidamente.
- ¿Necesitáis a Emmett, a Edward y a Jasper? - preguntó con suavidad.
-Nah, creo que nos las apañaremos bien solos. - contestó Jacob. - Si losnecesitara, mandaría a Seth a buscarlos, no te preocupes.
- Cuidad de Charlie, por favor. Y Jake
ten cuidado. - susurró la joven vampira.
Jacob volvió a rodar los ojos, y sacudió la cabeza en un gesto que mezclaba burla y desesperación.
- De tal palo, tal astilla. - murmuró, riendo entre dientes. - Vamos, Seth.
Nessieestiró el brazo hacia Jacob, pero él y Seth ya corrían hacia losárboles. La muchacha dejó caer el brazo con gesto triste y preocupado,y se volvió hacia su madre, que la miraba de forma inquisitiva.
-Creo que tienes muchas cosas que contarme. - dijo suavemente. - Ven,vamos dentro, no me gusta tenerte fuera en una situación así.
Fueel turno de Nessie de rodar los ojos, pero cruzó la puerta a pasorápido, sabiendo que no tenía sentido discutir. Al fin y al cabo,siempre la habían sobreprotegido, y no tenía pinta de que esa situaciónfuera a cambiar nunca. Si no era Bella, era Edward, si no era Edward,era Jacob, si no era Jacob, eran sus tíos, o sus abuelos.
Aunqueen el fondo, Nessie lo agradecía. Era una forma de demostrarle cuantola querían. Por eso, y aunque a veces tanta protección resultabaridícula, ella no se iba a quejar.
Nunca.
Los lobos no volvieron ese día. Ni el siguiente. En la mañana de sucumpleaños, una ojerosa Renesmee retorcía las sábanas de su cama connerviosismo. Jacob nunca se había perdido uno de sus cumpleaños. ¿Y porqué ni siquiera habían mandado noticias? Si les había pasado algo
Si le había pasado algo a Jacob
Eldolor que le produjo ese pensamiento fue demasiado fuerte. La muchachaapretó su cara contra la almohada, y su cuerpo se sacudió en violentossollozos. En un abrir y cerrar de ojos, sus padres estuvieron junto aella.
- Cielo
- susurró Bella, tomando el cuerpo de su hija en su regazo.
Edward se sentó junto a ellas, y las envolvió a ambas en un suave abrazo.
-Nessie
- murmuró entonces Edward, con voz calmada. - No deberíaspreocuparte por Jacob. Es fuerte. Estoy seguro de que está bien.
-Pero
- sollozó la muchacha, desde el pecho de su madre. Antes de quepudiera decir nada, su padre ya le había leído el pensamiento.
-Quizás se han alejado demasiado como para mandar noticias. - contestóEdward. - No deberías preocuparte. Tres vampiros no son rivales paraesas dos infernales manadas. Ni diez.
Sin dejar de sollozar,Nessie apoyó una mano temblorosa en la mejilla de su madre, mostrándolela imagen de aquella pesadilla que había tenido tres noches atrás.Edward se estremeció ante el dolor de su hija, sus ojos llenos desufrimiento por ella.
- Nessie, no pienses más en eso. - urgióBella, utilizando el mote de su hija, el cual no utilizaba nunca. - Fueun sueño. Sólo eso. Jake está bien. Seguro que sí. Seguro que aparecehoy por aquí con su sonrisa de golfo para que pueda arrancarle lacabeza por tenernos así de preocupadas.
- He luchado codo a codo con los lobos, Nessie. - añadió su padre. - Son más fuertes de lo que parece.
-Yo los he visto luchar. - afirmó Bella entonces. - Son ridículamentefuertes. Y además, imponen mucho respeto a sus enemigos. Recuerda quefueron ellos los que provocaron que los Volturi se detuvieran aescuchar cuando vinieron a por nosotros. Tres míseros vampiros no seráncapaces ni de tocarlos.
Pero nada de lo que le dijeran podría aliviar el miedo que se había instaurado en el corazón de Renesmee.
Esedía, por primera vez en siete años, en la casa de los Cullen no secelebró la fiesta de cumpleaños de Renesmee. Charlie apareció por allíjunto a Billy, una muy embarazada Rachel y Sue, esperando encontrar ala pequeña de los Cullen rodeada de regalos. Pero lo que se encontraronlos humanos al llegar fueron caras largas.
Nada más ver aparecera Billy, a Rachel y a Sue, Nessie se lanzó hacia ellos con ojossuplicantes, esperando recibir sus tan ansiadas noticias, pero ningunode los tres sabía nada de los lobos. Le dijeron que no se preocupara,que seguro que estaban bien, pero la preocupación que los tresescondían en el fondo de sus ojos provocó el efecto contrario en lamuchacha. Sobretodo la preocupación de Rachel, la hermana de Jacob.Ella también era una de las imprimadas, y temía doblemente por suimprimado y por su hermano.
Charlie, quien a pesar de su deseo nohabía podido evitar enterarse de ciertas cosas, y más ahora que vivíacon Sue (y por tanto, con Leah y Seth), se sentó con su nieta y le pasóel brazo por los hombros, en silencio.
La noche llegó sin que se produjera ningún cambio.
Nessiese hallaba sentada en el límite entre el jardín de los Cullen y elbosque, pasando los dedos suavemente por el brazalete que Jacob lehabía regalado en su primera Navidad de vida. Un brazalete que tambiénhabía visto en las muñecas de Emily, Claire, Rachel y Kim, las otrascuatro muchachas imprimadas por los lobos, por lo que ahora comprendíamás o menos su significado. Un significado que estaba deseando abrazar,y más ahora que no sabía donde estaba Jacob. Al infierno con sus dudas,al infierno con sus miedos. Jacob estaba hecho para ella. Su medianaranja, su otra mitad.
Su alma gemela.
Unas lágrimassilenciosas se derramaron por sus rosadas mejillas, casi sin que lamuchacha se diera cuenta. Esa espera era inaguantable. Jamás habíapasado tanto tiempo separada de Jacob. Jamás había pasado tanto tiemposin saber nada de él. Por primera vez en su vida, Nessie se dio cuentade cuanto necesitaba la cálida presencia del muchacho a su alrededor,del papel que Jacob tenía en su felicidad, de lo perdida que se sentíacuando él no estaba a su lado. Se sentía como si alguien le hubieraarrancado algún miembro, como si alguien apretara su corazón haciéndoledaño.
Sólo ahora entendía Nessie que entre sus muchas capacidadesno se encontraba la de vivir sin Jacob Black a su lado. No podía vivirsin él.
Renesmee sintió la suave presencia de sus padres trasella. Ambos se sentaron, cada uno a un lado de ella, y la muchacha seacurrucó en medio, aceptando el consuelo que sus duros y fríos cuerposle ofrecían. Nessie sabía que su padre estaba leyendo todos y cada unode sus pensamientos, pero no hizo ningún comentario. Si le molestaba laforma en que la muchacha estaba pensando en Jacob, el nivel al quehabían llegado sus sentimientos, no lo hizo notar. Tal vez se limitabaa aceptarlo. Al fin y al cabo, no era algo que se pudiera evitar.
-Claro que lo acepto. - ésta vez, Edward sí contestó. - Ambos loaceptamos. Jacob es un gran muchacho, no lo puedo discutir, por muchoque me duela admitir eso de un chucho como él. - bromeó un poco, paradarle un tono más informal a su afirmación.
- Jake es muyimportante para mí. - dijo entonces Bella. - Y lo conozco enprofundidad. No podría estar más contenta. Él es lo mejor que te podíapasar, créeme. Te hará feliz, y estará a tu lado siempre, protegiéndotey amándote con cada átomo de su ser. No se me ocurriría pedir más.
Por primera vez en tres días, Nessie sonrió.
-Vamos a salir a rastrearlos. - dijo entonces Edward. - Emmett y Jasperse están preparando. Te traeremos noticias, aunque irritemos a Jacob.No le suele gustar que les hagamos de niñeras. Billy, Rachel y Suetambién se han quedado para esperar las noticias, y tu abuelo Charlietambién se queda para hacerles compañía.
- Probablemente Jake os insultará con todas sus ganas cuando os vea aparecer. - rió Bella.
-Tiende a tener un vocabulario bastante vulgar cuando se enfada. -asintió Edward, con una sonrisa sarcástica. - Espero que no lo usecontigo, Nessie.
Edward miró entonces hacia atrás, hacia la casa, y asintió levemente, levantándose de un salto.
- ¿Os marcháis? - preguntó Bella, pasando un brazo por encima de los hombros de Renesmee.
Edward volvió a asentir, pero de pronto volvió la cabeza hacia los árboles, dudando.
-Oh
- murmuró. Una gran sonrisa se extendió por su rostro. - No, creoque no hará falta que nos vayamos. - dijo entonces, lanzando una miradaelocuente hacia Renesmee.
Nessie comprendió. Se levantó de un salto.
- ¿Jake? - preguntó a su padre. Edward sonrió y señaló hacia los árboles.
Notuvo que decir nada más. Con pasos gráciles y silenciosos, Nessie seinternó corriendo en el bosque. Bella y Edward se miraron sonrientes, yse envolvieron en un fuerte abrazo.
- Vámonos. - dijo entonces Edward. - Dejémosles un poco de privacidad.
- ¿No vas a leerle la mente a Jacob para ver si tiene pensamientos impuros con respecto a nuestra hija? - le pinchó Bella.
-No. - contestó Edward, con una sonrisa. - Creo que se merece que, poruna vez, deje de "hurgar en su cabeza", como él dice. No les vigilaréesta vez. He de dejarles resolver esto por su cuenta.
Bellasonrió con dulzura, y besó a su marido con todo el sentimiento que pudoreunir. Sabía lo que le iba a costar no leer los pensamientos de losdos muchachos, y lo que le costaba confiar en las hormonas de Jacob.Pero el muchacho se había ganado con creces su confianza, eso no sepodía negar.
Cuando se separaron, los dos vampiros entrelazaronsus manos, y así, agarrados, ambos volvieron a paso humano hasta lacasa principal.
Jacob se hallaba sentado en el suelo en medio del bosque atándoseuna de sus zapatillas. Acababa de cambiar de fase, y se había vestidorápidamente, deseando llegar a su destino cuanto antes. No podíaesperar para ver a Renesmee. Esos tres días sin ella habían sido unverdadero infierno. Tanto, que Leah lo había mandado de vuelta, hartade tener que compartir su ansiedad. Como sólo quedaba uno de losvampiros por rastrear, Jacob había aceptado. Había acatado la orden deLeah sin rechistar, sin un comentario sarcástico acerca de cómo la lobase atrevía a echar a su Alfa. Nada. Leah se había sorprendido. Pero noes que Jacob lo hiciera por obedecer a su hermana loba, sino que suvínculo con Nessie le había instado a aceptar la orden, a volver con suimprimada. Aunque le entraran remordimientos por haber abandonado lacaza y a sus hermanos con una garrapata rondando cerca.
Levantóla vista al escuchar los pasos rápidos que venían hacia él. Unos pasosque reconocía con total claridad, que reconocería en cualquier lugar yen cualquier momento. Una sonrisa de completa felicidad se extendió porsu rostro.
Fue a levantarse, pero no le dio tiempo. Una sombra selanzó hacia él en la oscuridad, haciéndole perder el equilibrio. En unabrir y cerrar de ojos, Jacob se encontró tumbado de espaldas en elsuelo, con el suave peso de la muchacha sobre él. Antes de que pudieradecir nada, los labios de Renesmee chocaron contra los suyos, noqueandotodo pensamiento racional que el muchacho pudiera tener en su mente.Durante los siguientes minutos, lo único de lo que fueron conscientesambos muchachos fue de la presencia del otro, de los fuegosartificiales que parecían haberse encendido dentro de ellos, del ardoren sus pieles allá donde se rozaban. Cuando se separaron por falta deoxígeno, sus miradas se conectaron. Sin palabras, ambos muchachosdejaron que el mundo se emborronara a su alrededor, perdidos en susrespectivas miradas, recuperando el ritmo de sus respiraciones.Lentamente, Jacob desenredó su mano de los rizos cobrizos de lamuchacha para posarla de forma suave en la sedosa mejilla de Nessie.Poco a poco, el shock dejó paso al más puro y absoluto asombro, y a lamás ferviente adoración por la muchacha que tenía acomodada sobre sucuerpo.
- Wow
- pudo decir entonces el muchacho, sacando unarisita tintineante de la garganta de Renesmee. - Si vas a reaccionarasí cada vez que me marche, voy a tener que hacerlo más a menudo.
Ese comentario le valió un fuerte pescozón.
- Ni se te ocurra. - le avisó Renesmee de forma fiera.
Depronto, toda la preocupación que la muchacha había acumulado esos díasse tornó en enfado. Jacob vio el cambio en los ojos color chocolate dela chica, y se preparó mentalmente para la reprimenda que sabía que seacercaba. Nessie se separó de él, quedándose sentada en el suelo conlos brazos cruzados.
- ¡No vuelvas a hacer algo así! - exclamóentonces. - ¿Tienes idea de lo preocupados que hemos estado? ¿De lopreocupada que he estado yo?
- Lo siento. - murmuró Jacob. - Nostuvimos que alejar más de la cuenta, y esos chupasangres eran bastantemás habilidosos de lo que pensábamos
- ¡Me da igual, JacobBlack! - exclamó de nuevo la muchacha, entrecerrando los ojos en unamirada airada. - Podrías haber mandado noticias, haber dejado a Sethcon nosotros para que nos tuviera informados
¡algo! No tienes ni ideade lo mal que lo he pasado.
- No había razones para preocuparse. - dijo Jacob con voz calmada, intentando aplacar a la muchacha. - Ya te lo dije.
-¿No había razones? ¿NO HABÍA RAZONES? - el enfado de la muchacha nohacía más que aumentar. - ¡Si hasta mi padre y mis tíos estabanpreparándose para salir a buscaros!
