Ahí estaba. Ahí estaba elchico del que estuve enamorada por años, del que aun lo estoy aunque trate denegarlo. Aquel chico que seguí en cada juego al que él me invitaba. Aquel chicopor el cual volvía a caerme justo cuando ya había logrado levantarme. Ahíestaba Sirius Black.
Sentado debajo de un árboljunto con sus amigos, disfrutando de los primeros días de sol del año.Finalmente el frío había terminado así que la mayoría estaba en los jardinesfestejando esto. Había chicos sentados por todo el césped, otros en la orilladel lago e incluso unos se habían metido al agua. Yo solo me recargue más en el árbol que teníadetrás de mí y agarré mi libro con fuerza, haciendo como que estaba leyendoalgo pero solo lo observaba.
Sirius era alto y fornido,de esos chicos que se notaba que practican quidditch y cómo no, si su mejoramigo era el capitán del equipo. Sus ojos grises parecían poder ver a través deti y cada vez que te miraban, el mundo parecía detenerse. Su piel blanca contrastabacon su cabello negro el cual caía sobre sus ojos con una elegancia sorprendente.Era increíblemente guapo, Sirius era perfecto en muchos sentidos. Pero además de virtudes tenía defectos, ¡y cuántos!
Hice una mueca y meconcentré en leer. Faltaba poco para los exámenes así que debía de empezar deuna vez si quería alcanzar las notas que se requerían para ser sanadora. Perome encontré mirándolo una vez más y eso me enojaba. Él era mi debilidad. Cerrélos ojos y prometí que cuando los abriera, vería cualquier cosa menos a él. Yasí lo hice, pero en cambio noté como un grupito de chicas, de quinto año, sehabían sentado cerca de donde estaban los Merodeadores y le sonreíantontamente. Las chicas babeaban por él, incluso yo lo hacía.
Y, ¿cómo no enamorarme si elchico prácticamente prometía bajarme las estrellas? Y yo creía ciegamente enél. Confiaba en sus palabras y olvidaba sus actos así que no me importabacuando lo veía con otra chica porque solía pensar Es a ti a quién quiere. Que ilusa.
Túsabes de sobras que eres la única, Elizabeth Me decía una y otravez. ¿Y lo peor? Siempre le creía. Dejaba el enojo a un lado y permitía que suslabios rozaran los míos una vez más, que sus manos buscaran las mías. Me dejaballevar cada vez que esos ojos grises me veían. Y luego se iba como siempre. Yohabía sido un juego, jugó conmigo tal como jugó con muchas chicas.
Así era Sirius: llegaba a tucama y se iba antes de un lazo pudiera crearse. El problema era que las chicasse aferraban a él, nos aferrábamos.Pero más que a él, a la idea de lo que queríamos que fuera. Más de a una chicase le vio llorando en los baños, más de una no se levantó de la cama por días,más de una intentó remplazarlo
pero Sirius Black seguía en la cabeza demuchas.
BlackerThan Black, era así como lo llamaba. Podía ser la oveja blanca dela familia negra que tenía. Podía ser un Gryffindor cuando debió de haber sido un Slytherin.Podía ser un amigo leal o un ejemplo a seguir por enfrentarse al mundo paradefender sus creencias. Podía no ser un Black pero a veces era más Black queellos.
Se levantó junto con susamigos y caminó hacia el castillo no sin antes sonreírles, de esa manera tan irresistible, a las chicasque habían estado mirándolo. Negué con la cabeza, odiaba esa actitud y alparecer me vio porque se quedó helado por un momento, con el rostro inexpresivopara luego solo relajarse y seguir con su camino.
Bajé la mirada e intentéconcentrarme en el libro de Pociones, cuando sentí esos ojos grises clavados enmi nuca. Lentamente, y casi con miedo de que fuera así, volteé a verlo yefectivamente, era a mí a quien veía. Me sonrió de esa manera un tanto burlona,un tanto sarcástica, un tanto seductora
y caí porque respondí ese gesto,esbozando una sonrisa. Una vez que logró que cayera, siguió caminando como sinada, tal como siempre lo hacía. Tal como lo había hecho la última vez. Aunqueese día algo había cambiado.
