Condena en San Valentín - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

condena en san valentín


Prólogo
Seis días habían pasado ya. Sabía que la vida se le escapaba. Sabía que no aguantaría hasta el amanecer. No podría volver a ver la luz del sol a través del pequeño resquicio de su cárcel. Escucho sus pasos, igual que cada día. Pero no le dio importancia, ya se había acostumbrado a ellos. En cierto modo la reconfortaba. Él era su carcelero, quien le había quitado su libertad, quien le había cortado las alas. Y por eso le odiaba. Por eso y por no ser capaz de rebelarse por ella. Por no ser capaz de liberarla. Ella jamás le pidió cambiar. Tampoco trato de atarlo. Sus pasos sonaban más nerviosos de lo normal. El también sabía que el último adiós se acercaba. No pudo reprimir una sonrisa al imaginarse al frío Slythering nervioso. Tenía ganas de volver a ver sus fríos ojos observándola con curiosidad, como si la estudiase. ¡Oh, cuanto lo amaba! Pero a la vez lo odiaba por no hacer nada por ella. Por ser tan cobarde. Por preferir su propio pellejo. Por ser tan Slythering.
Capítulo 1: comenzando mí condena.
Hacía tiempo que se veían a escondidas. Desde que se reencontraron. Después de que él fuese acusado de mortífago. Por eso ahora se escondía de los aurores, que estaban todos detrás de él sobre todo después de haber secuestrado a la pequeña de los Weasley por mandato del señor oscuro. Desde que se volvieron a encontrar se habían visto a escondidas. Pero después él la había secuestrado. No lograba entender por que no hacia nada. Llevaba allí encerrada casi una semana. Llevaba días sin comer y no soportaría una tortura más. Y mientras tanto él lo observaba todo sin hacer nada. Ella sabia que se encontraba en una encrucijada. Si hacia algo tendría detrás además de a todo el ministerio a Lord Voldemort y a sus vasallos. No había otra opción. Al fin y al cabo en las guerras hay bajas. Y sabía que debía sacrificarla a ella para poder sobrevivir. El era un astuto Slythering, no podía empezar ahora a cambiar. Ya era muy tarde. No tenía salvación. Ni siquiera recordaba a cuantas personas había torturado y matado. Ese era su trabajo. Pero ante todo debía sobrevivir. Eso era más importante. Más importante que su señor, más importante que todo. ¿Y más importante que ella? Por supuesto. Debía sobrevivir. Eso era lo que le había enseñado su padre. No seas leal a nadie, pero que todos de por supuesto tu lealtad, eso era lo que el siempre le había dicho. Y eso era lo que debía hacer. Pero no quería renunciar a ella. Era cruel que ella tuviese que morir por los caprichos de su amo. Sabía que la echaría de menos. Y que jamás volvería a conocer a alguien como ella. Ni a amar a nadie como a ella. Entonces ¿era más importante su propia vida que la seguridad de ella? Ella aún podía ser feliz si se lo proponía. El jamás volvería a serlo si no la tenía cerca. Para el ya no había redención. Muchos le esperaban ansiosos en las puertas del infierno. Le habían criado para ser mortífago, para ser la mano derecha de su señor. Y en eso se había convertido. Sabía que cuando esa guerra finalizase ya estaría muerto. Sabía que después de todo el horror que había visto no podría vivir en un mundo en paz. Además habría muchos que le querrían hacer pagar. Pero ella, ella podía ser feliz y libre aún. Sin embargo no quería hacerlo. Si lo hacia lo perdería todo. Lo dejaría todo atrás por ella. Si lo hacia solo le quedaría ella. Decepcionaría a todos. Empezando por su padre. Además de su tía Bella. Y si la liberaba ella podría ser feliz con otro cuando toda esta locura acabase. Pero no deseaba que fuese feliz con otro. Y sabia que el no podía hacerla feliz. Era un egoísta, si, pero no podía evitarlo.
Capítulo 2: Recordando San Valentín
Allí tumbada esperando pacientemente a que el ángel de la muerte se le apareciese Ginny recordaba lo que había pasado ese mismo día, pero un año antes, el día de San Valentín.

Flash Back
Ginny salió del hospital San Mungo de enfermedades y heridas mágicas. Era un frío día de Febrero. Un 14 de febrero más exactamente. Hacia ya 6 meses que se había reencontrado con él. Nadie sabía nada de la relación que mantenían. Nadie podía saberlo. Estaban en dos bandos diferentes en medio de la guerra. Pero aún así nunca hablaban de sus respectivos segundos trabajos, como ellos los llamaban. Sus compañeros de trabajo pensaban que estaba demasiado ocupada para pensar en nada que no tuviese que ver con sus estudios en el hospital o con la orden. Nadie sabía que cierto rubio ocupaba casi permanentemente sus pensamientos. Algún que otro amigo había tratado de invitarla a salir por ese día tan especial. Pero les había esquivado. Ya tenía algo planeado para ese día. Algo mucho más especial. Tampoco iría a la cena familiar con todos sus amigos y respectivas parejas en la casa de los Weasley. No, hoy tenía un plan mejor. Al pensar en ello una sonrisa se dibujó en su rostro y caminó hacia su apartamento para prepararse.

