Imposible olvidar
Grimauld Place se veía sombrío cuando la orden no se reunía allí. Un hombre se encontraba allí, solo, contemplando una fotografía con melancolía. En ella se veía un grupo de personas, sus amigos, de los que solamente ahora quedaba uno. Pensó en ir a visitar a Remus para aliviar su nostalgia, pero desistió. Seguramente tendría mejores cosas que hacer. Recorrió con su dedo la superficie del papel. James y Lily se miraban como tontos enamorados, después de todo, eso era lo que eran. Su amigo abrazaba a una rubia de cabellos cortos. Emmeline Vance, había partido hacia quién sabe dónde luego de todas las muertes que los habían separado, después de que él mismo había sido arrestado. Se detuvo en ella. La mujer castaña de ojos chocolates que se ubicaba junto a él y sonreía de manera provocativa. Esa expresión vivaz que siempre la había caracterizado. No había dejado de pensarla ni un minuto, ni siquiera estando encerrado en las mismas profundidades de Azkaban. Casi instintivamente observó un trozo de pergamino arrugado junto a él. Dumbledore se lo había dado la noche anterior antes de marcharse.
- Ella hubiera querido que tuvieras algo, debes ir a buscarlo.
Había una dirección escrita. Su dirección. Se sorprendió al reconocerla, no por haberlo hecho, sino justamente por haber sido capaz de olvidarla. No estaba seguro. No quería revivir todo aquello. Le había costado horrores superarlo. Aún recordaba la carta que Lily le había enviado, diciendo todo lo que había llorado al enterarse de aquella muerte. Si su amiga pelirroja, la esposa de su hermano del alma, hubiera sabido lo que él había pasado, lo que había perdido. Y ahora algo podía conectarlo con ella nuevamente. Pero nada iba a traerla de vuelta y eso le dolía, le calaba en lo más profundo de su ser, más fuerte que cualquier dementor, que cualquier tormento. Golpeó el suelo con un puño y se incorporó. No se llamaba Sirius Orion Black por nada. Debía ser valiente.
La neblina cubría la ciudad. Partió hacia Hogsmeade. Ni siquiera se llevó el papel consigo, conocía esa casa de memoria. No tardó en ubicarla. Ni siquiera necesitó un hechizo ya que la puerta se encontraba abierta. Ingresó al viejo hogar de Marlene Mckinnon.
Era evidente el abandono de aquel lugar. Los muebles estaban healados y un persistente olor a humedad reinaba el ambiente. Exploró las habitaciones nuevamente después de tantos años. Si aquellas paredes hablaran. Un estremecimiento en su espalda le advirtió que estaba en el lugar correcto al entrar a la habitación. Instintivamente abrió las puertas del gran placard de roble en el lado izquierdo del cuarto. Allí, solo brillando entre la madera, se encontraba un pensadero. Nunca hubiera imaginado que ella pudiera poseer uno de esos. Junto al objeto, una carta. La abrió casi con desesperación. Era su letra, algo redonda, como infantil.
" Sirius,
mis recuerdos no van a perderse nunca si son guardados por quien realmente los merece. De esa manera
voy a ser inmortal.
Te amo. Marlene"
No pudo consigo mismo y se dejó caer de rodillas al suelo. Ella había escrito eso, para él, antes de morir. Era demasiado. Sentía todo volver a él como si hubiera sido ayer. Como si recién hubiera recibido la noticia, como si estuviera asistiendo nuevamente a aquel frío funeral en donde sus compañeros de toda la vida, Remus, James y Peter consolaban a unas jóvenes Emmeline y Lily que lloraban a mares angustiosas.
Finalmente se decidió a sacar el pensadero de su ubicación. Guardándose la carta en el bolsillo apoyó la gran copa en el piso de fría madera y cerró los ojos sucumbiendo ante su brillo plateado.
Al abrirlos se encontraba en la sala común de Gryffindor. La calidez de aquel lugar no la había sentido jamás en ningún otro. Se reconoció como un niño de once años. Molestaba a Remus mientras este leía un gran volúmen que parecía ser "Historia de Hogwarts". James le hablaba sobre Quidditch a un fascinado Peter. Si tan sólo hubieran sabido en ese momento la clase de persona que esa rata era... tal vez todos estarían compartiendo la cena y él no tendría que estar dentro de aquel recuerdo. Se escucharon pasos y una pequeña también de primero bajó y los observó. Era Marlene. Ahora entendía, era el día en que se habían conocido. Su belleza lo había cautivado desde un principio, pero, él no era muy difícil de sorprender. Creía firmemente que toda mujer tiene algo digno por lo cual llamarla bella. Excepto su prima Bellatrix tal vez... y su madre.
