LAS DUDAS DE HARRY
CAPÍTULO 1.: El principio
Era el sexto año de Harry en Hogwarts y después de la marcha de Angelina, Alicia y Katie, él era el jugador del equipo más veterano por lo que en la primera semana de clase fue nombrado capitán. Entre los miembros del equipo estaba su amigo Ron y la hermana de éste, Ginny, que había pasado de buscadora a cazadora.
Ese día de entrenamiento llovía muchísimo, desde las cinco de la tarde el cielo se había cerrado y no dejaba pasar ni un rayo de luz. La oscuridad que cubría ya la mente de todos, después de un año de guerra abierta contra Voldemort, se reflejaba en el cielo de esa tarde. Sólo algunos rayos esporádicos en medio de una increíble tormenta iluminaban el campo de quidditch, pero Harry se negó a parar el entrenamiento porque su partido contra slitherin tendría un tiempo parecido y no podían perder.
Cuando aterrizaron después de tres horas de entrenamiento estaban calados hasta los huesos. Harry se quedó volando a pesar de la incansable lluvia y la cada vez más cercana tormenta. Necesitaba aclararse y sólo la sensación que sentía sobre una escoba era capaz de darle la tranquilidad necesaria para pensar. Ron le había gritado desde abajo que se iba a la sala común y había visto desde las alturas irse a los componentes del equipo. Todos corriendo a través de los oscuros campos de Hogwarts.
Cuando sintió que ya estaba más tranquilo consigo mismo, Harry descendió hasta el túnel que conducía al vestuario y entró en él todavía montado en su maravillosa saeta de fuego. El control que tenía sobre su escoba se perdió haciéndolo caer desde la baja altura a la que volaba, cuando vio que no estaba solo, como él esperaba.
-¿Qué te preocupa? ¿Has estado muy ausente los últimos días?
-Ginny,-Harry todavía estaba sorprendido por encontrarla ahí delante, con el pelo mojado, pero por la ducha que acababa de tomar y ya vestida con una túnica seca- no te esperaba aquí, pensé que se habían ido todos.
-Te estaba esperando. Me preocupas. Todavía no sé por qué pero este último mes cada vez que me ves llegar sales corriendo. A penas te he oído hablar y en los entrenamientos ya te has caído dos veces por estar distraído. – El tono se volvió más tajante aunque con un toque de ironía- o espabilas o una de esas bludger le quitará el trabajo a quien-tu-ya- sabes.
Harry se había quedado embobado mientras hablaba. Esa era la razón por la que las bludger habían acabado dos veces con él. No podía dejar de mirarla. Volaba tan bien, su pelo rojo y brillante, que relucía aún más en los días de sol. Era tan preciosa. Y él estaba tan confundido.
-Verás Ginny, yo- Harry jugaba con su escoba pasándola de mano a mano sin levantar la vista del suelo- yo lo pase muy mal cuando estuviste en la enfermería el mes pasado
-Harry ya te he dicho que el ataque no fue culpa tuya, además si no es por ti ahora no estaría aquí.
-No- levantó la cara para toparse con su cara, ahora mucho más cerca que antes y la bajo otra vez, rápidamente- si no me siento culpable. Es que, bueno yo- la escoba cada vez se movía más aprisa- yo pasé mucho miedo viéndote allí tirada en la cama, sin moverte, casi sin respirar, pensé que- se paró un instante como si a las palabras le costasen salir- que te perdía.
Ginny no pudo evitar una leve sonrisa entre emoción y ternura. Su corazón empezó a latir más rápido. No esperaba que Harry, su Harry, le dijera algo así nunca. Lo había soñado tantas veces que había llegado a creerse que pasaría, pero ya hacía tiempo que había desterrado de su cabeza que el chico al que adoraba desde que no era más que una mocosa de diez años, sintiese algo por ella.
-Deja la escoba quieta un momento y mírame-Ginny había dado un paso más hacia delante y ya apenas estaba a veinte centímetros de Harry. Con una mano cogió la escoba y con la otra la barbilla del chico por el que había derramado tantas lágrimas y que ahora no se atrevía a mirarla.- ¿Qué querías decirme?
