1En la casa de los Weasley
Albus Potter se encontraba mirando al jardín de su casa cuando su padre le llamó desde el piso inferior; la ventana estaba abierta y las cortinas se movían suavemente con el fresco aire que penetraba desde el exterior. Había estado pensando durante toda la mañana en unas de las últimas palabras que había escuchado antes de que acabara su primer año en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería: «Tienes una capacidad que muy pocos dentro del mundo mágico poseen
Albus, tú tienes visiones del futuro
» Ser mago ya resultaba un gran asunto de por sí, pero que te digan que además tienes poderes de adivinación ya cambiaba la cosa. Le habían dicho al muchacho que mucha gente tenía algún talento especial: Algunos eran buenos con los encantamientos, otros jugando al quidditch; había quienes (como su padre) podían hablar parsel. Así, de esa misma forma, había quienes tenían visiones del futuro; y Albus era uno de ellos. -¿Y por qué no se cumplió mi sueño en el que los mortífagos traían de vuelta a Lord Voldemort? -había preguntado el chico en aquella ocasión en que le habían revelado su poder secreto. -Las visiones son muy subjetivas, Albus -le había explicado la profesora Mcgonagall -. Su cumplimiento puede depender de varios factores. Como sabes, evitamos que los mortífagos obtuvieran el Libro de los Muertos, por lo tanto, el futuro cambió y Voldemort no regresó de la muerte. Fuera lo que fuera, el chico tenía que aprender a vivir con esas visiones del futuro, y tenía que conseguir controlarlas, le gustara o no. Y entonces Albus regresó al presente, sentado en su cama frente a la ventana. -¡Al! Baja ya. Nos vamos en unos momentos -habló la voz de Harry Potter, su padre. -En eso estoy -respondió el muchacho calzándose rápidamente sus Converse azules, y entonces la puerta del dormitorio se abrió de par en par. -¿Podrías decirme si lloverá más tarde, Al? -James, el hermano mayor de Albus entró a la habitación con un suéter en la mano -, no sé si llevarme el suéter o no. -No controlo mis visiones James -respondió el joven poniéndose de pie -, además, aunque fuera a haber una tormenta eléctrica no te lo diría. -¿Por qué lo dices? -inquirió James, ceñudo. -Te salvé la vida el año pasado en Hogwarts y aún no me lo has agradecido -le explicó este mientras salía al pasillo; los tacones de su madre Ginny se escucharon golpetear la duela en la habitación de al lado. -No seas resentido Al, ya sabes que eres mi hermano favorito. -Lo mismo le dijiste hace dos días a Lily -murmuró mientras bajaba a la cocina, en donde su padre leía el Profeta. -¿Están listos? -preguntó Harry. -Eso creo
¿Has visto mi Ipod? -Umm, ¿no lo habías dejado en tu pantalón? Porque creo que ya lo han lavado
-¿Qué? -Sólo bromeo Albus. Lo has dejado en el estudio -respondió Harry abandonando El Profeta y mordiendo una dona glaseada -, James, no quiero que eches a perder nuestra estadía con tus tíos explotando una bomba en el baño. No lleves nada que pueda causar algún daño. -¿Las bengalas cuentan como peligrosas? -inquirió el chico con inocencia, terminando de empacar sus cosas en la maleta que compartía con su hermano pequeño. Su padre lo fulminó con la vista y alzó una ceja. -De acuerdo, de acuerdo. Ya las dejo
Cielos. -Querido, tenemos que irnos. Me he comunicado con Ron (finalmente aprendió a utilizar un teléfono celular) y dice que nos están esperando -Ginny entró a la cocina y buscó algo en los cajones. -Entonces vámonos -asintió Harry abandonando su taza de café -. Ha estado muy rico Ginny -dijo dándole un beso en los labios. -Sabes a café -comentó ella. -¡Oigan, esto es apto para todo público! -reclamó James negando con la cabeza. Cerró su maleta y la asió por la correa de cuero -, bien ya estoy. Lily Luna entró cepillándose el cabello con desgana. -¿Podemos irnos ya? -Preguntó con cara de aburrimiento -, me ha dicho Hugo que quiere mostrarme algo. -No te fíes de Hugo -le recomendó James -, probablemente quiera enseñarte algún bicho muerto, o algo por el estilo. -¿Por dónde iremos? -inquirió Albus. -Por la red flú -respondió Harry aproximándose a la chimenea para tomar una pequeña maceta colocada sobre la repisa. -¡Pero si recién me bañé! -se quejó Lily apresurándose detrás de su madre. -Es eso o aparecernos -sentenció el hombre -. Y ya sabes que las apariciones te ponen muy mal. -¡Vamos por la red flú! -respondió apresurada la niña y todos se formaron para utilizar la chimenea.
La casa de los Weasley apareció ante ellos a continuación; se trataba de una amplia casa de tonos claros y espacios abiertos muy acogedores; para los Potter era como su segunda casa (que también compartía lugar con el castillo de Hogwarts) pues ahí pasaban sus vacaciones a veces, y los visitaban muy seguido. -¡Harry, Ginny! -Hermione se asomó desde la habitación contigua y sonrió en cuanto los vio llegar -, que gusto verlos nuevamente. ¿Han recibido nuestra lechuza? -Sí, gracias por invitarnos -comentó Harry ayudando a sus hijos a incorporarse desde la chimenea. -Sacúdanse las cenizas, chicos. No querrán ensuciar la alfombra de su tía -les apremió Ginny mientras hacía lo propio con su ropa. -Vaya, ¿Qué los trae por aquí? -Ron bajó por la escalera en pijama; parecía que no tenía mucho tiempo despierto. -Ron, por Merlín. Ve a cambiarte -le espetó Hermione empujándolo por la escalera de regreso. -Pero es mi día libre
-decía Ron desapareciendo en el segundo piso. -Bien, siéntense -los animó Hermione procediendo hacia la cocina -, ¿les sirvo algo? -Agua estaría bien -aceptó Harry, limpiándole la nariz manchada de hollín a Lily. Hermione regresó pronto al recibidor con una jarra de agua helada y cristalina, y luego Ron apareció preparado, amarrándose la corbata cuidadosamente. -¿Mejor así? -preguntó a su esposa. -Perfecto -reconoció la mujer sonriente. -Gracias por recibirnos los últimos días de las vacaciones -dijo Harry -, sé que tienen muchas cosas que contarnos a Ginny y a mí. -Ya sabes que esta es su casa -respondió Hermione sentándose al lado de su esposo -, pueden venir cuando quieran. -¡Albus! ¿Cómo estás? -Rose entró en la habitación y saludó a los presentes -. Ven, vamos afuera.Albus la siguió hacia el patio mientras sus padres se quedaban platicando de un montón de cosas triviales. En el patio jugaban Hugo y Lily, por lo que sus hermanos mayores se alejaron hacia el límite del jardín, al pie de unos altos pinos que se movían suavemente gracias al viento. -¿Y bien? -inquirió Rose sonriente -, ¿cómo ha sido? -¿Cómo ha sido qué? -preguntó su primo un poco confundido. -Lo de las visiones -respondió lacónicamente la chica -. Antes de salir de Hogwarts no pudiste contarnos a Scorpius y a mí mucho al respecto. -Pues
Por alguna razón el profesor Breoghan Kalen piensa que eso de ver el futuro podría ser problemático. -¿El profesor Kalen? Pero si él enseña Defensa contra las Artes Oscuras, ¿Qué tiene que ver con todo eso? -No tengo ni la menor idea, pero a decir verdad, no me entusiasma mucho eso de poder ver lo que pasará en el futuro. Piénsalo de esta forma: Imagina que de pronto me llega una visión en la que veo mi propia muerte a manos de un troll. No sería tan divertido como se escucha. -Sabes que las visiones son muy subjetivas y que se puede cambiar el futuro dependiendo de tus elecciones -le recordó la muchacha. Ambos se quedaron callados durante unos momentos, escuchando el susurro de los árboles agitándose y los canturreos de las aves. -No le digas a nadie acerca de las visiones -le pidió el chico apresurado -, no quiero llamar más la atención de lo necesario. Además, quisiera averiguar un poco más al respecto
Y entonces sintió una especie de energía recorriendo sus venas de pies a cabeza; sintió una especie de sensación fría en el cerebro, como si hubiera tomado un sorbete helado de golpe. Y una imagen se creó en su cabeza: Veía al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería durante la noche, pero la imagen parecía ignorar la mayor parte del castillo, pues resaltaba por sobre todo una gran torre en la parte norte del colegio. Albus no sabía qué había en esa torre, pues nunca había ido ahí. La imagen traspasó el muro de la torre y se fijó en un muchacho que probablemente era un estudiante de Hogwarts, aunque el joven Potter no supo a qué casa pertenecería. -Es mi turno de ser conocido -murmuró el muchacho, pero su rostro no se lograba apreciar en medio de la oscuridad. El desconocido se volteó y Albus consiguió ver un resplandor violeta que parecía provenir de dos gemas del mismo color
Y entonces Albus regresó a la realidad, en medio del patio de los Weasley. Suspiró profundamente y trató de acostumbrar la vista a la gran luminosidad del cielo, tan diferente a la oscuridad de su visión. -¿Estás bien, Al? Pareces un poco pálido -comentó Rose mirándolo fijamente. -Tuve una visión, Rose
Pero no la entiendo del todo -respondió un poco desubicado, mientras la cabeza le daba vueltas y el panorama volvía a la realidad. -¿Qué has visto? -Vi el castillo de Hogwarts, pero la visión le ponía mucha atención a una
una torre
-¿Una torre? -repitió la pelirroja. -Sí, pero
-pero entonces el joven se vio interrumpido por su tío Ron, que salió por la puerta trasera de la casa y miró a ambos primos. -Vengan chicos. Nos vamos. -¿A dónde, papá? -Tenemos que ir a comprar ciertas cosas. Y no hay mejor lugar para ello que el Callejón Diagon.
¡Hola a todos! Bienvenidos a mi nueva historia, es decir, la secuela de mi primer fanfic sobre Albus Potter y el resto de la tercera generación. Decidí continuar gracias al ánimo que hubo por parte de los lectores, y espero que esto siga así, pues al menos para mí, esta historia es aún mejor que la primera. En fin, sólo ustedes pueden decidirlo. Los invito a leerla y a comentar.
Para quienes no han leído la primera parte, les diré que es opcional leerla antes de esta segunda parte, aunque obviamente algunas cosas quedarán más claras si previamente le han echado un vistazo a El Libro de los Muertos.
Saludos! 2En Gringotts
Tanto la familia Potter como los Weasley se aparecieron a las afueras del Caldero Chorreante en Londres, dirigiéndose hacia el Callejón Diagon. Dentro del pub había poca gente, la mayoría magos y brujas de mediana edad que tomaban tranquilamente una copa. -¡Harry, Ron, Hermione! ¿Cómo están? ¿Les sirvo algo? -los recibió Hannah Abboth, la dueña del Caldero Chorreante, vieja amiga de ellos y esposa de Neville Longbottom, el profesor de Herbología en Hogwarts. - ¡Hola! Vamos de paso Hannah, pero más tarde seguro venimos a contar las novedades -dijo Harry mientras todos se dirigían a la trastienda del establecimiento. -De acuerdo, nos vemos. El numeroso grupo de magos esperó a que Harry hiciera lo suyo para abrir el pasadizo en la pared de la trastienda. Y a continuación, el callejón Diagon se abrió ante todos, con sus alargadas y serpenteantes calles empedradas, escoltadas por altos edificios con formas divertidas y únicas; los aparadores de las distintas tiendas estaban repletos de objetos en movimiento, con colores vivos y toda clase de funciones. -Bien, ¿Qué opinan si nosotras nos vamos a mirar algunas cosas mientras ustedes van a Gringotts? -propuso Ginny, señalando a Hermione y a las hijas de ambas. -De acuerdo, pero no compren nada que haga mucho espacio -aceptó Harry guiñándole un ojo. -No te preocupes querido. ¿Vamos? De esa forma, los hombres y las mujeres se separaron, dejando a Harry, Ron, Albus, James y Hugo para realizar un retiro de dinero del banco de Gringotts. -Desde que saqueamos la bóveda de los Lestrange a mi no me han recibido educadamente los duendes, ¿y a ti? -iba comentando Ron mientras atravesaban las altas puertas blancas, llegando a la amplia sala de altas columnas y pisos de mármol, con largos escritorios de madera y una docena de duendes de mirada calculadora yendo de allá para acá. -No, tampoco me han recibido igual que antes -concluyó Harry mientras se detenían a media sala, esperando a que el duende del centro se desocupara. Estaba atendiendo a un muchacho de cabello cobrizo. -
Entiéndelo, no podemos darte esa clase de información. Es confidencial -señalaba el duende al muchacho, con cara de enojo. -Pero no entiendo porqué no puede decírmelo. No le haría daño a nadie -reclamó el joven, pero cuando el duende negó con la cabeza, este bajó los hombros rindiéndose -. De acuerdo, no me diga nada de la cámara 713. Pero al menos podría llevarme a mi propia cámara. ¿O es que se trata de una bóveda confidencial? -repuso con sarcasmo. Albus notó que Harry, su padre, compuso una cara de confusión en cuanto escuchó el número de la cámara 713, pero se quedó callado. -¿Tiene la llave? -gruñó el duende. El chico sacó de su bolsillo una llave dorada muy bonita, con cinco pequeñas gemas en la punta de la llave; tenían distintos colores: una roja, una azul, una amarilla, una verde y una púrpura en el centro de las demás. -Veo que no miente -dijo el duende con una leve sonrisa desdeñosa que mostraba un par de hileras de dientes puntiagudos. A Albus los duendes le parecían criaturas muy desagradables, y no solo físicamente. -¿A caso dudaba de mí? Porque puedo mostrarle la prueba definitiva de lo que digo -le amenazó el adolescente, acercándose más al escritorio. -No hará falta. ¡Vurnock! -Un segundo duende acudió a su llamado -, acompaña al señor Dair a su bóveda. El recién llegado asintió y se dirigió a una antecámara oculta detrás de una pared. El muchacho con apellido Dair lo siguió. -Buenas tardes -saludó Harry al duende detrás del escritorio, que lo miró con cierto rencor. -Harry Potter -anunció para sí mismo la criatura. -Quisiera realizar un retiro de mi bóveda, al igual que mi amigo Ron -dijo entregándole la llave de su cámara; Ron buscaba en sus bolsillos, aparentemente tratando de recuperar su llave. -Demonios -dijo mientras caían un par de sickles al suelo -, ¡ah! Aquí está. El duende examinó ambas llave cuidadosamente y luego las entregó a sus respectivos dueños con expresión adusta. -Gurk los acompañará -explicó mientras un nuevo duende de nariz abultada se aproximaba -. Y Harry Potter, tenga cuidado mientras esté por aquí. Albus no supo por qué le decían aquello a su padre, aunque supuso que se refería a la ocasión en que él, y sus tíos Ron y Hermione se habían infiltrado en el banco de manera muy arriesgada; el chico no podía negar que sentía un poco de envidia cuando oía las emocionantes aventuras de su familia.
El carro en el que viajaban comenzó a tomar velocidad tras una curva; la enorme cueva se abrió paso ante ellos, que descendían por una pendiente que no le pedía nada a la de una montaña rusa; el carro dio un viraje y luego saltó en una precipitada curva. Así continuaron marchando durante unos minutos, en donde conseguían ver desde distintos ángulos la gran caverna, con sus grandes estalagmitas, amplias cascadas resbalando por las rocas e incontables metros de rieles que descendían, subían, rodeaban y se torcían por todos lados. -¿Te lo había dicho? -Comentó entonces Ron a Harry -, Hermione consiguió hace poco que dejaran de usar dragones como protección para el banco. Ahora utilizan solamente conjuros muy potentes y cosas así. -Vaya, había oído de un par de nuevas leyes que fomentó, pero no sabía nada sobre dragones. Si que tenemos que hablar de muchas cosas -asintió Harry mientras el carro aminoraba la marcha. Esta vez se detuvieron frente a una galería de piedra alumbrada con antorchas, que albergaba las cámaras 680 a 690. La de los Potter era la 687. -Ven Hugo, baja con cuidado -dijo Ron ayudando a bajar a su hijo. Mientras Gurk el duende procedía a abrir la cámara, Albus se aproximó a la orilla de la galería, desde donde se podían ver una gran cantidad de estrechos pasillos por debajo de sus pies; y ahí, a unos dos metros debajo de ellos, se encontraba el chico con el que se habían encontrado en el vestíbulo del banco, aquel que había preguntado algo sobre la cámara 713. -¿De verdad no podría ayudarme a revisar? -decía el muchacho, cuya voz resonaba con eco -. Solamente quisiera verificar que el objeto no se encuentre en la cámara. -Lo lamento -se disculpó Vurnock -, pero esa cámara es de alta seguridad. No podemos mostrarle su contenido a menos que tenga una autorización escrita del propietario de la cámara. -Pero él propietario está muerto -explicó el otro. -Entonces la cámara tendría que pertenecerle a su heredero, o en casos particulares, al familiar más cercano que le quede. El joven se quedó callado y no dijo nada más; había algo en su rostro que le parecía conocido a Albus
-¡Uy! Te caerás -James tomó a su hermano por la espalda y le dio un ligero empujoncito para asustarlo. -No hagas eso -le reprochó él -, podrías hacerme caer por la caverna hasta perderme en la oscuridad. -¿Qué miras? -preguntó James. -Es que ese chico me parece conocido
Aunque no recuerdo dónde lo he visto -explicó. Albus siguió mirándolo, pero ya no estaba en la cámara 713, sino en la 715, que parecía ser la suya. Extendió su inconfundible llave con joyas al duende, quien la tomó y abrió la cámara, de cuyo interior salió un halo luminoso de varios colores, probablemente perteneciente a gemas preciosas. Por lo que Albus percibió, esa debía ser una cámara de alguien bastante adinerado, y James confirmó sus sospechas. -¿Has visto eso? Ese chico no tiene mayor edad que tú y ya tiene una fortuna enorme -comentó boquiabierto. -Chicos, andando -los apresuró su padre, mientras se dirigían de nuevo al carrito para visitar la cámara de los Weasley
Salir al Callejón Diagon luego de encontrarse en la oscuridad de Gringotts resultaba casi doloroso para los ojos, por lo que todos salieron de ahí con los párpados entrecerrados. -Me quema -gruñó James haciéndose sombrilla con la mano. -Ah, miren, allá vienen las chicas -señaló Ron al grupo de mujeres, que parecían haber realizado un par de compras. -¿Todo bien? -preguntó Ginny. -¡Yo quiero un helado! -comentó Hugo mirando a su hermana y prima, que traían uno de apariencia particularmente apetitosa. -Te compraré uno doble -dijo Ron y Hermione levantó el ceño. -Ya sabes que no es bueno ponerlo hiperactivo -comentó ella mientras los Weasley se dirigían hacia la heladería. -Bueno, será mejor que comencemos con los pendientes del día antes de que se haga tarde -comentó Harry. Dieron un vistazo a Sortilegios Weasley, en dónde George parecía un poco atareado y Ginny estaba muy pendiente de James para que no obtuviera ninguna clase de producto. Luego de ahí, pudieron ir a Madame Malkins para comprar las nuevas túnicas para el colegio de Albus, quién parecía haber crecido un poco desde la última vez que habían estado ahí; visitaron también la tienda de calderos y la botica, en donde vendían toda clase de ingredientes para pociones. Albus consultó su lista de útiles y descubrió que sólo le faltarían los libros de segundo año. Flourish y Blotts, la principal librería del Callejón Diagon, estaba llena de estudiantes de Hogwarts que se hacían paso para comprar los nuevos tomos que la lista les indicaba.Al final del día todos estaban agotados por la excursión que habían tenido, de forma que tras una agradable cena en El Caldero Chorreante, el grupo regresó a la casa de los Weasley.
Durante la noche Albus estaba acostado sobre su cama en la habitación que Hugo compartía con él y su hermano; miraba sencillamente hacia las estrellas que se lograban ver a través de la ventana, pensando en varias cosas. Pronto llegaría el inicio de su segundo año en Hogwarts, y algo en la visión que había tenido recientemente le pareció inquietante; ¿tendría algo importante aquella torre? No lo sabía, pero fuera lo que fuera tenía el presentimiento de que le traería una nueva aventura en el colegio Hogwarts.
Hola chicos! Muchas gracias por comentar. Me da gusto empezar con el pie derecho la historia, aunque veo que algunos no pudieron encontrar el link en la otra historia, pero ya he resuelto ese problema. Espero que disfruten el capítulo y que dejen sus comentarios que son muy importantes para mí.Saludos!3Los mortífagos regresan
Scorpius Malfoy se encontraba sentado en una silla en el balcón de su habitación; el atardecer era hermoso desde la mansión Malfoy, localizada en un paraje poco poblado y rodeado de un denso bosque de abetos. Habría sido perfecto de no ser porque había una preocupación que embargaba a Scorpius en el fondo: tenía que enfrentarse a la temible posibilidad de que su padre hubiera regresado a sus andadas de mortífago. Durante las vacaciones de Navidad, el chico había descubierto algunas cosas interesantes al respecto, empezando por el hecho de que los mortífagos habían invitado a Draco a regresar a sus filas para traer de regreso a Lord Voldemort. Afortunadamente no lo habían conseguido, pero Scorpius se temía que los aliados del Señor Tenebroso no se hubieran dado por vencidos y pretendieran seguir con sus planes para reconquistar el mundo mágico. Y aquella mañana se confirmaron las sospechas del muchacho. Mientras lanzaba piedritas a los árboles al otro lado del jardín de la mansión, el chico vislumbró lo que parecían dos nubes de tinta diluyéndose en un vaso de agua en el cielo; volaban hacia la mansión Malfoy como violentos torbellinos, para aterrizar luego entre el bosque, muy cerca de la vereda que daba acceso a la casa. El chico se puso de pie en el balcón, tratando de ver que es lo que pasaba, pero solo logró divisar dos figuras de capa negra aproximándose al portón. -Oh no -musitó el rubio forzando la vista para ver los rostros de los recién llegados. Luego de unos momentos, por la puerta de la mansión salió su padre, Draco Malfoy, mientras que su madre Astoria permanecía en el jardín, mirando con desconfianza a los desconocidos. Scorpius entró a su habitación y luego se dirigió a la escalera, en donde permaneció escondido mientras escuchaba lo que ocurría a fuera. -No creo que
-decía su madre. -Ve adentro, Astoria -le indicaba Draco -, ve a la habitación y espera ahí mientras arreglo esto. -De acuerdo -aceptó la mujer y subió la escalera, obligando a Scorpius a esconderse detrás de un enorme jarrón mientras pasaba ella hacia su dormitorio. -¿Qué es lo que quieren? -preguntó Draco mientras los dos visitantes entraban lentamente al vestíbulo, mirando con cierta satisfacción los lujos que decoraban la casa. -Veo que te ha ido bien, Draco -comentó uno de ellos. -¿Qué quieren? -repitió él. -Vaya, no hace falta que seas tan hostil -comentó otro de los recién llegados -, sólo queríamos
visitarte. -¿Lucius vive aquí aún? -preguntó el primero. -Así es Rowle. Él no está aquí ahora -espetó Malfoy con una nota ácida en la voz -. Supe que fracasaron, por cierto, en lo de conseguir el Libro de los Muertos para traer a Voldemort de regreso. -Noto que te has informado bien -sugirió Rowle tomando una pequeña caja de madera entre sus manos para examinarla -, ¿has pensado en nuestra propuesta? -No hay en qué pensar Thorfinn, sabes que desde la batalla de Hogwarts dejé su bando. Pero parece que ustedes tienen otras ideas -replicó Draco quitándole la caja a Rowle y poniéndola en la repisa de la chimenea. -Solo estamos del lado ganador -replicó la otra persona. -Eso nos dijiste la última vez que luchamos por él, y mira que ocurrió Bode.«¿Bode? Ese es el apellido del que se hizo pasar por profesor de vuelo el año pasado» pensó Scorpius; aparentemente Cepheus Bode había sobrevivido a la pelea con la profesora Mcgonagall del curso anterior. -Esta vez es diferente. No logramos traer de regreso a Voldemort, pero estamos convencidos de que su forma de gobierno era mejor. Queremos restituir ciertas
leyes del mundo mágico -añadió Bode con cierto rencor en la voz. -No sabía que habías entrado a trabajar a Hogwarts, Cepheus. Me sorprende que nadie se diera cuenta de que eras un mortífago -comentó Draco con una leve sonrisa de suficiencia. -Resulta que soy parte de las reservas secretas del Señor Tenebroso. Tuve suerte de que nadie supiera que yo era un mortífago, especialmente Mcgonagall; nunca me habría contratado como instructor de vuelo si hubiera sabido la verdad. -Y aún así parece que no funcionó
Todos se quedaron callados, en medio de una tensión extraña en donde solo se oía el crepitar de las llamas en la chimenea. -De momento pretendemos alejarnos por un tiempo, mientras las cosas se tranquilizan -explicó Rowle rompiendo el silencio -, queremos planear todo más cuidadosamente. -No volveré a su bando -recalcó Draco, dirigiéndose a la puerta de la casa y abriéndola -, creo que saben cómo salir. -No seas tonto Malfoy
Lo mejor que puedes hacer es regresar a nuestro grupo. Puedes evitar una muerte segura
-¡He dicho que no! -exclamó el dueño de la casa, sacando precipitadamente su varita. Cepheus rió con sorna; lucía más escalofriante ahora que Scorpius sabía que no era un profesor de Hogwarts sino un mortífago. -¿Nos vas a matar, Draco? -Preguntó Rowle -, porque según recuerdo, no eras capaz de matar a nadie. Ni si quiera al anciano idiota de Dumbledore
Pero Malfoy ya no pudo contener más su furia, y su varita despidió un feroz destello de luz roja, que Rowle consiguió detener con un hechizo escudo. Bode tomó su varita y giró la muñeca para lanzar un relámpago que se estrelló contra un trozo de moldura, de cuya superficie cayó polvo. Malfoy tomó la delantera y golpeó con el puño a Thorfinn, que cayó al suelo tomándose la mandíbula. Un hechizo salió despedido de su varita, pero erró por mucho, por lo que este golpeó el techo. -¡Expulso! -exclamó Cepheus dirigiendo el hechizo hacia un sillón de cuero, que rodó por el suelo y derribó a Draco como un bolo. -¿Cómo te atreves
? -gruñó el rubio incorporándose para lanzar un torbellino de aire, que lanzó al mortífago contra la pared. -Te gusta jugar, ¿eh, Malfoy? -¡Rictusempra! -el hombre recibió el impacto en el hombro, y salió rodando hasta chocar contra una mesa, cuyos objetos le salpicaron el rostro. Su otro contrincante agitó su capa para desviar un hechizo y lanzó un rayo por debajo del brazo, impactando la puerta a la cocina. Scorpius miraba toda la acción desde el rellano del segundo piso, anonadado por la furia con la que arremetía su padre contra los otros dos; aparentemente el simple hecho de que lo invitaran a volver a ser mortífago le enojaba mucho, pues batirse en duelo contra dos magos no parecía lo más prudente en una situación como aquella
Pero tuvo que agacharse y acostarse en la moqueta, pues una nube de luz blanca impactó el muró detrás de él, haciendo caer la pintura de Lucius Malfoy y su esposa Narcisa al suelo. Tres torbellinos de chispeante energía refulgieron por toda la habitación, resultando en una gran colisión que hizo estallar dos de los ventanales más cercanos, desparramando las astillas de cristal por todo el suelo. Hubo un destello repentino y un trozo de la pared se desmoronó, dejando al descubierto una tubería de agua que comenzó a lanzar agua por todos lados. Draco dirigió entonces su varita hacia el fuego de la chimenea, que se elevó como una columna y giró en espiral hasta posarse frente a él; trazó un símbolo en el aire y el fuego crepitó ferozmente, expandiéndose hasta formar una cortina de llamas escarlata. Los mortífagos retrocedieron hacia la puerta, evitando a toda costa aquella explosión de fuego que amenazaba con calcinarlos. Finalmente Bode y Rowle cayeron de espaldas por la escalera de entrada de la mansión y la puerta principal se cerró con un azote. El fuego se extinguió entonces y Draco suspiró con fuerza; no sabía por qué le había enojado tanto la invitación de los mortífagos, pero le daba una extraña punzada debajo del corazón cada vez que pensaba con ello. Él ya había rechazado su regreso a los aliados de Lord Voldemort, y nunca cambiaría de opinión. Agotado, Draco Malfoy se derribó sobre el sillón respirando y viendo por la ventana como los dos visitantes se marchaban por el sendero hacia el portón negro que señalaba los límites de la propiedad de la familia. Astoria Greengrass salió finalmente de su habitación, con cierto temor impreso en el rostro. La mujer vio a su hijo Scorpius sobre el suelo, temblando y viendo el impacto en la pared del hechizo que casi lo había golpeado; se agachó y le besó la nuca al chico, para luego hacerle una caricia en la mejilla, con la intención de tranquilizarlo. -Ve a tu cuarto -le susurró la mujer al chico, y él obedeció, aún asustado.Astoria bajó las escaleras y colocó lentamente su mano sobre el hombro de su esposo. -¿Estás bien, querido? -Sí -se limitó a responder. Tenía sangre en la mejilla y le goteaba hasta el cuello. -Traeré algo para limpiarte la herida -susurró la mujer, mientras Draco se servía con mano temblorosa un poco de licor en un vaso de cristal; dio un leve sorbo, pero luego lo abandonó -, ¿Qué querían? -Querían que me uniera a ellos -respondió el hombre mientras su esposa lo limpiaba el corte con un algodón y un líquido de aroma desagradable -, ¡Auch! -Ya está, ya está
-No sé lo que planean, pero no será nada nuevo -dijo Malfoy -. Tardará un tiempo antes de que vuelvan a actuar, pero cuando regresen creo que tratarán de reinstaurar las leyes de Voldemort. -¿Crees que debemos informar al Ministerio de esto? -No aún, habrá que esperar un poco
Scorpius seguía escuchando la conversación desde su habitación; aquello sonaba muy mal. La última vez que los mortífagos habían actuado no habían realizado mucho desastre, pero aquella vez solo había sido uno: Cepheus Bode. Tal vez pasarían tres años hasta el próximo ataque, o quizás un año
Tal vez tres meses. No podía saberlo con exactitud, pero al chico le preocupaba lo que podría pasar más adelante. Sólo sabía algo: Tenía que alertar a Albus Severus Potter al respecto.
