El Epílogo de Phineas y Ferb - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Era una mañana de verano soleada,probablemente la más calurosa de todo el verano. La luz matutinailuminaba con fuerza el espeso jardín de aquella casa que, aunqueestaba rodeada de cientos como ella, tenía algo de especial.

En medio de aquel pequeño "bosque"se imponía un gran árbol, frondoso y de enorme tronco, bajo el queestaban sentados dos niños, probablemente hermanos.

Uno de ellos era moreno y de cortaestatura. Sus cabellos eran de color azabache, cuidadosamentedespeinados, y sus ojos, de un azul intenso. Se llamaba Harry. HarryFlynn.

Junto a él estaba tumbada una niña demenor edad. Si algo destacaba en ella la primera vez que la veíasera su pelo, de un rojo intenso. Sus ojos eran grandes y almendrados,de color castaño, y un enorme lazo rosado coronaba su cabeza. Sunombre era Lily Flynn.

 

Los dos hermanos buscaban amparo delincesante sol bajo la sombra de aquel árbol, y charlaban sindescanso en un intento de matar el tiempo. Había algo por lo queambos eran admirados, y era lo bien que se llevaban, sin excusas.

En un momento de aquella soleadamañana, una niña salió de la casa sin que los hermanos Flynn lonotaran. Aquella muchacha siempre destacaba entre la multitud por unacaracterística peculiar: su intenso cabello verde, que le venía defamilia. Por aquel entonces no tendría más de ocho años de edad,pero era avispada como una de doce. Esta niña era la pequeña de lafamilia, la joven Betty Fletcher.

Betty se acercó, sigilosa yescurridiza, hacia donde estaban acomodados sus primos, y se sentó asu lado. Cuando estos se percataron de su presencia se llevaron unbuen susto, pero la unieron a la conversación sin más demoras.

Tras un rato de intensa charla, laverja del jardín se abrió, y por ella entraron dos mellizos, conexpresión triunfante.

No podían ser más distintos: mientrasuno lucía cabellos rubios, el otro los tenía castaños y muyoscuros; uno de ellos era alto y delgado, y el otro bajito ycorpulento...

Pero eso no impedía que ambosenseñaran idénticas y resplandecientes sonrisas, y sus ojoslucieran el mismo color verde.

Xavier y Fred Johnson parecíanrealmente satisfechos.

Pero poco les duró la alegría, puesinstantes después una adolescente pelirroja y para nada vivarachales apartó de la puerta.

-¿¡CÓMO HABÉIS PODIDO?! ¡¡SE LOVOY A DECIR A MAMÁ!! -chilló Amanda a sus hermanos pequeños-. ¡¡OSLA VAIS A CARGAR!!

Los mellizos intercambiaron una miradaconfusa. Sus primos les rodearon sin permitirles ni un momento pararespirar.

-¿Qué ha sido esta vez? -les preguntóuna muy interesada Lily-. Ya os dije que algún día tenéis quecrear un unicornio, os lo he pedido tantas veces... ¿Es eso?

-Por favor, Lily, ¡es patético!-rebatió su hermano Harry entre risas-. Seguro que Xavier y Fredtienen preparado algo alucinante, no un unicornio, ¿verdad? Un viajeespacial, o juguetes gigantes, o...

-Pues a mí me gusta lo del unicornio-comentó Betty con ojos brillantes-. Son tan bonitos...

Xavier y Fred rieron.

-Apunta lo del viaje espacial, Fred,eso me ha gustado -dijo su hermano sonriendo-. Y Lily, tú tranquila,porque te hemos prometido el unicornio y algún día lo tendrás, enserio.

-Más os vale...

-Eh, ¿y Perry? -intervino Lily denuevo-. Hace un rato que no le veo.

Perry era un ornitorrinco, mascota detodos los primos, que oficialmente vivía en casa de Lily y Harry,pero los acompañaba a todas partes. Su nombre era un tributo alanterior ornitorrinco que fue mascota de la familia, también llamadoPerry.

 

-Ni idea... Bueno, a lo que íbamos...Hoy hemos hecho algo para que podemos divertirnos nosotros -continuóXavier, ignorando el comentario de su prima- y todos los chicos delbarrio. Venid y disfrutad de ¡¡LA NORIA MÁS CHULA DEL MUNDO!!

