El Amor Secreto de Filch - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Era el primer día de clases en la escuela de magia y hechicería Hogwarts, y un joven de quince años se dirigía apresuradamente al aula de Herbología.
Argus Filch era, sin dudas, un muchacho diferente a los demás, desde a su intolerable carácter hasta a su pobre físico.
Su cabello castaño claro era largo, sucio y greñudo; sus ojos eran grises como la lluvia, y su rostro era feo y frío; era alto y delgaducho y cuando los demás alumnos lo vieron correr no pudieron evitar reírse: corría como un cuervo cojeando.
Argus, además, conocía cada rincón del inmenso castillo de Hogwarts debido a sus innumerables intentos de escabullirse de las personas que se burlaban de él. Su más reciente descubrimiento había sido una sala secreta ubicada en el séptimo piso, frente al retrato de Barnabás El Chiflado: una sala llamada La Sala de los Menesteres.
El motivo por el que todos se burlaban de él y lo molestaban sin parar era por que él también lo hacía. Argus era impaciente, grosero, intrépido, problemático e irritante. Por eso, cuando llegó al aula de Herbología todos estallaron de risa al verlo.
-¡Señor Filch! ¿Le llevo mucho tiempo decidir venir a la clase, verdad? le preguntó la profesora Sprout, enojada.
Filch no contestó.
-Bueno, tome asiento y que sea la última vez dijo la profesora, y Argus se fue con un grupo de chicos con granos, quienes se apartaron de él.
-Bueno, hoy vamos a estudiar a los gnomos,dijo la profesora Sprout, ya saben, aquellas molestas estatuas que destrozan las plantas sean mágicas o normales.
La clase hizo un sonido de comprensión.
-Pero antes de aprender a repelerlos, ¿alguien podría decirme cómo son los gnomos? preguntó.
Una chica de cabellos castaños largos y ondulados levantó la mano como un rayo.
-¿Señorita Pince?
-Los gnomos tienen la piel de un tono terroso que puede ser gris o marrón, por lo que pueden camuflearse en su entorno. Tienen forma de hombrecillos barbudos y los muggles normalmente piensan que son estatuas decorativas, por lo que han creado los suyos.
-¡Maravilloso, señorita Pince! ¡Diez puntos para Ravenclaw! dijo la profesora Sprout, y la chica sonrió satisfecha, al igual que los demás Ravenclaws, a excepción de Filch, que siempre estaba serio.-Ahora, los gnomos viven bajo la tierra, donde guardan tesoros y cavan en busca de metales preciosos. Son capaces de moverse rápida y ágilmente bajo la tierra sin necesidad de túneles continuó la profesora Sprout, y en estas macetas van a encontrarlos. Tomen las palas y excaven. Cuando encuentren algún gnomo, agárrenlos y maréenlos como puedan. Después lo que queda es aventarlos lo más lejos que puedan. ¡Ah, señorita Norris, que bueno que ya está aquí!.
Todos voltearon a ver a la puerta de entrada, donde una muchacha de larga cabellera castaña y lacia entraba.
Era alta y delgada, con unos ojos negros y almendrados. Su mirada derrochaba seguridad y valentía, y a Filch le dio un vuelco en el corazón cuando ella lo miró a los ojos.
-Alumnos, les presento a Amelia Norris. Ha venido aquí desde Noruega, y va a ser de ahora en adelante su compañera. Saluden, chicos.
-¡Hola, Amelia! dijo la clase, y Amelia fue a buscarse un lugar.
Filch vio la placa azul con un águila en su túnica y suspiró silenciosamente.
Amelia decidió ponerse justo enfrente de él, y la profesora Sprout continuó su clase.
-Como decía, lo que deben hacer es

Pero Filch no la escuchó. Estaba ocupado observando a la nueva chica, que sacaba sus tijeras para jardín.
Recuperó el conocimiento cuando un gnomo le golpeó en la mejilla.
Un grupo de alumnos descarados estallaron en risas, y Filch, enojado, les devolvió el gnomo de un tiro.
-¡Argus!, lo regañó Sprout, ese tiro fue excelente, pero normalmente uno no tira los gnomos contra las demás personas.
Los demás rieron en silencio, y Filch gruñó y empezó a escarbar.
Después de un rato, por fin encontró un gnomo, gordo y de color marrón, que comía una lombriz que se había cruzado en su camino. Filch se apresuró a agarrarlo, y coincidió con una mano.
Para su sorpresa, era la de la chica nueva.
-Oh, lo siento se disculpó la chica, sonrojándose.
-No importa
dijo Filch con voz ronca y temblorosa, y agarró el gnomo y lo puso de cabeza.
-¡Suéltame, suéltame! forcejeaba el gnomo, pero Filch lo ignoró y lo aventó a los terrenos de Hogwarts.
Sólo unos cuantos alumnos lo notaron, entre ellos Amelia, quien sonrió amigablemente a Filch, quién intentó devolvérsela, pero sólo consiguió una débil mueca que daba a enseñar sus podridos dientes amarillos. A Amelia no le pareció dar asco, pues no hizo ninguna mueca de desaprobación y siguió con su trabajo.
Guau, pensó Filch, la primera persona que no me molesta; quizá no sea tan mala como los demás....
-¿Qué animal arde en llamas hasta ser ceniza y renace de ellas tan rápido como una golpiza?
-¿Huh?
Filch había estado tan distraído en su trayecto a la sala común de Ravenclaw que no se había dado cuenta de que la estatua le hablaba.
-¿Qué animal arde en llamas hasta ser ceniza y renace de ellas tan rápido como una golpiza? repitió la estatua.
-Pues

