El espíritu navideño inundaba la ciudad. Por todas partes se veían árboles de Navidad en las vidrieras de los negocios, luces parpadeando en las casas y la risa de los niños pequeños que se preparaban para la tan ansiada noche.
Dos amigas caminaban por las calles. Cualquiera pensaría que éstas estaban llenas de copos de nieve que se acumulaban en montoncitos por todo el asfalto y las baldosas de las veredas. Pero no. En ese país, la Navidad se esperaba con pileta y temperaturas de más de treinta grados centígrados. Las chicas llevaban ropa liviana, y también helados en sus manos. Reían y comían, disfrutando de las vacaciones de verano.
La de la derecha se llamaba Belén, y la de la izquierda, Carla. Eran mejores amigas desde los seis años, cuando se conocieron en el colegio. Y ahora, tenían catorce. Ambas tenían muchas cosas en común: adoraban la lectura, y eran capaces de discutir sobres sus libros preferidos horas y horas. Su favorito, sin lugar a dudas, era Harry Potter. Desde la edad en que se conocieron, ambas esperaban los libros con ansias, para luego devorarlos e ir corriendo a comprar el ticket para la nueva película que se estrenaría. Belén tenía la habitación tapizada de posters, pero Carla prefería guardarlos como un tesoro.
Se habían sentado bajo un sauce, y entonces recordaron los memorables momentos que Harry, Ron y Hermione pasaron bajo la copa del Sauce Boxeador, en la entrañable y querida Hogwarts.
Ya que estamos acá
empezó Carla ¿Cuál sería, si fuera posible, el momento en el que te gustaría participar en Harry Potter?
Belén meditó un segundo, y luego dijo:
Me encantaría pasar la Navidad en Hogwarts, o en Grimmauld Place con los Weasleys, Sirius, Hermione, Harry y Buckbeak
Y Kreacher agregó Carla, y ambas rieron.
¿Sabes? A mí también me gustaría
Cambiaron entonces de tema, y observaron cómo la tarde caía sobre ellas y la ciudad. Cuando estaban por irse, Belén, como guiada por un impulso, se acercó al tronco del sauce. Y lo que descubrió la dejó maravillada.
¡Carla! ¡Carla, vení, mira esto! exclamó.
Su amiga se aproximó al tronco y encontró un agujero, parecido a
La entrada a la Casa de los Gritos
se sorprendieron las dos.
Belén frunció el ceño.
No puede ser
Digo, es imposible, ¿no?
¿Y si lo averiguamos? propuso Carla, y ambas entraron al hueco.
Tuvieron que avanzar casi a gatas, porque el pasillo que se abría frente a ellas era bajo y estrecho. Perdieron la cuenta de cuánto tiempo estuvieron caminando, pero súbitamente, una débil luz iluminó el túnel y pudieron oler nieve. ¿Nieve? Pero sí
Ambas se miraron emocionadas
Bueno, tanto como se los permitía el reducido espacio disponible, y sonrieron, apurando el paso.
Finalmente, salieron a una fría noche invernal, en medio de un bosque, y frente a él se alzaba, imponente pero cálida
¡Hogwarts! gritaron las niñas.
En ese momento, las ramas del Sauce cobraron vida, y empezaron a agitarse con violencia. Ambas chicas, que habían olvidado el peligroso árbol, trataron de esquivarlas.
¡Crookshanks! oyeron la voz de una chica que gritaba ¡El nudo!
Un gato color naranja, bastante feo, con la cara aplastada, se escurrió velozmente entre la furia de las ramas, y, con una impresionante destreza, tocó con sus garritas un nudo en el tronco del Sauce, y éste se quedó completamente inmóvil.
¿Qué demonios estaban pensando? inquirió un muchacho pelirrojo de la edad de las chicas, mirándolas entre preocupado y divertido, mientras ellas se levantaban y se sacudían la suciedad de la ropa.
Cuando Carla y Belén alzaron la vista, se encontraron cara a cara con su adorado trío: el trío dorado. Los tres, Harry, morocho, con los anteojos cayéndosele por la nariz, sobre los ojos verdes, no muy alto pero si muy flaco; Ron, alto, larguirucho, pecoso y pelirrojo; y Hermione, con la cabellera castaña al viento y su mirada de mandona, sosteniendo a su gato en brazos.
