Draco se apareció con su padre en el andén 9 y 3/4 de King's Cross. Subío al tren y su padre le pasó su baúl. Se sentó en el compartimento donde estaban Crabe, Goyle y Pansy esperándolo.
No habían cerrado la puerta cuando una joven de cabellos rizados y castaños pasó por delante de la puerta, llevaba la túnica de Hogwarts, pero no llevaba distintivo de la casa. Draco se estaba riendo de algo que contaba Pansy cuando se levantó para cerrar la puerta y se la encontró cara a cara cuando la joven pasaba. Le espetó "¡Que estás mirando!" y le cerró la puerta en las narices, la joven le hizo una seña como de estar loco y siguió hacia delante con su baúl. Los amigos se rieron.
Hacia la mitad del recorrido, los pasillos estaban abarrotados de alumnos que se saludaban entre ellos y se preguntaban como les habían ido las vacaciones. Draco se encontraba molestando a un par de chicos de primero cuando alguien se tropezó con él cuando el tren dió una sacudida. "¿Es que no puedes tener más cuidado?" se giró de repente con la varita en ristre y se encontró a la misma joven que le había señalado que estaba loco. Sus ojos se toparon con los suyos, grandes y verdes. Su cara lisa, sin pecas ni manchas, parecía una muñeca de porcelana, era una chica guapa.
- Otra vez tú - dijo él
- ¿Raro no? Estamos atrapados en esta carraca hasta que lleguemos al colegio.- le contestó ella, altiva.
- ¿Pero tú quien te crees que eres para hablarme así? - le dijo Draco con sorna.
- No, no lo sé ni me interesa, ¿acaso te crees el dueño del tren molestando a los pequeños? - dijo señalando a los chicos y haciendoles señas para que se marchasen - ¿y quién te crees tú para apuntarme con ese palillo? - le dijo riéndose de su varita. Lo apartó y se dirigió a la mujer del carrito que justamente en ese momento se encontraba atendiendo a las chicas de su compartimento.
No se volvieron a ver en el resto del trayecto.Draco vio a la joven dirigirse con los alumnos de primero y Hagrid hacia las barcas. ¿Qué hacía esa chica yendo en barca a estas alturas? Era el último curso por Merlin.
Al llegar a Hogwarts, Draco se dirigió al Gran Salón junto con sus amigos, cuando todos los estudiantes estuvieron sentados, entraron los nuevos alumnos por la puerta principal, entre ellos, la extraña joven.
¿Qué hacía allí entre los renacuajos?
- Me han dicho que viene de América - oyó decir desde la mesa de Gryffindor. - Hannah ha dicho que estudiaba en el Instituto para Brujas de Salem.
Asi que era eso... ¿Qué clase de magia estudiaban en america? Eso le llenó de pensamientos a Draco. Todavía quedaba el nombre, cuál sería.
- Amanda Conrad .- dijo en ese momento la profesora McGonagall, la joven se adelantó, se puso el sombrero de Gryffindor en la cabeza y la mandó a Ravenclaw.
Lo que no sabemos a que curso va, dijo Pansy mofandose de que a estas alturas de estudio viniese una alumna nueva a la escuela.
Cuando terminó el banquete, se marcharon a sus respectivas Salas Comunes, Draco la vio alejarse charlando con un apuesto prefecto de su casa.
*** *** *** *** *** *** *** *** *** *** *** *** *** ***
Como era habitual, al día siguiente, los jefes de las casas fueron entregando los horarios a los alumnos. El Director de Hogwarts era el profesor Severus Snape. Y el jefe de Slytherin era Rubeus Scrimgeur. Los acontecimientos de Hogwarts del año anterior no habían trascendido al profeta. Era la palabra de Harry Potter de nuevo, contra lo que dijeron los miembros del consejo escolar, pura política nuevamente.
A Amanda le entregaron un hermoso horario en azul y plata, la primera clase de la mañana era herbología, así que tras desayunar se dirigió a los invernaderos junto con sus compañeros, allí en la puerta se encontraron con los alumnos de slytherin.
Amanda llegó riendo de algo que una compañera le decía, comentaba lo diferente que era aquello de su colegio en Salem. No habían grandes castillos, en su lugar habían casitas de madera que se repartían de forma circular alrededor de una pira de madera que siempre estaba encendida como mofa de los muggles, en recuerdo de las mujeres muggles que murieron quemadas acusadas de brujería. Era un lugar muy diferente a Hogwarts. En grandes hermandades se separaba el alumnado, nunca mixtos. Los Fénix, los Unicornios, las Arpías y las Esfinges. Ella fue a la hermandad de las esfinges. Aquella mañana había recibido varias lechuzas de compañeros de allí, tras dejar beber a las lechuzas les indicó que fuesen a la lechucería a descansar, los animales agradecidos, les dieron un pellizco amistoso en el pico y se marcharon ululando.
- Vaya, vaya - empezó Draco - aquí tenemos a la nueva.
- Vaya - dijo Amanda, aquí tenemos al terror del expreso de Hogwarts - dijo con mofa. Varios Raven rieron.
- ¿Es que tus padres no te podían dejar estudiar tu último año en tu antiguo colegio? - dijo burlon, sus amigotes rieron a carcajadas.
- Ya ves que no - dijo riendo como quitándole importancia al asunto - sino no estaría aquí escuchando a un hurón que habla - entonces fueron los Raven los que rieron, todavía recordaban en cuarto curso cuando a Draco el impostor Alastor Moody lo convirtió en un hurón blanco.
En ese momento se abrieron las puertas del invernadero numero cuatro y empezó la primera de las clases.Los Raven entraron detrás de las culebras verdes y tras ellos entró la profesora Sprout. Ya dentro, cerró sus puertas y se encontraron con una jardinera llenas de flores voladoras de todos los colores. Las habían grandes y pequeñas, con muchos y pocos pétalos. Blancas, amarillas, naranjas, rojas, verdes, azules, moradas...
Todos se preguntaban qué clases de plantas serían aquellas, pero no para Amanda, se acercó a una especialmente grande de color malva y le acarició uno de los pétalos. En seguida, la flor tomó vida, levantó una pequeña cabecita hacia arriba y miró a Amanda que le sonreía. Le hizo un gesto raro para una flor y ésta, salió del tiesto, como si fuese una personita en miniatura. Amanda abrió su mano y la flor se subió en su planta, le dijo "¿paparin?" y la flor hizo un gesto negativo, "¿tringarin?", y la flor volvió a negar con la cabeza. Toda la clase estaba mirandola a ella y a la pequeña flor. "¡Pauparin!" y la flor asintió y dió vueltas divertida.
- Vaya señorita Conrad, así que conoce las variedades de las Flores Voladoras. Cinco puntos para Ravenclaw.
- Gracias profesora Sprout, en Salem teníamos un gran campo de Tringarin de color azul y blanco. En casa las teníamos Vamparin, rojas. Mi padre tuvo que pedir un permiso especial al Ministerio de Magia de Los Estados Unidos para que me las dejasen tener.
- Vamparin, que locura. ¿Qué tal se portan?
- oh, muy bien. Tuve que sacarles un pasaporte especial para que me las dejasen traer a inglaterra, creo que este clima no les gusta mucho porque nada más llegar se han marchitado. Las metí en un pequeño hinvernadero y me las están cuidando mis elfos domésticos, dicen que se están recuperando.
- Cuanto me alegro de oirlo. Una de mis plantas favoritas son las Flores Voladoras, aunque padecen mucho. De entre todas éstas, hay por lo menos siete docenas que están enfermas, tenéis que localizarlas e intentar curarlas. De paso, relatais una ficha donde ponéis el color y su variedad y le hacéis un dibujo a cada una, os vais a poner por parejas, tenéis dos horas.
En ese momento, Draco estalló en carcajadas y llamó la atención de la profesora, estaban haciendo hechizos levitatorios a las túnicas de otros alumnos y se reían de ello, a modo de castigo, en cada pareja debía haber un Ravenclaw y un Slytherin. A Draco lo pusieron con Amanda.
Draco se mostraba muy molesto con que le hubiesen impuesto de pareja a la nueva alumna sabelotodo, ¿Que con una Hermione Granger no tenían suficiente?
Amanda abrió un cuaderno de piel con letras doradas en que se veían en letras doradas "Herbología", estaba escrito hasta casi el final, la muy condenada se había echo un libro de todo lo que le habían enseñado en todo su tiempo de estudios mágicos.
Sacó también un montón de pergaminos y un carboncillo que era de color plata.
- ¿Para qué quieres eso? - dijo Draco con disgusto.
- Ya lo verás - le contestó. Le habló a la flor malva y le pidió que se quedase un poco quieta. Después le pidió que le mostrase las manitas y vió que tenía unas marcas marrones en las puntas. - Tiene hongos.
- ¿El qué tiene hongos?
- Este pequeñín - Amanda sacó una lupa mágica y se la pasó a Draco.
- Yo no veo nada.
- Eso es porque no miras bien. Ya verás que en otra planta que cojamos los va a tener más extendidos.
Draco la miró con bastante desagrado.
La profesora sprout habia preparado una mesa con varios remedios para las plantas. Amanda se acercó y cogió unos polvos blancos y un líquido oleoso de color verde. Con una cucharilla minúscula mezcló un poco de ese polvo con el aceite y se creó una pomada de color rosa. Le habló cariñosa a la pequeña Flor Voladora, que extendió las manitas y se dejó untar la pomada, Draco miraba asqueado.
- Y estas flores solo sirven para adornar - dijo con soberbia.
- No, no sirven solo para adornar - contestó Amanda sin dejar lo que estaba haciendo.
- ¿A no? ¿Y para qué se supone que sirven?
- Son centinelas
- ¿Centinelas?
- Vigilan las casas. Y atacan a los intrusos que entran a escondidas. Son enemigos de los ladrones y de los amantes indiscretos que se cuelan en las casas de sus amadas.
- ¿Y cómo atacan? ¿Les lanzan sus pétalos? - la flor lo miró con malicia y miró de nuevo a Amanda y le sonrió le guiñó un ojo y se levantó al vuelo cara a Draco, dando vueltas, se paró a pocos milímetros.
- En este estado, las Flores Voladoras seguregan un veneno que entra en el sistema inmunológico de la víctima a través de los ojos y los pulmones. Ha de tomar un remedio en poco tiempo o puede sufrir un paro cardíaco. Además, tienen otras armas, señorito Malfoy. No las subestimes, hasta las rosas más hermosas poseen espinas.
La pequeña Flor Voladora volvió a la mano de Amanda y dejó que le acabara de tratar los hongos. A la media hora tenía las manos de nuevo del color verde normal para la especie. Amanda le dijo que se hiciese a un lado para que pudiese curar a sus congéneres, la plantita subió a su hombro y de allí se puso a observar cómo curaba Amanda a las demás flores.
- Señor Malfoy podrías ayudar en vez de quedarte ahí mirando.
- No me digas señor Malfoy, mi nombre es Draco.
- No soy amiga tuya para llamarte Draco, señorito Malfoy. Coje flores y catalógalas. Pero ten cuidado que si las tratas mal o las ofenden te clavaran los dientes.
Amanda tomó el carboncillo color plata y se puso a dibujar a la Flor Voladora color Malva que había curado y que descansaba en su hombro. A merced de Amanda, el carboncillo cambiaba de color y de textura, dejando al final un hermoso dibujo de la flor que tenía apoyada en su hombro, era un trabajo excelente, Draco parecía tenerle celos.
Al final de la clase, la profesora Sprout estaba bastante satisfecha de cómo había ido la clase. Todos estaban algo agobiados de tanta flor y se sintieron abrumados cuando les dijo la profesora que durante los próximos días trabajarían con las flores voladoras hasta que estuviesen todas curadas.
La flor que descansaba en el hombro de Amanda no quería dejarla, la profesora Sprout se acercó para quitarsela de encima, pero la planta no cejaba en su empeño. Amanda le decía que volvería a visitarla, pues tendría que seguir curando a sus compañeras.
A las flores curadas las pusieron aparte de las otras para que no volviesen a contagiarse, la flor de Amanda no quería que la encerrasen allí, pero al final se dejó convencer, triste. Amanda, sabedora de cómo son las flores voladoras, se acercó al tiesto dónde ésta se encontraba llorando, y le regaló un clip muggle, a Amanda le encantaban. A la flor también le pareció gustarle, brillante y del tamaño de una varita para la planta, se sintió feliz y Amanda le dijo que en un par de días volverían a verse, la planta saltó de nuevo de su tiesto y la despidió agitando su manita y admirando su nuevo objeto, y es que a las Flores Voladoras les encanta que les regalen cosas, sobre todo si brillan.Tras el día tan ajetreado de clases para los alumnos de septimo, Amanda se dirigió a la Biblioteca, de camino se encontró con otra chica llamada Hermione y se ofreció a acompañarla hasta la biblioteca pues ella también se dirigía hacia allí.
- ¿Quieres que nos sentemos juntas? - preguntó Hermione.
- Claro - dijo Amanda y se sentaron en la mesa más separada de la puerta para tener más tranquilidad.
Se sentaron y Hermione empezó a cojer libros sobre runas y a preparar tablas de aritmancia. Amanda sacó unos pergaminos y lapices de colores y se puso a dibujar las Flores Voladoras que había curado con la "ayuda" de Draco Malfoy.
Al rato de estar allí trabajando entraron dos chicos y se sentaron uno al lado de Hermione y el otro al lado de Amanda, el que se sentó al lado de Amanda dijo hola y el otro chico sólo dijo "¿Esta quien es?" Amanda levantó la vista y miró al chico pelirrojo.
- Si quieres saber quién soy solo tendrías que presentarte pedazo de burro insensible.- le contestó Amanda.- El otro chico de gafas reía
- ¿Acaso no puedes decirme tu nombre? - dijo el chico pelirrojo.
- Tú eres el último que ha llegado y el que está interesado en conocer mi nombre, y hasta que no te presentes como es debido no te lo voy a decir.
- Está bien. Hola me llamo Ron Weasley, ¿Y tú eres?
- Me llamo Amanda Conrad.
- A... tú eres la chica nueva, ¿verdad? - dijo el chico de gafas.
- Sí, y tú eres Harry Potter.
- Sí, al parecer aunque intente pasar desapercebido no es posible.
- Bueno, Hermione, hemos venido porque tenemos noticias de ya sabes qué, así que tenemos que ir a ver a ya sabes quién en ya sabes dónde.
Hermione los miró y empezó a recojer sus cosas, dijeron adiós a Amanda y se marcharon.
De atrás de una estantería salió Draco y miraba divertido a Amanda.
- A sí que te has echo amiga de Hermione Granger, era de esperar. - Amanda le miró ignorándo su soberbia, siguió dibujando.
- Y a tí qué con quién me junte, no tengo que darte explicaciones de lo que haga o deje de hacer - Draco la miró ofendido.
- Je, así que admites ser amiga de Granger, esa asquerosa sangre sucia.
- Yo no he dicho tal cosa, como tú comprenderás, amigos no se hacen en un día, yo te he dicho que no tengo que darte explicaciones de con quién me junto o me dejo de juntar. Nada más y lárgate ya que no me dejas hacer los ejercicios.
- ¿Dibujas al estilo muggle?
- ¿Tienes algún problema con eso también?
- ¿Eres simpatizante de ellos? - dijo con desagrado
- No, simplemente creo que tienen el derecho de existir al igual que nosotros. No me molesta su existencia en el mundo.
- ¿Por qué no dibujas como el resto de magos?
- Por que me gusta dibujar y pintar, ¿Tan dificil te resulta de entender Malfoy? Pierdete ya y dejame en paz, ya tengo que sufrir tu presencia en clase, pasemos por lo menos los ratos libres sin tener que vernos, está claro que yo no te causo ninguna simaptía. ¿Es que te divierte molestarme? - Draco no contestó - El que calla otorga.
Draco se sentó a su lado en silencio, y la observó dibujando durante largo rato. Le pareció muy curioso los gestos que hacía al concentrarse. Cerraba y abría los ojos, apretaba los labios y se mordía la lengua. Dibujaba muy bien, aunque fuese al estilo muggle, lo hacía divinamente.
Cuando terminó todos los dibujos que tenía que hacer y se disponia a guardar sus lapices, se le cayó un dibujo, estaba por terminar, pero se veía claramente que era Draco, afortunadamente él no lo vio. Sacó sus tablas de aritmancia y se puso a calcular con ayuda del ábaco.
- ¿También se te da bien la aritmancia? - Dijo Draco.
- Me defiendo.
- ¿Te importaría ayudarme con los deberes? No se me da muy bien.
Amanda le miró no muy confundida, pero aceptó, fue agradable tener un Draco manso al lado que al torito soberbio al que estaba acostumbrandose a tratar, pasaron toda la tarde en la biblioteca.Aquella mañana, todos los alumnos, o al menos la mayoría de ellos, bajaron como lo hacían normalmente a desayunar. Los que estaban suscritos al Profeta lo recibieron puntualmente, los que no, poco después recibieron una lechuza con un recorte de periodico. Cuando Amanda entró en el Gran Comedor, se hizo un silencio que se podría haber cortado con un cuchillo.