-¡El fénix! respondió una voz atrás de Filch, y la estatua se movió, dejándolos pasar a la sala común de Ravenclaw.
-Gracias dijo Filch, volviéndose, y vio sorprendido que Amelia se encontraba detrás de él.
-De nada sonrió la chica, y fue a sentarse a una butaca cerca de la ventana.
Filch fue a su dormitorio (ignorando las burlas de los que lo veían pasar: ¡Filchy, traes papel higiénico en el zapatichi!) y regresó con su libro de pociones Fabricación de pociones Nivel 5 y su caldero negro.
Fue al rincón cerca de la chimenea y se sentó a hacer sus deberes de la clase de pociones.
-¡Incendio! exclamó Filch, apuntando con su varita a la parte de abajo del caldero, la cuál prendió.
Después de que Filch hirvió el agua que añadió del hechizo Aqua Eructo, notó que alguien se había sentado a su lado.
-¡A mi también me faltan los deberes de pociones! ¿Los hacemos juntos? preguntó Amelia, a lo que Filch asintió.
Primero, Filch no sabía que decirle: estaba tan nervioso que se le cayeron al caldero raíces de bubotubérculos de más, pero Amelia lo arregló todo con una sacudida de su varita.
-Gracias
le dijo Filch por segunda vez en el día.
Y después de un rato, los dos reían juntos; cosa que resultó nueva para Filch pues el nunca había reído en su vida.
Pero de repente, sintió un dolor en el estómago.
-¿Estas bien, Argus? le preguntó Amelia, alarmada.
Las mejillas de Filch se encendieron cuando ella pronunció su nombre.
-Creo
que necesito ir a la enfermería
dijo Filch, adolorido y se paró y se despidió de Amelia.
-¡Espera!, lo detuvo la chica, ¿quieres que te acompañe?
Filch asintió, conmovido y Amelia y él salieron a la enfermería.
En todo el camino hubo un silencio incómodo entre los dos.
Filch estaba confundido. Ese dolor era diferente a todos los que había tenido normalmente
¿acaso sería
?
Amelia estaba algo mareada y sentía que le empezaba a doler también el estómago. Este dolor no es igual a los que siento normalmente pensó, confundida, ¿acaso será que me estoy
?
Pero los pensamientos de los dos chicos se esfumaron cuando la señora de la enfermería les atendió.
-¿Es nueva, verdad? preguntó Filch a la señora.
-Sí; mi nombre es Poppy Pomfrey, pero díganme señora Pomfrey respondió la señora.
-Ahora, ¿Qué les sucede? preguntó.
-Bueno; nada más a mi
empezó Filch pero Amelia lo interrumpió.
-No, también yo; en el camino me empezé a sentir mal.
-Bueno; ¿Qué les pasa a los dos?
-Me duele el estómago y la cabeza me da vueltas dijeron los dos al mismo tiempo.
El corazón de Filch dio un vuelco, y el de Amelia dio un salto, mientras sus miradas se cruzaron.
-Ya veo
, dijo la señora Pomfrey, en ese caso, espérenme tantito.
Se fue, y Amelia y Filch se quedaron a solas, los dos absortos en sus pensamientos, y con un silencio abrumador.


-Afortunadamente, no tienen nada, chicos les informó la señora Pomfrey unos minutos después.
Los chicos suspiraron, y le agradecieron por atenderlos.
Ya a mitad del recorrido, Amelia le dijo a Filch:
-Que coincidencia que a los dos nos dolió la cabeza y el estómago, pero después se arrepintió pues pensó que alomejor sonó descortés, pero Filch no lo tomó así.
-Sí sonrió (en las últimas horas ya había tomado práctica) y Amelia le devolvió la sonrisa.
Y así, los dos llegaron a la sala común, donde cada quién se fue a sus respectivos dormitorios, a pensar en lo que les había sucedido esa misma tarde.
Ya los días habían pasado desde que Amelia llegó a Hogwarts, y ya casi todos la conocían, por lo que Filch ya casi ni tenía tiempo de hablarle.
Pero, ese día en la clase de Encantamientos, todo cambió.
El profesor Flitwick entró emocionadísimo al aula, cosa que provocó curiosidad en todos los alumnos
¡hasta en Filch!
-¿Alguien ha oído hablar de los duelos de magia? preguntó Flitwick; con su voz chillona.
Como es lógico, la chica de apellido Pince levantó la mano, ansiosa por contestar.
Flitwick le hizo una seña con la cabeza para que contestara.
-Los duelos de magia son duelos entre los magos donde se usan hechizos para desarmar a su oponente, y siempre debe haber un segundo, por si el primer mago muere

