En Llamas. ¿Qué pasaría si...? - Fanfics de Harry Potter

 

 

 


Otra pesadilla. Ya esla cuarta en esta semana. Quizá quinta. La de hoy ha sido más fuerte, más real.Volvía a estar en la arena, volvía a estar buscando el arco entre las costillasde Glimmer. Además, esta vez, la pesadilla estaba amenizada por los gritos del agonizante Cato.Estoy sudando. Son las cinco de la mañana, aún es temprano. Podría intentardormirme otra vez, pero sé que resultaría imposible. Decido levantarme y voydirecta al baño, a beber agua. Aún no me acostumbro a entrar en la habitación yencontrarme con el reflejo de mí misma en el espejo. Estoy horrible. Está claro que todos los arreglos tras la Girade la victoria han desaparecido. Bastante han durado. Devuelvo la mirada a mireflejo durante unos segundos. El camisón que visto está empapado de sudor, y ajuzgar por el estado de mi pelo cualquiera podría decir que acabo de salir deuna Arena. No puedo evitar darme a mí misma una cara de desprecio ydesaprobación. Bebo lo que me parecen por lo menos cuatro vasos de agua y mecalmo un poco. Estoy incluso tranquila, aunque sé que no debería estarlo, y elhecho de que lo esté resulta egoísta por mi parte. Bajo lentamente las escaleras de mi nuevacasa, sin hacer ruido. Mi madre y Prim seguirán durmiendo. Prim quizá no. Meacerco a su cuarto para comprobarlo. Sigue durmiendo. Parece tranquila, inclusotiene la sombra de una sonrisa dibujada en sus labios. Sigo bajando escaleraabajo, necesito comer algo, hoy va a ser un día, muy, muy, muy importante. Cojo algo al azar del frigorífico y locomo, sin notar su sabor. Tengo ganas deir a cazar. De pasar todo el día en los brazos del bosque, sola. Pero no puedo.Supongo que ahora soy demasiado importante. Además, no dejaría sola a Prim. Nohoy. Pero tampoco quiero estar aquí, sentada. Eso sólo me haría pensar.Necesito estar con alguien, pero no quiero despertar a Prim. Cuanto más duermamejor, lo va a necesitar. Mi mente enseguida me propone a Peeta como alguiencon quién estar en estos momentos. Supongo que a mi mente se le olvidarecordarme de vez en cuando, que Peeta me ignora. Quizá porque me odiademasiado o porque me quiera demasiado, aún no lo sé. ¿Gale? No, tampoco. También me odia, o eso creo. Me he quedadosola. ¿Voy a acabar como Haymitch? ¿Sola? ¿Va a ser el alcohol mi único y fielamigo? Sólo la idea hace que se me remuevan las tripas y me arrepienta de haberdesayunado. Haymitch
¡Haymitch, claro! Un día como hoy ya estará despiertodesde hace bastantes horas. Quizá ya esté borracho o esté empezando a estarlo
estavez no se lo puedo permitir.

 

Me pongo un abrigo encima del camisón, la casa de Haymitch estámuy cerca, y hoy no parece ser un día especialmente frío.

Cierro suavemente la puerta de casa y me pongo en camino.Antes de llegar a casa de Haymitch tengo que pasar por delante de la de Peeta.No puedo evitar mirar a las ventanas de su casa. Él también está despierto.Puedo verle, está en la cocina, mirando al vacío. Me paro y le miro. ¿Estápreocupado? No, no tiene por qué estarlo. Él no tiene nada que perder hoy. Perobueno, a nadie le gusta este día. Me gusta mirarle, es como si aún estuviéramosen la cueva y él estuviera dormido. Casi puedo oír la lluvia y el rugido delviento amenazando la estabilidad de nuestro hogar. Casi puedo oler la mezcla desangre, tierra mojada, sudor y la sopa que nos enviaba Haymitch. Le echo demenos. En ese momento me mira. Mantenemos contacto visual durante un segundo.Sus ojos aún son de ese color azul tan penetrante. Justo cuando intentoaveriguar qué se esconde tras ellos; dolor, tristeza, rencor
él aparta lamirada y sale de la habitación. Sé que si sigo aquí parada pareceré débil, asíque sigo con mi trayecto hacia la casa de Haymitch.

 

Haymitch. Las cosas han cambiado mucho para él. Creo que porfin sé cómo es en realidad, creo que sé qué es lo que se esconde detrás de todoese alcohol y antipatía. Aunque me ha costado mucho descubrirlo. Al servecinos, desde que Peeta y yo salimos de los juegos, mi familia y yo invitamosmuchas veces a Haymitch a comer o a cenar en casa. Él al principio rechaza lasinvitaciones, no quiere compasión por parte de nadie. Pero en el fondo sabemosque le encanta venir a casa y mantener una conversación con personas de verdadsin estar ebrio. De hecho, ha hecho muy buenas migas con Prim. Jugamos a juegosde mesa, vemos la televisión o simplemente, charlamos. Incluso, en situacionesmuy puntuales, Haymitch sonríe. Ver sonreír a Haymitch, me hace sonreír a mí, ycuando él ve mi sonrisa anula la suya inmediatamente y suelta un comentariogruñón. Muchas veces hemos tenido que insinuar lo tarde que es para queHaymitch se diera cuenta de que era hora de irse a casa. La verdad es que meencanta tenerle en casa, tenerle cerca. Me da seguridad. Le debo la vida,literalmente. Jamás se lo podré agradecer suficientemente, pero de momento élse contenta con que vaya a visitarle de vez en cuando a su casa. A veces mepone de los nervios, pero puede que seamos amigos, aunque ninguno de los dos loconfesará jamás, es el pilar de nuestra amistad, supongo. Espero que no setuerzan las cosas durante las siguientes semanas.

Llamo a su puerta.

-¿Haymitch?

Él abre la puerta, ya está borracho, pero no demasiado,quizá sea arreglable. Viste una bata roja de terciopelo y lleva en la mano unvaso, que, juzgando por su olor, lleva whisky.

-Oh, ¿tan pronto, Haymitch?-le digo de manera dulcequitándole el vaso de la mano. Él no se resiste, simplemente se encoge dehombros y se sienta.

Sin embargo, aunque sé que debería, no tiro el contenido delvaso por el desagüe. Bebo el resto de un trago y me arrepiento nada máshacerlo. Me arde la garganta y me mareo un poquito, y, aunque intentodisimular, Haymitch suelta una carcajada.

-Eres demasiado pequeña para eso, preciosa. Y vamos, es sólotu primer año, ¿tan pronto vas a empezar?

No sé por qué, pero empiezo a llorar. Supongo que Haymitches la única persona con la que puedo llorar sin miedo, él no me mirará conpreocupación, sólo se reirá de mí y no le dará ninguna importancia. He estadofingiendo toda esta semana que no estoy preocupada, pero lo estoy. Y mucho.Preocupada por lo que podría pasar en tan solo ocho horas.

-Haymitch
-digo entre sollozos.

-Oh, Dios
-se levanta con dificultad de la silla-Vamos
- mepone la mano en el hombro, y aunque sea un gesto tan "pequeño" me reconforta.

-Escúchame, Katniss. Vas a tener que aprender a afrontaresto. Sé que es difícil, pero es lo que te toca. Es lo que nos toca. Vamos atener que hacer esto una vez al año durante un tiempo indefinido, durantemuchos años, ¿entiendes? Y cuanto antes lo afrontes mejor. Tú estás a salvo.Él
está a salvo también, gracias a ti.

 

-¿Y Prim? ¿Qué pasa con ella?-resulta una pregunta infantil,y no me gusta hacerla, no me gusta esta situación en absoluto, pero tengoconfianza con Haymitch.

-No te voy a mentir, Katniss. Prim puede salir. Tiene dospapeles escritos con su nombre, y sí, esta vez no habrá nadie para presentarsevoluntaria por ella, pero ¿quieres que sea sincero?-asiento-No creo que salga,Katniss. Sí, sé que el año pasado con el doble de papeles menos salió, perotienes que pensar en todas las chicas que pueden salir. En el supuesto caso quesaliera, aunque esto que vaya a decirte sea duro, tendremos que trabajar yesforzarnos al máximo para sacar a la pequeña de allí cuanto antes.

No sé a qué se refiere exactamente Haymitch. ¿Estáinsinuando, que si saliera Prim, nuestra máxima prioridad sería que muriera lomás rápido posible? No quiero pensarlo, no quiero ni si quiera imaginarlo.

-No te encariñes demasiado con los tributos, ¿de acuerdo?Por muy cruel que te suene esto, preciosa, lo mejor es
-silencio largo-Lo mejores ver si tienen alguna posibilidad, y si es así, arriesgarte, si no, ni siquiera veas los juegos.. Después viene lo peor, en sentimiento de culpabilidad.Eso sólo he podido evadirlo con el alcohol.

-Pero bueno
-digo yo, más calmada-Eso no siempre es así,¿verdad?

Haymitch sonríe.

-Haymitch, has sido el único mentor que ha podido sacar ados tributos vivos de la arena. Y por lo que parece
sin consecuenciasdirectas. No hay por qué tirar la toalla.A lo mejor, entre Peeta, tú y yo podemos sacar a otro tributo, ¿no? Soy lachica en llamas, ¿recuerdas? Todo el país está enamorado de mí. Y todo graciasa ti

Haymitch no responde. Me abraza, y sé, que un abrazo deHaymitch Abernathy vale más que millones de palabras amables que salgan de suboca.

-Bueno, venga, no quiero ni imaginar los gritos de Effiecuando te vea. Ve a ducharte, anda. Yo recojo esto.

-Effie
-dice él con una sonrisa dibujada en la cara-

-Sí
.-vamos a volvera ver a Effie
-digo yo riendo.

Él se va sonriendo camino de la ducha.

Son ya las siete de la mañana. Haymitch y yo seguimos en sucasa, sentados en el sofá, sin decir nada. Con Haymitch no es necesario, elsilencio no nos incomoda a ninguno de los dos. A las 12, Effie, el alcalde,Haymitch, Peeta y yo nos dirigiremos a la plaza para preparar todo lo necesariopara la cosecha. Pondremos los nombres en las urnas, y lo ensayaremos todo. Alas dos, los jóvenes de entre 12 y 18 años, (entre ellos Prim, Gale yMadge) se acercarán a la plaza paracelebrar La Cosecha. Dos de ellos serán seleccionados para participar en LosJuegos Del Hambre, y nos iremos todos tan contentos al Capitolio, donde mereencontraré con Cinna, Octavia, la chica avox pelirroja
con mis "antiguosamigos". Después de unas semanas,soltarán a los dos elegidos en un campo de batalla a muerte, donde Haymitch,Peeta y yo, intentaremos salvarles la vida. Al menos a uno de los dos. No estoypreparada para ello. Definitivamente. Al menos tengo a Haymitch. Y a Peeta
sí,les tengo a ellos, no voy a estar sola. Supongo que todo el papeleo y lascharlas con los patrocinadores las realizará Haymitch, Peeta y yo sólo seremosla imagen, la cara de nuestro distrito.

Peeta
casi se me olvida que tan sólo en unas pocas horastendremos que fingir que seguimos locamente enamorados. Esta vez será másdifícil, la última vez él no estaba fingiendo y no me odiaba. Ahora todo estáal revés. Y tenemos que actuar como un equipo.

 

-Haymith, creo que es un poco tarde. Será mejor que esté ahícuando Prim se despierte.

-De acuerdo, ¿nos vemos en la plaza, entonces?-me responde,con un aire decepcionado en su voz.

-Pues venir a casa para mientras Prim se prepara. Letranquilizará verte por casa.

Tras varios intentos de convencerle, durante, lo que meparece al menos, media hora Haymitch acepta mi invitación. Nos reuniremos conEffie y con Peeta allí.

Cuando llegamos a casa Prim aún no se ha despertado. Mimadre sí, y nos ofrece un abundante desayuno. Aunque digo que ya he desayunado,aún no he sido capaz de hacerle ascos a una mesa llena de comida, después detodo lo que he pasado. Haymitch también acepta y los tres nos sentamos a lamesa sin articular palabra.

Unos cuarenta y cinco minutos después Prim, baja la escaleray nos saluda con un simple "buenos días". Tenía razón, ver a Haymitch en casale agrada y le da un abrazo más largo de lo usual cuando le saluda.

Está nerviosa, quizá no demasiado, pero lo está. Y aunqueella intente evitarlo, ha derramado la leche que se echaba en su vaso deldesayuno, así como el azúcar. También se lo noto en su voz, pero durante elresto del desayuno la palabra "cosecha" no sale a relucir. Supongo que hemosavanzado algo respecto al año pasado. Espero que Prim no asuma que por haber salido el año pasado queda exentade La Cosecha. Quizá yo también me he agarrado a esa idea durante los últimosdías, pero la realidad es la realidad, Prim podría estar camino del Capitolioen tan sólo unas horas. Es una niña lista, no se lo hemos dicho, pero ella sabeperfectamente que hoy podría salir, igual que cualquier otra niña. Supongo quese agarra a la idea a la que nos agarramos todos, "¿Salir elegida dos veces seguidas entremiles? Malo será
"

A las 11 en punto oímos una alegre charla que mantienen dosvoces, una de ellas cantarina, aguda y, por lo que se ve, muy emocionada.Articula las palabras muy rápido y da la impresión de que algunas de ellas lascanta. Todo esto acompañado del inconfundible acento del Capitolio. No puedeser otra que Effie Trinket. La otra voz es grave y más calmada. Pausada, ymuestra no tener demasiado interés por la charla que mantiene con la otrapersona. El padre de Madge, sin duda.

He echado de menos a Effie durante las semanas desde la girade la victoria hasta ahora. Creo que en el fondo, ella siempre se ha preocupadopor nosotros. Seguramente porque si ganábamos, ella quedaría en buena posición,pero sus lágrimas de alegría al vernos salir vivos del estadio eran sinceras.

-¡Katniss, querida, ven aquí!-y me da un fuerte abrazo.Effie apesta a jazmín mezclado con otro tipo de flores, hace que me mareé unpoco.-Haymitch-le saluda, con una ligera inclinación de cabeza, a lo que éresponde de la misma forma.

El alcalde nos da un apretón de manos a todos y cada uno denosotros, incluso a Prim. Se le nota preocupado, por Madge, supongo.

Después de aguantar a Effie diciéndome lo fea , lorematadamente horrible que estoy, cómo he desperdiciado el brillante trabajo deCinna, y demás, durante una interminable hora, los mayores me dejan en paz y seponen a hablar entre ellos. Yo subo con Prim a la habitación para empezar aprepararnos. Ninguna de las dos dice nada, pero creo que en este caso tampoco es necesario.

 

Como el año pasado, Prim viste uno de mis antiguos vestidos,éste es de un color crema pálido que le va genial con su pelo rubio. Le peinocon los dedos un sencillo recogido y lo adorno con horquillas.

-Estás muy guapa, patito.

Ella no responde, simplemente me sonríe. Yo respondo con unasonrisa también.

-Vete abajo con mamá y con Haymitch, ¿vale? Yo me voy apreparar.

Ella asiente y sale de la habitación.

Me doy una ducha de agua caliente, y elijo del armario unvestido al azar de los que me trajo Cinna. Es un sencillo vestido blanco de tirantes con flores de color rosabordadas. Elijo unos zapatos que medianamente combinen con él y bajo laescalera hacia el salón. Cuando voy directa a sentarme con Prim me paro atropelladamente,porque ya hay alguien que está sentado a su lado. Ella ya está hablando conalguien. Y se están riendo. Los dos se están riendo. Peeta Mellark estáhablando con mi hermana y está haciendo que se ría.

Nadie parece darse cuenta de mi llegada, excepto Haymitch,que me está mirando fijamente. Quiere averiguar qué está pasando por mi cabezaen estos momentos.

Mantenemos contacto visual durante un segundo y despuésentro en el salón y me siento en el único sitio libre, al lado de Peeta.

¿Debo decir algo? ¿Debo si quiera saludarle? Me concedo el privilegio durante un solo segundo demirarle a la cara, suficiente para comprobar que él me está mirando también.

¿Qué está pensando de mí el chico del pan ahora mismo,mientras me mira? ¿Quiere que le salude? ¿Acaso me va a saludar él? ¿Y si lesaludo y me ignora? Me dejaría en evidencia delante de Prim, y me haría parecerestúpida, cosa que odio. De todas formas,me arriesgo.

-Hola, Peeta-digo, aunque noto que la voz me tiemblabastante.

-Hola, chica en llamas.-responde él con voz seria y firme,mirándome fijamente durante unos pocos segundos que se me hacen eternos.

-Oh, Katniss, querida ¡ya estás aquí! Podemos ir yendo a laplaza, entonces-anuncia Effie, muy contenta.

Se ve que todo el mundo se acaba de dar cuenta de que acabode llegar y que mi encontronazo con Peeta ha durado tan sólo unos segundos.

15 minutos después estamos todos en la puerta dispuestos asalir. Despido a mi madre con un abrazo, porque no la veré hasta que se acabenestos juegos. De Prim también me despido, con un abrazo largo, y le repito queno se preocupe por lo que pueda pasar en la cosecha. Ella asiente, pero estámuy nerviosa. Haymitch y Peeta también se despiden de ella. Prim es una niñacon la que es extremadamente fácil encariñarse.

El camino desde La Aldea de los Vencedores hasta la plazaresulta algo incómodo. Effie y el alcalde siguen hablando sobre cosas delcapitolio respecto a las cuales ni Peeta, ni Haymitch ni yo tenemos nada quecomentar. Haymitch camina con Peeta y conmigo. Los tres miramos al suelo ygolpeamos las piedras que nos encontramos por el camino con el pie. Sólo seoyen pequeños fragmentos de la conversación del alcalde y Effie. Noto la miradade Haymitch de vez en cuando durante el camino, pero no se la devuelvo. Noquiero que actúe como consejero matrimonial para Peeta y para mí. Además, séque a él tampoco le haría mucha gracia hablar sobre nuestro noviazgo. Sin embargo, sé que tarde o temprano, lacharla va a llegar, y va a llegar de la mano de Haymitch. En el Capitolio, y enel resto de distritos aún somos una pareja feliz, y tendremos que fingir serlo.Aparto ese pensamiento y me concentro en intentar golpear una piedra que se encuentra abastantes metros de distancia mientras lanzo otra con el pie. Casi.

 

-¿Preparados?-nos pregunta Haymitch, mirándonos fijamente alos dos. Ya estamos en la plaza, no me había dado ni cuenta.- Sois una parejafeliz, ¿recordáis? Y lo sois desde que haya cámaras cerca-nos dice, y señala unequipo de televisión que se encuentra preparando las cámaras y las luces.-A síque, ya sabéis.-continúa, haciendo un gesto para que nos demos la mano.

-¿Tenemos que hacerlo desde ya?-pregunta Peeta, malhumorado.

No sé por qué, pero ese comentario me duele. Me duelebastante, aunque no tendría que hacerlo. De hecho, es lo que estaba pensandoyo, que si teníamos que empezar a fingir desde incluso antes de La Cosecha.Pero el hecho de que lo haya dicho él, y no yo, me hace daño y me sientodespreciada, apestada. Como una persona enferma de una afección muy contagiosa.Como una persona a la que nadie quiere acercarse. Como era yo, como siempre hesido yo hasta los Juegos. Así es como me siento ahora mismo. Con Peeta siempreme he sentido diferente, me ha hecho sentir diferente, me ha hecho sentirquerida de verdad
Ahora entiendo cómo se ha debido de sentir él desde elmomento en el que le dije que yo sólo estaba actuando. Inmediatamente, mesiento fatal. Me siento culpable. Me siento la peor persona del mundo. Mesiento mala, cruel. He sido cruel con él. He cogido su corazón, lo he sostenidodurante el tiempo en el que me convenía y luego lo he partido en dos.

Abro la boca para pronunciar su nombre, pero Haymitch meinterrumpe contestando a la pregunta de Peeta con un seco "Sí, desde ya", yPeeta me agarra la mano con resignación. No me está dando la mano sólo la está agarrando. Ya no siento cómo laconfianza y por qué no, el cariño que sentíamos por el otro durante los juegos,el desfile
ya no siento cómo esa confianza y ese cariño se desliza a través denuestros dedos entrelazados. El corazón ya no late como tambores, como lo hacíaantes, es el mismo latido de siempre.Antes era tan satisfactorio como un torrente de emociones fuertes. Ahora nosiento nada. Quizá dolor por lo fuerte que me aprieta la mano, sólo siento comola sangre de los dedos se coagula. Antes, sólo con saber que nuestras manosestaban unidas entre sí, podía sentir lo cerca que estaba de mí el chico del pan.Ahora sólo siento lo mucho que me odia.

Cuando llegamos al centro la plaza, noto enseguida que hayalgo que no encaja. Hay más agentes de paz de lo normal en torno a una de las urnas de los nombres. Y parecen nerviosos.Además, discuten por algo.

-¡Lo estás haciendo todo mal! Si lo hacemos de esa forma nolo tendremos seguro-grita uno de ellos.

¿Qué no tendrán seguro? En la cosecha no hay nada que tenerseguro, es todo azar, "que la suerte esté siempre, siempre, siempre de vuestraparte." ¿No?

Al fin perciben nuestra llegada.

-¡Eh! ¡Ellos no pueden estar aquí! ¡Largaos!-grita el másgrande de ellos, señalándonos a Peeta y a mí.

No entiendo nada. Effie se acerca a ellos y le cuentan algoal oído. Effie sólo responde con un "Entiendo", y se dirige hacia nosotros.

-Katniss, Peeta
¿por qué no os vais a dar una vuelta por eldistrito a celebrar que vuestros nombres no estarán en la urna, eh? Dejad a losmayores aquí a hacer cosas de mayores, hace un día precio..

 

-Tenemos tanto derecho de estar aquí como tú, Effie-interrumpePeeta. Lo dice de forma educada, pero a Effie le desagrada su tono respondón.

Suelto la mano de Peeta, porque viéndonos de la mano nadienos tomará en serio.

-¿Qué es lo que está pasando? Peeta tiene razón-él me mira,y yo continuo con dificultad-tenemos derecho a saberlo.

-Haymitch.-dice Effie, y es suficiente para que Haymitch nosempuje y nos alejemos sin poder hacer frente a su fuerza y volver.

Cuando nos aleja lo suficiente, ni Peeta ni yo nosresistimos sin intentar volver a la plaza.

-¿Qué demonios está pasando, Haymitch? ¡Somos mentores, ylos mentores, al igual que el representante del capitolio y el alcalde debenestar presentes en la preparación de la cosecha!

-Preciosa
si los agentes de paz no quieren que estéis, serámejor que no estéis. No sé por qué, pero
-baja la voz-pero tened en cuenta quelos agentes de paz son meros instrumentos del Capitolio.

-¿Qué quieres decir?-pregunta Peeta.

-Lo que quiero decir es
-contesta Haymitch, bajando aún másla voz, nos tenemos que acercar para escucharle-es que la orden de que noestéis presentes en la preparación de La Cosecha no es de ellos. Es de
alguienmás importante.

-¿Estás insinuando que por alguna razón Snow no quiere queestemos? ¿Por qué?-digo yo, en un tono más alto de lo que un principio quería.

-Baja la voz-me advierte Peeta. Creo que es lo primero queme ha dicho en plenas facultades y sin nadie delante desde la gira de lavictoria.

-No tiene que ser necesariamente Snow
aunquepodría.-sentencia Haymitch.

A partir ahí nos mantenemos en silencio hasta que quedan 10 minutos para La Cosecha.¿Qué diablos quiere Snow que pase en la cosecha? ¿Querrá amañarla? ¿Habráinventado un siniestro juego para que tenga que volver a los juegos? No locreo. ¿Enviará a Prim? Bastante improbable, no, no creo que lo haga. Todo elmundo se le echaría encima. ¿Entonces qué? Me sumerjo en estos pensamientoshasta que Haymitch me avisa que es lahora de irnos. Ahora sí que el corazón me late como tambores, pero es debido almiedo que siento en estos momentos. Peeta me da la mano sin ni si quieramirarme y nos encaminamos hasta la plaza.

Los tres subimos al escenario y nos sentamos en nuestrassillas correspondientes. Yo estoy al lado de Peeta y Haymitch. Empieza a llegargente, y localizo a Prim entre la multitud. Está tan pálida como el papel.Tardo unos minutos más en localizar a mi madre, pero ahí está, con la miradaperdida en un punto. Intento localizar a Gale, pero no le encuentro.

Effie se levanta y se acerca al micrófono. Me empiezan asudar las manos y a pitar los oídos. Sólo soy capaz de percibir palabrassueltas de las que dice Effie. "Felices juegos del hambre, que la suerte estésiempre, siempre, siempre de vuestra parte! Blah blah blah, capitolio, blahblah blah" Todo son pitidos. Me suda y tiembla todo el cuerpo. Me arrepiento dehaber desayunado. ¿Voy a vomitar aquí, en medio de toda esta gente? ¿Seré elhazmerreír de Panem durante todos los Juegos? Se me empieza a nublar la vista yveo puntitos verdes por todas partes. ¿Qué diablos planea Snow para hacermepagar todo lo sucedido en la Arena?

 

-¡Las damas primero!.-exclama Effie, con su voz cantarina.

Este es el momento. No. Prim no puede salir otra vez, lasprobabilidades son remotas. Pero Snow ha intervenido en la cosecha, claro. Perono, no, no y no. Me niego a creerlo.

-¡Emily Burdock!

Los puntitos verdes desaparecen poco a poco. El mareoempieza a disminuir y comienzo a respirar menos ajetreadamente. Los pitidoscontinúan, pero también disminuyen. Me limpio el sudor de las manos en elvestido. ¿Cómo iba a amañar Snow una Cosecha para que saliera Prim? Esridículo, ni si quiera sé cómo he pensado en ello. Respiro poco a poco, yempiezo a buscar a Prim entre la multitud, quiero ver cómo sonríe y su cara detranquilidad. Sin embargo, cuando la encuentro, no está sonriendo. Tampocoparece tranquila. De hecho, me está mirando a mí con preocupación y sorpresa.Miro a mi alrededor y un número considerable de personas, como mi madre,Haymitch, Peeta o Madge me están mirando fijamente.

Entonces es cuando oigo a Effie claramente decir: "¿GaleHawthorne? ¿Dónde estás, querido? ¡Sube aquí arriba!"

Recuerdo perfectamente la melodía de aquel día. Es como si aún retumbara en mi cabeza. Una música alegre que te invita a bailar y se introduce dentro de ti dándote una alegría y felicidad inmensa. Fue uno de los mejores días que recuerdo desde hace mucho tiempo. Recuerdo bailar dando vueltas hasta marearme con Prim y el dolor de las mejillas al sonreír tanto. Recuerdo la cara de agradecimiento, ilusión y felicitación de todas las personas a las que entregué aquel día el paquete de comida correspondiente de ese mes por ser el distrito ganador de los juegos. Ese fue el primer día que le vi desde la salida de la arena. Recuerdo su sonrisa al bailar con sus hermanos y con Hazelle. Con todas mis obligaciones como ganadora de los juegos, no había podido hablar con él en todo ese tiempo, pero ahí estaba, bailando con su familia y feliz. Le dije a Peeta que si podía hacer el trabajo de los dos por unos momentos y fui directa hacia él. Al igual que cuando él vino a despedirme en la Cosecha, ninguno de los dos dijo nada. Simplemente nos fundimos en un abrazo tan profundo, que podía oír el latido de su corazón. Latía suavemente y era agradable escucharlo. Cuando nos separamos, el sonreía, pero había algo que no termina de encajar.

-Me alegro de verte, Catnip.

-Yo también me alegro de verte, Gale.

En ese momento ambos sonreíamos, pero algo no iba bien. Lo notaba en su cara. Entonces fue cuando apareció.

-¿Katniss? Quieren que tú y yo abramos el baile de parejas adulto.-me dijo Peeta. Cuando miré para atrás me estaba ofreciendo su mano.

Gale, aún sonriendo, hizo un gesto con la cabeza para indicarme que fuera con Peeta.

-Hablaremos mañana, ¿vale?

Yo asentí, y acepté la mano de Peeta. Nuestro baile fue amenizado por "Ohhs" y "Awwns" de toda la gente del distrito, incluso cayó alguna lágrima.

Pasé todo el día bailando. Ni si quiera Haymitch se resistió a un baile con "la chica en llamas". Pero cuando por fin fui libre de bailar con quien yo quisiera él ya se había ido. La mayoría de la gente lo había hecho.

No volví a encontrarme con él hasta dos semanas después. Los días posteriores a la celebración me acercaba a su casa, pero Hazelle siempre ponía excusas bastante poco creíbles sobre el paradero de Gale. A los pocos días opté por no acudir más a su casa.

 

Sucedió un domingo temprano. Yo estaba cazando en el bosque, no podía aceptar la idea de permanecer en casa sin estar haciendo absolutamente nada.

-¿De verdad lo sigues necesitando?.-su voz ahuyentó a un conejo al que estaba al punto de cazar.

Sin mirar hacia atrás, contesté:

-Que tengamos comida no significa que tengamos la vida resuelta, Gale. Necesitamos más cosas, como lana, ropa

-Ya, bueno, pero hace tan sólo unos meses nuestra vida podía depender de ese conejo, ¿recuerdas, Katniss?

Me doy la vuelta para poder mirarle a la cara.

-Hace tan sólo unos meses no me evitabas ni obligabas a tu madre a poner excusas por ti-alzo la voz.- ¡Si no quieres verme al menos ten el valor de decírmelo a la cara!

Silencio largo. Gale evita mi mirada.

-Y además, ¿por qué te comportaste así en la celebración? Creí que te alegrabas de que tu amiga estuviese viva.

-Oh, la celebración dices
¿esa celebración donde parecía que no te cansabas de bailar con el panadero? ¿Esa celebración donde lo único que hacías era soltar las risitas tontas que siempre criticas?

-A sí que esto es sobre Peeta.

-No es sobre Peeta, esto se trata de

-¡Era todo una actuación, Gale! ¡Siempre lo ha sido y lo seguirá siendo!-le interrumpo.-Es todo una estrategia de supervivencia creada por Haymitch. ¡No tienes ningún derecho a enfadarte porque haya intentado sobrevivir! Da igual el método que haya utilizado para ello, lo único que debería importarte es que estoy aquí y que estoy viva, y no deberías cuestionarte la manera por la cual lo he conseguido.

Él se queda callado, asimilando mis palabras.

-Era todo una actuación, Gale-digo yo suavemente

-No sabía que tuvieras unas dotes interpretativas tan desarrolladas. Sobre todo en la parte en la que casi te suicidas en directo por un chico al que ni si quiera conoces.

Y se largó. Desde ese momento sólo le he visto de pasada por el distrito, pero supongo que estaba demasiado enfadada con él para acercarme y explicarle todo.

Ahora estoy viendo al mismo chico que me acusó de ser una descerebrada que se quitaría la vida por alguien a quién conoce de unos pocos meses, subiendo las escaleras, con el rostro descompuesto y temblando. Cuando sus ojos se encuentran con los míos reacciono. Me levanto con dificultad de la silla y miro a mi alrededor. La mayoría mira a Gale, pero a medida que se dan cuenta de que me he levantado las miradas se dirigen hacia mí. Camino decididamente hacia la urna con los nombres de los chicos. Me choco con varias personas por el camino, las cuales no puedo reconocer, y cuando me voy acercando a la urna, noto cómo tres personas robustas y fuertes me agarran de los brazos y me obligan a retroceder sin que yo pueda hacer nada para evitarlo. Ese es el momento en el que comienza la histeria. Empiezo a gritar y patalear, fuera de mí, intentando que los agentes de paz me suelten. Estoy completamente segura de que en todos los papeles de la urna está escrito "Gale Hawthorne". Sólo quiero comprobarlo y enseñarlo en pantalla, que todo Panem vea lo que Snow está haciendo. De todas formas, si me soltara de los agentes y lo comprobara cortarían lo conexión de alguna forma.

 

Cuando quiero hacer algo, me doy cuenta de que los agentes de paz me están metiendo a la fuerza en el centro de justicia. Me meten en una habitación en la que no hay nadie y Cierran de un portazo. Corro hacia la puerta pero no hay nada que hacer, está cerrada.

-¡Gale! -¡Gale.-grito. Es inevitable acordarse del momento en el que grité el nombre de Peeta de la misma forma cuando anunciaron que podía haber dos ganadores-¡Gale! ¿Dónde estás?

Haymitch y Effie entran en la habitación.

-¿¡Se puede saber qué son esas maneras, señorita!? ¡Nos has avergonzado ante todo el país otra vez!-me grita Effie a la cara. Yo la aparto de un empujón y me dirijo a Haymitch.

-¡Haymitch! ¡Está amañado, Gale no tendría que haber salido! Todo esto lo ha hecho Snow, por eso los agentes no nos querían cerca.-espero su respuesta, pero él se queda en silencio.-¡Contéstame! ¿Por qué te quedas callado?

-Katniss
eso es lo que tú piensas, pero el chico había pedido bastantes teselas y

-¿Te estás escuchando, Haymitch? ¡Esto es lo que me dijiste cuando salí de Los Juegos! ¡Está pasando delante de nuestras narices! ¡Ésta es la venganza de Snow por haberle dejado en evidencia en los otros juegos!-no paro de gritar, y Haymitch y Effie me miran con preocupación. Intento calmarme, aunque no lo consigo.

-Podría ser
pero también podría ser casualidad, Katniss. Intenta tranquilizarte, ¿vale? Has montado todo un espectáculo ahí fuera, y no nos viene nada bien que se te vea tan
tan
preocupada por otro chico que no sea Peeta.

-¿Peeta? ¿¡Peeta!? Sinceramente, Haymitch, ¡que le den a Peeta!-Effie se escandaliza.- ¡Peeta no tiene nada que ver con esto, lo que importa aquí es que van a matar a Gale!

Haymitch parece preocupado.

-Ahora tenemos que salir ahí fuera, así que intenta parecer tranquila. Cuando entremos en el tren podremos hablar más tranquilamente de esto. Vamos.

-Pero
tengo que decirle a mi madre
que
tengo que decirle que cuide de la familia de Gale. Si Gale se va
no les quedará nada y morirán, al igual que Gale!

-Eso deberías habérselo dicho antes de salir. Ahora tenemos que salir o llegaremos tarde.-sentencia Effie, con voz severa.

-¿De verdad llegar tarde te importa más que una familia muera de hambre, Effie?-estoy a punto de llorar, pero no me lo permito. Miro fijamente a Effie, intentando encontrar algo de compasión en sus ojos, algo que indique que es una persona y no un robot fabricado por el Capitolio.

Effie me devuelve la mirada.

-Alguien podrá decírselo a tu madre por ti. Ahora tenemos que salir.

Me levanto, y lo único que quiero hacer ahora es zarandear a Effie y ver qué diablos pasa por esa cabeza concomida por el Capitolio. Cuando estoy cerca Haymitch me detiene y no intento evitarlo. Si de verdad quiero salvar a Gale, por muy difícil que resulte voy a necesitar a Effie.

-Su madre debe de estar cerca, seguro que ella y Prim querrán verla salir. No perderemos mucho tiempo, sólo tiene que decirles eso. Yo iré con ella.-le dice Haymitch a Effie, y en ese momento, no puedo evitar sentir una oleada de cariño hacia mi mentor.

Así lo hacemos, y diez minutos después estamos los seis metidos en el tren, a punto de salir destino al Capitolio.

En el vagón principal Emily Burdock, una chica de mi curso, está distraída mirando por la ventana. Haymitch está sentado en la barra del pequeño bar que hay en el vagón, bebiendo una sustancia de tono rojizo. Effie repasa nuestro plan de horarios sentada en una butaca, enfrente de Peeta que mira preocupado a Emily. Gale mantiene la cabeza entre las rodillas. Yo estoy sentada enfrente de Gale, sin saber cómo empezar a explicarle que va a morir por mi culpa.

 

-¿Y bien?-pregunta con tono burlón Emily Burdock. Nunca me ha caído bien. Llevamos en la misma clase desde preescolar, y las únicas ocasiones en las que hemos hablado fueron aquéllas en las que fueron estrictamente necesarias. Recuerdo una vez, hace unos tres años, nos tocó trabajar juntas en una asignatura de clase. Nos suspendieron a ambas por su culpa. Se le olvidó llevar el trabajo y las dos nos quedamos con un cero. Desde ahí siento cierta antipatía hacia ella. Siempre mira por encima del hombro a los demás, y sé que ella jamás ha pasado hambre en su vida. Al menos, es de lo que presumía en clase. Su padre trabaja en uno de los puestos más rentables de El Quemador. ¿Podría ganar los juegos? Aún no lo sé. Es una de las mejores alumnas en gimnasia, pero quizá no sea lo suficientemente lista para engañar a veinticuatro personas. Tampoco sé si sería capaz de matar a una persona. Bueno, yo antes tampoco lo era. Emily no cuenta con habilidades de caza ni de supervivencia. Pensándolo bien, quizá el año pasado yo no iba tan desventajada como creía
Sin embargo, podríamos convertir a Emily en un tributo atractivo para los patrocinadores. Podríamos hacer de Emily un arma de matar, una chica mortífera que podría pasar de lejos como un tributo profesional. ¿Ella estaría dispuesta a ello? Seguramente sí. No se ve que haya tirado la toalla desde ya, como una gran parte de los tributos de nuestro distrito. Quizá tengamos posibilidades con ella

-Y bien ¿qué?-respondo yo.

-¿Nos vais a explicar cómo matar y cómo hacer que no nos maten?

Vaya. No es que esté dispuesta a matar, es que parece que lo esté deseando. Decido seguir con el juego, mantenerme en la línea en la que ella está jugando:

-Ya habrá tiempo para eso, querida.-digo yo, con una sonrisa burlona. No sé lo que estoy haciendo. ¿De verdad le estoy plantando cara? Como su mentora, ¿no debería estar instruyéndola desde ya? Miro a Peeta en busca de ayuda, pero él está ausente, mira por la ventana y no se preocupa de nuestra conversación. Haymitch está más pendiente de su vaso que de nosotras
y Gale
más de lo mismo. Parece que esta es una conversación tan sólo entre nosotras.

-Entiendo. Pero supongo que sabréis que no voy a darle besitos ni sopa en cucharaditas a nadie. No estoy aquí para eso.

Suceden varias cosas a la vez. Gale se levanta y abandona la habitación. Peeta despierta de su sueño interior y vuelve a la realidad, mira con atención a Emily, elevando un poco las cejas. Haymitch y su vaso se unen a nosotros y ocupan el sitio que ha dejado Gale. Yo me levanto para ir detrás de Gale y abandono la sala, no sin dedicarle una última mirada de odio y rencor a Emily. Y yo me quejaba de Haymitch
si fuera Emily, ya me odiaría a mí misma. Supongo que tendré que hacer un esfuerzo, mi deber es salvarle la vida.

Veo un último reflejo de Gale entrando en un vagón del fondo del pasillo. Le sigo y llamo a la puerta. Nadie responde. Lo intento otra vez.

 

-¿Gale? Sé que estás ahí, te he visto entrar. Mira, Gale, no te voy a mentir. No tenemos demasiado tiempo para preparar esto. Tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a la situación, y lo único que estamos haciendo ahora es perder un valiosísimo tiempo que podríamos emplear en plantearnos cómo diablos vamos a sacarte vivo de allí. Ábreme la puerta.

Después de unos instantes, la puerta se abre y entro a la habitación. Es un dormitorio. Gale está sentado en la cama, y acaricia la seda del colchón, al igual que hacía yo el año pasado. Mira hacia el suelo.

-Gale
no sabes cuánto lo siento.

Él no dice nada. Me siento a su lado, y pongo mi mano sobre su rodilla.

-¿Gale?

-¿Qué quieres que te diga, Katniss? ¿Que no me va a pasar nada, que voy a salir de allí vivito y coleando? ¡En tres semanas voy a estar muerto! ¡Ya no sólo se trata de mí, se trata de que si no logro salir mi familia muere de hambre!

-Eso no pasará, lo he solucionado.-me mira por primera vez, y sé que tengo toda su atención.-Mi madre me prometió que los acogería en casa si
si ya sabes. De hecho, creo que los iba a acoger desde ya. O iban a comer allí, no lo sé, algo. Pero ellos están bien, Gale. Y estarán bien, me aseguraré de ello. Te lo prometo.

Él asiente y vuelve a concentrar toda su atención en la alfombra del dormitorio.

-Voy a morir, Katniss.

Ese exactamente es el comentario que menos querría escuchar en estos momentos.

-Eso
eso aún no lo sabes.-En realidad él no lo sabe, pero yo sí. El hecho de que se haya amañado la cosecha sólo es el principio. Estoy segura de que los Vigilantes le harán la vida más que imposible en los juegos. Morirá, sí, pero de la peor forma posible. Si de verdad le voy a contar lo de Snow, este no es uno de los mejores momentos, así que me lo callo.

Gale sonríe irónicamente.

-Claro que no. Aún no hay que darlo todo por perdido.-su sonrisa se hace más amplia, aunque sé que no es una sonrisa verdadera, que no siente lo que está diciendo.-Además, si tú ganaste, siendo tan torpe como eres
va a estar chupado.

Me río. Ambos nos reímos, aunque sabemos que todo lo que estamos diciendo es completamente falso, y que va a resultar bastante difícil sacar vivo a Gale de la arena.

-Vamos a comer, ¿vale? ¿Te he hablado alguna vez del estofado de cordero que hay por aquí?

-¿Estofado de cordero, dices? ¿Y por qué seguimos aquí?-responde Gale, muy animado.

Sé que todo esto lo hace para animarme, y sé que es todo falso, que por dentro está destrozado, y que sabe que su muerte se acerca a una velocidad vertiginosa. Pero lo de animarme funciona. Cuando estamos a punto de salir, Gale se pone delante de la puerta.

-Katniss
¿Por qué
por qué no estás enfadada conmigo? Deberías estarlo. Deberías estar prestándole toda tu atención a Emily, después de las cosas horribles que te dije. Estaba celoso. No podía soportar verte en una pantalla gigante durmiendo abrazada a él. Podría haberlo soportado con cualquier otra chica, pero no contigo. Tenía la sensación de que el capitolio te había cambiado, y de que si volvías, ya no serías la misma. Lo siento mucho. Lo siento de verdad.-parce sentir lo que dice, sus palabras son sinceras.

 

-Supongo
supongo que
me puse en tu lugar. A mí tampoco me gustaría ver cómo te lías en directo con otra chica. No sabría decir por qué, sólo sé que no me gustaría. Y que yo también te odiaría.-digo, encogiéndome de hombros.

-Yo no te odio.

-Eso ya lo sé, tonto.-digo yo con una sonrisa. ¿Estoy tonteando con Gale? No. Quizá sí. Quiero salir de esta habitación ahora mismo.

Salimos de la habitación y nos reunimos con los demás. Effie nos informa de que llegaremos a El Capitolio en veinte minutos, por la tarde-noche. Cenaremos y al día siguiente Emily y Gale se pondrán en manos del equipo de estilistas para el desfile. Después vendrá el centro de entrenamiento, las entrevistas, la sesión privada con los vigilantes, y después, finalmente, los septuagésimo sextos Juegos del Hambre, en los que las vidas de Gale y de Emily estarán en manos de Haymitch, Peeta y yo.

Haymitch nos dice que empezaremos con la estrategia mañana por la mañana, y a Emily y a Gale no parece importarles, necesitan algo de tiempo para asimilar todo lo sucedido en el día de hoy.

Permanecemos en silencio el resto del trayecto hasta el Capitolio. Los túneles se hacen más pequeños. La luz del sol se hace cada vez más artificial. Las infraestructuras se convierten en verdaderos monumentos arquitectónicos. Empiezo a ponerme algo nerviosa. Effie nos ordena que vayamos recogiendo todo. En tan sólo unos minutos una nube de flashes se apoderará de Peeta y yo. Empiezo a destensar los músculos de la mandíbula y la boca. Tengo que estar radiante para ellos, tengo que ser la chica por la que apostaron, la chica en llamas. Tenemos que ser los "no tan" trágicos amantes del Distrito 12. Busco a Peeta con la mirada y me acerco a él. Todos estamos de pie, preparados para salir del tren. Peeta me da la mano. El Capitolio y su grandeza se alzan sobre nosotros. Se abren las puertas del tren, y los flashes de cámaras no tardan en cegarme, y los gritos de la gente retumban en mis oídos. ¿Lo más curioso? La gente grita nuestros nombres. Mi nombre.

Parece que hasta el último rincón de las habitaciones del centro de entrenamiento me dan la bienvenida de nuevo. Todo resulta familiar, todo me trae recuerdos, buenos y malos. Ahora mismo permanezco sentada en una esquina de la cama. La cama que justo hace un año, compartió mis preocupaciones, alegrías, penas, momentos de desesperación, mis preguntas y más preguntas sin ninguna respuesta. La cama en la que no pude dormir durante varios días. Ahora vuelvo a estar aquí, y la gente me quiere, nos quiere, nos adoran. El momento en el que salimos del tren fue una auténtica locura. Jamás lo hubiera imaginado. Me quedo sumergida en los recuerdos de hace tan sólo un par de horas, y también en los recuerdos de hace un año, recuerdos que tuvieron lugar aquí y que volvieron mi vida del revés. Pienso en ellos hasta que oigo una voz familiar en el pasillo.

-Desechadla.-ordena

-Pero
pero
¡si es una tela de las mejores, con esto deslumbraríamos!-replica una voz, que si no me equivoco pertenece a Octavia.

-He dicho que la desechéis.

Y sin duda, sé que Cinna se encuentra en el pasillo, a pocos metros de mí. Me levanto precipitadamente de la cama, los pies se me enredan y estoy cerca de caer, pero me agarro al picaporte de la puerta y salgo al pasillo. Octavia y Cinna ya se encuentran casi al final de éste. Se encuentran de espaldas, y Octavia aún mantiene la tela en la mano.

 

-¡Cinna! ¡Cinna!-grito, aunque no se da cuenta hasta que grito su nombre una tercera vez.

Corro hacia él. No sé por qué, pero he echado muchísimo de menos a Cinna. Creo que ha sido de las pocas personas que realmente se ha preocupado por mí, y al igual que a Haymitch, se podría decir que le debo la vida. Él también se acerca a mí rápidamente, y nos abrazamos. Sus brazos resultan cálidos y protectores, como siempre. Me permito descansar en ellos. Cinna está aquí, está conmigo, nada puede salir mal. Su trabajo resultará tan brillante como siempre, además, podré estar con él durante el desarrollo de los juegos.

-¿Qué tal estás, Chica en Llamas?-pregunta él, con una amplia sonrisa cuando nos separamos.

-Me alegro de que estés aquí, Cinna.-le digo yo, ignorando su pregunta. No puedo evitar volverle a abrazar.

Vamos a una de las habitaciones principales del Centro y charlamos, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos y nos tenemos que poner al día de todo. Poco después se nos unen Haymitch, Effie, Gale, Peeta, Emily y el resto del equipo de preparación para cenar. Emily y Gale permanecen callados toda la cena. Peeta no habla mucho. Cuando terminamos de cenar, nos sentamos en un cómodo sofá circular de color negro. Es hora de ver las Cosechas del resto de Distritos. Es hora de ponerles cara a las personas que pueden matar a Gale. O a las personas a las que Gale puede matar. El corazón empieza a ir más rápido de lo normal mientras Caesar aparece en pantalla, como cada año. Este año ha elegido el color verde aceituna para su pelo y sus trajes. Cinna se acerca a mí y me pregunta si estoy bien, debo estar sudando. Yo asiento y él me da la mano. No se la rechazo.Cuando quiero darme cuenta y estar atenta, ya me he perdido al distrito 1. Comienza la Cosecha en el Distrito 2. La chica es una muchacha de unos quince años. Morena, y con unos ojos verdes claros que le hacen parecer bastante inocente e inofensiva. Sin embargo, cuando su nombre sale de la Cosecha, suelta una carcajada muy aguda, y la repite varias veces. Tiembla y no para de moverse. La sorpresa viene cuando el chico es elegido. Sale el nombre de un chico que ronda los 14 años, pero un chico se ofrece voluntario. El físico de ese chico me provoca un escalofrío. Rubio, fuerte, ojos azules
se parece mucho a
de repente arrebata el micrófono al alcalde del Distrito 2 y grita:

-¡Estoy aquí para vengar la muerte de mi hermano! ¡Rodarán cabezas! ¡Me aseguraré de ello!-concluye enérgicamente. La gente de la plaza rompe en aplausos y él se golpea en el pecho
tal como hacía su hermano. Tal como hacía Cato.

Todas las personas de la habitación me están mirando. Es cuando me doy cuenta de que sudo mucho, de que aprieto la mano de Cinna demasiado y de que respiro con dificultad.

-No tienes por qué verlo, preciosa
-me dice Haymitch.

-No
puedo aguantarlo.-respondo, no muy convencida de mis propias palabras.

Después de ver al hermano pequeño de Cato, me cuesta concentrarme en los demás tributos elegidos. Sólo me quedo con unas pocas caras, chicos fuertes y mortíferos, con ganas de matar y chicas de todo tipo; delgadas, fuertes, asustadas o contentas
como Emily. No me doy cuenta de que estamos en el Distrito 12 hasta que Effie pronuncia el nombre de Emily y me veo a mí misma de fondo, sonriendo, como una tonta y respirando ajetreadamente. Parezco ida, ni me doy cuenta del momento en el que Effie llama a Gale. Y entonces pasa. Tal como el año pasado, me levanto de la silla y me pongo a actuar como una loca escapada del manicomio. Como había imaginado, han disimulado el hecho de que quería acercarme a la urna para comprobar que todos los papeles llevaban el nombre de Gale escrito. No puedo mirar a la televisión, mantengo la cabeza gacha hasta que Haymitch rompe el silencio diciendo:

 

-Tendremos que arreglar eso de alguna forma. Encontrar alguna explicación creíble. No
no nos conviene que te veas implicada en otros chicos que no sean Peeta, preciosa. Pero bueno, lo solucionaremos mañana. Id a descansar.

No necesito oírlo dos veces y me levanto inmediatamente. Voy corriendo a mi habitación y me siento en la cama. Esto es de verdad, está pasando. Los Juegos del Hambre están pasando. Me gustaría estar con alguien ahora mismo. Pienso en Gale, ahora que las cosas están arregladas. Sin embargo, pienso en mi primera noche aquí hace un año. La única cosa que quería hacer era llorar. Si Gale está llorando ahora mismo, no quiero interrumpirle. ¿Haymitch? No, creo que con la escena sensiblona de su casa ambos hemos tenido bastante. Además, no ha bebido demasiado en el día de hoy, supongo que ahora mismo lo estará compensando. ¿Peeta? Quizás, sí. De hecho, llevo todo el día intentando hablar con él, y esta sería la ocasión perfecta. Me pongo una bata de terciopelo encima del pijama y me dirijo a su habitación, al menos a la que era su habitación el año pasado. Llamo suavemente a la puerta.

-¿Peeta? ¿Peeta, estás ahí?-susurro.-Soy Katniss
¿puedo pasar, por favor?

Pienso que quizás se esté duchando. O quizás ya esté dormido. Aunque no lo creo. Pruebo dos veces más y no hay respuesta.

Me rindo y vuelvo a mi habitación, furiosa con Peeta. Furiosa conmigo misma, con Effie, con el Capitolio. Sin embargo, estoy cansada, y será mejor que deje los enfados e intente descansar, sí, eso será mejor.

Por la mañana me despiertan unos leves toques en mi puerta. No son los golpes que suele dar Effie para despertarme, son más suaves, y no van acompañados de un "¡Hoy va a ser un día muy, muy, muy importante!. No, no puede ser Effie. Me levanto rápidamente de la cama y abro la puerta. El chico del pan está al otro lado.

-¡Peeta!-exclamo yo muy emocionada.-Ayer fui a verte a tu habita
-

-Haymitch quiere vernos abajo a los dos. Ha dicho
-titubea-ha dicho que te des prisa.

Se va inmediatamente y yo me quedo con la palabra en la boca, sintiéndome de lo más estúpida.

Cuando Haymitch dice "prisa" se refiere a que bajemos con lo puesto, así que cojo la bata que usé ayer para ir a ver a Peeta y bajo a la sala principal, donde Peeta, Haymitch y Effie están sentados alrededor de una mesa redonda.

-¿Qué hace ella aquí?.-le espeto a Haymitch. Aún le guardo rencor a Effie desde lo que pasó en el Distrito 12, a la hora de irnos.

-Buenos días a ti también, preciosa.- le hago burla con la cara, y él me la devuelve. Me esfuerzo al máximo por no sacar una sonrisa tonta. El tipo de sonrisa que sólo Haymitch consigue sacar.-Necesitamos a Effie para una cuestión.

 

-Oh, ¿en serio?-me siento al lado de Effie, y cojo un gran pastel de chocolate que hay en una fuente y me pongo a masticarlo y a mancharme lo máximo posible mirándola. Sé que este tipo de comportamiento le pone furiosa.

Ella simplemente traga saliva.

-Hoy vamos a empezar con la estrategia, Katniss. Y
antes de empezar, necesitamos estar seguros de que Gale está aquí por orden del Capitolio. Porque eso cambiaría la dirección de los Juegos completamente. Y eso es por lo que Effie está aquí. Effie, te lo pregunté en el tren, y te lo pregunto ahora. ¿Está aquí Gale por orden de Snow?

Todos dirigimos nuestra mirada hacia ella, que se siente incómoda y nerviosa.

-No
n-no lo sé.-titubea

-Oh, ¿en serio?-vuelvo a repetir yo, y me acerco más a ella para darle otro bocado a mi pastel de chocolate.

-Katniss-dice Haymitch, y me hace un gesto con la cabeza.

Me alejo de Effie, pero la sigo mirando con odio.

-Effie, de verdad necesitamos saberlo. Necesitamos saber si los Vigilantes van a ir a por él, porque eso supondría

-Déjame a mí, Haymitch.-digo yo, y me pongo de pie, enfrente de Effie.-Vamos, Effie. Demuéstranos que no eres un robot del Capitolio ¿quieres? Demuéstranos que cuando Peeta y yo salimos de los juegos tus lágrimas eran verdaderas. Demuéstranos que tienes algo de corazón ahí dentro-le doy un pequeño empujón.-¡Demuéstranos que eres una persona! ¡Demuéstranos que te preocupas de algo más que no sean tus pestañas o tus zapatos! ¡Maldita sea, Effie, demuéstranos que te importamos algo! ¡Que no somos unos bárbaros para ti!-estoy gritando demasiado, y Effie ha empezado a llorar.

-Ya vale, Katniss.-me para Peeta. Él también se levanta y se pone de rodillas delante de Effie.-Tan sólo tienes que asentir.-le dice. Y ella, sorprendentemente lo hace. Después se levanta de la silla y se va llorando. Peeta se mantiene en el suelo unos segundos más, y después se levanta como si pesara cinco kilos más de lo que pesaba cuando se sentó.

Haymitch mira hacia el suelo. ¿Por qué se comportan así? A mí solamente me han confirmado algo que ya sabía
supongo que ellos guardaban algo de esperanza, pero Effie nos acaba de confirmar que Gale va a estar muerto en unas semanas.

-Bien.-dice Haymitch, tras unos minutos de silencio.-Esto no va a ser fácil, chicos. Si los Vigilantes lo quieren muerto lo estará, y cuanto antes asumamos eso será mejor.

-¿Estás insinuando que deberíamos centrarnos sólo en Emily?-le pregunto yo, arqueando las cejas.- Haymitch,¿ dónde están ellos dos, por cierto?

-Aún están dormidos-responde Peeta.-Es temprano.

Yo asiento.

-No, Katniss, no he dicho que debamos centrarnos en Emily. Os estoy planteando cómo vamos a intentar salvar a Gale.

-¡Es imposible, Haymitch! ¡Tú mismo lo acabas de decir!

-Es difícil, pero al menos intentaremos mantenerle con vida el máximo tiempo posible.

-¿Y cómo vamos a hacer eso?-pregunta Peeta.

-Veréis, los vigilantes quieren a Gale muerto, ¿verdad?-Peeta y yo asentimos-Por lo tanto, intentarán matarle de alguna forma lo antes posible. Lo que significa, que sólo podemos hacer una cosa para asegurarnos de que los Vigilantes no lo maten. Los Vigilantes pueden matar a una persona perfectamente cuando está solo. Pero les resultaría muchísimo más difícil cuando una persona está en grupo, en un grupo grande. Y estoy casi seguro de que los Vigilantes no se arriesgarían a matar a un grupo grande de tributos a propósito, todo el mundo se les echaría encima. Así que, creo que nuestra única opción para mantener a Gale seguro es que esté con un grupo de tributos el máximo tiempo posible.

 

Peeta y yo asumimos sus palabras durante unos segundos.

-¿Quieres decir
profesionales?-pregunto yo, descartando la opción directamente. Gale tiene buenas condiciones físicas, pero no tantas como para estar en los profesionales. Además, teniendo en cuenta que la muerte de Cato fue ejecutada el año pasado por el distrito 12, jamás le aceptarían y él preferiría morir a formar equipo con ellos. Sin embargo, la idea de formar grupo para protegerse entre ellos de los vigilantes he de decir que es bastante buena.

-Creo que ya sabes, preciosa, que los profesionales no son exactamente al grupo que me refería.-Peeta arquea las cejas.-Después de lo de Cato, jamás le aceptarían. Yo estoy hablando de hacer un grupo, una alianza entre los distritos que no son profesionales, y cuando más grande sea mejor. Y Gale debe ser el capitán que los reúna a todos. No busquéis contradicciones a este plan-dice Haymitch al ver nuestras caras.-Ya las he buscado yo y no las hay. Es la única forma de al menos intentarlo, porque esa alianza se acabará rompiendo, obviamente, y Gale se quedará solo, y en ese momento los Vigilantes no dudarán en eliminarlo. Si conseguimos un equipo considerablemente grande los Vigilantes pensarán dos veces si matarlos a todos o no, porque matar a sólo uno resultaría difícil.

No puedo evitar preguntarle a Haymitch qué pasará cuando Gale se quede solo, cuál será el plan en ese momento.

-Lo único que tenemos a nuestro favor es que no pueden programar una muerte que se note demasiado, a la audiencia no le gustaría. Contaremos con eso, y lo usaremos de alguna forma. Y lo único que podemos esperar es que los Vigilantes cometan un error. Hay que ser más listos que ellos. Y en eso
.hay algo a nuestro favor.

-¿El qué?-preguntamos Peeta y yo al unísono.

-Entre nosotros se encuentra una de las pocas personas que ha demostrado ser más lista que los Vigilantes.-Y los tres al ya tener un plan, al tener algo a lo que aferrarnos, no podemos evitar sonreír.

Hoy es el día del desfile de los tributos. Esta noche,podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte para Gale y Emily. Lomarcó para mí, y también para Peeta. ¿Qué hubiera pasado si Cinna no hubierahecho un tan brillantísimo trabajo? Hubiéramos pasado totalmente desapercibidosy no hubiéramos brillado en las entrevistas. No tendríamos ni un solopatrocinador, y ahora estaríamos muertos. Le debemos la vida a Cinna. Pocasveces me he parado a pensar en lo mucho que le debemos. Y el pocoagradecimiento que le hemos demostrado. Pensar en todo ello hace que se merevuelva el estómago, y necesito desayunar algo, hoy va a ser un día "Muy, muy,muy importante".

Gale está nervioso. Da vueltas con la cuchara a su chocolatecaliente pero no está comiendo nada. Insisto en que coma, pero no sirve denada. Dice que no tiene hambre. Emily come algo, pero no demasiado.

Después de desayunar, Peeta y yo acompañamos a Emily y Gale,es la hora de reunirlos con el equipo de estilistas. Ellos se ponen en susmanos y el equipo empieza a transformarles en perfectos seres de porcelana.Mientras tanto, Peeta y yo nos sentamos juntos en un banco, observando. Cinnano ha llegado aún.

 

-¿Peeta?.-pregunto yo, con cautela.

El se gira y me mira, para demostrarme que tengo suatención.

-Tenemos que hablar

-No hay nada de qué hablar, Katniss. Ya está todo claro, ¿no? Respecto a nosotros,quiero decir. Nos utilizamos el uno alotro para sobrevivir, y lo hicimos. Podrías haberlo hecho dejándome atrásperfectamente, incluso te hubiera resultado más fácil, y te agradezco que no lohicieras, te agradezco que contaras conmigo. Te agradezco que me salvaras lavida.-me mira fijamente a los ojos.-Pero en el tren, me dejaste bastante clarolo que era para ti. Yo lo entendí y ya está

-Pero Peeta

-¿Es que no puedes entender que ser amigos, que tratarnosbien sólo me va a hacer más daño de lo que me está haciendo verte cada día?.-letiembla la voz, y le cuesta mirarme a la cara.

Justo cuando voy a contestar, Cinna entra en la habitación ynos saluda. Nos invita a ir a ver sus ideas para el desfile. Nosotros notenemos otro remedio que aplazar nuestra conversación para otro día.

Cinna parece bastante animado. Poco después, Gale y Emilyvistiendo batas finas, se unen a nosotros. Cinna aparta las cosas de la mesa ypone las dos fundas de ropa sobre ellas.

-¿Preparados?-nos pregunta sonriendo. Todos asentimos y élabre la cremallera del conjunto lentamente. Debajo de la funda negra, seesconde una larga tela de color rojo apagado con dibujos tribales decorándola.Se ve que iban a ir vestidos de indios. Cuando baja la cremallera del todo, esdefinitivamente, una de las cosas más feas que he visto en mi vida. Estaría almismo nivel de los conjuntos que han vestido los tributos del distrito 12 enaños anteriores. ¿Pero cómo ha podido Cinna crear semejante espanto? Elconjunto está formado por una sola pieza, por lo tanto, quedará como unvestido. Gale tendrá que llevar un vestido en el desfile. No podría haberhumillación peor.

-Bueno, ¿qué os parece?-pregunta Cinna, sonriendo.

Nadie parece ser capaz de expresar lo que todos pensamosahora mismo, que es qué diablos pasaba por la cabeza de Cinna para crear talcosa. Nadie excepto Emily.

-Es feísimo. Preferiría ir desnuda.-afirma, con tonodesafiante.

-¿A ti qué te parece, Katniss?-me pregunta Cinna, y yo meaterrorizo. No quiero herir sus sentimientos, pero como mentora de Gale nopuedo permitirle llevar eso puesto.

-Es
es
.es original.-concluyo.-Quizá no sea de tus mejorestrabajos, Cinna, a lo mejor con otro estampado

Cinna suelta una carcajada.

-¿En serio no os gusta?

Algunos valientes de la sala se atreven a negar con lacabeza.

-Vaya, pues habrá que buscar otra cosa
veamos
-chasquea losdedos y al instante aparece un avox de la nada con otras dos fundasnegras.-¿Qué os parece.-abre la cremallera rápidamente.-esto?.-Detrás se de lafunda, se esconde algo que desprende vida, algo que sólo y exclusivamentepodría haber sido creado por Cinna. Se trata de una cazadora de cuero quedesprende brillo y belleza la mires por donde la mires. Está adornada convarios pinchos de metal que brillan, es de un metal extraño. Tan extraño comoel que obtenemos en nuestro Distrito. Es a la vez elegante y atrevida y danganas de vestirla sólo con verla. Está abrochada hasta el cuello, y llevan enconjunto unos simples pantalones negros y unas botas negras adornadas con elmismo material. Cualquiera que llevara ese conjunto parecería atractivo. Laversión de chica tampoco se queda corta. Lleva una cazadora casi igual, pero envez de pinchos, lleva perlas pequeñitas, iguales que las que extraemos ennuestro distrito. En vez de pantalones, va conjuntada con una falda deproporciones desiguales y las mismas botas que Gale, pero estas llevan perlas,al igual que la cazadora. Todos nos quedamos bastante ensimismados observandola obra de arte que son los conjuntos.

 

-Cinna
son
son perfectos.-me atrevo a decir yo.

-Gracias, Katniss. Quería ofrecer un aspecto mortífero, peroa su vez elegante y con clase. ¿Qué opináis vosotros?-les pregunta a Gale yEmily.

-Son geniales.-afirma Gale con una voz seria.

Emily simplemente da su aprobación con la cabeza.

-¡Bien, pues vamos a ponernos en marcha! Vamos a ver elmaquillaje que os voy a poner
El equipo se pone manos a la obra, dirigidos porCinna.

Peeta y yo subimos al piso principal. Él se va a suhabitación, sin decir nada y yo voy al salón, a comer algo. Haymitch está allí.

-¿Qué tal van las cosas ahí abajo?

-Muy bien.-digo y me siento a su lado.

-Después del desfile tenemos una fiesta, lo sabes,¿verdad?.-me pregunta Haymitch

Sacudo la cabeza.

-Es la primera toma de contacto de los mentores y lospatrocinadores. Todo el mundo estará allí, y será la ocasión perfecta paraconseguir patrocinadores para los chicos. Así que ya sabes, no seas tú misma.

-Si yo soy encantadora, Haymitch.-contesto yo con unasonrisa.

-Sí, tan encantadora como una babosa muerta.-replica él.

Los dos nos reímos.

-No sólo tienes que ser encantadora, Katniss.

-Lo sé

-No, escúchame. Tienes que seguir enamorada de él, ¿meentiendes? Todas las personas que os ayudaron a sobrevivir estarán ahí. Y noquiero que las decepciones.

-No lo haré.-concluyo yo. Haymitch asiente, y nos quedamosen silencio durante unos dos minutos.

-Y
¿qué tal las cosas entre vosotros?-pregunta él.

Yo arqueo las cejas. Haymitch es la última persona queesperaría que se preocupara por Peeta y por mí.

-¿En serio vamos a hablar tú y yo de mi relación con Peeta,Haymitch?.-digo yo, riendo.

Él sonríe.

-Vamos, preciosa. Yo creé vuestra relación. Me interesa.

La verdad es que estos últimos días he tenido ganas dehablar con alguien de Peeta, alguien con quien desahogarme. Con Gale seríaimposible, y Cinna está demasiado ocupado. Haymitch parece ser el candidatoperfecto. Aún así, me lo pienso un poco, pero al final cedo.

-Es que
él no quiere saber nada de mí, Haymitch. No quierehablar conmigo, yo quiere ni mirarme a la cara

-¿Y eso por qué? ¿Se lo has preguntado?

-Sí
dice que al menos para mí nuestra unión terminó encuando anunciaron que éramos los ganadores. Que le utilicé, que nos utilizamosel uno al otro para sobrevivir. Que él no me veía sólo como una táctica desupervivencia, pero yo a él sí

-¿Y
eso es cierto? ¿Fue él una mera táctica de supervivenciapara ti?

-No del todo
en algunos momentos sí, y en otros no
en otrosde verdad le sentía conmigo. Pero no sé si lo que siente él por mí es mutuo. Leecho de menos, sí, pero eso no significa que esté enamorada de él. Y daríaigual si lo estuviera, no tengo tiempo para novios, ¿entiendes?

 

-Sí, creo que sí. Pero tienes que intentar ponerte en sulugar. A ti también te dolería estar con la persona de la que estás enamoradatodos los días y sin poder estar juntos, ¿no? Si él se acercara a ti, tehablara, si fueseis amigos otra vez, supondría un dolor brutal para él. Loúnico que está haciendo, es, al igual que tú en el estadio, una táctica desupervivencia. Está intentando olvidarte, Katniss. Él no te odia. Te quieremuchísimo.

Nos quedamos en silencio otra vez durante unos instantes.

-¿Quieres que hable con él?.-me pregunta Haymitch.

Me levanto del sofá y le doy unas palmaditas en la espalda aHaymitch.

-No, pero gracias Haymitch. De verdad te lo agradezco.

Después, salgo del salón y me dirijo a mi habitación,durante permanezco muchísimo tiempo, lo que deben ser horas, tumbada en lacama, hasta que Effie llama a mi cuarto y anuncia que queda media hora para eldesfile.

Me doy una ducha, y elijo un vestido de color azul claro devuelo, un poco por encima de la rodilla. Lo combino con unos zapatos de lamisma tonalidad, no demasiado altos. Supongo que Cinna me dará los retoques demaquillaje necesarios abajo.

Cuando ya estoy lista, mi corazón empieza a latir conviolencia, estoy muy nerviosa. Bajo al salón, ya están todos preparados,esperándome. Mis ojos buscan inmediatamente a Gale y a Emily. En el momento enel que los encuentran, aunque ya había visto el conjunto no puedo dejar escaparun "wow", porque no sólo están espectaculares, están realmente atractivos. Perfectos para que a los patrocinadores lesllame la atención.

Todo está listo para el desfile. Bajamos al piso de abajo,de donde saldrán los tributos, y acompañamos a Emily y Gale hasta su carroza.Allí les dejamos, y les deseamos suerte.

A continuación, Cinna, Haymitch, Peeta, Effie y yo, nosvamos, los veremos desde atrás. Estamos al lado de unos cuantos mentores más.Sorprendentemente uno de ellos se acerca a nosotros. Y a medida que vaacercándose, le reconozco perfectamente. Finnick Odair, Distrito 4. Uno de lostributos más atractivos que el Capitolio ha visto. Camina con elegancia, ysonriendo. Una sonrisa pícara y seductora. Viste una camisa de color negro yunos vaqueros, que le hacen bastante atractivos. Se para enfrente de mí.

-¿Un azucarillo?.-me pregunta. No sé cómo reaccionar.Haymitch nunca nos ha dicho si nos conviene llevarnos bien con los otrosmentores. Pero si Gale debe aliarse con el máximo número de tributos en elestadio, será mejor que empecemos desde ya.

-Claro, por qué no.-digo yo, aceptando su azucarillo ymostrando mi mejor sonrisa.- Finnick, ¿verdad?

-El mismo.-responde, mientras se mete en la boca dosazucarillos más.-Es un placer por fin conocerte, chica en llamas.-se inclinapara besarme la mano.

-Igualmente.-dejo escapar una risa nerviosa.

-Bueno
si necesitas algo, sabes dónde encontrarme.-guiña unojo, y a continuación se larga. En realidad no sé dónde encontrarle, pero lotendré en cuenta.

-¿Haciendo amigos, señorita Everdeen?-pregunta Cinna, conuna amplia sonrisa.

 

-Oh, déjame en paz.-contesto yo, y le doy un golpe cariñosoen el hombro. Él se ríe aún más.

-A propósito, Cinna, has hecho un trabajo brillante.-él meda las gracias sonriendo.-Y
¿de qué iban los trajes de indio?.-pregunto yo sin dejar de sonreír.

-Oh
eso. Eso es lo que quería el Capitolio que Gale y Emilyllevasen puesto en el desfile.-contesta, y se me borra la sonrisa de la cara alinstante.

-¿Qué estás diciendo, Cinna? ¿Te dieron esos trajes para quelo llevasen en el desfile? ¿Y no les hiciste caso? ¡Pero Cinna! ¿Sabes lo quete podrían hacer por desobedecer al Capitolio? ¡Podrían ejecutartepúblicamente! ¿Estás loco o qué? ¡Tenemos que salir de aquíinmediatamente.-empiezo a respirar con dificultad. ¿En qué diablos estabapensando Cinna?

-Katniss, no soy estúpido. Sé perfectamente lo que estabahaciendo y las consecuencias que podría traer desobedecer al Capitolio. Perofui contratado para hacer que los tributos que se me asignaran impresionaran, yes lo que he hecho. Y no me arrepiento. Soy consciente de que podría serdetenido en cualquier momento.-mira hacia atrás.-De hecho

Yo también miro hacia atrás y observo cómo dos agentes depaz se acercan rápidamente hacia nosotros.

-Cinna
-digo yo con voz débil.

-Recuerda que sigo apostando por ti, Chica en Llamas. Hassido muy importante para mí, Katniss. Me has enseñado cómo un simple vestidopuede suponer la diferencia entre la vida y la muerte.-a continuación se llevalos tres dedos a los labios y me los pone en el corazón. Se adereza bien lacamisa y la corbata, se da la vuelta y se pone de cara a los vigilantes. Mededica una última mirada, y asiente.

