Gracias a las nargles. - Fanfics de Harry Potter

 

 

 

"La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia". Edgar Allan Poe

Podía sentir la escarcha debajo de sus pies descalzos, congelándola. Pero eso no interrumpió su caminata. Amaba el sonido de las hojas meciéndose al compás de la gélida brisa, el viento danzando con su cabello y los difusos destellos de sol sobre la copa de los árboles. Allí, en medio del bosque, podía estar en paz naufragando en sus pensamientos. Era agradable volver a estar en sintonía con ella misma.

A lo lejos, pudo oír los villancicos que cantaban dentro del castillo. Era Navidad, y sin embargo, Luna Lovegood seguía deambulando por las fronteras del bosque prohibido. Era una de las únicas alumnas que había decidido quedarse, a excepción de unos cuantos Slytherins que se dedicaban a hacer miserable la vida de todo aquel que se cruzara en su camino. Incluyendo la suya. Sus pies delcazos eran una prueba de su maldad. Y una de las razones por las que aún seguía camuflada entre los árboles.

 

El ulular de las lechuzas era mucho mejor que oír gritos impregnados de burla y frialdad. Ya no le molestaba que la llamaran "lunática", de hecho, una parte de ella, se enorgullecía de ello. Prefería defender sus creencias hasta el fin, que malgastar su tiempo en insultos contra inocentes.

Continuó su caminata observándolo todo a su paso. Las mínimas cosas, como la escarcha en los troncos de los árboles; hasta las más importantes, como la variedad de animales que habitaban en la zona. A lo lejos, oyó una risita. Volteó a ver de donde provenía y se encontró con una pequeña rama de múerdago. Debajo de ella, por supuesto, había una joven pareja besándose y riendo. Suspiró y sonrió con tristeza.

A veces, le hubiera gustado tener a alguien que la apoyara en sus ideas y fundamentos. Alguien con quien hablar de nargles y snorckacks de cuernos arrugados o que la acompañara a cazar plimpies de agua dulce. ¡Qué lindo sería!

Mas seguía sola. Sus amigos, habían vuelto con sus familias. Y nadie se había ofrecido a hacerle compañía, ni siquiera en Navidad. Sólo había burls para ella. Recordó a su madre, diciéndole que todo saldría bien y que la amaba. Junto con el recuerdo, le llegó una canción. Era un antiguo villancico que le solía cantar. Comenzó a tararearlo, recordando su voz y su tacto.

Por primera vez en mucho tiempo, una lágrima escurridiza se deslizó por su pálida mejilla.

Volvió a acomodarse el gorro, el viento gélido parecía atravesarlo y congelarle los huesos. Se preguntó una vez más qué hacía en Navidad caminando por el Bosque. En su mente, se dibujó una cara angelical vagando por los terrenos prohibidos. ¿Y qué si le pasaba algo? Recordaba haber escuchado los insultos que le solían decir los de Slytherin. Aún no sabía quién era, pero su aura inocente había despertado el instinto protector en él.

Sus pensamientos fueron abruptamente detenidos al oír una dulce melodía, alguien cantando villancicos. La voz lo invitaba a acercarse, algo en él pedía más. La siguió. Y para su sorpresa, allí estaba ella. La observó de arriba abajo, admirando su sencillez y belleza. Con sorpresa, reparó en otro detalle, andaba descalza. ¡Y él que se quejaba del frío! Miró sus botas, y sin dudarlo, se las quitó. Agradeció ponerse dos pares de medias gruesas. Se acercó, vacilante.

 

- ¿Tienes frío?- preguntó, como un idiota. Ella lo miró con profundo interés. Sus ojos color cielo, estaban marcados por una profunda inocencia y suspicacia. Remedios Naturales Caseros Trucos Y Consejos De Salud

- Un poco. Pero, ya te acostumbras. Creo que las nargles volvieron a hacer desaparecer mis zapatos. Todas las Navidades, los suelo encontrar. Pero esta es diferente.- su voz era soñadora, vacilante. Y una música para sus afortunados oídos.

- Toma- balbuceó y le tendió las botas. Con un movimiento de varita, hizo aparecer un banco para sentarse. Palmó el lugar vacío al lado de él, invitándola a sentarse.

- Que lindo eres. Hoy en día, no hay muchas personas capaces de hacer gestos lindos ¿Sabes? Ayer me regalaron un chocolate que terminó siendo una pócima para teñir la piel de verde- relató, sin pizca de pena. El instinto protector se agrandaba, hasta llegar al punto de querer lanzarle una maldición a todos los que la molestaban. Su ángel se enfundó las botas y en su rostro floreció una hermosa sonrisa.

- ¡Qué idiotas!- murmuró.

- ¿Quién eres?- preguntó volviéndolo a mirar de esa manera que le hacía perder el sentido común. Maldición, había olvidado presentarse.

- Soy Rolf, voy a Hufflepuff- se presentó.

- Es un gusto, Rolf. Soy Luna, de Ravenclaw- contestó.- Pareces confundido, ¿Los torposoplos te están molestando? Hay muchos en esta época- dijo con profunda determinación. Ella creía en lo que nadie era capaz de confiar. Menos él. Ser nieto de creador de un libro de animales mágicos, te lleva a creer en un montón de cosas inimaginables.- Ten, con esto los espantarás- con delicadeza, se quitó el collar de ciruelas dirigibles que llevaba en el cuello. Se lo pasó por la cabeza a su acompañante, sin esperar su respuesta. El tacto de sus manos le resulto desesperadamente agradable.

- ¿Tú también creer en su existencia?- inquirió Rolf, era demasiado bueno para ser verdad. Luna ni siquiera se había preocupado por disimular sus creencias. No le importaba lo que dijera el resto, era ella misma. Asintió rotundamente, totalmente confiada. Deseó poder ser como ella. En silencio, se prometió no dejaría que la vuelvan a molestar, y no permitiría que vuelva a estar sola. La navidad le había dado el mejor regalo que pudiera haber pedido.

Y todo, se reducía a esa persona que estaba sentada junto a él.

- Mira, Rolf, múerdago- expresó con voz soñadora Luna. Levantó la cabeza para observar la pequeña ramita que nacía sobre sus cabezas. Una sonrisa se escapó de ambos rostros. Y, en ese momento, supieron que no tendrían que estar solos mucho más tiempo.

Sooorpresa! Jojojo... Feliz Navidad!

¿Te gustó tu regalo? Me fijé en tu perfil cual era tu personaje y escritor favorito, como verás. Quería hacer esto exclusivamente para ti, igual que lo hice con Makis. Te lo mereces, completamente. Por todo o que hiciste por mí, por darme fuerza para continuar. ¿Sabías que probablemente sin tu apoyo y el de Makis dejaba de escribir? En fin, eso ya es pasado.Pero no voy a olvidar lo que hicieron por mí. Parte de lo que es Rose WM ahora es mérito tuyo. Cada comentario me sirve muchísimo, y ni te hablo de todo el apoyo.

Te debo el moño y el envoltorio del regalo...

Lo hice con muchísimo cariño, aunque no haya quedado del todo bien. Escribir sobre Luna es bastante complicado, pensar como ella.

Te quiere y te desea la mejor Navidad,

Rose WM

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'La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia'. Edgar Allan Poe

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2023-02-27

 

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