La clase se estremeció.
-Creo que ya es suficiente información, señorita Pince, dijo Flitwick con un tono muy falso, pero solo en los duelos reales se puede asesinar a los oponentes. En este caso no.
Filch notó como muchos le voltearon a ver con expresiones de tristeza.
-Y, como deber, les encargaré que hagan equipos por parejas y que preparen un duelo para mostrarlo en la siguiente clase. Pero, añadió al ver que muchos se movían para hacer los equipos, lamento informarles que yo haré los equipos.
-Señor Franther, tú irás con la señorita Pince empezó Flitwick, y así siguió hasta que llegó a Filch.
-Señor Filch empezó, y Filch lo miró, curioso, mientras algunos lanzaban bufidos, tú irás con la señorita Norris.
Filch sintió que le golpearon de un puñetazo en el estómago.
Amelia lo volteó a ver y le dirigió una mirada de complicidad.
-Bueno, ahora quiero que se pongan de acuerdo para organizarse para el trabajo dijo Flitwick, y todos se fueron con sus respectivas parejas.
Filch hizo como que buscó con la mirada a Amelia, aunque sabía perfectamente donde estaba.
Amelia se acercó a él.
-Hola le dijo.
-Hola
-Y..um.. ¿Cómo nos pondremos de acuerdo? preguntó Filch.
-Pues yo creo que tendremos que reunirnos más de una vez, pues esto influirá mucho en nuestras calificaciones y
¡oh, por Merlín! ¡También influirá en los TIMOS! dijo Amelia.
-Pero ¿cuántas veces? preguntó Filch.
-No lo sé
respondió Amelia y se quedó pensativa por un buen rato, al igual que Filch, hasta que terminó la clase.
-Bueno, entonces
, le dijo Amelia con prisa a Filch, hay que reunirnos hoy, en la sala común a las cinco de la tarde. En las butacas más cercanas de la chimenea. ¡Te espero!
Y dicho esto se fue, dejando a un Filch con la mirada perdida en el vacío.
¿Qué me pondré? ¿Qué me pondré?
Filch nunca en su vida se imaginó estando en su dormitorio, con su baúl enfrente, preguntándose qué ponerse ese día.
-¡Esa túnica tiene una gran mancha de jugo de calabaza y aparte huele a bomba fétida! exclamó Filch, revisando unas de sus mejores túnicas.
Pero finalmente se dio cuenta de que, en su última ida a Hogsmeade se había comprado una túnica de piel de dragón.
Así que, con una sonrisa en su amarillenta boca, se puso la túnica y un perfume que le había regalado su tío cuando fue a Estados Unidos.
Finalmente, bajó e ignoró las burlas de sus compañeros acerca de porqué había decidido ponerse algo descente, y fue a sentarse a la butaca junto al fuego; donde había dicho Amelia.
Amelia llegó casi al mismo tiempo.
Llevaba una túnica rojo fuego de piel de salamandra, y unos pendientes de rubíes.
Filch se sorprendió al verla.
¿Acaso alguien se podría haber visto más bella que Amelia en ese momento?
-H
hhh
ola tartamudeó Filch.
-Hola sonrió Amelia, y se sentó.
-Y, bueno, ¿ya pensaste donde y cuando reunirnos? preguntó tímidamente Filch.
-Pues si
podemos reunirnos mañana, ¿estás de acuerdo? preguntó Amelia.
Filch asintió.
-Pero lo que no se es dónde
añadió Amelia.
-Creo que yo lo sé respondió Filch, sonriendo.
Amelia lo miró, sorprendida.
-¿Dónde?
-Puede ser en las mazmorras del tercer piso, no creo que alguien nos encuentre; digo por qué nos podrían copiar en nuestras técnicas respondió Filch.
Amelia sonrió.
-¿Conoces mucho Hogwarts, verdad? le preguntó con una risita.
-Sí respondió Filch.
-Ya veo
dijo Amelia.
-¿A qué horas puede ser? preguntó Filch.
-Mmmm
¿después de comer? sugirió Amelia.
-Bueno asintió Filch.
-Entonces nos veremos ahí sonrió Amelia, y a continuación se fue a su dormitorio a terminar sus deberes de Aritmancia.




¿Qué es esto que estoy sintiendo? se preguntaba Filch a sí mismo cada vez que veía a Amelia saludándolo tan amigablemente.
La última vez Hugo Jorkins, el jefe del grupo de los que principalmente se burlaban de él, le echó el pleito, y Amelia, quién lo había escuchado, se acercó con el entrecejo fruncido y le lanzó el hechizo Tarantallegra, con el cual las piernas de Hugo empezaron a bailar un incontrolable y extraño bailecito y Amelia sonrió, satisfecha y se fue con un guiño de ojo al soñoliento Filch.
Últimamente había cambiado mucho: sonreía y caminaba alegremente por los pasillos, había visto en la vida una nueva luz
la vida era, simplemente, más alegre
Filch no creía todo lo que sufrió siendo la vida tan maravillosa

Pero era extraño; ¿cómo había llegado a sentirse así?
La respuesta estaba en ese momento jugando ajedrez mágico con las demás chicas Ravenclaw.
Filch no lo comprendía muy bien
¿cómo era que una chica le había cambiado la vida?
Es que no es cualquier chica, pensaba Filch, esta es una chica especial.