Jacob gruñó y rodó los ojos, murmurando algo así como: "Reacción exagerada".
Laira cerró la garganta de la muchacha, y sólo pudo extender la mano yapoyarla en la mejilla del muchacho con más fuerza de la necesaria paramostrarle las imágenes de esos días y el sentimiento tan terrible depreocupación que había sentido a cada momento.
Los ojos de Jacobse suavizaron, y una mirada atormentada y arrepentida conectó con losojos chocolate de la muchacha. Era muy doloroso para los lobos el herira la persona con la que se habían imprimado.
- Oh, Nessie,¡cuánto lo siento! - murmuró con voz suave, inclinándose hacia ellapara tomar las pequeñas manos de la muchacha entre las suyas. - Nopensaba que te fueras a preocupar tanto. De verdad. No lo volveré ahacer, ¿vale? La próxima vez enviaré noticias, dejaré a alguien en laretaguardia o algo
¿Me perdonas?
Los ojos de Nessie se habíanido suavizando poco a poco durante el discurso arrepentido delmuchacho. Le era muy difícil enfadarse con Jacob, al menos durantemucho tiempo. Sabía que el joven quileute no había pretendido hacerledaño y que, seguramente, él había sufrido tanto o más que ella.
Sinembargo, antes de que pudiera decirle que le perdonaba, las palabrasmurieron en su garganta. Un efluvio desconocido llenó sus pulmones, yse le erizaron los pelos de la nuca. Antes de que pudiera reaccionar,Jacob ya estaba de pie, su cuerpo temblando de forma violenta, colocadodelante de ella en una postura protectora.
- ¿Quién es? - susurróNessie, poniéndose de pie, sin moverse de detrás de Jacob. No queríadistraerlo, y él no aceptaría que la muchacha se apartara de suprotección ahora mismo.
- La chupasangre. - gruñó él. - La hembra que todavía no habíamos podido coger.
- ¿Has vuelto antes de terminar la caza? - preguntó Nessie, súbitamente arrepentida por haberse enfadado tanto con Jacob.
El muchacho no contestó. Escudriñaba las sombras de los árboles rápidamente, ideando el mejor plan para sacar a Nessie de allí.
- Tengo que entrar en fase. - susurró. - Tengo que avisar a Sam. ¿Crees que Edward nos estará oyendo?
-Creo que no. - susurró Nessie, súbitamente aterrorizada. Sabía que supadre no estaría intentando escucharlos, estaría dejándoles privacidad.No escucharía a menos que se acercaran mucho.
Jacob maldijo porlo bajo. El muchacho dio dos largos pasos para alejarse de Nessie, yseguidamente su cuerpo explotó para convertirse en lobo lanzandojirones de ropa por doquier. La mente de Jacob se llenó de pensamientosfrenéticos.
"¡Jake!" pensaba Leah. "¡Se dirige hacia allí!"
"Está aquí" pensó Jacob simplemente.
"Estamos yendo lo más rápido posible" pensó Seth entonces.
"Bien" pensó Jacob.
"Tencuidado, Jake" pensó Embry entonces. "Esta hembra es muy habilidosa.Más que ninguna a la que nos hayamos enfrentado antes. Debe de teneralguna cualidad, como los Cullen o esos asesinos italianos".
"Noos preocupéis" gruñó Jacob. "No tengo intención de luchar, al menoshasta sacar a Nessie de aquí. Voy a intentar ponerme en contacto conSam."
El otro Alfa contestó rápidamente, sin necesidad de que Jacob le llamara.
"Estoy yendo lo más rápido que puedo" pensaba Sam. "Leah va a llegar la primera, pero calculo que todavía estará lejos".
Jacob asintió.
"Le quedan unos diez minutos para alcanzarme" informó a Sam.
"Ten mucho cuidado con esa hembra" avisó el otro Alfa, muy seriamente.
"Lo sé" pensó Jacob simplemente. "Mierda, no sé qué hacer con Nessie"
"Mejor será que la saques rápido de ahí" sugirió Sam. "La bebedora de sangre va a mucha velocidad".
"Losé" volvió a contestar Jacob. "No lo he hecho aún porque sé que no va aservir de nada. Está muy cerca, y apuesto a que viene rastreándome. Voya ver si consigo acercarme lo suficiente para que Edward me oiga, es lomejor que puedo hacer ahora".
"Date prisa" urgió Sam.
Nessieobservó al gran lobo colocado delante de ella, escudriñando laoscuridad mientras un amenazador gruñido bajo salía de su garganta.Súbitamente, el lobo volvió la cabeza hacia ella, y le hizo un gestoque la muchacha entendió al instante. Sin perder un minuto, Renesmee seencaramó a su lomo, agarrándose firmemente al cuello del gran loborojizo. Jacob comenzó entonces a alejarse a gran velocidad, corriendohacia la casa principal. No estaban lejos, pero tampoco losuficientemente cerca como para avisar a Edward de lo que estabaocurriendo si él se había cerrado a sus voces mentales.
"Siete minutos" oyó Jacob a Leah.
"La tengo casi encima" gruñó Jacob entonces.
"No puedo ir más deprisa" se desesperó Leah, jadeando. "Aguanta, Jake".
Enese momento, un destello blanco cortó el paso de Jacob, quien tuvo quefrenar de golpe. Nessie estuvo a punto de caerse del lomo, pero logróaguantar el equilibrio.
"¡No!" pensaron Leah, Embry, Quil y Seth, todos a una.
Jacobsimplemente gruñó de forma amenazadora, y Nessie levantó la vista
paraencontrarse con un par de ojos rojizos y malévolos escudriñándolos concuriosidad.
- Por fin. - susurró la vampira, sacudiendo suincreíble y larga melena rubia en un gesto grácil. - Por fin tengo atiro a uno de estos estúpidos chuchos, y a solas, nada menos.
Jacob volvió a gruñir, agazapándose en el suelo, todos sus músculos en tensión. La vampira no se amilanó.
-Y, por lo que veo, con comida sobre el lomo. - sonrió ella. - Aunque nohuele exactamente como comida. - la vampira inspiró profundamente. -Delicioso, eso sí. Apuesto a que sabe realmente bien.
Jacob gruñó más fuerte todavía, enseñando los dientes con ferocidad. Todos los pelos de su pelaje se pusieron de punta.
-Oh, ¡qué interesante! - rió la vampira. - Te preocupa más ella que túmismo. Bien, no hay problema. Sólo tengo que ocuparme primero de ti. Yantes de que vengan tus amiguitos.
Fue el turno de Nessie deponerse a la defensiva. Todos sus músculos se tensaron, preparándosepara luchar, y un siseo amenazador se escapó de entre sus dientes.Jacob negó con la cabeza de forma imperceptible, y la muchacha intentórelajarse. Confiaba firmemente en las decisiones de Jacob, pues sabía,por lo que el resto de lobos y su familia le habían contado, que Jacobera un buen luchador. El lobo volvió la cabeza hacia ella de formabreve, conectando sus miradas un solo instante, pero la muchachacomprendió. Tenía que encontrar la forma de avisar a Edward. Tenía queacercarse hacia la casa hasta que su padre pudiera oírla mientras Jacobentretenía a la vampira. Un escalofrío de terror recorrió la columna dela muchacha, no por ella, sino por el lobo que acababa de bajarla alsuelo con una suave sacudida de su lomo. Jacob lanzó un suave gruñidode apremio, y Nessie, tras una última mirada aterrorizada al lobo, echóa correr. Por detrás de ella, escuchó como la vampira comenzaba aseguirla, y como Jacob le cortaba el paso con un tremendo golpe. Lossalvajes gruñidos y golpes de la pelea quebrantaron brutalmente laquietud del bosque.
"Por favor, que esté bien, que esté bien
" pensaba la muchacha para sus adentros.
Tardóun minuto en cruzar la línea a partir de la cual sabía que su padre laescucharía si sus pensamientos eran lo suficientemente fuertes.
"¡¡PAPÁ!!" pensó con apremio. "¡¡RÁPIDO!! ¡¡NECESITAMOS AYUDA!!"
Nessierepitió el mismo mantra varias veces, hasta que estuvo segura de que supadre lo había escuchado. Ni él podría evitar escuchar un pensamientotan fuerte como ese.
En ese momento, un quejido y un aullido dedolor le llegaron desde el bosque, y fue como si le hubieran echado unjarro de agua fría por encima.
- Jake
- murmuró.
Sindudarlo ni un instante, echó a correr de nuevo hacia el lugar dondehabía dejado al lobo y a la vampira luchando entre ellos.
Cuando llegó, Leah ya estaba allí, con la vampira atrapada entre losdientes. Entre la loba y la propia Renesmee, tardaron dos segundos endescuartizar el frío cuerpo. Cuando por fin terminaron, Nessie no seentretuvo en mirar los restos. Su mirada se posó sobre el cuerpo delgran lobo de pelaje rojizo, que se hallaba tumbado en el suelo a variospasos de ella. Leah, todavía en forma de loba, se inclinó sobre élgimiendo suavemente. El horror traspasó a Renesmee el corazón.Rápidamente se agachó junto al lobo, y sus sentidos buscaron el sonidodel corazón de Jacob. Con inmediato alivio, Nessie descubrió quetodavía estaba allí, aunque latía de forma débil e irregular.
-¿Jake? - susurró, pasando su mano por el tupido pelaje del lobo. Estabafrío. Leah siguió gimiendo, cada vez más fuerte. Parecía que lloraba.
Ellobo abrió los ojos y los fijó en el rostro de Nessie. Su respiraciónera lenta y entrecortada, y sus ojos denotaban un sufrimiento infinito.
-Jake, ¿qué tienes? - preguntó Renesmee suavemente, buscando el origendel daño del lobo a través de sus ojos anegados en lágrimas. No teníaheridas visibles, y ni siquiera olía a sangre. - ¿Qué tienes?
Enese momento, los Cullen en pleno y algunos lobos, entre ellos Sam,llegaron al lugar. Emmett se dispuso a reunir los trozos de la vampirapara quemarlos, y mientras tanto, el resto de los Cullen observaron laescena ante ellos con un ligero desconcierto. Sólo Carlisle actuó,acercándose rápidamente al lobo para reconocerlo con sus reciénaprendidos conocimientos de veterinaria. Los demás lobos searremolinaron alrededor de Jacob. Renesmee pudo reconocer a Quil yEmbry, Sam, Seth y Paul. Seth se sentó junto a su hermana, rozando aJacob con su lomo para proporcionarle algo de calor. El pequeño de losClearwater no dejaba de gemir.
La cara de Edward se contrajo de pronto en un gesto de infinito horror.
- Oh no
- susurró, acercándose rápidamente a los lobos. - ¡¡NO!!
-Edward
- dijo Bella entrando en pánico, acercándose también al círculode lobos, en el medio del cual se encontraban Jacob, Leah, Seth,Renesmee y Carlisle. - ¿Qué ocurre? ¿Qué le ocurre a Jacob? No huelosangre
- Le han mordido
- susurró entonces Carlisle, su vozdenotando tal horror que el mismo bosque se quedó completamente ensilencio. Sólo los gemidos de los lobos y la respiración trabajosa deJacob llenaron el ambiente durante varios segundos. Entonces, Bellagimió y se abrió paso entre los lobos para acurrucarse contra Jacob,enterrando su rostro en su pelaje y susurrando cosas ininteligibles conun tono de voz repleto de dolor.
Tras escuchar a sus padres y asu abuelo, la mente de Nessie se puso a trabajar. ¿Qué problema habíacon que le hubiera mordido? Ella le mordía todo el tiempo, Jacob securaba rápido. Entonces, ¿qué
?
No tardó más de un segundo encomprenderlo, y un gemido ahogado salió de su garganta. Recordabaaquella vez, en la inocencia de su infancia, cuando había preguntado asu madre la razón por la cual ella no mordía a Jacob si su sangreestaba tan rica y además a Jacob no le hacía daño.
"No creoque sepa tan bien para mí como para tí" rió Bella. "Pero al margen deeso, no debo hacerlo" añadió después, muy seria. "El veneno de losvampiros es mortal para los lobos".
- Jake
- susurróRenesmee entonces, enterrando su rostro en el pelaje rojizo del lobo,tal y como había hecho su madre. Su piel estaba, por primera vez desdeque lo conocía, completamente helada. - Por favor
por favor, Jake
porfavor
El lobo rojizo gimió suavemente en respuesta.
Fueronllegando más lobos al claro, hasta que las dos manadas al completoestuvieron arremolinadas alrededor de Jacob. Sam avanzó, apartando aLeah y a Seth del medio de forma suave, y se agachó frente a Jacob,dejando sus ojos al mismo nivel que los del lobo rojizo.
- ¿Qué está haciendo? - susurró Alice, su voz cargada de pena.
-Intenta que cambie de fase. - contestó Edward con voz ronca. - Jacobdesea hablar con Nessie, y no tiene fuerzas para cambiar por sí mismo.
Notardó mucho tiempo. Con un gemido de dolor, el lobo desapareció,dejando paso al cuerpo de Jacob. Inmediatamente, Renesmee colocó lacabeza del muchacho en su regazo, sin ni siquiera darse cuenta de sucompleta desnudez. Edward colocó rápidamente su camisa sobre la cinturadel muchacho para cubrirlo, y Jacob le lanzó una mirada agradecida. Suslabios estaban azules, y su piel muy pálida. Un sudor frío comenzaba ainstaurarse en su frente, y su cuerpo se sacudía en un violentotiritar. La marca de la mordedura del vampiro resaltaba brillante en suhombro derecho, y alrededor de ella, las venas del muchacho habíanadquirido un feo color púrpura que se iba extendiendo poco a poco.Extrañamente, la herida no se estaba curando, al contrario de todas lasheridas que el muchacho se había hecho desde que se transformó en lobopor primera vez, pero tampoco salía sangre de la mordedura. Era como sila sangre de las venas alrededor de la herida estuviera completamentecoagulada.
