Podía escuchar su voz y sentirse idiotizado, ante la suave música que emergía desde aquel parque. La suave brisa y el suave movimiento de las hojas, lo tenían ensimismado. Su diosa, su amada, estaba en la vereda. Sonreía, miraba al cielo y contaba cuantas nubes podía ver. Lo haría todo por ella.
Amante de las sombras, allí esperaba. No podía hacer nada más que eso, no tenía oportunidad. Su destino, estaba con los mortífagos. Aunque por ella, bien valía dejarlo todo.
Muchas veces lo intentó, pero no tuvo sentido. Sentía que la perdía y estaba desesperado. Suspiraba, en el frío vidrio de su enclaustro. En aquella enorme mansión que todo le daba, pero que nada tenía. No tenía su calor, no tenía sus labios rozando cada centímetro de su piel. No tenía ni siquiera, sus blancas manos. Si ella estuviera allí, esa mansión no se viera tan lúgubre. Ella, sabría cómo decorarla, como hacerla bella.
Sufre, su corazón sufre ante el llanto de su alma. Una lágrima, derramada cada día, conformó el lago que se ve por la ventana de su habitación. Cuanto la ama y no la puede tener a su lado.
Sobre su cama está dibujada. Gemidos y jadeos de placer, se escuchan en su cabeza, cuando su mente divaga entre sus pecaminosas curvas. ¡Es insano, ya no puede! ¡Tiene que tenerla!
Sucumbe, toma ideales apresurados. Aquel día, decide dejarlo todo, decide traicionar a los que le apoyaron para ir a correr a sus brazos, sin saber si le amará o no. Con una sonrisa, se rinde, corre hacia Grinmmauld place con la esperanza de encontrarla, de abrazarla, de sentirla.
Sus pies resuenan en las frías piedras, su mano no puede esperar y toca sin cesar. Una mirada triste, abre la puerta, un golpe y una mano lo empujan adentro. No lo entiende, ¿Qué pasa?
- ¿Qué he hecho?- pregunta con frustración, mientras un joven llora lágrimas amargas.
- ¡Es tu maldita culpa!
- ¿Qué demonios es mi culpa?- pregunta, con la garganta seca. En realidad, va por ella y no entiende, a qqué viene esa cháchara insulsa.
- ¡Ella se fue por ti! ¡Ella se fue a buscarte!
- ¿A buscarme? ¿Quién?
- Hermione Granger. Ella fue a unírsele a esos malditos mortífagos por ti.
No podía creerlo. El proceso, había funcionado a la inversa. Él que quería unirse a los aurores por ella y ella, que quería unirse a los mortífagos por él. Divino castigo, de la mala comunicación.
La buscó, pero no la encontró más. Nunca supo qué habían hecho con ella, hasta un día en especial. Había madurado y hasta creía, que la había olvidado. Un baile, un baile de máscaras, le devolvió la ilusión una vez perdida.
- ¿Podemos bailar?- preguntaba una mujer con una sonrisa escueta. No le dijo nada, sólo se levantó y la acompañó a la pista de baile. De todas formas, ya no había nada que buscar en una mujer- ¿por qué tan tenso?
- Eso no te incumbe- suspiraba él, bailando con brío. Casi ni le importaba, que ella fuera débil y frágil.
- Bueno, a veces, deberías aprender a comportarte. Aprender a tratar a las mujeres con respeto.
- Las que están aquí, no son mujeres- dictaminó él con un suspiro de frustración. La mujer se detuvo y le miró a través de aquella máscara. Su mano se alzaba para golpearle con fuerza.
- Nunca vuelvas a decir eso, frente a una mujer que se puede defender. Draco Malfoy.
Herido con sus propias necedades, arrancaba la máscara de aquella misteriosa mujer. Era ella, tan hermosa como una vez lo fue, pero ahora tan inrreconocible. Estaba impactado, observando a la que fue su amor y ahora, era más que un mártir.
- ¿Sorprendido? ¡Te esperé y jamás me buscaste!
- ¿Cómo se suponía que podía saberlo?- preguntaba con un nudo en su garganta.
- Eso ya no importa ahora...ahora.
Pero no habían voces, sólo roces y besos desesperados. Al final de cuentas, ambos estaban juntos. Aunque, en el bando equivocado.
Esa noche, Hermione le perteneció a Draco de una forma inimaginable. Aquellas serpientes, curveadas sobre la otra, acariciándose y besándose las unas a las otras. Deliciosa epifanía cruel. Sobrevivir mucho tiempo en un bando contrario, para encontrarte con tu amor, no era fácil.
- Te necesitaba, Hermione. Fui por ti.
- Igual yo- suspiraba aquella, que era dueña de sus sueños- Igual yo- decía aquella leona con corazón de serpiente, que se dejaba cobijar por aquellos brazos pálidos.
Y así era, la historia de la leona que se transformó en serpiente y de la serpiente que rugió y sacó sus garras. Apropósito, Draco terminó siendo auror y Hermione una mortífaga. Enemigos a muerte, como siempre.
Corazón de serpiente - Fanfics de Harry Potter
Podía escuchar su voz y sentirse idiotizado, ante la suave música que emergía desde aquel parque. La suave brisa y el suave movimiento de las hojas, lo ten�
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2024-10-24
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