-Si no se resiste será mejor.-dice uno de los Vigilantes.

Cinna asiente una vez más y empieza a caminar con ellos,como si no pasara nada, como si no supiera que ahora mismo está en la mismasituación que un cordero que se dirige al matadero.

Las notas que forman el himno de Panem ahogan mis gritos ysúplicas. Comienza el desfile de tributos. Yo intento correr detrás de losagentes de paz que se llevan a Cinna apresado, pero Haymitch me retiene. Pareceestar muy enfadado.

-¿Se puede saber qué diablos te pasa?-me grita a la cara,mientras señala a todas las personas que están en la sala. El resto de mentoresestá más pendiente de mí que del desfile de tributos.

Peeta me mira con preocupación. Aunque ya no grite, todos mesiguen mirando. Oficialmente, soy la persona demente y desquiciada porexcelencia de estos Juegos Del Hambre.

Intento calmarme y contarle a Haymitch lo que ha pasado,parece que nadie se ha dado cuenta de que han detenido a Cinna.

-¡Haymitch
! Haymitch
-empiezo a decir.-Haymitch
¡van amatar a Cinna!-en ese momento siento que se me viene encima una ola gigante delágrimas. Intento reprimirlas, pero un par de ellas se escapan. Sé que siempiezo a llorar no podré parar.

Haymitch me coge del brazo, le hace una seña a Peeta y noslleva a un rincón, en el que no estemos a la vista del resto de mentores.

-¿Qué ha pasado?-pregunta. Y yo, con voz entrecortadaintento explicarles lo mejor posible, y sin derramar demasiadas lágrimas losucedido hace tan sólo unos minutos.

La noticia parece afectarles bastante a ambos.

-Qué
¿qué vamos a hacer, Haymitch?-suplico yo, con la vozrota.

 

-Aún
aún no lo sé. Y este no es el mejor momento parapensarlo. Tenemos la fiesta ahora y

-¡A la mierda la fiesta, Haymitch!-le interrumpo yo,gritando.-¡Van a matar a Cinna! ¡Snow va a matarle! ¡Tenemos que hacer algo,joder! ¡No nos podemos ir de fiesta mientras le torturan, o le cortan lalengua!

-A mí tampoco me apetece ir de fiesta, Katniss. Esto lohacemos por Gale y por Emily. ¡Estarán más que muertos en dos días sinpatrocinadores! ¿Es que no lo entiendes?-exclama Haymitch, dando un puñetazo enla pared.

-Él
tiene razón, Katniss.-dice Peeta mirándome fijamente.

En realidad, sé que Haymitch tiene razón y que necesitorecuperarme porque en quince minutos estaré haciéndome fotos y sonriendo a todoel mundo.

-Así que ahora necesito que te tranquilices, te suenes losmocos, te arregles el maquillaje y te prepares para la fiesta, ¿de acuerdo?¿Podrás hacerlo?

Yo asiento, aún sollozando.

-De acuerdo. El desfile ya habrá acabado.-dice Haymitch,mirando su reloj.-Voy a acompañar a Emily y a Gale al centro y después mereuniré con vosotros aquí e iremos los tres a la fiesta, ¿entendido?

Peeta asiente por los dos y Haymitch se va.

Durante un minuto sólo se oyen mis suspiros y sollozos. Deboestar horrible y con mocos por todas partes, porque Peeta me ofrece un pañuelo.

-Gracias.-digo yo aceptándolo y sonándome la nariz.

-De nada.

Silencio otra vez.

-Katniss...Ya se nos ocurrirá algo, ¿vale?-me dice suavemente.-Telo prometo.- Después, aunque duda un poco antes de hacerlo, me coge la mano, yyo la agarro con fuerza. Me tranquiliza saber que no estoy sola, que él estáconmigo.

Al poco rato, vuelve Haymitch, y se sorprende un poco alvernos de la mano.

-Así me gusta. Vamos.

Peeta me ayuda a levantarme y empezamos a caminar hacia lamansión de Snow, donde se celebra la fiesta.

-¿Qué tal ha ido el desfile?-pregunta Peeta.

-Bastante bien. La gente les ha prestado bastante atención,pero no tanto como a vosotros el año pasado. Eso sí, la cámara sólo lesenfocaba el tiempo necesario para que no se notara demasiado la conspiracióncontra Gale.-responde Haymitch, con cierto tono de tristeza.

A medida que nos acercamos a la mansión de Snow, los gritosde emoción de la gente esperando fuera para ver a sus mentores favoritos, losque en su día fueron tributos ganadores. Aunque los gritos de entonces no soncomparables a los que surgen cuando Peeta y yo aparecemos sonrientes de la manola gente chilla, grita, ríe, incluso llora por nosotros. Todos suplican hacersefotos con nosotros, y Peeta y yo no sabemos muy bien cómo actuar.

Después de saludar a todo el mundo que estaba fuera de lamansión, por fin entramos a la fiesta en sí, y no cabe duda de que somos losprotagonistas totales y absolutos. Estas personas se controlan más, perocuchichean cuando pasamos a su lado y también quieren hacerse fotos connosotros.

Todos quieren hablar con nosotros, preguntarnos por nuestrarelación, si nos vamos a casar
o simplemente nos piden que relatemos con pelosy señales los detalles vividos en los juegos. A Peeta y a Haymitch esto se lesda mucho mejor que a mí, no paran de reír y de hacer chistes. Yo intentoimitarles, pero el recuerdo de Cinna aderezándose la chaqueta y yéndose con losagentes de paz me persigue. Intento ser amable con todo el mundo, pero la genteestá demasiado emocionada.

 

De vez en cuando, Haymitch me presenta a las personas quecontribuyeron con nuestros regalos dentro de la arena. Me presenta a unmatrimonio de unos 40 años, él con el pelo azul y ella con el pelo verde, queparece ser que fueron los primeros que apostaron por mí incluso antes de estarcon Peeta en los juegos, mi primer regalo, lo que posiblemente me salvó lavida, la crema para calmar la quemadura que me produjo aquel horrible fuego.Parecen amables, y no demasiado extravagantes, quitando algún detalle. A ellosse lo agradezco de verdad, agradezco que me salvaran la vida, que confiaran enmí y sólo en mí, no sólo en el amor adolescente. Me hago una foto con ellos, yesta vez sonrío de verdad. Parecen estar muy contentos de conocerme yprometemos estar en contacto durante estos juegos. Ya tengo los primerospatrocinadores para Gale. Quiero decir, para Gale y Emily, claro.

-Muy bien, preciosa, así, así.-me anima Haymitch.

A continuación, Haymitch me lleva a conocer a un hombre deunos 30 años, con el pelo teñido de piel de leopardo y que suelta risasexcéntricas. Él es el responsable de las múltiples sopas que Peeta y yo tomamosen la cueva. Él nos obliga a que nos demos un beso en los labios delante de él,y claro, no tenemos más remedio. Es breve, y nuestros labios apenas se rozan, pero es un beso, y siento algo.Después, nos hacemos la foto con él y como despedida él nos da un beso en loslabios a Peeta, Haymitch y yo. SegúnHaymitch, casi le tenemos, aunque aún no nos ha confirmado si ayudará a Emily yGale.

Después, Haymitch nos presenta a una de las personas másraras que he visto en mi vida. Se trata de una señora de unos 80 años, a juzgarpor las arrugas de los brazos y las manos. Sin embargo, la cara la tiene tanlisa como una chica de 20. Resulta un contraste un poco extraño. Sus pestañastienen una longitud de unos 20 centímetros, al igual que sus uñas, que parecengarras. Viste un extravagante vestido negro, conjuntado con un velo del mismocolor. Cuando sonríe deja ver los diamantes implantados en cada uno de susdientes. Ella nos compró el jarabe del sueño para que yo pudiera ir albanquete. Me dan ganas de preguntarle por qué no compró la medicina, pero me locallo y agradezco el jarabe.

Cuando Peeta me da un beso en la mejilla y le dice a laseñora que no estaríamos aquí sin ella a la señora se le escapan las lágrimas ypromete ayudar a Gale y Emily.

Decido ir al baño para despejarme. Allí, me acerco al lavabo, me lavo la cara y miro unos segundoshacia al desagüe. Cuando levanto la cabeza, en el espejo, detrás de mi reflejo,se encuentra el reflejo de la persona que más odio en el mundo y a la quepodría matar ahora mismo sin ningún problema. El Presidente Snow se encuentra asolamente unos pocos pasos de mí.

Está sonriendo. Tiene una pequeña sonrisa dibujada en susrnlabios de tono rojizo. Supongo que debe ser por la cara de susto y miedo querntengo ahora mismo. Intento borrarla, pero no soy capaz. ¿Me va a matar él conrnsus propias manos, aquí, en su mansión? ¿Me va a amenazar? ¿Se va a reír de mirnsituación actual? Comienza con un elegante saludo, con voz alta y clara.

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-Buenas noches, señorita Everdeen.

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Silencio. Espero unos cuantos segundos antes de contestar.rnAún mirándole a los ojos a través del espejo, le devuelvo el saludo con una vozrntemblorosa.

 

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-¿Está disfrutando de la fiesta?-pregunta, aún sonriendo.

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-Así es.-contesto yo, atreviéndome a dar la vuelta y arnmirarle a los ojos de serpiente directamente.-¿A qué viene su visita aquí, enrnel baño?.-pregunto sin rodeos.

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-Oh, con que no quiere charlar, ¿eh? Entiendo, entiendo. Elrnmotivo de nuestra reunión en un sitio tan particular como este, señoritarnEverdeen, es su ¿amigo? Gale Hawthorne, es ese su nombre, ¿verdad?

rnrn

Yo asiento y me agarro a una de las estructuras de losrnlavabos, porque me comienzo a marear.

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-Bien
¿se sorprendió usted, señorita Everdeen cuando saliórnel nombre de su "amigo", en La Cosecha?

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¿Cómo diablos se supone que debo contestar a eso? Por supuestornque estaba sorprendida, pero ¿a qué punto quiere llegar Snow con mi respuesta?

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-No le dé vueltas a la cabeza, señorita Everdeen, contestarérnyo por usted
más que sorprendida estaba furiosa. ¿Puedo saber el motivo?

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-Creo que usted amañó La Cosecha para que saliera el nombrernde Gale.-digo yo, firme y sin miedo.

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-¡Oh!-pone cara de sorpresa.-¿En serio cree usted que yornpodría hacer algo así?

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-Sí, y lo ha hecho.

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-Vaya, vaya, vaya
¿Así que ya sabes lo que te voy a decir,rnverdad?

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Silencio otra vez. Él continúa.

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-Sólo quiero decirte que no malgastes tiempo y esfuerzo. Élrnestá acabado. Lo estará desde el momento en el que suene el gong. Ningún actornqueda impune y sin consecuencia, señorita Everdeen. Cuanto antes aprenda esornmejor.-ha cambiado totalmente el gesto de su cara, ahora no es de broma, ahorarnes serio, amenazador, y por qué no, terrorífico.

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A continuación, deja la habitación silenciosamente. En elrnmismo momento en el que se cierra la puerta, no aguanto más y me tiro al suelo,rnllorando. Estoy mareada, desorientada yrnaterrorizada. Me pregunto por qué. La verdad es que ya sé desde hace mucho quernlos Vigilantes de los Juegos van a ir a por Gale, pero oírlo directamente de larnboca de Snow, lo hace algo más seguro y oficial. Gale va a morir. Por mi culpa.rnPor mi estupidez. Se abre la puerta del baño. Es Peeta. Tiene rostro preocupadorny tuerce la cara cuando me ve acurrucada en una de las esquinas del baño,rnllorando. Atranca la puerta para asegurarse de que no entre nadie y se sienta arnmi lado.

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-¿Qué ha pasado, Katniss?-me pregunta con voz calmada yrnsuave.

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Yo, entre sollozos, le empiezo a explicar la visita de Snow.rnÉl me escucha y no me interrumpe ni una sola vez. A mitad de mi relato sernlevanta y coge una toallita húmeda de las que hay al lado de los lavabos pararnsonarme los mocos. Mientras continúo, el me acaricia el pelo, suavemente, y alrnfinal, consigue tranquilizarme. Acabo apoyando mi cabeza sobre su hombro, y mernpermito respirar tranquilamente y descansar.

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-Katniss
en realidad él no te ha dicho nada que no sepamosrnya, ¿verdad?-dice Peeta después de unos minutos, cuando estoy más calmada. Yornniego con la cabeza.-Además, ya tenemos un plan respecto a eso, que es mejorrnque no tener nada, ¿a que sí?-yo asiento, aunque no muy convencida.-Vamos arnsalvar a Gale, Katniss. Al menos lo intentaremos. Te vas a sentir peor si terndas por vencida desde ya. Estás demasiado centrada en los juegos, Katniss.rn¿Sabes lo que vamos a hacer mañana?-yo niego con la cabeza de nuevo.-Mañanarntú-me hace cosquillas en la mejilla, y sonrío.-y yo vamos a pasar el día en elrnCapitolio, viendo todo. ¡Tengo ganas de ver mundo! ¿Qué te parece?-pregunta,rnmuy animado.

 

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-Oh, Peeta
no
no sé. No es el mejor momento, ¿sabes?

rnrn

-Exactamente por eso, porque este es un momento terrible.rnNecesitamos salir de aquí, respirar aire fresco y olvidarnos tan sólo por unasrnhoras de Los Juegos. Lo peor aún no ha empezado, Katniss. Esto es sólo larnpromoción, los Juegos serán muchísimo peor. Estaremos 24 horas al díarnencerrados en una sala viendo cómo asesinan gente. Pero
aún queda tiempo antesrnde eso
-añade, al ver mi cara de preocupación.-Así que, señorita Everdeen,rnmañana tienes una cita. A las 17:00 en el salón, ¿de acuerdo?

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-Pero Peeta

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-¡No hay peros que valgan, señorita Everdeen! Ahora levanta,rnun vestido tan bonito por los suelos
-exclama, hablando con el acento delrnCapitolio, imitando a Effie. Él se levanta y me coge las dos manos y me ayuda arnlevantarme.-Mañana. Cinco de la tarde. Salón principal. Tú, yo, y un Capitoliornentero por descubrir.

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Abro la boca para repetirle que no me apetece salir, pero elrnpone dos dedos en mis labios para impedirlo. A continuación me da la mano y losrndos salimos del baño. La fiesta acaba unos cuarenta minutos después, y mientrasrnvolvemos al centro, Haymitch nos felicita por nuestra actuación. Ya tenemosrncuatro patrocinadores como mínimo.

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Cuando llegamos al centro, Gale y Emily ya han ido a susrndormitorios. Me gustaría ver a Gale, pero él ya debe de estar durmiendo. Nosrndamos las buenas noches y cada uno va a su habitación, excepto Haymitch, que sernqueda tomando una bebida en el mini-bar. Mis sueños son confusos esta noche.rnLas imágenes de Snow confirmando la futura muerte de Gale, Peeta acariciándomernel pelo, Cinna marchándose con los agentes de paz y las de la señora de ochentarnaños que parece de veinte se mezclan en mi cabeza. Me levanto algo mareada.rnDebe de ser temprano, porque cuando bajo a la cocina no hay nadie desayunando.rnNadie excepto

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-Cinna.-susurro yo. Mi estilista está tumbado en el sofárncircular negro, donde vimos La Cosecha. Parece otra persona, tiene magulladurasrny moratones por todas partes. Le han quitado todo el maquillaje tan suave quernsuele llevar, así como los pendientes que le hacían tan característico. Tienernla ropa rasgada, pero respira. Está durmiendo, su tórax sube y baja de formarnrítmica y pausada. Sé que estará agotado, pero no dudo en despertarlo.

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-Cinna, Cinna, despierta.-digo yo, zarandeándolo levemente.

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Finalmente el abre sus ojos un poco, y al ver que soy yo larnque intenta despertarle se incorpora bruscamente y me abraza.

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-Cinna
-susurro yo de nuevo, aferrándome a su abrazo.-¿Quérndiablos ha pasado?

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Él me lo explica todo, su voz suena débil, pero esrntranquilizadora, como siempre. Cinna debería estar muerto ahora mismo. Se harnsalvado de milagro. Cuando se lo llevaron, lo interrogaron en una pequeña salarndurante horas, en la cual le agredieron físicamente, aunque no me da demasiadosrndetalles sobre ello, sin embargo, viendo el estado de su cuerpo, los agentes dernpaz debieron de ser bastante duros con él. Después del interrogatorio, que nornfue muy sustancioso para Los agentes, lo llevaron a una pequeña sala, donderndebería esperar a que le vinieran a buscar para ejecutar su sentencia dernmuerte. Cuando fueron a buscarle, no se trataba de los agentes de paz que lorninterrogaron, si no de un par de agentes de paz más jóvenes, reciénrnincorporados a la asociación. Le dijeron que sabían que era inocente, y que surnejecución sería injusta. Le dirían a Snow que lo habían ejecutado y que sernhabían deshecho del cadáver. Cinna no podría vivir más en el Capitolio, yrnobviamente no podría seguir ejerciendo como estilista. Los Agentes jóvenes lernayudaron a llegar hasta aquí, y ahora está aquí mismo conmigo. No me darndemasiados detalles porque está cansado, sólo me cuenta lo necesario. Yo lerndejo dormir, y le dio lo feliz que estoy porque vuelva a estar aquí. Lornacompaño a uno de los dormitorios libres, para que pueda dormir en una cama yrnahí lo dejo, tranquilo.

 

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Hoy es un día libre para los tributos. Mañana empezarán lasrnsesiones de entrenamiento. Desayuno con Gale, en su cuarto, no hemos podidornhablar mucho en los últimos días. Sorprendentemente, él está bastante animado,rnpasamos un buen rato juntos.

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Por la tarde, mientras yo esté en mi cita con Peeta, losrntributos tendrán que visitar el centro de entrenamiento y escuchar las reglasrnpara que todo salga bien mañana. Eso durará unas dos horas.

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Todo el equipo come junto, y la noticia del regreso de Cinnarnes muy bien recibida. Estamos todos bastante contentos, incluso Effie, querndesde nuestro pequeño interrogatorio no estaba muy habladora, hoy nos cuentarnnuestros próximos horarios.

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Las cinco de la tarde llegan antes de lo esperado. Cinna,rnque ya está algo recuperado me ayuda con el vestuario. Elegimos un vestidornsimple, con volantes, y de color rosa palo con adornos de color crema pálido.rnLo conjuntamos con unos zapatos con algo de tacón del mismo color del vestido. Recojornmi pelo en una trenza sencilla, y la decoro con un adorno color beige en formarnde flor. Finalmente, Cinna me arregla el maquillaje, también con coloresrnpálidos.

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Cuando por fin estoy lista, Cinna me acompaña hasta el salónrnprincipal, donde Peeta y sorprendentemente Haymitch, me están esperando. Peeta,rnal verme sonríe. Está espectacular. Lleva una camisa de color negro, conrnbotones blancos y un pantalón vaquero de tono oscuro, adornado con un cinturónrnmarrón. Por simple que parezca, ese conjunto le hace realmente atractivo.

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Esta escena me recuerda a las películas cursis y ñoñas quernla televisión de Panem emite dos veces al año y que a mi madre y a Prim lernencantan. La chica, con un vestido espectacular, baja las escaleras, donde lernespera el chico, le ofrece un brazo y le dice "Estás preciosa". La únicarndiferencia, es que yo no bajo de manera tan magistral las escaleras, y quernPeeta, en vez de decir "Estás preciosa" me dice "Estás muy guapa, chica enrnllamas". Supongo que el "preciosa" ya estaba cogido por Haymitch.

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Así pues, Peeta me ofrece su brazo y Haymitch y Cinna nosrndespiden y nos dicen que lo pasemos bien. Se acerca una tarde muy, muy, muyrnimportante.

La miniatura del Capitolio que Peeta y yo contemplábamos elaño pasado, desde la terraza del centro de entrenamiento, se va agrandando,mientras el centro se hace más pequeño a medida que Peeta y yo avanzamos, sinrumbo.

 

El Captolio tiene un olor extraño. No es desagradable, perono sabría como clasificarlo. Huele a lejanía y a distancia. Huele aartificialidad, a aspectos relacionadoscon la medicina. La gente se muestra distante, la mayoría camina rápido, yninguna de ellas va acompañada. Siendo tan "normales" como lo somos Peeta y yo,es bastante difícil pasar desapercibido. Sin embargo, la gente no nos prestaatención. Peeta se para, sonríe y me mira.

-¿Dónde le apetece ir, señorita Everdeen?-pregunta, haciendouna pequeña reverencia. Yo sonrío.

-La verdad es que no conozco nada del Capitolio, así que
¿Por qué no exploramos?

-Me parece una elección fantástica, señoritaEverdeen.-contesta, muy animado, y haceuna reverencia de nuevo.

Yo suelto una carcajada, y le doy un golpecito cariñoso enel hombro.

-¡Qué tonto eres!-le digo, aún riéndome. Él sonríe.

Seguimos caminando, siguiendo la misma dirección, yendo todorecto. En el Capitolio hay una temperatura agradable. Es un día cálido, sinllegar a ser agobiante, y de vez en cuando, corren pequeñas brisas de viento.Sin embargo, se nota que es una temperatura artificial, y me pregunto si lamantendrán así durante todo el año.

-Y
¿Cómo es que Haymitch estaba contigo abajo?-pregunto yo,con tono curioso.

-Oh, eso. Verás, le conté lo de nuestra cita y la idea leentusiasmó. Cree que es genial que nos mostremos como una pareja feliz porPanem, y si alguna cámara nos ve, mejor. Me dijo algunos sitios a los que podíallevarte, y me dejó algo de su ropa.-dice, señalándose el conjunto.-Según él,mi ropa era demasiado "adolescente", y debo parecer un adulto

-¿En serio ese conjunto es de Haymitch?-pregunto yo, muyasombrada. Peeta asiente.-Vaya, jamás pensé que Haymitch tuviera una ropa tanchula. A ti te queda genial.-él sonríe.- ¿La habéis combinado juntos?-La ideade ver a Haymitch y a Peeta probándose ropa hace que me ríe ligeramente.

-Así es, estoy muy guapo, ¿eh?

-Lo estás, lo estás. ¿A qué sitios te dijo Haymitch que mellevaras?

-Es una sorpresa, pero creía que querías explorar, ¿no esasí?

-Quién sabe dónde acabaremos si empezamos a explorar
mejorllévame dónde te ha dicho Haymitch que me lleves, anda.

-Lo que la señorita Everdeen diga.-concluye, haciendo unareverencia de nuevo.

La calle que daba salida al Centro de Entrenamiento se vahaciendo más ancha hasta dar a una plaza de forma redondeada, decorada con unafuente enorme con una escultura de cristal, que simula una mujer recogiendoagua en un pequeño cuenco. La plaza es como seis veces más grande que nuestra plaza en el 12. Suena unamúsica alegre, una melodía lenta, de verano, aunque nadie está tocando. Laplaza está llena de gente, familias, parejas, y todas parecen pasar un buenrato. También hay muchísimos comercios, que rodean toda la plaza; puestos decomida de todo tipo, cafés, flores, globos
Se respira felicidad y alegría.

-¿Qué te parece?-me pregunta Peeta.

-Es perfecta, Peeta-contesto yo, mostrando una ampliasonrisa.

La gente de la plaza no tarda en darse cuenta de nuestrapresencia en la plaza. Los cuchicheos, grititos y risas nerviosas empiezan ainundar la plaza. Peeta se muestra encantador con toda la gente que se nosacerca. Yo intento imitarle, pero la simpatía nunca ha sido mi punto fuerte. Ymenos con la gente del Capitolio. Todo el mundo se hace fotos con nosotros, nosabrazan y nos regalan flores. Peeta habla de lo felices que estamos y de lasganas que tenemos de que empiecen los nuevos juegos para poder verlos con todosellos. Qué bien sabe mentir. Intenta justificar mi silencio con que soy muytímida, y yo asiento y sonrío, mientras le doy un beso en la mejilla. Todo elmundo se vuelve loco. Peeta anuncia educadamente que se está haciendo tarde yque tenemos que ir a cenar. Tiene razón, tengo muchísima hambre. La mayoría,obediente, nos deja tranquilos.

 

-Bueno.-dice él suspirando.-Estar atendiendo a nuestros fansno era exactamente mi concepto de cita
lo siento.

-No lo sientas, Peeta. Es inevitable, y ayudará a Gale.

Él asiente.

-Tengo una sorpresa para usted, señorita Everdeen.-dice élsusurrándome al oído, lo que me provoca un escalofrío desde la cabeza a lospies.

Yo arqueo las cejas y él, señala al cielo.

En tan sólo dos segundos, el cielo de Panem pasa de estarvacío a estar lleno de globos de distintas tonalidades de verde. Algunos tienenforma de corazón, otros de árbol, otros de cara sonriente
pero la mayoría songlobos comunes. Algunos de ellos cambian de color. Cada vez salen más deninguna parte, el cielo se ha teñido de verde, mi color favorito. Es una imagenpreciosa, la grandeza del Capitolio, sus grandes infraestructuras están rodeadasde preciosos globos verdes, cientos de ellos, incluso miles.

Después de un par de minutos, algunos de los globosdesaparecen poco a poco, sólo se quedan los globos comunes, y todos se tiñen deverde de nuevo. A continuación, se alinean formando un corazón perfecto. Peetame agarra de la cadera, en vez de la mano y me vuelve a susurrar.

-¿Qué te parece?

-Es
es lo más bonito que nadie ha hecho por mí en toda mivida, Peeta.-respondo yo, aunque me he quedado sin palabras.

Cuando le miro, él sonríe, y un niño pequeño de los de laplaza está a su lado, y me ofrece con una tímida sonrisa un globo verde pálido,de una tonalidad muy suave. Cuando lo cojo, nada más rozarlo, aparece escritocon una pulcra caligrafía "La noche acaba de empezar, señorita Everdeen. Estoes sólo el principio de la magia
". Se mantiene el suficiente tiempo para poderleerlo. La gente de la plaza, al igual que yo, mantiene la boca abierta, y unnúmero considerable de personas llora de la emoción. La gente aquí siempre hasido muy sensiblera.

-No
no sé qué decir
Peeta, ha sido precioso

-¿Vamos a cenar?-me pregunta, ofreciéndome su mano. Yo mecambio el globo de mano, y la acepto. Sin poder evitarlo, le doy un dulce besoen los labios. No es por actuación, no es por nada en realidad, es sólo que meapetecía. Él sonríe y me abraza. También sostiene un globo del mismo color.

Nos despedimos de la gente de la plaza. Ya ha anochecido.Nos mantenemos callados durante unos minutos hasta llegar al restaurante.Supongo que el beso nos ha cortado un poco a los dos, pero no me arrepiento.

En el distrito 12 nunca nadie se puede permitir ir arestaurantes. Sólo hay un par de ellos para ocasiones muy, muy, muy especiales,o para cuando hay una visita del Capitolio.

La verdad es que me sorprendo de lo normal que es, al menospor fuera. Es un edificio de dos pisos, en tonos caobas. Cuando Peeta y yoentramos, al menos cinco camareros nos abren la puerta y nos indican nuestramesa reservada. Todo el mundo del restaurante nos mira y los cuchicheosempiezan de nuevo. Peeta me ofrece la silla, y ninguno de los dos sabemos cómofunciona exactamente funciona la pantalla situada en medio de la mesa. Trasunos minutos, finalmente averiguamos que debemos ordenar la comida mediante lapantalla, y al igual que en el centro de entrenamiento, sale caliente y reciénhecha en unos tubos que después desaparecen.

 

Yo pido una sopa de distintas carnes de primero, y desegundo me decido por varios filetes de cordero con guisantes.Sorprendentemente, los guisantes están colocados de forma específica, y sepuede leer "¿Lo pasa bien, señoritaEverdeen?" Los camareros vienen cada cinco minutos a preguntarnos sobre lacomida y si necesitamos algo. Cuando finalmente terminamos de cenar y Peeta vaa pagar la cuenta, el restaurante insiste en que no es necesario en absoluto.Cuando salimos, nos hacemos una foto con ellos y despedimos a toda la gente delrestaurante.

-¿Y ahora con qué me vas a sorprender?-le digo yo a Peeta,ala salida del restaurante, sonriendo.

-Ya verás.

Me guía durante unos veinte minutos por las calles delCapitolio. Hace una noche agradable y se ven las estrellas, que estánespecialmente brillantes esta noche. Llegamos a la cima de la cuesta de unacalle empinada

-Vale, Katniss, ahora quiero que cierres los ojos.-me diceél.

-No-contesto yo, sonriendo.-Me das miedo.

-¡No te haré nada! ¿Es que no confías en mí, señoritaEverdeen?

-Sí, pero

-Mira.

A continuación, va a un hueco entre las paredes y saca uncilindro verde. Lo desenrolla, y resulta ser una alfombra verde, que tiene lalongitud de la cuesta entera que tenemos que bajar.

-Guau. No me esperaba esto.-digo yo pasmada.

A continuación, Peeta saca de su bolsillo un bonito pañuelode color rojo y me lo pone en los ojos.

-Voy a hacer de esta noche una noche inolvidable para ti,Katniss.-me susurra al oído, y yo, vuelvo a temblar.

Me agarro a su brazo, y poco a poco, bajamos la cuesta. A los cinco minutos, Peeta anuncia que yaestamos, pero no me puedo quitar el pañuelo. Todo se mantiene en silencio, sólose oyen susurros de vez en cuando. Unos minutos después, Peeta me ayuda asentarme en una especie de banco.

-Ya casi estamos, señorita Everdeen.

Empezamos a elevarnos, y me pregunto dónde diablos me habrátraído Peeta. Tras unos segundos dejamos de elevarnos.

-De acuerdo.-dice él, y noto su tacto quitándome el pañuelo.

Estamos sentados en el aire, en una especie de banco quevuela por arte de magia. En frente de nosotros se encuentra un espectáculo deluces asombrosas y de todos los colores. La grandeza del Capitolio se alzahacia nosotros.

-Espero que no te den miedo las alturas.-dice él, aunque nopuedo verle la cara, porque todo nuestro alrededor está totalmente oscuro.

-No
pero Peeta ¿dónde estamos?

-En el paraíso.-responde él.

De repente se encienden todas las luces, y Peeta y yo nosencontramos a unos 20 metros de altura en una estructura redonda con bancosanclados a ella.

-Se llama noria.-me explica Peeta.

Debajo de nosotros, hay un montón de gente, sonriendo ysaludándonos. Peeta se les saluda riendo y muy contento. Yo empiezo a hacer lomismo. ¿De verdad el chico del pan está haciendo todo esto por mí?

 

-Esto es todo para ti.-dice, y a continuación, del cieloestrellado surgen cientos de fuegos artificiales de color verde.

Yo no puedo parar de sonreír y de abrir mi boca, estoytotalmente anonadada. Más gente empieza a subir en la noria, ya no somos elcentro de atención absoluto. Cuando está llena, los fuegos artificialescontinúan, y la noria empieza a girar suavemente. Al principio me mareo unpoco, pero es una sensación agradable. Peeta me coloca su chaqueta sobre mishombros, porque empieza a refrescar. Yo apoyo mi cabeza en su hombro, y elcoloca su brazo a mi alrededor.

-¿No te encantaría congelar este momento y vivir en él parasiempre?-me pregunta.

Yo asiento y me acurruco aún más. Peeta tenía razón. Estaestá siendo la mejor noche de mi vida.

Cuando bajamos de la noria me encuentro un poco mareada.Peeta debe notarlo, y agarra mi cadera firmemente para que no me caiga.

-Y ahora
-dice Peeta

-¿Es que hay más?-pregunto yo, riendo y con tono asombrado.

-En realidad no, ahora
creo que es hora de explorar.-dice élcon una sonrisa misteriosa.

Así lo hacemos. La noria es sólo una pequeña parte del lugaren el que nos encontramos. Según Peeta, se llama "feria". Los ciudadanos delCapitolio vienen aquí en sus días libres a pasar el rato y a montar enatracciones. Según veo, la "noria" es de las más suaves. Peeta se ofrece amontar conmigo, en algo terrorífico que se llama "montaña rusa", pero yo meniego. Ya he tenido demasiadas emociones fuertes por hoy. Elegimos emocionesalgo menos ligeras. Por ejemplo, jugamos a los "sinsajitos", un juego queconsiste en disparar réplicas de sinsajo con una escopeta de juguete. Si ganas,te dan peluches. Gracias a mi puntería, consigo dos peluches, uno con forma deoveja y otro con forma de perro. Ya no me hará falta comprarle regalos a Prim del Capitolio, esto leencantará.

-Enhorabuena, señorita Everdeen.-dice Peeta, admirando losdos peluches.-Sin embargo
creo que yo puedo hacerlo mejor.

No puedo evitar soltar una carcajada.

-¡Oh, vamos! ¿Tú? ¿Armas? ¿Puntería?

-Verás.

Peeta compra otra partida, y sorprendentemente, consigue unperro de peluche. Cuando lo va a aceptar, cuando ya casi lo tiene en la mano,el hombre del vendedor repentinamente quita el peluche del alcance de la manode Peeta.

-¿Sabéis qué?-nos pregunta.-Creo que no os merecéis un perrode peluche.-afirma, mientras sonríe enigmáticamente.-Esperad aquí, enseguidavuelvo.

Peeta me mira arqueando las cejas y yo encojo los hombros.Al rato, el señor del puesto viene con una caja de tamaño mediano con un lazorosa atado. Parece bastante contento. Saca la cámara de fotos, y le da la cajaa Peeta.

Peeta la agradece. Se ha formado un coro de curiosos anuestro alrededor, y la expectación porparte de todo el mundo crece. Peeta abre la caja, y deja ver a todo el mundo uncachorrillo de apenas dos meses, de color marrón suave y blanco crema. Tiene los ojos azul oscuro, ymenea la cola. Se ve que está muy contento. Peeta tiene una amplia sonrisa dibujadaen la cara, y sé que es verdadera. No lo está haciendo por caer bien, estáfeliz, feliz de verdad. Muchas veces antes de los juegos, me contaba cómo leencantaban los animales y cómo sus padres nunca le habían dejado tener uno. Eldueño del puesto de disparo nos dice que su perrilla acaba de dar a luz muchoscachorrillos, y que quería que nos quedáramos uno.

 

Mucha gente se emociona y ve el cachorro como un adelanto deun futuro bebé. Me quito la idea de la cabeza inmediatamente y sonrío,acariciando al cachorro. La verdad es que las mascotas no me entusiasmandemasiado, véase Buttercup, que ya estaría hecho sopa si no fuera por Prim.Pero finjo amar mi nuevo cachorro y estar super emocionada. Nos prestan unacorrea, y ahora somos tres los que vamos explorando, Peeta, el cachorro y yo. Ahoramismo parece que Peeta le presta más atención al cachorro que a mí, pero no memolesta. Con los globos y los fuegos artificiales estoy más que servida.

A medida que avanzamos, jugamos a más juegos, y Peeta y yocompartimos algo delicioso que se llama "algodón de azúcar". Es de lo mejor quehe probado desde que he llegado aquí. Cuando estoy a punto de sugerir volver alcentro, se empieza a oír una melodía. Una melodía alegre y rítmica, pero no estradicional. Tiene sonidos electrónicos, y muchos más instrumentos de los quemi oído puede reconocer. Peeta me hace un gesto con la cara, y yo asiento. Losdos estamos de acuerdo en ir a averiguar qué es este sonido.

Caminamos y llegamos al otro lado de la feria. Una chica delCapitolio, totalmente conjuntada de amarillo, está subida al escenario cantandoesa canción. Después de esa van otras, y después otras, y la gente baila ybaila. No se cansan. De verdad se están divirtiendo. Se ve que este es elconcepto de música en el Capitolio, aunque la verdad es que no me desagrada.Peeta desaparece un momento y le sigo con la mirada. Va al puesto de bebidas yle pregunta a la camarera que lo dirige si se puede quedar con el perrito. Ellaasiente y sonríe. A continuación, Peeta se da cuenta de que lo estoy mirando,así que mientras se acerca lentamente empieza a bailar sensualmente al ritmo dela música. Sus movimientos son tan ridículos que no puedo parar de reírme, y aveces, tengo que apartar la mirada, porque simplemente verlo me da vergüenzaajena. Hay que admitir que el chico no tiene grandes dotes de bailarín. Eltambién se parte de risa. Cuando llega, hace una reverencia, y me pregunta sile concedo este baile.

-En absoluto.-contesto riendo yo.- ¡De ninguna manera!

-Bobadas.-dice él, y me coge bruscamente de la cadera y mearrastra hasta la pista de baile. Él empieza a bailar enfrente de mí, y cadamovimiento es más ridículo y divertido que él anterior. Tanto es así, que acabadándose palmaditas en su propio trasero. Yo no puedo reír más. Al final, mecontagia y yo también acabo bailando. Somos el centro de atención, y la genteforma un círculo a nuestro alrededor. Todo es así, hasta que el repertoriocambia, y las canciones se transforman en lentas y melódicas. Peeta se calma,deja de bailar, y de nuevo hace una reverencia, coge mi mano, la besa, y mepregunta si le concedo este baile.

-¿Qué remedio?-pregunto yo con tono divertido.

Peeta pone los brazos sobre mi espalda y me acerca a él.Estamos solamente a unos centímetros de distancia. Siento su respiración, y la míase funde con la suya, formando una sola. Yo siento que voy a besarle en cualquiermomento, y la verdad, es que no quiero hacerlo cuando todo el mundo nos mira.Se supone que tiene que ser un momento privado, ¿no? Por tanto, aparto mis ojosde sus ojos de color azul profundo y apoyo mi cabeza en su hombro, mientras losdos giramos al compás de la canción. El acaricia mi pelo y me da besitos suavesen la cabeza.

 

Cuando acaba la canción, la cantante anuncia que la canciónque cantará ahora será la última del concierto. La gente nos presta menosatención, y la chica empieza a cantar la última. Al igual que las primeras, esuna melodía rítmica que te invita a bailar hasta el amanecer. La letra de lacanción habla de la sensación de estar enamorado y de ser joven. De la emocióny alegría inmensa que se siente. En el último estribillo, no puedo darle ungolpecito en el hombro a Peeta para que me preste atención. Todo el público sevuelve loco con el último estribillo, salta, baila, canta y grita. Yo me acercoa Peeta, le acaricio suavemente la nuca y me acerco lentamente a sus labios,hasta que se rozan. En el momento en el que se rozan, no puedo evitar sentirese frenesí del que habla la canción, y empiezo a besar a Peeta como si jamásle pudiera volver a besar. Es un beso apasionado y reconfortante, y hace queabsolutamente todo mi cuerpo se revolucione. Cuando nos separamos tan solo unoscentímetros, Peeta me agarra de nuevo de la cadera y me devuelve el beso. Séque él también está sintiendo lo que dice la canción, y tener a tantísima gentebailando y saltando, mientras nos besamos es indescriptible. Cuando acaba esebeso quiero más, quiero aferrarme a sus brazos, pero la canción acaba y elpúblico estalla en aplausos. Los dos nos reímos tímidamente y evitamos mirarnosdirectamente a la cara. De todas las veces que he besado a Peeta Mellark, estaha sido definitivamente, la más reconfortante y agradable. Aplaudimos a lacantante como todos los demás, y después nos hacemos una foto con ella.

Recogemos a nuestro cachorro y los dos decidimos que es horade volver al centro de entrenamiento, han pasado ya algo más de un par de horasdesde media noche. Peeta hace una llamada y un aerodeslizador nos viene arecoger. No tardamos más de cinco minutos en llegar al Centro. Durante elviaje, los dos estamos rendidos y no hablamos demasiado. Peeta acaricia alperro.

-¿Sabes a quién se lo podríamos regalar?

-¿A quién?-pregunto yo con voz cansada.

-Se lo podríamos regalar a Haymitch
tú ya estás harta deButtercup, mi madre sigue sin querer animales en casa, y a Haymitch no levendría nada mal algo de compañía, ¿no? Así tú y yo podríamos ver a estecampeón todos los días.

-Me parece bien.-La verdad es que aún no sé qué quiero hacercon el perro, pero estoy demasiado cansada para discutirlo.

Cuando llegamos al centro, tal y como esperaba, todo elmundo se ha ido dormir.

-Bueno
-dice Peeta.-¿Qué
q-qué tal lo has pasado?-mepregunta sin mirarme directamente a la cara.

-Ha sido un día perfecto, Peeta. De verdad has hecho que
queme olvide de todo esto.-digo yo, señalando a nuestro alrededor.

-Ese era mi propósito.-dice, con una sombra de una sonrisaen la cara.-Me alegro de que lo hayas pasado bien.

Yo, a modo de respuesta, cojo su mano y acaricio sus dedoscon mi pulgar. Él, por fin, sonríe, y yo le devuelvo la sonrisa.

-Buenas noches, Katniss.-dice él, soltando suavemente mimano.

-Buenas noches.-contesto yo.

A continuación, él camina hacia el pasillo de la derecha,hacia su habitación.

 

-¡Peeta!-digo yo antes de que se aleje demasiado.-Gracias.Gracias de verdad.

-Gracias a ti, Katniss.-dice él, sonriendo ligeramente,mientras cierra la puerta de su habitación.

Yo tomo un vaso de leche fría y me dirijo a la míatambién. Me tumbo en la cama, agotada, y me pierdo en el recuerdo de nuestrobeso, de nuestro apasionado y perfecto beso, mientras una canción de fondodescribía perfectamente lo que sentía en ese momento y lo que siento en estos instantespor el Chico del Pan.

Los golpecitos en la puerta que me despiertan llegan demasiadopronto. He dormido muy pocas horas, tan sólo cuatro, o cinco.

-¿Katniss?-pregunta una voz cauta y cantarina. Es Effie. Laecho de menos, y siento mucho que estemos así. Después de todo, es unaciudadana del Capitolio y no se le puede pedir más. Supongo que ha estado muypresionada últimamente. -Katniss
Haymitch quiere que Peeta y tú bajéisinmediatamente
¿vale?

-Ahora mismo voy, Effie.-digo yo, con la voz un pococortada.-¡Effie! ¿Puedes abrir la puerta, por favor?

Tras unos segundos vacilantes, la puerta se abre, y Effie seesconde detrás de ella. Parece una de mis presas a las que estoy a punto decazar, tiene el mismo miedo reflejado en los ojos. Mira al suelo y mueve lospies nerviosamente.

-Pasa, por favor.-le digo yo. Ella obecede.-¿Te sientasconmigo?-le hago un hueco en la cama y las dos nos sentamos en el borde.

-Effie, quería hablar contigo

-Yo también tenía ganas de hablar contigo, Katniss.

-Tú primero.-decido yo.

-Yo
-la voz pierde toda la firmeza y empieza atemblar.-Quería disculparme sobre lo sucedido a la salida del distrito 12. Loshorarios no importaban y
debería haberte dejado decirle eso a tu madre.

Yo asiento. A continuación las dos nos levantamos de la camay nos damos un abrazo rápido, que simboliza que estamos en paz.

Ella me acompaña a desayunar. No nos encontramos a nadie enel trayecto.

-Y
bueno, ¿qué tal vuestra cita?-su voz vuelve a ser alegrey cantarina. Vuelve a ser Effie.

Yo sonrío.

-Muy bien, la verdad. Lo pasamos estupendamente. Peeta mellevó a unos sitios preciosos, soltó como 1000 globos verdes por mí

-¿Qué me dices de la noria? ¿Te gustó?

-Oh, ¡me encantó! Pero
yo no he dicho nada de norias,Effie.

-Eso es
porque la noria fue idea mía. Peeta me pidió consejosobre dónde podría llevarte. Yo le hablé de la plaza tan bonita a la que tellevó, pero lo de los globos fue idea suya. Sin embargo, yo lo organicé todo,soltar los globos en el momento justo, comprarlos
Luego le hablé de unrestaurante cercano donde podría llevarte a cenar. Y
-sonríe ligeramente.-Ledije que podría subirte en la noria. Es dónde me llevaron a mí en mi primeracita
.y me encantó. Me alegro de que a ti también te gustara.

-Effie
no sabía que habías ayudado tanto a Peeta.¡Muchísimas gracias! Fue una noche inolvidable. Tu primera cita, ¿dices?

Ella empieza a avergonzarse y a ponerse roja. Llegamos a la sala principal paradesayunar en el momento fijo. Peeta, Haymitch y Cinna ya están sentados. Peetaaún lleva el pijama, igual que yo.

Effie saluda a todos con un "buenos días" y yo miro a Peeta,el cual me mira a mí y sonríe. Yo le devuelvo la sonrisa y me siento entre él yCinna. A continuación, empiezo a servirme mi desayuno. Cinna me pregunta por lacita, y le digo que ya se lo contaré, porque Haymitch comienza a impacientarse.

 

-¿Por qué querías vernos, Haymitch?-pregunto yo.

-Porque hoy empiezan los entrenamientos, preciosa. Y Galeaún no sabe que van a ir a por él.

Se me quita el hambre inmediatamente.

-Estamos aquí para encontrar la mejor forma de decírselo,para contaros las reuniones que tuve ayer con el resto de mentores. Vamos adejarnos ya de gilipolleces, esto no son unas vacaciones en las que nos podemosechar un novio de verano, esto son unos malditos juegos del hambre, donde lavida de dos personas dependen de nosotros. No podemos irnos a cenar mientraslos demás piensan en cómo van a sobrevivir esas dos personas.

Me siento tremendamente culpable. Haymitch tiene toda larazón, en cada palabra. No sé cómo diablos me pude ir ayer con Peeta dejandosolo a Gale.

-Pensé que estabas de acuerdo con lo de ayer.-intervienePeeta, con tono severo.

-Dejemos el tema de lo de ayer ya y centrémonos,¿vale?.-propongo yo.

-De acuerdo. Escuchadme bien,.-comienza Haymitch.- Como yasabéis, nuestro plan para Gale serácrear una alianza con el resto de tributos de los distritos no profesionales lomás grande posible. Si está en grupo, será menos fácil que lo eliminen. Bien,ayer hablé con un grupo de mentores de los otros distritos para ver quiénestaría interesado en la alianza. De momento, tenemos al Distrito 8, alDistrito 4; al menos Finnick me ha asegurado a la chica de su distrito,Distrito 11, Distrito 5 y Distrito 10.-Nos deja unos segundos para que asumamoslas noticias. No me apetece hacer cálculos, así que pregunto directamente, conmiedo:

-¿Son suficientes?

-Son bastantes. Con eso tendríamos un grupo de 9 tributos.Dudo mucho que los Vigilantes eliminen a 9 tributos de una sola vez. La mayoríason chavales que no tienen ninguna oportunidad. No son rápidos, no saben cazar,no saben matar
le he hecho muy buena publicidad a Gale, quizá demasiada. Les heasegurado al resto de mentores que Gale les podría ofrecer protección a cambiode formar alianza con él.

-O sea, que Gale tendrá que hacer de niñera.-afirmo yo.

-Si no lo hace morirá en menos de un minuto.-me contestabruscamente Haymitch.

-¿El resto de mentores sabe por qué hacemos esto? Quierodecir, ¿saben que van a por Gale, verdad?-pregunta Cinna.

-Se lo he dado a entender, sí.

-Entonces, ¿por qué están dispuestos a que sus chicos vayancon él? Eso también les pondría en peligro a ellos.-dice Peeta.

-Lo sé,-continua Haymitch.-Pero como ya os he dicho, para eltipo de chavales que van a formar la alianza, Gale es su única oportunidad dedurar más de un día vivos en el campo.

-¿Qué hay de Emily? ¿Formará alianza con Gale? No me fío niun pelo de ella.-digo yo.

-Aún no lo sé. Cuantos más mejor, ¿no? Pero si le contamoslo de la alianza y no accede a formar parte de ella podría jugar en nuestracontra. Tenemos que asegurarnos de que esto sea una alianza secreta, que lepille por sorpresa a los profesionales.

-Pero sólo supondría una amenaza si Emily forma equipo conlos profesionales, ¿no? Los profesionales jamás querrán formar alianza con untributo del distrito 12, y menos con lo sucedido el año pasado.

Tras una larga discusión sobre si deberíamos contarle aEmily el tema de la alianza, decidimos que, cuantos más, mejor. Además, sidecide no unirse, ella sigue siendo nuestra tributo, lo que significa quetenemos que beneficiarla en lo máximo posible, incluso si eso conlleva aperjudicar a nuestro otro tributo.

 

-Bueno, entrenamientos. Tenemos que partir de la basa de quetodos los que los vigilantes tendrán cien ojos en Gale en los entrenamientos.Lo que significa que no puede entrenar. No podemos dar a la luz sus habilidadesespeciales de caza, arco, o trampas, ya que si los vigilantes ven que algo sele da bien se asegurarán de que ese algo no esté en el estadio. Gale deberápasar de un puesto a otro, intentando aprender lo que no sabe y fingiendo no saberlo que tiene ya aprendido. De hecho, deberíamos asegurarnos de que Galepractique mucho en sus puntos débiles. Psicología inversa, eliminar lo que senos da mal. A lo mejor los vigilantes son lo suficiente estúpidos paracreérselo. Tampoco podemos correr riesgos con las alianzas. No podemos dejarque los vigilantes se imaginen nuestro plan, si no, pondrán algún impedimentopara que los tributos aliados no sepuedan encontrar en el estadio. Por lo tanto, Gale no debe tener contacto deningún tipo con el resto de tributos en el entrenamiento, debe comportarse cómose comportan los demás. Ahí entráis vosotros, Katniss y Peeta. Debéis indicarlecómo os comportabais vosotros. Todos los planes de la alianza se pondrán enmarcha a través de los mentores. Cada mentor le dará instrucciones específicas.Con Emily no tendremos que seguir ningún protocolo en especial, será lo normal.¿Todo entendido?

Todos asentimos. Estoy asombrada por lo elaborado que es elplan de Haymitch. Es perfecto, debido a nuestra situación. No tenemos otra cosamejor, creo que sería difícil encontrar un plan mejor debido a lascircustancias.

Tras unos minutos, Gale aparece en el umbral de la puerta ynos pregunta que qué hacemos todos levantados. Llegó la hora. ¿Cómo se empiezaa explicarle a alguien que va a morir?

-¿Qué pasa? ¿Hay reunión?-pregunta muy animado Gale, mientras coge un pastel y empieza a devorarlo.

Todos nos mantenemos en silencio. No puedo ni si quiera mirarle a los ojos. Tras unos segundos, sospecha que algo va mal.

-¿Alguien me va a explicar qué diablos pasa?-pregunta impacientándose.

-Verás, Gale
-comienza a decir Haymitch. Él también evita mirarle a los ojos-¿Recuerdas las jaulas de noche que Katniss y Peeta utilizaron en los juegos?-Él asiente.-Pues
con esas bayas se dejó en ridículo al Capitolio, ¿entiendes? Bien, pues Snow, prometió venganza y
-vacila un poco.-Él se aseguró de que tu nombre saliera elegido en la cosecha, porque sabe lo mucho que le importas a Katniss. Lo que significa, que los vigilantes van a ir a por ti en la arena.

Todos guardamos la respiración. Gale ha dejado de devorar el pastel y se ha quedado blanco como el papel.

-¿Voy a morir?-pregunta, muy despacio y luchando para que su voz suene firme, aunque sin demasiado éxito.

Haymitch piensa durante unos segundos sus siguientes palabras.

-Van a hacer todo lo posible para que así sea.-concluye.

A continuación Gale se levanta, tambaleándose un poco, tira la silla en la que estaba sentado y abandona la habitación dando un portazo. Unos segundos después de oye el portazo de su habitación.

 

Siento que una oleada de lágrimas me viene. Pero no me permito llorar.

-¿Por qué diablos has sido así de duro?-le espeto a Haymitch, levantándome de la silla.

-Porque la verdad es así de dura.-dice mirándome a los ojos.-El chico tiene que saber lo que le viene encima. Lo único que conseguiríamos suavizando las cosas es perjudicarle en la arena.

Me quedo en silencio. La verdad es que Haymitch tiene razón, pero ver la cara desdibujada de Gale al enterarse me ha destrozado.

-¿No vamos a ir a su habitación? Quiero decir, le tenemos que decir que tenemos un plan, que le vamos a salvar

-No nos abrirá la puerta. Es mejor que lo asimile por sí mismo, no le molestaremos.-me contesta Haymitch.

-Pero los entrenamientos empiezan esta tarde
tenemos que explicarle lo que tiene que hacer, ¡no tenemos tiempo!

-Entonces tendrá que asumirlo más rápido. Déjale solo durante dos horas al menos.-tras decir esto, Haymitch se levanta de la silla y abandona la habitación. Así lo hacen también Cinna y Effie, supongo que van a avisar a Emily para el desayuno. Nos quedamos solos Peeta y yo.

-¿Katnisss?

Yo no le hago caso y voy directa a la habitación de Gale. Doy dos suaves toques en la puerta.

-¿Gale? ¿Gale? Mira
-no sé por dónde empezar.-Mira, sé que esto es duro, ¿vale? Lo sé. Pero hay que ser valientes y afrontarlo. Gale, tú me has salvado muchas veces. Salvado en todos los sentidos que el verbo "salvar" conlleva. Y ahora me toca a mí. Voy a salvarte, Gale. Voy a salvarte, aunque sea la última cosa que haga con mi vida. No voy a perderte, Gale. No a ti. No voy a hacerlo. Voy a ir a donde haga falta para salvarte. Voy a salvarte, igual que tú me has salvado a mí. No voy a permitir que te me escapes. Y
cuando vuelvas, ¿sabes qué te voy a decir? Te voy a decir eso que odias tanto que te diga. Te voy a decir "Te dije que te salvaría". Porque es lo que voy a hacer.

Espero su respuesta durante unos segundos, y tras un par de minutos, la recibo.

-Vete.-casi no se oye, porque es muy leve. Tiene la voz ronca y si abriera la puerta ahora mismo, estoy segura de que le encontraría sentado en un rincón de la habitación, seguramente pensando en cuál será la forma en la que morirá.

Decido sentarme en el suelo, al lado de su puerta, no puede estar allí para siempre, algún día tendrá que salir. Pasan los minutos, y de vez en cuando le llamo, y él sigue ordenándome que me vaya.

Al cabo de una hora, Peeta aparece y se sienta en frente de mí.

-¿Alguna novedad?.-me pregunta.

-Nada. Sólo dice que me largue.

Él asiente y nos quedamos durante unos minutos en silencio.

-Voy a intentarlo yo.-dice, mientras se levanta.

Yo arqueo las cejas. ¿En serio cree que a él le hará más caso que a mí, su mejor amiga?

-Vete a avisar a Emily. Queda sólo una hora para que empiecen los entrenamientos. Yo me encargo de Gale.

-¿Estás seguro?-le pregunto yo, medio riendo, sé que no va a convencer a Gale.

-Así es.-contesta Peeta, y me obliga a levantarme.

Yo me resigno y camino hacia la habitación de Emily. Vuelvo la cabeza atrás durante un instante, y veo cómo Peeta llama insistentemente a la puerta de Gale. Giro a la derecha y sigo todo recto, hasta llegar a la habitación de Emily. Le diré que se vista y que esté lista en media hora.

 

Cuando llego, abro el picaporte de la puerta de su habitación bruscamente y entro.

Nada más entrar, sé que tenía que haber llamado a la puerta. Emily está tumbada, encogida, en posición fetal tumbada en su cama, mirando por la ventana y llorando. Su habitación está llena de pañuelos usados.

-¿Es que no sabes llamar a una maldita puerta? ¡Largo de aquí!-me grita sobresaltada.

Sin embargo, yo no me muevo de mi sitio. No soy capaz de hacerlo.

-¿Es que no me estás oyendo? ¡Que te largues!

No puedo moverme de mi sitio. Emily me recuerda demasiado a mí. Va de chica dura, pero en realidad está destrozada. Tal como lo estaba yo hace un año. Tal como estoy ahora.

Camino hacia la puerta y la cierro, pero sin salir por ella. Me acerco a Emily, y ella se incorpora.

-¿Qué diablos te pasa? ¡¡Fuera de aquí! ¡FUERA!.

-Emily, ¿estás bien?

-¿A ti te parece que esté bien, gilipollas?-me responde mientras señala los pañuelos tirados por su habitación. Ignoro el insulto y me acerco algunos pasos más.

-Obviamente no lo estás. ¿Qué te pasa?

-Nada, no me pasa nada.-dice, mientras se levanta y me abre la puerta.-Ahora puedes irte.

Me fijo detalladamente en su físico por primera vez. Es una chica guapa, aunque tantos años viviendo en el distrito doce se notan, como a todas; mirada hundida, huesos marcados y expresión triste. Tiene los ojos de tono azulado, como la gente de la Veta. Su pelo es ondulado y tan negro como el carbón. Siempre lo tiene recogido en una coleta mal hecha. Su cara está decorada con bastantes pecas que le dan un aspecto inocente. Tiene poca altura, pero aún así tiene un buen peso.

-No me voy a ir. Y lo sabes, así que cuanto antes me lo cuentes antes me iré.-concluyo yo, mientras me siento en la cama.

-Oh, ¿en serio te estás preocupando por mí, Katniss? ¿En serio alguno de las tres personas que se supone que iban a ser mis mentores se preocupa por mí? Creía que sólo teníais ojos para tu novio. Menos mal que me equivocaba, os habéis dado cuenta de que tenéis dos tributos cuando.-mira su reloj y se limpia disimuladamente las lágrimas.-queda una hora exacta para que empiecen los entrenamientos.

Su comentario me pilla por sorpresa. Lo peor es que tiene razón en todo, así que decido admitirlo, y no negar que nos hemos preocupado más por Gale.

-Tienes razón, Emily. Le hemos hecho más caso a Gale.-el hecho de que admita nuestros errores tan pronto hace que me preste atención.-Pero eso es porque Gale y tú no estáis en la misma situación, ¿sabes?

-Sí, eso ya lo sé. Yo a ti te caigo mal, por eso ya habéis decidido a quién vais a salvar.

-La verdad es que no te tengo demasiado aprecio desde lo de aquel trabajo, ¿recuerdas? Pero no soy tan rencorosa para dejarte morir delante de mis narices mientras yo puedo hacer algo para evitarlo sólo por un estúpido trabajo de colegio. Quiero que tengas claro que ni yo, ni ninguno de tus mentores somos así. Los tres vamos a hacer todo lo posible para hacerte la vida un poco menos difícil en la arena. Pero para eso tienes que contribuir.

Durante la hora que falta para los entrenamientos, Emily me consulta todas sus dudas respecto a la arena, los entrenamientos, las entrevistas
Yo además, le explico todo lo sucedido desde las bayas hasta la Cosecha, para que comprenda el porqué de nuestro comportamiento durante estos días. Después le hablo de la alianza que estamos preparando y le ofrezco unirse. Se lo tiene que pensar, aún no está muy convencida, pero puede que se una.

 

A continuación, entre las dos recogemos su habitación y le ayudo a vestirse hasta que Effie viene a buscarnos. Los entrenamientos están a punto de empezar.

Cuando bajamos las escaleras para reunirnos con los demás, me sorprende ver que Peeta ha convencido a Gale, porque ahí está, vestido con su uniforme del distrito 12 y mirando hacia el suelo. Todos nos estaban esperando a Emily y a mí. A los mentores no se nos permite ver los entrenamientos, así que Haymitch, Peeta y yo nos despedimos de Emily y Gale, mientras Effie les acompaña al ascensor. Y yo, al pensar que debajo de mis pies está un grupo de personas que se rifará la cabeza de Gale en Los Juegos, no puedo evitar empezar a temblar de miedo.

Mientras Emily y Gale van hacia el centro de entrenamiento,Haymitch cree que es hora de que Peeta y yo conozcamos al resto dementores con los que vamos a formaralianza en la arena.Nos deja unos minutos para que nos duchemos y preparemos,ya que seguimos en pijama, desde que Effie nos llamó. Después nos reunimos conellos en una sala grande del centro, con una gran mesa circular en la que sietede las once sillas ya están ocupadas. Muchos de los mentores me suenan de vista,otros, de verles en los Juegos, pero enseguida me fijo en Finnick Odair, mentordel distrito 4, el chico que me ofreció un azucarillo en el desfile detributos. Al lado de Finnick se encuentra la inconfundible Johanna Manson,distrito 7. Demostró tener una gran inteligencia en sus juegos. También estánCecelia y Woof, mentores del distrito 8. No sé mucho sobre ellos. Representandoal Distrito 10 se encuentra Charlotte Jonhson, una mujer de unos cuarenta ytantos que se muestra seria. También se encuentran los mentores de losdistritos 5 y 11. Todos nos saludamos educadamente y Haymitch, Peeta y yoocupamos nuestros sitios.

Comenzamos el consenso de mentores especulando qué nospodemos encontrar en la arena. Haymitch asegura que Gale sabe defenderse en terrenosboscosos. La mayoría de los otros tributos no tiene habilidades desupervivencia en ningún tipo de terreno. Finnick nos cuenta que sus dostributos se mueven bien por el agua, pero es bastante improbable tener un biomaacuático. Los mentores del distrito 11 nos cuentan cómo sus tributos están másacostumbrados a ambientes secos, saben cómo sacar agua y sembrar. No puedoevitar sentir un nudo en el estómago, porque lo que describen los mentores del11 es exactamente igual a lo que solía describir Rue cuando las dos estábamosen los juegos.

También hablamos de los regalos que conseguiremos durantelos juegos. Algunos defienden que como grupo y alianza, los regalos deben deestar destinados a todos, si hacemos una alianza hay que hacerla bien. A otros comoa Johanna Manson, no les entusiasma la idea. Siendo realistas, nuestra alianzaes un grupo de chavales que sin alguien a quién seguir como Gale, estaríanmuertos en dos días, y eso no es atractivo en absoluto para los patrocinadores.

-¡Por eso mismo nos interesa que compartamos los regalos,Johanna! Con estos dos.-exclama Haymitch, señalándonos a Peeta y a mí, que nohemos abierto la boca durante toda la reunión.-Los patrocinadores se nosrifarán. ¡Todos querrán patrocinarnos! En cualquier caso, si queréis dividirlos regalos por distritos, a mí me parece bien, todo será para Gale y Emily, y vosotrosos quedaréis sin nada.

 

-Haymitch tiene razón.-comenta Charlotte.-Si esto va a seruna alianza tenemos que olvidarnos de qué distrito es cada uno y pensar ennuestro grupo como una solo distrito del que todos somos mentores. Tendremosque tratar a los chicos de otros distritos como si fueran del nuestro y si no va a ser así no sé por qué nos estamosmolestando en hacer esto. Así es como trabajan los profesionales, y así es comotendremos que trabajar nosotros.

Muchas personas de la sala asienten. Yo también lo hago. Eltrabajo en equipo se basa en ser uno solo con la ayuda de muchos, ¿no?

-Bien.-continúa Haymitch.-Entonces en eso estamos deacuerdo, los regalos por parte de los patrocinadores irán encaminados a ayudara todo el grupo, no importa quién sea el mentor que los consiga, y asímantendremos las cosas hasta que el grupo se disperse. ¿Entendido?-todosasentimos.

-¿Qué instrucciones debemos darle a los chicos para que seancapaces de encontrarse después de La Cornucopia?-pregunta Cecelia.

-Ese es un punto interesante, y debemos prepararlo muybien.-explica Haymitch.-Aún no hemos pensado nada respecto a eso, pero creo quetodos estamos de acuerdo en una cosa; no pueden reunirse en la Cornucopia. Elencuentro debe de realizarse suficientes horas después del baño de sangre.

-Sí, si se esperaran unos a otros en la Cornucopia no nosquedarían ni la mitad vivos.-coincide Johanna.

-Además, los profesionales si lo ven sabrán que estánaliados, ¿no? Tenemos que mantener ese factor sorpresa, que no sepan que estánjuntos.-me atrevo a decir yo.

Algunos me dan su aprobación y me siento algo integrada. Sinembargo, creo que muchos mentores me miran por encima del hombro, por mi edad,o por mi forma de haber sobrevivido a los juegos, no lo sé.

-Cada tributo deberá correr en cualquier dirección, y luegodeberán encontrarse de alguna forma. ¿Cómo lo hacemos, si aún no conocemos elestadio ni sabemos ningún posible punto de encuentro?-añade Finnick.

-En realidad
-titubea Peeta.-Sí que hay un punto deencuentro que habrá fijo en el estadio. De hecho, es el que los profesionalessiempre utilizan. Si no hay Cornucopia no hay Juegos, ¿no?

-Demasiado arriesgado.-dice Haymitch, desechando la idea.

-Ya, pero puede ser la única opción mientras no sepamos nadadel estadio.-insiste Peeta.

-Lo único que se me ocurre son fogatas para determinar suposición. Pero claro, la verían todos los tributos, incluso los que no son dela alianza. Al igual, estarían muertos en dos minutos.-Interviene la anciana,que junto a Finnick es mentora del distrito 4. Aunque no se le entienden lamitad de las palabras.

-Podríamos utilizar las fogatas, sí, dentro del estadio esla única forma de determinar una posición. Pero hay que hacerlo de formainteligente. De todas formas, mientras no sepamos nada del estadio es muy, muydifícil establecer un punto de encuentro.

-Se está haciendo tarde.-dice Haymitch, mirando su reloj.Han pasado ya dos horas y ni si quiera me había dado cuenta.-Los chicos estarána punto de salir del entrenamiento. Mañana nos reuniremos aquí, a la misma horay concretaremos los últimos detalles, como el punto de encuentro. Contadle avuestros chicos lo que hemos acordado, ¿de acuerdo?

 

Así concluye la reunión. Haymitch se da la mano con todo elmundo, al igual que Peeta. A mí algunos me dicen "adiós" y, Finnick Odair, enparticular, me guiña un ojo, a lo que respondo con una risa nerviosa.

Peeta y yo ya estamos saliendo de la habitación, pero nosdamos cuenta de que Haymitch sigue hablando con Charlotte, la mentora delDistrito 10. Los dos se ríen, y puedo ver que Haymitch está contento. Contentode verdad.

-¿Has viso eso?-le pregunto a Peeta, riendo.

-Vamos a dejarles intimidad, anda.-contesta él, esbozandouna sonrisa y cogiéndome de la mano.

Cuando salimos al pasillo, nos damos cuenta de que aún quedamedia hora para que finalice el entrenamiento.

-¿Sabes qué podemos hacer?-me pregunta él.-Podemos sacar apasear al perrito, el cual aún no tiene nombre, Katniss, por cierto.

-¡Se me había olvidado completamente, Peeta! ¿Cómo está?

Él se ríe con ganas.

-Está bien. Le gusta el centro, está muy a gusto. Le saco apasear bastante a menudo.

-¿Has pensado en algún nombre?

-En realidad no. Estaba esperando pensarlo contigo.

-Pues vamos a pasear a ese bichillo, y hasta que noencontremos un nombre no volveremos, ¿de acuerdo?-propongo yo, muy animada.

-Me parece muy bien, señorita Everdeen.

Así, acompaño a Peeta a su habitación, recogemos al perro yle ponemos la correa.

Salimos a la misma calle en la que salimos en nuestra cita.Él coge la correa del perro con la mano izquierda y coge mi mano con la que lesobra. Caminamos de arriba abajo, no queremos alejarnos demasiado. Hablamossobre la reunión y el resto de mentores. Nuestra relación o nuestra cita nosalen a relucir para nada en la conversación.

Cuando pasan 25 minutos, aún no tenemos un nombre para elperro.

-¿Alguna idea?-me pregunta él.

-Nada. ¿Tú?

-Cero. Sentémonos.-dice invitándome a sentarme en un bancode la calle un poco apartado.

-Piensa algún nombre que te guste, Peeta, incluso si notiene ningún sentido.

-Sunny. Me gusta Sunny. Soleado, como un atardecer. Como unatarde de verano. ¿Qué te parece?

Lo primero que quiero decir es que Sunny es un nombre más para hembra, que para macho, pero no quieroquitarle la ilusión. Además, yo no tengo un nombre mejor.

-Sunny esperfecto.-digo yo sonriendo. Él acaricia a Sunnyy le dice que ya tiene nombre. El perro, aunque no entienda, ladra y muevela cola de alegría.

Cuando volvemos al centro, Gale y Emily ya han vuelto delentrenamiento. Están sentados con Haymitch, Cinna y Effie en el sofá negrocircular, viendo algo en la televisión.

Entonces me doy cuenta de que aún estoy dándole la mano aPeeta, y la suelto inmediatamente.

-Qué, ¿de paseo otra vez?-pregunta Gale con tonorecriminatorio, mientras señala a la pantalla de la televisión.

Ahí salimos Peeta y yo, abrazados y montándonos en la noria.Puedo ver reflejado el dolor de Gale en sus ojos, que me miran como a unatraidora, como a una desconocida. Ahora mismo estoy siendo mirada por unos ojosque me odian.

Intento explicarle a Gale mi situación con Peeta, pero lasimágenes que se proyectan en la televisión no tienen explicación.

-Gale
-susurro yo. Pero ya es demasiado tarde. Él se levantabruscamente del sofá y nos lanza una última mirada de odio a Peeta y a mí.Después, sale de la habitación y a los pocos segundos oigo el portazo de sucuarto.

 

Voy corriendo detrás de él, gritando su nombre, pero no mehace ningún caso, y, al igual que hace tan sólo unas horas, me derrumbo al ladode su puerta y llamo levemente.

No obtengo ninguna respuesta en las horas que me mantengo ensu puerta.

Tras un par de horas,Cinna aparece en medio del pasillo y se sienta en frente de mí.

-Duro, ¿eh?-me pregunta, mirándome fijamente, preocupado.

-Ni te lo imaginas.-le contesto yo, con la cabeza apoyada enla puerta, aburrida.

-En realidad
sí, me lo imagino.-Ese comentario hace que meincorpore y mire a Cinna algo extrañada. ¿De verdad Cinna me va a contar suslíos sentimentales?-Pero no es momento de hablar de mí.-concluye al ver micara, y, al ver mi tono de decepción, sonríe.-Es hora de cenar, Katniss.

-No tengo hambre.

-Bien, entonces yo tampoco.

-Oh, vamos, Cinna, no seas estúpido. Ve a cenar. Yo estoybien, no hace falta que te quedes conmigo.

-No lo estás, sé cuando mientes perfectamente. Además,quiero quedarme contigo.

No discuto demasiado, porque la verdad, es que quiero queCinna esté conmigo. Él se acerca más a mí y se pone a mi lado. Yo descanso micabeza sobre su hombro, y me siento tranquila.

Tras unos minutos en silencio, le pregunto por losentrenamientos.

-Ha ido todo bien, tranquila. Gale ha hecho caso a todo loque le dijisteis. Ha estado de puesto en puesto, sin mostrar sus cualidades.Teníais razón, todos los vigilantes estaban pendientes de él. Sólo ha habladolo necesario con otro par de tributos. Respecto a Emily, lo normal. Hoy se hacentrado en el fuego, las plantas y los nudos. Mañana se centrará en las armas.

Yo asiento y nos quedamos en silencio unos minutos más.

Cinna también intenta llamar a Gale, pero nos sigueignorando. Me informa de que las sesiones privadas con los vigilantes seránpasado mañana, cuando acaben los entrenamientos. Al día siguiente, tendránlugar las entrevistas con Caesar, y después
la mañana siguiente darán comienzolos septuagésimos quintos juegos del hambre. Se me hace un nudo en el estómagosólo con pensarlo.

Pasan un par de horas más, y no sé si me despierto por elhambre que siento, ya que no he cenado o por la conversación que mantienen dospersonas a poca distancia de mí. Aún sigo sentada frente a la puerta de Gale,pero mi cabeza ya no está apoyada sobre el hombro de Cinna. De hecho, una delas personas que están hablando es Cinna.

-
me dijo que no quería cenar, y me pidió que me quedaracon ella. Después supongo que nos hemos quedado dormidos.-le explica a la otrapersona.