Hola chicos! Cómo están? Espero excelente; pues yo he estado trabajando duro en terminar la historia, y casi lo he conseguido, pero quiero corregir algunos detalles, así que por aquí me seguirán leyendo. Por otra parte les cuento que pronto habrá un cambio importante en mi vida personal, pues iré a estudiar un tiempo a otro país, y por lo tanto no sé que tan accesible será para mí publicar capítulos con la frecuencia con la que lo hago ahora, pero haré lo posible para que sea así.
En fin, espero hayan disfrutado el capítulo, y claro, espero sus comentarios que tanto me alegran el día!
Saludos!4El sombrero está indeciso
-¡Baja ya, James! Tenemos que irnos
Albus terminaba de arreglar su baúl en el piso inferior de la casa de los Weasley, mientras el resto de la familia y sus tíos aguardaban a que su hermano mayor bajara la escalera. Tenían que estar en poco tiempo en la estación de King's Cross, pues el tren a Hogwarts partiría a las doce de la mañana; con tiempo a penas para desayunar algo sencillo, los chicos planeaban comer algo del carrito de las golosinas del expreso. -Ya estoy. Cielos, que impaciencia -comentó James resbalando por la barandilla de la escalera -, andando. Teniendo que expandir el interior de un automóvil mediante un hechizo extensivo, todos se acomodaron con los baúles en el portaequipaje y se dirigieron hacia la estación, que a aquellas horas de la mañana ya se encontraba más o menos llena de gente que iba y venía de un lado para otro. El acostumbrado barullo en la estación de King's Cross era lo que posibilitaba en gran parte que los estudiantes de Hogwarts atravesaran la barrera al andén 9 y ¾ pasando desapercibidos, por lo que cuando los chicos se encontraron al otro lado del muro, de cara al magnífico expreso de Hogwarts, sintieron como los embargaba la emoción de volver al colegio. -Bien, ya nos veremos más adelante -dijo Harry a sus hijos, dándoles un fuerte abrazo -, pásenla bien y no se metan en problemas. Sobre todo tú, James. El chico puso los ojos en blanco. -¿Volveremos en Navidad? -inquirió Albus Severus. -Sí, aquí los estaremos esperando -añadió Ginny -, y espero que no sea con una carta de mala conducta. -No haré nada -le aseguró James, pero su madre sonrió y les dio un abrazo. Entonces el silbato del tren color escarlata resonó a lo largo de toda la estación, apresurando a todos los estudiantes que comenzaron a subir arrastrando sus baúles. -Vayan ya -los apresuró Hermione, animando a su hija a que siguieran a los de Harry y Ginny. -Hagan algo malo a Peeves por mí
-¡Ron! -le reclamó su esposa. -Bien, sólo pórtense bien -se corrigió el pelirrojo y los chicos sonrieron, entrando al expreso. -Espero que Scorpius nos haya guardado un lugar -dijo Rose, mirando los compartimientos a ambos lados del pasillo. El expreso dio un último silbido de aviso y luego un traqueteo sacudió al vehículo. -¡Eh! Chicos, aquí -la cabeza de Scorpius salió de un compartimiento más o menos a la mitad del tren, señalando el espacio vacío a su lado. -¡Scorpius! Que gusto verte -comentó Rose abrazando al chico -. Me gusta tu loción
-añadió, y el rubio se ruborizó. Albus sonrió y se dirigió hacia el compartimiento; en el camino, vio un espacio en donde solo se encontraba un chico solitario; parecía de primer año, pero miraba la ventana con cierta nostalgia. -Ese niño parece muy solo -comentó en voz baja, recordando lo difícil que había sido su primer año al principio -, ¿les molesta si lo invito a sentarse? -Adelante. Albus dejó su baúl dentro del compartimiento, y luego regresó al pasillo, pero cuando llegó a donde momentos antes había estado el muchacho, se encontró con la sorpresa de que este estaba vacío. -Qué raro. Se ha marchado -comentó un poco confundido -. En fin
-Entra, Al -le invitó Scorpius -. Tengo algo interesante que contarles
Durante el viaje en tren hacia Hogwarts, los chicos compartieron sus impresiones sobre las vacaciones, así como los eventos importantes que habían ocurrido mientras no se habían visto. Scorpius les contó lo que había presenciado en su mansión algunos días atrás, cuando los mortífagos habían hecho una visita sorpresiva a su padre. Albus se mostró sorprendido al respecto. -¿Dices que aún no se dan por vencido? Digo, porque Mcgonagall destruyó el libro
-Según entendí, ellos pretenden restaurar las leyes que había cuando Voldemort dominaba el mundo mágico -explicó Malfoy. -¿Oíste cuándo pensaban actuar? -inquirió Rose. -Parece que se tomarán su tiempo para comenzar a trabajar. Quizás no tengamos que saber nada de ellos por un tiempo. O eso espero, al menos. Se quedaron callados a continuación; preferían cambiar de tema. Afortunadamente en ese momento iba pasando el carro de las golosinas, de forma que los chicos salieron al pasillo para comprar algunos caramelos que calmarían su hambre mientras llegaban al castillo. Albus compró ranas de chocolate, grajeas Bertie Bott, varitas de regaliz y una botella de jugo de calabaza helado. Rose por su parte, solo quería un paquete de chicle efervescente, y Scorpius compró un par de ranas, unos droobles y unas tabletas con sabor a frutas. Pasaron el rato barajando sus colecciones de cromos de brujas y magos famosos para añadir los nuevos. -Tengo repetido el cromo de Hengist de Woodcroft. Te lo cambio por Bowman Wright. -De acuerdo -aceptó el rubio -, pero solo si tú me cambias a Archibald Alderton por Elfrida Clagg. -Olvídalo. Me costó siglos encontrar ése. -¿Has tenido más visiones como la que tuviste en mi casa? -interrumpió Rose mirando por la ventana. -No, no realmente. De hecho no he tenido ninguna visión desde entonces -respondió Albus mirando a su prima, distracción que Scorpius aprovechó para cambiar el cromo de Elfrida Clagg por el de Archibald Alderton -. No lo entiendo del todo. ¿Se supone que debo entender cada visión que tengo? -No lo sé. Pero puede que sea algo importante, ¿por qué habrías de ver una torre de Hogwarts? -Ni idea
Un momento, ¿dónde está mi cromo? ¡Scorpius! -En fin. Mejor me voy a cambiar; ya está anocheciendo -dijo Rose poniéndose de pie y saliendo al corredor, en donde las luces comenzaban a encenderse. Mientras tanto, los dos varones forcejeaban por quedarse con el cromo.
-¡Los de primero! -se escuchó tronar la voz de Hagrid, y Albus se sintió muy contento de oírlo. Una vez que hubo bajado, fue a saludarlo, ansioso por viajar nuevamente por el lago negro. -Hola Hagrid, ¿cómo estás? -¡Albus! Me da mucho gusto verte. ¿Vas ya al colegio? -Sí, pero creía que iríamos en los botes por el lago
-Solo los de primero hacen el recorrido en el lago -le explicó el semi-gigante, señalándole una vereda en el bosque -. El resto deben subirse a los carruajes que están por allá. -Ah, claro. Nos vemos luego, entonces. Scorpius, Rose y Albus se dirigieron hacia el camino que serpenteaba por entre los árboles del bosque, que luego se convirtió en un amplio claro lleno de carruajes negros que andaban solos. -¿Estarán hechizados? -preguntó Rose. -Papá me dijo que había unas criaturas invisibles, aunque no sé si sean las que jalan los carros -comentó Albus subiendo a uno de ellos. -¡Chicos! -Eran Christian Bennet y Adam Stewart, dos grandes amigos de Albus que había conocido en Gryffindor -, ¿han estado bien las vacaciones? -Excelentes -respondió Rose -, ¿se suben en nuestro carruaje? -Claro -respondió Adam y ambos subieron, justo cuando el vehículo comenzó a traquetear por la desigual vereda que se inclinaba paulatinamente hacia la colina sobre la que se erguía el magnífico castillo de Hogwarts. Luego de unos momentos, finalmente consiguieron divisar el colegio, con sus altas torres de techos puntiagudos, largos muros adornados con almenas y amplias escaleras y puentes que recorrían extensas explanadas; todo estaba salpicado de puntos dorados que eran las múltiples ventanas que daban vuelta al edificio. -Bienvenidos a casa -apuntó Scorpius, y el resto asintieron. Hogwarts era para muchos como su segunda casa, sobre todo considerando que ahí pasaban una buena parte del año. Albus no pudo evitar reprimir una sonrisa.
El Gran Salón bullía de gente mientras el profesor Longbottom preparaba el banquito y el sombrero seleccionador para comenzar con la asignación de casas; los alumnos de primero esperaban afuera, seguramente ansiosos por saber a qué casa estarían destinados. Albus estaba sentado frente a Rose y a un lado de Christian. Pero entonces las puertas doradas del comedor se abrieron y el corro de nuevos estudiantes se hizo paso por entre las cuatro mesas, avanzando temerosos hacia el templete en donde se encontraba la mesa de los profesores. Uno a uno, los niños fueron pasando al frente y se sentaron en el taburete, para luego recibir sobre sus cabezas al viejo y raído sombrero seleccionador, que con su ranura a media punta anunciaba la casa con voz seseante. Luego de cada alumno asignado, la mesa de la casa correspondiente aplaudía alegremente, recibiendo a su nuevo miembro para hacerlo sentir bienvenido. -¡Dair, Brent! -habló el profesor Neville, mirando el pergamino que tenía entre sus manos; solamente quedaba un chico en la fila antes de que terminara la selección. A Albus le sonaba conocido el apellido de aquel chico. Se trataba de un joven alto, un poco más que él y sus amigos, de cabello cobrizo y alborotado, facciones suaves y una piel pálida como papel. Pero lo más extraordinario eran sus ojos de un intenso color púrpura brillante. -Un momento
-murmuró Albus, mirando fijamente a Brent Dair -. Yo he visto a ese chico en algún lado
-¿De verdad serán morados sus ojos? -inquirió Rose. -¡Claro! Ese es el chico que conocí en Navidad, ¿recuerdas? Te dije que había visto a un chico en el parque del Valle de Godric. Él sabía mi nombre, pero yo no pude averiguar el suyo. -¿No es también el que vimos en Gringotts el otro día? -comentó James, recordando a aquel niño que había querido entrar a la cámara 713 y que había abierto una cámara llena de increíbles tesoros con la llave incrustada en gemas. -Es cierto. Pero todos se quedaron en silencio, pues iba caminando directo hacia el sombrero seleccionador; se sentó en el taburete en medio de un tenso silencio. Neville le colocó lentamente el sombrero. Luego de un largo minuto sin ruido alguno, el sombrero finalmente emitió sus palabras. -Nunca había visto una mente como la tuya -dijo en voz baja, y a pesar de ello, todo el comedor lo escuchó -, eres, de hecho, la mente más extraña y misteriosa que he visto en muchos años. Tienes cualidades que sin duda alguna pertenecen a un Gryffindor, así como la astucia sagaz de un Slytherin; y a la vez tienes la inteligencia de Ravenclaw y la lealtad y el noble corazón de un Hufflepuff. Es muy extraño
¿Qué naturaleza tiene tu sangre que complica tanto mi tarea? Eres sin duda alguna el alumno más difícil de colocar en muchísimo tiempo. El rostro de Brent Dair parecía sereno, aunque había algo en su mirada que resultaba inquietante; Albus se dio cuenta de que aquel era el chico que había visto solo en un compartimiento en el expreso de Hogwarts, pero que luego había desaparecido. Algo era seguro: era un chico raro. -No puedo
-decía el sombrero -, no sé, podría ser en
No tengo una respuesta clara para ti
Y por primera vez en tal vez varios siglos, el sombrero seleccionador se quedó callado.La profesora Mcgonagall, la directora, parecía sorprendida. Era como si el sombrero se hubiera dormido de pronto, pues su boca había dejado de moverse. Los murmullos inundaron el Gran Comedor por completo. Brent parecía muy incómodo. Mcgonagall se puso de pie y susurró algo al oído del muchacho, quien se levantó del taburete y se dirigió a la antecámara que estaba a un lado del salón. Todos estaban anonadados por lo que había ocurrido; ¿el sombrero realmente se había negado a seleccionar a alguien? Definitivamente había algo muy raro detrás de todo aquello.
Hola a todos! Muchas gracias por sus reviews, son geniales por animarme a seguir escribiendo. Espero les haya gustado este último capítulo, y estén pendientes pues pronto ocurrirán cosas interesantes en Hogwarts...
Saludos!5El intruso
La sala común de Gryffindor era en definitiva, uno de los lugares favoritos de Albus en todo Hogwarts; le gustaba simplemente recostarse en los mullidos sillones frente a la chimenea a platicar sobre lo que había ocurrido durante el día, o unicamente relajarse. Pero aquella primera noche en Hogwarts, el tema de conversación parecía ser la extraña situación que acababa de ocurrir con el Sombrero Seleccionador y el misterioso Brent Dair. -¿Qué crees que le pase? ¿Lo echarán de Hogwarts? -preguntó Adam mientras todos los alumnos comenzaban a subir a sus dormitorios. -No lo creo. Definitivamente tiene sangre mágica, sino no lo hubieran aceptado en Hogwarts desde un principio -respondió Rose dubitativa -, quizás el sombrero ya era muy viejo y se ha descompuesto, o algo por el estilo. -No creo que funcione así -opinó Albus, que hasta el momento acomodaba sus libros dentro de su mochila. -Sea lo que sea, estoy feliz de que no me haya pasado eso a mí. Habría sido muy embarazoso. En ese momento el teléfono celular de Albus tintineó, anunciando la llegada de un mensaje. El chico lo abrió y leyó en voz alta. -Es de Scorpius, y dice que mandaron al niño a Ravenclaw -explicó -, la profesora Mcgonagall tuvo que realizar la decisión. -Seguro estará sorprendida. -Me encanta ese chisme -comentó Christian, señalando el móvil de Albus -, ¿me lo prestas, Al? Me encanta jugar Snake. -Si claro -dijo pasándoselo. -Bien, yo me iré a dormir -anunció Rose, dirigiéndose hacia el dormitorio de las chicas -, buenas noches. -Buenas noches -respondieron a coro. -Creo que también me iré yo -dijo Albus -, tengo varias cosas en las que pensar esta noche. Y dicho ello, el muchacho se retiró a su dormitorio, ansioso por tirarse en la suave cama adoselada.
La primera clase del día siguiente era la de Defensa Contras las Artes Oscuras, impartida por el profesor Breoghan Kalen, persona que le había informado a Albus sobre su capacidad de ver el futuro. Por alguna razón él sentía que el profesor sabía más de lo que aparentaba. -Siéntense por favor -pidió el profesor mientras se dirigía al frente de la clase. El profesor había cambiado a penas desde el curso anterior, con su entrecano cabello marrón y las líneas de expresión fuertemente marcadas componiendo una expresión severa y misteriosa. A Albus él le parecía el tipo de gente que guarda secretos durante mucho tiempo. -Este año nos enfocaremos un poco más en el arte del duelo -prosiguió Breoghan -. Aprender a pelear mediante la magia resulta muy útil durante un enfrentamiento entre dos personas, pero como a penas son de segundo año, veremos solamente los aspectos esenciales de los enfrentamientos. Cabe aclarar, por supuesto, que esto solo podrán ponerlo en práctica cuando su seguridad esté en peligro o en defensa propia. La clase entera pareció entusiasmada. -Al final del curso pasado recordarán que vimos algunos hechizos de ataque y defensa, ahora solo tienen que poner todo en práctica. El profesor puso al grupo en parejas y les mostró la posición que debían mantener durante el duelo, así como movimientos defensivos que les ayudarían a lanzar mejor sus hechizos. De esa forma, todos se formaron con su pareja para dar una pequeña demostración ante el grupo; el profesor había colocado un par de colchonetas detrás de cada duelista para que los hechizos no impactaran en la pared, o peor aún, que rompieran algún vidrio. Albus y Christian estaban emparejados. -Suena divertido, ¿eh? -comentó a Rose, quien pelearía contra Lucy Hale. -Mucho, mientras no termine en la enfermería. -Bien, deberán cuidar sus flancos con los hechizos defensivos. Y por favor, eviten a toda costa dañar a su compañero -explicó el hombre -, ¿están listos? Los estudiantes asintieron. -Entonces comiencen
Una a una, las parejas fueron pasando al frente de la clase, ejecutando al principio movimientos torpes, que poco a poco se fueron transformando en luchas más fluidas. Cuando llegó el turno de Albus de pasar, él y Christian se acomodaron a ambos lados con varitas en ristre. -A la cuenta de tres -anunció Kalen -, uno
Dos y
¡Tres!Albus alzó su varita de inmediato y percibió como su contrincante hacía lo mismo. -¡Flipendo! -exclamó el muchacho mientras un disparo naranja salía de la varita y golpeaba la colchoneta de atrás. -¡Rictusempra! -dijo Christian, y su hechizo estuvo a punto de golpear en la rodilla a Albus, quien se agacho y lanzó un rayo de luz blanca que golpeó a su contrincante en el hombro y lo derribó al suelo. Él se incorporó rápidamente y emitió una serie de chispas moradas que dejaron tras de sí un agradable aroma a uvas. -¿Hechizo aromatizante? -preguntó el profesor confundido. -No era lo que pretendía -se disculpó Christian, sacando esta vez de su varita un llameante haz de luz rosada que se impactó en el abdomen de Albus, que salió impulsado hacia atrás y chocó contra la colchoneta. -¡Confundus! -continuó Christian. -¡Expelliarmus! -lanzó como respuesta el otro, creando un escudo de energía que hizo rebotar el hechizo y lo proyectó hacia el techo. -¡Cuidado con eso! -pidió el profesor mientras el candelabro de metal temblaba en el techo. Ambos oponentes se apresuraron para atacar, pero Albus fue más veloz y su varita brilló suavemente antes de que el hechizo fuera si quiera conjurado. -¡Desmaius! -el relámpago rojo dio de lleno en el pecho de su contrincante, que rodó por el suelo ligeramente ido. -Bien, bien, esto ha estado bien -intervino el profesor deteniendo el duelo; se aproximó hacia Christian y lo ayudó a levantarse lentamente -, ten, come un poco de chocolate para que obtengas energía. Bien hecho Albus. El chico sonrió y regresó a su lugar satisfecho mientras la siguiente pareja pasaba al frente.
-Ha sido muy divertido -comentaban los chicos mientras salían del aula y bajaban por una escalera de caracol hacia el vestíbulo -. Ya puedo pelear con quien quiera. -A penas si sabes de duelos, Al -comentó Rose -. Mejor mantente al margen antes de que te vuelen alguna extremidad. -Ah, chicos, ¿van a los invernaderos? -Scorpius los alcanzó mientras marchaban por el pasillo. -Sí, tenemos clase con ustedes. -Bien, los acompaño. Mientras se dirigían hacia los terrenos de Hogwarts para su clase de Herbología, los chicos le contaron al rubio sobre la emocionante clase que habían tenido en Defensa Contra las Artes Oscuras. -Ahora podré patearte el trasero cuando quiera -dijo Albus. -Sigue soñando -musitó Scorpius mientras entraban al invernadero número tres, que era en el que se llevaría a cabo la clase. El profesor Longbottom ya los esperaba dentro. -Buen día chicos -saludó el hombre detrás de su escritorio -. De acuerdo
el día de hoy tenemos programado ver los hongos saltarines o también llamados Horklumps antes de adentrarnos en las mandíbulas de la tentácula venenosa. Aunque suenen graciosos, los hongos son venenosos, así que tendrán que ponerse sus guantes y equipo adecuado antes de manejarlos. Todos obedecieron y comenzaron a seguir las instrucciones del profesor, que consistían en cortar los Horklumps por la mitad y analizar el interior de la planta. -¿Ya has dibujado los estambres y las esporas? -preguntó Albus a su prima. -Estoy en ello
-¿Al final qué ocurrió con el tal Brent Dair? -inquirió el muchacho a Scorpius, que tenía algunos problemas con su hongo. -Bueno, no lo he visto últimamente, pero supongo que ha de estar un poco confundido -respondió Malfoy. -Me gustaría hablar con él
Estoy seguro de que era el chico que vi en Navidad en el Valle de Godric. Él sabía mi nombre, pero parecía que sabía algo más
-Es raro -comentó el Slytherin -, digo, ¿quién tiene ojos morados? -A mi me parece guapo e interesante -admitió Rose y Scorpius abrió mucho los ojos. -Como sea
¿Ya has retirado el anillo de tu hongo? -No. Luego de media hora más de trabajo, el profesor Longbottom dio por finalizada la clase, por lo que los chicos tuvieron que regresar al castillo para su siguiente asignatura antes del almuerzo. -¿Tienen Historia de la Magia? -inquirió Scorpius. -Sí, ¿y tú? -Pociones
En fin, nos veremos más tarde. -Nos vemos -se despidieron los chicos. Los chicos subieron la gran escalera hacia los pisos superiores, y entonces apareció Brent Dair corriendo por el corredor, dirigiéndose hacia ellos. -Ahí va ese chico, ¿Qué le pasará? El muchacho fijó la vista en Albus momentáneamente, pero luego reanudó su carrera y bajó hacia el vestíbulo presuroso, como si alguien lo estuviera persiguiendo. Ambos siguieron caminando hasta el quinto piso, en donde se encontraba el aula de Historia de la Magia; se estaban preparando mentalmente para una aburrida clase más con el profesor Binns, cuando algo más interesante interrumpió la tranquilidad: Varios alumnos subían escalones y cruzaban pasillos rápidamente, un poco alarmados. -¿Qué está ocurriendo? -preguntó Rose extrañada, mientras los estudiantes murmuraban entre ellos y parecían dirigirse todos hacia el mismo lugar. -Parece que es algo en el piso de arriba
¿Vamos a ver? -Andando. Los primos cruzaron entre un corro de alumnos que salían por la arcada desde la torre de Aritmancia y cruzaban palabras de interés por lo que ocurría. Tuvieron que tomar un atajo para librarse de los grupos de jóvenes curiosos, pero finalmente llegaron al origen del alboroto: La entrada a la oficina de la profesora Mcgonagall. La directora se encontraba hablando con Flitwick y con Filch, que explicaba algo en voz baja; la fea gárgola de piedra que custodiaba la escalera al despacho se había convertido en un montón de escombros y polvo blanco que flotaba por el piso. -¿Qué ha pasado? -preguntó Albus a Margaret Rowe, una de sus compañeras de Gryffindor. -Alguien ha tratado de entrar a la fuerza al despacho de Mcgonagall -explicó la chica, alzando el cuello para poder ver mejor lo que ocurría en frente. -¿A la fuerza? ¿Destruyendo la gárgola?La chica asintió. -¿Y quién fue? -Nadie lo sabe -respondió Margaret encogiéndose de hombros -, Filch está seguro de que ha sido un estudiante, pero aparentemente nadie vio absolutamente nada. Dicen que había dos testigos tirados en el suelo, pero no recordaban haber visto nada. El intruso se las ha arreglado para no ser visto. -¿Crees que les hayan modificado la memoria? -Probablemente -respondió Rose, aunque no parecía muy convencida -, aunque no sería lo más lógico. Sólo magos expertos pueden modificar la memoria. -¿Y consiguieron entrar a la oficina? -siguió Albus. -No. El que haya tratado de hacerlo no tuvo el tiempo suficiente, así que huyó antes de que lo atraparon -Margaret hizo una mueca de incomprensión y se abrió paso entre los demás jóvenes para ver más de cerca. -¿Por qué alguien querría entrar así al despacho de la directora? -No lo sé, pero creo que querían obtener algo
La pregunta sería qué querían obtener.
Hola chicos! Lamento mucho la tardanza para publicar nuevo capítulo, pero he estado sin internet y lo estaré al menos hasta el miércoles, pero encontré una oportunidad de conectarme, así que aquí estoy, subiendo nuevo capítulo. Espero que les haya gustado, y sigan pendientes, y sobre todo dejen sus comentarios.
Saludos!6La prueba
La curiosidad que había por lo ocurrido con la gárgola que protegía la entrada al despacho de la profesora Mcgonagall se había extendido por todo el colegio como la humedad, de forma que todos los alumnos especulaban sobre quién podría haber hecho tal acto de vandalismo. Aquella noche durante la cena en el Gran Comedor, la directora realizó un breve comentario al respecto: -Quiero asegurarles, que el hecho de haber tratado de acceder a mi oficina de una manera tan escandalosa, resulta muy grave -había dicho la mujer -. No sé qué pretenden obtener de ahí, o qué clase de objetivo tenía el responsable, pero créanme que la investigación continuará. No permitiré que alguien mantenga al colegio en tensión mientras disfruta de sus actividades ilícitas. No me importa si ha sido una broma, un accidente o algo con objetivos más profundos, pero fuera lo que fuera ha sido un acto en contra de las leyes del colegio, no solo destruyendo sus instalaciones, sino también dejando inconscientes y modificando las memorias de dos estudiantes, que afortunadamente se encuentran bien. Sepan muchachos, que no lo permitiré más. La directora se sentó lentamente y lo único que se escuchó en todo el salón fue el repiqueteo de una suave lluvia y los murmullos de todos los estudiantes que se miraban los unos a otros, sin la menor pista de quién habría sido el responsable.
