Cómo ganarse un hombre en diez días (y vivir en el intento) , por Lily Evans - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Día uno:

James Potter me habló. Cosa rara, ya que cada dos años y medio sucede.
Luego de hacer los EXTASIS de Pociones salí del gran comedor y le dije a las chicas que debía sacar un libro de la biblioteca.
James se comporta conmigo con suma indiferencia. Bueno, la verdad estoy exagerando. Me trata como a todas las demás chicas de la escuela. Pero yo no soy como las demás chicas de la escuela. O eso creo.
- Hola, Evans, ¿cómo te fue en los EXTASIS?
Apenas escuché su voz me llevé la mano al cabello y empecé a ondularlo con los dedos.
- Oh, muy bien, gracias.
Al principio no le hice mucho caso. Ya saben, lo de siempre: cómo te fue, y qué quieres hacer cuando termine el año, etc., etc. Luego de cinco minutos me di cuenta de que me estaba retrasando. Y luego de diez me di cuenta de que cometí un gran error.

Día dos:

- Oigan chicas, ayer me encontré con James Potter en la biblioteca.
- ¿Quién?
- ¡Sophia, por Dios! - exclamó Elizabeth, luego de darle un mordisco a su tostada -. ¿James Potter? ¿el capitán del equipo? ¿el chico más inteligente...
- Aparte de mi...
-... de la escuela? ¿te suena?
Soph se sonrojó y asintió con la cabeza.
- ¿Puedo seguir? - interrumpí -. En fin. Conversamos un rato y, no sé... me pareció tierno.
- ¿Tierno? - Liz y Soph se miraron.
- Sí, tierno.
- ¿No te gustará?
Miré a Lizzy muy severamente.
- Lo tomaré como un no.
Luego de diez minutos, me acordé que debía hacer algo importantísimo
- ¡Olvidé que McGonagall quería verme en su oficina!
- Corre, vamos detrás de tí - me dijo Soph mientras que yo salía corriendo.
Veinte minutos más tarde salía del despacho de McGonagall con un pergamino que debía poner en los anuncios. Sophia y Elizabeth me esperaban fuera, perplejas.
- ¿Qué? - pregunté -. ¿Quién se murió?
- Te.. te - tartamudeó Liz.
- James Potter te saludó, y tú no lo viste.

Día tres:


Perdí una oportunidad. ¡Pero no será la última! Lo juro. Lo juro por mi vida, lo juro por mis padres, lo juro por mi hermana, lo juro por... por... ¡por McGonagall...!
- Lily, creo que estás exagerando. Es sólo una apuesta - me dijo Elizabeth.
- Ja, sí claro. Luego gano yo y tu me dices que era mentira, quen no lo ves anotado en ninguna parte, etc., etc.
- Está bien, pero sólo debemos firmar el pergamino. No anotar tus... juramentos.
Puse los ojos en blanco y le pasé el pergamino a Liz.
- Muy bien. Un galeón a que no saludas a James Potter de aquí al próximo Lunes. Una semana es más que suficiente.
- De acuerdo, de acuerdo. Saludar, una semana, ¡¿Un galeón?!
- Debo convencerte de algún modo.
Firmé el pergamino con furia.
- Ya verás. ¡Nadie le gana una apuesta a Lily Evans!

Día cuatro:


Día de EXTASIS de Transformaciones. Creo que me fue bastante bien.
Acompañé a Soph a la biblioteca porque tenía que consultar si debía algun libro. Últimamente ha estado con la cabeza en las nubes. En fin...
Cuando llegamos a la biblioteca, Madame Pince estaba sentada tras su escritorio escribiendo velozmente una carta. Sophia trató de llamarle la atención.
- Disculpe...
- ¡Shhhh! - dijo Madame Pince levantando un dedo y sin quitar los ojos del pergamino.
Mientras esperábamos, James Potter entró a la biblioteca acompañado de Remus Lupin.
¡Maldición! Me puse nerviosísima. Miré a Soph, que me miraba con impaciencia. Como diciendo: vamos, es tan fácil. ¡Pero no lo era! Así que me puse a hojear unos libros que había en un librero cercano.
Cinco minutos más tarde salíamos de la biblioteca (Sophia con un pergamino donde decía los libros que debía. En total, diecinueve.).
- Lily Evans...
- No me digas nada...
- Has perdido una enorme oportunidad.
¡Noooooooooooo! Yo, Lily Evans, transformando un cerdo en escritorio soy experta, pero para saludar a James Potter, ¡una novata!