- Jake
- sollozó Renesmee. El muchacho se las apañópara regalarle una sonrisa, ya que sus lazos con la muchacha todavía leempujaban a intentar tranquilizarla.
Tras besar al muchacho en la frente, Nessie se volvió hacia Carlisle.
-Abuelo
¿qué podemos hacer? - preguntó con un hilo de voz, aunque yasabía la respuesta. Simplemente, no quería hacerse a la idea de ella. -Tiene que haber algo que podamos hacer
Carlisle le devolvió unamirada infinitamente triste, y sacudió la cabeza, para alejarse despuésvarios pasos. El silencio seguía reinando en el lugar. Sólo los gemidosde los lobos y los sollozos sin lágrimas de Bella sacudían la quietuddel bosque. Renesmee lloraba en silencio. No tenía fuerzas ni parasollozar. Todo eso era culpa suya. Debería haber esperado en casa hastaque Jacob llegara. No debería haber salido a su encuentro. No deberíahaberse peleado con él hasta estar a resguardo. ¿Qué había hecho? ¡Eraculpa suya!
Jacob leyó el despliegue de emociones en los ojos anegados en lágrimas de Renesmee, y negó trabajosamente con la cabeza.
- No es culpa tuya. - susurró, su voz ronca apenas audible. - No te atrevas a pensar que es culpa tuya.
-Por favor, Jake
- susurró Nessie, su voz rota por el dolor. - Dime quepuedo hacer. Debe de haber algo que pueda hacer. Por favor
Jacob volvió a sonreír débilmente.
- Sé feliz. - pidió, su voz sonando todavía más débil. - Hazlo por mí.
- No puedo. - susurró la muchacha, comenzando, ésta vez sí, a sollozar. - No sin ti.
-Podrás. - sentenció Jacob, y su cara se contrajo en un espasmo de dolora la vez que su corazón, siempre tan fuerte, comenzaba a desfallecerpor momentos.
- Por favor, no me dejes. - susurró Nessie. Su vozencerraba tal dolor, que la expresión de Jacob se contrajo en una muecaatormentada. Ésta vez no podía hacer nada para ahuyentar la pena de deaquella con quien se había imprimado. No podía, pues él era el causantede ese dolor. Jasper también sintió el dolor de su sobrina, tan fuerteque, con las manos en las sienes, tuvo que alejarse varios pasos parapoder pensar con claridad. Alice se acercó a él y enterró su juvenilrostro contra la camisa de su esposo, su menudo cuerpo sacudiéndosetambién en callados sollozos sin lágrimas. Edward también se llevó lasmanos a las sienes, incapaz de soportar los pensamientos de dolor delos lobos, de su mujer, de sus hermanos, los suyos propios
perosobretodo, los de su hija.
- Lo siento, Nessie. - susurró Jacob.- Siento no haber podido hacerte feliz. - Antes de que Renesmee pudieraresponder, el muchacho se volvió hacia Leah. - Me parece que vas aascender. - dijo, intentando sin éxito aligerar el ambiente. Leahsimplemente negó con la cabeza y gimió suavemente.
En esemomento, Jacob jadeó. Cerró los ojos fuertemente cuando un espasmo dedolor se apoderó de sus sentidos, provocando que todos los presentescontuvieran el aliento. Renesmee comenzó a acariciar los cabellos delmuchacho, intentando aliviarle el dolor. Bella comenzó a sollozar másfuerte, y Jacob volvió a abrir sus negros ojos, opacados ante lacercanía de la muerte, para fijarlos en el rostro angustiado de sumejor amiga.
- No llores, Bells. - pidió con un hilo de voz. - Odio hacerte llorar.
-Lo prometiste, Jake. - susurró Bella, sin dejar de sollozar. -Prometiste que siempre estarías conmigo, que siempre tendría tuamistad. No rompas tu promesa ahora. No me dejes. No dejes a Nessie.Por favor, Jake. Por favor
- Lo siento, Bella
mi Bella
-susurró Jacob de forma atormentada mientras su rostro empapado en sudoradquiría una tonalidad azulada ante la falta de oxígeno que ya asolabasu organismo. - No sabes cuanto lo siento. - su voz comenzó a sonarestrangulada.
- Sssh
no hables. - susurró Nessie, acariciando lamejilla de Jacob. - Tranquilo, amor. Todo va a ir bien. - su voz serompió en la última palabra, y la muchacha se sintió desfallecer. No,no iba a ir bien. Nunca jamás iba a ir bien. Se obligó a continuarhablando. - Ya lo verás, amor. Ya lo verás.
Jacob volvió a cerrar los ojos, odiando lo que le estaba haciendo a la persona que constituía su universo entero.
Depronto, el cuerpo del joven quileute se contrajo en otro espasmo dedolor, y el muchacho gimió entrecortadamente. Sus pulmones lucharon porconseguir un poco de oxígeno que le permitiera aguantar unos minutosmás. Renesmee le acarició la mejilla, intentando reconfortarle mientrassentía que su garganta se cerraba a causa de sus violentos sollozos.Los ojos del muchacho comenzaron a cerrarse, y su corazón comenzó alatir todavía más lenta e irregularmente.
- No, Jake
- dijoRenesmee, con voz apremiante. - ¡Quédate conmigo! Quédate conmigo,cariño
No me dejes. ¡Me lo prometiste! No puedo vivir sin ti. Tequiero, Jacob. ¡¡Te quiero, te quiero, te quiero!! ¡¡NO ME DEJES!!
YJacob lo intentó. Con todas sus fuerzas. Pero su cuerpo ya no lerespondía. Las tinieblas amenazaban con llevárselo en cualquier momento.
-Te amo, Nessie. - se las arregló para susurrar esa última frase antesde dejarse arrastrar. Lo último que escuchó fue la voz de la muchachallamándolo a gritos, y la voz apremiante de Bella gritando el nombre desu marido.
- ¡EDWARD! - gritó Bella, al mismo tiempo que Jacob perdía elconocimiento, haciendo caso omiso a los desesperados gritos de su hija.Su marido se volvió aturdido hacia ella, su rostro roto de dolor,sintiéndose completamente impotente ante el hecho de que Jacob, JacobBlack, el sarcástico, alocado, despreocupado y joven Jacob Black al quetanto había aprendido a apreciar, se apagaba como una vela delante deél sin que pudiera hacer absolutamente nada para evitarlo. - ¡JAMES! MX Motocross
Elvampiro abrió los ojos en un gesto de sorpresa, y sólo tardó unamilésima de segundo en comprender a qué se refería su esposa. Sinpensarlo dos veces, Edward se abrió paso bruscamente entre los lobos yse agachó junto al brazo derecho del muchacho. Sin perder un segundo,apoyó los labios en la herida y comenzó a succionar a gran velocidad.
Nessieabrió los ojos de par en par, y una suave luz de esperanza se instauróen ellos, más allá de las lágrimas. Conocía la historia de James, aquélvampiro rastreador que eligió como presa a su madre cuando aún erahumana. Bella le había contado muchas veces la forma en que la salvóEdward, succionando el veneno del vampiro de su herida como si lahubiera mordido una serpiente de cascabel.
- ¿Por qué no se mehabrá ocurrido antes? - susurró Carlisle, y su voz denotó rabia, cosaque Nessie no había oído nunca en la voz de su abuelo.
- Porfavor, que no sea demasiado tarde, por favor
- susurraba Bella una yotra vez, como un mantra interminable. Lo único que se oía en elbosque. Los lobos habían dejado de gemir, y miraban expectantes, nocomprendiendo muy bien lo que se estaba cociendo, pero sintiendo elhalo de esperanza que estaba recorriendo a sus aliados. Nessie no seatrevía ni a respirar. Todos estaban pendientes del corazón de Jacob,del sonido de sus latidos, de su respiración
Durante dos largosminutos, nada cambió. Nessie comenzó a hiperventilar, y Bella searrastró hacia ella para ayudarla a tranquilizarse. Carlisle, inclinóla cabeza en un gesto de dolor y preocupación, mientras calculabamentalmente la sangre que le quedaría a Jacob en el cuerpo. Edwardcerró los puños, sin dejar de succionar. Seth gimoteó un poco, siendosilenciado al momento por una orden de su hermana. La palidez de Jacobse acrecentó hasta el punto de no haber diferencia entre la piel de losbrazos de Nessie y la piel de su rostro. Hasta estar pálido como unmuerto.
- Es demasiado tarde
- susurró Nessie tras otro largominuto de espera, su respiración irregular haciéndose más rápidatodavía. Sin embargo, Carlisle la paró con un gesto de su mano y ungesto pensativo en la cara, inclinándose él también junto a Jacob parareconocerle. Todos dejaron de respirar, aguardando, animandomentalmente al muchacho, dándole fuerzas, deseando con todas susfuerzas que lo superara
Y entonces, dos segundos después, larespiración de Jacob comenzó a hacerse más profunda, menosentrecortada, menos trabajosa, más seguida. Nessie sollozó de puroalivio, y sus sollozos se hicieron más intensos cuando el corazón delmuchacho volvió a tomar un ritmo casi regular. Un minuto más tarde, elcolor regresó ligeramente a las mejillas de Jacob, y sus labios tomaronuna tonalidad más rosácea, aunque seguían demasiado pálidos. Carlisleasintió con la cabeza, con un gesto completamente concentrado, como sihubiera obtenido la confirmación de algo. Su lenguaje corporalirradiaba esta vez esperanza.
- Eso es, Jake
- susurró Bella,acariciando la mejilla del muchacho sin dejar de abrazar fuertemente asu hija con un brazo. - Eso es.
- Vamos, Jake
- susurró Nessiecon un hilo de voz, su respiración esta vez más irregular que la delmuchacho, mientras acariciaba el sedoso cabello negro del jovenquileute.
Pasaron todavía varios segundos más hasta que Edward seseparó de Jacob, con un gesto de profundo alivio en su rostro ylimpiándose una gota de sangre rebelde que quería resbalar por lacomisura de sus labios entreabiertos. Nadie fue capaz de respirar,esperando el veredicto.
- No voy a decir que está limpio porquesabe horrible... - comenzó el vampiro, torciendo la boca en un gestoasqueado. - Pero ya no queda rastro del veneno en sus venas. - añadió,y el alivio en su voz encendió el corazón de todos los presentes. Loslobos estallaron en aullidos de gozo, y en el rostro de los Cullen,incluso en el de Rosalie, se instauraron sonrisas aliviadas. Bellavolvió a estallar en sollozos sin lágrimas, soltando a su hija yabrazándose fuertemente al cuerpo de su mejor amigo, y Renesmee, por suparte, creyó que se iba a desmayar de puro alivio. Su padre se diocuenta, y la tomó suavemente del brazo, cuestionándola con la mirada.
- Estoy bien. - murmuró, casi sin aire en los pulmones, su voz rota por un violento temblor. - Estoy bien.
Y era cierto. Jacob se iba a recuperar. No la iba a dejar, no se iba a marchar para siempre. Se había quedado con ella.
Todo iba bien.
(que creyeron que iba a arruinar a mi pareja favorita ??)
Dos días después, Jacob, instalado en la casa principal de losCullen, seguía sin despertar. Nessie volvía a estar preocupada, aunquesu abuelo Carlisle insistía en que era normal. Que Jacob había estadomuy cerca de morir, y que Edward había tenido que succionar muchasangre, tanta que una persona normal hubiera muerto desangrada. Que elcuerpo de Jacob se recuperaba pronto, pero que esta vez había muchodaño que reparar. Que ya estaba casi curado, y que no tardaría endespertar. Renesmee no podía dejar de preocuparse, por mucho que suabuelo intentara tranquilizarla, y no había criatura sobre la Tierracapaz de sacarla de la antigua habitación de Edward, que era dondehabían instalado a Jacob.
Las dos manadas, la de Jacob y la deSam, se habían adueñado de los alrededores. Excepto Paul, quien sepermitía el aparecer y desaparecer por las noches debido al embarazo deRachel, los lobos no se habían movido de ahí en esos dos días,esperando a que su hermano despertara. Sam había dado las gracias aEdward y a Bella en nombre de su manada por haber salvado a Jacob, yLeah, sorprendiendo a todos, hizo lo mismo con una expresión mucho mássimpática de lo normal.
También Billy, Rachel, Sue y Charlie seencontraban todo el día en la casa, yéndose sólo por las noches. Lehabían dado un buen susto a Billy cuando habían vuelto a la casaprincipal con el cuerpo de su hijo inconsciente sobre el lomo de Sam.Por no hablar de Rachel, a quien Paul tuvo que sujetar cuando sufrió undesvanecimiento provocado por el pánico. Fue Edward, quien tenía variaslicenciaturas en Medicina, el que se ocupó de la joven quileuteembarazada. Carlisle estaba demasiado ocupado asegurándose de que Jacobse recuperaba del todo.
Tras haber escuchado la historia yhaberse asegurado de que Jacob se iba a poner bien, Billy procedió aagradecerle a Edward desde el fondo de su corazón que hubiera salvadola vida de su hijo. Edward insistió gentilmente en que la idea habíasido de Bella, así que Billy procedió a agradecérselo a la jovenvampira, quien le contestó, en medio de un emotivo abrazo, que ellaestaba tan aliviada como él. Todas las reservas que al viejo quileutepudieran quedarle con respecto a los Cullen desaparecieron en ese mismoinstante. Rachel, cuando se recuperó, también abrazó a Bella muyemocionada para acto seguido abrazar con fuerza a Nessie, las voces deambas muchachas, las dos muchachas tocadas por el maravilloso don de laimprimación, ahogadas por el llanto.
