En un magnífico atardecer, el sol se ocultaba reflejado en la superficie de las calmas aguas de un pequeño lago, que se encontraba en el lugar mas olvidado de un lejano bosque, uno de esos bosques en los que todo puede suceder, porque conserva su magia intacta y en donde el llamado progreso y civilización no ha infectado las raíces de la imaginación.
Una pequeña y extraña ave blanca apareció volando en el horizonte anaranjado y se posó en la rama de un árbol que crecía junto al lago, esperando impaciente por un acontecimiento que estaba a punto de suceder.
El sol casi oculto por completo, emitió un último rayo que iluminó el cielo de un resplandeciente color dorado y luego desapareció dando paso a la noche y a su querida compañera la luna.
Un muchacho saltó de la rama del árbol más cercano al lago y se paro frente a el mirando su reflejo en las aguas. Sonreía radiante mientras se llevaba una de sus manos detrás de la nuca y con sus ojos que emitían un brillo de inocencia, buscaba en las profundidades del lago a su mejor amigo Mill.
¿Por qué tan feliz? Preguntó su reflejo malhumorado desde las aguas del lago.
¡Oh vamos Mill!, no me digas que no te alegras de verme Respondió el muchacho al tiempo que se echaba para atrás su alborotado cabello plateado Ya quita esa cara de enojo y sonríe que muy bien sabes que nos vemos mejor así.
Tú también estarías de mal humor si tuvieras que esperar todo el día para existir, Zen Replico Mill desde la superficie del lago Pero tienes razón, el verme como un tonto niño flacucho tan delgado que esta a punto de desaparecer me hará sentir mejor.
¿Otra vez con sarcasmos, Mill? Pregunto Zen mientras caminaba de un lado a otro por la orilla del lago moviendo los brazos y flexionando las piernas Empiezo a lamentar haberte enseñado lo que es ser sarcástico.
Solo digo que, si continúas con tu dieta de bichos bajos en calorías y adelgazando de esa manera, muy pronto no existiré ni de día ni de noche
y podrías ya dejar de moverte tanto
me mareas.
¿Que sentido tiene el esperar todo el día para poder tener brazos y piernas y no darles uso? Pregunto alegremente el muchacho mientras movía sus extremidades con mas energía es como tener alas y no poder volar.
O como en tu caso tener un cerebro y no saber pensar Respondió Mill con una gran sonrisa ya en serio, podrías dejar de moverte tanto no puedo pensar bien si me obligas a andar de un lado a otro moviendo los brazos y piernas como loco igual que tu.
Finalmente sonreíste Mill, ¿lo ves? no fue tan difícil ¿o sí?.
Zen se aclaró la garganta y comenzó a cantar:
Salir al aire libre, despeinarse el cabello,
Relajarse, mover el cuerpo frenéticamente,
Meditación en movimiento
Lo externo es dinámicooo
Lo interno permanece en calmaaa
Yin y Yang
Lo difícil es pasar tanto tiempo contigo y aguantar las ganas de vomitar Respondió Mill desde el lago, haciendo un ademán de taparse los oídos.
Hoy vi la cosa más increíble del mundo Dijo Zen emocionado, sin prestar demasiada atención al comentario vomitivo de Mill ¿quieres saber que fue lo que vi?
Oh no
aquí vamos otra vez Protestó su reflejo desde el agua Sé que me lo dirás quiera o no, así que terminemos con este tormento de una vez.
¿Te acuerdas de la pequeña come hojas, Mill?
¿Te refieres a la oruga perezosa que se encerró en ese capullo?
La misma, hoy pasé por los rosales donde colgó su capullo y justo cuando llegue estaba de salida, pero ya no era la pequeña oruga que conocíamos si no una delicada mariposa de hermosos colores.
¡Oh! Exclamó Mill sorprendido con que de ahí es de donde vienen esas molestas criaturitas, yo pensé que eran pétalos de rosas que algún hada loca había hechizado para que revolotearan todo el día. Pero
¿que tiene eso de increíble?
Lo increíble fue que al salir completamente, extendió sus alas y fue recibida por la brisa que la tomó delicadamente en sus brazos, la ayudo a elevarse y danzaron alegremente por el cielo como si ambas hubieran estado esperando ese momento
como si se quisieran antes de siquiera conocerse.
Su reflejo en el agua puso los ojos en blanco y metiendo uno de sus dedos en la boca hacia como si quisiera vomitar.
¿Crees que es posible Mill, amar a alguien antes de conocerle?
Yo creo que es solo intuición, y no me preocuparía tanto buscando una razón, o inventando locas teorías, porque hay muchas cosas que no tienen explicación.
Se que te parecerá un poco loco Mill, pero yo creo que sí es posible.
Yo también lo creo Respondió una cálida voz que a pesar de que provenía de la superficie del lago no era la voz de Mill.
Zen buscó con la mirada en la dirección de donde provino aquella voz y vio en el reflejo del agua a la luna que le sonreía amablemente.
¿Usted también lo cree? Pregunto Zen sorprendido.
Así es muchacho Respondió La luna.
Discúlpeme pero
¿que puede saber un círculo luminoso en forma de queso, acerca de amar a alguien? Pregunto Mill visiblemente molesto al ver a La luna reflejada a su lado.
Lo sé, porque lo he vivido Respondió la luna sin mostrarse ofendida por las palabras del malhumorado Mill y dirigiéndose a Zen nuevamente, continúo diciendo Los he venido observando todos estos años muchachos y sé que son un par de locos de buenos sentimientos tratando de descubrir el mundo a su alrededor
Zen es el loco, yo soy el sensato Interrumpió Mill ofendido El es el Ying yo soy el yang.
Te equivocas Le contradijo Zen mientras iba y venía dando vueltas sobre si mismo por la orilla del lago Los dos somos el Ying y aun no encontramos nuestro yang.
La luna sonrío de lado ante estos comentarios y continúo diciendo:
Mi amigo el destino, me sugirió que ustedes serian los compañeros perfectos para mi querida Dián, y me doy cuenta que tiene toda la razón.
¿Quién es Dián? Preguntaron el muchacho y su reflejo al mismo tiempo.
Vuelvan mañana por la noche y lo sabrán.
Inesperadamente, Zen dio un ágil salto y se clavó de cabeza en las aguas del lago.
¡Hey! Protestó Mill La próxima vez avísame primero antes de lanzarte al agua de esa forma, para que pueda hacerme a un lado
¿no te das cuenta que por poco y me haces desaparecer?
Después de unos segundos en el interior del lago, Zen, salió nuevamente a la superficie y mirando hacia el cielo agitó una de sus manos y gritó con todas sus fuerzas:
¡Nos vemos mañana entonces!
Y ambos, Zen y Mill, se alejaron nadando y jugando, salpicándose agua el uno al otro.