Había llegado el día de la reunión con Amelia. Filch no podría haber estado más nervioso. El corazón le palpitaba sin parar, y había llegado tarde a por lo menos cuatro clases. No hizo algunos deberes, y para colmo se distraía fácilmente.
Pero había un lado positivo: Hugo ya no se le acercaba cuando lo veía con Amelia (o sea casi siempre), y ya casi nadie lo molestaba debido a su ‘nuevo humor’.
En la hora de la comida, Filch se sirvió demasiado pavo asado y trozos de queso a la plancha, para calmar sus nervios.
Terminando de comer, Amelia le hizo una seña para que ya se fueran a las mazmorras.
Cuando Filch llegó hacia ella, Amelia preguntó:
-¿Ya listo para irnos?
Filch asintió, y los dos se fueron del Gran Comedor.
Entonces Peeves, el poltergeist, apareció.
-¡Ooooh pero si es Filchy! Parece que tu sucio cabello necesita un buen baño de bombas fétidas
dijo Peeves, y de la nada aparecieron un monton de bombas fétidas, y estaba a punto de tirarlas cuando Amelia hizo un encantamiento escudo.
-Ooooh, ¡Filchy tiene novia! ¡OIGAN TODOS! ¡Filchy tiene novia! Mis más sinceras disculpas, señorita, pero usted tiene muy mal gusto
dijo Peeves con un tono cordial muy falso, y desapareció, riéndose a carcajadas.
Filch estaba sudoroso y rojo de la cara, y Amelia se había puesto muy rígida.
Filch decidió arreglar el momento.
-Umm
Amelia
no le hagas caso, él solo
empezó pero Amelia le hizo una seña con la mano para que se callara.
-Sí; lo sé
¿es un poltergeist verdad?
Filch asintió.
-Se llama Peeves y es de verdad insoportable añadió Filch, y Amelia rió, y los dos siguieron su camino en silencio.
Al llegar a una mazmorra iluminada con antorchas, donde nadie los encontraría, los dos pararon y sacaron sus varitas.
-¿Sí sabes cómo es un duelo, verdad? preguntó Amelia.
-Pues más o menos
dijo Filch, inseguro.
-Yo sí; cuando vivía en Noruega fui con mis papás a ver un duelo entre dos magos con mucha experiencia. Fue algo aterrador, pues uno de ellos murió, pero el profesor Flitwick dice que no quiere accidentes graves respondió Amelia.
-Entonces, tu ponte de este lado y yo me pondré del otro dijo Amelia, y los dos se pusieron en lados opuestos.
-Después nos acercamos lentamente explicó Amelia, y los dos lo hicieron.
-Reverencia
-Varitas arriba
-Bien; ahora a nuestras posiciones, ordenó Amelia, y hacemos una pose de ataque con la varita.
Filch estaba emocionado, pero a la vez sin saber qué hacer.
No se sentía capaz de embrujar a Amelia, no quería hacerle daño

-A la cuenta de tres, dijo Amelia, lanzaremos encantamientos de uno por uno; así hasta que uno pierda.
-Uno.
Filch pensó rápidamente en un encantamiento que no fuera peligroso o muy dañino.
¿Qué tal Rictumsempra? No es tan malo
pensó.
-Dos.
Amelia no sabía como lograba mantener la voz firme pese a sus nervios.
No podía embrujar a Filch, simplemente no podía. Algo, no sabía qué exactamente, en el interior, se lo impedía

-Tres.
-¡Aqua Eructo! exclamó Amelia, y una cascada de agua le dio a Filch, quien, escupiendo agua y goteando, dijo:
-¡Rictumsempra!
Un rayo morado salió de su varita, dándole a Amelia en el estómago: a continuación Amelia se derrumbó; muerta de risa por el encantamiento de cosquillas.
Cuando el efecto cesó, Amelia se levantó y dijo:
-¡Expelliarmus!
La varita de Filch se escapó de sus manos, y rápidamente la recogió y dijo:
-¡Ventus!
Una ráfaga de viento hizo que Amelia cayera.
Filch estuvo a punto de pedirle perdón, cuando ella dijo:
-¡Levicorpus!
Filch flotaba en el aire desde el tobillo, pero se liberó con el contrahechizo:
-¡Liberacorpus!
-¡Depulso!
Filch sintió que una mano invisible lo llevaba para atrás, haciéndolo chocar contra la pared de piedra.
-¿Argus, estas bien? le preguntó Amelia, preocupada, corriendo hacia él.
-Sí dijo Filch, aunque sus ojos veían a tres Amelias observándolo con preocupación.
-Creo que ya fue suficiente práctica dijo Amelia.
-No
enserio estoy bien
Pero no estaba bien, pues cuando Amelia lo ayudó a levantarse cayó.
-Será mejor que te ayude, dijo Amelia, pon tu brazo alrededor de mi hombro.
Filch obedeció, con las orejas coloradas.
Amelia también estaba algo colorada, pero hizo todo lo posible para que el otro no se enterara.
-Hummm
¿sabes Filch? Eres diferente al resto de los chicos dijo Amelia.
-¿Enserio?
-Sí; ya sabes, todos son unos arrogantes engreídos que se la pasan luciéndose por todo el castillo, pero tú
guau
¡que diferencia! Digo, tu eres simpático, caballeroso, lin
Amelia no pudo continuar la palabra que se le había escapado de su boca
su boca, la verdad, no era la que había hablado exactamente, sino su corazón.
Filch estaba temblando de nervios.
¿Había escuchado bien?
¿Acaso Amelia iba a decir que él era lindo?
-Argus estás temblando, mejor hay que apresurarnos dijo Amelia, y aceleró el paso.