La noche del segundo día deinconsciencia de Jacob, la mayoría de los Cullen se marcharon de caza,sin querer postergarlo más. Se quedaron Carlisle y Esme, el primero porno querer dejar a Jacob sin asistencia médica, y la segunda paraejercer de anfitriona con los lobos y los humanos acampados tanto en lacasa como en los terrenos. Nessie también se quedó, por supuesto. Podíasustentarse con comida humana, aunque no le hiciera mucha gracia.
Billyhabía decidido quedarse esa noche a dormir, sabiendo que Jacobdespertaría pronto. En esos últimos dos días, el color normal de lapiel del muchacho se había recuperado, así como su ardiente temperaturacorporal. La quietud que había caracterizado su inconsciencia en unprincipio también se había ido llenando de pequeños movimientos, y elmuchacho incluso había comenzado a roncar suavemente.
No tardaría en despertar.
Hacialas doce de la noche, Nessie se quedó dormida acurrucada contra elcostado de Jacob. Billy, que se encontraba en su silla de ruedas a lospies de la cama, sonrió ante la tierna escena. En un principio, cuandoJacob le contó que se había imprimado de la hija de Edward y Bella, unaniñita mitad vampira, mitad humana, Billy no pudo más que preocuparse.No era natural, no era normal que un lobo se imprimara con una personaque era en parte su enemigo más mortal. Sin embargo, su percepción dela situación cambió en cuanto conoció a la pequeña. Porque un ser taninocente y tan adorable como esa pequeña, un ser que causaba tal halode felicidad en el rostro de su hijo, no podía ser malo para él. Laniñita no había tardado en ganarse su corazón tanto como se habíaganado el de todos los demás. Y ahora, Billy se alegraba mucho por suhijo, quien, según había leído Edward en la mente de Renesmee, ya eracompletamente correspondido. El viejo quileute daba gracias por habervivido lo suficiente para ver a su hijo completamente feliz, como sabíaque lo iba a ver en cuanto despertara. Jacob no había tenido unajuventud feliz desde que se transformó. Al menos hasta que Nessienació. Pero su felicidad sería completa a partir de ahora, gracias denuevo a la muchacha que dormía acurrucada contra su cuerpo. Billyestaba seguro de ello.
Y no se equivocaba lo más mínimo.
Hacialas doce y media de la noche, los párpados de Jacob se movieron. Billycontuvo la respiración, preguntándose si sería una falsa alarma. Perono, los ojos de Jacob se abrieron lentamente, desconcertados,acostumbrándose paulatinamente a la suave intensidad de la luz a sualrededor, para fijarse después en la muchacha que dormía pacíficamentea su lado. La sonrisa que iluminó su rostro cuando la vio llenó elcorazón de Billy de felicidad y de la más absoluta paz.
Sólocuando el viejo quileute comenzó a mover su silla hacia la cama, Jacobretiró la mirada de los rizos cobrizos que tanto amaba.
- Papá
- susurró sorprendido, intentando no despertar a Renesmee. Su voz sonó excesivamente ronca ante la falta de uso.
-Jake, hijo. - susurró Billy a su vez, sin poder evitar las lágrimas queacudieron a sus ojos mientras extendía los brazos para tomar una de lasgrandes manos de Jacob entre las suyas. - Contigo no gano para sustos.
Jacobpareció recordar de pronto lo que había ocurrido dos días atrás. Suexpresión de desconcierto e incredulidad sacó una sonrisa de los labiosde Billy.
- Estoy vivo. - susurró entonces Jacob, volviendo de nuevo su desconcertada mirada hacia Renesmee. - ¿Cómo
?
- Edward y Bella te salvaron la vida. - susurró Billy en tono agradecido.
- ¿Pero cómo ha podido ser? - volvió a preguntar Jacob con incredulidad. - Me mordió
me estaba
me estaba muriendo, papá
-A Bella se le ocurrió que quizás se podría aspirar el veneno, comoparece que hizo Edward con ella en algún momento de su vida humana. -explicó Billy, y Jacob, recordando bien ese suceso, levantó una miradasorprendida desde los rizos cobrizos desparramados a su lado hacia elrostro de su padre. - Edward se puso manos a la obra y, gracias a Dios,funcionó. - continuó Billy. - Aunque has estado dos días inconsciente.
- ¿Edward aspiró el veneno? - susurró Jacob, con expresión incrédula. - ¿Edward?
Billy asintió.
- Le debes la vida. - susurró el viejo quileute. - Igual que yo le debo la vida de mi hijo.
-Le debo mucho más que mi vida. - susurró Jacob tras un breve silencio,volviéndose a mirar de nuevo a Renesmee con infinita adoración. Billysonrió con ternura.
- ¿Necesitas algo, Jake? - preguntó entonces.- Estoy seguro de que el doctor Cullen nos está escuchando, y estarádeseando entrar a verte. Mientras lo hace, puedo ir a buscar cualquiercosa que necesites.
- Tengo un poco de hambre. - admitió Jacob. - Y sed. Pero tengo más sueño que otra cosa.
Billy sonrió de nuevo.
- En ese caso, mejor que el doctor Cullen acabe cuanto antes. - dijo. - Debes descansar y recuperarte del todo.
Nonecesitó decir nada más. En cuanto esas palabras salieron de sugarganta, Carlisle ya estaba en la habitación. Billy se hizo a un lado,en silencio.
- Bienvenido de nuevo, Jacob. - sonrió el vampiro.El joven quileute le devolvió la sonrisa de buena gana. - ¿Cómo teencuentras?
Jacob se lo pensó un momento.
- Como si mehubiera pasado un camión por encima. - contestó, esbozando una mueca dedolor. - pero bastante bien. - continuó. - Mejor que la última vez queestuve despierto, eso seguro.
Carlisle rió ligeramente, y procedió a hacerle un reconocimiento rápido. No le llevó demasiado tiempo.
-Bueno, todo está en orden. - dijo cuando terminó. - Unos cuantos díasde descanso y estarás como nuevo. No dejo de asombrarme ante la rapidezcon la que os recuperáis. Aunque quizás sería bueno que comieras algoantes de volver a dormirte, tu cuerpo necesita su sustento, debes deestar sin reservas. Y te voy a dejar un par de calmantes para el dolorpara después de que comas.
Antes de que terminara de hablar, Esmeya estaba adentro con una bandeja de comida entre las manos. Padre ehijo no pudieron más que asombrarse ante lo coordinados que estabanambos vampiros. Jacob se incorporó levemente con ayuda de Carlisle,intentando no mover el vendaje de su hombro y no despertar a Nessie enel intento, emitiendo un leve quejido de dolor cuando sus músculosprotestaron por el esfuerzo. Esme dejó la bandeja en una mesa auxiliaral lado de la cama, e hizo ademán de coger a su nieta en brazos parallevarla a su habitación. Jacob la detuvo con un gesto.
- No
- susurró. - ¿Podrías dejarla aquí, por favor? No me molesta para nada.
-Como prefieras. - sonrió Esme, enderezándose de nuevo y lanzando unamaternal sonrisa hacia el muchacho. - Me alegro mucho de que estés devuelta, Jacob.
- Gracias. - dijo Jacob, devolviéndole la sonrisa. - No hubiera podido hacerlo sin vosotros.
Esmehizo entonces algo que nunca había hecho con ningún lobo, ni siquieracon el bueno de Seth. Se acercó al muchacho y lo envolvió en un abrazomaternal y cariñoso. Un abrazo en el que, de nuevo, el joven loborecordó a su desaparecida madre. Jacob se sorprendió ante lo cálido yreconfortante que resultaba ese abrazo a pesar de provenir de unvampiro. Vacilante, el muchacho la abrazó a su vez, sorprendiéndose denuevo por lo fácil que se le hacía. La única vampira a la que habíaabrazado era Bella, y eso era porque
bueno, porque era Bella. Almuchacho jamás se le había ocurrido que pudiera ser igual de fácilabrazar a los demás. Quizás era sólo Esme, con su instinto maternal. Oquizás Jacob se estaba reblandeciendo por pasar tanto tiempo con ellos.
"Seguro que no me resultaría fácil abrazar a la rubia" se consoló Jacob, aturdido. "Nah, nada fácil".
-Me alegro de veras de que estés bien. - susurró Esme en su oído,interrumpiendo sus confusos pensamientos. - Hemos estado muypreocupados. A Bella y a Nessie sólo les faltaba subirse por lasparedes.
- Siento mucho haberos preocupado a todos.
-Tampoco ha sido culpa tuya. - rió Esme suavemente, apartándose de él,sin percatarse del gesto arrepentido que esa frase había arrancado enel rostro de Jacob. Un gesto que el muchacho escondió de inmediato. -Come algo, y luego descansa. Si necesitas algo más, sólo tienes quellamar. Estaremos pendientes.
- Gracias. - volvió a decir Jacob. - ¿Dónde está Bella, por cierto? ¿Y mis hermanos?
-Bella se fue de caza con los demás. - contestó Carlisle. - Llevabandemasiado tiempo sin hacerlo, la sed estaba comenzando a serinsoportable. Le he dejado un mensaje en el móvil en cuanto te he oídohablar con tu padre, supongo que estará aquí por la mañana. También heavisado a tus hermanos, están todos dando vueltas por ahí. Queríansubir, pero les he dicho que era mejor que esperaran a mañana. Esperoque no te importe.
Jacob negó con la cabeza, esbozando unasonrisa de agradecimiento. La verdad es que ahora mismo estabademasiado exhausto como para querer tener una jauría de hombres lobohiperactivos a su alrededor.
- Creo que te debo una disculpa,Jacob. - murmuró entonces Carlisle. Jacob lo miró perplejo, sin poderimaginarse nada que Carlisle hubiera hecho mal como para deberle a éluna disculpa. - Lo que se le ocurrió a Bella
debería haber pensado eneso. Soy médico, no es la primera vez que he sugerido algo así. Deberíahabérseme ocurrido antes
- ¡Qué va! - le cortó Jacob, quitándolehierro al asunto con un gesto de despreocupación. - Nah, no pienses másen eso, doc. Lo importante es que estoy bien, ¿no? ¿Qué importa a quiénse le ocurriera, o si se le ocurrió antes o después?
Carlisle negó con la cabeza, esbozando un gesto disgustado.
-Podría haberte ahorrado sufrimiento si se me hubiera ocurrido antes. -murmuró. - Se me ocurrió cuando Bella era humana, así que no logroentender por qué no se me ocurrió contigo. Es horrible por mi parte, ymás cuando ya llevo bastante tiempo considerándote uno más de lafamilia.
Jacob sacudió la cabeza, y sonrió. Que Carlisle loconsiderara parte de su familia le había tocado la fibra sensible. Eldoctor Cullen siempre conseguía tocarle todas las fibras sensibles. Ysu maternal esposa también.
- No te preocupes. - insistió Jacob,encogiéndose de hombros. - Estoy bien, y ya está. Lo que pasó ya notiene remedio, así que, ¿por qué darle más vueltas?
Carlisle rió ante la actitud despreocupada del muchacho, pero su gesto seguía siendo profundamente arrepentido.
- Está bien, como quieras. - accedió, sin embargo. - Debería dejarte descansar. Llama si necesitas algo, por favor.
Jacob asintió, y Esme acercó la mesita auxiliar a la cama hasta dejarla al alcance del muchacho. Acto seguido se acercó a Billy.
- ¿Quiere que le lleve a su habitación? - preguntó respetuosamente.
Billy asintió, sonriendo agradecido.
- Estoy demasiado viejo como para trasnochar. - admitió.
Desde la cama, Jacob bufó.
- Tú nunca serás del todo viejo, papá. - afirmó.
-A todos nos llega el momento. - sonrió Billy. - O debería decir a casitodos. - rió, sabiéndose rodeado de gente que no envejecía. - Buenasnoches, hijo.
- Buenas noches. - farfulló Jacob, ya con la boca llena.
Esme cogió entonces la silla y la empujó con cuidado. Carlisle los siguió, cerrando la puerta tras de sí.
Conla mirada fija en Nessie, Jacob terminó toda la comida (tenía máshambre de la que pensaba), más los dos calmantes que Carlisle le habíadejado junto a un vaso de agua. Acto seguido se tumbó con cuidado,intentando relajar sus músculos doloridos. Su mente se puso a divagar,y el sentimiento de culpabilidad y de arrepentimiento que habíaaparecido con la frase de Esme se clavó en su corazón. Todo lo quehabía pasado había sido culpa suya. No debería haber abandonado lamanada y sus obligaciones como Alfa, pues la vampira había seguido surastro sabiendo que estaba solo. No debería haber tenido a Nessie tantotiempo a la intemperie sabiendo que había una hembra chupasangre cerca.Había puesto en peligro su propia vida, pero también la vida de lapersona más importante para él. Era él el que tenía que disculparse contodo el mundo, empezando por Nessie y siguiendo por las manadas.
Sinabandonar esos pensamientos, Jacob suspiró. Se acercó a Renesmee concuidado para no despertarla, y apoyó su nariz en los cabellos de lamuchacha, aspirando su maravilloso aroma. Ante la cercanía de Nessie,Jacob sintió como su mente se relajaba, y su culpabilidad yarrepentimiento se acallaban. Ella era todo lo que necesitaba. Elmuchacho no tardó mucho en volver a dormirse, con un brazo protectoralrededor de la joven que dormía profundamente a su lado.
Fue Jacob el primero en despertar por la mañana. Al parecer, sucuerpo ya había dormido lo suficiente, aunque sus músculos, como pudocomprobar al tratar de cambiar ligeramente su postura, seguían muydoloridos. El muchacho levantó el brazo para frotarse los ojos, y tuvoque volverlo a bajar con un gemido de dolor. Oh, sí, muy, muy, muydoloridos.