El sol se ocultaba nuevamente reflejado en la superficie del lago, iluminando de magníficos colores el cielo de la misma manera que lo hacía todos los días. Pero a diferencia de otros días, la pequeña y extraña ave blanca se encontraba ya esperando, en la rama del árbol más cercano al lago, mucho antes de que el ocaso empezara. Y también a diferencia de otros días, la luna se podía observar débilmente en lo alto del cielo anaranjado.
El sol, a punto de desaparecer en el horizonte, emitió un ultimo rayo de luz iluminando el cielo de un intenso color dorado, como tratando de alcanzar a tocar con ese rayo a su querida compañera la luna, y justo cuando parecía que lo lograría
desapareció dando lugar a la noche.
Aquel muchacho de alborotado cabello plateado, nuevamente saltó de la rama del viejo árbol y se paró frente al lago sonriendo y buscando a su reflejo y amigo Mill. Tardó unos segundos en comprender lo que veían sus ojos, ahí estaba como siempre Mill, pero esta vez no tenía la típica cara de malhumor con que lo había recibido todos esos años, si no que, en su rostro se dibujaba una extraña expresión que se parecía algo así como al embobamiento o asombro. Y con esta expresión miraba a su lado, donde se encontraba otro reflejo, el reflejo de la más increíble cosa que jamás haya visto.
Rápidamente Zen apartó la mirada de los reflejos del lago y miró a su costado derecho donde vio a una hermosa niña, pálida como la luna, de cabellos del color de rayos de sol, que lo miraba con unos ojos oscuros como la noche y le sonreía de tal manera que Zen sentía que iluminaba con esa hermosa sonrisa cada centímetro de su existencia.
Hola, mi nombre es Dián Le dijo la muchacha haciendo una reverencia y luego recogiéndose el cabello en una cola preguntó ¿y cual es el tuyo avecilla del bosque?
Totalmente asombrado ante la visión de belleza que tenía frente a él, Zen respondió:
Mi
mi
nombre es Z
Ze
Zen.
Encantada Z
Ze
Zen Saludó la pequeña y empezó a caminar hacia él, pero tropezó y se cayó de cara en el lago.
¡Genial! es tan torpe como tu Zen Protestó Mill, mientras se perdía entre las ondas que provocaron en el agua la caída de la niña Es lo ultimo que me faltaba, la versión femenina de Zen.
¿Te
te encuentras bien? Preguntó Zen mientras se metía en el agua y extendía la mano para ayudar a la niña que pataleaba, salpicando agua por todas partes, consiguiendo que Mill mostrara su peor cara de Malhumor Déjame ayudarte.
¡¡Espera
no la toques!!! Advirtió la voz de la luna que se reflejaba en la superficie del lago.
Zen, sorprendido, retiró la mano con la que estaba a punto de alcanzar a sujetar la mano de la muchacha.
¿Por qué
que sucede mamá? Preguntó Dián que tenía también la mano extendida hacia Zen.
¿¡MAMÁ!? Exclamaron Mill y Zen al mismo tiempo.
Así es muchachos
les presento a mi adorable hija Dián Respondió la luna y dirigiéndose luego a Dián continuó diciendo Dián, estos son los niños de los que te hablé: Mill el sensato, que siempre te mantendrá con los pies en la tierra y Zen el
el... bueno Zen será un compañero grato.
Grato como una piedra en el zapato Se apresuró a decir Mill mirando de reojo a la luna y cruzando los brazos.
Dián esta aquí por que ha llegado a la edad en la que necesita tener una experiencia terrenal Continuó diciendo la luna hay algo muy importante que debe aprender, y espero que ustedes dos la ayuden a descubrir lo que necesita saber.
Yo puedo ayudarte a encontrar lo que buscas Dijo Zen dirigiéndose a Dián he recorrido a través del bosque y de los campos, conozco cada sendero y recodo como la palma de mi mano. He sentido la tierra bajo mis pies y el viento bajo mis alas
me he sentado junto al arroyo y junto al lago, me he posado en toda clase de árboles y he visto como las ramitas me miran y luego me despiden cada vez que alzo vuelo
he contado las estrellas y
Me consta Interrumpió Mill Especialmente la parte de contar estrellas, tuve que soportarlo por tres semanas contando y recontando esas molestas cositas en el cielo y
Solo hay una regla para ti Zen Advirtió la luna, cortando lo que parecía ser un nuevo sarcasmo de Mill No debes tocar a Dián en ninguna forma
si lo haces, ella tendrá que volver conmigo y su experiencia en la tierra terminará.
Y ¿Porque querría Zen tocar algo tan desagradable? Dijo Mill mirando a Dián con cara de pocos amigos Yo no lo haría ni en un millón de años.
Mi querido Mill
Repuso la luna sonriendo amablemente puedo ver que no has experimentado aún el maravilloso sentimiento que te produce el tomar las manos de la persona que amas o darle un fuerte abrazo y sentir su respiración en tu rostro o sentir su corazón latir cerca del tuyo.
Parecía que la luna recordaba experiencias que solo ella conocía, cuando dijo esas palabras. Porque lanzó un gran suspiro y se quedó callada mirando el horizonte. Los tres niños por su parte la miraban sorprendidos, porque no entendían a cabalidad lo que la luna les había querido decir. Después de unos segundos de incomodo silencio Dián miro a Zen y le sonrío y este sintió como un pequeño sol calentaba sus entrañas y lo llenaba de un sentimiento nuevo y desconocido hasta ahora para el.
No necesito tocarla para sentirla cerca de mí Pensó Zen mientras miraba la hermosa sonrisa de Dián con su sonrisa es más que suficiente, renunciaré para siempre a tocarla de alguna forma, si es que eso significa tenerla siempre a mi lado.
Entonces pequeña avecilla, cuéntame del bosque y del arroyo y acerca del viento y de las estrellas Dijo Dián dirigiéndose a Zen, quiero saberlo todo.
¡Hoy vi la cosa mas increíble del mundo...! Exclamó Zen emocionado mientras Dián le sonreía y escuchaba atentamente lo que Mill llamaba las locuras de Zen.
Todas las noches a partir de ese día Zen, Mill y Dián se encontraban junto al lago. Zen siempre les contaba de las cosas que veía en sus recorridos durante el día y sus conversaciones abarcaban desde las pequeñas hormigas, hasta las magnificas montañas y resulto que Dián era una niña muy inteligente que aprendía rápidamente y también una excelente compañía porque era divertida, espontánea y siempre contagiaba su buen humor, incluso Mill se divertía y sonreía como nunca antes lo había hecho, y todo debido a la compañía de la muchacha. Los tres niños jugaban a las escondidas a las adivinanzas y a las imitaciones, bailaban bajo la lluvia, cantaban las más locas canciones inventadas por ellos; investigaban los misterios de la magia del bosque y tenían las más disparatadas y entretenidas conversaciones sobre todo lo que se les pudiera ocurrir. Y así los días pasaban y las noches llegaban y se iban; por vez primera Zen sintió que estaba realmente completo y que no podía pedir más en su emocionante vida y siempre tuvo mucho cuidado en no romper la única regla que les había puesto la luna. Hasta que llegó aquel terrible día en la vida de Zen, el día más terrible y maravilloso en el que durante su recorrido descubrió la primera cosa que, aunque quisiera compartirla con Dian, se suponía que no debía hacerlo.
