El reto de un merodeador: el corazon de Evans - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Actos de contricion y Números de los Angeles y>
Una apuesta entre tres.


1º de Septiembre. 9:30 a.m.
Surrey.


Una montaña de ropa desordenada sobre la cama. Montones de zapatos tirados en el suelo. Libros desparramados en un escritorio. Plumas, pergaminos, frascos de tinta y quien sabe cuantos envoltorios de chocolates. Y detrás, o mejor dicho debajo de todo eso, una bella pelirroja extremadamente nerviosa.

-¡Mamá!- gritó por enésima vez esa mañana. - No la encuentro.-
-¿Buscaste bien? No puede haberse perdido. ¿Dónde la guardaste?-
-Aquí. En mi baúl.-
-Entonces tiene que estar en tu baúl.-
-¡Te digo que no! No tiene caso, no está aquí.- dijo triste. - Mejor ordeno todo este desorden antes de que se me haga tarde. A lo mejor así la encuentro.-

Mientras ordenaba, algunas cosas las guardaba en el baúl. Pero seguía sin encontrarla. Ya había ordenado todo y bajaba resignada a irse sin ella. Pero cuando llegó abajo, la triste pelirroja se convirtió en un rojo huracán. Se abalanzó sobre su hermana y de no haber sido por su madre, la hubiese asesinado con sus propias manos. Su varita, su más preciado objeto, eso sin lo que no podía irse al colegio, esa que había buscado toda la mañana, había estado en manos de su hermana todo el tiempo.

-¡La busqué toda la maldita mañana!-
-Lilian cuida tu vocabulario.-
-Pero mamá...- la mirada severa de su madre no admitía discusión. De alguien debió heredar su carácter la pelirroja. -¡Devuélvemela!- le ordenó a su hermana.
-Oblígame.- le susurró para que su madre no la oyera; pero fue suficiente para que una batalla... No, una batalla no. Una masacre se desatara en el living de la casa de los Evans.
Lily se abalanzó sobre su hermana que con un grito ensordecedor llamó la atención de su madre. Inmediatamente, la mujer puso orden y acto seguido, pidió explicaciones.

-¿Qué pasa aquí?-
-Mamá, ¡Esta loca me atacó!- dijo Petunia.
-Tenía mi varita. ¡La he buscado por horas!-
-¿Es eso cierto Petunia?-
-¿Cómo se te ocurre mamá? ¿Para que quiero yo esa cosa?-
-Solo para fastidiarme.-
-A mi no me interesa fastidiarte. Jamás perdería mi valioso tiempo contigo.-
-¡VOY A MATARTE!- Y se lanzó otra vez sobre la pobre e inocente Petunia.
-¡BASTA!-

Bastó un solo grito de su madre para que ambas se detuvieran. Con un enérgico gesto de su brazo le señaló a Lilian la escalera y con su otro brazo le señaló a Petunia la sala.
Enojada, Lily subió a su cuarto a terminar de ordenar sus cosas. Aun tenía que guardar sus libros y pergaminos en el baúl.

10:15 a.m.
Hora de partida del tren: 11 en punto.
Lugar: King’s Cross, Londres.
Tiempo de viaje desde Surrey: 20 minutos.


Lily, con su baúl listo y ordenado, caminaba de un lado a otro de la sala nerviosa.

-¡Mamá! Llegaré tarde. Voy a perder el tren.-
-Ya lo sé Lilian. Llegará en cualquier momento.-
-¿Y si no llega?-
-Llegará.-

Sonó el teléfono. Su madre atendió. Eran malas noticias. A pesar de que su ojo interior le había venido fallado de fábrica, de vez en cuando acertaba una.

-¿Qué pasa?- dijo con miedo.
-Tu padre acaba de chocar con el auto.-
-¿Está bien?-
-Si. Está bien. Solo que no llegará a tiempo.- la cara de Lily era un poema. Mitad furiosa por el retraso y mitad preocupada por su padre. Pero lo peor fue cuando su madre miró a un lado y sonrió. Lily, adivinando sus intenciones le dijo:
-No. Ni lo sue...-
-Vernon.-
-Si señora Evans.-
-Serías tan amable de llevar a Lilian a King’s Cross.-
-Claro que si. Descuide, nosotros la llevamos.- a Vernon Dursley se le iluminó el rostro. Lily no podía creerlo. Diez minutos después estaba sentada en el asiento trasero del auto del novio de su hermana.

Como si quisiera combinar con el estado de ánimo de Lily, de repente, una gran tormenta estalló. Llovía como si se fuera a caer el cielo.
Llegaron a King’s Cross. La lluvia no cesaba. Con una sonrisa, Vernon estacionó su auto lo más lejos que pudo.

-¡Bájate ya!- le dijo con ira su hermana.
-¿Y mi baúl?-

Vernos accionó un botón del tablero y abrió el baúl de su auto.
Sin más remedio, Lily bajó y sacó su equipaje. Bajo el agua, caminó los casi veinticinco metros que la separaban de la entrada de la estación. Llovía tan fuerte que cuando llegó estaba empapada hasta los huesos.
Toda la gente la miraba. Una chica de dieciséis años, pelirroja, de piel clara y ojos verdes, de cuerpo pequeño y delgado, pero con buena forma caminaba sola por el hall.
Muchos chicos en el colegio la encontraban atractiva. Pero ella no tenía tiempo para esas pequeñeces. Ver una joven como ella, que no pasaba desapercibida, completamente mojada y arrastrando un baúl casi mas grande que ella misma era algo que, cada persona en King’s Cross no podía dejar de ver.

Cuando logró esquivar la mirada de varios chicos, atravesó la pared que ocultaba detrás el andén 9 y ¾ desde donde partía el Expreso de Hogwarts.

Tres chicos estaban parados en el andén y la observaban.

-Miren quien acaba de llegar. ¡Que bien le sentó el verano!- Sirius Black. Un joven de diecisiete años, de cabello negro algo ondulado, largo hasta los hombros, al parecer su orgullo. Ojos grises y un cuerpo bien formado producto de tantas escapadas nocturnas con sus amigos. Era el objeto del deseo de la mayoría de las adolescentes del colegio.

-¡Y que bien se ve mojada!- James Potter. Alto, de músculos marcados gracias al bendito Quidditch. Sus cabellos cortos e indomables le daban un aspecto sexy que contrastaba con sus lentes que lo hacían ver como un intelectual mientras escondían sus ojos color marrón intenso. Al igual que Sirius, James traía locas a la mayoría de las chicas.

-Si. Definitivamente tengo que salir con ella este año.- dijo Sirius.
-Eso, si yo no salgo con ella primero.-
-Ya dejen de soñar. Jamás les hará caso.- Remus Lupin. Completamente distinto y exactamente igual a los otros dos. ¿Qué cómo se puede ser distinto y a la vez igual? Simple. ¿Por qué Distinto? Físicamente, es un poco más bajo que los otros dos, a penas unos dos o tres centímetro que Sirius saca a relucir cuando lo quiere hacer enojar. Sus cabellos eran dorados, al igual que sus ojos. Era el más estudioso de los tres aunque los otros dos no le perdían el paso en cuanto a inteligencia. Su tiempo libre lo disfrutaba a la sombra de algún árbol en compañía de sus amigos y un buen libro. Tranquilo. ¿Por qué Igual? Nadie creería que las bromas más terribles de todos esos años fueron maquinadas por él. Su cuerpo estaba desarrollado al extremo por culpa de su más oculto secreto que solo James y Sirius, además de sus padres y el director del colegio y la enfermera del colegio conocían: su licantropía. Y también, como los otros dos, hacía suspirar las chicas.

-¿Por qué estás tan seguro?- preguntó Sirius casi ofendido.
-Por que así ha sido siempre. Desde que llegamos al colegio han intentado que les haga caso y no lo han logrado.-
-Pero este año, mi Lunático amigo, las cosas cambiaran. Evans caerá rendida a mis pies.- dijo James.
-No lo hará.-
-¿Por qué?- volvió a preguntar Sirius.
-Por que Lily no saldría jamás con un Merodeador.- si, así se hacían llamar esos tres chicos. Los Merodeadores
-¿Quieres apostar?- le preguntó Sirius.
-Yo si. Diez Galeons a que sale conmigo en este curso.- dijo James mostrando su dinero.
-Hecho.- le dijo Sirius mientras ponía sus diez Galeons en una bolsita pequeña de color rojo y su amigo lo imitaba. - Este año, Evans saldrá con Sirius Black.-

Para sorpresa de los otros dos, Remus también se unió a la apuesta.

-Diez Galeons a que no sale con ninguno de los dos.-
-¿Y saldrá contigo?-
-Antes de salir con alguno de ustedes dos...-
-¡Perfecto! Los tres iremos por ella. Que curso más divertido voy a pasar.- Sirius ya disfrutaba de la competencia antes de empezar.
-El plazo es San Valentín. Si alguno de nosotros sale con ella antes de esa fecha se queda con el dinero. Lealtad ante todo. Ninguno hará comentarios acerca de los otros dos. ¿De acuerdo?-
-Hecho.- repitió Sirius.
-Acepto.- dijo Remus.

Lily se acercó al tren. Estaba furiosa. Aun era menor de edad y no podía usar su varita para secarse. Si al menos encontrara a sus amigas; ellas ya eran mayores y podrían ayudarla. Para colmo, estaba segura que sus pantalones claros y su camiseta blanca mojados y pegados a la piel en cualquier momento le traerían problemas. Entonces los vio. Sus problemas estaban muy cerca de donde ella se encontraba luchando con su pesado baúl.

-Lo único que me faltaba.- susurró.

Trató de que no la vieran pero ya era tarde. Decidió ignorarlos. Tal vez tenía suerte y encontraban a otra a quien molestar. Lo vio acercarse. Evidentemente, ese, no era su día de suerte.

-¡Hola preciosa! ¿Te ayudo? Una belleza como tú no debería cargar eso solita.- le dijo un seductor moreno.
-Piérdete Black.- contestó Lily con asco.

Sirius estaba dispuesto a contestar cuando James lo detuvo.

-Observa a un verdadero hombre en acción y toma nota.- se acercó a Lily por la espalda y le susurró al oído. - Te vez hermosa. Pero te verías mejor paseando a mi lado.-
-Ni lo sueñes Potter.-

Como pudo, Lily empujó su baúl hasta el tren. Intentaba subirlo pero era imposible, pesaba demasiado.

-Están a tiempo de arrepentirse.- dijo mirando a la chica pelear contra el baúl.
-¿De que hablas Lunático?-
-Digo que hasta que no ponga un pie en el tren están a tiempo de recuperar su dinero. En cuanto me suba, díganle adiós a sus doradas monedas.-
-¿Por qué estás tan seguro que tu si lo lograrás?- pregunto extrañado el de lentes.
-Eso. Dijiste que jamás saldría con un Merodeador y tú eres uno.-
-Si. Pero a sus ojos yo soy diferente.-
-¿Qué te hace pensar que tu si lo lograras y nosotros no?- preguntó Sirius.
-Mira y aprende.-

Remus se acercó con su baúl a Lily y desde una distancia considerablemente cerca, pero no tanto por las dudas, le gritó:

-¡Evans! Mueve tu lindo trasero del camino. Quiero subir al tren antes de Navidad.-
-¡Remus!- exclamó Lily mientras abrazaba al joven efusivamente.
-Hola Lily.- ella le dio un beso en la mejilla mientras él sonreía triunfal. -¿Vas a subir ese gordo trasero tuyo al tren si o no?-
-Si me ayudas subiré más rápido.-

Remus sacó su varita y primero le secó la ropa. Luego hizo levitar su baúl y lo subió a tren.

-¡Gracias!-le dijo mientras lo abrazaba. - Me estaba congelando.-
-Y además estabas dejando rastro.- le dijo mostrándole su camisa apenas mojada producto del abrazo. Luego, cambio su mirada dulce por una de lujuria y le dijo: -Aunque se te veía mejor mojada.-

Para sorpresa de sus amigos, que ya se imaginaban sacando al licántropo de entre los escombros que dejaría el Huracán Evans, Lily le dio un beso en cada mejilla, le dedicó una sonrisa seductora y subió al tren.
Un triunfador Remus Lupin subió detrás.

Capítulo 2
Mis amigas, tus amigos.

Remus ayudó a Lily a llegar al compartimiento que ocuparía con sus amigas. Acomodó su baúl y desde la puerta le dijo:

-Bueno Trasero Grande si no me necesitas, me voy a mi compartimiento.-
-No, ya estoy bien. Gracias Remus.- le sonrió Lily.
-¿Cómo? ¿Ya nos vamos?- Sirius lo empujó dentro otra vez.
-Si Sirius, ya nos vamos.- contestó Remus visiblemente molesto por el empujón.
-Pero si acabamos de llegar.- James entró, se sentó, tomó a Lily por la cintura y la sentó en sus piernas. Lily lo dejó hacer, lo que llamó mucho la atención de sus amigos.
-¿Te quedarás aquí?- le preguntó con su sonrisa de Que lindo mi juguete nuevo en el rostro.
-Si tú quieres...-
-¡NO!- le gritó a un confundido joven de lentes.

En ese momento, la calma volvió a Sirius, que creyó perdida la apuesta antes de empezar y a Remus, que creyó que a su amiga se le había aflojado un tornillo con la tormenta.

-¿Qué te pasa mi amor? ¿Por qué gritas?- James definitivamente no sabía cuando callarse.
-Suéltame ahora mismo Potter o...- Lily se movía inquieta en los brazos del joven
-¿O qué?- preguntó clavando sus ojos marrones en los verdes de ella.

Por un segundo, Lily sintió miedo de no poder controlarse. Si James seguía sosteniéndola de la cintura de esa forma y manteniendo sus ojos fijos en ella, estaba segura que no podría soportar las ganas de lanzarle algún maleficio.
Juntando toda la fuerza de voluntad de la que era capaz, se levantó.

El moreno se había perdido en sus ojos. No podía creer que fuera tan bella. Desde su primer año, cuando la vio tan asustada en el andén antes de partir, no pudo dejar de pensar en ella.
Al principio había pensado en acercarse como amigos, de hecho, lo habían sido por casi tres años. Hasta que, según Lily, James lo arruinó todo cuando empezó a pedirle casi a diario que saliera con él.

Mientras todos esos recuerdos pasaban por su mente, el moreno no se dio cuenta cuando la pelirroja se levantó y le dijo:

-Déjame en paz Potter.-

Lily se sentó junto a Remus. Al ver que la pelirroja estaba nerviosa, el muchacho trató de hablar de algo que la hiciera olvidar el mal momento que uno de sus mejores amigos le había hecho pasar.

Llevaban media hablando casi en susurros. Al principio, Remus, le hacía chistes para aflojar la tención creada entre Lily y James y ella lo agradecía con una sonrisa. Los otros dos trataban de intervenir e la conversación pero ninguno de sus acompañantes les daba lugar.

James tuvo un mal presentimiento cuando Lily se acercó demasiado a Remus y le dijo algo al oído. Remus le contestó de la misma forma. Pero no fue eso lo que molestó al joven de lentes, sino la expresión en el rostro de la pelirroja. Podía notar el miedo en sus ojos.
Siguieron con esa actitud por un buen rato. James los observaba tratando de adivinar la razón de su cambio de humor, mientras Sirius, después de varios intentos fallidos por convencer a Remus, jugaba solo al ajedrez Mágico. Remus no lo escuchó. Sabía perfectamente que lo que Sirius quería era alejarlo de Lily. Pero la conversación que mantenía en voz baja con ella era más que importante para él. Mucho más que cualquier estúpida apuesta con sus amigos.

Ya llevaban un largo rato de viaje cuando dos chicas, una rubia y una morena, entraron como locas al compartimiento en el que Lily y los tres jóvenes se encontraban.

-¡Lilian Evans! Llevamos una hora buscándote.- Valerie McLoud. Una joven de cabellos excesivamente negros como la noche. De ojos azules. De cuerpo perfecto. Una de las dos mejores amigas de Lily. De muy buen carácter, pero temible si se enojaba. Solo una persona en todo el mundo era capaz del levarla al punto máximo de rabia en menos de tres segundos. Su nombre: Sirius Black. La sola mención del nombre del merodeador era sinónimo de furia en la joven. Y lo peor es que el sentimiento era mutuo. Sirius no solo la detestaba, sino que, además disfrutaba haciéndola rabiar. Por lo que no perdía oportunidad de fastidiarla.
-¡Cariño! ¿Me extrañaste este verano?- preguntó Sirius desde su lugar con la sonrisa mas falsa de su vida.
-¿Aún no limpian este tren? Se le ha pegado la mugre desde hace siete años.-
-Muy Graciosa. No me decías "mugre" hace unos días.- Sirius dio justo en el clavo. Había tocado en lo más profundo de Val.

Fueron las risas de sus amigos las que impidieron que Val matara a Sirius y justo en ese momento, alguien más gritó.

-¿Y tú de que demonios te ríes?- Melanie Swan. La Dulce Mel para las amigas. Una hermosísima rubia salida de un cuento de hadas muggle según Lily. De cuerpo no tan perfecto como Val pero nada despreciable. A diferencia de Lily y Val, que traían locos a todos los chicos del colegio y no le hacían caso a ninguno, Mel solo traía loco a uno y era justo el que a ella también la tenía loquita. El problema, que ninguno de los dos estaba dispuesto a decirle al otro la verdad. Y los dos tenían sus razones. Su presencia allí no hubiese causado ningún asombro ya que sus dos amigas estaba con ella de no haber sido por el estruendoso grito con el que se anuncio. Si había algo que caracterizaba a Mel era su tranquilidad ante la vida. Todo lo tomaba con calma y sutileza. Su filosofía de vida era: Pensar, meditar, analizar y actuar. Pero nunca, jamás gritar.

Asustada, porque cuando la rubia gritaba era para asustarse, Val se sentó junto a Lily y comenzó a examinarla como una madre a su hijo perdido. Estoy buscando los daños que estos salvajes pudieron hacerte le dijo ente dientes a Lily cuando esta le preguntó que hacía.
Mel se arrodilló frente a la pelirroja y le preguntó mitad preocupada mitad triste.

-¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí?- Lily la miró con compasión. Aunque ella lo negara se le escapaba por los poros el amor por Remus Lupin. Debía explicarle esa situación cuanto antes. Si tan solo Remus lo aceptara, para Mel sería mas fácil reconocer que se había enamorado del Merodeador hacía ya varios años. Pero Lily sabía muy bien, que pretender que eso pase, era como pedirle a Val que aceptara su amor por Sirius Black y lo gritara desde lo alto de la torre de astronomía. La pelirroja también estaba convencida de que tanto Black como su amiga no podían vivir uno sin el otro por mucho tiempo y daban gracias a Merlín que sus familias se conocieran por que de esa forma tenían una excusa para verse en vacaciones.
De hecho, Val y Sirius había estado en la misma reunión en casa de él unos días antes del comienzo de clases. Las chicas pasarían esa noche en casa de Lily. Cuando Mel llegó entre las dos arreglaron el cuarto de Lily para poder dormir las tres lo mas cómodas posible. Pero cuando Val llegó, Mel y Lily se preocuparon. La morena lloró toda la noche. No quiso decirles por que. Pero Lily sospechaba que tenía que ver con el comentario que Sirius había hecho minutos antes.

-Estoy bien. Solo estaba charlando con Remus Mel. No tienes de que preocuparte.- le contestó Lily tratando de calmarla.
-¿Y SE PUEDE SABER DESDE CUANDO CHARLAS CON ESTOS IDIOTAS?- Gritó Val.
-¡Hey! Yo no te he insultado McLoud. No molestes.- James se defendió.
-Tu cállate Potter.- defendió la pelirroja a su amiga.
-Cállame tu. Con tu boca sobre la mía bastará.-
-Eres un idiota ¿Lo sabías?-
-Para ti soy Bambi si quieres.- James provocó la risa de sus amigos con su ocurrencia. Unos meses mas tarde, Lily entendería la gracia de ese comentario.
-Definitivamente eres idiota Black.- le dijo Mel al chico que no dejaba de reírse. Val había dejado de mirarlo desde aquel comentario.
-Y tu una metida. Esto es entre mi Cornamenta y yo.-
-¿Qué? ¿Esta vez te toco a ti?- Val no pudo dejar pasar ese comentario.
-¿A que te refieres mi amor?-
-Primero no vuelvas a llamarme de esa forma. Entiéndelo de una vez. No soy ni seré nunca tu amor.- Sirius movió sus labios y Val pudo entender que le decía:
-Eso está por verse preciosa.- tratando de ignorar ese comentario la morena siguió.
-Y segundo, me refería a tu Cornamenta ¿Qué? ¿Tu conquista de turno fue mas rápida que tu esta vez y te cambió por otro? ¿No es esa tu costumbre Black? Pensé que siempre eras tu el que le ponía los cuernos a ellas, no ellas a ti.-

Fuel el turno de las chicas de reír carcajadas. Cuando Val y Sirius discutían valía la pena ver la pelea desde las primeras filas.

La cosa se ponía fuerte. Val atacaba y Sirius se defendía con altura. Tanto Lily como James, se preocuparon al ver que la pelea tomaba un rumbo demasiado íntimo.

-Quítate de la cabeza esa loca idea Black.-
-¡No fue mi idea! ¿Crees que soy idiota?-
-¡SI! De otra forma no se explica todo esto.-
-Créeme que mi tampoco me agrada.-
-¿Y pretendes que te crea?-
-¡Por supuesto que si! Yo no miento. Además, ¿Para que querría yo que...?-
-¡PARA FASTIDIARME! ¡SOLO PARA ESO!-
-¿NO TE DAS CUENTA QUE A MI TAMBIEN ME MOLESTA LO QUE HICIERON?- Sirius estaba muy molesto.

Estaban empezando a hablar de la reunión. James puso mas atención a cada palabra de su amigo. Luego de esa reunión, Sirius se fue definitivamente de su casa. Su madre lo había echado y hasta le había dicho que ya no existía para ella. James supo al otro día que lo habían borrado del árbol genealógico de la familia.
No era que a Sirius le preocupara ser uno de los pocos renegados de su familia. Pero algo había pasado ese día en su casa para que el moreno se preocupara. Era algo que le quitó el sueño desde ese día. James lo sabía por que sus padres habían alojado a su amigo en su casa.
El problema debía ser grande. Sirius jamás les ocultó nada a sus amigos. Ni siquiera la razón por la que detestaba ser un Black. Toda su familia practicaba artes oscuras y despreciaba a los que no eran de sangre pura, solo unos pocos, contados con los dedos de una mano no lo hacía.
A James le preocupaba que Sirius no quisiera hablar del tema. Cada vez que le preguntaba, este le contestaba: No es nada. Ya debería estar acostumbrado a que mi madre arruine mis planes. Ahora tenía la certeza de no haberse equivocado cuando pensó que Valerie tenía algo que ver en su estado de ánimo.

-Ya basta. Por favor.- suplicó Valerie al borde de las lágrimas. Las palabras del moreno le habían dolido.
-NO. VAS A ESCUCHARME AHORA.-
-BASTA BLACK.-
-YO NO QUERÍA QUE LO HICIERAN.-
-POR FAVOR YA CALLATE.-
-TU SABES QUE YO NO QUERÍA ESO.-
-BASTA.-
-TU SABES QUE QUERÍA HACERLO YO MIS...- pero no terminó la frase. Val lo había golpeado.

Sirius reaccionó al golpe y la tomó bruscamente del brazo y se acercó a ella nervioso.

-No vuelvas a hacerlo o...-
-¿O que? ¿Me golpearas?-
-Yo no sería capaz de golpearte.-
-Claro que eres capaz. Eres un Black.-

Hubiese querido golpearla por ese comentario. De haber sido hombre, Valerie hubiese ido a para a la enfermería de tantos golpes. Ese había sido el peor insulto para él desde que supo a que clase de familia pertenecía. Quería golpearla, hacerle pagar por lo que había dicho. Pero en lugar de eso, la castigo con algo que sabía que a ella le dolería mucho más que un golpe.
La besó con tal pasión que le fue imposible no dejarse llevar por los labios del moreno hasta las puertas del paraíso. No era dueña de sus actos. Él, simplemente se apoderó de su cuerpo, de sus labios, de su razón. Se separó de ella lentamente, sabiendo que ese beso era el peor castigo para ella.
Ninguno de los presentes hubiera creído eso de no haberlo visto. Y mucho menos lo que sucedió después. Val le cayó a golpes a Sirius. Lily intentó separarlos y james la tomó de la cintura al ver que un golpe perdido de la morena casi le da en la nuca. Lily comenzó a golpear a James mientras Remus intentaba inútilmente separa a Val de Sirius y Mel hacía lo mismo con James y Lily.
Quiso el destino o la mala suerte que traía Lily ese día que el profesor Slughorn pasara por allí y los viera pelear como salvajes. Resultado: una semana de castigo para los seis.
Definitivamente no sería un buen comienzo de curso.

Capitulo 3
Preocupados y castigados.

James estaba furioso con Sirius por que si él no hubiese besado a Val no estarían castigados. Sirius estaba enojado con Remus por no haber evitado que besara a Val sabiendo que era una tontería hacerlo. Mel estaba furiosa por que seguramente el castigo sería horrible y ella solo había intentado detenerlos. Val estaba que mordía por no haber podido resistirse y por no haber encontrado el hechizo que dejara a Sirius Black sin descendencia. Remus estaba rabioso por que había intentado separarlos y era el único con un ojo negro, y Lily, simplemente siguió enojada. Después de todo Petunia había empezado en la mañana lo que Black y Potter terminaron en la tarde.

La llegada al colegio fue en completo silencio para las chicas. En su carruaje, cada una iba perdida en sus pensamientos. Se miraban entre ellas analizándose pero sin decirse una palabra.

-¿Cómo puede ser posible? Lily no puede acercarse a Remus así. - Pensaba Mel. - ¿Y por qué no? Después de todo él la acompañó todo el verano. Han pasado mucho tiempo juntos. No, Lily no puede hacerme algo así. ¿Y qué es lo que me está haciendo? Si yo nunca le dije que... Y ella me dijo que solo estaban hablando. No puedo desconfiar de Lily. Es mi amiga. ¡Merlín! ¿Quién me mandó a enamorarme de un Merodeador?- Entonces recordó la discusión entre Val y Sirius. -¿Y con esos dos qué pasó? Si al menos nos hubiera contado que pasó la noche de la reunión. Pero no quiso decir una sola palabra. Algo grave debe haber hecho ese energúmeno. Tendré que averiguarlo. ¿Pero cómo?-

Desde su lugar, Val, entre furiosa y triste, pensaba:

-¿Por qué tuvo que besarme? ¡Es un idiota! Pero lo haré pagar por lo que me hizo. Ya encontraré la manera. No puedo, no puedo con esto yo sola. Pero tampoco se lo puedo contar a las chicas. No, esto es algo entre Black y yo. Tengo que encontrar la forma de parar con esta locura. No pueden hacerme esto. - Val sintió miedo y se notó en su rostro. Por suerte, sus amigas estaban demasiado concentradas en quien sabe que cosa como para notarlo. -¿Se lo habrá contado a los otros dos? Espero que no. Lo único que me falta es que Potter se pase el día burlándose de mí.- miró a Lily. -¿Pasará algo entre Lily y Remus? Estuvieron juntos en verano. Pero Lily sabe que a Mel le gusta. No creo que entre ellos haya algo. En cuanto nos quedemos solas le preguntaré.-

Lily no estaba muy distinta a sus amigas.

-Debí quedarme en la cama esta mañana. Aunque con Petunia seguro hubiera terminado en Azkaban. Va a ser un año difícil. Ese maldito Potter no me deja en paz. Aunque tal vez tenga su utilidad tenerlo cerca. Sobretodo cuando en luna llena Remus no me pueda acompañar. Debería decirle a McGonagall pero no puedo. ¿Cómo le digo algo así? No tengo pruebas y tampoco las quiero tener. Tendré que arreglármelas sola. ¿Y si le cuento a las chicas? No, se van a asustar y se pondrán paranoicas. No, mejor no. Con que lo sepa Remus ya me basta.- Lily miró a Val. -¿Qué habrá pasado con esos dos? Ya me preocupa que el estúpido ese se haya pasado con ella. Lo vigilaré y si descubro que le hizo algo lo destripo en la clase de pociones. ¡AAAH! ¡Maldito Slughorn! ¿Era necesario que pasara justo por allí? Quien sabe que cosa horrible se le ocurrirá al viejo para castigarnos. Solo espero que no sea a todos juntos...- de pronto, vio a Mel con el rostro triste y la mirada perdida. - Espero que no haya pensado que entre Remus y yo hay algo. Jamás le haría algo así a ella. Además él la quiere. No entiendo por que no se lo dice. Como si a Mel fuera a importarle lo de... Mel es miedosa, pero lo quiere. Aceptara cualquier cosa de él. Si al menos ella lo demostrara. Pero la muy terca insiste en que no le importa. Y lo peor es que la única forma de hacerle entender que no hay nada entre él y yo es contándole la verdad. Creo que este será el peor año de mi vida.-

El carruaje de los chicos iba muy por delante del de las chicas. En un acto Poco caballeroso de Sirius que al pasar junto a las chicas las empujó para que le abran el paso hasta uno de los últimos carruajes libres.

-¡ERES UN ANIMAL SIRIUS!-
-SI REMUS, UNA VEZ AL MES SOY EL LINDO CACHORRITO QUE TE ACOMPAÑA EN TUS TRAVESURAS NOCTURNAS.-
-ADEMAS DE ANIMAL ERES UN IDIOTA.-
-TANTOS AÑOS CONTIGO, YA ERA HORA DE QUE SE ME PEGARA LO ESTUPIDO.-
-¿ME ESTAS LLAMANDO ESTUPIDO A MI SIRIUS?-
-SI POTTER, A TI.- Remus se sorprendió. Era la primera vez que los oía hablarse de esa forma. - Y TU NO ME MIRES CON ESA CARA POR QUE SI ÉL ES ESTÚPIDO TU ERES IDIOTA.-
-O SEA QUE TU ERES EL CAUSANTE DE NUESTRO CASTIGO Y LOS CULPABLES SOMOS NOSOTROS.- James tenía los ojos rojos de ira.
-SI.-
-A NO SIRIUS. ¡YO TE MATO!-

James se abalanzó sobre Sirius dispuesto a ahorcarlo hasta que quedase azul. Remus no hizo nada por evitarlo. Después de todo Sirius se lo merecía por llamarlo idiota.
Nunca se habían peleado entre ellos, aunque había habido alguna que otra discusión. Pero nunca, ninguno de los tres había llegado a los golpes. Por eso, cuando James se le tiró encima, Sirius no reaccionó a tiempo y este logró someterlo. Lo estaba ahorcando. Se estaba quedando sin aliento. ¡Y REMUS QUE NO HACÍA NADA! Definitivamente, estaba confirmado, Remus era un idiota.
Contra todo pronóstico, James estaba furioso con Sirius. Él que nunca había estado en desacuerdo con su hermano, pero ahora lo quería matar; y prácticamente lo estaba haciendo. Se lo merecía. Primer día de clases, ni siquiera habían llegado al colegio y ya estaban castigados. ¡Y él que había pensado en hacer buena letra este año para que Lily por fin se diera cuenta que había madurado! Se merecía una muerte lenta y dolorosa. Pero algo no estaba bien. ¿Por qué Remus no lo detenía? El que era la cabeza pensante del grupo, el maduro de los tres, el de las ideas más rebuscadas, el más sensato.
Preocupado por Remus, James soltó a Sirius cuando ya estaba pasando del verde al morado. Se volteó y miró a Remus que leía un libro.

-Remus ¿Te pasa algo?-
-No James. ¿Por qué preguntas?-
-Casi... Me ma.. ta y no... hiciste... nada.- contestó Sirius intentando recuperar el aliento y masajeándose el cuello.
-No, es verdad. No hice nada.-
-¿Y por qué?- interrogó James.
-Por que soy un idiota.-
-¡POR FAVOR! RECONOZCAN QUE LA CULPA ES DE USTEDES.-
-NO SIRIUS, TU EMPEZASTE, ES TU CULPA.-
-NO JAMES. YO EMPECE, ESO LO ACEPTO. PERO LA CULPA DE QUE ESTEN CASTIGADOS ES DE USTEDES.-
-A VER GENIO, EXPLICANOS AL ESTUPIDO Y A MI LA RAZÓN.- James miró a Remus enojado. ¡Ahora él también lo llamaba estúpido!
-SI TU NO HUBIERAS PERMITIDO QUE BESARA A VALERIE ESTO NO HABRÍA PASADO.-
-¿Y CÓMO SE SUPONE QUE IBA A HACER ESO? NO SABÍA QUE SERÍAS TAN IDIOTA COMO PARA BESARLA.-
-PUES DEBISTE SABER QUE ELLA ME INSULTÓ Y QUE NO IBA A DEJARLO PASAR.-
-¿Y POR QUE NO LE DEVOLVISTE EL INSULTO?- preguntó exasperado James.
-Por que le dolió más el beso.- Contestó Sirius más calmado. Ya no gritaba. A él también le había dolido más que cualquier insulto ese beso.
-Está bien. Nosotros tenemos la culpa de no haberte parado a tiempo. Pero sigo sin entender por qué somos culpables del castigo.- con esa contestación y la tristeza con la que Sirius lo dijo, Remus y James comenzaron a sospechar la verdadera razón de ese beso.
-Si ustedes no se hubieran metido no estarían castigados. Solo McLoud y yo lo estaríamos.-
-No fuimos nosotros, fueron ellas.-
-No. Ellas se metieron porque vieron algo raro en ustedes. De ser por ellas hubieran dejado que Valerie me matara.-
-¿Valerie? Sirius ¿Qué fue lo que pasó en esa reunión?- James ya estaba más que asustado. Nunca la había llamado por su nombre.
- Me fui de mi casa. Eso pasó.-
-Sirius ¿Qué fue lo que hizo tu madre esta vez?- las cosas habían vuelto a su sitio. El enojo de los amigos había pasado.
-Lo mismo de siempre. Lo arruinó todo.-

Era claro que no quería hablar del tema. Remus y James lo entendieron y dejaron de preguntar. Ninguno de los tres volvió a hablar.
En la entrada del colegio los esperaba la profesora McGonagall. Los chicos llegaron primero que ellas. Sirius fue el primero en bajar. James y Remus lo siguieron. El moreno de ojos grises paso junto a la mujer sin siquiera mirarla.

-¿A dónde va señor Black?-
-Adentro profesora.- James y Remus lo habían alcanzado. La mujer los miró a los tres y les dijo:
-Mañana a las tres de la tarde los quiero en mi despacho para darles su castigo. Ahora entren de una vez.-
-Profesora ¿Podría decirme la contraseña de la sala común?-
-El Señor Lupin se la dirá luego de la cena.-
-Es que no tengo hambre profesora.- sus amigos se miraron preocupados. - Estoy cansado. Me quiero ir a dormir.-
-Obvius-
-Gracias profesora.-

Remus y James se miraron. No era normal que muertodehambre Sirius faltara a una comida. Mucho menos al banquete de bienvenida. Le gustaba ver la selección para marcar a sus victimas de los próximos años Esto y que Val tuviera algo que ver en el estado de ánimo del merodeador eran claros signos de que algo malo estaba pasando. Pero era mejor no presionarlo. Él solo contaría que pasó cuando estuviese.

Tres de la tarde. Despacho de la jefa de la casa de Gryffindor. Seis alumnos y sus problemas esperaban sentados frente al escritorio de su profesora un castigo.

-Bueno. Pedirles una explicación a su comportamiento sería perder el tiempo. Es evidente que no son capaces de pasar juntos un solo minuto sin causar problemas.-
-Ellos empiezan. Si no estuvieran todo el día molestando nada de esto pasaría.- dijo Lily enojada.
-Si tú salieras conmigo preciosa yo no te molestaría todo el tiempo pidiéndotelo.-
-No eres tú el que me molesta invitándome a salir Black. Es tu amiguito.-
-Entonces sal con mi amigo y asunto resuelto. Aunque conmigo te divertirías más.- Sirius sabía que Lily y James eran el uno para el otro. Pero no perdería una oportunidad como esa. Sirius había decidido en el momento de la apuesta hacer que James reaccionara o terminaría el año siendo Mortífago.
-Ni aunque fueras el último hombre de la tierra saldría contigo Black.-
-¡SE QUIEREN CALLAR DE UNA VEZ! ESTÁN AQUÍ PARA RECIBIR UN CASTIGO NO PARA SEGUIR SUS VACACIONES.- quedaron todos mudos. Ni una mosca volaba. - TENDRÁN EL SÁBADO Y EL DOMINGO PARA CUMPLIR SU CASTIGO. SI PARA EL DOMINGO EN LA NOCHE NO LO CUMPLEN TENDRAN QUE EMPEZAR DE CERO EL FIN DE SEMANA SIGUIENTE.- los seis se miraron. - Swan y Lupin limpiaran las cocinas. Evans y Potter limpiaran el salón de trofeos. Black y McLoud limpiaran el salón de pociones. Tienen terminantemente prohibido usar magia. Y sin ayuda de los elfos.-

Los chicos salieron del despacho de la profesora refunfuñando por lo bajo.

-Lo único que me faltaba.- dijo Lily. - Tener que compartir mi castigo con el...-
-¿Con el amor de tu vida?-
-No. Iba a decir con el más molesto de los alumnos de este colegio.-
-Al menos a ti no te tocó con este.-
-Cariño, me llamo Sirius.-
-Lo sé Bla...- pero esta vez no la dejó terminar. La tomó de la cintura y en una milésima de segundo la tuvo acorralada contra la pared.
-Vuelve a hacerlo y te vuelves a arrepentir.- Val comprendió que decirle Black con intención de insultarlo era ir muy lejos.
-Solo trata de no acercarte a mí ¿Quieres? Haz tu trabajo y yo haré el mío. Cuanto menos tiempo pase contigo mejor.- Val evitó mirarlo.
-Si, claro.- le contestó triste el moreno.

Ni James, ni Lily, ni Sirius ni Val estaban conformes con el castigo que les tocó y mucho menos con las parejas que les habían tocado. La única que parecía no preocuparse era Mel. Remus ya estaba buscando la forma de no hacer una estupidez.


Capítulo 4
Mi peor castigo: Tú.



Mel se levantó con el tiempo suficiente para poder arreglarse, desayunar y partir a las cocinas a cumplir con su castigo. Abrió su baúl, sacó algo de ropa cómoda, se vistió y cuando estaba dispuesta a salir cuando Lily la detuvo.

-¿Piensas ir vestida así a tu castigo con Remus?- dijo la pelirroja con una sonrisa que a Mel se le antojó algo perversa.
-Si ¿Por qué?-
-¿Te has visto al espejo?- preguntó Val con la misma expresión que Lily.
-¿Y qué tengo de malo?- dijo Mel mientras se acercaba al espejo.

En ese momento notó el por que del comentario de sus amigas. De entre toda su ropa había escogido un pantalón de franela gris y camiseta blanca. Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Pero Mel supo de inmediato a que se referían sus amigas. El pantalón le quedaba un poco ajustado remarcando sus muslos y la camiseta no lograba esconder su voluptuosidad. Por unos minutos pensó en revolver su baúl buscando algo menos llamativo. Pero no lo hizo.

-No hay nada de malo en lo que llevo puesto.-
-¿Cuándo vas a admitir que Remus Lupin te gusta?- preguntó la pelirroja.
-Cuando de verdad eso suceda.-
-¡Mel!- Val comenzó una discusión que las llevaría a perderse la hora del desayuno y a llegar con los minutos contados a sus castigos.

Sábado. 9 AM.
Cocinas de Hogwarts.
Castigo de Remus Lupin y Melanie Swan.

Llegaba tarde. Dos minutos para ser exactos. El joven había pasado toda la semana buscando una manera de resistir la tentación. Mel lo traía loco, y pasar todo el fin de semana solo con ella no era de mucha ayuda para él. Al salir de su cuarto rumbo a las cocinas se sentía nervioso. No había encontrado nada que pudiera servirle para mantenerse lejos de Mel. No era casualidad que la profesora McGonagall los pusiera en parejas a limpiar los tres salones mas sucios y difíciles de todo el colegio.
Pero no por nada sus amigos decían que él era la mente pensante del grupo. En los dos minutos que llevaba de retraso Mel, encontró la razón que lo mantendría alejado de ella no solo durante el castigo sino con suerte, el resto del año. Estaba seguro que la dulce y suave Mel no soportaría que él le grite.

Mel llegaba 2 minutos tarde a la cita por lo tanto, iba corriendo por los pasillos. Sabía perfectamente que a Remus lo ponía de mal humor la impuntualidad.

-Llegas tarde Swan.-
-Lo
sé. Perdón.-
-¿Viniste corriendo?-
-Si.-
-¿No te alcanza con un castigo? ¿Ya quieres otro?-
-No. Claro que no quiero otro castigo. ¿Cómo se te ocurre?-
-Entonces no corras en los pasillos. Si Filch te atrapa
-
-¡LUPIN!-
-NO ME GRITES.-
-Y TU NO ME REGAÑES COMO SI FUERAS MI MADRE.- Remus se quedó sin palabras.

Ambos entraron al lugar. Una docena de elfos los esperaba. Les quitaron sus varitas y les dieron lo necesario para cumplir con sus tareas.
Sin mirar a Remus, Mel se fue directo a lavar los platos que iban apareciendo del desayuno. Estaba muerta de hambre. Por culpa de sus amigas no había podido bajar a desayunar y eso aumentaba su mal humor.
Remus limpiaba en el extremo opuesto. Había pasado más de una hora cuando Mel terminó con su tarea. No estaba acostumbrada a esto por lo que ya estaba cansada. Remus, sin embargo, parecía tener energías para rato. Había estado limpiando las mesas donde los elfos preparaban las comidas y aún no terminaba, pero seguía con su trabajo.
Mel se sentó un minuto y Remus aprovechó ese gesto para seguir con su plan.

-¿Qué haces? Por si no te diste cuenta estamos en un castigo JUNTOS y no pienso limpiar solo. Levántate.-
-Solo me senté un minuto.-
-Pues ni un minuto. No voy a estar trabajando mientras tú tomas un descanso.-
-Nunca pensé que fueras más insoportable que los otros dos.- agregó en un susurro apenas audible Mel dijo: -¡Estúpido!-

Mel volvió al lugar donde estaba antes, solo que esta vez se sentó en el suelo a limpiar los gabinetes bajo los lavaplatos. Le llevó mas de tres horas limpiar la mugre que allí encontró. Se juró nunca mas volver a comer la comida del colegio.

-Que asco.-
-¿Qué cosa?-
-¿No te das cuenta lo sucio que está todo esto? No volveré a comer en este lugar.-
-No seas tonta. Los elfos lo hacen a propósito. Cuando castigan a alguien y lo mandan a limpiar las cocinas hacen eso. Es para que trabajemos duro. Sino no sería un castigo.-
-¿Y tú como lo sabes?-
-Porque paso mas tiempo aquí que tú.- le dijo de mala gana.

Ya eran casi las dos de la tarde. Mel seguía sin probar bocado desde la noche anterior. Un par de veces Remus había observado que estaba algo pálida. Se sorprendió cuando en un intento de darse vuelta la chica sintió que se le acababa el mundo y tuvo que apoyarse en la mesa para no darse de cara al suelo. Mas por instinto y amor que por solidaridad, Remus corrió hasta ella, la tomó entre sus brazos y la ayudó a sentarse.


-¿Te sientes bien?- Remus sostenía su mano dulcemente.
-Si Lupin, ya suéltame.-
-Solo trataba de ayudarte. Estás pálida. ¿Quieres que te lleve a la enfermería?-
-No te preocupes.-
-¿Comiste?-
-No, debe ser por eso.-

Remus le puso un plato con comida enfrente.
Por un momento pensó en dejarse cuidar por él. Pero sabía que eso era mostrar debilidad.

-No necesito nada. Gracias.-
-Come un poco.-
-Te dije que no. Gracias.-

El joven, enojado, volvió a su sitio a limpiar sin mirar a Mel que se levantaba. Se acercó a las alacenas y subió a una silla alta para limpiar. Pero nada más abrir una de las puertas, Mel vio salir una sombra que logró asustarla. Cuando se giró para ver que era, de no haber sido por Remus se hubiera roto algo. Cayó de la silla y gritó desesperada. Siguiendo la vista de su compañera Remus vio algo que lo sorprendió.
Un boggart con su forma, muy herido y lastimado en el piso. Era la misma imagen que presentaba él después de la luna llena.

-Shhh. Tranquila. Es solo un boggart.- Mel temblaba de miedo. Sonrió al ver que su mayor miedo era que a él le pasara algo. - No pasa nada. Mírame, estoy aquí. Este soy yo. Eso es un boggart. Olvidé avisarte que estaba allí.-

Tardó varios minutos en calmarse. Estar en sus brazos le ponía un poco de tensión extra al asunto.

Luego del susto, Remus se hizo cargo del boggart. Mel comió algo ante la mirada asesina del muchacho y terminaron con su castigo. Estaban dispuestos a irse cuando al salir, Mel tropezó y casi se cae, otra vez.

-Parece que estas destinada a caer en mis brazos el día de hoy.- le dijo de forma seductora y se arrepintió al instante.
-Eres un idiota Lupin.- Mel se sacudió, literalmente a Remus de encima, tanto que empujó un balde de agua que había quedado sobre la mesa y los empapó a los dos.

El piso volvió a ser un desastre. Mel, furiosa por tener que empezar otra vez al otro día gritó tan fuerte que uno de los elfos que ya estaba trabajando dejó caer la bandeja con comida que llevaba y el resto de los elfos, ya sea por el susto o quien sabe porque, dejaron caer las suyas. Remus furioso pateó una bolsa con harina que completó el desastre. Tres minutos después entraba McGonagall y les comunicaba que al día siguiente tendrían solo dos horas de castigo, por lo tanto tendrían que volver el sábado siguiente.

Sábado. 9:05 AM
Rumbo al salón de pociones.
Castigo de Sirius Black y Valerie McLoud.

-Apúrate McLoud. Ya llegamos tarde.-
-No voy a correr por los pasillos por que tú me lo ordenes Black.- la entonación con su apellido había cambiado.
-Pues si no te apresuras estaremos castigados hasta fin de curso.- Val se detuvo en el medio del pasillo. Sirius la miró fastidiado. - ¿Y ahora qué?-
-Mira Black. Esto es tan difícil para ti como para mí. No quiero pasar mi último año en este lugar castigada contigo. Demasiado tengo con
bueno, tú sabes.- la joven se giró para esconder su rostro de la mirada del moreno. Sirius cerró los ojos intentando contenerse. Val solo susurraba. - Intentemos hacer las cosas lo más soportables posibles. Yo se que tú me odias y yo también te odio. Pero ya está todo dicho. No hay vuelta atrás. Ni tú ni yo podemos hacer nada. Tú
solo trata de mantenerte lo más lejos posible de mí. Yo haré lo mismo.-

De haber puesto sus ojos en los del merodeador hubiese notado que sus palabras le dolieron en el corazón. Ella no sabía nada de lo que pasó después de que su familia la sacara casi arrastrando de allí para que no hiciera mas escándalo. No sabía que Sirius había discutido con su madre, que casi termina a golpes con su hermano, que su padre lo había echado de la casa y lo había desterrado de su familia. Ella no sabía que él se había negado y eso le había traído graves consecuencias. Entre ellas, la de estar solo en la vida. Si, tenía a sus amigos. Los abuelos de James le habían dado asilo en su casa. Pero no era eso lo que quería. Lo que él quería se había convertido, gracias a su familia, en inalcanzable para él.

Entraron al salón de Pociones y en silencio, cada uno comenzó a sacarle brillo a los calderos que se guardaban en el lugar. Muy pocas veces sus miradas se cruzaron a lo largo del día. A la hora del almuerzo ninguno de los dos bajó al gran comedor. Y una hora antes de la cena, habían terminado.

-Listo. Terminé ¿Hay algo más?-
-No. Puedes irte. Castigo terminado.- Val llegaba a la puerta cuando se volvió a ver a Sirius que ya se sacaba la camiseta para secar el sudor de su frente.
-Black
- Al verla volver se detuvo. No era cuestión de hacerla enojar otra vez.
-¿Qué quieres McLoud?-
-Nada. Olvídalo.-
-Si no quisieras nada no habrías vuelto.-
-Solo
quería saber si
si tú
sabías.-
-No McLoud. De haberlo sabido te habría evitado la escenita que me monte en el living de La Noble y Antigua Casa de los Black-

Sirius salió antes que ella de la sala. Con suerte llegaba antes que James a su cuarto, se metía en la ducha y se ahogaba antes de navidad.

Val caminó lento hasta la torre de Gryffindor. Pensaba en las palabras del merodeador. ¡Que bueno hubiese sido que le evitara esa escena! Con eso solo, le hubiera evitado los días que siguieron y ella pasó sola en su habitación llorando. Le había dolido mucho su actitud. ¿Cómo pudo gritar semejante estupidez? Una mueca similar a una sonrisa se dibujó en su rostro cuando pensó que todo era posible si se hablaba de Sirius Black.

9:02 AM
Torre de Gryffindor.
Castigo de James Potter y Lily Evans.

-Potter ¿Qué diablos estás haciendo aquí? Es tarde. ¿Por que no estás en la sala de trofeos?-
-Buenos días James ¿Cómo amaneciste? Bien mi amor, gracias. Pero de haber dormido contigo hubiera amanecido mejor.-
-No fastidies Potter.-
-Y tú hubieras amanecido de mejor humor.-
-Potter, es demasiado molesto tener que compartir todo un día contigo. No lo hagas más difícil.-

Lily salió disparada de la sala común, James la siguió.

-Espera, no corras o seré hombre muerto antes de la cena.-
-¿De verdad? ¿Solo por correr un poquito estarás muerto antes de la cena?-
-Es una forma de decir.- dijo el moreno enojado.
-¡Ah! Me hiciste hacer ilusiones Potter. Hasta había elegido mi vestido.-
-¿Te ibas a poner de luto por mí?-
-¡NO! Mi vestido para la fiesta.-

Lily se alejó unos pasos de James mientras se reía, tenía un plan y ya lo estaba poniendo en práctica. Él la seguía con la dificultad de caminar sin mirar su retaguardia. De pronto, la curiosa Lily Evans se giró de golpe quedando muy cerquita del rostro de James que empezó a ponerse nervioso.

-James ¿Por qué dijiste que si no me esperabas estarías muerto en la noche?-
-Porque eso fue lo que me dijo Remus: La dejas sola por los pasillos y te mato en la cena- Lily se salió de personaje. Tenía planeado hacer de femme fatal durante su castigo para lograr que el moreno lo hiciera todo por ella. Pero al escuchar que Remus siempre estaba pendiente de cuidarla sonrió.
Volvió a caminar frente a James pero esta vez iba más tranquila, por lo que no fue difícil para James ponerse a su lado.

-¿Qué pasa entre Remus y tú?-
-Nada.- contestó nerviosa.

Al moreno no le gustó esa respuesta. Mucho menos cuando empezó a sentir ganas de comer lobo asado en la cena.
Llegaron al salón de trofeos. Al entrar, James fue directo a la mesa que estaba en el fondo y tomó cuatro trapos que había allí.

-Ten.- Lily tiró uno al suelo y con el otro comenzó a limpiar. - Espera. Toma.- James levantó el trapo que Lily había dejado en el suelo. - Póntelo en la cabeza.-
-¡¿Qué?!- exclamó la pelirroja. - Estás loco si piensas que me voy a poner esa mugre en la cabeza.-
-Debes ponértelo. Si no lo usas en menos de media hora estarás histérica en la sala común.- Lily amenazó a James con su mejor mirada de Te-cortaré-en-pedacitos - En cuanto comencemos a limpiar te llenarás de polvo la cabeza y con lo que amas y cuidas tu cabello eso te volverá loca.-
-¿Y tú como sabes eso?-
-Lo sé y punto. Ponte el paño en la cabeza.-
-Ya te lo dije, no voy a ponerme esa cosa mugrienta en la cabeza.-

James, se acercó a Lily otra vez, le puso sus trapos en la mano para que se los sostuviese y se quitó la camiseta dejando sus músculos a la vista de la asombrada pelirroja.

-¿Qué haces?- le preguntó asustada cuando James se paró detrás de ella. El moreno no contestó. Pasó las manos por la cabeza de Lily y sutilmente ató su camiseta para que protegiera su cabello.
-No te preocupes. Me la acabo de poner. Está limpia.-

Pasaron todo el día como Val y Sirius. No se hablaron, ni se miraban. Lily estaba muy nerviosa de tenerlo así, casi desnudo frente a ella; tanto que olvidó por completo su plan. Él tenía razón. En cuanto empezaron a limpiar el polvo comenzó a flotar en el aire.

James trabajó toda la tarde mirando a Lily cuando ella no se daba cuenta. ¡Merlín! ¿Qué le pasaba con esa mujer? Por momentos sentía que no podría pasar un solo minuto sin ella y a la vez no quería cambiar sus hábitos. Estaba acostumbrado a salir con cuanta mujer se le cruzara; pero Evans
ella no era cualquier mujer.

A mitad de la tarde Lily dejó sus cosas de limpieza sobre la mesa y trató de empujarla hasta la pared de trofeos que estaba limpiando. James la vio y sonrió.

-No podrás moverla.-
-No soy tan inútil Potter.-
-No lo digo por eso Evans. McGonagall hechizó esa mesa para que no se mueva de su sitio hace años cuando Sirius y yo casi nos desnucamos al caer.-
-Animales.-
-Si. No muy seguido, pero si, somos dos animales.- le dijo riendo. -¿Para qué quieres la mesa?-
-Dime una cosa Potter ¿Cómo pretendes que limpie los de arriba si no me subo a la mesa?-
-Ese si que es un problema.-
-Claro que es un problema.-
-Hay una sola forma de hacerlo pero
-
-¿Pero qué?-
-No vas a querer.-
-Potter haré cualquier cosa con tal de volver a la sala común a bañarme y no verte hasta la semana que entra.-
-¿Cualquier cosa?- dijo con su sonrisa más seductora.
-Cualquier cosa que me sirva para terminar de limpiar.- James sonrió.
-Ven.- se arrodilló en el suelo.
-¿Qué haces?- preguntó asustada la pelirroja.
-Súbete a mis hombros. Te voy a levantar para que puedas limpiar arriba.-
-Tú estás loco. Yo no voy a subirme a tus hombros
-
-No hay otra forma Lily.-
-¡NO ME LLAMES LILY! Tiene que haber otra forma.-
-No la hay. O te subes a mis hombros o
-
-¿O que Potter?-
-O sales de aquí a buscar algo en que subirte.- Lily ya salía cuando James dejó escapar un comentario. - Hay que ver si McGonagall me cree cuando le diga que solo te fuiste a buscar algún banco en que subirte.-
-¿Qué quieres decir?-
-Que si McGonagall viene y no te encuentra no habrá forma de convencerla de que no te escapaste y nos hará volver el sábado siguiente. Y tengo cosas muy importantes que hacer el próximo sábado.-

A Lily no le quedó más remedio que aceptar la propuesta de James. Se subió a sus hombros y con cuidado de no lastimarlo terminó de limpiar. Cuando bajó, el moreno aprovechó el momento. Se acercó a ella e intentó besarla. Una cantidad de insultos insospechada salió de boca de la pelirroja. Una serie de sinónimos de depravado sexual que hizo pensar a James que Lily de verdad estudiaba de memoria el diccionario cuando estaba aburrida como decía Sirius.
Antes de que pudiera detenerla, el huracán pelirrojo salió como bólido de la sala de trofeos. James con la frustración de haber arruinado las cosas otra vez salio con paso lento directo a la sala común.
Quince minutos más tarde, el moreno entraba silbando a la sala común de Gryffindor y se sentaba en un sillón junto con Remus que parecía de muy mal humor.

-¿Y a ti que te pasa?-
-El próximo sábado estoy castigado otra vez por culpa de Swan.-
-¿Qué pasó?-
-Mejor no me hagas recordarlo. Tendré que perderme el primer partido de la temporada.- los amigos quedaron en silencio. -¿Dónde está Lily?- preguntó preocupado Remus. Val y Mel entraron juntas en ese momento.
-No sé. Terminamos nuestro castigo y salió corriendo.-
-¿Qué le hiciste?- preguntó enojada Val.
-¿Y LA DEJASTE SOLA? TE DIJE QUE NO LA DEJARAS SOLA EN LOS PASILLOS.-

Remus corrió a su habitación, revolvió el baúl de James y sacó el mapa del merodeador. Bajó las escaleras y lo consultó. Sus peores temores se hacían realidad. Enfurecido comenzó a caminar rumbo a la salida mientras con toda la furia posible le decía a su amigo.

-MAS TE VALE QUE ESE INFELIZ NO LE HAGA NADA O TE VOYA MATAR TAN LENTO QUE SUPLICARAS QUE TERMINE DE UNA VEZ.-

Remus salio disparado de la sala común pero no fue el único. Las chicas al escuchar que Lily podía estar en problemas salieron tras él. James se sintió culpable de dejarla sola y a la vez sitió un dolor agudo en el pecho al pensar en que algo podía pasarle al amor de su vida.

-¿Al amor de mi vida? Es algo que tendré que pensar, pero mejor después.- pensó el moreno.

Sirius venía llegando cuando los vio salir a los cuatro y pensó que si regalaban caramelos en algún lado el no se los quería perder. Después de correr por unos cinco minutos, Remus por fin llegó al lugar en el que había visto que tenían a Lily.

-¡SUÉLTALA MALDITO INFELIZ!-
Capítulo 5
El acosador de Hogwarts.


Un muchacho de aspecto fornido, parte de los nuevos alumnos que habían llegado ese año al colegio tenía a Lily atrapada contra la pared e intentaba besarla.

-TE HE DICHO QUE LA SUELTES.-

Remus se abalanzó sobre el muchacho con tanta furia que hasta sus amigos sintieron pena por el nuevo alumno. Lo empujó con tanta fuerza que el joven búlgaro cayó contra la pared de la sorpresa.
Lily corrió a los brazos de Remus que la abrazó tan fuerte como pudo. Miraba con rabia al agresor, pidiéndole a gritos que hiciera un solo movimiento en falso para tener una excusa más para buscarlo y hacerle pagar cada cosa que le había hecho a Lily. Sirius pensó que debería tener especial cuidado con Remus en la próxima luna llena.
Buscó el rostro de Lily entre sus brazos. Con un suave movimiento levantó su rostro hasta que sus ojos hicieron contacto.

-¿Estás bien?- la pelirroja respondió afirmativamente con un gesto de su cabeza mientras más lágrimas escapaban de sus ojos. - ¿No te hizo daño este animal?- Lily negó.

El licántropo la separó lentamente de su cuerpo. Se dirigió al mismo lugar en el que aún se encontraba el búlgaro y con los dientes apretados de furia le dijo:

-No vuelvas a acercarte a mi novia. ¿Me oíste? O te juro que lo lamentarás por el resto de tu miserable vida.-

En ese preciso momento, las reacciones de los que habían corrido detrás del licántropo fueron las más variadas que se puedan imaginar. Sirius se paró detrás de Remus en señal de apoyo a su amigo. Val abrió la boca y los ojos hasta casi sacarlos de su rostro por causa de la sorpresa que le provocó escuchar a Remus llamar a Lily Su novia.
Pero sin duda, los más afectados fueron James y Mel. La joven sintió como su corazón se partía a la mitad confirmando lo que venía sospechando desde su viaje en el tren hasta Hogwarts pero que se negaba a creer como cierto. Ahora ya no eran sospechas. Era la confirmación de boca del propio Remus de que entre ellos había más que una amistad.
James, sin embargo, no estaba ni triste ni enfadado. Estaba confundido. Él estaba seguro de saber lo que quería de Evans. Le gustaba y mucho. Lo volvió loco desde el primer momento que la vio. Le gustaba el color de sus cabellos, sus ojos, sus piernas, su cuerpo. Estaba seguro de saber exactamente lo que quería de Evans. Se sentía atraído por ella y a la vez obsesionado. Tantas veces le había dicho NO que salir con ella se había convertido en un desafío. Hacía años que tenía bien claros sus objetivos: salir con ella y desde hacía un tiempo atrás, llevarla a la cama. Y si era así ¿Por qué tenía ganas de golpear a su mejor amigo de la misma forma que quería golpear al búlgaro? ¿Por qué sintió una punzada de dolor en el pecho cuando Remus dijo Mi novia?

-No me asustas. Erres poca cosa parra mí.- le dijo mientras se acercaba a él con claras intenciones de comenzar una pelea.

Remus apartó a Lily del camino para poder desquitarse la ira con el joven extranjero. Sirius no tardó en ponerse en guardia. Al parecer, la cosa iba a ser a puño limpio. Val tomó a Lily del brazo, quien intentaba persuadir a Remus de que no peleara. Mel y James seguían en su mundo.

-Veremos quien cae primero desgraciado.-
-¿Qué es lo que sucede aquí?- Dumbledore apareció por detrás de los chicos.
-Nada prrofesorr.-
-¿Está seguro Señor Karkarov?-
-Si señorr. Solo estaba conociendo a las damas cuando estos caballerros
-
-Cuando Remus vino a buscarme para preguntarme por la próxima reunión de prefectos.- Apuró Lily. Remus la miró enojado.
-En ese caso, esas cuestiones se deben resolver en privado señores. Les sugiero que vuelvan cada uno a su sala común.- Dumbledore notó la tensión, pero técnicamente no estaban haciendo nada malo cuando él llegó, así que no pudo hacer más que dejarlos ir.

Los seis Gryffindor’s volvieron en silencio a su sala común bajo la atenta mirada del director. El búlgaro de la casa de Slytherin se fue sonriendo hacia su mazmorra.
Al perderse de la vista del director, Lily salió corriendo y Remus salió detrás. ¿Hace falta decir que el me-meto-en-todo de Sirius y la curiosa Val corrieron detrás de esos dos? Claro que no. Mel y James caminaban a su propio ritmo sin darse cuenta de nada.

-¡Lily! - Remus la alcanzó a los pies de la escalera del cuarto de las chicas. - Espera.- La pelirroja se detuvo. Remus la detalló buscando heridas o algo que pudiera necesitar atención de la enfermera. Al no encontrarlo le gritó: -¿CÓMO SE TE OCURRE HACER ALGO ASÍ? ¿POR QUÉ DIABLOS CAMINABAS SOLA POR LOS PASILLOS?-
-Remus no me grites.- fue casi una súplica.
-¿QUÉ NO TE GRITE? ¿ACASO NO TE DISTE CUENTA QUE ESE INFELIZ PODRÍA
?-
-¡LO SÉ REMUS! CREEME QUE SÉ LO QUE PUDO PASAR.- lloraba a mares. El joven castaño comprendió que se había pasado. - No me di cuenta. Perdóname.-

Remus se acercó a Lily y la abrazó. La pelirroja se dejó envolver por los brazos de su amigo y hundió su rostro en su pecho. Volvió a deshacerse en llanto como cada vez que algo así pasaba. No era la primera vez que Remus la protegía de ese chico.

-No llores. Perdóname tú a mí. No debí gritarte. Pero tú tampoco debiste salir sola.- James y Mel llegaron justo para verlos abrazados. - Me prometiste que no lo harías. Que siempre estarías conmigo.-
-Pero tú no estabas.-
-Porque estaba castigado Lily.- entonces, el licántropo recordó que había dejado a James el cuidado de Lily y se volvió buscándolo entre sus amigos. Lo encontró. Sus miradas se cruzaron con rabia. - Prométeme que nunca lo volverás a hacer.-
-Te lo prometo.- ambos seguían abrazados.
-¿Por qué no le dijiste a
?-
-¡NO! Ya te dije que no Remus; no insistas.-
-Pero debemos hacer algo. No puede ser que no seas libre de caminar sola
-
-Si tanto te molesto déjame; me arreglaré sola.- con un movimiento brusco se soltó de su amigo. Pero los reflejos del chico eran mucho mejores que los de ella y la atrapó otra vez.
-No me molestas. Pero no puedes seguir así preciosa. Esto no puede continuar.-
-Entiéndeme, tengo miedo.-
-Lo sé. Por eso tienes que hacer algo. Yo no puedo hacerlo por ti.- Lily trató de esquivar su mirada, pero él puso sus manos en sus mejillas y la obligó a mirarlo a los ojos. - Tú sabes que yo no estaré siempre.- muy cerca y para que nadie los oyera le susurró - La luna llena está cerca. No voy a poder estar contigo y lo sabes.-
-No saldré de aquí entonces.- contestó ella un poco más alto.
-No puedes hacer eso.-
-Lo haré.-
-¿No cenarás? ¿No almorzarás? ¿No desayunarás?-
-Si.-
-¿Y como piensas hacerlo?-
-Las chicas me traerán algo del comedor.-
-¿Y tus clases?-
-No iré.-
-¿Y que excusa darás a los profesores?-
-Que no me siento bien.-
-Y dime una cosa ¿Qué harás cuando los profesores envíen a la enfermera a verte y se de cuenta de que no tienes nada?- La había atrapado. Le sonrió y apoyó su frente en la de ella. - No me obligues a buscarte un carcelero.-
-Ya lo hiciste hoy y no resultó.-
-¿Y quien me asegura que no lo dejaste atado por ahí para escaparte? - ambos seguían en la misma posición, con los ojos cerrados. Los otros cuatro miraban la escena; dos muy sorprendidos y otros dos a punto de morir de amor. - Vamos a ver al director. Cuéntale lo que sucede.- Lily negó con la cabeza. - Está bien. Tú me obligas.- se apartó un poco. - Sirius ¿Puedes hacerme un favor?-
-Lo que necesites Lunático. Como siempre.-
-En caso de que yo no pudiera cumplir con mi obligación de cuidar a Lily ¿Podrías hacerlo por mí?- Mel y James, como si estuvieran coordinados subieron a sus respectivos cuartos.
-Con todo gusto.- sonrió el moreno.
-No debes dejarla sola ni un minuto. Ya has visto por qué. Si yo no estoy
-
-Yo me hago cargo.- Dijo Sirius con la seriedad en el rostro. Pocas veces se lo veía así. Lily supo que sería muy difícil escaparse de él.
-Te lo advierto. A este cachorro no se le escapa nada.- Lily rió de la broma. Ella estaba al tanto de algunos secretos del grupo. - Ahora ve a descansar.- la pelirroja asintió. - Cuéntales. Tienen que saber que ellas también pueden estar en peligro.- la pelirroja asintió. Le dio un abrazo y subió. Val fue tras ella.
-¿Me vas a contar que pasa entre la pelirroja y tú o tendré que sacártelo a fuerza?-
-Es una larga historia Canuto.-
-Tengo el resto de la noche para ti mi amigo.- le pasó un brazo por los hombros y sonriendo subieron las escaleras.

