Aracnofobia.
-¡Bastet,espera!- gritó la chica mientras corría detrás de su gato. Estabaatardeciendo en los terrenos de Hogwarts, pero ella no pensaba envolver a la comodidad del castillo sin su querida mascota, Bastet, ungato pardo de rasgos afilados y ojos hipnóticos. A Aranhe, su dueña,se le había escapado mientras paseaba con él cerca del lago a mediatarde, disfrutando plácidamente de la naturaleza con su mascota, yse pasó un buen rato buscándolo, finalmente, cuando pensaba envolver a buscarlo al día siguiente, lo vio cerca de la cabaña delguardabosques, pero cuando fue a recogerlo, Bastet se asustó y selanzó corriendo hacía la vegetación salvaje del bosque prohibido.
Allíestaba ella ahora mismo, en la frontera que separaba los terrenos delcastillo con la flora virgen y salvaje. Aranhe no sabía que hacer,no quería meterse en el bosque prohibido, ¿pero acaso le quedabaotra opción?, definitivamente no pensaba dejar que su querido gatose escapara entre la bruma de los arboles. Tímidamente, movió unpié hacia delante- allávoy- pensó lachica de 13 años, atemorizada, los dientes le rechinaban y solo seatrevía a abrir minimamente los ojos por temor a lo que pudieraencontrarse allí dentro, pues ahora mismo, la chica parecía serconsciente de los sonidos de todo lo que el bosque entrañaba, oíael aleteo furioso de los pájaros, el espeso caminar de algún animalbuscando un lugar donde dormir, incluso le pareció oir a lo lejos elaullido de un lobo antes de salir de cacería..
-Bastet-dijo, casi susurrando. Acababa de oírlo maullar entre la espesura delos arboles, solo unos pocos metros de donde estaba ella, así quefinalmente se decidió a entrar- ¿que podría pasar?- se dijo a símisma Aranhe. Cuando llegó a los matorrales con tímidos pasos, allíno estaba el felino, y al querer buscar mejor, lo único queconsiguió fue arañarse el pulgar con unas ramas secas, la sangre lebrotó fugazmente antes de meterse el dedo en la boca para aliviar eldolor.
Mejorbusco mañana, ya es casi de noche- pensó ella, amargada por laherida, pero un nuevo maullido de Bastet se oía entre unos árboles,en las profundidades del imperturbable bosque.
-¿Bastet,estás ahí?- preguntó la chica, acongojada, y otro maullido fue surespuesta, no había duda, su animal estaba allí, así que sedecidió a entrar, lo hizo sin pensar, se fue corriendo hacia dondesupuestamente estaba el animal,, para no darse a sí misma elprivilegio de analizar la situación, pero otra vez lo mismo, allíno estaba su gato. Temblorosa, miró a su alrededor, ya se habíaadentrado lo suficiente como para darse cuenta de los peligros que elbosque prohibido podía albergar. Aranhe no era precisamente de laclase de personas a la que le gustaran las aventuras o los viajespeligrosos, por el contrario, la chica prefería quedarse en la salacomún de Hupplepuff o, como mucho, dar paseos por los segurosterrenos de la escuela, ni siquiera le gustaba montar en escoba pormiedo a las alturas.
Miau-otra vez, oyó la chica, Bastet le estaba llamando, ahora inclusoadivinaba a ver su sombra entre los árboles colosales. Aranhe se lopensó detenidamente, si miraba atrás suya, todavía podía ver elverde de la hierba de los terrenos del castillo, pero si se adentrabaa buscar a su gato, se metería irremediablemente en lasprofundidades del bosque. Soloserán cinco minutos-pensó la chica, pero incluso en su mente, su voz sonaba temblorosa.
Aranheestaba ya muy cansada de andar, de vez en cuando oía a su gato en lalejanía, incluso le había parecido ver durante unos instantes partede su cola, pero por alguna extraña razón, el gato parecía estarjugando con ella, Aranhe ni siquiera sabía cuanto tiempo llevaba enel bosque, pues, a su entender, habría andado un par de kilómetrosesquivando ramas que le entorpecían el paso y le arañaban lasextremidades, además, su ropa se estaba desgarrando con los tironesque la chica le daba para liberarse de los obstáculos, tenía laropa embarrada de haberse tropezado tontamente con algunas ramas ypiedras. Parecía como si el mismo bosque tuviera vida y hubieradecidido divertirse a su costa. Ya era completamente de noche, y lachica estaba aterrorizada, ni siquiera los tímidos rayos de la luzde la luna pasaban entre los altos árboles que se habrían pasovigorosa y tétricamente. Aranhe había tenido frío otras veces, pero sus temblores no eran simplemente debido a ello, la mezcla del ambiente hostil con la temperatura gélida eran casi mortales, la chica tenía la sensación de que cada vez que el vaho salía de su boca, una parte de sus fuerzas y del mínimo valor que sentía se escabullían irremediablemente.