Las dos amigas explicaron entre escalofríos su historia, y los tres chicos les dijeron que los acompañaran al castillo, donde el director, Dumbledore, las ayudaría.
Cuando entraron al vestíbulo del castillo, Belén y Carla no pudieron evitar contener un grito de admiración. Todo era tal cual lo habían imaginado, la gran escalera, la enorme puerta hacia el Gran Comedor, los arreglos de Navidad, la lámpara que el próximo año Peeves trataría de aflojar con ayuda de McGonagall
Harry, Ron y Hermione se sorprendieron cuando las dos chicas tomaron con total naturalidad, como si hubieran vivido toda su vida allí, el camino al despacho del director. Los tres se miraron extrañados, y las siguieron. Subieron las escaleras sin vacilar, tomaron pasillos sin el menor rastro de duda, y, finalmente, llegaron frente a las gárgolas de piedra, quienes les pidieron la contraseña.
Harry miró a sus amigos. No tenían ni idea de cuál era la contraseña. Belén se adelantó, y se dirigió a las gárgola.s
Queremos ver al director, por favor, es urgente
¿Urgente? chilló una de las gárgolas, se hizo a un lado, a pesar de los regaños de la otra.
Dumbledore, quien tenía exactamente el mismo aspecto que en los libros de Rowling, las escuchó atentamente, para luego sonreírles amablemente.
Bueno, niñas juntó las yemas de los dedos, y Carla miró a Belén, emocionada. Creo que su deseo se hizo realidad, porque hasta que descubra la manera para que vuelvan a casa, deberán quedarse aquí
Belén y Carla soltaron un grito emocionado, y casi abrazaron al viejo profesor, que rió bondadosamente.
Y, obviamente, no voy a decirle nada al Ministerio sobre que el Estatuto Internacional del Secreto Mágico no es tan secreto después de todo
guiñó un ojo a los jóvenes, y les indicó con un gesto de su mano que se retiraran.Te recomendamos Blog de divulgación científica
Las chicas fueron alojadas en el dormitorio de las alumnas de cuarto de Gryffindor, imagínate su emoción. Las ocupantes de la habitación, entre ellas Lavender Brown y Parvati Patil, se mostraron sumamente interesadas en la historia que contaron.
Pero
inquirió Parvati, mirando a Hermione ¿No es que nadie puede aparecerse dentro de los terrenos del castillo?
Bueno, el medio por el cual las chicas llegaron parece que no fue tenido en cuenta a la hora de defender el castillo
reflexionó la castaña, y luego sacudió la cabeza. No lo sé, todo es muy extraño.
Las Gryffindors les prestaron a las amigas túnicas de gala, puesto que ambas estaban vestidas con ojotas (cosa que extraño a todos en el dormitorio), shorts y remeras manga corta, y esa noche era el gran Baile de Navidad, por el Torneo de los Tres Magos.
Por fin, llegó a hora del Baile en el Gran Comedor, y Belén y Carla no cabían en sí de la emoción. Por todas partes se cruzaban con alumnos de Beauxbatons y Durmnstrang, y ambas gritaron al ver a Krum, Fleur y Cedric, dejándolos a los tres completamente pasmados, sobre todo cuando las chicas empezaron a hablar sobre ellos como si los conocieran de toda la vida, hasta que Ron y Harry se las llevaron, disculpándose con los atontados competidores del Torneo.
Las chicas conocieron a Hagrid, con quien se quedaron mientras Harry bailaba con Parvati y Hermione con Krum, puesto que Ron estaba muy ocupado vigilando todos y cada uno de los movimientos de la estrella búlgara de Quidditch. Cuando Madame Maxime llegó, Belén y Carla buscaron la compañía de alguien más, dado que Hagrid se concentró completamente en la mujer.
Así, fueron a parar con Neville y Ginny, que bailaban en un costado de la pista. Charlaron con ellos un rato, para luego perseguir a Fred y George, que les dijeron que no debían decirle a nadie que la estatua de hielo estaba a punto de saltar de su pedestal y perseguir a Cedric por todo el Gran Comedor, que en ese momento bailaba con Cho Chang. Ambos les regalaron unos ratones que salieron de los petardos de Navidad y les suplicaron que no dijeran nada.