-¿No habrá ido muy lejos? Digo, solo fue una gárgola -Albus, Rose y Scorpius habían ido a visitar a Hagrid en su cabaña la mañana siguiente para verificar si él sabía algo al respecto. -Piénsalo de esta forma -apuntó Rose -, el responsable pudo haber pretendido robar o atacar a Mcgonagall. -Rose tiene razón -convino Hagrid -, puede que suene excesivo hacer tanto alboroto por una vieja gárgola, pero la cosa es que no sabemos cuál fue la intención del responsable. -¿Crees que haya sido un alumno? -Bueno, quizás un alumno de sexto o séptimo curso
Modificar la memoria de una persona no resulta del todo sencillo. No quiero pensar que tengamos a otro profesor traidor dentro de Hogwarts -comentó el hombretón mientras la tetera silbaba en el fuego. La cabaña de Hagrid era un lugar muy agradable, sobre todo durante los días fríos y lluviosos, pues era un espacio caldeado y luminoso, lleno de objetos interesantes por todos lados. -En fin
Cuéntenme, ¿cómo están sus padres? -Creo que papá está resfriado -dijo Rose mientras observaba una jaula llena de pequeñas criaturas similares a topos reducidos al tamaño de un puño. -Huy, Ron siempre fue el más susceptible de los tres a los resfriados. ¿Qué tal Harry? -Está bien, supongo, dice que le gustaría que fueras a pasar la Navidad con nosotros. -Estaría encantado
Tu padre siempre tan amable -y luego cayó en la cuenta de que Scorpius también estaba allí, serio y con los ojos escrutando el suelo de la cabaña -, ¿y qué tal Draco? El rubio se sobresaltó y miró al guardabosque a los ojos; Hagrid siempre trataba de ser amable con el Slytherin a pesar de que estaba más que consciente de la enemistad que habían tenido Harry, Ron y Hermione con Draco Malfoy. -Creo que está bien -se limitó a contestar -, y afortunadamente ya no lo buscarán los mortífagos. -¿Mortífagos? -repitió Hagrid. -Si
estuvieron insistiendo un tiempo a mi padre para que se uniera a ellos, pero él les dio su merecido -explicó con una amplia sonrisa. El guardián de los terrenos se quedó callado, sin saber qué decir; aquella charla resultaba un poco incómoda. -Eso me da gusto. Pero ¿ellos siguen realizando planes? -Eso creo. Tengo entendido que pretenden hacer su regreso pronto, aunque no ahora. -Ah, ya veo. Esperemos que se mantengan al margen por mucho tiempo.Afuera comenzó a caer una suave lluvia que se conseguía divisar al otro lado de las ventanas. -¿Irán a las pruebas de quidditch? -Cambió de tema el hombre, tratando de alegrar más el ambiente -, seguro que has heredado el talento de tus padres, Albus. Tu hermano también es muy bueno. -No lo sé -respondió el muchacho -, sería divertido, pero no sé si soy lo suficientemente bueno. -¿Qué dices? Eres genial -le animó Rose sonriente -, quiero decir, tus dos padres son muy buenos. Tu mamá inclusive jugó para las Hollyhead Harpies. -Sí, bueno. Mi tía Hermione es muy inteligente, y tú no eres lo que se dice brillante
La pelirroja alzó una ceja. -¡Sólo bromeo! -se apresuró a decir riendo, pues sentía la aguda mirada de su prima fija en él. -Pues yo creo que deberías intentarlo; -puntualizó Scorpius -no te he visto jugar, pero supongo que has de ser muy bueno. -Haré la prueba si tú la haces para Slytherin -le retó el chico. -En realidad Albus, ya tenía planes de asistir a las pruebas -un leve rubor recorrió sus pálidas mejillas, pero se esfumó casi tan rápido como había llegado. Rose le sonrió para darle ánimos. -Genial, así podré hacerte polvo doblemente -añadió Albus alegremente. -Bien, creo que mejor se van al castillo -intervino Hagrid poniéndose de pie y recogiendo las tazas de los chicos -, pronto anochecerá, y no querrán meterse en problemas. -Ya nos hemos metido en problemas antes -susurró Albus a Rose, quien recordó la ocasión en que habían tenido que huir de Peeves y Filch por haberse quedado hasta tarde con Hagrid. -Bien, hasta luego Hagrid, nos ha dado mucho gusto verte. -Vuelvan pronto. -En cuanto nos sea posible -aseguró Albus, abrochándose la capa de su uniforme -. Nos vemos. Y así los tres salieron a la fresca tarde, internándose en la lluvia velozmente antes de que esta se intensificara.
Las pruebas para el equipo de quidditch de Gryffindor se llevaron a cabo la mañana siguiente, después de las de Ravenclaw; el día había amanecido sin lluvia, aunque el cielo no estaba del todo despejado y había un aire fresco que envolvía al castillo como una nube. El estadio de quidditch estaba en condiciones para las pruebas, y un grupo de espectadores animaba a sus amistades para esforzarse en sus pruebas correspondientes. Y ahí estaba Albus, con una de las viejas escobas del colegio en la mano; no se sentía tan tonto pues a su alrededor había varios chicos de su misma edad que presentarían la prueba, pero en general parecían estudiantes de cuarto para arriba. -¿Te sientes listo? -inquirió James, aproximándose a su hermano, que miraba distraídamente hacia los postes de gol. -Estoy un poco nervioso. ¿Son muy rudos? -Sí, un poco, pero no te preocupes, lo harás bien -le aseguró guiñándole el ojo -. Si perdieras un brazo, la señora Pomfrey te lo curaría en un periquete. James formaba parte del equipo de Gryffindor, y sus habilidades, según Albus, no eran muy diferentes a las de él. -Te irá bien hombre -dijo Christian Bennet, aproximándose a su amigo desde las gradas. -¿Por qué no haces la prueba tú? -Digamos que no duraría un minuto sobre la escoba
-¡Albus Potter! -llamó el capitán del equipo, Marcus Moore. Al joven le saltó el corazón, pero se aproximó hacia el capitán con su mano temblando sobre la escoba. -Bien, Albus, ¿para qué puesto quieres presentar? -preguntó Marcus, que estaba en sexto. -Quisiera presentar para buscador -contestó. -De acuerdo. Soltaré una snitch en el campo y tú tendrás que atraparla; enviaré a un miembro del equipo para que la persiga también, así que trata de hacerlo antes que él. No te preocupes, no será muy rudo contigo. -De acuerdo. El capitán sacó de su bolsillo una pequeña bola dorada, de cuyos extremos salieron un par de alas plateadas; el chico la soltó y esta voló presurosa. -¿Listo? ¡Ahora! Sonó un silbato y Albus se elevó de inmediato en su escoba; casi toda su vida había jugado quidditch en la colina al otro lado del pueblo en donde vivía, por lo que no estaba muy nervioso. James siempre le lanzaba cosas para que atrapara en el aire. El muchacho salió disparado tras la snitch al momento que un segundo silbatazo resonaba y el otro miembro del equipo se dirigía hacia él; el otro tenía una complexión robusta y musculosa, lo que Albus sabía que era una ventaja para él mismo pues un buscador debía ser ágil y ligero. Dio una voltereta con su escoba, buscando con la vista la diminuta y escurridiza snitch, hasta que finalmente la encontró al otro lado del campo, alrededor de un poste. La escoba salió volando vertiginosamente hacia el destello dorado que dejaba la pelota tras de sí, mientras su contrincante se le aproximaba peligrosamente. Albus logró frenar antes de chocar contra el poste y dio una sacudida para ascender hacia el nublado cielo, en donde la pelotita se escurría como un ave. Su contrincante aceleró y golpeó con uno de sus fuertes hombros la espalda del niño, que tembló en el aire y se vio obligado a descender un par de metros. Aceleró todo lo que su escoba podía y dio un giro en espiral para distraer al otro Gryffindor, que tuvo que bajar la velocidad e ir en línea recta. El chico se precipitó al frente del mango de la escoba y extendió el brazo, quedando a tan solo unos palmos de tomar la snitch
Y entonces una corriente de aire lo empujó hacia el lado contrario, distrayéndolo súbitamente. Y su oponente ya se encontraba a pocos centímetros de tomar la pelotita. El silbato volvió a sonar, esta vez para dar fin a la sesión de prueba. El otro jugador había atrapado la snitch, y esta iba aleteando torpemente desde su mano; Albus bajó decepcionado de sí mismo
Había estado tan cerca de lograrlo. -Bien hecho Albus, has hecho un buen trabajo. Él estaba cabizbajo, pero dio una leve cabezada de asentimiento; su hermano James le dio un par de palmadas cuando este llegó al suelo. Mientras tanto, Marcus comenzó a hacer unas anotaciones en una serie de pergaminos. -Yo
He observado tu presentación -comentó distraídamente el capitán, mientras su pluma fluía por el papel -. Te avisaré mediante una lechuza los resultados, ¿de acuerdo? Toca el turno a ¡Sarah Blade! Albus apoyó la escoba contra el muro de los vestuarios mientras sus amigos bajaban de las tribunas para acercarse a él. -Has estado genial, Al -comentó Rose sonriente. -No te ves muy alegre -apuntó Scorpius, que había sido de los primeros en presentar su prueba para el equipo de Slytherin aquella mañana. -No la conseguí atrapar. Apesto como jugador de quidditch. -Está bien
Piensa en que jugaste contra un jugador de sexto curso. -Sí, bueno. ¿Nos vamos? -Adelante. Albus se volvió a cambiar y se retiró un poco desanimado al lado de sus amigos, quienes insistían en que no había estado tan mal, e incluso le habían dicho que no era tan divertido formar parte del equipo para animarlo. Aunque la verdad es que él no estaba muy convencido; de verdad quería entrar al equipo.
Hola chicos! Que tal están? Espero que perfectamente; bien, pues entre viajes emocionales, problemas con el internet y preparativos para mis estudios, yo me reporto nuevamente con otro capítulo y me disculpo si me ha faltado un poco de tiempo para actualizar la historia, pero es que estoy un poco liado con todo esto. En fin, disfruten el capítulo y espero sus comentarios.Saludos!7Una puerta secreta
-Albus, ésta carta cayó por allá, y creo que es para ti
El chico estaba concentrado en su desayuno cuando las lechuzas comenzaron a hacer su aparición; el correo matutino comenzó a caer frente a todos los estudiantes, que examinaban sus cartas, periódicos o paquetes. Rose recibió El Profeta y una carta de sus padres, por lo que cuando se enfrascó en las hojas del diario, Albus tardó un rato en poder volverle a ver el rostro. -¿Carta? -Inquirió el muchacho, mirando el sobre que le entregaba Josh Lens, un compañero de Albus -, ¿carta de quién? Mis padres me escribieron recién ayer
Tomó el sobre y de inmediato se sintió nervioso. -¡Son los resultados de las pruebas de quidditch! -comentó. -Vaya, ¿estás emocionado? -le preguntó su prima. -Creo que mejor debes abrirla tú
No quiero que mi cara caiga sobre el cereal -musitó tomando un poco de jugo para disimular su nerviosismo. Rose tomó la carta y la abrió lentamente; la carta estaba escrita personalmente por el capitán de quidditch de Gryffindor, con letra pulcra y un bonito sello del escudo de la casa.La chica le tendió la carta a su primo. -Es tuya, y debes leerla tú -indicó. El otro aceptó finalmente y tomó la hoja con mano temblorosa; y comenzó a leer, deteniéndose de vez en cuando en alguna palabra o una frase específica. Sus ojos se detuvieron con semblante serio al final del escrito; él suspiró profusamente. -¿Y bien? -¡Quedé! -exclamó el chico alegremente, y todos sonrieron felices por él -. Soy el nuevo buscador de Gryffindor. -¡Es genial, Al! Sabía que podías hacerlo. -Yo creía que no me aceptarían por el hecho de que mi oponente atrapó antes la snitch, pero el capitán dice que he sido muy hábil para haberme enfrentado con alguien de sexto y con una escoba más lenta. -Me alegro mucho por ti. Harás un gran papel -le felicitó su prima. -Es genial. Muchas felicidades -le dijo Scorpius un poco serio -, a mí no me han aceptado
-Ah
Lo siento amigo -le dijo para consolarlo. -Lo intentaré el próximo año -respondió encogiéndose de hombros. Albus miró hacia el otro lado de la mesa, en donde el capitán desayunaba junto a sus amigos; Marcus Moore le guiñó un ojo. -Será mejor que vayas a los entrenamientos para que no te apaleen -comentó sonriente. -Lo haré -aseguró él, y Marcus se despidió con unas palmaditas en la espalda del joven -, muchas gracias. Aunque Albus se aseguró de leer la carta varias veces, aún no podía creer que lo había logrado; había conseguido entrar al equipo de quidditch.
Durante la tarde, los chicos se enfocaron en hacer los deberes de sus distintas materias; se habían dirigido a la biblioteca, en donde podrían hacer un poco de investigación. Además no podían realizar la tarea en la sala común, pues con ellos iba también Scorpius, quien no sería muy bien recibido en la estancia de los Gryffindors, así como ellos en la de Slytherin. -¿Ya has encontrado cuándo fue la última rebelión de los duendes? -interrogó Albus a Rose, quién leía ávidamente un grueso volumen sobre la historia de los duendes. -Hubo una en 1943, pero me parece que después hubo otra más -apuntó sin apartar la vista de las hojas. Entonces regresó a la mesa Scorpius, que hasta el momento había estado sacando algunos libros para la tarea de Transformaciones. -Al, ¿no habías dicho que querías hablar con el tal Brent? -inquirió el rubio, depositando una pila de libros sobre el escritorio -. ¿Era necesario traer tantos libros, Rose? -¿Brent? ¿Lo has visto? -Sí
-respondió lacónicamente. -Ahora vengo - Albus se puso de pie y se internó entre las altas estanterías llenas de libros, hasta que finalmente vio a Brent Dair, apoyado contra un librero mientras hojeaba un libro muy grueso sobre los fundadores de Hogwarts. -Oye, eh Brent
-le llamó, y aquellos misteriosos ojos morados se levantaron hacia él. -¿Sí? -Yo
¿Te acuerdas de mí? Nos conocimos en Navidad en el Valle de Godric. -Albus Potter, te conozco -reconoció el otro. Albus pensó que para tener once años aquel muchacho parecía mayor -. Por tu apellido deduzco que eres hijo de Harry Potter. -Así es
es que yo tenía la duda sobre cómo sabías mi nombre aquel día que nos encontramos. El otro dibujó en su rostro una sonrisa torcida y desdeñosa hasta cierto punto; sus ojos reflejaron algo antiguo y extraño que Albus no supo interpretar. -También vivo por ahí. Recién me he mudado -aquello era claro, pensó el otro. Su acento reflejaba que probablemente Dair venía de Dinamarca, o algún país por el estilo. -No he visto a nadie mudarse últimamente
-Llegué a Inglaterra poco antes de Navidad. Creo que tú estabas en Hogwarts en ese tiempo -se limitó a responder con voz suave, casi susurrante. -Ah, claro. Bien, pues me da gusto conocerte. ¿Viven tú y tus padres cerca de mi casa? Podríamos visitarnos de vez en cuando
-En realidad mis padres fallecieron. Vivo sólo. Albus se sintió bastante mal por alguna razón; debió haber emitido ese comentario, pero ahora que lo había hecho ya no podía retractarse. -Oh
Yo lo siento. No lo sabía -añadió apenado. -No te preocupes, no me afecta. -¿Y te han dicho algo respecto al asunto del sombrero seleccionador? -Bueno, es un sombrero, ¿cierto? -replicó, y su acento danés se profundizó -. Fue sólo un error. Al final de cuentas estoy en Ravenclaw. -Sí, claro. Fue un poco extraño que ocurriera, pero como dices, debió ser solamente un error. -Exacto. Bien Albus, ya nos veremos luego. Ha sido un
gusto conocerte -el joven Potter no pudo evitar notar como una breve sonrisa había cruzado por sus labios antes de decir la palabra "gusto". -Igualmente -respondió él, viendo alejarse a Brent hacia la salida de la biblioteca con pasos idénticos y pausados.Albus regresó a la mesa con sus amigos, un poco abrumado. -Es tan raro -comentó sentándose -, es como un libro cerrado. No pude averiguar mucho sobre él. -¿Algún dato importante? -preguntó Scorpius haciendo unas anotaciones en su libro. -Aparentemente no tiene padres. Aunque no parecía muy consternado al respecto; supongo que los habrá perdido hace muchos años -teorizó. -¿No? Bueno, no ha de ser tan raro como dices. ¿Cómo actuarías tú si no tuvieras padres? -Mi papá no tuvo a sus padres, y es completamente normal
Bueno, dentro de lo que cabe -le recordó el chico a su prima, y ella se quedó callada. Ni si quiera ella podía negar que había algo curioso alrededor de ese muchacho. -En fin, no es más que un estudiante más. No veo por qué darle tanta importancia. -Lo dice la que piensa que es guapo -la tanteó Albus juguetonamente, y Scorpius se quedó muy serio. -Oh, por Dios, Al. Sólo dije que me parecía lindo. Tiene algo que
No sé, es misterioso y eso lo hace aún más atractivo. -Sí, claro, y yo estoy enamorado de la familia Adams. ¿Has visto lo extraños que son? -bromeó él. -¿Podemos dejar de hablar de él? -pidió Scorpius, un poco turbado. -De acuerdo
-Bien, tengo que ir a buscar a Margaret Rowe al Gran Comedor, ¿vienen? -anunció Rose recogiendo su mochila y guardando los libros en sus estantes correspondientes. -No, tengo que ir a dejar mi mochila a la sala común. -Está bien, ¿nos vemos más tarde? -Claro. Mientras Rose se dirigía hacia el comedor, Albus se dirigió a la torre de Gryffindor para dejar sus cosas en el dormitorio, y Scorpius había decidido acompañarlo y esperarlo fuera de la sala. Albus entró apresurado a la estancia, en donde había muy poca gente, la mayoría de tercer año; subió al dormitorio y dejó su mochila a un lado de su cama, para luego bajar la escalera de caracol y salir nuevamente al pasillo del séptimo piso, que estaba prácticamente desierto por excepción de Scorpius, que esperaba sentado en una banca de madera. -Te has tardado -refunfuñó el rubio. -Sí, me he puesto a tejer algo -repuso el chico con sarcasmo. -Ya, de acuerdo. Muy listo, ¿Y a dónde vamos? ¿Buscamos a Rose? -¿Rose? No, dejémosla un rato. Necesitamos un momento de hombres. Lo que me recuerda
amigo, casi podría creer que tú y Rose
-¿Rose y yo? -preguntó el Slytherin un poco nervioso. -Olvídalo
Fue una idea loca que se me cruzó de pronto -dijo Albus, y entonces su varita resbaló de su bolsillo y rodó hasta la pared contraria del corredor -¡Demonios! El chico se agachó para tomar la varita, y cuando trató de ponerse de pie, se golpeó en la cabeza con la pared. -¡Cuidado ahí! Albus, te acabarás las neuronas -comentó Scorpius riendo mientras le ayudaba a incorporarse. -No me ha dolido -comentó el otro con extrañeza -, de hecho, me atrevería a decir que ésta pared está hueca. -¿Hueca? -Sí, mira
-el chico tocó con los nudillos el trozo de pared con el que se había golpeado y un sonido hueco sonó por detrás; luego tocó otro trozo de pared más adelante, pero este sonaba como simple y sólida roca. -Qué curioso -comentó Scorpius -, luce como piedra rígida. -Creo que hay algo detrás de este trozo de pared -aventuró Albus, rascando un ladrillo del muro, que soltó un polvillo blanco. -Observa esto -susurró el rubio apuntando su varita hacia la pared -, ¡Diffindo! Un trozo del muro hueco se partió por la mitad, levantando una nube de polvo por toda aquella sección del pasillo. -¿Estás chiflado? ¡Mcgonagall acaba de enfurecerse por vandalismo en la entrada a su despacho! -Sólo vigila el pasillo por si alguien viene.Scorpius quitó varios trozos de la pared hueca, apartándolos para descubrir lo que había por debajo. -Es
Es una puerta -reveló. Albus se aproximó para ver detenidamente y corroboró que tenía razón, abajo del muro había una sólida puerta de madera oscura. -¿Por qué habrían ocultado una puerta debajo de la pared? -No lo sé
¿lo descubrimos? -No estoy seguro
Pero para cuando dijo esto, Malfoy ya había extendido el brazo hacia el pomo de la puerta, haciendo un ademán para abrirla. -Voy a entrar
Hola chicos, como están? Espero muy bien; yo actualmente estoy pasando por una transición digamos un poco radical, pues he venido a estudiar por un semestre a otro país, por lo que el cambio de idioma, la diferente cultura, el horario y todo lo demás me tienen un poco liado, pero siempre trataré de estar pendiente por aquí, aunque eso si, tendrán noticias de mi a diferente hora xD En fin, espero disfruten el capítulo y nos leemos pronto.
Saludos!8El primer partido de Albus
Scorpius giró el pomo de la puerta secreta, ansioso igual que su amigo por descubrir lo que había al otro lado de aquel trozo de madera
Pero la perilla se atascó a medio transcurso. -¡Está cerrada! -Se quejó el rubio -, estoy sí que es malo. -Déjame ver -le apartó Albus, apuntando su varita a la cerradura -, ¡Alohomora!Pero no ocurrió nada. -Parece que solo podrá abrirse con una llave -adivinó el ojiverde, un poco decepcionado -. Lástima, me habría gustado ver que hay al otro lado. -Debe esconder algo interesante, si no, no la habrían escondido. -Ven, vámonos. -Espera, ¡Reparo! -Los trozos de pared flotaron en el aire y uno a uno se fueron uniendo para reconstruir nuevamente la superficie de piedra -, listo, nadie se dará cuenta de lo que descubrimos. -Mejor nos vamos de aquí antes de que nos vean -sugirió Albus en voz baja, y ambos avanzaron por el corredor hacia la escalera principal. Ahí había un misterio muy interesante que resolver; el problema era, ¿cómo iban a encontrar la llave de esa puerta? Cuando llegaron al aula de Transformaciones, que era su siguiente clase, le contaron lo que habían encontrado en el séptimo piso a Rose. -¿Una puerta secreta? ¿Cerca de la torre de Gryffindor? Ustedes tratan de verme la cara -sentenció la pelirroja durante la práctica de esa clase, que consistía en transformar canarios en pequeñas cestas de mimbre. -¡De verdad había una puerta! Un trozo de la pared estaba hueca, y nos pareció extraño. Scorpius destruyó una parte de la pared y lo que vimos fue una puerta, sólo que estaba cerrada con llave. -Pues es extraño, ¿no te parece? ¿Por qué habrían de esconder una habitación del colegio? -No lo sé
Pero quizás haya algo interesante al otro lado. -¿No has pensado en que la sala al otro lado de esa puerta pudiera haberse destruido durante la batalla de Hogwarts? Quizás quedó tan inservible, que simplemente la sellaron. -Podría ser, aunque no me convence. -En fin, es un misterio más que resolver en nuestra lista -comentó la pelirroja un poco distraída, consiguiendo por tercera vez que su canario se transformara. -Bien hecho, señorita Weasley -le felicitó el profesor Flitwick con su voz chillona; iba dando la vuelta al aula mientras aplaudía a quienes conseguían la tarea -, aunque debería guardar un poco de silencio junto al señor Potter. Han parloteado toda la clase. -Lo sentimos profesor -se disculpó Albus, cuyo cesto tenía un par de alas amarillas. -¿Estás nervioso? -le preguntó Christian al chico -. Por el partido, digo. -Bueno, Marcus ha insistido en que practiquemos mucho -explicó el otro, tratando de corregir su cestito con amplios movimientos de varita -, dice que es de los mejores equipos que se han visto en Gryffindor en los últimos años. Espera que este año sí ganemos la copa. -Harás un buen papel, ya lo verás -le animó su prima. -Pero ser el buscador no es cosa sencilla. Espero que me vaya bien. ¿Sabes que papá fue el buscador cuando estuvo en Hogwarts? -Tenía una ligera sospecha de ello después de ver el millón de placas que tienen tus padres en su casa -comentó la pelirroja risueña. -En fin
Sólo espero salir vivo del estadio.