-Tan cabezota como siempre
-la otra persona es Peeta. Oigolos pasos y noto como él me acaricia unos mechones de la cara y me los colocadetrás de la oreja.-Voy a llevarla a su habitación, y después intentaré hablarcon él. Antes me hizo caso, quizá le pueda hacer entender
Debes estar muerto dehambre, Cinna. Haymitch y Effie aún están abajo, ve a cenar.-Oigo como Cinnatambién se acerca a mí y me da un dulce beso en la frente. Después, oigo cómole da una palmadita en el hombro a Peeta y le desea buenas noches. Peeta y yo nosquedamos solos. Podría abrir los ojos ahora y seguir en la puerta de Gale. Sinembargo, cuando los brazos de Peeta me cogen suavemente en volandas, no meresisto. Estoy agotada, y, si siguiera en la puerta de Gale, acabaríadurmiéndome, y prefiero dormir en mi cama.

 

Disfruto del trayecto en los brazos de Peeta hasta mihabitación. Para él, soy tan ligera como una pluma, no le supone ningúnesfuerzo llevarme en brazos.

Cuando llegamos a la habitación, me tumba suavemente en lacama, abre la cama, me quita los zapatos y me destrenza el pelo con cuidado ycariño. Después, me arropa y me da un besito en la frente, al igual que Cinna.

-No te vayas.-susurro yo, cuando él está a punto de salirpor la puerta. Sigo con los ojos cerrados, estoy demasiado cansada paraabrirlos. Noto como se acerca y se sienta en la cama. Me acaricia el pelocariñosamente.

-Claro que no me voy.

Yo me acerco más a él, e intento dormir.

Me pierdo entre los miles de globos que Peeta soltó en elCapitolio para mí. Soy uno de ellos. Vuelo, puedo ver todo desde aquí arriba.Puedo verme a mí, a mí abrazada a Peeta y sin cerrar la boca del asombro.Después una fría brisa me empuja hacia otros lugares, hasta los Juegos delhambre. Vuelvo a verme a mí misma sujetando un arco y apuntando con una flecha.Apuntando a algo
apuntándome a mí. La flecha me alcanza y exploto, haciendo ungran ruido.

Me levanto sobresaltada y compruebo que estoy sola, Peeta noestá conmigo. Debe de haberme abandonado en algún momento de la noche. No leculpo, no puede estar conmigo todo el día, él también tiene que dormir.

Vuelvo a tumbarme en la cama, mirando hacia el techo. Hoy esel segundo día de entrenamiento. Un día menos para que empiecen los Juegos delhambre. Justo cuando estoy dispuesta a levantarme, la puerta de mi habitaciónse abre silenciosamente y Peeta, con una bandeja con abundante comida entra enla habitación.

-Oh, te has despertado y no estaba aquí
-dice con un airealgo decepcionado.

Yo no le hago demasiado caso. A lo que de verdad estoyprestando atención es a la bandeja de comida que sujeta Peeta. Llevo horas sincomer.

-Buenos días, señorita Everdeen.-me dice, mientras me da unbeso en la mejilla y me coloca la bandeja en las rodillas.

-¿Y esto?-digo yo, sonriendo. En la bandeja hay manjares detodo tipo, pero quizá sean demasiado fuertes para el desayuno.-¿No es demasiadofuerte para el desayuno?

Peeta me mira y se ríe.

-¡No te rías de mí!

-Katniss, no es hora de desayuno.-Me ensaña su reloj y veoque son las 17:00 de la tarde. He estado durmiendo durante muchísimashoras.-Estabas agotada y nadie quería despertarte.

-¡Pues tendrías que haberlo hecho! ¡No estoy aquí devacaciones! ¡Estoy aquí de mentora de Gale
-Gale. Me viene a la mente su miradade tristeza, sorpresa y rencor de ayer al vernos a Peeta y a mí en latelevisión y se me quita todo el hambre que tenía.

-Ya ha salido de su cuarto. El segundo día de entrenamientoha ido bien, pero sigue sin hablar con nadie.

Nos quedamos en silencio un par de minutos. ¿Qué voy a hacerpara que Gale me perdone? ¿O, para que al menos me vuelva a hablar?

-¿Habéis hecho la reunión de mentores sin mí?-pregunto yo,intentando no mostrar rencor, aunque sin mucho éxito. Me hubiera gustado estarallí. Peeta asiente.-¿Y? ¿Cómo vamos a hacer para que los tributos se encuentrenentre ellos en el campo?

-Bueno
hemos sopesado varias posibilidades. Al principiohemos pensado en los amuletos de cada distrito. Gale podría llevar algúnartilugio que procesara una luz para proyectarla en el cielo, o algo por elestilo, pero el resto de tributos también lo vería. También hemos consideradola opción de la Cornucopia, pero estamos casi seguros de que ya estará ocupadapor los profesionales. A Charlotte se le ocurrió una idea fantástica; utilizarlos sinsajos para reunirse en un punto. Pero claro, el sinsajo, al ser tusímbolo
dudamos bastante que se encuentren en el estadio. Alguien ha propuestolo de las fogatas, pero también las verían los otros tributos. Hemos llegado ala conclusión de que, para que ningún otro tributo pueda conocer la unión denuestros chicos, la única forma es establecer un punto de encuentro en elestadio, lo cual, es algo difícil ya que no sabemos qué es el estadio. Eso nosvuelve a llevar otra vez a la Cornucopia, el único sitio que sabemos fijo quese encontrará allí. Pero ya que la Cornucopia estará ocupada, lo mejor seráestablecer una distancia exacta entre la Cornucopia y una dirección. Hemoselegido el este. Cuando hayan pasado tres horas después del pistoletazo desalida, los tributos aliados intentarán reunirse un kilómetro al este del lugaren el que esté situada la Cornucopia. También hemos acordado que Gale no puedeestar solo en ese intervalo de tres horas, sería un blanco muy fácil. Por eso,no debe salir de la Cornucopia solo. Hemos acordado que saldrá con Marcy,distrito 10, ya sabes, una de las tributos de Charlotte y con el tributo deldistrito 7, un chico llamado Collin. Ellos tres intentarán salir de laCornucopia juntos e irán al punto de encuentro una hora antes. Le vamos a darun amuleto del distrito 12 a Gale, y lo dejará en el suelo, exactamente en elpunto de encuentro, por si algún tributo aliado pasa por allí de casualidad, nole hará falta buscar más, y si algún otro tributo fuera de la alianza pensaráque es un simple amuleto que se le ha caído a algún tributo mientras huía.Además, si Gale, Marcy y Collin encuentran guijarros alrededor los colocarán entodas las direcciones que puedan, para guiar a los demás tributos.-concluyePeeta, casi sin habla.- ¿Qué opinas?

 

Reflexiono unos segundos sobre todo lo que me ha contado.

-Suena como un plan, sí
-arrugo el entrecejo.- ¿Cómo creesque están las dotes orientativas del resto de tributos? ¿Crees que podrándiferenciar bien lo que es un kilómetro, el este, y todo eso?

-Hmmm
eso también me preocupa a mí. Supongo que los mentoresse lo dejarán claro. Anda, come, se te ha enfriado toda la comida.

Le hago caso y me pongo a comer. El hambre atroz ha vuelto,y tengo que convencerme a mí misma de masticar antes de tragar. Peeta tambiénme cuenta que Gale y Emily están ahora mismo con Haymitch, les está dando unasdirectrices básicas de lo que deben y no deben hacer en los juegos.

Peeta y yo pasamos el resto de la tarde en mi habitación,charlando, hasta que Effie viene a buscarnos para la cena.

Gale no se presenta a ésta. Intento llamar a su habitaciónotra vez después de cenar, pero esta vez mi paciencia sólo aguanta una hora yme voy a dormir.

Hoy las pesadillas son ligeras, casi inexistentes, pero síque recuerdo haber visto fogonazos de la demacrada pierna de Peeta en LosJuegos. Cuando me despierto, pienso en lo mismo que llevo pensando en lasúltimas semanas; un día menos para los juegos.

 

Hoy tienen lugar las sesiones privadas de los tributos con lasvigilantes, aquellas en las que yo conseguí un 11 por mi descaro al lanzarlesuna flecha. Supongo que ayer Haymitch les dio instrucciones de cómo debíanhacerlo, sobre todo a Gale.

Cuando me levanto para el desayuno, Effie me informa de queGale y Emily ya están abajo, esperando desde hace 20 minutos. Las sesionesdurarán hasta la hora de comer.

-¿Qué les has recomendado, Haymitch?

Haymitch carraspea.

-A Gale le he dicho que intente hacer lo que peor se le dalo mejor que pueda, el lanzamiento de peso, a lo mejor son tan tontos y secreen que se le da bien, así lo eliminarán del estadio. Menos complicaciones.De todas formas, preciosa, no esperes ver una nota superior a un cuatro en esatelevisión, sabes que van contra él y contra los patrocinadores que se puedaninteresar con él si saca una nota elevada
A la chica le he dicho que se centreen la lanza, no se le da demasiado mal.

Durante el intervalo del desayuno hasta la comida, acompañoa Peeta y Sunny en la habitación dePeeta. Él está pintando un atardecer y yo me tumbo en la cama con Sunny, mientras le acaricio. Nosmantenemos en silencio, pero no son necesarias las palabras, la belleza de lapintura de Peeta es suficiente para llenar el ambiente.

A la hora de comer, Emily simplemente nos cuenta que losentrenamientos han ido bien, no es una chica de muchas palabras. Después iré asu habitación y le preguntaré con más detalle. Sin embargo, Gale no nos dicenada, simplemente coge algo de comer y se encierra en su habitación. No intento detenerle.

Por la tarde, Peeta me lleva a merendar a la terraza delcentro, que nos espera, vacía como siempre. Echaba de menos este lugar, elprimer lugar en el que el chico del pan se abrió ante mí. Pasamos allí latarde, hasta que anochece y bajamos a la sala principal, en breve emitirán laspuntuaciones en las sesiones privadas de los vigilantes.

Los profesionales, como siempre, obtienen puntuaciones entreel 9 y el 11. Me fijo en el hermano pequeño de Cato, que obtiene un 10.

También me fijo en los aliados de Gale que Peeta me hamencionado alguna vez, Marcy consigue un 7, y Collin un 4.

Por fin, aparece la cara de Emily en pantalla y mi corazónempieza a latir a ritmo de tambor. Emily consigue un respetable 6, todos lafelicitamos y ella sonríe ligeramente, aunque sé que no está contenta con supuntuación. Yo tampoco lo estaría, un 6 es bastante poca puntuación si quieresquedar al menos, entre los 10 finalistas.

La cara de Gale, que se ha dignado a salir de su cuarto paraver las puntuaciones, aparece en pantalla y a su lado aparece la mismapuntuación que obtuve yo el año pasado, 11. Sólo que esta vez, al 11, le falta un 1.

Casi puedo oír las carcajadas de los tributos profesionales.Casi puedo ver las caras de decepción del resto de tributos cuyas vidasdependen de Gale.

-G-Gale
-susurro yo.

Él mira fijamente a su 1 unos segundos más y se levanta delsofá como si pesara 20 kilos más. Después camina tranquilamente hacia suhabitación y cierra la puerta suavemente.

Peeta apaga la televisión antes de que podamos oír las risasnerviosas de Caesar, y sus comentarios sobre el tiempo que hacía que nadiesacaba un 1 en la puntuación.

 

Todos nos quedamos en silencio, hasta que yo, al igual quellevo haciendo los últimos días me dirijo a la habitación de Gale. Él sigue sinhacerme caso. Esta vez, en lugar de sentarme en frente de su puerta horas yhoras sin obtener ningún resultado en absoluto, vuelvo a la habitación con losdemás y me siento entre Cinna y Peeta. Ellos siguen en silencio. Haymitch hablapor teléfono.

-
.te digo que el chico sabe cazar y poner trampas deverdad. Johanna, ya te expliqué la situación en la que está Gale, ¿de acuerdo?Esto sólo lo hacen para quitarnos patrocinadores, pero cuando lo vean enacción
Déjame hablar, ¿quieres? ¿Por qué querría mentirte? Mira, Johanna, Galees la mejor oportunidad para que tus chicos duren más de un día, y ya estásdentro, no puedes salir.

Siguen discutiendo durante unos minutos más. Cuando Haymitchpor fin cuelga el teléfono, nos mira a todos y dice.

-¿Y esas caras? ¿De verdad esperabais una nota mejor?

Nadie dice nada. ¿La verdad? Sí, yo esperaba una nota mejor.No esperaba un 7 ni un 8, pero tampoco un 1. Es una forma perfecta de ahuyentara todos los patrocinadores que podríamos haber tenido. Menos oportunidades desacar vivo a Gale de la arena.

Haymitch se marcha y le oímos dar golpes contra la puerta deGale, ordenándole que le abra.

Yo aún permanezco paralizada. Sólo puedo ver el 1 que hasalido en la pantalla de televisión.

-Ey. Vamos a solucionarlo en la entrevista de esta noche,¿vale?-me consuela Cinna, mientras me da la mano.

-Vale.-susurro yo, aunque dudo si lo ha oído.

Después, Cinna se levanta, me da un beso en la frente, ledice a Emily que se reúna con él en una hora y se va a la habitación de Gale,intentando que abra la puerta. Peeta también abandona la habitación y Emily yyo nos quedamos solas.

-Enhorabuena por ese 6, Emily-le digo yo, intentandosonreír.

-Gracias.-responde ella, a penas sin mirarme.

-¿Qué hiciste en la sesión?

-Demostración de lanza.-contesta ella, encogiéndose de hombros.

-A lo mejor hay alguna en el estadio, ¿no crees?-continuoyo, intentando animarla.

-Sí, puede ser.

Me doy por vencida. Emily está totalmente ida y no voy aconseguir su atención nunca.

-Buena suerte con la entrevista.-le digo, y salgo lo másrápido posible de la habitación, sin saber si obtengo una respuesta. Necesitoaire. Necesito aire. Necesito respirar tan fuerte que se rompa el aire.

Dos minutos después estoy sentada en el balcón donde estuvecon Peeta tan solo hace unos minutos. El corazón me late muy deprisa, y mecuesta respirar. Me mantengo en cuclillas, sujetando mis costillas con lasmanos, con ganas de vomitar. Gale va a morir. Estará más que muerto en dosdías. Da igual todo lo que hagamos. Es más, lo que estamos haciendo es perderel tiempo creándonos falsas esperanzas. ¿De verdad he pensado alguna vez queGale iba a salir vivo del estadio? Alguna vez. Pero con el 1 de las sesiones de entrenamiento cualquier mínimaesperanza se ha ido. Gale va a morir, y va a morir por mi culpa.

Me permito disfrutar del lujo de la soledad y del airefresco durante unas cuantas horas más, hasta que decido que no habrá nadie conquién me pueda encontrar por el camino a mi cuarto. No hay nadie. Deben de estar intentandoconvencer a Gale para que salga de su habitación y afronte la papeleta que leha tocado. Me arranco la ropa y me meto a la cama en ropa interior. Cuando metapo con las mantas, sin poder evitarlo, unas cuantas lágrimas se deslizansobre mi mejilla. Sólo caen, pero no me permito llorar ruidosamente. Lloro ensilencio, para mí, sólo para mí. A veces es mejor guardarse las lágrimas parauno mismo.

 

Cuando mis ojos se abren por la mañana lo primero que veo,es el color azul. El color azul de los ojos de Peeta Mellark, que me acariciael pelo suavemente y me mira a los ojos.

-Buenos días, señorita Everdeen.-me dice, acentuando laspalabras "señorita Everdeen"

-¿Qué hora es?-pregunto yo, bruscamente. No estoy de humorpara coqueteos.

-Son las dos en punto, hora de comer.-me contesta él, aúncon una sonrisa en la cara.

-¿Por qué no me has despertado?

-Porque me encanta verte dormir, me relaja. Además, lonecesitas. Tienes que estar deslumbrante por si acaso sales de fondo en lasentrevistas hoy.

Las entrevistas. Hoy. Lo que significa, que mañana, a estashoras, Gale ya llevará unas cuantas horas en el estadio, luchando por su vida.

Peeta me explica que Gale y Emily ya llevan varias horas enmanos del equipo de preparación, y que, anoche, por fin pudieron hablar conGale. En realidad, él no habla, sólo asume las directrices que se le dan y lascumple. Haymitch ya ha trabajado con Emily y Gale la estrategia para laentrevista, pero ¿acaso importa? Gale ya está muerto, y cuando en efecto, lomaten, dudo mucho que quede algo de mí que de verdad tenga la fuerza suficientepara sacar a Emily.

Peeta y yo comemos acompañados tan sólo de Effie, el restoestá con Gale y Emily. Effie intenta sacar temas de conversación, y algunosfuncionan con Peeta, pero yo ni si quiera me doy cuenta de lo que estoycomiendo. Sólo puedo preguntarme de qué manera morirá Gale.

Unas horas después de comer, Cinna me viene a buscar; eshora de vestirme para las entrevistas. Elige un vestido largo de color azulapagado y me recoge el pelo en un moño adornado con trenzas. Le pregunto porGale y por Emily, pero él evita ese tema de conversación diciendo que él sólolos mira desde un pasilloescondido. Cuando acabamos, Peeta vienea buscarme. Él viste un traje de tono oscuro que le hace parecer un hombremaduro y elegante. Me coge la mano, y cuando llegamos a los estudios detelevisión empiezo a destensar los músculos de la boca, tengo que estarbrillante.

El primero que llega es Caesar, vestido con un llamativotraje verde y con el pelo a conjunto. Nos saluda con una risa nerviosa, y yosoy simpática, simpática de verdad con él. Aunque sea un ciudadano delCapitolio, él siempre intenta dejar en buen lugar a los tributos, cosa que dicemucho de él. Le agradezco que me hiciera parecer tan interesante en lasentrevistas del año pasado, pero hay algo extraño en él, no está tan contento ytan emocionado como siempre. Finge estarlo, pero no lo está. No lo está enabsoluto. Cuando me abraza para despedirme, en un tono muy, muy, muy bajo ycasi sin entenderle, me susurra al oído; "lo siento, Katniss. Siento mucho loque estoy a punto de hacer". Cuando nos separamos, yo le miro y arqueo lascejas, para hacerle entender que no he entendido el significado de lo que me hadicho. Él ignora mi cara, suelta una risa estridente y se va.

Al poco rato aparecen Gale y Emily. Están espectaculares.Emily viste un elegante vestido largo negro y lleva el pelo recogido en unacola de caballo perfecta. El maquillaje tiene tonos morados, negros y algo deazul. Gale lleva un conjunto de color vino con una camisa blanca, conjuntadacon una corbata negra como el carbón. Van acompañados de Haymitch, tambiénvestido con traje, pero quizá con unas copas de más.

 

A medida que pasa el tiempo, los tributos de otros distritosvan llegando.

Mi corazón empieza a latir más deprisa cuando veo que lostributos del distrito 2 llegan. Casi se para cuando el hermano pequeño de Cato,de tan solo 14 dirige la mirada hacia a mí y mantenemos contacto visual por unpar de segundos. Aunque aparto la mirada lo más rápido posible, sé que siguemirándome, y que lo seguirá haciendo todo el tiempo que pueda.

El tiempo pasa volando, y Caesar enseguida empieza aentrevistar al hermano de Cato, que se llama Alix. Muestra una seguridadenvidiable, para ser un chico de tan sólo 14 años. Habla con fluidez y utilizaun amplio vocabulario.

-Bueno, Alix, ¿nos puedes contar qué era lo que pasaba portu cabeza cuando te ofreciste tributo voluntario?

-Desde luego, Caesar. De hecho, me alegro de que me hagasesta pregunta. Mi único y absoluto objetivo en estos juegos del hambre serávengar la muerte de mi hermano. Me aseguraré de que esta venganza se realiceexactamente del mismo modo en el que se realizó la muerte de mi hermano; será una venganza lenta, sangrienta,humillante y dolorosa.-pronuncia las últimas palabras lentamente, y después nopuede evitar una pequeña sonrisa, mientras se humedece los labios. El públicose vuelve loco.

Cuando Caesar despide a Alix, y él entra en bastidores, mientras sus mentores y secuaces delresto de los distritos profesionales lo vitorean y felicitan, se da la vuelta,y sé que me busca a mí con sus profundos ojos grises. Cuando al fin meencuentra, sonríe, se lleva los tres dedos a sus labios lentamente, después, meseñala con ellos. A continuación, muy lentamente, los dirige hacia Gale, yasiente, aún sonriendo. Convierte lostres dedos en uno solo, y ese se desliza el dedo restante sobre su propiocuello. Y, al ver mi cara paralizada por el terror que estoy sintiendo ahoramismo, suelta una profunda carcajada que oigo algo distorsionada, debido almareo y ganas de vomitar que estoy experimentando en estos instantes.

Emily tiene que sujetarme para que no caiga al suelo. Losiguiente que veo es cómo Peeta se acerca a Alix a grandes zancadas. Jamáshabía visto ese tono en su cara, está enfadado, enfadado de verdad, su caraestá transformada. Cuando llega a la posición donde se encuentra Alix,Peeta esempujado y apartado por Brutus, el mentor del distrito 2, antes de poderpegarle un puñetazo en el estómago a Alix.

A continuación, Haymitch sale corriendo para detener aPeeta, mientras Caesar llama a la chica del distrito 2, que se llama Daphne.Alix se parte de risa al ver cómo Brutus detiene a Peeta sin ningún esfuerzomientras Peeta intenta apartarlo. Haymitch llega y coge a Peeta por el brazo, ylo arrastra hasta aquí. Brutus y Alix ríen con ganas.

-¿De verdad quieres que me quede mirando mientras se ríen ennuestra cara, Haymitch?-exclama Peeta, incrédulo.

-No podemos buscarnos más problemas de los que más tenemos.Tú, ¿estás bien?-me pregunta Haymitch.

Yo asiento, aunque Emily sigue sujetándome.

Aunque mañanaempiecen los juegos, sigo sin conocer a muchos de los tributos. Recuerdo a lachica del distrito 2, Daphne, de la Cosecha, es la chica de la risa estridente.Ésta también hace aparición durante la entrevista. Daphne obtuvo un 10 en lassesiones y afirma que no puede esperar a mañana para empezar a matar gente. Unencanto de chica.

 

El chico del distrito 3, Leo, es un chico bastante calladopara tratarse de un profesional. Él obtuvo un 9 en las sesiones privadas yaunque lo intente, Caesar no consigue sacarle demasiadas palabras.

Sin embargo, la chica es todo lo contrario. Suelta risitastontas y parece estar obsesionada con su pelo rubio. Se llama Janette y cuentacómo los juegos del hambre cuanto más sangrientos, mejor. Se gana el cariño delpúblico enseguida.

Comienza el distrito 4. El primero en entrevistarse conCaesar es el chico que se negó a formar alianza con Gale, Philippe. Sacó un 11en el entrenamiento, y, juzgando su entrevista parece un buen chico. Habla másde las posibles técnicas de supervivencia que podría utilizar durante losjuegos de cómo eliminar a sus enemigos. Sonríe mucho, y cuando lo hace se lemarcan los hoyuelos de la cara.

-Éstate atenta a este.-me susurra Haymitch.

Yo lo hago. Le hago una fotografía mental en mi cara y mepropongo vigilarle de cerca en el campo. El público se enamora de él.

Resulta simpática y el público la acepta. Demuestra muchainteligencia al hablar, aunque no obtuvo demasiada nota en el entrenamiento,aunque no le da demasiada importancia. Me gusta. Creo que será buena aliada.Durante las dos entrevistas del Distrito 4, me fijo en Finnick y en Maggs, susmentores. Sobre todo en Finnick, que en pocos minutos se ha transformado de unligón sacado del capitolio a un mentor que haría todo lo posible por sustributos.

Pasan los minutos de entrevista y tras unos cuantos tributosmás es el turno de Marcy, una de las Gale.

Viste un bonito vestido plateado con adornos brillantes quele dan un aspecto muy atractivo e interesante. También resalta su cabello rubiorecogido en una cinta de color plateado.

Son demasiados nombres y demasiadas entrevistas, sólo puedorecordar pequeños detalles de cada tributo. Como me esperaba, los tributosaliados de Gale son chavales jóvenes que no obtienen más de un 6 en lassesiones privadas.

A medida que pasa el tiempo, el corazón me late más deprisa.Un ayudante viene a buscar a Emily, y ella respira hondo. Comienzan lasentrevistas del distrito 12.

-Bueno, Emily, eres tributo del distrito ganador del añopasado, ¿crees que eso supone una ventaja?-pregunta Caesar, sonriendo.

-Sí, pienso que supone una ventaja. Pero no quierodesperdiciar mis tres minutos hablando de mis mentores.

Caesar se queda algo cortado. Así que ese es el enfoque queHaymitch ha diseñado para Emily, antipática y letal.

-¿Qué nos puedes contar con la estrategia que vas a seguirmañana?

-Muy fácil; voy a seguir viva.-responde Emily, firme.

Los tres minutos pasan demasiado rápidos y es el turno deGale. Mi corazón late con violencia.

Gale entra en el escenario, y la gente aplaude aunque no conemoción, son demasiadas entrevistas y ya están cansados. Le da la mano a Caesary se sienta cómodamente en su sillón.

-Buenas noches, Gale. Distrito 12, ¿verdad?

-Así es.

-Bueno, Gale. Tengo ganas de preguntarte por tu mentora,nuestra vencedora del año pasado. ¿Cómo es que reaccionó así el día de LaCosecha?

 

Gale se mantiene en silencio durante unos segundos.

-Somos primos. Tenemos una relación muy estrecha. Eso estodo.

El resto de la entrevista es un verdadero desastre, y ahoraentiendo por qué Caesar me ha pedido perdón por adelantado. Su actitud en laentrevista es contraria a su actitud de siempre, no intenta ayudar a Gale nirelajarle, si no todo lo contrario. Menciona su 1 en las sesiones repetidasveces y le pregunta mucho por mí. El resto de preguntas sólo admiten respuestasde "sí" o "no" o, algunas ni si quiera admiten respuestas. Supongo que elCapitolio le habrá obligado a comportarse así. No le culpo.

Cuando acaba la entrevista Gale aparece tirando el micrófonoy marchándose hacia su habitación.

Hoy, todo el mundo se va a dormir antes de lo normal. En lacena ni si quiera hablamos.

Cuando yo estoy a punto de ir a mi habitación a dormir,decido ir a ver a Emily a su cuarto. Emily me abre la puerta de su cuarto sindecir nada, y las dos nos sentamos en el borde de su cama.

-¿Qué tal?-pregunto yo, sin saber bien qué decir.

-Mal.-responde ella, sin mirarme.-No veo por qué tendría quementirte diciéndote que estoy bien. Como si no pasara nada.

-Aprecio tu sinceridad.

Ella asiente.

-Emily, escúchame. Mañana
supongo que Haymitch te habrádicho que salgas de la Cornucopia lo antes posible, ¿no?

-Así es.

-A mí me dijo lo mismo. Pero si no le hubiera desobedecido,ahora mismo no estaría aquí, Emily.

-¿Quieres decir que me arriesgue a coger algo de laCornucopia?

-Sí. Intenta coger algo, lo que sea. Lo vas a necesitar. Sives que es imposible
déjalo. Pero inténtalo. Después, intenta encontrar agua.Yo casi muero deshidratada el año pasado. Escóndete. Y
sigue viva. ¿Vale? Yovoy a hacer todo lo que esté en mi mano para salvarte. Aunque quiero quecomprendas que es complicado.

-Complicado.-repite ella, mostrando una sonrisatriste.-Gracias.

-De nada.-digo yo, mientras me levanto de la cama y le doyun abrazo muy rápido.-Suerte.

A continuación, salgo de la habitación lo más rápidoposible. No podría soportar estar un minuto más con Emily, sabiendo lo prontoque va a morir.

Ahora queda lo peor, supongo. Gale. Por tercer díaconsecutivo vuelvo a su habitación y llamo suavemente a la puerta.

Me sorprendo cuando la puerta se abre casi al instante. Ahí seencuentra Gale, con los ojos hinchados y ojerosos. Está más delgado, parecedébil y la tristeza está reflejada en todo su rostro. No puedo estar enfadadacon él. No con ese aspecto que demuestra lo mal que lo ha pasado estos días.

Suspiro, y le miro a los ojos una vez más. Después, no puedoevitar tirarme a sus brazos y agarrarlo con fuerza. Él hace lo mismo. Quierodecirle que siento está situación. Que siento haber sacado las bayas. Quesiento que esté aquí. Y que siento que vaya a morir. Sin embargo, el abrazo essuficiente, y ninguno de los dos dice nada. El cierra la puerta, y me metedentro de la habitación. El cuarto está completamente desordenado, y losconjuntos del desfile, entrevistas y entrenamientos están desperdigados.

Nos mantenemos unos minutos más en silencio, dándonos lamano y sentados en el borde de la cama, al igual que hacía con Emily hace unosminutos.

-Lo siento, Katniss. Siento haber sido tan estúpido.-medice. Su voz tiene un tono triste y no es firme.

 

-No pasa nada.-respondo, y le acaricio la mano. ¿Sabes? Creoque deberías dormir. Mañana lo agradecerás.

-¿Te quedas conmigo?-me pregunta, con un tono al que esimposible decir que no. Me recuerda a mí misma pidiéndole a Peeta que sequedara conmigo.

-Claro que me quedo contigo.

Así, los dos nos tumbamos en la cama, en la oscuridad, y élme acerca para que le abrace. Nos mantenemos en silencio durante unos minutos.

-Haymitch te ha dicho que no cojas nada de la Cornucopia,¿verdad?-susurro yo.

-Así es.

-No le hagas caso, Gale. Coge algo, lo que sea. Tienes quetener algo, ¿me entiendes?

-Te haré caso

-También tienes que encontrar agua lo antes posible. Ynecesitáis un reufgio y

-Lo sé, Katniss, lo sé.-me interrumpe, mientras me da unbeso en la frente.

Pasamos unos minutos más en silencio, y él me coge la mano.

-Te quiero.

-Oh, vamos, Gale, no te despidas de mí, por favor
ahorano.-respondo yo. No estoy preparada para despedirme de Gale.

-Si no me despido ahora no lo haré nunca. Ambos losabemos.-continua. Me alegro de que la luz esté apagada, porque sé que en estosmomentos mis mejillas estarán rojas.

-Te voy a sacar vivo de allí, Gale.

-No lo harás. Y cuanto antes lo asimiles mejor. Mira
-vacilaun poco.-Quiero que cuando pase
quiero que no sufras cuando pase. No quiero quellores. Un indeseable como yo no merece tus lágrimas. Quiero que seas fuerte,Katniss. Quiero que seas la Katniss que conocí hace unos cuantos años y que mecambió la vida para mejor, para muchísimo mejor.

-Si no fuera por mí ahora no estarías aquí.-le interrumpoyo.

-Exactamente. No estaría aquí, porque podría estar muerto.Si no fuera por ti, me hubiera suicidado en el tren sin ninguna duda. Si nohubiera sido por ti, Katniss, jamás hubiera sabido cómo es la verdaderafelicidad. Te quiero. Lo llevo haciendo desde bastante tiempo, y sientomuchísimo no habértelo dicho. Siento que te lo esté diciendo ahora, cuando sólonos quedan unas pocas horas para estar juntos.

¿Está esperando a que le diga que yo también le quiero?Claro que le quiero, pero no sé de qué manera lo hago. De todas formas, ya tododa igual, nada tiene sentido respecto a Gale y a mí.

-Yo también te quiero, Gale.

A continuación, noto como se mueve, y aunque no pueda verledebido a la oscuridad de la noche, siento cómo está a escasos centímetros demí. Entonces es cuando me besa. Es un beso dulce, aunque dura. Él lo intentaalargar al máximo y yo no me resisto, porque es una sensación agradable.

Cuando nos separamos, yo me aferro a él más que nunca, rodeosu cuerpo entero con mis brazos para que mañana no me lo quiten. Para quemañana nadie se lo lleve. Lo sujetaré con tanta fuerza que a todo el mundo leserá imposible arrebatármelo.

Mientras pienso en mañana, no puedo evitar mojar la camisade Gale con unas pequeñas lágrimas. Me pregunto si él ya estará dormido, y,esperando que así sea, me incorporo y le doy otro beso en los labios.

A los pocos minutos, oigo cómo me dice:

-No me sueltes nunca.

Pero yo ya estoy demasiado adormecida para contestar.

La intensidad de los rayos del sol artificial del Capitolioque entran por la ventana me despierta. Sigo abrazada a Gale, que sigue durmiendo.

 

Unos minutos después, oigo cómo alguien llama a la puerta.Ha llegado el momento de dar comienzo a los Septuagésimo quintos Juegos delHambre.

Los golpes en la puerta no despiertan a Gale y yo no me atrevo a abrir la puerta. Cuando los golpes son más fuertes, Gale se despierta y yo finjo estar dormida.

Se levanta perezoso, y camina tambaleándose hacia la puerta. La abre, y Peeta está detrás, con bastantes ojeras marcadas en el rostro y más pálido de lo habitual.

-Es la hora.-anuncia, con la voz firme y seria. Gale asiente.-Avisa a Katniss también. Necesita levantarse ya.-añade, antes de que Gale cierre la puerta.

"Así que todo el mundo sabe que he dormido con Gale. Genial, lo único que me faltaba es que Peeta se pusiera celoso y se enfadase." pienso.

Gale se da una ducha y yo le espero sentada en el borde de la cama. Cuando sale, mirándome a los ojos, me dice:

-Ya la has oído. Hay que ponerse en marcha.

Yo me levanto y me acerco a él. Le cojo la mano y le doy un beso en la mano.

-Vamos entonces.-digo, mientras él me aprieta más la mano.

-Vamos. -se permite unos segundos para mirar la habitación del centro por última vez, y después me mira a mí, y me acaricia la cara dulcemente. Yo evito mirarle a los ojos, no podría soportarlo.

Justo cuando se cierra la puerta del cuarto, él suelta mi mano y bajamos a desayunar.

Somos los últimos en llegar. Están todos alrededor de la mesa; Effie, Haymitch, Emily, Cinna, Peeta, Portia y el resto del equipo de preparación.

Observo el plato de Emily. Vacío. De hecho, nadie ha probado bocado.

-¿Vas a comer algo, Gale?-pregunta Effie, sin mirarle a los ojos directamente.

-No.

-Deberías comer algo, luego se agradece.-le aconsejo yo.

-De verdad, no quiero nada.

-Entonces
creo que deberíamos irnos ya.-anuncia Effie.

Ha llegado el momento que llevo temiendo desde La Cosecha. El momento de despedirme de Gale definitivamente.

-Yo sustituiré a Cinna y te acompañaré en la sala de lanzamiento, Gale. Portia acompañará a Emily. Los mentores se quedarán aquí para comenzar con las negociaciones.

Emily es la que hace el primer paso para irse. Se levanta con dificultad de la silla y mira hacia el suelo. Peeta también se levanta, y la abraza.

-Muchísima suerte, Emily.

Ella acepta el abrazo. Cinna es el siguiente. También la abraza.

-Todo va a salir bien, verás.-le dice sonriendo y le guiña un ojo. Ella suelta una pequeña sonrisa triste.

Haymitch se levanta y evita mirar a los ojos a Emily.

-Buena suerte, chica.-le dice, mientras le da una palmadita en la espalda.

Es mi turno. Me acerco a ella, reprimiendo mis ganas de llorar.

-Suerte, Emily. Te deseo toda la suerte del mundo, de verdad.-no puedo evitar abrazarla, incluso sabiendo que estos momentos para ella deben de ser horribles.

-Bueno, Emily y yo vamos a ir subiendo al aerodeslizador.-anuncia Portia, con voz alegre.-Adiós a todos.-coge del brazo a Emily y se van. ¿Será la última vez que vea la cara redondeada de Emily Burdock?

Todos miramos a Gale. Peeta toma la iniciativa y le da la mano, secamente, mirándole a los ojos.

-Suerte, Gale.-dice serio, sin perder el contacto visual.

-Gracias Peeta.-contesta Gale, secamente, también.

Cinna se acerca a Gale, le da la mano y le dice:

 

-Ha sido un placer conocerte y vestirte, Gale. Mucha suerte.

Haymitch también le da la mano.

-Que no te maten ahí. Si no cualquiera aguanta a esta.-le dice, y Gale muestra una sombra de sonrisa.

Justo cuando Gale me mira, montones de lágrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas, y me tiro a sus brazos.

Mi cabeza llega a la altura de su pecho, y puedo oír el acelerado latido de su corazón. Él me da besitos en la cabeza y me agarra la espalda con fuerza.

-No te vayas.-susurro yo.

-No te voy a dejar nunca. Gracias por todo Katniss.-me dice, sepáradome y agarrándome la cara con las dos manos.

-Gale, lo siento. Siento todo esto, lo siento Gale
-sollozo yo.

-Tengo que irme, Katniss. No tienes la culpa de nada, ¿vale? Quiero que recuerdes lo que te dije ayer. ¿Lo recuerdas? No quiero que llores por mí ni por nadie. Lo que tenga que venir vendrá. Quiero darte las gracias por los años que hemos pasado. Por haber hecho mi vida mejor, en todos los sentidos. Ven aquí.-y me vuelve a abrazar. Yo no me resisto.

Cuando nos separamos, me da la mano, y con la otra me acaricia la cara, secándome las lágrimas.

Effie, que también está llorando, empieza a caminar hacia la puerta, y Gale la sigue. Nuestras manos siguen unidas, aunque a medida que Gale avanza se van separando más. Sigo sintiendo su tacto, y dos de nuestros dedos siguen entrelazados. Cuando por fin nuestras manos se separan, Gale nos dedica un gesto con la cabeza a todos y empieza a caminar hacia el aerodeslizador. Yo intento ir detrás de él, quiero abrazarlo una vez más. Sin embargo, Cinna me retiene y me dice que tiene que irse ya. Yo al principio no me resisto, pero cuando Gale ya está a medio camino del aerodeslizador no puedo soportar la idea de verle ir, forcejeo y al final Cinna cede y me suelta. Corro detrás de ellos, y cuando llego, Gale me coge en brazos ligeramente y me abraza con más fuerza que nunca.

Nos abrazamos hasta que un agente de paz, nos separa, aunque no de malas maneras, como es habitual. Parece que a él también le da pena que tengamos que separarnos.

-Nos vemos pronto, ¿vale?-le digo, medio sollozando y con los ojos entrecerrados por el sol.

-Nos vemos pronto.-confirma él, y deja escapar una sonrisa irónica y triste.

Después, Effie le obliga a avanzar y me quedo sola en la explanada de los aerodeslizadores.

Cuando sube al aerodeslizador, enseguida le veo asomado en la ventana. Yo sigo llorando. Sin embargo, el me sonríe y se lleva los tres dedos a los labios y me señala con ellos. Yo intento sonreír, por él. Sé lo mucho que odia verme llorar. Después se comienza a escuchar el rugido del motor del aerodeslizador, que empieza a despegar.

Entonces es cuando lo veo. No estoy segura, porque me ciega la intensidad de los rayos del sol, pero puedo ver en sus labios cómo pronuncia las palabras "Te quiero".

Cuando el aerodeslizador ya está en el aire, el ruido del motor desaparece. Unos segundos después, el aerodeslizador desaparece entre las nubes del cielo.

Esta ha sido, probablemente, la última vez que he visto a Gale en persona y con vida. Jamás volveré a verle pronunciar mi nombre, o jugar con Prim. Jamás volveré a cazar con él. Jamás volveré a ver su sonrisa. Jamás podré volverle a besar.

Casi no me doy cuenta de que Haymitch está a mi lado. Ha venido a buscarme.

 

-Hay que ponerse en marcha, preciosa.

Yo asiento, y él se me acerca. Le miro, y veo cómo me está mirando a los ojos. Tiene un tono triste en su cara. Yo sollozo una vez más, y me permito apoyar mi cabeza en su hombro. Él no se resiste y nos mantenemos así unos segundos.

-Venga, vamos a salvar a ese muchacho.-me dice, sacudiéndome el hombro.

Peeta, Haymitch y yo nos ponemos en camino hacia la sala de mentores. Cinna se ofrece a acompañarnos, pero decidimos que habrá agentes de paz alrededor y preferimos no correr riesgos. Cinna se quedará en el centro, con el resto del equipo de preparación.

Las salas de mentores se encuentran en el mismo centro de preparación, en un bloque diferente. Se accede por unos ascensores situados en la sala principal del centro. Haymitch nos recomienda que nos llevemos ropa para cambiarnos, pijamas y todas las cosas que necesitemos.

El bloque de las salas de mentores es de aspecto futurista. Todas las salas se encuentran en el mismo piso. La zona principal del centro tiene forma redondeada y hay doce puertas, cada una con un número, del 1 al 12.

-Si vamos a formar alianza, ¿no deberíamos estar todos los mentores en la misma?-le pregunto a Haymitch.

-Así es. En el caso de formación de una alianza las salas tienen la capacidad de unirse. Pero sólo se unirán como una sola en el momento exacto de la formación de la alianza. Así que hasta que nuestros chicos no se unen estaremos solos.-explica Haymitch. Nos acercamos a la puerta con el número 12 estampado.-Las damas primero.-me dice Haymitch, mirándome y ofreciéndome una tarjeta con el número 12 escrita. Yo paso la tarjeta por la ranura de la puerta y ésta se abre al instante.

Es una sala de uno 13 metros de alto y 8 de ancho. Parece que ha sido preparada para nosotros. En el centro de la sala hay tres butacas de color negro. Cada butaca tiene al lado un teléfono rojo. Enfrente de las butacas, se encuentra una especie de barra metálica, en la que hay teclados de ordenador. Encima de la barra hay varias pantallas de televisión. Le pregunto a Haymitch para qué es cada una.

-Esta de aquí
-explica Haymitch, señalando la que está más a la izquierda.-Nos muestra a nuestro tributo chico. La que está al lado nos muestra a nuestro tributo chica. Aquí,-continua, señalando una pantalla más pequeña con un botón al lado.-tenemos acceso a ver qué hace el resto de tributos. Sólo tenemos que pulsar el número del distrito del tributo que queremos y elegir un color, rosa o azul; rosa para tributo chica y azul para tributo chico.-camina hacia una pantalla algo más grande que está a la derecha.-Esta de aquí muestra imágenes aleatorias de lo que están haciendo los tributos. La de arriba del todo nos dice cómo está la situación; muestra la cara de cada tributo. Si la cara está rodeada con un círculo verde, significa que el tributo está vivo y que de momento no tiene ningún problema. Si está rodeada de un círculo amarillo, significa que está vivo, pero por poco tiempo. Y si está roja, como os imaginaréis, significa que está eliminado. Y esta última pantalla, es la más importante,-continua, señalando una de las pantallas más grandes-Muestra lo que se está emitiendo en la televisión, lo que está viendo todo el mundo, lo que los patrocinadores están viendo. ¿Entendéis?-Peeta y yo asentimos.-Los teléfonos que están al lado de las butacas sirven para acordar reuniones con los patrocinadores, para estar al día de todo. Los teclados son para encargar comida, o lo que queráis. Ahí detrás hay tres literas en las que podemos dormir. Podéis salir de la sala, pero siempre os preguntaréis qué está pasando y volveréis. Aquí también hay duchas. Y creo que eso es todo. ¿Alguna duda?

 

Peeta y yo negamos con la cabeza. Cada uno se sienta en una butaca. Elijo a propósito la que está al lado de Haymitch, después de todo lo sucedido con Gale no me apetece hablar con Peeta. De esta manera, Peeta ocupa la butaca de la izquierda, Haymich la del centro y yo la de la derecha.

Nos mantenemos en silencio hasta que, sin previo avisto, la cara de Caesar Flickirman sonriente y emocionada hace aparición en la pantalla más grande. Claudius Templesmith le acompaña. Anuncian que quedan muy poco minutos para que comiencen los juegos. Durante estos minutos, presenta al resto de comentaristas, que son tan estrafalarios como ellos.

La cuenta atrás llega antes de lo previsto. Suena el himno de Panem y el resto de televisiones se encienden, aunque, de momento sólo se ve una placa de metal. Haymitch se levanta y configura una de las televisiones para que muestre a Marcy, la chica con la que Gale tiene que salir de la Cornucopia. Yo presto atención a la pantalla en la que en unos segundos, aparecerá Gale. Mi corazón late con violencia. El himno de Panem acaba, las caras de los tributos aparecen en pantalla, y enseguida busco algún aspecto en ellas que indique lo que están viendo en estos momentos. Y tanto que lo encuentro. En todas y cada uno de las caras de los tributos se refleja lo mismo; terror.


Todos. Absolutamente todos, incluso los profesionales tienenmiedo. Empiezo a sudar. ¿En qué clase de barbaridad pueden haber transformadola Cornucopia los vigilantes?

La respuesta la obtengo cinco segundos después, cuando no seenfoca más a los tributos, se hace un plano entero y se ve el inmenso volcán encuyo centro está situada la Cornucopia.

Se trata de un círculo enorme de por lo menos, un cuarto dekilómetro de diámetro. El circulo se divide en 24 radios perfectos, como 24porciones de tarta. Entre cada radio hay unos cinco metros de distancia.Imposible de saltar. En el centro del volcán hay un amplio círculo, con laCornucopia en medio y las mochilas alrededor.

Cada tributo tiene un tubo de metal detrás, el tubo desde elque han salido, sin embargo, no están dentro de él, una rampa pequeña les haempujado unos cuentos centímetros hacia delante. De repente, sin previo aviso,el tubo desaparece hacia debajo, y una gran puerta de metal con un númeroescrito lo sustituye. Las puertas se parecen a las de las salas de mentores.Sin embargo, en las puertas no están escritos los números de los docedistritos, son números mayores.

Cada tributo dispone de uno de los radios que llevadirectamente hacia el centro, hacia la Cornucopia.

Unos segundos después de que aparezcan las puertas, tambiénsurgen finas paredes de cristal entre las aperturas que separan las vías, entrelos radios, dejando así cómo última escapatoria posible del volcán las puertasmetálicas.

Aún no comprendo nada. ¿Un volcán? ¿Qué significan losnúmeros de las puertas?

La voz de Claudius Templesmith rompe el silencio sóloalterado por las respiraciones ajetreadas de todo Panem.

 

-¡Bienvenidos tributos a los Septuagésimo Quintos juegos delhambre! Ahora, tributos, deberéis estar atentos a las instrucciones que os darérespecto a esta Cornucopia. -Debe hacer un calor horrible en el estadio, porquemuchos tributos intentan abanicarse con las manos.-Atención, por favor.-todoestá en silencio absoluto.-Durante eldesarrollo del minuto que se les da a los tributos antes del pistoletazo desalida, los concursantes deberán realizar un cálculo matemático por el cualsabrán cuál es la puerta adecuada por la que deben salir.-"Matemáticas" pienso.Las estudiamos en la escuela, sí, pero nunca ha sido el punto fuerte de Gale.No se nos dan demasiado mal a ninguno de los dos, sabemos las operacionesbásicas, pero no somos excelentes en la materia. A eso, hay que sumarle losnervios, que siempre pueden jugar una mala pasada.-La operación matemáticaconsistirá en lo siguiente;-continua Claudius.-Los tributos deberán multiplicarsu respectivo número de distrito por dos.-Hace una pequeña pausa.-Después, aese resultado, deberán sumarle trece. Ahora, atención a este último detalle: siel tributo es chico, el número se quedará así, sin cambios. Por el contrario, si el tributo es una chica,se restará uno. El resultado corresponderá al número que aparezca escrito encualquiera de las 24 puertas que os rodean. Los tributos deberán dirigirse a lapuerta apropiada, y deberán colocar su mano en el soporte con forma de la mismaque se encuentra a la derecha de la puerta. Si todo es correcto, la puerta seabrirá y dejará vía libre al tributo para que corra volcán abajo. Si no es así,la puerta no se abrirá, y, tributos, si ese es el caso, puede que sea demasiadotarde para hacer más cálculos, ya que la lava que hay dentro del volcánempezará a subir en el momento del gong de comienzo de los juegos y estarábastante elevada cuando acabe el minuto. Os advierto también, tributos, quecuando la lava llegue al tope, el volcán entrará en erupción, así que deberéisde ser rápidos. Os recuerdo una última vez lo que debéis de hacer; multiplicarel número de vuestro distrito por 2 y sumar 13. Si eres chico, dejarlo así. Si ereschica, restar 1. ¿Fácil, verdad? Oh, casi se me olvida. Otra advertencia;deberéis de tener especial cuidado con las vías hacia la Cornucopia. Unaspueden ser algo
resbaladizas. Eso es todo, tributos. Suerte y ¡QUE EMPIECEN LOSSEPTUAGÉSIMO QUINTOS JUEGOS DEL HAMBRE!-noto como Claudius no puede evitar unadespreciable risita nerviosa. Todo el tema del volcán debe estar emocionando atodo el Capitolio. Bravo por los vigilantes y su originalidad respecto a sustécnicas sádicas de matar a niños.

En la pantalla de nuestra sala en la que aparece lo que seestá emitiendo en Panem aparece una gran cuenta atrás de 60 segundos, mientrasabajo, en un cuadrado pequeño alternan las caras de tributos al azar. Mirodurante unos segundos hacia esa pantalla, hasta que me acuerdo de que tengo unaque enfoca a Gale exclusivamente.

La misma cara que tiene cuando crea una nueva trampa o lapone en práctica. La misma cara que tiene cuando cazamos y nuestras familiasdependan de nuestro botín. Es exactamente la cara que tiene ahora mismo.Entrecejo arrugado, la boca ligeramente torcida y los ojos abiertos,preparados.

Miro a Haymitch y a Peeta, aterrorizada. Haymitch está depie y mira con nerviosismo a la cuenta atrás, a Gale y Emily. Peeta ha elegidola opción más inteligente; está haciendo las cuentas en una hoja de papel.

 

-Gale debe salir por la puerta 37, y Emily por la 36. Es unacuenta sencilla, Katniss, no fallarán.-me asegura, mirándome a los ojos.

Yo asiento y miro nerviosa a la pantalla. 20 segundos. Buscorápidamente la puerta 37 en el volcán, aunque hay tantísimas que no laencuentro. Entonces, es cuando recuerdo los últimos consejos que les di a Galey a Emily. "Aunque Haymitch os haya dicho que no, no dudéis en coger unamochila de la Cornucopia, no sobreviviréis con ella". Recuerdo el soniquete demi voz. Después miro al volcán y me odio a mí misma. Ese es el peor consejo queles podría haber dado. Es un buen consejo, sí, pero sólo cuando la Cornucopiaestá situada en un ambiente normal. No en un maldito volcán. Lo único que harámi consejo es que tengan más posibilidades de que alguien les empuje a la lava.Mientras pienso en todas las posibles muertes a las que probablemente lesconducirá mi consejo, la cuenta atrás llega a 0, las caras de todos lostributos se encienden en la pantalla superior, con círculos verdes y algunostributos empiezan a correr. A diferencia de otros años, no todos los tributossalen justo en el pistoletazo de salida. Lo hacen todos los profesionales, yunos 10 tributos más. Respecto al resto, algunos se quedan en su sitio,repasando su operación matemática, y otros, más prudentes, haciendo caso aClaudius, empiezan a caminar con tranquilidad y cuidado por sus vías hacia laCornucopia. Los más prudentes. Sí. Muchos de los que han salido corriendo haciala Cornucopia, resbalan, cayendo hacia la lava del volcán. Los otros quetambién corrían se percatan de los gritos de los tributos que han caído alvolcán y aligeran la velocidad, convirtiendo a esta Cornucopia una de las máslentas pero a su vez más emocionante de todos los juegos del hambre querecuerdo.

Mis ojos se posan en Gale. Él ha sido uno de los que vacaminando, pasito a pasito por su vía, que supongo que será, casualmente, másresbaladiza que las de los demás. Lo conozco. Sé que va repasando su cálculouna y otra vez mientras camina.

El primer profesional, el chico del distrito 1 llega a laCornucopia y empieza a coger mochilas y armas. Estrena las armas intentandoderribar a los tributos que aún siguen caminando inestablemente por las vías, yse lo pasa bomba. Suelta carcajadas cuando un cuchillo alcanza a alguien y esealguien cae a la lava. Oh, sí, qué divertido. Doy gracias a que Gale esté justoal otro extremo de su área particular de disparo, espero que no se dé lavuelta.

Lo más complicado será para los tributos llegar a la puertacon el número, ya que deberán recorrer una de las vías de nuevo.

Me permito unos segundos para localizar a Emily. Camina nomuy rápido, pero con seguridad sobre su vía. Está a punto de llegar a LaCornucopia y tiene una mochila a pocos metros de distancia. Cuando llega,esquiva hábilmente un cuchillo de uno de los otros profesionales que también hallegado, coge la mochila y sale corriendo en zigzag hasta la vía con el número35 escrito. Haymitch, Peeta y yo ahogamos un grito. No es el número 35, esa esla del distrito 11. Si sigue esa vía Emily estará muerta en pocos minutos.Justo cuando va a empezar, se detiene estrepitosamente, mira hacia atrás ycomprueba que nadie le presa atención. Entonces se para unos segundos y veocomo abre la boca, como si estuviera hablando. Tardo en darme cuenta de queestá realizando la operación otra vez. Cuando termina, abre ligeramente la bocasorprendida, comprueba que nadie la vigila de nuevo y corre unos metros hacia la derecha, haciala vía con el número 36 escrito. Los tres respiramos profundamente, aliviados.Emily empieza su ruta más rápido que antes y mirando hacia atrás de vez encuando, pero nadie le presta atención. De hecho, cuando pone la mano en elsoporte, y la puerta se abre, es una de los primeros tributos en abandonar lacornucopia, sana y salva, y, por si fuera poco, con una mochila.

 

Nada más abrirse su puerta, aparto los ojos de mi televisióny me centro en Gale, que está peleando con alguien. Me acerco más a la pantallapara distinguir con quién se pelea. Suelto un grito ahogado al comprobar que esAlix, pero me calmo al ver que no tiene armas. Gale siempre ha sido bueno en lapelea cuerpo a cuerpo. Justo cuando Alix está a punto de quedarse con lamochila por la que pelean y empujar a Gale contra el agujero del volcán, Galele propina un fuerte puñetazo en el estómago que hace que Alix se tambalee,suelte la mochila y caiga al suelo. Cuando consigue llamar la atención de suscompinches, cuando les dice que vayan a por Gale, es demasiado tarde. Gale yacorre por su vía. Corre muy rápido, es fugaz, y al parecer, no tiene miedo aresbalar. Supongo que sabe que si aligera la velocidad morirá, al igual quepodría resbalarse en cualquier momento y morir. Compruebo asustada la puerta ala que se dirige y respiro aliviada cuando veo el número 37 escrito en ella. Haymitchme da un golpe suave en el brazo, como confirmando que va a salir vivo de lacornucopia.

Justo cuando está a punto de llegar a la puerta y losprofesionales empiezan a apuntarle con sus armas, Gale resbala ligeramente ycae de bruces delante de la puerta. Si hubiera estado unos metros más atráshubiera caído a la lava. De todas formas, el hecho de que haya caído al suelo,ha evitado que un cuchillo se encaje en su cabeza. En vez de eso, se ha clavadoen la puerta, y, cuando él coloca su mano en el soporte, el cuchillo caedirectamente a sus manos. No le podía haber salido mejor la jugada. Me recuerdaa mí, el año pasado, cuando Clove me tiró uno de sus cuchillos y se me quedóenganchado en la mochila, haciéndome con mi primer arma. Vuelvo a la realidad, y veo cómo Gale searrastra entre la apertura de la puerta, que, recibe el impacto de tres cuchillos, dos flechasy un mazo. Quizá los Vigilantes no sean el mayor enemigo de Gale

Cuando la puerta se abre, Gale se encuentra en unaplataforma con unas pequeñas escaleras. Después de las escaleras, nada, sóloroca por la que bajar.

La superficie del volcán es rocosa. Hay pequeños salientespor los que se puede descansar durante la bajada, pero la mayor parte es lisa.

Gale baja los cinco escalones lentamente. Mira a amboslados, respira hondo, y pone uno de los pies en la bajada. Justo en el momentoen el que el pie y la roca entran en contacto, unas rocas pequeñitas sedesprenden del volcán y el pie de Gale resbala. Los tres nos asustamos ycontenemos la respiración, pero Gale sube rápidamente el pie al escalón. Seconcede unos segundos para pensar antes de bajar y vuelve a mirar a sualrededor. Nadie, parece que está solo. Sin embargo, cuando miro durante unos segundos a la pantalla que aún estáemitiendo el baño de sangre de la Cornucopia, compruebo que éste ya estáacabando y que pronto los profesionales saldrán del volcán. La ventaja quetiene Gale se le está acabando.

 

Finalmente, Gale se decide, por la única opción que veo comoposible; se siente suavemente sobre el último escalón, respira hondo y seimpulsa hacia la superficie rocosa del volcán, va a bajar el volcán sentado.Supongo que bajarlo caminando sería demasiado

Entonces, es cuando me fijo por primera vez en el uniformede los tributos de este año. Este año visten un uniforme de dos piezas. Lapieza de arriba consiste en una tela fina, tan fina que parece papel, de colornegro con el número de distrito a la espalda. Por primera vez en Los Juegos,los tributos llevan pantalón corto. No demasiado corto, por las rodillas,dejando el resto de las piernas al aire. También es de color negro. Laszapatillas son de goma, parecidas a las que llevé yo el año pasado. "Al menosesto significa que no pasarán frío". Sin embargo, al ver la cara de Gale alapoyar el cuerpo sobre la superficie del volcán, sé que el hecho de que no va apasar frío sólo significa que va a pasar calor. Mucho calor. Un volcán, ¿no?Eso significa fuego. No sé el grosor de la parte del volcán que cubre la lava,pero a juzgar por la expresión de Gale, no es muy grande.

Ahora mismo, debajo del (para entendernos) culo de Gale, fluyen montones de lava fundida atemperaturas inimaginables.

-¿Crees que es la única manera?-le pregunto desesperada aHaymitch.

Él, para contestarme, señala a otras pantallas, en las quesalen otros tributos. Algunos han optado por bajar el volcán sentados. Otros,menos afortunados, han elegido mantenerse en pie. La consecuencia de ello hasido que algunos, están sentados, intentando calmarse las profundas heridas quese han hecho al caer y rasparse la piel con las rocas. Otros, aún másdesdichados, yacen en el suelo con heridas muy feas en la cabeza.

Vuelvo mi mirada a Gale, no antes sin pararme en Emily, quetambién baja sentada el volcán, aunque mucho más despacio que Gale. Se para devez en cuando para masajearse las partes más afectadas o para gritar de dolor.

Gale no grita, aunque sé que quisiera hacerlo. Odia elfuego. Odia el calor. Desde la pantalla puedo ver cómo se le hincha la piel yse le pone roja.

De repente, oigo lavoz de Caesar y me doy cuenta de que el baño de sangre ha terminado.

-¡Bueno, bueno, bueno!-exclama sin poder evitar mostrar suexcitación.-¡Cómo ha subido la temperatura aquí! Y la única culpable es nadamás y nada menos que ¡Helen Doyle, nuestra vigilante jefe este año!-la cámaraenfoca a una mujer sentada en una butaca muy cerca de la de Caesar. Tiene aspectodel Capitolio; su pelo es de color morado con tonos rosas, y tiene una longitudque le llega hasta las rodillas. Supongo que de pie llegará hasta el suelo.Sólo lleva unos mechones sueltos, el resto lo lleva recogido en un moño muyalto adornado con rosas naturales. La cara tiene aspecto artificial; hasta elúltimo rincón de ésta está retocado. Los ojos recuerdan a los de un gato, y sonde color amarillo fluorescente, hace daño mirarlos directamente.Espeluznantemente, su nariz sólo tiene un agujero, y me repugna mirarla. Todosy cada uno de sus dientes están decorados con pequeñas pinturas de corazones, oflores. Es una de las personas más estrafalarias que he visto. Y la odio. Laodio muchísimo. ¿En qué clase de mente perversa puede nacer la idea de enfrentara unos niños al fuego para seguir viviendo? Saluda, y antes de que Caesar puedahacerle ninguna pregunta, informa de que el volcán está "a puntito, a puntitode entrar en erupción". La gente grita de la emoción.

 

El latido de micorazón aumenta de ritmo. A Gale aún le queda bastante recorrido por bajar, y¿A Emily? Prefiero no mirar.

Dirijo mi mirada a la Cornucopia, y contemplo aterrorizadacomo los profesionales siguen ahí, contemplando sus armas, sin saber que lalava del volcán está a punto de desbordarse. Supongo que se les habrá olvidadola advertencia de Claudius.

Sonríen contemplando su botín. Cuentan hasta tres, y losseis profesionales de este año disparan sus armas a la vez por encima delvolcán, para que den a los que aún están bajando. Mis ojos se trasladaninmediatamente a la pantalla que enfoca a Gale, y no puedo evitar soltar ungrito cuando veo que un cuchillo aterriza a pocos metros de su cabeza. Él, alverlo, acelera su bajada. También, compruebo que ya hay tributos que bajan a sulado, pero son aliados.

Entonces es cuando una risa mezclada con grito hace que misojos se vuelvan a trasladar a la pantalla principal. La lava ha llegado. Elgrito pertenecía a Daphne, que corre hacia su puerta, dejando todas las armas ysuministros atrás. Los tributos del 1 y del 2 también corren, sin suministros.Los dos tributos del distrito tres no son tan afortunados. Resbalan, y meobligo a no visualizar como la lava los engulle. Unos diez segundos después,dos cañonazos. Así es cómo veo morir directamente a los primeros tributos demis primeros juegos como mentora.

La lava rodea el volcán, tragándose todos los suministrosque pertenecían a los profesionales. Cuando la lava inunda completamente lasuperficie del volcán en la cual la Cornucopia estaba apoyada, hay un par desegundos de silencio total y absoluto silencio. Después, sin previo aviso, conuna velocidad y potencia indescriptibles, y, haciendo un ruido ensordecedor, loque yo diría que son toneladas de lava son escupidas por el volcán hacia unosdiez metros de altura. Se mantiene en elaire más segundos de lo normal, y a continuación forma pequeños ríos que sedeslizan a una velocidad vertiginosa sobre la superficie del volcán. A unavelocidad mayor de la que Gale baja el volcán.

El terror vuelve a los ojos de los tributos al ver cómo a una velocidad vertiginosa, se acercan ríos y ríos de lava ardiendo. Cuando a penas, muchos de ellos, no han tenido tiempo para reaccionar comienza la lluvia de pequeñas motas de ceniza. Ceniza que antes era la roca del volcán, y que ahora se ha convertido en pequeños granitos de trozos de volcán en llamas. La ceniza se mezcla con fragmentos de roca, y, contemplo horrorizada cómo la ceniza está modificada para que cuando toque la piel, ésta empiece a irritarse y a escocer. Lo veo reflejado en la chica del Distrito 6, que, aunque los brazos se le empiecen a inflamar notablemente, sigue corriendo volcán abajo.

Gale reacciona rápido. Cuando ve los ríos acercarse, comprende que si continuara el recorrido sentado, éstos le alcanzarían enseguida. Por eso, opta por levantarse y recorrer el trayecto que le queda de pie, corriendo, por muy peligroso que resulte.

Así, se levanta rápidamente, toma unos momentos para respirar y empieza a correr. Se resbala muchas veces, y le es imposible frenar en los intervalos más peligrosos, pero es la única opción. Los tributos de alrededor optan por lo mismo.

 

Le quedan pocos metros para llegar al suelo, pero me obligo a mirar hacia abajo, porque cada vez que tropieza el corazón se me acelera muchísimo y comienzo a respirar con dificultad.

Cuando miro hacia la pantalla, observo cómo el suelo ya se ve. No demasiado, sólo un trocito de tierra, supongo que no quieren estropear la sorpresa del ambiente del estadio aún.

Me permito echar una ojeada al resto de pantallas durante unos instantes. En la pantalla principal, la que proyecta las escenas que se están mostrando en todas las televisiones de Panem, están alternando imágenes aleatorias de todos los tributos. No a muchos les va bien. Veo de pasada cómo Marcy, la chica del distrito 10, va corriendo y saltando. Después miro a Emily, y sorprendentemente, ella está a punto de acabar el volcán, de bajar a tierra.

Lo consigue. De un último salto, sus pies tocan tierra. Ella se da unos segundos de descanso. Después, mira hacia atrás, hacia el volcán y los ríos de lava. A continuación, sonríe. Sé que está orgullosa de sí misma. Yo también lo estoy de ella. Si no me equivoco, es la primera que ha salido del volcán viva. Sin embargo, cuando aparta su mirada del volcán y la centra en lo que se presenta enfrente, la sonrisa se borra de su cara en menos de un segundo. No se refleja terror ni miedo en su cara, sólo incredulidad. Quiero continuar viendo la pantalla de Emily, pero un grito ahogado de Peeta me distrae y mis ojos se trasladan involuntariamente hacia la pantalla de Gale.

Yo también suelto un grito ahogado. El color rojo sangre resalta en la pantalla. Gale ha tropezado con una piedra, y ha caído contra una roca, golpeándose fuertemente el hombro, que sangra copiosamente. Él está tumbado en un pequeño saliente, respirando con dificultad y con una expresión en el rostro que refleja un dolor agudo. Poco a poco, las piedras se van tiñendo del color rojo de la sangre de Gale. Sin embargo, Gale, mira hacia arriba, y al ver cómo los ríos de lava se van acercando peligrosamente, reúne la fuerza suficiente para ponerse de pie y continuar bajando el poco trayecto de volcán restante.

Mientras lo hace, traslado los ojos a la pantalla de Emily y veo que ya no está. El corazón empieza a latirme con fuerza al ver lo que provocó ese tono de incredulidad en su cara. Nada más bajar el volcán, los tributos se encuentran una explanada de tierra de alrededor de cinco metros de ancho y que rodea el volcán. Después de estos cinco metros, hay un río de lava de unos seis metros de ancho. Imposible de cruzar saltando. De esta forma, el volcán es el centro exacto del estadio, y éste está rodeado de un gran río de lava. Después del río, se encuentran varios tipos de biomas terrestres; del lado de Emily, que, si no me equivoco, también es el de Gale, hay un profundo bosque, lo que me tranquiliza, él se sentirá cómodo en un ambiente boscoso. En otras pantallas veo de pasada otros ambientes, como una selva o un prado sembrado. Sin embargo, lo único en lo que estoy pensando es en el paradero de Emily. Está claro que no ha muerto, porque hubiera sonado un cañonazo y se hubiera apagado su pantalla. Tampoco ha cruzado el río, porque si lo hubiera hecho, la cámara ya no enfocaría a la zona del río. Por lo tanto, Emily sigue en el río, pero se ha escondido en algún sitio, fuera del alcance de la cámara. Miro alrededor y, aparte de tierra, sólo veo un árbol. Me pregunto por qué no lo habré visto antes, porque es enorme. No, no es sólo un árbol grande, no es un árbol normal, es una planta modificada por el Capitolio. El tronco es, de al menos, 15 metros de alto, y es demasiado liso para subir a él. En la copa, hay muchísimas hojas, hojas enormes de más de un metro de largo. Tienen los extremos plegados, creo que son lanceoladas. Parece imposible sacarle algún provecho. Sin embargo es el único sitio. ¿Pero
para qué habrá subido?

 

-Es lista.-dice, de repente Haymitch, rompiendo el silencio.- ¿Sabéis que está subida en el árbol, no?

Yo asiento, y sorprendentemente, Peeta también.

-Ha subido con una velocidad escalofriante. Lo he visto, he estado mirando a su pantalla. Hacía mucho tiempo que no veía a nadie con tanta maña subiendo a árboles. No tiene nada que envidiarte, Katniss.-añade Peeta. Yo me pongo en la situación de Emily, me imagino teniendo ese árbol delante de mí. ¿Podría escalarlo? No lo sé. Probablemente no. El tronco es demasiado fino para poner los pies, y las ramas están demasiado altas.

-¿Cómo lo ha subido?-pregunto interesada.

-No lo sé exactamente. Ha visto el río, después el árbol, y no lo ha pensando dos veces, ha cogido su mochila y ha sacado una especie de cuchillo pequeño, algo como un gancho. Después, rebuscando un poco más, ha descubierto una cuerda. Ha subido lo que ha podido, agarrándose con el gancho, clavándolo. Cuando llevaba más o menos la mitad del tronco escalado, ha hecho una especie de nudo a la cuerda y la ha enganchado a una de las ramas. Después, ha escalado la cuerda.-explica Peeta, encogiéndose de hombros.

-Mirad.-nos dice Haymitch.

Gale ha terminado el volcán y mira al río de lava fijamente. También, de vez en cuando comprueba la ventaja que le saca a los ríos de lava que se deslizan por el volcán. Veo en su cara que no tiene ni idea de qué hacer para atravesar el río y seguir vivo.

Unos segundos después, aparece un grupo de los tributos aliados de Gale; Marcy,del Distrito 10, los dos tributos del distrito 7 y Penélope, del distrito 8. No parece haber más gente cerca.

-¿Eres Gale?-pregunta Marcy, respirando con dificultad.

Gale asiente.

-Bien
¿y tienes alguna ligera idea de cómo atravesar el río?

-Aún no. ¿Sabéis algo de los demás?

Marcy niega con la cabeza, con aire triste.

-Rwall ha muerto.-dice con tono serio Penélope. Rwall era su compañero de Distrito.-Un profesional le empujó y calló a la lava del volcán. Cuando bajaba el volcán ese profesional estaba un poco por detrás de mí. Le tiré una roca ardiendo a la cara. Creo que tiene el ojo derecho destrozado.-añade, con un tono tan indiferente que da escalofríos.

-Además, los dos del distrito 3 han muerto. El resto de aliados podría estar en cualquier sitio.-comenta el chico del Distrito 7.

-Respecto a la lava
no tenemos demasiado tiempo.-anuncia Marcy.

Gale arruga el entrecejo, al igual que hace siempre que está pensando. Algunos miran nerviosos a los ríos de lava del volcán y otros intentan pensar, como Gale.

-No
n-no sé qué podemos hacer.-anuncia Gale, cuando la pequeña explanada de tierra está a punto de ser inundada por la lava.

 

-Pero
pero no nos pueden dejar morir así, ¿no? Tiene que haber alguna forma
pensad, joder.-exclama Penélope, aunque sin estar muy convencida.

Cuando todos se rinden, sentados en la tierra, esperando a la muerte, de repente, caen varias hojas, lanceoladas, del árbol en el que Emily está subida. Todos miran extrañados, y enseguida, Gale, Penélope y Marcy se levantan a examinarlas.

Aunque ya las había visto cuando Emily estaba en el árbol, me sigue sorprendiendo su tamaño. Al menos un metro de ancho y dos y medio de largo. Suficientes para aguantar a una persona.

-No pueden flotar en la lava. Es imposible.-afirma Gale, desechando la hoja.

-Piénsalo. Los vigilantes no nos quieren muertos tan pronto. Nos están dando la solución. Vamos a morir de todas formas si no lo intentamos, no perdemos nada. Ten fe.

-Si vamos a hacer algo, será mejor que lo hagamos rápido.-comenta Pénelope. En pocos segundos, los ríos de lava alcanzarán la explanada.

Los tres chicos se miran entre ellos, y, finalmente asienten. Llaman a los demás, y cada uno, aunque no muy convencidos coge una hoja. Muchos se lo toman a broma, ya que es ridículo imaginar que una hoja vaya a soportar el peso de una persona sobre un río de lava.

-Esperad, esperad
¿Con qué se supone que vamos a remar?-dice la chica del distrito 7, arqueando las cejas. Todos se paran en seco.

Resulta incluso divertido lo rápido que caen varias ramas grandes del árbol. Cada uno coge una y se ponen al borde del río.

-Tú primero.-le dice Marcy a Gale.-Ponte en la hoja. Nosotros te empujamos.

El corazón me late con violencia. Gale hace caso. El resto de chicos le empuja hacia el río. La hoja se tambalea al principio, y al principio se cuela un poco de lava, pero sorprendentemente no se hunde. Gale, rápidamente, empieza a remar, con algo de dificultad hacia el otro extremo del río. Cuando pisa tierra, la hoja se consume dentro de la lava.

El resto le sigue, unos más rápidos y con más seguridad y otros sin confiar demasiado en la lanceolada. Todos lo consiguen, aunque unos con más dificultades que otros. Marcy es la última en zarpar, justo en el momento en el que los ríos alcanzan tierra se funden con el río que separa el volcán del resto del estadio.

