El poder oculto - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Nuevamente estaba dando vueltas en la cama. Era la quinta noche en laque no podía dormir. Cada vez que lograba conciliar el sueño me despertaba unmaullido desgarrador. Posiblemente fueseun gato perdido. Pensé en salir para ver si lograba encontrarlo. No lo habíavisto aún, pero el ruido me estaba volviendo loca. A medida que pasaban losminutos, lo oía más fuerte y cercano. Seguramente debía ser que el cansanciohacía que mis nervios estuviesen jugándome una mala pasada después de tantosdías sin poder descansar bien. No meexplicaba como un gato había logrado llegar hasta allí, a la casa de mi abuela,que estaba en el medio de una de las numerosas islas del Delta. Esta era pequeña y estaba perdida entretantas otras. La rodeaban pequeños canales y un sinnúmero de arroyos. Parasalir de allí debíamos hacerlo en una lancha. Además no había vecinos cercaporque toda la isla era de mi familia y el brazo principal del río estababastante lejos.

 

Generalmente se oía el silencio y sólo elsilencio. Desde siempre lo consideraba una de las poesías más bellas de lanaturaleza y por eso y por lo mucho que yo quería a mi abuela fui a pasar lasvacaciones con ella. Mientras tanto mispadres buscaban una nueva casa en la ciudad de Buenos Aires. Hasta ese momentoestábamos viviendo en las afueras pero mi papá había conseguido un nuevotrabajo en el centro y quedaba a muchos kilómetros de donde habitábamos ahora.Sabía que iba a extrañar a todos mis amigos y a mi escuela, ya que también meiban a cambiar. Quizás toda la ansiedad que tenia era la causa por la cual nopodía conciliar el sueño. Pensé en levantarme e ir a buscar un plato con lechepara darle a ese molesto gato. Creí que tal vez tuviese hambre y que por esolloraba. Imaginé que seguramente había llegado sobre algún leño accidentalmente.Si así había sido era casi un milagro que estuviese con vida, ya que lacorriente era muy traicionera. El río siempre se comportaba como un animalsalvaje. Este podía ser pacifico y tranquilo, como también el más fuerte ybravío, dependiendo del día y del viento. Estas eran cosas que fuiaprendiendo después de quince años de pasar todos los veranos en la isla. Nadiepuede estar seguro de como va a comportarse la naturaleza. Así yo aprendí desdepequeña a respetarla, a temerle y a amarla.

Estaba convencida de que quedaba algo de leche en la heladera. Pensé quesería mejor calentarla un poco. No quería que le hiciera mal al animal siestaba muy fría. Como el llanto era semejante al de un niño pequeño, eraposible que se tratase de un cachorro. Creí que si así era, tal vez me hubiesendejado quedarme con él y Samanta, la gata de mi abuela, lo hubiese podido criar.

Vi un resplandor en la cocina. Habíauna llama encendida. Estimé que sería mejor que me apresurase para que no sequemase nada con ella. Consideré que podría ocurrir una tragedia ya que toda lacabaña era de madera. Por suerte solo se trataba de una vela encendida. Mellamó la atención la llama. Esta estaba agitada, como danzando con un vientoinexistente. Me preguntaba por que mi abuela había dejado esa vela blanca allí.Posiblemente un rato antes se hubiese cortado la luz y yo no me había dadocuenta. Supuse que era posible que ella con su avanzada edad se hubiese olvidado de apagarla. ¡Quéequivocada que estaba en ese entonces!

Percibí un agradable perfume. Era el delicioso aroma de los azahares quehabía dejado mi abuela en un hermoso jarro con agua junto a la vela. Con elcalor se había intensificado su fragancia y se impregnaba en todo el recinto.Decidí prender la luz y apagar la vela. En el momento en que un profundosuspiro exhalado por mis labios extinguió la llama, un alarido profundo yaterrador que parecía proveniente de un alma que vaga sin rumbo, ni destinoperdida en la oscuridad de la noche, hizo que se me erizara la piel. No parecíael llanto de un gato. De todas formas esperaba que si era un animal lo que seencontraba afuera no se hubiese lastimado.

 

De pronto con el borde del ojo divise el contorno de una mujer. Cuandogiré la cabeza y agudicé la vista ya no había nadie. Corrí a buscar proteccióna la habitación de mi abuela. Con voz temblorosa le susurre.

_Abuela rápido levántate. Me parecióver a alguien afuera.

_Ya pasó querida fue solo unapesadilla.

Me dijo entre sueños.

_No te duermas abuela. No fue unapesadilla. Ya van cinco noches que no duermo bien por el maullido del gato.

Insistí.

_ ¿Ya es la quinta noche....?. Vamosa la cocina tenemos que hablar...

Dijo sobresaltada.

Al llegar a la cocina mi abuelaempalideció. Parecía haber visto un fantasma. Me miró seriamente y casi sin vozme preguntó.

_La vela... querida ¿Vos apagaste lavela?

Su mirada se tornó sombría y susojos negros reflejaban la oscuridad de la noche...

_Sí abuela, yo la apagué para que nose incendie la casa... Acaso ¿Hice mal?

No estaba segura si mi abuela mehabía escuchado. Solo después de unos instantes, que a mí me parecieron tanlargos como una eternidad, tornó sus ojos hacia mí y me dijo.

_No... no hiciste mal. Nadie puedecambiar el fin del camino...

_ ¿De qué estas hablando abuela? Note entiendo.

_La vela de todas formas se hubieseapagado sola en algún momento.

No pude reflexionar en ese entoncesen sus palabras por que en ese instante otro ensordecedor grito me estremeció.Volví a pensar que quizás un animal hambriento necesitase ayuda, pero yo creíhaber visto a una mujer. Posiblemente hubiese sido tan solo mi propia imagenreflejada en la ventana. De todos modos me daba miedo salir sola. Le rogué a miabuela.

_ ¿Me acompañas a darle leche algato que llora? Debe tener hambre y no quiero ir sola. Estoy casi segura de quevi a una mujer afuera, aunque pudo haber sido mi propio reflejo.

_No... no salgas... no creo que esoque llora sea una gato. Ni aquello que viste una mujer.

_Pero... ¿Crees que pueda haberalguien afuera?

Pregunté alarmada.

_Mejor no salgamos. Ven a dormir ami habitación. Hoy va a ser la última noche que escuches ese llanto junto a mí.

Respondió mi abuela con voz solemne que intentaba aparentar sertranquilizadora.

Observé intrigada que ella mezclaba el agua del jarrón que contenía losazahares con un puñado de sal fina. Con mucha suavidad volcaba la mezcla por elcontorno de la ventana. Sin poder contenerme le pregunté.

_ ¿Por qué tiras agua con sal en laventana?

_Para espantar... a las babosas. Enel delta hay muchas y se comen las plantas.

No pude creerle pero sin decir una sola palabra más ambas nos fuimos aacostar.

A la mañana siguiente, después del desayuno, mi abuela me dijo que habíallamado a mis padres para que me viniesen a buscar. No entendía por que habíahecho tal cosa. Supuestamente yo iba a quedarme con ella hasta que terminasenlas vacaciones y eso seria recién en marzo. Faltaba mucho tiempo aún paranuestra despedida. Recién comenzaba diciembre. No llevaba ni una semana conella y ya quería deshacerse de mí. Estaba indignada y a la vez molesta. Decidípreguntarle el motivo de su accionar. Con voz quebrada pregunté.

 

_ ¿Por qué llamaste a papá para quevenga a buscarme. Quería quedarme todoel verano con vos ¿Hice algo que te molestase? ¿Fue acaso por lo que ocurrióanoche?. Yo creía que te gustaban los gatos porque tenes a Samanta...

_No querida. No es nada que hayashecho. Lo que sucede es que surgió algo inesperado. Me voy a tener que ir. Perono te preocupes, después voy a ir a despedirme. Tus papás me dijeron queencontraron una nueva casa. La próxima vez que vengas aquí vas a hallar elregalo más maravilloso que puedas imaginar. Era de mi abuela. Ella se lo obsequióa mi madre. Mi madre, a mí y ahora lo dejaré en tus manos. No le vayas a contarnada de esto a tu padre. Nunca debe saberlo, ni siquiera cuando yo no este.Prométemelo Tamara.

_Esta bien. Te lo prometo abuelapero... ¿Por qué papá no tiene que saberlo?

_Para que no se ponga celoso. Élsabe que lo quiero. Alan es así, no le gusta que no lo tomen en cuenta. Querida,debes saber que hay cosas que solo alguna gente conoce y nadie más puedehacerlo. En muchos casos ni siquiera las personas que más amamos. Hay que serdiscretos, no misteriosos. El misterio y la discreción parecen ir de la manopero si uno se pone a pensarlo bien son cosas muy diferentes. Yo diría más biencasi opuestas.

_Bueno esta bien nadie lo va asaber.

Prometí a mi abuela mientras cruzábamosel parque que rodeaba a la cabaña. Antes de subir a la lancha me aconsejó.

_Lo que vas a encontrar te va acambiar la vida. Ten cuidado, puede ser tan bueno como peligroso. Por eso tetiene que quedar claro que siempre hay que buscar el conocimiento para que note esclavice la ignorancia. Solo así conseguirás el poder. Recuerda que de estose trata nuestra existencia. No te olvides de algo, nunca uses el poder para sometera quienes no lo poseen y no te conviertas en una esclava de su encanto. Enseguidavuelvo, me estoy olvidando una cosa dentro de la casa.

Mi abuela siempre había sido enigmática para dar consejos. Nunca entendímuy claramente lo que querían decir. Desde que era muy pequeña me instruía con estetipo de cosas. A mí siempre me encantó escucharla. Después de unos minutosregresó con una canasta de mimbre en la que usualmente recogía floressilvestres de la isla.

Me moría de curiosidad por saber que era lo que llevaba en la canasta,pero me limité a sonreírle y a esperar que se sentase en la lancha junto a mí.Había aprendido, después de muchos años con ella, a respetarla en sussilencios. En ese momento sabía que si ella quería que yo supiese lo queguardaba en la canasta de mimbre ya me lo hubiese dicho. Si yo le preguntabaseguramente hubiese dicho "_todo llega asaberse a su debido tiempo."

Una vez en la lancha hice lo quesiempre hacía cuando viajaba con mi abuela por el Delta. Me dediqué a observarlos dorados destellos de luz que se formaban como si fuesen trazos de un majestuosocuadro pincelado por el sol. En ese momento, no sabía por que, por primera vezdesde que conocía el río no lo sentía de esa manera. Lo percibía como si fuesenlágrimas doradas que derramaba un manantial de luz.

 

Permanecí inmóvil observando el río durante un largo tiempo. Cuandolevanté la mirada distinguí a mis padres que estaban saludándonos desde elmuelle. Me preguntaba si mi abuela bajaría para saludarlos ya que la última vezque se había encontrado con mi madre se habían disgustado. Decidí preguntarle.

_Abuela. ¿Vas a bajar?

_Sí mí querida. Quiero darle algo atu padre.

Respondió dibujando una sonrisa picarona en su rostro.

_Ten cuidado al bajar porque haymuchos tablones flojos y esa canasta parece bastante pesada. ¿Si quieres teayudo?

Pregunté cuando arribábamos al muelle.

_No gracias querida. Yo puedosola... ¡Alan vení a ayudar a tu pobre madre a bajar de este monstruo acuático!

Gritó mi abuela al ver que seacercaba mi padre.

_Vos siempre con tus ocurrenciasmamá "Monstruo acuático". Nunca se te acaba la imaginación.

Dijo mi papá soltando una carcajadamientras mi madre fruncía los labios.

_ Te ayudo. Por cierto ¿Qué traes enesta canasta? Pesa una tonelada.

Preguntó mientras aún reía.

_Es un regalo para Tamara.

Respondió ella dándome un codazo enel estómago que me dejo sin aire durante unos segundos.

_ ¿Un regalo para mí? ¿Qué esabuela?

_Es algo muy importante que teindicará algunas pautas del bien y del mal. Prométeme que lo vas a abrir en tucasa y en tu cuarto. Espero que quede algo bien claro: esto es para Tamara ysolo para ella. Le gusto mucho cuando estuvo en casa y quiero que se lo quede.No voy aceptar devoluciones. Te lo digo a vos Raquel.

Estaba segura de que mi mamá estabapensando en ese momento "_Mi suegra es una bruja." Pero yo sentía que quería unpoquito más a mi abuela. Nadie se atrevía a desafiar a mi madre, exceptuandoobviamente a mi abuela. Estaba segura de que si otra persona le hubiera dichoeso mi madre ella hubiese hecho saltar hasta a los peces del agua. Siendo miabuela quien se lo había dicho solo se limitó a echarle una mirada desafiante.

Apoyó la canasta sobre el muelle y saltó a los brazos de mi padre. Erala primera vez que la veía abrazarlo de ese modo. Estaba segura de que mi papátambién se había dado cuenta. Me miraba asombrado. Luego apartó la vista y latornó hacia el piso. Cerró fuertemente los ojos y la abrazó. Ella no podíacontener las lágrimas. Sus ojos, tan negros como los míos reflejaban el dolorde su alma. En ese momento ignoraba el por que de su pena. Era la primera vezque la veía llorar.

Los observé durante unos instantes. Luego de separarse, se miraronprofundamente. Mi abuela parecía querer decirle algo sumamente importante perosolo se escuchó el susurro de las ramas acariciadas por el viento y el rítmicosonido de el agua que azotaba la quilla del barco. Ella seco sus lágrimas consu pañuelo. Nos beso a mi padre y a mí e ignorando por completo a mi madre,quien la miraba con un profundo odio, dió media vuelta, subió a la lancha y sinmirar hacia atrás se alejó en el río.

Después de casi cuarenta minutos deviaje en el auto de mi padre, con un calor sofocante, llegamos a un pintorescobarrio. Estaba repleto de frondosos árboles en las veredas y fragantesjardines. Al llegar a un gran chalet con techo a dos aguas de tejas rojas yrodeado por rosas que impregnaban el aire con su aroma, el auto detuvo su marchay mis padres bajaron. Esbozando una delgada sonrisa mi padre exclamó.

 

_Bienvenida a casa Tamara. Este estu nuevo hogar.

Cuando bajé del auto sentí que unescalofrío recorría todo mi cuerpo. Por alguna razón, recordé una frase de miabuela: "siempre presta atención a las manifestaciones que percibe tu cuerpo. Muchasveces solo con nuestros cinco sentidos no alcanza, por eso debes mantenerteatenta." Un tiempo después me daría cuenta de por que la había recordado.

Mi madre abrió la puerta de entraday con un gesto me indicó que podía pasar. Al entrar vislumbré una enorme salacon una imponente escalera de roble que se alzaba majestuosamente ante misojos. También, distinguí que habían comprado muebles nuevos. Estos no eran losmismos que los de mi antigua casa. Todos estaban elegidos con el ostentoso perodelicado gusto de mi madre. Quise conocer el resto de mi nuevo hogar. Mi padre me mostró rápidamente y con muchoentusiasmo las demás habitaciones. En la planta baja se encontraban lacocina-comedor, un baño y la sala. En el primer piso estaban las treshabitaciones (la mía, la de mis padres y en la tercera había un escritorio conun sofá-cama, que podría haberse convertido en una habitación para albergar ami abuela o a algún otro huésped inesperado). El segundo baño que era bastantemás grande que el anterior. Después de terminar de recorrer la nueva casa, mimadre con un frío grito ordenó desde la planta baja.

_Tamara desempaca y acomoda tuscosas en tu habitación. Llévate también este mugroso canasto porque creo quealgo empezó a pudrirse dentro de él. Huele muy mal.

Obedeciendo a mi malhumorada madre,bajé a buscar la canasta y mi papá me ayudó con el equipaje. Cuando llegamos ami habitación dejamos las cosas sobre la cama. Él me dio un beso en la frente.Antes de irse añadió.

_Espero que seas muy feliz aquí. Hayun colegio cerca y ya te hemos anotado en él. Con tus excelentes calificacioneste aceptaron enseguida. El hijo de la nueva amiga de tu madre va a ser tucompañero.

Y antes de que pudiera decir palabraalguna continuó.

_Sí, a mí también me sorprendió queella tenga una amiga con la cual se lleve bien.

Ambos reímos al mismo tiempo y alcabo de unos segundos con una expresión pensativa mi padre agregó.

_Es un joven algo peculiar, siempreestá vestido de negro. Será la moda de este barrio o quizás la época.

Mi padre se marchó cerrando lapuerta al salir. Por fin estaba sola... bueno no tanto. Observé con asombro quela canasta se sacudía sobre mi cama. Cuando la abrí saltó a mis brazos Samanta,la gata de angora negra y gorda de mi abuela quien casi me derriba.

Me preguntaba por qué mi abuela mehabía obsequiado a su mascota. Era una de sus posesiones más preciadas y comoera posible que la gata hubiese permanecido inmóvil durante tanto tiempo. Pudever que en el fondo de la canasta un sobre cerrado con mi nombre escrito con laletra estilizada de mi abuela. Lo abrí. Tomé la carta y comencé a leerlo:

"Querida Tamara:

Seguramente ya no estaré contigo cuando leas esto. Estoy segura de quepuedo confiar en ti al decirte lo que en esta carta te enterarás. Como unúltimo favor te pido que no cuentes nada. No solo no consolarías a tu padre conlo que te enterarás, sino que también te perjudicarías a vos misma.

Seguramente te habrás dado cuenta de que no soy una abuela normal y quenunca pretendí serlo. En nuestra familia se ha transmitido una herencia mágicaque es legada solo a los descendientes que sean dignos de merecerla. Por esemotivo no lo heredó tu padre sino tú. Porqué aunque Alan es una buena persona ytiene un gran corazón, el poder lo cautivaría y lo convertiría en un seroscuro. Cuando vuelvas a la isla, debes buscar sobre las vigas del techo yluego esconde el libro que encuentres allí para que nadie lo vea. En él, estaráel conocimiento que por generaciones nuestros ancestros fueron volcándole. Podrásutilizar lo que se encuentra escrito allí para ir incrementando tu poder.Realiza al principio experimentos sencillos y te darás cuenta de apoco tupotencial. Empieza por seguir las instrucciones escritas. Con el tiempo será tupropio espíritu quien le dicte a tu conciencia los pasos a seguir. Aprenderás que somos parte de un todo y somos losreceptores de la información universal. Hay cosas que tu sola deberás descubriry que nadie puede legarte. Ni tú deberás legárselas a nadie. Como por ejemploel nombre del ser superior y como interactuar en la forma más óptima para tícon los espíritus elementales. Aquello que creas que puede ser transmitido paralas futuras generaciones a las que ya amas antes de que nazcan, vuélcalas en ellibro. Ellos harán lo mismo a su debido tiempo.

 

Querida, me hubiese gustado que juntas hubiésemos aprendido. Ya que nuncaes tarde para aprender. Lamentablemente no estabas lista antes para esto porque eras muy pequeña y recién comenzabas a vivir. Ahora que lo estás yo debomarcharme. Antes dudaba de que tuvieses ya desarrollada la fuerza mágica, perome di cuenta de que serás muy poderosa. Cuando me dijiste en la isla que habíasvisto a una mujer y escuchado el llanto de un gato lo supe. Porque aquelloque percibiste en realidad era unabanshee. Una criatura espectral que presagia la muerte. Pocos son los noentrenados que las perciben. No les tengas miedo, ya que hay conjuros que lasmantienen alejadas pero no durante muchos días si es a ti a quien buscan. Sisabes que viene por tí, por que lo sabrás, no dejes que sea ella quién telleve. Si una banshee logra matar a una bruja esta se convertirá en banshee yestará siempre buscando ser alimentada de la energía que libera el temor a lamuerte. Cuando llegue tu momento, busca ayuda en los espíritus elementales,quienes te guiarán por los confines de la tierra hasta que llegues a otro planode existencia. Yo recurriré a los elementales del agua, las Ondinas siemprefueron mis predilectas, por eso siempre me rodee de agua y elegiré que ellas meguíen. Cuida bien a Samanta que será de gran ayuda para descubrir muchas cosas.Entre ellas el poder de diferenciar criaturas que estén del lado de la luz o dela oscuridad. Trata siempre de no dañar, aunque muchas veces eso no sea posibleporque lo que a veces favorece a algunos puede estar dañando a otros. Hay unequilibrio cósmico. Trata de que tus acciones sean bien intencionadas. Eluniverso se encargará de lo demás. Recuerda que esta carta no la debes comentarcon nadie, salvo con una persona que ya sepas que se ha iniciado. De todasformas debes tratar de no dar demasiada información de lo que sabes o aprendes.Puede llegar a volverse en tu contra. Siempre estaré cuando me necesites aunqueno me puedas ver. Ya encontrarás la forma de comunicarte conmigo.

 

Talvez no entiendas esto ahora. A su debido tiempo lo comprenderás: "Unosignifica sí, dos o más no"

Recuerda que te amo."

No estaba segura si era cierto loque acababa de leer o una broma de mi abuela. Yo esperaba que así fuese porquesi no lo era significaba que mi abuela iba a morir. Una horrible sensación defrió se extendía lentamente por todo mi cuerpo. Decidí tranquilizarme. Escondíla carta debajo del colchón e intentando adoptar una postura serena me dirigíhacia la cocina donde se encontraba mi padre tomando mate y untando tostadascon dulce de leche. Me senté junto a él y con una voz de tranquilidad fingidaque no parecía ser mía le pedí.

_Papá ¿La podes llamar a la abuela?

Con la boca llena, me respondió.

_Sí, pero la acabamos de ver ¿Tepasa algo?

_Es que... la vi mal quería que lepreguntes como se siente.

_Me estás preocupando. Ahora lallamo.

Ambos nos dirigimos a la sala dondese encontraba el teléfono. Mi papá tomó el tubo y marco. Después de casi diezminutos de intentos frustrados, comenzó a preocuparse. Yo estaba intentandocontener mis lágrimas. En ese momento entró mi madre y me dijo.

_Tamara, me podrías ayudar en algo eir a comprar pan ya que me olvidé. Sino, no va a haber para el almuerzo.

Asentí con la cabeza y eché unatímida mirada a mi padre que estaba marcando por enésima vez. Me dijo.

_Voy a intentar una vez más y si nologro conseguir llamaré a prefectura. Tranquila mi vida. Ahora andá al almacénque está acá a la vuelta, enfrente de la plaza. El pan de ese lugar esexquisito.

Tomé la llave y abrí la puerta porprimera vez. Crucé el jardín y me dirigí hacia la plaza donde había unos hermososcachorritos que jugaban. Estaba tan distraída observándolos mientras caminabaque choque bruscamente con alguien y juntos caímos al suelo. Cuando levanté lavista, pude ver a un muchacho íntegramente vestido de negro. Sus profundos ojosgrises que me miraban con fastidio. Se acomodó su lacio y oscuro cabello. Sesacudió la ropa y extendió su mano hacia mí para que pueda incorporarme. Cuandome levanté le supliqué.

_Discúlpame. No te ví. Estabadistraída. No fue mi intención...

Dibujó una media sonrisa en supálido rostro, sin decir palabra alguna se fue dejándome sola y abochornada.

Después de comprar el pan, mientrasvolvía a cruzar la plaza, vi a mi abuela parada en la esquina. Me saludó desdelejos y dobló en dirección a mi casa. Corrí tratando de alcanzarla. Ya noestaba allí. Pensé que debía haber entrado.

Abrí la puerta y llamé.

_Abuela... Abuela...

Pero enmudecí al ver la tristeimagen de mi padre llorando y abrazando a mi madre. Definitivamente, mi abuelano se encontraba allí. Con voz tenue pregunte.

_ ¿Qué sucede?

Mi madre casi en un suspirorespondió.

_Nos informaron los hombres deprefectura que encontraron a la lancha de tu abuela con sus zapatos y sucartera en medio del Río de la Plata. En la cartera había una nota que decía: "No culpen anadie. Esta es mi última decisión. Los amo. Cuídense".

No podía ser cierto. Mi abuelaestaba viva. Yo acababa de verla y ella me había saludado.

_Pero, yo la vi mamá. La abuela estábien. Tiene que estar bien, si venía para acá...

Mí mamá explicó.

_Tamara, debe haber sido tuimaginación. No tubo tiempo de haber llegado y
la nota. Repitió la historia desu madre....

 

Rompí a llorar y recordé la carta. Ellafue a buscar el amparo de los elementales del agua. Subí corriendo las escalerasy me encerré en mi habitación. Abracé a Samanta y leí la carta unas cien veces.

El más doloroso mes de mi vida habíatranscurrido. El cuerpo de mi abuela no había sido encontrado y mis esperanzasde que un milagro la hiciera regresar se desvanecían como la luz en el ocaso.El juez había declarado a mi abuela oficialmente muerta y mi padre era el únicoheredero de sus bienes materiales. Yo había heredado algo mucho más valiosopero en ese momento ignoraba la magnitud de mi legado. Esa tarde, mi padre ibaa ir a buscar algunas cosas a la isla y me había prometido que podríaacompañarlo.

Las palabras escritas por ella en lacarta daban vueltas por mi mente. Aún no estaba segura de creer o no en lo queallí decía. La curiosidad me incitaba a ir a buscar el prometido libro. Despuésde todo mi abuela nunca me había mentido y aunque era poco probable, no eraimposible que la magia existiese.