Draco caminaba por el oscuro callejón knocturn. Estaba allí comprando unos ingredientes para algunas pociones. Además su señor le había enviado en busca de unos libros de magia negra. Llevaba una capa negra y el gorro de la misma impedía que se le viese el rubio cabello y la cara. Hacia ya dos años que Dumbledore había muerto. Hacia dos años desde que había huido de Hogwarts. Aquel era un frío día de febrero. Y aunque en el callejón knockturn no lo pareciese era un día muy especial. Era 14 de febrero. El día de San Valentín. Hacia 6 meses que se habían reencontrado. Allí mismo, en aquel mismo callejón. Ella buscaba un libro de magia negra para descubrir efectos secundarios de las maldiciones. Así quizá podría averiguar como eliminarlos o apaciguarlos. Sus miradas se habían cruzado y ella enseguida lo había reconocido. Nada más verle había sabido que era Draco Malfoy, el testigo de la muerte de Albus Dumbledore, la nueva mano derecha de Voldemort. Y el había visto sus ojos azules. Después se había desmayado a causa de una herida que había sufrido en un reciente ataque. Cuando despertó se encontró en una bonita habitación de invitados, con la herida curada y una preciosa pelirroja dormida en un sillón junto a él. Cualquiera le habría entregado sin pensárselo dos veces. Pero ella le había acogido en su casa y le había curado. Nadie se había enterado jamás de ese episodio.

Se encontraron en aquella vieja mansión en la que se solían ver. El lugar estaba bien protegido y escondido para que solo ellos dos pudiesen acudir a el. Era la vieja mansión Black. La mansión en la que habían vivido las 3 hermanas Black: Narcisa, Andrómeda y Bellatrix. Mansión que Draco había heredado de su madre y de su tía. Era un lugar frío con suelos de mármol negro, con muebles lujosos y ostentosos. Había una infinidad de estatuas por todas partes. En ese momento se encontraban en el gran salón exterior de la casa. 0un enorme salón con suelos de mármol blanco y columnas salomónicas. El salón estaba abierto al jardín. El exuberante jardín había crecido hasta unirse al bosque que rodeaba la casa. Eso daba un aspecto salvaje al lugar, lleno de maleza y esculturas de hermosas ninfas. Y desde allí se podía ver la fuente que habían instalado. Una bella fuente rodeada de ángeles. Entre los dos habían convertido la lúgubre y muerta mansión en un excitante lugar lleno de obras de arte y muebles caros. Ambos se sentaron en una mesa de hierro forjado igual que las sillas.
Cenaron juntos en la preciosa mansión en la que se encontraban prácticamente todos los días. Y allí, entre miradas cómplices y sonrisas se dieron cuenta de que realmente se habían enamorado. Se dieron cuenta de que pasase lo que pasase ya no había vuelta atrás. Ya no volverían a amar a nadie de esa manera. Y supieron que tarde o temprano perderían. Por que el amor es un juego. Un juego en el que es imposible ganar. Por que siempre se acaba perdiendo.
Fin Flash Back
Capítulo 3: Finalizando mi condena
Quedaba ya poco para el amanecer. Pero sabía que no lo soportaría. Ya llegaba el final y pese a todo no se arrepentía de nada. Ni siquiera de haberle salvado la vida. Aunque supiese que el no estaba dispuesto a hacer lo mismo por ella. Cuando le salvó no lo hizo esperando nada a cambio. Aunque por un momento pensó que no la traicionaría de esa manera. Que no la dejaría morir así, humillada como un perro. Quizá fue ella misma la que se lo buscó por confiar en el, sabiendo en el fondo que el amor no sería suficiente. No en aquella guerra. No con alguien como él. No poniendo en juego su propio pellejo. Nunca se debió enamorar de un slythering. Pero era eso exactamente lo que le gustaba de él. Su misterio, su orgullo, su arrogancia, su oscuridad. Sobre todo eso, su oscuridad.

Caminaba nervioso de un lado a otro del pasillo. Deseaba despedirse de ella. Quería estrecharla una vez más entre sus brazos. Pero no sabia si soportaría verla así. Tan débil, tan frágil, tan sola. Por que ojos que no ven, corazón que no siente. Temía que si la veía una vez más todas sus defensas caerían. Pero sabía bien que era tarde, que ya no podría hacer nada por ella. Ya no había salvación. Al percatarse de lo que había echo una lágrima cobarde calló por su mejilla. Eso le hizo percatarse de que aún seguía vivo, de que pese a todo lo que había echo, continuaba sintiendo. Y eso era gracias a ella. Ella le había enseñado a volver a ser como antes. A volver a ser feliz. Y ahora era el culpable de su propia infelicidad. Pensó en todo lo que le diría si entrase a esa habitación. Le diría cuanto la amaba, y cuanto se estaba arrepintiendo de no haber echo algo antes. Le diría que lo sentía. Y sabía que con tan solo una palabra suya la sacaría de allí. Quizá era un egoísta por que no quería que ella hiciese feliz a otro. Pero no podía soportar la idea de no volver a verla. Aún así no quería dejarla libre. Odiaba ser así. Odiaba ser tan mala persona hasta el punto de ni siquiera ser capaz de desear que ella fuese feliz. Quizá la muerte de ella fuese la mejor solución. El no podía renunciar a ella. No podía dejarla libre para que fuese feliz con otro. Pero sabía que al finalizar la guerra no podrían estar juntos. Seguramente el estaría muerto y ella no lo soportaría. Y si Potter vencía al Señor Oscuro él seria condenado.

Ginny cogía sus últimas bocanadas de aire. Sabía que ya estaba prácticamente muerta. De un momento para otro daría su último suspiro. El no la quiso dejar libre. Temía perderla. Temía que ella le dejase para buscar a otro. Pobre estúpido. Aunque quizá la culpa fuese de ella. Le había enseñado a amar, pero se había dejado la lección más importante. La fundamental: si quieres a alguien, déjalo en libertad. Si regresa a ti será tuyo para siempre y si no lo hace, es por que jamás te perteneció. Con un último suspiro se fue mientras una solitaria lágrima corría por su mejilla y sus labios decían su nombre por última vez.
-Draco.

 

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2024-09-27

 

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