Nessie seguía durmiendo profundamente a su lado, asíque Jacob se dedicó a pasear su vista por todos los rasgos de lamuchacha. Sus rizos cobrizos, su piel nívea con tan sólo un poco decolor rosado en las mejillas, las pocas pecas que adornaban su pequeñanariz, y esos labios rojos que, al fin, había saboreado. Jacob sedeleitó un momento en ese recuerdo, sonriendo ampliamente. Y sólofaltaban los ojos, esos ojos marrones tan increíbles que escondíantanta dulzura, tanta pasión y tanta fuerza. Para verlos, tendría queesperar a que la muchacha despertara.
No tuvo que esperardemasiado, quizás media hora que el muchacho invirtió en aumentar susentimiento de arrepentimiento por todo el dolor que había causado,hasta que la muchacha comenzó a estirarse suavemente. Jacob esperó,expectante, mientras los párpados de la muchacha se movían débilmente.Y al fin, esos orbes color chocolate derretido se abrieron lentamente,fijándose inmediatamente en los ojos negros y penetrantes que noapartaban la vista de ella.
- ¡Jake! - exclamó Nessie, totalmentealiviada. En su prisa por incorporarse, se golpeó contra la cabecera dela cama, abollando prominentemente la madera. - ¡Au! - se quejó,sacudiendo la cabeza y lanzando una lluvia de astillas a su alrededor.
Jacobno pudo evitar estallar en carcajadas, lo cual no era una buena ideapara sus músculos agarrotados. Pero la escena había sido tan graciosaque, pese a las punzadas de dolor, Jacob no conseguía parar de reír.Nessie frunció el ceño, pero sus labios se curvaron en un gestodivertido. Ver reír a Jacob de nuevo era el mayor regalo que la vida lepodía haber hecho. Sin embargo, cuando vio que las carcajadas no sefrenaban, la muchacha esbozó una sonrisa traviesa. Antes de que Jacobpudiera reaccionar, se inclinó y fijó sus labios contra los gruesoslabios del muchacho, que, como había predicho, paró de reírinmediatamente para responder con dulzura al inesperado beso.
Renesmeeno se dio cuenta de que estaba llorando hasta que Jacob se separó deella para secar las lágrimas de sus mejillas con las yemas de sus dedos.
-Eh, vamos, no llores
- murmuró el muchacho, su voz ronca arrancandomariposas en el estómago de la muchacha. - No hay por qué llorar.
PeroNessie se apretó contra el pecho del joven quileute, sollozando comonunca lo había hecho. Con el corazón en un puño, Jacob comenzó a pasarla mano por la esbelta espalda de la muchacha, intentando calmarla. Nole gustaba ver a Nessie llorar, y menos si sabía, como ahora, que eraculpa suya.
- He pasado tanto miedo
- susurró la muchacha cuando los sollozos remitieron. - No vuelvas a hacerme esto nunca.
Jacob esbozó una mueca horrorizada.
-No tengo ninguna intención de hacerlo. - dijo, con vehemencia,recordando el agudo dolor que había sentido desde que los dientes de lachupasangre habían traspasado su piel hasta que se había quedadoinconsciente minutos después. - Te lo aseguro.
La muchacharespiró hondo, relajándose, dejando que la calidez de Jacob derritieratodo el miedo, el horror, el dolor y la preocupación que había sentidoen los últimos días.
- ¿Nessie? - llamó Jacob, con voz seria.
La muchacha levantó la vista hacia él con ojos interrogantes.
-Siento muchísimo todo lo que te he hecho estos días. - dijo entonces elmuchacho, desviando la mirada. - La preocupación de no saber nada demí, el no haber estado atento en el bosque para descubrir a lachupasangre antes, el no haber evitado que me mordiera, el dolor que tecausé cuando me estaba
ya sabes
y la preocupación de estos dos díasque he estado inconsciente. Me siento horrible por haberte provocadotodo ese dolor. A ti, que eres lo más importante que tengo. No puedocreerme que te haya hecho todo esto. Perdóname.
- Jake
- susurróentonces Nessie, juntando su mejilla con la morena mejilla delmuchacho. - Sólo con que estés aquí es suficiente. No sabes lo felizque me siento de poder hablar contigo de nuevo, de poder olerte, sentirtu calor, escuchar tu voz. Con eso es suficiente.
- Me gustaríapoder compensarte de alguna manera
- insistió Jacob, sin poder mirar alos ojos a la muchacha. - Lo único que deseo en el mundo es hacertefeliz, y ni eso he conseguido estos días. No te merezco.
- Jacob Black, deja de hablar así. - ordenó Nessie con voz severa. - Y bésame.
- ¿Qué? - se sorprendió Jacob ante el súbito cambio de rumbo de la conversación, levantando la vista hacia ella.
-¿Quieres hacerme feliz? - preguntó la muchacha, lanzándole una miradaintensa destinada a deshacer todas las reservas de Jacob. - Puesbésame. Ahora mismo. Ya estoy harta de tener que hacerlo yo.
Duranteun segundo, Jacob la miró con la boca abierta. Después, sonrió de formaalgo pícara, arrancando de antemano un escalofrío en el cuerpo de lamuchacha. Lentamente, se incorporó, inclinándose después con cuidadosobre el cuerpo de la chica, ignorando las fuertes punzadas de dolorque sus terminaciones nerviosas enviaban a su cerebro. Apoyó el codo enla almohada para mantenerse en esa posición, y con su mano libreacarició tiernamente la mejilla de Renesmee, mirándola con tantaadoración que la muchacha no pudo más que sonrojarse. De nuevolentamente, el muchacho se fue acercando más a ella, hasta que juntó sufrente con la de la muchacha, sin dejar de mirarla a los ojos.Seguidamente, y con igual lentitud, acercó sus labios a los de ella.
Cuandoal fin sus bocas se encontraron, el beso dulce que Jacob habíacomenzado los envió a un estado de éxtasis tal que pronto se tornósalvaje, apasionado, ardiente. Haciendo caso omiso de sus punzantesmúsculos, Jacob se dedicó a adorar a la muchacha con sus labios, susmanos, sus piernas. Con todo lo que tenía. Y ella no se quedó atrás.Nessie estaba en el último cielo. No había un músculo de su cuerpo, untrocito de piel, que no quisiera más de lo que Jacob le estaba dando.Quería sentirlo más, mejor, más cerca. Jamás podría cansarse delsentimiento que el muchacho le provocaba.
Tan inmiscuidos en suscaricias estaban ambos muchachos, que, pese a sus agudos sentidos, nose dieron cuenta de que la puerta de la habitación se había abiertohasta que la persona que acababa de entrar se aclaró la garganta.Sobresaltado, Jacob pegó tal salto que acabó dando con sus huesos y susdoloridos músculos en el duro suelo de la habitación. Una agudísimapunzada de dolor convulsionó todo su cuerpo, haciéndolo aullar de dolor.
-Mierda
- se quejó el muchacho con voz estrangulada, apretando losdientes y cerrando los ojos fuertemente para aguantar el dolor mientrassentía como su consciencia lo abandonaba ligeramente en aras desoportarlo.
Unos brazos fríos lo recogieron con cuidado y lovolvieron a subir a la cama, sin apenas esfuerzo a pesar del tamaño yel peso de Jacob. El muchacho, en su estado semiinconsciente provocadopor el dolor, reconoció el aroma como el de Bella.
- ¿Jake? - oyóla voz de Nessie como si viniera de muy lejos, cargada de preocupación,y sintió su cálida mano posándose en su frente, calmando ligeramente sudolor. - ¿Estás bien?
- Un segundo. - balbuceó Jacob, tratando de controlar su tono de voz.
Eldolor fue remitiendo, y al fin, el muchacho fue capaz de volver a abrirlos ojos y relajar la mandíbula. Se encontró con un par de preocupadosojos marrones, y con otro par de ojos dorados igual de preocupados.
-Lo siento mucho, Jake, no sabía que ibas a reaccionar así. - sedisculpó Bella. - Pero comprenderás que la imagen que me disteis alentrar no es la más adecuada para una madre...
- No te preocupes. - dijo Jacob débilmente. - Estabas en tu derecho.
- ¿Te sigue doliendo? - preguntó Renesmee, apartando el pelo del muchacho de sus ojos negros. - ¿Quieres que llame a mi abuelo?
- Nah, no hace falta. - contestó Jacob, esbozando una pequeña sonrisa. - Ya se me está pasando.
- ¿Seguro? - se aseguró Bella.
- Que sí. - contestó Jacob, rodando los ojos. - Mis músculos están algo agarrotados, nada de qué preocuparse.
- Bueno
. - claudicó Bella, no muy convencida.
Duranteun minuto, Bella y Jacob se miraron en silencio. La joven vampiraparecía indecisa sobre algo, y Jacob, conociéndola como la conocía,supo lo que era. Abrió los brazos con cuidado.
- Ven aquí, tonta. - refunfuñó.
Enmenos de un segundo, el frío cuerpo de Bella se acurrucó contra elpecho del muchacho, quien acabó de nuevo con una chica sollozando entresus brazos. Jacob palmeó la espalda de la joven vampira con gestotorpe, sin saber muy bien lo que hacer ante el despliegue de emoción deBella. Al menos esta vez no había lágrimas
- Estoy bien. -susurró, preguntándose si todo el mundo iba a reaccionar así. - No hacefalta que lloréis más. No me gusta veros llorar, ¿vale? Y menos por miculpa.
- Es que
- sollozó Bella, sin soltar su agarre. - Es queestoy tan aliviada
Yo no quería irme de caza y dejarte así, pero lased comenzaba a ser insoportable, y al final me convencieron para quelos acompañara, no querían que perdiera el control
Oh, Jake, ¡cuántome alegro de que estés bien!
- Ya, ya
- intentó calmarla Jacob,lanzando una mirada suplicante hacia Renesmee, quien miraba la tiernaescena con una sonrisa dulce.
La muchacha se apiadó de Jacob, y se acercó a su madre, tomándola por los hombros.
-Vamos, mamá. - dijo, con voz dulce, separándola de Jacob y sentándolaen uno de los lados de la cama. Ella, por otra parte, volvió aacurrucarse, apoyando su costado en el de Jacob. - Todo está bienahora, ¿ves? Deja de atormentar a Jacob, ya se siente losuficientemente culpable.
- Lo siento. - se disculpó Bella,intentando calmarse. Levantó la vista hacia Jacob, que la miraba muyserio. - Es sólo que
eres muy importante para mí, Jake. No quieroperderte.
Jacob sonrió, sintiendo una profunda oleada de afecto hacia su mejor amiga.
-No te desembarazarás de mí tan fácilmente, Bells. - le aseguró. -Siempre tendré cerca a alguno de vosotros, o a mi manada, para salvarmeel pellejo.
Nessie contuvo un escalofrío ante el pensamiento deque algo así pudiera suceder de nuevo, y Bella hubiera tenido otro sisu cuerpo tuviera reacciones humanas.
- Por si acaso, ten más cuidado la próxima vez. - murmuró Bella, tomando una de las grandes manos del muchacho entre las suyas.
-Te aseguro que tuve todo el cuidado que pude. - aseguró Jacob, con elceño fruncido y torciendo el gesto. - Pero esa chupasangre
había algoraro en ella. No era normal.
- Tenía un don muy poderoso. - dijo una voz desde la puerta.
Jacob,Nessie y Bella se volvieron hacia Edward, quien estaba apoyado en lapuerta con una pose despreocupada y sosteniendo una bandeja de comida.
- ¿Un don? - repitió Jacob.
Edwardse acercó hacia la cama y dejó la bandeja con el desayuno de Jacob enla mesa auxiliar, sobre la bandeja que el muchacho había vaciado lanoche anterior.
- Un don. - asintió Edward, colocándose junto asu esposa. - Pude escuchar sus pensamientos durante un tiempo muybreve, pero me fue suficiente para descubrir lo que hacía. Era capaz deencontrar los puntos débiles de cada criatura que se pusiera en sucamino. - explicó. - Puntos débiles en ataque que aprovechaba paraconseguir escabullirse, puntos débiles en defensa que aprovechaba paralanzar sus ataques de una forma eficaz, puntos débiles en los sentidosde sus perseguidores que podía usar para escapar
y puntos débilesmortales de sus enemigos, como el de morder a los de tu especie.
- Eso lo explica todo. - refunfuñó Jacob, dejándose caer suavemente contra las almohadas.
- ¿A qué te refieres? - preguntó Bella, frunciendo levemente el ceño.
-No me atacó como soléis atacar los vampiros. - explicó Jacob,frotándose los ojos en un gesto dolorido. - No intentó tumbarme, nitanteó mis defensas, ni tan siquiera intentó evaluarme. Simplemente seagachó y se lanzó hacia mí con el vientre rozando el suelo, buscandoclavarme los colmillos. Ese ataque tan extraño me pilló completamentepor sorpresa, me dejó indefenso. Leah la atrapó cuando la teníaenganchada de la pata, y cuando Nessie llegó, entre las dosconsiguieron acabar con ella. Para cuando Leah me la quitó de encima,apenas me podía mover, y me quedé tirado en el suelo. - dijo,encogiéndose al recordar la sensación de impotencia y el intensísimodolor que había sentido cuando el veneno comenzó a expandirse.
Renesmeele acarició el brazo con suavidad para sacarle de encima ese recuerdo,y Jacob le sonrió con agradecimiento. Bella observó el intercambio conuna sonrisa dulce, mientras que Edward hizo como que no lo había visto.
-Además, por lo que tengo entendido, esa hembra consiguió escapar de lamanada entera, y su instinto la guió hacia el único lobo que estabasolo. - comentó Edward suavemente. - Menos mal que Aro no la encontróantes que vosotros. Hubiera sido un gran arma en manos de los Volturi.
-Por cierto, Edward. - dijo Jacob, enderezándose a pesar del fuego quese extendió por sus doloridos músculos. - Tengo que darte las gracias.- dijo, con voz seria. - Si no fuera por ti, ahora estaría criandomalvas.
- Agradéceselo a Bella. - contestó Edward, inclinando la cabeza. - Fue a ella a la que se le ocurrió.
