Recuerdo que habían pasado tres meses desde elaccidente minero que hubo en el distrito 12 y había una chica de la Veta, que ibaen el mismo curso que yo, que su padre murió ese día. Lo recuerdoperfectamente, porque se hizo un pequeño acto en la plaza en conmemoración delas personas que habían fallecido por la explosión. El padre de la chica, que luegodescubrí se llamaba Katniss, había dejado a su mujer y dos hijas, incluyéndola aella.
Esa misma chica, que tantos días había estado miradoen los pasillos de la escuela de pequeño, esa tarde estaba fuera de lapanadería de mis padres. Fui yo el que la descubrí primero y también fui yo elculpable de que mi mamá lo hiciera.
La puerta de la panadería se encontraba abierta pararefrescar un poco la habitación. Había estado sacando cuidadosamente los panesdel horno, o éstos podrían caerse al fuego y quemarse, cuando escuché quealguien estaba rebuscando algo en nuestra basura. Recuerdo que me habíadetenido, extrañado, intentando oír mejor qué estaba sucediendo. En el mismoinstante que le había echado un pequeño vistazo a la calle, fue cuando la vi.
Llovía con fuerza y la chica de la Veta, bajo unacazadora que parecía ser de su padre, empapada completamente, estaba con mediocuerpo dentro de nuestro cubo de basura rebuscando algo que comer.
¿Quién te ha ordenado que dejes de trabajar
? había dicho mi madre, para luego enmudecer de golpe alcomprender lo que yo había estado observando.
Se había lanzado como una furia fuera de la panadería.Oí que le gritaba a la chica de la Veta que se marchara, que llamaría a losagentes de la paz, que estaba harta de los críos de la Veta que siempreescarbaban en su basura. Y yo, a punto de sacar los panes, saqué la paleta delhorno, sin ellos, la dejé en un mueble y me acerqué, escondiéndome detrás delas faldas de mi mamá, demasiado temeroso por intervenir en el griterío,demasiado temeroso de recibir una golpiza. Mientras la observaba ponernuevamente la tapa sobre el basurero, con su ropa empapada, sus mejillas hundidas,su cabello pegado al casco y sus hombros caídos por la derrota, por latristeza, por el hambre, no pude hacer nada en ese momento, excepto mirarla. Lavi alejarse de la panadería, pasando por detrás de la pocilga del cerdo, por allado del manzano y detenerse ahí. Sus rodillas cedieron y su pequeño cuerpocayó hasta dar con las raíces.
¡Vuelve a trabajar! me llamó mi mamá de la panadería.
Dejando a la chica de la Veta apoyada en el viejomanzano, me giré y entré en la panadería. Mamá me entregó la paleta y me ordenóque sacara los panes del horno, sin embargo, cuando obedecí sus órdenes, mismanos tiritaban incontrolablemente y no podía sacar de mi cabeza la idea que lachica de la Veta estaba a unos pasos, muriendo de hambre y frío. Y luego, fuecuando se me ocurrió.
Los panes rodaron de la paleta y cayeron en el fuego.
Antes de que pudiera prepararme para ello, la mano demi mamá voló a mi rostro y lo azotó, golpeándolo con fuerza. Caí al piso, conla paleta a mi lado, mientras sentía mi mejilla arder.
¡Crío estúpido! gritó.
Me agarró con una mano y me puso de pie, sacudiéndome conbrusquedad. El miedo me invadió, el terror, de recibir una golpiza más fuerte,me atemorizó. Sin embargo, ella sólo me lanzó en dirección al horno y me lanzóla paleta, ésta golpeando mi hombro para después caer al piso.
Me agaché a recogerla con rapidez, a pesar de que micabeza todavía zumbaba por el golpe. Metí nuevamente la paleta al horno y saquélos panes quemados, que obviamente ya no servirían para ser vendidos. Los depositésobre el mueble y fueron agarrados de inmediato por ella, la que me los tirócon enojo, para luego girarme y darme una patada en dirección a la puerta. Salía la calle, al mismo tiempo que gritaba:
¡Dáselo al cerdo, crío estúpido!¿Por qué no? ¡Ninguna persona decente va a comprarme el pan quemado!
