CAPÍTULO ÚNICO
No podía parar esepensamiento que rondaba por mi cabeza todas las noches, ese que me perseguía yyo dejaba que lo hiciera. ¡Qué masoquista!, pero era ya una clara obsesión loque sentía por averiguar que planeaba Draco, no solo porque Dumbledore me lohabía ordenado, sino por propio orgullo. Siempre he sido su adorado profesor,pero ya no confiaba en mí y ahora ni siquiera confiaba en sus secuaces, que nosabían que hacía Draco encerrado en esa maldita Sala de los Menesteres.
Si tan sólo pudiera leerle la mente, pensé enojado y frustrado a la vez. Habían logrado hacer un gran trabajocon Draco, que se cerraba en banda cada vez que intentaba usar la Legeremanciacon él. Seguramente, Lucius habría enseñado Oclumancia desde pequeño a suprimogénito.
Tiene muchas cosas que esconder, una vocecita sarcástica apareció clara en mi mente, que me hizo arrancaruna sonrisa torcida de admiración.
Yo habría hecho lo mismo, volví a pensar ahora mas relajadopor este pensamiento reconfortable.
Me levanté del asiento de midespacho con la intención de dirigirme a mi dormitorio, cuando escuché unaestampida de pasos por el pasillo. Pararon. Sólo logré escuchar unos pequeñospasos muy rápidos dirigirse a mi puerta. Antes de que la aporrearan por lasprisas, la abrí bruscamente y malhumorado dispuesto a chillar a esos mocososque se atrevían a provocar mi ira. La sonrisa torcida llena de malicia quehabía dibujado para la tremenda reprimenda, desapareció nada más ver, a unos palmosmas abajo, al profesor Flitwick con su enana cara congestionada por el horror.
¡Severus, mortífagos en elcastillo! me chilló con su estridente voz, entrando a toda prisa, yempujándome para salir.
Desmaius, pensé apuntándole con la varita por debajo de mi capa. Cayó a plomocontra el frío suelo de piedra y me quedé allí clavado mirándolo. ¡No podíacreelo! ¡Mortífagos en el castillo!¡Eso era lo que Draco tramaba! Maldito. Unasensación de ira me recorrió por todo el cuerpo aunque enseguida, lo bloqueó unpensamiento oscuro: hoy era el día de matar.
Reaccioné muy rápido y salí alpasillo de la mazmorra. Allí de pie mirándome desconcertada, se encontrabaGranger, y detrás suya, la loca de Lovegood clavándome esa mirada extraña queposeía, como si supiera la verdad.
¿Qué harán aquí?, mi mente volaba a la velocidad de la luz, dándome la respuesta enseguida: Potter.
Señoritas, debemos darnos prisa,el profesor Flitwick se ha desmayado y necesita asistencia. Yo debo ir a ayudarlo más rápido posible.
Las miré con urgencia ycomprendieron mi preocupación fingida. Asintieron en silencio y entraron asocorrer al profesor, dejándome el camino libre.
Sabelotodo y Lunatika quepredecibles sois.
Corrí como el viento hacia donde yase empezaban a escuchar gritos y estallidos. Era una encarnizada total cuandoaparecí en el lugar, haces de luces volaban de aquí para allá con una velocidaddesconcertante. Volví a retomar el movimiento esquivando maldiciones como pude,aunque sabía perfectamente que ninguna iba dirigida directamente a mí, porquelos dos grupos creían que estaba en su bando. Lo que ellos no sabían, es que yoera fiel sólo a una persona, esa persona que ahora injustamente y por obligacióntendría que matar... Dumbledore. Mirador de Montepinar
Divisé a lo lejos como unacabellera rubia subía a todo tren hacia lo alto de la torre de Astronomía.Intenté ir hacia el lugar lo más rapido que mis pies, mis pulmones y el gentíome permitieron y al fin logré llegar a la maldita escalera, pasando sindificultad la barrera anti-mortifagos que habían colocado hábilmente. Me temíalo peor.
Al llegar, vi la escena mas horrible que pude divisaren toda mi vida: Dumbledore medio derrumbado contra el parapeto de la torre yDraco, el pobre Draco, apuntando con su mano temblorosa al viejo desvalido.
Enseguida, se nos unieron algunos indeseables sedientos demuerte.
¡Hazlo Draco! chilló con alegríaBellatrix, que no apartaba ni su mirada ni su varita del director ¡Hazlo ya!
Draco me miró y en ese momento, mepermitió ver sin restrincciones dentro de su caótica mente. Imágenes de sucesosse agolpaban una tras otra: el señor Oscuro encomendándole la misión de matar aDumbledore; él entrando a hurtadillas en la sala de los Menesteres; el armarioevanescente; los mortífagos llegando, y por último, el rostro lleno de dolordel director. Todo estaba teñido de miedo, sufrimiento, frustración y ayuda,sobretodo ayuda.
Severus, por favor...
Miré a ese viejo desgraciado quequería que lo hiciera, quería que rematara su perfecto plan, un plan lleno delagunas y conjeturas... pidiéndome su muerte en susurros.
Clavó su mirada azulina en la mía,y dejé que pudiera leer ese pensamiento que había guardado para éste precisomomento. Un pergamino con unas breves palabras que había escrito de mi puño yletra, hace escasos dos días aparecieron en mi mente.
Avada Kedavra susurré sin unápice de sentimiento en mi rostro, pero con el alma destrozada y mutilada porel acto atroz que acababa de cometer.
Su cuerpo, salió volando en lanoche para luego precipitarse hacia el vacío. Reprimí con mucha dificultad unapequeña lágrima, que intentaba con todas sus fuerzas abrirse camino por el rabillode mi ojo.
Agarré con fuerza el brazo delimpactado Draco y nos encaminamos hacia el tortuoso futuro que nos esperaba. Yoya sabía que al final de mi camino, la muerte me esperaría con los brazosabiertos.
FIN
Nota de la autora: Hola a todos! espero que os haya gustado. La historia seguiria por donde Rowling la habia dejado: intentan escapar, Harry va detras de ellos, llama cobarde a Severus y el se enfada *w* (me encanta >w<) y etc, etc.
Es la historia contada desde el punto de vista de Snape y cosas que me hubieran gustado que pasaran como por ejemplo el pensamiento de Severus ¿él dando las gracias? ¡Dios! jeje.
Espero que haya gustado y que me dejeis comentarios para poder mejorar el fics o simplemente para ver si os ha gustado leerlo, pero sobre todo tengo que decir a todo el que le haya dado una oportunidad de leerlo:
Gracias
He corregido algunos fallitos de ortrografía que me he ido encontrando.
Hoy es el día de matar - Potterfics, tu versión de la historia
No podía parar esepensamiento que rondaba por mi cabeza todas las noches, ese que me perseguía yyo dejaba que lo hiciera. ¡Qué masoquista!, pero era ya una
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2024-11-01
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