Amanda no era persona que le afectaran las habladurías. Pensaba que Pansy, que estaba encaprichada de Draco, habría echo rodar algun rumor después de que hubiesen pasado juntos la tarde en la Biblioteca.
Se sentó en su mesa de Ravenclaw, y empezó a escuchar cuchicheos algo molestos, pues no acababa de entender a lo que se referían. Entró la lechuza de sus padres y le dejaron delante un paquete. Lo abrió contenta y dentro habían chocolates, cartas de algunos amigos de Salem y el periodico de hoy. Al abrir la primera pagina, cual fue su sorpresa de verse fotografiada con su exprometido Braverius Grandfor. El artículo rezaba:
"La Brillante Amanda Conrad estudiando en Hogwarts.
Si hay alguien que ha deslumbrado desde niña, esa es sin duda la bruja americana Amanda Conrad. Hija de brillantes magos de Salem trabajadores para el Gobierno Magico Estatal, destacó desde pequeña en el uso de la magia y elaboración de pociones.
Desde hace años que ha recibido concesiones para poseer animales peligrosos que para algunos adultos nos es todavia hoy en dia pensar siquiera en poseerlos.
La familia Conrad, adinerada y de buena posición, a venido hasta nuestro querido país para trabajar en el Ministerio de Magia como representantes de la Embajada Magica Americana y Amanda, ha tenido que cambiar de colegio para poder estar cerca de sus padres.
En la fotografía, Amanda se encuentra junto con otro Mago adinerado, Braverius Gradnfor con el cual mantuvo relación los ultimos seis años y pensaban casarse el proximo verano. Desgraciadamente, hubo una mala gestión por parte de la familia y derrocharon toda la fortuna, Braverius se dio a las artes oscuras y se le veía frecuentando clubes de "señoritas" y Amanda lo descubrió una noche manteniendo relaciones sexuales con una chica, que identificó como una amiga de colegio. Después de esto, Amanda cortó con la relación y se dedicó enteramente a los estudios.
Ha recibido varios premios y escrito diferentes libros sobre herbología y pociones. Tiene una gama de productos femeninos como cremas y perfumes y una marca de ropa para jovenes brujas. Sin duda, todo un hito entre las jovenes de su edad."
Amanda se sonrojó levemente, no de vergüenza sino de ira. Junto al recorte del periodico había una carta de su madre diciendo que ellos no habían desvelado información al periódico, sinó que su propio prometido había filtrado la noticia a cambio de algunas monedas.
Los murmullos se hicieron cada vez más sonoros. Ella guardó el recorte del Profeta en su mochila, desayunó tranquilamente y se marchó a sus clases. Draco la esperaba en la puerta del Gran Salon.Draco la esperaba en la puerta del Gran Comedor.
- Vaya, al parecer eres bastante conocida.- Amanda no le miró.- Qué clase tienes ahora?
- Aritmancia.
- Vaya rollo. Yo tengo pociones.
- Pues vas a llegar tarde. No quiero que me molestes con comentarios de lo que has leido en el profeta, no me resulta agradable que digamos.
- ¿Por qué? ¿Acaso no disfrutas de tu fama?
- No, disfruto más de mi anonimato. Es más gratificante.
Y se lo dejó con la palabra en la boca subiendo hacia la torre donde estaba el aula de aritmancia.
Cuando terminó las clases a la hora de comer, el Gran comedor era un hervidero de comentarios acerca de ella. Hermione Granger, que también estudiaba aritmancia, estuvo todo el camino de vuelta al gran comedor alavando sus libros, pues ella los había comprado. Le preguntó si pensaba publicar algo este año y ella dijo que sí, que esperaba sacar uno sobre criaturas mágicas.
La profesora McGonagall y el profesor Filtwick la llamaron y se la llevaron a la sala adyacente al gran comedor para hablar con ella. Estaban orgullosos de tener una alumna tan brillante en hogwarts, también le dijeron que si necesitaba hablar para desahogarse que contase con su ayuda.
Se acercaba Halloween, y el cumpleaños de Amanda pues había nacido la noche de brujas. Todo el castillo tomaba tonos marrones y naranjas y de calabazas de todos los tamaños decoradas para la ocasion. Este año iba a haber un baile, para los alumnos de septimo y sexto.
A Amanda le habían pedido varias veces que fuese la pareja de alguno de los magos, ella dijo que prefería asistir sola y descartó a todos los pretendientes. Hermione le dijo que iba a asistir con su amigo Ron, el pelirrojo descarado que había conocido Amanda en la biblioteca. Le preguntó si le apetecía ir con Harry Potter, que también era famoso y que la fama precisamente no le interesaba demasiado al igual que ella. Pero desistió al poco cuando vió que ofendió a su amiga.
Amanda decidió que iría sola a dicha fiesta.Amanda se habia convertido en el centro de todos los cuchicheos de Hogwarts, iba mucho a la biblioteca porque allí estaba prohibido hablar y encontraba la tranquilidad que le hacia falta.
De paso, iba adelantando su libro sobre criaturas magicas.
La mañana del 31 de octubre, las lechuzas entraban por las ventanas como de costumbre. Llevando a cada alumno diferentes cosas.
A casi todos les llegó una felicitación por el dia de Halloween, a otros el profeta... A Amanda además, le llegaron muchos paquetes. Era el día de su cumpleaños. El Ministerio de Magia Americano le envió una carta dándole la enhorabuena por cumplir su mayoría de edad y poder por fin hacer uso de la magia fuera del colegio. Recibió un catalogo de escobas voladoras y de productos del Callejón Diagón. Sus padres le enviaron la llave de su propia cámara en gringotts, la número 1013. Su abuela le envió una túnica de fiesta color malva, para que se la pusiera aquella misma noche aderezada con adornos del mismo color, zapatos y complementos. Sus padres le mandaron oro para que se comprara lo que quisiera cuando fuesen de visita a Hogsmeade. Sus amigas de Salem fotos, marcos de fotos, calaveras parlanchinas, y cartas contándoles las novedades del instituto. Sus elfos domésticos les enviaron bizcochos de calabaza que compartió con la larga mesa de Ravenclaw, sus editores le enviaron un talonario de los ingresos de sus libros y ella les contestó enseguida dándoles el numero de cámara que acababa de ser abierta por sus padres. Las lechuzas bebían sedientas de los vasos de todos los alumnos y se marchaban a la lechuceria a descansar. Amanda tuvo que encantar su mochila para que le cabiese todos los regalos que acababa de recibir.
Aquella mañana, solo tuvieron tres clases, de pociones, y transformaciones. Tras ello, todos fueron a sus salas comunes a arreglarse para la fiesta que empezaría por la tarde y que terminaría a altas horas de la madrugada.
Amanda se puso su vestido color malva, estaba radiante. Se arregló el pelo y se puso los adornos que le había mandado su abuela, los zapatos le quedaban geniales, parecía la cenicienta yendo al baile a ver al principe. Cuando todas las chicas de la sala comun estuvieron listas, bajaron todas al Gran Salon donde todos los chicos esperaban.
El gran salon estaba todo alumbrado por velas dentro de calabazas y dentro de las armaduras de hogwarts. Habían pequeñas mesas redondas para diez personas que poco a poco se fueron llenando de alumnos. Amanda se vio rodeada de gente que la saludaba y admiraban su vestido. Se sentó con Hermione y Ron, Seamus, Harry y varias personas más que no conocía, tuvieron una agradable merienda y después de eso hubieron juegos, muchos juegos con los cuales ganaron muchos puntos para sus casas.
Y después para asombro de todos llegaron los Druidas Paganos y Las Brujas de Macbeth y se pusieron a cantar a duo canciones que habían compuesto los primeros y que los segundos habían comercializado con el permiso de los primeros. Hubo tambien musica clasica, vals, tango, pasodobles y muchas cosas más.
Amanda estaba bailando con Harry cuando Draco y Pansy pasaron por su lado y los empujaron.
- Hey! ten mas cuidado - dijo Harry.
- Draco no te enfades - dijo Pansy burlona
- No le des importancia Harry, no todos los días se ve a una camella bailando con un hurón - dijo Amanda observando el traje horroroso que llevaba Pansy.
- Retira lo que has dicho - dijo Pansy enfadada.
- No tengo por qué retirarlo - dijo Amanda muy tranquila - vete lejos antes de que te hagas daño.
Pansy sacó su varita y le lanzó una maldición a Amanda, Harry se puso delante de ella para escudarla y la recibió de lleno. Pero no fue lo bastante rapida como para parar la maldición que le lanzó Amanda de orejas de murcielago. Ofendida se marchó a buscar a Severus Snape para que la castigara. Amanda tan tranquila como pudo, le lanzó un varitazo a Harry y paró la maldición de sanguijuelas que le había realizado Pansy. Harry se lo agradeció y se marchó junto a Ron y Hermione. Dijeron que estaban aburridos y se marcharon del Gran Salon.
Draco y Amanda se quedaron mirándose, rodeados de gente bailando.
- No me mires así que no pienso bailar contigo - dijo Draco.
- ¡Cuanta soberbia! ¿Acaso te lo he pedido? De todas formas, seguro que no sabes bailar
- Sé bailar mejor que tú
- No me lo creo
- Te lo demostraré - Y Draco cogió a Amanda fuertemente de la cintura y se pusieron a bailar un tango que cantaba Edurne Lazabal, miembro de las Brujas de Macbeth, era un tango rockero.
Draco la llevaba con cierta brusquedad, poseyéndola. Hacíéndola suya. Amanda no se dejaba amedrentar y le llevaba el ritmo. Al poco tiempo, hubieron alumnos que les empezaron a hacer corro pues bailaban juntos divinamente. Un poco después, todo el gran salon se habia abierto en corro para dejarles sitio.
Draco la miraba enfadado, como si quisiera golpearla y Amanda no le quitaba ojo desafiante. Cada vuelta parecía que la fuese a soltar y de repente la agarraba de nuevo fuertemente. Cuando terminó la pieza, sus labios estaban solo a unos centimetros de distancia, que Amanda se encargó de retirarlos ante la tentativa, entonces llegó Pansy con el profesor Snape.
- Ella fue profesor, la que me lanzó la maldición.
- ¿Yo? Pobrecita de mi, si estaba aqui bailando con Draco, todos lo han visto, como iba a poder hacerle eso.- Severus había visto bailar a Amanda con Draco pero no la habia visto lanzarle la maldicion - Seguramente está celosa porque Draco es un excelente bailarin y estaba bailando conmigo en vez de con ella profesor.
Severus la miró y miró de nuevo a Pansy que se estaba poniendo roja de ira. Se la llevó de un empujón diciendole algo sobre que por asuntos de celos que no le molestase.
Amanda miró a Draco con cierta satisfaccion que él notó en su cara.
- Bailas bien.
- Tu tambien, al parecer el problema lo tenías con tu pareja anterior - dijo Amanda.- ¿Te apetece seguir bailando?
- No, paso de bailar con una manipuladora.- el rostro de Amanda cambió. Le hizo una reverencia burlesca y riéndose se marchó a buscar algo que beber.
Allí entabló conversación con Neville Longbottom y bailaron juntos, el pobre estaba muy nervioso y la pisaba continuamente. Amanda, en vez de reñirle, le hablaba para que no se pusiese más nervioso. Estaba claro que no era muy popular entre las chicas. Tras bailar con él, Amanda dijo en voz alta: "Pero que buen bailarin eres Longbottom, debería haber venido contigo al baile, eres una pareja estupenda, cariñoso y atento" y le guiñó un ojo. Cuando se dio la vuelta tres chicas a la vez se acercaron a Neville para que las sacara a bailar, entonces Longbottom sonrió a Amanda entendiendo la jugada.
Eran ya la una de la madrugada. Amanda se dirigía sola hacia la sala común cuando se encontró con Draco.
- Te estaba esperando - dijo él
- ¿Y esperabas desde hace mucho?
- Un rato
- Eso es demasiado indeterminado, no soy feliz hasta que hago esperar a una persona más de tres horas.- le dijo con toda la soberbia de la que fue capaz.
- ¿Por qué me hablas asi?
- ¿Yo? Pobrecita de mi. No te hablo de ninguna manera diferente al tono que tú empleas conmigo.
Hubo un silencio tenso
Draco se acercó a ella y la agarró de los hombros, la apoyó con dureza contra la pared y la beso con furia. Amanda lo apartó y le abofeteó y volvió a besarle. La lascivia quemaba dentro que sus dos jovenes cuerpos. Pero Amanda se zafó en un momento en que pasaban dos alumnos de Hufflepuff y se marchó a su sala comun.Amanda se acercó a su ventana la mañana del primer día de noviembre. Empezaba a nevar. Vio algunas lechuzas llegar a su guarida tras una noche de caza, se vistió y bajó al Gran Salon.
Por los pasillos sorprendió a los elfos domesticos quitándo las decoraciones de la fiesta. Al verla se esfumaban asustados.
Entró en el Gran Salón y se sentó en su mesa, solamente habían dos Ravenclaws más y diez u once alumnos más repartidos entre las otras mesas, era domingo.
Tras el desayuno, Amanda salió un rato al lago, todavía no se había helado, y el calamar gigante la miraba desde las profundidades. Tras un poco de paseo y saludar a Hagrid y a Fang volvió al interior del castillo. Subió hasta su habitación y cogió su mochila y se marchó a la biblioteca a terminar unos deberes que se le habían quedado pendientes.
Llevaba un par de horas en la biblioteca, bien tranquila cuando apareció Draco y se sentó a su lado, no llevaba libros, ni apuntes.
Ella le miró y le saludó y siguió con sus tareas. Draco empezó a jugetear con la pluma con la que Amanda estaba escribiendo.
- ¿Te quieres estar quieto?
- Es que me aburro.
- ¿Y porque no te has traído los deberes?
- Ya los tengo hechos.- Amanda le miró incredula
- Y por eso tienes que venir a molestarme a mi si no tienes nada que hacer, ¿Por que no te vas a jugar con tus amigotes?
- No tengo ganas de andar con mis amigotes.
- Pues entonces con la tonta de Pansy.
- No me gusta Pansy, me gustas tú.
- ¿Te gusto yo? Claro, por eso no paras de molestarme.
- Quiero que hablemos de nosotros.- Amanda rió.
- ¿Nosotros? No hay ningún nosotros.
- ¿Qué dices? Anoche me besaste.
- No MAlfoy, tú me besaste, yo te abofeteé.
- Pero después me besaste tú a mi.
- ES posible, pero un beso no es ningún nosotros.
- Quiero que lo haya.
- ¿Quieres que lo haya? ¿Y lo que yo quiera te la trae floja verdad?
- Yo no he dicho eso.
- NO has dicho lo contrario.
Hubo un silencio en el cual Amanda terminó sus deberes y guardó sus cosas en la mochila.
- ¿Vas a ir a Hogsmeade? - preguntó Draco.
- ¿por?
- Por vernos allí.
- Sí que voy a ir.
Draco sonrió y se marchó y Amanda subió a su sala comun y se puso su vestido de domingos y la capa de viaje. Bajó a comer y después salió al patio delantero con todos los que iban a ir a Hogsmeade.Amanda cogió uno de los primeros carros para ir a Hogsmeade. Viajaba con un grupo de chicos de Ravenclaw que estaban llenándola de piropos, de sus libros y muchas cosas, cuando bajó del carro se deshizo de ellos tan pronto como pudo.
Lo primero que hizo fue ir a las tres escobas y beberse tranquilamente una cerveza de mantequilla, pero no fria, sino calentita, como le apetecia en aquel momento. Después fue a Honeyduckes y compró una cantidad indecente de caramelos, chocolatinas y golosinas varias, lo metió en su bolsita encantada y desaparecieron como si no hubiese comprado nada.
Pasó por Dervish y Banges y vio la bola de cristal más bonita jamás vista, de un cristal translúcido estupendo, pero no era de adivinación sino un mapa de constelaciones, no se lo pensó y la compró. Pasó también por la oficina de correos y envió varias lechuzas.
Paseó por la estación de trenes y todo ello con la más profunda de las soledades, a veces cuando se alcanza la fama o estas en un colegio interna que siempre vas a compañada de cientos de personas, un rato a solas viene bien.
Fue a la casa de las plumas y compró varias en distintos colores, rosas, verdes, amarillas, rojas... Y una azul que le iba a juego con la túnica de Ravenclaw. Y también compró pergaminos y tintas, negra, verde, azul.. Y una de todos los colores, era su favorita.
Llegó tomando un helado a la puerta del camino hacia la casa de los gritos, allí había varios alumnos de tercero que al parecer la visitaban por primera vez. Daba un poco de grima, la verdad.
Al volver a Hogsmeade se paró en Tiros Largos y compró varios vestidos. Todo fue a parar a su bolsa mágica, que por más que comprases no cambiaba de forma ni pesaba más de la cuenta.