-Verás, cuando te vi allí, como... como muerta, me di cuenta que habíamos dejado pasar muchas cosas. Me di cuenta de que en una guerra como en la que nosotros estamos a lo mejor no hay una próxima oportunidad para decir algo. Desde ese día me estoy volviendo loco.
-¿Por qué?
-Porque necesito decirte algo, pero si te lo digo y me pasa algo será mucho peor, tú sabes que mi enfrentamiento con Voldemort es sólo cuestión de tiempo. Pero si no te lo digo.... si supieras lo que siento cada vez que veo al imbécil ese de séptimo a tu alrededor todo el día.
Ginny no pudo reprimir una enorme sonrisa
-Ese es un pesado, tú sabes que desde que te encontré en king cross el día que entraste a Hogwarts por primera vez, siempre has estado en un sitio especial de mi corazón, aunque tuviese que buscar en otros la manera de olvidarte.
Harry le pasó la mano entre la larga melena y con sus dedos acariciaba su nuca y su cara mirándola como si fuese la última vez que podía verla.
-Será mejor que me vaya- Harry dio un paso hacia atrás para separarse de la menor de los Weasley, a la que hasta hacía poco tiempo había visto sólo como su hermana pequeña.- Olvídate de todo esto, no podría perdonarme nunca ponerte en peligro sólo porque me pongo celoso cuando un chico se acerca a ti, o porque una bludger me tira de la escoba. Soy el punto de mira de un ejercito oscuro y si seguimos con esto, encontrarán la forma de hacerme daño sin tocarme. Y no podría vivir otra vez viéndote tirada en una cama en la enfermería o peor aún...
-¡Harry!-Ginny le interrumpió agarrándole la cara con las dos manos y haciendo que la mirara a los ojos- yo no podría vivir sabiendo lo que sientes y no acariciándote- pasaba sus manos por el ensortijado y ahora mojado pelo negro de Harry- no podría vivir sin estar cerca de ti, después de esta noche. No me pidas que me olvide de esto porque sabes que ni tú ni yo nos vamos a olvidar.-los chicos se estaban mirando ahora a los ojos como si estuvieran solos en medio del universo, como si no hubiera ni una gota de lluvia fuera, como si no hubiera una guerra que estaba acabando poco a poco con los ánimos de todos- no dejaré que te marches de aquí con una excusa como esa. Yo estoy en peligro como lo estamos todos en esta guerra sin sentido y si recibir mil veces la maldición cruciatus es el precio que tengo que pagar por besarte cada día, que así sea, porque seguramente será menos doloroso que no poder hacerlo.
Ninguno de los dos podría haber dicho quien tomó la iniciativa en ese precioso beso que pasaría a formar parte de los recuerdos más bonitos de su vida. Podían sentir la felicidad en la boca del estómago, esa sensación inexplicable que los mantuvo unidos después en un abrazo como si cada uno fuera para el otro el único medio para sentirse seguros. Sabiendo, a su vez, que darían su vida para evitar que al otro le pasara algo.
-Te quiero, eso es lo que necesitaba decirte
CAPÍTULO 2: Discusiones
-¡Harry!¡Harry! ¡vuelve al mundo! Como no estudies un poco no vas a sacar ni un EXTASIS. –Ron le estaba zamarreando en su sillón, junto a la chimenea- Llevaba mucho tiempo sin verte tan despistado. ¿Se puede saber en qué pensabas?
-En tu hermana- le contestó sin pensarlo.
-Pues eso está muy bien, porque últimamente no os veo yo muy bien.
-No te preocupes por eso, son cosas nuestras. Tú sigue estudiando que el que no va a conseguir ni un EXTASIS vas a ser tú- le dijo empujándole levemente con una sonrisa.
Ron abandonó a su amigo y se dirigió a la mesa donde tenía los libros de pociones para el día siguiente cuando tendrían el examen de EXTASIS.
-¿Qué te pasa?- le preguntó Hermione sentándose a su lado.
-No es nada. No te preocupes.
-No te creo. Estás rarísimo. Pero si hasta Ginny dice que no eres el mismo.
Harry levantó la cabeza y miró a su amiga de reojo. No hizo falta que abriera la boca para que Hermione supiera lo que estaba ocurriendo.
-¿Hay otra?- le preguntó tajante.
