La Gema Gemela - Fanfics de Harry Potter

 

 

 


Elsol estaba en lo más alto del despejado cielo. A través de aquellaventana, se podía ver claramente el brillo de las hojas de los árboles.Como era normal en esos días de agosto, hacía un calor agradable, idealpara que cualquier niño normal saliera a divertirse con sus primas,quienes jugaban en el patio de la casa. Pero Mankar Weasley no eranormal, no entre su familia.

Sucabello en punta de color rojo oscuro, sus ojos de un rojo vivo... sinduda alguna, aquél niño de once años era un verdadero Weasley. Sinembargo, Mankar era muy diferente a su padre, y a todos sus familiares.

Yes que había gran diferencia entre magos y muggles. Se suponía que laspersonas no mágicas no debían saber nada acerca de los magos, pero lafamilia Weasley era una excepción.

 

Alitay Lalita jugaban alegremente bajo ese sol radiante. Ellas tenían lamisma edad de Mankar. Eran un par de personas muy amables, siempretenían en cuenta a su primo.

¡Vamos,Mankar! No nos gusta verte así, tan aburrido... Al menos por una vezpodrías salir. ¡No te obligaremos si no quieres! Pero no te quedes ahí.Tal vez no puedas jugar con nosotras, pero está haciendo un díahermoso...

Mankarya ni siquiera les ponía atención. Encontrarse con su familia a veceslo deprimía. Daría lo que fuera por ser como ellas... Bueno, no seríapeligroso un simple juego de niños como lo había sido la última vez queintentó participar. Era preferible quedarse sentado en la cocina,contemplando la ventana y pensando...

Habíacrecido en un mundo muggle donde la magia no era precisamente unsecreto. No había nadie que no supiera quién era Harry Potter, el magomás famoso del momento. Una mujer de otro lugar del mundo, apellidadaRowling, había escrito la biografía de Potter como una novela, y todoslos muggles la tenían a su alcance, a pesar de que estabancompletamente convencidos de que era un simple invento. Mankar, juntocon todos los magos del mundo, sabía la verdad: Harry Potter existía (ohabía existido, no era seguro, pues incluso para los magos era unmisterio su paradero); sus aventuras durante su educación en Hogwarts,el Colegio de Magia y Hechicería de Gran Bretaña, habían ocurridorealmente; y se había enfrentado a un poderosísimo mago tenebrosovarias veces, lord Voldemort (cuyo nombre inspiraba terror entre losmagos y risa entre los muggles, que lo creían ficticio), y había salidovictorioso hasta, al parecer, derrotarlo definitivamente.

Ala edad de Mankar, los magos empezaban su educación mágica. Él se moríade ganas por ir a estudiar, aprender toda clase de hechizos, disfrutardel quidditch, deporte de los magos; hacer amigos y tener toda clase deaventuras con ellos...

¡Nopermitiremos que te quedes ahí! Habían entrado Alita y Lalita, ysacaron bruscamente a Mankar de sus pensamientos. Empezaron a tirar deél hasta hacerlo caer de la silla. ¡Ay! Discúlpanos, primis...¿Estabas dormido? Bueno, no importa. Vas a jugar con nosotras, quieraso no.

Sí, Manky, ¡esta vez seremos cuidadosas! Ya sabemos lo que puede pasar y estamos preparadas dijo Lalita con una sonrisa.

Mankarse levantó despacio del suelo. Miró primero a la una y luego a la otra.Alita y Lalita no eran hermanas, sino primas, aunque eran casiidénticas, incluso en la voz. Mankar tardó un poco en responder,mientras se recuperaba de la sorpresa.

 

Noinsistan dijo, como si con eso las convenciera de que por nada delmundo estaba dispuesto a jugar con ellas, y volvió a sentarse.

¡No nos iremos de aquí hasta que aceptes! le respondió Alita. Y si no lo haces, nos quedaremos para hacerte compañía.

Sabemos que lo quieres. Si el problema es que tu padre no te deja, con gusto iremos a preguntarle a tío Merlín y...

¡Que no! ¡No me interesa! ¡No me gusta ese juego!

¡Pero nadie te va a obligar a jugar! Sólo queremos que no estés tan solo y aburrido...

Déjalo,Lala, no nos va a hacer caso la interrumpió Alita. ¡Lástima! Notenemos otra opción más que quedarnos aquí y hablar cosas de chicasruidosamente añadió haciendo énfasis en la última palabra y fue abuscar un par de sillas para ella y Lalita.

Alescuchar esto, Mankar se dio cuenta de que no tenía opción. Ya que noestaba en su casa, sino en la de Alita, de visita con otros familiares,Mankar no podía escaparse a su habitación, ni salir a buscar a susamigos para jugar fútbol. Tampoco era buena idea ir a la sala de estar,donde se encontraban los demás Weasley, pues sería muy incómodo para élpresenciar sus conversaciones de adultos, y más aún si le pedían suopinión acerca de algo. Además de aburrirse escuchando lo que se diríansus primas, lo único que podía hacer era salir al patio, y, tarde otemprano, terminaría jugando con ellas. Lalita había dicho que no loobligarían a jugar, aunque Mankar sabía muy bien que lo harían.

Antes de que sus primas se hubieran sentado, Mankar dijo derrotado:

Está bien, salgamos un rato. Pero no pienso jugar añadió al ver las caras que pusieron las niñas.

¡Vale! dijeron al tiempo, sin perder la sonrisa, con lo que Mankar se dio cuenta de que había caído en su trampa.

Salióél primero y fue rápido a sentarse en un pedazo de tronco que habíabajo un árbol, con los brazos cruzados. El calor del día lo convencióde que no fue del todo una mala idea. Muy en el fondo sí quería jugarcon sus primas. Se quedó mirando aquello con que jugaban Alita yLalita, mientras ellas salían por la puerta de la cocina. Un par deescobas, Barredoras 6 y 7, se encontraban tiradas junto a una pelotaroja de cuero, una quaffle, justo en el centro del patio, no muyseparadas de donde él estaba.

Eraun verdadero peligro jugar quidditch, o por lo menos para Mankar, quienno sabía montar en escoba. Recordó cómo una vez, no hacía más de un añoy en ese mismo lugar, intentaron Alita y él montar juntos en una de lasescobas. Era el primer vuelo de Mankar. Cuando estaban a la altura dela copa del árbol (un poco más alto que el segundo piso de la casa),Mankar resbaló de la Barredoray quedó colgando de las manos, haciéndole perder el equilibrio a Alita,lo que provocó que fueran a estrellarse entre las ramas del árbol. Sino hubiera sido por que Lalita corrió a avisarle a tía Kriss, y éstallegó rápidamente y montó en la otra Barredora para ayudar a bajar aMankar y a Alita, justo en el último momento, habría ocurrido un graveaccidente.

Lógicamente,a Mankar le tenían prohibido montar en escoba, pero él igual no loharía: un muggle hijo de magos, un squib, no sería capaz de volar élsolo, y menos ahora que tenía miedo a las alturas.

Alitay Lalita salieron al patio, le sonrieron a Mankar, y se dirigieron adonde estaban tiradas las Barredoras. Ambas se pararon a un lado,estiraron el brazo, con la palma de la mano hacia abajo, y exclamaron«¡Arriba!». Las escobas saltaron del suelo, como si en ellas se hubierainvertido el efecto de la gravedad, directamente hacia las manos de lasniñas. Alita y Lalita pasaron una pierna por encima de las escobas.

 

Sólosomos dos, así que no podemos hacer más que unos pases con la quafflele dijo Alita a Mankar, mientras se separaba del suelo y volabadespacio hacia donde estaba su primo. Su cabello largo, de un rojovivo, se agitaba con la brisa y brillaba intensamente con la luz delsol. Pero si quieres, además de quedarte ahí, podrías lanzarnos laquaffle cuando se caiga.

Mankarasintió tranquilamente. Él sabía que las quaffles estaban hechizadaspara que no se cayeran cuando un jugador fallara un lanzamiento. Pensóque Alita no lo recordaba en ese momento.

No,Ale, tengo una mejor idea le dijo Lalita a su prima al ver la cara deMankar, y como si le hubiera leído el pensamiento continuó: Así Mankyno podría hacer nada. Oye añadió dirigiéndose a él, ¿no te gustaríajugar a lanzarnos la quaffle desde el suelo? Podríamos lanzártelanosotras también. Ni siquiera tienes que montar la escoba.

Mankarse quedó pensándolo un momento. Aquella proposición resultabainteresante, a pesar de que el sabía que siempre había sido parte delplan de sus primas. Si jugaba desde el suelo no corría ningún riesgo.

Sí,bueno respondió con una sonrisa y se levantó del tronco. Alita yLalita se pusieron aún más contentas. A Mankar también le subió elánimo. Hacía bastante tiempo que no se divertía con ellas...

Lasprimas de Mankar no eran squibs, obviamente, pero no trataban diferentea Mankar por serlo, ni tampoco lo hacían los demás Weasley. Si él fueramago, para entonces ya lo sabría. Sus primas, en cambio, habíanrealizado magia accidental tantas veces que Mankar ya había perdido lacuenta. Como cualquier niño mago, ellas no podían controlar su magiacuando estaban asustadas o enojadas. Pero Mankar jamás había demostradotener ni una gota de sangre mágica en las venas, a pesar de ser miembrode una familia de sangre pura.

Tomadijo Alita, cuando Mankar ya estaba cerca de ellas, y le lanzó laquaffle. Él la atrapó y corrió un poco con ella. Luego, se la lanzó aLalita.

Erauna suerte que Alita viviera en una calle donde sólo vivían magos,porque si no, no podrían jugar temiendo que pasara algún muggle y vieraa las niñas en escobas voladoras.

Desdela ventana de la sala de estar se escuchaban las risas de los adultos.Después de practicar pases durante media hora, Alita propuso lanzartiros libres a Mankar, y que él jugara como guardián desde el suelo,protegiendo un arco imaginario junto a la ventana, entre dos piedrasque estaban separadas a unos dos metros de distancia. A Mankar lepareció que era prácticamente lo mismo que jugar como portero en elfútbol, excepto que las jugadoras iban en escoba y lanzaban la pelotadesde el aire. Él siempre había tenido buenos reflejos, no dejó que laquaffle tocara la pared ni una sola vez.

¡Aver si puedes con esta, primis! Alita lanzó la pelota con todas susfuerzas. Mankar vio que la quaffle iba directo hacia la ventana y selanzó a su derecha para atraparla.

Depronto, la quaffle cambió de velocidad bruscamente, hasta casi quedarsecompletamente quieta en el aire. Iba tan despacio que parecía en cámaralenta. Mankar habría imaginado que Alita le había dado algún efectomágico al lanzamiento, si no hubiera sido porque él también caíalentamente al suelo.

 

Loscolores de las cosas se invirtieron, como si fueran los negativos deuna fotografía muggle. Ya no se escuchaban risas desde la casa, ni sesentía la brisa. No estaba haciendo frío, pero ya no hacía el agradablecalor del sol. El tiempo se había detenido completamente y el único queparecía notarlo era Mankar, pues sus primas tenían la misma expresiónque cuando Alita tiró la quaffle. Sintió mucho sueño, como si nohubiera dormido en días. No pudo evitar cerrar un poco los ojos...

Paraél sólo había sido un lento parpadeo. Cuando abrió los ojos todo habíavuelto a la normalidad. Sintió repentinamente la luz intensa del sol enla cara. Con los ojos entornados, intentó buscar la quaffle, que, si noagarraba, rompería la ventana.

¡Manky! ¡Oye, Manky! ¿Estás bien?

Mankarse dio cuenta de que él se encontraba en el suelo. Le dolía el codo,evidentemente había caído sobre él, aunque nunca supo cuándo. La vozpreocupada que se oía a su lado era de alguna de sus primas. Debía serde Lalita, pues ella era quien siempre le decía «Manky». Alita sería lasilueta que estaba al otro lado, pero no decía nada.

Creo que sí... me he... desmayado... respondió Mankar, muy confundido.

Sesentía cansado, como si hubiera hecho un largo viaje... Lo que acababade pasar... ¿Qué había sido? Era exactamente así como se imaginaba elataque de un dementor, excepto que estaría helado, y él nunca sintiófrío.

Mankar oyó un ruido de pasos, como si varias personas caminaran apresuradamente. Se abrió de golpe la puerta de la cocina.

¿Qué pasó? preguntó una voz de hombre con tono enojado.

Elpapá de Mankar, Merlín, salió rápidamente, seguido de tía Kriss, tíoKalin y la abuelita Gaby. Se notaba que eran parte de la misma familia:todos con su cabello de un rojo vivo, un poco más claro que el deMankar (en especial el de Gaby).

Mankarse apoyó en una mano temblorosa, pero la quitó rápidamente, pues sintióuna herida en la palma: había pedazos de vidrio roto en el suelo.Alguien exclamó «¡Reparo!».

Merlín se acercó a su hijo y lo ayudó a levantarse.

¿Estás bien? ¿Qué pasó? repitió Merlín, que ahora se oía bastante preocupado. Mankar temblaba de pies a cabeza.

¡Nosé, tío! respondió Lalita, aún más asustada. Estábamos jugando y, derepente, Mankar cayó al suelo. No pudo evitar que la quaffle rompierala ventana. Empezó a decir unas cosas muy raras, creímos que le daba unataque y...

¡Todoes mi culpa! empezó a hablar Alita bastante alto. Tenía lágrimas enlos ojos. Fue porque le tiré muy fuerte la quaffle... Además, ¡fui yoquien tuvo la idea de convencerlo para que jugara con nosotras!

Merlín frunció el entrecejo.

Mankar, te advertí que no montaras en escoba...

¡No,tío! ¡El no se ha subido en las escobas! Estaba jugando como guardián,de pie, frente a la pared y luego empezó a comportarse tan raro...

¿Sería víctima de algún hechizo? intervino tía Kriss, con un hilo de voz.

La maldición cruciatus sugirió tío Kalin.

Mankar negó con la cabeza. Él único dolor que había sentido fue el de su brazo, al recobrarse.

 

Corazón, ¿puedes hablar? preguntó Gaby, quien estaba muy seria. ¿Nos puedes explicar lo que pasó?

Mankar sintió que era el centro de todas las miradas.

Pues yo... yo... sentí que se detenía el tiempo... Todo se oscureció y... abrí los ojos y estaba ahí tirado...

Dijiste algo muy raro... interrumpió Lalita. Hablaste con una voz potente, como si no fueras tú mismo...

¿Recuerdas las palabras que dijo, Laura? le preguntó Gaby a Lalita. Su voz sonaba tranquila, pero se notaba su preocupación.

No... es que yo estaba muy asustada y... y... no le entendí nada explicó Lalita con voz entrecortada.

Yo tampoco, lo siento se disculpó Alita.

Hubo una pausa. Las expresiones de todos ponían aún más nervioso a Mankar, quien comenzó a asustarse en serio.

Yo... no recuerdo nada... ¿yo hice... todo eso?

Merlínestaba muy pálido, sin duda pensaba que su hijo había sido poseído.Gaby, una auror excepcional, escuchaba muy atentamente a las niñas, conel entrecejo fruncido.

Tal vez fue entonces la imperius sugirió de nuevo tío Kalin.

Nodiga tonterías le dijo tía Kriss, que se veía más tranquila, inclusoparecía feliz. Creo que es más que obvio lo que ha pasado... ¡Mankarha realizado magia accidentalmente! ¡Parece que, después de todo, noresultó siendo un squib!

Seiluminó la cara de todos, incluso la de Mankar, aunque estaba seguro deque no había sido eso... Él también creía que había sido poseído oatacado. Si hubiera sido una demostración de poder mágico, lo habríaprovocado una fuerte emoción, como miedo o ira, y Mankar no habíatenido razón para sentirse así. Sin embargo, asintió y simuló quepensaba que había sido magia accidental. No quería preocupar a nadie.Merlín y Gaby tampoco se veían muy convencidos.

Bueno,¡esto hay que celebrarlo! exclamó tío Kalin. ¡Todos los chicosWeasley son magos! Mankar, te aseguro que serás uno muy grande. ¿Porqué no entramos, comemos y hacemos algo en familia?

¡Es buena idea! corroboró Merlín, aunque se veía muy nervioso. Hijo, ¿puedes caminar tú solo o necesitas ayuda?

Note preocupes, yo lo llevo dijo Gaby. Enseguida rodeó con los brazos aMankar, mientras los demás se dirigían a la puerta. Merlín entró antesque los demás. Tía Kriss y tío Kalin llevaban de la mano cada uno a surespectiva hija y hablaban alegremente de lo ocurrido.

Abue,¿tu sabes qué es lo que ha pasado? preguntó Mankar. Gaby siempre lehabía inspirado seguridad y no tenía duda de que ella le daría unaexplicación que lo tranquilizaría.

No,mi niño respondió su abuelita, pensativa, pero creo que no hay porqué preocuparse. Tal vez se trate sólo de un accidente mágico. A tuedad es muy normal que pasen cosas raras, aunque esta me deja sinpalabras... Es mejor que no pienses mucho en ello, no parece que corraspeligro alguno.

Si tú lo dices...

Mankar se sintió mejor al oír a su abuela, pero seguía pensando que lo que pasó no lo hizo él.

Alentrar en la cocina, Gaby soltó a su nieto. Hacía sólo unas dos horasque Mankar había salido de ahí, aunque parecía mucho más tiempo...

¿Quieres acompañarme mientras sirvo la comida? preguntó Gaby.

Sí,bueno dijo Mankar alegremente. No tenía ganas de ir a la sala deestar. Prefería un momento de paz y tranquilidad y, al lado de Gaby sesentía seguro.

 

Mientrasella se daba la vuelta para buscar algo en la alacena, Mankar se acercóa la mesa para apartar una silla, pero, en el momento que la agarró,sintió de nuevo un dolor en la palma de la mano, por la herida que sehabía hecho con un pedazo de vidrio roto. Al revisarla, se dio cuentade que no era una herida cualquiera: era de forma circular, y no se lahabía hecho con un vidrio, sino con una pequeña gema roja que teníaincrustada en la mano. Creyó que era una simple piedra del patio, perotenía un brillo extraño...

Mankarmiró disimuladamente a Gaby, quien no le estaba prestando atención. Leacercó el dedo índice de la otra mano y, al rozarla, incrementó un pocomás la intensidad de su luz, como si fuera un diminuto pedazo deestrella que no alumbraba. La gema se separó de la mano de Mankar yquedó flotando un instante. Salió de ella una delgada y plana cuerdabrillante que rodeó la muñeca de Mankar. Poco a poco, la luz empezó ahacerse más débil hasta desaparecer por completo.

Muyasustado, Mankar revisó despacio su mano. No había rastros de suherida. Se quedó mirando el brazalete que tenía en la muñecadetenidamente. Era de color rojo oscuro, parecía de caucho, y allíestaba pegada la gema, que ahora parecía una pequeña y sucia moneda decristal rojo, con un símbolo grabado: una llama de fuego.

Aquellatarde, cuando llegó a su casa, Mankar subió corriendo a su habitación,en el segundo piso. Abrió la puerta de golpe y entró como un rayo,apenas oprimiendo el interruptor de la luz.

Durantetodo el día, Mankar había estado ocultando el brazalete bajo la mangadel suéter y trataba de quitársela disimuladamente, pero era misiónimposible: parecía pegada a su piel, aunque no le apretaba.Afortunadamente, nadie se dio cuenta, y él no quería preocuparlos.

Suhabitación no era muy grande, pero él era feliz porque no necesitabamás espacio. Junto a su cama estaba un pequeño escritorio, en el quehabía cuadernos y útiles escolares del colegio de Mankar desordenados;en la pared frente a su cama había una gran estantería con docenas delibros: algunos de sus estudios muggles, pero la mayoría eran deencantamientos, quidditch, criaturas mágicas y, obviamente, HarryPotter, por quien sentía profunda admiración. Los libros de magia teníaque esconderlos cuando entraban sus amigos muggles.

Sequedó pensando en qué libro buscaría primero. Necesitaba por lo menosuna idea general acerca de lo que había pasado, pues entenderlo lotranquilizaría.

Loprincipal era descubrir el misterio del brazalete y de la gema. ¿Quésignificaba esa llama? Tal vez encontraría algo en un libro de RunasAntiguas. Tomó de la estantería el Diccionario del Hechicero ymiró el índice, pero los títulos no sugerían nada útil. Mankar no sabíacómo debería buscar. ¿«Fuego»? ¿«Gemas»? ¿«Brazaletes misteriosos queson creados por una gema que ha aparecido después de una especie deataque repentino a un squib, y que tiene grabado el símbolo de unallama de fuego»? Eso era bastante específico, pero no había posibilidadde encontrarlo en un libro de Runas Antiguas, ni en ningún otro de losque tenía allí. Pensó que ni siquiera investigando en Internet loencontraría.

Tal vez era mejor dejar a un lado el brazalete y pensar en el ataque...

 

Mankar intentó recordar de nuevo todo lo que ocurrió ese día. Había sucedido literalmente en un abrir y cerrar de ojos...

Si le habían lanzado alguna de las maldiciones imperius o cruciatus, como pensó tío Kalin, era mejor informarse sobre ellas, encontrar los síntomas o sensaciones. Abrió de inmediato Defensa Contra las Artes Oscuras, pero no le sirvió mucho lo que encontró. Tampoco le fue de ayuda lo que decía en Muralla de Defensa, ni en Maldiciones y embrujos, de la A a la Z.

Mankar se acordó de que Harry Potter se había enfrentado a ellas en una ocasión. Tomó el cuarto tomo de la serie, El cáliz de fuego, y buscó el capítulo catorce, que precisamente se titulaba Maldiciones imperdonables,pero tampoco encontró una descripción. Hojeó un poco el libro y llegó auna página en la que Harry era víctima de ellas. Según la descripción,al recibir la maldición imperius, se sentía que la mente se vaciaba de todos pensamiento; la maldición cruciatus consistía en causar un dolor insoportable. Mankar no había sentido ninguna de esas dos cosas.

Entoncesle volvió a la mente la idea de que pudo haber sido atacado por undementor. Era algo lógico: los dementores no podían ser vistos porsquibs. Pero no decía nada sobre ellos en Animales fantásticos y dónde encontrarlos y, la verdad, a Mankar le aterrorizaba acercarse a El monstruoso libro de los monstruos.

Confió en el tercer tomo de la «biografía» de Potter, El prisionero de Azkaban, y buscó el capítulo cinco, El dementor,en el que Harry se encontraba con uno por primera vez, pero noexplicaba detalladamente sus habilidades, ni efectos... nada. ¿Por quéno podía encontrar algo útil en los capítulos titulados con el nombrede lo que buscaba? Mankar también hojeó ese libro, y, según lo queencontró, se sentía un frío glacial enfrentándose a un dementor, unahorrible sensación de tristeza y se revivían los peores recuerdos.Aparentemente, ni Mankar ni Alita ni Lalita habían sentido algo así.Además, para vencer a un dementor se necesitaba conjurar eldificilísimo encantamiento patronus, el cual, nunca vio y, obviamente, Mankar no había realizado y no sería capaz de hacer.

Las maldiciones imperdonables y los dementores quedaban descartados, pero eso no hacía que Mankar se sintiera más tranquilo.

Nosabía por qué sentía que todas las respuestas las podía encontrar enlos libros de Harry Potter. Tal vez porque este también había creídoque era un muggle al principio y al final se convirtió en un gran mago.Lástima que, como eran una novela, no había un índice que dijera algocomo «Posibles causas de posesiones a squibs, página 278».

Poseído... ¿De qué otra forma se podía poseer a alguien, además de la maldición imperius?Voldemort poseía a Harry en su quinto año en Hogwarts, pero era porqueellos estaban conectados por la cicatriz... Mankar dudaba que tuvierauna conexión similar con alguien, y, si así fuera, no tenía ningunamarca visible de ello.

Eraun desperdicio de tiempo. Si su abuelita Gaby, que era una auror, noparecía tener más idea que el mismo Mankar de lo que había ocurrido,entonces no era un tema del que se pudiera investigar en cualquierlibro de magia básica.

Bueno,Gaby lo dijo: «No hay por qué preocuparse». Tal vez lo mejor era seguirsu consejo, no pensar más en ello y esperar a que ocurriera de nuevoalgo parecido para encontrar una explicación.

 

¡Hijo! ¡Tienes una llamada! gritó Merlín desde el primer piso.

Mankarsalió de su habitación y bajó las escaleras. Entró en la cocina, dondeestaba el teléfono. Su padre estaba preparando la cena. A un lado de élse pelaban solas unas papas y había un caldero pequeño sobre el fuegode la estufa. Mankar se dirigió al teléfono, levantó el auricular ycontestó:

¡Qué hay, Mankar! ¡Qué más! lo saludó la voz de Gonza, un amigo del colegio muggle de Mankar.

Todobien, nada nuevo mintió Mankar. Volteó a mirar a Merlín, quien leguiñó un ojo. Los amigos de Mankar no sabían que la familia Weasley erade magos.

Oye,¿te gustaría ir con nosotros al parque mañana? Hay que aprovechar eltiempo que nos queda de vacaciones, porque después iremos a diferentescolegios y...

Sí,claro respondió Mankar alegremente. Hacía varios días que no salía dela casa, excepto con su padre aquella tarde. ¿Quiénes van a ir?

Los de siempre. Creo que Ricardo consiguió prestado un balón. ¿A las cinco está bien?

Vale, cuenten conmigo. Nos vemos mañana.

Mankarcolgó y enseguida subió de nuevo a su habitación. Perdió sus ánimos deinvestigar y prefirió revisar más detalladamente la manilla. Era muybonita, sin parecer valiosa. Intentó en vano quitársela hasta queMerlín lo llamó para avisarle que estaba servida la cena.

Cuandoregresó a su habitación, tenía bastante sueño. Decidió dejar elmisterio de la gema para el día siguiente, si es que tenía tiempo,aunque esa noche no durmió casi nada.

Ala hora señalada, Mankar se dirigía al parque que quedaba cerca a lacasa de Gonzalo. El cielo no estaba más nublado que el día anterior, ala hora en que jugaba con sus primas, y la brisa era igual derefrescante; la única diferencia era la posición del sol. El parque noera muy grande, pero había espacio para jugar fútbol o cualquier otrodeporte. Por un lado jugaban unos niños pequeños columpiándose y en elsendero había un par de personas montando bicicleta.

Mankar volteó hacia la cancha de fútbol. Allí estaban sus amigos: Gonza, Ricardo y Jesús, junto a un arco, hablando ente ellos.

Alacercarse, se saludaron alegremente. Se contaron varias cosas que leshabía sucedido los últimos días y, de un momento a otro, empezaron ajugar entre los cuatro, muy parecido a lo que había hecho Mankar el díaanterior con sus primas, pero al estilo muggle.

De pronto, Jesús se quedó mirando hacia otro extremo del parque, y también lo hicieron los otros tres.

Pareceque el grupo de Macnair quiere retarnos dijo Ricardo, quien dejóquieto el balón entre los pies. Pero con un portero como el quetenemos les será imposible marcar un gol.

Efectivamente,al otro lado del parque se acercaba Juanjo Macnair, un joven grandote,tal como se imaginaba Mankar a un secuaz de Malfoy. Con ese apellido,muy seguramente Macnair era mago. Lo seguían cuatro chicos muyparecidos a él. Siempre se habían llevado mal con el grupo de amigos deMankar.

¿Qué miras, Weasley? le soltó Macnair al acercarse. Sus amigos tenían caras burlonas.

Esque percibo un olor muy desagradable dijo Mankar haciendo cara deasco. Y creo que proviene de ti, Macnair. Así apestan los que conocendemasiado bien la derrota, aunque, pensándolo bien, esa peste la traesdesde que te conocí.

 

¿Sí?respondió un joven con cara de solapado, mientras el grupo de Mankarreía al verles las caras. Quienes más apestarán serán otros, cuandoterminemos con ustedes. Tendrán una humillante derrota.

Un momento intervino Ricardo. Ustedes son cinco y nosotros cuatro.

¿Yno acaban de decir que nos ganarían? respondió Macnair. A ver de quéestán hechos. Cuando se prendan los faros del parque, terminará elpartido añadió riéndose.

Estabanen desventaja, pero tenían posibilidades de ganar. Los amigos deMacnair eran demasiado torpes y, aunque nunca habían jugado con ellos,Mankar se sentía bastante seguro.

Empezóel juego. Ricardo le hizo un pase a Jesús, quien se dirigió al ladocontrario del campo. Uno de los secuaces de Macnair, que tenía elcabello largo hasta los hombros, se le atravesó y le hizo unazancadilla, provocando que tropezara y por poco cayera al suelo.

¡Hey, falta! gritó Mankar.

Él está bien oyó reír a la voz de Macnair. ¡No llores!

Macnairrecibió el balón y se fue hacia el lado del campo donde estaba Mankar,aunque Gonza lo recuperó ágilmente. Tuvo que esquivar los puñetazos ypatadas del otro equipo para poder acercarse al arco opuesto, peroentre dos lo tomaron por los pies y cayó al suelo. Un chico con cara deniño bonito engreído obtuvo el balón y se dirigió a Mankar, junto conotro con cara de tonto.

¡Jueguenlimpio, cerdos tramposos! gritó Jesús, pero recibió cinco risas comorespuesta. Mankar empezaba a enfurecerse. No pensó que jugaran tansucio...

Seacercaban los dos del equipo contrario con el balón, seguidos de cercapor Jesús y Gonza. Parecía que les resultaba difícil dominarlo, peroentre ambos lo lograban. A unos pasos de Mankar, uno de ellos pateó elbalón. Mankar se lanzó a la derecha, exactamente igual que el díaanterior, antes del ataque. Estiró fuertemente los brazos. Vio en sumuñeca el brazalete, cuya gema brillaba como cuando la vio por primeravez. Mankar se distrajo con ella y no pudo evitar que el balón entrara.

Selevantó y miró a sus compañeros. Al menos no parecían decepcionados.Mankar miró el brazalete. La gema brillaba intensamente... ¿Quépasaría? Las risas de los otros regresaron su atención al partido.

¡Quéhumillación...! Esperaba que quedara suficiente tiempo porque, si lascosas seguían así, tal vez no podrían ni empatarles. Al otro lado delcampo, Ricardo y Gonza realizaban una jugada parecida a la que lesestaba costando el partido, y... ¡lograron marcar gol! Pero en esemomento Macnair gritó:

¡Alto! ¡Los jugadores estaban dentro del área! ¡Ese gol no vale!

¿Dequé estás hablando? ¡Y ustedes hicieron lo mismo! respondió Gonza, queparecía que se lanzaría en cualquier momento contra Macnair a golpearlo.

Peroustedes no fueron lo bastante inteligentes para notarlo escuchó Mankarque susurraba el chico de cabello largo. Mankar sabía que, si elloshubieran reclamado el gol en contra, alguna otra explicación leshubiera dado el equipo de Macnair para conservar la ventaja.

Elbalón lo tenía entonces el chico engreído, se dirigía hacia Mankar,pero esta vez fue Jesús quien lo recuperó. Lo tiró por encima aRicardo, quien se dirigía de nuevo al arco. Entre dos de losgrandulones, los mismos que habían hecho el primer gol, rodearon aRicardo y este no pudo esquivarlos. Uno le hizo una zancadilla mientrasel otro tomaba el balón, el cual pateó hacia Mankar, peroafortunadamente este no permitió que atravesara el arco.

 

Mankarlanzó el balón hacia Gonza, quien hizo un pase largo a Jesús, que sedisponía a patear al arco, pero recibió un repentino empujón deMacnair. El balón lo recibió el joven con cara de solapado, que hacíade portero, mientras Gonza quedaba tirado en el suelo. Mankar sentíauna ira incomparable.

Elgrandote tomó el balón y le dio una patada fortísima. El balónatravesaba el campo y Mankar estaba preparado para atajarlo, pero enese preciso instante escuchó un aterrador maullido de un gato que salióde quién sabe dónde, pegándole un susto a Mankar que lo distrajo. Elchico cayó de nuevo al piso en su intento por frenar el balón.

Peronadie se dio cuenta del gol o a nadie le importó, excepto a Mankar,pues, al oír que una mujer gritaba, olvidó completamente al gato,levantó la cabeza y vio que todos estaban distraídos viendo un árbolque había junto al campo. Se estaba incendiando.

Elárbol crujió un poco, se abrió y un pedazo cayó justo encima del arcocontrario, cuyo portero se había retirado justo a tiempo. Macnair sereía disimuladamente. ¡Él había hecho magia! Y no había sido magiaaccidental: quería distraer a Mankar.

¡Vaya...!¿Qué fue eso? preguntó Macnair, con preocupación no muy convincente.¡Bueno, lástima! Creo que aquí termina el partido. ¡Ganamos! concluyócon una carcajada.

Lapandilla de Macnair se retiró riendo y hablando fuertemente y con tonoburlón. Una banca también comenzó a prenderse en fuego.

Mankarestaba más furioso que nunca. Sintió tanta ira que no le extrañaríarealizar un poco de magia accidental, aún siendo squib.

«Aunque sería por un buen motivo...» pensó.

¡Mankar!le gritó Ricardo, mientras se acercaba corriendo junto con los demás.¡Vámonos de aquí o pensarán que nosotros iniciamos el fuego!

Sí... ¿Eh? Ah, sí... sí, tienes razón, vamos tartamudeó Mankar, volviendo a la realidad.

Loscuatro echaron a correr lo más rápido que podían, en sentido opuesto alfuego y sin mirar atrás. Cuatro calles después, habiendo perdido devista el parque, se detuvieron a descansar un poco.

Nopuedo creerlo dijo Jesús, jadeando. Ese Macnair... Apuesto a que lotenía todo preparado. Justo cuando iban ganando, le prende fuego quiénsabe cómo al parque, sólo porque sabía que le ganaríamos enseguida...Seguro que era parte de su plan inculparnos...

Son unos verdaderos cobardes... admitió Mankar. Pero ya verán quien ríe al último.

Siguieroncaminando, un poco más despacio, comentando lo ocurrido. Todos estabanmuy asustados... En el parque había más personas que pudieron verlossalir corriendo. Cualquiera hubiera pensado que Mankar y los demásfueron quienes incendiaron el árbol.

Sedespidieron de Gonza frente a su casa. Una calle después, Mankartambién tomó otro camino, por donde había hileras de casas, y uno queotro edificio. Continuó su recorrido pensando en lo que había pasado.

Macnairno sabía que Mankar era de una familia de magos, o lo disimulaba muybien. En cambio, Mankar sí sabía que Macnair no era un muggle y locomprobó aquella tarde. Pero, ¿y si no había sido magia?

 

Mankardudaba que Macnair tuviera varita, y, si así fuera, no lo vio usarla.Tal vez Macnair convenció a alguien de que prendiera el árbol... ¿y labanca? Cerca de ella no había nadie. ¿Sería algún artefacto programado?Esa broma era bastante pesada, sólo para asegurar una victoria. Y erailógico: faltaba como media hora para el anochecer, o sea el final delpartido, ¿por qué no seguir jugando, pudiendo tal vez aumentar laventaja?

Pensócon remordimiento en los niños que estaban jugando en el parque. ¿Y siesa pandilla de Macnair no hubiera preparado fuego sólo en el árbol yen la banca, sino también en más lugares? El resto de personas quehabía allí estaba alejado del árbol, pero todos podrían estar corriendopeligro. No había sido nada madura la actitud de Mankar y sus amigos alsalir corriendo por miedo. Eso sólo los hacía ver más culpables.

Elcielo mostraba todos los colores del arco iris, pero el que dominabaera el naranja. Cuando Mankar llegó frente al jardín de su casa, tuvoganas de regresar. Tenía un gran sentimiento de culpa, a pesar de suinocencia. Sí. Lo mejor era volver al parque y dar la cara, aunquefuera él sólo.

«Elculpable siempre regresa a la escena del crimen pensó. Eso sólo haráque sospechen más de mí... No, no importa. Tal vez haya personas enpeligro. Al menos iré a revisar cómo va el fuego.»

Mankar se dio la vuelta, pero en ese preciso instante oyó la voz de su padre gritar muy alegremente:

¡Hijo!¡Mankar, ven! Merlín había salido al jardín y corría hacia Mankaragitando algo en el aire. ¡Adivina qué! ¡Recibiste una lechuza! yañadió sin perder su sonrisa y olvidando toda prudencia: ¡Has sidoaceptado en el Colegio de Hechicería Harrylatino!

Que yo... ¿qué?

¡Quevas a ir a estudiar a Harrylatino! gritó Merlín, eufórico. Lo últimoque le importaba era que los muggles se dieran cuenta, por lo visto. AMankar se le había borrado de la mente todo acerca de lo ocurrido en elparque.

Pero yo... no puedo...

¡Claroque sí! Parece que con lo que pasó ayer te ganaste tu cupo al deciresto, bajo un poco la voz, y disminuyó su sonrisa un poco, pero deinmediato continuó como si nada, alargando el brazo: ¡Toma!

Mankarno lo podía creer. Efectivamente, lo que Merlín le acercaba era unsobre de pergamino del Colegio de Hechicería Harrylatino, con su sellode color verde esmeralda. Tomó el sobre enseguida, aunque estabademasiado confundido.

¿Invitadoa Harrylatino? Se le cruzaron por la mente numerosas ideas en unsegundo: podía ser una broma de Merlín, o una equivocación, o un engañopara ilusionarlos... Bueno, una broma no era, Merlín jamás jugaría conalgo tan serio; si era un engaño, estaba muy bien planeado, pero Merlíntal vez se habría dado cuenta; no parecía equivocación, pues allí mismodecía:

Señor Mankar Merlín Weasley

Mankarmiró a su padre, quien tenía una expresión radiante; luego a los ladosde la calle y comprobó rápidamente que no había nadie cerca que hubieraescuchado a Merlín. Dirigió de nuevo su mirada al sobre, lo abrió ysacó la carta. Enseguida su padre lo rodeó quedando detrás de él paraleer mejor.

ESCUELA DE HECHICERÍA HARRYLATINO

Directores:

Andrés
El Cronista de Salem

Estimado señor Weasley,

 

Nos complace anunciarle que ha sido invitado al Colegio de Hechicería Harrylatino. Tenga en cuenta la lista de útiles y libros necesarios que se envía.

Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos una lechuza con su respuesta antes del 20 de agosto.

Cordialmente,

Andrés

Co-director

Mankar leyó una y otra vez la carta: ¡no podía creerlo! ¡Harrylatino!

Miróa Merlín con una sonrisa de oreja a oreja y él le dio un abrazo y unapalmada en la espalda. Su padre parecía a punto de llorar.

Mankarhabía perdido todas sus esperanzas de realizar su educación mágica.Creía que toda su vida iba a tener que estudiar en un colegio muggle,que siempre tendría que arreglárselas para hacer todo sin magia,mientras su familia lo realizaba con mucha más facilidad sólo al moveruna varita...

¡Imagínatela cara de mi madre cuando se entere! exclamó Merlín. ¡Estarádichosa! ¡Y el resto de la familia...! ¡Les tienes que enviar unalechuza de inmediato! ¡Ven! agarró a Mankar de la muñeca aunque nohacía falta, rozando por poco el brazalete, y se dirigieron deprisa ala casa. Entraron a la cocina y el chico tomó un pedazo de pergamino yuna pluma. Invita a todos a que vengan el sábado, tal vez Alita,Lalita y tus tíos también hayan recibido una. ¡Tenemos que celebrar!

Losdemás Weasley vivían en barrios de magos, así que se comunicaban pormedio de lechuzas, y no por teléfono como hacía Mankar, pues ellosnunca necesitaban contactar a un muggle. Escribió rápidamente:

Querida abue:

¡Adivinaqué! ¡Recibí una carta de invitación a Harrylatino! ¡No lo podemoscreer! Nunca había visto tan contento a mi papá, y yo también lo estoy.

Supongoque Roonilz, Haher, Luna y Rowlina habrán recibido también ya su carta,felicítalos de mi parte. Nos gustaría que vinieran él sábado parafestejar esto.

Invitaremos a toda la familia. Wiiiii.

Atentamente,

Tu nieto favorito, Mankar

Escribiólas últimas palabras del mensaje con una sonrisa en la cara. Pensó quele resultaría simpático a su abuelita cuando lo leyera.

Se la llevaré a Mallowdijo Merlín, refiriéndose a la lechuza de la familia. Espero quellegue hoy mismo añadió y se dirigió rápidamente al vestíbulo, dondese encontraba la jaula de Mallow.

Mankarse sentó a la mesa de la cocina y escribió con la misma velocidad doscartas parecidas a la primera, dirigida una a tía Kriss y otra a tíoKalin. Tendría que esperar a que Mallow regresara para poderenviarlas. Se sentó a la mesa y leyó la carta de Harrylatino variasveces más. Cuando Merlín regresó, encontró a su hijo contemplandotodavía el pergamino y se dirigió a la estufa, pues había dejado lacena a medio preparar. Prendió el fuego con la varita y soltó un grito:sin darse cuenta, el fuego estaba muy alto y casi le quema la ropa,pero lo arregló rápidamente.

¡Ay! Me quemé un dedo se quejó casi riendo.

Mankarsonrió y desdobló la lista de útiles que necesitaría para su primer añoen Harrylatino, la cual no había visto por la emoción. Allí estabanenlistados los libros que necesitaría, el uniforme y otros útiles comoel caldero y la varita.

«¡Porlas barbas de mi padre!», pensó Mankar. Acostumbraba decir eso, aunquedespués de leer la lista no resultaba gracioso. Eran demasiadas cosaslas que se pedía en ella, y tal vez Merlín no pudiera comprárselo todo.Con eso no contaban, pues Mankar estaba preparando para entrar en uncolegio muggle cercano a su casa y los libros y demás útiles quenecesitaba eran mucho más baratos. Bueno, ya encontrarían la forma decomprarlo todo, así fuera de segunda mano. Mankar no pensaba decirlenada a su padre acerca de los útiles, no quería amargarle el rato.

 

Enun momento que estiró el brazo, vio de nuevo la gema en el brazaletebrillando. La examinó mas detalladamente, era la primera vez que teníaoportunidad de verla brillando tan de cerca, pues cuando apareció seapagó al instante.

Contempló,sorprendido, cómo la llama grabada en ella bailaba alegremente. «Talvez se pone así cuando siento alguna emoción... pensó. Como unaventana a mis pensamientos: ayer, miedo por su repentina aparición...esta tarde, ira por la derrota contra el equipo de Macnair y la trampaque hizo para terminar... y ahora, alegría por recibir esta lechuza. Lagema está conectada a mí. Este brazalete no sólo está pegado en mi pielsino que parece parte de mí. Vaya qué inútil si no hace más», peroentonces cayó en la cuenta, horrorizado: ¡¿Cómo iba a hacer un squibpara estudiar en Harrylatino?!

Mankarno había demostrado tener aptitudes mágicas, exceptuando el ataque deldía anterior, pero sabía que eso no lo había causado él. Lo único quedemostraba su cercanía a la magia era el brazalete, pero, además deencontrarlo y que brillara, no percibía nada mágico en él. Prefirióigualmente guardarse el comentario sobre este tema. Pero algo eraseguro: esa noche tampoco dormiría nada bien.

Mankarestuvo los siguientes días hojeando sus libros de magia, muy emocionadocon la idea de ir a Harrylatino. Merlín envió una lechuza al colegiodando su autorización justo cuando regresó Mallow, y luego fueron enviadas las invitaciones de tía Kriss y tío Kalin.

Sentíaun alegría sin igual, pero también un miedo que cada día iba creciendo,aunque no lo expresaba. No podía imaginar lo que haría en una clase enla que necesitara varita, tal vez intentaría en vano hacer levitar unapluma, o convertir un fósforo en aguja. ¿Y si ni siquiera pudieraentrar a clases? ¿Qué tal que no lo seleccionaran para ninguna casa enHarrylatino y tuviera que regresar a vivir con su padre? Incluso podíaser que el dueño de la tienda de varitas no consiguiera encontrar laapropiada y fuera allí mismo donde desistiría de su ilusión de sermago. Bueno, mientras llegaba cada uno de esos momentos, Mankar podríainstruirse con teoría de temas básicos.

Sepasaba horas enteras imaginándose con una varita, haciendo salir deella rayos de todos los colores, chispas como fuegos artificiales,criaturas imaginarias y toda clase de cosas que pudieran provocar loshechizos, que tal vez él podría aprender. Es más, Mankar se emocionabatanto con la idea que no paraba de dibujarse a sí mismo, tal como seimaginaba usando la magia: sosteniendo una varita de la que salíanburbujas y rayos de colores; junto a su patronus (que Mankar pensabaque sería un águila); incluso apareciéndose y desapareciéndose; ytambién como vencedor de un duelo de magia (su oponente, parecidísimo aMacnair, se encontraba tirado frente a él).

Yhablando de Macnair, Mankar no pudo dejar de preocuparse por losucedido en el parque. Y menos aún cuando llegó la mañana del sábado lalechuza con el periódico mágico, El Giratiempo, cuya primeraplana la ocupaba una foto de un hombre sonriente y bastante joven, bajoun título que decía «En su último año». Un poco más abajo, había unapequeña foto de un árbol en llamas partido en dos y, bajo él, unpequeño artículo cuyo contenido Mankar no distinguió, excepto por laparte resaltada: «Continúa en la página 2-14». Horrorizado, Mankarintentaba ver la expresión de su padre mientras leía el periódico, sinduda alguna abierto en la página catorce de la sección dos.

 

Estono puede ser... dijo Merlín frunciendo el entrecejo. Oye, Mankar, ¿noestuviste tú en ese lugar el miércoles con tus amigos? Vaya quépeligroso, ¿no viste nada...? se quedó con las siguientes palabras enla boca, pues se distrajo leyendo la noticia. A Mankar le latía elcorazón rapidísimo, y se sintió muy acalorado cuando su padre volvió aabrir la boca: ¡¿Qué significa esto?! bramó y le entregó bruscamente El Giratiempo a su hijo.

Mankartomó el periódico y se asustó aún más al leer el título, pero no tantocomo cuando vio que, aunque no muy nítidamente, se veía un grupo dechicos corriendo a toda velocidad y perderse por una calle, quienesregresaban por sus pasos unos cuantos metros y volvían a salircorriendo: él mismo, junto con Gonza, Jesús y Ricardo. Un pocoseparados del árbol había una banca y uno de los arcos del campo defútbol, también ardiendo; además, un par de columpios en el mismoestado y personas con expresiones de miedo que observaban los cuatrolugares. Mankar leyó rápidamente la noticia:

SI JUEGAN CON FUEGO...

Elpasado miércoles 16 de agosto, un camarógrafo de este periódico captóel momento en que un grupo de magos menores de edad, tras realizarmagia de forma ilegal, huyen de la escena del crimen, en una zonamuggle y a plena luz del día, no sólo atentando contra el Decreto parala moderada limitación de la brujería en menores de edad y el EstatutoInternacional del Secreto de los brujos, sino también poniendo enpeligro la vida de otras personas.

Alparecer, se trataba de un grupo de niños magos que decidieron prenderlefuego a todo el lugar, para asustar a otros chicos. Según testigos, unode los grupos se vio obligado a salir corriendo casi inmediatamente envista del peligro, mientras que los demás (los causantes) tomaron uncamino diferente minutos después de contemplar su obra.

Lomás curioso de esta historia, es que nadie sabe quiénes fueron losinfractores y no se tiene más que una poco útil descripción de losniños.

«No entendemos por qué no podemos encontrar quiénes son los culpables nos comunicó un miembro del Ministerio, de la Oficina Contra el Uso Indebido de la Magia.Tenemos métodos para detectar dónde y cuándo se ha producido magia,aunque no su autor. Sin embargo, de esto no llegamos a enterarnos, aúnsiendo fuego mágico. Es como si no lo hubiera hecho un mago, ni niño niadulto, pues de haber sido así, habríamos acudido de inmediato. Sólosabemos que se produjo en varios lugares cercanos casi simultáneamente.Continuaremos las investigaciones para llegar al fondo del asunto.»

Silos magos menores de edad han encontrado una forma de realizar magiaburlando los sistemas del Ministerio, este es un llamado a los padrespara que estén más pendientes de sus hijos.

 

A todos los muggles que estaban presentes en el lugar les fue modificada la memoria después de dar su declaración.

¡Oh, vaya! dijo Mankar aparentando tranquilidad, aunque de forma no muy convincente. El mismo lugar donde estuvimos...

¿Aquién engañas? vociferó Merlín, ¿Crees que no reconozco a mi hijocuando lo veo en una foto, por muy lejos que se vea? ¡Y aunque noaparecieran tú y tu grupito escapando de la escena del crimen, estoexplica la carta!

¡No,espera! exclamó Mankar. ¡La verdad es que esto no lo hicimosnosotros! ¡Yo no soy capaz de hacer magia, y tampoco ninguno de misamigos! ¡La culpa de todo la tuvo ese Juanjo Macnair! ¡Él provocó elincendio! el chico le explicó a su padre todo lo que había pasado, yla expresión de Merlín se suavizó un poco. Al final, Mankar concluyódiciendo: Aún no sé por qué me enviaron la invitación a Harrylatino,pero te aseguro que no fue por lo del parque.

Merlín se quedó pensando un poco en las palabras de Mankar.

Bueno,ya sabía yo que tendrías una explicación para esto. Espero que sea laverdad dijo Merlín; ya no estaba enojado, parecía más bienpreocupado. Si hubieras sido tú, el Ministerio lo sabría, pero por lamisma razón tal vez tampoco fue Macnair. Hijo, quiero que tengascuidado con ese chico de todas formas. Ya sabes, tiene apellido demortífago, y no dudo que sea mago y también vaya a asistir aHarrylatino. ¿Por qué no me habías dicho antes?

Loque pasa es que, con todo y la carta, lo olvidé explicó Mankar, unpoco avergonzado. Todavía se sentía muy acalorado, pero al menos sehabía quitado ese peso de encima.

Mepreocupa dijo Merlín, al ver que su hijo no iba a decir nada más. Talvez lo mejor sea que no estudies en HL. Subió el tono de la voz, alver que Mankar lo iba a interrumpir. Quiero que sepas que medecepciona tu actitud, tanto al salir corriendo del parque, como alocultármelo. Pero será mejor que continuemos esta charla después. Debesarreglarte rápido, en cualquier momento llegará mi madre o alguno demis hermanos.

Mankariba a contestar pero Merlín ya había salido de la cocina. Se quedó ahísentado, reflexionando. Había considerado la posibilidad de no ir aHarrylatino por alguna razón pero, ¿se lo prohibiría su padre? Eraconsciente de que, si decidía esto, sería por su propia seguridad. Sinembargo, enterarse apenas unos días después de recibir la carta erainaceptable. En esto pensaba cuando se dio cuenta de que se hacía tardepara arreglarse.

Mediahora después, Mankar ya estaba bien vestido y listo para recibir atodos sus tíos, primos y su abuelita. Primero llegaron tía Kriss yLalita (quien también fue invitada a Harrylatino, tal como habíasupuesto Mankar) y hablaron muy animadamente sobre lo que les esperabaen el colegio. A esta conversación se sumó Alita (quien recibió sucarta el mismo día que Lalita), poco rato después, cuando llegó con tíoKalin. No tardó en llegar Gaby, junto con los demás tíos de Mankar, deedades parecidas a la de él: las chicas Luna, Rowlina y Roonilz; yHaher, el único Weasley de pelo azul, todos invitados también aHarrylatino. También llegaron las hermanas de Gaby: Norita y Vicky.

¡Oh,aquí está mi niño, que ya está creciendo! dijo Gaby dándole un abrazoa Mankar. ¡Ya irán todos a comenzar su educación mágica! Laura,también muchas felicidades añadió dirigiéndose a Lalita con unasonrisa. ¡Cómo pasa de rápido el tiempo! ¿Qué haré para no sentirmevieja? soltó una carcajada, y lo mismo hicieron los demás miembros dela familia. Y tú, corazón, ¡qué sorpresa nos has dado!

 

Ay, abue, pero si tú no eres vieja respondió Mankar riendo. Eres la auror más hábil y joven que conozco.

Ytambién la única dijo Gaby. Bueno, sin contar a mi comadre Taz.Lástima que no haya podido venir, pero es que tenía bastante trabajo enel Ministerio añadió con una sonrisa.

Siguieronconversando y bromeando muy alegremente, hasta que Merlín los llamódesde la cocina anunciando que estaba servida la comida. Ya que erantantos, comieron en el patio. Los trece Weasley salieron por la puertade la cocina y se encontraron con dos mesas muy largas, unidas ycubiertas por un blanco mantel, sobre el que había platos con comidacuyo olor llenaba el aire. Mankar se sentó en medio de Lalita y Gaby.El cielo era más azul que nunca y no había ni una sola nube. La luz delsol hacía salir destellos rojizos de las cabezas de cada uno. Sus tías,Gaby y Merlín hablaban tranquilamente entre ellos. Alita ponía atencióna la conversación entre Kalin y Haher.

¡Deningún modo habrían podido ganar de no ser por ese árbitro, bien losabes! decía tío Kalin en voz bastante alta, con una pierna de polloen la mano. Si hubiera sido un partido justo, nosotros los hubiéramoshumillado.

Temolesta porque sabes que somos mejores respondió Haher riendo,mientras el color de su pelo cambiaba de azul a verde. ¡Lo comprobarásla próxima vez que ganemos!

Esgracioso ver cómo discuten por quidditch le susurró Lalita a su primo,quien sonrió. ¿Y qué más? ¿Estás ansioso por ir a comprar tus útiles?

Nolo sé respondió Mankar encogiéndose de hombros, mientras se servía unpoco de ensalada. Aún no le he mostrado la lista a mi papá. ¿Sabes? Noconozco muy bien todos los encantamientos, sólo los que nombran en loslibros de Harry Potter, pero he hecho algunos dibujos de hechizos queserían muy útiles... o divertidos.

¡Quéinteresante! Me emociona mucho la idea de ir a HL comentó Lalita conentusiasmo. ¿Has pensado en qué casa te gustaría estar? «Son nuestrasdecisiones las que muestran lo que somos». Si la forma de seleccionar alos estudiantes es la misma que en Hogwarts, tal vez podríamos pedirleal Sombrero Seleccionador que nos coloque en la casa que queramos. Creoque todos los Weasley han estado en Gryffindor. A mí me encantaría seruna leona también.

Tengoentendido que uno se puede cambiar de casa dijo Mankar confundido. Enrealidad no tenía idea en qué casa podía ser seleccionado.

Creoque sería buena idea probar en diferentes casas antes de encontrar a laque verdaderamente perteneces. ¿En qué casa quisieras estar?

Mankarno sabía qué decir, se notaba que Lalita había pensado en ellodetenidamente. El chico abrió la boca para hablar pero escuchó quealguien decía su nombre desde otro lado de la mesa.

¡Sí!Ha sido toda una sorpresa la que nos ha dado Mankar decía la voz detía Vicky. Mankar miró en dirección a ella y vio que le sonreían sustías; Merlín le hacía un gesto de disculpa: él entendería que a Mankarno le gustaría hablar de ello en ese momento. Pero oye, aún no nos hascontado cómo fue añadió dirigiéndose a su sobrino.

 

Eh... pues yo... yo...

¡Sihubieras estado, Vicky! lo interrumpió tío Kalin; Merlín y Gaby lomiraban con una expresión que decía «¡Cállate!», pero Kalin no pareciónotarlo. Estábamos en la sala de estar Kriss, Merlín, mi mamá y yoenumeró lentamente mientras señalaba a cada uno. Cuando escuchamos unruido de cristal rompiéndose, salimos para ver qué había pasado.¡Tremendo susto el que nos dieron los chicos! Mankar estaba tirado enel suelo y Alita y Laura sentadas junto a él, muy asustadas: se habíadesmayado y dijo inconscientemente varias cosas sin sentido.

¿Y? preguntó tía Vicky, ya que Kalin se había detenido. ¿Sólo fue eso?

Bueno, pues sí le respondió Mankar tímidamente.

Vaya,pero, ¿cómo saben que no lo hizo alguna de las niñas? intervino tíaNorita. Todos se quedaron pensando en esa pregunta; Mankar, Alita yLalita se miraban entre ellos. Como nadie respondió, Norita continuó:Entonces es una irresponsabilidad. ¡Esa «Hechicera» no debería enviaresas lechuzas sin comprobarlo antes!

Sellama Sorceress corrigió rápidamente Merlín. Y en Harrylatino la jefade Gryffindor no es la subdirectora. Además, ella no firmaba la carta.

¡Como se llame! exclamó Norita. No pueden invitar a su colegio a todo el mundo, si no saben si realmente...

Tranquila,oye la interrumpió Kalin. Puede que parezca imprudente, pero algunarazón deben tener. Sería ridículo si no lo comprobaran conanterioridad. Además continuó dirigiéndose a Mankar, tal vez hashecho magia en alguna otra ocasión sin notarlo.

Todas las miradas estaban fijas en Mankar, y se sintió nuevamente acalorado. Pero Merlín lo salvó de tener que empezar a hablar.

Sí,yo recuerdo que algo muy parecido me ocurrió a mí afirmó con tonoalegre. Pero tengo que agradecértelo igual, Kalin. Si no hubierasescondido mis zapatos encima de aquel armario, yo no habría tenidonecesidad de encogerlo. Toda la ropa que había allí quedó encogida a latalla de un duende. Nunca te había visto tan furiosa, mamá añadiódirigiéndose a Gaby, quien sonrió, y todos comenzaron a hablar de lasprimeras veces que hicieron magia.

Lo lamento, corazón le susurró Gaby a Mankar. Sé que es molesto hablar de esto, pero Kalin olvida a veces esas cosas.

Elhecho de ver a su tía Norita tan alterada hizo a Mankar conciente porprimera vez de que un muggle en una escuela de magia no era un error:era un peligro.

No te preocupes, no importa le respondió Mankar quedamente.

Habíaque valorar el hecho de que Gaby no le había preguntado nada para noindisponerlo, pero ya que se había tocado el tema, Mankar se acordó dealgo: no era que no confiara en Merlín, pero Gaby era la persona másindicada para contarle lo del brazalete. Después de varios días dereflexionarlo, llegó a la conclusión de que una auror como ella podríasaber algo sobre la gema, o por lo menos sería importante que losupiera para así poder investigar sobre ello. De todas formas, Gaby nose mostraría tan preocupada como Merlín si se lo llegara a contar y,sin lugar a dudas, su abuelita le guardaría el secreto si él se lopedía.

Perosé tal vez por qué he sido invitado a Harrylatino reveló Mankar trasuna pausa, lo más suave que pudo, al cerciorarse de que nadie más leestaba poniendo atención. Gaby clavó en él su mirada con expresióninterrogativa. El martes, en tu casa... pasó algo más... poco despuésdel ataque me di cuenta de que tenía... esto... en la palma de mimano... Se levantó la manga del suéter. Allí en su muñeca, estaba eldelgado brazalete con la moneda sucia y roja, como si fuera una simplepiedra. Gaby se quedó mirando fijamente la manilla, mientras su nietocontinuó: Apareció este... brazalete de la nada y creo que la gemabrilla cuando siento alguna emoción fuerte. Pero apenas lo dijo, pensóque tal vez no era cierto porque entonces estaría brillando en esemomento.

 

Gabytomó entre sus manos la muñeca de Mankar y examinó detenidamente lagema por debajo de la mesa, de forma que nadie más se daría cuenta amenos que se fijara en ellos. ¿Sabría ella lo que significaba esallama?­ De su expresión no obtendría la respuesta, pues solo se veíaconcentrada en la manilla. Como su abuelita no decía nada, Mankarcontinuó con el mismo tono:

No tengo ni idea de cómo o por qué la obtuve. No me la puedo quitar. No causa magia, ni sé para qué sirve...

Gabygiró la muñeca de Mankar. El brazalete, totalmente liso no pareciódarle ninguna señal a Gaby de lo que buscaba. Al fin, dijo:

Definitivamente, por eso recibiste esa carta. ¿Alguien más lo sabe?

No. No se lo he dicho a nadie más.

Bueno,pues no seré yo quien lo haga. Escúchame bien, si alguna vez has leídou oído historias del mundo de la magia, sabrás que nunca se terminaránde revelar secretos desconocidos. Este es uno de ellos. ¿Sientes haberhecho magia? Mankar negó con la cabeza. Entonces no podemos afirmarque seas mago. Mira, esto...

¿Ustedesqué están haciendo? preguntó la voz de Alita. Tanto Mankar como Gabygiraron rápidamente la cabeza hacia la niña, que estaba detrás de ellose intentaron adoptar la expresión menos sospechosa que pudieron. Elchico escondió la muñeca bajo la mesa.

¡No es nada! exclamó Mankar sintiendo fastidio por aquella interrupción.

¿Cómo que nada? ¿Qué tienes ahí? preguntó alegremente Alita. No se le había escapado que Mankar ocultaba algo.

Leestaba dando un regalo mintió hábilmente Gaby, y tiró del brazoderecho de Mankar, dejando ver el brazalete. A ti ya te regalé unaescoba, ¿no? Bueno, a Mankar le compré esta manilla.

Ah...¿o sea que a él le das otra cosa además de la gorra? preguntó la niña.Mankar no pudo evitar sentir un poco de envidia: ¿a Alita le regalabanuna escoba y a él sólo una gorra?

¡Perocómo puedes decirlo en frente de él! Perdona, corazón dijo ahoradirigiéndose a Mankar, te había comprado otra cosa, pero olvidé dóndela dejé. ¿Sabes qué? añadió ahora hablándole a Alita. Por ser tú tanenvidiosa, le daré ambas cosas a Mankar, apenas encuentre la gorra.

Alitase retiró con aire ofendido, pero Mankar pensó que ella no tenía motivopara quejarse. Después de todo, incluso para él, una escoba seríaenvidiable, y mucho más a comparación de una simple gorra y unaaburrida manilla. Luego pensó que Gaby jamás le daría algo que no legustara, y, para una ocasión tan especial, ella le daría un regaloigualmente especial.

Sela creyó susurró Gaby riendo. En realidad, dejé tu gorra allí en lasala de estar, en mi bolso. Te la daré cuando ella no se dé cuenta.Bueno, creo que es hora de irnos.

¿Ah,sí? dijo Mankar con tristeza. Quería que se quedaran más tiempo, yseguir hablando con su abuelita. Bueno, entonces espero que estés muybien y...

 

¿Quédices? No, corazón. Tu vienes conmigo. ¿No te lo dijo tu padre? Estatarde iremos a comprar todos tus útiles en el Wizentro.

¡No! exclamó una voz de la nada. Mamá... ¡era una sorpresa!

¿Ah, sí? Ay... lo siento, pensé que él ya lo sabía...

Merlín sonrió.

No importa, igual lo has sorprendido.

El cerebro de Mankar se había desconectado casi por completo desde que escuchó por última vez la palabra Wizentro.

¿Sorpresa?Seguro que sí lo era. Cualquier chico se hubiera emocionado muchísimo.Cualquier chico normal, es decir, mago. Pero era el momento que máshabía querido retrasar Mankar y para nada le alegraba.

Compraríansus libros, sus ingredientes para pociones, su caldero, plumas,cuadernos... Pero, ¿y si no encontraban la varita apropiada? ¿Y si eraun viaje en vano? ¿Terminaría su ilusión de realizar su educaciónmágica tan pronto?

¿Quétienes, corazón? preguntó Gaby, y enseguida Mankar intentó hacer laexpresión lo más alegre posible, en especial porque su padre parecíacreer que iba a comprar sus propios útiles del colegio.

Nada...es que... recordé algo que te quiero mostrar mintió Mankar. ¡Québien! Con los libros de estudio podré prepararme lo suficiente paraentrar a HL.

¿Por qué Gaby estaba tan feliz? ¿No acababa de explicarle Mankar que no podía hacer magia?

Bueno,lo que le quieras mostrar, tráelo rápido dijo Merlín. Ya deberíamosestar saliendo. Le diré a los demás chicos que se preparen.

Eh... Sí, ya lo traigo.

Mankarentró a la casa. No se le ocurrió nada más que mostrarle a su abuelitaque los dibujos de los hechizos que había inventado. Entró a suhabitación tardándose todo lo que pudo. No salió hasta que su padre lollamó y, tras echar un vistazo al espejo del pasillo, bajó con unachaqueta a la sala de estar. Ya todos habían salido.

Mira, mi niño, aquí tienes tu regalo le dijo Gaby extendiéndole un paquete pequeño, que para nada parecía contener una gorra.

Mankarlo tomó y lo abrió. Efectivamente, era una gorra. Una gorra muy rara,de color gris plateado. Se la probó teniendo cuidado no arruinar supeinado, pero Gaby se la apretó contra la cabeza. El chico sonrió.

Mequeda perfectamente dijo Mankar, buscando la silueta de su reflejo enel vidrio de la ventana, al no verla, fue a mirarse en el espejo delvestíbulo. Gaby rió.

Veoque no sabes lo que es. Quiero decir, oigo. ¿Sabes algo de lo sombrerosacéfalos? Mankar negó con la cabeza. ¿Sabes? repitió Gaby.

Norespondió Mankar, y entonces lo comprendió, aunque no necesitó ver sureflejo. Definitivamente no era una gorra cualquiera: lo hacíainvisible.

Lossombreros acéfalos lo inventaron los gemelos Weasley, hace varios años,y servían para volver invisible la cabeza de quien lo llevaba puesto.En ese momento Mankar veía el espejo que mostraba lo que había detrásde él. Tu gorra es un desarrollo de ese invento. Puedes ver las partesde tu cuerpo directamente, pero nadie más puede hacerlo. En cambio, nopuedes ver tu reflejo.

¡Genial! ¡Será muy útil!

Note lo doy para que hagas travesuras Gaby le guiñó un ojo, pero bajó lavoz. Sé que podrías pasar muchas dificultades en Harrylatino, y estagorra te ayudará a salir de ellas.

¿Desde el principio sospechaste que aún no tenía poderes mágicos? Mankar se quitó la gorra y Gaby fijó su mirada en él.

 

Nunca se sabe. Igual eres un niño responsable y le darás un buen uso.

Abue, entonces ¿por qué vamos ahora si...?

¿POR QUÉ TARDAN TANTO? se escuchó gritar a Merlín desde afuera. ¡ES HORA DE IRNOS!

Esla única forma de saberlo dijo Gaby, sin alzar la voz y dirigiéndose ala puerta de la casa. Tranquilo, no te pasará nada. No decepciones atu padre. No lo había visto tan feliz desde que naciste.

La abuelita de Mankar abrió y él, para disimular, le extendió uno de los dibujos.

¡Qué bonito! ¿Tú lo hiciste?

Ya era hora dijo Merlín, mientras levantaba un brazo con la varita en la mano. Vamos, pues.

Yde la nada apareció un autobús morado de tres pisos que iba a todavelocidad y frenó frente a los Weasley. Por la puerta se asomó un jovencon uniforme del color del autobús.

Bienvenidosal autobús noctámbulo, transporte de magos y brujas. dijo elcobrador. Alargue la varita, suba a bordo y lo llevaremos a dondequiera. Me llamo Glenin Estrada y estaré a su disposición durante elrecorrido.

¡Rápido! decía Merlín, mientras algunos saludaban o agradecían a Glenin.

Primerosubieron Roonilz, Rowlina y Luna. Luego Mankar seguido por Haher. La primera vez que Mankar había subido al autobús, había imaginado que era muy diferente. Teníaentendido que eran muchas sillas diferentes y desordenadas, pero lucíaexactamente igual que cualquier autobús muggle. Ahora que ya lo conocía, se había acostumbrado.

Buscóun asiento junto a la ventana y su tío se sentó junto a él. Hasta ahorano habían tenido oportunidad de hablar. En cuanto subió Merlín y lepagó a Glenin, el autobús se puso en marcha, tan bruscamente que lassillas amenazaron con volcarse. Mankar se sujetó fuertemente de unsoporte. Iban tan rápido que las casas que se veían por la ventana seconvirtieron al instante en franjas de colores.

¿Sabes,Mankar? le comentó Haher. La verdad no me agradabas mucho. Es decir,no es que yo discrimine a los demás, pero creo que un squib era malopara la reputación ya mala que tienen los Weasley.

Haherlo dijo algo rápido y Mankar no le entendió en un principio. No supoqué responderle, pero se controló para no apretar los puños, puespodría estropear sus dibujos. Era fácil para Haher decirlo, siendometamorfomago, es decir, que podía cambiar su apariencia, a pesar deque no pudiera hacerlo a voluntad aún.