Al pasar por delante del salón de té de Madam Pudipié vio salir a Draco acompañado de Pansy Parkinson e iban cogidos de la mano y riendo. Al verla Draco se separó de Pansy. Amanda siguió su camino como si no los hubiese visto y entró en Zonco a ver que novedades tenían por alli.
Tras comprarse varias cosas divertidas, volvió a tiros largos y compró una túnica de gala que ya había visto antes pero que no se había atrevido a comprarse para el baile de navidad. La señora que atendía tenía una lista de vestidos para que no se repitiesen en las fiestas y apuntó el de Amanda.
Volvió a pasear por el bullicio del pueblo, entró en una librería y compró varios libros. La reconocieron y les hizo firmar unos libros suyos, que al rato vio en la ventana con el valor subido "Compren el libro de Amanda Conrad firmado por su puño y letra". A la hora de comer fue a las tres escobas nuevamente y comió el estofado de Rosmerta, simplemente delicioso. Por la tarde encontró a Pansy llorando y gritando, echa un basilisco, la miró con ira y se marchó, al parecer, regresó a Hogwarts.
Tras ella venía Draco, y sonrió al verla.
- A saber lo que le habrás dicho a la pobre chica.
- Eso a ti no te incumbe.
- Claro que no, no te vayas a pensar que me interesa tus problemas personales.
- Eres una cínica.
- Probablemente lo sea, pero tu eres un cabrón sinvergüenza que intenta jugar a dos bandas, lo que pasa que en una es deseado y por otra desea con tantas fuerzas que no entiende un NO por respuesta.
Draco hizo el amago de añadir algo más pero se marchó sin terciar palabra. Amanda se quedó un rato allí sentada en el banco y tras un rato largo, volvió a las tres escobas, tomó una cerveza de mantequilla y volvió a Honeyduckes.
Compró tres docenas de cerveza de mantequilla, varias botellas de wisky de fuego y varios otros licores. Lo guardó todo en su bolsa y regresó a Hogwarts en uno de los ultimos carros.Amanda volvió a Hogwarts y se fue directamente a la Lechucería. Sacó una de las botellas de Wisky de fuego y tras envolverla y ponerle un lazo de colores la mandó a su editor. Envió chocolates y cervezas de mantequilla a todos sus amigos. Grajeas de todos los sabores a varias amistades y alguna foto firmada a algún que otro admirador. A sus padres les mandó Jerez de Acromántula y Una cristalería que había encontrado a buen precio. Tras mandar a todas las lechuzas que le hicieron falta se marchó a la sala común.
Cierto era que estaban en Noviembre, pero a Amanda le gustaba hacer las cosas con tiempo. Su editor era muy simpático y por esas fechas Amanda siempre le había regalado una botella del mejor Wisky.
A los demás acompañó los regalos con cartas contándoles sus andadurías por el colegió inglés.
En la sala común, encontró a varios alumnos, como no tenía gran relación con ninguno de ellos subió a su habitación. Dejó sus compras en el baúl y bajó a cenar al Gran Comedor.
Allí estaba Draco riéndole las gracias a Pansy Parkinson ¿Pero este tío piensa que me va a dar celos? Pensó Amanda. Se acercó a su mesa y al pasar por el lado de Hermione se quedó un poco hablando con ella sobre los usos de la mandrágora. Qudaron para ir al día siguiente a la biblioteca. Saludó a Ron y Harry y se marchó a su sitio a cenar.
Se sentía sola, sin ninguna persona a la que llamar propiamente una amiga. Claro que Hermione hablaba con ella pero siempre sobre los estudios, a veces le faltaba ese hombro en el que llorar. Y tenía que llorar tanto...
Todavía no había llorado la infidelidad de su prometido y se sentía fatal.
Llegó entonces su elfo doméstico, Amanda se encontraba ya en la cama, pero no se había dormido todavía.
- ¡Señorita Amanda! - chilló la elfina con una vocecilla fina.
- Wilabin, que sorpresa, ¿Que te trae por aqui?
- Me han mandado señora, para decirle que su prima ha fallecido.
- ¿Qué prima?
- Calista.
- ¿Qué ha ocurrido?
- Viruela de Dragón.
- ¡Que pena tan grande! Era tan jovencita - su prima tenía apenas tres años, no la había llegado a conocer personalmente - Wilabin, por favor, ves a casa de mis tíos y les das las condolencias de mi parte ¿De acuerdo?
- Sí señorita - y la elfina desapareció.El dulce noviembre dejó paso a un diciembre realmente helado. Algunas lechuzas llegaban por las mañanas con el correo que tras entregar la misiva se cobijaban unos minutos entre las ropas de los alumnos y cuando entraban de nuevo en calor, levantaban de nuevo el vuelo.
Amanda recibió varios regalos de agradecimiento por felicitar las fiestas y algunas cartas de amigos y admiradores.
Tras un rato leyendo cartas (nunca daba a basto para abrirlas todas en el rato que duraba el desayuno) encontró una carta de sus padres.
"Querida Amanda:
Esperamos que la ropa de abrigo que te compremos de Alaska te haya sido de gran ayuda, nosotros aquí en Londres nos morimos de frío.
Nos han invitado a asistir a una cena navideña por algunos miembros del Ministerio de Magia inglés y hemos aceptado, por supuesto, esperamos que nos acompañes y te codees de la alta sociedad del país.
Junto con esta carta te mandamos un extracto de los ingresos de tus libros en tu cuenta Gringotts, como todavía no eras mayor de edad nos habian llegado a nosotros. A partir de ahora, hemos dado la orden de que te los manden a tí cariño.
Te echamos mucho de menos. Tu padre está todo el día en el Ministerio y yo me aburro mucho en casa. Espero que te den pronto las vacaciones de navidad y podamos estar juntas de nuevo.
Besos. Mamá."
Tras leer la carta, Amanda estaba algo triste pero a la vez emocionada. Las cartas de su madre siempre le evocaban melancolía, era algo más allá de sus fuerzas. De todas fomrmas, pronto estaría en casa, era veinte de diciembre y al día siguiente se iba a casa. No le había dicho nada a su madre porque quería darle una sorpresa.
Cogió sus cosas y se marchó a clase de Herbología. Hoy tenían que terminar de curar a las flores voladoras.
Amanda cogió su baúl y cogió uno de los carros tirados por Thestrals hacia la estación de Hogsmead. Una vez allí subió en el Expresso de Hogwarts y volvió a Londres.
Casi todo el tren estaba vacío. Pocos alumnos fueron a casa aquella navidad, así que solo llevaba tres vagones, para que los alumnos estuvieran más juntos. Cuando pasó la señora del carrito Amanda pidió sopa de murciélago (no eran murciélagos de verdad, eran de pasta como los fideos o las estrellitas, pero se movían unos minutos) y zumo de calabaza. Cogió también diversas chocolatinas y dulces y la señora del carrito se marchó y Amanda disfrutó de la cena. En su compartimento estaban también tres alumnos más, todos de Hufflepuff. Rieron animados y cambiaron durante un rato los cromos de las ranas de chocolate, hubo dos alumnos que tras unos minutos le pidieron que les firmara el libro de "Brujas en Salem" que había escrito Amanda, trataba de su grupo de amigas y sus ocupaciones, tuvo un exito masivo entre las brujas jovenes de todo el mundo.
Llegaron en la madrugada cerrada a Londres. En la estación habían varios padres, aunque algunos elfos domésticos. De la familia de Amanda no nabía nadie, de repente vio a su elfina Wilabin y su elfo Dracan estaban esperándola. Iban con sus mejores ropas, pues los elfos de la Mansión Conrad no eran esclavos, ni siervos sino trabajadores asalariados. Dracan tomó el baúl y desapareció y Wilabin tomó a Amanda de la mano y la llevó a casa. Amanda ya había cumplido la mayoría de edad, y sabía aparecerse, pero era tradicional que sus elfos a los que tanto cariño les tenía fueran a buscarla. Eran todo un cielo.
- Señorita Amanda, señorita - dijo Wilabin.
- ¿Qué pasa, Wila? - Wilabin y Dracan se miraron.
- Tenemos una noticia para usted.
- ¿Qué noticia?
- Vamos a criar - Dracan abrazó a su elfina.
- ¡Esa es una noticia estupenda!
Amanda abrazó a sus elfos y les dio todas las enhorabuenas que se le ocurrieron. Fue con ellos a las cocinas, pues sus padres no estaban en casa, se encontraban de viaje y no quería desayunar sola. Ayudó a los elfos a preparar el desayuno y comieron todos en familia, después se marchó a descansar.
Cuando se despertó, su madre todavía no había venido así que se fue al Callejón Diagón y compró una cunita de juguete de madera (los bebés de los elfos domésticos son bastante diminutos, del tamaño de una cuchara de sopa. Compró mantitas y sábanas y algo de ropa de bebé. Pidió que lo mandaran a su casa a la antención de Wilabin y Dracan. Y se marchó a la tienda de Madame Malkin. Ya se había comprado una túnica de Gala en Hogsmeade, pero en esta tienda siempre encontraba cosas muy interesantes. Entró y tras varias pruebas compró una túnica malva, otra rosa, una verde y un conjunto de corpiño y falda negra, digno de la más fina de las vampiras. Eligió que sería eso lo que llevaría a la fiesta de aquella noche. Era ya mayor de edad y ya no tenía que llevar las típicas túnicas, las mujeres vestían amenudo con vestidos ceñidos y faldas largas.
Se marchó de allí muy contenta y se marchó al Callejón Knocturn y entró a Borgin & Burks. No le gustaba mucho aquella parte de Londres, pero habían unas joyas muy bonitas en aquella tienda.
Entró en la tienda y un hombre la recibió.
- Buenas tardes, señorita. ¿En qué puedo ayudarla?
- ¿Tiene joyas góticas?
- ¿Qué busca exactamente?
- No busco nada que tenga artes oscuras, es para mi. Así que no espero que me ocurra nada mientras lo llevo puesto.
- ¡Claro, claro! Dijo el dependiente. ¿Las buscaba en oro?
- No - dijo Amanda - Las quiero en negro y plata. Es para un vestido moderno, como las Brujas de Macbeth, y me han dicho que usted tiene las joyas como yo las busco.
- Ha venido al sitio apropiado. A veces, las familias de magos se ven obligadas a empeñar sus joyas por motivos económicos y me las traen. Voy un momento a la trastienda a ver que le puedo mostrar.
Amanda dio una vuelta por la tienda. Tenían un gran armario en una esquina, era bastante bonito, pero no era su estilo de muebles. Habían dagas, manos amputadas y cabezas reducidas. El dependiente volvió y trajo una caja llena de joyas. Sacó varias de ellas y le dijo que todas estas no tenían artes oscuras. Había un camafeo con una cinta de tercipelo, era hermoso pero a Amanda no le gustaban los camafeos. Le enseñó otra joya, del mismo tamaño del camafeo pero era un topacio tallado incrustado en una montura de plata.
- Este me gusta. ¿Lo podría adquirir con la cinta del camafeo? - preguntó Amanda.
- Por supuesto, señorita. Pero... ¿Seguro que puede pagarlo? Cuesta veintidós galeones.
- Claro ¡Por quién me toma! - Amanda parecío molesta y optó por comportarse como Draco Malfoy super sangre limpia, adinerado y caprichoso - Soy Amanda Conrad, mi nombre debería sonarle y ser garantía de pago - El dependiente estuvo pensando unos minutos.
- Ohh! Amanda Conrad, la joven escritora, claro. ¡Cómo he podido no reconocerla! En ese caso le haré un precio especial.
- No se moleste, señor. Cobreme lo que tenga que cobrarme, el dinero no es problema para mi y no querría que por ello tuviese que sentirme como si le debiese un favor.
- Oh, nada, no se preocupe, le cobraré como a una clienta más. ¿Desea otra cosa?
- Sí. ¿Además tiene los pendientes a juego? Y una pulsera y un anillo quizá... - el dependiente le sacó varias joyas más y Amanda las fue eligiendo. Los pendientes eran iguales que el colgante. La pulsera y el anillo fueron de otra colección diferente. Habían varios anillos y escogió tres, en total doscientos trece galeones que Amanda pagó uno encima del otro. Y se marchó la mar de contenta. El dependiente le dijo que si podía enviarle lechuzas con las novedades de la tienda. Ella le dijo que no, pero si recibía un colgante en plata y zafiros oscuros puede que regrese.
Se despidió del dependiente y volvió al Callejón Diagon. Entró en Gringotts y sacó un poco más de oro ya que con las compra de las joyas se había quedado un tanto "escurrida". Había comprado también unas orquillas en forma de libélula para el pelo y fue a la peluquería mágica a peniarse para la fiesta. Salió con un semirecogido de su melena castaña y sus adornos nuevos en el pelo, regresó a casa apareciéndose y cuando llegó se maquilló cun su estuche nuevo, que le habían regalado. Tras arreglarse se enjoyó y se vistió, tenía unas botas que le iban estupendamente y cuando terminó se miró al espejo y se vio maravillosa. Al cabo de un rato aparecieron sus padres y tras verla y desaprobar su vestimenta pero verla guapísima se dirigieron a la casa dónde iba a celebrarse la fiesta.
Hicieron una aparición conjunta y se aparecieron delante de la verja de una gran Mansión al sureste de inglaterra. Cuando se acercaron a la verja, ésta les habló y ellos dijeron que eran la familia Conrad que estaban invitados a la fiesta. La verja se abrió y vieron los jardines, hermosos y cuidados y las decenas de pavos reales que paseaban tranquilos por ellos.
Al acercarse a la puerta, ésta se abrió y y ellos pasaron. La mansión era grande, al pasar un caballero de largos cabellos rubios los recibió.
- Buenas noches, señor Conrad, me alegro de que hayan aceptado mi invitación.
- Buenas noches, señor Malfoy. Tiene usted una casa fantástica - a Amanda casi le da un pasmo, pero se contuvo.
- Gracias. Es un placer tener en mi hogar a personas tan distinguidas - todos rieron.
- A mi esposa ya la conoce, le presento a mi hija Amanda, que ha elegido un modelito algo inapropiado para mi gusto para venir a conocerles - Lucius Malfoy la miró y sonrió.
- No deben ser tan recatados, se visten como todas las jovencitas que escuchan los cuarenta mariscales, está realmente expectacular - dijo Lucius besándo la mano a la joven Amanda - tengo entendido que asiste a Hogwarts con mi hijo.
- Así es, señor Malfoy. Tenemos ciertas clases comunes. Aunque su hijo - hizo énfasis en la última palabra - es una especie en extinción, no hay muchos como él. Era una frase ambigua que podía cojerse para bien o para mal.
Pasaron al salón donde habían más invitados y Draco estaba con sus amigos Crabbe y Goyle con cara de pocos amigos, al parecer le aburría profundamente la fiesta. Miró hacia la puerta y la vio, al principio no la reconoció, arreglada como estaba, no era ni comparable a como había asistido a la fiesta de Halloween. Pero estaba realmente preciosa.
- Draco... ¡DRACO! - dijo Crabbe - Que te estamos hablando.
Se giraron hacia dónde Draco estaba emparrado y al verla los tres se quedaron atontados mirándola.
- Buenas noches Draco - dijo Amanda - Así que está es tu chabola - dice poniendo los brazos en garras.
- Sí esta es mi chab, digo mi Casa - dijo él casi tartamudeando.
- Está bastante bien, por cierto, hola Crabbe, hola Goyle - dijo ronroneando con una voz melosa. Éstos solo acertaron a emitir un ruido gutural a modo de saludo.
Amanda fue requerida por el señor Malfoy para presentarle a varias personas importantes dentro del mundo de la magia inglesa que tenían especial interés en conocerla. Draco la observaba y a veces la descubría mirándole. Tras un rato saludando a gente y firmando fotos y algun libro, la dejaron medianamente en paz.
- ¿Le apetece algún refrigerio? - le ofreció el señor Malfoy.
- Por supuesto.
- ¿Qué le apetece?
- Si hubiese ponche... pero me conformaré con lo que tengan, gracias Señor Malfoy - Lucius Malfoy se marchó a por algo de beber y volvió con una cerveza de mantequilla tibia. Amanda se lo agradeció y empezó a sonar música de baile.
- ¿Le apetecería bailar, señorita? - dijo Lucius.
- Por supuesto - Amanda dejó su copa en una mesa y se puso a bailar un vals mágico con el anfitrión de la casa. Al principio les hacían corro, pero poco a poco la gente se animó a bailar.
- Mi hijo me había comentado que era una bailarina magnífica.
- El señorito Malfoy tampoco baila mal, pero eligió mal la pareja en el último baile del colegio. Pansy Parkinson baila como un ave coja.
Ambos rieron y siguieron bailando hasta que se terminó la pieza. Al terminar le hizo una reverencia a la joven y le besó en la mano. Amanda le devolvió la reverencia y con una lasciva sonrisa, Lucius Malfoy se marchó a seguir atendiendo a los invitados.
Amanda se sentó un momento en el sillón contiguo al sofá donde se encontraban sus padres. Tras hablar un rato con ellos se acercó Draco a Amanda y saludó a sus padres.
- Buenas noches, señores Conrad.
