Legolas y Tauriel - Potterfics, tu versión de la historia

 

 

 

Tomado del libro de Bilbo:

Cuando me embarqué en una gran aventura con Gandalf y los enanos, nunca pensé que iba a presenciar una preciosa historia de amor entre dos de los elfos mas puros y bellos de la Tierra Media. No serían capaces de imaginarse la cantidad de aventuras, problemas, peligros e inconvenientes en su hermosa historia de amor. Pues esta es su historia.


El era el príncipe del Bosque Negro, con lo cual, hijo de Thranduil.Ella había nacido de una estrella, aunque siempre fue una humilde elfa silvana, hasta que se hizo capitán de la guardia.El príncipe se llamaba Legolas y ella Tauriel.

Con el paso de los siglos, el apego entre los jóvenes elfos crecía como las flores en primavera.Cazaban juntos, corrían juntos, reían juntos..Parecía que estaban hechos el uno para el otro, aunque siempre sintieron algo especial entre ambos.

 

Thranduil sabia lo que pasaba entre ellos aunque se mantuvo al margen porque ellos no manifestaron sus sentimientos. Era evidente que Legolas estaba más enamorado de lo que Tauriel lo estaba.

Cuando supo que Legolas eligió a Tauriel como su capitán de la guardia, Thranduil empezó a preocuparse, ya que era bastante extraño que Legolas eligiera a alguien tan joven, aunque experta y capaz, y femenina...

En los meses siguientes,Thranduil no paraba observarles mientras refunfuñaba: 'Ella no arruinará mi linaje'

Legolas desarrollaba cada vez más y más sentimientos por esa preciosa, pelirroja y encantadora elfa de ojos verdes.

Tauriel siempre se percató de los sentimientos que sentía Legolas hacia ella pero intentó disimular, ya que sabía que Thranduil no lo permitiría y debía obedecerle.

Él anhelaba estar con ella, hablar con ella, estar junto a ella.Sus sentimientos eran muy grandes, pero en el caso de Legolas se volvió un amor obsesivo.

Tauriel tenía razones para amarle; Legolas era un elfo alto, rubio,simpático, tenía unos ojos azules muy bellos y siempre cuidaba de ella como un dragón a su tesoro.Pero aún así, ella sabía que no debía estar con el.


Cada mañana como otra cualquiera en el reino del bosque, Legolas se levantó con ganas de hacer muchas cosas pero había una que era prioritaria; Ver a Tauriel.

Como siempre, se dirigió al gran salón del rey Thranduil en busca de una misión o algo que hacer.

-Buenos días padre, ¿que tengo que hacer hoy?-Preguntó ansioso

-Me han informado de que las arañas están demasiado cerca de nuestra gente y están en nuestro territorio.Quiero que los mantengas a raya-Ordenó Thranduil a su hijo.

-De acuerdo padre nosotros nos ocuparemos.

-¿Vosotros?¿Quien irá contigo?

-Tauriel y yo...

-No irá Tauriel...quiero decir...sólo contigo..que os acompañen cuatro guardias más-Rectificó Thranduil.Era evidente que no quería verlos juntos.

-Como usted desee, padre-Dijo Legolas extrañado.

Legolas se dirigió hacia la armería para ver a Tauriel.Y en efecto, ahí estaba ella, su capitana, tan rebelde, tan bella, tan guerrera.

-Tauriel, el rey nos ha encomendado matar y limpiar nuestro reino de las arañas.Tu irás conmigo-Dijo Legolas con una sonrisa de oreja a oreja.

-Como usted ordene, mi señor-Dijo Tauriel haciendo una reverencia.

-No quiero que te dirijas a mi como un ser superior...dirígete a mi como un amigo..será más cómodo.

 

-Gracias Legolas-Dijo sonriendo ella también.


Durante toda la expedición, Legolas no quitó ojo de encima a Tauriel observándola de arriba a abajo, viendo como corría, como luchaba.No podía soportar no estar junto a ella, pero no tenía prisa ya que nada les podía separar.

Estaba siendo un día como otro cualquiera, las flechas de Legolas salían de su carcaj a una velocidad impresionante matando todas las arañas a su alrededor.Tauriel también lo hacía como el, la verdad es que estaban hechos el uno para el otro.

De repente, sin que nadie se diera cuenta, una araña se abalanzó sobre Tauriel agarrándola y atrapandola con sus patas.Legolas contempló la escena con horror mientras gritaba:-¡Tauriel!.Blandió sus dagas y descabezó a la bestia con rabia.

-Tauriel,¿estas bien, nada te ha ocurrido?-Preguntó Legolas preocupado acercándose a Tauriel.

-No, no pasa nada, gracias, sólo es un rasguño-Respondió Tauriel sorprendida.

-No, no estás bien, déjame curarte la herida de la cara-Dijo Legolas mientras limpiaba la cara de Tauriel con un pañuelo con dulzura y amor, sus rostros estaban muy cerca el uno del otro hasta que sus ojos se encontraron.En ese instante Tauriel se dio cuenta de que era el elfo de su vida, nunca nadie la había tratado de esa manera.

Los oficiales presenciaron la escena sorprendidos porque nunca vieron al príncipe preocuparse tanto por alguien.Era evidente lo que sentía el por ella y ella por el..

En medio de la escena apareció un guardia alertando a Legolas e interrumpiendo el momento mágico entre el príncipe y la capitana de la guardia.

-¡Mi señor!Enanos de las Montañas Azules!Estan por aquí.

-¿Enanos aquí?-Dijo Legolas sorprendido.


-Sí, mi señor, ¿qué hacemos?-Preguntó elguardia.

-Les daremos una calurosabienvenida...-Dijo irónicamente Legolas. Ya sabe toda Tierra Media que losenanos y los elfos no tratan desde días oscuros pero en el caso del reino deThranduil, se pensaba que los elfos era una raza superior a las demás, pero mucho mása los enanos.

Eran la compañía deThorin Escudo de Roble que estaban intentando escapar de las arañas.Lo que nosabían es que había elfos esperando el momento oportuno para tenderles unaemboscada.

-¡Rápido!¡No osseparéis!-Gritó Thorin a sus compañeros.Antes de que se diera cuenta ya tenía aLegolas apuntándole con su arco delante de él y demás elfos a sus compañeros.

-No creas que no temataría enano, sería un placer-Advirtió Legolas a Thorin con cara de pocosamigos.

-¡Registradles! Que nocontengan nada afilado cuando entren, los enanos son muy traicioneros ycodiciosos
-Ordenó el príncipe a sus guardias.

-Legolas, si no nos hanhecho nada malo, ¿por qué no les dejamos que se vayan?-Preguntó Tauriel al elfo.

-Te equivocas Tauriel,no podemos confiar en ellos, además son enanos
Ahora los llevaremos ante mipadre-Thranduil le había inculcado a su hijo su misma perspectiva de los enanosy esa era una de las pocas cosas que a Tauriel no le gustaba de Legolas.Ellasiempre pensó que se debería de forjar una alianza, de nuevo, con los enanos.

Legolas sabía que aTauriel no la gustaba que se apresara a enanos sin motivo, pero ahí el quemandaba era el rey, no él.

Tras esto un guardia seacercó a Legolas mostrándole la espada de Thorin, Orcrist. Legolas la observabacon detenimiento mientras decía:

 

-Esta es una de lasespadas forjadas por mis antepasados en días antiguos, muy antiguos
¿de dóndela has sacado?-Preguntó Legolas a Thorin con cara de desprecio.

-Me la dieron..-Nohabía mentira en los ojos de Thorin.

Tras esto, los ojos deLegolas se encendieron:

-Eres un ladrón y además mentiroso. ¡Adelante!, losllevaremos ante mi padre.

Durante todo eltrayecto ningún elfo comentó lo que había pasado entre el príncipe y lacapitana de la guardia, ni si quiera ellos.

Cuando entraron en elreino del bosque, los enanos se quedaron asombrados ante la belleza de lossalones, las grandes cascadas, los grandes árboles..Eran cosas que no tenían enErebor, aunque no las envidiaban.

Tras esto, Legolas,Tauriel y los demás elfos que les acompañaban llevaron a la compañía de Thorina las mazmorras para encerrarles en sus respectivas celdas. A todos, menos aThorin, por autorización expresa del rey Thranduil.

A Tauriel le tocóencerrar a un enano diferente a los demás, de cabello oscuro, sin barba y unpoco más alto que los demás. Cuando este entró a su celda sin oponerresistencia, este se dirigió a ella y la dijo:

-¿No vas a registrarme?..Podríaocultar algo bajo mis pantalones..-Tras decir esto el enano la dedicó una picara sonrisa.

-O nada..-Al instanteTauriel le cerró la puerta de su celda dedicándole una débil sonrisa.Por lo quehabía oído el enano se llamaba Kili

Tras verlos hablando,Legolas se dirigió a ella:

-¿Qué te estabadiciendo ese enano, Tauriel?-Había envidia en los ojos azules de Legolas.

-Nada importante
es másalto que los demás
no crees?-Preguntó Tauriel al elfo a la vez que salía de lasmazmorras.

-Más alto
pero no menosfeo..-Legolas no entendía como Tauriel se podía haber fijado en un enano.Además, le lanzó una mirada asesina a Kili. Se le notaba muy celoso.

Al cabo de un rato,Tauriel se dirigió al gran salón del rey Thranduil para informar de losucedido.

-Mi señor, ya hemosacabado con las arañas como nos ordenasteis pero ,aunque las expulsemos de aquí amenazarán otras tierras-Dijo Tauriel al rey moviéndose de un lado para otro.

-Otras tierras no mepreocupan
.-Tras esto parecía que la conversación había terminado pero el reyañadió:

-Legolas dice que hoyhas luchado bien
te está cogiendo mucho cariño-Tauriel sabía que Thranduil nose refería como amigos, sino, más bien, todo lo contrario.

-Le prometo, mi señor,que para Legolas no soy más que un capitán de la guardia-Respondió Tauriel condecisión.

-Antes es posible
ahorano estoy tan seguro
-Añadió Thranduil mientras se servía una copa de vino.

-No creo..que el rey permitieraa su hijo comprometerse con una humilde elfa Silvana..-Tauriel llegó a pensarde verdad que Thranduil había cambiado de opinión.

-Crees bien, no lo permitiría.Aún así, le importas. No le des esperanza cuando no la hay-Tras oir esto,Tauriel se marchó del salón dejando caer unas lágrimas de sus ojos verdes.Sabía que lo suyo con Legolas sería imposible.

Con los trece enanos en las mazmorras,se celebraba una fiesta en el reino del bosque, la Mereth-en-Gilith y Legolastuvo que ir obligatoriamente, era el príncipe.

 

Cuando acudió a la fiesta estaban todoslos nobles, amigos
hasta los guardias con los que estuvo esa mañana.No parabande cuchichear sobre ella y la capitana, sobre lo sucedido entre ellos, pero aLegolas le daba igual lo que pensaran.

Tras saludar a amigos y demás genteimportante, Legolas echaba a alguien en falta; a Tauriel. La estuvo buscando ensu habitación, en la armería
pero no la encontraba, hasta que su padreThranduil se acercó a él y le dijo:

-Hijo, ¿qué te pasa?, te veointranquilo.

-Es que no veo a Tauriel y tengo quehablar con ella.

-Déjala, está en las mazmorras vigilando.La dejé el día libre pero ella insistió en hacer guardia a estas horas-En esemomento, Legolas se puso más nervioso aún porque sabía que algo pasaba entreella y el enano.

-Muchas gracias padre-Tras esto Legolassalió con paso acelerado de la sala.

A Thranduil no le gustó nada que Legolassiguiera tan cerca de ella pero el ya había hecho su trabajo. Tauriel tenía queobedecerle.

Cuando el príncipe llegó a lasmazmorras, vio que Tauriel estaba hablando con Kili, lo que hizo que se pusieratodavía más nervioso. En vez de interrumpirles, Legolas escuchó su conversacióndurante unos minutos .Estaban hablando de una promesa que hizo Kili y de laMereth-en-Gilith. Algo que a Legolas no le preocupaba demasiado pero lo que sile preocupaba era que su elfa pelirroja se interesara por el enano.No paraba de preguntarse; ¿por qué un enano? ¿por qué no me dice nada de lo que pasó esta mañana? ¿que le da él que no pueda dárselo yo?.

Cuando la conversación acabó, Legolasvolvió a la fiesta donde esperaba que Tauriel apareciese.Y, en efecto, allíestaba con la misma ropa que la de esta mañana, al igual que el.

Durante un par de horas Legolas no paróde mirarla de arriba abajo, cada vez que la observaba se enamoraba más deella.Era perfecta y diferentes a todas las demás elfas que había visto.

Thranduil también se dio cuenta de quesu hijo sólo tenía ojos para la capitana, pero estaba tranquilo porque sabíaque Tauriel le obedecería, o eso pensaba el

De repente, Legolas decidió hablar conella, ansiaba hablar con su Tauriel. Se acercó a ella por la espalda y la dijo:

-Estás muy guapa, mi capitana de laguardia
-Saludó a Tauriel cogiendo y besando su mano suavemente.

-Pero si voy con el mismo tipo de ropaque siempre, Legolas-Respondió Tauriel mientras reía a carcajadas.

-Por eso mismo lo digo. No quiero niimaginarme cuando vistas elegante..-Dijo el príncipe mirándola a los ojos y dedicándolauna sonrisa. Había mucho amor en cada palabra y cada mirada del hijo deThranduil.

-Muchas gracias Legolas, eres todo uncaballero-A Tauriel la gustaba que la dijeran cosas bonitas, como a toda mujer,elfa, enana o hobbit de la Tierra Media.

-Y tu eres la gran estrella de estafiesta-Legolas la volvió a lanzar un piropo.

-Jo Legolas, vas a hacer que mesonroje
-Tras esto Tauriel se sonrojó.

-Tauriel
.lo que pasó estamañana...-Antes de que Legolas terminara, un guardia gritó en medio de la sala:

-¡Los enanos!¡Se escapan!

Al oír esto Tauriel y Legolas corrieronhacia las mazmorras. Las celdas estaban todas vacías. Todavía no sabía nadiequién los había liberado. Ahí es cuando yo entré en acción...pero esa historiaes muy larga.

 

-¿Y el custodio de las llaves?-PreguntóTauriel a los guardias allí presentes.

-Está en la bodega-Respondió un guardia.

Los elfos se dirigieron a la bodegadonde vieron al custodio dormido por el buen vino de los enanos. También vieroncomo se escapaban en barriles por la trampilla de salida.

-¡A por ellos!¡Que no escapen!-Gritó Legolasa todos sus guardias.

Legolas, Tauriel y unos cuantos guardiassalieron al exterior al paso del río donde vieron a los enanos en barriles ypor sorpresa para todos
.¡¡Orcos!!

Eran un gran número de orcos que estabanatacando a los enanos mientras estos escapan mediante barriles. Legolas yTauriel los despachaban a una velocidad increíble usando dagas, flechas,piruetas por aquí y por allá

Kili salió de su barril para abrir lascompuertas del río y así poder escapar cuando de repente un jefe orco diferenteal resto, mucho más fuerte, más alto y mejor armado le clavó una flecha en larodilla. Tras esto, Tauriel presenció la escena con horror matando orcoscon mucha más rapidez y nunca perdiendo de vista al enano. Kili arrastrándosepor el suelo consiguió abrir las compuertas tirando de una palanca y meterse ensu propio barril.

Legolas por su parte, mientras todos losenanos escapaban acababa con todos los orcos que se interponían en su camino,hasta que acabó con el último y dejó de luchar. Sabía que los enanos se habíanescapado y el no podría seguirles hasta el final así que decidió observar cómose íban por el río. Además, aún quedaban muchísimos orcos que los seguían, incluido el jefe. Él sabía que no era buena idea seguir con la lucha.

Por detrás suya, mientras él observaba,un orco que estaba moribundo le apuntó con su arco a sus espaldas dispuesto aclavarle una flecha. Pero cuando lo hizo, Tauriel apareció dando un saltodesarmándole con una patada y blandiendo sus dagas para clavárselas en suasqueroso cuello, pero Legolas lo impidió:

-¡Tauriel, para! Le necesitamosvivo-Ordenó Legolas a la capitana.

Tauriel observó cómo se escapaban losenanos preocupándose por Kili. Legolas se dio cuenta pero decidió que no era elmejor momento para hablar sobre el tema.

Llevaron al orco ante el rey Thranduilpara conseguir información. Legolas lo tenía de rodillas y agarrándole con susdagas en el cuello:

-Con el tiempo, todo lo inmundo aflora.Dime, ¿a quién sirves?-Preguntó Thranduil relajado al orco.