Bueno, ahora que se sabe que puedes hacer magia, seguro que nos llevaremos mucho mejor.

Mankarcontinuó callado. Siempre había tenido un buen concepto de Haher, peroahora pensaba todo lo contrario. Intentó pensar más en el hecho de queHaher fuera tan injusto y no en lo terrible que sería cuando seenterara que no era mago. ¿Los demás también pensaban lo mismo de él?

Nose dirigieron más la palabra en todo el viaje. Guardó sus dibujos en unbolsillo de la chaqueta, procurando no arrugarlos ni doblarlos. Mankarno tenía ganas ahora de hablar con su tío. En cambio se escuchaba atodas las niñas hablando más alto de lo habitual, riendo de vez encuando y quejándose cada vez que el autobús frenaba y se ponía enmarcha. Merlín, Gaby y los demás adultos también estaban conversandoentre ellos y con el cobrador del autobús.

AMankar no se le ocurrió en qué pensar. Cualquier cosa que se leatravesaba en la mente lo hacía sentir mal. Intentó inventar máshechizos para dibujarlos después y se distrajo un poco, a pesar de quesabía que tal vez jamás pudiera llevarlos a cabo, y eso lo hacía sentirmal. Debía de inventar uno que también fuera útil con personas comoHaher.

 

La próxima parada será el Wizentro anunció Glenin.

Con estas palabras, Mankar volvió a la realidad.

¡Hijo! ¡Ya casi! le decía Merlín sonriendo y con los ojos muy abiertos.

«Ya casi los decepcionaré.»

Elautobús frenó de repente y Haher no pudo evitar caerse de la silla, contodo mundo riéndose al ver su cabeza atascada entre dos soportes,problema hábilmente solucionado por Gaby.

Mankar bajó del autobús con una forzada sonrisa, detrás de Alita y Lalita, y ayudó a bajar a sus tías.

Buscócon la mirada el dichoso Wizentro, pero parecía estar en una simplecalle muggle. Había muchísima gente, por todos lados. Era un sectorcomercial. El Wizentro había sido escondido, como tantos otros lugaresmágicos, en medio de lugares muggles, donde pasarían inadvertidos. Tanbien escondido, que Mankar ni sospechaba dónde era.

Vamos, Manky le dijo tía Roonilz tomándolo del brazo, es por aquí.

Al parecer Alita, Lalita y los tíos de Mankar ya habían ido allí anteriormente. En cambio, él no sabía ni cómo era.

Llegarona un local realmente diminuto, del ancho de una puerta y sin letrero,totalmente negro y sucio. Tía Kriss apuntó disimuladamente con lavarita a la cerradura y susurró «Wizentro» y con un pequeño brillo lapuerta se abrió suave y lentamente.

Entraronuno por uno a lo que era como una especie de túnel a oscuras. Mankarseguía tomado del brazo de Roonilz y caminaba en línea recta. El chicose percató que justo detrás de él llegaron más magos para entrar alWizentro.

¿Ya cerraron la entrada? gritó Kriss, dándose la vuelta.

Sí, señora le respondió la voz de alguna mujer que había entrado tras ellos.

Entonces tía Kriss se detuvo frente a una nueva puerta. La abrió y la luz los cegó.

Un par de segundos después, los ojos de Mankar se acostumbraron al cambio y atravesó la puerta.

Sehallaban en el lugar más grande que Mankar jamás había imaginado. Nuncaun centro comercial muggle podría tener ni la mitad del tamaño quetenía este. Lo primero que Mankar vio fue una enorme fuente mágica enel centro de una plazoleta, rodeada de mesas en su mayoría ocupada porfamilias y parejas. Había locales por todas partes con sus letrerosbrillantes, animados y divertidos. Mirando hacia arriba se veían pisosy más pisos como si fueran infinitos. Y por todo lado había magos,seguramente tantos como los muggles que había en la calle que acababande dejar.

Las tías y primas de Mankar corrieron frente a una vitrina, mirando varias cosas.

¡Quiero mi varita YA! exclamó Haher de repente. Vamos primero a las varitas... ¿Sí?

No, hijo le dijo Gaby, vamos a comprar todos los libros primero. Luego, el resto del equipo.

Bueno,si la varita escoge al mago, la mía me está esperando respondió Haheralegremente. Si me tardo mucho podría enfurecerse y no meresponsabilizo por hechizos involuntarios.

Mankarhabría sonreído de no ser porque aún recordaba lo que Haher le habíadicho en el autobús noctámbulo. Y porque lo que acababa de decir loasustó de verdad. «La varita escoge al mago». No al squib.

 

No sabía si era preferible dejar la compra de la varita para el final o hacerlo antes.

Bueno,primero será mejor ir a Omnipedia sugirió tío Kalin. Escuché queestán en rebaja varios de los libros de la lista. Creo que casi todoslos podemos conseguir de segunda mano.

Mientras, iremos a Muggler dijo tía Kriss. Sólo allá se encuentra lo que necesitan para Estudios Muggles. Luego buscaremos...

¿Estudios muggles? interrumpió Haher. ¡Pero si vamos a primer año!

EstudiosMuggles se convirtió en una materia obligatoria para todos los cursosexplicó Kriss. Muchos magos llegan a ministros con una ortografíaespantosa, o sin saber sumar.

No es justo... murmuró Haher. Justo cuando íbamos a librarnos para siempre de los muggles, nos salen con estas...

Mankarse apartó lo más que pudo de Haher. Echó un vistazo a la vitrina quemiraban las chicas. Había un montón de simpáticas miniaturas decriaturas mágicas. Le intereso una de un fénix que comenzó a arder enllamas.

Bonita, ¿cierto? dijo Rowlina. Creo que la compraré.

Yo quiero ir con mis tías a la tienda de muggles dijo Mankar. Sabía que a ese lugar Haher no entraría ni loco.

Sesepararon de los demás Weasley. Gaby y Kalin intentaban convencer a lasniñas que después comprarían las miniaturas que estaban mirando. Merlínparecía algo enojado por el hecho de que Mankar prefiriera ir a comprarlibros muggles y no de magia.

Ven sobri le dijo Kriss a Mankar. No te quedes atrás. Muggler es en este mismo piso.

Entraronpor un pasillo muy oscuro y casi vacío. Los letreros de las tiendas noeran nada coloridos ni animados. En las vitrinas estaban expuestosartículos deportivos, ropa, videojuegos (en un local casi abandonado) ytoda clase de objetos muggles.

Casial fondo, un negro y aburrido letrero decía «Muggler», y ellos entraronal local. El hombre que atendía los saludó con una voz de aburrimientocasi resentido.

Mankarse fijó muy bien en el interior de la tienda. En realidad daba miedo.Había estantes de madera bastante sucios y sólo estaba iluminado poruna débil luz blanca en el techo. Cuando tía Vicky cerró la puerta dellocal, se sintió encerrado, como en una prisión. Rogó por que salierande ahí lo más pronto posible.

Elhombre, con una cara espantosa, los saludó. Mankar se preguntó siestaban en una tienda de artículos muggles, y no de artículostenebrosos.

Necesitamos siete paquetes de Estudios Muggles, primer año, por favor pidió tía Norita.

Elhombre rebuscó entre varias cajas. Armó los paquetes con un pesadolibro cada uno, papeles de distintos materiales, útiles para hacergráficas, diccionarios y carpetas.

Son diez sickles cada uno, señoras.

Muchas gracias le dijo Vicky. Vamos, Mankar.

Mankarapartó su vista de un armario bastante grande que no parecía de muggle,y siguió a sus tías por la puerta. Sintió un gran alivio cuandosalieron del local.

Ahora buscaremos plumas y cuadernos dijo Norita echándole un vistazo a la lista. La Libretaqueda más arriba, en el tercer piso. Luego tendremos que ir por losingredientes de pociones, en el cuarto piso, y reunirnos con los demásen Héctor.

¿Héctor? repitió Mankar.

Es la tienda de varitas dijo Norita, aunque no notó que su sobrino palideció. Se llama así por su dueño...

 

Yla preocupación invadió a Mankar como nunca en la vida. No le importócómo fueran los motivos de los cuadernos que le compraron, ni los ojosde escarabajo extras que le dieron por su compra. No quería ver la carade desilusión de su padre, ni las burlas de Haher, ni cualquierexpresión de su familia.

Y llegó el momento.

«Héctor»decía un letrero con toda clase de varitas lanzando rayos de colores,frente al cual esperaban Mankar y sus tías al resto de los Weasley. Alo lejos un grupo de pelirrojos caminaba hacia el local.

Gabyiba con una sonrisa de compasión, pero el resto apenas podía sostenersedel ataque de risa, mientras miraban a Haher. Llevaba el pelo de colorrosado.

¡Y sólo estornudó! les contó Kalin, con una carcajada.

Encuanto terminaron todos de reírse (varios minutos después), estabanlistos para comprar las varitas. Aunque Mankar no hubiera disimulado sucara de susto, nadie la habría notado, pues las chicas y Haher teníanuna expresión igual.

Ay,Manky dijo Rowlina. Estuvimos a punto de comprarte una miniatura defénix, pero la que vimos arder en llamas se quemó y no volvió a renacerde las cenizas. No compramos nada porque nos parecieron de mala calidad.

Mankarasintió y dijo que no había problema. En realidad no le importaba.Merlín lo tomó del hombro. Contemplaron el local unos segundos, antesde que finalmente su padre dijera:

Vamos, hijo. Es la hora.

Unoa uno, entraron lentamente. El corazón de Mankar latía más fuerte quenunca. Aferrado al brazo de su padre, entró con la sensación de estar apunto de perderlo todo.

Ysin embargo, Héctor era un lugar bastante alegre y lleno de colorido,un local grandísimo. Había varios círculos de colores en el suelo y enellos estaban varios niños agitando varitas, con sus padres a un lado odetrás, esperando que algo sucediera, y encargados de la tiendarevisando que todo estuviera en orden.

Se acercaron al mostrador, buscando alguien que pudiera atenderlos.

¡Buenastardes, familia Weasley! los saludó alegremente una voz a susespaldas. Veo que vienen a comprar la primera varita de los chicos.

¡Qué bueno verte de nuevo! Merlín saludó al hombre. Sí, Héctor, hace poco recibieron su carta. ¡Mi hijo está emocionadísimo!

Mankarno puso atención a lo que decía su padre. Giró la cabeza en dirección aHéctor y vio a un joven que no revelaba ser mayor que Merlín.

¡Oye,Katy, necesito siete cajas! gritó a la trastienda. No te preocupes,Merlín, sé cómo están las cosas últimamente dijo bajando la voz yguiñándole un ojo. Les haré un descuento por ser ustedes.

Katysalió de la trastienda con un montón de cajas de varitas. Era una jovenmuy bonita y sonrió al ver a los niños Weasley. Le dio una caja a cadauno y los ubicó en un círculo. Mankar quedó en todo el centro del localy Merlín se paró junto a él. A su lado estaba Haher con Gaby y al otroLalita con Kriss. Norita, Kalin y Vicky acompañaban a Alita y los demáshijos de Gaby que quedaron juntos en un rincón libre.

Mankar miró la caja que Katy le había dado. El chico temblaba como nunca. Enseguida llegó Héctor.

Felicitacionesle estrechó la mano a Mankar, nos alegra mucho que puedas asistir aHarrylatino. Y que compres tu varita aquí. ¿Sabes lo que hay que hacer?

 

Mankar negó con la cabeza.

Essencillo. Saca la varita de su estuche explicó Héctor. Agítala comoquieras. Si salen chispas de colores, habremos encontrado la correcta.No te preocupes, no corres peligro de hacer daño involuntario si estásdentro del círculo señaló el área roja con el dedo, a menos que te lohagas a ti mismo, pero para eso estoy yo. Estás rodeado por una barreramágica a prueba de lo que sea. Si no pasa nada, devuélvela a la caja.Ciérrala y vuélvela a abrir. Saldrá una nueva varita.

Estábien dijo Mankar, con una voz cuya tranquilidad le sorprendió. Respiróprofundo y evitó ver la mirada de ansiedad que tenía Merlín. Sacó unavarita y la agitó con toda la fe del mundo. Nada pasó.

Inténtalo con otra, hijo dijo Merlín, aparentando tranquilidad.

Mankarsiguió las instrucciones. Metió la varita en la caja, la cerró y laabrió de nuevo. Efectivamente, había otra varita allí, se notaba por sulargo y la madera de la que estaba hecha. Ésta era algo flexible.

Másconcentrado aún, agitó la varita con más fuerza. No ocurrióabsolutamente nada. Mankar sabía que era muy improbable incluso para unmago encontrar la varita apropiada desde la primera vez, pero aún asíse sentía muy asustado.

Eradifícil concentrarse con tantas risas de niños por todos lados. Miró dereojo a Haher y se tranquilizó un poco al ver que aún no había hechoservir su varita. Recordó que Harry Potter también tardó bastante enhallarla.

Sacóuna nueva varita y lo intentó de nuevo, una y otra vez. Nada. Ningunavarita de las que sacaba parecía especial o diferente.

Diezminutos... veinte... media hora.... nada. Lalita ya había logrado sacarchispas de colores de una varita y tía Kriss estaba eufórica. Mankarescuchó a Merlín felicitándola, y su voz demostraba cierta envidia... odecepción. Igualmente, Roonilz y Alita ya había encontrado su varita.

Durantetodo ese tiempo Mankar estuvo escuchado aplausos y celebraciones detodas las familias que entraban buscando varitas para sus hijos.Comenzaba a desesperarse.

Abrió la caja y sacó una varita corta y totalmente rígida. «El núcleo tendrá algo que ver. Necesito un núcleo poderoso.»

¿Cuál es el núcleo de esta varita? preguntó a Héctor.

Permítemela,por favor le pidió el dueño de la tienda. Mankar se la entregó yHéctor la examinó. Escama de dragón español. Dieciséis centímetros,madera de ébano. Rígida y útil para encantamientos.

¿No sería mejor que usted mismo la buscara por mí?

Bueno,estas cajas son especiales: seleccionan una varita que no haya sidocomprada de acuerdo a lo que vean en las personas. Yo las inventé. Note preocupes, es normal tardarse un poco.

¡Oh, Dios mío....! gritó una voz. ¡Bien hecho, hijo!

Yel temor de Mankar se confirmó. Haher acababa de hacer salir chispas desu varita y quien gritaba era Gaby. El cabello del chico era ahora delrojo digno de un Weasley. Mankar abrió la caja de un golpe y sacó otravarita. Se le ocurrió una idea.

¿Puedo intentar algún hechizo?

Sí, claro. No corres peligro alguno le respondió Héctor.

Mankar empezó a hacer memoria de todos los hechizos que se sabía.

¡Lumos!susurró. Esperó que se iluminara la varita... pero no tuvo éxito.Escuchó más exclamaciones. Luna y Rowlina acababan de hacer servir lavarita.

 

Todos se reunieron en torno a Mankar, dándole ánimos. Seguro que era él de quien más esperaban sorpresas.

¡Lumos! repitió con aún más fe. Examinó la varita durante un segundo buscando algún rastro de luz, pero continuó apagada.

¡Haher! ¡Tu mano...! exclamó Luna.

Mankardesvió su mirada a Haher. Él tenía la varita bajo la manga del suéter.La punta tocaba su muñeca, y estaba brillando, casi como si fuera aquemarse. Cuando el chico vio que lo miraban, la sacó de inmediato, yescondió su mano. Para Mankar fue fatal. Ahora tenía que aguantarse queHaher también realizara el hechizo que él estaba intentando. Escuchó aGaby diciéndole algo a Haher con enfado.

Tomó una varita tras otra y las agitaba diciendo «¡Orchideous!», «¡Pericullum!», «¡Accio!», «¡Avis!»... pero ninguno funcionaba. Pensó que era demasiado tarde para pensar en ponerse la gorra y escapar.

Quiero que usted me ayude, por favor le pidió a Héctor. Llevaban más de una hora y media buscando una varita.

El hombre dudó un momento.

Hayun... mecanismo especial... para casos especiales le respondióHéctor. Pero me temo que tendrás que acompañarme a la trastienda.Merlín, ¿quieres venir? Sólo un acompañante, por favor.

Eh... está bien respondió Merlín, dudoso, con un tono que hizo sentir a Mankar culpable. Vamos.

Saliódel círculo rojo y siguió a su padre y a Héctor hacia la trastienda. Enese momento no quedaba ninguna de las personas que estaban cuandohabían entrado al local, pues ya todas habían hecho su compra y sehabían marchado. En su lugar había otras familias. Mankar se percató deque también había uno que otro hombre o mujer probando varitas. Supusoque habían partido la suya y buscaban reemplazarla.

Latrastienda era un lugar bastante oscuro, casi como Muggler. Es más:también había un armario extraño, pero del tamaño de una habitación.Las paredes estaban cubiertas de montañas de cajas de varitas hasta eltecho, el cual era ridículamente alto.

Páratesobre el círculo, por favor le pidió Héctor a Mankar y le señaló uncírculo negro que había en el suelo, a unos metros del armario. Mankarlo hizo. Muy bien, ¿estás preparado para todo? Mankar asintió. Aquítampoco corres peligro, pero tal vez te asustes un poco.

Mankarmiró a su padre con expresión de pregunta, pero él sólo tenía ojos parael armario, y, al parecer, cualquier cosa que no tuviera cabello rojoen punta y once años.

Estoy listo.

Héctor se paró a un lado del círculo, y, apuntando su varita al armario, exclamó:

¡Alohomora!

Lapuerta se abrió. Mankar contempló, a punto de desmayarse, lo quecontenía. Había allí una serpiente. Una serpiente enorme. Un basilisco.

Elniño habría huido si no hubiera sido porque no podía mover las piernas.El basilisco, con su piel verde brillante, se desenroscaba en elarmario, mientras sacaba la cabeza, con una pluma escarlata en lapunta, y miró a Mankar a los ojos. Abrió la boca mostrando suscolmillos enormes y puntiagudos.

¡Oh, por Dios! gritó Héctor. ¡Conjunctivus!

Yel maleficio de conjuntivitis funcionó en el preciso momento en que elbasilisco se disponía a mirar a Merlín. Y, a pesar de que Mankar sabíaque la serpiente no le había hecho nada, se sentía completamentepetrificado.

 

El basilisco intentó sacar todo su cuerpo del armario, pero en el acto Héctor lanzó un último hechizo:

¡Riddikulus!

Yen el mismo lugar donde estaba el boggart apareció un enorme globo conforma de serpiente enroscada, con una cara graciosa. Héctor cerró elarmario.

¡No puedo creer que tu mayor miedo sea un basilisco! ¡Pudo matarnos a todos!

Yo... yo... lo siento... no era mi intención...

Note preocupes, creo que la próxima vez que enfrente al boggart tambiénserá un basilisco respondió Héctor, con una rara sonrisa.

Mankar intentó sonreír, pero seguía paralizado. ¿Para qué era el boggart?

Bueno,creo que tengo la varita perfecta aquí mismo dijo Héctor. Caminódetrás de una de las montañas de varitas y tardó un poco en salir. Lealcanzó a Mankar un estuche. Madera de caoba. Treinta centímetros.Excelente para maleficios. Rígida y con un núcleo muy especial: plumade basilisco macho. Pruébala.

Mankar no preguntó nada más. Sacó la varita y la agitó. Aún no pasó nada. Empezó a desesperarse como nunca. Y entonces lo vio.

Lagema del brazalete brillaba, un dorado brillo esperanzador que le dioánimos. Debía llevar todo el día así y tal vez él no se había dadocuenta. No lo vio claramente, pero el símbolo de la llama bailando ledio una idea. Con todas sus fuerzas, gritó:

¡INCENDIO!

Yde la varita salió un grueso chorro de fuego, llamas enormes queatravesaron la barrera del círculo mágico y fueron a parar a una granpila de varitas, que se derrumbó al instante. La gema brillaba, tanto omás que las llamas, aunque no se distinguía. El chico se sintió másfuerte que nunca. Se produjo una poderosa ráfaga de viento y delbolsillo de la chaqueta de Mankar se salieron los dibujos de hechizos,que volaron directo a las llamas.

Pocoa poco, cesó el fuego. A continuación, de la punta de la varitasalieron grandes chispas rojas y doradas, por mucho más tiempo de loque habían durado en la varita de Haher. Mankar bajó el brazo,incrédulo. Miró a su padre con cara de disculpa.

¡Sí! ¡Por fin! exclamó Héctor. Has sido el cliente más difícil que hemos tenido, chico.

Pero Mankar era abrazado por Merlín con tanta fuerza que no entendía lo que decía Héctor.

Salieronde la trastienda con la sonrisa más grande que tenían. Héctor sedirigió a la caja registradora y Mankar lo acompañaba. Los demás noestaban en la tienda, pero por el vidrio de la puerta vio un par decabezas rojas comiendo helado.

Losotros Weasley ya pagaron las varitas anunció Héctor, mientras revisabauna libreta que le mostró Katy. La de Mankar no la cobraré.

Muchas gracias dijo Merlín, que apenas podía hablar.

¿Por qué el boggart? preguntó el chico.

Porquesuperar nuestros miedos nos hace más fuertes explicó Héctor. Paraconocer tu mayor miedo necesitaba el boggart. Es la varita perfectapara ti. ¿Viste? Ni la mirada de un basilisco te afectó, por la barreradel círculo protector, pero con un simple hechizo la atravesaste. Esosólo lo podía hacer un mago poderoso.

Pero, ¿y si mi mayor miedo fuera otra cosa? Podría temerle a la oscuridad o a la muerte. ¿Qué núcleo habría funcionado?

Puesbuscaríamos uno que combatiera tu miedo. Si le temieras a la muerte,buscaríamos una varita con núcleo de pluma de fénix. Los fénix renacende las cenizas. En cuanto a la oscuridad, podría ser un núcleo decriatura oscura, como un dementor, o que combatiera la oscuridad, queproyectara luz. Sin duda alguna, tu varita con pluma de basilisco tehará un mago muy poderoso. Esta es la única que tenemos con ese núcleo,por eso no la habías encontrado fácilmente.

 

¿Qué otros núcleos usan?

Bueno,de toda clase: plumas de hipogrifo, pelos de acromántula, pelos deveela... Y también los tradicionales: plumas de fénix, nervios dedragón y pelos de unicornio.

Mankarle agradeció mucho a Héctor. Merlín había quedado sin palabras. Sedespidieron y retiraron mientras Mankar hacía un recuento mental de loque había pasado exactamente. El basilisco, la varita, la gema...

Ahoralo comprendía perfectamente. La inscripción de la gema tenía unsignificado: Mankar tenía una habilidad con el fuego. Así entonces, elárbol del parque lo había quemado él. Cualquier cercanía con el fuegola pudo provocar Mankar. Sonrió con preocupación al darse cuenta de quela miniatura del fénix que vieron en la vitrina la había quemado élmismo. Pero este era un secreto no quería compartir con nadie.

Cruzaronla puerta del local y vieron a los demás Weasley sentados y hablando.Mankar sintió que se había quitado un enorme peso de encima. Habíasuperado el primer obstáculo: la compra de la varita. Ya no tendría quepreocuparse por nada. Había hecho magia. Magia poderosísima. Si habíadejado de ser un squib por completo, podría entrar a Harrylatino sinpensar en cualquier otra prueba de su poder que tuviera que hacer.

Encuanto sus familiares los vieron salir, se pusieron contentísimos.Mankar levantó en alto su varita y los miró a la cara. Haher tenía unasonrisa de satisfacción y el pelo rojo. Gaby estaba loca de la dicha.Norita y Kriss estaban también muy felices. Todos tuvieron un saludo,una felicitación, un apretón de manos, un abrazo o un beso en lamejilla para Mankar Weasley, el nuevo aprendiz de mago.

Regresara su casa fue como despertar de un sueño, con la diferencia de que lanueva realidad era mucho más alegre. Todo comenzaría de nuevo y en unpar de semanas Mankar se marcharía para Harrylatino.

Esanoche, bajó con su padre del autobús noctámbulo con el recuerdo delmejor día de su vida. Habían estado en el Wizentro unas horas más,mirando todas las cosas fabulosas que había tras las vitrinas.

Haheraún conservo todo el día el pelo de color rojo, aunque un poco másoscuro, tal vez idéntico al de Mankar. Las niñas estuvieron todo el díaadmirando sus varitas e intercambiándolas, pero Mankar sólo tenía ojospara la suya. Y Haher también.

Después de una cena muy agradable con su padre y llena de risas, en la que para nada se tocó el tema del artículo en El Giratiempo,Mankar regresó a su habitación. Allí estaban abandonados algunosdibujos que había hecho esa semana. Pensó que era buena idea quemarlostambién. Ahora no era un simple chico que se conformaba con imaginarhaciendo magia. Ahora era un chico con una varita mágica de verdad.

Larelación entre Mankar y Merlín se hizo más fuerte. Durante los pocosdías que faltaban para entrar al colegio no se separaron casi en ningúnmomento. Era una suerte que también su padre estuviera en vacaciones.

Sedivertían jugando fútbol en el patio, montando bicicleta, jugando conlas consolas de videojuegos muggle que tanto le gustaban a Mankar...Nunca se imaginó a su padre haciendo todas esas cosas indignas para unmago, pero al parecer Merlín no deseaba hacer nada más que aprovecharel tiempo que le quedaba con su hijo.

 

Inclusovieron algunas de las películas de Harry Potter que hacían los muggles,totalmente diferentes a la realidad y que a Merlín jamás le habíanatraído para nada, pero las tomaron de buena manera, como si fuera unacomedia, a pesar de lo dramáticas que podían ser.

Laúnica que no vieron fue la segunda, a pesar de que Merlín era quien másinterés tenía de verla, pero a Mankar le aterrorizaba el basilisco,incluso ese monstruo de mentiras que ni en sueños asemejaría el horrorque causaba uno real.

Ados días de entrar a HL, Merlín tuvo que salir porque lo llamaronurgente del trabajo, y le dio permiso a Mankar de invitar a alguno desus amigos. El chico llamó por teléfono a Gonzalo, y este aceptó sinpensarlo dos veces.

Esatarde, Gonza y Mankar hablaron sobre lo que había pasado en el parque,mientras buscaban el canal en el que presentarían una película.

Mimadre me castigó la semana entera. Hoy es la primera vez que me dejasalir. Todo por culpa de Macnair. Dice que aproveche mis últimos díaslibres antes de entrar al colegio.

Mankar no estaba dispuesto a decirle que él era el responsable del fuego, así que simuló que era Macnair.

Bueno, hay que admitir que nos vimos bastante sospechosos.

Aún así no hay pruebas de nada. Ella ni siquiera estaba en el parque. No entiendo por qué piensa que fuimos nosotros.

Pero ¿cómo se enteró de lo que pasó?

Lo vio en... en algún lado... y, pues, yo le expliqué que Macnair había preparado que se incendiara el parque.

Amí me pasó algo parecido. Mi padre estaba realmente enojado conmigocuando vio la foto... de repente Mankar se calló. Acababa de notaralgo. ¡Oye, Gonza! ¡pero si tú eres mago!

Gonza palideció en lo que se tarda en decirlo. En cambio, Mankar se sintió extrañamente feliz.

¿De... de qué estás hablando?

¡Pues qué tonto eres! ¿En dónde más iba a ver tu mamá lo que pasó en el parque, si no El Giratiempo?

El amigo de Mankar tenía los ojos desorbitados.

Entonces... ¡tú también eres mago! Si no, ¿cómo sabes...?

¡Claro que sí! Y Macnair también lo es. Pero, tienes apellidos muggles... ¿cómo?

Enrealidad mi apellido no es Delgado. Soy Gonzalo Umbridge... Nos locambiamos para no generar sospechas... Hizo una pausa y agregó. No lopuedo creer... Bueno, Weasley eres. Imposible que no fueras mago. Mimadre siempre dijo... ¿Vas a ir a HL?

¡Sí! dijo Mankar eufórico. ¡Recibí la carta ese mismo día!

Bueno, yo unos días antes. Pero mi mamá casi me lo prohíbe cuando leyó lo del... ¿Qué es eso?

Mankarjugueteaba con su varita y Gonza la miraba muy asombrado. La películahabía comenzado, pero había quedado totalmente olvidada.

¿Tú no tienes una? preguntó Mankar. Está muy cercano el inicio de clases, ya deberías...

Bueno,sí. Tengo una varita. La sacó de un bolsillo. Lo que pasa es que measombra cómo juegas con la tuya. Yo la he agitado sin querer y por poconos quedamos sin escaleras en mi casa.

Uy,sí. No lo había pensado. Mankar dejó de jugar y se guardó la varita enun bolsillo. Llevaba toda la semana jugueteando así con ella, sinnotarlo, poniendo en peligro su hogar. Entonces, ¿cómo supo tu madreque éramos nosotros los de la foto?

 

Dijoque reconocería a su hijo por muy lejos que estuviera. Gonza seencogió de hombros. Además era obvio. Yo le había dicho ese día quéíbamos a hacer.

Entoncessomos tú y yo los únicos que sabemos que Macnair fue el causante delfuego comentó Mankar convincente. Gonza asintió. ¡Pobres Ricardo yJesús! Jamás adivinarían que fue un truco de magia.

¿A ti se te ocurre cómo lo hizo? preguntó Gonza pensativo. Es decir, el ministerio no lo detectó...

YMankar comprendió algo más: cualquier cosa que provocara su gema no eramagia normal. El ministerio debió darse cuenta... Claro, ellos nohabrían querido declarar a El Giratiempo, pues demostrarían que no eran del todo eficaces. Negó con la cabeza.

Deverdad, Mankar, no creí que fueras mago, nunca pareciste diferente. Tupadre tal vez es un poco loco. Pero tú no dabas muestras de ser más queun muggle, a pesar del apellido.

«Yo pensaba lo mismo.»

Bueno,eso te demuestra que somos muchos los magos en el mundo respondióMankar, sintiéndose culpable. Tal vez jamás confesaría que lo creyeronsquib; sería discriminado por todos. Era cierto que muchos magosdescubrieron sus poderes bastante tarde.

«Pero sólo uno con ayuda de un brazalete pensó Mankar. Sin él, seguro me habría quedado como squib para siempre.»

Cuéntame dijo de pronto Gonza. ¿Cómo descubriste que eras mago?

Mankarno estaba preparado para esa pregunta. ¿Qué podía decir? «Pues me dioun ataque y apareció un brazalete de la nada». «Sólo incendié el árboldel parque y ya». «Lo descubrí cuando estábamos comprando mi varita, ycasi no lo consigo». «En realidad, todo es gracias a esta gema, que meayuda a realizar encantamientos».

Mankar... ¡Mankar! ¡te estoy hablando! Gonza chasqueó los dedos frente a la cara del chico.

Eh... yo... encogí un armario y todo su contenido. Mi padre se enfureció.

Hijo, enciende la luz, por favor le pidió Merlín la noche antes de entrar a Harrylatino.

Estabanviendo un programa de televisión. Mankar ya le había contado a su padreque Gonza también estaría en HL. Se disponía a ponerse de pie, cuandoMerlín dijo:

No,espera. Más vale que no prendas ni una vela en esta casa. ¡Podríasquemarla por completo! dijo Merlín, mientras se levantaba riendo.

Pues mejor no cocino nunca en mi vida. Prender la estufa será un verdadero peligro respondió Mankar sonriendo.

Deeso no te salvas, ¿eh? Aún tienes manos que puedes... Merlín se quedópensando y abrió mucho los ojos. ¡Oye! ¡Ya sé! Te enseñaré a usar lavarita.

No puedo hacer magia fuera del colegio...

No importa, estoy contigo.

¿Y si el Ministerio lo detecta?

Lodetectará, pero no sabrá que eres tú porque yo también vivo aquí.Recuerda que solo saben cuándo se hace magia, pero no quién la hace.

Mankarno estaba seguro de si debía hacerlo, pero su padre no admitiría unarespuesta negativa. Merlín sacó su varita. Mankar no tuvo más remedioque imitarlo y ponerse de pie.

Debes conocer muchos hechizos. Cuando compramos la varita intentaste usar Lumos,¿no? Mankar asintió. Mira, no es sólo agitar la varita y decir elconjuro. No puedes mover una pierna con solo decirlo. ¿Sabes a lo queme refiero? Siente la varita como parte de ti. ¡Lumos!

 

Y la varita se encendió. Iluminó bastante, pues Merlín nunca encendió la luz de la sala.

¿Ves? Con un poco de práctica será mucho más fácil. Inténtalo.

Mankar levantó su varita, de la que no se había despegado desde que la compraron, e intentó hacer lo que su padre le dijo.

¡Lumos!

Debióhaberse acostumbrado el día que la compraron a que no era tan fácilhacer hechizos, porque se preocupó al ver que la varita continuabaigual.

¡Lumos! exclamó con más fuerza... nada. ¡Lumos!

Un horrible presentimiento cruzó por su mente: sólo podía hacer fuego. No... imposible...

¡Lumos! ¡Lumos! ¡LUMOS!

Hijo,tranquilo dijo suavemente Merlín, recuerda lo que te acabo deenseñar... es sólo... falta de práctica. En el colegio te van a enseñarbien. Intenta una vez más, pero cálmate, por favor.

Mankarintentó calmarse. ¡¿Pero cómo?! ¡Si cualquier otra varita pudofuncionar si intentaba el hechizo de fuego! ¡Ni por accidente habíahecho nada más! ¡Toda la semana jugueteando con su varita y ni un soloefecto!

¡LUMOS! ¡LUMOS! gritó, ahora desesperado. No... no podía ser un squib. ¡LUMOS!

¡No, Mankar, no! ¡Así no se puede! Mira, no sigas...

¡ACCIO TELÉFONO! gritó con la varita apuntando a la cocina. ¡AGUAMENTI! nada pasó.... ¡ALOHOMORA! la puerta del baño no se abrió. ¡SONORUS! se apuntó a su garganta, y no gritó más fuerte. Nada servía.

¡¿TE HAS VUELTO LOCO?!

Merlín estaba realmente asustado, y le apuntaba a su hijo pensando en cuál hechizo usar.

¡DESMAIUS! y su padre no pareció tambalearse. ¡EXPECTO PATRONUM! gritó ridículamente. La única forma de comprobar su miedo era apuntar algo... la cortina... y gritar: ¡¡INCENDIO!!

Yla gema brilló. Y de la varita salieron llamas enormes. Y la cortina seprendió en fuego y se consumió en el acto. Y la pared también se estabaquemando. Y el tiempo se detuvo. Y todo cambio de color, como losnegativos de una fotografía muggle. Y a su derecha se vio reflejado enun enorme espejo que salió de la nada, y su silueta empezó a arder enllamas. Y a Mankar le dio sueño. Y no recordó qué ocurrió después.

«Pasó de nuevo...»

Mankar abrió los ojos lentamente con esa frase en su cabeza.

«Fui atacado otra vez... pensó mientras intentaba reconocer el lugar en el que se encontraba. ¿Dónde estoy?»

Estabaahora muy confundido, no podía pensar claramente... Tardó un par deminutos en notar que estaba acostado en el sofá de la sala de estar. Sesentía exageradamente débil, mucho más que la última vez. Hacer magialo había cansado física y mentalmente. Mankar sintió que respiraba deforma extraña.

Intentórecordar lo sucedido con más detalle, aunque le dolía un poco lacabeza. Era extraño: justo al recobrar la conciencia pudo pensarclaramente que había sido atacado... pero ahora se le dificultaba.

Pa... pa-p-pá... ¡P-pa-pá!

Unospasos apresurados se escucharon desde la cocina, cada vez más fuertes,y luego entró Merlín. Se notaba que había estado llorando y que nohabía dormido.

 

¿Estás bien? preguntó suavemente.

Nosé... respondió Mankar. En ese momento a su cabeza llegó una imagen:su brazo extendido, con la varita en la mano, lanzando fuego. ¿Quépasó?

Has...perdido el control. Perdóname, por favor... pero no me diste otraopción más que... aturdirte... su voz se quebró. Lo siento muchísimo,hijo, fue por tu propio bien.

Mankarrecordó lo que pasó. Entendió a su padre, era lo mejor que había podidohacer. Si Merlín no hubiera intervenido, la casa estaría vueltacenizas, y todo ese esfuerzo habría incluso acabado con Mankar.

Elchico asintió, mientras intentaba ver la cortina que quemó. No estabaallí. La luz del sol entraba libremente por ese lado de la ventana, queahora parecía desnudo. La pared estaba intacta, Merlín habría detenidoel fuego a tiempo. Mankar se sentía profundamente culpable... y tonto.

¿Todo está bien? preguntó el chico.

Tranquilo,todo bajo control. ¿Quieres tomar algo? Será mejor que comas algo antesdel viaje. Aunque si no te sientes preparado...

Mankarhabría dado lo que fuera por contarle la verdad a su padre. No queríair a Harrylatino. No podía ir. Pero eso sería fatal para Merlín, teníaen su rostro una expresión de sufrimiento que a Mankar le atravesaba elcorazón.

Iré,no te preocupes. Me siento en condiciones de caminar. Supongo que alllegar al castillo ya estaré completamente recuperado.

¿En...en serio? preguntó Merlín, con un tono que podía sonar incrédulo.Mankar asintió. Eres un valiente. Ya sabes en qué casa estarás.Merlín intentó sonreír. Prepararé tu desayuno, tendremos queapurarnos.

Se dirigió a la cocina, pero antes de salir se dio la vuelta y dijo:

Porcierto, no llegó ninguna lechuza del ministerio como advertencia por loque hiciste. No entiendo, pero debieron detectar que se realizaron doshechizos diferentes al mismo tiempo, en el mismo lugar y por dospersonas. En fin, no te preocupes que yo lo solucionaré en cuantollegue algo. Deberías arreglarte pronto. Son más de las nueve de lamañana.

Merlínsalió. Mankar vio el reloj de la pared y, efectivamente, eran casi lasnueve y media. Tenía sueño, pero se les hacía tarde y no podía perderel tiempo. Se quedó contemplando el televisor, que estaba apagado. Algoen él lo atraía, pero no sabía qué era.

Alas diez en punto, Merlín estaba alzando su varita a la calle y elautobús noctámbulo se detenía ante ellos. Mankar estaba tan concentradoen ordenar la avalancha de pensamientos que le caían a su mente, queapenas saludó a Glenin. Con las prisas por no llegar tarde, no habíapodido recordar bien lo ocurrido. Además, aún le dolía un poco lacabeza.

Mankarse sentó junto a una ventana. Había muchos más pasajeros que las otrasveces que había subido al autobús, pero ni siquiera el bullicio lodistraía. Las casas se convirtieron rápidamente en franjas de colores.Recordaba por fragmentos lo que había ocurrido la noche anterior. Nosabía si sentir preocupación, miedo o tristeza.

La gema sólo creaba fuego. Él no podía hacer ninguna magia más.

«¡Quéútil! Me ganaré la vida prendiendo velas y fogatas pensó conamargura. Harrylatino será como un castigo. Lo único que podré hacerserá encender el fuego del caldero. Bueno, al menos siempre contaré conel apoyo de Gonza.»

Mankarvio claramente en su cabeza una imagen de un árbol en llamas... de unbasilisco que salía de un gigantesco armario... de una pelota roja queél intentaba agarrar...

 

Mientras Merlín acomodaba el baúl de Mankar, el chico simuló que estaba dormido.

Intentóbuscar cualquier similitud entre lo que ocurrió la noche anterior y loque había pasado antes de la aparición del brazalete.

«Sífue un ataque pensó. Alguien me aturdió en casa de Alita. Por algúnmotivo, mi conexión con la gema me hizo sentir extraño y ver tododiferente. Esa vez dije algo... ¿anoche también? Tal vez sólo algo quevi en sueños... Pero si mi padre me aturdió, ¿quién lo hizo la anteriorvez?»

Delos familiares de Mankar que se encontraban en casa de Alita, no podíasospechar. Ni siquiera si Haher hubiera estado ahí (él tenía motivos,pero no varita). No sé le ocurría que alguien más tuviera una razónpara hacerle daño.

«Macnair.»

Erala única posibilidad. Pero había que descartarla, pues era imposibleque Macnair supiera que Mankar estaba en ese lugar, incluso si tuvieravarita.

El autobús giró y la luz del sol le caía en la cara. Se sintió a gusto bajo el calor. Al menos ya sabía qué había pasado.

«No.Un momento. ¿No sale un rayo de la varita con el encantamientoaturdidor? Alita y Lalita no dijeron nada acerca de un hechizo. ¿Y porqué alguien habría querido aturdirme? Anoche fue porque enloquecí, peroese día...»

Yse le ocurrió algo más: ¿por qué había perdido el control de esa forma?Merlín habría pensado que Mankar había dejado de ser squib porcompleto, mejor dicho, que nunca lo había sido. Sólo lo había vistocreando fuego, pero nunca pensaría que era lo único que Mankar podíahacer.

Tuvo en cuenta algo que hasta el momento había olvidado. En su cabeza escuchó la voz de Merlín.

«Noentiendo, pero debieron detectar que se realizaron dos hechizosdiferentes al mismo tiempo, en el mismo lugar y por dos personas.»

Lamagia de la gema no era magia normal. Cualquier persona o criatura querealizaba un encantamiento era detectada por el ministerio. Pero elárbol y la cortina se quemaron al parecer sin que ellos lo supieran.

Laforma en que Mankar obtuvo el brazalete se hacía cada vez másmisteriosa. Pero más preocupante aún era la misma gema. Mankar tenía ensu muñeca un objeto peligroso. Recordó la miniatura del fénix que sedañó por su culpa, y, pensándolo bien, el día que recibió la carta, supadre se quemó un dedo cuando prendió la estufa. Involuntariamente,había incendiado un parque y, a propósito, pudo quemar su casa.

Todaslas veces que Mankar había producido fuego, había sentido una granemoción. No habría pasado nada si jugueteaba con su varita, siempre ycuando no estuviera asustado, enfadado, desesperado... o exageradamentealegre. Gonza, en cambio, sí era un mago, y debía ser precavido siemprecon su varita, razón por la cual se asombró de la descuidada forma queMankar trataba la suya.

Seasustó cuando recordó una última cosa: antes de desmayarse, la nocheanterior, vio algo más. Los colores de todo lo que veía se habíaninvertido, pero a su derecha había un espejo, que mostraba su reflejodel cual, aunque muy borroso, pudo distinguir su silueta, que empezó aarder en llamas. Lo más extraño era que se veía normal, es decir, elcolor de lo que vio en el espejo no cambió, a diferencia del resto. Sinembargo, asociaba lo que vio con un destello verde, de una luz muyintensa.

 

Esoera realmente inquietante. En la sala de estar no había ningún espejo.Ahí debía estar el televisor. ¿De dónde salió entonces, si el tiempo sehabía congelado? ¿Y por qué su reflejo estaba envuelto en el fuego, sila cortina estaba separada de él? ¿Era acaso un recuerdo o unaalucinación?

Mankarse iba quedando dormido. Por su cabeza solo pasaban imágenes sinsentido... Macnair estaba riendo. Se burlaba de Mankar. A su lado Haherhacía lo mismo. En un instante se convirtieron en un par de basiliscos.Haher tenía una pluma rosada. Mankar les apuntaba con su varita ygritaba. Se miraban a los ojos sin que tuviera el menor efecto. Las dosserpientes gigantescas se acercaban. Mankar le rogaba a la gema quebrillara, para poder vencer a los monstruos. Cuando casi sentía elaliento de Macnair, todo se volvió rojo y naranja. Macnair y Haher seesfumaron.

Mankarabrió los ojos. Estaba sudando. Los rayos del sol lo manteníancaliente. Miró el brazalete asustado, pero la gema no parecía ser másque una moneda roja y sucia. Suspiró con alivio y se volvió a su padre.También estaba dormido. Revisó la hora en la muñeca de Merlín. Faltabanveinte minutos para las once.

En ese preciso momento, Glenin se acercó a ellos y, despertando a Merlín, anunció:

La próxima parada es el aeropuerto El Fénix Dorado, a menos que alguien más suba camino allá.

Muchasgracias le dijo Merlín, luego se dirigió a Mankar, mientras Glenin seretiraba. ¿Estás preparado? El chico asintió. Escucha, lamento mucholo que pasó anoche... Tengo la culpa de todo... no debí... no soy lapersona apropiada para enseñar algo...

La culpa es mía. Lo siento dijo suavemente Mankar, bajando la mirada. Debí seguir tus instrucciones.

Merlín rodeó con el brazo a su hijo, mientras le decía:

Serás el alumno número uno de tu clase. ¡Nunca he visto hechizos como el que tú hiciste! Practica más con otros, no sólo Incendio le guiñó el ojo. Espero que te toque un buen profesor de Encantamientos.

El autobús frenó de nuevo. Mankar agradeció no seguir dormido, porque no le habría gustado despertar tan bruscamente.

¿Podríamos buscar a Gonza? Debe estar por ahí.

Primeronos aseguraremos de no perder el vuelo. Tal vez Gonza ya haya subido alavión. Igual, nos reuniremos con tu abuela y tus tíos.

Mientrasbajaban del autobús, Mankar tenía en su cabeza la imagen de un aviónenorme, y debía serlo, pues allí viajarían cientos de niños de todo elpaís, para reunirse al sur del continente, junto con alumnos de todaLatinoamérica y muchos otros lugares del mundo.

Mankarestaba casi tan asustado como cuando entró a Héctor, y temió que lagema se manifestara. Sólo era cuestión de tiempo para enfrentarse alsegundo obstáculo. Antes de ser seleccionado para alguna casa, debíahacer ese largo viaje.

¿Viaje?¿En dónde estaban? Ese no era el aeropuerto. Estaban a las afueras dela ciudad, a la entrada de una especie de bosque, frente a un enormeedificio que parecía abandonado, a pesar de que había algunas personasentrando y saliendo. Luego, Mankar se dio cuenta de algo obvio: losmagos que necesitaran viajar en avión no irían a un aeropuerto muggle.

Merlínpuso su mano en el hombro de Mankar, agarró con la otra la manija delbaúl y se dirigieron al edificio. Conforme se iban acercando, de lanada unas letras doradas sobre la entrada se iban haciendo visibles,como si dejaran de ser borrosas para sus ojos. Formaban las palabras«El Fénix Dorado».

 

¿Porqué hay un aeropuerto para magos? preguntó Mankar. ¿No se supone quelos magos podemos transportarnos en escoba... apareciéndonos...?

Sí,pero ten en cuenta que una aparición entre lugares muy lejanos podríaser peligrosa. Incluso está prohibida explicó Merlín. Además losmenores de edad no pueden hacerlo. Igualmente, algunos magos podrían nosaber aparecerse o no disponer de su varita. Y... ¿te imaginas viajarde un continente a otro montado en una escoba?

Cruzaronlas puertas dobles de bronce. Se hallaban en un lugar mucho más grandede lo que por fuera parecía el edificio. Tenía el aspecto de un centrocomercial, y Mankar se sintió en otra versión del Wizentro, aunque, porlo visto, no eran más que tres pisos. Era un lugar muy blanco, con unpiso brillante. Había algunos locales y escaleras mecánicas en elprimer piso, y cientos de personas de un lado para el otro. Una ventanaenorme que abarcaba todos los pisos del edificio mostraba a lo lejosvarios aviones en una pista.

Merlínle mostró su identificación del Ministerio de Magia a un guardia deseguridad y enseguida se dirigieron a una escalera mecánica que losllevó al tercer piso.

Avisospor todos los lados indicaban a qué hora serían los vuelos a toda clasede lugares. A Mankar el corazón le dio un salto cuando vio, junto a unletrero animado que decía «Reserva de dragones, Rumania, 11:30», otroque decía «Harrylatino, 11:00». Vio el reloj y faltaban unos diezminutos para la hora.

Oye, pa... dijo Mankar señalando el letrero. ¿por qué no dice el país del colegio?

¿Eh? Merlín lo leyó rápidamente. Debe ser porque no se sabe en qué país está ubicado, excepto que es al sur del continente.

Alllegar al final de la escalera, Mankar se sintió aún más como siestuviera en un centro comercial, pues se hallaban en un pasillo conenormes puertas dobles a ambos lados de las paredes, que lucía como lasentradas de salas de cine, con magos entrando por cada una de ellas. Ala derecha de Mankar, las puertas más cercanas tenían un número uno,junto a la bandera de México.

Atravesaronel pasillo hasta detenerse en la entrada número seis, que tenía elescudo de Harrylatino en la puerta: una especie de cuadrado con gafas yun rayo en la parte superior.

Magos adultos entraban cargando baúles con niños y jóvenes de todas las edades, los cuales no ocultaban su gran emoción.

Merlíncruzó la puerta tomando del brazo a su hijo y la impresión de Mankarfue que de verdad entraron a una sala de cine. Había una gran cantidadde sillas agrupadas en lo que debía ser una sala de espera.

Laspelirrojas cabezas de todos los Weasley, en la primera fila,sobresalían en la multitud. Mankar intentó localizar a Gonza mientrasseguía a su padre, pero era imposible.

Haher,con el pelo azul, saludó a Mankar muy animadamente. Todos losfamiliares de Mankar los saludaron a él y a su padre con emoción.Debían de llevar un largo rato esperándolos. El chico intentó alejarseun poco del grupo, pues no tenía ganas de hablar mucho. Al instante,una voz femenina se escuchó por toda la sala.

Pasajeros del vuelo seis, a Harrylatino, que no han subido al avión, favor ingresar en él. El avión está a punto de despegar.

 

Mankarmiró un reloj enorme en una pared, que daba las once en punto, mientrasque la multitud entera pasaba a través de unas puertas en el lugardonde estaría la pantalla si fuera una sala de cine.

Supusoque era mejor buscar después a Gonza, y se dirigió junto con toda sufamilia a las puertas. Merlín sacó la carta de Harrylatino de unbolsillo y se la mostró a una mujer en cuanto ella se lo pidió. Lomismo hicieron Gaby, Kalin y Kriss.

Atravesabanuna especie de puente muy amplio que se dirigía a la entrada del avión.Mankar lo divisó. Jamás habría podido imaginar algo tan grande,blanquísimo excepto por cuatro líneas de colores que lo cruzaban, decolor rojo, verde, azul y amarillo.

Merlín parecía muy triste por la despedida, y rodeó a su hijo con el brazo muy fuerte, en cuanto llegaron junto a la puerta.

Krissy Kalin le dijeron adiós sonriendo, y Gaby tenía lágrimas en la caracuando se despidió, tratando de sonreír, diciendo cosas como «Mequedaré sola... Me he vuelto vieja...», con lo que algunos sonreían.

Bueno,hijo, es el momento... dijo Merlín con la voz quebrada y le dio unabrazo aún más fuerte. Te deseo mucha suerte. Pase lo que pase, cuentaconmigo, escríbeme. Te enviaré a Mallow muy seguido.

Mankarasintió y movió la mano en señal de adiós por última vez, mientrasHaher lo esperaba para entrar junto a él. Rowlina, Luna, Roonilz, Alitay Lalita atravesaban la puerta del avión.

Y entonces el squib se dio la vuelta, se unió a Haher con tristeza (y amargura) e ingresó al avión.

Aquelloresultaba mucho más duro de lo que Mankar se imaginó. No sólo por lapreocupación de qué podía esperarle en Harrylatino, sino que tambiénporque nunca se había separado de su padre.

Sí,Merlín estaba dichoso, pero muy en el fondo debía dolerle que su únicohijo se fuera. También era triste pensar que faltaría mucho para elreencuentro con él, Gaby y sus otros tíos...

Mankartrató de no pensar en ello mientras entraba, y tuvo la suficientevoluntad para no darse la vuelta, ni siquiera con la excusa de revisarel baúl. Sin embargo, sus pensamientos casi pasaron a un segundo planodespués de que cruzó la puerta.

Sehallaban frente a la entrada de un angostísimo pasillo con muchasventanas. A la izquierda de los chicos había una escalera de bajada,mientras que, a la derecha, una de subida.

Buenos días los saludó una mujer, en frente de ellos. ¿Ustedes son amigos o familia?

«Para mí, ninguna de las dos», pensó Mankar, mirando a Haher.

¡Las dos cosas! exclamó su tío, y Mankar se sintió un poco culpable.

¿Cuál es el apellido? dijo la mujer mientras revisaba una lista.

Weasley respondió Rowlina.

Mankarmiró hacia atrás y se sorprendió al darse cuenta de que nadie másestaba entrando, pues estaba seguro que venían más niños tras ellos. Lamujer buscó una de las últimas hojas y les preguntó los nombres detodos.

Correcto,pueden venir por acá niños. Les abrió el paso indicándoles queentraran al pasillo, sonriendo. Pueden escoger el compartimiento quegusten.

Mankar iba a preguntar a qué se refería con eso, pero lo entendió de inmediato.

Alentrar al pasillo, se dio cuenta que había compartimientos como los deun tren, específicamente, como los del Expreso de Hogwarts. Esto lodesanimó un poco, porque tenía planeado simular que estaba dormido enel asiento de un avión. Ahora no dudaba que estaría en elcompartimiento con Haher.

 

Tendremosque separarnos dijo Roonilz, con cara de triste. Los siete Weasley nohabrían podido caber en un solo compartimiento.

No se preocupen respondió Haher sonriendo. Entren ustedes a uno, que Mankar y yo buscaremos otro.

Ellasasintieron, y Mankar ya no sabía qué pensar. Haher se portaba muy biencon él. Seguro veía a su sobrino como un gran amigo. Sin embargo,Mankar no iba a olvidar lo que Haher le dijo en el autobús noctámbulo.Las palabras exactas aún las tenía en la mente, y eso no permitía quecambiara el concepto que tenía. «Creo que un squib era malo para lareputación ya mala que tienen los Weasley».

Poraquí, ven rodeó a Mankar con el brazo y lo hizo caminar junto a él,como un par de mejores amigos. ¡Creí que nunca llegaría este día! Alfin nos podemos librar de esa molestia de muggles, ¡ahora sólo debemospreocuparnos por los magos!

Mankar trató de simular como que no había oído y se concentraba en pensar qué compartimiento ocupar.

Seveía por todos lados toda clase de niños y jóvenes, y se notaba ladiferencia de edades entre algunos. Como era la reinauguración deHarrylatino, muchas familias de magos habían optado por esperar paraque sus hijos comenzaran su educación mágica, en lugar de mandarlos aviajar a otro continente. Así hizo Gaby, y por eso sus cuatro hijosmenores empezaban primer curso ese año.

¿Estepodría ser? le propuso Mankar a Haher, señalando el compartimiento quetenían a la derecha, que estaba vacío. El chico aceptó y entraronjuntos.

Haherhabría notado por la actitud de Mankar que este no se sentía muy agusto, tal vez por la nostalgia de separarse de la familia, así quehabía dejado de hacer comentarios.

Pasajeros, por favor prepárense para el despegue anunció una voz femenina que salía de la nada, un rato después.

Mankaracomodó rápidamente el equipaje y se dispuso a mirar por la ventana,intentando buscar entre la multitud del puente algún destello rojo delcabello de Merlín o de Gaby.

Derepente, el avión comenzó a andar. Mankar tenía pánico a las alturas yjamás había volado en avión, por lo que se sentía muy asustado. Esasensación lo hizo ser conciente del valor que tenía la compañía quehacía Haher, así que le sonrió, y este le devolvió el gesto;seguramente su tío tampoco había volado antes porque en el acto su pelose volvió totalmente blanco.

Mankarmiró hacia el pasillo y se dio cuenta que los ocupantes del otrocompartimiento estaban entretenidos mirando por la ventana. Regresó suatención hacia su propia ventana justo para ver atemorizado cómo tododaba una vuelta para casi quedar de cabeza, lo que significaba que elavión se elevaba verticalmente. Pero era imposible, pues él no sentíaningún cambio en la gravedad, como si nada pasara en el interior.

Seescuchaba algunas expresiones de sorpresa de niños de otroscompartimientos e incluso algunos chicos salieron al pasillo caminandode un lado para otro para comprobar si caían.

El avión volvió a una posición horizontal y Mankar se sintió muy aliviado. Miró a Haher y ambos comenzaron a reírse.

En ese momento, alguien se asomó por la puerta y saludó alegremente. Era Gonzalo Umbridge.

 

¡Gonza!¡Hola! exclamó Mankar, sorprendido y extrañamente feliz, teniendo encuenta que había estado toda la mañana de mal humor.

¡Mankar,por fin te encuentro! dijo Gonza con el mismo tono de alegría. Lamujer que me atendió a la entrada entendió que mi apellido eraDavies... Casi no la convenzo. ¡Soy Umbridge! Creo que es por ordenalfabético, pero tienen en cuenta los amigos que viajan juntos...sonrió y miró a Haher.

Intentébuscarte, pero llegamos con retraso... explicó Mankar. Te presento ami tío Haher. Haher añadió dirigiéndose a él, él es mi amigo, Gonzalo.

¿Tío? preguntó Gonza extrañado.

Sí, bueno, es hijo de mi abuela...

Sólo soy mayor por unos dos meses dijo Haher, también con tono alegre. Somos como hermanos, en realidad.

Aquellole pareció a Mankar muy simpático por parte de su tío y sintió que leempezaba a caer bien. Ambos sonrieron y Mankar pensó que erajustificable su repulsión a los muggles. Después de todo, Haher sehabía educado en una casa de magos.

Oigan,¿puedo asomarme por la ventana? dijo Gonza. No pude ver nada deldespegue... Echó un vistazo y, tras soltar un grito, cayó de espaldasal suelo por la impresión. Debían estar realmente alto.

Mankar se pegó aún más al espaldar de su asiento y procuró no mirar hacia la ventana.

Una mujer pasó con un carrito y Gonza compró algunas cosas. Las compartió con Mankar y Haher, quienes no tenían dinero.

Duranteun rato estuvieron hablando de lo que les esperaba en Harrylatino. Porlo visto, Gonza y Haher se habían agradado, y eso le alegró a Mankar,porque los tres podrían llegar a ser buenos amigos. Eso pensó, hastaque tocaron un tema delicado.

Sin duda alguna seré Gryffindor afirmó Haher. Es la casa más destacable de todas y tengo las cualidades precisas.

Toda mi familia también fue Gryffindor dijo Gonza. A mí me encantaría continuar la tradición.

Lomás lógico para Mankar, era pensar que él también debía quedar en esacasa, pero él no se sentía un Gryffindor. Haher apreciaba tanto lapureza de la sangre que le sorprendió que no le interesara Slytherin.Era esta la casa que a Mankar le atraía, por algún extraño motivo. Detodas formas, pensaba que si no quedaba en ella, Ravenclaw estaríabien, pero sentía plena seguridad que sería seleccionado para Slytherin.

Y Mankar... dijo Haher dirigiéndose a él. Tú sin duda serás también un león.

¿Un león, eh? ¿No hay casa representada por ratas? En esa quedarías perfecto, Weasley.

JuanjoMacnair, junto con dos miembros de su pandilla, se hallaba a la puertadel compartimiento. Parecía sentirse orgulloso de lo que decía, como sifuera algo ingenioso.

Mankar,Haher y Gonza voltearon a mirarlo sobresaltados. Gonza frunció elentrecejo y Mankar estaba mudo, casi sentía que podía hacer funcionarde nuevo la gema, y sostuvo firmemente su varita en un bolsillo. Haherno mostraba expresión alguna, exceptuando que aún tenía el cabellototalmente blanco.

Ratas.De eso se llenará Harrylatino dijo Juanjo, casi en un susurro, con unasonrisa maligna, repetida en las caras de sus secuaces. De repugnantesratas.

¿Quéquieres, perdedor? respondió Gonza, conteniendo su ira. No te creerásmejor, ¿o sí? ¿Un simple golpe de suerte y ya eres superior? No teveías tan valiente cuando escapabas del parque.

 

No cometimos ningún delito. Fueron ustedes, llorones. Iban perdiendo e incendiaron el lugar. ¿Muy difícil contener la ira?

Mankarvio de reojo la ventana. El avión comenzaba a descender, de maneratotalmente vertical, aunque no se sentía cambio alguno en elcompartimiento. Se levantó y agarró en su bolsillo la varita aún másfuertemente.

Váyanse de aquí.

¿Irnos? Acabamos de llegar. ¿Quién te crees, squib? ¿Quieres pelea? No nos vencerás tú solo.

Nodijo Haher, con una asombrosa voz tranquila. Se levantó y sacó suvarita, apuntando a Macnair. Su cabello pasó a un color escarlata,idéntico al de Mankar. Pero me tiene a mí.

Yesa sola frase, hizo que Mankar sintiera por Haher el afecto de lo queprecisamente había dicho unos momentos antes: un hermano.

Gonzase levantó y adoptó la misma posición. Mankar sacó su varita, al tiempoque Macnair y sus secuaces. De nuevo se enfrentarían, aunque sindesventaja. Por alguna razón sintió confianza en que los tres podríanganarles. Sintió la gema brillar en su muñeca.

Pasajeros, estamos entrando a la segunda etapa del viaje anunció la voz femenina del avión.

Untemblor fuerte se sintió y la atención se centró en la ventana: elavión se había sumergido por completo en el agua. Las luces seencendieron y por fuera de la ventana no se veía más que un azul oscuroy burbujas.

Macnair rió.

Vaya, se nota que se aman. Lamentamos haberlos interrumpido.

Losdos secuaces de Macnair, hicieron un movimiento con la varita. Un rayorojo salió disparado directo hacia Mankar. Haher se interpuso y recibióel hechizo en un brazo, antes de desplomarse en el suelo.

Mankar estaba a punto de gritar «¡Incendio!»,pero en ese preciso instante, algo muy raro pasó. La gema brillaba.Brillaba como nunca. Y el brazalete empezó a quemarlo. Una dolorosacorriente de energía le recorrió el brazo entero. No podía moverse, eldolor era insoportable.

Perono necesitó realizar ningún hechizo, pues sólo tuvo tiempo de bajar elbrazo a causa del dolor, y una inmensa ola de agua entró por laventana. El compartimiento se inundó por completo, y la fuerza de laola obligó a Macnair y sus amigos a salir, siguiendo la corriente. Yaún más extraño era que ni a Haher ni a Gonza ni a Mankar los estabaafectando en lo más mínimo. Ni siquiera se mojaron.

El dolor del brazo de Mankar incrementaba cada vez más. Haher estaba inconsciente y Gonza temblaba. El agua se desvaneció.

¿Qué pasó? preguntó Gonza, con preocupación.

Mankarse quedó mirando la ventana. Estaba intacta, sin siquiera una fisura.El agua de afuera se veía tranquila. Gonza se asomó por la puerta delcompartimiento.

Macnair se fue. ¡Y nos llama gallinas! exclamó Gonza. Mankar sonrió. ¡Estuvo genial! ¿Qué fue lo que hiciste?

Magiaaccidental, supongo contestó dudoso. Esa vez no sentía para nada quehubiera hecho algo, pero el agua podría estar relacionada con la gema ysu dolor en el brazo. Haher es un chico muy valiente.

Mankar,con ayuda de Gonza, acomodó como pudo a su tío soportando el dolor quecausaba el brazalete. Haher también se había lastimado el brazo, perofue por culpa de la maldición que le cayó. Tenía la manga del suéterchamuscada.

«Haher se dejó atacar para defenderme.»

 

Mankarcayó en su asiento, inmóvil. Se sentía muy culpable, pues Haher, apesar de su repulsión a los muggles, era un buen chico, mucho mejor queMankar, quien dudaba si habría hecho lo mismo por un amigo.

Pasajeros, estamos entrando a la tercera etapa del viaje.

Yun segundo después, el agua se esfumó, y afuera sólo se veía rojo. Yano estaban en el océano. El agua había sido remplazada por lava.

Mankar palideció.

¿Dónde estamos? preguntó asustado, mirando su gema, que brillaba radiante.

Será... ¿un volcán? sugirió Gonza, con un hilo de voz.

Mankaragradeció que Macnair ya se hubiera ido. Si lo que hubiera entrado porla ventana hubiera sido lava y no agua, habría ocurrido una tragedia.

Trató de calmarse un poco, y se distrajo con Gonza hablando de lo ocurrido.

¿Crees que estamos en problemas?

No lo sé... dijo Mankar. No fue voluntario... Fue en defensa propia...

Sequedaron contemplando a Haher inconsciente, hasta que la voz femeninavolvió a hablar, anunciando la cuarta y última etapa del viaje. La lavadesapareció, y por la ventana se veía el interior de una cueva.

Enseguidael avión salió y se encontraron bajo un cielo de color púrpura, y a lolejos veían montañas y bosques. Viajaban ahora por tierra.

Estuvieron callados hasta que oscureció. Haher abrió los ojos, con expresión de dolor.

¿Está todo bien? preguntó entrecortadamente.

Sí... Macnair ya se fue.

Mankar y Gonza se dedicaron a contarle todo lo que ocurrió. Haher estaba muy asombrado del poder que Mankar tuvo con la ola.

¿Está bien tu brazo, tío?

No me digas así respondió riendo. Sí, pues, me duele muchísimo. Quién sabe qué me hicieron.

Creo que a mí también me cayó un maleficio en el brazo mintió Mankar, tratando dolorosamente de moverlo un poco.

En Harrylatino se mejorarán afirmó Gonza.

Pasajeros,estamos llegando al final del viaje. Dejen su equipaje listo para quenuestros elfos domésticos lo trasladen a sus dormitorios en elcastillo. Por favor, prepárense para bajar del tren.

¿Del tren? repitió Gonza. ¿A qué se refiere?

Supongoque el avión dejó de serlo al sumergirse en el agua... Tal vez haestado cambiando continuamente, hasta convertirse en un tren.

Un tren como el Expreso de Hogwarts apuntó Haher.

Minutosdespués, el tren aminoró la marcha y se detuvo. Los tres chicos ya sehabían cambiado de ropa y estaban completamente listos para bajar.

Creo que Macnair será nuestro mayor problema comentó Gonza, mientras salían por la puerta del compartimiento.

«Mi mayor problema es que soy un squib», pensó Mankar tristemente.

Pero será fácil de superar, porque los tengo a ustedes.

Allado de Haher y Gonza, Mankar se sentía feliz. Aún tenía en mente elmomento en que los dos lo apoyaron al enfrentar a Macnair y el hecho deque Haher hubiera protegido a Mankar. En realidad no sentía interés pornada más. Ni siquiera le importaba el hecho de haber manipulado agua,en vez de fuego.

Bajarondel tren hablando muy animadamente. Haher se quejaba un poco de subrazo, pero Mankar pensaba que no era tan doloroso comparado con lo quele produjo la gema.

Sehallaban en una estación pobremente iluminada. Había varios trenes más,y de todos salían niños por montones. Mankar tuvo que aguantar el dolorque le producían los empujones de muchos chicos despistados, sin perderde vista la aún pelirroja cabeza de Haher o la silueta de Gonza.

 

Todoslos estudiantes de Harrylatino, sigan calmadamente las flechas de lospostes decía una voz de hombre amplificada. Formen grupos de cuatropersonas antes de acercarse al lago, por favor.

¿Al lago? repitió Gonza. ¿Iremos en bote?

Mankar vio las flechas de los postes, y se dio cuenta que la multitud avanzaba lentamente en esa dirección.

Sí... ¡vamos rápido y podremos llegar antes al castillo! propuso Haher.

Perotodos los chicos pensaban exactamente igual. Al instante, empezaron aempujar mucho más fuerte por todos lados. Mankar no podría resistir consu brazo así por mucho y Haher, al parecer, tampoco.

¡Jóvenes! exclamó la voz amplificada. ¡Dije calmadamente! ¡Quietucorpus!

Ytodos quedaron paralizados. Mankar sentía que podía moverse un poco,pero muy lentamente. Así, todos los niños empezaron a avanzar, hastarecuperar la movilidad suficiente para caminar de forma normal.

Memuero de hambre le susurró Mankar a Gonza, pensando en el banquete debienvenida, y se arrepintió de haberlo hecho, pues a su mente vino otropensamiento: la Ceremonia de Selección.

Sesintió en verdadero peligro, imaginándose bajo ese sombrero y en frentede todo Harrylatino. Bueno, era el primer año de todos los estudiantes,lo cual significaba que todos debían pasar la misma prueba. Pero el sersquib era un caso especial para estar nervioso. Mientras caminaba, ledio importancia por primera vez a la ola que causó en el tren.