Abrílos ojos poco a poco y pude notar como la luz del sol entraba por la ventana dela Sala de los Menesteres. Al principio no recordaba lo que hacía ahí pero lasimágenes volvieron a mi cabeza y comprendí todo. Con cuidado de no hacer ruido,me volteé hacia el otro lado de la cama, justo para ver como Sirius seabrochaba el pantalón. Tenía el ceño fruncido y parecía confundido, ni siquierase dio cuenta que lo observaba. Agarró un pedazo de pergamino del bolsillode su pantalón y, tomando una pluma desu capa, escribió algo que no pude leer pero sabía que era para mí. Sabía quese iría una vez más.
Tevas
Murmuré armándome de valor aunque cuando esos ojos grises voltearon averme, dudé en continuar a pesar de que sabía que tenía que hacerlo. Me sentéen la cama y me cubrí el cuerpo con la sabana en lo que él dejaba esa nota enel alfeizar de la ventana Si te vas esta vez, no vuelvas.
Siguiómirándome fijamente y yo seguí ahí, esperando una respuesta que no llegaba yque parecía que no llegaría. Se quedó de pie unos instantes y luego, haciendoaparecer una flor, se sentó en la orilla de la cama sin quitar su vista de mí.
Sabesque esta vez no volveré Me confirmó y sentí como si el mundo se me vinieraencima en ese instante. Contuve las ganas de llorar, cerrando los ojos confuerza y creyendo que cuando los abriera, él ya se habría ido. Pero no fue así,sentí como la punta de sus dedos recorrían mi espalda y como sus labios buscabanlos míos
por última vez. Correspondíese beso lento y apasionado que me sabía a despedida, correspondí esas cariciassabiendo que ya no volvería a sentirlas.
Meaferré a él, me aferré a él como si mi vida dependiera de ello. Rodeé su cuellocon mis brazos y continué besándolo, deseando que no se marchara. Sus manos metomaban de la cintura, apretándome contra él. Y justo cuando creí que se quequedaría, sus besos se volvieron lentos y lo encontré mirándome a los ojos comosi estuviera dándome a entender que nuestros caminos se separarían desde ahora.
Mequedé ahí sentada viéndolo salir de la Sala de los Menesteres. Tomé la flor quehabía puesto a mi lado y me levanté para leer la nota que había dejado, las lágrimasse apoderaron de mí en el camino así que me senté en el alfeizar de la ventanadispuesta a cerrar ese capítulo de mi vida en cuanto hubiera terminado de leer.Su caligrafía era inconfundible, sentí una punzada al verla pero más cuando leíel contenido. Solo decía: Nunca te mentí. Solo eso. Solo esas tres palabras que no entendí.
Enojadatiré la nota y me quedé viendo por la ventana. Podía ver mi reflejo por elvidrio, aquella mirada triste que solo aparecía cada vez que él se iba, hizopresencia en mi rostro. Estaba cansada, enamorada y cansada. Miré la flor quetenía entre mis manos y la puse a la altura de mi rostro, intentando encontraren ella las palabras que él nunca dijo y los actos que nunca realizó
Me levanté rápidamente delcésped y caminé hacia el castillo, como si esto fuera un remedio para dejar depensar en esa despedida que fue tan corta y que jamás creí que sería ladefinitiva. Lo esperé por días hasta que entendí que ya era tarde, que se habíaacabado. La rabia me dominó por semanas pero con el paso del tiempo aprendí aaceptarlo. Entendí que había sido lo mejor, entendí que hay más de SiriusBlack, entendí que lo que conocí fue solo una máscara. No sé qué juego es elque quiera ganar, no sé que trate de hacer al ir de chica en chica, pero loúnico que sé es que él es un misterio, un hermoso desastre
Sirius Black, Blacker Than Black.