El día del partido de quidditch resultó un tanto desastroso; en el campo se arremolinaba una densa neblina blanca que resultaba incómoda a la hora de jugar, y mientras tanto, el cielo no daba mejores indicios. Llovía copiosamente y los relámpagos refulgían a lo lejos uno detrás de otro. -Excelente clima para los patos -dijo James mientras estaban en los vestuarios preparándose. El muchacho estaba animado de que su hermano formara parte del equipo, aunque por alguna razón, Albus sospechaba que James no quería ser opacado por él. -Estoy frito, no sé como veré esa snitch entre la neblina, la lluvia, el barro y la sangre de los jugadores -comentó él, asomándose de vez en cuando por las rendijas que había entre los tablones del vestuario; el público, a pesar de las inclemencias del tiempo, parecía animado. -Lo harás bien, hombre -aseguró Marcus, el capitán, quien parecía pálido y nervioso. Y es que aquel era su partido de presentación como líder -. Ya hemos entrenado con lluvia y neblina antes. -El problema es que nunca habían estado los dos factores juntos -replicó Albus. -¡Eh, Al! Ha llegado este paquete para ti. Se retrasó en llegar por la lluvia -se trataba de Evan Mcgregor, un alumno de tercero que iba cargando un paquete alargado envuelto en plástico. -¿Un paquete? ¿Era necesario traerlo ahora mismo? -Hagrid ha dicho que urgía que lo recibieras ahora. Dice que lo envían tus padres. El chico tomó el paquete y comenzó a desenvolverlo, hasta que finalmente descubrió el brillante palo de lo que era una hermosa escoba de carreras, de madera oscura y brillante, cerdas finamente colocadas y una larga espiral dorada que enroscaba al mango y descendía a un par de finos reposa pies. -¡Increíble, es una Nimbus 3.000! Es mucho mejor que la última de la línea 2.000. -Vaya Al, es genial -le dijo Sarah Blade, otra de las nuevas adquisiciones del equipo -, jugarás estupendo con ella. -Sólo no la rompas -gruñó James, con una nota de envidia en la voz, pero su hermano lo ignoró y se dedicó a ver cada delicado detalle que integraba la escoba. A fuera de los vestidores atronaron los gritos del público, y la voz del narrador resonó por sobre todo sonido, anunciando el comienzo del partido. -Bien, ¿están listos? -preguntó Marcus, pero nadie respondió y se limitaron a asentir. Y entonces las puertas del vestidor se abrieron, dando paso a un fuerte viento acompañado de la fresca brisa; siete jugadores vestidos de túnicas escarlata salieron volando hacia el campo al tiempo que una feroz lluvia golpeaba sus cabezas; arriba el cielo relampagueaba, pero no era impedimento para que los otros siete jugadores, estos con las túnicas amarillas de Hufflepuff salieran también al campo y comenzaran a volar alrededor de este. La profesora Blair, que había sustituido a Cepheus Bode como instructor de vuelo, hacía de árbitro para aquel partido y se encontraba ya al centro del estadio, que vitoreaba a sus jugadores predilectos. La profesora Blair gritó las instrucciones, pero a penas fueron entendidas por el ruido de la lluvia, y las cuatro pelotas de juego aparecieron en el campo. Hubo un silbatazo lejano, y el partido comenzó. El rojo y el amarillo se entremezclaron súbitamente en una nube de jugadores que trataban de obtener la pelota roja -la quaffle -, para poderla llevar al lado del oponente y anotar; la lluvia resultaba agradable, aunque se tornaba peligrosa cuando golpeaba la cara de los jugadores, que trataban de esquivar a sus adversarios con peligrosas maniobras en el aire. Albus logró percibir como su hermano James obtenía la quaffle y se dirigía al lado contrario a gran velocidad, mientras dos jugadores particularmente corpulentos se dirigían hacia él con el propósito de derribarlo. James descendió repentinamente, distrayendo a los chicos que habían estado persiguiéndolo, que fueron a estrellarse contra uno de sus cazadores; el chico lanzó la quaffle a uno de sus compañeros y este dio una voltereta muy cerrada que consiguió quitarse de lado a uno de los Hufflepuff. Un trueno resonó en todo Hogwarts, pero los miembros del equipo no parecían tenerle miedo alguno; Marcus Moore salió disparado hacia medio campo y con su bate de golpeador arremetió una bludger, que dio de lleno en el hombro de un contrincante. Para ese entonces, la quaffle estaba en manos de Hufflepuff, quienes crearon una maniobra evasiva que constaba de cuatro jugadores; volando como aves de rapiña, ágilmente se aproximaron a los postes de gol, protegidos por Ruth Grey. La maniobra funcionó perfectamente, pues habían hecho una finta hacia el poste de la izquierda, pero cuando Ruth la guardiana se dirigió hacia allí, la bola roja cambió de manos a otro Hufflepuff que realizó su tiro hacia el poste derecho; y esta atravesó el aro. Hubo un clamor victorioso de la tribuna de Hufflepuff, y mientras la lejana voz del comentarista anunciaba la anotación, la quaffle ya había entrado nuevamente en juego. Los cazadores se vieron inmersos en una violenta batalla aérea mientras contendían por la posesión de la pelota, que cambiaba de manos en una interesante jugada en zigzag entre los jugadores de Hufflepuff. Una potente ola de lluvia llegó repentinamente, haciendo retroceder a los jugadores mientras uno de los Hufflepuffs se aproximaba peligrosamente a los postes; era una chica la que traía la quaffle, y dio un precipitado ascenso para evitar a un Gryffindor que iba hacia él a toda velocidad. Lanzó la bola y esta atravesó el aro. Albus desesperado, se dio cuenta de que tenía que evitar que los Hufflepuff siguieran ganando más puntos; tenía que encontrar la snitch dorada cuanto antes. Afortunadamente su nueva escoba tenía un gran desempeño aún en la lluvia, lo que le ayudaba a viajar a gran velocidad a lo largo del campo; y entonces lo distinguió: un destello dorado que iba al ras del suelo. El chico salió disparado hacia la pelotita, y se dio cuenta de que su contrincante, el buscador de Hufflepuff, también se dirigía a toda velocidad hacia su meta, que aleteaba y volaba como una estela. La snitch subió repentinamente y Albus se vio obligado a desacelerar antes de chocar contra un golpeador del equipo contrario, pero se recuperó a tiempo y se dirigió con determinación hacia arriba. La lluvia le golpeaba el rostro y tenía mechones de cabello empapado por toda la frente, pero aún así presionó a su escoba para que acelerara y se aproximó cada vez más a la diminuta bola dorada
El buscador de Hufflepuff se aproximó peligrosamente y golpeó con su hombro el de Albus, quien hizo lo posible por mantener el equilibrio; él mismo devolvió el golpe, causando que el otro muchacho diera una veloz espiral en el aire. Se recuperó y lo alcanzó rápidamente, quedando ambos hombro a hombro. Albus puso toda su concentración en acelerar y descubrió con emoción como el palo de su escoba se adelantaba a la de él. El buscador contrincante trató de desviar la escoba de Potter, pero no lo consiguió y sus pies terminaron resbalando de los reposa pies de su escoba, haciéndolo perder el equilibro y precipitarse al campo de juego. El chico dio de lleno contra un gran charco de agua acumulada en el césped, salpicándolo todo mientras el público emitía un abucheo. Y entonces el camino estuvo libre par Albus
-¡Lánzale una bludger! -escuchó gritar al capitán de Hufflepuff, y su golpeador obedeció, dirigiendo una bludger con su bate hacia el chico, que dio un brinco sobre su escoba y se desvió en el último segundo antes de que la bola lo golpeara de lleno en la espalda. Un estruendoso relámpago cruzó el cielo y el viento se intensificó, siendo acompañado más tarde por una cortina de lluvia helada que lo dificultaba todo. Alargó el brazo y pudo tocar con las yemas de los dedos la fría superficie metálica de la snitch, cuyas alas subían y bajaban como nunca. Y la atrapó. -¡Albus Potter atrapa la snitch dorada en su primer partido! ¡GRYFFINDOR GANA! -Bramó el comentarista, y la tribuna de Gryffindor irrumpió en aplausos y gritos -, ¡Qué gran partido! Albus bajó emocionado; se posó en el suelo mientras el resto de su equipo se aproximaba para celebrar. No importaba que el cielo se estuviera cayendo sobre ellos; la emoción de haber ganado el primer partido de quidditch era insuperable. Había ganado, había atrapado la snitch dorada.
Hola chicos! Que tal están? Ojalá excelente. Pues aquí va un capítulo más, espero que les haya gustado mucho, y claro, también espero sus comentarios que tanto me animan a continuar escribiendo; he podido reportarme un poco menos seguido debido a todo este rollo de los diferentes horarios entre países, pero hago mi esfuerzo y aquí estoy, así que solo puedo esperar que les gusten los caps. Bien, nos leemos en el siguiente capítulo.
Saludos!9Espía en el bosque prohibido
La celebración en la sala común de Gryffindor se prolongó hasta altas horas de la tarde; Albus nunca había tenido tanta atención entre los estudiantes de su casa, y particularmente, notó entusiasmo por parte de las chicas de segundo y primero. Estaba emocionado con la victoria de su equipo, pero para la media noche él estaba agotado por tantas emociones y lo duro que había sido el partido físicamente hablando, por lo que se fue finalmente a dormir. Durante la clase de Pociones del día siguiente, el profesor Steer los puso a preparar una poción infladora con las instrucciones que había anotado en la pizarra, y que ahora todos seguían fielmente. -¿La tuya ya ha adquirido un color verde? -preguntó Albus a Rose, cuyo caldero brillaba alegremente con una tonalidad olivácea. -Casi lo consigo, pero creo que mezclé de más durante el paso cinco -respondió la pelirroja, un poco contrariada. La suya tenía un color verde claro, lo cual lo animaba bastante. -Has hecho tus tareas -comentó Adam, observando el resultado de su amigo. -Supongo que se me dan bien las pociones -admitió encogiéndose de hombros. Y entonces el timbre sonó, mientras todos los alumnos se ponían de pie, limpiaban sus calderos y llevaban sus resultados al escritorio del profesor. -Pueden retirarse muchachos -anunció el profesor mientras el barullo de los estudiantes se comenzaba a escuchar a fuera en las mazmorras -. Nos vemos la próxima clase. Y no olviden su redacción sobre las propiedades de la mandrágora; no les resultará difícil si ya las han visto en Herbología. Albus y Rose salieron del aula y esperaron a Scorpius, que venía saliendo de su sala común con la mochila al hombro; era su última clase del día, por lo que irían a comer al Gran Salón y luego podrían descansar un poco, pues afortunadamente no tenían muchos deberes. Los chicos se sentaron a mitad de la mesa y comenzaron a comentar los sucesos interesantes que habían ocurrido durante el día. -¿
Qué es lo que sospechas? -sonó una voz detrás de ellos. Albus se volteó hacia la mesa de Ravenclaw, y vio a Brent Dair y a una chica de cabello rubio y rizado que la iba siguiendo. -Ya te lo he dicho, Brent -decía la rubia, también perteneciente a Ravenclaw -. Me parece muy extraña la forma en que actúas últimamente. -¿A qué te refieres? -preguntó el chico de ojos morados. -Brent, estoy casi convencido de que tú fuiste el responsable de
-¡Chist! -le acalló él -. No lo digas en voz alta aquí, Marissa. Mejor vayamos a otro lado
Ambos muchachos caminaron entre las mesas y salieron al vestíbulo; Albus pensaba que aquello era resultaba sospechoso, pues ¿a qué se refería la chica? ¿Podría enterarse finalmente del secretismo que rodeaba a Brent Dair? -Eh, chicos. Ahora vuelvo -comentó poniéndose de pie mientras se iba detrás de ellos. -¡Pero Al
! -le hablaba su prima, pero el chico no se volvió y continuó persiguiendo a Brent y la tal Marissa. El muchacho de cabello cobrizo y la rubia salieron a los jardines apresuradamente mientras hablaban en voz baja, por lo que su perseguidor no logró percibir muchas palabras. -Debes dejar de indagar -le atajó Brent a su compañera -. Es algo que no te importa
Completamente intrigado, Albus los siguió por la explanada, hasta que se dio cuenta de que se dirigían al bosque prohibido. Dudó durante unos momentos, pero la curiosidad por descubrir algo sobre aquel niño tan misterioso le embargó, por lo que los siguió hasta los árboles, utilizando los troncos para ocultarse. El joven Potter nunca había estado en el bosque prohibido, por lo que su espesura y la altura de sus árboles lo hicieron sentirse abrumado y pequeño; ambos Ravenclaw se fueron internando poco a poco entre los cada vez más numerosos árboles, cuyas copas se entremezclaban entre sí ocultando por completo la luz del sol. Era un lugar bastante siniestro. Siguieron caminando durante un par de minutos hasta que se encontraron tan dentro del bosque que ya no se conseguía ver ni un solo rayo de luz solar; Albus se ocultó detrás de un arbusto, cuidando que su uniforme no se quedara atorado con las espinas y las afiladas ramitas que crecían por todos lados. Cerca de ellos se escuchó un aleteo en medio del silencio, pero el chico trató de mantenerse silencioso para que no lo descubrieran. -¿Y bien? Ya estamos en un lugar tranquilo Brent -comentó Marissa seriamente -, ¿ahora me contestarás mis preguntas? -¿Qué quieres saber? -¿Quién eres realmente? -dijo finalmente, y una breve sonrisa escapó del rostro del muchacho. -Soy solo un niño común y corriente, igual que tú -respondió. -Hay algo muy extraño en ti, Brent -prosiguió la chica, dándole la espalda a su compañero para mirar la vegetación a su alrededor -. ¿Sabes que fuiste el primer hombre al que le hablé en Hogwarts? -Y te lo agradezco Marissa, pero ¿por qué quieres averiguar más cosas? -Haz actuado muy extraño últimamente. Y estoy convencida de que tú fuiste el que trató de entrar al despacho de Mcgonagall aquella vez, ¿Qué querías sacar de ahí? -¿Por qué crees eso? -Brent, no sé qué estás haciendo últimamente, pero sé que planeas algo extraño. Sé que has estado explorando el castillo buscando algo, como si tu vida dependiera de ello. -Mi vida no depende de nada -se limitó a contestar el otro, reflejando su marcado acento extranjero. -No te mudaste a Inglaterra solo porque si, ¿verdad? -inquirió ella, con un temblor en la voz. Ambos aproximaron sus rostros el uno al del otro y se miraron fijamente -, estás buscando algo. -Tienes una mala imagen de mi, Marissa. No soy una mala persona. -Entonces ¿Qué ocurre? -No lo entenderías. Pero te suplico que dejes de entrometerte en donde no te llaman; sabes demasiado y no quisiera que salieras lastimada -sugirió el muchacho, alzando la mano para tocar con sus yemas una telaraña que se tejía frente a su rostro -. Debes olvidarlo. Por alguna razón Albus sintió que Brent había volteado a ver al lugar en donde él se encontraba, pero la mirada del muchacho se desvió rápidamente, por lo que rezó para que no lo hubiera visto. -Pero tú
-Es suficiente Marissa -exclamó el chico, esta vez con tono enojado. Sus ojos púrpuras destellaron en la oscuridad -. Me agradas, pero lo que soy y lo que quiero no es de tu interés. Sabes demasiado
más de lo necesario. -Pero... -No he dañado a nadie. Me juzgas por cosas que yo no he hecho. -Eso es lo que yo quiero creer -señaló con la voz quebrada. -Entonces hazlo. Y con esas palabras Brent Dair se alejó por donde había llegado, siguiendo un sendero invisible mientras la rubia lagrimeaba silenciosamente desde su lugar; y luego la Ravenclaw le siguió, hasta perderse entre la oscuridad y dejando solo a Albus. El chico estaba confundido; ¿de qué se había tratado aquella conversación? Cada vez sentía mayor curiosidad por Brent Dair, y ahora estaba convencido de que escondía un secreto, ¿pero cuál? Pero no pudo pensar en eso ni en ninguna otra cosa en aquel momento, pues el crujido de una rama siendo pisada resonó detrás de él; el niño se sobresaltó y se volteó de inmediato, descubriendo ante él un grupo de más o menos cinco animales similares a perros grises con ojos rojos, y hocicos con dos hileras de afilados dientes ensalivados. Albus dio un par de pasos hacia atrás, pero los extraños perros se aproximaron peligrosamente, gruñendo ferozmente. Uno soltó un ladrido y los cinco perros se abalanzaron hacia él. El moreno salió disparado por donde había llegado, obligándose a tener cuidado para no tropezar con las ramas y obstáculos que le impedían avanzar por el suelo. Los perros ladraban y soltaban espumarajos mientras trotaban hábilmente por el bosque, saltando arbustos y sorteando troncos a gran velocidad. Potter siguió corriendo frenéticamente entre los árboles, respirando dificultosamente; una rama se interpuso con su pie y el muchacho tropezó inevitablemente, haciéndolor rodar por una pequeña ladera hasta chocar con un helecho. -¡Desmaio! -exclamó apuntando su varita al perro que lideraba al resto, haciéndolo caer y dar varias vueltas, pero este se incorporó de inmediato y siguió marchando hacia él. Trató con varios hechizos más, pero su magia no era tan poderosa como para aturdir a aquellas criaturas por más de unos cuantos segundos. Siguió corriendo a toda velocidad hasta que consiguió divisar algunos puntos de luz filtrándose entre las hojas de los árboles. Trató de acelerar todo lo que pudo, mientras los perros saltaban y esquivaban toda clase de objetos interpuestos en su camino. Albus sintió el aliento cálido de aquellos animales en su espalda, y estaba seguro de que los tenía pisándole los talones; en cualquier momento se cansaría y ellos aprovecharían la oportunidad para derribarlo. Y entonces una voz le gritó, mientras una persona aparecía por entre los árboles. -¡Detrás de mí, Potter! El chico volteó precipitadamente; había llegado su salvación.
Hola a todos chicos! Cómo están? Espero que excelente. Bien, si han disfrutado el capítulo, me da mucho gusto y espero que publiquen sus comentarios, sino, pues también jeje. No tengo mucho que decir el día de hoy, solo que espero que sigan disfrutando de la historia pues se vienen cosas emocionantes.Saludos!10Lo que pasó en Halloween
Albus volteó hacia la persona que acababa de llegar, descubriendo al profesor Breoghan Kalen con la varita en ristre; el chico se ocultó detrás del profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, mientras él disparaba un anillo de fuego desde su varita, creando una feroz cortina de llamas que subían y bajaban como una onda. La habilidad del profesor era tal que ninguna ramita, arbusto o árbol se incendiaba. Los animales similares a perros parecieron intimidados por el fuego y finalmente se alejaron por dónde habían llegado. La nube de llamas cesó entonces. -Eran gytrash, espíritus del bosque -comentó el profesor guardando su varita de regreso al bolsillo de su túnica -. Le temen al fuego. -Gracias por salvarme, profesor -le dijo Albus respirando; su corazón continuaba martilleándole en el pecho. -No debes estar en el bosque prohibido, Potter. Creo que ya lo sabes. -Lo sé, pero es que
-Conoces las reglas -atajó el profesor severamente, dándole la espalda y marchando hacia los rayos de luz que marcaban el final del bosque -. No te acusaré con la directora, pero debes saber que pudiste haber tenido un destino fatal. -Pero, ¿usted que hacía por aquí? -Sobra decir que te he salvado el pellejo, chico. Una manada de gytrash salvaje puede ser muy peligrosa -explicó -, aunque la verdad, no me explico por qué estaban tan cerca del castillo. Esas criaturas suelen vivir al otro lado del bosque. Tendré que comentarlo con Hagrid
-Gracias por ayudarme -se limitó a decir Albus, y el profesor dio una cabezada, señalando el castillo de Hogwarts. -Ve a tu dormitorio -le indicó, dirigiéndose hacia la cabaña del guardabosque -. Y Potter
-¿Sí? -Te recomiendo que tengas cuidado -comentó con expresión seria y misteriosa, y acto seguido el hombre se fue con paso decidido.
-¿Dices que fue Brent el que trató de entrar a la oficina de Mcgonagall? -Rose parecía sorprendida, aunque no lo creía del todo -. Albus, eso es imposible. Un chico de once años no es capaz de modificarle la memoria a alguien. Creo que la tal Marissa estaba dejando volar su imaginación. -Te lo digo, hay algo muy raro en ese niño -repitió su primo, enojado de que no le creyeran -. Esa muchacha de Ravenclaw comentó que Dair había actuado muy extraño últimamente. Inclusive sugirió que él tenía una doble personalidad. -No lo habrás escuchado bien -replicó la pelirroja. -Ella le dijo con mucha seguridad que estaba segura de que él había tratado de entrar a la oficina de la directora, pero no sabía para qué
-Mira Al, ya lo creo que su comportamiento no es normal, pero quizás solo alardeaba -sugirió Scorpius, quien se pasaba entre las manos un chivatoscopio -. Es solo un niño. Seguro trata de hacerse el interesante. -Pues a mí me ha parecido muy sospechoso -Albus sabía que había kneazel encerrado en todo aquel asunto, pero dado que tenía mucho trabajo pendiente, tuvo que dejar sus teorías de lado para poder concentrarse.
Con la llegada de octubre a Hogwarts, los terrenos comenzaron a tintarse de un cálido color naranja, con las hojas de los árboles amarillentas y el césped seco que cubría la extensión; lamentablemente, la temporada también había traído consigo el inicio del frío en Hogwarts, por lo que no transcurrió mucho tiempo antes de que las capas y bufandas salieran de los baúles y las chimeneas de todo el colegio se encendieran para caldear el ambiente. La noche de Halloween se celebraría como se acostumbraba en el castillo, con un gran banquete en el Gran Comedor y una sorprendente decoración acorde al tema. Los muchachos estaban emocionados, pero habían decidido no hacer ninguna actividad extra después de que recordaron lo que había pasado un año atrás, cuando el profesor Cepheus Bode había secuestrado a James mientras los chicos estaban en el bosque. La mañana de Halloween los chicos pudieron despertarse un poco más tarde, pues tenían una hora libre entre el desayuno y la próxima clase, que era la de Encantamientos, de forma que cuando bajaron al comedor un par de profesores ya se encargaban de finalizar los últimos retoques en el castillo; en el vestíbulo las telarañas se enroscaban con la barandilla de la escalera, y cada peldaño que pisaban resultaba en un sonido aterrador. Las cabezas de las armaduras habían sido sustituidas por calabazas huecas, en cuyo interior había un montón de golosinas mágicas de todo tipo. Por el techo, mientras tanto, volaban un centenar de murciélagos que aleteaban de allá para acá continuamente, de forma que cuando Albus, Scorpius y Rose entraban al Gran Salón, uno de ellos revoloteó por sobre la cabeza de la chica Weasley. -¡Quítamelo! -exclamó y sus amigos rieron, viéndola dando manotazos hacia todos lados. -Puede que incluso se atreva a morderte y convertirte en vampiro -se burló el rubio. -Ja, ja, son tan chistosos -comentó con sorna -. Solo almuercen rápido. Tenemos que llegar antes a Encantamientos. -¿Por qué? -Sólo háganlo -les apresuró con mal talante. -No ha amanecido muy de buenas -susurró Albus mientras atravesaban el umbral de la puerta. Scorpius hizo un comentario a continuación: -Ayer estuvimos hablando, y pude haberle dicho que yo
-y se calló repentinamente; su amigo no pudo evitar notar que las mejillas de Malfoy adquirían una tonalidad rojiza. -¿Qué le comentaste? -Eh
Yo
Dije que ella me parecía
Bueno, mejor me voy a la mesa de Slytherin. No quiero llegar tarde a mi clase de Astronomía. -¡Scor
! En fin -murmuró encogiéndose de hombros y se dirigió a su mesa. Llegada la noche, los chicos esperaban en el vestíbulo mientras las puertas del Gran Salón se abrían para dar comienzo a la cena de Halloween; cuando las puertas se abrieron finalmente, todos entraron al comedor, cuyo techo relampagueaba constantemente sobre las enormes calabazas naranjas con rostros y luces en su interior. Las bandejas, fuentes, jarras y platos de las cuatro mesas ya estaban rebosantes de platillos especiales de la fecha, por lo que todos se sentaron alegremente a disfrutar de ellos. A fuera comenzaba a llover, y los cristales repiqueteaban con el sonido del agua chocando; un rayo hizo brillar toda la sala desde el exterior. -Ah, Rose, lo olvidaba -comentaba Albus mientras se servían el postre. Había pasteles de chocolate y crema de coco, sorbete de frambuesa, helado de caramelo y golosinas de toda clase -. Le he preguntado a James si me prestaba por un momento el mapa del merodeador que perteneció a mi padre. Lo revisé y me di cuenta de que realmente hay algo al otro lado de la puerta que Scorpius y yo encontramos el otro día en el pasillo del séptimo piso. Significa que esa sala estaba abierta cuando el mapa fue hecho. -Pues es extraño, ¿por qué habrían de ocultar una habitación? -Quizás sea un pasadizo secreto como los otros que hay en el colegio -trató de resolver el chico, aunque su propia propuesta no lo convencía del todo. -Debe haber algo más ahí
Le comentaré a Scorpius para ver qué opina. -Si han ocultado esa puerta debe ser porque detrás hay algo que prefieren mantener a salvo. No creo que debamos meternos con ello -replicó la pelirroja en voz baja, mientras la luz titilante dentro de una calabaza pasaba por sobre sus cabezas. -De todos modos necesita una llave para abrirse -dijo Albus con desanimo. Siguieron comiendo su postre, hasta que finalmente la profesora Mcgonagall se puso de pie y dio buenas noches a todos los estudiantes, invitándolos a pasar a sus habitaciones respectivas. Todos comenzaron a evacuar el comedor, mientras una extraña humedad se filtraba por los muros y atravesaba las grietas lentamente. El cielo volvió a brillar y por un momento Albus logró ver el parpadeante rostro de Brent Dair junto al grupo de Ravenclaws. Los alumnos de Hufflepuff se alejaron por el pasadizo al sótano, por donde se encontraba su sala común y las cocinas del colegio, y por su parte, una parte de los Slytherins ya enfilaba hacia las mazmorras. Y entonces un tremendo relámpago resonó como un cañón por todo el vestíbulo; la puerta principal que daba a los terrenos se abrió de portazo, golpeando la pared con gran estrépito. Una corriente de aire terriblemente helada se filtró, acompañada de la brisa que desprendía la lluvia, que seguía repiqueteando contra los cristales; y de pronto el fuego de las antorchas se apagó, dejándolo todo oscuro. Las ventanas brillaron con una nueva serie de rayos que cruzaban el cielo, y varios alumnos gritaron, sin saber lo que estaba ocurriendo. Albus no podía ver absolutamente nada, pero trató de buscar a Rose y sintió un empujón de varios alumnos que trataban de avanzar. De la nada, un terrible grito de mujer resonó por toda la habitación, resonando con eco a lo largo de todas las paredes; un silencio sepulcral se extendió por todos lados. -¡Lumos! -se escuchó la voz de la profesora Mcgonagall -, ¿qué está pasando?El halo luminoso de la varita de la directora deslumbró a todos a su alrededor. -¡Incendio! -exclamó el profesor Flitwick y todas las antorchas se volvieron a encender. Los estudiantes se miraban los unos a los otros intrigados, indagando sobre lo que había ocurrido; la profesora cerró la puerta principal y subió luego la escalera para poder ver a todos los presentes. -Quiero que estén todos tranquilos -pidió la mujer -. Sólo ha sido el clima
Pero no solo era el clima; algo malo estaba ocurriendo realmente. -¡Profesora! Profesora
-se escuchó gritar a una estudiante de Ravenclaw que parecía muy alarmada. -¿Qué pasa señorita Troy? -¡Una compañera ha desaparecido! Estaba justo aquí hace unos momentos
-¿Qué? -Preguntó la directora aproximándose -, ¿de quién habla? -Marissa Johnson, profesora. Marissa ha desaparecido
Albus miró de inmediato hacia Brent Dair, cuya vista estaba perdida en el techo; el Ravenclaw miró rápidamente en dirección al joven Potter, y luego le dio la espalda y se dirigió al fondo de su grupo. «¿Habrá sido él?» Se preguntó el chico, «¿Sería capaz de desaparecer a alguien que conoce algún secreto suyo?»
Hola a todos, cómo están? Espero que excelente! Bien, no me he reportado en un par de días, pero aquí estoy nuevamente; el tiempo pasa muy rápido por aquí, pero bueno, aquí estoy con una nueva actualización, así que espero que les guste el capítulo, y claro, que dejen su opinión al respecto que es tan importante para mí. He de admitir que la idea de este capítulo la tomé de otro de mis fanfictions anteriores que no está publicado en Potterfic... En fin, nos leemos pronto.
Saludos!11En la casa de Brent
-Se los digo chicos, Brent fue quien desapareció a la chica. Rose y Scorpius lo escuchaban atentamente, pero por alguna razón aquella idea les parecía muy extraña. -Pero ¿por qué habría de desaparecerla? -inquirió su prima. -Bueno, creo que ha actuado porque Marissa sabía demasiado de su secreto -explicó el muchacho -. Cuando los vi hablando en el bosque él dejó claro que Marissa estaba indagando en algo que Dair estaba haciendo. Sólo que no sé qué es. -He de admitir que el niño es un poco macabro -aceptó Scorpius sentándose en su asiento en el expreso de Hogwarts. Era momento de regresar a casa para las vacaciones de invierno -. Pero no estoy seguro que sea capaz de desaparecer a una chica así como así. -Piénsalo de esta forma, Al. Había muchísimas personas en el vestíbulo en ese momento -le recordó la pelirroja, desenrollando El Profeta para echarle un vistazo -, a mi me parece que nuevamente hay un mortífago infiltrado en Hogwarts, como el año pasado. Fue muy extraño que se fuera la luz y de un momento a otro desapareciera una alumna. -Cómo sea -dijo Albus derrotado. Él estaba convencido de que algo tenebroso estaba ocurriendo en el colegio, pero ¿qué era? -¡Miren esto! -exclamó Rose mostrándoles el diario que sostenía. -¿Qué es?Albus comenzó a leer en voz alta, abriendo mucho los ojos al ver el titular.