- Buenas noches, señor Malfoy. Sus padres han preparado una velada maravillosa.- dijo la señora Conrad.
- Gracias. Me he acercado a saludarles personalmente para decirles que tienen una hija muy singular.
- Oh, gracias, estamos muy orgullosos de nuestra Mandy - Amanda asesinó con la mirada a su madre. Draco rió.
- Mandy... - repitió Draco - ¿Serías tan amable de ser mi acompañante durante la velada? - Amanda hervía por dentro.
- Por supuesto, señorito Malfoy - dijo la joven - Siempre y cuando no se tome la libertad de tutearme.
- ¡Amanda! Deberíais ser amigos - dijo su padre.
- ¿Por qué razón? Apenas coincidimos en un par de clases a la semana.
- Por que mantengo negocios con su padre, además de una creciente amistad. Draco - dijo su padre - Tienes mi permiso para tutearla.
- Gracias, señor Conrad. Mandy, ¿Si eres tan amable? - dijo Draco sonriendo maliciosamente tendiéndole el brazo.
- Claro Draco - contestó Amanda y añadió por lo bajini - ni se te ocurra llamarme Mandy o nisiquiera los mejores sanadores de San Mungo podrán curarte la maldición que te eche.
Draco y Amanda se pasearon juntos por todo el salón, Draco le presentó a muchos otros magos y estuvieron charlando animadamente con el Ministro de Magia. Tras un rato más, los señores Malfoy anunciaron que pasaran al Comedor que la mesa estaba servida.
Draco aguantó la silla a Amanda para que se sentase y se sentó a su izquierda, quedando su padre de anfitrión de la cena, su madre a la izquierda de su padre y a la derecha Draco, a su lado Amanda y al lado de Narcissa, los padres de Amanda.
El primer plato fueron unos canapés de calabaza y salmón. Una ensalada con pasas y salsa rosa y una especie de ensaladilla. Draco hablaba con Amanda muy contento, dándose aires de grandeza, un poco apartados, Crabbe y Goyle le miraban y no podían dejar de apreciar lo bella que lucía Amanda.
Tras los platos principales, llegaron los postres. Amanda eligió tarta de frambuesa y requesón, con nata chantilly. Al terminar, unas tacitas de té y café aparecieron delante suyo desapareciendo su plato. Tomó el té y lo bebió mientras estuvo caliente.
Después aparecieron copas de Champán y el señor Malfoy se puso en pie.
"Queridos amigos, en primer lugar, daros las gracias por haber asistido a nuestra tradicional fiesta navideña. Felicitaros las fiestas y esperar que para el próximo año tengamos más y mejores cosas que hemos tenido este año. Felicitar a Amos Grimman y Heder Wakan por su reciente compromiso matrimonial - se giró hacia Draco y añadió - y quién sabe, quizá mi hijo Draco dentro de poco nos sorprende con un compromiso similar - dijo esto mirando a Amanda, a ésta le hervía la sangre, sus padres sonreían encantados si su hija eligiese a Draco para formalizar una relación - Draco, creo que hablo por tu madre y por mi que haces una magnífica pareja con la joven Amanda Conrad - sus padres sonreían - y al parecer sus padres opinan lo mismo. Y espero que tengas un brillante futuro en el Ministerio de Magia, tanto en Departamento de Cooperación Internacional, donde trabaja el señor Conrad, o en cualquier otra sección en la que te interesase trabajar. Brindo pues por todos los presentes y en especial por la encantadora pareja que tengo a mi derecha"
Todos brindaron y empezaron a murmurar sobre Draco y Amanda. Amanda brindó con Draco y con sus padres y los padres de Draco. Con varias personas que tenía al lado y sonrió al desearles felices fiestas. Estaba hirviendo de furia tras lo que había ocurrido unos instantes antes. Sus padres hablaban con los Malfoy sobre cuándo la pareja formalizaría su relación. Amanda no se lo podía creer, ¡Si odia a Draco, por Merlin! Draco la miraba sonriente y triunfante. Amanda parecía que estaba en un remolino que no cesaba de engullirla, "por Circe, que no le saque un anillo de compromiso al menos, que me va a dar un ataque", pensó.
Tras la cena hubo un largo baile y tras varias piezas que los invitados compartieron con Amanda, ésta se escapó como pudo y se escaqueó para pasear entre los pavos reales blancos que había en el jardín. Tras un rato deambulando se le acercó Draco con una mirada de lo más seductor, llevaba lo que parecía una túnica y ¿Una cesta?
- Debes de tener frío - dijo Draco pasándole una toca por encima.
- Gracias - dijo Amanda. Draco le cogió la mano y la llevó hacia un árbol, dónde no había nieve, tendió una manta y la invitó a sentarse. Sacó una botella de Champán Francés y dos copas, tras un poco de esfuerzo habrió la botella y llenó las dos copas y le tendió uno a Amanda que aceptó.
- Debe de parecerte muy irónico lo que ha dicho mi padre.
- Irónica no es precisamente la palabra que habría utilizado. Creo que ha estado desacertado por su parte, sin saber mis intenciones ni mis sentimientos hacia ti.
- Entre los invitados hay varios periodistas de El Profeta - dijo Draco, no lo habrás notado, pero nos han sacado varias fotos - Amanda empezó a cabrearse, encima todo el Reino Unido iba a pensar que estaba a punto de prometerse con el "señorito Malfoy".
Amanda le dió la copa, se levantó y caminó con firmeza hacia la valla de la Mansión, tras traspasarla, se desapareció. Draco quedó allí tendido unos minutos más, viéndola alejarse y desaparecerse. Bebió un trago de cava más y sonrió. La mirada de Amanda aquella noche era profunda y penetrante. Tenía los ojos grises, como él, pero lleno de historia. Cuando la mirabas, parecía que conociese los secretos del tiempo en su mirada. Le llenaban de vida aquellos ojos de mirada profunda.Amanda no podía creerse la mala suerte que tenía. Era demasiado para ella. Hacía apenas seis meses que había roto su compromiso con el chico de Salem que le había sido infiel. Lloró de rabia e impoténcia. Hablaría con sus padres por la mañana, estaba segura de que forzarían su decisión, era magia antigua. Si dos familias de magos arreglan un matrimonio de conveniencia, los jovenes han de casarse. Ocurre lo mismo que con el juramento inquebrantable, si uno de los jovenes tras el acuerdo de compromiso y la puesta del anillo de compromiso rechaza a su pareja, uno o los dos de sus progenitores pueden morir. Amanda esperaba que sus padres no hubiesen llegado tan lejos pero visto lo de anoche, ya no estaba segura de nada.
Se durmió entre pesadillas y caritas de elfos domesticos.
A la mañana siguiente, un intenso repiqueteo en su ventana la despertó. Al abrirla, al menos treinta lechuzas entraron por ella dejándoles cartas amontonadas encima de su cama. Al parecer esperaban una recompensa, ella sacó golosinas lechuciles y se fueron marchando por la ventana a su lechuceria a descansar un poco antes de partir.
Lo primero que cogió, y un tanto recelosa, fue el Profeta. Tantas cartas solo significaba una cosa, una buena y jugosa historia de portada. Y ¡Bingo! Allí estaba, del brazo de Draco saludando al Ministro de Magia. Parecía incluso feliz. Tiró el Profeta encima de la cama, fue al baño y se pegó una buena ducha, tras volver a su habitación cogió el periodico y leyó:
"Campanas de boda en Wiltshire.
Anoche, como es tradición, la familia Malfoy al completo presidió su fiesta navideña a la que asistireron multitud de personalidades del Reino Unido. Entre ellos, el Ministerio de Magia y muchas otras personalidades del ministerio, la joven escritora Amanda Conrad junto con sus padres, del ministerio de exteriores de cooperación internacional. Y muchos otros periodistas, cantantes, aristócratas...
Durante la velada, a la joven pareja se la pudo ver conversando con muchas personalidades, entre ellas el Ministro de Magia, que ha concedido unas palabras para el periódico "hacen una encantadora pareja, se complementan como la sal y la pimienta", dijo el Ministro. Tras la cena, espectacular como siempre, llena de variedad de colores muy vistosa y deliciosa, llegó el brindis navideño y los señores Malfoy dejaron caer que los dos tortolitos dentro de poco anunciarían su compromiso al mundo mágico. Desde el profeta, queremos felicitar a la pareja y desearles lo mejor para un futuro juntos."
Amanda estaba roja de ira, gritó lo más alto que pudo e hizo lo que mejor se le daba, escribir. COACCIÓN FAMILIAR lo tituló y empezó a escribir una triste historia sobre una chica de familia rica que se arruinó y que la casaron con un viejo viudo gordo y feo para que la familia volviese a los circulos de alto copete. No comió en todo el día. En once horas había transmitido toda aquella rabia en una novela que llegaría a lo mas alto de las ventas de libros. Se giró hacia la cama, las lechuzas no dejaron de llegar a lo largo de todo el dia, eran las ocho de la tarde y tenía un gran montón sobre la cama. Suspiró y fue abriéndolas. Cogió su pluma vuela pluma y empezó a dictar contestaciones para todas aquellas cartas de admiradores y personalidades del mundo mágico. En su cuarto había una puerta mágica que llevaba directo a la lechucería, que estaba justo al otro lado de la mansión. Tenía doce lechuzas, sus padres solamente una. Mandó a las trece con las contestaciones y les pidió que regresaran lo más pronto posible pues debían llevar bastante correspondencia. Conforme iban llegando más lechucas les pedía por favor que llevasen contestaciones gratificándolas con bebidas dulces y golosinas, las lechuzas se iban bastante satisfechas de entregar aquellas cartas.
A las once de la noche, bajó a cenar, sus padres no estaban y los elfos domesticos apenas los habían visto por la mañana, seguramente habrían ido a algun compromiso social. Amanda quería hablar con ellos con urgencia, pero al parecer ellos no tenían prisa de hablar con ella.
Cenó con un hambre voraz, tres platos de consomé de calabaza, toda una barra de pan blanco y esponjoso, un litro de coca-cola (esta bebida muggle le encantaba) y tras un eructo de sapo furioso regresó a la lechucería todas sus lechuzas habían vuelto y tras un ultimo viaje se acostó a dormir. "Vaya dia de navidad he pasado" pensó, ni siquiera había abierto sus regalos, que estaban abajo en el salón. Se acostó con gran tristeza pero se durmió enseguida.
A la mañana siguiente, varias lechuzas le dejaron cartas, esta vez nada de admiradores, sino de sus amigos de Salem y de Hogwarts.
Las cogió todas y dio golosinas a las lechuzas. Se marchó de nuevo a la lechucería y descubrió contenta que aquel montón de cartas que había dejado para que las fuesen llevando había desaparecido, llenó un cuenco de golosinas para sus lechuzas y les dio las gracias, las lechuzas ulularon cansadas, pero agradecidas.
Tras bajar a desayunar, fue al salon para abrir sus regalos, los de sus padres ya no estaban allí, los debían haber abierto ya, pero otra vez no estaban en casa. Mierda, ¿Cómo iba a hablar con ellos si no estaban en casa? Era frustrante. Abrió primero el regalo de su abuela, la única que le quedaba viva, una tiara de diamantes ¿La tiara de las bodas? a Amanda le dio un escalofrío. De sus amigas en salem, la bufanda de su antiguo colegio, blanca y negra. Un álbum de fotos de la última fiesta de Halloween, su ex también aparecia en alguna de las fotos de grupo. De sus padres, una caja de maquillajes y pergamino nuevo. Tinta de todos los colores, libros de fantasía muggles que le gustaban y un frasco de perfume. Y "Oh mi god" tambien habían regalos de Draco y de sus padres. Abrió el de Draco, era una pulsera de plata, muy fina, con unos diminutos dibujos de unicornios que se movian, se la puso enseguida, era preciosa. Y en la de los padres de Draco un abrigo de lana de Wulfriglen, un animal saltarín de color gris. Era realmente confortable. No tuvo más remedio que escribir a los señores Malfoy y, muy a su pesar, a Draco, agradeciéndoles su regalo. Junto a la carta para los señores Malfoy, mandó una botella de brandy bastante cara y singular, y para draco, unas chocolatinas le pareció poca cosa, así que añadió al paquete cigarrillos de vainilla, y unas botellas de cerveza de mantequilla y cocacolas. Tuvieron que llevarla entre dos lechuzas.
Después abrió las cartas de sus amigas de Salem, que qué callado se lo tenía, que había olvidado pronto a su ex, que el chico en las fotos parecía guapo y no se qué historias más. Amanda les escribió para que pasasen el fin de año en su casa. Una carta de su abuela explicándole porque le había mandado la tiara de las bodas, y una carta de draco que no había visto diciéndole que lo que habían escrito en el Profeta le parecía muy gracioso. Envió otra lechuza diciéndole que graciosa no era la palabra que exactamente habria utilizado ella, la última carta era de Hermione Granger. Decía que no entendía que había visto en Draco, pero que felicidades igualmente. Amanda no tuvo más remedio que escribirle una carta sincerándose. Todo aquello le quedaba grande.
Otro día más sin ver a sus padres. Y los tres días siguientes tampoco. A la casa llegaron varios periodistas pidiendo exclusivas, pero Amanda alegó que estaba ocupada y que cuando tuviera algo que decir ya les avisaría ella misma. Era treinta de diciembre, sus amigas habían llegado a casa pero de sus padres no se sabía nada. Fueron a la piscina termal que tenía en los sotanos de la casa y allí se distrajo con ellas y se olvidó de Draco durante un rato.
El día 31 fue un tanto complicado. Daban una cena multitudinaria aquella noche y Amanda, como sus padres no aparecían, tuvo que organizarla sola. Su mansión tenía forma de media O, con cuatro torreones separando las tres alas de la casa. En la central estaba la casa propiamente dicha, habitaciones, salon, cocinas, biblioteca, despacho... en la derecha, habían muchas más habitaciones aunque menos transitadas por la familia y en la izquierda había un gran salon, toda el ala, tan grande, o casi, como el Gran Salon de Hogwarts en la que se habían repartido muchas mesas redondas de ocho comensales cada una con sus respectivas sillas, todas adornadas con un lazo, adornaron con globos y demás toda la sala estuvo hablando con los elfos domésticos sobre el menú de aquella noche. En el Reino Unido no era tradición, pero en España, de dónde era su abuela, en las campanadas se comían doce uvas para dar la bienvenida al nuevo año. Así que ordenó a sus elfos que pelaran doce uvas por cada comensal invitado y las presentaran en pequeñas copas. Llegó una lechuza de sus padres avisando que llegarían un poco antes de la fiesta y que en total habían cuatrocientos veintitrés invitados. Amanda ayudó a los elfos domésticos a recolectar fruta y verdura del inmenso huerto que habia tras los invernaderos, sus amigas ayudaron tambien. A las cinco de la tarde se prepararon para recibir a los invitados, que no tardarían en empezar a llegar. Pero de los padres de Amanda, ni rastro.Amanda y sus amigas se vistieron con sus túnicas de gala. Amanda había elegido una dorada para la ocasión. Los invitados fueron llegando y llevados por las chicas al Gran Salon de la Casa. La sala estaba adornada con pelotitas flotantes doradas y blancas. A veces habían remolinillos de purpurina dorada paseándose por la estancia. Era todo muy hermoso.
Gisela, una de las amigas de Amanda llevaba la cuenta de los invitados e iba sentándolos en las mesas. Una ténue música de fondo amenizaba la noche.
Llegaron los Malfoy que saludaron fervorosamente a Amanda, ella se vio casi obligada a presentar a Draco a sus amigas que se quedaron encantadas con él y le agasajaban, Amanda pensaba que era patético, simplemente.
Y por último, llegaron sus padres acompañados del Ministro de Magia de Estados Unidos. Amanda pensó que se trataba de un pretexto ya que los Malfoy le habían dicho que sus padres habían pasado unos días con ellos en el pirineo catalán esquiando. Amanda flipaba en colores.
Cuando todos estuvieron sentados en la mesa, Amanda hizo aparecer una campanita que hizo sonar tres veces y la comida fue apareciendo en los platos.
Amanda intentó por todos los medios hablar con sus padres por que le preocupaba enormemente que hubiesen echo sin su consentimiento un compromiso de conveniencia con todo lo que acarreaba. Cada vez que pasaba por la mesa donde estaban Draco, sus padres y otros miembros del Ministerio, escuchaba "señor oscuro", "gran poder", "nuevas noticias se aproximan", "la batalla se acerca" que Amanda interpretó como que hablaban de trabajo y no quiso darle más importancia de la que pudiese tener en realidad.
Tras la cena y los pasteles vino el brindis. Delante de cada comensal aparecieron copas de cava. El señor Conrad, se levantó de su asiento e invitó a todos a brindar con él.
- Señoras y señores, en primer lugar, gracias por asistir esta noche a nuestra fiesta particular para despedir al año que se nos va y recibir con ganas al que está por llegar. Mi esposa y yo, hemos estado hablando con la familia Malfoy (Amanda miró a sus amigas buscando el consuelo que no encontró) y hemos decidido pactar un compromiso para nuestros hijos (Amanda sintió una puñalada en el pecho que fue llenando de ira a cada palabra de sus padres) Amanda y Draco, que si fuesen tan amables de venir hasta aqui para brindar con nosotros...
