Consumida en tu propia soledad - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

A los que creen que están solos, para que vean que no lo están.





Consumida en su propia soledad


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Hacía ya mucho que no salía de su cuarto. Ya nadie le veía como antes. En realidad ya nadie le vía en absoluto. Sencillamente se tumbaba en su cama, se arropaba con brusquedad y se tapaba la cara contra la almohada.; todos sabían que no tenían ninguna posibilidad de hablar , porque cada vez que alguien se le acercaba empezaba a gritar como una posesa y a pegar golpes en las paredes y la puerta. Eso si tenías suerte, porque si no cogía su varita y empezaba a lanzar maleficios a diestro y siniestro.

La verdad es que estando en cama todo el día, debería de dormir un poco, pero no lo hacía; y eso tan sólo empeoraba las cosas, porque se volvía incluso más irritada e irritable. Algunos se acercaban y tenían la suerte de poder dirigirle algunas palabras, la mayoría de ellas tienes que reponerte, todos esperamos a que vuelvas con nosotros, ¿cómo estás hoy? o deberías al menos dormir y descansar un rato.

Por otra parte, eran pocos los que se atrevían a entrar ahí. Todo a oscuras... cosas por el suelo... y alguien recién salido de Hogwarts con un potencial mágico considerable.







-à* * *ß-



All day staring at the ceiling

Making friends with shadows on my wall

All night hearing voices telling me

That I should get some sleep

Because tomorrow might be good for something



-à* * *ß-







Claro, que... había alguien que sí que entraba. Llegaba cada día de casa de sus padres y saludaba antes de meterse en la habitación.

Cada día.

Bastante tiempo había pasado desde que... pero seguía así.

Cada día.

No había nadie que pudiese convencerle de que no fuese, y en realidad nadie quería hacerlo, pues era la única persona que podía entrar ahí sin salir con la cara llena de sopa de pescado o puré de patatas. Nadie sabía en realidad por qué tenía la relativa facilidad de entablar conversaciones con alguien tan encerrado en su propia mente... en su propia soledad. Ni siquiera aquel anciano tan amable y tan famoso... un tal Albus nosequé.

Pero ahí estaba. Cada día.





Ese día en concreto, todavía no había amanecido y ya estaba ahí; había traído consigo una caja de cartón, no mas grande que una de zapatos, y que parecía contener algo extremadamente delicado, dada la suavidad con la que trataba aquella caja.

Al llamar a la puerta- con los nudillos, pues el ruido del timbre ya no era bien acogido en aquella casa por los ataques de nervios tan frecuentes-, una mujer abrió con cara apesadumbrada. Vestía una bata color morado, gastada en algunas zonas y raída por otras. Su pelo parecía descuidado, inútilmente domado con una coleta mal hecha. En su mirada se reflejaban los días de tristeza y agonía que la estaban convirtiendo en una esclava de la soledad. Por muy iluminada que estuviese el hall en que se encontraba- que de hecho no lo estaba-, no hubiese podido aportar nada de luminosidad al rostro de aquella mujer.

Sin decir ni una sola palabra de saludo, se apartó dejando paso al muchacho de sobra conocido.

Éste entró en la casa, bastante bonita de no ser por el tiempo que llevaba descuidada. Se percató de que, en la habitación contigua, una sala de estar, estaba sentado un hombre, con los codos en las rodillas y los dedos entrelazados en el pelo. Lucía una barba de no menos de dos semanas y las ojeras eran más que evidentes. Como su mujer, iba sólo con una bata color verde oscuro a juego con unas zapatillas con las suelas desgastadas.

Se decidió a no saludar finalmente y se limitó a subir las escaleras. A cada paso que daba, más notaba las malas vibraciones de la persona que tanta felicidad había transmitido anteriormente. Antes de que... bueno, antes, al fin y al cabo.

Al llegar al rellano de la escalera, recorrió el pasillo que por el que ya había caminado tantas veces antes, lentamente, mirando las fotos y cuadros que cubrían el papel pintado de la pared. Y casi sin darse cuenta, había llegado a la habitación.

Abrió el pomo de la puerta. En la habítación, un halo de luz dejó entrever un suelo lleno de bandejas, de platos rotos, de restos de comida, de ropa vieja, de harapos sucios y de vómito sin limpiar.

-¿Quién eres?- dijo una voz ronca desde algún lugar en el interior de la habitación en penumbra.

- Soy yo, no pasa nada: soy Ron- contestó el muchacho. Se apresuró en entrar y en cerrar la puerta tras él.

Se acercó a la cama, sorteando los restos del suelo a tientas- estaba completamente oscuro y no se veía nada-, y se sentó en la silla que había junto a ella. Puso la caja sobre sus piernas y lanzó un suspiro.

- Te agradecería que vinieses aquí, por favor. No puedo hablar contigo si te escondes junto a la pared.

