-Tienes que recordarlo - con el sol dándole en laespalda me hablaba, no podía ver sus ojos y sólo escuchaba en las silabastemblorosas una voz que quizás se rompería. Y las sentía, las lágrimas rodandopor mis mejillas como pedazos de mi alma que caían en la terraza de una lejanaciudad hindú. -Sé que puedes volver y recordar una noche sin luna dondesentiste todo, donde pudiste comprender que podías tener el corazón roto y mesonreíste clavándote en mí, como una daga en mi espalda, tu sonrisa se rompiócuando las lagrimas ensombrecieron tu rostro y en medio de un jardín lleno decosas inservibles me mostraste por primera vez las lagrimas de la chicaescondida, de aquella que nunca sería buscada, de aquella que estaría detrás deun gran árbol en la espera de que alguien se diera cuenta de que faltaba y vitus dientes apretados para ser silenciosa, para dejar sólo tus lagrimas caerhasta un césped mal podado. No me moví ¿recuerdas? Te miré hasta que tuslagrimas se terminaron y observaste al cielo mientras me pedias perdón. Mismanos temblaban, tenía una burbuja en el pecho que encerraba impotencia y nopude volver a mirarte a los ojos esa noche -el cielo se volvió purpura a suespalda y el sol se perdió detrás de los edificios, apreté los labios y lomiré, sus ojos estaban rojos y llenos de lagrimas, pero no permitía que ellasbrotaran, parecía que no me veía a través de los recuerdos, del agua quenublaba los ojos cafés. - Nos quedamos ahí esa noche, bajo estrellas sinnombre. Y sólo podía repetirlo, en voz tan baja para que no me escucharas, queyo te buscaría sin descanso, detrás de cada árbol y en cada lugar del mundo ycuando terminara con este, lo haría en cualquier otro mundo, porque no podíasseguir siendo la chica escondida para siempre, no podías seguir llorando ensilencio y pidiendo perdón. No podías volver a estar en el mundo con un corazónroto que habías reparado tu sola, que seguía resquebrajándose. No podías seguirviendo el cielo sin luna encerrando a la chica que quería ser encontrada ydurmiendo para no recordar. -temblorosa di dos pasos para atrás cuando él secósus ojos para encararme. Lo hice con el impulso de que se acercaría, con eldeseo de correr lejos.
-No podrás encontrarme -dije con una voz muy aguda,frunciendo la boca para reprimir un jadeo. Los ojos los sentía pequeños,pesados, como si quisieran cerrarse y no ver aquello que dolía. -Hace tiempoque me he perdido ¿sabes? -había respirado fuerte para alejar las lágrimas ysentí seca la garganta. Me miraba decepcionado, quizás, últimamente me eraindescifrable como las partituras que me ponía enfrente emocionado esperando mireacción. Escalofríos recorrieron mi cuerpo completo y aunque rogué a mis ojosdejaran de verlo no lo hicieron. Dio un paso hacía mi, con las manos en losbolsillos y los hombros caídos en una representación absoluta de la derrota,mirando hacía un punto lejano sobre mi hombro.
- ¿Por qué no solo lloras, haces ruido, ruges ygritas al cielo? - su voz fue un susurro que por poco no escucho y el viento medio de lleno en el rostro como si me alentara y le di la espalda. Escuché suszapatos arrastrarse por el piso. Mis rodillas flaquearon al tiempo que por migarganta algo trepaba impidiendo el paso del aire. - ¡Vamos! -Gritó - ¡Quieroescucharte llorar, tan fuerte que se desgarre tu garganta, tan fuerte que elviento se vea humillado! - su voz pretendía ser divertida, pero los atisbos decansancio se mostraban por doquier. Pero lloré y a pesar de que los hipidos delllanto ya estaban saliendo de mi garganta, a penas yo podía oírlos. Lasimágenes se proyectaron como flashes de memoria y rostros sin sonrisas memiraron por todos lados, podía sentirlos a todos, podía sentir que llorabanconmigo y entonces mis piernas cedierony quedé en cuclillas, agarrando mis rodillas y llorándole al atardecer moradode un país de personas desconocidas, llorando con sonido que nunca humillo alos bramidos del viento.
Levanté los ojos que pesaban y me asomé sobre elhombro para comprobar que él no se había ido, durante todo el rato había estadocallado y de cuclillas frente a la barandilla fingía mirar la ciudad con losojos empañados, no le hablé. Miré de nuevo hacía enfrente y la ciudad me contóuna historia de dos jóvenes que en el lugar más alto de la India se habíanfundido con el horizonte y en silencio miraban todo sin volver a llorar.