El viaje en lancha nunca había sido tan largo.Mi padre permaneció durante todo el recorrido en silencio y yo lo compartía.Sin embargo, me sentía extrañamente acompañada, como si hubiese una infinitacantidad de ojos en el agua. Pensé que solo eran los reflejos del sol. Luegoimaginé que eran las ondinas, espíritus del agua, que velaban por mi abuela. Mesorprendí de mi misma al pensar en eso.

Al bajar de la lancha, al ver otra vezla isla, la casa, los árboles y al sentir la ausencia de mi abuela, se apoderóde mí un profundo vacío y una desgarrante impotencia de no poder volver eltiempo atrás para hacer eternos los momentos en que juntas pasábamos lastardes. Exhalé un profundo suspiro y unas incontenibles lágrimas surcaron mismejillas. Mi padre lo notó a pesar de mis vanos intentos por esquivar sumirada. Me rodeó con un cálido abrazo y no dijo palabra alguna ya que no hayconsuelo para lo irremediable, solo con el tiempo puede apaciguarse el dolor.

Cuando entramos en la casa corrimoslas polvorientas cortinas y un calido rayo de luz ahuyentó las sombras delrecinto. Pregunté a mi padre con voz suave casi como un susurro.

_ ¿En qué puedo ayudarte?

Me respondió sin mirarme.

_Traje un par de bolsas. Guarda loque quieras para vos y el resto lo prepararemos para donarlo a la iglesia.

Cuando se dirigió a la alcoba de miabuela, yo acerque una silla a la columna que sostenía la viga principal deltecho y subí sobre ella mientras abría la mochila que había especialmentepreparado para esconder el misterioso legado. Saqué un espejo de mano para versobre la viga en que sitio estaba el libro. Observé que afortunadamente en laporción de viga justo sobre mi cabeza se encontraba un polvoriento paqueteenvuelto en papel madera, que estaba atado con una tosca soga color café. Meestiré lo más que pude y logré sentirlo con la punta de los dedos pero aún nopodía empujarlo. Casi inconscientemente, me ayudé con el espejo. Lo deslicécuidadosamente, empujando el paquete que finalmente cayó estruendosamente alpiso sin que esta haya sido mi intención. Tuve el reflejo de echar la mochilasobre él para evitar que sea descubierto por mi padre. Él después del estruendose dirigió rápidamente hacia mí que seguía parada sobre la silla. Al llegar mepreguntó bastante agitado.

 

_ ¿Qué ha pasado? Escuché un golpe¿Te lastimaste? Y ¿Qué estás haciendo arriba de esa silla? Te podes caer.

Con una tranquilidad poco común enmí, respondí.

_Sí papá, estoy bien. No pasó nada.Es que había una araña y me asustó. Por eso me subí aquí y se me cayó lamochila. Era una araña enorme pero ya se fue. Creo que se asustó con el ruido.

_Esta bien entonces me voy a guardaralgunas cosas más si querés vení.

_No, mejor voy a ver que hay en lacocina.

Bajé de la silla. Esperé a que mipadre se perdiera de vista y guarde el paquete cerrado en la mochila. Antes decerrarla leí lo que decía escrito en tinta roja sobre el papel marrón: "Para mi querida nieta, Tamara Danann".

Me dirigí a la cocina donde aún seencontraba la vela que yo había apagado la última noche que estuve allí y lasmarcas de sal seca sobre el contorno de la ventana. En ese momento sentí elimpulso de susurrar.

_Abuela... Hay abuela seguramentequerías mantener alejada a la banshee que creíste escuchar...

De pronto un golpe seco en laventana me sobresaltó. Extrañamente no me atemorizó, sino todo lo contrario.Traté de buscar una explicación lógica para el ruido. Abrí la ventana y observéque todo parecía normal, como si el golpe hubiese surgido de la nada. En esemomento entró mi padre a la cocina y le pregunté.

_Papá, ¿Escuchaste el golpe?

_Sí, pensé que habías sido vos laque lo provocó. Por eso vine a ver si estabas bien.

_No, yo no fui. No entiendo por quegolpeó así. No hay viento. Estaba cerrada y nada la golpeó.

_Tranquila, eso siempre pasaba acácuando venía a ver abuela. Ella siempre bromeaba con eso. Decía que si no hayotra explicación quizás sea un espíritu.

Dichas esas palabras mi padre sonriónostálgicamente y volvió a irse, dejándome sola con el recuerdo de mi abuela.Cuando él cerró la puerta recordé unas palabras de la carta: "Uno significa sí, dos o más no". Tal vez hubiese sido el espíritu de mi abuelaconfirmando mis palabras y en lugar de sentir temor sentí una gran emoción. Ellaestaba conmigo.

Cuando llegué a mi casa, saludé a mimadre quién me reprochó.

_Esa gata me saca de quicio. Estádejando sus asquerosos pelos negros en mis sillones blancos y no para demaullar.

Mientras mi madre gritaba norecuerdo bien que, puesto que había aprendió a no escucharla cuando se poníaasí, Samanta ronroneaba entre mis piernas. La tomé. Prometí a mi madre que meocuparía de ella y subí a mi cuarto. Una vez allí, cerré la puerta y pusemúsica para poder abrir el paquete sin que nadie sospechase. Encontré dentro deél un pesado libro forrado en cuero negro y repleto de hojas sueltas en suinterior, pero cuidadosamente acomodadas. Observé que por el contrario de loque esperaba se habían colocado los escritos más recientes al principio y losmás antiguos al final. Las páginas iban pasando de blanquecinas a amarillentashasta convertirse en hojas secas y quebradizas como si el tiempo las hubiesequemado. Las últimas se limitaban a ser simplemente dibujos y símbolos. Muchasotras estaban escritas en una lengua desconocida pero con nuestro alfabeto, poresa razón era probable que lo haya escrito algún antepasado europeo. Lasprimeras páginas estaban escritas con la estilizada letra de mi abuela. Posteriormenteaparecían las anotaciones de su madre y a continuación las de la madre de sumadre. Cada una había dejado una carta para su sucesora o sucesor.

 

Me llené de una profunda emoción altomar conciencia del valor histórico de estos escritos. Era muy importante paramí pensar que alguien de mi familia había comenzado este legado hace tantosaños y que todos habían tenido tanto cuidado para que ahora yo pudiese adquirireste conocimiento ancestral. Pensar en esto me estremecía.

Con mis temblorosas manos tomé laprimera hoja. Era la carta para la sucesora de mi abuela. Es decir, para mí.Comencé a leer.

Yo, Sara Danann te escribo estas líneas a tí que vendrás después de mí:

Debes saber que en las siguientes páginas encontraras instrucciones einformación acerca de nuestra historia. De las investigaciones realizadas a lolargo de los siglos, conjuros y recetas mágicas que han sido desarrolladas yprobadas por nuestra familia y relatos sobre acontecimientos pasados.

Muchas de estas cosas debes experimentarlas para adquirir tu propiaenergía mágica con el amparo de los espíritus elementales, del agua, del fuego,de la tierra y del aire. Te explicaré brevemente sus características. Losespíritus elementales del agua son llamados por algunos sabios ondinas. Elloste ayudarán en el amor y en la salud. Son muy sensibles y les encanta lamúsica. Los encontraras en el agua donde habitan libremente. Los espírituselementales del fuego son llamados Salamandras. Las puedes atraer con el fuegoy los inciensos. Te darás cuenta que así como nosotros pertenecemos a la luz,hay quienes pertenecen a la oscuridad. Las salamandras te permitirán liberartede las influencias negativas de los conjuros o los maleficios que caigan sobretí o sobre quien quieras ayudar. Los elementales de la tierra son los gnomos.Ellos aman a los poseedores del saber y a quienes cuidan de la naturaleza.Acude a ellos si tienes inconvenientes en tus trabajos o en tus estudios. Lossilfos son los espíritus del aire. Te darán el poder de las visiones y laintuición para descubrir los secretos de la magia. Son muy importantes y con suayuda tal vez puedas integrarte con el universo. Los espíritus elementales soncriaturas que no tienen la capacidad de discernir el bien del mal. Pueden serutilizados por gente como nosotros o por los oscuros. Trata de que losespíritus te quieran ayudar. Ofréceles velas, música y sahumerios.

Hay algo que quizás te asuste. Posiblemente ya lo sepas, la muerte no esel final solo el paso a otro plano donde no es necesaria la materia paramanifestar la existencia. Pero a través de tu propia energía y con el tiempo,probablemente llegues a comunicarte con los habitantes de otros planos. Por queaunque no siempre estemos, siempre somos...

A lo largo de este camino que estás emprendiendo, encontrarás hechicerosnaturales que sin saberlo tienen el poder, pero que no saben desarrollarlo porque no tienen el conocimiento o se niegan a tenerlo. Los que realmente lotienen lo guardan celosamente.

Hubo un período en la historia humana en que hechiceros, brujas ychamanes eran venerados. En muchos lugares había templos en los que se rendíahonores a ellos. Eran consultados como oráculos divinos y se respetaban susconocimientos como poseedores del saber universal. Pero esas épocas de orollegaron a su fin cuando se mezclaron muchas culturas y comenzaron adistorsionarse las tradiciones. Lo que dio lugar a una irracional persecuciónsobre los herederos del conocimiento. Aunque la peor parte les toco a los queperecieron, el resto también sufrió por el miedo inevitable y por versedifamados como si fuesen poseedores del mal. Así, es como los recriminaba lahipócrita sociedad medieval. El poder político y religioso de la época temía alpoder mágico natural heredado y por miedo a lo desconocido se llegaron ainventar atrocidades absurdas atribuidas a nuestro poder mágico. Aunque noniego que había algunos del lado de la oscuridad, pero justamente estos nofueron los más perseguidos. Algunos inocentes pudieron escapar a estadespiadada aniquilación. Entre ellos nuestros antepasados y aunque la mayoríade los que sobrevivieron trataron de borrar toda prueba existente de sus dones,muchos de estos son heredados de generación en generación en forma natural sinque lo sepa el poseedor del poder, creyendo de que lo inexplicable que leocurre son solo casualidades, pero como no poseen los conocimientos suficientespara lograr el máximo desarrollo de sus capacidades estas pasan desapercibidas.El primer paso es darse cuenta de que uno posee la fuerza mágica.

 

Por suerte la inquisición vio su fin hace muchos años. La sociedad sigueviendo con temor a los herederos de la magia y piensan que son satánicos opracticantes de la demonología, nada más apartado de la realidad en nuestrocaso. Sin embargo ten cuidado porque hay gente con poder asombroso del lado delmal.

Muchos herederos de la magia pero no del conocimiento que esta encierra,se están dando cuenta lentamente por cuenta propia de sus capacidades y estánsiendo estudiados por ciencias que se ocupan de fenómenos paranormales. Esperoque el poder político tenga piedad esta vez y no los quiera utilizar a su favoro volver a destruirlos. Por esto sé discreta y a su tiempo transmite elconocimiento.

Me tomé el trabajo de traducir algunas recetas mágicas que me parecieronimportantes y te dejo una lista de equivalencias que pude deducir puesto quepara guardar los secretos nuestras ancestras crearon códigos para que otroshechiceros no puedan utilizar sus conjuros. Por ejemplo:

Aroma de cronos significa leche de cerdo. Cabeza de serpiente essanguijuela común de río. Sangre de Titán es lechuga...

Así seguía la lista en formainterminable.

Después di una hojeada a losprimeros hechizos donde había consejos para iniciar rituales. Lo leería mástarde, después la cena o quizás mañana. Mi madre estaba llamándome. La cenaestaba lista. Escondí el libro en el cajón de la cómoda en el que guardaba laropa interior. Apagué la música y bajé.

Mientras cenábamos, mi madre me dijo,después de servirme un poco de jugo, de esos dietéticos que tanto le gustabanpor ser nutricionista y que se empeñaba en hacerme tomar.

_Mañana a la noche vendrán a cenarmi amiga Susana con su paliducho hijo Estaban. Será compañero tuyo en tercero.

Mi mamá se pasó el resto de la cenacriticando la mala alimentación que debería darle a su pobre hijo, su granamiga Susana. Mi mamá siempre estaba obsesionada por el aspecto físico, laalimentación y el modo de vestirse de la gente. Según ella el pobre chicoparecía tener todos los defectos. Decía que era demasiado flaco, muy pálido,introvertido hasta tal punto que lo comparó con un autista y encima de todo esoun mal gusto para la ropa. Siempre estaba vestido de negro.

 

A la mañana del día siguiente,continué con la lectura atenta y pausada del libro. Lo leí lentamente, por quecada frase era un importante mensaje o consejo. A medida que avanzaba iba reflexionandoen el significado de las palabras. Reparé en lo que intentaba inculcar mi abuelaen estas páginas. Básicamente, la idea principal era visualizar el objetivo quese deseaba y para intensificar la concentración era necesario realizar unaespecie de ritos mágicos. Estos llevaban tiempo y esfuerzo. Al buscar todos loselementos necesarios para el rito se podía lograr incrementar nuestraconcentración y por lo tanto nuestro poder mágico. Mi abuela recalcaba que paraincrementar la eficiencia y concentrar nuestra energía, debíamos convocar a lasfuerzas de la naturaleza, los espíritus elementales.

Reparé en que necesitaría proveermede algunos elementos sencillos para crear un pequeño altar y llevar a cabo misobjetivos. Debía poseer aquellas cosas que les fuesen de agrado a cada uno delos elementales. Así actuarían a mi favor. Tenían que estar presentesmateriales en los cuales estas fuerzas estuviesen, armonizar con ellas yconvocarlas amablemente. Pensé primero en como ocultaría un altar en mihabitación, sin que se de cuenta mi madre. Ella era una persona sumamenteobsesiva con el orden y la limpieza. Si lo descubría seguramente me hubieseenviado a un psicólogo, después de un escándalo terrible.

Después de permanecer casi una horarecostada en la cama mirando a la nada e intentando pensar en donde loocultaría, recordé una frase que había escuchado en televisión: "El mejor sitiopara esconder un árbol, es en un bosque". Decidí que toda mi habitación seríaun altar y todo estaría a la vista como elementos decorativos.

Me propuse salir a comprar la nueva"decoración" para mi cuarto. Me levanté. Tomé parte de mis ahorros y no tuveque pedir permiso para salir por que mis padres no estaban. Ambos seencontraban en sus respectivos trabajos.

Cuando salí a la vereda, recordé quecomo hoy era sábado por la mañana habría en la plaza del barrio una feriaartesanal. Pensé que podía ser un buen lugar para encontrar lo que necesitaba.Doblé la esquina y crucé hacia la plaza. Tal y como lo había imaginado fuiencontrando allí todos los elementos que buscaba. En un puesto encontrésahumerios de todos los aromas. Eran deliciosos. En otro compré un paquete develas perfumadas de diferentes colores y tamaños. En un rincón de la feriaadquirí un jazmín para colgar en la ventana y unos bellos recipientes decristal donde colocaría agua y eventualmente alguna flor para disimular. Cuandoemprendí mi regreso me atrajo un espejo con un artístico marco artesanal. Lotomé entre mis manos y contemplé mi imagen reflejándose en él. Percibí que misrizos dorados brillaban más que de costumbre, como con luz propia. Mispensamientos fueron interrumpidos cuando en él vi reflejados unos ojos grisesque me miraban y una voz varonil me aconsejó.

_No necesitas que un espejo te digalo hermosa que sos.

Cuando me dí vuelta vi que el mismomuchacho con el que había tropezado un mes atrás, que era el que ahora me habíadicho estas palabras, se perdía en un mar de gente mientras acomodaba hacia uncostado su flequillo negro.

Pagué el espejo y volví a mi casa conmi corazón latiendo acelerado y sin poder quitar de mi mente aquellos ojosgrises que me cautivaron.

 

Cuando entré, me apresuré a buscaren la cocina la sal fina y tras echar un puñado en el recipiente de cristal, ladiluí con agua. Al entrar en mi cuarto fui esparciendo alrededor de mihabitación, con la punta de mis dedos la solución que acababa de preparar.Mientras que en mi mente repetía algunas frases que había incorporado dellibro. "Agua y sal fluido de pureza protégeme de las fuerzas de la oscuridad.No permitan que nadie ni nada se oponga a mi voluntad ni a mis deseos. Consagroeste lugar como mi santuario, mi templo y mi altar." A continuación coloqué unavela en su portavelas y la encendí para alagar a los espíritus del fuego. Coloquéagua en un segundo recipiente y dentro de él una rosa blanca, que corté de mi jardín,para homenajear a los elementales del agua. Junto a la ventana colgué eljazmín, para las fuerzas que rigen la tierra. Con la vela encendí un incienso,que muy pronto con su perfume impregnó toda la alcoba.

No pedí nada a cambio, simplementesentía la necesidad agasajar a los elementales, mis nuevos mágicos aliados.Cuando se consumió por completo el sahumerio, apagué la vela y sentí lanecesidad de susurrar.

_Bienvenidos. Espero que en unfuturo me brinden su ayuda y protección.

Fui interrumpida por un golpe secosin punto de partida, sin explicación natural y recordé la frase: "Si no hayotra explicación posiblemente sean los espíritus". No sentí temor. Alguien oalgo estaba de mi lado.

Terminé rápidamente de acomodar amodo de decoración las cosas por que escuche el ruido de la puerta, seguido dela voz de mi madre que llamaba.

_Tamara baja. Compré comida hecha.

No lo podía creer. Ella nunca comprabacomida hecha o precocinada. Decía que no tenían los nutrientes necesarios paralograr llevar una vida sana y saludable. Estaba ansiosa por ver que sería. Notendría que soportar por una vez en la vida la asquerosa pero nutritiva comidapreparada por ella. Baje corriendo las escaleras y me llevé una enormedesilusión al descubrir que mi esperanza de un exquisito almuerzo se desvanecíaal ver que lo único que había eran unas desabridas ensaladas y para beber jugo,siempre jugo, aunque esta vez era de zanahoria...

Cuando terminamos de almorzar, siera posible que acaso eso pudiese llamarse almuerzo. Mi madre comenzó aquejarse nuevamente. Mi padre y yo compartimos una cómplice mirada de fastidio.Ella gritaba.

_ Podrían ayudarme un poco. Hoy va avenir Susana con ese chico raro, Esteban. No quiero que ella piense que estamosviviendo en una pocilga. Todo esta lleno de pelos de gato. Acá, la única quehace algo por la casa soy yo. Ustedes dos no son capaces de mover ni un dedopor su hogar...

Mi padre con serenidad resopló.

_Mira Raquel, vos la invitaste. Sino querías que venga no la hubieses invitado.

_Vos no entendés nada. Yo si quieroque Susana venga.

Continuó esta vez intentando adoptarun papel de víctima, que por cierto le salía extremadamente mal.

_ ¿Acaso no se dan cuenta de que loúnico que busco es un poco de ayuda por parte de mi familia? Pretenden que yosea una esclava... Soy una pobre e incomprendida víctima de su indiferencia...

Siguió, siguió y siguió reprochandocosas que ahora ni siquiera puedo recordar.

Las estrellas comenzaban a decorarun cielo, que paulatinamente pasaba del rojo del ocaso a un azul profundo quelentamente se tornaba negro. Con el libro me había informado, que una de lasprimeras pautas para dominar la fuerza mágica, era lograr la concentración.Para ellos se sugerían varios tipos de ejercicios. Entre estos el que estabaintentando hacer en ese momento. Este consistía en visualizar con los ojoscerrados, una calida bola de energía entre mis manos que estaban enfrentadaspero sin llegar a tocarse. Por momentos sentía mucho calor entre mis palmas yen ocasiones llegué a creer que se había vuelto corpórea. Pero súbitamente miconcentración fue interrumpida. Mi madre estaba llamándome. Las visitas habíanllegado.

 

Tardé en bajar. Como digna mujertenía que arreglarme un poco. Acababa de llegar un chico de mi edad, que seríacompañero mío y aunque no lo conocía aún y había oído hablar a mi madre muy malde él, decidí estar "hecha una diosa".

Mientras bajaba las escaleras, lo via él inmóvil. Estaba sentado en el sillón blanco de mi propia casa. A él, consus misteriosos ojos grises, que me habían observado por el espejo en la feriaesa misma mañana. Él, no parecía haber reparado en que yo bajaba las escalerasy en cambio observaba la fina alfombra persa con fastidio. Cuando mi madre mevio gritó.

_Tamara, ¿Qué has estado haciendoallí arriba? Has tardado una eternidad. No seas descortés con los invitados yvení a saludar.

Todas las miradas, incluyendo la deél, estaban fijas en mí. Sentí que mis mejillas ardían. No podía creer que mimadre estuviese avergonzándome así. Nunca se lo perdonaría entre otras tantascosas que detestaba que hiciera o me obligara a hacer. Me acerqué hasta ellossin mirar a nadie. Mi madre nos presentó.

_Ella es mi hija, Tamara.

Dijo dirigiéndose a una rollizamujer poco elegante, que contrarrestaba con la esbelta apariencia de mi madre.Le sonreí a la señora quien me devolvió la sonrisa de un modo cálido. Selevantó y dijo.

_Hola ¿Como estas querida? Vos debesser la famosa Tamara. Vas a ser compañera de mi hijo.

Evitando mirarlo e intentando nollamar su atención respondí.

_Sí.

Mi madre con una absoluta hipocresíainterrumpió mi silencio.

_Este es el encantador y apuestoEsteban. Salúdalo y de paso muéstrale la casa. Yo seguiré charlando con Susanamientras se termina de hacer la comida.

Susana con su voz chillona loalentó.

_Anda, anda "Teby". La nena es nuevaen el barrio y no debe tener muchos amigos.

Se levantó lentamente y sin muchoentusiasmo me siguió mientras le iba mostrando mi casa. No dijo ni una sola palabradurante todo el recorrido y mucho menos mencionó que ya me había visto. Yocomenzaba a sentirme incómoda. Estaba hablando sola, seguramente él ni siquierame escuchaba. Habló por primera vez cuando abrí la puerta de mi cuarto y antemi sorpresa dijo.

_Hay velas, flores e inciensos.Estos jarros con agua son los que compraste hoy. Ah... y ahí esta el espejo.Que interesante...

No sabía si estaba siendo halagada odescubierta y pregunté.

_ ¿Por qué?

Me miró a los ojos. Hizo una mediasonrisa y antes de que pueda responder a mi pregunta, retumbó un nuevo grito demi madre anunciando que la cena estaba lista. Sin responderme Estebanamablemente hizo un gesto con la mirada para que yo bajase primero. Experimentépor primera vez una sensación muy extraña. Sentía una especie de vértigomezclado con un intenso calor en las mejillas y nuevamente se aceleraba micorazón. Lamentablemente parecía que él ni siquiera me notaba.

 

Mientras cenábamos un deliciosopollo, con una ensalada desabrida con un gusto semejante al pasto del jardín ybebíamos jugo, yo estaba observando a Esteban, mi galán de ojos grises quejugaba con la comida sin probar bocado. Deseaba profundamente me él me prestaseatención. Al cabo de unos minutos, él levantó la vista hacia mí y me miró.Rápidamente baje la mirada y enrojecí. Cuando levante la vista aún me estabamirando y me regaló otra encantadora media sonrisa. Volví a bajar la vista perono sin antes regalarle la mía.

Durante el resto de la cena solo seescucharon la fría voz de mi madre y la chillona voz de Susana. Afortunadamenteella había traído el postre. Se trataba de una deliciosa torta de chocolatepreparada con sus propias manos. Todos comimos con deleite, todos salvo Estebanquien apenas había probado su primer porción.

Mientras tomábamos el último café,Susana amablemente sugirió.

_Tamara, cuando quieras, mañana opasado vení a nuestra casa y charlas con Esteban. Sino, no tengo problema queél venga a visitarte.

Cuando dijo estas palabras, mi madreme miró con los ojos muy abiertos. Susana no pareció reparar en eso y continuó.

_Él te puede contar todo sobre tunuevo colegio y algunas cosas del barrio.

Con una fuerte opresión en el pechorespondí.

_Será un placer...

Agregué tímidamente.

_Si a él no le molesta.

Lo miré y sin ganas aparentesasintió con la cabeza.

Casi a media noche cuando nuestrosinvitados se estaban por retirar, mi padre sugirió acompañarlos para quellegasen seguros. Susana accedió, por que aunque vivía solo a una cuadra ymedia no le gustaba cruzar la plaza. A Esteban aún lo veía como un niño, cosaque a mi me dió mucha gracia e intenté disimular la risa con una tocecita. Élpareció darse cuenta por que frunció levemente el seño, aunque no me miró ni medijo nada.

Al salir a la calle, nuestros padresse adelantaron y nosotros caminábamos en silencio detrás de ellos. La frescabrisa de una noche de verano me acariciaba y despeinaba graciosamente elcabello de Esteban quien casi instintivamente se lo acomodaba. Antes de llegara la esquina me paralizó un alarido espectral. Un sonido parecido al que habíaescuchado tiempo atrás en la isla cuando apagué la vela. Al recordarlo meestremecí aún más y me abracé inconscientemente al brazo de Esteban, quién memiró con sorpresa. Al darse cuenta de que su madre tornaba su cabeza hacianosotros susurró.

_No digas nada. Ellos no laescuchan. Casi nadie la escucha. Disimula, es una banshee, después te explico.Debes ser nueva... Lamentablemente alguien acaba de morir...

Lo miré a los ojos y sentí queteníamos más en común de lo que imaginaba. Seguimos caminando, aún no habíasoltado su brazo y casi sin voz pregunté.

