En aquél viejo tren - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

EN AQUÉL VIEJO TREN

-¡Aquí, aquí!-decía una linda jovencita pelirroja de unos 16 años, frente a un compartimiento del Expreso de Hogwarts.

-¿Segura que hay espacio para cuatro?-preguntó otra joven, a unos metros de distancia-

-Segura, Hermione! ¡Ven!

-Está bien, Gin, voy


Hermione Granger, una muchacha de 17 años se acercó corriendo y ambas entraron al estrecho compartimiento. Ordenaron sus maletas y se sentaron, para despedirse a través de la ventana de los padres de la pelirroja Ginny Weasley. Cuando el tren se puso en marcha, un muchacho con anteojos y otro de cabello pelirrojo entraron al mismo compartimiento que las chicas y se sentaron junto a ellas.

-Ron, ¿te despediste de mamá?-preguntó Ginny a su hermano, el pelirrojo-

-Sí, sí
-respondió Ron, algo cansado- ¿Qué te pasa últimamente? Estás actuando como Hermione.

-Perdón, ¿tiene algo de malo mi forma de ser?-dijo Hermione, reprimiendo las ganas de ahorcar a su amigo-

-No!-dijo Harry, el otro muchacho, en defensa del pelirrojo- Tranquila, Herm. Eso no es lo que Ron quiso decir.

-Los tres, ¡ya basta!-dijo Ginny, mirando distraídamente por la ventana y tratando de evitar una posible pelea- Quiero empezar bien este año, ¿saben? Y no creo que una buena manera de empezarlo sea escuchando las peleas de mi hermanito y mi amiga.

El silencio reinó el lugar, y Ginny suspiró. Había pasado el verano con aquellos tres en la madriguera, y había sido el mejor verano de su vida. Quidditch, largas conversaciones en el patio a la luz de la luna y exquisitos almuerzos caracterizaron aquél especial verano. La pelirroja se había relajado. Quizás demasiado. Una especial conversación con una persona la había relajado más de la cuenta. Tanto, que en ese momento los nervios la invadían más y más conforme pasaban las horas en aquél descuidado tren. Ginny esperaba alguna interesante conversación como las del verano junto al trío, para tranquilizarse un poco, pero ninguno de los tres hablaba.

¿Por qué no hablan?-preguntó Ginny- Esto ya me está incomodando.

¿Es necesario hablar?-respondió Ron-

Sí-dijo Hermione- Gin tiene razón, esto ya es incómodo. ¿Les pasa algo?

A mí nada-dijo Harry, encogiéndose de hombros- Es Ron el que está
Extraño.

Ron miró a sus amigos dudando de lo que iba a decir. Suspiró.


Más bien dicho, escuché, me enteré de algo que
No sé, me pareció extraño y aún trato de digerirlo.

Ginny palideció. ¿Acaso su hermano se había enterado de lo que le había sucedido a ella en el verano? No, era imposible
Pero
¿Y si, aún así, se había enterado?

¿Estás bien, Ginny?-preguntó Hermione al percatarse de la súbita palidez que había tomado el rostro de su pelirroja amiga-

Sí, estoy bien, sólo que
¿Alguno de ustedes tiene hambre?...-los tres la miraron extrañados y no dijeron nada- ¿No? Yo sí. Ya vuelvo, veré si está el carrito por ahí.

Pero, Ginny
-dijo Ron, pero no alcanzó a detener a su hermana, Ginny salió del compartimiento y suspiró tras cerrar la puerta.

¿Y si Ron se enteró?-se preguntó, mientras caminaba por el estrecho pasillo de aquél ya conocido tren-

Buscó por todo el largo del transporte a la mujer del carrito de comida, pero no la encontró. Sólo se topó con algunos compañeros de grado, otros compañeros de sus amigos y con Neville Longbottom.

¡Por Merlín!-dijo Ginny, golpeando con un pie el suelo del tren- ¿Dónde está el carrito de la comida?

Continuó caminando y, al no encontrar al carrito de la comida, se rindió y llegó al primer compartimiento, que estaba vacío. Entró y se sentó para estar un minuto sola y luego echar una mirada al paisaje que brindaba el andar del tren: un valle verde y precioso daba un sentimiento de paz a la muchacha. Le recordaba su niñez, cuando jugaba junto a sus hermanos gemelos en el patio de la madriguera. Pero, ahora, Fred y George se la pasaban encerrados en su habitación, inventando nuevas bromas. Ya ni siquiera hablaban con su hermana menor. Suspiró, una vez más. Quería sacar de su mente el recuerdo especial del verano, eliminarlo, borrarlo. Desterrarlo de allí. No era correcto lo que había sucedido, simplemente no estaba bien, no estaba permitido. Había sido un verano espectacular, inolvidable
Pero ese maldito recuerdo era lo único digno de olvidar realmente.