Amanda se acercó con su copa hasta donde estaban sus padres. Draco avanzó también pero al mirarla y ver la furia en aquellos ojos de mirada profunda, tuvo que tragar saliva pues le faltó el valor que antes poseía.
Cuando estuvieron a la altura de sus padres, brindaron todos juntos y bebieron. Lucius le dio a Draco una cajita que al abrirla Amanda descubrió un fino anillo de oro blanco coronado por un diamante puro y perfecto que Draco colocó en el dedo anular de su mano derecha. Amanda estaba consternada. No podía negarse a aquello porque sino alguno de sus progenitores moriría, sinó los dos. Amanda no pudo evitar que una lágrima traviesa recorriera su rostro.
Draco estaba abrumado ¿Amanda nunca lloraba? Simplemente amenazaba, te miraba o te intimidaba ¿Pero llorar? NUNCA.
- Nuestra Amanda se a conmovido - dijo Lucius Malfoy al gentío de la sala.
- Por la recién pareja - gritaron los padres
- POR LA RECIÉN PAREJA - corearon los invitados. Empezó el baile a unos minutos de la media noche.
Tras las campanadas siguió el baile y tras las felicitaciones de los invitados a la pareja, Amanda fue a hablar con sus padres, que estaban hablando con unos periodistas de EL PROFETA, CORAZON DE BRUJA, ENCANTADA, EL QUISQUILLOSO diciéndo que Amanda y Draco hacían una muy buena pareja y seguro que los hijos que tuvieran serían muy guapos.
- Antes de que bautices a nuestros hijos quisiera hablar con vosotros - dijo Amanda a sus padres con la mirada más fria que pudo poner.
Fueron al despacho de su padre y con un "mufiato" a la puerta para que nadie los oyera habló.
- ¿Cómo os atrevéis a elegir mi futuro?
- Pero nena nosotros... - dijo el padre pero Amanda le interrumpió.
- ¡Ni se te ocurra llamarme Nena, padre! No me casé con el ricachón de Salem porque me fue infiel antes de la boda, pero obligarme a contraer matrimonio con Draco, con Draco Malfoy a quién odio desde el primer momento en que mis ojos se posaron sobre su ruín persona, es un golpe bajo. Un golpe muy bajo.
- Cariño solo lo hemos echo por tu bien - se defendió la madre.
- ¿Por mi bien? Acaso no podríais haberme consultado antes? ¿Preguntarme al menos si Draco era mi tipo? NO, vosotros simplemente visteis un buen negocio. Pues quiero que sepáis que desde ahora voy a vivir como si no tuviese padres. Como si fuese huérfana. Desde que cumplí los diecisiete años perdísteis la patria potestad para dilapidar mi fortuna. MI FORTUNA, la que he ganado con mis libros, con mi esfuerzo Y QUE NO OS PERTENECE. Sé que no habéis aparecido por casa estos días para que no os obligara a no pactar con los Malfoy un compromiso. ¿Y si me niego? ¿eh? ¿Quién de los dos merecería más morir? Mañana mismo quiero que desaparezcais de MI CASA y que os vayáis con viento fresco hacia dónde os de la gana. Pero no quiero veros más. MÁS.
Amanda salió del despacho de su padre echa un basilisco dejando a sus padres allí solos. Volvió a la fiesta e intentó poner la mejor cara que pudo. No lo consiguió pero logró al menos disimular un poco. Draco le pidió que saliese a bailar con ella, ya no podía negarse, era su prometido. Suspiró y fue a la zona de baile a bailar con él. Sonaba un vals, que ambos bailaron con mucha solemnidad y gracia, como si sus cuerpos hubiesen nacido para el baile. Cuando la pieza terminó, todo el mundo los aplaudió.
Amanda estaba sudando, jadeaba pues tenía sed y fue a buscar un poco de ponche. Después fue Lucius Malfoy quién la sacó a bailar, un tango, el baile favorito de Amanda. Se puso a bailar con él, la movía con brusquedad, con pasión y lascivia, justo como pensaba Amanda que debía ser un tango. Al terminar, hubo nuevos aplausos.
Amanda agradeció que las horas pasasen deprisa y que los invitados se hubiesen marchado no muy tarde, para pensar en todo lo que había pasado y prepararse para el profeta que vendría al día siguiente...Amanda se despertó muy temprano pese a que se había acostado muy tarde.
Cuando se levantó vió un nubarrón negro acercándose y para su sorpresa se dio cuenta de que eran muchisimas lechuzas que se acercaban hacia su casa.
En cuestion de minutos se vio asediada por miles de pájaros que dejaban las cartas por cualquier parte. Varias veces tuvo que usar el "accio" para ir recogiendolas todas.
En la lechucería, había puesto una gran bandeja con golosinas lechuciles para que los pájaros se viesen agasajados y abundante agua fresca.
Conforme iba leyendo las cartas sentía más náuseas. "Feliciades Amanda por tu compromiso con el pequeño Malfoy", así la mayoría.
Hubo varias con pus de bulbotubérculo, pero la experiencia había enseñado a Amanda el no abrir las cartas con las manos, después de la segunda carta con pus de bulbotubérculo, abría las cartas con mágia, para evitarse malos ratos.
Las de pus eran de Pansy Parkinson y su grupito de amigas. Amanda suspiró. Tenía cartas de muchos de sus compañeros de Hogwarts. Unos le daban la enhorabuena, otros le decían que "Qué había echo" entre ellos se encontraban Hermione, Harry y Ron. Amanda sollozó.
Hubo paquetes con regalos. Vino, felicitaciones por el recien compromiso... Amanda estaba aturdida de tantas cartas. Redactó una respuesta estándar y la copió mágicamente como tantas cartas había recibido y las empezó a enviar con sus lechuzas.
Bajó a desayunar, varios de sus elfos domésticos estaban ya pastando pan en la cocina y la saludaron al entrar. Preguntó por sus padres y le dijeron que tras terminar la fiesta, sus padres se marcharon de allí con todas sus pertenencias y tres élfos domésticos que poseían antes de que Amanda consiguiese su fama y su fortuna y se marcharon a una casa oficial que el ministerio de magia británico les había ofrecido antes de salir de Salem.
Amanda se sintió de repente muy sola. Muy desdichada y sola.
Tocaron a la puerta y un elfo doméstico fue a abrir. Volvió unos segundos después diciéndole que sus amigos de la Escuela Hermione Granger, Harry Potter, Ginny y Ronald Weasley habían venido a visitarla. Amanda los hizo pasar a las cocinas pues no había desayunado y tenía hambre. Además de que todavía estaba en pijama y batín. La saludaron tímidamente con la mano, la casa imponía a cualquiera, y los elfos domésticos les pusieron un plato delante para que desayunasen ellos también. Un rato después se les unieron cuatro de las amigas de Amanda de su instituto Americano.
Hablaron de cosas triviales, Amanda les enseñó el anillo con una sonrisa forzada. Era un bonito anillo.
- ¿Y no puedes negarte a casarte con él? - preguntó Ron con la boca llena.
- No Ron. Es un Compromiso de Conveniencia, es como un Juramento Inquebrantable, si lo rompes tus padres pueden morir.- respondió Hermione. Ron puso mala cara.
- Así es. Tengo que casarme con Draco si no quiero ver morir a mis padres - suspiró.
- Tampoco es tan malo - dijo una amiga suya - El chico no es feo, es educado y de buena familia.
- El estatus de sangre me es bastante indiferente Graciella. Yo soy de sangre pura, él también. ¿Qué tiene que ver? - preguntó Amanda.
- No me refería a eso. Me refiero a la posición social.
Volvieron a llamar a la puerta. Varios elfos domésticos fueron a abrir y al volver avisaron de que había un grupo de periodistas en la puerta de la casa. Amanda respiró profundamente, abrió los ojos y dijo que les hicieran pasar al despacho vacío de su padre. Harry y Ron fueron con los periodistas, Amanda, Hermione, Ginny y las chicas fueron al cuarto de Amanda para ver que ropa se ponía.
Se decantó por unos vaqueros y un jersey a rayas rojas y blancas, parecía Wally de los libros de Buscar a Wally. Fue al despacho y atendió a la prensa.
- Antes que nada me gustaría que se presentasen.
- Amelia de "Corazon de Bruja".
- Johana de "Encantada"
- Bertha de "El Profeta" - y así siete periodistas más.
Hubo muchas preguntas sobre el compromiso. Amanda respondió que claro que le hacía ilusión casarse, como no. Que lo que sentía por Draco fue un flechazo mutuo desde el primer instante en que se vieron. Que sus padres eran muy amigos de los suyos y que la boda seguramente se realizaría en julio, cuando hubiesen terminado los estudios. Por supuesto vivirían en su casa, que era grande y espaciosa para criar a todos los hijos que habían pensado tener juntos.
Tras un rato después los periodistas se marcharon satisfechos y Amanda cayó rendida en una butaca.
- ¿Un flechazo mutuo? - preguntó Ron con cara de asco.
- Por supuesto - rió Amanda - ¿Acaso tú no le habrías lanzado una flecha a Draco el primer día que lo conociste?
Todos rieron. Pasaron un agradable día de primeros de Enero. Amanda todavía no había visto el profeta. Pero estaba segura de que lo que allí pondría no le gustaría nada en absoluto.Amanda se despidió de sus visitas aquella misma tarde. Sus amigas volvieron a Salem y Hermione y sus amigos se marcharon por la red flu.
En la biblioteca se encontraba, delante de las revistas de Corazón de Bruja, Encantada, El Quisquilloso, el diario Profeta entre varios otros.
Miró por encima las revistas sensacionalistas y en todas la portada era la misma Amanda y Draco bailando sonrientes bajo un título que rezaba "La pareja del año".
Amanda ya reía por lo ocurrido, no podía llorar de la rabia...
Cogió El Profeta y miró la portada, como no, ellos. Estaban cogidos de la mano y hablándo con el Ministro de Magia Inglés.
"CAMPANAS DE BODA BAJO LA MANSIÓN WILTSHIRE.
Antes de lo que nos esperábamos, solamente siete días después, las familias Malfoy y Conrad han anunciado el compromiso matrimonial de sus hijos Draco y Amanda.
Los padres de la joven, atendieron a los medios en la fastuosa fiesta de Fin de Año que habían preparado en la Mansión Book, en el monte Stanton. Amanda estaba muy emocionada, seguramente de los nervios del acontecimiento.
Después nos enteremos que los padres de Amanda van a abandonar la Mansión de su hija, suponemos porque la pareja se instalaría en ella este proximo verano como segun dicen las malas lenguas se celebraría el enlace.
Qué decir que el menú fue exquisito y sin precedentes lleno de variedad y calidad. Hubo baile y concierto de los Druidas Paganos, un famoso grupo mágico.
Desde el Profeta la mayor felicidad para la pareja".
Amanda dejó el periodico, en fin, el mal ya estaba echo y no había vuelta atras.
Se acostó triste, sola entre aquellas grandes paredes. Soñó con un chico rubio que la hacía padecer durante mucho tiempo.
Abrió los ojos. Era casi mediodía. Tenía la cama cubierta de cartas. Las fué abriendo y se le hicieron las tres de la tarde. Estaba harta de las felicitaciones pero bueno, las contestó todas con una respuesta estándar. Recibió el profeta y las revistas pertinentes.
En el profeta pusieron un largo reportaje sobre la entrevista que hizo el dia anterior en su casa.
Habló sobre la fiesta de navidad en casa de los Malfoy, la fiesta de Fin de Año en su casa. De que sus padres se habían marchado a vivir a Londres. Que al principio no estaba muy convencida del compromiso pero que lo ha cogido de buen grado. Confesó de que el compromiso lo habían arreglado sus padres con los de Draco mientras habían pasado unos dias esquiando en los Pirineos. Draco era un chico apuesto, había confesado, seguro que habrían muchos corazones rotos por motivo de este noviazgo pues Draco tenía admiradoras en Hogwarts, habló de muchas cosas más, pero Amanda abandonó la lectura del periodico y se fue a los hinvernaderos a cuidar de sus plantas.Amanda había decidido ir al Andén 9 y 3/4 por el método muggle, así tardaría más y tendría tiempo para seguir asimilando su nueva situación.
Antes de marcharse había dado órdenes a sus elfos domesticos para que cuidaran de todas sus flores voladoras, criaturas y seres que vivían entre sus tierras. Les deseó mucha suerte y se marchó. Se aparició a las afueras del pueblo muggle y buscó un taxi hasta que lo encontró. El taxista la miró extrañada aunque iba vestida como otra muggle más. Metió el baúl en el maletero y Amanda se sentó en el asiento trasero derecho del taxi. La llevó hasta Londres, a la estación de trenes de King's Cross. Le pagó y cogió un carrito. No llevaba animales pues sus lechuzas iban volando libres hacia el castillo, aunque no tenía más animales le hacía ilusión tener un gato persa.
Cruzó el humbral mágico y se encontró delante del expreso de Hogwarts.
Subió al tren y buscó un compartimento vacío, encontró uno justo a la mitad del tren y se sentó. Dejó su mochila pero antes sacó un libro y se puso a leerlo. Al poco tiempo una joven de cabellos oscuros y ojos llorosos la increpó, venía con dos chicas más.
- ¡Te parecerá bonito lo que has echo! - dijo la joven.
- ¿Yo? Pobrecita de mi, ¿Qué te he echo yo si se puede saber? - A Pansy Parkinson le dio una rabieta y gritó.
- ¡Lo sabes PERFECTAMENTE! Por tu culpa Draco... - la frase se quedó a medias pues Draco apareció por la derecha de Pansy.
- ¿Qué está pasando aquí? - dijo Draco bastante molesto.
- Yo... yo solo... - empezó a decir Pansy.
- ¡Cariño! - dijo efusivamente Amanda para molestar a la Parkinson - ¡Cuantos días sin vernos! ¿Me has echado de menos? - Draco sonreía por la reciente cariñosidad de Amanda.
- Claro, como no echarte de menos - Pansy estaba al borde del colapso.
- ¿Sabes? He visto un gatito monísimo en la tienda de Animales Mágicos del Callejón Diagón. ¿Crees que sería un bonito regalo para el día de San Valentín? - Draco le dio un beso en la mano.
- Claro. Todo lo que tu quieras - Draco estaba embobado con la nueva actitud de Amanda, las veelas podrían estar celosa de como utilizaba sus encantos.
- ¿Te sentarás conmigo para el viaje?
- Bueno, solo un rato. Soy Prefecto ¿Sabes? he de sentarme en el primer vagón.
Pansy Parkinson se fue llorando con sus dos amigas hacia el final del tren dónde tenían sus cosas y cerraron de un portazo. Draco se sentó al lado de Amanda y le cogió la mano.
- ¿Y qué clase de gatito te gustaría tener? - le preguntó Acariciándole el brazo.
- No sé - Amanda se hacía la melosa aunque lo que tenía ganas era de partirle la cara - Uno de esos peluditos que parecen peluches - le rozó la nariz con la suya.
- ¿Y de qué color?
- Blanquito, como la nieve.
- ¿Y no preferirías un hurón blanquito? Puedo ser muy cariñoso - A Amanda eso le vino de sorpresa ¿Draco humillandose recordándole que fue un hurón eso se merecía un beso?
Amanda y Draco se dieron un beso. Despacio. Apenas rozándose los lábios. Después vino un beso más apasionado hasta que fue un remolino de besos que cesó cuando Draco posó una mano sobre el pecho de Amanda, que ésta cogió al instante y la apartó.
- Draco, querido, ésto es para nuestra noche de bodas, no te precipites - le dijo melosa. Amanda había disfrutado de aquel beso. El tonto Malfoy besaba bien, algo es algo, no sería solo cal lo que consiguiese de su matrimonio con él.
- Lo, lo siento - se disculpó.
Intentó darle otro beso, pero ella se excusó diciéndo que debería ir al primer compartimento ya que era Prefecto. Él sonrió y se marchó, aunque antes le besó en la mano. Tras la marcha de Draco entró Harry, Ron y Hermione en el compartimento. Ron y Hermione debían ir al principio con Draco pues ambos eran Prefectos de Gryffindor. Harry se sentó en frente de Amanda y cogió el libro que ésta había estado leyendo. "Los cuentos de Beedle el bardo", eran cuentos infantiles, pero aquella edición era la primera que se había impreso, era muy valiosa y le tenía mucho cariño.
- ¿De qué tratan? - preguntó Harry.
- Son varios cuentos. Léelos si quieres, me los sé de memoria.
- ¿Entonces porqué los leías?
- Fue un regalo de Navidad de mi abuela. Ese libro ha estado en mi familia desde hace muchos años y bueno, mis abuelos decidieron regalarmelo.
En ese instante en que Harry leía y Amanda miraba por la ventana Pansy Parkinson con los ojos todavía más rojos e hinchados volvió varita en ristre y apuntaba a Amanda.