Silencio. Sólo se oyó el silencio. Y luego pasos nerviosos de alguien corriendo hasta la cama y metiéndose en ella con rapidez, apresurándose de quedar bien tapado bajo las sábanas y la manta.

- Gracias- dijo Ron sonriendo, aunque de manera inapreciable debido a la oscuridad-. Te he traído... bueno, será mejor que lo veas.

Iba a sacar algo de la caja cuando la voz sonó otra vez.

- Aquí no se puede ver nada-. Esa voz... tan ronca... tan rasgada... tanto tiempo sin pronunciar una palabra... tantos días en silencio... tanta pena...

- Ya, bueno... había pensado que podríamos...

- No voy a subir las persianas, Ron- sentenció la voz.

- Lo sé... tan sólo quería correr las cortinas. Algo de luz servirá para ver lo que te traigo... sólo un poco, ¿de acuerdo?

El silencio que siguió a sus palabras se podía interpretar como un sí, así que sacó su varita y susurró . Se oyó el sonido de las anillas moviéndose sobre la barra, separando las cortinas y dejando entrar una luz mínima en la habitación. Aún no se podía ver nada nítido, pero se percibían contornos y sombras borrosas. Algo era algo.

- Como te decía... te traigo unas cosas- repitió Ron-. Espero que te gusten.

Revolvió en la caja y sacó un album de fotos bastante grande, con un forro de piel y bordados de hilo dorado. Había letras en relieve pero era imposible diferenciarlas con tanta oscuridad.

- Era de...

- Ya sé de quién era, Ron.

Más silencio, sólo roto por una mano abalanzándose sobre el album y pasando hojas como loca.

- Escucha...

- No, no voy a salir- su voz sonaba todavía más triste y apagada.

Ron dejó la caja en el suelo

- Pero tienes que recuperarte y lo sabes. No te puedes quedar aquí para siempre.

- Lo sé, pero es lo que quiero. De todos modos, no tardaré mucho en irme.







-à* * *ß-



Hold on

Feeling like I'm headed for a breakdown

And I don't know why



But I'm not crazy, I'm just a little unwell

I know right now you can't tell

But stay awhile and maybe then you'll see

A different side of me

I'm not crazy, I'm just a little impaired

I know right now you don't care

But soon enough you're gonna think of me

And how I used to be...me



-à* * *ß-







- ¿A qué te refieres?- preguntó Ron, algo preocupado.

- No te hagas el tonto, sabes bien lo que quiero decir.

De nuevo se hizo el silencio. Las hojas pasaban algo más despacio que antes, pero aún seguían sonando bastate fuerte al pasar. La tenue luz que conseguía atravesar la ventana daba muestras de los ataques de rabia repentinos: las paredes estaban totalmente destrozadas y hasta se notaban marcas de uñas arañando el papel pintado. Los jirones sueltos se balanceaban en un vaivén continuo.

- Eh... tengo, tengo... toma esto.

Ron revolvió en la caja, entre nervioso e impaciente. Quizás con eso...

Alargó la mano hacia la cama, y de nuevo la mano le arrebató de golpe lo que sostenía. Y más silencio. A Ron le extrañaba la capacidad que tenía ese lugar para llenarse por completo del silencio. Ni un ruido. Nada producía ningún sonido en absoluto: el reloj no tenía pilas, sino que estaban en el suelo, junto al pie de la cama; la radio tenía el cable del enchufe partido en dos, y producía calambres cada vez que alguien se acercaba a intentar repararlo; el reproductor de discos estaba tirado por el suelo, con los altavoces descuajeringados, los cables rotos, los botones separados, la pantalla de dígitos abierta y resquebrajada... Lo único que se oía en esa habitación era la respiración de las dos personas que estaban dentro, hablando, aunque sólo fuese uno quien lo hiciera.

- ¿Qué te parece?

Y otra ración de silencio. Pero esta vez se rompió de nuevo por la voz rasgada y ronca.

- Depende de lo que quieras oír, Ron.

Vaya, ésa no me la esperaba, pensó Ron.

- Eh... bueno, verás, yo pensé...

- Ya sé lo que pensabas... pero no.

Y de nuevo silencio.







-à* * *ß-



I'm talking to myself in public

Dodging glances on the train

And I know, I know they've all been talking about me

I can hear them whisper

And it makes me think there must be something wrong with me

Out of all the hours thinking

Somehow I've lost my mind



I've been talking in my sleep

Pretty soon they'll come to get me

Yeah, they're taking me away



-à* * *ß-







- Eh
tengo
tengo también un par de... de cosas más...

- ¿Cómo qué? ¿Su capa o su túnica? ¿Sus botas? ¿Su maldita varita? ¿Su pañuelo sudado? Por favor, Ron, creo que ya es suficiente...

- Esto... yo no... no pretendía...

- Ron, ya está bien.

Ron casi se cae de la impresión. De hecho, en vez de caerse él, fue la caja la que acabó en el suelo. Pero sobre el suelo o junto a él, Ron seguía blanco, hecho un manojo de nervios.

