"El miedo se va extendiendo por tu cuerpo cual leve llama primero calienta, después quema y por último, sofoca. Yo soy ese ardor extenuante que venido del infierno reclama tu alma."
Hace 16 años, una mujer desquiciada, loca y dispuesta a todo por recuperar a su marido, aceptaría un pacto que con lágrimas sellaría de por vida. Su historia es esta:
Corría el año 1941 y miles de personas morían en una guerra que jamás fue justa; mas una recién casada, Mariona, y su esposo, Adrio, probaban juegos que jamás imaginaron. El mundo se sumía en la destrucción y el horror pero ellos sólo descubrían el amor sin límites al que someterse en la juventud.
Mariona y Adrio vivían en una villa cerca de Berlín. Muchos carros de combate, tanto enemigos como amigos, pasaban y debastaban aquello continuamente.
Un día el matrimonio se quedó dormido en la parte de arriba de la casa. No bajaron al refugio por lo que cuando uno de los tanques enemigos pasó por allí para llegar a Berlín, lo masacraró todo de nuevo y con muchísima intensidad.
Los cristales de las ventanas reventaban y los gritos de la gente aparecieron, mezclándose unos sonidos con otros. Inmediatamente despertaron e intentaron huir. La salida más cercana era por el patio, pero había una parte descubierta y muy peligrosa, dónde los soldados los tendrían a tiro. El miedo se encontraba a kilómetros luz debido a la adrenalina por lo que no se lo pensaron mucho y se lanzaron al búnquer cuando un soldado les dio la espalda.
Todo pasó muy deprisa, en apenas dos segundos: Adrio se volvió sin saber muy bien el motivo, vio que el soldado regresaba la mirada hacia el patio y apuntaba con el arma, Mariona estaba retrasada y le daría a ella; Sin importarle nada, empujó a su esposa hacia atrás y la quitó del tiro quedando él en el punto de mira.
Se oyó un disparo.
Adrio cayó al suelo con munición de caza directa al corazón. Antes de desplomarse miró a Mariona que todavía estaba en el suelo y se sintió feliz: la había salvado.
Todo ocurrió tan rápido que el soldado ni tan siquiera vio cómo Adrio empujaba a Mariona, entonces creyó que también estaba muerta. Cumplida su tarea, avanzó hacia el tanque, se subió y se marchó.
Cuando todo hubo pasado, Mariona se volvió hacia su ya muerto, ensangrentado y desfigurado marido. Lo cogió en sus brazos y lo arroyó como a un bebé. Sus ojos eran manantiales de dolor, su corazón, un puñado de tierra seca incapaz de volver a sentir ninguna felicidad.
Entre la desesperación de los gritos se atrevió a mirarlo a la cara y vio algo que la dejó aún más hundida: una enorme sonrisa dibujaba lo que quedaba del rostro de ese amor que tanto quería.
Lo había hecho por ella.
Eso fue lo que la llevó a la locura: Cogió un cristal roto que tenía a mano, lo apretó contra su muñeca. Sentía la carne rajándose bajo su fuerza. Por un momento miró a Adrio y apretó más aún el cristal contra sus venas...
- PARA - ordenó una imperiosa voz detrás de ella. Pensó que sería el soldado, pero al volverse comprobó que no.- Puedo devolverle la vida a tu marido...- la apariencia atemporal y ajena de ese hombre le hizo creer en la veracidad de tal afirmación -... pero a cambio, me entregarás a la hija que llevas en tu vientre cuando cumpla 16 años. - Desesperada, aceptó.
- Ahora, ¡SÁLVELO! - gritó desesperada apartando la presión de sus venas. Esa figura, sólo asintió y le entregó un papel de pergamino.
- Firma primero.
- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo quiere que busque con qué escribir...?!- Ese ser cada vez más extraño y victorioso, pasó a la acción cogiéndole la muñeca sangrante y dejando caer unas gotas en el papel.
- Con esto me es suficiente - y soltó la mano cual basura se tira.
Mariona ya no recordó nada más, sólo sintió un desmayo.
Cuando volvió a abrir los ojos todo era como una mañana normal y corriente. Sintió frío en su mano y miró: tenía un cristal agarrado. Comenzó a temblar y pensó algo desequilabradamente obseso. Se giró en la cama... y lo vio. Adrio dormía plácidamente a su lado.
Aquello le parecía el cielo, o tal vez un sueño, nunca lo recapacitó mucho. Sólo se alegró de que nada hubiera pasado... quizás sólo fue una pesadilla. Anque el cristal que tenía en la mano... "vah, tonterías" pensó. Se levantó como cada mañana para preparar el desayuno de su esposo.
Cuando fue a abrir un cajón encontró el pergamino. Se cayó al suelo mientras palidecía cada vez más. Con una temblorosa mano, cogió el papel y comenzó a leer:
A cambio de la vida de Adrio Riosto, Mariona de Riosto se compromete a entregar a su primera hija: Isabel, que nacerá el 31 de octubre del próximo año, en eterno matrimonio al deudor. Si esto no se cumpliera, Mariona pagaría la deuda con la vida de Adrio e Isabel. El señor Riosto sería torturado hasta la muerte e Isabel asesinada en presencia de Mariona. Bajo estos conceptos se comprometen los firmantes: Fotos Porno y actrices porno
Lucifer Mariona O
Es inquebrantable.
