Yo ya sabía que ese año me esperaban sorpresas. Era premio anual y tendría una torre compartida con el otro premio anual. No sabía quién podía ser, desde luego mis amigos no, pero estaba intrigada por saber quien era. Ojala sea de Ravenclaw o Hufflepuff, pensaba yo. La puerta se abrió sin apenas ruido y un rubio entró en la habitación como una sombra. Cuando vi su rostro, todos mis temores se cumplieron. Más de 9.000 alumnos y me tenía que tocar justo con él, pensé yo. En efecto aquella cara correspondía, como no, al idiota de Malfoy.
-Hola, Granger, ¿qué tal tu verano con tus padres sangre sucia?- preguntó él con cierto gesto de burla.
-Bien hasta que has llegado tú así que aire, vete, busca otra persona a quien molestar, Malfoy- dije con desprecio, pero a él le hacía gracia y comenzó a reírse. Que risa tan bella pensé, ¡Yuju!, es Malfoy, te insulta y te trata mal y vas y le piropeas mentalmente, decía mi mente. Traté de ocultar el rojo de mis mejillas, pero él ya se había dado cuenta.
-Te pones muy roja al verme, ¿seguro que es de odio, Granger?- dijo él
-Claro que es de odio, imbécil, ¿que va a ser si no?- dije yo
-Amor, puede
-No creo, no me enamoraría de un Slytherin como tú- dije yo dando por acabada la batalla.
-Eso es lo que piensas, pero descuidas de lo que en realidad sientes, Granger
-Piérdete- contesté
-Voy a ver a mis amigos, Granger,pero no creas que te has librado de mi, supongo que nos veremos a menudo , a sí que, acostúmbrate a mi presencia-dijo el con aires de chulo. Salió del compartimento del vagón tan sigiloso como había entrado. No sabía que era lo que había hecho en mi corazón, pero había conseguido hacerme dudar. ¿Será verdad que me gusta?, pensaba mientras miraba por las empañadas ventanas del compartimento, "Lo dudo, no me gusta" se decidió. Con tantas cosas pasando por mi cabeza no me di cuenta de que la profesora McGonnagal había entrado por la puerta.
-Señorita, estamos a punto de llegar a Howarts, póngase su túnica y su insignia de premio anual, estamos a punto de parar, métase en uno de los servicios de prefectos y póngase la túnica. Cuando lleguemos a Howarts, y esto es importante, ve directamente a mi despacho, debo explicarles algunas cosas a usted y al señor Malfoy.
-Entendido, profesora- respondí con aquella voz de niñita prodigiosa que a los profesores tanto convencía.
-Confío en que así sea, señorita Granger- dijo ella
Pasé a los servicios y me puse la túnica reglamentaria con su correspondiente insignia de Premio Anual, que me daba un aire de superioridad. Me subí un poco la falda para estar más guapa y me desabroché un par de botones de la camisa. Me miré al espejo sin poder creerme cómo me había quedado. La falda me llegaba un poco más arriba de la rodilla, la camiseta me quedaba algo ajustada y con los botones de arriba desabrochados tenía un aspecto algo tipo Pansy, estoy increíble, pensé. Sonó el pitido que indicaba el final del trayecto. Bajé las escaleras presumiendo en parte de mi nuevo aspecto, cuando encontré la cara de Malfoy, que me miraba de arriba abajo con los ojos como platos. Sonreí para mis adentros, se estaba fijando en mi, le tenía comiendo de mi mano, estaba bajo mi poder. Durante aquellos segundos tan gloriosos en los que me miró mis amigos llegaron por detrás.
-Hermione, estás increíble- dijo Ron, algo sonrojado
-¿Cambio de look?- preguntó Harry
-Mi propio look me aburría un poco, así que he decidido ir un poco más normal este año- dije yo, sonriendo. Ese año iban a cambiar las cosas, tal vez definitivamente.
Llegué al comedor con mi súper look fashion. Todos los chicos (incluyo a los de Slytheryin) me comían con los ojos mientras masticaban la comida con la boca abierta, daban mucho asco, la verdad, pero era como sentirse la reina del mundo. Me dirigí hacia la mesa de Gryffindor parare reencontrarme con mis amigos.
-¡Wow! Herms estás impresionante- dijo Ginny
-Tenías que haber visto como se chuleaba ante los chicos- dijo Ron con voz burlona.
-¡No es verdad!- dije yo salida de mis casillas con las mejillas sonrojadas.
-¡Atención!- dijo la profesora McGonnagal dando golpes frenéticos en su copa.
-Como ya sabéis- comenzó- este es el año de las despedidas de algunos alumnos y el año que, para otros, será el primero de este largo camino. Por ello este año el ministerio ha propuesto un Plan de Ayuda para Nuevos Alumnos. Consiste en que a cada alumno de séptimo de cada casa se le otorgará otro alumno de primero de su misma casa, para que los ayudéis en sus estudios. Será por sorteo y lo realizaremos después de la Ceremonia de Selección.
Un plan de ayuda, ¡genial!, ¿puede ir peor?. Tengo que centrarme al cien por cien en mis estudios y me van a poner un mocoso para que le ayude con un sencillo hechizo de levitación. Espero que al menos tenga ganas de estudiar, no, imposible, menos tú nadie tiene ganas de estudiar.
-Vamos a comenzar a asignar los estudiantes- dijo la profesora McGonnagal rompiendo mi conversación mental.
-Katherie Wilson, a usted le ha tocado la señorita Tanya Jey.
La mesa de Hufflepuff levantó un jolgorio inmenso de aplausos.
-Ronald Weasly, usted ayudará al señorito Jake Thomas.
-Noooooo- se oyó a Ron murmurar- el hermano de Dean no, me matará si no hago todo lo que me mande su hermano.
-Tranquilo Ron, podrás con un niño de primer curso, ¿no?- dije yo dándole palmaditas en su hombro derecho.
-Señorita Granger, usted se ocupará de Lyla Green- dijo la profesora McGonnagal.
Dirigí la mirada por la sección de alumnos de primer curso, pero no encontré a Lyla. Acabó la ceremonia y subimos a nuestras torres. ¡No, tengo que ir al despacho de McGonnagal!, pensaba corriendo en sentido contrario a los alumnos.
-Perdón por llegar tan tarde, profesora McGonnagal- dije exhausta por la carrera.
-No se preocupe, señorita- dijo la profesora con tono amable.
-Bien, señor Malfoy, señorita Granger, tengo que explicarles algunas normas nuevas. La primera de ellas es que cuentan con una torre compartida que consta de un estudio, una habitación y un baño privados y un laboratorio compartido. La puerta de vuestra torre es el retrato del niño de la sexta planta. La contraseña es gominolas de sal, espero que la recordéis, porque ese cuadro es muy cuidadoso y no os dejará pasar así por así, ¿entendido?. El cuarto de la señorita Granger es el de la izquierda, el de el señor Malfoy, el de la derecha. La segunda norma es que tienen derecho a pedir horas libres para realizar sus tareas, pero no podrán pedir más que cinco horas al mes. La tercera norma es que ambos tenéis derecho a usar la Sección Prohibida de la biblioteca, pero bajo supervisión de la señora Pince. No por tener más derechos que los prefectos, delegados y demás alumnos se librarán de los castigos. Tres castigos y perderán todos esos derechos, ¿comprenden?- finalizó McGonnagal.
-Si- dije yo con mi voz de niña perfecta.
La profesora McGonnagal se fue, dejándonos solos a mí y al rey serpiente.
-No soporto la idea de compartir mi torre contigo, Granger, podrías contaminar mi espacio vital- dijo con desprecio.
-Ni que fuera mi sueño compartir una torre contigo, Malfoy- dije yo con el mayor desprecio posible.
-Bonito look, Granger, casi pareces normal- dijo él con la voz de soy- mejor- que-tú.
-No me importa lo que me digas, Malfoy- respondí yo con mi voz de yo-si-que-soy-mejor.
-Nos veremos en la torre, Granger- dijo él con voz chulita.
Me pone cardiaca, es tan creído, Slytherin tenía que ser.
Subí las escaleras con muchas ideas en mi cabeza (el 99% sobre torturas posibles a Malfoy), cuando resbalé por la escalera tirando a una chica de primer curso a mi paso.
-Perdón, si te he hecho daño, lo siento, no sé en que pensaba- dije yo algo sonrosada.
- Eres la primera chica que se disculpa conmigo- dijo la niña con voz tímida.
- Pareces simpática, ¿cómo te llamas?- pregunté
- Lyla, Lyla Green- contestó la niña
- Encantada, soy Hermione Granger, tu ayudante de estudios, según parece- dije yo con una enorme sonrisa.
- Nos veremos, Hermione, adiós- dijo la niña con sus impresionantes ojos azules brillando de emoción.
Me encantaba esa niña, me recordaba mucho a mí, sola, sin respeto por parte de nadie, íbamos a llevarnos bien enseguida. Seguí por mi camino mientras pensaba en Lyla, ¿por qué tenía tanto miedo?, ¿por qué le trataban mal? Fuera lo que fuera lo que le pasase, yo lo iba a arreglar. No iba a permitir que le hicieran nada a esa niña. Llegué a la torre dónde, como había dicho McGonnagal, había un retrato de un niño.
-Gominolas de sal- dije yo
-No me regañes, ahora te dejo pasar, pero por favor, no me regañes- dijo el retrato llorando.
-¿Por qué iba a hacerlo?- pregunté
-Porque el chico que comparte torre me ha regañado, es malo- dijo el niño
-Yo me ocuparé de que no te regañe, te lo prometo- dije yo, con voz de amabilidad infinita. El retrato se abrió dejando paso a un amplio corredor. Pasé a mi cuarto y me tumbé sobre la cama, sorprendiéndome lo blanda que era. Antes de descansar, he de zanjar un asunto, pensé. Caminé a la habitación de Malfoy con pasos firmes.
-¡Malfoy!- grité yo
- Vaya, Granger ¿no puedes vivir sin mi o qué?- dijo él
-Eso quisieras tú- dije yo-¿Por qué has hecho llorar al niño del retrato?.
-No te importa, Granger.
-Si, me importa así que dímelo.
-No te metas en mi vida, no te conviene, ahora vete.
-No he acabado con este asunto, pero estoy demasiado cansada como para seguir, mañana zanjaremos el tema.
Di un portazo y salí del cuarto de Malfoy. Le odio, es un creído, no es más que porquería mágica, pensaba yo. Pero ya verá como pronto eso va a cambiar. Sonreí para mis adentros, la venganza estaba próxima.
Me levanté de la cama sobresaltada. Había tenido una pesadilla horrible: el niño del retrato estaba caminado tranquilo por los jardines cuando un chico le atacó por la espalda. El chico cayó al suelo con la cara manchada de sangre mientras su agresor se reía animadamente. Después cogió una botellita de cristal no más grande que su puño y la acercó al rostro del niño mientras le hablaba.
-Vamos, solo te pido tu alma a cambio de mi clemencia, sino la sacaré a la fuerza.
-¡¡¡¡¡NO!!!!!- gritaba el niño con la sangre brotando de sus labios.
-Muy bien, tu lo has querido así- dijo el chico dejando ver su rostro.
Ahí acababa su pesadilla, no necesitaba más para saber por qué el niño del retrato tenía miedo. El hombre de la capucha no podía ser otro que Lucius, el padre de Draco. Seguro que ese idiota lo había heredado todo de su padre. Aún así no estaba segura de si eso era real, podía estar equivocada y que todo fuera una ilusión, pero estaba dispuesta a averiguarlo. Me puse una bata de verano sobre el pijama y me miré al espejo de mi tocador: estaba cambiada. Era más alta y hermosa y mi pelo, más rizado y rebelde que nunca (como yo). Me puse unos vaqueros y una camiseta de tirantes muy ajustada (cortesía de Ginny). Salí de la habitación muy sigilosa y caminé por el corredor para ir al pasillo, cuando una mano fría y suave me agarró por los hombros.
-¿Dónde vas a estas horas, Granger?
- Al baño- dije contestando lo primero que pasó por mi cabeza.
-Mientes, tu baño está en tu cuarto- dijo el chico que me había agarrado por los hombros.
- Iba a hablar con McGonnagal, quiero pedir una hora libre, ¿contento?
- No creo que quisieras ir a ver a McGonnagal a estas horas, a saber que estarás buscando, espera yo puedo saberlo ahora mismo- dijo él sonriendo.
En ese momento noté como si miles de tentáculos agarraran mi conciencia juntándola a la suya. Noté como cada rincón de mi mente se estremecía cada vez que registraba uno de mis recuerdos.
-Para, por favor- supliqué yo, pero él hizo oídos sordos
Siguió explorando mi mente hasta que noté cómo los tentáculos se aflojaban y mi dolor disminuía cada vez más. Miré a Malfoy, que era quien me había leído la mente. Me agarró por el cuello de la camisa haciéndome alzar la mirada para encontrarme así con la suya.
-¡Cómo tienes ahí ese recuerdo!- gritó fuera de sí
- ¡NO TE IMPORTA!- dije yo aún más alto
- No creas que lo perdono todo, vas a ver lo que le pasa a una sangre sucia como tú cuando le levanta la voz a un mago- dijo con un tono peligroso.
Dicho esto sacó la varita rápidamente mientras yo caía al frío suelo. Traté de sacar mi varita, cuando me di cuenta de que, con las prisas me la había dejado en el cuarto. Malfoy gritó las palabras de una maldición prohibida.
-Crucio- gritó él con la cara iluminada bajo la luz roja que desprendía su varita. Traté de esquivar el rayo de luz roja pero mi cuerpo estaba tan agotado que no respondía. Noté cómo mi cuerpo se agitaba, como sacudido por la mayor de las corrientes. Era un dolor inhumano, mi cuerpo probablemente no resistiría mucho más a las sacudidas. Pronto oí el grito salvador de Harry:
-Expelliermus.
Pronto el dolor cesó mientras Malfoy salía despedido hacia atrás con una fuerza increíble.
-¿Te ha hecho algo ese idiota? - preguntó Harry
-Yo, iba por el pasillo y, él, de repente me atacó, fue horrible- dije entre sollozos.
-Tranquila, ya estás a salvo, Hermione- dijo Harry mientras me abrazaba para consolarme y eso me reconfortó.
-Puedes irte, Harry, gracias por ayudarme- dije mientras sonreía forzadamente.
-Si es lo que quieres, pero si ese idiota te toca, dímelo, verás como se le quitarán las ganas de hacerte daño- dijo él mientras se iba.
-Si, no volverás a hacerme daño, Malfoy- susurré para mí- Nunca más.
Caminé hacia mi cuarto aún recordando cómo Malfoy se había introducido en mi conciencia con facilidad pasmosa. Debo aprender Oclumancia pensé. Luego me di cuenta de que Harry podía enseñarme y seguro que lo haría. Me acosté con la ropa puesta y me dormí enseguida, toda yo estaba agotada.
Me desperté bien entrada la mañana. ¡Llego tarde a clase! fue lo primero que pensé, pero caí en la cuenta de que era sábado. Salí de la habitación con la varita bien agarrada, atácame ahora si te atreves pensaba mientras recorría el pasillo en dirección al retrato del niño. Aunque aún me faltaran algunas piezas del puzzle, no había duda de que el agresor era el padre de Malfoy, su reacción lo había delatado. Salí del pasillo y se puso frente al cuadro, pero el niño no estaba allí. Lo busqué por toda la sexta planta, pero no estaba. Decidí ir a buscar a mis amigos. Bajé a los jardines y, como me imaginaba, estaban allí.
-Hola, Hermione, ¿estás mejor?- preguntó Ginny preocupada.
-Si, gracias- respondí yo
-Voy a vengarme de ese imbécil- dijo Ron mientras se iba poniendo rojo de ira y apretaba los puños.
-Lo peor fue que me leyó los recuerdos, todos, hasta los que tuve cuando era niña- dije yo con voz entrecortada.
-Querrás que te enseñe Oclumancia, ¿verdad?- preguntó Harry alzando la mirada. Por una vez supe que tenía amigos de verdad.
-Si, me vendría muy bien, ¿puedes?-pregunté mientras me mordía el labio inferior.
-Supongo que sí- dijo Harry
-Gracias, Harry- dije yo agradecida.
- Podemos quedar en la Sala de los Menesteres, los viernes- propuso Harry.