Encuentran a alumna desaparecida en Hogwarts
El día de hoy, informa el hospital San Mungo de heridas y enfermedades mágicas, llegó a sus puertas quien hasta hace unas horas permanecía como desaparecida luego de su aparente secuestro, ocurrido en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería el pasado viernes 31 de octubre. Su nombre es Marissa Johnson, residente de Londres y de reciente reclutamiento a la escuela mágica. Según Karen Dudds, secretaria y portavoz de San Mungo, los padres de la chica llegaron durante la madrugada con su hija entre brazos, aparentemente muy débil; aunque aún no se ha emitido el reporte de rescate por parte del Departamento de Situaciones de riesgo en el Ministerio de Magia, los rumores indican que la chica fue encontrada en una casa aparentemente deshabitada al sur de Birmingham, con claros rastros de pérdida de memoria reciente y una fuerte fiebre que le impedía hablar con claridad. De momento no se tiene pista del culpable de los sucesos, pero el Ministerio se encuentra en el colegio Hogwarts realizando una exhaustiva investigación de lo que pudo haber ocurrido. Cabe aclarar que los profesores de la institución tendrán que enfrentar un sondeo, así como una averiguación para asegurar que el colegio no haya sido infiltrado.
Pronto publicaremos más detalles al respecto.
-Al menos sabemos que está a salvo -comentó Albus aliviado. -Sigue siendo extraño. ¿Cómo es que terminó en Birmingham? -¿Lo ves? No pudo haber sido Brent porque nadie puede salir de Hogwarts así como así. El niño tiene varias evidencias en su contra, pero no veo por qué habría de hacer todo eso. -¿Irá Hagrid a tu casa para la Navidad? -preguntó Rose cambiando radicalmente el tema a propósito. -Eso creo, o al menos es lo que me dijo cuando hablamos con él. -Me gustaría hacerle unas cuantas preguntas -explicó mirando distraídamente por la ventana del tren. -¿Sobre qué? -Quiero preguntarle sobre la puerta secreta que encontraron ustedes dos. Creo que podría haber algo interesante al otro lado
La nieve caía lentamente sobre la ventana frente a la que estaba sentado Albus, quien veía el suave bamboleo de los copos resbalando hacia el alfeizar; la chimenea estaba encendida a unos pasos de él, y tenía entre sus manos una taza de suave y delicioso chocolate caliente y galletas recién horneadas. No podía haber nada más agradable. Pero aún así el chico sentía que había algo que no encajaba en todo aquello. La casa de Brent Dair estaba a un par de calles de la suya, y había comprobado al hablar con sus padres, que el Ravenclaw parecía vivir sólo. Aunque según Ginny, de vez en cuando se veía un elfo doméstico atravesando de lado a lado las ventanas del edificio. -Te veo muy silencioso -Harry su padre entró al recibidor y se sentó junto a su hijo, cuya mirada seguía fija en el nevado jardín. -¿Nunca...? ¿Nunca sentiste que sabías algo muy importante pero nadie te creía? -preguntó el joven, mirando directamente al hombre a su lado. -Toda mi adolescencia, probablemente -admitió Harry, levantando sus anteojos para tallarse los ojos. -¿De verdad? -Por su puesto -dijo sonriéndole a su hijo -. Todos lo han sentido alguna vez, pero créeme, yo lo tuve que experimentar bastante más que el resto. -Es que creo que sé algo importante sobre alguien. Me parece que sé un secreto que aparentemente es algo tonto, y por lo tanto, nadie lo cree del todo -dijo Albus. -No dejes que los demás te roben tus convicciones. Si sabes algo y estás seguro de que es verdad, entonces debes luchar por que el resto lo crea -le aconsejó el hombre, poniéndose de pie para dirigirse a la cocina -. Si te sirve de algo saberlo, tu tía Hermione siempre fue un poco cerrada de mente. Pero ahora puedo hablar con ella y decirle quién era el que estaba en lo correcto todo el tiempo. Siempre la hago enojar -le guiñó un ojo y se retiró con una amplia sonrisa. Tenía razón, fue lo que pensó Albus. Debía averiguar -y no importaba si alguien le creía o no - qué es lo que estaba ocurriendo. Antes de la cena aprovechó para investigar un poco. -Mamá ¿Dónde habías dicho que vivía Brent Dair? -preguntó Albus a Ginny, quien terminaba de envolver algunos regalos de Navidad. -Bueno, pues él vive en la casa blanca frente al parque. A un par de calles de aquí ¿Por qué lo preguntas? -Eh... Yo le he pedido Un libro de primer curso que yo no tuve -mintió y su madre lo miró con extrañeza -. Lo utilicé para hacer mi redacción de Transformaciones y tengo que devolvérselo. -Ah, de acuerdo. No te tardes mucho. Pronto cenaremos. -Claro. El chico salió apresurado a la calle; no tenía que preocuparse por Rose, pues ella y sus padres Ron y Hermione no llegarían hasta el día siguiente para celebrar la Navidad. De esa forma, Albus se internó en el frío que reinaba por toda la calle; las banquetas rebosaban de nieve, y la calle tenía una capa compacta de hielo que pasaba debajo de las llantas de los coches. Todo estaba silencioso, salvo por la lejana campanada de la iglesia local y el crujido de la nieve bajo sus pies; las agujas de los pinos se estremecían suavemente, pero extrañamente no había viento alguno que lo acompañara, dando como resultado un inquietante entorno blanco. Albus metió sus manos a los bolsos de la sudadera y se colocó la gorra mientras su aliento se veía como una nube blanca de vaho frente a él debido al frío. -Aquí es -dijo Albus, viendo la gran casa de color blanco al otro lado de la calle. Ese edificio había estado abandonado por años, al menos hasta que Brent Dair había llegado a vivir a él. El muchacho no pudo evitar preguntarse cómo es que aquel niño había podido comprar aquella casa, que a su parecer, lucía bastante lujosa. Era una amplia fachada blanca con alargados ventanales y altas columnas de mármol gris que sostenían un ornamentado techo de teja. Había muchos árboles alrededor y una gran puerta de madera oscura escoltada por dos altos faroles de cristal. -Aquí vamos El joven se talló las manos para calentárselas y se aproximó sigilosamente a una de las ventanas laterales de la casa; se agachó ligeramente y comenzó a observar por la esquina. La habitación estaba completamente vacía, de forma que siguió avanzando por el muro hasta llegar a la siguiente ventana, que estaba iluminada por dentro. El interior de aquella sala era bastante bonito, con muros cubiertos por paneles de madera oscura y un gran candil de cristal colgando de techo; había muchos libros a lo largo del lugar. Y ahí estaba él, Brent Dair, sentado en un sillón de cuero mientras un elfo doméstico iba de un lado para otro. -Ha hecho lo correcto, señor -decía la criatura con voz chillona -, pero ¿lo ha encontrado? -Aún no Bink. Pero creo que estoy cerca -musitó Brent, centrando la vista en la lámpara. -Me da gusto saberlo, joven amo. -Si. No estoy seguro si debí llegar tan lejos. Ella no tenía la culpa.Albus se sobresaltó; ¿estarían hablando de la desaparición de Marissa Johnson? -Pero sabía demasiados datos, señor. Podría haber descubierto su secreto, señor -chilló Bink, el elfo doméstico. -Exacto. He descubierto algo interesante. Hay un muchacho que parece estar detrás de mi pista, pero de momento prefiero dejarlo tranquilo por si me es de ayuda luego -explicó el muchacho con voz sombría, mientras tomaba el contenido de una tasa que había cargado el elfo hasta entonces. -¿De ayuda, señor? -En realidad ya me ha ayudado previamente. Creo que descubrí en donde está el objeto, y quizás pronto me atreva a actuar y buscarlo. -¿Por qué no se quedó en Hogwarts estas vacaciones, señor? -Entre menos alumnos haya en el castillo es más difícil pasar desapercibido -anunció Brent cerrando los ojos. Cuando sus párpados volvieron a abrirse, Albus creyó haber visto como Dair echaba un vistazo a la ventana; el chico Potter no supo si lo había visto, pero como el otro no dijo nada al respecto, supuso que no lo habían descubierto. Brent sonrió de forma enigmática -. Digamos que tengo tengo la esperanza de que muy pronto todos se enteren de quién soy verdaderamente. Y con esas palabras el niño se puso de pie y salió de la habitación con semblante decidido.
Hola chicos! Solo actualizo para añadir un capítulo más a la historia, así que espero que les guste; ya sé que actualizo con menos frecuencia que antes, pero trataré de estar lo más puntual que pueda jeje. En fin, disfruten su semana y si van a participar en el concurso de Halloween les deseo mucha suerte, pues yo no podré concursar por eso de que me falta tiempo para escribir una historia decente :( Nos leemos pronto.
Saludos!12Sonsacando a Hagrid
La mañana de Nochebuena, la nieve logró rebasar el primer escalón de la escalerilla a la puerta de la casa de los Potter, y parecía que aún caería más; el ambiente cálido se había reanimado con la llegada de todos los invitados a la cena de Navidad a la casa, entre quienes se contaban los Weasley (incluyendo a los abuelos Molly y Arthur), Hagrid y Neville Longbottom con su esposa Hannah, y su hija pequeña hija, Alice Enid Longbottom. De momento Albus prefería guardar para sí lo que había escuchado en la casa de Brent Dair, ya que estaba seguro de que Rose cuestionaría nuevamente sus aptitudes detectivescas. De esa forma, y sin tener a nadie a quién contarle de sus sospechas, el chico tuvo que tragarse aquellas teorías sobre Brent y se dispuso a pasarla bien en aquella fecha. Todos parecían de muy buen humor cuando Albus bajó al recibidor ya cambiado, con sus converse predilectos, unos jeans y su suéter de rayas azules favorito. -Te ves muy guapo Al -le dijo su prima Victoire removiéndole la coronilla del cabello. -Gracias Vic -dijo apenado. -Te has sonrojado -señaló Rose en cuanto su primo llegó hacia ella; él prefería no decirle la razón de sus mejillas rojas, y probablemente ni si quiera él lo sabía. -Si bueno
El frío. Oye, estuve pensando, ¿y si Hagrid sabe algo de la puerta secreta en Hogwarts? -Bueno, es posible -admitió la pelirroja -, él ya tiene muchos años en el colegio. Pero de todos modos no creo que nos diga qué hay al otro lado; por algo han sellado esa puerta. -Por eso es que esperaremos a que se termine la botella de whisky de fuego -explicó Albus, guiñándole un ojo a su prima. -Eres malévolo. -Ustedes definitivamente tienen algo entre manos -sentenció James aproximándose a ambos con curiosidad -. Desde hace semanas los he visto secreteando y hablando de cosas extrañas, ¿saben algo que yo no? -Quizás. -Pueden decirme. No le contaré a nadie -aseguró el muchacho con convicción. -No lo soportarías -le retó su hermano. -Claro que
-Olvídalo -le recomendó Rose con una breve sonrisa. -Pero
James no pudo responder su duda pues su hermano menor y su prima ya iban en dirección al estudio.
Conforme transcurría la velada, los chicos discutieron lo que le preguntarían a Hagrid respecto a aquella puerta escondida, pues no querían ir a hacer una pregunta inadecuada que le causara malestar al hombretón y arruinara su oportunidad de averiguar algo; mientras tanto, la cena había resultado muy agradable: al calor de la chimenea, todos los invitados charlaban alegremente y comían de los variados platillos que se habían preparado para la ocasión y que iban desde el pavo al horno, pudín navideño, galletas de jengibre, ponche de frutas, pastas y frutos secos. Para suerte de Albus y Rose, Hagrid se encontraba enfrascado en una interesante charla con Charlie Weasley acompañada por una buena copa de whisky de fuego. De esa forma, tuvieron que esperar un rato hasta que la botella se hubo acabado (lo cual no tardó demasiado tiempo), así que cuando vieron la oportunidad, invitaron a Hagrid al recibidor, que en aquellos momentos estaba vacío. -Y bueno
Hagrid, ¿cómo has estado? -le preguntó Rose un poco apenada por aprovecharse de su amigo de esa manera. -Bueno, no puedo quejarme -respondió el hombre sonriente -. ¿Saben qué? Su tío Charlie me ha invitado hace un par de semanas a Rumania para que viera a Norberta. -¿Quién es Norberta? -¿Eh? ¿No se los he dicho? -Preguntó el hombre confundido -, pero si Roberta es la hembra de dragón más hermosa que hay. Y yo soy su padre
Sentimentalmente hablando, obviamente. -¿Dragón? -repitió Albus temeroso. Él ya conocía que a Hagrid le gustaban las criaturas peligrosas, pero nunca había oído que hubiera sido dueño de un dragón. -Sí, si
Mi querida Norberta -hipó Hagrid -. Era tan pequeña la última vez que la vi, y ahora es tan grande como una casa. ¡Imagínenlo! -Ah, bien, pues nosotros queríamos hacerte un par de preguntas -apuntó el niño, yendo directamente al punto. Rose lo miró con sorpresa. -No seas tan brusco -le susurró -, entre más entremos a la plática más fácil será que nos lo diga. -Sí, claro -aceptó el otro. -Bien, pregúntenme lo que sea -cedió Hagrid con una amplia sonrisa, mientras observaba una fotografía enmarcada de la familia Potter -. Ya saben que me encanta hablar con ustedes. -Nosotros queríamos saber si tú
¿Sabes si en Hogwarts ha sido clausurada alguna
alguna sala o puerta? -¿Clausurada? ¿A qué se refieren? -Sabemos que tú has estado ya muchos años en Hogwarts, y nos preguntábamos si tienes conocimiento de algún lugar que haya sido cerrado dentro del castillo
Tenemos que realizar un mapa del colegio incluyendo las salas y pasadizos secretos conocidos; ya sabes, son deberes para entrando de vacaciones. El hombretón pensó durante unos momentos y finalmente respondió. -Bueno, sí. Hay un par de lugares obviamente -admitió con un gesto extraño en las manos -. Está, claro, la Cámara de los Secretos. Fue bloqueada por seguridad de los estudiantes
Y está ese pasadizo secreto en el segundo piso que se derrumbó hace ya muchos años. Los chicos esperaban que Hagrid hiciera referencia de alguna habitación en el séptimo piso, pero él se quedó callado unos momentos. -¿Algo más?El guardabosque de Hogwarts reflexionó durante unos momentos. -Ah, por poco lo olvidaba
estaba esa torre siniestra. ¿Cómo la llamaban? Si, era la Torre Oscura -añadió levantando un dedo con semblante misterioso -. Con la batalla de Hogwarts que llevaron a cabo sus padres hace muchos años, hubo que arreglar montón de cosas en el castillo. Creo que la profesora Mcgonagall selló una de las torres del séptimo piso, pero nunca nos dijo la razón. -Es extraño -musitó Rose -, ¿por qué habría de desaparecer una torre? -Puede que haya quedado muy dañada tras la pelea -sugirió Albus pensando en las posibilidades. La nueva revelación le había devuelto una chispa de emoción. -No lo creo. El ministerio reconstruyó gran parte del edificio, ¿por qué se olvidarían de la torre oscura? -Tal vez
-y luego el muchacho bajó la voz para que Hagrid no escuchara su voz -, tal vez haya algo escondido en esa torre.Rose sonrió y luego se giró hacia el semi-gigante. -Eh, Hagrid, ¿crees que aún exista una llave para abrir la Torre Oscura? -inquirió la pelirroja con interés. -¿No pensarán en buscar esa torre? Porque si es así debo decirles que no estoy nada
-No, no... Nosotros solo tenemos curiosidad.El guardabosque se removió en su asiento y el sillón crujió bajo su peso. -Eso espero; pues sí, supongo que debe de quedar alguna llave de la torre, aunque no tengo idea de si la puerta fue desaparecida, así que no estoy del todo seguro de si eso podría funcionar. La profesora Mcgonagall tiene llave de cada puerta en el castillo. -En ese caso será imposible obtener la llave -murmuró Albus a su prima, un poco decepcionado -, no podemos quitársela a Mcgonagall. -Y Hagrid, ¿alguien más tiene copia de las llaves? -prosiguió Rose precavidamente. -Supongo que Filch, naturalmente. Él es quién suele abrir las aulas de clase y las puertas a los terrenos -respondió con mirada cómplice -, aunque acá entre nos, Filch es muy celoso al respecto. Me parece que incluso pidió que fuera activado un hechizo antirrobos en su oficina. Albus y Rose se miraron fijamente, y Hagrid no lo pasó desapercibido. -¿Por qué lo preguntan? -Inquirió con recelo -, no quiero que se metan en problemas. -Solo curiosidad -se apresuraron a responder, y el hombre asintió sin mucho convencimiento. -La curiosidad mató al kneazel, dicen por ahí -sentenció Hagrid poniéndose de pie -. Sean cautelosos, Al. Por herencia, a toda tu familia le gustan las aventuras, pero a veces es mejor mantenerse alejado de ellas
Y dicho ello se retiró de la habitación, dejando solos a los pensativos muchachos que analizaban las palabras que acababan de escuchar; pero había algo claro: detrás de aquella puerta secreta en el séptimo piso (la entrada a la torre oscura, según Hagrid) se escondía algún secreto muy importante. Pero, ¿cuál era?
En aquellos precisos momentos, cuando Hagrid estaba contando lo de la torre oscura a Albus y a Rose, al otro lado de la ventana del recibidor se encontraba una persona escondida entre los nevados arbustos; tenía el rostro casi pegado al congelado vidrio, tratando de escuchar todo lo que se hablaba en el interior de la casa de los Potter. Aquel desconocido llevaba una larga túnica negra que ondeaba con el viento, y la capucha le protegía la cabeza del helado aire que bajaba por el valle. «Así que se trata de la torre oscura» pensó aquella persona con una sonrisa desagradable en el rostro. «Sólo eso necesitaba saber. Ahora ya sé en dónde escondió Mcgonagall la varita de saúco
»
Hola a todos! Cómo han estado últimamente? Espero que perfectamente, porque yo he andado de lo lindo. Pero bueno, hace rato que no me reportaba, pero sé que me entienden respecto a los grandes cambios que he atravesado este mes, así que les agradezco su paciencia y sobre todo que sigan comentando la historia. Es muy importante para mí. En fin, los dejo con este capítulo y me despido hasta la siguiente.Saludos!13Albus atacado
Cuando enero llegó al Valle de Godric, el clima se tornó aún más temperamental y el viento que bajaba desde las montañas nevadas era más frío y húmedo. Las revelaciones que les había hecho Hagrid sobre la torre oscura habían resultado muy interesantes para los chicos, pero dado que estaban a una gran distancia del castillo de Hogwarts, se limitaron a hacer planes mientras regresaban al colegio. Tenían mucha curiosidad sobre lo que habría al otro lado de aquella puerta secreta, y casi en cuanto lo supieron le contaron mediante el correo a Scorpius sobre lo que habían averiguado. Su respuesta mostraba su emoción respecto a la revelación, y Malfoy ya comenzaba a realizar diversos planes y formas para poder obtener la llave que los llevaría hasta la torre oscura. -¿Para qué quieren ir a la torre? No sabemos que hay ahí -le recordó Rose a su primo, quien parecía ansioso por armar un complejo estratagema para burlar a Filch y entrar a su oficina. -¿No te da curiosidad saber qué hay ahí dentro? -inquirió el muchacho con un brillo muy particular en sus ojos verdes. Era el claro reflejo de la emoción por la aventura. -Bueno si, un poco. Pero ¿en qué nos beneficia averiguarlo? -Te falta espíritu aventurero -sentenció Albus, y dicho ello se marchó hacia la cocina. -No tienes ni idea -se dijo a sí misma la chica y encogiéndose de hombros siguió a su primo.
Pasadas las festividades todo volvió a la normalidad en la casa de los Potter; un día después de año nuevo se habían marchado los Weasley, Hagrid, los Longbottom y el resto de los que habían sido invitados, de forma que la casa volvía a estar tranquila y solitaria como de costumbre. La mañana del tres de enero Albus se levantó temprano para ganarle a James la consola de videojuegos que le habían dado en Navidad. -Te has despertado temprano -comentó Harry, bajando la escalera mientras se arreglaba la corbata de su atuendo de trabajo. -Quería jugar un rato antes de que James viniera a quitarme -respondió el muchacho mientras le daba un buen golpe a un zombie en la pantalla. -Es una buena idea. Dile a tu madre cuando baje que yo llevaré su próximo artículo de quidditch al Profeta -prosiguió Harry tomando su maletín y dirigiéndose hacia la puerta principal -. Adiós, Al. -Adiós papá. El hombre compuso una sonrisa queda y luego se retiró; Albus se dirigió a la ventana y miró el blanco paisaje que se extendía ante sus ojos. La caída de la nieve había disminuido de manera considerable en los últimos días, pero dado que se aproximaba la temporada más fría del año, nadie se confiaba al respecto. Las ramas de los árboles se removieron inquietas afuera, como azotadas por una intensa ráfaga de viento. La señora Dale, vecina de los Potter, atravesó la acera con sus lentos andares, pero Albus creyó ver a alguien más en la calle, alguien joven de cabello castaño oscuro. ¿Se trataría de Brent? Albus se colocó su sudadera más gruesa y salió al jardín; el aire estaba tan helado que calaba en las mejillas, y cuando el chico respiró vio su aliento ascendiendo como una nube blanca frente a él. Y entonces cayó en la cuenta de que efectivamente era Brent quien iba caminando por el parque del pueblo, de forma que su rostro serio y determinado se veía atravesar las ranuras entre árbol y árbol. Lleno de curiosidad, el joven Potter lo siguió, con la intención de averiguar más sobre él. Brent Dair dio un vistazo hacia atrás, y Albus temió que lo hubiera descubierto, pero el otro volvió la vista nuevamente hacia el frente y siguió caminando; abandonó el parque tupido de nieve y siguió en línea recta por una calle que daba fin al pueblo del Valle de Godric. La calle empedrada terminaba a continuación en un puente que cruzaba de lado a lado el arrollo congelado; el muchacho sabía que al otro lado del arrollo se encontraba un conjunto de minas cerradas al público en el interior de la cadena montañosa que rodeaba el valle. A pesar de que la mina estaba abandonada, su padre nunca le había permitido entrar a él ni a James ahí, pues aseguraba que no era un lugar muy seguro. Por unos momentos el chico dudó si seguir a Brent o no, pero cuando lo vio perderse entre los árboles alrededor de la entrada de la mina, decidió aproximarse. Al final de cuentas no perdería nada, y quizás se enteraría de algún nuevo secreto de aquel misterioso niño. Determinado a seguir adelante, Albus cruzó el puente y miró hacia abajo, donde el agua y los trozos de hielo corrían por el arrollo mientras las tablas crujían y se tambaleaban bajo sus pies. Cuando atravesó un conjunto de coníferas nevadas esperó ver a Brent, pero este había desaparecido, y Albus no dudó que hubiese entrado a la mina. ¿Debía entrar? Lo dudó durante unos momentos, pero luego la curiosidad lo inundó y no pudo evitar atravesar el umbral de la caverna, que estaba atravesado por tablas y una señal que decía «Cerrado» Pero extrañamente las lámparas que colgaban del techo de piedra estaban encendidas; alguien había prendido la central eléctrica que parecía estar en el interior de un cuarto cerrado. La cueva iba en línea recta hasta que el fondo se perdía en la oscuridad. Albus avanzó lentamente, con el único sonido del resonar de sus zapatos en la piedra y un lejano goteo que parecía venir del techo. -¿Hay alguien? -preguntó el muchacho, dando un rápido recorrido al lugar con la mirada, pero nadie respondió. Parecía que estaba solo, pero ¿a dónde se habría ido Brent? El joven se internó en un nuevo túnel cuyo camino estaba bordeado por un barandal de hierro negro; se trataba de una amplia galería con estalagmitas de color rojizo que goteaban sobre una laguna subterránea. Todo estaba en completo silencio. Se aproximó cautelosamente a un conjunto de instrumentos de minería adheridos a la pared, por dónde transitaba un vehículo de vía cuyo aspecto daba a entender que la mina había sido explotada varios años atrás, quizás inclusive siglos atrás; el muchacho se aproximó a la vía para corroborar que fuera segura, y parecía que así era. Y entonces vio pasar a varios metros de distancia de él una alta sombra negra; no supo si había sido un efecto del reflejo del agua sobre las paredes de roca o si realmente alguien había pasado justo frente a él, pero estaba seguro de que a lo mejor no había sido tan buena idea entrar a aquel lugar. Siguió por el borde de piedra que daba paso a la laguna y bajó por una pendiente hasta la próxima galería. Echó un vistazo, pero esta también estaba completamente vacía
Y el sonido de una piedra cayendo al agua resonó por toda la caverna de repente. Albus se dio la vuelta violentamente, y consiguió ver una silueta moviéndose de un lado a otro, pero luego se dio cuenta de que era la suya propia a la luz dorada de las lámparas eléctricas. La oscuridad se pronunció de pronto, como si la intensidad de las lámparas disminuyera, lo cual no resultaba una buena señal por ningún motivo. El muchacho caminó lentamente mientras las luces parpadeaban suavemente, produciendo un sonido de energía chisporroteante recorriendo el cableado que recorría el techo. -¿Hola? ¿Hay alguien? -repitió con nerviosismo. Hubo un repentino chapoteo en el interior de la laguna subterránea y el muchacho se aproximó al borde del camino para asomarse; una serie de ondas concéntricas se expandían en el agua, y Albus supo entonces que algo no iba bien. Trató de mirar al fondo, pero no lo consiguió del todo; estaba a punto de volverse, pero entonces sintió un par de manos empujándolo con fuerza desde la espalda; el chico trató de equilibrarse, pero finalmente no lo consiguió y cayó innevitablemente al agua. Chocar contra el agua helada se sentía como si mil agujas de hielo le atravesaran el cuerpo, pero afortunadamente la profundidad de la laguna era mayor de la que él pensaba, por lo que al menos no se había golpeado de lleno en la cabeza contra el fondo de roca sólida; el agua tenía una extraña tonalidad azul celeste, y los haces de luz dorada de las lámparas se fragmentaba al chocar contra la superficie. La corriente del lago era veloz por alguna razón, de forma que el agua arrastró a Albus por su superficie hacia una larga pendiente. Atravesó un túnel y un remolino de agua lo llevó hacia el fondo de piedra, donde luchaba contra la corriente que cada vez era más veloz; trató de nadar contra la fuerza del agua, pero la laguna se convertía a continuación en un inclinado arrollo que rugía como una cascada y corría de forma desparpajada. La cabeza del muchacho salió momentáneamente del agua y consiguió advertir lo que había sobre su cabeza: una larga estructura metálica que era seguramente parte de la vía para los carros mineros; siguió atravesando una galería tras otra, viendo numerosas estalactitas y estalagmitas a los lados del arrollo. Peleó poderosamente para zafarse de la corriente nadando hacia un lado para tratar de aferrarse a alguna roca. Finalmente Albus consiguió ver un punto de luz a lo lejos, mientras se debatía en medio de un río cada vez más violento y helado. Trató de sacar su varita para ayudarse, pero luego recordó que la había dejado en su habitación, justo sobre el buró. El chico dio una gran bocanada de agua fría accidentalmente, y trató de aproximarse pataleando a la orilla; le resultaba muy difícil, hasta que por fin el punto de luz que había visto al final del túnel se fue extendiendo hasta convertirse en un gran círculo de refulgente luz blanca, que resultaba ser del exterior. Miró como a unos metros de distancia un árbol cercano a la orilla del arrollo derramaba sus gruesas ramas a una altura accesible a las manos de Albus, entumidas y congeladas, así que se determinó a atrapar una de ellas y salir del agua; dio varios manotazos en aquella dirección y se ayudó de un trozo de hielo sólido que flotaba para aproximarse, y justo cuando pasó por debajo del árbol, alzó su cuerpo con la escaza energía que le quedaba y logró sostenerse a una rama gruesa y levemente congelada. La presión que ejercía la corriente contra su cuerpo lo empujaba violentamente, pero él se aferró con todas sus fuerzas y consiguió asirse al borde del arrollo, justo sobre unas piedras. Y consiguió salir. Tenía las manos rojas y lastimadas por el fuerte roce con la rama, por lo que cuando se tumbó sobre la gruesa capa de nieve, esta quedó teñida del rojo de su sangre. Respiró una y otra vez escupiendo agua, mientras unos puntos blancos pasaban frente a sus ojos y un intenso dolor le escocía en la garganta. Lo había logrado; había conseguido sobrevivir a un claro intento de asesinato... Y entonces cayó inconsciente sobre la nieve.