- No te casarás con Draco.
- ¿Y tú me lo vas a impedir? Por cierto Harry - dijo mirando al chico - No te he enseñado mi anillo de compromiso - le mostró el anillo haciéndolo destellar para que brillase más y que Pansy le corroyera la envidia.
- ¿Sabe Draco que estás sentada en el mismo compartimento que Potter y a solas? - dijo Pansy con un gritito histérico.
- No. Pero seguro que se enterará enseguida porque tú se lo dirás, ¿verdad?.
Pansy sonrió malévolamente y desapareció.
- Amanda, Draco y yo nos odiamos desde el primer día que nos encontremos en Hogwarts.
- No temas. Draco no te hará nada, al menos delante de mi.
Unos minutos después Draco abrió la puerta del compartimento hecho un basilisco.
- ¿Qué hacías aquí sola con Potter? - dijo atravesando a éste con la mirada.
- Nada en absoluto. Él esta leyendo desde que ha entrado y yo miraba tranquilamente por la ventana.
- No te creo - dijo éste.
- ¿Por qué no? ¿Prefieres creer a Pansy que ha venido y me ha amenazado con la varita y se ha ido corriendo a decirte que estaba en el compartimento con Potter?
- ¿Te ha amenazado? - dijo éste girándose a Pansy.
- Sí, me ha dicho textualmente que no me casaré contigo si ella logra impedirlo. Y se ha ido con el cuento cuando le he enseñado el anillo de compromiso que me regalaste.
- Pansy ¿Es eso cierto? - dijo con toda la malicia que pudo. Pansy no contestó, ni siquiera le miró a los ojos.
- ¿Y Potter no tenía otro sitio donde sentarse? - Harry lo miró con ojos de odio.
- Venga Draco, déjalo ya - Amanda se volvió a poner melosa - es casi la hora de comer. ¿Por qué no olvidas lo que ha pasado y comemos juntos?
- Claro - Pansy se marchó llorando y Draco solo tenía ojos para Amanda, incluso se olvidó de que Harry se encontraba allí.
Pasó la señora del carrito y Amanda compró pasteles de caldero, empanada de calabaza, zumo de calabaza, caramelos... Le pagó a la mujer. Repartió la comida entre los dos y le dio una parte a Harry. A Draco no le hizo mucha gracia, pero Amanda le distrajo enseguida. Solo hacía que hacerle mimos, ofrecerle bebida y darle besitos cariñosos. Harry pensaba que iba a vómitar. Se concentró el el cuento hasta que lo terminó. Después se disculpó. Dejó el libro en el asiento y salió a tomar un poco el aire.
Amanda y Draco terminaron de comer e hicieron desaparecer las sobras. Draco volvio a buscar las atenciones de Amanda que ella generosa le ofreció, pero paró en seco y le pidió por favor que delante de ella no le hiciese escenitas de celos ni se metiese con ningún alumno. Draco no estaba por contentarla pero cuando Amanda le dejó tocarle el canalillo él se lo prometió.
No tardaron mucho más en llegar a Hogwarts, Draco tuvo que ausentarse para cumplir con sus labores de prefecto y Harry volvió. Amanda le dijo que andase con cuidado pues Draco intentaría vengarse. Harry le dijo que no se preocupase. También le dijo que quizá en alguna ocasión sería grosera con él para contentar a Draco, y que si llegaba a hacerlo lo sentiría mucho.Amanda estaba absorta en sus pensamientos. Aquél último año había resultado ser de lo más abrumador. La tercera noche de su regreso, deambuló por los pasillos agradeciéndo la tranquilidad y la soledad.
De repente, esuchó unas voces tras un récodo del pasillo.
- ¡Me dijiste que me querías! - esa voz le sonaba mucho.
- Y te quiero. Yo nunca he dicho que no te quisiera - Amanda no se lo podía creer, era Draco, y la chica Pansy. No pudo evitar sentir una punzada de dolor en el pecho.
- Entonces por qué estás prometido.
- Fue un arreglo de nuestros padres, ya te lo dije por carta. No se puede hacer nada. Si me niego a casarme con ella, mis padres pueden morir, es magia antigua.
- Entiendo. Ella sabe algo de tu misión en Hogwarts.
- No, no sabe nada. Y prefiero que no sepa nada ¿Entiendes? - se oyó un forcejeo.
- ¡Suéltame! Bruto, que me estás haciendo daño.
Escuchó ruidos de besos y caricias y unos gemidos que cesaron cuando Pansy dijo que se estuviera quieto, que si quería algo de aquello debía encontrar la forma de dejar su compromiso con Amanda. Que ella no iba a ser la "otra".
¿Cómo podía Draco besarla con pasión y después besar a la Parkinson? Le dolió y una lágrima traviesa se le escapó y corrió por su rostro. ¿Por qué le importaba tanto? ¿Amaría a Draco y no se había dado cuenta? Recordó a su anterior prometido, al que había amado de corazón como solamente puede amarse a una persona en la vida. Aquellos ojos marrones y aquella sonrisa. Volvía a sentirse engañada. ¡Eso era! No era amor por aquél repelente de ojos grises. Era el sentirse engañada nuevamente.
*** *** ***
Varios días después, mientras se encontraba en la biblioteca, apareció Draco por detrás y la cogió de la cintura.
- Hola hermosura - le dijo al oído.
- Hola Draco - dijo ella.
- Te traigo una cosita - le tendió una cajita pequeña que al abrirla resultó ser unos pendientes en oro blanco y una perla.
- ¿Son perlas auténticas?
- Claro que son auténticas ¡Por quién me tomas! Yo no te regalaría baratijas.
Se dieron un beso y Draco se marchó.
Amanda se puso los pendientes y buscó su reflejo en el cristal, eran unos pendientes preciosos. Sonrió. Ya que no podía escapar de todo aquello, disfrutaría de momento, si tenían que morir los padres de alguien, que fuesen los de Draco.
*** *** ***
Enero dejó paso a Febrero. San Valentín estaba cerca y había un viaje programado para Hogsmeade para el día siete.
Amanda se encontró con Draco en un pasillo y lo abrazó, tras él estaban sus amigos Crabbe y Goyle y Pansy y sus amigotas iban con ellos, no pudo dejar de observar que Pansy lucía unos pendientes parecidos a los suyos pero más pequeños, como si solo llevasen la perla y nada de plata. Sonrió más.
- ¡Draco! que suerte, te andaba buscando - mentira cochina.
- ¿Y para qué me buscabas?
- Bueno - se hacía la cariñosa y le salía de perlas sobre todo para chincar a Pansy - te buscaba para que me dieras un beso y... para preguntarte si vas a ir a Hogsmeade el día siete.
- Claro que iré a Hogsmeade. - Le plantó un beso en la boca.
- ¿Entonces... te apetece que vayamos juntos?
- ¡Claro! Será estupendo.
- Bien. Entonces te esperaré en el hall el día siete.
Se volvieron a besar y se despidieron.
Aquella noche volvió a pasear sin rumbo por el castillo llegando al punto donde había encontrado el mes anterior a su prometido con Pansy.
Casualmente los encontró allí nuevamente. ¿Se encontrarían todas las noches?
- Draco, no quiero que vayas a Hogsmeade con ella.
- ¿Qué quieres que vaya contigo?
- Obviamente.
- Eso no puede ser Pansy, por que no entras en razones, no puedo ir allí contigo, si nos ven juntos sus amigas le irán con el cuento y se enterará.
- ¿Y qué si se entera? No puede romper su compromiso compromiso contigo, que se joda si es una cornuda.
Amanda cogió fuertemente la varita. Pansy Parkinson se mofaba de ella y eso no quería tolerarlo. Era animaga, en américa las leyes eran más permisivas con eso, además de metamorfomaga. Se convirtió en una gatita negra y blanca que se paseaba llevando en la boca un ratón de peluche que siempre que llevaba en el bolsillo en su forma humana para casos de emergencia. Se quedó allí con el ratón en la boca y los miraba. Se acariciaban y él la besaba en el cuello, hubo un momento que ella le cogio de sus posaderas y después de un momento de desabrochamientos de blusas y de que él acariciara sus pechos metió una mano por debajo de la falda de Pansy y jugueteó un rato en el "escondite" de Pansy.
Amanda no lo resistió más, no era una voyeur y no quería ver aquello, aunque se quedó apartada para ver si llegaban a más, pero no miró. Pansy le dijo que parase y se marcharon por dónde habían venido, estuvieron mirando a la gata que movía molesta la cola con el raton en la boca.
Amanda estaba que iba a estallar de ira.
Un par de días después, se encontró con Draco y éste se disculpó por no poder acompañarla a Hogsmeade, porque tenía que preparar trabajos atrasados. Amanda, suspicaz, dijo, está bien, no pasa nada, a mi tampoco me apetecía mucho ir. Me quedaré en mi sala común, Marietta tiene un nuevo juego muy divertido.La mañana del siete de Febrero nevaba tímidamente. Amanda se apresuró y cogió uno de los primeros carritos suponiendo acertadamente que Pansy y Malfoy esperarían al final para no ser vistos y aprovechar para ir en el mismo trineo.
Una vez en Hogsmeade, Amanda fue a una tienda que vendían cosas de varios tipos, entró para ver qué encontraba y vio una pulsera de plata ancha con unos dibujos de serpientes que se movían por la pulsera, hizo que le grabasen el nombre de Draco y tras él su nombre y la fecha de san valentín de aquél año.
Se marchó contenta no sin antes comprar un par de cosas para ella. Entró en la tienda de Sortilegios Weasley que a petición de Hermione había puesto una pequeña sección de ropa para elfos domésticos. Amanda compró calcetines para todos sus elfos domésticos, normales para los machos y con puntillas para las elfinas. También compró unos sombreritos y unos guantes, los Gemelos estaban encantados por el pedido enorme ya que Amanda tenía más de doscientos elfos domésticos, le prometieron que el pedido lo recibirían antes de tres días en la mansión de Amanda.
Salió y entró en una tienda de animales, allí habían unos gatitos persas, marron, blanco, negro y gris y le dijo al dependiente que se los quedaba todos, que su prometido pasaría por la tienda para ver animalitos ya que ella le había insinuado que quería un gatito para san valentín. Que no le dijese que había estado por allí, que pagaba los tres gatitos y él que pagase el cuarto. Y que para el día de San Valentín se los enviaran al castillo. Salió de allí tras hacer un gran pedido de comida de animales y accesorios para gatitos, las correas se las guardó en el bolso.
Salió y deambuló por el resto de tiendas. Compró varias cosas y mientras miraba distraída un escaparate, con una boina blanca y un abrigo color crema, se giró y vio a Draco saliendo del salón de té de madamme Pudipié abrazados y en medio de la calle se dieron un beso. Pansy reía. Amanda se encontraba de espaldas a ella, Draco levantó la vista y la vio. No sabía si se sorprendía pues ella había ido a Hogsmeade como él. Se separó de la chica y se acercó a ella.
- Espero que alguno de tus padres esté padeciendo una fuerte pulmonía por tus contínuas faltas de respeto hacia mi persona - lo dijo todo lo fríamente que pudo.
- ¿Tú crees?
- Lo espero con todo mi corazón. Vengo de comprarte tu regalo de San Valentín, por eso he venido al pueblo. Pensé que tú querías venir por tu lado para comprármelo sin que nos viéramos el uno al otro. ¿Qué equivocada verdad?
- Lo... lo siento. Yo no... no pretendía que te enterases, asi.
- Claro, lo mejor es que no me hubiese enterado nunca ¿Verdad?
- Supéralo Conrad - dijo Pansy apoyándose en el hombro de Draco, éste parecía muy incómodo.
- ¿Que lo supere? Cada beso que le das a Draco o que éste te da a tí acerca a sus padres un poco más hacia la muerte. ¿Lo entiendes? Si causas la muerte de sus padres, te aseguro que mantener a Draco a tu lado te va a costar muchísimo más.
Hubo un silencio incómodo que Amanda rompió.
- Yo no voy a ser quién rompa éste compromiso. No voy a poner a mis padres en peligro. Pensé que después del caos que se había montado a nuestro alrededor lo mejor era que nos llevásemos bien. Que aprendiésemos a querernos. Veo que me equivocaba.
Una lágrima traicionera le recorrió los rostros y cayó en la fría nieve. Se marchó por dónde había venido y a lo lejos escuchó una acalorada discusión de Draco y Pansy.
Entró en las tres escobas pero estaba a rebosar. Se marchó de allí y entró en la Cabeza de Puerco. Pidió un whisky de fuego, y tras ése vino otro más y otro más.
Pagó y se marchó de allí, hizo algunas compras y algunos encargos y volvió andando a Hogwarts por más compañía que la fina nieve que caía.
Al llegar a las puertas del castillo, llevaba ya los lábios amoratados y mucho frío. Fue directa a la enfermería a por una poción de pimienta para que entrase en calor y no terminar con una pulmonía.
Lloró en su habitación. Y lloró por Draco. Por su anterior prometido y por sentirse engañada. Lloró por creer que la vida era un asco. ¿Por qué ella no podía ser feliz como el resto de la gente?
Estuvo mirando por la ventana de su habitación lo que le pareció horas, entró una compañera suya que dijo que un prefecto de Slytherin estaba buscándola. Preguntó si era Draco y su amiga asintió.
- Dijo que esperaría a las puertas de la Sala Común hasta que salieses.
Amanda se levantó, se peinó y bajó a la sala común. Cruzó el umbral y le vio. Llevaba una rosa ivernal en las manos y estaba sentado en un banco frente a la puerta. Al verla se levantó como si llevase un muelle en el culo.
- Dime - dijo Amanda de forma seca.
- Yo, venía a disculparme contigo - le tendió la rosa - es para tí.
- Seguro que a Parkinson le has regalado doce como ésta.
- No. Lo he dejado con Pansy. Te prometo que nunca más la volveré a ver.
- No te creo - Amanda se acercó a un candil que iluminó su rostro y Draco se dio cuenta que había estado llorando.
- Tienes los ojos rojos.
- Si, ya lo sé.
- Siento ser el causante de tanto dolor.
- No sé si lo sientes de corazón.
- Amanda, vengo a hacer las paces. De verdad que lo siento. ¿Nunca has engañado a nadie?
- No Draco, por si no lo recuerdas mi anterior prometido fue descubierto por mi en la cama de nuestra recién construída casa con una compañera de clase.
- No, no me acordaba. Lo siento profundamente.
A Amanda otra lágrima se le escapó de los ojos que Draco recogió con su mano.
- Te prometo Amanda, que a partir de éste momento no vas a conocer la tristeza entre nosotros. Cierto es que te he fallado, pero antes de que nuestros padres tuviesen la genial idea de que nos casásemos, Pansy y yo manteníamos una relación que duraba ya tres años. Me ha costado despegarme de ella. Creo que no la amaba, sinó que estaba acostumbrado a ella. Cuando estoy contigo, me cuesta hablar a veces. Me perturbas los sentidos. Siento que algo me quema por dentro. Me duele verte y a la vez no saber de ti. Me duele, me duelen tus ojos.
- ¿Mis ojos?
- Sí. Me duele como me miras. Incluso cuando me dices cosas bonitas o nos encontramos, tus ojos no brillan de felicidad, puedes fingirla, pero no eres feliz.
- Draco, no quiero hablar de este tema.
- ¿Por?
- Por que no he sido feliz en mi vida. No tuve una niñez agradable y no he tenido verdaderamente amigos nunca. Hasta que entré en Salem. Tuve amigas y amigos. Y conocí a un chico, maravilloso. Que me hacía reír y era divertido. Y lo descubrí acostándose a mi mejor amiga. No te imaginas lo doloroso que es ver a las dos personas en las que más confías a parte de tus padres apuñalándote de forma tan vil.
Amanda estalló en llanto y Draco la abrazó.
- Te juro, por mis padres, por mi vida y por la tuya. Que jamás, durante el tiempo en que duren nuestras vidas juntas no te volveré a engañar.
Se volvieron a abrazar y se besaron. Amanda necesitaba afecto en aquél momento, pero no terminaba de fiarse. Juliane McPherson pasó por allí y Amanda le pidió que fuese el testigo de un juramento inquebrantable, al principio dudó pero accedió finalmente. Amanda le dio las gracias y se marchó junto a Draco a una aula vacía.
Primero se besaron como las primeras veces, después la pasión les envolvió. Draco le quitó a Amanda el jersey de un estirón despeinándola, ella hizo lo mismo. Le quitó los botones de su camisa con la boca, ella simplemente le pegó un estirón arrancandole los botones a Draco. Le bajó los pantalones y él le quitó las braguitas. Llevaba todavía la faldita puesta pero Draco no quiso que se la quitase.
Entre besos y caricias de lo más lascivo, Draco entró en Amanda. Y aquél contacto fue algo que al parecer, necesitaban ambos desde hacía tiempo.
Amanda estaba sentada en un pupitre y Draco le envestía de pie. Ella se cogía del cuello y gemía a su oído. Draco no pudo más porque aquellos susurros de gozo le estaban volviendo loco.