«Denuevo, no siento haber sido yo... pensó. De las veces que he causadofuego, sólo me di cuenta que era yo cuando usaba la varita... Pero,¿entonces quién? Haher estaba inconsciente... Macnair no se atacaría así mismo, ni uno de sus amigos...»

Mankar miró a Gonza, que en ese momento le estaba respondiendo algo sobre la comida.

«Talvez fue Gonza, aunque tampoco parece haber sentido nada raro... ¡Esperohaber sido yo! Eso me tranquilizaría un poco para la selección, pues medemuestra que tengo de mágico algo más que la gema.»

Elcamino se volvió muy angosto, aunque comenzaron a avanzar más rápido.Estaba demasiado oscuro, como si se encontraran en medio del bosque. Alfin, tras una curva, llegaron al borde del lago. Pero a nadie leimportó éste, pues en la otra orilla se hallaba el castillo deHarrylatino. Un lugar enorme, aún a esa distancia, que brillaba enmedio de la noche por sus infinitas ventanas y se alcanzaba adistinguir las siluetas de muchísimas torres y torrecillas.

Habíaya bastantes botes cruzando el lago, cuyas tranquilas aguas negrasreflejaban la punta de la montaña sobre la que se hallaba el castillo.Haher, Gonza y Mankar se dirigían a un bote, pero una voz de hombre losdetuvo.

Chicos, ¿sólo subirán los tres? El bote tiene cupo para cuatro.

Mankarse sintió tonto, pues la primera instrucción que les dieron fueconformar grupos de cuatro personas, y ellos lo habían olvidado.

Bueno,no importa... les dijo el hombre. Mankar se volteó a mirarlo. Era unjoven con cara alegre y amable, quien se dirigió a la marea de niñoscon la varita apuntando la garganta. Hay cupo para un niño aquí,¿algún voluntario?

Seadelantó una chica alta, con el pelo cubriéndole la cara, debido aalguna rama que lo enredó. Le dijo algo al hombre, quien le indicóacercarse a los tres chicos.

 

¿No les importa si me subo con ustedes? Perdí de vista a mis amigos y...

Ellosnegaron con la cabeza. Gonza y Haher subieron al bote, casi sin prestaratención. Mankar se quedó mirando a la chica, quien se estabaarreglando el cabello. Era una chica muy bella, con piel morena, ojosdestellantes y un largo cabello negro. Mankar notó que se sonrojaba,así que subió rápido al bote. Le extendió el brazo a la chica paraayudarla a subir.

Muchas gracias, eres muy amable... le dijo la chica con una voz angelical. Soy Jessi Jordan, es un placer.

Mankar Weasley susurró éste. Lo dijo tan suave que sintió que ni él habría entendido.

Qué lindo nombre, Mankis respondió sonriendo Jessi. Mankar no trató de contradecirla.

Elbote comenzó a andar por arte de magia. Gonza y Haher estaban hablandoentre ellos. Ahora que ya no estaban en medio de la marea de chicos,podían usar tranquilamente el tono de voz que desearan. Mankar no podíacreer que ignoraran de esa manera a Jessi. Aún más increíble era que sesintiera tan incómodo y no pudiera pensar con claridad. Pero todavíamás extraño era que, con tanta presión encima, la gema no estuvierabrillando, y que no se les hubiera alzado una ola de quince metros.

Mankar intentó contemplar la luna, el castillo, el lago... pero no se podía concentrar en nada.

¿Ustedes vienen de muy lejos? preguntó Jessi, para romper el hielo.

Del norte... viajamos todo el día en un avión de HL respondió Mankar.

Yo también vengo del norte. ¿De qué país...? ¡AAAHHH!

Mankartambién gritó, pero la voz de Jessi se oía muy por encima. Un tentáculogigante había salido del agua, haciendo que el bote se movierabruscamente. Mankar, sufriendo inmensamente por su dolor de brazo, sacósu varita, y lo hizo en vano, pues Jessi ya le estaba apuntando. Ellagritó «¡Flipendo!» y el tentáculo se sumergió de nuevo, tras recibir el impacto del brillante rayo que lanzó la niña.

Haher y Gonza estaban paralizados. Mankar se sentía aún más sonrojado.

Tegané, Mankis le dijo Jessi, alegre. Él no respondió. La gema no sealteró en absoluto. Pero pobre calamar, creo que sólo queríasaludarnos.

Mankarmiró a Haher y a Gonza y se dio cuenta que ellos intentaban guardardisimuladamente sus varitas. Los cuatro estaban completamente empapados.

Poralgún extraño motivo, no sintió frustración porque le hubieran ganado,ni porque hubiera sido una chica quien le ganó. Al contrario, se alegróde que hubiera sido Jessi quien ahuyentara al calamar. Ella tenía algoespecial.

Durantelo que quedaba del recorrido hablaron más animadamente. Había una brisamuy fresca y las siluetas de los otros botes se veían por todos lados.

Supongo que si no quedo en Gryffindor, no estaría mal Slytherin comentó la chica.

«Perfecto.Es justo lo que necesitaba: hablar de casas», pensó Mankar. De su mentehabía salido todo pensamiento relacionado con la Selección, y la angustia se apoderó de nuevo del chico. Sin embargo, notó que no era tan intensa como al principio.

Yo... no sé. Esperaré la decisión del Sombrero Seleccionador.

Enese momento, entraron por un túnel, que los condujo a un muellesubterráneo. Al bajar, Mankar le extendió de nuevo la mano a Jessi paraayudarla.

 

Elcamino que debían seguir estaba indicado por unas flechas en lasparedes, cuyo sentido era seguido por todos los chicos que tambiénbajaban de los botes. Había algunos adultos, seguramente profesores,saludando a algunos niños y vigilando que todo estuviera en orden. Loscuatro chicos subieron por un pasadizo en la roca, hasta salir al airelibre, junto a la entrada del castillo.

Seencontraban en un inmenso patio, junto a una escalera de piedra, quellevaba al interior del edificio. Subieron lentamente, siguiendo a losdemás chicos que entraban por las puertas dobles.

Mankarfue el último en cruzar la entrada y quedó maravillado con el lugar enque se hallaba. El vestíbulo era inmenso, mucho más grande de lo que seveía por fuera. Incluso el vestíbulo de Hogwarts, en Europa, tal vez noera tan grande. Frente a ellos, deslumbraba una majestuosa escalera demármol que conducía a los pisos superiores. El muro que había al subirla escalera era inmenso, y en la parte más alta había un vitral con elescudo de Harrylatino. Cada niño que entraba se quedaba contemplando ellugar, avanzando poco a poco por un camino señalado en el suelo depiedra hasta atravesar dos puertas dobles a la derecha, directo al GranSalón. Mankar y los demás hicieron lo mismo.

Eraun lugar maravilloso. Hacia arriba no se veía el techo, ya que estabahechizado para parecer el cielo de fuera. No estaban las cuatro mesaslarguísimas que Mankar imaginaba, sino que había muchas mesitas ysillas por doquier, ocupadas por toda clase de niños. En cambio, síhabía una mesa larga en una tarima al fondo, que correspondería a losprofesores, pero no estaba ocupada. Todos ellos estarían supervisandoel ingreso de los alumnos de Harrylatino. El lugar era iluminado pormiles de velas que flotaban por encima de cada mesa, haciendo brillarlos platos, copas y cubiertos dorados. De un lado para otro, docenas defantasmas volaban mirando a los chicos.

Nosvemos se despidió Jessi, haciendo un gesto con la mano y dirigiéndosea una mesita en la que había un chico. Un chico extrañamente familiar.

¡Jesús! exclamó Gonza.

¡¿Qué pasa?! preguntó Haher, alarmado, mientras su cabello pasaba a un color verde oscuro.

¡No! ¡Miren! señaló a la mesa donde estaba Jessi. ¡Es Jesús! ¿No lo reconoces, Mankar?

Efectivamente,el chico que se encontraba en la mesa, no era otro que su amigo delcolegio, Jesús, que en ese momento saludaba a Jessi animadamente.

¿Qué hace él aquí? preguntó Mankar, perplejo.

¿Essu amigo muggle? dijo Haher confundido, con cierto desprecio alpronunciar la palabra «muggle», cosa que Mankar notó pero no le prestóatención, pues él y Gonza se dirigían a la mesa en la que estaba Jesús.Éste se sobresaltó en cuanto los vio. Se levantó de la mesa, con losojos muy abiertos.

¿Ustedes?exclamó Jesús, incrédulo, cuando se acercaron. Tenía una sonrisaenorme. No puede ser... Bueno, Mankar es Weasley, era obvio... pero,¿tú también, Gonza?

Sí, yo...

¿Te llamas Mankar? interrumpió Jessi. ¡Dijiste que tu nombre era Mankis!

¿Siempre fuiste mago? preguntó Mankar sin prestar atención a Jessi. Déjame adivinar... Tu familia se cambio el apellido.

Ehh... Sí, bueno... y también el nombre... Soy Gesux... Davies.

Gesux es muy amable comentó Jessi. Nos conocimos en el tren.

 

Mankarsintió algo de fastidio por Jesús. O bueno, por Gesux. Notó que sumirada se endurecía, mientras pensaba... ¿Todos sabían (o creían) queser Weasley implicaba ser mago? ¿Por qué Gesux no se lo había contadoantes? ¿Cuánto habría tardado Mankar en enterarse que Gonza también loera, si no lo hubiera deducido él mismo?

Gonza le hablaba animadamente a Gesux, pero Mankar no quería saber nada más.

Busquemos una mesa, Haher.

ElGran Salón se hallaba ahora mucho más lleno y bullicioso. Mankar yHaher se sentaron algo cerca a la tarima. Algunos profesores ya sehabían sentado a la mesa. Ambos chicos estuvieron muy callados. Haherconservaba el pelo verde y se veía muy inquieto. Mankar estaba pensandomientras veía en dirección a la mesa de Gesux.

«Bueno,yo tampoco le conté a nadie acerca de mí... ¡Pero qué secreto les podíacontar, si soy un squib! Aunque... ellos no podían revelárselo a nadietampoco... aún sospechando que yo estaba relacionado con la magia. Esosignifica que Gesux y Gonza también se sentían culpables por el árboldel parque...»

Depronto, las enormes puertas del Gran Salón se cerraron, callando alinstante a los miles de niños que ocupaban su asiento. Gonza llegórápidamente y se sentó.

Poruna puerta tras la tarima, entraron docenas de profesores, algunosvestidos de forma muy extraña, y se sentaron todos a la mesa. Porúltimo, entró un joven hombre, el mismo que los ayudó a subir a losbotes, y se detuvo en medio de dos sillas grandes y doradas que habíajusto en el centro de la mesa. Con la varita apuntando a su garganta,se dirigió a todos los estudiantes. Su voz amplificada se escuchó portodo el Gran Salón.

¡Bienvenidosa Harrylatino, jóvenes aprendices de mago y bruja! ¡Hoy, primer día deseptiembre, reinauguramos el colegio de Magia y Hechicería deLatinoamérica! Mi nombre es Vito y soy el Guardián de las Llaves yTerrenos de Harrylatino.

Todoslos niños aplaudieron con emoción, y algunos profesores sonrieron.Mankar se preguntó por qué el guardabosques les daba la bienvenida y nolos directores, Cronista y Andrés, nombrados en la carta de invitación.

Todosustedes continuó Vito han venido desde muy lejos, de todas partes delmundo, con el único propósito de aprender y hacer amigos. Todos viviránun primer año de educación mágica inolvidable, en el primer colegio enhonor a Harry Potter, el héroe que salvó el mundo mágico y muggle.Hubo más aplausos en cuanto lo dijo. Y por lo que veo en sus caras,no pueden esperar más la Ceremonia de Selección, ¿verdad? Pero, a menos que quieran aguantar el hambre hasta que termine, ¡todos a comer!

Yjunto a todos los platos apareció un menú. Cada chico lo leyó condetenimiento. Mankar ya sabía sobre este sistema de cena, que sóloconsistía en decirle al plato qué quería comer. Segundos después lostres amigos estaban completamente callados, sin hacer más ruido que conlos cubiertos. El Gran Salón se llenó pronto de conversaciones y risas.

Mankar comió rápido y recorrió la Mesa Altacon la mirada. Le intrigaban las dos sillas vacías que había en medio,sin duda correspondientes a los directores. La mayoría de profesoreseran jóvenes y sonrientes, pero había otros con cara de ser muyestrictos.

Luegodirigió la vista a todo el Gran Salón. Los fantasmas seguían flotandopor encima de las cabezas, y algunos charlaban con los estudiantes.Había una plataforma elegante en frente de la mesa de los profesores. Através de las enormes ventanas no se veía más que oscuridad. En mediode todo el Gran Salón, por encima de las cabezas de todos los niños quecomían sentados, había un brillante pedestal plateado, un poco más altoque la mayoría de los estudiantes.

 

Me alegro de que siempre hayas estado relacionado con magos, Mankar comentó Haher.

Me alegro de que tú y Gesux lo fueran dijo Gonza. Pero hay que admitir que es bueno conocer las costumbres de los muggles.

No me atrae nada que tenga que ver con muggles respondió Haher, serio.

Haycosas muy divertidas... continuó Gonza. Me encantan las películas quehacen. Y los videojuegos son muy divertidos. Algunos de ellos sonhechos por magos, ¿saben?

¿Sí? ¿Cuáles? preguntó Mankar.

Porejemplo, Pacman. No es precisamente basado en la magia, pero leí quelos fantasmas que recorren el laberinto son en realidad dementores decolores. La galleta grande simboliza la alegría, y cuando Pacman se lacome...

Esoes pura basura interrumpió Haher. ¿Dementores de colores? ¡Es lo másabsurdo que he escuchado! Tendría más sentido fantasmas de colores, notienen por qué decir que son...

Haher, ya... Vito va a decir algo.

Todaslas voces que resonaban en el lugar se apagaron, pues Vito se habíalevantado de su asiento, que estaba a un lado de las dos sillas doradasdel centro de la Mesa Alta.

Muy bien, jóvenes. ¡Demos paso a la Ceremonia de Selección! Profesora Black, si es tan amable...

Una mujer se levantó de la Mesa Alta y se dirigió a la puerta que había detrás.

Mientrastanto continuó Vito, les explicaré algunas cosas que deben saber.Cada uno de ustedes será ubicado en una de las cuatro casas:Gryffindor, Slytherin, Ravenclaw y Hufflepuff.

»Las cuatro casas compiten por la Copa de la Casa,que se otorgará a la que cuente con más puntos al final del curso.Además, cada uno de ustedes llevará un puntaje personal, que serápromediado con los de sus compañeros para contabilizar los puntos decada casa.

La profesora Black regresaba, aproximándose a la plataforma que había frente a la Mesa Alta con un taburete y un sombrero viejo. Mankar empezó a temblar.

Habránumerosas formas de ganar puntos continuó Vito, dependerá de suparticipación en las clases y actividades escolares. Todos ustedesserán separados, además, de acuerdo a su edad. Pero ya tendrán tiempode aprender sobre esto mañana. ¡Que comience la Ceremonia!

YMankar vio cómo el Sombrero Seleccionador, que la profesora Blackacababa de poner sobre el taburete, empezaba a moverse, y una rasgadurase abrió y empezó a recitar:

Podrá parecer un cuento de hadas,

pero este realmente ocurrió.

Muggles y magos la historia conocen

de cómo un niño en héroe se convirtió.

Con un año de vida logró una gran hazaña,

y la única prueba estaba en su frente

una cicatriz con una forma muy peculiar

que hizo famoso a este valiente.

Un chico muy hábil, con un poder sin igual

pero tuvo una vida que nadie envidiaría

 

a un duelo a muerte estaba destinado

contra un mago que nada qué perder tenía.

Aún así, luchó con sus fuerzas hasta el final,

nada lo detuvo, aunque mucho sufrió.

Superó cada obstáculo y prueba peligrosa

y a su mortal enemigo por fin venció.

Hoy en su nombre una escuela se ha creado,

y niños de todo el mundo vienen a aprender.

Una tarea importante se me ha asignado,

¿cuál de estas cualidades puedes tener?

Si eres ingenioso como un águila, aquí tienes un lugar.

En Ravenclaw serás aceptado, si eres inteligente.

O tal vez como Slytherin quieras llegar hasta arriba,

un ambicioso debe estar en la casa de la serpiente.

O serás de Hufflepuff, la casa del tejón,

si eres amable y trabajas fuertemente.

O serás león si eres como Gryffindor,

y luchas como un guerrero valiente.

Según lo que vea, mi decisión tomaré,

separarlos a todos es lo que hago.

¡No te preocupes, no te decepcionaré,

sólo habría un error si no fueras mago!

ElGran Salón estalló en aplausos. La atención de todos estaba centrada enel Sombrero Seleccionador, que se inclinó a los estudiantes y quedóinmóvil de nuevo.

Mankarmiró su muñeca y contempló el brillo intenso del brazalete, comoimplorándole ayuda, o una idea, o cualquier cosa que pudiera servirle. Sólo habría un error si no fueras mago.

Vito se levantó y, sacando a Mankar de sus pensamientos, se dirigió a los estudiantes otra vez:

Seránllamadas primero las niñas y después los niños. Cada uno debe pasaradelante en cuanto lo llamen, probarse el sombrero y, después deescuchar la decisión, regresar a su asiento. ¡Mucha suerte a todos!

La profesora Black abrió una especie de libreta que tenía en la mano y, con la varita apuntando su garganta, dijo:

Pasen al frente, por favor, todas las niñas cuyo apellido comience por A.

Enese momento, decenas de chicas se pusieron de pie y se dirigieroncalmada y silenciosamente hacia la tarima en la que se hallaba elSombrero Seleccionador. Formaron un grupo a un lado de la Mesa Alta, mientras la profesora Black llamó a la primera chica en ser seleccionada de todo el colegio:

¡Amateratsu, Niko Hermi!

Yuna niña pasó temblando visiblemente a sentarse en el taburete. Tomó elsombrero y se lo puso. No se oía ni un solo ruido, salvo las gotas delluvia que empezaban a caer y chocaban en las ventanas. Segundosdespués, el sombrero gritó con emoción:

¡GRYFFINDOR!

Enese momento, Mankar fue conciente, más que nunca, de la gravedad de susituación. Aunque tardarían mucho en llamarlo, poco a poco se acercabael momento, y ya no tenía escapatoria. ¿Qué pasaría cuando el SombreroSeleccionador no supiera en qué casa ponerlo? Ya podía imaginarse aMacnair riéndose y señalándolo, junto a todo su grupo de amigos.

NikoAmateratsu regresó a su asiento, en medio de aplausos y seguida por lasmiradas de cada niño, profesor y fantasma. Su uniforme tenía ahora loscolores de Gryffindor. En su mesa, sus amigas la felicitaron y su sillaahora era también roja y dorada.

 

Laprofesora Black llamó a la siguiente niña casi al instante que elsombrero había ubicado a Niko. Así comenzó la selección. Poco a poco,incrementaron el número de niñas que ya habían sido llamadas.Probablemente, y, al igual que Harry Potter en su selección, no habíaningún chico con su atención completamente fija en la ceremonia. Enespecial Mankar.

¡Black, Atena Loony! llamó la profesora.

¡GRYFFINDOR! gritó el sombrero.

Apuesto a que la siguiente queda en Ravenclaw susurró Haher.

Para mí que queda en Hufflepuff dijo Gonza.

Creo que tiene cara de Slytherin comentó pensativo Mankar, mientras Narcissa Comepán, se adelantaba al taburete.

¡SLYTHERIN! gritó el sombrero.

Narcissabajó de la plataforma y caminó hacia su mesa, con su nuevo uniformeverde y plateado. Al pasar el pedestal que había en el centro del GranSalón, Mankar miró a sus amigos, mientras la profesora Black llamaba aOty Josefina Copbottom.

Esta la ganaste, pero seguro que yo adivino la siguiente le dijo Haher. Y seguro que es Gryffindor.

Yo creo que es Hufflepuffintervino Gonza.

Opino igual respondió Mankar.

Así no vale, tienes que decir...

¡HUFFLEPUFF!

¿Ya ves? Yo habría ganado dijo Gonza.

Bueno,mejor jueguen ustedes solos concluyó Mankar, sonriendo. Era extraño:quería distraerse y a la vez no quería perderse ningún detalle. ¿Habríaalguien más que creyera ser squib?

Delacour, Andrea Lilya... Devil, Silvana... El Mosri, Iame Linda... Evans, Lilyan Andreina... A Mankar se le hizo asombroso que ya fueran por los apellidos que empezaban por E.

Deahí en adelante, Mankar sintió que la ceremonia transcurrió muy rápido.Pasado un rato, Jessi Jordan fue ubicada en Gryffindor. Haher y Gonzaseguían apostando quién adivinaba en qué casa quedaba cada una.

Después,cuando llegaron al final de la lista, Alita, Lalita, Roonilz, Rowlina yLuna fueron seleccionadas para Gryffindor, con lo que Haher se alegrómucho. Apenas iban en la mitad de la ceremonia. Faltaba mucho para quelos llamaran a ellos.

Deahora en adelante llamaré a los niños anunció la profesora Black.Acérquense, por favor, todos los chicos cuyo apellido empiece por A.¡Aizawa, Kamui!

Unopor uno, los chicos también iban siendo seleccionados. Habíatranscurrido ya bastante tiempo, y todos empezaban a aburrirse, inclusoquienes aún no habían sido seleccionados. De vez en cuando Mankar poníaatención a palabras como «¡Black, Matías Ezequiel!», «¡SLYTHERIN!», yla ceremonia continuaba... Había varios Black. Tal vez también habíavarios Weasley... además de su familia...

¡Mankar, ese chico! exclamó Gonza. ¡El que acaban de seleccionar! ¡Es uno de la banda de Macnair!

Mankarmiró al niño que acababa de ser seleccionado para Gryffindor, despuésdel chico Black. Se sentó en una mesa y celebró con Macnair.

¿Cómo se llama?

No puse atención...

¿Por qué está en Gryffindor?

¡Brafajarte, Ricardo!

Mankarse calló. Había escuchado antes ese apellido. Y ese nombre. Y al mirarhacia el sombrero, se dio cuenta que también había visto antes a esechico. Su amigo del colegio, Ricardo, se sentaba en el taburete delSombrero Seleccionador.

 

¡¿Él también?! exclamó Gonza.

¡GRYFFINDOR!

No lo puedo creer... decía Mankar, mientras Ricardo regresaba caminando a su asiento, bastante alejado del de ellos.

Denuevo, Mankar se quedó pensativo. Ricardo, Gesux y Gonza... Ellos eranmuggles y ahora resultaban ser magos, y Mankar pasaba a ser el únicono-mágico.

Gesuxfue ubicado para Gryffindor también. Haher y Gonza continuaban con susapuestas, pero Mankar se perdió en sus pensamientos. Un par de chicosde la banda de Macnair, quedaron en Slytherin.

¡Granger, Carlos Luis!

Mankar le dijo Gonzalo, mira, él también se junta con Macnair.

CarlosGranger, a quien Mankar recordaba del partido en el parque, ya sehallaba probándose el Sombrero Seleccionador. Mankar, Haher y Gonzacasi creyeron escuchar que el sombrero gritaba «¡SLYTHERIN!», cuando loque en realidad se oyó fue...

¡HUFFLEPUFF!

¿Hufflepuff? preguntó Mankar. ¿Cómo puede ir a Hufflepuff?

Tal vez el sombrero se equivocó...

Grangerregresaba a la mesa de su grupo. Mankar volvió a quedarse pensativo.Minutos después, la profesora Black estaba diciendo:

¡Macnair, Juan José!

El grandote pasó. Se probó el sombrero y, después de un instante, se oyó la palabra:

¡RAVENCLAW!

Pero, ¿qué estarán tramando al quedar en diferentes casas? ¿Por qué no quieren ir todos a Slytherin?

Desde la mesa de Macnair, se escuchaban a sus amigotes gritar «¡Bien hecho, Juanjo!».

Mankarapoyó la cabeza sobre sus puños y, de repente, los aplausos se callaronpor completo. La ceremonia se paralizó. La lluvia dejó de caer. Eltiempo se había detenido y Mankar de nuevo veía los colores invertidos.Su corazón palpitaba muy fuertemente, y, de repente, todo volvió a lanormalidad.

¡Vamos, nos toca! le decía Gonza. «Los que faltan». ¡Rápido!

Al frente pasaban bastantes chicos, y se agrupaban a un lado de la Mesa Alta.Mankar, completamente desubicado, no entendía qué estaba pasando.Caminó mientras se aclaraba su mente, y entonces ya podía pensar conmás facilidad. Estaban a punto de llamarlo para ser seleccionado.

Lo que fue para él un segundo o, tal vez, un día, tardó la profesora Black en decir:

¡Umbridge, Gonzalo Manuel!

Gonzamiró fugazmente a Haher y a Mankar, y pasó al frente. El Gran Salónentero tenía puesta su atención en la decisión del SombreroSeleccionador. Mankar se sentía muy acalorado, pero tendría quecontrolarse, pues si se activaba el brazalete, podría ocurrir algo muygrave.

¡GRYFFINDOR!

Mankary Haher aplaudieron animadamente. Gonza regresó a su asiento, que ahoraera escarlata y dorado, en la mesa que estaban ocupando antes. El chicotenía una sonrisa enorme que demostraba que había quedado en la casaque quería. Desde allí, le lanzó una mirada a sus amigos, que a la vezagradecía y daba ánimos.

¡Weasley, Haher Roha!

Mankarpor poco había pensado que lo habían llamado a él. Haher se adelantóhacia el taburete con el cabello dorado y se probó el sombrero. Ahorase oía que caía una lluvia muy fuerte. Viendo a su tío ahí sentado, sinduda a punto de ser seleccionado para Gryffindor, a Gonza tambiénvestido de rojo y a sus amigos del colegio en la misma casa, Mankarobtuvo claramente un pensamiento: aún suponiendo que el Sombrero tomarauna decisión normal, la casa a la que él debía pertenecer no eraSlytherin ni Ravenclaw. Era...

 

¡GRYFFINDOR!

Haherregresó lentamente a su asiento, en medio de tropiezos, con los nuevoscolores de su casa en su túnica, aplaudido por todos sus compañeros.Celebró con Gonza muy alegremente. Ambos quedaron completamente rígidosesperando a que la Selección continuara con Mankar.

¡Weasley, Mankar Merlín!

Erael momento. No había forma de escapar. Era de los últimos chicos, porlo que todos prestaban atención, pues su selección casi suponía elfinal de la ceremonia. Lo único que se oía más fuerte que el chocar dela lluvia contra el edificio, era el latido de su corazón.

Muylentamente, Mankar se acercó al taburete, mientras escondía la muñecaen la que tenía el brazalete con disimulo. Por su mente recorrían lossucesos que había vivido desde la aparición de la gema. Tomó elsombrero, se sentó y se lo probó, cerrando los ojos muy fuertemente.

Chico,¿por qué has vuelto? le susurró a Mankar una vocecilla. Ya te ubiquéen una casa, no puedes pasar de nuevo. Si no estás conforme con ladecisión, no puedo hacer nada...

«Yo no he sido seleccionado aún», pensó Mankar muy claramente, aferrado al taburete con todas sus fuerzas.

Muybien le respondió el sombrero, tajante. Mira, ha sido muy duro eltrabajo de hoy, así que haré de cuenta que es la primera vez quevienes. Mankar estaba demasiado confundido como para contradecirlo.Después de todo, ¿quieres que te ponga en Slytherin?

Mankarse asustó en cuanto el sombrero lo propuso, pero de momento sólo queríaestar en la misma casa que sus amigos. Abrió los ojos y miró conseguridad al interior del sombrero, pensando: «En Slytherin no, enSlytherin no».

¡Cállate!¿Tienes idea de cuántos chiquillos me han dicho lo mismo hoy? ¡Perotodos quieren seguir los pasos del famoso Harry Potter! ¡No me hagasperder el tiempo entonces! ¡GRYFFINDOR!

Elchico quedó paralizado, mientras el Gran Salón, que sólo escuchó laúltima palabra que dijo el sombrero, estallaba en aplausos. No lo podíacreer. ¿Eso era todo? ¿No le iba a decir nada el sombrero por el hechode que él fuera un squib?

Aunquele molestó que fuera tan antipático, Mankar no pensaba preguntarlenada. Estaba realmente sorprendido, y no se movió hasta que laprofesora Black le levantó el sombrero y vio a sus amigos ahí sentados,celebrando con la mayor alegría del mundo, junto a una brillante sillade color dorado y escarlata. Se levantó y caminó hacia allí, luciendosu nuevo uniforme de Gryffindor, y en su pecho un escudo con un león.

Mankarse sentó, volviendo un poco a la realidad. Chocó las palmas con Gonza yHaher le dio un emotivo abrazo. Estaba feliz. Aquello parecía demasiadobueno para ser verdad. En ese momento estaban siendo seleccionados losúltimos niños, aunque Mankar no prestaba atención en absoluto.

Alpoco tiempo, la ceremonia terminó y la profesora Black se llevó denuevo el taburete. Vito se levantó, pero esta vez tardó un poco más enhacerse el silencio.

¡Felicidadesa todos, chicos! ¡Ahora, oficialmente, todos son estudiantes deHarrylatino! se interrumpió un momento debido a un ensordecedoraplauso. ¡Lleven con orgullo su uniforme! ¡Hagan que su casa quede enlo más alto! ¡Sean fieles siempre a sus colores! ¡Nunca se rindan! y,por encima del ruido de todo el mundo, añadió: ¡Pueden retirarse a susSalas Comunes, sigan a su respectivo jefe de casa!

 

Tendríanque ser demasiados profesores para controlar a toda la multitud. Mankarmiró hacia las puertas del Gran Salón y se dio cuenta que una granmayoría vestía la túnica de Gryffindor, lo que significaba que era estala casa más numerosa. Tal vez el Sombrero Seleccionador tenía derechode sentirse irritado al ver que todos querían estar en la misma casa.

Junto a Haher y Gonza, se abrieron paso rápidamente para llegar primeros a la Sala Común.Afuera del Gran Salón, pudieron notar que la escalera de mármol erarecorrida sólo por alumnos de Gryffindor y Ravenclaw, mientras que losde Hufflepuff se dirigían por una puerta a la derecha, y los deSlytherin, sin duda, caminaban hacia las mazmorras, lo que significabaque todas las Salas Comunes estaban ubicadas de igual forma a comoMankar sabía que estaban en Hogwarts. Por lo tanto, la entrada a la deGryffindor debía encontrarse en el séptimo piso.

¡Vamos, pronto! exclamó Haher.

Lostres siguieron abriéndose paso entre la multitud. Al atravesar el grangrupo de Gryffindor, habiendo dejado atrás la escalera de mármol, laprofesora Black, quien lideraba la marcha, los detuvo diciéndoles quedebían andar con los de su casa si no querían perderse, por lo que nolos dejó seguir avanzando.

Siguiéndolaa ella, los de Gryffindor subieron por varias escaleras, atravesandovarios pasillos. Había armaduras en algunos lugares y uno que otrofantasma era visto deslizándose de vez en cuando. En cada pared habíanumerosos retratos, con alegres ocupantes saludando a los niños.

Este castillo tiene pasadizos por todos lados explicó la profesora Black-. Con el tiempo se acostumbrarán a usarlos.

Mankarllevaba la cuenta del piso en que iban. Al llegar al séptimo, loschicos buscaban por todas partes un retrato de una señora gorda vestidade rosa, pero la profesora Black se detuvo frente a un raro retrato deun hombre rodeado por leones. Dio una contraseña que no se entendiódebido al ruido de los demás chicos y el cuadro se abrió. Entonces laprofesora les indicó atravesar el hueco en la pared.

Haher,Gonza y Mankar entraron emocionados. Se hallaban, efectivamente, en unasala circular llena de mesas y sillones, pero mucho más amplia de loque imaginaban. El fuego de la chimenea estaba encendido y, cuandoMankar lo vio, instintivamente se agarró la muñeca por donde tenía elbrazalete.

Mankarpor primera vez sintió sueño. La multitud de niños de Gryffindor losempujó hasta unas escaleras que, según un letrero, llevaban a losdormitorios de los chicos.

¡Vamos arriba, no nos están viendo! propuso Gonza.

Hahery Mankar estaban un poco indecisos, pero Gonza terminó convenciéndolos,así que subieron sin que nadie los viera. Se detuvieron frente a laprimera puerta a la derecha, en la cual una placa decía:

HAHER WEASLEY

MANKAR WEASLEY

GONZALO UMBRIDGE

Debajo de esto, había espacio para dos nombres más.

¡Aquí debe ser! dijo Haher emocionado.

Mankarabrió la puerta y encontró la habitación redonda sin ningún otroocupante. Los tres exclamaron asombrados. Había cinco camas con dosel ycortinas de terciopelo rojo oscuro. Debían compartir la habitación condos chicos más, pero estos lógicamente no habían llegado.

 

Frentea cada cama se hallaba un baúl y Mankar reconoció el suyo de inmediato.Mientras él revisaba que sus pertenencias estuvieran en orden, Haher yGonza también se dirigieron a su respectiva cama. Mankar encontró unanota en su baúl, escrita por su padre.

Hijo:

Lamentomucho todo lo que ocurrió. Espero que te encuentres bien. Ordenérápidamente tu baúl por ti, ya que estabas inconsciente. No estoyseguro de que esté todo, pues usé el hechizo Bauleo. Si hace falta algo, te lo puedo enviar.

No olvides escribirme.

Un abrazo,

Merlín

PD.: Encontrarás un pequeño regalo. Nunca te di nada de felicitación por tu hazaña.

Sonrióal leerlo. Buscó el regalo de que hablaba su padre en la carta, yencontró un pequeño radio mágico. También estaban revueltos todos loslibros de Mankar entre su ropa, y, escondida en un suéter, estaba lagorra invisible.

Según el sombrero, yo sería un buen Ravenclaw comentó Gonza, sentándose en su baúl.

Igualyo dijo Haher. Aunque también pensó que podía estar en Slytherin...Pero yo tenía seguridad de que mi lugar está en Gryffindor. Y más aúncuando sabía que mis amigos iban a estar allí también. No me separaríade ellos por nada del mundo.

Mankar y Gonza sonrieron. Los tres pensaban en algo parecido, y luego de un corto silencio, Mankar dijo dudoso:

Era algo... antipático... creo...

¿Quién? preguntó Gonza.

ElSombrero Seleccionador. Haher y Gonza lo miraron extrañados. Sí... Esque se molestó cuando le pedí que me pusiera en Gryffindor.

Gonza rió.

Pobre...dijo. Le toca igual que a Papá Noel. Trabaja un día y descansa elresto del año. Yo creo que ya estaba cansado por...

¿Papá Noel? interrumpió Haher.

Sí.El mismo «Santa Claus» respondió Gonza, pero Haher aún parecía másconfundido. El hombre que en Navidad le lleva regalos a niños de todoel mundo.

No creerás en eso, ¿o sí? dijo Haher, indignado.

¡Claro que no! respondió Gonza, sonrojado. Ya estoy muy grande para eso...

¿Qué les parece si vamos a explorar la Sala Común? propuso Mankar.

Ya debe estar llena de chiquillos respondió Gonza.

Entonces mejor nos levantamos mañana temprano dijo Mankar.

Mientraslos otros dos continuaban su discusión navideña, Mankar se despidió desus amigos y se metió en las sábanas de su cama. Había sido el día másextraño que recordaba. Pensó que había tenido suficientes emociones esedía para toda su vida.

Hacíaapenas veinticuatro horas que casi quemaba su casa y había caídoinconsciente por el hechizo aturdidor de su padre. Merlín se moriría dela dicha en cuanto se enterara que su hijo era Gryffindor.

Teníamuchas preguntas en su cabeza. El Sombrero Seleccionador había dicho«Sólo habría un error si no fueras mago», y, sin embargo, lo ubicó enuna casa sin sospechar que Mankar no lo era. ¿Era esa clase de error alque se refería? Pero también había escuchado hacía varios días unafrase preocupante: «La varita escoge al mago», y, aún así, él poseíauna varita. ¿Podía ser que el tener la gema clasificaba a Mankar como«mago»? ¿O podía ser que el siempre lo había sido? ¿O ambas cosas?

Haher y Gonza se quedaron hablando un rato, pero al poco tiempo decidieron irse a dormir.

 

Mankar no escuchó llegar a sus otros dos compañeros de dormitorio, pues lo último que escuchó esa noche fue a Gonza decir:

EseMacnair es un pesado... Muy bien que Mankar le haya dado su merecido.No puedo creer que nos haya llamado squibs... ¿Por qué diría que fuimosquienes prendimos fuego en el parque?

Mankar cadavez se preocupaba más. Desde el día en que jugó quidditch con susprimas había ocurrido una serie de acontecimientos que cada vez lehacían ilusionarse más con que él tal vez sí era un mago, pero sabíaque si todo lo anterior había sido coincidencia, la verdadera pruebacomenzaría el lunes siguiente, con el primer día de clases.

Aquelfin de semana era ideal para familiarizarse con el castillo y conocertodas las reglas del colegio. Los dos chicos que faltaban en eldormitorio de Mankar aún no habían aparecido la mañana del sábado y laplaca en la puerta no les daba una pista de quiénes eran, pues elespacio para sus nombres se hallaba vacío.

Haher, Mankar y Gonza dedicaron su primera mañana a explorar la Sala Común.Subieron por toda la escalera de caracol, pero no parecía haber nadamás que dormitorios. Sin embargo, al llegar al final, encontraron unaalta y elegante puerta, que, por más que intentaron, no pudieron abrir.

En la Sala Comúnhabía también numerosas puertas además de las de los dormitorios, quellevaban a otras habitaciones donde podrían pasar el tiempo libre o talvez estudiar tranquilamente, debido a que eran bastante numerosos losestudiantes en Harrylatino.

Habíaen cada lugar un tablón de anuncios que daba la bienvenida a los deGryffindor y explicaba el sistema de puntos, pero Gonza no les dejóleer todo pues estaba muy ansioso por seguir explorando.

Luego, decidieron bajar a desayunar. Tomaron el mismo camino por el que habían subido a la Sala Comúnla noche anterior. Al llegar al Gran Salón, se sorprendieron, pueshabía ahora cuatro larguísimas mesas, para los alumnos de cada casa. Elresto estaba casi igual que la noche anterior: la plataforma delSombrero Seleccionador, el majestuoso pedestal en medio del salón, eltecho invisible que mostraba el nublado cielo de afuera...

Mankarvio a Gesux sentado frente a Ricardo, con Jessi Jordan enganchada a subrazo, hablando muy animadamente en la mesa correspondiente aGryffindor. Los chicos se acercaron a ellos para sentarse.

Hola Mankis saludó Jessi Jordan. Él le iba a responder, pero Ricardo lo interrumpió:

¡Mankar! ¡Gonza! exclamó. Increíble que fuéramos magos, ¿verdad?

Ehh...

Bueno,yo no lo sabía realmente continuó Ricardo. Recibí una visita de unprofesor de HL unos días antes de la última vez que nos vimos... Mispadres son muggles y creyeron que era una broma.

Continuaronhablando y se actualizaron de todas las cosas mientras desayunaban.Mankar se sentía un poco alejado, pues prefería no hablar mucho, peroHaher, que se estaba familiarizando con todos, exclamó:

¡Y como Mankar nos libró de ese grupo de Macnair!

Tú no estabas conciente le recordó Gonza.

Pero aún así, fue fabuloso. Me imagino la ola inmensa continuó Haher, orgulloso de su sobrino, que estaba callado.

Eres admirable, Mankis dijo Jessi.

Gesux miró serio a Mankar y él se sintió aún más incómodo. Entonces habló de lo primero que se le ocurrió para cambiar el tema:

 

Pues todos los de Gryffindor tendremos que esforzarnos para empezar a ganar puntos.

Yo ya quiero abrir mi puntaje personal comentó Haher. No aguanto seguir pensando que estoy con cero puntos.

Ricardo y Jessi lo miraron extrañados.

Pero, ¿por qué estás en ceros? preguntó Gesux. ¿Qué pasó con tus diez puntos de anoche?

¿Anoche?

A todos nos dieron diez puntos y los grabaron en nuestras tarjetas de estudiante explicó Jessi.

¿Tarjetas de estudiante?

Sí intervino Ricardo. ¿Ustedes no estaban? La profesora Black nos dio a cada uno la tarjeta.

Haher se levantó de su asiento en el acto.

Tenemos que ir a buscarla.

Mankarimitó a su tío, pero Gonza quería terminar de desayunar. Al final,accedió de mala gana, pues creyó que podrían seguir conociendo elcastillo. Salieron del Gran Salón y cruzaron el vestíbulo hacia dondetenían entendido que era la sala de profesores, pero estaba cerrada.

Haherpensó en ir a preguntarle a Vito, el guardabosques, que por tradiciónvivía en una cabaña junto al bosque, pero no lo encontraron tampoco.Mankar miró hacia el inmenso lago y un tentáculo gigante se asomó a lolejos por un instante.

Estabahaciendo bastante frío, así que decidieron regresar al castillo ybuscar a la profesora Black piso por piso. Subieron la escalera demármol. Tenían entendido que la jefa de Gryffindor dictaría la clase deTransformaciones, así que seguramente su despacho se hallaría en esepiso. Sin embargo, no la encontraron, y ninguno de los estudiantes lesdio razón de ella.

Aprovecharonpara explorar así el castillo. Había bastantes niños fuera de sus SalasComunes. Pasillo por pasillo, encontraban gran cantidad de armaduras,retratos y otras decoraciones. Algo que destacaba por encima de todo,era un pedestal plateado que se hallaba casi en cada lugar, idéntico alque había en el centro del Gran Salón.

Cada piso parecía infinito. Gonza sugirió que la profesora Black no se hallaría muy lejos del camino a la Sala Común de su casa.

Al llegar de nuevo al séptimo piso, se dirigieron al retrato del hombre rodeado por leones, pero este no los dejó pasar.

Permítanme ver sus tarjetas de estudiante y con gusto les daré paso les dijo.

Peronosotros no las tenemos respondió Haher, preocupado. Es por eso queestamos buscando a la profesora Black para que nos las entregue.

No los puedo dejar entrar a la Sala Común si no me muestran su tarjeta de estudiante. Además, chicos, estas no son horas de estar por aquí.

Mankar, Haher y Gonza se retiraron desilusionados, y vagaron por los pasillos del séptimo piso sin rumbo fijo.

Seguro que esa vieja estaba allá adentro dijo Gonza resentido.

Esto es por tu culpa le reprochó Haher.

¿Mía? ¿Ahora qué hice?

Tú nos convenciste de subir primero al dormitorio, en vez de esperar lo que nos dijera la profesora le dijo Mankar, serio.

Anduvieron bastante callados. Había aulas en algunos lugares, muy retiradas de la entrada a la Sala Común,pero no pudieron entrar a ninguna. Había pedestales plateados en variospasillos y frente a cada puerta. Cuando llevaban un rato caminando, seencontraron frente a un enorme tapiz, en el que unos trolls dabangarrotazos a un hombre, que, al parecer, intentaba enseñarles ballet.

Me parece familiar... comentó Mankar.

 

Lo contemplaron unos instantes, pero la voz de Vito, el Guardián de las Llaves, resonó por todo el castillo:

Todos los estudiantes deben estar reunidos en cinco minutos en el Gran Salón.

Los tres se miraron con los ojos muy abiertos.

Vámonos rápido dijo Mankar apresurado. No es buena idea estar en problemas desde el primer día.

Pero... musitó Haher, ¿en dónde estamos?

Mankar y Gonza lo miraron extrañados, luego, viendo a su alrededor, se dieron cuenta de que estaban perdidos.

No vamos a llegar a tiempo si tomamos el mismo camino de regreso dijo Mankar, preocupado.

Pues bajemos por las primeras escaleras que veamos propuso rápidamente Gonza. ¡Vamos!

Siguierona Gonza corriendo y afortunadamente fueron encontrando escaleras hastallegar al segundo piso. Los chicos se preocuparon bastante, pues nosabían en qué parte se hallaban. Recorrieron rápidamente los pasillosbuscando el camino que habían tomado la noche anterior para ir a la Sala Común.Cuando milagrosamente dieron con él, corrieron a toda prisa en sentidocontrario hasta llegar a la escalera de mármol del vestíbulo. Unaprofesora estaba cerrando las puertas, pero ellos, mientras bajaban, legritaron que aguardara un momento.

Alacercarse, miraron a la profesora con cara de disculpa, y ella lescorrespondió con una expresión que les produjo escalofríos. Era unamujer blanca, literalmente blanca, como un mimo, con labios rojos ytenebrosos ojos negros; alta y delgada, vestía ropa negrísima, queparecía sacada de una película de zombis. Y lo peor de todo: una largay gruesa serpiente colgaba de sus hombros, por detrás de su cuello,imitando un collar. Mankar quedó paralizado.

En el castillo no se corre dijo con una voz fría. Y a los profesores no se les grita. Déjenme ver sus tarjetas de estudiante.

Los chicos se miraron asustados.

No la tenemos respondió Gonza tímidamente.

¿Aqué se refieren con que no la tienen? Ustedes son de Gryffindor señalóel escudo que tenía Mankar en el uniforme, la profesora Sorceressdebió habérselas entregado anoche. ¿O no? añadió amenazadoramente.

Es que nosotros... comenzó Gonza.

Meestaban acompañando al baño interrumpió Haher. Creo que comí algo queme hizo daño y... tardamos un poco. Cuando volvimos la profesora sehabía ido.

Mankar no se atrevió ni a sonreír. La serpiente lo miraba atentamente.

Al baño... repitió la profesora. ¿Los tres juntos?

Oye, Betty le habló alguien que salía del Gran Salón. ¿Está todo en orden?

La profesora se volvió a quien le hablaba y dijo:

Sí, Sorceress, creo que encontré a los chicos que se te extraviaron anoche.

Se trataba de la profesora Black.

¡Ah,bien! exclamó ella. ¿Ustedes son... buscó algo en su bolsillo. Sacótres tarjetas y leyó: Mankar Weasley... Gonzalo Umbridge... y «Áer»Weasley?

Sí, señora respondían mientras los nombraba.

Haher, añadió:

Pero se pronuncia «Jájer».

«Jájer»,sí, disculpa... le dijo la profesora, entregándoles las tarjetas. Lepregunté al director cómo se pronunciaba y me dijo...

Sorceressinterrumpió Betty, estos «valientes» hizo énfasis con sarcasmo, seperdieron en el baño anoche, y ahora han llegado tarde al Gran Salón.Además, me faltaron al respeto gritándome desde la escalera.

 

Gracias, Betty, yo me encargo.

Laprofesora Betty entró al Gran Salón sin decir una palabra más y laserpiente levantó su cabeza como para ver a los chicos por última vez.Luego, la jefa de Gryffindor les dijo:

Chicos,si hubieran estado anoche, no habrían llegado tarde ahora. Al menosleyeron el tablón de anuncios, ¿cierto? los niños se quedaroncallados, mirando a Gonza con reproche, pues fue él quien no se losdejó leer. Ahí también decía que debíamos reunirnos aquí a esta hora.Por favor, que no se repita.

Sí, señora dijeron una vez más. Sorceress se hizo a un lado para dejarlos entrar.

Siquieren un consejo añadió ella, ajustando las puertas del Gran Salón,traten de no meterse en problemas con la profesora Callahan.

¿Quién?

La profesora con quien se encontraron se apellida Callahan. Es la jefa de casa de Slytherin.

Vaya, no me lo habría imaginado susurró Haher con sarcasmo.

La profesora Black se dirigió a la Mesa Alta,y los niños buscaron un lugar en la mesa de Gryffindor. No encontraronasiento más que cerca de la mesa de los profesores, que eraprecisamente lo que Mankar quería evitar.

A su lado, estaban Ricardo y Gesux, y se saludaron. Mankar miró fugazmente a la Mesa Altay distinguió a la profesora Callahan, que lo veía de una forma odiosa,acariciando la cabeza de la serpiente. Vito estaba sentado en el mismositio que la última vez, junto a las dos sillas doradas en el centro,que nuevamente se hallaban vacías. Frente a ellos, la plataforma delSombrero Seleccionador destacaba más que la noche anterior.

Lo más simpático de la profesora es la serpiente dijo Gonza sarcásticamente.

Las aborrezco respondió Mankar. A menos que quieran que los odie, nunca me acerquen a una serpiente.

A mí me gustan dijo Haher, algo dudoso.

Mi boggart es un basilisco comentó Mankar.

Yo no le tengo miedo a nada dijo Gonza, con orgullo.

¿Has enfrentado boggarts? le preguntó Haher a su sobrino, sorprendido.

Enese momento, Vito se levantó de su silla y los tres chicos tuvieron quecallarse, pues el silencio se hizo de inmediato. El Guardián de lasLlaves apuntó con su varita a su garganta y dijo:

¡Buenosdías, jóvenes magos! Nos reunimos para presentarles las formas de ganarpuntos. ¡Quien más puntaje obtenga al final del curso, se convertirá enel Premio Anual! Tengo entendido que las jefas de casa les concedierondiez a cada uno anoche.

Hizouna pequeña pausa y rodeó la mesa dirigiéndose a la plataforma delSombrero Seleccionador, mientras se producía un suave murmullo deafirmación. Gonza exclamó algo como «¡Está bien, es mi culpa!» yescondió la cabeza entre los brazos, apoyándose en la mesa.

Primeroserá, por supuesto, de acuerdo al criterio de los profesores continuóVito. Si ustedes participan en clases o demuestran conocimientos en laasignatura, obtendrán puntos decía, parándose sobre la plataforma.También de esto depende si colaboran con el orden, la disciplina, elcuidado de las instalaciones, entre otras cosas que todos los tablonesde anuncios enumeran.

»Porotro lado, tendremos los clubes. Cada uno de ustedes, si lo desea,dispondrá de un espacio en el castillo, que podrán decorar a su gusto yutilizarán para organizar actividades que pueden ser tanto de estudiocomo de diversión.

 

¿Ven? les dijo Gonza. Sólo los ñoños ganan puntos. Tendremos que hacer «clubes» añadió burlándose.

Quieneshayan explorado sus Salas Comunes continuó Vito se habrán dado cuentaque hay una puerta cerrada en las áreas de dormitorios. Todos tendránacceso a los clubes por medio de estas puertas, a la hora que lodeseen. Las personas dispuestas a conformar un club o a consultar másal respecto, diríjanse a su respectiva jefa de casa al terminar estareunión.

»Bueno,ya los aburrí bastante con esto. Ahora sí: ¡pasemos a algo divertido!exclamó con emoción, y todos los niños se inquietaron. Podrán honrarno sólo el nombre de su casa, sino también el de cada uno de ustedes.¡Observen! añadió, apareciendo por arte de magia una brillante copaplateada.

Todoel mundo mostró una sorpresa mucho mayor de la habitual. Vito sostuvola copa por un instante, con los brazos extendidos para que todospudieran verla.

¿Qué es eso? susurró Haher emocionado.

¡Esta es anunció la voz de Vito, que resonaba por todo el Gran Salón la Copa de los Tres Magos!

¡¿Habrá un Torneo de los Tres Magos?! exclamó Gonza.

Nopuede ser... susurró Mankar. Lo único que faltaba era que hubiera unCáliz de Fuego que escogiera nombres de participantes para el torneo yque, misteriosamente, además de los tres campeones escogidos, salierael nombre de un cuarto campeón: Mankar Weasley, el squib.

Nose preocupen siguió hablando Vito, por ahora no habrá ningún Torneode los Tres Magos. Esta copa la señaló es lo que ustedes llamaríanuna «forma divertida de hacer puntos». Diariamente, la copa seráescondida entre una y cinco veces. Diez segundos después, éstaaparecerá en algún lugar del castillo. La misión de todos ustedes,jóvenes, es encontrarla. No se preocupen, no será en un laberinto concriaturas peligrosas. Recibirá cincuenta puntos para su cuenta personalla primera persona que la encuentre. Pero añadió, subiendo un poco lavoz sólo uno de ustedes podrá agarrarla, es decir, nunca habrá empates.

Conque los puntos son para ñoños, ¿no, Gonza? le dijo Haher.

Pero, ¿y cómo iba a saberlo?

Cualquieratendrá la posibilidad de encontrarla decía Vito. No tienen que sergrandes ni fuertes ni inteligentes. ¿Ven ese pedestal? señaló el podioplateado en el centro del Gran Salón. Se trata del lugar donde podríaaparecer la copa. Hay pedestales dispersos por todo el castillo. Sialguno de ustedes la encuentra primero, tendrá que agarrarlafuertemente, apuntarle con la varita y decir «¡Click!». Con estehechizo, serán transportados a la plataforma en la cual estoy parado yautomáticamente los cincuenta puntos serán grabados en su tarjeta deestudiante.

Todos los niños empezaron a hablar, obligando a Vito a hacer una pausa.

¡Seré el primero en agarrar la Copa de los Tres Magos! dijo Haher, muy emocionado.

Pero cincuenta puntos no parecen ser muchos se lamentó Gonza.

No intervino Mankar. Pero imagina cuántos puntos harías si consigues atrapar la copa varias veces. ¡Y no olvides la fama!

¿Quéles parece si lo intentamos en este momento? preguntó con voz fuerteVito, y, sin esperar respuesta, apuntó con su varita a la copa y éstase esfumó. ¡Cincuenta puntos al primero que la encuentre!

Loque hizo Vito los tomó a todos por sorpresa. Mankar pensó en unafracción de segundo que era muy peligroso esconderla en ese precisomomento, cuando todos los chicos estaban reunidos en el mismo lugar,pues la multitud podría ocasionar un accidente. Sería muy irresponsablepor parte de Vito hacer que todos salieran corriendo, por lo queseguramente previó que sería encontrada muy rápidamente. Además, era laprimera vez. Sin duda alguna la copa había sido escondida en el GranSalón.

 

Mientraslos más rápidos en levantarse de su asiento ya corrían hacia elvestíbulo, Mankar miró en dirección al pedestal. La copa no estabaallí. ¿Entonces dónde podía estar?

Y recordó algo: la copa tardaba diez segundos en aparecer de nuevo.

¡VAMOS, RÁPIDO!

Seguido por Haher, que tenía el cabello plateado, se levantó como un rayo con la intención de correr hacia el pedestal.

Mankarcorrió rapidísimo, rodeando la mesa de al lado, pero, de repente, unaniña de Hufflepuff se levantó, interponiéndose en el camino del chico.Mankar no pudo detenerse... pero no chocó con nadie. Mankar habíaatravesado a la niña. Al mirar de nuevo, la Copade los Tres Magos se veía brillando en todo el centro del salón, a nomás de cinco metros de él y, al parecer, nadie se había dado cuenta.Instintivamente, atravesó dos chicos más, como si fuera un fantasma.

Estabaya casi junto al pedestal. Sentía a Haher correr tras él. En otrafracción de segundo, pensó que había hecho alguna magia que lo librabade su materialidad, y por eso no chocó con ningún chico, pero aún así,no podía arriesgarse a agarrar la copa y exclamar un hechizo que talvez no funcionara, por ser un squib.

Peroesto no le importó . Era la única forma de saberlo. En la siguientefracción de segundo, estuvo a punto de tomarla (incluso tenía la varitalista) pero recordó que Haher venía corriendo con la ilusión de ser elprimero en agarrarla. Ya habría otra oportunidad después para Mankar.

¡RÁPIDO, HAHER!

Sutío llegó y casi resbala y cae al suelo, pero en ese momento, vieronque la copa ya no estaba. Juanjo Macnair se hallaba detrás delpedestal, agarrándola con una mano, apuntándole con la varita y,seguramente, exclamando «¡Click!».

Elgrandulón se esfumó provocando una ráfaga de viento. Mankar se dio lavuelta y, en la plataforma que hacía once o doce segundos ocupaba Vito,estaba Macnair, levantando en alto la brillantísima Copa de los TresMagos.

Mankarse sintió bastante frustrado. Se había quedado junto a la copaesperando a Haher para que él la agarrara, de forma que ganaría la famaque deseaba y abriría su puntaje personal. Intentó rodearlo con elbrazo, como gesto de consuelo, pero también atravesó a su tío.

Mirósu mano, sorprendido por lo que había logrado hacer. De verdad habíaperdido su materialidad por arte de magia. Se sintió dichoso pensandoque era magia accidental, pero puso un poco más de atención a sualrededor y notó que todos los chicos se atravesaban unos a otros,corriendo hacia la puerta en busca de la Copa. Losque ya se habían dado cuenta de que Juanjo la había atrapado hacíancosas graciosas como atravesar con el puño a su compañero de al lado.

Pocoa poco, sin necesidad de que Vito lo dijera, todos regresaron a susasientos. En la plataforma sobre la que se hallaba Macnair, brillabanahora las palabras «Felicidades a Juan José Macnair por encontrar la Copade los Tres Magos». Mankar y Haher se dirigieron a su asiento, sinverle la cara a Juanjo. Gonza se apartó y los dejó sentar a ambos.

 

Bueno, la próxima vez será les animó, intentando darle una palmada en la espalda a Mankar, pero atravesándolo. Mankar sonrió.

Gonza tonto dijo riendo, y le dio un puño en el estómago, que para nada le afectó.

Lostres chicos se empezaron a golpear, pero luego se vieron obligados adetenerse, pues el resto de niños ya se estaba callando.

¡Felicitaciones,señor Macnair! exclamó Vito. Con la varita aún apuntando a sugarganta, continuó: Como podrá notar en su tarjeta de estudiante,ahora tiene cincuenta puntos. Y eso no es todo: en este momento, ustedes quien posee más puntos en Harrylatino. Por lo tanto, lidera el topde los estudiantes con más puntos en el colegio, y el top deestudiantes con más puntos en su casa, Ravenclaw, la cual en estemomento se halla en primera posición en la competencia por la Copa de la Casa.

Todoslos compañeros de casa de Macnair estallaron en aplausos desde su mesa.En ese momento Mankar vio a Juanjo a la cara. Éste también lo estabaviendo. Se lanzaron ambos una mirada asesina.

Supongoque todos ustedes se preguntarán por qué tenían la habilidad deatravesar a los demás continuó Vito. Resulta que en cuanto la copa esescondida, para evitar cualquier clase de accidente, la magia delcastillo los inmaterializa a todos contra las demás personas. Y tieneotra ventaja: así se darán cuenta cuándo la Copade los Tres Magos se ha escondido y en qué momento es encontrada. Poresta ocasión, ustedes aún pueden seguir atravesándose unos a otros,pero en cuanto la copa deje de brillar, que será siempre de inmediato,recuperarán su materialidad.

Enese momento, la copa perdió su brillo y todos volvieron a lanormalidad. Mankar, sin darse cuenta, estaba atravesando a Haher con uncodo, pero éste no se quedó atrapado en el cuerpo de su tío, sino quefue empujado hasta salirse de él. Algunos niños se cayeron de sussillas al salir empujados por sus compañeros, que ahora eran sólidos.

La Copapermanecerá en esta plataforma mientras no esté escondida, bajoprotección poderosísima, así que no intenten acercarse a ella. Estén,pues, en alerta permanente. ¡Cualquiera puede ser Premio Anual, no serindan! ¡Disfruten lo que queda de su fin de semana!

Todos los niños se levantaron de nuevo de sus asientos. Mankar, Haher y Gonza se quedaron un rato, pensativos.

Haherle sonrió a su sobrino de forma que le demostraba lo agradecido queestaba por haberlo esperado para que fuera él quien ganara los puntos.En ese momento, Mankar se dio cuenta que sentía un gran afecto por susamigos.

Abandonaron de últimos el Gran Salón, y salieron al patio, pero lo que les esperaba afuera los hizo arrepentirse de su tardanza.

JuanjoMacnair, respaldado por al menos seis grandotes más, apareció derepente, cuando los tres chicos habían bajado la escalera de piedra.Mankar agarró fuertemente la varita de su bolsillo.

Tenemosuna cuenta pendiente les espetó Macnair, mientras él y su bandaavanzaban para acorralarlos contra un muro del castillo.

Es verdad respondió Gonza, retrocediendo. Nos faltó el jabón.

Te arrepentirás, mestizo le respondió Juan Carlos Gaunt, un grandote de Slytherin.

Tranquilo, Bog, aún no le dijo Juanjo.

No les tenemos miedo anunció Haher, amenazante.

 

Miedo es una palabra clave respondió Juanjo. Es precisamente lo que deben tener: miedo del Poder Calamar.

Y tanta agua no te lavo bien los oídos, ¿verdad? dijo Mankar con odio. Entonces aquí va levantó su varita y gritó: ¡AGUAMENTI!

Perola ola que Mankar esperaba que saliera de su varita como en el tren noapareció. Los tres chicos se quedaron expectantes viendo la punta de lavarita, pero todo seguía igual de seco. En cambio, Macnair ni siquierase movió un poco, y tampoco ninguno de sus amigotes, como si hubierasido exactamente lo que esperaban.

¿Qué ocurría? La gema debía de estar haciendo su trabajo...

Muchos estudiantes se iban acercando, curiosos.

Esnuestro turno dijo Macnair triunfante. Lo siguiente es un genialinvento de nuestro amigo Boggart señaló a Gaunt. Ya verán por qué lollamamos así. Y por qué miedo es una palabra clave. Haz los honores,Bog.

Boggart levantó su varita hacia Gonza y exclamó:

¡Expecto Boggart!

Sóloescuchar el conjuro los hizo saber a qué se enfrentaban. El hechizo quelanzó Gaunt haría a Gonza enfrentarse a su mayor miedo. Lo que salió dela varita los asombró a todos.

¡Unachica en traje de baño! exclamó Macnair, riendo a carcajadas, juntocon toda su pandilla y muchos de los estudiantes que se habían acercadoa curiosear.

Elboggart avanzaba caminando hacia Gonza, que estaba completamentecolorado. Mankar habría sonreído, pero era conciente de que si elboggart se dirigía a él (cosa que en cualquier momento podía pasar)aparecería un basilisco. Se alejaron de la chica lo más posible,buscando alguna salida.

¡INCENDIO!gritó Mankar con la intención de hacerle daño a Juanjo o a Boggart.Pero nada pasó. ¿Qué iba a hacer él, si no podía realizar los únicoshechizos que sabía hacer?

Macnairsonrió ante el intento de Mankar de quemarlos, y le hizo señas a suamigo para que enviara el boggart hacia él. Entonces el chico se diocuenta: Gaunt mantenía su varita apuntando a la criatura, así que, encuanto dejara de hacerlo, el boggart se esfumaría.

Enese momento, Gaunt movió su varita en dirección a Mankar. La chica entraje de baño se dirigió también hacia él, dejando a Gonza inconscienteen el suelo. Tenían una fracción de segundo antes de que apareciera elbasilisco.

Pero la palabra que estaba a punto de decir Mankar no salió de su boca, sino que se escuchó a Haher gritarla.

¡EXPELLIARMUS!

Lavarita de Boggart saltó de su mano y fue a parar a varios metros dedistancia. De la chica en traje de baño, que por un ínfimo instantehabía sido verde y de siete metros de largo, no quedó más que su huellaen el césped.

Macnairapenas reaccionó. Intentó conjurar otro boggart pero Haher había sidomás rápido que él y lanzaba encantamientos de desarme a cada uno de losgrandulones. Por último, gritó:

¡Aguamenti!

Y un poderoso chorro de agua derribó a los miembros del Poder Calamar, que buscaban angustiados sus varitas.

Todoslos presentes aplaudieron animados. Mankar vio a Haher maravillado,orgulloso de él, y a la vez preocupado, por haber fallado y no haberpodido demostrar su poder mágico.

Pero de repente todo el mundo se calló y los estudiantes se fueron dispersando. Caminaba hacia Mankar la profesora Callahan.

Tal y como lo pensé: no son más que un trío de lobos con piel de oveja.

 

Lavoz de la profesora Callahan resultaba más fría aún que su despacho, alque casi de inmediato llevó a Haher, Mankar y Gonza, tras mandar a unchico a que llamara a la profesora Black. Los tres niños no se habíanatrevido a pronunciar palabra alguna.

Apenasun débil rayo de sol se colaba por entre la negra y gruesa cortina. Lahabitación era iluminada por una lámpara mágica, que más bien volvíatenebrosas las siluetas de los muebles, o de los polvorientos librosque se amontonaban en oscuras estanterías. Parecía un desperdicio queel despacho se hallara en el cuarto piso del castillo, pues era laclase de lugar que uno espera encontrarse en una mazmorra.

Loschicos estaban de pie, en frente del escritorio al que se sentaba laprofesora. Mankar estaba completamente paralizado, mirando en el sueloa cualquier lugar en que se pudiera encontrar la serpiente.

Estoysegura de que la profesora Sorceress considera muy simpática la maneraen que ustedes rompen las reglas continuó la profesora Callahan, conun tono que parecía que estaba a punto de estallar de ira. Ella talvez no vea más allá de sus caritas de niños buenos.

»Masen mis manos no está el castigo, sino en las de su querida jefa.Créanme que las cuatro faltas que han cometido son suficientes paraexpulsarlos de Harrylatino.

Hubo un breve silencio. Mankar casi creyó escuchar algo que se deslizaba por el suelo. En ese momento, entró Sorceress.

¿Qué ocurre? exclamó alarmada.

Que tus leones te lo expliquen respondió la profesora Callahan, en tono malévolo.

Haherempezó tímidamente el relato. Tal vez se sentía algo culpable, pues élhabía sido quien atacó al Poder Calamar. Lo contó todo. Sorceress seasombró cuando escuchó lo del hechizo que creaba boggarts, y le dirigióuna sonrisa cómplice a Gonza cuando escuchó cuál era su mayor miedo. Laprofesora Callahan hizo un sonido de indignación y se retiró en elacto, gruñendo algo como «Voy a escribirles a sus padres, eso sí lopuedo hacer», con lo que los chicos se inquietaron.

¿Peroes que ustedes no saben con qué hechizo se derrota a un boggart?preguntó la profesora Sorceress, asombrada, intentando hacerlos pensaren otra cosa.

Loque pasa es que el boggart de Mankar es un basilisco explicó Haher.Él nos lo dijo. Al siguiente que querían atacar era a él, y pues... notuve otra opción... no había tiempo. Mankar no parecía saber qué hacery Gonza estaba desmayado...

Era difícil intentar algo intervino Gonza. Aún no sabemos hacer casi ningún hechizo.

La profesora Black lo miró asintiendo levemente con la cabeza.

Saquen sus tarjetas de estudiante les pidió. Serán veinte puntos.

Mankar miró asustado su tarjeta, que hasta entonces no había visto detalladamente, y se asombró:

HARRYLATINO
IDENTIFICACIÓN DEL ESTUDIANTE

Mankar Merlín Weasley
ID: 6102
Estudiante
Gryffindor - Primer curso
20 puntos - Posición: 2

Pero no se lo digan a la profesora Callahan susurró Sorceress, guiñándoles un ojo.

¡Gracias! exclamaron los tres al mismo tiempo.

Laprofesora Sorceress vio en ellos algo (¿valentía?) que más allá de seruna falta en las reglas, era motivo de premio. Les hizo señas para queabandonaran el despacho de la profesora Callahan y salió tras ellos.

 

Traten de no meterse en problemas, chicos dijo la profesora Black, antes de darse la vuelta e irse caminando por el pasillo.

¡Nossalvamos! exclamó Gonza, eufórico. ¡Y ganamos puntos! Intentó darleuna palmada en la espalda a Haher, pero lo atravesó por completo. Lostres tardaron un instante en reaccionar, y luego salieron corriendo atoda velocidad en busca de cada pedestal que encontraran, hasta querecuperaron su materialidad y, desilusionados, regresaron a su SalaComún.

¡Quécochinos embusteros! exclamó Haher indignado, la mañana del lunes,cuando estaban desayunando en el Gran Comedor. ¡Estudios Muggles dosdías a la semana!

Laprofesora Sorceress acababa de pasar entregándoles los horarios. Alparecer, había de varios tipos, y ella les asignó a los chicos el mismo.

Bueno... tenemos ahora Historia de la Magiadijo Gonza, leyendo el horario. El aula queda en el cuarto piso. Talvez debamos irnos rápido, mientras nos familiarizamos con el castillo.

Echaronun vistazo a los relojes de arena que había junto a las puertas delGran Salón, en el vestíbulo, los cuales indicaban las posiciones de lascasas. Las cuatro habían ganado puntos, pero Ravenclaw y Gryffindorsobresalían por encima de las otras dos.