Hola a todos, que tal están? Espero perfectamente. Bien, sé que me he tardado un poco con el último capítulo, pero a decir verdad vi un poco lentas las cosas por aquí, así que no me animé a subir el capítulo hasta hoy. Cabe aclarar también, que me ha faltado un poco más de tiempo para corregir los capítulos. Pero bueno, espero les agrade este último, y claro, ojalá dejen sus comentarios al respecto. Saludos!14La varita de saúco
Albus había recibido un gran regaño tras el incidente en la mina abandonada; tenía mucha suerte de haber sobrevivido a un arrollo lleno de agua casi congelada, pero eso no había evitado que sus padres se enojaran mucho cuando se habían enterado que el chico había entrado a una mina que, antes que nada, estaba restringida. Y cuando le preguntaron la razón por la que él había entrado ahí, él no pudo explicarles que todo había ocurrido mientras perseguía a Brent Dair, el chico misterioso que vivía a unas cuantas casas de distancia de los Potter. Cuando finalmente llegó la fecha para regresar a Hogwarts, Albus deseó que no hubiera sido así; había contraído una infección en la garganta, sin mencionar que los síntomas del resfriado (además de su castigo) lo mantenían tumbado en su cama durante todo el día; aunque al menos tenía cobijas calentitas, chocolate caliente y a veces café (aunque él sospechaba que era descafeinado) y sus galletas de crema favoritas. Cuando informó a Rose de lo que había ocurrido, ella había pensado que él estaba completamente loco. -¿Estás hablando en serio? -había preguntado ella un poco turbada -. Albus, eres demasiado impulsivo. Sabía que te haría mal la influencia de James
-Pero no fue mi culpa
¿Crees que yo planee tirarme a un lago subterráneo? -había dicho él. -No lo sé, Al. Pero fue demasiado tonto; ¡pudiste haber muerto!Albus se había quedado callado en aquel momento, pensando en lo que había ocurrido. -Sé que debí ser más precavido -añadió entonces -, pero es que Brent iba
-¿Brent? ¿Hiciste eso por Brent Dair? Albus, creo que esto está llegando muy lejos. Ese chico te tiene obsesionado. -Tú no lo entiendes -espetó él, pensando todo lo que sabía respecto a aquel extraño muchacho -. Brent esconde algo, Rose. Estoy seguro de ello
El problema es que no sé qué es. Pero estoy seguro de que es algo oscuro. -Es un niño de once años -le recordó la pelirroja, como lo hacía cada vez que tocaban el tema. -Sólo lo sé -se limitó a decir él.
La mañana del regreso a Hogwarts, Albus se dio cuenta de que algo extraño estaba pasando por su casa; el chico conocía bien al Ministro de Magia en turno, Kingsley Shacklebolt, pues era muy buen amigo de su familia y lo había tratado en un par de ocasiones; pero dado que siempre estaba muy ocupado, las veces que podía visitar la casa de los Potter por lo general terminaban con una mala noticia. Y aquella mañana no fue la excepción. Kingsley se había aparecido a algunos metros de distancia de la casa de los Potter y se aproximó con paso firme a la puerta. Ginny abrió y sonrió al ver al Ministro, pero al notar su expresión seria y preocupada, la mueca de la mujer cambió por completo. -Buen día Kingsley, ¿qué te trae por aquí? -preguntó dándole paso al recibidor, y Albus vio al hombre desde la escalera. -Quisiera hablar con Harry, Ginny -respondió con su voz potente -. Hemos notado ciertas cosas entre la comunidad mágica y me gustaría comentarlo personalmente con él. -¿No lo esperarás en el Ministerio? -Me temo que no. Tengo que salir en un par de horas hacia Edimburgo para discutir algunas cosas con el representante escocés. -Claro, ya voy a buscar a Harry -añadió y se dirigió hacia el estudio de Harry, que se encontraba en la planta baja a un lado de la cocina. Albus se quedó sentado en un escalón, preguntándose qué clase de problema habría surgido en el mundo mágico. -¡Hola Al! -saludó Lily, llegando desde atrás y sobresaltando al muchacho. -Dios, Lily me has asustado -comentó atrayendo la mirada de Kingsley, que les sonrió a ambos. -Hola chicos, ¿todo bien? -Hola Kingsley. Sí, todo perfecto
Harry hizo aparición en el recibidor y saludó al Ministro con entusiasmo. -¿Qué pasa Kingsley? ¿Qué te trae por el Valle de Godric? -¿Crees que podemos discutirlo en privado? -dijo él. -Claro
Vamos a mi oficina -le invitó Harry y ambos desaparecieron, pero antes de salir del salón, Albus notó como una carta caía desde el bolsillo del traje del hombre. -¡Eh, Kingsley
! -le llamó el muchacho, pero él ya se había ido. Levantó la carta del suelo y la miró detenidamente. Se la había escrito la profesora Mcgonagall al Ministro. Miró el sobre extrañado y le dio curiosidad respecto al contenido, pero dado que la carta no era suya, la colocó en su bolsillo y se determinó a entregársela a Kingsley en cuanto lo volviera a ver. -¡Albus! -Exclamó su madre desde el patio -, ¿podrías venir a ayudarme? -Si claro -respondió. Se dirigió afuera para dar ayuda a su madre, sin saber que luego se olvidaría de entregarle aquella carta tan importante a Kingsley Shacklebolt.
Llegado el final de las vacaciones, los chicos se alistaron para regresar a King's Cross y emprender un nuevo viaje a Hogwarts; abordaron el expreso tras despedirse de sus padres y fueron a buscar un compartimiento disponible en donde sentarse. -¡Eh, Scorpius! ¡Aquí! -llamó Albus al rubio, que se aproximó por el pasillo del tren y entró detrás de sus amigos. -¿Han pasado buenas vacaciones? Luces enfermo Al -comentó el muchacho acomodándose en su asiento. -No tienes una idea -dijo él. Albus y Rose le contaron todo lo que había ocurrido durante las vacaciones, y él había escuchado toda la conversación con mucho interés. -Así que por favor dile a Albus que está completamente chiflado -le pidió la chica Weasley. -De hecho estoy comenzando a creer que él tiene razón -dijo Scorpius. -¿De verdad? -inquirió el mencionado con sorpresa. -Bueno, no sé si todo lo que sospechas sobre Brent es real -prosiguió el rubio -, pero estuve investigando sobre el linaje de las familias Dair en Reino Unido, y extrañamente no llegué a mucho. Hay una familia Dair de origen irlandés, todos de sangre limpia, pero parece que se extinguió hace años. Recordé su acento Danés, y lo extraño es que encontré que los últimos Dair viajaron desde Irlanda a Dinamarca. -¿Cuál es tu conclusión, entonces? -Bien, pues definitivamente hay algo extraño respecto a Brent -aseguró -, creo que esconde algo respecto a su pasado, y el hecho de que viva completamente solo con un elfo doméstico en una casa claramente costosa resulta aún más extraño. -No negaré que todo esto huele a chamusquina, pero algo mal está detrás de todo lo que dices -admitió la pelirroja y miró por la ventanilla el agreste paisaje nevado. -Sea lo que sea debes tener cuidado -añadió luego Scorpius, un poco preocupado -. No creo que Brent sea capaz de hacer gran cosa, pues tiene solo once años. Pero si él fue realmente el culpable de lo que le ocurrió a esa chica Maryssa y fue quien te empujó al lago en la mina, entonces significa que es peligroso. -Envíen una lechuza al Profeta, tenemos un gran titular "Aparece asesino psicópata de once años" -comentó Rose con desdén, y sus dos compañeros no pudieron evitar reírse. No pasó mucho tiempo hasta que la mujer que empujaba el carro de caramelos atravesó el pasillo del expreso, mientras los estudiantes se apiñaban en las puertas de los compartimientos para comprar algo. -¿Podrías comprarme una rana? -preguntó Albus a Scorpius, que se había puesto de pie para salir. -Claro -dijo él. El joven metió la mano en su bolsa para sacar el dinero, pero lo que encontró fue una textura suave, similar al papel; y entonces lo recordó: Aún tenía la carta de Kingsley ahí. -¿Y bien? -preguntó Malfoy esperando el dinero -. Olvídalo
Albus tomó el sobre doblado y ligeramente arrugado y lo miró detenidamente. -¿Qué es eso? -inquirió su prima apartando su vista de El Profeta. -¿Esto? -Tomen chicos -Scorpius regresó del pasillo del tren con un montón de paquetes de golosinas entre los brazos -. Yo invito. -Gracias -dijo Albus. Mientras los chicos abrían los envoltorios, Albus les explicó como había obtenido la carta que se le había caído a Kingsley Shaklebolt. -Pero no sé si deba abrirla -añadió, arrancando la cabeza de una rana de chocolate. -¿Para qué se enviarán mensajes Mcgonagall y el Ministro? -Tal vez tengan un romance secreto -comentó el muchacho riendo. -O quizás sea por asuntos de seguridad de Hogwarts o algo por el estilo -increpó el rubio, barajando su nutrida colección de cromos de brujas y magos famosos. -Puede ser. Ábrela -le animó Rose. -Vaya, pero si se revela la chica obediente -comentó su primo con tono burlón que ella no recibió muy bien. -Bueno, no tiene caso guardarla si se le ha caído al Ministro. Dudo que se la puedas entregar estando en Hogwarts. -Bien, le echaré un vistazo sólo para verificar -aceptó sacando la carta, y luego leyó en voz alta.
Querido Kingsley: Como acordamos varios años atrás, la varita de saúco no está a salvo en la tumba de Albus; por lo tanto he decidido mudarla a un lugar mejor mejor mientras determinamos si nuestra mejor opción es destruirla o mantenerla con nosotros. Como sabrás, recientemente han ocurrido diversos sucesos incriminatorios que apuntan el regreso de los mortífagos, lo cual me tiene muy preocupada, como ya te lo he comentado anteriormente. Cuando Harry Potter devolvió la varita al sepulcro de Albus, temí que hubiera algún mago tan osado (o probablemente tonto) como para intentar la hazaña de Voldemort y robarla como éste lo llegó a hacer en alguna ocasión. La varita se encuentra bien oculta en la Torre Oscura de Hogwarts, protegida por un par de trampas especialmente preparadas para cualquiera que intente robarla. Si te lo digo, es para que autorices la utilización de aquello que discutimos previamente. Espero tu respuesta para saber cómo podemos proseguir al respecto.
Atentamente:Minerva Mcgonagall.
Albus arrugó la carta y la guardó en un compartimiento independiente de su baúl. Todos se quedaron en silencio, analizando las palabras que acababa de leer su compañero. -¿Lo has entendido? Lo que decía esa carta, digo. -No del todo -admitió el joven pensando las palabras -, pero podemos estar seguros de algo: Lo que está escondido en la Torre Oscura es la Varita de Saúco
Hola chicos! Cómo están? Espero que excelente. Bien, se preguntarán como es que me atrevo a subir capítulo después de tanto tiempo sin reportarme... Y si, la verdad me apena decir que he estado muy desconectado de Potterfics. Pero me explico: No solo he estado algo ocupado últimamente, sino que perdí algunos datos de mi computadora debido a un virus que me infectó recientemente. Entre los documentos, perdí el resto de esta historia; afortunadamente, tengo una copia de seguridad en mi casa, a la cuál no tuve fácil acceso debido a que yo me encuentro estudiando en otro país. La idea es que pude recuperar la historia, y me animé a seguirla publicando a pesar de que seguramente habré perdido lectores. En fin... Si veo ánimo por parte de algún lector, entonces terminaré la historia, sino, tendré que dejarla de lado por un tiempo.Además de todo lo anterior, quería recalcar que esta historia está basada en lo que se dice en los libros, no lo que aparece en la película. Con ello me refiero a la varita de saúco, pues en el libro Harry la devuelve al sepulcro de Dumbledore, mientras que en la película es destruída. En fin, solo quería aclarar eso ;)Saludos!15La visión
Los primeros días tras el regreso a Hogwarts resultaron en completa tranquilidad, con los profesores recordándoles que debían estudiar más pues se aproximaban los exámenes. Entre las ocupaciones escolares, Albus tuvo tiempo para elucubrar respecto al secreto de la Torre Oscura; había investigado un poco en la biblioteca en compañía de Rose sobre la famosa Varita de Saúco, y había averiguado que se trataba de un objeto lleno de misterios e historias sangrientas que provenía de una fabula de Los Cuentos de Beedle el Bardo, que eran los cuentos infantiles de los magos. Resultaba que la Varita de Saúco era un instrumento mágico tremendamente poderoso, probablemente la varita más poderosa existente; los libros de historia más recientes revelaban que el último poseedor conocido de la varita había sido Albus Dumbledore, aunque había teorías de que la varita había pertenecido a alguna otra persona después del antiguo director de Hogwarts, ya que los libros hablaban sobre la batalla de Hogwarts, en la que Lord Voldemort había tenido posesión de aquel objeto. Lamentablemente, como comprobó Rose, la varita se había perdido tras la batalla, por lo que no había pruebas contundentes de que esta existiera aún. -Estoy casi seguro de que aún existe esa varita -comentó Albus mientras cerraba un libro titulado "Varitas mágicas a lo largo de la historia" -, aunque no sé qué relación puede tener mi padre con ella. Según la carta de Kingsley a Mcgonagall, mi papá fue el último que tomó la varita, y al parecer la devolvió a la tumba de Albus Dumbledore
-añadió. -Si la carta está en lo correcto, entonces Mcgonagall creyó impertinente dejar la varita ahí, así que la tomó y la escondió en la Torre Oscura -comenzó a atar cabos Rose mientras se levantaba para colocar los libros en sus estantes. -Tiene sentido, por eso han tapado la puerta de la torre. Así se asegurarían que los alumnos no curiosearan por ahí. -¿Crees que Filch tenga la llave en su despacho? -Probablemente. ¿Pero no crees que sería mejor que permanezca como un secreto? Si la famosa varita de saúco es tan poderosa, entonces podría resultar en un peligro en manos equivocadas -recalcó la pelirroja. -Ciertamente -admitió el ojiverde, caminando alrededor de la mesa de la biblioteca -. Tal vez lo mejor es que todo esto permanezca como un secreto. -Exacto, eso es asunto de los profesores. Además, ¿qué haríamos con una varita tan poderosa? -No hablas en serio, ¿verdad? -Me refiero a que una varita de ese tipo en manos de unos adolescentes podría terminar mal -se corrigió la chica frunciendo el ceño. -Sí, tienes razón -aceptó el otro colgándose la mochila al hombro -, ¿nos vamos? Tenemos clase de Encantamientos. Quisiera preguntar algo a la profesora Fornax. -Irás de lame botas por buenas notas, ¿cierto? -Sí, pero no le digas a Scorpius -le pidió él. -No tiene nada de malo querer buenas notas -repuso Rose alzando la ceja. -Solo no le digas. Y dicho ello, ambos salieron de la biblioteca con paso decidido en dirección al piso de arriba, listos para la siguiente clase de Encantamientos.
Aquella noche Albus no durmió del todo bien; había tenido su primera visión desde hacía meses, en los que ninguna clase de premonición lo había atormentado. En aquella ocasión se encontraba en una habitación redonda y muy espaciosa; estaba oscura, solamente iluminada por los plateados rayos de una luna llena entrando por los altos ventanales. Un par de escaleras en forma de "U" subían hasta un rellano alumbrado por la luz de una cúpula de cristal, cuyo as se concentraba en un pedestal de mármol con una varita en su superficie. En la pared había una gran esfera de cristal dorado en cuyo interior había algo similar a un reloj; Albus supo que se trataba de un calendario pues los había visto en la clase de Astronomía. El reloj mostraba como fecha el 18 de abril. Una silueta oscura apareció de pronto en la habitación -aparentemente una torre -, y se detuvo frente a la varita durante varios segundos. Albus no consiguió definir quién era, pues la capucha de su túnica negra le ensombrecía el rostro. Aquella persona giró un poco el rostro y la luz de la luna le arrancó un destello color amatista. Una línea de dientes perfectamente alineados y blancos contrastó contra la oscuridad en la torre, y el muchacho se pudo dar cuenta de que aquel desconocido estaba sonriendo. De la túnica negra salió entonces una mano de dedos largos y blancos como la cal, y tomó la varita delicadamente. -La varita no me responderá a menos que sea su dueño legítimo -susurró la voz de esa extraña persona -. A menos claro, que sea lo suficientemente poderoso como para emular a esa persona
¡Distorcio Errate! La habitación se iluminó por unos momentos y por alguna razón, Albus sintió un calor inundándolo en todo el cuerpo, como si realmente estuviera ahí. Un ligero humo salió del cuerpo de aquella persona y por algunos momentos, el joven Potter temió que aquel extraño fuera a empezar a arder en llamas. Pero después de que el resplandor dorado de aquel hechizo desapareció, el personaje misterioso ya no estaba, y había sido sustituido nada más y nada menos que por el mismísimo Harry Potter, el padre de Albus. -Si no puedo hacer que el dueño de la varita la consiga para mí, entonces yo tendré que convertirme en él para hacerlo -añadió el falso Harry, riendo y tomando la varita entre sus manos, que en aquellos momentos se envolvió en un círculo de luz amarilla. Alzó la varita al cielo, y de un momento a otro la cúpula en el techo estalló en mil trozos de cristal mientras los muros adquirían un aspecto viejo y desgastado; la torre entera fue desmoronándose como un castillo de arena, golpeado por las olas del mar
Y entonces Albus despertó sobresaltado.
El muchacho bajó al comedor durante la mañana bostezando continuamente; luego de que había despertado de su sueño no había podido volver a dormirse, pues su mente divagaba respecto a lo que había visto: Alguien se había hecho pasar por su padre mediante un hechizo que nunca había oído; por si fuera poco, había obtenido la varita de saúco que se encontraba en la torre oscura. Cuando le contó a Scorpius y a Rose lo que había visto, ellos se mostraron muy sorprendidos. -¿Crees que fue un sueño o una visión? -preguntó Malfoy con los ojos puestos en su cereal de canela. -No estoy seguro
Puede haber sido cualquiera de las dos -dijo Albus. -Pues si ha sido una visión entonces no indica nada bueno -añadió su prima, vertiendo jugo de manzana en su copa. -Lo sé. Sobre todo porque se hizo pasar por mi padre. -Eso es lo que no entiendo -siguió Rose -, aunque tomara poción multijugos, eso no lo haría completamente idéntico a mi tío, y la varita es capaz de comprobar la verdadera identidad de quién la sostiene. No funcionaría para él. -La cosa es que la persona en mi sueño utilizó un hechizo
Distorcio Errate, o algo así. -Nunca lo había oído. -Tal vez debamos estar prevenidos -prosiguió Scorpius poniéndose de pie, dispuesto a regresar a su propia mesa de Slytherin -. Es posible que estemos guiando a alguien hacia la varita y no nos demos cuenta de ello. Si lo que viste fue realmente una visión del futuro, entonces no sabemos cuándo ni cómo ocurrirá. -Exacto, y el hecho de que no le hayas visto el rostro a ese encapuchado me preocupa todavía más -admitió la pelirroja con inquietud -. Podría ser cualquier persona en este castillo
-Lo sé, y eso es lo que me atemoriza. Alguna persona podría estar espiándonos en estos momentos
No serás un espía, ¿verdad, Scor? -No que yo lo sepa -aseguró el aludido un poco ofendido y finalmente se dirigió a su mesa con la cabeza en alto. -Debía asegurarme -dijo Albus encogiéndose de hombros.
Durante la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras de una de las siguientes mañanas, los chicos estudiaban hechizos de ataque hasta que Albus recordó el conjuro Distorcio Errate, que había oído por primera vez durante su visión de la otra noche; lleno de curiosidad, el muchacho preguntó al profesor Kalen al respecto. -¿Distorcio Errate, dices? -repitió Breoghan. -Así es. -Bien, he oído algo al respecto. Tal vez la profesora Fornax sea la indicada para explicarte detalladamente, pero por lo que sé es uno de los hechizos más complejos y difíciles que existen -contó el hombre -. Podría contar con los dedos de mis manos a los magos en todo el mundo capaces de realizar ese hechizo. -¿Y en qué consiste? -Es una versión más potente de los efectos que podrían obtenerse con una poción multijugos. Es capaz de convertir a la persona que lance el hechizo en cualquier persona durante un rato; es algo bastante peligroso pues ese conjuro altera molecularmente al brujo que lanza el hechizo, y se corre el riesgo de que simplemente comiences a arder en llamas si algo sale mal. -¿Sabe de alguien capaz de hacerlo? -preguntó Albus con gran interés. -Bueno, tengo entendido que hay un mago en China. Y creo que recientemente falleció uno en Sudáfrica. -Entonces
¿son muy pocos los magos capaces de hacerlo? -Exacto -asintió el profesor -, es una habilidad parecida de cierta forma a la de los metamórfagos, pero bastante más rara y peculiar. De cierta forma la persona que emita el hechizo tomará la forma y la composición celular de la persona que desee. Es como hacer un clon exacto de otra persona. -¿Pueden hacerlo cuando ellos lo deseen? -No. Como se lo he dicho, realizar ese hechizo podría consumir tu energía hasta tal punto de que comiences a combustionar y arder en llamas. Por lo general los magos que pueden manejar tal poder lo hacen durante las lunas llenas pues es cuando la magia está en una mayor concentración en nuestros cuerpos. -¿Luna llena, dice? -Sí, así como mañana -asintió Breoghan Kalen. -¿Cómo ha dicho? -Quiero decir que mañana hay luna llena
-¿Qué día es hoy? -preguntó el muchacho con preocupación. -Diecisiete de Abril. Bueno, señor Potter, ya le he contado demasiado respecto al Distorcio Errate, ahora por favor siga estudiando lo que respecta a nuestra clase -pidió el hombre y se dirigió hacia otras mesas vecinas para verificar el trabajo del resto de los estudiantes. -¿Has oído eso? -le comentó Albus a Rose, que estaba sentada a un par de pupitres de él. -¿El qué? -inquirió ella. -¡Hoy es diecisiete de abril, Rose! Habrá luna llena mañana. Eso quiere decir que alguien tratará de robar la varita de saúco de la Torre Oscura mañana. -¿Y qué importa si es diecisiete de abril? -En mi visión había un calendario astronómico en la Torre Oscura. La fecha indicaba dieciocho de abril, y al otro lado de las ventanas se veía la luna llena -explicó el muchacho, analizando la situación para atar los cabos. -Entonces
Alguna persona se hará pasar por tu padre mañana por la noche para obtener la varita de saúco -resolvió la muchacha sorprendida. -¡Exacto! Según el profesor Kalen, el hechizo Distorcio Errate es capaz de convertir a alguien en la réplica exacta, célula por célula, de otra persona. Resultaría un conjuro perfecto para engañar a la varita de saúco y hacerla cambiar de dueño. -Creo que
Creo que deberíamos hacer algo, Al -prosiguió su prima haciéndole un ademán para que se aproximara y hablarle en susurros -. Si es mañana, entonces deberíamos obtener la llave de la torre antes que él, o al menos avisar a Mcgonagall
-Eso haremos -dictaminó Albus con firmeza -. Esta noche iremos a buscar la llave.
Hola a todos! Cómo han estado? Espero que muy bien. Bien, pues se acercan las festividades, y me gustaría ponerme al corriente con la historia. Así que aquí está un nuevo capítulo, y espero que les guste. Por cierto, debo decir que estamos en la recta final de la historia (suena extraño después de tener el fic abandonado por meses xD), así que prepárense, que estamos a 5 capítulos del final.
Saludos!16En busca de la llave
Al finalizar las clases de aquel día, Albus y Rose pusieron al corriente a Scorpius respecto a lo que habían averiguado; el rubio se había mostrado muy sorprendido con las novedades, y él no tenía dudas de que lo que había visto su amigo no había sido un sueño, sino una visión. Solo que no tenía ni la menor idea de quién era aquella persona misteriosa que trataría de robar la varita la noche siguiente. Mientras maquinaban un plan para ejecutar aquella noche, los chicos vieron pasar a Brent Dair con sus andares pausados, y no pudieron evitar notar que el muchacho les había lanzado una mirada sospechosa. Luego se retiró por una arcada que daba al patio de la torre de Astronomía. -¿Crees que Dair tenga algo que ver? -inquirió Scorpius a Albus, quien lo seguía con la mirada. -No lo creo
Según el profesor Kalen, solamente magos muy poderosos y con cierta habilidad especial son capaces de hacer el Distorcio Errate -explicó él -. Si lo ejecutara un mago cualquiera, este podría llegar arder en llamas por combustión interna. -Auch -dijo Malfoy. -Exacto -asintió el otro. -Te lo digo, Brent no es más que un muchacho común y corriente -añadió Rose un poco recelosa, mientras se distraía jugueteando con una ampolla de cristal -. Solo parece estar envuelto en un montón de situaciones extrañas. -Como sea
¿Están de acuerdo en ir a buscar la llave esta noche? Creo que la persona de mi visión intentará robarla también, así que debemos llegar antes. -¿Cómo estar seguros de que está en el despacho de Filch? -Bueno, Hagrid ya nos lo ha dicho. Confiemos en que esté aquí. Y recuerden aquella vez en que alguien entró a la oficina de Mcgonagall destruyendo la gárgola. Quizás el intruso pensó que ahí estaba la varita, o incluso la llave; pero ni consiguió ninguno de los dos. -De acuerdo, entonces nos veremos a las once en el armario de escobas. Rose y yo usaremos mi capa -propuso el joven y Scorpius asintió. -Haré lo posible para salir de las mazmorras -señaló.