-No. No tiene nada que ver con eso.
-¿entonces?- Hermione abrió los brazos en busca de respuesta.
-Nunca lo entenderíais, ninguna de las dos, no sabéis nada.
-¿Pero tú la quieres?
-Claro que sí, llevamos casi dos años juntos. ¡Claro que la quiero! Pero esto va más allá. Siempre lo he tenido en la cabeza pero ahora....
-Ahora ¿qué?- le inquirió Hermione- Te vas de la escuela, sí, puede que estéis bastante tiempo sin veros porque a ella le queda otro año, de acuerdo, pero ¿no vas a ser capaz de soportar unos meses sin verla?
-Ojalá fuera sólo eso. Ves como no entendéis nada.
-¡Si hablaras te entenderíamos!- le dijo subiendo la voz- No puedes pretender que adivinemos lo que te pasa por la cabeza. No puedes pretender que Ginny no piense que esto se está acabando si no hablas con ella.
-¡Es que se está acabando!
Toda la sala común llena de alumnos de 5º y 7º preparándose para sus duros exámenes se quedó en silencio mirando a Harry y a Hermione. Harry salió por el agujero del retrato y dejó a Hermione que volvió a sentarse junto a Ron para continuar estudiando.
Cómo van a entender ellos lo que me pasa. No saben nada de la profecía. No les he contado nada en todo este tiempo, ni si quiera a Ginny. A ella menos que a nadie, se moriría si lo supiera. Pero a lo mejor Hermione tiene razón, si se lo explico... ¡No! No puedo contarles nada; pero si se lo cuento a ellos a lo mejor pueden ayudarme. Ellos pueden aconsejarme qué hacer con Ginny. Yo la quiero mucho, y ella a mí, pero no la llevaría conmigo por nada del mundo. Tengo que dejarla, ¡NO! No puedo hacer eso, me moriría sin ella, pero entonces... ¿y si la profecía se equivoca? ¿y si yo no soy el único que puede derrotarle? Pero qué digo. No puedo darle la espalda a lo que soy. ¡Ojalá hubiera marcado a Neville! Bueno no, mejor no, si tuviéramos que depender de la habilidad de Neville... ¡Estoy fatal!, esto es un lío ¿por qué tiene que ser tan difícil? Nunca debí haberle dicho a Ginny lo que sentía, así ella ahora estaría con otro y yo podría irme de aquí sin miedo hacerle daño. Ella no se merece que la deje aquí y me marche a una muerte casi segura, no se merece que abandone nuestra relación de la noche a la mañana, pero si no la dejo y me... y Voldemort me vence, será lo peor para ella. Si sabe que la quería antes de morir no será capaz de rehacer su vida o peor, si sabe que la quiero y me marcho, deja la escuela y se viene conmigo y entonces es cuando no voy a saber qué hacer.
-Hola guapo.
Ginny había llegado por detrás y le había abrazado. Harry al ver que era ella se soltó rápidamente y se separó un poco.
-Hola Gin, ¿qué haces por aquí?-Estaba nervioso, como a un niño que le pillan haciendo una travesura.
Ginny no dijo nada, se quedó mirándolo a los ojos con una enorme pena en el corazón, intentaba ver en esos ojos verdes que tanto le gustaban una pista sobre lo que estaba pasando con su relación. Necesitaba saber, estaba a punto de volverse loca con esa incertidumbre. A menudo pensaba que sólo era cosas de ella pero cada día le demostraba que no, que huía de ella, ya no hablaba, ni se sentaba con ella a saber simplemente que el otro estaba ahí. Ni siquiera le daba ordenes en el quidditch para no dirigirle la palabra. No podía soportarlo más, pero lo quería con locura y el miedo a perderlo la consumía día a día.
-Nada, sólo quería ver a alguien que conocía desde hace tiempo y que hace mucho que no veo.
-¿A quién? – preguntó extrañado Harry y sorprendido, teniendo en cuenta que en Hogwarts se veían todos casi todos los días.
-A ti, pero ya no estás, hace un tiempo que te has ido y no sé dónde, ojalá me lo dijeras y pudiera ir a buscarte, a traerte otra vez conmigo, pero no me dejas.