Subieronlentamente la escalera de mármol. No fue difícil dar esta vez con lasescaleras que llevaban al cuarto piso. Faltando un minuto para lasnueve de la mañana, los chicos estaban haciendo fila, junto con otrogrupo de alumnos de Gryffindor, entre los cuales estaban Ricardo,Gesux, Alita, Lalita y Jessi Jordan, y algunos de Slytherin.

Mankar estaba bastante emocionado. Sabía que Historia de la Magia sería sólo teoría, pero de todas formas iba a ser su primera clase en Harrylatino.

La negra puerta del aula se abrió. La profesora Callahan se asomó y les indicó que entraran a su salón.

«Nopuede ser... esa vieja nos va a dictar Historia... pensó Mankar.¿Cómo pude olvidarlo? Su despacho está en este mismo piso...»

Miró a Haher y a Gonza y tenían la misma expresión de sorpresa, angustia y fastidio.

Vaya forma de iniciar la semana susurró Haher.

Demuy mala gana, entraron, pero se sentaron lo más alejado posible de laprofesora Callahan. El salón era una versión amplia de su despacho, conescritorios para cada alumno.

Cuando todos estaban ubicados, habló con su fría voz.

Mi nombre es Beatriz Callahan. Soy su profesora de Historia de la Magiay la jefa de la casa Slytherin. Pasó sus ojos sobre cada cabeza comosi deseara advertir a cada uno que no desearían tener problemas conella. A muchos profesores de este lugar les gusta que los llamen porsu nombre. A mí no. En mi clase no admitiré irrespeto por parte denadie. Miró a Mankar como si le hablara exclusivamente a él.

»Nome interesa si piensan que esta clase es aburrida, y mi objetivo no esque aprendan a valorar las raíces de nuestra cultura. A mí me paganigual si sus cráneos continúan vacíos al final del curso. Sólo les pidoque me dejen hacer mi clase, en orden. Sus horribles labios rojos casibrillaban malignamente desde donde estaba parada. Y lo primero queharé para asegurarlo será asignarle a cada uno el puesto que debenocupar durante mis clases. Ustedes tres dijo a Mankar, Haher y Gonza,quienes se sobresaltaron, no los quiero ver juntos.

Mandóa cada uno a sentarse en un rincón diferente y continuó ubicando alresto de los alumnos. A Mankar lo sentó junto a un chico de Slytherin,Matías Black. La profesora Callahan revisó la asistencia y prosiguiócon su discurso acerca de la disciplina, la presentación personal y laresponsabilidad. Luego, los mandó sacar el libro Origen mágico 1,y los hizo leer un capítulo que hablaba sobre la clasificación de loshombres como seres mágicos. Sin duda Callahan le daba un gran valor ala pureza de la sangre.

 

Mankartrató de hacer exactamente todo lo que ella decía, para que dejara detenerlo en la mira, pero era demasiado increíble el tema de la clase:muggles, magos, mestizos, «sangres sucia», hombres-bestia y... squibs.Según el libro, éstos dos últimos eran tristemente rechazados por lasociedad, pero no daba ningún mensaje de cambio; más bien daba aentender que eran peligrosos o inútiles.

Lossquibs son discriminados tanto por magos como por muggles. Inclusoalgunos magos se hacen llamar «Caza-squibs» y se dedican a eliminarlos,para purificar las razas.

Hahery Gonza por nada del mundo lo rechazarían... ¿o sí? Pues... su tío selo confesó: antes no le agradaba porque pensaba que no era mago.

«Debo dejar de dar todo por perdido, más bien pensar en positivo», se dijo Mankar.

Perofue difícil concentrarse. Al finalizar la clase, la profesora Callahanles dejó como tarea realizar un resumen del texto que leyeron.

Míralopor el lado bueno le dijo Haher a Mankar, mientras hacían fila paraentrar al aula de Pociones, en las heladas mazmorras. No tenemos quevolverla a ver sino el miércoles, y no más hasta la próxima semana.

El lado bueno es que no tenemos que usar varita le respondió el chico, sin darse cuenta de lo que decía.

¿Por qué? preguntó Gonza.

Si llegáramos a cometer un error sería capaz de castigarnos por una semana dijo Mankar, con un salto de corazón.

Lapuerta de la mazmorra se abrió. Una alegre profesora salió arecibirlos, y se quedó junto a la entrada saludando a cada niño queingresaba. Mankar iba muy distraído, casi ni se fijó lo que hacía, y sesentó en la misma mesa que Haher y Gonza.

«Bueno,en Pociones no se necesita mucho el uso de la varita... pensaba. Porahora estoy a salvo. Pero luego tendremos clase de Encantamientos. ¿Quéharé entonces?»

Mankar veía en su mente las palabras escritas en el libro Origen mágico que hacía poco había leído. La profesora lo sacó de sus pensamientos.

Buenosdías, jóvenes saludó sonriente. Soy Anna Black, su profesora dePociones y jefa de la casa Hufflepuff. Hay varias profesoras con miapellido, así que pueden llamarme por mi nombre, siempre y cuando seade manera respetuosa.

»Loque ustedes aprenderán en mi clase no es como cualquier receta decocina. Realizar pociones es un arte. Una poción puede salvar la vida,así como puede acabarla. ¿Alguno puede nombrarme una poción?

Mankar levantó la mano. La profesora Anna le dio la palabra.

La poción multijugos dijo tímido.

Una de las pociones más poderosas que hay. Y es difícil de preparar. ¿Cuáles son sus efectos? preguntó.

Transformaa una persona en otra dijo Mankar. Le da sus características físicasexactas y sus habilidades. Su efecto dura aproximadamente una hora.Pero sólo se puede usar con humanos y añadió mentalmente: «¡Eso es!¡Lo que yo necesito!».

 

Perfecto, señor...

Mankar Weasley.

Seha ganado cinco puntos, señor Weasley dijo la profesora, guiñándole unojo, y escribió en el pizarrón «Poción Multijugos». Mankar se alegrómuchísimo. ¿Alguien me puede nombrar otra poción?

Laclase continuó de esa forma. Cuando ya tenían una buena cantidad depociones en el pizarrón, la profesora Anna los hizo tomar apuntes.Luego se dirigió a un armario y sacó varios tarros con ingredientes depociones, algunos muy asquerosos, otros atractivos. Los rotó por todoel salón explicando las propiedades de cada uno, para familiarizar alos chicos, y los hizo tomar apuntes de nuevo.

Ala hora de comer, todos los chicos hablaban muy animadamente acerca delo que estaba resultando su primer día. Otros chicos que habían tenidoPociones con otro profesor no se veían tan satisfechos con laasignatura. La mayoría hablaba muy bien de la clase de Defensa Contralas Artes Oscuras, e incluso a algunos les había gustado la clase deEstudios Muggles.

Pero,muy a pesar de Mankar, la clase de Encantamientos llegó. Él, Haher yGonza se dirigieron a un aula del segundo piso, y esperaron en la filaa que la puerta se abriera.

Unhombre alto y joven se acercó. Usaba gafas oscuras cuadradas y llevabaun gran saco en el hombro. Saludó a los niños mientras abría el aulacon un toque de su varita. Entró él primero, colocó en una mesa el sacoque llevaba y esperó a que todos se ubicaran para empezar a hablar:

Bienvenidos,aprendices de mago y bruja, a la clase de Encantamientos saludósonriente. Soy el profesor Zancaturno Zancaturtania, y pueden llamarmeasí. En mi clase no daré mejor nota a quienes hagan los hechizos mássorprendentes. No: para mí es más importante el esfuerzo. Tal vezustedes deban aprender al menos lo más básico de utilizar su podermágico, pero tendré más en cuenta su actitud frente a la clase. ¿Deacuerdo? Hubo un suave murmullo de afirmación. Bien. ¿Quién de aquíha realizado hechizos con su varita?

Algunos chicos levantaron la mano. Haher también lo hizo.

Mankar, alza la mano le dijo a su sobrino.

Muy de mala gana, el chico la levantó. El profesor Zancaturno continuó:

Uy, son bastantes. ¿Qué hechizo hiciste tú? le preguntó a un chico cercano a él.

Alohomora respondió.

¿Y tú? le preguntó a otro.

Fregotego.

Ah, ¿te lo enseñó tu mamá? ¿Y tú?

Alohomora, también.

¿Cuál hiciste tú?

Expelliarmus y Aguamenti. Y una vez Lumos.

El profesor Zancaturno miró a Haher un poco más serio.

Ah... ustedes son los chicos del problema ese... Bueno, ¿y tú?

Incendio dijo Mankar dudoso.

Vaya, increíble... Bien. ¿Quién puede decirme lo que se necesita para conjurar un patronus corpóreo?

Decir Expecto Patronum contestó tímidamente una chica.

Bueno,sí. El conjuro es importante en algunos casos, pero recuerden que losmagos pueden hacer hechizos no verbales en cuanto ganan experiencia.¿Qué otra cosa se necesita?

Ser un mago respondió un chico de Hufflepuff. Era Carlos Granger, del Poder Calamar. Miró a Mankar con burla.

Bueno, obviamente...

Se necesita fuerza mental y pensamientos alegres dijo Mankar en voz alta.

Perfectoseñor... Weasley, ¿cierto? Cinco puntos para su cuenta el chico sonriócon sorpresa. Zancaturno continuó: Y si ustedes exclaman el conjurouna y otra vez sin estas dos cosas, muy difícilmente lograrán hacersalir siquiera niebla plateada, así como podrían gritar Avada Kedavra y no hacerle daño a nadie.

 

»Cadahechizo es único, todos necesitan algo diferente. No basta sólo con elconjuro; no se puede mover una pierna con solo decirlo. Debenconectarse con su varita. Mankar se dio cuenta que era lo mismo que supadre le había dicho hacía unos días. El ejercicio de hoy es elsiguiente: de los cuatro hechizos simples que hay anotados en elpizarrón, ustedes deben escoger uno de ellos y practicarlo. Poco antesde finalizar la clase, pasaré revisando los avances. Todos ustedesdeberán ser capaces de realizar al menos uno de los hechizos, y lotendré en cuenta para siguientes evaluaciones.

Mankar leyó el tablero. Podían escoger entre Wingardium leviosa, Fregotego, Alohomora y Lumos. Estaba anotada también la forma en que debían ejecutarlos.

Zancaturno pasó entregando plumas a quienes deseaban practicar el encantamiento de levitación, candados a los que escogieron Alohomora y objetos manchados a quienes usarían Fregotego. Permitió a los que ya lograban un hechizo que lo siguieran perfeccionando.

Gonza le pidió a Zancaturno una pluma, y Haher un zapato embarrado. Mankar estaba indeciso entre Lumos y Alohomora, pero de todas formas le pidió al profesor un candado.

Todala clase miraba el pizarrón e imitaba los movimientos de la varita queexplicaba, y pronunciaba los conjuros. Haher con sólo intentarlo unavez logró hacer salir pompas de jabón del zapato, dejándolo impecable.Gonza tenía un problema con el movimiento de muñeca, pues lo hacía conmucha fuerza. Mankar sin duda estaba siguiendo las instrucciones demanera exacta, pero no provocaba ningún efecto sobre el candado.

¡Alohomora! decía incansablemente.

Sesentía parecido al día en que compró su varita. Intentó pronunciar elconjuro de todas las formas, alargando sílabas, cambiando acentos...Daba toques al candado con toda la concentración que podía, pero erainútil. Se estaba comenzando a sentir muy acalorado. Trató de calmarse,pues aún recordaba lo que había pasado las veces que intentó hacerhechizos, así que lo intentó con otro.

¡Lumos!

Carlos Granger levantaba su varita iluminada en la punta, y el profesor se acercó a él para felicitarlo.

Siente la varita como parte de ti le decía a Mankar la voz de su padre en la mente.

Lumos...

Lavarita seguía igual. Haher había lavado un montón de veces la bota yahora practicaba también con un candado, que abrió de inmediato. Gonzahacía mover su pluma como si soplara sobre ella, pero aún no loconseguía. Otra pluma flotaba alegremente cerca del techo, y eracontrolada por Oty Copbottom, una chica de Hufflepuff.

Mankar se sentía tan frustrado que tenía ganas de llorar.

Fregotego... Wingardium Leviosa... decía desanimado.

Haher logró todos los hechizos. Gonza se esmeró en perfeccionar Wingardium leviosa, y lo conseguía. Mankar continuó sin tener éxito, y Haher se preocupaba.

Concéntrate Manu, relájate, tú puedes.

Mankar ya se estaba rindiendo. Zancaturno se acercó a él y también intentó animarlo.

 

Mira,chico, entiendo que te sientas un poco presionado le dijo. Por estavez no calificaré de forma definitiva, pero prométeme que practicarásen tu tiempo libre y la próxima clase me traerás un hechizo preparado.¿Te parece?

Lo intentaré, profesor.

Peroresultaba imposible cumplir esa promesa. Durante todo el día, Mankar seencerró en su dormitorio, en su cama, con las cortinas corridas,practicando los cuatro hechizos, pero nada funcionaba. Estaba demasiadodesilusionado y se sentía deprimido.

Intentó despejar su mente comenzando la redacción para Historia de la Magia, pero escribir sobre squibs rechazados no le ayudaba.

Asíque decidió postergarlo y pasar más tiempo con Haher y Gonza. Tampococonocía a muchos chicos de su casa y no quería perderse de nada. El díasiguiente tardaría en llegar.

Laclase de Herbología la realizaron por la mañana en uno de losinvernaderos que quedaban tras el castillo. La profesora Ginny eraigual de amable que la mayoría de profesores. Vestía una túnicaelegante, como si estuviera en una ceremonia, lo cual era bastanteextraño tratándose de la clase en que más se debían ensuciar. Segúnella, los magos son sucios cuando quieren, pues poseen una varita conqué limpiarse las manchas en la ropa. Afortunadamente, no les mandó ahacerlo. Se limitó a explicarles los temas que verían durante el curso,y les mostró algunas de las plantas mágicas que había allí.

EnEstudios Muggles, la profesora Fairy Black anunció que a esta materiase le daría un enfoque mágico; es decir, que estudiarían la literaturamágica, las aplicaciones matemáticas en el mundo de los magos,geografía de lugares que los muggles no conocían, entre otras cosas.Aprenderían algunos conceptos de magizoología, pero profundizarían másen el área quienes desearan tomar clase de Cuidado de CriaturasMágicas. De igual forma, verían los temas de plantas mágicas y sucesosimportantes en las clases de Herbología e Historia de la Magia, respectivamente.

Elsegundo día de clases, Mankar estaba resultando mejor de lo queesperaba, pues hasta entonces no había tenido que usar la varita.Incluso su participación en clase le había concedido diez puntos más asu cuenta.

Peromás tarde tendrían el Taller de Vuelo, seguido de dos horas de DefensaContra las Artes Oscuras. Y no había escapatoria. Mankar pensó enfingirse enfermo para faltar a la clase de Vuelo, pero ¿y después?

Lamejor forma de salir del problema era enfrentándolo. Haher y Gonza sehallaban bastantes ilusionados con volar. El primero, que tenía un pocode experiencia, quería demostrarla, y el segundo, jamás había montadoen escoba. Mankar les confesó que tenía miedo a las alturas.

Pues,no te preocupes le dijo Haher. Nos tienes a nosotros si necesitasalgo. Además todo estará bajo el control del profesor o profesora.

Ellostres, junto con varios compañeros de todas las casas, se reunieron enun prado cercano al bosque para asistir a la clase. Mankar no habíapodido sacar de su mente la tarea que le dejó el profesor Zancaturno,pero el ver las docenas de escobas alineadas en el suelo lo asustó enextremo.

Laprofesora Tita les daría el Taller de Vuelo. Saludó a todos y les diolas indicaciones básicas para montar en escoba. Lo principal eramantener la calma. Los ubicó a cada uno en un lugar.

 

¡Arriba! empezaron a decir todos los chicos, con la mano extendida sobre la escoba.

La de Mankar estaba congelada, mientras que la de Haher se levantó del suelo en el acto. Gonza solo la hacía rodar un poco.

En un momento, presa del pánico, Mankar agarró con disimulo la escoba, como si el llamarla hubiera funcionado.

La profesora Tita les mostró cómo debían montarse en la escoba, y de qué forma debían sujetarla.

Encuanto les diga, quiero que todos den un salto en el suelo. Empezarán aelevarse. No vayan muy alto, para evitar accidentes. Cuando quieran,inclínense un poco para bajar. ¡Ya!

Ytodos los chicos dieron patadas y saltos. Algunos tuvieron que hacerlodos o tres veces. Docenas de siluetas se elevaban, excepto la deMankar, que brincaba desesperadamente en el césped.

JuanjoMacnair pasó volando y soltó una carcajada. Tita se molestó mucho conél por su actitud y por faltar a las instrucciones. A Mankar no le dijonada además de la sonrisa de compasión que le dirigió.

Elchico no aguantó más y se fue corriendo al castillo. Subió hasta elséptimo piso y se quedó acostado en su cama, pensando... Se quedó asítoda la tarde. No asistió a Defensa Contra las Artes Oscuras.

Haher y Gonza intentaron animarlo, pero Mankar estaba demasiado deprimido.

Mira, Mank le animó Gonza, no puedes dejar que te afecte el solo hecho de que no puedas volar en escoba...

Manu,estás preocupado porque piensas que eres un squib, ¿verdad? le dijoHaher, apoyándose con el codo en el hombro de Gonza. Eso fue hacemucho. Tú ya demostraste lo contrario. Tienes que relajarte y... ¡y!¡ahhh!

Haherperdió el equilibrio y atravesó a Gonza. Cayó al suelo y se levantó atoda prisa. Salió de la habitación como un rayo casi dejando una estelade humo, tras Gonza, que se había ido aún más rápido.

Lleno de ira, Mankar empezó a exclamar cuatro cosas sin cesar, hasta que perdió el aliento y se quedó dormido:

¡Wingardium leviosa!... ¡Alohomora!... ¡Fregotego!... ¡¡LUMOS!!

Así que llegó el día. Tenía clase de Encantamientos e Historia de la Magia. Mankar no había hecho ninguno de los deberes que le habían dejado, pero primero tenía clase de Transformaciones.

Sesentó a desayunar solo. Haher y Gonza estaban en otro lado de la mesa.Seguía molesto con ellos por abandonarlo sólo porque habían escondido la Copa.

De repente, vio que entraban cientos lechuzas al Gran Salón, y una de ellas se detuvo ante él. Era Mallow. Traía una carta de Merlín. Mankar la leyó.

Querido Mankar,

Recibíuna lechuza que me informaba de tu mal comportamiento. Me gustaríahablar personalmente contigo, pero no sé de qué forma más comunicarme.Intenta no meterte en problemas o tendré que enojarme. Espero que todoesté bien.

Te quiere,

Tu padre, Merlín.

Mankarse sintió bastante triste. Tal vez era duro para un padre recibirquejas de su hijo de su primer día en el colegio. Había un ladopositivo, y era que Merlín parecía haberlo tomado bastante bien, nocomo otros padres. O más bien, madres.

¿QUÉES LO QUE PRETENDES HACIÉNDOTE EL FUERTE EN FRENTE DE LOS DEMÁS? ¿ESQUE TE PARECE DIVERTIDO ARMAR UNA PELEA? ¿SIGUES CON ESO DE LA DISCRIMINACIÓN? ¡ESO NO ES LO QUE TE ENSEÑÉ! ¡PERO NO PUEDES DORMIR CON LA LUZ APAGADA SIN ABRAZAR ESE OSO DE PELUCHE! bramaba ensordecedoramente la voz de Gaby, que le envió un vociferador a Haher.

 

Gonzatambién había recibido uno. Mankar se dio cuenta que era hora de ir aclase de Transformaciones. Salió malhumorado del Gran Salón sintiendo acada paso el vibrar del suelo por la voz de su abuela y de la señoraUmbridge.

Alentrar al aula, se sentó en la primera silla que vio, cerca delpizarrón. Haher y Gonza llegaron un rato después con cara de fastidio,y se sentaron a una mesa que estaba lejos del escritorio de laprofesora.

Sorceressles dio un discurso de bienvenida y les explicó también los temas queverían en el año. Afortunadamente, no hizo la clase práctica. Les hizouna larga explicación sobre la rama de las Transformaciones y unademostración convirtiendo objetos en animales.

Alfinalizar, los despidió sin dejarles deberes. Mankar se dirigió al aulade Zancaturno, bastante nervioso. Se sentó solo, de nuevo.

¿Yqué preparaste, chico? le preguntó el profesor, aún antes de iniciarsu clase. Sus gafas oscuras brillaban con los rayos de sol que entrabanpor la ventana.

Yo... ehh... tartamudeó Mankar nervioso. No, nada, profe intentó poner su mejor cara de disculpa.

Diez puntos menos. Lo siento, pero si no pones de tu parte, no puedo hacer nada para ayudarte.

Zancaturnollamó a algunos alumnos para que le contaran a sus compañeros algosobre los hechizos que habían practicado. Mankar se mantuvo bastanteserio. Al terminar la clase, se dirigió a su Sala Común, pues habíadecidido saltarse Historia de la Magia.

¡Mankar! le gritó Haher, corriendo hacia él con Gonza por el desierto pasillo del séptimo piso.

Mankar trató de ignorarlos. Al acercarse, su tío le preguntó serio:

¿Quées lo que te está pasando? ¿Por qué de repente ya no nos hablas?intentó agarrar del hombro a Mankar, pero lo atravesó. Éste se diocuenta, se detuvo y se dio la vuelta.

¿Por qué no se van a buscar su preciada copa y me dejan en paz? exclamó casi a gritos.

No respondió Gonza. No nos iremos a ningún lado hasta que nos digas lo que ocurre.

Mankar les lanzó una mirada asesina.

¡Ustedesno pueden entenderme! explotó Mankar. ¡No soy capaz de realizar unhechizo, pero sí me meto en problemas con la profesora Callahan! ¡Ytengo que defraudar al profesor Zancaturno, que fue tan amable conmigo!¡No puedo ni siquiera hacer temblar una maldita escoba! ¡Pero ustedesvan supuestamente a animarme y salen corriendo por unos miserablescincuenta puntos!

Bueno, sí, perdónanos por eso... dijo Haher tímido.

Pero tienes que tranquilizarte. Sabemos que es mucha presión y no estás acostumbrado a usar la varita...

¿ESQUE SON CIEGOS PARA VER LO QUE PASA? ¡NO TENGO MAGIA! ¡NO SOY CAPAZ DEUSAR UNA MALDITA VARA! ¡ESTOY AQUÍ POR ERROR! ¡SOY UN SQUIB! Loschicos miraban a Mankar con los ojos muy abiertos. PERO ¿A USTEDES QUÉLES IMPORTA! ¡DÉJENME EN PAZ!

Y sin más, salió corriendo hacia la entrada de la Sala Común, dejando a Haher y a Gonza solos, callados y de pie en ese frío pasillo.

A lasiguiente mañana, Mankar se levantó muy desanimado. Seguía enojado conHaher y Gonza, pero a la vez se sentía culpable por la forma en que loshabía tratado. No se habían vuelto a dirigir la palabra desde entonces.

 

Bajóa desayunar al Gran salón muy lentamente y se sentó solo. Había muchoen qué pensar. Las imágenes de las últimas cosas que habían pasado loatormentaban y lo divertían por momentos.

Laprimera clase que tenía ese día era Defensa Contra las Artes Oscuras.Él no había estado en ella la anterior vez, pues estaba muy deprimidopor lo que había pasado en el Taller de Vuelo.

Mankar casi no comió nada, pero decidió irse a clases antes de que se le hiciera tarde.

Subióal tercer piso y buscó el aula de Defensa. Entró y se sentó a una mesalejos del escritorio del profesor. Apoyó su cabeza entre sus brazos yse quedó reflexionando.

¿Estás bien, Mankis? preguntó la voz de Jessi Jordan.

Mankar la miró y le sonrió tímido, murmurando un corto «Sí».

¿Qué tienes? Estás raro...

No es nada, en serio...

Haher y Gonza llegaron y se sentaron juntos en otro lado del salón. Mankar se quedó mirándolos un momento.

Dicen que tu tío encontró la Copa ayer... Jessi se detuvo un momento. Mankar los miraba con una expresión muy seria. ¿Es por ellos, verdad?

No... no...

En ese momento entró al aula una profesora. Tenía una cara seria y vestía una túnica de color rojo oscuro.

Buenos días, niños. Siéntense, por favor.

Jessi se sentó junto a Mankar y le sonrió. La profesora comenzó a revisar la asistencia haciendo un llamado de lista.

¿Ella es la profesora de Defensa? preguntó el chico. Jessi asintió.

¿No lo recuerdas? Ah... es que no estuviste la clase anterior. Es la profesora Taz.

Weasley,Merlín llamó la profesora, un momento después. Mankar levantó lamano. Señor Weasley, me alegro de que hoy nos acompañe. ¿Ya se sientebien?

EntoncesMankar la reconoció. Era Tazllatrix Devil, la auror compañera de Gaby.Terminó de pasar lista y habló dirigiéndose a la clase:

Bien,jóvenes, hoy vamos a aprender un hechizo útil en situacionespeligrosas. De los hechizos que les dije que investigaran, ¿cuál esútil para emprender una huida?

AMankar nadie le había mencionado nada acerca de una investigación, asíque se mantuvo fuera de la vista de la profesora lo más que pudo.

Smoketanius respondió una chica de Ravenclaw, Lilyan Evans.

¿Qué hace este hechizo? preguntó la profesora Taz.

Crea una pantalla de humo denso dijo Lilyan.

Bien,cinco puntos para su cuenta le dijo Taz, sonriendo suavemente. Elhechizo de humo instantáneo lo podrían emplear tanto contra criaturascomo contra magos. No causa daño alguno, pero les ayudará a escapar sinser vistos.

»Leentregaré un frasco vacío a cada uno continuó la profesora,mostrándoselo a la clase. Van a apuntar con su varita adentro de él yvan a tratar de crear humo. El conjuro, como la señorita Evans dijo, esSmoketanius. Necesitan mucha concentración, así que no pierdanel tiempo. Pasaré de puesto en puesto ayudando a quienes lo necesiten.El hechizo aparece en sus libros en la página once.

Laprofesora empezó a repartir los frascos. Cuando llegó a la mesa deMankar, a él y a Jessi les entregó uno también. Le dijo al chico:

Túeres el nieto de Gaby, ¿verdad? Mankar asintió. Bueno, ya he visto asus hijos por aquí, también. Si necesitas algo me avisas. Voy aterminar de entregar esto y regreso.

 

Jessi sacó su libro Inicios en Defensa y lo abrió en la página del Smoketanius. Lo colocó junto a Mankar, para que él también pudiera leer.

¡Smoketanius! exclamó Jessi, apuntando con su varita al interior del frasco. Nada ocurrió.

Mankar miró el libro y se quedó pensativo.

«Si con humo pudiera escaparme de este lugar...»

Dale, Mankis, inténtalo.

Mankar la miró desanimado, introdujo su varita al frasco y susurró el conjuro. Tal y como lo esperaba, no pasó nada.

Bueno, Mankar dijo Taz, que se había acercado de nuevo a su mesa, te explicaré los objetivos del área para este curso.

»Loprincipal es aprender a dominar tu poder mágico. Si no pierdes elcontrol de tu magia, ten por seguro que lograrás cualquier cosa. Puedespedirle a la señorita Jordan que te preste sus apuntes. ¿Cómo vamos coneste hechizo? señaló el frasco.

¡Smoketanius!exclamó Mankar, pero sin suerte. Totalmente harto de la situación, lepidió a la profesora que lo dispensara de hacer el ejercicio, pues sesentía indispuesto.

Vamos, es cuestión de práctica le dijo la profesora Taz.

Es que últimamente no he podido hacer ningún hechizo bien...

Pero ¿no estuviste tú en el problema ese del sábado? preguntó seria. Jessi lo miró extrañada.

No...en realidad yo no hice nada... explicó Mankar en voz baja y mirando alsuelo. Si quiere puede preguntarle al profesor Zancaturtania, en suclase tampoco hice bien ningún hechizo.

Necesitas práctica, chico...

No profe, ya lo intenté todo dijo Mankar, tratando de que Jessi no escuchara. Estoy aquí por error.

Señorita Jordan le dijo Taz a Jessi, ¿sería tan amable de cederme su asiento un momento?

Jessi accedió sonriente y se fue a sentar junto a Gesux.

Pero debes de haber hecho magia alguna vez continuó la profesora Devil. ¿Nunca has hecho un hechizo?

El hechizo de fuego.

¿Cuál de todos?

¿Eh?... Incendio dijo dudoso.

Aver, si pudiste una vez, podrías lograrlo más veces. Taz se dirigió asu escritorio y regresó con una vela en la mano. Haz el intento.

Le extendió a Mankar la vela. Él la tomó y le apuntó con su varita. Sintió la gema brillar suavemente.

¡Incendio!dijo, seguro del control de su magia. La vela se prendió. Mankarsonrió dichoso, pues la última vez el hechizo no había tenido efecto.

¿Ves que sí puedes? le dijo Taz, sonriendo. Sólo necesitas más confianza.

«Seguro, y una gema con más poderes diferentes», pensó Mankar.

Ahora intenta Smoketanius le propuso la profesora.

Mankar insertó la varita en el frasco y pronunció el conjuro... pero nada salió de la varita.

Creo que sólo puedo hacer fuego...

La profesora Devil se quedó pensativa.

Bueno... tal vez tu magia prefiera realizar inconscientemente sólo cierta clase de hechizos.

¿Eso se puede? preguntó Mankar.

Sí,pero no es una desventaja. La magia no tiene límites dijo Taz,haciendo énfasis. Si sólo puedes hacer fuego, entonces intenta todoslos hechizos de fuego que hay. Por ejemplo tomó el frasco de Mankar,apuntó con la varita y exclamó, ¡Lancarnum inflamarae!

Una pequeña llama azul empezó a bailar adentro del frasco. Mankar la miró sonriendo. Taz agitó su varita y el fuego se apagó.

 

¡Lancarnum inflamarae!repitió Mankar. Sintió la gema brillar en su muñeca. Una nueva llamaazul, mucho más brillante, estaba ahora dentro del frasco. Mankarestaba atónito.

¡Bien hecho! Ahora, para completar el ejercicio de mi clase, sólo debes llenar el frasco con humo espeso.

Pero no conozco ningún hechizo...

Profesora Devil, ya terminamos le dijo alguien a su espalda. Era Gonzalo. Miraba serio a Mankar y al frasco con fuego azul.

Bien, señor Umbridge, déjeme terminar de ayudar al señor Weasley y enseguida voy a su mesa.

Gonzase retiró a su asiento lentamente. Seguro que había visto el hechizoque había hecho, y ahora pensaba que Mankar les había dicho que era unsquib para que se alejaran de él.

¡Focum Fumum!exclamó Taz. En la punta de su varita apareció una pequeña y alegrellama, y empezó a salir una humareda. Este hechizo reemplaza a Smoketanius. Puedes dispersar el humo si lo deseas, o puedes dejar que se quede.

Mankar apuntó al interior del frasco y exclamó «¡Focum Fumum!», y sintió la gema brillar. De la punta de la varita salió una pequeña llama que empezó a bailar, pero no apareció nada de humo.

Vaya... qué cosa tan rara... dijo la profesora en voz baja. Bueno, chico, sigue practicando.

Laclase de Defensa Contra las Artes Oscuras le enseñó a Mankar algo muyimportante: él podía manejar toda clase de fuego, y hacer lo quequisiera con eso. Aunque no pudo realizar ninguna actividad en la clasede Transformaciones (y la profesora Sorceress comenzaba a preocuparse),Mankar se esmeró en investigar todos los hechizos relacionados confuego que encontrara en El Diccionario, la biblioteca del colegio.

Había unos bastante complicados, como el fuego de Gubraith, que producía una llama que jamás se apagaba, o el Fiendfyre, el peligrosísimo fuego maldito del que brotan criaturas mágicas, como quimeras y dragones.

Mankarintentó crear fuego de Gubraith, siguiendo las instrucciones del libro,pero la gema no reaccionó. El otro hechizo ni siquiera era buena ideaprobarlo, ya que era mucho más difícil y poderoso.

Tambiénhabía hechizos simpáticos, que Mankar probó a realizar con éxito, comoaquel para crear figuras en el aire, o uno de fuego multicolor.

Dos hechizos en especial le llamaron la atención.

¡Infocúbilum! exclamaba Mankar, apuntando a una hoja de papel, que ardía por el efecto de fuego invisible.

Eraun hechizo bastante atractivo, pero Mankar comprendió que debía sercuidadoso al usarlo, pues si una chispa del fuego invisible llegaba asaltar a cualquier objeto, este se quemaría sin que nadie lo notara.

¡Focum Ventum!decía Mankar, para provocar que una pequeña llama saliera de la puntade su varita y que, al moverse, producía una corriente de aire, que eradominada por el chico, tanto en su intensidad como en su dirección.

Tomó nota de los hechizos que quería perfeccionar y se retiró a su Sala Común.

Allíestaban Haher y Gonza, hablando y riendo. Mankar se fue a su dormitorioy se sentó en su cama. Al día siguiente tendría clase de Encantamientosy no tenía idea de hacer ningún hechizo de los que el profesorZancaturno les estaba enseñando. Pero su investigación en la bibliotecale había dado una idea.

Tal vez no podía hacer precisamente el hechizo de levitación, Wingardium leviosa, pero podía usar algún hechizo con fuego que le sirviera.

 

Tomó la pluma que usaba para practicarlo y exclamó:

¡Focum Ventum!

Lacorriente de aire que emitía la llama de la varita (con un poco deconcentración de Mankar) hizo que la pluma se elevara. Pero al profesorZancaturno seguramente no le haría gracia que le mostrara un hechizodiferente al que le pedía, así que Mankar debía combinar Focum Ventum con Infocúbilum,para que la llama fuera invisible. Además, debía encontrar una forma dehacer creer al profesor que lo que estaba usando era el hechizo Wingardium leviosa.

Esole ponía en dos problemas: inventar un hechizo, con base en otros dosconocidos, y aprenderlo a realizar de manera no verbal, es decir, sinpronunciar el conjuro.

Delos apuntes que había tomado, leyó que los nombres de los hechizos, quegeneralmente venían de alguna raíz latina, ayudaban a realizar elhechizo, aunque no eran indispensables, pues un mago con total controlde un hechizo no necesitaría pronunciar el conjuro. Mankar recordó queél había hecho fuego en algunas ocasiones sin decir nada, e incluso sinvarita.

Tomóuna hoja de papel y trató de quemarla con la mente, pero fue imposible.Sin embargo, logró hacerlo al intentarlo de nuevo, usando la varita.

«La magia no tiene límites».

Apuntó ahora a la pluma y pensó «¡Infocúbilum Ventum!», mientras decía en voz alta las palabras «¡Wingardium leviosa!»,con la gema parpadeando en su muñeca. El conjuro que exclamó no tuvoefecto alguno, pero el que hizo mentalmente elevó la pluma con la mismagracia que tendría el encantamiento de levitación.

¡Lo tengo! exclamó dichoso.

Mankar se sentía exhausto. Redactó rápidamente unas líneas en su libreta de Herbología y se echó a dormir.

¡Excelente, chico, bien hecho! ¡Veinte puntos para su cuenta!

Elprofesor Zancaturno estaba orgulloso. Incluso el brillo en sus gafasoscuras parecía sonreír, mientras reflejaban la pluma que flotabafrente a él.

Mankarse sentía algo culpable porque pensaba que lo que hacía era una especiede trampa, aunque fuera la única salida que tenía para cumplir en laclase.

Sinembargo, no podría valerse de la misma estrategia para todos loshechizos, ni tampoco en Transformaciones o Defensa Contra las ArtesOscuras.

Al terminar la clase, Mankar atravesó sin querer a un chico. La Copa estaba escondida. Salió corriendo a toda velocidad y recorrió casi todo el segundo piso.

Estaba cansado, tanto por el hechizo no verbal que había hecho en Encantamientos, como por el esfuerzo que hizo corriendo.

Pero, por increíble que fuera, al doblar una esquina, la Copade los Tres Magos brillaba en todo su esplendor al final del pasillosobre un pedestal. Mankar corrió como nunca, llegó junto a la Copa y la agarró con todas sus fuerzas. Pero alguien también lo hizo. Era Haher. Gonza iba corriendo también.

¡CLICK! gritaron Mankar y su tío al mismo tiempo, con todas sus fuerzas.

Mankar dejó de sentir el suelo bajo sus pies. Se sentía empujado por una fuerza que lo atraía fuertemente a la Copa. Se miraron los dos con dureza, mientras viajaban envueltos en una ráfaga de viento y un torbellino de colores.

Y de repente, ambos cayeron. Se encontraban en el Gran Salón.

 

Sólouno de los dos tenía la copa en la mano. Y sólo uno de los dos seencontraba en la plataforma del Sombrero Seleccionador. Haher selevantó y miró incrédulo la Copa, mientras que Mankar, desde el frente del podio veía las palabras «Felicidades a Haher Roha Weasley por encontrar la Copa de los Tres Magos».

Elsquib se levantó y se marchó del Gran Salón hacia las mazmorras, dondetenía clase de Pociones, mientras todos los presentes aplaudían y seacercaban a su tío a decirle cosas como:

¡Felicidades Haher! ¿Dónde estaba?

Qué iluso. Clickno era un hechizo de fuego, sólo activaba el traslador. Mankar no eracapaz de realizar esa sencillez. Y Haher... él no le permitió quedarsecon la copa, aunque fuera para comprobar si era o no un squib.

Así que Mankar decidió dedicarse a sus estudios principalmente, antes que a buscar la Copa, o a lamentarse de que ya no se hablara con sus amigos.

Durantelos siguientes días siguió investigando toda clase de hechizos defuego, pero muy difícilmente logró suplir los que el profesorZancaturno le pedía.

Laprofesora Taz era mucho más laxa en ese sentido. Le permitía usar todaclase de hechizos, siempre y cuando el efecto fuera el deseado, aunqueno le ponía la misma calificación. Por otro lado, Mankar no podía crearningún fuego que tuviera poderes de transfiguración, para la clase dela profesora Sorceress.

Todoesto hacía que se sintiera bastante frustrado, porque su puntaje seestancaba. No le daba gracia el salir solo al patio, así que la mayoríadel tiempo se quedaba recostado en su cama, o contemplando la ventanadesde una silla en la Sala Común.

Ayer gané cuatro afiliados. ¡Cuatro! le contaba un día un chico emocionado a su amigo.

Mankar lo escuchó con curiosidad.

¿Y cuántos puntos tienes? le preguntó el otro chico.

Gané sesenta... dijo el primero, revisando su tarjeta de estudiante. Tengo trescientos sesenta y cinco.

¿De dónde sacaste tantos puntos? preguntó Mankar atónito. Él sólo tenía cincuenta y cinco.

Yotengo más le respondió el otro chico a Mankar, mostrándole suidentificación de estudiante. ¿No sabías? Ganamos cuarenta puntos sinos afiliamos a un club. Yo ya me afilié a nueve, y el máximo son diez.Y ganas quince puntos extra por cada afiliado que consigas.

¿Cómo puedo crear un club? preguntó Mankar, interesado.

Debespreguntarle a la profesora Sorceress. Yo acabo de modificar el míorespondió el chico, que según su tarjeta se llamaba Jorge Lupin.

Mankarles agradeció a los chicos por su ayuda. Pasaba tanto tiempo en sudormitorio que no se había enterado de nada acerca de los clubes. Esoexplicaba por qué repentinamente su identificación de estudiantemostraba una posición cada vez más baja.

Subióhasta el final de las escaleras que daban al dormitorio de los chicos,y halló la elegante puerta que llevaba a los clubes. Mankar la abrió.

Sehallaba en una sala circular, con una serie de puertas alrededor de lapared. Cada una tenía un letrero en la parte superior y una placa a unlado. Había varios estudiantes contemplándolas. Mankar se acercó a unay leyó el letrero:

EL CLUB DE LAS POCIONES

Laplaca que había al lado daba una descripción del club. El fundador eraprecisamente Jorge Lupin. Según decía, en ese club profundizarían sobrela asignatura de Pociones y crearían fórmulas para hacerlas másefectivas y recetas de nuevas pociones.

 

Había tres puertas en la Salade Clubes idénticas a la que usó Mankar para entrar desde su SalaComún, y otras dos más que llevaban a los clubes a los que cadaestudiante estaba afiliado y a todos los clubes existentes.

Mankarrevisó puerta por puerta y leyó las placas, que invitaban a hacer todaclase de actividades, incluso juegos muggles. También había clubessobre todas las asignaturas, y le interesó uno en especial, sobreAdivinación, ya que esta materia no la podía cursar aún, y decidióafiliarse. Introdujo su identificación en una ranura y la puerta seabrió. Se encontró con una habitación adornada de forma simpática.

Habíaestanterías con libros de Adivinación, objetos que ayudaban en estearte, como bolas de cristal; afiches, revistas, recortes de periódicosy muchas cosas entretenidas. Enormes letreros mágicamente animadosinvitaban a participar en juegos, encuestas y temas de debate. Unalegre elfo doméstico le dio la bienvenida y le explicó lo que podíahacer en el club.

Ungrupo de jóvenes de todas las casas estaban sentados a una mesahablando. Matías Black, un chico de Slytherin que Mankar conocía de laclase de Historia de la Magia, lo invitó a unirse a ellos. El tema de conversación era una dura crítica en contra de la Iglesia, que desaprobaba las creencias mágicas.

Mankarse sintió bastante incómodo, y se mantuvo callado la mayor parte deltiempo, hablando exclusivamente para responder brevemente a lo que lepreguntaban. Pasado un rato, decidió salir del lugar. Tenía laimpresión de que todos los clubes serían parecidos, así que se desanimó.

Siguióexplorando las Sala de Clubes y se dio cuenta de que las placas y losletreros de las puertas eran diferentes a los que estaban antes.Alguien explicó que estos eran sólo los diez últimos clubes modificados.

Mankarse afilió a un club sobre libros de Harry Potter, a otro de criaturasmágicas y a otro de trucos mágicos muggles. Luego, se acercó unapuerta, de un club llamado Dumblemort, fundado por unestudiante llamado Uriel. La placa decía que allí se realizaban juegossobre preguntas de Harry Potter. Mankar insertó su tarjeta deestudiante en la ranura y se afilió, ganando cuarenta puntos.

Entróy se encontró con una sala un poco más pequeña que el resto de clubes,con poca iluminación. Había afiches animados que explicaban todas lasreglas del club. Varios chicos estaban sentados cada uno en un cojín enel suelo, formando un círculo frente a una especie de artefacto mágico,moviendo su varita en el aire. Mankar se acercó a mirar.

Elaparato era una especie de pantalla que proyectaba las preguntas. Cadavez que aparecía una nueva pregunta, los chicos le apuntaban con suvarita, haciendo un movimiento, y exclamaban un conjuro. En esemomento, la pantalla mostró: «¿Qué hechizo usa Harry en el laberintopara buscar el norte?»

¿Quiéndemonios va a saber eso? preguntó Mankar, pero no había terminado dedecirlo, cuando ya algunos respondían a la pregunta con su varita.

¡Skript!exclamaron los más rápidos. En la pantalla aparecía el nombre de cadauno, seguido por su respuesta. Iame El Mosri fue la más rápida en poner«Oriéntame», así que fue la ganadora, en un tiempo que según lapantalla fue de 2,79 segundos. Ella miró a Mankar y le sonrió.

 

Ven, siéntate le dijo. ¿Es la primera vez que vienes?

Mankar asintió y se sentó junto a ella. Iame era de Hufflepuff.

Siconoces bien los libros de Harry Potter, seguro que te irá bien en estejuego explicó Iame. Ese aparato de allá señaló la pantalla se llamatrivia. Cuando la trivia haga una pregunta, sólo debesconcentrarte en la respuesta, escribirla en el aire con la varitamientras dices «¡Skript!». Si eres el más rápido, vas sumando puntos, e irás ascendiendo en un ranking.

¿Puntos para nuestra cuenta en HL?

No respondió Iame, sonriendo. Son puntos sólo por diversión.

«¿Qué clase de criatura es Fluffy?»,decía la trivia. Iame, rapidísima, exclamó el hechizo con unincreíblemente ágil movimiento de varita, y su respuesta fue laganadora: «Cancerbero».

Creo que comienzo a entender dijo Mankar.

Las preguntas que hacían a veces era información completamente inútil, e imposible de saber sin experiencia.

«Por 2 puntos, ¿Qué frase balbució Harry para invitar a Cho al baile de Navidad?», preguntaba ridículamente la trivia.

¡Skript! exclamaron algunos. Asombrosamente, ellos sabían la absurda respuesta, «Quieresveviralmailecombigo».

Mankarveía el juego bastante difícil, pero se mantenía pendiente, pues sabíaque sólo necesitaba practicar. Sin embargo, hasta ese momento, casinunca había alcanzado a pensar en la respuesta, cuando ya todos habíanrealizado el hechizo.

Algunainformación, sin embargo, resultaba bastante útil. Mankar, que habíaresuelto preparar la poción multijugos para poder participar en clasesdonde necesitara la varita, aprendió sus ingredientes el mismo día quese afilió.

«¿Cómo se llama el capítulo doce de La Piedra Filosofal?»,apareció en la trivia. Todos los chicos se quedaron pensando. Alparecer, no se sabían esa respuesta. Algunos empezaron a dar nombres decapítulos al azar.

Mankarfue haciendo memoria, pues esa información la sabía. En su mente vio sulibro de Harry Potter, mostrando en negrilla las palabras: «12, ElEspejo de Oesed».

¡Skript! exclamó emocionado. Nada pasó.

¡Quétonto! ¡Ése no era un hechizo de fuego! Pero se dio cuenta de ello y,en una pequeña fracción de segundo, pensó qué podía hacer.

«Necesito un hechizo de fuego que tenga el mismo efecto. Fuego... viene del latín Focum».

¡Focumskript!exclamó Mankar, y la gema brilló. En la trivia apareció milagrosamentesu nombre frente a su respuesta, con un atractivo efecto rojo yanaranjado, y luego un aviso:

Respuesta: El Espejo de Oesed.

Ganador: Mankar Weasley

Iame rió.

¡Muy bien hecho! Por poco entendí que te llamabas Mankitas le dijo entre risas.

Mankarse divirtió mucho y se quedó jugando un buen rato. Antes de irse,escribió lo mucho que le había gustado el club en un pedazo depergamino y lo metió en el buzón de comentarios.

Hacer esa visita a la Salade Clubes le ayudó a Mankar a despejar su mente de aquello que lodeprimía. Tenía en total ciento veinte puntos más que antes. Inclusotuvo el deseo de crear su propio club.

Estaidea lo convencía sólo por momentos, pues, aunque deseaba incrementarsu puntaje personal, sabía que todos los estudiantes con clubes usabanencantamientos para volverlos más atractivos e interesantes, y a Mankarno se le ocurría qué hacer con sólo hechizos de fuego.

 

Perono se dejó distraer de sus estudios. Su principal meta era crear unhechizo de fuego que tuviera poderes de transfiguración, aunque tambiénesperaba cumplir en todas las materias que necesitaban el uso devarita. Su puntaje personal era menor del que deseaba, pues losprofesores valoraban más las demostraciones de dominio de la magia.Excepto por eso, Mankar iba obteniendo muy buenas notas.

EnPociones, aprendían fórmulas de antídotos para toda clase de veneno,que podrían resultar muy útiles en un caso de urgencia. En esta materiaMankar se desempeñaba mucho mejor que en el resto y la profesora AnnaBlack acostumbraba darle puntos por su trabajo.

Laprofesora Callahan, en cambio, no daba ni un solo punto a nadie. Suclase era a la vez aburrida y estresante. Acostumbraba dejar todos losdías un trabajo de investigación y a la clase siguiente llamar a losestudiantes, uno por uno, para que leyeran sus escritos. El temasiguiente al que vieron era el origen de los magos en el mundo. Ellibro que Mankar tenía no bastaba para los trabajos que asignaba laprofesora Callahan, por lo que necesitaba pasar tiempo en labiblioteca, buscando información sobre ciudades de Etiopía, dondesupuestamente se había originado la raza mágica.

Parala clase de Herbología, el chico no tenía tanto talento como enPociones, pero se esforzaba lo suficiente para que la profesora leconcediera puntos de vez en cuando.

Aunqueseguía sintiéndose triste por alejarse de Haher y Gonza, logró conocera varios chicos de otras casas. Sin embargo, nunca logró conformar unnuevo grupo de amigos, y tampoco era su intención, pero no tenía elvalor para acercarse a Haher y a Gonza e intentar arreglar las cosas.

Ademásde quedarse en su habitación escuchando Los Cuarenta Magistrales con elradio que le regaló su padre, su único escape a toda esa tristeza erajugar en Dumblemort, a pesar de que no incrementaba su puntaje personal en Harrylatino.

Mankar,que en algún momento estuvo en segundo puesto en todo el colegio, ahorano subía del puesto doscientos, por su problema con la varita. Agarrar la Copade los Tres Magos no resultaba tan difícil, pues él logró dar con ellauna vez más, pero hacer que se activara el traslador era completamenteimposible. Así que, para subir su puntaje, su única opción era crear unclub.

Tomóla decisión de conformarlo a finales de septiembre, y fue al despachode la profesora Sorceress a que le explicara cómo hacerlo. Sedirigieron a la Salade Clubes y ella le apartó a Mankar una habitación, a la que entraron.Le explicó que le sería asignado un elfo doméstico y que podría colocarlo que quisiera allí, siempre y cuando no fuera nada inapropiado.Contaría con sillas, mesas, estantes, afiches y algunas cosas más, peroel resto de materiales que necesitara corrían por su propia cuenta, porejemplo, una trivia.

¿De qué te gustaría que fuera el club? preguntó la profesora Black.

Aún no tengo clara la idea... dijo Mankar pensativo. Me gustaría de algo relacionado con Harry Potter.

Ten en cuenta que no puedes copiar otros clubes.

Sí,señora respondió el chico. Quisiera algo relacionado con laspelículas. Sé que no son gran cosa comparadas con el libro, pero quieromostrarles a los magos algo de lo que viví en el mundo muggle.

 

La profesora Black lo miró sonriendo.

¿Tienes un proyector de películas? preguntó, emocionada con la idea.

Tengo un reproductor... pero no lo traje al colegio... y tampoco las películas respondió Mankar desanimándose.

Puedes escribirle a Merlín si lo deseas propuso Sorceress.

¿Ami padre? dijo Mankar, algo asombrado de que la profesora supiera sunombre. Yo creo que no... Sólo tenemos una lechuza, y dudo que puedasola hacer ese largo viaje cargando algo tan pesado...

Bueno, si te puedo ayudar en algo, no dudes en buscarme. Y no olvides ponerle un nombre a este lugar. Suerte, Mankar.

Laprofesora Black salió del club. Mankar se quedó contemplando lahabitación. Sin duda sería muy difícil crear un club que igualara aotros tantos que había visto, teniendo en cuenta que sólo podíarealizar hechizos de fuego.

Recordóque hacía un mes había hecho varios dibujos de hechizos, y tuvo unaidea. Tomó uno de los pósters en blanco que tenía y empezó a dibujaralgo representativo de cada película. No podía hacerle ningún efectomágico, pero se conformó con lo que había hecho.

Buenastardes, señor saludó una voz aguda. Mankar miró hacia abajo y seencontró con un simpático elfo doméstico. Pitapatafrito, para ayudarleen lo que necesite con su club, señor.

Mankar lo saludó.

Muchas gracias le dijo. ¿Podrías ayudarme a colgar estos afiches?

Lo que ordene, señor.

Pitapatafrito pegó mágicamente los pósters en la pared.

¿Podrías hacer que los afiches estuvieran animados? preguntó Mankar.

No,señor respondió el elfo con su voz aguda. Pitapatafrito está aquíexclusivamente para hacerse cargo del club en su ausencia. Además,Pitapatafrito no puede animar dibujos hechos al estilo muggle, señor.

Mankarse dio cuenta de que era cierto, pues las imágenes animadas mágicamentesólo se podían lograr si eran realizadas por algún medio relacionadocon la magia, como tinta especial, o una cámara mágica.

Bueno,se me ocurre hacer una pequeña encuesta... y un juego de preguntas lecontó Mankar a Pitapatafrito. Como no tengo ningún otro materialademás de los afiches, supongo que lo debo hacer en ellos.

¿Y la respuesta en el buzón de comentarios, señor? sugirió el elfo.

Sí, en eso estaba pensando.

Mankar escribió en un afiche una de las preguntas que le habían hecho en Dumblemort,y dejó las instrucciones para participar. Además, hizo un dibujo de unaaraña y una serpiente gigantes en otro afiche, dejando como encuesta«¿Qué es peor, una acromántula o un basilisco?».

Elclub iba quedando con bastante colorido, y Mankar decidió poner variosadornos, con dibujos de las películas, en las mesas que tenía.

Mankarcontempló la habitación como estaba resultando. Había trabajado toda latarde. Para ser un club hecho por un squib, no estaba quedando nadamal. Se quedó mirando un momento los afiches de cada película, cada unocon un letrero:

La Piedra Filosofal

La Cámara de los Secretos

El Prisionero de Azkaban

El Cáliz de Fuego

Obtuvoentonces la idea del nombre que le debía poner al club. Se dirigió auna plataforma exclusiva para el fundador e insertó su tarjeta en unaranura, escribiendo el nombre del club tal y como quería que lo vieranen la Sala de Clubes, y lo inauguró. Salió y miró el letrero:

 

PIEDRA, CÁMARA, PRISIONERO Y CÁLIZ

Sesintió contento cuando pasados unos minutos se acercaron unos chicos amirar la placa con la descripción del club. Sin embargo, nadie seafilió.

¿Sabes dónde puedo encontrar un proyector de películas? le preguntó Mankar a Pitapatafrito cortésmente.

El elfo dudó.

No sé si deba decírselo, señor. A Pitapatafrito y a todos los elfos domésticos se les ha prohibido...

Vamos, Pita le ánimo Mankar, ¿no soy un buen jefe?

Sí,señor respondió rápidamente, asintiendo enérgicamente con la cabeza.Usted a tratado a Pitapatafrito mucho mejor de lo que lo haríacualquier otro mago, señor se detuvo un instante, pensando, y luegocontinuó: Está bien, se lo diré, señor. Acompáñeme, por favor.

Mankar y el elfo salieron de la Sala de Clubes por la puerta de la Sala Comúnde Gryffindor y bajaron hasta el retrato del hombre rodeado por leones,lo atravesaron y recorrieron el pasillo del séptimo piso por un caminoque Mankar no conocía muy bien.

Aquí es, señor anunció Pitapatafrito, deteniéndose en un lugar que a Mankar le resultaba familiar.

Yo ya había estado aquí comentó el chico. Haher, Gonza y yo mirábamos ese retrato el día que presentaron la Copa de los Tres Magos dijo, señalando un enorme tapiz de un hombre atacado por trolls con trajes de ballet.

Se quedó pensando, mientras Pitapatafrito lo miraba admirado.

¡Ya sé donde estamos! exclamó de repente. ¡Es el tapiz de Barnabás el Chiflado! ¡Me has traído a la Sala de los Requerimientos!

El elfo le sonrió al chico.

Entremos, señor le dijo Pitapatafrito a Mankar, dándose la vuelta. Sólo necesita realizar el hechizo desvanecedor.

¿Evanesco? preguntó Mankar, mirando hacia el muro que ocultaba la entrada a la Sala de los Requerimientos. El elfo asintió. Es que... me siento un poco indispuesto y no puedo usar la varita...

Nose preocupe, señor, con gusto lo hago yo respondió Pitapatafrito consu agudísima voz. Las costumbres con las que fui criado me obligan ano usar magia a menos que me lo sea ordenado continuó, extendiendo suspequeños brazos hacia la pared, la cual se esfumó en el acto. Es unhonor servirle.

Anteellos había una especie de abertura oscura, de forma cuadrada.Pitapatafrito invitó a Mankar a seguirlo, y ambos la cruzaron. Sehallaban en una habitación enorme, con todo lo que el chico necesitabapara su club: había una pantalla gigante, un proyector, unacompletísima colección de películas mágicas y muggles, afiches, fotos,libros llenos de información curiosa, entre muchas cosas más.

Lo que guste tomar de la Sala que Va y Viene, señor.

Mankarse vio tentado a llevárselo todo. No sería necesario escribirle a supadre para que le enviara las películas de Harry Potter, pues allímismo estaban. Decidió tomarlas y también llevarse el proyector yalgunos libros. Pitapatafrito le ayudó.

Sin embargo, cuando apenas habían salido de la Salade los Requerimientos e iban caminando por el pasillo, se cruzaron conun profesor que tenía una cara tan seria que parecía una máquina.Mankar se sobresaltó al verlo, porque la expresión de su rostro casi loconvencía de que estaba en aprietos.

Joven, ¿a dónde lleva esos objetos?

 

A... a... mi club, profesor dijo Mankar, nervioso. Me los ha enviado mi padre vía lechuza.

Yaveo... Pero usted no viene de allá, cargando con tantas cosas, ¿por quétomaba un camino tan largo desde la lechucería? respondió el profesor.Mankar se quedó callado, sintiéndose muy acalorado. ¿Cuál es su nombre?

Mankar Weasley.

Ah, sí, Weasley... usted no tiene clase conmigo, ¿verdad?

No, señor.

Hubouna pausa. El profesor miraba con atención cada detalle, comoexaminándolo, desde Pitapatafrito hasta los objetos que cargaban.Finalmente, dijo:

Muy bien señor Weasley, que tenga suerte con su proyecto.

Elprofesor le dirigió una mirada a Mankar que casi parecía que loacusaba, y siguió su rumbo por el pasillo. El chico quedó pensativo.

¿Quién era él, Pita?

Es el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Ángel Riddle, señor.

¿Siempre es tan raro?

¿A qué se refiere con raro, señor?

No lo sé...

Continuaron su rumbo, y Mankar seguía pensando. El profesor Riddle lo había puesto un poco nervioso.

Llegaron al club y acomodaron los objetos. Pitapatafrito ya estaba dispuesto a regresar a la Salade los Requerimientos, pero Mankar lo detuvo. Su encuentro con elprofesor Riddle lo hizo darse cuenta de algo: todas esas cosas haríande Piedra, Cámara, Prisionero y Cáliz el mejor club de todos,pero resultaría muy sospechoso que de repente las hubiera obtenido,cuando se supone que corrían por su propia cuenta. Y más difícil seríatransportarlo todo por el pasillo del séptimo piso, pasando por la Sala Común, la escalera de dormitorios y la Sala de Clubes, sin que nadie lo notara.

Así que Mankar decidió no volver a la Salade los Requerimientos. Durante los días siguientes se dio cuenta que elprofesor Riddle recorría el pasillo del séptimo piso habitualmente, yera mejor no crear sospechas.

El chico se dedicó a su club, como a pocas cosas con las que se había entusiasmado. Además de jugar en Dumblemort,pasaba la mayor parte de su tiempo allí en su club, e invitaba a todosa escuchar en su radio la estación mágica Los Cuarenta Magistrales, ola del colegio, llamada HL Radio.

Elclub fue creciendo bastante rápido en cuanto a lo que Mankar ofrecía enél. Sin embargo, no ganaba afiliados con facilidad. Al parecer, sehabía extendido el rumor de que él era un squib, y eso los ahuyentabadel club. Y a pesar de que, una semana después, comenzando octubre, Piedra, Cámara, Prisionero y Cáliz contaba con menos de diez afiliados, Mankar se sentía muy orgulloso.

Lamañana del sexto día de ese mes, que era un viernes, llegó tan normalcomo cualquier otro día. Pero no era precisamente un día cualquiera.Ese día se cumplían doce años desde el nacimiento de Mankar y cuando sedespertó tenía ese pensamiento en la cabeza.

Lahabitación estaba vacía. Haher y Gonza se habían levantado mástemprano. Mankar dudaba que ellos hubieran olvidado su cumpleaños. Talvez se habían ido antes porque no querían encontrarse con él. Pensó queera el día perfecto para hacer las paces.

Perodependía de él. Gonza y Haher no parecían tener voluntad para hablarle,así que él tenía que dar el primer paso. Tendría que pedirles perdónpor su actitud, y podría resultar simpático si los invitaba a su club.

 

Mankarterminó de arreglarse, dispuesto a bajar al Gran Salón a buscarlos,pero se le ocurrió una idea. Ya que seguramente ellos sabían que era sucumpleaños, podría escucharlos hablar a ver qué opinaban de Mankar,pues sin duda se acordaban de él en ese día.

Sedirigió al baúl junto a su cama y revolvió el montón de apuntes quetenía sobre los orígenes mágicos en Etiopía, para la profesoraCallahan, y una cantidad de libros que había sacado de El Diccionariopara investigar. En el fondo, con el resto de su ropa, estaba la gorrainvisible que le regaló Gaby.

Bajóal Gran Salón y los encontró rápidamente. Estaban desayunando solos enun lado de la mesa de Gryffindor. Mankar, con la gorra puesta, seacercó a escucharlos hablar.

Ha sido mi mejor amigo durante años, Haher le decía Gonza. Créeme, lo conozco, a veces se porta así.

Tambiénes mi pariente, y lo conozco desde mucho antes que tú respondióHaher. Pero si nos dijo eso es porque no quiere juntarse más connosotros.

Él debe estar sufriendo por esto razonó Gonza. Ya no se le ve más que en clases. Tiene un problema con la varita y es que...

¡Que no puede hacer magia! exclamó Haher. ¡Él mismo lo dijo: es un squib! ¡Nos ha estado engañando!

Mankar se había parado tras ellos dos y los miraba sin respirar.

¡Pero es nuestro amigo! dijo Gonza también con voz más alta. ¡Y él sabe hacer hechizos, lo sé! ¡Y hoy es su cumpleaños!

¿Nohemos hablado ya mucho sobre él desde que ocurrió? ¡Fue hace como unmes! Ya estoy harto... creo que es él quien se tiene que disculpar. Yyo no le he visto hacer ningún hechizo, ahora que lo pienso.

Tú no quieres contentarte con él porque sigues pensando que es un squib dijo Gonza, serio.

Así es. Y si no demuestra lo contrario, no querré acercarme a él. Así sea su cumpleaños.

Mankarse sintió como si lo que escuchaba fuera algo irreal. Queríaconvencerse de ello. Pero aunque Gonza quisiera hacer las paces con él,Haher nunca lo perdonaría, y eso lo deprimió bastante. Tal fue el dolorque le causaron las últimas frases, que no quiso comer nada, y a duraspenas atendió a la clases que tuvo ese día.

Quiso buscar un escape, dónde poder quedarse reflexionando... En su mente se recreaba la escena en el avión de Harrylatino.

¿Quieres pelea? No nos vencerás tú solo decía la voz de Macnair.

No respondía Haher, apuntándole con la varita. Pero me tiene a mí.

La Sala Común no era un buen lugar para estar. Ellos podrían subir en cualquier momento, y no quería verlos.

Sólo soy mayor por unos dos meses. Somos como hermanos, en realidad le decía a Mankar la voz alegre de Haher.

A la Sala de los Requerimientos no podía ir, pues no podía abrirla sin ayuda de Pitapatafrito.

Concéntrate Manu, relájate, tú puedes le animaba la voz de su tío.

En un aula... en un baño... no, ahí nunca estaría solo... En un club... ¿Dumblemort? No... en el suyo. Se encerraría en Piedra, Cámara, Prisionero y Cáliz durante el resto del día. Aunque tal vez Gonza iría a buscarlo... pero con la gorra no lo encontraría.

¡EXPELLIARMUS! gritaba Haher defendiendo del Poder Calamar a sus amigos, en la mente de Mankar.

«Tengo... tengo que pedirle perdón pensó. Tengo que decirle la verdad. No podemos seguir así».

 

La gema brillaba muy intensamente. Mankar atravesó la Sala Común, invisible para todos los estudiantes que estaban por ahí. Subió las escaleras de los dormitorios y entró a la Salade Clubes. Había una corta fila para entrar a la habitación de todoslos clubes, así que Mankar dio una vuelta. Leyó el letrero de unapuerta:

HOGWARTS CONTRA LAS ARTES OSCURAS

La placa a un lado decía:

Fundado por: Haher Weasley

«Tieneun club... ¡estoy por fuera de todo! pensó Mankar, casi con lágrimasen los ojos. Se quitó la gorra con ira, cerrando los puñosdesesperadamente. ¿Qué demonios tengo que hacer para que algo no me lorecuerde?».

Lapuerta del club se abrió. Salieron Haher y Gonza, hablando. Cuandovieron a Mankar, se detuvieron. Él los miraba fijamente. La expresiónde Gonza era como una mezcla entre tristeza, disculpa y lástima. Perola mirada de Haher lo enfureció aún más. Tenía una sonrisa que no podíasignificar otra cosa que satisfacción por lo que pasaba.

Mankarno sabía qué decir. Gonza parecía a punto de hablar, pero algo lointerrumpió. Algo que se percibía en el aire, con el olfato. Los tresse dieron cuenta. Salía humo por la puerta abierta de Hogwarts contra las Artes Oscuras.Una débil luz anaranjada que brillaba desde adentro se hizo en uninstante muchísimo más grande. Había un algo quemándose en el club deHaher.

¡TÚ! ¿QUÉ HICISTE? le gritó a Mankar, dándole la espalda y sacando su varita para intentar controlar el fuego. ¡AGUAMENTI!

Gonza, asustado, no reaccionó tan rápidamente, pero en un momento también intentó ayudar.

¡Aguamenti!

Mankar,paralizado, los vio entrar al club mientras seguían lanzando agua, contodos los estudiantes que estaban por ahí acercándose preocupados. Losmás grandes intentaron ayudar.

Empezóa retroceder, quería salir corriendo. Sentía una especie de orgullo,pero pensó que eso era algo despreciable, pues debía sentirse culpable.No era en realidad su intención, se sintió entonces insignificante,repugnante...

Un hombre llegó corriendo por la puerta de una Sala Común. Era el profesor Ángel Riddle.

¡Salgan todos de aquí! ¡Eviten inhalar el humo a toda costa!

Entróal club de Haher a toda prisa con la varita en la mano. Los chicos sedispersaron por toda la sala, alejándose la mayor distancia posible dela entrada a Hogwarts contra las Artes Oscuras. Poco a poco la luz anaranjada se hizo de nuevo muy débil. El humo empezaba a cesar.

El profesor Riddle regresó a la Sala de Clubes cargando en sus brazos a Jorge Lupin, que había entrado con la intención de ayudar.

¡Déjenme pasar, por favor! ¡Tengo que llevar a la enfermería a este joven!

Algunosestudiantes de Ravenclaw siguieron al profesor por la puerta de su SalaComún, la cual él atravesó, pues era el camino más rápido a laenfermería.

Losdemás chicos que estaban adentro del club salieron, y fueron recibidoscomo héroes. Haher salió con paso decidido hacia Mankar, que estabajunto a la pared.

Fuiste tú, ¿verdad? le dijo lanzándole una mirada asesina y apuntándole a la cara con el dedo índice.

¡No era mi intención! respondió Mankar, con toda sinceridad. ¡Yo no quería que pasara nada!

¡Primeronos tratas como basura y nos dices que eres squib, pero te desquitasconmigo lanzando un hechizo que destruyera mi club! explotó Haher.¡Así que era cierto lo que decía Gonza, que eres bueno para el fuego!

 

¡Yo no hice nada! ¿Tú me viste usar la varita?

¡ESTOY HARTO DE TI! ¡NO TE ME ACERQUES DE NUEVO! le gritó Haher y se marchó por la puerta de la Sala Común de Gryffindor.

Mankarse quedó mirando un punto fijo en el suelo, intentando de nuevoconvencerse de que no era real lo que sucedía. No podía serlo. Alguiense le acercó entonces, y lo rodeó con el brazo. Era Gonza.

Mank... yo sé lo que pasa le dijo entrecortadamente.

Soy el peor amigo del mundo respondió Mankar, con voz apagada.

No. Tú no hiciste nada. La gema que tienes en tu muñeca no puede producir humo.

Mankar miró a Gonza como si fuera un extraño que acabara de abrazarlo.

¿Qué... qué sabes tú...?

Gonza se quedó callado un momento, viendo fijamente a Mankar a sus vivos ojos rojos.

Jóvenes,tengan la bondad de retirarse dijo una voz. Vito había llegado yhablaba a todos los estudiantes presentes. Los clubes están cerrados apartir de este momento y hasta que se resuelva el misterio de esteaccidente.