-Al enano de cabello oscuro-Dijo el orcodirigiéndose a Tauriel y haciendo caso omiso al rey elfo.

-Le hemos clavado una flecha deMorgul
.el veneno está en su sangre
pronto perecerá y tu no podrás hacer nada
-Añadióel orco.

-Responde fétido, ¿a quiénsirves?-Preguntó Tauriel intentando no ponerse nerviosa.

-¡¡Yo no respondo ante suciasperras!!-Gritó el orco escupiendo a la elfa.

-¿Quieres morir orco? ¿Te gusta lamuerte? ¡¡Pues déjame dártela!!-Gritó Tauriel blandiendo una de sus dagasdispuesta a clavársela en la cabeza.

-¡Tauriel, vete! Vete ahora-OrdenóThranduil a la elfa. Tras esto Tauriel se fue enfadada mientras Legolas se dabacuenta de que la importaba el enano. No le gustó nada y hasta hubiera ido trasella pero debía estar con su padre.

-No me importa la muerte de un enano.Dime lo que sepas y te dejaremos marchar-Prometió Thranduil al orco.

 

-Ibais tras la pista de trece enanos
.¿por qué? ¿Qué representa Thorin Escudo de Roble?-Preguntó Legolas impaciente.

-Ese renacuajo
nunca podrá ser rey

-¿Rey? Nunca ha habido rey bajo lamontaña y nunca podrá haberlo-Respondió el príncipe. Los ojos de Thranduil senublaron y se puso tenso y nervioso.

-No entiendes nada. Mi amo sirve alúnico
¿Lo entiendes ahora elfito? Vuestro mundo arderá-Dijo ahora el orcodirigiéndose al rey mientras reía a carcajadas.

Al instante Thranduil blandió su largaespada y le cortó la cabeza.

-Habíais prometido liberarle
. ¿a qué serefería?-Preguntó Legolas extrañado.

-A que pretenden soltar un arma máspoderosa que ninguna otra vista
Cierra las puertas. Que nadie entre ni salga demi reino-Ordenó el rey a su hijo.A Thranduil no le importaba lo que pasara más allá de sus fronteras.

Tras esto, Legolas se dirigió al guardiade la puerta principal:

-¡Cierra las puertas por orden del rey!

-¿Y qué pasa con Tauriel?-Preguntó elguardia.

-¿Qué pasa con ella?

-Se fue al bosque armada con sus dagas ysu arco hace un buen rato y todavía no ha vuelto.

Legolas salió hacia fuera y el guardiale señaló con el dedo hacia donde se había ido. El príncipe sabía a laperfección porque se había ido. Legolas apretó sus puños con fuerza y con rabiamientras decía al guardia:

-No cierres estas puertas todavía.

Se dirigió a sus aposentos para quitarsela cota de malla pesada y dura y ponerse una ropa más ligera y suave. Armó sucarcaj lleno de flechas y se dirigió a toda prisa a la puerta. Si Thranduil lehubiera visto, no le habría dejado marchar pero Legolas fue rápido y el rey nose dio cuenta
de momento.

Siguió las pistas de Tauriel nervioso ya toda prisa. No quería dejarla sola, pero sabía a la perfección que si Taurielse marchó, fue por el sucio enano. Legolas nunca se separaría de ella.

Tauriel estaba siguiendo el curso delrío y las huellas que habían dejado los orcos destruyendo todo a su paso. Nopodía dejarles atrás, tenía que ayudarles. Tenía que ayudarle a él .Además,ella sabía que el tema de Thorin Escudo de Roble y sus compañeros no era unasimple misión, era mucho más que eso y no podía limitarse a lo que pasara soloen el Bosque Negro, a diferencia de Thranduil.

Caminaba y caminaba, las huellas de losorcos la conducían a una ciudad que ya se conocía pero que no frecuentaba ir.Era la Ciudad de Lago. De repente, oyó unos pasos detrás de ella y armó su arcodándose una media vuelta, pero no disparó. Era Legolas:

-Pensé que eras un orco-Dijo Taurielmirando al príncipe.

-Si fuera un orco, ya estaríasmuerta-Tras decir esto, bajaron los arcos y Legolas siguió hablando:

-Tauriel, no puedes enfrentarte atreinta orcos tú sola.

-No estoy sola
-Respondió la elfa girandosu cuello y mirando al elfo.

-Sabías que vendría
-Dijo Legolasmientras sonreía.

Tauriel le dedicó una sonrisa placenteray amigable.

-Tauriel, el rey está enfadado contigo,le has desobedecido. Ven conmigo, él te protegerá-Añadió Legolas ahora másserio.

-¿Pero y si no quiero? Parece que el reyno le importa que una manada de orcos entré en nuestras fronteras y maten anuestros amigos en busca de nuestros prisioneros.

 

-No es nuestra lucha.

-Si es nuestra lucha
Con cada victoriael mal se hará más fuerte. Dime, amigo, ¿cuándo hemos dejado que el mal sea másfuerte que nosotros?-Tauriel estaba convencida de que tenían que intervenir,pero no quería que Legolas la abandonase.

-Tienes razón. Pongámonos en marcha.Perdóname Tauriel, he estado tan ciego todo este tiempo
que no he visto laverdadera amenaza que se asomaba-Tras esto Legolas y Tauriel se pusieron enmarcha.

Anduvieron y anduvieron, corrieron ytrotaron con paso muy acelerado haciendo pequeños descansos de 10 min dondeaprovecharon a comer pan del camino, Lembas. También aprovecharon a recordarlos viajes a Rivendel, a Lothlórien, las grandes fiestas del reino delbosque
muchos recuerdos juntos, muchos años juntos.

Cuando no hablaban Legolas no paraba depensar: "Todo esto es por el maldito enano, ojalá les hubiera dejado marcharese día, ojalá no hubiera estado tan ciego para no darme cuenta de que Taurielllegaría a amar a otra persona que no fuera yo"

Pasados dos días llegaron por la noche ala Ciudad de Lago, muy justos de tiempo dónde observaron como los orcos atacabana unos cuántos enanos, de entre ellos Kili que estaba herido.

Entraron salvándolos a todos,descuartizando y decapitando orcos pero con dos objetivos muy diferentes

Abajo se podía observar como el resto delos orcos retrocedían y el jefe les chillaba. Se llamaba Bolgo.

Cuando todos estuvieron a salvo deellos, Legolas se dirigió a Tauriel:

-Vamos Tauriel-Ordenó Legolas a lacapitana mientras la esperaba en la puerta.

-Rápido Tauriel, no tenemostiempo-Añadió Legolas mientras abandonaba la casa.

Tauriel se dirigió a ella a punto deirse cuando Kili chilló de dolor por el veneno de la flecha de Morgul.Mientras, Legolas seguía cazando orcos,persiguiendo al jefe. Tauriel sabía que si se quedaba, supondría un mazazo enla relación con Legolas, pero si se iba, Kili moriría. Al final, se quedó curandoa Kili, ella no sabía si por compasión o por amor
estaba confusa.

Mientras le curaba, Kili no paraba demirarla de arriba abajo, enamorándose, él también, de la capitana. Legolas porsu parte, decidió perseguir a Bolgo, luchando contra el cuerpo a cuerpo, conespadas pero sin flechas. Estaba claro que no sería fácil acabar con él pero latozudez del príncipe le llevó a perseguirle por toda la ciudad
.pero volvería

Cuando la curación acabó, Tauriel sedisponía a buscar a Legolas y volver con él cuando Kili se dirigió a ella y ledijo:

-No eres ella, no puedes ser ella
ellaestá muy lejos de mi
Fue sólo un sueño...-Tas esto Kili añadió: ¿Crees que me podría haberamado?-Al instante, la cogió la mano suavemente. Tauriel se dio cuenta de quesentía algo por el enano, pero no sabía lo que era. Los demás enanos y hasta elhermano de Kili, Fili, presenciaron la escena entre él y la hermosa elfa.

-Descansa
-Añadió Tauriel apartando sumano de la del enano

Al minuto, Tauriel y la ciudad enteranotó como un ligero terremoto, un ligero brote en el ambiente.

Algo se acercaba
.

-Vamos, tenemos que irnos, no sería muysensato quedarnos aquí-Dijo Tauriel nerviosa a los enanos y unas niñas queestaban con ellos.

-Nuestro padre nos ha dicho que nosquedemos aquí-Respondió una niña más mayor que sus hermanos.

 

-Creo que vuestro padre no desearía eneste momento que os quedarais aquí. Vamos, algo grande viene hacianosotros
-Tras esto, todos siguieron a Tauriel hasta la parte trasera de lacasa, para escapar por el agua mediante una barca perteneciente a la familia.

Mientras avanzaban, todas las personasque podían, abandonaban la ciudad porque Smaug, el único dragón que todavíaexistía en la Tierra Media, había salido de Erebor. No era nada usual, hacíaaños que no salía de allí, alguien le había molestado
Y ahora estaba arrasandotoda la Ciudad de Lago con el único propósito de destruir todo lo que seinterpusiera en su camino.

-¡Vamos! Si no nos damos prisa moriremosabrasados como esta pobre gente-Ordenó Tauriel muy nerviosa.

Mientras remaban, uno de los niños se subióa un garfio, abandonando la barca y dirigiéndose hacia la torre más alta de laciudad. Los hermanos y los enanos impresionados intentaron detenerle:

-¡Chico! ¿A dónde vas? ¡Vuelve!-GritóBofur intentando agarrar al muchacho.

-¡No! ¡Dejarle! Sé que es duro pero nopodemos retrasarnos, no podemos volver-Ordenó Tauriel dirigiéndose hacia losmuchachos que añoraban la ausencia de su hermano.

Estaban intentando salir de la ciudad,cuando de repente, se chocaron contra una barca mucho más grande y cargada deoro. Era la barca del gobernador y su sirviente, con demás guardias que estabanescapando sin importarles nadie, sólo el oro.

Tauriel y los demás los ignoraron ysiguieron su camino. No podían retrasarse.

Saliendo de la ciudad, la barca de losenanos y demás gente con vida en la ciudad, observaron como Smaug volaba haciaarriba chillando de dolor y cayendo ya muerto al agua aplastando la barca delgobernador. Alguien le había clavado una flecha negra en su costado, pero, demomento, no se sabía quién.

Pasadas unas horas, los supervivientesde la Ciudad de Lago montaron un pequeño campamento improvisado, llorando porlas pérdidas de sus seres queridos, maldiciendo a la compañía de Thorin Escudode Roble. Aunque tenían que estar agradecidos de no haber muerto todos.

Legolas había vuelto de suenfrentamiento con Bolgo cansado pero ileso. Buscó a Tauriel temiéndose lopeor, pero pasados unos minutos, por fin la encontró. Estaba ayudando a losciudadanos que habían sobrevivido al ataque del dragón, a la orilla del Lago Largo.Se dirigió a ella y la dijo:

-Menos mal que estas bien, no sé quehabría sido de mí si te hubiera pasado algo malo.

- Lo mismo digo Legolas, perdóname porno haberte seguido pero tenía que ayudarles-Dijo Tauriel mirando como losenanos se preparaban para ir junto con sus otros compañeros a Erebor.

-Será a él
-Añadió Legolas mirando aKili con desprecio.

-Lo siento, le clavaron una flecha deMorgul en la pierna y si no le llego a tratar, habría muerto.

-Te ordené que vinieras conmigo, y aúnasí te quedaste con el maldito enano-Legolas se puso tenso y apretó sus puñoscon fuerza y rabia. Tras esto Tauriel se dio cuenta de que el príncipe estabaceloso de que ella pasara tiempo con el enano. Le ignoró y se dirigió a ayudara los enanos a preparar su barca.

Cuando los enanos tuvieron todopreparado para partir, Kili se acercó a la elfa:

-Tauriel, no podré nunca agradecertetodo lo que has hecho por mí.

-No tienes que hacerlo. Venga vete, tusamigos aguardan-Respondió Tauriel con una sonrisa.

 

-Tauriel
¿te acuerdas de lapromesa?-Preguntó Kili mirando a la elfa a los ojos, muy cerca de ella,cogiendo su mano suavemente y dándola una piedra que tenía escritas unas runas.

-Kili
no tienes que darme esto
es tuyo-RespondióTauriel ahora mirándole a los ojos ella también. Legolas siguió observando laescena con atención.

-Te equivocas
.Se lo que siento, no temo a eso...Tauriel
"Amralime"
-Insistióel enano devolviéndola la piedra y diciéndole unas hermosas palabras en élfico.Estaba claro que Kili estaba enamorado de la elfa. Legolas al instante, se dio cuentadel significado de esas palabras. Se puso tenso y nervioso.

-¿Qué significa eso?-Preguntó Taurielconfundida.

-Tú lo sabes mejor que nadie
-Kili lededicó una sonrisa. Tauriel, se percató de lo que la dijo.

-¡Tauriel! Despídete del enano-Legolas nopodía soportar más e interrumpió la conversación entre ella y el enano decabello oscuro.

-Tauriel, no lo olvides
-Dijo Kilidespidiéndose de la elfa y dirigiéndose a la barca con sus amigos, que estabanasombrados.

-Kili
.-Dijo Tauriel triste y dejandocaer unas lágrimas de sus ojos mientras guardaba la piedra que la habíaregalado.

Legolas se sentía apartado y dolido, muydolido.

Legolas decidió dejar a Tauriel en laorilla para hablar con otros temas más importantes con el gobernador de laciudad. Pero a quien se encontró, fue a un hombre de pelo largo y oscuro, conbigote, que estaba hablando con todos los supervivientes del ataque de Smaug.Por lo que había oído, se llamaba Bardo y él había matado al dragón. Bardo,estaba aconsejando que buscaran refugio en la Ciudad de Valle:

-¡Coger sólo lo necesario! El camino esbastante largo.

-¿Adónde irán?-Le preguntó Legolas.

-A Valle

-La noticia de la muerte de Smaugllegará a todos los reinos de la Tierra Media
.Todos reclamarán el tesoro quehay en Erebor
.

-¿Qué es lo que sabes?

-Nada en realidad. Es lo que temo y loque creo que pasará.

Tras esto Tauriel se dirigió a Legolas.

-En el camino viste algo

-El orco que perseguí en la Ciudad deLago, se llama Bolgo y me temo que es la mano derecha de Azog el Profanador-Legolas no la guardaba rencor tras lo que había pasado entre Kili y ella. Perono se iba a dar por vencido, era suya.

-Esos orcos son diferentes, tienen unamarca que no había visto nunca
. La marca de Gundabad-Añadió el príncipe,temiéndose lo peor.

- ¿Gundabad?-Tauriel no conocía esesitio.

-Una fortaleza de orcos al norte de lasMontañas Nubladas.

De repente, un guardia elfo mandado porThranduil interrumpió la conversación:

-Mi señor Legolas. Vuestro padre diceque debe regresar de inmediato.

-Ven, Tauriel-Respondió el príncipedirigiéndose a la capitana.

-Lo siento, Tauriel estadesterrada-Añadió el guardia. Thranduil era muy orgulloso y su capitana lehabía desobedecido llevándose consigo a su hijo. Tras esto, Legolas se paró enseco.

-Dile a mi padre
que si no hay sitiopara Tauriel, tampoco lo hay para mí-No hablaba la lengua del príncipe, sino sucorazón. Nunca dejaría marchar a la elfa.

-Legolas
es una orden de tu rey
-Taurielno deseaba que Legolas desobedeciera a su padre por ella.

 

-Sí, es mi rey. Pero él no manda en micorazón
-Al instante, Tauriel le miró asombrada.

Estaba claro que el príncipe estaba enamoradode ella y que nunca se daría por vencido. Tauriel también sentía algo fuertepor él, pero el rey nunca se lo permitiría. Estaba confusa porque tambiénestaba Kili, aunque le conoció hace relativamente poco. Su corazón estabaindeciso.

-¿Te vienes conmigo?-Preguntó Legolas.

-¿A dónde?

-A Gundabad.

-Por supuesto-Al instante los dossonrieron. Una mueca de felicidad porque su ser querido le acompañaría a dondefuera.

Se subieron a un caballo blanco, elmismo que Legolas usó para perseguir a Bolgo.

Al igual que el viaje a la Ciudad deLago, el camino fue duro pero más largo, aunque iban a caballo y eso facilitabalas cosas. Aún así, hicieron un pequeño descanso para reponer fuerzas yconversar. En esas tierras, casi siempre era de noche. Encendieron una hoguera.

-Tauriel, perdóname por tratar así a losenanos todo este tiempo. Siempre he pensado que eran una raza inferior-Dijo unLegolas sincero. Sabía que tenía que aprovechar el tiempo que pasara con ellasin que estuviera el enano.

