Espejo - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

Estaba a punto de irse. Estaba por terminar un largo trayecto en su vida. Ladeó la cabeza y miró la valija sin hacer, las sábanas sin tender y aquel pergamino sin escribir. Juguetes del pasado, dientes guardados y sueños dentro de un cajón compartido con muñecos de trapo y la sensación de que el tiempo pudo haber sido mejor.
Tenía todo lo que quería y tuvo lo que siempre quiso. Aún así, su existencia estaba vacía. Tan vacía como su álbum de recuerdos. Como esas fotos de amigos que no tenía. Como ese anuario escolar que no tenía ni una sola firma de alguno que lo conociera.
A él, solo lo conocían por sus malas acciones. Por lo que estaba a punto de hacer y por la estela de estupideces que había dejado a lo largo de su camino. Su mera existencia había sido un desperdicio. Cobardía, protegida por su padre.
Solo la influencia. ¿Y quién era él? Solo el protegido. Aquel que sus padres le daban todo, pero no lo esencial. El cariño. El amor que todo hijo se merecía.
Eso era él. Un muñeco incompleto. De producción defectuosa con piezas irreemplazables. Y antes de irse. Antes de irse a cumplir su destino. A dejarse marcar para ser propiedad de otro, lo llegó a pensar. Llegó a decirse que quería otra vida. Que podía tenerla.
Pero ya era tarde para eso. Ya tenía que seguir las vías del tren que le correspondía. No había marcha atrás y aunque pudiera, podía ser doloroso para muchos.
Aún así, no dejaba de soñar con sus anhelos. Miraba el espejo, pero hasta él sabía la verdad. Y constantemente la miraba allí, reflejada. Ella era el sueño de aquello que más quería y que se dejó arrebatar. Ella era el reflejo de lo que pudo ser y nunca fue.
Su hermoso rostro, níveo como seda. Como un atardecer brillante, como una hermosa luna en el firmamento. Su cabello como la seda, semejante a largas hileras de hierbas. Rosas, quizá las raíces de hermosas y grandes rosas. Seguro su aroma era ese. Pero no podría descubrirlo nunca.
No podría descubrir el aroma de su piel, el sabor de sus labios y secar su sed con sus lágrimas. No podría respirar con su aliento ni caminar con sus pies. Eso estaba prohibido para él, no le correspondía porque un par de idiotas habían decretado que:
"Las sangre sucias y los sangre limpia, no debían ni mirarse".
¿Por qué lo mejor; siempre era lo prohibido? Suspiró cuando pensó en ello y una fulgor incontenible, llenó su corazón de aire.
Muchas veces había luchado con ese sentir. Hoy, lo estaba relatando. Firmó el pergamino y se dijo que era mejor así. Que si solo ella lo sabía, los demás no resultarían afectados. En su lecho de muerte, nadie podría sacarle la verdad y quizá, ella visitara su tumba algún día.
Se despidió de su lechuza, quizá no iba a volver a verla. Quizá no volvería con una respuesta y se quedaría esperando.
Para siempre.
Imaginaba sus acaramelados ojos, contemplando sus escritos y sus lágrimas. Burlándose de él a todo dar e imaginándoselo en el peor de los destinos, jamás visto. Pero estaba bien, era su culpa. Eso también lo era.
No tenía inconvenientes con eso. Solo quería viajar sin un peso menos.
"Si estás leyendo esto, no espero que lo comprendas. Me voy y es probable que no regrese. No necesitas reír ni preocuparte. Ambos sentimientos no tienen sentido, si no puedo verlo yo mismo. No necesitas sentir lástima por mí, puesto que sé muy bien lo que he hecho y sé que me lo merezco. También"
"Quizá te parezca precipitado. Bueno, mi vida es un cúmulo de precipitaciones y pensamientos errados. Solo quería decirte que hasta el día de hoy, mis ojos se negaban a ver la verdad. Hasta mi espejo. Hasta en el, tu sombra bailó allí. Solo quiero que sepas, que no tienes por qué sentirte culpable. Nadie podría culparte por haberte encontrado algo que me gusta"
"Hasta otro momento. Granger. O debo decir... Hermione Granger."
Por supuesto que no iba a saber de inmediato, de quién se trataba. Pero no importaba, no necesitaba firmarlo. No necesitaba que ella lo despreciara o que regresara con miles de preguntas. No sabía si volvería a verla.
Luego de la guerra, había notado tantas cosas distintas. Que fuera feliz con Weasley, se lo merecía. Ya lo había visto.
Ya encontraría un amor que le reemplazara. Que le quitara la sensación de que el trío dorado le ganaba otra vez.
Hasta en eso, le ganaban.
Ya encontraría a la mujer ideal. Y entonces, volvería a mirarla a los ojos. Al menos sabía, que su reflejo siempre bailaría en los confines de su mente. Y lo abrazaría cuando se sintiera desesperado y sin aliento. A ella no tenía que explicarle nada. Ella siempre estaba allí para recibirlo. En su sueño no tenía que decir por qué había hecho lo que hizo.
Era feliz con eso.
Adiós, Granger.

 

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Estaba a punto de irse. Estaba por terminar un largo trayecto en su vida. Ladeó la cabeza y miró la valija sin hacer, las sábanas sin tender y aquel pergami

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2024-11-23

 

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