-La destruyó Umbridge- dijo Ginny pronunciando la última palabra con asco infinito.
-En el laboratorio de la torre de Premios Anuales los viernes, alrededor de las seis, ¿ok?- pregunté yo.
-Vale- dijo Harry.
-¿Quién dice que nosotros tampoco queramos dar Oclumancia?- preguntó Ron.
-De acuerdo- dijo Harry asintiendo con la cabeza.
-Pues hecho, el viernes en mi estudio, quedamos en los jardines, porque como no sois Premios Anuales no sabéis cuál es la contraseña.
-Allí estaremos, Hermione- dijo Ron en representación de todos.
-Allí estaré yo, Granger- susurró Malfoy , que estaba detrás del árbol- Esta vez vas a sufrir, y no habrá ningún Potter que te salve.
Malfoy caminaba por los pasillos con sus dos gorilas (Crabbe y Goyle) cuando, por un casual (já) topó conmigo. Me arrastró hasta una pared y me sujetó por los hombros mientras yo me revolvía. Indicó con la cabeza a sus gorilas que se fueran.
-Granger, este viernes no puedes usar el laboratorio, digamos de seis a ocho de la tarde-dijo él con tono de superioridad.
-Sigue soñando Malfoy, el laboratorio es para mí los viernes- dije yo irguiéndome tanto como pude.
-No te conviene enfrentarte a mi, ya viste lo de ayer, eso solo era una muestra de todo lo que te podría pasar- dijo poniendo voz de paciencia, como quién le explica algo a un niño.
-No tenía varita, eso prueba que me ganaras, además, soy la mejor bruja de Howarts, no tienes nada que hacer contra mí.
-Ya lo veremos- contestó él con voz peligrosa.
-Tú vas a ver lo que es bueno, Malfoy- susurré yo- pronto lo verás.
Corrí por los pasillos en dirección a la escalera, había quedado allí con Lyla.
-Perdón por hacerte esperar, soy un desastre para recordar citas- dije yo excusándome.
-Tranquila, yo acabo de llegar- dijo ella tranquila, era increíble, siempre tan relajada.
-Vamos a ir subiendo- dije yo cogiéndole unos cuantos libros de sus manos y cargando con ellos. Llegué a la torre exhausta, como siempre, pero Lyla no parecía cansada.
-Gominolas de sal- dije alzando la voz.
Como siempre, el corredor apareció ante nostras.
-Pasa- dije esperando que se sorprendiera, pero ella ni se inmutó, parecía conocer Howarts casi mejor que yo.
-Por dónde empezamos -dije yo sentándome en una de las butacas de mi estudio.
-Por la transformación de animales en objetos- dijo ella tranquilamente.
-Eso no se da hasta segundo, deberíamos empezar por tus deberes de Transformaciones
-De acuerdo, tengo que aprender a transformar el líquido en sólido dentro de un cáliz, sólo eso.
-¿Sabes cómo se hace?- pregunté yo amablemente.
-Si, por eso quiero aprender encantamientos de segundo grado, aunque ya me sé algunos.
-Bien, te enseñaré algunos, pero no sé si podrás
-dije yo con un gesto de aprobación.
-Los he apuntado en esta hoja- dijo ella rápidamente mientras sacaba un pergamino de su mochila.
-Vas a por lo difícil, ¿eh?- dije yo sonriendo.
-Sí- dijo ella riéndose. Me encantó su risa, cantarina, infantil, daba más tranquilidad que cualquier otra cosa.
Lo cierto es que pasar esa tarde con Lyla no era tan malo, era muy parecida a mi, en todos los aspectos. Bajé la escalera acompañada por ella.
-Un placer haberte ayudado, Lyla- dije
-El placer ha sido mío por estar con la mejor bruja de Howarts, algún día yo llegaré a serlo- dijo ella risueña.
-No me cabe duda- dije yo sonriente.
-Me voy, adiós Hermione- dijo ella como siempre con tranquilidad.
-Adiós, hasta cuando quieras- dije yo mientras me despedía de ella con la mano.
Bajé al jardín para sentarme junto al árbol de siempre con mis amigos de siempre.
-Buenas, chicos- saludé
-Hola, parece que ya te has repuesto de lo de Malfoy- dijo Ron sonriéndome, a veces creo que me tira los tejos, no, imposible, sólo somos amigos.
-Es pasado, hay que pensar en el presente
y ese presente es lo que yo llamo un PCM- dije murmurando las últimas palabras.
-¿¿¿¿Un qué????- dijeron los tres casi a coro.
-Un Plan Contra Malfoy- dije yo con una sonrisa malévola- lo tengo todo pensado, pero necesito vuestra ayuda, por favor- dije mientras ponía ojitos a mis amigos.
-Por mí vale, cumplo mi palabra cuando digo a alguien que lo va a pagar- dijo Harry extendiendo el brazo.
-Cuenta conmigo- dijo Ginny poniendo la mano sobre la de Harry.
-Si va Ginny voy yo- dijo Ron poniendo también la mano.
-¡Genial- dije yo poniendo la mano sobre las de mi amigos. Deshicimos el embrollo de manos y nos miramos las caras, parecía una peli.
-He pensado una cosa. Malfoy pretende usar el laboratorio el viernes por la tarde, momento perfecto para atacar. Ron, ¿podrías pedirles a tus hermanos los mejores objetos de broma de su tienda?- pregunté yo desviando mi mirada hacia la de Ron, notando cómo sus ojos azules se derretían al ver los míos. Le gusto, pensé.
-Claro que se lo puedo pedir, pero no puedo asegurar que me lo den- dijo él algo decaído.
-Accederán si ellos pueden formar parte de la broma, Fred y George son así- dijo Ginny.
-Nos vendrá bien asesoramiento experto- dijo Harry sonriendo.
-Bien, porque había pensado
, es un poco estúpido, pero puede funcionar- dije yo- Había pensado en poner petardos de dragón en la chimenea, petardos invisibles por toda la habitación y unos de los gordos en la lámpara.
-No es mala idea
-dijo Ron.
-Pero es difícil que funcione, haría falta mucho calor para encender los petardos, los de la chimenea y la lámpara no tanto, pero para lo demás haría falta un hechizo de mimetismo, y es muy complicado
- dije yo algo decaída.
-No pienses eso, Hermione, si te lo propones, podrás hacerlo- dijo Harry dando palmadas en mi hombro mientras Ron se sonrojaba ligeramente.
-De acuerdo, pero tenemos que comunicarnos con Fred y George
- dijo Ginny rompiendo la escena de celos de Ron.
-¡¡¡La chimenea!!!- dijo Harry de repente.
-Es verdad, tu te comunicaste mediante la chimenea- corroboró Ginny.
-Pues comencemos, el plan ya está en marcha- dijo Ron sonriéndome.
-Si, ya está en marcha- dije yo poniendo sonrisilla malévola.
Subí por la escalera que llevaba a la torre. Al llegar a la entrada observé que el niño descansaba hecho un ovillo sobre si mismo.
-Despierta, despierta- dije yo susurrando.
-Eh
.-dijo el niño aún adormilado.
-Puedo hablar contigo un rato, por favor- dije yo suavemente.
-No sé, puede ser mala idea
- dijo el niño.
-Por favor
- dije yo mientras me mordía el labio inferior.
-De acuerdo, ¿qué quieres?- dijo él un poco molesto.
-Saber si, bueno
¿alguna vez fuiste humano?- pregunté yo suavemente.
-Si, era un humano, estudié aquí, como tú- dijo él entornando los ojos.
-Y, ¿por qué estás en este cuadro?- pregunté yo.
-Porque
, me sorbieron el alma y me encerraron en este cuadro- dijo él angustiado apretando los puños mientras unas lágrimas pintadas caían por su rostro.
-Lo siento, siento habértelo preguntado- dije yo sonrojada.
-No tienes por qué arrepentirte, tú no fuiste la que me encerró en el cuadro, fue alguien muy parecido al chico que vive contigo en la torre.
-¡¡¡¡Fuiste tú!!!!- grité de repente cerrando al fin el puzzle.
-¿Qué?- preguntó él frunciendo el ceño.
-Tú me mandaste aquel sueño, fuiste tú- dije nerviosa.
-No, si te lo mandé fue porque al pasar por aquí sin darme cuenta, recogiste parte de mis recuerdos, pero no sé cómo
-dijo él asombrado.
-Bueno, gominolas de sal- dije yo ya más relajada. El corredor volvió a aparecer cuando pensé en ir al laboratorio, debía conocer el campo de combate antes de librar la batalla. Me deslicé por el corredor como una sombra, no debía ser vista por Malfoy, no me ayudaría nada que se enterase de mi plan. Observé detenidamente cada rincón de la estancia con cautela, cuando observé algo que me llamó la atención especialmente. Las paredes estaban cubiertas por muchos tubos. Serán los de el agua pensé, ¿Y si esos tubos estuvieran cargados de petardos y comenzara a subir agua caliente, sonreí maquiavélicamente, cosa que estos días hacía muy a menudo. El plan ya era infalible, solo faltaba aprender el conjuro de mimetismo, que, sin duda, sería difícil. Fui a la biblioteca para revisar todos los libros de pociones que podían contener la fórmula del encantamiento, pero no lo encontré, cuando caí en que yo podía ir a la Sección Prohibida, al fin y al cabo, era premio anual. Fui al lugar donde se encontraba la señora Pince, cara de buitre, como la llamaban mis amigos, le pregunté si podía pasar a la Sección Prohibida y ella asintió con la cabeza sin apartar la vista del Profeta que estaba leyendo. Me interné por los pasillos buscando un libro que tuviera algo que decirme sobre encantamientos, pero la mayoría eran de artes oscuras. Toqué un libro para examinarlo y este cayó estrepitosamente al suelo. Toda la biblioteca se volvió hacia mí. Me puse algo roja y me apresuré a recoger el libro cuando reparé en que una nota arrugada había caído a mi lado, qué raro, pensé, pero aún así, cogí la nota. Dentro ponía justo el hechizo de mimetismo, eso si que fue raro, pero aun así me llevé la nota escondida. Salí de la biblioteca apresurada, pero nadie lo notó. Subí a la torre velozmente y acabe agotada, pero al menos ya estaba a salvo de que me pillaran, aquella torre se había convertido en mi refugio, sabía que aquel niño me protegía con su alma, que no dejaría que me pasase nada. Escondí la nota entre mi ropa y me cambié de ropa, algo cómodo porque aquellas camisetas de Ginny me estaban matando, y los pantalones...mejor no decirlo. Me acosté en la cama y me dormí enseguida, pero una voz gritaba agitada al otro lado del tapiz mientras el niño lloraba por haber sido arrancado de su sueño.
-¡¡¡Hermione!!!- gritaba la voz de Ginny al otro lado del pasillo. Me levanté de la cama, me puse una bata sobre el pijama y salí descalza por las frías baldosas del suelo.
Llegué con los pies helados a la puerta, pero valió la pena. Ginny me esperaba emocionada en la puerta.
-¡Ven!, hemos contactado con Fred y George.
-Vamos- dije agarrándola de la mano y corriendo por las escaleras. Llegamos a la sala común de Gryffindor y entramos dentro. Ron y Harry estaban agachados hacia la chimenea y conversando tranquilamente con los gemelos.
-Hola, Hermione, ¿te has fijado en lo rojo que se pone Ron cuando te ve?- dijo Fred.
-¡¡¡¡NO ES CIERTO!!!!!- gritó Ron poniéndose rojo de ira.
-Ya nos ha contado el plan Harry, es muy bueno, pero yo te recomendaría otros petardos mejores- dijo George.
-Pero para eso estamos nosotros, dejad que nos ocupemos de la mercancía, el plan ya está en marcha- dijo Fred.
-¡Gracias!- exclamé yo pensando que si hubieran estado allí en carne y hueso les habría abrazado efusivamente.
-Solo falta el transporte para ir a Howarts- dijo George.
-Qué tal threstrals- propuso Ginny.
-Eres genial Ginny- dijo Harry con ternura mientras la besaba en la mejilla. Habían vuelto a ser novios, pero nadie más que nosotros lo sabía.
-Pero, ¿dónde sacamos los therstrals?- preguntó George.
-Harry llevará un par de threstrals a Londres mientras nosotros planeamos cómo vamos a encender las calderas de agua caliente para encender los petardos- expliqué yo.
- Me parece buena idea, pero, ¿cómo burlamos a McGonnagal?- dijo Ron volviendo a su color natural de piel.
-Fácil, lo haremos de noche, nadie se enterará- dije yo mientras ponía mi ya típica sonrisilla de mala.
-Buen plan Hermione, sabía que hasta tú tenías rencor- dijo Fred sonriendo. Oímos unos pasos por el pasillo y cortamos la conexión con los gemelos. Me despedí de mis amigos y salí corriendo descalza hacia mi torre. Llegué con los pies rojos e hinchados, pero no importaba, la venganza estaba cerca. Me dormí enseguida, estaba agotada.
Desperté temprano, mi despertador había sonado demasiado pronto, asqueroso cacharro muggle, pensé nada más levantarme. Me puse el uniforme con la camiseta ajustada y la falda como un muñeca manga. Todo ello acompañado de litros de poción alisadora que hicieron milagros en mi pelo. Bajé la escalinata mientras a los chicos se les caían los libros al verme. Ese viernes iba a ser diferente, sin duda.
Ginny y yo estábamos sentadas en un poyete de la lechuzería esperando a Harry y los gemelos.
-Explícame por que estamos aquí- dijo Ginny por decimocuarta vez.
-Ya te lo he dicho, tenemos que esperar aquí a Harry y a tus hermanos- dije yo repitiendo la misma respuesta por decimocuarta vez.
-Pero, ¿por qué aquí?, este sitio da asco- dijo Ginny poniendo cara de asco.
-¡Porque sí!- grité yo enfadada.
-Vale. Lo siento- respondió Ginny sobrecogida.
-No lo sientas, me he puesto muy furiosa porque tardan mucho- dije yo agachando la cabeza. Por fin son ó el ruido del aleteo de los thestrals. Los gemelos y Harry, que eran los jinetes, les hicieron pararse a escasos centímetros de nuestra cara.
-¡Hola!- saludaron a coro lo gemelos.
-Encantada de volver a veros, chicos- dije yo sonriendo.
-¿Traéis la mercancía?- peguntó Ginny.
-La mejor de nuestra tienda- dijo Fred.
-¡Genial!-chilló Ginny.
Harry y los gemelos liberaron a los thestrals y todo se quedó en silencio hasta que Harry decidió romperlo.
-¿Dónde vais a dormir?- preguntó Harry mirándome a mí.
-En la habitación de mi torre, es muy grande- dije yo mirando a Harry altanera, como diciéndole que yo era la jefa.
-Bien, pues vamos- dijo George.
Subimos la escalera del comedor y al llegar arriba nos separamos. Fred y George conmigo y Harry y Ginny solos agarrados de la mano. Entramos en la habitación.
-Está bien, en el sofá puede dormir uno y en la cama suplementaria otro, ¿ok?- dije yo autoritaria.
-Si, señora- dijo George y no pude evitar reírme. Me metí en el baño con el pijama en la mano, no iba a cambiarme con esos mirando.
Salí del baño totalmente desmaquillada y con el pelo rizado otra vez, todo lo bueno se acaba, pensé yo. Me tumbé en la cama y me dormí enseguida, tengo el sueño pesado, además madrugo mucho.
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Me desperté con los gritos de Fred y George.
-¡Ja, Ja!- se reían.
-¿Qué os hace tanta gracia?- pregunté algo contrariada por el hecho de que me hubieran despertado.
-De la cara que ha puesto Malfoy al ver la bromita que le hemos hecho- dijo George aún riéndose.
-¿¡Que le habéis hecho!?- grité yo.
-Nada, nada importante- dijo Fred acabando la frase en una caracajada.
-La tomará conmigo, seguro- dije yo aún alterada y en pijama.
-¡¡¡¡¡Granger!!!!- gritó una voz bien conocida por mí desde la puerta.
-Es culpa vuestra, idiotas- dije girándome y mirando a los gemelos, pero habían desaparecido.
-¿Por qué has entrado en mi cuarto y has hecho un encantamiento de humedad en mi ropa?- dijo él chillando y poniendo una voz que me hizo estremecerme.
