El hombre de los zapatos de goma - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Iker era un joven maravilloso, con una vida genial: todo le iba bien, tenía una prometida hermosa y genial (llamémosla Maite), y el mejor amigo que cualquiera pudiera desear (llamémosle Aitor).

Iker era feliz. Muy feliz. Junto a su novia y su mejor amigo la vida le parecía algo maravilloso, hermoso y fantástico.

Un día, Iker, al volver del trabajo (este no consta de importancia, así que no os relataré en que trabajaba), Iker paseó un rato por las calles de Donosti, su ciudad. Andaba despacio, sin ninguna prisa, mirando escaparates, y de pronto, algo le llamó la atención:

¡¡Unos zapatos de goma geniales!! Eran marrones, pero con estilo informal, no de esos de pescadero del atlántico. A Iker le enamoraron, y tan rápido como el viento entró y se los compró.

 

Tanto le gustaron que, en plena calle, antes de subir a casa, se los calzó.

Como todos sabréis, los zapatos de gomas no hacen ruido al andar, así que cuando Iker llegó a casa, ni su novia ni su mejor amigo lo oyeron llegar.

Sin embargo, Iker si los oyó. ¡¡Estaban hablando mal de él!!

Agudizó el oído:

-...pues si... la verdad es que en esos casos me desespera... -decía Maite.

-¡¡Cierto!! -asentía Aitor-. ¿Y cuándo se pone nervioso? ¡¡Es insoportable!!

Iker no se lo podía creer. ¿Su novia y su mejor amigo hablando mal de él? ¿No lo querían acaso? Una furia increíble se apoderó de él.

¡¡Creía que lo querían!! ¿¡¡Y a la mínima, hablando mal de él los encontraba!!? Iker, con un enfado de caballo, entró en el salón, y les gritó a Maite y a Aitor que eran malas personas, que creía que lo querían, pero que visto que no era así que se marchaba para no volver, que no quería volver a verlos y que se fueran al infierno. Armario escobero

Iker se sentía traicionado totalmente e hizo caso omiso de las disculpas y razones que Maite y Aitor le señalaban.

Cogió su maleta, cargando con lo justo y salió de la casa con intención de no volver jamás.

 

Unas semanas más tarde, Iker vivía en otro pequeño pueblo, cerca de su anterior ciudad. Allí solo, comenzó a hacer amistades, pero poco a poco se dio cuenta de que él mismo también hablaba mal de las personas, y que, sin embargo, eso no implicaba que las quisiera menos.

Iker, arrepentido totalmente, volvió a Donosti, y rogó de rodillas a Maite y a Aitor que los perdonara por su estupidez al creer que ya no lo querían y por las terribles cosas que les había dicho.

Maite y Aitor, que tenían muy buen corazón, acogieron de nuevo a Iker entre ellos, y en unos meses, Maite e Iker se casaron, siendo el padrino Aitor.

Cuenta la historia, que tras otro día de trabajo, Iker compró unos zapatos con suela de metal. Así, cuando llegara a casa, si Maite y Aitor estaban hablando mal de él, lo oirían llegar, y callarían al saberlo en casa.

Así fue como el hombre de los zapatos de goma comprendió que todo el mundo habla mal de gente a la que quiere, y que no siempre es motivo de enfado.

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Iker era un joven maravilloso, con una vida genial: todo le iba bien, tenía una prometida hermosa y genial (llamémosla Maite), y el mejor amigo que cualquier

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2024-11-06

 

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