Silencio, uno tan profundo que volvía el aire irrespirable, helado y doloroso. Lo podía sentir calando profundamente en cada poro de mis huesos, quemando mi piel con su frio aliento, disfrutando con ello.
Me sentía como un títere, una muñeca en las manos de un niño caprichoso.
Uno que me podía desechar en cualquier momento, destrozando mi cuerpo y mi mente antes de arrojarme a la basura, cual inservible juguete.
Pero no era un niño lo que me tenía entre sus manos, apresándome en aquel tormento helado, era una cruel mascara de hielo plateado que me miraba con unos vacíos ojos de cuentas negras.
Una macabra sonrisa torcida en mitad de la oscuridad y el silencio.
¿Cómo había terminado así?, ¿Qué había hecho yo para merecer semejante suplicio?
Ah si, ya lo recordaba. Me había entregado, a cambio de que liberase a los demás, cerré los ojos agotada.
Recordando cada pasó que me había llevado hasta aquel mismo instante, en que ya lo veía todo perdido. Solo había sido una simple salida, una inocente acampada aprovechando nuestras vacaciones.
No era la primera vez que íbamos a aquel lugar, yo misma había estado infinidad de veces sola, y nunca había ocurrido nada.
En realidad era mi lugar favorito, siempre tan tranquilo y agradable.
Pero eso ya se había acabado.
Justo en el instante que vislumbre a aquella mujer.
Tan hermosa y complemente vestida de blanco, cualquiera habría pensado que era un ángel caído del cielo, pero por algún motivo yo supe desde el principio que no lo era. Que aquel ser supuestamente humano, era malvado.
Y aun así te dejaste convencer, me dije a mi misma con pesar.
Hiciste caso a los demás en lugar de tomar las cosas y marcharos, dejaste que aquel ser se acercase a vosotros, con sus rasgos perfectos y sus dulces sonrisas.
Aun sabiendo el mal que se escondía tras aquellos ojos grises.
Tu misma lo consentiste.
Si estas aquí es únicamente por tu culpa.
Pensé, sintiendo como amargas lágrimas escurrían por mis mejillas, ardientes en comparación al aire a mí alrededor. Sin embargo pronto dejaron de correr, se volvieron hielo en mis mejillas y ojos, haciéndome gemir de dolor.
Ella en cambio rio.
Una risa dulce y angelical que me hizo alzar la vista.
Observar aquel rostro aperlado una vez más, a fin de cuentas seria lo último que viese, era mejor no desaprovechar mi oportunidad de ver.
Sus labios se torcieron con desaprobación.
Y pude ver con claridad en sus ojos el deseo de verme sufrir, retorcerme, suplicar por mi vida. Pero yo no iba a darle semejante placer, era lo último que me quedaba ya, mi dignidad; su sonrisa se volvió macabra de repente. Muestras gratis y regalos
Y lentamente se fue agachando hasta quedar arrodilla frente a mi, con los cristalinos pliegues de su vestido cayendo en ondas sobre mis pies, y sus ojos tornándose de un escalofriante tono carmesí.
No podía negar que tenia miedo, estaba aterrada pero
No podía darle el gusto de saberlo.
- Pequeña humana, ¿te ríes de mi?, sabes que te lo hare pagar - susurro, acercando sus labios lentamente hasta mi oído, soplando con su gélido aliento contra mi piel
- Me sorprendiste mucho querida, ningún mortal me había descubierto nunca, todos caían en las redes de mi encanto sin tan siquiera parpadear, pero tu
eres especial, ya lo sabias, tu veías mi naturaleza - sus seseantes palabras en mi oído sonaban escalofriantes
Y su frío aliento no ayudaba para nada a impedir que mi cuerpo reaccionase y temblase, mordí mis labios, y ella rió contra mi oreja antes de tomar mi rostro con una de sus heladas manos blancas. Obligándome a alzarlo más hacia ella, ladeándolo dolorosamente hacia la izquierda.
Dejando al descubierto mi cuello.
Ella sonrió dulcemente y contradiciendo aquella dulzura sus afiladas uñas se pasearon por mi cuello. Rompiendo la fina piel de este, haciéndome sangrar mientras seguía ascendiendo con sus uñas, hasta llegar a mi rostro, donde se detuvo.
- Seria una pena lastimar algo tan hermoso - susurro macabra, antes de pasar su lengua por las ardorosas heridas en mi cuello.
- No
soy un juguete - replique, sintiendo como dolorosas lágrimas de rabia resbalaban desde mis ojos, quedando nuevamente congeladas sobre mis mejillas.
- Cierto, ahora mismo pequeña, eres comida - contesto mostrándome en una amplia sonrisa, los blancos colmillos que crecían en su boca - pero pronto, serás mía.
Mis ojos no podían separarse de aquellos afilados colmillos, trague con dificultad, ella era
¿un vampiro?, mas lágrimas de furia se congelaron en mis ojos.
Estaba perdida.
Su sonrisa se amplio mientras sus uñas rasgaban mi ropa, dejando desnuda la parte superior de mi cuerpo. Cerré con fuerza los ojos, era doloroso, no sabia que estaba haciendo pero cada pasada de sus uñas dolía como si me marcasen con fuego.
- Ahora - murmuro, acercando sus labios a mi cuello - serás mía, por siempre.
Siempre.
Que palabra tan relativa, pensé, observando mis blancas manos manchadas de negra sangre.
Y las cenizas, que volaban en el viento.
Llevándose, lo que quedaba, del ser que me convirtió en un monstruo.
La dama blanca. - Fanfics de Harry Potter
Silencio, uno tan profundo que volvía el aire irrespirable, helado y doloroso. Lo podía sentir calando profundamente en cada poro de mis huesos, quemando mi
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2023-02-27
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