Gonza y Mankar se miraron, y caminaron sin pronunciar palabra hacia la puerta de la Sala Común de Gryffindor, junto a otros compañeros de casa.

¿Qué podía saber Gonza acerca de la gema? No... debía estar equivocado. ¿Cómo era eso de que no podía producir humo? Todos sobre el antiguo egipto

Mankarhizo un rápido recuento mental. El árbol del parque... era cierto,debió producir una gigantesca columna de humo al incendiarse, pero nohubo ni señales de él. Tampoco las hubo ninguno de los otros días. Y elhechizo Focum Fumum, en Defensa Contra las Artes Oscuras, sólo había sacado fuego, sin humo, aun cuando ese era su efecto.

Bajaronhasta el último de los dormitorios, el de ellos, y entraron. Haher noestaba. Había un par de regalos de cumpleaños enviados por su familiaen la mesa junto a la cama de Mankar, pero decidió ignorarlos demomento. Ya en la privacidad de su habitación podrían hablar con eltono que quisieran y sin ser interrumpidos.

¿Qué sabes de la gema? preguntó Mankar de inmediato, al cerrar la puerta.

Se quedaron mirando un momento. La luz del sol entraba por las ventanas iluminando toda la desordenada habitación.

La he visto en tu muñeca dijo Gonza, mirando a Mankar a los ojos. Te vi hacer esos hechizos con la profesora Devil.

Pero sabes qué es, ¿verdad?

Sí respondió Gonza, muy seguro. Tienes el legendario Rubí del Fuego.

Mankarse quedó mirándolo con la misma expresión indiferente, sentándose sobresu baúl. Gonza estaba apoyándose en un soporte de su cama.

Yo... no sé nada de él admitió Mankar. Se subió la manga y señaló el brazalete.

Nomuchos lo saben, Mank dijo Gonza, mirando la gema. Es una leyenda quese ha transmitido en mi familia de generación en generación.

»Eserubí continuó es una de las cuatro gemas que controlan los elementos.Tiene el poder de manipular el fuego, y lo hace de forma silenciosa, alno producir humo. Se dice que sólo la obtendrá un mago, uno diferentede los demás, que se transformaría en el maestro del elemento.

Mankar parpadeó varias veces, intentando asimilarlo. Se oyó a un grupo numeroso de niños subiendo las escaleras corriendo.

 

¿Soy... elegido? preguntó.

Mmm... sí. Tú la posees. Eres el Maestro del Fuego.

Pero Gonza... eso no puede ser...

Te ha servido bastante afirmó Gonza. La he visto brillar en tu muñeca en clase de Encantamientos. Sin duda tienes un don.

Hayuna razón por la cual he tenido que hacer eso dijo Mankar. Y ya lasabes: no puedo realizar ningún hechizo que no involucre fuego. Soy unsquib. Suspiró. Si no fuera por la gema, no tendría absolutamentenada que hacer acá.

Gonza asintió ligeramente.

Sélo que piensas le dijo a su amigo. El Rubí hace la magia por él, esdecir, nadie sabría quién es el mago culpable de un fuego creado con lamagia de la gema. Sin embargo, no lo tendrías en tu poder si no fuerasmago, tenlo por seguro.

Mankar sonrió desanimado.

Yalo he intentado todo... aún no entiendo por qué fui invitado aHarrylatino, si no he demostrado magia. Aunque... reconoció Mankar síllegué a creer que yo había creado la ola en el avión del colegio...

¿Yquién dijo que no? interrumpió Gonza. Eso fue magia accidental. Tantotú como yo pudimos haber desvanecido el vidrio de la ventana. Escuché ala profesora Devil diciéndote que tu magia podría inclinarseinconscientemente sólo a cierta clase de hechizos.

Espor la gema. Lo sé. Pero... ¿cómo estabas tan seguro de que lo quetengo en el brazalete es el Rubí del Fuego? preguntó Mankar.

Porquecrecí escuchando esa leyenda, y conozco muy bien sus característicasexplicó Gonza. En el momento, no me di cuenta de que el árbol en elparque no producía humo, sino que fue mi mamá la que me lo hizo notar.Me castigó por el problema, pero siempre supo que yo no había sido elcausante. Luego, Macnair dijo que habíamos sido nosotros los culpables.Te aseguro que él también lo sabe. Quizás haya sido él quien preparó elincendio en el club de Haher, y quería hacernos creer que habías sidotú.

Y por como se burlaron cuando probé Aguamenti, la vez que nos enfrentamos junto a las puertas del castillo... recordó Mankar.

Esavez comprobé algo también: habías intentado lanzar el hechizo de agua,por lo que creías que podías con él, y, al ver que no funcionaba,intentaste lanzar Incendio.

Mankar asintió.

Pero entonces... ¿por qué esa vez no pude crear fuego, si se supone que para eso tengo el Rubí?

Esindispensable activarlo. Debe brillar. Pero eso no basta, tambiénnecesitas una emoción muy fuerte, o una decisión, más que un deseo.

¿Ycómo explicas los ataques que he tenido? preguntó Mankar. Gonza arqueólas cejas, sorprendido. El día que obtuve esto... sufrí una especie deataque. Pudo ser una posesión, o algo más... El caso es que perdí elconocimiento y, cuando desperté, lo hallé señaló el rubí en elbrazalete.

Gonza lo miró extrañado, negando ligeramente con la cabeza.

No sé lo que significa, Mank.

Ambos se quedaron callados un momento.

Aún así... se me hace muy raro que sepas todo esto musitó Mankar.

Sí...bueno... hay algo que debo confesarte dijo Gonza, muy serio, bajandola mirada. Mi familia no sabe de esta leyenda por coincidencia. Todoslos Umbridge somos whitys.

¿Son qué? preguntó Mankar confundido.

Whitys, Mank, una clase de mago, que no es nombrada en el libro de Historia de la Magiaexplicó. Nosotros, para no perder nuestra magia, o incluso nuestravida, necesitamos absorber el poder de algún tesoro mágico.

 

Pero Gaunt... te llamó mestizo...

Dudoque lo sepa, pero, en cualquier caso, eso somos respondió Gonza.Descendemos de magos y muggles. Buscamos objetos como tu gema parahacernos fuertes. El Rubí del Fuego es valiosísimo, mucha gente daríalo que fuera por tenerlo, o a alguna otra de las gemas de loselementos. Debes andar con cuidado continuó cambiando el tono de suvoz, pues la única forma de quitarte tu gema es acabando con tu vida.

Pero tu... nunca... me harías nada... trató de decir Mankar.

Nodijo Gonza, con firmeza. Nunca. Ni aunque de ello dependiera mi vida.Además, yo también tengo un tesoro que me permite conservar mi magia,de manera ilimitada.

Gonzarebuscó en el cuello de la camisa de su uniforme y sacó una cadenaplateada, con un rectángulo plateado que pendía de ella.

Untalismán whity continuó. Es útil sólo para nosotros. Nos brinda podermágico, pero no tiene ninguna otra característica, así que no puedosepararme de él en ningún momento. Sería fatal.

Volvieron a quedarse callados un instante, mirando un punto fijo en el suelo.

Todas esas revelaciones eran demasiado increíbles. Todo iba cobrando sentido. Pero a la vez surgían nuevas preguntas...

Suponiendo que la única forma de obtener la Gemahubiera sido sufriendo ese ataque, ¿por qué este había vuelto a ocurrirla noche antes de viajar a Harrylatino, y había intentado repetirse unavez más durante la Ceremonia de Selección?

¿Yqué había tenido él de especial para recibir el Rubí del Fuego, si eratan sólo un squib? ¿Por qué Juanjo Macnair también sabía de esto? ¿Quétanto peligro corría Mankar, teniendo una gema de elemento, no sólo sinpoder manejarla a la perfección, sino también siendo ésta el blanco detodos los whitys?

Mankdijo por fin Gonza, acercándose a su amigo. Creo que lo mejor es ir ahablar con Haher y explicarle algunas cosas. Ya le he dicho algo alrespecto, y estoy seguro de que entenderá.

Yo...lamento mucho todo lo que ha pasado, Gonza dijo Mankar, con todasinceridad y armándose de valor. No debí tratarlos de esa forma.Ustedes son mis mejores amigos... y no me entendían... Me comporté comoun tonto...

Yasonrió Gonza. Yo reaccionaría peor en tu situación. Todo está bien.Ahora lo único que importa es que Haher sepa lo que ocurre.

Se dirigió hacia la puerta invitando a Mankar a acompañarlo. Él lo siguió dudoso, pero Gonza lo tranquilizó:

Haherentenderá volvió a decir, tomándolo del hombro, mientras salían por lapuerta del dormitorio. Esa gema nos libró del Poder Calamar una vez, yme cae bien. Por cierto, feliz cumpleaños, amigo.

Fuera de aquí.

Pero Haher...

Vete. No eres bienvenido.

Haher, escúchanos, por favor...

Haher estaba de espaldas, organizando lo poco que quedaba de Hogwarts contra las Artes Oscuras.Las mesas, estantes y armarios que aún quedaban en pie, estabanennegrecidos por el hollín. En el aire se percibía un olor que dabatestimonio del incendio. Las sillas estaban todas tumbadas, algunas sinpatas, otras rotas o quemadas. Incluso los rincones que parecíanhaberse salvado del fuego se veían tristemente desordenados, por losafiliados que se encontraban en el club al momento del accidente y queintentaban escapar a toda costa.

 

Solo quiero dijo Haher con voz tranquila que me dejen solo. No tengo nada de qué hablar contigo, Mankar.

Ya no lo llamaba «Manu».

Elchico bajó la mirada. Haher ni siquiera se molestaba en mirarlo a lacara. Era mejor no insistir. La única forma de entrar al club eraafiliándose, y Mankar lo hizo para poder hablar con su tío, pero noquiso desafiliarse, eso sólo empeoraría las cosas. Se retiró del lugarsolo; Gonza se quedó a hablar con Haher.

Se sentía muy culpable, aún sabiendo que él no había hecho nada. Pero era por su propia actitud que su tío, su amigo, lo odiaba.

Yese sentimiento de Haher no cambiaba con el paso de los días. Mankar sesentía muy deprimido. Por lo menos tenía a Gonza, que lo entendía y conquien podía hablar, pero que pasaba más tiempo con Haher que conMankar. Así que, de nuevo, su único escape era visitar clubes, paradistraerse.

«¿Cómo se le denomina al mago que puede cambiar su apariencia a voluntad?», preguntaba la trivia de Dumblemort.

«Todo me lo recuerda pensó Mankar, hasta la trivia».

¡Focumskript! exclamó, concentrado en la palabra «metamorfomago», y respondiendo antes que el resto de jugadores.

«¿Cómo se llama la criatura que es mitad águila, mitad león?», apareció en la pantalla.

Mankarno se podía concentrar. Todos los recuerdos le venían a la mente. Todolo que había pasado los días anteriores no lo dejaba en paz.

Mankis, esa es fácil le dijo alguien. ¡Skript!

Respuesta: Grifo

Ganadora: Jessica Jordan

Hola, Jessi saludó Mankar, no te había visto por aquí antes.

¡Skript!exclamó ella, sonriendo. Sí, es que necesito algo con qué distraerme.Además, soy una gran admiradora de los libros de Harry Potter.

Yo también vengo cada vez que me quiero distraer... Los últimos días han sido difíciles.

Para mí también dijo Jessi, algo tímida. Terminé con Gesux.

Mankar se quedó mirándola con expresión triste, aunque en el fondo no se sentía así.

Lo siento mintió. Jessi sonrió desanimada.

Estábien dijo ella, mirando a Mankar a los ojos. Las cosas entre nosotrosya no eran como antes. Creo que así es mejor. ¿A ti qué te ha pasado?

Mankar hizo una mueca antes de responder.

Me siento muy solo... mi amigo no me habla...

Mankis, pero me tienes a mí sonrió Jessi. Él hizo lo mismo.

Desde ese día ambos se hicieron amigos muy cercanos. Jessi y Mankar, aunque no volvieron a coincidir en Dumblemort, duraban horas hablando en la Sala Común, de toda clase de cosas, y a veces también se les unía Gonza.

Elmes de octubre transcurría muy rápidamente. Mankar lamentaba serdiferente más que nunca... Habría pasado esos días divirtiéndose consus amigos, tal vez jugando con el balón de fútbol que Merlín le habíaenviado por su cumpleaños... sin ninguna preocupación mayor que lostrabajos para cada clase... Tendría mejores notas, más puntos... Suúnica relación con los muggles habría sido la clase de EstudiosMuggles, y podría comentar con el mismo interés el rumor del que laprofesora Fairy Black les había hablado acerca de los verdaderosnombres de los personajes de Harry Potter... Estaría en ese momento ala expectativa de lo que iba a ser el baile de Halloween que se iba arealizar en Harrylatino...

 

Peroa él casi nada le importaba. Incluso la tortura que debía de ser lahora semanal de Taller de Vuelo le era totalmente indiferente. Tampocose sentía motivado para buscar la forma de realizar la pociónmultijugos, ni para dedicarse enteramente a su club, a pesar de queVito había vuelto a permitir la entrada a los clubes.

Delincendio sólo se concluyó que había sido un accidente. Mankar estabacompletamente seguro de que Macnair estaba involucrado, con tantoscomentarios de burla que hacía él y sus amigotes del Poder Calamar.

Haher,por otro lado, sin duda seguía pensando que había sido Mankar elculpable. No parecía haber cambiado de opinión al respecto, y Gonza nolograba convencerlo. Sin embargo, nunca lo acusó de nada. Prefirióquedarse callado e ignorar a su sobrino por completo.

Afortunadamente,al final del mes, el positivismo de Mankar aumentó... hasta ciertaclase de Defensa Contra las Artes Oscuras, el día de Halloween. Tazsiempre los hacía trabajar por parejas pero, ese día, Mankar no pudosentarse con Jessi.

Mankar Weasley llamó la profesora Devil, mirando una lista, trabajarás con... Haher Weasley.

«Nopuede ser cierto», pensó Mankar, fastidiado y a la vez emocionado. Miróa Jessi y ella le hizo una expresión que le aconsejaba tranquilidad. Elchico se levantó y se sentó junto a su tío. Se miraron fugazmente, perosin decir ni una sola palabra.

Gonza se sentó junto a Andrea Delacour, de Gryffindor, en la mesa que estaba al lado de la de Mankar.

Haycierta clase de hechizos explicó la profesora Taz, en cuanto terminóde ubicar a los alumnos que pueden combinarse para formar uno nuevo.Algunos magos son capaces de realizar los dos simultáneamente. En losduelos de magos, es posible que una pareja una sus fuerzas para vencera los contrincantes, o también si están intentando defenderse de unacriatura peligrosa.

Mankar ya sabía acerca de esto. Él mismo lo descubrió para realizar hechizos en clase de Encantamientos.

Tambiénpuede haber hechizos que hagan cambiar el efecto de otros continuóTaz y también hay aquéllos que no sirven sin un hechizocomplementario. Todos estos se clasifican como hechizos compuestos. Loque haremos hoy es sencillo, pero requiere de un gran trabajo enequipo. Cada pareja debe crear un hechizo con base en otros dos. ¿Cómo?Deben concentrarse muy bien. No pueden improvisar. Escojan los doshechizos que van a combinar antes de practicar. ¿Qué hechizos? Los queustedes quieran, los que crean que controlan mejor. Antes de finalizarla clase, deben presentarme el resultado del trabajo que hoy realicen.

¿Quépodía ser peor? Mankar estaba obligado a trabajar con la persona que lodetestaba y, además, tendría que usar algún hechizo de fuego, los queprecisamente creaban distancia entre los dos, pues Mankar no era capazde hacer algún otro.

¿Qué se te ocurre? le preguntó a su tío, con voz indiferente.

No sé respondió Haher, cortante.

¿Con qué hechizos te va mejor? insistió Mankar.

No sé.

Mankar abrió con fastidio el libro Inicios en Defensay buscó el capítulo de hechizos compuestos. Había muchísimo de dondeescoger, o incluso podrían intentar algo que el libro no nombrara. Elchico buscaba algo que pudiera involucrar fuego.

¿Qué tal este? señaló Mankar, con su ánimo bajando.

 

Haher se quedó igual de callado y no miró el libro.

Teestoy hablando le dijo su sobrino. Mira, este hechizo crea burbujasde fuego que estallan con agua. Lo usan como animación en eventos...

Claro, algo de fuego. Eso sí puedes, ¿verdad?

Mankar bajó la mirada.

¿Cómovan por acá? dijo la profesora Devil, acercándose a la mesa. Loschicos estaban callados. Ella miró la página del libro que teníanabierta y preguntó asombrada: ¿De dónde van a sacar un elefante?

No,profesora, no estábamos mirando ese hechizo dijo Mankar, y señaló másabajo en la página. Yo proponía las burbujas de fuego...

Ah, sí dijo Taz. Genial, ese es muy atractivo. ¿Ya comenzaron a practicarlo?

No... aún no decidimos nada habló Mankar por los dos.

¿Quién hará la parte del fuego y quién la del agua?

Haher negó con la cabeza con expresión incrédula.

Buenodijo Taz. Mankar, haz tú el hechizo de fuego y Haher, el de agua.Deben trabajar en equipo si quieren que funcione. Inténtenlo.

Mankar miró la página del libro y leyó el conjuro.

¡Fórmafoust!

ElRubí brilló. De la varita salió una simpática burbuja de fuego, que enun momento era gruesa y al siguiente tan delgada que casi se podía vera través de ella.

De mala gana, Haher miró el libro y, con la varita en alto, pronunció:

¡Lancuamdúo!

Aparecióuna especie de aguja transparente, hecha de agua. Haher apuntó a laburbuja con su varita y, de repente, la aguja salió disparada. Atravesóel fuego y se esfumó. La burbuja estalló como fuegos artificiales.

Genial,¿cierto? exclamó Taz. Quiero que hagan algo más complicado. Podríanintentar varias burbujas y agujas al mismo tiempo. Practiquen y en unrato paso a revisar, ¿de acuerdo?

Sí, señora respondió Mankar. Luego le habló a Haher. ¿Quieres hacer algo?

Lo que sea.

Entonces Mankar comenzó a repetir el conjuro sin hacer caso a Haher.

¡Fórmafoust! decía una y otra vez.

Encuanto había unas seis burbujas ya flotando en el aire, Haher empezó apronunciar su conjuro. Las agujas atravesaban las burbujas y las hacíanestallar con bastante gracia.

Mankar le sonreía a su tío, pero no recibía respuesta.

Atenciónoyeron decir a la profesora Taz, quien se aproximaba al frente delpizarrón. Muy bien. Llamaré a cada pareja y quiero que pasen adelantey le muestren a toda la clase lo que han aprendido hoy miró una listay llamó: Brafajarte y Jordan, pasen por favor.

Ricardoy Jessi se pusieron de pie y se dirigieron al pizarrón. Hicieron unasimpática presentación, en la que Jessi se ocupaba de hacer salir de lapunta de su varita líquidos de todos los colores, y Ricardo usaba unhechizo que funcionaba como aspiradora, de forma que absorbía ellíquido tan pronto este llegaba a su varita.

La profesora quedó muy satisfecha con esta demostración.

Pasen ahora... dijo Taz, después de calificar a Ricardo y a Jessi los señores Weasley.

Esoera demasiado pronto para lo que Mankar esperaba. Él y Haher selevantaron con actitud indiferente y se ubicaron uno frente al otrojunto al pizarrón, como si fueran a batirse en duelo.

¡Fórmafoust!exclamó Mankar, y una burbuja de fuego apareció en el aire. En cuantovio que su tío iba a lanzar su hechizo, creó una burbuja más.

 

¡Lancuamdúo!dijo Haher. La aguja de agua apareció, se dirigió a la primeraburbuja... pero no la atravesó, sino que se evaporó al hacer contacto.

Hahermiró a Mankar con dureza, mientras pronunciaba de nuevo el conjuro. Unanueva aguja intentó hacer estallar la burbuja, pero también se evaporóal tocarla.

¿Qué haces ahora? susurró Mankar.

¿Yo? respondió Haher disimuladamente. ¡Eres tú el que le hace algo al fuego!

¡Yo no estoy haciendo nada!

A ver chicos, concéntrense más los animó la profesora Devil.

¡Lancuamdúo!exclamó Haher. Apareció una aguja más transparente, más gruesa y muchomás grande de lo normal. Salió disparada en contra de una burbuja y...la atravesó rápidamente.

Enese momento, pasaron dos cosas que no debían pasar: la aguja que Haherhabía creado no se esfumó al atravesar el fuego, sino que siguiódirectamente hasta Mankar, y lo golpeó fuertemente, empapándolo de piesa cabeza y haciéndole perder el equilibrio hasta tumbarlo en el suelo;por otro lado, la burbuja estalló como fuegos artificiales, sí, peromucho más fuertemente de lo que debía, y las chispas se dispersaron portodo el salón, cayendo en cuadernos, mesas, e incluso las cabezas delos estudiantes, y empezaron a quemarlo todo, sin producir humo.

Mankarse levantó asustado, con la ropa empapada. Casi resbaló con el charco,pero de repente, toda el agua que había en el suelo desapareció.

Laprofesora Taz corría de un lado a otro, apagando el fuego lo más rápidoque podía, antes de que causara un nuevo accidente. Los niños selevantaron y se dirigían angustiosamente hacia cualquier rincón dondeno correrían peligro.

Siéntenseya, chicos dijo finalmente Taz, apagando las burbujas de fuego que aúnquedaban frente al pizarrón, con un grueso chorro de agua. SeñoresWeasley les dijo seriamente, ya saben que el objetivo principal deesta clase es aprender a controlar el poder mágico. No pueden derepente armar este alboroto si tienen problemas para que les salga unhechizo tan sencillo. Sé que no hace mucho tuvieron cierto problema,así que les pediré que tengan más cuidado. Por favor añadió alzando lavoz, cuando vio que Mankar se disponía a decir que de eso él no teníaculpa.

Enese instante, sonó la campana que daba por terminada la clase. Tazanunció que en la siguiente los esperaba con los hechizos compuestoscompletamente perfeccionados, y se retiró del salón apresurada.

Esto es tu culpa le dijo Haher a Mankar con dureza.

¿Mía? ¡Si tú fuiste el que sacó esa cosa...!

¡Entonces debiste hacer las burbujas tal como estábamos practicando!

Gonza y Jessi se acercaron, mirándolos preocupados.

¡Yo estaba haciendo exactamente lo que debía hacer! decía Mankar en voz bastante alta.

¡Sí! Y también debías quemar mi club, ¿no es cierto?

¡¿Cómo demonios quieres que te haga entender que yo no...?!

¡Oigan, basta ya! exclamó Gonza.

Ambos lo miraron con sorpresa. Haher volvió a hablar, dirigiéndose a su sobrino:

Sólo hay una forma de solucionar esto. Nos veremos en este mismo lugar, en cuanto comience el baile, y probaremos quién es quién, con un duelo de magos.

Y sin decir una sola palabra más, caminó hacia la puerta y salió del aula.

«¿Qué quiere hacer él?... ¿Quiere lastimarme?... ¿Tan grande fue mi error? ¿Tanto me odia?...»

 

Mankis... no tienes que ir si tú no quieres...

Era una tarde bastante fría. El cielo estaba nublado y oscuro. La Sala Comúnde Gryffindor parecía tan simple... cualquier lugar habría resultadoigual de inapropiado para pensar en todo lo que había pasado. ParaMankar era muy valiosa la compañía que Jessi le hacía.

Habríapreferido pasar el tiempo lamentando el ridículo que hizo ese día enclase de Vuelo... Debía estar, como todos los demás niños, preparándosepara el baile de Halloween, o admirando la majestuosa decoración quehabía en el Gran Salón, o al menos acariciando el gato que seencontraba debajo de la mesa a la que él se hallaba sentado, al cualignoraba por completo.

No quiero ir. No quiero hacerle daño...

Eso Mankis, y tampoco te meterás en problemas dijo Jessi sonriendo. Mejor vas al baile y nos divertimos todos.

«La única forma de solucionar esto»...

Jessi se quedó mirando a Mankar fijamente.

Voy a ir dijo Mankar, seguro, pero sólo para hablar con él. Creo que no hay necesidad de enfrentarnos.

Debes tener mucho cuidado...

Mankar asintió, pensativo.

Pormás ganas que sintiera, por más motivos que tuviera para hacerle daño aHaher, Mankar era sencillamente incapaz de hacerlo. Debía de podersesolucionar sin necesidad de varitas...

Recordócómo su héroe, Harry Potter, también había sido retado a un duelo demagos en su primer año, pero nunca se llevó a cabo. La trivia de Dumblemortle había recordado a Mankar muchas veces: «Según Ron, ¿qué era lomáximo que podían hacerse Harry y Malfoy en el duelo de magos?». Larespuesta era... lanzarse chispas.

Élsabía que, para enfrentarse a Haher, no podría hacerle nada conchispas, porque sencillamente no era capaz de crearlas. Tendría querealizar algún hechizo de fuego, y a ese punto no quería llegar. Seríatrágico si llegaba a perder el control como la noche antes de viajar aHarrylatino. Evitaría al máximo iniciar la lucha, pero de todas formasMankar estuvo practicando todo el resto de la tarde un hechizo parausar contra Haher, pero uno que no le hiciera daño.

Faltabandiez minutos para las diez de la noche, hora en que Haher habíaprogramado el duelo. Gonza había intentado razonar con él desde quesalió del aula, pero no logró convencerlo.

¡Vamos,vamos mejor al baile! le insistía Gonza a Mankar, en el dormitorio,terminando de vestirse para el baile. ¡Deja a Haher solo! ¡No puedesseguirle ese juego! ¿Qué harás si te descubren? ¡Quizás hasta teexpulsen, teniendo en cuenta todas las faltas que hemos cometido!

Mankarsonrió. Eso fue lo último que Gonza vio hacer, porque al siguientesegundo Mankar era completamente invisible a los ojos de los demás,gracias a que tenía puesta su gorra.

Tercerpiso. Bajó esquivando a todos los niños que pasaban vestidoselegantemente, algunos en pareja, otros con su grupo de amigos.

Mankar entró al salón de Defensa Contra las Artes Oscuras. Estaba a oscuras y no vio a nadie.

Penséque no vendrías dijo la voz de Haher, indiferente. A la luz de la lunaque entraba por las ventanas, Mankar distinguió la silueta de su tío,quien se levantó de una mesa.

Por eso somos Gryffindor, porque no nos escondemos, sino que enfrentamos nuestros problemas respondió Mankar, con voz baja.

 

Perotú ni siquiera mereces estar en este colegio, mucho menos en Gryffindordijo Haher, alzando la voz. No tengo idea cómo te las ingenias parahacer esa magia con fuego, y ni me interesa. Pero es hora de resolveresto de una buena vez añadió.

¿Quéresolvemos con esto? preguntó Mankar, alterado. ¿Qué más querías queyo hiciera? ¡No me voy a arrodillar ante ti, a pedirte perdón, si es loque esperas, sólo porque salió mal un hechizo en clase de Defensa!

¿Yquién dijo que era sólo por hacerme quedar en ridículo en frente detodos? preguntó Haher, muy serio. ¡Eso no ha sido lo único que hashecho!

Mankar lo miraba fijamente. El Rubí del Fuego empezó a brillar, y se notaba en la penumbra.

Haher sacó la varita. Mankar, instintivamente, lo imitó.

¡Mankis,no! gritó horrorizada la voz de Jessi. Mankar se volteó hacia lapuerta y la vio parada detrás de él, con Gonza tomándola de loshombros, mirando fijamente a la muñeca de Mankar.

Tranquilos,yo arreglaré esto les susurró él. Luego, habló con voz fuertedirigiéndose a Haher: ¿Qué es lo que vas a hacer? ¿Me vas a lastimar?¿Qué vas a hacer? repitió.

Voy a cobrar cuentas respondió Haher. Y lo haré como tanto te gusta continuó, con tono sarcástico. Apagaré tu fuego. ¡LANCUAMDÚO!

Mankar,por puro instinto, gritó con sus fuerzas el hechizo que habíapracticado, exactamente en el mismo instante que Haher había conjuradoel suyo:

¡LANGFRADIUM!

Dela varita de Haher no salió una aguja de agua, sino un brillante rayoazul, mientras que, de la de Mankar, salía un rayo de luz roja que sedirigía directamente a su tío.

Amboshechizos se encontraron en medio del aire. En el punto donde seestrellaban, surgió un rayo más, de color dorado. La gema comenzó abrillar con una intensidad superior a la que jamás había tenido. Lavarita de Mankar vibraba con una fuerza tan poderosa que amenazaba consaltarle de las manos. El corazón de Mankar casi tenía el mismomovimiento.

¡¿Qué estás haciendo?! chilló Haher. Se podía ver su plateado cabello brillante a través del rayo.

¡Priori incantatem! gritó Gonza, con los ojos muy abiertos.

Mankarno era conciente de lo que estaba ocurriendo. Sujetaba fuertemente suvarita, en una habitación ahora iluminada por rayos de tres coloresdiferentes.

Algole pasaba al Rubí. Por algún motivo, Mankar tenía la sensación de queiba a explotar. Le comunicaba un dolor, que empezó sintiéndose como unpellizco, pero de repente se hizo muy fuerte, y le fue transmitido portodo el brazo. Pero no era lo mismo que había sentido en el avión deHarrylatino. Era otro dolor, soportable, que lo llenó de una fuerza quelo hizo sentir poderoso.

¡Mankis! ¡Mankis, basta! gritaba Jessi, desesperada.

No era capaz de romper la conexión. Tenía miedo de cualquier reacción de Haher.

Yentonces, cuando Mankar empezaba a comprender lo que ocurría con loshechizos, pasó lo que debía haber imaginado. La parte dorada queconectaba ambos rayos, de repente, hizo una especie de explosión,lanzando rayos dorados que se extendían como arcos alrededor de ellos,encerrando a Haher y a Mankar en una especie de cúpula dorada.

¿Qué está pasando aquí? exclamó fuertemente una voz de hombre.

Mankardesvió su varita con todas sus fuerzas, sobresaltado. Lo mismo hizoHaher. El rayo se partió en dos y se esfumó la cúpula. Ambos miraronaterrorizados a la puerta del aula. En ese momento, cualquiera habríapensado que la persona que estaba parada mirándolos a ellos dos era enrealidad un boggart. Pero el profesor Riddle era tan real como cada unode ellos.

 

Explíquense ordenó el profesor.

Eh... yo... nosotros... comenzó Mankar

Hicimos una apuesta y... tartamudeó Haher.

Me enseñaba un truco...

Queríamos mostrarlo en el baile...

Así que era cierto... susurró el profesor Riddle.

¿Disculpe?

Silenciodijo Riddle. No crean que no sé qué estaban haciendo. Ustedes dosestaban batiéndose en duelo. No me discutan añadió, alzando la voz,cuando los chicos se disponían a responderle. Los cuatro tendrán uncastigo, acompáñenme por favor.

Jessiy Gonza estaban completamente callados, y miraban fijamente alprofesor. Riddle señaló la puerta del aula y los cuatro chicossalieron. Los hizo subir las escaleras hasta el séptimo piso, y losguió a su despacho, en una zona que ellos no conocían.

Así que era cierto... seguía diciendo el profesor, pero los chicos no se atrevieron a preguntarle nada más.

Eldespacho de Riddle era un lugar que a Mankar le resultabaincreíblemente familiar, pero no recordaba de dónde. Había polvorientosestantes iluminados a la luz de velas blancas, que hacían de ese lugarel último que alguien querría visitar la noche de Halloween. Un inmensoarmario negro parecía que vigilaba la habitación desde donde seencontraba. En varias esquinas había escudos de Slytherin. Allí, lacara del profesor Riddle lucía espantosa. Daba miedo sólo mirarlo... Ysin embargo, Mankar pensaba que no era la primera vez que veía esaexpresión.

Iréa avisar a la profesora Sorceress anunció Riddle. Mientras ellallega, les pido el favor de que escriban en un pedazo de pergamino loque han hecho hoy, admitan su mala conducta y lo firmen.

Riddle salió del despacho. Haher y Mankar mantenían la mirada en el suelo, pensativos. Gonza y Jessi no se atrevían a hablar.

Perdónenme dijo por fin Mankar. Todo esto es mi culpa.

No, yo soy el culpable dijo Haher. Nunca debí retarte al duelo.

Pero... de todas formas yo participé en el duelo respondió Mankar, con los párpados caídos.

Lo hiciste para defenderte, no para hacerme daño dijo Haher. Yo fui quien lanzó primero el hechizo.

Creo que lo hicimos al mismo tiempo...

No debí enojarme por la demostración de la clase de Defensa...

De no ser por mi actitud nada de esto habría pasado insistió Mankar.

Veaninterrumpió Gonza, ambos tienen algo de culpa. Pero dejen de pensaren eso. Cada uno se ha equivocado, sólo deben intentar ponerse en loszapatos del otro. Ustedes son familia, y además son amigos.

Haherhabló Jessi. Yo sé que Mankar quiere hacer las paces. Te ha pedidoperdón. Tienes que creerle que el no tuvo culpa en lo que le pasó a tuclub.

Haher asintió mirando al suelo.

Y Mankar, Haher también quiere que todo vuelva a la normalidad. En el fondo no le interesaría si fueras mago, muggle, o whity.

Mankar miró a Haher a la cara.

¡Densela mano! dijo Jessi, parándose junto a ellos dos, y tomando el brazode Haher. Mankar levantó la mano derecha tímidamente, y ambos laestrecharon. Sonrieron muy levemente, con expresión de disculpa. En esemomento, todo lo que Mankar había sentido en contra de Haher, seesfumó. El Rubí, que, aunque no tanto como durante el duelo, hastaentonces no había dejado de brillar, se apagó en el instante. Mankar sehabía calmado.

 

No puedo creer que nos hayan descubierto se lamentó Gonza.

Parece que el profesor ya sabía... comentó Jessi.

¿Tú crees que alguien le dijo algo al respecto?

Se quedaron pensando dos segundos, y las cuatro voces pronunciaron una palabra: «Macnair».

Laira de la profesora Sorceress cuando se enteró de lo ocurrido fue tangrande que los cuatro chicos temían ser expulsados en cualquiermomento. El castigo que les impuso consistía en hacer el trabajo de loselfos domésticos durante las mañanas de los fines de semana, como lavarlos platos de la cocina, limpiar los pisos de los pasillos y ordenarlos asientos de las aulas. Parecía ser mucho mejor de lo que pudo habersido, teniendo en cuenta que jamás habían visto a Sorceress tanalterada.

Pero,excepto por lo agotador que resultaría, quizás no fuera tandesagradable, pues al menos tenían la tranquilidad de que los problemasentre ellos ya se habían solucionado. Además, eso les daba oportunidadde buscar la Copa de los Tres Magos.

Había, sin embargo, algo que prácticamente nunca salía de la cabeza de los chicos: ¿de qué forma se enteró Macnair del duelo?

Porqueya habían confirmado que él lo sabía. Desde el día siguiente, mientrasMankar, Haher y Gonza desayunaban en el Gran Salón, él y algún otromiembro del Poder Calamar remedaban siempre a un par de duelistasasustadizos y llorones en pleno enfrentamiento, señalando a Mankar y aHaher y riendo a carcajadas.

No entiendo cómo pudo saberlo... seguía diciendo Gonza.

Perono lo presenció comentó Haher. ¡Si lo hubiera hecho, habría visto elduelo más magnífico del mundo! agregó, chocando las palmas con Mankar.

¿El núcleo de tu varita es pluma de basilisco? preguntó Mankar, de repente.

No respondió Haher, extrañado. ¿Por qué?

¿Los basiliscos tienen plumas? preguntó Gonza.

Porque ése es el núcleo de la mía dijo Mankar, pensando. ¿Entonces por qué se crearía el priori incantatem?

Nosé... dijo Haher, cayendo en la cuenta. El mío es pelo deacromántula. ¿Qué? preguntó ante las miradas de Mankar y Gonza. Lachica de la tienda dijo que era natural que eso pasara, porque le tengomiedo a las arañas.

¿Pero no tuviste que enfrentar un boggart? preguntó Mankar. Haher negó con la cabeza.

«Quizás sólo a los squibs les toca hacer eso», pensó Mankar, desanimado.

Entonces creo que el priori incantatem tuvo que ver con eso de que el basilisco es el peor enemigo de las arañas dijo Haher.

Cierto dijo Mankar, mirando con rabia a Juanjo, que soltaba una carcajada especialmente ruidosa.

Gonza se quedó pensativo un rato.

La mañana del sábado era fría y nublada. En la Sala Comúnse sentía el ambiente relajado que producía el fin de semana. Pero lospobres chicos no podían descansar, pues ese día les correspondíacumplir con el castigo.

Sedirigieron al primer piso, y la profesora Sorceress les entregóapresuradamente escobas, baldes, guantes y trapeadores, para quehicieran limpieza en el séptimo piso. Luego, se llevó a Jessi a lascocinas.

 

Ellossubieron las escaleras hasta el piso que debían limpiar. Haher tomó unaescoba, con la que empezaba a barrer completamente distraído. Se lapasaba mirando cada pedestal y comprobando si podía atravesar a losdemás.

Hubiéramosestado al menos un rato en el baile... reprochaba Gonza. ¡Ohubiéramos subido a los clubes! Me dijeron que estaban dando puntos alos que enfrentaran a un troll que Vito había contratado...

Yo quería dormir hoy todo el día dijo Haher.

Yo tenía planeado proyectar una película en mi club se quejó Mankar.

Y yo tenía un discurso preparado para mis afiliados dijo Gonza, con tristeza.

Pero ese nombre que le pusiste al club no me gusta comentó Haher.

Gonza lo miró con seriedad.

Ya sé respondió. Lo has dicho un millón de veces. ¿Qué tiene de malo «La Sala Multipropósito»?

En ese momento, un pensamiento llegó a Mankar. Tal vez si entraban a la Sala de los Requerimientos encontrarían algo que les ayudara a realizar más fácilmente el trabajo.

Pues nada... pero no es muy original...

Tengo una idea anunció Mankar. Terminaremos aún más rápido.

¿Qué? preguntaron los otros con curiosidad.

Podemos buscar algo en la Sala de los Requerimientos dijo Mankar.

¿Sabes dónde está? exclamó Gonza, emocionado.

¡Claro! ¿De dónde crees que saqué todo lo que tiene mi club?

Ya decía yo... murmuró Haher, que intentaba volar con la escoba.

Por aquí señaló Mankar.

Dejarontirado junto a un muro todo su equipo de limpieza y empezaron a correra lo largo del pasillo, teniendo cuidado de no hacer ruido cuandopasaron frente al despacho del profesor Riddle, hasta que se hallaronjunto al tapiz de Barnabás el Chiflado.

Sólo necesitamos el hechizo desvanecedor explicó Mankar.

Se quedaron unos segundos contemplando el muro y, luego, Haher exclamó:

¡Evanesco!

Entoncesel agujero cuadrado apareció y los chicos lo atravesaron emocionadospor las maravillas que encontrarían del otro lado, que seguro lesayudaría mucho para el trabajo, pero se encontraron en un... armario deescobas.

Esto no nos sirve dijo Haher, haciendo una mueca de disgusto.

Yo esperaba algo más grande... dijo Gonza. Aquí ni siquiera cabemos cómodos los tres.

Mankar sonreía incrédulamente.

Debe haber algo por aquí que nos ayude les dijo. Estoy seguro.

De repente, los chicos se quedaron callados e inmóviles. Escuchaban pasos afuera.

Mankar, ¡cierra la puerta! susurró Gonza.

¡No hay puerta! dijo, volteando hacia la salida y, de repente, el muro se cerró.

Los tres aguardaron silencio, enredados entre un montón de palos de escoba, en la oscuridad de la Salade los Requerimientos. Los pasos se oían lentos, y se hacían cada vezmás fuertes, y luego, se alejaron. De repente, escucharon queregresaba. Era el andar de una sola persona, seguramente una profesoraque usaba tacón alto. El sonido se debilitó una vez más, y luego, lospasos se acercaron de nuevo.

¡Haher! ¡Deja de mover el pie! susurró Mankar.

¡Yo estoy quieto! respondió su tío.

¡Gonza, tú, entonces! ¡Estás tirando de mi túnica y me pone nervioso!

¡Yo no me estoy moviendo! dijo Gonza.

¡AQUÍHAY ALGO MOVIÉNDOSE! gritó Mankar, asustadísimo y saltando de susitio. Había un animal apoyado en su pierna, y lo empujó con unapatada. El chico salió corriendo por la abertura de la Salade los Requerimientos, que se reabrió en el acto, con el corazónpalpitándole muy fuertemente, sin atreverse a mirar para atrás. Teníaen su mente la imagen de la serpiente de la profesora Callahan, yestaba completamente espantado.

 

¿Quéocurre, señor Weasley? dijo una voz de mujer proveniente de la figuraque se hallaba de pie frente a él. Mankar la miró asustado. Laprofesora Devil estaba seria y muy pálida.

¡Lo siento, profesora! dijo rápidamente él. Es que hay un animal en ese armario y me asustó...

¿Armario? la profesora Taz se dirigió hacia la abertura de la Sala de los Requerimientos, pero Gonza y Haher estaban saliendo de allí en ese momento.

¡Mira, qué miedo! le dijo Gonza, burlón, extendiendo los brazos. ¡Esto es lo que tiraba de tu túnica!

Loque Gonza agarraba era solamente un gato negro, que lucía completamenteasustado y se retorcía en las manos del chico intentando escapar.

El gato de Roberto Potter dijo Haher, mirando serio a Mankar.

¿De quién?

¿Qué hacían ustedes tres ahí metidos? preguntó la profesora Taz, frunciendo el entrecejo.

Estábamos buscando una escoba mintió Gonza hábilmente.

La profesora Sorceress nos encargó limpiar los pasillos dijo Haher.

Pero ese armario... dijo la profesora Taz, con expresión pensativa. Yo no lo conocía...

No sé, profesora respondió Mankar, disimulando. No estábamos haciendo nada malo.

Bueno, continúen con lo suyo dijo Taz, mirando de forma extraña al gato, antes de reanudar su camino por el pasillo.

Los chicos se quedaron mudos, lanzándose miradas inquietas entre ellos y al gato, mientras la profesora se alejaba.

¿Quién más sabe acerca de la Sala de los Requerimientos? preguntó Gonza.

Creo que nadie... dijo Mankar. Sólo los elfos domésticos. ¿Quién es Roberto Potter? añadió.

Ah,Rob... dijo Haher. Un chico de Gryffindor. La profesora Sorceress noslo presentó hace unos días, junto con Ron Lesson. Serán nuestroscompañeros de dormitorio a partir de la próxima semana.

¿Por qué hasta ahora?

Creo que tuvieron un problema donde estaban antes...

Derepente, el gato cayó al suelo y salió corriendo por el pasillo. Gonzamantenía sus brazos en la misma posición, como si aún tuviera alanimal. Entonces Mankar se dio cuenta: el gato había atravesado elcuerpo del chico y se había liberado. La Copa de Los Tres Magos estaba escondida.

Lostres amigos salieron corriendo rápidamente por el mismo camino quehabían tomado para llegar allí, mirando en cada pedestal y asomándosepor cada pasillo, en busca de la copa plateada.

Depronto, al doblar una esquina, la vieron. Brillaba esplendorosamentecomo cada vez que habían tenido oportunidad de verla sobre un pedestal.

Por algún motivo, Mankar no se iba a rendir. Tenía un presentimiento inexplicable, que le impulsaba a dirigirse a la Copaen busca de aquellos cincuenta puntos que tanto necesitaba. Era elpoder que sentía en su interior desde el brillo del Rubí durante el priori incantatem.

Lostres corrían con todas sus fuerzas. Entonces Mankar lo notó: estaban enel mismo pasillo que tenían que limpiar, donde hacía apenas unosinstantes habían dejado su equipo de limpieza.

 

Ypor puro instinto, al acercarse a una de las escobas, Mankar exclamó lapalabra «¡Arriba!», y esta saltó a sus manos, de forma que el chico laagarró con mucha fuerza, pasó una pierna por encima sin perdervelocidad ni ventaja, y dio una patada al suelo que lo impulsófuertemente hacia adelante, en medio del aire. Estaba volando con laescoba, directo hacia el pedestal de la Copa de los Tres Magos.

Dejóde escuchar pasos tras él. Por más increíble que era lo que estabaocurriendo, sólo había en su mente el pensamiento de encontrar la Copa de los Tres Magos y de volar como tantas veces había visto a la profesora Tita enseñar a sus alumnos.

Justoal llegar al final del largo y desierto pasillo, acercándose por fin alpedestal, se inclinó levemente, y empezó a bajar su velocidad y adescender poco a poco. Saltó de la escoba sin haberse detenido porcompleto, y agarró fuertemente la Copa por un asa.

¡CLICK!exclamó con una seguridad que jamás había sentido pero, para sorpresade él, nada pasó. ¡Demonios! gritó, mirando para todos lados. Derepente, una idea le vino a la cabeza, y exclamó: ¡FOCUMCLICK!

Tuvo aún más fe cuando pronunció ese hechizo, pero aún así no funcionó.

¡QUÍTATE DE AHÍ! le gritó con ira una voz.

Mankarrecibió un golpe muy fuerte en la cara y quedó tumbado en el piso. Unacarcajada macabra salía de la boca del chico que acababa de tumbarlo.Era Boggart, del Poder Calamar, quien ahora agarraba la Copa.

¡Click!exclamó el grandote, y se desvaneció al instante, mientras la escobade Mankar, que había usado para derribarlo, cayó al suelo.

Mankar estaba demasiado impresionado por lo que había pasado para poder entenderlo.

«¡La Copa! ¿Por qué? pensó. ¿Por qué no funcionó, si pude volar? ¡Pude volar! reaccionó. ¡Por fin lo conseguí!».

Notenía idea de cómo o por qué. Sólo sabía que en ese momento se sentíacompletamente eufórico, y ni siquiera le importaron los puntos que noganó. Sentía una especie de odio contra Boggart, pero de momento nopensó en ello. Había volado en escoba. No podía creerlo.

Chico,¡qué vuelo! dijo una niña, acercándose y luego ayudándolo a levantarsedel suelo. ¿Estás en un equipo de quidditch? Porque si no, al nuestrole vendría bien un jugador tan hábil en el aire como tú.

Mankar no atinó a decir otra cosa más que:

¿Eh?

SoySil... de Gryffindor. Subcapitana del equipo Avispas de Wimbourne, queparticipa en un liga no oficial aquí en Harrylatino. ¿Te interesa?

¡Sí! ¡Claro que me gustaría! Soy Mankar Weasley.

Perfecto.¿Qué te parece si nos vemos en el vestíbulo el lunes, al finalizarclases? El chico asintió. De acuerdo, nos vemos, Mankar.

Sil se retiró, mientras Haher y Gonza llegaban corriendo por el pasillo, exhaustos.

¡No puedo creer que no la hayas agarrado! gritó Haher.

¡Y yo no puedo creer que hayas volado! dijo Gonza eufórico.

¡Sí! respondió Mankar, más feliz que nunca. Bueno, la Copa no pude... ¡pero monté la escoba!

¡Qué bien! ¡Te felicito! exclamó Haher.

¡Genial! dijo Gonza. ¡Ahora a ver la cara de Macnair en clase de Vuelo!

Eso le habría gustado mucho a Mankar, pero la alegría de sus amigos era lo suficientemente gratificante para no pedir nada más.

Lacara de Macnair no sería la única que quedaría boquiabierta. Nisiquiera las de Mankar, Haher y Gonza dejaban de tener expresiónsorprendida. Era demasiado increíble para ser cierto. Lo que habíapasado no dejaba duda de que Mankar por fin había desarrollado podermágico. Pero también había algo demasiado inquietante:

 

¿Cómo pude haber volado en una escoba de limpieza? seguía preguntándose el chico, el lunes a la hora de comer.

Pues... respondió Haher, que ese día llevaba el cabello azul. con cualquier escoba se puede volar, ¿no?

No dijo Gonza. Sólo que ésta estuviera encantada.

Pero, ¿para qué querría la profesora Sorceress encantar una de las escobas que íbamos a usar? siguió preguntándose Mankar.

Yocreo que fue un error dijo Gonza. Me dio la impresión de que ellatenía mucha prisa... quizás nos dio una escoba equivocada.

¿Ysi alguien más la encantó? preguntó Haher. Los otros dos chicos lomiraron extrañados. Sí... tal vez algún chico quería jugar quidditch aescondidas, pero no tenía escoba, entonces tomó una de las de limpiezay la encantó. Luego, la regresó, olvidando quitarle el hechizo. Ahoraque lo pienso, yo mismo tomé otra escoba antes, e intenté volar conella, pero esa no funcionó.

Entonces sólo la que yo monté estaría hechizada dedujo Mankar.

La teoría de Haher parecía bastante loca, pero podría incluso ser cierta. Gonza parpadeaba escéptico.

Mankarno le había dicho nada a su tío acerca de la gema. Era algo demasiadodifícil de explicar, y, aunque en algún momento Gonza lo intentó, Haherno quiso escuchar nada al respecto, así que él seguramente pensaba lomismo que alguna vez Taz sugirió: que su magia tenía preferenciainconsciente a realizar sólo hechizos de fuego, y que no se habíadesarrollado por completo.

Encuanto al misterio de la escoba con que voló, Mankar pensó que erainútil seguir dándole vueltas al asunto. Era más importante en esemomento descubrir por qué, si había logrado demostrar su poder mágico,no podía usar la varita a su antojo, excepto por hechizos queinvolucraran fuego.

Yúltimamente resultaba muy complicado y extenuante realizar hechizos defuego no verbales, simulando que eran los que el profesor Zancaturnoles enseñaba. Uno que disminuyera la velocidad de los objetos resultabaimposible con esta condición. Sin embargo, Haher, como era habitual, loejecutaba a la perfección.

Lasnotas de Mankar en Encantamientos y Transformaciones terminarían muybajas si él no encontraba una solución, o si no lograba una forma dedesarrollar por completo su magia.

Despuésde una frustrante clase de Encantamientos, Mankar se dirigió solo alvestíbulo, según había acordado con Sil. Haher y Gonza no lo podíanacompañar, porque estaban muy atrasados con los deberes de EstudiosMuggles.

Sil se hallaba al pie de las escaleras de mármol, hablando con un chico más bajo que ella. Cuando vio a Mankar, lo saludó.

Te presento a Melb Stonks le dijo. Es el capitán del equipo.

Sil dice que vuelas fantástico comentó Melb. ¿Has pensado en jugar en alguna posición en particular?

Mankar se quedó pensándolo un momento, y tartamudeó al responder:

Sí... me gustaría ser guardián.

Perfecto,¿qué te parece si vamos al campo de quidditch? propuso Melb. En unosminutos comienza el entrenamiento. Vamos a ver qué tal te va comoguardián. De todas formas, no tenemos por el momento ningún puestotitular libre, excepto el de golpeador, mientras Otto se recupera en laenfermería.

 

Loschicos salieron del castillo. El día era bastante nublado y frío.Cruzaron los terrenos del colegio hacia el campo de quidditch. Hastaahora, Mankar no había tenido oportunidad de entrar allí, pues la ligano había empezado y no se había jugado ningún partido, aunque él sabíaque de vez en cuando la Copa de los Tres Magos era escondida en ese lugar.

Sily Melb llevaron a Mankar primero a los vestidores. Allí conoció alresto del equipo: Samira El Mosri, su compañera golpeadora y hermana deIame; Wodahs Vaballo, cazador; Kamui Aizawa, el guardián; y AngieMounier, la buscadora. A la mayoría de ellos Mankar los había vistoalguna vez en Dumblemort, así que no le resultaban completamente desconocidos.

Ledieron a Mankar una túnica amarilla y negra, los colores de lasavispas, con las letras «WW» marcadas en el pecho, que significabanWimbourne Wasps, el nombre del equipo en inglés.

Unavez vestido, le prestaron una escoba del equipo. Era del mismo modeloque le habían regalado a Alita como premio por haber entrado aHarrylatino, una Cometa 900, con un magnífico mango pulido y ramitasdoradas en la cola. Luego, salieron al campo de juego.

Eraun lugar inmenso. Las elevadas tribunas se extendían con miles deasientos alrededor del campo oval. Los postes con aros al final, enambos extremos del terreno de juego, de al menos quince metros dealtura, lucían espléndidos a pesar de que el día fuera tan oscuro.

Hagamos primero un vuelo lento, como reconocimiento del campo les indicó Melb.

Cadajugador montó su escoba y dio una fuerte patada en el suelo. Mankarhizo lo mismo, muy lentamente. En ese momento, se arrepintió de haberaceptado realizar la prueba: recordó que tenía miedo a las alturas.

«Estoy a salvo, sólo debo tener mucho cuidado se dijo mentalmente. He pasado horas mirando por la ventana de la Sala Común, en el séptimo piso del castillo, y nunca me sentí mal».

Yquizás ese recuerdo le hizo darse cuenta que había perdido gran partesu miedo. Sintió que se elevaba con la misma gracia que hubiera tenidocualquier jugador de quidditch experimentado. Dirigiendo la vista desdela altura, recorrió lentamente el campo, admirando cada detalle,maravillado de la vista que tenía al elevarse, con la fresca brisarevolviendo su rojizo cabello...

Volaren una Cometa 900 era mucho más cómodo que en una escoba de limpieza.Mankar podía controlar la velocidad a su antojo, y podía girar conmayor facilidad. Aún así, trataba de mirar hacia abajo lo menosposible, para no perder el control. El quidditch, a pesar de su temor alas alturas, había sido para él siempre un sueño que quería realizar,aunque imposible de cumplir. Hasta ese momento.

Genial le dijo Sil, acercándose. ¿Tienes alguna experiencia?

Mankar negó con la cabeza, pero intentó hacer una expresión que diera a entender que no era la primera vez que jugaba.

Bueno,en este momento necesitamos un golpeador, porque el nuestro está en laenfermería continuó Sil, pero si lo deseas, le decimos a Melb que tehaga una prueba como guardián.

Ambas cosas se oyen bien dijo Mankar, sonriendo y asintiendo con la cabeza.

En ese caso, podemos ver primero tu habilidad como golpeador. Ven conmigo.

 

Silempezó a descender. Mankar la siguió. En el centro del campo, estabauna caja de madera que Melb colocó. Sil la abrió. Adentro había cuatropelotas: la quaffle, roja y de cuero, idéntica a con la que habíanjugado Mankar y sus primas hacía más de dos meses; las bludgers, un parde pelotas negras, de hierro, atadas a la caja con unas tiras; unapequeña pelota dorada y con alas, la snitch; y, además, cuatro batespequeños. Sil sacó uno de los bates y se lo entregó a Mankar.

Sí sabes las reglas, ¿verdad? preguntó ella, con la mano puesta sobre una de las tiras que sujetaban las bludgers.

Clarorespondió Mankar. Mi trabajo como golpeador consistiría en usar estebate para desviar las bludgers al equipo contrario, y proteger a miscompañeros para que no sean derribados.

Exacto dijo Sil, asintiendo. Y un guardián sólo debe evitar que las quaffles atraviesen los aros.

Pero si dices que ya tienen guardián titular...

Es mejor entrenarte como golpeador, que es el puesto titular vacante terminó Sil.

Deacuerdo dijo Mankar. Para esta posición se necesitan los mismosreflejos, y un poco de fuerza. Pero tengo entendido que los golpeadoresson generalmente los más grandes y robustos...

Enel quidditch no sólo interviene la fuerza explicó Sil. Debemos teneruna estrategia y practicar algunas jugadas. Creemos que es másimportante el equilibro en el aire que la fuerza con que golpees labludger. Además, de por sí, la bludger es fuerte, y no necesita másimpulso para derribar a un jugador.

Mankar no dijo nada, sólo asintió con la cabeza.

¿Preparado? preguntó Sil. La soltaré ya.

Se inclinó un poco y desató una de las bludgers. Ésta se elevó y empezó a volar como loca alrededor de todo el campo de juego.

Vamos dijo Sil.

Aver, equipo gritó Melb desde su escoba. Sil y yo le haremos unaprueba de golpeador a Mankar, así que para ustedes el entrenamiento eslibre.

Kamui descendió con su escoba y se dirigió a la caja de las pelotas, para tomar la quaffle.

Sil y Mankar volaron hacia Melb.

Ya repasamos el trabajo del golpeador anunció Sil.

Perfectodijo Melb. Mankar, la bludger está volando alrededor del campo.Quiero que vayas a ella e intentes golpearla con el bate para probar tuhabilidad, ¿de acuerdo?

De acuerdo asintió Mankar, mientras la pelota pasaba en ese momento a toda velocidad zumbando por encima de ellos.

Elchico salió disparado, y agarraba con fuerza su bate, mientras sedirigía rápidamente a la bludger. Ésta dio media vuelta, y se fuedirecto hacia Kamui y Wodahs, que jugaban con la quaffle. Mankar empezóa volar con mayor velocidad aún. La bludger fue descendiendo hacia suscompañeros, y él la seguía.

Endeterminado momento, después de atravesar casi todo el enorme campo,Mankar la tuvo lo suficientemente cerca para propinarle un golpe. Yaunque Melb no le había dicho a qué debía de apuntarle, Mankar sabíaperfectamente qué debía de hacer, algo que no sólo los impresionaríamucho, sino que quizás le aseguraría al chico su permanencia en elequipo como golpeador titular.

Adelantóla bludger sólo lo suficiente, soltó la escoba y tomó el bate con ambasmanos, casi sin mirar, pues por algún extraño motivo sintió que no eranecesario hacerlo. Golpeó la pelota de hierro con todas sus fuerzas ensentido contrario. Ésta, impulsada por la fuerza del chico, volódirectamente a donde el quería que lo hiciera: los aros de gol del otrolado del campo. La bludger atravesó velozmente el aro de la mitad,justo antes de seguir moviéndose como loca por todo el campo.

 

Mankarvolteó a mirar las caras atónitas de Sil y Melb. Estaba seguro de queellos se habían dado cuenta que él había «marcado gol» con la bludger apropósito y les sonrió con orgullo.

Y lo mejor era que lo había hecho el squib que alguna vez tuvo temor a volar.

¿TE HICIERON TITULAR PERMANENTE? exclamó Haher aquella tarde, en la Sala Común, rasgando con la pluma por completo la página del cuaderno en que trabajaba, y con el cabello rojizo.

¡Sí! dijo Mankar, dichoso. ¡Y tenemos el primer partido el dieciocho de noviembre!

¡Fantástico! dijo Gonza, con la cara iluminada. ¡Debiste volar como todo un dios!

Desdeaquel día, todo parecía ir mucho mejor para Mankar. Sentía que suspuntos en Harrylatino aumentaban con mayor velocidad, que su club eramás popular, que sus notas subían, aún con los inconvenientes de sumagia, y que todo resultaba más fácil, teniendo como motivación elentrenamiento de quidditch del sábado siguiente y el partido que sellevaría a cabo una semana después.

Escribióuna carta a Merlín y otra a Gaby, en las que explicaba detalladamentede qué forma entró al equipo, y las envió con una lechuza, ansioso desaber su opinión.

Laclase de Vuelo pasó de frustrante a la más anhelada. Verle a Juanjo lacara que tenía fue lo más satisfactorio de todo. La profesora Titaquedó impresionadísima con el avance, y lo felicitó animadamente.

Mankarhizo en esos días aquello a lo que siempre estaba acostumbrado hacer:prepararse mentalmente con libros. Estudió ampliamente el contenido delos clásicos Quidditch a través de los tiempos y La Biblia del Golpeador, así como libros más recientes que encontró en la biblioteca.

Todo ese tiempo estudiando sin duda lo aprovechaba, y quedaba constancia de ello en el aumento en su puntaje en la trivia de Dumblemort,en las preguntas relacionadas con quidditch. Pero, ¿le servía de algo aMankar todo este esfuerzo al momento de montar su escoba?

Lamentablemente, no pudo comprobarlo en el entrenamiento del sábado siguiente, porque ni siquiera pudo presentarse.

Losiento, Mankar le dijo seriamente la profesora Sorceress, peroustedes han infringido las reglas y ya habíamos acordado este castigo.No lo puedo levantar, así que dedicarás toda la mañana y la tarde alimpiar los pasillos.

Aquellodesanimó bastante a Mankar, pues había estado esperando ansiosamenteese día para entrenar con su equipo, y había olvidado por completo quelos fines de semana tenía ese castigo. Pero esa no era la única razón:si no podía disponer tampoco del siguiente sábado, entonces no podríajugar el partido contra los Chudley Cannons.

Susruegos a la profesora Sorceress no sirvieron de nada. Mankar intentóportarse lo mejor posible a lo largo de la semana siguiente, no sólo enclase de Transformaciones (aunque también era inútil, ya que en estamateria nunca lograba hacer ninguna actividad), sino en todas las otrasasignaturas, en busca de alguna esperanza.

Masla profesora Sorceress no cedió. Mankar estaba tan concentrado enconseguir el permiso que olvidó por completo informar a Melb de lasituación, hasta el viernes anterior al juego, cuando lo encontró enuno de los pasillos del castillo.

 

¿Cómose te ocurre venirme a decir que no podrás asistir, faltando tan pocopara el partido? exclamó el capitán, bastante alterado. ¿De dóndecrees que voy a sacar un golpeador para el equipo en menos deveinticuatro horas?

Lo siento mucho, Melb...

Losiento yo más le dijo seriamente. No me dijiste que tu castigo eratodos los sábados. Debes hacer que la profesora Sorceress te dé elpermiso, o me temo que quedarás por fuera del equipo. O por lo menos,intenta conseguir alguien que te reemplace. No podemos jugar con unsolo golpeador.

Mankarasintió. No tenía idea de qué iba a hacer, pero disponía de muy pocotiempo para hallar una solución. Olvidar decirle a Melb lo que pasabahabía sido muy irresponsable de su parte.

Debía haber algo que pudiera hacer...

Esedía no tenía clases con Sorceress, pero, de todas formas, la jornada yahabía terminado. Intentó buscarla en su despacho, en la sala deprofesores, en el Gran Salón, y por todo el castillo... pero noaparecía.

Nose le ocurría a quién convencer de sustituirlo. Sería indispensablepara un nuevo jugador al menos un entrenamiento previo, y dudaba quecualquiera, por más admirador del quidditch que fuera, aceptara sintener experiencia con el equipo, razón por la cual no le mencionó nadaa Haher ni a Gonza.

Vagando desesperadamente por el tercer piso, ya en el atardecer, se le ocurrió una idea más: pedirle permiso a otro profesor.

¿Peroquién? Por alguna extraña razón, la primera persona que se le vino aMankar a la cabeza era la profesora Callahan. Eso sería lo más absurdodel mundo. Luego pensó en sus otros profesores... No había ninguno enespecial con quien Mankar se llevara mejor. Aunque quizás la profesoraTita le otorgaría el permiso, teniendo en cuenta que en las últimas dosocasiones había logrado un avance tan notorio.

Justocuando se disponía a buscarla, se le ocurrió pedirle a la profesora Tazel permiso, cuando pasó frente a su despacho. Al fin y al cabo, ella sehabía interesado bastante por ayudar a Mankar en su clase.

El chico tocó la puerta. Creyó escuchar un revuelo del otro lado. La profesora Devil se asomó y saludó a Mankar.

¿Qué te trae por aquí? preguntó.

Loque pasa, profesora, es que tengo un problema explicó el chicotímidamente. Al ver que Taz no respondía, continuó. La profesoraSorceress nos castigó los fines de semana, y yo tengo un compromisosumamente importante y...

¿Por lo del duelo? dijo Taz, cerrando la puerta tras ella, algo incómoda.

Sí, señora, y pues... es algo muy importante para mí, pero ella no está dispuesta a levantarme el castigo.

Es entendible dijo Taz, asintiendo con la cabeza. Ustedes han cometido bastantes fallas desde el inicio de curso.

Sí...en eso tiene razón, y pues... tartamudeaba Mankar, se me ocurría quequizás podría convencer a la profesora Sorceress...

No, chico, no creo... respondió Taz, esta vez moviendo la cabeza negativamente. ¿Cuál es el compromiso que tienes?

Un partido de quidditch, el primero de la temporada, y resulta imposible para mí conseguir a alguien que me...

¿Quidditch? lo interrumpió la profesora, con un brillo en los ojos. ¿Vas a jugar quidditch?

 

Sí... es que...

Perochico, lo hubieras dicho en un principio dijo ella, con un extrañotono alegre. En ese caso, por supuesto que debo decirle a Sorceressque te deje. Después de todo, el tal duelo ocurrió en mi salón, ¿verdad?

A Mankar se le iluminó el rostro.

Y, por supuesto continuó la profesora Devil, tú eres nieto de Gaby, y debes haber heredado algo de ella.

¡Muchas gracias! exclamó Mankar.

Denada, chico respondió Taz. Y no te preocupes, yo me encargaré deconvencer a Sorceress. Ahora, vete a descansar, lo necesitarás para darlo máximo en el partido.

Mankarse despidió de la profesora, y agradeció una vez más. Ella entró conprisa en su despacho, pues al parecer estaba bastante ocupada. El chicose sintió avergonzado de haberla interrumpido, pero dejó de lado esepensamiento. En ese momento, sólo había una cosa importante en sumente: ir a avisarle a Melb que podría jugar al día siguiente.

Yaunque el consejo que le había dado Taz era que descansara, Mankar hizojustamente lo contrario. Pero no porque deseara sentirse agotado al díasiguiente, sino porque la emoción de lo que le esperaba no lo dejódormir, sino hasta muy tarde. Sin embargo, cuando despertó se sentíacompletamente repuesto.

Bajóal Gran Salón bastante nervioso. Mankar creía que, para ser un partidode una liga no oficial, quizás no asistiría tanto público como lohabría si fuera un partido entre representantes de las cuatro casas.

Estepensamiento lo tranquilizaba por momentos, pero aquella mañana se diocuenta de que, ya que era el primer partido del año, todos losestudiantes desearían presenciarlo. Algunos chicos que Mankar sóloconocía de nombre lo saludaban y le deseaban suerte.

Estuvoun rato acompañando a Haher y a Gonza a desayunar, pero prefirió nocomer mucho; no tenía hambre. La profesora Devil se aproximó a él y leinformó que había logrado convecer a la profesora Sorceress de que lepermitiera jugar. Mankar estaba demasiado asustado como para saber siesa era una buena o una mala noticia.

Lahora de inicio del partido se aproximaba. Un rato después, todo elcolegio se dirigía al campo de quidditch. Aquella mañana estaba tambiénbastante nublada. Mankar fue acompañado por sus amigos hasta la puertade los vestidores de su equipo, y luego ellos se juntaron con el restode la multitud para buscar un sitio en donde sentarse.

Todoslos miembros del equipo estaban bastante asustados. Melb lucía pálido.Ninguno de ellos había jugado antes un partido con tanto público.

Séque están nerviosos dijo Melb, intentando controlar su voz. Peropensemos en que gran parte de este público ha venido a apoyarnos, yque, si jugamos bien, la próxima tendremos aún más seguidores.

Aguijones dijo Angie, la buscadora.

¿Disculpa?

Pues... a los seguidores de los Wimbourne Wasps, de Gran Bretaña, siempre se les ha llamado «aguijones» explicó Angie.

Sí,lo que digas respondió Melb, cortante. Aunque el equipo no ha estadocompleto en todos los entrenamientos miró fugazmente a Mankar, cadauno de nosotros tiene un nivel excepcional, que en conjunto es capaz desuperar a cualquier otro equipo. Ya es la hora anunció. Así que,salgamos al campo a dar lo mejor de nosotros.

Lossiete jugadores avanzaron tímidamente hacia fuera del vestuario. Mankartemblaba visiblemente. Entraron, sin embargo, con paso firme al campode juego, con la gran multitud gritando y silbando fuertemente, y sereunieron alrededor del pequeño círculo que había en el centro, juntoal cual la profesora Tita aguardaba con la caja de las pelotas. Ellasoltó en ese momento la snitch dorada y las bludgers. Tomó la quaffle ylos cuatro bates, y le entregó uno a cada golpeador. Mankar tomó elsuyo y lo contempló un instante.

 

Antes de comenzar el partido le dijo a los capitanes, dense la mano, como promesa de un partido justo y limpio.