Llegada la noche en el castillo, Rose y Albus permanecieron atentos a cualquier situación sospechosa; esperaban que todos los estudiantes se fueran a sus dormitorios para no llamar la atención del resto, y finalmente, cuando a las once y media la habitación quedó vacía, ambos bajaron hacia el vestíbulo. Albus llevaba su capa de invisibilidad en una mano y la varita en otra, pero su prima le advirtió que no la encendiera en caso de que algún prefecto estuviera deambulando por ahí. Los muchachos salieron al pasillo y se colocaron rápidamente la capa, guiándose solamente por la vaga luz de las antorchas; durante el camino pudieron ver a Peeves dando piruetas en el aire por un corredor del sexto piso, y estuvieron muy cerca de chocar contra un prefecto de Hufflepuff cuando bajaban por la escalera. El vestíbulo estaba abandonado cuando llegaron, y la puerta principal ya estaba cerrada con todo y candado; pero afortunadamente no había rastro de Filch, por lo que los chicos caminaron libre (pero cautelosamente) hacia el armario de las escobas, a un costado de la sala. -Entra -le indicó Albus a su prima en un susurro, internándose en el pequeño armario. -Lumos -musitó Rose cerrando la puerta, emitiendo un espectro luminoso por el cuadrado que conformaba el depósito de escobas -. Parece que Scorpius aún no ha llegado. -Espero que no tenga problemas para salir de su sala -añadió el otro, asomando la vista al vestíbulo. -De acuerdo, repasemos el plan -propuso la pelirroja. -Bien
Iremos bajo la capa invisible hacia el primer piso. Filch suele deambular a esta hora por los pisos superiores, por lo que podemos esperar que no se aparezca por acá -repasó el joven -. Vimos a Peeves en un pasillo del sexto piso, y seguramente estará buscando formas de fastidiar al celador. -Los primeros pisos son vigilados por los prefectos de Hufflepuff y Slytherin, pero quizás no sea tan complicado burlarlos si tenemos cuidado
Entonces alguien tocó a la puerta, haciendo sobresaltarse a los dos. -Soy yo
-se escuchó la voz de Scorpius desde fuera.Albus abrió la puerta y Malfoy les sonrió, adentrándose en aquel reducido espacio. -Lindo escondite, ¿eh? En fin, lamento el retraso -dijo él -, estaba esperando a que un prefecto se alejara del pasillo de las mazmorras. ¿Nos vamos? -Andando. Caminando debajo de la capa invisible de Albus, el trío se dirigió sigilosamente hacia el primer piso, aparentemente en calma; una armadura chirrió y su cabeza se giró hacia ellos, pero como eran invisibles, siguieron caminando con la esperanza de que la armadura simplemente estuviera hechizada para moverse. -Ahí está, al fondo -señaló Potter con el dedo, hacia una puerta al final del corredor con un alto letrero blanco que señalaba todas las reglas impuestas por el cuidador, Filch. Frente al aula de Transformaciones, un prefecto de Slytherin patrullaba de un lado a otro, pero como tenía los auriculares puestos en los oídos, parecía no oír los leves pasos de los chicos. Albus estuvo tentado a reírse viendo al muchacho articulando con los labios y cantando en voz baja una canción que decía algo así como «Oh bebé, no me rompas el corazón otra vez.» Cuando los chicos se encontraron a tan solo unos palmos de la puerta de la oficina de Filch, estos echaron un vistazo más a su alrededor para comprobar que no había nadie; el prefecto de Slytherin se había ido hacia un corredor adyacente. Scorpius (que era el más cercano a la puerta) se adentró en el despacho. -Entren -les apresuró el rubio, volviendo a cerrar la puerta tras de sí. El despacho de Filch era pequeño y escrupulosamente ordenado, con montones de archiveros de madera en la parte de atrás, un escritorio desvencijado lleno de fotos en movimiento de una gata atigrada y varios rollos de pergamino y frascos de tinta abiertos. Entre los estudiantes corría el rumor de que Filch había tenido una gata espía en otros tiempos, pero que había muerto y desde entonces el celador procuraba mantenerse alejado de cualquier criatura. -Las llaves deben de estar en el cajón -teorizó Rose saliendo de debajo de la capa presurosa y abriendo la gaveta de arriba del escritorio, en dónde había un montón de expedientes de estudiantes. -No está aquí -dijo la chica. -Creo que sé en dónde están -sentenció Albus examinando el muro, para luego detenerse en un cuadro de la misma gata gris que estaba sobre la chimenea. El muchacho se aproximó y movió el cuadro hacia un lado, descubriendo un agujero secreto con un montón de llaves doradas colgando de pequeños ganchos en el interior. -¿Cómo lo has averiguado? -inquirió Scorpius con recelo. -Lo vi en una peli de gangsters muggles -respondió sonriendo -. No pensé que funcionaría
Veamos. Tomó varios llaveros examinando el aro que los contenía, grabados todos con inscripciones como "Mazmorras", "Segundo piso" o "Vestíbulo". Buscó el perteneciente al séptimo piso y una vez que lo hubo encontrado, revisó todas las llaves, también grabadas con pequeñas letras como "Armario de limpieza" o "Aula de Aritmancia" Y entonces encontró la que buscaba: una antigua llave dorada cuya inscripción rezaba "Torre Oscura." -¡La tengo! -Dijo el muchacho -, vámonos antes de que nos encuentren. Se colaron debajo de la capa y nuevamente salieron al pasillo; pero el prefecto de Slytherin había regresado y se encontraba justo a un par de metros de ellos. Se pararon en seco y notaron como aquel muchacho miraba extrañado la puerta de la oficina de Filch, que a sus ojos se había abierto sola, ya que no podía ver a los chicos. -¿Quién está ahí? -inquirió aproximándose. Dieron unos pasos hacia atrás, esperando que el prefecto no entrara a la pequeña oficina; pero no ocurrió así. El joven se internó en la oscuridad de la habitación con su varita encendida, por lo que los intrusos se vieron obligados a pegarse a la pared lo más posible. -¿Cómo se abrió esto? -murmuró el muchacho viendo al otro lado de la puerta sin encontrar nada extraño. Cuando el chico estaba inspeccionando el otro extremo del lugar, los muchachos aprovecharon para apiñarse en la puerta y salir corriendo el pasillo. Pero sus pasos se escucharon inevitablemente y el prefecto de inmediato se volteó, viendo con impresión tres pares de talones acelerando por el pasillo. -¡Eh! -exclamó el muchacho confundido, saliendo detrás de ellos. Albus, Rose y Scorpius aceleraron todo lo que pudieron mientras oían los fuertes pasos del prefecto y sus gritos para llamarlos. El trío dio vuelta en un corredor particularmente oscuro, pero las cosas se complicaron entonces. -¿Qué está pasando acá abajo? -era Filch, que bajaba una escalera de un piso superior -, ¿por qué ese escándalo, muchacho? -Estoy seguro de que vi varios pies corriendo
El problema es que no vi el resto de los cuerpos -añadió acongojado. -¿Pies? ¿Estás tratando de tomarme el pelo? -le espetó el celador. -No, de verdad lo he visto
Albus dio un paso atrás, y sin poder ver nada, chocó contra una armadura, haciendo un gran estruendo metálico. -¿Qué ha sido eso? -¡Vámonos! -apresuró Scorpius. Los tres salieron corriendo nuevamente, pero alguno de los tres tropezó con el pie de la capa, dejándolos descubiertos hasta las rodillas. La cara de Argus Filch se llenó de una expresión de sorpresa. -¡Eh, ustedes! -bramó el hombre, saliendo detrás de ellos. Los chicos trataron de acelerar el paso, pero resultaba complicado pues iban arrastrando la capa. Albus perdió el equilibrio y el sedoso trozo del manto resbaló por sus cabezas, dejándolos completamente descubiertos. -¡Mi capa! -dijo el muchacho. -No podemos detenernos, Al. ¡Filch nos matará! -le recordó su prima halándolo de la manga para llevarlo consigo. Albus quiso regresar por la capa, que había caído detrás de una estatua; con suerte Filch no lograría verla y el joven podría encontrarla ahí aún por la mañana. Lamentando la pérdida, los tres subieron frenéticamente escalones mientras un corro de prefectos se acumulaba en los alrededores para ver qué es lo que estaba ocurriendo, por lo que luego de un rato se dieron cuenta de que los tenían rodeados. -Yo los distraeré -les dijo Scorpius, deteniéndose para respirar -, mi sala común queda mucho más cerca que la de ustedes, así que tengo más posibilidades de llegar a salvo. Llamaré la atención de los prefectos en el vestíbulo y aprovecharé la distracción para desaparecerme. -¿Estás seguro? -Por su puesto, ¡Andando! Scorpius se alejó por un una terraza atravesada por altas arcadas que lo llevaría directo al vestíbulo, de forma que los dos Gryffindors tuvieron que seguir adelante solos; subieron una nueva escalera y se encontraron a continuación en una amplia galería de armaduras y largos tapices púrpuras. Sintieron un golpe de adrenalina cuando un grupo de prefectos doblaron el pasillo y se encontraron con ellos, tratando a toda costa de evitar que no les vieran los rostros. -¡Ahí están! -señaló una voz de chica. -¡Expulso! -exclamó Rose apuntando a la alfombra, que repentinamente se levantó casi dos metros sobre el suelo junto a una densa capa de polvo. Fue distracción suficiente para escapar. Siguieron corriendo por el castillo, sin tener completa certeza de dónde estaban hasta que finalmente se encontraron con el pasillo del quinto piso, que parecía completamente tranquilo. Estando ahora en terrenos conocidos, consiguieron dirigirse a la escalera principal y lograron subir hasta el séptimo piso, apresurándose a entrar a su sala común antes de que los prefectos les dieran alcance. -Nos hemos salvado por los pelos -señaló la pelirroja, tumbándose en un sillón, fatigada -, ya no estoy segura de si fue buena idea hacer esto. -Al menos tenemos la llave -puntualizó su primo sonriente, mostrándole la llave dorada con la inscripción que indicaba que pertenecía a la puerta de la Torre Oscura -. Pero no puedo creer que se me cayera mi capa
Espero que nadie la encuentre hasta mañana cuando vaya a buscarla. -Y ¿tú crees que
? ¿Tú crees que hayamos evitado que se cumpla tu visión. -No lo sé Rose -respondió un poco dudoso -, sólo podremos saberlo mañana por la noche, cuando el intruso trate de entrar a la torre
Hola chicos! Cómo están? Espero que perfectamente. Bien, este fue el capítulo 16 si no me equivoco (quién los cuenta?) y como habrán notado, es un poco más largo que de costumbre, pero también resulta algo interesante (o al menos a mí me gusta xD). Así que espero que les haya agradado, y por su puesto los invito a dejar sus comentarios!También les aviso que probablemente no tendré tiempo de actualizar la historia durante los días de Navidad, más o menos como hasta el 27 de diciembre; así que por adelantado les deseo feliz Navidad y espero que todos tengan salud y alegría en estas fechas. Si me es posible subir capítulo antes del día 28, entonces me reportaré por aquí ;)Saludos!17Infiltrándose
Cuando Albus fue a la mañana siguiente al corredor en el que se le había caído su capa de invisibilidad, descubrió con preocupación que esta ya no estaba ahí; probablemente estaba ahora en manos de Filch, quien no dudaría en guardarla en su despacho o entregarla a Mcgonagall. O tal vez la tenía algún prefecto y en esos momentos ya habría encontrado la función de la capa. Con aquella mala idea clavada en su cabeza, el muchacho habló de la situación con Rose, quien parecía dudosa al respecto. -¿Hay alguien más que sepa sobre tu capa en este castillo? -preguntó la pelirroja. -No lo creo -dijo él -, tal vez lo sabe Mcgonagall, tú y Scorpius, a lo más. -Ojalá no la haya encontrado la persona equivocada -añadió la chica mientras buscaban las escaleras a los pisos inferiores. Entonces pasaron junto al muro secreto que escondía la puerta hacia la Torre Oscura. -¿De verdad crees que esta noche alguien trate de entrar? -preguntó Albus pensativo, analizando nuevamente la visión que había tenido de lo que ocurriría aquella luna llena. -Bueno, tú eres el que ha tenido esa visión -le recordó la muchacha -. Tú has dicho anteriormente que tus visiones son muy subjetivas y que pueden ser evitadas o cambiadas. Nosotros hemos robado la llave, así que probablemente hemos conseguido evitar que se cumpla lo que viste. -El problema es que no estoy del todo seguro de que una puerta sea gran impedimento para alguien que pretende robar la varita que está ahí dentro. Ella se encogió de hombros, sin poder negar que aquello era del todo cierto; pero, ¿Quién sería la persona que estaba tratando de robar la varita?
Cuando menos lo pensaron ya se encontraban en el vestíbulo, por lo que decidieron ir a almorzar antes de su clase de Pociones. Cuando entraron al comedor, Scorpius se puso de pie en la mesa de Slytherin y se dirigió hacia ellos. -¿Has encontrado tu capa Al? -inquirió con interés, y el otro negó con la cabeza -. Huy, eso no es bueno
No te preocupes, seguro la encontrarás pronto. -Te lo agradezco. -¿Salen de clases temprano el día de hoy? Estuve pensando en mantenernos pendientes de la puerta de la torre. Sólo por si acaso -expresó el rubio en tono confidente, pues varios estudiantes salían ahora del Gran Salón. -Supongo que podemos echar un vistazo en caso de alguien trate de entrar -admitió Albus.Él y Rose comieron apresurados, aunque no supieron exactamente por qué. -¿Qué harán esta noche? -preguntó James aproximándose receloso a ellos. -¿Por qué lo preguntas? -Bueno, soy lo suficientemente bueno como para adivinar que harán algo diferente a los deberes en la sala común esta noche -explicó con una sonrisa de suficiencia. -Si bueno, queríamos
Queríamos ver si podíamos entrar al baño de prefectos. Dicen que es muy bonito -mintió el chico. James alzó una ceja con incredulidad, pero no dijo nada; Albus y Rose se levantaron de sus asientos rápidamente y se dirigieron hacia la sala común, con la idea de alejarse de las preguntas de su hermano. Albus subió a su dormitorio a dejar su mochila en su cama antes de ir a vigilar la entrada a la Torre Oscura, y entonces se encontró con algo muy extraño: La capa de invisibilidad había vuelto a su lugar, dentro del baúl del chico. Él la tomó como para comprobar que fuera auténtica y se dio cuenta de que aquella realmente era su capa. Había una nota encima de la sedosa tela, así que el muchacho la leyó:
Ojo por ojo, y capa por llave.
El joven reflexionó aquellas palabras y luego cayó en la cuenta de algo
¡La llave! Buscó en un pequeño compartimiento al lado derecho del baúl, en donde había dejado la llave previamente; pero alguien la había robado. -¡Rose! -exclamó bajando la escalera hacia la estancia de los Gryffindor, en donde su prima lo miraba con curiosidad. -¿Qué ocurre? -Me han devuelto la capa de invisibilidad -explicó tratando de agarrar aire -, cuando abrí mi baúl ahí estaba. Pero me han robado la llave, alguien la sacó y la intercambió por la capa. -¿Intercambio? Eso es muy extraño -comentó su prima, analizando las posibilidades sin llegar a conclusión alguna. -¿Quién crees que haya sido? -No lo sé, pero sea quien sea, seguro pretende entrar a la torre esta noche
Había anochecido ya cuando Albus, Scorpius y Rose iban caminando por el corredor, en cuyo final se encontraba la entrada al despacho de la profesora Mcgonagall, custodiado como de costumbre por una fea gárgola. -De acuerdo, Rose, ve a avisar al profesor Flitwick mientras nosotros hablamos con la directora -planeó Albus deteniéndose al final del corredor -, explícale lo de mi visión y dile que creemos que alguien pretende entrar a la torre y robar la varita. Flitwick podría sernos de ayuda. -De acuerdo -asintió la chica y salió presurosa hacia el conjunto de escaleras laterales. -Tienes la contraseña, ¿cierto? -preguntó Malfoy una vez que se quedó solo con su amigo. -Así es. Es salsa de troll -respondió. -¿Salsa de troll? Eso no tiene sentido -repuso el rubio, viendo con admiración cómo la gárgola se apartaba para dar paso a la escalera móvil; ascendieron hasta un rellano superior y tocaron a la puerta. Nadie respondió. -¿Profesora Mcgonagall? -Llamó Albus en voz alta tras tocar por quinta ocasión -, ¿crees que no esté? -La abriré
¡Alohomora! El pestillo de la puerta emitió un sonido de clic y la puerta se abrió de par en par, revelando la magnífica habitación decorada por los cuadros de todos los directores anteriores en Hogwarts. -No hay nadie -señaló el muchacho. -¿Profesora? -exclamó Scorpius, pero nuevamente nadie respondió. -Debe haber salido. Vamos a buscar a Rose. Y por fortuna la encontraron corriendo hacia ellos cuando bajaron al corredor, que para aquellas horas ya estaba desierto; no faltaba mucho para el toque de queda. -No
No he encontrado a Flitwick -musitó la chica, deteniéndose a respirar con normalidad. -¿No lo has encontrado? -Repitió su primo. -No; su oficina estaba vacía. Pregunté a un Ravenclaw por él, pero dice que el profesor no se ha visto desde que acabó sus clases
Y esperen a oír esto: Fui a buscar al profesor Longbottom y al profesor Kalen, y ninguno de ellos estaba. Me asomé por la ventana a ver si Hagrid se encontraba en su cabaña, pero no se veía ninguna luz ni el humo de la chimenea. -Tampoco hemos encontrado a Mcgonagall -recordó el muchacho, un poco asustado. ¿Qué le habrá pasado a todos los profesores? -Es demasiado extraño -puntualizó Scorpius, viendo por la ventana los jardines que estaban en completa tranquilidad -, sólo espero que estén bien. -Vamos a la torre. Tal vez podamos hacer algo. Y con esas palabras los tres se marcharon a toda velocidad hacia el séptimo piso, temiendo que fuera demasiado tarde.
El último piso del castillo estaba vacío cuando los muchachos llegaron, alumbrado por la refulgente luna llena y el resplandor cálido de las antorchas. La entrada escondida hacia la torre estaba en completa tranquilidad, pero probablemente el intruso ya había entrado, de forma que no se confiaron. -¿Creen que debamos entrar? -inquirió Rose tocando el muro de piedra con las yemas de los dedos. -No tenemos opción
Parece que no hay ningún profesor en el colegio. -¡Eh! ¿Qué hacen ustedes por aquí? -resonó una voz proveniente del retrato de la Dama Gorda, y entonces los presentes se dieron cuenta de que se trataba de James, el hermano mayor de Albus, que iba caminando decidido hacia ellos. -¿Qué hacen por aquí? -repitió. -Eh
Nosotros íbamos
queríamos visitar a Hagrid. Dijo que recién le habían llegado unas criaturas muy interesantes -mintió su hermano menor, buscando apoyo de sus amigos. -Vamos chicos, yo sé que ustedes planean tener alguna aventura esta noche -aseguró él, mirándolos con detenimiento -. Déjenme ir con ustedes, podría ser de ayuda. Albus, Rose y Scorpius se miraron los unos a los otros, como debatiendo silenciosamente aquella cuestión; la pelirroja asintió afirmativamente. -Dejémoslo ir con nosotros. Tiene más experiencia con hechizos y podríamos necesitarlo -le recordó. -De acuerdo -aceptó Albus, y James sonrió satisfecho -. Puedes ir con nosotros, pero debes ser cauteloso y tener cuidado, pues no sabemos que podría ocurrir. -No se preocupen -dijo emocionado -. Trataré de ayudarlos en lo posible. -Mejor será que nos vayamos ya. Posiblemente ya hay alguien dentro de la torre
Se dirigieron a continuación hacia el punto exacto en el que yacía la puerta secreta. -¡Diffindo! -exclamó Scorpius, apuntando con su varita al muro en donde estaba oculta la puerta hacia la Torre Oscura. Los trozos de piedra se rompieron en largas astillas que comenzaron a desprenderse y caer, revelando la puerta secreta. -Wow -susurró James con impresión. El rubio tomó el pomo y lo giró, causando que la madera de la puerta rechinara; y simplemente se abrió. -Alguien ya ha entrado -murmuró. -Entonces será mejor que nos apresuremos -añadió Rose, mientras el grupo se aventuraba a la oscuridad de aquella habitación secreta, sin saber qué ocurriría a continuación.
Hola a todos! Cómo han estado? Espero que perfectamente. Bien, pues como avisé previamente, ya estoy de regreso de mi pequeño viaje navideño y he de decir que me la he pasado de maravilla, aunque estoy feliz de estar de regreso. Actualizo con este nuevo capítulo esperando que les guste, y pues me despido hasta la siguiente ocasión.Saludos!18Sorteando obstáculos
La sala a la que entraron a continuación era tan oscura como boca de lobo, y solo se divisaban los contornos plateados de las ventanas. Los muchachos avanzaron lentamente, caminando con precaución para no tropezar con nada; y de pronto la puerta se cerró detrás de ellos con un fuerte azote que los sobresaltó a todos. -¡Lumos! -musitó Albus y de la punta de su varita salió un halo de luz dorada, que no lograba alumbrar mucho. -Eso no nos servirá de mucho -puntualizó Scorpius con desánimo, mientras el grupo avanzaba unos cuantos pasos. Entonces una decena de lámparas se encendieron desde los muros; se trataba de elegantes y ornamentadas piezas de hierro negro, cuya luz era de un extraño color turquesa, casi azul. Finalmente se pudo vislumbrar todo lo que los rodeaba. Aquello no era precisamente una torre, sino una amplia sala cuadrada con arcos y altas columnas de mármol por todos lados. Un par de escaleras en forma de luna ascendían hasta un rellano al fondo de la habitación, en dónde una alta puerta de madera emitía un delicado resplandor celeste. -¿Se supone que debería haber algo aquí? -Preguntó James, un poco extrañado -, porque yo no veo nada además de columnas
Y de pronto, frente a ellos sonó una especie de gruñido bajo, aunque no pudieron ver la fuente de aquel ruido. -No creo que estemos solos
-añadió Rose con voz temblorosa. -Estamos buscando una varita, James -le explicó su hermano -. Estamos casi seguros de que esta noche un intruso entró a la torre, en donde está escondida una varita mágica muy poderosa, sino es que la más poderosa del mundo. -¿Hablas en serio? -Tan en serio como tú
Bueno, la idea es que es real -recapacitó. Los chicos siguieron avanzando por aquel laberinto de columnas, cuyas sombras se alargaban gracias a la luz azul de las antorchas. El techo abovedado estaba tan oscuro que parecía estar a kilómetros de distancia. Un nuevo gruñido resonó entonces y todos retrocedieron unos pasos, rebuscando a su alrededor, atentos a cualquier cosa que pudiera ocurrir. -Esto no está bien -susurró Rose con temor, tomando el brazo de Scorpius entre su mano. A continuación, frente a ellos se movió algo con agilidad, por debajo de las escaleras en forma de luna al final de la amplia habitación. Como un gato negro en medio de un callejón oscuro, una grande y elegante silueta dio unos pasos hacia ellos, internándose en el círculo luminoso de una de las antorchas; todos se echaron hacia atrás. Emergiendo de las sombras, un cuerpo de lo que parecía un león rojizo apareció, pero Albus no pudo evitar notar que aquel no era el cuerpo de un león cualquiera
-Es una manticora -señaló James absorto en aquella criatura, que seguía caminando con paso firme pero paciente hacia ellos. -¿Una qué? Pero el muchacho no tuvo que dar explicaciones, pues entonces el resto de aquel monstruo salió a la luz, revelando un par de alas coriáceas de color marrón pegadas a los costados del león. Su anormal cabeza era de cierta forma similar a la de un humano, pero envuelta en una suave melena guinda. Pero lo peor era su cola, parecida a la de un escorpión, pero bastante más grande y por tanto peligrosa. -Nunca había visto uno
-comentó Scorpius admirado, aunque de cierta forma se sentía intimidado por la presencia de la manticora. -Debemos salir de aquí. La bestia se dio cuenta de que sus presas pretendían huir, de forma que se acercó a ellos cada vez más, hasta estar a tan solo unos palmos de distancia de ellos. No podían darse la vuelta para salir, pues la manticora se abalanzaría contra ellos y los devoraría en cuestión de minutos. -He leído sobre estas criaturas -comentó James, hablando entre dientes -, me parece que no les gusta el fuego. -Entonces lancemos hechizos de fuego. La criatura se aproximó nuevamente, mostrando sus fauces de puntiagudos dientes amarillentos; se apoyó en las patas delanteras y lanzó un bajo rugido mientras su cuerpo salía disparado como flecha hacia ellos. -¡Incendio! -bramó James, lanzando de su varita una nube de fuego que detuvo en seco a la manticora, cuyos ojos refulgieron con enojo -, ¡Corran! Albus, Rose y Scorpius se desperdigaron hacia varios extremos de la habitación, mientras James retrocedía con varita en alto y conjuraba una nueva llama desde la punta; un poco confundido, el monstruo trotó rápidamente mientras Scorpius le lanzaba un relámpago a los cuartos traseros, y este se daba la vuelta con furia y se dirigía hacia él. Uno tras otro, varios torbellinos de fuego cruzaron la habitación. Uno de ellos chocó contra un conjunto de tapices púrpuras en la pared, haciéndolos arder rápidamente. La manticora aceleró y subió por la escalera curva que llevaba al rellano y desde ahí se impulsó por los aires, dando un impresionante salto con dirección al rubio. Malfoy trató de apartarse, pues aquellas atemorizantes garras estaban a punto de golpearle el pecho; pero entonces Rose lo empujó por el hombro y ambos cayeron al suelo de bruces, mientras la bestia aterrizaba a unos metros de ellos. Lanzó un nuevo rugido y su cola de escorpión se levantó amenazadora, lista para disparar un ataque de su veneno mortal. -¡Confringo! -exclamó James, y una explosión salió disparada contra la criatura, que consiguió apartarse rodando, de forma que el hechizo golpeó a una columna, lanzando trozos de piedra por todos lados. Una nube de polvo se levantó alrededor de los chicos, pero Rose ejecutó un hechizo de forma que una cortina de llamas se levantara a su alrededor, evitando que aquel animal los tomara por sorpresa; una vez se hubo despejado el polvo, la bestia trotó hacia ellos con la ferocidad impresa en sus extrañas facciones mientras los chicos se apartaban y lanzaban un nuevo conjunto de hechizos en su dirección, creando una voluta tan ardiente y brillante como la lava. La manticora trató de apartarla con sus patas, pero fue una mala decisión pues solo logró quemarse, por lo que soltó un alarido de dolor. -Hagamos una maniobra -les pidió James, aprovechando la distracción -, cada quien diríjase a una dirección distinta de la sala, todos apunten al centro y acorrálenla. Todos asintieron y se dispersaron alrededor de la sala, y mientras tanto la bestia se había incorporado, dispuesta a atacar. James lanzó un latigazo con su varita en dirección a una de las antorchas azules en la pared y consiguió crear un anillo de fuego, que rodeó peligrosamente al animal. El resto siguieron actuando, consiguiendo una magnífica barrera explosiva. La manticora lanzó su rugido más prominente hasta el momento, mientras varias columnas se recalentaban por tanto fuego y se desprendían en explosiones de polvo y escombros. James miró hacia el techo entonces. -Tengo una gran idea
Suerte que siempre cargo con una de estas. El muchacho se sacó del bolsillo un largo cilindro de numerosos colores, con una delgada mecha saliendo por un extremo. -Una de las bengalas del tío George -señaló Albus con interés. Su hermano encendió la mecha con la punta de su varita, creando una chispa. La bestia corrió hacia ellos con paso trepidante, pero James se apresuró a actuar y lanzó la bengala hacia el techo. -¡Confringo! -exclamó señalando el objeto, cuya chispa estaba a punto de estallar. La explosión del hechizo y la de la bengala se combinaron con un tremendo sonido, y miles de chispas, aros de fuego y estallidos de colores salpicaron por la habitación, mientras el techo colapsaba y los escombros caían sobre la manticora, encerrándola debajo de un montón de trozos de piedra. La bengala de larga duración siguió rezumando columnas de humo de color, serpientes de chispas resplandecientes y girándulas de fuego. -¡Bien hecho, James! -le felicitaron el resto, cerciorándose de que la criatura estuviera inmovilizada bajo los escombros. El techo tenía ahora un amplio boquete que dejaba ver las estrellas del cielo. -Andando, debemos apresurarnos -les recordó Rose, prosiguiendo por la habitación para dirigirse hacia la puerta que subía hasta la torre oscura. Cuando atravesaron la alta puerta de madera, se encontraron en una sala redonda bastante alta, seguramente una torre. Sobre sus cabezas subía en espiral una gran escalera de caracol que se perdía en la oscuridad. Los chicos vieron con inquietud como el silencio aunado a la negrura consumía todo. -Debemos seguir -anunció Scorpius encendiendo su varita para alumbrar la habitación, pero no tuvo mucho éxito. El resto realizó la misma acción. Avanzaron por los inclinados escalones, atravesando de vez en cuando espectrales reflejos de luz que penetraban por las ventanas. Uno de los escalones crujió extrañamente por debajo de los pies de Albus, y este miró asustado como una delgada cuarteadura recorría la madera de la escalera. -Esta estructura parece muy vieja -comentó el muchacho -, tengan cuidado, podría destruirse en cualquier momento. El resto siguió la indicación y avanzaron lentamente, mientras numerosos chirridos de madera podrida resonaban a sus pies. -Siento que alguien nos observa -murmuró James, mirando a su alrededor sin poder evitar sentirse inquieto debido a lo espeluznante de aquel lugar. -¡AGACHENSE! -exclamó de pronto Rose, y todos se lanzaron de rodillas mientras una flecha negra salía disparada silbando hacia ellos; el objeto quedó clavado en otro extremo de la escalera. -¿Qué fue eso? ¿Nos están atacando? -Son trampas -auguró Albus, mirando debajo de sus pies para encontrarse con un pequeño interruptor oculto, que seguramente había activado a la flecha -. Los escalones están llenos de interruptores secretos que activan trampas. Tengan cuidado de no pisarlos. Siguieron avanzando cautelosamente hasta que se encontraron de pie sobre un rellano que parecía seguro; Scorpius se recargó en el muro para respirar, e imprevisiblemente, al menos cinco pequeños sacos rellenos de algo muy pesado cayeron sobre la escalera, haciéndola temblar. -¡La pared! Malfoy se apartó apresurado y quitó a tiempo a Rose antes de que uno de aquellos sacos le cayera en un hombro. La estructura entera de madera lanzó un feroz crujido al tiempo que la escalera se comenzaba a partir por la mitad en la parte baja. -¡Corran! Esto se caerá -los advirtió James mientras los cuatro subían a tropel por la escalera, sin importarles mucho los interruptores. En un par de ocasiones una nube de flechas pequeñas de un color plateado hondaron el aire, pero James era muy diestro para los hechizos, por lo que conseguía crear escudos o convertir aquellas armas en un montón de polvo antes de que estas los alcanzaran. Los escombros de la escalera se extendieron, hasta que el suelo quedó lleno de tablones y trozos rotos de madera, mientras los escalones seguían partiéndose como frágiles láminas de cristal. El proceso de destrucción se fue extendiendo hasta que se volvió como un efecto dominó, cayendo un escalón detrás de otro. Los chicos subieron a gran velocidad, haciendo lo posible para evitar los obstáculos que se presentaban; de un momento a otro algunos escalones comenzaron a romperse por la mitad, derramando tablones por el suelo. Un gran agujero quedó frente a ellos cuando al menos tres escalones se deshicieron, tomando por sorpresa al grupo. -¡Salten! -exclamó Albus y todos lo siguieron, dando un amplio salto para llegar al otro lado del boquete. Pero para James no funcionó. Unos trozos de madera se entrecruzaron bajo los pies del muchacho, y cuando había intentado saltar, tropezó quedando colgado del borde y con los pies meciéndose al aire. -James, ¿estás bien? -Estoy bien
Sigan ustedes. Yo trataré de bajar y buscaré a algún profesor que venga a ayudarlos
-De acuerdo, ten cuidado -le pidió su hermano menor. -Tengan cuidado ustedes
El chico se apoyó en unas tablas alargadas, que no parecían muy resistentes. James apoyó su peso por un momento ahí, pero entonces la madera emitió un gran crujido y se rompió por la mitad, dejando caer al muchacho contra el suelo. -¡JAMES! Su hermano impactó el suelo, rodando sobre un montón de escombros y polvo. Él se incorporó lentamente, con un corte severo en una mejilla y con el brazo en un ángulo incómodo. -Creo que me he lastimado el hombro -musitó con el rostro crispado de dolor. -¿Te has roto algo? -inquirió Rose con preocupación. -No importa
Sólo sigan, iré lo más rápido que pueda a buscar ayuda. Los chicos asintieron, con la adrenalina al tope, y siguieron ascendiendo por la escalera, cada vez más cerca de su objetivo. Y finalmente saltaron sobre el último rellano, viendo como todo detrás de ellos se desmoronaba como si estuviera hecho de frágil arena. Frente a ellos se alzaba una nueva puerta de madera, en cuya parte superior se encontraba un letrero con letras doradas que rezaba "Torre Oscura" -Hemos llegado, chicos -anunció Scorpius, con la vista fija en el letrero. -Habrá que ver qué es lo que nos espera ahí dentro -asintió Albus, y tomó el pomo de la puerta. Lo giró lentamente y la puerta se abrió.