-No lo son, son una raza distinta. Ytranquilo, tú no tienes la culpa de las lecciones que te inculcó tu padre.

Los dos se callaron y pasaron unoscuantos minutos comiendo y mirando el fuego de la hoguera, casi sin dormir.

-Bueno, dime, ¿ya has pensado en tufutura esposa? Ya sabes que vuestro padre está impaciente porque elijas aArwen
-Dijo Tauriel al príncipe riéndose.

-Nunca me ha gustado, y nunca megustara. No me van las princesitas- Respondió Legolas mientras reía acarcajadas.

-Entonces
. ¿a quién elegirás?

-Sólo hay una elfa en este mundo quepueda hacerme eternamente feliz y ya la he elegido, sabiendo lasconsecuencias
-Al instante, los dos se miraron a los ojos, en medio de la larganoche, sin ningún orco o elfo alrededor que los molestara. Parecía el momentoperfecto para que Legolas manifestara sus sentimientos de forma más directa.

-Pero y si
. ¿ella no siente lo mismohacía ti que tú a ella? Quiero decir, ¿y si te rechaza?-Tauriel suponía que esaelfa era ella pero sentía curiosidad por oír la respuesta del príncipe.

-Haré lo imposible para que no sea así.Movería montañas por ella. Es perfecta, su pelirrojo cabello es perfecto, susojos verdes perfectos, sus labios rosados perfectos. Es la más bella de todaslas estrellas de la Tierra Media. Aunque haya tantos impedimentos para estarjunto a ella, nunca la dejaré escapar.

Tauriel acababa de escuchar lo máshermoso y puro que la habían dicho en mucho tiempo. En ese instante, su corazónle decía que Legolas era el amor de su longeva vida. Pero por otro lado,recordó las palabras de Thranduil. Se levantó, cortando la conversación:

-Vamos, tenemos trabajo por delante, nopodemos retrasarnos.

-Tienes razón, vamos, sube-Legolas laayudó a subir al caballo blanco.

Apagaron la hoguera y salieron a galopetendido. Tauriel dejó escapar un suspiro de alivio, porque la costaba ignorarlos sentimientos del príncipe.

Por fin, tras muchos kilómetros ypaseos. Llegaron a Gundabad.

-Gundabad
¿Qué hay más allá?-PreguntóTauriel con asombro y atención.

 

-Un viejo enemigo. El antiguo reino deAngmar. Esta fortaleza fue su gran baluarte. Es donde tenían sus grandesarmerías y forjaban sus armas de guerra-Legolas respondió mientras observaba,el también la gran fortaleza. Estaba claro que Thranduil no sólo le habíainculcado sus valores sino sus conocimientos y sabiduría.

De repente, Tauriel se dio cuenta de queen uno de los huecos de la muralla, había una especie de destello:

-Una luz
en movimiento

-Esperaremos a que se haga más de noche.Es un lugar peligroso Tauriel. En otra época, nuestro pueblo libró una guerraen estas tierras.

Tras decir esto, Legolas agachó lacabeza, en modo de resignación, como si no le agradara ese lugar. Tauriel y élse miraron:

-Mi madre murió allí- Añadió elpríncipe.

Tauriel le miró con tristeza y asombro.Nunca le contaron nada sobre el asunto.

-Mi padre nunca habla de eso
No hay niuna sola tumba
ni un monumento
nada.

Era triste que Legolas nunca llegara aconocer a su madre, más lo era que ni siquiera Thranduil hablara sobre el tema.Tauriel podía sentir el dolor en el corazón de Legolas, a la vez que este ledesviaba la mirada con profunda tristeza.

Pasaron las horas, y se hizo de noche.Estaban escondidos, al borde de la gran fortaleza de Angmar, sin hacer ruido.Sigilosos como el viento.

-Si vamos a entrar, deberíamos irahora-Aconsejó Tauriel.

Tras esto, un gran grupo de murciélagos,sobresaltaron a la pareja. Haciendo mucho ruido, chillando y emitiendo sonidosdesagradables.

-Se mueven en manada-Añadió la elfa.

-Estos murciélagos son creados con unsolo propósito-Respondió Legolas observando con atención a las criaturas.

-¿Cuál?

-La guerra- Legolas y Tauriel seestremecieron. El príncipe ya se lo estaba temiendo, pero por si no lo teníatodavía muy claro, apareció unas grandes legiones de orcos saliendo de lafortaleza de Angmar, capitaneados por Bolgo.

-Debemos advertir a los demás-Aconsejóotra vez Tauriel. Era obvio que estaban ante un gran acontecimiento en lahistoria de la Tierra Media.

- ¡Quizá ya sea tarde,deprisa!-Respondió Legolas con preocupación mientras se dirigía al caballo.

Cabalgaron y cabalgaron, todavía másraudos, sin descansos ni parones. Sabían que sus seres queridos y que todosestaban en peligro. Quizá fuera demasiado tarde para alertarlos pero tenían queayudar en lo que pudieran. Entre Valle y Erebor, se estaba librando una granbatalla entre elfos, enanos, orcos y hombres. Era la batalla más grande y másnumerosa que Legolas había presenciado en toda su larga vida. Su padre estabaahí, en medio de las numerosas especies que poblaban la Tierra Media.

Llegaron a Valle, suficiente para ayudary alertar de otras tropas.

Llegaron al mercado, donde estabanreunidos los guerreros de la Ciudad de Lago con Gandalf el Gris, más conocidocomo Mithrandir por los elfos, y yo.

Me quedé asombrado, porque se hablaron comosi ya se conocieran. También pude distinguir detrás del elfo rubio, a unahermosa elfa que cabalgaba con él. Lo primero que se me vino a la cabeza fueque era su prometida o algo así. Yo nunca entendí en los asuntos del amor, peroalgo sabía.

El príncipe bajó del caballo y habló aGandalf:

-¡¡¡Gandalf!!!

-¡Legolas, Legolas Hojaverde!-Suspiró elmago aliviado.

 

-Otro ejército, Gandalf. Bolgo se dirigehacia aquí con otra tropa que carga desde Gundabad. Están casi sobre nosotros.

-Gundabad
Azog enfrenta a nuestrastropas, mientras que Bolgo aparece por detrás con las suyas desde el norte.

-¿Norte? ¿Y por dónde está elnorte?-Pregunté confundido y agobiado. Nunca me vi inmiscuido entre tantaguerra y maldad. Pero quería ayudar.

-La Colina del Cuervo
.-Respondió Gandalfcon preocupación.

-¿Allí arriba? Pero Fili, Thorin, Dwaliny Kili están allí-Respondí temiéndome lo peor. Al escuchar el nombre de Kili, aTauriel se le cambió la cara, y mostró una de preocupación.

Desde dónde estábamos, se podía divisarla Colina del Cuervo. Tauriel miró hacia ella. Su rostro lo decía todo; Iba arescatarle, pero no iría sola.

Los dos elfos se fueron,apresuradamente, del mercado. Segundos más tarde, nos encontramos con Thranduil y con sus tropas, no todas claro está, sino las que le quedaban. Estaba enfadadoy rabioso. Gandalf se dirigió a él:

-Mi señor, envía a tu grupo a la Colinadel Cuervo. Están a punto de sorprender a los enanos. Thorin debe enterarse.

-Que lo avise otro. Ya he derramadodemasiada sangre élfica defendiendo estas tierras. No lo haré más.

-¡Thranduil!-Gritó Gandalf. Estabaclaro que lo tenía que hacer otro

Thranduil se disponía a salir de Vallecuando Tauriel salió a su encuentro:

-No os iréis más lejos. No abandonaréiseste lugar. No esta vez-Advirtió Tauriel al rey elfo.

-Quítate de mi camino-Respondió unThranduil desesperado y enfurecido.

-Los enanos serán masacrados.

-Si
los van a asesinar
En este día, enun año, o tal vez en cien
. ¿Eso que importa? Son mortales.

Los ojos de Tauriel soltaron unaslágrimas de odio y rabia. Armó su arco con una flecha apuntando a Thranduil:

-¿Crees que tu vida vale más que lasuya? No hay nada de amor en ti

Thranduil giró la cabeza resignado perotras unos segundos blandió su espada cortando en trozos el arco de la elfa,desarmándola y apuntándola con su espada en su cuello.

-¿Qué sabes tú del amor? ¡Nada! Lo quesientes por el enano no es real. ¿Estás dispuesta a morir por él?-Preguntó condecisión un Thranduil que estaba dispuesto a clavarle su larga espada ymatarla.

De repente, en el último momento,apareció Legolas apartando con sus dagas la espada del cuello de Tauriel.

-Si la haces daño, tendrás quematarme-Advirtió Legolas con cara de pocos amigos. Protegiéndola en todomomento, Tauriel se quedó asombrada como su príncipela salvaba de su rey. Todavía Tauriel no podía entender, ni ella, porque sentía amor por Kili cuando tenía a Legolas.

Thranduil se quedó perplejo tras esto yno tuvo palabras para describir el dolor que ahora mismo sentía.

-Yo voy contigo-Dijo Legolas a su elfa. Se dirigirían a la Colina del Cuervo.

Se dirigieron hacia la gran atalayadonde se escondían Azog, Bolgo y su guardia personal. Fili, Kili, Dwalin,Thorin y yo, estábamos allí. Luchando contra ellos. La gran batalla que selibraba fuera de la colina, siguió su curso.

Legolas y Tauriel se disponían a subir ala Colina del Cuervo, cuando un montón de murciélagos los sobresaltaron. Elpríncipe consiguió subirse a uno de ellos y llegar más rápido a la colina.Tauriel por su parte, fue por el camino largo, con el objetivo de salvar aKili.

 

Legolas se bajó del murciélagoclavándole una flecha mientras la criatura volaba.Aterrizó en una torre dondetenía un buen punto estratégico para cubrir a Thorin de la guardia personal deAzog. Lanzó flechas, matando y así evitando la muerte de Thorin
o retrasándola.

Mientras, en un nivel inferior de laColina, Tauriel acababa con los orcos que se encontraba mientras buscaba aKili:

-¡¡¡Kili!!!

Tras este primer chillido, el enano laoyó y respondió:

-¡¡¡Tauriel!!!

La elfa suspiró aliviada:

-Kili

Tras decir esto, Bolgo, que estabadetrás de la elfa, agazapado como un sucio cobarde se abalanzó sobre ellaempotrándola contra un muro. Tauriel se resistía luchando como una granguerrera. Pero Bolgo no era un simple orco, era demasiado fuerte y grande parala elfa. La inmovilizó propinándola un puñetazo y dejándola muy herida.

Kili presenció la escena con horrormentiras intentaba llegar donde ellos.

Bolgo la cogió del cuello, levantándoladel suelo y empotrándola, otra vez, contra el muro. Sacó su larga lanza con elúnico objetivo de clavársela a la elfa derrotada.

Parecía el final de Tauriel, con tansólo seiscientos años.Pero apareció Kili, salvándola de la criatura. Como aTauriel, Bolgo cogió a Kili inmovilizándole dispuesto a empalarle con su largalanza. Tauriel trató de impedírselo, pero, otra vez, Bolgo la lanzó por losaires, lejos de su alcance.

Cogió al enano, sin que él pudiera hacernada, sin que nadie lo impidiera, ni Thorin, ni Legolas, ni Gandalf, nadie. Yle clavó su lanza en su tripa. Tauriel presenció la escena chillando de dolor ala vez que Kili y ella se miraban, como despidiéndose. Bolgo sonrió y se quitódel enano de encima. Lo había matado. A Tauriel se le paró el mundo, todo acámara lenta. Sólo se le ocurrió decir una cosa:

-¡¡¡Nooo!!!

Se escuchó en toda la Colina del Cuervo.Todos lo oyeron, hasta yo que estaba inconsciente, en mis sueños lo oí. Fueestremecedor.

Tauriel se levantó con rabia, al haberperdido a un ser querido. Sin armas, se subió encima de Bolgo empujándolo porel precipicio y cayendo junto con él.

Legolas, que estaba cerca, subido en unatorre, observó como su elfa caía contra las rocosas escaleras y Bolgo a su lado.Con toda la intención del mundo, el orco se levantó rápido dirigiéndose haciaTauriel para matarla.

Legolas no tenía más flechas, así que loúnico que se le ocurrió fue derribar la torre en la que estaba subido, haciendochocar a un troll contra ella. La torre derribada sirvió como un puente entredos precipicios. Tauriel presenció cómo, otra vez, el elfo la salvaba.

Fue un largo enfrentamiento, usando todotipo de arma, o derribando el propio puente. Se la tenían jurada desde suenfrentamiento en la Ciudad de Lago.

Durante unos largos pero intensosminutos, mientras combatían, Tauriel aprovechó para reunirse con Kili, yamuerto. No le importaba nadie más, sólo él.

Legolas, en plena lucha, se subió encimadel orco. Blandió una de sus dagas y se la clavó en la cabeza con fuerza ydesesperación. El puente se derrumbó y Bolgo cayó con él ya muerto dónde fueaplastado por las grandes y sólidas rocas.

Cuando la pelea acabó y yo me desperté,Legolas tenía otro objetivo en mente.

 

-¡Tauriel!-Gritó el elfo ansiosobuscando a la elfa.

La encontró con el cadáver del enano.Llorando como un niño cuando le roban el caramelo. Legolas los observó triste ydesolado. Tauriel cogió la piedra que Kili la había regalado en la orilla delLago Largo, como promesa. Y se la dio en los dedos de enano ya muerto.

Legolas no sabía cómo expresar conpalabras su derrota. Tauriel amaba al enano. Quizá porque era diferente, quizáporque le daba pena, quizá por una alianza. No lo sabía. Lo único que sabía eraque ella no le amaba a él, sino a Kili. No entendía porque Tauriel se enamoródel enano en vez de él. No entendía absolutamente nada.

Tauriel seguía llorando a Kili. Legolasesperaba a que ella le dijera algo pero es que no le dedicó una mirada, ni unasola palabra. Su elfa sólo tenía ojos para el cuerpo sin vida del enano. Fueduro, muy duro. Después, de tantos años con ella, después de tantas cosas, lahabía perdido.

Se fue enfadado, triste y rabiosodejando a Tauriel con el enano. Por el camino se encontró a su padre, y ledijo:

-Ya no regresaré jamás.

-¿A dónde irás?

-No lo sé
.-Legolas no quería estar ahí,tras lo mucho que había hecho por ella, no mereció ni una despedida.

-Ve al norte. Ve con los Dúnedain. Hablacon un joven oficial. Su padre, Arathorn, era buen hombre. Su hijo podríallegar a ser un rey de mayor.

-¿Cómo se llama?

-En esas tierras se le conoce como Trancos,pero tendrás que descubrir su nombre.

Legolas se marchaba triste de la colina.

-¡Legolas! Tu madre te quería. Más que anadie, más que a su vida.

Los dos se despidieron realizando ungesto particular del Bosque Negro.

Thranduil se dirigió donde estaba Taurielcon el cadáver del enano:

-Se le enterrará
-Dijo Tauriel llorandoa lágrima viva.

-Si

-Si esto es amor, no lo quiero
. ¿Porqué duele tanto?

-Porque fue real

Tras esto, Tauriel besó a Kili en loslabios con gesto de dolor. Hizo una mueca de felicidad abrazándolo. Fue un amorpasajero, pero amor. Tauriel lo sabía y lo guardaría en su memoria parasiempre.

Fue un largo minuto de silencio entrelos dos dónde solo se oía a la bella elfa gimotear. Suena curioso, hastallorando, sucia y llena de rasguños, era hermosa. Esta se dirigió al reylevantándose del suelo y dejó el cadáver de Kili con dulzura y mucho cuidado.

-¿Sigo desterrada?

-No, perdóname. No me di cuenta de loobsesivo y lo ciego que me volví. Puedes volver cuando quieras. Sería uninsensato si perdiera a mi mejor capitana. Es tu casa.

-¿Y dónde está Legolas?

-Se fue al norte.

-¿Volverá?

Thranduil mostró una sonrisa a la vezque decía:

-Sí.