-¿Ahora qué les sucede? dijo la señora Pomfrey.
-Verá
es que estábamos practicando un duelo de magia para una tarea de la clase de Encantamientos y Argus chocó con la pared con un hechizo y se cayó explicó Amelia.
-¿Y qué hechizo era? preguntó severamente la señora Pomfrey.
-Depulso
-Hmmm
vamos a ver dijo, y examinó a Filch.
-Unos cuantos moretones
no es nada grave, chico, solo ten cuidado con no caerte de nuevo, y estate en cama toda la tarde dijo la señora Pomfrey, y los chicos le agradecieron y se fueron.
-¿Hay nueva contraseña? preguntó Filch.
-¡Ay, sí!,respondió Amelia, ya no me acordaba
bueno, espero que la pregunta esté fácil

Cuando llegaron a la entrada de su sala común, la estatua preguntó:
-¿Cuál es un método no muy común de la Adivinación, que revela el futuro a través de un vidente, que parece pero no es alucinación?
-Emmm
¿la profecía? dijo Amelia.
-Correcto dijo la estatua y los dejó pasar.
Ya adentro, Filch se despidió de Amelia y se fue cojeando a su habitación.
Hoy había sido un día mágico, que Filch no quería olvidar nunca.
Ya habían pasado dos días desde la reunión de Amelia y Filch, y ahora se pusieron de acuerdo para verse en los pasillos del quinto piso a las cinco y media de la tarde.
Filch seguía con su crisis de nervios, y sin saber qué ponerse.
-¡Ridículo! exclamó cuando se vio a través de los cristales de las ventanas de su dormitorio.
-Necesito urgentemente un nuevo corte dijo, y con una sacudida de su varita, se lo cortó.
Volvió a mirar a la ventana.
-Mucho mejor sonrió.
Acto seguido, se puso su túnica negra de terciopelo y salió de la sala común a los pasillos de quinto piso.
En su camino casi se topa con Peeves, pero con un simple encantamiento desilusionador pasó desapercibido por el poltergeist.
-¿Argus? ¿Argus, estas ahí? preguntó Amelia, quien ya había llegado.
-Sí dijo Filch, e hizo el contrahechizo, para ser visible.
-¡Ah, hola! sonrió Amelia.
-¡Hola! dijo Filch, y los dos se pusieron en posición para practicar.
Después de que Amelia desarmó finalmente a Filch, pararon a descansar.
-Vamos bien, ¿no? comentó Amelia.
-Sí contestó Filch.
Entonces ninguno de los dos habló.
Este es el momento, Argus, tú lo sabes
dile lo que sientes dijo una vocecita en la cabeza de Filch.
Pero, ¿y si me rechaza y ya no me vuelve a hablar? contrarrestó Filch en su mente.
Eso sólo lo sabrás si se lo dices; recuerda que la vida no es nada sin algo de riesgos dijo la vocecita, y Filch suspiró.
Mientras tanto, Amelia también estaba absorta en sus pensamientos.
Una vocecita en su cabeza, idéntica a la voz de su anterior mejor amiga Dolores Umbridge, le decía:
Vamos, Amelia, díselo
se nota que el chico está loco por ti
Pero, ¿y si no lo está? Nada sería lo mismo replicó Amelia, preocupada.
Amelia, siempre nos ayudamos en cuestiones de amor cuando estabas en Noruega, ¿te acuerdas? Si no tomas la iniciativa lo perderás
Finalmente, Amelia y Filch se decidieron.
-Tengo que decirte algo dijeron al mismo tiempo, y se miraron sorprendidos.
-¿Huh? se dijeron.
-Tú primero dijo Amelia.
-No, tú primero dijo Filch.
-No

-De acuerdo asintió Filch, derrotado y tomó aire antes de decir las siguientes palabras:
-Te amo.
Amelia lo miró con sus grandes ojos. El chico no era guapo que digamos, pero ella no se preocupaba normalmente por el físico de los chicos

-¿Enserio? preguntó, nerviosa.
-Enserio respondió Filch, sudoroso.
-Es que

-¿Sí?
Amelia no sabía cómo decirle que ella también lo amaba, no era tan experta en situaciones de amores, sólo cuando Dolores estaba con ella

Pero la mirada de amor que le lanzó el chico delante de ella le dio el valor.
-Yo también te amo.
Una criatura en el interior de Filch, rugió de alegría, triunfante, y los dos se sonrieron.
¡Por fin Filch tenía un amor correspondido!
Era todo tan increíble
tan hermoso

Filch se sentía como en las nubes, al igual que Amelia.
Y así, los dos se miraron, enamorados, mientras el sol se ponía, dejando a la vista un cielo anaranjado rojizo, color del amor, que florecía en estos dos chicos.
Ya todos en Hogwarts sabían que Argus Filch y Amelia Norris salían juntos, todo gracias a Peeves, quién los volvió a encontrar después de su segunda reunión.
Filch no sabía si invitar a salir a Amelia, ni a dónde ni nada, y de todos modos ninguno de los dos tenía tiempo debido a la montaña de deberes que obtenían día por día.
Apenas se habían alcanzado a saludar en la sala común, coincidiendo en el camino a los dormitorios.
Pero Amelia tuvo que correr debido a que iba muy retrasada en sus deberes, y la profesora McGonagall había amenazado en castigarla si no los hacía.
Filch lo sabía perfectamente, pues había estado con ella cuando McGonagall le advirtió.
Y él también estaba atrasado con sus deberes, de hecho.
Pero mientras hacía sus deberes de Historia de la Magia le vino una idea a la cabeza.
¡Ya sabía a dónde invitar a salir a Amelia!
Pero, ¿cómo no se le había ocurrido antes?
¡Era el lugar perfecto!
Filch sonrió y se apresuró a terminar sus deberes, para al día siguiente en el desayuno invitar a Amelia a su primera cita.