-Ojala existiera un hechizo para olvidar todo lo que viví contigo, idiota-dijo, en un lastimero susurro-

-¿Lo que viviste con quién?-preguntó la voz de Harry, entrando al compartimiento-

-¡Harry!-se sorprendió la pelirroja- Oh, lo que viví con
nadie, nadie. Estoy algo
Nerviosa.

-¿Nerviosa?

-Sí, muy nerviosa.

-¿Por qué?

-Por este año
Por
-comenzó Ginny, pero al instante se dio cuenta de que estaba a punto de confesarle a Harry lo que había hecho en el verano. Se detuvo en seco y, pasados unos segundos, dijo:- Ah, es algo sin importancia. ¿Sabes? No encontré el carrito de la comida, ¿Lo viste por ahí?

-Oh, no. Creo que este año está algo retrasado.

-Y
¿por qué estás aquí?

-Ron empezaba a preocuparse, e iba a pelear con Hermione. No quería escucharlos discutir nuevamente.

-Hermione
¿Por qué desde hace dos semanas no le hablas?

-¿Yo?

-Sí, tú, Harry Potter. Ella está muy apenada


-No es mi culpa. Ella fue la que me dijo que


-
Te dijo que


-Yo
La amo.

-No se lo has dicho, ¿verdad?-suspiró Ginny-

-No

-Pues
cuando lleguemos a Hogwarts díselo!

-No puedo!

-Sé que puedes, Harry. ¿Dónde está tu valentía de Gryffindor?

-Lo intentaré. Pero ahora vámonos, que tu hermano me matará.

-Bien. Pero sé valiente, Potter.

Harry rió. Salieron del compartimiento y se fueron junto a Hermione y Ron.

Mientras, al otro lado del tren, en el último compartimiento, un solitario rubio de ojos grisáceos miraba con un dejo de tristeza por la ventana. Aquél paisaje le brindaba una paz que había sentido una sola vez, con una sola persona. En ese verano inolvidable. El sólo hecho de recordarla le daba escalofríos. Su aroma, su cabello, su voz, sus labios, su cara
Esa muchacha era única. Y él la extrañaba. El debía olvidarla. Era un amor que no estaba permitido. Tenía que sacarla de sus recuerdos, borrarla, eliminarla, desterrarla de su mente, de sus pensamientos. Pero mientras más se esforzaba en olvidarla, más la recordaba. Le era imposible olvidar sus besos, sus caricias
Le era imposible olvidarla. Todo le recordaba a ella. Absolutamente todo. El paisaje, el cielo, la luna, las estrellas, una sonrisa, una lágrima e incluso su reflejo en el espejo. Su recuerdo lo perseguía dondequiera que fuera, lo acechaba. Veía su rostro en sueños, escuchaba su voz entre canciones y en el silencio, podía sentir su aroma en el aire. Apoyó la cabeza en la ventana y suspiró. Era primera vez que una muchacha le hacía sentir eso. Era primera vez que Draco Malfoy no podía olvidar a alguien. Era primera vez que ese rubio platinado se sentía atado a un recuerdo. Malfoy estaba
Enamorado. Sacudió la cabeza para desechar esa idea. ¿El, enamorado? Imposible
No, no era imposible. Esa pelirroja de ojos castaños lo había conquistado de una manera única. Le hacía sentir cosas que jamás imaginó. Y, aunque sabía que estaba mal, aunque sabía que debía olvidarla
El no quería sacarla de su mente. No quería olvidar lo que ella le provocaba, no quería sacar su mirada de sus recuerdos, no quería olvidar aquél reconfortante sentimiento, que hacía que sus pálidas mejillas tomaran un color rojizo en cuanto la pensaba.

Cerró los ojos y suspiró. Al abrirlos, notó que el paisaje comenzaba a cambiar. El verdísimo valle quedaba atrás para dar paso al mar en toda su inmensidad. Un escalofrío lo invadió. Frente a ese manto azul se sentía perdido, diminuto, solo, envuelto en el temor. La inmensidad del océano le daba miedo. Sí. Draco Malfoy le tenía miedo al mar en su inmensidad. No tenía temor para reconocerlo.

-Si pudiera-dijo Draco al vacío- Eliminaría cada recuerdo junto a ti, pequeña pobretona.