-¡¡Yo no he sido!!- grité yo.
-A mi no puedes engañarme, Granger- dijo él con voz peligrosa- ya lo verás.
Se fue de mi habitación y yo comencé a temblar, sin duda estaba a punto de vengarse de mí.
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Bajé al comedor cuando me crucé con Pansy y sus amigas, Julia y Helena.
-Hola, Granger, ya me ha contado Draco lo de tu broma de esta mañana- dijo ella con aires de superioridad. Ella salía con Draco desde principio de curso y Helena salía con Zabinni.
-Bueno, Pansy, ¿por qué no te vas y me dejas en paz?- dije yo con calma.
-¿Por qué iba a hacerlo?- dijo ella mandona, como siempre.
-¿Porque si no te hecho una maldición?- dije yo con un tono algo peligroso, lo había aprendido de Malfoy. Ella se fue con el rabo entre las piernas, que se dice, al igual que su perrita Iris. Iris era muy parecida a Pansy en todo, hasta en la cara. Era un pequeño jorkshire, pero daba más miedo que su dueña. Me dirigió una mirada de odio y se fue siguiendo a su ama, si, sin duda lo había aprendido todo de Pansy. Y crokshans todo de mi
¡Crokshans! Con la prisa me lo había dejado en casa, en Navidad iría a buscarlo. De repente pasó algo muy raro, Pansy se dio la vuelta y comenzó a sonrojarse, todo ello sin dejar de cuchichear con sus amigas. Noté una presencia a mi lado, la de Draco, era inconfundible. Me tomó por los hombros y me besó lenta y apasionadamente, pero el beso era mentira, por eso me dolió más que el crucio y el imperius juntos. Pansy abrió la boca y se puso roja, pero esta vez de ira. Sus amigas la imitaron. Malfoy dejó de besarme y se dirigió hacia Pansy, esta intentó abofetearle, pero él era más fuerte y la sujetó del brazo clavándole la mirada. Ella se petrificó y le sostuvo la mirada. Sabía lo que estaba haciendo, le estaba cambiando los recuerdos. Paró de mirarla y se fue. PAnsy me dirigió una mirada asesina.
-¡¡¡Tu!!!- dijo roja de ira- ¡¡¡¡Tu has besado a mi novio!!!
-No, Pansy, lo has visto, ha sido él- dije yo tratando de hacerla entrar en razón, pero ella no atendía a ellas.
-Esto no se va a quedar así, Granger, tenlo claro.
Estaba sentada en un banco de la biblioteca soportando las furtivas miradas de las Slytherin, piensan que soy una roba chicos. Me levanté de la mesa en la que estaba sola para ir a la Sección Prohibida, allí nadie me molestaría. Pedí permiso a la señora Pince y me interné por los pasillos hasta que llegué a una mesa circular. Me senté y noté la presencia de alguien detrás mía, pero no me paré a mirar quién era, estaba muy concentrada en la lectura.
-Hola Granger- saludó Malfoy.
-Piérdete- dije yo rápidamente.
-Pero si ayer me besaste
- dijo él burlón y cuando quise darme cuenta le tenía acorralado contra la pared con la varita en su cuello. Pasaron por mi mente las imágenes da aquella pelea en tercero, en la que yo había hecho uso de la fuerza. Sonreí para mis adentros, esta vez no iba a ser menos. Intenté hablar, pero él se me adelantó.
-¿Todo esto es por un beso?- preguntó él.
-Un beso que me ha hundido la vida por tu culpa, pero eso no volverá a pasar- dije yo decaída, recordando cómo me miraban todos.
-¿Eso piensas?- preguntó él.
-Si- contesté yo firmemente.
-Pues yo no creo eso- dijo él acercando sus labios a los míos hasta fundirlos en un beso. Era la primera vez que besaba a alguien, ¡no!, le estoy dando a Malfoy mi primer beso, pensaba la parte racional de mi mente, pero lo cierto es que mi cuerpo se rindió ante el beso, era una sensación increíble. El finalizó su beso apartándome el flequillo de los ojos. Ese beso había sido auténtico. Se fue y yo me quedé a solas, besa muy bien, pensaba mi corazón, ¡¡¡No, has malgastado el primer beso!!!, pensaba mi mente. Lo cierto es que ahora si que estaba confusa, ¿me gustaba Malfoy?
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Subí a la torre como si estuviera en una nube, lo cierto es que como ese beso no había sido falso, había disfrutado en parte con él. Aunque odiara a Malfoy con todas mis fuerzas, recordaba haber visto una chispa de amor en su fría mirada. Me mordí los labios recordando cómo me había besado y cómo mi cuerpo había intentado resistirse al principio, pero al final había acabado disfrutando. Llegué a la torre y me tumbé en la cama, notando mi respiración y cómo mi corazón latía fuertemente. Bajé al jardín a reencontrarme con mis amigos, no les contaré lo del beso, pensé.
-Buenas, chicos- saludé dirigiendo a los gemelos una mirada fulminante.
-Buenas, Hermione y perdona por lo de ayer, no queríamos causarte problemas- dijo Fred agachando la cabeza.
-¡Pues me los habéis causado!- grité yo de repente a los causantes del odio que ahora me tenían todos.
-¿Qué te ha pasado? Tú nunca te pones así- preguntó Ron.
-Lo siento, de verdad, es que tus hermanos le gastaron una broma a Malfoy y, bueno, digamos que ahora todos la han tomado conmigo- contesté.
-¿Sólo por eso? Creo que te falta algún detalle
- dijo Harry.
-Vale, os lo contaré- dije yo comprobando que no había nadie por el alrededor y comencé a relatarlo.
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-¡No me lo creo!-dijo Ginny.
-Pues es cierto, vale, por eso los de Slytherin me miran mal, porque según Pansy yo me eché a los brazos de su novio- dije yo recordando cómo se había puesto Pansy al verme con su novio.
-Bueno, será mejor que nos vayamos, tengo clase y no quisiera llegar tarde y ver la cara que pondría McGonnagal- dijo Ginny levantándose.
-Te acompaño- dije yo levantándome también.
-Bien, hasta la bromilla de por la noche- se despidió Ginny. ¡La broma!, lo había olvidado, hasta ahora no me parecía malo, pero después del beso
nada había vuelto a ser igual.
Subí la escalera acompañada por Ginny en silencio, hasta que decidí hablar:
-Sabes Ginny, lo del beso no fue lo único que me hizo Malfoy- dije yo.
-¿Qué fue lo que te hizo?- preguntó Ginny muy seria.
-Lo cierto es que
bueno, en la biblioteca, me besó- dije yo casi sudando por la presión.
-¡¡¡¡Voy a matarle, y no me detengas!!!!- gritó Ginny muy enfadada.
-El caso es que bueno, me gustó el beso- dije susurrando lo último.
-No me lo creo- dijo Ginny riéndose.
-Es cierto, y eso me duele- dije yo apartando mi mirada de los ojos azules de mi amiga.
-Si tú lo dices
- dijo Ginny mirando a otro lado- bueno, te veo esta noche, ¡Adiós!
-Adiós- dije yo plantando dos besos en la cara de mi amiga.
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-Bien, ¿petardos?- pregunté yo mirando a los gemelos.
-Si, señora- dijeron ellos a coro.
-¿Calefacción?- pregunté mirando esta vez a Harry.
-Lista- respondió él mirándome.
-¿Ron está asegurándose de que no venga Malfoy mientras ponemos los petardos?- pregunté yo mirando a todos.
-Si- respondió Ginny.
-Bien, solo falta mimetizarnos y colocar la artillería- dije yo sacando la notita que contenía la fórmula del hechizo. Nos mimetizamos a la perfección, nadie podría vernos.
-Bien, ya sabéis lo que hay que hacer- dijo Ginny y todos comenzaron a poner petardos.
Oímos pasos y dejamos de colocar cosas. Nos limitamos a pegarnos contra la pared, al fin y al cabo, no podían vernos. Vimos cómo Malfoy entraba en la habitación seguido por sus amigos, entre los que figuraban Pansy y sus amigas.
-Que gran idea dar aquí la fiesta, dracosín- decía Pansy agarrando a Draco por el brazo y besándole en la mejilla. Noté cómo mis mejillas ardían de odio al ver a Pansy, miré a Ginny que estaba en lo alto de una escalera colocando los petardos de dragón (supuestamente podían verse entre ellos).
Puse la mano en uno de los tubos y noté cómo el agua caliente subía por ellos. Se podía escuchar cómo los petardos silbaban al encenderse. Salimos corriendo de la habitación y pegamos los oídos a la pared, habían comenzado a explotar algunos petardos. ¡Malfoy está dentro!, pensé entrando en la habitación.
-¡Draco, sal!- grité yo volviendo a salir. Draco salió de la habitación cubriéndose la cabeza con las manos y deslizándose entre la muchedumbre. Llegó hasta donde estábamos nosotros, por suerte no tenía muchas quemaduras.
-¿Estás bien?- pregunté yo acariciándole la mejilla. Por suerte mis amigos no estaban allí para verlo, les habría dado un pasmo.
-Si, Hermione, estoy bien- dijo él. Me ha llamado por mi nombre, pensé.
-Me alegro, sube a la torre y no le cuentes esto a nadie, ¿entendido?- pregunté yo esta vez seria.
-Supongo que ahora te lo debo, de acuerdo, no se lo diré a Pansy- dijo él marchándose. No me lo podía creer, le había salvado la vida a mi enemigo.
Me tumbé en la cama sudorosa aún por la experiencia con Malfoy, me había encantado el roce de mi mano cálida con sus frías mejillas. Ahora ya si que dudaba de mi amor por Malfoy, las experiencias vividas los últimos días habían marcado el inicio de mi Era de Amor, esa fecha que pensé que nunca llegaría. Me puse más guapa que nunca y bajé a la biblioteca, a la Sección Prohibida, para ver a Malfoy, siempre se dejaba caer por allí. Me senté a esperarle como siempre en la mesa circular de la Sección Prohibida aquí di mi primer beso, pensé cuando noté la presencia de Malfoy detrás de mí (ya me era inconfundible).
-Hola Hermione- me saludó él.
-Hola Draco- dije yo mirándole a los ojos, sorprendiéndome por que, por primera vez, vi una chispa de amor en ellos.
-¿Desde cuando me llamas Draco?- preguntó él.
-Desde que tú me llamas Hermione- contesté.
-Ayer no tuve la ocasión de darte las gracias por ayudarme, aunque no sé por que lo hiciste, eso te traerá problemas
- dijo él.
-Ya lo sé, imagino cómo se pondrán mis amigos
- dije yo sonriendo.
-Me gustas mucho cuando sonríes- dijo él piropeándome por primera vez en su vida.
-Tú, bueno, a mi también- dije yo poniéndome roja.
-Supongo que si que puede haber relaciones entre los Slytherin y las Gryffindor
- dijo él acercando su cara a la mía.
-¡¡No!!- dije yo apartando la cara.
-¿Por qué no?- preguntó él.
-Porque nos buscaremos problemas
, bueno, tú no, pero yo sí- contesté.
-Escucha, voy a arreglar las cosas entre tú y Pansy- dijo él.
-¿Por qué, estás loco?- pregunté yo.
-No, porque tengo que agradecerte que me hubieras sacado de allí- dijo él.
-De acuerdo, adiós- dije levantándome apresurada de la silla.
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Bajé al jardín y me senté junto a un árbol a esperar a mis amigos. Por suerte, estos llegaron enseguida.
-Buenas, Herms- saludó Ginny.
-¿Por qué no subiste ayer a la torre con nosotros?- preguntó Ron.
-Porque tenía sueño- contesté yo. Estoy mintiendo a mis amigos, pensé.
-Te perdiste la fiesta- dijo Harry.
-¿Y los gemelos?- pregunté yo cambiando de tema.
-Cogieron el expreso que salía de madrugada, llegaron esta mañana a casa- contestó Ginny. Pronto me di cuenta de que Pansy y sus amigas se estaban acercando a mi.
-Bonita broma la de ayer, Hermione, pero no podrás hacer muchas más cuando estés en San Mungo
- dijo ella alzando la varita.
-¡Atrevete a tocarla Pansy, y verás cómo se siente uno con una maldición!- gritó una voz detrás mía. Miré a mis amigos, pero todos estaban tan incrédulos como yo. Pronto me di cuenta que la voz no era de otro que de Draco.
-¡Desde cuando la defiendes, traidor!- gritó ella fuera de sus casillas y sus amigas alzaron también las varitas.
-No preguntes y limítate a irte- dijo Draco aún con la varita en alto.
-No sabes lo que haces, Draco- dijo ella.
-Si no lo supiera no lo estaría haciendo- dijo él. Sonreí para mis adentros, no era tan malo como creía.
-¡Serás el chico más odiado de la escuela!- gritó Pansy dándose la vuelta y caminando hacia el interior de la escuela. Me giré para darle las gracias a Draco, pero él no estaba. Miré a mis amigos sonrojada y estos me miraron con odio.
-¡¡¡¡¡Sueño!!!!- gritó Harry.
-¿¿¿¿¿Cómo has podido, después de lo que te ha hecho?????- preguntó Ron rojo de ira.
-Me da igual lo que penséis, me gusta estar con Draco, ¿y qué?- dije levantándome casi llorando y corriendo hacia mi torre empujando a muchos alumnos a mi paso. Me tumbé en uno se los sofás de la torre y me puse a llorar de dolor. ¿Dolor de qué?, me pregunté a mi misma mientras me iba respondiendo. Dolor a saber que te gusta alguien y no eres capaz de admitirlo, pensé derramando lágrimas de amor. Dolor a haberlo perdido todo por amor susurré llorando cada vez más. Acabé rompiendo a llorar en el sofá cuando oí un crujido proveniente de la puerta.
-¡¡¡Lárgate!!!- grité tratando de que no me temblara la voz y tapándome la cara con un cojín.
-Ni siquiera a mí- dijo amablemente una voz detrás mía.
-¡A ti sobre todo, Malfoy!- grité mordiéndome los labios, pero acabé llorando.
-No voy a irme, Hermione, últimamente he experimentado algo parecido al amor por ti, y, bueno, verte llorar así me hace algo de daño- dijo él agarrándome por la cintura y acariciándome el pelo.
-Escucha, quiero que vengas conmigo esta noche, por favor- susurró él en mi oído.
-¡¡¡No!!!- grité yo.
-Veo en tu mirada que te mueres por venir, así que, bueno, te espero en el jardín, abrígate, esta noche hará frío- dijo él yéndose.
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No entendía por qué, pero estaba vestida con ropa de la que Ginny me había dejado y un abrigo de piel encima de la ropa esperando a que Draco llegara. El llegó pronto, como siempre. Traía en sus manos su escoba.
-Veo que al final has venido- dijo él.
-Supongo que, bueno, quería venir- dije con las mejillas sonrosadas.
-Bueno, a qué esperas, monta en la escoba- dijo él mientras se montaba. Aunque no me gustaba volar, me monté en la escoba y me agarré fuertemente a la fuerte espalda de Draco. Este dio una patada al suelo y nos fuimos elevando varios metros del suelo. Yo tenía miedo a las alturas, pero estar con Draco hacía que me sintiera segura.
-Howarts es precioso de noche, ¿verdad?- dijo él.
-Si- contesté yo. Seguimos sobrevolando Howarts un buen rato más hasta que Draco decidió parar en un claro cercano al lago. Bajamos de la escoba y nos tumbamos en la hierba a contemplar el firmamento.
-Me encanta contemplar las estrellas- dije yo.
-A mí también, de pequeño, antes de ser mago, mi padre siempre me dejaba solo en casa y se iba por ahí con los mortífagos, la única manera que tenía de relajarme era mirando las estrellas- dijo él mirándome.
-¿Tus padres te dejaban solo?- pregunté yo.
-Casi siempre- contestó él.
-Yo siempre pensé que tu vida estaba llena de riquezas- dije yo por primera vez comprendiendo el porqué de su carácter.
-Y lo estaba, pero no tenía nadie con quien compartirlas- dijo él decaído. Sonó una campanada del reloj de Howarts que indicaba que ya era medianoche.
-Volvamos- dijo Draco subiendo en la escoba. Yo subí detrás suya. Llegamos a la torre y me quedé en uno de los balcones de nuestra torre.