El grupo se interna en el bosque, y cuando llevan unos metros caminados se sientan, derrotados y cansados.

Tras unos minutos de descanso, Gale se pone en pie y dice, con voz firme:

-¿Aliados?

Algunos asienten, mientras que otros se levantan y le dan la mano a Gale para consolidar su unión.

En el momento en el que las manos de Gale tocan las del resto de los tributos, el movimiento de las paredes de nuestra sala de mentores me saca de los juegos y me devuelve a la realidad. Las paredes de ambos lados se mueven hacia la izquierda con un movimiento lento hasta que desaparecen. Detrás de las paredes, aparece el resto de los mentores con los que nos hemos aliado. Pero, lo que de verdad le da vueltas a mi cabeza, es "¿Hasta cuándo estaremos fingiendo que somos todos amigos y que nadie tiene que matar a nadie?"

Nuestra sala de mentores se ha convertido en un complejoconjunto de pantallas de televisión que ya no sé qué significan, teléfonos quesuenan continuamente y gente intentando hablar más alto que otra.

 

Ya ni si quiera miro a las pantallas, no sé qué es lo queestá pasando, sólo ogio a Haymitch discutiendo con alguien. ¿Podría serJohanna? Quizá, no lo sé. Pero no tengo ganas de descubrirlo. Justo en elmomento en el que empiezo a preguntarme si ha sido una buena idea aliarnos,Peeta me da un golpecito en el hombro. Tiene cara de preocupado, y me mira conel entrecejo arrugado.

-No tienes buena cara. Vamos a tomar el aire.-me ofrece lamano y no dudo en aceptarla.

Peeta le hace un signo a Haymitch, él asiente y me llevahasta la cocina del bloque de mentores. Es pequeña, y no hay mesas, sólo unabarra servida por un avox. Ahora mismo el avox está atendiendo a Brutus, elmentor de Alix. Le sirve una copa. Cuando va a salir se encuentra con nosotrosde frente y se para. Mantiene contacto visual con ambos, pero sobre todo conPeeta. Después muestra una sonrisairónica y se va por otro camino, no sin antes golpear su hombro con el de Peeta al pasar.

Peeta pone cara de paciencia y pide dos limonadas. Cuandolas tenemos, me coge de la mano de nuevo y tardamos unos cinco minutos enllegar a la azotea del centro de entrenamiento, el que ha sido siempre un lugarnuestro. Sólo para nosotros, y para nadie más.

Los dos nos sentamos, y escapamos por unos minutos de losjuegos del hambre. Está atardeciendo. Es una vista preciosa, pero ninguno delos dos comenta nada. Sólo nos tomamos la limonada en silencio.

-Está buena, ¿eh?-me pregunta él, tras unos minutos. Pero nosonríe. Sólo lo comenta.

Yo asiento continuamos en silencio unos minutos más.

-Peeta, lo de esta mañana

-No tienes por qué explicarme nada, Katniss.-me interrumpeél, con una sonrisa triste.

-Pero quiero hacerlo.-espero una respuesta, pero no larecibo, así que continúo.-Necesitaba despedirme de Gale. Para siempre. Sé queno lo voy a volver a ver. Necesitaba decirle adiós.-espero una respuesta,aunque sigo sin recibirla. Sé que la explicación no es suficiente. Séexactamente qué os lo que Peeta quiere oír, sé lo que le haría sentir mejor.Pero le mentiría. Sin embargo, la verdad sólo le haría daño. Y ya le hechodemasiado daño.-No pasó nada.-consigo su atención de inmediato.-No pasó nada,Peeta. Sólo dormimos abrazados. Como hacemos tú y yo.-Él asiente y me coge lamano. La acaricia. Yo miro hacia el atardecer que se alza sobre nosotros.

¿La verdad? Claro quepasó algo. Nos besamos, y él me dijo que me quería. Yo le dije que también lequería, sin saber si así era. Pero la verdad también le haría daño.

Peeta me acerca más a él y yo apoyo la cabeza en su hombro.Pasan lo que creo que son veinte minutos en silencio, pero las palabras no sonnecesarias. El atardecer es suficiente. Gale ya lleva cinco horas en el campo.Peeta me mira, y aparta un mechón de pelo cariñosamente y me dice:

-Deberíamos volver.

-Deberíamos volver-confirmo yo.

Sin embargo, arañamos unos minutos más de nuestro tiempohasta que ambos nos obligamos a levantarnos y volver a la vida real.

Cuando volvemos a la sala de mentores, me propongo centrarmeen los juegos. Me propongo centrarme en Gale.

-¿Qué ha pasado?-le pregunto a Haymitch, mientras me sientoen mi butaca.

-Emily ha bajado del árbol, ha cruzado el río y ha ido endirección opuesta a los chicos. Ellos han avanzado unos metros y ahora estándescansando en un claro. Han encontrado agua. Respecto a los demás, por primeravez en mucho tiempo, han caído dos profesionales en el primer día, distrito 3.Alix se ha quedado sin ojo, gracias a Penelope. Hubiera muerto si sus mentoresno le hubieran enviado la medicina.-explica Haymitch.

 

-¿Cuántos han muerto?-pregunta Peeta.

-Diez. Además, Emily aún no ha encontrado agua. Tampoco parecehaber muchos animales que cazar. Ah, y los chicos se han encontrado por elcamino con los otros aliados. Se han encontrado por casualidad, han tenidomucha suerte. Tienen en total tres mochilas.

-¿Y ahora qué?-pregunto yo.

-Creo que pasarán allí la noche. Será lo mejor. ¿Habéiscomido algo?-Peeta y yo negamos con la cabeza.-Entonces será mejor queencarguemos la cena.-concluye Haymitch.

Miro a la pantalla del grupo de Gale. Todos están al bordede un pequeño arrollo, protegidos por la profundidad del bosque. Gale está sentado un poco más alejado delarrollo, comiendo una galleta salada. Está sentado con una chica, haciendoguardia supongo. Miro hacia atrás, y veo cómo todos los mentores estánencargando la comida, así que me pongo los auriculares para escuchar laconversación de Gale con la chica, que ahora que se ha girado, veo que esMarcy.

-
y después estuve a punto de caerme y darme en la cabeza,pero frené a tiempo, en realidad sólo me he hecho esto en la espalda.-su voz esdulce y alegre. Se da la vuelta y se levanta la camiseta, dejando ver unaherida profunda en la espalda. Gale le echa un vistazo y la acaricialigeramente.

-¿Te duele?-pregunta él.

-Peor. Me escuece mucho. Pero lo puedo aguantar. No es nadacomparado con los demás. Me encontré más de un cadáver bajando el volcán

-En cualquier momento nos enviarán una crema para lasheridas.-comenta Gale.

Ella asiente y sonríe. No puedo evitar sentir antipatíahacia ella. ¿Por qué está intentando ser amiguita de Gale? En cualquier momentouno de ellos matará al otro. No están en un campo de batalla para hacer amigos.Pero, ¿no es eso exactamente lo que hice yo con Rue? No. Yo intentaba protegera Rue, nos protegíamos la una a la otra, y yo no soltaba risitas tontas. Enabsoluto. Cada vez me gusta menos la idea de la alianza.

Sorprendentemente, en menos de un minuto ha anochecido ysólo la luna y las estrellas ofrecen algo de luz. La pantalla que muestra loque se está emitiendo en Panem se enciende y conectan en directo con elestadio. El grupo de tributos se reúne y mira al cielo. Suena el himno de Panemy se empiezan a proyectar en el cielo las caras de los tributos muertos delprimer día. Los primeros que aparecen son los dos tributos del distrito 3: Leoy Jenna. Después, Nadine, la chica del Distrito 4. Miro hacia Finnick y haciaMags, sus mentores. Finnick evita mirar a la pantalla y Mags dice algún tipo deoración con los ojos cerrados. A continuación, se proyecta la cara de la chicadel Distrito 5, Rachel. Darren, su compañero de Distrito, que es un aliado,suspira y niega con la cabeza. El chico del Distrito 6, luego Rwall, delDistrito 8, compañero de Penelope, los dos tributos del distrito 9, y los dosdel 11.

Cuando acaba la proyección, los mentores quitan el sonido atodas las pantallas y empiezan con la cena. Los tributos se reparten lasguardias y deciden que Marcy y Gale estén un poco más. Peeta me llama a cenar,pero no le hago caso, quiero ver a Marcy y Gale.

 

Parece, que al igual que el año pasado, por las noches, losvigilantes juegan con la temperatura, porque Marcy empieza a tiritar.

-Qué frío, ¿eh?-comenta ella.

-Creo que
-responde Gale, abriendo su mochila.-Sí, aquí.Toma.-le dice, dándole una especie de camisa.-Es una sudadera, venía en lamochila. Creo que hay una en todas. Parece ser calentita, mira la tela dedentro.

-Oh
-dice ella, acariciando la tela de dentro de lasudadera.- ¿No te la quieres poner tú?

-No, no te preocupes. Estoy acostumbrado al frío.-contestaGale, sonriendo.

-Si quieres podemos compartirla, en plan, usarla como manta,¿sabes?

-Prefiero que la uses tú.-concluye Gale, y le ayuda aponerse la sudadera.

-Mucho mejor. Gracias.-dice Marcy, acariciándole el brazo.

Cuando creo que mi odio hacia esa chica va a acabarrompiendo la pantalla para meterme dentro y separarles, una lucecitaintermitente de color rojo de un mapa del estadio que tengo proyectado a unapantalla un poco más a la derecha, me avisa de que un grupo de cuatro personasse acerca a los aliados rápidamente. Corro hacia la pantalla de seleccionar tributoe introduzco el botón correspondiente a los profesionales. Al instante, meofrece su paradero; hay cuatro tributos profesionales a muy pocos metros delgrupo de Gale y con armas hasta los ojos. Alix va en cabeza.

"Corre, Gale. Corre ya" pienso. El corazón se empieza a acelerar cuando losprofesionales se ponen más cerca y la sonrisa de Alix se agranda.

De repente, y sin previo aviso suena un cañonazo. Una luzroja de alguna de las pantallas empieza a encenderse. Todos los mentores se dancuenta de que pasa algo y abandonan la comida para sentarse rápidamente en lasbutacas.

-¿Por qué no nos has avisado?-me ladra Haymitch, mientras secoloca los cascos.

El grupo de tributos se ha puesto de pie al oír el cañonazoy se miran extrañados los unos a los otros. Cuando comprueban que todos estánbien, respiran tranquilos. Sin embargo, el sonido de los respiros de alivio esinterrumpido por un grito. La pantalla enseguida enfoca a Pam, del distrtio 7,gritando tan alto que hace daño a los oídos, tapándose la boca con la mano yseñalando con la otra mano al cuerpo de Neo, el chico del distrito 10, quetiene una flecha ardiendo clavada en el pecho.

Comienza el caos. Las profesionales salen de su escondite,lanzando flechas y cuchillos, provocando una lluvia de armas sobre elcampamento de los aliados de Gale. Pam se arrodilla al lado de Neo, y gritamás. Gale y Marcy se ponen en marcha. Los dos se levantan rápidamente, cogenlas mochilas y comienzan a correr dirección opuesta a los profesionales.

Gale se desvía para asegurarse de que todos los tributosabandonan el campamento.

Marcy sigue corriendo con un par de tributos que no puedoreconocer por la oscuridad de la noche.

Gale se acerca a Pam y al cuerpo de Neo y coge a Pam de unamanera que resulta incluso cómica. Rodeasus brazos sobre su cintura y la levanta al aire. Hay algunos tributos que aúnno han reaccionado a la muerte de Neo.

Gale los empuja y les dirige hacia Marcy. Cuando se asegurade que todos huyen, él se dispone a hacer lo mismo. Sin embargo, al igual queyo habría hecho, se para ante el cadáver de Neo, y sin mirarle directamente, learranca la flecha del pecho.

 

Gale comienza a correr hacia la dirección que han seguidosus compañeros. Cuando la profundidad del bosque está a punto de esconderloentre sus brazos, Alix se le tira encima y hace que caiga al suelo. Alix coloca sus rodillas sobre su pecho,dificultándole la respiración. Sonríe.

-Qué poco has durado. Bueno, dile a tu prima que esto va pormi hermano, ¿de acuerdo?-sisea Alix.- ¡Daphne, dame el cuchillo!-su compañerade distrito ríe nerviosamente y se acerca dándole un gran cuchillo con la puntaafilada.-Sabes qué, ¿chico del bosque? Creo que si te doy varios cortes antesde darte el golpe de gracia, dolerá más.-sonríe y se relame los labios. Así lo hace. Propina un corte rápido y certeroen el brazo izquierdo de Gale, que comienza a sangrar copiosamente. Gale sueltaun grito de dolor. Alix ríe con ganas. Me permito mirarle a la cara, pararecordarla, para poder odiarlo. Ver la cuenca de su ojo vacía, chorreando algode líquido negro resulta desagradable. Tiene quemaduras por toda la cara,también cortes. Pero su aspecto noevitará que mate a Gale de un momento a otro. Noto que alguien me sacude elhombro, para sacarme de la sala. Bien. Eso significa que todo el mundo asumeque Gale va a morir en breve. Justo cuando Alix va a propinar un segundo corteen el brazo derecho, Gale consigue darle un rodillazo en el estómago, que haceque Alix se incorpore hacia atrás. Gale aprovecha su ventaja y le propina unapatada en una mejilla. Auch. Eso ha tenido que doler. La patada arranca de Alixun profundo grito, y sospecho que ha hecho que se caigan varios dientes. Galese incorpora rápidamente, aún sujetando la flecha. La mira durante un instante,y después mira a Alix. Sin dudar, dirige la flecha hacia su corazón, pero Alixrueda por el suelo y la flecha le acierta en una pantorrilla. Otro grito dedolor. Gale la saca rápidamente, y consigue quitarse de encima a Daphne de unempujón, que se le tira a la espalda. No sé dónde están los otros dosprofesionales.

Gale consigue penetrar en la profundidad del bosque, aunqueno es tan rápido como siempre. Su hombro sigue dolorido, y el brazo le siguesangrando abundantemente. Me quito los auriculares, respiro y miro a Haymitch alos ojos. Él me mira y mantenemos contacto visual. Sus ojos de color azulclaro, inyectados en sangre y marcados por las ojeras de tantísimas noches sindormir por culpa de las pesadillas, muestran tristeza, dolor y cansancio.

-No puedo hacerlo, preciosa.-murmura, como si supiera que leestoy a punto de pedirle fondos para enviarle una medicina a Gale.

-Pero tienes que hacerlo, Haymitch.-le digo yo, con voztemblorosa y al borde de las lágrimas.-Tienes que hacerlo
tenemos que hacerlo
oél morirá.

-No en el primer día. No
no puedo.

Sé que el centro dementores ha estado recibiendo llamadas telefónicas todo el día. Ellas fueronunas de las causantes de mi atosigamiento y dolor de cabeza de la mañana. Haydos métodos para enviar regalos a los tributos. Cuando empiezan los juegos, seabren cuentas de fondos, una para cada tributo. En esa cuenta, cualquiera puedehacer una aportación, por pequeña que sea. Con muchas aportaciones quizá sepueda comprar una botella pequeña de agua, o un paquete de galletas. Ese es elmétodo más común, el que utilizan los ciudadanos medios del Capitolio paraapoyar a sus favoritos, y el que en ocasiones señaladas, el que los distritosutilizan cuando hacen colectas para apoyar a sus tributos. Todas esas personasno se consideran "patrocinadores". Los verdaderos patrocinadores, los que soninvitados a todas las fiestas y los que luego son respetados por todos, son laspersonas más ricas del Capitolio. Normalmente, los patrocinadores no utilizanlas cuentas de fondos, ellos directamente compran los regalos que seannecesarios, da igual el precio que sea. Son el tipo de personas que conocí enla fiesta en la mansión de Snow. Convencimos a algunos de ellos, ¿no? Muchosprometieron ayudar a Gale y a Emily. Y por algo hemos creado una alianza. Estoysegura de que Finnick puede engañar a alguna viejecita enamorada de él para quenos dé su dinero.

 

Le planteo la posibilidad a Haymitch.

-Verás, Katniss
Sólo podemos recurrir a nuestrospatrocinadores fuertes en los casos desesperados, cuando sea absoluta ytotalmente necesario, y cuando sin la ayuda que podrían ofrecer nuestro tributomoriría.

-Ese es exactamente nuestro caso ahora mismo, Haymich.

-En ese caso, si un tributo está a punto de morir seriamentela primera noche en la arena deberíamos plantearnos centrarnos en nuestro otrotributo.-señala a la otra pantalla y veo a Emily, subida a un árbol ytotalmente ocultada por las hojas de éste.

-¿Te estás escuchando, Haymitch? ¿De verdad estásproponiendo que dejemos morir a Gale?-exclamo, dándole toquecitos acusatoriosen el pecho con mi dedo.

-Katniss, quiero que te acuerdes de tu primer día en laarena. Casi mueres porque no encontrabas agua. ¿Sabes qué? Que si te hubieradado el agua, los fondos no hubieran sido suficientes para enviarte después eljarabe para dormir a Peeta o la medicina para tu pierna.

-Pero luego sí que había fondos para sopitas y comiditas,¿no?-le espeto yo, sin saber muy bien por qué. Y en el momento en el que lodigo me arrepiento.

Haymitch se levanta de la silla y parece que sus ojos se levan a salir de las órbitas.

-¿¡Tienes algún problema con la gestión de los regalos detus juegos, Katniss!? ¡Porque creo que sin ellos no estarías aquí! ¡Creo quesin mí no estarías aquí! ¡Así que, por una vez en tu puta vida cierra la bocazay deja de creer que siempre tienes razón y deja trabajar a los que sísabemos!-me espeta en la cara.

. Todo el mundo está en silencio, mirándonos. Peeta selevanta y se pone en medio de nosotros dos.

-Katniss, creo que Haymitch tiene razón. Vamos a ver cómoestán mañana, ¿vale? Si de verdad lo necesitan se lo enviaremos. Ahora, vamos adormir.

-Quiero dormir aquí.-afirmo yo, mirando hacia las literas.

-No, mejor vayamos al centro Katniss. Vamos.

Peeta casi me saca en volandas. ¿Me están echando de la sala porque saben queGale va a morir en breves y no quieren que lo vea?

Casi no me doy cuenta del paseo hasta el centro. Peeta metumba en la cama, me quita los zapatos y me destrenza el pelo con cariño.

-Ha sido un día muy largo.-comenta.

Yo no respondo. Estoy demasiado enfadada. Con Peeta. ConHaymich. Con Los Juegos del Hambre. Con Alix. Con Gale. Con Marcy. Conmigomisma.

Aunque pienso que la preocupación por Gale, que podría estardesangrándose en estos instantes, me quitará el sueño, las pesadillas no tardanen darme la bienvenida de nuevo.

"¿Quieres enviarle un último beso al chico amoroso?" Mepregunta un Alix que ha adquirido la voz de Clove. Después, me apuñala variasveces con el cuchillo en distintas partes del cuerpo. Él ríe, con la risa deella, yo, sólo quiero morirme.

 

"Katniss, Katniss
" Noto que me sacuden el hombro. ¿Es la muerte que viene a por mí? Esoespero. Si es así, será mejor que abra los ojos.

Me despierto en mi dormitorio del centro de entrenamiento,sobresaltada, y Haymitch tiene que apartarse para evitar que le dé una patada.Estoy empapada de sudor y todas lassábanas están salidas de la cama.

-Era una pesadilla.-afirma Haymitch.

Yo asiento y nos mantenemos en silencio durante unossegundos. No me atrevo a preguntar qué ha pasado.

-Están bien. Gale no era el único que había salido herido deallí, todos tienen heridas feas. Les hemos enviado una pomada. Finnick haconseguido que una señora nos diera el dinero que nos faltaba.

-¿Ha funcionado la pomada?

-Parece que sí.

Silencio otra vez.

-Creía que los profesionales se habían quedado sin nadadespués de lo del volcán.

-Se quedaron sin provisiones. Pero las armas las tenían enla mano cuando la lava empezó a subir, así que se las llevaron con ellos.Aunque están pasando más hambre de lo normal. No son capaces de cazar, sealimentan de hierbas. Gale y los otros han conseguido una ardilla.-me explicaHaymitch.

Haymitch tiene peor aspecto que ayer. Las ojeras están másmarcadas y su pelo está más descuidado de lo normal.

-Siento lo de ayer.-susurro yo.-De verdad que lo siento.

Haymitch simplemente asiente, y no hablamos más de ladiscusión de ayer. Ambos sabemos que un "lo siento" de la boca de KatnissEverdeen es lo máximo que se puede pedir. Lo sabe, porque él es como yo, y sabelo mucho que me cuesta admitir que no tenía razón.

-¿Ha dormido Peeta conmigo esta noche?

Él niega con la cabeza.

-Tenía que volver a los juegos. Pero sí que quería quedarse.No te mereces a ese chico, preciosa.

-Ya lo sé.-respondo yo, haciéndole burla.- ¿Y tú? ¿Qué hacesaquí?

-Charlotte me ha echado. Según ella necesito dormir.-alprincipio no me planteo responder, pero veo que después de pronunciar el nombrede "Charlotte" a Haymitch se le dibuja una diminuta sonrisa en la cara.

-¿Y esa sonrisa?-pregunto yo, riendo. -¿Qué pasa conCharlotte, Haymitch?

-Nada. No pasa nada.-silencio largo. Me mira a los ojos, yyo arqueo las cejas.-Ese es el problema, que no pasa nada.

Yo abro la boca sorprendida y me incorporo rápidamente. Meacerco a él.

-Y tú quieres que pase algo, ¿verdad?

-Charlotte y yo llevamos tonteando durante muchos años
peronunca he tenido lo que hay que tener para invitarla a cenar.-comenta, con airetriste.

-¡Yo se lo puedo pedir por ti! Nunca
¿nunca le has pedido auna chica salir?

Haymitch suelta una carcajada triste.

-¿Nunca ha habido alguien especial en tu vida, Haymitch?

Me mira a los ojos y yo le invito a seguir contándomemediante un gesto de cabeza.

-Wendy. Se llamaba Wendy.-empieza diciendo.-Tenía la caramás bonita que he visto jamás. Sus ojos inspiraban alegría. Nos conocíamosdesde los ocho años. Yo jugaba en la calle con una pelota nueva que mi madre mehabía comprado en mi cumpleaños. Era mi único regalo. No era un niño con muchosamigos. Me daba por insultar al resto de los niños. Por envidia, supongo. Estababotando la pelota cerca de un charco de barro. Al pasar, un niño me empujó y lapelota se me escapó hacia el charco. Totalmente embadurnada. Me acerqué alcharco, y miré mi único regalo de cumpleaños echado a perder. Entonces,apareció ella. "¿Es que te da asco cogerla?" me preguntó. Eso es lo primero queme llamó la atención. Miré a sus ojos. Era una niña de más o menos mi edad ytenía el entrecejo y la nariz arrugada porque el sol le daba de cara. Aún así,se podía apreciar el color verde esmeralda brillante de sus ojos. Unos ojospreciosos. Tenía la cara decorada con pequeñas pecas, lo que le daba un aspectoinocente. Tenía el pelo castaño, con reflejos dorados. "¡Que te estoy hablando!"me gritaba.-sonríe y hace una pequeña pausa.-Después suspiró, metió sus zapatosen el barro y me dijo que conocía un lugar donde podríamos limpiar la pelota.Me llevó hasta el bosque, el cual no conocía en absoluto. Por entonces noestaba vallado. Caminamos hacia un pequeño lago con flores y allí limpiamos lapelota hasta que quedó reluciente. El hecho de que una niña con un bonitovestido se metiera en el barro sin ningún miedo, y encima, por mí me marcó. Enel bosque los dos jugamos con la pelota. Ella me contó cómo no se llevaba biencon las niñas del colegio, porque sólo saltaban a la comba. No les gustaba laaventura. Pasamos horas y horas, sin darnos cuenta, hasta que anocheció yfuimos a casa corriendo. Aquella noche, mi madre, que por la época aún sepreocupaba por mí me echó una bronca monumental. Pero yo no la escuchaba, sóloescuchaba el sonido de la risa de Wendy, y sólo podía ver cómo su nariz searrugaba cuando reía con ganas. Cada día, a las cinco de la tarde en punto, eltimbre de mi casa sonaba y escapaba con Wendy de la tristeza de ésta. Nosveíamos todos los días, e íbamos al lago, dónde jugábamos a la pelota, leíamoslibros o, simplemente, disfrutábamos de la compañía del otro. La situación enmi casa iba a peor. Un día, mi padre se marchó. No le he vuelto a ver. Mi madreempezó a beber, y dejó de cuidarme. Marcharme con Wendy era como escapar delinfierno. Pasaron los años, y su familia, dos importantes y adinerados médicos,se convirtieron en mi familia. Hubo días en los que pasaba todo el día allí.Wendy y yo nos convertimos en un equipo, sólo ella y yo, porque sólo nosotrosnos entendíamos el uno al otro. Nunca llegó a haber nada romántico entrenosotros, pero sabía que algún día me casaría con esa chica. A nuestros catorceaños, llegó el día de La Cosecha. Salí elegido, y Wendy vino a despedirme aledificio de Justicia. Entró en la habitación, me abrazó, y me dijo que cuandovolviera, le trajera algo bonito del Capitolio. Sonreía, aunque se le escaparonalgunas lagrimillas. Cuando estaba a punto de irse, me besó. Fue rápido ydulce, pero pasó. Después me dijo "Hasta luego, Haymitch". En el centro deentrenamiento, sólo podía pensar en ella. Rondé la idea de suicidarme. Muchasveces. Ella era lo único que me mantenía con vida. En la arena lo mismo. Ganépor ella. Ella me salvó la vida. Cuando gané, sólo pensaba en ella. En volver acasa, abrazarla y estar con ella para siempre. Sin embargo, cuando volví al 12,ni mi madre, ni sus padres, ni Wendy me estaban esperando en la estación detren. Nadie me estaba esperando allí. Estaba casi vacío. Me dijeron, que,debido al truco que utilicé para ganar, en el momento en el que gané unosagentes de paz arrestaron a mi madre, a Wendy y a su familia. Podrían estarmuertos, o podrían ser avox. La duda me llevó hasta el alcohol. Y
hasta ahora.Murió por mi culpa. Y sólo por mi culpa.-concluye Haymitch.

 

 

Nos mantenemos en silencio durante unos segundos. Jamás mehubiera imaginado que Haymitch hubiera sentido algo tan fuerte por una persona.Respeto muchísimo más a Haymitch Abernathy ahora mismo que antes. Me pongo ensu situación por unos instantes y me pregunto qué hubiera hecho yo, si alvolver al distrito 12 tras mi victoria en los juegos ni Gale, ni mi madre, niPrim estuvieran esperándome.

-Lo único que conservo de ella es un cartel. Tras unos años,reuní el valor para ir a su casa. En su habitación, sobre su cama, había unapancarta de cartón con unas bonitas letras escritas, que sólo podían ser de lacaligrafía de Wendy. En el cartel ponía "Bienvenido a casa, Haymitch". Sinemargo, sólo las palabras "Bienvenido a" estaban coloreadas. Supongo que no ledio tiempo a más.-dice Haymitch, con tono triste interrumpiendo mispensamientos.

-No fue culpa tuya, Haymitch. En absoluto. Y ella podríahaber huido. Seguro que no está muerta.

-Bueno
sí, esto, me voy, Katniss. No tardes en ir a la sala,¿vale?-contesta, y se dirige a la puerta de mi habitación.- ¿Sabes qué?-medice, antes de salir.-Lo que más me gustaba de ella era una marca de nacimientoen forma de corazón que tenía en la mano. De hecho, lo que más me gustaba, eralo mucho que ella odiaba ese pequeño corazón. Decía que era cursi, y que no ibanada con ella.-A continuación, cierra la puerta suavemente y me quedo tumbadaen la cama, sintiendo un cariño irracional y absurdo hacia Haymitch, ypregúntandome el paradero del amor de su vida, preguntándome dónde está Wendy.

El segundo día resulta más fácil para Gale. Gracias a la pomada que le enviamos, las heridas de él y de sus aliados se van curando. Consiguieron despistar a los profesionales y han llegado a una zona profunda del bosque que les oculta bien. Aún conservan bastante agua y Gale ha conseguido cazar a una ardilla. Ahora vigilan de tres en tres, cosa que me alegra, porque no me gustaba lo amiguitos que se estaban haciendo Marcy y Gale.

Aún es por la mañana y al ver que nuestros tributos no tienen problemas, más de la mitad del resto del equipo de mentores no está. Supongo que estarán durmiendo, lo necesitan. Sólo estamos Peeta, Haymitch, Charlotte, Maggs y yo. Haymitch y Charlotte hablan. Peeta me ha contado que la muerte de Neo, el tributo del que Charlotte era mentora, la ha afectado bastante. También me explica que a Charlotte no le gusta dormir, sus juegos fueron especialmente violentos y las pesadillas aún la persiguen. Maggs, hace punto y tararea una canción. Peeta y yo observamos al resto de tributos.

-¿Crees que hoy tendrán un día tranquilo?-le pregunto a Peeta.

-Sí, mira.-contesta, mientras señala a las pantallas de los profesionales. Ellos también han recibido la medicina para Alix de sus mentores, ya que la flecha de Gale hizo bastante daño a Alix. Los cuatro profesionales están cargando las armas y las mochilas, van de caza. Por un momento me asusto, porque pienso que van a ir a por Gale de nuevo, pero Peeta, al ver mi cara, me señala el mapa del Estadio. Los profesionales están en un claro no muy lejos de la Cornucopia, y el grupo de Gale está al otro extremo del campo. Respiro tranquila.

 

-¿Entonces, a por quién
?-pregunto yo, con curiosidad.

-Distrito 4.-contesta Peeta, señalando una vez más al mapa, donde puedo comprobar que, efectivamente, el círculo más cercano pertenece a Philippe, del distrito 4.

Llamamos a Maggs varias veces para avisarla. Cuando finalmente reacciona, abandona el hilo y las agujas y se pone los auriculares con dificultad. Maggs va a llamar a Finnick.

Mientras esperamos a que venga Finnick, sin previo aviso, una de las pantallas se enciende sola y Caesar, conjuntado de verde, aparece en pantalla.

-¡Buenos días, Panem! ¿Qué tal ese primer día de Juegos del Hambre? ¡Vamos a comentarlo todo!-anuncia, emocionado. Haymitch sube el volumen y nos reunimos alrededor de esa pantalla.-Para empezar, quiero presentaros a las personas que me acompañarán hoy, en primer lugar, la vigilante jefe de los juegos de este año, ¡Helen Doyle!-el público aplaude notablemente y la horripilante mujer del pelo morado aparece en pantalla.-Como siempre, nos acompaña también, ¡Claudius Templesmith!-más aplausos. Caesar presenta a un par de comentaristas más y empieza la charla con Helen.-Bueno, Helen ¿Qué nos puedes decir del primer día de los Juegos? ¿Qué valoración haces?

-Buenos días, Panem.-saluda ella, mostrando su puntiaguda dentadura. Tiene la voz muy aguda, y el acento del Capitolio es mucho más llamativo que el de Effie.-¿Qué les parece si empezamos hablando del volcán?-la gente aplaude a modo de respuesta.-Bien, bien. Siendo sincera, mi equipo de vigilantes y yo nos esperábamos más muertes en la Cornucopia, pero fue muy emocionante de todas maneras. ¡A nadie le hubiera gustado estar allí!-el público ríe escandalosamente y asiente.-Creo que la erupción a cámara lenta y los ríos de lava deslizándose en el volcán fueron lo mejor. ¡Yo tenía los pelos de punta! Algunos tributos tuvieron dificultades con estos ríos, y sobre todo al tener que cruzarlos. ¡Pero nadie dijo que esto fuera a ser un camino de rosas!

-Tienes razón, Helen, nadie lo dijo.-confirma Caesar-Bueno, por si hay algún despistado que aún no sepa lo que pasó el primer día, hemos hecho un vídeo-resumen para sintetizar un gran día de comienzo de Juegos del Hambre, ¡vamos a verlo!

La pantalla se funde a negro, y aparece el símbolo de Panem. El primer plano muestra una vista desde arriba del volcán, en la que se pude apreciar el burbujeo de la lava. Los tributos aún no están. Después se hacen varios planos largos del estadio. A continuación, enfocan a unos cuantos tributos en la sala de lanzamiento, con sus estilistas. Nunca había pensado que allí hubiera cámaras. Supongo que será para controlar que sus estilistas le den algo que les pueda beneficiar en el estadio. Veo un pantallazo de Gale y Effie. Gale da pataditas nervioso al suelo. Los tributos ven el volcán, y comienzan los juegos. Cuando bajan el volcán y se encuentran el gran río de lava, la mayoría opta por las hojas que usó Gale, otros, de alguna manera, arrancan trozos de árbol formando una especie de barca.

EL primer día para los otros tributos tampoco resultó fácil. Veo como muchos tienen mucha sed y no encuentran agua, otros tiritan por la noche. Sin embargo, la cámara se para más tiempo de lo normal en Emily. Ella es la primera que baja el volcán, la primera a la que se le ocurre lo de las hojas, y, de momento, la única que ha conseguido subirse a un árbol. Ha encontrado comida y agua y no tiene ni un solo rasguño. Me pierdo el resto del resumen pensando en Emily, en sus lágrimas antes de empezar los juegos, en su poca nota en las sesiones privadas con los vigilantes y en lo bien que le va en los juegos
El resumen concluye con las muertes del primer día, que son nueve.

 

La cámara vuelve a enfocar a Caesar.

-Bueno, Helen, ¿qué opinas de los tributos caídos hasta ahora?

Helen vacila.

-Ha caído uno de los distritos profesionales el primer día, en los primeros minutos, eso siempre hay que tenerlo en cuenta. Para mí, las nueve muertes del primer día, significan

Salgo de la habitación, porque no puedo soportar ver cómo esa arpía habla de nueve chavales muertos como una simple cifra, como si no tuvieran sus vidas y sus familias, que ahora lloran por ellos. Tal como me dijo Peeta aquella vez, no puedo soportar ver cómo habla de ellos como si fueran una simple pieza de sus juegos.

Peeta también sale de la habitación unos segundos después que yo.

-¿Estás bien?-me pregunta, sentándose conmigo en el frío suelo de mármol del pasillo del centro de mentores, apoyando su cabeza en la pared y acariciándome la mejilla.

-Sí, lo estoy. Sólo es un pequeño mareo, nada más.

Un par de minutos después, sale Haymitch, y anuncia que el programa ha acabado. Peeta se levanta, y me ofrece sus manos para ayudar a levantarme. Sin embargo, yo sigo sentada.

-Peeta, Haymitch, ¿podemos hablar un momento?-les pregunto vacilante.

-¿No podemos hablarlo dentro?-dice Haymitch.

-No, es sobre Emily. Sentaos, por favor.

Ellos obedecen. Peeta se sienta rápidamente a mi lado. A Haymitch le cuesta más, pero acaba sentándose contra la pared, al lado de Peeta.

-Tú dirás.-me dice Haymitch.

-Veréis
-comienzo yo, sin saber muy bien qué decir.-Sólo quería preguntaros si no os parece raro el caso de Emily. Es a la que mejor le va de todos los juegos y sólo sacó un 6 en la sesión privada de los vigilantes. Si os digo la verdad, yo la esperaba muerta el primer día.

Haymitch y Peeta se miran a los ojos por un momento. Es rápido, pero sé que lo hacen, y, de repente sé que me ocultan algo.

-¿Qué es lo que pasa? ¿Qué me estáis ocultando? ¿Qué sabéis?-pregunto, alterada.

Ellos se mantienen en silencio y se miran un par de veces más.

-Habrá que contárselo tarde o temprano, Haymitch.-dice Peeta.

-Cuéntaselo tú. A lo mejor así no se enfada tanto.-comenta Haymitch, con una sonrisa burlona. Está algo borracho.

-¿Qué diablos es lo que me tenéis que contar?

-Mira, Katniss.-empieza Peeta, cogiéndome la mano. Yo se la rechazo, y él pone cara de paciencia.-Voy a ser directo. Emily es mucho mejor de lo que parece. Su padre trabajó durante una época en el Capitolio, ayudando a preparar los Juegos, conoce todo el tipo de armas, plantas, etc, que le podría ser útil. Sin embargo, cometió algún tipo de error y le deportaron al distrito 12. Bien, pues todos sus conocimientos sobre armas se los ha ido pasando a Emily. Emily tiene un talento extraordinario con la lanza. Lo vi una vez en un concurso de talentos del colegio, no sé si tú también lo verías.-hago memoria y no recuerdo dicho concurso.-Lleva practicando con ella desde los cinco años.

 

-Y no sólo con la lanza,-interrumpe Haymitch.-Es muy buena también con las flechas, cuchillos, mazos
cualquier tipo de arma.

Peeta asiente y continúa.

-Es una tributo muy preparada para el campo de batalla. Sabe las nociones de supervivencia, sabe dónde encontrar agua, sabe cazar,sabe cómo situarse
Sabe subir árboles, como ya habrás comprobado. Cuando su nombre salió en La Cosecha, pensé que quizá el distrito 12 fuera vencedor de nuevo.

-Pero
pero
las sesiones privadas
-empiezo a susurrar yo, y cuando lo digo en alto, todo encaja. Su chulería en el tren que nos llevó desde el 12 al Capitolio, el no querer formar alianza con Gale
Entonces, es cuando recuerdo y oigo en mi cabeza claramente las palabras que pronunció Haymitch hace un año; "Hay algunos tributos que sacan mala puntuación a propósito en las sesiones privadas. Es una táctica. Así, no llamas la atención a nadie".-Lo habéis preparado todo vosotros sin decirme nada
-empiezo a decir yo, sin poder ocultar el dolor en la voz que me produce la traición de dos personas en las que confío

Los dos miran al suelo, avergonzados, y yo no puedo cerrar la boca de la sorpresa.

-Y
entonces
¿qué va a pasar?-pregunto.

Haymitch me mira, mis ojos se encuentran con los suyos, y, por alguna razón, sé que lo que está a punto de decir, es sincero, y lo cree de verdad.

-Preciosa, si Emily consigue cualquier arma, es muy probable que gane los juegos.

Emily ganando los Juegos. Emily proclamándose comovencedora. Gale, muerto. Todos los demás, muertos. ¿Yo? Loca de remate,imagino. Me imagino la situación por unos segundos y todo lo que supondría lavictoria de Emily me abruma, así que aparto el pensamiento, miro directamente aPeeta a los ojos y digo:

-De Haymitch podía imaginármelo. Pero, ¿de ti?

-Katniss, espera, puedo explicártelo
-me dice Peeta,cogiéndome la mano mientras me levanto, dispuesta a abandonar la sala.

Aparto la mano de Peeta y me dispongo a abandonar el centrode mentores. Cuando estoy a punto de salir, me encuentro a un Finnick Odair conlos ojos muy abiertos, sin camiseta y asustado.

-¿Hay algún problema?-me pregunta.

-Ninguno.-respondo yo, tajantemente.

-Pues vamos, ¿no?-continúa Finnick, y sale corriendo hacia la sala de mentores.Maggs va detrás de él, diciendo algo sobre los profesionales.

No tengo otro remedio que entrar a la sala de mentores yaplazar mi discusión con Haymitch y Peeta para más tarde.

Respecto a los juegos, aún es pronto, pero los profesionalesya están preparados para su caza. No están tan fuertes como es habitual, laúnica comida que tienen se la ha enviado sus mentores, y al igual que todos,pasan hambre. Philippe, del distrito 4, está a sólo unos pocos metros de ellos,a un kilómetro como mucho. Me pregunto si es consciente de ello, si los estáesperando. Recuerdo su entrevista con Caesar, cómo demostró tener conocimientosbásicos de supervivencia y cómo Haymitchme avisó de que le tuviera en cuenta. Acordándome de todo esto, decido que sabeque vienen a por él. Está tranquilo, sentado a la sombra de un árbol comiéndoseuna manzana, como si no estuviera en unos juegos del hambre, y como si un grupode asesinos adolescentes, sedientos de sangre, se fueran acercandopeligrosamente a él.

 

Los profesionales eligen una dirección sin pensarlo odiscutirlo, como si supieran que sus víctimas se ocultan por ese lado delbosque. Avanzan en silencio, sin hablar, ni si quiera sin mirarse. Recuerdo aCato, Glimmer, Marvel y el resto de profesionales del año pasado, que durantesus cazas comentaban lo sangrientas y divertidas eran las muertes de susadversarios. Este grupo de profesionales, sin embargo, no resulta tancaracterístico. Son sólo cuatro chicos adolescentes con rostro pálido, con múltiplesheridas y quemaduras, y hambrientos. Dudo mucho que en sus condiciones actualessean igual de capaces en el combate cuerpo a cuerpo que en los entrenamientos.Parece como si llevaran varias semanas de juegos, y tan sólo llevan un día.¿Qué está pasando con estos juegos?

Pasan cinco minutos, y la cámara muestra el campo vistodesde arriba, y se centra en la zona de Philippe y los profesionales. Elcorazón me empieza a latir más rápido al comprobar la poca distancia que lessepara. Es tan poca, que enfocando el estadio desde arriba se pueden distinguira ambos, a Philippe y a los profesionales, aunque estos, debido a laprofundidad del bosque aún no puedan verse.

Un minuto después, Philippe escupe el corazón de la manzanay se esconde detrás de un árbol a una corta distancia de su posición anterior.Justo en el momento en el que desaparece del ángulo de visión de la cámara,aparecen los profesionales. Al principio, siguen caminando como si nada, pero aAlix le llama la atención el corazón de la manzana que está tirado a unos pasosde ellos. Se arrodilla ante él e informa a sus secuaces que alguien está cerca.Alix camina recto unos pasos más, hasta que suelta un grito. De repente, seencuentra colgado de la rama de un árbol por un pie. Lo primero que oigo es larisa nerviosa de Daphne, que se ríe de verdad, como si no estuviera en unosjuegos del hambre y un amigo se acabara de caer de forma divertida. Alix lesgrita, y ellos reaccionan. Cuando van a socorrerle, Daphne pisa cerca del lugardonde pisó Alix y también queda colgada de la rama de otro árbol. Alix lesladra que tengan cuidado, pero ya es tarde para Elizabeth, del distrito 1, queya ha quedado colgada de un árbol un poco más allá. Mark, del mismo distritoque Elizabeth, es el único que está libre y cuando coge un cuchillo para cortarlas cuerdas de sus compañeros, pisa un montón de hojas, que caen hacia abajo,dejando atrapado a Mark en un hoyo de al menos dos metros de profundidad. Acontinuación, suelta un grito de furia. Pasan unos segundos, y aparece Philippede entre las sombras de los árboles. No sonríe ampliamente, pero le cuestaevitar una gran sonrisa. Si fuera yo, les saludaría, no, qué diablos, si fuerayo, les mataría ahí mismo. Sin embargo, él se toma su tiempo para observarles,a todos y cada uno, pasea a su alrededor y se relame al ver cómo Alix forcejeapara soltarse. Entonces, sin mirarles una vez más, Philippe coge su mochila yse va por la dirección opuesta. Al instante, los teléfonos del Distrito 4,empiezan a sonar repetidamente. Lospatrocinadores se mueren de ganas de ayudar a Philippe.

Le admiro. Me gusta. Me caería bien. Si no estuviera en lasituación en la que estoy, Philippe sería mi tributo favorito. Pero no puedopermitirme tener un tributo favorito, porque si quiero que Gale venga a casa,ese tributo, al igual que todos, tiene que estar muerto. Muerto para siempre.

 

Maggs y Finnick empiezan a contestar llamadas depatrocinadores, a concretar citas con ellos, o a decirles el número de cuentade Philippe. Es como si Haymitch, Peetay yo nos quedáramos solos de nuevo, porque Maggs y Finnick están demasiadoocupados con las llamadas. Yo aprovecho el momento para salir de la habitación.

-Katniss, espera.-me dice Peeta. Yo ya estoy saliendo por lapuerta.

Me alcanza cuando ya estoy bajando las escaleras para ir alcentro de entrenamiento.

-Espera.-repite, respirando con dificultad, por la carrera.

Yo no me resisto. Tenemos que hablar de esto, y cuantoantes, mejor.

Él me gira, y me pone mirando directamente a sus ojos,aunque yo aparto la mirada rápidamente, y mirando hacia el suelo, digo:

-¿Por qué me has mentido, Peeta?

-Ven aquí.-dice él, suavemente y me lleva hacia undescansillo de la escalera, un escalón más ancho, los dos nos sentamos ahí.

-Yo quería contarte lo de Emily, Katniss. De verdad quequería.-comienza.-Pero Haymitch me aconsejó que no lo hiciera. El secreto, y laignorancia del resto de tributos, actualmente es la mejor arma que tiene Emily.Si te lo contábamos, podríamos poner eso en peligro. Sé sincera, Katniss, si telo hubiésemos contado, ¿se lo habrías dicho a Gale?-yo lo pienso antes decontestar, y decido ser sincera. Afirmo con la cabeza.-Si Gale lo hubiesesabido, también lo hubieran sabido más de la mitad de los tributos.

-Pero cuando le ofrecimos a Emily aliarse con Gale tomamosla decisión de que si decía que no, como también éramos mentores suyos, seríauna ventaja. Además, ¿por qué se lo ofrecimos? Vosotros ya sabríais que diríaque no.-argumento yo, en mi defensa.

-Lo de la alianza de Gale sólo lo sabe Emily. Sin embargo,si Gale supiese lo de Emily, seguramente también lo sabrían los aliados deGale, y no sería justo. Respecto a lo otro, eso se lo propusimos antes de queempezaran los entrenamientos. Entonces no sabíamos lo que podía hacer, no sabíamosque era tan buena. Esa es la razón, Katniss. Es la única razón. Sabes que yojamás te mentiría. Y te pido perdón por esto, pero lo he hecho por el bien deEmily, y espero que lo entiendas.

-Vale.-contesto yo, levantándome y soltando su mano.-Voy adesayunar al centro de entrenamiento, con Cinna.

-De acuerdo, voy contigo.-responde él, levantándose.

-Preferiría que no lo hicieras. Quiero estar sola, además,no me fío de Haymitch. Ve a la sala de mentores con él. Nos vemos luego, ¿vale?

-Como tú quieras.-concluye él.

Yo bajo el resto de escaleras, y antes de que Peeta mepierda de vista, me dice:

-Te quiero.

Yo me detengo y me mantengo de espaldas durante unossegundos. Como no continúa, sé que espera una respuesta.

-No es el momento Peeta, yo ahora

-No, no quiero que digas nada.-me interrumpe él. Observo quetiene una sonrisa pequeñita dibujada en los labios y sus mejillas están algorojas.-Sólo quiero que lo sepas. Quiero que lo tengas en cuenta. Te quiero,Katniss y siempre lo haré. Lo llevo haciendo desde mucho tiempo. Y no tementiría, a ti no. Sólo lo he hecho porque la vida de una persona que dependede mí está en juego. Recuérdalo, ¿vale? Te veo luego.

A continuación, sube las escaleras, y yo me quedo enmi sitio, incapaz de moverme, pensando en la verdad que tiene Haymitch cuandodice que Katniss Everdeen no merecería a un chico como Peeta Mellark ni aunqueviviese setenta vidas

Llego al centro de entrenamiento pensando en el últimocomentario de Peeta. Me quiere. ¿Yo le quiero? No lo sé, ¿cuándo sabes siquieres a una persona?

 

Cuando entro en la sala principal encuentro a Cinna, sentadoen el sofá negro apoyando los pies en la mesa, leyendo una revista de moda yacariciando a Sunny detrás de lasorejas. El perro, al verme, salta rápidamente del sofá, ladrando de alegría ycorre hacia mí moviendo la cola de un lado a otro. Cuando llega, el cojo enbrazos y le acaricio.

Sunny! ¡Te heechado de menos, pequeño!-el perro sigue ladrando. Yo me alegro de verle,porque me recuerda al día que pasamos Peeta y yo juntos.

-Hola, ¿eh?-me dice Cinna mientras se levanta del sofá,sonriendo.

Yo dejo a Sunny enel suelo y abrazo a Cinna. El abrazo dura más de lo normal, porque, comosiempre, los abrazos de Cinna me hacen sentir protegida, son cálidos, y mesiento cómoda abrazándole.

-Hey, Katniss, ¿pasa algo?-me pregunta él, cuando nosseparamos, con cara de preocupación.

-¿A parte de lo obvio? No, no pasa nada, Cinna.-respondo conironía, y le miro a los ojos por primera vez. Aún hay signos de la brutalpaliza que le propinaron los agentes.- ¿Tú qué tal?

-Bueno, Sunny esmi única compañía. Effie casi no se pasa por aquí, y el resto del equipo depreparación lo mismo. Sólo tengo a este amigo peludo.-contesta, cogiendo a Sunny en brazos.

Nos mantenemos en silencio unos minutos.

-¿Sabes ya lo de pasado mañana?-me pregunta él, y yo me echoa temblar.

-No
-contesto, vacilando.- ¿Qué? ¿Malas noticias?

-Eso me temo.-responde, y al ver cómo arrugo el entrecejo,sonríe.-Por si no lo sabías, señorita Everdeen, tu cumpleaños es pasado mañana.

Entonces, sí, lo recuerdo. Cumplo 17 años en dos días, y seme había olvidado completamente. Arrugo más el entrecejo.

-¿Y qué pasa con mi cumpleaños?

-Pues pasa que Haymitch quiere que des una fiesta. Será unabuena oportunidad para tener contacto con los patrocinadores.

Una fiesta. Una fiesta del Capitolio, y encima, en mi honor.

-No. Me niego.

-Tienes que hacerlo, Katniss.-replica Cinna.-Tienes quehacerlo por Gale.

Yo suspiro, y Cinna toma mi suspiro como que acepto lafiesta.

-Bien, quiero enseñarte tu vestido. Acompáñame.

-¿Es que ya lo tienes? ¿Y si llego a decir que no?

-Haymitch sabía que por Gale harías lo que fuera. Inclusouna fiesta en el Capitolio en tu honor. Te conoce bien.

Acompaño a Cinna a una habitación cerrada con llave. Cuandoentramos, no puedo evitar dejar escapar un "oh" de asombro. La habitación estállena de maniquíes que visten diseños tan bonitos que sólo pueden ser de Cinna.Me paseo por la habitación, admirando cada diseño, cada patrón, cada tela, cadacolor.

-Cinna, son preciosos.

-Tengo mucho tiempo para diseñarlos, la verdad.-comentatriste.-Pero me alegro de que te gusten.-añade, intentando sonreír.

Yo le devuelvo la sonrisa.

Me paseo algo más por la habitación.

-¿Cuál va a ser el de mi cumpleaños?

Cinna me dirige hacia un maniquí escondido entre las sombrasde la habitación. Viste un vestido que llega un poco por encima de lasrodillas, tiene tono maquillaje, un rosa muy pálido. Es un vestido de tirantesy tiene un escote muy discreto en forma de corazón. El único adorno es uncinturón de color negro con una pequeña hebilla plateada que ajusta el vestidonotablemente. Es simple, muy simple, aunque aún así es precioso.

 

-Me gusta muchísimo, Cinna. Es genial, en serio.

-Gracias, Katniss.

Nos quedamos unos segundos en silencio, yo acaricio la teladel vestido, que es suave, y Cinna mira hacia la ventana.

-¿Quieres hablar de algo, Cinna?-le pregunto yo, colando mimano sobre su hombro.

Él me mira con tono triste y se lo piensa.

-No, de verdad. Estoy perfectamente. ¿Quieres que nostomemos algo en la cocina?

-Claro.-respondo, sonriendo.

Decido tomarme un chocolate caliente.

-¿Hay alguien, ya sabes
ahí fuera, Cinna?-insisto yo. Porexperiencia, sé que es mejor sacar todo para desahogarse. Quiero darle esaoportunidad a Cinna.

Él niega con la cabeza.

-¿Me consideras amiga tuya, Cinna?

-Por supuesto.

-Yo te lo he contado. Y siempre me has ayudado. Sabes cómoodio estar en deuda con alguien, Cinna. Además, necesito sacar mi cabeza fuerade los juegos. ¿Hay alguien, verdad?

Él mantiene una batalla interior durante unos segundos,planteándose si contármelo, o no.

-Lo hay, sí, Katniss, lo hay. Pero es imposible.-me cuentacon tristeza.

-Para bien o para mal, no hay nada imposible. Tú me loenseñaste. Yo he ganado unos Juegos del Hambre, ¿recuerdas? Y traje a Peetaconmigo.

Él me mira, sonríe con tristeza y vuelve a negar con lacabeza.

-¿Sabe esa persona que
te detuvieron?

-Sí. Se lo dije.

-Y
¿sabe esa persona que estás vivo?

Cinna sacude la cabeza.

-¡Pero Cinna! ¿Cómo
? ¡Tiene que saberlo! ¡Esa persona creeque estás muerto! Tenemos que localizar, llamar y contarle todo lo sucedido

-¡Katniss!-grita Cinna, y me asusta.-Déjalo, ¿quieres? Siese alguien cree que estoy muerto, es mejor, y así se quedará. Es mejor paratodos, ¿vale? No me vuelvas a hablar de esto otra vez.-el volumen y el tono desu voz es tan alto que incluso Sunny estáasustado. Cinna se rodea la cara con las manos.

-Cinna, yo no quería
-digo yo, colocando mi mano sobre suhombro. Él se aparta de inmediato.

-¿No tienes que hacer de mentora?-me pregunta.

-Sí, claro.-contesto yo, alejándome de él.-Adiós.

Cuando abandono la sala, veo de refilón cómo Cinna selevanta y coge una de las botellas de las que siempre bebe Haymitch y mepregunto quién es ese alguien que ha hecho que Cinna reaccione así.

Me pongo en camino hacia el centro de mentores, pero decidoque no quiero encontrarme con Peeta nicon su "te quiero", ni con Gale ni con suamiga Marcy, ni con Los Juegos del Hambre, sólo quiero estar sola, por ello,subo a la azotea del centro y respiro. Respiro fuerte, apreciando el aire puroy de la libertad, disfruto de tener unos cuantos minutos para escapar del puroinfierno. Me siento y miro hacia elhorizonte, y obligo a las lágrimas que luchan por salir a volver para dentro, aquedarse donde tienen que estar.

Meto la cabeza entre las rodillas e intento tener la menteen blanco. Cuando saco la cabeza para respirar, Haymitch está sentado a milado. Tiene la mirada perdida en el horizonte.

 

-Qué silencioso.-comento yo.

Él no responde y sólo hay silencio entre nosotros.

-Éste también solía ser mi lugar favorito, desde mis juegoshasta que el chico y tú lo descubristeis.-comenta.

-Sí, está bien para escapar de toda la mierda en la que nosahogamos.-le contesto, mirándole a los ojos. Él sonríe, sorprendido por el tacoque he soltado.

-¿El chico te hacontado
?-yo asiento antes de que siga. Odio las conversaciones dereconciliación, y sé que él también.- ¿Entonces
?

-Yo habría hecho lo mismo.-afirmo. Él asiente, y los doscontemplamos juntos el amanecer.

Al rato, no sé por qué, le doy un golpecito suave en elbrazo, y el sonríe. Yo hago lo mismo. Me acerco más a él y apoyo mi cabeza ensu hombro. Él, al principio parece algo incómodo, pero al rato, lo tolera.

-Le he pedido una cita a Charlotte.

Yo separo la cabeza, y le miro con asombro. Él también memira y sonríe tímidamente.

-Es esta noche. Quiero cambiar, quiero que esto cambie.

-Yo también quiero que todo cambie. Todo.

Él, no contesta. Los dos nos mantenemos en la mismaposición, observando en silencio un atardecer, que se nubla por nuestrospropios nubarrones de problemas.

El resto del día se desarrolla sin problemas para Gale y sus aliados; el máximo entretenimiento de hoy es el encontronazo de Philippe con los profesionales. Éstos siguen colgados de árboles y atrapados en hoyos, y por lo que parece, van a estar así mucho, mucho tiempo.

Sin embargo, algo me extraña. Al caer en las trampas de Philippe, las armas que llevaban los profesionales cayeron al suelo. Philippe podría haberlas cogido y acabar con ellos rápidamente. Le planteo la situación a Haymitch, ya en la sala de mentores, que sigue casi vacía.

-Es un chico listo. Quiere ganarse el aprecio del público, de los vigilantes y de los patrocinadores, claro. Sabe que unos juegos sin profesionales no son tan divertidos. Es como una demostración de su valía, ¿entiendes? En plan "puedo matar a todos los profesionales en cualquier momento si me apetece, no les tengo miedo". No es seguro, pero el hecho de no haber matado a los profesionales agradará a los vigilantes, y tener el favor de los vigilantes es crucial. Y, respecto a lo de no haber cogido sus armas, no lo sé, supongo que no las necesita.-me explica Haymitch.

"No las necesita". Son unos juegos del hambre, por supuesto que necesita armas, son fundamentales si quiere
ganar. Finnick y Maggs, que están al otro lado de la sala, cuchichean y señalan la pantalla que muestra a Philippe. A continuación, me acerco a una de las pantallas, selecciono el distrito 4 y pulso el botón azul. Lo primero que veo es un pequeño paracaídas que lleva sujeta a él una gran bolsa negra. El paracaídas cae directamente en las manos de Philippe. Él se asegura de que está solo, y abre con cuidado la bolsa. Dentro de ella se encuentran hilos, muchos hilos. Al principio no sé lo que es, después voy relacionando todo y caigo en la cuenta de que se trata una gran red hecha con hilo muy fino, pero que estoy segura que es resistente a todo tipo de armas. Una trampa para atrapar a sus presas. Claro que Philippe no necesita armas, con un trozo de cuerda atado le vale.

Por la tarde, Johanna, Garry e Isabella nos relevan, y Peeta y yo salimos para ayudar a Haymitch a preparar su cita con Charlotte. Por el camino, Peeta intenta animarme y distraerme. Actúa como si no hubiera pasado nada entre nosotros, como si no me hubiera dicho que me quería. Yo intento ignorar todo lo sucedido esta mañana, pero cada vez que le miro a la cara, sólo puedo ver reflejado ese "te quiero" en sus ojos.

 

Haymitch está nervioso. Lo único que hace es ladrarnos y gritarnos. Peeta sigue proponiendo cosas, yo ya me he rendido y me he tirado en su cama, intento ignorar todo lo que sucede a mi alrededor.

Para Haymitch todo es negativo. Su ropa, su pelo, el restaurante al que van
le pone pegas a todo. Cuando entra a cambiarse de ropa al baño por quinta vez, Peeta aparta un montoncito de ropa y se tumba conmigo en la cama.

-¿Cómo le aguantas?-le pregunto yo.

-Le comprendo.-responde, sonriendo.-Está nervioso, quiere que todo salga bien. Además, él me ayudó con nuestra cita, se lo debo. Quiero que salga bien, quiero que Charlotte y Haymitch estén juntos. ¿Tú no?

-Supongo. Así no refunfuñará tanto, ¿no?

Haymitch sale del baño, refunfuñando y malhumorado. Viste un pantalón muy oscuro y una camisa negra. Muy elegante.

-Vas muy guapo, Haymitch.-digo yo, levantándome para aderezarle la camisa.

Él no responde, sólo se mira al espejo arrugando el entrecejo.

Unos minutos después, Peeta se marcha a la sala de mentores para comprobar que todo va bien. Haymitch y yo nos quedamos solos, mirando al espejo.

-¿Algún último consejo?-me pregunta él.

Yo sonrío, porque es exactamente lo último que le pregunté yo antes de salir a los Juegos.

-Sigue vivo.-respondo yo, con voz dramática.

Él se ríe, y se le relaja un poco el rostro.

-Sé simpático, Haymitch. Sé agradable. Ella ha aceptado salir contigo, ¿no? Pues entonces, sé la misma persona que le preguntó si quería salir a cenar. No te olvides de decirle lo guapa que está y lo bien que le va el vestido que lleve. No se te ocurra dejar que ella pague en la cena. Si por la noche hace frío, ofrécele tu chaqueta, da igual el frío que tengas tú. Por mucho que ella no sea la típica mujer romántica y cursi, a todas, incluso a mí, que ya sabes cómo soy, nos agradan esas cosas. Llévale un regalo, una flor. Sólo
enamórala, ¿vale?

Él asiente y respira profundamente. Yo le propongo posibles temas de conversación, y le convenzo de que todo irá bien. A los pocos minutos vuelve Peeta, y nos dice que todo va como antes. Sin embargo, sé que esa situación no durará mucho.

Las siete de la tarde llegan antes de lo previsto, despedimos a Haymitch y le deseamos buena suerte para su cita. Peeta y yo nos quedamos solos en la habitación.

-¿Te apetece volver a la sala de mentores?-me pregunta.

Yo niego con la cabeza, y él parece aliviado con mi respuesta.

-¿Qué podemos hacer entonces?

-Podemos subir a la azotea y pasar allí la tarde. ¿Qué te parece?

-No suena mal.-respondo yo.

Así lo hacemos. Cogemos pasteles, zumos, etc de la cocina del centro para merendar arriba. Peeta va a buscar a Sunny para subirlo con nosotros y yo voy a buscar los materiales de pintura de Peeta.

Hace un día agradable, y de vez en cuando, corre el viento. En la azotea, comemos hasta hartarnos, y nos tumbamos, buscando nubes que tengan formas graciosas. Después, yo me pongo a jugar con Sunny, mientras Peeta me dibuja.

 

Un rato después, le pregunto a Peeta si vio a Cinna cuando fue a buscar a Sunny. Me responde que no, y le cuento lo sucedido esta mañana.

-No sé, Katniss
yo tampoco lo entiendo. Pero es Cinna. No sabemos mucho sobre él
Mira, no te preocupes por nada. Seguro que se le pasará, ¿vale?-me dice, rodeando mis hombros con su brazo.

Las horas pasan como minutos, y cuando empieza a anochecer, Peeta propone ir al vestíbulo a esperar a Haymitch.

Recogemos todo y dejamos todo en su sitio, las pinturas, Sunny
y nos reunimos en el vestíbulo 20 minutos después. Haymitch tarda en llegar una hora, en la que Peeta y yo hablamos, sorprendentemente, de Prim, de lo mucho que la echo de menos, de qué estará haciendo etc

Charlotte y Haymitch entran en el vestíbulo sin ir agarrados de la mano o del brazo. Peeta y yo nos escondemos detrás de una planta. Ella lleva puesto su abrigoy viste un bonito vestido rojo.

-Muchas gracias por esta noche, Haymitch.-dice ella.-Lo he pasado de maravilla.

-Me alegro de que lo hayas pasado bien, Charlotte. Yo también lo he hecho.

-Bueno
Aún tengo tu chaqueta.-continua ella, quitándose la chaqueta y entregándosela a Haymitch.-Muchas gracias por ofrecérmela, hacía mucho frío.

-Oh, no es nada.

-Bueno.-repite ella, acercándose más.

"Bésala" pienso. "Bésala ya, Haymitch, maldita sea".

-Creo que es muy tarde.-comenta Haymitch, alejándose un poco.-Buenas noches, Charlotte.

Entonces pasa todo, muy despacio. Haymitch vuelve a acercarse a Charlotte y le da un beso en la mejilla, sin embargo no se aparta de inmediato. Cuando Haymitch se va a separar, Charlotte mueve la cabeza ligeramente de manera que son sólo unos pocos centímetros los que los separan. Observo cómo Haymitch la mira a los ojos, se acerca a ella, y junta sus labios con los suyos. Ambos labios sólo se presionan un poco, y se acarician los unos a los otros, pero Haymitch se separa enseguida. Charlotte sonríe, y Haymitch está rojo de la vergüenza. Me pregunto cuándo fue la última vez que besó a una chica.

-Buenas noches, Haymitch. Y gracias.-dice Charlotte, cogiendo la mano de Haymitch y acariciándola. A medida que Charlotte avanza hacia la habitación, sus manos se van separando, pero antes de desaparecer por un pasillo, Charlotte le dedica una última sonrisa a Haymitch.

Peeta y yo nos miramos y nos reímos nerviosamente, como niños pequeños. Haymitch se acaricia sus propios labios y sonríe con incredulidad. Entonces, yo no puedo evitar levantarme de mi escondite y gritar: "¡Eh, Haymitch! ¿A eso llamas tú un beso?"

El canto de un pequeño pajarito posado en la rama de un árbol me despierta. Miro el reloj de la mesilla, y compruebo que aún es temprano. Me permito pasar unos minutos más tumbada en la cama, enredada en las sábanas, antes de que el caos empiece. Cuando me giro para observar al pájaro un poco mejor, observo la mesilla de noche. Dentro del vaso de agua del que siempre bebo cuando me despierto de una pesadilla, hay un papel con algo escrito. Me incorporo, y saco el empapado papel con cuidado. Lo pongo sobre mi mano, y leo el mensaje escrito.

"Buenos días, señorita Everdeen. ¿Qué tal has dormido hoy? Espero que bien, nos espera un gran día. Siento no poder estar ahí, contigo, estoy en la sala de mentores, comprobando que todo está bien. Por cierto
¿no hueles a tortitas?"

 

A continuación, hay una cara sonriente dibujada, y guiñando un ojo. Unos pocos centímetros más allá hay un dibujo de un chef con un plato de tortitas humeante que señala hacia la izquierda. Yo miro hacia la izquierda, y efectivamente, sobre la mesa principal de la habitación hay un plato que está cubierto por una tapa de metal, para que no se enfríe. Yo sonrío, y me dirijo hacia el plato. Adjunto a él, hay otro papel incluso más pequeño que el anterior, en el que está escrito "¿Creías que no me iba a acordar?". A continuación, quito la tapa y al instante un delicioso aroma a toritas invade mis conductos nasales. Sobre el plato hay tres grandes tortitas, y en cada de ellas hay una palabra escrita con moldes de cocina de los que utiliza Peeta para sus tartas. En la primera tortita, está escrita la palabra "Feliz", en la segunda "Cumpleaños" con una coma adjunta, y en la última "Princesa". Yo me sonrojo, sonrío e intento disimular la última tortita, en la que pone "princesa" con el tenedor. Unos segundos después compruebo que al lado del plato hay una bandeja llena de manjares con los que combinar las toritas; siropes, fruta, nata, helados, leche, batidos
Elijo un sirope de chocolate, nata y chocolate espolvoreado para la última tortita, mi estómago la acepta con gusto y pide más. Ahora sí, continuo con la primera, escojo un sirope de fresa, cojo una fresa de verdad y la sumerjo en chocolate caliente. Delicioso. Cuando voy a empezar con la última tortita, oigo pasos. Decenas de pasos que se acercan rápidamente a mi habitación. Cuando caigo en la cuenta de quiénes son las personas que vienen, intento recoger algo mi habitación y peinarme algo el pelo. Demasiado tarde. Flavius, Venia y Octavia entran en tropel en mi habitación. Tras besar las mejillas de todos y cada uno de ellos, y después de que todos me deseen un feliz cumpleaños, empiezan a discutir entre ellos qué es lo peor que tengo; las uñas, el pelo o la piel. Aunque oigo cosas como "Este peinado le resalta más su horrible frente", no se lo tengo en cuenta, sé que es su forma de decir "hola".

Mientras mi equipo de preparación me transforma en la vencedora de los septuagésimo cuartos juegos del hambre, yo miro con tristeza a la tortita restante que aún me espera en el plato.

-¡No te imaginas la fiesta que hay montada en tu honor, Katniss!-exclama Venia, mientras me desenreda el pelo.-El anuncio de tu fiesta sale en la televisión continuamente, todo el mundo va a llevar sus mejores galas

Como el tema de una fiesta en mi honor en el Capitolio me desagrada, no necesito ningún detalle de cómo va a ser, así que desconecto y dejo a los tres hablando de lo que llevarán puesto en la fiesta. Vuelvo a concentrarme en la tortita que me espera si sobrevivo a esta sesión de preparación.

-
¡es que no se puede llevar cualquier cosa! ¡He oído que el mismísimo Snow asistirá!

-¿¡Qué!? ¿¡Snow va a venir a mi cumpleaños!?-exclamo yo, girando la cabeza bruscamente, lo que provoca un quejido de Venia.

-Así es. ¿Ves lo importante que eres? ¡Tienes que estar contentísima! ¡Snow no va a la fiesta en honor de cualquier persona!

 

"No, claro que no, sólo va a las fiestas en honor de sus enemigos", pienso yo. Durante el resto de la sesión, y al saber que Snow y yo vamos a estar en la misma sala en muy pocas horas, se me quitan las ganas de todo, y la felicidad y el ánimo que me había dado el mensaje de Peeta, se desvanecen.

Cuando el equipo termina conmigo y prometemos vernos en la fiesta, me tumbo en la cama, sin preocuparme por el bonito peinado en el que han recogido mi pelo. Pienso en esta noche. Pienso en Snow, y en lo que le habrá llevado a asistir. Querrá hablar conmigo, claro, pero ¿sobre qué?

Al cabo de una hora, Peeta interrumpe mis pensamientos. Tiene cara de preocupado, y ésta empeora al verme tumbada en la cama. Se sienta conmigo y me coge la mano.

-¿Qué pasa, Katniss?

-Snow va a venir a la fiesta.-susurro yo.

Peeta suspira y suelta una palabrota.

-Lo siento.-me dice, mientras me acaricia el pelo, intentando no despeinarlo.-En la fiesta habrá un montón de gente, ¿sabes? No puede hacerte nada. No se lo voy a permitir, voy a estar a tu lado todo el rato, no va a pasar lo de la última vez, ¿vale? No puedes dejarle que te vea así, es justo lo que quiere. Quiere verte destrozada, hundida. Si te ve contenta, mostrando esa sonrisa tan preciosa que tienes, demostrarás que eres más fuerte que él. Más fuerte que sus trampas y sus juegos. Demostrarás que hacen falta más cosas para hundir a Katniss Everdeen.

-Exactamente, Peeta.-replico yo.-Si ve que hace falta más para destrozarme, me lo dará.

Peeta reflexiona.

-De todas formas, no puedes dejar que los patrocinadores te vean así.

A continuación, me obliga a levantarme, me coloca los pelos que se han despeinado, y me sujeta la cara con las dos manos, mientras me coloca unos mechones detrás de la oreja.

-Eres preciosa.-susurra, acariciando una de mis mejillas.

En ese momento, estando tan cerca, de repente me entran unas ganas enormes de besarle, pero las reprimo, ya que llaman a la puerta. Peeta se levanta, me da un beso en la frente y abre la puerta. Cinna está detrás.

-¿Puedo pasar?-pregunta, tímidamente.

-Lo que Katniss diga.-le contesta Peeta, mirándome. Yo asiento. Peeta deja pasar a Cinna, que lleva una funda con el vestido rosa que vi ayer.-Te espero abajo, ¿vale?

Cinna cierra la puerta y se sienta conmigo en la cama. Deja el vestido sobre una silla.

Me mira. Yo, sin embargo, poso mis ojos sobre el suelo. Él, al igual que Peeta coloca unos mechones detrás de mi oreja.

-Lo siento, Katniss. Lo siento muchísimo.

Levanto la mirada. Puedo ver en sus ojos que es una disculpa verdadera. Asiento para que sepa que la acepto.

-No era un buen día, Katniss. Me había levantado de mal humor y

-No hace falta que me expliques nada, Cinna. De verdad.

-Pero quiero hacerlo.-dice, y espera mi respuesta. Como no digo nada, continua.-No me gusta hablar del tema, porque duele demasiado. No quiero que él sepa nada, no quiero que sepa que estoy vivo. Porque, si le pasa algo, me moriría. No quiero que esté en peligro, por mí.

-¿Has dicho "él"?-titubeo yo.

-Sí, él.-responde Cinna secamente.-Es mejor para ambos. Quizá dentro de unos años
Pero ahora no. Algún día te lo contaré, ¿vale? Pero creo que no estoy preparado.