Intentando no observarla, pero sabiendo que todavía seencontraba ahí, comencé a sacarle la cascara quemada a los panes y lanzándoselosa los cerdos, rogando para que mamá se alejara de la cocina. Cuando lacampanilla sonó, anunciando que se había marchado, sin querer mirar a la chicade la Veta, temiendo que esos dos panes no fueran lo suficiente para ayudarla, lancéuna pequeña mirada hacia la panadería. El terror fue fuerte, pero no lo suficientepara hacer lo que me habían pedido.
Lancé unos de los panes y el siguiente fue seguido alprimero. Y entré a la panadería tan rápido como podía, cerrando la puertadetrás de mí y apoyándome en ella por unos segundos. Mi corazón latía conlocura, mientras pensaba que, en cualquier momento, mamá entraría a la cocina yme golpearía por haberle lanzado los panes a la chica. Sin embargo, nadasucedió y yo volví a meter otros panes en el horno.
Al otro día, fui al colegio. Fue como sila primavera hubiese llegado de la noche a la mañana: el aire era dulce ycálido, y había nubes esponjosas. En clase, la chica de la Veta pasó por milado sin lanzarme una mirada y yo también intenté ignorarla, pero no pudeevitar que mi estómago se contrajera por ello, pensando que tal vez me odiabapor los dos panes que le había lanzado. A lo mejor era muy poco, tal vez debíhaber quemado unos dos más.
Durante todoel día, me decidí a no mirarla. Sin embargo, cuando nos marchábamos, no pudeevitar observarla recoger a su hermana. Yo estaba en el otro extremo del campo,pero eso no me impidió mirarla. De pronto, ella alzó su vista y nuestrasmiradas se cruzaron por unos segundos; y yo giré mi cabeza, con el corazónacelerado.
Después deese momento, me sorprendí constantemente clavando mi mirada en ella y, lo queera peor, cuando Katniss descubría que yo llevaba mucho tiempo observándola. Y,por mucho que intenté no fijarme en ella, para mí fue imposible.
Katniss era
Katniss era
no sabría explicarlo, pero me maravillaba cada día de ella, de sufortaleza, que hiciera cosas que yo jamás haría porque no era lo suficientevaliente o habilidoso.
Durante todoese tiempo, había decidido que eso no sería más que platónico, hasta que, parael día de la cosecha, mis temores se hicieron realidad y Katniss se ofreciócomo tributo. Y luego, cuando mi propio nombre salió en el sorteo, pensé quetodo estaría acabado.
Hasta que seme ocurrió algo, mientras oía a mi mamá decir que tal vez la chica de la Vetatuviera oportunidad de ganar.
Yo ayudaría aKatniss, la chica de la Veta, a salir de Los Juegos del Hambre, aunque paraello tuviera que morir.
¡Hola!
Es la primera vez que escribo de Los juegos del hambre, a pesar de que ya han pasados un par de años desde que lo leí. También es la primera vez que escribo un fanfic fuera de Harry Potter y... ¡Ah, muero de nervios!
No sé qué pensar de la historia, no sé si quedó bien, mal. ¡No sé nada! No había sentido tan insegura desde que publiqué mi primer fic xD
Bueno, sinceramente, espero que no haya estado tan malo. Por lo menos es corto, así no tuvieron que sufrir mucho xD
En fin, los comentarios están a su disposición. Si les gustó, me gustaría que lo dijeran y, si no, bueno, también, así me ayudan a mejor si es que escribo otro de LJDH.
¡Nos vemos!
La chica de la Veta - Fanfics de Harry Potter
Recuerdo que habían pasado tres meses desde elaccidente minero que hubo en el distrito 12 y había una chica de la Veta, que ibaen el mismo curso que yo, que
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2024-05-17

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