*
Mientrasescuchaba una canción, se me vino a la mente una imagen que terminó convirtiéndose enesto. Hace mucho que no escribía y esto ayudó a que mi amor por la escrituravolviera. Y más aun, mi amor por Sirius Black. Gracias a Ceci y a Marian porsiempre apoyarme y gracias a todos. Los que siguen mi historia de IntentemosUna Vez Más, prometo que tendrán capitulopronto. No olviden dejar comentarios. Besos.
EliiBlack
Nota: El capítulo es la continuación de donde nos habíamos quedado. Ahora sí, a leer y luego viene otra nota.
Su recuerdo, aún ahora, seguíaatormentándome después de tanto tiempo de habernos separado. ¿Cómo negar quemantenía esa ridícula esperanza de que volviera a mis brazos? A veces me loimaginaba llegando a mi lado, con una pequeña flor en las manos y con un montónde palabras dispuestas a salir disparadas de sus labios. Pero, en cambio, selimitaba a mirarme, sin preocuparse en ser discreto, antes de volverse a lapizarra durante clases.
Sí, aún mantenía la esperanza de quecorriera a mi lado después de estar con una chica. A veces solo lo veía por lospasillos en compañía de la víctima deldía e imaginaba que el remordimiento le golpeaba, aunque fuera un instante,al verme caminar por el mismo pasillo. Pero en cambio, solo me observaba unossegundos para seguir besándose despreocupadamente con una chica en la parte másoscura, aquella donde las caricias nunca sobran.
Sí, aún mantenía la esperanza desaber qué significo todo para él. A veces solo deseaba que se girara hacia mípara decirme Tú fuiste solo un juego,Elizabeth y así poder odiarlo y, quizás, olvidarlo. Pero en cambio, tresinsignificantes palabras eran las que gobernaban mi corazón y que confundían mimente. Tres vacías, molestas y odiosas palabras. Fotos Porno y actrices porno
Nunca te mentí. Incluso pasaba noches enteras sin dormir, tratando deencontrarles algún significado pero nada sonaba lo suficientemente lógico.Porque si Sirius Black fuera una palabra, sería contradicción. Una gran, pero hermosa, contradicción. Todo era tandifícil a su lado ya que jamás comprendí sus actos porque nunca iban a la manode sus palabras. Jamás.
Tú sabes de sobras que eres la única, Elizabeth y en unascuantas horas, volvía a los brazos de otra. Pero al final, siempre volvía a mí.Bastaba un viejo trozo de pergamino con un garabato que pedía que bajara de mihabitación, para que yo abandonara el calor de mi cama y fuera corriendo alcalor que su cuerpo me brindaba en la Sala de los Menesteres. Perdonándolo,como siempre. Permitiendo que sus manos siguieran haciéndome sentir quepertenecía a él.
Porque pertenecía a él. Me habíaentregado a Sirius de todas las maneras en que se puede entregar una chica a unchico. Me había enamorado ciegamente de él y, después de tantos meses, me doycuenta que ese fue mi error. Dejé de pensar en mí, dejé de preocuparme porsaber quién era para solo concentrarme en él. Volviéndose todo mi mundo, todosmis sueños, todo lo que necesitaba. Que ilusa fui al creer que mecorrespondería. Cuando se trataba de él, siempre era ilusa. Siempre con unafalsa esperanza que seguía prendida aun después de tantas decepciones.
Llegué a las escaleras y, mientrassubía, cerré mis ojos con fuerza para evitar que más lágrimas corrieran por mismejillas. Ignoraba a dónde mis pies me llevarían ya que estaba tan absorta enmis pensamientos que no podía decidirme por un lugar donde estar sola. Sola
tal como siempre lo estaba cuando su recuerdo me atormentaba una vez más.
