Disclaimer:Todos los personajes, lugares y demás elementos reconocibles son marcaregistrada propiedad de su creadora, J.K. Rowling, y la compañía Warner BrosProductions.
«Enervate».
«Enervate.»
Unlejano murmullo lo sacó del lánguido adormecimiento que había bañado suconsciencia instantes antes con sobresalto; accionando sus funciones como unadescarga eléctrica extendiéndosele, cálida, desde el pecho hacia el resto de sudolorido cuerpo.
Aspiróprecipitadamente mientras percibía su corazón retumbarle en los oídos. Obedeciendoa su primer impulso, procuró liberar sus maltratadas muñecas de las cuerdas quelas mantenían apresadas por encima de su cabeza y lo obligaban a mantenerse depuntillas sin resultados. Sentía los músculos de sus extremidades engarrotadosy el abdomen en permanente tensión. Con la boca seca, maldijo entre dientes lahora en que se le ocurrió decir todas aquellas tonterías a Harry y Hermione enla tienda, más aún haberse largado de allí tan abruptamente, exponiéndose a serun blanco fácil.
Elsilencio en aquel lugar era absoluto y la oscuridad, densa, muy densa. Supusoque el producto de algún hechizo. Y aunque fuera el clima decembrino recubriesecomo un glaseado los alrededores y techos del Malfoy Manor, dentro de aquella mazmorra una temperaturabochornosa, totalmente desconocida en Inglaterra, amenazaba con asfixiarle.
El repentinoestallido de luz azulina lo hizo pegar la cara al hombro instintivamente,tratando que el brillo no lastimase tanto sus pupilas dilatadas, y de la mismaforma dio un respingo al escuchar el ruido de unos pasos ligeros acercarse. Alzóla mirada esperando encontrarse nuevamente con el asqueroso carroñero que lohabía capturado, pero en su lugar pudo avistar una figura femenina y grácil,previsiblemente vestida de negro, pero sin la ya acostumbrada máscara mortífaga,en pie, justo enfrente de él.
PansyParkinson sostenía una varita que reconoció como propia con firmeza y una expresióntan soberbia que a Ron no le cupo la menor duda de que, para su desgracia, elque fuese precisamente ella quien se «encargara»de él; no mejoraba en lo absoluto su situación.
¿Asíque era cierto? preguntó la pelinegra con una sonrisa despectiva. Cuando medijeron que Greyback te había capturado hace rato no lo creía, ¿sabes?
La solamención del nombre bastó para revolverle el estómago en una señal de absolutoasco y repulsión. No contestó.
Labruja sonrió aún más ampliamente y en un único movimiento se desprendió de sucapa delicadamente, para apartarla de sus pies con una patada suave.
Fuetoda una sorpresa. Hasta me costó convencerlo de que me dejase jugar con supresa un ratito continuó en un tono que le puso el bello de punta. ¿No deberíasestar en tu casucha pobretona muriéndote de spattergroit? dijo atravesándolosus ojos turquesa. Ron soportó el peso de su mirada con un nudo de miedo en elestómago, pero no habló. Evidentemente no.
Seacercó hasta quedar junto a él a pasos y movimientos de cadera deliberadamentelánguidos; componiendo una mueca ladina batió la larga cabellera, dejando aldescubierto parte del cuello, y deslizó la yema de sus por el mentón sudorosode Ronald, que no se movió un ápice. La chica entornó los ojos y de sus labiosbrotó veneno:
¿Estabasal corriente de la visita que le hicimos a tu familia, Weasel? Fue muy entretenida.
Elefecto que sus palabras causaron en él fue inmediato.
Ron setensó como la cuerda de un arco en una milésima de segundo. A la siguiente, sedebatió furiosamente y sin ningún resultado con las cuerdas mágicas que loaprisionaban.
¿QUÉLES HICIERON, MALDITOS? gritó al cabo, frustrado. Pansy amplió su sonrisa petulantemente,haciéndole hervir la sangre en las venas. ¡MALDITA ZORRA ENFERMA! le espetó furibundoy la expresión mortífera que surcó el rostro de ella le recordó exactamente quiénera y lo que era. Significado de los nombres
¡PLAF!