-Sí, pero tú fuiste el que lo llevó a cabo, y sé que nuestra sangre esasquerosa para vosotros. - dijo Jacob. - Lo que no quiere decir que note lo agradezca a tí también, Bells. - añadió rápidamente, volviéndosehacia la joven vampira con una pequeña sonrisa. - Ya lo sabes.
- Lo sé. - contestó Bella, inclinando la cabeza y devolviéndole la sonrisa.
- Pero en fin
- siguió Jacob, mirando de nuevo a Edward. - Que te debo una.
-Lo único que me debes es escuchar la charla paternal y sobreprotectoraque te voy a dar en cuanto te encuentres del todo bien. - dijo Edward,mirando a Nessie significativamente con una ceja enarcada.
Jacobbufó, y Nessie rodó los ojos. Bella sólo sonrió, a sabiendas de queEdward estaba contento con la forma en que se habían desarrollado losacontecimientos. Al parecer, Jacob había pasado la prueba de lospensamientos impuros, al menos por ahora. Porque, conociendo a Jacob,en cuanto Nessie hiciera o dijera algo en un sentido más sexual, éstosse dispararían. Nessie llevaría la iniciativa en ese sentido, pero élestaría ahí para darle lo que ella quisiera en cada momento. Y, si ellaera la que lo pedía, Edward no podría reprocharle nada a Jacob. Oh, lascosas se iban a poner muy interesantes cuando eso pasara. Bella tuvoque contener la risa al recordar la cara que ponía Edward en la épocaen la que ella era aún humana, cuando los pensamientos de Jacob sepasaban un poco de tono. Ahora, siendo su hija, la cosa iba a ser aúnpeor. Como había dicho Bella antes, no eran imágenes adecuadas para lospadres. La joven vampira dio gracias por no ser ella la que las fuera aver. Era Edward el que las iba a sufrir. Aunque no las sufriría todas
Bella podía proteger las mentes de Jacob y de Nessie cuando suspensamientos se salieran de lo normal. Pero claro, primero sedivertiría un poco con la cara de Edward al escucharlos y la de Jacobcuando Edward se los recriminara
El susodicho vampiro miró súbitamente hacia la ventana, con gesto divertido.
-Tu manada y la de Sam parecen estar impacientándose. - comentó. - Nosestán oyendo hablar, y quieren subir a verte. ¿Te encuentras bien comopara que vayan subiendo poco a poco?
Jacob asintió. Sabía que sushermanos también habían sufrido mucho por su causa dos noches atrás.Sobretodo Quil, Leah, Seth y Embry, que eran los que, a través delenlace mental, vivieron la misma agonía que él. Y todos los lobos de lamanada de Sam, que también seguían siendo sus hermanos. Los quería arabiar, y sabía que ellos también lo querían a él de la misma forma.Debían de haber sufrido mucho.
- Sí. - dijo, con voz suave y un deje de añoranza. - Tengo ganas de verlos a todos.
Edwardsonrió suavemente, leyendo los pensamientos de Jacob. No dejaba deasombrarle la forma en que los lobos se sentían los unos a los otros.Más que familia. Más que hermanos. Eran unos lazos increíblementefuertes. Y él sabía todo lo que habían sufrido los lobos dos nochesatrás, cuando creían que Jacob no sobreviviría. Había leído la agoníade perder a uno de sus hermanos en sus mentes. Aunque no había sidonada comparado con lo que había leído en la mente de su hija.
- De acuerdo. - asintió Edward con un suspiro. - Te dejaremos un poco de privacidad.
Bella se levantó de la silla y fue hacia Edward, no sin antes dar un apretón afectuoso a la mano de Jacob.
- No te canses mucho, ¿eh? - le dijo suavemente. - Tienes que descansar.
- Estoy bien. - le aseguró Jacob. - No te preocupes.
Dichoeso, Edward y Bella salieron de la habitación, la joven vampiralanzando una mirada significativa hacia su hija. Nessie captó elsignificado de esa mirada, así que besó a Jacob en la mejilla y selevantó de la cama, para sorpresa del muchacho.
- No tienes por qué irte. - le dijo.
-Lo sé. - contestó Nessie, sonriendo ante el tono de protesta que elmuchacho había conferido a su comentario. - Pero me gustaría darme unaducha, y cazar algo y esas cosas, y mejor que lo haga ahora que sé quetú vas a estar bien con tus hermanos.
- Vale. - aceptó Jacob, aunque sus ojos denotaron lo poco que quería separarse de la muchacha, por poco tiempo que fuera.
Renesmeese dio cuenta, así que se inclinó y tomó los labios de Jacob en undulce beso, frotando su nariz contra la del muchacho al separarse deél. El tierno gesto arrancó una sonrisa en los labios de Jacob.
-Volveré enseguida. - le aseguró. El muchacho asintió, sin poder retirarsu maravillada mirada del bello rostro de la muchacha. Nessie sesonrojó un poco, pero sonrió mientras agarraba el picaporte.
-¿Nessie? - la llamó Jacob de pronto, haciendo que la muchacha sevolviera de nuevo hacia él. - Debí haberte dicho esto en cuanto te víhace dos noches, pero
bueno, conseguiste distraerme. - la muchachasonrió con un gesto pícaro, recordando la "distracción" a la que serefería el muchacho. - Feliz cumpleaños, cariño. - murmuró Jacobentonces. - Debería darte tu regalo. - dijo, haciendo una mueca. - Peroobviamente no lo llevo encima.
Nessie volvió a acercarse a la cama para atraer los cálidos labios del muchacho en un dulce y cálido beso.
- Tú eres mi mayor regalo. - susurró la muchacha con voz suave y mirándolo fijamente a los ojos. - Gracias, Jake. Por todo.
Actoseguido, la muchacha se enderezó y le guiñó un ojo, arrancando unacarcajada de la garganta de Jacob. Después se dio la vuelta y volvió adirigirse hacia la puerta. Y, mientras salía y se alejaba de lahabitación en la que estaba acomodado el muchacho, iba pensando en elfuturo, y en toda la dicha y toda la felicidad que éste le traería.
Con Jacob.
- ¡Jake!
- ¡Jake!
- ¡Jacob!
- ¡Jake!
Cuatroexclamaciones de alegría y alivio le llegaron desde la puerta de lahabitación, haciendo que Jacob volviera la vista hacia el origen de laconmoción.
- ¡Hey! - sonrió, incorporándose un poco y paseando sumirada por los cuatro miembros de su manada: Leah, Seth, Quil y Embry.- ¿Qué hay, chicos?
Los cuatro muchachos le devolvieron lasonrisa con un gesto de inmediato alivio ante lo bien que se le veía,pero no se movieron de la puerta. Jacob rodó los ojos.
- No muerdo. - aseguró. - Y aunque lo hiciera, os curaríais rápido. Podéis pasar y esas cosas
Antes de que acabara la frase, sus cuatro hermanos ya rodeaban su cama.
- Te hemos echado de menos, hermano. - dijo Seth, chocando los cinco con Jacob.
- Sí, Jake. - secundó Embry, haciendo lo mismo. - Hemos estado muy preocupados.
-Nos diste un susto de muerte. - aseguró Quil, dando una palmadita en elhombro del muchacho, quien se encogió un poco haciendo un gesto dedolor. - Ups, lo siento. - se disculpó.
- Nah, no te preocupes. - sonrió Jacob, quitándole importancia. - Son mis músculos, que están un poco doloridos.
Tras un breve silencio, fue Leah la que preguntó.
- ¿Cómo estás? - dijo débilmente, parada en los pies de la cama de Jacob y retorciéndose las manos con nerviosismo.
- Bien. - le aseguró Jacob ofreciéndole una sonrisa tranquilizadora. - Estaré como nuevo en varios días.
-Me alegro. - murmuró la muchacha, bajando la cabeza de forma que variosmechones de su corto pelo cayeron sobre su frente ocultando sus ojos.Pero Jacob podía oler las lágrimas, y también podía ver la fuerza conla que la muchacha se mordía el labio inferior.
- Leah
- dijo suavemente, sentándose con cuidado. - ¿Estás llorando?
Lamuchacha no contestó, aunque sacudió la cabeza con fuerza. Sin embargo,no pudo evitar que un pequeño sollozo saliera de su garganta. Quil,Embry y Seth la miraron con sorpresa. La dura y fría Leah llorando porJacob
Eso era algo que nunca se hubieran imaginado, por muy bien quese llevaran ahora los dos muchachos.
- Leah, tonta
- dijo entonces Jacob, en tono de reproche. - Anda, ven aquí.
Obstinada y odiando mostrar debilidad, Leah volvió a negar con la cabeza.
-¿Vas a hacer que vaya yo? - preguntó Jacob, quitándose las sábanas deencima en un gesto lo bastante brusco como para ganarse una profundapunzada de dolor.
Ante la amenaza, y sin querer ser la culpablede un empeoramiento del muchacho, Leah se acercó rápidamente. Jacob latomó del brazo, atrayéndola hacia su cuerpo en un cálido abrazo. Sinpoder evitarlo, los sollozos de la muchacha se hicieron más fuertes, yJacob apretó ligeramente su abrazo, ignorando de nuevo el dolor de susmúsculos. Leah se agarró con las dos manos a la camisa del muchacho,sollozando ahora de forma violenta, para asombro de sus cuatro hermanos.
-¡Cuánto siento lo que ha pasado! - murmuró Jacob tras unos segundos desostener a la temblorosa Leah. Otra chica que sollozaba entre susbrazos. ¿Es que no se iba a acabar nunca? - Siento muchísimo que hayáissufrido por mi causa. Lo siento de verdad.
- No fue culpa tuya. - susurró Leah, en medio de un sollozo. - Yo
Debería haber sido más rápida. Podría haber llegado a tiempo
- No digas tonterías. - la reprendió Jacob. - Ibas todo lo rápido que podías. Esto que ha pasado no es tu responsabilidad.
-Yo
- era Seth el que hablaba ahora, mordiéndose el labio inferior enun gesto idéntico al de su hermana. - Debería haberme quedado en laretaguardia, tal y como me sugeriste cuando vimos que nos estábamosalejando demasiado. - susurró, su voz repleta de arrepentimiento. - Sime hubiera quedado aquí, podría haber llegado a ayudarte, y podríahaber avisado a los Cullen antes
- Seth, basta. - pidió Jacobcon voz firme, todavía abrazando a Leah. - Ya basta, todos vosotros. ¿Ovoy a tener que ordenároslo?
Esa frase arrancó, pese a todo,sonrisas en los cuatro quileute, incluso en Leah, que no podía parar dellorar. Jacob no había ordenado jamás nada, a nadie de su manada. Jamáshabía usado su poder de Alfa con ellos. Siempre se metían con él cuandolos amenazaba con hacerlo, pues sabían perfectamente que, proviniendode Jacob, era una amenaza vacía.
- Hablo en serio. - siguióJacob, aunque sus ojos se endulzaron un poco al ver las pequeñassonrisas de sus hermanos. - ¿Qué narices os pasa? Esto no es culpa deninguno de vosotros, y no quiero seguir oyendo tonterías. No soisresponsables de lo que me pase, ¿vale? ¿No podéis simplemente alegrarosde que esté bien?
- Sí nos alegramos. - susurró Quil, abandonando la sonrisa. - Lo que pasa es que
- ¿Qué? - inquirió Jacob, dando unas incómodas palmaditas a Leah en la espalda esperando a que parara de llorar.
-Que deberíamos haber vuelto contigo. - concluyó Embry. - Somos tumanada. Sam y los demás podían apañárselas solos perfectamente, al finy al cabo sólo quedaba una.
- Creo que no hace falta que os digaque eso no hubiera estado bien. - dijo Jacob suavemente. - Samnecesitaba nuestra ayuda, y ya fue bastante malo que yo me marchara,dejándolo en la estacada, como para que encima os hubierais marchadolos demás. Si no me hubiera separado, esa garrapata no hubiera seguidomi rastro. Así que ha sido culpa mía.
- Yo te dije que te marcharas. - susurró Leah. - No debería haberlo hecho.
-Pero lo hice, bajo mi responsabilidad. - dijo Jacob firmemente, tomandoa Leah por los hombros y separándola de él para poder mirarla a losojos. - Tú no me obligaste a marcharme. Fui yo. Y os pido perdón. -súbitamente, Jacob bajó la mirada. - No he sido un buen Alfa. Yo
nisiquiera merezco ser Alfa después de esto.
Un montón deexclamaciones de protesta salieron de las bocas de los cuatro miembrosde la manada de Jacob. Pronto, se les unieron aullidos de protestaprovenientes de los lobos que esperaban abajo: la manada de Sam.
-Huí de mis responsabilidades. - cortó Jacob, con voz firme. - ¿Quéclase de Alfa soy? ¿Qué clase de Alfa antepone la nostalgia a susresponsabilidades como tal? - Jacob negó con la cabeza, torciendo elgesto. - No, sabéis que tengo razón. Ninguno de los demás lobosimprimados lo hizo. Sam no lo hizo.
- El que te equivocas eres tú. - dijo entonces una voz suave desde la puerta.
Samacababa de entrar a la habitación, y se apoyaba contra la pared, con lamano todavía en el picaporte y una expresión serena en el rostro.Cuando Jacob no contestó, Sam comenzó a caminar hacia la cama, sinolvidarse de cerrar la puerta tras de sí. Quil y Embry se hicieron a unlado rápidamente, dejando espacio para que Sam se sentara en la cama allado de Jacob.