-Ginny- el mundo se le había caído encima, no podía verla triste- yo, yo lo siento mucho, pero... pero necesito tiempo para pensar.
Ella no dejó de mirarle a los ojos, llegando a tener hasta una pizca de arrogancia para no derrumbarse allí mismo. Al oír esas palabras rió amargamente y le miró con incredulidad.
-¿Cómo se llama?
-¿Qué?- Harry se había quedado totalmente descolocado.
-Ella, que cómo se llama, la chica que se está metiendo en medio.- Ginny estaba cada vez más furiosa y levantaba más la voz- la que está haciendo que necesites recapacitar sobre lo que sientes por mí.
-¡Qué manía os ha dado!- sonrió levemente, pero de repente tuvo una idea, eso es lo que debía hacer, si Ginny pensaba que él ya no la quería podría reconstruir su vida una vez que él se fuera al terminar el curso.-Eh... No te lo puedo decir.
Ginny cayó sobre la pared que había a su lado, aunque se había arriesgado a preguntárselo en su corazón albergaba la esperanza de que sólo fuera fruto de su imaginación. Esperaba que él le dijera que no había ninguna otra, que era sólo una mala racha pero que la quería como siempre. Harry le puso una mano en el hombro arrepentido de lo que había dicho desde el momento que sus palabras salieron de su boca.
-No me toques, Harry, márchate, no quiero volver a verte. Vete por favor.- Ginny luchaba con todas sus fuerzas por no caer allí mismo llorando desesperadamente.
-Ginny, no lo entiendes, déjame explicarte.- Pero ya no había marcha atrás, había metido la pata. Nunca debió haberle dicho eso a Ginny, eso le iba a doler aún más que la verdad.
-¡Que te vayas!- le gritó muy furiosa- ¡Vete de aquí y no me hables más!
Harry salió corriendo de allí dejando a Ginny tirada sobre la pared llorando desconsoladamente. Esa noche no fue a cenar, no podía comer, tampoco pudo estudiar a pesar de su examen de pociones. No quería estar en la sala común para no ver a Ginny, no podía verla, ni tampoco a Ron, seguro que ella le había contado algo y bastante tenía con la mirada crítica de Ginny como para ver también la recriminación de su mejor amigo.
Cuando oyó que sus compañeros de cuarto subían corrió las cortinas de su cama adoselada y se hizo el dormido. Por la mañana fue el primero en bajar a desayunar e hizo por que no le vieran hasta llegar al examen de pociones.
Nunca he hecho un examen de pociones tan malo como éste, y eso que pociones ya se me da mal de por sí. Pero cómo podían pretender que hiciera nada en condiciones teniendo la cabeza como la tengo. No he dormido nada esta noche, la imagen de Ginny llorando se me venía una y otra vez cada vez que cerraba los ojos. No soporto verla triste, si por mí fuera ahora mismo iría a por ella y nos escaparíamos juntos, lejos de todo, fuera de un mundo que sólo quiere separarnos, pero después de lo de ayer, en cuanto me vea acercarme me lanza una maldición, con el carácter que tiene cualquiera le dice nada hoy. Pero yo necesito decirle que no hay otra, pero si se lo digo tendré que explicarle por qué estoy así y eso será peor. Nunca debí decirle que la quería.
-¿A mí tampoco me vas a contar cómo se llama?
-¡Ron! Menudo susto me has dado.
-¿y bien?
-¿Cómo se llama quién?
-No te hagas el tonto conmigo, nos conocemos desde hace mucho y entiendo que no le digas a mi hermana quién es porque la maldice de por vida, incluso entiendo que no le digas a Hermione que hay otra, para que no te eche la bronca, pero a mí ¿no me lo vas a contar a mí?
-No hay nada que contar. No existe.
-¿Qué?
-Que lo que le dije a Hermione era verdad, no hay otra, yo solo quiero a Ginny, bastantes problemas tengo con una como para buscarme otra. No es eso.
-Entonces ¿que es porque no os vais a ver el año que viene?
-Yo querría a tu hermana aunque no la viera en una vida entera. Pero... Ron, estoy hecho un lío, no sé qué hacer, esto es lo peor que me ha pasado nunca- Harry se sentó en el suelo y se abrazó a las rodillas apoyado sobre su cama.
