-¡¿Por qué me tratás así?! ¿Por qué haces esto? ¡¿Qué te hice?!- los ojos de Candela comenzaron a llenarse de lágrimas de furia mientras escupía las palabras que tanto tiempo había mantenido en silencio. Siempre le había querido preguntar eso, desde que él había comenzado a tratarla diferente- ¿No me vas a responder? ¿Eh? ¡Hablá! Por amor de Dios, ¡HABLÁ!
Los dos se encontraban solos en el cuarto de uno de sus amigos. Estaban en una fiesta, pero Candela tenía muchas cosas que decirle a Fernando, y había conseguido poder hablar a solas con él en esa habitación.
Fernando se quedó inmóvil, sin saber que responder. Nunca había creído que ella le fuera a preguntar algo así. Aunque claro, lo tendría que haber supuesto, ya que ella era así, mandada, decidida, jugada. Siempre encaraba a las personas, era directa, y ese era uno de los tantos aspectos que le atraían tanto de ella. ¿Pero como responderle? ¿Qué decirle? ¿Cómo haría Fernando para contarle, para confesarle, que después de todo lo que había pasado entre ellos él se había enamorado perdidamente de ella? ¿Cómo decirle todo lo que sentía ahora que ella era feliz con otro, que por fin había conseguido tener a alguien que la quisiera de verdad al lado, que la valorara? No podía. No podía arruinarle esa felicidad, y todo lo que él quería era que ella fuera feliz, por eso no sería capaz.
-¿De qué hablás?-dijo al fin Fernando, tratando de hacerse el desentendido.
Candela rió de forma irónica.
-Como si no supieras
-contestó más calmada.- Recién después de unos años nos empezamos a llevar bien y ahora, de la nada, me empezaste a tratar así..
-¿Así como?
Candela puso los ojos en blanco.
-Me empezaste a tratar diferente. Estás mas frío conmigo, más distante, y ni siquiera sé lo que te hice, y si me tuviera que arriesgar, diría que todo este cambio empezó después de ese juego estúpido
y empeoró después de que empecé a salir con Martín
Fernando permaneció en silencio. Sí, ella tenía razón. Todo había empezado después de ese juego
Él lo recordaba perfectamente. Recordaba como sus amigos insistían para que Candela le bailara y lo besara. La mayoría ya había superado la prenda, y por algún extraño motivo, todos habían propuesto esa pareja. Curioso, porque Candela había amado a Fernando hacía años y se lo había hecho saber, pero él no había querido nada con ella y la había rechazado de una forma cruel, y la relación que mantenían entonces no era tan buena
ni tan mala.
Y Fernando recordaba
Recordó como Candela había juntado valor de todas formas y se había sentado encima de él. Recordó su mirada que lo había dejado sin habla, sus ojos verdes, su olor, su pelo suelto que le quedaba tan bien, que a él lo volvía loco, sus pechos, su cintura
y sus labios. Esos labios que hacía un tiempo atrás no había querido probar y que después de haberlos probado no quería dejar de besar. Fernando había sido tan idiota
Después de ese beso se había dado cuenta de que ella era todo lo que siempre había buscado, todo lo que quería, todo lo que deseaba. Pero le importaba tanto lo que los demás pensaran que no se animaba a enfrentar ese nuevo sentimiento. Todos pensaban mal de ella, que no era linda, que no valía la pena, aunque en realidad no fuera cierto. Ese había sido el motivo principal por el que la había rechazado hacía años. Pero ella ahora estaba distinta, había cambiado, y Fernando se había dado cuenta, aunque los demás no. Pero ya era demasiado tarde, él lo sabía, pero no podía dejar de amarla. ¿Cómo le iba a decir que el motivo por el cual él se mostraba tan distante era que tenía miedo? Miedo a no ser correspondido, miedo a arruinar su relación con ella, miedo a perderla, a perderlo todo, miedo a sentir lo que sentía
-¿Me vas a responder?-preguntó Candela.
Fernando respiró profundo. Se lo iba a decir, le iba a contar la verdad. Ya se había decidido, se la iba a jugar sin importar nada.
-Sí, te voy a responder.
Los ojos de Candela brillaron de asombro. Era evidente que no se esperaba que él le fuera a responder.
-¿Y?- ella se estaba impacientando.-¿Por qué me tratás así?-repitió.
-Porque tengo miedo.
-¿Miedo?
-Sí, ¿no te das cuenta, Cande? Tengo miedo a perderte, a echar todo a perder, a que pienses que soy un idiota, aunque lo soy
a que no quieras hablarme nunca más, porque yo ya sé lo que sentís
y de todos modos te lo estoy diciendo igual
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Los ojos de Fernando comenzaron a brillar. No quería llorar, no quería ser débil, no delante de ella.