- ¿Estás pensando en entrar en el equipo? - había preguntado la chica mirando al joven de cabello revuelto.
- ¡Claro! Quiero ser el jugador más joven que entre en la historia de Hogwarts - había respondido James con visible emoción.
- Buena suerte con eso - la castaña había revoleado los ojos en señal de sarcasmo.
- Soy Sirius Black, encantado. - había dicho con una de sus mejores sonrisas, interponiéndose en el camino de la niña.
- Sorprendente... - el leve interés de su interlocutora era evidente - Marlene Mckinnon. Ahora que terminamos con las presentaciones ¿Podrías quitarte de mi camino? Tengo que llegar al gran comedor...
Y allí lo había dejado, preguntándose cómo una chica podía tener semejante carácter y a la vez una sonrisa tan simpática. Inmediatamente sintió como su cuerpo se levantaba y el escenario cambió. Ahora estaba en los terrenos. Veía desarrollar una escena que conocía muy bien. Unos merodeadores en quinto año peleaban con Severus Snape. Ya para ese momento Remus había trabado amistad con Lily y seguramente estaría comenzando a enamorarse de Emmeline. James le había tomado el gusto a fastidiar a esta pelirroja. Todo hubiera sido más sencillo si se hubiera dado cuenta de que unos años después ese juego lo pondría loco por ella. Él y Marlene eran amigos, o algo así. Ella solía reírse de sus bromas y hasta en ocasiones añadirse a ellas, pero no lo rondaba como las demás chicas que cuchichieaban todo el tiempo a su alrededor. No era ningún misterio el hecho de que quería tenerla para él, pero la castaña también tenía sus pretendientes... y sabía aprovecharlos casi tan bien como él a su prole.
Ya Lily regañaba a James y Severus cometía el terrible error de llamarla sangre sucia. Él reía pero miraba de soslayo a dos jóvenes que caminaban desde el lago hacia el lugar de los hechos. Y finalmente la chica de cabello rojo se iba furiosa, él le decía a su amigo que al parecer lo creía algo engreído y todos se concentraban en volver a hechizar a Quejicus. Menos él que era jalado del brazo hacia un árbol cercano.
- No es que me moleste que hechicen a Snape, de hecho, es muy divertido. Es decir, no me gusta ver como mi amiga es maltratada y aún así sigue peleando por una relación inexistente, sobre todo por ese acosador. Me da escalosfríos... - Marlene hablaba en voz alta gesticulando con su rostro de una manera muy graciosa. Vio a su yo joven mirándola hechizado aunque también atento a su amigo Prongs quien ahora dejaba ir a Snape bufando y volviéndose hacia Remus.
- Pero... - había dicho con una sonrisa de lado.
- Pero James nunca va a conseguirla si continúa con esa actitud. Sé que ella se siente atraída por él, a pesar de que viva diciendo que lo odia, que es un idiota, no para de hablarnos sobre las cosas que la enervan de "ese estúpido con pelo revuelto y ojos avellana". Tendría que madurar y seguramente la conquiste. - la castaña había encogido de hombros.
- ¿Quién te dijo que James está interesado de verdad en Lily? - se vio a si mismo preguntado con una ceja inquisitiva. Sabía lo que venía a continuación.
- ¡Lo olvidaba! Ustedes los merodeadores nunca se interesan verdaderamente por nadie. En ese caso... no creo que esto sea un problema...
Y allí mismo, contra ese árbol, lo había besado. Nunca en todos sus años de vida se había sentido como aquel día. Tan intimidado por una chica. Por supuesto había devuelto el beso apasionadamente. Ella había planteado un juego y él se sentía con el deber de ganarlo. Sin embargo había tenido una equivocación, ya que si había sido un problema. A partir de ese momento él no podría olvidar ese beso, el primero entre los dos.