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Lassombras parecían divertirse a su costa, más de una vez, a la chicale había parecido ver criaturas extrañas moviéndose a sualrededor, pero Aranhe se dio cuenta que no eran más que las ramasde los arboles, que juguetonamente se movían para asustarla, o esoquería pensar ella. El viento parecía gritar entre los arboleshinchado de pánico.
Lachica cada vez tenía menos esperanzas de encontrar al animal, ahoramismo lo único que deseaba era dar media vuelta y acostarse en suconfortable cama, que algún elfo doméstico se habría ocupado demullir cariñosa y laboriosamente, pero ahora ya había llegadodemasiado lejos como para regresar sin su querida mascota.
Otropoco más- pensó ella- ya casi lo tengo- intentaba autoconvercerseinútilmente. Un sentimiento de amarga impotencia se había apoderadode sus pensamientos, ya debían ser altas horas de la madrugada, yAranhe dudaba mucho de poder regresar sin perderse, lo cierto es queestaba casi segura de que ningún mago o bruja antes que ella habíapisado esa zona del bosque, el lugar parecía impregnado de un ciertosalvajismo que lo hacía especial, desde hacía un rato, la chica sehabía dado cuenta, que a excepción de los maullidos de su gato, nose oía absolutamente nada, ni los cuervos gaznar, como hacía unahora aproximadamente, que la chica casi se había paralizado de miedocuando los oyó, hasta el viento parecía quieto, acompañando laquietud del bosque.
-¡Bastet!-gritó la chica, ¡no se lo podía creer!, por fin había encontradoa su gato, allí estaba, sentado encima de una roca, a unas decenasde metros de donde estaba ella. El animal parecía reposarplácidamente después de la larga caminata, enroscado sobre simismo. Aranhe corrió hasta llegar a la roca y coger cariñosamente asu mascota entre los brazos, que de forma mansa se dejó acariciar.
Aranhese fijó donde estaba, la roca de donde había cogido a su gatoestaba localizada en el centro de un claro del bosque, allí, parecíahaber algo más de luz que entre los arboles debido a la apertura enel tejado vegetal.
-Vámonos,Bastet- dijo ella, susurrando a su gato, para de esta forma intentarinfundirse valentía a si misma, su mascota le respondió con undócil ronroneo seguido de un torpe bostezo, sin ni siquiera abrirsus pequeños ojos.
Derepente, la chica se paró en seco, había algoentre los árboles alrededor del claro, no sabía decir muy bien elqué, pero no era algo que le gustara, la chica tenía la sensaciónde que la observaban, y parecía creer que el mismo bosque le habíapermitido meterse hasta sus entrañas para no dejarla salir por lasbuenas, como si fuera desde el principio una perversa y maquiavélicatrampa.
Lasramas parecían moverse al contacto con lo que fuera que hubieraallí, aunque hubiera querido correr, Aranhe estaba paralizada demiedo, las piernas simplemente no le respondían, finalmente, algosalió entre las ramas de forma ágil, envuelta en la oscuridad de lanoche.
-Intrusa-dijo simplemente una criatura con una voz de ultratumba, lo que vioAranhe fue un monstruoso ser peludo repleto de ojos y patas. Derepente, decenas de criaturas idénticas salieron de entre losmatorrales cercanos, tan grandes como crías de vaca. La chica estabacompletamente rodeada de esas cosas parecidas a arañas gigantes,mirando amenazadoramente a Aranhe. Bastet, entre excitado y nervioso,se escurrió entre los brazos de su ama para refugiarse en laseguridad de los arboles con movimientos suaves y programados. Aranhetambién pensaba en huir, pero no le fue posible, simplemente searrodilló y se intentó ocultar el rostro entre sus brazos, derepente, una montaña de acromántulas, que se le acercaron siseantes y mortalmente furiosas, se abalanzaron sobre ella, decenasde bestias la aplastaban salvajemente mientras gritaba condesesperación y agonía. Esa noche fue la última que se vio convida a la chica.
Enel colegio pudieron adivinar que había pasado gracias a lostestimonios de los centauros, que la vieron merodear por el bosque amedianoche cerca del territorio de las acromántulas. Todavía hoy,algunos alumnos que pasean cerca de la linde del bosque aseguran oírel maullido de un gato.
Aracnofobia - Fanfics de Harry Potter
-¡Bastet,espera!- gritó la chica mientras corría detrás de su gato. Estabaatardeciendo en los terrenos de Hogwarts, pero ella no pensaba envolver a la como
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2024-10-26

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