-Cuéntamelo. No puedes seguir así. No puede ser bueno guardarse para uno todo lo que piensa.
-Quedan dos semanas de curso- empezó sin levantar la cabeza de entre sus rodillas- y después tengo que ir a luchar contra Voldemort.
-No seas héroe, no es necesario que vayas. Vas porque quieres ir, como yo, como muchos cuando terminemos esto. Vas porque quieres acabar con esto, pero no tienes la obligación puedes negarte y hacer tu vida.
-No, Ron –le dijo fieramente levantando la cabeza y mirándole a la cara- Tú puedes decir que no. Tú-volvió a remarcar el tú- puedes optar por una vida normal o por hacerte el héroe yendo a una guerra que cada día acaba con más de los nuestros, pero yo no. Yo tengo que ir, no puedo rechazarlo.
-Sólo porque te llames Harry Potter, no significa que tengas que vivir tu vida por los demás. Vive tu vida. Dile a mi hermana lo que me has dicho a mi y olvídate de todo lo que pasa.
-¿Ves esto?- Harry se levantó el pelo del flequillo y señaló su brillante cicatriz en forma de rayo- ¿Crees que me recuerda que hace 16 me atacó el mago oscuro más poderoso matando a mis padres? ¿Crees que me recuerda que durante toda mi vida ha intentado matarme? – Se puso de pie y se acercó más a Ron - ¿en serio crees que me recuerda que soy Harry Potter, el niño que sobrevivió? ¡NO! Me recuerda cada mañana cuando me miro al espejo que de aquí a dos semanas tengo que enfrentarme a un ejercito oscuro. Me recuerda cada día que hace 2 años descubrí que una profecía, ¡una maldita profecía! me señala como asesino o asesinado. Eso es lo que es esto- volvió a señalar su cicatriz- Y no quiero que tu hermana pase por lo mismo.
-¿Por qué no has contado nada? –le preguntó mirando a Harry como si acabara de descubrir que era otra persona.- Ha debido ser duro.
-¿Duro?- rió amargamente- No te imaginas lo que es oír a Ginny hablar de nuestro futuro juntos y pensar que a lo mejor no voy a estar vivo para cuando ella acabe aquí. ¿Entiendes ahora por qué le he dicho que había otra? Sé que ha sido una mala idea pero en ese momento era la única forma que tenía para que me olvidase.
-No debes contarle esto a mi hermana. Si sabe que tu destino es acabar con quien-tú-ya-sabes o morir en el intento, se va contigo aunque sólo sea para estar allí en el último momento. Y si mandas a mi hermana pequeña a la guerra, te aseguro que te busco donde estés y te acuerdas de mí.- le sonrió con complicidad- Pero Ginny es muy orgullosa, más vale que le cuentes que no existe otra, búscate otra historia pero dile que es mentira porque o no vuelve a hablarte en la vida o te deja una maldición de por vida en cuanto te vea cruzar dos palabras con una chica que no sea Hermione.
-No quiero que cuentes nada a nadie. Tú no debías haberte enterado. ¿de acuerdo?-Ron asintió en silencio con la cabeza- Y tengo que hablar con tu hermana pero no sé qué voy a decirle
CAPÍTULO 3.: El adiós
Las semanas de los exámenes pasaron rápidamente. Antes de que se hubieran dado cuenta pasaron las dos semanas y estaban montados en el expreso de vuelta a casa. La última vez que Harry cogería ese expreso de Hogwarts, ya terminaba su etapa como alumno y empezaba una etapa nueva. Un mundo abierto del que sólo sabía el final. Un final que tampoco se dibujaba muy claro. Las dudas seguían comiéndoselo por dentro, a penas había comido ni dormido y su horrible aspecto lo achacaba a los exámenes para salir del paso de preguntas de compañeros y profesores.
