Before the Dawn
Tuvo la sensación de que un buen día estaba a punto de comenzar. Sonrió recordando buenos momentos vividos en el día y suspiró. Se recostó en su cama a eso de las diez de la noche, para soñar despierta al ritmo de una lenta canción
Meet me after dark again and I'll hold you
I am nothing more than to see you there
And maybe tonight, we'll fly so far away
We'll be lost before the dawn..."
Sintió que una piedrecilla golpeaba su algo fuera de su casa y pausó su música para abrir la única ventana de la habitación que daba hacia la calle. Otra piedrecilla golpeó la pared y ella rió, divertida. Luego, una rosa blanca voló en dirección a su cama y, al buscar algún emisor entre las sombras, vio una silueta alejándose rápidamente. Cerró la ventana para alejar el frío y, de puntitas, corrió a su cama para admirar la rosa. Con cuidado de no hacerse daño, tomó la delicada flor y sacó una notita escrita en papel de cuaderno que estaba amarrada al tallo. Abrió el papel doblado en cuatro y reconoció enseguida la caligrafía irregular de un hombre muy conocido para ella. Sonriente y ansiosa, leyó lo que decía. Se recostó en su cama nuevamente a releer el pequeño papelito unas diez veces más, y luego, tras unos minutos de aceptar lo que decía, volvió a poner play en su reproductor de mp3 y la música continuó.
"If only night can hold you where i can see you, my love
Then let me never ever wake again
And maybe tonight, we'll fly so far away
We'll be lost before the dawn
Cerró los ojos y se fue a otro mundo. No supo cuanto tiempo estuvo así, pero al despertar notó que la rosa seguía en el mismo lugar y que tenía un compromiso que cumplir.
Tomó el primer chaleco que encontró en su armario y, ideando un plan especial, descendió por la ventana de su habitación - que quedaba a unos 4 metros del suelo- y pisó el frió pavimento de su patio delantero.
Eran las cuatro quince de la madrugada. Frente a la puerta de su dormida casa, volvió a echar un vistazo al pequeño papelito que apretaba en sus pálidos dedos y, leyendo, susurró:
Veámonos antes del amanecer en la plaza, después de que la oscuridad haya llegado
Verificó que todas las luces de su hogar estaban apagadas y sonrió con satisfacción. Observó una vez más la ventana de su, ahora, vacía habitación y, sonriendo, comenzó a caminar. Acabó de abotonar su chaleco negro y continuó caminando por la calle vacía con paso firme. Un viento frío la hacía temblar, pero sabía perfectamente que ese riesgo para su salud de niña valía la pena.
Se encaminó por el frío parque de la ciudad mientras su reloj de pulsera marcaba las 4 y 30 de la madrugada. Sus rodillas temblaron mientras el frío viento de la noche removió sus oscuros cabellos en la oscuridad. Ajustó su bufanda al cuello y trató de cerrar un poco más su delgado chaleco para que el frío no la invadiera por completo. Buscó su silueta en la oscuridad de la noche, debajo de algún poste del alumbrado público o sentado en una de las bancas de madera. Al no ver a nadie, suspiró con resignación y se sentó en el frío pasto cubierto de rocío. Miró hacia todas las direcciones tratando de encontrar una señal para permanecer allí, resistiendo el frío y esperando a que el sol saliese. De pronto, una delgada silueta masculina se asomó por entre unos arbustos frente a ella y salió de entre ellos disimulando su gran sonrisa. Se abalanzó con cuidado sobre la muchacha haciéndola recostarse en el pasto y le besó los labios con pasión. Ella rió. Los ojos verdes del muchacho se abrieron de par en par haciendo que el lugar se iluminara un poco más. Ella suspiró. Se acomodaron en el manto verde aún cubierto de rocío y no necesitaron más palabras. El silencio reinó en el lugar pero nunca había existido una escena más bonita y poética que aquella: el sol se asomaba de a poco por entre las montañas de la ciudad y ellos yacían en el pasto, abrazados, enamorados, con los ojos brillosos y la felicidad a flor de piel. Luego de unos minutos de silencio, él se incorporó y se sentó. Ayudó a la muchacha a levantarse y se puso de pie. La miró a los ojos con toda la ternura que se puede transmitir cuando se tiene 15 años de edad, cuando se es un adolescente, cuando se observa al primer amor de verdad. Le ofreció la mano a la temblorosa muchacha de cabellos oscuros que se robaba sus pensamientos y ella la tomó.