- Cuando conocí a Emily
- comenzó a explicar Samcon voz tranquila. - Yo era el único lobo de la manada. No tenía nadiemás, nadie con quien compartir mis obligaciones, nadie que me ayudara ahacer guardias. Nada. - se interrumpió un momento, entrecerrando losojos en un gesto de dolor. - Tú lo has visto, Jacob. - siguió hablando,su voz tomando un matiz ronco de arrepentimiento. - Lo has visto dentrode mi mente, igual que todos los demás. Habéis visto cómo me llevé aEmily a las guardias, anteponiendo mi bienestar personal a mis deberescomo protector de la tribu. Anteponiendo mi bienestar personal inclusoa la propia protección de Emily, de la persona más importante de mivida. Ella accedía a venir conmigo, aun despreciándome, como lo hacíaen aquella época por lo que le había hecho a su prima. Venía conmigoporque sabía que yo no podría concentrarme en mi trabajo si no lasentía cerca. Ella es así de altruista.
Llegado a este punto, eldolor, la rabia y el arrepentimiento en la voz de Sam eran tangibles.Jacob sabía de lo que estaba hablando Sam, pero no conseguía reunir elvalor para cortar la explicación del muchacho. Leah, conteniendo unescalofrío ante la mención de su persona en la historia de Sam, desvióla vista.
- Un momento de despiste. - siguió Sam, sin apartar susojos de Jacob, mostrándole todo el dolor que acumulaba en su mirada. -Un momento en el que el control sobre mí mismo se me escapó de entrelos dedos. La herí. - la voz de Sam se tornó susurrante, su miradafiera ante el recuerdo de lo que había hecho. - Cometí un error, y eseerror me costó muy caro. Emily no me lo tomó en cuenta. No sólo eso,sino que empezó a corresponderme
- susurró, sacudiendo la cabeza conincredulidad. - Pero yo no puedo perdonarme a mí mismo, y no lo voy ahacer jamás.
- Sam
- susurró Jacob.
- Dime, Jacob Black,¿recuerdas las primeras guardias largas de Quil, de Jared y de Paul? -cortó Sam. - ¿Recuerdas lo que tuve que hacer para que me obedecieran ycumplieran con su obligación?
- Ordenárselo. - contestó Jacobsuavemente. - Tuviste que ordenarles que cumplieran con sus guardias,que dejaran a sus chicas atrás.
- Me guardaron muchoresentimiento durante unos meses. - comentó Sam tras un pequeñoasentimiento. - Estuviste en sus mentes por esa época, y sabes lo malque lo pasaron. Pero no podían volver, porque yo se lo había ordenado.- Sam posó entonces sus dos manos sobre los hombros de Jacob y lo miródirectamente a los ojos. - Todos pecamos en nuestro día de lo mismo,Jake. Era la primera vez en siete años que te separabas de Nessie másde unas horas. Digamos que era algo así como tu primera guardia larga.- sonrió Sam. - Tu reacción no fue distinta de la nuestra. Pero eres unAlfa, Jacob, como yo. Y tanto tú como yo somos también humanos.Cometemos errores. Y no tenemos a nadie por encima de nosotros que nosprevenga de cometerlos. Esa es la diferencia entre los demás ynosotros, los jefes de la manada. Y en cuanto a ti y a mí
ya has vistoque no hay diferencia. Yo también cometí mis propios errores.
Jacobasintió lentamente. Sabía que Sam tenía razón. Sabía que su reacción ala distancia y al tiempo de separación para con Nessie había sido lamisma que la de los demás. Aunque eso no evitaba que se sintieraculpable.
- Tuviste suerte de que en tu caso no huboconsecuencias irreversibles. - continuó Sam, suspirando profundamente.- Has podido aprender de tu error sin tener que lamentar dañosirreparables. Considérate afortunado.
Jacob volvió a asentirsolemnemente. Sabía que era afortunado. Era afortunado de estar vivo,de que su manada estuviera intacta, de que nadie hubiera sufrido dañosfísicos permanentes, de que Nessie estuviera perfectamente. De no tenerque lamentar otro caso como el de Emily.
- Eres un gran Alfa,Jacob Black. - afirmó Sam con una mirada de orgullo paternal quesorprendió a Jacob. - Digno descendiente y heredero de Ephraim Black. Yno sabes lo orgulloso que estoy de tener la oportunidad de dirigir aesta panda de diablos junto a ti.
Durante un minuto, la emociónimpidió a Jacob articular palabra. Significaba mucho para él lo que Samacababa de decirle. El respeto que guardaba hacia Sam, la admiraciónpor su forma impecable de dirigir a la manada, hacía que las palabrasdel otro Alfa pesaran el doble que las de cualquier otro a ojos deJacob. Antes de que el joven quileute se fuera por su cuenta habíaestado muy orgulloso de ser el Beta de Sam. No tenía aspiraciones a serel Alfa, a pesar de que le correspondiera por derecho, porque sabía queSam era el más adecuado para ese puesto. Había estado muy preocupadocuando Seth, y luego Leah, lo siguieron, pues no se considerabapreparado para dirigir a nadie. Después, cuando se unieron Quil yEmbry, se resignó y se dedicó a intentar cumplir con su obligación lomejor posible. Pero no podía evitar preocuparse. Por eso, que Sam, aquien Jacob tenía tanto respeto, le asegurara que lo estaba haciendobien, que honraba a su antepasado, que él también lo respetaba comoAlfa
Significaba mucho para Jacob.
- Gracias. - pudo decir simplemente, la voz ronca por la emoción. - Gracias, Sam.
El aludido sólo sonrió y palmeó la mejilla de Jacob.
-Me alegro muchísimo de que estés bien, Jake. - dijo entonces Sam,poniendo su mano en el hombro de Jacob. - No sabes cuanto me alegro. Séque tú y yo hemos estado algo raros el uno con el otro desde que teconvertiste en Alfa, pero
- súbitamente, Sam engulló a Jacob en untremendo abrazo de oso que el joven quileute le devolvió como pudo. -Te quiero, hermano.
- Yo también, Sam... - susurró Jacob,intentando contener las lágrimas. - Sabes que sí, y que por mucho quenos hayamos alejado, sigues siendo mi hermano, igual que el resto de lamanada. - en un gesto rápido, Jacob se limpió las lágrimas por encimadel hombro de Sam. - Aunque intentes hacerme llorar como un bebé paraque quede como un idiota sensiblero. - añadió.
Esa última fraserompió la tensión. Los cuatro miembros de la manada de Jacob y Samrompieron a reír. Sam se separó de Jacob, sacudiendo la cabeza mientrassu torso se sacudía en carcajadas. Jacob simplemente sonrió, rodandolos ojos. Tenía la virtud de hacer que todos se rieran de él. ¡Qué leiba a hacer!
- Bueno, creo que es tiempo de dejar que el resto detus hermanos te vea. - dijo Sam cuando pudo parar de reír. - Tienenmuchas ganas de molestarte un rato.
- Oooh, ¡qué bien! - mascullóJacob sarcásticamente. - Dile a Paul que se deje sus comentariosestúpidos allá abajo, ¿quieres? Si no, cuando venga Rachel a verme voya decirle que por su culpa estoy peor.
Un aullido corto deprotesta proveniente de la ventana hizo que de nuevo Quil, Embry, Leah,Seth y Sam rompieran a reír. Ésta vez, Jacob rió con ellos.
Erabueno ver que las cosas, no sólo volvían a la normalidad, sino quemejoraban de forma increíble. Los quileute y los vampiros estaban máshermanados que nunca; las dos manadas se encontraban tan unidas comocuando formaban una sola; Sam y Jacob habían dejado atrás de formadefinitiva todo lo que había pasado entre ellos; y luego estaba Nessie
Por fin, por primera vez desde que Nessie había sido concebida, elcírculo se había cerrado. Y así seguiría para siempre, algo de lo queJacob no podía estar más feliz.
Jamás había sentido tantas ganas de abrazar la eternidad.
- ¡Jake! - grité, riendo, mientras pegaba un manotazo en el lomo delgran lobo que acababa de pegarme un gigantesco lametón en la cara. Élsimplemente esbozó una de sus entrañables sonrisas lobunas y me hizouna caricia con su mejilla, secándomela gracias a su espeso y cálidopelaje.
Me senté en el suelo, algo agotada tras la larga tarde decaza que acabábamos de llevar a cabo. Jacob se sentó frente a mí einclinó la cabeza en una muda pregunta.
- No, no tengo más hambre. - me palmeé el vientre con pereza. - ¡Estoy llenísima!
Siempreme había parecido curiosa la forma en que podía entender a Jacob sinnecesidad de traductor cuando él estaba en forma de lobo. Y siempre mesorprendía, no importaba cuantas veces interactuara con él de ese modo.
Ellobo rojizo asintió levemente con la cabeza y se alejó trotando hastaesconderse tras unos árboles. Supe que iba a cambiar de forma.
Súbitamente y sin previo aviso, me asaltó la curiosidad.
Jacoby yo llevábamos juntos desde el mismo día de mi nacimiento. Durante micorta infancia, él me había vestido y desvestido numerosas veces, locual era lo suficientemente vergonzante como para seguir haciéndomesonrojar cuando alguien me lo recordaba (lo que ocurría muyfrecuentemente desde que Jacob y yo dimos el paso de amigos a pareja).
¿Quéclase de justicia era esa? Más aún, tras un año de estar juntos comopareja, él aún no había cambiado de fase delante de mí. ¿Cuál era larazón de tanta timidez si, al fin y al cabo, íbamos a estar juntos todala eternidad?
Bueno, supuestamente lo había visto la noche de micumpleaños cuando esa vampira le mordió, pero en aquél momento estabatan asustada por Jacob que pronto esos recuerdos se emborronaron hastaformar una nebulosa sin sentido. Sólo el rostro de Jake quedó clavadoen mi memoria, y todavía me perseguía en mis pesadillas más oscuras.
El rostro de un moribundo.
Conun escalofrío, sacudí la cabeza hasta volver al presente y a mi asaltode curiosidad. Tampoco sería tan grave que echara una miradita
¿verdad?
Sinpoder creer lo que estaba haciendo, comencé trotar en silencio hacia ellugar por el que había desaparecido el gran lobo, haciendo el menorruido posible. Con cuidado, me asomé por entre los árboles conexpectación
Pero había llegado tarde. Jacob se estaba atando laszapatillas (uno de los pares que mi tía Alice le había traído en uno desus asaltos a las tiendas de Seattle), sus ágiles dedos entrelazandodespreocupadamente los cordones.
El peso de mi decepción measombró tanto que tuve que apoyarme en una de las ramas del árbol paraaguantar el equilibrio. Lo malo fue que la rama no aguantó el suyo, yse rompió con un sordo chasquido, lanzándome al suelo en un mar depiernas y brazos.
Ugh
los genes torpes de mi madre se presentaban en los momentos menos oportunos.
Duranteun par de segundos, el silencio reverberó en mis oídos. Malhumorada,levanté la vista esperando el ataque de risa que siempre seguía a misarranques de torpeza. El rostro perplejo de Jacob y su posturacongelada, todavía con los cordones entre los dedos, me provocaron elimpulso de sonreír. Pero una milésima de segundo más tarde, Jacobestaba de espaldas en el suelo y su cuerpo se sacudía en violentascarcajadas. Eso ya no me hacía tanta gracia.
- Ugh
- gruñímientras me sentaba en el suelo, arrancando una nueva oleada decarcajadas en el bruto de Jake ante la visión de una multitud de hojassecas asomando por mis rojizos bucles. Me los sacudí de forma fiera, yme crucé de brazos enfurruñada, esperando a que se le pasara. No teníani la más mínima gracia para mí que me hubiera pillado tratando deespiarle mientras cambiaba de forma. Menos cuando la obvia razón de miespionaje era verle
bueno, desnudo.
Dios
cuanto más lo pensaba,más avergonzada me sentía, y menos me creía que hubiera tenido unimpulso tan fuertemente humano
y mortificante. Sobretodo mortificante.¿No se suponía que yo era más madura que eso? No pude evitar sonrojarmemientras trataba de imaginar lo que estaría pensando Jake de mí en esosmomentos. No tuve que esperar mucho para averiguarlo.
- N-no tetenía p-por una m-mirona, Ness. - dijo, su voz ahogada y entrecortadapor las carcajadas que pugnaban por salir de su garganta, mientras seincorporaba intentando recuperar el aliento.
- Oh, ¡cállate! -gruñí, mientras me levantaba enfadada y mortificada y empezaba acaminar a grandes zancadas en dirección a Forks. Estábamos más lejosdel pueblo que de casa, pero no me apetecía volver, no hasta queestuviera segura de que iba a poder esconder éste incidente de mientrometido padre. Prefería ir a ver a mi abuelo, a quien, además,hacía unos días que no veía.
Supe que Jacob me había seguido encuanto sentí su presencia a mi espalda. Jake, al igual que el resto delos lobos, no hacía ni un mísero ruido al moverse. Pero nunca me habíanhecho falta mis oídos para percatarme de su presencia. No cuando todosmis sentidos, todo mi mundo, se movía a su alrededor.
- Vamos, Ness
- dijo, en cuanto me alcanzó. - No te enfades.
- Ugh
- volví a gruñir, frunciendo aún más el entrecejo.
-Venga, Nessie
- rogó Jacob, poniéndose frente a mí y comenzando acaminar de espaldas. - Siento haberme reído, ¿vale? No te enfades, anda.
Meera muy difícil enfadarme con Jacob durante mucho rato. Mi mirada sesuavizó un poco, pero seguí caminando a largos pasos. En el fondo, noera tanto enfado con Jake como enfado conmigo misma por haber sido taninmadura como para espiarle. ¿Qué era yo, una adolescente hormonada aesas alturas de la vida?
Como siempre, Jacob parecía capaz de leerme el pensamiento, incluso mejor que mi propio padre.
- Es normal que sientas curiosidad, Nessie. - murmuró, acompasando su paso al mío.
Gruñí, volviéndome a enfurruñar.
- Oh, si, es muy normal tener el súbito impulso de espiar a alguien así. Ni que fuera una cría de diez años.
- Técnicamente, tienes ocho, Nessie. - rió Jacob entre dientes.