-¿Pobretona?-preguntó la voz de Blaise Zabini entrando al compartimiento, rompiendo así con la soledad de Draco-

-¿Qué dijiste?-preguntó Draco, fingiendo que Zabini estaba enloqueciendo-

-No, no fue lo que yo dije-respondió Zabini, sentándose frente al rubio- Fue lo que tú dijiste. ¿De qué pobretona hablas?

-Zabini, estás enloqueciendo-resopló Draco, y, con temor, volvió a depositar su mirada en el azulino mar.

-No, tú estás enloqueciendo Malfoy.









Mientras, en el compartimiento de los Gryffindors


-Ron, ¿podrías dejarte de rodeos y decirnos ya que fue lo que viste en el verano?-preguntaba Harry en el compartimiento, junto a Hermione y Ginny-

-Es que
no es agradable-dijo Ron en un hilo de voz-

-Sabes que puedes decirnos lo que sea-dijo Hermione, en señal de apoyo-

-Sí. Ellos son tus amigos, y yo
tu hermana-dijo Ginny, para no quedarse atrás, a pesar del miedo que le causaba el que quizás Ron se hubiese enterado de lo que a ella le había sucedido-

-Bien, les diré-suspiró Ron- Percy volvió a casa, ¿no es así?

-Sí-dijeron los otros tres a coro-

Ginny suspiró casi totalmente aliviada. Si empezaba con el nombre de Percy, significaba que ella no estaba involucrada en aquella cosa tan impactante que había visto su hermano.

-Percy
Percy - balbuceó Ron- Percy es homosexual

(N/A: Sí, sé lo que están pensandooo xDD ¿qué tiene que ver Percy acá?
Bueno, no se me ocurrió ninguna otra cosa ¬¬)

-¡¿QUÉ?!-chilló Hermione-

-Lo que escuchaste-respondió Ron, acomodándose en su lugar-

Ginny volvió a suspirar, esta vez completamente aliviada. Ron no sabía nada de lo que le había sucedido a ella. Pero
Percy, ¿homosexual? Por alguna extraña razón, eso no le importaba en lo más mínimo. Sí, estaba siendo egoísta, pero en ese momento sólo quería olvidar todo lo sucedido, pero le era prácticamente imposible.
Mientras sus amigos comentaban lo extraño e impactante que era lo que había dicho Ron, Ginny volvió a hundirse en sus pensamientos. Contempló a través de la ventana la inmensidad del mar y un escalofrío la invadió. Le temía al océano. Frente a él en toda su inmensidad se sentía disminuida, perdida, sola, temerosa. Era como si todo a su alrededor despareciese y sólo estuviese el mar y ella, nada más. Miedo, el océano le daba miedo, al igual que a Draco. Ginny suspiró y apoyó su cabeza contra el cristal de la ventana, tratando de escapar de las voces de Harry, Hermione y Ron. Diciendo disculpen y ante el asombro de los tres, se retiró del compartimiento lentamente. Cerró las puertas tras de sí misma y comenzó a caminar sin rumbo por el largo pasillo. De una u otra manera, estaba totalmente arrepentida de lo que había sucedido. Y Draco también.

La pelirroja se alejaba lentamente del compartimiento que ocupaban sus amigos, y en su trayecto se topó con el Slytherin Blaise Zabini. Éste lo dedicó una mirada maliciosa que ella ignoró con dignidad, y ambos continuaron sus caminos. Simplemente por instinto, Ginny llegó hasta el último compartimiento del tren y abrió sus puertas. No se percató que un rubio de ojos grisáceos en el interior del compartimiento miraba distraídamente la inmensidad del azulino mar.

-¿Estoy arrepentida?-se preguntó la pelirroja ingresando al compartimiento, al mismo tiempo que el rubio se hacía exactamente la misma pregunta-

Al cerrar la puerta, Ginny se percató de la presencia de aquél apuesto muchacho de pálida piel. Se miraron unos segundos. ¿Realmente estaban arrepentidos?.

-Disculpa, yo
No te vi-se excusó Ginny, tratando de evitar la cálida mirada del rubio- Mejor me voy.

-No te vayas
-dijo Draco, suplicante- No de nuevo.

Era oficial: Ginny Weasley había cautivado totalmente a Draco. Lentamente, las mejillas de este se sonrojaron, y su corazón comenzó a latir fuertemente. Sus frías manos comenzaron a temblar levemente, y de repente todo su orgullo de Slytherin se fue por la borda al no saber qué decir. Ginny suspiró. Jamás pensó escuchar una súplica del mismísimo Draco Malfoy. Su cuerpo comenzó a reaccionar de la misma manera que el de su acompañante: sus manos temblorosas y sus sonrosadas mejillas la delataban. Pensó que su corazón se iba a salir, y se sentó con cuidado frente a Draco. Observó el mar. Como toda Gryffindor, suspiró para darse fuerzas y dijo:

-Qué imponente es el mar. ¿No te da miedo?