Un largo año después del acontecimientomás grande de mi vida, en el que yo pasé ese tiempo en La Comarca disfrutandode mi agujero y de mi precioso botín, claro está. En el que la paz, momentáneamente,llegó a la Tierra Media. La verdad es que muchas cosas siguieron igual. ElBosque Negro siguió siendo un bosque viejo y enfermo. Los enanos y los elfossiguieron enemistados a pesar de luchar juntos. Lo que se consiguió fue que enErebor, gracias a la muerte de Smaug el Dorado, hubo un nuevo rey bajo lamontaña, Dáin. Porque Thorin Escudo de Roble pereció en la batalla, junto a sussobrinos Fili y Kili. Se les brindó un entierro digno del clan de Dúrin. Y sí,ahí permaneció Tauriel viendo como sepultaban al enano Kili. Claro está, quedurante casi todo este año permaneció en el Reino del Bosque a las órdenes deThranduil. ¿Pero me preguntareis, Bilbo y que fue del príncipe del Bosque Negrodespués de la batalla? ¿Después de que le rompieran el corazón?

 

Bueno, pues durante todo ese año,Legolas permaneció con los Dúnedain, en el norte, junto con un jovencísimoAragorn, enamorado de la hija de Elrond, Arwen.

En esos doce meses, Legolas añoraba convolver a la que siempre fue su casa. Después de todo un año en el norte, unanoche Legolas volvió de un largo día de caza junto a Aragorn y el primo deéste, Halbarad.

Cenaron y después de esto, los tres sesentaron antes de ir a dormir, alrededor de una hoguera.

-Mañana tenemos que ir a Fornost. Me haninformado de que una pequeña hueste de trasgos han invadido sus ruinas-DijoHalbarad mientras se comía un buen muslo del cordero.

-Tu como siempre Halbarad, pensando enla lucha. Descansa, que ha sido un día largo-Respondió Aragorn a su primo.

-¿Qué te pasa Legolas? Últimamente teveo un poco triste y casi ni duermes-Añadió Aragorn dirigiéndose al elfointerrumpiendo sus pensamientos.

-Mañana partiré al Bosque Negro. Creoque es hora de volver a mi casa, con mi gente.

-¡Oh, venga! ¿No será por la elfa esa dela que nos hablaste?-Preguntó Halbarad mientras seguía despedazando el cordero.

-Déjale en paz. Si él considera que hallegado el momento de partir, es su decisión. Siempre tendrás un techo concomida caliente aquí Legolas-Dijo Aragorn dirigiéndose al elfo tomándole delhombro.

-Muchas gracias por todo el cariño conel que me habéis tratado desde que llegué. Nos volveremos a ver, seguro. Y no,no es por la elfa, Halbarad. No creo ni que esté en el reino.

-¿Pero que pasó exactamente entrevosotros Legolas?-Preguntó Aragorn con atención, al igual que Halbarad.

-Yo estaba enamorado de ella, pero mipadre no nos permitía estar juntos, ya que ella era una plebeya. Se enamoró deuno de nuestros prisioneros enanos. El enano murió salvándola y se quedó conél. Después de tanto tiempo conmigo, después de tantas cosas juntos, ni medirigió la palabra. Sólo tenía ojos para él. Pero no la guardo rencor. Erahermosa, era diferente a las demás doncellas elfas que he visto
.si me hubieracasado alguna vez, habría sido con ella, sólo ella

-¿Pero la sigues amando?-Preguntó Aragornde nuevo.

-Siempre, es el amor de mi vida.

-¿Cómo se llamaba?-Preguntó Halbaradasombrado.

-Tauriel
.bueno me voy a la tienda,mañana hablamos. Tengo un gran viaje mañana.

A la mañana siguiente, el príncipepartió despidiéndose de sus amigos y agradeciéndoles todo el cuidado con el quele habían tratado.

Tardó tres largos días en llegar a laque siempre fue su casa.

Cansado y fatigado, llegó a las puertasdel Reino del Bosque, dónde le esperaba su padre.

-¡Hijo, por fin volviste! Te echábamosde menos-Dijo Thranduil alegre abrazando a su único heredero.

-Veo que no has cambiado, padre. LosDúnedain son buena gente. ¿Qué tal va todo por aquí?

-Como siempre hijo. Con las arañasmolestándonos y algún que otro grupo de orcos. Todavía seguimos recuperándonosde los daños de la batalla. Pero no hablemos de mí, sino de ti.

 

-Perdona padre, estoy cansado del viaje.Necesito ir a mi habitación sino os importa.

-Muy bien, lo tienes todo igual desdeque te marchaste
esta noche se celebrará una gran fiesta. Mi primogénito havuelto.

Legolas abandonó a su padre y se dirigióa sus aposentos con el único objetivo de descansar y reponer fuerzas.

Se tumbó en su fino colchón de seda ylino, dejando su largo arco, sus dagas y su carcaj en una encimera. Alinstante, se durmió en un largo sueño. Dejando pasar las horas.

El príncipe no era consciente de quemientras el dormía, la elfa de cabello rojo como el fuego, a la que siempre amóy a la que creía desaparecida, estaba entrenando en el gran patio.

Seguía igual, durante todo ese año,consiguió olvidar a Kili, asistir a su funeral y volver al Bosque junto a surey como una superviviente y con magníficos honores. Después de eso, se tomó cuatromeses de vacaciones explorando otros territorios de la Tierra Media. Pero nuncase olvidó de Legolas, le añoró durante mucho tiempo.

Todo el mundo corrió la voz, el príncipehabía vuelto.

-Tauriel, ¿a qué no sabes quién havuelto al reino hace unas horas?-Preguntó un guardia a la capitana confundida yesperando a que este continuara.

-¡El príncipe Legolas! Si hasta van acelebrar una fiesta esta noche en honor a su regreso.

Al decir esto, los ojos de Taurielbrillaron la vez que lucía una cálida y hermosa sonrisa. Tenía tantas cosas quecontarle, tantas cosas que hacer con él. Se marchó del patio en medio delentrenamiento, hacia los aposentos del príncipe.

-¡Mi capitana! Thranduil ha prohibidoque le interrumpan en su descanso.

-Bueno, no le quiero molestar, le veréen la fiesta

Mi señor Legolas, siento molestarle. Leestán esperando-Dijo el guardia al príncipe mientras este se vestía con unatúnica color marrón castaño. Su larga cabellera rubia sólo sostenida por unapequeña corona con zafiros incrustados, que hacían que sobresaltaran sushermosos ojos azules.

-De acuerdo, voy para allá.

Legolas llegó al gran salón del reyThranduil bajando las escaleras. Había un montón de asistentes esperándole.Cuando las bajó, todos se callaron mirando al príncipe.

Su padre subió las escaleras y se acercóa él, abrazándole y cogiéndole del hombro izquierdo mientras decía:

-Queremos darte la bienvenida a tu casa,tu hermosa casa donde todos son tratados por igual.

-Aquí está mi heredero, mi hijo, vuestropríncipe. Que sobrevivió a la Batalla de los Cinco Ejércitos

Mientras Thranduil seguía con sudiscurso con el objetivo de mostrar a los presentes elfos que era perfecto,Legolas observó entre la multitud a una elfa que se parecía muchísimo aTauriel. Pensó que era una burda imaginación de su mente y decidió ignorarla.

-Así que sin más dilación, que empiecela fiesta.

Tras esto, todos los presentes siguieronconversando, bebiendo el dulce vino del rey y comiendo los manjares mássuculentos de la Tierra Media.

El príncipe bajó de las escaleras y supadre se despidió de él para charlar con los demás presentes.

Legolas se estaba sirviendo un poco devino, cuando, de nuevo, Thranduil se acercó con un noble elfo de cabello oscuroy de gran linaje:

-Hijo, ya conocerás a Elrond. Ha venidoa pasar unos días en el Bosque Negro y ha asistido hoy a la fiesta.

 

-Maestro Elrond
-Dijo Legolas haciendouna reverencia.

-Me ha contado tu padre que peleas muybien y que pasaste un año en el norte con los Dúnedain.

-En efecto.

-Y que estas soltero
.-Añadió Elrond.

-Ya sé por dónde vais los dos y aunquevuestra hija Arwen sea muy hermosa, yo no la amo y no me casaré con ella.

Thranduil cambió la falsa sonrisa defelicidad por otra de enfado y rabia a la vez que decía:

-No le haga caso Elrond, esta fatigadopor el largo viaje y no sabe lo que dice-Dijo el rey llevándose consigo alMedio elfo extrañado y sorprendido.

Cuando su padre se fue, una elfa seacercó por detrás de él y le tapó los ojos con sus cálidas manos a la vez quedecía:

-Por fin estas aquí, te echaba de menos.

Legolas se dio la vuelta y si, eraTauriel, su Tauriel. La abrazó con todo su cariño y sus ganas en medio de lafiesta. Era ella, el amor de su vida. Si no hubiera estado en la sala con todaesa gente, incluso la habría besado.

-¡Tauriel! ¡Eres tú! No me lo puedocreer-Dijo Legolas mientras la soltaba lentamente, mirándola de arriba a abajo.Llevaba un vestido de color plata que moldeaba su figura. También llevaba en lacabeza una diadema que sujetaba su hermoso pelo rojo, a la vez que sobresalíansus preciosos labios rosados, sus orejas puntiagudas y su pequeña nariz. Nuncala había visto tan hermosa.

-¿Que has hecho durante todo estetiempo?-Preguntó Legolas a la elfa.

-Me fui a explorar otros lugares en laTierra Media y hace ocho meses volví aquí, recuperando mi puesto de capitana dela guardia. ¿Por qué te fuiste tan rápido sin decirme nada?

-¿Tengo que contestar a eso?-DijoLegolas ya un poco ofuscado recordando al enano.

-Legolas, perdóname, eso ya fue elpasado. Era una irresponsable
es que
no sé
.no había vivido muchas cosas a lolargo de mi vida, y lo que pasó
fue algo diferente. Te repito que eso ya estáolvidado, por favor, no me guardes rencor.

-Tauriel
.es que después de tantas cosasjuntos
.ni me hablaste
.ni me miraste
.fue algo doloroso para mí.

-Legolas, lo de Kili, fue pasajero. Fueun amor pasajero. El no era el amor de mi vida.

-Tauriel sabes a la perfección y desdehace mucho tiempo, que

En el momento justo, Thranduilinterrumpió la conversación a propósito:

-Legolas, ven conmigo, tenemos quehablar de temas muy importantes-Dijo el rey mientras apartaba a su hijo de laelfa con evidentes signos de desprecio.

Desde hacía mucho tiempo, Tauriel leamaba pero ahora, empezaba a ver las cosas con más claridad. Ese año la hizoreflexionar mucho.

-Todavía sigo sin entender, porque noquieres a Arwen. Le harías un gran favor a tu padre, a tu pueblo

-Padre, sabes a la perfección que amo aTauriel. No amaré a nadie más.

-¡Tras todo lo que ha pasado, siguesamando a esa
traidora! ¡Necio! ¡No te ama a ti, sino al enano! ¡Podríadesterrarla si quisiera!-Thranduil se puso furioso y sacó toda su rabiacontenida durante muchas décadas. Apretó los puños con fuerza.

-Digas lo que digas, nada me harácambiar de opinión. Ahora sigue falseando con tus amiguitos-Legolas abandonó a su padre y volvió a la fiesta.

Se sentó en un sofá mullido que había enla sala y siguió mirando a Tauriel mientras está conversaba con otrosasistentes.

 

Un elfo rubio, un poco más mayor sesentó junto a él:

-Legolas Hojaverde, por fin volviste.

-¡Haldir de Lothlórien, cuánto tiempo!¿Qué tal te va viejo amigo?

-Muy bien, Lord Celeborn y Lady Galadrielson grandes soberanos. Cuéntame que tal tú, ¿algo que te preocupe?

-No, nada en especial. La verdad es quedespués de la guerra, estamos mejor que antes.

-¿Sólo eso?

-¿Qué quieres que te diga?

-Venga, no te hagas el tonto. Sé queestas enamorado de esa elfa pelirroja. Hasta el más tonto de los enanos sedaría cuenta. ¿Qué es lo que te preocupa de ella?

-Bueno
es que llevo tanto tiempo detrás suya, y han pasado tantas cosas
.que temo perderla otra vez
..pero parasiempre.

-¿Y a qué esperas?

-No la puedo decir nada de eso, al menosdelante de mi padre y sus amiguetes
.

-Llévatela a un lugar apartado de todaesta gente dónde sólo conozcáis tú y ella. Y hazlo ahora, esta noche, es elmomento perfecto ahora que tu padre está ocupado.

-A lo mejor tienes razón
si
. ¿Por quéno? Ya basta de esperar. Muchas gracias viejo amigo, nos veremos pronto.

Los dos elfos se despidieron. Legolas sedirigió hacia Tauriel con paso acelerado.

-Tauriel, necesito que vengas conmigo,¿me acompañas?

-¿Ahora? esta bien, pero ¿a dónde?

-Tú sígueme.

Dos caballos salieron del reino delBosque esa noche. Cabalgaron hasta llegar casi a un pueblo de hombres. Legolasla condujo a la cima de una colina, donde se podía apreciar las preciosasestrellas incrustadas en el firmamento de la Tierra Media. La noche eraperfecta, parecía que era cómplice de las intenciones del príncipe.

Los dos se sentaron, muy cerca el uno delotro, observando el entorno que los rodeaba.

-Las preciosas estrellas-Dijo Tauriellevantando la mirada hacia el cielo estrellado.

-Tú naciste de una de ellas.

-Igual que tú, igual que todos los denuestra raza.

-Sí, pero lo tuyo fue distinto. No hevisto nada tan hermoso como tu nacimiento. Fue maravilloso.

Al instante, Tauriel se sonrojó. Los doselfos estaban muy cerca el uno del otro, mirándose mutuamente a los ojos. Sehizo un silencio enorme. Por fin, sólo estaban ellos, sin Thranduil o laguardia vigilándoles. A Legolas ese momento le recordó al viaje hacia Gundabad,pero esta vez no iba a dejar escapar su oportunidad.

El joven elfo se acercó aún más a lacapitana sintiendo esta su fresco aliento. Legolas la acarició el pelosuavemente con una mano mientras que la otra le palpaba dulcemente su bellorostro.

-Tauriel
yo
te amo.

La joven elfa podía sentir el aliento deLegolas a centímetros de su piel. Nunca le había tenido tan cerca, era tanseductor, tan varonil
. En ese momento, la elfa estaba en una nube dónde sóloexistían ella y su príncipe.

Ella le tocó el rostro también:

-Legolas, yo
.

Y él, la besó.

Fue un beso largo y apasionado, tantocomo dulce y esperado. Tauriel se sentía un poco nerviosa, con las mejillas rojascomo un tomate. Pero pronto se calmó, y disfrutó del momento, irrepetible einolvidable. Abrazó a su príncipe por la cintura mientras éste jugueteaba consu cabello sedoso, liso y delicado. Tauriel dejó escapar un gemido de felicidaden medio de la larga noche, a la luz de la luna. Por fin, el tan anhelado beso,por fin Legolas la podía tocar y tratar como él deseaba desde hacía muchotiempo.

 

Cuando el beso terminó, Legolas posó sumano zurda en la cintura de la capitana mientras la diestra le seguía palpandosu joven rostro, a la vez que decía:

-Tauriel
tú eres para mí el árbol másverde del Bosque Negro, la joya más valiosa de Erebor
.eres más importante quemi propia vida. No permitiré que nadie más nos vuelva a separar. Desafiaría almismísimo Balrog de Morgoth por ti.

La capitana empezó a llorar de alegría,de alivio, de gusto, de protección. Era difícil hacer llorar a un elfo. Legolascontinuó a la vez que sonreía:

-Tauriel cuando te miro a los ojos, veoen ti, belleza, valor, inteligencia,dulzura, rebeldía, perfección. No puedo controlar los sentimientos que sientopor ti. No hay palabras en ninguna de las lenguas de la Tierra Media paramostrarte lo importante que eres para mí. Eres la luz que alumbra mi camino, túeres mi estrella blanca.

-Legolas, tú eres un sueño para mí, perodesde hace ya largo tiempo. Quise encontrar en Kili lo que no pude encontrar enti antes. Eres tan inalcanzable para mí
-Tauriel bajó la mirada a la vez quesuspiraba.

-No, no soy inalcanzable. Mírame,tócame, aquí me tienes. No es ningún sueño. Soy igual que tú, sangro y amo comocualquier otro-Legolas levantó despacio la barbilla de la elfa a la vez que lamiraba a los ojos.

-No debes amar a una plebeya. Tu sitioestá con elfas de la alta nobleza, como Arwen
.Debes hacerlo por tu pueblo
.

-Hablas como mi padre.

-Me dijo hace mucho y todavía me losigue diciendo; que no te infunda esperanza cuando no hay nada entre nosotros.

-Te repito lo que te dije en la Ciudadde Lago; Él no manda en mi corazón-Tras decir esto, Legolas la volvió a besarde nuevo, esta vez más corto pero igual de intenso.

-Legolas
.no puedo ignorar a tu padre
.