En la habitación de las chicas


-¿Me vas a explicar que pasó allí abajo si o no?- Preguntó Val por décima vez desde que pisaron la escalera.
-Ya te lo dije, no pasó nada.-
-¡¿Nada!? Lily ¡Por Merlín! Remus se enfurece por que James te dejó sola, llegamos y ese estúpido de Karkarov te está acosando, Remus te defiende y te llama su novia...- el dosel de la cama de Mel se cerró bruscamente. Lily por primera vez desde que Remus detuvo a Karkarov notó la presencia de su amiga y las palabras del licántropo llegaron con claridad a su mente. Justo en ese momento se dio cuenta del efecto que podía tener en una de sus mejores amigas cada hecho ocurrido esa noche.

En la habitación de los chicos


Remus y Sirius llegaron sonriendo a su cuarto. Al entrar, James miró furioso a Remus y con su escoba en las manos se dispuso a salir; Remus lo tomó del brazo y lo detuvo.

-¿Adónde vas?-
-¿Tan estúpido eres que no te das cuenta? Llevo mi escoba Lupin. Voy al campo de Quidditch.-
-¿Lupin? ¿Qué pasa contigo James? Soy yo el que debería estar enojado, no tú.-
-Déjame salir.- contestó James de mal humor.
-No.-
-¿No?-
-No. Me debes una explicación ¿No crees?-

En la habitación de las chicas...

Lily se acercó a la cama de Mel y la llamó.

-Mel
- nada. - Melanie. Por favor
- la joven seguía sin contestar. - Mel escúchame. Te estás equivocando, las cosas no son como tú piensas.-
-Yo no pienso nada.- se oyó la voz de Mel detrás del dosel.
-Si Mel. Tú estás pensando en lo que pasó abajo pero nada de lo que viste es real. Créeme, yo jamás te haría algo así.- otra vez silencio. - Mel por favor sal de la cama.-
-Si al menos te dignaras a contarnos que fue lo que pasó tal vez sería mucho más fácil que Mel entienda lo que quieres explicarle.-

Val estaba dispuesta a sacarle toda la verdad a Lily de cualquier manera posible. Lily se vio acorralada. Era decir la verdad o perder a sus amigas. No había mucho que pensar.

Mientras tanto, en la habitación de los chicos...

-¡¿QUE YO TE DEBO UNA EXPLICACIÓN?!-
-SI, TÚ.- contestó furioso el licántropo.
-¿Y SE PUEDE SABER QUÉ ES LO QUE TENGO QUE EXPLICARTE?-
-¡TE PEDÍ QUE NO DEJARAS SOLA A LILY!-
-PERDONAME PERO NO ES MI OBLIGACION CUIDARLA.-
-TE PEDÍ QUE LO HICIERAS Y ME DIJISTE QUE SI.-
-DÉJAME SALIR.- insistió James.
-No hasta que no me expliques por que la dejaste sola.- Remus intentaba controlarse. Notaba los celos de su amigo y no quería molestarlo más de lo que ya estaba.
-Si tú no puedes cuidar de tu novia solito búscate a otro que te ayude. Yo me voy al campo a practicar.-

Las chicas seguían en su habitación.

Lily se sentó en su cama. Jugaba con los botones de su túnica buscando el valor para comenzar a contar la historia. No era fácil para ella hablar de todo lo que había pasado ese verano.
No quería preocuparlas. Además, si les decía la verdad esas dos se empeñarían en cazar al desgraciado y hacerle pagar cada cosa que hubiera hecho. Pero no podía mentirles, ellas habían sido sus amigas por años y no podría ocultarles nada.

En su cuarto, los chicos...

-¿Novia? ¿De qué estás hablando?- Remus lo miró extrañado. Sirius recordó lo que había oído minutos después y prestó atención a la respuesta de James.
-No esperaba algo así de ti. No solamente nos mentiste, además nos tomas por idiotas.- Dijo James.
-¿Y por qué dices que los tomo por idiotas?-
-PORQUE APOSTASTE CON NOSOTROS EN ALGO QUE YA HABÍAS GANADO. ¿DESDE CUANDO ESTÁN JUNTOS? DIME.- James ya no controlaba sus nervios.
-No seas Estúpido James. Entre Lily y yo
-
-ENTRE LILY Y TÚ HAY MUCHO MÁS DE LO QUE DICEN.-
-ENTRE LILY Y YO NO HAY NADA. SI ME DEJARAS EXPLICARTE SERÍA MUCHO MÁS FÁCIL PROTEGERLA DE ESE DESGRACIADO.- James lo miró fijo a los ojos. - Pero si para ti es más importante ir al campo con tu escoba o acusarme de algo que no hice
-

James se quedó estático en su lugar. Remus se desplomó en su cama y Sirius, que hasta el momento solo era un espectador en una discusión interesante, no pudo más y preguntó:

-¿Qué pasa con la pelirroja Remus? ¿Por qué hay que cuidarla tanto?-

Capítulo 6
Mi salvador.

En las dos habitaciones de la torre de Gryffindor de séptimo año el clima era tenso. Cuatro amigos esperaban expectantes una explicación. Cada uno tenía diferentes motivos, pero todos estaban igual de interesados.

-En el verano, mientras trabajaba en el restaurante, me encontré con Lily. Ella trabajaba muy cerca, en una oficina muggle, no se bien que es lo que hacía.- mientras hablaba, no dejaba de observar a James, que furioso lo miraba a los ojos. - Venía a almorzar todos los días. Para ese entonces, Lily ya sabía que yo estaba ahorrando dinero y que por eso trabajaba en el bar. Como su jefe le pagaba el almuerzo, todos los días me dejaba una buena propina. Así nos hicimos amigos. Un día su hora de almorzar coincidió con mi hora de descanso y el señor Wallace me dio permiso de sentarme en su mesa. Hablamos muchísimo. Me contó donde trabajaba y que lo hacía para no tener que soportar a su hermana en casa todos los días.- James se enfurecía cada segundo un poco más. - Un día salí tarde de trabajar y pasé cerca de la oficina en la que ella trabajaba. Gracias a Merlín se me ocurrió pasar por allí ese día.-
-¿Por qué? ¿Qué pasó ese día?- preguntó James.

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Tres chicas, tres pensamientos distintos, tres temores diferentes. Val esperaba la explicación de Lily con ansias. Mel se había refugiado en la oscuridad que le proporcionaban los doseles cerrados de su cama. Y Lily, ella simplemente conservaba el miedo pintado en el rostro.

-¿Vas a contar de una buena vez que fue todo eso si o no Lily?- Val ya rozaba los límites de su paciencia.
-No es tan fácil como crees.-
-Sea lo que sea cuéntalo. Somos tus amigas.- detrás del dosel de la cama de Mel se oyó un bufido.

Lily se levantó de su cama. Caminó unos pasos hasta la ventana y vio desde allí el campo de Quidditch. Cerró los ojos y comenzó su relato.

-Una tarde salí de trabajar y Karkarov comenzó a seguirme. No le di importancia. Pero con el tiempo la cosa se hizo peor. Fue cuando encontré a Remus.- Val espero ver la reacción de Mel, pero no llegó. - El trabajaba en el restaurante en el que yo almorzaba todos los días. Me di cuenta que no era como Potter o Black. Es un buen chico. Gracias a él no me pasó nada cuando
-
-¿Cuándo que Lily?- preguntó Val desesperada.

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James ponía atención. Quería saber hasta donde era capaz de llegar su ex amigo.

-La atacó. Lo vi cuando la atrapaba contra la pared e intentaba besarla por la fuerza.-
-¡¿Qué?!- Sirius no podía creer lo que oía. James no pudo articular palabra alguna.
-Lo que oyes. El estúpido de Karkarov intentó violarla. Fui un idiota. Me paralicé al ver lo que ese degenerado hacía. La llevó hasta un callejón oscuro que había cerca. Cuando nadie los veía quiso aprovecharse de ella.- James ponía atención al relato pero su furia ya no era provocada solo por su amigo, ahora Karkarov también se llevaba su parte. - Reaccioné justo cuando levantaba su camiseta. Lo golpeé por detrás y en el acto me acerqué a Lily.-

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Seguía parada junto a la ventana. El aire fresco le daba en el rostro secando suavemente las lágrimas que la pelirroja no podía contener.

-De no haber sido por Remus quien sabe que hubiese pasado ese día.- Val quiso acercarse y abrazarla, pero no logró levantarse. La sola idea de que ese depravado estuviera rondando por el colegio y amenazando a su amiga le daba terror y furia a la vez. - Mientras Remus me preguntaba si estaba bien vi a ese gusano sacar su varita. Iba a atacarlo a Remus por la espalda pero logre detenerlo a tiempo. Lo desmayé. Aún no sé como recordé el hechizo.-

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Remus, sentado en su cama, seguía recordando los detalles de aquel día.

-La saqué de allí y la lleve a un bar que había cerca. Pedí un té bien fuerte. Mientras lo tomaba logré que confiara en mí y me contara todo lo que había pasado desde la primera vez que se cruzó con Karkarov. Intenté convencerla de hacer la denuncia, pero no quiso. Dijo que no había forma de comprobar que él la acosaba porque nunca nadie lo había visto. Le prometí que no la dejaría sola. Que no dejaría que le hiciera daño.-

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Lily había contado su secreto. Val no entendía como había sido capaz de soportar tanto ella sola.

-Remus fue todos los días a buscarme a casa para acompañarme hasta la oficina. Me esperaba durante una hora hasta que me correspondía salir. Caminaba conmigo de casa al trabajo y de regreso. En esos días él y yo nos hicimos amigos. Remus es una gran persona. Me contó muchas cosas de su vida y todo para que yo me sintiera segura y confiara en él.-

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Desde su cama, James preguntó:

-¿Y luego te hiciste su novio?-
-No James. Eso fue lo que le dije a Karkarov para que la dejara en paz. Pero parece que al desgraciado eso lo excita más. Desde que le dije que era mi novia no ha hecho más que seguirla y esperar a que esté sola. Cuando Lily se enteró que vendría a estudiar a Hogwarts pensó en no volver. Le dije que yo le había prometido cuidarla y eso haría. Me preguntó como tenía pensado cuidarla durante la luna llena y
-
-¿Le dijiste que eres un
?-
-Sí. Y no le importó en lo más mínimo que yo fuera un licántropo o que ustedes fueran animagos ilegales.-
-¡¿LE CONTASTE QUE SOY UN ANIMAGO ILEGAL?!- Gritó James.
-Eso dijo Cornamenta.-
-Sí. Y ahora se lo acabas de contar tú al resto del colegio.- James lo miró enojado. - Pero pueden quedarse tranquilos, que su secreto está a salvo con Lily. Ella nunca dirá nada.-
-Si, claro. Seguro que la prefecta Lily no dirá nada.-
-¡NO LO HARÁ JAMES! Lily tiene cosas más importantes en que pensar que en andar delatándonos. Además cree que lo que ustedes hacen por mí es admirable.-
-¿Eso dijo Evans?- preguntó incrédulo Sirius.
-Sí. Pero el tema aquí es otro. Ahora ya saben lo que sucede. Necesito que me ayuden a cuidarla de ese infeliz. Yo puedo acompañarla a todas sus clases de ser necesario, pero en luna llena no podré. En ese momento necesito que la cuiden ustedes. Que no la dejen sola ni un minuto.-
-Ya te dije Lunático que no la dejaré sola ni un minuto.-
-¿Qué dices tu James? ¿Puedo contar contigo?-
-Ni lo dudes amigo.-

Las diferencias ya no existían. La respuesta de James fue clara. Nadie se acercaría a Lily. Así tuviera que dar su vida por ella, nada ni nadie la iba a lastimar jamás.
Esa frase resonaba en su mente. Dar su vida por ella. ¿Tanto valía Evans para él? ¿Remus tendría razón cuando le decía que algún día encontraría a la mujer que lo hiciera sentar cabeza? ¿Sería Lily esa mujer que lo alejaría de las demás? Tal vez mientras la cuidaba de Karkarov encontraría una respuesta.

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Mel había corrido las cortinas que la aislaban del mundo para oír lo que Lily contaba. La pelirroja estaba parada junto a la ventana mirando fijamente el campo de Quidditch. Ambas amigas sabían porque lo hacía. Unos años atrás, Lily había descubierto mirando ese campo que estaba enamorada de James Potter. Solo que jamás lo admitió.
El relato de Lily aterraba a cualquier mujer en su sano juicio. Karkarov había intentado abusar de ella en más de una oportunidad. Fue gracias a Remus que prácticamente logró salvarse. De no haber sido por él no hubiese vuelto ni a la oficina ni al colegio.
Val la escuchaba atenta. Sabía que Lily valoraba mucho la protección de Remus. Notó como el huracán de la ira crecía en su interior. Ese Karkarov le pagaría a su amiga cada lágrima que estaba derramando y ella lo haría pagar.
La pelirroja terminó de contar su historia. En silencio, Mel se paró de su cama y fue hasta ella. No dijo nada. Sabía que las palabras no eran necesarias. Puso una mano en su hombro y lentamente la giró. La abrazó fuerte. Val no tardó en unirse a ese abrazo. Lily se hundió en el pecho de sus amigas como tantas veces había hecho con Remus. En ese abrazo silencioso, las tres amigas se dijeron todo.
Lily se desahogó esa noche. Las tres se quedaron dormidas en la cama de la pelirroja que les había pedido que no la dejaran sola. A la mañana siguiente, ya más tranquilas bajaron a desayunar. Se encontraron con un trío de guardaespaldas sentados en los sillones de la sala común. En la noche, habían acordado proteger a las tres chicas por igual. Mel y Val ya lo habían visto. Tenían miedo que el Slytherin intentara propasarse con ellas también.

En cuanto las oyó bajar las escaleras, James se paró de un salto. Se acercó a la pelirroja y mirando al suelo, como si temiera mirarla a los ojos, le dijo:

-¿Podemos hablar un minuto?-
-Voy a desayunar con mis amigas.- aun seguía enojada por el intento de beso. Pero más que enojo sentía miedo. Desde que Karkarov la seguía, cualquier hombre la asustaba. El único en quien confiaba era Remus, y solo porque conocía lo más profundo de sus sentimientos.
-Solo será un minuto. Lo que tardemos en llegar al comedor.-

Lily miró a Remus. El licántropo no tenía idea de que quería su amigo, pero confiaba en él. Sabía que no haría nada fuera de lugar. Le hizo un gesto que la pelirroja tomó como un Sí, habla con él. Y salieron juntos de la sala común.

Caminaron por los pasillos del colegio juntos y en silencio. Muy por detrás iban los otros cuatro. A Lily la estaba poniendo muy nerviosa el silencio de James así que sin más le dijo:

-¿Me vas a decir de una vez por todas que quieres?-
-No es fácil decir lo que
-
-Fácil o no dímelo de una vez.-

Habían llegado a la puerta del Gran Comedor. Lily se detuvo esperando una respuesta. James evitaba mirarla. Sus amigos pasaron junto a ellos y entraron. Lily estaba empezando a enfurecerse y James lo notó. No quería que la pelirroja se enfadara, así que junto su valor Gryffindor y disparó directo.

-Perdóname.-

Podría haber esperado cualquier cosa de él. Que se lanzara en picado con su escoba desde la torre de astronomía, que la persiguiera por años para lograr una cita, que coqueteara con cada ser viviente del género femenino que se parara frente a él. Pero nunca, jamás pensó que lo oiría pedir perdón y mucho menos con tanta sinceridad.
Viendo que la pelirroja no reaccionaba continuó.

-Si yo no te hubiera dejado ir sola nada de lo que pasó ayer hubiese pasado.- la expresión de Lily iba de sorprendida a enojada y luego a sorprendida otra vez. - Pero al menos tuvo algo bueno.- las verdes esmeraldas de Lily tomaron un brillo extremadamente peligroso. - Me refiero a que si no hubiera sido por eso no nos hubiéramos enterado de nada. Ahora podemos cuidarte entre los tres.-
-Yo no necesito que tú o Black me protejan de nada. Remus
-
-Tú sabes que Remus no podrá estar a tu lado siempre. Sirius y yo las vamos a cuidar de ese infeliz cuando Remus
bueno, tú sabes.- el rostro de la pelirroja cambio al recordar el hecho del día anterior. James siguió hablando. - Perdóname. Yo no debí actuar así.- Lily lo miró a los ojos. James se estaba disculpando. - Si no hubiera sido por mí
-
-No te preocupes.- Lily sonrió.

El corazón de James dio un salto de alegría. No sabía por qué, pero en ese momento sintió la fuerte necesidad de proteger a esa pelirroja de cualquier peligro. De ser necesario daría su vida por ella. Lily sonreía. Era la primera vez que la veía sonreír para él. No pudo contenerse.
Apartó un mechón de pelo que caía sobre la frente de Lily y se acercó a ella. Iba a besarla.

Se estaba acercando peligrosamente. No sabía por qué pero no podía alejarse. Bueno, en realidad sabía porque no lo alejaba, la verdad es que muy en el fondo no quería hacerlo. Pero al final, lo hizo.

-¿Lo ves? Eres un idiota Potter.-
-Pero
-
-¿No te das cuenta verdad? Eres igual que Karkarov.-
-¡YO NO SOY COMO
!- pero ella no lo dejó terminar.
-¿Estás seguro? No haces otra cosa más que acosarme desde que nos conocimos. Has intentado besarme tantas veces que ya perdí la cuenta. Solo te falta
- a la pelirroja se le llenaron los ojos de lágrimas.

Quería abrazarla, pero después de lo que le había dicho pensó que no era buena idea. La vio llorar y le partió el corazón. No le importó que fuera o no una de sus mejores ocurrencias. La abrazó. Lily se refugió en sus brazos mientras tiernamente el moreno la acariciaba. Se sintió protegida. Nada le pasaría en brazos del moreno. Pero lo que más la convenció fueron las palabras del joven Potter.

-Shhh
No llores pelirroja. Se caerán de tristeza las estrellas. Yo nunca voy a lastimarte así. Déjame cuidarte. Por favor. No quiero que nada te pase. Perdóname por todo lo que te he hecho. Nunca pensé que pudiera lastimarte tanto. No quise que te sintieras así. De haberlo sabido nunca lo hubiese hecho. Te prometo que nunca más lo volveré a hacer. No voy a volver a molestarte para que salgas conmigo.- Lily hizo una mueca que a James le pareció graciosa. No le creía. - Créeme. No volveré a molestarte.-
-¿Y por qué debo creerte?-
-Porque te quiero.-



Capítulo 7
Un dolor y un beso.


Dos semanas habían pasado desde que Lily dejó a James parado en la puerta del Gran comedor esperando la reacción de la pelirroja. Dos semanas desde que Lily y sus amigas solo caminaban por el castillo en compañía de alguno de ellos tres. O al menos, lo suficientemente cerca para poder actuar a tiempo en caso de ser necesario.
Después de esa confesión, que a Lily le pareció sincera, había esquivado a James día tras día. El haber oído al merodeador decir que la quería la había descolocado en su posición constante de Odio a James Potter más que a nada en el mundo.
James, sin embargo, se mantenía lo más cerca posible de ella. Había tomado el lugar de Remus en cuanto a protección de la pelirroja se refería. Sorprendiendo a todos, Sirius había hecho lo mismo con Val y a Remus no le quedó opción que encargarse de Mel.
Remus pasaba el día intentando auto-convencerse de que lo que sentía por Mel era solo un capricho. Pero al llegar la noche, en la soledad de su cama, entre los doseles que lo alejaban del mundo exterior, el licántropo sabía que eso no era verdad.
Sirius se comportaba extraño. Unos días después del incidente con el búlgaro, había vuelto a la sala común enfurecido y ni siquiera James había podido averiguar la razón de su enojo. Aunque en el fondo, tanto él como Remus sospechaban que la causa del mal humor de Canuto tenía nombre y apellido.
Mel y Val intentaban animar a Lily. Salían juntas a caminar por el lago y hacían sus deberes en la biblioteca con ella para no dejarla sola. Lily les agradeció en silencio que después de aquella noche no volvieran a preguntarle nada de lo ocurrido con Karkarov. Después de lo ocurrido con James, no tenía fuerzas para explicar nada a nadie. Ni siquiera a sus amigas.

En uno de esos tantos paseos por el lago, las chicas se sentaron a descansar bajo la sombra de uno de los muchos árboles que había en aquel mágico lugar. Por primera vez en algunos días, Val había logrado que Lily sonriera. Las tres estaban disfrutando de la tarde bajo la atenta mirada de los chicos, que vigilaban todo unos metros mas alejados.
James jugaba con su preciada Snitch, Remus leía y Sirius estaba, como en los últimos días, perdido en sus propios pensamientos. De pronto, se removió nervioso en su lugar. Sus dos acompañantes lo notaron. Ante una seña muda de James, ninguno de los dos dijo nada. Remus comprendió que tal vez si lo dejaban hacer, podrían ver que era lo que tan disperso lo había tenido.
Sirius tenía la mirada fija en un punto, más bien en una persona. Kingsley Schacklebolt, un muchacho moreno de Ravenclaw, estaba junto a Val y en actitud sospechosa; al menos así lo veía cierto cachorrito.

Mel lo vio venir. Hacía un par de días que el moreno había vuelto a la carga. Durante el curso anterior, Kingsley no había hecho otra cosa más que tratar de conquistar el corazón de Val. Pero por alguna razón Val no le correspondía.

-Hola chicas.- se acercó a Val y le besó la mano. - Hola bella dama.- y de la punta de su varita, salió una flor blanca que cayó justo a la mano de Val.
-Hola Kingsley.- Val le sonrió. Se había propuesto olvidar su fatídico verano ese día. Y Kingsley sería el camino a seguir
-Estaba observándote desde mi lugar y me preguntaba
¿Quisieras acompañarme a Hogsmeade el próximo sábado?-
-El próximo sábado es mañana.-
-Lo sé. Si me dices que si, no soportaría esperar mucho para que el colegio entero me vea con la chica más linda del colegio.- la voz profunda y seductora del moreno la hizo sonrojar. Sin decir palabra alguna, la joven aceptó con un sutil movimiento de su cabeza. - Bien. Entonces mañana después del desayuno, a las diez, te espero en la puerta del Gran Comedor. Hasta luego hermosa.- se inclinó hasta ella y volvió a besarle la mano. - Hasta luego señoritas.- les dijo a Mel y Lily que los miraban y sonreían felices por su amiga.

En cuanto Kingsley se perdió de vista, las chicas comenzaron con su típico murmullo de adolescentes. Un murmullo que fue interrumpido por la brusca intervención de Sirius Black.

-¿Qué haces infeliz?- Val intentaba soltarse del fuerte brazo de Sirius que con un movimiento brusco la había levantado del suelo y la arrastraba hasta el castillo.
-Tenemos que hablar.- gruño el merodeador.
-¡Suéltame animal!-
-Si, una vez al mes. Ya se lo dije a Remus el día que llegamos.-

En el mismo momento en que Sirius se llevaba a Val a la rastra, James y Remus, previendo la catástrofe, se levantaron también. Mel y Lily no fueron menos que los chicos. Los cuatro trataron de darle alcance a la pareja, pero Sirius parecía muy apurado por encontrar un lugar donde nadie los viera y no fue fácil alcanzarlos.

Entró a varias de las aulas que encontró en su camino. Pero en cada una de ellas había alumnos. Al final de uno de los pasillos que recorrió mientras peleaba con la chica, encontró un aula vacía. Entró y cerró la puerta. James y Mel, que eran los dos que en mejor estado se encontraban llegaron justo para oír el portazo. Remus también hubiera llegado junto con ellos de no haber sido por la cercanía de la luna llena y Lily
bueno, Lily llegó junto con sus compañeros pensando en que debía pasar menos tiempo en la biblioteca y mas haciendo ejercicio.
Cuatro orejas curiosas se pegaron a la puerta, previo forcejeo por conseguir el mejor lugar, para escuchar lo que pasaba adentro.

-¿Se puede saber qué diablos haces?-
-Eso es lo que yo te pregunto a ti. Eres peor que un troll. ¡Me lastimaste el brazo!- el joven de ojos grises examinó la extremidad lastimada y con la voz fría le dijo:
-Nada que Madame Pomfrey no pueda curar en cinco minutos.-
-¡ESO NO TE DA DERECHO A DAÑARME DE ESA FORMA!- la joven reflexionó sobre sus palabras y volvió a explotar. -¡NADA TE DA DERECHO A DAÑARME! PERO CLARO, ME OLVIDE QUE ERAS UN
-
-¿UN QUÉ? ANDA, DILO.- Val escondió su mirada. - VAMOS, DATE EL GUSTO.- se acercó a ella amenazante. - DIME QUE SOY UN MALDITO BLACK.- la joven no dijo nada. Solo miraba sus zapatos. -¿Eso es lo que crees verdad?-
-Yo no
- pero el moreno no la dejó hablar.
-¿Qué hacías con Schacklebolt?- el enojo del joven era mas que evidente. Por eso, Val lo miró asombrada antes de responderle.
-¿Y a ti qué te importa?- le contestó indignada.
-Me importa. Dime ¿Qué hacías con él?-
-Eso no es asunto tuyo.-
-¡SI LO ES! ¿Estabas coqueteando con él verdad?-
-¿Y desde cuándo tu te metes en mi vida?- Val se había levantado de la silla en la que se dejó caer al entrar al aula. Estaba tan enfurecida como Sirius y estaba dispuesta a encararlo una vez más.
-No puedo creerlo. Estabas coqueteando con ese infeliz.-
-¡A TI NO TE IMPORTA LO QUE HAGO O NO DE MI VIDA! ¡DÉJAME EN PAZ!-
-¡SI ME IMPORTA!-
-NO ME HAGAS REIR BLACK. A TI LO UNICO QUE TE IMPORTA ES TENER UNA NUEVA CONQUISTA PARA NO ABURRIRTE.-

Afuera, los dos varones negaban con la cabeza. Si Valerie quería calmar a Sirius, llamarlo Black no era la mejor opción.

-No tienes idea de lo que estás diciendo. Tú no sabes quien soy.- susurró el animago.
-SI QUE SÉ QUIEN ERES. ERES UN PREPOTENTE, ARROGANTE Y EGOCENTRICO. UN ESTÚPIDO AL QUE LO ÚNICO QUE LE INTERESA ES SER EL CENTRO DE ATENCIÓN.-

Sirius cerró fuertemente los ojos en un claro intento por tranquilizarse. Val aprovechó la distracción del moreno e intentó salir. Pero no pudo abrir la puerta. Sirius la había cerrado con algún hechizo. Sacó su varita de su bolsillo y cuando estaba a punto de decir el hechizo, Sirius se la arrebató de la mano.

-¿Qué haces? Devuélveme mi varita.-
-No. De aquí no te vas hasta que no me digas que no te volverás a acercar a Schacklebolt.-
-¿Y se puede saber por qué tengo que hacer semejante cosa?-
-Porque yo lo digo y punto.-
-Quítate esa loca idea de la cabeza. Tú no eres mi dueño.-
-¿Estás segura?-

Cuatro pares de ojos se miraron intrigados. ¿Qué pasaba con esos dos?

-¿Qué pasa contigo Black? No puedes haber aceptado semejante locura. Tú no quieres esto.- Sirius le dio la espalda. No la miraba y tampoco le contestaba. - Yo lo recuerdo. Yo estaba allí, hiciste un escándalo cuando tu padre lo dijo.-
-Están hablando de la reunión.- murmuró Lily a Mel.
-¡Shh! Dejen oír.- las regaño James.
-No tienes idea de lo que pasó ese día.-
-¡SI LO SÉ! GRITASTE COMO UN LOCO CUANDO ESCUCHASTE A TU PADRE
-
-¿Y TÚ SABES POR QUÉ GRITE?-
-PORQUE TE MOLESTA TANTO COMO A MÍ LO QUE PRETENDEN.-
-¿Y QUÉ SABES TÚ QUE ES LO QUE A MÍ ME MOLESTA?- gritó el moreno aun dándole la espalda.
-Tú no quieres eso. Tú tampoco lo quieres.- Val lloraba sentada en un rincón del aula. - Tú no quieres estar atado a alguien que no quieres por el resto de tu vida.- los mismo cuatro pares de ojos se miraron sorprendidos. -Tú quieres encontrar a alguien que te quiera y no te haga sufrir.- Unas pocas lágrimas resbalaban por su rostro.
-Tú no sabes que es lo que quiero Valerie. Por favor cállate.- le suplicó el animago. Pero Val no lo escuchaba.
-Te oí gritar. Vi el escándalo que armaste cuando tu padre lo anunció. Te vi discutir con ellos intentando hacerlos entrar en razón. Tú no quieres pasar el resto de tu vida atado a mí.-

Afuera, James tuvo que afirmarse a la pared para no caerse de la impresión. Lo que acababa de oír lo dejó estático. Solo fue capaz de murmurar una frase que dejó a los demás tan aturdidos como él.

-Los prometieron en matrimonio.-
-¿Qué?- Dijo Lily.
-¿Aún se hacen esas cosas?- preguntó asombrado Remus.
-Para familias como la de Val y Black debe ser normal.- afirmó Mel.
-¡Shh! Dejen escuchar.- los volvió a regañar James.

Sirius cerró fuertemente los ojos y apretó los puños. Trataba de controlarse, pero ya no podía. No era capaz de aguantar un minuto más la catarata de sentimientos que lo invadía por completo.

-¿Y qué sabes tu de lo que yo quiero? Tú no sabes lo que pasó ese día. Tu padre te llevó a la fuerza de mi casa para que no te diera tiempo a unirte a mis gritos. No tienes idea de lo que pasó ese día.-
-¿Y qué pasó? ¿Tu madre te castigó por protestar? ¿Adelantaron la fecha de la boda? ¿En lugar de casarnos el próximo julio nos casamos en navidad? ¿O es que te dieron un plazo para embarazarme?- sin saberlo, Val acabó con el ultimo resto de control del merodeador.
-¡NO! ME ECHARON DE MI CASA. ME ARRUINARON LA VIDA. LA ULTIMA COSA BONITA QUE ME QUEDABA ME LA ECHARON A PERDER.- se mantuvo de espaldas. Sabía que en cuanto siguiera hablando no podría contener por mucho tiempo su propio llanto y Sirius Black no lloraba en público. - YO NO QUIERO PASAR MI VIDA A TU LADO PORQUE ME OBLIGUEN. QUIERO HACERLO PORQUE ES LO QUE DESEO. PORQUE TE QUIERO. PORQUE TE CONOCÍ EN SEGUNDO, ME GUSTASTE EN TERCERO Y ME ENAMORÉ DE TI EN QUINTO. PORQUE NUNCA ME ACERQUÉ A TI PORQUE TENIA MIEDO A QUE ME RECHAZARAS. PORQUE NO HAGO OTRA COSA QUE PELEAR CONTIGO PARA LLAMAR TU ATENCIÓN. PORQUE DE ESA FORMA SÉ QUE TENGO ALGO QUE NADIE MAS TIENE CONTIGO. Y ME OÍSTE GRITAR PORQUE ME QUITARON LA POSIBILIDAD DE CONFESARTE LO QUE SIENTO.- una tímida lágrima rodó por su mejilla. - Porque si te digo ahora que te quiero estoy seguro que pensarás que lo hago solo para cumplir con el maldito compromiso entre nuestros padres.-
-Yo
Tú no hablas en serio.- le susurró Val.
-¿Quieres pruebas? Toma. Al menos servirá para algo.-

Sirius le puso con suavidad una carta en sus manos. Val pudo ver el escudo de la casa Black que había aprendido a diferenciar del resto en los últimos tiempos. En silencio comenzó a leerla. El desprecio que era capaz de demostrar la madre del animago le dolió en el alma. Lo miró con compasión.

-Debería ponerme feliz por eso. Después de todo nunca fui parte de esa familia. Pero no puedo Valerie. Me arruinaron la única oportunidad que tenía de ser feliz obligándote a casarte conmigo solo para después borrarme del árbol genealógico y librarme de la obligación de ser un buen hijo. No puedo sentirme feliz.-

Un silencio prolongado se oyó. Luego pasos. Pasos que se dirigían a la puerta. James y Remus reaccionaron al mismo tiempo. Sabían que si Sirius los encontraba escuchando detrás de la puerta se enojaría, y mucho.
Con una envidiable rapidez, James sacó de entre su túnica su capa y arrinconó a Lily contra la pared para poder cubrirse los dos con ella. Puso una mano en la boca de la pelirroja para evitar el grito que ya podía adivinar en su expresión. La pelirroja lo miró con furia mientras él la miraba con sus ojos profundos. Sintió un escalofrío recorrer su espalda al sentir a la pelirroja tan pegada a su cuerpo. De no haber sido por el pequeñísimo detalle de que su mano estorbaba, estaba seguro que no habría dejado escapar la posibilidad de besarla.
Remus hizo lo mismo con Mel. Solo que el licántropo la metió en un hueco entre un tapiz y una armadura que había junto a ellos. Al instante supo que hubiera preferido que Sirius lo atrapara espiando a aquél lugar. El espacio era muy reducido y tenía a Mel tan cerca que podía sentir su aliento. Cerró los ojos intentando controlarse y pudo sentir como la joven a su lado temblaba. Sin pensar la tomó de la cintura y no se resistió. La acercó a él y la besó. Saboreó sus labios lentamente sabiendo que sería una tortura separarse después. La quería, pero no podía condenarla a vivir con alguien como él. Estaba seguro que la muchacha le reclamaría después y que en el mismo momento en que Lily se enterara le haría un escándalo por no seguir adelante. Pero no le importó. La besó y disfrutó sus labios en lo que creyó que sería la primera y última vez.

Sirius salió con paso firme del aula dejando a Val sentada en el piso con el pergamino donde la Señora Black le informaba a su hijo que había sido desheredado y excluido del árbol genealógico de la casa Black. No notó la tensión a su alrededor. Unos minutos después, Valerie salió corriendo en dirección contraria a la que había tomado Sirius. Las protestas de algunos niños de segundo, con los que había chocado Val, rompió el hechizo en las dos parejas que salieron de sus respectivos escondites. Ninguno de ellos pudo articular palabra alguna. Aún podían sentir el cuerpo del otro vibrar muy cerca del suyo.


Capítulo 8
Negación.


Oyó a Sirius salir de aquella aula como si lo persiguiera un boggart. En algún lugar de su mente escuchó la voz de su conciencia que le decía que su mejor amigo acababa de pasar por un mal momento y que seguramente lo necesitaba a su lado. Pero una fuerza extraña, algo más fuerte que todo su ser, le decía que no rompiera por nada del mundo el contacto con aquellos ojos verdes. Que nunca se separara de ella. Que su vida era ella.

Debía salir de allí pronto. Después de aquel Te quiero de James en la puerta del comedor no había podido quitar la imagen de los ojos del moreno de su mente. Si ella lo odiaba ¿Por qué no dejaba de pensar en él? Aquellas palabras habían sonado tan verdaderas
Había pasado tanto tiempo deseando oírlas con aquella sinceridad, que le pareció un sueño. Quiso besarlo ese día, pero alguien, si recordaba bien Snape, los había interrumpido. Luego se dio cuenta a quien pertenecían esos labios que tanto había deseado ese día y se escapó. Pero ahora, estaba tan cerca, tan suave era la forma en que la tenía agarrada de la cintura para que no se moviera mientras con su otra mano tapaba su boca. Sus ojos, detrás de sus gafas, ni siquiera parpadeaban. Y otra vez esa sensación de no poder respirar nunca más si no lo besaba en ese mismo momento se apoderó de su ser.

Costó mucho mas de la cuenta despegarse de ella. No podía seguir así. No debía enamorarse. Tarde. Ya lo había hecho. Melanie era lo más importante en su vida. Haciendo un enorme esfuerzo logró separarse de ella. Como pudo, salió de su escondite después de que Val saliera corriendo.
Mel no reaccionaba. Aún sentía la dulzura de sus labios. Esa forma de besar tan suave, tan delicada. Sus caricias aun se sentían en su cintura donde él se había aferrado con fuerza a ella pero sin lastimarla. Lo sintió alejarse y salir de su escondite. No se atrevía a mirarlo. Temía ver desprecio en sus ojos. Si, Mel se había enamorado de él en cuanto lo vio por primera vez. Del chico tímido y retraído que siempre parecía enfermo. Tiempo después supo el porque de su aspecto. Pero no le importaba. Hubiese sido capaz de correr el peligro que suponía pasar el resto de su vida con un licántropo de no haber sido porque él, al poco tiempo de llegar al colegio, se había unido en sus travesuras a aquellos dos chicos que le habían enseñado a jugar con las mujeres. No quería sufrir. Por eso nadie sabía de su amor por él. Ni siquiera sus amigas.

Oyeron a Remus y Mel salir de su escondite y no tuvieron mas excusas para quedarse bajo la capa de James. Ella, sin separar sus ojos de él, suavemente colocó su mano sobre el brazo que permanecía crispado sobre su cintura y, en ese momento, la magia se hizo cómplice y las miradas revelaron parte de sus sentimientos más profundos, mas las apariencias pesaban en sus conciencias. Ella suave pero firme, le apartó la mano, y endureciendo sus gestos, se separaron y con disgusto salieron a la luz que iluminaba el pasillo.
Por un instante, los dos amigos se miraron a los ojos y fue suficiente para despertar. Las chicas tardaron un poco más.

-Debemos ir por él.- dijo James.
-Y nosotras debemos buscar a Val.- dijo Mel buscando la complicidad de Lily para huir lo mas pronto posible de ahí.
-Si.- contestó nerviosa Lily. - Vamos.- y tomó a Mel de la mano.
-¡Esperen!- Mel tembló de pies a cabezas al oírlo. - No pueden ir solas.- le dijo a su amigo.
-Tienes razón.-

Los dos chicos se miraron. Sabían que Sirius los necesitaba. Pero no podían dejar que las chicas caminaran solas por el castillo. Remus comprendió de inmediato que por mucho que quisiera evitarlo debía ser el quien acompañara a las chicas. Él también era amigo de Sirius, pero James era como su hermano. Luego podría alcanzarlos y unirse a ellos.

-Iré con ellas. La encontraremos y las dejo en la sala común. Luego voy con ustedes.-
-De acuerdo. Ten cuidado.-
-Ya vete. No es buena idea que esté solo.-

No lo pensó dos veces. James salió disparado fuera del castillo. Sabía donde encontrarlo. Siempre se refugiaba en el mismo lugar: junto al tronco del roble que casi los mata una de esas tantas noches de luna llena, cuando un rayo durante la noche tormentosa lo derribó.
Y allí estaba. Sentado con la espalda recostada en lo que alguna vez fueron las raíces, ahora secas del árbol. Tenía la mirada perdida en el espeso y oscuro bosque. James se acercó muy despacio, tratando de no molestar. En ese momento recordó que no tenía porque saber que su amigo estaba allí a menos que se delatara y le confesara que lo había oído todo. El crujir de las ramas secas bajo sus pies lo delató.

-Deberías haber aprendido ya que la capa no cubre tus tobillos si no te agachas. Sobre todo después de que Dumbledore nos descubrió el año pasado en la puerta de su despacho esperando a Lunático.- James sonriendo se sentó a su lado. - Claro que teniendo tan cerca a Evans seguro que lo olvidaste.-

Y otra vez las voces del bosque prohibido se adueñaron del lugar. James acarició la palma de la mano con la que había callado a la pelirroja. Se dio cuenta que le hubiese gustado más que fueran sus labios los que la mantuvieran en silencio. Pero no estaba allí para pensar en eso. No. Estaba allí sentado para apoyar a Sirius.

-Perdónanos. No quisimos
-
-Si no hubieran estado allí parados no serían mis amigos.- James sonrió. - Además fue lo mejor.-
-¿Por qué?-
-Porque así no tengo que repetir otra ves el cuentito.-
-¿Es verdad
?-
-¿Qué me enamore de Valerie?- James asintió. - La más pura verdad.-
-Pero si te llevas fatal con ella.-
-Ya me oíste. Es la única forma que tengo de tenerla cerca.-
-Canuto ¿Te oyes? ¿Tú? ¿Enamorado?-
-Si James. Me enamoré.- los dos se quedaron otra vez en silencio hasta que Sirius, se puso de pie y rompió el silencio con una carcajada sonora que retumbó en el bosque. - ¡Ni desheredándome me dejan en paz!-




Remus caminaba por los pasillos del colegio con las chicas. Los tres iban en silencio. Buscar a Valerie no sería tarea fácil teniendo en cuenta las dimensiones del castillo. La buscaron por todos lados pero no había rastro de ella.
-¿No estará en su cuarto?- aventuró Remus. Lily pudo ver que algo pasaba entre sus amigos. Pero no era momento para preguntar. Después lo haría con calma.
-No creo.-
-En algún lado tiene que estar.-
-No se me ocurre donde se puede haber metido.- Lily hablaba mirando a sus acompañantes pero ninguno de los dos levantaba la vista del suelo. Mel parecía alejada del mundo real.
-Tengo una idea. Vamos a la sala común.-
-Pero
-
-Confía en mi Lily. La encontraremos más rápido así.-

En cuanto llegaron a la sala común, Remus subió a su cuarto dejando a las chicas en la sala junto a la chimenea. Lily observó de cerca a Mel, y cuando estaba a punto de preguntarle que sucedía Remus volvió, se sentó junto a ellas y apuntó su varita a un sucio pergamino mientras susurró algo que para ninguna de las dos tenía importancia en ese momento.
El licántropo rebuscó en el mapa hasta dar con ella en uno de los pasillos del séptimo piso.

-Aquí esta. Vamos.-
-¿Dónde? ¿Cómo lo sabes?-
-Eso no importa ahora. Vamos. Las llevaré con ella y me iré con Sirius y James.-

Los tres salieron rumbo al séptimo piso. La encontraron junto a una ventana llorando. Lily y Mel se acercaron. Remus se quedó apartado para darles espacio. Espero a que el abrazo terminara y se acercó.

-Perdón que interrumpa, pero no es un buen lugar para hablar. Y además yo también tengo un amigo que me necesita.- miró a Val y siguió. Se de un lugar donde nadie las podrá molestar y estarán a salvo.-

Las chicas se dejaron llevar. Remus las condujo a la torre de astronomía.

-Sella la puerta con el hechizo más fuerte que conozcas e insonoriza la habitación. Que nadie pueda entrar ni oír que están aquí.- La pelirroja asintió. - Yo colocaré un hechizo anti-intrusos en la entrada. Toma.- le dijo, mientras le daba el espejo de James. -Es de James. Cuando quieran salir de aquí solo miras el espejo y dices mi nombre y yo te responderé.-
-Pero...- protestó Lily, más por el propietario del espejo que por las directivas de su amigo.
-Nada de peros. No salen de aquí hasta que no las venga a buscar alguno de nosotros.-
-Está bien. Procura venir tú.-
-No hagas esto. No hoy por favor.- La pelirroja no entendió. El muchacho partió.




Las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos. Nunca lo había visto llorar.

-No puedo creer que le haya dicho todo lo que siento y aun así no me creyera.-
-¿Y quien dice que no te creyó?-
-James, es Val. Nada de lo que yo diga para ella es cierto.-
-Tal vez solo necesita asimilar lo que le dijiste.-
-No James. Le hable con el corazón y no me respondió.-
-Sirius comprende que Val no se esperaba semejante confesión.- dijo Remus que había llegado justo en ese momento y se unió a la conversación.
-¿Y tú crees que yo quería decírselo de esa forma? No Remus. Mis planes eran otros. Pero como siempre mi familia los hecho a perder.-
-Sirius que tu familia te haya prometido en matrimonio con Val...-
-Que mi familia me haya prometido con Val fue lo peor que me pudieron hacer. Valerie nunca va a creerme que de verdad la quiero. ¡Por Merlín! Me ha recriminado por cada cita que he tenido en los últimos 5 años y me encargue de demostrarle que ninguna me importó lo suficiente como para comprometerme de verdad. ¿Cómo se supone que va a creerme cuando le digo que a ella si la...? Val no va a creerme jamás.- James y Remus estaban de pie. Sirius se dejó caer abatido en el tronco. - La única mujer que he amado durante toda mi vida y la he perdido para siempre.-

Los dos amigos se miraron. El animago nunca se había comportado de esa forma. Nunca lo habían visto así por una chica. Generalmente era el quien las dejaba llorando a ellas. Pero como tantas veces había predicho Remus, Lo que aquí se hace, aquí se paga y Sirius estaba pagando. En ese momento James comprendió la única frase que jamás había entendido del repertorio de frases hechas de su hermano. Ahora sabía que quería decir cuando le contestaba a Remus Tranquilo Lunático. Yo voy al día con el pago.
De repente, una sonrisa se dibujó en el rostro de James. Había encontrado la forma de animarlo. Desde que habían llegado a Hogwarts, todos los pretendientes de Val habían desaparecido misteriosamente antes o después de sus citas. Lo que la chica atribuía a que solo querían jugar con ella, de ahí venía su rencor hacia el género masculino. Era más que evidente que Sirius era la causa de sus desapariciones y que por eso siempre se reía de ella en su cara fomentando con comentarios muy malintencionados aquella ira en la joven.

-Canuto, yo sé que no tienes ánimo para nada el día de hoy. Pero tenemos una broma muy pesada que planear.- Sirius lo miró con furia y Remus intentando adivinar que se traía entre manos. -¿Qué? No me miren así. Después de todo tengo razón.-
-James ¿Estás hablando en serio?-
-Nunca te hable más en serio en toda mi vida Canuto.- dijo con una fingida pose de ofendido.
-Eh... James. No creo que sea...-
-Lunático, amigo mío. Nos hemos pasado lo que va del curso protegiendo a esas damas de ese infeliz de Karkarov, sin poder gastarle ninguna broma por petición de Evans. Pero no la oí decir nada de Schacklebolt.- dijo con una sonrisa cómplice dirigida a Remus. El joven, entendió de inmediato hacia donde iba su amigo y decidió apoyarlo.
-Tienes razón.- dijo solemnemente. - Es más, ni siquiera hemos inaugurado el año.- dijo refiriéndose al hecho de que ninguna broma de los merodeadores se había hecho presente. -¿Por qué no empezar con él?-
-Porque la primera broma del año siempre es para un Slytherin.- contestó Sirius mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. - Pero no se preocupen. Tengo algo en mente que alejará a ese infeliz de nuestras chicas.-
Capítulo 9

Vuelvo a ser yo.




-¡Vamos! ¡Levántense de una vez!- un gruñido se oyó detrás de los doseles de una de las otras cuatro camas. - Ya holgazanes ¡LEVÁNTENSE DE UNA VEZ!-



Dos camas a su izquierda y dos a su derecha permanecían imperturbables a pesar del griterío del moreno.



-¡YA LEVÁNTENSE DE UNA VEZ O LO LAMENTARÁN!-



Los doseles de la cama de James, la primera de la izquierda, se abrieron bruscamente y un moreno más despeinado que de costumbre, con su suave voz, le gritó:



-¿QUIERES CALLARTE DE UNA VEZ CANUTO? ¿O ES QUE QUIERES MORIR JOVEN?-

-Si es así yo me apunto para matarlo.- la voz tranquila del licántropo se oyó desde el interior de su cama.

-Yo no sé porque diablos grita tanto pero llegue hace menos de media hora, así que si hay que matarlo por despertarnos los ayudo muchachos.-

-Ya sé que llegaste hace media hora Frank, gracias. Si no hubiera sido por la silla que tiraste al entrar no me hubiese despertado y seguramen...-

-¡LONGBOTTOM!- se oyó de la cama de los otros dos merodeadores.

-¿QUIEREN DEJARME DORMIR DE UNA VEZ? NO SÉ USTEDES PERO YO TENGO SUEÑO.-

-No tendrías tanto sueño si pasaras tus noches aquí y no con Alice.-

-¿Celoso Potter?-

-No digas idioteces quieres.-

-¿Pueden dejar la discusión de señoritas para más tarde? Tenemos cosas importantes que hacer.-

-¿Tenemos Sirius? Querrás decir que tienes cosas importantes que hacer.- el licántropo se levantaba de su cama dispuesto a entrar al baño.

-¿A dónde crees que vas?- preguntó Sirius tomándolo del brazo.

-¿A darme la ducha de todas las mañanas?-

-¿Qué parte de que ES TARDE no entendiste?-

-En realidad lo que no entiendo es porque no te mato por despertarme tan temprano.-

-Lunático son las diez de la mañana. ¡Ni los domingos te levantas tan tarde!- contestó Sirius.

-Sí, pero nunca nos acostamos tan tarde escuchando tus macabros planes para el pobre de Shacklebolt.- dijo James riendo.

-¿POBRE? ¿OÍ BIEN CORNAMENTA? ¿LO LLAMASTE POBRE? TE RECUERDO QUE ESE INFELIZ ME QUIERE ROBAR A MI VALERIE. LO ÚNICO QUE TIENE DE POBRE ES QUE SE HAYA PUESTO EN MI CAMINO.-

-Ya cálmate Canuto. Nadie va a quitarte a Val.-



Escasos minutos después, con Remus de mal humor por no haber podido tomar un baño como era su costumbre y con James que no hacía mas que reírse de Sirius, los tres amigos bajaron a la Sala Común.

En un rincón junto a una de las grandes ventanas de la Torre de Gryffindor Mel y Lily esperaban la llegada de los chicos.



-¿Dónde está Val?- preguntó Sirius desesperado.

-Se fue.- contesto Lily como si hablara del clima.

-¿CÓMO QUE SE FUE?-

-Se fue Black. Caminando, como cualquiera de nosotros lo haría.- Sirius miró a la pelirroja por única vez en toda su vida con cara de odio.

-¿Por qué la dejaste salir sola Lily? Tú sabes que no es prudente que
-

-No se fue sola.-

-¿Y con quién se fue?- pregunto Sirius temiendo la respuesta.

-Kingsley vino a buscarla.-

-¿Cómo que vino a buscarla? ¿No habían quedado en el vestíbulo?- preguntó Remus que las había oído hablar a Lily y Mel mientras buscaban a Val el día anterior.

-Sí. Pero Val le envió una lechuza esta mañana pidiéndole que la Que la pasara a buscar por aquí y él le respondió con una nota diciendo
- pero Lily no logró terminar la frase ya que Sirius de un tirón le arrancó la nota que Kingsley le había enviado como respuesta.

-Mi bella dama. Será un honor para mí pasar por ti. Ya no aguanto un solo minuto mas sin tenerte a mi lado.- leyó con furia el joven de ojos grises.

-¡Es un idiota!- Remus vio la expresión de Lily. Si le contestaba a Sirius se desataría una guerra en la Sala Común y no tenía ganas de separarlos.

-¿Podríamos bajar a desayunar? Tengo hambre.-

-Nada de desayunar. Se nos hace tarde. Nos vamos ya mismo a Hogsmeade.-



Cualquiera pensaría que cuatro es más que uno. Pues no. Tratándose de Sirius celoso, se necesitan más que cuatro para detenerlo. Así que una vez abajo, el castaño y el moreno que lo acompañaban intentaron virar a la izquierda, en un vano intento de entrar a desayunar al Gran Comedor. Pero un muy veloz Animago los tomó del brazo y los condujo hacia el lado opuesto; justo hacia la salida.

Las chicas iban tras ellos. Lily prácticamente era arrastrada por Remus que, al ver a James con intenciones de acercarse a ella en la Sala Común, la había tomado del brazo de tal forma que por nada del mundo se fuera a soltar. Solo Mel notó el comportamiento del licántropo y dio por sentado lo que siempre había sospechado, que Remus John Lupin jamás se fijaría en ella. Así que sola se había acercado a James y caminó junto a él hasta la salida.

Ya en la puerta, buscaron un carruaje que los llevara al pueblo.



-Sigo sin entender porque tenemos que ir con ustedes a Hogsmeade.-

-Sabes muy bien Lily que no pueden quedarse solas en el castillo.-

-Sabes muy bien Remus que no tenía intenciones de salir de la Sala Común. ¡Tengo mucho que estudiar!-

-¿Por qué no dejas de pensar en cosas tan horribles como estudiar? ¡Es sábado pelirroja! Diviértete.-

-A diferencia de ti Potter, yo soy responsable.-

-Yo sería responsable por ti si me dejaras.-

-¿Qué parte de que no te soporto no entiendes?-

-¿QUIEREN DEJAR DE DISCUTIR ESTUPIDECES?- gritó Sirius. -Necesito ayuda aquí.-

-A mí ni me mires. Ya te he dicho que no cuentes conmigo para esta locura.-

-Lunático eres mi amigo. No puedes dejarme solo en esta ¿Qué no vez que sufro?-

-No Sirius, lo que veo es que sigues haciendo la misma idiotez por la que no te creyó una sola palabra de lo que dijiste.- el animago lo miró enojado. - Te lo dije más de mil veces desde que tu dulce voz me despertó esta mañana. Esta no es la forma de recuperar a Valerie.-

-¿Recuperar a Valerie? Black para recuperar algo primero deberías haberlo tenido ¿No crees?-

-Como seguramente sabes mi querida Mel, si es que no te lo han hecho olvidar en el mismo momento en el que te enteraste, Val y yo estamos prometidos en matrimonio. Por lo tanto...-

-Por lo tanto un cuerno Sirius.- Remus contestó con su voz pausada pero enérgica. Había pasado casi dos semanas intentando esquivar a Mel y tratando de olvidar ese beso para que él con sus dotes de adivinador y casamentera le echara todo por la borda. - Tu mismo dijiste que no querías que las cosas fueran a la fuerza. Por eso te fuiste de tu casa. Esa no es excusa para hacer lo que estás haciendo.-

-¿Y si no estas de acuerdo porque vienes conmigo?-

-Primero porque me trajiste a la fuerza. Te recuerdo que no quería venir. Y segundo porque ya que estoy aquí intentare evitar que hagas una estupidez de la que te arrepientas por el resto de tu vida.-

-Tú no me entiendes. ¡Tú y tu manía de no enamo...! Por favor Remus. No me dejen solo en esta. James ayúdame hermano.-le dijo a sus amigos a modo de súplica.-

-Te ayudaré mientras tu plan sea, al menos, divertido.- dijo James. Los dos merodeadores miraron a Remus.

-Solo intentaré que no empeores las cosas. Pero si no me haces caso te quedas tu solito.-



Para Sirius con eso era suficiente. Mel estaba ausente. Se había vuelto a sumergir en ese beso y el dolor de saber que nunca volvería a probar esos labios otra vez. Al principio, Lily, estuvo a punto de protestar varias veces por los comentarios de los tres amigos. Pero la actitud de Mel volvió a captar su atención. Desde que habían escuchado a Sirius y Val detrás de la puerta, sus dos amigos no eran los mismos. Pero ni Mel ni Remus le contaban nada.

Llegaron al pueblo. Sirius bajó a James a rastras, que bajó a Mel de un brazo que se llevó a Lily que asustada se abrazó a Remus, formando así la cadena de magos adolescentes más larga y desquiciada según la opinión de los adultos con los que se cruzaron por el camino.

Cada vez que pasaban frente a un local en el que pudieran comprar comida a James se le hacía agua la boca y protestaba por no poder parar a tomar aunque sea un pequeñísimo bocadillo pero Sirius respondía que Val llevaba una hora, treinta y seis minutos y cuarenta y tres segundos, según los cálculos complicadísimos que había logrado sacar en el carruaje, con el idiota de Shacklebolt y ya no podían retrasarse mas.



Recorrieron el, pueblo de cabo a rabo, pero no los encontraron. Ya ciego del hambre que traía, James arrastró a Sirius, que protestaba a los gritos, hasta Las Tres Escobas

Nada mas entrar allí, la cadena de adolescentes, que ahora había cambiado el orden quedando las chicas al final, quedó como si alguien los hubiese petrificado. En una de las mesas mas alejadas de la puerta, Kingsley tomaba de la mano a Valerie y le susurraba al oído.



En la mesa, tazas de té descansaban a medio tomar, pero ninguno de los dos jóvenes notaba su presencia. La había invitado a desayunar y de una forma muy romántica se había sentado junto a ella.

Valerie se había perdido en los penetrantes ojos del moreno preguntándose si debía darse o no una oportunidad con él.

Con su pálida mano entre las suyas morenas, mirándola a los ojos le susurró:



Me gusta cuando callas y estás como distante.

Y estás como quejándote, mariposa de arrullo.

Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza,

Déjame que me calle con el silencio tuyo.




Val despertó de golpe al oír sus palabras. Pero antes de que pudiera articular palabra alguna él volvió a hablar:



-¿Nos vamos? Es un hermoso día. Podríamos caminar un poco.-

-Sí. Vamos.-



Y otra vez, tomados de la mano, salieron juntos del lugar. Demás esta decir que Sirius no se quedo quieto y fue tras ellos. Remus ya no temía que hiciera una estupidez, ahora estaba seguro. James, por su parte, estaba más que preocupado. Nunca había visto a Sirius enamorado y si las cosas seguían el curso que él imaginaba, su amigo iba a sufrir y mucho.



Las chicas fueron tras ellos esta vez más por curiosidad que por seguirlos. Val y Kingsley caminaban tomados de la mano por las calles del pueblo. Iban hablando y al parecer de algo muy divertido. Val no paraba de sonreír y algunas veces hasta podían oír su risa entre el murmullo de la gente a pesar de la distancia que los separaba. Con la última carcajada, Sirius perdió el poco control que le quedaba. Saco una pequeña botellita con un sospechoso líquido amarillo.



-Sirius ¿Eso es
- pero el licántropo no termino de preguntar.

-Pus de bubotuberculo.- contestó sonriendo James.

-¿Qué piensas hacer con eso Black?- preguntó Lily asustada.

-Enseñarle a ese idiota que con mis cosas no se juega.- dijo mirando muy concentrado a su víctima.



Con un movimiento de su varita encantó la botella para que flotara en el aire. Val y Kingsley estaba a unos diez o quince metros de donde ellos estaban escondidos detrás de un frondoso árbol. Val estaba parada sobre un escalón por lo que el moreno alcanzaba perfectamente su oído sin necesidad de agacharse y le dijo en voz baja:



Como todas las cosas están llenas de mi alma

Emerges de las cosas, llena del alma mía.

Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,

Y te pareces a la palabra melancolía.




Val no supo porque pero no pudo aguantar las ganas de abrazarlo. El suspiro enamorado de sus amigas y la furia por no ser él a quien abrazaba hicieron que perdiera la concentración y el pus de bubotuberculo fue a parar a la cabeza de Régulus Black.



-¡Maldición!- dijo el animago entre dientes. -¿Siempre tiene que haber alguien de mi familia en medio?-

-James esto se está poniendo complicado.-

-Ya déjalo Remus. Shacklebolt se lo merece.-

-¿A si? ¿Y por qué se lo merece?-

-Por meterse con la mujer de otro.-

-Te recuerdo Potter que mi amiga
-

-¡Se pueden callar! Vamos, si no se mueven los vamos a perder.-



Sirius los sacó de su escondite para seguir a la pareja. Los chicos caminaban por una calle de las menos transitadas del pueblo. El animago supo a donde iban en el mismo instante en que vio a su rival tomar ese camino.



-El desgraciado sabe bien que hacer.- dijo con los dientes apretados.

-¿Por qué lo dices?- preguntó James.

-La lleva al campo de margaritas del viejo Roran.-



El moreno volvió a detenerse y otra vez se puso de frente a ella. Con voz seductora entonó una bella estrofa similar a las anteriores.



Déjame que te hable también con tu silencio

claro como una lámpara, simple como un anillo.

Eres como la noche, callada y constelada.

Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.




Al oír a Kingsley hablar de estrellas su corazón la llevó directo a Sirius. Lo amaba con toda su alma. Pero no había podido creer que tan bajo podía llegar un Black para cumplir con el mandato de su familia. Era capaz de llorar frente a ella con tal de que creyera que si la amaba. Le dolió tanto esa actitud que no dudó un segundo en aceptar darse una oportunidad de olvidarlo en brazos del moreno que tenía enfrente. Dio un salto y bajó del tronco en el que se había parado minutos antes y lo abrazó por el cuello. Lo tomó por sorpresa y casi pierde el equilibrio. Lo que Val nunca supo fue que de no haber sido así, el encantamiento piernas de gelatina que Sirius le lanzó a Kingsley le hubiera dado de lleno en plena espalda.



-¡Maldito suertudo!- gruño Sirius.

-Se está equivocando.- dijo de pronto Mel. Todos se sorprendieron. No había hablado prácticamente en todo el día.

-¿Por qué lo dices?-

-Porque está usando a Kingsley para olvidar. Y eso no sirve.-

-TU AMIGA NO TIENE NADA QUE OLVIDAR.- gritó Sirius y entre James y Remus le hicieron señas para que se calle.



Lily había avanzado unos árboles más adelante y James lo notó. Mientras Remus, Sirius y Mel discutían, ellos dos observaban a la pareja.



-Se ven bien.-

-Sí. Pero Mel tiene razón. Valerie no lo quiere.-

-¿Y tú como lo sabes?-

-Porque en estas dos semanas tu amiga miraba a mi amigo como yo te miro a ti.- estaba a punto de besarla cuando oyeron la voz de sus acompañantes acercarse y Lily aprovechó la interrupción para voltearse a ver a Valerie.

-¿Interrumpimos al
?-

-¡SHHH! Desde aquí podemos escuchar de que hablan.- dijo Sirius. Y minutos después se arrepentía de poder escuchar.



Me gusta cuando callas por que estás como ausente,

Y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

Parece que los ojos se te hubieran volado

Y parece que un beso te cerrara la boca.


Suavemente se inclinó y sus labios se unieron. Sirius se sintió morir. La estaba perdiendo en manos de aquel moreno. No podía dejar que eso pasara. No, esa era SU Val. Quiso ir a golpearlo hasta que le entrara a fuerza que Val le pertenecía, que nadie podía tocarla. Entonces la voz de su conciencia, Remus, le hizo ver con un simple gesto que el que sobraba allí era él.

-Nadie la obliga Sirius. Esta allí porque quiere estar.-

Luego de meditarlo unos minutos, que a James le parecieron eternos, Sirius contestó.

-Tienes razón.- y forzando una sonrisa miró a sus amigos y en un débil susurro para evitar que lo oyeran las chicas, les dijo: -No puedo perder tiempo con esto. Tengo una apuesta que ganar antes de San Valentín.-

Capítulo 10.
Confesiones en rojo y negro.



Había pasado una semana desde la salida a Hogsmeade. Durante los primeros días solo se habló de la nueva parejita en los pasillos del colegio; después, los comentarios se fueron calmando. Pero lo cierto es que en lo que llevaban de clases, el grupo de los Merodeadores y las chicas no solo se había unido inconcientemente, si no que, en un pacto silencioso se protegían uno al otro.

Lily estaba sentada en la Sala Común haciendo la tarea de Astronomía. Cansada ya de tanto leer, levantó la vista del libro y observó el panorama. En uno de los sillones junto a la chimenea estaba James. Desde que habían oído esa charla detrás de la puerta entre Sirius y Val, los seis habían cambiado su actitud. El moreno, por ejemplo, se había convertido en la sombra de Mel. Al principio sintió algo extraño en ella misma al comprobar que ahora el animago se ocupaba de su mejor amiga y no de ella. En seguida le atribuyó esa sensación al hecho de que Remus estaba enamorado de Mel y no entendía como su amigo podía hacerle algo así. Mel estaba sentada junto a la ventana, con la mirada perdida. Así había estado desde que tuvo que esconderse con Remus para que no los descubrieran. Sus sospechas se confirmarían si al menos el licántropo diera una señal. Pero al parecer, si algo había pasado, solo Mel había estado allí.
Val había pasado la semana en compañía de su novio. Había que reconocer que en cualquier otro momento se hubiesen alegrado por ella. Kingsley era un gran chico y la cuidaba mucho. Val parecía feliz, pero tanto la pelirroja como la rubia sabían que no era cierto. Durante el día, Val pasaba sus horas libres junto a Kingsley. Según ella, junto a él se encontraba en paz, lejos de las locuras de sus padres. Fue la única mención que hizo con respecto a Sirius. Se veía contenta, él hacia muchos méritos para eso. Todos los días, la pasaba a buscar para ir al comedor a desayunar juntos y siempre le traía un regalo. Una flor, un chocolate, un poema. Y cada minuto libre que tenían se perdían en algún pasillo del colegio para estar solos. Pero en las noches, al cerrar los doseles de su cama, Lily y Mel la oían llorar. Las dos primeras noches intentaron acercarse a la cama para consolarla. Pero nunca dejó que lo hicieran. Las chicas decidieron darle espacio para que se aclarase. Cuando estuviera lista, hablaría.
Remus, el dulce Remus. Había pasado más tiempo con ella en esos días que con sus propios amigos. No es que le molestara, el licántropo era un gran amigo y un mejor compañero de estudios. Pero estaba segura que estaba sufriendo y podía apostar su varita a que la causa de su sufrimiento tenía nombre, apellido y dormía en la cama que estaba junto a la de ella.
Ella misma se sentía extraña. Se detuvo un segundo mas en James. ¿De verdad su enojo se debía a la supuesta traición a Remus? No, ni ella se lo creía. Ya había admitido alguna vez que sentía algo por él y lo había escondido en lo más profundo de su corazón. Pero ahora no podía controlarlo. A pesar de que nadie lo había notado, ella si veía el enorme cambio con respecto a Potter

Un fuerte ruido la sacó de sus pensamientos. Sirius había corrido una silla para sentarse junto a ella.

-Hola preciosa.- James miró atentamente la escena. No le gustaba nada que su amigo se paseara tan cerca de la pelirroja y mucho menos que le hablara así.
-Estoy estudiando Sirius.-
-¡Bueno! Veo que voy mejorando contigo. Ya soy Sirius.-
-Y con la misma rapidez puedes volver a ser Black.- dijo enojada.
-Tranquila pelirroja. Vengo en son de paz.- dijo sonriendo. - Estaba afuera, y he visto que ha parado de llover y me preguntaba si la pelirroja mas linda de Gryffindor me concedería el honor de dar un paseo junto al lago.-
-Pues solo es cuestión de que busques a Madelaine y le preguntes. Pero creo que hasta tú tienes algo de sentido común y no saldrías con una niña de segundo. ¿O si Black? ¿Serías capaz?-
-¡Que chistosa! ¿Me acompañas a dar un paseo a la luz de las estrellas?-
-En primer lugar Black si acaba de dejar de llover, junto al lago debe estar lleno de barro. En segundo lugar, por si no te diste cuenta estoy estudiando. Tercero, no saldría contigo ni aunque fueras el último ejemplar masculino en el mundo.- Sirius intentó convencerla con su mejor cara de cachorrito y un gesto tierno de su boca, pero la pelirroja era muy dura y esas cosas no la conmovían. - Además, seguro que esta noche tienes cosas más importantes que hacer.-
-¿Qué podría ser más importante que pasear con mi pelirroja favorita?-
-¿Sacar a pasear a tu mascota tal vez?-
-No tengo mascota.- Lily levantó la mirada y suspiró cansada. - Pero podría ser tu cachorrito si tú quieres.-
-No, gracias.-

Lily volvió a sus libros y Sirius a observarla.