_ ¿Hace mucho que las escuchas?

_Desde hace un año. No digas nada.Te pueden tomar por loca. Son muy pocos los poderosos que las perciben.

Lo miré perpleja. Lamentablemente,el camino había concluido. Estábamos en la puerta de su casa. Sin que yo loesperase soltó mi brazo me dijo.

_Si te parece bien, te paso a buscarmañana a las tres.

Mi corazón dio un salto. Susanasonrió pícaramente y beso mi mejilla. Mi madre frunció los labios, pero sindecir nada y mi padre no pareció darse cuenta. Totalmente roja respondí.

 

_Bue... Bueno, dale hasta mañana.

Mientras iba caminando hacia mi casa, nuevamente la brisa me acariciabay yo sentía una mezcla de sorpresa, temor, timidez y bochorno pero sobre todasesas cosas sentía felicidad.

Al siguiente día las horas pasabanmuy lentamente. No veía el momento de que fuesen las tres de la tarde. Habíaolvidado por completo la lectura del libro. No encontraba que ponerme. Sentíaque todo me quedaba mal. Después de muchos intentos, finalmente opté por unamusculosa negra y mi jeans preferido. A las tres y un minuto, comencé apreocuparme. Tal vez se había olvidado de mí. Posiblemente no llegaría nunca.Por suerte mi interminable espera (de un minuto) concluyó al sonar el timbre.Bajé corriendo las escaleras y abrí la puerta. Allí estaba él, con sus ojosgrises y con su ropa negra que resaltaba su blanquecino rostro de finasfacciones. Beso mi mejilla y sugirió.

_Vamos a la plaza que allí nadie nosva a interrumpir. Hay árboles frondosos, odio estar bajo el sol.

En ese momento comprendí el por quéde su palidez y sonreí sin querer.

Una vez en la plaza, nos sentamos ala sombra protectora de un álamo y comenzó la más extraña e interesanteconversación que hubiese tenido hasta entonces. Incluso fue más extrañas quelas que solía tener con mi abuela. Él comenzó diciendo.

_No finjas con migo. Ten confianzaen mí. Ya sé que invocas a los elementales y que tienes el poder de percibirbanshees. ¿Tenes un grimoire también?

Lo miré a sus profundos ojos grises.No entendía lo que me acaba de preguntar. No tenía idea de que sería ungrimoire. Me sentía descubierta. No quería que él pensara en mí como unamalvada bruja. Me dí cuenta tiempo después que yo tenía incorporado eseprejuicio. No estaba segura que decir, pero decidí preguntarle.

_ ¿Qué es un grimoire?

_Un manuscrito que se transmite degeneración en generación o de un maestro a su discípulo.

_Ah...

_Bueno ¿Tenés uno?

_ ¿Vos, sí?

Dije intentando ganar tiempo parapensar. No quería revelar mi secreto que parecía haber sido descubierto.

_Imagino que sí... No importarealmente. Me interesaría que juntemos nuestras fuerzas. Hay muchas cosas quehe intentado solo y no me salieron completamente bien. Juntos podríamos lograrmuchas más...

_ ¿Vos que sabes? ¿A qué te referísexactamente?

Dudó un momento y respondió con otrapregunta.

_Sé muchas cosas. ¿Ya has utilizadoa los elementales?

Ahora estaba completamenteconvencida de que él realmente tenía el conocimiento.

_No, recién me he iniciado. Percibosu fuerza, pero no hice nada aún.

_Yo te voy a ayudar siempre y cuandome ayudes a mí. Sería un pacto entre ambos. Sé que serás poderosa y yo soypoderoso.

Como mi propia naturaleza me loexigía, yo quería desarrollar más mi poder y hábida de conocimiento lepregunté.

_ ¿Qué has aprehendido hasta ahora?¿Utilizaste a los elementales?

Luego de tomarse unos momentos parapensar e intentando ser lo más claro posible respondió.

_He aprendido a controlar misemociones. A ver las cosas desde una perspectiva distinta al resto de la gente.El control de uno mismo es lo más importante, por que de nosotros nace lafuerza. Debes canalizar la energía y utilizar técnicas de concentración.

 

En ese momento recordé lo que habíahecho el sábado por la tarde e inconscientemente sonreí mirando el piso.

_ ¿Ya lo has hecho no?

Recordé sus palabras "Debes aprendera controlar tus emociones". Sin esperar una respuesta continuó.

_Puedes recurrir si quieres a loselementales o a un Ser superior, así como otros recurren a los santos o ademonios. Todo tipo de ritual te ayudará a focalizar tus objetivos y aintensificar tu fuerza psíquica. Si quieres llamarlos elementales, que así sea.Si tenes ganas, mañana me gustaría que juntos hagamos un experimento. Cadalogro que tengamos nos fortalecerá, por que creeremos más en nosotros mismos.

Yo asentí con la cabeza y lo dejecontinuar.

_Si querés te paso a buscar mañana alas tres y vamos a mi casa. Mi mamá jamás se daría cuenta de lo que hacemos.Ella esta siempre adelante atendiendo la librería. Nosotros vivimos en el fondoy aunque nos viese no se percataría, es demasiado simple.

_ ¿Qué clase de experimento? ¿No leharemos mal a nadie verdad?

_No. No haremos daño. Simplementenos comunicaremos con algún espíritu. Son muy útiles. Algunas veces nos revelancosas del futuro. Fíjate en tu grimoire como lo hacían tus ancestros.

Palidecí de golpe. Nunca supe si fuepor lo de los espíritus o por que yonunca le había confirmado la existencia del libro. Él solo supuso que yo lotenía.

_Si tienes tiempo, cuando no hayanadie que te pueda descubrir, practica la concentración. Hay muchas maneras dehacerlo. Mi preferida es encender una vela pequeña, colocar mis manos rodeándolaen intentar que la llama baile a mi antojo. Inténtalo, sé que lo lograrás y sino es así, es que te falta confianza en ti misma, entonces puedes recurrir alas "salamandras".

Se incorporó y extendiendo su manohacia mí dijo.

_Te acompaño hasta tu casa.

Cuando tomé su mano ante mi sorpresaagregó.

_Por cierto, eres muy linda.

Volví a sonrojarme y por unosinstantes, olvidé todo el resto de la conversación.

Esa noche en mi habitación, intentéla técnica de concentración que me había recomendado Esteban. Lamentablementela llama danzaba a su antojo y no al mío. Posiblemente no podía concentrarmedespués de la profunda conversación de esa tarde y en ese momento sentía quehabía cruzado una línea. Mi vida ya no sería la misma.

A la mañana siguiente, cuando mispadres se salieron a trabajar, recordé que debía buscar las maneras mássencillas para poder comunicarnos con los espíritus. En el libro encontré dosformas básicas, que me parecieron fáciles de realizar. Esa misma tarde se lascomentaría a Esteban.

Faltando unos minutos para las tres,sonó el timbre. Ya, hacía mucho tiempo que yo estaba preparada, presentía queél vendría antes. Cuando abrí la puerta me perdí de nuevo mirando sus ojosgrises. Me saludó, con un beso en la mejilla y me dijo.

_Vamos preciosa, ellos nos esperan.

_ ¿Quienes?

_Los espíritus, por supuesto. Estoyansioso por ver que nos rebelarán. Pero tendremos que entrar por la librería, mimadre quiere saludarte. Creo que quiere que sean amigas o algo así.

Sonreí intentando ocultar minerviosismo.

Cuando llegamos a su casa entramospor el negocio. Era un pequeño local totalmente repleto de libros nuevos yusados y una antigua computadora que posiblemente sirviese para ayudar a sumadre a catalogar tanto material. Noté que los libros estaban agrupados endiferentes secciones como amor, ficción, terror... y Ciencias ocultas yparanormales. La señora estaba leyendo una historia de amor y pensé que era elmejor negocio para alguien al que le gustaba leer. Cuando ella reparó en mí, separó e inmediatamente corrió a saludarme.

 

_Que bueno que estés aquí. Por finmi Teby trae a alguien a casa. Al menos hoy no va a pasar todo su día leyendoesos libros raros en su habitación.

Señaló el rincón de "Cienciasocultas y paranormales".

_Querida ¿Vos lees mucho?

Dude un momento y respondí.

_Un poco.

Por suerte no me preguntó que temame interesaba. Esteban cansado de estar al margen de nuestra conversaciónexclamó.

_Vallamos al fondo a tomar algo. Mamános vemos después.

Le sonrío a su madre y me guió porun pequeño pasillo al final del cualhabía un patio semicubierto. Todas las habitaciones, incluso la cocina y elbaño daban a él. Era una casa antigua pero prolijamente cuidada. En el patio yen la escalera que daba a la terraza se encontraban numerosas plantas con flores.En el medio del patio había una mesa de metal blanco con góticas decoraciones ycuatro sillas que hacían juego.

Nos dirigimos hacia la última puertaen la que se encontraba la cocina. Me invitó a sentar y me sirvió una deliciosagaseosa. Se sentó frente a mí y comenzó el interrogatorio. Al que yo ibarespondiendo ingenuamente.

_ ¿Buscaste lo que te pedí?

_Sí, encontré dos métodos que meparecieron los más sencillos y los que no me van a dar demasiado miedo.

Incrédulo preguntó.

_ ¿Cómo, aún tienes miedo?

_Es que todavía no conozco loslímites de lo que estamos desatando. Espero que no sea peligroso.

_Bueno princesa te entiendo, peroestamos juntos. Yo nunca dejaría que algo te haga daño.

Suavemente acarició mi mejilla. Parecíasaber de lo que hablaba y olvidé mis miedos.

_La forma que me pareció mássencilla es logrando que nos respondan jugando al conocido juego de la copa...

Me interrumpió y dijo.

_Creo que para eso necesitaríamosmás gente. Si conoces otra manera de hacerlo sería aún mejor.

_Podríamos encerrar al espírituentre un plato y un vaso invertido. Es semejante al juego de la copa pero nosrespondería a través de golpes pequeños casi imperceptibles. Uno impone laspautas. Debemos aclarar que un golpe significa sí y dos o más no. Debemosconcentrarnos y prender una vela. Recuerda que con ella atraeremos a losespíritus abriendo los portales cósmicos. La vela si quieres puede serperfumada o podríamos acompañarla con inciensos. Yo por las dudas traje una velaperfumada de casa.

Ante mi sorpresa se levantórápidamente de su silla y se dirigió al aparador de donde sacó un plato grandey uno pequeño, un vaso y una caja de fósforos. Era la primera vez que lo veíaansioso. Colocó sobre el plato grande el vaso invertido. Tomó la vela de mimano la encendió y la puso sobre el plato pequeño. Quitó los vasos con gaseosay los fósforos de la mesa. Se sentó y propuso.

_Comencemos. Di tú las palabras.

Coloqué primero las yemas de misdedos índices sobre el vaso casi tocando el vidrio. Él a continuación hizo lomismo. Yo lo miré y él dijo con tranquilidad.

_Continúa.

_Te convocamos aquí. Espíritu ¿Estásahí? Un golpe significa sí, dos o más no.

 

Estas palabras las repetí variasveces, hasta que Esteban también comenzó a decirlas también. Un tiempo despuésel vaso comenzó a vibrar. Palidecí de golpe. No podía creerlo estaba a punto deentablar una conversación con un ser de otro plano de existencia. Repetí.

_ ¿Estás ahí?

El vaso golpeo muy despacio contrael plato. Esteban susurró.

_Esta aquí.

Pensando que era mi abuela lepregunté.

_ ¿Eres pariente mío?

Golpeó dos veces. Esto significabaque no. Me desilusioné un poco esperaba volver a hablar con ella. Esta vez fueEsteban quien preguntó.

_ ¿Eres un pariente mío entonces?

Hizo un golpe contra el plato.Esteban sonrió, pero estaba más pálido que de costumbre.

_¿En vida fuiste hombre?

Dio otro golpe seco contra el plato.Sin dejar que yo pudiese preguntar nada continuó.

_¿Eres mi padre?.

Esta vez fueron dos golpes.

_¿Lo conociste?.

Un golpe más fuerte resonó en lahabitación.

_¿Él está vivo?.

Se escuchó un golpe aún más fuerteque el anterior. Esteban parecía emocionado y siguió interrogando.

_¿Se alejó por que no queríatenerme?.

El espíritu contesto que no.

_¿Me dejó por culpa de mi madre,Susana?.

Nuevamente la respuesta fue un no.

_¿Lo encontraré?.

El vaso comenzó a vibrar conviolencia y estalló. Yo respiraba muy agitadamente y no podía hablar. Estebanen cambio parecía enojado. Se paró y golpeando violentamente la mesa con supuño grito.

_Maldición. Estaba tan cerca deencontrar la respuesta.

Se derrumbó en su silla y casi sinvoz suspiró.

_Al menos, sé que esta vivo.

Era la primera vez que había vistosus verdaderos sentimientos. Valoraba mucho que se hubiese mostrado vulnerablefrente a mí. Tomé su mano y prometí.

_Yo, voy a ayudarte a encontrarlo.

Respeté su silencio. Yo en su lugartampoco hubiera querido hablar. Aunque lo que nos había sucedido eraimpresionante ya tendríamos tiempo de conversar acerca de ello.

Al día siguiente, después de unanoche en la que casi no pude conciliar el sueño, mientras acariciaba a Samantaen el jardín sorpresivamente llegó Esteban. No esperaba volver a verlo tanpronto. Abrió la reja y se acercó a mí. Antes de que pudiera saludarme, a Samantase le erizó todo su negro pelaje y le arrojó un fallido zarpazo. No podíaexplicarme esta reacción. Luego comenzó a acecharlo, como si quisiese atacarlo.Por precaución, para que no lo lastime tomé a la gata entre mis brazos y laencerré dentro de la cochera. En ese momento no recordé los consejos de miabuela. Al volver, Esteban me esperaba inmóvil y le supliqué.

_Disculpa a Samanta. Nunca se habíacomportado así. Que suerte que viniste ¿Cómo estás?.

_Bien, bien. ¿Me acompañas a dar unavuelta? Hay muchas cosas de las que tendríamos que hablar. Ayer pasó algo muyimportante y esta noche en la librería volaron un par de libros solos. Mi madreestá aterrada. Intenté tranquilizarla diciéndole que habían sido solovibraciones de la calle. Me parece que no creyó ni una sola palabra de lo quele dije. Después, busqué alguna forma de revertir la situación, pero no tengoel conocimiento y quizás como el método de atraer al espíritu lo tenías en elgrimoire, tal vez sepas que hacer.

_Ya me había informado que estopodía pasar. Creo que el espíritu que está atrapado en tu casa no es muypoderoso y tengo un presentimiento de como podemos liberarlo. Vamos arriba.

 

Él me siguió hasta mi habitación ynos sentamos en la alfombra.

_Este lugar está consagrado. Es mialtar. Vamos a pedirle a los elementales que guíen al espíritu y lo liberen.

Procedí a encender dos velas y unsahumerio. Dejé el agua cerca y comencé tomándole las dos manos.

_Invocamos a los espíritus delfuego, las salamandras, para que nos brinden su fortaleza y con ella el poderde liberar la casa de Esteban de cualquier espíritu que haya quedado atrapadoen ella.

Repetimos juntos muchas veces y enuna absoluta concentración.

_Libérala, libérala, libérala...

Sentí la necesidad de añadir.

_Esta hecho.

Él me miró y me dijo.

_Realmente has aprendido mucho. Enmi libro este tipo de conjuros no aparecen. Son un poco más siniestros. Yorealmente no los quiero hacer.

_Entonces tú tienes un grimoire.¿Quién te lo dió? ¿Tu madre es hechicera?.

_No, al igual que la tuya. Cuandoaprendas a observar te darás cuenta.

_¿Quién te lo dió?.

_Nadie, lo encontré yo solo. Tuveuna visión mientras dormía. La voz de un hombre me decía: "Busca debajo delpiso, lo encontrarás". Al principio no entendía pero después de buscar mucho,descubrí que en mi habitación había un tablón flojo. Allí encontré el libro.

_¿Vos lo heredaste de tu padre?.

_No, de mi abuela. Mi padre no sabenada y no debe saberlo.

_Lo sé.

_Vos estabas intentando encontrar atu papá ¿Nunca lo conociste?.

_No. Él me abandonó cuando nací. Medejó su apellido, la casa y la librería para que mi madre me pueda mantener.

_¿Tu madre nunca te dijo nada sobreél?, ¿Quién era?, ¿Qué hacía? O ¿Por qué se fue?.

_No. No quiere hablar de él. Solo selimitaba a decir; "Él siempre nos protege". Por eso pensé que estaba muerto,pero no es así. Tampoco me dejó nunca hablar mal de él.

_¿Cuál es tu apellido?. ¿Ya buscastesi aparece en la guía de teléfonos o en Internet?.

_Es Hécate. En la guía de teléfonosno figura.

_Tu nombre me suena de algún lado. Creohaberlo escuchado antes. Vamos a la otra habitación. En la computadora de mipadre hay una conexión a Internet.

En el buscador colocamos Hécate. Eraun nombre que se remontaba tanto en el tiempo que parecía haber nacido con lahistoria de la humanidad . Decía que Hécate era en la mitología griega unadiosa. La diosa de las brujas. Era tan poderosa que podía vestir a la energíade materia para manifestar su existencia. Entre muchas otras cosas.

Lo miré. Él parecía orgulloso de sunombre y le dije.

_Posiblemente, hayas heredado deella tu nombre y tus poderes...

_No, yo heredé mi nombre de un cerdoque no tubo las agallas de hacerse cargo de mí.

_Tal vez no fue así. Alguna razóntiene que haber, por algo tu madre no quiere que hables mal de él.

_Posiblemente, pero quisieraencontrarlo, para que sea él, el que me diga por que me dejó y responda a todaslas preguntas que tengo para hacerle.

_Yo ya no me animo a recurrir a losespíritus de nuevo. Al menos no como lo hicimos. Podríamos atraer a un espíritude una persona cruel o más poderosa. No lo podríamos manejar, ni contener.Necesitamos tener más información. ¿Vos nunca lo habías hecho verdad?.

 

Dudó un momento y respondiósimplemente.

_No.

Unos segundos más tarde, tratando dejustificarse añadió.

_Pero muchas veces vi sombras ypersonas que desaparecían. Aunque nunca hablé con ellos.

_No es lo mismo que vengan por quequieren a que uno los obligue a venir y los encierre en un vaso.

_Es verdad.

_En el libro, ¿No encontraste nadasobre tu papá en las hojas escritas por él?

_No. Las arrancó todas. Ni eso quisodejarme. Los últimos escritos son de mi abuelo. Que por cierto no era demasiadobueno. Era un ser muy oscuro.

Nos quedamos en silencio meditandopor un tiempo hasta que sugerí.

_Yo voy a buscar en mi libro si hayalgún modo de saber lo que paso con tu padre y por qué tuvo que irse.

Él sonrió y añadió.

_Te lo agradecería. Te veréluego.

Lo acompañé hasta la puerta y vi como se alejaba. Sentía que ahora él menecesitaba más que nunca y no sabía como pero lo tenía que ayudar. Subí a micuarto. Puse música y me quedé toda la tarde pasando hojas del grimoire.Observé con sorpresa, que no siempre mis ancestros habían sido honorables yhabía algunos conjuros que jamás intentaría hacer. Entre las hojas que habíaescrito mi bisabuela creí encontrar la solución. Invocaría a los elementalesdel aire para que me den el poder de las visiones. Este conjuro, era muy lento.Consistía en prender hiervas aromáticas (en su defecto sahumerios) invocando alos silfos comenzando una noche de luna llena y finalizaría un mes lunardespués. Lo haría sin decirle a Esteban, ya que era probable que noestuviésemos listos para ese tipo de conjuros y no quería ilusionarlo, sabiendoque podía fracasar. Me fijé en un calendario cuanto faltaba para la primernoche de luna llena. Afortunadamente solo debía aguardar un par de noches.

Un nuevo día comenzaba y como casitodas las mañanas me desperté temprano para poder desayunar con mis padresantes de que se fuesen a trabajar.

Mientras lo hacíamos, mi padre preguntó pícaramente.

_¿Estás saliendo con Esteban?.

Respondí sorprendida yatragantándome con el café con leche.

_No, somos solamente amigos. ¿De dóndesacaste eso?

_No se. ¿Será que él viene a buscartetodos los días acaso?

Ocurrió justo lo que temía quepasara. Nos escuchó mi madre y comenzó a sermonearme.

_Tamara, vos sos una chica demasiadolinda e inteligente. Que salgas con alguien como él sería un desperdicio.Aparte sos muy joven... No quiero que vuelvas a salir sola con él.

Luego comenzó a enumerar todos losdefectos de Esteban. Cuando me canse de oírla estallé.

_Mira mamá, no soy su novia, nitengo pensado serlo. Como ya dije somos solamente amigos y si eso te molesta,yo no puedo hacer nada al respecto. Me parece que es una gran persona y no se porquete estás empeñando en decir lo contrario. No salgo con él pero si así fueseestaría orgullosa de ello. Él es una de las mejores personas que conozco.

Era la primera vez que me enfrentabacon mi madre. Mi padre me miraba con sorpresa pero no decía nada. Ella abrió laboca para reprochar algo seguramente. Pero yo la interrumpí. Me tenía harta. Estabacansada de que criticase todo y que absolutamente nada de lo que yo hiciese lepareciese bien.

_Quiero que sepas, que no compartotus ideas y aunque seas mi madre eso no te da derecho de prohibirme que lo sigaviendo. Por primera vez en mi vida quiero que me dejes elegir a mí, aunque seaa mis propios amigos. Te hago caso en todo lo demás, pero que me prohíbas ver a Esteban es demasiado... ¡Deja decontrolar mi vida!

 

Ambas estábamos a punto de romper allorar. Ella furiosa y gritándome como nunca me había gritado me dijo.

_Tamara, vos sos demasiado chica y notenes la experiencia suficiente para saber lo que es bueno para vos. Yo comouna buena madre tengo el deber de guiarte en tu camino hacia el futuro. Estoyabsolutamente convencida de que ese chico no es una buena influencia para vos.Jamás me habías contestado así. Sos una maleducada...

_No soy maleducada ni tampoco soychica mamá. Tengo quince años y si no tengo la experiencia necesaria, es porque nunca me permitiste tenerla. Yo creo que la experiencia se adquiere através de la vida. Si no me dejas que abra las alas y vuele, en el futuro mevan a aplastar. Tenés que dejar que me equivoque y que me caiga, por que soyhumana y equivocarse es humano. Yo sola me voy a levantar y voy a aprender demis errores, para poder crecer... Además vos ni siquiera sabes lo que suelenhacer los chicos de mi edad. Muchos de los amigos que tenía de mi viejaescuela, se drogaban y frecuentemente tomaban alcohol. Ellos no sabían biencomo enfrentar sus vidas. No los critico por ello. En más de una ocasión me ofrecieronamablemente ciertas sustancias y como yo tengo bien claro quien soy y lo quequiero, nunca acepté. Vos ni siquiera te habías dado cuenta. Yo misma tuve queaprender que cosas eran buenas o malas para mí. Vos creías que mis amigos y yoéramos muy chicos o no estábamos expuestos a estas cosas lejos de una granciudad. Obviamente no te dije nada, por miedo a tu reacción. Esteban es muymaduro. Lo único que hace es leer y pensar para llegar a ser alguien importanteen un futuro. Él sabe lo que quiere de la vida. No sé que clase de prejuicios sonlos que tenés en contra suya, pero yo creo que no tendrías que juzgar a lagente por su aspecto ni su ropa, sino por quien realmente es.

Ella no quiso reconocer que en elfondo yo tenía razón y en forma irracional concluyó.

_Ya escuché suficiente. Subí a tucuarto y no bajes hasta que yo te diga.

_Esta bien. Me voy pero no por quevos me lo ordenes. Sino por que yo sola quiero irme y dejar de escucharincoherencias.

Subí corriendo las escaleras. Meencerré en mi cuarto y puse la música muy fuerte. Tomé el libro y comencé abuscar algún hechizo para vengarme. Esto no iba a quedar así. Yo a Esteban loiba a seguir viendo quieran o no.

Encontré en un párrafo unaexplicación sobre como provocarles alucinaciones a nuestros enemigos. Sabía queeso no me ayudaría para seguir viendo a Esteban, pero sí para vengarme ydivertirme un poco. Tenía que visualizar a la víctima, o sea a mi madre. Fuealgo sumamente sencillo, ya que en ese momento sentía que la odiaba. Acontinuación me concentré en lo que quería que ella viese. Lo primero que se meocurrió pensar fue en una araña, ya que le tenía fobia. Luego se me ocurrió queun espeluznante espectro sería una idea aún mejor, pero el susto podríaprovocarle un infarto y yo no quería matarla. Volví a la idea original. Enfoquéa mi madre y luego a la araña. Intenté imaginar su reacción al verla. Lo queescuché después de unos minutos fue increíble pues mi hechizo había resultado.

 

_AAAAH... Alan ven rápido, hay unaaraña horrible. Por favor mátala.

Gritaba aterrada mi madre. Escuché ami padre decir.

_Yo no la veo. ¿Donde está?. No haynada. No seas ridícula. Bájate de esa silla.

_No sé, seguramente se fue pero búscala.No voy a dormir tranquila sabiendo que hay una tarántula en mi casa.