Melbestrechó la mano del capitán de los Chudley Cannons, Eli Wood. Laprofesora Tita indicó a ambos equipos que montaran sus escobas. Luegode que todos lo hicieran, sopló fuertemente con su silbato, lanzando laquaffle al aire y los catorce jugadores patearon fuertemente el suelo yse elevaron rápidamente.

¡Comienzael partido! exclamó con emoción una voz amplificada, que se oyó portodo el estadio. Les habla Tarru Potter, de Gryffindor. La cazadora delos WW ha logrado adelantársele al equipo contrario, y rápidamenteagarra la quaffle.

Mankarsintió un brinco de su corazón en el momento que oyó esas palabras,pero tenía que concentrarse, pues él también tenía un deber dentro delequipo. Echó un vistazo rápido y vio las dos bludgers brillandomientras atravesaban el campo de un lado para el otro. Una de ellasestaba bastante cerca de él. Un extraño pero intenso presentimiento ledijo a Mankar que debía golpear esa bludger para desviarla a cualquieradversario, pero no le hizo caso y se alejó de ella, pues pensó que notenía sentido intentar derribar a alguien en ese momento, y se preocupómejor por acercarse para defender a Sil y Wodahs, que se acercaban alos aros contrarios.

Loscazadores de los WW logran burlar hábilmente las defensas de los CCdecía animadamente la voz de Tarru Potter. Se pasan entre sí laquaffle casi sin que el otro equipo se dé cuenta, qué buenaestrategia... ¡Vaya! No resultó del todo buena... los WW han perdido laquaffle por una bludger que golpeó a uno de los cazadores.

Mankar en ese momento se sintió un poco culpable, pues la misma bludger que decidió ignorar fue la que golpeó a Wodahs.

Y mientras se recupera, los CC toman la quaffle se oyó a Tarru Potter decir.

Élsiguió hablando, pero Mankar pensó que era el momento preciso paraempezar a participar en el juego, y dejó de prestarle atención. Loscazadores de los Chudley Cannons se acercaban cada vez más a los arosque protegía Kamui. Una bludger apareció de la nada junto a Mankar, yél la golpeó instintivamente buscando que derribara al cazador queposeía la quaffle. La pelota de hierro dio justo en el blanco.

¡Bien hecho, Mankar! exclamó Samira, que pasó volando cerca de él, mientras Melb tomaba de nuevo la quaffle.

Enese momento, Mankar vio cómo otra bludger se acercaba a toda velocidada Melb, así que el chico voló lo más rápido que pudo para proteger alcapitán, que se hallaba volando un poco más alto que él. Lo alcanzó yle dio a la bludger un golpe con la misma fuerza que lo había hechoantes, levantando los brazos. Ya se estaba acostumbrando.

Labludger se desvió justamente hacia otro jugador de los Chudley Cannons.En ese momento, la manga de Mankar dejó ver en su muñeca al Rubíbrillando en todo su esplendor. El chico no le prestó atención, porqueprecisamente en ese momento otra bludger volaba directamente hacia él.

 

Eraincreíble. Las bludgers parecían estar en todo lado, y se suponía quesólo eran dos. ¿Tan rápidas eran? Mankar se asombraba la frecuencia queaparecía la necesidad de golpear las bludgers para proteger su equipo oatacar al contrario. Y pensar que eran cuatro golpeadores en el campo...

Eljuego se mantuvo así durante un buen rato. Según Tarru Potter, elmarcador iba setenta a cincuenta, a favor de los Wimbourne Wasps.Mankar golpeaba cada bludger como si hubiera nacido para ello. Incluso,para ser la segunda vez que jugaba, era bastante notoria susuperioridad como jugador con respecto a los golpeadores del equipocontrario.

Yentonces, Mankar la vio. Parecía una esfera de luz provocada por unailusión óptica: la snitch pasó justo por delante de su cara. Atraparla,e incluso tocarla, era una falta si no se era buscador. Pero algo debíahacer, pues el buscador del equipo contrario se dirigía hacia ella.

Cercade él, Mankar se dio cuenta de que una bludger pasaba volando. Sedirigió tan rápido como su Cometa 900 le permitió, pero no logródesviarla hacia el buscador de los Chudley Cannons, pues un golpeadorla envió contra Wodahs. Samira estaba ocupada cuidando las espaldas delos cazadores.

Entoncesbuscó a Angie, pero la vio apenas emprender vuelo, desde lo alto delextremo contrario del campo, al notar que el otro buscador perseguía lasnitch. Ella no lograría atrapar la snitch primero.

Unabludger pasó junto a Mankar, y él la empezó a seguir, buscando algunaforma de derribar al otro buscador. Justo cuando la golpeó, se diocuenta de que algo fallaba. La escoba empezó a vibrar muy fuertemente.No respondía a los movimientos de Mankar, y empezaba a inclinarse enotro sentido.

La miró de punta a punta y todo lucía normal, excepto que las ramitas de la cola lucían extrañamente cortas...

«Magia tenebrosa se dijo Mankar. lo único que puede interferir en una escoba».

Empezóa inclinarse en contra de su voluntad, y a descender en picada, cadavez más rápido. Mankar agitaba el mango de su escoba con todas susfuerzas, pero era inútil. Todavía a veinte metros de altura, echó denuevo un vistazo a la cola de la escoba y se dio cuenta horrorizado queya no quedaba nada de ella, pues las ramitas se habían esfumado.

Y no era impresión suya: el mango de la escoba se estaba encogiendo, y tenía la punta ennegrecida. ¿Qué estaba pasando?

Quizástodo eso ocurrió en una fracción de segundo y se sentía tan asustadoque incluso alucinó. Por un instante se sintió metido entre una burbujanaranja, de pie y con la varita en alto.

Atontadopor la situación, no se atrevía ni siquiera a gritar. Seguía cayendo...y cayendo... con la escoba calentísima desintegrándose en sus manos.

Mankar abriólos ojos. Se encontraba ahora en una cama de la enfermería. Se sentíabastante débil. Distinguió a su alrededor varias siluetas.

Está despertando dijo la voz de su tío.

Mankar parpadeó. Las personas que lo rodeaban eran Haher, Gonza y sus compañeros de los Wimbourne Wasps.

Elrecuerdo de lo que había pasado en el partido lo tenía muyimpresionado. ¿Había sobrevivido a esa caída, así como así? Lo habríacreído, sino hubiera sido por lo débil que se sentía.

¿Cómo estás? preguntó Gonza.

¿Qué pasó? dijo Mankar, confundido.

 

Caíste de tu escoba explicó Melb. Ibas directo al suelo pero...

Hiceel hechizo ese interrumpió Haher. El que disminuye la velocidad delos objetos. El que el profesor Zancaturtania nos enseñó.

Mankar asintió lentamente.

Pero la escoba no aparece continuó Melb. Quién sabe a dónde fue a parar.

En su mente, Mankar recreó el horror que sintió cuando veía a la Cometa 900 desintegrarse. Le impactó tanto que incluso su respiración se aceleró.

Alguien trató de matarme dijo Mankar.

¿Qué dices? exclamó Gonza alarmado.

Lo sé. «Lo único que puede interferir en una escoba». Magia tenebrosa explicó Mankar. Lo aprendí en Dumblemort.

Angie y Samira asintieron.

¿Pero cómo sabes...?

Porqueperdí el control por completo dijo Mankar y la escoba empezó ahacerse polvo, poco a poco, y... y no recuerdo qué pasó después...

Jóvenes,por favor les dijo Unik Granger, la enfermera, que tomó por loshombros a Melb y Kamui. Este chico necesita descansar. Sería mejor quelo visitaran menos personas a la vez.

Melb asintió.

Nosretiramos, Mankar anunció. Por cierto, ¡gracias a ti ganamos elpartido! dijo eufórico. Intenta conseguir una escoba para el próximo,porque el equipo no tiene más, ¿de acuerdo?

Mankarasintió con la cabeza enérgicamente, mientras las demás Avispas sedespedían y le deseaban que se mejorara pronto. La enfermera Unik sedirigió a su escritorio y se quedó leyendo un folleto.

Gonza le lanzó a Mankar una mirada penetrante.

¿Se estaba desintegrando? preguntó.

¿Eh?dijo Mankar. ¿La escoba? Sí... me daba la impresión que se encogía,pero luego me di cuenta... Es por eso que no aparece.

Gonza se quedó pensativo un instante.

Quizás sé que pasó dijo por fin. No se estaba volviendo polvo. Estaba convirtiéndose en cenizas.

Hubo un breve silencio.

¿A qué te refieres? preguntó Haher.

La escoba se estaba quemando explicó Gonza. ¿Viste humo salir de ella?

Mankarabrió bastante los ojos, mientras lo iba entendiendo todo: durante elpartido, él mismo estaba quemando la escoba, con fuego invisible, elmismo hechizo Infocúbilum, quizás, sólo que involuntario. Era obvio... estaba muy emocionado... el Rubí estaba brillando...

¿Tu magia... volvió a...? intentaba preguntar Haher.

Mankarse moría por levantarse la manga del brazo y explicárselo todo a Hahersobre el Rubí, pero era sencillamente incapaz. Pensaba que, si su tíose enteraba, creería que sólo podía hacer fuego y montar en escobagracias a la gema. Y en realidad era así. Tal vez a Haher ya no leimportaba tanto... pero Mankar tenía miedo de ser rechazado de nuevo.

Entonces fui yo dijo Mankar.

¿Hiciste magia tenebrosa? preguntó Haher.

No... claro que no... magia accidental explicó Gonza.

Bueno, eso debería tranquilizarnos dijo Mankar. Sería terrible si alguien intentara hacerme daño.

Además de Juanjo comentó Haher. Pero, ¿quién no tendría envidia de un golpeador como tú?

No hice gran cosa...

¡Sí!dijo Gonza. Antes de caer, le diste a una bludger que justo golpeó elpalo de la escoba del buscador de los Chudley Cannons. Era increíblerelató entusiasmado. Empezó a dar vueltas en el aire y le pegó a lasnitch, ¡desviándola directo a las manos de Angie Mounier!

 

Mankar abrió aún más los ojos.

Saberque había ganado su primer partido de quidditch, aunque fuese el últimoen enterarse, lo llenaba de orgullo. A pesar de que su accidente lohabía asustado mucho, se sentía muy seguro de seguir jugando, y de queno le temía de nuevo a las alturas.

Ypasar todo el día en la enfermería escuchando a Haher y a Gonzanarrando el partido una y otra vez, fue tan satisfactorio como losaplausos de toda la multitud que había asistido al partido.

Elmes de noviembre terminó rápidamente. Mankar se asombraba de que, aúnfaltando pocos días antes de las vacaciones de Navidad, lo siguieransaludando por los pasillos y felicitándolo por su hazaña en quidditch.Eso se acabaría pronto, pues Mankar, Haher y Gonza planeaban regresar asus casas para pasar esas fechas con su familia.

Erauna lástima que al finalizar el trimestre las notas de Mankar fuerantan regulares. Pero sólo había una forma de mejorarlas, y era tomandopoción multijugos. ¿De quién? Él sabía perfectamente de quién. El díaque comenzaban las vacaciones, mientras estaban empacando suspertenencias para el viaje, en su dormitorio de la Sala Común de Gryffindor, Mankar se lo propuso.

Mmm tío...

No me digas así, Manu.

Haher sonrió Mankar. Estaba pensando...

Séquedó callado un instante, aún intentando escoger las palabrascorrectas. Haher lo volteó a mirar. En ese momento, no había nadie másen la habitación.

Sabes que aún no puedo hacer ningún hechizo... dijo Mankar.

Ajá.

Y mis notas están bajando mucho por esta razón comentó.

¿Sí?

Pues... se me ocurría una solución para ello.

Haher parpadeó como respuesta.

Podría...insinuó Mankar tímidamente, mientras aprenda a realizar máshechizos... mmm... podríamos preparar una poción multijugos, y asítener la capacidad de realizar magia.

Es buena idea admitió Haher. Pero, ¿cómo sabrán que eres tú?

Pues... podría conservar mi apariencia física si me transformo en un metamorfomago.

Haher sonrió.

Ah, ya entiendo por qué tanto misterio dijo. Sabes que puedes contar conmigo.

Claro, y además que te salen bien todos los hechizos que realizas admitió Mankar

No...últimamente no me va tan bien como antes... respondió Haher. ¡Lo dela poción sería lo máximo! ¿Ya tienes los ingredientes?

No respondió Mankar con emoción. Pero creo que podríamos tomar un poco del despacho de la profesora Anna Black.

Lees mucho Harry Potter.

Enese momento, ambos se quedaron callados. Alguien intentaba abrir lapuerta del dormitorio. Entraron dos chicos, hablando. Rob Potter,bastante serio, cargando a Vancer, su gato, en los hombros; y Ron Lesson, bajo, pelirrojo y de ojos verdes.

A duras penas saludaron a los otros dos, y se dispusieron a organizar sus baúles. Vancersaltó al suelo y se acercó a Mankar. Por algún extraño motivo, el gatose sentía bastante atraído por el chico, como si sintiera afecto porél. Entonces se tumbó junto a sus pies. Para Mankar no eradesagradable, pues a él siempre le habían gustado los gatos, así quesonrió.

Bueno,pero si queremos hacerlo tendrá que ser después de vacaciones dijoMankar. No vale la pena en este momento, que iremos a nuestras casas yno la necesitaré.

Almediodía, todos los alumnos del colegio que deseaban regresar a suscasas para pasar las vacaciones hacían filas frente a la gran puerta deroble del castillo.

 

Engrupos de cuatro personas, iban ingresando a carruajes tiradosseguramente por thestrals, los caballos invisibles que sólo pueden veraquéllos que han presenciado la muerte de otra persona.

Haher,Gonza, Mankar y Jessi subieron al mismo. Hablaron muy animadamentedurante el trayecto, saliendo de los terrenos del colegio, hasta llegara la estación de trenes donde se habían bajado hacía varios meses.

Allílos esperaban varios trenes. No eran tan grandes como el expreso deHarrylatino. Los chicos siguieron las instrucciones de los profesoresque los acompañaban, y entraron al tren que les correspondía.

¿En qué dirección viajaremos? preguntó Haher, mientras entraban a uno de los compartimientos.

Directo al norte respondió Jessi. Me pregunto cómo será el viaje esta vez, si es sólo por tierra o también por aire...

Esaduda quedó despejada enseguida. El tren emprendió marcha y anduvodurante un buen rato por tierra. Por la ventana no veían más quebosques y montañas. Entonces, ingresaron a una cueva, y bajaron por untúnel lleno de lava, mientras una voz femenina anunciaba la segundaetapa del viaje.

Mankarse sintió de nuevo nervioso. Recordaba cómo la última vez se habíadesvanecido el vidrio de la ventana, y tenía miedo de que en cualquiermomento la lava entrara, a pesar de que estaba convenciéndose de que élno había hecho nada el día que se enfrentaron a Juanjo en el avión.

Elresto del trayecto fue muy agradable. Los chicos estuvieronentretenidos, hablando de toda clase de cosas. Había pasado tanto entan poco tiempo...

Mankarhabía perdido definitivamente el miedo a las alturas, y se dio cuentaen la última fase del viaje. El avión de Harrylatino aterrizó, y unrato después todos los pasajeros bajaban por el mismo puente por el quehacía más de tres meses habían abordado la nave.

Jessi de inmediato se fue a reunir con sus familiares. Se despidió de Mankar con un beso en la mejilla que lo hizo sonrojarse.

¡Hijo!gritó la voz Merlín, acercándose corriendo entre la multitud. ¿Cómoestás, hijo? preguntó, dándole el más fuerte de los abrazos.

El reencuentro de los niños con sus padres fue bastante emotivo. Gaby también estaba allí, al igual que Kriss y Kalin.

Gonza se despidió y fue a reunirse también con su madre.

Habíatanto que contar... tantas cosas qué decir... pero ya habría tiemposuficiente para todo eso y mucho más, en lo que serían unas genialesvacaciones de Navidad. Después de todo, aun cuando no podía usar suvarita, se consideraba ya un mago, por el sólo hecho de ser el nuevojugador estrella de quidditch.

¡Feliz Navidad! exclamaban los unos a los otros, cuando el reloj dio las doce en punto, en Nochebuena.

Mankarnunca se había sentido tan alegre en una reunión familiar como sesintió aquella noche. El hecho de saber que tenía en su interior algode mágico, así fuera sólo montando en una escoba, lo llenaba desatisfacción, y lo volvía más extrovertido y más alegre, ya que por fintenía en común con su familia lo que siempre debía haber tenido.

Estabanen casa de Gaby, donde había adornos navideños por doquier. Toda lafamilia Weasley estaba allí reunida. Había un gran banqueteesperándolos, pero sería después de abrir los regalos, en cuantoterminaran de saludarse.

 

Feliz Navidad, cariño.

Mankar se encontró siendo abrazado por su abuela, mucho más fuerte de lo normal.

Habíadecidido contarle todo a ella acerca de lo que había pasado. Después detodo, ella era la única que sabía lo del brazalete, además de Gonza.Era importante para él que Gaby supiera lo que en esos meses habíaaprendido acerca del Rubí. Sólo estaba esperando el momento adecuado.

Debajodel árbol de Navidad había muchísimos regalos. Mankar estabaacostumbrado a recibir obsequios en esa celebración, pero hasta esedía, ninguno de ellos lo había emocionado de verdad, excepto por sugorra invisible. La razón era que casi nunca le regalaban nada mágico,y cuando lo hacían, resultaban objetos bastante sencillos. Así,mientras sus tíos y primas se divertían siempre con bengalas mágicas,polvos de oscuridad, chivatoscopios, pelotas de quidditch e inclusoescobas voladoras, a Mankar siempre le tocaba conformarse con ranas dechocolate o miniaturas de criaturas mágicas.

Entonces,cuando ya todos se habían deseado feliz Navidad, cada uno de los chicosse dirigió bajo el árbol y comenzaron a escarbar en busca de los queles pertenecieran. Mankar lo hizo también, mucho más emocionado que encualquier otra ocasión, aunque no tanto como sus tíos y sus primas.

Ademásde las infaltables ranas de chocolate, recibió un moderno juego deajedrez mágico, regalo de tío Kalin; unas gafas que cambiaban de colorcomo él quisiera, las cuales le recordaron al profesor Zancaturno,regalo de tía Kriss; y un simpático suéter con motivos de quidditch porparte de Gaby.

Mankar se dirigió a cada uno de ellos a darles las gracias, pero la voz de Merlín lo detuvo:

Todavía hay regalos tuyos allí, hijo.

Mankarse dio la vuelta, extrañado. Creía haber abierto todos sus obsequios.Entonces Haher le señaló sonriente una caja grande y alargada que habíadetrás del árbol de Navidad.

Llegó de un brinco y miró cuidadosamente la tarjeta de la caja alargada. Era un regalo para él. Se lo había dado su padre.

Desgarróla envoltura y abrió una caja. Lo que había allí era algo que jamáspensó que recibiría. Era una escoba de último modelo. Sencillamenteincreíble. Con un palo que brillaba reluciente, que incluso vibraba, ylas ramitas de la cola perfectamente rectas. En el mango estaba grabadoel modelo de la escoba: Saeta 87.

¿Qué tal? dijo la voz de Gaby, quien estaba agachada junto a él.

Es... ¡fabuloso! exclamó Mankar incrédulo. Corrió y se tiró a los brazos de su padre. ¡Gracias!

No es nada, hijo sonrió Merlín. Era lo menos que podía hacer por ti, sabiendo que juegas quidditch pero no tienes escoba.

Mankarno lo podía creer. Era un escoba carísima. Para Merlín debió ser muydifícil conseguir tanto dinero. El chico se sentía agradecido comonunca. Era un regalo de los que jamás recibiría de nuevo.

Haherestaba muy impresionado. A él también le había regalado una escoba,Nimbus 2006, pero no era comparable con la que Mankar había recibido.También, todas las tías y las primas de Mankar quisieron acercarse atocarla y admirarla.

EntoncesGaby anunció que podían pasar a la mesa. Mankar se sentó junto a Haherpelirrojo y a su abuelita, sin soltar su Saeta 87. Aquella noche, hastaese momento, no había podido ser mejor.

 

Todoslos niños comieron con muchas ganas. Mankar se puso sus lentes quecambiaban de color. Los adultos estaban bastante felices. Era unambiente muy diferente, y quizás Mankar lo notaba ahora que era mago.

Me habría encantado ver cómo volaste en ese partido, Mankar dijo tía Norita.

Apuesto a que lo harías genial aún con la peor escoba dijo tío Kalin. ¡Es porque lo tienes en las venas, chico!

Mankar lo miró con expresión de pregunta.

Hijo le dijo Merlín, con emoción, ¡es que yo también fui golpeador cuando era joven!

Mankar sonrió incrédulo. Eso explicaba mucho, aunque no entendía por qué jamás lo había mencionado.

Pero yo siempre le gané dijo entonces Kalin.

Merlín empezó a discutir.

Entonces Mankar se dio cuenta que era el momento perfecto para entablar conversación con Gaby. Suspiró.

Abue... ¿Recuerdas lo del... brazalete? insinuó en voz baja.

Por supuesto, corazón respondió Gaby con disimulo.

Creoque ya sé qué es le contó. Tengo un amigo de Harrylatino que sabemucho de tesoros mágicos... él mismo se dio cuenta aclarórápidamente, y me lo explicó.

Mankarle dijo a Gaby, sin que nadie lo notara, todo lo que sabía del Rubí delFuego: que él era elegido para llevarlo, lo que se necesitaba parausarlo, el hecho de que no produjera humo y que la única forma desepararse de él era en su muerte. Ella quedó muy sorprendida.

Jamás había escuchado algo así...

Gaby tuvo expresión pensativa un momento. Luego, reaccionó como si acabara de darse cuenta de algo.

Si esa leyenda es cierta... dijo, con un brillo en los ojos. Debes tener mucho cuidado.

Mankar asintió. Era una lástima que Gaby no supiera nada al respecto. Entonces, su abuela de nuevo se sobresaltó.

Tengo una idea dijo ella, con los ojos muy abiertos. Ven conmigo.

Elchico se paró de su asiento. Le dejó sus gafas a Haher, quien se moríapor probárselas. Ya había terminado de comer. Gaby le hizo señas aAlita, la prima de Mankar, para que los siguiera.

Mankary Alita estaban bastante confundidos. Gaby los llevó a su dormitorio,en el segundo piso. El chico aún agarraba fuertemente su escoba.

Me encanta tu Saeta dijo Alita.

Mis niños, hay algo que quiero enseñarles dijo Gaby, ya dentro de la habitación.

Ellase dirigió a un armario. Lo abrió y sacó de una especie decompartimiento secreto un objeto bastante atractivo. Era una especie devasija de piedra circular, que tenía runas grabadas alrededor y variasjoyas incrustadas por fuera.

Esmi pensadero explicó Gaby. Todas las personas necesitamos uno de vezen cuando para ordenar nuestras ideas y nuestros recuerdos.

Es genial dijo Mankar.

Esútil que ustedes aprendan a extraer sus recuerdos, nunca saben cuándolos podrían necesitar continuó Gaby. Y nadie puede hacerlo porustedes.

Los niños se quedaron callados. Su abuela colocó el pensadero en un mueble y se volvió a acercar a ellos.

Quiero que coloquen su varita en la sien les pidió.

Abue, yo no...

Mejorveamos cómo lo hace Alita dijo Gaby, seguramente recordando que Mankarno podía hacer hechizos. Primero tú, corazón le dijo a la niña.

Alita siguió las instrucciones.

Concéntratefuertemente en un pensamiento, o en un recuerdo le indicó. Con ayudade la varita mágica, intenta sacarlo. Sólo los magos podemos haceresto, y algunas criaturas mágicas.

 

Pero... eso se puede hacer sin varita, ¿no? preguntó Alita a su abuela.

Así es.

Entonces, ¿por qué Mankar no puede hacerlo, así no tenga aquí su varita?

Porque él no tiene experiencia en esto, corazón dijo Gaby. Al igual que tú. Por eso es recomendable usarla.

EntoncesAlita se quedó callada un instante. Separó de su cabeza la varita, y deésta ahora pendía una especie de hilo plateado. Alita lo dejó caer alsuelo y se desvaneció.

Bien hecho dijo Gaby.

Alita sonrió.

Necesito un favor tuyo le dijo Gaby a su nieta. ¿Recuerdas lo que pasó hace unos meses, en el patio? Cuando tú y Laura...

Sí, sí me acuerdo.

Quiero que extraigas ese recuerdo pidió Gaby. Así podremos saber de una vez por todas qué pasó ese día.

El corazón de Mankar dio un brinco y empezó a latir con una fuerza increíble.

Puedo intentarlo... dijo Alita.

Entonces la niña se llevó de nuevo la varita a la sien, y se concentró fuertemente.

Gaby sacó un frasco pequeño de un cajón del mueble donde tenía el pensadero.

Alitaseparó levemente la varita de su sien. Su respiración se agitó alrevivir ese recuerdo. Sin duda ella habría querido olvidarlo.

Elhilo que unía su varita y su sien era ahora mucho más grueso, tanto queempezó a gotear. No era precisamente un líquido... más bien parecía ungas... o ambas cosas. Gaby acercó el frasco, haciendo que toda lasustancia se introdujera en él. Entonces el hilo se cortó y Alita bajóla varita.

Eso es todo anunció la niña, visiblemente cansada. Espero haberlo hecho bien.

Muchas gracias, corazón dijo Gaby, sonriendo. Si lo deseas, puedes recostarte. Descansa.

Gabyse acercó de nuevo al mueble y vació por completo el contenido delfrasco en el pensadero. La sustancia comenzó a arremolinarserápidamente. Mankar estaba atónito.

Sentíamiedo. Se iban a internar en aquél recuerdo, de varios meses atrás, eldía en que descubrió la gema... Pero recordaba el tono de la voz de susprimas que horrorizadas relataban cómo Mankar había dicho cosas muyextrañas, con otra voz.

¿Quieres descansar un poco y acompañarnos cuando te sientas mejor? preguntó Gaby.

No, abue, gracias dijo Alita, dirigiéndose a la puerta. Voy a sentarme en la sala de estar.

La niña salió. Gaby y Mankar se miraron.

¿Estás listo?

La respuesta era no.

Sí.

Vamos, entonces. Sabes hacerlo, ¿verdad? Introduce tu cabeza en el pensadero.

Mankarasintió. Se acercó al mueble e inclinó la cabeza sobre la vasija. Veíaclaramente el soleado patio de la casa de Gaby, desde arriba. Tomóbastante aire, como si estuviera a punto de sumergirse en un lagoprofundo, y metió la cabeza por completo.

Sintióuna especie de temblor muy fuerte en el suelo, mientras era arrastradopor completo al interior del pensadero. Viajó a través de un remolinomuy oscuro y, de repente, se hallaba de pie en el jardín de la casa deGaby, con la luz del sol de ese día de agosto cegándolo. Su abuelaaterrizó justo a su lado un instante después.

Nohabía nadie allí. Sólo se escuchaba el soplar del viento, agitando lasramas del árbol que tenían a tan solo unos metros. Había un par deescobas tiradas en el centro del patio.

 

Mankar,por puro instinto, caminó detrás del pedazo de tronco que había en elsuelo junto al árbol, justo en el mismo instante que un chico pelirrojosalía por la puerta de la cocina con una expresión seria. El Mankar delpasado se sentó en el tronco, mientras Alita y Lalita salían al patio,y montaban en sus escobas. Al verse a sí mismo tuvo una sensación másextraña, era increíble.

Sólosomos dos, así que no podemos hacer más que unos pases con la quaffledijo Alita a Mankar con voz clara, mientras empezaba a elevarseligeramente. Pero si quieres, además de quedarte ahí, podríaslanzarnos la quaffle cuando se caiga.

Cuandoel Mankar del presente escuchó eso, sintió un brinco muy fuerte en elcorazón. Las palabras de Alita le hicieron sentirse aún más raro, puesya lo había vivido.

Entoncesel Mankar del pasado fue convencido para jugar con sus primas. Mankar yGaby, que los observaban desde el árbol, se mantuvieron muy atentos acualquier señal que pudiera resultar sospechosa.

Unrato después, los tres niños jugaban una extraña especie de combinaciónentre fútbol y quidditch. Mankar era el portero, que guardaba un arcoimaginario de un par de metros de ancho.

¡Aver si puedes con esta, primis! exclamó Alita, exactamente como Mankarlo recordaba, lanzando la quaffle con bastante fuerza, directo hacia laventana. Él se acercó en dos zancadas a ver qué iba a ocurrir.

ElMankar del pasado, con reflejos geniales, se lanzó hacia su derecha conla vista fija en la pelota, con una expresión de seguridad. Estiróhacia arriba su brazo izquierdo, para intentar agarrar la quaffle, yhacia abajo su brazo derecho, para amortiguar la caída. El Mankar delpresente se dio cuenta: un brillo apareció en la palma de la manoderecha.

Pero, aunque la pelota pasó muy cerca de su mano, él no la agarró, sino que se estrelló contra la ventana, rompiendo el vidrio.

Elchico cayó al suelo. Tenía los ojos muy abiertos y fijos en un lejanopunto, y la boca abierta. Al ver que no reaccionaba ante el golpe, lasniñas corrieron hacia él.

¡Manky! gritaba Lalita. ¿Te encuentras bien?

El Mankar del presente también corrió preocupado, seguido por su abuela.

Falta muy poco oyó Mankar que decía una voz escalofriante, proveniente del chico que estaba tirado en el suelo.

¿Qué dices? preguntó Alita muy asustada.

ElMankar que estaba tirado duró un instante en volver a hablar. Pero suvoz era igual de extraña, era potente, no parecía suya. Seguía con lamirada perdida.

Elsobreviviente y el sustituto se encontrarán y se enfrentarán... Dejarána un lado las diferencias y unirán sus fuerzas, creando un nuevofuturo... Lo que siempre ha faltado, pronto será recuperado. Nuncaestuvieron juntos... pero inseparables serán.

Mankar,al verse a sí mismo hablando de esa forma, se asustó como nunca.Retrocedió algunos pasos muy sorprendido, mientras escuchaba quealguien caminaba apresuradamente.

¡Manky! ¡Oye, Manky! ¿Estás bien?

Gaby lo miró fijamente. Se acercó a él y lo tomó suavemente del brazo.

No necesitamos ver nada más dijo ella. Ya podemos irnos.

Entoncesambos se elevaron, y de repente, Mankar se encontró en el dormitorio deGaby. Estaba tan impresionado que no podía sostenerse por sí solo, ycayó de rodillas.

 

No fue un ataque dijo seriamente Gaby. Tú has hecho una profecía.

Traumático. Mankar no hallaba otra palabra para describir lo que acababa de presenciar.

Esavoz... esa escalofriante voz... no podía ser suya... no podía... Él nopodía haber hecho una profecía. Estaba completamente horrorizado. Ahoraentendía perfectamente lo que Alita sentía al revivir ese recuerdo.

Ysí, el hecho de ser capaz de realizar una profecía podía convertirlodefinitivamente en un mago. ¿O era sólo un poder más del Rubí del Fuego?

Siera lo primero, quizás debía ser motivo de alegría, y no de miedo. Enrealidad, el tener visiones del futuro era un poder que Mankar siemprehabía deseado. Eso no era precisamente lo que en ese momento lo habíaimpactado. Era el tono de su voz.

Esavoz tan espantosa seguía retumbando en sus oídos. «El sobreviviente yel sustituto se encontrarán y se enfrentarán». ¿Qué demonios podríasignificar eso? ¿A quién se podría referir en ese momento?

¿Estás bien, corazón? preguntó Gaby, pasado un rato.

Mankar la miró a los ojos. Estaba completamente pálida. El chico negó lentamente con la cabeza.

¿Qué fue eso? preguntó con un hilo de voz.

Fueexactamente lo que hiciste aquella tarde de agosto dijo Gaby,rodeándolo con el brazo. No te asustes. No es nada malo. Tienes un don.

Mankar negó nuevamente con la cabeza.

No ha sido la única vez explicó en voz muy baja. Desde que obtuve el Rubí... se ha repetido.

¿Y no crees que es una ventaja?

Mankar negó con la cabeza una vez más.

Hasido todo muy extraño... dijo. Pensaría que ocurre cada vez queactivo la gema, pero no es así. El Rubí brilla muy frecuentemente, perono me volvieron a dar ataques... bueno, no volví a hacer profecíascorrigió. Quiero decir, no ocurrió durante el duelo contra Haher,pero sí cuando probé la varita en mi casa...

¿Disculpa? preguntó Gaby, frunciendo el entrecejo.

Alo que me refiero... continuó Mankar, es que en un momento tanemocionante como un duelo no hubo ni siquiera rastros de un ataque...de una profecía...

¿Ustedes dos se batieron en duelo? exclamó Gaby.

¿Eh? dijo Mankar, abriendo bastante los ojos, nervioso. Fue sólo un pequeño problema, no pasó nada...

¿NO LES HA BASTADO CON TODOS LOS PROBLEMAS QUE YA HAN TENIDO, COMO PARA BATIRSE EN DUELO? rugió Gaby.

Fue hace casi dos meses... explicó Mankar. No me regañes en este momento, por favor.

De acuerdo, ¡pero Haher no se salva de esta!

EntoncesGaby intentó tranquilizarse, y le pidió al chico que le explicara todo.Mankar le reveló los detalles del duelo. Por momentos, la expresión deGaby cambiaba severamente, pero luego volvía a la normalidad.

Hancorrido con mucha suerte dijo, al finalizar el relato. Si quien loshubiera encontrado hubiera sido la profesora Callahan, créeme que susvacaciones habrían iniciado ese mismo día.

El profesor Riddle también se molestó bastante comentó Mankar.

Pero Ángel también fue compañero mío en el Ministerio explicó Gaby. Yo lo conozco, él es más comprensivo.

¿Ambos profesores de defensa Contra las Artes Oscuras son aurores? preguntó Mankar, asombrado.

Claro respondió Gaby. Y así como Taz es mi comadre, Ángel es mi compadre.

CuandoGaby dijo eso, Mankar sintió una especie de tranquilidad. Era bueno esode tener profesores relacionados con su familia, pensó.

 

Mankary Gaby decidieron bajar a la sala de estar, a pasar el tiempo con elresto de la familia. Sin duda, el chico no se había repuesto de lo queacababa de vivir, pero pensó que no había que darle mucha importancia,pues era algo que en realidad había pasado hacía ya bastante tiempo.Incluso la profecía no necesariamente tenía que estar relacionada a él.

Durantelos días de vacaciones de Navidad, Mankar se concentró principalmenteen planearlo todo para empezar a preparar la poción multijugos. Noquería decepcionar a su padre teniendo malas notas.

Erauna lástima que no tuviera nada de dinero mágico; sólo dinero muggle.Podría incluso comprar los ingredientes que necesitara para preparar lapoción, pero Merlín jamás le había dado ni siquiera un knut, porquehasta entonces no lo había necesitado. Pedirle algo de dinero (teniendoen cuenta que esos ingredientes debían de resultar bastante caros)resultaría muy sospechoso, y Mankar no quería que nadie excepto Haher yGonza se enteraran de su plan, así como sólo ellos se enteraron de suhabilidad para ver el futuro.

Lomejor será entrar a su despacho mientras la profesora Anna Black estéen medio de una clase propuso Mankar, en el dormitorio de la Sala Común, la noche que regresaron a Harrylatino.

Habíandecidido, después de todo, robar del armario de la profesora dePociones los ingredientes más difíciles de conseguir. Intentaron entraren la Salade los Requerimientos en busca de todos ellos o de la poción yapreparada, pero sólo encontraban calderos, libros y objetos mágicosútiles para elaborar pociones.

Sí dijo Gonza, pero no debemos faltar nosotros tampoco, porque seríamos los primeros sospechosos.

Entonces lo haremos un jueves después de la hora de comer dijo Haher. Es el único momento en que estamos libres.

Gonzay Mankar coincidieron en que era buena idea. Así que, durante los díassiguientes, idearon el plan para llevar a cabo esta misión.

Yhabía algo que mantenía a Mankar bastante ocupado: el entrenamiento conlos WW. Sin embargo, su afición por el quidditch cambió severamente,quizás para bien, quizás para mal, con una noticia que recibió en la Sala Común, varias semanas antes del segundo partido.

¡Entramos! ¡Logramos entrar! gritaba eufórico Haher.

¡Nos han aceptado! exclamó Gonza. ¡Seré buscador y Haher, cazador!

¡Es genial! dijo Mankar alegre. Pero saben lo que significa, ¿verdad?

Susdos amigos habían ido aquella tarde a una prueba para nuevos jugadoresen el equipo Monstrose Magpies. Habían llevado las relucientes escobasnuevas que ambos habían recibido como regalo de Navidad. Mankar no pudoacompañarlos, pues necesitaba terminar con urgencia una redacción parala clase de Historia de la Magia.

Sus dos amigos se quedaron mirándolo un instante.

Jugaré contra ustedes el próximo partido continuó, mirándolos fijamente.

¡Sí! respondió Haher. ¡Es fabuloso!

Bueno, a mí me agrada mucho la idea admitió Gonza, pero en realidad hay algo que me molesta.

¿Qué?

Macnair también está en el equipo respondió Gonza. Nos enteramos cuando ya habíamos sido aceptados.

Eraincreíble. Mankar se sintió un poco confundido. Se alegraba mucho porque sus mejores amigos hubieran logrado entrar a un equipo dequidditch, pero a la vez sentía una especie de tristeza... ¿A qué sedebía esto? Quizás porque, en el siguiente partido, los Wimbourne Waspsse enfrentarían a los Monstrose Magpies, o porque Juanjo Macnair hacíaparte del equipo... y Mankar no...

 

Pero no podía quejarse de ello. Mankar ya pertenecía a otro equipo; no era que Haher y Gonza no quisieran incluirlo.

Eramejor no pensar mucho al respecto y concentrarse en la aventura quesería conseguir los ingredientes de la poción multijugos.

Tuvieronen cuenta cualquier inconveniente que se les pudiera presentar. AunqueMankar tenía en su dormitorio el libro de Harry Potter donde seenumeraban los ingredientes de la poción, los chicos pensaron que lomejor era investigar también en la biblioteca del colegio, pues, al serlibros que estaban al alcance de los muggles, muy probablemente notenían la información completa.

Haher,a pesar de que insistía en que los hechizos ya no le salían como antes,fue capaz de realizar un encantamiento proteico temporal sobre un parde gorras, para volverlas invisibles al igual que la de Mankar.

Deesa forma, el jueves siguiente los chicos estaban ya completamentepreparados para entrar al despacho de la profesora Anna Black.

Recuerdaque el efecto del encantamiento proteico dura sólo unos minutos dijoHaher, mientras hechizaba primero la gorra de Gonza y luego la suya.

Mankar,Haher y Gonza bajaron tomados de las manos (no podían verse) a lasmazmorras, donde estaba el despacho de la profesora Anna, con susgorras invisibles puestas. Como la habían estado vigilando durante losúltimos días, ya sabían en dónde se encontraba su despacho.

Abrieronla puerta con mucho cuidado para no hacer ningún ruido. Era unahabitación muy diferente a los fríos pasillos que había afuera. No eraoscura, pues una especie de ventana la iluminaba, con las largascortinas amarillas abiertas. Había varios armarios cubriendo lasparedes, y estantes con numerosos libros. Delante de una puerta, estabael escritorio de la profesora Black.

Lostres chicos, tras cerrar la puerta por que entraron, se quitaron lasgorras, y cada uno se dirigió a un diferente rincón del despacho abuscar los ingredientes que necesitaban: cuerno de bicornio y piel deserpiente; los demás los podían encontrar en el armario de losestudiantes del salón de Pociones o en los terrenos del castillo.

Gonzase dirigió a los estantes que había junto a la ventana, mientras queHaher empezó a abrir los cajones del escritorio. Mankar entonces abrióuno de los armarios. Había allí cientos de frascos con toda clase desustancias, algunas interesantes, otras repugnantes, pero todasetiquetadas y en orden alfabético.

Encontrórápidamente un frasco con brillante piel de serpiente arbórea africana,pero el que contenía cuerno de bicornio estaba vacío.

Leavisó a Haher y a Gonza, y entonces buscó en otro armario. En él habíabotellas con lo que seguramente eran pociones y antídotos, pero noencontró nada de lo que buscaba.

Oigandijo entonces Gonza, con voz muy baja, mientras hojeaba uno de loslibros de la profesora Anna. Aquí hay una fórmula para hacer la pociónmultijugos, de una forma mucho más sencilla, ¿tomamos prestado estelibro?

Buenaidea dijo Haher. Al menos ustedes dos han encontrado algo; aquí nohay nada más que papeles que no sirven para nada, de profesores quepiden ingredientes o pociones a la profesora Anna...

 

Haherse calló. Alguien intentaba abrir la puerta. A Mankar le dio un saltoel corazón. Rápidamente, hizo señas a sus amigos para que se colocaransus gorras, mientras se ponía la de él.

Sutío desapareció en cuanto su gorra tocó su cabeza, pero Gonza se lapuso y seguía completamente visible, lo que significaba que el efectodel encantamiento proteico de ella había terminado.

¡Toma!se oyó a la vez a Haher gritar, mientras en una fracción de segundoaparecía de nuevo, lanzando su propia gorra a Gonza, y escondiéndosebajo el escritorio.

Otodo eso pasó muy rápido o el profesor Riddle tardó demasiado en abrirla puerta, lo cierto es que él era quien entraba al despacho en esemomento. Parecía tener algo de prisa, y también actuaba de formasigilosa.

Sedirigió directo al escritorio y se sentó. Empezó a revolver loscajones, en busca seguramente de alguno de los papeles de los que habíahablado Haher. Mankar, arrinconado junto a la puerta, vio la mano de sutío por debajo del escritorio, agarrando un par de ellos, y la cortinade la ventana moverse levemente y arrugándose en la parte dondeseguramente Gonza se hallaba parado.

Riddleseguía ahí sentado abriendo cajón por cajón, sin percatarse de lapresencia de Haher, y mucho menos de los otros dos. Era extraño, talvez estaba oscuro bajo el escritorio, pero de todas formas el profesorse daría cuenta si estiraba las piernas tan sólo un poco...

Luego,echó una mirada a cada rincón del despacho. Se levantó, después decerrar cuidadosamente cada cajón, y se detuvo frente a la puerta quehabía detrás de la mesa, tal vez cuestionándose si lo que buscaba lohallaría allí. Se dirigió a la puerta del pasillo y salió del despachodándose por vencido.

Justo cuando cerró, la gorra que ahora llevaba Gonza se hizo visible, y con ella, el cuerpo del chico.

¡Qué cerca ha estado! susurró.

¡Yo pensé que me agarraba! exclamó Haher. Pero ni siquiera se dio cuenta, porque me atravesó. La Copa está escondida añadió, atravesando con una palmada el hombro de Gonza.

Mankar sonrió asombrado.

¿Qué buscaba? preguntó.

Ni idea dijo Gonza, que se fue a revisar un armario.

Tal vez... respondió Haher, levantando unos papeles que tenía en la mano, buscaba alguno de estos.

Mankar los miró.

Erandos solicitudes de ingredientes, una de la profesora Sorceress y otrade Riddle. Entonces Mankar vio de qué se trataba: el profesor Riddlehabía pedido un frasco de piel de serpiente arbórea africana en tiras.

¿Crees que quiera hacer la poción multijugos? preguntó el chico a su tío.

Haher negó con la cabeza.

No lo sé...

Aquí tengo el cuerno de bicornio dijo Gonza, mostrándoles un frasco mientras cerraba el armario. Vámonos de aquí.

Loschicos salieron del despacho con el mismo sigilo; primero Mankar, consu gorra puesta, revisando que no hubiera nadie por ahí.

La Copa al parecer fue encontrada enseguida. Regresaron a la Sala Comúncon los dos frascos y el libro que Gonza había tomado, y los guardaronen su dormitorio. Una pregunta rondaba por la cabeza de Mankar sincesar: ¿por qué el profesor Riddle quería robar el pedido que él mismohabía hecho?

Llegóel momento en que Mankar se arrepintió de no haber preparado la pociónmultijugos desde antes de las vacaciones. Ahora tenían todos losingredientes, pero no habían contado con algo muy importante: el tiempoque tardarían en elaborar la poción. Se necesitaba cocer los crisopos,que usaría para la poción, durante tres semanas, y tenían que encontrarDescurania sophia en los terrenos del castillo durante luna llena.

 

Los chicos habían preferido esperar a reunir todos los ingredientes antes de empezar a prepararla.

Enconclusión, tardaría bastante para lograr elaborar la poción, de formaque Mankar no podría desempeñarse como era debido en sus clases duranteel mes de enero, y menos en ese momento que todo se hacía mucho máscomplicado.

Decidieron no perder nada de tiempo desde entonces, y empezaron a cocer los crisopos en la Sala de los Requerimientos.

Quizásera el sentimiento frustrante de no encontrarse en el mismo equipo desus amigos, o el intenso deseo de vencer a Juanjo, que Mankar comenzó aentrenar mucho más fuertemente con los WW.

Febrerollegó rápidamente. Muy poco faltaba para poder terminar la pociónmultijugos, justo en el momento adecuado, si es que Mankar queríaaprobar Transformaciones y, por supuesto, encontrar la Copa de los Tres Magos por primera vez.

Mankarno había sido conciente de lo veloz que había sido el paso del tiempo.Estaba demasiado concentrado en sus entrenamientos de quidditch y susdeberes escolares. Gonza y Haher también empezaban a lucir estresados.

Eldía del partido, los tres desayunaron en el Gran Salón callados, ycomieron muy poco. Los tres estaban bastante ansiosos. Cuandoterminaron, salieron del castillo. Antes de entrar a los vestuarios,los chicos se reunieron para desearse buena suerte. Los estudiantesempezaron a llegar al campo de quidditch y pronto se convirtieron enuna multitud.

Todoel público asistente gritaba con emoción, y se oía bastante fuertedesde los vestuarios. Mankar se colocó su túnica de los Wimbourne Waspsmientras Melb daba un pequeño discurso al equipo. Sil, Wodahs, Samira,Angie y Kamui escucharon también muy atentos.

Estepartido será muy diferente dijo con voz algo temblorosa. Hemos estadopracticando durante semanas y cada uno de nosotros se ha convertido enun miembro esencial del grupo. No pensemos en lo bueno que es elcontrincante, sino en lo unido que es nuestro equipo. Con lasestrategias que hemos preparado, y con el público aún más a nuestrofavor que en la anterior ocasión, sin duda que haremos un partidoexcelente. ¡Salgamos a jugar, a demostrar lo que valemos!

Erauna sensación a la que Mankar jamás podría acostumbrarse. TodoHarrylatino reunido para verlos jugar, gritando, silbando,aplaudiendo... era la emoción más fuerte de todas, y más aún cuandotenía que enfrentarse a sus dos mejores amigos, y también a su mayorrival.

Losjugadores se reunieron alrededor del círculo en medio del campo. Mankarvio a Haher y a Gonza con sus espléndidas túnicas de color blanco ynegro de los Monstrose Magpies, y sus brillantes escobas nuevas.

Juanjo lucía bastante nervioso, pero no dejaba de mirar a Mankar con una mueca de desprecio.

Entoncesla profesora Tita indicó a los capitanes que se dieran la mano. Melb yJorge Lupin, el capitán de los MM, se saludaron amistosamente. Alsiguiente instante, las catorce escobas se elevaron en el aire.

 

Mankary Samira El Mosri intercambiaron una mirada, antes de empezar arecorrer el campo en círculos, buscando interceptar las bludgers.

Volaren su nueva Saeta 87 en un partido con su equipo era bastante cómodo.La escoba era mucho más fácil de manejar, y también más rápida. Pormomentos, Mankar sentía miedo de que volviera a ocurrir lo que pasó enel partido anterior.

¡Ypor fin volvemos a ver a los asombrosos Wimbourne Wasps en acción!exclamó la voz amplificada de Tarru Potter. Después de un encuentroalucinante con los Chudley Cannons, los siete miembros del equipoprometen darnos un espectacular partido en este día. Allá va MelbStonks, con la quaffle, en una de sus populares jugadas con suscompañeros cazadores.

Mankarse encontraba cerca de ellos en ese momento. Una bludger iba directohacia Sil, y el chico se lanzó a bloquearla, casi volando de cabeza,pero golpeándola con éxito.

¡Una espectacular jugada por parte del golpeador de los WW! exclamó Tarru Potter. ¡Lástima que hayan perdido la quaffle!

Juanjoposeía la pelota en ese momento. Mankar deseó haber desviado la bludgerhacia él. Sentía unas ganas enormes de derribarlo de la escoba... Echóun vistazo rápido a todo el campo. Una de las bludgers era golpeada porMatías Black, uno de los golpeadores de los MM. La otra bludger volabarápidamente hacia Mankar.

El chico tomó su bate con todas sus fuerzas y golpeó la pelota de hierro apuntando a Juanjo.

Demasiadoincreíble. La bludger le pegó a Macnair tan bruscamente que le hizoperder el control totalmente. La quaffle fue recuperada por Sil. Ella,Melb y Wodahs se dirigieron a los aros opuestos, donde Jorge Lupin, elguardián de los MM, intentó frenar la pelota.

¡Diez puntos a favor de las Avispas! exclamó Tarru, con el público gritando de dicha.

Estabademasiado pendiente de Haher y Gonza. El primero logró hacer variasanotaciones rápidamente, y el segundo recorría todo el campo en buscade la snitch. Mankar no era capaz de dirigir una sola bludger haciaellos dos.

Los WW, sin embargo, nunca perdieron la ventaja. Rápidamente, la diferencia entre ambos equipos era de cincuenta puntos.

Mankarno dejaba de golpear cada bludger, siempre con la intención de derribara Juanjo Macnair. El grandote se dio cuenta de ello, y tenía la cararoja de ira. Hubo un momento en que no aguantó más y se dirigió aMankar para embestirlo. Lo golpeó tan fuerte que casi lo tira de laescoba.

Laprofesora Tita pitó, pues Macnair había cometido una falta. El partidose reanudó, y Macnair volaba hacia Mankar con intención de chocarcontra él cada vez que tenía oportunidad, pero sin que la profesoraTita se diera cuenta.

EntoncesMankar decidió que lo mejor era intentar derribar con la bludger a losotros jugadores del equipo contrario. Se le presentó la oportunidad degolpear una bludger que fuera directo hacia Haher, pero se arrepintióen el último momento; no quería hacerle daño, así que se aseguró de queésta sólo le pasara muy cerca.

YMankar vio de nuevo la snitch. Angie Mounier volaba rápidamentepersiguiéndola, y Gonza se acercaba a la misma velocidad desde elextremo opuesto del campo.

Enuna fracción de segundo, Mankar vio que la pelota dorada se dirigíahacia él. La habría atrapado de no ser porque era golpeador. Si latocaba, cometía falta. Entonces se dio cuenta que una bludger volabadirecto a él. Mankar la golpeó fuertemente hacia donde estaba la snitchy, milagrosamente, le atinó.

 

La pelota dorada se desvió justo hacia donde estaba Angie, quien la atrapó hábilmente, dando por finalizado el partido.

Tarru Potter exclamaba muy asombrado lo qué había ocurrido al final, mientras el público entero gritaba de emoción.

Mankarechó un vistazo a Haher y a Gonza. Parecían algo desanimados... sesintió culpable porque era el primer partido de ellos, y habíanperdido... Pero en cuanto Mankar se fue a reunir con ellos, ya entierra firme, le sonrieron ampliamente.

¡Porpoco, Mank, estuvo muy cerca! dijo Gonza, chocando con él las palmasde las manos. Pero al menos te encargaste de darle su merecido aMacnair, ¿verdad?

¡Bien hecho, Manu! ¡Estuviste genial! exclamó Haher, también extendiendo la mano.

Él y Mankar chocaron las palmas. Aún el público gritaba fuertemente, y los jugadores de los WW celebraban entre ellos.

Enese momento, ocurrió algo bastante extraño. Mankar sintió que perdía elequilibrio y caía lentamente en el suelo, como tirado por una especiede fuerza. Pero nunca sintió el choque contra el suelo, porque se diocuenta que el tiempo se había detenido, y que los colores se habíaninvertido.

Luego,se vio rodeado de oscuridad total. Ahora estaba de pie, mientras veíala silueta de una mujer embarazada que corría gritando desesperada. Eraun sonido que horrorizó a Mankar. Y entonces vio la silueta de unhombre que la perseguía con la varita en alto.

Estabanen una especie de habitación, una que resultaba vagamente familiar paraMankar. La mujer estaba arrinconada, y se tiró en el suelo, llorando.El chico escuchaba voces, pero no entendía palabra alguna, excepto porlos aterradores gemidos de la mujer.

Alfinal, hubo una palabra que sí entendió, la cual, en cuanto fuepronunciada, fue acompañada por gritos aún más desgarradores por partede la mujer:

¡CRUCIO!

Mankarse estremeció muy bruscamente. Abrió los ojos, muerto de la impresión,sin darse cuenta de que estaba tumbado en el suelo, que el públicoseguía gritando y que tenía a su alrededor a una docena de personas.

¡Manu! ¿Estás bien? preguntó Haher preocupadísimo. Intentó levantar la mano de su sobrino, pero la atravesó.

Había tres palabras que veía claras en su mente, pero que su boca no era capaz de pronunciar.

«Era mi mamá».

Respirabacon dificultad. Las lágrimas en sus ojos le dificultaban la vista. Elcorazón le latía muy rápido. Era la visión más espantosa que habíatenido, y, a la vez, sentía que no era la primera vez que la vivía.

Sí,era Jassera, su madre. Quizás Mankar no la recordaba, porque habíamuerto muy poco después de su nacimiento, pero sabía que era ella. Esatenía que ser su voz. Esa era su cara, la que, a pesar de que tenía unaexpresión de horror que la hacía verse diferente a la que el chicohabía visto en las fotos, su propio hijo podía reconocer perfectamente.

¡Levántate, Manu! decía Haher, intentando darle la mano en vano, pues la Copa de los Tres Magos seguía escondida y él lo atravesaba.

¡Para estos casos se tiene que hacer algo con la Copa! exclamó indignada la voz de la profesora Sorceress.

Mankar no tenía las fuerzas suficientes para levantarse. Estaba demasiado impactado.

 

Qué visión... ¿qué había sido eso? No... no podía ser una visión del futuro, sino del pasado.

Sí... tenía que serlo: su madre estaba muerta.

Pero...haberla visto de esa forma... quizás al momento de su muerte... eratraumático, mucho más que una serpiente de siete metros, o él mismohaciendo una profecía...

Unainmensa tristeza invadió a Mankar durante los siguientes días. Sesintió completamente desmotivado para todo. A duras penas les contó asus amigos su visión; no quería revivirla...

Ahoraempezaba a tener sentido... Su mamá fue atacada por un hombredespiadado durante su embarazo. Era por eso... tenía que ser por esoque Mankar no tenía magia. No podía haber otra explicación para que unmago de sangre pura fuera un squib. La culpa de todo la tenía esehombre... ese desalmado que había causado la muerte de su madre... Erapor él que Mankar había sufrido durante años la frustración al no tenermagia, y por él no tenía una madre, aquella persona que él deseabahaber conocido con todo su corazón.

Eraque... Merlín nunca le habló a Mankar acerca de la muerte de Jassera, yél tampoco le preguntó muchas veces, pero jamás se imaginó que habíasido un asesinato.

Sentíaira... no era justo que la vida de Mankar fuera así por culpa de otrapersona. ¿Qué razón habría tenido ese hombre para atacar a una mujerembarazada?

¿Aquién podría preguntarle? No le parecía precisamente un tema apropiadopara tratar en una lechuza, así que prefirió no escribirle a su padreacerca de ello.

Habíaalgo más que hasta entonces recordó: el día antes de viajar aHarrylatino, en agosto, había tenido otro ataque... más bien, unavisión, y su padre la había presenciado. ¿Esa vez también hizo unaprofecía? Según Merlín, él tuvo que lanzarle un hechizo aturdidor a suhijo... quizás no había alcanzado a decir nada en ese momento.

Entoncessintió miedo. Miedo de que tuviera una visión de nuevo en cualquiermomento. Temía volver a enfrentarse a un pasado o a un futuro que lohorrorizaran. No... era algo que él no podía soportar.

Mankar estaba en una crisis emocional. La compañía que le brindaban Haher y Gonza era lo único que le ayudaba a mejorar.

¿Yqué importa que fueras un squib por esos motivos? le intentaba animarHaher incansablemente. ¡Ahora eres un mago! ¡Ya empezaste adesarrollar tus poderes! ¡Juegas quidditch como un dios! ¡Y encontramosla forma de que lograras hacer los hechizos que antes no podías! ¿O esque ya se te olvidó todo lo que nos ha costado preparar la pociónmultijugos?

CuandoMankar escuchó estas palabras, reaccionó. Era cierto. Tal vez... habríasido mejor nunca haber sabido nada... pero no por eso su vida tenía quecambiar. Él ya estaba superando todo eso. Escuchar esas palabras erareconfortante como sentir el calor del fuego de la chimenea de la Sala Común de Gryffindor, o a Vancer, el gato de Rob Potter, acostado a sus pies.

Sí,tenía que continuar con su plan. Lamentarse por el pasado nosolucionaría nada. La poción multijugos estaba a punto de quedar lista.

Tuvoque pasar toda una noche más para que Mankar por fin diera por superadaesa etapa de depresión provocada por la visión que tuvo. Cada vez quepensaba en el hombre que lanzó la maldición torturadora, su expresiónse endurecía y cerraba con fuerza los puños. Pero decidió que, encuanto recordara algo que lo alterara, pensaría en algo alegre,motivante, algo que ocurriera en esos días, y no hacía más de doce años.

 

¿De qué color quieres mi cabello? preguntó Haher, al día siguiente en la Sala de los Requerimientos, cambiando el color de su pelo a todas las tonalidades del arco iris.

Mankar hizo una cara de asco.

Burbujeabaante ellos un gran caldero que contenía una poción oscura y espesa. Lahabían estado preparando con mucho esmero desde hacía casi un mes.Aunque Mankar era mucho más hábil en la clase de Pociones, los trestrabajaron en equipo, siguiendo cuidadosamente las instrucciones dellibro que robaron del despacho de la profesora Anna Black.

Estaba lista. Sólo hacía falta el último ingrediente: algo de Haher. Mankar tenía ya un vaso en su mano para servir la poción.

Creía que no podías cambiar el color de tu cabello a voluntad comentó Gonza.

Asíera... respondió Haher con cara de satisfacción pero desde hace pocologro hacerlo. Bueno añadió, dirigiéndose a Mankar, ¿quieres uncabello? ¿o una uña? O si quieres escupo en la poción...

Haher cochino dijo Gonza. Arráncate un pelo y ya.

Un solo cabello azul de Haher creció y cayó por su cara. Él lo tomó y lo arrancó, entregándoselo a Mankar.

Pon un poco en el vaso, Mank dijo Gonza.

Mankarsirvió la poción. Calculaban que el contenido de todo el calderoalcanzaría para dos meses, pero tenía que tomar sólo la necesaria.

Acercó el cabello de Haher al vaso.

Hazlo dijo él, con los ojos casi salidos.

Mankar lo metió. La poción, después de echar humo y hacer un ruido gracioso, se volvió de un color rosa brillante.

Eso dice mucho de ti comentó Gonza.

Mankarsonrió. Acercó la poción a sus labios y, en un instante, tomó todo elcontenido de un vaso. Tenía un sabor muy extraño, no era desagradable,incluso parecía dulce.

Yentonces, sintió el dolor más espantoso que jamás había tenido. Unaespecie de ardor muy fuerte le recorría de pies a cabeza. Sentía todosu cuerpo encogiéndose en algunas partes, y creciendo en otras, muydolorosamente. Entonces perdió las fuerzas para mantenerse en pie, ycayó en el suelo de espaldas, un poco más pesado que de costumbre.

Cuando terminó el sufrimiento, Mankar tomó bastante aire, con los ojos muy abiertos.

¿Estás bien, Manu? preguntó Haher preocupado.

Al chico no le salía la voz para responder. Quería mirarse en un espejo, comprobar que sí había funcionado. Tenía que funcionar.

Gonzale ayudó a levantarse. Ambos se quedaron mirando a Mankar de arribahacia abajo, con los ojos bastante abiertos, mientras él miraba atónitosus nuevas manos.

Entonces Mankar sintió la necesidad de verse a un espejo, y al instante apareció uno en un muro de la Sala de los Requerimientos. Él se acercó tan rápido como su nuevo cuerpo le permitía.

Mirósu reflejo. Haher, exactamente igual que el chico que se habíaarrancado un cabello hacía unos minutos, lo miraba fijamente desde elespejo, y una sonrisa se formó lentamente en su boca. Su tío no eramucho más grande que él. En realidad, el cambio físico había sido casiimperceptible, excepto por su cara.

Sus amigos estaban a su lado, con la boca abierta mirando el espejo.

Funcionó... atinó a decir Haher.

 

EntoncesMankar, por simple instinto, hizo que su cabello se tornara del mismocolor rojo oscuro que tenía con su cuerpo. Sus ojos, que tenían elmismo color negro que Haher lucía, pasaron también a un rojo vivo. Enun instante sus facciones volvieron a ser las mismas de antes.

¡Lumos! exclamó, levantando su varita.

Un suave brillo surgió de la punta, y comenzó a hacerse intenso poco a poco.

Funcionó afirmó Mankar.

Mirósu muñeca, donde le picaba ligeramente. El Rubí del Fuego estaba allímismo, brillando mientras la llama bailaba alegremente.

¡Excelente! ¡Muy bien hecho, Mankar! exclamaba dichosa la profesora Sorceress el miércoles siguiente.

Elchico acababa de lograr una transformación sencilla: cambiar elmaterial de una caja de madera a plástico. A él le pareció muysimpático por parte de ella que se alegrara de esa forma.

Pero él estaba completamente dichoso. No sólo podía hacer la magia que deseara, sino que también era un metamorfomago.

Ysin duda que toda la teoría que había estudiado a lo largo del cursohabía funcionado, pues no sólo realizaba hechizos en Transformaciones,sino también en Defensa Contra las Artes Oscuras y Encantamientos, locual le evitaba agotarse con hechizos no verbales de fuego inventados.

Ély Haher jugaban a cambiar su apariencia continuamente, imitando la carade la profesora Callahan y del profesor Riddle. Gonza estuvo tentadovarias veces a tomar un poco de poción él también, pero se contuvo,pues tenían que hacer que durara dos meses, por lo menos.

¡Lumos! exclamaba Mankar cada vez que se le antojaba. Definitivamente, ese era su hechizo favorito.

Sinembargo, la diversión terminaba una hora después de que tomaba lapoción multijugos, pues terminaba su efecto, aunque a simple vista nose notara.

Era mucho más agradable entrar a Dumblemort y poder lanzar el hechizo Skript, en vez de Focumskript, y siempre el hechizo correcto para cada momento.

Undía, los tres amigos se dirigían al castillo después de la clase deVuelo, mientras Haher y Mankar jugaban su juego favorito: «¿Quién lograparecerse más a Gonza?».

¿Cuánto va a durar esto? preguntó él.

Hasta que se acabe la poción... unos diez minutos dijo Mankar, cambiando el tamaño de su nariz.

No, Manu, así no dijo Haher. Queda muy larga. En cambio yo soy idéntico.

Claro que no respondió Mankar. Así pareces femenino.

¿Y entonces cómo se supone que debe ser?

Gonza levantó la mano, e intentó darle una palmada a Haher en la nuca, pero lo atravesó.

¡La Copa! exclamaron tres voces como una sola.

Entraroncorriendo por el vestíbulo y subieron la escalera de mármol a todavelocidad. Buscaron en cada pasillo, en cada rincón, en cadahabitación... hasta que llegaron al tercer piso.

Abríancada puerta que podían y se asomaban por cada esquina... nada. Llegaronjunto al aula en que ellos tenían clase de Defensa Contra las ArtesOscuras, y entraron allí a revisar.

Encimade un pedestal, brillaba, por increíble que fuera, la reluciente Copade Los Tres Magos, del otro lado del salón. Haher y Mankar seadelantaron a toda velocidad.

«Vamos, vamos, tiene que funcionar esta vez... se decía. El efecto de la poción multijugos no ha terminado».

Mankar no miró a su tío, pues tenía fijos sus sentidos en la Copa. Saltó por encima de unas sillas, mientras Haher hacía lo mismo por otro camino.

 

Llegó junto a la Copa y la tomó de un asa sin preocuparse por frenar.

¡CLICK! gritaron dos voces al mismo tiempo.

Mankarmiró a Haher a los ojos con expresión retadora, un segundo antes de quelos pies de ambos se elevaran del suelo, y sus cuerpos comenzaran agirar en un remolino de colores.

Cayeron.Esta vez tampoco lograron mantener el equilibrio. Pero no habríanpodido hacerlo, porque no cayeron en una superficie lisa, como loesperaban. Era porque no estaban en la plataforma del SombreroSeleccionador.

Sehallaban en oscuridad total. No se podía ver absolutamente nada. Hacíaun frío espantoso, una ligera brisa les rozaba la cara. Y un silencioque hacía pensar a Mankar que no oiría su voz ni aunque gritara.

Empezó a sentir miedo, y veía en su imaginación ojos rojos de serpiente brillando por doquier.

¿Dónde estamos? preguntó Haher con un hilo de voz.

Mankar permaneció inmóvil. Era difícil estar de pie donde al parecer no se podía pisar un suelo plano.

¡Lumos! susurró Mankar.

Lapunta de su varita se iluminó. Era un alivio, pues eso significaba queel efecto de la poción multijugos aún no había terminado. Sin embargo,no era de gran ayuda, pues no se alcanzaba a divisar prácticamentenada, excepto por la silueta de ellos mismos.

Haz lo mismo le dijo a Haher. Él pronunció el hechizo y su varita se iluminó.

Acercaron la luz al suelo. Había muchas piedras, raíces de árboles y el resto era tierra. Ya no estaban en el castillo.

Va-vámonos de aquí dijo Haher con desesperación.

Sí,su tío también sabía dónde se encontraban. Y, a pesar de que cadatablón de anuncios prohibía a los alumnos ir a ese lugar, aquél que erael último que Haher y Mankar hubiera querido visitar, los dos chicosestaban en medio del bosque prohibido, sin salida alguna.

Toma... ¡toma la Copa! gritó Haher.

¿Porqué habían tardado tanto en pensarlo? Mankar sabía que en una ocasión,en Hogwarts, dos chicos también fueron llevados a un lugar tenebrosopor culpa de una Copa de los Tres Magos, y uno de ellos había resultadomuerto.

¡No sé! ¡No sé dónde está!

¡ACCIO COPA DE LOS TRES MAGOS!

No funcionó.

¡Haher, escuché algo! dijo Mankar.

Ala luz de la varita, algo empezaba a brillar frente a ellos, en laoscuridad, como si fueran ojos, pero eran bastantes. Un espantososonido empezó a escucharse cada vez más fuerte... algo como pinzas.

Lopeor de todo es que no se oía solo delante de ellos, sino detrás, y portodos lados. Empezaron a ver más ojos brillando alrededor de ellos.

Mankarquería decir en voz alta «Las despertamos», pero no era capaz depronunciar ni una sílaba, y sentía que si se quedaba callado noocurriría nada.

Detodas formas, ya era demasiado tarde. Las acromántulas que hacían eseruido (porque sin duda eran eso) ya habían visto la luz de sus varitasy se dirigían lentamente a ellos.

Porsi la situación no era lo suficientemente aterradora, la varita deMankar se apagó. Había terminado el efecto de la poción multijugos.

Hahercomenzó a chillar. Seguro que también sabía qué había en la oscuridad.No habría ocurrido nada si alguien hubiera encontrado antes la Copa... Si tan sólo Boggart, el amigo de Juanjo, se hubiera adelantado una vez más...

 

¡Haz fuego! ¡Por favor! ¡Haz algo! decía Haher con voz apagada.

Mankarquería hacerlo... y se disponía a ello, a pesar de que eso significaraquemar todo el bosque. Pero... con un parpadeo fuerte, quizásinvoluntario, recordó algo.

La chica de la tienda dijo que era natural que eso pasara le dijo claramente la voz de Haher en su cabeza, porque le tengo miedo a las arañas.

Vioen su muñeca un brillo nuevo, quizás tan intenso como el de su varita.Sabía qué era lo que había que hacer. Buscó en la oscuridad los ojos deHaher. No era necesario decirle nada; ambos pensaban lo mismo. Y losabían.