-¿Qué haces?- preguntó el animago.
-Estaba haciendo la tarea de Astronomía, pero me entretuve con algo más importante.-
-¿Con qué?-
-El calendario lunar.- le dijo.
-¿El calendario lunar? No sabía que te interesaran las fases de la luna.-
-Black ¿Eres lento todo el tiempo o te detienes para comer?-
-¿Qué?- dijo desconcertado el animago.
-¡Por Merlín que eres imbécil! ¿Tienes idea que día es hoy?-
-¿Lunes?- aventuró en un intento por acertar. Hacía años que solo reconocía el sábado y el domingo en el calendario.
-Además de imbécil eres un irresponsable.-
Eran casi las nueve de la noche. James se levantó de su asiento y aprovechando que nadie lo veía se escapó de la Sala Común.
-¿De verdad no sabes que día es?- le dijo la pelirroja agitando el pergamino en el que había estado trabajando frente a su nariz.
-¡Mierda! Lo olvidé.- gruñó el moreno. -¿Y tú como lo sabes?-
-Hace un par de años llevo el calendario lunar.-
-¿Cómo que hace un par de años? Creí que Remus te lo había contado este verano.- le susurró.
-Ustedes no son los únicos que salen de paseo en luna llena.-

En ese momento pareció llegarle una idea a la cabeza al moreno. Sus ojos miraron con expresión sorprendida a la muchacha sentada a su lado. Quería hablar, pero la sorpresa había sido tal que las palabras no le salían.

-No puede ser
No eres
¿Tú? Lily
¿la correcta? No, no harías algo como esto. Estoy seguro que cuando te enteraste no nos has regañado porque prefieres que nos matemos a que sigamos molestándote. No eres tú. ¡Me niego a creer que eres tú!-
-No soy yo Black.-
-¿Y quién... Valerie?-
-No.- vio la decepción en los ojos del animago. Solo eso le bastó para empezar a creer que tal vez si la quería. - Mel.-
-¿Swan?- dijo incrédulo. -¿Pero...?- y una sonrisa divertida se dibujó en su rostro. -¿Ella es mi cachorra?-
-¿Qué?- preguntó Lily.
-¿Es ella verdad? La linda cachorrita por la que peleo con James cada luna llena.-
-Ella dijo que solo uno de ustedes la acosaba.-
-Sí, es a mí a quien traía loco tras sus huesos. Nunca entendí porque se nos había unido y siempre intenté jugar con ella. James me reprocha que mas de una vez Remus lo lastimó porque yo perdía el tiempo con esa perra Nunca se nos ocurrió pensar que era una de nosotros. Ahora entiendo porque cuando la buscaba después de la luna llena nunca la encontraba. Solo sale cuando salimos nosotros.-
-Así que tú eres el perro molesto.- el joven la miró ofendido. -¿Qué? Así te llama ella. Si he de ser sincera creí que tú eras el ciervo.- Sirius rió.
-Ese es James.-
-Creí que Potter era la rata.- Sirius rió más fuerte aún.
-Ese es Peter.-
-¡Wow! ¿Quién lo diría? Pettigrew un animago.-
-¡Wow! ¿Quién lo diría? Tú saliendo con un Merodeador.-
-Yo no salgo con ningún merodeador.- y con su voz más seductora y acercándose a su rostro, le dijo:
-Lo harás preciosa. Este curso sales del colegio del brazo de un Merodeador o dejo de llamarme Sirius Orión Black.-
-¿No se te hace tarde?- el animago no pudo evitar sonreír.
-¿Para salir contigo?-
-No, para salir a pasear con tus amigos.-
-¡No! No salimos hasta media noche. ¿Tu amiga sale a esta hora?-
-No, siempre esperó a que nosotras estemos dormidas. Así fue como la encontré escapándose una noche que no lograba dormir. La seguí pensando que se estaría metiendo en líos y la vi transformarse. Hace poco tiempo Val la sorprendió.- el rostro del animago intentó ocultar su corazón roto. Pero por mucho que lo intentara, no podía ocultarles a ellos, que sabían la verdad, lo mucho que le dolía verla con otro. Lily ayudó a pasar el mal momento de recordarla siguiendo con su relato. - Val le preguntó donde iba y no tuvo más remedio que contarnos. Luego, atando cabos, me di cuenta que eran ustedes.-
-Así que mi cachorrita es Mel.- De pronto una idea le cruzó la mente al moreno. - Entonces Mel sabe que
-
-Sí. Supongo que fue lo que la motivó a hacer semejante locura.-
-¿Y que haría que Mel haga semejante locura, como dices tú, por Remus?-
-Tal vez lo mismo que te hace que tú no recuerdes el calendario lunar.-
-No es gracioso.- dijo más serio que nunca el animago.
-Lo sé, a mí tampoco me causa gracia.- Sirius la miró sorprendido. - No Black. No estoy de acuerdo con esa relación.- Sirius sonrió al ver que no era el único. - Pero no puedes hacer nada con eso ahora.-
-Lo sé. Todo lo que intente con ella empeorará las cosas. Pero no sabes lo que me duele verla con Shacklebolt.-
-¿De verdad la quieres como dices?-
-La quiero mucho más de lo que ustedes piensan.- y decidido a aprovechar la situación, el animago se jugó una de sus mejores cartas. - Según Remus, la única capaz de entender lo que siento eres tú.-
-¿Y yo por qué?-
-Por que tú también te has enamorado de alguien con quien te llevas pésimamente mal.- sonrió burlón.
-¿De dónde sacas que estoy enamorada?-
-Déjalo Lily. Hasta que estén a punto de perderse como me pasó a mí con Val no lo admitirán. Es una lástima.-
-No sé de que me hablas.-
-Sí pelirroja. Sí sabes de quién te hablo.-
-No, no sé.-
-¡Por favor Lily! Te he visto ver los entrenamientos desde las gradas bajas. Es el peor lugar para ver y también el único en el que desde el aire nadie te vería.-
-¿Y cómo se supone que me viste tú?-
-Porque soy el único al que James le permite ir al baño en medio de un entrenamiento.-
-Yo no voy a ver a Potter a los entrenamientos.-
-Yo no hable de James en ningún momento.- la carcajada sonora de Sirius provocó que varios de los que estaban allí se dieran vuelta a ver. - De acuerdo pelirroja. No vuelvo a hablar del tema hasta que no lo aceptes. Mientras tanto, dime pelirrojita, ¿Saldrás conmigo a caminar, sí o no?-
-¡Que no! ¡Por Merlín! Hasta hace una semana perseguías a Val porque era el amor de tu vida y hoy quieres salir conmigo. ¡Ponte de acuerdo Black!-
-Te equivocas Evans.- dijo serio el moreno. - No era, es el amor de mi vida. Pero no voy a quedarme de brazos cruzados viendo como ella es feliz mientras yo me deshago por dentro al verla con otro, ya te lo dije. Además, ella no me creyó por ser un mujeriego ¿No? Bueno, si eso es lo que soy no veo porque no puedo invitarte a salir.-
-Sirius ¿Por qué no dejas esa pose de niño malcriado que tienes? ¿No te das cuenta que es por esa actitud que Val no te cree? Por eso no está contigo.-
-Val no me quiere. Por eso no está conmigo.-
-Te sorprenderías si pasaras una sola noche escondido en nuestra habitación.-
-¿De qué hablas?-
-Valerie te quiere Sirius. Yo no sé que tan bruto fuiste en esa reunión, pero de la misma forma que tú dices sufrir, sufre ella desde que saliste de tu casa esa noche.-
-No juegues conmigo Evans.-
-No estoy jugando Black.- ambos se miraron seriamente. De pronto Lily sacudió la cabeza, rompiendo el intenso contacto visual. - No sé porque te digo todo esto. Tal vez Val tenga razón y solo es un capricho para ti.-
-¿Eso dice?-
-Sí. Dice que esta es tu forma de vengarte todas las veces que te ha llamado Black solo por fastidiarte.-
-No tiene idea de lo que dice. Pero supongo que tú tienes razón y que debo madurar. Si dejara de comportarme como un bebe, como dice Remus, tal vez vería que hablo en serio.-
-Black, no se trata de dejar de comportarte como lo haces y nada más. Debes madurar de una vez. ¡Hasta Potter ha madurado un poco este año!- Sirius la miró extrañado.
-¿Por qué dices semejante cosa de mi amigo?-
-¿Lo ves?- he imitando su voz y su pose le dijo: -¿Por qué dices semejante cosa de mi amigo? Hablas como si crecer fuera una locura.- Sirius se encogió en su silla. - Y digo que tu amigo maduró porque aún no lo he visto hacerle ninguna broma a los de Slytherin.-
-Eso es porque está confundido.-
-¿Confundido?-
-Sí, confundido. Ya no está tan seguro de querer llevarte a la cama y nada más.-
-¡¿QUÉ DICES!?-
-Ya deja de gritar. Vaya sorpresa acabo de darte para que hagas tanto escándalo. ¿No eres tú la que le dice a James que no saldrás con él porque jamás serás una de sus conquistas? Bueno, lo que mi amigo hace con sus conquistas es eso: llevarlas a la cama y luego si te he visto no me acuerdo.- el animago volvió a mostrar una sonrisa sincera en el rostro. - Ninguna vale más de dos o tres noches.-
-Son un asco. Solo juegan con esas pobres chicas.-
-No. Ellas son las que juegan con nosotros.- Lily enarcó una ceja mientras lo miraba furiosa. - No me mires así. Reconozco que nosotros nos ganamos el título de Rompe Corazones a pulso. Pero con el tiempo muchas se han abusado de eso.- Lily se cruzó de brazos esperando una explicación. -¿No te has fijado en la clase de chicas que han salido con nosotros en estos últimos años? Todas quieren tener algo de qué presumir. Y salir con un Merodeador es algo de lo que pueden presumir por largo rato. Sobre todo si salen con James o conmigo.-
-¿Y que hay de Remus o Peter?-
-Todas saben que Remus es un hueso duro de roer. Las que han estado con él han sabido de antemano que no quiere nada con ninguna. Las aleja antes de acercarlas. Pero si ellas aún insisten él no se hace rogar demasiado. Y Peter
Peter solo intenta atrapar alguna de las que quedan por allí dando vueltas. Él no es muy selectivo que digamos.-
-Son patéticas.-
-Sí, y nosotros somos hombres que nos servimos de esas patéticas para estar siempre acompañados. Nunca tomamos algo que no nos sea ofrecido antes. ¿Entiendes?-
-¿Y tú pretendes justificar tu forma de actuar con eso
-
-Yo no pretendo justificar nada. No me arrepiento de lo que hice. De lo que me arrepiento es de no haberle dicho desde un principio como eran las cosas.- el moreno levantó la voz. -¡Además no hablábamos de mi! Estábamos hablando de la confusión de mi amigo.-
-No me interesa la confusión de tu amigo.-
-Sí, claro Evans.-

Los dos se quedaron en silencio, perdidos en sus propios pensamientos.
Sirius necesitaba pensar. Tenía muchas cosas en mente para ese año y Val estaba ocupando todo su tiempo. Sus planes para juntar a James y Lily iban bien, pero demasiado lentos. Remus estaba cada vez más terco y Valerie se le escapaba como el agua entre los dedos. Tenía que hacer algo pronto. Pero todo era imposible con ese nudo en el pecho. Necesitaba desahogarse ya mismo y no podía contar con James y en Remus ni pensar. Su única opción estaba frente a él. Tal vez pudiera sacar partido de aquella situación. Sintió asco de si mismo al notar que sus pensamientos eran dignos de una serpiente. Pero si ser una serpiente, aunque sea por unas horas, le servía para alcanzar su felicidad y la de sus amigos, bienvenido sea ese pensamiento.

A Lily no dejaba de rondarle en la mente la frase que minutos antes le había dicho Sirius: -Ya no está tan seguro de querer llevarte a la cama y nada más.- ¿Qué otra cosa podría querer de ella? Esa frase sumada a ese Te quiero que alguna vez le dijo en la puerta del Gran Comedor estaban logrando que se volviera loca. Necesitaba a sus amigas con urgencia. Pero Mel seguramente estaba preparándose para salir y Val estaría por ahí con su novio. Si al menos pudiera ayudar a alguna de las dos a resolver sus problemas. Entonces se dio cuenta que tenia al más boca floja de los Merodeadores enfrente. ¿Por qué no aprovecharse de la situación?
Dos minutos le bastaron para planear que decir. Dos minutos en los que delineó un plan perfecto para informar sutilmente a Sirius del amor que Mel sentía por Remus y del llanto de Val por las noches.
Y otra vez, como siempre, un Merodeador arruinó sus perfectos planes. Sirius habló primero.

-El día de la reunión estaba encerrado en mi habitación cuando Kreacher...-
-¿Kreacher?-
-El elfo domestico que trabaja para mis padres.- Lily comprendió y el animago siguió. - Cuando Kreacher subió a mi habitación a decirme que mi madre me llamaba. Nunca me imaginé lo que se traía entre manos. Llegué a la sala y vi a mis padres sentados en uno de los sillones y a mi hermano muy sonriente parado junto a ellos. Ya sabía yo que nada bueno era lo que mi madre iba a decirme.- el animago dejó la mirada perdida en una de las plumas de Lily con la que hacía un tiempo jugaba. - Cuando me dijo que debía arreglarme porque en media hora llegaría mi futura esposa con su familia casi me da un ataque de risa.- sonrió. - Creí que era una broma. Pero era cierto. Así que subí muy enojado con ella y me dispuse a arruinarle la fiestita. Había preparado unas cuantas bromas pesadas. Cuando bajé me senté como todo un caballero a esperar a la dama. Cuando oí que Kreacher abría la puerta me prepare para entrar en acción. Me puse de pie y con mi mejor sonrisa esperaba que entrara mi futura esposa.- fue entonces cuando la sonrisa que había mostrado hasta ese momento desapareció. Lily intentó no perder detalle, no solo del relato, sino también de los gestos. - Cuando la vi entrar casi me muero ahí mismo. No podía pensar. Por un minuto pensé que, con mi suerte sería la prometida de mi hermano y casi no pude soportarlo. Pero lo peor fue cuando mi madre me presentó a sus padres como el futuro esposo de su hija. Creí que me moría ahí mismo. Le pregunté a mi madre si era una broma de mal gusto.- ya no pudo mirar a la pelirroja a la cara. Había cosas que su orgullo no le permitía mostrar. - Grité como un animal que era mi madre, que no podía hacerme una cosa como esa. Mientras discutía con mi padre vi a Val mirándome, la vi llorar y ya no tuve control de lo que decía o lo que hacía. Mi padre intentó hacerme callar y fue cuando lo arruiné por completo.- Lily, ahora entendía algunas cosas. - Le grité a mi madre con rabia que si nos obligaban a casarnos terminaría de arruinar mi vida.- sonrió, pero no era una de esas sonrisas que tenían en vilo a medio colegio, no. Era una sonrisa melancólica. - Me acerque a Val y le grité que dejara de llorar, que me ayudara a parar esa locura. Valerie ni siquiera quiso mirarme en ese momento. Yo... quería abrazarla, decirle toda la verdad. Pero no pude. Por eso me odia. Porque cree que me acerco a ella por congraciarme con mis padres ¿Verdad?-
-No Sirius, no es como tú piensas.- Por primera vez, Lily no desconfió de sus palabras. Tal vez su mirada, su forma de decirlo, las lágrimas que se esforzaba por contener, fueron razón suficiente para saber que no mentía cuando decía que Valerie era el amor de su vida.
-La perdí Lily. Si al menos hubiera demostrado algo antes. Pero no lo hice. Y hay que reconocerlo.- sonreía, pero su sonrisa no era sincera. - Ya tiene quien la cuide. Por mucho que me moleste el idiota que tiene de novio la cuida y se nota que la quiere. Y yo no soy nadie para estropear su felicidad.-
-No digas eso. No debes rendirte. Estoy segura de que aún hay algo que podamos hacer.-
-No. Debo dejarla en paz. Ella eligió. Perdí.- Lily quiso hablar, pero Sirius la interrumpió. - No Lily. Si no lo quisiera no estaría con Shacklebolt. Ella es feliz así, yo nunca fui parte de su vida ni lo seré tampoco.-
-¿Y si te dijera que sí lo eres?- sabía que corría el riesgo de que Val se enojara con ella. Pero algo tenía que hacer. - Si te digo que no está todo perdido y me ofrezco a ayudarte ¿Tú harás algo por mí?-
-Dime qué hacer para que Val esté conmigo y seré tu elfo doméstico de por vida.-
-Dile a Remus que Mel es tu cachorrita-
-¿Y qué ganas tú con eso? Mel te matará por divulgar su secreto y a mí Remus me matará por andar juguetean
¡Oye! ¡Es una buena idea!-
-Lo sé, es mi idea.-
-Y luego el arrogante es James ¿Verdad?-
-¡Black!-
-Está bien. Tú me ayudas, yo te ayudo. Pero ni Valerie ni James tienen que enterarse.-
-A mí no me preocupa que tu amigo se entere que estoy ayudándote.-
-A mí si me preocupa.- mintió el animago.
-¿Y se puede saber por qué te preocupa tanto?-
-Bueno
tú sabes
con esto de que está confundido
tal vez piensa que entre tú y yo hay algo y termina por alejarse de ti para dejarnos el camino libre.- mintió con la maestría que dan tantos años de experiencia.
-Mejor. Tal vez así me lo pueda sacar de encima de una buena vez.- Sirius sonrió. ¡Lily era tan predecible! -Entonces
¿Trato echo?-
-Trato echo. Tú me ayudas con Val y yo le digo a Remus que es Mel la que nos acompaña en nuestros paseos.-

Un apretón de manos y un cruce de varitas fueron suficientes. El trato estaba hecho.

Capítulo 11
Heridas en luna llena.


-Te juro Canuto que la próxima vez que me dejes solo por jugar con ese costal de pulgas me las pagarás.- dijo James enfurecido.
-James tiene razón Sirius. Si no vas a dejar de jugar con ese animal será mejor que ya no me acompañen.- dijo Remus afligido, viendo la herida en el brazo de su animago amigo.
-¡Hablando de ella! Olvide contarles.-
-¿Qué? ¿La encontraste?- dijo el castaño con un dejo de esperanza en su expresión.
-¡Que suerte! Espero que ahora que por fin encontraste ese animal ya dejes de fastidiar.- dijo James.
-Yo solo espero que seas responsable y no olvides darle de comer.- agregó Remus.
-No creo que esa linda siberiana me deje hacerme responsable de ella. Además la apuesta era por el amor de cierta pelirroja. En ningún momento incluimos a la rubia ¿O lo hicimos y no me enteré?-
-¿De que hablas?-
-La siberiana no es una cachorrita común y silvestre.- sus amigos lo miraron interesados. - Es una animaga.-
-¿Cómo lo supiste?- preguntó el licántropo.
-¿Quién es?- preguntó el animago mientras saltaba de su cama olvidando por completo le herida por la que había estado quejándose.
-Uno tiene sus informantes.- dijo poniéndose de pie.
-¡Ya Sirius! Deja de hacer el idiota y dinos quién es.- gritó James
-Mi dulce y tierna cachorrita es nada más y nada menos que...- sus amigos estaban ansiosos por conocer la identidad de la culpable de las heridas de James. Sirius solo alargaba el momento para desesperarlos.
-¡CANUTO!-
-¡DILO DE UNA VEZ SIRIUS!- La paciencia no era una de las virtudes de James.
-Melanie Swan.-

Las ruidosas carcajadas de James no se demoraron mucho en llegar. La sola idea de pensar en Mel como una animaga le causaba mucha más gracia que Snape paseándose con peluca por el Gran Comedor a la hora de la cena. Era claro que solamente Sirius podía inventar semejante mentira para intentar salvar su propio cuello.
Remus, en cambio, sintió como su corazón se detuvo. Tal vez para los demás fuera algo sin importancia, sin más sentido que el de un buen chiste contado en el momento justo. Pero para él, la información que acababa de recibir de boca de su amigo era algo trascendental. Que Mel fuera esa siberiana que cada luna llena se unía a ellos en sus andanzas por el bosque podía significar un par cosas y ninguna le gustaba demasiado. Por un lado, Mel sabía que él era un licántropo y por otro, que en lugar de hacerle caso a él, jugaba con Sirius. Obviamente eso último no era algo de lo que estuviera completamente seguro, después de todo, su mayor miedo era que sus amigos lo acompañaran por el simple hecho de que en sus transformaciones perdía la conciencia de sus actos y luego, cuando se enteraba de los daños que podía haber causado, ya era tarde.
Mientras tanto, ni Sirius ni James habían parado de discutir acerca de lo que Sirius hacía o no hacía por culpa de esa nueva compañera.
Que Mel supiera la verdad de su condición no lo preocupo; después de todo Lily seguramente les había tenido que explicar el porque de sus desapariciones una vez al mes cuando había prometido protegerla siempre del estúpido Slytherin. Pero saber que Mel, durante sus trasformaciones, solo se divertía jugando con Sirius le rompió el corazón. Después de aquel beso creyó que la rubia estaba enamorada de él. Se moría de celos, pero por otro lado se sentía aliviado.
Se preguntó mentalmente ¿Por qué? ¿Por qué siempre le tocaba a él resignar sus sentimientos? ¿Por qué había tenido que ser maldito con esta carga? ¿Por qué tenía que pasar otra vez por lo mismo? Ya había sufrido unos años atrás al tener que olvidar a Lily sabiendo, incluso mucho antes que su amigo, que James se había enamorado y que seguramente el animago podría darle todo lo que ella mereciera mientras que él, solo podría lastimarla. Y ahora ¿Otra vez le tocaba olvidar? ¿Otra vez uno de sus amigos le quitaba un amor sin tener idea de lo que hacía? De todas formas eso no tenía importancia, él debía olvidarla para protegerla y para protegerse. No soportaría el rechazo de su dulce Mel.
Pero nada de eso podía ser. Él la había besado unos cuantos días atrás y estaba seguro de que Mel sentía el mismo amor. Por eso se había alejado. No soportaba la idea de que Mel lo quisiera y no estar junto a ella. Pero mucho más lo atormentaba el miedo a sentir su rechazo cuando supiera la verdad, su verdad. Pero esto cambiaba las cosas. Que la joven Gryffindor fuera una animaga desde hace tanto tiempo le daba otra perspectiva a la situación.
Sintió un fuerte impulso de recorrer sus propios labios con su lengua intentando encontrar algún resto de ese sabor que por tantos días había buscado conservar. El sabor del beso de su amada. Recordó cada movimiento, cada segundo buscando un mínimo de duda, una pizca de repulsión, una ínfima cantidad de asco pero no la encontró. Solo pudo recordar el amor que sintió en sus labios. El calor de las suaves caricias que aún le erizaban la piel. Ella lo amaba, no podía ir detrás de Sirius. Y lo más importante, se había convertido en animaga y lo acompañaba cada luna llena. Eso tenía que tener algún significado y tal vez, era el que él más esperaba. Debía pensar, pero con tanto ruido era imposible. Ninguno de sus dos amigos había dejado su discusión desde que se hundió en su propio razonamiento.

-Sirius estás demente.- comentó el moreno animago entre risas. -¿Cómo se te ocurre que Mel puede ser tu cachorrita?-
-No se me ocurre, lo sé. Es ella.-
-¿De donde sacaste semejante idiotez?-
-Te digo que es ella, la vi.-
-¿La viste transformarse?-
-Sí.-
-¿Y cómo es que la viste? ¿De casualidad?-
-Pues sí. La vi de casualidad.- James lo miró desafiante. Su mirada decía claramente Pruébalo - Tú te escapaste sólo. Cuando salí a buscarte y no te encontré pensé en esperarte en el bosque directamente para evitar que algún curioso nocturno me viera y la vi.- dijo muy tranquilo como quien cuenta una verdad absoluta.
-Sirius si fuera como tú dices en este momento Mel tendría que estar en la enfermería metida en un gran problema y acabo de verla en la sala común estudiando junto a la chimenea.-
-¡Te digo que es ella!-
-¡Entonces ha de tener una pierna destrozada por tu culpa!-
-Yo no soy el que tiene cuernos.-
-No, pero eres el idiota que no vio a Remus correr directo hacia ustedes. De no haber sido por mí y MIS CUERNOS los hubiera tirado del barranco a los dos. ¡Y todo por tu culpa!-
-¡Estaba intentando que no se cayera! Si a Mel le pasa algo y Evans se entera de que no hicimos nada para evitarlo nos mata.- Ese fue el momento perfecto para comenzar con su plan. - Oye, ahora que sé el secreto de Mel tal vez te deje el camino libre con Evans. Después de todo no estaría perdiendo del todo ¿No crees?-

Y fue cuando el lobo le ganó al humano por segunda vez en ese curso. Remus tomó a Sirius del cuello y lo golpeó contra la pared. Con su rostro tan cerca como para sentir su aliento, con los dientes apretados, le dijo:

-No te atrevas a acercarte a Melanie.-
-Remus ¿Qué haces? Suéltalo.- El castaño parecía no escuchar. - Remus ya basta, suéltalo. Ya sabemos que es un idiota, no vale la pena.-

Luego de varios intentos fallidos de James y de una aterradora escena, Remus lo soltó. Sin mirar a sus amigos y sin decir una palabra, tomó sus libros y salió para desayunar.

-¿ESTÁS LOCO? ¿Cómo se te ocurre decir algo así? ¿No sabes lo que esto significa para él?-
-Tengo mis razones Cornamenta.-
-¿Y cuáles son esas estúpidas razones? Porque estoy seguro que Remus ya tiene suficiente con que nosotros volvamos heridos de vez en cuando como para sumar la preocupación de herir a Mel también.-
-Confía en mí, James. Dame unos días y verás.-
-Confío en ti Sirius, lo sabes. Pero a veces tus métodos son demasiado arriesgados y me da miedo que alguien salga herido.- y salió detrás del licántropo.
-No.- dijo el moreno una vez que estuvo solo. - De lo que tienes miedo es de ser parte de mi plan.- y con su mejor sonrisa, salió.

Al llegar a la sala común encontró a sus amigos sentados en una de las mesas. Aún era temprano, así que Remus fingía leer un libro pero en realidad miraba a Mel y James controlaba de cerca sus reacciones. Sabiendo que eso lograría la furia de su mejor amigo, se acercó a la pelirroja y le susurró al oído:

-Fase uno y dos de mi plan completas.- la pelirroja lo miró sin entender. - Solo sígueme el juego. Sonríe, ya le dije a Remus quien es mi cachorrita.-
-¿Y qué pasó?-
-No quieres saberlo. Tienes una imagen muy tierna de Remus, no lo arruines ahora.- Lily se giró y quedaron frente a frente a muy poca distancia. - ¡Bien pelirroja! Que buena jugada. Así le das más realismo a las cosas.-
-¿De qué hablas Black?-
-Tú solo sonríe.-
-No hasta que no me expliques.-
-Estoy llevando a nuestro lobito al borde de los celos. Es la única forma que acepte que se enamoró de tu amiga y haga algo al respecto.-
-¿Y qué tengo que ver yo?-
-Prometiste que si yo te ayudaba tú me ayudabas a mí también.-

Tal y como predijo el animago, Lily sacó sus propias conclusiones. Erradas, pero conclusiones al fin.

-No creo que te sirva darle celos a Val conmigo. Es infantil lo que inten
-
-Sí. Sí servirá. Tu solo sígueme la corriente.-
-Como digas.- dijo la pelirroja mientras le mostraba su mejor sonrisa.

Unos pasos más allá, James se revolvía en su asiento viendo la conversación de su amigo con la pelirroja de sus sueños. Era claro que Sirius iba tras ella solo por la apuesta, pero molestaba bastante verlo tan cerca. Fue entonces que tomó una decisión. Lily no se escaparía más. Él iba a demostrarle porque James Potter era su mejor elección.

Bajaron a desayunar y las chicas se sentaron juntas algo alejadas de los chicos. Remus engulló su desayuno sin casi respirar y salió de allí directo a su clase de Runas Antiguas siguiendo a Mel, que era la única del grupo que tomaba esa asignatura, mientras los otros cuatro iban a su clase de Estudios Muggles.

-¡Evans!- la llamó James.
-Por favor Potter. Son las nueve de la mañana. No tengo ganas de escucharte aún.-
-¿Y más tarde? ¿Tendrás ganas? Porque a mí me gustaría que
-
-¡NO POTTER! Ni más tarde ni nunca.-
-Está bien. Si no quieres oírme
- se dio media vuelta y siguió caminando.

Extrañada por su comportamiento, Lily lo llamó:

-¡Potter! Espera.- Lily lo alcanzó. -¿Qué rayos te traes entre manos? No es normal que te rechace y te vayas así, sin más.- dijo la pelirroja entre enojada, sorprendida y decepcionada.
-No me traigo nada entre manos. No quieres hablar, no hablamos.-
-Potter, no entiendo.-
-No hay nada que entender Evans. Tú no quieres oírme. Tendré que conformarme con que me leas.- y miró por la ventana mientras sonreía.

La curiosidad fue más fuerte que la voluntad y se acercó a la ventana. Colgado entre dos árboles, un cartel escrito en letras rojas, decía:

Lily:
No puedo hacer otra cosa
que pensar en ti.
¿Quieres ser mi novia?
JP.


Por un segundo quienes lograron verla distinguieron una sonrisa asomarse en su rostro. Pero no duró mucho. Encaró a James y con cara de furia lo miró. Cualquiera hubiera sentido miedo. Pero él no. James sabía que si Lily se había quedado sin palabras era una buena señal.

De camino a la clase de Runas Antiguas, Mel sintió que la seguían. Supo enseguida que era Remus. Era así como la cuidaba de Karkarov cuando iban a esa clase. Desde que la había besado detrás de la estatua ya nunca más se habían acercado.
La pierna le dolía. A escondidas de sus amigas se había limpiado lo mejor posible y había decidido no contarles para que no se preocuparan. No parecía nada grave. Pero ahora el dolor había aumentado el doble y la verdad era que cada vez le costaba mucho más caminar sin dar muestras de estar herida.

Remus la miraba atento a cada movimiento. Intentaba averiguar que tanto la había lastimado James con su cornamenta, pero no parecía estar herida. Entonces una mancha en su pierna le llamó la atención. Se acercó un poco más y pudo confirmar sus sospechas. Era sangre. Su instinto le decía que Mel lo necesitaba.

El dolor se hacía más insoportable a cada momento. No podía ir a la enfermería. Si lo hacía tendría que contestar muchas preguntas para las que estaba segura no tenía respuesta. Sintió la sangre correr por su muslo derecho y tuvo que sostenerse de la pared para no caer. Al instante tuvo los fuertes brazos de Remus en su cintura.

-Apóyate en mí.-
-No.- intentó soltarse. No quería que viera su herida. A él tampoco podría explicarle como se la había hecho.
-Estás lastimada y puede que sea serio.- la rubia lo miró asustada. - Tranquila, no voy a llevarte a la enfermería.-

Se dejó llevar por el joven hasta un aula cercana. Lo que más deseaba en ese momento era alejarse de él.
Remus abrió la puerta y se aseguró de que nadie los viera entrar. Una vez adentro la ayudó a llegar hasta una silla que previamente limpio con su varita.

-Siéntate. Con cuidado.- se arrodilló frente a ella y se paralizó. La herida estaba mas allá de lo que él podía ver. Pero no había mucho que pensar. Estaba herida, perdía mucha sangre y no podía ir a la enfermería. Pasó sus manos por su rostro y con un hilo de voz logró decir. - ¿Puedo
?- con un gesto señaló su falda. - Es que la herida
Necesito ver. Creo que puedo curarte, pero
¿Puedo?- Mel asintió incapaz de negarle nada a esos ojos.

Rojo hasta las pestañas levantó con sutileza y mucho cuidado la falda de Mel unos centímetros hasta que la herida quedó al descubierto. La animaga había intentado vendarse para contener la hemorragia. Hubiera sido un buen trabajo si se hubiera quedado en su cama a descansar. Pero con el movimiento, la venda había hecho más grande el problema.

-¡Uff! Bueno, es más grande de lo que imagine.- dijo tratando de calmarse. - Pero creo que podré hacer algo.- la miró sonriendo. Ella no podía articular una palabra. - Debo ir a mi habitación a buscar algunas cosas. Volveré enseguida. No te pongas de pie o lo harás peor. Volveré en unos minutos.-

En cuanto Remus cruzó la puerta Mel se desesperó. Sabía que si se quedaba a esperarlo no podría aguantar las ganas de decirle lo que tanto había intentado ocultar todo este tiempo. Era tan dulce con ella. Cualquiera en su lugar habría aprovechado la situación para mirar más allá de lo permitido. Él solo intentaba curarla.

-¡MERLÍN! Debo salir de aquí.- dijo nerviosa Mel. -Si me pregunta como
No, no puedo decirle la verdad.- intentó pararse pero su pierna herida no le respondió.

Caminando hasta la sala común se repetía una y otra vez que no podía perder el control. Debía curar sus heridas. En parte era responsable de ellas. Pero era tan difícil tenerla así, tan cerca. Estar solos. No sabía si sería capaz de resistirlo. Le dio la contraseña a la Dama Gorda y entró sin escuchar como esta le reclamaba no haber asistido a clases. Subió a su cuarto y rebuscó en el baúl de James las pociones que habitualmente usaban después de la luna llena. Encogió la caja hasta que pudo meterla en su bolsillo y salió rumbo al aula donde Mel lo esperaba. Unos minutos después estaba parado junto a la puerta, suspirando en un vano intento de tranquilizarse.

-Volví.- le dijo sonriente.
-Lupin no tienes que...-
-Sí, sí tengo que hacerlo.-
-No es nada, unas vendas limpias y será suficiente. Solo déjalas allí y yo podré hacerlo.-
-Un par de vendas no servirán de mucho. Hay que limpiar la herida otra vez, aplicar alguna poción cicatrizante y luego si, tal vez una venda sea buena idea.- Mel cerró los ojos. - Comprendo que no quieras que yo... bueno, te vea... Si quieres puedo llamar a Lily. Ella también es prefecta. Me puedo inventar alguna reunión y...-
-¡A Lily no! Por favor.- el pánico se adueño de ella en cuanto el castaño le nombró a la pelirroja. - Si Lily o Val se enteran se preocuparán.-
-Está bien, no le diré nada a tus amigas. Pero solo conozco a tres personas en el colegio que te podrían curar esa herida sin preguntar nada. Y la verdad es que solo veo una diferencia entre Sirius, James y yo.- la rubia se vio entre la espada y la pared. - Yo ya estoy aquí.-

Mel lo miró analizando su propuesta. Era verdad, necesitaba atención y él sabía que hacer. Lentamente levantó su falda hasta quedar expuesta la herida. Era un corte profundo, de unos diez centímetros de largo. Sangraba mucho. Pensó que sentiría asco al ver semejante corte, pero estaba más que acostumbrado a esas cosas como para escandalizarse. En más de una ocasión él había terminado peor.
Sacó del bolsillo la caja con los elementos que usaban cada luna llena él y sus compañeros y la llevó a su tamaño original. La acomodó a su derecha en el suelo y se sentó frente a ella. Tomó una pequeña redoma con un líquido color café y un trozo de venda limpio, lo empapó en la poción y con sumo cuidado y esmero limpió toda la superficie alrededor del corte.

-Esto hará que no sientas tanto dolor cuando limpie dentro.-
-¿Dentro? ¿Cómo qué dentro?-
-¿No lo hiciste?- ella negó con la cabeza. - Si no limpias adentro podría infectarse. Dudo que James tuviera su cornamenta limpia cuando te lastimó.-
-No... sé de qué... me hablas.- dijo con miedo. No quería ser descubierta.
-Sí sabes.-

Tomó otro pequeño frasco y mojó otra venda con el líquido azul que contenía. Cerró fuerte los ojos anticipando el dolor que eso causaría.

-Esto va a doler. Intentaré hacerlo lo más rápido posible.-

Con rapidez, pero a conciencia limpió la herida por dentro con aquel líquido que no solo provocaba dolor sino que además quemaba. Mel mordía sus labios intentando soportar el dolor que le causaba. Sabía que era necesario, pero no podía aguantar más.

-Ya casi termino. Sólo un poco más y te dejaré descansar.-
-Duele mucho.- dijo entre lágrimas.
-Lo sé.-
-No, no lo sabes.-
-Sí lo sé. He tenido que curarme con esta poción cada luna llena. Créeme, después de tantos años aún no me acostumbro a ese dolor.-

Las lágrimas fluyeron por su rostro con mayor rapidez. Pero ya no era a causa de su dolor. Era por el de ambos.

-Listo. Descansa un poco y luego te pondré el ungüento para que cicatrice. Mañana no será más que un mal recuerdo.-

Remus se puso de pie y se acercó a la mesa a ordenar sus elementos. Tardó más de la cuenta en ordenar las diez o doce botellitas cada una en su lugar. Tomó una venda limpia, el ungüento y respiró profundo. Ahora venía la peor parte. Debía tocar su piel directamente, ya sin vendas de por medio. No sabía si sería capaz de no lanzarse a sus labios en ese mismo lugar.
Desde que supo que era ella no había parado de pensar en lo cerca que habían estado la última vez. Fue cuando su corazón comenzó a gritar lo que su mente le obligaba a callar. Se sintió diferente desde ese día. Podía sentirla, sentía una conexión que lo confundía. Pero desde que Sirius le reveló ese secreto ya no lo pudo negar. Su instinto lo obligaba a proteger a esa parte de su manada.
Se giró lentamente y la vio observando detalladamente su propia pierna y al instante supo que pensaba.

-Te va a quedar una marca horrible, sí.-
-Gracias. Tu sinceridad me abruma.- le dijo con el ceño fruncido.
-Si lo prefieres te miento. Pero no me parece correcto.- se puso de rodillas frente a ella otra vez. - Como tampoco me parece correcto que nos sigas.- sus orbes color miel se clavaron en las de la rubia. - Es muy peligroso Mel. Sé que James no quiso hacerte daño y que Sirius solo intentaba que no te cayeras por el barranco. Pero resultaste herida y bastante grave. Si todo pasó como James dice no quiero ni pensar en como hubieran sido las cosas si yo te alcanzaba antes que él.-
-Tú no me hubieras hecho daño.-
-Convertirte en una loba no es suficiente para que no te lastime.-
-¿Cómo lo supiste?-
-Sirius me lo dijo esta mañana. Sólo que él cree que eres una dulce cachorrita aún no se dio cuenta que eres una loba.-
-¿Y él como lo supo?-
-No sé y es lo que menos me importa ahora. No quiero que vuelvas a salir con nosotros. Es peligroso.-
-No habría peligro si Black estuviera más pendiente de ti que de mí. Además yo puedo cuidarme sola.-
-¿Y si te muerdo?-
-No puedes hacerme daño mientras esté transformada.-
-¿Y si te lastimo?- le dijo mientras miraba su pierna cubierta de ungüento. - Yo no quiero hacerte daño. No lo soportaría.-
-Y yo no soportaría una luna llena encerrada sabiendo que tú estas afuera.-
-¿Por qué lo haces? ¿Por qué te arriesgas así?-
-...- no pudo contestar.
-Dime ¿Qué puede haber de divertido en convertirse en una loba para deambular por el bosque prohibido junto a un licántropo?-
-No hay nada de divertido en eso.-
-¿Y por qué lo haces entonces?-
-...- Otra vez su silencio por respuesta.
-¿No entiendes que si te hago daño no me lo perdonaré jamás?-
-¿Y tú no entiendes que no puedo dejarte pasar por esto solo?-
-Mel no me hagas esto, por favor.-
-Yo solo quiero acompañarte.-
-No lo hagas Mel.- ella ya no pudo contener más sus lágrimas. Él se perdió otra vez en el ungüento repartido en su pierna.
-¿De verdad va a ser tan horrible?-
-Espantosa.- le dijo con una sonrisa.

Mientras decía esto desabrochó los primeros tres botones de su camisa y la abrió para mostrarle una terrible cicatriz en forma de ele que tenía en el pecho. Con su mano temblorosa delineó con la punta de los dedos la marca haciendo que al licántropo se le erizara la piel.

-No importa.-
-¿Cómo que no importa?-
-Ya no hay vuelta atrás. Lo hecho, hecho está.-
-De todas formas no debería preocuparte. Dudo mucho que alguien la note.-
-¿Qué estás diciendo? Ocupa casi toda mi pierna, solo un ciego no la vería.-

Y con lágrimas en los ojos, ya cansado de reprimir su dolor dejó que su corazón tomara el control.

-Si yo tuviera la posibilidad de verte desnuda lo último que miraría sería esa cicatriz. Solo un tonto se detendría allí con lo hermosa que eres.-

Sin decir más, se puso de pie, junto sus cosas y las encogió para guardarlas otra vez en el bolsillo. Se acercó a ella y la ayudó a ponerse de pie. Sin decir una palabra la llevó a la Sala Común. Por el camino había tenido que cargarla varias veces para que no hiciera esfuerzo al subir las escaleras y que la herida se abriera otra vez. Ninguno de los dos habló. Mel se había quedado sin palabras y él
ya había dicho demasiado.

La sentó en uno de los sillones cercanos a la chimenea. Acomodó unos almohadones bajo su pierna para que la mantuviera en alto y cuando consideró que ya todo estaba en orden decidió salir de allí para poder descargar toda la rabia que lo estaba consumiendo por dentro. Pero la suave mano de Mel lo detuvo. Tiró de él hasta hacerlo arrodillar a su lado. Intentando no pensar para no arrepentirse, tomó su rostro entre sus delicadas manos y se acercó para besarlo.

-No.- con la misma suavidad que había usado para curarla la alejó. - No puedo. Perdóname, pero sería una locura seguir con esto.- se puso de pie y mientras se alejaba y sin voltear le repitió. - No puedo condenarte a ti también.-






Capítulo 12
Reclamos y conquistas.


Seis de la tarde. La última clase del día se había suspendido haciendo más grande la preocupación de Lily.

-¡Ya deja de mirarme así Lily!-
-No lo haré hasta que no regresen.-
-Ya te lo dije más de mil veces. No tienes de que preocuparte. Está con Remus.-
-Lo sé. Pero igual hay algo que no me gusta. Algo aquí.- dijo la pelirroja mientras se tocaba el pecho.

Varios minutos pasaron en los que Sirius y James discutían en susurros. En realidad, el único que discutía era James. Sirius se limitaba a reírse de la insistencia de su amigo por saber que pasaba entre el moreno y la pelirroja.
La puerta de la sala común se abrió y un abatido Remus entró. Sirius se abalanzó sobre él mientras Lily lo observaba con el ceño fruncido.

-¿Cómo te fue Lunático? Cuéntanos.- Remus traía el rostro marcado de tanto llorar. Había pasado la tarde vagando por los pasillos del colegio descargando su frustración y su rabia llorando. -¿Qué pasó?-
-Déjame en paz Sirius. Quiero irme a dormir.-
-¿Qué pasó Remus?- preguntó Lily preocupada.
-Nada Lily, por favor déjame subir. Estoy cansado, quiero dormir.-

Val cruzó con una sonrisa el retrato que hacía de puerta y al ver las caras de sus amigos, preocupada, preguntó:

-¿Qué pasó?-
-Es lo que estábamos preguntando cuando entraste McLoud.- Contestó Sirius algo molesto por la expresión con la que había llegado la morena.

Remus aprovechó la distracción creada por los dos morenos del grupo y se encaminó otra vez a la escalera pero James lo detuvo esta vez.

-¿Lunático que sucede? ¿Por qué estás así?-
-Sí Remus ¿Qué sucedió?- secundó Lily asustada.
-¡QUIEREN DEJARME EN PAZ! USTEDES DOS - dijo señalando a sus amigos. - YA DEBERIAN SABER QUE DESPUES DE UNA NOCHE DE DESVELO NO DEBERIAN MOLESTARME. Y USTEDES DOS - Les dijo a las chicas. - EN LUGAR DE ESTAR PREGUNTANDOME TONTERIAS DEBERIAN ESTAR CUIDANDO QUE MELANIE NO SE LASTIME MAS DE LO QUE YA ESTÁ.-
-¿Lastimarse más?- preguntó Lily casi en un susurro.
-¿Qué le paso a Mel?- preguntó de la misma manera Val.

El castaño comprendió que había cometido un error pero ya era demasiado tarde para arreglarlo. Así que decidió contar la verdad.

-Mel está herida. Anoche James le lastimó una pierna intentando salvarla de mí.- Remus escondió su rostro. Le destrozaba el alma el saber que si no hubiera sido por su ataque, James no la habría lastimado así.
-¡¿QUÉ?!- gritaron las chicas a la vez.
-¿Cómo que está herida? ¿Por qué?- preguntó desesperada Val.
-¿La mordiste?- le susurró la pelirroja buscando su rostro.
-¡No!- exclamó el joven. La sola idea lo aterraba.
-Tiene un corte en una pierna. La golpeé sin querer. Era eso, caer al vacío o que Remus los lastimara.- se justificó James mirando a la pelirroja.

Intentando escapar de esos suplicantes ojos, la pelirroja reaccionó, tomó a Val por la manga de su túnica y le dijo:

-Vamos a verla. Debemos ver si está bien. Vamos a la enfermería.-
-¿Co...Cómo en... enfermería? ¿Por qué está en la enfermería?-
-¿Cómo que por qué? Está herida Remus.- entonces Lily comprendió. -¿Dónde está Mel Remus?-
-Creí que la habían llevado a su cuarto.- dijo asustado el licántropo.
-¿Nosotras?- preguntó Val.
-Yo la deje aquí.- dijo asustado. - Nos saltamos la clase de Runas por que la vi caminar mal. Le curé la herida y...- recordó por unos minutos la sensación de tener a Mel tan cerca. Cerró los ojos y continuó. -... Luego la dejé aquí, en ese sillón. Creí que ustedes la habían llevado a su habitación.-
-Cuando llegamos aquí no estaba. Creí que estaba con...- miró con rabia a Sirius y le gritó: -¡DIJISTE QUE ESTARÍA CON ÉL!-
-Eso creí.- Sirius trató de disculparse. -Remus dime que pasó. Todo iba bien. ¿Que hiciste?- acusó el animago a su amigo.

Remus les contó lo que había pasado. No era su costumbre mostrarse tan abiertamente, pero necesitaba desahogarse. Y Sirius perdió el control.
-¡ERES UN IDIOTA! ¿CUÁNDO DIABLOS VAS A ENTENDER QUE ESO NO ES IMPORTANTE? EMPIEZO A PENSAR QUE DISFRUTAS SUFRIENDO.-
-Sirius...- intentó calmarlo James ante la mirada atónita de las chicas.
-¡SIRIUS UN CUERNO JAMES! ES HORA DE QUE ENTIENDA QUE SOLO A ÉL LE IMPORTA ESO. ¡MEL LO QUIERE!- se giró al licántropo y lo tomó de la túnica bruscamente. -¿EN QUÉ ESTABAS PENSANDO CUANDO LE DIJISTE SEMEJANTE ESTUPIDEZ? ¿NO TE DAS CUENTA QUE SUFRE POR TI?-
-¡SI SIRIUS, LO SÉ! PERO ENTIENDE DE UNA VEZ QUE NO PUEDO...-
-¿NO PUEDES QUÉ? ¿CONDENARLA? ¿O ES QUE NO ERES CAPAZ DE AMARLA COMO ELLA TE AMA A TI?-
-Tú no sabes lo que esto me duele Sirius.-
-ENTONCES CONFIRMAS MI TEORÍA. ¡ERES UN IDIOTA! TIENES EL AMOR EN LAS MANOS PERO TIENES TANTO MIEDO DE TI MISMO QUE LO DEJAS IR.- conteniendo las lagrimas siguió. - Daría mi vida por estar en tu lugar.-

Intentando no pensar en las últimas palabras del animago, Val le habló a su amiga.

-Lily debemos ir a buscarla. Si está herida y se cruza con Karkarov no podrá defenderse y...-

Remus no esperó a que Val terminara la frase. El miedo le recorrió el cuerpo por enésima vez en el día al imaginar a su Mel indefensa ante ese degenerado. Sin perdida de tiempo salió corriendo de la Sala Común a buscarla. Las chicas salían también cuando James las detuvo.

-No irán solas a ningún lado.-
-Ahora no James. Mel puede estar en peligro.- tan asustada estaba que no había notado ni el trato que le había dado al moreno, ni que este ya estaba abrazándola para consolarla y tranquilizarla.
-Tranquila pelirroja. La vamos a encontrar. Vamos, iré contigo.- y juntos salieron a buscarla.

Val caminaba nerviosa junto a la salida de la sala común. Se debatía entre salir sola o salir con él. Entonces Sirius la tomó del brazo y sin esperar replica ni reacción de su acompañante le dijo:

-Vamos, no dejaré que vayas a buscarla sola y tampoco te dejaré aquí perdiendo el tiempo. Hay que encontrarla antes que ese estúpido Slytherin.-




Tan preocupada estaba por Mel que no notó que James la llevaba tomada de la mano. Caminaban por los pasillos del ala este del colegio sin rumbo fijo, entrando en cada aula que encontraban a su paso. No había mucha gente fuera de sus Salas Comunes, pero cada uno que los cruzaba los miraba asombrados.

-¿QUÉ MIRAN?- protestó James a un grupo de niñas de cuarto que asesinaban con la mirada a Lily.
-James por favor, déjalas en paz. Tenemos cosas más importantes que hacer.-
-¿No te das cuenta como te miran? Me fastidian.-

Mientras caminaban, el animago protestaba por la actitud de aquellas chicas que se consideraban con derecho sobre él. La pelirroja lo detuvo de un tirón en el brazo y con expresión triste le dijo:

-No me importa lo que piensen. Por mí que imaginen lo que quieran. Solo quiero encontrar a Mel sana y salva.- le dijo con el rostro triste.
-Tranquila.- le dijo mientras tomaba cariñosamente su rostro entre sus manos. - La vamos a encontrar. Te lo prometo.-




Sirius caminaba unos pasos delante de Val. No quería mirarla, aún le dolía que no le hubiera creído. Val no hablaba. Seguramente estaba enojada con Lily por haberla dejado con él. Pero no era momento de pensar en esas cosas. Si a Mel le pasaba algo sería su culpa. Después de todo había sido su idea que Remus intentara acercarse a Mel luego del incidente nocturno.

-No es tu culpa.- susurró Val.
-¿Qué?- se giró sorprendido.
-Sé lo que piensas. Te oí decirle a Remus que debería hablar con ella luego del desayuno.- él bajó la mirada. No porque ella supiera de su consejo a su amigo, sino porque no podía soportar verla tan cerca. - No es tu culpa que Remus se sienta inferior por ser lo que es.- puso una mano en su hombro en señal de apoyo.
-No sé de que me hablas.- intentó evadirla al mismo tiempo que quitaba la delicada mano de la morena de su hombro. Pero ella no lo permitió.
-Sí lo sabes. Te conozco. En este momento sientes que
- pero el enfurecido moreno no la dejó terminar.
-Tú no tienes idea de qué es lo que siento. Tú no me conoces. Tú no sabes quien soy.-
-Sí lo sé.- dijo dolida por el tono de sus palabras.
-¡Ah! Claro. Soy un sucio Black ¿Verdad? Soy el mal nacido que te ha hecho la vida imposible. Soy el estúpido que no pudo mantenerse callado cuando lo prometieron en matrimonio contigo porque le daba asco la idea de pasar el resto de su vida junto a ti.- a medida que hablaba se acercaba más a ella, apresándola contra la pared. - Soy el infeliz que al llegar a Hogwarts intentó explicarte el por qué de su reacción ese día, solo para cumplir con el mandato de sus padres. Soy la basura Black que no logró engañarte diciéndote que está enamorado de ti.- sus rostros estaban peligrosamente cerca uno del otro. Sabiendo que no resistiría mucho más, se alejó despacio. - Olvidaba el fabuloso concepto que tienes de mí.-

Se puso en camino otra vez dejándola sola con sus pensamientos.
A su mente acudieron las imágenes de la discusión de ese día. Ella sabía que no podía ser cierto. Estaba más que segura que era solo una treta más para sumarla a su lista. Habían peleado por años. Estaba segura de ser su reto mayor no podía creerle. Pero algo en sus ojos grises le dijo que estaba cometiendo un error.

-¡Camina!- le dijo. - ¿No estás preocupada por tu amiga? ¿O acaso temes que tu noviecito te vea conmigo?-

Con furia en los ojos, Val siguió a Sirius por varios pasillos. De no haber sido por Mel, jamás lo hubiese soportado.




-¿Dónde te metiste Mel? ¿Dónde estás amor?- Remus la buscaba desesperado. - Por favor, aparece.- susurraba.

La luna llena de la noche anterior lo tenía débil. Pero eso no le impedía buscarla por cada rincón. No podía estar muy lejos de la Sala Común de Gryffindor; él la había dejado allí después del mediodía. Eran casi las ocho de la noche. No podía estar muy lejos.

-¿Dónde estás?- susurró desesperado. - No deberías caminar con esa pierna así.- frunció el ceño. - Si te sucede algo me muero.- se angustió.




Otra vez en profundo silencio caminaban juntos. Ya habían recorrido más de medio castillo pero la rubia no aparecía. De vez en cuando el animago la arrastraba hasta la Sala Común para verificar si la rubia no había vuelto o sus amigos no la habían encontrado.

-¡SIRIUS! ¿QUIERES PARAR? ¡Por favor!- Grito Val desesperada. - Me estás mareando con tanta vuelta.-
-Perdóname si me preocupo por tu amiga.- dijo el sarcástico animago.
-No me enoja que te preocupes por Mel.- respondió enojada. - Pero estás logrando que pierda la orientación. ¿Cómo diablos conoces todos esos pasillos y pasadizos ocultos?-
-James, Remus y yo solemos pasear de noche por el castillo.-
-Con razón pasan la vida castigados.-
-Si pasamos la vida castigados como tú dices es por darle su merecido a Quejicus, no por pasear por el castillo.-
-¡Oh vamos! ¿Vas a decirme que nunca los sorprendieron?-
-No.-
-Sí, claro.-
-¡Te digo que no mujer! Nunca nos encontraron.-
-¡Claro! Lo olvidaba. Ustedes son los Fabulosos Merodeadores.- dijo Val remarcando con sorna el apodo del grupo.
-Búrlate si quieres. Pero jamás nos atraparán.-
-¿Y se puede saber por qué?- preguntó con las manos en la cadera y una sonrisa burlona.

Sirius se sintió desafiado. Se detuvo y se giró para verla a los ojos. Con su pose más arrogante y seductora, esa que desde su rechazo había abandonado, la encaró y cuando estaban muy cerca uno del otro le dijo:

-Mis amigos y yo contamos con ciertos artilugios que nos permiten ocultarnos y saber donde se encuen...- pero el animago nunca terminó la frase. -¡PERO QUE IDIOTA SOY!-
-¡Vaya novedad!- dijo sonriendo Val.
-¿CÓMO PUDE NO DARME CUENTA ANTES?- tomó a Val del brazo y por décima vez en el día la arrastró con él.
-Sirius ¿Qué haces?-
-Vamos.-
-¿A dónde?- pero Sirius no la oía. -¿A dónde me llevas?-
-¡Vamos!- pero Val se quedó estática en su sitio.
-No iré a ningún lado hasta que no me digas que tramas.-
-No me hagas obligarte a venir conmigo.- le dijo y comenzó a acercarse.
-Sirius no... No hagas... una estupi...-
-¿Qué pasa nena? ¿Tienes miedo?- le dijo con voz seductora mientras la arrinconaba contra la pared.
-Yo no... Te temo... Black.-
-Entonces explícame ¿Por qué tiemblas?- le sonrió de lado.

La joven morena se vio obnubilada por esos ojos grises y se quedó sin palabras. El joven animago estuvo a punto de sucumbir ante esos labios. Pero sabía que el único lastimado sería él. Así que decidió atragantarse con sus ganas de besarla y seguir con la búsqueda.

-Vamos nena.- la tomó de la mano y sin volver la vista atrás la llevó a la Sala Común.




Estaba desesperado. Decidió utilizar su último recurso. Sabía que después de eso ya no habría vuelta atrás. Ya nunca podría alejarse de ella, ya no habría voluntad a la cual recurrir, ya no habría sentido común ni nada que se le parezca.
Volvió a la Sala Común. Dejó que el lobo tomara otra vez el control. Buscó su aroma, solo tenía que rastrearla. Luego de eso, el lobo se negaría a dejarla, lograría imponerse y él, por mucho que deseara lo contrario, permitiría que lo dominase.




-¿Dónde estamos?-
-En la Torre de Astronomía.- dijo James algo fastidiado.
-No juegues conmigo Potter. Esta no es la escalera de la Torre de Astrono...-
-¡No!- cerró los ojos intentando serenarse. - No es la escalera que usas siempre Lily. Es otra.-
-No hay otra escalera a la torre Potter.- contestó con superioridad.
-¡SÍ, SÍ HAY OTRA ESCALERA!-
-¡NO ME GRITES POTTER!-
-ENTONCES DEJA DE FASTIDIARME.-
-NO ESTOY FASTIDIANDOTE, SOLO INTENTO QUE NO NOS PERDAMOS.-
-No vamos a perdernos.-
-¡NI SI QUIERA SABES DONDE ESTAMOS!-

Cansado ya de oírla, se dio vuelta y sin darle tiempo a reaccionar la atrajo a su cuerpo y la abrazó.

-¡SÍ SÉ DÓNDE ESTAMOS LILIAN!- se asustó. Nunca la había llamado por su nombre completo. - Por favor, ya cállate.- ella lo miraba asustada. - Sé donde estamos. No debes temer estando conmigo. No vamos a perdernos. Conozco este castillo como la palma de mi mano. No por nada soy un Merodeador.-

La soltó. Si seguía abrazándola no podría contenerse y terminaría perdiendo el control. Algo que le hubiese encantado de no ser porque aún no habían encontrado a Mel.
Volvió a subir las escaleras y Lily volvió a hablar.

-Eres tan arrogante Po...-
-¡YA BASTA! NO VAMOS A PERDERNOS. HEMOS RECORRIDO ESTE CASTILLO DE NOCHE MILLONES DE VECES Y JAMAS NOS PERD...- cerró los ojos. -¡Que idiota! Ven.-
-¿A dónde?-
-A buscar el mapa.-

Lily recordó en seguida el viejo pergamino que Remus había sacado el día de la discusión de Val y Sirius. Varios días después, y tras varias horas de insistencia de parte de la pelirroja, Remus le había contado que era y como funcionaba el Mapa del Merodeador. Se reclamó por no haberlo recordado antes.

Al llegar a la Sala Común James no soltó la mano de la pelirroja y subió con ella a su cuarto. Intentó protestar, pero ya lo había hecho enojar dos veces en menos de media hora y eso no era buena señal. James jamás se había enojado con ella.
Al entrar, casi muere de un susto. No había sitio donde pisar. Por un instante volvió a su casa el primero de septiembre mientras buscaba su varita que, gentilmente, su hermana había escondido.

-¡Maldito Canuto! Más te vale ordenar mi baúl perro pulgoso o será mejor que vigiles lo que comes.- la pelirroja no podía ocultar la sorpresa. - Vamos, ya Sirius lo tiene. Seguro ya la encontró.- sin soltar su mano bajó las escaleras. Caminó a la salida y un minuto antes de cruzar la puerta Lily reaccionó.

-¿A dónde vas?-
-Afuera, necesito un poco de aire fresco.-
-Pero son más de las...- y con una sonrisa, James le pasó un brazo por los hombres y le dijo:
-Vamos amor. Demos un paseo a la luz de la luna. Tú también necesitas relajarte un poco.-

La sorprendida pelirroja no supo porque, pero no pudo negarse a acompañarlo.




-¿De quien era el baúl que destrozaste?- preguntó sonriendo Val.
-De James.- contestó Sirius sin siquiera mirarla. Ya había activado el mapa y buscaba no solo a Mel sino que además, se aseguraba de no cruzarse con nadie. Ya era tarde para andar por los pasillos.
-Va a matarte cuando vea lo que hiciste con sus cosas.- dijo entre suaves carcajadas.
-¡No! Como mucho me pone sal en el jugo de calabaza mañana en el desayuno o me hechiza la pluma para que me muerda pero nada mas.- dijo despreocupado.

Sirius se sentó en un escalón. Revisaba concentrado el mapa. Varios puntitos se movían por lo que parecía ser un plano del colegio. La morena lo miraba curiosa. Nunca había visto nada así. Le resultaba curioso y estaba a punto de preguntar cuando una fuerte carcajada de su acompañante la asustó.

-¡Jajaja! Sabía que no podía fallar.-
-¿Qué es lo que no podía fallar?-
-Mi perfecto plan, preciosa.-

Pasó un brazo por los hombros de la morena y la atrajo hasta él. Con la punta de su varita le señaló un punto del mapa y luego otro. La morena sonrió. Sin pensar demasiado, se recostó en el cuerpo del moreno que se recargó en la pared para ser un mejor apoyo para la chica, puso el mapa en sus manos y la abrazó por la cintura. Al final, la noche había sido perfecta.




Su olfato lo llevó afuera. Mientras más caminaba más se preguntaba como había hecho para recorrer tanto con la pierna en ese estado. A medida que avanzaba su corazón se aceleraba. Se adentró un poco en el bosque. Estaba tranquilo, solo podía olerla a ella. Sorprendido, se encaminó al claro donde Sirius solía refugiarse y la encontró sentada en el mismo tronco que usaba su amigo. Pensó en quedarse un poco alejado del lugar donde estaba. Intentó por unos minutos mantener su posición. Pero le fue imposible. Se acercó intentando no hacer ruido.

-¿Puedo sentarme?- la rubia se sobresaltó al oírlo. - Tranquila, soy yo.-
-Vete. Déjame sola.- cerró los ojos. No quería llorar frente a él. No le daría el gusto de ser una más.
-Mel perdóname. Yo no... Yo... es que...-
-Déjalo Lupin. Te entendí perfectamente esta tarde.-
-No Mel...-
-Solo mis amigas me dicen Mel. Para ti soy Swan.-
-Me equivoqué. Ya perdóname ¿Sí?-
-No tengo nada que perdonarte Lupin. Aquí la única culpable, si es que alguien tiene culpas, soy yo. Debí saber que estabas jugando. No sé en que pensaba cuando creí que yo era diferente a las demás.-
-Tú eres...-
-Una tonta, lo sé. Pero no te preocupes. Ya no tendrás que preocuparte por mí. No volveré a salir en luna llena con ustedes. Ya no tendrás que curar mis heridas para acallar a tu conciencia.-
-No seas tan dura conmigo.-
-Tienes razón. Después de todo tú no tienes la culpa de que yo haya imaginado que de verdad sentías ese beso.- de espaldas a él lloraba. -Que me besabas con amor.-

Recordar ese beso fue su peor error. No quería demostrarle que estaba muriendo por volver a sentir sus labios. Pero era tarde, las lágrimas ya bajaban por su rostro.
Se sintió morir. Verla así, llorando por su estupidez. Tal vez Sirius tuviera razón. Tal vez le gustaba sentirse así. Si no, no podía comprender porque no corría junto a ella a gritarle que ya no quería alejarse de ella, que había sido un tonto. Y otra vez el lobo tomó el control y lo arrastró hasta la rubia. La abrazó por la espalda y le susurró al oído:

-Perdóname. No es fácil para mí tampoco. No quiero herirte. No podría vivir si sé que te he hecho daño.-
-Me haces daño ahora.-
-Lo sé, y no sabes como me duele verte así.- intentó contener sus lágrimas pero fue en vano. - Pero tienes que comprender. Estoy condenado a una maldición de por vida. Soy un monstruo.-
-No lo eres.-
-Sí lo soy.- susurró. - Quisiera no tener que alejarte de mí. Vivir el resto de mi vida a tu lado pero... ¿Qué puedo darte? Nada. En cuanto la gente se entera de lo que soy me marginan, me hacen a un lado. Una vez al mes soy tan peligroso como para matarte sin darme cuenta. No podría vivir con eso.-

El silencio se apoderó del claro en medio del bosque. Debía deshacerse de su abrazo pero se sentía tan bien a su lado. Se sentía protegida, segura.

-Tienes razón. Si al menos te dieras cuenta.-
-¿Darme cuenta?-
-Sí.- la alejó un poco de su cuerpo para mirar sus ojos. Sintió un puñal clavarse en su corazón cuando vio sus ojos rojos de tanto llorar. - Si te dieras cuenta que a ninguno de nosotros nos importa lo que a ti tanto te molesta. Si vieras que nosotros no somos como el resto. Que los cinco sabemos que eres un licántropo y no nos importa. Que nunca te dejaremos solo. Que una vez al mes hay tres personas que violan la ley para acompañarte y que no pases solo por esta tortura.- Volvió a darle la espalda. - Pero eso a ti no te importa. No te importa que una vez al mes me convierta en loba para acompañarte. No te importa el esfuerzo que hice para que mis padres no se enteren.- ya no lloraba. Ya no tenía lágrimas. - A ti nada te importa. Tú sufres solo por ti. Y haces sufrir a los demás porque prefieres sufrir solo.- lentamente, con mucho esfuerzo, se puso de pie. - Espero que nunca tengas que arrepentirte de haber elegido quedarte solo.- con algo de dolor, caminó unos pasos para salir del claro. Estaba comenzando a sentir frío.

Las palabras de la rubia hicieron eco en su mente por unos segundos. Ella tenía razón. Sus amigos no lo dejarían solo jamás y ella, a su modo, le había demostrado que tampoco. Que no le importaba lo que era. Su licantropía no era un impedimento para estar juntos. Se levantó de golpe, como si las ideas llegaran de golpe a su cabeza.
Afortunadamente, la herida no le había permitido avanzar demasiado. Logró alcanzarla unos metros más adelante.




-¿Y ahora a dónde me llevas?- ya no la abrazaba. En cuanto pudo la pelirroja se deshizo de su abrazo.
-A un lugar donde podremos despejarnos.-
-Pero...-
-No te llevaré fuera del colegio.- se rió de la expresión de terror de la pelirroja. - Ven aquí. Por una vez en la vida relájate Lily.-

Con el ceño fruncido lo siguió. Caminaron por unos cuantos minutos hasta que llegaron al lago. Volvió a tomarla de la mano; temía que en un descuido la pelirroja saliera corriendo y su plan de noche perfecta se fuera al demonio.
Se detuvo junto a un árbol. Se sentó y apoyó su espalda en el tronco. Sin soltar a Lily, tiró de su mano para que se sentara junto a él. Pero ella no le hizo caso. La sorpresa por la reacción de la pelirroja lo dejaría sorprendido por varios días y a la vez, feliz.
Con un movimiento suave se soltó del agarre de su mano y se hizo lugar ente sus piernas. Se recostó en el pecho de aquél con quien tantas veces había discutido y se dejó rodear por esos fuertes brazos que tanto tiempo habían deseado ese contacto.
Ambos perdieron su mirada en el horizonte.