-¿Podremos estar juntos?

-Siempre estaremos juntos, pero no seréyo la causa de tu desgracia.

Un síntoma de irritación y rabiarecorrió la espalda de Legolas. Se apartó de Tauriel y se subió a su caballo.

-No lo serás.

-¿A dónde vas?- Preguntó la elfasorprendida.

-A hablar con mi padre. Me niego aperderte.

El príncipe galopo hacia el Reino delBosque con rapidez e impaciencia. Por fin llegó, y se dirigió a los aposentosde su padre. Ya que la fiesta acabó y todo el mundo abandonó la casa del rey.

Entró sin llamar a la puerta todavía unpoco enfadado.

-Padre, tenemos que hablar.

-Espero que hayas pensado en lo quehablamos.

-Sí que lo he hecho, y me reafirmo. Yasabía desde hace tiempo que nunca quisiste que estuviéramos juntos. Pusistetodo tu empeño en separarnos y limitarnos a las labores de la guardia, eincluso te alegraste de que se enamorara del enano. Pero eso no ocurrirá, meama y yo también la amo. Espero que recapacites, y te pido que no interfierasen mis sentimientos. No me casaré con ninguna elfa, por muy doncella que sea.Yo la quiero a ella. Ah, y estaba haciendo todo lo posible por obedecerte peroyo me he negado y me seguiré negando. Tú no mandas en mi corazón. El destino haquerido que estemos unidos.

Al escuchar esto, Thranduil se quedó depiedra. El rey, orgulloso desde siempre, respondió:

 

-Si te prometes con ella, sólo serás unsimple noble casado con una plebeya. No forjaremos ninguna fuerte alianza conRivendel, ni con Lothlórien
nadie.

-No necesitamos ningún compromiso paraforjar una alianza. Padre, yo quiero a Tauriel. No hace falta que me hagas rey,estamos bien así. Todo será igual, y tú seguirás siendo rey. Faltan muchossiglos para que te suceda en el legado.

-¿Pero es que no lo entiendes? ¡Ella esuna plebeya! ¡Una simple elfa Silvana! ¡Cómo me desobedezcas, nunca serás rey,nunca!

-Ahora entiendo perfectamente porque noconociste a nadie después de que muriera mamá
.Eres incapaz de amar a nadiesalvo tú mismo. Eres mezquino, ruin, egoísta, orgulloso, celoso. ¿Dónde está elpadre que me llevaba de excursión por el este, por la Montaña Solitaria, porGondor?. ¿El que siempre pensaba en todos los elfos, fueran nobles o plebeyos?¿Dónde estás padre? Has cambiado y no para bien. Madre nunca quiso que elpoder, las joyas o la casta te volvieran como Thròr. Te hundes en la oscuridad.

Al decir esto, Legolas abandonó a supadre, perdido en sus pensamientos, dolido y pensativo. Hacía mucho tiempo quenadie le hablaba tan claro. Pensó: "¿Y si tiene razón?", "¿Y si voy a acabarcomo el codicioso Thròr, muerto por la avaricia y el egoísmo?".

-Mi hijo tiene razón.




*Este capítulo va dedicado a a456d (Gabriela). Muchos besos y Feliz Año:)

Legolas se fue triste y dejando caerunas lagrimas de sus ojos azules. Añoraba al padre que le había criado, y porsupuesto, a su difunta madre.

Se encerró en su habitación, sentado enuna silla donde solía hacer unos cuantos estudios sobre los mapas que le dioThranduil para que conociera los diferentes reinos de la Tierra Media.

Al cabo de unos minutos, el príncipe secalmó y se tumbó en su colchón. Se puso a recordar en ese momento con Tauriel,ese beso correspondido. Tan dulce y espléndido. Legolas cerró los ojos y mostróuna mueca de felicidad en sus labios.

De repente alguien entró en suhabitación. Era la capitana.

-Legolas no he podido evitar escucharvuestra conversación. No puedo dejar que eches a perder tu relación con tupadre, tu hogar, tu legado. Lo siento, pero
.me voy del Bosque Negro, parasiempre

Los ojos de Legolas se encendieron. Selevantó de la cama y se dirigió a Tauriel. La cogió de las manos a la vez quela miraba a sus ojos húmedos y llorosos.

-¿Estas de broma, no?

-Tendría un hogar en las MontañasAzules. La madre de Kili, Dís, me ayudaría.

-Tauriel, tú no te vas de aquí. No sinmí. Aquí el único que tiene la culpa de todo es él mismo. Siempre ha intentadosepararnos, nunca ha querido que estuviéramos juntos. Tauriel
.mi vida sin tino tiene sentido
.-Tras decir esto Legolas cogió la cara de Tauriel con lasmanos a la vez que la besaba. La elfa le abrazó por los costados.

-Legolas, tu padre nos desterrará, nosólo a mí, sino a ti también

-Tauriel, ya esta hablado. No nos pasaránada, no lo permitiré. Ahora deja de hablar de mi padre, relájate- Legolas laquitó la diadema que llevaba puesta dejándola en la encimera que había al ladode la cama. El príncipe sonrió y Tauriel permaneció callada mientras él, laseguía mimando y acariciando.

 

-Legolas, no creo que sea lo correcto,hay cosas que hacer
-Replicó Tauriel a la vez que posaba sus manos en el pecho fornidodel joven príncipe.

-Tauriel, las arañas seguirán ahímañana, mi padre seguirá siendo igual de egoísta, los guardias están durmiendopor el vino de la fiesta. Tranquilízate, déjate llevar, yo te cuidaré-Dijo elelfo mientras palpaba el cuello de Tauriel con los labios.

Los dos elfos se tumbaron en la cama.Siguieron besándose, con las persianas de la ventana subidas dejando pasar laluz de la luna. La noche daba cobijo a los amantes mientras éstos se quitabanla ropa mutuamente, con delicadeza, con amor y sin prisas.

-Te amo, mi estrella blanca-MascullóLegolas entre besos y caricias. Tauriel cogió una mano del príncipe pasándoselapor todo su cuerpo bello y desnudo. Legolas estaba en un sueño.

Fue una noche mágica y especial, quellevaban mucho tiempo deseando. Tauriel se dejó guiar por su príncipe mientraseste la cuidaba como Smaug al oro de Erebor. Durante un buen tiempo, en lahabitación sólo se podía sentir el amor en el ambiente, y excepto algún que otrogemido de la pareja. Para ellos era maravilloso. Tanto placer, tanta intimidad.Poder desnudarse completamente ante alguien era único. Dos de los seres másbellos y perfectos de la Tierra Media disfrutando de sus cuerpos, disfrutandode cada segundo, de cada beso, de cada caricia, de cada movimiento. Sus músculosjóvenes se movían a la par, como si no hubiera un mañana. El acto sexual erapara los elfos algo diferente, simbólico, especial, que sólo se debía hacer silos dos sentían un amor real y profundo por el otro.

Cuando terminaron, los dos elfos seabrazaron, sonriendo y dándose besos cortos mientras se miraban a los ojos acentímetros el uno del otro. Se durmieron, en un largo y profundo sueño, juntosy aliviados.

A la mañana siguiente, Legolas abrió losojos lentamente, suspiró y se giró sobre la cama. Se encontró con el hermosorostro de Tauriel, que dormía profundamente. Legolas suspiraba mientraspensaba:"Tauriel, estás conmigo, aquí, después de tanto tiempo deseándote, por fineres mía, sólo mía". El príncipe sonrió mientras jugueteaba con uno de los mechonesrojos de ella.

Tauriel abrió los ojos con tranquilidad.El príncipe se inclinó para besarla en sus labios mientras declaraba en cadabeso:

-Mi estrella, mi luz, mi joya, mi vida.¿Qué tal has dormido?

- Muy bien.

-¿Nada más?-El elfo la dedicó una pícarasonrisa.

-Venga, no seas tonto-Respondió Taurielmientras reía a carcajadas.

-¿Qué tal tú?-Añadió la capitana.

-Muy bien también. Soy muy afortunado detenerte conmigo.

-Te has portado como un caballero, no mepuedo quejar. Siempre esperé a hacer esto con el hombre adecuado
..y no me heequivocado.

Legolas la seguía mirando condetenimiento y admiración, como engatusado por la belleza de la capitana.

-¿Nunca te he dicho que eres preciosa?

-Muchas veces, y me gusta que lo hagas.-DijoTauriel mientras los dos se abrazaban arropados por las mantas blancas del finocolchón.

De repente un guardia entró sin llamardiciendo:

-Mi señor Legolas
.-El guardia vio alpríncipe con la capitana besándose juntos en la cama del hijo deThranduil-Perdonadme, no quería interrumpirles.

 

-Podrías haber llamado antes. ¿Qué es loque ocurre?-Preguntó Legolas mientras se incorporaba para levantarse.

-Vuestro padre solicita urgentementevuestra presencia en su salón.

-De acuerdo, voy para allá.

El guardia abandonó la habitaciónasombrado y sorprendido.

-Ya lo sabrá todo el mundo
.

-Tauriel, es una tontería. Al fin y alcabo, se iban a dar cuenta tarde o temprano.

-¿Qué crees que querrá tu padre?

-Es evidente que algo muy importante.

Legolas se dirigió hacia el gran salóndel rey Thranduil. Permaneció callado y escuchando a su padre mientras éstesostenía las dos dagas de su hijo.

-Legolas
.¿te acuerdas de quien tefabricó estas dagas?

-Si.

-Te las hizo tu abuelo Oropher
.que enpaz descanse
.Me dijo que
.

-Sí, padre. Pereció en la Guerra de laÚltima Alianza y siempre quiso que su legado perdurara
.eso me lo has contadomuchas veces, pero tu y yo sabemos que no me has llamado para eso, ¿verdad?

-Sí, es sobre Tauriel

-¿Y bien?

Había sido invitado por el rey Thranduila una fiesta en la que, según él, iba a anunciar algo muy importante. Y deseabaque yo y Gandalf estuviéramos allí.

Gandalf no tardaría en llegar pararecogerme en su carreta. Pero tenía que estar bien elegante y bien equipado,con los manjares en la maleta y como no, mi café hecho por mí mismo.

El mago llamó a la puerta:

-¡Bilbo Bolsón! ¡Sal ya, que llegamosmuy justos de tiempo!

-Ya voy, ya voy-Dije mientras me subía asu carruaje.

-¿Pero que llevas ahí, y de que vasvestido?-Dijo Gandalf burlándose de mí.

-Tú por lo menos podrías intentar ir unpoquito arreglado y no ir siempre con esa túnica que te la pones hasta paradormir.

-Señor Bolsón
yo no intento aparentaralgo que no soy. Soy Gandalf el Gris y no hay más.

-Bueno tú verás, vas a hacer elridículo. Espero que no des la nota en esta cena, parece ser algo importante

-Yo soy reconocido por mi poder ysabiduría, no por mi forma de vestir
..Venga, vámonos ya que has tardado mucho.

Salimos directos al reino del Bosque,nos pillaba bastante lejos pero ya nos sabíamos el camino y sólo estábamos a undía de nuestro destino, eso sí, sin hacer parones ni descansos.

El Bosque Negro seguía enfermo peroparecía que ya no le amenazaban las arañas u otras criaturas fétidas yhorripilantes.

Llegamos a las puertas principales dóndese encontraban cinco guardias y uno de ellos, con una lista en las manos.

-Buenas noches, venimos a la reunión delrey Thranduil-Dijo Gandalf al elfo de cabello castaño.

-¿Su nombre?

-Gandalf el Gris y Bilbo Bolsón.

-Sí, todo correcto, podéis pasar. Oye,¿tú no eres el hobbit que acompañaba a la compañía de Thorin Escudo de Roble?

-Sí, ¿por?

-Tuviste que soportar a esos enanoscodiciosos y testarudos, un placer. Adelante, disfruten.

Nos condujeron al gran salón del reydónde solía celebrar todas sus fiestas y reuniones.

Había muchísima gente allí sentada, enesa gran mesa vertical y de madera, mayormente habitada por elfos. Nuestrapresencia no pasó desapercibida ya que llegábamos tarde.

Tras unos cuantos minutos de espera,Thranduil apareció con una túnica azulada con esmeraldas incrustadas y su grancorona que contenía zafiros también azulados.

 

-Hoy os he reunido aquí para dar unagran noticia. Una noticia que no tiene que ver nada con los enanos ni con losincidentes con los trasgos errantes. Tiene que ver con mi primogénito. Haelegido a su estrella, la elfa que le iluminará en toda su longeva vida-Todosen la sala se creían que esa elfa iba a ser Arwen, o otra elfa de gran linaje, perola sorpresa fue cuanto menos amistosa.

-Quiero presentarles a vuestrospríncipes del Bosque Negro-Tras decir esto, Thranduil se sentó y en la puertaapareció Legolas cogido de la mano de una elfa pelirroja, bella, más bella quela mismísima Piedra del Arca, de mediana estatura, ojos verdes pardos, narizpequeña y una sonrisa que iluminaba tanto como la luz de Earendil. Caminaba apaso decidido. Para mi sorpresa, se sentaron a mi lado. Pensé:"He aquí la luzen los ojos del príncipe".

Thranduil los miraba con frialdad.Cuando todo el mundo seguía callado, él alzó la voz:

-Adelante, coman y beban hasta saciarse.

Dicho esto, las copas de vino, losplatos y los cubiertos empezaron a cantar. Para mi curiosidad, todas laspersonas allí presentes eran tanto plebeyas como nobles.

Mientras me servía la comida y Gandalfcomiendo como un verdadero vagabundo, Legolas se dirigió a mí, susurrándome:

-Bienvenido Bilbo-Me dijo mientras mesonreía.

-Es un verdadero honor estar aquí juntoa usted, príncipe. Bueno y junto a ella-Dije mirando a Tauriel mientras estacomía un poco del pescado exportado de la Ciudad de Lago dónde, por cierto,Bardo fue coronado rey.

-Déjate de formalidades, estamos entreamigos. Y sí, estoy muy contento de tenerla a mi lado. Gracias por asistir a miinvitación.

-¿Me invitaste tú?

-Si, a mi padre le caes mal desde queburlaste su guardia. Pero no te preocupes, él es así.

-Bueno, me alegro de que al fin y alcabo, vosotros dos estéis juntos. Después de lo que pasó con Kili y eso

-Eso ya está olvidado. Ha costado peroal final soy feliz, junto a ella. Cada mañana que me despierto junto a ella,cada momento que paso con ella, es como calor en días de invierno, agua frescapor la mañana.

-Lo vuestro sí que es amor verdadero.Seguro que estaréis juntos para siempre.

-Recuerda Bilbo, que hasta el máspequeño e insignificante individuo puede cambiar el curso de la historia.

-Bilbo, ¿te paso el cordero? Estadelicioso-Interrumpió Gandalf sirviéndome una pata del cordero.

-Si por favor. Te estás poniendo morado.

-Se descansa mejor con la tripa llena,señor Bolsón.

Durante toda la noche, no pude evitar deobservarles; cómo se miraban, como se hablaban, como se tocaban. Claro está,que todo el mundo no paraba de observarles.

Cuando la cena acabó, a Gandalf y a mínos llevaron a nuestra habitación simple pero acogedora y familiar. Adiferencia del mago, yo me tomé un paseo conociendo mejor el reino del Bosque.Y para grata sorpresa, me encontré a Tauriel hablando con un guardia, como sile estuviera ordenando algo. El guardia se fue y yo me dirigí a ella.

-Nunca pensé que una elfa podríaalcanzar tal magnitud de perfección en una simple sonrisa
.

-Oh, que mono-Me dijo ella mientras seagachaba hacia mí y me besaba en la mejilla.

-Dime, Bilbo, ¿Cómo van las cosas por laComarca?

-Como siempre, todo muy tranquilo yamigable.

 

-A lo mejor un día de estos, llame yo atu puerta. Siempre he querido conocer un agujero-hobbit.

-Siempre seréis bienvenidos. Por dentroson como cualquier casa, con sus muebles y sus
.

Estuvimos hablando de muchas cosasdurante mucho rato. Era un placer verla tan interesada en lo que yo la decía,siempre con una sonrisa en su rostro.

Era evidente que Legolas y Tauriel no sesepararían gracias al amor que sentían el uno por el otro. Pero también lo eraque les sucederían aventuras
.inesperadas.

Con el paso de los años, el principalobjetivo que tenía Thranduil como rey era que el Bosque Negro volviera a sercomo antaño, como le conocían antes, como el Bosque Verde. Nada cambió, todosiguió igual que después de la Batalla de los Cinco Ejércitos. Legolas y Taurielejercían, oficialmente, como príncipes pero sin ignorar las labores de laguardia.