Esa noche como siempre esperó hasta que el sol se ponga y se dirigió hasta la orilla del lago.
¿Dónde esta Dián? Preguntó a un sonriente y cambiado Mill.
Está escondida, esperando a que la encuentres Respondió Mill emocionado No te quedes ahí parado, ve por ella.
Pero Zen no se movió y se quedó mirando a Mill con una expresión de tristeza.
¿Qué sucede Zen?... ¿Te sientes bien?
Hoy vi la cosa más increíble del mundo Dijo Zen, pero en su voz faltaba la emoción que siempre acompañaba a esa frase.
Mill lo miro preocupado, como presintiendo que alguna desgracia se aproximaba y temiendo que la respuesta a la pregunta que estaba por hacer, fuera lo que el pensaba, preguntó tímidamente.
¿Que fue lo que viste Zen?
Zen se dio la vuelta y mientras caminaba en dirección contraria, alejándose del lago respondió:
Un beso.
¿Qué haces avecilla? Preguntó la muchacha con cara divertida, sintiéndose inexplicablemente feliz de poder ver nuevamente a aquel muchacho con quien la pasaba tan bien.
Sudado, agitado y cubierto de tierra Zen aferraba un pedazo de corteza de árbol con la cual cavaba un agujero en la tierra junto al lago.
¿Ehm?... este... ¡Mira Dián, una estrella que cayo del cielo! Le dijo Zen a la muchacha señalando un pequeño punto luminoso que flotaba en el aire cerca de ellos.
¿Dónde, donde?
Dián se dio la vuelta buscando la estrella y vio a la pequeña mota de luz que se alejaba.
Ya la tengo, ya la tengo Exclamó Dián mientras corría persiguiendo a la diminuta y brillante lucecita.
¿Qué te traes Zen? Preguntó Mill desde el lago Los dos sabemos que eso no es una estrella, es una sabrosa luciérnaga, tu mismo la probaste cuando finalmente después de tres noches conseguiste atraparla, ¿recuerdas?
Ya lo sé Mill, solo estoy ganando un poco de tiempo Repuso Zen mientras cavaba más de prisa ¿Acaso no recuerdas la pequeña conversación que tuvimos anoche?
Mill puso una cara de esforzarse por recordar algo, que se parecía mas bien a la cara que ponía Zen cuando iba al baño, y unos segundos después levanto el dedo índice en alto, señal inconfundible de que lo había recordado.
¡El beso! Respondió Mill Zen, tienes que olvidarlo, no puedes hablarle de eso a Dián
tu conoces la regla
la perderíamos
Tú no entiendes Mill
no puedo sacármelo de la cabeza
no puedo explicar porque, pero un beso de Dián es lo que más deseo en el mundo.
Mill miro a Zen preocupado, el lo entendía perfectamente, porque aunque no quisiera admitirlo, sentía exactamente lo mismo. Sin embargo, Dián era lo mas cercano al cielo que el jamás estaría y no podía permitir que Zen la alejara de ellos.
Pero no te preocupes Mill, eso no sucederá Dijo Zen adivinando sus pensamientos y sonrío débilmente no lo permitiré.
¿Y que piensas hacer? Preguntó Mill, aunque le pareció que ya sabía la respuesta ¿Puedo
ayudarte en algo?
Si, necesitaré de toda tu ayuda para evitar que Dián sepa lo que sentimos por ella.
No seas tonto Zen
yo no siento nada por Dián
Se apresuró a decir Mill sonriendo y tratando de que en su rostro no se reflejara la mas que evidente verdad pero no te preocupes que te ayudare para que no te descubran.
¿Para que no descubran
qué? Zen y Mill Escucharon preguntar a la niña más genial del mundo, que se acercaba sosteniendo en la palma de su mano a la pequeña luciérnaga ¿Qué se traen chicos?
Primer gran error Pensó Zen pedirle ayuda al boca floja de Mill
¡Mira Dián, allí va otra estrella y parece muy sabrosa
quiero decir luminosa! Exclamó Mill tratando de enmendar su zafada de lengua.
La pequeña dando brinquitos de emoción, salió corriendo nuevamente en busca de la más regordeta y sabrosa estrella que Mill jamás había visto.
¡Y tu que esperas, cava más rápido! Dijo dirigiéndose a Zen que Dián resultó mucho mejor que tú atrapando luciérnagas.
Cuando la hermosa niña volvió nuevamente con las dos lucecitas en sus manos, Zen se encontraba ya dentro del profundo hoyo que había cavado y Mill cantaba desde el lago:
Olvidado de todos, custodiado por nadie
Cumpliendo condena sin ser el culpable
De sus sentimientos para siempre prisionero
Para evitar una tragedia vivirá en el agujero.
¿Qué esta pasando aquí? Preguntó Dián, extrañada por encontrar a su "pequeña avecilla" en el fondo de aquel agujero y por escuchar por primera vez cantar "al dulce" de Mill ¿Zen, que haces allí abajo?... y
¿A que te refieres con eso de vivir en el agujero Mill?
¡Ehm!... ¡Mira Dián otra
!
No volveré a caer con eso Mill Interrumpió Dián ya descubrí que no son estrellas, son pequeñas criaturitas del bosque, y por cierto, una de ellas me contó que tú y Zen se comieron a algunas de sus compañeras
ya hablaremos de eso luego
Dián adoptó una cara seria de desaprobación y reproche y continuó diciendo Ahora quiero que me digas que es lo que haces allí, Zen.
¿Qué hago aquí?... ahmm
jugando un juego que acabamos de inventar Mill y yo.
¿Un juego? Preguntó la pequeña y su rostro poco a poco comenzó a iluminarse con una gran sonrisa ¿Puedo jugar también, puedo
puedo?
Claro que sí.
¡Genial! Exclamó Dián y trato de meterse en el agujero junto con Zen.
¡No Dián, espera!... ¿Que haces?
Dijiste que podía jugar también Respondió la niña.
Si, pero no cabemos los dos aquí adentro así que
ehm
¡Tomaremos turnos!
Que juego mas extraño y loco Protestó Dián con cara seria y luego añadió con una gran sonrisa ¡Me gusta!
¿cuando será mi turno de entrar?