-Espera.-
-Déjame Lupin. Tengo frío y la pierna me está empezando a doler.-
-Te amo.-

Su corazón se aceleró. Había esperado una declaración de él por tanto tiempo que le parecía un sueño.

-Mientes.-
-No. Te amo.- ambos lloraban. - Pero tengo miedo. Tengo miedo de no ser lo que esperas. De no poder darte lo que deseas. De no ser lo que buscas.-
-¿Y qué sabes tú que busco?-
-No lo sé. Pero tengo miedo de no serlo.-
-Deja que yo decida eso.-
-...- él no pudo contestar. Su miedo a lastimarla y a un rechazo de parte de la mujer que le había robado mucho más que el corazón le paralizaba la mente.
-A menos que todo esto sea solo una excusa para meterme en tu ca...-
-No te quiero en mi cama.- se sonrojó. - No es eso lo que quiero de ti. Tú no eres una más.-
-No lo sé.-
-Déjame demostrártelo.-
-Eres tú el que no quiere acercarse a mí.-
-Ahora sí. Ahora quiero.- le tomó el rostro con sus manos y la acarició. Iba a besarla para demostrarle que no mentía pero un error de cálculo hizo que su pierna rozara la herida de Mel y que esta sintiera algo de dolor. - Ven, no debes estar parada. ¡Ni siquiera sé como llegaste hasta aquí!-
-Con la escoba de Potter.- Remus la miró asombrado. - No me mires así. Él la dejó en la Sala Común y yo la tomé prestada.-
-Si se entera no volverá a evitar que te caigas por ese barranco.- se sentaron otra vez en el tronco.
-Lo sé.- le sonrió. - Por eso tú no vas a contarle.-
-No le contaré sólo si vuelves a sonreírme.- Mel no lo hizo esperar. Le regaló su mejor sonrisa.

La ayudó a acomodarse para que su pierna no se resintiera otra vez, se miraron a los ojos y fue él quien acortó la poca distancia que los separaba. Con un tierno beso le demostró que sí, había sentido amor la primera vez que la había besado y era el mismo amor que sentía en ese momento.

Él le pidió tiempo. Necesitaba acostumbrarse a querer abiertamente y sobretodo a dejarse cuidar por alguien como ella. En sus planes también estaba conquistarla, hacer algo romántico para ella. Pero él no era muy bueno en esas cosas. Él era un caballero, pero Sirius era un maestro en el arte de seducir. Le pediría consejo para cortejarla y pedirle luego que fuera su novia como ella merecía.
Ella escuchó todos sus pedidos y le concedió una oportunidad. Serían amigos hasta que él estuviera listo. Sólo esperaba que no pasara mucho tiempo. Sentía muy dentro de su corazón que no podría vivir mucho tiempo sin sus besos.




La luna menguante iluminaba la noche. En algún escalón de alguna de las tantas escaleras del castillo, bajo un árbol a la orilla del lago y en un claro del bosque, seis jóvenes adolescentes disfrutaban de la compañía que tenían en silencio. Después de todo, la noche no había terminado tan mal.


Capítulo 13
Noche de gala en la mansión Potter.


Faltaba una semana para las vacaciones de navidad. Un trío de jóvenes hablaba antes de dormir.

-¿Vendrás este año Lunático?- preguntó James mientras sacaba brillo a su escoba.
-No lo sé Cornamenta.- contestó escondiendo su rostro detrás de un libro de historia. - Había pensado que sería un buen momento para definir las cosas con Mel.- apoyó el libro en el regazo y con la mirada perdida y triste les dijo: -Pero creo que no será posible. Así que
Sí, supongo que iré.-
-¿Y qué habías planeado?- preguntó Sirius desde su cama mirando a James. Los dos imaginaban la respuesta.
-No lo sé. Tal vez una cena, algo romántico.-

Hacía días que Remus por fin había aceptado la posibilidad de tener con Mel una relación formal. Desde que se había confesado después de la luna llena en la que ella resultó herida, Remus y ella habían estado viéndose a escondidas de sus compañeros. Y aunque sus amigos si sabían de la casi relación entre ellos, no habían anunciado nada. Solo estamos viéndonos de vez en cuando contestaba Remus cuando sus amigos lo interrogaban. Y al final, unos días atrás les había dicho la verdad: Quiero estar seguro de que ninguno de los dos saldrá herido. Si Mel me quiere la mitad de lo que yo la amo a ella le pediré formalmente que sea mi novia.

-¿Y por qué no lo harás?-
-No puedo James y punto.- volvió a concentrase en su lectura.
-No te enojes Lunático. Solo era curiosidad.- intentó disculparse Sirius.
-No Sirius. No es curiosidad. Sé a donde quieren llegar y de verdad se los agradezco. Pero no puedo aceptarlo.-
-¿Por qué no?- James dejó su escoba ya lista y guardó sus elementos de limpieza. - Tómalo como un préstamo.-
-No James. Ya te lo he dicho mil veces.-
-Lunático no seas orgulloso.-
-No es orgullo Sirius.- Remus se tapó con las sábanas. - Sé que no podré devolverlo. Además Mel es
no sé. No me sentiría cómodo sabiendo que
Déjalo. Son locuras mías.-
Ninguno de sus amigos pretendía dar por terminado el tema, pero sabían que fuera lo que fuera que Remus tenía en mente no lo diría. Hacía meses que planeaba algo solo. Por más que intentó ocultarlo no fue posible. James y Sirius lo conocían lo suficiente como para saber que tramaba algo. Para las vacaciones de pascua del año anterior intentaron sacarle algo creyendo que sería alguna de sus magníficas bromas para los Slytherin. Pero por muchos días de insistencia no lograron nada. Solo les dijo que cuando tuviera todo resuelto les contaría.

El silencio se adueño del cuarto. Frank seguramente pasaría la noche fuera. Peter dormía profundamente. No se oía un solo sonido. Cada uno inmerso en sus pensamientos hasta que Sirius sonrió.

-¿Y si la invitaras a la fiesta de James?-
-¿Qué?-
-Es una buena idea.- contestó James.
-No veo porque es una buena idea.- contestó desanimado el licántropo.
-¿Cómo que no lo ves?- protestó Sirius. - Pasar tanto tiempo con esa rubia te esta quitando inteligencia.-
-Sirius la rubia de la que estás hablando es mi novia.-
-Aún no mi amigo. Y de eso es de lo que estamos hablando. De hacerla tu novia con una cena de ensueño.-
-¿Qué tramas?- rió James.

Como un huracán, Sirius se levantó de su cama y se sentó en la cama de James.

-¿Qué es lo que Lunático siempre nos dice con respecto a las mujeres?-
-¿Qué si no las besas en la primera cita no vale la pena volver a verla?-
-Ese eres tú.-
-¿Que las llamemos Cariño para evitar confusiones?-
-¡Ese soy yo!- Sirius se reía -¿Qué ha estado diciéndote Remus los últimos tres años?-

James lo miraba desconcertado, en cambio Remus creía haber captado la idea del animago.

-Sirius no te entiendo.- confesó James.
-¿No te ha dicho mil veces que la única forma de acercarse a una chica como Lily es haciéndola sentir una princesa de cuento de hadas muggle?- James comprendió. Sirius miró a Remus. -¿No has dicho en estos días que Mel adora esos cuentos que Lily esconde en su baúl?-
-Sí, pero
- dudó el licántropo.
-Pero nada. Remus, tenemos el mejor de esos cuentos en nuestro poder.- sonrió mirando a James. -Sé que sonara un poco cómico pero
que mejor que ese.-
-¿Aún conservas ese libro?- le preguntó Remus a James.
-Sí.-
-Lily lloró por haberlo perdido ¿Sabes?-
-No puedo devolverlo. Si lo hago seria prácticamente confesar que me metí en su cuarto y revolví su habitación cuando creí que salía con Quejicus.-
-Pero eso no es cierto.- dijo Sirius. - Lo intentamos pero nunca lo logramos.-
-Sí, pero ella no me creerá si se lo digo.-
-Eso no importa ahora. Lo que importa es que en tu casa se hará una fiesta de gala en navidad y que es la oportunidad perfecta para que Remus le pida a Mel que sea su novia dentro de un cuento de hadas muggle.-
-¿Tú crees?-
-¿Qué no lo ves? ¡ES PERFECTO! Es el cuento perfecto para la ocasión.-

Los tres amigos se miraron. Cada uno evaluaba la idea de Sirius en silencio hasta que Remus no pudo contener más la risa.

-No puedo hacer una cosa así.- reía.
-¿Por qué no?- reía Sirius.
-Canuto tiene razón. Es la historia perfecta.-
-No sé
- dudaba entre carcajadas.
-Vamos Remus. Además será una buena oportunidad para que nos acerquemos a Lily.- Sirius aprovechó para molestar a James.
-¿Y como harás que Lily venga a mi casa?-
-Tú déjalo por mi cuenta. Yo me encargo de la pelirroja.-

A James no le causó mucha gracia la forma en la que Sirius se refería a Lily. Pero admitirlo sería admitir también que se había enamorado y Un Merodeador jamás se enamora. Se repitió mentalmente. Esa era una de las tantas reglas que había defendido siempre y con las que ahora ya no estaba tan de acuerdo.

A la mañana siguiente Sirius, luego del desayuno, de camino a la clase de Transformaciones raptó a la pelirroja.

-¿Se puede saber que estás haciendo?-
-Necesito hablar contigo.- dijo parándose delante de la puerta impidiendo la salida de la enfurecida pelirroja.
-Black tenemos clases en
-
-No me tomará más de quince minutos. Por favor.- suplicó el animago.
-En quince minutos comienza la clase y no quiero que la Profesora McGonagall me quite puntos por llegar tarde. Tienes doce minutos.-
-¿Y los otros tres minutos?-
-Son los que tardaré en llegar al aula.- Sirius le sonrió. - El tiempo corre Black.-
-Sí, cierto. Necesito un favor.-
-Pierdes tu tiempo. No te haré ningún favor.-
-¿Ni siquiera si es por Remus?-
-¡Está bien! ¿Qué quieres?-
-Tengo un plan y necesito tu ayuda.-
-¡Ah no! Olvídalo. Luego de tu último plan mi amiga terminó con la pierna destrozada. No cuentes conmigo para ninguna de tus locuras.-
-Te recuerdo que después de ese incidente tu amiga y mi amigo por fin están juntos.- Lily se quedó sin argumentos para discutir.
-Está bien. Pero en cuanto me propongas una locura te olvidas de mí. ¿Está claro?-
-Clarísimo pelirroja.-
-¿Qué tienes en mente?-

Lily se apoyó en un escritorio que había en la sala y mientras el moreno le contaba de su plan intentando no revelar la posesión del libro ella solo asentía o sonreía. Cinco minutos después, Sirius preguntaba:

-¿Es genial no crees?-
-Sí, es una buena idea. Pero como harás para que Remus acepte eso. Sabes que tiene cierto rechazo con eso.-
-Ya lo hizo. Ya lo aceptó. Por eso necesito tu ayuda.-
-¿Qué quieres? ¿Qué te consiga la historia? Puedo contártela, es mi favorita.-
-No, la historia la tenemos.- La pelirroja lo miró sorprendida. - El elfo domestico que trabaja en casa de James se pasó por aquí estos días y le pedimos que la consiga.-
-¡Ah! ¿Y entonces qué quieres?-
-Que aceptes la invitación de James a la fiesta de navidad que dan sus padres cada año.-
-¡¿Qué?! Estás loco. Sabía que algo más tramabas. Olvídalo.- la pelirroja se iba. - Y dile a tu amigo que no envíe mensajeros; igual no saldré con él.-
-Lily espera. No es lo que crees. James no tiene nada que ver. Ni siquiera sabe esta parte del plan.-
-¿Y esperas que te crea?-
-Sí, porque te estoy diciendo la verdad.-
-No entiendo que tiene que ver tu amigo en todo esto.-
-Veras, montar este jueguito no es nada fácil. Es costoso. La comida, los trajes, la música
y Remus no tiene dinero suficiente. Le ofrecimos un préstamo pero lo rechazó. Dijo que no se sentiría cómodo pidiéndole a Mel que sea su novia habiendo pedido el dinero para todo eso prestado. Tú sabes como es.- la pelirroja asintió. - El caso es que la fiesta de los Potter es casi un cuento de hadas. Con trajes de gala y todo el circo alrededor. Hay un pequeño salón cercano a donde se realiza la fiesta que podríamos acondicionar para esa noche. Una mesa, música suave y la comida solo para ellos dos. Serán parte de la fiesta y así Remus no se sentirá mal y Mel tendrá su noche perfecta que es lo que Remus quiere.-
-Tu idea es perfecta Sirius. Pero sigo sin entender porque tengo que aceptar una cita con tu amigo.-
- Técnicamente no es una cita. James las invitara a las tres.-
-¿Qué?-
-Sí. Verás, si James invita a Mel sola ella no querrá venir. En cambio, si van las tres
-
-Pero si Remus la invita
-
-Es que Remus quiere que sea una sorpresa.- Lily pensó unos minutos. - Lily la del problema eres tú. Mel aceptara solo por pasar una noche con Remus. Val estará invitada de todas formas. Pero si James te invita debo asegurarme que aceptarás para no arruinar la noche de Remus.- el moreno suplicaba con los ojos.
-¡Está bien! Lo haré.- el moreno le dio un beso en la mejilla. - Pero te advierto que si algo sale mal yo misma te asesinaré. ¿Está claro?-
-¡Si Señorita Evans!-

La actitud del moreno hizo reír a carcajadas a Lily y cuando salieron del aula James los vio. De no haber sido Sirius el que salía con ella lo hubiese hechizado hasta las orejas. Pero algo traía su amigo entre manos, algo más que ayudar a Remus esa noche y estaba casi seguro de saber que era. Tenía una semana para aguarle el plan. Y estaba seguro de que su idea era perfecta.




Sábado en la mañana. El Expreso de Hogwarts partía a casa llevando a los alumnos a pasar la navidad con sus padres.
Durante todo el viaje Sirius fastidió a James para que invitara a las chicas a la fiesta. Pero James, lejos del joven seguro que solía ser frente a las chicas, de repente había perdido confianza en si mismo. Incluso, hasta parecía arrepentido de hacer semejante cosa.

-James ya déjate de tonterías y ve a invitarlas.- protestó Sirius.
-¿Sirius quieres dejar de empujarme? No soy tu baúl.- contestó enojado James.
-Si no te apresuras se irán y más te vale no aguarme el plan.- dijo en tono de amenaza.
-Tranquilo Sirius. James no tiene ninguna obligación de hacer esto. Déjalo. Si no quiere acercarse a Lily lo entiendo. Yo también le tendría miedo si me hubiera mandado tres veces a la enfermería.-
-Ni siquiera lo intentes Lunático.- le sonrió mostrándole que ya había notado su juego sucio. - Y aunque ustedes dos se rían de mí, algunas veces si le tengo miedo.- sus amigos soltaron unas ruidosas carcajadas.
-Te aseguro que no tienes de que temer esta vez.- le aseguró Sirius.
-Está bien. Sirius si muero quiero que tu tengas mi escoba y tu Remus quédate con mi capa.-
-Gracias Cornamenta.- contestaron entre risas.

Los tres adolescentes se encaminaron al lugar donde las chicas esperaban a sus padres. Con un temor jamás visto en él y la cara de asombro de sus amigos, James se acercó a ellas.
Nervioso, frotando sus manos una con otra, se acercó y aclaró su garganta para hacerse notar.

-Perdón chicas
Lily
Yo
Podría hablar contigo
un momento.- ¡Que bonitas se habían puesto las baldosas de la estación!
-Sí.- contestó sorprendida la pelirroja.
-Veras yo
bueno, yo
yo quisiera saber
si tú
bueno, si tú, tal vez
si no tienes otros
otros planes
- las chicas estaban a punto de echarse al suelo a reír mientras que los chicos analizaban la posibilidad de que su amigo no fuera su amigo, sino alguien que bebió poción multijugos.
-¿Qué quieres Potter?- preguntó desconcertada la pelirroja.
-Yo quisiera
saber si
si tú
si tú no tienes nin
ningún otro compromi
- Sirius estaba a punto de perder los nervios. Quien dice a punto también puede decir que ya los había perdido.
-Lo que mi ex amigo intenta decirte, es si quieres venir a la fiesta de navidad que sus padres darán en su casa la próxima semana.- Lily lo miró sorprendida y James sonriendo. Su plan para sacarlo de quicio con sus supuestos nervios había salido a pedir de boca. - En realidad quiere invitarlas a las tres.-
-¡Ah! Bueno
- dijo Lily mirando a sus amigas. - Yo no puedo decidir por ellas.- Mel miró a Remus y sonrió.
-¿Vendrás Mel?- le preguntó.
-¿Tú irás?-
-Solo si tú vienes conmigo.-
-Entonces sí, voy.- y mirando a sus amigas les dijo: -Después de todos mis padres no estarán en casa.-

Los padres de Mel eran sanadores en San Mungo y debían trabajar la noche de navidad y ella estaría sola en casa.

-Yo debo ir de todos modos. Tu madre le envió a la mía la invitación hace unos días.- dijo Val.
-¿Y tú Lily? ¿Qué dices?-
-Bueno, supongo que si mis amigas van
-
-¡Perfecto!- exclamó Sirius.

Remus se acercó a Mel y le dijo:

-¿Pasó por ti a las siete treinta? Una bella dama como tú no puede asistir sola a una fiesta de esa magnitud.-
-Sí.- le sonrió la rubia. Val, viendo la cara de felicidad de Sirius se apresuró y dijo:
-Tú pasaras por mí. ¿Verdad James?-
-No.-
-¿Por qué no?-
-Porque debe ir Sirius por ti. A menos que quieras matar a tu madre y a la mía, que se alegró mucho con la noticia, y en esta semana digas que no piensas casarte con tu prometido y que sales con otro.-

Val se sintió entre la espada y la pared. James la había acorralado. No tenía más remedio que ir con su Prometido al baile. Al ver que la morena solo asentía derrotada y a su amigo mucho más pálido que de costumbre, sonrió con superioridad y se dirigió a Lily.

-Eso quiere decir que tendré que pasar por ti Lily.-
-
- la pelirroja abría la boca con intenciones de hablar pero las palabras no salían.
-¿A las siete treinta esta bien?- Lily solo asintió. - Perfecto.- James miró por encima del hombro de Val y dijo - Señoritas, creo que las han venido a buscar.-

Las chicas se giraron y vieron a sus padres. James saludó con un gesto a su padre que los llamaba para irse a casa. Sin decir más, con un gesto de su mano, Mel se despidió de Remus y caminó hasta el sitio donde su padre y los de sus amigas las esperaban.
James arrastró su baúl hasta donde se encontraba su padre seguido de sus amigos. Remus pasaría las vacaciones con ellos. Sentados en el asiento trasero del auto de los Potter, James fingía leer un libro y Sirius lo observaba; hasta que no pudo más y explotó.

-¿Desde cuando lo sabes?-
-¿Saber qué?- le preguntó sin levantar la vista del libro. -¿Qué tratas de ayudar a Remus? ¿Qué te aterra tener que ir por Val? ¿O qué te confabulas con Lily para llevar a cabo tus planes y de paso tratar de METER LA NARIZ DONDE NO DEBES?-

Remus aguantaba la risa, Sirius no dijo una sola palabra más hasta el desayuno en la mañana siguiente y James sonrió con la satisfacción de haber dejado a Sirius callado por un buen rato.




Los días pasaban y la fiesta cada vez estaba mas cerca. Tres amigos desayunaban en el comedor de la lujosa mansión Potter.

-¡Ya basta Sirius! Reconoce que en el fondo me lo agradeces.-
-No James. No te lo agradezco. Además no te perdono que no me dijeras que los McLoud vendrían a la fiesta.- Sirius había pasado lo que iba de la semana enojado con James.
-Te dije que no lo sabía. Mi madre no discute su lista de invitados conmigo.- James sonreía de la actitud infantil de su amigo. Esa actitud de niño enfadado, con los brazos cruzados en el pecho y esa expresión de: Pues ahora me enfado y no respiro le causaba gracia. - Ya Canuto. Después de todo tu me pediste que invitara a Val a la fiesta.-
-Una cosa es Val y otra muy distinta es toda su familia.-
-Sirius, si quieres Mel y yo podemos quedarnos para evitar que cometas alguna estupidez.- habló Remus por primera vez.
-No Lunático. Esa noche tú y tu rubia tendrán su noche de cuentos de hadas en paz aunque tenga que soportar a toda la comunidad mágica felicitándome por mi compromiso.-

Aunque ninguno de los dos quería admitirlo, estaban nerviosos. Remus debía asegurarse de que todo saliera bien. No podía fallar, era una noche muy importante. Y Sirius estaba seguro de que esa noche, para él, terminaría mal.




En casa de los Swan, dos mujeres reían felices.

-No puedo creerlo. Mi niñita ira a una fiesta de gala en casa de los Potter.-
-¡Mamá! Hablas de ellos como si no fueran de este mundo.-
-Cariño ¿Tienes idea de lo que una fiesta en casa de los Potter significa?- Mel hizo un gesto de fastidio. Su madre había insistido con lo mismo los tres días que llevaba en casa. - Los Potter son gente muy importante en nuestro mundo. Podrías conocer a mucha gente importante y hasta encontrar un muchacho que...-
-Mamá ya te he dicho. No necesito encontrar ningún muchacho.-
-Mel... No quiero ser dura hija, pero si no te ha hecho caso hasta ahora...-
-¿Y quien te ha dicho que no?- dijo Mel con una enorme sonrisa en su rostro.
-¿Remus y tú...?-

Su madre era su confidente. Por años, a la única persona que Mel le confirmó que se había enamorado de Remus era su madre.

-¡No!- Stefanie, su mamá, la miró triste. - Pero no creo que falte mucho.-

Durante el resto del día, Mel le contó lo sucedido a su mamá y que Remus vendría por ella para llevarla a la fiesta. Inmediatamente, la mujer comenzó a regañar a su hija por no haberlo mencionado antes y no haber puesto manos a la obra con su vestido. Entonces Melanie reaccionó. Tan nerviosa y ansiosa había estado por lo que pudiera pasar esa noche que había olvidado por completo ese importantísimo detalle. El resto de la semana, madre e hija procuraron que esa noche fuera perfecta en todos los sentidos.




No le gustaba mentirle a sus amigos. Pero hacía años que la veía y ellos no lo sabían. Con una excusa de las peores de su repertorio, según él mismo, salió la tarde del jueves de la casa para verla.

-¡James! Tanto tiempo sin verte.-
-Elizabeth, estuve aquí en agosto.-
-Sí, lo sé. Pero estamos en diciembre.- dijo ella fingiendo enojo.
-Estuve en el colegio. ¿No irás a ponerte celosa?- bromeó él.
-Siéntate. ¿Qué te trae por aquí?-
-Estoy nervioso. Muy nervioso.-
-¿Es el sábado verdad? El sábado es el gran día.-
-No lo sé.-
-Yo estoy segura.-
-¿Y si me estoy equivocando?-
-No lo haces mi niño. No te equivocas.-
-¿Cómo puedes estar tan segura?-
-Porque lo veo en tus ojos.-
-¿Y en los suyos? ¿Qué ves?-
-A ti.-

El moreno sonrió. Ella siempre le daba esperanzas.




Jueves por la mañana. En la casa de los McLoud Val se sentía atrapada. Había pensado en buscar la ocasión de contarle a su madre de su relación con Kingsley pero no había encontrado el momento, o tal vez no había tenido el valor.
Había desayunado sola toda la semana por eso su madre se sorprendió ese día cuando la lechuza parda irrumpió en su comedor y se posó junto a su hija que con manos temblorosas abrió el pergamino que el animal traía.

¿Como puedo extrañarte tanto? Ni yo mismo lo sé. Solo sé que desde que no tengo tus besos y tus caricias los días se me hacen eternos. Cuento los segundos que aún faltan para vernos. Te extraño.

Y de la misma forma que cada mañana lo hacía, Val dejó caer una lágrima. Cada carta de su novio la hacía sentir peor. Sus dudas acerca de Sirius la estaban llevando a la locura. Esa noche debería fingir que eran novios a menos que encontrara el valor de decirle a su madre que su familia sería el comentario en boca de cada mago o bruja del mundo mágico. Y todo por que ella se negaba a ser una más en la lista de su prometido.




Estaba enfurecida, rabiosa, enojada con ella misma por ser tan estúpida. Y todo porque el martes había terminado de preparar sus cosas para la fiesta. Quería lucir bien, pero haber tenido todo listo cuatro días antes la atemorizaba y la enojaba a la vez. Eso solo podía significar una cosa: estaba ansiosa por ir a esa fiesta. Eso no sería problema si no fuera del brazo del chico que más odiaba en la escuela.

-¡¿A quien quiero engañar?!- se arrojó con fuerza a la cama y se tapó el rostro con la almohada para amortiguar el grito. -¡Maldito Potter! ¿Por qué tenías que hacerme esto? ¡Soy una...!-
-¡Lilian Evans!- la regañó su madre. -¡Por Dios! Se oyen tus gritos desde la calle.- Lily se cruzó de piernas y de brazos y con el ceño fruncido. -¿Qué te sucede hija? Dime si puedo ayudarte.-
-No mamá. Déjalo. Soy una tonta.-
-¿Por qué dices eso mi cielo? Tú no eres tonta.-
-Si mamá lo soy.- suspiró. - No se puede ocultar el sol detrás de un dedo. Por más que lo intentes con todas tus fuerzas... es imposible.-

Se recostó en el pecho de su madre que no dudó en abrazarla. Estaba segura de que iba a pasar un mal rato en esa fiesta. Potter siempre lo arruinaba todo.




Yuhoooo!!!!! Y?? Que les parece hasta aca??? Si estos les gusto lo que sigue los deja en una nube...

Besos.
Nos vemos en una semana o al llegar a los 275 RR.La semana había pasado demasiado lenta y demasiado rápido según su opinión. No podía esperar para verla pero a la vez estaba muy nervioso. Pero sus amigos lo habían ayudado a planear todo. Habían revisado todo mas de diez veces y todo estaba bajo control. Y el momento había llegado. Estaba parado frente a la puerta de la casa de la familia Swan.
Llamó a la puerta y unos minutos más tarde un hombre alto y con cara de pocos amigos le habría la puerta.

-Buenas noches.-
-¿Quién eres tú?- preguntó con cierto aire descortés.
-Remus Lupin señor. He venido a...-
-Ya sé a que vienes. Pasa antes de que me arrepienta.-

Remus entró a la casa detrás del padre de Mel. Este lo condujo sin hablar a una sala de estar y se sentó en uno de los sillones. Remus se quedó de pie en un rincón.

-Siéntate. Si bajan y te ven ahí parado tendré que oír los gritos de mi esposa toda la noche y no tengo ganas.- sin mencionar palabra, un poco por los nervios y otro poco por lo intimidante que le parecía el hombre que lo acompañaba, se sentó. -¿A dónde la llevas?-
-Los padres de mi amigo tienen la costumbre de dar una fiesta para esta fecha y nos invitaron señor.-
-¿Y dónde conociste a mi hija?- la expresión de furia no cambiaba ni un ápice en el rostro de su interlocutor.
-Somos... somos compañeros de clase señor.-
-¿Hufflepuff o Ravenclaw?-
-Gryffindor señor.-
-Debí imaginarme que solo un Valiente Gryffindor- dijo remarcando con ironía la frase. - se atrevería a...- por suerte para Remus la madre de Mel bajaba las escaleras y los interrumpió.
-Ya estas aquí muchacho. Bienvenido a casa.- dijo con una expresión muy distinta a la de su esposo. - Mi nombre es Stefanie Swan. Soy la mamá de Mel.-
-Un placer señora Swan.-
-Siéntate Remus. Mel ya baja.-

Mientras esperaba a Mel, Stefanie intentaba mantener una conversación medianamente coherente con él pero era imposible. Los penetrantes ojos cargados de odio del papá de Mel lo ponían mucho más nervioso de lo que había estado en su vida.
Se oyeron pasos en la escalera que le llamaron la atención.

-Buenas noches Remus.- dijo casi en un susurro.

Se puso de pie de un salto. Allí estaba, parada en el tercer escalón mirándolo y sonriendo. Llevaba un vestido simple, de color celeste muy claro. Largo hasta rozar el suelo.

-Mel estás...- pero las palabras lo habían abandonado.
-Preciosa.- completó su padre con la misma expresión del licántropo.
-Sí.- contestó el embelezado joven.
-Gracias.- contestó ella un tanto sonrojada. Viendo que nadie reaccionaba, Stefanie habló:
-Chicos, se les hará tarde. Creo que deben irse.-
-Sí, por supuesto.- Dijo Remus volviendo a la realidad.

Le ofreció su brazo y luego de despedirse de sus padres salieron de la casa rumbo a la fiesta.




Tres veces estuvo a punto de llamar y se detuvo a medio camino. Sabía que después de esa fiesta las cosas no volverían a ser iguales. Juntó valor y se preparó para la mejor actuación de su vida. Esta noche fingiría ser el novio perfecto de la chica que amaba.
Un elfo doméstico fue el encargado de recibirlo y llevarlo a una sala donde debía esperar a la familia. Pocos minutos después, el padre de Val entraba a recibirlo.

-Muchacho. Veo que se te ha pasado el berrinche.-
-Sí Señor.- contestó apenado. - Buenas noches.-
-Las mujeres de la casa ya bajan. Sabes como son. Siempre se tardan una hora más de lo que deben.-
-A Valerie no le hace falta.- contestó sin pensar y de inmediato sintió el rubor en sus mejillas.
-Veo que se llevan mejor.- sonrió el padre.
-Sí.-

La charla fue bastante agradable. Mas el nudo en el estómago del animago no desaparecía. La madre de su prometida bajó las escaleras. Detrás, estaba ella. La más hermosa de las mujeres y no le pertenecía. Sintió el sonido de su corazón al quebrarse en mil pedazos. Un suave empujoncito en su espalda dado a tiempo por el señor McLoud lo hizo reaccionar y fue a su encuentro.
Ella alisaba los pliegues de su vestido de seda azul claro y no notó que él ya estaba muy cerca. Tomó delicadamente una de sus manos. Ella se sorprendió al verlo mirándola de esa forma. En un suave susurro, con los ojos cerrados tratando de contenerse, le dijo:

-Debo besarte. Se supone que eres mi novia. Pero si quieres
podría besarte la fren
-

Sabiendo que no tenía opción, tomó suavemente el rostro de su prometido y depositó un dulce y suave beso en sus labios.

-Buenas noches, mi amor.- fingió.

Ya en el asiento trasero del auto, Val estaba sentada en una punta del asiento y Sirius en la otra. La madre de Val, que estaba encantada con la feliz parejita, en opinión de su hija no hacía más que entrometerse. Según Sirius, le clavaba el puñal cada vez más profundo.

-¿Por qué tan tímidos? Creí que se habían extrañado tanto que no se separarían en toda la noche.-
-No me alejaré de Val en toda la noche señora McLoud.-
-No es lo que parece.- le contestó señalando la distancia. - Después de verla llorar al recibir tus cartas creí que no había forma de alejarlos unos cuantos centímetros.- Val la miró enfurecida, pero su madre no lo notó ya que Sirius reaccionó mucho más rápido y le dijo:
-No quiero faltarles el respeto ni a usted, ni a su esposo, ni a su hija, señora.-
-Una pareja que se quiere como se ve en ustedes jamás le falta el respeto a nadie si lo demuestra con mesura en público.-

Sirius miró a la morena buscando apoyo para salir de ese embrollo. Viéndola tan desconcertada como él no tuvo mas remedio que acercarse y abrazarla. Solo quince minutos los separaban de la Mansión Potter. Iban a ser los quince minutos más largos de su vida.

-¿Te escribió?- preguntó el moreno refiriéndose claramente a su contrincante.
-Sí.- Susurró ella. - Por favor no lo...-
-No. Descuida. No te hablaré de él.-




Llegó puntual a la casa de la pelirroja. Por primera vez en su vida, las piernas le temblaban como un flan y estaba seguro que las palabras no saldrían de su boca con fluidez. Decidió que no perdía nada con hacerle caso a Elizabeth. Después de todo, ella era la que siempre había acertado en esos temas.

-Buenas noches señor Evans. Soy James Potter. Estoy buscando a Lily.-
-Así que tú eres Potter.-
-Sí. ¿Me conoce?-
-Digamos que te he oído nombrar algunas veces.-

Una sonrisa se dibujó en el rostro del animago. Sonrisa que se esfumó en cuanto vio la enorme bola de humanidad que lo miraba desde el sillón con asco. Junto a él, estaba su novia, la hermana de Lily.

-Buenas noches.- saludó educadamente el mago.
-Vámonos Vernon. Esto es el colmo de la locura.- y ambos salieron de allí.
-Pasa, toma asiento.- el padre de Lily era un hombre casi sin expresión. Lo que lograba que James perdiera la poca serenidad que había logrado gracias a Elizabeth.
-Lily bajará en un momento.- dijo una mujer a su espalda. Se puso de pie sonriendo para saludarla y el padre de Lily los presentó.
-Madre, él es James Potter. James ella es mi madre, la abuela de Lily.-
-Un placer señora Evans.-
-El placer es mío joven.-

Lily miraba la escena desde las escaleras. Era increíble. Ninguna mujer se resistía a poner sus ojos en él. Había conquistado hasta a su abuela en menos de dos minutos.
Tosió despacio para hacerse notar. En cuanto la vio se quedó embelezado. El vestido verde agua le sentaba de maravilla. El rostro apenas maquillado la hacía ver como una mezcla entre niña y mujer. Y eso le encantaba. Definitivamente no tendría otra oportunidad como aquella.
Se acercó y la saludó.

-Hola Lily. Te ves muy bonita.- le dijo sonriendo.
-Buenas noches.- estaba distinto. Su traje de gala le sentaba de maravilla. Pero había algo diferente en él y no podía precisar que era.
-¿Nos vamos? Si llego tarde mi madre me matará.-
-Sí, vamos.-

Lily se despidió de sus padres y de su abuela. Antes de partir, la anciana la llamó y colocó en su cuello una fina gargantilla de oro.

-Era de mi abuela. Ha estado en la familia por años.- y de forma cómplice y sin que su hijo la escuchase le susurró a su nieta. - A mí me trajo mucha suerte.-

Salieron de la casa de los Evans. Llevaban más de diez minutos juntos y aún no lo había enfrentado como todos los días. Ahora estaba seguro de que Elizabeth tenía razón. Mostrarse tal cual es, sin máscaras ni poses, era una buena idea para esa noche.




James y Lily fueron los primeros en llegar y al parecer, demasiado temprano.

-Perdona que lleguemos tan temprano, pero si no estoy para recibir a los invitados mi madre me enviara a limpiar de doxys el sótano.-
-Está bien. No te preocupes.-

Un grito de alegría se oyó no muy lejos de allí.

-¡Voy a morir pronto! James ha llegado a tiempo este año.-
-¡Mamá! No digas esas cosas.-
-Y además viene acompañado por una bella jovencita.- dijo mirando a una sonrojada Lily. - Dorea Potter. Soy la mamá de James.-
-Mamá ella es Lily Ev...-
-¡OH! Así que eres tú.- Dorea ya ignoraba a su hijo completamente.
-Sí.-
-Mamá.- advirtió James.
-James habla mucho de ti.-
-Y ahora comprendo el por qué.- una voz masculina habló. - Charlus Potter. El papá de James.- besó con delicadeza la mano de la joven y viéndola a los ojos le habló a su hijo. - Te felicito James. Tu novia es preciosa.-
-No papá, Lily no es mi novia.- Lily se sorprendió. Ya esperaba tener que reclamarle luego por no haber negado ese comentario. - Somos compañeros de clase, nada más.-
-Si yo fuera tú me apresuraría entonces. Una dama tan exquisitamente bonita como esta es muy difícil de encontrar.-
-Además harían una hermosa pareja. Sus hijos serían hermosos.-
-¡MAMÁ!- exclamó James. - Por favor.- suplicó.
-Solo digo la verdad hijo.-

La gente comenzó a llegar y James y sus padres dieron la bienvenida a los invitados. Pocos minutos había pasado desde que James se disculpó y la dejó sola para recibir a los invitados con la excusa de que si lo acompañaban pensarían que ella era su novia o algo por el estilo y no quería incomodarla, llegó Val con Sirius.
Por fin la pareja pudo tomar un poco de aire. Los padres de ella comenzaron a relacionarse con cada mago en su camino así que Val se sintió libre de sus miradas y comentarios por demás inoportunos.
La morena corrió a hacerle compañía a la solitaria Lily mientras que Sirius intentaba recuperarse un poco a la sombra de James.

-¿Y Canuto? ¿Cómo va tu noche de navidad?-
-¡Fatal! No puedo creer que me hayas hecho esto.-
-Te recuerdo que fue tu idea invitarlas.-
-Sí, pero no era mi idea pasar por esta tortura.-
-¿Tortura?- preguntó James divertido. - ¿Val te está dando pelea?-
-Llámame loco pero preferiría pelear con ella a tener que pasar por su prometido feliz toda la noche.- dijo triste. Entonces James comprendió. Era tenerla y no tenerla. En la mañana tendría que juntar los pedazos de su amigo.
-Perdóname. No pensé que...-
-No importa James. No te preocupes, estaré bien.-

Remus y Mel hicieron su entrada. Los dos estaban felices. Se sentaron junto a las chicas y poco tiempo después, los dos animagos se unieron al grupo.
Mientras sus amigos hablaban, Remus susurraba cosas al oído de Mel. Ella solo sonreía y algunas veces se sonrojaba. Al ver esa situación, James y Sirius se disculparon y se alejaron del grupo unos minutos. Al regresar, traían en sus manos una caja y entre sus ropas, la capa de invisibilidad de James. Sin decir nada, James tomó a Lily de la mano y Sirius hizo lo mismo con Val. Formaron un semicírculo alrededor de la pareja para ocultar lo que estaban a punto de hacer. Entonces Sirius puso en manos de Remus la extraña caja de madera que traía y este le agradeció con un gesto de su cabeza. James entregó la capa y Remus agradeció de la misma manera.
El licántropo puso la caja en las manos de Mel y con un ágil movimiento los cubrió a ambos con la capa.

-Tranquila. Tengo una sorpresa para ti.-

Sirius le abrió el paso y licántropo y rubia se fueron del salón. Sin darse cuenta, Lily tomó a James del brazo y se apoyó ligeramente en él. Sirius tomó la mano de Val y depositó un beso suave que hizo erizar la piel de la morena. En un acto inconciente, James abrazó a Lily por la cintura mientras veía por donde suponía que su amigo se había ido. Sirius vio por encima del hombro de Val a una felicísima Dorea Potter acercarse peligrosamente a ellos.

-James, huye.-
-¿Qué?- preguntó el moreno distraído.
-¡Tu madre estúpido! ¡Vete de aquí!-

James soltó a Lily y le dijo con un movimiento de su boca: -Perdón.- a lo que Lily por toda respuesta le sonrió.

-Chicos ¡Por fin los encuentro! Y que suerte que están con sus novias.-
-¿Sabes una cosa mamá? He descubierto esta noche que no tiene caso discutir contigo. De todas formas no me oyes cuando hablo.-
-James no sé de que me hablas cariño.-
-¿Lo ves? No me entiendes ni una palabra.- las chicas rieron.
-Yo solo venía a decirte que no seas tan frío con Lily cariño. Las gemelas Vance han estado preguntándome por ti toda la noche. Emmelin esta triste por el compromiso de Sirius pero Emily aún tiene esperanzas contigo.-
-Pues si te la vuelves a cruzar dile que no me interesa.-
-Si al menos te mostraras con Lily como recién cuando la abrazaste no te acosarían.- la madre de James odiaba profundamente a las gemelas Vance.
-Mamá estoy cansado de que me ignores. ¿Quieres creer que soy el novio de Lily? Bien. Te diré la verdad.- James miró a Lily y le pidió perdón con la mirada. Ella sonrió. - Mamá la verdad es que sí, Lily es mi novia. No he ido a Hogwarts en lo que va del curso y he estado viviendo en su casa. Ella esta embarazada y lo mejor del caso es que no pienso hacerme cargo y Lily lo comprende al punto de haber acordado que cuando nazca el bebe lo dejaremos en la puerta de algún hogar de niños huérfanos.-

La expresión de la madre de James era un tanto cómica y a la vez preocupante. La mujer casi muere del disgusto que le dio su hijo con esa confesión.

-James ¿Qué estás diciendo?-
-¿Lo ves? Esa es la misma expresión que tengo yo cuando tú insistes en que Lily es mi novia.-
-Pero
Pero
-
-Ya basta mamá.-
-Es que las Vance
- Y viendo que James no tardaría en hacer un berrinche, Lily tomó el mando.
-Señora Potter, quédese tranquila. No dejare que ninguna de esas dos se acerque a Nuestro James- dijo remarcando la última frase. Dorea sonrió. Le gustaba mucho esa chica. Iba a regañar a James por no ser tan inteligente como ella y Sirius volvió a salvarlo.
-Señora Potter ¿Sería tan amable de presentarme al señor Zonco? Me encantaría conocerlo.-
-Por supuesto que sí Sirius. Vengan, le encantará conocerte a ti y a Val. Sabe de su gusto por las bromas.- dijo algo enojada.

James aprovechó la distracción creada por su amigo y se escapó quedando Lily sola en un rincón de la fiesta.




Remus caminó con Mel bajo la capa y la llevó hasta una habitación no muy lejana de la fiesta. Abrió la puerta despacio y la invitó a entrar. Era una habitación no muy grande, con una mesa puesta para dos en un rincón, una chimenea encendida y un mullido sillón a un lado. Remus acomodó la capa en un perchero junto a la puerta y tomó con delicadeza la caja que Mel traía.

-¿Qué es eso?-
-Cuando llegue el momento lo sabrás.- se acercó y le dio un beso muy dulce en los labios. La rubia se perdió entre sus brazos, pero él tenía otros planes. - Ven, vamos a cenar.-

La llevó hasta la mesa, le acercó la silla, le sirvió una copa de vino y con su varita sirvió la comida.

-Estás preciosa.-
-Me lo has dicho unas mil veces desde que salimos de mi casa.-
-Es que no puedo creer que estés aquí conmigo. Ni en mi mejor sueño me imagine con una mujer tan hermosa como tú.-

Mel se ruborizaba cada vez un poco más con cada comentario. Remus la miraba embelezado. Durante la cena no hubo más que comentarios dulces a la joven. Remus estaba nervioso. Cada minuto que pasaba le parecía más estúpida la idea. Pero recordaba las palabras de Sirius y recuperaba la confianza. A las mujeres les gustan esas cosas. Lo ven romántico
La música se podía oír desde allí. Luego del postre, Remus se puso de pie y la invitó a bailar.
Mientras bailaban, Remus le daba suaves besos y dulces caricias. Se veían enamorados.

-Ven, siéntate un minuto. Tengo algo para ti.-

Mel se sentó en el sillón que el licántropo le había mostrado mientras él tomaba la caja de una pequeña repisa donde la había dejado al llegar. Se sentó en el suelo a sus pies y abrió la caja. De su interior y bajo la atenta mirada de su acompañante, sacó un libro.

-¿Qué
?-
-Un libro.-
-Sí pero es
-
-Sí.-
-Pero
- ella estaba sorprendida y confundida a la vez.
-Sé que es tu cuento favorito. Me gustaría leerlo para ti.-
-Y a mí me encantaría que lo hicieras.-

Remus se aclaró la garganta y con algo de nervios comenzó a leer apoyado en las rodillas de su enamorada. Ella lo escuchaba atenta. Le parecía tan tierno verlo leer para ella de esa forma que comenzó a acariciar su cabello de forma cariñosa. Él se dejó hacer. Le encantaba que ella jugara con su cabello.

Inesperadamente, de entre la espesura del rosal, apareció una bestia horrenda que iba vestida con un bellísimo atuendo; con voz profunda y terrible le amenazó: "¡Desagradecido! Te he dado hospitalidad, has comido en mi mesa y dormido en mi cama y, en señal de agradecimiento ¿Vas y robas mis rosas preferidas? ¡Te mataré por tu falta de consideración!"

Remus leía el cuento a Mel como si ella fuera una niña. Con expresiones y gestos, haciendo que la lectura la llevara a vivir la historia como si ella fuera Bella.

El mercader, asustado, prometió obedecerle y cumplir su orden. Cuando el mercader llegó a casa llorando, fue recibido por sus tres hijas, pero después de haberles contado su terrorífica aventura, Bella lo tranquilizó diciendo: "Padre mío, haré cualquier cosa por ti. ¡No debes preocuparte, podrás mantener tu promesa y salvar así la vida! ¡Acompáñame hasta el castillo y me quedaré en tu lugar!" El padre abrazó a su hija: "Nunca he dudado de tu amor por mí. De momento te doy las gracias por haberme salvado la vida. Esperemos que después..."

Mel lo observaba enamorada. La Bella y la Bestia era su cuento muggle favorito y él estaba leyéndolo para ella. ¿Cómo no iba a amarlo? Si él era capaz de hacer estas cosas por ella.

La Bestia, sentada cerca de ella, la miraba en silencio durante largas veladas y, al cabo de cierto tiempo empezó a decirle palabras amables, hasta que Bella se apercibió sorprendida de que cada vez le gustaba más su conversación. Los días pasaban y sus confidencias iban en aumento, hasta que un día la Bestia osó pedirle a Bella que fuera su esposa.

Se detuvo un minuto a verla. Su rostro, como el de una niña ansiosa por conocer el final de su historia, lo enamoraban cada vez más.

Hasta que un día la Bestia le regaló a Bella un bonito espejo de mágico poder. Mirándolo, Bella podía ver a lo lejos a sus seres más queridos. Al regalárselo, el monstruo le dijo: "De esta manera tu soledad no será tan penosa".

Lo que más le gustaba a ella era la ternura de ese cuento. Y él lo leía tal y como a ella le gustaba. Aunque estaba segura que de leerlo entre carcajadas a ella le sonaría igual.

"¡Imposible! ¡Nunca dejarás este castillo!" gritó fuera de sí la Bestia, y se fue. Al poco rato volvió y con voz grave le dijo a Bella: "Si me prometes que a los siete días estarás de vuelta, te dejaré marchar para que puedas ver a tu padre."

Sonrió al ver la expresión de su niña cuando la bestia gritó. Era increíble verla nerviosa por ese grito aunque conociera el final a la perfección.

Bella era feliz y se olvidó por completo de que los siete días habían pasado desde su promesa. Una noche se despertó sobresaltada por un sueño terrible.
Había visto a la Bestia muriéndose, respirando con estertores en su agonía, y llamándola: "¡Vuelve! ¡Vuelve conmigo!". Fuese por mantener la promesa que había hecho, fuese por un extraño e inexplicable afecto que sentía por el monstruo, el caso es que decidió marchar inmediatamente.
"¡Corre, corre caballito!" decía mientras fustigaba al corcel por miedo de no llegar a tiempo. Al llegar al castillo subió la escalera y llamó. Nadie respondió; todas las habitaciones estaban vacías. Bajó al jardín con el corazón encogido por un extraño presentimiento. La Bestia estaba allí, reclinada en un árbol, con los ojos cerrados, como muerta. Bella se abalanzó sobre el monstruo abrazándolo: "¡No te mueras! ¡No te mueras! ¡Me casaré contigo!"
Tras esas palabras, aconteció un prodigio: el horrible hocico de la Bestia se convirtió en la figura de un hermoso joven.
"¡Cuánto he esperado este momento!" Una bruja maléfica me transformó en un monstruo y sólo el amor de una joven que aceptara casarse conmigo, tal cual era, podía devolverme mi apariencia normal.
Se celebró la boda, y el joven príncipe quiso que, para conmemorar aquel día, se cultivasen en su honor sólo rosas en el jardín. He aquí porqué todavía hoy aquel castillo se llama "El Castillo de la Rosa ".


-Es bellísimo.-
-Sí, es muy hermoso.- Mel tomó el rostro de Remus entre sus manos y depositó un tierno beso de agradecimiento en sus labios. - ¿Sabes por qué quise leerlo justamente hoy?-
-No.-
-Porque igual que la bestia, yo también tengo mi Bella. Y porque fuiste tu quien me enseñó que más allá de lo horrible que puedo ser tengo derecho a ser feliz, a amar.- las lagrimas corrían por las mejillas de ambos. - Y yo quiero amarte. Quiero ser feliz a tu lado. Y por sobre todas las cosas quiero pedirte que desde hoy me dejes mostrarle al mundo que, a pesar de ser lo que soy, tengo la novia más hermosa que alguna vez pude imaginar.-

Un beso selló la declaración. Lo había logrado. Por fin Mel y Remus podrían ser felices juntos. Al fin lo había hecho entender que de a dos es más fácil.





Durante toda la noche su madre había estado interrogándolo. Los últimos treinta minutos los había dedicado a escapar de ella. Intentando esquivarla fue que la vio, sentada en un rincón, sola.

-¿Aburrida?- le susurró desde atrás en el oído.
-Un poco.- contestó sonriendo sin voltearse.
-Sí, es difícil pasarla bien cuando tus amigos te abandonan.-
-Sí. En especial cuando no conoces a nadie.-

Adoptando una exagerada pose de caballero, James extendió su mano a la pelirroja y dijo:

-James Charlus Potter. Mi madre insiste en decir que soy el último soltero de la dinastía.- Lily reía de la ocurrencia de su compañero.
-Lilian sueña que te diré mi segundo nombre Evans. La menor de una familia muggle. Hija de un padre al que no le importa mucho que sea la única soltera.-

James soltó una carcajada. Sabía que ella odiaba su segundo nombre más que nada en el mundo.

-Es un placer conocerte, Elizabeth.- le dijo entre risas a una sorprendida pelirroja.
-¿Cómo lo sabes?- preguntó.
-Soy un hombre de recursos.- contestó dándose importancia.
-Lo veo.- dijo la pelirroja dando una mirada a su alrededor.
-No saques conclusiones en base a lo que ves.- Lily volvió a mirarlo. - Lo que ves es de mis padres. Yo, técnicamente no tengo nada. Seré dueño de esto cuando ellos mueran y la verdad espero que eso no pase en muchos años.-
-¿Son muy unidos verdad?-
-Mucho.- el moreno se puso de pie y tomó dos bebidas de la bandeja que uno de los tantos elfos que había en la fiesta llevaba. Volvió a sentarse y le ofreció uno de los tragos a su compañera.
-Gracias.-
-Mi madre prácticamente llora a diario de septiembre a diciembre. Entonces me ve para las vacaciones de navidad, se tranquiliza, discute con mi padre sobre que ya soy mayor, que no sabe que hará el día que me case y media hora más tarde mi madre cambia el llanto por la dulce presión que has visto desde que llegamos juntos.-

Lily reía a carcajadas. James la miraba detallándola. Era algo que no quería olvidar. Que Lily riera con él y no de él o que no estuviera gritándole no era habitual en ella. Lo vio mirarla y no pudo seguir. Pensó que, como siempre, James arruinaría las cosas tratando de conquistarla.

-¿Qué?-
-Nada.- le contestó sonriendo.
-¿Por qué me miras así?-
-Solo te miraba.-

Esperaba el ataque. Algo como ¡Que bonita eres! ¡Que bonito es tu vestido! Algún cumplido semejante, pero nada. En lugar de eso la sorprendió cambiando de tema.

-¿Cómo irán las cosas con Mel y Remus?-
-Supongo que bien. Mel estaba muy nerviosa.-
-Remus también.-
-Sí, lo sé. Esta tarde me llamó por teléfono cuatro veces.-
-¿¡Te llamó por que!?- preguntó mientras la miraba como si le hubieran crecido tentáculos en la cabeza.
-Por teléfono.- ante el desconcierto del moreno decidió explicarle. - Es un aparato muggle que sirve para
- el rostro de James mostraba cada vez más clara su confusión así que la pelirroja dijo - Olvídalo. La próxima vez que vengas a casa te lo mostraré y te enseñaré como se usa.-
-Eso significa que puedo volver a tu casa.- afirmó sin mirarla.

Mientras él veía las parejas bailar ella lo observaba sin disimulos. No parecía el mismo. El Potter que ella conocía ya hubiera intentado besarla al menos una docena de veces. Pero este era distinto.

-¿Cómo es que sabes tanto de mí?- preguntó sin dejar de observarlo. Él sonrió.
-Ya te dije. Soy un hombre de recursos.-
-Ya deja de presumir y dime.-
-¿Qué quieres que te diga?-
-¿Qué más sabes de mí?-
-Tú pregunta y yo te contesto.-
-No entiendo...-
-Pregúntame cual es tu color favorito.- Lily, incrédula, preguntó:
-¿Cuál es mi color favorito?-
-El naranja. Pero evitas usarlo pues, según tú, con tu cabello queda fatal.- la pelirroja abrió grandes sus ojos. Se sorprendió al ver que él sabía la razón para no usarlo. Él rió al ver su expresión. - Pregunta lo que quieras y no te defraudaré.- tenía que probarlo. Tenía que saber cuanto la conocía.
-¿Mi comida preferida?- James hizo un gesto gracioso, como de estar pensándolo mucho y a ella le causó gracia.
-La carne asada con papas. Pero solo la que tu padre cocina cuando estas en casa.-
-¿Mi animal preferido?- supuso que con eso lo atraparía, pero no. Con una enorme sonrisa le contestó.
-El ciervo. Y no te gusta, lo admiras. Según tú, Bambi fue un héroe al poder sobrevivir sin su madre.-

Siguieron así por casi veinte minutos en los que las preguntas se hacían más complejas y las respuestas más sorprendentes por su calidad y exactitud.

-¿Cómo lo haces? ¿Cómo puedes saber tanto? Ni siquiera Mel y Val saben lo de mi caída de la escoba. ¿Por qué sabes tanto?-
-¿Cómo lo hago? Preguntando. ¿Cómo puedo saber tanto de ti? Tengo una buena fuente de información. Y es verdad. Les ocultaste a tus amigas esa caída para no pasar vergüenza ya que las dos vuelan muy bien. Y ¿Por qué?- dejó de mirarla a los ojos y fijó su vista en un punto perdido del salón. - Creo que sabes el por qué.- intentando evadir la última respuesta preguntó:
-¿Quién es esa Buena fuente?-
-Serías capaz de asesinarla si te lo digo.- sonrió.
-Dime. Necesito saber.-
-¿No le harás daño?-
-¿Cómo se te ocurre? ¿Quién crees que soy?- dijo casi ofendida.
-Elizabeth.-
-¿Mi...?-
-Sí. Tu abuela.-
-¡Lo sabía! ¡Sabía que no había sido mi imaginación! Vi cuando se miraron en casa. Pero... ¿Cómo...?-
-Hace unos años casi mato a mi madre un verano. Tenía trece años cuando desaparecí casi doce horas. Antes de terminar el curso, Sirius tuvo la brillante idea de poner ranas en la comida de Slytherin y Dumbledore nos llevó de las orejas a su despacho para castigarnos personalmente. Aún recuerdo ese castigo.- rememoró con una sonrisa. - Justo antes de salir de su despacho se oyó una explosión. Seguramente fue Peeves. Tardó unos minutos en volver. Minutos que ni Sirius, ni Remus, ni yo, desperdiciamos en absoluto. Había unos expedientes en su escritorio y temimos que fueran los nuestros así que los revisamos uno por uno. Y tuve la suerte de toparme con el tuyo.- sonrió otra vez con la mirada perdida. - Perfecta en todo. Excelentes notas, mejor conducta. Pero lo que me llamó la atención fue otro dato: tu dirección. No pude olvidarla jamás. Pasé varios días espiándote en el jardín de tu casa. Una o dos horas al día. Una mañana mi capa se resbaló y alguien me tiró del brazo para sacarme de atrás del arbusto donde me sentaba para verte.- Lily escuchaba atenta. - Era Elizabeth. Le supliqué que no te dijera nada. Le di mis razones y luego de asegurarse que no tenía malas intenciones me invitó a su casa.-
-¿Y fuiste?- preguntó sorprendida la pelirroja.
-La oferta era tentadora. O iba con ella o me entregaba a tu padre.- Lily rió. - A partir de ese día la visito cada verano una o dos veces por semana. Paso todo el día con ella. Solo hablamos de ti. Me mostró todas tus fotos.- evitó decirle que la anciana mujer le había regalado algunas. -He visto todos tus dibujos. Por cierto, te felicito. Dibujas muy bien.-
-Gracias.- dijo sonrojada Lily.
-Me contó tus travesuras...- la pelirroja se sintió avergonzada frente a él. - Esta semana la visitaste el martes; yo fui el jueves a pasar la tarde con ella.-
-¿Fuiste...?-
-Sí. Te dije que cuando no estoy en el colegio la visito. Me dijo que estabas distinta, diferente de cuando te despediste de ella antes de empezar el curso. Me dijo que al principio creyó que te habías enamorado de Remus.- dijo serio. Él también lo había creído. - Pero dijo que luego hablaste de mí toda la tarde. El estúpido de Potter esto, el idiota de Potter aquello y entonces lo supo.-
-¿Qué supo?- preguntó asustada.
-Pregúntaselo a ella. Si te lo digo huirás de mí y no quiero volver a quedarme solo. Remus está muy ocupado y ve a saber donde se habrá metido Sirius.- frunció el ceño y recorrió el salón con la mirada. - Ahora que lo pienso tampoco veo a Val. Con suerte y Shacklebolt se queda sin novia.- rió. - Además, mientras mi madre me vea reír contigo estará ocupada pensando en los nombres de nuestros hijos y no vendrá a molestarnos.-
-Harry.- dejó escapar sin pensar la pelirroja.
-¿Qué?- preguntó celoso creyendo que se refería a alguien más.
-Así quiero que se llame mi primer hijo.-
-¿Y si es una niña?- le siguió la conversación.
-Será un niño, lo sé.-
-Como tú digas. Su primer nombre será Harry como tu quieres y el segundo James como su padre.-

Lily sonrió y James también. La tentación le estaba ganando, pero la noche era casi perfecta, no quería arruinarla.

-¿Quieres bailar?-
-¿Bailar? Creí que no te gustaba.-
-¿La verdad? No. No me gusta. Pero si ya sabemos que se llamará Harry James por algo debemos empezar ¿No crees?-

Lily dejó escapar una delicada risa mientras sus mejillas se sonrojaban. Tomó la mano de James y bailaron juntos ante la mirada atenta de los invitados y especialmente de los padres del joven. Era la primera vez que James se divertía en esa fiesta tradicional de la familia Potter sin estar haciendo travesuras.




Durante toda la velada la madre de Val presentó en sociedad a la pareja. Cada vez que se encontraba con sus ojos Valerie le suplicaba perdón al animago. En ese momento, las casamenteras del lugar y sus esposos, es decir, los Potter y los McLoud comentaban con los Vance lo felices que se sentían por la feliz pareja.
Sirius abrazaba a Val y de vez en cuando se había mostrado cariñoso con ella pero sin pasar de tomarla de la mano, la cintura o unas simples caricias. No se atrevía a besarla otra vez. Aún podía sentir sus labios quemar después del pequeño roce en casa de sus suegros.
Al parecer alguien había dicho una broma porque todos reían. Él sonrió por seguirles la corriente y comprendió que había llegado al límite de su resistencia. Se paró detrás de Val, la abrazó por la cintura con ambos brazos y puso su mentón en el hombro de la joven que no pudo evitar tensarse con el contacto. Él cerró los ojos, aspiró su perfume y le susurró al oído para que solo ella oyera.

-Sácame de aquí. Por favor.- ella giró su rostro para verlo. Él, conteniendo las lágrimas le dijo: -Ya no lo soporto.-

Val no se hizo rogar. Ella tampoco soportaba más. Haber pasado toda la noche en sus brazos la tenía confundida. Lo conocía bien y sabía que detrás de esa pose segura y feliz estaba escondiendo su dolor, un dolor para el que ella no creía que él tuviera fundamentos. Pero que estaba allí, presente en sus ojos. Sin saber si hacía bien o mal, giró su cuerpo dentro de su abrazo y lo besó tiernamente.

-Por favor.- suplicó él.
-Vamos.-

Sin siquiera disculparse, Val lo tomó de la mano y lo sacó de allí. Gracias a su madre y a la madre de James, cada invitado de la fiesta sabía de su compromiso. Las mujeres curiosas y sus hijas enojadas y decepcionadas los felicitaban a cada paso.
Desesperada por encontrar un sitio tranquilo salió al nevado jardín. Sirius se sentó en uno de los muchos bancos que había y ella se sentó a su lado. Pasaron varios minutos en silencio. Ella lo miraba de reojo algunas veces. Sirius se mantenía mirando fijo al frente.

-Sirius si tú quieres...-
-No Valerie. No fingiré una pelea contigo.-
-Ya has hecho demasiado por mí.-

El animago no contestó. No podía ni siquiera mirarla a los ojos.

-Al menos así podrías estar con tus amigos y...-
-Remus está muy ocupado y dudo que James me quiera entre él y Lily.- al menos eso le daba un poco de consuelo. Que sus amigos estuvieran bien. -¿Valerie tienes idea de porque los Potter dan esta fiesta todos los años?-
-No.-
-Por caridad.- ella lo interrogó con la mirada. - Verás, hay muchas familias de magos adineradas y muchas más que no tienen un knut para sobrevivir. Los hijos de esa gente no podrían ni siquiera pensar en Hogwarts de no ser por gente como los Potter. Cada año, Dorea Potter reúne millones en fiestas como estas que dona al colegio para pagar los estudios de mucho de los chicos que están allí. Remus es uno de ellos. Ella lo hace porque es una mujer de bien, con un corazón enorme. Pero muchos de los que están allí dentro solo lo hacen por el reconocimiento. Hay muy pocas familias que lo hacen por el placer de ayudar. La tuya es una de esas. Pero toda esta gente no es lo que parece. De toda la gente que nos felicitó esta noche te puedo asegurar que solo tres fueron sinceros. El resto solo lo hizo por cortesía o para luego poder criticarnos.- se quedó unos minutos en silencio. - Tus padres son demasiado buenos Val. Tanto que no ven la hipocresía de esta gente, créeme, crecí entre ellos. Tal vez te suene pedante por lo que voy a decir, pero que tus padres te hayan prometido en matrimonio conmigo causó mucha rabia en más de uno. Lo mismo sucedería si James se comprometiera con Lily. Nuestras familias son de las más importantes del mundo mágico, dos de las más adineradas. Seguramente ya se han cansado de decir que tu padre fue muy astuto arreglando nuestro matrimonio.-
-No fue mi padre fue...-
-Mi madre.- suspiró. -¿Tienes idea de lo que sucedería si tú y yo montáramos el numerito que sugieres?- ella negó. - Los destruirían. Y si se enteraran que esto no es cierto sería peor.- se frotó el rostro con la manos en señal de cansancio. - Val tus padres son muy buenos y no se dan cuenta de nada. Tienes que alejarlos de mi madre lo más pronto posible. No sé que vio en ellos, pero mi madre no planeó esto por gusto. No quiero que les haga daño. No quiero que te haga daño.-

El tiempo pasaba lento mientras comenzó a nevar.

-Reconozco que al principio hice esto por egoísta. Quería tenerte a mi lado, aún sabiendo que al día siguiente ya no serías mía. No creí que fuera tan difícil.- en sus ojos se podían ver las lágrimas que pugnaban por salir. - Pero ya no lo resisto. Sé no me crees ni una palabra de lo que digo pero te amo. Y no soporto saber que mañana volverás a los brazos de ese infeliz.- ya no ocultaba su rostro. No lloraba, pero le mostraba su dolor de frente. - Cada caricia, cada beso me duele en el alma porque no puedo evitar pensar que te tengo aquí y no me perteneces. Cada vez que alguien me dice lo afortunado que soy por tenerte me suena a chiste de mal gusto porque sé que no te tengo. Perdóname Valerie pero ya no puedo. Debo mantenerme alejado de toda esa locura porque voy a estallar en cualquier momento. Voy a soportar todo esto hasta el final, pero no quiero que ya nadie mas me felicite o me obligue a acercarme a ti para mantener las apariencias.-
-Sirius yo no... No sé que decir.-
-No digas nada.-

Volvió a mirarla y notó que estaba temblando de frío. Recién entonces se dio cuenta de que estaba nevando.
-¡Por Merlín! Estás muerta de frío.- se puso de pie y se quitó su capa. Con un hechizo no verbal la hizo lo suficientemente grande como para que los cubriera a los dos y se sentó a horcajadas en el banco. - Ven aquí.- le señaló el espacio entre sus piernas. Ella lo miró desconfiada. - Valerie no voy a hacerte nada. Solo quiero protegerte del frío.-

Se sentó donde él le indicó. Suspiró y se acercó más a ella. Pegó sus cuerpos y se puso la capa. La rodeó con la gruesa tela hasta cubrirla por completo.

-Estás helada.- le dijo cuando tocó sus brazos desnudos. Pasó sus brazos alrededor de su cintura. Pasados un par de minutos le preguntó: -¿Estás mejor?- ella asintió. - Relájate. Recuéstate sobre mi pecho.-
-No...-
-Es la primera y única vez que voy a sentirte mía. Concédele su último deseo a este condenado a muerte.-

La razón estaba comenzando a abandonarla. Solo quedaba algo de conciencia que le repetía que el que estaba con ella era nada más y nada menos que Sirius Black. Uno de los rompecorazones del colegio. Y ella no debía ser una más.
La atrapó con más fuerza y la acercó más, si era posible, a su corazón. Acariciaba su rostro mientras la miraba con los ojos llenos de lágrimas. ¡La tenía tan cerca! Sus bocas estaban a un palmo de distancia, un suspiro y no soportaría las ganas de besarla. Y sin saber porque, la razón abandonó a Val y humedeció sus labios bajo la atenta mirada de Sirius.

-Por favor, no hagas eso.-
-Bésame.- susurró.
-No.-
-Bésame Sirius.-
-No. Es un puñal clavándose en mí. No lo haré otra vez.-
-Bésame.-

La morena dejó escapar las lágrimas que él no dejaba salir de sus ojos mientras buscaba sus labios. Labios que no querían seguir el camino hasta los suyos pero que no podían evitarlo.
El simple roce lo hizo perder la cordura. La apretó fuerte, muy fuerte contra su cuerpo para evitar que se le escapara la vida de los brazos. La besó con tanta pasión que cualquiera se hubiese escandalizado al verlos. Deseaba tenerla con él por el resto de su vida, ser su dueño y nunca dejarla ir.
Ella se entregó a su prometido sin pensar en nada. Ella también había sufrido como él. Pero no podía confiar en él. Se sentía una estúpida. ¿Qué otra prueba además de su llanto necesitaba para verificar que él no mentía? Que era él con quien debía pasar sus días y no con Kingsley. Pero recordar al moreno la hizo sentir culpable y se separó suavemente.