Yo asiento, le cojo la mano y le doy un beso en la mejilla. A continuación, apoyo mi cabeza en su hombro, y permanecemos en silencio. Al rato, él suelta alguna broma sobre mí, teniendo al Capitolio enamorado, y ambos nos reímos. Volvemos a ser los de antes. Giantess Videos and comics

 

Me pruebo el vestido, y Cinna empieza con el maquillaje. Haymitch nos sube la comida, y nos cuenta todo acerca de su cita con Charlotte, ya que anoche sólo nos sonrío y se marchó a su cuarto. Nunca le había visto tan contento.

Al rato, Haymitch se marcha a relevar a Peeta en la sala de mentores. Cuando Peeta llega nos cuenta que los profesionales ya se han soltado, la chica del distrito 6 los ha rescatado a cambio de que la mantengan a salvo.

Le cuento a Cinna el desayuno que me ha preparado Peeta esta mañana, y le doy las gracias al propio Peeta. Él me informa de que los regalos aún no se han acabado. Cinna se disculpa por no tener regalo, ya que no puede salir del centro.

Cinna también tiene preparados los conjuntos para Haymitch y Cinna; dos trajes de color negro sencillo.

Cuando pasa una hora, Effie llama a la puerta. Hace tan sólo tres días que no la veo, pero parece que han pasado meses. La he echado mucho de menos. Me felicita, y me regala un set de maquillaje. También me informa de que la fiesta tendrá lugar en la mansión de Snow. Yo recuerdo las palabras de Peeta, e intento ignorar el dato.

Nos despedimos de Cinna y de Sunny y Haymitch, Effie, Peeta y yo nos ponemos en camino hacia la mansión de Snow, como la noche del desfile de tributos. La diferencia es que antes, Gale no estaba en un campo de batalla luchando por su vida.

Camino con cierta dificultad, debido al camino pedregoso y a la altura del tacón de los zapatos de Cinna, pero Peeta me agarra con fuerza de la cintura.

A medida que avanzamos, puedo oír el cuchicheo de los paparazzi que esperan ansiosos, esperándome a mí, y sólo a mí.

Cuando nos vamos acercando más, Haymitch y Effie deciden caminar primero delante de los fotógrafos, para que todos los focos se centren en Peeta y en mí.

Así lo hacemos. Haymitch y Effie caminan del brazo y enseguida escucho el rugido de los fótografos y de los flashes. Peeta me mira y me coge la mano.

-¿Preparada?

-No, pero lo aguantaré. No te alejes mucho, ¿vale?

-Nunca.-contesta él, y besa mi mano.

A continuación, oigo la voz de Haymitch, que grita a los fotógrafos "¿Queréis ver a la cumpleañera? ¿De verdad queréis verla? ¡Entonces llamadla, que pueda oíros!" Se produce un rugido gritando mi nombre como respuesta, Peeta me mira y me ofrece su mano. Yo respiro hondo, la acepto, relajo los músculos de la cara para sonreír mejor y comienzo a caminar.

Los flashes me ciegan antes de lo previsto y tengo que agarrarme a Peeta para no carme. Sonrío, los fotógrafos gritan, hay flashes por todas partes y no sé dónde voy, la mano de Peeta me guía. De vez en cuando oigo mi nombre a gritos, aplausos o lo guapa que estoy. Sin embargo, mi oído se concentra en un grito en especial, una voz grave. "¡Bésala, chico!". Entonces es cuando veo, entra flash y flash, la cara de Peeta mirándome, sonriendo, y girando la cabeza como si no hubiera más remedio.

A continuación, me coge de la cadera con fuerza, y noto como su pecho se junta con el mío, como sus labios cada vez están más cerca, hasta que se juntan. Es un beso dulce, aunque dura unos cuantos segundos. Los fotógrafos enloquecen. Cuando nos separamos, siento que Peeta está conmigo, y me relajo. Le doy un beso en la mejilla, y los flashes se multiplican. Él me mira y se ríe, después, alza las cejas. Yo me río con ganas, él abre la boca mucho, y sin previo aviso, noto cómo me elevo en el aire. Me está cogiendo en brazos. Yo abro la boca de la sorpresa, y después me río para la cámara, compruebo que mis piernas están bien cerradas, para que no se vea nada, alzo los brazos y grito agudamente. Cuando me baja, me coge de una mano, y me da una vuelta, como se hace en los bailes, para darme protagonismo. Yo me río con ganas. "Mira Snow, mira qué contenta estoy" pienso. Los fotógrafos gritan, saltan, nos tiran besos, están histéricos.

 

Me permito mirar hacia Effie y Haymitch. Effie salta y nos saluda, y Haymitch aplaude y levanta el pulgar. Yo, sonrío, le doy otro beso a Peeta en la mejilla, y corro sobre la alfombra roja en la que los invitados posan y saco a Haymitch y a Effie con nosotros. Effie enseguida sale y saluda a los fotógrafos, que la aplauden con ganas. A Haymitch me cuesta más sacarlo, pero al final cede y Peeta y yo nos hacemos fotos divertidas con él. Él, incluso sonríe.

Cuando estamos a punto de entrar, y abandonar la alfombra, corro hacia atrás, cogiendo a Peeta de la mano y me acerco a los fotógrafos. Les digo lo maravillosos que son, sonrío de cerca para sus cámaras, les enamoro. A continuación, le pido a un fotógrafo al azar su cámara, la cojo desde alto, le digo a Peeta que me dé un beso en la mejilla. Me lo da, y nos hacemos una foto. Gritos de histeria. Cuando le devuelvo la cámara al fotógrafo, todos me ofrecen la suya y les prometo que más tarde volveré.

Dentro, la locura no es menos. Ni mucho menos. Cuando entramos, todo el mundo se gira para vernos y gritan de emoción. La música disminuye de volumen y todo el mundo aplaude. La gente me felicita, me piden autógrafos y fotos. Yo acepto a todo y muestro mi sonrisa más espectacular. Cuando termino de firmar un autógrafo a una chica de unos dieciséis años, alguien me da un golpecito en el hombro, y yo me giro sonriente, dispuesta a hacerme una foto o a aceptar una felicitación. Sin embargo, no queda ni rastro de mi sonrisa al comprobar que la persona que requiere mi atención es el presidente Snow. Al borrarse la sonrisa de mi cara, una nueva sonrisa nace en la suya.

-Vaya, vaya, señorita Everdeen. Eso sí que es enamorar a las masas.


El tono de sorpresa y de miedo de mi cara le provoca una carcajada, que lleva el hedor a sangre de su aliento hasta mis fosas nasales. Tengo ganas de vomitar.

-¿Qué hace usted aquí?-pregunto, con una voz más firme de la que esperaba.

-Festejar tu cumpleaños, por supuesto. ¿No te gustaría ir
no sé, a un lugar más privado?-dice él, arqueando las cejas.

-No, no le gustaría.-contesta Peeta, que se ha puesto detrás de mí. Avanza un poco más y se coloca entre Snow y yo.-Y lo que le tenga que decir a Katniss, se lo dice aquí, y delante de mí.

-Oh, vaya, el señor Mellark. Un placer verle aquí.-responde Snow, sonriendo y ofreciéndole la mano. Peeta la acepta con desgana.-Ambos, junto al borracho

-No le llame "borracho".-interrumpo yo, lenta y tranquilamente.

Snow parece sorprendido.

-Está bien
ambos, junto vuestro mentor estáis haciendo un buen trabajo con Gale y su grupo, ¿no creéis?-espera nuestra respuesta, pero Peeta y yo nos mantenemos en silencio.-Lo habéis logrado mantener vivos tres días enteros. Bravo por vosotros.-sigue esperando a una respuesta, y, sigue sin obtenerla.-Bien
sólo quería recordarle a la señorita Everdeen la conversación que mantuvimos la noche del desfile de tributos, ¿la recuerda, señorita Everdeen?-yo me atrevo a mirarle a la cara con asco, y él lo toma como un "sí". No para de sonreír.-Todo lo que hablamos sigue en pie. El hecho de que aún no haya pasado no significa que vaya a pasar. Quizá el hecho de que fuisteis más listos que Seneca Crane una vez os haga pensar que esto también os va a salir bien. La situación no es así en absoluto, señorita Everdeen. Vuestro comportamiento en los anteriores juegos del hambre merecen un castigo, y éste se va a llevar a cabo a través de la muerte de Gale Hawthorne. En pocos días Gale Hawthorne va a estar tan muerto como Seneca Crane.-concluye, con una pequeña sonrisa.

 

-¿Presidente Snow? ¿Le importaría que le sacara una foto con los vencedores?-pregunta un fotógrafo, sonriendo.

-¡En absoluto! Venid aquí, muchachos.

No. Me niego. No me voy a hacer una foto con el presidente Snow. Estoy de brazos cruzados, y a punto de decirle al fotógrafo que no va a ser posible. Sin embargo, Peeta sonríe, me ofrece la mano, y con un gesto casi imperceptible levanta las cejas, y sé que tengo que hacer la foto.

Así, nos colocamos, Snow, Peeta y yo.

-Espere, espere
-dice Snow.-¿Por qué no dejamos a la cumpleañera en medio?

-¡Una idea fantástica, señor!-añade el fotógrafo.

Peeta me empuja ligeramente y acabo con la mano de Snow en la cadera. Nos sacan, la que me parece, la foto que más tarda en hacerse de la historia y me separo inmediatamente de Snow. El fotógrafo nos da las gracias y se va.

-¡Feliz cumpleaños, señorita Everdeen! ¡Pronto le llegará mi regalo al centro de mentores! Que paséis una noche agradable.-se despide Snow, sonriendo.

Cuando se aleja, yo respiro con dificultad, aunque intento que no se note.

-¿Estás bien, Katniss? Estás pálida
¿quieres sentarte? No dejes que te afecte lo que nos ha dicho, ¿vale? Lo tenemos todo controlado, a Gale no le va a pasar nada
Lo sabes, ¿verdad?

-Peeta.-le sonrío.-Estoy bien. Sólo necesito un poco de agua
Aquí hace mucho calor.

-Agua. Enseguida.

Peeta me trae el vaso de agua, y nos sentamos en unos sofás. Cuando me siento un poco mejor, nos levantamos, y entonces sí que empieza mi fiesta de cumpleaños.

Hay globos por todas partes, todo el mundo me felicita y quiere hacerse fotos conmigo. Haymitch me presenta a un montón de posibles patrocinadores, y me esfuerzo por sonreírles y caerles bien. La vida de Gale está en juego. Sin embargo, por mucho que Haymitch, Peeta y yo les hablemos acerca de Gale, los patrocinadores están más interesados por Emily.

Todas las mesas de la mansión de Snow están repletas de deliciosa comida que no puedo probar, ya que tengo que atender a todos los invitados. También hay fotos mías en los platos, o por la mansión.

La velada está amenizada por una banda que toca música alegre que hace a la gente bailar. Cuando estoy descansando y tomando un trozo de pastel con Peeta, Haymitch viene por detrás y nos empuja, literalmente, a la pista de baile. Cuando la pisamos, automáticamente, la música cambia a balada lenta. Peeta, que es experto en todas estas cosas, se arrodilla, coge mi mano, la besa dulcemente, y alza a las cejas, pidiéndome este baile. Los flashes nos inundan. Yo acepto, sonriendo, él coge mi mano, y empezamos a girar al son de la música.

 

Cuando terminamos, él me da un dulce beso en los labios. Miro alrededor, y compruebo que la mitad de la sala llora de la emoción.

De repente, las luces de la sala se apagan, y, al cabo de cinco segundos, la habitación es iluminada únicamente por las diecisiete velas que adornan una gigantesca tarta de cumpleaños.

La gente empieza a aplaudir, los flashes me buscan, y sé que viene el peor momento de la noche. Le digo a Peeta al oído que no me deje sola. Se enciende un foco gigante apuntando a mi cara, que me ciega completamente.

Peeta me guía hacia la tarta y yo cojo un gran cuchillo para partirla. Por un momento, fantaseo con la posibilidad de clavar el cuchillo que sostengo en el corazón de Snow, pero decido que sería poco elegante.

Antes de que empiece a partir la tarta, distingo cómo la grave voz de Haymitch empieza a cantar "Cumpleaños feliz". La gente le sigue, y yo no sé qué hacer, ¿canto con ellos? ¿sonrío? Es una canción demasiado larga. Miro a Peeta, y compruebo que él también está cantando, a pleno pulmón. Me coge del hombro y los dos empezamos a bailar hasta que la canción termina. Parto con dificultad el primer trozo de la tarta, la coloco sobre un plato, Peeta coge una cuchara coge tarta y me la da directamente en la boca. Todo el mundo se derrite. Algunos siguen llorando. Veo de reojo a Haymitch, que me hace señas para que haga lo mismo. Así que cojo la cuchara, pero en vez de metérsela en la boca, se la pongo en la nariz, llenando ésta de tarta. La gente sonríe, y yo le doy un dulce beso a Peeta en la nariz, quitándole la tarta. Los flashes nos invaden.

A continuación, parto unos trozos más de tarta, para la gente importante, y mientras parto un trozo, Peeta se me acerca al oído.

-Vamos a salir de aquí ahora mismo
despídete de quién sea y vámonos. ¿Olvidas que aún no te he dado mi regalo de cumpleaños?-susurra.

A mí me entra un escalofrío al escuchar su voz tan cerca.

Así lo hacemos; me despido de la gente más importante, y buscamos a Haymitch para irnos, pero él ya no está aquí. Peeta me dice que no pasa nada, así que salimos por la puerta de atrás sin Haymitch.

Caminamos en silencio hasta el centro de entrenamiento.

-Vale, Katniss, como esto es una sorpresa, quiero que te tapes los ojos.-me dice Peeta, sonriendo, cuando estamos en la puerta del centro.

Yo pongo cara de paciencia, pero al final accedo, y Peeta me guía por el interior del centro.

Tras un par de minutos, nos paramos.

-¿Estás lista?

-No lo sé, la verdad. ¿Qué me has preparado Peeta?

-Es una sorpresa. Entonces, ¿estás lista?

-Supongo que sí.

A continuación, noto sus manos sobre mi pelo, desatando la cinta que venda mis ojos.

-Feliz cumpleaños, Katniss.

La oscuridad desaparece, descubriendo a mi familia sentada alrededor de una mesa con la cena servida. Todos me sonríen y me saludan con la mano. Prim, que lleva puesto un vestido de tono azul claro, salta y me tira besos al aire. Mi madre está sentada al lado de Haymitch, y jamás la había visto sonreír tanto. Haymitch levanta la copa y me guiña un ojo. Cinna ríe y aplaude. Effie simplemente sonríe, pero sé que es una sonrisa verdadera.

 

Entonces yo, giro la cabeza hacia Peeta, que mira con cariño a mi familia, a nuestra familia, y al ver esa sonrisa, tan relajada, tan especial, tan única, siento lo que todo el mundo intenta expresar en las canciones, en los libros, en las películas
En ese momento sé que quiero y que siempre querré al Chico del Pan.


No reacciono, no me doy cuenta de que tengo a mi familia delante de mí, hasta que Prim me rodea con sus pequeños bracitos. Yo la cojo en brazos, y compruebo tranquila cómo pesa algún kilo más que la última vez. Aprecio también otros detalles, como el olor a lavanda de su pelo rubio, o que ha crecido un poquito desde que abandoné el Distrito 12.

-¡Cómo te he echado de menos, enana!-exclamo yo, mientras la abrazo, ya desde el suelo.

Ella ríe y me vuelve a abrazar. El resto de la sala observa la escena con cariño.

A continuación dejo a Peeta y a Prim saludándose y me dirijo hacia mi madre. Ella me da un beso en la frente y me abraza con fuerza. Yo le devuelvo el abrazo. Cuando nos separamos, me mira de arriba abajo, y al final, da su aprobación con una sonrisa.

-Estás muy guapa, cielo.-me dice, sonriendo.

-Tú también lo estás, mamá.

Presento Cinna a mi madre y a Prim, y enseguida caen rendidas ante su encanto. Haymitch coge a Prim y la sienta en sus rodillas, le hace cosquillas y hablan de las cosas del cole. Effie también empieza a hablar con Prim, y Cinna y mi madre charlan. Yo me acerco a Peeta, que está jugando con Sunny en una esquina de la habitación. Yo me siento a su lado, y él, al principio no nota mi presencia. Sonrío y acaricio a Sunny hasta que mis manos se encuentran con las de Peeta, que también le estaba acariciando.

Él pone cara de sorpresa y sonríe.

-Este ha sido el mejor cumpleaños de mi vida, Peeta. Gracias. De verdad, eres el mejor.

Él sonríe de nuevo y le quita importancia a mi comentario con un gesto de su mano.

-¿No tienes hambre, Katniss? Porque yo estoy hambriento, en la fiesta no he podido comer nada

-Ahora que lo dices, sí, me rugen las tripas.

Así, todos decidimos tomar algo para cenar. Mientras Haymitch y Prim ponen la mesa, los demás vamos a la cocina del centro, cogemos cosas y las llevamos al salón.

Cuando empezamos con la cena, no desperdicio tiempo en hablar, ya que tengo muchísima hambre, y ya habrá tiempo. Sólo capto detalles sueltos de la conversación de los demás; me entero de que Buttercup también está aquí, pero han tenido que dejarle en la habitación porque ha tenido un encontronazo con Sunny, me entero también de las ganas que tiene Prim de visitar el Capitolio, o de cómo van las clases de Prim en el colegio.

Cuando terminamos de cenar, Prim y Peeta me sorprenden trayendo una tarta hecha por Peeta desde la cocina del centro. Al igual que en la de la fiesta, hay 17 velas encendidas. Sin embargo, en esta tarta disfruto de hasta la última nota mal afinada del "Cumpleaños Feliz" entonado por las personas a las que más quiero.

Cuando terminamos con todo, Peeta les pregunta a todos si me prestan para él sólo durante unos minutos. Yo le miro sorprendida y él me dice que aún no me ha dado mi regalo. Todos acceden a dejarnos unos minutos a solas y Peeta, como siempre, me lleva a la azotea del centro. Me pide que espere allí unos minutos, y él vuelve a bajar.

 

Es una noche fría, aunque me viene bien para despejarme.

Al cabo de dos minutos, Peeta vuelve a subir. Trae una bolsa grande de color verde claro, y está adornada por un lazo azul.

-Feliz cumpleaños.-me dice, sonriendo, y entregándome la bolsa.

Yo sonrío también y saco una caja de tamaño mediano, que también está atada con un lazo. Adjunto a éste, hay una nota escrita por la caligrafía de Peeta, que dice "Espero que este haya sido un día especial".

Deshago lenta y cariñosamente el lazo, y abro la caja. Dentro, hay una cámara igual a las que usaban los fotógrafos que estaban en mi fiesta de cumpleaños.

Yo abro la boca de la sorpresa, y él sonríe.

-Peeta
esto te debe haber costado una millonada
no, tienes que devolverla

-Sorprender a Katniss Everdeen no tiene precio.-me interrumpe él.-No es una simple cámara fotográfica, Katniss. Lo que estamos viviendo
hay días aquí contigo que son mágicos. Que son perfectos. Y aparte de tenerlos aquí.-dice, señalándose la cabeza.-Quiero conservarlos. Porque de alguna forma, sé, que por cualquier razón, por cualquier motivo, no tengamos muchos más

-¿Qué
qué quieres decir?-pregunto yo, temiéndome lo peor.

-Creo que ya sabes lo que quiero decir, Katniss.- replica él, mirándome a los ojos.

De hecho, creo que sí sé a lo que se refiere Peeta. Cuando acaben los Juegos
¿Qué pasará cuando acaben los Juegos, cuando Gale muera? Yo caeré en una profunda depresión, y la culpa de no haber hecho lo suficiente me perseguirá de por vida. Todas las noches mi mente se sumergirá en pesadillas recordando su muerte. Nadie podría soportar a una persona en ese estado, ni si quiera Peeta Mellark. Además, año tras año, habría que volver a revivir la pesadilla, y acordarme de momentos, momentos como esta azotea ahora mismo, la noria, mi cumpleaños
estos momentos sólo traerán dolor, y recuerdos, recuerdos malos. Tal y como Haymitch, sólo encontraré respuesta en el alcohol, que hará que olvide todo, al menos por unas horas. Quizá Peeta me soporte un par de años, incluso tres, pero me acabaría dejando.

-Pero, eh
-continua él, sacándome de mi ensimismamiento y acariciándome la mejilla.-Aún nos quedan muchos momentos. Por eso, quiero que todos los días, hagas al menos una foto de un momento que quieras recordar.

-Es que Peeta
quizá no quiera recordar esto.

-¿Tú y yo? ¿No quieres recordarnos?

-A lo mejor
no estamos en nuestro mejor momento.-respondo yo, vacilante. Pensar en el hecho de que Peeta me vaya a abandonar después de los juegos me ha quitado todos los sentimientos que tenía hacia él.-Además, ¿por qué estás dando por hecho que va a haber algo que recordar? Estás asumiendo que cuando me traigan el cadáver de Gale en una fría caja de madera me volveré tan loca que tomarás la opción fácil y me abandonarás, ¿no es eso? ¡Claro que lo es! ¡Es la mejor opción! Toma tu cámara de los recuerdos, no la quiero.-le espeto, devolviéndole su regalo.

 

Él tarda en reaccionar. Ante su silencio, yo opto por lanzarle una última mirada acusatoria y empiezo a caminar hacia la puerta. Sin embargo, cuando estoy a punto de salir, él coge mi mano, tan fuerte que no soy capaz de soltarme.

-Yo no te voy a dejar jamás. Voy a estar contigo siempre, no importa cuál sea tu situación.-dice, lentamente.

-¿Entonces a qué viene lo de la cámara, eh? ¿Cómo es que ya no nos quedan muchos momentos?

-Como bien has dicho, el fin de éstos juegos, Katniss, supondrá el fin de lo nuestro.-yo, al oír esas palabras de sus propios labros, forcejeo para librarme de su mano, pero sin éxito. -Pero no por mi parte, sino por la tuya. Piénsalo un momento. Si Gale gana, vas a estar con él para siempre, te casarás con él, formaréis una familia
Y si él muere
no lo vas a soportar. Ahuyentarás a todo lo que te recuerde los juegos de Gale, nos apartarás a Haymitch, a mí, a todos. Aunque eso no significa que yo me vaya a rendir sin luchar. Me dirás que me odias, me agredirás, me alejarás de ti y yo no tendré más remedio, Katniss. Te conozco, y sé que eso pasará. De una, o de otra forma, lo nuestro es demasiado bonito para ser para siempre, ¿no? Aunque odie decirlo, Snow tiene razón. El hecho de que los dos saliésemos vivos de los juegos del hambre, no significa que hayamos sobrevivido a ellos completamente. Si no morimos en esos juegos del hambre, otros juegos nos matarán, tal y como están haciendo estos juegos. A corto, o a largo plazo, como en nuestro caso sólo una persona sale viva de los juegos del hambre, y, aunque luchemos por hacerlo, no podemos alterar eso.

-Y entonces
¿ya está? ¿se acabó, Peeta? ¿se ha acabado ya?-voy hacia él y compruebo que tiene lágrimas en sus ojos.

-¿Crees que podemos cambiar lo que he dicho? Sé sincera, por favor. ¿Crees que lo soportarás? ¿Crees que podrás casarte conmigo, sin culparme por la muerte de tu mejor amigo?

Yo tardo en contestar. Las lágrimas empiezan a resbalar por mis mejillas. Ambos nos sentamos, observando las estrellas de la noche de Panem.

-No, no lo creo.-contesto, finalmente.

-Yo tampoco, Katniss.

-¿Estamos rompiendo, Peeta?-me atrevo a preguntar.

-¿Acaso hemos empezado?-responde él, con tono triste.

-No del todo. Quizá sea mejor así.

Él asiente.

-Ponte esto, hace frío.-dice, colocándome su chaqueta sobre mis hombros.-Lo siento. Siento haberte amargado el cumpleaños.

-No lo has hecho, tranquilo. Creo que voy a ir a dormir ya, Peeta.-digo, levantándome.

Él sigue sentado. Yo vuelvo a caminar hacia la puerta, y cuando estoy a punto de salir, oigo cómo él dice:

-Te quiero muchísimo, Katniss.

-Yo también. Pero parece que el quererse no es suficiente.-digo yo, con lágrimas en los ojos aunque él está de espaldas y no las puede ver.

Bajo a los dormitorios sin encontrarme con nadie, y en mi cama encuentro a Prim, que ya está dormida. Sonrío ligeramente y acaricio su pelo rubio.

De repente, las lágrimas que llevan guardadas de varios días empiezan a salir sin control de mis ojos. Prim acaba dándose cuenta de ello, y sin preguntar, va al baño, coge unos pañuelos, me limpia las lágrimas y me abraza.

-Todo va a salir bien, Katniss. Todo está bien.-me dice con su dulce voz al oído.

Si supiera lo difícil que me resulta creerlo

 



Nota del autor: No me matéis, ¿vale?, jaja

A la mañana siguiente, despierto del dulce sueño que llevo viviendo estos últimos días y me doy de bruces contra la realidad. Me siento obligada a negarle a Prim un paseo matutino por el Capitolio, lo cual me parte el corazón, porque no hay cosa que más me apetezca que enseñarle el Capitolio a mi hermana pequeña. En la sala de mentores, Peeta ni si quiera se digna a mirarme a los ojos. Haymitch lleva unas copas de más, y encima, las cosas no van demasiado bien para Gale; no tienen ni agua, ni comida, están agotados.

El grupo de Gale tuvo que abandonar el pequeño lago donde estaban porque oyeron pasos cerca, y tuvieron que huir. Las ardillas que siempre cazaba Gale parecen haber desaparecido, y la temperatura por el día resulta asfixiante, lo que hace que aumente su sed.

Sin embargo, Emily parece estar muy cómoda en el estadio. No pasa sed, conoce las hojas y los frutos que puede comer, por lo que tampoco pasa hambre. Pasa los días subida a un árbol, segura y escondida entre sus ramas. Es la única tributo que ha conseguido subirse a un árbol. Son demasiado altos para el resto de ellos, incluso para Gale.

Para los profesionales tampoco está siendo fácil. Tienen agua, y algún arma, no demasiadas, porque la chica del distrito 6, Olive, la que les liberó de la trampa de Philippe a cambio de protección, les ha abandonado, no sin antes robarles agua, comida y muchas armas. Mientras huía con su botín y los demás dormían, Mark, el chico del distrito 1 la descubrió, y ella no dudó ni un momento en clavarle un cuchillo en el corazón. Cuando sonó el cañonazo, ella ya estaba muy lejos de los profesionales.

Respecto a Philippe, nadie sabe qué tiene entre manos. Se pasa los días recorriendo la arena colocando, lo que creo que son, diversas trampas, iguales a las que cazaron a los profesionales. A veces, sólo toca el terreno o estudia los troncos de los árboles. Hoy, sin embargo, ha decidido utilizar por fin el regalo que le hicieron sus patrocinadores, esa gran red, que parece tan difícil de romper. La coloca sobre una explanada de tierra, y construye un complicado mecanismo de trampa. Ata algo a un palo al azar, y coloca el palo a mitad de camino. Después se mete detrás del tronco del árbol, y ata la red de forma casi invisible a una de las ramas más altas que están a su alcance.

La cámara que emite para todo Panem, de repente, enfoca al grupo de Gale.

-
ni comida, ni agua, ni refugio, ¡no tenemos nada!-grita el chico del distrito 5, Darren.-¡Moriremos de deshidratación en breve!

-Nadie dijo que esto sería fácil, ¿vale? ¡Este es el cuarto día en la arena, y seguimos vivos! Vete si quieres, Darren, ¡a ver cuánto duras ahí fuera!

Los demás no intervienen en la discusión. Sólo están tumbados en el suelo, pálidos y con los ojos muy cerrados.

Lo que pasa a continuación resulta incluso cómico, aunque no lo sea en absoluto. Gale da un paso, pisa algo que cruje, y se agacha a examinar algo del suelo, en el momento justo para evitar una flecha que se clava en el pecho de Darren, que estaba detrás de él. El cañonazo suena de inmediato. Gale suelta un grito ahogado, se acerca a Darren lo suficiente para saber que no hay nada que pueda hacer por él, mira alrededor y examina la ramita que crujió antes. Coge entre sus dedos un hilo casi invisible que es el que ha activado la trampa.

 

-Philippe.-dice Marcy, con aire triste.-Le encantan las trampas, vi lo bien que se le daban en los entrenamientos.

Gale asiente e informa de que deberían abandonar ese lugar, por si acaso.

Yo continúo tapando mi boca abierta con mis manos. SI Gale no se llega a agachar, estaría muerto ahora mismo. Todos le dan su pésame a Garry, el mentor del distrito 5, y me doy cuenta de que su trabajo ha acabado. Sus dos tributos están muertos. Yo le doy la mano, el pésame y él me desea suerte. Parece que ya está habituado a que sus tributos mueran relativamente pronto, parece como si ya no le importara.

Los tributos aliados, se despiden a su manera de Darren, le quitan la flecha y continúan su caminata mientras el aerodeslizador recoge el cuerpo inerte del chico del Distrito 5. Enfocan a Gale durante una milésima de segundo y observo el dolor de sus ojos. Sé que se siente culpable de la muerte de ese chico.

-No ha sido Philippe. Lo sabéis, ¿no?-interrumpe Finnick.-La mayoría de la sala asiente.

-Entonces
¿quién ha sido
?-pregunto yo.

-Los vigilantes, Katniss, han sido los vigilantes. Estoy seguro de que esa trampa ha estado desactivada todos los juegos. La acaban de activar para acabar con Gale.-responde Haymitch, aunque debido a su borrachera, le entiendo con dificultad.

-Sí, además, Philippe no tiene ese tipo de hilo.- añade Maggs.

A mí me entra un escalofrío al ver cómo la amenaza de Snow se está cumpliendo.

Sin embargo, no tengo tiempo para preocuparme, porque de repente, en la pantalla principal, Caesar anuncia que algo "muy interesante" está a punto de pasar. Se enfoca a Olive, que camina tranquila contando las armas que tiene. Sin previo aviso, grita, y veo su mirada de terror entre los hilos de la red de Philippe. Olive cae en la cuenta de que sus gritos sólo atraerán a su captor e intenta tranquilizarse. Suelta una palabrota cuando comprueba que todas sus armas con las que quizá podría cortar la red están en el suelo, fuera de su alcance. Empieza a forcejear y a arañar la red.

-Prometo que será rápido e indoloro.-suena la voz de Philippe, a sus espaldas. Se acerca a la red, y la baja un poco. Olive respira con dificultad.-Toma.-dice Philippe, entregándole una especie de baya.

-¿Jaulas de noche? Eso es muy del año pasado, ¿no crees?-responde Olive, riendo nerviosamente, y tira la baya al suelo.-Ahora sácame de aquí y hagamos un trato.

Philippe suspira y coge la baya del suelo.

-No son Jaulas de noche
-silencio largo. Mira la baya-Pero tiene su mismo efecto.-concluye.-Vas a tener que tomártela, Olive. No me gustaría obligarte, de verdad.-le vuelve a entregar la baya.-Será muy rápido, y no te enterarás. Sólo te dormirás. Es mejor que otros métodos que no me gustaría usar. Tómate tu tiempo, ¿vale? Yo estaré por ahí atrás.-se encoge de hombros y la mira directamente a los ojos, como disculpándose.-Lo siento.

A continuación, Philippe se marcha, no muy lejos, y deja a Olive, atrapada en la red. Mira hacia todos los lados, buscando una salida, una opción alternativa, y puedo ver cómo el miedo aumenta en sus ojos a medida que se le van acabando todas las ideas.

A los dos minutos, empieza a llorar, pero se autocontrola y consigue reprimir las lágrimas. Mira a la baya fijamente y solloza. Tiene los ojos irritados. Mete la cabeza entre las rodillas y oigo cómo entona algún tipo de oración. Al cabo de tres minutos, saca la cabeza, mira al cielo y sin pensárselo dos veces se mete la baya en la boca. La mastica, solloza y se la traga. No pasa nada durante tres segundos, después cae súbitamente y suena el cañonazo.

 

Philippe sale de entre los árboles, suspira, coge la red y saca a Olive. Le limpia las lágrimas, la deja en la tierra, junta sus dos manos sobre su regazo y coloca sus armas detrás de un árbol.

Después, mira una vez más hacia atrás, dice "adiós" y se va. El aerodeslizador recoge el cuerpo inerte de Olive. Unos segundos después, no puedo evitar soltar un grito de sorpresa al ver cómo Emily cae perfectamente de un árbol casi sin hacer ruido. Mira alrededor y va hacia el árbol donde Philippe escondió las armas de Olive. Sonríe al ver el gran botín que tenía la chica. Lo coge, y muestra una gran sonrisa. "Quedan once", susurra.

Yo entonces, recuerdo las palabras que me dijo Haymitch unos días atrás; "preciosa, si Emily consigue un arma, es muy posible que gane los juegos.

La inteligencia y astucia de Philippe es alabada por todos; por el público, por los patrocinadores, que llaman a todas horas e incluso por Caersar Flickirman, su truco de las bayas ha dado una hora entera de debate en su programa.

Hoy anochece antes de lo normal. Casi en segundos todo en el estadio se apaga, y sólo la gran luna artificial de la arena ofrece algo de luz. Con la noche, a juzgar por la expresión de algunos de los tributos, también llega el frío.

Desde que Emily consiguió las armas, ha estado todo el día caminando, con un rumbo fijo, aunque yo sigo sin saber cuál es. No se para, no decae, y de vez en cuando, sonríe. El frío tampoco parece afectarle.

Gale y sus aliados también han estado caminando todo el día, pero siguen sin agua y sin comida. Además, la muerte de Darren les ha afectado bastante a todos. Ahora mismo descansan en una explanada, nadie habla con nadie, sólo se tumban en el suelo y respiran.

Al cabo de pocos minutos suena el himno de Panem y las imágenes de los tributos caídos hoy se proyectan en el cielo. Mark, el profesional del distrito 1 que Olive asesinó esta mañana, Darren y la propia Olive.

Los profesionales no están en mejor condición que Gale y el resto. Sus patrocinadores les han conseguido algo de agua, pero siguen sin comer. Ellos también están tumbados cerca del río de lava, intentando resguardarse del frío como pueden.

De repente, y sin previo aviso, suenan truenos, muchos truenos. La mayoría de los tributos miran hacia el cielo, extrañados. Después de medio minuto de truenos y algún relámpago, suena en todo el estadio un sonido mucho más agradable, el sonido de agua, el sonido del agua al caer en abundantes proporciones. Los vigilantes han decidido hacer de esta fría noche una noche de tormenta.

Tanto los profesionales como Gale reaccionan ante lo que les va a salvar la vida, lluvia. Utilizan todo lo que tienen para recoger la máxima cantidad de agua posible. Puedo ver en la cara de Gale que está contento, aunque concentrado. Ahora mismo él estará más preocupado por sus aliados que por él mismo, quizá ellos tengan alguna posibilidad.

Traslado mis ojos hacia la pantalla de Emily, para observar su reacción ante la lluvia. La mira incrédula por un momento y comprueba que sus dos botellas están llenas. Después sonríe, y avanza con más rapidez.

 

Me dispongo a mirar otra vez hacia la pantalla de Gale, pero a Haymitch le llama algo la atención y se levanta rápidamente para colocar a Emily en la pantalla más grande. Observo que ella ya ha llegado a su destino, sea cuál sea, porque está escondida detrás de unos matorrales, observando. La oscuridad de la noche la esconde perfectamente. Entonces, me doy cuenta de que Emily se encuentra a tan sólo unos cuantos metros del volcán, tan sólo a unos cuantos metros del campamento de los profesionales. ¿Qué se propone?

Sin embargo, ellos no están ahí. Están a pocos metros de la explanada de Gale, al acecho, silenciosamente, ocultos por la oscuridad de la noche y la tormenta. Nadie vigila su campamento, porque no hay nada que vigilar, sólo hay algunas armas rotas o vendas utilizadas.

Me empiezo a poner nerviosa. Los profesionales podrían atacar a Gale en cualquier momento, y dudo que esta vez puedan escapar.

Vuelvo a mirar a Gale y a sus aliados. Todos recogen agua con lo que pueden, e incluso puedo ver pequeñas sonrisas en algunas de sus caras. Observo cómo Marcy corre hacia Gale, le dice que se tome veinte segundos de descanso y beba. Le da un pequeño cuenco lleno de agua y Gale bebe de él con ganas. Después, le sonríe, a lo que Marcy responde con otra sonrisa.

La lluvia dura, aunque la tormenta se calma algo al cabo de una hora, sin emargo, aún se oyen algunos relámpagos.

Mientras Gale y los demás siguen recogiendo agua, Marcy les informa de que ella y Collin van a adentrarse algo en el bosque para buscar algo que cazar, quizá con la lluvia los animales salgan a beber..

-¿Estás segura de que es una buena idea, Marcy?-pregunta Gale, con el entrecejo fruncido.-Es tarde, y está oscuro.

-Sí, tranquilo, estaré bien, Gale.-responde ella, cogiéndole la mano, lo que me provoca una extraña sensación de asco en el estómago. Al ver su cara de preocupación, ella sonríe y besa su mano.-Que no me va a pasar nada, Gale.-insiste riendo.

-Vale, pero no tardes.-concluye Gale. Ella sigue cogiendo su mano, él la acerca más y la abraza durante unos segundos.

-Eh, ¿Qué pasa?-pregunta Marcy, extrañada.

-Nada, no pasa nada. Venga, largaos.-responde Gale, sonriendo.

Así lo hacen, no sin que antes Marcy le dedique una última sonrisa a Gale, lo que me provoca ese malestar en el estómago de nuevo.

Todos nos estremecemos cuando Marcy y Collin hacen lo que estábamos temiendo que hicieran, ir en la dirección por la que están escondidos los profesionales.

Pero me estremezco aún más cuando Gale corre detrás de ellos.

-¡Marcy!-grita.

Ella se da la vuelta y le espera. Él corre hacia ellos.

-¿Cómo podéis ser tan descerebrados de no llevar armas?-les pregunta, y por el tono de su voz, sé que no es una broma.

-Oh
no se me había ocurrido. Sólo íbamos a comprobar las trampas-se disculpa Collin, tímidamente.

-No lo digo por la caza. Lo digo por lo que puede haber fuera. Voy con vosotros.-sentencia Gale.

Yo suelto un taco en alto y toda la sala me mira.

Así, los tres, Marcy, Collin y Gale caminan bajo la lluvia prácticamente a oscuras. Me pregunto si los vigilantes han disminuido la luz que proyecta la luna a propósito. Sólo se oye la lluvia y el sonido de sus pasos sobre la naturaleza. Parece que los profesionales ya pueden oírlos, ya que se miran unos a otros y asienten.

 

-Venga, cojamos lo que sea y vámonos rápido de aquí. Esto me da mala espina.-susurra Gale.

Collin y Marcy no responden y empiezan a buscar leña en la oscuridad. Al poco rato, Gale empieza a ponerse nervioso y les dice con tono impaciente:

-Oye, mirad, esto no tiene sentido. Lo haremos mañana. Vámonos.

-Creo que será lo mejor.-coincide Collin.

-Está bien.-dice Marcy, al fin cediendo.

-¿Estamos todos?-pregunta Gale, ya que la oscuridad no permite distinguir casi nada.

Los truenos suenan con más fuerza, pero entre su sonido se distingue un "Sí" de Marcy. Sin embargo, no se oye respuesta por parte de Collin.

-¿Collin?-grita Gale, intentando que su voz se alce por encima de los truenos.

A continuación, un relámpago explica la razón por la que Collin no contesta. Hay un fogonazo de luz debido a un relámpago. El fogonazo se mantiene durante cinco segundos. Esos cinco segundos son suficientes para apreciar a Alix, Daphne y Elizabeth formando un corro alrededor de Gale, Marcy y Collin. Se puede ver que están empapados, y Elizabeth, cubierta de sangre. Sin embargo, algo me dice que esa no es su sangre, lo que me lleva a mirar a Collin. Y
desearía no haberlo hecho. El cañonazo debe haber sido ahogado pro el sonido de los truenos, ya que no hay ninguna posibilidad de que Collin esté vivo. Tiene una maza de gran tamaño clavada en el pecho, está tumbado en el suelo y su uniforme está cubierto de su propia sangre. Gale, al observar toda la escena, grita el nombre de Marcy, pero ella no contesta. Por unos segundos, los truenos paran, dejando así al estadio, ahora sí, total y absolutamente a oscuras y en silencio. Silencio absoluto. Siento que mi corazón se quiere salir del pecho. Me pregunto cuánto tiempo mantendrán la tensión los vigilantes, cuándo dejarán caer el próximo relámpago.

Pasan diez segundos, y hay otro relámpago silencioso. Este, deja ver una imagen terrorífica. Alix, con el lugar en el que debería estar su ojo izquierdo vacío y chorreando líquido negro, sujeta a Marcy. Le está tapando la boca con una de sus manos, que está llena de sangre, suciedad y barro. Ella, forcejea, sin éxito. Daphne sonríe y juguetea con un cuchillo, colocándolo en distintas partes del cuerpo de Marcy. Elizabeth apunta a Gale con un arco. Ella también sonríe. De hecho, todos sonríen. Alix también, y deja ver que le faltan bastantes dientes.

-Muévete y os reviento a los dos.-dice lentamente Elizabeth.

Los relámpagos se alternan. Hay segundos de absoluta oscuridad, pero la luz va y viene, cada, más o menos, tres segundos.

-Ahora, deja el cuchillo en el suelo despacio, doce.-sisea Alix.-¿No creerás que iba a ser así de fácil, no? Quiero decir, no te vamos a clavar un cuchillo, como a ese.-señala a Collin con la cabeza.-y te vamos a dejar morir. No tan rápido. Por eso, ahora vas a dejar el cuchillo en el suelo, y te vas a venir con nosotros. La vida de tu novia está en juego.- Marcy forcejea e intenta decir algo, pero la mano de Alix se lo impide.

-¿Por qué iba a haceros caso, eh? Si mantengo el cuchillo en la mano, me mataréis, y será rápido. Sin embargo, si lo dejo en el suelo, viviré, ¿cuánto? ¿Unas horas más? Y encima mi muerte será horrible.

 

-Nos debes hacer caso, porque, querido doce, si nos acompañas, la muerte de la señorita.-pronuncia la palabra señorita muy despacio, como siseando, parecido a una serpiente.-Será rápida. Te doy mi palabra. Lo menos dolora posible. Pero, si no nos haces caso
la mataremos aquí mismo, delante de tus narices, y créeme cuando te digo que
no será bonita.

Tras ese comentario, Daphne suelta una risa nerviosa.

Gale lo piensa durante unos segundos. Después mira a Marcy, que tiene sus ojos verdes abiertos como platos y niega con la cabeza. Él también niega con la cabeza y suspira. A continuación, lentamente, se agacha y deja el cuchillo en el suelo. Se levanta, y coloca los brazos sobre la cabeza.

-Buena decisión, doce.-dice Alix, mostrando una despreciable y desdentada sonrisa.-Nos lo vamos a pasar bomba, ya veréis.

Gale mira a la luna. La mira como si fuera la última vez que pudiera contemplar algo tan hermoso. La mira como reprochándole su ausencia, que tuvo como consecuencia la muerte de Collin, y, seguramente la suya y la de Marcy. La mira tan profundamente, que tropieza con algo y cae al suelo de bruces. Cuando los profesionales le obligan a levantarse de malas maneras, Gale comprueba que Marcy le mira. Los dos se miran a los ojos durante varios segundos, y en sus miradas aprecio tonos de
¿tristeza? No, más que nada, tonos de disculpa. Detecto en el brillo de la mirada de Gale que sabe que va a morir, que sabe que ha fracasado.

La lluvia continua, aunque cae con más suavidad. Los cinco tributos, Alix, Elizabeth, Daphne, Marcy y Gale marchan a buen ritmo por la arena. Gale y Marcy caminan a varios centímetros de distancia, cada uno con un profesional con arma en mano detrás.

Caminan durante más o menos media hora, hasta que llegan, como me imaginaba, al campamento de los profesionales.

En la sala de mentores hay silencio total y absoluto, ahora todos estamos metidos en las pantallas, olvidando la realidad.

-¿Qué hacemos con ellos, Alix?-pregunta Elizabeth.

Alix se toma su tiempo en contestar. Disfruta unos segundos más de la lluvia.

-Atadlos a ese árbol.

Elizabeth y Daphne obedecen y atan a Gale y Marcy a uno de los pocos árboles cercanos al campamento. Debido al gran diámetro del tronco del árbol, los dos prisioneros no pueden verse, sólo comparten el tronco. Elizabeth y Daphne se aseguran de que están bien atados y van a reunirse con Alix.

-¿Gale?-susurra Marcy.- ¿Tienes
tienes algún plan?

-Yo
-titubea Gale.-Lo siento, Marcy.

-No te preocupes, ya lo imaginaba.- responde ella, con tono triste.-Lo siento mucho, Gale. No deberíamos haber salido
tenía mucha hambre y

-No hace falta que te disculpes.-interrumpe él.-Nos queda muy poco tiempo, y al menos yo no quiero gastarlo en disculpas. Además, no tienes la culpa de nada, Marcy. Esto tarde o temprano tenía que pasar.

-Ha sido un detalle eso de
ya sabes, tirar el cuchillo, por mí
No tenías por qué haberlo hecho.

-No podría soportarlo, el verte morir

-Siento mucho que nos hayamos conocido en estas circunstancias, Gale. De verdad que lo siento. Si las cosas hubieran sido distintas, nosotros podríamos haber
No lo sé. Sólo quiero que sepas que
eres una persona de las que no hay, Gale. Ha sido un enorme placer haberte conocido.

 

Gale observa cómo Alix, Daphne y Elizabeth se acercan a ellos a grandes zancadas.

-Quizá en otra vida, Marcy.-dice muy rápido.

-Sí, quizá
-coincide Marcy.

Los profesionales se ponen delante de Gale.

-Un trato es un trato, doce, y te di mi palabra. ¿Quién antes? ¿Ella o tú?-dice Alix, con voz triunfal.-Si aceptas sugerencias
lo suyo será muy rápido y no sufrirá. Mientras que lo tuyo
será largo y ella tendrá que aguantar tus gritos y súplicas. Así que
¿Quién primero?

Gale mira con odio a Alix, que sonríe. Hace un gesto vago con la cabeza indicando que quiere que se Marcy la primera.

-Buena elección, doce.

Alix les hace un gesto a Elizabeth y Daphne, y éstas se dirigen inmediatamente a desatar a Marcy. Cuando la traen, cada una coge a Marcy por un brazo, como si se fuera a resistir.

-Nos la llevaremos lejos para que no veas nada.-asegura Alix.

Alix empieza a caminar, y Daphne y Elizabeth lo siguen.

-Adiós, Gale.-dice Marcy, dándose la vuelta y regalándole una última sonrisa triste a Gale.

Gale suelta un grito de rabia. Alix se da la vuelta y sonríe.

Cuando los profesionales están lo suficientemente lejos, Gale empieza a forcejear, intentando librarse de las cuerdas. Tiene la cara empapada por la lluvia, pero sí que distingo un par de lágrimas deslizándose sobre sus mejillas.

Al cabo de un minuto, se oye el cañonazo. La cara de Marcy en nuestra pantalla pasa de estar rodeada por un círculo de color rojo, a nada, se apaga. Yo, que estoy al borde de las lágrimas, miro a Charlotte, la mentora de Marcy, y observo cómo una de sus manos está entrelazada con la de Haymitch, que la aprieta con fuerza. Haymitch le aparta un mechón de la cara y le da un beso en la mejilla. Como agradecimiento, ella le acaricia ligeramente la mano a él.

Con la muerte de Marcy, comprendo que la de Gale es inevitable y comienzo a marearme. Peeta me mira con preocupación, pero yo aparto mi mirada de él rápidamente.

Ahora yo, veo cómo Gale sí que está llorando, llorando de verdad, forceja, grita y llora de rabia. Cuando los tres profesionales vuelven a acercarse, Alix se toma su tiempo para reírse de Gale.

-¡Siguiente!-exclama, riéndose con ganas.-Oh, mira, si eres tú. Tu turno, doce.

Gale le gruñe.

Daphne y Elizabeth le desatan y lo conducen hasta una gran roca plana donde hay cuerdas. De nuevo, le atan con esas cuerdas de manera que Gale queda tumbado sobre la roca. Cerca de allí, distingo el cadáver de Marcy con un cuchillo clavado en el corazón.

Alix camina hacia el centro del campamento y vuelve con un enorme arsenal de todo tipo de armas. Daphne ríe nerviosamente.

-Bueno, bueno, doce. Primero voy a dejar a Daphne jugar algo contigo
-ella vuelve a reír estridentemente.-Después a Elizabeth
-Elizabeth sonríe y saluda a Gale.-Y el plato final, seré yo mismo. Daphne, si haces los honores.-dice Alix, ofreciéndole a Daphne un gran surtido de armas.

-Creo que
sí, creo que empezaré con el cuchillo.-anuncia, y coge un cuchillo afilado.

Alix se aparta y le deja sitio. Gale forcejea, y cuando tiene a Daphne cerca, le escupe en la cara.

Ella cierra los ojos y se limpia.

 

-No deberías haber hecho eso.-le dice a Gale, muy cerca, mientras se limpia las manos en él.

A continuación, Daphne alza el cuchillo sobre el brazo de Gale, y ríe estridentemente y nerviosamente una vez más. Sin embargo, tal como el primer día de los juegos, tal como pasó en la Cornucopia, esa risa, sin previo aviso, se convierte en grito de dolor.

Tardo unos segundos en identificar la lanza que tiene clavada en el estómago. Al cabo de unos segundos, cae al suelo, y suena el cañonazo.

Alix se levanta rápidamente y mira alterado a su alrededor, buscando el origen de la lanza.

-¡Elizabeth! ¡CORRE!-grita.

Pero es demasiado tarde. Tan rápido como Elizabeth se ha levantado para descubrir qué pasa, un cuchillo le ha acertado cerca del corazón, y se desangra en el suelo.

-Alix
-titubea ella, intentando llamarle para que la antienda.

Alix se acerca a ella, furioso y le saca el cuchillo. Lleno de rabia da grandes zancadas hacia Gale, decidiendo que la persona que les está atacando no va a salirse con la suya y no va a sacar vivo a Gale.

Cuando sólo está a cinco pasos de distancia de Gale, una flecha le da en el brazo y le derriba. Alix grita de dolor y de impotencia.

Rápidamente y antes de que pueda asimilar todo lo que está pasando, suelto un grito ahogado al ver cómo una empapada y totalmente armada Emily Burdock sale corriendo de los arbustos que la ocultaban.

De repente, suena otro cañonazo, y miro ilusionada a Alix, pero compruebo que sigue gimiendo en el suelo, y que el cañonazo debe de ser el de Elizabeth.

Emily corre hacia dónde está Gale, y sin articular palabra empieza a cortar todas las cuerdas que le atan.

-¡Emily! ¿Pero qué
?-pregunta Gale, confuso.

-Calla.-corta ella, tajantemente.-Cuando te desate, quiero que vayas y remates a Alix. Yo no puedo hacerlo, por si acaso me reconoce y luego sobrevive, o lo que sea.-termina de cortar las cuerdas y coge una de las flechas y arcos que Alix tenía preparadas para torturar a Gale.-Toma. Hay que largarse ya. Te espero por atrás.-dice Emily, mientras mete todas las armas que puede en su mochila.

Gale, aún confuso, acepta el arco y las flechas y corre hacia Alix. Cuando llega, se toma su tiempo en apreciar como sufre con esa flecha clavada en su pierna. Se arrodilla a su lado y presiona algo la flecha, lo que le provoca un grito de dolor.

-Cómo han cambiado las cosas en tan poquitos segundos, ¿eh?-dice Gale.

Alix se limita a mirarlo con odio. Gale le escupe en la cara, se levanta y le apunta con el arco.

-Esto es por Marcy, pedazo de hijo de puta.-dice, firmemente.

Gale tensa el arco, y justo en el momento en el que dispara, Alix le propina una patada con la pierna que tiene libre y desvía la flecha, que iba directa a su corazón, hacia el brazo izquierdo, lo que hace que Alix grite de nuevo.

-Serás
-dice Gale, cogiendo otra flecha.

-¡Gale! ¡Viene alguien por dónde estás! ¡Déjalo y corre!-grita Emily, desde la distancia.

-De todas formas vas a morir dentro de poco. Si te disparara, sólo te haría las cosas más fáciles. Nadie te va a salvar. Dulces sueños.-dice Gale, muy rápido, antes de salir corriendo.

Antes de que ninguno de los que estamos en la sala pueda asimilar todo lo sucedido, todos los teléfonos de la sala de mentores empiezan a sonar. Teléfonos tras los que estoy segura que se encuentran docenas y docenas de patrocinadores ansiosos por ayudar a sobrevivir a Emily Burdock.

 

-¿Sabes que se acabó, no? La alianza, tus amiguitos, todo.-le pregunta Emily a Gale, dos horas después, cuando ya ha amanecido y el sol brilla con fuerza. La lluvia ha terminado.

Gale deja de prestar atención a la baya que se estaba comiendo y mira a Emily a los ojos. Tarda algo en responder.

-Sí, claro que lo sé.

-Bien. Porque quedamos siete, Gale.-insiste Emily.

Gale asiente levemente.

-Lo que significa que lo nuestro también, si es que algo ha llegado a existir, también se ha acabado.-Gale la mira.-Puedes quedarte aquí a dormir, si quieres, Philippe todavía andará por ahí
Pero por la mañana tendrás que irte. Quiero que sepas que no te he salvado, Gale. Nadie
-titubea.-Nadie puede hacerlo. Sólo te he ahorrado una muerte horrible. Pero no quiero que seamos aliados
Mira lo que pasó el año pasado.

-Lo sé. -dice Gale, con tono cansino.

Sin embargo, Emily no está convencida.

-Lo que de verdad quiero que entiendas, Gale, es que no tenía por qué haberte salvado. No te tenía por qué haber enseñado a ti, y, ya que estamos a Alix, lo que sé hacer con una lanza. Esto no tendría que estar pasando. Y me va a costar mucho no clavarte una lanza mientras duermas.-Gale abre los ojos muchos, y sonríe ligeramente, creyendo que es una broma, pero al ver el gesto de Emily, comprende que va en serio.-De hecho, podría ahora mismo ahorrarte un mal trago
no te dolerá-continua ella, y coge una de sus lanzas. Gale asustado se echa mucho para atrás, casi cayendo del árbol en el que ambos están subidos. Emily lo sujeta y lo mete hacia dentro.

-No
no hará falta.-titubea Gale, tragando saliva.

-Como quieras.-dice Emily, encogiéndose de hombros y guardando la lanza.

A continuación, se mantienen en silencio durante unos cuantos minutos. Gale está sentado sobre una de las ramas más gruesas del árbol, y está asegurado con la cuerda de Emily. Aunque Gale esté tan habituado a los árboles como yo, se le nota inseguro e inestable. Por el contrario, Emily está recostada sobre una rama que parece muy frágil, aunque a ella no le preocupa. Tiene sus preciadas lanzas muy cerca, tira bayas al aire y las caza con la boca. Gale la mira de vez en cuando, preocupado y con miedo, sin poder creer aún las dotes de la chica. Emily no sólo le había salvado, si no que había acabado con dos profesionales y había dejado moribundo a otro. Además, no parece tener ningún problema con Los Juegos, es efectivamente, como un juego para ella. No pasa hambre, no pasa sed, a penas pasa frío y casi no tiene ninguna herida.

-¿No quieres dormir? Yo puedo vigilar, estarás bien.-pregunta Emily, al cabo de un rato.

-No, no es necesario, Emily
de hecho, puedo irme ya, si quieres
-comenta Gale, incómodo.

-Oh, vamos, ¿esto es por lo que dije antes de la lanza? Creo que seré capaz de controlarme para no atravesarte con una lanza. De todas formas, no durarás mucho, no supondrás un problema para mí.-El comentario podría parecer cómico, pero lo peor es que sé, que Emily nunca bromea, y que habla en serio.-Y respecto a lo otro, no, si tienes tantas ganas de deshacerte de mí como yo de deshacerme de ti
-Gale mira al cielo con paciencia.-Puedes irte esta noche. Pero ahora no, a no ser que quieras caer en una trampa de Philippe.

 

Gale asiente.

-¿Ves como en el fondo, muy, muy fondo, te preocupas un poquito por mí? No quieres que me pase nada malo.-dice Gale, riendo. Enseguida, Emily le lanza una mirada asesina que borra ligeramente la sonrisa en la cara de Gale. Sin embargo, cuando Emily se da la vuelta, ambos sonríen un poquito.

El hecho de que Emily esté con Gale me tranquiliza. Con ella, él está a salvo. Emily es un filón muy importante en estos juegos, no todos los tributos matan a casi todos los profesionales de una tacada. Por eso, sé que los Vigilantes no le harán nada. Mientras que Gale esté con ella, estará bien, a salvo de los vigilantes. Respecto al resto de tributos, si Gale está con Emily tampoco le pasará nada. Emily no se dejará alcanzar fácilmente por un mediocre tributo, y Gale irá detrás de ella. Mientras estén en el árbol estarán a salvo de todos, pero especialmente de Philippe, el que creo que es el rival más peligroso. ¿Quién más queda? Alix, por supuesto, pero está medio moribundo. Pudo sacarse las flechas con la ayuda de sus patrocinadores, pero sigue en el campamento, tumbado y gimiendo. Dudo que dure dos días más. A parte de Philippe y Alix... ¿Quién está? Los aliados de Gale, claro, Nadine, Pam y Penélope. De ellas, sólo calificaría de "peligrosas" a Penélope. Nadine y Pam sin la ayuda de Gale no durarán mucho. Y luego está Emily, por supuesto.

La voz de Gale me distrae de mis pensamientos.

-Emily
¿puedo preguntarte algo?-pregunta. La chica está sacando brillo a una espada, y sólo asiente con la cabeza.- ¿P-por qué
por qué no salvaste también a Marcy? Podrías haberlo hecho, ¿no? Quiero decir, estabas allí y

-Ella no era mi compañera de distrito.-corta ella tajantemente.-Ella tuvo una muerte rápida, y te vuelvo a repetir que yo no te salvé de nada. Te ahorré la que hubiera sido una muerte terrible, pero ya estás muerto. Y cuanto antes lo asumas, mejor. Si tú hubieras ido a tener una muerte igual de rápida a la suya tampoco la hubiera evitado. Esto no es un juego por equipos, Gale, esto es un juego individual, ¿de verdad me vas a juzgar por no haber antepuesto la vida de una total desconocida ante tener más opciones de salir con vida de aquí? Pues siento mucho que mire más por mí misma que por mis enemigos.-concluye, de mal humor.

-No te juzgo por lo que hiciste, Emily. Lo siento, no debería haber preguntado. Creo que
creo que voy a aceptar la oferta de dormir un poco. Pero no me claves una lanza, ¿eh?-dice Gale, sonriendo e intentando quitarle hierro a la situación, sin ningún éxito.-

Gale se tumba con cuidado sobre su rama, cierra los ojos y se queda dormido al cabo de unos dos minutos.

-Tú también deberías dormir, Katniss.-dice una voz, detrás de mí.

-Estoy bien.-afirmo yo, aunque no he dormido en toda la noche. De hecho, llevo varias noches sin dormir, y los pocos ratos en los que consigo conciliar el sueño con amenizados con pesadillas.

-No lo estás.-dice Peeta, poniéndome una mano sobre mi hombro. Yo se la aparto con antipatía.

-No eres nadie para decirme cómo estoy o no, Peeta.

-Como quieras.-dice él, con tono de paciencia. Después, se larga a su sillón.

Yo cierro los ojos con fuerza e intento despejarme. Intento llevar mi cabeza a otro sitio, fuera de los juegos

 

-¿Problemas en el paraíso?-me dice al oído una susurrante voz, y yo me estremezco.

Tengo que esforzarme por no gritar del susto y por parecer natural.

-¿Qué quieres, Finnick?-le pregunto, dándole la vuelta a mi sillón y clavando mis ojos en los suyos.

-¿Qué os pasa al panadero y a ti?

Peeta, al oír la palabra "panadero" se gira y nos mira. Finnick le saluda y le sonríe.

-Eh, tío, tranquilo, sólo estoy hablando con ella
-le dice Finnick.

Peeta pone cara de paciencia y vuelve la cara hacia las pantallas.

-No, en serio, ¿qué os pasa?-me pregunta Finnick, con un tono más serio y colocando sus manos cariñosamente sobre mis rodillas.

Yo suspiro y decido decirle la verdad a Finnick, ya que por alguna extraña e inexplicable razón, en el fondo, me cae bien.

-Lo hemos dejado, hemos roto.-susurro yo, para que Peeta no me oiga, aunque tiene puestos los auriculares y parece estar muy interesado en una conversación que mantienen Nadine y Penélope.-Bueno, en realidad él me ha dejado.

-¿Y eso por qué?

-Porque
porque Peeta dice que cuando se acaben estos juegos
cuando ya sabes, mi amigo Gale muera, yo de alguna manera, me volveré loca y no querré saber nada de él y
prefiere sufrir ahora

-¿Y eso es verdad? ¿Te volverás loca? Eso sólo depende de ti, Katniss. Puedes autocontrolarte, y de alguna manera, dejar que él forme parte de tu vida. Dejar que él te cuida, te proteja, dejar que él te quiera. Ahora mismo no estás loca, ¿no?-yo niego con la cabeza.-Pues entonces, tienes que convencerte de que Peeta no es el culpable de la muerte de tu amigo. De que él sólo intenta quererte. Depende de ti, Chica en Llamas.-concluye, y me hace un gesto cariñoso en la mejilla.

Yo sonrío y veo a Finnick como un hermano mayor, con más sabiduría y experiencia que yo, como un hermano mayor que da consejo a su hermana pequeña, como yo con Prim.

A continuación, Finnick sonríe y se dirige de nuevo a su sillón.

-¡Finnick, espera!-él se para.-Gracias
.por el consejo. A lo mejor te hago caso.

-De nada, Chica Fuego.-continua caminando, pero de repente, se para.- Creía que Gale era primo tuyo, por cierto.

-Eh
si, esto

-Tranquila.-dice él, al ver mi cara de preocupación.-Será nuestro secreto.-a continuación, se lleva el dedo índice a los labios y yo sonrío.

Como Gale está a salvo, y lo estará mientras esté con Emily, que será, imagino, todo el día, decido aceptar la oferta de Peeta e ir a dormir.

Me levanto y me pongo detrás de él.

-Creo que sí que voy a ir a dormir un poco. Pero traeré a Haymitch para que no estés solo. ¿Sabes dónde está?

-Se fue anoche con Charlotte. Yo miraría en su cuarto.-dice Peeta, con los ojos fijos en la pantalla y sin mirarme.

-Vale. Adiós.-digo yo, secamente.

-Adiós.-

Así, voy al cuarto de Haymitch y llamo tres veces a la puerta. Al no recibir respuesta, decido entrar. Nada más dar un paso, el olor a alcohol me dice lo que me voy a encontrar. Por toda la habitación hay botellas de distintas clases de liquores desperdigadas por el suelo. También hay ropa sucia, agua, comida
Haymitch está sentado en la cama, en calzoncillos y sin camiseta, bebiendo una botella de cerveza.

 

Yo me obligo a entrar y me siento a su lado. Él me mira durante un instante y luego vuelca toda su atención en la botella de cerveza.

-Tienes cinco segundos para darme una buena excusa para la borrachera, Haymitch. ¿A qué viene todo esto?

Él me mira, y suelta una carcajada triste, y yo, al estar tan cerca, respiro su aliento, en el que distingo diversas variedades de licor.

-Está casada.-dice con asco y burla, dándole un trago más a su botella.-Está casada y tiene tres hijos.

-¿Charlotte?

Él asiente.

-Oh, Haymitch
lo siento mucho.-De verdad lo hago. Nunca había visto a Haymitch tan contento como en los últimos días, y a veces le descubría con Charlotte desayunando, siempre de la mano. Realmente creía que durarían.

-Ella ya tiene su vida en el Distrito 10. A mí, en el doce, no me espera nada. Nunca me ha esperado nada.-continua él.

-Peeta y yo hemos roto, o lo que sea, ni si quiera sé si estábamos saliendo. El caso es que él ya no quiere saber nada de mí.-Él me mira y arquea las cejas, con interés.-Te lo cuento para que veas que no todos tenemos una vida de color de rosa.

Haymitch suelta otra carcajada triste.

-Parece que no tenemos suerte en el amor, ¿eh, preciosa?

Yo también me río.

-No, parece que no. Al menos siempre nos tendremos el uno al otro, ¿no?-el sonríe de nuevo.-Anda, dame esa botella. Habrá que ahogar las penas de alguna forma.

El sabor de la cerveza quema mi garganta y hago un gran esfuerzo por no toser.

-Demasiado fuerte para ti, preciosa.-me dice Haymitch, y me arrebata la botella de las manos.

A continuación, le convenzo para dejar la cerveza, recogemos la habitación entre los dos y le obligo a darse un baño. Yo le espero sentada en su cama.

Al cabo de lo que me parecen, pocos minutos, unos golpecitos suaves en el hombro me despiertan.

Estoy tumbada en la cama de Haymitch, descalza y arropada con una manta. Me habré quedado dormida y Haymitch, al salir del baño, me habrá puesto la manta. El detalle me hace sonreír ligeramente.

-¡Levanta, dormilona!-me grita Prim, mientras levanta las persianas, que también están bajadas.

Ver la sonrisa de mi hermana me hace sonreír a mí también automáticamente.

-¡Prim!-exclamo, me levanto y la cojo en brazos.

Ella ríe ligeramente y me abraza.

He dormido durante cuatro horas, y ya es por la tarde. Prim, mi madre y Cinna me acompañan mientras como algo en la cocina. Ayer pasaron todo el día juntos, Cinna enseguida se las ha ganado. Prim me sigue pidiendo ir conmigo a algún sitio, y me rompe el corazón al tener que negárselo. No en este momento de los juegos.

Cuando termino de comer, me despido de todos y vuelvo a la sala de mentores.

Haymitch me recibe con un "Ya era hora", al que yo hago burla, y los dos sonreímos.

Ocupo mi butaca, me pongo los auriculares, y me sumerjo en los Juegos del Hambre.

Nada parece haber cambiado desde que me fui. Gale y Emily siguen en el árbol, sin hablar. La verdad, es que ninguno de los tributos hace nada en especial; Gale y Emily descansan, Alix agoniza, Philippe busca víctimas, y Nadine, Penélope y Pam siguen en el campamento de Gale. El hecho de que la situación esté tan aburrida me inquieta, unos juegos del hambre no pueden ser aburridos, ahí está el cometido de los vigilantes.

 

Sin embargo, pasan las horas y no pasa nada, nada en absoluto. Cuando cae la noche, como siempre, se proyecta en el cielo en símbolo de Panem y suena el himno. Aparecen las caras de Elizabeth, Daphne, Collin y Marcy.

-Ha llegado la hora.-dice Emily, mirando a Gale a través de la luz de la luna.

-Ha llegado la hora.-confirma él.

-Vamos bajando, entonces.

Emily se desliza hábilmente por la cuerda que sujetaba a Gale a la rama y cae de pie sobre la tierra del estadio. Sin embargo, Gale baja la cuerda con dificultad, torpemente y cae de bruces contra la tierra, provocándose varias heridas en la cara.

Los dos se toman su tiempo. Miran a las estrellas, a la luna, y por último, se miran el uno al otro.

-Toma.-le dice Emily, entregándole a Gale una de sus lanzas.

-Oh, Emily

-No te pongas cursi. Yo tengo muchas y
cuando te cojan, mejor que tengas algo con lo que protegerte, porque, perdiste el cuchillo que tenías, ¿no?

-Así es. Muchas gracias, Emily. No sólo por la lanza
por todo. Por salvar
digo, por ahorrarme la que hubiera sido una muerte terrible. Te deseo mucha suerte.-A continuación, él se inclina para darle abrazarla, pero ella se aparta.

-¡Eh!-exclama.-Si me abrazas me pensaré lo de clavarte una lanza.-Esta vez, sonríe y hace que Gale sonría.

-Vale, sin abrazos, entonces. Suerte, Emily. -dice Gale, y le ofrece su mano.

-Que no te duela mucho cuando te maten.-responde ella, estrechando su mano.-Adiós, Gale.

-Adiós, Emily.-concluye, Gale y empieza a caminar, dándole la espalda a Emily.

Ella se muerde el labio, pensativa.

-¡Espera, Gale!-exclama, al fin.

Él se da la vuelta.

-¿Sí?

-Ten cuidado con Philippe. Vigila tus pasos, si te coge, estás muerto. Por Alix no deberías preocuparte
creo que iré a rematarle. Vuelve con tus aliados, dividid lo que tengáis y
despídete de ellas. No les digas nada sobre mí, invéntate alguna historia de cómo escapaste. Para ti, yo no existo, ¿entendido? Mantente
ya sabes, no estés muy escondido de las cámaras, los patrocinadores te tienen que ver bien.-Automáticamente intuyo que Emily le aconseja estar en el campo de visión de las cámaras para que a los vigilantes no les sea tan fácil acabar con él.-Y
espero no tener que matarte. De verdad.

Él sonríe tristemente.

-Vale, Emily. Lo haré, gracias. Quiero que ganes tú, te lo mereces. Ya encontrarás la forma de deshacerte de Philippe. Gracias por todo, Emily.

-De nada, supongo.-Ella se acerca más a él, y Gale pone cara de estar confuso.

-Tu campamento está por allí, inútil.-le dice Emily, señalando a su espalda.

-Oh, de acuerdo.-Gale camina hacia la otra dirección.-Adiós, Emily. Gracias de nuevo por salvarme.

-No te salvé, sólo te

-Lo sé.-la interrumpe Gale, sonriendo.-Pero queda más bonito decir que me salvaste.

Ella sonríe ligeramente.

-Está bien, como quieras. -silencio largo.-Adiós, Gale.-dice, finalmente, y se despide con un gesto con la mano.

A continuación, cada uno comienza a caminar hacia direcciones opuestas. Sin embargo, al cabo de unos segundos, Emily para, sin hacer ningún ruido, simplemente deja de caminar. Muy despacio, se da la vuelta y observa a Gale, que camina con ritmo a unos veinte metros de distancia. Mi corazón empieza a latir muy rápido, cuando Emily, ágilmente, saca una lanza de su mochila y empieza a escudriñar a Gale, y la distancia que les separa, como calculando y analizando qué tipo de movimiento tendría que hacer para que la lanza le acertara de lleno en la cabeza. Entrecierra los ojos y sujeta con decisión la lanza. A continuación, como una sombra, sin hacer ruido en absoluto, se arrodilla y sujeta la lanza con una mano hacia atrás, como para coger impulso. Tras unos segundos, suspira, y se pone de pie rápidamente. Guarda la lanza, mira a Gale una vez más, y continúa su camino. Yo, respiro tranquila. Emily ha estado a punto de matar a Gale cobardemente, por la espalda. Y jamás sabré si no lo ha hecho porque él ya estaba demasiado lejos para que la lanza le acertase o porque en el fondo, ella no quería matarle.

 

Durante las horas siguientes, varias veces contengo la respiración al ver como trampas se activan por todas partes por dónde camina Gale; flechas se disparan, caen redes
Él esquiva todo fácilmente, va alerta. Al cabo de dos horas, llega a su antiguo campamento, donde Nadine, Pam y Penélope están sentadas, devorando las últimas galletitas saladas de sus provisiones. Al verle, Pam sale corriendo hacia él y le abraza.

-¿V-vienes tú solo, no?-titubea Pam cuando se separan

Gale aprieta los labios y asiente.

Penélope y Nadine también se han acercado.

-Claro que viene solo, cabeza de chorlito, vimos ayer por la noche que Marcy y Collin habían muerto
-le gruñe Penélope.

Pam, la chica más joven de los tributos, con tan sólo trece años recién cumplidos, solloza. Nadine, de las tributos más mayores, le pone un brazo sobre el hombro y la mira con preocupación.

-Bueno, ¿qué pasó?-pregunta tímidamente Nadine.