Me asusté cuando me golpeó la realidad atrapando alsol por fin y volviéndolo todo oscuro, lentamente me arrastré hacia atrás, en un impulso, apoyándome en lasmanos mientras las luces artificiales comenzaban a iluminar la ciudad, unaserie de focos encendió consecutivamente en la terraza borrando la oscuridad yentonces me detuve a pocos centímetros antes de impactar contra él. De nuevo encuclillas, como si fuera más seguro estar en esa posición, replegando tododentro de nosotros. Y aunque su posición era más relajada, podía ver su miedo,así como podía sentir sus palpitaciones a través de su piel, porque lo conocíamás de lo que yo a nadie conocía, más de lo que hubiese querido, porque depronto volvía a saber todo de él. Lavandes - Mejores productos de belleza
Solté una especie de suspiro con rezagos de llanto yeché la cabeza hacia atrás, las estrellas sin nombre volvían como cada noche.Él seguía en un silencio apabullante, que me aplastaba más fuerte que lagravedad y me empequeñecía en aquella enormidad.
-Si tus ojos no me miran de nuevo ¿crees que puedavolver a vivir? - mi voz sonó como un murmullo asustado, me paralice ante laidea de lo que pasaría en los futuros minutos y poco a poco fui dejándome caeren el polvoriento piso.
En mi hombro un hormigueo me sacudió y cuando misojos brincaron a ese lugar vi su sien cerca de mis labios.
- ¿Quieres huir de mi?
-Más que nada. -Vi que sonreía mientras echaba lacabeza hacia atrás para ponerla en su hombro. No supe en qué momento noshabíamos movido, pero estábamoshorizontales a la barandilla y bajábamos lentamente para recostarnos, aun conla cabeza en el hombro del otro como si encajáramos en un rompecabezasincompleto. -Si me voy, tu sonrisa no me despertara de nuevo ¿cómo se soportaeso?
-No se soporta, quizás solo se ignora. Las personashan dejado de buscar sonrisas al amanecer.
- ¿Por qué? -esa última frase me había impactado enel pecho, me resultaba difícil comprenderlo y estoy segura de que mi voz revelóasombro.
-Por qué no lo sé.
- ¿Y si ya no hay sonrisas al amanecer y pierdo latuya? ¿Qué hago entonces?
-Sonríes tú.
-Pero
-No vas a perderme. - sonaba muy seguro de eso.
- ¿Puedes prometerlo?
-No
- ¿Entonces? Eso no funciona para mí.
-Buscaré a alguien que me remplace entonces. -parecíaque tenía respuestas a todo lo que le decía.
- ¿Será como tú?
-Es poco probable.
-Entonces no lo quiero.
- ¿Qué quieres entonces?
-Alejarme de ti y quedarme. Mirarte por siempre, peroduele. Que te fundas conmigo en el horizonte para ya jamás llorar. Quieroque
quiero que me encuentres. -Sabía que estaba sorprendido, lo sabía porque élcontenía la respiración. -No quiero que nadie más me encuentre. -susurré y élse dio la vuelta, lo imité. Nuestros ojos quedaron a la misma altura y a travésde ellos vi el universo explotar.
-Eres la persona más extraña del universo.
- ¿Eso crees?
-Estoy completamente seguro.
- ¿Y es malo?
-Creo que es mejor estar con la persona más extrañadel universo que con la más normal.
-Pero quizás la más normal no te haga llorar -él rió ligeramente.
-Quizás, quizás no me haga llorar, ni me haga estarconfundido todo el tiempo. Quizás solo veamos televisión sin verla y comamos lamisma comida siempre, quizás nunca viajemos hasta un lugar solo para tirarnos aver el cielo y quizás el pecho no me duela tanto -mis labios se tensaron y baje la mirada. Erahora, tal vez, de dejarlo marchar -Pero oye -dijo después de un rato dándole un golpecitoa mi frente para que lo mirara -A la másnormal no la querría tanto como a ti. -A través de sus ojos vi los míosiluminarse y mis mejillas se tensaron para crear una gran sonrisa.
- ¿Me quieres mucho?
-Más de lo que sería sano.
- ¿Estás enfermo?
-Eso es tu culpa - solté una risa breve y rodeo mi cabeza con su mano para acariciar mimejilla.
-Si cuando no estás siento que el mundo se desvanece,es porque te quiero ¿no?
-Eso dicen.
-Entonces supongo que te quiero mucho.
-Y yo te quiero mucho a ti. -Mi corazón palpitó másrápido y junté nuestras frentes.
- ¿Dormiremos aquí? -preguntó y yo asentí, sabía queno podríamos levantarnos después de estar sin dormir por dos días. Al menos elviento no soplaba tan frío y mis parpados comenzaron a cerrarse arrullados porel vaivén de su mano sobre mi mejilla y en el duermevela escuché palabrashechas por su voz que no tuvieron sentido en ese momento.
-De ahora en adelante todo será difícil pues tengoque encontrarte, a pesar de que estas a mi lado.
Escondida - Potterfics, tu versión de la historia
-Tienes que recordarlo - con el sol dándole en laespalda me hablaba, no podía ver sus ojos y sólo escuchaba en las silabastemblorosas una voz que quizás se
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2024-09-23
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