_Bueno tranquilízate Raquel. Yomismo me voy a encargar de matarla. Pero primero voy a subir a hablar conTamara. Después me ocupo.

Me apresuré a ocultar el libro. Seacercaba mi padre. Sentía una mezcla de placer y culpa. Por un lado habíalogrado inducir una idea, un control de otra mente. Por otro lado, sabía que loque acababa de hacer estaba mal. Había utilizado mi poder para hacer un daño aotra persona, que aunque era algo leve, podría considerarse como magia negra.Si bien nadie me había inculcado ninguna religión, pues mis padres noprofesaban ninguna, hasta ese

momentolos conceptos del bien y del mal eran claros para mí. Me daba cuenta de queemociones tan fuertes, como el amor y el odio podían nublar el entendimiento.

Cuando entró mi papá apagué la músicay esperé a que fuese él quién comenzase a hablar.

_Quédate tranquila linda. No lo vasa dejar de ver a Esteban. No solo me cae bien, sino que me alegra también quesea un chico tan responsable. No sabía que habías estado tan expuesta ennuestro antiguo barrio. Pero veo que vos supiste elegir bien. Ahora debes estartambién haciéndolo. Se que tu madre esta muy celosa y eso no la deja pensarbien. Pero cuando recapacite en lo que le dijiste y en lo que le voy a deciryo, no se va a oponer más a tus elecciones. Cambiando de tema ¿Esteban tegusta?.

Me puse absolutamente roja y dudé.Él agregó sin esperar respuesta.

_Bueno, mejor me voy. Voy a tirarinsecticida antes de irme a trabajar. Tu madre vio una araña. Se subió a unasilla y no quiere bajar.

Ambos reímos durante unos segundos yluego agregué.

_Gracias papá. Te quiero mucho.

_Yo también linda. Nos vemos a latarde.

Esperé hasta las tres, ansiosa porvolver a ver a Esteban. Lo iba a seguir viendo, sin importar la opinión de losdemás.

Pasó una semana y todos los días meencontraba con Esteban. Finalmente mi madre aceptó que no era perjudicial paramí. En ese último tiempo, Susana parecía preocupada y se mostraba un poco másdistante con nosotros. Mientras tomábamos una gaseosa sentados bajo un árbol dela plaza le pregunté.

_A tu mamá la noto un poco distante.¿Se enojó por algún motivo con migo?.

Levantó los hombros y respondió.

_Supongo que no. Esta algo nerviosae irritable desde el día que vio volar los libros. Por suerte. el espíritu sefue. De todas formas, me parece que ella quedó un poco traumada. Hasta hizodesaparecer la sección de "Ciencias ocultas y paranormales".

_Que lástima. Podríamos haber sacadoinformación de esos libros.

_No importa, aunque ella no lo sabeyo ya los había leído todos. Realmente había muy poca información útil. Distintas técnicas de relajación. Las cosasimportantes eran escasas y repetidas. Como si se hubiesen filtrado de algunosgrimoires sin querer. No creo que un verdadero heredero pase su información tanfácilmente a desconocidos. Por suerte mi madre no sabe del mío.

_¿Ella sospechará en lo que estamosmetidos y el motivo de nuestras reuniones?. Por que si bien no hacemos nadamalo, para mucha gente la magia es algo satánico o demoníaco, aunque no creamosen demonios. Ellos si creen y pueden juzgarnos mal.

 

_No creo que sospeche nada. Esdemasiado simple. A lo sumo pensará que estamos de novios. Acaso, ¿Tus padresno creen eso?

Ruborizándome un poco asentí con lacabeza y pregunté.

_¿Cómo lo supiste?

Con un halo de misterio agregó.

_Yo sé muchas cosas.

Yo sonreí. Sabía que solo había sidouna deducción y no me había leído la mente, aunque él quería que yo pensaseeso.

Reflexioné en que lo que estábamoshaciendo hasta ese momento era intentar dominar nuestra mente e incrementarnuestra concentración para lograr nuestros fines. Pero no estaba segura de cualera nuestro siguiente objetivo y le pregunté.

_¿Hasta donde podremos llegar? ¿Québuscamos al adquirir el conocimiento?.

Pensó unos segundos mientras memiraba y añadió.

_ Bueno, mi primer objetivo vos yalo sabes. Es averiguar quién es mi padre, de donde vengo, por que me dejó y porque misteriosamente tuve los sueños que tuve que me indicaron donde estaba ellibro. ¿No te parece extraño, que nosotros estemos juntos? Yo no conozco aninguna otra persona que posea grimoires heredados y con los poderes que se nosvan revelando.

Él tenía razón. Aún no se me habíaocurrido pensar en el por que de nuestro encuentro. Ni siquiera mi familiasabía en lo que yo estaba involucrada. Antes de que pudiese responderlecontinuó.

_Me preguntaste hasta donde podremosllegar. Supongo que la magia tiene sus límites y sus tesoros ocultos. Loscuales nos serán revelados a través del conocimiento que podremos extraer denuestros ancestros y de la experimentación propia. Yo sé, que vos crees en losespíritus elementales, pero yo creo que puede haber algo más detrás de todo. Quizássea nuestro poder mental. También puede que logremos objetivos a través de laintervención de un ser superior.

En ese momento, supuse que élhablaba de Dios o de una inteligencia universal. Supe un tiempo después que mehabía equivocado.

Mientras la cálida brisa de veranojugaba con el cabello de Esteban, él miraba la luz que se filtraba entre lashojas del álamo. Yo lo miraba disimuladamente. Ahora sabía cual era su meta ydeseaba ayudarlo. Además, yo no tenía ningún objetivo propio por el momento,exceptuando obtener su amor pero eso no quería conseguirlo utilizando la magia.El amor debe surgir del alma para que sea duradero y que ningún hechizo puedadestruirlo.

Esteban apartó su mirada de lashojas y la tornó hacia mí. A diferencia de otras veces, yo no baje la mirada,en cambio me perdí en la profundidad de sus ojos. Podía sentir cada vez másfuertes los latidos de mi corazón. Él estaba acercándose a mí lentamente. Sentíla suavidad de su mano acariciándome el rostro y un instante después la dulzurade sus labios sobre los míos.

Mi radiante felicidad fue eclipsada,por una sombra en la mirada de Esteban, quién se apartó de mí. Me tomó de loshombros mirándome fijamente y dijo.

_No, por la magia no se puede... Conlos demás sí. Con vos no...

Antes de que yo pudiese reaccionar,se puso de pié y después de mover su cabeza negativamente dijo.

_Así no.

Se marchó, sin decirme nada más, dejándomesola y confundida. Sentía que mi corazón se desgarraba. Era mi primer ilusión ymi primer desengaño. Todo había sucedido muy rápido. Todo en un instante. Noentendía sus palabras, ¿Por la magia? ¿Él me habría hecho un hechizo para queyo lo quiera? O ¿Él pensaría qué yo le había hecho un hechizo?.

 

Cuando llegué a mi casa decidíllamarlo por teléfono. Marqué él número temblando. Esperaba escuchar su voz.Pero por desgracia atendió la chillona voz de su madre.

_Diga.

_Hola soy Tamara. ¿Esta Teby?.

_Sí. Sí, espera que lo llamo.

Unos segundos mas tarde volvió aatender ella.

_...No, no está... No sé cuandovuelve. Le digo que te llame.

En ese momento lo comprendí. Él noquería atenderme. Sentía un gran vacío en el pecho. Seguramente él no mequería.

Después de despedirme de Susana consideréque era él quién tendría que darme una explicación. Después de todo él me habíabesado. Yo no había hecho magia y me arrepentía de haberlo llamado. Esperaríaque él me busque. Me sentía muy incomoda. Yo lo quería y él obviamente teníamiedo. Me pareció percibir el temor en su mirada al verlo por última vez. Enese momento no entendía por que se había alejado y a que era lo que loatemorizaba. Pensé que lo más sensato que podría haber hecho era esperartranquilamente a que él me llame o viniera a buscarme, pero mi curiosidad no melo permitía y había aprendido que podría contar con los espíritus cuando losnecesitase. Pero esta vez quería hablar con mi abuela. Ella entendería laconfusión que había en mi mente y en mi corazón. Necesitaba respuestas masclaras que un simple sí o un no. Pensé en la copa, pero no sabía si yo solapodría invocarla. Recordé el poder del círculo y la capacidad de ciertosanimales de atraer los espíritus.

Tomé una copa de cristal de mi mamá,un frasco de sal, una tiza (Que había consagrado), velas y a Samanta. Corrí ami habitación y cerré la puerta. Hice un círculo muy grande con sal. Con latiza dibujé un hexagrama dentro de él para así poder abrir los portalescósmicos. Coloqué una vela encendida, dirigida a cada uno de los cuatro puntoscardinales. Dentro del hexagrama, dibujé con tiza todas las letras del alfabetoy los números. Samanta estaba completamente quieta frente a la vela queapuntaba hacia el norte. Yo me arrodillé en medio del círculo con mis dedosíndices sobre la copa y comencé a recitar una oración que parecía surgir de unrecuerdo, pero que jamás había escuchado antes.

_Ábranse las puertas cósmicas. Ábranselas puertas del cielo y de la noche. Que venga hacia mí tu espíritu abuela.Alumbro para ti, con mis velas tu camino, para que con su luz llegues hastaaquí. Yo te invoco.

Dichas estas palabras, las velascomenzaron a agitarse. Acto seguido Samanta tornó su cabeza hacia la ventana. Lascortinas se elevaron. No tuve miedo y la copa comenzó a vibrar mientras Samantaobservaba la vela. Pregunté.

_¿Quien sos?.

La copa se movió. La seguí hacia laletra "A". Luego hacia la "B".

_¿Abuela?.

La copa me guió al "SI".

_¿Sabes que Teby me ha besado?

"SI"

_¿Él me ama?.

Nuevamente respondió "SI".

_¿Quiere ser mi pareja?.

Sorprendentemente mi abuela guió lacopa al "NO".

_¿Por qué?.

"P" "E" "L" "I" "G" "R" "O". La copase movía muy rápido y yo apenas la tocaba. Volví a preguntar.

_¿Por qué?.

 

Mi abuela escribió "A" "D" "I" "O""S". Cuando terminó la frase, se apagaron todas las velas. El movimiento de lacortina cesó y mi gata maulló y saltó a mi cama. Sentí en ese momento que miabuela se había marchado y que las puertas cósmicas se habían cerradonuevamente.

Había muchas cosas que no entendía. SiTeby me amaba, ¿Por qué no quería estar con migo? ¿Realmente estábamos enpeligro? O ¿Él era el peligro para mí? Sin embargo tampoco entendía por que yono tenía miedo y no sentía rencor hacia él que me había despreciado.

Me dí cuenta, de que llevaba unlargo tiempo arrodillada en la oscuridad. Desde donde estaba, observé laventana, pude ver un cielo que comenzaba a pintarse de negro violáceo.

Me puse de pié. Encendí la luz y reparé en que mis padres podrían llegar en cualquier momento. Me apresuré aguardar todo y a limpiar el hexagrama, el círculo y las letras que habíatrazado.

Esa noche, mientras mis padrescenaban, yo observaba mi plato de espinaca, sin probarlo siquiera. Mi padre memiró y mi madre me dijo con tono preocupado.

_Tamara, estás muy pálida y notocaste la comida. ¿No te estarás volviendo anoréxica?.

Con calma y desganadamente lerespondí.

_No mamá. La espinaca no engorda.

Ella se puso de pie y tocó mi frente.Luego añadió.

_No tenés fiebre, ¿Te sentís bien?.

El fastidio que me producíaescucharla, evitaba que me pusiese a llorar. Sentía un horrible nudo en lagarganta y un vacío en el estómago. Aproveché ese momento para decirle que mesentía mal y subí a acostarme. Cuando entré vi entrar a Samanta en la ventana,la abracé y le susurré.

_¿Tú la viste? Dicen que los gatostienen el don de ver a los espíritus. Sabes cuanto la extraño.

Me adormecí, mientras Samanta dormíaa los pies de mi cama, recordando los sucesos ocurridos en ese día. Lo quesucedió después, aún es inexplicable para mí. Cuando todo comenzó, no supe siestaba despierta o dormida. Sentí desde mi cama que una presencia incorpórea,pasaba al lado de Samanta y venía hacia mí. Al estar muy cerca quiso entrardentro mío a través de mi garganta. Me estaba asfixiando. Le ordené con mimente que se alejase. Abrí los ojos. No podía respirar. No veía a nadie perouna fuerza invisible intentaba poseerme. Samanta saltó sobre mi pecho con todosu pelaje erizado y sentí que por fin el aire podía penetrar en mis pulmones.Me incorporé. En la oscuridad de la noche pude ver frente a mi placard unasilueta oscura. Encendí el velador. Perodonde había visto la sombra solo se encontraba el placard. Esperaba que esosolo hubiese sido una pesadilla. Abracé a Samanta y me quede dormida. La noche fuerica en sueños y estos eran extraños y oscuros. Después de cada sueño medespertaba. Parecía como si fuesen reales, como si esas situaciones lasestuviese viviendo y no soñando.

"Me encontraba en una cueva, erafría y oscura. El fuego del caldero no llegaba a alumbrar todos los rincones dela misma. Mi atuendo era extraño. Tenía un vestido medieval negro con algunosdetalles en rojo y una capa también negra. En el caldero plateado una extrañasustancia se estaba calentando. Parecía un metal líquido, como un espejo, en elque mi reflejo no se producía. Saqué de mi corsete, una daga muy antigua yreluciente, parecía de plata con incrustaciones de una piedra preciosa colorvioleta. Yo sabía lo que estaba haciendo. No sentía nada. No teníaemociones. Solo actuaba como guiada porun poder ajeno a mí. Extendí mi brazo izquierdo y con la hoja de la dagasuavemente corté la palma de mi mano. Cuando la sangre comenzó a surgir apretémi puño. Giré mi muñeca y dejé caer un hilo de sangre sobre el líquido formandoneblinosos dibujos en la superficie espejada. Mientras esto sucedía yo repetía.

 

Permítanme ver el pasado, elpresente y el futuro. Denme el poder de las visiones y el entendimiento."

Me desperté con mucha sed. Me dolíala mano pero no estaba lastimada, aunque me pareció ver una sombra oscura sobremi palma. Debía ser solo mi imaginación. Samanta dormía tranquilamente entremis sábanas. Me levanté, tomé agua y miré la hora pero el reloj había dejado defuncionar. Las tres agujas se habían parado en el doce. Apagué la luz. No teníamiedo. Me abrace a Samanta y no me costó nada sumergirme en el siguiente sueño.Que extrañamente fue la continuación del anterior.

"Veía en el caldero mi imagen, perono era mi reflejo. Era yo en otra situación. Extendía mi mano derecha con unaslargas y filosas uñas. La miraba. La llevaba hacia mi pecho. Presionaba sobreeste y lo traspasaba. Extraía de él mi corazón que aún latía. No moría. Mirabafrente a mí y decía.

_Si no puedes tener mi corazón,nadie más podrá tenerlo jamás.

Esté dejó de latir y se convirtiólentamente en piedra. Lo arrojaba al suelo. No se rompía, pero cuando quisepisarlo se convertía en polvo. En ese momento, levanté la vista del caldero,pues la imagen se desvaneció. Miré hacia las profundidades de la cueva. Alguiensurgía desde las sombras. Se aproximaba hacia mí una figura encapuchada, perofamiliar. Cuando llego frente a mí, del otro lado del caldero, descubrió suscabellos negros y sus ojos grises me observaron. Luego dijo.

_Eso se puede evitar haciendo unpacto de sangre. Extendió su mano izquierda y con la derecha tomó la mano conla que yo sujetaba la daga y la guió sobre su palma abierta dejando que surjasangre de la herida que acababa de provocarse. Mi mano aún sangraba. Él uniólas dos heridas. Un hilo de las sangres mezcladas caía sobre el caldero. Ambosañadimos.

_Ya está hecho.

Él continuó.

_Así como nuestra sangre, nuestropoder se ha unido. Desde este momento, si estamos juntos seremos invencibles ynuestros espíritus trascenderán los espacios y el tiempo.

Los dos dijimos.

_Que así sea."

En ese momento me desperté. La luztenue del amanecer se filtraba por mi ventana. Había pasado una noche muyextraña y me costaba diferenciar la realidad de los sueños. Miré mi mano perono estaba lastimada, aunque me ardía y a partir de esa noche una sombra casualse gravó en mi mano izquierda. Posiblemente siempre hubiese estado allí, soloque hasta ese momento, jamás le había prestado atención. Una frase de migrimoire daba vueltas en mi cabeza: "Lo que se hizo con sangre, solo con sangrese irá. De lo contrario, jamás se romperá". Primero, pensé que el sueño era unavisión de vidas pasadas. Luego, se me ocurrió pensar, que Teby me hubieseutilizado dentro de mis sueños para uno de sus conjuros, pero ¿Podía Teby sertan poderoso? Y si era tan poderoso ¿Para qué me quería a mí? La última ideaque cruzó por mi mente antes de que me levantase fue que eso era una visión deun posible futuro o que tan solo hubiese sido un sueño. Descarté la última idea,presentí que mi visión no era un simple sueño, ya que me sentía protegida, comosi Esteban me hubiese dado el poder para protegerme de la presencia maligna quehabía intentado matarme. Sentía que su alejamiento estaba relacionado con estoy no directamente con sus sentimientos por mí.

 

Cuando mis padres se fueron a susrespectivos trabajos, yo me quedé sola en casa. Observaba por la ventana comodesde el sur, el cielo se tornaba amenazador. Poco después comenzó a soplar confuria el viento y cegantes rayos surcaban el cielo. Mas tarde, la lluvia caíacomo una cascada del otro lado de mi ventana. Me senté en el sillón mirandohacia afuera, mientras acariciaba a Samanta, quien parecía entender el dolorque guardaba mi corazón. Me sentía predestinada a sufrir. Él chico al que yoquería se había apartado de mí inexplicablemente. Me sentía utilizada por él. Medaba cuenta que había sido muy tonta al brindarle mi información mágica, a cambiode nada. Él, lo único que había aportado era una técnica de concentración quejamás me había salido. En realidad era muy probable que él ni siquiera tuviesepoder. Yo evidentemente lo tenía. Podía hablar con los espíritus, proyectarimágenes y había logrado muchas cosas yo sola y sin su ayuda. No tenía pruebas,de que a él le hubiese resultado algún conjuro, ni me había hablado jamás deninguno. Mi abuela me advirtió que había peligro si Estaban y yo estábamosjuntos. Pero aún, no sabía a que se refería. Sentía una horrible sensación deculpa. Mi abuela me había pedido que no revelase los secretos mágicos que meheredaba. Yo la había traicionado. Al fin me daba cuenta, que él teníademasiada información. Me preguntaba, el por qué de sus palabras, "Por la magiano". Algún día quizás me lo aclararía. Tampoco entendía, como nos habíamosencontrado. A esta altura de mi vida y después de las cosas que había vivido meera casi imposible creer en casualidades. Pero he de reconocer que Esteban mehabía dejado algo. Me había enseñado a reflexionar y a mirar mi vida desde otropunto de vista, como un espectador en una función de teatro y a dejar de ladomis sentimientos para poder pensar. Pero esto último en ese momento me erademasiado difícil. Aún me asustaba, la sensación de asfixia. Lo que me ocurrió,no me pareció un sueño y estaba segura de haber visto una sombra. No queríacreer, que Esteban la había enviado. Sabía que en algún momento, me tendría queproteger. Sin embargo, no quería perderlo y seguiría pidiendo a los Silfos, queme otorgaran el don de las visiones, para poder ver el pasado y así averiguarquién era el padre de Esteban y porque lo había abandonado. Presentía que eso,en un futuro cercano, me acercaría a él y percibía que nuestros destinos seentrelazaban.

De repente, me sacó de laprofundidad de mis pensamientos, una ráfaga de viento tan potente, que abrió laventana de par en par, dejándome completamente empapada, al igual que todo a míalrededor. Mientras luchaba contra elviento, para cerrar la ventana, me dí cuenta, de que el pestillo estaba aúnbajo. Era inexplicable, que la ventana se hubiese abierto. Un escalofrío,recorrió todo mi cuerpo cuando escuché caer las copas de cristal que estaban enel modular. Samanta corrió a esconderse rápidamente debajo del sillón y mirabaagazapada los pequeños trozos de cristal quebrados. Me esperaba una largamañana, limpiando destrozos y más tarde los reclamos de mi madre. Ella nuncacreería, lo que había sucedido. En realidad, no me preocupaba, lo que me fuesea decir. Lo que realmente me molestaba en ese momento, era la certeza de quehabía algo de lo que me tendría que proteger. Mi abuela me recalcaba, que teníaque estar atenta a las manifestaciones que tenía mi cuerpo y aquel escalofríono podía significar nada bueno.

 

Cuando terminé de juntar los trozosde cristal y de secar el piso subí a cambiarme. Luego, comencé a buscartécnicas de protección contra la magia negra.

Decidí utilizar una botella de aguacon sal consagrada por mí, para los elementales. Para lograr que me protejan ytambién a mi familia. Rodeé la casa, con la solución, repitiendo una oración deprotección, que encontré en el grimoire. Prendí velas y sahumerios, para quelas Salamandras, me brinden su fuerza y protección e imaginé, que la energíadel universo, me rodeaba como una esfera inmaterial en la que no podríanpenetrar fuerzas malignas. Le pedí, a los elementales, que en caso de estar enun peligro extremo soliciten la ayuda de mis antepasados, para que ellos me cuiden.Tenía la sensación, de que algo muy poderoso, me asechaba. Con la tiza quetenía consagrada, debajo de las sábanas, sobre el colchón, tracé un pentagramaprotector con algunos símbolos que posiblemente eran letras antiguas o runasque quedaron grabadas en las páginas más antiguas del libro. Ahora, sentía quepor las noches tendría protección mientras estuviese durmiendo. Para resguardartambién a mis padres sin que se diesen cuenta lo tracé bajo su cama sobre lostirantes de madera. Esperaba que esto fuese suficiente.

Al caer la noche, comenzaron aaparecer las primeras estrellas. Cuando llegaron mis padres, mi madre palidecióal ver el modular vacío. Me apresuré a decirle.

_Cuando llegó el frente de tormentase abrió la ventana y las copas cayerondel modular haciéndose mil pedasos. No fue mi culpa. No pude hacer nada más quejuntar los fragmentos de cristal.

Mi madre parecía estar a punto dellorar. No comprendía que las cosas materiales que se pierden solo tienen unvalor económico, pero las perdidas emocionales son irreparables. Yo no podía,ni quería explicarle lo que realmente estaba sucediendo. Me limité a decirle.

_Son solo copas mamá. No tepreocupes por algo tan vano como eso.

Agregué sarcásticamente.

_Gracias por preocuparte. Ni Samantani yo nos hemos lastimado.

Frunció el seño y ordenó mientras meapuntaba con el índice.

_A TU HABITACIÓN.

Reí exageradamente y subí a mi cuarto.Sabía muy bien que esa risa la iba a molestar. No encontraba otra manera paradesahogarme. Me sentía absolutamente desprotegida y no podía contar con nadieque me escuche, me consuele o me defienda.

Al entrar a mi cuarto me pareció verun resplandor en la ventana. Me dirigí a ella para asegurarme si eso había sidosolo un relámpago o quizás... algo más. El cielo estaba salpicado por miles deestrellas. Tal vez, me dije a mi misma, hayasido solo mi imaginación. Sentí como si un trozó de hielo recorriera mi espalday me estremecí. Apoyé mi mano derecha sobre la ventana siguiendo un impulso. Elvidrio se empañó al instante en que mi palma toco el cristal helado y mi pielparecía quemarse con el frío. Retrocedí unos cuantos pasos sin apartar ni unsegundo la mirada del cristal. Por unos instantes el contorno de mi mano quedodibujado. Samanta, junto a mí, observaba atemorizada con todo su pelajeerizado.

 

No comprendía lo que estabasucediendo, era verano y parecía que una ola polar azotaba mi ventana, y solomi ventana. Esa noche la temperatura superaba los 20ºC. Aunque pensé que nadamás me podía sorprender, nuevamente me sobresalté al ver como un alientoinvisible trazaba sobre el vidrio las siguientes palabras: "Ya ha nacido y sabede ustedes. Protéjelo". Inmediatamente se borró. En voz baja repetí ¿Ya hanacido?. Un golpe sordo retumbó, seguido de la voz de mi madre.

_Tamara, ¿Que rompiste ahora?...Descuidada.

Miré hacia atrás con odio y alvolver mi vista hacia la ventana, se veía totalmente nítido hacia afuera y soloquedaban algunas gotas de rocío que acariciaban el cristal.

Era tan alucinante lo que me habíasucedido, que a cada instante me surgían nuevas preguntas y quería comprender.No entendía el mensaje. ¿Quién había nacido y sabía de nosotros? ¿Quieneséramos nosotros? Supuse que seríamos Teby y yo o quizás mi familia y yo.Protéjelo... definitivamente era dirigido a Teby.

Decidí rendir homenaje a loselementales para que me otorguen el poder de las visiones. Cada vez meresultaba más difícil descifrar la encrucijada en la que me hallaba inmersa.