Zen, sorprendido por el radical cambio en los gestos de Dián no supo que responder y miro de reojo a Mill como pidiendo su ayuda. Mill también miraba sorprendido a Dián, pero reaccionó al sentir la mirada de Zen.
Para poder entrar tienes que
tienes que
hacer algo igual a lo que hizo Zen para ganarse su lugar en el agujero Se apresuró a decir Mill.
¿Y que es lo que hizo Zen que yo debo hacer?
Estar triste.
Segundo gran error Pensó Zen dejar a la imaginación de Mill responder preguntas difíciles bajo presión.
¿Y porque esta triste Zen?
Porque vio la cosa más increíble del mundo y... se le olvidó Respondió Mill ya ves tú que tiene cerebro de pájaro.
¿Y que se supone que debo hacer yo para estar triste?
En eso consiste el juego Respondió Zen, visiblemente aliviado de haberle ganado a responder a Mill debes averiguarlo por ti misma y nosotros haremos todo lo posible por hacer que nunca estés triste
es muy cómodo aquí adentro ¿sabes? y no renunciare tan fácilmente a salir.
Tal y como Zen lo había pensado, Dián era una niña muy alegre, demasiado alegre como para poder estar triste y junto con Mill se esforzaban por hacerla reír y ponían todo su empeño para que ella nunca conociera lo que es la tristeza. Y así pasaban los días, con Zen en aquel hoyo poniéndose cada vez más y más triste por no poder aproximarse a Dián y confesarle lo que sentía por ella, porque según lo que él pensaba, ¿De que le servía hacerlo, si jamás podría abrazarla o acariciarla o lo que más deseaba en el mundo: besarla?
La sola idea de perderla en cualquier momento y arruinar la hermosa amistad que tenían, le bastaba para ser el más triste y continuar protegiendo a Dián de él, desde el oscuro agujero.
Dián por su parte, encontró el juego divertido los primeros días, porque se la pasaba muy bien con los esfuerzos de sus mejores amigos por hacerla reír, pero después fue dándose cuenta que Zen no abandonaba el oscuro hoyo ni siquiera durante el día, porque con cada día que pasaba no habían nuevas y divertidas historias sobre las más increíbles cosas jamás vistas por Zen y aunque Mill tratara mucho no conseguía igualar las locuras del autor de su existencia.
Una noche cuando Dián llegó hasta el lago y se asomó al agujero, no pudo ver la forma de su querido amigo Zen y lo que vio en aquella profundidad la dejó muy preocupada.
¡Mill
Mill! Llamó en busca de su otro mejor amigo algo le pasa a Zen
¿Mill donde estas?
Por más que la muchacha buscaba y buscaba desesperadamente en el lago no lograba encontrar al que siempre había estado ahí para ella y empezó a sentir un intenso dolor y un gran vacío en su corazón. Dián estaba a punto de soltar una lágrima por primera vez en su vida cuando de pronto escuchó la voz de Mill cantar desde algún lugar en las calidas aguas del lago:
Llora un alma enamorada
lágrimas, dolor, pena, llanto
un corazón entona su triste canto
un ave se consume, tras un oscuro manto.
Allí desde su morada, desde su Prisión
admira aquella pálida figura, poesía a la hermosura
poesía hecha arte, arte mas allá de la pasión
por ti, mi amiga, mi amada, mi alma hermana.
¿Mill donde estas?, no puedo verte Preguntó la muchacha acongojada Algo les sucede a Zen y a ti y no entiendo que es.
Desde la superficie del lago se escucho la voz de Mill responder:
Estamos enamorados de ti Dián y queremos besarte.
Y desde el frío agujero, una pequeña ave de oscuro plumaje pensó:
Tercer gran error, pensar que Mill es capaz de guardar un secreto.
Una hermosa y pálida niña, corría en la noche atravesando un oscuro bosque, por la forma en que lo hacía parecía que huía, tratando de alejarse lo mas posible de algo que la asustaba demasiado. Sin querer, iluminaba toda clase de vida a su paso: pequeños animales, fascinantes y extrañas flores, ramas y hojas de árboles que sorprendidos la veían pasar en su frenética escapatoria. Por alguna extraña razón, eso la hacía sentirse molesta, no era su intención resplandecer de esa manera. Su pálida piel emitía un nacarado brillo perlado y de sus cabellos se desprendían unos suaves rayos dorados. ¿Porque tenía que ser tan notoria?, ¿Porque tenían que fijarse en ella de esa manera? Cuando todo lo que deseaba era pasar desapercibida a las miradas de otros. Sin querer un molesto pensamiento vino a su mente: ¿Por qué precisamente él tenía que haberse fijado en ella de esa manera?
Finalmente llegó a un claro del bosque donde ya no se veían más animales ni árboles, solo el oscuro y nublado cielo a través del cual se asomaban tímidamente unas pocas estrellas.
-¿Madre
madre
en donde estas? Llamaba la niña mirando al cielo ¿Madre puedes escucharme?
Pero no obtuvo respuesta, solo podía escuchar a lo lejos el extraño y melancólico silbido de un ave, que el viento se encargaba de transportar hasta sus oídos.
¿Zen? Pensó y la pequeña ave de oscuro plumaje que se consumía en un oscuro hoyo nuevamente ocupo sus pensamientos.
Zen estaba enamorado de ella, ¿que significaba aquello? Muy en el fondo creía saberlo, pero no quería aceptarlo, tenía miedo, pero ¿miedo de que? ¿De lastimar?
De pronto sintió como algo se arrastraba dando tumbos en el suelo, desvió la mirada y vio no muy lejos de ella una de las muchas amigas que había conocido en sus paseos con Zen.
¿Pequeña come hojas?... ¿eres tu?
Una débil y moribunda mariposa con las alas rotas y descoloridas le respondió.
Hola Dián que gusto de verte.
¿Que te pasó, porque estas así? Pregunto Dián al tiempo que la levantaba suavemente del suelo y la sostenía en la palma de su mano Estas toda lastimada.
¡Ooh! No te preocupes por mí Respondió amablemente la mariposa cuéntame de ti y de nuestro querido amigo Zen
¿Cómo esta el?
El está
está
enamorado de mi.
En el arrugado rostro de la mariposa se dibujo una radiante sonrisa.
Eso es maravilloso Dián, me alegro mucho por ti.
¿Cómo puedes decir eso? Reclamó Dián ¡Es terrible!
cuando Mill me lo dijo me quede Helada, no supe que decir, no sé lo que eso significa, solo sentí algo muy grande crecer dentro de mi, eso me asustó, sentí deseos de salir corriendo y eso fue lo que hice
estoy confundida y tengo miedo pequeña come hojas.
Ya veo Dijo seriamente la mariposa pero dime
¿Sientes miedo cuando estas con Zen?