No pudo evitarlo y terminó mucho antes de lo que habría querído, pero no pudo aguantarse mas.
Se había apoyado en Amanda, estaba sudoroso y temblaba. Se besaron. Se volvieron a vestir y se abrazaron. Amanda sabía que no había actuado conscientemente, sino llevada por aquél remolino de sentimientos que la habían vuelto débil, pero no había arrepentimiento. Y se sintió feliz.
Se despidieron hasta el día siguiente. Y Amanda tuvo una nueva idea para un libro sobre intrigas y celos. No durmió en toda la noche. Lo terminó en veinticinco horas. Tomó una poción de descanso que te recuperaba de no dormir por las noches y se marchó a comer al Gran Salón. Saludó a Draco desde lejos, ahora sí que le brillaban los ojos.La mañana se San Valentín Amanda se despertó abrumada por una fragancia muy agradable. Tenía la cama cubierta por pétalos de rosa y al lado un Jarron de cristal con un enorme ramo lleno de margaritas blancas y azules. Sus favoritas. Se emocionó enormemente al ver que en la parte dónde se estrechaba el jarrón había una filigrana de plata con un escudo heráldico. Pero... ¿Era posible? Era el escudo que había estado dibujando con draco la otra tarde, una serpiente en un árbol y una pantera sentada bajo él. Y debajo las iniciales DM AC. Se vistió rapidamente y bajó al Gran Comedor, llevaba los regalos de Draco en el bolsillo interior de la túnica. Miró hacia la mesa de Slytherin pero no le vio, asi que se sentó en su mesa y se puso a desayunar, al poco escuchó un tímido "miu" tras ella y al girarse vio a Draco llevando una cesta de mimbre con los cuatro gatitos dentro, cada uno llevaba un lacito de regalo en el cuello. Todo el Gran Salón se maravilló de la sorpresa y desde la mesa de Slytherin Pansy Parkinson taladraba a Amanda con la mirada deseándole la peor de las muertes.
Tras los gatitos que pronto pasaron de mano en mano por la mesa de Ravenclaw, vinieron chocolates, pergaminos, plumas, perfumes, adornos para el pelo, un conjunto interior muy provocativo y varias cosas más.
Dejó a los gatitos al cuidado de Marietta y se fue un rato con Draco al jardín del colegio. Por allí habían varias parejas paseando por la nieve y eventualmente algún pajarillo de invierno.
Se posaron bajo un sauce llorón (literalmente) y se abrazaron.
- Te prometo que todos nuestros días especiales van a ser igual o mejor que este.
- ¿De verdad lo dices Draco?
- De verdad - y se besaron.
Volvieron al colegio tras el paseo y Draco se marchó para terminar un trabajo que tenía pendiente. Amanda regresó al Gran Comedor recogiendo todas las cosas y llevando a los gatitos con ella. En la Sala Común habían unos tazones de leche para gatos que se llenaban conforme se terminaban, y pienso para gatitos al lado.
Estuvo durante toda la mañana allí mirando y jugando con los gatitos, subió a la habitación y los gatitos la siguieron. Bajó y tras ella bajaron los gatitos de nuevo. En su mano llevaba cuatro collares de gato, y los fue colocando a los cuatro pequeños. El marrón se llamaría Varón, la Blanca Duquesa, la Gris Dama y el Negro Conde. Les dijo sus nombres en voz alta y los gatos maullaron satisfechos.
Amanda bajó al Gran Comedor, pero había un gran barullo en la puerta del colegio.
- ¡Señores ya les he dicho que no vengan a molestar a los alumnos! - dijo Severus Snape.
- Pero queremos saber la verdad, quermos una entrevista con la señorita Conrad.
- La señorita Conrad estudia en el colegio y está preparando sus examenes, no queremos que sea molestada ni ella ni el resto de alumnos.
- Pero mañana en todos los periódicos saldrán unas afirmaciones anónimas sobre un montón de rumores y queremos saber si son ciertos.
- ¿Qué rumores? - dijo Amanda desde atrás. Dejaron paso los profesores y algún que otro alumno y vio a un grupo de no menos de seis periodistas que la miraba.
- ¿Es cierto señorita Conrad que Draco solo sigue con usted por que no mueran sus padres debido al conjuro de Compromiso Familiar?
- ¿Es cierto que está embarazada de su anterior prometido?
- ¿Es cierto que los Malfoy están arruinados?
- ¿Es cierto que no se habla con sus padres desde la fiesta de fin de año?
- ¿Es cierto que Draco tenía novia cuando le obligaron a comprometerse con usted?
- ¿Es cierto que la boda será en julio?
- ¡Señores! Por favor, de uno en uno. Supongo que esto viene de una carta anónima echándome por los suelos. Y sé quién es. Sus iniciales son PP y es una alumna de este colegio. Me ha estado molestando durante todo el curso y atacado en diversas ocasiones. Piensa que Draco le pertenece, pero Draco no la quiere, solo que como le calentaba la bragueta iba a buscarla de vez en cuando. Sobre si estoy embarazada, con mi anterior prometido lo dejé en marzo del año pasado, hagan sus cuentas. Los Malfoy gozan de una buena situación financiera, la boda no será en julio, todavía no la hemos fijado. Y no, no me hablo con mis padres porque me han obligado a casarme sin pedir mi opinión siquiera. Y es posible que en un principio Draco y yo hemos seguido juntos por el bienestar de nuestros padres, pero les aseguro que ese sentimiento ha ido a más. Ya tenemos un escudo familiar. Y por favor, no vengan a molestarme más, estoy estudiando y necesito aplicarme mucho para aprobar los exámenes. Si quieren que haga declaraciones envíenme lechuzas y en julio organicaré una rueda de prensa contestando a todas las preguntas que me envíeis. Buenas tardes.
Amanda se adentró hacia el interior del Castillo, los profesores la imitaron y finalmente el resto de alumnos que se habían agolpado allí. McGonagall la felicitó por el temple mostrado con los periodistas, y allí, sonriendo malévolamente estaba Pansy Parkinson.
- No me mires así Pansy, tan satisfecha por la broma. Mañana te vas a llevar una sorpresa con el Profeta. - le dijo soberbia Amanda.
- ¿Tú crees?
- Yo creo.
*** *** *** *** ***
El profeta del día siguiente:
"Amanda y Draco, el blanco de los celos de una alumna no correspondida.
Ayer por la mañana, una carta anónima anunciaba una serie de comentarios sobre Amanda Conrad, la joven escritora, y su prometido Draco Malfoy.
Decía que Amanda estaba embarazada de su anterior relación, que Draco no la amaba y estaba con ella solamente por asegurarse la salud de sus progenitores. Que los Malfoy estaban arruinados y otras muchas afirmaciones que Amanda, muy correcta nos ha desmentido.
Es más, nos ha contado que la tal PP, iniciales a los que pertenece la alumna despechada por el joven Draco, la ha estado molestando durante todo el curso, llegando a atacarla en más de una ocasión. Que estaba coladita por Draco, aunque entre risas nos dice que puede que por los galeones de su cuenta familiar en Gringott's. Draco estaba con ella, pero no eran novios. La tal PP es una chica fácil que le calentaba la bragueta a Draco y por eso en ciertas ocasiones buscaba su compañía.
De aquí disculparnos con la señorita Conrad, por haber dado crédito a estos rumores que no tenían ninguna coherencia ya que eran sacados de una mente enferma de celos por el atractivo y joven Draco Malfoy."
Pansy gritó tras leer el periódico. Se dirigió a la mesa de Ravenclaw y la apuntó con la varita.
- ¡Cómo te atreves a decir esto de mi!
- ¿Yo? Pobrecita de mi. Solo he puesto unas iniciales, has sido tú, necia, la que has echo que todos los ojos se vuelvan hacia tí confirmando tus enfermizos celos.
- Te odio.
- El sentimiento es mutuo.
Snape se acercó a Pansy por detrás y se la llevó a rastras diciéndo algo sobre humillar a la casa de Slytherin.
Pansy estuvo al borde de que la expulsaran. Amanda se quedó con las ganas de verla enloquecer por la ruptura de su varita, pero no pudo ser, que penita.
Draco se excusaba a menudo de pasar tiempo con ella porque tenia que estudiar, aunque la verdad es que algo tramaba, Amanda estaba segura.
En una ocasión, Hermione y Ron estaban hablando de eso en la biblioteca cuando ella llegó. Aunque no sabían de qué se podía tratar, cuando la veían llegar callaban, pero Amanda les animaba a seguir hablando pues ella también estaba segura de que Draco se traía algo entre manos aunque tampoco atinaba a descubrir el qué.
Por más que intentaba que Draco se lo contase, más estresado parecía él. Dijo que le habían mandado encontrar algo y arreglarlo. No dijo nada más.
Marzo pasó y después llegó abril y el calor de mayo con todo el jardín de Hogwarts repleto de flores.
Amanda para animarse, se trajo a unas flores voladoras de su casa, por medio de los elfos. los "chiquiprí" de las flores la animaban mucho y en varias ocasiones la ayudaban a relajarse dibujándolas. Eran unas flores muy coquetas.
Llegó la semana de los EXTASIS, que examenes más complicados. Amanda puso todo lo que pudo de su parte, aunque pensaba que los habría suspendido. Los miembros del consejo de examinacion eran muy severos y siempre estaban apuntando cosas en sus cuadernos.
La primera semana de junio fue relajada, tras los examenes finales todo era paz y tranquilidad. Los de séptimo ya no tenían que estudiar. Recogían de las aulas de los profesores todos los trabajos que habían realizado en aquellos siete años, algunos tuvieron la genial idea de regalarse agendas para que sus compañeros les escribiesen citas que recordar durante el resto de su vida. Al final todos los alumnos de séptimo terminaron comprandose aquellas agendas negras.
Ron y Hermione le contaron a Amanda que Harry había estado ayudando a Dumbledore a buscar algunas cosas, pero que no sabían muy bien qué. En algunas ocasiones habían logrado romper algunos artilugios de magia oscura pero faltaban un par que no lograban encontrar. Fotos de famosos desnudos
Amanda tuvo un mal presentimiento que Hermione también tuvo...
*** *** *** *** *** *** ***
Siento dejarlo aqui. El próximo capitulo será la batalla de Hogwarts. Un besazo a todos!!
Vio a Draco caminando por el pasillo y le besó. Sus lábios eran fríos, sus ojos estaban vacíos. Se alejó de él con suma tristeza.
Amanda fue a su habitación y recogió todas sus cosas y las guardó en su baúl. Faltaban pocos días para que se marchasen de allí y no necesitaba sus libros en su estante, no había quidditch, así que guardó su bufanda. Solamente dejó allí encima del escritorio, pergamino, plumas y tinta. Marchó un rato a la lechucería, y repartió entre todas las aves que pernoctaban en sus perchas.
Por la tarde, un aro oscuro se cubrió por el castillo. Dumbledore no estaba y Harry andaba desaparecido. Amanda tenía un nudo en el estómago y Draco apenas la miró durante la comida.
Cuando ya oscurecía, aparecieron Dumbledore y Harry por el césped del Jardín. Entre los hinvernaderos tres y cuatro. Parecía que Harry llevaba a Dumbledore, éste encorvado se apoyaba en el muchacho. La marca de Voldemort apareció entonces encima del castillo y un fuerte grito de innumerables personas se oyó por el lugar.
Amanda estaba en la tercera planta, volviendo de la biblioteca de delvolver los ultimos libros que había cogido cuando oyó aquél grito. En algún lugar del castillo se empezaron a oir voces y explosiones, Amanda subió corriendo a su sala común. Pero por el camino se topó con Draco seguido por los mortifagos de Voldemort. Detrás de ellos, el própio Voldemort llevando en una esfera protectora a una enorme serpiente que parecía nadar por el aire.
Amanda se escondió tras una columna cuando pasó todo el grupo. Corrió escaleras arriba pensando en los más pequeños. Al llegar a su sala común, ésta ya había sido vaciada por los profesores y los prefectos. Llamó a un par de sus élfos domésticos, y los mandó a que se llevasen todas sus cosas.
Bajó con cuidado por la penumbra de los pasillos del Castillo. La batalla se estaba produciendo por el jardin y el hall. Tras unos fogonazos se empezó a escuchar que habían asesinado a Dumbledore. Amanda no podía creer lo que estaba sucediendo. Entonces se escucho la voz de Voldemort ampliada diciéndo que quería que le entregasen a Harry Potter o matarían a todos los estudiantes del colegio.
El punto de encuentro fue El Gran Comedor. Allí todos los alumnos desde primero a septimo fueron llevados por el pasillo de la bruja jorobada hasta Honeydukes, en Hogsmeade y puestos a salvo en la Cabeza de Puerco. Solamente los mayores de edad pudieron acudir a luchar en el castillo.
Harry Potter se encontraba ya entre los asistentes en el gran salon. Decía que debía presentarse ante Voldemort y parar la locura. No quería más muertes sobre su conciencia. Hubo un estruendo y Draco apareció con sus amigos Crabbe y Goyle, se pusieron a luchar contra Hermione, Ron y Harry con tal violencia que un maleficio rebotó contra una armadura y le dio a Crabbe produciendole la muerte instantanea. Goyle quedó mal herido y Draco casi perece de la misma manera que su amigo. Amanda estaba lívida, jamás pensó en ver a Draco levantando la varita contra otro ser humano. Cayó inconsciente y lo amordazaron en un rincon.
Tras un rato de confusión dónde los mortífagos volvieron a atacar, Harry desapareció. Lo buscaron por el castillo sin éxito, Amanda y Hermione volvieron pronto pues creían a bien que había ido a verse con Voldemort.
Era una espera espantosa. ¿Qué le pasaría a Harry? No tardaron en descubrirlo. Según el villano se encontraba muerto. Voldemort venía por la explanada del colegio. Hagrid llevaba a Harry en los brazos aparentemente inconsciente. Hubo gritos, y sollozos.
Hubro gritos de desaprobación entre los profesores. Pero en un momento de incertidumbre, Neville asesinó a la serpiente de Voldemort y Harry se levantó de los brazos del semigigante y se puso varita en ristre a luchar contra el hombre-serpiente.
Hubo heridos, por alguna parte se oyó el rumor que uno de los hermanos de Ron estaba muerto, ¿pero como saberlo con tanto alboroto? Aparecieron los aurores. Demasiado tarde, pensaron algunos. De repente hubo un ultimo fogonazo y Voldemort cayó muerto. Amanda solo pudo acercarse a Draco y mirarle a los ojos, él desvió la mirada.Amanda miró a Draco, éste desvió la mirada. Se acercó a los Weasley y vio a uno de los gemelos inerte abrazado a su padre. Charlie la miraba, Ron se acercó a ella y la abrazó.
- Yo te conozco - dijo Charlie - aunque no logro hubicarte.
- Me llamo Amanda.
- ¿Amanda Conrad? ¿La escritora? - Amanda sonrió y asintió - ¡Me encantó tu libro sobre los colacuernos Húngaros! Vaya, me habría gustado ser el joven Timmy.
- Sí, mi Timmy tiene muchos admiradores - Timmy era el protagonista de "Nunca fueron demonios", una novela de fantasía que trataba de un niño que se encontró un huevo de dragón y lo cría.
- Hijo, no creo que sea el momento de alabar a la joven Amanda - dijo Arthur - es cierto padre, disculpe.
Amanda se despidió de los Weasley y siguió andando. Habían cuerpos de magos tenebrosos. Reconoció al profesor Snape, cubierto escandalosamente por su própia sangre, estaba también el de Voldemort, irónicamente a su lado. Bellatrice Lestrange... No vio a los padres de Draco por ninguna parte, eso era buena señal ¿O no?
- Amanda ¿Ves como Draco no era tan bueno como querías creer? - se giró y vio tras de sí a Harry Potter.
- Sé cuales han sido sus motivos, aunque no los comparto ni intento excusarlo.
- Ningun motivo puede comprenderse.
- Voldemort tenía retenidos a sus padres, sin varitas, contra su voluntad.
- ¿Y tú te crees eso?
- Sí. ¿Porque no habría de creerle?
- Eres una ingenua.
- ¡Harry! Ella no es Draco - dijo una Hermione muy molesta al lado de Potter.
- Hermione, déjalo. Es un día muy largo para todos, seguro que no es conmigo con quien tiene problemas, pero ahora mismo soy una fuente de desahogo.
Se dio la vuelta antes de que Harry replicase, Hermione le pellizcó en el brazo al mismo tiempo en que éste abría la boca para protestar. No llegó a decir nada y volvieron al lado de Ron y su familia.
Aparecieron los Malfoy, y se llevaron a Draco al corredor con ellos, Amanda los vio salir.
Miró enderredor y entre los magos tenebrosos vio unos zapatos que le eran muy familiares. Unos zapatos dorados con falsos brillantes de todos los colores, eran los zapatos de su madre. Se había unido a Voldemort. Al igual que su padre, que yacía a su lado, con los zapatos de piel de dragón embarrados. Se acercó a sus cabezas y las acarició. Tenían los ojos abiertos, ella los cerró.