-Lo he pasado muy bien, gracias- dije yo.
-Yo también- dijo él besándome en la mejilla. Nos despedimos y me interné en mi habitación. Aquella noche había sido inolvidable.
Me levanté a la mañana siguiente más contenta que de costumbre, la noche anterior había sido inolvidable. Me vestí con mi ya típica falda por encima de la rodilla y mi camiseta de pocos botones y me puse colorete y algo de gloss en los labios. Bajé por las escaleras algo cabizbaja, la gente ya no me miraba a la cara por haber renunciado a mis amigos por Malfoy. Deja de culparte, los demás no son capaz de ver más allá del odio, pensaba, no iba a dejar que eso me amargase el día. Entré en el aula de Pociones antes que nadie, era una forma de aislarse del mundo cruel que me esperaba fuera. Pero no estaba sola.
-Hola- saludó una voz increíblemente dulce a mi lado a la cual reconocí como la de Luna.
-Hola Luna, hace mucho que no te veo por aquí- dije yo sonriendo mientras forzaba una sonrisa, mi felicidad se había esfumado.
-Pues llevo aquí un mes, como todos los demás- dijo ella tranquila mirándome con sus hermosos ojos azules.
-Oye, ¿me odias?- pregunté tímidamente.
-No, ¿por qué iba a odiarte?- preguntó ella.
-Porque salí con Malfoy- dije yo.
-¿Y eso es motivo de odio?- preguntó ella en plan monje shaolin.
-Pues
, para algunos sí- dije yo. En ese momento entraron todos los alumnos seguidos de Slugorth.
-Buenas tardes, mis queridos alumnos, hoy vamos a preparar un filtro de manipulación, uno de los filtros más complicados- dijo Slugorth. Yo fui echando los ingredientes inconscientemente, solo pensaba en lo que me había dicho Luna. Cuando acabé de echar los ingredientes salió una especie de humillo azul de mi caldero. Sonó el timbre y todos fuimos recogiendo.
-A los que les haya salido humo verde que me entreguen un frasco con él dentro, para mañana fecha límite- decía Slugorth. ¡¡¡¡Humo verde!!!!, pensé. No tenía los ingredientes y mis amigos no me los dejarían la única manera de conseguirlos era
robando.
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Me apliqué un hechizo de mimetismo y me dirigí a las mazmorras. Me colé en el despacho de Slugorth mientras dormía como un bebé. Estaba ya guardando los ingredientes en una bolsita de cuero cuando una mazno me agarró por el hombro, lo primero que pensé fue en gritar, pero Slugorth se despertaría.
-Tranquila Hermione, soy yo- susurró alguien a mis espaldas.
-¿¿¿Draco???- pregunté extrañada- ¿cómo me has visto?
-Te siento, ven sube a la torre, tengo una sorpresa para ti- dijo él. Me hice visible y subimos agarrados de la mano por la escalera. Cuando llegamos arriba él me besó en la mano y se fue. Pasé a mi cuarto y me encontré la sorpresa, Draco me había hecho los deberes, me había dado de su poción. Corrí por el pasillo en dirección a su cuarto. Le encontré tumbado en un sofá. No me lo pensé dos veces, le abracé fuertemente mientras le daba las gracias.
-¿Cómo te lo puedo compensar?- pregunté yo.
-Sal conmigo este sábado, vamos a Hosmeadge y me gustaría ir contigo- dijo él sonrojándose por pedirme salir.
-¿Es una declaración?- pregunté yo burlona.
-Responde a mi pregunta, ¿irás a Hosmeadge conmigo?- preguntó él.
-Claro, mañana quedamos en las Tres Escobas a las 12- dije yo sonriendo.
-Allí estaré.
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Esa mañana me puse más guapa que de costumbre y fui a entregar la poción a Slugorth. Después bajé a las cocinas a coger algo de comer y me pasé el resto de la mañana rociándome con colonia todo el cuerpo y poniéndome gloss cada minuto, pero valió la pena, estaba guapísima. Cogí el expreso de Hosmeadge y me senté sola en un vagón. Entré en Las Tres Escobas y me senté en una mesa esperando a Malfoy. Pasaron una,
dos
tres horas y Malfoy no aparecía. Me tomé una cerveza de mantequilla y salí del bar cabizbaja. Pero me sorprendió aún más ver a Malfoy con Pansy, ambos agarrados de la mano. No pude evitarlo y me puse a llorar. Malfoy me miró y siguió hablando con Pansy.
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Llegué a Howarts y me tumbé en mi cama aún llorando. Notaba como mi rimel se corría con las lágrimas. Para relajarme empecé a cantar en susurros:
Seems like just yesterday
You were a part of me
I used to stand so tall
I used to be so strong
Your arms around me tight
Everything, it felt so right
Unbreakable, like nothin´ could go wrong
Now I can´t breathe
No, I can´t sleep
I´m barely hanging on
Here I am, once again
I´m torn into pieces
Can´t deny it, can´t pretend
Just thought you were the one
Broken up, deep inside
But you won´t get to see the tears I cry
Behind these hazel eyes
I told you everything
Opened up and let you in
You made me feel alright
For once in my life
Now all that´s left of me
Is what I pretend to be
So together, but so broken up inside
´Cause I can´t breathe
No, I can´t sleep
I´m barely hangin´ on
Here I am, once again
I´m torn into pieces
Can´t deny it, can´t pretend
Just thought you were the one
Broken up, deep inside
But you won´t get to see the tears I cry
Behind these hazel eyes
Swallow me then spit me out
For hating you, I blame myself
Seeing you it kills me now
No, I don´t cry on the outside
Anymore...
Here I am, once again
I´m torn into pieces
Can´t deny it, can´t pretend
Just thought you were the one
Broken up, deep inside
But you won´t get to see the tears I cry
Behind these hazel eyes
Here I am, once again
I´m torn into pieces
Can´t deny it, can´t pretend
Just thought you were the one
Broken up, deep inside
But you won´t get to see the tears I cry
Behind these hazel eyes
(En español significa: Justamente ayer
Tú eras parte de mi
Solía soportarte tanto
Solía ser tan fuerte
Tus armas me apretaron tanto
Todo se sintió tan directamente
Irrompible, como nada podía equivocarse
Ahora no puedo respirar
No puedo dormir
Estoy colgando sobre..
Aquí estoy una vez más
Rasgada en pedazos
No puedo negarlo
No puedo fingir
Solamente tú eras el único que rompía todo dentro de mí
Pero no podrás ver las lágrimas que derramo
Detrás de estos ojos castaños
Le dije todo
Le deje abierto todo para dejarlo entrar
Me hiciste sentir bien por una vez en mi vida
Ahora todo esto es abandonado por mí
Es lo que pretendo hacer
Tan juntos pero tan rotos por dentro
La causa
yo no pude respirar, no pude dormir
Estoy colgando sobre
Aquí estoy una vez más
Rasgada en pedazos
No puedo negarlo
No puedo fingir
Solamente tú eras el único que rompía todo dentro de mí
Pero no podrás ver las lágrimas que derramo
Detrás de estos ojos castaños
Trágame entonces, escúpeme para odiarte
Me culpo, tu vista me mata ahora
No. No grito sobre el exterior más
Aquí estoy una vez más
Rasgada en pedazos
No puedo negarlo
No puedo fingir
Solamente tú eras el único que rompía todo dentro de mí
Pero no podrás ver las lágrimas que derramo
Detrás de estos ojos castaños. Es una canción preciosa, os la recomiendo)
De repente Malfoy apareció detrás mía.
-Siento lo de la cita, Hermione- dijo él dulcemente.
-¡¡¡¡Nunca vuelvas a llamarme Hermione!!!!- grité llorando.
-Lo siento, de verdad- repitió él.
-Vete- dije yo levantándome de la cama.
-Era por mis amigos, si les demostraba que no me gustabas me dejarían volver- dijo él como si fuera lo más normal del mundo.
-Y te importan más ellos que yo, ¿verdad?, ¿para ti solo he sido un juego?- pregunté yo llorando un poco más- ¡¡¡Vete, ya no eres bien recibido aquí!!!- grité llorando. Él se fue pensativo y sin mirar atrás. Yo me quedé sola en mi cama, llorando simplemente por amor.
Corrí por los pasillos empujando a todo el mundo, hasta que encontré a la persona con la que quería hablar: Blaise Zabinni.
-Zabinni, tengo algo que contarte- dije acorralándole contra la pared.
-No he dicho que me interesara, además, deberías llorar por estar sola y no seré yo el que te haga compañía- dijo él apartándose, pero no pudo moverse porque mi varita rozaba su cuello.
-Me vas a escuchar con atención, Zabinni- dije con voz amenazadora y acercando mi boca a su oído derecho y murmurándole las palabras que para mí significaban una cosa VENGANZA.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Esa, esa
!!!!!!!!- gritó Blaise.
-Ssssssssssshhhhhhhhhhhzzzzzzz, no grites- dije yo tratando de calmarlo- díselo a Malfoy, tiene derecho a saberlo.
-No dudes que se lo diré- dijo Zabinni y yo le solté. Corrió hacia donde estaba Malfoy, nadie trataba de esa manera a Hermione Jane Granger. Murmuró algo en el oído de Malfoy, lo cual supuse que era el inicio de la cadena de rumores.
LO que le había dicho a Zabinni era algo parecido a Cuando me fui llorando, me escondí en uno de los vagones cuando regresábamos a Howarts, bien, Pansy iba en ese vagón, pero con
con Francis Claton, el chico ese moreno de Ravenclaw, pues eso iba con él y yo me escondí aún más cuando les vi dándose besos y cosas mayores, eso fue lo que le dije a Blaise, y se lo había tragado como un chino. Este ya se lo había dicho a Malfoy, ahora solo había que seguirle para ver como acababa todo. Me escondí en un recodo de la escalinata y me mimeticé (era un hechizo muy útil). Perseguí a Malfoy, pero me sacaba mucha ventaja. Tardé un rato en encontrarles, pero ahí estaban, ella pegada a la pared llorando y él la zarandeaba por los hombros.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡TE VISTE CON OTRO!!!!!!!!!!!!!!!!!
-No, lo juro, tu eres mi único amor
- decía ella entre sollozos y por un momento me dio pena.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO ME MIENTAS!!!!!!!!!!- gritaba él rojo de ira.
-No te miento- dijo ella mientras él la zarandeaba con más fuerza.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡OS VIERON BESÁNDOOS!!!!!!!!!!!!!!!!!!
-No es cierto, no me besé con nadie- dijo ella armándose de valor.
-A mi no puedes mentirme, todo tiene un precio, y tu acabas de pagar el de mi odio- dijo él propinando una bofetada a la cara de la chica.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Te odio!!!!!!!!!!!!- gritó ella llorando y llevándose la mano a la cara. Él cayó al suelo y se puso a ¿llorar? Unas finas lágrimas caían por su rostro, me había pasado, le había quitado lo que tanto le costó recuperar. Me hice visible y me fui acercando a él lentamente. Me agaché a su lado y le puse una mano en su hombro, aunque me había hecho daño, el que le había hecho yo a él era mayor. ¿No decía a veces que Pansy no le gustaba? No podía explicarme porqué lloraba de ese modo.
-¿Qué te pasa?- pregunté dulcemente. Él se incorporó y me dijo entre lágrimas:
-No lo sé, nunca me había gustado Pansy, no me explico por qué lloro así por ella, es la primera vez que lloro por alguien.
-¿Seguro que lloras por ella?
-No, creo que
lloro por ti.
-¿Por mí?- pregunté sorprendida.
-Eso creo, no fue una buena idea hacerte daño para recuperar a mis amigos, tú me importas más que todos ellos y yo no me di cuenta de ello hasta que me echaste de tu cuarto.
-Eso no volverá a pasar- dije yo mirándole a la cara y besándole lentamente en los labios.
-Verás como todo se arreglará pronto- dije yo suavemente y acariciándole el pelo.
-Gracias Hermione, eres increíble- dijo él sonrojándose como cada vez que me decía palabras bonitas.
-Tu tampoco estás nada mal cuando te vuelves humano- dije yo tratando de sonreír.
-Volvamos a la torre- dijo él agarrando mi mano y subimos juntos hasta el lugar donde nos conocimos tal y como éramos.
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Bajé a desayunar y me senté lo más lejos posible de mis amigos. Estos de vez en cuando me miraban y asentían con la cabeza. De repente me indicaron qe me sentara con ellos. Yo hice lo que me pidieron, pero agaché la cabeza y no les miré a la cara.
-Tranquila, Herms, ya está todo arreglado- dijo Ginny y los demás me miraban sonriendo.
-Me,
.¿me perdonáis?-dije yo sonriendo.
-Claro, no podemos impedir que te guste alguien, no sería de buenos amigos como nosotros- dijo Ron mirándome fijamente. Noté como le había costado decir eso y le abracé fuertemente llorando en su hombro.
-¡¡¡¡¡¡¡¡Atención!!!!!!!!- gritó McGonnagal desde el estrado- Con motivo del décimo milenio de nuestra escuela celebraremos un baile este sábado para todos los cursos.
Se oyeron miles de murmullos de todas las mesas y Ginny me miraba como el Dr Frankestein a su creación, sin duda me iba a dejar muy guapa para el baile.
-Pídeselo a Malfoy, no pasa nada- dijo Harry.
-Gracias chicos- dije yo sonriendo de alegría.
- El sábado te quiero ver en la torre de Gryffindor, tengo cosas que cambiarte, lo tengo todo pensado- dijo Ginny sonriendo con un poco de malicia, echaba de menos esa sonrisilla.
-Allí estaré- dije yo levantándome de la mesa y corriendo hacia mi torre. Escribí una nota a Malfoy en un pergamino:
Querido Draco, me preguntaba si, bueno, quisieras acompañarme al baile del sábado. Besos, Hermione
Cogí la nota y la metí por debajo de su puerta, solo faltaba su respuesta. Me senté en un sofá a leer cuando al poco rato una nota cayó en mis rodillas
No puedo decirte que no, Draco
Estreché la nota contra mi pecho fuertemente, estaba deseando que llegara el sábado
Me levanté y corrí a la torre de Gryffindor, cuando me di cuenta de que no me sabía la contraseña. Por suerte, Ginny me esperaba en el tapiz de la Dama Gorda. Entramos al cuarto de las chicas y me senté en su cama, cuando me di cuenta de lo dura que era y lo blanda que a mí me parecía antes de llegar a la torre de Premios Anuales.
-Tengo un vestido elegido para ti, Hermione- dijo con la voz y yo temblé, pero de alegría. Hacía ya mucho tiempo que no me hablaba así.
-¿Cuánto tiempo lo llevas maquinando?
-Oh, mucho, lo supe porque mi hermano Bill me contó que a él le tocó otro baile parecido cuando estaba en segundo, pero como estábamos enfadadas
no te lo dije- dijo ella con aquella sonrisa pícara que tanto me gustaba.
-¡¡¡Lo encontré!!!- gritó Ginny alzado el vestido con ambas manos. Era precioso. Era de un color azulado, que llevaba unos bonitos cortes en la manga y en -¡¡¡Dijiste que sería un vestido sencillo!!!- dije yo emocionada acariciando el vestido.
-¡¡¡Pruébatelo!!!- gritó Ginny empujándome hacia el baño.
-Solo si te pruebas tú el tuyo- dije yo mirándola sonriendo, se le notaban las ganas que tenía de probárselo.
-Si tú me lo pides
- dijo ella con modestia mal fingida. Ambas entramos en los baños y salimos vestidas. La miré detenidamente, su vestido era precioso, rojo, como su pelo, le daba aquel aspecto rebelde que la caracterizaba. Nos reímos, estábamos muy elegantes con aquellos vestidos, pero teníamos cara de sueño y estábamos despeinadas, lo que nos daba un aspecto extraño.
-¡¡¡¡Herms, que llamen a miss mundo mágico, le están haciendo competencia por aquí!!!!- Gritó Ginny silbando.
-Jeje, gracias, Ginny- dije yo sonrojándome- tú tampoco estás nada mal, seguro que Harry se sorprende.
-¿Iras con Draco?- preguntó ella mirándome.
-Si- dije yo roja como sus cabellos, me encantaba volver a poder confiar en ella.
-¡¡¡¡Ay!!!!,¡¡¡¡genial!!!!- gritó ella emocionada.