Dián se sorprendió ante aquella pregunta y por un momento no supo que responder, pero en su mente comenzó a revivir todos los momentos que pasó junto a Mill y Zen y no pudo evitar sonreír. Recordó sus divertidas conversaciones, sus juegos, las ocurrencias de Mill, la sonrisa de Zen, su hermoso cabello plateado, el brillo de sus ojos
mientras más recordaba más feliz se sentía y aquel enorme sentimiento que la había asustado en un principio ahora le parecía en verdad maravilloso. Anime en Español
No Respondió al fin Cuando estoy con Zen no siento miedo, todo lo contrario, me siento segura a su lado, siento que me lleva a volar con el y recorro el mundo a través de sus ojos, con el aprendí muchas cosas, me enseñó a ver todo de una manera diferente, y Mill
Mill siempre me hace reír, aunque algunas veces quisiera estrangularlo, no puedo evitar sentirme única a su lado, me hace sentir especial.
Veo que tu también estas enamorada Dijo la pequeña come hojas con una débil sonrisa enamorada de Zen y Mill.
Al escuchar esas palabras nuevamente la confusión y el miedo se apoderaron de Dián reflejándose visiblemente en su rostro.
No te preocupes Se apresuró a decir la mariposa al ver el repentino cambio en las facciones de Dián Mill forma parte de la personalidad de Zen, los dos son uno, solo que fueron separados por la necesidad de Zen de tener una compañía idónea
Eso ya lo se Repuso Dián con una mirada triste lo supe todo el tiempo
es solo que, me asusta reconocer que estoy enamorada de ellos
¿es que acaso tengo miedo de expresar mis sentimientos?
El miedo no tiene cabida en el amor Respondió cada vez más débil la pequeña mariposa lo que en verdad temes es que éste se termine, porque cuando termina realmente duele, por eso sientes miedo incluso antes de que empiece
sientes miedo de dejarte llevar y...
Pero mírate pequeña come hojas
mira como terminaste por dejarte llevar por la brisa, estás lastimada y ya no puedes volar.
Es cierto, me dejé llevar Reconoció la mariposa y de alguna manera la brisa lastimó mis alas, pero ahora que mi final se acerca, lo único que de verdad me hubiera lastimado y hubiera lamentado sería el no haberme dejado llevar, el no haber experimentado la sensación de volar, de formar parte de algo hermoso, de ser una con la brisa que me llevo en sus brazos a lo mas alto y me dio la oportunidad de amar y de sentirme amada
Con una profunda mirada de tristeza y ternura dirigida a la pequeña mariposa, que en sus últimos momentos en la tierra trataba de ayudarla a comprender sus sentimientos, Dián exclamó:
Pero ¿De que te sirvió pequeña amiga?, de que te sirvió amar si ahora estas rota y abandonada.
Todo en esta vida está destinado a romperse y a terminar, todos abandonaremos en algún momento esta experiencia terrenal y aunque duele mucho cuando se termina
Una expresión de dolor apareció en las arrugadas facciones de la mariposa, pero continuó diciendo
lo único que recordaremos al final será lo hermoso que fue amar
todos recuerdan con cariño su primer amor
y es el amor lo que perdurará por siempre. Es preferible dejar este mundo habiendo amado y no con el remordimiento de haber dejado pasar la oportunidad
la oportunidad de aunque sea, por un instante
dejarse llevar
Con estas ultimas palabras, el brillo de los ojos de la mariposa mientras hablaba del amor, se perdió en la oscuridad y sus débiles y descoloridas alas se plegaron. En ese preciso instante una oscura nube se hizo a un lado y por detrás de ella la luna hizo una magnifica aparición.
¿Dián
eres tú? Preguntó preocupada ¿Pasa algo malo?
Todo está mal Respondió Dián mientras derramaba una lágrima y sostenía en sus manos a la pequeña come hojas Madre
Dudó unos segundos, había muchas cosas que quería decir y preguntar pero le dio prioridad a la cosa que más le intrigaba en ese momento
¿Que es un beso?
La luna sorprendida, tardó un momento en darse cuenta de lo que estaba pasando al ver a su hermosa hija sola y de rodillas en el suelo, sosteniendo una mariposa sin vida y preguntando lo que ella siempre temió responder.
Un beso es algo difícil de explicar, pero básicamente es la expresión física del amor, es la consumación del inocente deseo de sentirse lo mas cerca posible de la persona que amas.
¿Expresión física? Repitió Dián eso quiere decir que en cierta forma para besar a alguien ¿Debes tocarlo?
Así es pequeña, cuando besas
tus labios entran en contacto con los de esa persona que quieres y a través de ellos sus almas se conectan.
Al escuchar esto Dián imaginó como sería besar a Zen y de inmediato sintió en su interior la necesidad y el inextinguible deseo de hacerlo; entonces comprendió el extraño comportamiento de su amigo y su deseo de permanecer en aquel agujero.
¿Como sabes estas cosas?, ¿Cómo es que sabes del amor?, ¿Por qué nunca me dijiste nada al respecto?
Lo sé porque lo he vivido y no te lo dije antes porque no se puede enseñar como es el amor, tienes que aprenderlo sola, debes sentirlo por ti misma.
Después de un momento de silencio en el que Dián meditó las cosas que había escuchado decir a la mariposa y a La luna pregunto nuevamente:
Madre
¿Por qué Zen no puedo tocarme?
Con una mezcla de emoción y de tristeza la luna respondió.
Simplemente porque eres hija mía y
y
del sol
y perteneces a un lugar que está muy lejos del lugar en el que en estos momentos se encuentra Zen, lo que ustedes dos viven ahora es solo una ilusión, un hermoso sueño del que despertaras si
¡No es un sueño! Interrumpió Dián cerrando los ojos y moviendo la cabeza de un lado a otro Zen quiere besarme y creo que yo también quiero que lo haga
todo lo que he vivido junto a el me parece mas real que cualquier otra cosa y no es justo, no es justo que
Poco a poco la terrible verdad se fue introduciendo en la mente de Dián y no pudo terminar de decir lo que su corazón quería expresar. Lentamente abrió sus ojos que hasta el momento había mantenido cerrados en un inútil y desesperado intento de no ver lo evidente.
Si despierto... el no estará a mi lado cuando lo haga ¿no es así?
No.
Entonces, por favor llévame contigo madre Suplicó desesperadamente Dián prefiero seguir soñando que el es real
que él realmente existe
por favor llévame contigo
.
Al filo de una lúgubre media noche, débil, cansado y en tristes reflexiones sumido, posado en la rama de un viejo y raro olivo, cabeceando, pretendiendo estar casi dormido, se encontraba un pequeño cuervo dejado al olvido. Oyó de súbito un leve golpe, como si suavemente alguien se deslizara por la superficie de un lago.
- "Podría ser ellaPensó erizando sus plumas como intentando sacudirse de encima algo pesado y saliendo por un momento de su letargo no, no puede ser ella, es solo el viento besando el agua
eso es todo, un beso y nada más."