Día cinco:

- Lo juraste, Evans.
- ¡Lo sé! Y lo haré. Te ganaré, Elizabeth Redhouse, ¡lo juro!
- ¿Ya lo viste? - me preguntó.
- A las dos en punto, lo tengo.
- ¿Dos en punto?
- Quiero decir que ya lo vi.
Liz me pasó un papel arrugado.
- No es que quiera perder la apuesta, pero sigues siendo mi amiga, y trato de ayudarte.
Asentí con la cabeza. Parecía como si me hubiera inyectado adrenalina a la vena y tomado tres Redbull al seco.
- ¿Ya sabes el plan?
Me paré en seco. Los nervios le ganaron a mis Redbulls.
- ¡No lo recuerdo!
- Lily, te lo dije hace dos minutos, y es la cosa más simple del mundo.
- ¡Por favor! - le supliqué.
Liz suspiró.
- Tomas este papel - me dijo, pasándomelo - te acercas al papelero que está al lado del ''sujeto'', lo botas, te das vuelta y lo saludas. ¿Lo tienes?
- Lo tengo.
- Ahora, ¡anda! - dijo, dándome un empujoncito. Respirando hondo me acerqué al papelero y boté el papel en él. Acto seguido, se me borró todo contenido inteligente de la cabeza.
- ¡¡Elizabeth!! - grité, dándome vuelta y provocando que muchas personas se giraran. Al ver que hasta James Potter me observaba preocupado, busqué cualquier palabra coherente y grité: - ¡Ajedrez! - y salí corriendo.

Día seis:

- ¿Crees que hablará de mi? - pregunté a Sophia por vigésima vez. Y por vigésima vez contestó:
- ¡No lo sé!
- Hay que seguirlo.
Soph se detuvo en seco.
-¿Bromeas, verdad?
Pero no le contesté porque salí corriendo hacia los terrenos. En un día libre y esplendoroso para los de séptimo, James debía estar afuera con su grupo.
- Lily, dime que bromeas - me dijo Sophia cuando llegó a mi lado.
- Shhh, está ahí.
James reía y bromeaba con sus amigos.
- Lily, sabes muy bien que el psicopateo es rarito, ¡por favor vámonos de aquí!
- Sophia, debo ganar esa estúpida apuesta - dije encaminándome hacia ellos. ¡Pero diablos! Estaba tan nerviosa que no me fijé en una estúpida piedra que había en el camino y caí de bruces en el suelo.
- ¡Maldición! - exclamé mientras Sophia llegaba a mi lado.
- ¿Estás bien?
Me fijé que varias personas me miraban e incluso algunos reían. Roja como un tomate me paré, y con la frente en alto me devolví al castillo.

Día siete:

EXTASIS de Defensa Contra las Artes Oscuras.
¡Y aún nada! Sólo quedan tres días para perder la estúpida apuesta.
Pero ahora estoy como obsecionada. El psicopateo me vuelve loca.
Cuando terminamos de cenar vimos que James Potter bajaba las escaleras con sus amigos, así que le tiré el brazo a mis amigas para que entraran de vuelta al Gran Comedor.
- ¡Qué! - exclamó Elizabeth.
- Se me ocurrió un plan fugaz. Sólo síganme la corriente.
- Pero, ¿qué...?
- Sshh - dije y salimos del Gran Comedor justo cuando James entraba. Pero mi plan fracasó. Se supone que debería haber pasado a su lado rosándolo, decirle ¡oh, lo siento! y luego ¡Hola!. Pero ¡no! Yo y mis estúpidos nervios. Justo cuando iba a rozarlo ¡lo esquivé!
- ¿Y bien? - preguntó Sophia.
- Olvídalo - le contesté y subimos las escaleras.

Día ocho:

Malhumorada seguí a Liz hacia los terrenos.
- Tierra llamando Lily... Te necesitamos en ella para pagarle la apuesta a tu amiga Elizabeth.
- Ya cállate, Lizzy.
Nos sentamos bajo un árbol. Estaba casi vacío. Sólo había un par de personas, unas lechuzas volando a lo lejos y una abandonada mochila azul, igual a la de...
- ¡James!
- ¿Qué? - Elizabeth me sacó de mis pensamientos.
- ¡La mochila! ¡La mochila de James! - le dije, apuntándosela.
- Lily, no te metas en problemas... - no le hice caso y me puse de pie en dirección a la mochila.
- Sólo le echaré un vistazo.
Me agaché al lado de la mochila. Un vistacito no me haría nada de daño. Con dedos temblorosos, la abrí.
Saqué algunos libros y los hojié. Liz se sentó a mi lado.
- Lily, vámonos.
- Oh, vamos. No seas cobarde. ¡Mira su letra! Es muy bonita. Y aquí está su túnica, y su corbata...
- No sabía que James era de Ravenclaw - me dijo Lizzy.
Ni yo. La corbata que tenía en la mano no era roja y dorada como la de Gryffindor, si no que...
- Oye, ¿cuál es tu problema?
Lentamente me di vuelta y me enfrenté cara a cara con un enorme chico de Ravenclaw.
- Eh... éste... - me sonrojé y atiné a gritar: - ¡ajedrez! - y salí corriendo, tal como mi último encuentro con James.
Alcanzé a escuchar como Liz le daba explicaciones al chico de Ravenclaw.