-SSSSSSSSSShhhhhhhhhhhhhhhhzzzzzzzz, baja la voz- dije yo haciendo gestos con las manos para que se callara.
-Perdón, me he emocionado- dijo ella- seguro que Malfoy caerá a tus pies.
-¿Tu crees?
-Si, pero, sabes, creo que mi hermano quería pedirte ir al baile con él.
- Draco y yo non iremos juntos, nos encontraremos en el baile.
-¿Irías con Ron?
-Si me lo pide
-Jeje, vas aprendiendo.
-Oye, Ginny, tenemos que ir a desayunar.
-Vistámonos como gente normal y bajemos.
Íbamos a bajar a desayunar, cuando Ginny me dijo:
-Espera, te falta un poco de rimel y de gloss.
Me puso gloss en los labios y rimel en las pestañas. Me puso la falda por unos cuantos centímetros (casi 12) por encima de mis rodillas. Nos sentamos al lado de los chicos. Iba a sentarme al lado de Harry, pero Ginny me indicó que me sentara junto a Ron.
-Hermione
- comenzó Ron mientras Harry se lo iba dictando con los labios.
-Bueno, ¿querrías acompañarme al baile? Ya sé que vas con Malfoy, pero por si te deja plantada, pues, bueno, para que tengas un hombro en el que llorar- dijo él pronunciando esto último con algo de broma, le recuperé, pensé.
-Estaré encantada de contar contigo, gracias Ron- dije. Tras esto, me acerqué a él lentamente y le besé en la mejilla, a Harry le había besado en la mejilla, era como un hermano, pero Ron era
bueno, distinto.
-Wow, Hermione- dijo Ron entrecortado pasando de color pálido a rojo tomate y no pude evitar reírme. Subí al aula de transformaciones y me senté junto a Harry y Ron, como siempre. Sin embargo, no fue como siempre. Malfoy y yo nos pasamos toda la clase intercambiando miradas y sonrisas pasivas de vez en cuando, pero a penas se podían ver. Al salir de la clase, Draco y yo nos quedamos aposta a recoger los libros y el material. Al fin nos quedamos solos.
-Bueno, ¿ibas a pedirme algo?- preguntó él burlón.
-Si, que si querías ir conmigo al baile, pero como tu irás con pansy
-Ya hemos cortado, ella aún sigue llorando a veces por ello, pero nuestro amor no podía ser. Una pareja perfecta son dos personas que se aman, que están dispuestas a entregar la vida por el otro. Yo a ella no la amaba, por eso nuestro amor no podía ser.
-Y, ¿tú y yo somos una pareja perfecta?
-Eso dímelo tú misma.
-Creo que sí, porque aunque cada vez nos hacemos más daño, más intenso es nuestro amor.
-Eso creo yo, Hermione.
Nos fuimos a la torre y nos despedimos. Cada uno entró en su cuarto con la nube del otro en su cabeza. Ya estaba deseando que amaneciera el día siguiente, porque el baile iba a ser lo mejor de mi vida.
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-¡¡¡¡¡Herms, se que estás ahí, abre!!!!!- gritaba la voz de Ginny al otro lado del cuadro.
-¡¡¡Ya va!!!- grité yo desperezándome y poniéndome mis zapatillas de conejitos. Salí a recibirla y le pedí que pasara. Ella entró dentro y se sentó en mi sofá como si ya le fuera todo conocido.
-Bueno, este es el plan:
*A las 12:30, tenemos el partido de Quidditch de Gryffindor.
*Luego, a las 14:00, comer.
*La hora de la siesta, en la torre de Gryffindor, hay que elegir maquillaje y hacer peluquería, lo cual acabará a las 8, que es la hora a la que empieza el baile.
*Y, como es evidente, a las 8, con nuestras parejas en la escalera.
¿Kapichi?
-Más o menos- dije yo apuntando el planning en una hoja.
-Pues es para cumplirlo, toma, te traigo ropa normal, alma desamparada- dijo poniendo sobre mi cama una minifalda de vértigo y un jersey de cuello vuelto en cuyo centro ponía: Bad Girl. Me vestí con esa ropa y bajamos a ver el Quidditch. Como siempre, ganó Gryffindor y todos fueron a celebrarlo. Comimos y al acabar, Ginny y yo subimos a la sala común de Gryffindor.
-Venga, ponte esta espuma en el pelo, verás lo suave que se queda, lo de alisarlo es cosa mía.
-No sé Ginny, tal vez sea precipitado.
-Tonterías, tu hazme caso- me dijo la pelirroja poniéndome un bote de espuma en la mano.
-Vale.
Me puse la espuma y me senté en la cama de Ginny mientras esta pasaba mi pelo hábilmente por una plancha manual.
-Bien, mi pequeño Frankestein, ponte el vestido.
-Póntelo también tú.
Nos pusimos ambas el vestido y nos pusimos a maquillarnos
bueno, Ginny se maquilló a sí misma, pero yo no era capaz. Al final ella fue la que me pintó y me eligió el perfume.
Bajamos la escalera de la torre y llegamos a la escalera principal para encontrarnos con los chicos, que, lo cierto es que estaban muy guapos. Harry llevaba el pelo indomable, como siempre, pero su túnica azul marina le daba un aire elegante. Ron por el contrario, llevaba la túnica de color grana y el pelo peinado con raya de lado. Olí el aire y me di cuenta de que llevaban un perfume muy caro.
-¿Perfume?- pregunté burlona.
-Si, perfume especial para un día especial- dijo Harry.
-Bajemos- dijo Ginny tomando la mano de Harry. Y yo bajé detrás junto a Ron preparándome para la mejor noche de mi vida.
Bajé por la escalinata acentuando especialmente mis pasos. Cerca de mí, se podía oír algunos silbidos de asombro de algunos chicos y algunas collejas de sus parejas. Sonreí. Nunca me había sentido tan importante desde lo de Krum
pero eso era el pasado, ahora mi presente era Draco. Le busqué con la mirada por todo el comedor, pero no pude encontrarle, siempre se escondía muy bien de las miradas. Harry y Ron se separaron de nosotras, Harry con un beso en la mejilla de cada uno, Ron, con un simple apretón de manos y una sonrisa. Sin duda, Ron estaba emocionado. Sus miradas, sus gestos
. Cada uno fue por su lado: Ginny y yo con Luna y Harry y Ron con sus amigos. Ginny, Luna y yo hablábamos de los vestidos del baile, de la fiesta. Como todo hay que decirlo, Luna estaba preciosa aquella noche, pero nadie había querido ir con ella. Estuvimos un buen rato hablando hasta que un chico de Hufflepuff se acercó a nosotras:
-Oye, Lunati
, digo Luna, ¿te gustaría bailar conmigo?
-Venga, Luna- le dijo Ginny mientras le empujaba contra el chico.
-¿Os importa?- preguntó Luna.
-Para nada- respondí yo con una sonrisa. Luna y su nuevo acompañante se fueron hacia el centro de la pista dejándonos solas a Ginny y a mí.
-Ahora, si me disculpas, voy a por ponche- dije yo.
-No, tu lo que pasa es que has visto a Draco en la mesa del ponche y por eso quieres ir- dijo ella sonriendo.
-Vale, es eso, pero quiero ir sola, por favor- pedí yo mordiéndome el labio.
-De acuerdo- cedió ella con la sonrisa pícara de siempre.
Corrí abriéndome paso entre la multitud de alumnos que de vez en cuando murmuraban un habéis visto esa chica y algún silbido. Cuando llegué a la mesa del ponche fui calmando mi paso, no quería que Malfoy pensara que estaba ansiosa por verle, aunque era así.
-Hola, Malfoy.
-Hola, Granger.
Ambos soltamos una carcajada, hacía mucho que no nos llamábamos así. Entre la muchedumbre pude ver a Pansy ardiendo de ira y sonreí maliciosamente, hacía mucho que ya no sonreía así. Me abracé a Draco y nos pusimos a bailar mientras las Slytherin me dirigían miradas de odio de vez en cuando. De vez en cuando Draco me susurraba cosas al oído: Estas preciosa o no me extraña que te miren así, tendrán envidia de lo guapa y de lo inteligente que eres. Cuando me decía eso suspiraba, eran las palabras más bonitas que me había dicho nadie. Y yo de vez en cuando le respondía un Te quiero o un Gracias, Draco ambas seguidas de un beso en la mejilla. De repente, Pansy se acercó con rabia hacia mí y me apartó de Draco de un empujón. Caí al suelo y Pansy se interpuso entre Draco y yo.
-Pansy, ¿a qué juegas?
-Tú, cierra la boca, asqueroso traidor.
-¡¡¡Deja en paz a Hermione!!!
-Ya no te quiero, ya no me das órdenes, ya no puedes mangonearme.
-Pero ella no fue la que te dejó, fui yo.
-¡¡¡Me da igual!! De no ser por esta asquerosa sangre-sucia tú y yo seguiríamos juntos.
-No es cierto, si estaba contigo era porque me dabas pena.
-Eres idiota.
Yo observaba esta escena desde el suelo. Traté de levantarme, pero no pude, me habían petrificado. Draco me sonrió y yo me relajé, él me había petrificado con un encantamiento de esos que los mortífagos usaban para capturar a sus víctimas. Aún por esas, si había sido un encantamiento hecho por Draco, no podía pasarme nada malo. Draco y Pansy siguieron peleando y todos los cursos formaron un círculo alrededor suyo para ver la pelea. Me consoló ver a mis amigos entre la multitud.
-¡¡¡Hermione!!!- gritó Harry levantando la varita contra Draco. Lo mismo hcieron Ron y Ginny.
-No ha sido Draco, es Pansy- grité tan alto como pude.
Las varitas se dirigieron hacia Pansy. Esta se agachó junto a mi y me puso la varita en el cuello. Traté de escapar, pero estaba demasiado débil.
-Pansy, me he cansado de este juego, vete y deja a Hermione en paz.
Mis amigos abrieron la boca de asombro, ninguno pensaba que Draco iba a protegerme tanto.
-No, por su culpa cortamos.
Entonces aparó la varita de mi cuello y yo caí otra vez al suelo. Ginny corrió a protegerme. En sus ojos verdes brillaba el odio más grande que yo hubiera visto, un odio incondicional hacia Pansy. Pansy me apuntó con la varita pronunciando las palabras que para mí significaban la muerte:
-Avada kedabra.
De repente, pasó algo muy raro, un cuerpo se interpuso entre el rayo de luz verde y yo. Este cayó pesadamente al suelo. Miré, el hechizo que me petrificaba había desaparecido, eso solo podía significar una cosa.
-¡¡¡Draco!!!- grité mientras unas lágrimas caían de mis mejillas. Me incorporé y miré hacia Pansy, que sonreía:
-Bueno, uno menos, ahora solo quedas tú- dijo Pansy burlona.
-Desmaius- gritó la voz de Ginny tras de mi. Vete tu a saber de dónde sacó la varita.
-Eso te debería enseñar a no tocar a mis amigos, ni a los novios de mis amigos- dijo Ginny fuera de sí. Pansy cayó al suelo desmayada, Yo, me limitaba a llorar por haber perdido lo más bonito que me pudo pasar en la vida. Ron miraba a su hermana con la mirada de estoy orgulloso de ti, Ginny. Llevaron a Draco y a Pansy a la enfermería y yo pedí que me dejaran pasar la noche en la enfermería junto a Draco. Subimos a la enfermería y yo me senté en una silla junto a la cama de Draco y le empecé a murmurar en el oído mientras lloraba:
-Draco, te juro que cuando despierte voy a matar a esa asquerosa chica, no podré vivir sin ti, pero sabiendo que Pansy está muerta me ayudará a recordar por qué vivo, por la venganza, por no descansar hasta verla muerta.
Como estaba tan agotada, me dormí enseguida. Me dormí ahí mismo, en la silla, agarrada a la mano de Draco, aquella mano que nunca más me abrazaría.
Los días iban pasando lentamente, la esperanza de que Draco despertara cada vez era menor. Yo iba a visitarle todos los días a la enfermería. Me sentaba junto a él y le contaba mis problemas al oído. Aunque no me respondía, contárselo me hacía recordar por qué estaba viva aún. Llegaron las navidades y mis amigos se fueron de viaje, aunque me invitaron a irme con ellos a Roma, no quise, dejar solo a Draco me aterraba.
-Cuídate, Hermione- se despidió Harry de mí cuando estaban a punto de coger el tren de regreso.
-No te olvides de nosotros- dijo Ginny abrazándome. Harry y Ginny fueron al tren a coger un compartimento, pero Ron se quedó conmigo. Ahí estaba él, con sus ojos azules clavados en mí y su maleta en la mano. Se acercó a mí y me comenzó a susurrar en el oído:
-Adiós, Hermione.
-Adiós Ron, te voy a echar de menos- susurré yo.
-Escucha, bueno
es raro que yo te pida esto, pero
-¿Pero qué?
-Debes prometerme que vas a cuidar a Draco, que vas a hacer lo posible por que mejore, lo de ayer me enseñó a respetarle, si él te protege, es que en el fondo, es humano como todos.
-Gracias Ron, lo prometo.
-Te quiero, Hermione- dijo él para mi sorpresa besándome en la mejilla. Ambos nos separamos con una sonrisa.
-¡Adiós Ron!- me despedí yo con la mano.
Volví a la enfermería y me tumbé en la camilla junto a Draco. Comencé a murmurarle al oído.
-Draco, te echo mucho de menos, te quiero mucho, pero parece que Ron también me quiere, no sé que hacer, no puedo volver a formar una relación, podrían atacar a Ron, y no quiero que eso ocurra. Draco, juro que nunca volveré a enamorarme, no quiero volver a sufrir nunca más.
Me eché a llorar agarrada a su cuello, como cuando aún vivía. De repente noté un chispazo, algo parecido a un calambre. Me separé de Draco y puse una mano sobre su pecho. Recuperé la felicidad que había perdido casi al instante. El corazón de Draco estaba latiendo. Lentamente y muy suavemente, pero latía.
-¡¡¡Señora Pomfrey!!!- grité con lágrimas, pero esta vez de alegría.
-¿Qué te sucede hija mía?- respondió amablemente la anciana.
-Es Draco, él
su corazón
late señora Pomfrey ¡está vivo!
-¿Es cierto eso que me dices?
-Si, lo es, venga- dije yo sintiéndome como cuando era una niña de 6 años y veía mis regalos de cumpleaños. Guié a la señora Pomfrey hasta la cama de Draco y le hice colocar su mano en su pecho.
-Es cierto, late.
Aquel momento me hizo sentirme viva de nuevo, como si la flor marchita de mi corazón volviera a crecer más fuerte que nunca. Me apresuré a subir a mi torre, de la cual era yo ahora la única habitante, pero no sin antes besar a Draco en la mejilla:
-Te prometo que todo va a salir bien- esas fueron las primeras palabras que le dije cuando volvió a vivir.
Cuando llegué arriba me puse a escribir una carta a mis amigos:
Queridos Gin, Harry y Ron:
¡¡¡Draco está vivo!!! Estuve esta mañana en la enfermería justo cuando os fuisteis vosotros y le latía el corazón. Espero que vengáis pronto para ver si progresa, os necesito aquí, ¿qué tal en Roma? Responded pronto. Os echa de menos, Hermione.
Puse la carta en la pata de una lechuza del colegio y esperé hasta que este dejó de verse en el cielo. Pasé el resto del día junto a Draco. A la mañana siguiente, una carta para mí llegó.
Querida Hermione:
Nos alegramos de veras de que Draco esté vivo, sobre todo Ron, lo cual es un poco extraño. Respecto a Roma... ¡Esto es genial! Hay unas playas increíbles, todos hemos cogido moreno, hasta Harry. También hay unos helados buenísimos y unas camisetas muy monas (me he comprado varias, espero que te valgan). Ah, me he cortado el pelo a capas y Harry dice que me realza los ojos, por lo que me queda bien. Ahora te paso con Ron, que parece muy intrigado en hablar contigo
¡Besos!