El ecode la bofetada resonó encapsulado dentro de las paredes, suelo y techo demármol, mientras el pelirrojo se llevaba la mejilla golpeada al hombro,frotándola un poco para calmar el ardor de la piel. Una mueca de rabiaentremezclada con una malsana satisfacción que no le duró en el rostro más dedos segundos colmó a Pansy. Al tercer segundo, una mano pequeña y blanca arrasabacon los botones de su camisa de leñador para luego, con saña, presionar lapunta de la varita al rojo en su bajo vientre y deslizarla hasta el borde de suombligo, y de allí hasta su pecho, hundiéndose en la piel.
A Ron lehubiese encantado poder decir que la Slytherin no lo hizo chillar de dolor, que había aguantado valientemente e impertérritolo que ella le hiciera; pero en cuanto un grito áspero le desgarró la gargantareseca al primer momento, todo lo que pudo hacer después, para salvaguardar suorgullo, fue morderse la lengua y apretar las mandíbulas, esperando el cese rojoy sudoroso, sin poder contener los sonoros gemidos doloridos que emitía.
No.Te. Atrevas. A. Insultarme advirtió la joven espaciando las palabras almáximo, pálida de furia. ¡No te atrevas! repitió, agarrándolo del cabellopara golpear su cabeza contra la pared. Sus dientes castañearon.
Vete ala mierda, desgraciada replicó él igualmente con rencor. ¡Vete a la
repetíacuando la varita de sauce se le enterró en la garganta.
Callaordenó la joven en un susurro frío, lo miró penetrantemente y se separó de él.Su rostro como el granito.
Con un diffindo no verbal cortó las cuerdas quelo sostenían, haciendo a Ron caer al suelo pesadamente. Extrañado percibió unpequeño ruidito, como el del metal contra el suelo, que lo acompañó en lacaída.
Por un absurdomomento sopesó la posibilidad de que lo estuviese liberando e, incrédulo, buscósu mirada; pero antes de que pensara siquiera en levantarse, una primera ráfagadolorosa lo recorrió, rápida e inesperada, a la voz de «Crucio».
Unaúnica palabra que se manifestó como cuchilladas atravesándolo cruelmente portodas partes, alterando a su paso todas y cada una de las terminacionesnerviosas de su cuerpo. Jadeó sonoramente y empezó a retorcerse tratando deamortiguar de alguna forma el dolor y, al poco, nada más
Nuevamente, los músculosde su cuerpo se tensaron
Laimagen de una araña retorciéndose y chillando sobre su pupitre fue lo primeroque su mente nuevamente embotada evocó. Aún en medio del remanente se enfocó enlo que le pareció un destello plateado en el suelo a su lado y rozó con losdedos la superficie fría del desiluminador de Dumbledore, lo agarró condisimulo antes de escuchar a la chica exclamar de nuevo:
¡Crucio!
Elalarmante crujir de sus huesos en el momento que la maldición impactó en él lehizo desear el cese con una intensidad inaudita, y el dolor. El paralizante pánico que sentía se evidenciaba en temblorfrenético de sus miembros y la adrenalina sin poder ser liberada acabaría porvolverlo loco. Tenía que parar.
Arqueóla espalda y gritó. Gritó mucho más que antes. Su caja torácica se elevaba ydecaía frenéticamente mientras los segundos comenzaron a alagartarseanormalmente. Su visión se hizo borrosa, un pitido aturdidor se instaló en susoídos y confusos pensamientos entremezclándose con lentitud danzaban en sumente neblinosa. El adormecimiento se extendió por su ser, haciéndolo máspesado, y por segunda vez una voz se escuchó dentro de su cabeza.
«Enervate.»
Elramalazo de energía volvió a recorrerlo, pero esta vez Ron Weasley se quedó muyquieto y apretó la mano con fuerza.
N/A: ¡Hola! ¿Y si me cuentan, please, qué les pareció? Acepto críticasgustosísimamente.
Un besote barquisimetano de,
CaryPalacios.
Enervate - Potterfics, tu versión de la historia
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2024-09-18

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