Esa noche no baje a cenar. Tampocome habían llamado. Supuse que estaba castigada. No me importaba. No teníahambre. Me recosté junto a Samanta envuelta por el aroma de los sahumerios ysin darme cuenta me quedé dormida. Al despertar ya había amanecido y medecepcioné al recordar que mi sueño había sido tan solo un sueño. En él, unaniñita hermosa jugaba con una serpiente mientras cantaba una canción que nopude recordar.Te recomendamos Cine de Calidad gratis

Mientras me preparaba para bajar a desayunar, decidí que era el mundo cotidiano el que me tendría que daralgunas respuestas y supuse que la magia no me las había otorgado por queestaba abusando del poder. Obviamente, había una forma alternativa, másconvencional, como comenzar preguntándoles a mis padres. Además las respuestasdel mundo mágico abrían nuevos interrogantes. De todas formas, seguiríamanteniendo el conjuro para averiguar la identidad del padre de Teby.

Cuando bajé, encontré a mis padressentados a la mesa. Estaban tomando un desayuno cuidadosamente preparado por mimadre, con todos los nutrientes necesarios para una sana alimentación, pero sinsabor. Al llegar les di los buenos días como si nada hubiese pasado. Queríarespuestas y sabía que si continuaba con mi enojo no las conseguiría. Además,quería aprender a controlar mis emociones. Mi madre que no estaba segura sidirigirme o no la palabra, llenó mi taza con un nuevo producto lácteo saborizadocon naranja y luego volvió a sentarse. Miré con asco el extraño contenido de mitaza. Lo probé con miedo. En realidad no era tan feo como parecía. Para romperun poco el hielo dije.

_Gracias mamá, muy rico. ¿Es unproducto nuevo?.

Inmediatamente me respondió conentusiasmo, olvidando lo ocurrido la noche anterior. Me dí cuenta de que habíatocado el tema de mayor interés para ella y esa sería una forma para mí de acercarmecuando fuese necesario.

_Sí, me lo dieron en la clínica comouna muestra. Dicen que fortalece el corazón y reduce el colesterol.

Un producto que fortalezca elcorazón era justo lo que necesitaba en ese momento. Pero mi problema eraemocional y mi lastimado corazón no se repararía tan fácilmente. Le sonreí cálidamentey mientras untaba una tostada de salvado con queso descremado interrogué a mipadre amablemente.

 

_Papá, nunca me contaste comoeligieron esta casa y este barrio.

_Bueno... Tu abuela conocía a Susana.En realidad no se de donde, por que ella era muy reservada con sus amistades.Susana le comentó, que para ganar un sueldo extra, algunas veces hacía guardiasinmobiliarias. Como nosotros estábamos buscando casa tu abuela nos pasó sunúmero. Sorprendentemente nos mostró esta y quedamos encantados con ella.Susana se hizo amiga nuestra desde ese día.

Me daba cuenta que todo comenzaba acerrar. No era casual mi encuentro con Teby y mi abuela tenía algo que ver entodo esto. Añadí.

_Siempre me cayeron muy bienSusana... y Estaban. Hay algo que me intriga ¿Qué habrá pasado con el padre deTeby?. ¿Ella nunca les comentó nada?.

Mi madre se apresuró a responder.

_Susana me había dicho que le dio elapellido a Esteban y que puso la casa a su nombre. Seguramente el muyirresponsable no quería hacerse cargo del chico.... claro y como Susana no esde muchas luces compró su silencio regalándole una casa. Pensar que ellatodavía debe quererlo. Nunca me habló mal de él... Que ingenua. Pobre mujer.Tuvo que hacerse cargo sola de ese muchacho que es tan raro. Pero que se puedeesperar con los genes que debe tener. Cambiando de tema ¿Viste que rica la lecheque conseguí?

_Sí...

Me preguntaba si mi abuela me habíaquerido relacionar con Susana intencionalmente y si el interés de Teby por lamagia tenía algo que ver con ella. ¿Susana sabría sobre su poder?, ¿Sospecharía sobre el secreto que guardábamoscon Teby?

Esa tarde fui a la plaza a pensar. Mesenté nuevamente bajo el álamo aunque esta vez estaba sola. Algunas respuestasque había obtenido de mis padres aún daban vueltas por mi cabeza. Todavíaquedaban muchas preguntas sin responder. Me distrajo de la profundidad de mispensamientos la voz de una niña que paró su triciclo frente a mí y me preguntó.

_¿Cómo te llamas?.

Al levantar la mirada solo pudesonreírle. Recordé el sueño de la noche anterior. Quizás era la premonición deque conocería a una nueva pequeña amiga. Insistió.

_Yo me llamo Crisy ¿Vos?.

Le respondí.

_Yo me llamo Tamara. Que lindoes tu nombre. Nunca lo había escuchado.

Ella sonrió y mirando a suderecha donde no había nadie dijo.

_Que chica tan tonta. No sabeque es el diminutibo de Cristina.

_¿A quién le hablás?.

Sin apartar la mirada de la nadaagregó.

_Encima escucha conversacionesajenas.

Mirándome al fín me respondió.

_Le hablo a quien está casisiempre conmigo.

_¿Ella es tu amiga imaginaria?.

_No es ella. Es él y no esimaginario, es invisible, para la mayoría de la gente.

Le sonreí a Crisy. Miré de reojohacia mi izquierda y distinguí que había una mujer con lentes oscuros y cabelloazabache largo y brillante hasta la cintura parada junto a mi. Ella dijofriamente.

_Vamos Crisy. No hables conextraños.

Sorpresivamente la pequeñarespondió.

_Mami, Tamara no es una extraña.Estube con ella anoche.

La madre no pareció escucharla y siguiócaminando mientras Crisy se alejaba con el triciclo. Se daba vuelta de tanto entanto saludándome con la mano.

 

Pensé que era una niña muyextraña y mentirosa. Hija de una madre muy fría. Sin embargo me recordaba unpoco a mí. A pesar de que me hubiese llamado tonta y metida me había caído bastantebien. Me preguntaba si serían de este barrio. Nunca antes las había visto.Cuando ambas se perdieron al doblar la esquina, reparé en que a unos diezmetros míos se encontraba Susana mirándome totalmente pálida. Su bolsa conmanzanas estaba tirada en el piso junto a sus piés. Pensé que estabadescompuesta y corrí a su encuentro. Volviendo en si me dió un calido beso enla mejilla y como si no hubiese pasado absolutamente nada me dijo.

_Se me cayó la bolsa.

Mientras yo la ayudaba a recogerlas manzanas, agregó.

_¿Te alejaste de Teby?.

Dudé un segundo y respondí.

_No, él se alejó de mí. Aún noentiendo por qué.

Susana me abrazó y sentí sucariño.

_Tamy, no te preocupes. Él ya vaa entender que en realidad te necesita demasiado. Quizás tiene miedo.

Le pregunté perpleja.

_Miedo... ¿De qué tendría quetener miedo?.

Sonrió.

_Miedo... Puede tenerle miedo amuchas cosas, como a sentir, a amar... No lo sé.

Yo no comprendía.

_Miedo a sentir ¿Que tiene demalo sentir?.

_Sí, quizás se sientavulnerable. Tal vez los sentimientos tan fuertes, como los que estoy segura deque siente por vos, le hacen creer que lo apartaran de su camino.

Quedé más intrigada aún. ¿Comopodía saber Susana cuales eran los objetivos de Teby?, ¿Podría haber sido capazde contarle a su madre acerca de nuestro secreto? O ¿sería otro su objetivo yno el que yo creía? Seguí escuchándola.

_...Pero tal vez, Teby no se da cuenta de queaveces es mejor estar acompañado y más por alguien como tú. Yo lo veo muy mal.No me permite que te nombre. En realidad no logro entenderlo.

Le sonreí tímidamente. Despuésde unos segundos, lamentablemente Susana cambió de tema.

_Querida, ¿Vos conocés a laspersonas con las que estabas hablando recién?.

_No, yo solo hablé con la nena,la madre, me ignoró.

_No les hables. Se comenta quela mujer es mala persona. Escuchécomentarios muy malos de ella en el barrio.

_¿Viven cerca?.

_No... No sé... Quizás estoyequivocada. Me tengo que ir. Espero que te arregles con Teby.

Me abrazó nuevamente y se alejó.Yo me dirigí hacia mi casa. Sentía felicidad al saber que Teby sufría por mí,aunque fue él, quien se alejó. Sin embargo ese sufrimiento significaba que élme quería. Pero sabía que tendría que esperar a que primero resolviera suconflicto interno. Extraño conflicto, pues yo no entendía ¿Por qué se negaba asentir lo que ya sentía?.

Al entrar en mi habitaciónexperimenté una horrible sensación de soledad y vulnerabilidad. Por un lado,sentía que mi abuela me hacía mucha falta y que me había dejado juesto en elmomento en que más la necesitaba. Pensaba en todas las respuestas que podríahaberme dado y en todas las cosas que podría haberme enseñado. Tal vez podríavolver a hablar con ella nuevamente con la invocación de la copa... pero... ¿siera el poder de mi mente el que movía los objetos y producía los golpes solopor un incontenible e inconciente anhelo de creer en la existencia de algomás?. Por otro lado, no podía comprender a Teby y... lo hechaba de menos.Germinaba en mí la idea de que ni él, ni otra persona hubiesen hecho oestuviesen por hacer algo en mi contra. Prefería creer que alguien realmenteatentaba contra mí. Comencé a plantearme la idea de que mi mente se estaba sumergiendoen el oscuro laberinto de la locura. Tal vez la paranoia me invadía. Ya no mereconocía. Había cruzado un humbral después de lo ocurrido con mi abuela. Almudarme había cerrado una puerta que no tenía intención de volver a abrir. Misantiguos amigos habían quedado en el pasado, como atrapados en los recuerdos dela antigua Tamara. Yo ya no los necesitaba. Me desgarraba pensar que Teby y miabuela a quienes sí necesitaba, no estaban con migo. Reflexioné en todas lascosas extrañas que me venían sucediendo. Recordé el mensaje que había aparecidomisteriosamente en mi ventana. ¿Si otra vez la necesidad de sentirme conectadaa Teby me había llevado a creer que algún ser invisible había escrito esaadvertencia?. Sentí que ya no podía contener las lágrimas y me abracéfuertemente a mi grimoire mientras Samanta lamía una de mis lágrimas queacababa de caer sobre la manta de mi cama. Una voz en mi interior decía que notodo era mentira. Estaba segura de haber logrado muchas cosas, como cuandoasuste a mi madre o como cuando estalló la copa. Un impulso me llevó a abrir ellibro, sin importar la página. Solo quería leerlo. Aún quería respuestas ysentía que quienes realmente hubiesen podido dármelas ya no se encontraban eneste mundo. Sequé mis lágrimas con el puño de mi camisa negra y fije la vistaen la página amarillenta y reseca por la que lo acababa de abrir. Comencé a leer.

 

Mente hábidaque estas alli, te mostraré lo que yo ví.

A medida que me sumergía en lalectura, mi entorno se desvanecía y el pasado se hacía consistente.

"Yo no sabía que los elementales podían traicionarme.Tendría que haberlo sabído... ya que son torpes criaturas espirituales que nodiferencian entre el bien y el mal. Ahora los sacerdotes me buscan y en mivientre llevo el fruto de la vida. Espero que lo que escriba aquí puedaservirle a mi desendiente. Puedo ver a la luna teñir de plata las ramas muertasde los árboles del bosque que me refujia del fuego de la inquisición. Más lejosresplandece la nieve. Escribo estas palabras con el último trozo de carbonillaque me queda de la caja que me había regalado mi noble y anciano padre antes desu muerte. Mi familia había sido una de las más adineradas del valle. Mi padrefue uno de los hombres más cultos de la región, pero su bondad lo había llevadoa volverse demasiado confiado. Para la iglesia y la corona las mentesbrillantes son peligrosas y se encargaron de deshacerse de él y de mi espos.Los dos hombres que había amado. Todos los conocimientos mágicos que poseorecuerdo haberlos aprendido de mi padre. Él presintió desde el primer momentoen que vio llegar al nuevo obispo con su séquito a nuestro pueblo, que un velode persecución y muerte secundaría sus pasos y estaba en lo cierto. Poco tiempotardó en extender sus ideas atemorizando a la gente con el demonio y elinfierno. Comenzó a perseguir a los curanderos, a los videntes y a lospensadores. Nosotros sabíamos que el poder oscuro estaba detrás de él y queDios no podía estar en contra de aquellos que salvaban vidas. Un antiguo fraile,amigo de mi familia, nos había confesado que se iría a otra región por habervisto lo que no debió ver. El anciano contó que una noche escuchó aalgunos de los nuevos sacerdotesconversando en el cementerio de la iglesia. Dijeron una oración que no pudo entendery enterraron un paquete en una tumba. Uno de ellos dijo que ya estaba hecho yse marcharon. Nosotros lo sabíamos y el fraile también, eso solo podíasignificar una cosa, magia negra dentro de la iglesia. Mi padre sin perdertiempo buscó su péndulo de cristal de roca e invoco al Espíritu Santo. Elfraile preguntó al péndulo si esas personas perseguirian a los hechiceros ycuranderos para que nadie pueda usar las fuerzas sobrenaturales para oponerse asu poder. El pendulo giró afirmando la pregunta. Luego le preguntaron sipodíamos ser descubiertos y nuevamente dió un sí.

 

Cuando acabé deleer la hoja busque su continuación, pero no la hallé. Posiblemente se hubieseperdido durante el paso de los siglos. Deseaba seguir leyendo y saber que habíapasado pero de algo estaba segura. Había sido madre y pasado su conocimiento.

Me había llamadomucho la atención la utilización del pendulo. Nunca antes había oido acerca desu poder adivinatorio. Al parecer mi abuela no lo utilizaba. Me preguntaba siacaso su información no era válida, o tal vez representaba algún otro tipo depeligro. Quizás simplemente no lo conocía. Me intrigaba también ¿por qué miantepasada se sentía traisionada por los elementales?. ¿Cómo podrían haberlatraicionado aquellos seres en que tanto confiaba mi abuela?. Quizás estos sereseran capaces de delatar a otros magos en sus prácticas clandestinas dehechiceria. Esto significaría que tal vez cada vez que hago una invocación o unhechizo queda una huella en el etereo mundo espiritual.

Esa tarde deverano salí de mi casa temprano por que mi madre me había encargado ir acomprar jalea real y germen de trigo en la herboristería que estaba frente a laiglesia. Nunca antes había ido a ese lugar, pero ella me había dado clarasinstrucciones de como llegar y de como actuar. Me había prohibido rotundamenteentablar cualquier tipo de conversación con las personas que allí pudieseencontrar. Me dijo que había muchos indigentes que iban a pedir limosna a laiglesia y con su cerrada mentalidad, pensaba que la pobresa era un pecado. Enla clínica donde ella trabajaba le habían recomendado la jalea real fabricadapor los franciscanos. Esta, solamente se vendía en esa herboristería.

Antes de bajardel colectivo, jamás hubiese pensado lo que me estaba esperando. En losalrededores del templo se alzaban decenas de negocios, santerías y libreríascon productos y libros esotéricos. No solo me sorprendió el hecho de que unaiglesia católica estubiese rodeada por tantos artículos paganos, sino que medaba cuenta que había muchas creencias y que el mundo mágico había buscadodistintos caminos para manifestarse. La adrenalina crecía dentro de mí juntocon la curiosidad.Me preguntaba que cosas me podrían ser útiles y cuál sería lamagia más efectiva. Recordé algo que me pareció haber escuchado alguna vez demi abuela: "La magia esta dentro de unomismo". Me llenaba de emoción el estar leyendo letreros que rezabán"Videncia... " "Consulte el tarot de..." . Era evidente que había mucha genteque se dedicaba a lo que yo llamaba magia. Aunque años después comprendí que enrealidad lucraban con lo que yo llamaba magia, aún sin tener idea de lo que lamagia era realmente. Me ponía más felizaún el haber llevado parte de mis ahorros por si encontraba algo que meinteresase comprar.

 

Una vez dentro de la herboristería, distinguídecenas de estantes totalmente repletos de frascos llenos de sustancias que yono conocía. El pequeño negocio estaba tan abarrotado que yo no podía entendercomo no se derrumababan las torres de frascos en equilibrio inestable. Detrásde un mostrador de madera, un atletico joven de no más de veinte años me mirabacon sus oscuros ojos parcialmente cubiertos por un desmechado flequillo rubioque le llegaba casi hasta sus sensuales labios. En su cuello llevaba unagargantilla de cuero negro con una argolla color plata. Me fascinó pensarque al igual que Teby, él tenía un gustomuy peculiar para la ropa. Su camisa negra estaba prendida con alfileres degancho de diferentes tamaños y de su cintura colgaban numerosas cadenas.Aproximándome al mostrador le solicité.

_Necesito germén de trigo y jalea real.

Asintió con lacabeza y comenzó a revolver una de las cajas que estaban apiladas bajo elmostrador. Sin mirarme y con voz varonil preguntó.

_¿Querés un frasco de 250 o de 500 gramos?

Dude unmomento, la verdad era que mi madre no había especificado el tamaño de losfrasco. Luego respondí.

_De 250 por favor.

Había decididooptar por el más pequeño ya que si se acababa rápido tendría que volver acomprarle nuevamente y no me disgustaba para nada esa idea.

Pasados unossegundos reapareció detrás del mostrador y extendió su mano de puntiagudas uñasnegras alcanzándome un paquete de germen de trigo. Un momento antes de tomarlodistinguí una blanca cicatriz que cruzaba su muñeca. Sin pensarlo sujeté subrazo fijando la vista en la herida. Luego levanté mis ojos hacia los suyos ylo interrogué con la mirada. Él retiró su brazo suavemente y bajo un poco elpuño de su camisa. Dejó él paquete sobre el escritorio y sin mirarme susurró.

_No fue nada... Fue hace mucho.

Sonreítimidamente. No volví a hablar acerca del tema. Estaba segura de que eso loincomodaría y yo acababa de conocerlo. Después de colocar los productos en una bolsa y cobrarme, mientras medaba el vuelto me preguntó mirándome de pies a cabeza.

_¿Te vestís de negro por algún motivo en especial? O ¿Essimplemente casual? ¿Pertenecés a algún grupo oscuro?.

Lo miréperpleja. Hasta ese momento, yo era simplemente Tamara y si bien últimamentehabía optado por un guardarropa extremadamente oscuro, que yo tomaba como unreflejo de mi intrincado interior, nohabía reparado en que mi apariencia podía tener un significado especial.

_La verdad es que no pertenesco a ningún grupo. Enrealidad considero que mi tendencia a usar negro nace por una necesidad deexpresar un digamos... duelo por los sueños perdidos y por... la nostalgia dealgo que nunca será, por decirlo de alguna manera.

No se lo dijeen ese momento pero hasta ese instante no me había cuestionado esa necesidad deexteriorizar la oscuridad de mis pensamientos. Pensaba que solamente me vestíade negro por que me gustaba y nunca antes había creido que algo tan superficialcomo la ropa pudiese manifestar algo tan profundo como sentimientos o unapostura diferente ante la vida. Pero debía reconocer que lo que acababa dedecir había imprecionado al joven al cual yo le parecí muy interesante. Paraque el hilo de la conversación siguiese fluyendo, agregué.

 

_¿Vos como te definís? ¿Sos parte de algún grupo?

Respondió mipregunta sin dudar siquiera un momento.

_Yo en algún momento de mi vida pertenecía a uno.Posiblemente para sentirme incluido y ser parte de algo. Pero me dí cuenta queen realidad aunque comparto muchas ideas con los oscuros, mi propia filosofíade la vida me lleva a ser una persona aislada. Descubrí que todos estamos solosen el mundo, aunque vivamos rodeados de personas. Hay que saber apreciar lasescasas oportunidades en las que el destino nos permite encontrar a alguien conquien se pueda entablar una conversación no vanal. ¿Cómo te llamás?.

Le sonreí yrespondí.

_Soy Tamara y ¿Vos?.

_Ariel. ¿Vivís por aca?.

Pude sentir ami corazón latir nuevamente. Supe que aunque aún sufría por Teby más de unapersona cruzaría mi camino y que yo misma iría escribiendo mi destino.

_Más o menos, pero voy a volver. Aunque sea solamentepara hablar con vos...

Se escucharonlas campanillas de la puerta. Una señora con muchos paquetes entre los brazosacababa de ingresar a la tienda. Ariel la miró unos momentos y me dijo.

_Nos vemos pronto Tamara. Me gustaría mucho seguirhablando con vos.

Le sonreí ysalí del negocio. Mientras caminaba por las abarrotadas veredas observando losescapárates de las tiendas, mi mente trabajaba velozmente. Estaba segura que legustaba a Ariel pero de lo que no estaba totalmente segura era si él me gustabaa mí. Hasta ese momento yo creía que estaba enamorada de Esteban, pero si era amorlo que sentía, ¿Por que en ese fugaz encuentro me había sentido tan atraida porAriel? Rondaba por mi mente la extraña sensación de que estaba traicionando aTeby, pero sabía que no era asi, pués entre él y yo no había ningún vínculoconvenido. Tal vez mis sentidos se fijaban en Ariel como un mecanismo dedefensa para no sufrir eternamente el alejamiento de mi primer amor. Debía sercautelosa, por que no tenía el derecho de herir a Ariel que evidentemente yahabía sido herido anteriormente. Sin embargo quería volver a hablar con él. Meintrigaban muchas cosas y me gustaba su personalidad. Además me agradaba laidea de definirme a mi misma, de averiguar en quién me había convertido. ¿Seríatan oscura por dentro como por fuera? Y ¿qué era en realidad ser oscura? Cuandomás penetraba en lo llamado oscuridad, mis ideas parecían tornarse másclaras.

Comencé a mirar fascinada los distintosnegocios. En algunos de ellos reposaban en las vidrieras figuras de diferentessantos y demonios. Quedé impresionada con una imagen de un esqueleto tallado enmadera y me pregunté quien podría comprar algo tan feo y que yo relacionaba conla muerte. Me cruzó la idea de que tal vez alguna religión lo veneraba. Lasestatuas de demonios rojos realmente eran escalofriantes. Me preguntaba queclase de personas rendirían culto a ese demonio. Pero seguramente si esasestatuas se vendían era por que había alguien que las compraba. En una de las tiendas vi expuestos unaserie de péndulos de distintos materiales y tamaños. También había una serie delibros que explicaban sus usos, propiedades curativas y adivinatorias. Ingreséen la tienda dispuesta a comprar uno. El negocio me parecía un largo y fino pasillo.Este estaba dividido por un enorme mueble lleno de frascos, cajas y figurasreligiosas. Una amplia capa de polvo cubría las estanterías repletas deproductos. Palidecí al posar mi vista en un frasco lleno de lo que a mi meparecían ser orejas humanas. Preferí ignorarlo y seguir hacia el fondo sindetenerme a observar la espeluznante mercadería. En el rincón más oscuro de latienda un anciano muy pequeño conversaba con una mujer que se sobresaltó aldescubrir mi presencia. Parecía estar avergonzada y asustada de ser descubiertasolicitando los servicios del anciano. El hombre caminó rengueando hacia ellugar donde yo lo esperaba en silencio. Detrás de sus sucias y gruesas gafascuyo armazón redondo parecía ser tan antiguo como su poseedor con una voz gravey ronca me dijo.

 

_Bueno,bueno tenemos una pequeña hechicera aquí y tus padres no lo saben. Es mejorasí, tu madre no lo entendería.

Mi corazón dio un salto. No entendía como elanciano que acababa de conocer podía saber tanto de mí. No mucho después me dícuenta que acababa de hacerme una predicción muy ambigua y que seguramente lamayor parte de las personas que compraban en ese lugar estarían relacionadascon la magia. Además era poco probable que los padres de cualquier persona demi edad entendieran el interés de sus hijos por las artes oscuras. Luego me interrogó.

_¿Quéte trae a mi negocio jovencita?.

La mujer que aún se encontraba en el rincónevitaba mirarme. Yo le respondí.

_Deseoun péndulo de cristal de roca.

Rascándose la nuca añadió.

_Ah...claro los que trabajan con la luz y el Espíritu Santo. Tu quieres saber si élte ama y quizás algo más. Pero guardaré tu secreto.

En ese momento creí que el hombre estabaleyendo mi mente. Pero nuevamente me dí cuenta que todas las adolescentesdeseamos ser amadas y guardamos secretos. Abrió un cajón de un pequeño mueble ysacó tres péndulos de cristal. Estiró su huesuda mano de uñas poco cuidadashacia mí.

_Eligeel que más te guste mi niña.

Optépor uno que al mirarlo descomponía la luz formando destellos de colores queparecían provenir de su centro.

_¿Sabéscomo se usa?.

Negué con la cabeza. El anciano guardó losdos péndulos que yo había descartado y tomó de la punta de la cadena de plataal elegido.

_Tienesque poner tu mano izquierda unos centímetros por debajo del cristal. Ves asícomo lo estoy haciendo ahora. Necesitas poner tu mente en blanco, de locontrario si piensas en la respuesta te dirá lo que quieras escuchar. Nuncaolvides saludarlo con respeto antes de hacerle cualquier pregunta. Hay muchasenergías involucradas. La respuesta será afirmativa, si gira tal y como lasagujas del reloj, de lo contrario lo hará en sentido opuesto. Una vez quetengas la respuesta agrádesele y el péndulo parará inmediatamente. Observá.

Elhombre se dirigió hacia el péndulo.

_Holapéndulo. Dime por favor. ¿Esta niña te usará sabiamente?.