Dejé que mis pies me guiaran por lospasillos del colegio pero, como suelen decir, eventualmente tus pasos te llevana las situaciones de las que corrías. Ahí estaba Sirius en un corredor vacio,acompañado de una rubia que reconocí como de Hufflepuff, la cual sonreíatontamente cada vez que las manos de él amenazaban con jugar con su falda.Asqueada, intenté volverme sobre mis pasos pero una mano sobre mi brazo meretuvo. Una mano que conocía tan bien después de tanto tiempo de querer llamarlomío, que me había tranquilizado y, almismo tiempo, martirizado.
No luces muy bien que digamos,Elizabeth Dijo casi con indiferencia mientras esbozaba una sonrisa de lado,tan burlona como solo él era capaz. Sirius, una dulce ironía tan letal como unveneno recorriéndote el cuerpo. Un veneno que mataba lentamente pero que, a lavez, te llenaba de su aroma, volviéndote adicta a él. A pesar de que, al final,solo había dolor. Y un dolor insoportable.
No es nada Mentí, encogiéndome dehombros, antes de darme la vuelta para intentar, por otro pasillo, conseguiralguna aula vacía donde poder descargarme tranquilamente. Escuchaba detrás demí a la chica de Hufflepuff llamarlo, acompañado de risitas tontas queaumentaban su aspecto de hueca. Perolas risas cesaron tan rápido que creí haberme quedado sorda. Volví a sentir sumano, esta vez en mi cintura.
Demos un paseo. Prefiero mil vecesestar contigo que con cualquier otra persona que su capacidad intelectual no lepermita hacer dos cosas al mismo tiempo. ¿Sabes? Eso me gusta de ti. Tú si eresinteligente, Elizabeth Siguió hablando casi como si fuera una conversación consí mismo, o como si fuéramos grandes amigos que jamás habían sido amantes y, mucho menos, que habíandejado de hablarse. Pero por primera vez en mucho tiempo, sonreí de manerasincera y él rió escandalosamente tal como siempre lo hacía Así me gusta, quesonrías.
Aunque dentro de mí se disparaba unabatalla. Tú si eres inteligente,Elizabeth. Tantas veces creí que lo era, siendo la mejor de mi casa,asombrando a profesores y amigos con mis comentarios e incluso, sobre mifilosofía de vida. La gente que me rodeaba, se alegraba de conocer a una chicatan centrada y con grandes aspiraciones, jurándome que serían capaces deapostar que llegaría tan lejos como quisiera. Pero en ese momento, solo mepreguntaba: ¿Dónde está mi viejo yo?
Había empezado a huir de la gente,alejándome de todas aquellas personas que alguna vez consideré amigos, dejandode levantar la mano durante clases aunque la calidad de mis trabajos seguíasiendo la misma. Era solo que ya no sentía ganas,la emoción de ser inteligente yllamar la atención, se había esfumado. El profesor Flitwick, el jefe de micasa, me había citado numerosas veces en su despacho en un vano intento dequerer saber que sucedía conmigo. Pero, ¿cómo dar una respuesta si ni yo mismasabía cuál era la respuesta? A pesar de que en el fondo sabía que mis problemasse llamaban Sirius Black.
¿Qué significa nunca te mentí? Pregunté antes de quepudiera evitarlo. Él abrió los ojos como platos ante la sorpresa pero secompuso rápidamente, volviendo a aquel semblante serio que rayaba en lo cínicoe indiferente. Sus ojos grises me taladraban con la mirada mientras que su manose retiraba con delicadeza de mi cintura y, de inmediato, extrañé su tacto mássin embargo, me mantuve firme. Necesitaba saber.
Normalmente una persona dice esocuando ha dicho la verdad Contestó fríamente antes de dar un pequeñoasentimiento con la cabeza a señal de despedida. Sabía que era ahora o nunca, yya había reunido el valor suficiente para soportar su mirada y sus palabras quecalaban en lo más hondo de mí. Tenía que conocer la verdad y así poder seguirodiándolo o amándolo de aquella manera tan enfermiza.
