Estaba otra vez internado en el hospital. Su última transformación había sido fatal para su salud. Había terminado más herido de lo que una vez creyó y sin duda alguna, había visto más lágrimas en Hermione de las que creyó capaz de ver. Estaba enfadado consigo mismo, sobretodo por el hecho de someterla a tanto sufrimiento. A tanto dolor.
Mientras estaba recostado en la cama de aquel hospital, recordó que al día siguiente sería el cumpleaños de su querida Hermione. Con una sonrisa ligera, se dijo que esa vez iba a fallarle y no tendría un regalo. Claro, él siempre le fallaba y no comprendía por qué ella seguía amándolo como lo hacía y cómo lo soportaba.
Se miró en el reflejo del vaso con agua que tenía a un lado y sonrió con pesar. Era todo un estúpido. ¿Qué otra cosa que lástima, iba a tener ella hacia él? Con un gemido y un movimiento fuerte, soltó el vaso que se desbalanceó pero milagrosamente; terminó intacto en la mesa. Se dijo a sí mismo, que no tenía nada más que darle, que su propia muerte.
Y sin embargo, en medio de su pobre razocíneo, una idea cruzó su cabeza. Una idea que simplemente le había hecho gracia, la primera vez que a James se le ocurrió semejante cosa. Pero bien, estaba confinado en una cama y no tenía más opciones. Se inclinó, mirando hacia los lados. Quizá alguna medimaga podría ayudarle en su pedido.
Lo primero que hizo fue conseguirse un pergamino limpio, pulcro y un fraso de tinta con una pluma. Ya sabía lo que debía hacer. Lo que tenía que dibujar.
Pasó toda la tarde y la noche en ello. Creando, diseñando y construyendo ideas sin sentido a las que debía darle forma. Al final, solo se quedó dormido. El original lo tenía Harry Potter, pero él ya se lo sabía de memoria.
Ese era distinto.
Sonrió al amanecer, cuando encontró el rostro de Hermione. Estaba sentada en una silla y lo miraba con una sonrisa dulce. Ladeó la cabeza y notó que el pergamino y el resto de las cosas, estaban en la mesa a su lado. Quizá las medimagas habían tomado sus cosas y las habían acomodado.
Hola, mi amor. ¿Cómo has amanecido? dijo ella y él, no supo qué decir. Mejor era decir; "mucho mejor" para no preocuparla.
Mucho mejor. Feliz cumpleaños, Hermione.
Gracias. Me alegro que estés mejor dijo, acariciándole el cabello con un dulce gesto. Toda ella, era dulce.
Antes de que continuara la charla, Remus se inclinó para tomar el pergamino que reposaba sobre la mesa. Ella lo miró con una sonrisa suave.
¿Recibiste una carta?
No. Es tu regalo de cumpleaños. Lo hice anoche. No sé si soy buen dibujante; pero requirió de mucha magia.
Hermione lo abrió con una sonrisa. Conocía eso. Era el mapa del merodeador.
¿Un mapa del merodeador? Remus yo no...
Míralo bien...
Era un mapa de las cosas que más amaba Remus Lupin. Y ella estaba allí, su hija también. Y podía ver los pequeños pies de ella, mientras gateaba por toda la casa.
Es un mapa de lo más importante, así no lo pierdo dijo y ella sonrió, llena de lágrimas.
¡Oh Remus! Esto es maravilloso. Es el mejor regalo que alguien me ha dado jamás.
Sí. Quizá en eso acertaba él.
¡Feliz cumpleaños Hermione VI! - Fanfics de Harry Potter
Estaba otra vez internado en el hospital. Su última transformación había sido fatal para su salud. Había terminado más herido de lo que una vez creyó y s
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2023-02-27
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