-¡Amelia, eh, Amelia! la llamó Filch cuando entraron al Gran Comedor, la mañana siguiente.
-¿Sí, Argus?
-Bueno
em
lo estuve pensando y me gustaría saber si
¿quisieras salir conmigo esta tarde?
Todos los que pasaron por ahí en ese momento hubieran jurado que nunca jamás verían una sonrisa más radiante que la de Amelia.
-¡Claro! dijo ella.
Filch sonrió.
-Excelente, dijo, pues tengo un sitio perfecto y
-se aseguró de que nadie los oyera-que acabo de descubrir como a fines del año anterior.
-¿Qué lugar? preguntó Amelia con interés.
-Se llama la Sala de Menesteres; mira nos podemos ver en las típicas butacas junto al fuego en la sala común a las seis, y yo te llevaré sonrió Filch.
-De acuerdo. Entonces ahí nos veremos dijo Amelia, y se dirigió a su clase de Runas Antiguas.



Eran las seis de la tarde, y Filch se encontraba con su mejor traje sentado en una butaca junto al fuego.
Recuerda, actúa como si nada
se repetía una y otra vez Filch en su mente, intentando calmar sus nervios.
Y, finalmente, Amelia bajó.
Filch suspiró.
Amelia llevaba un vestido de seda color lila, con rizos en el cabello. Se veía hermosa.
-¿Nos vamos? preguntó Amelia.
-Claro respondió Filch, y los dos salieron, ignorando las burlas de los demás.
-¿Dónde se encuentra la Sala de Menesteres? preguntó Amelia cuando salieron.
-Está en el séptimo piso; frente al retrato de Barnabás El Chiflado contestó Filch.
-¿Y cómo es? preguntó Amelia con curiosidad.
-No se sabe exactamente; la sala de menesteres se aparece sólo al que de verdad lo necesita. Tiene muchas formas y tamaños, según tus intenciones.
-Fascinante. ¿Todos la conocen?
-No
es una sala secreta. Mejor no se la reveles a nadie sonrió Filch.
-Okay.




-Aquí es.
Ya habían llegado al séptimo piso, y Amelia observó asombrada como una puerta gigante de madera de cedro se aparecía poco a poco en la pared, y se abría lentamente.
Filch y Amelia entraron entonces, y se quedaron pasmados.
Frente a ellos había un salón con velas flotantes alrededor; como las del Gran Comedor; ventanas grandes con cortinas rosas, estatuas de cupidos que hacían de fuentes, y en el centro una gran mesa para dos, con un hermoso mantel rosa de seda, con rosas pequeñas incrustadas, y un florero con un ramo de rosas rojas, y un juego de platos y cubiertos blancos y rosas, dignos de una cita a la luz de la luna.
En el momento en que los dos se sentaron, un arpa empezó a tocar.
Los chicos se sobresaltaron, pues pensaron que había alguien más ahí; pero se dieron cuenta que tocaba con un hechizo especial, y la música fue acompañada por los cantos de pequeños canarios blancos, que revoloteaban por toda la habitación.
Todo era tan maravilloso y tan romántico

Que sala tan hermosa
suspiró Amelia mirando a su alrededor.
Nunca pensé que sería así de fascinante
pensó Filch observando la cautivadora escena.
-Y
bueno, ¿vienes aquí con frecuencia? preguntó Amelia.
-Pues
casi no, normalmente venía cuando me molestaban y estaba cerca, pero como ya casi nadie me molesta, pues no respondió Filch.
-¿Te gusta? añadió él, a lo que la chica asintió, maravillada.
¿Qué habrá de comer? pensaron los chicos, y entonces de la nada apareció comida de todas clases en los vacíos platos.
Los chicos, que estaban hambrientos, no dudaron en empezar a comer.
Después de un rato, hicieron una pausa para descansar.
-La comida está deliciosa sonrió Amelia, y Filch asintió.
Entonces siguieron comiendo, hasta que terminaron.
Filch miró a Amelia.
Era tan hermosa
y se sentía tan orgulloso de haber encontrado esa sala, de que la sala los había complacido tan bien

Amelia miró a Filch, quien se encontraba mirándola. No podía creer que fuera tan caballeroso e inteligente como para llevarla a una sala como ésta
que afortunada era de haberse enamorado de él

Y así se quedaron mirándose una eternidad, hasta que se sobresaltaron.
¿Qué hora era?
-Creo que debemos irnos dijo Amelia, y los dos se levantaron de la mesa, y se fueron.
En el camino, Amelia aprovechó para agradecerle a Filch tan romántica velada.
-De nada dijo Filch, y los dos llegaron a la sala común de Ravenclaw agarrados de la mano.