El péndulo sorprendentemente comenzó agirar en sentido afirmativo. Hubiese jurado que el vendedor solo lo sostenía. Elmovimiento no provenía de él. Cuando le dió las gracias, cesó su rotacióninstantáneamente.

_Espara tí jovencita. Predecirá lo que tú puedes predecir.

Un interrogante cruzó como un relámpago pormi cabeza.

_Entonces
¿El futuro está escrito?.

Entrecerrando los ojos negó con la cabeza yse apresuro a decir.

_Túescribes tu propio destino, entrelazandocé con el de los demás. El péndulo te permitirá saber lo quesucederá si el presente no cambia radicalmente sus parámetros. Es decir tusdecisiones pueden cambiar el futuro y puedes saber las intenciones de losdemás. Tu percepción juega un papel importante en esto.

 

Agradecí al hombre, le pagué y al retirarmesalude irónicamente a la señora que esquivaba mi mirada. Luego salí delnegocio.

Recordé el hecho de que nunca antes habíaentrado en una iglesia. Mis padres eranagnósticos y no me había inculcado religión alguna. Así que me dirigí hasta laimponente puerta, guiada por la curiosidad. Me sorprendió desde la entrada laaltura de las columnas de mármol. Una corriente fría proveniente de su interiorcontrarrestaba con el intenso calor de la calle. La inmensa altura del techo meproducía una deprimente sensación de insignificancia. La oscuridad atravesadapor finísimos rayos de luz provenientes de los majestuosos vitorees y la figurade la crucifixión de Cristo se alzaba sobre un atrio dorado. Lujososcandelabros y estatuas ornamentadas con bellísimas joyas se diseminaban portoda la iglesia. Reparé que una madre harapienta sentada en el piso cerca de míamamantaba a su hijo y sostenía con la mano una abollada lata en la cual sesacudían escasas monedas. Algo no estaba bien, ¿Cómo podían permitir lujos paralas simples estatuas y hambre para las personas? No quise entrar en la iglesia.Di media vuelta, saqué de mi bolsillo un billete y lo puse en la lata. La mujerque no era mucho mayor que yo sonrió y me dijo.

_Muchísimasgracias. Que Dios te bendiga.

Volví a bajar la escalinata. Cada vezentendía menos al mundo. Se me ocurrió pensar que tal vez el hambre de algunosera lo que permitía el lujo de otros.Quizás el cielo y el infierno coexisten, así como el poder y el sometimiento yno existe el bien sin el mal.

Una vez en casa, recurrí a mi grimoirebuscando la palabra "péndulo". Realmente me intrigaba saber por que mi abuelano lo utilizaba como elemento adivinatorio. Entre unas páginas escritas por sumadre, encontré la respuesta. Ella explicaba que el péndulo es solamente unmedio para canalizar la propia energía adivinatoria y que es tan útil comocualquier otro método de adivinación, si el poder de la percepción esta en suposeedor. Ella le aconsejaba con ternura a mi abuela, que antes de creer en susrespuestas, pruebe de alguna forma, si este le resultaba el medio más adecuadopara canalizar su poder. Ahora comprendía que seguramente mi abuela optaba porotros métodos más afines a ella. También le comentaba, que algunos loutilizaban para canalizar la energía sanadora y que otros lo empleaban paraencontrar agua o metales preciosos. Pero yo comprendí, que simplemente era uninstrumento que nos rebela nuestra propia intuición. Me dispuse a probarloy a probarme.

Tomé un mazo de cartas muy viejo, que mipadre utilizaba para jugar al solitario. Separé las copas y los bastos. Losmezclé y me dispuse a tratar de adivinar preguntándole al péndulo. Yopreguntaría: ¿Es copa esta carta? El péndulo respondería girando afirmativa onegativamente y haría una estadística de los aciertos y de las fallas.

Comencé la prueba de mi percepciónextrasensorial. Con las primeras siete cartas, las respuestas del péndulofueron las correctas, pero la octava, no lo fue. Hasta la quinceava carta,nuevamente fueron acertadas, la siguiente errónea y las siguientes fueron todascorrectas, sin incluir la última. Había acertado veintiún veces y fallado solotres. Me parecía bastante aceptable para utilizarlo, pero aún así, cabía laposibilidad de que se equivocase. Ganándole a mi propio orgullo interno,interrogué.

 

_¿Sabré hoy algo de Esteban?

El péndulo empezó a temblar einmediatamente comenzó a girar en sentido afirmativo. Sonreí, pero sentía queacababa de mentirme. En ese momento, me sobresalté al oír el timbre delteléfono. Contesté. Era la persona a la que más necesitaba oír en todo esteúltimo tiempo, pero por alguna razón, no experimenté felicidad al escuchar suvoz. Por un instante mi corazón dejó de latir. Recordé mi sueño. ¿Él haría quemi corazón se convirtiese en piedra? O ¿sobrevendría el pacto de sangre?

_Tamy,necesito verte
algo me estuvo pasando estos últimos días.

Ingenuamente, pensé que se había dadocuenta de cuanto me quería y necesitaba. Pero en realidad, creo que solo menecesitaba.

_Bueno,está bien. Vení a buscarme si te parece.

Muy fríamente, como yo jamás hubieseesperado respondió.

_Ahoravoy.

Colgó el tubo, sin decir ni siquiera adiós.

Unos minutos después, lo escuché tocar eltimbre. Al abrir lo encontré a él, de pié, mucho más pálido y delgado que laúltima vez que lo había visto. Sus ojos estaban enrojecidos, como si hubiesellorado. Debajo de ellos, se dibujaban unas finísimas líneas color violeta.Tenía los nudillos sangrando y en su brazo izquierdo, se distinguían finoscortes. Sentí muchísimo dolor al verlo. Por un instante me invadió la culpa porno haber estado a su lado para protegerlo de aquello que lo había herido. Másaún, por que yo me sentía muy fuerte. A mí algo me había atacado y había podidocontrolarlo, yo sola. Los signos que había dibujado y los encantamientos quehabía hecho, no permitieron que las sombras nos dañen ni a mis padres ni a mí.

_¿Quién te hizo eso?

Respondió, evitando mi mirada.

_Nofue nadie

_¿Por qué te lo hiciste?

Sentí que se me cerraba la garganta. Mepreguntaba, por que estaría tan atormentado y optaba por autoflajelarse. Memiró. Podía ver el miedo reflejado en sus ojos.

_...Realmente ya no importa

Me dijo y volvió a bajar la mirada.

_¿Puedo pasar?...

Preguntó con voz seca.

_Claro.

Contesté rápidamente y lo invité a sentarse.Así lo hicimos ambos. Una vez en elsillón comenzó a hablar.

_Necesitodecírtelo. Frecuentemente escucho y veo muchas banshees cerca de mí.

Sentí que mi mundo se derrumbaba. Luchabapor que se fuese de mi mente el profundo temor de perder a Teby para siempre.Por un momento imaginé que su aliento se tornaba helado. ¿Por qué lo seguíanlas banshees, esos diabólicos espíritus que se alimentan del miedo a la muerte?Hasta donde yo sabía, el llanto de una banshee era presagio de muerte, pero élsentía muchas a su alrededor. ¿Podría ser, un augurio aún peor que la muerte?Lo abracé intentando protegerlo y en ese momento, un grito proveniente de lanada nos estremeció a ambos y nuestro abrazó se hizo aún más estrecho.

Lecomenté asustada.

_Amí también, me han pasado muchas cosas extrañas, desde la última vez que te vi.¿Quién o quienes nos están haciendo esto?

 

_Noes a vos. Creo que es solo a mí a quien buscan. Aunque ahora ya no se realmentesi no te buscan también. Hace ya mucho tiempo que yo escucho el lamento de lasbanshees. Sé que lo has escuchado, aunque solo un par de veces. Pero antes deconocerte, soñé en varias ocasiones con un grupo oscuro que intentabadominarlas. Para dominar el destino, supongo. En ese momento pensaba que eransolo sueños, pero sobrevino aquel en el cual se me revelaba el paradero de migrimoire y entonces comprendí que algo o que alguien, manipulaba mis sueños.Cuando vos escuchaste la banshee, la noche en que nos conocimos, yo pensé queme podrías ser de utilidad y. Debo confesar que me acerqué a vos para sacarteinformación. Pero después

Nos invadió un incomodo silencio, luegocontinuó.

_Pesea que yo escuchaba a las banshees, aunque no tan cerca como ahora y tenía lacerteza de que alguien las quería controlar. Llegué a pensar que a mí no mepodían hacer daño
Podía escucharlas. Sabía lo que hacían. Pero por algunaextraña razón, no se acercaban a mí. Tuve la soberbia y negligente idea desentirme casi inmortal. Por un momento pensé en atraerlas para
estudiarlas. Porotro lado, el grupo que pretendería controlarlas ¿para que querría destruirme oevitar mi muerte? Acaso, ¿yo soy alguien importante para esas personas que noconozco?

_¿Estarán relacionados con tu padre? O ¿Habrán descubierto nuestra magia através de los elementales?... Sé que los elementales pueden rebelar nuestrapresencia, aunque ignoro como.

Teby me miraba muy serio, como sorprendidopor lo que le había dicho. Quizás, por su padre. Pero, creo en realidad que élnunca había considerado la posibilidad de ser descubierto por magos máspoderosos que nosotros. Yo continué hablando.

_Aquíhan venido sombras y algo rompió la cristalería de mi madre. Un ser inmaterial,me anunció que era necesario que yo te proteja. Quizás, puedo hacer en tu casalos rituales que hice en esta
o los que hacía mi abuela para alejar a lasbanshees

Meinterrumpió.

_No,no quiero alejarlas. Quiero rastrear de donde vienen. Yo no creo que lasbanshees me quieran matar. Al menos no por ahora
Creo, que están cerca de mí por algún otromotivo y deseo averiguarlo. Tengo más miedo por vos, pero
Necesito que meayudes con tus ideas y con lo que puedas averiguar. Por las dudas, no estemosdemasiado cerca. A mí no me puede pasar nada
pero a vos
No sé comoprotegerte.

Yo, no podía creer, estar escuchando a Tebydecir algo con tanta soberbia y a su vez con tanta ingenuidad. ¿Quién se creíaque era? Hasta donde yo sabía, no habíanadie capaz de controlar a esos seres y supuse, que si acaso eso era posible nopodría hacerlo solo un aprendiz de mago. Me horrorizaba y a la vez me atraía,la siniestra idea de disponer de la muerte. Me sorprendí de mi misma, al pensaren esto. ¿En quién me estaba convirtiendo? ¿Se podría utilizar a las banshees,para matar, amedrentar e impedir la muerte de aquellos que no queremos quemueran o
de nosotros mismos? Hasta ahora, las banshees y la muerte, eran comosinónimos para mí. Tal vez, él creía poder controlarlas y las ansias de poder,cegaban la evidente verdad. ¿Cómo no se daba cuenta, de que era él y no yoquién estaba en peligro? Aunque muy en el fondo, a mi también me fascinaba laidea de tener ese poder. Una pregunta paso por mi mente, que era un tantoincómoda y no resistí la tentación de hacérsela.

 

_¿Las banshees, no te rondarán
por qué primero

Hiceuna pausa, reflexionando en lo que diría.

_...intentaste controlarlas?

Respondió, sin mostrarse sorprendido.

_Esobvio, que yo solo, no soy capaz de hacer algo así.

Él, nunca dijo que no lo había intentado.Luego agregó.

_Además,aún, no estoy seguro, si es que alguien puede controlarlas realmente. La muerteen sí esta relacionada con ellas, pero quizás, solo la anuncian. Puede ser, quelo único que hagan es alimentarse del miedo que uno siente antes de morir.

Asentí con la cabeza.

_Pero
¿No crees, que puede significar que tu muerte, este cerca?

Le pregunté y él me dedicó su media sonrisa.

_Note preocupes, no pueden alimentarse de mi miedo a la muerte, porque yo no letengo miedo a la muerte.

Comenzaba a molestarme su actitud soberbia.

_Estoyseguro, que hay un grupo poderoso que de alguna manera, en parte ya lascontrola. Mi padre, puede estar involucrado. Él, me debe haber inducido lossueños reveladores. Quizás, si yo puedo descubrir quien las envía, puedaencontrarlo a él.

Yo agregué.

_Sies que hay alguien que las envía.

Él sonrió sin darme mucha importancia. Selevantó y acariciándome la mejilla dijo.

_Buenopreciosa, nos vemos.

Lo acompañé hasta la puerta, me beso elrostro y se alejo acomodándose su flequillo de costado.

Me quedé en la puerta observando como sealejaba, sin haber hablado absolutamente nada sobre nuestro último encuentrobajo el álamo. Esta vez, el miedo a perderlo por un caprichoso juego de vida ymuerte me estremecía. Sabía que él quería controlar ese juego y eso lo cegaba.No podía ver que el peso de semejante poder podría convertirlo en un sertemible. Por otro lado, si teníamos la posibilidad de poseer ese don y lorechazábamos corríamos el riesgo de que alguien más lo manipule a su antojo,sin que nosotros podamos oponernos. Pero cualquier opción podría producir undesbalanace en el delicado equilibrio universal. Me preguntaba si yo tuvieseese poder, seguiría siendo yo misma o me sentiría como un dios
. Pero
podríaevitar la muerte. Me convencí a mi misma de que esto no era posible pero
y silo era.

Mis padres ya se habían acostado y Samantadormía a los pies de mi cama. Caminé hacia la ventana, miré el cielo, unasnubes grisáceas dejaban asomar a la blanquecina luna que alumbraba los bordes plateados de las nubes oscuras,recortadas en un abismal cielo sin estrellas. Me causaba una extraña sensaciónde inseguridad que se mezclaba a la vez con pena. Comprendía que Teby habíavenido a buscar mi ayuda, pero su soberbia le había impedido pedírmela. Cerréla cortina, sintiendo una protección inexistente, proveniente de esa delgadacapa de tela. Yo creía que podía alejar a las banshees de Teby, así como mepude proteger a mí o como mi abuela se había protegido a si misma. Pero Estebanno me dejaría ir a su casa, por que decía que él no las quería apartar. Me acosté y abracé mialmohada. Tenía miedo de que el mal lo estuviese acechando. Deseaba estar conél, a su lado, cuidándolo. Recordé sus heridas, sus ojeras
estaba tan débil.Yo me sentía fuerte, triste, pero fuerte y sabía que había aprendido mucho,tanto de la información de mi grimoire como de la vida misma. Sabía que lasbanshees lo querían y que estaban cerca, cada vez más cerca de él. Yo deseabaestar ahí, velar por sus sueños. Sentía que él era más vulnerable mientrasdormía. No se como pero lo sabía. Quizás no querían matarlo, pero impedirían sudescanso. Él estaba muy débil, necesitaba dormir y sin querer mis ojos sefueron cerrando. Por un momento experimenté la sensación de elevarme. Meelevaba realmente. Me sobresalté. Sentí como si me incorporase en el aire. Depronto, me vi a mi misma pero desde arriba. Mi cuerpo dormía profundamente enla cama, pero yo no estaba allí. Mi parte consiente, yo misma, lo que soy,flotaba etérea, sin peso, sin cuerpo
Creí que había muerto, pero yo no habíaescuchado a las banshees. Pensé que quien estaba en peligro era Teby y no yo.Me convencí a mi misma de que aún no estaba muerta. Allí abajo mi cuerpo respiraba.En cada inspiración las sábanas sobre mi pecho se elevaban y en el profundosilencio de la noche los latidos de mi corazón marcaban el compás deltiempo. Debajo del pecho de mi cuerpodormido, parecía salir un fino haz de luz, como una cuerda de plata que se unía a mi espíritu. Depronto, pensé en que Teby en ese momento estaba en su casa durmiendo. Todo mi entorno se desvaneció y de la nadavolvió a aparecer en una fracción de segundo. Pero, ya no estaba en mihabitación, me encontraba en un patio en el que yo ya había estado antes. Podíaver en la oscuridad de la noche una blanca mesa gótica con sus cuatro sillas.Todo era muy nítido, como si pudiese distinguir cada uno de los pétalos de lasflores, cada hoja, cada sonido
pero no tenía sensibilidad en la piel. Nosentía ni el frío, ni el calor, ni el aire. Podía distinguir una escalera ymuchas puertas a mí alrededor, pero solo una de ellas parecía llamarme. Meencontré de repente en la habitación de Teby. Él dormía, se veía tan lindo eindefenso Mi espíritu lo amaba. El piso era de madera y junto a la ventana, élhabía dibujado en tiza un pentagrama. En una hoja pintada con sangre, con susangre, estaba hecho el mismo pentagrama junto con otros símbolos que yodesconocía. No eran los mismos símbolos de protección que yo había utilizado.Supuse que él quería acercar a las banshees y no alejarlas. Sentía que ellas estaban cerca de nosotros y junto aestas, la muerte estaría acechando. Nopodía permitir que nos pase algo solo por la soberbia de Teby. Lo protegería,las alejaría él. Me acerqué a Esteban, pues ya comenzaba a escucharla. Miles de desgarradores lamentos cortaban elsilencio de la noche. Sentía que la energía del universo era parte de mí.Extendí mis etéreos brazos, si eso es lo que eran y una esfera plateada comenzóa expandirse. Rodeándonos a él, a mí y a la habitación completa. El pentagramase desvanecía. La hoja de papel se quemaba mientras por la cortina de la puertadistinguía contornos femeninos que pretendían entrar. Afortunadamente eran vanos sus intentos. Teby dormía. No sedaba cuenta de lo que estaba ocurriendo. Poco a poco los lamentos se hicieroncada vez más tenues, ya no regresarían esta noche. Los pentagramas habían sidodestruidos y él descartaría ese método, que evidentemente era efectivo paraatraerlas. Me sentí débil y al bajar mis brazos, la esfera de energía sedesvaneció. Nunca supe por que seguí ese impulso pero obviamente, yo era partede un todo cósmico. Cada segundo me sentía más débil y cansada, la cuerda de plata que salía de mi cuerpo astral y se uníaa mi pecho real estaba desapareciendo. Todo se desvaneció y me encontrénuevamente en mi habitación. Solo un hilo de plata me unía a mi cuerpo. El blanquísimo rostro de un majestuoso ángelnegro tornó su mirada desde mi cuerpohacia mi espíritu. Sus ojos blancos helaron mi interior y miró el hilo deplata. De pronto, me incorporé y abrí los ojos. Yo estaba en mi cuerpo nuevamente. Sola en mi habitación. El ángel se habíamarchado. Me preguntaba si sería la muerte quien estuvo junto a mí, tal vezesperando que el hilo de plata se corte para separarme completamente de micuerpo material.

 

 

Abrí la cortina, el sol comenzaba a salirahuyentando las sombras de la noche. Estaba segura de que había alejado a lasbanshees de Teby y que él pensaría que sus invocaciones no habían dadoresultado. Acababa de ver a la muerte junto a mi cuerpo dormido, aguardando. Las banshees no habían anunciadoa ese ángel. Me preguntaba si realmente lo anunciaban, o acaso sería que yo nole tenía miedo a la muerte. Quizás los conocimientos ancestrales eran erróneos.Varias lágrimas surcaron mi rostro al pensar en que la muerte de mi abuelapodía haber sido en vano. Quizás lo que ella pensaba, estaba equivocado y susuicidio era un error del destino. Quería buscar información para aclarar misdudas. Me dolía pensar en que mi abuela podía haber estado equivocada. Hastaese momento ella era perfecta para mí y pensé que quizás ni siquiera los espíritustenían todas las respuestas. Simplemente ellos estaban en otro plano. Quizás elmundo espiritual era complejo como si se tratase de un engranaje más de unsistema universal. Algo me decía que la revelación de este enigma no seríaaclarado por espíritus ya que sus respuestas eran ambiguas. Tampoco las iba aconseguir a través de Teby. Él nunca tendría que saber que yo lo habíaprotegido. Su soberbia lo llevaría a caer en la tentación de atraerlasnuevamente. No buscaría en mi grimoire pues creía que mis antepasados tenían unconcepto erróneo. Pero sí sabía una cosa, había gente con el alma tan oscuraque intentaba controlar a la muerte y eran capaces de experimentar con la vidapara incrementar su control sobre losseres mágicos y humanos.

Durante el desayuno seguía preguntándomedonde podría encontrar respuestas y de pronto como una señal inesperada, ungrito de mi madre, un lamento de mi padre y el ruido de cristales rotos mesacaron de mis pensamientos. Samanta había saltado a la mesa, algo que nuncaantes había hecho y había roto el pequeño frasco de jalea real que yo habíacomprado poco tiempo atrás. Sonreí emocionada, todo tenía sentido, yo tenía quevolver a hablar con Ariel tal y como se lo había prometido. Él, en su pasadohabía pertenecido a algún grupo oculto, yo estaba segura de eso. Quizás tambiénahora pertenecía. Tal vez él era parte de una secta o sabría de alguna queestuviese intentando experimentar con banshees.

Reparé en que mi madre me miraba extrañadapor mi repentina felicidad. Frunciendo el seño me reprendió.

_Claroa vos no te gustaba la jalea y amaestraste de alguna manera a esa cosa para quela tire. Quiero, que vallas hoy mismo a comprar más

Mi padre me defendió.

 

_Note la agarres con la nena
. No se puede amaestrar a un gato, Tamara no tiene laculpa. Es el instinto animal.

_Sí,es verdad. El gato es de ella y se va a hacer cargo. Así que agradeceríamuchísimo que compre dos frascos hoy mismo, por si ese mugroso animal vuelve arepetir su hazaña.

Yo asentí con la cabeza y me dedique a terminar midesayuno. Estaba muy feliz. Sentía que Samanta había leído mis pensamientos oque alguien le había sugerido que hacer.

Después de que mis padres se fueron tomé elcolectivo y me dirigí a ese maravilloso y esotérico lugar, el entorno de laiglesia gótica. Recién estaban abriendo los negocios. Pasé por el lugar endonde había comprado el péndulo pero aún estaba cerrado. Supuse que si Ariel notenía las respuestas, era posible que el viejo que atendía el local sí lastuviese. De todas formas prefería preguntarle a Ariel. Había algo en el viejoque me daba miedo.

Cuando entré a la herboristería que estabajusto frente a la iglesia. La escena que menos me esperaba ver se presentofrente a mis ojos. El negocio estaba siendo atendido, no por Ariel sino por elviejo que me había vendido el péndulo. Este estaba entablando una seriaconversación con Esteban. No pude reflexionar en que estaban haciendo Teby y elviejo juntos en el negocio de Ariel y sin Ariel. Cuando el anciano mesorprendió intentando escuchar su conversación se dirigió a mí.

_Holapequeña hechicera, ¿Qué te trae por aquí?

Tebyvolteó la cabeza hacia donde me encontraba yo petrificada y palideció aún másde lo normal. Sin darme tiempo a responder a la pregunta del viejo, Teby seapresuró a llegar junto a mí. Tomo mis hombros. Beso mi mejilla y en un rápidosusurro me advirtió.

_Aquíno hay respuestas, solo peligro para ti. No te acerques a esta gente.

Luego se fue casi corriendo, antes de queyo pudiese reaccionar el viejo insistió.

_¿Niña?

Aún mirando hacia la entrada por donde Tebyacababa de salir me apresure a responder.

_Dosfrascos de jalea real por favor.

Me los dio muy rápidamente y le pagué. Meapresuré a salir del local. Quería alcanzar a Teby pero en la puerta delnegocio Ariel me detuvo mostrando mucha alegría en su rostro.

_Tamara
volviste.

Ariel beso mi mejilla y desde el fondo delnegocio el viejo preguntó.

_Asíque conoces a la pequeña hechicera.

Ariel frunció el ceño y diciendo muy lentay claramente. Poniendo mucho énfasis en cada silaba dijo.

_Abuelo,ella
es
mi
amiga
¿Entendés?

Podía sentir la frialdad y el odio en suvoz. Luego agregó con más tranquilidad.

_Yahablé con mamá. Dice que va a atender tu negocio mientras yo me voy a anotar enla universidad.

Volteó hacia mí y me preguntó.

_¿Tenés algo que hacer ahora?

Con una pequeña sonrisa respondí.

_¿Hablar con vos?

_Buenísimo.¿Me acompañas a la universidad? Me quiero anotar en psicología. El viaje eslargo y aburrido. Después me comprometo a acompañarte hasta tu casa. ¿Tu mamáte dejará?

Sentí que me estaba tratando como a unaniña. No estaba segura si yo le gustaba o le inspiraba un instinto paternal.

_Tengola edad suficiente para decidir por mi misma
además
no tiene por queenterarse ¿o si?

Él se rió.

_Buenomejor vamos, así charlaremos
me caes muy bien niña.

 

La palabra "niña" comenzaba a ponermenerviosa. Él no podía ser más de dos o tres años mayor que yo. Además no megustaba que me viese como una niña. A mí me parecía seductor, pero ¿y Teby?,¿Acaso yo no estaba enamorada de él? ¿Qué era el amor realmente? Mientras meencontraba caminando por la calle con Ariel, me invadió una incómoda sensaciónde culpa, como si estuviese engañando a Teby. Pero sabía que yo no tenía nadapactado con Teby y tampoco con Ariel, al menos por ahora. No tenía porquesentirme culpable. De todos modos deseaba realmente no encontrarme con Estebannuevamente esta mañana y mucho menos en compañía de mi nuevo y oscuro amigo, sieso es lo que era. Me ponía incómoda con tanto silencio. Así que preferíromperlo.