Encima del nombre de ella, una enorme mancha de sangre sellaba el contrato. Toda ella tembló. El ataque del día anterior había ocurrido, el contrato lo había firmado y ahora... tendría que entregar a su hija al mismísimo Demonio. Nada podría ser peor. Aunque tal vez no estuviera embaraza o quizás nunca la reclamaran...
Pensó muchas cosas y muy rápido a la espera de que Adrio se levantara y la viera así, mas unas ganas incontenibles de vomitar la hicieron correr a la letrina. Después de eso, una luz se encendió en su cabeza: ¿qué fecha era? Miró el calendario y un escalofrío le recorrió la espalda. Tenía un retraso.
Efectivamente el día 31 de octubre, Mariona, acompañada de Adrio, el cual no sabía nada de lo ocurrido ni lo recordaba al igual que sus vecinos dijeron nunca sufrir ese ataque, daba a luz a una niña. Adrio se empeñó en llamarla Isabel...
Los temores de la veracidad de ese contrato por parte de Mariona la sobrecogieron, pero supo controlarlos al pensar que todavía quedaba mucho tiempo...
Los años pasaron e Isabel, una niñita feliz de ojos claros y rostro angelical, crecía tranquila tras la guerra. Su madre sabía que el momento se aproximaba, pero no encontraba solución... no tendría más remedio que entregar a su ángel. Porque Isabel en realidad era un ángel, por eso el maligno la eligió de entre tantos muertos. Su padre había muerto por salvar a su amada, entonces, el fruto de el amor entre ambos se conviritó en la elegida: "un ángel nacido del terror y el sacrificio". La profecía seguía: "Si ese ángel terrenal es conseguido por el mal y consumado un matrimonio con el maligno, el cielo caerá a pedazos y el caos reinará". El matrimonio ya estaba conseguido desde que su madre firmó el contrato, pues poco importaba la palabra de una niña, sólo quedaba consumarlo.
A partir del quinceavo cumpleaños, el calendario pareció correr para Mariona. Cada crepúsculo era una tortura que la desangraba por dentro pensando en el futuro de su querida hija. Nada la consolaba.
La fecha llegó y con ello, miles de llantos y abrazos de despedida a una hija que nada sabía de lo que se le venía encima. Esa noche, a pesar de las súplicas de Mariona, Isabel se acostó sola en su cuarto como siempre y se hechó a dormir. A mitad de la madrugada, se despertó con su típica pesadilla en la que miles de personas eran torturadas, pero esta vez sería la última...
Estaba empapada en sudor, la oscuridad lo llenaba todo y un leve rayo de luna entraba por la ventana cuando notó unas ardientes manos en su rostro.
- ¿Mamá? - preguntó sobresaltada cogiendo esas manos.
No eran las de su madre.
- Shh, calla, ángel mío. Por fin ha llegado el momento - susurró una voz oscura, cargada de orgullo.
- ¿Quién es usted? - preguntó apartándose a un lado y buscando una figura con la tenue luz.
- El rey de tus sueños... - dijo ese hombre hacercándosele de nuevo - ... futuros y presentes... - añadió destapándola.
- Por favor, déjeme. Se lo suplico - susurró con la poca voz que le permitía el miedo.
- Que inocente eres, esposa mía, ángel mío. - dijo el dueño de la voz toqueteándole las piernas. Isabel cada vez tenía más miedo. Quería gritar y que sus padres acudieran en su ayuda.- No vas a gritar, ¿verdad? Si lo haces los mataré - dijo respondiendo a sus pensamientos.
Ante eso, Isabel permanecería callada. Nada saldría de sus labios. Quería demasiado a sus padres... quizás por esto lloraba su madre, se le ocurrió pensar mientras las caricias se volvía lascivas. Pero si lo supiera, la habría ayudado... lo había intentado, ahora que recordaba a su madre pidiéndole dormir con ella.
- ¿Por qué me hace esto? - susurró quebrándosele la voz.
- Buena pregunta... pero que no merece respuesta - Cuando el hombre dijo eso, se acercó más e Isabel pudo ver el rostro... no era un hombre. Estaba desfigurado, lleno de cicatrices y quemaduras. A la vez, notó que el cuerpo de su atacante era muy caliente. - ... no vas a poder escapar... - Tras decir estó se lanzó a por ella arrancándole la ropa. Comenzó a besarla y tocarla de una manera febril y brusca. A los dos segundos notó un intendo dolor en su partes bajas. Las lágrimas se le derramaban y en su mente pedía ayuda a un Dios que no hacía nada. Al final se dejó ir ante un incansable "señor" que no se marchaba de su interior.
Por la mañana, Mariona se levantó temprano y corrió a la habitación de su hija dónde sólo encontró sábanas bañadas en sangre y una nota. Temerosa se acercó y la cogió: "Tu deuda está saldada. Disfruta del fin del mundo..."
Soltó la nota y corrió a la calle dónde todo era fuego y sangre derramada por la locura del infierno.
FIN
Fin del mundo - Fanfics de Harry Potter
'El miedo se va extendiendo por tu cuerpo cual leve llama primero calienta, después quema y por último, sofoca. Yo soy ese ardor extenuante que venido del in
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2024-10-27
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