Hola Hermione, soy Ron, pero están aquí también Harry y Ginny. Por cierto, que sepas que las camisetas que se ha comprado Ginny son todas muy, como decirlo, bueno, tipo Ginny. Me alegro de que no hayas faltado a tu palabra y de que Draco siga vivo. Espero poder verte pronto y enseñarte las fotos de Roma, es una ciudad preciosa. Te paso con Harry. Besos, Ron
Hermione, ya sé que es raro que yo apoye la vida de mi ex-archienemigo, pero no sería capaz de ver morir a quien te proteja. Ginny y yo tenemos una relación cada vez más grande. Se ha cortado el pelo en la peluquería de un tal Guiseppe o algo así
ya la verás está guapísima. Espero verte pronto, de momento, cuídate.
Atte: Harry, Gin y Ron.
Leí la carta unas cuantas veces más. Ahora deseaba de verdad volver a ver a mis amigos. Volví a subir a la enfermería a ver a Draco y, para mi sorpresa, este estaba apoyado contra el cabecero de la cama leyendo un libro. Corrí hacia él y le abracé con efusión. Este apartó la vista del libro y correspondió a mi abrazo. Comencé a susurrarle al oído, solo que esta vez él podía responder.
-Draco, te he echado mucho de menos- susurré llorando de alegría.
-Yo también, Hermione, estás temblando, métete en la camilla conmigo.
Me acurruqué junto al él y poco a poco dejé de temblar. Su sonrisa me iba calentando cada vez más.
-¿Por qué sigues vivo? Es decir, yo vi como te mataba Pansy, bueno, me iba a matar a mí, pero tú te pusiste en medio, ¿por qué?
-Si me puse en medio fue para protegerte. Respecto a lo de por qué sigo vivo
creo que Pansy hizo mal el hechizo, estaba tan concentrada en matarte que se olvidó de pronunciar bien el hechizo, por lo que solo quedé inconsciente.
-Yo estuve viniendo aquí todos los días para verte, ¿cómo te has recuperado tan rápido?
-Soy un mortífago, la Marca Tenebrosa nos protege.
-Me alegro por ti, pero Pansy...va a morir.
-No quiero que la mates, sólo déjala ir, no creo que vuelva.
-¿Cuándo saldrás de la enfermería?
-Pronto, antes de que vuelvan a empezar las clases.
-¿Sabes qué día es hoy?
-¿Navidad?
-Si, y yo soy una chica afortunada, he tenido mi regalo de Navidad antes que nadie.
-Te quiero mucho, Hermione.
-Yo a ti también, Draco.
Nos besamos y yo me fui a la torre. Cogí uno de los catálogos de compra por vía lechuza para ver que podía regalarle a Draco. Al final me decidí por una caja de bombones con forma de corazón en cuya tapa ponía I Love You.
Me puse el pijama y me fui a dormir con la esperanza de que al día siguiente, Draco ya pudiera andar.
Me desperté muy temprano y fui hacia la sala de estar. Allí me esperaban todos mis regalos:
-Un libro, de Harry.
-Una caja de dulces, de Ron.
-Un bikini, de Ginny
-Una pluma, de Luna.
Cuando llegué al último paquete observé que era más pequeño que todos los demás, era un pergamino, un pergamino con una canción de amor:
Even I do not know why I love you
Every time I love you hiero
And that really hurts
And why is not so.
We knew very little girl,
But I never expected
Between you and me
Love lifted
And now I feel that my life
It is no longer sad for you ...
Just for you.
Every time I read,
The joy in your eyes
I feel like a wound,
Being Healed
I wish to tell
Everything that I love you
And never will I quit
You just hoped
And I never cried
I just despaired for you ...
Just for you.
Now, I have nothing to tell.
That life continue, but I will continue to follow the.
I do not think let alone, I do not think becoming ever harm ...
Only you.
(la canción es mía, aquí os pongo la traducción:
Aún no se por qué te quiero
Cada vez que amo, te hiero
Y eso me duele de veras
Y no se por qué así.
Te conocí muy niña,
pero nunca me esperaba
que entre tu y yo
el amor de levantara
Y ahora siento que mi vida
ha dejado de estar triste por ti...
solo por ti.
Cada vez que leo,
la alegría en tu mirada
siento que una herida,
está curada
Por eso deseo contarte
todo lo que yo te quiero
y que nunca te dejé
solamente te esperaba
Y que nunca yo lloré
solo me desesperaba por ti...
solo por ti.
Ahora ya, no me queda nada por contar.
Que la vida siga, pero yo contigo la seguiré.
No pienso dejarte sola, no pienso hacerte daño jamás...
solo a ti. Qué sepáis que esta canción la he escrito yo en un ataque de inspiración ¿No está mal, eh?)
Al final de la canción ponía el nombre de la persona que lo había escrito: Draco.
Corrió hacia el hospital y le abrazó fuertemente. Draco correspondió a su abrazo y le dio besos en la mejilla. Yo, lloraba de la emoción de volver a ser amada.
Las navidades pasaron pronto para mi gusto. A las pocas semanas después de navidad, Draco ya estaba en plena forma, lo cual era muy reconfortante. Todos los días al atardecer íbamos al lago y nos sentábamos para charlar sobre amor, sobre lo mucho que nos queríamos, sobre el tiempo que estaríamos juntos. Un día que estábamos en el lago, Draco me dijo algo realmente raro:
(Flash back)
-Hermione.
-¿Qué pasa Draco?
-Es que, bueno, ayer estuve pensando
¿y si no podemos estar juntos por siempre? ¿Y si nuestra historia de amor debe acabar este año?
-Lo siento, Draco, pero no te sigo.
-Piensa, Hermione. Mi madre no aprobará nunca que esté enamorado de una maga que no sea de sangre pura.
-Creí que ya habías superado esa barrera.
- Y la he superado, pero creo que mis padres no.
-Es cierto, pero es que, bueno, supongo que no debo dejarte marchar así, te quiero, Draco.
-Y yo a ti, por lo que he decidido cambiar mi apellido.
-Draco, ¿estás seguro?
-Si dejar de pertenecer a mi familia hará que pueda estar contigo, estoy dispuesto.
-Eso, es, sin duda, lo más bonito que nadie ha hecho por mí.
(Fin del flash back)
Aquel momento se quedaría por siempre grabado a fuego en mi cabeza
y en mi corazón. Bajé a la sala común de Gryffindor para ver a mis amigos, que aquellos días estaban todo el tiempo enseñándome fotos mágicas de Roma. Lo cierto es que al principio era divertido, pero cada vez me iba cansando más.
-Mira, Hermione, estos somos Harry y yo en el coliseo. ¿Sabias que allí fue una de las mayores matanzas de magos de la historia? Bla, bla, bla
¡¡¡¡Hermione, escúchanos!!!!
-Eh, a ,si, si- asentía yo con la cabeza sin muchas ganas.
-Bueno, Hermione, Ron y yo nos vamos a cenar, te dejamos aquí con Ginny.
Ron y Harry se fueron en unos segundos que a mí se me hicieron eternos.
-Hermione- dijo Ginny despacio y yo me giré para mirarla esta vez con más ganas, tenía que contarle a alguien lo que me había dicho Draco.
-¿Qué pasa Gin?
-Hermione, ¿qué te pasa?
-Bueno, Gin es que
.
Le relaté lo que había sucedido la tarde anterior. Ella, a diferencia mía, escuchaba todo lo que yo le contaba con interés y de vez en cuando asentía con la cabeza o soltaba un ¡Ay, que mono!. Finalicé mi relato y la miré esperando alguna reacción, pero estaba inmóvil como una estatua de mármol. Al fin, abrió la boca para hablar:
-Vaya, nunca pensé que diría esto, Hermi, pero aún así lo diré, eres la chica más afortunada del mundo- dijo la pelirroja con los ojos bañados en lágrimas.
-Ginny, no estarás, ¿llorando?
-Es que, me parece tan
bonito- dijo ella sonriendo pero llorando aún.
-Oh, Gin, no te imaginas lo que es para mí todo esto- dije yo echándome también a llorar y abrazando a Ginny. Nos quedamos así un rato más hasta que dejamos de llorar, nos separamos y bajamos al comedor con Harry y Ron y les encontramos agarrando un cacho de pollo y un poco de pan.
-¡Hola chicos!- saludamos ambas a la vez. Nos miramos y nos reimos. Los chicos, que también sonreían, nos invitaron a sentarnos a su lado. Estábamos comiendo y riéndonos cuando de pronto, un pergamino cayó en mis rodillas. Por la fina caligrafía, deduje que era de Draco:
Esta noche, en el lago, ven con tus amigos, tengo que hablar con vosotros
.
Paseé la mirada en busca de la de Draco. Lo encontré en un asiento alejado de los demás mirándome fijamente, como implorándome a que le hiciera caso a su nota. Miré a mis amigos. Asintieron con la cabeza, sin duda, estaban impacientes de que llegara la noche.
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A las 10 de la noche estábamos todos en el lago. Nos sentamos a esperar a Draco en el suelo. Por suerte, este no tardó en aparecer.
-Bien Malfoy, espero que tengas un buen motivo para habernos llamado- dijo Harry con odio mal fingido.
-Lo tengo, veréis, ha habido cambios, muchos cambios.
-No te pongas enigmático y dinos que pasa- reprochó Ron.
-Él, está a punto de regresar
-¿Cómo que está a punto de regresar?- preguntó Harry, algo pálido por el susto.
-Lo sentí anoche, sin duda, el Señor Tenebroso está recobrando fuerzas.
-Pero, eso no puede ser, vimos como Harry destrozaba el diario- dijo Ginny
-Hay 7 horrocruxes, no solo uno, Ginny, debemos encontrar todos y destruirlos- dijo Harry abrazando paternalmente a Ginny.
-Yo estoy de acuerdo- dije yo mirando a Draco fijamente.
Todo se quedó en silencio.
-Yo estoy dispuesto a ayudaros- dijo Draco
-Espera, Malfoy, no es que me importe que nos ayudes, es más, podrías ayudar en mucho, ya que tú eres el que más entiende del tema, pero no se si sería buena idea
-dijo Ron.
-Sé lo que me espera después de esto- dijo Draco firmemente.
-¿Qué es lo que te espera?- pregunté asustada.
-Un destino peor que la muerte - dijo él y por primera vez, le tembló la voz.
-¿Acaso hay algo peor que la muerte?- preguntó Ginny.
-Si, lo hay, pero estoy dispuesto a arriesgarme por salvar la vida de Hermione- dijo él.
-Y, ¿qué es?- preguntó Ron.
-Es algo muy difícil de explicar, aún así lo intentaré. Una persona puede optar a ser iniciado como mortífago con todo lo que ello implica. La norma más sagrada es no revelarte contra tu Señor porque si lo haces, la Marca Tenebrosa se te borra de la piel- explicó Draco.
-¿Y eso que tiene de malo?, es decir, dejarías de ser un mortífago- dijo Ron.
-La Marca Tenebrosa está unida a tu alma por lo que si se borra
- dijo Draco.
-Tu alma desparece- dije yo casi llorando por imaginarme a Draco en esa situación.
-Aún así estoy dispuesto a intentarlo, porque si conseguimos todos los horrocruxes puede que me libre de que mi alma desaparezca, ya que el Señor Tenebroso no existirá- dijo él.
-En ese caso, Draco, puedes ayudarnos, nosotros te protegeremos- dijo Ginny.
-Estoy de acuerdo con Ginny- dijo Harry.
-Bienvenido al equipo Potter, Draco- dijo Ron estrechándole la mano a Draco.
-Me has llamado por mi nombre, Weasly- dijo él sonriente.
-Si, y ya va siendo hora de que tú me llames por el mío- dijo Ron también sonriente y mirándome fijamente. Le sonreí, había recuperado al Ron de siempre.
-Bueno, podemos irnos ya, casi es medianoche y mañana tenemos clases- interrumpió Ginny.
-Si, volvamos- dije yo y cada uno fuimos a nuestras habitaciones. Draco y yo subimos por un pasadizo y llegamos a nuestra torre muy pronto. Nos besamos lentamente y nos fuimos a dormir cada uno con el sabor de los labios del otro. Recuerdo que lo último que pensé antes de dormirme fue en él.
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Me desperté temprano, como solía hacer siempre y me puse a arreglarme. Bajé a desayunar de la mano de Draco y cuando íbamos por la escalera nos dimos un pequeño beso y nos separamos. Me senté junto a Ron y comenzamos a hablar cuando la profesora McGonnagal interrumpió.
-Debido a que en el último baile hubo una serie de problemas, se ha decidido repetirlo en abril, y como castigo a la chica que provocó la pelea, Pansy Parkinson no podrá asistir al baile.
-¡¡¡Bien!!!Con Pansy fuera de juego podrás disfrutar de tu velada con Draco- dijo Ginny- y yo me ocuparé de que estés divina.
-Seguro que lo estará- se le escapó a Ron, que enseguida se tapó la boca. Le sonreí y el se puso tan rojo como su cabello. Miré hacia Pansy , que lloraba desconsolada y luego miré a Draco, que sonreía. Correspondí con otra sonrisa, ya estaba deseando que llegara abril.
Me levanté de la cama tensa como el acero. Los rayos del sol escapaban por las rejas de la ventana, los primeros rayos de sol de abril. Corrí hacia el calendario y comprobé que efectivamente era abril. Me dieron ganas de saltar de alegría. Me vestí rápidamente y me alisé el pelo con litros de poción alisadora. Me puse la falda demasiado corta y la camiseta demasiado ajustada. Pero hacía tiempo que eso había dejado de importarme. Si Draco decía que estaba perfecta así, no podía contradecirle. Salí de la habitación para encontrarme con Draco, que hizo una reverencia sonriendo que provocó que me sonrojara levemente. Le tomé la mano y bajamos al comedor. Me dio un suave beso y depositó algo en mi mano.
-No lo abras hasta que estés sola- murmuró besándome de nuevo para evitar que hablara. Se separó de mí como una sombra, sin apenas ruido. Me quedé perpleja. Pestañeé un par de veces y bajé a comer con mis amigos. Ginny me dirigió una sonrisilla traviesa mientras posaba su cabello rojo sobre el hombro de Harry, que sonreía feliz. Suspiré. Se les veía tan felices a los dos
Casi sin darme cuenta estaba mirando a Draco con cara de tonta y comiendo cereales a la vez. Cuando Draco se levantó de la mesa, se cortó mi conexión y me di cuenta de que como no me fuera a clase ya, llegaría tarde. Por suerte para mí el día pasó rápido y cuando me quise dar cuenta de que habían acabado las clases me percaté de una cosa: la nota aún estaba en mi mochila. Me apresuré a subir a la torre sin despedirme de mis amigos, pero pude oír la risa cantarina de Ginny a mis espaldas. Aquella chica era muy observadora. Sin duda sería buena como auror. Nada más llegar a la torre me puse ropa de la que Ginny me dejaba cada mes por una obra caritativa según ella, es decir, unos vaqueros que parecía que iban a estallar de un momento a otro y una camiseta de tirantes tipo corsé. Acto seguido, abrí la mochila y rebusqué entre los libros. Al final tras una exhaustiva búsqueda, la encontré: un papelito cuidadosamente doblado. Lo abrí rápidamente y lo leí:
Hermione:
Esto es un acto de cobardía por mi parte, pero como escribiendo soy capaz de expresarme mejor, allá voy. Hermione, nunca antes había sentido por nadie lo que siento por ti, jamás me había enamorado de nadie, y nunca me imaginé que la mujer de la que me enamoraría serías tú. Pero desde que te ví aquel día en el que nos conocimos, supe que entre tú y yo había algo. Al principio pensé que era odio lo que sentía hacia ti, por eso de la sangre, pero luego me dí cuenta de que no podía odiarte, que era imposible. Nunca podré perdonarme el daño que te hice, pero puedo enterrar mi pasado y crear mi futuro a tu lado. Sé que es mucho lo que te pido, pero yo estoy dispuesto a renunciar a todo por ti. Comprendo que es una decisión difícil, así que te doy tiempo para pensarlo, pero debes saber que yo siempre te voy a querer, aunque no esté a tu lado, siempre mi corazón irá a donde vayas tú, porque es tuyo. También quería pedirte que vinieras conmigo al baile, para volver a intentar pasar la noche inolvidable que algún día te prometí. Respóndeme pronto, ya te estoy echando de menos. Te quiere:
Draco
Entonces, un pequeño paquetito cayó en mis rodillas. Lo abrí con sumo cuidado. Era un precioso colgante, un colgante de oro leprechaun, el mejor del mundo, con un corazón adornado con algunos diamantes. Identifiqué el corazón como un guardapelo y lo abrí. Dentro había una foto de Draco y en el lugar que debía ocupar mi foto, una notita. La cogí rápidamente y la abrí con lágrimas en los ojos: el detalle de Draco me había dejado sin palabras.