Laspinzas comenzaron a sonar mucho más fuerte y rápido. Mankar sintió elsuelo vibrar. Se hicieron uno al lado del otro, con la varita en alto.

¡Expecto Boggart! gritó Haher.

¡Fórmafoust! exclamó Mankar, con el Rubí brillando como nunca.

Unaburbuja de fuego, tal como debió haber sido en alguna clase de DefensaContra las Artes Oscuras, sólo que de un tamaño enorme, los envolvió,al tiempo que, por fuera de la cúpula, una serpiente verde brillante yde siete metros se posaba frente a ellos, mirando a Mankar a los ojos,sin ningún efecto debido a la poderosa barrera que los separaba.

Elfuego iluminó el lugar. Cientos de arañas enormes los rodeaban, desdelas ramas de los árboles y el suelo, a una distancia mucha menor de laque ellos imaginaban, pero eran bloqueadas por la burbuja de fuego.

Mankarsintió que ya había vivido ese momento, era la sensación que habíatenido al caer de su escoba en su primer partido de quidditch, pero nohizo caso.

Elbasilisco empezó dar vueltas en torno a la barrera, guiado por Haher, ylas acromántulas espantadas empezaron a retirarse en el acto. Sinembargo, notaron que se posaban en las ramas más altas de los árboles,esperando que la serpiente se fuera.

Pero algo más distinguió Mankar. En el suelo, junto a un árbol muy grueso, estaba la Copa, reflejando el fuego. Haher también la vio.

En cuanto rompa la burbuja gritó su tío trae la Copa con un hechizo de fuego que no queme.

¡Entendido!

¡Lancuamdúo!exclamó Haher, y, mientras se esfumaba el boggart, una lanza hecha deagua atravesaba el fuego, provocando una lluvia de fuegos artificiales.

¡Langfradium! gritó Mankar, apuntando con su varita a la Copa, mientras una lengua de fuego salía directo a ella, trayéndola a toda velocidad.

A la luz provocada por la explosión de la burbuja, cada uno tomó de un asa la Copa,viendo cómo saltaban hacia ellos docenas de arañas, y elevándose delsuelo y cayendo, un instante después, en la iluminada plataforma delSombrero Seleccionador.

Susojos tardaron un momento en acostumbrarse a la luz del lugar, y loschicos permanecían inmóviles en el suelo. Pero uno lo hacía desde laplataforma, el otro estaba tirado frente a ella.

¡Felicidades Haher! ¿Dónde estaba? preguntaban mil voces.

Él había encontrado la Copa. Pero a Mankar no le importó.

Estaba muy débil. Intentó levantarse, y vio a su tío a la cara. Estaba pálido, y con el cabello totalmente blanco.

Felicidades dijo Mankar, con una sonrisa cansada.

Seguro que habríamos dejado a la profesora Devil boquiabierta respondió Haher, si en su clase hubiéramos hecho algo como eso.

 

¿Eraposible sobrevivir a tantas emociones en tan poco tiempo? Al menosMankar comprobó algo: el basilisco seguía siendo su mayor miedo, y erauna fortuna, porque si no, no habrían alejado a las arañas.

Quésensación tan extraña... qué raro había sido que Haher y Mankarhubieran estado de acuerdo en lo que debían hacer para salvarse de lasacromántulas, sin hacerlo en realidad.

Pero...¿por qué habían resultado en medio del bosque prohibido? Mankar dudabamucho que fuera un simple error. Es decir... ¿Vito se equivocaba y derepente la Copa trasladaba a quien la agarrara al hogar de las acromántulas?

Esoera demasiado increíble, y más aún, después de seis meses de curso detotal perfección en el juego, lo que los hacía sospechar que fuemanipulada. Pero, ¿quién habría querido tenderle aquella trampa aMankar y a Haher?

Juanjo.Era la única persona que se les ocurría cuando hablaron de ello. Pero,¿era posible que él solo fuera capaz de hacerle eso a la Copa? Por lo que Mankar sabía, para engañar a un objeto mágico tan poderoso como lo debía de ser la Copade los Tres Magos, se necesitaba un hechizo confundidor aún máspoderoso. Era magia muy avanzada para alguien como Macnair, así hubierasido ayudado por toda su banda.

Muyirónico habría sido que por culpa del Poder Calamar ellos hubieranterminado en ese lugar, porque fue también gracias a ellos que lograronsalvarse, con el hechizo que inventó Boggart.

Pero,¿cómo saberlo? ¿Cómo podrían enterarse de si el Poder Calamar sehallaba involucrado en esa trampa? Quizás con poción multijugos... peroera demasiado arriesgado.

¿Y si el hechizo Click no funcionó correctamente por algún motivo? preguntó Haher, una tarde en la Sala Común.

¿A qué te refieres? dijo Gonza.

Sí dijo Haher, ambos usamos el hechizo en el mismo instante, y ambos tomábamos la Copa, ¿qué tal que por eso no hubiera funcionado?

Clarorespondió Gonza sarcástico, y no podía trasladarlos a un aula, allago, o al dormitorio de las chicas. Tenía que ser precisamente albosque prohibido.

Peroquizás... intervino Mankar el efecto de la poción multijugos estaba apunto de terminar... tal vez por eso efectué mal el hechizo.

Eraun misterio muy difícil de resolver. Quizás lo mejor era esperar a queJuanjo o el resto del Poder Calamar les diera una señal de haber estadoinvolucrados en este incidente.

Perolos días fueron pasando y la señal no apareció. Si no se trataba deellos, ¿entonces de quién? ¿Quién querría hacerle daño a Mankar o aHaher?

Recordólo que alguna vez le dijo Gonza: «Debes andar con cuidado, pues laúnica forma de quitarte tu gema es acabando con tu vida». ¿Era posibleque alguien quisiera matarlo para robar el Rubí? ¿Sería un whity quebuscara un tesoro mágico para absorber su poder? ¿O quizás era uncoleccionista en busca de la gema?

Algo sí era cierto, Mankar no quería buscar la Copa de los Tres Magos nunca más. Haher y Gonza, en cambio, no dejaban de salir corriendo cada vez que notaban que era escondida.

Elmes de marzo llegó con un calor bastante agradable, y pasó rápidamente.Aunque el siguiente partido de quidditch de los Wimbourne Wasps seríaen abril, los entrenamientos resultaban tan duros que agotaban enexceso a Mankar.

 

Todolo demás transcurría con toda tranquilidad. Un lunes, al finalizar elmes, Mankar se dio cuenta de algo, durante la clase de Pociones en lasheladas mazmorras del castillo.

Creo que solo queda poción suficiente para esta semana le dijo a Haher y Gonza.

¿Multijugos? preguntó Haher.

Sí, ya pasaron dos meses desde la que preparamos.

Entonces tenemos que hacer más.

¡No puede ser! exclamó Mankar, con un movimiento brusco que casi tiró el caldero al suelo.

¿Qué ocurre? preguntó Gonza alarmado.

¡Nos olvidamos de empezar a preparar más poción para cuando se acabara!

Claro... pero aún tenemos toda una semana, ¿no? dijo Haher nervioso.

¡¿Sabes cuánto tiempo dura una poción multijugos en prepararse?!

SeñorWeasley, calma, por favor... dijo la profesora Anna Black, mirando aMankar con atención y acercándose a su mesa. ¿Por qué hablan de pociónmultijugos? No estarán planeando prepararla...

¿Ah?dijo Mankar, muy nervioso. No, no... no, señora... Yo solo... estabahaciendo preguntas de Harry Potter, para un club que tiene una trivia.

La profesora Anna clavó su mirada en Mankar.

No hables de clubes en voz alta, o tendré que quitarte puntos.

Sí, señora respondieron los tres rápidamente.

Porpoco pensé que tramaban algo dijo la profesora. Hace un tiempo seesfumaron de mi despacho dos frascos de ingredientes, los mismos que seusan en la multijugos, y también un libro en el que aparece su receta.

Los chicos asintieron con disimulo. Ella echó un vistazo al caldero de Mankar.

Bueno,menos mal que ya reforcé la seguridad. Nadie va a querer entrar sinpermiso de nuevo. ¡La profesora Callahan me ayudó! dijo riendo.

Mankar sintió escalofríos al escuchar esa oración.

Qué bueno eso, profesora comentó Gonza.

Esa poción no se ve bien, le falta el brillo característico... dijo ella señalando el contenido del caldero de Mankar.

Es que aún no tiene polvo de pulpo dijo el chico.

La profesora Anna siguió paseándose por la mazmorra, mirando los demás calderos.

Genialdijo Mankar. Ahora no sólo no tenemos tiempo de preparar la pociónmultijugos, sino que no tenemos cómo conseguir los ingredientes.

¿Y si simplemente no la preparamos? propuso Haher. ¿No puedes sobrevivir dos o tres meses sin ella?

Haher, tengo que prepararme para los exámenes...

¿No podemos conseguir poción multijugos ya hecha? preguntó Gonza.

Pero, ¿quién crees que venda eso aquí?

Enese momento el profesor Riddle entró al aula, y le mostró un papel a laprofesora Anna Black, quien asintió al leerlo. Gonza miró a Riddlefijamente.

Yo no dije que compráramos. Y sé dónde podemos conseguirla.

Eraobvio. A ellos les constaba que el profesor Riddle tenía pociónmultijugos, por el papel con la solicitud que encontraron en eldespacho de la profesora Anna. Pero... ¿ir hasta el despacho de Riddle,buscar quién sabe cómo esa poción y robarla? Demasiado arriesgado, ymás, sabiendo que él siempre merodeaba por el séptimo piso como un gatobuscando ratones. Sin embargo, era la única solución.

¿Y si Riddle prepara otra poción con esos ingredientes? sugirió Haher, esa tarde, en la Sala Común.

Lodudo... dijo Mankar leyendo la solicitud de ingredientes que aúnconservaban. Es mucha coincidencia. La piel de serpiente arbóreaafricana en tiras no es muy común como ingrediente de pociones, ¿o sí?

 

Meparece haber escuchado de otra poción en la que se puede usar...comentó Gonza. Pero, ¿para qué querría Riddle robar del despacho dela profesora Anna la solicitud que él mismo hizo?

¿Tú crees que quería corregir algo? sugirió Mankar.

O quizás se haya arrepentido, y en realidad no quería lo que pidió dijo Haher.

Bueno,si encontramos pistas en el despacho, será mejor, pero para entrar allídebemos tener un plan dijo Gonza. Seguro que la profesora Anna leinformó a los demás profesores de la desaparición de los ingredientes yel libro, así que no nos debería extrañar que todos hayan reforzado laseguridad de sus despachos.

Y si es así, ¿por qué no nos arriesgamos a buscar más en el despacho de la profesora Anna? preguntó Haher.

¡Ahídebe haber serpientes! exclamó Mankar, recordando que la profesoraCallahan se había encargado de la seguridad de ese lugar.

¿Y donde el profesor Riddle no puede haber? preguntó Haher.

Miraexplicó Gonza, entrar a una habitación en el séptimo piso sin serdescubiertos es mucho más fácil que en las mazmorras. Además, ya se hanmetido una vez en ese despacho, así que será el más vigilado, por siquienes robaron de ahí deciden regresar.

¿Y qué crees que pueda haber? preguntó Mankar.

No tengo idea...

¿No creen que nos estamos complicando mucho por esa poción? dijo Haher de repente. No creo que un simple Alohomora nos permita entrar. Terminaremos metidos en problemas...

Pero yo necesito esa poción para poder pasar el curso... respondió Mankar.

Yo te apoyo Mank dijo Gonza. Acompáñanos si quieres añadió dirigiéndose a Haher. Lo haremos mañana.

Lacampana que indicaba el fin de la jornada de clases acababa de sonar.El cálido pasillo del séptimo piso parecía estar completamentedesierto, excepto por las voces de tres chicos, quizás salidas de lanada.

Repasemos el plan se oyó a Gonza susurrar, esperaremos hasta que la Copasea escondida y, Haher, te quitas la gorra y golpeas la puerta,entretienes al profesor y Mankar y yo entramos. Los dos nos reuniremosfrente al armario negro, ese que está dentro del despacho. Esperaremosa que salga y buscaremos la poción.

Haher,Mankar y Gonza habían faltado a Defensa Contra las Artes Oscuras,esperando desde entonces frente al despacho de Riddle, tomados de losbrazos, cada uno con una gorra de invisibilidad obra del encantamientoproteico de Haher.

Eraun desperdicio no disfrutar el sol y la brisa que había afuera, pero elprofesor Riddle opinaba lo contrario, tal y como lo imaginaron.

Creo que ahí viene dijo Haher, mirando al fondo del pasillo.

Undesconsolado sollozo empezó a escucharse, haciéndose cada vez másfuerte. El profesor Riddle venía, seguido por una chica que llorabadesesperadamente.

¡Por favor, profesor! ¡Se lo suplico! exclamaba ella, una estudiante de Gryffindor.

Riddleintentaba ignorarla, hasta que llegó a la puerta de su despacho.Entonces, mientras buscaba la llave de la puerta, se dirigió a ella.

¡Basta! ¡Nosotros sabemos muy bien lo que hacemos!

¡Pero no es justo! sollozó la niña.

Sisigues insistiendo tendré que informarle a tu madre dijo Riddleempujando la puerta con la mano, hasta abrirla por completo. Él y lachica se quedaron hablando frente a la entrada.

 

¡No! ¡Eso no, ella no puede enterarse!

Entonces que sea un secreto entre los dos dijo Riddle. Sólo añadió haciendo énfasis entre tú y yo.

En ese instante Mankar casi perdió el equilibrio, pues en vez de seguir apoyado en Gonza, lo atravesó. La Copa había sido escondida.

Se levantó rápidamente mientras escuchó a su amigo susurrar:

¡Es nuestra oportunidad!

Ahoraque no podía sentir la presencia de sus amigos, Mankar creyó estarsolo, y estaba un poco asustado. Con el corazón latiéndole muy rápido,atravesó al profesor Riddle y a la niña, que seguía alegando, y entróen el oscuro despacho. Divisó rápidamente el armario negro que habíaallí y se paró al frente.

¿Están los dos aquí? susurró muy suavemente Haher.

Sí dijeron otras dos voces, casi en el mismo lugar.

Mankar se quedó mirando en dirección a la puerta.

¡Profesor, yo no quiero que nadie se entere! ¡Pero, por favor, no lo haga!

¡Vete de aquí! ordenó Riddle a la niña.

Ellase quedó mirándolo con los ojos muy abiertos. Al ver que no pretendíaobedecer, Riddle la tomó de un brazo y cerró la puerta desde afuera.

Entonces ven conmigo. Tú madre sabrá de esto.

Empezarona escucharse pasos, y la niña lloró y gritó con aún más fuerza, y ambossiguieron discutiendo, pero ya no se les entendía palabra alguna. Elruido era cada vez más lejano, hasta que ya no se escuchó nada.

Lo que se hace por una calificación comentó Haher.

En ese momento, Mankar se sintió empujado por alguno de sus amigos, lo que significaba que la Copa había sido encontrada y ellos habían recuperado su materialidad.

No se quiten la gorra, el profesor podría volver dijo Gonza.

Encinco meses el lugar no había cambiado en lo más mínimo. Pese a que erade día, estaba bastante oscuro, ya que las negras cortinas cubrían lasventanas. Las velas de luz blanca que le daban aspecto fantasmal a lahabitación se encontraban apagadas. El negro armario junto a elloslucía igual de intimidante, así como los numerosos escudos de Slytherinque había por doquier.

¡Lumos!

Lostres chicos comenzaron a buscar cuidadosamente en cada estante, cadacajón y esquina del despacho, la poción multijugos o también una pistadel porqué quería Riddle robar la solicitud de la piel de serpiente.

Peroera muy difícil dejarlo todo exactamente como lo encontraban, pues lagran mayoría de objetos se encontraban cubiertos por una capa de polvode forma que, al tocarlos, sus dedos dejaban huella.

No encontraron nada, ni siquiera un indicio de lo que buscaban. Mankar intentó abrir el armario pero estaba cerrado.

Mejor vámonos de aquí propuso Haher, con voz nerviosa.

Mankar escuchó los pasos de su tío hacia la puerta y su intento por abrirla.

Estamos encerrados informó Haher.

¿Cómo saldremos de este lugar? exclamó Mankar.

Entoncesse dio cuenta del error que habían cometido al entrar los tres, puesuno habría podido hacer de distractor para obligar al profesor a salir.

Podremos esperar a que alguien entre, y colarnos de nuevo por la puerta dijo Gonza.

Haher no dejaba de exclamar «¡Alohomora!».

Tiene que haber otra salida dijo Mankar.

 

Enese instante, se escucharon pasos del otro lado de la puerta, y algo ledecía a Mankar que se trataba de alguien que se dirigía al despacho.Los tres se quedaron inmóviles. Entonces miró a sus amigos y con vozquebrada murmuró:

¡Haher! ¡Gonza!

Amboschicos eran visibles. El efecto del encantamiento proteico en lasgorras había terminado. Se miraron mutuamente con los ojos muyabiertos, mientras escuchaban un ruido de llaves desde afuera.

Mankarmiró en todo sentido, y se dio cuenta que podían esconderse en unlugar. Se levantó la gorra, dio tres zancadas hacia el armario ysusurró:

¡Alohomora!

No funcionó.

Yo lo intento dijo Gonza en voz baja. ¡Alohomora!

Lacerradura del armario hizo un pequeño ruido. Gonza abrió y los tresentraron como un rayo, cerrando el armario justo en el momento que seescuchaba a alguien abriendo la puerta del despacho.

Estabanahora en oscuridad total, en el armario que parecía estar completamentevacío, excepto por ellos. Sólo podían escuchar pasos de alguien afuera,seguramente del profesor Riddle. El corazón de Mankar latía muy rápido.Riddle caminaba de un lado para otro, y el chico casi podía verlo en sumente revisando su oficina, dándose cuenta de la presencia de intrusos.

Huboun momento en que los pasos parecían dirigirse hacia el armario y, porpuro instinto, los tres chicos dieron un paso largo hacia atrás,intentando alcanzar el fondo, pero no bastó. Siguieron retrocediendovarios pasos más, a pesar de que afuera ya no se oía ningún ruido.

Y de pronto, Mankar tropezó y cayó de espaldas dolorosamente sobre lo que parecían ser escalones, al igual que Haher y Gonza.

¿Qué es...? atinó a decir Haher. Se levantaron temblando.

¡Lumos! susurró Gonza. La punta de su varita iluminó una estrecha escalera de caracol que ascendía.

Mankar puso dudoso un pie en el primer escalón.

¿Vamos a subir? preguntó Haher.

Es eso o arriesgarnos a que Riddle entre y nos encuentre aquí dijo Mankar.

Gonza empezó a subir por la escalera, y Haher hizo lo mismo.

Ala luz de la varita no podían ver mucho más allá, y, a cada paso quedaba, Mankar tenía la horrible sensación de que encontrarían algopeligroso.

Subierondurante unos minutos. Algo cansados, empezaron a notar un resplandoranaranjado en los muros, lo que probablemente significaba que seaproximaban a una salida.

Hahertomó la gorra de Mankar e intentó hacerle a la de él un encantamientoproteico. Seguían subiendo y el resplandor se hacía más fuerte conformeavanzaban.

Derepente, el brillo se apagó. Mankar se sobresaltó. Algo se aproximaba aellos, podía sentirlo, algo que bloqueaba la luz. El chico retrocedióun escalón, dudoso. Haher y Gonza al parecer también sabían lo quepasaba.

Mankarsintió pánico, se sentía encerrado en ese lugar y temía darle laespalda a lo que se acercaba. Empezó a sentir un frío glacial, que seexpandió por todo su cuerpo, e incluso podía sentirlo en su interior.Retrocedió un escalón más. La varita de Gonza se apagó.

¡LUMOS!gritó Mankar con voz quebrada, pero fue inútil; el efecto de la pociónmultijugos había terminado, y él se había dado cuenta cuando intentóabrir el armario.

¡LUMOS! imitó Haher pero, por algún extraño motivo, la varita no se encendía.

 

Entonces, con un ruido sordo, Gonza cayó por las escaleras, y rodó unos cuantos escalones.

¡INCENDIO! exclamó Mankar. Una llama inmensa apareció ante ellos, y se redujo hasta simular una antorcha.

Entonceslogró ver lo que tenían en frente. Con la cara oculta bajo una capucha,un ser altísimo y cubierto por una capa, estiraba una mano gris y conpústulas a pocos centímetros de la cabeza de Haher. Mankar nunca habíavisto a un dementor, y habría preferido nunca hacerlo.

Elpie en que Haher se apoyaba resbaló, y el chico bajó dos escalones,pero se mantuvo en pie. Entonces el dementor con un movimiento rápidose aproximó a Mankar, lo agarró de un brazo con su mano viscosa y lotumbó al suelo, acercando su boca a la cara del chico, que había caídoal menos cinco o seis escalones.

Mankarsintió en su cara el aliento del dementor, y dejó de respirar, con suespalda adolorida por la presión contra la escalera. Empezó a escucharel desesperado grito de su madre. Estaba reviviendo la visión que habíatenido hacía más de un mes.

¡Expecto...! intentó pronunciar, sintiéndose sumamente débil. ¡Expecto...!

¡EXPECTO PATRONUM!

Laestrecha escalera de caracol fue iluminada por un esperanzadorresplandor plateado. El dementor fue embestido bruscamente por unaenorme criatura luminosa. Era un patronus con forma de león, que obligóal dementor a huir escaleras abajo y perderse en la oscuridad.

Mankaralzó la cara y vio a su tío con la varita levantada y una miradavalerosa. Se levantó con dificultad, y miró a Gonza tirado pocosescalones arriba, y fue a ayudarlo. El león se mantuvo firme detrás deellos.

Despierta dijo Mankar, moviéndole el codo a Gonza.

¿Crees que el dementor le haya...?

No respondió Mankar. No puede ser.

En ese momento, a la luz proyectada por el patronus de Haher, los ojos de Gonza se abrieron.

¿Estás bien? preguntó Haher con angustia.

Gonza parpadeó. Miró a ambos chicos y luego desvió la vista hacia el patronus.

¿Qué pasó? preguntó confundido, e intentó levantarse con la ayuda de ellos.

El dementor te atacó.

¿Medesmayé? preguntó con angustia, tocándose la espalda y buscando en supecho. Sacó el talismán whity de su túnica, lo miró, y se lo guardó denuevo. ¿Había un dementor aquí? añadió alarmado.

Sí. Haher conjuró el patronus explicó Mankar. No entiendo cómo pudiste... dijo ahora dirigiéndose a su tío.

Sólo... intenté recordar buenos momentos dijo Haher.

Mankarsiguió mirando fijamente a su tío. Era demasiado increíble que un niñode doce años lograra semejante hechizo. Logró percibir el resplandoranaranjado en los muros. El patronus de Haher se movió, como en buscade alguna señal de peligro.

¿Creen que haya más dementores aquí? preguntó Gonza.

Espero que no.

No dejaré que el patronus se desvanezca dijo Haher.

Sin duda estaba protegiendo algo arriba observó Mankar, sólo nos queda subir.

Lostres, bastante débiles, continuaron su camino por la escalera, mirandofrecuentemente hacia atrás, y seguidos por el patronus de Haher, en eselugar que parecía un túnel de una casa embrujada. Haher terminó deencantar su gorra y siguió con la de Gonza.

Frentea ellos, el brillo anaranjado se hacía cada vez más fuerte, lo queindicaba que se aproximaban a una salida. Por fin, un rato después,llegaron a un pasillo con paredes de piedra, iluminado por antorchas,al final del cual había una puerta de madera.

 

Mankar se adelantó, y los demás lo siguieron. Se acercó a la puerta extendió una mano para abrirla.

¿Y si hay más dementores adentro? susurró Gonza.

Para eso está mi patronus.

Y no nos vamos a quedar aquí dijo Mankar. El otro dementor también podría volver.

Haherle ofreció a Gonza una gorra invisible, que acababa de encantar, y ledevolvió a Mankar la suya. Cuando los tres la tuvieron puesta, Mankarabrió la puerta lentamente.

Entrarona una sala circular, parecida a la de los clubes, pero cuyas paredeseran cubiertas por estanterías con cientos de libros. Excepto porvarias largas mesas con libros, papeles desordenados y otros objetos,no había nada más, ni tampoco dementores, por fortuna. No habíaventanas, y el lugar era iluminado por antorchas.

El patronus cruzó la entrada y se desvaneció. Mankar escuchó a su tío quejarse mientras cerraba la puerta rápidamente.

¿Qué es este lugar? preguntó Mankar bastante confundido.

Echó un vistazo en cada mesa. Los pasos de sus amigos hacían eco.

Habíapedazos de pergaminos con runas muy extrañas, garabateados y confragmentos resaltados. Los libros que estaban abiertos mostrabanimágenes de los mismos jeroglíficos, tallados en piedras. Mankar sintiómucha curiosidad, y se puso a mirar, a intentar descifrar los mensajesque había allí escritos.

Mirenesto dijo la voz de Haher, quien se quitó la gorra y apareció frente auna mesa en la que había frascos y sobres. Tomó un frasco de vidrio ylo levantó. Es piel de serpiente arbórea africana.

Genial dijo Mankar. Llevémosla.

Vámonos de aquí pidió Haher. Ya tenemos lo que queríamos.

Aún no respondió Mankar. Sentía que había algo en esa habitación que tenía que encontrar.

Aquí debe estar la pista del porqué entró Riddle al despacho de la profesora Black dijo la voz de Gonza.

¿Y si regresa el dementor?

Haces otro patronus.

¿Y si entra el profesor Riddle?

No nos verá.

Haher, resignado, se puso la gorra de nuevo.

Mankar se puso a buscar pistas en las mesas... quizás había papeles útiles.

Aquí hay una salida dijo la voz de Haher.

Mankarvolteó en dirección a ella. En una de las estanterías, detrás de unoslibros que Haher movió, había una abertura muy estrecha, por la queapenas cabrían ellos. Sonrió. Tendrían que ir por allí, si es que noquerían regresar a enfrentarse con el dementor y llegar a la oficina deRiddle, donde quizás él estaba.

Oye, Mank llamó Gonza, tienes que ver esto.

Ungran pergamino se levantó de una mesa, tomado por las invisibles manosde Gonza. Mankar caminó hacia él, y los pasos de Haher también seoyeron dirigirse allí.

Erauna pintura, o quizás una fotografía muy antigua. Tenía un símbolo enella. Pero no era cualquier signo. Era una especie de escudo, que seveía muy borroso, en el cual había una marca de una llama de fuego,idéntica al rubí que brilló en ese instante en la muñeca de Mankar.

¿Qué...? intentó decir Mankar. ¿Qué significa eso?

Nopodía pensar en nada. No había ningún pensamiento coherente en sucabeza. Era demasiado... repentino, ver esa imagen. Mankar no fueconciente en un principio de lo que había en el pergamino. Era unaespecie de muro, en el que estaba tallado el símbolo de la gema.

 

Haher no pronunció palabra alguna.

Gonzadejó el pergamino en la mesa y tomó un libro abierto que había al lado.En él estaba la misma ilustración del pergamino, y había también variosmapas de lo que parecía ser África. Había una anotación debajo de laimagen:

«Antiguo emblema de Gryffindor, tallado en santuario de Etiopía, siglo X».

¿Qué significa eso? preguntó Mankar, por preguntar.

Esa llama es el emblema de Gryffindor dijo Gonza, mirándolo con los ojos muy abiertos.

A Mankar le dio un saltó el corazón.

¿Y qué tiene? preguntó Haher, con una extraña voz indiferente.

¿La gema está relacionada con Gryffindor? preguntó Mankar.

Eso parece.

¿Qué gema? insistió Haher. ¿De qué hablan?

Nadie habló un instante. Era ése el momento.

Mankar se quitó la gorra y extendió su brazo derecho hacia la voz de Haher.

Es el mismo símbolo de mi brazalete.

Entonces se levantó la manga de la túnica, dejando ver el brillante Rubí, cuya inscripción se movía con gracia.

Interesantísimo dijo Haher con un extraño sarcasmo.

Espor este rubí explicó Mankar pausadamente que he logrado hacerhechizos de fuego. Es la única razón por la que puedo realizarlos. Ysin él no...

Calló.No era capaz de continuar esa frase. Nunca pensó que llegaría elmomento de revelárselo a Haher; no quería ni imaginar su reacción.

«No soy más que un squib sin poder», terminó mentalmente.

Haherno respondió. Estando invisible, era imposible saber qué expresióntenía, hacia dónde estaba mirando... o cómo lo estaba haciendo. Mankarquería ver la cara de su mejor amigo.

Encontréesta... gema (Gonza dice que se llama Rubí del Fuego) accidentalmente,el día que hice mi primera profecía. No sé si fue esta la razón por laque la encontré, o si gracias a la gema tengo esas visiones suspiró.Gonza cree que soy elegido para tener esto, lo que me convierte en elMaestro del Fuego, o algo así.

Y no sólo eso intervino Gonza. Ahora sabemos que el Rubí tiene el antiguo emblema de Gryffindor grabado en él.

¿Y eso qué puede significar? preguntó Mankar.

Nolo sé dijo Gonza, con tono confundido. Quizás... esta magiaperteneció a Gryffindor, y sólo un verdadero miembro de su casa podríaencontrarlo.

¿Igual que la espada de Gryffindor? preguntó Mankar.

Puedeser respondió Gonza. Tengo entendido que cada casa representa unelemento: el aire Ravenclaw, el agua Slytherin, el fuego Gryffindor yla tierra Hufflepuff.

Se quedaron callados un momento.

Por cielo, por mar, un volcán y los bosques murmuró Mankar, pensativo. Así llegamos a Harrylatino.

Gonzasiguió hojeando el libro, pasando a las páginas anteriores. Se tratabade un libro de historia; no decía nada acerca de la gema. Entonces,miró la página siguiente a donde estaba el emblema de Gryffindor, yahogó un grito.

«Antiguos emblemas de Ravenclaw (1), Hufflepuff (2) y Slytherin (3), tallados en santuario de Etiopía, siglo X».

Erauna fotografía similar a la anterior, pero había tres símbolosdiferentes, enumerados y en un recuadro cada uno: líneas onduladashorizontales, líneas en zig-zag de izquierda a derecha, y una gota deagua.

 

Alinstante que vio eso, Mankar percibió algo a su alrededor, una especiede sensación que le indicaba que algo no era normal; algo que le hacíapensar que debería sentir sorpresa.

¿Sabeslo que esto significa? le dijo Gonza a Mankar. ¿Recuerdas que tehablé de las gemas que controlan los elementos? Pues... suponiendo quelas demás también tengan uno de estos símbolos, podemos deducir que...

Cada Gema de Elemento tiene magia de los fundadores de Hogwarts terminó Mankar.

Exacto... dijo Gonza, sin dejar de hojear el libro de historia.

Pero... si yo no hubiera sido Gryffindor, ¿no habría obtenido el Rubí? preguntó Mankar.

Esextraño... comentó Gonza. El Rubí apareció antes de que vinieras aHarrylatino, ¿cierto? Entonces es como si ya hubiera estado escrito aqué casa pertenecías.

No es así... dijo Mankar. El Sombrero Seleccionador quería colocarme en Slytherin, ¿recuerdan?

Sídijo Gonza, al cabo de un momento, pero recuerda que nos contaste quete confundió con alguien más. Eres un verdadero Gryffindor, por esotienes el Rubí del Fuego.

Eso no tiene nada que ver.

Gonzay Mankar quedaron petrificados. La voz que acababa de hablar no era deninguno de ellos dos. Era de Haher. Pero no era su tono de vozhabitual, sino que se escuchaba muy serio, parecía que acababa dearmarse de fuerzas para hablar.

Haherse levantó la gorra y la dejó caer al suelo. Su cuerpo se hizo visibley su cara mostraba una expresión fuerte y decidida, diferente a lasonrisa que casi siempre parecía tener su cara. Suspiró.

¿Qué ocurre? preguntó Mankar.

No necesariamente debías ser Gryffindor para obtener esa gema dijo Haher, conservando el extraño tono de voz.

Gonzatambién se levantó la gorra, como para no ser el único invisible. A laluz de las antorchas, él y Mankar miraron a Haher fijamente,confundidos.

EntoncesHaher extendió su brazo derecho. Dudoso, se levantó la manga con laotra mano. Mankar no pudo evitar abrir por completo los ojos y, en unafracción de segundo, revivió en su mente las peleas que habían tenidocontra Macnair, el intento de hacer hechizos compuestos en clase deDefensa Contra las Artes Oscuras, el duelo en la noche de Halloween ysu aventura en el bosque prohibido.

Enla muñeca de su tío apareció de la nada un brazalete con una gema verdeesmeralda, brillando, con una gota de agua grabada en ella, la cual semovía con gracia. El antiguo emblema de Slytherin.

Elcorazón de Mankar se aceleró. Miró a Haher a los ojos rápidamente, yvolvía su vista al brazalete. Entonces, de repente, el brazalete seesfumó.

Mankar no conseguía decir ninguna frase. Haher tampoco parecía capaz de explicar nada.

¿De dónde la sacaste? preguntó Gonza, con los ojos muy abiertos.

El...el día en que... recibí mi invitación a Harrylatino dijo Haherentrecortadamente. Intentó respirar profundamente. Ese día... me sentímuy feliz, como nunca (de hecho, en ello pensé al crear el patronus).Me desmayé, y cuando desperté tenía esto... Señaló su muñeca, aunqueen ella no estaba el brazalete. Últimamente puedo hacer que aparezca ami gusto... quizás por lo que soy metamorfomago; es como parte de mí.

P-pero yo nunca pude cuando tomé poción multijugos dijo Mankar.

¿Lo intentaste? preguntó Gonza.

 

Mankar negó con la cabeza.

Graciasa ella... he logrado hechizos de agua muy poderosos dijo Haher, miclub no existiría sin su ayuda, cuando se incendió.

La Esmeralda del Agua murmuró Gonza.

La Esmeralda de Slytherin corrigió Haher.

Una gema... gemela a la mía balbuceó Mankar.

Sequedaron un instante callados, pensativos, mientras en el aire flotabaesa frase ocurrente, intentando asimilar lo que ocurría antes deempezar el interrogatorio.

El Maestro del Agua dijo Gonza entonces. La Gemade Elemento que controla el agua, y no cualquier agua: un líquido quedesaparece momentos después de ser conjurado, y que no lo moja todo;sólo a su objetivo.

Haher asintió con la cabeza.

Entonces,si Mankar se esforzaba recordándolo, ¡todo tenía sentido! Haher creó laola en el avión de Harrylatino, y no él, y por eso al combinar amboshechizos de fuego y agua el resultado era diferente al esperado.

¿Por qué no habías dicho nada? preguntó a su tío.

¿Por qué no lo hiciste tú?

Creíaque la única razón por la que tenía la gema era porque yo era un squib,para compensar mi falta de magia dijo Mankar. Era por eso que nopodía permitirme que nadie se enterara... tú me odiarías...

Claroque no respondió Haher, aunque yo también tenía miedo de contárselo aalguien. Nunca había escuchado antes de algo como esto...

¿En verdad creías que mi magia se inclinaba por hacer hechizos de fuego? preguntó Mankar.

Haher asintió con la cabeza, pero Gonza no lo dejó hablar.

Hayalgo que estamos olvidando: qué hacen ustedes dos con esas gemas; ¿quéhace Haher con la gema que tiene el emblema de Slytherin? ¿y por qué yono tengo una?

No te quejes. Tú eres whity dijo Haher, intentando sonreír. Tienes tu talismán.

Mankar sonrió también. Se quedó un instante mirando el libro con la ilustración de los emblemas tallados en piedra.

Etiopía dijo Mankar en voz baja. ¿Qué tendrá que ver...? ¿Hay algún libro aquí donde podamos investigar más sobre ese lugar?

Este es el único libro en español respondió Gonza. El resto está escrito en runas.

¡Nomás Etiopía, por favor! dijo Haher. La profesora Callahan nos aburrióel primer trimestre con ese tema, ya es suficiente...

Escuché algo dijo Gonza, de pronto, poniéndose su gorra. Sus amigos lo imitaron.

Debe ser el dementor susurró un hilo de voz de Haher. Vámonos de aquí.

Haher tomó el frasco de piel de serpiente. Era una lástima no haber encontrado la poción hecha.

Loschicos, agarrados de los brazos, se dirigieron a la abertura que habíaen la estantería, la que había encontrado Haher. Era realmenteestrecha, por ella sólo podrían pasar niños o animales pequeños. Mankarno estaba seguro de que fuera una salida, pero no tenían opción.

Agachados,entraron uno por uno, casi arrastrándose por ese diminuto y oscurotúnel. Avanzaron un par de metros a oscuras, hasta que se detuvieron.

Aquí se acaba dijo la voz de Haher, que iba adelante. Hay una especie de bajada muy inclinada...

Sigamos dijo Mankar.

Haher estuvo de acuerdo y se lanzó, intentando gritar sin alzar la voz.

Mankar,con miedo por no saber lo que les esperaba al final, siguió a su tío.Era una especie de tobogán curvo y muy largo. Tirarse de frente habíasido una pésima idea. La velocidad y la oscuridad pusieron a Mankar muynervioso. Pudo sentir cuando Gonza se lanzó tras él.

 

Entonces,llegó al final de la curva y una luz comenzó a hacerse cada vez másfuerte frente a él, hasta que llegó a la salida, y chocó contra unmuro. Estaba en el séptimo piso del castillo, en un lugar conocido porellos, cerca a la Sala de los Requerimientos.

Seapartó rápido de ahí, y Gonza llegó resbalando por el suelo como unaflecha, y chocó también contra el muro. Haher los ayudó a levantarse,dejando un instante el frasco con la piel de serpiente en el suelo.

¿Qué hace ese tobogán ahí? dijo Mankar, señalando la salida.

Dudo que Riddle quepa por ahí comentó Haher.

Se quedaron un momento contemplando el túnel. Entonces Mankar habló.

Tenemos ahora dos cosas que hacer. La primera es preparar la poción multijugos con esto, tenemos que encontrar Descurania sophia en luna llena, y creo que los demás ingredientes sobraron de la última vez.

»Además,debemos hacer una investigación. Sin duda las gemas están relacionadascon Etiopía... Pero, ¿cómo encontraremos información sobre eso?

Tendremos que preguntarle a alguien que sepa dijo Gonza. Alguien como la profesora Callahan.

Volvera preparar la poción multijugos desanimó a Mankar, en parte porque eramuy complicada y no tenía mucho tiempo para eso, con tantos deberes yentrenamientos de quidditch, y en parte porque eso significaba que ibaa tener que pasar varias semanas como squib.

Mankarse rehusaba a acudir a Callahan. Ella sencillamente parecía odiar todolo que no se arrastrara. Pero debía de admitir que se trataba de algonecesario. Preguntárselo a ella resolvería quizás el misterio de lasgemas, y además, era urgente saberlo, pues Riddle tenía informaciónsobre ellas que los chicos no conocían, y que debían tener.

Yes que con lo que vieron en el despacho del profesor, o más bien, en lasala secreta que encontraron, no podían dejar de culpar a Riddle por elerror con la Copade los Tres Magos. Era lógico: si tanto había investigado él, si tantascosas tenía en ese lugar sobre las gemas, estando tan informado, ¿quiénmás querría quitarle a Haher y a Mankar su gema?

Pero no se les olvide que él es amigo de mi abuela le dijo Mankar a sus amigos, en la Sala de los Requerimientos, preparando de nuevo la poción multijugos. Y es un auror.

No olvides que está siempre merodeando por ahí, y que usa la poción multijugos para quién sabe qué le recordó Haher.

¿Están seguros de que podemos dar por hecho que él quiere hacernos daño?

Sólo podemos hacer algo, y es alejarnos de él concluyó Gonza.

Alejarsede él... Por más que no tuvieran motivos, Mankar evitaba acercarse aRiddle a toda costa. No podía engañarse a sí mismo, en el fondo tambiéncreía que el profesor era enemigo.

Ylo peor de todo era que Riddle se había dado cuenta de que alguienhabía estado en su despacho, pues los chicos lo encontraronpreguntándole a la profesora Taz si ella había tomado alguno de suslibros, o abierto los cajones de su escritorio.

Perotan retrasado como la poción multijugos estaba el pedirle ayuda a laprofesora Callahan. En esos días siempre la veían con su serpientecargada en los hombros, incluso en sus clases.

Buscaronen cada libro de la biblioteca que pudieron, pero no hallaban nadaimportante. Gonza insistía que eso era una pérdida de tiempo, porque laleyenda de las Gemas de los Elementos las conocían pocos grupos demagos.

 

Pasados unos días, durante la clase de Historia de la Magia, decidieron preguntárselo en cuanto terminara. La campana sonó y varios chicos se pusieron de pie.

Sentados ordenó la profesora Callahan. La clase la termino yo.

Mankar notó que la Copade los Tres Magos estaba escondida, pues la serpiente de la profesoracalló de sus hombros, y algunas chicas intentaron agarrarse de losdemás inútilmente. El animal cruzó el salón y salió por la puerta.Mankar respiró tranquilo.

Callahan los miraba muy seria, como retando a sus alumnos a que se salieran en busca de la Copa. Sedio la vuelta y escribió la tarea en el pizarrón. Mankar copió lamitad; no quería tardarse mucho y que después la profesora no loatendiera.

Unmomento después, les indicó que podían salir, y los estudiantes selevantaron. Callahan se sentó en su escritorio y comenzó a revisar unospapeles. Haher, Mankar y Gonza se acercaron a ella.

Disculpe... balbuceó Mankar, profesora añadió rápido.

¿Sí? dijo ella, con su fría voz, mirando a los chicos con el entrecejo levemente fruncido.

Nos preguntábamos si podía ayudarnos con algo... dijo Mankar tímidamente.

Yo ya expliqué cómo deben realizar los trabajos para subir las calificaciones respondió la profesora tajante.

No es sobre eso, profesora dijo Gonza. Es una... duda sobre un tema de Historia.

¿Es sencillo? espetó Callahan.

Yo creo que no... dijo Haher con voz tímida.

Éstaes la hora de comer respondió Callahan, acomodando los papeles quetenía y guardándolos. Los profesores también tenemos derecho adescansar, ¿no creen?

Los chicos asintieron muy levemente con la cabeza. La profesora se levantó y caminó hacia la puerta del aula.

Con gusto los atiendo en mi despacho al finalizar la jornada dijo sin darse la vuelta, y salió.

Creo que me arrepiento se quejó Mankar, caminando con sus amigos por el pasillo del cuarto piso.

Pero ya le dijimos que iríamos a verla en su despacho se lamentó Gonza.

En realidad no lo hicimos terció Haher.

Bueno,pero ella supone que iremos dijo Gonza. No quisiera imaginarla si novamos. Nos castigará por hacerla perder el tiempo.

Estabana pocos pasos del despacho de la profesora Callahan, así que bajaron lavoz. Mientras echaban a la suerte quién golpeaba y quién hablaba, lapuerta se abrió y la profesora apareció, mirándolos con su habitualexpresión fría.

Pasenles dijo dándose la vuelta con indiferencia. Normalmente no permitoque los estudiantes entren aquí, pero seguro que no vienen apreguntarme cualquier cosa, ¿verdad?

Mankar entró al tétrico despacho revisando cuidadosamente cualquier rincón del suelo; no quería ni siquiera ver la serpiente.

Callahanse sentó en su escritorio y sacó varios paquetes de pergaminos. Empezóa hojearlos, y un instante después levantó levemente la cabeza paramirar a los tres chicos, que se encontraban de pie frente a ella.

¡Siéntense! pidió impaciente.

Gracias... dijo Gonza tímidamente.

¿Me van a preguntar algo acerca de lo que ya hemos estudiado? la profesora volvió su vista hacia los pergaminos.

 

No...no, señora. Bueno, tiene que ver con algo que ya hemos visto respondióMankar entrecortadamente. Con el origen de los magos.

Loque pasa es que en nuestros libros no menciona nada de lo que queremossaber... intervino Haher, y en los de la biblioteca tampoco.

La profesora no respondió. Sin duda esperaba que los chicos continuaran. Mankar no sabía de qué forma debía hacerlo.

Estamos... interesados en saber más... acerca de los fundadores de Hogwarts y su origen... intentó decir.

La profesora Callahan por fin los miró a la cara. No parecía molesta.

Ustedessaben que el origen de los magos es muy incierto, así como del serhumano en sí dijo con cierto tono que demostraba interés. Los mayoresindicios del origen de la raza mágica se han encontrado en países deAsia y África, especialmente India y Etiopía.

Lostres niños asintieron con la cabeza, conforme la profesora ibahablando, y más cuando escucharon la última palabra. Aunque parecíamenos peligrosa cuando enseñaba, sus negros ojos seguían siendo fríos.

Puesbien continuó, el origen de los fundadores de Hogwarts es aún másincierto. Se sabe que eran dinastías de magos muy poderosos, y según laleyenda, los cuatro fundadores provenían del valle, el páramo, lacañada o los pantanos. Ya ustedes habrán leído suficiente acerca deellos...

Sí,señora dijo Mankar. Pero, ¿tienen ellos alguna relación con India yEtiopía? preguntó por ambos países; no pretendía revelarle nada que nofuera necesario.

Porsupuesto confirmó Callahan. Como magos que eran, provenían también deallí. Se dice, incluso, que las cuatro dinastías, antes de tomardistintos rumbos, vivieron juntas en Etiopía durante un largo tiempo, apesar de la expansión de la raza por todo el mundo. Al parecer, durantela fundación de Hogwarts, hace unos mil años, todavía vivían miembrosde Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin en una ciudad deEtiopía, la que actualmente se conoce como Lalibela.

¿Y qué clase de cultura tenían ellos? preguntó Mankar, por preguntar.

Bueno,en el siglo X, las culturas muggles y mágicas ya diferían bastanteexplicó Callahan. Los magos de esa época, en cuanto al aspectomágico, comenzaban a hacer toda clase de descubrimientos,perfeccionaban conjuros, realizaban investigaciones... incluso buscabandesarrollar la magia tenebrosa comentó con indiferencia, y cierto tonoque indicaba que de eso sabía aún más. Pero nada de esto locompartían, o por lo menos no las familias de los fundadores; todos susavances, hechizos, poderes y tesoros mágicos los guardaban para ellos.

Laprofesora se detuvo, esperando alguna otra pregunta por parte de losniños. La frase «tesoros mágicos» quedó en los oídos de Mankar duranteun instante.

¿Qué clase de tesoros? preguntó.

¿Paraqué quieren saber todo esto? dijo Callahan, aunque no esperabarespuesta. No parecía importarle en absoluto. Por eso les digo, deestos personajes y de sus orígenes no se sabe mucho. Casi todo lo quese ha podido aportar a la Historia son leyendas.

¿Leyendas como la de la Cámara de los Secretos? preguntó Haher, dudoso.

Sí.

Mankar sentía que cada vez se aproximaban más al tema que a ellos precisamente les interesaba.

Pero... la Cámara de los Secretos resultó ser más que una leyenda comentó Gonza.

Así es. Han leído Harry Potter añadió Callahan con fastidio y algo de sarcasmo.

 

Entonces, ¿no podría ser real alguna otra leyenda acerca de ellos?

La profesora Callahan dudó.

Si no hay pruebas, no hay mucho que deducir... ¿Conocen ustedes alguna leyenda?

Los tres chicos se miraron dudosos, y asintieron simultáneamente. Gonza habló.

La leyenda de los Maestros de los Elementos.

Por supuesto dijo Callahan. A cada una de las dinastías se le atribuía el poder sobre uno de los elementos.

Ellos asintieron una vez más, en señal de que conocían el tema.

Hay algunos tesoros mágicos, de los que ya había hablado, que son especiales, y se les atribuye poderes.

Las Gemas de los Elementos dijo Mankar.

Exacto.Y también hay otros, recientemente conocidos (espadas, copas, diademas,relicarios...) y seguro que hay muchos más por conocer.

¿Qué se sabe de estas Gemas?

Laprofesora les lanzó una mirada de sospecha, que iba de sus caras a susmuñecas. De repente, su cara mostró una expresión de sorpresa: ella losabía.

Muéstrenlas pidió como favor, más que como orden.

«Legeremancia», pensó Mankar de inmediato, cerrando los ojos durante un momento. Miró a Haher y este asintió. Mankar suspiró.

Apoyaron sus manos frente a la mesa, mientras se levantaban la manga del uniforme de Harrylatino. La Gemade Mankar reflejó la luz de la lámpara del despacho y en la muñeca deHaher se materializó su brazalete, brillando durante un instante.

La profesora Callahan se inclinó hacia delante, bastante curiosa, con los ojos muy abiertos.

Mankarsintió un escalofrío; por algún motivo, se le cruzó por la cabeza laidea de que Callahan y Riddle podrían ser cómplices. Era demasiadoarriesgado lo que estaban haciendo.

Callahan tomó la mano de ambos y miró atentamente los brazaletes.

¿De dónde sacaron...? ¿Y la tuya? añadió preguntándole a Gonza. Él negó con la cabeza.

Siguió examinando la gema de Haher un momento, frotándola muy lentamente.

El emblema de Slytherin murmuró Callahan. Pero... ¿qué no eres Gryffindor?

Haher asintió. La profesora, en su asombro, frunció el ceño, confusa.

¿De dónde las sacaron? repitió.

El día que recibí mi carta a Harrylatino dijo Haher.

Un día que tuve una visión del futuro explicó Mankar, conciente de lo extraño que podía ser eso.

Ala profesora Callahan no parecía sorprenderle el hecho de que Mankar«tuviera visiones del futuro». Asintió, mirándolos a cada uno. Ya notenía el mismo aspecto feroz de siempre. Incluso la oficina parecía másacogedora, excepto por el hecho de que allí podría haber una serpiente.

Pero...nosotros sólo sabemos que controlan el fuego y el agua, sus efectos, yque están relacionados con Gryffindor y Slytherin comentó Gonza,tratando de hacerse notar, nada más.

Callahan tardó un momento en responder. Seguía completamente atónita.

Enépocas incluso anteriores a la fundación de Hogwarts empezó, lasdinastías de sus fundadores intentaron buscar algo que lasdiferenciara. Como ya saben, cada una de ellas tomó un elemento comopropio, hasta dominarlo por completo, y un animal y un color que losrepresentara.

Se levantó y se dirigió a una de las polvorientas estanterías, en busca de algún libro.

Loslugares que habitaban en Lalibela, ahora santuarios continuó, eranutilizados como fortalezas. Nadie, excepto un habitante de ella, podíapenetrarla.

 

»Segúnla leyenda, surgieron numerosas rivalidades antes de la expansión de laraza. Cada dinastía defendía lo suyo, y cada uno quería ser el mejor.

Encontró el libro que necesitaba y se sentó de nuevo en la silla de su escritorio.

Haciael siglo X, estas rivalidades no habían desaparecido continuó laprofesora Callahan. Helga Hufflepuff, Rowena Ravenclaw, SalazarSlytherin y Godric Gryffindor, quienes provenían de distintos lugaresdel mundo, se propusieron acabar con las barreras que separaban lascuatro dinastías.

»Entoncesdecidieron viajar a África, donde les dieron una enseñanza de unión yhumildad a los descendientes de aquellas generaciones que comenzaronlos pleitos. Sellaron un pacto de reconciliación, y los cuatrofundadores crearon una gema cada uno: el Zafiro de Ravenclaw, elTopacio de Hufflepuff, la Esmeralda de Slytherin y el Rubí de Gryffindor, y las juntaron para formar el Cristal de la Unión, el cual fue símbolo de unidad y se conservó en uno de los santuarios de Lalibela.

Ibapasando las páginas del libro, y les mostraba ilustraciones en las quepodían ver figuras talladas en piedra. Mostraban los diferentesemblemas, las fortalezas, algunos mapas...

Tanunidos eran seguía hablando la profesora, que quisieron crear unlugar donde los jóvenes magos y brujas pudieran aprender a usar suspoderes. Unidos, fundaron Hogwarts y se mantuvieron así durante largosaños. Sin embargo, no pudieron evitar dividir a sus alumnos en cuatrocasas. Un día, la rivalidad entre ellas revivió y, como sabrán,Slytherin decidió dejar Hogwarts.

»Según la leyenda iba concluyendo Callahan, pausadamente, ese día el Cristal de la Uniónque habían creado se dividió de nuevo en cuatro partes, y de ellas nose supo nada más. Un mago elegido, un verdadero miembro de la familiaGryffindor, con la única condición de que la necesitara de verdadenfatizó en esta última frase, podría alguna vez heredar el Rubí delFuego, así como un heredero de Slytherin recibiría la Esmeralda del Agua.

Cuando escucharon esas últimas palabras, se sobresaltaron. La impresión no les permitió decir nada, hasta un instante después.

¡¿Significa que soy Heredero de Gryffindor?! exclamó Mankar.

Sí, y tú la profesora Callahan miró a Haher lo eres de Slytherin.

Después de pronunciadas esas palabras, hubo un silencio. Ahora los que estaban completamente atónitos eran ellos.

Esoera... ¡demasiado increíble! Pero... ¿cómo era posible? ¿Cómo podía serque todo un descendiente de Gryffindor naciera sin poder mágico alguno?No... debía de ser un error.

Sólo si la necesitara de verdad, el heredero la recibiría repitió la profesora.

Pero... ¿cómo explica que Haher y yo seamos de Gryffindor, si él es...?

Dejó la pregunta sin terminar. La profesora Callahan negó con la cabeza, en señal de que no conocía la respuesta a esa pregunta.

Sesupone que las Gemas otorgan un poder especial a quien las posea dijoella. Habilidades que otros magos también han desarrollado, pero conpoder mayor. En tu caso, el Rubí del Fuego te permite tener visionesdel futuro y, si mal no estoy, del pasado. En el tuyo le habló aHaher, puedes cambiar tu apariencia a voluntad.

«¡Es cierto!», dijo Mankar en su mente, abriendo los ojos demasiado.

 

Pero,¿somos en verdad herederos de un fundador, cada uno? preguntó Haher,con una perspicacia inusual en él. Es decir, somos familiares; soy eltío de Mankar. Se supone que tenemos la misma ascendencia. En tal caso,yo sería heredero de Gryffindor también, así como él lo sería deSlytherin.

Correctodijo la profesora Callahan, bajando la mirada, pensativa. Al cabo deun instante, volvió a hablar. Pero ustedes son tío y sobrino, no sonhermanos. La mitad de la familia de Mankar no tiene relación con latuya.

¿Significa que soy heredero de Gryffindor por mi mamá?

Quizásrespondió Callahan. La raza mágica pura ya no se encuentra en estosdías, así que, producto del mestizaje, eres heredero de ambosfundadores.

«Heredero de los dos magos más poderosos de la historia, y sin una gota de sangre mágica», se dijo Mankar para sí.

Laprofesora Callahan extendió el libro hacia los chicos, y ellosempezaron a mirar más detenidamente cada cosa que pudiera resultarinteresante.

Lamente de Mankar tenía pensamientos muy confusos. ¿Qué podía tener él deespecial para recibir el Rubí del Fuego? Tenía que ser algo que Hahertambién tenía, pues él recibió también una Gema.

¿Erapor esta razón que Riddle poseía tanta información acerca de las Gemas?¿Acaso, por haber sido miembro de Slytherin, pretendía robar la deHaher, la que pertenecía a su casa?

Pero,de repente, la atención de Mankar se centró en uno de los mapas de unapágina del libro, y miró la nota que había debajo de él.

«Ubicación geográfica de Roha, actual Lalibela, cuna de la raza mágica».

¡Haher! exclamó Mankar.

Su tío ya estaba mirando el mapa con una expresión aterrorizada. Mankar la volvió a leer, incrédulo.

¡Es tu segundo nombre! ¡Tú eres Haher Roha! exclamó innecesariamente, ya su tío sabía exactamente lo que significaba.

Mankar percibió la reacción de Gonza y de la profesora Callahan, quienes se acercaron a ver el libro más de cerca.

¿Tengo el nombre de una ciudad? consiguió decir Haher, en medio de la confusión.

¡De la ciudad en que vivían las cuatro dinastías más poderosas del mundo mágico! respondió Mankar.

Niño, ¿no lo sabías? intervino Callahan. ¿No sabías por qué tus padres te pusieron ese nombre?

Haher negó con la cabeza.

¿«Mankar» significa algo? preguntó el chico, bastante ansioso.

No lo sé respondió la profesora.

Pero... si mis padres me pusieron ese nombre... algo tenían que saber. No creo que fuera simple coincidencia.

Mankarle dio la razón a Haher. Le dolió el pecho al ver en su cabeza la carade Gaby, y pensar que ella sabía más de lo que decía.

Estuvieroncallados los cuatro durante un buen rato. Nadie sabía exactamente quédecir. Ni siquiera siguieron hojeando el libro de Historia. Entonces,la profesora volvió a hablar.

Creo que no les puedo ayudar en nada más. Les he dicho todo lo que sé.

Los chicos asintieron. Ella los estaba despidiendo. Se levantaron y se dirigieron a la puerta. Gonza parecía muy contrariado.

La profesora los acompañó a salir.

Debentener mucho cuidado. No pueden andar contándole esto a cualquiera. Lasparedes tienen oídos. Aún hay preguntas de las que no tengo respuesta,pero no duden que intentaré encontrarlas. Así mismo, sería bueno que mecontaran cualquier cosa que descubran.

 

Losniños salieron al pasillo y aguardaron frente a la puerta del despacho.Antes de que la puerta se cerrara, la profesora Callahan pareció apunto de sonreír, mientras pronunciaba las palabras:

Ustedes pueden estar en peligro. Pero no se preocupen, su secreto está en buenas manos.

Pero,si las Gemas nos daban a cada uno un poder, ¿por qué Haher ha sidometamorfomago toda su vida, mientras que yo no tuve visiones sino hastaque obtuve el Rubí?

Elcambio del trato de Beatriz Callahan con los chicos fue bastantenotorio. Sí, seguía siendo la misma profesora estricta, seguía dejandotarea muy aburrida y difícil, y para nada les guiñaría un ojo como laprofesora Anna Black acostumbraba hacer a sus alumnos. Pero también semostraba más amigable, por algún extraño motivo, en especial conMankar, Haher y Gonza.

Tal vez está relacionado con que fueras un squib... respondió ella. Necesitabas la Gema para desarrollar tu poder mágico.

Ellosnunca dudaron preguntarle cualquier duda que fuera surgiendo... como elhecho de que entre Haher y Mankar se hubiera realizado un Priori Incantatem,lo cual la profesora Callahan atribuyó a la posible igualdad del poderde ambos chicos, explicación con la que Gonza quedó bastantesatisfecho, pues desde un principio le sorprendió que Mankar, cuyaúnica fuente de poder mágico era la Gema, hubiera conectado su varitacon alguien más, así como así. Aún quedaban bastantes dudas porresolver, en especial las relacionadas con que Mankar fuera squib.

Sinembargo, no estaban dispuestos a revelarle gran cantidad de detalles.Sabían que, por más de que la relación entre ellos y su profesorahubiera mejorado, ella no perdonaría faltas como entrar en despachos deprofesores a robar ingredientes de la poción multijugos, por lo quepara nada mencionaron lo que habían visto en el despacho de Riddle.

Detodas formas, tantos descubrimientos en tan poco tiempo resultabaabrumador. Mankar aún no lograba entenderlo... No era capaz de asimilarque su familia, Weasley, fuera descendiente de Slytherin. Tal vez erapor la fama que tenía aquella casa... ero había comprobado que la casano tenía nada que ver con la «bondad» o «maldad» de una persona, y laprueba de ello era Juanjo Macnair.

¿Sabíande ello sus otros familiares? Definitivamente, debían. El hecho de serdescendiente de uno de los magos más poderosos de la historia no eraalgo que se podía pasar por alto. Gaby, en especial ella, debía desaber algo al respecto. Ella tenía que conocer el símbolo que había enel Rubí de Mankar. Tenía que saber algo acerca de Roha, razón por lacual llamó así a su hijo. Pero, ¿por qué habría de simular lo contrario?

Erafrustrante no poder escribir todo en una sola carta... Desde el finalde las vacaciones de Navidad habían surgido tantas dudas... Mankarsabía que tenía que esperar, que hablar de temas tan importantes no eraconveniente hacerlo vía lechuza, y lo mismo pensaba Haher.

Empezarona sentirse inseguros. Aún con el respaldo de la profesora Callahan, eraprobable que fueran víctimas en cualquier momento de otro intento deRiddle para apoderarse de las Gemas.

Con esa molesta incertidumbre, fueron pasando los días. La Salade los Requerimientos y los Clubes eran un refugio para ellos. Mankarse distraía mucho en su club, con ayuda de su elfo doméstico, loremodelaron por completo, pues estaba cayendo en el abandono y élnecesitaba conseguir más puntos.

 

Erauna fortuna que pudieran repartir todo su tiempo en los entrenamientosde quidditch, la preparación multijugos, los deberes escolares y losclubes. El siguiente y último partido de quidditch de las Avispas deWimbourne era contra los Ballycastle Bats, la final de la liga. Estomantenía a Mankar muy ansioso. Ganar la liga de quidditch sería unverdadero sueño.

Lamentablemente,el siguiente mes, al no poder contar con la poción multijugos, sevolvió mucho más duro que en un comienzo. Los profesores estabanbastante confiados en las habilidades de Mankar, pero al no poderrendir al máximo, algunos de ellos empezaron a sugerir que era por supropia falta de responsabilidad, lo cual le produjo una baja en susnotas. El profesor Zancaturno estaba muy decepcionado.

Lapoción estaría lista para comienzos de mayo, y Mankar se defendió lomás que pudo hasta entonces. Se sentía muy agradecido de poder contarcon Haher y Gonza. La relación entre los tres era ahora mucho másestrecha. Era una lástima que no pudieran llevarse tan bien con RobertoPotter y Ron Lesson, sus otros compañeros de cuarto. En los meses quellevaban juntos, no se trataban más que como unos simples conocidos,excepto por Vancer, quien seguía a Mankar de cerca.

Claro,a ti te siguen los gatos por ser heredero de Gryffindor decía Haher.Por eso me simpatiza la serpiente de la profesora Callahan. ¿Será quepuedo hablar pársel?

Erabastante incómodo no poder hablar con Rob y Ron presentes, aunqueMankar entendía que no podía compartir nada con ellos, así como ellosparecían tener sus propios secretos. A Jessi tampoco pensó nuncadecirle absolutamente nada, e incluso se enojaba cuando,inevitablemente, Mankar, Haher y Gonza se quedaban callados si ellaaparecía.

Cuandola poción multijugos estuvo lista por fin, la vida de Mankar volvió aser tan llevadera como antes. Comprobó que, si lo intentaba, podíahacer desaparecer y aparecer el brazalete a su voluntad, mientrashiciera efecto la poción.

Varias semanas después, la mañana del partido de quidditch, él, Haher y Gonza fueron a la Sala de los Requerimientos para que tomara un poco, pues no quería correr ningún peligro en caso de necesitar la varita.

Elinmenso dolor que le recorría de pies a cabeza era algo que jamás seacostumbraría a sentir, ni aunque no llevara más de un mes sinexperimentarlo. Cayó al suelo al perder de nuevo el equilibrio. Cuandorecuperó las fuerzas, Gonza y Haher lo ayudaron a levantarse.

Faltabamenos de una hora para el inicio del partido, por lo que él ya debíaestar listo. Mankar guardó un poco de poción en un frasco pequeño y laechó en un bolsillo de la túnica. Se dirigieron a la salida de la Sala de los Requerimientos, pero se detuvieron allí, pues oyeron un ruido muy extraño afuera.

¡NO! ¡TENGO QUE IR A SALVARLO! ¡SUÉLTAME YA!

Eran gritos desesperados de una mujer. Mankar se asustó en serio. Miró a sus dos amigos y tenían la misma expresión.

Basta,por favor... intentaba decir calmadamente la voz de la profesora Taz.Tranquilízate. ¿Por qué no intentas hacer lo que dice la nota?

¡PORQUE AUNQUE TUVIERA EL MALDITO FRASCO DE PIEL DE SERPIENTE NO DEJARÍA QUE UNA PERSONA INOCENTE MURIERA POR MI CULPA!

 

Entonces Mankar reconoció la voz de la mujer que gritaba. La profesora Sorceress.

¡SÉ DONDE LO TIENE! ¡Y TÚ NO ME VAS A DETENER! ¡O ESTÁS CONMIGO O EN MI CONTRA! ¡MERLÍN!

Lavoz de Sorceress se quebró con las últimas palabras, que fueronseguidas de un fuerte sollozo y del sonido de pasos furiosos quecorrían por el pasillo.

¿Mi papá? se dijo Mankar con un hilo de voz.

Salió de la Salade los Requerimientos apresuradamente. Se detuvo frente a la profesoraTaz e ignorando su mirada sorprendida le preguntó muy angustiado:

¿Hablaban de mi padre? ¿De Merlín?

La profesora Taz no se mostró preocupada. No cambió su cara sorprendida.

Porsupuesto que no respondió. No se preocupen, chicos. Un familiar de laprofesora Sorceress ha tenido un pequeño accidente. Necesita piel deserpiente para preparar un antídoto que podría salvarlo. Pero yo creoque es una exageración. Cuando dijo «Merlín» no se refería a tu padre,supongo. Sólo era una exclamación.

Haher y Gonza aparecieron junto a Mankar. Taz los miró muy seria. Seguiría creyendo que la Salade los Requerimientos era simplemente el mismo armario de escobas enque los encontró una vez. Sin embargo, esta vez no les hizo ningúnreclamo.

¡Vamos, prepárate para tu partido! le ánimo Taz a Mankar. ¡Tengo mucha fe en que tu equipo ganará!

Mankar sonrió débilmente y asintió con la cabeza. La profesora Devil se retiró caminando por el pasillo.

Estabandemasiado impresionados con los gritos de la profesora Sorceress. Loschicos caminaron hacia su Sala Común de nuevo, a esperar la hora delpartido. Mankar subió a su dormitorio para descansar un momento;todavía estaba un poco adolorido por haber tomado la poción multijugos.

Antes de abrir la puerta, escuchó las voces de Ron Lesson y Rob Potter adentro.

Esto está llegando demasiado lejos decía Ron. No puedo seguir con esto.

Créeme, yo tampoco quisiera, pero ya no hay marcha atrás respondió Rob. Ya hemos hecho bastante como para arrepentirnos.

Pero, ¿y si nos descubren?

¿Por qué habrían de hacerlo ahora?

Todo el mundo sabe...

Las voces se iban acercando a la puerta. Mankar se apartó de un salto y regresó a la Sala Común sin que lo vieran. Gonza y Haher hablaban con una chica de Gryffindor en un rincón. Mankar se acercó a ellos.

Cálmate le pidió Haher. ¿Qué es lo que nos quieres decir?

Mankarmiró a la chica. Era la niña que habían visto suplicarle al profesorRiddle, el día que entraron en su despacho. Esta vez también estaba muyalterada, y su voz sonó quebrada cuando habló:

Nopuedo seguir con esto dijo intentando no sollozar. A Mankar le pareciócurioso haber escuchado la misma frase dos veces en tan pocos minutos.Tiene que detenerse...

¿De qué estás hablando?

¡Mi mamá! ¡Mi mamá ayuda a ese hombre! ¡Ustedes deben tener cuidado con ella!

Mankar habría repetido la pregunta, pero estaba muy confundido y asustado. La niña continuó.

¡Hanestado poniéndoles trampas peligrosas a ustedes! las lágrimasempezaron a correr por sus mejillas ¡Corres peligro si juegas elpartido! le dijo a Mankar.

Él la miró atónito.

¿Quién es tu madre? tartamudeó.

La niña dudó un momento, pero con un repentino impulso de valor, respondió:

 

Tazllatrix Devil.

Enese momento, Mankar sintió una confusión inmensa, casi creyó que elnombre que hubiera acabado de escuchar lo había pronunciado alguien queestuviera bastante apartado de él, y se negó en un principio aaceptarlo verdad.

La niña asintió cerrando los ojos y secándose las lágrimas.

Soy su hija, Silvana dijo con voz aún quebrada. Ángel tiene a tu padre. Lo ha raptado. Y mi mamá es su cómplice.

Aquello fue un golpe duro para Mankar, que casi lo hace perder la conciencia.

¡¿Cómo puede ser?! exclamó horrorizado.