Las chicas rieron, porque sabían que el truco de la estatua jamás resultaría. Por reírse, recibieron un reto malhumorado por parte de Snape, que les dijo que debían bajar la voz, y siguió hablando seriamente con el director de Durmnstrang, Igor Karkaroff.
Vieron a Dumbledore bailar con la profesora McGonagall, que les advirtió que el Baile no los eximía de entregar sus trabajos a tiempo.
Al final, ambas volvieron a la mesa, donde un gruñón Ron ignoraba completamente a una enojadísima Padma Patil, y un aturdido Harry era abandonado por una Parvati bastante ofendida, que fue a bailar con un alumno de Durmnstrang. Belén se sentó al lado de Harry, qué le tendio una copa de cerveza de manteca, y Carla a la derecha de Ron, que no le dirigió la palabra. Así que, dado el evidente estado de ánimo del pelirrojo, Harry entabló conversación con las chicas, preguntándoles más sobre esos libros que "contaban su vida".
Pero, están escritos, ¿no? Por una mujer
Si, J. K. Rowling
¿Te suena? le preguntó Carla.
Harry frunció el ceño, y negó con la cabeza.
La verdad no. Si ella sabe todo sobre mí, supongo que ustedes también
¿Pueden decirme algo del futuro?
Los rostros de ambas se ensombrecieron.
No, Harry, no podemos. Créenos que nos gustaría, pero sería incorrecto. Dumbledore nos reprendería, él nunca quiso que supieras el futuro antes que ocurriera
le respondió Belén.
En ese momento, Hermione se acercó a ellos, con la idea de charlar un poco luego de bailar con Viktor. Para que habrá siquiera intentado. El malhumor de Ron afloró en su primera palabra, y, de acuerdo a los pronósticos de Belén y Carla, ambos tardaron muy poco en empezar y terminar una pelea de las suyas. Harry los ignoró, ya estaba de sobra acostumbrado, pero las chicas escucharon maravilladas una discusión en vivo y en directo de dos de sus personajes favoritos.
Pero, lamentablemente, esa pelea dio fin a la noche, y todos fueron a dormir. Todas las chicas comentaron el Baile hasta muy tarde, hasta que finalmente, una a una cayeron dormidas.
Belén despertó con el cálido sol de la mañana en el rostro. Abrió los ojos y encontró un libro de Harry Potter abierto sobre su pecho, en la parte del Baile de Navidad. Confundida, miró alrededor y sacudió a Carla, que dormitaba en la otra cama. Esta abrió los ojos y la miró enojada.
¿Qué?
¿No estábamos en Hogwarts?
¿Ya no estamos allí? preguntó Carla, saliendo de la cama y corriendo por la habitación, abriendo la puerta y cerrándola, como esperando que en algún momento el panorama tras la hoja de madera cambiara.
Belén se irguió, pensativa.
Quizás volvimos cuando nos dormimos
O puede ser que jamás estuvimos allí
Pero, ¿podemos soñar lo mismo?
Nada tenía sentido. ¿Era real que estuvieron en Hogwarts para el Baile de Navidad de cuarto año? ¿O todo fue mentira y ambas estaban locas? ¿Se lo habían imaginado al leerlo en el libro?
En eso, Carla grita emocionada, y levanta, tomándolos por la cola, a dos pequeños ratones de goma blancos
Los ratones de Fred y George.
Ambas sonrieron, y guardaron los ratones, uno cada una, como un gran tesoro de su mágica aventura.
Bajaron luego a desayunar, y, asombradas, descubrieron que aún era víspera de Navidad.
Buenodijo Belén, untando una tostada con dulce de leche, también hay que cumplir con la familia en Navidad
Las dos amigas rieron, y se prometieron guardar para siempre el secreto de su Navidad en Hogwarts.
Para mi mejor amiga, Belu
Deseo de Navidad - Fanfics de Harry Potter
El espíritu navideño inundaba la ciudad. Por todas partes se veían árboles de Navidad en las vidrieras de los negocios, luces parpadeando en las casas y la
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2025-04-05

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