Tuvo la sensación de que toda la casa griffindor le había preguntado qué le ocurría y qué haría al acabar la escuela. Todos excepto Ginny. Desde su encuentro en el pasillo el día que rompieron no se habían dirigido ni una sola palabra. Al cruzarse miradas de tristeza se chocaban, miradas que no necesitaban adornar lo que sentían con palabras. Miradas de perdón y negativa, miradas de por qué y de silencio. Miradas que mostraban la añoranza por un tiempo que sin saber muy bien cómo de repente ya no estaba. Sus ojos la seguían rogando que volviera y ella desaparecía para evitar derramar más lágrimas. No hizo falta una palabra para saber lo que pensaban, para saber que a pesar de todo lo que se habían dicho, en el fondo de sus corazones se seguían queriendo como aquél día en el vestuario del campo de quidditch.
Tengo que hablar con ella. Hace ya dos semanas que dije que hablaría con ella y todavía no lo he hecho. Esto no puede seguir así, llevo todo este tiempo con la intención de hacerlo y cada vez que me mira me echo para atrás. No soy capaz de articular una sola palabra cuando me mira, me siento tan culpable de su pena que no puedo moverme, me quedo parado y sólo soy capaz de mirarla esperando que se apiade de mí y me perdone. Cuando me mira siento que sus dedos tocan mi alma y la desgarran de dolor. No puedo dormir ni comer, no puedo pensar en algo que no sea en ella. Pero ¿qué le digo? Le digo que no hay otra, que la quiero con locura y luego ¿qué? ¿La dejo aquí pensando que voy a echar una mano, como cualquiera que sale de la escuela? No puedo tenerla así, pero tampoco quiero contarle que me tengo que enfrentar otra vez a Voldemort y que esta vez puede que no salga. Yo quiero que ella sea feliz, quiero que viva una vida llena de ilusión y de alegrías, no quiero que la pase llorando por un muerto. No se lo merece.
-¿Todavía no has hablado con mi hermana?- Harry contestó con un gesto negativo a la pregunta que Ron le había hecho casi en un susurro sacándolo de sus pensamientos mientras atravesaban los campos ingleses.- ¿y a qué esperas?
-No sé qué hacer. No sé qué le voy a decir.
-Dile sólo que te vas. Dile que no quieres que ella viva un año del recuerdo, dile que la quieres pero que ahora lo vuestro no es posible. No la dejes así porque se muere de la pena.
Ron y Harry se quedaron asombrados mirando a Hermione que es la que había hablado. Después se miraron entre sí para buscar una explicación de cómo ella podía saber de lo que hablaban, se dieron cuenta al mirarse que ninguno de los dos se lo había contado y Hermione captó rápidamente lo que sus amigos estaban pensando.
-Yo estaba en la puerta de la habitación el día que le contaste a Ron lo que decía la profecía. Quería hablar contigo y al oíros hablar me paré allí y “accidentalmente” lo oí. No te preocupes- le dijo al ver la cara de impresión de Harry- no le he contado nada a Ginny. También pienso que se iría contigo sólo para estar a tu lado en el momento definitivo fuese cual fuese el final que tuviera.
Ginny pasó delante de la puerta acompañada de Colin y un incómodo silencio se hizo en el vagón. Harry y ella volvieron a cruzar su acostumbrada mirada, pero esta vez Ginny la quitó con un movimiento de cabeza que rozaba más el desprecio que el orgullo. No terminaba de creerse que él no la quisiera, que todo se hubiese terminado de la noche a la mañana pero tampoco entendía porqué no hablaba con ella, por qué no le contaba lo que ocurría.
-No le voy a decir nada- terminó diciendo Harry cuando Ginny pasó- Es mejor que me odie- en ese momento sintió una fuerte punzada en el corazón imaginando cómo sería su vida si Ginny le odiara-. Es raro que yo lo digo, pero si me odia terminará rehaciendo su vida. Yo no puedo permitir que la pase esperando a una ilusión, no sé si voy a terminar con Voldemort, o si él...
-Basta, no hace falta que seas tan preciso- le interrumpió Hermione que estaba agachada al lado de los dos chicos- Tú tienes que hacer lo que creas mejor. Es tu decisión.
-Pero es que no sé qué hacer. Ese es el problema. Yo la quiero con locura, si por mí fuera me quedaba aquí esperando a que terminara Hogwarts y me iba a vivir con ella el resto de mi vida, pero no es fácil decidir. Tengo que hacer una cosa pero quiero hacer otra, y el problema es que no puedo hacerlas a la vez. No puedo rechazar mi destino de una forma tan descarada sólo porque mi corazón me diga que tengo que quedarme aquí; no sería justo para nadie quitar la oportunidad de vivir una vida feliz y sin miedo a la gente que quiero, para que yo pueda vivir con ella. ¿y por cuánto tiempo? Si yo no lo busco Voldemort me buscará a mí y a lo mejor termina no sólo conmigo, sino también con Ginny y eso sí que no podría perdonármelo.