Gale les explica toda la historia desde el momento de la tormenta hasta ahora, cambiando a Emily por Philippe. Sólo omite unos cuantos detalles y les dice que Philippe le salvó, pero después se fue. Luego Gale se perdió, hasta encontrar el campamento.

-Me pregunto por qué Philippe no habrá salvado también a Marcy. Es un buen chico.-afirma Nadine.

-Quizá no llegara a tiempo. Fue todo muy rápido.-dice Gale.

-El caso es
-interrumpe Penélope.-Que quedamos siete. Nosotros cuatro, Alix

-A Alix le puedes dar por muerto, yo mismo vi lo mal que estaba
-empieza a decir Gale, pero una mirada asesina de Penélope le hace callar.

-Nadie está muerto hasta que suene el cañonazo.-continua ella, con tono severo. Entonces estamos nosotros cuatro, Alix, Philippe, y
¿quién más?

Gale duda, pero al final dice:

-Mi compañera de distrito, Emily.

-¿Y?-pregunta insistentemente Penélope.

-¿"Y" qué?-dice Gale.

-Quiere decir que qué sabes de ella, qué sabe hacer, si es peligrosa.-explica Nadine con tono de paciencia.

-Oh
-Gale mira a los ojos a las chicas y duda, lo veo en su mirada.-La verdad
la verdad es que no lo sé. No hablamos mucho durante los entrenamientos. Sacó un seis en las sesiones privadas, utilizando una lanza. Yo me la esperaba muerte en los primeros días.

Penélope asiente, Nadine mira a Gale con inseguridad, y Pam, simplemente, solloza.

-Respecto a nosotros
-comienza a decir Gale.-Creo que es la hora de que nos separemos. Creo que a ninguno de nosotros nos gustaría matar a los otros.

 

Todos coinciden en que lo mejor es realizar la última parte del recorrido cada uno por su cuenta, para poder evitar, efectivamente, tener que matar a sus propios aliados.

Así, recogen todas sus pertenencias; armas, comida, agua, ropa, botes de medicina casi vacíos
y los reparten en cuatro partes iguales. Cada uno coge una mochila y están listos para separarse.

-Bueno
-dice Penélope, sin ganas.

-Bueno.-repite Gale, sonriendo.-Ha sido
un placer, señoritas. Gracias por todo.

-Gracias por todo, Gale.-solloza Pam.

Gale la abraza de nuevo.

-He oído que a Philippe le gustan las trampas. Mirad por dónde camináis
y
creo que eso es todo. Buena suerte, chicas.

A continuación, Gale estrecha la mano de todas y cada una de las chicas, se despide de ellas y les desea suerte.

Cada uno de los tributos respira hondo, sube la cabeza y comienza sus juegos por su cuenta.

Casi a la vez, los mentores de los distritos 4, 7 y 8 también se levantan. La alianza se rompe, y con ella también el compartir una sala de mentores con nuestros aliados.

Finnick me abraza y me da un beso en la frente. Me hace prometerle que mantendremos el contacto. Con Johanna me doy la mano, al fin de todo, la respeto. También me despido de Isabella, la mentora de Penélope, aunque no me haya tratado demasiado con ella.

Al cabo de pocos minutos, las paredes de la sala empiezan a estrecharse y todo se queda en absoluto silencio. Haymitch, Peeta y yo nos miramos entre nosotros. Ahora estamos solos

Nuestra sala de mentores está demasiado vacía. Echo de menos los cuchicheos, el tarareo de canciones antiguas de Mags, los coqueteos constantes de Finnick o incluso las quejas de Johanna. Ahora, sólo silencio.

Empieza a amanecer en la Arena. Gale camina, sin rumbo fijo, al igual que Pam, Nadine y Penélope. Emily sigue en el árbol, alerta. Philippe come una manzana en un claro del bosque. Alix se esconde entre unos matorrales, aún demasiado débil para poder hacer algo que no sea estar tumbado.

-Peeta, deberías ir a dormir.-le aconsejo yo. Él me mira con curiosidad.-No recuerdo la última vez que te vi fuera de esta sala
Haymitch y yo podemos encargarnos.

Él no pone ninguna pega. Está cansado, veo reflejado su agotamiento en sus ojos. Así, se levanta y se dispone a abandonar la habitación.

-¡Espera!-digo yo, recordando mi conversación con Finnick.- ¿Te importa si te acompaño a tu habitación?

-En absoluto.-responde él. Aprecio cierto tono de sorpresa en sus palabras, pero él evita mirarme directamente a los ojos.

-Volveré enseguida.-le digo a Haymitch.

-Tomaos vuestro tiempo.-dice él, sin mirarnos directamente, pero al pasar, noto cómo me guiña un ojo. Yo le doy un pequeño empujón cariñoso en el brazo. El sonríe ligeramente.

Peeta y yo caminamos en silencio hasta su habitación, sin mirarnos. Cuando llegamos, él abre la puerta.

-¿Te gustaría pasar?

-Claro.-respondo yo, tímidamente y él me deja pasar primero.

Los dos nos sentamos al borde de la cama. Él parece incómodo, no me mira y mueve mucho las manos. Para que se tranquilice, le cojo una de sus manos y consigo su atención. Durante unos instantes que se pasan como horas, mis ojos se clavan en los suyos, en esos profundos ojos azules de los que jamás me cansaría. Siento lo mismo que aquel día de Cosecha, aquel día de nieve, a las cinco de la mañana cuando me acercaba a casa de Haymitch y le vi desde la ventana de su cocina. Nuestros ojos se sumergieron en los del otro, tal como lo hacen ahora, y en ese momento sentía que lo había perdido, que él me odiaba, que jamás me querría. Tal como ahora me siento. Sin querer, una lágrima se me escapa, y se desliza sobre mi mejilla. Sin embargo, yo no hago nada, la dejo. En cualquier otra situación me la hubiera limpiado con la mano enseguida, para demostrar que no soy débil, pero al chico que tengo delante de mis ojos no tengo que demostrarle nada. No tengo que esconder mis lágrimas ante él.

 

Sin apartar los ojos de los míos, me acaricia la mejilla, secando la lágrima.

-Te quiero.-susurro yo, sin miedo. Peeta me sigue mirando, pero no dice nada. Sólo silencio.

Entonces yo, miro hacia abajo.

-Te quiero. Lo supe cuando trajiste a mi familia para celebrar mi cumpleaños, y la verdad, no sé cómo no me he dado cuenta antes. Pensaba decírtelo en la terraza.-Sin que pueda hacer nada para evitarlo, caen más lágrimas, acumuladas de todas las emociones vividas en los últimos días.-Y
bueno, si dijeras algo ahora sería fantástico.-concluyo, sonriendo ligeramente.

Él también sonríe.

-Yo también te quiero, Katniss.-dice él, suavemente.

Yo asiento con la cabeza.

-Pero las cosas no son así de fáciles, Peeta.

-¿Por qué no? Si los dos nos queremos todo debería ser fácil.

-Lo sería, sí, en condiciones normales. Uno de los debería estar muerto ahora mismo, tú mismo lo dijiste. Los Juegos del Hambre nos debieron haber separado y
tarde o temprano, lo harán.

-¿De qué manera lo harán? No tienen por qué

-Nuestra historia es demasiado bonita para ser cierta, Peeta. Los cuentos de hadas no existen

-¿Y tú crees que nuestra historia es un cuento de hadas, Katniss? ¿Que nuestra historia es "bonita"?-exclama Peeta.-Vivimos en un sitio done la gente muere de hambre. Donde nosotros mismos podríamos haber muerto de hambre. Toda nuestra infancia nos la pasamos con miedo a cumplir doce años. Cuando efectivamente, los cumplimos, tenemos que someternos durante seis años enteros a una lotería, donde si eres el "afortunado" ganador, tienes una muerte segura. Nosotros fuimos dos de esos "afortunados" ganadores. Tú, te presentaste por tu hermana, dejándola a ella y a tu madre solas, sabiendo que quizás sin ti, morirían de hambre. Yo, salí elegido sabiendo que la chica de la que llevaba enamorado desde siempre pero con la que nunca me había atrevido a hablar venía conmigo, y que moriría, sin que ni si quiera ella supiera mi nombre. Después, nos echaron a un campo, donde tuviste que matar gente, Katniss. Donde yo pasé los que son y seguramente serán los peores días de mi vida. Donde cada día era una guerra. Después, por un momento, casi nos obligan a matarnos el uno al otro. Luego me dijiste que no me querías, ahí me rompiste entero, Katniss. No contentos con eso, eligieron a posta a tu mejor amigo para matarlo y a ti y a mí nos obligarán a verlo y nos harán sentir responsables. No sé tú, Katniss, pero yo creo que tú y yo nos meremos un puñetero final feliz. Porque lo que tú y yo hemos pasado lo ha pasado muy poca gente. Y, ¿qué mejor manera de restregar nuestra victoria, de demostrar que somos más fuertes que sus juegos del hambre que estando juntos y felices para siempre?

 

A continuación, yo no puedo evitar abrazarle, abrazarle con fuerza, disfrutar de él lo que no he podido disfrutar durante dos días que han parecido años para mí.

-Dos días sin mí y le saco un "te quiero" a la propia Katniss Everdeen. Sí que tengo que ser guapo, sí
-bromea Peeta, mientras me abraza con fuerza.

Yo saco una risa entre sollozos, y le doy un puñetazo, sin fuerza claro, a Peeta en la espalda. Él finge un grito de dolor que se transforma en una risa.

Cuando nos separamos, él me sonríe, y yo siento que me derrito. A continuación, me acerca a él y nuestros labios se funden en un apasionado beso. Cuando nos separamos, le ordeno que se vaya a dormir y él no protesta. Se mete en la cama y yo me quedo con él, jugando con su pelo, hasta que al cabo de dos minutos, cae dormido. Le doy un beso en la frente, bajo las persianas y me voy de la habitación.

Aún sonriendo, entro en la sala de mentores y todavía me causa algo de impresión verla tan reducida y tan sólo ver a Haymitch recostado en su butaca.

-Quedan seis, preciosa.-me dice cuando entro.-Eh, pero tranquila, Gale está bien. Es Pam.-añade, al ver mi rostro asustado.

Enseguida me acomodo en mi butaca, me pongo los auriculares, me olvido de Peeta y me sumerjo en los juegos, justo a tiempo para ver cómo Philippe saca con tono de tristeza a Pam de la red. Al igual que con Olive, la coloca en el suelo y le cruza las manos sobre su estómago.

-Mejor que no lo hayas visto, preciosa. Te hubiera recordado a

-A Rue.-completo yo, porque efectivamente, al ver a la pequeña Pam, tan corta de estatura y con restos de lágrimas sobre su rostro, es inevitable acordarme de Rue, de Rue y de su muerte. El rostro de Pam posee un aire infantil, tan sólo era una niña. Siento su muerte.

Al cabo de unos dos minutos, suena un timbre en la habitación. Haymitch y yo discutimos por unos instantes quién se va a levantar a abrir la puerta. Acabo haciéndolo yo.

Detrás de la puerta hay una asistente del centro que lleva una bandeja de galletas y café. Me informa de que el ordenador a través del cual pedimos la comida está averiado y nos ha traído algo de comer, por si nos apetece. Yo se lo agradezco y la dejo entrar.

Antes de sentarme en la butaca, hay algo que me llama la atención respecto a Haymitch. De repente, su rostro es tan blanco como el papel, suda y mantiene los ojos muy abiertos. Cuando la asistente coloca la bandeja sobre la mesa, no puedo evitar soltar un pequeño grito al ver cómo Haymitch, sin apenas mirarla coge una de sus manos con muchísima fuerza, lo que provoca que el café de ambas tazas se derrame por todo el equipo técnico de la sala.

La asistente grita e intenta soltarse. Entonces Haymitch se gira, lentamente y la mira a los ojos. En unos instantes observo cómo los ojos se clavan en los ojos, y entonces, ella suelta otro grito, pero esta vez no es de miedo, es un grito de alegría, pero ahogado en un tono de sorpresa. Haymitch se levanta, tambaleando, la mira una vez más, y después, aún temblando, se funde en un abrazo con ella. Entonces veo una de sus manos acariciando la cabeza de Haymitch, y lo veo. Veo esa característica mancha en forma de corazón sobre su mano izquierda. Veo esa mancha en forma de corazón que Wendy odiaba, u odia, tanto.

 

Las palabras de Wendy me llevan hasta el Distrito 12 de hace treinta años. Wendy nos relata su impactante historia desde el momento en el que se anunció a Haymitch Abernathy como el ganador del primer Vasallaje de los Veinticinco hasta hace tan sólo unas horas.

A través de su historia, descubro cómo Wendy fue fuerte. Descubro cómo nunca abandonó, cómo nunca tiró la toalla.

Wendy y su familia al completo fueron detenidos el día siguiente a que Haymitch ganara los juegos. Se les metió en un tren camino al Capitolio, amenazados con armas y sin explicarles absolutamente nada de lo que estaba pasando. A su llegada al Capitolio, fueron encarcelados durante unas semanas, sin ni si quiera saber el delito que habían cometido.

Tras un par de semanas en la cárcel, los padres de Wendy fueron liberados, pero ella siguió en aquella celda durante dos días más. Cuando al fin, salió, no supo nada de sus padres. Meses después recibiría un soplo de que les habían dejado libres y enviado al Distrito 4, a empezar una vida nueva.

Sin embargo, Wendy no corrió la misma suerte. La Justicia del Capitolio estuvo unos días debatiendo qué hacer con ella; convertirla en avox o en una simple sirvienta. Debido a que ella no había realizado el crimen, se tomó la segunda opción. Se decretó que Wendy trabajaría indefinidamente en el Capitolio, concretamente en la sección de cocina del Centro de Entrenamiento.

Esto suponía una serie de limitaciones. Wendy no podría obtener una casa, tendría que vivir en el Centro que se le asignara. Así, tampoco podía contraer matrimonio, y sólo se le permitían hacer salidas de Ocio en el Capitolio una vez al mes.

Respecto a los juegos, a Wendy sólo se le permite ver los Juegos, sólo verlos. No puede ver nada más que los juegos en sí, ni el desfile de tributos, ni las entrevistas, ni la gira de la victoria, nada. Por eso no sabía nada sobre Haymitch.

Me quedo fascinada por la fortaleza de Wendy, que lleva luchando más de veinte años, sin rendirse.

Algunas lágrimas silenciosas se deslizan por las mejillas de Haymitch, que coge con fuerza una de las manos de Wendy. Ella está sentada sobre sus rodillas, y reconforma de vez en cuando a Haymitch, que la mira a los ojos pensando en el momento en el que se va a despertar de aquel sueño.

Yo les miro con cariño, y veo reflejado en los ojos de Haymitch lo que ha supuesto para él todos esos años de agonía, de culpabilidad, de tristeza.

-Hemos estado siempre tan cerca
Pero a la vez tan lejos.-le dice Wendy a Haymitch, cariñosamente.

Él sólo asiente y besa dulcemente su mano. Ella sonríe.

Es una mujer de unos cuarenta años, al igual que Haymitch. Tiene el mismo físico que Haymitch me describió hace unas semanas; pelo castaño, ojos verdes, mirada inocente. Sin emabrgo, algo se ha llevado la magia en sus ojos, aquella magia que Haymitch me describía tan fascinado.

-Haymitch
puedes ir si quieres a...Bueno, ya sabes. Puedes irte con Wendy. Puedo hacerme cargo de esto.-digo yo, incómoda. Imagino que tras tantos años Haymitch querrá estar a solas con ella.-Te llamaré si algo va mal, ¿vale?

-De acuerdo, preciosa.-dice él, coge a Wendy de la mano y ambos se disponen a abandonar la habitación.

 

-Adiós, Katniss. Ha sido un placer conocerte. Nos vemos pronto.-me dice Wendy, dulcemente.

Yo sonrío y les despido.

Me doy cuenta de que es la primera vez en los juegos que me quedo sola en la sala de mentores, todo bajo mi control. Si quisiera, ahora mismo podría enviarle a Gale todos nuestros fondos en comida o agua. Si quisiera, podría llamar a alguno de nuestros patrocinadores para que le compre algún tipo de arma más potente a Gale.

Sin embargo, me contengo y simplemente me siento en mi butaca, disfrutando de mi soledad. Me coloco los auriculares y observo la pantalla de Gale. Está sentado por detrás de unos matorrales que le ocultan bien. No puedo evitar sentirme fatal al comprobar en las condiciones que Gale se encuentra. Tiene los ojos cerrados con fuerza y tiene las manos colocadas en su estómago, también las presiona contra él con fuerza. Tiene los labios secos y agrietados. Las heridas de sus brazos van a peor, siguen sangrando. El calor de la Arena debe de ser asfixiante, porque Gale suda por todas partes. Este sería un momento perfecto para los vigilantes para darle su golpe de gracia, Gale ni intentaría defenderse. Quizá los vigilantes sospechen que la muerte de Gale es inminente, y prefieren disfrutar del espectáculo.

Me obligo a mirar a las otras pantallas, lo que me anima un poco. Gale no es el único que lo está pasando mal. Nadie tiene ganas de ir a cazar. Incluso Philippe y Emily están teniendo problemas. Empiezo con la pantalla de Alix. Sigue tumbado, y no parece estar en condiciones mejores que las de Gale. Durante las últimas horas ha estado recibiendo paracaídas cada treinta minutos, supongo que es lo que le ha salvado la vida. Las heridas de las flechas empiezan a curarse, pero Alix no tiene ni agua ni comida. Está encogido en algún lugar del estadio, en posición fetal y con los ojos cerrados. De vez en cuando, gime.

Nadine está cerca del viejo campamento de los aliados, no ha ido muy lejos. Está sentada, sudando y rebusca las últimas migas en su paquete de galletas. Al igual que Gale tiene los labios secos y agrietados.

En cuanto a Penélope, no está muy lejos de Nadine, tan sólo unos kilómetros más al norte. Está sentada bajo la sombra de un árbol, con la mirada perdida. Tiene su botella de agua en la mano, y ésta está casi vacía. Penélope la mira por un momento y se traga sin pensarlo dos veces los últimos mililitros de agua.

Philippe y Emily, sin embargo, buscan. Philippe camina por su área de caza de siempre, comprobando sus trampas y buscando bayas en las plantas de las que siempre las coge. Sin embargo, no las encuentra. Parece estar seguro de que esa es su planta, pero no hay ningún fruto en ella.

Emily también camina. Al cabo de unos minutos, llega a lo que antes era el pequeño riachuelo del que siempre cogía nada. Ahora, es sólo un pequeño hoyo en la tierra. Tan seco, como el resto del estadio. Emily acaricia con incredulidad la tierra donde antes fluía el agua que la ha mantenido viva y mira hacia el cielo. Suspira.

En ese momento, decido ir a buscar a Haymitch y Peeta para comentarles el enviarles algo de agua o comida a Gale y Emily.

Justo en el momento en el que abro la puerta para ir a buscarles, el sonido de unas trompetas que sale de las pantallas me distrae.

Rápidamente, vuelvo a entrar y me pongo enfrente de la pantalla que emite para todo Panem. La cara de Claudius Templesmith con un micrófono en la mano ocupa toda la pantalla.

 

-¡Estimados tributos de los septuagésimo quintos juegos del hambre! Como habréis podido comprobar, han desaparecido del estadio todo de lo que os alimentabais
Así como todo el agua de la Arena. Lo que significa que
-suelta una pequeña y despreciable y risita y mira a todos sus compinches que están en el plató.-Lo que significa que
¡pronto podréis disfrutar de un estupendo banquete! Mañana al amanecer, en la Cornucopia habrá todo tipo de manjares para que saciéis vuestra hambre y sed. Pero debido a que hemos observado que puede que algunos no lleguéis a mañana
-comenta Claudius, y yo siento un escalofrío.-Y como sólo quedáis cinco y no queremos correr riegos, dentro de poco disfrutaréis de una refrescante
tormenta. Recordad, mañana al amanecer, banquete en la Cornucopia. ¡Estáis todos invitados! ¡Que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!-concluye.

A continuación, se proyecta uno, por uno los rostros de los tributos restantes. La cámara se toma su tiempo en enfocar a cada tributo, para que el espectador identifique a los supervivientes, a sus héroes, a sus vencedores, para que decidan quién quieren que muera y quién quiere que viva.

Algunos reaccionan rápido. Otros, se regalan unos segundos para disfrutar del deslizar de las pequeñas gotas de agua sobre sus demacrados rostros.

La lluvia cae suavemente, sin demasiada intensidad, y haciendo poco ruido.

Tras unos minutos de tímidas gotas de lluvia, todos los tributos se ponen en marcha y se disponen a recoger el líquido del que su vida depende.

Yo, al ver cómo todos están más centrados en recoger la máxima cantidad de agua que en matarse los unos a los otros, decido ir a buscar a Haymitch y a Peeta.

Los pasillos del centro de mentores están desiertos, y sólo escucho el sonido de mis propios pasos.

Ya en el centro de entrenamiento, abro con suavidad la puerta de la habitación de Peeta. Lo encuentro profundamente dormido, con una pequeña sonrisa dibujada en los labios y con rostro tranquilo. Me permito observarle por unos segundos, contemplar todas las facciones de su cara, desde sus párpados, adornados por unas largas pestañas doradas, hasta sus labios, de tono rojizo y relajados. Le acaricio suavemente unos mechones que caen sobre su frente, y noto cómo él, entre sueños, sonríe ligeramente.

-Peeta, Peeta
-susurro yo.

Él se mueve un poco, pero no llega a despertarse. Le doy unos toquecitos suaves en el hombro, pero tampoco surgen efecto.

-Peeta
-repito yo, pero él no reacciona, su sueño es demasiado profundo.

Le beso suavemente en la mejilla, él vuelve a sonreír y mueve ligeramente la cabeza.

Yo sonrío, y comprendo.

-¡Estás despierto, Peeta!

Él no puede disimular una gran sonrisa, pero mantiene los ojos cerrados.

-No del todo
-susurra él, sonriendo.

-¿Y qué hay que hacer para que estés despierto del todo, si se puede saber?-pregunto yo, con impaciencia.

Como respuesta, aún con los ojos cerrados, Peeta comienza a mover los labios indicándome qué es lo que hará que se despierte.

-Qué cara tienes.-le reprocho yo, sonriendo.

A continuación me inclino y le beso suavemente en los labios. Él, sin embargo, estando más despierto de lo que parece, se incorpora, coloca una mano en mi pelo y me devuelve un largo y apasionado beso.

 

Cuando nos separamos, él sonríe ampliamente. Yo noto cómo mis mejillas se encienden.

-Buenos días.-me dice, con tono coqueto.-Deberías saber que desde los juegos, Katniss
es imposible tener un sueño profundo. Me has despertado sólo con abrir la puerta.

-Sí, debería saberlo. A mí también me pasa.-respondo yo.

-Bueno, no pasa nada.-dice él, cogiéndome la mano.- ¿Qué pasa?

-La calma se ha acabado. Os necesito a los dos en la sala de mentores.

-Ya me imaginaba que esto no duraría mucho
-comenta Peeta, apretando los labios.-¿Un banquete?

Yo asiento.

-Entonces será mejor que nos pongamos en marcha. ¿Has llamado ya a Haymitch?

-Verás
esperaba que lo hicieras tú. A lo mejor Haymitch ahora está
ocupado.

-¿Ocupado?-pregunta él, extrañado.

-Wendy ha aparecido.

-¿Wendy? ¿Quién es Wendy?

-Oh, es cierto, tú no sabes nada sobre la novia de Haymitch

A continuación le explico lo más rápido posible la historia de Haymitch y Wendy. Él la asimila más rápido de lo que esperaba, y coincide conmigo en que no deberíamos molestarles, pero al final, los dos decidimos que Los Juegos son más importantes y que ya tendrán tiempo para ellos.

Llamamos a Haymitch a su habitación y unos minutos después nos acompaña rechistando a la sala de mentores. La situación está igual a cuando nos fuimos, todos beben y recogen agua.

-Un banquete.-comienza a decir Haymitch.-En el del año pasado casi acaban contigo, preciosa.

Yo asiento, y siento escalofríos al recordarlo todo, Clove, la fea herida en mi frente, Tresh matando a Clove
Sin embargo, estos escalofríos no son nada comparados con los que me entran al pensar qué le pasará a Gale en el banquete.

-Gale no puede ir al banquete. Acabarán con él.-digo yo con tono tajante.

-Preciosa, tiene que ir. Todos tienen que ir, han eliminado toda la comida del estadio. Morirá de hambre si no asiste.

-Pero tiene patrocinadores, ¿no? Le podemos enviar comida.-argumento.

-Creo que Haymitch tiene razón, Katniss.-comienza a decir Peeta.-Gale debería ir al banquete. Quiero decir, ese día se va a centrar en el banquete, si Gale no fuera, sería la ocasión perfecta para que los vigilantes lo eliminaran y nadie prestara atención. De todas formas, depende de él, no de nosotros.

-No creo que lo mataran.-insisto yo.-Sólo quedan seis tributos, uno no puede desaparecer porque sí.

-Si son órdenes directas de Snow, puede, preciosa. -replica Haymitch, perdiendo la paciencia.

Justo cuando estoy a punto de contraatacar, Peeta nos llama la atención sobre la pantalla de Emily. Me encuentro con los ojos castaños de Emily Burdock, mirando directamente a la cámara y con tono severo.

-Quiero informar a mis mentores
-comienza a decir con tono firme.-
de que no asistiré al banquete que tendrá lugar mañana. Que ellos tomen las decisiones que consideren correctas de acuerdo con la situación. Gracias.

Todos nos quedamos en silencio. Haymitch y Peeta aún mantienen los ojos pegados a la pantalla, y mi corazón late más rápido de lo normal.

-¿Q-qué quiere decir, Haymitch?-pregunto yo, titubeando.

 

-Lista
muy lista.-murmura Haymitch para sí mismo, ignorando mi pregunta.-Jodidamente lista.

Peeta me mira con los ojos muy abiertos, como preguntándome qué pasa.

Haymitch se levanta rápidamente de la butaca y comienza a hacer llamadas, ignorando las preguntas que Peeta y yo le planteamos.

Al cabo de unos instantes, yo pierdo la paciencia y le arrebato el teléfono de las manos.

-¡Haymitch! ¿Nos quieres decir qué diablos está pasando?-exclamo yo, fuera de mí.

-Lo que está pasando, preciosa
-me ladra Haymitch.-Es que es muy probable que Emily gane los juegos. No va a asistir al banquete. Sabe que es demasiado peligroso, sabe que alguien morirá, y sabe que Philippe es más listo que ella.

-¿Y? ¿No le pasará lo mismo que a Gale? ¿No morirá de hambre?-insisto yo.

-No, claro que no. Sabe que aún no le hemos enviado ningún regalo. Y es lo suficientemente lista para saber que los patrocinadores se la están rifando. Y yo soy lo suficientemente listo para no haberle enviado nada todavía. Ella lo sabe, todo. Emily sabe que puedo enviarle comida para los días que queden, que no serán muchos, imagino. Ese lujo no se lo puede permitir ningún tributo. Lista, es muy lista.-explica Haymitch, de mal humor.

-Entonces
¿Emily no va a asistir al banquete, esperando que le enviemos comida?-pregunta Peeta.

-No sólo eso. En Los Juegos del Hambre no gana quién más comida tenga
gana el que mate a todos.

-¿Armas? ¿Quiere que le enviemos armas? ¡Si le sobran!

-Armas no, preciosa.-me corta Haymitch.-Emily
tenéis que entender
es muy lista.

-¡Deja de decir eso, Haymitch!-grita Peeta.-Puede que tengas más experiencia, pero nosotros también somos mentores. Cálmate y explícanos qué es lo que está pasando y qué es lo que va a pasar.

Haymitch suelta un gran suspiro y se vuelve a sentar en su butaca.

-Tenéis que entender que un banquete no es ajeno a ningún tributo, menos a Emily. Emily no es un tributo como Pam, por ejemplo, ella busca ganar más que nada, y hará lo que sea por la victoria. Por eso, el banquete no le es indiferente. Sin embargo, para ella, sería imprudente asistir. Es lo suficientemente lista para saber que tiene patrocinadores que le darán comida para el resto de los juegos, conseguir comida no es un problema para ella, para el resto de los tributos, es EL gran problema. Emily no ha pasado hambre en todos los juegos, si nos ponemos en lo peor, pasará hambre un día, quizá dos, como mucho. Lo podrá soportar. Lo que quiero decir, es que es casi imposible que Emily muera de hambre. Así que, ¿para qué arriesgarse a ser herida para conseguir algo que ya tiene? Podría matar a algún tributo, sí, pero de eso ya se encargarán entre ellos. Además, si resultara herida en el banquete, necesitaría medicinas de sus patrocinadores, y la comida desaparecería.- Haymitch respira, y descansa la voz durante unos instantes.-La situación para los otros tributos es diferente. Para empezar, todos están medio muertos de hambre. Necesitan la comida, y el banquete es la única forma de conseguirla, ya que los vigilantes se han encargado de eliminar todo tipo de comida. Alix ya ha recibido todo tipo de regalos de sus patrocinadores; comida, medicinas
, no creo que le den más, por eso, él está obligado a asistir. El caso de Philippe es diferente, parecido al de Emily. Él tampoco ha pasado hambre, ha estado bien alimentado durante todos los juegos, sin embargo, la diferencia entre Emily y Philppe es que los patrocinadores de Emily son más listos.-hace una pequeña pausa y nos sonríe. Peeta y yo le devolvemos la sonrisa.- Philippe ya recibió un regalo, ¿recordáis? La tela con la que captura a sus víctimas. Debió ser realmente cara, y el chico no es demasiado característico. Conseguiría comida, sí, pero no suficiente. En cuanto a Nadine y Penélope
no creo que las chicas tengan demasiados patrocinadores, también están obligadas a ir. Y bueno, Gale
Gale es Gale. Emily sabe su situación, y se imaginará lo mismo que nosotros, que si Gale no va, sería el blanco perfecto para los vigilantes.

 

Peeta y yo nos tomamos unos instantes para asimilar todas las palabras de Haymitch.

-Has dicho que el banquete no le es indiferente a Emily
-comienzo a decir yo.-¿Quieres decir que busca algo que la beneficie en él?-Haymitch asiente.-¿El qué?

-Creo que
No estoy seguro, pero creo que Emily intenta provocar que en el banquete muera el mayor número posible de tributos.

-Pero, ¿cómo va a hacer eso si no está presente?

Haymitch arruga el entrecejo.

-Aún no lo sé. Pero tiene un plan, de eso estoy seguro. Por eso, no sólo le vamos a enviar comida. Quiero enviarle unos prismáticos.

-¿Unos prismáticos?-pregunto yo, extrañada.

-Sí. Ya tiene comida, ya tiene armas
necesita artilugios. Y también necesita saber qué está pasando en el banquete, imagino que se subirá a un árbol y lo observará todo. Unos prismáticos para un tributo como Emily es un artilugio de lo más útil
Ahora voy a hacer unas llamadas, necesito hablar con los patrocinadores. ¿Estáis
estáis de acuerdo en todo?-nos pregunta Haymitch.

Peeta y yo nos miramos durante unos segundos, y aunque me cueste aceptarlo, sé que lo que diga Haymitch es lo mejor.

Yo, finalmente asiento, después lo hace Peeta.

-Eres un gran mentor, Haymitch. De verdad.-le digo yo, mirándole a los ojos.

-No cantes victoria aún, preciosa.-me dice con tono serio. A continuación, comienza a hacer llamadas.

Yo poso mi mirada sobre las diferentes pantallas, pensando, o más bien, temiendo lo que pasará mañana al amanecer.

-¿Estás bien?-me pregunta Peeta, sacándome de mi ensimismamiento y cogiéndome la mano.

Yo suspiro.

-No, no lo estoy.

A continuación, Peeta me abraza y coloca mi cabeza sobre su pecho, de manera que yo escucho el latido de su corazón.

-Todo va a acabar pronto, Katniss. Muy pronto.

"Quedan pocas horas para el amanecer, Katniss".

La suave voz de Peeta, muy cerca de mí, sólo a unos pocos centímetros, me obliga a despertarme. Aún es de noche. Me giro, y ahí le veo, fingiendo una sonrisa.

-Buenos días, chica en llamas. ¿Qué tal has dormido?

-He dormido, que no es poco.-respondo yo, bostezando.- ¿Qué hora es?

-Yo también he dormido bien, gracias por preguntar.-dice él, riendo.-Son las 4. Dos horas para el amanecer.

-¿Qué hacemos hasta entonces?

-Podemos desayunar, nos hará falta, va a ser un día
complicado. ¿Quieres desayunar arriba?

Yo asiento. Peeta me besa suavemente la mejilla y nos ponemos en marcha. Él va a por el desayuno a la cocina, y yo me visto. Diez minutos después, los dos estamos sentados en la azotea, en silencio.

 

Peeta me ofrece todo tipo de manjares para desayunar, pero yo rechazo todo, mi estómago no acepta nada en estos momentos.

Cuando Peeta termina de desayunar y se da por vencido en hacer que yo desayune algo, me abraza y yo coloco mi cabeza sobre su hombro.

Permanecemos unos minutos así, en silencio, hasta que yo digo:

-Peeta, ¿qué somos?

-¿Cómo que "qué somos?-me pregunta él, extrañado.

-Pues eso
somos ¿amigos, una pareja? ¿Qué somos?

Peeta tarda en contestar.

-Somos unos supervivientes, Katniss.

-Eso no me vale.-replico yo.

-No sé lo que somos. Te quiero, lo sabes. Moriría sin ti. Si tú me quieres
lo normal sería que fuéramos pareja, sí. Pero nuestra relación no es normal. Si es necesario etiquetarnos, yo diría que somos unos supervivientes
que se siguen salvando la vida el uno al otro día tras día. Eres mi amiga. Estoy enamorado de mi amiga
y ella
ella está confusa. Y necesita tiempo. Así que nos colgaremos la etiqueta de "amantes", "pareja", "amigos", o lo que sea, dentro de un tiempo, el que necesites, no me importa esperar.

Yo le miro a los ojos durante unos segundos y él sonríe.

-¿Está eso bien?

-Sí, lo está.-susurro yo.-Desde luego que lo está.

Me acerco más a él. Noto el latido de su corazón. Noto su respiración. Él me acerca más, yo no me resisto. Nuestros rostros casi se tocan el uno al otro. Finalmente, el me acerca más, y me besa. Sus labios me dan calor, una sensación que se extiende hasta el último rincón de mi cuerpo.

-Espera, Peeta
-titubeo yo.

Él para inmediatamente y clava sus ojos azules en los míos.

-¿Pasa algo?

-Es que
es que
hay algo que tú no sabes. Y no te lo quiero ocultar más.

Él alza las cejas y me invita a que continúe.

-Verás
¿recuerdas la noche previa a los juegos?-él asiente y yo trago saliva.-Pues
te mentí. Te dije que no pasó nada con Gale, pero sí que pasó y

-¿Te acostaste con él?-me interrumpe él, rápidamente.

-¿Qué? ¿Cómo que si
? ¿Cómo has podido pensar
?-empiezo a tartamudear yo, sin poder creer lo que me acaba de preguntar Peeta.

-¿Lo hiciste sí o no?

-¡No! ¡Por supuesto que no! ¿Cómo has llegado a pensar tal cosa, Peeta?-exclamo yo, incómoda.

-No lo sé
él me lo dijo.-responde él, encogiéndose de hombros.

-¿Qué te dijo qué?-pregunto yo, nerviosa.

-La noche del desfile de tributos, o el día de los entrenamientos, no lo recuerdo
Cuando fui a hablar con él. Me contó lo triste y destrozado que estaba, por todas las cosas que se iba a perder, una de esas cosas era eso, ya sabes. Pensé que quizás te lo hubiera comentado, y quizás, bueno

Tardo unos segundos en responder, estoy atónita por sus palabras.

-Pues no. Esa noche me dijo que me quería, y yo le dije lo mismo
-Peeta me mira, y como no puedo aguantar la mirada, miro hacia el suelo.-Y me besó, y yo le besé y
no sabía lo que decía, Peeta
te lo juro

-No te preocupes, Kat.-me dice él, mostrando una sonrisa, que en el fondo sé, que es falsa.-No soy estúpido, sé que había pasado algo entre vosotros. Habíais dormido juntos
Y la despedida
no era una despedida entre amigos, precisamente. Mi mayor temor era que te hubieras acostado con él. No te guardo rencor, él me dijo que estaba enamorado de ti, y sabía que no se iría sin decírtelo. En el fondo, ambos sabemos que sientes algo por él. Pero
-añade, con una sonrisa más real.-Sé que también sientes algo por mí. La pregunta sería qué sentimientos son más profundos.

 

Yo asiento, casi con lágrimas en los ojos. Le abrazo con fuerza, y le doy las gracias al oído.

Pasamos una hora más en la azotea, y accedo a comer algo.

-Tú
¿tú también pensabas en eso la noche antes de los juegos?-pregunto, de repente.

Él sonríe.

-Vamos, puedes decírmelo, no te voy a juzgar.-le animo yo, riendo.

-La verdad es que
pensaba en muchas cosas, Katniss. En ti, sobre todo. Pero una de esas cosas fue esa, sí.-confiesa Peeta, algo avergonzado.

-No me lo puedo creer.-digo, sonriendo.-La verdad es que yo sólo pensaba en Prim.

-Vamos, no me hagas sentir mal.-

-No, no lo hago por eso.-digo, con tono divertido.-Me parece raro que ambos pensarais en eso. Será porque sois chicos.

Pasamos varios minutos más comiendo, hablando sobre otros temas, hasta que decido volver a sacar el tema del sexo.

-¿Tan importante es para vosotros?

-¿El qué?-pregunta Peeta, confuso.

-Pues
eso.-respondo, algo avergonzada.

Peeta sonríe y mira al cielo. Se toma su tiempo en responder.

-¿Ahora mismo? No, ahora no es importante. Pero eso es una parte importante de la vida, creo. Pienso que es algo que hay que hacer algo de morir, ¿no crees?

-Supongo.-contesto, pensativa.

-Pero podemos dejar ese tema ya, ¿por favor?-pregunta Peeta.

-Claro.-digo yo, riendo una vez más.

Pasan unos minutos más. A medida que pasa el tiempo, el ritmo de mi corazón se acelera, me pongo cada vez más nerviosa, e imágenes de banquetes de otros juegos, se alternan en mi mente. Cuando pienso en el banquete de los juegos de hace unos años, en el que murieron más de la mitad de los tributos de los que quedaban, la voz de Peeta me distrae.

-Creo que deberíamos ir yendo, Katniss.

Yo asiento. Peeta se levanta, y me coge de la mano. Yo también me pongo de pie. Le miro, me sumerjo en sus ojos, buscando algo que me tranquilice, que me haga olvidar
Él me coloca con suavidad un mechón detrás de mi oreja. Acaricia mi mejilla con suavidad.

-Ahora hay que ser valiente, Katniss.

-Lo llevo siendo demasiado tiempo. Ya estoy cansada.

-Sólo un último esfuerzo. Además, esta vez, yo estoy contigo.

El cielo aún está gris en la arena. Haymitch, Peeta y yo nosmantenemos en silencio en la sala de mentores, expectantes. Peeta me coge lamano y me mira con cierta preocupación.

En la sala, sólo silencio. Sin embargo, si agudizara el oídosé que podría escuchar el acelerado latido de mi corazón. Gale podría morir entan sólo unas horas. Y yo tendré que verlo.

Repentinamente, la voz de Clauidus Templesmith rompe elsilencio:

-Queridos tributos
¡el banquete empezará en breve!-anuncia,alegremente.-Para que no haya problemas, y debido a los pocos que quedáis
queremosque todos lleguéis sanos al Banquete

 

-Claro, no quieren quitar la emoción
-comenta Peeta.

-Así que, a través de mi voz, se os comunicará cuándo debesalir cada tributo, para asegurar un camino seguro hasta la Cornucopia. Hastaque no sean nombrados, el resto de tributos debe permanecer en sus posiciones, de locontrario, serán duramente castigados. Así que, ¡empezamos! El tributo del distrito 2puede salir.

Al principio, no sucede nada, pero en unos instantes, lacámara enfoca unos matorrales, de los que en pocos segundos, aparece Alix. Surostro es terrible, de los peores que he visto en los juegos. De la cuenca de su ojo derecho, vacía, chorreaun espeso líquido de color negro como el carbón. Las cicatrices de cortes,quemaduras
en su cara son incontables. Camina encorvado, y se tiene que ayudarde un bastón hecho con una fina rama de un árbol. Tras unos pasos, aprecio quetambién cojea. Lleva con él un montón de armas, demasiadas para podercontarlas, y mira continuamente alrededor, como esperando que alguien leataque.

Pero no sucede. Alix llega sano y salvo hasta el río de lavaque hay que cruzar para empezar a escalar el volcán. A la orilla del río ya haypreparadas seis hojas de árbol necesarias para cruzar. En cada una hay marcadoun número de distrito. Torpemente, Alix se monta en la que pone el número 2 ycruza el río.

A continuación, el volcán. La superficie del volcán que lostributos deben escalar hasta llegar al cráter está dividida en seis partes. Aligual que el primer día en la Cornucopia, hay una parte del volcán reservadapara cada tributo. Parece que las puertas de la Cornucopia que indicaban pordónde debían abandonar los tributos el volcán han sido trasladadas hasta allí,hasta el declive del volcán. Alix está enfrente de una puerta en la que estáescrito "Distrito 4, Chica" y en la que también hay un soporte para colocar lamano, tal como en la Cornucopia. Alix rodea el declive del volcán, hasta alfin, encontrar la puerta en la que está escrito "Distrito 2, Chico". Coloca sumano sobre el soporte y la puerta se abre al instante. Alix entra y seencuentra en un pasillo, a sus lados hay dos gruesas paredes de metal, queestoy segura, le protegerán de las armas que traigan el resto de tributos.También hay un techo, no demasiado alto, y también de metal. Aquel pasillo essólo iluminado por pequeñas bombillas que se encuentran a lo largo del camino.

La superficie delvolcán también ha sido alterada. El día de la Cornucopia, la superficie delvolcán era desigual, repleta de salientes, y llena de rocas con las que eraextremadamente fácil resbalar. Ahora es un suelo totalmente liso y artificial.

Alix comienza a subir el pasillo, apoyándose de vez encuando en las paredes de metal.

Cuando Alix lleva unos segundos en el volcán, Claudiusautoriza a Philippe a salir. Él lo hace todo más ágilmente, aunque está mástorpe de lo normal. Además, noto lo nervioso que está en la expresión de sucara.

Después de Philippe va su compañera de Distrito, Nadine, ycuando ésta coloca su mano sobre el soporte correspondiente, es el turno dePenélope.

Penélope recorre el circuito rápidamente, y Claudius anunciaque el tributo chico del distrito 12 puede salir. Mi corazón late a ritmo devértigo, y éste aumenta cuando Gale aparece en pantalla. El agua le ha venidobastante bien, pero aún así, su rostro continua bastante demacrado. Heridas,rozaduras, cortes, cicatrices
Sin embargo, lanza en mano, se mueve con rapidezy agilidad, sin miedo. Llega rápidamente a las hojas, y cruza sin problema elrío. Tarda algo más en encontrar la puerta que tiene asignada, pero noencuentra ninguna dificultad. Parece que los vigilantes no pueden perjudicarlea propósito en esta situación sin que se note demasiado.

 

Finalmente, Claudis Templesmith anuncia que Emily puedesalir. Me sorprendo, cuando efectivamente, termina de comerse una de lasmanzanas que le hemos enviado, tira el corazón, coge las armas y losprismáticos y de un hábil salto cae del árbol en el que estaba sentada. Desdeahí, comienza a caminar rápidamente haciael río de lava.

-¿D-dónde va, Haymitch? ¿No era que no iba aasistir?-murmuro yo, nerviosa.

-Desde ahí no puede ver nada, preciosa, irá al árbol máscercano al río.-responde Haymitch.

Tal como dice Haymitch, Emily atraviesa rápidamente laespesura del bosque hasta llegar al río de lava. Allí, esconde la hoja que lecorresponde, para que los tributos que vuelvan no sospechen que ella no hayaasistido. Después, se sube hábilmente al árbol. Las hojas de éste la ocultanperfectamente.

Mientras tanto, Gale llega al final de su pasillo. Al finalde todos los pasillos, hay otra puerta, pero está cerrada, no hay manera deabrirla. En la pantalla que emite para todo Panem, se proyecta una cuenta atrásde 30 segundos, y Caesar indica que todas las puertas se abrirán a la vez encuanto acabe la cuenta atrás.

Mientras tanto, se enfoca la cornucopia. Ha sido alteradadesde la última vez. Ahora todo el terreno es plano, no hay aberturas, no haylava a la que poder caer. En el centro, hay una gran tela levantada por altospostes de metal. Debajo de la tela, haydos largas mesas, una a cada lado, repletas de deliciosos manjares.

Veinte segundos. Quizá éste sea el final de Gale
Quincesegundos. Los juegos podrían acabar ahora, dentro de unos pocos instantes.Nueve segundos. A lo mejor podría salir de la habitación, no observar la muertede Gale. Así las imágenes no me perseguirían en forma de pesadillas. Sí, serálo mejor. Sin embargo, cuando llamo el nombre de Peeta, mis titubeos quedanahogados por el gran grito de Claudius Templesmith, "¡Que comience elbanquete!"

Las puertas automáticas se abren, dejando a la vista a todoslos tributos. Nadine, la que supongo, tiene más reflejos de todos, salecorriendo inmediatamente cuando oye la voz de Claudius. Suelto un grito ahogadocuando un cuchillo le acierta en el estómago. El cañonazo suena de inmediato. Derepente veo cómo Alix, sonriendo para sí mismo, corre como puede hacia lacomida con arma en mano. Él es el que le ha lanzado el cuchillo a Nadine. Acontinuación, un grito. No de dolor, tampoco de miedo
un grito de rabia.Penélope se mete en pantalla corriendo muy rápido. Se abalanza sobre Alix antesde que él pueda hacer nada, y en menos de dos segundos, Penélope ya tiene susrodillas sobre el cuello de Alix, inmovilizándole por completo.

-¿Sabes qué, Alix? No me gusta terminar las cosas a medias.Tú y yo, amigo mío, tuvimos un enfrentamiento justo aquí, ¿recuerdas? Sí, fueel que te costó el ojo. Y acabas de matar a Nadine
lo que te costará lavida.-le dice con voz baja Penélope a Alix. Puedo ver la rabia reflejada en losojos de Alix.

 

Sin embargo, mis ojos se posan rápidamente en Gale y enPhilippe. Ninguno de los dos ha salido de sus pasillos aún, y el uno se mira alotro, aunque ninguno sostiene sus armas de forma amenazadora.

Vuelvo a mirar a Penélope y Alix, justo para apreciar, porfin, cómo Penélope, le clava un cuchillo directamente en el corazón a Alix.Aprecio cómo el brillo desaparece de sus ojos, cómo deja de moverse, y cómo esasonrisa de suficiencia se borra de su cara. Aprecio cómo suena el cañonazo queindica la muerte de Alix.

Penélope respira ajetreadamente. Cuando comprueba que Alixestá muero, retira las rodillas de su cuello y se pone de pie, alerta. Mira aAlix una vez más, a continuación mira a su alrededor, como esperando quealguien la dispare. Sin embargo, no sucede. Se encoje de hombros, y vadirectamente hacia la comida. Coge tanta como cabe en su mochila, es prudente,y se larga de allí enseguida. En pocos segundos, Penélope desaparece a travésde uno de los pasillos.

Philippe y Gale siguen en sus pasillos, sin salir,mirándose.

-¿Por qué no la has matado?-pregunta Gale.

Philippe se toma su tiempo para responder.

-No es mi estilo.-dice, finalmente.-De todas formas, quédiablos, si hubiera intentado matarla ella hubiera acabado conmigo, mejor nocorrer riesgos.

-Habría sido tan fácil como dispararle una flecha hacia lacabeza.-comenta Gale.

-No soy tan bueno como tú en puntería. Podría haberlointentado, pero me hubiera descubierto y hubiera venido directa a matarme.Mejor no correr riesgos. ¿Y tú? ¿Por qué no la has matado?

-Llámame débil, si quieres, pero hemos sido aliados durantelos juegos. No he tenido las narices de hacerlo.-responde Gale.-No me parecíabien.

-A mí no me pareces débil. Yo tampoco lo hubiera hecho.

-Te conozco, estás intentando distraerme. En cualquier segundoestaré muerto, me matarás.-murmura Gale, nervioso.

-Sabes que no es mi estilo.

-Tu estilo es cazar.-refunfuñaGale.

-No es la mejor forma, eso ya lo sé. Pero al menos misvíctimas no sufren. No es muy noble, pero es lo que hay.

-Aquí no hay redes.

-¿Y?-pregunta Philippe, con indiferencia.

-Que algo habrá que hacer, ¿no? Quiero decir, no nos podemosquedarnos aquí eternamente.

-Te propongo una cosa, Gale
-comienza a decir Philippe,arrastrando las palabras.-Los dos dejamos las armas en el pasillo. Los dos,juntos, vamos a las mesas. Cogemos lo que necesitamos, y nos vamos cada uno pornuestro camino. ¿Qué te parece? Si hay que enfrentarse, que sea dignamente, nomuramos por un poco de comida. Comamos hasta hartarnos, y mañana, los quequedemos nos enfrentaremos como es debido.

Gale se toma su tiempo en responder.

-Propones esto porque sabes que si nos enfrentáramos conarmas, cuerpo a cuerpo, perderías y morirías.-acusa Gale.

Philippe sonríe, tristemente.

-Puede que sí. O puede que no. Quizá tenga unas habilidadesde lucha cuerpo a cuerpo increíbles y te ganara
¿Quién sabe? Mejor noarriesgarse, ¿no crees? Es muy fácil, ambos dejamos las armas, cogemos lacomida, y nos vamos.

-¿Cómo me puedo fiar de que no tienes un cuchillo que no sea simple vista, o algo por el estilo?

-Aunque lo tuviera, no me parecería noble usarlo. Estamos enunos juegos del hambre, pero no voy a perder mis principios. Te doy mi palabrade que no te tocaré, cogeré mi comida y me iré.

 

El corazón me late con violencia. Parece una buena idea, sí,pero, ¿de verdad Gale se puede fiar de Philippe? ¿Y si le clava un cuchillo porla espada mientras Gale coge un plato de pollo?

Aprecio en el rostro de Gale cómo está pensando, cómo todasu cabeza le da vueltas.

-Además
les jugaríamos una mala pasada a los vigilantes, lessaldría el tiro por la culata
Nos hartaríamos de comer, sin matarnos el uno alotro
-añade Philippe.

-Ese comentario le va a costar caro.-comenta Haymitch.

-Está bien.-dice Gale, al fin.-Te doy mi palabra de que nointentaré matarte.

-De acuerdo. Para que veas, primero me desarmaré yo.-dicePhilippe muy contento. A continuación coloca ordenadamente las pocas armas quellevaba en un montoncito. Respira hondo, y lentamente sale del pasillo con lasmanos levantadas, metiéndose en el campo de visión de Gale. Gale le podríadisparar en un abrir y cerrar de ojos y acabar con todo. Sin embargo, Gale,desde la distancia escudriña detalladamente a Philippe y asiente.

A continuación, Gale tira su lanza y dos pequeños cuchillos.También sale con las manos levantadas, lentamente.

Por un instante, Philippe y Gale se miran directamente a losojos. Tras unos segundos, los dos bajan las manos, y se dirigen rápidamentehacia la comida. Cada uno se ocupa de vaciar una mesa y llenar su mochila, nosin mirar repetidas veces hacia atrás,para comprobar qué hace el otro.

Tardan menos de un minuto en llenar sus mochilas dedeliciosos manjares, después, sin decir nada, se vuelven a mirar. Asienten,como dando su aprobación a la palabra del otro, como si se respetaran el uno alotro.

Salen del área de la comida. Con un gesto vago de cabeza, sedespiden y cada uno se mete en su pasillo, para abandonar el volcán.

Gale espera unos segundos, en los que Philippe recorrerápidamente su pasillo.

Yo, más tranquila, respiro profundamente. La velocidad dellatido de mi corazón disminuye a medida que Philippe se aleja de Gale. Peeta mesonríe y besa mi mano. Haymitch, también sonriendo, levanta el pulgar.

Me permito mirar la pantalla de Emily, que sigue oculta enel árbol. Justo cando voy a volver la mirada hacia la pantalla de Gale,Penélope concluye con su pasillo, cruza el río, y se mete en el campo de visiónde Emily. Antes de darme cuenta, una lanza atraviesa a Penélope. Suena elcañonazo. Casi de inmediato, Emily cae del árbol, y coge toda la comida quePenélope llevaba en su mochila. La mira con algo de pena, y tras unosinstantes, vuelve a estar subida al árbol. Unos segundos después, elaerodeslizador se lleva el cuerpo inerte de Penélope.

Gale se asusta al oír el cañonazo y decide abandonar cuandoantes el volcán.

Quedan tres tributos. Tres almas, tres cerebros que planeancómo acabar con los restantes, tres corazones. Pronto, dos de ellos dejarán delatir para siempre.


Muchísimas gracias a todos por leer y por comentar, sois unos amorcetes! :3 Espero que este capítulo os haya gustado :)

La brocha de maquillaje de Cinna me hace cosquillas en lasmejillas. Se desliza suavemente sobre ellas, ocultando tras una gruesa capa demaquillaje a la antigua Katniss. La Katniss con imperfecciones repartidas portodo su rostro, la Katniss cuyos ojos siempre están adornados con grandesojeras.

 

Se ha programado una entrevista final con los mentores delos tributos restantes, en la que, por supuesto, Peeta, Haymitch y yo estamosinvitados.

Tras unos minutos, Cinna me da los últimos toques en laspestañas y da su trabajo por acabado.

-Estás preciosa. Les vas a encantar.-murmura, e intentasacar una sonrisa. A continuación, me entrega un pequeño espejo.

Mi reflejo me devuelve la mirada. Las ojeras handesaparecido, el tamaño de los labios se ha agrandado y su tonalidad es unamezcla de rojo con algo de rosa, para reducir la intensidad. Las mejillas algosonrosadas, no demasiado, llevo el toque justo de colorete. Mi rostro despideun brillo irreal, como de sueño, algo que sólo puede conseguir Cinna.

-Guao, Cinna, esta vez te has superado.-le digo, sonriendo.

Él me devuelve la sonrisa.

-¿Estás nerviosa?

-No demasiado. Supongo que Haymitch se encargará deresponder las preguntas más técnicas y eso. Yo me limitaré a abrazar a Peeta ya sonreír.

-Creo
que deberías hablar de Gale. Quiero decir, seguramentea Caesar le habrán prohibido mencionar su nombre, la entrevista seguramente secentrará en Emily y Philippe.

-¿Para qué? Ya no es interesante para los patrocinadores.

-No para los patrocinadores, para la audiencia

-Ni Gale ni yo tenemos que darle nada a esas ratas.-cortoyo, tajantemente.

-Lo que estoy intentando decir, Katniss, es que no deberíasdejar que la muerte de Gale quede silenciada

-Lo estás dando ya por muerto
-murmuro yo.

-Katniss, tienes que comprender que Snow no quiere a Galevivo. Y si Snow no lo quiere, no lo estará.

Cinna y yo no hablamos más. Él se limita a realizar losúltimos retoques de mi maquillaje, y yo intento mirar hacia otro lado. En elfondo sé que Cinna tiene razón, y lo más probable es que Gale muera mañana,pero una vocecita me susurra al oído que Gale podría vivir. Si fuera más listoque los vigilantes, sólo son Philippe y Emily

-Necesito que te levantes para que te pruebes el vestido deesta noche.-la voz de Cinna interrumpe mis pensamientos.

Yo obedezco y unos minutos después, llevo puesto un bonitovestido de tono púrpura apagado. No tiene tirantes, y llega hasta un poquitopor encima de la rodilla. Sin embargo, por detrás es más largo, como un vestidode gala. La tela es fina, suave y ligera. Cuando camino, el vestido se mueve deuna manera tan tenue que parece hasta mágica. Los acabados del vestido son encolor rojo vino.

Es un vestido precioso, y me queda de maravilla, aunqueninguno de los dos dice nada. Cinna da los últimos acabados a la cola delvestido y después lo combina con unas sandalias del mismo tono que tienen unpoquito de tacón.

A continuación, Cinna se encarga del pelo. Lo alisa, ysimplemente coloca una diadema de color dorado apagado con una pequeña flor decolor negro.

Cuando termina, me informa de que Haymitch y Peeta meestarán esperando en el salón principal del centro de entrenamiento dentro dedos horas. Después, se va de la habitación sin decir nada y dando un portazo.

Las dos horas de espera se me hacen eternas. Me siento en lacama, queriendo dormir, pero no puedo hacer nada que no estropeara el peinadode Cinna. Podría ir a buscar a Peeta y pasar las dos horas con él, pero con miestado de ánimo sólo le preocuparía. No quiero que lo pase mal por mí.

 

Cuando por fin son las nueve menos cuarto, bajo rápidamentea la sala principal, donde, aunque aún quedan bastantes minutos, Peeta yHaymitch ya me están esperando.

-No sé cómo siempre conseguís llegar antes que yo a todoslos sitios.-les digo, fingiendo una sonrisa mientras bajo las escaleras concierta dificultad debida a los tacones.

Peeta muestra una sonrisa triste y me da un beso en lamejilla.

-Estás preciosa.-dice, contemplando el vestido.

-Gracias.-respondo, sonriendo. A continuación miro aHaymitch, invitándole a que también diga lo guapa que estoy.

Él pone cara de paciencia.

-Sí, que estás muy guapa. Vámonos o llegaremos tarde.

Caminamos en silencio hacia el lugar donde tendrá lugar laentrevista con Caesar. Peeta me coge la mano con fuerza, como si esperara queen cualquier momento me desmoronara por la presión.

-Haymitch
¿vamos al mismo plató en el que tuvieron lugarlas entrevistas con los tributos?-pregunto yo al cabo de tres minutos, cuandome doy cuenta de que no seguimos el mismo trayecto de siempre.

Haymitch suelta una carcajada.

-Claro que no, preciosa. Ese plató
era una caquita comparadacon
ya verás.

-¿Tú sabes a dónde vamos?-le pregunto a Peeta. El sacude lacabeza.-¿Entraremos por detrás, verdad, Haymitch? No tengo humor de alfombrasrojas.

Haymitch simplemente suelta otra carcajada, ignorando mipregunta.

-No os quejéis. Yo el año pasado tuve que hacer todo estosolo.-dice, al cabo de unos pocos minutos. Ni Peeta ni yo respondemos.

Caminamos más. Mucho más. Justo cuando voy a preguntar denuevo cuándo queda hasta que lleguemos,empiezo a escuchar algo.Es sólo un vago murmullo que viene y va, pero a medidaque nos acercamos, se hace más claro.

Damos unos pasos más, y no puedo evitar soltar un sonido desorpresa y admiración cuando contemplo lo que se alza ante nosotros.

¿Es
una especie de coliseo? No, parece más como un estadio.Un estadio enorme. "Enorme" no es suficiente para describirlo, es más que"enorme". Una arena entera podría caber cómodamente en él. Sus paredesdesprenden una especie de brillo
sí, pero no es brillo natural, es un brillomuy suave, muy poco perceptible, pero ahí está, dando la sensación de que elestadio está rodeado por magia.

-Bienvenidos al Coliseo de las Estrellas.-se hace oírHaymitch sobre el murmullo de la multitud.-Aquí se hacían los primeros juegosdel hambre, con público. Mucho más sangrientos, sólo duraban un par de días. Seconstruyó específicamente para ello. Normalmente se hace la presentación deltributo ganador aquí.

-¿Cómo es que ni Peeta y yo lo conocemos? A nosotros nosllevaron al estudio de televisión desiempre.-pregunto yo.

-Ha estado en obras durante mucho tiempo. La última vez quese usó fue hace diez años. Luego Snow fue nombrado presidente y quiso que serestaurara y modernizara completamente. También añadió el brillo

¿Cuántas personas puede albergar una estructuraarquitectónica tan enorme? El simple hecho de que todas esas personas van aestar pendientes de mis palabras hace que me entren escalofríos por todo elcuerpo.

A medida que nos acercamos los gritos, flashes y risasnerviosas aumentan. Gritan nuestros nombres, incluso el de Haymitch.

-Hacedlo tan bien como la última vez y todo saldrábien.-murmura Haymitch, sin quitar una gran sonrisa de su cara y saludando a lamultitud.

 

Nos acercamos más y más, hasta que noto como mis oídos seresienten a causa del alboroto de la muchedumbre.

Peeta me da la mano y empieza a saludar. Los flashes meciegan, aunque intento mantener los ojos abiertos y sonreír lo máximo posible.La gente me saluda y me lanza besos, que yo devuelvo. Los gritossorprendentemente aumentan más, y más, y más
¿Cuántas personas hay detrás delas barreras de la alfombra roja? Sean las que sean, no serán nada comparadascon el número que ya habrá dentro.

Veo de refilón cómo Peeta atrapa al aire una rosa quealguien del público le lanza. Él sonríe, y me mira. A continuación, hace unaleve inclinación y me da la rosa. Yo sonrío y noto cómo se me encienden lasmejillas. Los gritos de la multitud son ensordecedores.

Haymitch, que está a mi lado, me da un codazodisimuladamente mientras sonríe para las cámaras, y yo sé lo que tengo quehacer.

Sonrío ligeramente y le doy un golpecito en el hombro aPeeta. Él se gira rápidamente y me mira. Puedo ver su sonrisa escondida entrelos flashes de lo que parecen miles de cámaras.

Intento concentrarme. Intento encontrar sus ojos entrefogonazos de luz, tardo, pero los encuentro, ahí están, tan azul como siempre,tan profundos como siempre. Me concentro en ellos, me pierdo entre losdistintos tonos de azul que hay en ellos. Y de repente, como si fuera magia,los flashses desaparecen, el sonido se va, la gente se dispersa, sólo estamosnosotros. Él y yo. Sus ojos y los míos. Sus labios y los míos. Él sonríe denuevo y me acerca más hacia él. No hay presión. Todo ha desaparecido, sóloquedamos nosotros, no hay nada por lo que preocuparse.

Me acerco más a él. Él me rodea con sus brazos. Estamos tancerca que podría contar todas y cada una de las pecas de su cara. Puedo ver suspestañas, de color dorado. Él sigue acercándose, su sonrisa se agranda
hastaque se cierra. Hasta que mis labios se funden suave y lentamente con los suyos.

El rugido de la multitud está lejos, pero puede apreciarse. Laverdad, no me molesta. Lo que de verdad me devuelve a la realidad es unasusurrante voz que dice, con tono divertido:

-Eh, eh, que corra el aire.

Peeta y yo nos separamos y miro hacia atrás. Detrás seencuentra Finnick Odair, también invitado a la alfombra roja.

-¿Tendría el honor de sacarme unas pocas fotos con la chicaen llamas? Y con su pareja, por supuesto.-nos pregunta sonriendo a Peeta y amí.

-¿No se supone que deberíamos ser enemigos? La gente no sehace fotos con los mentores de la competencia.-murmuro yo, también sonriendo,para las cámaras.

-Por eso lo hago.-me susurra Peeta al oído.-El hecho de quete esté susurrando también les encantará, ya verás

Yo río con ganas, y al hacernos fotos con Finnick y con Magshace que la gente grite con más fuerza aún.

Finnick, al igual que Haymitch y Peeta viste un traje negro,sencillo, con camisa de tono azulado y con corbata negra. Sin embargo, apreciocómo en las muñecas lleva unos gemelos, uno en forma de 4 y otra en forma detridente.

Nos tomamos fotos los cinco mentores juntos y después, apetición popular, firmamos unos cuantos autógrafos.

Me sorprende ver cómo hay bastantes personas que llevanprendas, o cualquier cosa, para animar a sus favoritos. Lo más común soncamisetas con un 12 o un 4, pero también encuentro chicos que llevan una reddel estilo Philippe como camiseta o gorras adornadas con lanzas.

 

Me desanimo al ver cómo poca, muy poca gente, viste prendasanimando a Gale. Firmo muy contenta la camiseta de una chica en la que pone "TEAMGALE". La chica me informa de que en la tienda sólo había cinco camisetas deGale, mientras que de Philippe había veinte. Ella se había llevado la última.

Tras, lo que me parecen, muchísimas horas, los organizadoresdel evento nos vienen a buscar y nos llevan dentro. Entramos por la puerta deatrás. Dentro, encontramos focos, cables, micrófonos y pantallas de televisiónpor todas partes.

-Bienvenidos a la parte fea de la tele.-nos dice uno de losorganizadores.-Mirad por dónde pisáis.

A continuación, nos dan información a cerca de laentrevista. Cada mentor tendrá su entrada espectacular, Distrito 12 por unaparte, y Distrito 4 por otra, aunque nos entrevistarán a todos a la vez.Nosotros sólo tenemos que limitarnos a responder las preguntas. En laentrevista, Caesar se sentará en un sillón de color negro, mientras que losmentores de cada distrito se sentarán en dos sofás, el 12 a la izquierda deCaesar, y el 4 a la derecha. Caesarplanteará preguntas sobre los tributos restantes, y cualquier mentor puederesponder. Puede que quizá planteé preguntas a mentores en particular. Al finalde la entrevista, se dará la oportunidad a dos miembros del público de plantearuna pregunta. Al final, me dan la feliz noticia de que Snow presidirá el acto.La entrevista comenzará en dos horas.

Nos separan. Peeta se va por un lado a los últimos retoquesde maquillaje, y yo a los últimos retoques de vestuario. Haymitch se va al bar.

Me encuentro en una habitación pequeña, con una solalámpara, y uno de los expertos en moda del Capitolio observa mi vestido. No esdemasiado extravagante para ser un ciudadano del Capitolio. Sin embargo, tienerostro severo. Tiene el pelo de color castaño claro y viste una camisa sencillacon vaqueros. Sus bonitos ojos verdesestán cubiertos por unas gruesas gafas de pasta. Aprieta los labios y mantieneel entrecejo fruncido. Levanta la mirada y clava sus ojos en los míos. Yosiento un escalofrío.

-Bonito vestido. Muy bonito.-dice muy rápido y con tonoserio.-Tan bonito que parece de

-Cinna.-completo yo, muy rápido, anticipando sus preguntas.

-Exacto.-responde él, volviendo la mirada al vestido.-Creíaque él estaba

-Lo está.-digo yo, intentando que no me tiemble la voz.-Esun diseño antiguo. Me lo llevó al 12 este verano.

Él modista vuelve a mirarme, y arruga aún más el entrecejo.

-Claro.-dice, finalmente.

A continuación, permanecemos en silencio unos cuantosminutos mal. Él sigue dando vueltas a míalrededor, observando cada puntada del vestido, cada tono, cada centímetro de tela.

-¿Quién es tu diseñador ahora?

-Portia.-respondo yo, más rápido de lo que creía.

-¿Oh, en serio? Creía que ella era la diseñadora de Peeta.

-De ambos.-corrijo yo.

-Curioso. ¿Y por qué ella no te ha diseñado un vestido parahoy?

-La entrevista ha sido de repente. No le daba tiempo adiseñar nada decente en tan poco tiempo. La idea de coger uno de los vestidosviejos de Cinna fue suya.

 

-¿Y cómo es que sí le ha dado tiempo a diseñar algo paraPeeta?

-La ropa masculina es más sencilla. Además, Peeta no teníanada antiguo. ¿Necesita algún arreglo? Porque aún tengo que pasar pormaquillaje.

-No, el vestido está perfecto. Puedes irte.

Yo me largo lo antes posible sin decir nada y esforzándomepor no dar un portazo. ¿Se habrá dado cuenta? He respondido sus preguntasrápido y sin titubear, pero, ¿habrá sospechado que Cinna está vivo? Empiezo asudar y a marearme.

-Perdona, Katniss, aún tienes que pasar pormaquillaje.-susurra detrás de mí una organizadora de rostro amable.

-Sí, claro
-murmuro yo, siguiéndola.

Dos horas después mis manos se encuentran entrelazadas,llenas de sudor. Mi cuerpo entero está lleno de sudor. Me encuentro delante deuna puerta en la que un 12 de color rosa está escrito. La puerta por la quetendré que entrar a enfrentarme al Capitolio.

-Disculpe, señorita Everdeen.-dice un asistente.

Yo me giro y le miro, y él, al ver que tengo su atención, continúa:

-Tengo un mensaje del presidente Snow para usted.

Mi corazón empieza a latir más rápido. Por supuesto, estetipo de actos están incompletos sin un mensaje del presidente Snow, ya sea enpersona o mediante asistente. Alzo las cejas con impaciencia, para indicar alasistente que continúe.

-El presidente Snow le desea suerte para esta noche,señorita Everdeen.-dice con voz cantarina el asistente. Yo asiento y éldesaparece.

El sudor en mi cuerpo se multiplica. Me siento mal, muy mal.Apoyo mi cabeza contra la puerta y cierro los ojos con fuerza. Ya no me importael maquillaje, ya no me importa el pelo, ya no me importa nada, quiero que todose acabe.

Unos segundos después noto una mano sobre mi hombro. Y,aunque éste esté empapado de sudor, la mano no se aparta. Abro los ojosdespacio, y veo a la asistente de tono amable que me llevó hasta maquillaje.Lleva en la mano una botella de agua y una toalla. Sonríe tristemente y me dala botella de agua con una pajita, para no estropear el pintalabios. Luego mepasa la toalla por las partes del cuerpo que llevo al aire, para disimular elsudor. Finalmente, saca un set de maquillaje de su propio bolso y me arregla elmaquillaje que ha sido dañado por la toalla. Después, con sus propias manos, mearregla unos cuantos mechones que se han caído por haber apoyado la cabezacontra la pared.

Entonces, sucede:

-Por favor
den una cálida bienvenida a una de las actuales vencedorasde los juegos del hambre, ¡la chica en llamas, Katniss Everdeen!-exclama la voz de Caesar.

La asistente me sonríe y sostiene mi mano fuertemente. Yomurmuro un "Gracias" que es ahogadopor el rugido de la multitud que me llama a la aventura.


Hola, amorcetes! Siento muchísimo haber tardado tantísimo en actualizar. He estado bastante ocupada estos días, y bueno, la verdad es que me ha costado un poco encontrar la inspiración para este capítulo, por eso quizás lo encontréis un poco flojo. Escribía, pero no me gustaba lo que veía en la pantalla y borraba páginas enteras...Además, este capítulo me ha quedado bastante más largo de lo normal.

Pero por fin, hace una hora he encontrado la inspiración y he escrito medio capítulo, jaja. Espero que os guste mucho. ¡Muchas gracias por leer!

Mis brazos me obligan a abrir la puerta y una oleada deflashes, gritos y aplausos cae sobre mí.

 

Camino a tientas, cegadas por los cientos de flashes que mepersiguen. Las piernas me pesan el triple de lo normal, mis manos siguen llenasde sudor, pero intento parecer calmada y le dedico una gran sonrisa al público.

Cuando quiero darme cuenta, tengo la mano de Caesar sobre elhombro, él también sonríe y saluda.

-¡La chica en llamas, damas y caballeros!-exclama, y lagente grita aún más.

Los aplausos duran unos segundos, hasta que Caesar calma alpúblico con un movimiento de manos. Tanto los flashes como los aplausos cesan,y por fin puedo contemplar la estancia en la que me encuentro.

Es, sin duda, el sitio más grande en el que he estado yprobablemente estaré jamás. Miro hacia arriba, y es difícil ver el techo de lahabitación, creo ver un poco de él
pero un foco me ciega y tengo que mirarhacia abajo.

Caesar y yo estamos en un gran círculo, el centro delestadio, todo alrededor son gradas llenas de público, gradas de muchísimosmetros de alto, muchísimas personas, demasiadas para si quiera imaginar cuántasson

-¿Katniss?-me dice Caesar.

Yo dejo de contemplar el Coliseo de las Estrellas y por finmiro a Caesar. Él sonríe. Hoy va conjuntado de color naranja apagado.