Betty aplaudió con ganas al ver laobra de sus primos. Lily abrió mucho la boca, tanto que se la vieronlas amígdalas. A todo esto, Harry ya se había puesto a la cola parasubir.

-¡Hey, Xavier, Fred, ponedlo en marchaya! -les gritó, entusiasmado.

Una colosal noria de casi quince metrosde alto se alzaba tras la cortina que Xavier acababa de descorrer.Estaba pintada de un color rojo brillante, y miles de bombillitas decolores decoraban la estructura y cada una de las cabinas. En un grancartel se leía: "LA NORIA MÁS CHULA DEL MUNDO, POR XAVIER Y FRED"

No tardó ni diez minutos en llenarsela parte delantera de la casa de chicos y chicas de todas las edades,deseosos de probar por sí mismos el invento del día de Xavier yFred.

Mientras tanto, en el interior de lacasa se libraba una lucha telefónica....

-¿Mamá? Soy Amanda. ¡TIENES QUEVENIR A CASA YA! ¡Xavier y Fred han construido una noria enorme enel jardín! Tiene quince metros de alto, y brilla, ¡y es muypeligrosa! Tienes que pillarlos, mamá, ¡ven a pillarlos! ¡TIENESQUE VENIR YAA!

-Amanda, cariño, tranquilízate,¿quieres? -respondía Candace con voz calmada desde la otra línea-.Tu padre y yo vamos de camino, estaremos allí en cinco minutos. ¡Ay,no! Jeremy, déjame delante del supermercado, tengo que comprartomates y patatas. ¡Serán diez minutos, Amanda! ¡Adiós, cariño!

-Adiós mamá... -dijo irónicamenteAmanda, resignada-. ¡En fin, parece que tendré que hacerlo yo! Lessacaré una foto y cuando llegue mam... ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!

La muchacha acababa de salir al jardíncuando profirió aquel grito.

El lugar donde apenas minutos antesestaba situada la magnífica noria, ahora estaba vacío. La atracciónhabía desaparecido sin dejar rastro, y todos los jóvenes que sehabían congregado allí se habían marchado. ¡Todo se habíaesfumado! Remedios Naturales Caseros Trucos Y Consejos De Salud

-L-la noria, y... y la ge-gente-titubeó Amanda, incrédula-. No es posible, ¡NO ES POSIBLE!

Se oyó el ruido de un coche al frenar,y entraron en escena Candace y Jeremy, los padres de Amanda, Xavier yFred.

-¡Hola, cariño! -saludó alegrementela mujer, posando las bolsas del supermercado en el suelo-. ¿Quéera aquello tan gigantesco que tenía que ver?

-Nada, mamá. No hay nada...gigantesco... que tengas que ver -suspiró la chica, y encendiendo sumóvil, llamó a su mejor amiga-: ¿Lucy? No te vas a creer lo que meha pasado... Necesito desahogarme.

Candace recogió las bolsas de nuevo yse dispuso a entrar en casa.

-¿Xavier, Fred? Coged esas cestas deahí, pesan menos. Dejádlas en la cocina, por favor.

Lily, Harry, Betty, ¿a alguno leapetece un trozo de empanada? -añadió dirigiéndose a sus sobrinos.Los tres alzaron la mano.

Una vez dentro, los niños se sentarona comer la empanada casera que Candace había preparado mientrascharlaban de la aventura del día.

-¡Ha sido alucinante, chicos! Láticame ha preguntado si mañana puede venir pronto para ayudar -comentóLily, masticando un generoso pedazo de la empanada-. Le ha gustadomucho.

 

-¡Claro! -respondió Xavier, y le dioun codazo a su hermano. Hacía siglos que a Fred le gustaba Lática.

-¿Lática? -se unió Candace a laconversación, mientras vaciaba las bolsas de la compra-. ¿No es lahija de Baljeet y Misty? Vuestros padres eran grandes amigos suyos.

-Sí, lo sabíamos -intervino Harry,lamiéndose los labios tras el último trozo de empanada-. Oye, tíaCandace, ¿hay más empanada?

-No, Harry, pero quedan unas galletasque hice el otro día, ¿os apetecen? -ofreció ella.

-No, gracias. Estoy llena.

-Yo también, tía Candace

-¡Pues yo no! -zanjó Harry, con undestello hambriento en los ojos, y se lanzó hacia el bote degalletas que su tía le tendía.