Era víspera de Navidad, y Filch se alegró mucho cuando Amelia le informó que se quedaría en Hogwarts.
-Me costó mucho convencer a mis padres, pero ¡finalmente lo logré! decía Amelia, radiante de alegría.
Y, para celebrar la noticia, Filch y Amelia ahora iban a tener una cita en la próxima ida a Hogsmeade.
-¡Vamos, Argus, date prisa! dijo una emocionada Amelia a un apurado Filch.
-Voy, Amelia, espera
es que falta mi abrigo dijo Filch, y bajó cinco minutos después.
Ya en Hogsmeade, Amelia y Filch decidieron ir a Honeydukes, la tienda de dulces.
-Dos pasteles de calabaza y dos ranas de chocolate le dijo Filch a la señorita encargada de la tienda, y le dio a Amelia un pastel de calabaza y una rana de chocolate.
-¡Mira, Argus! ¡Vamos al salón de té de Madame Pudipié! exclamó Amelia, emocionada, y arrastró a Filch hasta la entrada del lugar.
El salón de té de Madame Pudipié era el ‘hogar de las parejas felices’, y en esos momentos se encontraba adornado de guirnaldas navideñas en forma de corazón, y confetti de colores navideños caían en cada mesa.
-Vamos a esa que está cerca de la ventana sugirió Amelia, y Filch la siguió.
Bueno, lo que importa es que estoy con Amelia
pensó Filch, y decidió ignorar los comentarios burlones de los que lo veían y señalaban.
-Déme dos tes de manzanilla, porfavor le dijo Amelia a la camarera, quien accedió.
-Y bien
¿te gusta? sonrió Amelia.
-Sí
pero la verdad es que nunca había venido aquí respondió Filch.
Amelia soltó una risita comprensiva.
Y más veloz que una snitch, la camarera regresó y les dejó sus dos tes de manzanilla.
A Filch le hizo muy bien el calor del té, al igual que a Amelia, y terminándolo se miraron a los ojos.
Sin volver a la realidad, los dos se fueron acercando poco a poco. Sus labios se rozaron.
Y, sin pensarlo, los dos se besaron lentamente.
Filch estaba en el cielo: Amelia era el amor de su vida, el amor de su mundo, el amor de su universo

Amelia disfrutaba mucho aquel momento: ¡su primer beso! No es que los chicos no la quisieran, pero es que nunca había sido tan cercana a sus novios como para besarse con ellos
pero Filch, él era una persona maravillosa

Terminaron su beso con un abrazo.
-Te amo susurraron.
-Salgamos susurró Filch, y los dos salieron.
Pero su felicidad no les impidió notar que algo andaba mal. Afuera, había fuego por todas partes y la gente gritaba y corría en busca de auxilio.
-¡AUXILIO, LOS MORTÍFAGOS NOS ATACAN!
-¡Corre! le dijo Filch a Amelia y los dos huyeron a la tienda de bromas Zonko.
Pero un mortífago se apareció y estuvo a punto de verlos, y Filch y Amelia volvieron a huir.
-Creo que ya sé en donde susurró Filch a Amelia, y la guió rápidamente a un pub que olía a cabras y que estaba todo desordenado y vacío.
-¿Qué lugar es éste? preguntó Amelia.
-Cabeza de Puerco, contestó Filch, casi nadie viene aquí, así que pensé que estaríamos a salvo

Pero entonces unas llamas de fuego se hicieron visibles delante de ellos, y de ellas apareció la silueta del mago líder de los mortífagos.
Lord Voldemort había sido muy apuesto en sus años en Hogwarts, pero su físico había cambiado. Sus ojos despedían destellos rojos, su piel era blanca perlada, y su mirada era escalofriante.
Voldemort observó cuidadosamente a Filch y a Amelia, y sacó su varita.
-¡No! gritó Filch, poniéndose delante de Amelia para protegerla, pero ya era demasiado tarde.
Un grito aterrador proveniente de la chica y unas carcajadas malvadas de Voldemort le hicieron comprender que su hechizo no verbal había tenido éxito.
Filch cayó al suelo. No podía ser
¿qué le había pasado a Amelia? Que no estuviera muerta
que no estuviera muerta
si lo estaba sería culpa suya

Pero mientras estaba absorto en sus pensamientos se comenzó a marear, y así poco a poco a desmayar.
Pero antes de caer desmayado vio como un gato de ojos rojos y cabello café se acercaba a él
le resultaba familiar, pero