-Oh, lo siento, Caesar. Nunca había oído hablar de estamaravilla de recinto, y estaba contemplando su grandeza
-digo, con tonoinocente.

-¡Ay, Katniss! A veces se me olvida lo poquito que sabes delCapitolio.-dice Caesar con cariño.-¿Qué te parece si un día vienes conmigo y teenseño la ciudad?

El público aplaude con entusiasmo.

-¡Sería fantástico!-exclamo yo, sonriendo.

-Trato hecho, entonces. Aunque he oído que el señor Mellarkya hizo de guía para ti hace unas cuantas semanas, ¿no es cierto?

Yo me contengo para no hacer un comentario sarcásticorespecto a mi cita con Peeta de hace unas semanas. Me esfuerzo por sonreírtímidamente y asentir, mordiéndome el labio.

-Sí
-murmuro, con una pequeña sonrisa.-pero ese día nohicimos mucho turismo que digamos

Consigo la reacción exacta que esperaba. La sala explota en"Wows" y silbidos. Caesar ríe nerviosamente.

-Bueno, la chica en llamas va a incendiar la sala de verdad,¿no les parece?-exclama Caesar, abanicándose.

Más aplausos y silbidos.

-¿Qué les parece si empezamos?-pregunta Caesar, con tono másserio.

Caesar me ofrece su brazo y le dedico unas últimas sonrisasal público antes de acompañarle.

Me doy la vuelta y la visión que obtengo me deja paralizadade nuevo. Tal como me contaron, hay dos sofás, separados por un sillón queocupará Caesar. Sin embargo, lo que me deja sin habla, es la pared que haydetrás de los sofás. Hay tres largas y estrechas telas que salen del techo. Alprincipio, creo que son fotos, pero las fotos se mueven. La primera telamuestra imágenes de Philippe. Philippe en la Cornucopia, Philippe obteniendo lared, Philippe corriendo
las imágenes no se acaban. A veces se alternan contítulos como "Philippe, Distrito 4". En la tela que está al lado se proyectanimágenes de Emily parecidas a la de Philippe. Principalmente se muestranimágenes en las que Emily sonríe, o acaba con alguien. Finalmente, observo latela de imágenes de Gale. Gale corriendo, cazando o durmiendo. Sin embargo,aprecio cómo la tela de Gale es algo más pequeña que la del resto de tributos.

 

El brazo de Caesar me obliga a seguir caminando y a sentarmefinalmente en el sofá. Cuando estoy sentada, también puedo apreciar como unatira de imágenes rodea todo el Coliseo. Pero
¿Qué imágenes son?

Encuentro la primera imagen de la cadena. Esta no se mueve,es una foto. Muestra a un joven muy sonriente y estrechándole la mano aalguien. El caso es, que su rostro me es familiar. Lo he visto en alguna parte.Hago memoria y encuentro la cara del muchacho en mi libro de historia de haceunos años. Entonces, lo recuerdo. Se trata de Raymond Seck, el primer vencedorde los juegos del hambre. Sigo la cadena, algunas de las personas me suenan,mientras que a otras jamás las había visto. Las fotos se convierten enimágenes, en pequeños vídeos de todos los vencedores de todos los juegos delhambre. Muchos chicos sonríen, a otros aún se les nota el susto en lacara. Y
¿puede ser esa chica rubia con rostro severo del distrito 4 la viejaMags?

Paso imágenes hastallegar a una que me llama la atención, una que tiene un pequeño icono de colordorado en su esquina derecha. Es un número de 25. Y, efectivamente, el jovenmuchacho que protagoniza las imágenes es Haymitch. Me paro en las imágenes de Haymitchestrechando la mano del presidente de la época. Ni una sombra de sonrisa. Aúnpuedo ver la furia y tristeza en sus ojos.

Sigo pasando escenas de los vencedores. Charlotte, Johanna
Oh,y ahí está Finnick sonriendo y guiñando un ojo. Y, aunque esté viendo imágenesde vencedores de los juegos del hambre, me sigo sorprendiendo al vernos a Peetay a mí de la mano, coronados como vencedores y con una gran sonrisa dibujada ennuestros rostros. Al lado, hay espacio para una imagen más, pero de momentosólo se proyecta en ella un signo de interrogación.

-Veo que te ha llamado la atención las imágenes de losvencedores.-la voz de Caesar me saca de mi ensimismamiento. Me giro y observocomo él también mira las imágenes, sonriendo.

-¿Qué? Oh, sí, por supuesto. Es fantástico.-respondo yo,sonriendo.

-Desde luego que lo es. ¡La estrenamos hoy! Hemos estado hablando detodas las imágenes en el programa previo a la entrevista. Fue idea del señorSnow, que preside la velada.- Comenta Caesar, señalando hacia una parte delpúblico.

Yo sigo su dedo con la mirada y enseguida encuentro un palcopresidencial, en el que sentado en el centro, y más alto que todos los demás,está sentado el presidente Snow, que sonríe, saluda y agradece los aplausos delpúblico.

Su simple presencia hace que me entren escalofríos en todoel cuerpo. Finjo una sonrisa y vuelvo amirar a Caesar.

-Además, Peeta y tú también salís. ¿Te has visto?-mepregunta Caesar muy contento.

-Sí, la verdad es que salimos realmente guapos.-contesto yo,mostrando mi mejor sonrisa al público, que aplaude con ganas.

-Y hablando de Peeta
¿No crees que es hora de traerle ya?

-¡Sí! ¡Hace más de una hora que no le veo! ¡Traedle, le echode menos!-exclamo yo, poniendo la voz lo más melosa posible.

-Por petición de su compañera
¡Que entre Peeta Mellark!

La sala explota en aplausos y flashes de nuevo. Esta vez yome levanto y aplaudo también. A los pocos instantes Peeta entra mostrando unagran sonrisa y saludando. Yo corro hacia él y le abrazo. El público se derrite.

 

Peeta me coge de la mano y los dos nos sentamos en el sofánegro a la derecha de Caesar. Tras unas cuantas bromas entre Caesar y Peeta,Haymitch se une a nosotros. Más tarde Mags y Finnick entran en la sala,recibidos por cientos de aplausos.

-Bueno, bueno
¡Comencemos!-exclama Caesar, frotándose lasmanos.-La primera pregunta es acerca de Emily, el tributo del 12.

El público aplaude con ganas y Caesar gira su sillón hacianuestro sofá.

-Hace unos días
-comienza a decir Caesar, con tono másserio. La sala se mantiene en silencio.-
veíamos cómo Emily y Gale pasaban undía juntos después de que Emily acabara con todos los profesionales. Cuando sesepararon, observamos cómo Emily se dispuso a disparar a Gale por la espalda mientraséste se alejaba. Sin embargo no lo hizo, no le disparó. ¿Por qué creéis quefue? ¿A quién de vosotros le gustaría responder?

Miro a Peeta y a Haymitch y me sorprende ver cómo ambos memiran. Haymitch asiente con la cabeza y Peeta levanta el pulgar.

-Creo que
creo que seré yo la que responda, Caesar.-titubeo.Caesar me sonríe y me invita a que continue.-Pienso que
.-respiro hondo y meregalo un par de segundos para pensar mi respuesta.-Alguien podría decir queEmily dejó que Gale se marchara porque él ya estaba demasiado lejos paraacertarle de lleno en la cabeza. Yo, con la experiencia de haber trabajado conarmas similares, diría que es posible. Quiero decir, sí, mi primo Gale yaestaba lejos, pero para una persona con la experiencia, las cualidades yhabilidades de Emily, no habría resultado extremadamente difícil acertar en lecabeza. Por lo tanto, como entendida en las armas de disparo, yo diría que esano fue la razón. Creo que la gente tiene una idea de Emily errónea. Puedeparecer que Emily es una chica dura, descarada y egoísta. Y sí, puede que esasea la imagen que ella quiera dar, pero sé, que en el fondo, Emily Burdock noes así.-Noto cómo todos los ojos de la sala están pendientes de cada palabra que digo, y parece que el corazón seme va a salir del pecho.-Claro que Emily no va por la arena repartiendo comiday armas a sus enemigos, y claro que cuando puede, al igual que todos, mata. Sinembargo, Emily hace una cosa que dice mucho de ella. Emily asume su situación yla de sus compañeros, ella asume la muerte. Entiende el concepto de Juegos delHambre perfectamente, para que ella viva, los demás deben morir. Pero lo que deverdad diferencia a Emily del resto de tributos es que ella siempre evita quelas muertes sean dolorosas, evita que sus oponentes sufran. No evita quemueran, claro, nadie lo haría, como ella misma dice, Emily ahorra a suscontrincantes la que sería una muertehorrible. Lo vimos el primer día de los juegos, cuando escondida en unárbol, les lanzó a mi primo Gale y a sus aliados las hojas que les sirvieronpara atravesar el volcán. También lo vimos claramente cuando salvó a mi primo Galede las garras de Alix y del resto de los profesionales.

-Pero Katniss
-empieza a decir Caesar.

-Sí, Caesar, ahora voy a eso.-le interrumpo yo, con másseguridad.-Por eso, creo que cuando tuvo la oportunidad, de matar a Gale, seplanteó hacerlo. Es más, estuvo a punto de hacerlo. Pero no con el objetivo detener un contrincante menos, si no para que Gale tuviera una muerte lo menosdolorosa posible. Ella de alguna forma
ella, no me preguntes por qué, sabía quela muerte de Gale no sería agradable. Por alguna razón
-continuo yo, pensandomuy bien mis palabras, para no decir "losvigilantes quieren a Gale muerto".-Por alguna razón Emily tiene la sensación deque Gale no va a ganar. Sería porque en aquel momento Alix aún vivía, y sabíaque Gale no era tan fuerte como Alix. También sabe, por supuesto, que Gale noes tan listo y tan audaz como Philippe. Por eso, al clavarle una flecha en lacabeza, por muy mal que suene, Emily lo que está haciendo es ahorrarle la quesería una muerte horrible a Gale. ¿Por qué al final no lo hizo? Eso no lo sé.Quizá decidiera darle una oportunidad, quizá cambiara su opinión respecto aGale
Pero de lo que estoy segura es de que no quería dispararle para matarle yquitárselo de encima, sólo le estaría haciendo un gran regalo, una muerterápida e indolora.

 

Yo tomo aire y observo al público. Hay reacciones de todotipo. Gente que aún mantiene la boca abierta de la sorpresa, gente aburrida, ogente que por su cara, no se cree nada de lo que acabo de decir. La sala semantiene en absoluto silencio, aunque mi discurso haya acabado hace yabastantes segundos.

De repente veo cómo un grupo de cinco chicas deaproximadamente mi edad se levantan de sus asientos y empiezan a aplaudir y saltar.Aplauden con fuerza, con ganas, y veo cómo en sus camisetas está plasmada lacara de Emily. Todo el público se les une, muchos se ponen en pie, inclusopersonas mayores que no apoyan a nadie, simplemente vienen a disfrutar de unaentrevista de un tema de actualidad.

Peeta me susurra lo bien que he hablado al oído y me besa lamano. Haymitch asiente con la cabeza y se une a los aplausos. Él también sepone en pie. Peeta le acompaña.

Llega un momento en el que las únicas personas sentadas enla sala somos Caesar y yo. Los aplausos se prolongan varios segundos más,tantos, que incluso me parecen minutos. Veo de refilón como Finnick tambiénestá de pie y dirige los aplausos del público, los anima a aplaudir más fuerte.

-Vaya, Katniss. En todos mis años de entrevistador jamáshabía visto a alguien
en fin, madre mía, con esas respuestas da gusto hacerentrevistas.-dice Caesar abrumado, cuando los aplausos disminuyen algo, aunqueno se apagan del todo.

A continuación, Caesar plantea una pregunta a Finnick y Magsrelacionadas con Philippe y su método de matar. Sin embargo, me pierdo larespuesta que da Finnick, porque aún me estoy recuperando de la preguntaanterior.

La entrevista se sucede entre pregunta y pregunta. Caesarnos pregunta acerca de Emily, y de la manera de pasar desapercibida que hatenido durante todos los juegos. También nos hace preguntas sobre Gale, aunqueninguna es técnica, son preguntas corrientes que pasan desapercibidas.

Pasan dos horas, y Haymitch, Peeta y yo nos turnamos pararesponder las preguntas que Caesar nos plantea.

-Bueno, me temo que mi turno de hacer preguntas ha acabado.-diceCaesar, con cierta tristeza. El público se queja.- ¡Ahora daremos laoportunidad de hacer una pregunta a dos afortunados miembros del público! Laprimera es Rosie. Rosie, ¿para quién tienes una pregunta?

Una chica pequeña del público se pone de pie. Cuando la miromejor, compruebo que es la chica de la alfombra roja que llevaba puesta lacamiseta en la que estaba escrito "Team Gale".

 

-Tengo una pregunta para Katniss acerca de Gale.-dice muycontenta, aunque temblándole la voz.-Katniss, ¿Crees que Gale debería ser elganador de estos juegos del hambre? En ese caso, ¿por qué? Gracias.-Acontinuación vuelve a sentarse en su sitio.

Todas las miradas vuelven a centrarse en mí. Miro al públicouna vez más y compruebo horrorizada como Snow no despega sus ojos de serpientede mí. Respiro hondo.

-Gracias por tu pregunta, Rosie.-digo, dedicándole una gransonrisa a la niña. Ella salta en su asiento, sonríe y me saluda con la mano.Leagradezco su pregunta de verdad, ya que es la ocasión perfecta para lo que medijo Cinna que hiciera, compartir a Gale con estas ratas, que su muerte noquede en vano.-No sólo soy la prima de Gale. También somos grandes amigos.Somos muy buenos amigos, sí, por eso puede que mi respuesta no os parezcaobjetiva
Pero siendo sincera, sí, creo que Gale merece la victoria en estosjuegos del hambre. Para responder la pregunta de Rosie creo que se debeanalizar a los tres tributos restantes, analizar tanto ellos, como su paso porlos juegos. Gale no es tan inteligente ni tan audaz como lo pueden ser Philippeo Emily, claro, pero creo que Gale es el tributo más completo. Tieneinteligencia, fuerza, perseverancia y lo más importante, ha sobrevivido. Siendosincera, no voy a decir que Emily y Philippe lo hayan tenido fácil, pero esverdad que ellos no lo han tenido tan difícil como lo ha tenido Gale. Paraempezar, todo lo que podía cazar Gale debía de ser compartido con el resto desus aliados. La comida que conseguían Philippe y Emily era para ellos solos.Philippe y Emily nunca han sido perseguidos por los profesionales, o porcualquier otro tributo, no se han tenido que ver las caras con nadie. El grupode profesionales ha tenido encontronazos con Gale tres veces. Gale ha salidovivo las tres veces, pero en malas condiciones, herido. Y por supuesto, lacarga emocional que ha sufrido Gale no es comparable a la de Philippe y a la deEmily. Gale
Gale ha tenido que ver cómo sus compañeros y aliados han muerto.Uno a uno. Darren, Natalie, Neo, Collin y claro, Marcy. Creo que Marcy y Galeconectaron de verdad. Gale tuvo que ver cómo Marcy moría delante de susnarices, y él no pudo hacer nada para evitarlo. Gale vio morir a alguien que deverdad le importaba. Y las muertes no son nada comparado con el sentimiento deculpabilidad que viene detrás, porque el rol de Gale en estos juegos era el deprotector de todos estos muchachos, indefensos, en el lugar equivocado. Elsentimiento de culpabilidad es definitivamente lo peor. Ves sus caras en tussueños, oyes sus voces en tu cabeza, reprochándote que si hubieras hecho más,ellos estarían aquí. Lo sé
-hago una pausa. ¿De verdad estoy preparada paracompartir todo esto con la audiencia del Capitolio? No lo sé, pero si es porGale lo haré.-Lo sé por propia experiencia. Yo lo viví el año pasado con Rue,¿sabéis?-digo finalmente, aunque la voz se me rompe a mitad de la frase.-Sesupone que yo
se supone que debía protegerla. Pero murió. Al igual que Marcy,Collin, y todos los demás
Me entran escalofríos sólo con pensar que Gale tuvoque vivir eso multiplicado por todos sus aliados que murieron. Por eso
por todael hambre, la sed, el dolor y sufrimiento que ha pasado Gale, creo que debeganar. Todo eso merece una recompensa. Gale ha luchado, y merece vivir.

 

Los aplausos y gritos de ánimo son instantáneos. Rosie selevanta de su asiento y puedo ver lágrimas en sus ojos. Los aplausos son ensordecedores.Incluso Caesar aplaude, se acerca a mí y me coge la mano.

A continuación, desconecto totalmente de la entrevista. Mepierdo la pregunta planteada a Finnick y Mags, aunque su respuesta tambiénprovoca muchos aplausos. Caesar nos lleva a todos al centro del escenario,donde recibimos los últimos aplausos. Oigo de fondo la voz de Caesar, queafirma que esta ha sido una de las entrevistas finales mejores de toda sucarrera.

Cuando salimos de cámara mucha gente que no reconozco me dala enhorabuena y me desea suerte para mañana. Caesar entre ellos.

-Vámonos cuanto antes de aquí. No quiero ver a Snow.-lesusurro a Peeta.

Él asiente. Finalmente nos despedimos de Finnick y Mags.Finnick me da un fuerte a brazo y me besa dulcemente la cabeza.

-Mucha suerte para mañana, pequeña.-me dice, con tonocariñoso.

Yo acepto sus abrazos, prometemos escribirnos e invitar alganador a una cena cuando la Gira de la victoria pase por el distrito del otro.

Me agarro al brazo de Peeta y me dejo guiar por él. Duranteel camino me encuentro a la asistente que me dio el agua y la toalla antes deempezar.

-Enhorabuena, Katniss. Lo has hecho genial.-me dice con unasonrisa noble.

-G-Gracias a ti. De verdad.-murmuro yo. Ella coloca su brazosobre mi hombro.

-Ahora me tengo que ir. Pero muchísima suerte para mañana.De verdad espero que gane Gale.-a continuación sonríe y se va.

-¡Espera!-exclamo yo.-¿Cómo te llamas?

-¡Me llamo Vic!-grita ella desde el fondo del pasillo,sonriendo.

A continuación evitamos a la muchedumbre y volvemos alcentro de entrenamiento en limusina. Haymitch y Peeta no dejan de elogiar misrespuestas en la entrevista, pero yo sólo puedo responderles con pequeñassonrisas, ya que estoy agotada.

Llegamos al centro de entrenamiento, y me sorprende ver aCinna en la sala principal. Sin embargo, me sorprende más ver que no está solo.Junto a él, sentado en el sofá, está el asistente de moda de la entrevista dehoy, él que parecía tan interesado en mi vestido. Yo suelto un grito ahogado yenseguida empiezo a buscar al arma más cercana, no pienso dejar que se lleven a Cinna de nuevo.

-Katniss, tranquila. Todo va bien. Este es
Este es Joseph.-diceCinna, señalando al asistente.- ¿Te acuerdas de ese alguien del que te hablé?

-Pero
pero, no puede ser

-Cuando he visto tu vestido esta tarde
sabía que era deCinna. Tenía que serlo.-dice Joseph, con un tono mucho más amable que el deesta mañana.-Tú me confirmaste que así era, pero algo no cuadraba. Cinnasiempre me ensañaba sus diseños, especialmente los tuyos, Katniss.-Hace unapausa y me sonríe, para que me calme.-De hecho, los dos juntos escogimos losque Cinna te llevaría al 12 en verano. Además, esa tela es de esta temporada.Por eso sabía
tenía que al menos comprobar que...tenía que hablar con Effie. Supuseque ella estaría aquí e imagina mi sorpresa al ver que Cinna estaba sentado enel sofá, sano y salvo. Le creía muerto.

Cinna sonríe con tristeza y le da la mano a Joseph.

-Pero veo que estás muy cansada, Katniss. Será mejor quevayas a dormir, y mañana hablaremos de todo esto, ¿vale?

 

Yo simplemente asiento, intentando analizar todo lo que estápasando.

Casi sin darme cuenta, la mano de Peeta me lleva hasta mihabitación.

-¿Quieres que me quede contigo esta noche?-me pregunta concariño, mientras me acaricia el pelo.

Yo asiento. Se tumba conmigo y me abraza.

-¿Qué locura lo de Cinna, no?-dice, muy contento.

Sin embargo, yo ya, inmersa en un profundo sueño, no puedocontestar.

Sueño con Cinna, con Joseph, con Snow llevándose a Cinna,con Emily disparando a Gale por la espalda

Unos golpes en la puerta me despiertan. Ha llegado la hora.

Cierro los ojos durante unos segundos. Disfruto delsilencio, de la brisa que corre, del aroma de mi desayuno, que anula eldesagradable olor del Capitolio.

-¿Estás bien?-la voz de Cinna rompe el silencio.

Le miro. Contemplo cada centímetro de su cara, y aunque enella aún hay rastros de su encuentro con los hombres de Snow, sé que hay algoque ha cambiado. Hay un brillo especial en ella. Puede que Cinna no sonría eneste momento, pero sé que por dentro, es el hombre más feliz del mundo.

Sonrío y miro al horizonte.

-No.-respondo, manteniendo la sonrisa.-Pero tú si lo estás,es evidente. Estás mucho más que bien, Cinna.

-¿Tanto se me nota?

-No. -repito.-Es que yo te conozco muy bien. -Hago unapequeña pausa y como algo de mi desayuno.-Así que
Joseph.

-Joseph.-confirma él, con la sombra de una sonrisa.-

-Es muy guapo.-murmuro yo, con una amplia sonrisa y dándoleun toquecito en el hombro.

-¿Verdad que sí?-dice Cinna, riendo con ganas.

Yo suelto una carcajada.

A continuación, los dos nos quedamos en silencio, sin quelas sonrisas se nos borren de las caras, contemplando la vista que ofrece laazotea del centro de entrenamiento.

-Este lugar es como nuestro, ¿sabes? De Peeta y mío, quierodecir.-comento, unos minutos después, sin mirar directamente a Cinna.

-Oh. Entonces no deberíamos tardar demasiado, no quiero quePeeta se enfade conmigo.

-No lo hará, tranquilo. Es incapaz de enfadarse con alguien.-digoyo, rápidamente.

-¿En serio? Creía que vosotros estabais enfadados
¿Ahoraestáis saliendo, o algo?

Me tomo mi tiempo en responder.

-Ninguno de nosotros lo sabe. Lo nuestro es complicado.

Cinna no insiste. Me gustaría hablar con Cinna acerca de Peeta,pero no es el momento. Hoy no. Hoy Gale se enfrentará a muerte contra Philippey Emily, y no sé qué va a pasar.

-Deberíamos irnos ya. ¿Te ha gustado el desayuno?-diceCinna, al cabo de un rato.

-No he comido mucho, pero el que me hayas venido a buscar ami cuarto para desayunar conmigo hoy
hasido genial, Cinna. Siento
siento lo que pasó ayer. ¿Me perdonas?

-Claro que sí, Katniss.-me dice él, mientras se acerca a míy me abraza.-De verdad espero que hoy todo salga bien.

-Gracias.-murmuro.

-¿Por qué?

-Por
ser sincero. Todos me dicen que todo va a salir bien.Nadie es realista, nadie es honesto. Quiero decir, ellos no saben qué va apasar. De hecho, saben que es muy probable que no vuelva a ver a Gale con vida.Y con sus "todo va a salir bien" lo único que consiguen es que me hagailusiones. Tú al menos dices que lo esperas, no me dices que sea seguro quevaya a salir bien.

Cinna permanece callado durante unos instantes.

 

-No sé qué va a pasar hoy, Katniss. Nadie lo sabe. Puede quehoy Gale muera. Y creo que deberías estar preparada para afrontar
lo que sea.

Yo asiento. Permanecemos unos minutos más en la azotea, ensilencio, contemplando El Capitolio. Al cabo de un rato, bajamos al centro deentrenamiento y acompañamos al resto en el desayuno.

Durante el desayuno, hablo sobre todo con Prim, que ya esmayor para comprender lo que está pasando.

-No te preocupes, Katniss, todo va a salir bien. Gale estaráaquí en un abrir y cerrar de ojos, te lo digo yo.-me dice, mientras devora unatostada.

Sin embargo, a ella no la culpo de no ser sincera y decrearme falsas esperanzas. Creo que mi hermana pequeña de verdad piensa queGale tiene posibilidades.

Peeta no se separa de mí durante toda la mañana, me da lamano, besos en la mejilla e intenta sacar temas de conversación que aparten mimente de los juegos del hambre.

Pero no lo consigue. A la hora de la comida, el estómago seme cierra a cal y canto, y ni si quiera los exquisitos manjares del centro deentrenamiento son capaces de abrirlo. Sin embargo, acompaño al resto en elalmuerzo. Todos comen con ganas y disfrutan de la comida. Cinna y Joseph noscuentan la historia de cómo se conocieron en la academia de moda. Cómo eran losmejores de la clase y por ello se detestaban el uno al otro, cómo, poco a poco,cuando el profesor les puso a trabajar juntos, se enamoraron.

Todos disfrutan, todos ríen, todos están contentos. Todosmenos dos personas; Haymitch y yo. Observo cómo Haymitch, usando su tenedor,coloca los guisantes de mil formas distintas en su plato, repleto de comida. Nopresta atención a la conversación, tiene la mirada perdida en los guisantes.Concretamente, en tres guisantes. Los cambia continuamente de posición, y a veces frunce el entrecejo o aprieta loslabios, con nerviosismo.

Más tarde comprendo que cada guisante representa a uno delos tributos restantes, y el resto forma el volcán, en el que tendrán queluchar a vida o muerte.

Pienso en Haymitch, pienso en su situación. El año pasado nosólo consiguió que el distrito 12 fueraa el ganador, si no que sacó a ambos tributosvivos de la arena. Este año, logra que los dos tributos del 12 se cuelen en lafinal. Exceptuando los mentores de los distritos profesionales, Haymitch seríauno de los muy pocos mentores que consigue dos victorias seguidas. Me pregunto si los mentores recibenalgún tipo de compensación si sus tributos resultan ganadores. De hecho, estoysegura de que a Haymitch le han ofrecido muchas cosas. Muchas mujeres habránido detrás de él en el 12, e incluso en el Capitolio, buscando riqueza ycomodidad. Pero él, inmerso en su soledad, las ha rechazado, ha rechazado atodas. Ha esperado a Wendy.

Los propios ojos de Haymitch interrumpen mis pensamientos.No se sorprende al comprobar que le miraba. Sus ojos se clavan en los míos. Veocómo hay menos ojeras, cómo hay menos sangre inyectada, y cómo hay incluso,menos tristeza en ellos. Haymitch me hace un gesto vago con la cabeza. Yo melevanto casi de inmediato. Él también, pero antes de que comience a caminar,hace otro gesto vago en dirección hacia Peeta, que está riendo un chiste deJoseph. Le doy un toquecito en elhombro, imito el gesto de cabeza de Haymitch y él también se levanta deinmediato.

-Charla de mentores.-murmura ligeramente Haymitch haciatodos, antes de abandonar la sala.-

 

Acompañamos a Haymitch en silencio hasta el centro dementores y nos colocamos delante de la puerta en la que está escrito el número12.

-Aquí estamos.-nos dice, con tono firme.-Estamos en lafinal.

Peeta y yo nos mantenemos en silencio.

-Creo que deberíamos entrar ya. Quiero que sepáis que hemoshecho todo lo que hemos podido hacer como mentores. Y también quiero que sepáisque es posible que saquemos a uno. Creo que es posible, así que

-¿A quién?-gimoteo yo, sin mirarle directamente a los ojos.

-Eso ya lo sabes, preciosa. Lo sabes desde que empezaron losjuegos.

Yo miro hacia abajo, y evito la mirada de Peeta y deHaymitch.

-Bueno
¿preparados?-nos pregunta finalmente Haymitch.

Peeta asiente de inmediato. Yo me tomo unos segundos, peroal final también asiento.

-Vamos a ello, entonces.

Haymitch coloca su mano sobre el soporte y la puerta se abrenada más rozar su la palma.

Haymitch atraviesa el umbral de la puerta, seguido porPeeta. Yo respiro hondo, y entro en la sala de mentores del distrito 12 porúltima vez en estos juegos.

Cada uno en silencio, ocupa sus butacas de siempre y encendemos los televisores.

Gale bebe la botella de agua que le enviamos hace unas horascon los últimos fondos que teníamos para él. Mira a su alrededor de vez encuando, aunque parece tranquilo, en paz.

Emily, como es habitual, está sentada sobre la rama de ungran árbol. Allí saca brillo y limpia todas sus lanzas, flechas y cuchillos.Mantiene cierta sonrisa de suficiencia en su rostro.

Por su parte, Philippe está sentado en lo alto de un clarodel bosque, no demasiado lejos del árbol de Emily, aunque dudo que ninguno semueva de sus posiciones. Como ya le he visto hacer otras veces, Philippe devorauna manzana. Muy cerca de él están sus armas; dos grandes y terroríficoscuchillos, su red para cazar, y varias flechas acompañadas de un arco. A suderecha está su mochila, aún con bastante comida del banquete.

Haymitch, Peeta y yo pasamos las horas restantes hasta elanochecer viendo los programas especiales con relación a la final de estosjuegos. Son presentados por Caesar y por un par de ciudadanos del Capitolio.

Intento no pensar en ello, pero es imposible. A medida quepasan los minutos, la velocidad del latir de mi corazón aumenta, así como lacantidad de sudor en mi piel. Peeta intenta tranquilizarme, me da conversación,pero nada de resultado, ni si quiera las infusiones que me trae Wendy cadamedia hora.

Tal como el año pasado, en la arena anochece antes de lonormal. Casi de inmediato, los tres tributos se ponen en pie, de camino a laCornucopia.

Emily cuenta sus armas de nuevo y se asegura de no dejarolvidada ninguna. Philippe, lentamente recoge sus armas y su mochila.Finalmente, le da un último mordisco a su manzana, tira el corazón de esta y sepone en marcha.

Gale no pierde el tiempo. Sale disparado hacia la Cornucopia al ver laprimera estrella en el cielo.

Unos golpes en la puerta de la habitación me sobresaltan. Haymitch la abre y detrás de ella seencuentran todos; Prim, mi madre, Cinna, Joseph, Effie, Portia, todo el equipode preparación e incluso Sunny y Buttercup, ambos en brazos de Prim.

-No queríamos dejaros solos.-dice con cierta timidez mimadre.

Los tres mentores les invitamos a pasar, y, aunque concierta dificultad, encontramos sitio y asiento para todos.

 

Decidimos apagar la televisión que muestra lo que estáviendo todo Panem, porque los comentarios de Caesar nos irritan.

Así, todos nos concentramos en la pantalla que está en elcentro, que muestra una visión general de los tres tributos.

A diferencia del año pasado, sobre la arena hay indicacionesa cerca del camino que deben tomar los tributos si no quieren encontrarse entreellos antes de lo debido.

Sobre el suelo hay flechas luminosas que indican ladirección que el tributo debe tomar hacia el volcán. Las flechas tienen doscolores distintos; azul para Philippe y Gale, y rosa para Emily. En ellastambién está plasmado el número 12 o el número 4.

Así, los tributos siguen las indicaciones con cautela ysiendo lo más silenciosos posibles. Sin embargo, eso no es necesario, lasflechas han sido perfectamente diseñadas, ya que más de un kilómetro separa acada uno de los tributos.

Los tres tributos caminan con buen ritmo, hasta llegar hasta donde debería haber estado el río delava. Sin embargo, este ha desaparecido, ahora hay superficie rocosa, ydespués, finalmente, el volcán.

Los pasillos que se colocaron para el banquete no han sidoretirados, al menos no todos, sólo el de Nadine, Alix y Penélope. Sigue habiendo tres pasillos, separados porbastante distancia. En la puerta de cada uno, como siempre, un número, laindicación si es para el tributo chico o chica y el soporte para colocar lamano.

Casi a la vez, Philippe, Gale y Emily entran en su pasillo,que los llevará a la cima del volcán. Los tres chicos corren a través delpasillo, y finalmente encuentro cierto tono de nerviosismo en los rostros delos tres finalistas.

Mientras atraviesan el pasillo, los tres sacan sus armas.Emily elige llevar en la mano dos lanzas, Philippe un cuchillo pequeño y unaflecha, y Gale un arco con varias flechas.

Noto cómo mi corazón va a velocidad de vértigo cuando lostres tributos llegan al final de su pasillo. Éstos no desaparecen de inmediato.Emily da pequeños saltos para calentarse, Gale resopla y Philippe mantiene suentrecejo fruncido.

Casi sin darme cuenta, la superficie del volcán absorbe ensu interior la puerta del pasillo, de manera que los tributos pueden ver lo queestá enfrente. Unos instantes más tarde, las paredes del pasillo también sonabsorbidas y los tributos quedan totalmente indefensos.

Emily reacciona antes que los chicos. Empieza a correr haciaellos, concretamente hacia Philippe, pero no antes sin tirarle, a velocidad devértigo, una lanza a Gale. Gale, instintivamente, lanza su mochila a modo deescudo, y funciona. La lanza atraviesa en el aire la mochila de Gale, y pierdetoda su fuerza. Gale recoge la lanza del suelo y la saca de la mochila, justo atiempo para esquivar un cuchillo de Philippe que iba directo a su cabeza.

Emily, con lanza enmano, se alabanza sobre Philippe. Sin embargo, Philippe resulta tener másfuerza de la que parece, porque eleva las rodillas y evita que la lanza deEmily se clave en su corazón. De hecho, con cierta dificultad, Philippeconsigue clavar un cuchillo en el hombro de Emily. Éste empieza a sangrarcopiosamente, y el grito de Emily es aterrador.

Justo cuando Philippe se dispone a levantarse para acabarcon Emily, que grita con fuerza, una de las piernas de Philippe es atravesadade las flechas de Gale.

 

Philippe también grita, y cae al suelo de inmediato.

De esta manera, Emily y Philippe están en el suelo, gritandode dolor y desangrándose, mientras Gale está intacto, sin ningún rasguño.Entonces, por un momento lo veo posible. Veo a Gale volviendo, coronándose comovencedor, me imagino abrazándole, me imagino sus brazos, su sonrisa de nuevo,le veo en mi cabeza pronunciando mi nombre, me imagino besando sus labios
Amedida que Gale está más cerca de Philippe y Emily, lo veo más posible, lo veomás real. Ya casi puedo ver la cara de enfado de Snow, sólo estoy a dosflechazos de tener a Gale conmigo, para siempre

Pero no sucede. Mis sueños se rompen tan rápido como, sinprevio aviso, el volcán empieza atemblar. A temblar exageradamente. Sólo unos pasos separaban a Gale dePhilippe, pero el temblor hace que Gale caiga al suelo. Él intenta levantarse,pero la sacudida se lo impide. Lo intenta más, pero la convulsión del volcán vaa más. Los gritos de Philippe y Emily han sido ahogados por el rugido delvolcán.

El temblor se hace tan fuerte que ni si quiera la cámarapuede enfocar correctamente el volcán. De repente, un sonido se une al queprovoca la convulsión del volcán. Suelto un grito ahogado, al ver cómo latierra se separa, cómo se rompe, dejando sólo franjas. Gale tiene que agarrarsefuertemente para no caer al interior del volcán. Philippe y Emily tienen lasuerte de permanecer en un trozo de piedra que no se fractura demasiado.

Gale intenta levantarse de nuevo, pero vuelve a caer. Seagarra fuertemente para no caer a la lava, ya que su franja es bastanteestrecha.

El temblor alcanza su apogeo, y de repente, cuando mepregunto cuándo va a acabar, silencio. Tranquilidad. Ha parado. Sólo se oyenlos gemidos de Philippe y Emily. Gale mantiene los ojos apretados con fuerza, ycuando los abre y comprueba que se ha acabado, se levanta de inmediato. Cogesus armas, tensa el arco y apunta con una flecha a Philippe, que tambiénmantiene los ojos cerrados por el dolor.

Se comienza a oír un burbujeo. Se hace más fuerte. Gale mirapor última vez a Philippe, y justo en el momento en el que dispara el arco,escucho la explosión más grande que jamás he oído. Es indescriptible, inclusoescuchándola por el televisor, parece que mis oídos van a estallar. En la arenahabrá sido el triple de fuerte.

Cuando abro los ojos, en la televisión sólo se ve niebla.Sólo el color gris. Al cabo de unos segundos, también aparecen en pantallaspequeñas motitas de lava. La niebla pierde espesor. Se hace más blanca, sepuede apreciar la silueta del volcán en la pantalla
Desaparece poco a poco

Haymitch enciende rápidamente la pantalla que emite paratodo Panem, aunque no nos da demasiada información, sólo aparece Caesar aún conla boca abierta por la sorpresa. Todos nos mantenemos en silencio, expectantes.

Pasan unos instantes hasta que se puede distinguir algo enla pantalla. Entonces, se ve claramente. Los tres tributos están tumbados en elsuelo, con el rostro lleno de heridas, quemaduras
Y con los ojos cerrados. Nocon los ojos cerrados con fuerza, como si estuvieran sufriendo. Con los ojoscerrados como
si estuvieran muertos. Ninguno de los tres mueve ni un músculo, yla cámara enfoca desde demasiado lejos para comprobar si respiran.

-Ha pasado algo en esa niebla...una lluvia de rocas, seguramente, algo ha tenido que pasar para que Gale también esté ahí...-murmura Haymitch.

 

El plano se mantiene de la misma manera durante segundos,tantísimos segundos que me parecen incluso minutos. Se podría decir que se estáproyectando una foto, ya que lo único que se mueve son los restos de la niebla ypequeñas motas de lava.

Entonces, de repente, y sin previo aviso, suena un cañonazo.Tengo la piel repleta de sudor, y me siento tan mal como en el día de lacosecha. ¿Será ese el cañonazo de Gale? Unos veinte segundos más tarde, suenaotro cañonazo, sin embargo, este es ahogado por la sintonía de victoria,indicando que uno de los tres tributos vive, pero es imposible saber cuál.

A los pocos segundos, llegan tres aerodeslizadores. Cada unorecoge a un tributo.

Y ahí nos quedamos tanto nosotros, tanto como todo Panem,con los ojos pegados a la pantalla y con la boca abierta, sin saber quién haganado los septuagésimo quintos juegos del hambre.

He decidido subir dos capítulos, así que primero leed este y luego el 45! A ver qué os parece. ¡Gracias por leer!

Los murmullos recorren la habitación. Haymitch hace llamadas teléfonicas. Caesar no parece tener mucha más información que nosotros: suejeta su pinganillo con fuerza y arruga el entrecejo, sin preocuparse por la cámara, como si no estuviera en directo para todo el país. En el plató la gente también murmura.

La situación se alarga. Cinco minutos, diez, quizás quince. Haymitch sigue telefoneando, pero no recibe ninguna información. Cinna, Joseph, Portia y el resto del equipo hablan de comunicarse con alguien relacionado con los vigilantes. Effie no articula palabra. Mi madre intenta calmar a Prim, que llora descontroladamente preguntando qué ha pasado. Una vez más, parece que sólo Peeta y yo estamos en la habitación.

Nos miramos, pero no nos decimos nada. Ambos estamos ahogados en el mar de preguntas sin respuesta que ha provocado el final de los juegos.

-Hay
.hay problemas de comunicación, eso es todo.-dice Caesar, aunque no muy convencido de sus propias palabras.-¡Estoy seguro de que conoceremos el ganador de los juegos en breves momentos!

Sin embargo pasan y pasan los minutos, y no lo hacemos. A medida que pasa el tiempo, el sudor en la frente de Caesar aumenta. Sus fallidos intentos de distraer a la audiencia hablando de otras cosas sólo hacen que los murmullos aumenten.

-¿Te escapas conmigo?-me susurra Peeta al oído.

Yo asiento. Él coge mi mano y salimos de la habitación sin que nadie se dé cuenta. En el pasillo, sólo silencio.

Peeta me lleva hasta la azotea, donde, por fin, respiro. Coloco mis manos sobre mis caderas, miro hacia el suelo e intento tranquilizarme.

-¿Qué pasa si anuncian el ganador?-le pregunto a Peeta, al cabo de unos instantes.

Él no responde de inmediato. Contempla las vistas nocturnas del Capitolio.

-Nos enteraremos.-dice, simplemente, sin apartar la mirada del horizonte.

Decido sentarme. Cierro los ojos con fuerza, y cuando decido abrirlos, él está a mi lado.

-¿Qué crees que ha pasado?-gimoteo yo.

-Es imposible saberlo. Pero debes tener en cuenta
que Emily y Philippe estaban en peores condiciones que Gale.

-Esta mierda no se acaba ni si quiera cuando anuncian el vencedor.-

-Lo sé.-dice Peeta, con tristeza. Se acerca a mí.

 

Pasamos los minutos allí. Yo con la cabeza encogida entre mis rodillas, sintiéndome demasiado cobarde para salir y afrontar todo lo que está pasando. Peeta coloca su brazo sobre mis hombros, pero no me tranquiliza. Nada lo haría ahora.

-Katniss
-susurra Peeta, cuando pasan un par de minutos.- Haymitch está aquí.

Yo levanto la cabeza enseguida, y efectivamente, ahí está Haymitch, mirándonos fijamente. Un gran aullido de alegría de una multitud cercana al centro me informa de que el vencedor ha sido anunciado.

Siento cómo todo me da vueltas, las nauseas invaden todo mi cuerpo, al igual que el sudor.

Miro fijamente a los ojos de Haymitch, y ellos rompen cualquier esperanza. Veo en ellos reflejados el dolor, el desánimo, cientos de sueños rotos. Entonces no quiero escuchar, ya lo sé. No necesito oírlo.

-Han anunciado el ganador.-comienza a decir Haymitch, con voz grave. Compruebo que la letra "G" no es la que sus labios empiezan a formar, el mareo y el malestar aumentan. -Philippe ha ganado.-Hace una pequeña pausa, para que la realidad me golpeé con fuerza y destroce todo, absolutamente todo.-Creí
de verdad creí que podríamos sacar vivo a un chaval
al menos a uno

Yo ya no le escucho. Me pongo en pie, y cuando Peeta intenta rodearme con sus brazos, yo los rechazo con un manotazo.

-No me toques.-dice mi propia voz, aunque no soy consciente de estar hablando.

Camino, corro, huyo. No abandono la habitación sin golpear mi hombro con el de Haymitch, aunque sé que no es su culpa.

Bajo las escaleras tan rápido como puedo. Incluso resbalo más de una vez, aunque siempre me levanto. Oigo los precipitados pasos de Peeta detrás de mí. Corro más rápido. Finalmente, salgo de la azotea y me encuentro en el pasillo del centro de entrenamiento. Entonces pienso, ¿de quién es realmente la culpa de que jamás vaya a volver a ver a Gale con vida? Un olor me viene a la cabeza. Sangre mezclada con rosas. Su rostro se forma en mi mente, sus ojos de serpiente, sus labios de color rojo
.Noto cómo la furia se extiende por todo mi cuerpo, hasta el último rincón de éste está enfadado, frenético. Grito. Grito con rabia, con dolor, grito fuerte, tan fuerte como mis cuerdas vocales me lo permiten. Y me siento mejor, sí, me siento mejor. No mejor, menos mal. Miro a mi alrededor. El bonito centro de entrenamiento. Paredes perfectas en color pastel, adornadas por pinturas meticulosamente alineadas. Una bonita alfombra de color blanco decora el suelo. Realmente bonita, sí. Me giro y me concentro en el cuadro más cercano a mí. Muestra una escena de otoño, un par de hojas de tono oscuro caen de un árbol plantado a la orilla de un bonito río de agua cristalina. Me pregunto el valor del cuadro. ¿Su valor será superior al de mi antigua casa del Distrito 12? ¿Al de la casa de Gale? Bien, pues ya no lo será.

Arranco sin ninguna dificultad el cuadro de la pared. Lo miro una vez más, y lo tiro al suelo. El cristal protector de la imagen se fractura ligeramente. Entonces lo piso, y el cristal se rompe más. Lo piso con el otro pie, y finalmente solo se ve el cuadro. Me siento mejor, así que continúo.

Me paseo por el centro de entrenamiento, tirando al suelo cuadros, rompiendo jarrones y partiendo en dos los tallos de las flores que había en ellos.

Doy patadas a todo lo que me encuentro, y rompo todo lo que me rodea.

 

Llego a mi habitación y cierro de un portazo. Unos instantes después, Peeta llama desesperadamente a la puerta. Yo me rompo en mil pedazos, como uno de los jarrones de cristal que acabo de romper. Me deslizo sobre la puerta, hasta acabar sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la puerta. Peeta llama insistentemente.

-¡Vete! ¡Largaos!-grito yo, lo más alto que puedo.

Miro al frente. Observo la habitación y me paro para contemplar mi cama. La cama en la que Gale y yo desayunamos juntos uno de los primeros días. En la que nos reímos juntos. En la que nos olvidamos del mundo.

Entonces, sin poder evitarlo, las lágrimas empiezan a salir. Exageradamente, lágrimas que llevan días guardadas ahí, con ganas de salir.

Pienso en Gale. En su susurrante voz, en la manera en la que me miraba, en su sonrisa.

Comienzo a llorar desconsoladamente. El tono de la voz de Peeta, que está al otro lado de la puerta, se vuelve cada vez más desesperado y suplicante.

Sujeto mi cabeza con las manos. Siento que la cabeza me va a explotar, que mi corazón, cansado de tristeza y dolor, se va a parar en cualquier momento. De hecho, siento que ya no está ahí. Parece que alguien ha abierto mi pecho, ha arrancado el corazón y lo ha tirado a la basura.

Sigo llorando, pero noto cómo la furia sigue ahí. Como el odio está expectante, con ganas de salir al exterior. Me levanto y miro a la habitación. Camino con nerviosismo, calibrando qué es lo primero que debería destrozar. Las llamadas de Peeta se convierten en súplicas. Yo lo ignoro.

Algo de la habitación me llama la atención. Mi propio reflejo me devuelve la mirada a través del gran espejo que hay colgado enfrente de mi cama. No, no es mi reflejo. Es el reflejo de una chica débil. Una chica cuyos ojos están ocultos tras unas grandes ojeras. Una chica cuyo pelo no ha sido lavado en muchas semanas. Una chica en la que se puede ver reflejado el sufrimiento. Una chica cuyo rostro está inundado por tristeza, soledad y dolor. Una chica que llora. No, la chica del espejo no es Katniss Everdeen. Es una chica cuyos sueños y esperanzas han sido rotos con crueldad por los chicos malos de la película. La chica del espejo
el mejor amigo de la chica del espejo acaba de ser asesinado.

Mir con incredulidad mi propio reflejo.

-¿Por qué lloras?-murmuro.

Katniss Everdeen no llora. Ni aunque se haya muerto su mejor amigo. Katniss Everdeen cogería su arco, un par de flechas y se marcharía en busca de venganza. Sin importarle las consecuencias. Sólo venganza.

Intento devolver las lágrimas a su sitio, pero no funciona. Siguen deslizándose por las mejillas sin ningún control.

Miro hacia abajo, hacia el lavabo. Cierro los ojos. "Gale está muerto, sabías que lo estaría desde hace mucho. No llores" pienso. Abro los ojos y vuelvo la mirada hacia el espejo, intentando seguir mi propio consejo. Intentando seguir el consejo de Katniss Everdeen.

Tengo que agarrarme al lavabo para no caerme. A mí lado, en el espejo, se encuentra un chico que sonríe ampliamente. Al otro lado se encuentra Gale. Yo abro los ojos mucho, preguntándome si definitivamente me he vuelto loca.

-Llorar no significa que seas débil, Katniss.-dice Gale, sonriendo.

Yo abro la boca, pero no soy capaz de articular ninguna palabra.

 

-Me enfadaría si no lo hicieras.-añade él, sonriendo de nuevo.-Pero no demasiado, ¿vale?

Acerco mi mano al espejo. Me veo a mí, destrozada, completamente destrozada, y veo a Gale también, intacto. Sin apenas tocar el cristal, Gale desaparece. Me deja a mí sola, rota, fragmentada, desgarrada, tanto por fuera como por dentro. Odio tanto la imagen que se proyecta en el espejo que con la mano con la que lo estoy rozando, le doy un fuerte puñetazo. El espejo se fragmenta de inmediato. La chica débil desaparece. Sólo quedan pequeños trocitos de ella.

También noto con una cálida sustancia se desliza por toda mi mano, saliendo de los nudillos. Mi mano está empapada en sangre. "Genial", pienso.

Me siento sobre el suelo del baño. Llorando, sangrando, sufriendo. Sin embargo no siento nada. Me han quitado a lo único que tenía. Me lo han quitado sin pedir permiso. Me lo han quitado y jamás me lo devolverán.

Los toques en la puerta de Peeta se convierten en golpes. Golpes muy fuertes. En mi cabeza sólo se convierten en martillazos, uno detrás de otro, y a cada cual más molesto.

Me tumbo. La sangre de mis nudillos sale a borbotones. Me mancho, pero no me importa. Ya nada importa.


Vale, antes de que me matéis, leed el siguiente, jaja :) Gracias por leer!
Recordad que he subido dos episodios! No os liéis! Si aún no sabes quién es el ganador lee el capítulo anterior! Gracias por leer!

El reloj marca las 4 de la madrugada. Haymitch,refunfuñando, venda mi mano, llena de sangre y magullada. Peeta me mirapreocupado, pero no dice nada.

Ha pasado ya una hora desdeque Haymitch tuvo que ir a buscar a una compañera de Wendy para que ésta lediera la llave de mi habitación. Ha pasado ya una hora desde que todos entraronen tropel en mi cuarto, sin haber sido invitados primero. Ha pasado ya una horadesde que los gritos de Prim, al ver el baño manchado por tanta sangre, medespertaron de mi ensimismamiento. Ha pasado ya una hora desde que Haymitchintenta curarme y desinfectarme la mano, sin embargo, sigue igual, sangraigual.

-Déjalo, ¿quieres?-digo yo, demal humor, apartando la mano.

-A mí tampoco me gusta andarcurando las manos de gente que se vuelve loca y arremete contra los espejos,por si no lo sabías.-gruñe él, volviéndome a coger la mano, quitando concuidado algunos cristales que aún siguen clavados en ella.-Ni a Wendy ni a suscompañeras les va a hacer ninguna gracia arreglar el estropicio que haspreparado en el centro, ¿sabes?

-No era mi intención que ellastuvieran que limpiarlo después
-murmuro, sintiéndome culpable.

-¿Qué querías? ¿Cabrear aSnow?-pregunta Haymitch, soltando una carcajada.-Lo que a Snow le va a dar esrisa. ¿Crees que los cuadros que has roto eran muy caros? Probablemente lofueran, pero para Snow no significan nada. Las que se llevan la peor parte sonWendy y sus compañeras.

-Les pediré disculpas.

-No sólo les pedirásdisculpas. Antes de que nos vayamos al 12 ayudarás a reparar todo lo que hasroto, ¿entendido?-me reprime Haymitch, como si fuera un padre enfadado porquesu hijo no ha hecho los deberes.-

Nos mantenemos en silencio duranteunos instantes. Sin poder evitarlo, unas lágrimas silenciosas se deslizan pormis mejillas. Haymitch me mira.

-Destrozar el centro paracabrear a Snow
a quién se le ocurre.-dice, negando con la cabeza y riéndose.

 

-Es suficiente, Haymitch.-dicePeeta, de repente, con tono firme.

Haymitch gruñe, pero despuésse calla y no dice nada más. Al cabo de un rato, finalmente, cubre mi mano conla venda definitiva.

-Esto ya está.-

-Gracias.-murmuro yo,observando la mano vendada.

-Deberías
deberías dormiralgo. Él se puede quedar contigo.-me recomienda Haymitch, señalando a Peeta,que se esfuerza por sonreír.

-No, quiero estar sola. Perogracias. A los dos.-

Haymitch asiente, y me mira alos ojos. Yo evito su mirada, porque aún salen gruesas lágrimas de ella.

-Mírame.-dice él, con tonograve.-Saldrás de esta, preciosa. Vas a salir de esta.

A continuación, se inclina yme da un suave beso en la cabeza. Peeta hace lo mismo, y ambos se disponen asalir de la habitación. Sin embargo, en el momento justo en el que abren lapuerta, Wendy llega corriendo, casi sin poder respirar y con rostro asustado.

-W-wendy, ¿qué tepasa?-pregunta Haymitch, preocupado y sujetando su mano.

Wendy toma aire.

-Gale está vivo.-dice,finalmente.

Noto cómo algo que aún noestaba roto en mí, se rompe en mil pedazos. Sin embargo, a los pocos segundos,tengo la sensación de que los trozos vuelven a su sitio. Pero, ¿cómo va a estarGale vivo?

Me levanto de la cama, y mesiento más fuerte.

-¿Cómo que Gale está vivo,Wendy? -titubeo yo.

-Lo está.-confirma ella,mirándome.-Bajemos abajo y os lo explicaré.

Así, todos bajamos lasescaleras del centro, llamamos a la habitaciones de los demás y les decimos quese reúnan con nosotros en el salón.

Tras unos minutos, todosestamos en el salón, todos menos Prim, que juega con Sunny y Buttercup en suhabitación. Permanecemos expectantes ante lo que Wendy quiere anunciarnos. Ellase asegura de que todas las puertas están cerradas y habla con un tono de vozmuy leve.

-Mientras
mientras tenía lugarla final de los juegos, yo tenía turno
es decir, tenía que trabajar. Decidíllevarles un aperitivo a los vigilantes, y cuando abrí la puerta, nadie meprestó atención. Hablaban a gritos y discutían entre ellos. Entonces miré a lapantalla. Gale acababa de esquivar la lanza que le tiró Emily, que en esemomento se estaba peleando con Philippe. El momento en el que los dosresultaron heridos y Gale estaba ileso
fue el caos. Muchos vigilantes decíanque había que hacer algo para acabar con Gale, o si no Snow acabaría con ellos.Otros defendían que no había que intervenir. Helen Doyle, la vigilante jefe
nodecía nada. Se mantenía en silencio, mirando fijamente a la pantalla. Entonces,sin previo aviso se levantó de su asiento, y con un movimiento de mano, calló atoda la sala. "Provocad la sacudida" dijo,con tono muy serio. Hubo gritos de asombro en la sala, y muchos le preguntaronsi estaba segura. Ella dijo "Hay que matar al chico, ¿no? Provocad la sacudida.Provocadla ya". El resto de vigilantes obedeció, y con un movimientode palancas, el volcán empezó a temblar. Helen volvió a ocupar su sitio,mirando la pantalla sin apenas pestañear. Sin embargo, la sacudida no surgióefecto, Gale seguía en perfecto estado. Por el contrario, la sacudida habíadebilitado a Philippe y Emily. Los vigilantes le preguntaron a Helen qué debíande hacer. Ella se lo pensó durante dos segundos, y después dijo, "La tormenta. Utilizad la tormenta". Su ordenprovocó de nuevo gritos de asombro y cuchicheos. Muchos le aconsejaron que nolo hiciera, que los tres tributos podrían resultar heridos. Pero a ella no leimportó, sólo quería acabar con Gale. Se podía ver el nerviosismo en su cara. "Hacedlo. Ahora." Dijo.Los vigilantes, aunque no muy convencidos, obedecieron. La tormenta afectósobre todo a Emily. Creo que aún no estaba muerta, no lo pude ver muy bien,pero Helen dio la orden de que sonara un cañonazo, si Emily aún no estabamuerta, lo estaría enseguida. Ese fue el primer cañonazo. Los vigilantesinformaron de que la tormenta no había matado ni a Gale ni a Philippe, pero quehabía afectado más a Philippe. Ninguno estaba en condiciones de matar al otro,pero, si los dejaban así, Philippe moriría primero. Helen dio la orden de quela cámara no cambiara de plano, que enfocara desde lejos. Si no hacían nada,Gale se proclamaría ganador. Entonces Helen, tras pensárselo durante unoscuantos segundos, decidió hacer que sonara otro cañonazo. "Anunciad la victoria de Philippe. Gale seráejecutado después de la ceremonia de clausura. Llevadlo a la mansión de Snow yencerradlo allí hasta entonces." Dijo, tras varios minutos,con tono nervioso. A continuación, abandonó la sala. Por suerte no me vio. Salídetrás de ella, y esperé un poco antes de venir. Gale está vivo, pero no loestará por mucho tiempo.

 

Todos nos mantenemos ensilencio, asimilando las palabras de Wendy. Ahora mismo Gale está vivo,encerrado en la mansión de Snow, esperando la muerte.

-Hay que sacarlo.-digo yo, porfin, con las fuerzas renovadas al saber que Gale está vivo.-Hay que meterse enla casa de Snow y rescatarle. ¡No podemos dejar que muera y quedarnos de brazoscruzados!

-Nadie está diciendo que esoes lo que vaya a suceder, Katniss.-dice Haymitch, sin mirarmedirectamente.-Gale puede que ya esté muerto, no deberías hacerte demasiadasilusiones, preciosa. Y si lo estuviera, ¿qué? No podemos entrar como si nada encasa de Snow, rescatar a un prisionero e irnos como si no hubiera pasado nada.Podríamos morir en el intento. Y en caso de que lo consiguiéramos
luego ¿qué?No podríamos volver al 12. Seríamos rebeldes, tendríamos que huir de lajusticia. Debemos plantearnos si todo eso merece la pena

Miro a Haymitch conincredulidad. ¿De verdad quiere decir lo que está diciendo?

-Gale es mi mejor amigo. Paramí merece la pena. Y me da igual lo que digáis, yo voy a ir a rescatarle. Me daigual si muero en el intento. Aunque la ayuda de alguno de vosotros me vendríabien, la verdad.-digo yo, con tono firme.-Lo voy a hacer con, o sin vosotros.

Haymitch suspira. El resto semantiene en silencio.

-¿De verdad crees que lo vas aconseguir?-me pregunta él, de mal humor.-¿Y dónde vas a ir? ¿Vas a huir con él?¿Eres consciente de lo débil que va a estar? Quizá ni si quiera lo puedas sacarcaminando de la casa de Snow. Es una misión suicida.

Yo miro hacia otro lado,mordiéndome la lengua para no hablar, pero no lo consigo.

-¿Y tú qué, Haymitch? ¿Quécrees que va a pasar con Wendy?-La propia Wendy me mira con los ojos muyabiertos.-¿Crees que la puedes llevar contigo al 12, como si nada? Ella setiene que quedar aquí de esclava, ¿sabes? Y si crees que alguna vez vais atener una relación de cuento
¿qué digo? Si crees que alguna vez vais a teneruna relación más o menos normal, eres tan, o incluso más, iluso que yo porcreer que puedo sacar a Gale de allí. Os veréis todos los años por los juegos,sí, pero cuando éstos terminen, tú tendrás que volver al 12, a tu bonita yenorme casa, mientras ella se queda aquí, matándose a trabajar. Puede que ahorano, y tampoco dentro de 4 ó 5 años, pero algún día, ella te culpará por vuestrasituación, y tú volverás a ser el viejo borracho amargado que eras hace tansólo unas semanas.

 

-Katniss, es suficiente
-dicePeeta.

-No, Peeta, no es suficiente.Hace unas semanas todos hubierais hecho lo que sea para salvarle la vida a Gale,porque no teníais nada que perder. Estoy segura de que no estaríamosteniendo esta conversación ahora mismo, de hecho, ya estaríamos en la mansiónde Snow, dispuestos a salvar a Gale. Sin embargo, vuestra posición actual esdemasiado cómoda para arriesgarlo todo. Pues, ¿sabéis qué? Quiero que osimaginéis que Gale no es la persona que está allí. Cinna, quiero que imaginesque Joseph es el que está allí, encerrado, y que jamás le vas a volver a ver.Joseph, ¿podrías imaginarte cómo se siente una persona al saber que alguien aquién quieres va a morir mientras tú puedes evitarlo? Y tú, Haymitch, ¿quéharías si la prisionera fuera Wendy? Y Peeta, ¿cómo sería la situación si yofuera la que estuviera allí? Bien, pues para mí, Gale es tu Joseph, Cinna, y tambiénes tu Wendy, Haymitch. Si alguno de vosotros fuerais los prisioneros, yoestaría dispuesta a rescatarles, sin importar la situación. Siento que elsentimiento no sea mutuo.

A continuación, abandono lahabitación de mal humor. Noto cómo Peeta me sigue, pero cuando llego a lahabitación, cierro de un portazo.

Cojo mi arco y mis flechas, yme alegro de haber decidido traerlas. Unas armas en el Capitolio nunca están demás.

Me trenzo el pelo y salgo porla puerta, casi golpeando con ésta la nariz de Peeta.

-Katniss, ¡espera!-exclama él.

Sin embargo, yo no le hagocaso. Camino dispuesta a abandonar el centro y a dirigirme a la mansión deSnow.

-Espera.-repite él, cogiéndomeel brazo, impidiéndome continuar.

-Peeta, déjame
-murmuro yo,intentando deshacerme de su mano.

-Yo estoy contigo.-dice Peeta,mirándome a los ojos.-Lo estoy desde el principio, y lo estaré hasta el final.Iré contigo a liberar a Gale si es lo que quieres, pero ir ahora, en estemomento, es una misión suicida.

-¿Dónde crees que vas, albosque?-dice Haymitch con tono burlón, desde el otro extremo del pasillo.

-Mañana. Iremos mañana yliberaremos a Gale.-dice Peeta, muy despacio.

-Necesitamos un plan,preciosa. Mañana es la ceremonia de clausura, a la que estamos invitados.Se celebrará en la mansión de Snow. Es la ocasión perfecta. La única ocasión,la verdad. Ahora suelta ese arco ¿quieres? Duerme un poco. Descansa. Yo mequedaré trazando un plan con los mayores
-dice Haymitch con paciencia.

-Yo también quiero diseñar el plan.-alego yo, de mal humor.

-No estás en condiciones de hacerlo.-replica Haymitch.-Ve adormir.

-Vamos, Katniss. Ven conmigo.-me dice Peeta, ofreciéndome su mano.

Finalmente yo la acepto, aunque a regañadientes. Peeta y yo vamosa mi habitación.

 

-Vaya día.-comenta Peeta, sonriendo.

-Vaya día.-confirmo yo, mientras me quito los zapatos y me tumboen la cama. Él permanece sentado en ella.- ¿Te quedas conmigo esta noche?

-Claro que sí.-responde, inclinándose y besando mi mejilla.-Que descanses,Katniss.

El agotamiento me vence, y no me resisto. Mis párpados cada vezson más pesados, hasta que se cierran completamente. Me pierdo en un día normalde caza con Gale. Es un sueño agradable, cuya absoluta protagonista es lasonrisa de Gale.


Peeta aún duerme. Yo llevo varias horas despierta, ni siquiera sé qué hora es. Verle dormir me relaja. Observar la rítmica bajada ysubida de su tórax, escuchar su respiración, sentirle cerca de mí.

Ahora estamos frente a frente. Puedo distinguir cada pequeñodetalle de su cara. Sus pestañas me fascinan. Tan doradas, tan trasparentes einvisibles vistas desde lejos
pero viéndolas desde la corta distancia que nossepara ahora mismo
son una maravilla.

Sonríe. De vez en cuando, Peeta sonríe en sueños, lo quedibuja una pequeña sonrisa en mi cara también.

Veo cómo Peeta se mueve, cada vez más, hasta, quefinalmente, abre los ojos. Y, sin poder evitarlo, y aunque los haya vistocientos de veces, no puedo evitar caer hechizada por ellos de nuevo. Tanazules, tan llenos de honestidad, llenos de cariño, tan mágicos.

-¿Cuánto tiempo llevas mirándome así?-me pregunta sonrientey con voz soñolienta.

-Más del que me gustaría admitir.-respondo, sin apartar lamirada.

Peeta se ríe.

-¿Cuánto tiempo llevas despierta?

-Demasiado.-contesto, y él arruga el entrecejo.

Abre la boca para decir algo, pero unos golpes en la puertale interrumpen.

-¡Levantaos, arriba! ¡Tenéis un plan que aprender para estanoche!-grita la voz Haymitch con mal humor desde el otro lado de la puerta.

Al cabo de unos minutos, Wendy, Haymitch, Joseph, Peeta,Cinna y yo estamos sentados alrededor de una mesa redonda en la habitaciónprincipal del centro de entrenamiento.

-Bien.-comienza a decir Haymitch, aclarándose lavoz.-Durante toda la noche de ayer trazamos un plan a través del cual podríaser posible sacar a Gale de allí. Pero es arriesgado. Muy arriesgado. Sin embargo,todos nos hemos comprometido a hacer lo que haya que hacer.

Haymitch me mira, buscando mi aprobación, como pidiendodisculpas. Yo asiento, y para él es suficiente.

-Mañana se celebrará la fiesta de clausura de losjuegos.-continua, mirándonos a Peeta y a mí en especial.-Nosotros tres estamosinvitados, así que no habrá absolutamente ningún problema para entrar. Wendy se las ha arreglado para asegurarse unpuesto entre las asistenes que trabajarán en la fiesta, así que ella tambiénestará allí. Joseph tampoco tendrá problemas para entrar. Respecto a Cinna, aúnnos estamos planteando si utilizarle o no

-Cinna no puede venir.-interrumpo yo, con voz firme.-Snow lecreé muerto y

-Por eso seré perfecto para distraer a los guardias si esnecesario.-argumenta el propio Cinna.

-Pero si los distraes te cogerán, Cinna.-le digo yo, contono pausado, aunque el corazón me empieza a latir más rápido.

-Estoy dispuesto a correr el riesgo.-

-¡NO! Cinna, no puedes hacerlo, ¡no voy a dejar que esasratas te cojan!-exclamo yo, levantándome de la silla.

-Katniss, siéntate.-me ordena Haymitch, de mal humor.-Aún nohemos decidido qué vamos a hacer con Cinna, el caso es que no hay tiempo paraque pongas pegas. Siéntate y mantén la boca cerrada.

 

Yo no obedezco de inmediato. Miro a Cinna y obligo a susojos a que se claven en los míos. Le miro, intentando que capte mi tono dedesesperación y súplica. Pero él aparta su mirada de la mía. Vuelvo a sentarmeen la silla.

-Como iba diciendo
Ninguno tendrá problemas para entrar.Según Wendy, las celdas de la casa de Snow están unos pisos más abajo del queestaremos. Por lo tanto, tenemos dos opciones; escaleras o ascensor. Ambasestarán vigiladas por guardias y cámaras de seguridad. Es obvio que no podemosbajar como si fuera nuestra propia casa. Y para burlar a los guardias de Snow,un simple "Estaba buscando el baño",no es suficiente. Y menos cuando se trata de Katniss Everdeen merodeando por lacelda en la que se encuentra Gale. Wendy y yo hemos decidido que si queremosbajar, la mejor forma es el ascensor. Por lo que sabemos, hay dos guardiasvigilando la puerta y una cámara en el propio ascensor. Hemos tomado ladecisión de que sólo bajéis tú y Wendy, Katniss.

Eso me pilla por sorpresa. Haymitch jamás me deja ningunaresponsabilidad medianamente grande y liberar a Gale yo sola es la mayorresponsabilidad que jamás se nos ha planteado.

-¿Pero qué
?-comienzo a decir, pero Haymitch me manda callara través de una mirada que me deja helada.

-Si los tres desaparecemos a la vez alguien podríasospechar. Wendy y una de sus compañeras llevarán un carrito de comida cadauna. Les dirán a los vigilantes del ascensor que les llevan un aperitivo a losvigilantes de las celdas. El carrito de la compañera de Wendy irá vacío, peroen el de Wendy, irás tú escondida, Katniss. No se te verá porque los mantelesde los carritos llegan hasta el suelo. Con suerte, los vigilantes os dejaránpasar al ascensor. Así, bajaréis hasta las celdas. Allí, Wendy dará permiso asu compañera a irse, mientras que ella les prepara el aperitivo a losvigilantes. Wendy les preparará café, pero añadirá unas gotas de somnífero enél. Y aquí llega la fase más peligrosa del plan. Debéis de tener en cuenta queen las celdas también hay cámaras, por lo tanto, en el momento en el que losvigilantes caigan dormidos, deberéis ser extremadamente rápidas. Katniss,deberás coger la llave de la celda de Gale de uno de los vigilantes. Abrirás lacelda de Gale, le sacarás y le esconderás en el carrito de la compañera deWendy, tú volverás a tu carrito y, tan rápido como podáis, salid de allí. Wendyllevará los dos carros. Peeta y yo estaremos pendientes al ascensor. Cuandosalgáis, Wendy os llevará hasta la cocina. Allí, saldremos por la puerta deatrás, y ya podéis rezar para que no haya guardias vigilándolas. En laexplanada de las cocinas nos esperará un aerodeslizador, en el que ya estarándentro la familia de Katniss, Cinna, Effie, todos. Si hay suerte todo saldrábien.

-No
no parece tan difícil, ¿no creéis?-pregunta Peeta, trasvarios segundos.

-Mirándolo de esa manera, no.-responde Haymitch, sin mirarledirectamente.-Todo depende del momento en el que Wendy y Katniss droguen a losguardias, cojan a Gale y salgan. Ya podéis rezar para que el que vigile lascámaras sea un becario borracho que no se dé cuenta de lo que está haciendo. Sino es así, cuando Wendy y Katniss suban por el ascensor, se encontrarán a uncompleto ejército de vigilantes armados hasta las cejas.

 

Todos nos mantenemos en silencio y asimilamos las palabrasde Haymitch.

-Katniss.-dice Haymitch, con tono más serio de lonormal.-Espero que comprendas y agradezcas el grandísimo riesgo que corre Wendyal hacer esto. Puede que a ti te encierren, pero, ¿una simple asistenta? Nodudarán en eliminarla ni un segundo.

Wendy respira hondo y me mira a los ojos. Tiene unos ojosverdes muy bonitos, aún llenos de inocencia, como me los describió Haymitch laprimera vez que me habló de ella.

-Lo entiendo, Wendy.-digo yo, manteniendo la mirada.-Sé quepodrías morir, y jamás te estaré lo suficiente agradecida por lo que vas ahacer.

Wendy asiente y aparta la mirada, para centrarla enHaymitch. Él clava sus ojos en los suyos y le coge la mano.

-Tengo
tengo una pequeña duda.-comenta Peeta, arrugando elentrecejo.-Cuando nos subamos a ese aerodeslizador
¿Dónde nos llevará?

Haymitch suelta una carcajada.

-Esa es la segunda parte del plan
.ni si quiera sabemos sies real, pero
Tenemos a alguien infiltrado en el Capitolio. Se llama Vic y

-¡Eh! ¡Yo conozco a Vic!-exclamo yo, muy animada al saber quela mujer que me dio ánimos en la entrevista con los mentores está de nuestraparte.-La conocí en las entrevistas, ¡era muy simpática!

-Sí, Katniss, lo que sea.-me corta Haymitch, conimpaciencia.-El caso es que se llama Vic, y es la organizadora de todo estetipo de eventos. En realidad está de nuestra parte, y nos da chivatazos de loque se cuece por el Capitolio. En la fiesta de clausura intentará distraer alos vigilantes lo máximo posible. Ella también nos ha conseguido elaerodeslizador. Y, según Vic
el aerodeslizador nos llevará al Distrito 13.

Río con ganas. Peeta me imita, pero nuestras risas parancuando vemos las caras de Wendy y Haymitch, que indican que no están bromeando.

-¿Al Distrito 13?-pregunto, alzando las cejas.-Fuedestruido. Por si no lo sabías.

Haymitch pone cara de paciencia.

-Según Vic no lo está. Me ha contado un rollo raro depersonas viviendo bajo tierra, o algo así
De todas formas, un lugar que nosabemos si existe o no es la única opción que tenemos. Así que allí iremos. ¿Algunapregunta que no esté relacionada con el distrito 13?

Peeta y yo negamos con la cabeza.

-Bien. Cinna, será mejor que tú esperes en elaerodeslizador. Si te cogen, ésta-dice, señalándome-
querrá organizar otramisión de rescate. Joseph, ¿tú vienes?

-Cuantos más mejor.-dice Joseph, mostrando una sonrisatímida.