La imagen de aquellos dos quinceañeros abrazados se desvaneció y él volvió a aparecer en la sala común. Ni siquiera tuvo que ver lo que estaba a punto de suceder para percatarse en qué tiempo estaba. Aquel recuerdo estaba vívido en su mente también. Había sido una semana después de lo sucedido en los terrenos. La vio dormida con un libro frente a ella mientras el Sirius joven entraba riendo con sus amigos. Sintió deseos de despertarla, de volverla a la vida, pero sabía que no podía. Eran recuerdos y él no era nada allí, sólo un espectador. Se observó decirles a los chicos que ya los alcanzaría y acariciarle el rostro a la joven desparramada por el sillón con sus pies apoyados en la mesa. Al abrir los ojos chocolates la mirada gris azulada que la esperaba era de anhelo.
- Sirius... ¿Cuánto tomaste?
- Es increíble que creas que para poder mirarte necesito tomar alcohol, no precisamente con vos es con quien tengo que hacer eso... no puedo decir lo mismo de algunas chicas de Huffl...
- No. Este es el momento en que lo que estás diciendo sobra - ella había posado su dedo índice sobre sus labios. Con un movimiento suave Sirius había retirado la mano femenina pero sin dejar de tomarla.
- Esto va a sonarte raro... sobre todo viniendo de mí... pero creo que puedo manejarlo ¿qué te parece si salimos? Es decir, más que como amigos... y varias veces, bueno, o lo que sea que se haga cuando uno está con alguien... - Marlene había estallado en risa mientras el frotaba su cabello en señal de confusión.
- De acuerdo - lo había abrazado con una gran sonrisa en su cara. La irresistible tentación había vencido y él se había lanzado a sus labios.
No entendía ¿Por qué no había funcionado? Estar con ella era de lo más divertido, de lo más llevadero. Pero tendría que haber notado que no estaba listo, que no era verdad que iba a poder manejarlo. Pronto sus personalidades tan iguales y a la vez diferentes habían comenzado a colicionar. Ella lo llamaba fóbico al compromiso y él debía reconocer que algo de razón tenía. Pero se sentía mal estando atado a alguien, a pesar de todo lo que la quería. Antes de comenzar sexto año la relación había acabado.
Sentía que volaba por distintas imágenes. Todo sexto año, un sin fin de idas y venidas. Escapar con ella hacia Hogsmeade y luego verla con otro chico en los terrenos. Escuchar sus insultos cuando era él quien era atrapado en alguna de sus andanzas. Se portaban como si se pertenecieran, aunque sabían que no era así, al menos oficialmente. Actos de contricion y Números de los Angeles
La montaña rusa de recuerdos frenó en séptimo año. Una fiesta de las eminencias de Slughorn. Mary McDonald sólo lo había invitado para acercarse a James. No le importaba, él quería ir para verla. Había estado pasando tanto tiempo con el sin-cerebro de Amos Diggory y no podía soportarlo. Todos estaban bailando. Se rió para sus adentros al ver a Lily Evans completamente ebria y al recordar que esa noche había sido el primer beso entre Remus y Emmeline. De pronto ubicó a un Sirius llevando casi a cuestas a una Marlene pasada de alcohol.
- Debo irme, Amos está esperándome...
- Amos no está aquí, vamos, no estás bien - él tampoco estaba del todo lúcido.
Habían llegado a la habitación de las chicas pero Marlene lo abrazaba y se negaba a entrar, por lo que la llevó hacia su cuarto. Ambos se habían acostado cuando ella lo había mirado fijamente levantando ligeramente su rostro ya que estaba acostada en su torso.
- Sos tan hermoso...
- Va a ser mejor que te duermas - había respondido él llevándola más hacia su cuerpo. Recordaba sus deseos de besarla como si realmente lo estuviera viviendo.
- ¿Por qué no funcionó Sirius? ¿Qué fue lo que hice mal? - la voz de la chica estaba llena de melancolía. Había sido demasiado para su salud mental. Tratando de no sobrepasarse depositó un suave beso en sus labios. Era poca cosa comparada con la cantidad de veces que la había besado aquella noche, pero esto iba enserio.
- No hiciste nada mal... fue mi culpa...
- ¿Alguna vez tendremos otra oportunidad?
- Si supieras cuanto deseo que... - no había terminado de hablar. Ella ya se encontraba dormida. Lo aniquilaba saber que a la siguiente mañana volvería a ser el Sirius Black de siempre, que volverían a tratarse con sobreactuada indiferencia y que él la provocaría continuamente en ese contínuo juego de tirar y aflojar.