- ¿Por qué preferisteis su compañía a la mia? ¿Acaso vuestra hija no ha sido motivo de felicidad para vosotros? ¿No hicisteis lo que quisisteis a causa de toda mi fortuna?
Harry y Hermione la miraban sentada en el suelo junto los magos tenebrosos, estaba de espaldas y no les vio acercarse. Aún así, los sintió.
- Son mis padres, Harry. ¿Me vas a decir que también es culpa de Draco que les hayan matado? - se giró con la cara mojada de llorar en silencio - Quién sabe qué mano fue la que lanzó el conjuro. Puede que el mismo que mató a los tuyos.
- Lo... lo siento mucho Amanda - Harry quiso decir algo más pero solo pudo articular estas palabras.
- Los dos lo sentimos.
Se acercó Ron. Vio a Amanda en el suelo y Charlie la llevó a una mesa donde estaban los elfos domésticos dejando té y unas pastas.
- ¿Mortifagos, he? - empezó a decir Charlie.
- Eso parece.
- ¿Crees que lo son desde hace mucho?
- Imagino que desde que fueron a esquiar con los Malfoy.
- Una perdida es siempre dolorosa, aunque estuvieses alejada de tus padres. Lo leí todo en los periódicos.
- Quién no. Mi vida desde hace tanto es tan transparente como una bola de cristal.
- ¿Te casarás con Draco?
- No lo creo. No lo sé. Cuando me obligaron a casarme con él, fue por el pacto familiar, si lo rompía mis padres podían morir. Ahora están muertos. Me alegro de no ser yo la causante, ahora soy libre de romper mi compromiso. Pero creo que después de todo, siento algo por él. No sé lo que haré.
- Quiero que sepas que aquí tienes un hombro en el que llorar.
- ¿Por cuánto tiempo? Sé que vives en Rumanía. Estudiabas Dragones y ahora trabajas con ellos.
- Durante el tiempo que haga falta. ¿No te apetece una relación a distancia sin compromiso alguno?
- Eso es la definición perfecta de amistad, creo yo.
- Eso mismo es lo que yo te ofrezco ¿Qué pensabas tú? - sonrió. Y le dio un abrazo. Amanda también sonrió.
Draco se acercó a ellos. En otra ocasión, le habría espetado a Charlie Weasley alguna palabra malsonante, ahora observaba a su prometida llorar, limpiarse las lágrimas con la manga de la túnica y reír a las bromas de otro que no era él.
- ¿Podemos hablar un momento? - dijo éste mirando fríamente a Charlie.
- ¿Crees que deberíamos hablar?
- Sí.
- Está bien - Amanda se disculpó ante Charlie y dirigió a Draco por el corredor entre cadáveres que se había formado, paró a la altura de sus padres - Antes de que hablemos quiero que veas una cosita - habían tapado los cuerpos y Amanda levantó la sábana - ¿Los reconoces?
- Sí - dijo Draco tragando saliva y mirando a sus futuros suegros sin vida, Amanda volvió a taparlos.
Salieron al frescor de la luna de junio. Había un banco de madera y se sentaron, Amanda en una punta, y Draco en otra. No osó acercarse a ella, que estaba a punto de estallar.
- Siento mucho lo de tus padres, Amanda.
- Gracias.
- No sabía que se habían unido al Señor Oscuro.
- ¿Seguro? Pues estoy completamente segura que tus padres sí que lo sabían Draco. Y de eso no vas a lograr persuadirme.
- No intento persuadirte.
- ¿Entonces de qué quieres hablar?
- De nosotros. De nuestro futuro.
- No sé si habrá un futuro Draco. Con la muerte de mis padres soy libre para romper el compromiso sin correr riesgo alguno. No sé si quiero seguir con esto Draco.
- Si sirve de algo, Te Quiero Amanda.
- ¿Me quieres? Ahora mismo dudo que sepas que es el amor y lo que significa el verbo amar. No puedo darte una respuesta ahora Draco, si me quieres deberás aguardar.
Amanda le miró, su rostro estaba bañado en lágrimas. Se levantó y volvió al Castillo. Tras hablar con unos aurores, volvió a su sala común y se quedó contando cuentos a los de primer y segundo año, para quitarles un poco el susto del cuerpo y curar un poco su dolorido corazon.Amanda asistió al funeral de Dumbledore...
Se sentó entre Ron y Charlie. Se sentía tremendamente triste, por la tarde debía oficiar el funeral de sus propios padres.
La misa fue emotiva, se despidió de todos y se desapareció tras las puertas del colegio.
Ya en su casa, lo primero que hizo fue visitar sus flores voladoras y su cúpula de snidgets dorados. Después visitó a los elfos domésticos, habían tres que habían parido y fue a verlos. Los elfitos no son especialmente hermosos recien nacidos, pero tienen una belleza única.
Suspiró.
Aprovechó para darse un baño y despejarse un poco, no tardarían en llegar las primeras visitas.
Decidió dejarse el pelo suelto con una cinta negra en el pelo. Cogió su túnica negra de terciopelo para la ocasión. Y se dispuso a esperar.
Pero no tuvo que hacerlo ni diez minutos. Los primeros en llegar fueron los ministros de magia de Estados unidos y del Reino Unido, diferentes cargos de los ministerios, aurores, amigos de ella, de sus padres, sus compañeras de salem, Harry, Ron y Hermione, el resto de Weasley, los Malfoy al completo...
Fue Amanda la que ofició la ceremonia. Dijo unas cuantas palabras más y después dejó el lugar del atrio para que otras personas pudieran decir algo bueno por sus padres.
Tras el funeral, y el entierro, casi todo el mundo se fue. Amanda fulminó a Lucius y Narcissa Malfoy con una mirada y se marcharon, aunque Draco no se movió un ápice.
Sus amigos se marcharon y quedaron a solas.
- Lo siento mucho Amanda.
- Yo también.
- ¿Has pensado qué hacer con nuestro futuro?
- Sí.
- ¿Y bien?
- Creo que deberías volver con la señorita Parkinson.
- ¡Yo no quiero volver con Pansy! Te quiero a ti - le dijo cogiéndole de la mano - yo no he tenido nada que ver con mis padres ni con lo que les ha pasado a los tuyos.
- No estoy segura de ello, Draco.
- ¡Es cierto! El señor oscuro solo quería a tus padres para que movieran hilos por estados unidos y conseguir más adeptos. No entiendo qué hacían aquella noche en el colegio, no debían estar allí, por lo que supe después.
- Ya, ya...
- ¿No podrías darnos una oportunidad? ¿A ver qué tal nos va?
- Podría, pero no sé si quiero.
- Te Amo, Amanda. Amar es más que querer, tú me lo dijiste.
- Creía que eras tan diferente Draco...
- Quiero que sepas algo, y que si alguna vez he ayudado al señor oscuro, es porque tenía bajo su yugo a mis padres y tuve que hacerlo para que no les matara.
- Draco, si quieres una nueva oportunidad, te la daré. Pero con una condición.
- Lo que quieras.
- Que cuando quieras visitar a tus padres, lo hagas solo, sin mi. Si tenemos hijos, vendrán a verlos el dia siguiente al nacimiento. Tú les enseñarás a tu hijo y ellos lo verán y se marcharán, no quiero verlos. Y para las cenas familiares, ya lo arreglaremos de alguna manera. Pero si escoges estar conmigo, deberás apartarte de ellos.
- Pero...
- Pero nada - le cortó - mis padres están muertos por cculpa de tus padres. Y no los quiero en mi casa.
Draco asintió y se marchó. Antes de salir por la puerta, giró la cabeza para ver la expresión de Amanda, pensó que sería de júbilo, pero se equivocaba. Amanda lloraba en silencio, y sus lágrimas brillaban alumbradas por un rayo de sol que entraba por la ventana. Él se marchó abatido.Amanda se pasaba los días llorando en casa. En alguna ocasión recibía lechuzas de sus amigos. Alguna de Draco, si podía ir a verla.
Una tarde se sintió especialmente mal. Sus elfos domésticos la llevaron al Hospital San Mungo y se desaparecieron. Allí le diagnosticaron algo para lo que no se encontraba con fuerzas para luchar.
- ¿Está seguro doctor?
- completamente.
- ¡Rayos la prensa me fulminará con esta noticia!
- No se preocupe por la prensa, las noticias van y vienen. Usted puede sobrevivir a todo eso. Si se siente mal, tome estas hierbas y estas pociones. Le escribiré las recetas para que pueda prepararselas usted misma.
- Gracias doctor.
Volvió a casa. Reunió a todos sus elfos domésticos para darles la noticia. Los elfos no parecían muy contentos. Se alegraban, sí. Pero... no estaba casada. ¿Qué hará?
Subió a su habitación y se preparó un buen baño caliente. No quiso que se lo preparasen, quería hacerlo ella misma. Se metió dentro del agua caliente y se tocó el vientre.
"Qué será de ti pequeño... No tienes la culpa de nada, sin embargo, no me siento con fuerzas para sacarte adelante. Y tu padre... qué voy a hacer con tu padre".
Amanda estuvo mucho rato en el agua, tanto que el agua se le enfrió y tuvo que volver a calentarla con magia.
Se acostó y se durmió, aunque no descansó como habría querido.
Se levantó bastante cansada, había llorado y tenía los ojos hinchados y enrojecidos. Llamó a un elfo doméstico y pidió que le subieran el desayuno. Así lo hicieron, a los pocos minutos apareció el elfo llevando la bandeja del desayuno y zumo de naranja recién exprimido.
- Señorita, tiene visita - dijo otro elfo doméstico, apareciéndose delante de ella.
- ¿De quién se trata?
- Se ha presentado como Draco Malfoy.
- Que suba.
- ¿Pero señorita, lo va a recibir asi? No está presentable.
- Lo sé, Gabin, pero no me encuentro bien. No deseo estar presentable para él.
- Sí señorita, como quiera.
Draco Malfoy fue conducido por los corredores de la mansión Conrad hasta la puerta de la habitación de Amanda. Ésta se había levantado y se había peinado, después de arreglarse el pelo se volvió a acostar y se puso la bandeja delante suyo. Cuando Draco llamó a la puerta y pasó, ella estaba dejando sobre la bandeja el vaso de zumo a medio terminar.
- ¿Qué tal estás? - preguntó - no tienes buen aspecto.
- Tú tampoco - contestó seria.
- ¿No me das tregua verdad?
- Lo intento, pero...
- Te entiendo. No es facil soportarme siempre.
- En ello estaba, hasta que me decepcionaste tanto que no pude más.
- A mi también me han decepcionado. No tú. Sino mis padres.
- Lo sé, yo soy... demasiado perfecta para decepcionar a nadie - rió, Draco también. Después cogió un tisú y se enjugó las lágrimas.
- ¿Crees que tan malo soy para que llores tan amargamente?
- No es por ti.
- ¿Es que tienes a otro por ahi?
- Tampoco es eso.
- ¿Entonces? Porque ya no lo entiendo. Me has dicho que deje a mis padres, he venido a decirte que estoy de acuerdo. Sobre las fechas importantes... creo que no quiero verlos yo tampoco. He traído mis cosas. No tengo otro sitio más a dónde ir.
- Está bien, Draco, te puedes quedar aqui. Pero tienes completamente prohibido tratar mal a mis elfos domésticos. Y al resto de criaturas que habitan en los terrenos.
- Gracias Amanda.
- No he terminado.
Amanda se levantó de la cama y Draco pudo adivinar sus curvas debajo del camisón. Se puso una bata de rizo de lana y unas zapatillas de unas snitchs bordadas muy graciosas. Amanda llevó a Draco por el pasillo, torció a la derecha y abrió una puerta. Era una habitación grande, y sobria. De muebles oscuros y paredes claras. La mejor habitación de invitados.
- Te quedarás aquí - dijo Amanda. En ese momento apareció un elfo domestico llevando una infusión.
- Amanda, señorita - graznó - es hora de su medicación. El doctor fue muy estricto que debía de tomar las tisanas a las horas.
- Gracias - bilkibú, manda a Gibin y Mardú que traigan las maletas del señorito Malfoy a esta habitación.
- Si, señorita - y desapareció.
- ¿Estás enferma? ¿Tanto que vino el doctor a visitarte? - preguntó Draco preocupado.
- Fui yo a San Mungo. No es nada grave. Todas pasamos por ésto tarde o temprano.
- ¿Pero que tienes? ¿Quieres sentarte? - Amanda se puso a llorar. Se tomó entre sollozos la tisana y cuando la terminó el vaso desapareció.
- Sí, gracias. Sentémonos. Amanda se sentó en la cama que había ofrecido a su invitado, seguía llorando aunque de forma muy intermitente.
- ¿Entonces me dirás que tienes?
- Qué remedio... ¡Valor y al toro! como dicen en España. También dicen que más vale pronto y a tiempo... Draco. Estoy esperando... estoy... ¡Joder que complicado es esto! Draco, estoy embarazada.
- ¿Qué? - Draco se quedó bastante parado. Amanda, antes de que él dijera algo de lo que se pudiese arrepentir continuó.
- Vas a ser padre, Draco. Vamos a tener un hijo.
- ¿Los dos?
- Sí. Los dos, un hijo es cosa de dos...
Draco se marchó al baño a refrescarse la cara. Draco se había ido a refrescarse, no podia creerse lo que Amanda le estaba contando... ¿Será posible que otro Malfoy esté en camino?
Cuando salió Amanda no se encontraba en la cama, había vuelto a su habitación. Apareció un elfo doméstico que le avisó de que volviera a su habitación y se bañara, que era lo que estaba haciendo la señorita Amanda.
Se vuelve a su habitación, pues cree que necesita serenarse. Da vueltas por ella... ¿Sería verdad? Deberían casarse cuanto antes para evitar un escandalo, pero... ¿Realmente es lo que quiere? ¿Casarse con ella? Ahora ya no hay señor oscuro por el que temer. Su padre ha caído en desgracia. Sí. Deben casarse. ¿Será eso lo que Amanda espera? No lo cree. Amanda es una persona muy autosuficiente y no necesita que un marido le salve de comentarios o bobadas.
Esperará a que Amanda venga a buscarle. Que Amanda decida...Amanda se puso un cómodo camisón que le había regalado su abuela por su último cumpleaños. Se puso sus zapatillas de piel de conejo y fue a la habitación donde había mandado a Draco que se quedase.
Abrió la puerta despacio, no para que no se enterase, sino para que no chirriara la puerta. Aún así, chirrió pero él no se dio cuenta. Estaba tumbado en la cama con los ojos abiertos absorto en sus propios pensamientos que no se dio cuenta que Amanda lo miraba desde el umbral de la puerta. Ella entró y se sentó en el borde de la cama. Sólo entonces, Draco reaccionó y la miró.
Nunca la había visto tan guapa. Ni siquiera durante la fiesta de Navidad ni de año nuevo. ¿Sería el embarazo? Podía ser. Sonreía. Sus dientes brillantes como diamantes y blancos como perlas era lo más bonito que había visto en su vida.
- ¿Qué va a ser de nosotros Amanda? - preguntó girándose hacia ella.
- Lo que tu quieras que sea. No quiero que te quedes conmigo por compromiso, sino porque realmente quieras quedarte conmigo. Por amor.
- Si me quedo contigo, será por amor. Eso no lo dudes.Draco estaba en la habitación, poniéndose la túnica de novio.
Amanda estaba en su habitación poniéndose su túnica de novia
Los invitados esperaban en el jardín y los elfos domésticos iban y venían llevando champán.
Las amigas americanas de Amanda estaban muy emocionadas por la ceremonia, Harry, Ron y Hermione se encontraban perplejos por que al final Amanda había decidido casarse con Draco
Los padres de éste, en un rincón. Tenían prohibido hablar con la novia. Por orden de Draco.
El novio bajó. Todos se giraron para admirarle. Lucía guapo. Con los cabellos peinados hacia atras. La túnica negra vaporosa le caía grácilmente sobre el cuerpo...
Un rato más tarde bajó la novia. Precedida de decenas de elfos domésticos portando pétalos de rosas y sus flores voladoras haciendo de carpa en el jardín para tapar un poco el sol de verano.
Entre los invitados estaban los periodistas, haciendo la crónica de un enlace muy esperado.
Draco y Amanda se dieron el sí quiero.
Y para el que no lo quiera creer, fueron padres y fueron felices. Tuvieron cuatro hijos, una de la cual fue niña. Draco trabajó para el ministerio de magia y Amanda siguió su carrera como escritora.
Amanda murió de vieja, mientras dormía en su cama. Draco, murió pocos días después.
Sus elfos domésticos levantaron un monumento floral en su memoria.
Todos los elfos libres visitan, al menos una vez en la vida, este monumento.
Draco, conflictos por amor - Fanfics de Harry Potter
Draco se apareció con su padre en el andén 9 y 3/4 de King's Cross. Subío al tren y su padre le pasó su baúl. Se sentó en el compartimento donde estaban
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2024-10-05
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