_¿Cómo decidiste estudiar psicología?

Pasó su brazo sobre mis hombros y seguimoscaminando. Luego respondió.

_Mira,muchos dicen que no se debe estudiar psicología para entenderse a uno mismo.Pero yo creo que si yo no puedo entenderme nunca voy a poder entender a losdemás. Quiero saber como funciona lo inconsciente y lo conciente. Entender elpor que de las acciones de los seres humanos. Te seré sincero, no me interesasolamente ayudarlos sino también
mejor otro día te explico, no creo que loentiendas. Esta es la parada.

Me había tratado me había tratadonuevamente como a una niña tonta. Odiaba esa actitud, sin embargo él tenía algoque me fascinaba.

Una vez en el colectivo, después de quetomamos asiento me indagó. Quizás ya algo de psicólogo tenía. Él sabía que memoría de ganas de hacerle una pregunta que no me animaba a formular.

El viaje de ida había sido largo y muy ricoen información. Tenía la certeza de que él pertenecía o había pertenecido a ungrupo oscuro. Pero no solo lo creía por las vestimentas que usaba y lamúsica que escuchaba, o por el anhelo desentirse parte
yo sabía que la oscuridad por la que estaba seducido, pero dela que aparentemente deseaba huir, era de alguna manera clandestina y secreta.Su abuelo obviamente tenía poder y sabía de mí. No estaba segura por dondecomenzar a indagar.

_¿Tu abuelo es hechicero?... ¿Tus padres
vos?

Pareció incomodarse con la pregunta.

_Note acerques ni a mi abuelo, ni a mi madre
y mejor no te acerques a muchas delas personas que creas que están relacionadas con la magia.

_¿Por qué?

_Espeligroso y aún más para una chica. Además de hechicera eres muy joven aún.

Memolestó su incómodo comentario.

_Noentiendo que tendría que ver una cosa con la otra.

_Eldía en que nos conocimos, te dije que me había alejado de un grupo. En realidadme es casi imposible hacerlo. Toda mi familia pertenece a una secta. Buscancontinuamente "reclutar" gente especial, por decirlo de alguna manera. Cuantosmás son los integrantes más fuerza tiene el grupo aunque están más expuestos. Aveces se separan en células más pequeñas que a la vez están coordinadas entreellas. Bueno, en síntesis, siendo tan joven y teniendo poderes te puedenutilizar y no te gustaría. Los rituales, no son como vos crees. Estos no selimitan a la concentración y a la meditación. En ellos hay alcohol, drogas ysexo. Con la excitación sexual, logran desprender más energía y losestimulantes dejan fluir el inconsciente, su maldad interna. La sangre, esparte de los rituales. La producen, la beben y la emplean en conjuros. Elloscreen que lo que está hecho con sangre, solo la sangre lo puede revertir. Haymuy pocas personas que logran entrar y salir ilesos de estos grupos. Yo noquiero pertenecer, pero me crié rodeado de esta locura.

 

_¿Qué pueden lograr con todo esto?

_¿No es obvio?... Solo buscan poder, poder en todos los campos, así seanpolíticos, económicos, venganza, seducción y todo lo que se te pueda ocurrir.

_Entonces,¿me queres decir que los políticos son integrantes de estas sectas?

_Porsupuesto que no. Los más poderosos nunca mostrarían sus rostros tanpúblicamente. El poder real está detrás del poder. Es EL PODER OCULTO.

Quedé perpleja, ante tanta sinceridad.

_¿Por qué me cuentas todo esto?

_Porque yo no voy a poder salir
pero puedo evitar que vos entres. Vi a mi abuelomuy interesado en vos, una pequeña y solitaria hechicera buscando en que creery donde pertenecer. Te pueden dar muchísimo poder pero son capaces de quitartemucho más de lo que estés dispuesta a dar.

_¿Sabes si ya hay gente capaz de controlar a las banshees?

Movió la cabeza con una sonrisa forzada.

_Esincreíble que ya sepas tanto. Te subestimaba. Hasta donde yo sé, solo hay unapersona y sus seguidores que lo han intentado. ¿Por qué me preguntas esto? Note involucres en algo tan peligroso. Nada se consigue sin dar algo a cambio ypuede haber cosas peores que la muerte.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo antes deresponderle. ¿Qué podía ser peor que la muerte?, ¿Sería tal vez querer morir yno poder hacerlo?, ¿Tener el espíritu esclavizado? Pero por alguna razón no meatreví a preguntarle. Aún no estaba lista para enfrentar esa respuesta. Melimité a responder.

_Creoque el padre de un amigo, está intentando controlarlas.

No quería darle demasiada información, noestaba totalmente segura de Ariel.

_Lapersona de la que te hablo es una mujer. No es el padre de tu amigo. Es una muymalvada y oscura mujer. Nunca ha habido alguien que maneje las cosas que ellacontrola. Tiene mucho poder y no tiene escrúpulos para limitarlo. Podríaasesinar a su propia descendencia con tal de incrementar su fuerza.

Hizo una pausa y continuó.

_Aúncuando estés sola y utilices tu magia se prudente. Nunca pidas algo que noestés dispuesta a pagar. No es como algunos dicen que es el mal el que vuelve.Es precio de lo que pides.

Reflexioné acerca de lo que me había dicho.Volvía a tentarme la idea de controlar la muerte. Me horroricé de lo que estabapensando. ¿Dónde estaría el límite? ¿Hasta que punto daríamos lo que fuera pararecuperar a alguien? ¿Sería yo capaz de apagar una vida con tal de recuperar otra?Me sentía mala al pensar en esto. Aparentemente la mujer de la que me hablabaAriel, no tenía ningún escrúpulo y utilizaría el control de la muerte, de losespíritus, demonios, elementales y otros seres de los cuales hasta entonces yoignoraba su existencia, para aumentar su poder en este plano.

_¿La gente de estos grupos, sacrificaría a seres vivos, para lograr sus fines?

Con toda naturalidad me respondió.

_Sí.

_¿Tu familia también?

_También.

_y¿Vos?

_Llegamosa la parada. Bajemos ahora.

Luego no volvió a tocar el tema. Sabía queél era capaz. No necesitaba que me lo confirme. El poder siempre aniquila losescrúpulos y aunque él quería ser libre y alejarse de su entorno, la tentaciónde poseer un control creciente sobre las cosas y sobre las masas de personassería aún mayor para él. Lamentablemente también para mí. Los seres humanossiempre quieren tener más poder, nunca menos. ¿En quién me estaba convirtiendo?

 

Infinidad de pensamientos surcaron mi mentemientras esperaba a que Ariel saliese del imponente edificio. Bajo la sombra delas majestuosas y altísimas columnas de mármol, me sentía transportada en elespacio y en el tiempo hacia un místico escenario griego. Me di cuenta de quehasta donde yo sabía a lo largo de los siglos no habían quedado huellas en lahistoria de la magia de nadie capaz de controlar el curso de la vida. Nadiehabía logrado eternizase. De pronto comosi alguien susurrase a mi oído la respuesta a mis pensamientos, lo comprendítodo en un instante, como con la luz de un relámpago que alumbra una habitacióny aclara cada rincón de la misma. Poco tiempo atrás había visto la muerte juntoa mi cuerpo dormido. Esperando para cortar el hilo de plata que se unía a miespíritu. El ángel, la muerte misma, estaba allí. Con sus ojos tan fríos,capaces de congelar mi alma con solo mirarla. Sola. Rodeada de soledad. Nohabía banshees ni demonios, solo estaba la muerte, el silencio y yo. Comprendí,que las banshees pueden alimentarse del miedo a la muerte. Pero tal vez no esnecesario que esta, este cerca. ¿Alguien sin escrúpulos sería capaz deenviarlas, para inducir un suicidio
?. Las hechiceras creen desde losprincipios del tiempo, que si su muerte es causada por uno de estos espectrossus espíritus se convertirían en algo semejante. Siendo esto peor que la muertemisma, seguramente preferirían ofrendar sus almas a los espíritus elementales,como había hecho mi abuela y su madre, para no sufrir tal eterna condena. Miabuela era una mujer fuerte, sana y relativamente joven. No era su momento aún.Quizás había sido engañada por los que pertenecen a la oscuridad. Todo serelacionaba cada vez más. Me dolía que mi abuela hubiese sido engañada,prácticamente asesinada. Su muerte había sido en vano e inducida. ¿Quién oquienes habrían querido matarla? Y ¿Por qué? Ella vivía prácticamente aisladadel mundo en su isla. ¿Viviría allí para huir de algo o de alguien? ¿Por qué mehabría relacionado a mí con Esteban? ¿Tendría algo que ver su misteriosopasado? ¿Cómo la habrían encontrado? Estabasegura de que su fallecimiento estaba relacionado con el enigmático marco querodeaba el nacimiento de Esteban. Sin ir más lejos, ella se había mudado a laisla poco antes de que yo naciese. Inesperadamente me sobresaltó sentir la manocon numerosos anillos de Ariel apoyándose sobre mi hombro.

_Yapodemos irnos niña linda.

Durante todo el viaje de vuelta me hablomuy entusiasmadamente sobre como sería su carrera y las materias que cursaría.De todas formas, yo ya tenía las respuestas que había hallado en mi intrincadolaberinto interior.

Bajamos juntos del colectivo, ya que él sehabía ofrecido a acompañarme hasta mi casa. Me voltee al escuchar la voz deTeby gritando mi nombre y note que venía corriendo hacia nosotros.

_Tamara,necesito hablar con vos. Es urgente. Paso algo terrible.

Note que Ariel lo observaba con el señofruncido mientras tanto Teby fingía ignorarlo. Me apresuré a hablarle.

 

_Buenopero, Ariel

_Esque
es urgente y estás involucrada

Me miraba con un aire suplicante y a la vezmuy tierno. No podía negarme. Le tomé la mano a Ariel y le anote mi número deteléfono.

_Porfavor, llámame cuando quieras. No te enojes, pero él no suele ser así, algomalo debe estar pasando.

_Sí,es algo terrible. Si ella lo considera pertinente te lo contará después. Perosi por mi fuese no te enterarías.

Esteban miraba a Ariel muy arrogantemente yen cada silaba se notaba un aire de desprecio. Sonreí, me divertía mucho verloceloso, si eso era lo que le pasaba. Ariel beso mi mejilla y añadió.

_Tellamo más tarde. Nos vemos hermosa.

Luego se alejó sin despedirse de Teby. Actoseguido lo interrogué.

_¿Qué ha sucedido?

Él miró al piso y con una media sonrisainsinuó.

_Bueno
en realidad nada. Es solo que no quería que él supiese donde vivís.

Me molestaba bastante su actitud, pero a lavez me daba cuenta de que en verdad debía estar interesado en mí.

_¿Qué pasa?, acaso no será
Que estás celoso.

_Porsupuesto que no. Tamara, ¿No te das cuenta de que este muchacho estainvolucrado con gente realmente oscura y peligrosa?

Estaba muy ofendida con él. Me trataba comosi fuese una ingenua que no sabe cuidarse por si misma. Había sido yo la que lehabía salvado la vida de la multitud de banshees o al menos era lo que yocreía.

_Ahoraque recuerdo yo te vi hablando con el hombre de la tienda. No será que enrealidad quien está involucrándose en asuntos peligrosos sos vos y no yo.Esteban ¿Eres consiente del peligro en el que estás?

_¿Realmente crees que haría algo para perjudicarme?

Tomé su brazo. Los finísimos cortes aún nohabían cicatrizado. Lo miré seriamente a los ojos y respondí claramente.

_Sí,realmente lo creo. Además estoy segura de que intentaste acercar a lasbanshees. ¿Vas a negar que las invocaste?

_Enun momento pensé en que yo solo podía controlarlas. Pero estaba equivocado.Ellas me debilitaban. Por suerte, algún demonio y mis hechizos de protecciónlograron alejarlas anoche. Fue la primera noche, después de muchas en la que alfin pude dormir tranquilo.

El demonio que había visto, podría habersido mi espíritu. Recordé lossímbolos dibujados en sangre y lo interrogué.

_Pero
¿los pentagramas que dibujaste en tu habitación en verdad las alejaban?

Sus ojos demostraron sorpresa ante mispalabras.

_¿Cómo sabes que dibuje pentagramas en mi habitación?

_...Creoanoche abandone mi cuerpo y en un extraño viaje estuve junto a ti cuando lasbanshees llegaban. Creo que yo soy el demonio que viste.

_Entonces,¿Generaste la luz que nos rodeó?

Asentí con la cabeza.

_Nodebiste hacerlo fue peligroso, una tontería de tu parte
pero
¿Cómo hiciste?

_Nolo se. Pensaba en como protegerte y me adormecí. Cuando me di cuenta flotabasobre mí y solo un hilo de plata me unía a mi cuerpo. De pronto estaba en tucasa y supe exactamente lo que tenía que hacer
Es decir no tengo mucha idea decómo sucedió.

Me interrumpió restándole importancia a mispalabras.

_Ah
simplemente hiciste un viaje astral.

_Alregresar vi a la muerte esperándome. No había banshees allí, solo un ángelnegro, el ángel de la muerte.

 

Palideció de repente y me estrechófuertemente entre sus brazos. Sentí que todo su cuerpo temblaba. Susurrándomeal oído confesó.

_Yome muero si te pierdo.

Lo aparté y lo miré profundamente a susojos grises. Podía leer en su mirada lo que sentía por mí. Pero lamentablementeagregó.

_Debemosestar juntos. Es nuestro destino. Pero
no podemos mezclar las cosas. Quizás enun futuro todo sea diferente. Por ahora necesitamos estar juntos paradefendernos mutuamente. Debemos ser fuertes. Involucrando nuestros sentimientosnos debilitaríamos
¿Si alguno de los dos dejara de sentir? Vos ya conociste aotro chico
Aunque no deberías confiar en él. Es peligroso.

Beso mi mejilla, me dibujo una triste mediasonrisa y se alejo sin mirar atrás.

Yocaminé sola. Nuevamente sola hasta mi casa y una fugaz lágrima, surcó mirostro. El destino decidiría lo que tendría que pasar. La decisión de Teby yaestaba tomada, pero no podíamos negar lo que ya sentíamos.

Al llegar a mi casa, me senté en el jardínrodeada por el perfume de los rosales. Nuevamente, infinidad de reflexiones meinvadían. Me había convencido de que alguien había inducido el suicidio de miabuela y de que esa misma persona estaba cercanamente relacionada con el pasadode Esteban. Él y Ariel estaban seguros de que alguien quería controlar a lasbanshees, para controlar a la muerte. Pero yo estaba persuadida de que lamuerte era una entidad solitaria. En cambio las banshees, los elementales yalgunos otros seres podían ser inducidos por conjuros y no sabía hasta quepunto. Aún no tenía bien claro que era lo que pedían ellos a cambio de su"servicio". Ariel había mencionado algo sobre el precio que uno esta dispuestoa pagar. No tenía claro tampoco, quién lo pagaba. Pero era evidente que paralograr un inmenso poder, no bastaría alagar a los elementales tan solo convelas e inciensos. Recordé, que Esteban había mencionado además de sus conjurosa un demonio. Sabía que había utilizado su propia sangre. Vi sus cortes
pero
Ariel también tenia cortes. Me pregunté si, Teby no querría alejarse de mí, pormiedo a que el precio a pagar fuese mi propia vida, ya que era evidente que meamaba y fue estremecedora la forma en que tembló cuando mencioné al ángelnegro. ¿Quién le habría inducido los sueños e involucrado en la magia? Susanaparecía muy ajena, pero
Conocía a mi abuela, el padre de Teby también era unhechicero y su propio hijo heredó el poder

Sorprendentemente, en ese mismo momento lavoz chillona de Susana interrumpió mis pensamientos.

_ Chau, Tamy. Que tengas un lindo día.

Gritó al pasar caminando rápidamente por lapuerta de mi casa.

_Saludosa tu mamá.

_AdiósSusana.

Devolví el saludo.

Había dejado de creer en las casualidades.Todo tenía un por que. Ahora estaba segura de que Susana sabía más de lo queaparentaba. Pero
una mujer controlaba un grupo oscuro
lo que cruzó por mimente por un instante era imposible. Teby se hubiese dado cuenta enseguida. Consu inteligencia era poco probable que algo de semejante magnitud no fueseadvertido por él. Obviamente los avisos de peligro para él y para mí, que mehabían llegado desde el mundo espiritual, no podían estar relacionados con su madre.Tendría que descartar esa absurda idea. Recordé la advertencia del cristal. "Yaha nacido y sabe de ustedes". ¿Quién sería? ¿Cómo sabría? ¿Quién habría enviadola señal? Lo único que creía haber podido rebelar de la frase había sido, quealguien nos estaba advirtiendo de un peligro y que yo era la encargada deproteger a Esteban. No sabía de quien debía protegerlo, ni por que era yo laelegida para hacerlo, ni quien me enviaba la advertencia.

 

Extrañamente me adormecí. Era la hora de lasiesta. Mientras la calida brisa de verano acariciaba mis mejillas fuisumiéndome en un mundo onírico.

"Caminaba por el laberinto de infinitascolumnas de plata, encargadas de sostener el rojizo cielo del anochecer. Lasuave brisa traía consigo la música de un carrusel. Yo no caminaba, el mundo sedesplazaba a mí alrededor. Las columnas retrocedían junto a mí y la música sehacía más fuerte. Al igual que un barco emerge del horizonte, veía al carruselacercándose. Al llegar a mi lado, este se detuvo, así como la música y lascolumnas dejaron de moverse. Allí estaba ella, sentada en una serpiente demadera.

_HolaTamara.

Dijo Crisy sin bajar del carrusel. El ecode sus palabras nos acompañó unos instantes.

_Tepreguntaste como hacían .Es muy cruel. Yo te contaré.

Intente hablar, pero no surgía ningún sonidode mi garganta. Ella continuó, como si tuviese poco tiempo.

_Soloescucha.

Dijo calmada.

_Elloseligen a su indefensa víctima. Lo introducen en un ritual. Un muy oscuroritual. El temor de la víctima va creciendo, lo convencen de que va a morir. Sucorazón se acelera. Piensa que cada segundo que sigue con vida es un milagro ycuando cree que ya todo esta perdido, su temor a morir se hace incontenible yentonces llegan ellas. Algunos, no resisten y realmente mueren, por que suscorazones no soportan tanto horror. Los que sobreviven, jamás revelarían lo queles paso, ya que son amenazados. Así es como lo hacen. Adiós Tamara, cuandoquieras verme sueña con migo. Algún día, uniremos fuerzas, quizás. Depende deque lado te convenga estar.

Todo se volvió luz. Abrí los ojos. Ya erade noche y los faros del auto de mi padre me encandilaban. Había dormido todala tarde. ¿Habría soñado con Crisy?, ¿Ella estaría involucrada, o habría sidouna simple proyección de mi mente para manifestar una oscura realidad?...

La luna llena alumbraba la noche. Losportales cósmicos volverían a abrirse, intuía que un sueño revelador seaproximaba. Samanta estaba muy inquieta. Antes de acostarme encendí velas e inciensospara los elementales y les pedí que velen por Teby y por mí durante mis sueños.Mi presentimiento era cada vez más fuerte, sabía inconscientemente que nuestrasvidas cambiarían nuevamente, aún más de lo que ya lo habían hecho. Elcalendario lunar señalaba esta noche como la de las revelaciones. Mis conjurosvolverían a mostrarme la verdad. Sentía que desde siempre una fuerza oculta meunía a Esteban. Sabía que aún estando lejos estábamos ligados y que él pensabaen mí como yo lo hacía en él. Aunque no debía hacerlo, no podía dejar dequererlo. Deseaba ayudarlo a buscar su identidad, sin importarme que estuvieseo no a mi lado. Anhelaba verlo feliz. Cada vez estaba más segura, de que nosolo él me necesitaba a mí, sino, que yo también lo necesitaba, puesto que lasclandestinas fuerzas oscuras, eran manejadas por personas sin escrúpulos. Elmundo había dejado de creer, pero las pocas personas que aún utilizaban la magia, no estaban exactamente dellado del bien. Además, pensaba que averiguando sobre el pasado de Teby, tendríaalgún indicio para rebelar la identidad, de él o los asesinos de miabuela. Tenía que haber algunaconexión.

 

Mientras las velas aún ardían y jugabanformando extraños dibujos en las paredes, caí sumida en un profundo sueño. "Meencontraba sentada en un columpio antiguo que se mecía con el viento marino,veía como las olas golpeaban bajo mis pies. Estaba absolutamente sola en mediodel océano, a mi alrededor sólo se veía agua y las cadenas que sostenían elcolumpio eran infinitamente largas y se perdía en un cielo cubierto de oscuras nubesgrises. Al igual que en otros de mis sueños se cubría mi vestido medieval negrocon detalles rojos con una larga capa también negra. Podía sentir el vientomarino despeinar mis rizos dorados y ni emociones ni temores se manifestaban enmí, en ese momento. Pude sentir que una mano se cerraba sobre mi hombroderecho, torne mi cabeza hacia atrás, mi abuela estaba allí. No me sorprendí alverla, ni me pregunté como es que había llegado, como no se hundía en el mar ypor que yo sentía que todo era tan normal. Susurré.

_Guíame.

Ella respondió.

_Nadiepodrá vernos, toma mi mano y te mostrare el pasado. Lo que verás sucedió hacemás de quince años. Tú no habías nacido aún.

A mí alrededor después de un instante detotal oscuridad, la brisa ceso. El mar completamente calmado se convirtió en unmetal líquido en el cual comenzaron a aparecer figuras tridimensionales como enun enorme estereograma.

La primera imagen que vi transcurría en unanfiteatro circular iluminado únicamente por velas negras. Sobre un pequeñoescenario se encontraba de pié una joven y hermosa mujer. Sus negros y lacioscabellos cubrían su pálido rostro, dejando apenas ver sus grandes ojos grises ysus finas facciones. La cubría una capa negra, era la única en el anfiteatrocon la cabeza descubierta. A su alrededor doce personas la rodeaban. Dirigiendosu mirada a una de las figuras añadió.

_Estavez te elijo, tú vienes de una familia de numerosas generaciones de hechiceros.Sé que para tener más poder, te uniste a mí. Nuestra hija sería invencible

Una chillona y familiar voz la interrumpió.Cuando se quitó la capucha identifique a Susana, más delgada, más hermosa y másjoven.

_¿Por qué a él? Es mi pareja, aquí hay muchos que no tienen pareja.

Frunciendoel entrecejo, la hermosa hechicera reprochó con voz firme pero no exaltada.

_Nohas aprendido nada en este tiempo. ¿Cómo te atreves a cuestionar misdecisiones? ¿Cómo te atreves a mostrar sentimientos? Yo puedo lograr que tedestruyas a ti misma ¿Acaso no temes por tu vida?

Una sombra cubrió el rostro de Susana ycayó de rodillas. Mientras lloraba temblorosamente.

Una voz varonil dijo.

_Yosiempre seré tu seguidor. Uniré mi poder a ti. Seremos más poderosos juntos.Ella es muy débil, no merece ser parte de nuestra organización. No vale la pena,déjala ir. Tendremos una hija, con nuestros poderosos genes.

Así concluyó mi primera visión. Unossegundos después, en otro punto diferente del metal espejado comenzaba a surgirotra imagen.

Seveía llover torrencialmente por las enormes ventanas. El fuego de la chimeneaalumbraba una pequeña y acogedora sala. En ella se encontraban tan solo trespersonas. Una de ellas era mi abuela quince años más joven. Las otras dos,estaban tomadas de la mano, una era Susana y la otra persona un apuestojoven. Mi abuela lesservía té. Por fin él habló.

 

_Sara,necesitamos su ayuda. Es imposible que yo me aparte de ella. Es demasiadopoderosa para todos nosotros. Por suerte, Susana fue expulsada y le perdonaronla vida, pero yo no puedo irme. Me quiere a su lado, por el poder mágico queheredé. Pero estos, no se comparan con los suyos. Estoy atado a ella, no puedodejarla y ya está embarazada de tres meses. Tuvo un hijo antes que fueeliminado por ser varón. También ella dominó la mente del padre del pequeñologrando así un suicidio sin quedar incriminada. Él se había opuesto al sacrificio del niño.Ella esta segura de que el demonio mismo pide que se derrame la sangre de loshijos varones para que las descendientes mujeres sean cada vez más poderosas.Si no los mata, cree que perderá su poder y será severamente castigada porSatán. Piensa que los espíritus de los niños sacrificados pueden ser utilizadosa su favor esclavizándolos. Si nace una niña, su sucesora, va a ser una brujaaún más poderosa que ella misma y educada desde la infancia en el mal. En suscreencias ancestrales los aquelarres solo eran dirigidos por mujeres. Se ve quesu familia siempre ha hecho lo mismo.

Mi abuela lo miró perpleja por las palabrasacababa de oír. Luego habló.