Draco observó también aquél manto azulino en el que se reflejaba el sol de aquél mediodía. Porque aún era mediodía. Se perdió nuevamente en ese color azul intenso y se dio cuenta de que estaba compartiendo compartimiento con Ginny Weasley, la menor de la familia enemiga de la suya, la hermana de su enemigo Ronald Weasley y amiga de Hermione Granger y Harry Potter, o, mejor dicho, la Sangre Sucia y San Potter. Pero también se percató de que compartía lugar con Ginevra, o Ginny, la muchacha que lograba que su frío corazón latiera a mil por hora, la única capaz de estremecerlo con una sola caricia. Después de unos segundos de silencio, Draco dijo:

-Es la única cosa que realmente me da
miedo.

Ginny lo miró. Por un momento, pudo ver en aquellos ojos grises un verdadero temor. Pudo ver que ése chico realmente le había quitado el corazón, y no daba señales de querer devolvérselo. Pero, ¿cómo? Ó, ¿por qué? ¿Cómo Draco Malfoy, hijo de mortífago, había logrado cautivarla a ella? ¿Por qué?

-Malfoy, yo
-comenzó Ginny, pero fue interrumpida-

-¿Malfoy?...-dijo, casi con tristeza y desesperación- En el verano
Para ti yo era Draco.

-Para mí siempre serás Draco-dijo Ginny, tratando de mantener su voz firme para no llorar frente a él- No sé qué fue lo que hiciste, pero ya no me queda bien llamarte por tu apellido.

El sonrió de lado. No podía dejar de observarla. No sabía cómo esa pequeña pelirroja de ojos castaños lo había conquistado de aquella manera. La quería, la deseaba, la necesitaba. Quería volver a sentir sus labios, quería sentir sus manos acariciando sus sonrojadas mejillas, quería sentir su aroma cerca. Pero algo le decía que debía olvidarla, y él se resignaba a hacerlo.


-Ginny
-susurró Draco, Ginny lo miró- Todo, absolutamente todo me dice que te olvide. Esto no está bien.

Ginny suspiró para volver a sacar fuerzas. ¿Acaso él le decía que no la quería?

-Pero
yo dejaría todo, absolutamente todo por ti.

-Draco


-Te quiero. No sé qué me hiciste, pero te quiero.

Él se acercó a ella, mientras, afuera, el paisaje comenzaba a cambiar. Se sentó junto a la pelirroja y acarició su rostro.

-Todo me dice que esto está mal. Y tú y yo lo sabemos
Pero


-No digas más.-dijo Ginny- Yo
Te amo.

Ella esperó por una respuesta de parte del Slytherin, a pesar de que mbos lo sabían. Se necesitaban. Estaban, literalmente, destinados para estar juntos, a pesar de todo. Eran como Romeo y Julieta, claro, sin la tragedia de muerte. Se miraron a los ojos. Afuera, el paisaje cambiaba de aquel amenazante mar a un pasivo valle verde. Ginny sentía que esos ojos eran su perdición, su todo. Y él, se sumergía en su suave olor una vez más, después de tres semanas. Poco a poco, los centímetros de distancia entre ellos se acortaban, y de pronto, él ya estaba rozando sus labios.

-Te amo
-susurró Draco, paseando su mirada entre los labios de la muchacha y sus ojos-

Y, finalmente, ella acortó los milímetros que los separaban, fundiéndose en un largo y tierno beso. Quizás ése era el comienzo de una larga historia, que rompería con todas las reglas del mundo. Quizás, él dejaría todo por ella como le había dicho. A lo mejor, ellos llegarían a formar una linda familia, los Malfoy-Weasley. Pero probablemente eso sea mucho decir. A pesar de todo, ellos sólo tenían 16 y 17 años. Aunque ambos sabían que nadie jamás los haría sentir de la forma en que se sentían en ese momento, en aquél viejo tren: juntos e inseparables.
Aquél viejo tren sería cómplice de ese amor desbordado, sería quien guardara aquél secreto que a la larga debería revelarse ante el mundo, y que probablemente sería rechazado. Pero, ¿a quién le importa? Se querían. Se necesitaban. Eran lo que jamás imaginaron, juntos. Se amaban. Y punto.

 

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EN AQUÉL VIEJO TREN-¡Aquí, aquí!-decía una linda jovencita pelirroja de unos 16 años, frente a un compartimiento del Expreso de Hogwarts. -¿Segura que h

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2024-09-29

 

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