-Pues entonces
.os veo aquí a las nueve en punto. Mientrasmeteré a todo el mundo en el aerodeslizador. Hasta entonces.-dice Haymitch, muyrápido. A continuación abandona la sala, seguido de Wendy, que se despide conla mano y con una sombra de sonrisa.

Nos quedamos sólo Joseph, Cinna, Peeta y yo en lahabitación.

-Bueno
-dice Cinna, rompiendo la tensión.-Creo que es horade que trabajemos en vuestra ropa para esta noche. Joseph y yo tenemos algo muyespecial para ti Katnis

Joseph sonríe y me guiña un ojo.

Así, los cuatro nos dirigimos hasta la habitación de losestilistas.

Unos minutos después, estoy delante de un espejo, vistiendoun bonito y simple vestido rojo que me llega hasta los pies. Jamás había vistodiseño más simple. Sin embargo, Cinna y Joseph están detrás de mí, con una gransonrisa, y muy orgullosos.

 

-Puede parecer simple.-dice Cinna, agachándose paracomprobar unas últimas costuras.-Pero necesitas algo cómodo para lo de hoy.

"Cómodo". Sí, definitivamente, creo que este es el vestidomás cómodo que he llevado jamás. Simplemente es tela de color rojo contirantes, pero tiene algo. Algo que lohace especial, algo que hace que la magia de todos los diseños de Cinna seavisible en este.

-Además, es rojo. El color perfecto para cumplir una misión,¿no crees?-me pregunta Joseph, muy contento.

-Es un vestido perfecto. Gracias.-les digo a los chicos,sonriendo.

A continuación, Cinna y Joseph visten a Peeta con unelegante esmoquin de color negro. Después, entre los dos me maquillan. Añadenmucha más máscara de pestañas de lo normal, sin embargo, son muy discretos conel colorete. Finalmente, tiñen mislabios de color rojo pasión.

-Estás perfecta, Katniss.-me dice Joseph, cepillándome elpelo.-

Cinna se une al peinado y los dedos de ambos chicos deshacendocenas de enredos.

-Creo que haremos algo simple en el pelo, ¿no creesJoseph?-pregunta Cinna a Joseph, aunque sin mirarle directamente.

-¿En qué habías pensado?

-Bueno, ninguno de los dos somos muy buenos respecto a lospeinados. Podríamos hacer un moño simple, pero creo que quedaría mejor sidejáramos el pelo suelto. No liso del todo, con algunas ondas.

-Sí, creo que eso sería genial.-afirma Joseph,sonriendo.-¿Tú qué opinas, Katniss?

-Creo que eso está bien.-respondo, encogiéndome de hombros.

Al cabo de unos minutos Peeta y yo estamos listos paradeslumbrar a los exigentes ciudadanos del Capitolio. Cinna tiene una maleta ensus manos, y nos mira con cariño.

-Bueno, tengo que ir al aerodeslizador. Os deseo muchísimasuerte. Nos veremos enseguida, ¿entendido?-nos dice, intentando mostrar unasonrisa.

Los tres asentimos. Primero, Cinna se acerca a Peeta y leestrecha la mano. Sin embargo, durante el apretón, oigo cómo Cinna dice algocomo "Oh, ¡qué diablos!", y abraza a Peeta con fuerza. A continuación, Cinna seacerca a mí.

-Estás preciosa. Eres preciosa, Katniss, lo sabes.

-Oh, vamos, Cinna, ¿de verdad te estás despidiendo demí?-digo yo, intentando mostrar una sonrisa.

Cinna sonríe.

-No, por supuesto que no. Nos veremos en unas horas.-me diceél, mientras me acerca a él y me abraza El abrazo dura más de lo normal,porque, como siempre, me siento segura y cálida en los brazos de Cinna. Cuandonos separamos, me besa suavemente la frente.

Finalmente, Cinna se acerca a Joseph, que le mira contristeza.

-Ven aquí.-le dice Cinna, sonriendo, y Joseph no duda unsegundo en lanzarse a sus brazos.

Peeta y yo observamos el abrazo con cariño. Los brazos deluno agarran con fuerza el cuerpo del otro, y me da la sensación de que si lointentara, jamás podría separarles. Cuando se separan, se besan suavemente en los labios.

Cinna se dirige hacia el aerodeslizador, dejándonos a Peeta,Joseph y a mí solos, hasta que Haymitch llega acompañado por Effie.

-¿Preparados?-nos pregunta.

Los tres asentimos, y comenzamos a caminar con destino a lamansión de Snow. En alguno de los rincones de esa inmensa mansión, Gale , casimoribundo, espera la muerte. El pensar que ahora mismo Gale depende de mí, ysólo de mí, hace que sienta el corazón en mi garganta, que empiece a sudar portodas partes. Es una sensación familiar cuando se trata de ceremonias en elCapitolio.

 



Espero que os haya gustado el capítulo! Ahora unas pequeñas notas finales...

¡Hola! Gracias a todos por leer, de verdad, sois geniales. Este fic está a punto de conseguir los 200 comentarios, situándose en los fics más comentados y más leídos de los juegos del hambre en potterfics,y todo gracias a vosotros! Sois unos amores.

Bueno, y ahora me voy a dar publicidad a mí misma e.e Si os gusta el estilo de escribir del fic y tal, y si os gusta Harry Potter, a lo mejor os apetece pasaros por un pequeño relato que escribí antes de ayer. Es fácil de leer, es un fic en forma de relato, así que sólo hay un capítulo. Y eso, si os pasáis os doy un pin. Si así lo hacéis, muchísimas gracias, de verdad! Os dejo el link por si a alguien le interesa.

https://www.potterfics.com/historias/119125

Gracias por todo de nuevo, sois los mejores lectores que un escritor podría desear!

-Estamos dentro.-susurra Haymitch. Detecto cierto tono demiedo en sus palabras, e intento no pensar en lo arriesgada que debe ser estamisión para provocar miedo en Haymtich.

-¿Y ahora qué?-murmuro yo, algo asustada.

-Bajaréis cuando saquen la comida.-responde él, casi sinmover los labios.

Tras habernos tomado, lo que me han parecido al menos, cienfotos, y firmar algunos autógrafos, por fin estamos en el salón principal de lamansión de Snow. Somos de los primeros en llegar, la sala aún está algo vacía.La velada está amenizada por una música, a volumen muy bajo. Es una canciónlenta, cantada por un hombre de voz grave, relajante.

A medida que pasan los minutos, va llegando más gente.Distingo a muchas de las personas más influyentes del Capitolio, la mayoría,patrocinadores. Saludo con una sonrisa a los que ayudaron a Gale o Emily en elestadio, y tengo que soportar comentarios como "Lo siento, chica, no pudo ser" o "A ese primo tuyo se le veía muy interesado en Marcy, ¿no?"

También los mentores de otros distritos llegan. Saludamos aJohanna Manson, que nos dice que siente nuestra pérdida. Vemos también a Garryo Isabella, con los que entablamos fácilmente conversación. Peeta y yodistraemos a Haymitch cuando Charlotte entra en la habitación, pero no daresultado. Él la ve y ambos funden miradas. Ella, finalmente, le saluda con lamano con una sonrisa tímida. Sin embargo, Haymitch le da la espalda.

-Vámonos de aquí.-nos dice, con voz entrecortada.

Los minutos pasan lenta, muy lentamente. Finalmente, cuandoparecen haber pasado horas, todas las luces de la sala se apagan, y los focosenfocan un gran balcón del piso de arriba. Al cabo de unos pocos segundos, Snowaparece sobre él. La habitación explota en aplausos. Él sonríe.

-¡Felices Juegos del Hambre!-exclama.-Estos, sin duda, hansido unos juegos que no han dejado con mal sabor de boca a nadie. Finalmente, ytras mucha lucha, ha sido Philippe, del distrito 4 el vencedor.-Másaplausos.-Coronaremos a Philippe en el Coliseo de las Estrellas dentro de unasemana, cuando esté recuperado. Sin embargo, no podemos empezar esta fiesta sinreconocer la labor del Distrito 12 en estos juegos
-¿Distrito 12? El corazón meempieza a latir con violencia. Unos segundos después, un enorme foco se posa porencima de nuestras cabezas.-El Distrito 12, vencedor del año pasado, ha llevadoa sus dos tributos a la final. ¡Enhorabuena, mentores! Sin embargo, como laseñorita Everdeen comprenderá, no todo es posible. De todas formas,¡enhorabuena por llegar tan lejos!-Todas las personas de la sala vuelven lacabeza y nos miran, aplaudiendo con ganas. Noto cómo alguien me da palmaditasen la espalda. Los aplausos duran algo más de lo normal, y Peeta, Haymitch y yono sabemos qué hacer. Nos limitamos a sonreír y a asentir con la cabeza.-Basta,basta
Pero el distrito 12 no ha sido el vencedor este año
El vencedor este añoha sido el distrito 4, cuyos mentores han sido Finnick Odair y Mags, ¡un fuerteaplauso para ellos!

 

Noto cómo las luces dejan de enfocarnos para centrarse endos siluetas que salen con torpeza de uno de los pasillos de la mansión. Mássonriente, atractivo y seductor que nunca, aparece un radiante Finnick Odair deentre las sombras, con una Mags entusiasmada del brazo. La sala le da unacálida bienvenida con cientos de aplausos.

Finnick viste un elegante traje negro con una pajarita azul.De refilón, veo cómo lleva los gemelos de tridentes. Mags, lleva un vestido detono celeste que le llega hasta los pies. Ambos agradecen los aplausos, ycuando éstos cesan, Finnick se acerca al micrófono.

-¡Muchas gracias a todos por venir para celebrar la victoriade Philippe!-exclama, lo que provoca de nuevo aplausos.-Tanto Mags y como yoqueremos agradeceros vuestra presencia. Pero sobre todo, queremos agradecer alos patrocinadores que apostaron por Philippe, que tomaron la decisióncorrecta, y con los que quizá, sin ellos, no estaríamos aquí.-Las luces enfocana un grupo de hombres extravagantes de unos setenta años de edad, que sonríencon ganas. -Gracias a todos, de verdad. Y ahora
¡que empiece lafiesta!-concluye, guiñando un ojo, lo que provoca gritos agudos por la mayoríade las chicas de la sala.

La música, ahora a un volumen más alto vuelve a comer. Estavez, se trata de una canción de rock, en la que la guitarra tiene muchapresencia. Pocos minutos después, docenas de carritos de comida entran en lahabitación, uno de ellos es llevado por Wendy.

-Es la hora. Ve a la cocina y reúnete con Wendy.-me diceHaymitch, con una sonrisa en la cara, para aparentar que hablamos de algún temadivertido.-Suerte. Venga, vete.

Me dispongo a besar a Peeta, pero Haymitch nos separa,diciendo que no se debe de notar que me voy.

Así, comienzo a caminar entre la multitud, apretando lasmanos de desconocidos y devolviendo sonrisas. De repente, choco contra alguien.

-¡Woh!-exclama con sorpresa la susurrante voz de FinnickOdair, levantando su copa, que casi derrama sobre mi pelo al chocar contra él.

-¡Finnick!-digo yo, con entusiasmo.-¡Enhorabuena!-añado,dándole un abrazo.

-Muchas gracias, Katniss.-responde él, con una sonrisaradiante en su rostro.-Siento lo de
bueno, ya sabes. ¿Qué tal estás?

-Estoy.-contesto yo, encogiéndome de hombros.

-Lo superarás.-dice Finnick, colocando su mano sobre mihombro.-Yo te veo fantástica, ¡menudo vestido!

Yo me río y él me dedica una sonrisa cariñosa.

-Tú también estás genial, Finnick

 

-Oh, Katniss, tengo que irme.-me dice, mirando por encima demis hombros, saludando a alguien.-Te veré luego, ¿vale?-A continuación, mesonríe por última vez, guiña un ojo y se marcha.

Yo observo cómo saluda con una gran sonrisa a un grupo depatrocinadores, y me pregunto si alguna vez más veré a Finnick. Al menos mehubiera gustado despedirme de él, o haber apuntado su número de teléfono, paraseguir en contacto.

Entre la multitud, distingo a un Haymitch de mal humor quehace aspavientos con las manos, indicándome que vaya a la cocina.

Yo obedezco y me abro paso entre una multitud que disfrutade un delicioso banquete.

En la cocina se disputa un caos total. Hay carritos llenosde comida por todas partes, al igual que asistentes que discuten entre ellas.

-¿Estás lista?-me pregunta una voz a mis espaldas.

Me doy la vuelta, y ahí está Wendy, con rostro asustado.

-Sí, eso creo

-Pues venga, adentro.-me dice con insistencia, levantando elmantel del carrito y dejando al descubierto un pequeño hueco en él.

-Pero
¿aquí?-pregunto yo, alterada.

-Nadie nos mira.-afirma ella.-Además, estamos fuera delcampo de visión de la cámara de la cocina.-Venga, vamos.

Sin pensármelo dos veces, respiro hondo y me acomodo en elhueco. Es un poco estrecho, pero lo suficientemente largo. Wendy deja caerrápidamente la tela del mantel que me ocultará y todo aquí dentro se vuelveoscuro. Me aseguro de que ninguna esquina de mi vestido asome. No es así, elvestido se ajusta perfectamente. Al cabo de unos segundos, el carrito empieza amoverse, y mi corazón empieza a latir con violencia.

-¿Carla, vamos abajo, entonces?-oigo la entrecortada voz deWendy desde abajo.

-¡Sí, claro!-responde una segunda voz, muy animada.

El carro para por unos segundos, esperando al de Carla, unossegundos después, comienza a deslizarse a gran velocidad.

Me desplazo unos cuantos segundos más, quizás un par deminutos, hasta que el carro vuelve a parar.

-¿Dónde van?-pregunta una áspera voz, arrastrando laspalabras.

-Les llevamos un aperitivo a los vigilantes deabajo.-responde Wendy, con un tono de voz firme.

El carrito no se mueve de inmediato. Pasan unos segundoshasta que por fin, entramos en el ascensor. Supongo que el guardia se lo habrápensado antes de dejarnos bajar.

Noto la bajada del ascensor y siento mi corazón en lagarganta. Las puertas del ascensor se abren con el sonido de unas alegrescampanas y el carrito vuelve a moverse, esta vez, más despacio.

-¿Les apetece un café?-pregunta la voz de Carla.

-¡Sí, claro! Como estamos aquí, parece que todo el mundo seolvida de nosotros.-responde una voz masculina, muy alegre.

Wendy ríe nerviosamente y puedo oír el tintineo de tazas enmi carrito.

-A mí con sacarina en vez de azúcar, por favor.-dice unasegunda voz, ésta mucha más seria que la primera.

-Yo lo quiero acompañado de galletas.- dice una tercera voz.

Tres voces. Tres guardias a los que drogar y a los quearrebatar las llaves. A continuación, compruebo asustada como dice una cuartavoz, mucho más temible que las anteriores:

-Yo no tomaré nada, gracias.

-¿E-está seguro?-titubea Wendy, con nerviosismo.

-Sí, gracias.

El corazón me late aún con más violencia. Esto no lohabíamos planeado, no será posible rescatar a Gale si uno de los guardiaspermanece despierto

 

-El café que preparamos está delicioso
-comenta Wendy, ydetecto un cierto tono de desesperación en sus palabras.

-He dicho que estoy bien.-dice la voz de nuevo, perdiendo lapaciencia.

Wendy no dice nada más. Sigo oyendo el tintineo de tazas, ypuedo oler el delicioso aroma a café. ¿Será Wendy lo demasiado consciente parano añadir el somnífero a los cafés?

-Bueno, esto ya está listo
.-anuncia Carla, con alegría.

A continuación, oigo como Carla entrega a cada guardia sucafé.

-¿Sabe qué? Crep que al final sí que tomaré un café

-Perfecto.-dice Wendy.

Otra vez, el tintineo de tazas, cucharas
pero esta vez másrápido, por lo que comprendo que Wendy ha echado el somnífero en los cafés.

-Tú ya puedes irte, Carla.-le aconseja Wendy a su compañera.

-Está bien.-responde la otra.-Hasta luego, caballeros.

Oigo cómo Carla abandona la sala y los mecanismos delascensor.

Unos segundos después, oigo pasos, y finalmente, la cuartavoz.

-Gracias.-Unos segundos de silencio en los que aprecio cómoel guardia remueve su café con la cuchara y separa la taza del plato.-Pero
¿Quédiablos?

Unos profundos golpes de gente cayendo contra el suelo mealertan de que el somnífero ya ha hecho efecto en el resto de guardias.

-¿Pero qué hace?-exclama el guardia.

A continuación, oigo forcejeos.

-¡Suélteme!-grita el cuarto guardia, aunque con un extrañotono de voz, como si estuviera siendo obligado a tragarse algo por la fuerza.

Y finalmente, tras unos pocos segundos, silencio. Silencioque sólo es alterado por el sordo golpe del cuarto guardia cayendo al suelo.

De inmediato, levanto el mantel y salgo del carrito. Wendy yyo nos encontramos en una estancia oscura. Los cuatro guardias están en elsuelo, inconscientes, aunque, compruebo horrorizada como hay manchas de cafépor toda la habitación.

-No lo ha bebido todo.-me informa Wendy, asustada.-Podríadespertar en cualquier momento.

Yo suelto un taco y me pongo en marcha.

Estamos en una habitación pequeña, sólo hay cuatro sillas,una para cada guardia, una lámpara y una mesa. A la izquierda de la habitaciónhay una puerta metálica, con un soporte para manos, igual que las puertas delvolcán de estos juegos.

-¿Cuál de estos cuatro crees que es el jefe?-le pregunto aWendy, mirando con preocupación la puerta.

-Supongo que el último. Pero es el más pesado, no sé sipodremos moverle hasta allí, Katniss..-

-Tendremos que poder.

Wendy yo nos agachamos y empujamos por el suelo al últimoguardia, que es el más gordo de os cuatro. Tenemos que emplear mucha fuerzapara arrastrarle hasta el soporte, y tardamos varios segundos en hacerlo, perofinalmente, lo conseguimos.

Entre las dos lo levantamos y colocamos su mano sobre elsoporte, que da positivo. La puerta metálica se abre rápidamente, dejando verun pasillo a oscuras. Sólo está la luz de una débil bombilla de bajaintensidad, que se apaga y enciende, sin dar luz constante.

Miro a Wendy una última vez, que con un movimiento decabeza, me invita a entrar. Le hago caso y, con miedo, pero a la vez con decisión,me sumerjo en el pasillo.

Lo primero que siento es un desagradable olor: una mezcla desangre, sudor y orines. Cuando mis pasos se oyen, el silencio se rompe ycomienzo a escuchar gemidos de súplica, de malestar...Hay más personas aquí.Hay muchas más.

 

-¿Gale?-digo, con un hilo de voz.-¿Gale? ¿Puedes oírme? ¡SoyKatniss!

Los gemidos de losprisioneros aumentan. Durante unos instantes, la bombilla se ilumina, y aprecioun largo, larguísimo pasillo muy estrecho, con docenas de celdas a ambos lados.

-¿Gale?-repito, más alto y con tono de súplica.

Pero nadie responde. Sólo más gemidos.

A continuación, grito al notar como una mano que sale dellado derecho del pasillo me tira del vestido.

-¿Gale?

Pero no es Gale. La bombilla vuelve a iluminarse, lo que medeja ver como un hombre anciano agarra con la mano desde su celda mi vestido.

La luz vuelve a irse. Camino a través del pasillo, llamandoa Gale, pero él no responde. Vuelvo a soltar otro grito ahogado, cuando alguienme da un golpecito en el hombro.

Se trata de Wendy, con una linterna y con el juego de llavesde las celdas, recordándome que no tenemos demasiado tiempo.

Con la linterna avanzo más rápido, y al ver la luz, losgemidos de súplica aumentan.

Me detengo intentando pensar en una solución, en un planmejor para encontrar a Gale.

-¡Gale!-vuelvo a gritar.-¡¡GALE!!

Los gemidos continúan, pero entre ellos, distingo algo

-¡SILENCIO!-ordeno, y las quejas cesan algo.

Entonces, lo oigo, no muy lejos de mí, alguien llama minombre

"Katniss."

-¡GALE! ¡YA VOY!

Corro a través del pasillo, mientras que las súplicas deGale aumentan, "Katniss, Katniss, Katniss
"
Corro, tan rápido como puedo, hasta que noto su voz a mi lado, a pocoscentímetros de mí. Enfoco con la linterna a las celdas que están a mí lado, yle veo.

Hecho un pequeño ovillo, aún con el traje de tributo y conel cuerpo lleno de heridas, ahí está Gale. Está tumbado del lado de las rejas,con los ojos abiertos, y aunque esté a su lado, sigue susurrando mi nombre, condesesperación. Noto en sus ojos cómo toda su fuerza se ha ido, parece que susojos están muertos, han perdido todo el brillo, el color, la vida.

-Gale
ya estoy aquí. Te voy a sacar de aquí...-murmuro,cogiendo el juego de llaves que Wendy me ha entregado.

Sin embargo, él no parece saber que estoy ahí, con él, no memira, centra sus ojos en un punto perdido de la celda y continúa repitiendo minombre.

Compruebo e número de su celda, que es el 39, y comienzo abuscar con torpeza la llave en la que esté escrito un 39.

36, 37,38
y por fin. Cojo una pequeña llave oxidada, sujetola linterna con la boca y enfoco la cerradura. A continuación, con las dosmanos, inserto la llave y compruebo aliviada cómo ésta encaja. Giro la llaveligeramente y la puerta de la celda de abre con un chirriante sonido.

Entro en la celda y me arrodillo al lado de Gale.

-Gale, levanta tenemos que salir de aquí

Pero él sigue sin hacer caso, como si no se diera cuenta deque estoy en la habitación.

-Gale, joder, vamos

No reacciona. Con mucho esfuerzo, consigo darle la vuelta,ponerle de frente a mí, pero el ya ha cerrado los ojos. Le sacudo el hombro,pero nada da resultado. Al final opto por darle una torta con todas mis fuerzasy le pongo la linterna delante de la cara. Por fin, Gale abre los ojos,asustado. Tarda algo en reaccionar, en ubicarse, pero me ve, delante de él yabre incluso más los ojos.

 

Tiene el rostro demacrado, lleno de heridas, moratones ycicatrices.

-Katniss
-murmura, con un hilo de voz, casi ineludible.

-Gale.-le digo yo, con cariño.-Tienes que escucharme. Hevenido a sacarte de aquí, pero no tenemos tiempo. ¿Crees que podrás caminar?

Gale abre la boca, intentando hablar, pero no le salen laspalabras. Finalmente, asiente.

-Vale. Vamos a ello, entonces. ¿Preparado?-Él vuelve aasentir y coloca su brazo sobre mi hombro. Yo me esfuerzo al máximo, y trasunos segundos, los dos estamos de pie.

Sin embargo, la estabilidad no dura mucho. Cuando intentamosdar el primer paso, Gale se derrumba. Está mucho más débil de lo que meimaginaba.

-Está bien, Gale. Voy a tener que llevarte en brazos.¿Preparado?

Una vez más, Gale asiente. Coloca sus brazos alrededor de micuello y le elevo en el aire. Es mucho más ligero de lo que pensaba, aunque aúnasí, no podré sostenerle durante mucho tiempo.

-Está bien, larguémonos de aquí.-digo, finalmente, saliendode la celda.

Los dos comenzamos a caminar a través del pasillo, y por unmomento, pienso que lo vamos a conseguir. Pero de repente, mientras caminamos,oigo de nuevo su voz.

-Katniss
-me llama.

-¿Qué pasa, Gale?-digo yo, deteniéndome.

Él empieza a mover los labios, intentando decirme algo. Porsu cara, veo que es algo importante, y observo la frustración en sus ojos.

-Gale, ¿qué intentas decirme?-pregunto coninsistencia.-Tenemos que irnos

Cuando empiezo a caminar, Gale comienza a sacudir la cabezaenérgicamente, indicándome que aún no podemos salir. Sin embargo, yo decidoignorarle, ya me lo agradecerá más tarde.

Justo cuando estoy a punto de salir de las celdas, Galevuelve a abrir la boca, y ésta vez consigue decírmelo.

-E-e-mily. Emily.-murmura, con un hilo de voz.

-¿Qué pasa con Emily, Gale?-pregunto, con nerviosismo.

-Emily.-repite él, y a continuación, señala con la cabezalas celdas.

-¿Quieres decir que Emily también está aquí?-digo, sin podercreer mis palabras.

Finalmente, Gale, derrotado, muy lentamente, asiente con lacabeza.

-No podemos. No, Wendy, no me mires así. No podemos llevarlacon nosotros. Sacaremos a Gale de aquí y nos iremos.-digo, evitando la miradasuplicante de Wendy.

-Tenemos que hacerlo, Katniss. Y tenemos que hacerlo ya.

-No hay tiempo.-insisto, intentando meter a Gale en uno delos carritos.- ¿Podrías ayudarme, sabes?

-Entonces yo iré a por ella. Dame las llaves.-me dice,intentando arrebatarme las llaves.-

-Wendy, no
¡NO! ¡No voy a arriesgar la vida de Gale y lanuestra por Emily Burdock!-exclamo, alterada.

-¡SI NO LO HACES ELLA MORIRÁ!-grita ella, con aún más fuerzaque yo. Se le salen los ojos de las órbitas y respira con dificultad.

Yo sin decir nada, me vuelvo hacia Gale, que está tumbado enel suelo, con medio cuerpo dentro del carrito.

-Gale, escúchame.-Él me mira, para demostrarme que tengo suatención.-Necesito que me digas el número de la celda de Emily. Y tiene que serrápido.

Gale reacciona antes de lo que esperaba, y abre la bocarápidamente para intentar decir algo. Sin embargo, sólo es capaz de emitir unosvagos gemidos.

 

Me mira asustado durante unos instantes, y después, casi sinfuerza coge el juego de llaves, y empieza a pasar llaves, hasta llegar al número25. Me señala el número y me entrega el juego.

Sin pensarlo dos veces, sin plantearme los problemas, sin siquiera acordarme de la cámara que hay en las celdas, salgo corriendo. Ignorolos gemidos de súplica del resto de los presos, sólo corro y llamo a Emily.

Celda 22, 23, 24

-¡Emily!

Dentro de la celda 25 está la chica que jamás pensé quevolvería a ver. Ahí, con un aspecto terrible, está la chica que hizo quesuspendiera aquel estúpido trabajo escolar. Sus ojos verdes me miran consorpresa y tono suplicante. Sin embargo, es consciente de todo lo que estápasando. Es consciente de que estoy allí, y de que voy a salvarla.

-Katniss
-dice, con un hilo de voz, pero con serenidad.-

Abro su celda lo más rápido posible. Emily sigue sinentender qué está pasando.

-No tenemos tiempo, Emily. Tenemos que salir de aquí.¿Puedes caminar?

-Creo que sí.-responde ella, asimilando toda la informacióny levantándose con dificultad.

A continuación, lentamente, las dos empezamos a atravesar elpasillo.

-Espera, Katnis. No podemos dejarlos.-dice Emily, de repentey señalando las celdas.

-No podemos sacarlos a todos.-argumento yo, con insistencia.

-Que lo hagan ellos.-dice ella, con una lucidezsorprendente. Me arrebata las llaves, y se las da a un prisionero.-Suerte,Karl. Salid de aquí. Vamos, Katniss.

Las dos atravesamos con rapidez el pasillo, acompañadas delsonido de cientos de celdas que se abren. Cuando llegamos, Gale ya está debajodel mantel de unos carritos. Wendy nos mira asustadas.

-¿Y ahora qué? Las dos no cabemos en el carrito, yo ibajusta
-comento, nerviosa.

Wendy arruga el entrecejo.

-Que Emily se meta en el carrito. Tú irás conmigo. Esperemosno llamar la atención demasiado. Venga, rápido.-nos ordena Wendy.

Nosotras obedecemos, y unos segundos después estamos listaspara salir. Sin embargo, algo nos distrae y nos deja paralizadas durante uninstante. Un bostezo, alguien desperezándose, alguien despertándose.Horrorizadas, miramos para atrás y comprobamos cómo el guardia jefe sedespierta, lentamente.

-Vámonos.-dice Wendy, en voz muy, muy bajita, mirandopreocupada al guardia.

Echamos a correr, cada una con un carrito, y llamamos alascensor con insistencia.

Más bostezos, cada vez más débiles

-¡EH! ¡VOSOTRAS!-grita la enfadada voz del guarida jefe,mientras se levanta con dificultad del suelo.

Me arrepiento de no haber traído ningún arma conmigo. Elguardia se levanta del todo, saca su arma y empieza a correr hacia nosotras. Elascensor aún no está aquí, y, por si fuera poco, el guardia saca su radio einforma de un "código 22" a sus superiores.

Oigo el ascensor más cerca, casi está aquí
.Pero laszancadas del guardia también aumentan, y dentro de poco nos cogerá. Escucho lacampana de mi salvación, la que indica que el ascensor está listo, pero puedeque sea demasiado tarde. El carrito, de repente se ha hecho más pesado, y empujarlono es tarea fácil. Veo cómo Wendy ya está dentro, con el carrito que lleva aGale, y, al notar la mano del guardia agarrando la cola de mi vestido, sientoimpulsos de dejarlos ir, que se salven ellos. Pero no, casi sin pensarlo, propinouna fuerte patada al guardia, lo que le hace soltar el vestido. Empujo elcarrito fugazmente dentro del ascensor. Lo último que puedo ver antes de que secierren las puertas de éste es la cara de furia del vigilante
y justo detrás deél, docenas de prisioneros, enfadados, furiosos, dispuestos a hacer lo que seapor salir. Lo que sea. Y de repente,al pensarlo, me pregunto si el vigilante jefe saldrá vivo de allí.

 

El ascensor nos eleva suavemente hasta la planta baja. Wendyy yo respiramos, sin apenas mirarnos.

-¿Y ahora qué? -le pregunto, con miedo.

-Ahora corremos.-responde ella.

Antes de lo que esperaba, el sonido de una campanita, nosindica que estamos arriba. La puerta se abre, y respiro tranquila al ver cómoningún ejército de vigilantes armados nos espera, sólo los dos de antes.

Wendy y o salimos como si nada, sin embargo, mi presenciales llama la atención, porque mientras nos alejamos, uno de ellos grita.

-¡Katniss Everdeen no bajó contigo! ¡Eh, ven aquí!

Yo detengo mi carrito ligeramente, pero Wendy hace como queno ha oído a los guardias y sigue caminando, como si nada.

-¡EH!-grita uno de ellos, y escucho pasos ajetreados detrásde nosotras.

Entonces descubro cómo la mano de Gale asoma dentro delcarrito.

-Corre.-me ordena Wendy.

Obedezco. Empiezo a correr, sigo a Wendy hasta la cocina. Nodebería ser demasiado difícil, el aerodeslizador está tan sólo a unos cuantosmetros

Pero no lo está. Cuando entramos en la cocina, bloqueamos lapuerta y salimos al jardín, contemplamos cómo no hay ningún aerodeslizadorsalvador. Mi corazón empieza a latir con violencia. Y ahora, ¿qué?

-¿Wendy?-nos dice Carla, con tono de miedo, ya que seempiezan a escuchar golpes para intentar desbloquear la puerta.-Un hombre havenido y nos ha ordenado decirte que ha habido un problema. El aerodeslizadorte espera en el jardín principal.

Wendy no responde, sólo me repite que corra. Ella empuja sucarrito todo recto, en dirección, imagino, al jardín principal.

-¿Emily?-grito al carrito.- ¿Puedes correr?

-Creo que sí.-responde ella, desde abajo.

A continuación sale de su escondite, y ambas empezamos acorrer. Lo último que veo de la cocina es cómo las puertas se abren y por ellaentran, lo que diría que son, cientos de guardias armados hasta los ojos. Unosinstantes después, horrorizada, distingo la voz del propio Snow entre elalboroto.

-¡ATRAPADLOS! ¡DISPARAD A MATAR SI ES NECESARIO! ¡A LA CHICANO, A LOS DEMÁS PODÉIS MATARLOS!

Corremos. Emily, con una fuerza admirable, me saca unosmetros, siguiendo a Wendy, que lleva el carrito con dificultad.

Yo corro lo más rápido que puedo, aunque el vestido memolesta, me molesta mucho. Tropiezo con su tela a cada instante, y el pequeñotacón de mis zapatos tampoco es apropiado.

Sin embargo, me obligo a correr. Me obligo a correr, sinimportarme mi vestido, ni mis zapatos, nada, pensando en Gale, en Peeta, enPrim. Pensando en la vida que podríamos tener si corro. No me permito miraratrás, porque sé lo que me encontraría, puedo oír cientos de pisadas, pisadasde personas que se rifan mi cabeza.

Veo de refilón cómo Emily gira a la derecha. Unos segundosdespués, yo también lo hago. Entonces lo veo, un gran aerodeslizador nosespera. Hay una gran explanada que correr, pero ahí está, nuestro billete a lalibertad, nuestra salvación.

 

Wendy nos saca unos pocos metros, pero compruebo, que elcarrito con Gale dentro pesa demasiado. A continuación, sin previo aviso, unafigura sale de dentro del aerodeslizador. Más tarde, veo el pelo rubio de Peetaondeando al viento. Tras unos pocos segundos alcanza a Wendy, que se detiene.Peeta saca a Gale del carrito, se lo carga al hombro y empieza a correr devuelta al aerodeslizador.

Contemplando la escena, casi tropiezo con Emily, que hacaído al suelo, y se queja de su rodilla. Por un momento, por tan sólo uninstante, la idea de dejarla y seguir corriendo pasa por mi mente. Peroautomáticamente me paro, y le ofrezco mi mano.

Mientras ella se levanta, por primera vez, miro hacia atrás.Cientos y cientos de guardias, vestidos totalmente de negro, corren hacianosotras. Entonces comprendo que son demasiados, y van a acabar alcanzándonos.Si no lo hacen, alcanzarán el aerodeslizador y evitarán su despegue.

Como medida desesperada que me ayude a correr más deprisa,me quito el vestido, quedándome sólo en una camiseta interior de tirantes y mipropia ropa interior. El aire frío de la noche acaricia mi piel. También mequito los zapatos, descalza correré más rápido.

Compruebo que Emily está lista, y las dos empezamos acorrer. Peeta, cargando con Gale, alcanza el aerodeslizador. Primero le entregael cuerpo de Gale al que creo que es Haymitch, y después él mismo se mete en elaerodeslizador. Por un segundo, respiro tranquila. Tanto Peeta como Gale estána salvo.

Sin embargo, yo sigo corriendo. Wendy llega al aerodeslizador.Haymitch la ayuda a subir, ya sólo quedamos Emily , que me saca un poco deventaja, y yo.

Siento una fuerte punzada de dolor en el costado, me cuestarespirar y tengo la boca totalmente seca. Unos segundos después, mi cabezaempieza a dar vueltas, y siento cada vez más cerca los pasos de los guardias.

Justo cuando estoy a punto de abandonar, de tumbarme en lahierba y dejar que me detengan, veo algo que me ayuda a seguir. Peeta se asomapor la puerta y, al poder apreciar el color de sus ojos, me doy cuenta de queestoy cerca, muy cerca. Puedo ver sus ojos, el brillo que hay en ellos. Puedover el cariño que siente por mí reflejado en ellos, sé que él confía en mí, séque él confía en que pueda hacerlo.

Peeta empieza a decir algo como "Venga, venga", y me anima con sus manos.

Olvido el dolor, la sed, el miedo, el malestar, y sigocorriendo. Sin embargo, observo cómo las luces del aerodeslizador se encienden,cómo toda su estructura comienza a vibrar
Emily lo alcanza y Peeta la ayuda asubir. Ya sólo quedo yo, aunque parece que el aerodeslizador comienza a despegar,sin mí

¿De verdad se irían sin mí? ¿De verdad me dejarían? ¿Seríancapaces?

Horrorizada, compruebo que sí, compruebo cómo elaerodeslizador se eleva del suelo. Sin embargo Peeta y sus ojos siguen en lapuerta, mirándome con preocupación. Cada vez se hacen más reales, más cercanos
Estiroel brazo, como rogándoles que no me dejan. Peeta también lo estira, y sé que élestá conmigo. Corro con más fuerza, con toda la fuerza que mi corazón mepermite. Entonces lo veo. El aerodeslizador sigue elevándose, pero de la puertacuelga una pequeña escalinata de color negro, que se hace más larga a medidaque el aerodeslizador sube.

 

Corro más. Cada vez está más cerca, ya casi la alcanzo
Y sindarme cuenta, estoy sujetando la cuerda.

-¡Katniss, sube!-grita la voz de Peeta desde arriba.

Miro hacia abajo y observo lo altos que estamos ya. Intentosubir, pero la escalera tiembla mucho, no es lo suficiente estable para ponerlos pies sobre el escalón.

-¡NO PUEDO!-grito, esperando que Peeta pueda oírme.

Al principio, no hay respuesta, cada vez estamos más altos ycada vez la escalera tiembla más

-¡KATNISS!-exclama Peeta.- ¡AGARRATE FUERTE, VAMOS ASUBIRTE!

Unos segundos después, noto cómo la cuerda sube, sube másrápido, acercándome a Peeta, que sonríe, cada vez su sonrisa se hace más grande

Entonces caigo en sus brazos, miro alrededor y
lo heconseguido, estoy dentro. Respiro con dificultad, miro a Peeta y le abrazo, confuerza, con más fuerza que nunca.

Me permito mirar hacia abajo, y no puedo evitar sonreír alsólo distinguir desde el aire una pequeña mancha de color rojo, que debe de sermi vestido. Se agita con violencia, arriba abajo, arriba abajo. Imagino queserá Snow, zarandeando con furia el único rastro que ha dejado La Chica EnLlamas al huir de sus afiladas garras.

Como permanecer en casa en un día de lluvia. La calidez delhogar, el saber que estás a salvo de las criaturas del bosque. Nadie puedehacerte daño, ni a ti, ni a tu familia, porque estás segura. Sólo llevamos unasemana aquí, pero el Distrito 13 ya se ha convertido en mi hogar, en mirefugio, en la casa a la que acudir cuando hay tormenta ahí fuera.

El distrito 13 es un lugar extraño, pero a la vez agradable.Y, a pesar de todo, es un lugar real.

Sujeto mi cabeza vagamente con mi mano izquierda y contemploa Gale dormir plácidamente sobre la camilla de la enfermería. Su rostro, a pesar de los múltiples cuidadosque recibe, aún está lleno de cicatrices, cortes, moratones y quemaduras. Sinembargo, sé que está tranquilo. Recuerdo el sonido de su risa, y el aspecto quetoma su cara cuando sonríe con ganas. Recuerdo el color único de sus ojos,mirando a través de los míos, compartiendo todo lo que teníamos.

Me levanto de mi butaca y me acerco a la camilla. Me pongotan cerca, que puedo oír su respiración, rítmica y tranquila. Le sientoconmigo, y ahora sí que sí, nadie puede quitármelo, ni si quiera Snow.

-Katniss.-me llama una voz áspera desde la puerta.-A comer.

-Enseguida, voy, Haymitch.-respondo yo, sin girarme. Unossegundos después oigo cómo sus pasos se alejan de la habitación.

Me regalo unos minutos más que gastar con Gale, y después,abandono la habitación echándole un último vistazo a la portada del periódicoque está encima de la mesilla, cuyo titular reza "Katniss Everdeen libera a más de un centenar de criminales de laprisión del Capitolio".

Camino sin prisa a través de la sección de enfermería delDistrito 13, aún sin poder creer que estemos aquí, que estemos seguros.

Tardo un par de minutos en llegar hasta la cocina, en la queen una mesa del fondo, hay un sitio reservado para mí al lado de Peeta.

-¡Hola!-saludo sonriendo a todos los comensales. Ellos medevuelven el saludo.-

Sin embargo, entre los saludos de todos, capto una nueva voz,alguien que usualmente, nunca come con nosotros, alguien con quién no hehablado desde nuestra huída.

 

-¡Hola, Katniss!-dice una chica con múltiples cicatrices ycortes en el rostro, aunque esbozando una gran sonrisa.

-¡Emily! ¡No sabía que ya podías salir de tuhabitación!-exclamo yo, muy contenta. Ella sonríe.

-Hoy es el primer día que como aquí. La rehabilitación vamuy, muy bien.-Nos cuenta, entusiasmada.-

-Eso es genial, Emily.

-Realmente lo es. En la enfermería me han tratado muy bien.¿Vienes de ver a Gale? ¿Qué tal está?

-Sigue dormido, aunque ya tengo ganas de hablar conél.-respondo.-También he estado leyendo el periódico, lo de la fuga deprisioneros
.De Emily y Gale no dicen ni una palabra. Creen que fue un acto derebeldía.

-No deberíais haberlo hecho.-refunfuña Haymitch.-Algunas deesas personas eran asesinos y ladrones de verdad, ¿sabéis? Además, si la fugano se hubiera producido, ahora Panem no te vería como una rebelde anti sistema.

-Me da igual lo que fueran esas personas.-Replico yo, contono cortante.-Ningún ser humano merecía vivir en esas condiciones, Haymitch.Además, te aseguro que cuando contraataquemos, tener criminales a nuestro ladonos vendrá bien. Asesinos experimentados, ladrones, estafadores
nunca está demás tener contactos en ese mundo.

-¡Katniss!-exclama mi madre, escandalizada y tapándole losoídos a Prim.-¡No es el momento de hablar de contraataques!

-Prim es lo suficiente mayor para saber que no nos vamos aquedar aquí, sin hacer nada, sin venganza.-digo, de mal humor.-Porque
vamos acontraatacar, ¿no?

Miro a Haymitch y él evita mi mirada.

-Gale ni si quiera ha salido de la enfermería, preciosa.Emily salió ayer. ¡Sólo llevamos una semana aquí! Ya habrá tiempo de venganzas,todo a su tiempo.

Yo abro la boca para replicar, pero la cierro al recibir unamirada de Cinna, que me obliga a acabar el tema por hoy.

-Mañana es la coronación de Philippe como vencedor.-comentaJoseph, tras unos segundos.-La veremos, ¿no?

-Sí, quiero ver si a Helen Doyle le ha salido alguna canatras saber lo de Gale y Emily
-dice Effie, con una sonrisa pícara.

-No creo que la veas.-señala Haymitch, centrando su miradaen los granos de arroz repartidos por su plato.

-¿Y eso por qué?-pregunta Peeta.

-Pensad un poco. ¿Qué le pasó a Seneca Crane el año pasado?Él dejo vivos a dos tributos. Helen Doyle ha dejado a tres, además, el finalfue un desastre total, sin ninguna emoción.

-¿Qué le pasó a Seneca Crane el año pasado?-pregunta Prim ami madre, con los ojos muy abiertos.

-Le despidieron. A Helen Doyle también la despedirán, y poreso no saldrá en la coronación
-comienza a explicar mi madre, con un tono devoz poco firme.

-No, Prim, no le despidieron.-interrumpo yo a mi madre,mirando fijamente a mi hermana.-Le mataron. ¿Qué?-exclamo, cuando todas lasmiradas de la sala se centran en mí, con tono de reproche.-Tiene que saber aqué nos enfrentamos. Ya no es una niña.

-Yo prefiero que me digáis la verdad. Katniss tiene razón,ya no soy una niña, no tenéis por qué ocultarme las barbaridades que hace elCapitolio.-murmura Prim, al igual que Haymitch, centrando la mirada en suplato.

Mi madre abre la boca para protestar, pero una suave voz anuestras espaldas nos interrumpe.

-Ha despertado. El chico ha despertado.

Recibo las palabras de la enfermera como un gran golpeinesperado, y mi corazón, sin previo aviso, comienza a latir con violencia.

Casi inconscientemente, me levanto de la silla y salgocorriendo hacia la habitación de Gale. Gale está despierto, está vivo, Galeestá conmigo
Recorro las idénticas paredes del Distrito 13 a velocidad delrayo, sin que nada sea capaz de detenerme

La distancia del comedor a la habitación de Gale, loslugares donde paso la mayor parte de los días, se me hace más grande que nunca.Cuando por fin veo el número de su habitación, el 136, aumento de velocidad.Atravieso la puerta como un relámpago, y médicos del 13 rodean la cama de Gale.Yo les empujo y me abro paso entre ellos.

Gale tiene los ojos entrecerrados, le molesta la luminosidadde la sala. Sin embargo, cuando me ve, se abren muchísimo, al igual que suboca, la cual sólo emite un débil "Katniss".

Intento no abalanzarme sobre él con demasiada fuerza, ya queestá débil, así que lo más ligeramente posible, le abrazo. Pero al ver que elme aprieta con fuerza con sus brazos, yo le rodeo con los míos con la máximaintensidad posible.

El abrazo dura alrededor de cinco segundos. A continuaciónnos separamos, y miro su cara por primera vez. Está cansado, débil, peromantiene una amplia sonrisa en el rostro.

Yo, por primera vez en mucho, muchísimo tiempo, sonrío deverdad, ya que no hay nada de qué preocuparse, y murmuro "Te dije que te salvaría."


Y ahora unas pequeñas notas finales...¡Hola! Gracias a todos por leer! Aquí tenéis un capítulo algo más corto que los anteriores, pero que espero os haya gustado mucho! ¡Siento mucho haber tardado tanto en actualizar! Estos últimos días he estado muy ocupada, y no sacaba tiempo para escribir. Son las fiestas de mi ciudad y hay que cubrir los compromisos sociales e.e Pero bueno, aquí está. También, os comunico que este es el penúltimo capítulo del fic, el próximo que suba será el epílogo. Entonces ya hablaremos de planes de futuro y tal...Hasta entonces, ¡ disfrutad de este capítulo! ¡muchísimas gracias a todos y que tengáis un día genial! :)

Las pesadillas se han ido, al menos por esta noche. Porprimera vez en mucho, muchísimo tiempo, no me despierto a mitad de la noche,empapada en sudor y temblando de miedo. Ahora no hay nada por lo quepreocuparse, todo está bien, todos estamos bien, a salvo, seguros.

Unos ojos de un profundo color azul interrumpen mispensamientos. Se clavan en los míos, me atraviesan, cazando todo pensamientoque vaga por mi mente. Conociéndome, destapando todos mis secretos, casidesnudándome.

Cuando terminan su análisis, el dueño de esos ojos sonríe yse acerca más a mí.

Los dos estamos en mi habitación, tumbados en la cama, defrente, mirándonos el uno al otro. Gale aún no ha salido de la enfermería,aunque lo hará pronto.

-¿Por qué sonríes?-susurro yo, sin poder evitar que unaminúscula sonrisa se dibuje en mi rostro también.

Peeta no responde de inmediato. Se dedica a mirarme unossegundos más. Decido apartar la mirada, porque tengo la terrible sensación deque Peeta sabe exactamente en lo que estoy pensando.

-Eh, mírame.-murmura, acariciando mi cara.-Lo sé, Katniss.

-¿Qué sabes?

-Sé que tienes miedo.-responde, sin mirarme directamente eincorporándose.

-¿De qué tengo miedo? Si se puede saber
-digo yo, intentandosonreír, aunque mi voz tiembla ligeramente.

 

-Tienes miedo de que pregunte qué va a pasar con nosotrosahora que Gale vive.-contesta él, fijando la mirada en un punto muerto de lapared.

Miro hacia al techo y compruebo que Peeta puede saber quépasa por mi cabeza sólo con mirarme a los ojos. Suspiro.

-Bingo.-digo, intentando sonreír de nuevo.

-Mira, Katniss
-comienza a decir él, acercándose a mí.-Teentiendo. Y no te voy a presionar, si quieres estar conmigo, genial, si quierespensarlo, te daré tiempo, el que necesites. Si quieres estar con Gale,encontraré la forma de aceptarlo y si no te quedas con ninguno de losdos
-titubea.-Estaré contento con lo que decidas. Sólo quiero que sepas que voya esperar, lo que sea

Miro a Peeta con cariño, con un cariño inmenso. Él sonríetristemente y yo me lanzo a sus brazos. Él me recibe cálidamente, y percibocómo el abrazo dura algo más de lo normal.

-No sé qué voy a hacer Peeta. Con Gale
con Gale nunca hahabido nada romántico, lo sabes. Pero al pensar que podría perderle
me asusté.El problema es que no sé si me asusté lo que se asustaría una amiga
O me asustémás de lo que debía, lo que significaría que siento algo más, ¿no crees? A ti,sin embargo, sé que te quiero. Eres la apuesta segura, contigo todo saldrá bien.Pero no funcionaría a la perfección sin saber que Gale está olvidado y que nosiento nada por él. Cosa que ahora
Ahora no sé lo que siento por él
¿Entiendes?

-Claro que te entiendo.-responde, con cariño, cogiéndome lamano.-Por eso te voy a dar tiempo para pensarlo. Es lo que me estás pidiendo,¿no?

Yo asiento. A continuación, con la otra mano, Peeta meacaricia la mejilla, y casi inconscientemente, me voy acercando más a él, él nolo permite, y por un momento, quiero vivir en ese momento, olvidarme del mundo,incluso de Gale
Ser él, sus ojos azules y yo. Estamos tan cerca que puedodistinguir todas y cada una de las pecas que decoran su rostro, pero, alsiguiente instante, ya no puedo, porque tengo los ojos cerrados. Nos fundimosen un cariñoso beso, hasta que alguien abre sin llamar la puerta de nuestrahabitación.

Peeta y yo nos separamos de inmediato y dirigimos la miradahacia la puerta, pero por la mirada que tiene Haymitch, sé que nos ha visto.

Mantiene una sonrisa de suficiencia que aumenta cuando mismejillas se encienden.

-¿A eso llamáis vosotros un beso?-nos reprocha, con tonoburlón.

-¿Qué pasa, Haymitch?-pregunta Peeta, con algo de vergüenza.

-¿Querías venganza, preciosa? Acompañadme.

Diez minutos más tarde, Cinna da los últimos toques a unmaquillaje muy discreto.

-Cinna, ¿me vas a decir de una vez qué pasa?-protesto yo.

Él sonríe.

-¿Se lo puedo decir ya, Effie?-le pregunta a la mujer que semira en el espejo que está a nuestro lado

-Supongo.-responde ella, encogiéndose de hombros.

Cinna le da la vuelta a mi silla y me pone frente a él. Searrodilla para estar a mi nivel.

-Te va a encantar.-me dice, sonriendo.

-¿Qué es lo que pasa, Cinna?-insisto yo, algo nerviosa,aunque también sonriendo.

-En dos horas tendrá lugar la coronación de Philippe en elColiseo de las Estrellas.-explica.-Bien, pues cuando enciendan las pantallaspara repasar el paso de Philippe por los juegos, nuestro técnico encomunicaciones, Plutarch, nos va a colar. Va a hacer que en todo el Capitoliose emita lo que vamos a grabar en ese estudio.-me dice, señalando unahabitación al otro lado del pasillo.-Tiene que ser en directo, de otra forma nonos podrá colar. Saldréis Peeta y tú, y las estrellas serán, por supuesto, Galey Emily. La idea principal es demostrar cómo los juegos del hambre sedesmoronan, y cómo en sólo dos juegos del hambre, ha habido cincosupervivientes, cuando debería haber habido dos. Demostrar la debilidad delCapitolio, llamar a la guerra al resto de los distritos. Con un poco de suerte,podremos hacer una emisión completa antes de que nos corten

 

-Guau
Hacer una llamada a la guerra hoy

-No es que vayamos a entrar en guerra hoy, pero queremosanunciarlo en la Coronación, a Haymitch le encanta el dramatismo.-comentaJoseph, que entra en la habitación.-Estás muy guapa, Katniss. No queremosmaquillarte mucho porque la gente tiene que reconocerte. Tienes una imagen deluchadora perfecta.

-Gracias, Joseph
-digo yo, con un hilo de voz.-Estoypreocupada, chicos. Sabéis lo mal que se me da esto
Entrar en directo para todoPanem
Seguro que meteré la pata

Cinna, sin embargo, al ver mi preocupación, sonríe.

-Exactamente igual que el día de la entrevista, ¿recuerdas?Te voy a dar el mismo consejo que te di aquel día. Sé tú misma. Díselo a unamigo, dímelo a mí, explícame por quéhay que derrocar al Capitolio, convénceme, haz que me lo crea. Así todo iráigual de bien que la última vez. Confío en ti, Katniss.

Yo sonrío.

-Cinna.-Empiezo a decirle, sin mirarle directamente.-Si nofuera por ti, no estaría aquí. Estaría muerta. ¿Sabes
sabes si quiera
? ¡Me hassalvado la vida! Un montón de veces. Lo haces cada día. Y te quiero, Cinna. Meconoces, y sabes que eso se lo digo a muy, muy pocas personas.

-Tú también me has salvado la vida, Katniss, ni te loplantees, lo has hecho cientos de veces. Yo también te quiero. Y nos quedan unmontón de aventuras por vivir. Ven aquí.

Cinna me abraza, y una vez más, me siento segura en susbrazos, que son cálidos y acogedores.

-¿Estás lista?-pregunta una áspera voz por detrás.- ¿Se lohabéis explicado ya? A ver, preciosa, vas a tener que ser creíble porque

Sin embargo, Haymitch se interrumpe, porque yo me levanto dela silla y sin previo aviso, le abrazo con fuerza. Imagino su cara dedesconcierto, porque oigo las risas de Cinna y Joseph detrás. Tras unossegundos, noto sus brazos alrededor de mi espalda, y por apenas uninstante, siento cómo besa suavemente micabeza.

-¿Y eso a qué viene?-me pregunta, sonriendo, cuando nosseparamos.

Yo me encojo de hombros. Abrazo a Joseph, a Effie, aPortia
les agradezco todo, y de repente, tengo ganas de hablar, de que me escuchen,de declarar la guerra.

Haymitch nos da las instrucciones de cómo debemos actuar aPeeta y a mí. Gale y Emily no llegan hasta una hora más tarde. Me sorprende vercómo ellos no llevan nada de maquillaje encima, y cómo todas sus heridas ycicatrices están al aire, muy a la vista.

Abrazo a Gale, pero él aún está demasiado débil paraentablar conversaciones largas, así que simplemente me siento con él a esperar,de la mano.

A medida que llega la hora, el ritmo de mi corazón seacelera. Antes de que empiece la ceremonia, mi madre y Prim, con Buttercup ySunny en brazos, entran en el estudio. Prim se sienta conmigo, y veo de refilóncómo Peeta acaricia a Sunny detrás de las orejas.

 

Comienza la ceremonia de Coronación, cuyo protagonista es unradiante Philippe, sin ningún rasguño y con una gran sonrisa dibujada en loslabios. Le acompaña Finnick, que como es habitual, seduce a la cámara con suschistes o guiños. También Mags, que no parece saber muy bien dónde está, peroaún así, sonríe.

Plutarch, un hombre mayor de rostro desenfadado trabaja duroen la habitación contigua.

Veinte minutos después, Plutarch nos indica que entremos enla habitación. Gale, Peeta y Emily se sientan, pero sin embargo, a mí meindican que me coloque en el centro de la habitación, delante de la cámara.

Parece que mi corazón se va a salir del pecho, pero metranquiliza ver las caras de todas las personas que quiero en la otrahabitación.

En la que estoy hay varios hombres, trabajando con distintosordenadores en los que se ven reflejados la gala o pistas de audio.

-Entras en 10 segundos, Everdeen.-me dice secamentePlutarch.

Yo asiento. ¿Qué pasa si cortan la emisión a mitad de midiscurso? Quedará ridículo. 8 segundos. ¿Y si consigo que Finnick o Philippe semetan en problemas? 7 segundos. ¿Y si ellos empiezan la guerra antes de loprevisto? ¿Qué pasaría si ahora tiraran una bomba al Distrito trece? 5 segundos. ¿Y si abro la boca pero no soycapaz de emitir ningún sonido? 3 segundos. Olvídatede la gente. Del Capitolio. Sólo son ellos, mis amigos, mi familia. Son ellos alos que tengo que convencer." Cierro los ojos, intentando olvidar lacámara
Y cuando los abro, mágicamente, ha desaparecido. Sólo están ellos, mimadre, Prim, Cinna

Un sonido múltiple de sorpresa del público del Coliseo meindica que estoy en el aire.

-Panem.-comienzo a decir, con un hilo de voz.-Os hablaKatniss Everdeen, vencedora de los septuagésimo cuartos juegos del hambre. Medirijo a vosotros desde un refugio, un lugar seguro, ya que no estoy a salvo enel Capitolio. Habréis escuchado cosas, muchos rumores, que rezan que soy unacriminal. Esta noche os demostraré que no es así. Que los criminales son ellos,no nosotros. Durante la ceremonia de clausura de los juegos, no irrumpí en laprisión por motivos de rebeldía. Irrumpí en aquellas celdas ejerciendo unamisión de rescate de sólo dos presos. Esos dos presos tienen algo que deciros.

Concluyo mirando directamente a la cámara, y en una pequeñapantalla de ordenador enfrente de mí, observo ligeramente lo que está pasandoen el Coliseo.

Snow se ha levantado de su butaca y ordena que cortennuestra conexión. Se acerca a Caesar y le susurra algo al oído, ysorprendentemente, Caesar le aparta y centra los ojos en la pantalla.

-¡Son calumnias! ¡No es en directo! ¡Ignoradla!-exclama,furioso.

Sin embargo, la única persona ignorada de la sala es él.Todos y cada uno de los ojos del Coliseo de Las Estrellas se centran en la granpantalla en la se debería estar emitiendo el paso de Philippe por los juegos.Pero ahí estoy yo, mirándoles directamente, juzgándoles.

La luz de nuestra habitación se apaga, lo que de nuevoprovoca sonidos de sorpresa en el Coliseo. Rápidamente, sigo nuestro guión y meaparto de cámara, para dejar paso a Gale y Emily, que se ponen delante de ella.

 

Tras un par de segundos, la luz se vuelve a encender, y estavez, los gritos ahogados de asombro inundan ambas salas.

Emily mira directamente a la cámara, y por un momento, veoel miedo en sus ojos. Por primera vez veo su lado vulnerable. Abre la boca,pero ninguna palabra sale de ella. El terror de sus ojos se intensifica. Lointenta de nuevo, pero no es capaz deemitir ningún sonido. Mira hacia mí, aterrorizada, alzando las cejas,pidiéndome consejo.

Yo, hago lo primeroque viene a mi cabeza, y articulo "Notengas miedo." Al igual que Emily, no digo ninguna de las palabras en alto,pero ella las comprende. A continuación levanto el pulgar y le sonrío. Ellaasiente, suspira, y vuelve la mirada hacia la cámara.

-Soy Emily Burdock.-dice finalmente, con un hilo devoz.-Sobreviví a los juegos del hambre, sin embargo, no tengo mi corona. Lamuerte me fue otorgada como recompensa. Sobreviví al volcán. Igual quePhilippe. Igual
igual que Gale.

De nuevo, exclamaciones y gritos de sorpresa en el Coliseo.Gale sale en pantalla, con mucha seguridad. Lleva años intentando llamar a lagente a la guerra, este, definitivamente, es su momento.

-Panem.-dice, con un tono de voz firme.-Esto es una llamada.No debéis tener miedo. En estos juegos del hambre hemos salido vivas trespersonas. Los Juegos de Hambre son lo único que tienen para meternos miedo, yse tambalean. ¿Cinco vencedores en tan sólo dos años? Es lo único que tienen,os lo aseguro. Y se derrumban. Si nosotros hemos salido vivos
¿por qué vosotrosno podéis? Negaos. No os rindáis. Es posible acabar con ellos. Acabar con elsufrimiento. Con el dolor. Con la tristeza. Con el Capitolio. Es posible acabarcon los Juegos del Hambre. Si nos unimos, lo conseguiremos.

A continuación, la cámara enfoca a Emily y Gale, que semiran, y tras unos instantes de vacilación, se cogen de la mano.

En el Coliseo, reina el caos. Snow grita y maldice queapaguen la pantalla, mientras que más de la mitad de la sala se queja de susprotestas, ya que no les deja oír lo que tengan que decir.

Haymitch me da un codazo y sé que tengo que volver aaparecer en pantalla. Me levanto torpemente, y mi presencia en cámara provocade nuevo un silencio sepulcral en el Coliseo.

-Por Marcy.-comienzo a decir, con más seguridad queantes.-Por Olive. Por Penelope. Por Pam. Por Nadine. Por Collin. Por Rue. PorCato, incluso. Por todos. Por todos aquellos que murieron cuando aún no sabíanlo que era vivir. No os lo pido ni por mí, ni por vosotros, si no por ellos.Que todas sus muertes no queden en vano. Que no nos quedemos de manos cruzadasante ellas.

Peeta se acerca por detrás con el acto final en las manos.Dejo en primer plano a Gale y Emily de nuevo y me pongo al lado de Peeta. Él yyo elevamos dos coronas sobre las cabezas de Gale y Emily. Reina el silencio enambas salas, aunque la excitación de algunas de las personas de nuestra sala esevidente.

Sin embargo, tras unos pocos segundos, el Coliseo de lasEstrellas explota de nuevo en gritos de asombro, y el Distrito 13 en vivas yrisas. Sin previo aviso, las coronas posadas en las cabezas de Gale y Emily seencienden y comienzan a arder en feroces llamas de fuego. Gale y Emily sonríen.Las llamas aumentan de intensidad, aunque entre ellas, aún se puede distinguirla forma de corona dorada y reluciente.

 

-¡Saludad a los verdaderos vencedores de vuestros juegos delhambre! ¡Vamos!-exclama Peeta a la cámara, sonriendo.-¡Estos son vuestrosverdaderos reyes!

En el Coliseo se refleja terror y sorpresa en casi todos losrostros. Snow grita tan fuerte como puede, y su cara ha adquirido un fuertecolor rojo.

Sin embargo, rápidamente, deja de gritar. De hecho, todo elColiseo se queda en silencio. En el aire sólo se oye el eco de un sonorodisparo de arma de fuego. Unos segundos después, otro, aunque no se sabe dedónde viene. Los guardias del presidente Snow entran rápidamente en el Coliseoy le escoltan hacia la salida. De repente, la pantalla se funde a negro y sólose oye un ligero zumbido de lo que está pasando en el Coliseo; gritos,disparos

Unos segundos más tarde, aparecen en la televisión diversasimágenes de distintos distritos, levantamientos. La gente se levanta contra losagentes de paz. No sólo eso, pueden con ellos. Se distinguen varios incendiosde edificios públicos.

Las imágenes de los distintos distritos revelados seprolongan durante la siguiente media hora. Finalmente, Haymitch apaga latelevisión y nos mira a todos:

-Estamos en guerra.-dice, con voz firme.

Muchos sonríen. Otros, no dicen nada, sólo miran a laspersonas a las que quieren. Por mi parte, yo recuerdo aquella noche de nieve,aquel día de Cosecha, en el que Peeta ni si quiera me miraba a los ojos, en el queGale se había olvidado de mí. El día que lo cambió todo. El día en el que Effiepronunció los nombres de Emily y Gale. El día que no veía posible estar ahoracon todos ellos, encabezando una verdadera guerra. Recuerdo y proyecto de nuevolas imágenes de los levantamientos en mi mente. Por lo menos, más de la mitadde distritos se está revelando. Más de la mitad de Panem arde, pronto, poriniciativa de Katniss Everdeen, todo y absolutamente todo lo conocido, locercano
todo estará en llamas.


Agradecimientos. (Ycursilerías varias)

Aquí acaba esta historia. Aquí acaba VUESTRA historia. Lahistoria de los que día tras día, capítulo tras capítulo, os habéis dejado losojos en la pantalla de vuestros ordenadores leyendo, haciendo realidad laspequeñas cosas que suceden en mi imaginación. Creando a personajes que seesconden en los recovecos más oscuros de mi mente, haciéndolos reales, dándolesla vida. Aquí acaba la historia de los que capítulo tras cada capítulo, de unaforma que parece hasta mágica, desde los rincones más lejanos del mundo, mehacéis sonreír. Dibujáis una sonrisa en mí mediante vuestras ganas de leer,mediante vuestras ganas de saber más, de inventar lo que aún no está creado
por eso, esta historia es vuestra, y sólo vuestra.

Los que os esforzáis capítulo tras capítulo en darme vuestraopinión mediante comentarios, los que me dais ánimos para escribir más, los queaunque no comentéis, ponéis una estrellita al lado de mi historia, los queleéis mi historia, los que, al final de todo, hacéis realidad las situaciones,personajes, los que hacéis realidad las pequeñas cosas que yo invento. Estahistoria es vuestra y de nadie más.

No puedo encontrar las palabras adecuadas para expresar loagradecida que estoy a todos y cada uno de vosotros. Pasarte las horastecleando y creando historias es un proceso mágico, aunque costoso a la vez,pero, ¿sabéis qué? Todo lo costoso que es, o lo difícil que es en situaciones,se me olvida al ver lo mucho que os ha gustado un capítulo o las ganas que tenéisde que suba el siguiente. Vosotros sois como la gasolina que mueve al motor deun coche y le hace funcionar a la perfección. Esta historia es vuestra porque,simplemente, sin vosotros, se hubiera quedado en tan sólo unas líneas de unavaga idea que rondaba mi cabeza un sábado de lluvia al leer "En Llamas" porenésima vez.

 

Sólo puedo daros las gracias por todo lo que he escrito ahíarriba. No podría pedir unos lectores mejores, de verdad.

Desde luego, este es el fin de esta historia, pero nosignifica que tenga que ser el fin de la nuestra. Tanto como Potterfics yFanfic.es me han dado la oportunidad de conocer a gente maravillosa, con la queme gustaría seguir en contacto, mediante más historias o simplemente, seguirhablando con ellas, conocerlas. Por eso, si queréis que hablemos, y tal, podéisdejarme vuestro twitter y yo os sigo. Twitter es la red social que más utilizo,de hecho la única que utilizo, salvo tumblr. Si tenéis tumblr dejadlo también ynos followeamos! JSería genial teneros en Twitter, así que ya sabéis, dejad vuestro nombre deusuario.


Notas Finales.

Bueno, unas pequeñas aclaraciones J Como habréis comprobado, elfic comienza un poco más adelante que la versión de En Llamas original y acabaprácticamente en el mismo punto donde acaba Suzanne, de ahí lo de alternativo,el qué pasaría si. Llego al mismopunto al que llega Suzanne por otra vía, con personajes nuevos, menos muertes

He hecho muchos ajustes a lo largo del fic, teniendo encuenta vuestros comentarios y opiniones. Por ejemplo; Emily iba a morir. Lotenía claro desde el principio. De hecho, quería que Emily muriese y que Galefuera su asesino. Quería que Emily se metiera en el grupo de Gale y que lostraicionara intentando matarlos mientras dormían, pero Gale se da cuenta y lamata. Esa era la idea principal desde el principio, que el enfrentamiento fueraentre Gale y Philippe. Sin embargo, viendo lo mucho que os gustaba Emily, lofui dejando para más adelante
Estuve realmente tentada en matarla en el últimomomento, pero báh, es un fic, los fics están para satisfacer al lector,¿verdad? Por eso Emily vive.

Al principio también se me ocurrió escribir sobre qué hubiera pasado si Peeta no se pudiera haberpresentado por Haymitch en el Vasallaje,qué hubiera pasado si Haymitch y Katniss hubieran ido juntos a los juegos. A miamiga y gran fan de Haymitch como yo, Shirley_Vulturi leencantaría. Quiero que sepáis que esa es una idea que aún no he descartado y alo mejor, algún día escriba acerca de ella.

También había pensado en que Vic o Wendy les traicionaran alfinal, pero tampoco me va lo de crear personajes malos.

En fin, son muchas cosas las que he cambiado paracomplaceros (y complacerme a mí misma también
) y espero que os haya gustado eldesenlace del fic!

Proyectos de futuro.

Puede que esta sea el primer fic que publico (de hecho, estees el primer fic que escribo), pero desde luego, no será el último. Tengo ganasferoces de seguir escribiendo, aunque quizá me tome un pequeño descanso de LosJuegos del Hambre. Muchos me habéis preguntado si va a haber continuación deeste fic, un Sinsajo. ¿Qué pasaría si
?
Nadaes seguro, pero lo más probable es que así sea. Un Sinsajo. ¿Qué pasaría si
?
Incluiría a los personajes nuevos que hemetido, a Wendy, Emily y compañía
Tengo alguna idea de cómo podría ir, pero noes demasiado original, seguramente alguien habrá escrito ya sobre ella. Detodas formas, tengo la idea de seguir escribiendo, sí. Pero como ya os hedicho, aún no. Me quiero tomar un pequeño descanso de fics de LJDH y seguir conalguna cosilla original en las que estoy trabajando y que puede que algún díasuba. Sin embargo, sé que los relatos originales no son tan atractivos como losfics, por eso, os prometo que habrá continuación, aunque no sé cuándo. También,me gustaría que me dijerais qué os gusta, en plan cualquier otra saga, comoHarry Potter o incluso alguna serie de televisión de la que se pueda escribiralgún fic.

 


Y bueno, creo que eso es todo. Sólo daros las gracias unmillón de veces más. Este fic acaba siendo el quinto fic más comentado y eltercero más leído de los juegos del hambre en Potterfics. Creo que son unosresultados impresionantes que no podrían haber sido posibles sin vosotros. Y bueno, que no me quiero poner sentimental ycursilona, que nos vamos a leer muy, muy pronto. Espero contar con vosotros ennuevos proyectos, y que sepáis, que si algún día me dedico profesionalmente aesto (cosa que dudo) os aseguro, que estaréis en los agradecimientos de lasmierdecillas que a lo mejor escriba. Shirley, Evimaria, EmelMarinaCyrus, Mary,Afrodita, Alexia, Pauly, y estoy completa y totalmente segura de que me dejo aalguien. Pero todos sois geniales, preciosos y perfectos. Sólo espero quehayáis disfrutado del fic tanto como he disfrutado yo escribiéndolo. ¡Sois unossoles! Nos leemos pronto.

-La autora de EnLlamas. ¿Qué pasaría si
?,
Natalia.

Un mes. Un mes es lo que he aguantado sin escribir, sin saber de vosotros, un mes sin vosotros, ¡ya no aguantaba más! Por eso he decidido ponerme manos a la obra a escribir, y me alegra un montón comunicaros que Sinsajo. ¿Qué pasaría si...? ya está publicada!La podéis leer aquí:https://www.potterfics.com/historias/124093Creo que estoy contenta con este primer prólogo, espero que a vosotros os guste mucho, ¡estoy muy nerviosa! Es mucha presión las dudas...¿os gustará? ¿no os gustará? Espero que sí.Bueno, empezamos una nueva etapa, y me gustaría contar con todos vosotros, con vuestro apoyo, que ha sido fundamental en esta primera parte.Esto sólo acaba de empezar.Un besote gigante a todos.¡A leer!
-NY bueno esto lo escribo para gastar palabras, porque arriba sólo hay 111 y el "capítulo" debe tener 250 como mínimo. Así que eso. Qué es de vuestra vida, contadme algo. Yo estoy bien, agobiadilla por los estudios, pero es pasable. Tengo hambre. Siempre tengo hambre, me encanta comer, ¿a vosotros no?Jobar, 162 palabras, sólo, ahora qué os cuento yo...Aprovecho para hacer publicidad a mi relato de Harry Potter, que lo podéis leer aquí:https://www.potterfics.com/historias/119125Espero que os guste mucho y eso, si lo leéis. Si lo leéis, un pin. Aún 198 palabras, jo.Estoy escuchando música. Marina and The Diamonds. ¿La conocéis? Es una chica griega (canta en inglés),y me encanta su música. Además de su estética, ¡me encanta!227 palabras. ¡Bien! Ya sólo unas pocas para poder publicar...Pues eso, que espero que os guste mucho, y que estoy de los nervios, jo.No sé si veréis esta nota o no, no sé cómo funciona lo de los favoritos.Si la veis, pues eso, holisYo creo que ya, ¿no?Sí, ya.Besis a todos!

En Llamas. ¿Qué pasaría si...? - Fanfics de Harry Potter

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Otra pesadilla. Ya esla cuarta en esta semana. Quizá quinta. La de hoy ha sido más fuerte, más real.Volvía a estar en la arena, volvía a estar buscando el

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2024-05-19

 

En Llamas. ¿Qué pasaría si...? - Fanfics de Harry Potter
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