Las Cenizas del Fénix - Fanfics de Harry Potter

 

 

 


Disclaimer: Los personajes utilizados en mi historia,son propiedad de su creadora JK Rowling, así como las referencias y hechizos desus libros.


La niebla se extendía alrededor como si sus sentimientos sedispersaran y lo llenaran todo. Sabía que era imposible, pero el ambiente sesentía tan vacío como su propio interior. La desesperanza se extendía por dondeiba, como si de un dementor se tratase. Pero no era un dementor, era sólo unmago, un mago prodigio, o eso se decía de él. Al menos con la niebla oscureciéndolotodo se podía explicar el vacío de su corazón. En cambio cuando el clima era soleado y el lugar agradable, ¿cómo podíaentender las sensaciones de abandono que lo dominaban todo el tiempo?

 

El barco que lo trasportaba emulaba con escalofriante exactituda las embarcaciones fantasmas de las películas muggles. Cada tramo recorrido era másdoloroso que el anterior. La cercanía de esas horribles criaturas empeoraba la situación. El desaliento lo invadía como un virus mortal, la soledad lo abrumaba yrecordaba su casa desierta y el descuido en que se encontraba desde que lohabía perdido todo.

Después de lo que parecieron años, llegó a su destino. Losguardianes de Azkaban lo conducían por los deprimentes pasillos mientras élexprimía todas sus energías para mantener su patronus, un fénix cada vez másopaco.

Se detuvieron al final del nivel de alta seguridad. Élingresó solo a la celda aparentemente vacía. Envió su patronus al catre quehabía al final de la cámara y una figura esquelética, más parecida a un inferiusque a un ser humano, emergió sombría.

¡Un patronus! gritó la figura y lanzó unacarcajada ¡Hace tanto que no veía uno! y volvió a reír.

Su risa era desagradable.

Necesito información.

Y yo necesito morir. dijo secamente el despojohumano.

Morirás hoy, lo prometo.

Quieres saber dónde se encuentra, ¿no es así?

Sí.

Entonces busca las reliquias y lo encontrarás aél. Creí que alguien como tú, lo descubriría.

En realidad sólo quería confirmarlo. respondió sombrío.

Reflexionó un momento y con una mueca derepugnancia en la cara, continuó:

¿En serio quieres morir?

Por favor. Sollozó el hombre del camastro.

Un rayo de luz verde iluminó la habitación.

Las cosas estaban saliendo tal como él esperaba yeso no lo hacía feliz. A cada paso que daba se acercaba más al hombre que lohabía destruido. Cuando lanzó la maldición imperdonable contra el desgraciadoprisionero, había deseado ser él quien muriera. Pero el suicidio no estaba ensus planes, para bien o para mal, sabía que tal vez sólo él podría detener laamenaza que significaba aquel monstruo para el mundo.

Sus investigaciones lo habían conducido al pueblodel que él mismo provenía y había esperado que la visita a la prisión mágica lodesviara de lo inevitable. Lamentablemente no había sido así y ahora sólo teníaque esperar a que el mago oscuro se presentara a tomar aquella reliquiaperdida.

Regresó al Valle de Godric y se instaló en suantigua casa. Creyó que no soportaría estar allí, pero descubrió que su dolorno se había quedado en ese lugar, que el dolor lo llevaba con él a donde quieraque fuese y comenzó a ver esa casa como un cascarón roto y vacío.

 

Recordó la última temporada que vivió allí.¿Cuántos errores había cometido? Y pensar que la había considerado la mejorépoca de su vida. Pero, ¿qué se podía esperar de un joven talentoso, impetuosoy superdotado como él? ¿De verdad esperaban que fuera más maduro que los demás?Sin duda, lo habían sobrestimado.

En ese tiempo encontró a su mejor amigo, a su almagemela. Al único hombre que en realidad amó. Los días con él pasaban volando,sus pláticas hasta altas horas de la noche, aquellas prolijas cartas, los paseos bajo las estrellas, quepocos entendían. Los planes por el bien mayor.

En especial recordaba el campamento en el bosque,donde había descubierto su amor secreto por su mejor amigo. Esa noche lavergüenza de la revelación lo había alejado de Gellert y no pensaba regresar.Caminó sin rumbo entre los árboles, esperando perderse, tal vez para siempre,pero al final su amigo lo encontró y lo confrontó.

¿Quédemonios te pasa? dijo Gellert alterado. Su cabello rubio ondeabaviolentamente debido al viento y a la lluvia que se avecinaba.

¡Nada!gritó Albus y rompió a llorar. Se suponía que los chicos no lloran, pero esoya no importaba, ahora que sabía que no era sólo un chico.

¡Vamos!No puede ser tan malo, ¿qué te pasa? Hace un momento estábamos de lo mejor.insistió el rubio.

Nopasa nada, en serio. mintió. Sólo que
no se
las cosas están tan difícilescon mis hermanos. No son más que una carga y yo no merezco eso.