- ¿Co... co... cómo has dicho?

- Que vale. No hace falta que sigas viniendo. Mañana dejaré de estar... bueno, saldré de aquí.

Ron levantó primero las cejas, dando imagen de sorprendido. Luego los brazos, dando imagen de alarmado. Y finalmente los labios, dando imagen de eufórico.

- Eso.. eso es... ¡genial! Oh, después de tanto tiempo


- Sí... demasiado tiempo... he pasado demasiado tiempo aquí dentro, sin hacer nada.

Ron fijó su mirada en aquella persona a la que tanto afecto tenía, sonriendo tanto o más fuerte que antes.

- No pasa nada, no es problema... Oh, verás cuando se lo diga a...

- A nadie, Ron, nadie debe saber lo que te acabo de decir. Que nadie sepa que mañana dejaré este cuarto. Y eso incluye a...

- Vale, vale, a nadie. Nadie lo sabrá... pero es tan buena ésta noticia... qué felicidad... todos estarán orgullosísimos de ti, te lo aseguro.

- Eso espero... no me es nada fácil hacer lo que voy a hacer.

- Bah, no te preocupes... no es tan duro como piensas... te acostumbrarás.

- No creo, pero bueno...

Ron quedó un poco descolocado por esas palabras, pero no hizo mucho caso. ¡Al fin saldría de aquella maldita habitación.

- Eh... bien, de todos modos... bueno, me voy. Eh... tengo que preparar algunas cosas. Te... te veo mañana, ¿vale?

- Sí, claro. Te avisarán mis padres, supongo. Y... intenta hacerte el sorprendido cuando mis padres te lo digan.

- Eh.. vale. Hasta... hasta mañana-. Cuánto tiempo he esperado para decirle esas palabras.

Ron se dirigió dando saltitos hacia la puerta, tratando de no tropezar con nada, y luego salió hacia el descansillo. Corrió por las escaleras hacia el salón del piso de abajo, dio dos besos a la mujer, palmeó la espalda del hombre y salió, más feliz que nunca en los últimos días, por la puerta que tantas veces había cruzado.







-à* * *ß-



But I'm not crazy, I'm just a little unwell

I know right now you can't tell

But stay awhile and maybe then you'll see

A different side of me

I'm not crazy, I'm just a little impaired

I know right now you don't care

But soon enough you're gonna think of me

And how I used to be



-à* * *ß-







Casi veinticuatro horas después, una lechuza atravesó la ventana de la cocina en una vieja y enorme casa de una antiquísima familia de magos, los Weasleys.

- ¡Ron, cariño, tienes correo!

Un sonido sordo se repitió, mostrando como alguien bajaba las escaleras a gran velocidad. Ron apareció bajando por ellas, vestido con unos vaqueros y una camiseta negra ajustada. Pocas veces se ponía ropa muggle de ese estilo.

- Que guapo estás, cariño.

- Gracias, mamá- dijo Ron, con desdén, y arrebatándole a su madre la carta mientras ella la intentaba abrir-. Creo que esto es mío.

Ron abrió la carta. Estaba totalmente llena de lágrimas, y Ron supuso que eran de felicidad. Era comprensible.









Querido Ron:



Jamás esperé que esto fuese a pasar. Nos ha pillado de sorpresa.

Antes que nada, te queremos dar las gracias. Eres la única persona que se ha pasado por casa cuando... bueno, ya sabes, cuando estaba tan mal, tan triste. Incluso nosotros dos estábamos tan cegados por la tristeza que no nos dimos cuenta del gran apoyo que nos dabas. No hay palabras en el mundo que puedan expresar el cariño que te tenemos, como a un hijo, ni tampoco las hay para expresar lo agradecidos que te estamos.

Estamos seguros de que tú lo veías venir, que lo presentías por tu... bueno, por tu condición de mago. Y eso te da todavía más mérito. Después de todo, la muerte de ése Harry Potter fue lo que la hundió en aquel estado, y aunque era amigo de los dos, tú has sabido llevarlo siempre mejor que ella.

La verdad es que no sabemos muy bien cómo ha pasado todo. Así, de un día para otro, sin razón, sin lógica... Lo único extraño que ha podido causarlo fueron esos brillos verdes por el resquicio de la puerta, pero, ¿qué puede hacer una simple luz?

Pásate cuando quieras. El funeral será éste viernes.

Besos:



Sr. y Sra. Granger









Ron se desplomó en el sillón más cercano, mirando la carta con ojos desorbitados y su mano en la boca.

- ¿Qué es, cariño? ¿Qué ha pasado?

Ron contestó sin mover la cara, con la mirada perdida en la carta

- Hermione...

La señora Weasley se llevó las manos a la cara sonriendo.

- ¿Se ha recuperado al fin?

Un par de lágrimas se derramaron por los ojos de Ron.

- Se aplicó un Avada Kedavra, mamá. Se ha suicidado.









_______Fin_______





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2024-12-03

 

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