Creo que la profesora Sorceress ha ido a salvarlo respondió ella con un hilo de voz.

¡¿Tú sabes dónde tiene a mi hermano?! preguntó Haher con el mismo tono de Mankar.

Ella negó rápidamente con la cabeza.

¡Por favor! ¡Nadie se puede enterar lo que les estoy diciendo!

Pero Mankar no escuchaba nada. Se encaminaba a paso firme al agujero del retrato de la Sala Común, seguido por Haher y Gonza.

¡Manu! ¿Qué haces?

No irás a ver a la profesora Devil, ¿cierto?

Salieronal pasillo del séptimo piso. La luz de la mañana entraba tranquilamentepor las ventanas. Algunos niños pasaban caminando emocionados por lafinal de la liga de quidditch.

¡Esa «Hechicera» no debería enviar esas lechuzas sin comprobarlo antes! exclamó en la mente de Mankar la voz de Norita, su tía.

Se llama Sorceress corregía la voz de su padre, haciendo énfasis en el nombre.

Emprendió un paso aún más rápido, hacia las escaleras que siempre tomaba camino al vestíbulo.

¡Mank, imagínate lo que le hará Devil a Silvana si llega a saber que su hija nos lo contó!

No me importa respondió, sin ser conciente de las palabras que decía. Luego, recapacitó: Voy a salvar a mi padre.

Bajó corriendo cada tramo de escaleras, seguido por sus amigos.

¡Pero no sabemos dónde puede estar!

¡NO ME QUEDARÉ AQUÍ ESPERANDO QUE LE HAGAN ALGO!

Habían llegado al vestíbulo. Mankar corrió hacia las puertas del castillo, pero resbaló y cayó al suelo.

Miren qué tenemos aquí dijo con burla la horrible voz de Juanjo. Tenemos una cuenta pendiente. ¿Qué mejor momento que este?

Macnair apareció escoltado por Carlos Granger y Mauricio Copbottom, y los tres apuntaban sus varitas a Mankar, Haher y Gonza.

Ahora no, Macnair rugió Mankar.

Se abrió paso a través de los tres grandotes, casi con fastidio, mirando seriamente la puerta.

¡Impedimenta! lanzó Macnair. Mankar volvió a caer al suelo.

Ahora no repitió Mankar pausadamente.

Empezóa sentir ira. Ira porque Macnair era un entrometido. Ira porqueescogiera precisamente ese momento para fastidiarlo. IRA PORQUE SINDUDA TENÍA ALGO QUE VER CON EL SECUESTRO DE SU PADRE.

¡TÚ! ¡ERES SU CÓMPLICE TAMBIÉN! ¡PERO NO ME HARÁS PERDER EL TIEMPO CONTIGO! rugió aún más fuerte, levantándose de un salto.

Macnair se asombró tanto que incluso retrocedió. Entonces, rió.

Comadreja, ya andas delirando. ¡Expelliarmus!

Lavarita de Mankar saltó hacia atrás de él. Estaba tan alterado que lamuñeca empezó a dolerle. El Rubí brillaba intensamente. Quería hacerledaño a Macnair. Quería desquitarse con él. Haher y Gonza se juntaron asu lado.

Dioun paso al frente; no pretendía usar varitas. Macnair tampoco lo haría,pues su varita se había prendido en fuego, y él la dejó caer al suelorápidamente.

 

«No pensó Mankar de repente. No queda tiempo. Tengo que salvar a mi padre».

Diomedia vuelta y tomó su varita rápidamente. Salió por las puertas delcastillo sin mirar atrás, ignorando las protestas de un trío defracasados que nunca habían podido derrotarlo.

Caminó cada vez más rápido a través de los terrenos de Harrylatino.

En su mente, se vio en su club, el día que lo fundó, y escuchó a Sorceress diciendo:

Puedes escribirle a Merlín si lo deseas.

«Ellos se conocían pensó. ¡Sorceress y mi padre son amigos! ¡Por eso ella se enteró de que lo habían secuestrado!»

Sin darse cuenta, Mankar había llegado al estadio de quidditch. Sus amigos no se atrevían a pronunciar ninguna palabra.

Mankarentró a los vestidores. Faltaban diez minutos para el inicio delpartido. Sus compañeros de equipo voltearon a mirarlo sobresaltados. Elpúblico ya gritaba y aplaudía ensordecedoramente.

¡Por fin llegas! gritó histérico Melb. ¡Creí que no te ibas a presentar!

Mankarlo ignoró. Tomó su Saeta 87, la cual se la había prestado a Melb en elúltimo entrenamiento y salió de los vestidores una vez más.

¡¿Qué crees que estás haciendo?! exclamó Melb en vano.

Mankar le habló a Haher y Gonza.

Si quieren seguirme, traigan sus escobas.

¿Estás loco? dijo Gonza. ¿Pretendes que viajemos a quién sabe dónde en escoba?

No sabemos dónde está, Manu.

Nocreo que Riddle se haya tomado la molestia de traerlo aquí dijo Mankarsecamente. Debe tenerlo en la misma ciudad que lo encontró.

¡¿Y vamos a atravesar continente en escoba?!

Manu,Silvana dijo que su madre te tenía una trampa preparada en el partido.No puedes confiar en tu Saeta. Debemos encontrar otra forma de irnos deaquí.

Mankarsoltó la escoba y ésta cayó al suelo. Hubo un profundo silencio, apesar de que se oía fuertemente la multitud en el estadio.

Parpadeó lentamente. Tuvo una visión de nuevo. Era otro recuerdo.

Había una especie de pantalla allí, en su mente, que mostraba una pregunta.

«¿Cómo se llama la criatura que es mitad águila, mitad león?»

Era la trivia de Dumblemort. Luego, escuchó la voz angelical de Jessi Jordan.

Mankis, esa es fácil. ¡Skript!

Respuesta: Grifo
Ganadora: Jessica Jordan

Parpadeóde nuevo. Miró a Haher. El corazón de Mankar dio un salto. Miró elRubí. Se comportaba muy extraño. No emitía su habitual brillo dorado.Ahora era una potente luz roja. Haher levantó su muñeca, como quien vaa mirar la hora en su reloj, y vio que está emitía una luz verde igualde fuerte.

Sabíanexactamente lo que debían hacer. Una sola frase se escuchó gritar, porlo que cualquiera habría pensado que era una sola voz, pero que habíasalido tanto de la boca de Haher como de la de Mankar.

¡EXPECTO PATRONUM!

Losojos de ellos dos no mostraron sorpresa alguna, cuando de la varita deHaher salió un majestuoso león corriendo, que no era plateado, sinocompletamente traslúcido: estaba hecho de agua. De la varita de Mankarse elevó a toda velocidad una poderosa águila, que difería bastante deldibujo que alguna vez había hecho Mankar, cuando soñaba con ser mago,pues su patronus estaba completamente hecho de fuego.

 

Diezmetros más allá del lugar en que fueron conjurados, el águila y el leónse fusionaron, formando un grifo, cuyas alas y cabeza estaban envueltasen llamas, y cuyo resto del cuerpo parecía hecho de cristal.

Hahery Mankar corrieron tras el grifo, y se montaron de un salto, seguidospor Gonza, que estaba demasiado confundido e impresionado.

Seagarraron como pudieron del animal, sin quemarse ni mojarse, yemprendieron un vuelo que iba directo a la cerca que delimitaba losterrenos de Harrylatino, flanqueada por altos pilares coronados porsendos elefantes dorados.

Elgrifo embistió las puertas con una fuerza increíble, rompiendo elcandado y abriéndolas de par en par, saliendo de Harrylatino a lalibertad del infinito cielo azul.

Mankar tuvo otro recuerdo.

Oye, pa... preguntaba Mankar a su padre, en el aeropuerto El Fénix Dorado ¿por qué no dice el país del colegio?

¿Eh? Debe ser porque no se sabe en qué país está ubicado. Excepto que es al sur del continente le respondió Merlín, en su mente.

Mankar miró la espalda de su tío, que se había montado delante de él.

¡Tenemosque encontrar el norte! exclamó Haher, por encima del viento que lescortaba la respiración, volteando ligeramente la cabeza.

¡Pero el sol está en lo más alto! respondió Gonza con voz ahogada. ¡Es imposible saber dónde está el norte!

A la mente de Mankar llegó otro recuerdo.

«¿Qué hechizo usa Harry en el laberinto para buscar el norte?», preguntaba la trivia de Dumblemort.

Respuesta: Oriéntame
Ganadora: Iame El Mosri

¡ORIÉNTAME! exclamó Mankar, colocando su varita en la palma de su mano, la cual, sin caerse, apuntó hacia el norte.

Era ridículo. Unatotal locura. ¿Cómo sabían qué tan lejos podían ir? ¿Cómo podían saberque iban en la dirección correcta? No, no lo sabían. Pero el grifosiguió volando seguro y sin cambiar de rumbo.

Mesesatrás, a Mankar le hubiera resultado muy extraño que Haher pudieraconocer sus pensamientos. Es decir... había sido así durante el dueloque tuvieron en Halloween cuando lanzaron a la vez el hechizo; en elbosque prohibido cuando se enfrentaron a las acromántulas; y quizásvarias veces más, sin que ellos se dieran cuenta. Pero ahora era tannormal que parecía que hubieran creado y fusionado sus patronus milveces antes sin acordarlo, como aquél día.

Muchosrecuerdos seguían viniendo a la mente de Mankar... Aún se rehusaba acreer que Taz no era la buena persona que aparentaba ser... Qué extrañacoincidencia: «Devil» aliada con «Ángel»...

Tambiénmuchas preguntas surgían... pero Mankar no podía seguir concentrándoseen eso. Tenía que pensar en qué iba a hacer para liberar a su padre,para ayudar a Sorceress, quien quizás ya tenía todo bajo control.Mankar quería convencerse de que así era.

Losponía aún más nerviosos la incertidumbre por no saber a dónde sedirigían exactamente. Oscureció, pasaron varias horas... y ellos aún nohabían llegado a su destino. Mankar, desesperado, empezó a cuestionarsesi realmente se dirigían a algún lugar. Se alarmó cuando fue concientede que no sería capaz de hacer magia sin ayuda de la Gema, pues elefecto de la poción multijugos debía de haber acabado hacía un buenrato y él había olvidado llevar más. De repente, ocurrió de nuevo.

 

Trasun lento parpadeo, en un ínfimo instante en que los colores que Mankarveía se invirtieron, se sintió transportado a otro lugar. Vio a supadre tirado, inconsciente, con la cabeza apoyada en las piernas deSorceress, quien tenía una mirada de pánico. Frente a ella estaba lasilueta de un hombre. Luego, vio la habitación en que se hallaban. Erabastante amplia y oscura. Había un espejo enorme que cubría parte deuna pared.

Parpadeó.

Lahabitación se fue alejando y Mankar la veía como quien camina enreversa, regresando por una especie de túnel y saliendo de él por unarmario, muy parecido a la sala secreta en el despacho de Riddle. Seencontraba ahora en un lugar familiar. Era otra habitación, un poco másestrecha, iluminada desde el techo por una débil luz blanca, y consucios estantes cubriendo las paredes.

Parpadeó.

¡Ese lugar! exclamó Mankar.

Es muy similar al despacho de Riddle comentó Haher.

Yo lo conozco dijo Mankar.

¿Qué? preguntó Gonza muy confundido.

¡He estado antes en ese sitio! ¡Por eso me resultaba familiar el despacho de Riddle! ¡Ese lugar está en el Wizentro!

Enese preciso instante, el grifo empezó a descender a toda velocidad ycasi verticalmente. Mankar, Haher y Gonza no percibían cambio alguno enla velocidad o en la gravedad desde el instante en que ubicaron elnorte.

Lasluces de una ciudad se vieron brillantes desde abajo, y el patronus seacercaba a ellas a una velocidad increíble. Los chicos tuvieron miedode chocar contra el suelo, pero sin duda el grifo sabía exactamente loque hacía, porque aterrizó de una forma muy suave.

Losniños no perdieron ni siquiera un instante. Desmontaron el patronus yecharon un vistazo al lugar en que se hallaban. Era una calle que seencontraba vacía. Frente a ellos, había una puerta negra y estrecha.Mankar la reconoció como la entrada al Wizentro.

Seinquietó bastante, pues esa calle siempre estaba atestada por losmuggles, y el hecho de que en ese momento se encontrara completamentesola seguro era una mala señal.

El patronus se esfumó.

¿Estás seguro de que es acá? preguntó Haher.

Mankar asintió.

«¡Wizentro!» susurró Haher apuntando con su varita a la cerradura.

Lapuerta se abrió y ellos entraron rápidamente. Mankar la cerró y seencontró en una especie de túnel completamente a oscuras. Gonza, quieniba adelante, se detuvo frente a la puerta que apareció al final delcamino.

Peroesta vez fue diferente a la anterior visita que había hecho Mankar alWizentro, pues, al abrirse la puerta, ninguna luz los cegó. Es más:había tanta oscuridad dentro del centro comercial que era casiimperceptible la diferencia entre la plaza principal y el túnel del queacababan de salir. Sólo un par de brillos se veía venir de algunoslocales de pisos superiores. ¿De verdad habían durado tanto tiempoviajando que el Wizentro había cerrado?

¡Lumos! exclamó Mankar, sin perder el tiempo y echando a andar a paso rápido.

¡Manu, no te funciona! dijo Haher. ¡Lumos!

Lapunta de su varita se iluminó, seguida por la de Gonza, pero no erasuficiente para ver mucho más allá de donde se encontraban.

Es por aquí dijo Mankar con voz inexpresiva, sin prestar atención.

 

¡Mank!exclamó Gonza. ¡No puedes enfrentarte a él en estas condiciones!¡Debe haber poción multijugos en algún local! ¡Vamos a buscarla!

Norespondió Mankar con una serenidad asombrosa, pero sin perder su pasofirme. No vamos a robar nada. ¿Cómo sabes que no habrá alguna alarmaallí, y que nos atrapen?

«Y no necesito poción multijugos», se dijo Mankar, mirando de reojo por un instante el brillo de su brazalete.

Entraronentonces a un pasillo que se hallaba en una oscuridad quizás mayor aúnque en el túnel de entrada al Wizentro. Él sabía que el lugar quebuscaban estaba en el fondo. El corazón le latía muy rápidamente. Seaproximaron y se detuvieron frente a una puerta. En un instante una delas varitas iluminó el letrero de la tienda y pudo leerse: Muggler.

Lapuerta estaba cerrada, pero no ajustada. Mankar vaciló un momento. Laimagen de su padre y de Sorceress en el suelo llegó a su mente, y conun impulso que lo llenó de valor, empujó la puerta.

Unamuy débil luz blanca iluminaba del techo; más bien parecía la luz de laluna en una noche siniestra. Un lugar muy angosto, atestado de objetosmuggles por doquier. Pero en ningún detalle se fijaron ellos, pues sumirada se quedó fija, desde que colocaron un pie adentro del lugar, enalgo que desencajaba totalmente en medio de todos los artículos de latienda: un gran armario negro, idéntico al que tenía Riddle en sudespacho.

Mankar,sin pensarlo, abrió la puerta y entró de un salto. En ese espacio tanangosto, la luz del Rubí y de la Esmeralda, ambas brillantes, alcanzabaa llegar a los costados.

Erael lugar perfecto para un secuestro: ¿quién imaginaría que en la tiendade muggles se encontraría ese pasadizo? Pero este no era igual al deldespacho de Riddle: era un túnel recto y que descendía. Era totalmenteoscuro. Pero no era largo, en cuestión de segundos se aproximaron alfinal.

Claro,claro que sí decía una voz en lo que se oía como una especie desusurro macabro, desde el otro lado de la puerta que se hallaba alfinal del pasadizo.

Pero ¿cómo? chilló otra voz. ¡¿Cómo pudiste?! ¡Eres un auror! ¡Y Gaby...!

Sorceress se calló. A Mankar le dio un salto el corazón.

Derepente, como empujada por una feroz ráfaga de viento, la puerta delfinal del túnel se abrió hacia adentro, e hizo un ruido fuerte algolpear la pared de la habitación. Riddle sostenía la varita apuntandodirectamente hacia ellos, con una mirada maníaca.

¡Pasen, por favor! dijo con una voz escalofriante. Los estábamos esperando.

Mankarno se movió. Tenía fuertemente sujetada su varita en su mano, y estabadispuesto a lanzar cualquier hechizo sin importarle que quemaracualquier cosa. Echó una mirada a la habitación. En el polvorientosuelo de madera había dos figuradas tiradas: Sorceress, apoyándose enuno de sus brazos, y a cuyos pies yacía inmóvil la figura de Merlín,inconsciente. ¡Tenía que estar inconsciente y no...!

Niños,¿acaso sus profesores no les han enseñado nada? preguntó Riddle conburla. Es una lástima que no estuvieran en mi clase. Y suelta ya esavarita dijo con impaciencia. ¡Expelliarmus!.

CuandoMankar vio aquel hechizo dirigirse a ellos, instintivamente, extendiósu mano y apuntó con su varita a Riddle, pero eso fue exactamente loque éste esperaba que hiciera, pues la varita saltó de las manos deMankar y cayó en el suelo.

 

¡Accio! exclamó Riddle.

Lavarita de Mankar voló a sus manos. Luego, el profesor agitó la suyaalgunas veces más, sin pronunciar palabra, y las varitas de Haher yGonza cayeron al suelo también y luego se dirigieron a las manos deRiddle como por efecto magnético.

¿Ya pueden pasar o tengo que enviarles una invitación?

Moviósu varita y ahora apuntaba a Sorceress y a Merlín. Mankar se rindió yentró. La puerta se cerró en ese mismo instante. Se hallaban en unahabitación muy oscura, a duras penas iluminada por una ventana (por lacual entraba una muy débil luz blanca, parecida a una especie de rayode sol, aunque no se podía ver afuera) y que tenía un alto espejo en unfragmento de la pared.

Diounos pasos vacilantes hacia su padre, seguido por sus amigos, sinperder de vista a Riddle, aunque éste no le dio importancia. Sorceressmiró a los niños con los ojos húmedos.

Los estábamos esperando dijo Riddle, paralizando con su voz a los niños. Sorceress se muere de ganas por saber algunas cosas; ella también acaba de llegar. Lástima que tuve que silenciar a Merlín.

Mankarmiró con ira a Riddle. Pensó que debería activar el Rubí e incendiarlotodo, pero tenía que controlarse, en primer lugar, porque sentíacuriosidad por lo que Riddle diría, y en segundo lugar, porque podríansalir lastimadas las personas equivocadas, teniendo en cuenta queRiddle poseía las varitas de todos ellos y conocía lo que podían hacercon las Gemas. Además, Merlín seguía inconsciente y Mankar no estabaseguro de poder manejar el fuego como quería.

Tambiénes una lástima continuó Riddle que nuestro plan ya no sea secreto.Nos han puesto las cosas un poco más difíciles de lo que esperábamos.

Yalo conocíamos dijo Haher, armado de valor, mirando por un instante aMerlín. Y también usted parece saberlo todo de nosotros.

EntoncesMankar se dio cuenta de que Sorceress metía una mano en el bolsillo deMerlín, aquél en el que siempre guardaba la varita. Haher también losabía, por eso habló para distraer a Riddle.

Naturalmente contestó Riddle con tranquilidad. ¿O creen que todo lo que les ha pasado es pura coincidencia?

Nodijo Mankar, evitando desviar la mirada a su padre. Pero debimossaberlo, la Copa que nos llevó al bosque se hallaba en el aula de Devil.

Sintió la mirada de Sorceress clavada en su cara, pero Mankar no la miró.

Sí,bueno respondió Riddle, empezando a pasearse por la habitación,aunque hay que admitir que alejar a todos los niñitos que había cercafue algo más difícil... y divertido agregó sonriendo con placer.

Y usted le hizo eso a mi club dijo Haher.

Otrade las cosas que lamento. A veces los elfos domésticos no cumplen lasórdenes como uno lo espera, por eso el incendio no los atrapó austedes. De todas formas, parecía muy difícil que Mankar entrara,porque por lo visto habían peleado hizo una mueca de compasión conburla, igual que el tono que adquirió su voz.

»Enrealidad continuó, fue una gran sorpresa que tú tuvieras también laEsmeralda dijo dirigiéndose a Haher. Hasta donde tenía entendido, elotro heredero había muerto. Además, pensé que eras tío de Mankar.

Ninguno de ellos respondió. Mankar pensó que Riddle enloquecía.

Laprofesora Tazllatrix fue quien me lo contó prosiguió Riddle. Ella losvio a los dos usar sus Gemas en su clase, como si fuera cualquierhechizo. Pero Taz conoce tan bien como yo las características del fuegoy del agua legendarios. Luego, me enteré del duelo que ustedes dostuvieron, y lo comprobé por mi mismo. O sea, la única forma de queMankar pudiera tener un priori incantatem con alguien más era que su contrincante tuviera también una Gema, y, Haher, usabas un hechizo de agua.

 

«Todo es por nuestra propia culpa pensó Mankar. Si hubiéramos sido un poco más prudentes, ellos no sabrían nada...»

¿Y cómo sabía que yo tenía una? preguntó.

Unárbol que se quema sin producir humo atraería la atención de cualquieradijo Riddle. Jugueteó un instante con una de las varitas. Claro queañadió mirando ahora a Mankar, yo ya lo sabía aún antes. Yo estabacomo público en el partido, aunque tú no me veías, ni siquiera cuandomaullé.

Mankarno entendió la última frase, pero Riddle ya estaba respondiendo lapregunta que nadie hizo: se apuntó con su varita un momento y, con unrayo plateado y azul, su cuerpo en un instante se hizo diminuto yadoptó otra forma. La forma de un gato negro. La forma de Vancer, el gato de Rob Potter.

La impresión casi no dejó pensar a Mankar. Vancersiempre se les acercaba a ellos inocentemente en la Sala Común, tambiéncuando ellos hablaban en secreto. Eso explicaba por qué sabía lo delduelo en Halloween. Y no sólo eso: Riddle debió enterarse así de todo.

Pero ser conciente de ello no le llevó a Mankar más que una fracción de segundo, porque después intentó acercarse a donde Vancer...es decir, Riddle, se hallaba, para recuperar su varita. Fue inútil. Elchico estaba mágicamente paralizado. Por eso Sorceress aún no habíaintentado nada con la varita de Merlín.

Riddle recuperó su forma humana mientras daba una carcajada estridente.

Trabajarcomo auror en el Ministerio tiene sus ventajas continuó hablandotranquilamente. Tu familia siempre estuvo en mi mira. Fue allí dondeme enteré que habías hecho magia y que ibas a recibir una carta paraestudiar en Harrylatino. Era muy extraño... tú eras un squib, ¿no? Peroen el Ministerio fueron muy amables sonrió con sarcasmo, y Taz y yonos enteramos de que lo que habías hecho era una visión del futuro.

»Unavisión del futuro repitió. Ya tenías en tu poder el Rubí deGryffindor. Había puestos de profesores en Harrylatino para DefensaContra las Artes Oscuras, y sin dudarlo nos presentamos y lo obtuvimos;no nos convenía hacerte algo mientras Gaby estuviera cerca. Teníamosque seguir con el engaño de los «compadres» dijo con burla.

Eran compañeros de Gaby... eran compadres... amigos... y ambos, Devil y Riddle, la traicionaron...

Después de todo, en Harrylatino hay demasiados estudiantes como para garantizarle a todos protección comentó Riddle.

Losojos de Mankar se desviaron un momento hacia Sorceress. Ella manteníala mano en el bolsillo de Merlín. Si tan sólo encontraran la forma delibrarse del hechizo que los petrificaba...

Y claro, después del duelo en el aula de Taz, recuperaste algo de tu poder mágico, quizás transmitido por el priori incantatem,algo que te permitió volar en escoba. Fue una gran sorpresa cuando nosenteramos que incluso ibas a jugar quidditch en esa «liguilla» dijocon desprecio, y, bueno, hicimos todo lo posible para que Sorceress tepermitiera jugar, ¿verdad? le dirigió a ella una mirada cómplice,aunque no se dio cuenta de lo que ella hacía. Y, ¿por qué nointentarlo? Era la oportunidad perfecta para hacerte algo. Lástima queno hubieras sufrido daño alguno cuando quemé tu escoba con fuegoinvisible...

 

»¿Tedas cuenta? Siempre intentamos acercarnos a ti por aquéllo que tegustaba: la Copa de los Tres Magos, por la que siempre los vi saliendoa toda prisa de la Sala Común a buscarla; el quidditch, tu mayororgullo; y los clubes. Bueno, la pasión que ustedes le tenían a susclubes la descubrí cuando Mankar volvía de la Sala de losRequerimientos cargado de un montón de cosas para el club. Me dijisteque lo habías recibido por lechuza, pero yo sabía que no era asíexplicó como si fuera, tal vez, una clase en el castillo, Taz y yorevisamos cada lechuza que entra y sale de Harrylatino.

Mankarfue hasta entonces conciente de la expresión que debía tener en lacara. Riddle lo miraba complacido mientras le revelaba aquéllas cosas.

Pero Devil... me enseñó a inventar hechizos.

Claro,era la manera perfecta de ganar tu confianza explicó Ángel. De todasformas nos la pusiste mucho más difícil de lo que pensábamos. Despuésde matar a tu madre, su hijo debía de ser pan comido.

Esaspalabras fulminaron a Mankar. Más allá de la rabia que podía sentir,más allá del odio, lo invadió una tristeza inmensa. Habría caído derodillas si el encantamiento se lo hubiera permitido.

Eraél. Era el monstruo que torturó a su madre durante su embarazo. Era elmonstruo que acabó su vida. Era él la razón por la que fuera un squib.

Bueno,pero también hay una razón por la que buscamos las Gemas continuóRiddle con total naturalidad. Sí, son valiosísimas y nos darían unpoder absoluto, pero hay algo más: Taz y yo somos whitys. No nosvendría nada mal un nuevo tesoro mágico.

¿Eraeso... relevante? ¿Podía haber algo más que importara...? Mankar sesentía destrozado... Estaban desprotegidos contra un asesino,enfrentándose a una realidad abrumadora...

Sorceressdice que no tomó ninguna piel de serpiente de mi despacho seguíadiciendo Riddle. Bueno, allí donde tengo nuestras investigacionessobre las Gemas, guardaba yo los ingredientes que necesito parapreparar la poción whity, ya saben, la que podemos tomar y nos libra detener que aferrarnos a un objeto mágico, aunque no de forma permanente.No, a diferencia de una Gema de Elemento. Es obvio que ustedes latomaron, ¿verdad?

»Hayque admitir que estuvieron muchas veces cerca de descubrir nuestroplan, o bueno, de terminar de descubrirlo; siempre husmeando en la Salade los Requerimientos... Es que ése era el lugar donde preparábamos lapoción soltó una especie de risita. El caldero en que se debepreparar es demasiado grande y, como se imaginarán, llevarlo es muycomplicado... era mejor transformarme en gato y deslizarme por eltobogán que había en mi despacho para llegar a la Sala de losRequerimientos. El tobogán que, claro, ustedes usaron, porque el díaque el frasco desapareció yo no los vi. Cuando llegué, Sorceress seencontraba allí esperándome, por lo que supuse que había sido ella.

Erademasiado conocer toda aquella información... Mankar no podíaasimilarla de ese modo... Miró a su padre esperanzado de quedespertara, o a Sorceress que se librara del hechizo y atacara a Riddlecon la varita de Merlín, pero era imposible...

 

Nuestraquerida Tazllatrix me hizo saber que ustedes habían salido del colegiocomentó Riddle. Es de mala educación dejar a alguien esperándote,Mankar, y más cuando te tenía preparada una sorpresa. Pero bueno, yafuera en el partido de quidditch o acá, tu destino sería el mismo.

»Y Haher, para ti también teníamos algo preparado... Bueno, prisa no teníamos, ¿verdad?

»Pero no logro entender qué haces tú aquí, Gonza.

Cuandolo nombró, a Mankar le saltó el corazón violentamente. Gonza se quedóinmóvil en el acto, ni siquiera respiró. Riddle lo miraba con expresióncuriosa, sin dejar de parecer demente.

Quiero decir continuó, no tienes esmeralda ni rubí, ¿era necesario que vinieras aquí? ¿Qué posibilidades tenías tú?

Gonza no respondió. Mankar sabía que Gonza no necesitaba excusa para ir a rescatar al padre de su mejor amigo.

Bueno dijo Riddle, riendo, no podemos permitir que hayas venido en vano, ¿o sí? ¡Prankiumcorpus!

Gonzafue elevado un metro del suelo con expresión horrorizada, guiado por lavarita de Riddle, y fue lanzado a una gran velocidad en contra de unode los muros de la habitación, con el cual se dio un doloroso golpe, enla cabeza y al caer. Mankar y Haher no pronunciaron ningún sonido, sólopodían mirar cómo su mejor amigo caía inconsciente en el suelo.

Y, ahora que recuerdo, ¡también eres whity! ¡qué coincidencia! ¡ACCIO!

Delcuello de Gonza se desprendió su talismán whity, rompiendo la cadenaque lo sujetaba, y atravesando la habitación directo a las manos deRiddle.

¡NO! gritó Mankar horrorizado. Sin su talismán Gonza moriría.

Riddle esbozó una sonrisa placentera, y levantó una ceja.

El siguiente... ¡Prankiumcorpus!

Haherfue elevado del suelo esta vez, con los ojos llorosos y la bocaabierta, y fue golpeado contra el muro contrario al que Gonza fuelanzado. Sorceress hizo un movimiento muy veloz en ese instante, y leentregó disimuladamente a Mankar la varita de su padre.

Hahercayó e intentó levantarse... parecía que mientras Riddle usara unhechizo, el encantamiento que los paralizaba suspendía su efecto. Elchico quedó con una rodilla levantada y otra en el suelo antes de nopoder volverse a mover.

Ati te quiero en el medio. Suficientes problemas me has causado dijoRiddle a Mankar. Serás el público hasta que sea tu turno al final. ¡Mobilicorpus!

Elcuerpo de Mankar fue transportado de esta forma al centro de lahabitación, a escasos metros de Riddle. Agarró con fuerza la varita deMerlín.

Veamos... lo primero que necesito es la Esmeralda miró a Haher y le apuntó con la varita. ¡Avada Kedavra!

Mankar no lo pensó. Estiró su brazo hacia su tío y gritó con todas sus fuerzas:

¡PROTEGO!

Quizás habría funcionado si el efecto de la poción no hubiera terminado hacía tantas horas...

Hahervio el rayo dirigirse hacia él y una lágrima cayó por su rostro. Elrayo de luz verde proveniente de la varita del profesor dio en elblanco sin ninguna interferencia. Su cuerpo saltó por los aires una vezque la maldición asesina hubo impactado. Inmóvil, cayó cerca deSorceress y Merlín.

Mankarlo veía sin poder creerlo. Tenía un nudo en la garganta que no lodejaba respirar. No... No podía ser cierto. Haher no podía estarlo...

 

Pásame eso, ¿de dónde lo sacaste? ¡Accio!

La varita de Merlín saltó de las manos de Mankar y Riddle la tomó en el aire.

Sóloes cuestión de tiempo para que tu otro amigo también muera. Mankarnegó frenéticamente con la cabeza, en lo que podía hacerlo. Ahora...tu padre, sí.

Riddle levantó la varita en dirección a Merlín.

¡BASTA!¡BASTAAA! exclamó Mankar con la mayor ira que había sentido. Levantóinconscientemente su mano derecha, y vio al Rubí del Fuego deGryffindor brillar con una luz que iluminó de rojo a toda la habitación.

Mankarmiró hacia su derecha, donde se encontraba el espejo alto cubriendo elmuro, y vio cómo su silueta empezaba a arder en llamas hastaconvertirlo en una especie de criatura de fuego, tal y como lo vivió enla visión que tuvo el día antes de viajar a Harrylatino, en septiembre.

Desí mismo empezaron a salir rayos anaranjados y chispas, al tiempo quecriaturas envueltas en llamas, con forma de león, brotaban del niño ysaltaban directo hacia Riddle.

Suesfuerzo por defenderse era inútil, y ver su cara espantada significóuna satisfacción para Mankar, antes de que Riddle fuera cubierto por elfuego que lo consumió, mientras, en la muñeca del chico, sedesintegraba por completo la Gema que alguna vez perteneció a uno delos más grandes magos de la historia.

Losdesgarradores gritos de Riddle se apagaron en el mismo instante que elfuego que no producía humo dejó de arder. De él no quedó nada más queun rastro negro en el suelo, a cuyo alrededor había un montón devaritas tiradas. La habitación volvió a quedar en casi total oscuridad;la luz que entraba por la ventana ya no parecía iluminar.

Mankarcayó de rodillas y se postró en el suelo. Cerró los ojos con fuerza,intentando vaciar todos los pensamientos que tenía en su mente. Nopodía ser cierto... ¡no podía serlo! ¡No podía haber perdido a sus dosmejores amigos!

Asícomo en las veces que más alterado se había sentido, los recuerdosllegaron a su mente, uno tras otro, de los buenos y los malos momentosque había vivido con Haher y Gonza.

Sintióque caía en una especie de hoyo, una desesperación que lo hizo temblar,revolverse el cabello, era un dolor físico que sentía en lo más hondode su pecho.

Una mano tomó el hombro de Mankar y tiró de él suavemente intentando ayudarlo a incorporarse.

Lo siento mucho dijo temblorosa la sincera voz de Sorceress. Lloraba.

Mankarno respondió. Ahora estaba arrodillado. Sorceress lo abrazó. Mankarapoyó su cabeza en el hombro de ella, sollozando. Veía todo muyborroso, quizás por las lágrimas que brotaban de sus ojos sin cesar.

No era capaz de mirar los cuerpos.

Imaginóa su padre inconsciente, detrás de él, tendido en el suelo, y bajó lamirada rápidamente a la marca negra que quedó del fuego de Fiendfyre, o lo que fuera, tampoco importaba.

Unpensamiento cruzó por la mente de Mankar, y lleno de la desesperaciónque lo invadía, se incorporó de un brinco y atravesó en dos zancadas lahabitación, tirándose junto a Gonzalo. Un rayo de esperanza le indicabaque él seguía vivo.

Gonza susurró. Era una voz que no parecía ser suya.

Lozarandeó con suavidad, repitiendo su nombre insistentemente. Escuchólos pasos de Sorceress acercarse a él. Mankar lo dejó quieto, inmóvilen el suelo, con el dolor en sus pulmones cada vez creciendo.

 

Derepente, percibió, muy, muy débilmente, la respiración de su amigo.Varias lágrimas más salieron por los ojos de Mankar, esperanzado depoder salvarlo.

El talismán dijo entre dientes, pegando de nuevo un salto hacia el lugar donde los leones de fuego consumieron a Riddle.

Buscó con mirada frenética en el suelo el rectángulo plateado sin el cual su amigo no podía sobrevivir. No había rastros de él.

Cerró los ojos y bajó la cabeza.

De repente, se volvió a Sorceress con velocidad.

¡Tenemosque llevarlo a algún lado! ¡Debe haber otro talismán en este lugar!¡Debe haber poción whity en este centro comercial! ¡Tiene que...!

Su voz se fue apagando. Sorceress lo miraba con compasión.

Mankarrecordó la voz de su amigo cuando le confesó que era un whity. Era unaespecie de mago tan rara que ni siquiera era nombrada en un libro demagia. ¿Y de verdad encontrarían un talismán en el Wizentro, si Riddley Devil no pudieron hacerlo?

Estuvoa punto de tenderse en el suelo otra vez, destruido. Si tan difícilhabía sido para un par de magos tenebrosos conseguir un tesoro mágicoal cual aferrarse para sobrevivir, entonces no había posibilidad...Ellos incluso tuvieron que perseguir a un par de niños para asesinarlosy robarles sus Gemas...

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Mankar.

La única forma de robar una de las Gemas de Elemento era matando a quien la poseyera.

Porprimera vez, su mirada se posó en el cuerpo inmóvil de Haher. Erademasiado duro para él, no podía resistirlo. Las lágrimas volvieron ahacerle la vista borrosa.

Mankardesvió la mirada hacia su muñeca. El Rubí del Fuego había desaparecido,no tenía remedio. Pero allí, en el brazo de Haher, todavía tenía queestar la Esmeralda del Agua. Era la única posibilidad de salvar a Gonza.

Sorceress no dejaba de sollozar, mientras miraba a Mankar a los ojos, sin saber qué hacer exactamente.

Elchico comenzó a andar vacilante en dirección al cuerpo de Haher.Parecía irreal lo que estaba viviendo. No quería hacerlo, no queríarobarle la Gema, eso supondría aceptar su... su... su muerte.

Teníaen su mente aún grabada la imagen de la cara de Haher cuando recibió elimpacto de la maldición asesina. Prefería en ese momento haber muertoél, prefería ser quien se hallaba tirado en el suelo, incluso creyótentador terminar con su propia vida...

Siguió caminando hacia el cuerpo de Haher sin detenerse. Dependía de ello la vida de Gonza.

Cayóarrodillado en el suelo junto al lugar donde yacía su tío. Sintió queno podía escuchar, que todos sus sentidos dejaban de funcionar... Nocreía ser capaz de hacerlo. Ni aunque hubiera sabido lo que tenía quehacer.

Elcuerpo de Haher estaba de espaldas a Mankar. El chico lo movió consuavidad, con mucho temor, y, al ver su cara, sintió un dolor en elestómago que le cortó la respiración. Su tío descansaba con unaexpresión tranquila, parecía tener una sonrisa en la boca.

Mankardesvió la mirada sin poder contenerse. Levantó la mano derecha de Haheren busca del brazalete. Ahí estaba la brillante Esmeralda de Slytherin.

Nofue necesario más que tirar levemente de ella para desprenderla delbrazo de Haher. El brazalete empezó a encogerse como si se estuvieraintroduciendo en la Gema, brillando igual que el día que Mankar obtuvoel suyo, hacía ya tanto tiempo...

 

Sedio cuenta que las lágrimas volvían a resbalar por sus mejillas, ycaían en el cuerpo de su tío. Cerró los ojos con fuerza un momento ymantuvo un silencio total.

Abrió los ojos. Escuchó un sonido. Se concentró con todo su ser en percibirlo de nuevo.

Lo volvió a escuchar. Era un sonido débil y lento. Mankar lo reconoció: el latido de un corazón.

Conun nudo en la garganta, se dio cuenta, o quería convencerse, de que ellatido no provenía de él. Era de su mejor amigo que yacía en el suelo.

Acercó su oído al pecho de Haher y trató de sentirlo de nuevo, con la esperanza apoderándose de su ser.

Su corazón latía.

Y no sólo eso: de una forma aún más débil que Gonza, Haher respiraba.

Unviolento estremecimiento recorrió a Mankar, quien se dio vuelta y mirócon los ojos muy abiertos a Sorceress, que en ese momento intentabasentar a Merlín.

¡Está vivo! exclamó con una voz que tuvo un pequeño rasgo de normalidad.

Sorceress lo miró con las cejas arqueadas y la triste mirada sorprendida.

Mankar miró a su tío y sonrió.

¡Es un milagro! chilló Sorceress con júbilo, dando un salto hacia Haher.

Se agachó frente a él e intentó percibir sus signos vitales. Volteó a mirar a Mankar y exclamó:

¡Sobrevivió! ¡Tenemos que sacarlo de aquí! ¡Vamos, ayuda a levantar a Merlín!

Conel corazón palpitándole muy rápido, Mankar agarró con fuerza laEsmeralda y corrió adonde estaba Gonza, primero. Se arrodilló junto aél sin saber qué hacer.

Buscóla cadena rota del talismán y la agarró con la intención de amarrarla ala Esmeralda. Miró la cara de Gonza sonriendo, con la esperanza de queéste despertara y le correspondiera la sonrisa.

Nofue necesario amarrar la Gema. Con un pequeño roce que tuvo con lacadena, quedó mágicamente unida, brillando por un instante.

Mankarse quedó contemplando a Gonza. Pocos segundos después, éste se movió,respiró con fuerza y abrió débilmente los ojos. Mankar lo mirófijamente, sonriendo con euforia.

¿Qué ocurrió? susurró mirando a Mankar.

Él negó con la cabeza. La inocencia y la confusión que mostraba la cara de Gonza pareció divertirle.

No hay nada de qué preocuparse. Todo está bien.


Mankardespertó. La luz se filtraba difícilmente por entre las cortinas rojasde la habitación en que se encontraba. Al principio, no fue concientede lo que había pasado exactamente.

Sesentó y miró alrededor suyo, desde su cálida cama. Hacía un tranquilosilencio, excepto por la respiración de las otras personas que había enla habitación. No había nada allí que pudiera alterarlo, nada queinterrumpiera su descanso.

Fijósu mirada en la cama que tenía a la derecha de la suya. Gonza dormía enella plácidamente, con la Esmeralda de Slytherin oculta bajo su ropa, yla cadena de la cual pendía brillaba desde su cuello. Mankar miró a suizquierda. Allí dormía Haher, y ninguno de ellos daba señales de estarenfermos o en peligro alguno. No había nadie más allí.

Sonrió.Los recuerdos de la noche anterior llegaron poco a poco. Intentóreprimir la tristeza y todas las emociones que había sentido cuandocreyó muertos a sus dos mejores amigos.

 

Sorceresshabía insistido en llevar a los tres niños de vuelta a Harrylatino, pormedio de un traslador. Estaba bastante preocupada por su salud, y leparecía muy riesgoso llevarlos a cualquier otro médico. Ella confiababastante en Unik Granger, la enfermera del castillo, y no llamaríantanto la atención como en un hospital mágico corriente. Además, aninguno de ellos les convenía continuar ausente del colegio, si noquerían meterse en problemas.

Tambiéntenía sus riesgos. Tazllatrix Devil continuaba en ese castillo, y eraprobable que intentara algo en contra de los niños, al igual que JuanjoMacnair, Ron Lesson y Rob Potter, quienes evidentemente eran cómplicesde ella y de Riddle.

Mankarlo dudaba, pues Devil seguramente deseaba continuar encubierta y no sedelataría fácilmente. Sin embargo, Merlín y Sorceress decidieron hacerguardia en la enfermería y cerciorarse de que los niños estaban a salvo.

¿Manu?preguntó suave y tímidamente una voz. Mankar volteó a ver a su tío,quien lo miraba con los ojos abiertos y expresión débil y confusa.¿Qué hacemos aquí...?

Mankarno respondió de inmediato. Sentía una felicidad inmensa de ver a Haherconsciente. Era demasiado increíble... un verdadero milagro que élhubiera podido sobrevivir a una maldición asesina.

Negó con la cabeza y parpadeó lentamente, comunicándole lo difícil que era contarle la historia.

¿Cómo estás? preguntó Mankar con el mismo tono.

Haher esbozó una sonrisa débil y asintió.

Bien... creo.

Sequedaron callados un instante, escuchando solamente la lentarespiración de Gonza. Haher también intentó sentarse, pero condificultad. Estaba muy débil.

Quizástuvo una extraña sensación en su muñeca, a juzgar por la expresión quetomó. Buscó en ella su brazalete e hizo una cara curiosa al darsecuenta que ya no lo tenía, pero no hizo pregunta alguna.

Sumirada se perdió en un punto lejano. Mankar se preguntó quépensamientos cruzaban por la mente de su mejor amigo. Él también empezóa perderse de nuevo en medio de un mar de recuerdos, no sólo los de lanoche anterior, sino todo lo que había ocurrido en menos de un año...

Yadespertaron dijo una voz suave y alegre. Sorceress había entrado en laenfermería y les dirigía una sonrisa. ¿Cómo se encuentran?

Bien fue la débil respuesta por parte de ambos. Intentaron sonreír.

Sorceress se sentó a los pies de la cama de Mankar. Hubo de nuevo silencio.

Intentéhablar con Vito informó Sorceress. No cree que sea cierto lo de Taz yÁngel. Pensará que él simplemente decidió renunciar a su puesto comoprofesor; tengo entendido que se quejaba mucho. Fui a su despacho y elarmario no estaba, quizás Taz lo hizo desaparecer, el caso es que ya nose puede entrar a la sala secreta. Y no dudo que ella negará todo loocurrido. Quizás hasta sea capaz de decir que estaba bajo una maldición.

Mankar y Haher mostraron una expresión inquieta.

Detodas formas, le conté sobre los incidentes que ustedes han tenido (conquidditch, clubes y la Copa) y me aseguró aumentar la seguridad.

Mankarasintió. Eso no lo tranquilizaba. No, teniendo en cuenta que seguíaallí la persona que había intentado matarlo, y era algo que todosignoraban.

¿Cómo fue que usted terminó involucrada en todo esto? preguntó Mankar tímidamente, al cabo de un rato.

 

Sorceress suspiró.

Ciertodía... hace casi dos meses... entré a su despacho. Últimamente lo habíavisto merodeando por todos lados y me entró curiosidad. Encontré elpasadizo que había a través del armario y llegué a la sala secreta. Enrealidad, no entendí nada de lo que allí había, excepto por una cosaque captó mi atención: encontré varias de las solicitudes deingredientes que había hecho a la profesora Anna Black, ingredientesque yo necesitaba para algunos temas y otras cosas de mi materia.

»Perono sólo eso. Había otros papeles iguales, pero que pedían ingredientesmuy peligrosos, como cuerno de erumpent, y en ellos encontré mi firmafalsificada. Era por eso que nunca recibí los ingredientes que habíapedido, porque Ángel había robado las solicitudes e intentó cambiarlaspor otras, pero cuando se reforzó la seguridad del despacho, le fueimposible lograrlo.

»Élquería hacerme daño o algo, porque sabía que yo sospechaba de él.Cuando volví a su oficina, él me encontró, pero lo convencí de que lobuscaba porque necesitaba hablar sobre un alumno problemático.

»Habíaintentado ganarse mi confianza el día que ustedes dos se batieron enduelo, cuando me fue a contar lo que habían hecho, pero su verdaderaintención era que alguien más se enterara, pues no tuvo ni un poco deprudencia a la hora de decírmelo. No dudo que al menos un niño se diocuenta de lo que ocurría.

Macnair dijo Mankar para sí.

Hacedos días regresé al despacho de Ángel continuó Sorceress y meencontré con unos archivos que tenían información sobre ustedes dos, yel plan que él y Taz pretendían llevar a cabo para hacerles daño. Me lollevé, pero al bajar me encontré con Ángel de nuevo.

»Ledije que lo buscaba para hablar de cosas de profesores, pero creo queno lo convencí. No hizo más preguntas. De inmediato envié una lechuza aMerlín explicándole todo lo que había visto y pidiéndole ayuda,asegurándome de que ésta saliera de Harrylatino sin que fuerainterceptada.

»Sinembargo, ayer recibí una nota. Era de Ángel. Había llegado una lechuzade Merlín con su respuesta y él la leyó. Cuando supo que Merlín estabaenterado de todo, se dio cuenta de que su plan estaba en peligro, porlo que decidió secuestrarlo. En la nota me amenazó con quitarle la vidasi yo no iba a donde él se encontraba y le devolvía aquéllo que yo lehabía robado, es decir, los archivos, las solicitudes, y tambiénhablaba de un frasco de piel de serpiente, pero eso sí no lo tenía yo.

»Por si fuera poco, me exigía algo más: al menos uno de ustedes dos.

Mankar miró a Sorceress fijamente, sin decir nada.

Fuia su despacho a buscarlo continuó ella, pero no lo encontré. Tazllegó y le expliqué lo que había ocurrido; no pensé que ella estaba enel bando contrario. Ella intentó convencerme de que no podía hacernada, de que era mejor seguir sus órdenes al pie de la letra, pero nole hice caso. No tenía el dichoso frasco de piel de serpiente y no meinteresaba darle gusto en lo que me pedía. Pero tampoco podía permitirque le hiciera algo... así que decidí viajar sola a enfrentarlo.

Evidentemente,Merlín y Sorceress eran algo más que amigos, por eso ella le confió loque sabía, y por eso decidió ir a salvarlo con semejante valentía. AMankar no le molestó que fuera así; al contrario, sintió una especie decariño por ella y por su padre, y trató de entender la situación queellos habían vivido.

 

Laexpresión de Sorceress era ahora muy triste. Sin duda no le hacía bienrecordar todo eso. Ambos chicos escuchaban atentamente la historia.Mankar miró a Gonza, quien tenía los ojos abiertos y miraba a Sorceress.

Asíque tomé un traslador y llegué a casa de Merlín continuó Sorceress,pero no había nadie. Estuve un buen rato esperando, releyendo la notaen busca de alguna pista... pero no encontraba nada. Estaba muyasustada y no sabía qué hacer. Cuando oscureció, decidí ir alMinisterio de Magia. Pregunté por Ángel y por Taz, pero me dijeron queno tenían noticias de ellos desde que empezaron a trabajar enHarrylatino, que incluso habían abandonado su puesto en el Ministerio,y también el negocio que tenían en el Wizentro.

¿Osea que ellos siempre habían trabajado allí? preguntó Mankar. Pero...Riddle no estaba atendiendo Muggler el día que fuimos a comprarnuestros útiles... ¿o sí?

Quizássimplemente era un empleado. O tal vez era él, pero no lo reconocisterespondió Sorceress, pensativa. Entonces, fui al Wizentro sin perderel tiempo continuó su relato. Pregunté allí por Ángel, y me dijeronlo mismo: que había abandonado su local. Me indicaron dónde se hallabay... llegué allí.

»Cuandovio que yo llegaba sólo con el archivo y sus solicitudes... seenfureció e intentó atacarme. Tu padre le dijo a Mankar me defendió,y fue víctima de un hechizo aturdidor. Me dijo que ustedes estarían apunto de llegar y le empecé a hacer algunas preguntas... él queríacontarme todo, pero no respondería nada hasta que ustedes llegaran.Quería que nos enteráramos de todo antes de... de matarnos.

«Bueno,eso explica mucho...», pensó Mankar. Sin embargo, seguía teniendomuchas preguntas en la cabeza y dudaba que Sorceress pudieraresponderlas.

Pero me lanzó un Avada Kedavra... ¿no? preguntó Haher. ¿Cómo es que vivo para contarlo?

No tengo idea respondió Sorceress, negando con la cabeza.

Merlín llegó al poco tiempo. Se alegró mucho de ver conscientes a los niños.

¿Cómo estás, hijo? le preguntó a Mankar, sentándose junto a él.

Bien... volvió a responder.

Tuabuela vendrá tan pronto como pueda comentó Merlín. Ha estado muypreocupada desde esta mañana. La enfermera dijo que sólo era necesarioque ustedes se quedaran un día más.

Supadre estaba muy preocupado. Esta vez no sólo era por Mankar, sinotambién por Haher, su hermano. Parecía que había estado llorando.

Tenemos que hablar seriamente dijo Merlín. Hay muchas cosas que tengo que decirte.

Sorceress miró a Merlín fijamente, asintiendo.

Nos vamos a casar informó Merlín, sonriendo con emoción.

A Mankar le saltó el corazón. Les devolvió la sonrisa.

¿Por qué no me habían contado nada? preguntó confuso.

Hijo, porque no era nada seguro... respondió Merlín, sonrojado.

Tu padre me lo ha pedido esta mañana dijo Sorceress con felicidad. ¡Será en agosto!

Unasituación como la vivida la noche anterior sin duda despertaba muchasemociones, pensó Mankar. Los momentos difíciles también tenían un ladobueno. Mankar sólo podía sentir felicidad por su padre y Sorceress.


 

También recibieron otras visitas ese día. Ron Lesson y Rob Potter llegaron a la enfermería.

Nosobligó dijo Ron, muy apenado. Nos amenazó con hacerle daño a nuestrasfamilias si no simulábamos que él era nuestro gato. Como animago queríaespiarlos y enterarse de todo lo que hacían ustedes.

Elloslos comprendieron, y les dijeron que no se preocuparan. Setranquilizaron en cuanto Mankar les habló de la muerte de Riddle.

Tambiénllegaron a la enfermería todos los miembros de las Avispas deWimbourne, a comunicarle a Mankar la noticia de que habían resultadocampeones de la liga, y le enseñaron la Copa. Sorceress les habíaexplicado que él no había podido jugar por motivos personales urgentes.Jessi Jordan también pasó a saludar, aunque, a juzgar por lo poco quehablaron, las cosas ya no eran como antes.

Silvana, la hija de Taz, también fue a visitarlos.

¡Mealegro mucho de que estén vivos! exclamó. La verdad es que... yo meenteré de todo lo que mi madre planeaba poco antes del primer partidode quidditch. Ella intentaba convencerme de que no era nada malo lo quehacían, que ustedes no sufrirían daño alguno... Y justo en ese momentofuiste a pedirle que te ayudara a conseguir el permiso para jugar...

»Yun día, entré en el despacho de mi madre, intentando buscar algo paradetenerla... Y el profesor Riddle me encontró, y me amenazó concontarle a ella... Prometió no decirle, si yo guardaba el secreto ynadie más se enteraba...

No hay problema, Sil, te lo agradecemos de corazón le dijo Mankar.

Perotienen que entender, por favor dijo ella, con voz triste, que ellaactuaba por orden de Riddle, no porque fuera su voluntad. Ella no esmala, en serio...

Los niños desviaron la mirada. Era muy difícil contradecirla, pero aún más, creerle.

Undía entero encerrados en la enfermería era realmente desesperante.Mankar no podía aguantar ni un momento más. Al menos, a la mañanasiguiente ya podrían salir de allí, y Mankar se hubiera despertado conese pensamiento en la cabeza, de no ser porque alguien aguardaba a lospies de su cama a que él abriera sus ojos.

Mi niño, estaba tan preocupada... saludó Gaby con expresión triste y dándole un abrazo a Mankar cuando despertó.

Él sonrió tímidamente.

Estoy bien, abue.

Haher estaba despierto. Tenía en sus rodillas una enorme bandeja con comida. Gonza también desayunaba, en silencio.

Hablarondurante un instante. Al parecer, Haher y Gonza le habían contado a ellatodo lo que había ocurrido. Gaby estaba muy seria.

Ya no tengo la Gema le informó, mostrándole la muñeca.

Ella asintió. Haher había terminado de desayunar. Gaby llamó a Merlín sin levantar mucho la voz.

Tenemosque hablar muy seriamente dijo su abuela, cuando Merlín llegó,acompañado por Sorceress. Ambos se sentaron a los pies de la cama deHaher.

Mankarcomprendió que se refería a aquéllo que su padre quería contarle el díaanterior, pero que pasó al olvido después de la noticia de la boda.

Nosotros dos... sabíamos en un principio que ustedes tenían las Gemas empezó Gaby.

NiMankar ni Haher respondieron. Gaby y Merlín los miraban a cada uno alos ojos. Sorceress tampoco hizo sonido alguno. Gonza estaba pendientetambién de la conversación.

Créannos,de verdad queríamos decírselo continuó Gaby, pero acordamos guardarel secreto, por la seguridad de ambos. Si llegaban a saber que teníanun poder ilimitado, tal vez intentarían usarlo de forma equivocada, eincluso hacerse daño a ustedes mismos. Y fue bueno hacerlo: si susprofesores de Defensa se hubieran dado cuenta de que ustedes lo sabían,se habrían asegurado de que nadie más se enterara, y les habrían hechodaño mucho antes.

 

Losniños continuaron guardando silencio. Mankar podía entender lo que ledecía su abuela... pero le habría gustado que no le hubieran ocultadonada... Aún así, no preguntó. Esperó pacientemente a que continuara.

Obviamentesiguió hablando Gaby, estábamos enterados de que nuestra familia eraheredera de uno de los fundadores de Hogwarts, y conocíamos la leyendade las Gemas. Pero la conocíamos aún más ampliamente de lo que ningunaotra familia mágica lo hace. Es algo que se transmite de generación engeneración.

Hijo, Haher, hay algo que deben saber, y que les hemos estado ocultando durante mucho tiempo dijo Merlín titubeante.

»Sidos herederos de diferentes fundadores tenían hijos, serían gemelosinevitablemente. Tu madre y yo lo sabíamos le dijo a Mankar. Ambosniños nacerían con una conexión especial. Ambos obtendrían, como legadopor ser descendientes de ambas dinastías, una Gema de Elemento, y porser de hermanos gemelos, se llamarían Gemas Gemelas.

¡¿Haher y yo somos hermanos gemelos?! exclamó Mankar incrédulo.

Gaby y Merlín negaron con la cabeza. Había algo más.

No,hijo... respondió Merlín. Jassera... tu madre iba a dar a luz a doshermosos niños su voz se quebró. A uno de los dos lo queríamos llamarde la misma forma que Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherinllamaban al Cristal de la Unión que crearon: Mankar. Ya saben sobreello, ¿verdad?

Elniño asintió, muy ansioso, sin prestar atención al origen de su nombre.Ese ya era un dato que no conocía la profesora Callahan.

Yal otro bebé le queríamos poner el nombre de la ciudad donde se sellóla paz entre las cuatro dinastías, la cuna de la raza mágica: Roha.

Mankarmiró a Haher. Su tío... si es que lo era... tenía la frente fruncida.Le devolvió la mirada a Mankar y la fijó de nuevo en su hermano,Merlín, muy atentamente.

Peroalguien más sabía que mi familia descendía de Gryffindor y que la deJassera, de Slytherin continuó Merlín, con un hilo de voz,dirigiéndose a su hijo. Aunque los niños habían deducido que era alrevés, no lo interrumpieron, y que tú y Roha heredarían una GemaGemela cada uno.

»Ya pocos días de dar a luz, Jassera se encontraba sola en casa de Gaby,cuidando del bebé Haher, que tenía dos meses, pues mi madre y yotuvimos que salir con urgencia Merlín miró a su hermano, con los ojosllorosos. Sorceress lo abrazó con más fuerza. Riddle aprovechó...entró a la casa y... y...

Se detuvo. No podía continuar. Empezó a derramar lágrimas y a sollozar con fuerza.

Nosabíamos que era él quien la había atacado dijo Gaby, inexpresiva.Cuando llegamos, la llevamos a un centro médico sin perder un soloinstante. Era demasiado tarde, Jassera estaba sin vida. Y Rohatambién...

»Sólo sobreviviste tú, Mankar.

Undenso silencio cubrió el lugar en que ellos estaban. No se oía nadaexcepto a Merlín sollozando. Mankar se dio cuenta de que también un parde lágrimas corrían por su cara.

Desdeese día, Haher, fuiste metamorfomago continuó Gaby, hablándole ahora asu hijo menor. Aquéllo sólo significaba una cosa: el poder mágico deRoha fue transferido a ti. Por eso decidí colocarte ese nombre. Y,quizás, también te fue transferido el poder mágico de Mankar, porqueresultó que tú le dijo a su nieto, eras un squib.

 

Por eso siempre pude hacer toda clase de hechizos... murmuró Haher sin importar qué tan difíciles fueran...

Mankar tenía fija su mirada en el suelo. Por su mente sólo cruzaban unas palabras:

Elsobreviviente y el sustituto se encontrarán y se enfrentarán... Dejarána un lado las diferencias y unirán sus fuerzas, creando un nuevofuturo... Lo que siempre ha faltado, pronto será recuperado. Nuncaestuvieron juntos... pero inseparables serán.

Loque siempre ha faltado susurró. Mi poder mágico. Yo era elsobreviviente y Haher el sustituto. Nos enfrentamos a un duelo, ycreamos un priori incantatem, después de eso se desarrollónuestra conexión... y empecé a recuperar mi magia... Logré volar enescoba... Luego, fuimos unidos... inseparables...

Nadie hizo ninguna pregunta al respecto. Gaby continuó hablando.

Eldía que hiciste esa profecía... en mi casa, Merlín y yo nos dimoscuenta que había llegado el momento. Tú y Haher habían recibido lasGemas Gemelas. Aquéllo activó tu magia, el poder de tener visiones delfuturo y del pasado, y por eso recibiste una invitación a Harrylatino.

»Luego,cuando ustedes se habían ido, Haher, miró ahora a su hijo llegastecon tus hermanas de casa de Norita gritando de emoción. A los cuatroles habían enviado una lechuza para venir a HL.

Hubo un breve silencio.

Enel momento que la leí... dijo Haher estaba muy emocionado... ¿esoactivó la conexión? preguntó a Gaby. Ella asintió. Mi tía Noritadecía que mi cabello cambiaba a todos los colores muy rápido. Despuésde eso, apareció en mi mano la Esmeralda, y al tocarla se formó elbrazalete... pero nadie más se dio cuenta.

»A veces brillaba... me di cuenta que era cada vez que sentía una emoción fuerte, y algunas veces aparecía agua de la nada...

»Cuando compramos mi varita brillaba mucho... incluso creo que Luna se dio cuenta. Pero esa vez no hubo agua.

»Luego,en el tren, el Poder Calamar nos atacó y caí inconsciente. Me dijeronque una ola los había atacado a ellos, y supe que había sido por laGema, pues, al despertar, me dolía el brazo de una forma exagerada...

»Medio la impresión de que aquella noche, en la Ceremonia de Selección,llovía por mi culpa. Sólo estuve tranquilo hasta que Mankar fueseleccionado para Gryffindor.

¡Poreso el Sombrero Seleccionador me quería poner en Slytherin exclamóMankar, porque me confundió contigo, que tenías la Esmeralda!

Mankar miró a sus dos amigos, y ambos asintieron.

De nuevo hubo una pausa. Mankar miró al suelo. Merlín había dejado de sollozar.

Hijodijo con voz muy débil. El día que quemaste la cortina, en nuestracasa, yo no te aturdí se disculpó. Tuviste también una visión delfuturo. Decías algo de «quien había hecho un daño inmenso, pagaría elmismo precio», que «era enemigo de inocentes»... y que «el daño queharía tendría un límite».

Mankar asintió.

Me vi a mí mismo, cuando mi cuerpo se convirtió en fuego, al momento de atacar a Riddle.

 

Todoscallaron un instante. Mankar intentaba asimilar todo lo que ibaescuchando. Su corazón latía muy rápidamente. Otra pregunta le cruzó lacabeza.

Le quité la Esmeralda a Haher dijo con voz baja. ¿Cómo pudo ser...? Él no murió...

Quizásporque tú eres heredero legítimo respondió Gaby. Haher, eres...bueno, como dice la profecía, «el sustituto». Las gemas te pertenecíana ti volvió a hablarle a Mankar, por derecho.

Y ahora que ya no las tenemos... ¿ya no podré ver el futuro?

Ustedes son herederos de Gryffindor y Slytherin respondió Gaby,con o sin Gemas. Éstas les ayudaban a desarrollar ciertas habilidadesespeciales, pero, excepto que ustedes murieran, éstas desaparecían siya no las necesitaban, o en tu caso miró a Haher, si el dueño «legítimo» las reclamaba. No por eso dejan de ser Maestro del Fuego y Maestro del Agua. No porque Gonza tenga una lo será.

Mankar asintió y le dedicó una sonrisa a Gonza.

¿Y cómo es que no me mató la maldición? preguntó Haher.

No lo sé respondió Gaby muy confundida. Quizás pasó algo... pero yo no estaba, cuéntamelo, príncipe.

Haher se mostró algo incómodo.

Riddlegritó el conjuro... me lanzó el rayo... Me sentí envuelto por unaespecie de capa... Luego, un empujón fuerte me tumbó. Estaba muyasustado. Creo que me golpeé la cabeza cuando la maldición impactó.

¿Crees que sería por mi escudo? preguntó Mankar. Todos lo miraron con curiosidad. Sí... Lancé un Protego.

Tal vez fue por eso dijo Haher, asintiendo con la cabeza.

¿En serio? exclamó Gaby. ¿Un encantamiento simple, más poderoso que una maldición asesina?

Debió ser eso...

No era un hechizo de fuego comentó Mankar.

Miniño dijo Gaby intentando sonreír, con las cejas fruncidas y los ojoshúmedos, la magia no tiene límites. Y menos si se trata de la magia deuna Gema de Elemento. Éste era tu poder mágico real, el que heredastede Gryffindor y Slytherin, y de toda tu familia. La Esmeralda ya no servirá para nada, excepto mantener vivo a un whity continuó, mirando a Gonza, pues su Gema Gemela ha sido destruida. Pero el poder que ambas tenían permanecerá por siempre dentro de ustedes dos concluyó mirando a Haher y a Mankar.

Aquéllohizo que se iluminara la cara de Mankar. Había desarrollado su magiapor completo. Le entraron ganas por tomar su varita y probar unhechizo, aunque se contuvo, pues ése no era el momento.

Nopodía dejar de pensar que, si era cierto, ya no necesitaría más de laGema, ni de la poción multijugos. No dependería de nada, sería un magonormal. Ésa era una alegría que opacaba cualquier mala noticia orecuerdo que hubiera conocido ese día. De ser así, «lo que habíafaltado» había sido recuperado.


Lossiguientes días, los últimos del curso en Harrylatino, pasaronrápidamente. Mankar comprobó con mucho entusiasmo que era verdad: ahorapodía usar su varita como un mago normal. Gaby le había advertido queno esperara tener un poder increíble, pues cuando salvó a Haher sólofue producto de su ira, de su preocupación, y de uno de los últimosbeneficios que obtendría de la Gema.

Él,Haher y Gonza lograron muy buenas notas en los exámenes finales. Erademasiado curiosa la sensación de haber tenido semejante aventura y quenadie más, excepto muy pocas personas, lo supiera.

Laprofesora Devil se mostró indiferente, como si nada hubiera ocurrido.Sorceress les confirmó que ella afirmaba haber actuado en contra de suvoluntad, pero a ninguno de ellos lo convencía.

Eldía del banquete de fin de curso, los niños visitaron a la profesoraCallahan en su despacho. Por primera vez, mostró una sonrisa al verlos.Ellos le contaron todo lo que había ocurrido, todo de lo que se habíanenterado, muy emocionados. Ella les aseguró que mantendría vigilada aDevil; al despedirse, les dedicó de nuevo una sonrisa, los felicitó porpasar el curso y, quizás, parecía algo nostálgica por el hecho de queellos se fueran durante las vacaciones.

Elbanquete de fin de curso fue bastante emotivo, ya que quizás era elúltimo momento que tendrían para compartir con sus compañeros yprofesores, hasta tres meses después, a pesar de que se planeaba unaexcursión a Inglaterra, a la casa en que Harry Potter había vivido ensu niñez, al igual que a la de Ron Weasley, su mejor amigo, las cualeseran un gran centro turístico, pero Mankar, Haher y Gonza no estabaninteresados en ir.

Ravenclawfue la casa ganadora de la Copa, y el Premio Anual se lo llevó unachica de Hufflepuff, y, aunque Gryffindor no ganó nada (era obvio,porque el puntaje promediado de ella no podía superar a las demásdebido a que era la casa con mayor cantidad de estudiantes), ni Mankarni Gonza ni Haher se sintieron mal por ello. Habían ganado más cosasdurante ese año, y los puntos dejaron de importarles. Inclusoobservaron a Macnair celebrando el triunfo de su casa desde su mesa,sin sentir ningún remordimiento.

Ala mañana siguiente, dejaban atrás el castillo de Harrylatino, que seocultaba tras las montañas, mientras el tren avanzaba cada vez a mayorvelocidad, llevando a los estudiantes de regreso a su hogar.

Nopodían dejar de comentar todo lo que habían vivido aquél año. Y tampocodejaban de hablar de lo que les esperaba los siguientes días. Sorceressy Merlín se casarían en menos de tres meses.

¿Habríamos imaginado que viviríamos todo esto, tan solo en nuestro primer curso? preguntó Haher, pensativo.

Yono dijo Gonza con una mueca divertida, mientras su cadena brillabaalrededor de su cuello, de la cual pendía la Esmeralda, su nuevotalismán. Yo no tenía antes una Gema de Elemento.

Mankarveía por la ventana. Acostumbrado, esperaba que en cualquier momentoentrara Macnair a causar problemas, por lo que tenía su varita en lamano.

¿Quépuedes ver para nuestro próximo curso, señor profeta? preguntó Haher,sonriente, cambiando el color de su cabello a rojo escarlata.

Mankar le devolvió la sonrisa.

Sólo sé que será un año muy diferente. En todo sentido.

Contempló su varita, cuya punta se encendería al segundo siguiente, en cuanto él exclamara:

¡Lumos!

La Gema Gemela - Fanfics de Harry Potter

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Elsol estaba en lo más alto del despejado cielo. A través de aquellaventana, se podía ver claramente el brillo de las hojas de los árboles.Como era normal

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2024-10-11

 

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