-¿Diciéndome qué?-dijo Candela, aunque ella ya sabía lo que él le quería decir, pero no lo iba a creer, no hasta que saliera de sus propios labios.
-Que te amo, Candela. Que después de ese juego no pude sacarte de la cabeza, que siempre recuerdo ese momento que para mí fue el más feliz aunque no lo creas, que me duele que estés con Martín, pero sin embargo le debo demasiado porque él te hace feliz, y si vos sos feliz yo también, porque no hay nada más hermoso que verte sonreír
Sos
sos perfecta. Sos divertida, alegre, simpática, dulce, inteligente, graciosa. Y sé que esos adjetivos son completamente burdos en comparación a lo que sos en realidad, pero es que no tengo palabras para explicarte lo maravillosa que sos. Gracias a vos aprendí a amar de verdad, a sentir de verdad y te juro que no hay nada en esta vida que me importe más que vos
-Fernando dejó de hablar e hizo una pausa-. Perdoname, sé que soy un idiota, y que obviamente no te merezco porque sos demasiado para mí. Sé que me merezco tu rechazo porque yo no supe valorarte cuando tuve la oportunidad de tenerte, y saber que pude estar con vos y que no lo aproveché es demasiado doloroso. Y te pido perdón otra vez por decirte todo esto que seguramente no te debe importar, pero bueno, vos preguntaste, y esa es toda la verdad
Pasaron unos segundos en silencio. Fernando no podía creer que había dicho todo eso. Pensó en bajar la vista al suelo porque estaba avergonzado, porque Candela todavía no respondía, pero eso iba a resultar muy cobarde, y él se había cansado de serlo.
De repente, Candela empezó a llorar desconsoladamente. Fernando se alarmó y corrió a su lado. Trató de abrazarla pero ella lo empujó. Candela estaba descontrolada y seguía llorando. Fernando no sabía que hacer e intentó abrazarla otra vez. Ella volvió a empujarlo pero con menos fuerza. Finalmente, Candela se dejó abrazar y siguió llorando, y luego cayó al suelo de rodillas, aún abrazada a Fernando.
-Perdoname, perdoname-comenzó a decir Fernando.- No sabía que te ibas a poner así, ¿por qué llorás?
Fernando estaba preocupado por ella. No sabía que hacer. Se moría porque ella estaba así, porque sentía que su dolor era el suyo, y él no podía hacer nada para sanarlo.
Fernando acarició la mejilla de Candela, secándole las lágrimas.
-¿No te das cuenta?-preguntó Candela, con la voz casi inaudible.
-¿De qué?
-De que nunca te olvidé, Fer. Nunca
Empecé a salir con Martín porque me parecía un buen chico y tenía la esperanza de que él me hiciera olvidarte, de que me ayudara a olvidar todo este dolor que me causaste. Yo pensé que te caía mal, que no me soportabas
Yo quería olvidarte Fernando, de verdad quería, pero no pude. Y cada vez que intentaba estar con algún chico vos siempre estabas ahí, recordándome que siempre fuiste la única persona que amé.
Fernando se quedó callado. No sabía que ella siempre había sentido lo mismo. Él siempre había pensado que ella ya lo había superado, que ya se había olvidado de él. Pero era como si su destino siempre hubiera sido estar juntos.
-Te amo -dijo Candela.
-Yo mucho más-contestó Fernando.
-Besáme Fer, por favor- susurró ella a milímetros de su boca.
Fernando la miró y le sonrió. Esa era la sonrisa que siempre había vuelto loca a Candela. Ella siempre había soñado con ese momento y al fin se había cumplido. Un sueño, el mejor.
Por fin Candela estaba sintiendo el calor del cuerpo de Fernando, después de tanto anhelarlo, de tanto desearlo con verdadera pasión. Por fin podía tocar su piel, por fin podía besar esos labios que tanto había querido besar, por fin su mundo estaba adquiriendo color, por fin podía sonreír de verdad, por fin se sentía bien, por fin había sido capaz de vivir eso que ella siempre había querido vivir, por fin estaba en los bazos de la persona que más amaba en el universo, por fin estaba sintiendo como los labios de Fernando de movían acompasadamente junto a los suyos, por fin estaba probando el sabor de sus labios, por fin estaba sintiendo las manos de él en su espalda, por fin
había conocido lo que era ser feliz, completamente feliz.
Esta es toda la verdad - Fanfics de Harry Potter
-¡¿Por qué me tratás así?! ¿Por qué haces esto? ¡¿Qué te hice?!- los ojos de Candela comenzaron a llenarse de lágrimas de furia mientras escupía la
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2024-10-16
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