La charla murió mientras Betty, Lily,Xavier y Fred terminaban sus respectivos trozos de empanada y Harryaniquilaba las galletas.

En ese momento se oyó el timbre. Lapuerta de entrada crujió y unos zapatos se restregaron contra elfelpudo.

-¿Hola? -preguntó una voz desde elsalón-. Candace, ya hemos llegado.

La mujer se precipitó hacia allí.

-¡Hola, hermanitos! Cuanto habéistardado, ¿ha pasado algo? Bienvenida, Isabella, querida. Y a titambién, Vanessa, ¿cómo te va? -les saludó Candace.

-Estupendamente. Lo hemos pasado genial-le contestó alegremente Vanessa-. Tenemos tantas cosas quecontaros... ¿Y los niños?

-En la cocina, merendando. Les hice unaempanada...

-Les mimas demasiado, Candace -rióIsabella mientras apoyaba la maleta en la pared y se sentaba en elsofá junto a Jeremy.

No habían acabado de posar el equipajey sentarse un rato, cuando todos los chicos se precipitaron al salón.

-¡Mamá! ¡Papá! -exclamaban algunos.

-¿Qué tal el viaje, titos? ¿Esbonito Atenas? -inquirían los mellizos.

Incluso Amanda bajó de su habitacióny dejó de retorcerse en su incomprensión para saludar a sus tíos.

Después de unos minutos de abrazos,saludos y besos, todos se acomodaron en el salón para escuchar elrelato de Phineas, Isabella, Ferb y Vanessa.

-Y al día siguiente fuimos a un puebloa las afueras... Realmente bonito, aunque algo pequeño... -contabaPhineas hora y media más tarde.

-Sí, pero lo peor de aquel sitio fueel hotel -comentó Vanessa con nostalgia-. Hacía un calor horrible,¡pero no había aire acondicionado! ¡Dormimos encima de lassábanas!

Betty se rió al imaginar a su madredurmiendo en paños menores sobre las sábanas.

-Bueno, ¿y a qué os habéis dedicadovosotros? -preguntó Ferb a los chavales, hablando por primera vez enbastante tiempo.

-Bueeeno... -comenzó Fred en respuestaa la pregunta de su tío-. Ayer fuimos a jugar al minigolf a PequeñosZoquetes...

-¡Mentira! -interrumpió Amanda-.¡Reformasteis el minigolf al completo!

-...anteayer subimos a los coches dechoque... -siguió Lily.

-¡Sí, a los que construyeron Xavier yFred!

-...¡y hoy probamos una noriaestupenda! -acabó Harry con entusiasmo.

-Lo dejo... -se rindió Amanda.

-Parece que lo habéis pasado muy bien,¿no? -sonrió Isabella desde debajo del brazo de Phineas.

-Noooo, tita -ironizó Betty mientrasenredaba un dedo en sus verdes cabellos-. ¡Nos hemos aburrido unmontón!

Todos rieron.

-Bueno, esta noche van a venir a cenarBaljeet, Misty, Lática y Bufford -anunció Phineas. Fred seruborizó.

-Así que decidme, ¿qué os apetecepara cenar? -les preguntó Isabella, dirigiéndose hacia la cocina.

-¡Espaguetis! -gritó Lily.

-¡Pizza! -opinó Harry.

-¡Pollo! -comentó Betty.

-¡Croquetas! -sugirieron Xavier yFred.

-Comida... -dijo Amanda con desgana.

-¡Oh, ahí estás, Perry! -exclamóLily al encontrar al fin a su mascota.

Y entre las risas de los padres y lasbromas de los hijos, los Flynn, los Fletcher y los Johnson seprepararon para aquella noche especial.

Pero tras aquella deliciosa velada,Phineas y Ferb se percataron de cuánto tiempo hacía que no hacíanalgo realmente grande. Y sin poder evitarlo, y sin que nadie más lesoyera, Phineas le susurró a su hermanastro:

-Ferb, ya sé lo que vamos a hacermañana...

El Epílogo de Phineas y Ferb - Fanfics de Harry Potter

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Era una mañana de verano soleada,probablemente la más calurosa de todo el verano. La luz matutinailuminaba con fuerza el espeso jardín de aquella casa que,

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2023-02-27

 

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