_Lamentablementeestá equivocada y si el niño vive ella no perderá sus poderes, ya que vienendesde su propio y oscuro interior. No el demonio el que le brinda el poder,sino la perversa fuerza de su mente. Necesita creer, en algo ajeno a ella paraliberar su energía. Sabes que no soy tan fuerte como ella pero, puedoprotegerme de su magia rodeándome deagua. No deberán saber quien soy yo, ni que existo, puesto que sus seguidores son muy peligrosos. Ellostampoco tienen escrúpulos y solo les interesa lo que el poder pueda otorgarles.Tengo una isla, allí no podrán hacerme daño y si hago algún conjuro al estarrodeada por agua, las huellas se perderán en la corriente. No podré seguirviviendo aquí si los ayudo, pero si nace un varón les sugiero que lo dejen acargo mío por un tiempo y lo llevaré conmigo a la isla. Díganle a ella, que losacrificaron y mientras tanto Susana fingirás un embarazo. Tienen que creerrealmente que tienes un hijo propio. Después de un tiempo prudencial, cuidarásal niño como si fuese tuyo y él como un padre responsable velará por elbienestar de su hijo. Pero ella debe creer que es tuyo Susana, no le importarási él tuvo un hijo con tigo. Pero ustedes no podrán volver a estar juntos, almenos no por mucho tiempo. Por el bien del niño.

Dichas estas palabras Susana rompió allorar y abrazó al hombre, luego dijo sollozando.

_Élpequeño será mi hijo. Lo cuidare como si fuese el hijo que anhelaba tener contigo. Voy a mantenerlo apartado de la magia y ella nunca lo descubrirá. Él nodeberá saber del poder que corre por sus venas.

Mi abuela añadió.

_Noestoy tan segura de que jamás descubra su poder. Este surgirá solo de suinterior, aunque no tenga el conocimiento. Ese día llegará y nadie podrádetenerlo. Lo único que espero es que se incline por el bien. Pero debe tenerla oportunidad de vivir y poder elegir su propio destino. Quizás, a su maneraayude que la oscuridad pierda poder. Esto mismo espero yo de mi sucesor.

 

La imagen se desvaneció y lo que parecía unmetal líquido volvió a ser un mar agitado. La brisa comenzó a soplar. Mi abuelame miró y dijo.

_Ahora ya lo sabes.

Me incorporé de pronto en mi cama. Un sudorfrío recorría mi cuerpo. Aún no había amanecido. Los ojos de Samanta brillabanen la oscuridad. Me observaban fijamente. Seguramente había percibido laonírica revelación. Deseaba correr junto a Teby y narrarle la verdad sobre supasado. Pero él aún debía estar dormido y no me animaba a llamarlo a esa horade la madrugada. Esperaría a que llegue el día y mis padres abandonen la casa.De esta manera no tendría que darles explicaciones.

Durante los eternos minutos en los quepermanecí en la oscuridad, repasé una y otra vez lo que había visto. Por finlas cosas comenzaban a cerrar. Comprendía el por que de mi presencia en estelugar, en este tiempo. Mi abuela no solo me había pasado el conocimiento, sinoque también la responsabilidad de proteger a Esteban. Esta vez no era de simismo de quién debía salvarlo, sino de aquel siniestro ser que quiso destruirlodesde su nacimiento. Ese ser que había provocado la muerte de mi abuela y queyo ya había visto, así como a su heredera, la hermana de Teby. Recordé el día en que un aliento heladotrazó en el cristal de la ventana "Ella ya ha nacido y sabe de ustedes". Laniña podía controlar los sueños, me había conocido en un sueño, la había vistoy me había relatado el accionar oscuro de su clan. Me preguntaba, por que meinformaba. ¿Aún no se habría corrompido por el poder, debido a su escasa edad?O no sería ella la que me informaba, sino mi propio poder psíquico que lautilizaba como un medio para interpretar mi percepción. Pero quizás, ella yaentraba en los sueños. Obviamente ya tenía muchísimo poder. Me había insinuado,que yo elegiría de que lado estar. Recordé que no había soñado solo una vez conella sino dos. El día antes de conocerla personalmente en la plaza, en mi sueñoella jugaba con una serpiente. En el carrusel montaba una. La serpiente nopodía ser nada bueno, al menos eso creía yo. Eso decía mi abuela. Su amigoimaginario, aunque ella lo llamó invisible ¿Existiría realmente? ¿Sería algúnespíritu? ¿Algún demonio?

Por lo pronto quería hablar con Teby,aunque no había pensado aun de que manera le daría la dura noticia. Aunque pesea todo era muy probable que no me creyera o que pensara que mi sueño era soloun sueño. ¿Quizás era solo un sueño? De todas formas le pasaría la información;luego él decidiría si debía o no creerme. Yo estaba casi segura de que mivisión era verídica. Si al fin todo cerraba, tenía que ser real. Recordé lapalidez de Susana al ver a la madre de Crisy en la plaza y la vinculaciónforzada que mi abuela había hecho entre nosotros. Tal vez era para que yoproteja a Teby, pero también para que él me proteja a mí. Mi abuela habíaburlado a la malvada hechicera y yo era su descendiente. ¿Qué habría hecho mipadre para que el poder mágico haya saltado una generación hasta mí?Posiblemente hubiese sido su manifiesta incredulidad, incrementada por la de supareja totalmente escéptica. Mi abuela debió haber intuido que yo, al conseguirla información mágica en la adolescencia, sin prejuicios previos y unaconfianza ciega en ella, desarrollaría mi poder mental libremente. Al ver loshechos, el escepticismo no podría bloquear mi herencia mágica.

 

Una vez que salieron todos de mi casa, meapresuré a llamar a Teby. Afortunadamente él atendió.

_Teby,soy Tamara. Necesito hablar con vos. Tuve una revelación sobre tu pasado
prefiero contártelo todo personalmente.

Respiraba agitada. Estaba muy nerviosa.Posiblemente él no creyera en mi visión. Su madre no era Susana, su padre noera tan malo como él pensaba y además tenía una hermana.

_Mimamá no se siente bien. Me dejó a cargo de la librería. ¿Podrías venir vos averme?

_Sí,no hay problema voy para allá.

Colgué el teléfono y me dirigíapresuradamente hacia el negocio.

Cuandollegué me senté en una silla frente al mostrador donde Teby estaba sentado. Élme interrogó apenas me vio. Comencé a relatarle los hechos muy despacio casisusurrándoselos para que nadie me escuche. Intentaba parecer calmada y comencéresumiéndole el primer sueño, el de la tarde anterior. Mientras le relataba loshechos, evité algunos detalles. No mencioné que la niña del carrusel, enrealidad podía ser su hermana. Pero básicamente le explique como convocaba esegrupo siniestro a las banshees. Sorprendentemente comentó.

_Losospechaba, ¿Qué tiene que ver con mi pasado?

Parecía decepcionado. Más segura de mimisma ya que había creído en mi primer sueño agregué.

_Básicamenteanoche, mi abuela me mostró como si se tratase de una película, lo que ocurriócuando aún no habíamos nacido.

Seguidamente, le relaté mi sueño. Tratandoen cada momento de restarle importancia, sugiriéndole que podía tratarse de unsimple sueño. No quería verlo mal, lo quería demasiado para lastimarlo. Peroprefería contárselo a ocultarle la realidad. No dejé de relacionarle lossucesos vividos por ambos y que se vinculaban con el sueño, dándole a éstemayor credibilidad. Veía reflejada en sus ojos grises la duda. Me daba cuentade que él no sabía si creer o no en mis visiones. Parecía tranquilo, quizáspensaba que era solo un sueño. Afortunadamente Susana irrumpió en el nego

_Notenías que decirle eso a Teby. Tendrías que haber hablado primero con migo.

Así, mis palabras quedaron confirmadas.Susana estaba completamente roja y parecía a punto de llorar. Teby se habíalevantado y la miraba con el seño fruncido.

_Asíque me mentiste, no eres mi madre. ¿Con qué más me mentiste? Nunca puderastrear a mi padre por el nombre. ¿Inventaste el apellido?

_Sí
aunque no te haya llevado en mi vientre, yo soy la que te crió y te defendiódurante todos estos años y no fue una tarea muy fácil. También cambiamos tuapellido para que nadie pueda relacionarte con él y en un futuro tampoco conmigo. Pero nunca quise dañarte, tampoco podía decirte la verdad. No quería niquiero que entres en el mundo de la magia. Ellos te pueden encontrar. Ella tepuede mandar a matar. Lo que dijo Tamara es casi todo verdad. Son siniestros.Ella es un demonio con ropa de mujer.

Susanase estremeció al decir estas palabras. Lagrimas amargas cubrían su enrojecidorostro. Con los ojos inyectados en sangre me gritó.

_ Se que fue Sara quien te lo rebelo por alguna razón. Pero Teby notenía que saberlo y vos Tamara, no tendrías que haberlo inducido a la magia. Note diste cuenta de que su vida esta en peligro. No entiendo por que Sara teeligió como heredera. No vez que cada vez que utilizas la magia, queda unahuella perceptible por otros hechiceros, afortunadamente no muy clara. Lamaldad de esa mujer no tiene límites. Esta cerca y si sabe que él esta con vidalo va a asesinar. Como posiblemente lo hizo con tu abuela e intente hacerlocontigo, ya que si sabe de tu poder y no te unes a ella te considerará suenemiga. Tu abuela malogró muchos de sus planes y la odiaba profundamente.Lamentablemente Sara debe haberse descuidado y la debe haber encontrado. Estoysegura de que ya sabe de vos, aunque no tenga muy claro donde encontrarte aún,pero probablemente lo hará y te forzará a elegir. Tratará de tentarte, teengañará y sea cual fuese tu elección a la larga te destruirá. No te acerquesmás a mi Teby. Si llega a saber quién es

 

Corrió junto a Esteban e intento abrazarlo. Élla apartó de su lado, rechazándola. Yo lo comprendía, su vida giraba alrededorde una mentira.

Susana consternada se apoyó sobre elmostrador. Me hubiese gustado poder apaciguar la situación, que yo misma habíaocasionado. Teby tenía el derecho de saber la verdad, no podía lidiar contraalgo que aún ignoraba. No pude decir nada, pero Susana nuevamente me atacó consus hirientes palabras.

_Tuabuela era maravillosa. ¿Por qué no serás como ella?

Misojos se llenaron de lágrimas. Teby estaba muy quieto, pálido como una estatuade mármol. Sin piedad ella continuó.

_Sara siempre intentaba reparar los dañosocasionados por la magia oscura. Ella planeó como salvar a Esteban, sin dejarningún hilo suelto. Todo era perfecto hasta que llegaste a nuestras vidas.Cuando ella me dijo que iba a dejar a alguien en su lugar para cuidar a Teby,no pensé que sería una mocosa imprudente con aires de grandeza. Tu abuela erauna hechicera blanca, piadosa. Si bien no tenía tanto poder como los grupososcuros, su voluntad, su inteligencia y su fe siempre lograban encaminarlahacia la victoria. Tienen que ponerleun fin a todo este jueguito de querer ser poderosos, ya que esto no es ningúnjuego. Es obvio que saben de ti y tarde o temprano vendrán rastrearán dondeestás y vendrán a buscarte, para que te unas a ellos o para eliminarte.Heredaste un gran poder y lo estás usando muy mal. Si aún no saben de ti, mejorque no lo hagan. Ahora mismo voy a ir a hablar con tu madre a su trabajo. Ellate tiene que alejar de todo esto y yo te mantendré alejada de Teby, sea comosea aún si tengo que usar más hechizos en contra tuya. Creí que con las sombrasque te envié te había asustado lo suficiente como para alejarte de todo esto.No quiero que se muevan de aquí. Volveré con Raquel en un rato. Obviamente sedarán cuenta que no le contaré todo. Pero Tamara evitaré que dejen acercarte ami hijo y sé que lograré que te apartes de la magia.

Las venas de su cuello se hacían cada vezmás notorias. Cerró la puerta y nos dejó en un profundo silencio solointerrumpido por mis sollozos. Pasados unos segundos miré a Teby, quién parecíaestar absolutamente calmado. Me regalo una media sonrisa y añadió.

_Nodirá nada. No hará nada.

Me abrazó y me condujo hacia la cocina. Noentendía como podía conservar la calma en un momento semejante.

_Tamy,no tienes de que preocuparte.

Buscó en un cajón del aparador tres velasnegras y tras encenderlas las colocó en un candelabro de plata. Sacó una navajade su bolsillo cortó su palma y luego la mía. Las unimos. Esteban guió nuestrasmanos estrechadas sobre las velas. Hizo que nuestra sangre mezclada rocíe lasllamas. Repetía frenéticamente mientras continuaba el ritual "Nada ni nadie nosseparará, ni se opondrán a nuestra voluntad". Pronto comencé a decirlo yotambién. Soltó mis manos, seguíamos repitiendo la oración. Con la sangre aúnfresca, dibujó dentro de un círculo una estrella de cinco puntas. Las velasquedaron dentro. Me miró y cambio la oración a "Ella no nos delatará, ni seopondrá a nuestra unión". Me tomó las manos nuevamente y también yo comencé arepetirla. Estuvimos el tiempo necesario, aproximadamente cuarenta minutos,hasta que las velas se consumieron por completo, repitiendo oraciones quesurgían de Teby. Tomados de las manos y mirándonos a los ojos como en un tranceambos parecíamos hipnotizados el uno por el otro. Las velas se apagaron y cortóel aire el sonido del teléfono. Teby me sonrió y añadió.

 

_Estahecho.

Se apresuró a atender el teléfono. Lamomentánea felicidad de su rostro se esfumó, tan rápido como la luz de unrelámpago. Le dijo a la persona con la que hablaba. Que no podíamos ir por quesu madre equivocadamente se había llevado sus llaves. Colgó y de me informó.

_Eratu madre. Susana se descompensó al llegar a la clínica donde trabaja tu mamá.Ya no dirá nada.

Palidecí.Creí que la habíamos matado con el conjuro de Esteban. Pero el abrazándomeagregó.

_Tranquilaquerida, ella estará bien pero no recordará nada. Todavía los médicos no losaben, pero tuvo lo que ellos dirán que fue un golpe de presión. Un colapsonervioso, cuya única secuela será un olvido selectivo.

Me di cuenta de que Teby sabíaperfectamente lo que había logrado con el ritual. Una parte de mí estabaextremadamente feliz por que nada me separaría de él. Susana ya no hablaría, nise acordaría de lo que Esteban había averiguado y olvidaría lo que ella desdesiempre sabía. No sería más un obstáculo para nosotros y nuestros futurosplanes. Pero por otra parte me sentía destrozada y avergonzada. Habíamosllegado a caer tan bajo como para recurrir a la magia negra, haciéndole así, undaño casi mortal a una persona para que no se oponga a nuestra voluntad. Perolo rescatable era que él sabía la verdad. Ambos nos teníamos el uno al otro.Sabíamos contra quién luchábamos y de donde provenía la poderosa herenciamágica de Esteban. Lo que aún no podía entender, era por que yo, que descendíade magos blancos estaba cayendo en la seducción de lo oculto y caminaba de lamano de Esteban entre la luz y la oscuridad. Crizy ya me había advertido. Yodebería elegir de que lado estar. Pero todavía no veía muy claro, la línea quedividía el bien del mal.

Hacíaya una semana que Susana permanecía internada en el hospital. Su vida ya nocorría peligro, pero las áreas de su cerebro que habían sido dañadas impediríanque los recuerdos nos perjudiquen. Yo no salía de mi casa y permanecía la mayorparte del tiempo encerrada en mi cuarto. Me sentía mala e indefensa a la vez.Había dejado de comer, solo fingía que lo hacía frente a mi madre, aunque nopodía engañarla. No hablaba con nadie. No había vuelto a ver a Teby y sentíaque él me había arrastrado, engañándome, con el fin de hacerle daño a otrapersona en nuestro propio beneficio. No deseaba seguir viviendo. No me gustabaen lo que me había convertido. Nuestros poderes se habían incrementadonotoriamente en estos dos meses de verano desde que lo conocí. Él no me habíadado la información que poseía sin embargo las velas negras las teníapreparadas. Sabía con exactitud como concentrar el poder mágico y utilizó mipropio poder psíquico para incrementar su magia en contra de Susana. Ya noconfiaba en él, ni en nadie, ni siquiera en mí. No tenía el valor para quitarmela vida. No quería seguir viviendo. Que sentido tendría mi existencia si hastaahora solo había provocado el mal. Hasta al haber descubierto toda lamisteriosa trama del pasado de Esteban, que a la vez me vinculaba con él, noshabía perjudicado. Ahora era esclava de la verdad. Sabía de grupos clandestinosdedicados al mal y temía que por el anhelo de poder yo pudiese llegar a ser unode ellos. Ni siquiera quería convocar a mi abuela. Me avergonzaba de mi misma.Hubiese deseado ser como una gota de agua para poder perderme en la inmensidaddel océano. Pero seguía siendo yo, Tamara, un ser especial que habíadesarrollado un gran poder y sabía que si seguía con vida este se iba aincrementar. No tenía claro donde empezaban y donde terminaban mis límites.Esteban había demostrado tener menos escrúpulos que yo. No le había dolido laenfermedad su madre de crianza. Él mismo la había provocado y me había inducidotambién a mí a hacer ese ritual. La herida de mi mano parecía no cicatrizar. Unpacto de sangre nos uniría para siempre. No estaba segura de que significaríatodo esto.

 

Esa tarde de domingo mientras permanecíarecostada en mi habitación alguien golpeo mi puerta. Al ver que yo no respondíaentró en mi cuarto. Era Teby. Lo observé sin levantarme y mis ojos se llenaronde lágrimas. Me provocaba muchísima tristeza verlo.

_Holahermosa. No estés mal. Me dijo Raquel que casi no comes, no hablas, no salís.¿Qué te pasa princesa?

Hablé con la garganta ceca.

_¿Tu madre cómo está?

Me dedicó una media sonrisa.

_Perfectamente,no se acuerda de nada. Es feliz por que tiene un hijo maravilloso, que lacuida. No tiene un turbio pasado que la atemorice y será para ella como volvera nacer. Tiene conocimientos adquiridos, algunos recuerdos y de los recuerdosque se borraron en su mente, yo estoy sembrando falsa información. Esta muyfeliz, su vida será perfecta una vez que salga del hospital.

Era increíble que tuviese tanta frialdadcon la persona que lo había criado desde hacía quince años. Aunque muy en elfondo yo sabía que él tenía razón. Si había sido capaz de causarle semejantedaño a Susana ¿Qué me esperaba a mí o a los demás si nos oponíamos a lo que élconsideraba mejor para si mismo? Me incorporé. Sin contestarle caminé hacia laventana. No quería escuchar más. Pero él me tomó de la cintura y continuóhablando.

_Tamy,sabía que ella no podía morir. No controlamos la muerte. Fue lo mejor. Si ellahubiese hablado nuestras vidas hubiesen sido una pesadilla. Nos habríanseparado e impedido nuestro desarrollo psíquico-mágico. Tus padres se sentiríanfracasados al tener que lidiar todos los días con una hija demente por decirlode alguna manera. No podríamos defendernos de los más oscuros.

Sabía que tenía razón, pero no queríareconocerlo. Continuó.

 

_Sabesque es conveniente que sigamos con nuestras familias completando nuestraeducación. Cuanto más sepamos, más armas tendremos para el futuro. Además,estas organizaciones aún no saben donde estamos ni quienes somos.Afortunadamente Ariel no te siguió hasta tu casa. Es posible que él no tenganada que ver pero, su abuelo
. ay Tamy, Tamy que ingenua fuiste en confiar enese tipo de gente.

Giré sobre mi misma y lo miré a los ojos.

_¿Y las huellas en el mundo mágico? ¿No dijo tu madre que era peligroso quehiciésemos magia?

_Linda,no te preocupes. Primero ella no es mi madre. Mi madre es una verdaderahechicera, pero no sabe que yo existo. No creo que esté preocupada aún por vos.Lo que has hecho hasta ahora no puede considerarse magia peligrosa para ella.Hay muchos que invocan espíritus y juegan con velas e inciensos. Hay tantashuellas en el mundo mágico que no tienen por qué haber rastreado la tuya. Elproblema va a ser en un futuro. Cuando con nuestras fuerzas unidas comencemos atener poder perceptible. Es posible que entonces se de cuenta que hay un poderoculto detrás de nuestras acciones visibles. Pero por lo pronto, nosotrossabemos de ellos pero ellos no de nosotros. Esto nos pone en una situación deventaja.

Lo interrumpí.

_Tuhermana sabe de mí. Tiene el poder de entrar en mi mente, en mis sueños y me havisto.

_Aúnes solo una niña. Pero quizás, quiera que te unas a ella y quien sabe si no nosconviene en el futuro. Su herencia es muy poderosa, al igual que la mía, perola diferencia es que ella debe estar siendo entrenada para desarrollar supoder. Nosotros hace muy poco que sabemos del nuestro.

_ReaccionaTeby. Esas personas son peligrosas. Tequieren muerto.

_Teequivocas, mi madre me quiere muerto. Mi padre salvó mi vida y mi hermana algúndía me va a necesitar. El único problema grave podría ser mi madre. Pero piensaque estoy muerto.

_¿Pero no crees que la niña va a ser malvada cuando crezca? No tiene ningúnescrúpulo. No le han inculcado ninguno.

_Querida,puede ser que ella entre en tus sueños. Simplemente con lograr que vos entrestambién en los suyos y ganes su confianza, podrás inducirla hacia dondenosotros queramos, ya que es muy pequeña y su personalidad recién se estáformando. No te olvides que también eres poderosa. Hasta hiciste un viajeastral.

Irónicamente le plantee.

_Muylindo tu plan. Pero te faltó pensar en un detalle nada más. Yo no puedo entraren los sueños de la gente. El viaje astral fue involuntario y muy peligroso.¿Te olvidas que el ángel negro aguardaba para que se corte el hilo de plata queme unía a mi cuerpo? Además si no saben de tu existencia y no quieren matarte¿Por qué razón le enviarían un grupo de banshees a un completo desconocido?

Hizo una sonrisa forzada.

_Nadieme las envió. En realidad, después del sueño que tuve acerca de personascapaces de invocarlas a este plano yo hice simplemente un conjuro para desviarun poco su camino y atraerlas hacia mí. Pero me arrepentí, no estoy listo aún.Hay algunas cosas que aún no te conté pero tuve unos pequeños problemas. Poreso hice el otro conjuro para alejarlas. Quizás tu viaje astral fue inducidopor mi voluntad para que sea tu espíritu quien me ayude a alejarlas. La verdadno contemple la posible aparición del ángel de la muerte. Pero es obvio quepodemos entrar en la mente de la pequeña. Solo nos hace falta un poco depráctica. Esta noche tratemos de vincular nuestros sueños. Quizás haya sidocasual que la niña te haya elegido, o tal vez la elegiste a ella. Después detodo la primera vez que soñaste con ella, el conjuro para saber quién habíanacido lo hiciste vos. Mi padre le pudo haber relatado acerca de mi existencia.Por eso el mensaje en tu ventana. Tu segundo encuentro onírico con mi hermana,fue por tu deseo de saber. Quizás la atrajiste a tus sueños, quizás seas quienlos está controlando. Es posible que por ahora seas más poderosa que ella.Debemos asegurarnos y aprender a no pasar información que no queramos.Intentemos controlar nuestras mentes cuando soñemos. Esta noche nos veremos enun sueño, mañana conversaremos.

Esteban daba por sentado nuestra unión. Nohabía puesto en duda ni siquiera por un instante, que yo seguiríaexperimentando en la magia junto a él. Ninguno de los dos era realmente bueno,pero tampoco malo. La relatividad del bien y el mal siempre seguiría siendo unaconstante en mi vida. No podía dejarlo solo, sentía que nuestros destinos ya sehabían entrelazado y obviamente él sentía lo mismo. Pero la culpa por lo que lehabíamos hecho a Susana y por lo que seguramente le provocaríamos a mucha genteen cada decisión me destrozaba. Lo que es bueno para algunos les hace daño aotros. Era evidente que podíamos torcer a nuestro favor el camino de la gente.Podríamos inducir a muchos a pensar lo que nos favoreciese. Me daba cuenta quehabía algunos que ya estaban utilizando ese poder en su propio beneficio.Posiblemente yo tuviese más escrúpulos que aquellos que ya dominaban a lasmasas. Desconfiaba bastante de la ética de Teby. Me daba miedo tentarme con elpoder. Temía ser inducida por Esteban, pero no podía alejarme de él. Lo amaba.Una lágrima recorrió mi rostro. Él parecía estar leyendo mis pensamientosporque con ternura secó mis mejillas con sus labios y seductoramente aseguró.

_Note preocupes hermosa. Todo va a estar bien. No volveremos a hacer daño, a menosque sea completamente necesario. Es decir en defensa propia. Si estamos enpeligro buscaremos la forma de resguardarnos y nos protegeremos el uno al otro.

Dichas estas palabras beso dulcemente mislabios. Quizás así estaba asegurando nuestra alianza. No estaba segura si elrealmente sentía algo por mí o esta jugada era solo un movimiento estratégicopara mantener nuestro pacto. Había cambiado su forma de ver el mundo. Antescreía que la soledad era el único modo de incrementar su poder. Luego me buscó amí. Después se alejó, aparentemente para protegerme y ahora se acercabanuevamente. No estaba segura de cuales eran sus sentimientos, si es que lostenía. De lo único que estaba segura,era de que él quería poder y que junto a mí, ambos lo conseguiríamos. Aceptésin decir una palabra. Caminaría junto aél. Yo sí lo amaba.

El poder oculto - Fanfics de Harry Potter

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Nuevamente estaba dando vueltas en la cama. Era la quinta noche en laque no podía dormir. Cada vez que lograba conciliar el sueño me despertaba unmaullido de

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2024-11-14

 

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