Día nueve:

El incidente del día anterior me mantuvo alerta todo el día.
Nos topamos con James en el pasillo. Esto fue más o menos lo que pasó:
- No puedo creer que te hayas metido en la mochila de un desconocido - me dijo Sophia.
- Ni yo - contesté -. Este asunto me tiene algo rara. Ultimamente - aparición inédita de James - siento que... oh... éste... ajedrez...
Dije ajedrez sin salir corriendo. Un gran logro para mi.
- ¡Contacto visual! - me susurró Soph al oído antes de cruzarnos con James.
- Si... contacto visual... lo tengo...
Pero ¡oh! Justo ese día me di cuenta de que el techo tenía una enorme grieta.
La miré como embobada (ya me veía bastante rara mirando el techo) hasta que James dobló una esquina y se perdió de vista.
Sophia me golpeó en la nuca con la palma de la mano.
- ¡Auch! No tenías que hacerlo - dije sobándome la nuca.
- Lily, vas a perder la apuesta. Lo siento, pero no tienes remedio.
Puse los ojos en blanco.
- Además - continuó - no creo que quieras saludarlo por esa tonta apuesta.
- ¿A qué te refieres?
Sophia detuvo el paso.
- Te gusta.
- ¿QUÉ? - grité.
- ¡Te gusta, Lily! ¡admítelo!
- ¡No!
- ¡Sí!
- Bueno...
- ¿Si?
- ¡Sí! ¡Sí, me gusta!
- ¡Lo sabía!
Esa pequeña confesión me dio fuerza. Fuerza para hacer lo que sea. Desde tirarme desde la torre de Astronomía, hasta saludar a James. Lo haría. ¡Lo haría!

Día diez:

Uff... respira hondo, Lily. Puedes hacerlo. No es tan difícil.
Tenía mi EXTASIS teórico de Encantamientos casi en blanco. Estaba nerviosa. Hoy era la última oportunidad para ganarme un galeón, y tal vez un nuevo amigo.
Saliendo del trance, contesté todo el examen como si me lo supiera de memoria y me retiré del Gran Comedor.
Caminé como si mis pies se movieran solos. James ya había terminado su examen. Seguramente estaría en la sala común, o quizás afuera. Pero entonces...
- Hola, Evans. ¿Cómo te fue?
Esa voz. La voz que había querido escuchar hace una semana. La voz con la cual ganaría la apuesta. Esa estúpida apuesta que me ha estado atormentado todos los días. Esbocé una boba sonrisa y tímidamente dije:
- Hola...
Justo en ese minuto Elizabeth salía del Gran Comedor.
Acto seguido no sé por qué hice esta estupidez. Quizás fue porque me sentía superior, o quería comprobarle exageradamente a Liz que por fin había saludado a James. El punto es que lo hice. Agarré a James por el cuello de la camisa bruscamente y... ¡lo besé!
Algo atónito, James me devolvió el beso. Y antes de cerrar los ojos alcanzé a divisar a Lizzy, que me miraba con los ojos como plato.

Una semana después, James y yo éramos novios. Y dos Galeones de oro se agregaron a mis ahorros. Creo que Sophia se sorprendió tanto cuando le contamos, que no tuvo más remedio que pagarme. Y así, se hace dinero fácil. Y además, consigues a un novio que te quiere.
Pero te daré un consejo: si quieres dinero fácil, no hagas lo que yo, a no ser de que quieras parecer una loca psicópata.



 

Nota: este oneshot fue motivado en una historia casi real. Gracias a mi amiga TLW por regalarme su experiencia. Te quiero amiga! Y no tengas miedo en hablarle.
PD: me debes $500. Gané la apuesta.

Cómo ganarse un hombre en diez días (y vivir en el intento) , por Lily Evans - Fanfics de Harry Potter

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2023-02-27

 

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