-No me dejes. Por favor Valerie no me dejes amor.- suplicaba llorando.
-No puedo. No puedo seguir, perdóname. Kings no merece esto.-
-No lo nombres por favor. No vuelvas con él quédate conmigo. Yo te amo.-
-Por favor Sirius no me hagas esto.-
-No me hagas esto tú a mí mi amor. Te necesito.-
-No...-
-Eres lo único que me queda. Sin ti ya no quiero seguir. ¡NO PUEDO SEGUIR!-
-No puedo hacerle esto...-
-Déjalo.-
-No.-
-Déjalo y quédate a mi lado. ¡Por favor!-
-¡No!-

Ambos lloraban. A Sirius ya no le importaba nada. Ella estaba confundida.

-Si me dejas solo me moriré de dolor.-
-No puedo dejarlo. Lo lastimaría. Él me quiere.-
-¡Y YO TE AMO! ¿Qué mas tengo que hacer para que lo entiendas?-
-¡NADA! Ya no hagas nada más.-

Con desesperación la besó. Su frustración crecía más y más al no encontrar resistencia en ella.

-Tú tampoco puedes resistirte. Tú me quieres, lo sé. Estoy seguro.-
-No Sirius...-
-Sí, me quieres. No tengas miedo. Te amo.-
-No puedo creerte.-
-¿Por qué no? ¿De que forma tengo que decirlo para que me creas?-
-¿Es que no te das cuenta? Has estado jugando con un montón de chicas en la escuela. Las has usado como tu juguete personal y luego ya no recuerdas ni el nombre ¿Y pretendes que te crea? No quiero ser una más...-
-¡Ellas no te llegan ni a la suela del zapato! Ni siquiera son dignas de pisar el mismo suelo que tú.- Se miraban a los ojos cada uno evaluando al otro. -Tú me quieres, lo sé.- se acercó lento y la volvió a besar, esta vez con más dulzura, con más amor y ternura. Y Val se dejó llevar por el corazón y le dio un descanso a la razón.




Remus y Mel bajaron otra vez a la fiesta. Ajenos a todo lo que había pasado con sus amigos. Se encontraron con James y Lily y se sentaron a hablar. La fiesta llegaba a su fin y el licántropo se despidió de Lily para llevar a su novia hasta San Mungo donde sus padres la esperaban.

-No tardaré mucho.- le dijo a James.
-Tómate tu tiempo Lunático. Debo llevar a Lily a su casa y no se cuanto tardaré. Igual conoces el camino de vuelta.-

Los dos jóvenes sonrieron y salieron de allí para desaparecerse en el jardín.
Los padres de Val se acercaron al animago y le preguntaron por su hija y Sirius.

-Sí, creo que estaban por allá.- dijo James señalando el lado contrario al jardín. Antes de que bajara Remus él había llevado a Lily hasta la ventana y los habían visto.

-Esto se pondrá difícil. Mañana tendré que juntar sus pedazos.-
-No puedo creer que sea tan testaruda.- James, que la abrazaba desde atrás por la cintura la miró. - Tu amigo puede ser un idiota a veces, pero la quiere. Y ella a él también.-


James salió al jardín con Lily de la mano. Al llegar junto a su amigo se asqueó a si mismo por molestarlo.

-Perdón Sirius. No quiero molestar pero... Val tus padres te están buscando. Quieren irse.-
-Vamos.- le dijo Sirius desenvolviéndola de su abrazo. Se sintió desprotegida en el mismo momento en que perdió el contacto con su cuerpo.

Entraron a la casa y los McLoud fueron a su encuentro. Los rastros del llanto habían sido borrados segundos antes a golpe de varita y ya no había evidencia de que algo doloroso había sucedido.

-Nos vamos Valerie.-
-Sí mamá.-
-Señor McLoud yo los acompaño.- dijo Sirius. -Quiero acompañar a mi novia como debe ser.- lo que quería era alargar la despedida.

Unos pasos más allá, Lily se abrazaba inconcientemente a James. Sabía lo que Sirius pretendía al acompañarla y la hacía sentir mal.

-Ayúdame a buscar una excusa para que no se vaya.-
-Déjalo. No quiere dejarla.-
-Lo sé Lily pero tendrá que hacerlo y no quiero que estando solo haga alguna locura.- Lily lo miró preocupada. - Si lo dejo solo hará alguna estupidez.-
-No puedes prohibirle que vaya.-
-Tienes razón. Pero él tampoco puede prohibirme que lo acompañe.

Con la pelirroja de la mano alcanzó a Sirius casi en la entrada.

-¡Señor McLoud!-
-Sí James.-
-Disculpe mi atrevimiento pero necesito pedirle un favor.-
-¡James!- exclamó su madre disgustada.
-Discúlpeme señor, pero debo acompañar a mi novia a su casa y es algo tarde. Me preguntaba si podríamos ir con usted hasta su casa y de allí nos desapareceríamos a la casa de mi novia. No quiero volver solo y no quiero que Sirius vuelva solo tampoco.-
-Cornamenta...- intentó regañar Sirius.
-Tienes razón. No son horas para andar solo por la calle. Los llevaremos a la casa de tu novia y luego los dos se van desde mi jardín.-
-No se enoje señor, se lo agradezco. Pero mi novia vive en la dirección opuesta. Vayamos hasta su casa y de allí nos desapareceremos juntos.-
-Está bien. Como tú prefieras muchacho.-




En San Mungo una pareja se despedía.

-No quiero irme.-
-Pero debes irte. Si mi padre te ve aquí y abrazándome así te matará.-
-Pero quiero quedarme contigo.-
-¡Lo sé! Yo tampoco quiero que te vayas.-
-Entonces me quedo.-
-¡NO!-
-¿No me quieres?- le dijo poniendo cara de niño inocente.
-Te amo.- sonrió. -Pero debes ir a descansar.-
-Está bien. ¿Puedo ir a verte mañana?-
-Por supuesto que sí.-
-Voy a extrañarte mucho.-
-Y yo a ti.-

Y se fundieron en un tierno beso de despedida. Más allá de donde estaban, una madre curiosa escondida detrás de una puerta espiaba feliz a su hija.




En cuanto se sentaron en el asiento trasero del auto Sirius abrazó a Val que no dudó en corresponderle. Lily se apoyó en el hombro de James y este la abrazó.

Una vez que hubieron llegado a casa de Val, Sirius, James y Lily se despidieron de sus padres. El moreno y su prometida se pararon frente a frente. James y Lily se alejaron un poco para darles espacio.
Sirius la besó con ternura. Disfrutando del último contacto.

-Adiós mi amor.- le dijo aguantando las enormes ganas de deshacerse en llanto.
-Adiós...- contestó ella.
-No lo olvides nunca. Nadie te va a amar jamás como te amo yo.-
-Adiós Sirius.- suplicó ella. Y con un beso en la frente la dejó.




Se aparecieron en la puerta de la casa de Lily. Sirius se alejó un poco para darles espacio como habían hecho ellos.

-Ni te atrevas a pensarlo siquiera.- amenazó James.
-No sé de que me hablas. Despídete de una vez. Hasta la próxima pelirroja.- Lily lo saludó con la mano.

Quería encerrarse solo y llorar hasta secarse.

-Bueno, llegamos.- dijo sonriendo James. - Debo irme. No esta nada bien.-
-Lo sé. Valerie tampoco lo estaba.-
-Será difícil sacarle una palabra acerca de lo que sucedió.-
-A Val también.-
-¿Me prometes que si le sacas algo me avisarás?- le dijo mientras la abrazaba de la cintura.
-Serás el primero en saberlo.-
-¿Te gustó la fiesta?-
-Sí.-
-Te veré en una semana en King’s Cross.-
-Claro.-
-A menos que nos encontremos en casa de Elizabeth.- ella sonrió. - No la regañes mucho.-
-No lo haré.-
-Bueno. Debo irme.- apoyó su frente en la de ella. - Hasta el sábado pelirroja.-
-Hasta el sábado.-

Creyó que iba a besarla. Pero otra vez se equivocó. Le dio un dulce beso en la frente y se alejó.

-Entra. Hace frío.-
-Vete.-
-Primero entra.-
-Primero vete.-
-Mientras tú entras yo me voy ¿Sí?-
-Es un trato justo.-

Y sonriendo Lily entraba a su casa y James se acercaba a Sirius.

-No puedo creer que seas tan idiota.-
-¿Por qué lo dices?-
-Hace siete años que intentas robarle un beso y ella te manda a la enfermería una y otra vez. Estaba en tus brazos, muriendo de ganas de que la beses y le besas la frente.- James sonrió. - Eres un estúpido.-
-No Sirius. Esta noche conoció al verdadero James. Si la besaba, hubiese roto la magia del momento.-


Capítulo 14
A escondidas.


La fiesta había pasado. La noche anterior, tres jóvenes, por diferentes motivos habían logrado dormirse muy tarde. Casi a las doce del mediodía, la muy paciente Dorea Potter había perdido toda su paciencia.

-¡Jerome!- gritó.
-Sí, señora Dorea. ¿Qué desea la señora que Jerome haga?-
-Sube al cuarto de James y despiértalo ya mismo.-
-Sí señora. Jerome lo despertará enseguida señora.-

En el mismo momento que el elfo doméstico de los Potter se ponía en camino a la habitación de los chicos, Remus bajaba las escaleras con expresión preocupada. Una expresión que la madre de su amigo no notó hasta que no lo escuchó hablar.

-¡Por fin uno de ustedes se digna a levantarse! Ya es casi mediodía.-
-Discúlpeme señora Potter. No nos dimos cuenta de la hora.-
-Remus ¿Sucede algo?-
-Sí. Sirius vuela de fiebre. James y yo intentamos bajarle la temperatura con un baño tibio pero no funcionó.-
-Déjame verlo. ¿Por qué no me llamaron antes?-
-Sirius no quiso. Dijo que demasiados problemas le daba ya como para tener que curarlo cuando está enfermo.-

La madre de James rodó los ojos en señal de fastidio. Con los amigos de su hijo siempre era igual. A ella le gustaba mucho tenerlos en casa y ellos insistían en que molestaban.
Al entrar en la habitación de su hijo lo encontró poniendo paños fríos en la frente de su amigo. Sirius tenía los ojos cerrados, sudaba y temblaba a pesar de estar tapado con un par de mantas bastante gruesas. Dorea alejó un poco a su hijo y con experiencia de madre palpó la frente del joven.

-Tiene mucha temperatura. ¿Desde cuándo está así?-
-Remus despertó primero y me despertó a mí - James evitó decirle a su madre que Remus le había tirado con uno de sus zapatos en la cabeza porque sus ronquidos no lo dejaban dormir. - Quise despertar a Sirius
- que era el que en realidad roncaba. - y no me hacía caso, así que me levanté para molestarlo y cuando lo vi sudar me asusté. Toqué su frente y ardía.-
-Deberían haber venido por mí mucho antes. Hay llevarlo a San Mungo.-
-No... por favor... no... quiero moles... tar más... señora Potter.- susurró Sirius.
-Tú te callas. No te irás a Hogwarts hasta que no estés en perfecto estado de salud.-
-Dorea, cariño ¿Qué pasa? Me dijo Jerome que Sirius no está bien.- el padre de James había entrado en la habitación como si el enfermo fuese su propio hijo.
-Es cierto. Vuela de fiebre.-

La mujer se sentó junto al animago en la cama y acarició su rostro sin mirarlo. Remus, que estaba del otro lado, pudo observar como el animago dejaba escapar una lágrima y movía su rostro buscando que la caricia no se rompiera. El licántropo sabía que la falta de cariño de su madre a su amigo le había dolido siempre en lo más profundo, aunque intentaba ocultarlo. Charlus se sentó junto a su esposa y examinó al chico. No le gustaba nada ese aspecto pálido que lucía ni mucho menos las lágrimas que veía en su rostro, según él, producto de algún dolor físico que el joven estaba dispuesto a ocultar para no molestar.

-No podemos llevarlo a San Mungo en este estado. Haré que un sanador venga a verlo.-
-Gracias mi amor.- le contestó su esposa.

Charlus salió de la casa rumbo a San Mungo y consiguió que un sanador los visitara. Acompañó al hombre hasta el cuarto y lo dejó allí con su esposa. Al salir, le dio instrucciones a Jerome para que le avisara ante cualquier cambio importante en la salud del joven.
En cuanto el sanador terminó de revisar a Sirius, tranquilizó a medias a la madre de James diciéndole que solo era una gripe muy fuerte.

-Lo tendrá varios días en cama. Es lo más aconsejable en estos casos. Le daré una poción que deberá tomar en caso de repetirse la fiebre alta y otra para que se recupere mas pronto. Si no sana antes del sábado no podrá partir al colegio porque un viaje tan largo le provocaría una fuerte recaída.-
-No se preocupe, se seguirán sus instrucciones al pie de la letra.-

El sanador se retiró y Jerome corrió a llevarle las noticias del diagnóstico a su amo por órdenes de la esposa de este.
Dorea Potter canceló todas y cada una de las actividades previstas para esa semana que no fueran en su casa. No pretendía moverse de la mansión para poder cuidar ella misma de Sirius. Habían pasado dos días desde el diagnóstico y a pesar de estar mejor, la fiebre no cedía del todo. James y Remus habían decidido no moverse de su lado por si necesitaba algo. En las contadas ocasiones que Sirius despertaba, ya sea por las pociones que le causaban sueño o por su propia voluntad, los regañaba por perder el tiempo allí. Esa tarde, una lechuza golpeó el vidrio de la ventana y cuando James la dejó entrar se posó frente a Remus en la pequeña mesa que los chicos habían conjurado para estar más cómodos mientras jugaban ajedrez mágico.
Remus leyó la carta, sonrió. Ya se levantaba a buscar pluma y pergamino para contestar cuando Sirius lo asustó:

-No le contestes así.-
-¡Sirius! Por favor no hagas eso. Casi me matas del susto.-
-Déjate de tonterías y ve a verla.- susurraba con pocas fuerzas.
-No me iré de aquí. Tú me necesitas.-
-No, no te necesito. Hace menos de una semana que tienes novia y no la has vuelto a ver.-

Remus extrañaba mucho a Mel. Pero no iba a dejarlo solo en ese estado. Tanto James como él sabían que Sirius no mejoraba porque su estado anímico influía demasiado en su estado físico. Cada segundo con Val en la fiesta había sido un minuto menos de vida para el animago y eso lo perturbaba más. Y los dos habían decidido no apartarse de él por si acaso deseaba hablar del tema. Sabían que sería muy difícil; pero con la fiebre y las defensas bajas podía ocurrir.

-Mel entenderá. En cuanto la vea en el colegio y le explique lo entenderá. No te preocupes por eso. Tú solo descansa, así mejoraras más rápido y podrás volver al colegio con James y conmigo.- Sirius, lejos de obedecer, regañó a James.
-Tú también deberías irte. La pelirroja no te perdonará ese beso que no le diste si además no vas a verla.- Remus miró asombrado al sonrojado moreno de lentes.
-Ya te dije que a Lily no le hubiese gustado que lo intentara. Hubiese arruinado la noche.-
-Como quieras James, pero yo lo vi desde otra perspectiva y te juro que vi a la pelirroja cerrar los ojos esperando tu beso.-
-Deliras otra vez.-
-Delirio o no, no quiero verlos aquí encerrados. Vayan a verlas. Además necesito que me traigan información.-
-¿Información?- preguntó el licántropo.
-Sí. No tengo esta gripe por nada. La mitad de la fiesta me la pase bajo la nieve con Val, abrigados nada más con mi capa. Seguramente Val está igual que yo y seguro que las chicas saben algo.-

Los amigos se miraron. Tanto Remus como James sabían que no podrían rehusarse a cumplir con ese pedido. Así que, decidido, James dijo:

-Está bien. Ve con Mel, Remus.- se adelantó. - Tú tienes una novia que ver, yo aún no tengo ese privilegio.- viendo que Remus iba a replicar, siguió - Tomate el tiempo que quieras. Yo me iré mañana luego del almuerzo y volveré tarde.-
-No arruines las cosas ahora James. ¿Que harás?-
-Voy a visitar a una amiga.- dijo sonriendo. - No te preocupes. No haré nada de lo que me tenga que arrepentir.-
-¿Estás seguro que podrás solo
con este?- le dijo señalando a Sirius y levantando un poco la voz.
-Sí. Ve tranquilo. Si se pone molesto lo ahogo en la bañera.-
-¿Podrían dejar de hablar como si no estuviera aquí y hacer algo por averiguar como está Val?-

Remus se acercó a la cama, se sentó y le dijo:

-Intentaré ir con Mel a verla. ¿Quieres que le diga algo?- Sirius negó con su cabeza. - Tú descansa. No podemos volver solos James y yo. Te necesitamos para el paseo nocturno.-




Remus se apareció cerca de la casa de Mel. Caminó las pocas calles que lo alejaban de ella con ansias. Se sentía feliz de haber tomado esa decisión. Mel era tan dulce, tan cariñosa que lograba que él olvidara su sufrimiento. Sabía que al llegar a su casa debería pedirle el debido consentimiento al padre para visitarla como novio, pero no le importaba el miedo que sentía. Por ella valía la pena.

Llegó a la puerta de la casa y con algo de miedo llamó. La mamá de Mel fue quien contestó.

-¡Remus! Bienvenido.-
-Gracias Señora Swan. Mel
-
-Ya baja. En cuanto le avise que estás aquí.- la madre de Mel se acercó a la escalera y desde allí llamó a su hija. - ¡Mel! Tienes visitas.-
-Lily, por fin llegas. Me tiene preocupada Val. Vamos rápido, mi papá nos lleva
¡Remus!- la rubia corrió a los brazos de su novio. Lo había extrañado muchísimo.
-Mi amor.- le susurró enamorado Remus al oído. Sin importar que no estaban solos, Mel besó a Remus. Solo dos días había pasado lejos de él y le había parecido una eternidad. Eso, sumado a la angustia que le provocaba el estado en el que una de sus amigas se encontraba, la habían hecho olvidar que en cualquier momento su padre...

Un hombre de voz profunda se aclaró la garganta y saludó:

-Buenas tardes.- dijo muy serio el padre de su novia.
-Señor... Swan... Bu... Buenas tardes señor.-
-¿Tú no esperabas a Lily para que las lleve a casa de Val?-

El padre de Mel ignoraba a Remus completamente. Desde que su esposa le contara que por fin el joven que su hija tanto quería se había declarado y eran algo más que amigos se sentía celoso. Mel era su única hija y de ser por él, jamás se hubiera alejado de su lado. Pero a pesar de sus celos, era conciente de que su pequeña Melly había crecido y por lo que había oído del chico de boca de su esposa no podía oponerse. Pero tampoco estaba dispuesto a ceder tan fácil a su pequeñita.

-Sí papá pero...-
-Señor Swan ¿Podría hablar con usted un minuto?- salvó Remus a su amada.
-¿Conmigo?-
-Sí señor, con usted.-
-¿Y qué tienes tú que hablar conmigo?- el hombre enarcó las cejas. Sabía perfectamente lo que el joven quería.

Remus temblaba de pie a cabeza. Era la oportunidad perfecta. Estaba más que seguro de lo que debía hacer, pero tenía pánico.
-Señor Swan yo... Yo quisiera pedirle... Quisiera saber si puedo...- Cerró los ojos. Estaba haciendo el ridículo. Juntó valor, recordó el beso de Mel al llegar y habló: -Señor estoy enamorado de su hija y ella siente lo mismo por mí. Quiero saber si me autoriza a visitarla como su novio...-
-Ya, no sigas.- dijo el hombre. Remus sintió su miedo crecer. - Ven.-

Con un gesto de su mano, el padre de Mel lo llevó a su oficina. Una vez adentro, lo miró a los ojos y preguntó:

-¿La quieres?-
-¿Qué...?-
-Dime si la quieres o solo juegas con ella.- Remus lo miró asustado. - Si estás jugando tienes diez minutos para decirle que ya no volverás a esta casa a verla, ni en ningún otro lado.-
-Señor yo estoy enamorado de su hija.-
-¿Ella sabe la verdad?-
-¿Qué verdad señor?-
-TU verdad.- Remus abrió grandes sus dorados ojos. - Te pregunto si sabe que eres un hombre lobo.- aclaró con aparente calma el hombre.
-S... Sí... señor. Lo sabe. ¿Pe... pero cómo...?-
-Soy sanador en el área de San Mungo a la que has ido a parar unas diez veces cuando eras más pequeño.-

Remus se sintió avergonzado. Estaba tratando que el padre de su novia lo aceptara como tal y había comenzado con una mentira. Pero tampoco podía decirle la verdad. Estaba seguro de que si él estuviera en el lugar del padre de Mel también habría tenido el mismo temor que asumía tenía el padre de la rubia.

-Sabes el peligro que corre a tu lado. Sabes que si tu condición se hace pública serás marginado y contigo ella también. Sabes que no tienes muchas posibilidades a futuro.- a cada palabra del hombre Remus se sentía más miserable y con menos derecho a tenerla. - Sin embargo, sé quien eres y no tengo esos prejuicios que tiene la gente ignorante. Detesto a los licántropos que disfrutan durante sus transformaciones. Pero no a los que son como tú. Voy a permitirte ver a mi hija de la forma que me pides. Pero quiero que sepas que es lo que más amo en el mundo y si te atreves a lastimarla me encargaré de que no puedas vivir en paz el resto de tu vida. Y si me entero que derrama una sola lágrima por tu causa te haré saber que puedes sentir un dolor mucho más fuerte que el que sientes cada luna llena. ¿Has entendido?- Remus asintió. Sin más, el hombre salió y él fue detrás.

Lily, que acababa de llegar, vio al padre de su amiga salir de la habitación y luego a su amigo extremadamente pálido. Como si nada hubiese sucedido, el hombre la saludó.

-Buenas tardes Lily.-
-Buenas tardes señor Swan.-
-¿Vas a enviarle una lechuza a tus padres?- le preguntó a Remus su ahora suegro. - Para avisarles que te quedas a cenar.- ayudó al ver que el chico no contestaba.
-Sí, claro. Pero debo avisar a los Potter señor. Estoy quedándome en su casa en estas vacaciones.-
-Avisa a quien debas y vamos. Debo volver a trabajar.-




James estaba recostado en su cama con los brazos detrás de la cabeza. Pensaba en cierta pelirroja y en lo que su amigo, desde la noche de la fiesta, le repetía una y otra vez. Tal vez Sirius tenía razón y Lily había esperado que él la besara, pero Elizabeth tampoco se había equivocado. Desde el momento en que decidió mostrarse tal cual es ella cambió su actitud con él. No habían discutido, habían reído juntos como nunca antes y hasta le había permitido acompañarla sin protestar; sin mencionar el lujo de haberla abrazado en la puerta de su casa. Sí, Sirius tenía razón. Lily había esperado que él la besara y él moría de ganas de darle gusto. Pero aún era pronto. Las cosas recién comenzaban a funcionar entre ellos. Tenía que tener mucho cuidado para no cometer ningún error. No le gustaba mucho la idea, pero debía admitirlo de una buena vez. Lily era la mujer con la que siempre soñó. Esa con la que estaba dispuesto a ir mas allá de lo que había ido con cualquier otra. Lily era la mujer que quería a su lado hasta el último día de su vida.




El auto del padre de Mel estacionó frente a la casa de Val. Los chicos bajaron y el hombre preguntó:

-¿Cómo volverán después? No puedo pasar por ustedes.-
-No se preocupe señor. Acompañaremos a Lily a su casa y luego yo volveré con Mel para la hora de la cena.-
-Está bien. Tengan cuidado. Mel, dile a la madre de Val que no dude en avisarnos si necesita algo.-
-Lo haré papá, Gracias.-

Los tres jóvenes fueron recibidos por la madre de la morena que en tres minutos los puso al corriente del estado de salud de su hija. Val sufría la misma gripe que Sirius, agravada por las mismas razones. Las chicas pidieron permiso para entrar a verla a su habitación y Remus se sentó a esperarlas en un sillón muy cómodo de la sala. La señora McLoud lo autorizó a subir, pero Remus se excuso diciendo que no se sentía lo suficientemente valiente como para estar solo entre ellas tres. El señor McLoud que entraba a la sala en ese momento le festejó la broma con una estruendosa carcajada. Cuando iban Lily y Mel iban a subir, Remus se acercó a su novia y le susurró al oído:

-Tal vez ustedes logren algo con ella. Nosotros no pudimos hacer nada con Sirius.-

Al llegar al cuarto de Val, la saludaron casi en susurros.

-¿Cómo estás linda?- preguntó Lily.
-Horrible.- contestó.
-Pues no has cambiado mucho entonces.- bromeó Mel.
-¿Qué hacen aquí? Tú deberías estar con Remus.- Mel iba a protestar cuando Val regañó a Lily. - Y tú deberías estar con James.-
-¿Y que tengo que hacer yo con Potter?-
-Vamos Lily. Ya basta ¿Sí?-
-No te entiendo.-
-Estás tan loca por él como él por ti. Admítelo de una vez.-
-Llamaré a tu madre. Estás delirando.-
-Puede ser. Como también puede que no delire y tenga razón.-
-Vinimos a ver como estás no a ponerte nerviosa.-
-No me importa a que vinieron. Van a oírme así se enojen conmigo y no vuelvan a hablarme nunca más.- sus amigas se asombraron. Esa pose autoritaria era la que usaba en exclusiva con Sirius Black. - Ya dejen las tonterías. Disfruta tu tiempo libre con Remus, Mel. Tú y él se quieren y ahora que están juntos no sé que haces aquí. Te agradezco mucho que hayas venido a contagiarte gratuitamente mi gripe, pero de verdad me sentiría mejor si en lugar de estar aquí encerrada estuvieras con él.-
-De hecho Val, Remus está abajo. Nos acompañó y dijo que no subía para no interrumpirnos.- mintió levemente la rubia.
-¿Remus... está a... abajo?-
-Sí. ¿Por qué?-
-Por nada.- mintió. - Y tú, Lily, ya admite de una vez que Potter te gusta. Que te has enamorado de él.- Lily cerró los ojos. Tenía dos respuestas posibles. Con una lastimaba a una de sus mejores amigas, con la otra admitía la realidad que hacía meses intentaba negarse a sí misma. Al cabo de unos segundos, tomó una decisión.
-Está bien.- admitió derrotada. - Es posible que sienta algo por Potter. ¿Contenta?-
-No.- contestó la morena mientras la rubia se recuperaba de la sorpresa por la confesión. - No estaré contenta hasta que no lo sepa James.-
-¿Qué tienes tu? ¿Gripe o el síndrome de la casamentera?- preguntó riendo Mel.
-Gripe y un dolor aquí que no soporto y que no quiero que sientan mis amigas.- dijo mientras se llevaba el puño derecho al corazón.

La rubia y la pelirroja se abalanzaron sobre ella. La morena había comenzado a llorar desconsolada dentro del abrazo de sus amigas. Pasaron varios minutos hasta que logró calmarse y por fin volvió a hablar.

-No quiero que sufran. Ninguna de las dos.-
-¿Por qué no lo aceptas de una vez? Tú también lo quieres.- preguntó Mel.
-No sé. Hay algo que me dice que no debo estar con él. Además... ¿Qué hago con Kingsley?-
-Déjalo. No pueden seguir así Val. Ninguno de los dos.- dijo Mel.
-¿Lo has visto? Dime que está bien. ¡Por favor!-
-No, no lo he visto. Pero Remus me ha contado que está igual que tú. Ha estado con fiebre estos días y no hace otra cosa que pensar en todo lo que pasó en la fiesta.-
-Por favor Mel no le digas a Remus lo que acabo de decir. No quiero tener a Sirius detrás de mí en el colegio todo el tiempo.-
-¿Por qué te niegas a estar con él? Val no te entiendo. Te ha demostrado que no miente de mil formas y aún así tú no le crees.-
-No es que no le crea Lily. No sé... algo, algo me dice que no debo estar con él.-
-La adivina es tu tía Cassandra, no tú Valerie. Así que ya déjate de idioteces y hazle caso.-
Las amigas siguieron hablando por media hora más. Tanto la rubia como la pelirroja intentaban levantarle el ánimo para que se recuperara más pronto. Ya era bastante tarde así que Remus subió a buscarlas y luego de saludar a Val, de interrogarla, según la propia Val, sobre su estado de salud, se llevó a sus dos acompañantes.




La vuelta a la casa de su novia fue más rápida de lo que le hubiera gustado. Luego de dejar a Lily, olvidó que era un Gryffindor y trató de encontrar una excusa para escaparse de ahí. Era verdad que amaba a Mel, era verdad que por ella haría cualquier cosa, pero de ahí a ir a la horca por voluntad propia... ¡Ni por su propia madre!
Al llegar, la madre de Mel estaba esperándolos.

-¡Que suerte que llegaron! La cena estará lista en unos minutos. Mel prepara la mesa. Tu padre llegará en cualquier momento.-
-Espero que no tarde. Muero de hambre.- contestó Mel.
-Te ayudo a preparar la mesa.- le dijo Remus a su novia sonriendo.

Mel lo guió hasta el comedor y de una alacena sacó los platos y comenzó a distribuirlos. Remus la ayudaba mientras sonreía observándola.

-¿Qué?-
-¿Qué pasa?-
-¿Por qué me miras así?-
-¿Así como?-
-Remus me estás poniendo nerviosa.-
-¿Nerviosa tú? Yo voy a cenar con la familia de mi novia por primera vez y la nerviosa eres tú. ¡Esto es increíble!- bromeó.
-¿Con quien vas a cenar?- preguntó sonriendo enamorada.
-Con la familia de mi novia.- dijo él con tono seductor mientras se acercaba despacio.
-¡Que afortunada ha de ser esa chica!-
-No tanto como tu novio.- ya la cercanía era peligrosa, un par de centímetros más y la tendría en sus brazos. La abrazó por la cintura acercándola a su cuerpo cuando un gruñido lo asustó. Soltó a Mel como si quemase y se encontró con la mirada divertida de su suegra y la furia pintada en el rostro de su suegro. - Señor
-
-¡Ya cállate!-
-¡Frederic!-
-No te atrevas a regañarme. ¡Estaba abrazando a mi niña!- le susurró el hombre enojado a su esposa luego de que esta lo regañara.
-Es el novio. Puede abrazarla cuando quiera.-
-No frente a mí.- los dos adultos susurraban su discusión.
-Señor Swan discúlpeme. No volverá a suceder.-
-Papá creí que ya habíamos hablado de esto.-
-¿Podemos cenar en paz?- dijo la madre de Mel evitando la tormenta.

Los cuatro se sentaron. Remus, bastante nervioso se sentó junto a Mel. La mamá de Mel sirvió la comida y comenzaron a cenar.

-¿Te gustan las pastas Remus?-
-Sí señora Swan. Cocina usted muy bien.-
-Gracias.- El señor Swan susurró por lo bajo algo inentendible para las mujeres, pero que Remus oyó perfectamente como:
coqueteando con mi mujer en mis narices

Entonces, Frederic, decidió que el joven ladrón que le había robado a su princesita jamás olvidaría esa noche.
-Y dígame señor Lupin ¿Qué tiene planeado estudiar cuando se gradúe?-
-Nada señor.-
-(vago)- dijo entre dientes el hombre. Solo Remus con sus sentidos desarrollados al máximo por la cercanía de la luna llena lo escuchó -¿Piensa trabajar? ¿Dónde?-
-Voy a viajar señor.-
-(Irresponsable, no piensa en su futuro) ¿A sí? ¿A dónde irá? Si se puede saber, claro.- Mel lo miraba asombrada. En esa semana Remus le había contado algo acerca de ese viaje, pero no todo. Y ni siquiera sus amigos lo sabían.
-No. No se puede saber porque ni yo lo sé señor.-
-Eso es interesante.- dijo la mamá de su novia.
-Sí. Sería interesante si fuera un hombre con un futuro formado. Pero viajar no es gratis. Sus padres han de ser gente de mucho dinero si le dan dinero suficiente para viajar así.-
-No señor. En realidad mi familia no tiene más que lo justo. De hecho estoy becado en el colegio. Pero he trabajado mucho los dos últimos años para juntar el dinero suficiente para hacer este viaje.-
-¿Y no sería conveniente utilizar ese dinero en algo que te de un futuro? (a ver como sales de esa)-
-Planeo hacer este viaje en función de mi futuro.-

Mel y su madre observaban a los hombres. Mel estaba enfurecida con su padre. Su esposa se notaba fastidiada.

-¿Qué beneficio para su futuro puede tener el derrochar dinero recorriendo el mundo?-
-Espero que uno muy grande.-
-¿No es algo irresponsable de su parte, señor Lupin, viajar con su condición?-
-Si se refiere a mi licantropía señor, durante todos estos años he encontrado la manera de mantener a salvo a mis amigos de ese peligro.-
-(Te haré pagar por eso) Remus, bien
¿Y tus amigos viajarán contigo?-
-No señor. Cada uno tiene un proyecto para cuando terminemos este curso y dudo mucho que los suyos puedan llevarse a cabo de una ciudad a la otra.- contestó Remus intentando no perder su posición respetuosa.
-O sea que tus amigos sí piensan en su futuro.-
-¡Papá!- protestó Mel. Pero ninguno de los dos hombres la escuchó.
-Sí, ellos piensan en su futuro tanto como yo.- Remus tomó la mano de Mel por encima de la mesa intentando calmarla. Momento que aprovechó la mamá de su novia para llevarse los platos de la cena para traer el postre con ayuda de su enfurecido esposo.

En cuanto quedaron solos, Mel acarició el rostro del licántropo y este le sonrió.

-No te preocupes. Sobreviviré.-
-Está loco. No sé que le sucede.-
-Está celoso. Le estoy robando a su pequeñita.-
-Eso no le da derecho a hacer lo que hace.-
-Ya se acostumbrará.- La rubia, no pudo aguantar y preguntó:
-¿Por qué le contaste?-
-¿Del viaje?- ella asintió. - Porque si de verdad me acompañarás en algún momento debe enterarse. Y prefiero que sea lo más pronto posible para que se acostumbre a la idea.-

En la cocina la situación era muy diferente. La mamá de Mel, reñía a su esposo por su comportamiento.

-¡Es una vergüenza lo que has hecho!-
-Stefanie no exageres, quieres.-
-El que exagera eres tú. Ya deja al pobre chico en paz o te irás a dormir a casa de tu madre.-
-¡Ese desgraciado me está robando a mi niñita!-
-¡Ese joven adora a tu hija y tu hija está enamorada! No te atrevas a lastimar a Melanie porque lo lamentarás.-
-Yo nunca lastimaría a mi pequeñita.-
-Lo estás haciendo justo ahora con esa actitud tan hostil.- el hombre meditó las palabras de su esposa unos momentos. - Frederic, Mel ha estado enamorada de Remus desde que era una niñita pequeña como tú te empeñas en asegurar que es. Tú sabes que ese chico ha pasado por muchos problemas y estoy segura que se ha mantenido lejos de ella por ser lo que es.- el hombre escuchaba atentamente a su esposa. Era verdad, él había tratado a Remus en sus más traumáticas transformaciones cuando era niño y conocía su historia a la perfección. - Déjalos ser felices Frederic. Por favor.-

No estaba muy seguro de querer a ese chico con su hija y nada tenía que ver su licantropía, pero si de su felicidad se trataba haría lo posible por aceptarlo.




Cuando Sirius despertó esa mañana, James se reía de Remus. El padre de su novia le había hecho pasar una de las peores cenas de su vida.

-Para la próxima ya lo sabes. Debes ir preparado.- reía James.
-Tú ríete. El padre de Lily tampoco es fácil. No te creas tan afortunado.-
-¡Y dale con eso! ¿Qué tiene que ver el padre de Lily en todo esto?-
-Que te hará la vida imposible a ti como el padre de Mel hizo con Remus.- contestó Sirius.
-¿Y tú desde cuando estás despierto?- preguntó el licántropo.
-Desde que el padre de Mel se sentó entre su hija y tú luego de la cena.-

Los tres amigos rieron juntos por primera vez en varios días. Casi al mediodía, Sirius ya no aguantaba más y preguntó:

-¿Sabes algo de Val?-
-Sí. Las chicas fueron a verla.-
-¿Cómo está?-
-Igual que tú.-
-Con gripe.-
-Igual que tú en todos los sentidos.- Sirius se acomodó otra vez en la almohada. - Al menos eso me dijo Mel.- Intentando no pensar en lo que podían significar las palabras de su amigo, el moreno preguntó:
-¿Irás a ver a Lily, James?-
-Te dije que luego de almorzar iría a ver a una amiga.
-Ya déjate de tonterías y declárate perdidamente enamorado de ella, bésala como Merlín manda y se acabó. Y ahora vete. Ya no quiero verte la cara de idiota enamorado.-
-¿Me estás echando de mi propia habitación?-
-Esta habitación dejó de ser solo tuya desde que tu madre me adoptó como el mago más guapo que pudiese desear como segundo hijo.- intentó bromear el moreno.

Luego de las bromas de Remus que completaron la de Sirius y de un muy nutrido almuerzo que Jerome les subió a los tres, James anunció su partida. Sirius le recomendó hasta el cansancio que no hiciera estupideces y que de una vez por todas le mostrara su corazón a Lily. Remus sin embargo solo le susurró al oído: -Cuídala.-

James bajó las escaleras y se encontró con su madre.
-Mamá, voy a salir. Estaré fuera toda la tarde. No te preocupes.-
-¿Cómo que estarás fuera toda la tarde? Tu amigo está gravemente enfermo en tu habitación ¿Y tú te vas y lo dejas solo?-
-Mamá
- dijo James fastidiado. - Sirius no está grave. Solo tiene gripe. No lo dejo solo, está con Remus y por último me voy porque él mismo me echó. Además ¿No eras tú la que me reprochaba en cada oportunidad que fuera más atento con mi novia? Bueno, voy a hacerte caso. Voy a ver a mi novia. Desde la fiesta no la veo y creo que le debo una tarde a solas ¿No crees?- viendo que no le quedaban argumentos, Dorea Potter contestó:
-Envíale saludos de mi parte y dile que la espero a cenar antes de volver a la escuela.-
-Le diré. Aunque no te aseguro nada.- se cubrió por las dudas. - Aún no he hablado con el papá de Lily para que me deje visitarla como novio y no sé si verá bien que la traiga a cenar aquí.-
-Pues esta tarde te presentas a ese hombre como el novio de su hija como corresponde y los invitas a cenar también.-
-¿Mamá podríamos ir un poco más despacio? A este paso le pondrás nombre a mis hijos para la cena con los Evans y no creo que al padre de Lily le guste mucho la idea.-

James logró zafarse de alguna que otra directiva más de su madre y salió. Se apareció cerca de la casa de Elizabeth. Iba a hacerle caso a Sirius, sí. Pero antes quería pedirle consejo a la mujer. Llamó a la puerta y al verlo allí parado, Elizabeth estalló en una carcajada.

-Definitivamente Lily lo heredó de ti.-
-¿Qué es lo que mi nieta heredó de mí?- preguntó la mujer risueña.
-El gusto por reírse de mí, además de la belleza.- El joven galán hizo aparecer con su varita una flor que le regaló a la anciana mientras se inclinaba y le besaba la mano.
-Ya deja de hacer eso. Estoy demasiado vieja para tus galanterías.-
-¡Lizy! Tú no eres vieja. Eres hermosa.-
-¿Qué te trae por aquí esta vez? Si se puede saber.-
-Lo de siempre. Tu nieta.- mientras se acomodaba en un sillón, James no pudo notar el brillo en los ojos de la mujer. - Solo que esta vez es diferente.-
-¿A sí? ¿Por qué?-
-Me enamoré de Lily.-
-Vaya novedad James.- sonrió la anciana. James estaba perdido en una fotografía enorme de Lily colgada en la pared.
-Para mí es una novedad.-
-Es cierto. Nunca antes lo habías admitido. ¿Y qué fue lo que te hizo cambiar de opinión?-
-No lo sé. Solo te puedo decir que desde la fiesta no puedo dejar de pensar en ella.- conforme con la confesión que había logrado, Elizabeth sonrió. James percibió cierto cambio en su expresión pero no supo a que atribuirlo hasta que la oyó.
-¡Lily! Tenemos visitas.-

Un ruido de platos rotos se oyó detrás de la puerta de la cocina. James, sentado estático en el mismo sillón donde estaba cuando se confesó se sobresaltó con el ruido. Solo la voz preocupada de Elizabeth lo hizo reaccionar.

-Lily ¿Estás bien?-

James salió disparado y la anciana por detrás. Despacio abrió la puerta, temeroso de encontrar a la pelirroja. Y, efectivamente, ella estaba ahí. Los platos rotos junto a la puerta y ella con su mano bajo el chorro de agua lavando la profunda herida que se había hecho con la porcelana rota. Olvidó que no estaban solos y en dos zancadas estuvo a su lado.

-Déjame ver.-
-No es necesa... -
-Pelirroja estás herida, déjame ver.-

Le sacó la mano del agua y observó el corte profundo que se había hecho. Sangraba mucho producto de que aún tenía clavado un trozo pequeño de porcelana y que el agua facilitaba la hemorragia. Buscó rápidamente entre los productos de limpieza algo de jabón y se lavó las manos. Volvió a tomar la mano herida y con la punta de los dedos tocó al agresor.

-¡Auch! No toques por favor.- Lily intentaba contener las lágrimas. - Duele mucho.-
-Lo sé mi amor.- Solo Elizabeth fue conciente de sus gestos, sus miradas y sus modos. - Pero si no lo quito no podré curarte. Necesito detener la hemorragia.-
-¡Pero me duele!-
-Intentaré que no duela tanto.- le dijo sonriendo. - Puedes pegarme si te hace sentir mejor.- bromeó.

Lily cerró fuerte sus ojos mientras James inspiraba profundo, tomando valor para hacer sufrir a su amada. - Es necesario, es necesario...- se repetía mentalmente para darse valor. Despacio y procurando que el fragmento de porcelana no dejara rastros, lo quitó Frustrado por no poder quitarlo con la varita por miedo a que el daño fuera peor. La pelirroja le apretó el brazo tan fuerte que creyó que le cortaría la circulación. Sabía que era doloroso. Una de esas noches de paseo por el Bosque Prohibido él había terminado con un trozo de piedra filosa clavado en su pie. Sirius lo había curado y él se había enojado mucho con su amigo. Pero esa tarde, al volver, Remus le había explicado que de no haber sido por Sirius posiblemente habría muerto desangrado. Claro que el licántropo había exagerado y mucho. Pero de todas formas él había entendido. Hubiera perdido mucha sangre y habría terminado en la enfermería.

-Listo.- Lily aún no soltaba la presión de su brazo. La dejó recuperarse. Respiraba agitada. - Ven, siéntate.-

La pelirroja no se movió. Quiso abrir los ojos y los cerró otra vez. De la impresión, o el dolor, se había mareado. La sujetó para evitar que se cayera. Elizabeth miraba preocupada la escena. James quiso tomar en brazos a Lily para llevarla a uno de los sillones pero ella se negó. Más para alejarse un poco de él que por su fingido orgullo intentó caminar sola pero las piernas no le respondían. Se sentía furiosa por su estado tan lamentable cuando solo había sido un pequeño corte. Pero luego de dos minutos en los que James le vendó con un paño blanco de la cocina de Elizabeth para detener la sangre admitió que eran sus nervios por haber oído lo que dijo y por tenerlo tan cerca. Esa suavidad con la que tocaba su mano, ese cuidado que ponía en ella la hizo estremecer.

-Lily debes sentarte. Estás mareada y si te caes por no dejar que te ayude a llegar al sillón te lastimarás más y terminaremos en la sección de urgencias de San Mungo.- la pelirroja asintió. - Déjame ayudarte, por favor.- ella volvió a asentir.

La abrazó por la cintura y dio un par de pasos. Una vez que tuvo la seguridad de que así no llegarían al sillón sin que se desplomase en el suelo por llevar los ojos cerrados, James la cargó. Elizabeth acomodó una silla para que el moreno dejara a su nieta. James volvió a examinar la herida y sin dejar de mirar la mano de Lily le pidió a la anciana:

-Elizabeth ¿Podrías alcanzarme mi capa por favor? Necesito mi varita.-
-Si... ya te... ya... - la mujer buscó lo que el moreno pedía y se lo entregó en mano.

Sin nada de cuidado James sacó su varita y tiró su capa al suelo. Fue entonces cuando vio la sangre de Lily derramada en las blancas cerámicas del suelo y se sintió culpable. Si él no hubiera dicho lo que dijo, Lily jamás hubiera dejado caer los platos y mucho menos se hubiera lastimado de esa forma. Apuntó con su varita el corte profundo y la pelirroja se asustó.

-¿Qué haces?-
-Tranquila, sé lo que hago.-
-No... por favor... no... no hagas... -
-Lily sé lo que hago. Llevo casi cuatro años haciéndolo con Remus y Sirius. Incluso hasta me he curado yo mismo.- la miró suplicando que lo dejara seguir. - Yo nunca te haría daño.-

La pelirroja aflojó la tensión de su mano herida y lo dejó hacer. Con un hechizo cortó la hemorragia, con otro cerró la herida, con uno más limpió la piel manchada de sangre. Lily dejó escapar el aire que había retenido y abrió los ojos. Se perdió en la mirada clara del moreno y sintió que no podría resistir la tentación. Sacudió su cabeza para alejar la idea de agradecerle y vio la montaña de porcelana que Elizabeth barría.

-Abuela... perdón. Soy una tonta... yo...-
-No te preocupes Lily. Olvida la vajilla.-
-Déjame a mí, Elizabeth.- con un movimiento de varita, James reparó la pila de platos y la colocó sobre una mesa.

Mientras Elizabeth agradecía a James y este le hacía señas para cambiar la conversación Lily los observaba. La mujer ofreció té a sus invitados y James aceptó. Lily solo asintió con su cabeza.
Sus dos acompañantes hablaban como si nada hubiera pasado. Era como si el haber oído a James confesarse enamorado solo hubiera sido un sueño. Ya casi no los oía. De vez en cuando solo asentía o contestaba lo justo para no ser descortés. Quería alejarse de ahí y solo se le ocurría una opción.

-Abuela voy a terminar de limpiar.-
-Lily por que no dejas por hoy. No quiero que vuelvas a lastimarte.-
-No te preocupes, no lo haré.-

En cuanto cruzó la puerta de la cocina James tuvo un mal presentimiento. Se levantó y salió tras ella.

-Pelirroja testaruda.- susurró -¡BAJATE DE AHÍ!-
-¡NO ME GRITES!-
-Bájate de esa silla Lily. Vas a caerte.-
-No voy a caerme ¡Déjame en paz!-
-No seas cabeza dura. Ya le dije a tu abuela que yo limpiaría esa biblioteca.-
-¿Y quién eres tú para hacer esto? Soy su nieta, es mi deber ayudarla.-
-Puede ser, pero te vas a matar.- Lily se terminó de subir a la silla procurando no mirar al suelo. Estaba segura que de haberlo hecho se habría cumplido el presagio de James. - Lily por favor, te vas a caer y luego tendré que...-

La pelirroja se había girado para terminar la discusión echándolo de la sala, pero al mirar para abajo, sintió como el suelo le daba vueltas y cayó. James, que no esperaba que llovieran ángeles, como le dijo luego a sus amigos, cayó también sirviéndole de colchón. Y otra vez la tensión. Estaban demasiado cerca y James ya no era capaz de aguantar. Ella se puso de pie pidiendo disculpas y caminó hasta donde su abuela estaba sentada observando.

-Perdóname abuela. Volveré mañana, hoy... hoy no puedo.- y salió.

James seguía en el piso mirando la puerta por donde su pelirroja había huido de él.

-¿Vas a dejar que se vaya sola?- preguntó la astuta anciana.
-No... Volveré antes de... Volveré. Cuídate.- y corrió detrás de ella.

Corrió hasta alcanzarla en medio del jardín. Caminaba rápido, como intentando escapar. Una curiosa anciana miraba escondida detrás de la cortina de la ventana.

-¡LILY!- la llamó. Ella apuró el paso. - Lily, espérame por favor.- logró alcanzarla. Caminó a su lado buscando sus ojos pero nunca los encontró. - Lily detente, por favor.- la pelirroja aflojó un poco el paso. - Yo no sé que oíste, pero quiero que sepas que... -
-¿Oír? No sé de qué hablas.- mintió.
-¿No oíste lo que le dije a tu abuela antes de que los platos...?-
-Discúlpame pero no acostumbro a escuchar detrás de las puertas.-

James supo que mentía, pero no era capaz de llevarle la contraria. Ahora que lo había admitido no quería perder esa buena relación que llevaban; y contradecirla era el primer paso para terminar en la enfermería del colegio ni bien pisara terreno escolar. Se detuvo antes de cruzar la reja de salida y ella se detuvo también.

-¿Te sientes bien?- le preguntó.
-Me duele un poco. Gracias.-
-Solo hice lo que debía hacer.-
-Últimamente siempre estás cuando te necesito.- sonrió.
-Eso es bueno porque hoy necesito que me pagues el favor.- Lily lo miró por primera vez desde que salió de la casa de Elizabeth y fue un error. Cualquier cosa que esos ojos le pidieran ya la consideraba hecha. - Mi madre insistió en que lleve a mi novia a cenar a casa antes de volver al colegio.- Lily rió. - Búrlate si quieres, pero necesito que vengas o no podré controlarla.-
-¿Y quieres que vaya a cenar a tu casa para que puedas mantenerla controlada?-
-¡Por favor!- suplicó James haciendo el payaso arrodillado en el suelo.
-Levántate. Iré. Pero luego me acompañas a casa.-
-Por supuesto que sí.-




Si explicarle a su madre que Lily no era su novia fue difícil, explicarle a los padres de Lily la locura que él y su hija hacían para conformarla fue peor. Lily había intentado convencer a su papá de que la mamá de James había asumido que ella era su novia sin ningún motivo aparente y que ellos le seguían el juego para que dejara de fastidiar a James. Y su padre le hubiera creído, Lily nunca mentía, pero las miradas que descuidadamente el chico le hacía a su hija lo habían hecho desconfiar.

-No termino de entender porque le mientes a tu madre.-
-Señor usted no conoce a mi madre. Soy hijo único y desde hace cuatro años no hace otra cosa más que decirme que debo casarme y darle nietos cuando llegue la hora.-
-¡Dudo que tu madre crea que te ha llegado la hora!- exclamó escandalizado el señor Evans.
-No señor. Pero esta segura de que ya debería tener novia al menos. Y el día de la fiesta adoptó a su hija como nuera.-
-James tiene razón papá. Y a eso súmale que yo le seguí el juego para que le diera un respiro a James.-

La conversación con los Evans fue eterna, pero luego de más de una hora, el padre de Lily accedió a que su hija fuera a cenar en casa de los Potter.

Cuando James llegó, se encontró con un cuadro que no esperaba ver en la sala de su casa. Sirius había convencido a Dorea de dejarlo bajar a cenar. Al ver llegar a James con Lily estalló en una carcajada tan ruidosa que se oyó hasta en Surrey.

-¡Hermano! Por fin llegas. Creí que cierta pelirroja te había raptado.- bromeó Sirius.
-¡Hermano! ¿Qué no estabas gravemente enfermo cuando me fui?- dijo mirando a Dorea.
-No. Tú dijiste que no.- contestó Dorea acercándose a Lily. -Buenas noches querida.-
-Buenas noches señora Potter. Gracias por la invitación.-
-¿Lily?- un castaño la miraba asombrado desde la escalera. Se acercó a saludarla y la abrazó, momento que aprovechó para susurrar en su oído. -¿Cómo lo hizo?- de la misma forma Lily contestó.
-Suplicó de rodillas.-

Remus y ella rieron juntos. James los miró enojado. Sirius disfrutaba la escena.
Decir que Dorea cenó tranquila sería una mentira. No paró de llevar de un aprieto a otro a la pareja y Sirius y Remus colaboraban bastante. Los dos amigos habían relatado a una muy curiosa Dorea como se habían conocido, como discutían cada vez que se cruzaban, las veces que Lily hechizó a James y muchas cosas más. Claro que ninguno de los dos estaba conforme con eso. Así que agregaron a la verdad algunos retoques y miles de mentiras. La pelirroja sonreía nerviosa mientras Sirius contaba su primer beso y James parecía dispuesto a matar a alguno de los dos por esa jugada tan sucia pero no pudo. Sus amigos le iban a deber la vida a la pelirroja que astutamente tomó su mano sobre la mesa cuando vio que en menos de quince segundos mataría a golpes a alguno de los dos.

-Si no fuera por ti... -
-Déjalos.- susurró Lily en su oído y al oírla James cerró los ojos intentando guardar esa sensación en su cuerpo de por vida. Se giró lo suficiente para quedar muy cerca de su rostro y le dijo:
-No vuelvas a hacer eso por favor.-
-¿Hacer qué?- y para seguir la farsa y aumentar la tensión, la tomó de la nuca y acercándola le dijo al oído:
-No vuelvas a susurrarme al oído a menos que quieras que te bese.- un gritó los sacó de su conversación.
-¡Cornamenta! Tu madre está presente. No seas irrespetuoso.-
-No Sirius, déjalos.- Dorea miró a Lily. - Perdona querida, pero nunca los he visto más que tomarse de la mano. Es solo curiosidad.- Sirius sonrió satisfecho y Remus contuvo la enorme carcajada que se formaba en su garganta. Lily, viéndose en un aprieto, contestó:
-Es que a James no le gustan mucho ese tipo de demostraciones en público.- James suspiró aliviado.
-¡Que lástima! Me gustaría mucho ver a mi hijo más romántico y demostrativo.-
-Mamá ¿Es necesario todo esto?-
-¿Qué cosa hijo?-
-Esto mamá, lo que estás haciendo. No voy a besar a Lily frente a tus ojos solo por complacerte.-
-Yo no te estoy pidiendo eso... -
-¿Y cuantos minutos faltan para que me lo pidas?-
-James, basta por favor.- susurró la pelirroja en su oído y el moreno se giró desafiándola.
-Creí que te había pedido algo.-
-Sí, sé lo que me pediste. Pero tampoco es tan grave. Sé que no te gusta, pero... es tu madre. ¿Por qué no?-
-Pelirroja... -

La pelirroja, usando sus dotes de actriz, tomó a James del rostro y le dio un beso tan cerca de la boca que desde cualquier punto del comedor de la mansión era un beso de novios que se amaban. El moreno quedó atónito. No podía creer la reacción de la joven que lo acompañaba. Le había salvado el pellejo pero también había sido muy audaz. Cada vez estaba más seguro de que lo había escuchado y mucho más seguro aún de que la pelirroja sentía lo mismo que él.

Literalmente, la cena fue una tortura. Por eso, los dos se sintieron aliviados de salir de la Mansión Potter.

-Recuérdame matar a Sirius en cuanto esté mejor.- Lily rió. - ¡No te rías! ¿Tienes idea de lo que tendré que soportar a partir de ahora?-
-No seas exagerado.-
-Lily, le dijo el nombre que, según él, TÚ Y YO habíamos elegido para nuestro primer hijo.-
-Bueno, técnicamente dijo la verdad.- James miró sorprendido a su compañera. - No me mires así. Lo hicimos en la fiesta.- James la miraba confundido. - Harry James.- el moreno no salía de su confusión. ¿Era esa la misma Lily que millones de veces lo había mandado a la enfermería? - Yo dije Harry, tú dijiste James. ¿Recuerdas?-
-Sí, lo recuerdo. Pero no creí que le hubieras dado importancia.-
-Solo estoy recordándote lo que hicimos.- James volvió su vista al camino. - Pero definitivamente te recordaré matarlo. De ninguna manera le pondré a ningún hijo mío Orión.-
-¿Por qué no?-
-¡Porque es horrible! Así que quítate de la cabeza que le pondrás de nombre Orión a uno de nuestros hijos.-
-¿Nuestros, pelirroja?- la miró sonriendo divertido. Ella sonrió y luego siguió su camino.

Unos pasos más adelante, Lily se detuvo y sacó su varita. Estaba a punto de llamar al Autobús Noctámbulo cuando James la detuvo.

-¿Qué haces?-
-Iba a llamar al autobús.-
-¿Para qué?-
-Porque no volveré a casa como vinimos. Tú ya no necesitas comprar nada en el Callejón Diagon y yo no pienso viajar al Caldero Chorreante a esta hora por la Red Flu y de ahí a mi casa.-
-¿Y por qué no nos aparecemos en el parque que hay cerca de la casa de Elizabeth?- la pelirroja bajó la cabeza. De repente el suelo fue muy interesante.
-Ee... bueno... es que yo... yo... -
-No me digas que no sabes aparecerte porque no te lo voy a creer.-
-¡Sí que sé!-
-¿Y entonces?-
-No tengo licencia.-
-¿Cómo que no tienes licencia?- Lily negó con la cabeza. -¿Y por qué no la sacaste cuando cumpliste la mayoría de edad?-
-No pude.-
-¿No fuiste a dar el examen? ¿Lily Elizabeth Evans no presentó su examen de aparición? Esto es increíble.- dijo riendo el moreno.
-No pude ir.- dijo enojada Lily.
-¿Y por qué no pudiste ir?-
-Porque el día de mi examen a mi hermana se le antojó que le doliera el estómago hasta que milagrosamente se le fue el dolor.-
-¿Y qué tiene que ver tu hermana?-
-¿Cómo que qué tiene que ver? La muy desgraciada empezó a gritar de dolor a las nueve de la mañana y mi padre la llevó a ver a un médico que no pudo encontrar la razón para ese dolor que milagrosamente se le fue a las dos de la tarde.-
-Sigo sin entender.-
-El dolor de estomago se le fue por Milagro Divino a las dos de la tarde.-
-¿Y?-
-¡Mi examen era a las doce! Perdí mi oportunidad. Ahora tengo que esperar a que haya otra evaluación.-
-No creo que lo haya hecho a propósito Lily.-
-Tú no la conoces. ¡Es una banshee!-
-Lily, ahora eres tú la que exagera.-
-Te hará la vida imposible cuando la conozcas.-
-No. Soy un Merodeador. Ninguna mujer se resiste a nuestros encantos.-

Lily rió a carcajadas, James la sorprendió tomándola bruscamente de la cintura y con sus narices pegadas una con la otra le dijo:

-Te apuesto un beso a que tu hermana caerá a mis pies el día que me conozca.-

Y sin dejarla hablar se desapareció con ella abrazada a su cuerpo. Por más que lo hubiese intentado tampoco hubiese podido hablar. Estar tan cerca de su cuerpo la dejó petrificada. En ese momento hubiese sido capaz de contarle la verdad. Ella le había enseñado a Val y a Mel a aparecerse y juntas habían ido con el padre de Mel a obtener sus credenciales. Pero la oferta de que sus fuertes brazos la sostuvieran para una aparición conjunta no podía despreciarse.

Al día siguiente, una desesperada pelirroja llamó a la puerta de su abuela.

-¡Lilian! ¿Se puede saber porque llamas así?-
-Perdóname abuela, pero necesito contarte algo y no tengo mucho tiempo. Tengo que terminar de ordenar mis cosas porque mañana vuelvo al colegio pero no quiero irme sin contarte.- la pelirroja ni respiró.
-Lily tranquilízate. ¿Qué sucede?- la anciana intuía que cierto joven moreno y despeinado tenía algo que ver en esa actitud.
-¡Tenías razón!- exclamó la pelirroja saltando a su alrededor.
-Lily ¡Quédate quieta! ¿En que tenía razón?-
-No pude evitarlo. Conocí al verdadero James y me enamoré de él.- la anciana mujer sonrió. -¿Sentirá algo por mí?-
-Tú lo oíste tan bien como yo.- Su nieta se sonrojó. - Ve despacio Lily. Disfruta tu vida y tu juventud con él. No le hagas caso a lo que dice la gente. Prepárate para lo que viene después de graduarte. Se feliz y no dejes que nadie te lastime.-
-¿Tú crees que él podría
?-
-James es un buen muchacho hija. Se feliz con él. Pero no se lo hagas tan fácil. Haz que sufra un poco más. No mucho, un par de días nada más. Y recuerda, cuando te muestre en público se siempre una dama. Que él se sienta orgulloso de pasear de tu brazo. Pero cuando estén solos, sigue siendo la hermosa pelirroja de la que él se enamoro de niño.-
-Gracias abuela.- Lily lloraba de la emoción y su abuela la acompañaba con sus propias lágrimas. - Nunca lo olvidaré. Te quiero.- Elizabeth le dio un dulce beso bañado en lágrimas a su nieta en la frente, como cuando era pequeña. - Te veré en vacaciones.- y con un fuerte abrazo y un gesto de su mano se despidió.

Un moreno, oculto tras un árbol, vio como ambas mujeres se abrazaban y la más joven que se despedía. No quiso hacerse ver. Le llevaba flores a su amada y no quería arruinar la sorpresa. Elizabeth estaba entrando ya a su casa cuando la llamó:

-¡Lizy!-
-¡James! ¿Qué haces aquí?-
-¿Qué sucede?- preguntó cuando vio las lágrimas derramadas.
-Nada.- mintió la mujer. - Lily se fue de aquí hace unos minutos. Si corres puedes
-
-Iré a verla luego. ¿Por qué lloras?-
-¿Son para ella?- preguntó admirando las flores. - Son muy bonitas.- la mujer evitaba mirarlo y eso al moreno lo puso nervioso.
-¿A qué vino Lily? ¿Qué te dijo?-
-Que se enamoró de ti.- el moreno sonrió. Pero la sombra en la expresión de aquella mujer le daba mala espina.
-Elizabeth dime qué pasa.-
-Cuídala James. Prométeme que la cuidaras siempre y que nunca la harás sufrir. Si algún día dejas de amarla solo dile la verdad.-
-Nunca dejaré de amar a Lily.- la abrazó y Elizabeth ya no contuvo su llanto. - Dime qué sucede Lizy, por favor.-
-No me hagas caso.- dijo mientras se soltaba del cálido abrazo. - Son cosas de vieja.-
-Tus cosas de vieja me interesan mucho si te pones así.-
-Solo estoy emocionada porque Lily por fin encontró el amor.- él sabía que mentía. - Ahora si me disculpas, estoy un poco cansada. Estuve fuera toda la mañana y me gustaría dormir un poco.-
-Sí, seguro. Te escribiré ni bien llegue al colegio para contarte como están las cosas.-
-Por favor.-

Un abrazo fue despedida suficiente. La mujer entró y James perdió su vista en la puerta. Había llegado a la casa de Elizabeth feliz, ahora se iba con un mal sabor de boca. No podía quitarse las lágrimas de la mujer de la mente. No era buena idea ir a ver a Lily en ese estado. Las flores podrían esperar al día siguiente.

La vuelta en el Expreso de Hogwarts al colegio fue peor que el día anterior. No había hecho otra cosa más que pensar en Lily y en Elizabeth. A la pelirroja la había visto muy poco durante el viaje. Ella acompañaba a Val y él no dejaría solo a Sirius. Y eso ayudó para que la imagen de la mujer no se borrara de su mente. Quiso hablar con Lily al respecto, pero no había razones para no creer que Elizabeth lloraba de emoción. No, era mejor no preocupar a Lily con algo que seguramente eran tonterías suyas.



Desde que habían llegado al colegio Sirius solo salía para ir a clases y asistía al comedor para una sola de las tres comidas diarias. Ni siquiera había mostrado su habitual entusiasmo por la escapada nocturna del mes. Tanto James como Remus se mostraron muy preocupados por su estado y habían decidido que luego de la luna llena hablarían con Val. Por precaución, el licántropo le había pedido a su novia que esa noche los acompañara pero no para cuidar de él, sino para controlar que Sirius no hiciera una locura. A la vuelta del paseo, sin decir una palabra, se había ido a la cama.
Era jueves, casi una semana en la que Sirius no era ni la sombra del que se había ido a casa de los Potter antes de navidad. Muchas cosas habían pasado en dos semanas. Se había despedido definitivamente de Val y había conocido el cariño de una madre en manos de Dorea Potter. Y a pesar de que él ya no tenía ganas de nada, sus amigos no desistían. Por eso, esa tarde luego de clases, James entró decidido a su cuarto. Lo sacaría de allí así fuera a rastras.

-¡LEVÁNTATE!- gritó con voz de mando.
-Déjame en paz James. No me siento bien.- su voz sonó monótona y sin sentido.
-Ya no te creo esa excusa. ¡Vamos, levántate!- volvió a gritar mientras tiraba de las mantas que lo cubrían para destaparlo.
-¡Ya basta James! He dicho que me siento mal. No pienso levantarme.-
-Ya déjalo James. Él se lo pierde.- James miró asombrado a Remus que acababa de llegar. Nunca volvía de tan buen humor después de una noche de luna llena.
-¿Y tú por qué te ríes tanto?- preguntó el de lentes. Remus, sin darle importancia, siguió.
-Déjalo James. Sirius no se siente bien.- sonreía mientras le arrojaba las sábanas para que el animago volviera a taparse y como al descuido dijo - Aunque si yo fuera él me levantaría.-
-¡YA HE DICHO QUE NO ME LEVANTARÉ HASTA QUE NO ME DÉ LA GANA!- James entendió que su castaño amigo tenía un plan así que lo dejó seguir.
-Como quieras.- dijo sin darle mucha importancia al tema. - Pero yo en tu lugar me levantaría al menos a confirmar el rumor.-
-¿Qué rumor?- preguntó un curioso James. Y Remus, para satisfacer su curiosidad, le contestó:
-Dicen por ahí que Shacklebolt ha vuelto a la soltería.-

Sirius tardó unos minutos en reaccionar. Pero en cuanto la frase llegó a su cerebro, saltó de la cama y se paró frente a sus amigos.