-"¡Ah un Beso!" -A su mente vino aquel lúcido recuerdo de una vida pasada, de la cual solo quedaban espectros de memorias moribundas, reflejados en el cielo, en el lago, en el césped y la grama, en todos los lugares en los que vivió junto a su amada y donde ahora solo quedaba la angustia y el anhelo de verla de nuevo algún día. El sabía que era en vano pero esa pequeña esperanza le daba tregua al dolor, dolor por la pérdida de la más increíble y maravillosa cosa que jamás había visto, de aquella que había sido su razón para vivir un nuevo día y que ahora ya sin ser capaz de pronunciar su nombre, consideraba para siempre perdida.
Ahora solo el crujir triste, vago, y a veces escalofriante de las ramas eran su única compañía, ya no le interesaba descubrir nuevas cosas durante el día, no quería volver a sentir nunca lo que jamás antes había sentido y que ahora por designios del destino amplificado mil veces sentía. Desesperado trataba de olvidar pero era como tratar de olvidarse de vivir, era como tratar de los latidos de su corazón silenciar.
- "¿Acaso es esa la respuesta -Pensó afligido- para liberar mi alma del dolor mi corazón debe ser abatido y para siempre frenar sus latidos?"
Ahora su ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos, resuelto a encontrar la manera de acabar con el vacío, extendió sus alas y se dispuso a dejarse caer a tierra, al agujero frío. Mas el caso es que, adormilado aun, no se había dado cuenta de que ignoraba completamente como llamar a la puerta de la insensible muerte. De pronto cayó y se vio envuelto por la oscuridad, y nada más.
Escrutando hondo en aquella negrura permaneció largo rato, atónito, temeroso, dudando, soñando sueños que ningún mortal se haya atrevido jamás a soñar: cruzar la infinita distancia para junto a su pedacito de luna llegar. Más en el silencio insondable la quietud callaba, y la única palabra ahí proferida era el balbuceo de un nombre: Dián.
Lo pronunció con miedo en un susurro, y el eco a través de las paredes del agujero lo devolvió en un murmullo: Dián, Dián, Dián
y eso fue todo, y nada más.
Vuelto hacia aquel nombre su alma toda, abrazando poco a poco el deseo de oírlo nuevamente con mayor fuerza. Ciertamente se aprestaba a pronunciarlo más claramente pero se dio cuenta de que algo sucedía y ese algo no era solo en su mente. Unas voces que perfectamente conocía, como taladros en su cabeza sentía, la molestia que le provocaba escuchar a la culpable de su desdicha, de odio le llenaba completamente.
-"¡Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio -Pensó molesto, incapaz de soportar la alegre y dulce voz que flotaba en el ambiente- solo tengo ganas de escuchar al viento y nada más!".
Sobrecogido al romperse el silencio, con sus patas dio un amortiguado golpeteo en la tierra y con un suave batir de alas alzo vuelo, intrigado, majestuoso, sin asomos de reverencia, en un instante fue a posarse con insolencia en aquella rama para así penetrar en el misterio, de tan afable charla. Posado, inmóvil, cual pájaro de ébano, cambió sus tristes fantasías en una amarga sonrisa al darse cuenta de que en la ribera del lago dos figuras reflejadas, sin percatarse de su llegada, hablaban a toda prisa.
Hace mucho
mucho tiempo, fue creada una hermosa niña con el noble propósito de iluminar con su sonrisa las mas oscuras noches de los hombres, y ese mismo día también se creó a un muchacho con un propósito similar: el debía mantener y hacer posible toda vida en la tierra irradiando luz y calor desde el fondo de su alma
Ante tales palabras el Cuervo, posado solitario en la rama, no movió ni una pluma, como quien se limita a escuchar, simplemente se limitó a pensar: "Nunca más."
Eran muy pequeños en ese entonces y todavía no tenían la edad ni la experiencia suficientes para cumplir con tan grandes asignaciones así que su creador les permitió estar juntos y hacerse compañía en un lugar en el que no existía la maldad y en el cual los dos vivían en un estado de inocencia, aprendiendo cosas nuevas y viviendo increíbles experiencias. A pesar de que se les dio todas las condiciones necesarias para que pudieran sobrevivir, crecer y desarrollarse, también se les dio una ley, por cierto una muy extraña ley: No debían tener ningún tipo de contacto físico
jamás...
"Idóneas palabras, sin duda pensó es todo lo que sabe decir, su solo repertorio, aprendido de un amo infortunado a quien debía su existir". Esa sola regla que lo acosó sin dar tregua hasta obligarlo a encerrarse sólo y sin sentido, no volvería a recordarle lo que tenía prohibido
"nunca más".
El tiempo pasó y los dos niños disfrutaban de su mutua compañía, vivieron incontables aventuras y forjaron una sólida amistad, llegaron al punto de ser los mejores compañeros complementándose perfectamente el uno al otro y como era de esperarse su relación traspasó mas allá de los limites establecidos y empezaron a sentir algo especial el uno por el otro, algo mas grande de lo que jamás habían sentido, sin embargo al principio no se dieron cuenta de lo que les sucedía, hasta que fue demasiado tarde, ese intenso sentimiento se transformo en deseo, deseo de pasar todo el tiempo juntos, deseo de sentirse lo mas cerca posible el uno del otro
Esta vez aquellas palabras como tizones encendidos, quemaban hasta el fondo de su pecho, el aire se volvía denso y su respirar se tornaba lento al darse cuenta de que su deseo mas intenso ahora jamás se realizaría y lo que una vez había sentido por ella no volvería a sentir, ¡ay!, ¡nunca más!.
Obviamente para poder hacer realidad sus deseos se vieron obligados a romper la única regla que se les había dado
En este punto el Cuervo no podía creer lo que llegó hasta sus oídos, no por diversión y mas por nerviosismo dibujo en su rostro una leve sonrisa y se dio cuenta que había enlazado su propia fantasía con un evento acontecido hace mucho tiempo.
Y así lo hicieron
- ¿Y ahí fue cuando la tragedia comenzó?
- Mi querido Mill, si piensas que Dián es una tragedia podría decirse que si, ahí fue cuando ella apareció
ella es el resultado de que rompiéramos la regla.
El flaco y ominoso pájaro no aguantaba mas, quería decir graznando: "Nunca más." Pero la curiosidad por saber como la historia terminaría pudo más.
-¿Quiere decir que esa hermosa niña de la historia es usted?...pero y el muchacho ¿quien es?
- Mucho me temo que no lo conoces -Respondió la luna melancólicamente- el muchacho de la historia es el sol.
- ¿El sol?... ¿No es ese orbe resplandeciente que te hace poner carita de chino feliz cada vez que lo miras y que solo sale de día?... Pues si es ese no lo he visto jamás porque yo solo existo de noche igual que usted.