Pero en ese instante Argus Filch cayó desmayado.
-¿Qué? ¿Qué? ¿Dónde estoy?
Filch había despertado, y se encontraba en una camilla blanca.
-Estás en la enfermería, Argus dijo una voz a su lado, y Filch volteó.
Era Albus Dumbledore, el nuevo director de Hogwarts.
-¡Señor Dumbledore! Yo
yo
.
-Tranquilo, Argus, lo consoló Dumbledore, después de todo, llevas aquí como una semana.
Pero entonces Filch lo recordó.
-¿Y Amelia? preguntó, atemorizado.
Dumbledore tomó aire para decir lo siguiente:
-Argus, intenta mantener la calma, pues es muy importante lo que acabas de presenciar. No sé si lo sabías, pero Lord Voldemort ordenó a sus mortífagos que atacaran Hogsmeade.
-Sí, y él se apareció en Cabeza de Puerco. Amelia y yo estábamos ahí escondiéndonos dijo Filch.
-Voldemort supo que se encontraban ahí. ¿Fueron a Zonko también, no? Bueno, pues un mortífago dice que los vio de ahí y le avisó a Voldemort, quién acudió de inmediato.
Una vez los encontró
. ¿lanzó un hechizo hacia Amelia, no?
Filch asintió.
-Debí suponerlo. Argus, deberías saber, que Voldemort fue a Hogsmeade junto con sus mortífagos para atacar a una sola persona. Así es, Argus, pero lo que ocurrió fue que los padres de Amelia ofendieron gravemente a los mortífagos al reusar unirse a ellos.
-¿Qué? ¿Están muertos? preguntó Filch.
-No, están a salvo. Yo los envié a los bosques de Albania. Seguramente ahí estarán a salvo.
-Pero
¿qué hechizo le lanzó Quién-usted-sabe a Amelia?
Dumbledore suspiró.
-Argus
sé que seguramente será muy doloroso para ti, pero
tienes derecho a saberlo. Voldemort convirtió a la señorita Norris
en una gata.
Filch se derrumbó suavemente.
-¿Puedo saber, Argus, por qué tu expresión no ha cambiado mucho?
-Es que
yo al caer desmayado sólo vi al gato
es decir, a la gata, y no pensé que pudiera ser ella

-Una cosa más, Argus, le dijo Dumbledore, puede ser que empiezes a notar cambios en ti. Has sufrido mucho por esto, y eso puede ser grave para ti y tus poderes. Emm
intenta levitar
le dio una botellita de veritaserum esto.
-Wingardium Leviosa dijo Filch, pero nada sucedió.
-¿Qué pasó? Wingardium Leviosa
WINGARDIUM LEVIOSA

-Calma Argus, debo comunicarte entonces que
¿sí sabías que, los magos, si sufren tales frustaciones, es posible que pierdan sus poderes?
-¡¿Qué?!
-Lamento informarte, Argus, que acabas de perder los tuyos.
-Pero
pero
¡yo no puedo ser un squib, todos se burlarán de mí! ¿Qué seré de grande? ¡Nadie me va a ofrecer empleo! ¿Y el ministerio de magia? ¡Yo quería ser auror!....
-Por eso te ofrezco, Argus, el encargo de celador de Hogwarts le dijo Dumbledore.
Filch se quedó callado.
-¿Yo?, dijo cuando finalmente pudo hablar, ¿yo, pero porqué me lo dijo a mí? Es un empleo muy bueno como para alguien de mi edad y mi nivel

-Por que sé, Argus, como unos cuantos profesores más, que tú conoces Hogwarts como si fuera la palma de tu mano le dijo Dumbledore, y le guiñó un ojo.
-Bueno, pues
acepto el trabajo, señor dijo Filch.
-Excelente, Argus respondió Dumbledore con una sonrisa.
-Pero
¿qué pasará con Amelia?
-Bueno, pues, me parece oportuno que la veas dijo Dumbledore, y tronó los dedos y la misma gata que vio en Cabeza de Puerco apareció.
La mirada de la gata era de amor y a la vez tristeza, y corrió hacia Filch, y él la abrazó.
-Amelia
Amelia
pérdoname, yo no sabía que te iban a convertir
Amelia
lloriqueó Filch, y Amelia le dio un lamido en la mejilla, señal de que lo perdonaba.
-Oh
Amelia
dijo Filch.
Dumbledore contemplaba la tierna escena en silencio, y con una sonrisa.
-Oh, una cosa más, Argus, será mejor que ya no te dirijas a ella como Amelia, pues tus compañeros la reconocerían fácilmente. Puedes llamarla ‘Señora Norris’ si quieres, casi nadie conocía su apellido, es más no creo que se acuerden

-De acuerdo, señor dijo Filch, y a continuación se dirigió hacia Amelia.
-¿Estaremos juntos por siempre, Señora Norris? susurró Filch.
La Señora Norris asintió con la cabeza.



Los días pasaron, y todos supieron entonces la noticia, excepto que Amelia era la ‘nueva mascota de Filchy’.
Filch se quedó con su puesto de celador junto con La Señora Norris, y los dos juntos hacen bien su trabajo. Filch fue squib el resto de su vida, aunque quiso hacer el curso Embrujorrapid para arreglarlo

Obtuvo muy mala nota en Encantamientos, al igual que en todas las materias, y fue expulsado de Hogwarts.
Pero Filch sabía que había sido expulsado de la escuela, no del castillo.
Aunque sus compañeros no dudaban en burlarse de él cuando lo veían.
Por eso es que Filch odia tanto a los alumnos. Por ser descendientes de todos los que se burlaban de él (o sea todo Hogwarts) y por ser ‘tan malcriados’ según él, que había sido tratado muy mal en su infancia.
Pero cuando todo parece perdido, ahí esta La Señora Norris con él, que a pesar de haberse convertido en gata, ella y Filch se amarán el resto de sus vidas.


*~FIN~*

 

El Amor Secreto de Filch - Fanfics de Harry Potter

El Amor Secreto de Filch - Fanfics de Harry Potter

Era el primer día de clases en la escuela de magia y hechicería Hogwarts, y un joven de quince años se dirigía apresuradamente al aula de Herbología. Argu

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2024-10-07

 

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