Mientras la habitación se desvanecía recordó que aquel día al despedirse le había dicho algo como "es la primera vez que paso la noche con una chica sin que nada ocurra". Creyó que iba a ganarse un golpe, pero ella sólo había sonreído y se había marchado. Era impredecible.
Las imágenes se volvían a suceder rápidamente. El resto de séptimo, la fiesta en donde habían peleado y él había creído que todo había terminado, James y Lily encerrándolos en un aula, volver a estar juntos y saber que esta vez si funcionaría. Salir de Hogwarts y compartir un sin fin de momentos con sus amigos. Las tardes en que obligaba a Remus a irse para pasarlas con Marlene, cuando ella casi se instaló en Grimauld al mudarse su amigo con Emmeline, la boda de James y Lily poco después, el nacimiento de Harry y finalmente, el día que tomaron la foto. Esa misma que él observaba practicamente todas las noches.
Nuevamente todo se detuvo. Volvía a estar en esa habitación, pero el clima era diferente. Sintió gritos en la sala y bajó. El corazón le dio un vuelco cuando se percató el recuerdo que estaba espectando. Habían pasado casi dos semanas desde la toma de la fotografía. Era la última noche que habían pasado juntos.
Sirius se vio en la sala discutiendo con ella. No era una escena extraña. Solían pelear todo el tiempo incluso con varitas en mano. Sin embargo en esta ocasión el enfrentamiento era mucho más tenso. Ambos estaban visiblemente nerviosos. Marlene ya lloraba y el muchacho se encontraba sentado escondiendo la cabeza en sus dos manos en señal de cansancio.
- No entiendo qué es lo que te pasa - había dicho por fin mirándola allí parada frente a él con lágrimas saliendo de sus ojos y negando con la cabeza.
- No hables como si no lo supieras. Te dije que no quería que vinieras. Te estás poniendo en riesgo. Te lo pedí y no lo respetaste ¡¿Por qué sos tan egoísta?! - las lágrimas seguían brotando. Ambos hombres en ese momento se encontraban desgarrados.
- ¿Desde cuándo te interesa el riesgo? No me creo esto, ¿qué es lo que realmente está pasando? - ella nunca había sido precavida. En todos esos años difícilmente había mostrado casi sentido común. Era impulsiva y no pensaba antes de actuar. Solía decir que su único cable hacia el razocinio era Lily. Algo estaba sucediendo entonces. Algo que él no sabía.
- Quiero que te vayas. Y que no vuelvas.
- No puedo hacer eso - el joven del pasado se había incorporado, el del presente repetía cada palabra con él - Te amo Marlene.
- Eso no importa. Adiós - lloraba cada vez con más intensidad y pronunciaba las palabras sin mirarlo. Él daba pequeños pasos hacia adelante acercándose. Se había colocado a pocos centímetros haciendo que ella se sintiera obligado a mirarlo.
Se observaban en silencio. Las lágrimas ya eran menos y él sonreía levemente. Sentían la cercanía de sus respiraciones algo aceleradas. Él había roto ese trance.
- De acuerdo, voy a irme... - torció la boca en un gesto mordaz, no se había movido a pesar de sus palabras.
Rápidamente la chica había rodeado el cuello masculino con los brazos y ambos se habían fundido en un violento beso. Algo salvajemente Sirius la había tomado por los muslos y la había depositado sobre la mesa de la sala. Ella por su parte enroscaba ágilmente las piernas en la cintura del chico. Por su parte el espectador sonreía ¡Qué león había sido en esas épocas! Bueno, en esas épocas era un decir...
Sus cavilaciones fueron interrumpidas por una blusa que cayó a sus pies. Los otros dos se habían trasladado al sillón y ahora Marlene desabrochaba con impresionante rapidez los botones de su pantalón. Recordó aquel momento. El instante en que se había dado cuenta de qué era lo que Marlene sabía, el por qué de su insistencia en alejarlo. Esos besos urgentes, desesperados con los cuales se cubrían, esos besos sabían a despedida.
Las paredes volvieron a moverse y ahora era de día, más específicamente, era el día siguiente. Un Sirius en ropa interior veía dormir pacíficamente a la castaña tan sólo vestida con la sábana que la cubría. De pronto ella rió de manera infantil.
- ¡Sabía que no estabas tan dormida! - había exclamado él recostándose a su lado y plantándole un beso en los labios.