-Tú sabes dónde encontrar a mi hermana, cuando lo tengas claro habla con ella, pero a lo mejor para entonces ella ya no querrá hablar contigo.
-¿Qué vas a hacer cuando lleguemos?-le preguntó Hermione a Harry- ¿piensas volver a casa de tus tíos?
-No, ni loco. Voy a quedarme unos días en...-no quería decir la dirección del cuartel general de la orden- en la antigua mansión Black, averiguaré algunas cosas y en menos de una semana me quiero ir. Cuanto antes me vaya antes sabré cómo acaba.
-¿Qué día te iras? Es que a lo mejor voy a despedirte.
-Mejor no lo hagas Hermione, tú quédate con tus padres este verano y descansa. Pero quiero irme dentro de cuatro días, Dumbledore me dijo que a medio día saldría un tren que iba al norte, donde ahora está Voldemort.
El tiempo pasó lento, cuatro días encerrado en un dormitorio de la casa de los Black que ahora quedaba sólo para las reuniones de la orden. Sólo la visita de Dumbledore para darle las últimas instrucciones interrumpió su incansable fuente de preguntas sin respuesta. Cada día estaba más confuso, había ocasiones en que se levantaba con la intención de dirigirse a la madriguera, recoger a Ginny y olvidar todo lo que tuviera que ver con Voldemort y la profecía, pero luego recapacitaba y pensaba que no podía hacer eso.
Tengo que enfrentarme a él. Si no lo hago no voy a darle la oportunidad a nadie de seguir siendo feliz, sí, a lo mejor no vuelvo, pero no puedo darle la espalda a todo. Si lo consigo podré volver, podré buscar a Ginny y decirle que siempre la he querido, pero a lo mejor ella ya no quiere saber nada de mí, es más creo que ya no quiere saber nada de mí. ¡Mejor! Eso es lo que quería, pero no, no puedo irme pensando que me va a odiar siempre. Si salgo de ésta, seguramente me volveré loco, es lo peor que me ha pasado nunca. Si Ginny no hubiera aparecido nunca, pero ¿qué digo? Ella no apareció, siempre estuvo ahí pero yo no me di cuenta. ¿por qué tuve que fijarme en ella? Todo hubiera sido mejor si simplemente fuera la hermana de Ron, pero ahora es más que eso, y no puedo quitármelo de la cabeza.
Harry estaba sentado en un banco de la estación de King Cross con una pequeña maleta. Estaba solo, había preferido que nadie fuera a despedirle, a Ron le dijo adiós por carta y a Remus, a quien había tenido de gran apoyo desde que Sirius se había ido, prefirió no decirle adiós. Estaba metido en sus pensamientos cuando la vio entrar, de repente todo volvía a desordenarse en su cabeza. Su pelo suelto y brillante siempre le había vuelto loco, su seguridad en sí misma, esa forma tan particular de andar y de mirar, como si ella pudiese enfrentarse sola al mundo.
Por fin había conseguido convencerse que tenía que dejarlo todo atrás, que no podía llevarse parte de su vida con él porque sabía que todo sería mucho más duro y ahora ella aparecía para volverlo todo otra vez confuso. No podría pensar con ella allí, no podría irse sin decirle lo que sentía.
-No me hagas esto, - murmuró Harry antes de que ella se acercara.
¿Por qué ha venido? Ahora todo va a ser peor, yo no puedo decirle adiós, es que como me lo pida me quedo. Si es que no tenía que haberle dicho a Ron nada, seguro que él le ha dicho el tren en el que me iba. Pero está tan linda, si es que no puedo evitar quererla como la quiero. Pero me tengo que ir, no puedo dejarme llevar, tengo que irme. No puedo decirle que la quiero, no puedo decirle que me espere. Harry, contrólate y sé sensato.