Pensabaque era vil de su parte excusarse descaradamente en sus problemas familiares,pero no soportaría el rechazó de Gellert. Además lo de su familia era cierto.¿Por qué él, el mejor mago egresado de Hogwarts en muchas generaciones, teníaque cargar con la responsabilidad de un hermano mediocre y una hermana enferma?Su futuro tendría que ser mejor que eso.

Y sinembargo no lo era. Nada estaba bien.

Gellertlo abrazó y Albus aspiró el aroma perfumado del sudor de su amigo. Se imaginófundido con él en un abrazo más profundo.

Pero ahora, todo era cuestión de esperar.

Creyó que sería más tiempo, tal vez meses, pero laoportunidad de venganza llegó sólo un par de semanas después de su llegada alValle de Godric.

Se encontraba en casa de los Potter, probablesdueños de una de las reliquias de la muerte.

Te quedarás a comer, por supuesto. decía la Sra.Potter sonriente.

Sería un honor, pero siento que estoy abusando desu amabilidad. respondió Albus devolviendo la sonrisa.

¡Claro que no hombre! se oyó una voz desde lacocina, inmediatamente después apareció un hombre levitando una bandeja conbocadillos. Además, el pequeño Charles no te ha saludado y sabes que te tienemucha simpatía

Un sonido seco fuera de la casa los sobresaltó yAlbus supo que el momento había llegado.

¡Petrificus Totallus! arrojó el hechizo primeroal hombre, después a la mujer y luego lanzó un encantamiento de camuflaje sobrela familia Potter.

Salió corriendo al patio y se encontró frente afrente con su peor verdugo.

¡Cuánto tiempo sin vernos Alb! dijo el magorecién llegado.

Mucho
supongo que demasiado. contestó Albus.

Pensé que me buscarías antes. Hasta llegué apensar que al final te unirías a mí, pero por la expresión en tu rostro, puedodeducir que ese no es tu objetivo.

 

Siempre has sido bueno con la Legeremancia yaunque yo soy buen Oclumante, soy incapaz de ocultarte mis pensamientos, ni misintenciones


O sentimientos. Completó el mago oscuro.

O sentimientos. aceptó Albus. Pero te mataré sitengo que hacerlo. El Blog de la ginebra y el whisky on the rocks

Gellert lo miró con tristeza y resignación.

¿Recuerdas el día en el bosque? Ese día decidídarte lo que necesitabas: libertad, lamentablemente las cosas no salieron comoyo esperaba y todo se fue al carajo.

Ese día pensabas en la muerte de Ariana y yo noquise verlo.

No te culpes, ese día fuimos los hombres másegoístas del mundo.

Albus reprimió una lágrima, pero no pudo evitar queel torrente de recuerdos lo inundaran y la culpa lo consumió.

Lo consumió porque ese día fue feliz.

Yahabían regresado a la tienda de campaña, Gellert preparaba el pescado quehabían logrado atrapar. El olor de las especias en el aceite impregnó laestancia y Albus derramó otra lágrima más, esperando que su amigo no lo notara.Comieron en silencio. Cuando hubieron terminado, Gellert lo miró fijamente.

Teamo. dijo al fin. Necesito tu fuerza y tu compañía. Te necesito como hombre.

¿Estásjugando conmigo? cuestionó Albus, cuyos ojos rojos, estaban ya secos por laslágrimas derramadas.

Tedeclaro mi amor y desconfías de mí. Esa no era la respuesta que esperaba. selevantó de la mesa y se acercó a Albus que estaba en el otro extremo.

Yotambién te amo. Y te necesito Gellert.

Seabrazaron y, olvidando todo tipo de prejuicios, se besaron, Albus sintió quecaía en un abismo cuando se separaron. La cara angulosa y jovial de Gellert loenterneció y al mismo tiempo despertó en él otro tipo de deseo. Deseó sercompletamente de él. Deseó poseerlo.

Deseóalgo más que solo placer. Necesitaba ser parte de él de una manera máscompleta. Le abrió su mente. Dejó que vagara por todos sus recuerdos y sussentimientos. Gellert le correspondió y así Albus pudo ver y sentir todo lo que su mejoramigo le permitió. Vio el placer futuro y su pasado sin escrúpulos. Vio lo queél planeaba hacer por el bien mayor y en esos instantes no le importó lo peligrosodel plan, no le importó el mundo muggle
y no le importó que entre sus planesestuviera asesinar a Ariana.

Suentrega fue total. El dolor y el placer se combinaban. Albus comprendió que sussentimientos no tenían nada de antinatural, era amor, sólo eso, ¿qué más dabael género? El amor estaba por encima de todo.

Seamaron sin reservas. Sobraron besos, abrazos, caricias. El mundo dejó deexistir, sólo estaban ellos dos, sólo quedaba el espacio en el que seencontraban. Lo demás era irreal.