Espero que te haya gustado el guardapelo, me costó mucho encontrar una joya que empatara tu belleza.
Miré el guardapelo de refilón y sin duda era lo más bonito que podía imaginar.
Deseo que lo puedas llevar en el baile, de verdad, me gustaría mucho. ¡Ah!, no te olvides de poner una foto tuya. La mía no es muy buena, la verdad, pero no tenía ninguna mejor. Besos:
Tu Draco
Apresuradamente corrí hacia mi baúl para buscar mi álbum de fotos. Escogí una foto de cuando estuve en España con mis padres, que salía realmente bien. Aunque la de Draco era realmente buena. Salía sonriendo, con el pelo revuelto, como a mí me gustaba y con una sonrisa que me hacía suspirar. Coloqué la foto y me colgué el guardapelo. Los diamantes reflejaban la poca luz que aún había, lo cual era realmente bello, porque la luz se descomponía en mil colores. Contemplé sobrecogida aquel espectáculo hasta que recordé que debía responder la carta de Draco. Cogí la pluma y un pergamino nuevo y escribí:
Draco:
De verdad que me encantaría dejarlo todo atrás y seguirte, pero es demasiado lo que me pides. Además no puedo dejar solo a Harry contra Voldemort, no soportaría la posibilidad de que mis amigos murieran luchando por defender nuestro mundo mientras yo soy feliz contigo. Sin embargo, estoy dispuesta a enterrar mi pasado, a comenzar un futuro a tu lado, pero sin dejar solos a mis amigos. Pero no por esto dudes de mi amor por ti. Estaría dispuesta a saltar al vacío por ti, de verdad. Respecto a lo del baile
¡¡¡Claro que iré contigo!!! Ah, y gracias por el guardapelo, es realmente bonito. Te prometo que lo llevaré en el baile, palabra de Hermione Jane Granger. Bueno, me despido. Te quiere:
Hermione.
Me interné en su habitación y le dejé la nota sobre la mesilla cuando me percaté de que él acababa de entrar.
-¿Qué haces en mi cuarto?- rió él tratando de imitar la voz de Snape. Solté una sonora carcajada.
-Usted disculpe, señor Malfoy, sólo deseaba dejarle esta nota en su mesa.
Miró la mesa con mirada ansiosa y le agarré suavemente la barbilla y la giré para que me mirara.
-No hasta que estés solo- dije yo con cierto tono de burla.
Le di un pequeño beso en la mejilla y me fui a mi cuarto con andares de bailarina. Me eché en la cama y me dormí feliz. Cuando la vida te sonría, no evites sonreír tú también.
Desperté sobresaltada: aquel lugar no era mi habitación. Era una inmensa galería negra, que se hacía eterna a la vista. Me miré de manos a pies: no era yo. Mi pelo era liso y de un tono rubio y mis ropas demasiado finas. Me paralicé de golpe, aquello era demasiado extraño como para parecer si quiera real. Entonces recordé aquellos sueños que tenía Harry a veces y me regañé a mi misma por haberle dicho que podría haber aprendido a controlarlos si hubiera ido a Oclumancia más tiempo, pero sin embargo ahora me daba cuenta de lo inevitables que eran esos sueños y de lo que Harry había tenido que soportar. Me sentí estúpida, ahí sentada sin poder apenas moverme. Traté de levantarme del suelo, pero era como si estuviera pegada a él. Traté de revolverme, pero cada vez que hacía acopio de mis fuerzas unos calambres sumamente dolorosos recorrían mi cuerpo. Entonces comencé a oír siseos y pasos y me debatí aún con más fuerza, por lo que los calambres me quemaban la piel. Entonces caí en la cuenta de quién era y qué hacía allí. Se me paró el corazón unos instantes: era Narcisa Malfoy. Los pasos dejaron de oírse y alcé la mirada: Voldemort se hallaba ante mí con un brillo de enfado en sus ojos de serpiente.
-Contesta Narcisa, ¿dónde está Draco?- siseó Voldemort.
-No
no te puedo decir su paradero- respondí tratando de parecer segura.
-Cambiaré de pregunta pues, ¿quién eres?- preguntó lleno de ira.
-Her
Narcisa Malfoy- respondí apartando mi mirada de los ojos de Voldemort.
-Mientes- dijo Voldemort simplemente apuntándome con la varita y lanzándome una maldición cruciatos. Me revolví y el dolor se multiplicó. Opté por quedarme quieta y contener mis lágrimas.
-¿Quién eres?- preguntó esta vez más fuerte.
-Narcisa Malfoy, se lo juro- contesté con los ojos impregnados de lágrimas.
-Está bien, que nos lo diga Draco, pues- dijo llevándose uno de sus huesudos dedos a la Marca Tenebrosa y pronunciando algo en pársel. Unos segundos más tarde, Draco apareció en la estancia. Temblaba. Jamás le había visto tan vulnerable, parecía tan
débil. Lanzó una mirada hacía mí y pareció que sus temblores amainaban.
-Draco, responde, ¿es esta tu madre?
-Sin ninguna duda- dijo él con seguridad.
-Está bien, dile a esa impostora que se quite el disfraz de Narcisa y deje ver su identidad, o te aseguro que no tendré piedad con ninguno de los dos.
Draco se acercó a mi lentamente, se agachó a mi lado, me miró y noté un fuerte estremecimiento interno: ya no era Narcisa. Otra ven notaba mis rizos golpeando mi espalda y mi piel se había oscurecido.
Me eché a llorar amargamente.
-Bien Draco, así que esta es la impostora, ¿quién eres?
-Hermione Granger- contesté rudamente, ya no podía hacer nada por salvar mi identidad.
-Hija de muggles por lo que veo.
-Si
-Bien, ya sabes lo que hago con los muggles.
Levantó la varita y me apuntó con ella.
-Avada
-¡No!- gritó Draco desesperadamente.
-Osas enfrentarte a tu Señor, Draco- siseó Voldemort furioso y levantando la varita esta vez contra Draco. Se acercó a él y puso su varita sobre la Marca de Draco. Grité a Voldemort que no lo hiciera, pero era inevitable, le iba a arrancar su alma.
-¡Para, por favor, máteme a mí, pero no haga daño a Draco!
Voldemort volvió a mirarme a mí y separó la varita del pobre Draco. Este no se lo pensó, echó a correr velozmente, sacó la varita y apuntó hacia mí. Cerré los ojos para no verlo, lo último que sentí fue una espiral y la mano de Draco sujetándome.
Desperté de golpe, sudorosa y muy pálida. Me revolví un poco en la cama y me encontré con alguien a mi lado. Draco estaba allí, algo más pálido que de costumbre y con la frente llena de perladas gotitas de sudor.
Me miró y sonrió.
-Al final hemos escapado, eh- dijo feliz.
-Sí- sonreí yo a mi vez.
Aquello no había sido un sueño, había sido real, muy real. Pensé en cuanto tiempo nos iba a quedar para ser felices, pero sin duda muy poco. Sin embargo estaba allí, viva, con el ser más maravilloso del mundo a mi lado.
Nos dormimos y al despertar estábamos ambos en la enfermería, con una bandeja llena de vasos de cristal. Traté de bajarme de la cama para ir a la de Draco, que estaba justo enfrente, pero no pude. Temí que me hubieran unido al suelo como la noche anterior, pero enseguida me di cuenta de que me habían unido las piernas con vendajes. Caí en la cuenta entonces de que la noche anterior había perdido mucha fuerza y de que probablemente se me habría roto algún hueso. Busqué a Draco con la mirada y le encontré dormido, lleno de vendajes y con el torso desnudo lleno de pociones curativas. Sonreí, al menos habíamos sobrevivido al Señor Tenebroso, los dos juntos éramos casi invencibles. Volví a acostarme y me sorprendí a mi misma pensando en el baile del día siguiente, un baile al que probablemente no asistiría. Una lágrima rodó por mi mejilla para caer sobre la almohada. Contuve un grito: estaba llorando sangre. Cogí mi varita de la mesilla y me tapé la cara con un paño viejo
-Accio silla de ruedas- mascullé entre dientes. Al instante una silla de ruedas estaba a mis pies. Bajé y me senté en ella con sumo cuidado. La hice avanzar hasta un tocador bajo el cual había una palangana con agua y un trapo. Cogí el trapo y lo mojé en la palangana. Miré mi rostro en el espejo, estaba
extraña. Mi rostro estaba mucho más pálido que de costumbre y mis ojos habían perdido gran parte de su brillo y unas ojeras moradas se dibujaban bajo ellos. Entonces descubrí la procedencia de la sangre. Bajo mis ojos había una cicatriz que aún sangraba. Pero no una cicatriz recta como las que suelen formarse. Tampoco se parecía en nada a la de Harry. Era como un triángulo en cuyo centro había algo escrito en pársel: Voldemort me había marcado y ahora iba a matarme. Me lavé las heridas sangrantes con un poco de agua y me dirigí hacia Draco.
Él al menos no estaba marcado. Decidí pedirle a Ginny algo de maquillaje para tapar la cicatriz, por lo que me dirigí a la torre de Gryffindor. Estaba a punto de salir por la puerta cuando una mano me retuvo por la espalda.
-¿Dónde vas jovencita?- preguntó la señora Pomfrey.
-A la torre de Gryffindor.
-Pero podría ser perjudicial para tu pierna, cariño- dijo amablemente la anciana.
-¿Qué le pasa a mi pierna?
-Es
extraño, es como si le hubieran desaparecido piezas, por así decirlo.
-¿Me faltan huesos en la pierna?
-Y algunos músculos, pero caray, estás sanando muy rápido, a este paso mañana podrás andar.
-¿Cuánto tiempo llevo aquí?
-Dos días, estabas dormida como un tronco, te dimos el crecehuesos y una poción para tus músculos aunque, la verdad, me sorprende que sigas viva, perdiste mucha sangre por la cara.
-¿Y cómo está Draco?
-El señor Malfoy está bastante mejor que usted, fue él quien te trajo aquí.
-¿Se recuperará pronto?
-Supongo que para el baile podrá ir, solo se rompió uno o dos huesos y enseguida le sanaron, ahora descansa.
-Me alegro de que esté bien.
-Tranquila mi niña, yo le cuidaré, tú si quieres puedes irte, pero tienes que seguir una serie de tratamientos, ¿podrás hacerlo?
-Claro, dígame que tengo que hacer.
-Calculo que antes de bajar a cenar podrás andar, pero haz lo siguiente. Cuando llegues a la torre, quítate las vendas y ponte esencia de díctamo en las cicatrices. Date un baño de agua caliente en el baño de prefectos, pero echa el jabón del grifo 27, que es curativo. Este grifo solo se abre con un permiso que luego te doy. Báñate durante 25 minutos y vigila de mover mucho las piernas cuando estés en el agua. Si lo haces bien, deberías poder andar.
-Gracias señora Pomfrey.
-Ten, la contraseña del grifo 27- dijo la ancianita tendiéndome un pergamino.
Traté de pensar en el peligro que ahora corría y me di cuenta de que aquella asustada niña que entró en Howarts hacía 6 años ya era toda una mujer.Salí del hospital en la silla de ruedas y subí como pude a la torre de Gryffindor. Ginny me esperaba preocupada en una butaca y Ron no paró de dar vueltas hasta que se percató de mi presencia. Harry por su parte frotaba los hombros de Ginny efusivamente, como dándole calor. Les miré con toda la dulzura que pude y ellos me sonrieron. Ron fue el primero en hablar.
-¿Qué tal te encuentras?
-Mucho mejor, gracias Ron- dije sonriente. Miré a Ginny y añadí: -Pero estaré mucho mejor cuando Ginny me tape esa horrible cicatriz de la cara- dije con voz de desesperación mal fingida. Ginny sonrió y se levantó de la butaca. Minutos más tarde apareció con un maletín lleno de maquillaje. Cogió lo que parecía ser el pote y me lo restregó por la cara tapando la cicatriz. Al acabar me pasó un espejo y en él vi a la Hermione de siempre, algo más morena por el maquillaje pero estaba muy bien, al menos mejor que hacía unos minutos. Subí a mi torre acompañada de Ginny. Aún así noté la torre vacía, sin Draco aquello no era igual. Mi amiga me ayudó a quitarme los vendajes. Mis piernas estaban rojas y despellejadas, pero intactas. Me apliqué el díctamo sobre las piernas, las cuales me escocía verdaderamente mucho, pero nada comparado con el dolor que Voldemort me había causado. Ginny me acompañó hasta la puerta del baño de prefectos y se despidió de mí. Me desnudé y entré en la bañera llena de agua espumosa. Encendí el grifo 27 y el agua se tornó rojiza. Me dejé llevar por el embriagador aroma que despedía la bañera y comencé a mover las piernas lentamente. A medida que pasaba el tiempo me daba cuenta de que cada vez había más peligro y que no era tiempo para pensar en chiquilladas como noviazgos o aventuras amorosas a escondidas. Traté de no pensar en Voldemort, pero me era inevitable. Su rostro de serpiente me perseguiría siempre en mis pesadillas. Entonces caí en la cuenta de que a pesar de que fuera lo mejor para los dos, yo nunca podría separarme de Draco, porque Voldemort le mataría y de lo cerca que había estado de perderle por protegerme a mi misma. Me sentí como una idiota y comencé a patalear todo lo que pude para desahogarme. Algo cayó entonces en el agua. Traté de atraparlo desde mi sitio, pero no llegaba. Entonces haciendo acopio de mis fuerzas moví mis piernas hacia el lugar donde descansaba el objeto. Lo atrapé cuando estaba a punto de caer por un desagüe. Era un pedazo de pergamino. Las escrituras estaban algo borrosas, pero lo que decía era algo así:
Querida Hermione:
Nunca encontraré suficiente valor como para darte esto que ahora te escribo, pero si lo lees, por favor, acuérdate de mí. Hermione, me enamoré de ti en el mismo momento en el que te vi entrar en el vagón del tren de Howarts. Eras una chica corriente, pero a la vez eras tan distinta
Las demás sólo se preocupaban de estar guapas y descuidaban de temas y si te ayudaban en los estudios era para pedirte una cita (esto a mí nunca me ha pasado, pero a Harry sí). Tú sin embargo, a pesar de ser un poco sabelotodo eras una amiga incondicional. Nos ayudaste siempre que te lo pedíamos y nos consolabas cuando estábamos en malos momentos. Sé que estás con Draco y no tengo posibilidades contigo, pero no podía soportar más este sentimiento llamado comúnmente amor, estoy demasiado enamorado de ti como para dejarte marchar ahora. Sé que esta carta me está quedando muy cursi, pero ahora mismo me da igual. Sólo decirte que eres la persona más increíble que he conocido y conoceré, por no decir la más inteligente o la más dulce. Te pido mil perdones por todas las veces que te hice llorar, de verdad, me destrozaba verte así, llorando por mi culpa, no lo podía soportar. Siento ser tan cobarde, de verdad, en momentos envidio a Draco, porque tiene a su lado al ser más hermoso del Universo. Te quiero mucho, pero aún no encuentro la manera de decírtelo sin quedar como el idiota de Ronald Weasley. En fin, que aquí te dejo esta carta para decirte lo mucho que te quiero. Muchos besos de tu (por desgracia) sólo amigo:
Ron
Una lágrima cayo por mi rostro, pero esta vez no era sangre, era una lágrima real. Sentí un amor maternal hacia Ron y me di cuenta de que no podía soportar que le hicieran daño. Me dieron ganas de correr hacia Ron y abrazarle, lo cual, y ahora me daba cuenta, jamás había hecho. Salí de la bañera con una toalla, me vestí rápidamente y salí corriendo hacia la torre de Gryffindor con la carta aún en mis manos. Nada más entrar me lancé y abracé efusivamente a Ron. Este me correspondió con cariño y depositó un suave beso en mi mejilla. Nos separamos lentamente y le susurré un gracias. Él me correspondió con una sonrisa, pero estaba sonrojado hasta sus orejas. Me di la vuelta para irme y ahí estaba él, con su rubio cabello arremolinado por toda su cabeza y con aquella sonrisa que yo adoraba. Volví a correr sin pensar en mi pierna y le abracé tan fuerte como pude. Miré a Ron, pero él, simplemente, sonreía. Pensé en lo afortunada que era por tener unos amigos tan geniales como ellos y lo dura que iba a ser mi vida cuando saliera de Howarts. Pedí a Draco que me dejara hablar con Harry y los demás sobre el atrapo de Voldemort. Este asintió con la condición de poder quedarse a escuchar. A Harry le pareció bien por lo que ahí estábamos nosotros dos, cogidos de la mano y contando nuestra captura a mis amigos.