-¿Lista?-le preguntó, con dulzura.
Ella lo miró tratando de buscar algo en sus ojos claros. Sintió que su mundo se detenía por unos fugaces segundos al observar su rostro juvenil. El le sonrió comprensivamente y ella no necesitó más. Asintió con la cabeza y comprendió que lo que él sentía era real. Había luchado por mucho tiempo para estar con él. Ambos habían peleado sin resignarse contra aquellos que decían que lo de ellos no podía suceder, que no estaba bien. Y necesitaban ese pequeño espacio antes del amanecer para estar juntos sin miradas de presión sobre ellos.
La ayudó a ponerse de pie y la abrazó, susurrándole al oído un tierno y sincero te amo. Ella lo miró a los ojos y pudo ver en ese mar verde azulado una honestidad que no había visto ni siquiera en la mejor de sus amigas. Besó sus labios con toda la inocencia de una muchacha de 13 años y el le correspondió, añorando cada centímetro de ella. Amaba su pureza, su inocencia, su cariño, su sinceridad
. Todo.
Las luces de la plaza se apagaban poco a poco mientras el reloj marcaba las 4 con 50 minutos. El sol se asomaba cada vez más entre los cerros y el viento disminuía su frialdad: el primer sábado de otoño estaba a punto de comenzar. Él tomó su mano y el frío que la muchacha sentía disminuyó con su simple roce. Comenzaron a caminar con lentitud hacia el fin del lugar, felices y ansiosos.
-Javier
-susurró ella, casi suplicante- Tú
¿qué sientes?
Tarde o temprano ella debía preguntar eso. Y él lo tenía claro. Eran cosas que las niñas de su edad preguntaban, cosas típicas. Pero la forma de preguntar lo cambiaba absolutamente todo. Ella era diferente a las demás, y por eso la amaba. Detuvo su caminar con lentitud y la miró a los ojos una vez más. Ella sintió que su alma salía de su cuerpo por un diminuto instante.
-Yo te amo
-le dijo, muy cerca de ella.- ¿Dudas de eso?
-Jamás.-afirmó ella, con una seguridad increíble-
-¿Tú?-preguntó él, tomando su mano y entrelazándola con la suya- ¿Qué sientes?
-Te amo
-dijo ella, segura-
Intercambiaron miradas de complicidad y continuaron su lento caminar. A medida que el amanecer se desarrollaba, ellos se alejaban un poco más de sus respectivas realidades. El no quería escuchar más comentarios sobre su amor por la muchacha menor que él, y ella no quería saber más del mundo. Sonrieron, miraron el horizonte y, enamorados, continuaron caminando. No sabían donde iban, no sabían si aquello realmente era amor. Nadie les había enseñado qué era el amor. Ninguna clase intensiva o una pequeña enseñanza. Nada. Se querían, de eso estaban seguros. Sentían algo inexplicable.
El apretó su mano con ternura y siguieron su caminar. El sol ya se asomaba en su totalidad. Sin rumbo fijo caminaron. Era una forma de demostrar que, a pesar de todo, ellos lucharían por lo que sentían. Y no se lo demostrarían a los demás. Se demostrarían a ellos mismos que lo que sentían era más fuerte que cualquier otra cosa. El amanecer y su estable sol eran sus únicos cómplices. Y lo serían por siempre.
Before the Dawn - Fanfics de Harry Potter
Before the DawnTuvo la sensación de que un buen día estaba a punto de comenzar. Sonrió recordando buenos momentos vividos en el día y suspiró. Se recostó
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2023-02-27
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