Hola chicos! Feliz año nuevo a todos ustedes. Espero que se la hayan pasado bien, pero sobre todo les deseo que tengan un exitoso 2012 lleno de salud, seres queridos y felicidad. Yo me reporto con un nuevo capítulo, que espero que les guste. Cada vez estamos más cerca del final, así que espero que les guste.Saludos!19Entrando en la torre
Albus trató de abrir la puerta de la torre lo más sigilosamente posible, logrando atravesar el umbral casi en total silencio; finalmente se encontraron en el centro de la Torre Oscura, que era bastante espaciosa y alta, con una magnífica cúpula de cristal en la cima, alargados ventanales penetrados por la luz de la luna llena, y una escalera en forma de "U" tal como la que había visto el chico en su visión. Varios tapices púrpuras colgaban de los muros, así como un calendario astrológico dentro de una esfera de cristal pegada a la pared; pero lo más interesante era lo que se encontraba en el rellano al que daban las escaleras: un pedestal de mármol alumbrado por un chorro de luz plateada y en cuya superficie descansaba una simple varita mágica. Pero había algo más: una silueta humana envuelta en una capa negra estaba de frente al pedestal, dándoles la espalda a los chicos. Scorpius le dirigió una mirada directa a su amigo, quién asintió despacio. -Es mi visión -susurró Albus -. Debemos evitar que ocurra
El intruso tomó la varita con su mano derecha, y la levantó lentamente hacia el cielorraso. -Creo que es el momento de que todo mundo sepa quién soy -comentó el encapuchado para sí mismo, y Albus no pudo evitar escuchar algo conocido en aquella voz, y por alguna razón sintió que realmente la había oído antes -. La varita no me responderá a menos que sea su dueño legítimo. A menos claro, que sea lo suficientemente poderoso como para emular a esa persona
¡Distorcio Errate! El grupo de chicos sintió una especie de energía que les producía calor, y percibieron un leve rastro de humo saliendo del encapuchado. -¡Eh, tú! -se atrevió a llamarle Albus, dando un paso hacia adelante. El hechizo del intruso se vio interrumpido y este se dio la vuelta rápidamente, aún con la capucha de su capa negra puesta; la luz de la luna le arrancó un par de destellos violetas al rostro del desconocido, y por unos momentos el chico se quedó pasmado. Aquella persona se dio la vuelta, y nuevamente lanzó su extraño y complejo hechizo, emanando un intenso resplandor naranja mientras el calor se pronunciaba claramente. La figura se quitó la capucha y todos pudieron ver frente a ellos a Harry Potter, o al menos una copia muy fiel de él. El intruso sonrió malévolamente. -Así que han terminado viniendo -comentó con voz pausada e idéntica a la del padre de Albus -. ¿De verdad importa tanto lo que yo pueda hacer con esta varita, como para que arriesguen su vida llegando hasta aquí? -¿Qué pretendes hacer con la varita? -preguntó Rose en voz alta, aunque se notaba su miedo pues se mantenía oculta detrás de Scorpius. -El poder de la varita solo puede pertenecerle a un mago digno de él -explicó tomando entre sus manos el alargado objeto, mirándolo como si se tratara del oro en su estado más puro -. Soy un mago muy poderoso, ignorado durante muchos años. Pero creo que es momento de que los demás sepan de mí. -Si quieres que sepan de ti, entonces ¿por qué no nos dices quien eres? -le espetó Albus. -Porque ustedes no están listos -respondió y luego se quedó callado durante unos momentos -. No quiero lastimarlos, se los aseguro. Mi idea del poder es distinta a la de Lord Voldemort u otros magos tenebrosos que han existido. Pero si tratan de interponerse, me temo que tendré que actuar en su contra. -No puedes querer hacer nada bueno con esa varita -aseguró Scorpius, un poco inseguro -, ¿cuál es tu verdadera intención? El hombre levantó la varita al aire, y de un momento a otro la cúpula de cristal que cubría el techo explotó, lanzando una lluvia de cristales por todos lados; los chicos tuvieron que cubrirse la cabeza e internarse bajo la escalera en forma de U para que los vidrios no les cayeran de lleno. -El poder -añadió el falso Harry Potter, con voz tranquila y misteriosa -. Eso es lo que quiero: Poder. Y ser conocido como lo merezco. Soy único en este mundo. -¿A qué te refieres? -Prefiero conservar la sorpresa de momento. Pero pronto se enterarán por ustedes mismos, sobre todo tú -dijo señalando a Albus. -La varita no te pertenece -le recriminó Scorpius. -Ahora si -aseguró él con una leve sonrisa desdeñosa -. Soy lo suficientemente poderoso como para poder engañar a la varita con uno de los hechizos más complicados y peligrosos existentes. Me ocupé de distraer a sus profesores para que pudieran dejarme tranquilo mientras me infiltraba en la torre, aunque ustedes me han dado una sorpresa. -No podemos dejarte ir -sentenció Albus, alzando su varita con mano ligeramente temblorosa -. Pronto vendrán los profesores a ayudarnos. -Yo me encargué de que los profesores estuvieran lejos de la torre mientras yo entraba aquí. Fue una gran distracción, aunque no contaba con que tres estudiantes trataran de impedir mis planes. -Mi hermano ya ha ido a alertarlos. Si nos atacas ellos te detendrán -le amenazó Albus. -No pretendo atacarlos -prosiguió el hombre, con la voz de Harry Potter aún, lo que resultaba aún más inquietante -. Pueden irse ahora y vivir. Como les he dicho previamente, mi intención no es seguirle los pasos a magos como Voldemort o Grindelwald. -Entonces deja la varita
-Oblígame a hacerlo -le retó él con seriedad y una voz completamente tranquila, casi amable. -¡Desmaius! -exclamó Albus a continuación, lanzando un destello de luz hacia el intruso, que se convirtió en una especie de nube de luz y se transportó luego a tan solo unos metros de ellos. -¡Expelliarmus! -¡Flipendo! -le siguieron Rose y Scorpius, pero la imitación de Harry Potter se desvanecía con gran habilidad. Alzó entonces la varita de saúco y todos los ventanales de la torre estallaron ferozmente, mientras ellos trataban a toda costa de alejarse; subieron la escalera y dispararon varios haces de luz que impactaron todos contra los muros de piedra. Rose se filtró bajo la escalera y lanzó hacia el rellano un nuevo hechizo, tomando por sorpresa al hombre y dándole de lleno en una rodilla. Este rodó por los escalones con un gemido y trató de levantarse, mientras los chicos se dirigían hacia él para atacarlo. Pero para evitarlo, el intruso lanzó una onda expansiva de fuego blanco que los tiró a todos de espaldas; Albus miró hacia su túnica, que comenzaba a arder con aquella llama blanca tan curiosa, y se sintió alarmado de que pudiera comenzar a encenderse como una antorcha humana. -¡Aguamenti! -apuntó Scorpius echando un chorro de agua helada al uniforme de su amigo, que comenzó a apagarse. -Gracias -murmuró el chico tomando aire y poniéndose de pie. Entonces notó algo extraño en el curioso calendario que se encontraba en la esfera de cristal de la pared. Tenía un brillo rojo y un pequeño reloj de arena había aparecido. -Chicos, creo que eso no está bien -dijo señalando el objeto. Sus amigos miraron la esfera, mientras el brillo rojo se intensificaba conforme la arena bajaba por su depósito de vidrio. -¿Crees que se haya activado una trampa en cuanto él retiró la varita? -Eso temo -confirmó. Los muchachos se separaron a lo largo de la torre y lanzaron varios hechizos a la vez contra su oponente, pero su magia no tenía fuerza suficiente como para dañarlo. El intruso levantó un torbellino de algo similar al polvo y luego lo hizo estallar contra ellos, lanzando una corriente de aire por todos lados. Scorpius notó que el falso Harry trataba de escapar, por lo que lanzó una corriente eléctrica hacia la puerta, que crepitó y brilló llena de energía. La barrera de energía detuvo momentáneamente al hombre, que retrocedió un poco mientras Rose se daba cuenta de que el tiempo en el reloj de arena finalizaba. -¡Albus! -exclamó la chica señalando al calendario, pero él no tuvo tiempo para observarlo, pues entonces un tremendo crujido resonó por todos lados. Como si alguien hubiera instalado dinamita por el lado externo de la torre, de pronto varios trozos de pared comenzaron a estallar uno tras otro, con enormes nubes de polvo y trozos de piedra salpicando por todos lados; los últimos trozos de vidrio de los ventanales y de la cúpula cayeron como agujas mientras una parte del suelo se desmoronaba a continuación como si se tratara de un castillo de arena. -¡Se está destruyendo todo! Tenemos que salir de aquí
Los chicos se apresuraron, persiguiendo a su vez al intruso; lanzaron varios hechizos en su contra mientras las paredes seguían demoliéndose uno tras otra. La torre desaparecería por completo en cuestión de minutos. Scorpius lanzó un chorro de chispas azules que golpeó una ventana y la hizo explotar, mientras su contrincante lanzaba hábilmente destellos verdes que se impactaban a escasos centímetros de sus pies.Nuevamente hubo un tremendo crujido, esta vez más fuerte e intenso que la última vez, y la destrucción de la Torre Oscura se aceleró precipitadamente, dejando amplios boquetes por todos lados desde dónde se podía ver como los escombros caían hasta los terrenos de Hogwarts; tenían que correr cada vez más rápido, pues pronto no quedaría nada de aquella área del castillo.Salieron a la torre externa, en donde la escalera llena de trampas seguía destruida en cientos de trozos en el suelo. El rellano de madera sobre el que estaban parados estaba soportado por varias vigas de madera entrelazadas, por lo que tuvieron que bajar cuidadosamente por ahí mientras el intruso se alejaba cada vez más de ellos. Las cañerías que recorrían los muros tronaban una tras otra, salpicando el suelo de agua y dificultándoles más el recorrido, que ya de por sí era accidentado. Los jóvenes alcanzaron al encapuchado en el pasillo adyacente y se pusieron a la par suya, dedicándose a lanzarle un hechizo tras otro procurando darle de lleno, pero él era muy hábil evitando los hechizos. -¡Bombarda! -exclamó Rose apuntando el trozo de suelo bajo los pies del individuo, que se tambaleó momentáneamente y saltó presuroso mientras un gran agujero quedaba impactado en el suelo. Detrás de ellos todo se derrumbaba, y pronto tendrían que buscar una forma de salvarse; entraron a continuación a la habitación que anteriormente había sido la habitación de la manticora y vieron momentáneamente al desconocido yendo de un lado al otro a través de las columnas que quedaban en pie; resonó un gran estruendo y los chicos notaron como la destrucción los perseguía aún, derribando un muro tras de otro.Una gran parte del techo colapsó a continuación y los escombros hicieron agujeros en el suelo cuando caían, dejando amplios espacios en los que sólo se veía la oscuridad del vacío. Si caían por uno de esos hoyos caerían desde una de las torres más altas del castillo hasta el jardín. Y entonces quisieron detenerse en seco, pero no pudieron; frente a ellos, un enorme trozo de piso se deshizo repentinamente, cayendo a la oscuridad y dejando frente a ellos un terrible precipicio. -¡SALTEN! -bramó Albus sin perder el impulso, con las piernas agitándose en el aire mientras atravesaba el agujero. Rose y Scorpius lo vieron con sorpresa, pero no podían detenerse pues caerían por los aires si se quedaban ahí. Se tomaron de la mano, y corriendo con todas sus fuerzas, atravesaron el hueco mientras todo se caía y destruía detrás de ellos. Consiguieron aterrizar al otro lado. Por su parte, el intruso no había tenido la misma suerte, pues el agujero desde su lado era más amplio, y había tenido menos impulso al saltar. Quedó colgando con las manos del borde del suelo, mientras varios bloques de roca caían pesadamente detrás de él. Los cristales de las ventanas se rompían uno tras otro, y el fuego de las antorchas azules se había alzado para formar una feroz barrera de llamas rodeándole; no podría aguantar mucho tiempo. -¡Vámonos! -le urgió Rose a su primo. -¡La varita! -señaló el chico, viendo que al falso Harry se le había caído la varita y ahora daba vueltas por el aire mientras caía hacia los terrenos de Hogwarts. -Destrúyela
-¡CONFRINGO! -exclamó apuntando con mano temblorosa, pero consiguió atinar a la varita, que estalló en una tremenda explosión de energía. -¡NO! -bramó el otro, aferrándose con todas sus fuerzas al borde para evitar caer. Los últimos restos de la Torre Oscura cayeron y se perdieron en la oscuridad de la noche. Entonces una roca cayó a tan solo unos palmos de las manos del desconocido, destruyendo el trozo de suelo al que se agarraba y haciéndolo caer por los aires. Albus lo vio agitar las manos y las piernas mientras la capa se levantaba detrás de él. A sus espaldas aún brillaba el estallido de la varita de saúco. Y de pronto, mientras caía, la silueta se transformó en un torbellino de humo negro y voló hacia el bosque prohibido, dejando anonadados a los chicos. De alguna forma había conseguido salvarse de una muerte segura. -Se ha salvado -murmuró Albus, mientras miraba como las últimas nubes de polvo y restos de la torre se desplomaban hacia el suelo -. Ha conseguido salvarse. -No hemos averiguado quién era esa persona -recordó Scorpius un poco decepcionado. -Al menos algo es seguro: La varita ya no existe
-Y tampoco la torre -señaló Albus suspirando y viendo el enorme caos que habían causado en una sola noche.
Hola a todos! Lamento si no he actualizado recientemente, pero espero que estén muy bien; por aquí todo va tranquilo a decir verdad. Espero que les agrade el capítulo, y nos vemos en los comentarios. De momento ya sé que no he estado muy al pendiente de la historia, y la verdad lo lamento mucho. Sé que puede resultar molesto; pero ahora que tengo más tiempo estoy trabajando en una historia propia que quizás suba a Potterfics, ya veré...
Saludos!20Conclusiones
Cuando los chicos llegaron finalmente al corredor del séptimo piso, suspiraron a salvo con alivio, mientras la puerta secreta se partía en cientos de trozos, dejando al otro lado un sólido muro de ladrillo; cualquier rastro de la Torre Oscura había sido borrado probablemente para siempre. Pero al menos sabían algo: La varita ya no resultaba una amenaza. -¿Están bien, chicos? -inquirió Albus a sus compañeros, que se encontraban recargados contra la pared, cubiertos por polvo y arañazos en la piel. -Tengo el tobillo torcido -musitó Scorpius resbalando por la pared, vencido por el peso de su cuerpo sobre su lastimado pie -. Pero en general estoy bien. Avanzaron por el pasillo en medio de la oscuridad, con la probable intención de ir a descansar a la sala común, aunque aquello era poco probable puesto que James había ido a buscar a los profesores. Finalmente, cuanto el trío llegó al final del pasillo, el hermano mayor de Albus y un grupo de cuatro profesores de Hogwarts se dirigió hacia ellos, encabezado por el profesor Flitwick. -¿Y la profesora Mcgonagall? -preguntó Rose al notar la ausencia de la directora. -Nos han tendido una trampa a todos, señorita Weasley -explicó Neville, quien iba a un lado de sus colegas -. Alguien realizó varios trucos para mantenernos a los profesores a raya del castillo sin que nosotros lo supiéramos. Ahora mismo la profesora Mcgonagall está en Hogsmeade, pero llegará de inmediato. -¿Hay alguna pista de la persona que dicen que se ha infiltrado en el castillo? -inquirió la profesora Fornax. -No -se apresuró a decir Albus a pesar de que si que tenía una pista. De hecho, estaba casi seguro de quién había sido el responsable. Los profesores se quedaron fijos en su semblante, hasta que finalmente fue Flitwick el que habló: -Si está seguro señor Potter, entonces será mejor que ustedes tres se vayan a sus dormitorios, o a la enfermería si es necesario -les indicó con su voz chillona; -trataremos de averiguar qué ha pasado. Pero no se han salvado del interrogatorio. Lo discutiremos a primera hora mañana
-De acuerdo -asintieron los tres, y tras una leve cabezada y un ademán de despedida, Albus y Rose se separaron de Scorpius para ir ambos a sus salas comunes correspondientes, aún con la preocupación de que el intruso había huido. -¿Te digo algo? La verdad es que creo tener una idea de quién fue el responsable de lo que ocurrió. -¿De verdad? -inquirió la pelirroja sorprendida -, y
¿quién es? -Estoy casi seguro de que fue Brent Dair -respondió finalmente.Ella suspiró y rodó los ojos, como Albus había temido. -Mira Al, la verdad es que eso de Brent ha ido muy lejos
-¡No, espera! Escúchame -insistió él -, estoy casi seguro de que fue él quien intentó robar la varita. Justo antes de transformarse en una copia de mi padre pude ver el brillo de sus ojos púrpuras. Estoy casi seguro de que fue él quien trató de entrar por la fuerza al despacho de Mcgonagall; él trató de matarme empujándome a un río congelado en el Valle de Godric
Y además podría apostar a que fue él quien hizo desaparecer a Marissa Johnson la noche de Halloween cuando vio que ella sabía mucho respecto a él. No sé como lo hace, Rose, pero estoy casi seguro de que hay algo mal con ese chico. Y debemos tener cuidado. La chica Weasley no respondió, y permaneció analizando aquella atrevida teoría; había algo que le parecía convincente, pero a la vez su mente no podía creer aquello. -Sabes que estamos hablando de un muchacho de once años, ¿cierto? Albus asintió con convicción. -Iré a dormir, buenas noches -comentó repentinamente y se alejó por la escalera de caracol hacia su habitación. -Buenas noches -murmuró Albus, lanzando un trozo de pergamino al fuego de la chimenea. Él estaba convencido de que el tal Brent Dair tenía un doble rostro; pero, ¿cómo probarlo? Con aquella idea, Albus Severus se marchó a su habitación, esperando pasar una buena noche después de todo lo que había ocurrido.
Las vacaciones de verano habían llegado al colegio Hogwarts, de forma que todos los estudiantes se habían marchado ya hacia sus casas, todos con la clara interrogante sobre lo que había ocurrido en la torre oscura unas cuantas semanas atrás. Brent Dair no era la excepción. En cuanto había abandonado el expreso de Hogwarts, se había encontrado como siempre con el hecho de que nadie había ido a recogerlo. Claro, aquello se debía a que sus padres habían fallecido hacía ya algunos años. Tras atravesar la barrera del andén 9 y ¾ llamó a un taxi muggle, cuyo conductor le ayudó a subir su equipaje y le indicó que subiera al asiento de su preferencia; él decidió irse en el de atrás. Mientras el vehículo atravesaba El Puente de Londres, el muchacho veía pasar los edificios y la gente con cierto aburrimiento, pues cabía decirlo, él no estaba de muy buen humor. Después de algunas horas de viaje, el chico llegó finalmente al Valle de Godric, en donde lo esperaba su cómoda y costosa casa; pagó al chofer del taxi, y una vez que este hubo desaparecido por la calle, el chico tocó al timbre de su casa, esperando a que su elfo doméstico le abriera la puerta para que pudiera entrar. La puntiaguda nariz de Bink, el elfo, asomó entonces por la puerta. -¡Amo Dair! Que gusto me da verlo -chilló la criatura, apartándose de la puerta para dar paso al joven -, pero ¿qué le ha pasado en el rostro? Brent sabía que había motivos para que Bink se preocupara, pues tenía el rostro, cuello y brazos salpicados de moretones y magulladuras. -Es una larga historia -se limitó a decir, introduciéndose en su elegante hogar. A la cálida luz del candil de cristal se disimulaban un poco más sus heridas. -¿La ha conseguido? -prosiguió la criatura. -No Bink. No la he conseguido -respondió con un susurro -. Soy un mago poderoso, pero a veces creo que debo realizar mis planes con mayor mesura. -¿A qué se refiere, mi señor? -La gente suele meterse donde no la llaman -repuso de mala gana. -No importa si se han dado cuenta o no de su poder, señor. Pronto sabrán de usted y no importará más su anonimato. -Probablemente -reconoció Brent mirando por una de las ventanas laterales de la habitación, desde donde podía ver la casa de los Potter. Sus padres iban llegando en esos momentos, seguramente después de haber recogido al muchacho en King's Cross -. No sé cuando Bink, pero muy pronto la gente sabrá quién soy verdaderamente
y he de reconocerlo, no puedo esperar para que así sea
Sé que no tengo excusa por mis constantes inconsistencias con esta historia, pero aún así la he finalizado, y espero que les haya gustado. Me habría gustado tener más tiempo para revisar los capítulos, o no dejar tanto tiempo entre un capítulo y otro. Lamentablemente no ha podido ser así, pero al final de cuentas eso solo ayuda a mejorar; en fin, este ha sido el último capítulo de la historia, y sé que les parecerá sencillo, pero a mi parecer cumple con mi idea del final para este fanfic, así que si les ha agradado todo aún mejor.Gracias por seguir la historia capítulo a capítulo, y sobre todo gracias a quienes se dieron un tiempo para comentar a pesar de lo poco profesional que fui en ocasiones jeje.Saludos!Hola chicos! Después de un tiempo actualizo la historia para contarles que finalmente conseguí terminar la tercera parte de Albus Potter, la cuál se llamará La Batalla del Bosque. Ya he comenzado a publicarla, y mientras tanto, he iniciado ya a planear un poco de lo que será la cuarta parte de la historia, posiblemente la mejor hasta el momento en mi opinión. Así que estén pendientes.
Sinopsis:
Después de unas silenciosas y tranquilas vacaciones, Albus Potter y sus amigos regresan a Hogwarts para comenzar su tercer año de educación mágica. Pero, ¿realmente las cosas han vuelto a la normalidad como él espera, o nuevamente algo misterioso y peligroso está ocurriendo?
Repentinamente las criaturas del mundo mágico comienzan a actuar extraño; parecen haberse vuelto más salvajes y violentas que nunca, provocadas por algo desconocido; ¿pero qué o quién está detrás de todo eso? Aparentemente hay algo muy extraño detrás de este comportamiento, y por si fuera poco, el castillo de Hogwarts se ve amenazado una vez más.
Parece que Brent Dair no dará más problemas, pero ¿es realmente la peligrosa persona que Albus pensó que era? Mientras resuelve todas sus dudas, los chicos también conocerán un sentimiento al que nunca antes se habían enfrentado: El amor.
Lee la historia dando click aquí:Albus Potter y la Batalla del Bosque
También quería agradecer a todos aquellos que han seguido la historia desde el comienzo, pero sobre todo a quienes se han tomado el tiempo para dejar comentarios y hacerme saber que les interesa la historia. Es realmente muy importante para mí y siempre tomo en consideración sus consejos, así que los animo a seguir así.
Saludos!
Albus Potter y la Torre Oscura (II) - Fanfics de Harry Potter
1En la casa de los Weasley Albus Potter se encontraba mirando al jardín de su casa cuando su padre le llamó desde el piso inferior; la ventana estaba abierta
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2023-02-27
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