Veréis, estaba durmiendo cuando sucedió todo. Aparecí en un pasillo negro interminable y bueno
digamos que me había convertido en Narcisa Mafoy. Entonces Voldemort comenzó a preguntarme por Draco y claro, como me negué comenzó a torturarme. Entonces Voldemort llamó a Draco y le interrogó sobre quién era yo y como él no quería descubrirme, me siguió torturando. Entonces Draco se acercó a mí y dejé de ser Narcisa, volví a ser Hermione con todo lo que eso implicaba. Voldemort se dio cuenta de que era una sangre sucia, como dice él y me intentó matar. Entonces Draco se negó a que me matara y entonces Voldemort puso su varita sobre la Marca de Draco y como yo no podía quedarme a verlo chillé tan fuerte como pude. Parecía ser que Voldemort me oyó, porque apartó la varita de Draco. Entonces Draco en un acto de valentía cogió la varita y me cogió y nos transportamos a mi habitación.
El silencio sobrevino a mi relato, yo, por mi parte, temblaba, solo recordar cómo sufría Draco me provocaba dolor a mí.
-Vaya, Hermione, fuiste muy valiente- dijo Harry entonces- Y he de admitir que Draco también. Poca gente que se haya enfrentado a Voldemort puede afirmar que escapó vivo.
-Gracias, Harry- respondí yo ruborizada- Pero el hecho de que saliéramos vivos de allí fue gracias a Draco.
-Cierto Hermione, pero si tu no hubieras chillado a Voldemort que se detuviera, Draco no estaría ahora aquí- afirmó Ron.
-Hermione, sabes que es verdad, de no ser por ti habría muerto- dijo dulcemente Draco.
-Vaya, Hermione, nunca imaginé que te podría pasar algo así- murmuró Ginny.
-Parece que en esta guerra no hay nadie a salvo- dijo Ron.
-No, si capturaron a Hermione fue por mi culpa, no debí permitir que se enamorara de mí- afirmó Draco bajando la mirada.
-No podrías haberlo evitado aunque quisieras, créeme- sonreí yo.
-Bueno, el caso es que debemos estar atentos a cualquier señal de Voldemort, debemos protegernos unos a otros, es la única manera de salir vivos de esta- explicó Harry.
-Bien, de acuerdo con Harry completamente- añadió rápidamente Ginny.
-Y yo - corroboró Ron.
-Yo también- dije yo.
-Si Hermione está de acuerdo, podéis contar conmigo- asintió Draco.
-Bien, podemos comenzar con la resistencia. Tendremos que buscar gente que aún sea fiel y un lugar de encuentro- propuso Harry.
-Podemos reunirnos en el laboratorio de la torre los sábados- corroboré.
-Me parece muy bien- dijo Draco con dulzura.
-Aprobado, pues, nos reuniremos en el laboratorio- decidió Ron.
-De acuerdo, y recordad, hemos de protegernos unos a otros- recordó Harry.
Me aferré con fuerza al brazo de Draco. No iba a dejarle ir, esta vez no.
-Vamos Harry, ahora no debes tener miedo- dije palmeando suavemente el hombro de Harry. Hacía cinco minutos parecía tan maduro
y ahora, un chiquillo. Temblaba mucho, hecho un ovillo sobre sí mismo.
-Pero Ginny
,Hermione
y Ron
y Draco
¡les matarán!-balbuceó Harry.
-No les van a matar, solo les matarán si no te calmas- traté de tranquilizarle.
Acababa de despertarme de un duro y largo sueño. Habíamos decidido ir a por un grupo de mortífagos, pero nos habían atacado. Ginny, Ron y Draco escaparon, pero a Harry y a mí nos durmieron y habíamos despertado allí, en aquel calabozo, en la guarida de Voldemort. Harry se había pasado ya dos horas enteras llorando mientras yo trataba de convencerle de que estaban bien aunque, la verdad, ni yo estaba muy convencida de que hubieran sobrevivido. La esperanza de escapar era mínima. Lucius Malfoy nos había ofrecido cambiar el paradero de Draco por mi libertad. Me negué completamente, si Draco iba a morir, no permitiría que fuera por mi culpa. En este momento acababa de entrar Pettigrew en la celda.
-Oh, te recuerdo, la chica lista, la amiga de Sirius, la novia de Potter- bufó.
Estuve a punto de escupirle en la cara por haber pronunciado el nombre de Sirius con tanto asco, pero ¿de qué iba a servir? Entonces pasó algo raro. Pettigrew comenzó a mirar a los lados y adoptó la forma de Neville, un Neville muy seguro. Detrás de él entró la que sería Bellatrix Lestrange, que era Luna en realidad.
-Chicos, habéis venido a rescatarnos, pero ¿cómo?- pregunté aún estupefacta.
-No ha sido fácil infiltrarnos, Ginny, Ron y Draco nos dijeron que os habían capturado y bueno, aquí estamos- explicó Neville.
-Harry, mira, son Neville y Luna, han venido por nosotros- susurré a Harry. Este se secó los ojos con la manga de la túnica y miró a Neville, luego a Luna y así hasta que se convenció de que eran reales.
-Debemos correr si queremos escapar vivos- apremió Luna.
-¿Dónde están los demás?- preguntó Harry volviendo a ser el hombre maduro que recordaba.
-En la Casa de los Gritos, esperan allí con la mitad de la Orden del Fénix- dijo Neville.
-Pues vamos, pero de alguna manera tenemos que ir, porque está muy lejos para ir a pie
-razoné.
-Hemos convertido la llave de la celda en un traslador- dijo Luna. Me abracé con fuerza a ella y llorando en su hombro les di las gracias. Neville se sacó una llave de la manga y todos nos agarramos a ella. Cuando dejamos de girar en espiral, caímos en un suelo duro y frío de madera, la Casa de los Gritos. Enfoqué un poco con la mirada y logré ver a Ginny llorando en el hombro de su hermano, a Draco con una media sonrisa de tranquilidad y a Ron con los ojos enrojecidos de llorar. Les sonreí como pude. Harry se abalanzó sobre Ginny, la cogió de la cintura, la alzó en el aire y le besó en la mejilla. Yo me acerqué despacio a Draco. Mis pasos eran lentos y torpes, llevaba tanto tiempo sentada que era incapaz de mantenerme de pie sin titubear. Suerte que Draco acudió a mi encuentro, me sujetó entre sus fuertes brazos y me besó tiernamente. Nos separamos y Ron acudió también a mi encuentro.
-¿Puedo?- le preguntó a Draco sonriente.
-Si ella quiere
- dijo este. Asentí con la cabeza. Ron me agarró por los hombros y me abrazó fuertemente, tan fuerte que apenas podía respirar.
-Ron
¡Ron!...¡qué me ahogas!- balbuceé. Ron aflojó un poco el abrazo hasta soltarme. El señor Weasly rompió el silencio.
-Debéis quedaos aquí, chicos, nosotros nos ocuparemos de los mortífagos.
-Ni hablar, yo voy- dijo Ron.
-No Ronald, ni lo pienses- dijo la señora Weasly.
-Por favor
-suplicó Ron.
-Ni hablar jovencito- dijo su padre.
-Bien, pues vayámonos, Neville, si eres tan amable
-dijo Lupin extendiendo la mano. Neville le dio la llave. Los cinco miembros de la Orden, Lupin, los dos señores Weasly, Tonks y Bill, el hermano mayor de Ron, desaparecieron en la espiral, pero en el último momento, Ron se aferró a la cintura de su hermano como un clavo ardiendo y despareció también en la oscuridad.
-¡¡Ron!!-grité.
-Tranquila Hermione, mi hermano no es tan inútil como parece- dijo Ginny.
-Estará bien, ya lo verás, si hay algo que he descubierto de Ron, que ciertamente me ha impresionado, es que tiene el corazón de un guerrero, de verdad- susurró Draco.
-Apuesto a que si Ron hubiera estado aquí, se habría puesto color rojo-morado- rió Ginny. Sonreímos todos, incluso Draco. Entonces, sin saber cómo, me desmayé y perdí el conocimiento de todo lo que a mi alrededor sucedió
-Ella merece una respuesta- dijo Lupin casi chillando, pero a mis oídos casi era un susurro. Acababa de despertar de un sueño bastante confuso. Traté de enfocar el rostro de los que me rodeaban, pero no era capaz del todo. Conseguí distinguir a las mujeres Weasly llorando abrazadas, al señor Weasly y a su hijo dados de la mano. A Harry hecho un ovillo y temblando. A Lupin y Tonks llorando abrazados. Draco estaba a mi lado mojándome la frente con un paño. Le aparté la mano de mi frente y me incorporé. Casi me vuelvo a desmayar, pero Draco me sujetó por la cintura. Le sonreí y pasé a la monotonía. Traté de hablar, pero mi lengua era muy pesada y pastosa y apenas podía moverla.
- ¿Qué paza?- balbuceé.
- Nada, Hermione, duerme, te has desmayado y necesitas reposo- susurró Draco volviendo a ponerme el paño en la frente.
-Estoy perfectamente- protesté, esta vez pronunciando más. Me levanté y volví a resbalar cayendo en la cama.
-No, no lo estás- contrarrestó Draco.
-¡Vale ya!- gritó Ginny, levantando la cara del hombro de su madre.
-No, Ginny, vuelve aquí- pidió su padre.
-¡Os pensáis que es una niña, que no puede saberlo!¡Pues estáis equivocados!-gritó mirando a sus padres. Luego me miró a mí.
-Ron
ha muerto- soltó Ginny. Se me paró el corazón. Volví a caer y Draco volvió a sujetarme. Me sentí débil, ingrata y sucia. Nunca me había dado cuenta de lo importante que era Ron en mi vida. Era como si se hubiera apagado el Sol. Mis ojos estaban nublados y no podía llorar de la pura rabia que sentía. Comencé a llorar, pero cada lágrima era como una piedra, no podía ni siquiera con ellas.
-Pe
¿pero cómo?
-Murió a manos de Voldemort- explicó Ginny rabiosa.
-¿Murió Voldemort también?
-No, huyó al ver que no quedaban mortífagos- dijo suavemente Lupin.
-Mi hermano luchó como un auténtico guerrero, pero no pudo con Voldemort- intervino Bill.
-¡Él no merecía morir!¡Todo es por culpa de Voldemort!¡Juro que no descansaré hasta verle muerto- farfulló Harry encendido de rabia. Todos nos quedamos en silencio.
-Deberíamos enterrarle como se merece- dijo la señora Weasly.
-Enterrémosle en el patio de Howarts- propuso Draco.
-Me parece bien, mi hijo pasó aquí los momentos más importantes de su vida, y seguro que hubiera deseado estar aquí enterrado- corroboró el señor Weasly.
-Bien, iré cavando la tumba mientras os arregláis para el funeral- propuso Lupin.
-Gracias Lupin- dijo la señora Weasly.
Subimos a arreglarnos. Elegí unos vaqueros y una blusa apuntillada negra. Me sujeté el pelo en un moño y me dispuse a bajar. Decidí esperar a Draco a ver si él bajaba también. Apareció con un jersey negro y unos pantalones grises. Me tomó la mano y bajamos despacio hacia el patio. El colegio estaba bastante tranquilo aquella noche, por lo que fue fácil salir. Cuando llegamos al patio, ya estaba enterrado el cadáver de Ron y le habían puesto una lápida. Todos sacaron su varita y uno por uno se fueron acercando a la tumba. Cada uno decía algo de Ron y le dejaba un regalo. Me acerqué a la tumba y susurré:
-¡Ay, Ron!¿Qué puedo decirte que no sepas? Para mí siempre has sido importante, te he querido como a un hermano irresponsable, eras mucho para mí. Siempre llorabas al verme triste y reías al verme feliz. Además sabías arrancar sonrisas de mi cara y nunca me sentía sola contigo. Adiós Ron, siempre te recordaré.
Materialicé un ramo enorme de rosas rojas, del color del pelo de Ron y las dejé caer sobre la tumba. Volví a mi sitio y me eché a llorar sobre el hombro de Draco. Nada volvería nunca a ser igual sin Ron.
Veinticinco años después
-¡Ron, no pegues a tu hermana!- vociferé con todas mis fuerzas.
-No la estaba pegando- se defendió Ron.
-Si que me estaba pegando- acusó Melanie.
-Parad los dos- pedí yo.
-Pero mamá
-Ni mamá ni nada.
Observé una vez más a mis hijos. Eran hermosos, sin duda, pero tan testarudos como sus padres. Ron era muy parecido a
bueno, a Ron, a mi querido amigo difunto. Y Melanie era igual a Draco. Aquella era mi familia. Voldemort ya no existía, nada de lo que fue era. Y yo me alegraba de que mis hijos nunca tuvieran que vivir lo que yo viví. No iba a permitir que me robaran a nadie más. Tras la pérdida de Ron, me licencié en Magia Superior y me casé con Draco. Este acabó la carrera de Economía Mágica y era un magnate de la bolsa de Gringotts. Vivíamos en una hermosa casa victoriana a las afueras de Londres. Era la vida que toda mujer desearía.
-Mamá, ¿tú de pequeña te peleabas mucho?- me preguntó Ron, sacándome de mis pensamientos. Me reí.
-Bueno, sí que me peleaba de vez en cuando con mi amigo Ron- conté.
-¿Tenías un amigo que se llamaba como yo?- volvió a la carga Ron.
-Si, por eso te llamé así, porque había algo en ti que me recordaba a él, y ese algo cada vez se nota más.
-¿Y papá cómo era?- preguntó Melanie.
-Pues
como ahora, sólo que mucho más arrogante, maleducado y prepotente.
-¿Y, por qué te enamoraste de él?
-Porque cambió
mucho.
-¿Cómo fue vuestro primer beso?
-Extraño.
La verdad es que me sorprendió un poco la pregunta. Melanie era joven aún para preguntar eso, Ron era algo más mayor, pero no se enteraba nunca de nada. Melanie tenía 14 años y Ron 17. Ambos estudiaban en Howarts y Ron quería seguir los pasos de su padre, gran parte de las peleas eran porque Melanie no paraba de decirle que acabaría recogiendo cagadas de thestrals en Howarts. Y se peleaban
-He llegado- dijo Draco entrando por la puerta.
-Hola papá- saludaron los niños a coro.
-Bienvenido a casa, cariño- dije besándole en la mejilla
-¿Qué tal en el trabajo?- preguntó Ron.
-Muy bien, parece que hemos salido airosos de la crisis económica- sonrió Draco.
-Eso está muy bien- me alegré.
-Sin duda, papá, eres un hacha- se alegró también Melanie.
-Tenemos que contárselo a tía Ginny y tío Harry- dijo Ron.
-Invitémosles a casa y demos una fiesta- propuso Melanie.
Miré a Draco, que asintió con la cabeza. Les llamamos y a los pocos minutos ya estaban aquí.
-¡Hola, Melanie!, ¡hola, Ron!- saludó efusivamente Ginny.
-¡Hola tía!- saludaron Melanie y Ron.
-¡Hola sobrinos!- saludó Harry.
Tras Harry y Ginny entraron dos jóvenes de edades relativas a las de mis hijos. Tenían las mismas edades que mis hijos. Anne era pelirroja e iba con mi hija a Howarts. Y Will era el mejor amigo de mi hijo y también iba con él a Howarts También iban a Howarts. Se acercaron a mis hijos y se dieron un apretón de manos los chicos y un beso las chicas. Sonreí, aquella era la vida que siempre deseé.
Amor Inesperado - Fanfics de Harry Potter
Yo ya sabía que ese año me esperaban sorpresas. Era premio anual y tendría una torre compartida con el otro premio anual. No sabía quién podía ser, desde
potterfics
es
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2024-10-05
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