-¿Qué dijiste?-
-¿Yo?- preguntó el licántropo con cara de muy fingida inocencia. - Yo no he dicho nada.-
-Habla Lupin o te descoso a golpes.- dijo el moreno con furia.
-Creí que no te sentías bien, que querías dormir, desconectarte del mundo exterior.- dijo el castaño gesticulando con sus brazos exageradamente mientras James se desarmaba en carcajadas a un costado. - Duerme, desconéctate del mundo. Vuelve a la cama, a tu estado vegetativo lamentable de las últimas dos semanas. ¡Anda!- fue hasta donde estaba James y le dio un golpe suave de puño en el hombro y le dijo: -Vamos Cornamenta. Cerca de la entrada al castillo hay un espectáculo que no quiero perderme por nada del mundo.-

Sirius, furioso, se atravesó en la puerta y le gruñó:

-Vas a perder algo más que el espectáculo si no me dices que sucedió con Shacklebolt.-
-Sabes
ahora que lo pienso no sé que ganas tú con la soltería de Shacklebolt. En realidad no sé si ganas o pierdes.-
-¡Habla ya Remus! ¿Cuál es el rumor?-
-Dicen que Shacklebolt ha vuelto a la soltería. Ese es el rumor.- contestó burlón.
-¡Eso ya lo dijiste! ¿Qué pasó con Val?-

En un rincón, James se reía de la facilidad con que Remus había logrado sacar a su amigo de la cama. Moría de curiosidad por saber hasta donde llegaría.
-Solo sé lo que escuche y VI desde que salí de la enfermería hasta que llegue aquí.-
-¿Y que oíste? ¿QUÉ FUE LO QUE VISTE?- gritó.
-Oí a la gente murmurar sobre lo rápido que se arman y se desarman las parejas aquí en Hogwarts.- ante el puño amenazante de Sirius y la risa descontrolada de James que disfrutaba de la perversidad, la inteligencia y el coraje para desafiar a Sirius en ese estado, el licántropo habló. - Con lo que oí llegué a la conclusión de que Val lo dejó y él ya buscó consuelo en los brazos de otra.-
-Val lo dejó.- dijo Sirius sin ganas.
-Sí.- James dejó de reírse y Remus lo miró asombrado.
-¿Qué pasa? Creí que te pondrías contento al saber que Val está sola.-
-¿Sabes por qué lo dejó?-
-No.-
-Pero eso no importa ¿O sí?- dijo James.
-¿Sabes cómo está ella? ¿La viste?- la sonrisa de Sirius se dibujó otra vez.
-Sí. Y la verdad no estaba muy contenta que digamos.- contestó Remus. Otra vez Sirius volvió a ponerse serio y James miró con reproche a Remus. - Pero creo que tenía más que ver con Jessica que con Shacklebolt.-
-¿Jessica? ¿Mi Jessica?-
-Yo no estaría tan seguro de que siga siendo tu Jessica- dejó caer el licántropo.
-¿Por qué lo dices?-
-Sirius deberías bajar a ver lo que sucede en el mundo exterior mientras tú lloras como una niña bajo las sábanas.- Remus sonreía mientras James se preparaba para evitar que Sirius golpease al audaz licántropo.
-No lloro como una niña. ¿Y qué tanto hay abajo que te desespera ir a verlo?-
-Es cierto Remus ¿Qué sucede?- Remus, lejos de contestar, preguntó.
-James ¿Cuál es la única imperfección de Lily?-
-Lily es perfecta.-
-¡No seas tan empalagoso!-
-Lo dices como si tú no lo fueras.-
-No es lo mismo. Yo asumí que me enamoré de Mel y ella me hace caso.-
-¡Auch! Cornamenta eso debe haber dolido.-
-Puedo hacer que te duela a ti también.- Sirius lo miró desconfiado. - Mientras tú te paseas en paños menores por el cuarto abajo, en el jardín, un trío de chicas de sexto buscan la forma de que su cabello no se manche más de lodo. Mientras que un trío de chicas de séptimo asume que esta noche están castigadas.-
-¿Qué?- preguntó James.
-Te pregunte cual es el defecto de Lily y no me contestaste.-
-Es perfecta.- Remus lo miró fastidiado. - Me refiero a su legajo. Nunca una travesura, nunca una baja nota. Y aún me reclama por el castigo de principios de curso por culpa de éste.- dijo señalando a Sirius que lo miraba enojado.
-Pues ahora no podrá reclamarte a ti por la nueva mancha en su historial.- contestó el licántropo riendo.
-¿De qué hablas?-
-Bajemos. Es imposible que aprecien la obra de arte si se los cuento. Deben verlo.-

En el mismo momento que pusieron un pie en el jardín ninguno de los tres pudo contener la risa. Tres rubias de sexto curso estaban enterradas hasta la cintura en un charco de lodo. Un grupo de alumnos a su alrededor se reía señalándolas y haciéndolas rabiar mucho más a cada segundo, unos metros a la derecha, completamente limpias e intentando sin mucho exito contener la risa, las tres chicas mas aplicadas de séptimo. Mientras la Profesora McGonagall las interrogaba prácticamente a los gritos y las regañaba por no mostrar respeto, el profesor Flitwick intentaba deshacer la combinación de encantamientos que las tres jóvenes habían utilizado.

-No puedo creerlo.- dijo James sorprendido. -¿Esa es Lily?-
-Sip.- contestó Remus con una enorme sonrisa. - Y esa es mi Mel.- Sirius solo miraba analizando la escena.
-Por favor ¿Alguno de los dos podría confirmarme que ya estoy tan mal de la cabeza que imagino que Val ha hechizado a Jessica y se ríe de McGonagall en su propia cara mientras la castiga?-
-Sí Sirius, estás mal de la cabeza.- dijo James. Sirius suspiró ruidosamente aliviado.
-James tiene razón. No se ríen de McGonagall. Se ríen de Jessica.- contestó Remus riendo.

Los gritos de la profesora se escuchaban más que otras veces, James llegó a decirle al oído a Remus que Lily era perfecta hasta en eso: ella hacía gritar más a McGonagall que él después de seis años y medio de travesuras.

-No puedo creerlo señoritas. ¡Tres de mis mejores alumnas!- gritaba la mujer.
-Se nota que son las mejores Minerva.- dijo en voz baja el profesor Flitwick agradeciéndole a Merlín que su compañera estuviera tan enfadada como para no oírlo.
-¡SAQUENOS DE AQUÍ!- gritaba furiosa Jessica.
-Es lo que estoy intentando señorita. Comprendo que esta situación no sea fácil de llevar. Pero si vuelve a faltarme el respeto otra vez usted acompañara a las jóvenes en su castigo de esta noche.-

Casi veinte minutos después de comenzado un largísimo discurso de parte de la jefa de Gryffindor, las chicas entraron al castillo donde se perdieron no solo de las miradas de sus compañeros sino también de las felicitaciones de parte de los Merodeadores.
A ninguna de las tres se las vio durante la cena. Ni Jessica ni sus amigas aparecieron tampoco. Los Merodeadores volvieron allí con la esperanza de encontrarlas esperando la hora de cumplir con su castigo. Y efectivamente estaban en la Sala Común.
Cuando ellos entraban, ellas salían. La única prueba que los habían visto fue que Mel le estampó un enorme beso a su novio al pasar. De no ser por eso, nadie hubiese creído que se habían visto. James había estado buscando a Lily para animarla, ya que estaba seguro que estaría triste y enojada de añadir otra mancha a su historial; por eso se sorprendió cuando la vio salir con cierto orgullo dibujado en el rostro.
Sirius parecía no creer aún lo que sucedía. Miraba a Valerie analizándola. Estaba seguro que si Val y Jessica estaban involucradas, la pelea la había empezado alguna de las dos y el simple hecho de que Val no protestara su castigo le daba una mínima idea de quien había tirado la primera piedra. Se sintió un tanto celoso. Normalmente Val no recurría a su varita para defenderse, siempre usaba su filosa lengua. Ese privilegio, o desgracia, dependiendo del grado de enojo de la morena, solo lo poseía él. ¿Qué tan grave había sido el insulto o agravio de Jessica solo ellas lo sabían. Claro que ni él ni sus amigos se quedarían con la duda. Por eso, en cuanto las chicas cerraron la puerta de salida detrás de ellas, los tres corrieron arriba con el mismo propósito: buscar la capa de James y visitarlas en su castigo.

Pasaron casi una hora buscándolas. Fueron a la cocina, al salón de trofeos, a la biblioteca, a las mazmorras y nada.

-¡Esto ya es desesperante!-
-Tranquilo Canuto, ya las encontraremos. No creo que McGonagall haya sido tan cruel de enviarlas al bosque de noche.- contestó James preocupado por su amigo.
-No es eso Cornamenta. ¿Es que no se dan cuenta?- sus dos acompañantes negaron con la cabeza. - ¡Hemos vuelto a olvidar el mapa!-
-¡OH Merlín! ¡Que idiota soy!-
-Sí Lunático, eres un idiota.- contestó furioso James.
-Y dime James ¿Qué es lo que marca la diferencia entre mi idiotez y tu estupidez?- James iba a contestarle cuando Sirius lo detuvo.
-¡Ya niñas! Dejen de pelear. Solo nos quedan dos opciones. Ya no nos sirve volver por él. O están en el bosque, cosa que dudo y mucho. O están en el Gran Comedor limpiando.-
-Tiene que haber otra opción. No creo que McGonagall haya sido tan...-

Una risas se oyeron y los tres jóvenes sonrieron.

-Vamos.- dijo James. - Pago por verlas castigadas limpiando el comedor.-

Entraron al Gran Comedor con la capa puesta. James iba a tirar de ella para descubrirse cuando Sirius lo detuvo.

-Espera.- le susurró.
-¿Por qué?-
-¿No quieres saber de qué hablan?-

La curiosidad pudo con ellos y se acercaron un poco, en silencio, para oírlas.

-Nunca, jamás voy a olvidar la cara de Jessica cuando comenzó a hundirse en el lodo.- reía Mel.
-Pues a mí me gustaría saber cuál fue la combinación que les causó aquella comezón del diablo. Me encantaría probarlo en Potter.-
-Sí, claro Lily. Y yo en este momento siento pena por la cabellera de la rubia insulsa esa.- dijo sarcásticamente Val.
-¿Qué quisiste decir?- desafió Lily. Pero fue Mel quien contestó.
-Que ya lo admitas de una vez. Potter te trae de cabeza.-
-No sé que te dé Remus cuando están a solas pero tendré que hablar con él porque ya está empezando a tener efectos secundarios en ti.-
-¿Cuándo admitirás que el idiota de Potter, el estúpido de Potter, el infeliz de Potter y el tierno James son la misma persona?- Preguntó Val.
-¡Yo no dije Tierno!- se defendió la pelirroja.
-En eso tiene razón Val. No dijo Tierno. Dijo que había sido Muy dulce- la rubia y la morena rieron a carcajada limpia.

James estaba a punto de salir de debajo de la capa cuando la gata de Filch entró al Gran Comedor.

-¡Diablos! Vamos antes de que la maldita gata nos delate.-sugirió Sirius. Sus amigos sin protestar lo acompañaron.




Varias horas pasaron hasta que las chicas llegaron. Remus y James se sentaron a jugar una partida de ajedrez mágico mientras que Sirius se acomodó en un sillón cercano a la chimenea. Pensaba en ella. ¿Sería verdad que había dejado al moreno? ¿Tendría alguna oportunidad? Estaba seguro que esa noche, cansada y con las defensas bajas, Val no se negaría a hablar con él. Pero debía planear bien su estrategia, cada movimiento debía ser perfectamente cuidado para evitar que Val huyera de él antes de tiempo. Estaba seguro que en cuanto la morena lo viera acercarse intentaría escapar.
Primero se acercaría despacio, después le pediría un minuto a solas para hablar. Le preguntaría por su salud, luego por su castigo y en ese momento tantearía el terreno.

La puerta se abrió y un trío de agotadas jóvenes entró. Mel se lanzó a los brazos de Remus que no titubeó un segundo a la hora de abrazarla sonriendo. Sirius se acercó a Val y casi en un susurro le preguntó:

-¿Tienes un minuto? Necesito hablar contigo.-
-Sí.-

De más está decir que desde el mismo momento en que Valerie McLoud le contestó un sincero Sí y sin peros a Sirius Black, cinco pares de ojos la miraron sorprendidos mientras se preguntaban que condimento habrían usado los elfos en la comida o de que estarían compuestos los elementos de limpieza muggles que McGonagall les había dejado para el castigo. Remus, que fue el primero en reaccionar, aprovechó la distracción para alejarse un poco con Mel para poder pasar tiempo a solas y así poder felicitarla de manera correcta por la travesura de la tarde. James miró a Lily sonriendo y esta le devolvió la sonrisa mientras Sirius se alejaba hasta el rincón opuesto a donde estaban sus amigos.

-Parece que nos han vuelto a abandonar nuestros amigos.- dijo James dejándose caer en el sillón otra vez.
-Sí, tienes razón.- contestó Lily sentándose a su lado mientras intentaba esconder un bostezo.
-¿Cansada pelirroja?- James tentó a la suerte y pasó un brazo sobre el hombro de la pelirroja y la atrajo a su cuerpo.
-He limpiado toda mi vida al modo muggle, pero jamás algo tan enorme como el Gran Comedor.- Lily, un poco por el cansancio y otro poco porque sabía que luego podría justificarse con eso aprovechó la situación y se acurrucó un poco más en brazos de James. El sorprendido moreno no se quejó en absoluto y la ayudó a acomodarse sobre su pecho.
-¿Crees que deberíamos tener las varitas a mano por las dudas?-
-¿Lo dices por Val o por Sirius?-
-Por los dos.-
-No. Si tu amigo no mete la pata mañana tú y yo seguiremos aburriéndonos juntos.-
-Como meta la pata lo cuelgo de los aros del campo de quidditch como vino al mundo.- Lily sonrió. Ella tampoco quería que Sirius se equivocara.

Unos cuantos metros más allá, Sirius había perdido todo su discurso. Ya no recordaba ni por donde empezar.

-Y... ¿Cómo estuvo tu castigo?- pésimo comienzo.
-Horrible.-
-Pues... no te enojes, pero creo que sé lo merecían.- perfecto, a ese paso estaría muerto al amanecer.
-¡¿Perdón?!- exclamó Val. -¿Qué quieres decir?-
-Bueno, por lo que vi no eras tú la que estaba enterrada en lodo hasta la cintura.-
-Ahora entiendo... vienes a reclamarme por haberle arruinado el cabello a tu noviecita ¿Verdad?-
-Si te refieres a Jessica, déjame decirte que no es mi novia ni lo ha sido nunca.-
-No es lo que dicen.-
-¿Y desde cuándo te importa lo que dicen de mí?- Val no supo contestar y Sirius no fue tan cruel como para dejarla en ese embrollo y siguió. -¿Qué pasó? ¿Puedo saber?-
-Me buscó y me encontró.-
-¿Qué te dijo?- dijo el moreno sonriendo.
-Nada importante.-

Sirius bajó la mirada. Estaba seguro que no había sido un buen comienzo. Seguramente Val en cualquier momento lo maldecía y salía corriendo de allí.

-¿Estás mejor?- preguntó ella.
-¿Mejor?- preguntó sin entender de qué hablaba la morena.
-Me dijeron... Remus me dijo que tú también estuviste enfermo antes de volver al colegio.-
-Sí, es cierto.- bien, ese era un paso a favor. Ella se preocupaba por su salud. - Aún debo llevar pañuelo y James insiste en decir que ronco más que antes. Pero no le creo una sola palabra.- Val sonreía. -¿Y tú? ¿Estás mejor?-
-La poción que me dio el sanador que me vio en mi casa me da un sueño terrible y aún tengo tos. Pero ya estoy mucho mejor.-
Bien, iba bien. Sabía que debía hablar y encaminar la conversación hasta el punto que le interesaba confirmar, pero... ¿Cómo? Todas las buenas ideas parecían haberse ido con James que, milagrosamente, aún abrazaba a Lily mientras jugaba con su cabello y ella parecía no querer estar en otro sitio que no fueran los brazos de su amigo. ¡Y de Remus ni noticias!

-Dijiste que querías hablar conmigo. Discúlpame si te suena mal pero... tengo sueño. Quiero dormir. ¿Qué querías?- juntó valor y lo soltó.
-¿Es verdad lo que dicen?-
-¿Qué dicen?-
-Que dejaste a tu novio.-
-Sí y no.- contestó.
-No entiendo.-
-Técnicamente no.-
-Explícate por favor.-
-Yo no lo dejé. Él me dejó a mí-
-Siempre dije que era un idiota.-
-Yo no diría eso sabiendo por qué me dejó.-
-La única razón posible para dejarte a ti es ser un idiota.- Val sonreía.
-Eso o... que se haya enterado que pase la noche de navidad colgada de tu brazo y... abrazada a ti toda la noche.- costaba decirlo, pero era la verdad.
-Perdón... Yo no quise... No sé que decirte.-
-No digas nada.-
-Sería un hipócrita si te dijera que lo siento.-
-No lo digas Sirius.-
-Si tú quisieras yo... Tal vez si... Yo podría explicarle... - se sentía un idiota, pero la tristeza se había instalado en el rostro de la morena en el momento que contó como habían sido las cosas y él sería capaz de dar su vida por ella. - Tal vez si le explicamos la verdad tú y él... -
-No.- sonrió. - No tiene arreglo.-
-No digas eso. Yo podría... -
-¿Ayudarme a volver con él? ¿Serías capaz de hacer eso después de todo lo que me dijiste en el jardín helado de la casa de James?-
-Si tú lo quieres sí.- contestó bajando la cabeza para ocultar su dolor. Hubiera sido mejor que maldijera hasta a sus nietos en lugar de ayudarla a volver con el moreno.
-No hay nada que hacer.-
-¡No seas terca! Algo se puede hacer.-
-No después de que yo le confirmara que lo que le habían contado era cierto y le agregara al chisme que me habías besado más de una vez y con mi consentimiento.-
-¿¡Estás loca!?-
-¡Shhh! Si vuelves a gritar así Lily se dará cuenta que está durmiendo en brazos de James y tendremos que llevarlo a la enfermería de urgencia con un serio golpe en Las joyas de la familia- Sirius dejó escapar una pequeña carcajada. Val se puso seria. - No estoy loca. Se lo dije con la intención de que tuviera más motivos para dejarme. Yo no podía hacerlo.-
-No entiendo. Si no lo quieres entonces ¿Por qué llenaste de lodo hasta las orejas a Jessica? Creí que habías hecho eso por celos. He oído que buscó consuelo en ella.-
-Ya te lo dije, ella me buscó.-
-Sí, pero creí que te referías a que estaba enredada con tu nov... tu ex novio.-
-No, pero la muy... me dijo algo que me molestó bastante.-
-¿Qué te dijo?- dudó unos instantes. Pero sabía que Jessica se quejaría con él al día siguiente para asegurarse que Sirius aún le pertenecía y era mejor jugar la primera carta.
-Que era tan poca cosa que cada hombre en el que ponía los ojos tarde o temprano acababa en sus brazos.- Sirius se rió otra vez. Celos, se había puesto celosa al pensar en él con Jessica. -¿Te causa gracia? Eres un idiota.-
-Dime la verdad ¿Qué te dio mas celos? ¿Imaginar a Shacklebolt con Jess o a mí?-
-¿Eso es un poco arrogante no crees?- él solo sonrió. Se miraron por algunos minutos a los ojos. Ella seria y sin cambiar su expresión y él sonriente. - Black...-
-¿Qué?-
-¿Vas a preguntarme de una vez lo que quieres preguntarme o me voy a dormir?-
-Ya te lo pregunté y ya me contestaste. Puedes ir a dormir si quieres.-
-¿No vas a molestarme? ¿No vas a ponerte fastidioso con lo mismo de siempre?-
-Nop.- dijo extremadamente feliz.
-¿Por qué?- preguntó ella desconcertada.
-Porque no.-
-¿Te sientes bien?- preguntó mientras ponía su mano en la frente de él para verificar que no tuviera fiebre.
-Sí.- le contesto él riendo por su actitud.
-¿Y por qué no vas a pedirme
-
-¿Que seas mi novia?- ella asintió. - Porque no quiero que hablen mal de ti.-
-¿De qué hablas?-
-¿No te das cuenta? Si mañana tú y yo les mostramos a todos que estamos juntos no habrá nadie que no diga que dejaste a Shacklebolt por mí. Dirán cosas horribles. Sobre todo Jessica.- dijo riendo.
-Si tu noviecita...-
-Jessica no es mi novia, ya te lo dije. La única que puede llamarse mi novia eres tú.-
-Pero tú no quieres. La verdad, no te entiendo. Te has pasado lo que va del curso llorando porque no te hacía caso y ahora...-
-Te amo Val. Pero no por eso voy a andar por el colegio soportado que hablen mal de ti o de duelo en duelo por defenderte.- no pudo soportar su mirada triste, por eso se explicó - McGonagall me quitaría mucho tiempo a tu lado. Me mantendría castigado hasta que cumpla 50 años.- Val sonrió. - Además, por mucho que lo haga, seguirán pensando lo mismo.- ella hizo un puchero que a Sirius le causó gracia. Rió y continuó -Porque te quiero nena, por eso no quiero que nos vean juntos aún. Me moriré de angustia esperando que pase el tiempo. Pero no voy a poner en juego tu reputación por mucho que me muera por besarte y por gritar desde la Torre de Astronomía lo feliz que soy de estar contigo.-
-No lo grites.- dijo con el rostro triste. Sirius la miró sin entender. - No sé porque hago esto. No sé si hago bien en creer en ti, pero te creo.- el animago la miró ofendido. - Yo también te quiero y ahora que me decidí a olvidar todo lo que me hace desconfiar de ti y que sé que tú me quieres no sé si podré aguantar sin estar contigo como la noche de navidad.- el moreno sonrió. Él también añoraba esa noche y mucho más la sensación de que era suya. - No hay necesidad de gritarlo. ¡Y definitivamente no permitiré que lo grites colgado de la Torre de Astronomía! Me moriría de miedo.-

Con suavidad, Sirius acarició su rostro. Estaba seguro que nunca llegaría a entender porque Val se había adueñado de su corazón. Jamás iba a descubrir como ella, su eterna rival, se había convertido en la única dueña de todo su ser. Pero estaba seguro que poco le importaría averiguarlo. Lo único que tenía en mente era disfrutarla, sentirla suya sabiendo que ella se sentía feliz de serlo. Pertenecerle por completo y cumplir con la promesa de sus padres, no por mandato de ellos, sino por gusto propio.

-¿Estás segura? ¿Podrás soportar algo tan repugnante como eso?-
-¿Por qué dices eso?-
-Porque me sentiré repulsivo yo mismo por amarte tanto y tener que ocultarte de las miradas de los demás. Tú no te mereces algo así.-
-Pero no podré... no puedo estar cerca y... -
-¿Serías capaz de ocultar que estamos juntos por un tiempo?- Val asintió. -¿Me perdonaras algún día por esto?-
-Solo si dejas de hablar y me das un beso.-

Se sintió feliz. Iba a besar a SU NOVIA. Tomó delicadamente su rostro entre sus manos. Volvió a acariciarla con la misma suavidad de antes. Puso sus orbes grises en los de ella y la miró con intensidad. Se acercó lentamente y con una sonrisa dibujada en el rostro desapareció la distancia que los alejaba. No era la primera vez que besaba a Valerie McLoud. Pero si era la primera vez que besaba a su novia. Por eso, tomó sus labios como si nunca antes lo hubiese hecho. Los rozó, luego dejó caer sobre ellos una lluvia de besos cortos. Se tomó el tiempo necesario para quedar satisfecho con sus besos. Sus labios entreabiertos pedían a gritos un poco más y no pudo negarse porque era lo que él deseaba también. Tomó sus labios dispuesto a complacerla en todo. Primero el inferior, lo apresó entre los suyos. Luego el superior, succionando, degustando lentamente el sabor de esa boca que tanto deseó. Recorriendo toda su extensión por tanto tiempo que no quedo lugar por explorar, espacio por conocer, detalle que memorizar. Fue un beso que ninguno de los dos olvidaría por el resto de sus vidas. Que quedaría marcado a fuego y pasión en sus labios.

En algún momento entre que Sirius se apartara con Val y que recuperaron la noción del tiempo, Remus y Mel habían desaparecido de su campo visual. Lily se había quedado dormida recostada en el pecho de James mientras él moreno la aferraba a su cuerpo. Cuando Val y Sirius decidieron que era tiempo de retirarse a descansar, se acercaron al sillón junto a la chimenea en el que sus amigos dormían y sonrieron observándolos.

-¿Crees que deberíamos despertarlos para que vayan a la cama?-
-¡Que ni se te ocurra! No quiero tener que defenderte de una muerte segura a manos de mi mejor amigo.- Contestó Sirius frotando su nariz con la de ella en un gesto cariñoso.
-Se van a morir de frío.-
-Ya lo arreglamos.- con un movimiento de varita, Sirius convocó una manta abrigada de la cama de James y Val los tapó. Reavivaron un poco el fuego de la chimenea y volvieron a observarlos. Lily se acomodó entre los brazos de James y el moreno, dormido, la sentó entre sus piernas para que estuviera mas cómoda, le besó los labios levemente y le susurró:
-Te amo pelirroja.- Sirius sonrió.
-Mentiroso.- Val, que hasta ese momento sonreía feliz por Lily, lo miró triste. Sirius, anticipando la pregunta de su prometida contestó: -Hace años que nos dice que es puro interés profesional- la morena sonrió. - Vamos a dormir.- le dio un beso en la frente. - Mañana me voy a divertir como loco cuando le cuente que la besó y no lo recuerda.- se frenó frente a la escalera, la dejó subir un escalón para nivelar la diferencia de alturas le dijo: -Mejor no le digo nada. No quiero arriesgarme a que llegue a oídos de Lily y lo mate antes de darme un ahijado.-
-Harry.-
-¿Qué?-
-Nuestro ahijado se llamara Harry.-
-¿Y tú cómo lo sabes?-
-Porque Lily lo repite desde que nos conocimos. Mi primer hijo se llamará Harry- dijo imitándola.
-Pues... si ella eligió el primer nombre, James elegirá el segundo sin duda.- Sirius pensó un poco y sonriendo habló - Si el segundo nombre lo elige Cornamenta, te apuesto la motocicleta que me compraré al graduarnos que se llamará Harry James.-

Un nuevo beso entre risas y cada uno por su lado. Él a su cama a soñar con ella, ella igual. Remus perdido en algún lugar del vasto castillo con Mel, seguramente sintiéndose tan feliz como nunca antes. En un sillón de la sala común, un moreno fingía dormir mientras aspiraba el perfume de esa que le quitaba el sueño y saboreaba sus labios. En brazos del moreno, una pelirroja muy conciente de sus actos disfrutaba lo que en la mañana justificaría como un cansancio excesivo que no me permite ver las locuras que hago.

Capítulo 15
El verdadero James Potter.


La mañana llegó demasiado rápido para los enamorados. El sol asomaba por uno de los enormes ventanales de la torre de los leones iluminando sus rostros. Ambos buscaban en sus mentes la excusa perfecta para prolongar el sueño y una más para cuando ya fuera inevitable tener que despertar. El astro rey brillo con más fuerza y él sintió la rabia crecer en su interior. El tiempo de tenerla en sus brazos se agotaba y las excusas no aparecían.
La sintió removerse entre sus brazos y deseó tener el valor suficiente para atraparla y no dejarla ir. Pero sabía que de hacer algo como eso retrocederían varios casilleros en la carrera para ganar su corazón. Sin muchas ganas de pensar, solo de disfrutar teniéndola junto a él, aspiró su perfume y se movió simulando dormir. El único objetivo: abrazarla más fuerte contra su pecho.

Se sentía tan cómoda entre sus brazos que maldijo la cantidad de veces que le dijo que no en todas esas oportunidades que él la invitó a salir. Tonta. Tonta y mil veces más tonta. ¿Cómo había podido resistirse a esos ojos? ¿Cómo había logrado ignorarlo? ¿Cómo había logrado rechazarlo cuando era tan apuesto? ¿Cómo pudo dudar de sus palabras si era tan dulce con ella? Desde el baile de navidad parecía otro, aunque ella sabía que seguía siendo el mismo.
Sus ojos
No, su forma de mirarla había cambiado. ¿O sería ella la que cambio su forma de pensar? Conocer a James, al verdadero, no a ese ejemplar conquistador que siempre había detestado, fue lo mejor de esa noche. Y si lo pensaba bien, en ese momento podría afirmar que odiaba tanto al otro James por no ser capaz de hacer lo que este hacía: centrar toda su atención en ella.

Un rayo de febo bañó su rostro justo a la altura de sus verdes ojos. Supuso que esos ojos de almendra que tanto adoraba también habían sentido el resplandor porque lo sintió moverse debajo de su cuerpo. Sabía que quedaban pocos minutos y no quería irse sin repetir la hazaña de la noche anterior cuando la creyó dormida sobre su cuerpo. Lo había oído. Sabía perfectamente que no estaba dormido. Le había dicho un dulce Te amo pelirroja y la besó. Un beso de buenas noches que nunca olvidaría. Antes de despertar quería llevarse en sus labios sus buenos días.
Se movió ella también buscando una mejor posición. Quería que él despertara primero. Si lo conocía bien, no se resistiría y le daría su beso.

Pudo sentir su respiración muy cerca. ¡Merlín bendito! Si tan solo supiera el esfuerzo sobrehumano que hacía por no atraparla y besarla como un ahogado buscando aire. Había soñado con tenerla así durante mucho tiempo. Y estaba ahí, tan cerca. Si tan solo se atreviera a
¿Por qué no? Después de todo la noche anterior lo había hecho frente a dos de sus amigos. Y ella estaba dormida.
Con mucho cuidado de no hacer movimientos bruscos que lo delatasen, se inclinó un poco más. Rozó apenas sus labios y ella no pudo contener un gemido de satisfacción por el contacto. Un ronroneo se oyó en medio del beso. Ambos estaban muy ocupados disfrutando el leve contacto como para determinar quien de los dos había sido.

-Buenos días mi amor.- dijo sin abrir los ojos. Si algo salía mal, siempre podía poner la excusa de estar dormido.
-Buenos días mi cielo.- a pesar de tener los ojos cerrados y estar embriagada por su perfume, pudo ver una señal de alerta titilando en su mente.

Se levantó de un salto arrastrando con ella la manta que los cubría. Ensayando su mejor cara de asombro igual que él, le preguntó casi en un susurró:

-¿Qué
? ¿Por qué tu
? ¿Qué diablos haces aquí?-
-¿Qué haces tu a
? Oye
Esta no es mi habitación
-
-No idio
Tampoco es la mía.-

Perfecto. Las excusas eran malísimas. Pero a esta altura de los hechos nada podía ser creíble. Mucho menos cuando la noche anterior, cuando aún estaban despiertos, él la había acercado a su cuerpo y ella no se había negado.

-Nos quedamos
-
-Dormidos.- completó él moreno.
-Pero... ¿Cómo?-
-No sé tú, pero yo seguro que cerré los ojos y...-
-No seas idiota ¿Quieres?-
-Tú preguntaste.-

Lily se envolvía el cuerpo con la manta que los había cobijado del frío y James la miraba embobado. El pánico se apoderó del rostro de la pelirroja y James se asustó solo por verla.

-Lily ¿Qué te pasa?-
-Dormimos juntos en la sala común.- James sonrió. - No te rías. ¡Esto es una...!-
-No es ninguna tragedia pelirroja. No hemos hecho nada malo. Solo nos quedamos dormidos.-
-¡Me estabas abrazando!-
-Y si mal no recuerdo tú me abrazabas a mí.- los ojos de la pelirroja amenazaban a su acompañante, mas este no se acobardó. - No me mires así. Me estabas abrazando cuando desperté. No es tan grave Lily. Por favor, vuelve aquí, conmigo.-
-Potter ¿cuándo vas a entender que...?-
-Solo quiero que te sientes aquí a mi lado para poder compartir la manta. ¡Me estoy helando!- dijo exagerando un escalofrío.

Lo miró desconfiada. Hubiera regalado su bien más preciado por volver a acurrucarse entre sus brazos. Pero sería ponerse en evidencia frente a él. Elizabeth era una mujer inteligente y ella había tenido el tiempo suficiente para encontrar una razón para su último consejo. Si James sobrevivía unos días más, estaría segura.

-Vete a la cama.- le ordenó.
-Devuélveme mi manta.-
-¿Y quién dijo que es tuya?-
-Yo te lo digo. Esa manta es la de mi cama.-
-¿Y cómo puedes estar tan seguro?-
-Porque cuando estabas envolviéndote con ella pude ver algo que grabé del revés.- la pelirroja comenzó la búsqueda de la marca y James, con verdadero miedo, se arrodilló sobre el sillón y le dijo: -¡No! ¡No lo hagas! No la busques.-
-Porque no hay tal marca ¿Verdad?-
-Lily no seas terca. Solo quiero que te sientes aquí junto a mí. No es necesario que volvamos a la misma po... sición.- se sintió incómodo al pronunciar esas palabras. - Ven.- estiró su mano para alcanzarla. - Tengo frío. ¿Vas a dejar que me muera de frío?-

Caminó hasta el sillón. ¡Merlín! El esfuerzo hecho para no arrojarse al sillón y suplicarle que la volviera a besar era enorme. En lugar de eso, se quitó la manta y se la dio.

-Me voy a la cama. Tú deberías hacer lo mismo.- el moreno se puso triste, bajó la vista y ella sonrió. Había visto eso que tanto quiso esconder minutos antes. LTA estaba escrito en letras rojas y doradas. - Es muy temprano. Aún podrías dormir un poco más.-
-No creo que valga la pena volver a dormir.-
-¿Por qué?-
-Porque si tú no vuelves a tu lugar entre mis brazos dudo que pueda volver a soñar otra vez lo mismo.- la pelirroja se sonrojó. - Es increíble. Me gusto tanto ese sueño que lo soñé dos veces. Una antes de dormirme y otra justo al despertar.-

Lentamente recorrió sus labios con su lengua como si recogiera el sabor dejado por ese escaso roce. Sonrió, era esa sonrisa que había comenzado a mostrar por ella desde la fiesta. Ella supo que había sido conciente todo el tiempo de lo que hacía. Y eso la puso más feliz.
Lo vio sacar su varita del bolsillo de su capa y apuntar hacia las escaleras. La manta que cubría a Lily por las noches fue volando hasta sus manos. Las cambió. Se acercó a ella, dobló prolijamente una de las mantas y dándole la otra le susurró muy cerca del oído:

-Llévatela. Tal vez si las intercambiamos pueda soñar que te beso otra vez.-

Le dio un beso muy suave y cálido en el cuello, justo donde su sangre fluía más intensamente por causa de la situación. Y se fue. Ella quedó de pie justo a las escaleras. Unos minutos después reaccionó. Miró las marcas internas y sonrió enamorada. LTA Si no había perdido su agudeza mental después de esa noche a su lado, era simple averiguar el significado: Lily Te Amo
Se abrazó fuerte a la manta y subió a su cuarto. Desde la oscuridad, dos pares de ojos observaban su cara de felicidad y se alegraban por ella.

Luego del interrogatorio matutino a cargo de sus amigos, Lily y James bajaron a desayunar. Las chicas bajaron primero, ellos unos minutos después. Las alcanzaron casi en la entrada del Gran Comedor. Remus apresuró el paso para entrar con Mel y buscar un sitio para sentarse juntos. Sirius aprovechó el apuro del único novio oficial para pasar cerca de Val y poder lanzarle un beso disimulado. James, tenía otros planes.
En el momento que llegó junto a la pelirroja se paró de frente cortándole el paso. Sacó una pluma de su bolsillo y con un simple movimiento de varita la transformó en una bellísima flor blanca. Hizo una reverencia, besó la mano de la sorprendida joven, le entregó la flor y le dijo:

-Mientras puedas oler su perfume, yo no dejaré de pensar en ti.- sonrió y se fue, dejándola parada en el medio del camino viéndolo escoger con Sirius un lugar en la mesa de Gryffindor.
-¡Wow! ¡Que romántico!- exclamó Val.
-¡Es hermosa!- dijo Mel.
-Sí, es muy bonita.- la expresión de la pelirroja había pasado del asombro a la pena.
-¿Qué pasa Lily?- preguntó Mel.
-Sí. ¿Por qué estas así? Es una flor muy hermosa.-
-Sí. Pero en cuanto pierda su perfume dejará de pensar en mí.- dijo Lily.
-Eso me pondría más feliz aún.- comentó Mel, lo que produjo una gran confusión en Lily que se evidenció en su mirada a la rubia.
-No sabes lo que es ¿Verdad?-
-Una Flor.-
-No Lily.- dijo Mel. - No es una flor común.-
-Ah ¿No?-
-Es un Lilium Amorus.- explicó Mel. - Mientras la persona que te la regaló - hizo un gesto señalando a James. - siga amándote, nunca perderá su perfume.-

Lily había desayunado casi por inercia esa mañana Se encontraba navegando por las nubes, perdida en sus sueños. Esperando por aquel que habría de ser su dueño.
James actuaba normal, salvo por dos pequeños detalles: no había vuelto a acercarse a ninguna chica y siempre que sus ojos y los de Lily hacían contacto le sonreía de esa manera tan clara y verdadera que la pelirroja adoraba.

Durante toda la semana, en cada clase, buscó la forma de hacerle llegar un trozo de pergamino con frases románticas que estaban haciendo mella en los apuntes casi inexistentes de Lily.
Su frase favorita del lunes fue: Sin tu amor me ahogo al respirar la del martes:Tus ojos me hacen desvariar, pero eres la única enfermera que me puede curar la del miércoles: cada mañana al despertar, envío un beso volador a tus labios junto con mis buenos días Al principio los guardaba en los bolsillos, pero luego comenzó a llevar en su bolso una pequeña cajita donde prolijamente los acomodaba. Una de ellas, la más especial de todas, la releía casi cada media hora:

Amor es

Pensar en ti,
Mientras parece que atiendo a la clase

Amor es

Dibujar un tú y yo en mis cuadernos
Cada vez que te veo o pienso en ti


Más por el gusto de estar juntos que por la obligación de cuidar a las chicas de Karkarov, los seis se paseaban por el colegio en manada como solía decir una muy enfadada Jessica porque Sirius ya nunca le hacía caso. Con excusas cada vez menos creíbles, Sirius y Val desaparecían después de la última clase y no se los volvía a ver hasta la hora de la cena.

-¿De verdad crees que nadie se da cuenta de que tú y Val desaparecen al mismo tiempo todos los días?- preguntó James mientras cenaban.
-¿Quieres la verdad?- Remus asintió mientras devoraba un enorme trozo de carne bastante jugoso. - Me importa un bledo que lo noten.-
-A mí tampoco me importaría que me vieran con Lily.- confesó el moreno de lentes.
-¿Y? ¿Cómo va la operación Desmemoriemos a una Pelirroja?- bromeó Sirius mientras Remus se reía tan fuerte que atraía las miradas del resto.
-¡Sirius!-
-¡¿Qué?! Solo arrancándole la memoria lograras que te haga caso.-
-Para tu información, ya me ha hecho caso.-
-¡Oh! ¡Claro! ¿Cómo pude olvidarlo? No recordé que hace una semana durmieron románticamente juntos en la Sala Común.-
-Te burlas de la envidia.-
-¿Envidia?-
-Sí, porque yo he dormido abrazado a mi Lily y tú no.-
-Y gracias, pero no, gracias. Si me duermo con ella, Valerie y tú se batirán a duelo para ver quien me golpea primero.-
-Me refería a...- pero no pudo continuar.

Cansada de ser siempre la que esperara pacientemente por el próximo paso de James, Lily fue al ataque. Se paró junto a él y sonriendo le habló:

-Hola James.-
-Hola Lily.- contestó Sirius riendo.
-Hola Sirius, hola Remus. Perdón no me...-
-Sí, ya sabemos que cuando Don Poesía anda cerca tú ni te enteras de que hay alguien más que respira a tu alrededor.- Lily se sonrojó al instante.
-¿Sirius te vas a callar de una vez o prefieres que lo haga yo por ti?-
-No creo que sea una buena idea Cornamenta. La pelirroja ha venido a hablar contigo. Si te callas...-
-¿Te vas a callar o le digo a McGonagall quien intoxicó al Slytherin de sexto con polvo de doxy?-
-No es mi culpa que mi hermano quiera hacerse el detective y sea un idiota.- contestó Sirius con el ceño fruncido.
-¡Hola! Aún sigo aquí.- dijo Lily intentando llamar la atención de James.
-Perdóname Lily. Es que Sirius se levantó con ganas de suicidarse y se olvidó el valor para hacerlo solo en la cama.- dijo enojado mirando a su entrometido compañero. - Dime.-
-¿Terminaste de cenar? No quisiera molestarte.-
-Tú jamás molestas pelirroja.- la observó por algunos eternos segundos que la hicieron sonrojar.
-He estado algo distraída en clases desde que volvimos de las vacaciones y... no he prestado mucha atención a los profesores y...-
-¿Quieres que te ayude?- preguntó entre sorprendido por que lo hubiese escogido justo a él y emocionado por la oportunidad de sentarse a mirarla mientras estudiaba.
-Si no tienes nada mejor que hacer esta noche.-
-Por supuesto que no.- apuró el moreno.
-Es viernes. Si ya tenías planes podemos dejarlo para
-
-Mis únicos planes de aquí a doscientos años te incluyen pelirroja.-
-Está bien. Entonces te veo en la Sala Común. Me voy. Aún tengo que pasar por la biblioteca por algunos libros.-
-Te acompaño.- el moreno se puso de pie con la rapidez de un rayo. - De todas formas ya no tengo hambre.-

James caminaba junto a ella sin poderlo creer. Si Lily se había atrevido a tomar la iniciativa era una buena señal de que las cosas marchaban sobre ruedas.

En el mismo momento en que se acercó a hablarle se arrepintió. No porque no quisiera pasar tiempo a solas con él. Sino por miedo a lo que James pensara de ella. Caminó a su lado sin mirarlo. Estaba nerviosa por lo que pudiera pasar.
Unos minutos después, mientras caminaban en silencio llegaron a la biblioteca. Justo en ese momento Madame Pince cerraba las puertas. La pelirroja corrió hasta alcanzarla.

-Madame Pince, por favor espere.-
-Señorita Evans ¿Qué hace aquí tan tarde?-
-Necesito unos libros.-
-Lo siento, ya es tarde. Me estoy retirando a descansar.-
-Por favor Madame Pince. Los necesito para estudiar el fin de semana. Necesito ponerme al día con algunos temas antes del lunes.-

Lily puso su mejor cara de súplica, algo que a James le pareció, además de adorable, cómico. Nunca había visto a la dura de Lily Evans suplicar de esa forma. La bella pelirroja tenía tantas cosas ocultas que estaba seguro que se divertiría descubriéndolas de a poco.

-Tiene cinco minutos.- dijo la severa bibliotecaria mientras abría la puerta.

Lily entró corriendo. Parecía un rayo. El moreno no se sorprendió al ver que conocía el lugar exacto de cada libro en la biblioteca. Ella se movía ahí dentro con la misma comodidad con la que él y sus amigos lo hacían en el Bosque Prohibido. En el tiempo establecido por la bibliotecaria, la pelirroja tuvo en sus manos unos tres o cuatro libros.

-Los quiero el lunes a primera hora en perfectas condiciones ¿Está claro?-
-Sí Madame.- respondió obedientemente la pelirroja mientras James intentaba en vano ocultar la risa.

Ya habían caminado un buen trecho cuando la pelirroja se giró enojada a su acompañante.

-Ya deja de reírte ¿Quieres?-
-Perdóname pelirroja. No puedo evitarlo.- dijo mientras se tomaba el estómago dejando salir por fin la carcajada que hacía varios minutos se esforzaba por ocultar. - Nunca creí verte así.-
-¿Así cómo?- preguntó enojada la pelirroja. James podría haber dicho millones de calificativos. Desde empollona hasta aduladora. Pero en su lugar, aprovechó el momento.
-Tan hermosa como una estrella que resplandece solo para mí.-

La pelirroja sonrojada, se detuvo a mirarlo. El enojo de los minutos anteriores desapareció de su rostro al oírlo. Oyeron un ruido y casi por instinto, mezclado con una cuota de oportunismo, James la abrazó para esconderse juntos detrás de una columna. El vivo recuerdo de aquella vez en que casi perdió la capacidad de respirar, le invadió la mente y otra vez se sintió perdido entre esos ojos verdes que tanto amaba. Esta vez no se iba a escapar. Tenía la imperiosa necesidad de terminar el juego y besarla de una buena vez. Entonces Lily lo arrancó de sus pensamientos.

-Debemos ir a la Sala Común. Es tarde.- susurró nerviosa.
-Si de verdad quieres algo de mí no vayamos a la Sala Común.-
-¿Po... Por qué?-
-Porque es viernes mi amor. Nadie se irá a la cama antes de medianoche. Y no creo que puedas estudiar en semejante bullicio.-
-Y... ¿A dónde... Dónde... podemos...?-
-Ven conmigo.- le dijo mientras la tomaba de la mano.

Caminaron algunos pasillos, luego James cruzó un pasadizo que los llevó de un piso al otro del castillo. Habían caminado tanto en tan corto tiempo que no tenía idea de donde se encontraban.

-James ¿Qué buscas?- preguntó.
-Un aula vacía.-
-Creí que sabías a donde me llevabas.-
-No. Solo busco un aula vacía.-

La pelirroja lo metió de un tirón detrás de la primera puerta que vio. Resultó ser un aula grande, pero llena de polvo. La pelirroja examinó el lugar con asco mientras el moreno, sin soltarle la mano la llevaba afuera otra vez.

-¿Que haces?-
-Vamos. Debemos buscar otro lugar.-
-¿Por qué?-
-Lily, esto es una mugre.-
-No esta tan mal.- dijo Lily mientras examinaba el lugar. - Hay que limpiar un poco. Conseguir una mesa y un par de sillas...- Lily pretendía seguir hablando cuando James la interrumpió.
-Pelirroja, guarda esos pensamientos para el día que tengamos que decorar la habitación de nuestro Harry ¿Sí? Ahora debemos encontrar un lugar habitable para estudiar.-
-¿Qué clase de mago eres?-
-Uno que te va a sacar de aquí antes de que veas una cucaracha, grites como una loca y hagas que nos descubran.-
-No seas exagerado. Ve por una mesa y un par de sillas mientras yo pongo decente este lugar.-
-¿Y cómo crees que voy a traer yo solo una mesa y dos sillas? Ya sé que soy fuerte y apuesto pero no creo que pueda solo.- la pelirroja rodó los ojos con la sensación de que esa noche lo haría varias veces más.
-A veces me pregunto para que guardas la varita en tu bolsillo Potter. ¿No sería una buena idea buscar en alguno de los otros salones lo que necesitamos, encogerlo, meterlo en tu bolsillo y luego traerlos para devolverlos a su tamaño normal y poder usarlos? Yo haría eso.

James la miró entre ofendido y enojado. Lily sacó su varita dispuesta a limpiar el lugar cuando sintió los brazos de James tomarla por la cintura desde atrás y apoyar su mentón en su hombro.

-No quiero perder tiempo. Tengo muchas ganas de ser tu profesor esta noche.- la pelirroja, despacio y con algo de esfuerzo se separó de los fuertes brazos y le dijo:
-Por favor. Ve por lo que hace falta.-
-Algún día pelirroja
-
-¿Algún día, que?-
-Algún día me pedirás que no deje de abrazarte.- contestó sonriendo y salió a buscar la mesa y las sillas.

Para cuando James volvió, Lily ya tenia todo limpio. Sacó la mesa y las sillas de su bolsillo y las volvió a su tamaño normal tal y como había sugerido la pelirroja. Apartó la silla de la mesa y, como todo un caballero dejó que ella se sentara primero. Acercó lo más que pudo su silla a la de ella y pasó un brazo por detrás de su espalda abrazándola.

-Y bien, ¿Qué estudiamos?-
-Artes Oscuras.- Dijo la pelirroja.

Luego de que Lily le explicara a James que tema no había logrado comprender, el moreno le demostró a la pelirroja que era verdad eso que solían afirmar él y sus amigos. No era necesario que prestara mucha atención en clase. De verdad era tan inteligente como Remus. En cuestión de minutos logró explicarle la teoría de dos escudos especialmente difíciles que, según él, seguro formarían parte de los Éxtasis. Una vez lista la teoría, la práctica era la parte más interesante.

-Bueno pelirroja. Ahora que entendiste la teoría practiquemos.-
-No voy a practicar contigo.-
-¿Por qué no?-
-No puedo.-
-¿Por qué?-
-No voy a dejar que me ataques.-
-No voy a atacarte con una imperdonable. Además me sorprendes. Sabes que nunca te haría daño.-

La mirada dulce del moreno le paralizó el corazón. Asintió para que comenzara la práctica. Poco a poco, la pelirroja fue disimulando lo más que pudo. La verdad era que nada de lo que habían hecho en clases esa semana lo había entendido mejor que lo que James acababa de explicarle.
Terminada la práctica, el moreno sugirió volver a la Sala Común.

-Ya es muy tarde.- dijo. - Si nos ven fuera a esta hora nos castigarán y eso sería fatal para ti.- James sonrió cuando su acompañante se sonrojó. - McGonagall me mataría si vuelven a castigarte por mi culpa.-
-No eres tú el que no entendió nada esta semana.-
-Eso es cierto. De lo que no estoy seguro es de no ser el culpable de que no prestaras atención en clase.-

Caminaron por los pasillos en silencio. James llevaba los libros de Lily mientras ella caminaba observando muy curiosa cada pintura colgada en la pared. El moreno cambió los libros de brazo y sin siquiera pedir permiso tomó la mano de la pelirroja y la llevó por un pasillo oculto detrás de un tapiz.
En la oscuridad del lugar, Lily sonrió pensando que por fin había logrado su tan ansiado beso. Durante toda la clase, James Potter lo único que había hecho fue cumplir a raja tabla con su pedido. Le había dicho algunos cumplidos, algunas palabras románticas, la había abrazado en alguna ocasión y hasta le había susurrado al oído la forma de mover su brazo correctamente para lograr bien el escudo. Pero de un beso, que era lo que ella deseaba, nada.
Enorme fue su decepción cuando llegaron a la otra punta aún tomados de la mano y él ni se había volteado a verla. Unos pasos más adelante estaba la entrada a su Sala Común.

-James.- lo retuvo un minuto antes de entrar.
-¿Qué sucede?-
-Gracias por explicarme esos escudos. Te debo una disculpa.-
-¿Una disculpa? ¿Por qué?-
-No eres el idiota aprovechador que creía.-
-¡Gracias!- marcó su sarcasmo el moreno.
-Me refería a que no te abusas de lo bueno que puede ser Remus en sus clases para copiar de él.-
-De hecho mi amor - ya ninguno de los dos notaba que cuando estaban solos se trataban como una pareja. - es él quien se abusa de nuestros apuntes.-
-Eso sí que no te lo voy a creer nunca.-
-Después de la luna le cuesta un poco concentrarse por culpa del cansando y las heridas. Siempre nos quedamos por las noches a comparar nuestros apuntes para ver si no le falta nada.-
-Nunca los he visto a Black y a ti tomar apuntes en clase.-
-No pelirroja. Sirius y yo tomamos apuntes aquí.- dijo señalando su cabeza.

James se volvió a la puerta, pero la pelirroja terca no quería entrar a la Sala Común sin su beso.

-¿Qué sucede contigo James?-
-¿Por qué preguntas?-
-Esta semana has actuado muy... no sé... ¿Extraño?- el moreno sonrió.
-Desde que te conocí pelirroja no has hecho otra cosa que quejarte por mi forma de ser. Muy mujeriego, muy arrogante, muy egocéntrico. Creí que era esto lo que querías de mí.-
-O sea que solo cambiaste para complacerme y...- Lily se sintió decepcionada.
-Quita la idea tonta de tu cabeza amor. Yo nunca cambié por ti. Lo único que hice fue dejar la máscara de merodeador para que conozcas al James que es capaz de enamorarte.-
-Tú no...-
-Entremos mi vida.- le dijo mientras la tomaba de la cintura y apoyaba su frente en la de ella. - Si no entramos ahora estoy seguro que vas a golpearme en cualquier momento.-
-¿Por qué... lo... Por qué... dices... eso?- tenerlo tan cerca no la dejaba conectar ideas.
-Porque voy a besarte y a dejarte sin aliento.-

Y sin dejarla reaccionar la llevó adentro. Al pie de la escalera que conducía a su dormitorio le besó la frente, le deseó buenas noches y esperó a que se perdiera en las escaleras.
Hubiese dado todo por besarla. Pero aun había una cuestión por resolver para tener el éxito asegurado. Si Lily se enteraba de la apuesta que él y sus amigos habían hecho al comenzar el curso la perdería para siempre. Tenía que encontrar la manera de salir de eso. Estaba seguro de que Lily pedía tan a gritos como él que esta vez la besara estando con los ojos bien despiertos.




Remus y Mel habían pasado casi toda la tarde del sábado sentados en la Sala Común. En uno de los sillones más alejados del resto de los Gryffindor que se refugiaban allí del frío, hablaban casi en susurros del viaje que planeaban hacer juntos al graduarse.

-Le conté a mi abuelo lo que vamos a hacer.- dijo con temor la rubia.
-¿Qué?- preguntó Remus asombrado.
-Que hablé con mi abuelo sobre...-
-¿Cómo se te ocurrió hacer una cosa así Mel? ¿Estás loca?-
-No estoy loca Remus. Tuve una muy buena razón para hacerlo.-
-¿Y cuál fue esa tan buen razón para...?-
-Si me dejaras hablar tal vez podría decírtelo.- el castaño comprendió que su actitud no era buena e hizo silencio dándole tiempo para explicarse. - Cuando te enteraste que fue mi padre el sanador que te asistió durante tus primeras transformaciones ¿No te preguntaste porque se jugó su licencia de sanador por ti? Sé que suena duro, pero como tú bien decías cuando te escudabas en ello, el Ministerio ha tratado a tu raza como escoria.-
-Y de la misma manera tratan a los que nos ayudan.- Mel asintió. -¿Por qué lo hizo?-
-Cuando tenía dos años, mi madre, con la sutileza que se le dicen a un niño de estas cosas me dijo que iba a tener un hermanito.- recordó la rubia. - Todos en la familia estaban felices y yo estaba muy contenta también. Mi madre dejó de trabajar y mi padre trabajaba el doble. Una noche, cuando llevaba seis meses de embarazo, mi padre estaba de guardia y ella comenzó a sentirse mal. Sola en casa, con una niña pequeña de casi tres años, no pudo hacer mucho. Cuando él llegó a casa ya era tarde.- Mel dejó escapar algunas lágrimas que con suavidad Remus recogió con una caricia. - Luego del dolor y el llanto, mi padre juró que ningún niño que llegara a sus manos moriría como lo hizo mi hermano. Mi abuelo lo escuchó decírselo a mi madre y su furia creció el doble. Culpó a mi padre por no estar en el momento en que las cosas pasaron. Lo hizo responsable de todo. Durante años el padre de mi mamá y mi papá estuvieron distanciados.- a Mel le dolía recordar todo eso y Remus la acunó en sus brazos. - Una tarde, mientras mi padre estaba en San Mungo, mi abuelo fue a visitarnos. Cansada de la situación, mi madre logró que entendiera que mi papá no era el culpable de lo que sucedió. Le demostró cuanto me adoraba a mí a modo de ejemplo y le contó de su lucha para salvar a niños pequeños de las más horrorosas enfermedades. Y le contó el caso especial que trataba por esos días.- la rubia sonrió casi sin ganas. - Fue cuando tú caíste en sus manos. Siempre supe que fue un pequeño licántropo el que motivo a mi abuelo a pedirle perdón a mi padre. Ahora que conozco la historia completa supongo que eras tú.-
-Perdóname Mel pero aún así no entiendo. ¿Por qué le contaste a tu abuelo...?-
-Porque, asumiendo que fueras tú aquel niño, es una forma de demostrarle a mi padre que sus disculpas son sinceras. Colaborando con una vieja investigación que por falta de fondos y por ser muy peligrosa mi padre nunca pudo completar.-
-O sea que...-
-Solucioné mi problema económico. Mi abuelo va a financiar con gusto mi viaje si le prometo que haré mi mayor esfuerzo para terminar aquella investigación.-
-Entonces...-
-No me atreví a pedirle dinero para tú viaje porque sabía que te enojarías conmigo.- Remus asintió. - pero al menos ya no tenemos que preocuparnos por mis gastos. Aunque con gusto nos daría lo suficiente para los dos, logré que entienda que ya era demasiado logro de mi parte haberte convencido de dejarme ir contigo.- Remus sonrió.
-¿Sabes una cosa? Desde el día que tú y yo estamos juntos hasta el día en que me pediste que te dejara acompañarme, cada día, estuve a punto de suspender ese viaje por la simple razón de que no me creía capaz de dejarte.- la rubia pasó ambos brazos por su cintura y lo abrazó fuerte. - no voy a aceptar que pague mis gastos. Y le voy a agradecer eternamente que pague los tuyos.-

Se fundieron en un beso dulce y apasionado. Beso que fue interrumpido por un inoportuno Sirius y una muy alegre Val.

-Que suerte que los encontramos.- dijo el moreno sin preocuparse por haber interrumpido el beso de la pareja. - Tenemos que hablar con ustedes.-
-Canuto, por si no lo notaste ¡Estábamos en medio de algo!-
-Sí, pero ya no. Así que escucha...-
-Sirius ¿No puedes esperar a más tarde?-
-No. Tenemos una propuesta para hacerles.-
-¿Una propuesta?- preguntó Mel desconfiada.
-¡Ah no! No cuentes conmigo.- Sirius lo miró enojado. - Si estás planeando otra de tus absurdas ideas de vieja casamentera olvídalo. No cuentes conmigo.-
-¿Y se puede saber porque de golpe te conviertes en un traidor que se niega a ayudar a su mejor amigo?- exageró concientemente el moreno.
-Porque últimamente tus ideas terminan en catástrofe.-
-No las últimas dos.- contestó con autosuficiencia mientras señalaba a Remus y Mel y a él mismo con Val. - Es una idea genial Remus. Además si no sale como planeo nadie saldrá herido.- el licántropo lo miró desconfiando. - Lo prometo.- desconfió el doble. - Al menos deja que te contemos la idea.-
-Si en los primeros cinco minutos no logras, al menos, interesarme olvídate de mí.-
-En cinco minutos te tendré haciendo planes conmigo.-

Sirius tomó posición entre Remus y Mel y Valerie se sentó frente a ellos en el piso. Remus gruñó por lo bajo mientras Mel hacia gestos de impaciencia a su amiga por la actitud de su novio.

-¿Qué dirías si te digo que tengo planeada la noche perfecta para esta noche?- preguntó entusiasmado el animago.
-Que se te acaba el tiempo y aún no estoy ni un poquito interesado.-
-Estuve pensando y creo que esta noche es perfecta para una Excursión por el Bosque Prohibido-
-¿Qué? ¿Sirius perdiste la cabeza? ¿Una excursión por el bosque? ¿¡Y CON LAS CHICAS?!- exclamó el licántropo asustado.
-Déjalo terminar Remus. Parece una locura pero no es tan mala idea cuando la escuchas completa.-
-¿Lo ves? Por eso la amo tanto.- dijo mientras le besaba la cabeza.
-Perdóname amiga, pero un paseo nocturno por el bosque y en pleno invierno no es algo que considere entre mis gustos.-
-¡Déjenlo hablar de una vez!-
-Gracias nena.- miró a su amigo y siguió. - Como te estaba diciendo. Se me ocurrió que esta noche podemos escaparnos y llevarlas a una cena romántica.-
-¿En pleno bosque Sirius?-
-En el claro.- de pronto Sirius logró captar el interés de su amigo. - Es el lugar más romántico del colegio.-
-Sí, pero olvidas un detalle ¡Hace un frío de muerte!-
-El frío no es problema. ¿Recuerdas esas mantas que Dorea insistió en poner sobre las camas cuando nos quedamos en navidad?- Remus asintió. - Las tengo en mi baúl.-
-¿Qué? ¿En tu baúl?-
-Sí. Me las dio porque después de semejante gripe la iba a necesitar porque las de Hogwarts no son lo suficientemente abrigadas. Y me dio una para ti porque sabía que no la ibas a aceptar si te la daba y la de James porque era obvio que no la iba a traer si ella se lo pedía.- Remus evaluó la idea de las mantas y antes de que pudiera opinar, Val interrumpió.
-Y Lily sabe conjurar un escudo, es como una cápsula donde te encierra y te resguarda de lo que pasa en el exterior.-
-Es verdad.- dijo Mel. - La suele usar cuando llueve y tenemos Herbología o Cuidado de Criaturas Mágicas o cuando llueve durante los partidos de Quidditch.-
-Perfecto, solucionaste el frío. Ahora dime ¿Cómo piensas convencer a James de llevar a Lily al claro? Es hermoso, pero no es fácil llegar.-
-Un problema menor en el que requiero tu ayuda. Lo demás esta todo planeado.-
-¿Qué es lo demás?- preguntó Mel. Ella conocía el lugar y concordaba con el animago.
-La comida, el escape, la leña para la fogata y todo lo que haga falta para que la pareja de tortolitos se decida.-

Remus lo pensó unos minutos y al final se decidió.

-Está bien. Tú te encargas de las mantas. Y de lo que haga falta para resguardarnos del frío.- le dijo a Sirius. - Tú, Val, ve a la cocina con Mel y procura hablar tú, porque a Mel no la quieren mucho después de nuestro castigo porque se ofreció a liberar a los que quisieran.- miró a su novia sonriendo.
-¿Y tú que harás?- preguntó ofendido Sirius por tanta directiva de parte del castaño.
-Lo más difícil. Convencer a James y Lily de que esto no es una locura, mientras busco la forma de salir sin que McGonagall nos mate.-
Capítulo 16
No despiertes al dragón dormido.


-Sirius ¿Estás mal de la cabeza? Si McGonagall se entera que has estado bebiendo te matará. Y tú Lunático
me sorprendes.-
-¿Por qué? James es una idea genial.- se defendió Sirius mientras prácticamente él y Remus lo corrían de camino al campo de Quidditch.
-Lunático, por favor. ¿Podrías explicarle al descerebrado este porque es una estupidez llevar a las chicas a ese claro?-
-¡Cornamenta!- Remus ignoró la protesta.
-Perdóname James pero yo creo que la idea es buenísima.- Sirius miró a James con un gesto que claramente decía: ¿Lo ves? Soy un genio.
-¿Remus? ¿No eres tú verdad?-
-Sí, soy yo.- contestó el castaño riendo. - Escúchalo, la idea es buena.- James se detuvo de golpe.
-¡Ah, no! Esto si es demasiado. Lunático ¿De verdad quieres llevar a Mel a ese claro? ¿Tu Mel? ¿Tu dulce Mel en ese lugar?- el licántropo lo miró asombrado por la reacción. - Y tú - le dijo a Sirius. -¿No era que la querías más que a tu vida? ¿Que era LA MUJER? ¿Que como Val no había ninguna otra? No puedo creer que estén hablando en serio.-

Mientras sus amigos se miraban y se recuperaban de la sorpresa, James siguió su camino al campo.

-Ya deja la locura y apúrate. ¡Lo que faltaba en este equipo! Que el capitán llegue tarde al entrenamiento.-
-Ya James. No es tu culpa que se hayan intoxicado con golosinas.-
-Ya lo sé. Pero dime ¿De dónde voy a sacar un par de cazadores a una semana del partido? Y lo que es peor, que encajen con el resto del equipo.-
-Es cierto. Solo a un idiota se le ocurre meter a dos niños de segundo como cazadores.-
-TE RECUERDO, BLACK, QUE EL MISMO IDIOTA QUE METIÓ A ESOS DOS ES EL MISMO QUE TE PUEDE SACAR A TI DEL EQUIPO.-
-¡Ya! No te pongas así. Era una broma.- el moreno de lentes lo miró furioso y siguió su camino. Sirius corrió unos pasos y lo alcanzó. -James de verdad, la idea es buena.-
-Sirius, hablemos en serio por una vez ¿Quieres?- el moreno de ojos grises lo miró ofendido. -¿De verdad quieres llevar a Val a ese lugar?-
-¿Por qué no? Es el lugar perfecto para una noche romántica.- James rodó los ojos.
-¿Y tú Remus? ¿También piensas como este energúmeno que es un buen sitio para una cita romántica con Mel?-
-¡Potter!- Remus ni se enteró de la protesta.
-Pues
habitualmente soy el que le pone los límites al energúmeno
-
-¡EY! Estoy aquí.- reclamó Sirius. Remus simuló no oírlo.
-
pero esta vez tiene razón.-
-Está bien.- contestó James dándose por vencido. - Si consideran que llevar a las chicas a ese lugar es lo correcto, háganlo. Yo no iré con Lily a ese lugar jamás.-
-¡Oh James! Por favor. No seas idiota ¿Quieres? Ya admítelo de una vez. La pelirroja te trae loco. ¿Por qué no tener una aventura romántica con ella?-
-¿Quieres que lo admita? Pues sí, me enamoré de ella ¿Contento? Estoy loco por Lily. No paro de pensar en ella y me muero por tener esa aventura romántica de la que hablas.- Sirius sonreía satisfecho. - Y por esa misma razón, porque la amo tanto como tú dices amar a Val y Remus dice amar a Mel, no pienso llevarla a ese maldito claro.- James gritaba; sus amigos lo miraban serios. - Lily es especial. No se compara con ninguna otra que haya estado antes que ella. Planeo terminar mi vida a su lado. No voy a tener mi primera noche romántica con ella en el picadero oficial de los Merodeadores por muy romántico y bonito que te parezca.-

James emprendió la marcha una vez más. Sus amigos quedaron mirándose en el mismo lugar en el que su testarudo amigo, por fin, se había confesado enamorado de la pelirroja. Les costó un par de minutos asimilar la información. Minutos en los cuales también entendieron la confusión y estallaron en una estruendosa carcajada.