Lodemás no importaba.

Ahora, lo demás era lo único importante, ellos comoindividuos no contaban. No lo merecían. Éste sería el castigo por su egoísmo.

¿Me buscas por ser un monstruo? ¿O quieresvenganza? las duras palabras de Gellert sacaron a Albus de su ensimismamiento.

Sólo quiero detenerte. Debí hacerlo desde unprincipio. Pero mi debilidad por ti no me lo permitió, no abandonaba laesperanza de que tus intenciones no fueran tan oscuras como imaginaba, de querecapacitaras y usaras tus asombrosos poderes en pro de la comunidad mágica. Meengañé pensando que con la edad, con la experiencia, cambiarías tus planes,reconocerías que el poder es una gran responsabilidad, es una carga y si no lotomas así, inevitablemente te corrompe, acaba con tu humanidad, porque algo quetú nunca comprendiste y yo lo hice, tal vez demasiado tarde, es que magos ymuggles somos al fin y al cabo humanos. Y después de ver tu genialidad desperdiciada,me queda claro que no somos mejores que ellos, somos víctimas en igual medidade la vanidad y la soberbia.

 

Gellert lo miró. En su mirada no había odio, nidesprecio. Sus ojos se humedecieron, aclaró su garganta y se esforzó porhablar.

Nunca lo has entendido. Siempre confiando en losdemás, siempre esperando más de lo que la gente puede dar. ¿Por qué no pudisteconfiar en mí? Tú y yo hubiéramos sido invencibles, nadie habría salido herido.

Nadie excepto Ariana.

Gellert suspiró. Por primera vez, una sombraoscureció su cara.

Sabes que fue un accidente.

Tal vez, pero tú ya lo habías considerado como unaposibilidad.

Yo no hice nada deliberadamente para que muriera.Y si soy culpable por pensarlo, entonces tú también lo eres. Esa noche te sentí,no tuviste secretos para mí, pude ver tus sueños y ambiciones, pude ver elfuturo magnífico que te imaginabas sin tener que cargar con la obligación de tuhermana enferma.

Albus se derrumbó. Su varita mágica, que se habíamantenido en alto, cayó pesadamente a su costado.

¡Por favor, calla! sollozó.

Te duele escuchar la verdad, lo sé. He sufrido esedolor desde que te perdí, desde que fui tan cobarde como para dejarte. Pero teequivocas si crees que alguna vez te olvidé o dejé de amarte. Todavía podemosunirnos. Podemos ser los más grandes magos, aún podemos trabajar por el bien mayor.

El viejo odio resurgió en Albus. Esperaba encontrararrepentimiento y no halló más que cinismo y soberbia.

¡Crucio! gritó el mago, sus manos temblaron.

Gellert se arqueó por el dolor, cuando la maldiciónperdió fuerza, miró con desprecio a su antiguo mejor amigo y lanzó unacarcajada desdeñosa. Albus supo que no tendría otra oportunidad, éste era elmomento esperado.

¡Avada Kedavra! gritó sin fuerza.

El hechizo dio en el blanco, pero Gellertno murió y lanzó otra carcajada.

Para que funcione una maldición imperdonabledebes desearlo en serio.

¡Stupefy! lanzó Albus inmediatamentedespués tomando por sorpresa al mago oscuro.

Éste calló y quedó inmóvil. Albuslevantó el hechizo que había sobre la familia Potter y éstos salieronpreocupados, entre los tres se encargaron de someter a Gellert Gridelwald. YAlbus tuvo un poco de paz. No había matado a su mejor amigo, ahora tal vezpodría perdonarse. Solo tal vez. Por la ventana observó a un pequeño niñomontado en una escoba de juguete con el cabello azabache ondeando alegre ypeligrosamente.

La verdad es que la continua luchaentre el bien y el mal, las viejas ideas y también las nuevas, la moralcambiante, lo civilizado y lo salvaje, todo, conspira para distraernos de lapasión que de un modo u otro, nos vence a todos. Podemos dejarnos llevar aratos por esa pasión, por ese amor a veces egoísta, pero al final laencrucijada entre el blanco y el negro, junto con su respectiva escala degrises, se presenta y te obliga a elegir.

Gellert lo había traicionado hasta elfinal, eligiendo el camino oscuro. Él, Albus Dumbledore se había decidido porel verdadero bien mayor. Había abandonado la idea de una vida feliz con el amorde su vida, pero nunca, y eso fue lo que siempre ha marcado la diferencia,descartó el amor en su vida. Nunca dejó de amar a la gente, nunca dejó deconfiar.

Teamo. susurró Gellert en la oscuridad de la tienda de campaña. Albus loescuchó, pero decidió guardar silencio. Ya le había dicho muchas veces cuántolo amaba, sólo esperaba disfrutar para siempre ese momento, esas palabras.


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2024-11-22

 

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