- Muy bien Sirius Black, es hora de irte, esta vez va enserio. - Si, era enserio. Su expresión ya no era fresca como la de antes, lo miraba profundamente.
- No. Voy a quedarme por unos días, los que sean necesarios, puedo ir a buscar mis cosas a Grimauld Place. Nada va a sucederte - la había abrazado con fuerza mientras besaba su largo y lacio cabello castaño. Había sentido sus lágrimas humedecerle la piel del torzo. Luego ella se había despegado de su abrazo y lo había mirado a los ojos.
- Todo va a estar bien, no hay de que preocuparse. Así tienen que ser las cosas - ella se había levantado tapando su cuerpo con la manta y le había tendido la varita que descansaba en una mesita de noche.
Para ese momento él ya estaba vestido. Sin embargo se negaba a irse. No quería dejarla sola. Nada bueno podía salir de eso. Se mantuvo allí parado viendo como el joven se negaba a abandonar a la castaña y ella se lo insistía con lágrimas en los ojos. No debería haber cedido. Ella lo sabía, estaba conciente de que iban a ir a buscarla a ella y a su familia. Le había salvado la vida. Vio como le había dado el último beso a la mujer que amaba. Un beso urgente pero con angustia.
- Te amo Marlene Mckinnon, nunca olvides eso...
Ella sonrió mientras él desaparecía con un leve chasquido.
Creyó que ya había terminado. Estaba preparado para volver al presente, a la fría casa abandonada con el pensadero junto a él. Pero cuando el cuarto dejó de moverse se encontró en esa misma habitación, sólo que ella estaba allí. Garabateaba algo en un trozo de papel en exactamente el mismo lugar en donde él había descubierto el objeto. La puerta de la habitación estaba cerrada pero de afuera de la casa se oían estruendos. La respiración de la chica era acelerada y con la mano izquiera aferraba su varita con fuerza. Se sobresaltó al escuchar el sonido de una puerta golpeando. Habían entrado.
Sirius se aproximó y miró por sobre el hombro de la castaña. Estaba escribiendo la nota. Esa que él tenía en su bolsillo. Ella presionó el papel contra su pecho y luego le plantó un corto beso. Los estruendos estaban cada vez más cerca junto con gritos y fuertes risas macabras. Marlene abrió la pesada puerta del armario y arrojó adentro lo que antes ocupaba su mano derecha. "Fermaportus" susurró e inmediatamente se oyó la traba que cerraba el ropero. Se incorporó con un movimiento. Una voz chillona reía justo allí. Se encontraban a pocos pasos.
- Es más divertido cuando se esconden, no hubiera tenido tanta gracia asesinarla en la otra casa con el resto de su familia... - Sirius vio como la chica se crispaba al sentir esas palabras. Ya estaba hecho, ella era la siguiente, pero no moriría sin luchar.
- De acuerdo Bellatrix, con cuidado, no queremos que los aurors vengan sobre nosotros. El señor dijo que teníamos que evitar la atención - una voz grave de hombre decía esto. Lucius Malfoy con seguridad.
Finalmente hubo un portazo. Marlene estaba en guardia pero no hubía nada que pudiera hacer. Pudo distinguir la silueta de su propia prima apuntando. Luego una luz verde. Todo quedó en oscuridad.
Nuevamente estaba en aquella habitación, tirado en el suelo por la presión. El pensadero junto a él brillando fulgurante como siempre. Abrazó la madera en que se apoyaba. Ese mismo lugar en donde había yacido su cuerpo hasta que Moody la había hallado a la siguiente mañana. Algunas lágrimas se escaparon pero logró recomponerse. Ella no hubiera querido aquello, por algo le salvó la vida. Debía seguir, ser un buen padrino para Harry y vengarse de aquellos que le habían quitado lo que más le había importado.
Tomó el objeto y lo cubrió con un trozo de tela allí tirado. Al igual que años atrás tomó su varita y desapareció con un leve chasquido. Por un momento creyó ver antes de aterrizar en su hogar, a esa castaña envuelta en una sábana, sonriéndole.
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FELIZ CUMPLEAÑOS :) espero qe te haya gustado y no te haya bajoneado mucho u_u jajaja naa se que no, te quiero.
Imposible Olvidar - Fanfics de Harry Potter
Grimauld Place se veía sombrío cuando la orden no se reunía allí. Un hombre se encontraba allí, solo, contemplando una fotografía con melancolía. En ell
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2024-11-06
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