¿Por qué pusiste eso en el papel?¿Qué significa? ¿Nunca mentiste sobre qué? Empecé a abordarlo, siguiendo suspasos que cada vez se volvían más apresurados Necesito saber, Sirius. ¿Cuál esesa verdad? ¿Fueron solo palabras vacías? No entiendo nada. No te entiendo.
La ignorancia es una bendición,Elizabeth Me espetó, volviéndose un instante hacia mí, fulminándome con lamirada, para después seguir su camino. Me costaba admitir que sus ojos siempreme paraban y volví a sentirme pequeña, tal como siempre me sentía cuando él selo proponía. Sabía que decir para herir a alguien, sabía qué hacer para calaren lo más profundo de una persona cuando esta empezaba a convertirse en unacarga.
Miré en pasillo en donde meencontraba, había perdido el rastro al seguir a Sirius pero ahora entendía queestábamos cerca de la Torre de Gryffindor y si él entraba ahí, yo ya no seríacapaz de volver a preguntarle cualquier otro día. Suspiré varias veces paracalmar mi respiración antes de correr por el pasillo, alcanzándolo cuando él yadaba la vuelta hacia otro. Lo rebasé, quedándome de pie en frente de él,viéndolo casi suplicante para una respuesta. Pero él no me veía, su miradaestaba fija en el retrato de la Señora Gorda a unos cuantos metros de dondeestábamos.
¿Qué te decía cada vez que meveías con otra? Preguntó tranquilamente aunque su tono seguía siendo un pocofrío. Bajó la mirada para encontrar mis ojos pero no estaba segura de qué habíaen ellos. Inexpresivos tal como él, tal como sus palabras, tal como sus actos,tal como sus mentiras. Pero la pregunta había logrado llamarme la atención ycontesté.
Que yo era la única Murmuré conincredulidad, levantando una ceja. Sirius parecía querer echarse a reír peroejerció todo su autocontrol para solamente esbozar una sonrisa burlona. Miró denuevo hacia el retrato de la Señora Gorda, casi como debatiéndose consigo mismosi quedarse o correr. Pero soltó un bufido y volvió a mirarme.
Ahí está tu respuesta, entoncesRepuso rápidamente, como si de esta manera decirlo fuera menos real. Se acercó a mi frente, besándolacon la delicadeza tan característica cuando estaba conmigo en lo que sus brazosrodeaban mi cintura Y eso, no puede pasar Añadió, mirándome fijamente antesde atrapar mis labios en un corto beso que, para mí, fue una eternidadgloriosa. Me soltó lentamente para seguir por su camino y refugiarse en la SalaComún de Gryffindor.
Había logrado lo que muchas chicasse habían propuesto, había logrado entrar en Sirius Black. Tantos meses depensar y sentir que no era lo suficiente, que solo había sido una más en sujuego, para descubrir una verdad de la que no estaba segura si quería saberlaahora. Quizás yo fuera para él una adicción, tal como él lo era para mí, peroal menos él sí fue lo suficientemente fuerte para dejarme mientras que yoseguía atrapada en su recuerdo. Extrañando su sonrisa, su aroma, sus caricias.¿Así es como se siente ganar en el amor? Saber que es tuyo y no poder tenerlo.No cabe duda que es un juego donde todo mundo acaba perdiendo.
¡Hola a todos! ¿Tanto tiempo, verdad? Sé que me habían pedido que continuara, incluso yo les aseguré que iba a hacerlo. Pero simplemente no encontraba la manera de seguirlo, además de que he estado muy pegada con otro fic. Finalmente ayer logré escribir esto, salió de un momento de inspiración que quién sabe de dónde llegó xD
Espero que sea una continuación digna de Blacker Than Black. Gracias. Muchas gracias por sus comentarios. Jamás creí recibir tantos.
Blacker Than Black - Fanfics de Harry Potter
Ahí estaba. Ahí estaba elchico del que estuve enamorada por años, del que aun lo estoy aunque trate denegarlo. Aquel chico que seguí en cada juego al que �
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2023-02-27
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