-Lo digo en serio, Jacob Black. - le avisé fieramente. Me molestabacuando yo estaba hablando en serio y él se lo tomaba a broma. - Sabesperfectamente que técnicamente tengo unos 23 años, si los cálculos delabuelo Carlisle son correctos. Soy incluso mayor que tú, que paraste decrecer a los 16.
- Que el cuerpo no crezca no significa que lamente se quede como está. Sin contar con que mi apariencia es de unos27 años, con lo que sigo siendo mayor que tú, y tal y como están lascosas lo seré siempre. - rió Jacob, sin darle importancia a mi enfado.- Y eso da igual. Lo que importa es que tú no has tenido tanto tiempopara acostumbrarte a tus impulsos, a tus deseos, a tus instintos, y atodas esas cosas. - razonó Jacob. - Son todavía algo nuevo para ti, yes normal que a veces puedan contigo. Lo entiendo, Nessie, créeme.
-Tú que vas a entender. - murmuré de malas maneras entre dientes. Sabíaque estaba siendo injusta con Jacob, y que tenía razón en lo que estabadiciendo (quien iba a decir que el alocado Jake pudiera decir cosas tansabias cuando se ponía serio
), pero no podía evitar sentirme malconmigo misma. No estaba bien violar la intimidad de nadie, ni siquierasi se trataba de la intimidad de mi alma gemela.
- Yo tambiénpasé por ahí, Nessie. - replicó Jacob, en un tono cortante que nuncahabía usado conmigo. - A veces pareces olvidar que soy humano, y que,aunque no cambie físicamente, no tengo cientos de años, como tu abueloo tu padre. Mi adolescencia todavía me queda muy cerca.
- Lo siento... - murmuré, avergonzada.
Jacobguardó silencio y siguió caminando a mi lado, con los labios fruncidosligeramente. Eso me sorprendió. Jake nunca se había molestado antes poralgo que yo le hubiera dicho. Aunque yo tampoco le había hablado nuncaasí. Me sobrevino una oleada de arrepentimiento, tristeza yculpabilidad, pero fui lo bastante cobarde como para no decir nada. Sinembargo, tras varios minutos, el silencio se hizo insoportable, yextendí mi mano para tomar el brazo de Jacob con suavidad, frenando sumarcha. Él se paró, pero siguió sin mirarme a la cara. Un fuertesentimiento de miedo se apoderó de mí. ¿Tanto le había molestado?
- Jake
- murmuré.
Eldolor, el miedo y el arrepentimiento de mi voz lo hicieron levantar lavista hacia mí, y sus penetrantes ojos se fijaron en los míos. Ahorahabía arrepentimiento en los suyos, y me enfadé más aún conmigo misma.Yo sabía que Jacob era incapaz de soportar el hacerme sentir mal deninguna forma, y aún así, no había controlado el tono de mi voz. Noimportaba cuantas veces me dijera él lo contrario, pero cada vez que lehacía sentirse culpable de algo relacionado con mis sentimientos mesentía una manipuladora. Porque sabía que él iba a claudicar deinmediato. Y no era mi intención hacer eso, al menos no ahora, pues éltenía derecho a molestarse conmigo, y quitarle ese derecho era inhumano.
Jacobsuspiró, y caí en la cuenta de que mi palma estaba apoyada contra subrazo, por lo que él acababa de presenciar todos mis pensamientos.Solté su brazo rápidamente, sonrojándome un poco. ¿Qué me pasaba hoy?Se suponía que debía controlar mi don, sobretodo cuando muchas vecestenía que lidiar con humanos, como con mi abuelo Charlie, Billy o Sue.No era propio de mí cometer tantas estupideces, una detrás de la otra.
Jacobfrunció el ceño, comprendiendo de inmediato los motivos por los quehabía vuelto a enfurruñarme. Suavemente, me pasó un brazo por loshombros y me besó en la frente mientras comenzaba de nuevo a caminar,esta vez de una forma más pausada.
- ¿Sabes qué? Mejor olvidamoseste último cuarto de hora. - dijo, cambiando el tono de laconversación a uno notablemente más ligero. - ¿Qué te parece?
Sonreíagradeciendo que hubiera vuelto a su habitual forma de ser alocada,alegre y despreocupada. Jake era capaz de ponerse serio en un instante,y se tomaba sus responsabilidades de una forma increíblemente madura,pero habitualmente le ganaba esa versión más joven e irresponsable desí mismo, sobretodo cuando estaba conmigo o con mamá. Ella siempredecía que cuando Jake se comportaba de esa forma, era como si aquélchico que conoció en La Push y que se convirtió en su sol particularvolviera de una especie de introversión en sí mismo.
- Vale. - contesté, asintiendo de forma vehemente.
- ¿Te dirigías a Forks por algo en especial? - preguntó Jacob de forma vaga. - Se está haciendo algo tarde.
- Pensaba ir a ver al abuelito. - contesté, sonriendo tiernamente ante el recuerdo de mi abuelo humano.
-Claro, claro. - murmuró Jacob, usando la coletilla que tanto megustaba. - Ya hace días que no le hacemos una visita. Seguro que sealegra de vernos.
- Ahá. - contesté.
Un nuevo silencio,esta vez más cómodo, se instaló en el aire. Mi mente comenzó a divagar,y se posó en los lobos de La Push. Habíamos pasado el fin de semana conellos, de fiesta en la playa, para despedir a Seth y Embry. Ambos semarchaban juntos a la universidad, y aunque era un duro golpe para sushermanos, todos nos alegrábamos por ellos. Al fin y al cabo, en unosaños estarían de vuelta, y tampoco se iban demasiado lejos. Seguro quelos íbamos a ver más de lo que pensábamos. Yo sabía que a Jacob tambiénle hubiera gustado asistir a la universidad. Soñaba con aprenderingeniería para aprender a diseñar sus propios coches, y a mejorarlos.Quizás algún día pudiéramos ir juntos
Sonreí, ausente, alrecordar el momento de la fiesta en el que Paul le había pedido aRachel que se casara con él, de pronto y en medio de todo el jaleo.Había sido un momento muy emotivo para todos... hasta que el bebé de lapareja, de 10 meses, se echó a llorar enrabietado. Eso les cortó elrollo enseguida, aunque no pareció importarles mucho.
Recordar aRachel me hizo acordarme de la charla que había mantenido hacía untiempo con el resto de las imprimadas (excepto Claire, que todavía erademasiado pequeña como para ser incluida en las tertulias más serias).Una charla que me hizo darme cuenta de que la relación que teníamosJacob y yo no iba al mismo paso que las de los demás. Muchas veces mepreguntaba la razón por la que nuestra relación se desarrollaba de unaforma tan lenta.
De reojo, mire a Jacob, y lo descubrí escrutándome atentamente con sus brillantes ojos negros.
- ¿Qué? - pregunté.
- Escúpelo. - demandó.
- ¿Qué quieres que
?
- Cuéntame qué es lo que te preocupa. - me interrumpió, parándome y obligándome a mirarle a los ojos.
- Nada
- protesté, y él intensificó su mirada sobre la mía.
No podía resistirme a esa mirada.
- Es una tontería, de verdad. - susurré, con voz entrecortada.
-Quiero saberlo. - insistió Jacob, tomándome el rostro entre sus manos.Su rostro estaba tan cerca que me quedé momentáneamente sin respiración.
-B-bueno
- comencé en cuanto me recuperé, maldiciendo su persuasión ycomenzando a caminar de nuevo hacia Forks. - M-me preguntaba
me estabapreguntando la razón por la que nuestra relación va más lenta que ladel resto de los imprimados. - guardé silencio un instante, y luegodecidí quitarle hierro a lo que acababa de decir. - Nada importante, yaves.
- Todo lo que te preocupe es importante para mí, Ness. - arguyó Jacob con seriedad.
Esperé en silencio, pues sabía por su expresión pensativa que me iba a contestar.
-Nuestra relación no tiene por qué ser calcada a la de los demás,Nessie. - afirmó tras unos segundos, con voz suave. - Los demás notienen una eternidad ante ellos, al contrario que nosotros. Vamosexactamente al paso que necesitas. No hay prisa.
- ¿Al paso quenecesito? - pregunté, incrédula y algo molesta, a pesar de que surazonamiento tenía sentido. - A mí me parece que podríamos ir un pocomás
- ¿Rápido? - me interrumpió Jacob, frenando nuestra marchade nuevo con una sonrisa traviesa que inmediatamente me hizo sospecharque estaba tramando algo.
Sin embargo, nada me hubiera preparado para lo que vino a continuación.
Súbitamente,Jacob me volteó de forma un tanto brusca y me hizo retroceder hasta quemi espalda chocó suavemente contra el tronco de un árbol, su sonrisatraviesa volviéndose atrayente y enigmática. Sin darme tiempo parareaccionar, apoyó ambas manos en el tronco de forma que quedé atrapadaentre su cuerpo y el árbol, sin posibilidad de escape.
- ¿Estássegura de eso? - susurró Jacob en un tono de voz tan seductor que mispulmones se colapsaron y me quedé súbitamente sin aire.
Missentidos se volvieron locos. Sentía el calor del cuerpo de Jacobpresionado contra el mío, el fuerte latido de su corazón envolviéndomeen una manta de calidez, su aliento acariciando mi frente, sus fuertesbrazos enjaulándome de forma protectora.
Tomé una bocanada deaire, y su increíble aroma penetró en mis pulmones. Me llegó tan fuerteque quedé aturdida, mi cuerpo respondiendo con mayor intensidad de laque nunca me hubiera imaginado. Mi respiración se volvió errática, y lade Jacob respondió de la misma forma. Supe que yo le provocaba el mismopotente efecto que él estaba provocando en mí, lo que incendió todavíacon más fuerza mi cuerpo.
Nuestros labios se encontraron en unbeso urgente, repleto de deseo. Nuestros alientos se entremezclaron, ynos fundimos en un fuerte abrazo, buscando ansiosamente sentirnos aúnmás cerca de lo que ya estábamos. No podía pensar, no podía ver nada,oír nada, oler nada, más que a él. Sus manos, sus labios, su calor, suolor y su sabor me estaban volviendo deliciosamente loca en un tiemporécord.
Y sin embargo, conforme el beso fue tornándose más y mássalvaje, una extraña ansiedad comenzó a anidar en mi interior. Dichaansiedad se tornó en miedo cuando tomé súbitamente consciencia de que,en algún momento de nuestro urgente intercambio, la camisa de Jacobhabía desaparecido, y de que mis manos se hallaban explorando con deseocada uno de sus increíbles músculos. La mezcla de deseo y de miedo meconfundió, y durante un momento mi mente se despejó. De pronto,comprendí que Jacob había tenido razón.
Todavía no estaba preparada.
Unamilésima de segundo más tarde, Jacob tomó las riendas del beso y lodulcificó, volviéndolo deliciosamente tierno. Comprendí que habíaestado más atento a mi reacción de lo que yo hubiera pensado, y quehabía notado el ligero cambio en mi estado de ánimo. Nuestro abrazo seaflojó ligeramente, y nuestros cuerpos se fueron relajando poco a pocohasta que, de forma dulce, nuestros labios se separaron y nuestrasmiradas se encontraron. No sé qué reflejaría la mía, pero la de Jacobreflejaba adoración y ternura, y me hizo sentir más querida de lo quejamás me había sentido. Eso era mucho decir, teniendo en cuenta elnivel de adoración que me había acompañado desde que nací por parte detoda mi familia y del muchacho al que amaba más que a nada en el mundo.
Nuestrasrespiraciones volvieron poco a poco a su ritmo normal, pero no rompimosnuestro tierno abrazo. Comencé a acariciar su espalda con lentitud,deleitándome ante su anchura y su suavidad. Tras unos segundos, Jacobme sonrió y asintió ligeramente con la cabeza.
- Exactamente al paso que necesitas. - afirmó.
Suvoz sonó tan ronca que, a pesar de que él me hubiera ganado la batalla,no pude más que esbozar una sonrisa burlona. Él rodó los ojos mientrasse aclaraba la garganta.
- Las cosas que me haces
- dijo en tonode queja aunque sonriente, separándose de mí y tomándome la mano. Mecarcajeé, aún a sabiendas de que yo me sentía igual en esos momentos.
Jacob comenzó a mirar a su alrededor, buscando algo.
- Es tarde. Mejor te llevo a casa y dejamos lo de Charlie para mañana, ¿vale? - me dijo, sin parar de buscar.
- Vale. - asentí, sintiéndome súbitamente cansada.
Congesto confundido, Jacob siguió recorriendo los alrededores con lamirada, frunciendo ligeramente el ceño. Abrí la boca para preguntarlequé era lo que buscaba, pero él se adelantó, dejando escapar un suspirofrustrado.
- ¿Se puede saber adónde has lanzado mi camisa, mujer? - preguntó, exasperado.
Miscarcajadas resonaron por el bosque, y pronto, las carcajadas de Jacob,mi Jacob, se unieron a las mías. Y así, juntos, entretejimos nuestrapropia melodía, que superaba cualquier otro sonido que yo hubieraescuchado nunca. Una melodía que estaría sonando eternamente ennuestros corazones.
abrazando la eternidad - Potterfics, tu versión de la historia
-¡Vamos, Nessie! ¡Sé que puedes hacerlo mejor! - exclamó Jacob, corriendo lo más rápido que su forma humana le permitía.
potterfics
es
https://potterfics.es/static/images/potterfics-abrazando-la-eternidad-potterfics-3157-0.jpg
2023-02-27
El contenido original se encuentra en https://potterfics.com/historias/35450
Todos los derechos reservados para el autor del contenido original (en el enlace de la linea superior)
Si crees que alguno de los contenidos (texto, imagenes o multimedia) en esta página infringe tus derechos relativos a propiedad intelectual, marcas registradas o cualquier otro de tus derechos, por favor ponte en contacto con nosotros en el mail [email protected] y retiraremos este contenido inmediatamente