Una mañana, un montaraz experimentadoacudió al rey del Reino del Bosque. Era Aragorn, y llevaba consigo aalguien
.Una criatura diferente a todas las demás de la Tierra Media. El mismoque me encontré en las cavernas de trasgos, el mismo que tenía mi preciosoanillo. Antaño fue un hobbit que se llamaba Smeagol. Pero ahora se habíaconvertido en una criatura fea, sucia, desnuda, sin pelo, con una menteatormentada y con doble personalidad. Se hacía llamar Gollum.

Aragorn lo llevaba atado paseando porlos salones del reino hasta llegar al gran salón de Thranduil. Los guardias quelo observaban, mostraban o cara de asco o de asombro.

Era pronto, así que ahí no sólo seencontraba el rey, sino también los príncipes. Estaban desayunando, comocualquier mañana. Lo que no sabían todavía es que esa criatura cambiaría susvidas
.

-Buenos días rey Thranduil-Dijo Aragornhaciendo una reverencia al rey elfo.

-Que visita más inesperada, Trancos.¿Qué es lo que ocurre, que llevas ahí?

-Una criatura tan malvada comotraicionera. Lo capturé en el norte y es vital que el enemigo no lo encuentre.Por eso, os pido un favor: Tomadle prisionero hasta que yo o Gandalf el Grisvengamos a por él.

Tauriel miraba a Gollum con tristeza ypena mientras este refunfuñaba y mascullaba:

-Gollum, Gollum

-¿A qué enemigo te refieres?-Siguiópreguntando Thranduil.

-Todavía no se sabe con exactitud, perosospecho que algo crece en el Este

Pescados, mariscos, conservas y todo sobre el mar

-Tranquilo Aragorn, nosotros nosocuparemos. Puedes confiar en nosotros-Añadió Legolas cogiendo a la criaturadel cuello y llevándosela a las mazmorras.

-Muchísimas gracias. Ahora me marcharé.

-No te vayas. Puedes quedarte esta nochesi quieres. Sospecho que tu camino no será del todo tranquilo y mucho menoscorto
.-Respondió Tauriel.

-Eso es cierto. Llevo un viaje bastantelargo. Gracias por acogerme. Mañana al alba partiré.

-Mejor para todos. Así aprovecharé apreguntarte más sobre ese
enemigo-Finalizó Thranduil ordenando a los guardiasque acompañaran al montaraz a su habitación.

Pasados unos minutos, Aragorn seencontró con Legolas en la armería.

-El príncipe del Bosque Negro
.quehonor-Dijo el montaraz riéndose.

-No te rías mucho, que tú estás llamadoa ser rey de Gondor
..Heredero de Isildur-respondió Legolas sarcásticamente.

Tras decir esto, los dos se abrazaron.Llevaban mucho tiempo sin verse, exactamente, hace sesenta años.

 

-Nunca he querido serlo. Joe Legolas,menuda elfa que tienes a tu lado. Me la imaginaba guapa pero en persona lo esmucho más.

-Sí, la verdad es que es perfecta. Estoymuy contento de tenerla a mi lado cada mañana.

-Me alegro por ti amigo.

-Si hubieras venido alguna vez en estosaños, la habrías conocido antes.

-Perdona, he estado muy ocupado en elnorte.

-No hombre, no pasa nada. Ya me imaginoque Halbarad estará a gusto con tanto trasgo que matar.

-Ni te lo imaginas. ¿Cómo acabasteisjuntos, no estaba fuera del reino?

-Gracias a Varda que no fue así. Menosmal que Haldir me echó una mano, porque si no, no sé qué habría pasado
.seguroque nada bueno.

-¿Haldir estuvo aquí?

-En efecto, en una fiesta que convocó mipadre cuando regresé el mismo día que me despedí de vosotros. ¿Dime, que talcon Arwen?

-Estoy sumamente enamorado de ella,desde que la vi en Lothlórien mi corazón la pertenece. Gracias al cielo queella también me ama. Pero, su padre Elrond, no quiere que nos unamos ni noscomprometamos. La verdad es que ni yo lo deseo
.

-¿Por qué?

-Porque si ella se queda conmigo, lavida de los Eldar la abandonará, eligiendo una vida mortal.

-Lo siento Aragorn, es una decisióndifícil.

-Bueno dejemos de hablar de eso, vamos acomer un poco, estoy hambriento.

Al caer la noche, Aragorn cenó con elrey, los príncipes y demás amigos que les solían acompañar en las cenas.Tauriel se sentó junto al montaraz, y durante unos minutos sin dirigirse lapalabra, esta le habló:

-Esa criatura
.Gollum
¿Qué le ocurre?

-Está perdido, tiene la menteatormentada. Vive sólo con un objetivo
.

-¿Cuál?

-El Anillo Único.

-Imposible, El Anillo fue destruido.

-No, mi señora. El Anillo sigue vivo, elproblema es que no se sabe dónde.

-Pues si no queremos que la oscuridadvuelva a aparecer, tendremos que destruirlo.

-Me temo que ya es tarde
.Sauron hadespertado
.la fortaleza de Barad-Dur vuelve a funcionar en Mordor, y sus orcosse están multiplicando
.

Tauriel le miró asombrada y hasta por unmomento asustada.

-Pero tranquila, no me hagas caso. Sóloson supersticiones mías
.

-Ya ya
Bueno dejando el tema, ¿quieresun poco de merluza?

-Si, por favor.

A la mañana siguiente, Aragorn se marchó,despidiéndose de su amigo y dando las gracias a todos por haberle acogido en suhogar.

Tauriel seguía un poco extrañada ypensativa sobre lo que la dijo el montaraz la pasada noche, en la cena. Alrecordar el nombre de Sauron, sintió un pequeño escalofrió en su cuerpo.

-Tauriel, ¿te pasa algo?-Le preguntó unLegolas preocupado.

-Creo que algo malo va a pasar
.y noserá una simple amenaza.

-Si ya lo sé. Sauron
.yo tambiénsospecho que algo pasa en Mordor. Pero lo prioritario por ahora, es encarcelara la fétida criatura.

-Sí pero
. ¿Y si es cierto, y si Sauronha despertado?

-La verdad, no lo sé.

Tras dos largos y extraños días, unatarde, cuando Legolas y Tauriel volvían de un día de caza, llegaron a la puertadónde se encontraron a su padre, preocupado, armado con su larga espada y consangre en el rostro.

-¡Venir, rápido!-Fijo Thranduil nerviosollevándoles a las mazmorras dónde yacían unos cuantos cuerpos de orcos y elfos.

 

-¿Qué pasa padre?

-Los orcos, nos han atacado. Los hemosconseguido derrotar, eran pocos, pero hemos perdido a unos cuantos guardias.

-¿Y todo está en calma?

-Sí, todo ha ocurrido cuando vosotrosdos estabais fuera. Creo que todo esto, ha sido una simple distracción.

-¿Por qué piensas eso?

-Porque eran pocos orcos, poco armados ynuestro prisionero ha escapado en el acto.

-¿Quién?

-Gollum.

-¿Y qué vamos a hacer ahora?-PreguntóLegolas a su padre.

-Informaremos de lo sucedido, así queirás a Rivendel.

-¿Por qué a Rivendel?

-Porque mientras vosotros estabais fueray antes de que nos atacaran los orcos, recibí una nota de Elrond sobre unareunión. No una simple reunión, es un concilio. Donde estarán todas las razasde la Tierra Media, así que tú representaras, no sólo a los elfos, sino alBosque Negro. Y ya que vas, informarás de lo sucedido con Gollum. Mataré dospájaros de un tiro.

-¿Por qué un concilio, por qué convocara hombres, elfos y enanos juntos?

-No lo sé con exactitud, pero es muyimportante para que El Medio Elfo haga eso.

-De acuerdo, y ¿cuándo sería eseconcilio?

-Dentro de cuatro días, así que partirásal alba.

-¿Cómo que, partirás?-InterrumpióTauriel.

-Sí, sólo irá mi hijo. En el concilio nopuede haber mucha gente, así que irá Legolas, que para eso es el príncipe.

-Pero, padre
.

-No añadiré más.

Tras esto, Tauriel se fue enfadada a suhabitación mientras Legolas la miraba con preocupación y tristeza.

-Sabes que ella quiere estar conmigo,¿por qué sigues con esto? Creía que habías cambiado padre.

-Y lo he hecho, pero sólo sigo lasnormas de Elrond
.-Thranduil mentía, todavía seguía odiando la relación de suhijo, pero ya no podía hacer nada. Al fin y al cabo, es su primogénito y noquería perderle así que tenía que intentar disimular y aceptarlo.

-Padre
.con o sin tu consentimiento
.nohabrá orco capaz de alejarme de ella.

Al decir esto, Legolas dejó a su padre yse dirigió donde estaba su capitana.

Se la encontró sentada en la cama deambos, con la cabeza gacha y sin mirar al elfo a la cara.

-Tauriel

-Déjalo, no te esfuerces, ya sé quedesde que me acogió Thranduil sólo he sido para él un simple sirviente. Y parati sólo un objeto de deseo, que ingenua fui
..-Tras decir esto, Tauriel dejóescapar unas lágrimas de sus ojos húmedos y llorosos. Legolas se sentó al ladode ella y la abrazó. La cogió suavemente la cara y con sus dedos limpiándola lamejilla de sus propias lagrimas.

-Tauriel, sabes que no es cierto. Sabesque mi padre no te considera eso, sino mucho más. Lo que pasa que todavía estáobsesionado con la casta
.. Y
.mi estrella
.sé que estás enfadada y rabiosa,pero me sorprende que digas eso de mí. Sabes que te amo, te amé, y siempre teamaré

Tauriel, pondría toda mi vida a tu cargo, porque mi corazón sólopertenece a ti y a nadie más. A mí me da igual si eres Eldar, Silvana o Sindar
.esome da igual, lo que me importa eres tú, tu felicidad, tu comodidad, tu alma,sólo tú
.-Los ojos de ambos se miraron y Legolas la besó apasionadamente.

 

-Dicen los Eldar que un elfo sólo se enamorade alguien una vez, que sólo se desposan con una sola persona, que sólo engendranhijos con esa persona
..eso es cierto. Sin ti, nunca habría descubierto elverdadero amor.

-Perdóname....no sé cómo pude dudar deti
.Cuando estoy contigo me siento tan bien, tan protegida, tan viva, tanfeliz, tan especial
..y por eso no puedo separarme de ti Legolas
.no puedo
.

-Lo sé mi amor, lo sé
.y cómo te conozcotan bien se que no dejaras que nadie nos separe
ni yo tampoco
.así que vendrásconmigo a Rivendel.

-Legolas, no te sientas obligado. Sé queElrond dio unas normas.

-Hará una excepción

.Tauriel, aunque elmismísimo Thingol me ofreciera un hogar más allá de las Tierras Imperecederas,nunca permitiría irme sin ti. Siempre estarás conmigo
.siempre.

Tras otra noche especial con su serquerido, Legolas y Tauriel partieron a Rivendel con el permiso de Thranduil.Aunque no le gustó que se fuera ella también, se prometió a si mismo que lafelicidad de su hijo era lo primero, así que les dejó marchar. El rey cambiaríapor su hijo.

Los dos elfos atravesaron montañas,bosques, sierras y ríos y lugares históricos como Moria pero sin adentrarse enellos. Tenían un largo viaje por delante, con pocos descansos en tres días deviaje, tal y como dijo el padre del príncipe.

Por fin llegaron aRivendel, por la mañana, antes de la comida, un lugar tan precioso como inigualable.Los siglos pasaban y el hogar más maravilloso, junto a Lothlórien, de la TierraMedia seguía sin perder su encanto y belleza. Lacasa y el valle estaban protegidos por encantamientos élficos que hacían quelos ríos se alzaran y rechazaran a los invasores, aunque su principal poder erala curación y la conservación. Por eso, era un santuario donde uno era curadode las fatigas corporales y espirituales .El refugio de Rivendel estabasituado en un aislado y escarpado valle en la parte más oriental de Eriador, a los pies de las Montañas Nubladas.

Laverdad es que Rivendel era como mi segunda casa.

Enla entrada se encontraron a muchas personas de diferentes razas, sobre todo,hombres, elfos y enanos.

Lindir,se acercó a los elfos y les dijo:

-Bienvenido,Legolas Hojaverde del Bosque Negro, gracias por venir
.y tú eres
.

-Ellaes su prometida, Tauriel-Irrumpió Elrond a su consejero y mirando detenidamentea la elfa.

-MaestroElrond
.-Dijo Legolas haciendo una reverencia. Tauriel permaneció quietamirando al Medio Elfo.

-Hasvenido tú, creía que iba a asistir tu padre o algún explorador como suelehacer.

-Nomaestro, hemos venido nosotros a tu concilio.

-Lindir,acompáñales a su habitación. Disculparme por si la cama es un poco estrechapero estaba pensada para una sóla persona
.-Elrond siguió observando a la elfamientras Legolas y ella eran conducidos a sus aposentos.

-Lecaigo mal a Elrond-Decía Tauriel mientras se colocaba sus pertenecías y su ropaen un armario empotrado al lado de la cama.

-Noes cierto-Respondió Legolas abrazando a Tauriel por la cintura, detrás de ella,dándola besos cortos en su cuello.

-Síque lo es, me mira con desprecio.

-Ah.Es porque no acepté el compromiso con Arwen Undómiel y te elegí a ti. Pero note preocupes, Elrond no es como mi padre, no es rencoroso.

 

Lindirapareció de nuevo y ordenando:

-Miseñor Legolas, el concilio va a empezar pronto, acompáñeme.

-Deacuerdo, vamos Tauriel.

-Losiento Tauriel no puede asistir.

-¿Por qué no?-Preguntó Legolas a Lindir.

-Porque no puede asistir mucha gente alconcilio, solo la más importante. El Concilio de Elrond es privado y muy, muyimportante.

-No estoy de acuerdo, Tauriel representaal Bosque Negro al igual que yo.

-Déjalo Legolas, tranquilo. No pasanada.

-¿Seguro que no te importa?

-No. Mientras tu estas en esa reunión,aprovecharé a dar un paseo por la magnífica Imladris. Me ayudará a despejar lamente y así descansaré un poco de tanto viaje.

-De acuerdo, Tauriel. Luego vuelvo. Notardaré mucho-Legolas besó a Tauriel y se fue con Lindir al Concilio.

-¡Sólo es una reunión!-Bromeó la elfa aLegolas mientras éste se marchaba a lo lejos.

Durante media hora paseando en silencioy curioseando uno de los mayores bastiones de los elfos en la Tierra Media, seencontró con una elfa de cabello negro rizado vestida con una túnica roja ynegra. Era la hija de Elrond, Arwen, que estaba leyendo un libro reposada en unbanco. Alrededor de su cuello, sobresalía una larga cadena con una hermosa joyablanca.

Tauriel se sentó junto a ella.

-Me alegro de conocerte por fin, ArwenUndómiel.

-Ah, tú debes de ser, la prometida deLegolas, Tauriel.

-Sí. ¿Cómo lo sabes?

-Mi padre me ha hablado de ti. Asistió avuestro compromiso en el Bosque Negro.

-Ah, sí ya me acuerdo. Creo que vuestropadre me guarda rencor
.

-No, nada de eso. No te preocupes. Él noquiso que yo me enamorara de un humano y entonces Legolas te eligió a ti. Peroya sabes cómo son los padres, y más el mío y Thranduil.

-Puede que tengas razón. Oye, ¿por quéno has asistido al Concilio como hija de Elrond?

-Mis hermanos Elladan y Elrohir lo hanhecho pero yo la verdad es que no me interesaba mucho y mi padre quería lasmenos personas posibles.

-¿De qué trata el Concilio exactamente?

-Hay un hobbit que rescaté más allá delas fronteras de la Comarca, al lado de la atalaya de Amon-Sul que posee unagran carga. Están decidiendo que harán con ese objeto. Entre los presentesestán los pueblos más importantes de la Tierra Media tanto de hombres y elfoscomo enanos. Hasta ha venido Gandalf el Gris.

-¿Ese objeto no será por casualidad el Anillode Sauron?

-Sí.

-Y ese hobbit
. ¿Se llama BilboBolsón?....

-No. Es su sobrino, Frodo Bolsón. Y siconoces a Bilbo Bolsón, está aquí mismo, en Imladris. Pero no sé dóndeexactamente.

-¿Bilbo está aquí? Oh, que gratasorpresa.

Las dos hermosas y radiantes elfaspasaron un largo rato hablando, caminando, y hasta se encontraron con Bilbo.