-"¿El sol?"...El cuervo en esto cavilaba, inmóvil, sin pronunciar palabra, aprovechando lo que se le había concedido: una tregua de los recuerdos de su amada.
La luna sonrió gentilmente ante las palabras del tenue reflejo que apenas se vislumbraba en la superficie del lago y con una voz cargada de la más pura compasión de la que era capaz dijo:
- Realmente espero que algún día lo puedas conocer mi querido Mill
- Zen me ha contado mucho sobre el
no es necesario que lo vea
desde ya siento que lo conozco, lo he visto a través de sus ojos.
En un profundo suspiro la luna amablemente recordó a aquel loco muchacho, que hace mucho tiempo desapareció escondiéndose de todos para sufrir solo su perdida.
- Si, Zen siempre conseguía transmitir lo que veía con tanta claridad y entusiasmo que prácticamente te llevaba hasta los lugares que recorría
y por cierto Mill, ¿tu sabes en donde esta?
-"¡Miserable! Pensó, tú que fuiste la causante de apurar la partida y de llevarte lejos de mí a Dián, con tu dulce voz pretendes recordar al olvidado, ausente y ahora ave del mal, ten por seguro que a Zen no volverás a ver "Nunca más."
- El siempre esta por aquí y por allá
-Respondió Mill tratando de parecer despreocupado- solo que ya no habla mucho, solo repite dos palabras
- ¿Y como puedes estar seguro de que el esta por los alrededores? -Preguntó la luna impaciente- Debo encontrarlo y decirle algo muy importante
- Fácil -Respondió Mill- simplemente lo se porque si el no estuviera aquí, yo tampoco lo estaría.
-"¡Sean esas palabras mi señal de partida grito presuntuoso en sus pensamientos- ¡He de volver a la tempestad, a la ribera de la Noche, extenderé mis alas y me echare a volar, no dejaré pluma negra alguna, prueba de la existencia mía, ¡oh traidor! no te das cuenta que eres una mentira e imitación de la vida mia, un espíritu que no se merece mi compañía, deja mi soledad intacta, abandona el lugar de mis tormentos, aparta tu pico de mi corazón y tu figura del lago de mis recuerdos. En ti no volveré a confiar: "Nunca más."
- ¡Ven cuervito cuervito
aquí cuervito -Llamaba Mill en todas direcciones- ¡ven aquí bichito
psst... psst... cuervito
!
El ave cuyos ojos de pájaro en otro tiempo reflejaron inocencia y refugio para toda criatura en necesidad, ahora reflejaban tempestad, del brillo que una vez hubo solo quedaba en ellos una tierra desolada e impávida, reflejo de aquella desértica tierra encantada, hogar hechizado por el horror de la soledad, vacíos y solo dispuestos a llenarse de ira y maldad. Ante aquel llamado irrespetuoso y despreocupado no acudiría: "Nunca más."
- No lo entiendo -Dijo Mill contrariado- siempre acude a mi llamado
en fin ¿que es eso tan importante que le tienes que decir?
- Es algo que tiene que ver con Dián, ha habido un cambio en las circunstancias, un cambio muy importante de lo que Zen y tu se tienen que enterar.
El rostro de Mill reflejó una gran sonrisa al escuchar esas palabras y sin poder contener más su alegría preguntó:
- ¿Eso quiere decir que finalmente Zen tendrá en sus brazos a una hermosa Doncella por los astros regentes llamada Dián?
Y el cuervo dijo: "Nunca más."
Esta vez su voz se oyó clara e impoluta, sin rastros de piedad, sus palabras resonaron en el cielo abovedado y tintinearon como en una cúpula de cristal.
Ambos: Reflejo de su espíritu y la causante de su desgracia giraron la vista en dirección de donde había tenido su origen aquel graznido infernal.
Allí los esperaba el Cuervo que nunca emprendió el vuelo, con sus ojos, que tenían la apariencia de los de un demonio que está soñando, fijos en esos dos seres que lo estaban mirando. La luz de la Luna sobre él se derramaba tendiendo en el suelo su sombra y su alma, y la forma de esa sombra que flota sobre el suelo es la de un muchacho del que no podrá liberarse. ¡Nunca más!.
- ¡Ahí estas! -Exclamó Mill emocionado- ¿cuanto tiempo llevas ahi?...Escuchaste lo que dijo la luna
hay algo muy importante sobre Dián que debemos saber
-No me importa lo que ella tenga que decir
yo se que Dián no volverá, no te hagas ilusiones tu también, no te dejes engañar por su apariencia de bondad, ella es la que nos ha condenado a vivir solos, eternamente separados de nuestra querida Dián, y no me mires así que también es por tu culpa que ella se ha marchado, no debiste haberle confesado lo que en secreto debimos haber guardado para su propia seguridad
Mill atónito escuchaba como finalmente Zen se desahogaba y por su mejilla una lágrima plateada rodaba.
-No te das cuenta acaso
que hemos sido abandonados y solos nos quedaremos
- ¡Nunca mas!
Esta vez el cuervo no fue el que pronuncio aquellas palabras que como cantaleta memorizada había pronunciado una y otra y otra vez más. No, aquella era la dulce voz que Zen no esperaba volver a escuchar jamás y que entre lagrimas de emoción una y otra y otra vez decía:
- ¡Nunca mas Zen
nunca mas!
Disclaimer: Capítulo basado en el poema de Edgar Allan Poe, El cuervo.
¡Oh! bella criatura de mente inocente y pura
¡Con ojos de ensoñación y asombro por la vida!
Aunque pase el tiempo o tal vez no fluya para nada
Y tú y yo separados por espacio y distancia,
Tu radiante sonrisa saludará y me llegara sin duda
Desde la tierra hasta un lugar especial junto a la luna.
Era la medianoche. Una hermosa muchacha junto al lago en medio de la bruma, alumbrada bajo un rayo de la mística luna, cual si estuviera en un hermoso escenario, entre lágrimas de pena y alegría, recitaba con su más dulce voz, esa triste elegía.
Qué bonito Dijo Mill emocionado pero mucho me temo que a Zen no le quedan más sonrisas desde que te fuiste de nuestro lado.
Déjame que intente, Mill Pidió tristemente Dián déjame intentar resarcir el mal que le he causado.
Tú no has causado ningún mal, no seas tonta Se apresuró a reprochar el reflejo ¡Vaya! a lo que hemos llegado, Zen convertido en un melancólico cuervo y Dián culpándose por ser quien es
Al parecer el único que no ha cambiado eres tú Se escuchó decir a la luna sigues siendo el sensato y divertido Mill.
El cuervo al oír estas palabras, con un suave aleteo se alejó del lago a dormitar entre las sombras de las ramas de un árbol. En un estado de sopor consciente, despertarse no quiere, prefiere esconderse del mundo y sentir que lánguidamente muere.