-¿Estás loco Cornamenta?- gritó Sirius.
-¿Cómo se te ocurre que llevaríamos a las chicas ahí?- agregó Remus.
-Es lo que han estado diciéndome desde que salimos de la Sala Común.-
-¡Pero no hablábamos del picadero!- le gritó divertido Sirius.
-Por si no lo han notado aún, no tengo un buen día. Así que ahórrame el tener que matarte, esconder tu cadáver de McGonagall y buscar un golpeador para el equipo y dime qué diablos tramas antes de que termine de perder los pocos nervios que me quedan.- Susurró el capitán del equipo al de ojos grises.
-Estoy hablando de MI CLARO. Ahí donde me vas a buscar cada vez que necesito empezar de cero.-

James relajó la pose amenazante y con tres dedos de su mano en alto le indicó a su amigo:

-Tienes tres minutos. No voy a llegar tarde y si te atreves a perderte un solo minuto del entrenamiento más te vale buscar un buen lugar donde esconderte porque si te encuentro te romperé cada hueso del cuerpo.-
-Remus y yo nos encargamos de convencerte y de buscar la forma de salir los seis sin que McGonagall nos atrape. Las chicas, bueno, solo Val y Mel se encargan de la comida y algunos detalles más. Salimos después de la cena, para que la profesora no sospeche y junto a la fogata que pensamos encender te le puedes declarar a tu pelirroja.-
-No lo haré en tus narices. No te daré ese gusto.-
-¿Y quién te dijo que estaré pendiente de ti? Val va a estar ahí. Me ocuparé de que no le queden dudas de lo que siento por ella y estoy seguro que Remus hará lo mismo.- el castaño asintió mientras devoraba una barra de chocolate. James lo pensó unos segundos.
-Olvídalo. Hace un frío espantoso. Lily detesta el frío. No saldrá del castillo.-
-Val tiene solución para eso.- contestó el orgulloso novio de la morena.
-En realidad la solución la tienen tú y Lily, Canuto. Val solo te contó lo del escudo.-
-¿A que te refieres?- preguntó James asombrado por no conocer un secreto de la pelirroja.
-Según Val, Lily es capaz de generar un es...-
-Un escudo que te protege de las agresiones exteriores, lo sé.- completó sonriendo James. - Lo había olvidado.-
-¿Lo sabías?- preguntó Remus.
-Si Lunático, lo sabía.- y mirando enojado a Sirius le preguntó -¿Y que tienes que ver tú con MI Lily y su escudo?-
-Nada. Pero tengo las tres mantas que con gusto traje de tu casa cuando tu madre sugirió que las del colegio no abrigaban mucho.-
-¿Tres mantas?-
-Una para cada uno.- aclaró Remus que ya había escuchado la historia.
-Somos seis.-
-James, yo no pienso perder la oportunidad de abrazar a Mel bajo esa manta y ve a saber que perversión le cruza por la cabeza a este animal. -
-¡OYE! ¿Soy invisible?- el licántropo continuó.
-¿Tú perderás la oportunidad?-
-Tienes razón. A ver que me invento para que acepte.- sonrió el moreno de lentes.
-Visto y considerando que soy un fantasma más de este castillo, te diré lo que falta y me iré al vestuario a cambiarme. No sea cosa que no me veas en el campo por no tener el uniforme y me expulses del equipo.- su moreno amigo lo miraba interesado. - Todos hemos aportado algo para esta noche. A ti, amigo mío, te toca la parte más divertida.-
-¿Cuál?-
-Convencer a la pelirroja.-




-¡Condenado perro pulgoso! ¡Él y sus grandes ideas! ¿Cómo cuernos voy a convencer a la pelirroja de escaparnos del colegio en plena noche y con este cochino frío? ¡Y el traidor de Remus que lo secunda!-

James caminaba rumbo a la enfermería protestando en voz baja. Sirius había sido lo suficientemente inteligente como para alejarse lo más posible de él al terminar el entrenamiento. Sobre todo después de que la bludger le golpeara el brazo y casi le destrozara hasta el hueso. No era su culpa, las bludgers están encantadas para golpear a los jugadores. Claro que si el golpe no hubiera coincidido con la mirada de James clavada en su nuca mientras saludaba a Val, al menos hubiera podido encajarle la culpa a otro.
El brazo le dolía y mucho, pero más le dolía la cabeza. Sirius había pasado medio entrenamiento hostigándolo y la otra mitad fastidiando el juego. Remus no hacía mas que reírse en las gradas, cosa que lo hacía pensar que debía verse ridículo montado en su escoba con la mente en la pelirroja y dando indicaciones que, según Dash, el único cazador responsable, habían sido de las peores en los dos años que llevaba como entrenador.
Vio a los Slytherin caminar hacia el campo y exclamó:

-¡Rayos!- Había olvidado la escoba en el vestuario. - Es el peor día de mi vida y a este inconsciente se le ocurre que me acerque a Lily. Fijo se ofende y me revienta el otro brazo a golpes.- murmuró.
-¿Hablando solo Potter? Ya me imaginaba yo que no eras muy normal que digamos.-
-Pelirroja... Ya, ahorremos tiempo. Este es el brazo sano.- dijo mientras le mostraba su brazo izquierdo.
-¿Tu brazo sano?- preguntó frunciendo el ceño. -¿Qué sucedió?- dijo mientras se acercaba con prisa para examinarlo.
-Bueno, será a golpes la cosa. No es muy femenino pero... si así lo quieres.- Lily lo miraba sin entender.
-¿De que hablas?-
-He tenido el peor día de mi vida. Lo único que me falta es que me mandes a la enfermería. Justamente voy de camino a ver a Madame Pomfrey. Venga, ahorremos tiempo. Golpéame ahora y tendré tiempo de derramar un frasco de tinta sobre la tarea de pociones cuando esté casi terminada que, o entrego el lunes o me castigan de por vida.-
-No iba a golpearte.-
-Claro, normalmente no me envías a la enfermería porque sí. ¿Aún no he jugado mis cartas verdad? Bien, déjame pensar...- cerró los ojos concentrándose. Ella lo miraba como si se le hubiera zafado el último tornillo. -¡Lo tengo!-

Como pudo la llevó despacio hasta tenerla entre su cuerpo y la pared. Ella lo miraba nerviosa. Él intentaba esconder su gesto de dolor detrás de su mirada seductora. Cuando llegaron a la pared, respiraba agitada.

-Tienes las piernas mas hermosas que jamás haya visto.- le susurró al oído. Se alejó un poco y con esa mirada que ella odiaba le dijo: - Los chicos planean una excursión romántica por el bosque esta noche. ¿Vienes conmigo amor?-
-Sí.- contestó en un susurro apenas audible.

James, más concentrado en su mal día que en su acompañante, se alejó de ella dejándola desconcertada con su siguiente comentario.

-Debí imaginarlo. Es tan malo mi día que te pido que me golpees y no lo haces.- se dio la vuelta y siguió su camino a la enfermería mientras le decía - Perdóname pelirroja, pero debo ir a la enfermería. El brazo me está doliendo como los mil dem...-
-James espera. ¿Qué te sucedió?-
-Ya te lo dije, tengo un mal día.-
-Sí, eso lo oí, pero no me explica cómo te lastimaste.-
-El idiota de Sirius en lugar de usar el bate para golpear la bludger hacía el payaso para Val.- la pelirroja sonrió un minuto, pero el enojo de James la hizo dejar de reírse.
-Perdón.- dijo algo avergonzada. -¿Y tú... no... tú no la viste venir?-
-Supongo que a estas alturas ya debes de estar convencida de mi masoquismo. No, no la vi venir.-
-¿Por qué dices eso?-
-¿Decir que?-
-Que estoy convencida de tu masoquismo.-
-Porque me has enviado a la enfermería hechizado hasta las orejas unas siete veces y
-
-Cuatro.- interrumpió Lily. - Una en quinto y tres en sexto. Y una vez en cuarto pero fue accidental.- James la miró asombrado. Sacudió un poco la cabeza intentando alejar la sorpresa que le causó que ella recordara los detalles tan exactos.
-Te he pedido que salgas conmigo más de mil veces y tú no haces otra cosa que rechazarme. Pero aún así, James el testarudo, sigue pidiéndotelo.-
-De hecho...-
-No soy masoquista Lily, me gustas. Y no, no la vi venir.-

El moreno se adelantó unos pasos. Ella apuró un poco los suyos para ponerse junto a él. Llegaron en silencio a la enfermería. James iba enojado con el mundo. Lily, confundida por su actitud.

-Madame Pomfrey disculpe que la moleste pero, me golpeó una bludger durante el entrenamiento y aún veo estrellitas del dolor. ¿Podría darme algo para que se me pase?-
-¡Deporte de bárbaros! Venga aquí señor Potter. Déjeme ver ese brazo.-

La enfermera examinó el brazo de James bajo la atenta mirada de Lily. El moreno intentaba no protestar pero la verdad era que el brazo le dolía.

-Por suerte solo es un golpe fuerte. Tómese la mitad de esta poción ahora y el resto luego de cenar.-
-Gracias Madame.-
-¿Se recuperará? ¿Está bien? ¿No hay
nada más?- preguntó asustada la pelirroja.
-Sí señorita Evans. Sólo debe descansar y tomar lo que le di.-
-Descuide, yo me ocuparé de que lo haga.-

Salieron de la enfermería juntos. Lily caminaba junto a él con la redoma de poción que, antes de salir, le había quitado de las manos. A unos pasos de aquel pasadizo en el que habían entrado mientras buscaban a Mel un mes atrás, vio algo a unos metros que era la más clara señal de problemas. Entonces, tuvo una idea.

-Ven.- lo tomó del brazo sano y lo arrastró hasta el corredor oculto tras un viejo tapiz.
-¿Qué haces?-

Una vez escondidos detrás del tapiz, la pelirroja empuñó su varita.

-Sabía que no me ibas a fallar mi amor. Anda, dispara.-
-No seas
- la pelirroja conjuró algo de luz. -Toma.- le tendió la poción. - Bebe solo la mitad.-
-¿Qué
?-
-Que bebas la mit
-
-Eso lo oí. Pero
Pelirroja
¿Me estás cuidando?-
-Sí.- de no haber sido por la escasa luz de su varita, James hubiera visto sus rojas mejillas.
-Lily
Tú me
-
-Tómala de una vez ¿Quieres?-

Con esa sonrisa que ella adoraba, tomó la mano que le ofrecía, quitó la tapa y de sus manos bebió el líquido color rojo transparente sin dejar de ver sus ojos.
Cuando hubo terminado, observó el rostro de su compañera esperando una señal, algo que le dijera lo que pasaba por la cabeza de la pelirroja de sus sueños. Decidió evitar el dolor de cabeza. Iba a lanzarse a sus labios cuando recordó la apuesta y se detuvo a tiempo.

-¿Por qué me trajiste aquí?-
-Para evitar que te lastimaras el otro brazo.- la miró sin entender. - Sirius estaba haciendo el payaso para Val en el pasillo.-

Lejos de enojarse con ella por no haberlo dejado darle su merecido a Sirius, se rió. Le pasó el brazo sano por los hombros y salió por la otra punta del corredor con ella. Unos pasos antes de llegar a la Sala Común, se detuvo de golpe, asustando a Lily.

-Espera un minuto
- frunció el ceño y la miró como examinándola.
-¿Qué sucede?- preguntó asustada.
-¿Qué dijiste?-
-Te pregunté que suce
-
-¡NO! Antes.-
-¿Antes? Yo no había hablado an
-
-Sí, sí hablaste. ¿Qué fue lo que dijiste?-
-James
no
no te entiendo.-

La sonrisa del moreno se abrió paso en su rostro. Lily estaba cada vez más asustada. Estaba a punto de tomarlo del brazo para llevarlo de vuelta a la enfermería cuando lo oyó susurrar mirándola a los ojos.

-Dijiste que sí.- levantó un poco la voz y repitió - Dijiste que sí.- dejó escapar una carcajada y gritó en pleno pasillo -¡DIJISTE QUE SÍ!-

Se acercó a ella y sin importarle el dolor del brazo, tomó su rostro y le dio un beso en la frente con una sonrisa que no le cabía en el rostro.

-No te vas a arrepentir.- se acercó a su oído y le susurró: -Esta noche, después de la cena, te espero en la estatua de Prometeo.- otra vez le dio un beso en el cuello, ahí donde la sangre fluía cada vez más de prisa. - No te vas a arrepentir.-

Y sin decir más, entró a la Sala Común, dejándola sola con sus emociones y su sonrojado rostro.




-A ver, que alguien me explique por que diablos estoy con mi capa de viaje, en pleno pasillo, a las nueve treinta de la noche, muerta de frío y violando las reglas básicas del colegio.-
-Porque vas a encontrarte con tu futuro novio en la estatua de Prometeo mientras Mel y yo terminamos algunas cositas.-
-¿Qué cositas?- preguntó la desconfiada pelirroja que no tenía idea de lo que planeaban los chicos.
-Ya te lo dije Lily.- contestó fastidiada Mel. - Cada uno lleva algo.-
-¿Y por qué yo no llevo nada?-
-¿Llevas tu varita?- preguntó Val. La pelirroja asintió. - Perfecto. Era lo que debías llevar.-
-¿Y para qué quiero mi varita?-
-¡Lily ya termina! Yo llevaré unas mantas que me dio Sirius, Mel llevará algo de comida y tú llevas tu varita porque eres la única de los seis que puede con ese horrible escudo para no morirnos de frío. ¿Contenta?-
-Val, quédate tranquila. Todo saldrá bien.-
-Es que tu no lo entiendes Mel. Remus es un sol, tranquilo. James es arrebatado pero nunca cambia de parecer aunque sepa que no tiene razón. Sirius es más voluble y
tengo miedo.-
-Cielo
- dijo Lily mientras pasaba su brazo por el hombro de la morena. - Sirius te quiere. Además no es tan malo como creíamos. No sería tan cruel como para idear esto solo para
-
-Ni lo digas. No quiero ni escucharlo.-

Las palabras que Sirius le había dicho en la tarde luego de tener todo listo aún retumbaban en sus oídos. Pero esa frase
Nunca podrás olvidar esta noche la estaba poniendo muy nerviosa.
Luego de terminar los preparativos, las chicas llevaron a Lily hasta la puerta de salida del castillo y se despidieron de ella. Lily caminó apurada hasta el pasillo donde se encontraba la estatua de Prometeo. Al llegar, la decepción fue enorme. James no había llegado.
Seguramente se había encontrado con alguna de sus admiradoras y se había olvidado de ella. Luego recordó la expresión en su rostro cuando se dio cuenta que por fin había logrado una cita con ella y se asustó. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si lo habían atrapado escapándose? ¿Y si se había encontrado con Karkarov? Entonces, sintió como un brazo la agarraba por la cintura desde atrás.
Supo que era él por su perfume. Hacía poco tiempo que se había permitido pensar en él como algo más que un Merodeador. Pero tenía su perfume grabado en la memoria desde la primera vez que la invitó a salir y la dejó sin habla en plena Sala Común.

-¿Cómo es posible que estés más hermosa cada vez que te veo?- le susurró al oído. Todo su cuerpo tembló cuando las palabras sonaron en su oído. - ¿Nos vamos mi amor?-
-Sí
- dijo casi sin aliento.

James levantó su brazo sano y la cubrió con su capa de invisibilidad. Había llegado mucho tiempo antes que ella. Sólo que estando bajo la capa ella no lo vio y él, al verla, se perdió en su belleza. Al estar cubiertos y frente a frente, ambos se miraron a los ojos. Estuvo a punto de acortar la poca distancia que separaba sus labios de los de ella pero no, James no la dejó. En cuanto tuvo algo de control sobre sí mismo, se puso en camino a la salida.
La llevaba atrapada con su abrazo. Su mano jamás había abandonado su cintura. Caminaban con paso rápido, aún estaban algo lejos y había mucho frío.

-Creí que no vendrías.- el moreno se detuvo de golpe mientras se giraba procurando que ella chocara con su cuerpo. Le cruzó los brazos por detrás de su cintura y casi rozando su nariz le dijo:
-Ni loco me hubiese perdido esta noche contigo.- Lily sonrió nerviosa. James besó la punta de su nariz dejándola más que insatisfecha y volvió al camino.
-Tienes razón. ¿Cómo se me puede haber ocurrido que me dejarías plantada con la cantidad de veces que me has pedido esto y yo nunca te hice...?- y otra vez no la dejó terminar. Otra vez había acabado entre sus brazos.
-No mi amor. Yo nunca, por nada del mundo, te dejaría plantada. Y quítate esa idea de la cabeza. Esta es una escapada al bosque entre amigos. No es una cita.-

Algo decepcionada, la pelirroja comenzó a andar. Mientras caminaba, James la tomó otra vez de la cintura desde atrás y susurró al oído haciéndola estremecer otra vez.

-En dos semanas hay una nueva salida al pueblo. ¿Quieres que pasemos el día juntos? ¿Solos?-
-¿Eso es una...?-
-Cita. Tú y yo solos. Juntos.-
-Sí.-
-Perfecto. Ahora vamos antes de que Mel y Sirius maten de un disgusto a Remus y Val.-

Lily no entendió las últimas palabras del moreno. Pero supuso que era a causa de la cercanía que llevaban bajo la capa, o las más de tres veces que lo había tenido a un palmo de su cara dispuesta a besarlo hasta quedarse sin aliento. Estaba segura que de haberlo besado la primera vez, aún estarían perdidos en algún lugar del castillo.
Sólo le bastó llegar al claro para darse cuenta de que hablaba James. Remus y Val, bastante enojados los dos, ponían orden a punta de varita en el lugar. De Sirius y Mel, no había rastros. James la miró y sonrió. Le guiñó un ojo y tomándola de la mano se acercó al lugar donde los otros trabajaban.

-¿Dónde están?- preguntó el moreno.
-¿Dónde van a estar?- respondió Remus bastante enojado.
-Desafiándose como dos idiotas. Como lleguen a hacerse daño...- respondió Val igual de enojada que Remus.
-Mataré a Sirius.-

Entre los árboles, se oyó la carcajada de Sirius.

-Te dije que no podrías rubia. Eres muy lenta.-
-Hubiera podido si no me hacías trampa.-
-¡Yo no he hecho trampa!-
-¡Sí lo haces! Cada luna llena me acerco a la madriguera y cuando estoy a punto de atrapar a la condenada liebre tú apareces y ladras. Le das un susto de muerte al animal y se me escapa.-
-Ya olvídala, no la recuperaras jamás.-
-No si tú no colaboras.-
-¡YA BASTA LOS DOS!- gritó Val. - Ahora entiendo porque no iba a olvidar esta noche en mi vida.-
-Es que tú no entiendes Val. Perdí esa pulsera por culpa de tu novio y la liebre la tiene enganchada de su pata. Si lograra atraparla...-

Mientras Remus miraba a Sirius con mala cara y Mel perseguía a Val con su justificación, James tomó a la desconcertada Lily de la mano y la llevó al lugar donde encenderían la fogata.

-Hace un año más o menos, cuando Mel se unió a nosotros, perdió una pulsera. Una liebre terminó con la cadena enroscada en su pata y desde ese entonces Mel pasa al menos una hora cada luna llena persiguiendo al animal.- Lily lo ayudaba a acomodar algunas piedras formando un círculo para contener el fuego mientras lo escuchaba. - Sirius siempre pensó que Su cachorrita quería jugar con él, así fue como Mel terminó lastimada y... ya conoces esa historia. El caso es que Mel culpa a Sirius de haberla perdido y Sirius dice que no es su culpa.-
-¿Y quién tiene la culpa en realidad?- preguntó la pelirroja.
-Los dos.-
-¿Por qué?-
-Mel por irresponsable y Sirius por vago.-
-No entiendo.-

Terminado el círculo de piedras y encendido el fuego, James se acercó a Lily y volvió a abrazarla por la cintura entrelazando sus propios dedos en la espalda de la pelirroja que, como si fuera lo más normal del mundo, pasó sus brazos por el cuello del moreno.

-Mel aprendió la teoría de la animagia de una tarea de Sirius.- La pelirroja lo miró sin entender. - Según Mel se topó con el pergamino de casualidad en la Sala Común, según Sirius que Mel le robara la tarea le costó tres horas de ordenar libros en el salón del profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras.-
-Sigo sin entender.-
-Mi amor. Mel fue muy irresponsable al guiarse solo por el escrito de Sirius. La animagia es algo muy peligroso. No es fácil y puede traerte serios problemas si no lo haces correctamente. Así que no debería haberse basado solo en lo que encontró ese día. Y Sirius fue lo suficientemente vago como para no hacer completa esa tarea y no aclarar que algunas prendas se pueden perder con el cambio.-

Ambos seguían en la misma posición, abrazados. Lily se sentía cómoda en sus brazos y James estaba en el paraíso. Cuatro pares de ojos los observaban sonriendo mientras se acomodaban cada pareja bajo una de las mantas.

-Lo que no entiendo es como Mel pudo haberse fiado de eso y no investigó nada más.-
-Ya nos había descubierto. Creyó que no había mejor fuente que nosotros que ya sabíamos hacerlo.-

El moreno rozó la punta de su nariz con la de ella mientras sus amigos los miraban más que asombrados. Sabían que después del baile había cierta cercanía que antes no existía. Pero nunca creyeron que llegara a tanto. Lily sintió frío y tembló. James despertó de golpe de su sueño y le dijo:

-Ven aquí mi amor. Estás muerta de frío.- el moreno se sentó y abrió la manta para que ella se sentara junto a él y pudieran cubrirse con ella. Antes de sentarse, Lily conjuró el escudo, guardó su varita y tomó la mano de James obligándolo a levantarse.
-¿Qué...?-
-Siéntate aquí.- le señaló el tronco del árbol donde Sirius solía sentarse.
-¿Y cuál es la diferencia?-

Lily no contestó. Cuando James se sentó y se recostó en el tronco, ella se sentó entre sus piernas tal y como había hecho junto al lago la noche que Mel y Remus se confesaron su amor. Sonriendo, James la abrazó atrayéndola más a su pecho. Le dio un beso en la frente y al oído le preguntó:

-¿Sería muy tonto de mi parte decirte algo que ya sabes?-
-Depende de que vayas a decirme.-
-Te amo.- susurró en su oído.
-No, no es nada tonto.-
-Te amo.- volvió a susurrar. No pudo aguantar las ganas de besarla. El cuello de Lily tenía un atractivo único para James. Ella estaba completamente entregada a su abrazo. Por eso no dudó un solo minuto y recorrió con pequeños roces el camino desde su nuca hasta sus hombros. Protestó en su cuello cuando encontró el suéter de ella. Ella rió con el gruñido. - No te rías. Lo odio.-
-¿Qué es lo que odias?-
-Tu suéter.- Lily se giró dentro de sus brazos y lo miró mientras preguntaba:
-¿Y por qué?-
-Porque no me deja seguir besando tu piel.-

El gesto en el rostro de su amada y esa maldita apuesta le demostraron que tan fuerte era su voluntad, cuando luego de ver como ella se mordía el labio inferior y él moría de ganas de besar sus labios, la besó en la punta de la nariz.
Lily hizo un puchero exagerado mientras sacudía las piernas como niña pequeña y el moreno soltó una carcajada.

-¿Qué pasa mi vida? ¿Por qué el berrinche?-
-Tú sabes por qué.- dijo con los brazos cruzados en el pecho mientras se sentaba derecha y se desprendía del cómodo apoyo.
-No, no lo sé.- le dijo mientras él también se sentaba y la volvía a abrazar. No pretendía perder el contacto con su cuerpo en toda la noche.
-Sí lo sabes.-
-No.- dijo mientras otra vez llenaba de besos el cuello de la pequeña niña en sus brazos. - Dime que te molestó mi amor.- se giró para verlo a los ojos y con todo el valor que pudo juntar y sus mejillas a punto de estallar le preguntó:
-¿Por qué haces eso?-
-¿Hacer qué?-
-¡Eso!-
-¿Qué?- preguntó él divertido, abandonando los besos y caricias.
-¡Eso! Es que a veces parece que
es como si fueras a
siempre que te acercas
- bufó. -¿Por qué lo haces?-
-¿Te refieres a esto?- le dijo mientras se ponía pocos centímetros de su boca y otra vez vencía la tentación y le besaba la nariz. Lily hizo un puchero que James hubiese devorado con gusto. Pero había llegado el momento. Aunque no tenía idea de cómo hacerlo, debía contarle la verdad. - Lily, tú eres... Veras, yo... Es que.... Lily yo te amo. Eres todo para mí. Y... Yo, yo me muero por besarte, por abrazarte así como lo hago ahora pero siempre. Pero... Hay... Hay algo que... ¡Uff, que difícil es esto! Mi amor, quiero hacer las cosas bien contigo. No quiero que... Hay algo que debo contarte antes de gritarle al mundo que estás conmigo.-
-¿Qué es? Dime.-
-No es fácil mi vida.-
-¿Entonces...?-
-Dame tiempo hasta mañana. Déjame pensar en una forma para que no... Déjame pensar en una solución menos... Por favor Lily. Quiero hacer las cosas bien contigo. No quiero que nada me aleje de ti.-
-Nada te va a alejar de mí James. Yo...-
-Ni te atrevas a decírmelo.-
-¿Por qué?-
-Porque si me dices que me quieres no podré resistirme y te voy a comer a besos.- Lily sonrió. - Dame tiempo hasta mañana ¿Sí? Por favor.-

El moreno imitó el puchero de la pelirroja y ella tomó su lugar. Con sus pequeñas manos tomó el rostro de él y lo besó en la frente, no sin antes detenerse frente a su boca por unos segundos.

-¿Por qué hiciste eso?- preguntó usando la poca fuerza que le quedaba para resistirse.
-Para que te apures.-

James sonrió mientras besaba sus manos.
No tenía idea de qué podía estar molestándole. Qué era aquello que lo tenía así, era un misterio. En cuestión de segundos decidió hacer las cosas más fáciles para él. Así que otra vez, Lily la actriz volvió a aparecer.
Se dejó caer con gesto de fastidio sobre el pecho del joven y se cruzó de brazos.

-¿Qué sucede mi vida? ¿Te enojaste verdad?-
-No, no estoy enojada. Es solo que... eres aburrido Potter.-
-¿Perdón? ¿Aburrido yo?-
-Sí, tú.-
-¿Y qué sugiere señorita Evans? ¿Qué podemos hacer para que mi novia no se aburra?-
-¿Tu qué?- la tomó por sorpresa.
-Mi novia.- le susurró al oído. - Mañana, si no me matas antes, lo gritaré en pleno comedor a la hora de la cena.-
-Estás loco.-
-De amor por ti.- y otra vez el beso en la frente. - Y bien ¿Qué sugiere mi bella pelirroja para no aburrirse?-
-Potter.- dijo la pelirroja con aire misterioso. - ¿Eres lo suficientemente valiente como para jugar un juego muggle conmigo?-




-Ya basta Sirius. Me haces cosquillas.- dijo Val mientras se revolvía en brazos del moreno.
-Está bien, está bien. Dejo las cosquillas. Ven aquí, voy a llenarte de besos.- sin saber muy bien por qué, Val dejó escapar aquello que tanto la molestaba.
-¿Por qué mejor no me dices eso que me querías decir?-

La sonrisa se escapó del rostro del moreno. Se giró y buscó entre su capa y la de Val, que habían decidido quitarse por estar debajo de la manta de Dorea. De uno de los bolsillos sacó una pequeña cajita y la hizo jugar entre sus dedos. Val lo miró asustada. Ahora sí estaba más que segura que las noticias no eran buenas.

-Vas a dejarme ¿verdad?-
-¡¿QUÉ?!- gritó.
-¡Shhh! Van a oírte los chicos.-
-Canuto ¿Qué pasó?- preguntó asustado James que había emergido en un suspiro de debajo de la manta.
-Sí Sirius ¿Por qué gritas?- Preguntó Remus igual de asustado.
-Mi novia está delirando. Vuelva cada uno a lo suyo.-
-Debería matarte Sirius.- dijo con fastidio el licántropo. - Casi me matas de un susto y te das el lujo de enojarte.-
-Sí Canuto. Ya cállate. Necesito concentrarme.-
-Como si tú necesitaras concentrarte y el otro no tuviera el instinto para hacer lo que sea que estén haciendo ahí debajo.-
-Sabes Sirius, desde el primer día del curso traigo un golpe en el puño esperando para ver quien lo merece más. Karkarov estaba ganando la competencia, pero hace un tiempo tú también estás haciendo mucho mérito por él. Sigue así compañero y te golpearé por segunda vez en la vida antes de graduarnos.- dijo James ofendido.
-Tranquilo James, si se gana el golpe yo te lo sostengo.-
-Lindos amigos tengo.- le dijo a Val mientas volvía su atención a ella. Los ojos de la morena amenazaban lágrimas seguras. -¿Cómo se te ocurre pensar una cosa así? ¿No fue suficiente todo lo que pasamos para que me creas de una vez que te amo?-
-Perdóname pero... Tú me dijiste que...-
-Que no ibas a olvidar esta noche en toda tu vida. Pero eso no significa que vaya a dejarte mi amor. Ni loco haría algo así.-
-¿Y entonces...?-

Sirius jugaba con la cajita entre sus dedos. De golpe y como hacía tiempo que no le sucedía, los nervios le invadieron el cuerpo. Estaba decidido, no había dudas en su corazón con respecto a lo que por varios días había planeado. Sí, esa noche había sido una gran idea para juntar por fin a James y Lily. Pero también, era lo que él mismo sentía como su mayor acto de cobardía. Si Val se negaba a lo que iba a pedirle, al menos no estaría solo, tendría a sus amigos a su lado.

-¿Lo ves? Con cada actitud me asustas más.- la morena lo despertó de su sueño.
-Perdóname nena.- Sirius le dio unas vueltas más a la cajita y se la entregó a su amada en silencio. - Es para ti. Hace días lo llevo encima y... Ábrelo, por favor.-

Val miraba el pequeño objeto y pensaba cuál podía ser su contenido. Era claro que había errado en sus pensamientos, él no pensaba dejarla. Pero esa actitud en él era extraña, mucho más los nervios. Con cuidado y con una lentitud que a Sirius se le antojo insoportable, mientras el moreno hacía nota mental de regañarla luego por hacerlo sufrir así, Val abrió su regalo.
Un par de argollas de oro entrelazadas la sorprendieron en el interior. Un S y una V grabadas juntas y en el centro de una de ellas, una piedra roja que reconoció como un rubí tan rojo como los que marcaban los puntos de Gryffindor en la competencia por la copa de las casas.

-Sirius...-

Las palabras se perdían en algún punto entre su mente y sus labios. El moreno tomó uno de los anillos y al contacto con su mano ella se separó de su compañero. Lo hizo girar entre sus dedos y después de un minuto le preguntó:

-¿Te gustan?- preguntó triste por la actitud de su novia.
-Son... Sirius son... Hermosos. Pero han de haberte costado una...-
-No importa el costo. Solo me importa el significado que pueden tener si...- dijo desesperado por su reacción.
-¿Si qué?- y las palabras abandonaron la boca del moreno en una exhalación.
-Cásate conmigo Valerie.- Val sonrió.
-¿Estás loco? Sé que voy a casarme contigo desde hace...-
-No, no así. Cásate conmigo por que me quieres, porque me amas como yo a ti. Porque quieres pasar el resto de tu vida a mi lado. Porque quieres tener una familia conmigo, una casa, un hogar, hijos. No te cases conmigo por un arreglo arcaico entre tu familia y la mía. Cásate conmigo porque no imaginas la vida sin mí como yo tampoco imagino la vida sin ti.-

¡Santo Merlín! Si que había confundido sus intenciones. Ella creyendo que él iba a dejarla y él...

-Claro que sí mi amor. Me casaré contigo porque te amo y porque quiero vivir el resto de mi vida junto a ti y...-

Pero no la dejó acabar. En un minuto la tenía entre sus brazos y la aferraba a su cuerpo. Desesperado por sus labios, no estaba dispuesto a abandonar el dulce néctar que manaba de allí. A ciegas, tanteó la caja y tomó el anillo con la piedra, buscó su mano izquierda y lo puso en su dedo sin dejar de besarla. Ella hizo lo mismo.




-Y bien Potter ¿Qué me dices? ¿Juegas o no?-
-Por supuesto que sí. Explícame el juego.- dijo confiado el moreno.
-Bien, tu palma abierta es un papel, tu puño cerrado es una piedra y tus dedos en forma de V forman una tijera. El papel envuelve la piedra, la piedra rompe la tijera y la tijera corta el papel. ¿Me sigues?-
-Hasta el fin del mundo mi amor.- Lily sonrió.
-Pon tu mano en tu espalda. En lugar de contar hasta tres diremos Piedra, papel o tijera y muestras tu mano al frente. Gana el mejor de tres. ¿Eres tan valiente como para jugar con la mejor jugadora del Piedra, papel o tijera del mundo?-
-No solamente voy a jugar contigo mi amor, también voy a ganarte.-




La vista era inmejorable. Había que reconocer que el energúmeno no era tan energúmeno después de todo. A unos metros por delante de donde se encontraban se podía ver el borde del lago. Una montaña, en la orilla de enfrente, estaba surcada por una cascada que les regalaba el sonido relajante del agua al caer. El follaje del lugar era impresionante. Miles de flores de colores adornaban la orilla y la luz de la luna nueva reflejaba en el agua aquello que Remus, hasta ese día, no había comprendido.

-Aún no puedo creer que Lily lo abrazara de esa forma.-
-Seguro está bajo alguna maldición.- rió Mel.
-No creo que James llegue a tanto.- tiempo atrás ese acercamiento le hubiese molestado. Hoy estaba contento por sus amigos.

Abrazó a la rubia con fuerza y la besó. Tierno, despacio, con sabor a chocolate.
Estaba entregada a ese hombre en cuerpo y alma. Una idea le rondaba la mente hacía días. Pero no se sentía con valor suficiente para hablar con él de ese tema. Pero quedaba poco tiempo. Ya estaban casi a finales de enero y el tiempo corría a la velocidad de la luz. Pronto se irían juntos.
Su rubia debilidad estaba sentada a su lado. Estaban cubiertos hasta la cabeza por la manta. La risa de James y las protestas de Lily se oían a lo lejos. Sirius y Val estaban completamente en su mundo. Nadie más estaba pendiente de ellos. En esos cinco minutos de inconciencia, Moony tomó el control. El lobo y su instinto animal la sentaron en sus piernas a horcajadas sobre él. Tres segundos después, se dio cuenta de su error.

-Per... Per... Perdón mi... amor. Yo...-
-Remus yo... Bueno, yo...-
-Mel perdóname. No sé por qué...-

Melanie cerró sus ojos. ¡Merlín! Si que sabía porque lo había hecho. Tenía pánico de hablar con él sobre eso, pero algún día tendría que hacerlo. Remus no siempre sería un caballero y ella tampoco quería que lo fuera. Pero aún no estaba lista y él debía saberlo.

-Remus yo...-
-Nada va a pasar.- se adelantó. - Nada que tú no quieras. Y mucho menos en este lugar. Fue un error, un grave error. Dejé que el lobo tomara el control y...-
-No lo he hecho nunca.- lo interrumpió. - Yo...-

Viendo el rojo en sus mejillas y la pena en su rostro, no quiso que pasara más por esa embarazosa situación. Tomó su rostro con ambas manos y la besó. Fue tan tierno, tan dulce que Mel olvidó por un momento lo que había sucedido y que aún seguía sentada en sus piernas. Se tomó varios minutos para disfrutar de ella.

-Por más que nos vayamos juntos, nada de eso tiene que suceder si no lo deseas. Te amo Mel y para mí ya es suficiente con tus besos.-




-¡Eres un tramposo! ¿Cómo lo haces?-
-Solo juego, pelirroja. Es suerte de principiante.- le dijo en tono burlón mientras se reía a carcajadas.
-¡Ninguna suerte de principiante! ¡Estás haciendo trampa!-
-¿Cómo voy a hacerte trampa jugando Piedra, papel o tijera? Es imposible.-
-Nunca antes había perdido. La única persona a la que no le puedo ganar es a... ¡ERES UN TRAMPOSO! MI ABUELA TE ENSEÑÓ A JUGAR.- el moreno se desternillaba de la risa.

Era verdad, cuando Elizabeth se aburría de hablar de Lily, despejaba un rato su mente con el juego que de niña le había enseñado a Lily. Como todo juego, James tomó práctica muy rápido y el maestro, fue ampliamente superado por el alumno.

-Eres tan predecible como tu abuela. Las dos juegan del mismo modo.- seguía riendo el joven de lentes.
-¿A qué te refieres?-
-Las dos cambian el gesto según sea piedra o papel. Si es tijera lo que eligen solo sonríen.-
-Tramposo.- le golpeó el hombro mientras hacía uno de esos pucheros que ponían a prueba la voluntad del moreno.
-Una última jugada. Si ganas te cargaré de vuelta hasta el castillo.- Lily estaba a punto de aceptar cuando James le detuvo. - Si pierdes, mañana te saltarás todas las clases para pasar el día completo conmigo.- la pelirroja lo pensó unos segundos y luego aceptó.




Remus miró su reloj. Faltaban diez minutos para la medianoche. Debían volver. Ya era demasiado arriesgado andar vagando por el bosque a esas horas. Odiándose por ello miró a Mel y le dijo:

-Me quedaría aquí hasta mañana sólo para no dejarte ir de mi lado, pero debemos volver.-
-Tienes razón.- la rubia se giró a ver los bultos que formaban sus amigos a unos metros de ellos y dijo: -Parece que están en otro mundo.-
-Sí. Sirius tenía algo muy importante para Val esta noche y James por fin hace reír a Lily así que
Sí, están en otro mundo.-
-¿Tú sabes qué es lo que Sirius le iba a decir a Val.- el castaño asintió sonriendo mientras comía su última barra de chocolate. -¡Cuéntame!- el joven negó. -¡Por favor!-
-Nop.-
-No seas malito, cuéntame.-
-Ya te contará Val.-
-Pero quiero saber ahora.-
-No.-
-¿Por qué no?-
-Porque Sirius estaba muy nervioso al respecto. Si no se atrevió a decirle a Val lo que tenía pensado no te lo voy a contar a ti.-
-¿Por qué no?-
-Porque correrás a contarle a Val.-
-¡No lo haré!-
-Sí, sí lo harás. No podrás guardar el secreto por mucho tiempo.-

Con un beso en los labios cerró la discusión. La rubia, enojada, le dio la espalda. Una carita de lobezno desválido y un beso en la mejilla le devolvió a su rubia.

-Vamos, me toca hacer de ogro.-

Se pusieron de pie y Remus, molesto por la labor que le tocaba dijo:

-Chicos, perdón.- las risas de James y Lily se oían de fondo. -No quisiera ser inoportuno, pero
-
-No quisieras pero lo eres Lunático.- dijo Sirius asomando por debajo de la manta. -¿Qué sucede?-
-Es hora de volver.-
-¿Ya?- preguntó Lily mientras intentaba zafarse del agarre de James que le hacía cosquillas.
-Sí Lily, ya.- contestó Mel asombrada y divertida.
-Bien my Lady. Lo justo es justo.- dijo James mientras se ponía de pie. Con un movimiento rápido de su varita apagó el fuego e hizo que su manta se doblara sola. La guardó en el bolso en el que Val las había traído y miró a la pelirroja con gesto solemne. - Suba my Lady.- y le ofreció su espalda.

De un salto y riendo como una niña pequeña, la pelirroja se subió a la espalda del moreno y entre risas, James la llevó hasta el castillo mientras sus amigos los miraban.

De camino al castillo, Sirius le dijo a Remus:

-La besa antes de entrar.-
-No, demasiado riesgo. Debemos entrar pronto.-
-Estamos hablando de James. Adora el riesgo.
-Sí, pero no con Lily.- Abrazó a la rubia y le dio un beso en la mejilla. - La besa antes de llegar a la Sala Común.-
-¿Lo de siempre?- dijo mientras le tendía la derecha.
-Lo de siempre.-contestó Remus aceptándola.
-La besa dentro de la Sala Común, junto a la chimenea, en el sillón donde se quedaron dormidos.-
-¿Qué dices?- preguntó Remus mirando asombrado a su novia.
-Que la besará adentro. Que entro en la apuesta.-
-Mi amor ¿Estás segura? Vas a perder.-
-¿Qué tanto puedo perder? ¿De cuanto es la apuesta?-
-Un Galeon, lo de siempre.- contestó Remus.
-La besa en la Sala Común.- y así la rubia entró en la apuesta.
-No la va a besar.- dijo la morena.
-Nena ¿Estás loca? Si esta noche no la besa la pelirroja lo matará. Ya se lo perdonó una vez. No lo hará dos veces.-
-No la va a besar Sirius.- afirmó.
-¿Y por que estás tan segura?- preguntó Remus mientras Mel rodaba los ojos. La sangre de su tía Cassandra muchas veces la llevaba a tener esos pensamientos.
-No lo sé. Pero no va a besarla esta noche.-

James y Lily llegaron a las escaleras de la entrada. James dejó que la pelirroja bajara de su espalda y la abrazó por la cintura. Sonreía feliz y eso lo llenaba de alegría. Rozó su nariz con la de ella y sonriendo entraron juntos al castillo.

-Canuto me debes un Galeon.- dijo Remus mientras le tendía la palma de la mano.
-¿Y por qué te lo debe a ti y no a mí?-
-Porque todavía la puede besar antes de llegar a la Sala Común mi cielo.- Sirius dejó caer la moneda en la mano de su amigo.

Las dos parejas los seguían de cerca. Pelirroja y moreno, moreno y pelirroja no notaban a nadie más a su alrededor.

-Llegamos.- dijo James abrazándola otra vez.
-Sip.- contestó ella sonriendo.
-Eres hermosa cuando me sonríes.-
-¿Sólo cuando te sonrío?-
-No. Eres hermosa siempre.- besó su frente. - Ranas de chocolate.-
-La idea de la contraseña fue de Remus ¿Verdad?-

Los dos ahogaron una carcajada que de haberla dejado salir hubiera despertado hasta al calamar gigante. Unos metros mas allá, una rubia extendía su mano para que un muy desconcertado castaño dejara caer dos monedas doradas.
Las dos parejas lograron traspasar la puerta antes de que se cerrara por completo. Los chicos sonrieron, las chicas suspiraron. La pelirroja estaba de pie en el segundo escalón de la escalera que conducía al dormitorio de las chicas. Sus brazos descansaban otra vez en el cuello del moreno mientras que los brazos de él rodeaban su cintura.

-No quiero subir.-
-Y yo no quiero que subas.- ambas frentes juntas. Los ojos cerrados.
-James
-
-¿Qué?- le susurró.
-¿Por qué no lo haces de una vez?-
-Por favor, no me lo hagas más difícil.-
-Es que no entiendo.-
-Déjame encontrar la manera de decírtelo.-
-¿Me prometes que no pasará de mañana?- el moreno sonrió.
-Nunca creí que llegarías a pedirme un beso y yo fuera capaz de negarme.-
-Yo tampoco.-
-Si Elizabeth me viera
-
-Te regañaría por lento.-
-No. Ella me diría que tengo razón.- Lily suspiró. James le besó la frente.
-¿Mañana?- preguntó ella.
-Mañana.- contestó él. Y con un beso en la punta de la nariz lo dejó al pie de la escalera.

Val extendió la mano y tres monedas cayeron en ella. La rubia y la morena pasaron junto a James rumbo a su cuarto, pero él no las vio. Estaba hundido en sus pensamientos.

-¿Qué te detuvo ahora?- preguntó Sirius.
-No puedo hacerlo. No sin decirle la verdad.-
-¿De qué verdad hablas?- preguntó Remus.
-De la apuesta.-
-James, ya no fastidies. Te quiere, la quieres. ¡Qué más da la apuesta!- protestó Sirius.
-Es cierto James. Ya olvida eso. Se feliz. Sé porque te lo digo.- siguió Remus.
-¿Y si se entera? ¿Y si dejo pasar esto y se entera? Me va a odiar toda la vida. No volverá a creer en mí. La perdería para siempre. Iba a esperar hasta después de San Valentín pero
no puedo. Ya no aguanto un segundo más sin ella. Como sea, mañana, le contaré sobre la apuesta y que para mí ya no vale nada.-

Tres jóvenes enamorados subieron a su habitación a descansar. Remus pensando en su viaje con Mel, Sirius en que por fin él y Val podrían ser felices sin que sus familias intervinieran en sus vidas y James, pensando en la forma correcta de confesarle a Lily sus motivos para no besarla.
Capítulo 17
Estaré a tu lado siempre.


A la mañana siguiente, una pelirroja se adueñó del baño de la habitación de las chicas de séptimo.

-Lily ya sal de ahí.-
-Sí Lily. Necesito entrar ya mismo.- protestó Val.
-Sí, Evans. Apresúrate. Frank me esperaba hace cinco minutos.-

Una pelirroja bastante nerviosa y aún en pijamas salió del baño enojada.

-Que malas amigas tengo. ¡Claro! Como las señoritas ya tienen a sus novios no les importa que yo aún esté sola.-
-Lily no exageres. No estás sola.- dijo Val mientras Alice se adueñaba del baño y Evelyn, la otra Gryffindor, protestaba por lo bajo.
-No, James está contigo.- dijo Mel abrazándola.
-No. Aún no está conmigo.-
-Eso no es lo que parecía anoche.- contestó Val con su sonrisa pícara. -¿Qué estaban haciendo bajo la manta que se reían tanto?-
-Jugábamos.- contestó sonriendo Lily.

Alice salió del baño y aprovechando la distracción de las otras tres, Evelyn entró. Alice salió del cuarto.

-Chicas necesito ayuda.-
-¿Para qué? Yo vi que ayer lo tenías casi listo.-
-Sí, aún no entiendo como es que no te besó.-
-Tiene sus motivos.- contestó Lily.
-Y más extraño me suena aún que tú no desconfíes de esos motivos.-
-Solo me pidió tiempo hasta hoy. Según él hay algo que debe decirme antes de...-
-¿Antes de ponerse a gruñirle a cada uno que se le acerque a su novia?- preguntó Val.
-¿Antes de secuestrarte por días enteros?- Sugirió Mel.
-Antes de besarme.- contestó Lily.
-Lily relájate. No hagas lo que hice yo ayer.-
-Sí Lily. Valerie tiene razón. Ayer casi se vuelve loca pensando en que Sirius iba a dejarla y en lugar de eso se comprometieron.-
-Tal vez tengan razón.-dijo sonriendo la pelirroja.
-Bien, entonces terminemos de arreglarnos y bajemos de una vez antes de que Sirius se me muera de hambre.- dijo Val con pose trágica.

Mientras la pelirroja se reía a carcajadas, Mel aprovechó la distracción y se encerró en el baño. Las protestas de Val casi se oyen del otro lado de la puerta y justo cuando la amenaza de teñir la ropa de Mel del color de Slytherin flotaba en el aire, la rubia salió. La morena fue más rápida que la pelirroja y esta no se hizo mucho problema por quedar última, después de todo, aún no decidía por el peinado que llevaría esa mañana.

Casi media hora había pasado desde que Val y Mel habían bajado a la Sala Común cuando James ya no soportó más y preguntó:

-¿Alguna de las dos podría subir a ver qué sucede?-
-James está arreglándose para ti. ¿Podrías dejar de molestar?- le contestó Val que estaba muy acaramelada con Sirius en un rincón del sillón.
-¡NO NECESITA ARREGLARSE PARA MI! ¡LA QUIERO IGUAL QUE TODOS LOS DÍAS!-
-Pues te aguantas, deja de fastidiar y esperas ahí sentadito a que esté conforme con su apariencia y baje.-
-No quiero esperar. Necesito hablar con ella ahora mismo.-

No había dormido mucho. Se había dedicado la mitad de la noche a recordar cada minuto en el claro con su bella Lily, y la otra mitad había estado buscando como confesarse con su pelirroja. Después de mucho pensar había llegado a la conclusión de que la cuarta regla de los Merodeadores era su mejor solución: Verdad cruda es mejor que verdad a medias.
Perdido en sus pensamientos estaba cuando la vio bajar. Su rostro se iluminó con una sonrisa al verla y en un segundo, en su interior, supo que algo no estaba bien. Lily bajaba corriendo las escaleras, con su rostro bañado en lágrimas. Corrió a sus brazos que la recibieron sin pensar. La pelirroja hundió el rostro en el hombro del moreno que la abrazaba con fuerza mientras le acariciaba el cabello.

-¿Mi amor? ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras mi vida?- Lily se aferraba con fuerza a James. No podía hablar, solo negaba con la cabeza. - Cuéntame mi vida, dime qué pasó. ¿Alguien te hizo daño? Dime quién fue y haré que me responda por eso. Por favor ya no llores mi amor, cuéntame.-

Los chicos, que miraban la escena preocupados, intentaban buscar una posible causa para el llanto de la pelirroja. Y fue Sirius quien la encontró. Lily sostenía en su mano un trozo de papel arrugado. Lo apretaba fuerte, tanto que sus nudillos se pusieron blancos. Pero en cuanto Sirius tocó su mano intentando sacarle el papel, Lily aflojó su agarre y éste lo tomó.
En silencio leyeron los cuatro la nota y comprendieron la situación. Sirius tocó apenas el hombro de su amigo para llamar su atención. Fastidiado, James lo miró enojado por lo que él consideró una intromisión. Con un gesto Sirius le entregó la nota. El moreno dejó de acariciar el rojo cabello de su amada y la leyó.
Tardó un segundo en acompañarla con su llanto. Su agarre se hizo mucho más fuerte aún. No sólo comprendía sus lágrimas, también sentía su dolor.

-¿Quién te avisó?- le preguntó con una voz que no le sonó a la suya.
-Mi padre.- susurró Lily.
-¿Te irás a casa?- la pelirroja afirmó con el rostro. - Iré contigo.- Lily se apretó más a su cuerpo.

Algunos curiosos murmuraron algo. Remus y Sirius estaban preparados para contestarles cuando la puerta de la Sala Común se abrió y la directora de la casa Gryffindor entró.

-Señorita Evans. Acompáñeme, por favor.-

Lily no era capa de emitir sonido. De la mano de James, comenzó a andar hasta la puerta. La profesora notó el fuerte agarre entre las manos de los chicos y, a pesar de que intentaba esconderlas, pudo ver también las pocas lágrimas que James había permitido salir de sus ojos. No le quedó más remedio que dejar que James las acompañara.
En la puerta del despacho del director, la profesora pronunció la contraseña y la gárgola les permitió la entrada. En ningún momento James soltó la mano de Lily; algo que a la profesora que los escoltaba le dio mala espina.

-Adelante.-
-Permiso Albus. Traigo a la Señorita Evans.-
-Señorita Evans, pase por favor.-
-Salgamos Señor Potter. Usted y yo esperaremos afuera.- dijo la mujer al joven moreno.
-No.- contestó Lily aferrándose más a la mano de James.
-Pero...-
-Déjalo Minerva. Es evidente que no es bueno que pase sola por esto.-
-Como digas Albus.-

La profesora se retiró. Los chicos tomaron asiento frente al director. Este los miraba sin expresión en el rostro. Removió algunos de los papeles que tenía sobre su escritorio y luego de un suspiro habló:

-Lamento mucho lo que sucedió Lily. Elizabeth era una gran mujer.- Lily sólo asentía. Pero la verdad era que ni ella ni James oían con claridad las palabras del director. - La profesora McGonagall te llevará esta tarde a tu casa. El traslado está previsto para las seis de la tarde, pero han estado sucediendo algunas cosas que
en fin, intenta tener tus cosas listas para partir en cualquier momento y procura no salir de la Sala Común.-
-Con todo respeto profesor, pero no creo que sea convenirte esperar en la Sala Común. Antes de que la profesora nos fuera a buscar Remus y Sirius casi discuten con algunos de nuestros compañeros. En Gryffindor hay muchos curiosos.-
-Sí, tal vez tengas razón.-

Dumbledore observó a la pareja. Desde que habían llegado al despacho no se habían soltado las manos. James abrazaba a Lily que se había recostado en su pecho. A la correcta pelirroja no le importó donde se encontraban y al revoltoso moreno tampoco. Solo valía reconfortarse uno al otro con sus caricias.
Con cada visita de James a la enfermería provocada por Lily, Dumbledore se aseguraba más que esos dos terminarían juntos. Y, a pesar de no saber el porqué, estaba seguro de que de esa unión, algo muy grande saldría.

-En ese caso James, tú que conoces bien el colegio ¿Qué sitio sugieres?- revolviéndose un poco por las palabras del director, el moreno contestó.
-Yo solo digo que la Sala Común no es el mejor lugar para que dejen a Lily en paz. No quiero que nadie te moleste amor.- le dijo a Lily mientras dejaba un tierno beso en su frente.
-Llévame al lago.- susurró la pelirroja.
-Sí mi amor. Te llevaré donde tú quieras.-
-No me dejes sola.-
-No lo haré mi vida. Iré contigo a donde vayas.-
-James, creo que sería conveniente que llevaras a la Señorita Evans a tomar algo de aire.- Dijo el director viendo la expresión en los ojos de Lily.
-Sí. Vamos mi vida. Te llevaré junto al lago donde tú quieres ir.-

Ya en la puerta, la profesora McGonagall los esperaba.
-James ¿Puedo hablar unas palabras contigo? Será un minuto nada más.-
-Sí profesor.- se giró a Lily y con un tierno beso en la frente le susurró: -Enseguida vuelvo mi amor. No te vayas.-

En el despacho del director, James lo miraba atento, esperando que le dijera de una vez aquello que lo había separado de su hermosa pelirroja.

-James, quiero pedirte que no te apartes de ella en todo el día. Y por favor, no le prometas cosas que tal vez no puedas cumplir.-
-¿A qué se refiere profesor?-
-No le digas que no la dejarás sola.-
-No entiendo.-
-Ella se irá esta tarde, conmigo o con la profesora McGonagall.- James lo miraba sin entender. - No puedo permitirte salir del colegio sin que tus padres lo autoricen.-
-Oh
Comprendo. Los buscaré. Tendré el permiso a tiempo.-
-Espero que lo tengas. No quiero que se vaya del colegio sola. No es conveniente; no con los tiempos que corren.- el moreno vio la preocupación en el hombre, pero no tuvo tiempo de preguntar. - Sabes que te aprecio mucho James. Fui amigo de tu abuelo y conozco a tus padres hace años. Te he visto correr detrás de Lily por años y por lo que me han contado has logrado convencerla.- ambos hombres sonrieron. - Por eso me siento más que obligado a pedirte que la protejas. Busca a tus padres y consigue ese permiso. No es conveniente que esté sola en casa.-
-Profesor ¿Qué es lo que sucede? He visto muchas cosas que no me gustan en estos últimos tiempos. Y nunca, ni usted ni mi padre, me han ocultado nada. Quiero saber.-
-Dime qué quieres saber y si puedo te contestaré.-
-¿Por qué no fue a la fiesta de navidad? Sé que estaba invitado.-
-Sabes por qué no fui. Creo haber escuchado el comentario de alguno de los elfos de que habías preguntado por mí.-
-Sí, lo hice, y me contestaron que estaba haciendo algo muy importante.-
-Están pasando cosas graves en nuestro mundo James. Cosas que no hay que permitir.-
-¿Qué cosas?-
-No puedo decirte nada ahora James.- ante la mirada de fastidio del joven, sonrió y siguió - En cuanto termine el curso quiero que tú y tus amigos, incluidas sus novias, vengan a verme. Tengo una propuesta para hacerles a los siete. Tú, Sirius, Remus, Peter y las chicas pueden ser una gran ventaja.- el director se quedó perdido en sus pensamientos. Al notar que la curiosidad de su acompañante crecía, siguió -En ese momento podrás saber más de lo que hoy no puedo contestarte.-
-¿Tiene que ver con ese demente verdad? Con ese loco del que todos hablan. Lord Voldemort.-
-No te apresures. Cuando sea el momento te lo diré. Por ahora sólo me conformo con que consigas ese permiso y puedas ir con ella.-
-Sí profesor.-
-Olvida tus cosas, tu ropa, lo que tú quieras, pero no te vayas sin tu varita.- el moreno, asustado por la recomendación, asintió. - Ahora ve con ella. Te necesita.-
-Gracias profesor.- Ya llegaba a la puerta cuando una pregunta se instaló en su garganta. Temía preguntar, pero por ella, debía hacerlo. -¿Es cierto profesor? ¿Es verdad lo que dicen de él?-
-¿Que no soporta la mezcla de sangres?- James asintió. - Sí James. Es cierto. Y el mundo mágico completo está en peligro; aunque nadie lo reconozca aún.-
-Cuente conmigo Profesor. Sea lo que sea que esté haciendo para detenerlo, estoy con usted.-
-Lo sé James. Nunca he dudado de tus principios morales y la madurez que demostrarías llegado el momento de enfrentar realidades de la vida. Sé que tras el bromista se formó un hombre de gran valía.-

El joven moreno salió del despacho entre curioso y asustado. Antes de que la profesora McGonagall pudiera decir algo, James abrazó a Lily y le besó la frente.

-El profesor Dumbledore me dio libre toda la tarde para estar contigo mi amor. Vamos al lago.- bajaron ante la mirada sorprendida de la profesora. Cuando estuvieron algo lejos, James le susurró a Lily mientras la tomaba de la mano - Antes de ir al lago necesito encontrar a los chicos.-
-James no quiero volver a la Sala Común, por favor.- suplicó la pelirroja.
-Debo verlos. Dumbledore acaba de decirme que no puedo salir del colegio sin una autorización de mis padres y esta tarde me iré contigo como sea. Necesito que los busquen por mí. ¿Entiendes?-
-Si no puedes venir lo entenderé James. Por favor, lo último que necesito el día de hoy es que termines castigado por mi culpa.-
-No lo harán cariño. No me castigarán.- Lily lo miró a los ojos. - Te lo prometo. No haré ninguna locura.-

Mientras James y Lily se miraban a los ojos, ninguno de los dos notaba la sorpresa y la rabia en las chicas y chicos que pasaban por su lado. La forma en que se habían alejado del mundo les molestaba a las chicas y causaba admiración en los chicos que alguna vez habían puesto sus ojos en la temperamental pelirroja.
Abrazados, ella con sus brazos en el cuello de él y él con sus brazos en la pequeña cintura de ella; frente con frente, mirándose a los ojos, se veían tan enamorados que, de no ser por las circunstancias, ambos sentirían su corazón salirse de su pecho de la emoción.

-James, estás aquí.-
-Sí Sirius ¿Qué sucede?- preguntó el moreno sin dejar de ver a su pelirroja.
-Remus tiene razón.-
-¿Con qué tiene razón Remus?-
-No te dejarán salir del colegio sin la autorización de tus padres.- contestó el licántropo.
-Lo sé, Dumbledore me lo acaba de decir.-
-¿Y qué vas a hacer?- preguntó Mel.
-Lo de siempre Mel, contar con mis amigos.-
-Tranquilo Cornamenta, nosotros los buscaremos.- contestó Sirius.
-Sí, y le explicaremos lo que pasó.- agregó Remus.
-Gracias.-
-¿Dónde estarán? Así cuando encontremos a tu madre podremos...-
-Junto al lago.- Interrumpió la pelirroja a la morena. - Estaremos juntos junto al lago.-
-Está bien amiga. Deja que él te cuide. Nosotros haremos lo que haga falta para encontrar a su madre para que puedas llevarlo contigo.- le contestó Mel a la pelirroja.

Minutos después, tras un gesto cómplice de Sirius a James, los dos estaban sentados bajo la vieja Haya que los Merodeadores solían ocupar.

-¿Qué traman?- le preguntó de la nada Lily.
-¿De qué hablas?- preguntó sorprendido el moreno.
-Del gesto entre Sirius y tú.- James comprendió.
-No tramamos nada raro. Son gestos sin importancia entre los chicos y yo. No te preocupes.-
-James, prométeme que si no encuentran a tu madre o a tu padre no harás ninguna locura.-
-¿Qué?-
-Que no quiero que te escapes del colegio por ir conmigo.-
-¿De qué hablas mi amor? ¿Cómo podría...?-
-Sé que puedes hacerlo James. Sé que puedes salir del colegio cuando quieras.- el moreno la miró sorprendido. - Pero si yo me voy y tú desapareces Dumbledore se dará cuenta y no solo te pondrás tú en peligro; arrastrarás contigo a los chicos también.
-Lily yo...-
-No James.- El moreno, que estaba sentado de frente a ella, bajó la mirada. - De verdad aprecio lo que estás haciendo por mí. No sabes lo importante que es para mí que estés ahora a mi lado.- las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. - Sin ti no sé si podría pasar por esto tan tranquila, sin deshacerme en llanto sobre mi cama. Pero contigo aquí es... no sé... no me siento sola.-
-No estás sola mi amor. Yo estoy contigo y estaré siempre a tu lado.-
-No, siempre no. Porque si los chicos no encuentran a tus padres te quedarás aquí.- el moreno iba a protestar, pero ella se lo impidió. - No vas a escaparte James. Como sea que lo hagas no vendrás detrás de mí. Sé que va a ser difícil, pero te necesito cuando vuelva. Quiero que estés aquí a mi lado. Como ahora. Abrazándome y llamándome mi amor- él sonrió. - Tal vez no sea el mejor momento James pero... Te quiero, te amo. Y sé que el día de hoy era importante para los dos. Tú tenías algo que decirme y yo quería escucharlo para entender porqué no me besaste anoche. Y si tengo que irme sola, sin ti, cuando vuelva quiero que estés aquí para que terminemos con el juego del gato y el ratón de una vez por todas.- el moreno miraba sus ojos mientras inconcientemente acariciaba su mejilla. - Por favor mi vida, dime que estarás aquí cuando regrese.-
-Te lo prometo. Te prometo que estaré aquí esperándote cuando regreses si es que te vas sin mí.-




Las horas pasaban lentas. Los recuerdos de una infancia feliz junto a ella volaban. Las charlas de domingo por la tarde sentadas en el jardín. Los días de lluvia jugando piedra, papel o tijera. La vajilla rota y el secreto revelado. Todos esos momentos se revivían en su mente. A veces sonreía, otras dejaba deslizarse las lágrimas en caída libre por sus mejillas hasta la dulce y tierna mano de James que no había dejado de abrazarla y acariciarla.
Con las piernas abiertas, ella sentada entre medio y recostada en su pecho, ambos habían perdido la noción del tiempo. Las lágrimas caían por las mejillas suaves de su amor, y él solo las recogía. Los chicos no habían dado señales en toda la tarde. Eso los preocupaba a ambos.

-¿Tú crees que
?-
-Lo harán mi amor. Sé que encontrarán a mis padres.-

Y otra vez el silencio, roto solamente por el sonido de sus corazones latiendo al compás.



-¡JEROME! Condenado elfo asqueroso ven aquí.-
-¡Sirius!- lo regañó su novia. - El pobre elfo no tiene la culpa de que no seas su amo.-
-¡Pero es nuestra única salvación!- protestó Sirius.
-De todas formas no es motivo para hablar así del pobre Jerome.-
-Sí Sirius, Val tiene razón. Además no nos hará caso por más que lo llamemos a gritos.-
-Deberíamos ir a ver a James para que el mismo lo haga.-
-Val, mi vida, si vamos a decirle a James que llame a Jerome él mismo estaríamos molestando. Y no creo que esté en condiciones de que lo molestemos justo ahora.-
-Sí, pero es la única manera de encontrar a los Potter. Y no puede decirnos nada ni enojarse con nosotros porque lo hemos intentado todo antes de ir por él.- Sirius miró a Remus bastante mas serio que de costumbre. No solo no quería molestar a James; le molestaba haberle fallado a su amigo en ese momento.
Remus prácticamente, leyó en sus ojos lo que le molestaba.
-No le fallaste Sirius. No pudimos encontrarlos. Es todo. Vayamos por él antes de que sea tarde y Lily tenga que irse sola.-




La profesora McGonagall corría a través del pasillo que conducía al despacho del director. Casi sin aliento se detuvo junto a la puerta y susurró con poca voz la contraseña. Como una exhalación, trepó las escaleras sin esperar, como era su costumbre, a que éstas la condujeran hasta la cima. Aporreó la puerta varias veces. Asombrado por la actitud de su visitante, el director se puso de pie y caminó hasta la puerta.

-¿Quién se atreve a
? ¡Minerva!- al ver la cara de susto de su compañera de tantos años preguntó -¿Qué
?-
-Está en Hogsmeade.- contestó jadeando. - Te
te
reclama. Quiere
verte.-

Los ojos del director del colegio se abrieron al máximo. Las cosas se complicaban cada vez más.

-Debemos sacar a Evans de aquí. Si su padre llega a aparecer y los rumores son ciertos irá tras ellos.-
-Pero Albus
¿Cómo llegará el padre de Evans a
?-
-Le pedí que fuera al Callejón Diagon. Tom lo esperaría en la entrada y lo traería hasta aquí. Me comunicaré con Tom mientras tú llevas a la señorita Evans a su casa. Aún falta una hora. Seguramente su padre todavía esté en casa.- la mujer, muerta de miedo, lo miraba. - Vete Minerva. No podemos dejar que vea a ese hombre aquí si lo que murmuran es verdad. Ya han sufrido demasiado.-

Con prisa, Minerva McGonagall obedeció las órdenes de su amigo y director. Caminó lo más rápido que pudo hacia el lago, donde James había dicho que esperarían. Y allí los vio.




-Perdónanos amigo, pero es lo único que nos queda por probar.- dijo Remus.
-Sí. Y solo tú puedes hacerlo. Me he quedado mudo de tanto llamar al maldito elfo y ni a mí ni a Remus nos responde.-
-Y no lo hará Sirius.- dijo James. Val, molesta siguió.
-Así que deja de llamar así al pobre elfo.-
-Pero tu madre dijo este verano
- protestó Sirius.
-Cuando Sirius y Remus estén en casa. Eso dijo mi madre. Y no estás en casa.- Sirius refunfuñó enojado.
James vio a la profesora McGonagall venir casi corriendo hacía ellos y casi por instinto, aferró a la pelirroja a su cuerpo.

-Señorita Evans, llegó el momento. Debo llevarla a su casa.-
-Pero aún falta una hora.- dijo Lily temiendo tener que irse sin James.
-Sí, aún no encontré a mis padres para que me den el permiso para ir con Lily.-
-Lo lamento. El profesor Dumbledore me ordenó que la lleve a casa señorita Evans y así lo haré.-
-Mi padre vendría por mí. ¿Por qué
?-

Y entonces, James sintió miedo. El cambio de parecer del director, sumado a lo que le había dicho en su despacho, despertaron el instinto animal en él, ese que le decía que era mejor que Lily se fuera en ese mismo instante.

El abrazo de James la sorprendió. Tanto que quedó estática en el suelo mientras los brazos del moreno la rodeaban con fuerza.

-Debes ir.- le dijo.
-Pero
-
-Yo iré detrás de ti.- le susurró al oído.
-No, lo prometiste. Me prometiste que
- algo molesto por la promesa, James cerró los ojos intentando esquivar la mirada de su amada. - James
lo prometiste. Por favor, no lo hagas.- el moreno, entre dientes y con rabia contestó:
-No lo haré. Te lo prometí.-

Aliviada, Lily siguió a la jefa de su casa hasta la sala común donde recogió todas sus cosas. Sus amigas iban con ella. James, caminaba unos pasos por detrás con sus amigos.

-Si la lechuza hubiera llegado a tiempo
- se lamentó Remus.
-No se preocupen
sé que hicieron todo lo que pudieron.-
-James ¿Qué sucede? Te juro que hicimos todos lo que pudimos pero
-
-Lo sé Sirius. No necesitas disculparte.-
-No es lo que parece hermano.- James lo miró pidiendo una explicación por el ultimo comentario. - Es más que obvio que estás enfadado con
-
-No es con ustedes.- cuando sintió la mirada de sus amigos continuó - Dumbledore me pidió que fuera con ella. Que no la dejara sola.-

Lily, con sus cosas en una pequeña maleta, se acercó a James. Intentó una sonrisa para demostrarle una estabilidad emocional que no sólo no poseía sino que tampoco lograría lejos de su amado. James la aferró a su cuerpo y escondió el rostro en el hueco de su hombro.