Pasadas dos horas, cuando la reuniónterminó, Tauriel y Arwen observaban tranquilas a las personas que salían delConcilio, rumbo al gran comedor. Se fijaron en un enano en particular. Teníalarga barba castaña, ojos negros e iba acompañado de un enano que Taurielreconoció; Glóin. El mismo que estaba en la compañía de Thorin Escudo de Roblesesenta años atrás.

Mientras le observaban, Legolas seacercó a ellas un poco nervioso y a paso rápido.

-Tauriel ya estoy aquí. ¿Vamos a comer?

-Sí, si
¿Qué prisa tienes? Mira,conmigo esta Arwen. La he conocido mientras estabais en el Concilio.

 

-Mi señora
.-Dijo Legolas haciendo unareverencia y besando la mano de la hija de Elrond.

-Cuanto tiempo sin verte Legolas.

-Lo mismo digo. Encantado de volver averte después de tantas cosas
.Bueno Tauriel ¿vienes? Es la hora de la comida yestoy hambriento-Legolas estaba raro y Tauriel se lo notaba. Estabaintranquilo, impaciente y un poco borde. Ni se dignó a contarla de lo quehabían llegado en el Concilio y tampoco a hablar con Arwen. Tampoco la besócomo suele hacer siempre.

-Si
.vale vale
.Encantada de conocerteArwen, espero verte muy pronto.

-Lo mismo digo Tauriel. Ojalá te hubieraconocido antes.

Legolas y Tauriel se dirigieron al grancomedor donde habían tres grandes mesas. Una en la que solo la presenciabanenanos, otra sólo de elfos y otra dónde estaban los humanos con cuatro hobbits,un mago y Aragorn.

Para sorpresa de Tauriel, Legolas sesentó con Aragorn, en vez de con los elfos como hacía siempre. Los cuatrohobbits ni se dieron cuenta de que se sentaron con ellos ya que despedazaban lacomida como jabalíes hambrientos tras cuatro días sin comer. Gandalf seguíaconversando con los hobbits, presidiendo la mesa.

-Legolas, ¿Qué te ocurre? Me estásponiendo nerviosa
..-Dijo Tauriel con un tono más expresivo y más grave que decostumbre.

-¿A mí? Nada, que me va a suceder
.Estoybien. Es que me he cruzado con ese estúpido y tozudo enano llamado Gimli, yestoy un poco cabreado. Casi nos enfrentamos contra los enanos. Y luego eseBoromir
.

-No, algo te pasa. Te lo noto. Déjate decambiar de tema ¿Qué ha sucedido en el Concilio? ¿Qué habéis concluido?

-Haber
..El Anillo Único para destruirlotiene que ser arrojado en el Monte del Destino. Si no se hace eso, Sauronrecuperará su anillo y la oscuridad volverá a asolar este mundo. Han decididohacer una compañía formada por hombres, elfos, enanos, hobbits y Gandalf.Concretamente, nueve compañeros. Que partirán mañana al alba hacia Mordor enuno de los viajes más importantes y peligrosos que han existido en toda lahistoria de la Tierra Media.

-Ya
. ¿Y qué tiene eso que ver contigo?

-Na
nada
en especial
. ¿Quieres un pocode ensalada? Aquí esta buenísimo todo
.

-¿Qué tiene eso que vercontigo? Vuelvo a repetir
.

Legolas cogió de las manos a Tauriel yla miró a los ojos. Aragorn los observó con atención y detenimiento.

-Tauriel
.perdóname
.

-Legolas
.me estas asustando. Dímelo ya.

-Tauriel

me voy a Mordor.

-No, no es cierto
.-Dijo una Taurielresignada.

-Sí lo es, me he presentado voluntario
.

-¿Por qué lo has hecho?

-No lo sé, estoy confuso. Perdóname.
.-DijoLegolas acercando su mano al rostro de su compañera.

-No me toques-Respondió Taurielapartándole la mano y saliendo bruscamente y a paso acelerado de la sala. Todoslos allí presentes se quedaron mirándoles.

-Lo siento amigo
-Se dirigió Aragorn aLegolas mientras éste intentaba aparentar normalidad. Pero no podía. Pronto suslágrimas bañaron sus suaves mejillas, mostrando un gesto claro de tristeza yfrustración.

 

-Gracias Aragorn
..ahora me tengo queir
..-El elfo también intentó salir del comedor, pero su amigo le detuvo.

-No te lo aconsejaría, se mucho demujeres y más de elfas

Es mejor que la dejes llorar y cicatrizar a solas.

Legolas no comió ni bebió nada duranteesa comida. Cuando terminó y todas las personas salieron de allí para reposar orecorrer Rivendel, el elfo fue el único que se quedó allí, en silencio, con suspensamientos. Él sabía que ese viaje podía significar muchas cosas buenas, perotambién muchas otras malas, como la muerte. Algo le decía en su corazón quedebía ir, que debía embarcarse en esa aventura, por muy peligrosa que fuera.Pero por otro lado, sabía que no debía dejar a Tauriel sola, ahora que por fineran felices.

Mientras, Tauriel también hacía lomismo, en sus pensamientos. Tumbada en la cama, ya se imaginaba muchas cosas, yuna de ellas acompañarle a esa gran aventura. Aunque esa aventura significarala muerte y la destrucción del mundo tal y como lo conoce. Estaba rabiosa yenfadada porque Legolas tomó ese camino sin consultarla nada, como si no leimportara su opinión.

De repente, alguien llamó a la puerta.Era él, su elfo, Legolas. Se sentó junto a ella y la habló.

-Tauriel, se que estas enfadada pero
.menecesitan para este viaje
.y yo necesito una nueva aventura en mi vida
..

-Ah, es eso. Es que tu vida es muyaburrida, sobre todo conmigo
.

-No, nada eso. Tauriel, contigo mesiento vivo. Cada vez que estoy a tu lado, duermo a tu lado, como a tulado
..es una profunda satisfacción para mí-Había mucha sinceridad en laspalabras del nuevo miembro de la compañía del anillo. Era increíble, como conel paso de los años, el amor que Legolas procesaba a su prometida. Nunca hevisto a nadie amar tanto a otra persona. Era tanto increíble como maravilloso.

- Yo también te amo con toda mi vida ynunca me separaría de ti
..pero quiero ir contigo
..dejarme ser vuestra décimacompañera.

-No Tauriel, esta vez no
.No lopermitiría.

-¿Por qué no? Yo quiero estar contigo.

-Lo sé, pero no puedo permitir que estésen peligro. Muchos orcos, demonios, batallas y cosas malas acechan en esteviaje y yo no podría soportar que tú estuvieras involucrada en todo eso.

Tauriel se tumbó en la cama, dando laespalda a Legolas y arropándose con las mantas de la cama.

-¿No vas a cenar?

-No.

-Tauriel
.

-No hables. Ya has hecho suficiente.

Tauriel sentía una frustración enorme,nunca había estado tan enfadada con alguien, y menos con él. Legolas tampocosalió de la habitación hasta la mañana siguiente. Se quedaron en la cama losdos juntos, sin hablarse, tristes y enfadados. El príncipe se arrepintió de ladecisión que tomó, pero no podía quedarse de brazos cruzados
.Quería una TierraMedia libre y tranquila, junto a ella.

Ya por la mañana, mientras Legolas sepreparaba y Tauriel esperaba en la puerta sur donde estaba reunida toda lacompañía, Aragorn avisó al elfo:

-Legolas, venga nos tenemos que ir.Estamos todos preparados.

-De acuerdo. Me tengo que vestirbien-Decía el príncipe mientras cogía su largo arco con un gran carcag,reposándolos en su espalda.

Los dos amigos se dirigieron a la puertadónde había mucha gente reunida, para despedirles.

 

Legolas se acercó a Tauriel antes de queElrond les hablara.

-Lo siento
.

-No, perdóname tú a mí. Me he portadocomo una inmadura. Adelante, tus amigos aguardan.

Los dos se dieron la vuelta, apartándoseel uno del otro. Pero el corazón les habló en ese momento. Les ordenó queparasen, que recapacitaran. Dieron media vuelta a la vez. Y a paso acelerado sedieron un largo abrazo llorando a lágrima viva ante los ojos de los allípresentes.

-Te voy a echar mucho de menos, miestrella
.

-Yo también a ti Legolas

-Me voy más tranquilo si me prometes quete dirigirás al reino del Bosque y no te moverás de allí. Mi padre teprotegerá, se que lo hará.

-Te lo prometo
.Pero prométeme tú algo

-¿Qué?

Al instante, Tauriel cogió la mano deLegolas y le dio un largo colgante blanco con una joya blanca en el medio.

-Tráemelo de vuelta.

-No puedes darme esto
. Era de tu madre.El único recuerdo que conservas de ella.

-Dárselo a quien quiero es miprivilegio

Mi corazón es tuyo.

Al instante los dos se fundieron en unlargo y apasionado beso, mientras lloraban y se abrazaban. Cuando terminaron,Legolas se dirigió a su puesto, lentamente, con los hombros y la cabeza gacha,junto a los demás miembros de la compañía.

Elrond apareció:

-Ni juramentos ni ataduras os obligan ahacer tal misión. Adelante, cumplid con vuestro propósito. Y que todas lasbendiciones de elfos, hombres y los pueblos libres
.os acompañen
.

Mientras los nueve compañeros salían dela puerta, Legolas y Tauriel se miraron mutuamente. Los dos se despidieronfinalmente a la distancia, armando su brazo derecho y ahondándolo en sucorazón.

Tauriel murmuró entre lágrimas:

-Vuelve conmigo.

Ahí se iban, los nueve compañeros;Cuatro hobbits, dos hombres, un mago, un enano y un elfo. Tal y como relata misobrino Frodo en "El Señor de los Anillos", cada uno de ellos se enfrentarían amuchas cosas, pasarían muchos años, muchas muertes. Nadie de ellos sería capazde imaginar el tipo de aventura que eligieron.

Cuando Legolas se fue junto a sus demáscompañeros, Tauriel se quedó en Rivendel, triste y acongojada. Recordando cadauno de los momentos que pasó con él, desde su primera mirada, desde su primerbeso, desde aquella primera vez

Muchos recuerdos juntos, mucho cariño entreellos.

Cuando la compañía salió de la puertasur de Imladris, Tauriel se dirigió a su habitación con una pregunta rondandosu cabeza: "¿Ahora qué?"

Recordó la promesa que le hizo a Legolasy se preparó su mochila para irse al reino del Bosque.

Mientras recogía sus cosas, Arwen llamóa la puerta:

-¿Puedo pasar?

-Por supuesto que sí.

-¿Qué haces?

-Me voy a mi casa, donde le esperaré
.

-¿Tan segura estas de eso?

-¿Tú no?

-Sí pero, se enfrentan al mayor enemigode la Tierra Media. No creo que lleguen todos sanos y salvos
..

-Arwen, ¿por qué piensas eso? Yo confíoen Legolas, me hizo una promesa
.

-Tristemente, no siempre dependen de unomismo
..

-No sé cómo puedes pensar eso. Legolasvolverá y Aragorn también, ya lo verás.

-Mi padre no piensa lo mismo
..Quiereque abandone la Tierra Media, que me dirija más allá de los Puertos Grises.

 

-Aquí la que controla tu vida eres túmisma, espérale y volverá
.

-Si me quedo y fracasan, moriré
.le dimi vida
..La vida de los Eldar me abandonará
..

-No todo está acabado, no todo es ruinay muerte

también hay vida

-Mi padre dice que el futuro se estáagotando
..

-Pero aún es nuestro
..Si le abandonaste arrepentirás eternamente

Es tu decisión, yo le esperaré
confío en él.

Tauriel cogió su mochila con suspertenencias. Antes de irse, se acercó a la hija de Elrond y la dijo:

-El amor todo lo puede.

Tras decir esto, Tauriel besó a Arwen enla frente y se fue. Se dirigió a la puerta norte, subiéndose encima de uncaballo, ante la atenta mirada de suamiga elfa.

Tras recorrer miles de kilómetros ensólo tres días, Tauriel llegó al reino de Thranduil. A paso rápido, entro en elgran salón del padre de Legolas, sentado en su cómodo sillón. Este le habló:

-¿Y mi hijo?

-Se ha ido.

-¿A dónde?

-A Mordor-Tras decir esto, la bella elfapelirroja se fue llorando a su habitación. Sin ganas de hablar con nadie, setumbó en su cama. A los dos minutos, Thranduil entró y se sentó junto a ella.

-Dime, ¿Qué ha pasado?

Tauriel le contó todo lo sucedido; Elviaje, el Concilio, la promesa
.El rey sin palabras, se levantó lentamente,asombrado y apenado. Abandonado la habitación.

-¿A dónde vas?-Preguntó Tauriel.

-No lo sé
..

-Dime algo.

-No volverá, maldita sea-Mientras decíaesto, Thranduil cerró la puerta de un golpe brusco y severo. La elfa respondió:

-¡Si lo hará!

El tiempo pasaba, a un ritmo decelerado.A Tauriel un solo segundo ya hasta le parecía un inmenso océano. Sólo se podíapreguntar: "¿Dónde está? ¿Está vivo?".

Con el paso de los meses, Thranduilsiguió con sus labores, manteniendo el reino. Pero se le notaba más enfadado,más callado, más triste. Cada vez comía menos y cada vez era más descuidado.

Todo el mundo alrededor de Taurielestaba convencido de que Sauron acabaría con todos ellos, que el príncipe nopodía haber sobrevivido. E incluso muchos de ellos, abandonaban la TierraMedia, rumbo a las Tierras Imperecederas para nunca volver. Era una situacióntriste, pero Tauriel era de los pocos que no perdía la esperanza, de los queseguían cuidando del Bosque, de su gente.

Cada noche, cada sueño, cada pensamientoera un buen recuerdo de Legolas. Cada minuto que pasaba sin él, sin hablarle,sin tocarle, sin sentirle
.Era como una herida en el corazón.

Los meses pasaban y la gente seguíaabandonando la Tierra Media, pero no sólo los elfos del Bosque Negro sinotambién Rivendel, Lothlórien

Todos temían la oscuridad de Mordor, todosflaqueaban.

Una mañana, Thranduil ni siquiera selevantó de su cama para desayunar. Ante la pasividad del rey, Tauriel entró ensu habitación.

-¿No te vas a levantar?

-¿Para qué? ¿Para darles falsasesperanzas, para creer que todavía mi hijo sigue vivo, para hundir más a estapobre gente? No eso no va conmigo
..Mi legado ha perecido
..mi reino fracasara,igual que todos los de este mundo
..Sólo tengo ganas de morirme.

 

-Lo menos que podrías hacer es seguircombatiendo con los trasgos, convencer la gente de que hay esperanzas. ¡Malditasea Thranduil! Legolas sigue vivo igual que Frodo, Gandalf, Aragorn
..Si tu novas a hacer nada al respecto, lo hare yo.

-Adelante a ver como lo haces

Tauriel salió de su habitación ha pasodecidido, dirigiéndose hacia un guardia que esperaba en la puerta del gransalón.

-Corre la voz. Reunión en el gran patiodespués del almuerzo.

-Pero mi señora, ¿Eso no lo tendría que decidirel rey?

-El rey está sumido en la desesperación.Ahora mando yo.

El guardia se fue rápidamente haciendouna reverencia y informando a todos suscompañeros.

Llegó la hora, llegó su primer discurso.La verdad es que era un poco desagradable. Nunca se imaginó que su primer discursofuera sin Legolas a su lado, y en esa situación.

Todos los elfos que todavía seguían enel reino del Bosque asistieron. Más o menos seis centenares de elfos nerviosos yasustados abarrotaban el gran patio exterior.

Mientras los guardias pedían calma ysilencio, Tauriel apareció ante todos ellos. Se subió a un escenario dondesolían, en tiempos de paz no muy lejanos, haber grandes actuaciones en grandesfiestas.

-¿Y Thranduil? ¿Por qué no da la cara?-Dijoun elfo entre tantos gritos y murmullos de los allí presentes.

-Calma por favor. El rey no está enfacultades para gobernar ni hacer nada. Esta enfermo
..-Tauriel tenía quecalmar la situación, y no sólo eso. Si no que, además motivarles.

-¡Eso es mentira! Hasta él sabe queestamos perdidos.

-¡Sauron vendrá a por nosotros!