-No te creo- fue lo primero que le dijo Ginny cuando se acercó a Harry, dejándole muy descolocado.
-¿Qué?- le contestó aún más confuso de lo que ya estaba desde que la vio entrar.
-No creo ni una sola palabra de lo que me has dicho. No creo que no me quieras, no creo que estés con otra chica. No creo que quieras irte sin decirme adiós. Es imposible que las cosas cambien tanto de la noche a la mañana y me sigas mirando como me miras. Te conozco, Harry Potter, y sé que lo que me has dicho no es cierto.
A Harry le dieron una ganas enorme de abrazarla y decirle que tenía razón, que claro que la seguía queriendo y que la querría siempre, que quería quedarse a su lado y que dejaría todo si ella se lo pidiera, pero no dijo una sola palabra. Se dedicó a mirar al suelo para no ver la cara de Ginny sabiendo que conseguiría que lo dejara todo para estar a su lado, como siempre le había pasado desde que estaban juntos.
-No soy imbécil, ¿sabes?- continuó Ginny- supongo que tienes que irte, eso es lógico, siempre supe que tendrías un destino ya escrito y que terminaba enfrentándote a Voldemort, no es lógico que un mago como él se obsesione con un niño sin razón aparente. ¿Qué crees que decía la profecía aquella que se rompió?
-¿Qué sabes tú de eso?- dijo rápidamente mirándola a los ojos, pero volviendo aún más rápido la cabeza hacia el suelo.
-Nada, se rompió y ninguno supimos nada ¿no?- dijo mirándole con mucha suspicacia, pero al ver que no había respuesta continuó- yo sólo uso la lógica. Entiendo que te vayas y me iría contigo y lo sabes
-Eso no. Tú te quedas aquí, no permitiré que vayas a ninguna parte donde estés en peligro.
Ginny esbozó una sonrisa, sabiendo que tenía razón al no creerse nada de lo que había dicho. Pero le haría caso, no iría a ninguna parte pero no por no ponerse en peligro ella sino porque sabía que si ella estaba donde fuera que él se marchara, Harry perdería la atención sobre su vida y daría lo que fuera porque a ella no le ocurriera nada. Y ella no podía permitir ser un estorbo para él, ni ponerlo en peligro.
-No iré, no te preocupes; sólo quería decirte que espero que no olvides nunca. En ningún momento, estés donde estés, que como yo te he querido no te querrá nadie. Pero...- se detuvo un momento como si no pudiera articular una palabra más sin arrojarse a sus brazos- pero voy a seguir con mi vida. Todavía a pesar de lo que yo pueda creer no me has dicho que tengo razón y que todavía me quieres, así que seguiré adelante....- lo miró desesperada intentando sacarle una respuesta que no llegó- pero recuerda una cosa- le cogió la barbilla e hizo que la mirara a los ojos como el día que le dijo lo que sentía por ella hacía ya casi dos años- Recuerda que no habrá una sola vez que no mire las estrellas sin recordarte. Pase lo que pase y estemos donde estemos, siempre estarás en el sitio especial donde has estado siempre desde que te vi aquí mismo no siendo más que una mocosa.
El tren en el que Harry debía subir llamó a sus últimos pasajeros. Él retiró la cara y la alejó de ella mirándola a los ojos pidiéndole perdón sin palabras por lo que estaba ocurriendo, mirándola como si fuese la última vez que la vería. No dijo una palabra, se alejó de ella sin dejar de mirarla a los ojos, diciéndole con la mirada que la llevaría siempre en su corazón, pero no pronunció ni una sola palabra. Ginny se quedó en el andén mirándole fijamente, entendiendo lo que quería decir pero odiándole por no decirlo. Sintió que su corazón se había ido, que ya no latía, que no estaba donde había estado siempre, sintió que toda su vida se alejaba con el tren.
¿Cómo he podido hacerle esto? No sé cómo he podido marcharme sin decirle que realmente la quiero, que siempre estará conmigo, que no la olvidaré nunca. Pero todo será mejor así, o al menos eso espero
FIN
Espero que os haya gustado, es un poco cursi, pero bueno con 15 y 16 años las cosas son así de cursis.
Si tenéis algo que comentar (bueno o malo) dejadme un mensajito en el libro de vistas.
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