Dián, al observar la actitud y el aspecto del esquivo y malvado cuervo, sufre y no puede evitar pensar que es la culpable. Se siente como un alma perdida, que por no saber lo que quiere, se liberó de las ataduras sentimentales de la vida y huyó, dejando otra alma sumida y encadenada al sufrimiento de llorar su partida.
Dime Zen, ¿Ya no me quieres? Preguntó tristemente Dián al cuervo, que con ojos vidriosos fingía estar en un vetusto reposo.
El amor nace del deseo, vive día a día de pequeñas alegrías y solo muere con el olvido, Zen no te ha olvidado ni por un solo minuto, créeme, lo sé porque yo tampoco lo he conseguido.
Pero entonces dime Mill, dime ¿Por qué ha cambiado tanto?
Creo que la pregunta es ¿Por qué Mill no ha cambiado? Interrumpió la luna en esto encontrarás hija mía, la respuesta que buscas a la interrogante que te asusta.
Mill, entre divertido y preocupado, adoptó una cara de ensoñación, la cual revelaba su pensamiento enamorado, entonces le pareció que el aire se tornaba más denso, perfumado, y en un arranque de sabiduría ecléctica respondió:
Yo dije lo que sentía, no me quedé callado.
Así es Mill, tu expresaste tus sentimientos
confirmó la luna, Cuando callamos lo que sentimos es cuando nos lastimamos a nosotros mismos. Zen trajo sobre sí su propia desgracia al no ser capaz de ser honesto con el mismo y expresar libremente su amor por Dián. Y tu querida hija, adoptaste la culpa por no ser sincera con Zen desde el principio, por no enfrentar tus temores, por no contarle de tu inseguridad y tu falta de compromiso. Estoy segura que no hubiéramos llegado a este punto si, al igual que Mill, hubiéramos comunicado lo que sentimos en lugar de huir o callar.
Dián dirigió una triste mirada al cuervo que apenas sí erizó sus plumas ante las sabias palabras de la luna.
Ya es demasiado tarde madre, Zen está muy cambiado y pretende no entenderme. Tal vez sea mejor así. El tiempo me dará la razón, Zen me olvidará y las heridas en su corazón sanaran.
Nunca es demasiado tarde, Dián se apresuró a decir Mill Y es el amor
no el tiempo, el que cura las heridas.
Con un extraño y sorprendente movimiento, Mill abandonó las aguas del lago, paso a paso, como un fantasma que camina sobre un alfombrado suelo, llegó hasta el árbol donde reposaba Zen. Tomó al pequeño cuervo en sus manos y lo llevo hasta su pecho en donde, ante la atónita y expectante mirada de Dián, ambos, reflejo y ave de malagüero se fundieron en uno solo, volviéndose corpóreo el reflejo y humano el cuervo. Con un dejo de voz, una voz que no se escuchó nunca pero que se reconoce en un sueño, el muchacho finalmente habló.
-Todo este tiempo estuve viviendo como si no estuviera vivo, pidiendo por un milagro que no podría salvarme, pidiendo porque regreses a mí, sabiendo que no era necesario pero era lo que más deseaba
Dián, lo siento
solo necesitaba una oportunidad de decirte cuanto te quiero.
La joven, aun con una mirada sorprendida, se acercó hasta Zen sin dudar, quería gritar ¡Bésame vida mía! Pero su mente encadenada a la realidad, se lo impedía.
Calla, no digas nada Le dijo Zen, al darse cuenta que la joven se debatía entre lo real y la fantasía déjame consumar el deseo, déjame amarte toda la vida con cada palabra, sus labios se acercaban más a los de la niña, los buscaban y estos se dejaban encontrar. A solo un suspiro de encontrarse, a solo un centímetro de, finalmente, besarse, Zen exclamó Oh Dián, me encanta tu nombre, podría pronunciarlo una y mil veces
Dián
Dián
La luna sonreía y de su blanco círculo, como un encantamiento, sobre los jóvenes vertía su luminar soñoliento.
Dián
Dián
Di
Andy
Andy, ¡Andy despierta ya!, llegarás tarde al instituto, levántate y baja a desayunar
. ¡Andrea no me hagas subir a despegarte de las sábanas!
Una hermosa jovencita entre abrió los ojos, al escuchar aquella voz y automáticamente, como lo hacia todos los días, respondió:
¡Ya voy madre!
¿Madre?, pensó y abrió los ojos completamente. Lo primero que vio fue el techo salpicado de estrellas fosforescentes, pegatinas, y en el centro un dibujo de una luna que sonreía amablemente.
Al principio no entendía nada, estaba confundida, pero poco a poco fue tomando conciencia de que el lugar en el que se encontraba era su habitación. Trató de recordar que hacía ahí, y porque no estaba en la orilla del lago con
¡Zen! Dijo casi gritando y se levantó de un salto, se dirigió hasta un pequeño escritorio en donde se podía ver un montículo de hojas sueltas, cuadernos, lápices de colores y libros. Agarró algunas hojas, tratando de quitarlas para poder desenterrar su computador personal que sin duda estaba en algún lugar debajo del divertido desorden de colores, y se topó con el dibujo de un muchacho que sonreía mientras se llevaba una de sus manos detrás de la nuca; al pié del dibujo se podía leer: "El que no lo puedas ver, no significa que no existe".
Así como la verdad se impone ante la mentira, así también se impone la realidad a la fantasía. Lo comprendió todo, había despertado.
Oh Zen
Exclamó tristemente.
Continuó escarbando hasta que finalmente consiguió dar con el ordenador portátil, lo encendió y automáticamente, como movida por un loco deseo más que por la costumbre, abrió su correo electrónico. Lo primero que vio fue un mensaje personal que por título decía:
Hey Andy ¡Feliz cumpleaños!
Empezó a leer el mensaje y mientras lo hacía, no pudo evitar que una sonrisa iluminara su pálido rostro; cada palabra eclipsaba la tristeza que había sentido al despertar, cada palabra le confirmaba que Zen existía en algún lugar y que todo lo que había vivido y soñado junto a el, en ese mundo virtual que ambos habían creado, era real.
Aun cuando había llegado el momento de despertar y el mundo de los sueños dejar atrás, Zen, Mill y Dián, en unas cuantas palabras, a través de la magía tecnológica, se volvían a encontrar y ya nada nunca más los volvería a separar. No había nadie que tuviera el valor de negar, que los sentimientos en un mundo de sueños, no son los mismos que en la vida real, porque después de todo
¿Qué es la vida, si no un sueño de amor?
El cuervo y la hija de La Luna - Fanfics de Harry Potter
En un magnífico atardecer, el sol se ocultaba reflejado en la superficie de las calmas aguas de un pequeño lago, que se encontraba en el lugar mas olvidado d
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es
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2024-11-23

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