-Voy a estar bien.-
-No sin mí. Y yo no estaré bien sin ti.-
-Sí lo estarás.-
-Ella no me perdonaría que te dejara sola en un momento como este.-
-No me estás dejando sola cariño. Te llevaré aquí, en mi corazón.- un abrazo que la dejó sin aliento fue perfecto para que él lograra borrar sus lágrimas a tiempo.
-Lleva esto de mi parte.- le dijo mientras le entregaba las flores silvestres que había recogido distraídamente mientras estaba con ella junto al lago. - Y dile que la voy a extrañar mucho.-
-Lo haré.- otro abrazo más. Un beso deseado pero que no llegó. Un amago de sonrisa de los dos y ella caminó hacia la puerta.
-Envíame una lechuza si me necesitas.-
-Está bien.-
-Te amo.- susurró él.
-Te amo.- imitó ella. Y se fue.

La frustración de James se palpaba en el aire. El enojo por no poder hallar a sus padres a tiempo había tomado el lugar de la angustia y la tristeza por el fallecimiento de Elizabeth. Lily se iba, se iba sin él. Y él se sentía un bueno para nada. Debía ir con ella, consolarla, estar a su lado. En lugar de eso, era ella quien le daba consuelo.
Subió las escaleras corriendo. Como una furia revolvió su desordenada habitación buscando el único objeto que podía devolverle un poco de calma. Bajó. Sin decir nada, salió por la puerta y se dirigió al campo de Quidditch. Los chicos lo dejaron ir. Sabían perfectamente lo que podía pasar si se interponían en su camino. Era mejor dejarlo descargarse solo.

Pasó menos de media hora cuando Sirius y Remus corrieron al campo a buscarlo. A pesar de sus gritos, James no contestaba. Remus encantó una roca que encontró junto a sus pies para que lo golpeara pero no demasiado. Hacerle daño no era lo mas sensato tomando en cuenta que echaba humo por las orejas de la rabia.

Cuando la roca lo golpeó se giró bruscamente buscando al idiota que había osado hacer eso. Dispuesto a soportar un castigo severo con tal de drenar su rabia a golpes bajó.

-¡¿ESTÁS LOCO?! ME GOLPEASTE.-
-James no exageres. No te dolió porque la roca estaba encantada.-
-Sí, es cierto. La encanté para que no te lastimara.-
-¡YA! Dejen de perder tiempo señoritas.- gritó Sirius. - James tus padres están aquí. Viene para llevarte con Lily.-
-Sí, la lechuza sí llegó a tiempo después de todo. Lástima que Lily ya
-
-No es tiempo de lamentarse. Debo apresurarme. Lily me necesita.-

Al llegar a la gárgola que daba acceso a la dirección, los padres de James, que esperaban a su hijo, lo abrazaron.

-Perdónanos hijo. Vinimos en cuanto llegó la lechuza.-
-Necesito ir con ella. Por favor. Déjenme ir. Ella me necesita.- ya no se cubría. Ahora solo lloraba. - No puedo dejar que pase por esto sola. Ella adoraba a Lizy y
Yo también
Por favor mamá
-
-Te llevaremos con ella hijo. En cuanto podamos ver al profesor Dumbledore.-

La gárgola comenzó a girar y los Potter subieron al despacho. En cuanto estuvieron junto a la puerta, el director les abrió como si los esperara.

-Adelante. Pasen.-
-Profesor, mis padres vienen a
-
-Ya sé a que vienen James. Y si ellos están de acuerdo por mí puedes irte.- James miró a sus padres y estos asintieron. - Ve por tus cosas James.-

Sus amigos, que esperaban al pie de la puerta, lo vieron pasar con la velocidad de una snitch rumbo a la Sala Común.

-¡JAMES! ¡JAMES! ¿A DÓNDE VAS?- Gritó Remus.
-POR MIS COSAS. ME LLEVARÁN CON ELLA.-
-AQUÍ ESTAN TUS COSAS.- James se volvió. - Pusimos algo de ropa y tu espejo. Así podemos comunicarnos por si necesitas algo.-
-Gracias.-
-Ve con ella. Y cuídala.- le dijo Mel.

Cuando James llegó arriba, escuchó la conversación entre su padre y el director, casi sin querer al principio, muy interesado después.

-Es cierto Charlus. Ha estado cerca. Por eso no quiero que ella vaya sola a casa.-
-Yo te entiendo Albus. Pero estás enviando a mi hijo.-
-No estará solo. Si te deja más tranquilo puedo cambiarte tus guardias para que puedas estar cerca.-
-Albus
tengo miedo. Comprendo que no quieras que esa niña este sola pero... mi hijo no
podría pasarle algo.-
-Dorea, no quiero que le pase nada a James. Sabes que para mí no es solo un alumno más. Por eso mismo lo envío con ella. Porque temo que se escape en la noche y no podamos tenerlo bajo control.-
-James no sería capaz de
-
-Si cariño. James es capaz de irse en mitad de la noche y mucho más. Sobre todo si es por esa chica.-

Sabiendo que sería un gran riesgo a correr, pero que era la mejor opción, Charlus habló:

-Cambia mi guardia. Estaré en Surrey mientras James y Lily estén ahí.-
-Como gustes.-
-No tanto, pero no es el primero en la zona.-

James no quiso escuchar más. Ya sabía suficiente. No sólo por lo que había oído, además el tiempo pasaba y Lily seguía sola. Golpeó la puerta para evitar que notaran que había escuchado parado detrás. Forzó una sonrisa al entrar.

-Bien, ya debes irte James.- dijo el director. - No olvides lo que te pedí.-
-Por supuesto que sí profesor. Descuide.-

Minutos más tarde, los Potter caminaban hacia los cerdos alados de la entrada. Se desmaterializarían allí e irían directo a la casa de Lily. Al llegar, se aparecieron cerca de la plaza donde James solía aparecerse. Era el lugar más seguro.
James anduvo casi corriendo la distancia que lo separaba de la pelirroja. Sus padres lo seguían por detrás con algo de esfuerzo. Al llegar a la puerta de la casa de Lily, Dorea lo detuvo.

-James, espera. Esta familia perdió a un integrante en las últimas horas. Compórtate de acuerdo a la situación. Sé que quieres estar con tu novia pero debes mantener el respeto con su padre.-
-Lo siento mamá. Tienes razón.-
-Déjame a mí.- el moreno asintió y dejó que su madre llamara a la puerta.

Un hombre alto abrió. El padre de Lily con el dolor en el rostro fue quien contestó.

-Buenas tardes señor Evans. Mi nombre es Dorea Potter. Soy la madre de
-
-¡James!- exclamó la señora Evans al verlo. - Gracias a Dios que estás aquí. Ya no sé que hacer con Lily. Pasa por favor, pasen.-
-¿Qué sucedió?- preguntó James.
-Desde que llegó se sentó en el jardín, en el banco donde mi suegra tejía en verano, y no se ha movido de ahí. No ha parado de llorar.- bajó su rostro. De repente sus zapatos fueron su única visión. - Sé que no debería pero
no puedo. Siempre las he cuidado, siempre fui su sostén. Pero ahora simplemente
no puedo.-
-Tranquila señora Evans. Es
es lógico. Yo
yo le pedí a mis padres que me trajeran hasta aquí porque
además de conocer a su suegra y
y adorarla, también quiero mucho a su hija y no quería dejarla sola.- el padre de Lily lo miró a los ojos; gesto que a James le subió los colores al rostro, pero no se acobardó. - Si usted me lo permite yo
¿Puedo?- no se atrevió a terminar la pregunta, pero era claro que pedía autorización para cuidar de ella.
-Si tú haces eso y Vernon...- susurró la madre de la pelirroja mientras observaba a su esposo que había perdido la mitad de la charla viendo por la ventana a Lily.
-Usted querida, podría encargarse de su esposo.-

James se acercó en silencio al hombre. Se detuvo a su lado y siguió su mirada. A pesar del dolor dejó escapar una sonrisa. No le había fallado después de todo. El señor Evans lo miraba de reojo. James buscó el contacto visual con el hombre y en silencio le pidió permiso para acercarse. Con un casi imperceptible movimiento de su cabeza el mayor asintió.
El moreno salió. Caminó lento hasta el banco donde Lily estaba sentada y se sentó a su lado. Asustada, la pelirroja dio un salto al verlo.

-¿Qué
? ¿Qué haces? ¿Lo hiciste?- el moreno intentaba aferrarla a su cuerpo y cuando lo logró, le contestó.
-Mi amor te prometí que no lo haría. Tranquila, mi madre y mi padre me trajeron hasta aquí.-

La pelirroja se dejó abrazar y soltó las lágrimas otra vez. Desde adentro, ambos padres veían a sus hijos.

-Perdón por venir de esta manera. Pero dice mi hijo que conoció a su madre y que la quería mucho.-
-No se preocupe.- el silencio, quebrado únicamente por el murmullo lejano de algunas personas que se habían acercado a ofrecer sus condolencias a la familia, era abrumador. - Gracias por
traerlo.-
-Era eso o que se escapara del colegio.- ambos padres esbozaron una débil sonrisa.
-Si usted y su esposa no tienen objeción alguna me gustaría que se quedara hasta que vuelvan al colegio. Solo serán dos días.-
-Por supuesto que no hay objeción. Pero no sé si sea conveniente. Creo que no es
-
-Lily está mejor cuando está con él.-

Una media hora más tarde los Potter se retiraron con la promesa de volver a tiempo para devolver a los chicos al colegio. La pareja seguía sentada en el jardín.
Luego del entierro, James intentaba decir palabras de apoyo pero no salían. Había sido duro para la familia y también para James. Sentados en la sala, en uno de los sillones, James tenía a Lily recostada en su pecho. En la otra punta, en la mesa del comedor, Petunia, la hermana de Lily, estaba siendo consolada por su novio Vernon.

-¿Sabes una cosa?- dijo James. - Durante años la visité en verano mientras estaba en casa. Y siempre, siempre me repitió lo mismo. mi Lily y tú serán una linda pareja-
-A mí me decía algo parecido.-
-¿Qué cosa?-
-Conozco a alguien que es perfecto para ti.- recitó Lily. - Es moreno, alto. Un poco engreído y arrogante. Pero es un buen chico. Deberías venir a casa cuando él viene a verme.-
-O sea que tú sabías que yo
-
-No. Nunca imagine que fueras tú.-

La señora Evans preparó una cena ligera. Nadie en la casa sentía hambre y mucho menos tenían ganas de sentarse a la mesa para intentar comer. Pero ella insistió en que debían comer algo. El padre de Lily sentado en la cabecera de la mesa, la madre justo en la otra punta y a cada uno de los lados, una de las parejas de jóvenes.
Desde el momento en que su madre puso su plato frente a ella, la pelirroja no hizo más que revolver con el tenedor su contenido. Después de observarla por un momento, James buscó autorización en los ojos del padre de la pelirroja y en cuanto la consiguió, lentamente le quitó el tenedor de las manos y con todo el amor que era capaz de dar por ella, la alimentó. Dos o tres bocados fueron suficientes para que ella llorara en sus brazos una vez más. Sin soltarla, y haciendo un esfuerzo enorme por no llorar frente a los demás, James siguió dándole de comer. Cuando consideró que ya era suficiente por esa noche, le preguntó al jefe de la familia.

-¿Podemos dar un paseo por el jardín señor? Creo que un poco de aire fresco le hará bien.-
-Por supuesto que sí.-

Luego del paseo, volvieron a la casa. Ya más tranquila, la pelirroja fue a la cocina donde su mamá comenzaba a lavar los platos sucios. James iba tras ella cuando el señor Evans lo llamó.

-James ¿Puedes venir un minuto?-
-Sí señor.- besó la mano de la pelirroja y le susurró - Estaré contigo en un minuto.- ella asintió y él fue a la sala con el hombre.
-Siéntate.- le dijo. - Esta mañana, cuando
cuando
- el hombre tenía un nudo en la garganta, y James decidió aliviarlo.
-¿Qué pasó esta mañana señor Evans?-
-Yo no sé cuánto o cuándo se conocieron.- por un momento, James pensó que el hombre estaba molesto con él. Pero luego lo vio revolver su bolsillo y sacar un sobre. -Encontré una carta para ti en su mesa de noche.- le dio el sobre. - Y esto
creo que también es
tuyo.-

James notó la resistencia del señor Evans al entregarle el objeto. Supuso que para él tendría un gran valor y no pudo aceptarlo.

-Señor, sea lo que sea es suyo. No puedo aceptarlo.-
-Ella lo dejó para ti.-
-Pero se nota que lo que hay en esa caja tiene un valor sentimental para usted que seguro no tiene para mí. No me sentiría cómodo si
-
-Mi madre nunca hacía nada porque sí. Siempre tenía una razón. Supongo que al dejarte algo tan importante sabía porque lo hacía. Solo te pido que lo cuides. Y si algún día quieres deshacerte de él solo
avísame.-

Sin esperar respuesta, el hombre se levantó y se fue a su cuarto. James sostenía en sus manos el regalo que Elizabeth había dejado para él. No sentía que debiera abrirlo, pero Lizy lo había dejado con una carta, tal vez allí explicaba la razón para dejarle algo tan valioso justamente a él, que no era parte de la familia.
Abrió el sobre prolijamente cerrado y con lágrimas en los ojos leyó. Solo, en el sillón de la sala de los Evans, James supo que había sido para Elizabeth un nieto de la misma forma que ella fue su abuela del corazón. Abrió la caja y lo que encontró adentro lo dejó sin habla. Él la había visto antes, estaba seguro de haberlo hecho, lo que no recordaba era dónde.
Con un movimiento rápido, la guardó junto con la carta. Subió al cuarto de Lily donde estaban sus cosas y la guardó entre la ropa. Haría tal y como Elizabeth le había pedido. Sería un perfecto regalo para Lily.

Cuando volvió a la cocina, la pelirroja ya terminaba con su labor.

-Perdóname. No llegué para ayudarte.-
-No te preocupes.- le dijo sonriendo triste. - Ya está listo.-

Lily apoyó las caderas en la mesa y James se acercó. La tomó de la cintura y ella a él y juntaron sus frentes.

-¿Cómo estás?- preguntó él.
-No lo sé.- contestó ella. -¿Y tú?-
-Aspirando tu perfume estoy en el cielo.- Ella sonrió otra vez.
-Perdóname si no soy la mejor compañía.- le dijo.
-Lily, mi amor, no te preocupes por nada. Y sobre todo no vuelvas a decir algo así. Te quiero.-

Desde la puerta, los padres de Lily los veían atentos. James miraba con tanto amor a Lily y ella le correspondía. Él era todo dulzura mientras acariciaba su rostro con los pulgares. Y a pesar de que era muy celoso con sus niñas, ni siquiera el señor Evans fue capaz de separarlos cuando los labios del moreno buscaron los de la pelirroja.
Un leve roce fue lo que selló la comunión entre ambos. No hacía falta más que eso para saber que estaban juntos. Ni siquiera un beso. Solo un roce de labios.
-Estas muy cansada mi vida. Deberías ir a descansar.-
-No quiero quedarme sola.-
-Dudo que tu padre me deje dormir en tu cuarto. Pero estaré aquí cuando despiertes.-
-¿Lo prometes?-
-Con la mano en mi corazón, te prometo que
-
-¿Que sucede?- le preguntó asustada por su expresión.
-Me falta algo. Aquí.- tomó la mano de la pelirroja y la apoyó sobre su corazón. -¿Lo sientes? Me falta un trozo.-
-¿Qué
?-
-¿Te has dado cuenta que tienes un trocito de corazón demás?- Lily lo miró confundida. -Era mío. Te lo regalo.- Secándose las lágrimas con el revés de la manga le contestó:
-¿Entonces es eso lo que siento que me aprieta en el pecho?-
-Sí. Y mientras lo lleves contigo nunca estarás sola. Siempre estaré junto a ti.-

Un beso hubiese sido perfecto para sellar aquella escena, pero el padre de Lily ya no pudo contenerse y se hizo notar.

-Es hora de dormir chicos. Puedes dormir en el cuarto que está junto al nuestro James.-
-Gracias señor pero, si usted quisiera podría ir a dormir a casa.-
-Prometiste que no te irías.- dijo triste la pelirroja.
-No puedes irte solo a esta hora. Además hay un cuarto que puedes ocupar.-
-Sí, yo lo prepararé.- se apresuró la pelirroja.
-Está bien. Te ayudo.-

La noche pasó y la mañana llegó detrás de ella. La noticia durante el desayuno le dejó a Lily un mal sabor de boca. Luego del almuerzo debían ir a casa de Elizabeth a buscar las cosas que su abuela les había dejado especialmente a cada una de ellas.

La hora llegó y Lily, de la mano de James, se enfrentó a la casa de su abuela. Entraros los seis y el impacto fue enorme. El mismo perfume que ella usaba inundaba la casa. Dos cartas descansaban en una mesa junto a una tercera. Las dos primeras iban dirigidas a sus nietas. La tercera a su hijo.
El padre de Lily tomó la suya y la abrió. En voz alta leyó:

Hijo:

Se que esto será doloroso para ti. Tanto como debe haber sido la carta que dejé solo para tus ojos que, si seguiste mis instrucciones, leíste ayer por la tarde. Espero que lo hayas hecho y hayas entregado las otras tres cartas, la de tu esposa, Vernon y James, y aquella caja que dejé junto a los sobres.
Todo lo que tenia que decirte te lo dije a ti ayer. Así que esta vez solo quiero decirle a mi dos queridas nietas que las amé muchísimo y que estoy orgullosa de las dos. Sé que Vernon te cuidará mucho Petunia y que James daría su vida por ti Lily.
También sé que, de mis pocas posesiones, las dos tenían predilección por algunas en especial. Por eso, ahora que ya no estoy, mi biblioteca es tuya Lily y todo lo que hay en mi cocina te pertenece a ti Petunia, menos el juego de vajilla azul. Ése es de Lily. Sé que tiene un significado especial para ustedes dos.
Los amo. Y lamento mucho haberlos dejado. Me hubiese gustado poder contarte tantas cosas de mi vida Lily, y a ti Petunia enseñarte todas mis recetas. Pero no nos alcanzó el tiempo. Solo deseo que sean felices. Y que nunca olviden que fueron un soplo de vida en mi corazón.


En silencio, el padre de Lily les entregó las otras dos cartas a las chicas. La de Lily solo tenía un par de oraciones escritas: Ya es hora. Dile que sí de una vez.
Lily sonrió y la guardó en su bolsillo. Se puso de pie y caminó hasta la cocina. Sobre la mesa estaba aquel juego de platos que alguna vez se le resbaló de las manos cuando oyó a James decir que la amaba. El moreno la miraba desde lejos y recordaba cada segundo de aquel día.
Petunia no soportó que aquel juego fuera a manos de su hermana. Los celos fueron más que ella y pasó junto a Lily empujándola. La mitad de los platos cayeron al suelo. Se hicieron trizas. Lily no podía alejar la mirada del suelo donde su más preciado tesoro estaba desparramado.
James acudió a su lado con su varita en la mano. Enfurecido por la actitud de Petunia y sabiendo que no era momento para ponerla en su lugar, abrazó a Lily y le susurró al oído:

-Esto ya nos pasó una vez y lo solucionamos. ¿Lo recuerdas?- Lily asintió. - Yo lo recuerdo cada día.-

Con un movimiento de su varita y una mueca burlona en su rostro para Petunia, que los dejaba solos en ese momento entre horrorizada y molesta por aquel Anormal engreído, los reparó. Lily se abrazó a James y le susurró al oído:

-Yo no sé por qué hace eso.-
-Porque no soporta ver que tu novio te ama más de lo que su novio la ama a ella.- Lily se abrazó más fuerte a James. - Vamos pelirroja. Déjame llevarte a tu casa.-

James encogió la vajilla hasta que fue posible meterla en su bolsillo. La guardó con mucho cuidado y abrazando a Lily, salieron juntos de allí.

Eran casi las ocho de la noche. Lily por insistencia de James se ofreció a cocinar. Petunia se fue a casa de Vernon. Le daba miedo cenar lo que esa pareja de raros pudiera poner en la mesa. Lily seguía sin ganas de comer, pero luego de que James le preguntara si debía darle de comer otra vez, dejó de jugar y cenó algo.

Luego de la cena, los padres de Lily salieron al jardín. Se sentaron a la luz de la luna y se quedaron juntos ahí. Lily los veía por la ventana de la cocina mientras ella y el moreno lavaban los platos sucios. Cuando terminaron el moreno preguntó:

-¿Quieres salir un rato al jardín?-
-No. Es mejor dejarlos solos. Estoy segura que mi padre odiaría que lo viéramos llorar.-

Fueron juntos a la sala. Lily se sentó en el sillón grande y James se arrodilló a sus pies.

-¿Qué haces?- le preguntó la pelirroja.
-Me postro a sus pies mi princesa.-
-No James, por favor. No tengo ganas.-
-Solo quiero que te recuestes. No has dormido nada aunque intentes hacerme creer lo contrario.-

Lily se recostó. El moreno descansó su cabeza sobre uno de sus brazos. Mientras la acariciaba, recordó las veces que deseó tenerla de esa manera sólo para él. Al fin estaban juntos.

-Eres hermosa. ¿Lo sabías?-
-Creo haber oído que me lo decías un par de veces.- el moreno sonrió.
-¿Puedo preguntarte algo? No tienes que contestarme si no quieres.-
-¿Qué quieres saber?-
-¿Por qué sonreíste cuando leíste la carta de Elizabeth? ¿Qué decía?-
-Que ya no te haga esperar más.- el moreno rió y ella sonrió con él.
-¿Y qué vas a hacer? ¿Le harás caso?-
-¿Tú qué crees?-
-Yo creo que sí.-
-Crees bien.- el moreno sonreía contento. - James, este es el momento en que tú me besas y yo, por primera vez, ni te grito ni te envío a la enfermería.-
-Aún no te explico lo que debí decirte ayer. Por favor. Quiero hacer las cosas bien.-

La pelirroja cerró los ojos. James acarició su cabello hasta que se quedó dormida. No tardó mucho más que ella en dormirse. Eran más de las cuatro de la madrugada cuando los señores Evans volvieron a la casa. La imagen de la pareja durmiendo en la sala les provoco diferentes sentimientos a ambos. Ternura a la señora Evans, celos a su esposo. El hombre los despertó y los llevó a cada uno hasta la puerta de su cuarto.
Lily fue la primera, y como estaba más dormida que despierta casi ni notó el enojo de su padre. James, ya sea por el susto o por los sutiles empujones de su suegro, estaba mucho más que despierto.

-No sé que hay entre tú y mi hija. La última vez que te vi me dijeron que eran solo amigos y que la que creía que eran novios era tu madre. Ahora no te despegas de mi hija y hasta te vi besarla en mi propia casa.-
-Señor yo
-
-Tú nada. Hablo yo. Tú te callas.- el moreno se encogió en su lugar. - Dime ahora mismo que pasa entre mi hija y tú y más te vale que me digas la verdad porque si no lo vas a lamentar.-
-La quiero señor.- contestó asustado. - No había nada entre nosotros en ese momento y
no sé que somos ahora. Pero amo a su hija. Y si
y si a usted no
si no le molesta yo
yo quisiera
quisiera que me permitiera
visitarla como su novio, señor.- el hombre lo miró a los ojos. Estaba furioso.
-Vete a la cama. Desaparece de mi vista ahora mismo o
Solo
sal de mi vista. ¡Dios bendito! Vete a dormir antes de que te
-

No fue necesario que se lo repitiera más veces. Salió casi corriendo rumbo a la habitación que le habían asignado la noche anterior. Ya sólo quedaba el desayuno. Antes del mediodía, Dorea y Charlus los recogerían para volver a Hogwarts.

Capítulo 18

Confesiones de última hora.




Volver a Hogwarts fue un alivio para James. Su padre se había demorado en recogerlos y el papá de Lily llevaba aproximadamente una hora mirándolo como si fuera a matarlo en poco tiempo, de la manera más cruel posible. En cuanto los Potter pisaron Surrey y se los llevaron de allí James volvió a respirar tranquilo.

Lily aún no era capaz de concentrarse lo suficiente como para desaparecerse, su estado de ánimo no se lo permitía, por eso el padre de James los llevó al Caldero Chorreante desde donde viajaron por medio de la red flú hacia la oficina de la directora de Gryffindor.



A pesar de que los chicos habían hecho hasta lo imposible, algunas veces de formas no muy pacíficas, no habían logrado evitar las habladurías. Una escapada nocturna de cierto grupo, la repentina buena relación entre cierto moreno y cierta pelirroja, el día completo juntos llorando frente al lago y una ausencia de dos días no hacían más que generar murmullos y comentarios malintencionados. Ni Sirius ni Remus iban a permitir semejante cosa y las chicas jamás dejaban a sus novios actuar solos.

Hubo varios accidentes casuales en dos días. Algunos alumnos habían caído al lago y compartieron una refrescante sesión de nado junto al calamar gigante. Fue una suerte para Remus ver semejante espectáculo, no hubiera sido lo mismo si se lo contaban. Varios calderos estallaron en la clase de pociones de séptimo y un par en la clase de quinto. Mel apagó el fuego del caldero de aquella joven asustada. Fue una suerte que la profesora McGonagall le pidiera que llevara esa nota al profesor Slughorm.

Los elfos habían estado al borde del colapso nervioso al ver sus exquisitos platos flotando y cayendo libremente en la cabeza de los estudiantes. Por suerte, Val tenía muy buenos reflejos y nadie más que el dueño del plato salía manchado, aunque algunos de los amigos de los afectados si salieron manchados de salsa.

Lo más asombroso era la cantidad de tabiques nasales rotos en la enfermería que, obviamente, nada tenían que ver con la afición de cierto joven mago que había descubierto durante el verano el deporte muggle donde sus dos participantes se descocían el rostro a golpes. Claro que Kingsley Shacklebolt no hubiese sido una de sus victimas si Sirius no hubiese escuchado que el moreno comentaba que las tres chicas eran iguales, que pronto se podían esperar comentarios de ese mismo calibre con respecto a las otras dos.

Si McGonagall no le hubiese creído a ese niño de tercero lo de la riña en pleno patio, no estarían uno en cada punta del castillo cumpliendo su castigo. Claro que McGonagall era severa en cuanto a cumplir reglas se refiere, pero su afición por el Quidditch fue lo que pesó más al momento del castigo.

Con James fuera del juego y dos cazadores en la enfermería, que Gryffindor perdiera era prácticamente un hecho. Por eso, la profesora McGonagall había dejado el castigo, por el bien de su propia casa, para después del partido.

Sirius y Remus tomaron con entusiasmo el cambio en el equipo. Sirius cambiaría su lugar de golpeador con Remus y el ocuparía el lugar de James como buscador. Las que no estaban muy conformes con la proposición de ocupar el lugar de los enfermos eran las chicas y se hubieran negado a participar, pero el equipo completo las había prácticamente amenazado diciendo que si perdían la final por falta de cazadores deberían mudarse a la Torre de Astronomía y cerrar la puerta muy bien por dentro porque no sería seguro dormir tan alto con toda la casa enfadada con ellas.

Las horas previas al partido habían sido duras, pero bajo la responsable dirección de Sirius, que perdería algo mas que sus tímpanos si James volvía y habían perdido por su mala actuación como capitán, las chicas habían logrado coordinar muy bien con el resto del equipo. Algo asombroso para cualquiera que se enterara que las chicas eran el reemplazo que James no llegó a encontrar a tiempo entre la intoxicación de los titulares, el golpe y los últimos acontecimientos.

Remus tenía su fuerza a favor. Sirius, con toda la responsabilidad sobre sus hombros, dirigió muy bien al equipo y atrapó la snitch en un tiempo relativamente corto si se tiene en cuenta que su tarea consistía normalmente en desviar bludggers y no perseguir a la pequeñísima bola dorada. Había esperado que por su bien, su altura y peso no dificultaran su labor. Si no, estaba seguro que James lo mantendría a dieta por el resto de su vida.



Pero los buenos momentos y el festejo terminó en cuanto la jefa de la casa recordó que estaban castigados. Remus, a la lechucería a limpiar el piso y alimentar a los animales; Mel a las cocinas, donde los elfos aún recordaban su castigo anterior y la miraban desconfiados de dejarla allí y esta vez sola. Sirius, pasó su día completo en la biblioteca catalogando la sección muggle bajo la mirada atenta de Madame Pince que más de una vez había regañado al moreno por entretenerse en la lectura de ciertas novelas románticas de las que, según él mismo, podía sacar muy buenas ideas para sorprender a Val. La pobre Val era la que peor lo estaba pasando. Recorrer el Bosque Prohibido con Hagrid en busca de especies nuevas no era algo que quisiera mantener en su memoria por más tiempo del que le tomaría llegar al castillo y pedirle a Sirius que le borrara esos recuerdos.



Volvía cada uno de sus castigos cuando, los cuatro al mismo tiempo, vieron una pareja entrar a la Sala Común. No hizo falta nada más para que los chicos corrieran hasta ellos. No querían que los murmullos los fastidiaran. Al entrar a la Sala común, cual tropilla de caballos al trote, casi derriban a James que venía saliendo.



-¡EY! ¿A dónde van? ¿Por qué corren? Voy a las cocinas a buscarle a Lily algo de comer y casi me mandan a la enfermería.- preguntó James

-Saca a Lily de aquí, ahora.- Dijo Val.

-¿Por qué?- preguntó el moreno desconcertado.

-Tú solo llévatela de aquí.- apoyó Remus.

-¿Qué pasa?- preguntó Lily que se había acercado a James sin hacer ruido.

-Nada Lily. Los chicos que están un poco ansiosos por verte otra vez.- mintió el joven mientras la pelirroja ocultaba muy bien su desconfianza.

-¿Podemos salir un poco? Creo que necesito algo de aire fresco.-

-Sí, salgamos. Es un día precioso para pasarlo junto al lago.- Se apresuró Mel viendo un posible escape para salir del castillo.

-No, no quiero ir al lago. Me gustaría pasear por los jardines. ¿Vamos?- sugirió Lily para desgracia de sus amigos que querían alejarla de los demás alumnos del colegio.

-Sí Lily, ve adelante con las chicas. Nosotros iremos detrás mientras los chicos me cuentan como terminó el partido de ayer.-



Las chicas se adelantaron unos pasos y Sirius, arrebatado como siempre, habló:



-¡Ganamos Cornamenta! Deberías haber visto como atrapé la snitch
-

-La atrapaste porque casi te la tragas Sirius, no exageres. Además, la estrella del partido fue Val.- dijo el joven castaño recordando una espectacular anotación de la novia de su amigo.

-¿Por qué no dejan de desvariar y me explican la razón para casi atropellarme en la Sala Común?-



Sus dos amigos se pusieron serios de golpe.



-James
verás
-



El moreno se asustó. Si Sirius dudaba al hablar era grave.



-¿Qué sucede?-

-Es que
- Sirius enredó sus dedos en su largo cabello en señal de nervios.

-Lo que Sirius intenta decirte James es que
desde que se fueron, el colegio ha sido
se han dicho
algunas cosas y
bueno, justo cuando llegaron nosotros cuatro volvíamos de nuestros castigos.-

-Es cierto, por eso deberíamos llevar a la pelirroja donde no escuche ciertas tonterías. No creo que sea prudente que en su estado escuche algo
así.-

-¿Algo como qué?- preguntó James impaciente.



Los chicos no lo habían notado, pero Lily había vuelto por ellos. Val y Mel la veían volver, nerviosas. La pelirroja no quería alejarse de James y mucho menos al ver que, sea lo que sea que sus amigos le decían, lo estaban poniendo nervioso. Ella se imaginaba la razón.



-¿Qué sucede?- preguntó la pelirroja. Remus y Sirius se mostraron incómodos.

-Nada preciosa, ya las alcanzamos.- dijo James mostrando una sonrisa que ni él se creía.



La pelirroja, conciente de que jamás confesarían la verdad, decidió alivianar las cosas. Lo que no sabía era que las estaba poniendo más pesadas en otro aspecto.



-Está bien, si no quieren contarnos lo entendemos. Pero por favor apresúrense. Ya estoy cansada de que me miren como si fuera un fenómeno. Ya sé que estar embarazada a esta edad no es algo como para saltar de emoción. Pero tampoco es que sea cierto. Ni siquiera sé porque pierden el tiempo inventando semejantes cosas.-



Los cinco jóvenes que la acompañaban la miraban asombrados. James, sumaba al asombro el susto.



-¿Qué dijiste?- le preguntó el moreno casi en un suspiro.

-¿Qué? ¿No lo oíste? Desde que llegamos todo el que nos ve murmura a nuestras espaldas. Sólo basta prestar un poco de atención para saber que, como siempre, hablan de lo que no saben.- contestó la pelirroja.

-¿Y no te molestas por eso cielo?- le preguntó Mel mientras Val acariciaba el cabello de Lily en señal de apoyo y cariño.

-¿Quieres saber la verdad? No me interesa lo que digan. Si creen eso y pierden su tiempo hablando de una verdad falsa lo lamento por ellos.-

-¿Cómo te diste cuenta?- preguntó James.

-Si prestas atención, en este colegio, todo, hasta el secreto más oculto, llega a tus oídos.-








Hasta el secreto más oculto llega a tus oídos En los tres días que habían pasado desde que Lily lo sorprendiera con esa frase James no había logrado dormir una hora seguida de otra. La sola idea de que la pelirroja conociera su secreto le provocaba pavor.



-James si no dejas de dar vueltas en esa maldita cama me vas a conocer.- dijo Remus con voz calma y los ojos cerrados desde su cama.

-Cierto Cornamenta. He tenido un día pesado, deja de dar vueltas y duérmete ya.- protestó Peter.

-Sí, por favor Potter. Una noche lejos de Evans no te va a matar.- se oyó desde la cama del fondo.

-Te recuerdo Longbottom que estuvimos castigados por hacer entrar en razón a los que dijeron que Lily
- pero Sirius no terminó la idea.

-Lo que Frank quiso decir es que ha estado estos días con ella en todo momento y que tal vez la extrañe. Pero que podría hacer el esfuerzo de pasar la noche solo y en la mañana será más emotivo el encuentro.-



Cuatro pares de ojos se abrieron asombrados en la oscuridad. De no ser por la altura, los grillos se oirían en el jardín junto a la ventana de la habitación de los chicos de séptimo de Gryffindor.



-¡Wow!- comentó Remus asombrado mientras la estruendosa risa de Sirius resonaba de fondo. - Peter, eso es lo mas profundo e inteligente que te he oído decir en años.-



James se unió a la risa de Sirius. Remus seguía serio, aunque ahora estaba sentado en su cama, con las piernas cruzadas, tapado hasta la cintura y su torso desnudo.

Cuando las risas de los otros cuatro se calmaron (porque Remus y Frank se unieron a los dos primeros a los pocos segundos), Peter dijo:



-¿Terminaron?- algunas carcajadas se oyeron de fondo. - Discúlpame el momento inteligente Cornamenta, pero creo que deberías dormir sin preocuparte. Si Evans se hubiese enterado de la burrada que hicieron en King’s Cross te hubiera matado lentamente y dudo que Remus y Sirius se hubieran salvado.-

-Oye James, Peter tiene razón. Ya deja de pensar y duerme. Si Lily lo supiera ya estarías muerto.- comentó Remus.

-Sí James, es cierto. Peter tiene razón. Si la pelirroja ya estuviera enterada Hagrid estaría usando tus restos para alimentar a alguno de sus animalitos.- un silencio bastante molesto ocupó el cuarto luego del comentario de Frank. El curioso Longbottom se había enterado de la apuesta hacía ya mucho tiempo.

-Sí, Peter tiene razón. Lástima que tus cinco minutos duraron poco Peter. ¿Qué diablos es Cornamenta?- Preguntó Sirius al animago más pequeño haciéndole notar que, aunque se rumoreaban sus apodos, no solían usarlos delante de otras personas.

-Ella lo sabe.- desde sus camas, cuatro adolescentes que durante el día habían escuchado la misma historia más de diez veces, rodaron los ojos. - Y si no lo sabe aún, lo sabrá. Y ese día, James Charlus Potter, estará muerto.-

-James, ¿Podrías dejar de exagerar hermano? Ya quiero dormir y tus tonterías no me dejan.- replicó Sirius.

-No son tonterías, si se entera, no tendré otra oportunidad. La voy a perder.-

-James, relájate. No vas a perderla por una tontería.- le contestó Sirius en uno de eso contados episodios de seriedad que poseía.



El silencio ocupó el cuarto de los jóvenes. Cuatro de ellos lograron dormir en pocos minutos. Uno, siguió pensando hasta el amanecer en una solución para su problema.








El día de San Valentín se acercaba y Lily se sentía cada vez más triste. Aún no se recuperaba de la pérdida de Elizabeth, pero su tristeza no iba por esos lados. Esta vez el culpable era James.

Ya había pasado más de un mes desde que ella decidiera darse una oportunidad con él. Más de un mes desde que habían comenzado a llevarse mejor y más de una semana desde que él huía de ella. Desde el momento en que llegaron él casi había estado escapando y eso a la pelirroja la desconcertaba.



-¡Ya déjalo Lily! No entiendo porqué te pones así. Te ha invitado a salir cada catorce de febrero de los últimos seis años.- dijo Mel.

-Sí y cada año lo mandas a la enfermería.- agregó Val.

-Es cierto. Y aún así al siguiente año volvió a intentarlo.-

-¿Y por qué hoy es doce de febrero y no he recibido noticias suyas?-

-A lo mejor esta preparando algo especial.- dijo Mel como si nada fuera.

-Sí, este año no es como los anteriores. Este año sabe que sí aceptaras.- apoyó Val.

-No lo sé. Me ha evitado por días. Algo le pasa, estoy segura.-

-Dale tiempo Lily. No seas testaruda. Está planeando algo espectacular.- le dijo Val mientras pasaba un brazo por el hombro de su pelirroja amiga.

-Sí, seguramente algo romántico.- dijo Mel mientras se sentaba en el borde de la cama de Lily abrazándola por el otro lado.

-¿Y sus novios? ¿Les han dicho ya lo que harán en San Valentín?- Preguntó Evelyn, la quinta ocupante de la habitación de séptimo.

-Ahora que lo mencionas
Remus no ha hablado del tema.- dijo Mel algo angustiada.

-¡Oh Mel! ¡Vamos! Sirius tampoco lo ha hecho. Pero eso no quiere decir que lo hayan ol-vi-da-do.- contestó Val remarcando la última palabra mientras miraba algo mal a Evelyn. No sabía porqué, pero se le había metido en la cabeza que a esa chica la traía loca Sirius y eso la ponía de mal humor.

-Lo que quiero decir es que los conocen poco si creen que han olvidado San Valentín.- dijo Evelyn defendiéndose de esa mirada con algo de autosuficiencia. - Lupin te adora Swan. No se ha mostrado con nadie más en el colegio y a nadie ha llamado su novia en público, sólo a ti. Black le ha festejado su San Valentín a cada chica con la que pasó el mes de febrero.- siguió, sabiendo que eso era un golpe bajo. - No veo porqué no lo haga contigo. Y Potter
Potter ha estado detrás de ti en cada San Valentín. Sólo después de insistirte por horas y que no le hagas caso dejaba de molestar y me consta que si no fuiste tú, no fue nadie. Dime Evans ¿Sabías que Potter no ha pasado esta fecha con nadie antes? Te pedía que salieras con él y como no le hacías caso se quedaba aquí en el colegio, solo.-

-¿Y tú como lo sabes? ¿Cómo sabes que no salía después que tú?- preguntó Lily.

-Porque ella jamás ha salido del castillo un catorce de febrero.- contestó Val con sorna.

-Es cierto.- contestó Evelyn dispuesta a zanjar el tema de una vez. - Siempre esperé ser la chica de febrero de tu novio.-

-Lamento decirte que este año volverás a fracasar.-

-Lo sé. Sé que he perdido mi última oportunidad cuando se fijó en ti. Sólo espero que lo trates como se merece.-

-¿Perdón
? ¿Qué es lo que quieres decirme?-



Lily, viendo la batalla campal que se armaría entre esas dos, se interpuso.



-¡Chicas, chicas! ¡Por favor! Estoy a punto de quedarme sin mi día de los enamorados ¿Y ustedes discuten por Black?-

-Lo siento Lily, tienes razón.- aceptó Val.

-Perdón.- dijo Evelyn apenada. - Lo que sucede es que estás anticipándote a lo que James pueda estar haciendo.-

-¿James?- dijo Lily mientras las garras de la leona salían a relucir.

-¿No estabas hablando de él?-

-¿Y desde cuando lo llamas James?- preguntó la furia roja.

-Desde que él y yo pasamos San Valentín comiendo chocolate en la Sala Común hasta reventar. Es el único momento del año en el que nos hablamos. Él me cuenta sus fracasos contigo y me escucha hablar de
En fin, me escucha hablar.- Evelyn supo, por las miradas de las chicas que era mejor cambiar de tema. - Es su último año aquí. Seguramente estén planeando algo que no sólo lo recuerden ustedes sino también todo el colegio.-

-Evelyn tiene razón. Ya dejemos de pensar en eso. Mejor bajemos a desayunar que muero de hambre.- dijo Mel.





Cuando las chicas llegaron a la Sala Común, los cuatro merodeadores discutían en voz baja, apenas audible para ellos.



-¡Les digo que no!- susurró James. - Si lo dejo pasar y se entera no me lo perdonara jamás. No voy a hacerlo.-

-No seas testarudo Cornamenta. Lo está esperando.- protestó Sirius.

-Es cierto James. El energúmeno tiene razón.-

-Oye Remus, me estás cansando.- se enojó Sirius, pero Remus ni se inmutó.

-Remus tiene razón James.- apoyó Peter.

-No, no y no. No voy a invitarla a salir este año y punto.-



Las chicas bajaban la escalera sonriendo y como si una de las mascotas de Hagrid lo persiguiera, James al ver a Lily, salió corriendo hacia el Gran Comedor. La decepción de la pelirroja volvió a su rostro y Remus, cansado de tantas vueltas, decidió que debía hacer algo.



-Hola cariño.- dijo Mel mientras se acercaba a su novio.

-Hola cielo.- dijo el licántropo sin prestarle demasiada atención.

-¿Qué sucede?-

-Nada. ¿Vamos a desayunar?- preguntó el joven tratando de desviar el tema.



Mientras bajaban, Remus observaba a la pelirroja. Esa amistad que habían cultivado en el verano y su instinto protector le indicaban que debía hacer algo. Ella estaba confundida y triste con la actitud de James y él lo sabía.

Luego del desayuno y de que James huyera una vez más, Remus tomó la decisión. En cuanto encontrara sola a Lily intentaría remediar las cosas.








La noche anterior a San Valentín, una reunión de prefectos de última hora para organizar los detalles de la salida a Hogsmeade, hizo que Remus y Lily se demoraran en volver a la Sala Común. A diferencia del día anterior, Lily lejos de estar triste, estaba enfurecida. No dijo nada durante todo el trayecto de vuelta y apenas si pronunció la contraseña para poder entrar. Con un simple Buenas noches se despidió de Remus y se sentó en el sillón frente a la chimenea.

Remus, que se había decidido y arrepentido mil veces desde el día anterior, se acercó a ella y se sentó a su lado. En silencio estuvieron cerca de media hora. Remus sabía que tarde o temprano ella le contaría lo que sucedía y él podría actuar sin fallarle a ninguno de los dos.

Ese tema era el que hacía que se decidiera y arrepintiera tanto. Contarle a Lily de la apuesta sería fallarle a James y dejar que Lily sufriese un día más por la tonta idea de James era fallarle a ella en la promesa de que nadie la lastimaría si él podía evitarlo.

Claro que él, según lo que decían los demás, era el cerebro del grupo, por lo tanto había pasado todo el día buscando la forma de cubrirse con ambos y la encontró. Nadie era lo suficientemente valiente como para contradecir una orden de Lilian Evans cuando estaba furiosa. Y eso haría, la llevaría a niveles de furia que lo obligaran a hablar.



-¡Es un
!-

-No lo es.-

-¿Qué no lo es? Remus no lo defiendas.-

-No lo estoy defendiendo.-

-Sí lo haces.-

-No, no lo hago. Conozco sus razones, es todo.-

-¿Y qué razones puede tener para no hacerlo esta vez?-



Estuvo a punto de decir que era una tontería, que no podía hablar, que mejor no se metiera donde no la llamaban. Cualquiera de esas cosas la haría enojar lo suficiente como para que lo amenazara varita en mano. Y entonces, Lily lo miró a los ojos y el joven amigo vio una lágrima bajar por la mejilla de la pelirroja. Remus John Lupin supo que ni era tan cruel, ni era tan cobarde como para no soportar el enojo de James o hacer llorar más a Lily.



-Prométeme que me dejarás terminar antes de enviarlo a la enfermería.-

-Lo enviaré de todos modos si lo merece.-

-Lo merece, pero tiene una buena causa esta vez.-

-Sólo si se justifica que me tenga así, llorando por él, puede ser que considere la opción de no matarlo.-

-Bueno, al menos logré mantenerlo con vida. Algo es algo.-

-Habla.-



Remus pasó casi dos horas explicándole a Lily la actitud de James y sus razones. Y lejos de enfurecerse por la tontería del moreno, Lily sonrió. Esa sonrisa hizo que Remus temblara de miedo. Hubiese preferido los gritos y que abusara de su condición de prefecta para subir a matar a cierto buscador de los leones a que sonriera de esa forma.

La joven se despidió de él con un abrazo y le aseguró que estaba mucho mejor después de esa revelación. El joven castaño suspiró. Ya había hecho su parte. Ahora sólo quedaba que James entrara en razón.








La Sala Común de Gryffindor era un jardín acuático de rosas esa mañana. Frank Longbottom le había propuesto matrimonio a Alice (por eso el mar de lágrimas de emoción) llenando de rosas amarillas la Sala Común. Las demás chicas suspiraban en los rincones mientras cuatro Merodeadores se revolvían nerviosos en sus asientos.



-Todos los días tardan, hoy que estoy apurado tenían que tardar el doble.- protestó Sirius.

-Ya deja de revolverte o te arrugaras.- sonrió James.

-No voy a arrugar mi precioso pantalón azul y mi bella camisa blanca por revolverme en la silla.-

-Yo no sé que tanto tienen que hacer arriba. Yo solo tardé quince minutos en bañarme y vestirme.- dijo Peter que esperaba a una niña de sexto.

-Eso explica porque tienes puesta una camisa verde.- sonrió Remus. - La verdad es que Sirius tiene razón. No sé que tanto hacen.-

-No protesten, seguro valdrá la pena.- dijo James, vestido con ropa de ejercicio.

-¿De verdad no piensas ir a cambiarte?- preguntó Peter.

-No Peter, ya te lo he dicho unas cien veces desde que te despertaste. No voy a salir hoy.- dijo fastidiado. - Además no sé que les sorprende tanto. No he salido nunca en San Valentín. No veo porque tanto escándalo porque este año hago lo mismo.-

-Porque esta vez tienes la seguridad que te dirá que sí.- se enojó Sirius.

-De la misma manera que me puede decir que sí mañana cuando le pida que sea mi novia. No lo haré hoy Sirius, ya déjalo quieres.-

-Es que no lo entiendo. De verdad que no entiendo.-

-Pues ya te lo he explicado mil veces y no pienso volver a hacerlo. Además, ahí baja tu novia.- le contestó James a Sirius.



Val bajaba las escaleras con un vestido rosa pálido que llegaba hasta las rodillas. Lily, que se había encargado de peinarlas a las dos, le había hecho unos bucles en el pelo que caían en cascada por los hombros. Con un maquillaje apenas marcado, a Sirius le pareció ver un ángel bajando las escaleras.



-Estás hermosa.-

-Y tú estas muy guapo también.-

-¿Nos vamos?-

-Creí que esperaríamos a Remus y a Mel.-

-No mi vida. Este día lo pasaremos tú y yo solos, como debe ser.-



Sirius y Val partieron sin despedirse. De todas formas no hubieran causado ninguna impresión a sus amigos. Mel había bajado detrás de Val y a Remus se le habían nublado los sentidos, ya que la rubia llevaba puesta una pollera blanca con una camiseta color lila y su cabello recogido. Detrás de la rubia venía una pelirroja con un pantalón de ejercicio y una camiseta lo suficientemente grande como para acampar adentro. James se asombró de lo bonita que podía ser aún sin arreglarse. Estaba seguro de que esa mujer era la elegida para despertar a su lado todas las mañanas del resto de su vida. Peter, ya salía con una muchacha castaña, de cabellos enrulados y muy bonita.



En cuanto Remus y Mel, que fueron los últimos del grupo, salieron James se sentó en la mesa más cercana a la ventana y abrió un libro. Poco a poco la Sala Común fue quedando vacía, los que no salían simplemente preferían pasar el día en los jardines. Lily seguía parada en el mismo lugar desde que llegó abajo, observando a James.

Sintiéndose una tonta por mirarlo de esa forma decidió que era hora de comenzar con su plan. Se acercó a la mesa sin hacer mucho ruido y se sentó junto a él. Tomó uno de los tantos libros que había desparramados junto al moreno con la idea de aburrirse creyendo que eran libros de deporte. Pero enorme fue su sorpresa al ver que eran libros de estudio.



-¿Estás estudiando?- preguntó asombrada.

-Sí y no.-

-¿Cómo Sí y no?-

-Si me preguntas si estoy estudiando como alumno no. Estoy estudiando, pero por gusto.-

-¿Quién eres tú y qué has hecho con James Potter?-

-Soy James Potter y no he hecho nada conmigo mismo.- dijo sonriendo. Volvió al libro y como si nada fuera, preguntó - Y tú ¿No vas a salir hoy?-

-No.-

-¿Por qué?-

-Nadie me invitó a salir.-

-Por eso te quedaste aquí entonces.- afirmó algo triste el moreno.

-No. Me quede porque no me invitó a salir quien yo quería que me invitase. Si lo hubiese hecho otro de todas formas no hubiese salido.-

-Que tonto ha de ser ese que no te invitó a salir.- dijo James algo sonrojado.

-Sí, sobretodo porque esta vez le hubiese dicho que sí sin pensarlo.-



Un par de ojos castaños se cruzaron con otro par verdes. Iba a ser un largo día de San Valentín. Pero iba a valer la pena cada segundo.



-Ven, trae eso aquí.- dijo Lily arrebatándole el libro de artefactos muggles que James leía. - Déjame ayudarte.-

-Será un placer, pelirroja.-



El tiempo de huir había pasado. Ahora solo quedaba esperar a que el plazo de la apuesta terminara para poder actuar con libertad. Quería pasar ese día con ella, aunque solo fuera hablando.








Val caminaba con los ojos cerrados. Sirius iba detrás de ella. La había llevado en una aparición conjunta a un sitio que según él, sería especial para ambos. Caminaba con miedo, el terreno era bastante irregular.



-Sirius ¿Me dirás de una buena vez a dónde me llevas?-

-Ya lo verás, no seas impaciente. Ya casi llegamos.-



Dieron unos pasos más y Sirius se aclaró la garganta, se paró detrás de ella tomándola de la cintura con una mano mientras que con la otra, lentamente, desató el nudo del pañuelo que cubría los ojos de su novia.



-Abre los ojos mi amor. Abre tus ojos para que pueda ver el sol en tu rostro.- le susurró al oído.



Intentando acostumbrarse a la claridad del sol que reflejaba en sus ojos, Valerie se tomó unos minutos para ver a su alrededor. Estaban en un campo extenso, libre, sin nada más que un grupo de robles a la izquierda de donde se encontraban. A unos cuantos kilómetros se veía alguna casa, pero nada cercano a donde ellos estaban. Por un minuto pensó que era una broma de mal gusto. ¿Esta era la idea de su novio de un romántico día de los enamorados? No, seguramente no.



-¿Dónde estamos?-

-¿Te gusta?-

-Si
pero
-

-Ven.- le dijo Sirius sonriendo mientras la tomaba de la mano.



Caminaron más de cincuenta metros hasta estar bajo la sombra de los robles. Sin decir nada, Sirius caminó más allá dejando sola a Val por unos minutos. Cuando volvió, traía una gran canasta en sus manos. La dejó en el suelo y sacó de ella una gran manta de cuadros azules y celestes. La acomodó en el suelo e invitó, con un gesto galante, a su novia a sentarse. Valerie lo siguió deseando que todo eso tuviera un parte romántica o Sirius acabaría el día de los enamorados en la enfermería.

Un par de platos, unas copas, algo de comida, una botella de vino, algunos pergaminos, pluma y tinta acompañaron a la manta en pocos minutos. Muy bien dispuesto todo a un lado, Sirius se sentó por detrás de Val, apoyó el mentón en el hombro de su amada y le dijo:



-¿Ves todo este lugar?- Val asintió. - Hace unos días le envié una lechuza a tu padre. Le conté todo lo que había pasado entre tú y yo. De cómo nos peleábamos, como me enamoré de ti, en fin
todo. Le pedí perdón por el berrinche que hice el día de nuestro compromiso y le conté mis razones para hacerlo.- Val lo escuchaba atenta. - Le dije que si aún quería que me casara contigo, yo estaba dispuesto a hacerlo pero no por ese compromiso, sino porque te amo.- Val sonrió. Me respondió que nunca había estado más seguro de algo como lo estaba de nuestro compromiso y de que te haría feliz. Entonces me atreví a pedirle un favor. Le escribí la segunda carta pidiéndole ayuda para algo y tu padre accedió.-

-¿Qué le pediste?- preguntó curiosa la morena.

-Sólo si tú estas de acuerdo y si te gusta. Si me dices que no, no lo haré.-

-¿Qué cosa?-

-Quiero comprar esta tierra para que construyamos nuestra casa aquí. Para cuando tú y yo nos casemos. ¿Qué me dices? ¿Te gusta?-



En el mismo momento, a Val se le llenaron los ojos de lágrimas. Miró a su alrededor e imaginó cada rincón de lo que sería su hogar con el hombre que amaba. Sirius le había dado un maravilloso regalo para el día de los enamorados.



-Me encanta. ¿Cómo lo encontraste?-

-Solíamos venir de vacaciones con mi tío Alphard.-

-Es hermoso.-

-No tanto como tú.-



El moreno secó suavemente las lágrimas de su rostro y la besó. Luego del que por algún tiempo sería catalogado como el mejor beso de la pareja, Sirius tomó la pluma, destapó el frasco de tinta y apoyó uno de los pergaminos en la manta.



-¿Me ayudas?-

-¿A qué?-

-A hacer los planos de nuestra casa.-



Con una sonrisa y el amor flotando alrededor, Sirius y Val dibujaron esa tarde los planos de la que en un futuro no muy lejano, sería su casa. Allí donde, juntos, querían formar una familia.








En la Sala Común, una pareja leía un libro muggle.



-James no seas testarudo. Te estoy diciendo que no.-

-No seas tú la testaruda Lily. Tengo razón y punto.-

-James - suspiró la pelirroja cansada. -¿Quién es el que vivió toda su infancia entre muggles?-

-Tú princesa.-

-¿Y quién ha leído esos libros más de cien veces?-

-Tú mi cielo.-

-¿Y quién sabe más del tema?-

-Yo.-

-¡AAAAH!- gritó la joven. - No seas terco.-

-La terca eres tú.- Con un resoplido la pelirroja se cruzó de brazos enojada. - Dime una cosa Lily ¿De cuándo a esta parte sabes tanto de volar?-

-Sé de esto y punto.-

-Lily, te recuerdo que le temes a las alturas.-

-¡No tiene nada que ver!-

-¿Cómo que no tiene nada que ver? ¿Qué puedes saber tú del tema si le temes a las alturas?-

-¡PORQUE NO NECESITO SUBIRME A UN GLOBO AEROSTÁTICO PARA SABER QUE DIERON LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DÍAS SIN MAGIA!-








Remus había llevado a Mel a Hogsmeade. En las afueras del pueblo, alejándose del colegio, había un pequeño restaurante donde normalmente no había mucha gente. Estaban sentados en una mesa al final del salón, acompañados por una romántica música suave y velas. A pesar de ser casi mediodía, dentro del lugar, parecía de noche.



-Es lindo. Tranquilo.-

-Sí. Es especial. Al menos el día de hoy.-



Un camarero se acercó y tomó la orden de la pareja. La comida pasó entre besos y caricias. Remus se comportó como todo un caballero. Durante el tiempo que duró la comida, le regaló flores, le recitó poemas y casi al final, cuando llegaba el postre, le regaló bombones de fresa que eran sus favoritos.

Cuando Mel supuso que era hora de volver, se excusó y fue al baño. Allí suspiró. Remus era el amor de su vida, tan dulce, tan tierno. Ella estaba nerviosa, le había dicho que aún había algo más por hacer juntos ese día. Algo que ninguno de los dos olvidaría jamás.

Al volver al salón, encontró que la mesa donde habían estado sentados estaba vacía. Remus estaba más allá, junto a una ventana. No estaba segura de lo que sucedía, pero el parecía mirar algo por la ventana. Estaba muy concentrado en ello.



-¿Qué miras?- le preguntó.

-Ven.- le estiró la mano y ella no dudo un segundo en tomarla.

-¿Qué ves?- preguntó ella mientras buscaba afuera lo que pudiera haberle llamando tanto la atención a su novio.



Remus la abrazó por detrás, puso su rostro sobre el hombro de la rubia y con su mano derecha levantó el mentón de la joven para mostrarle aquello que tanto miraba.

Mel derramó una lágrima en el mismo momento en que comprendió. Remus la había llevado a ese lugar porque en San Valentín, los dueños encantaban cada ventana del lugar para que los jóvenes de Hogwarts pudieran darles a sus novias una noche romántica.



-Es la única forma de decirte que la bajaría para ti si me lo pidieras a cambio de tu amor.-

-No necesito la luna para amarte mi amor.-

-Lo sé. Pero hoy quería regalarte aquello por lo que vamos a luchar juntos. Por poder volver a ver la luna llena juntos.-

-Lo haremos. Sé que lo lograremos. Y ese día, miraremos la luna juntos y
-

-Y te besaré para agradecerte que me hayas acompañado en esta locura.-

-Te amo.-

-Te amo.-



Bajo la luz y la imagen de esa luna mágica, Remus y Mel tuvieron su primer día de los enamorados, el primero de varios mucho más románticos.








Las muchas parejas que habían salido habían regresado ya. Chicos sonriendo enamorados, chicas suspirando, algunas parejas nuevas y otras no tanto recordaban el día pasado en sus cuartos. Sólo una pareja quedaba despierta, sólo una pareja aún no había decidido terminar el día.



-¡Uff! Ya es más de media noche.- dijo Lily.

-¿Ya?- preguntó sorprendido James.

-Sí, creo que me voy a dormir.-



James se quedó sin palabras por unos minutos. El momento había llegado. San Valentín había pasado, la apuesta ya no era válida. Por más que Lily se enterara, no podría desconfiar de él. Había planeado cada palabra de su declaración formal y de su pedido por días completos. Incluso ese día había estado garabateando en un pergamino varias frases posibles para su declaración. Pero por alguna extraña conjunción de los astros, no le salían las palabras.



Lily se puso de pie con la esperanza de que James la detuviera y por fin se declarara. Había estado toda la tarde con él, sentada a su lado, casi pegada a él. Había estado buscando que por fin olvidara esa locura que lo mantenía quieto y la tentación fuera lo suficientemente fuerte como para gritarle su amor sin importarle nada más. Pero no, James no había caído. Por eso, triste, caminaba rumbo a la escalera que llevaba a su cuarto.



La desesperación pudo con él. Había esperado mucho tiempo por esto. No podía dejarla ir. Tenía que




-¡Lily!- la llamó.

-Sí.- se giró en el primer escalón de la escalera.

-Espera, sólo será un minuto. Lo prometo. Luego puedes ir a descansar.-

-¿Qué sucede?-



James se puso de pie y caminó hasta la escalera. Se detuvo frente a ella y buscó sus ojos. El escalón eliminaba la pequeña diferencia de alturas entre los dos. Mil palabras en su mente y en su garganta se agolpaban para salir, pero sus labios parecían incapaces de pronunciar palabra.

Un gesto, un solo gesto de su pelirroja bastó para que mandara las palabras y los intentos por decirlas a algún lugar adonde ya no molestaran. Lily humedeció sus labios y James ya no pudo resistirse.

Se acercó lentamente, disfrutando cada segundo. Recorriendo cada rincón de ese rostro que, sabía, a partir de ese beso sería sólo para él. La besó. Un beso tierno, con todo ese amor que ambos sentían. Un beso, por primera sin excusas. Ni dormidos, ni fingiendo dormir. Sin romper el contacto de sus labios, James acarició los brazos de Lily y lentamente los llevó hasta su cuello. La pelirroja se dejó llevar. Los brazos de James descansaron en la cintura Lily. De a poco la llevó de vuelta al sillón donde alguna vez se besaron por primera vez. Fue un beso eterno.



-Te amo.- le susurró James. - Y me haría inmensamente feliz que seas la mujer que comparta el resto de mi vida conmigo.-

-Y a mí me haría muy feliz envejecer a tu lado.-



James sonrió. Iba a besarla una vez más cuando Lily lo interrumpió.



-Le debes dinero a Remus.-

-¿Qué?- preguntó confundido.

-Diez Galeons para ser exactos.-

-¿De qué
?-

-De la apuesta que hicieron Remus, Sirius y tu en King’s Cross.-

-Lo
tú lo
Lo sabías.-

-Sí.-

-Y tú no
no
quiero decir ¿No estás enojada?-

-No.-

-¿Por qué?-

-Porque me demostraste que esa apuesta nunca tuvo sentido para ti.-

-Lily yo
yo te amo. Y esa apuesta
-

-¡Shh!- la pelirroja no lo dejó terminar. - Ya cállate. Ya no importa esa tonta apuesta. Te amo. Por fin me di cuenta que solo tú puedes hacerme feliz. Solo bésame y olvida todo eso.-

-Tus deseos son ordenes mi amor.- le dijo el moreno sonriendo.



Después de muchos años corriendo detrás de ella y ella huyendo de él, por fin, pelirroja y moreno, moreno y pelirroja estaban juntos y felices. Desde un rincón de la Sala Común, cuatro jóvenes bajo el encantamiento desilusionador, sonreían y se abrazaban felices por la nueva pareja.



Fin.












Se que tardé mucho, se que mas de uno me habrá querido matar (Yo en su lugar hubiese querido y hubiese intentado)y que más de uno se habrá cansado de esperar. Solo tengo para decirles que sigo siendo humana y que a veces la vida muggle nos sobre pasa (A mi me paso por encima) y que, a autores como yo, tan productivos (productivos en cuanto a cantidad, no a calidad, que aún no me subo a la nube y tampoco pienso hacerlo) los bloqueos nos suelen dar muy fuerte.

Esta vez, el capítulo estuvo listo más o menos para el día 20 de enero. Se preguntarán ¿Por qué &%$)$$ no lo subiste antes que yo estoy aquí comiéndome los codos? Simple: era la mitad de largo, le faltaba contenido y definitivamente no estaba conforme.

Es muy difícil despedirse de una historia como esta, aunque no tanto como de alguna anterior ya que esta tiene segunda y tercera parte desde mucho antes de comenzar a escribirse la primera.

Estas palabras que uno acomoda, une, piensa, escribe, borra, rejunta y muchas veces hasta inventa son el resultado de horas y horas de vida dedicadas a hacer algo que no solo les guste a ustedes, sino también a mí.



Es un honor para mi haber contado con la crítica, los comentarios, las opiniones, las quejas, los insultos (no había necesidad de meter a mi familia en esto), los Cruccios, los Avada Kedavra (que cada vez fueron mas difíciles de esquivar. Gracias a Merlín, James, Sirius y Remus me defendían), los halagos y la cantidad de cosas que olvido y ustedes me regalaron en los mas de 500 reviews que dejaron durante el día a día de este apasionante camino que recorrimos juntos. Especiales gracias a aquellos que se han vinculado a esta historia directa o indirectamente. A mis Mary Sue (Val, Mel y Evelyn, aunque la última aún no se note tanto) y Mis Gary Stu (Sirius el mas notorio) por tener una importancia especial en mi Fic, a todos aquellos amigos que dijeron alguna vez una frase linda o romántica y se las robé para ponerla aquí: Nicolás aun te debo los derechos del trocito de corazón y a ti Mati e debo alguna que otra Aparicio también.

Cielo, que decir de ti. Nalla, (ya se que no te lo puse yo, pero me gusta como suena y como te cuadra) mi hermana del alma que estás ahí cada día aguantándome. La que más a sufrido con esta historia, pero que ha tenido el privilegio de leer antes que nadie, incluso antes de que fueran definitivos o que estuvieran terminados (privilegio de beta en línea permanente, Jijiji). Que como te he dicho en estos días, sin ti, simplemente no puedo. Gracias. Te Quiero.



Como se lo merecen por la espera y soy buena, les dejo alguito (Usen la imaginación!!!!!!!!!! Alguito: Un algo pequeñito) para que se vayan poniendo en clima. Les dejo el link.



¿Como Casar A Un Cazador?(Guía práctica para la novia de un Merodeador)




Y como lo de buena no me lo creyó nadie y como dice ese refrán muggle Cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía. les cuento la verdad. La segunda parte se va a demorar y por lo visto un tiempo largo (unos dos meses calculo). Como ya les anticipé a algunos de ustedes, va a ser algo más dura y un poco menos romántica que la primera. Ya dije que iba a haber un par de muertes además de las ya obvias. Bueno, Elizabeth ya nos dejó, solo es cuestión de tiempo para que nos deje otra persona. Voldemort aparecerá mucho más y por lo tanto, La orden Del Fénix también.

Como ven, no será fácil. Por eso necesito tiempo.

Pero para que no me extrañen ni me odien por no aparecer, voy a seguir con Ajustando Cuentas
y un fic corto, de esos que se pasan como un suspiro. Mi próxima locura se llama Amor En Red espero que lo disfruten. Es un poco extraño, de hecho, no solo no es canon sino que además, en ese fic, NO EXISTE LA MAGIA!!!

Un beso mágico a todos y gracias una vez más por seguir ahí.



Besos y




Hasta Luego!!!!!!!!



PD: Sin dar muchas razones porque no vienen a cuento, hace varias semanas planeo una mudanza. Les dejo este Link para que visiten y tengan en cuenta. Todos mis fics se actualizan primero en MI CASA. Si quieren venir, serán bienvenidos. (Advertencia: aún esta en construcción, pero igual les dejo el link)



La Casa De Gin


El reto de un merodeador: el corazon de Evans - Fanfics de Harry Potter

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Una apuesta entre tres.1º de Septiembre. 9:30 a.m.Surrey.Una montaña de ropa desordenada sobre la cama. Montones de zapatos tirados en el suelo. Libros despa

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