Muchas frases y gritos retumbaban entodo el Bosque. Tauriel se armó de valor y dijo:

-¿Es que no os dais cuenta? ¿No veis quelo que Sauron quiere es que nos dividamos? Largo tiempo atrás, este gran Reinolibró muchas grandes batallas
..Cuando reinaba Oropher, Thranduil
.Pero lohicieron unidos. Ya basta de parloteo. Ahora mismo mientras nosotros noslamentamos, Gondor, Rohan, Rivendel, Lothlórien
.e incluso los enanos, están enguerra. Luchando por sus seres queridos, luchando por la felicidad, por la paz
porel amor
..Toda la Tierra Media está en peligro, y si no hacemos nada, Sauronnos la arrebatará.

Tauriel hizo una pausa antes decontinuar. Se hizo un silencio enorme.

-Veo en vuestros ojos, el mismo miedoque encogería mi propio corazón
.. Pudiera llegar el día en que el valor de loselfos decayera, en que se tirara por tierra nuestro esfuerzo, nuestro mundo,nuestros amigos, familiares
...y se rompieran los lazos con todas las razas deeste mundo. Los enanos, los hobbits, los hombres
.¡Sí, todavía tengo esperanza!¡Y vosotros también! Por todo lo que vuestro corazón ama de esta buena tierra,os imploro a luchar

¡¡¡Elfos del Bosque Verde!!!

Tras decir esto todos los allí presentesgritaron, chillaron porque había que combatir. Cientos de gargantas cantaron todos juntos, como una gran familia. Todavía había suficientesguerreros allí, todavía había valor
..En el reino sólo se oyó un:

-¡¡¡Siiiiii!!!

Los meses siguieron pasando y el Reinodel Bosque cada vez estaba más unido. Con Thranduil sin salir de su estudio ode su habitación, todos siguieron a Tauriel. Junto a Lothlórien, el Reino delBosque combatió contra Sauron en el norte. Numerosas batallas surgieron en DolGuldur. Muchos elfos perecieron pero todo se hacía por la Tierra Media. Sacandofuerzas de donde ya no había, siguieron peleando.

 

Tauriel al frente de cada tropa,alentaba a los suyos. Siempre fue una gran guerrera. Siempre fue una elfavalerosa y rebelde. Aunque también era dulce y tímida. El tiempo seguía pasandoy ellos, seguían separados. Tenían la esperanza de que pudieran volver a versealguna vez, aunque no sabían cómo.

Mientras su amor se situaba en el norte,Legolas se encontraba en Gondor. Después de batallar en los Campos de Pelennor,después de decidir que se dirigirían a la Puerta Negra para dar a Frodo unaremota oportunidad. Muchas guerras había librado el elfo en aquel viaje. ElAbismo de Helm, los Campos de Pelennor
..Y muchas criaturas como el Balrog olos Nazgul

Esa noche antes de partir al alba,Legolas se encontraba sentado en su habitación. Al lado estaban lashabitaciones de Gimli, Gandalf, Eomer, Aragorn
No podía dormir, era una misiónsuicida. Tal vez había llegado su hora. Después de tantas cosas, había llegadosu final. Nadie sabía si Frodo seguía vivo. Sólo sabían que tenían queresistir.

Esa noche, como otras tantas, el elfoseguía pensando en su dulce amor
..Felizmente sabía que estaba segura, queestaba bien

pero ojala la hubiera visto una última vez
..A la única personaque ha amado en este mundo
..

Sin dormir tampoco y muy triste ydesolado, Aragorn se acercó a él. Sentándose a su lado, en su cama.

-¿Tú crees que está viva Aragorn?

-Sí, igual que Arwen
.

-Tal vez es verdad
..

-¿El qué?

-Que Frodo y Sam sigan vivos
.

-Claro que sí. En esta vida hay que serpositivo y optimista.

-Mañana marcharemos juntos
..y no sé sisobreviviremos todos
..

-Pero habremos luchado todos juntos,hasta la última y más insignificante vida de esta Tierra.

-Ojalá estuviera aquí, conmigo. La hechotanto de menos.

-No te tortures. Mañana combatiremos pornuestros seres queridos. Para que el bien reine en este mundo Legolas. Para quepuedas volver a besarla.

-Ojalá

Dos días más tarde, en el Reino delBosque, lo elfos acabaron con las fuerzas de Sauron en el norte. Ahora sólotocaba esperar, y esperar, a que el embajador les informara de lo sucedido deuna vez por todas.

Esa misma tarde, el embajador llegó, conmucha prisa. Con una cara de felicidad de oreja a oreja. Se dirigió al gransalón dónde se encontraban Tauriel y Thranduil y les habló:

-Traigo noticias

-Tranquilo respira, y habla-RespondióThranduil impaciente.

-Sauron

ha perecido. El Anillo Único hasido destruido y la Compañía ha triunfado.

Tauriel no se lo podía creer. Después detres años larguísimos, por fin todo había acabado. Por fin estaban en paz, porfin podría verle

-Pero traigo más información mi señor. Unmiembro de la Compañía ha muerto. No me dijeron quién
pero no pueden ser niFrodo Bolsón, ni Samsagaz Gamyi, ni Aragorn, ni Gandalf. Lo siento.

Al escuchar esto, Tauriel cambió alinstante la cara de felicidad por una de asombro y preocupación. Thranduilseguía firme como el roble más robusto de Fangorn.

 

-¿Y mi hijo?

-No se sabe nada de él. Además, van acoronar a Aragorn como rey de Gondor la semana que viene. Os han invitado

.

-Yo no voy a ir

-Dijo el rey apenado yorgulloso.

-El motivo, mi señor
.

-Mi hijo ha muerto. Ha sacrificado suvida por esta tierra
..Y yo tengo la culpa
.si no le hubiera mandado alConcilio nada de esto hubiera sucedido. Me marcharé.

-¿A dónde?-Preguntó Tauriel sorprendida.

-A Valinor. De todas formas, todos loselfos de la Tierra Media nos marchamos de aquí. ¿O no es así?-PreguntóThranduil al elfo.

-Si mi señor, todos lo hacen
.Más tardeo más temprano

-Hacer lo que queráis. Él me hizo unapromesa, y yo también a él. Y las cumpliremos. Le esperaré aquí. Aunque esosignifique que me quede sola en este reino.

-Mi señora, como ya he dicho, todos nosvamos pero unos más tarde que otros.

-Efectivamente. Tendrás compañía aquí.Pero yo me voy ahora.

-¿Ahora? ¿Tan rápido? ¿No quieres ni vera tu hijo?-Preguntó Tauriel mientras éste se ponía unas botas de cuero.

-Si, Tauriel, si
..El sitio al que voy,no necesito ningún equipaje porque todo lo tengo allí. Y si en verdad mi hijosigue vivo

.no necesitará a un padre como yo

.

-No digas tonterías, el te apreciamucho, igual que yo
..

Thranduil se dio la vuelta y acercándosea Tauriel a la vez que la sonreía.

-Tauriel
..la verdad es que nunca metuve que entrometer entre vosotros dos. El amor que os procesáis aún así con elpaso del tiempo es asombroso y magnífico. Has cambiado

Todavía me acuerdocuando te recogí en el bosque tirada entre plantas y helechos, hace seiscientosaños. Nunca vi una cosita tan bella y tan dulce cómo tú. Pero ahora nadie menecesita, así que partiré a Valinor. Tras miles de años en este mundo, le digoadiós
y un adiós para siempre.

-Thranduil, por favor

-Dijo Taurielllorando por la marcha del rey.

-Lo siento pero ya nada puedes hacer.Dile a mi hijo
.que le quiero y que siempre le he querido-Tras esto Thranduilbesó en la frente a Tauriel y salió a las puertas principales. Se subió a uncaballo y se marchó a galope tendido, hacia los Puertos Grises.

Un guardia se acercó a Tauriel:

-¿Ahora qué vamos a hacer mi señora?

-Tú ya puedes hacer lo que quieras. Ve contu familia. Yo esperaré aquí
..

-¿Pero el príncipe ha sobrevivido?

-No lo sé

Desde que Thranduil se fuera de la quesiempre fue su casa pasó exactamente un mes. Un mes desde que el anillo deSauron fue destruido, un mes de que todo fuera paz y armonía en la TierraMedia, un mes en el que Tauriel fue la única persona en el reino que estabatriste y asolada cuando por fin la maldad había fracasado.

Tauriel llegó a pensar que en verdadLegolas había muerto. Pero le esperaría y si no volvía se moriría allí, detristeza.

Una mañana como otra cualquiera,mientras más y más barcos de elfos zarpaban en los Puertos Grises, la bellaelfa pelirroja se levantó de su cama con más pena que gloria. Sin desayunar, sedirigió al gran salón y se sentó en su sillón. Con nada que hacer, esperaba yesperaba. Ya aburrida de anhelar la llegada del elfo, se derrumbó a llorar,pensando que había muerto.

 

De repente, mientras llorabadesconsoladamente, detrás de ella un hermoso collar blanco rodeó su cuellomientras la cogían un mechón pelirrojo de su cabello. Oyó una voz que lasusurraba al oído:

-"Findelya cala ve laure"

"melanyel".

Tauriel se levantó del sillón a la vezque se daba la vuelta lentamente, asombrada. Y sí, ahí estaba él, vestido conuna túnica blanca sostenida por unos guanteles y botas de cuero blanquecinos.

La elfa abrió y cerró los ojos variasveces, todavía pensando que era una burda imaginación de su mente. Se acercó aél, lentamente para acariciarle con suavidad y dulzura su bello y cálido rostroa la vez que el príncipe soltaba una tímida mueca de felicidad.

-¿Legolas?-Preguntaba la elfa todavíaincrédula mientras le tocaba el pelo rubio, mirándole de arriba abajo.

-Tauriel, yo
..

Sin que él pudiera decir o hacer nadaella le besó. Sobra decir que fue un beso largo e intenso. Tal eran las ganasde Tauriel de sentir otra vez a Legolas que esta le empujó bruscamente contrala mesa en la que solían comer. Mientras le besaba Tauriel le agarraba todavíamás fuerte haciéndolo juntar su cuerpo con el de ella.

Cuando el beso terminó, la elfa empezó allorar mientras le declaraba:

-Pensaba que habías muerto
.

-Te hice una promesa. Y la cumpliríafuera como fuera-Respondió el príncipe cogiendo a Tauriel de la cabeza yapoyándola en su pecho fornido.

-¿Por qué tardaste tanto?

-Fue un viaje muy duro y largo Tauriel.No te puedes ni imaginar por las cosas que he pasado, tanto malas como buenas.Nunca he tenido tanto miedo en mi vida, sobre todo pensando en que nunca podríavolver a tocarte.

-Si Sauron pereció hace un largo mes,¿Por qué no viniste antes?

-Lo siento. Estuve recorriendo losBosques de Fangorn, las Cavernas Centelleantes y muchos lugares más con uncompañero y un gran amigo, Gimli.

-Ah
. ¿con que un enano tu amigo? Si quehas cambiado
.-Dijo la elfa dedicándole una satírica sonrisa.

-Bueno, la verdad es que nunca pensé quediría esto, pero
..Me equivoqué Tauriel, tanto yo como mi padre, nosequivocamos. Los enanos pueden ser muchas cosas pero sobre todo leales. Porcierto hablando de mi padre, ¿Dónde está?

-Thranduil
..se ha ido
.para siempre.

-No lo entiendo, ¿A dónde?

-A las Tierras Imperecederas; Valinor,Aman
.La verdad es que cada vez más y más elfos abandonan la Tierra Media.

-Tú
. ¿Te quieres ir?

-La verdad es que no. Ahora que por fintodo está en absoluta calma y tranquilidad, sería una necia abandonar estatierra
..por ahora. Pero si tú quieres irte, te acompañaré, siempre.

-Eso es maravilloso, Tauriel. Yo tampocome quiero ir, y menos abandonando el único hogar que he conocido, aquícontigo...-Tras decir esto, Legolas volvió a besar a Tauriel, esta vez máslento e igual de intenso.

-Estos tres años sin ti se me han hechomuy largos Legolas
.-Mascullaba la elfa mientras cogía de los hombros al elfo.

-Imagínate a mí
..Pero por fin estásconmigo. Y no quiero volver a separarme de ti. Demasiado tiempo sin sentir tusdulces labios, tu hermoso cuerpo, tu fresco aliento. Todas esas noches, sólosin ti
..se me hacían insoportables.

 

-Cállate
.-Al instante, Tauriel empujó aLegolas contra el sofá mullido de terciopelo. Se tumbó encima del príncipemientras le besaba apasionadamente. Legolas se quitó la túnica quedando así sucuerpo casi desnudo a la vez que Tauriel hacía lo mismo con su vestido castañoy liviano.

Ese momento fue incluso más esperado queesa primera vez. Los dos elfos, después de tanto tiempo, disfrutando de susperfectos cuerpos. Ahí, en el sillón, enfrente de la chimenea, en medio delgran salón, con las puertas cerradas, surgió un aura de felicidad y disfrutenunca antes visto en aquel reino. Caricias, besos, movimientos, gemidos ysonrisas inundaron de felicidad el corazón de los jóvenes.

El acto sexual era muy placentero paralos elfos, sobre todo para los jóvenes y rebeldes como ellos. Pero ninguno delos dos, podrían imaginarse que esa vez, sería muy diferente a las demás
.

Pasaron tres semanas en los quedisfrutaron de su compañía mutua, contándose con detalle todo lo que habíasucedido desde que se separaron en Rivendel. También recibieron la visita deamigos tales como: Aragorn y Arwen, Gimli, Sam, Merry y Pippin
.

No tenían prisa por irse de la Tierra Media.Tales era su amor por ella que se trasladaron a Ithilien, junto con varioselfos del Bosque Verde. Me preguntaréis: ¿Por qué su fueron allí, teniendo suhogar en el Bosque Verde? Porque cuando Legolas estuvo en Minas Tirith, sequedó maravillado de la belleza de Ithilien y convenció a Tauriel de que leacompañara para vivir allí y formar un principado elfo.

Tras una semana en Ithilien, una mañanacomo otra cualquiera, desayunando en su habitación, Legolas se mostró perplejoante el comportamiento de su estrella.

Devoraba y devoraba como la más glotonahobbit de la Comarca.

-Tranquila, te vas a empachar-Dijo elrubio elfo mientras la observaba con asombro.

-No no pasa nada, es que tengo un montónde hambre-Dijo Tauriel mientras seguía zampando un montón de galletas ypescado, si pescado.

De repente, la elfa dejó de comer padeciendoun dolor en su estómago, y mareándose un poco. Sintió unas nauseas y decidió iral baño ante la atenta presencia de Legolas.

Ya en el baño, con Legolas a su lado,empezó a vomitar en el retrete de madera.

-¿Tauriel, estas bien?-Dijo el príncipeun poco preocupado sosteniendo y recogiendo el pelo rojizo de su elfa.

-No
no sé qué me pasa. Últimamente tengoun montón de hambre y no paro de sufrir mareos y nauseas.

-¿Por qué no me lo dijiste?

-Creí que era una cosa normal y que seme pasaría
.

-Espera, voy a llamar a un médico. A versi de entre nuestros parientes hay alguno que nos pueda ayudar
.

Legolas llegó con un elfo de cabellooscuro y bastante viejo observando cómo Tauriel vomitaba.

-Bueno, ¿y sabe que la pasa?

-Una enfermedad no es desde luego
.dime¿qué has sentido en este último mes?

-He estado bastante hambrienta y hecomido mucho desde que Legolas volvió de su viaje
..Pero desde que vine aquí nohe parado de sufrir mareos y vómitos

-Y cambios de humor-Interrumpió Legolas.

-Si
también
.-Respondió Tauriel.

-Díganme
. ¿qué hicieron en eseencuentro?

-Muchas cosas-respondió Tauriel conseveridad.

 

-No
quiero decir que si realizaron algoespecial
.

-Sí, sexo. La verdad es que lo hacemos amenudo-Respondió el príncipe al viejo y sabio elfo.

-¡Legolas! No hacía falta contardetalles
.

-Sois afortunados. ¡Eru os ha bendecido!

-¿Nos ha bendecido con qué?-PreguntóTauriel impaciente y asustada.

-Mi señora, está usted embarazada.

-Pero no puede ser
..haber
.Si lo hemoshecho muchas veces y no me he quedado embarazada, ¿por qué ahora si?-Preguntóla elfa asombrada y sorprendida.

-Eru decide cuándo se debe criar a unhijo. Sabe cuándo es el momento adecuado. Y creo que no se haequivocado-Respondió el viejo y sabio elfo.

-No puede ser
.-Respondió Taurieltocándose la tripa suavemente.

-¿No quieres tenerlo?-Preguntó Legolascon un rostro de enfado.

-¡Tú no sabes lo que es tener esto,maldita sea!

Esa fue la primera vez que los elfos sechillaron.

El viejo elfo que estaba observando la escenacon silencio, se dirigió a la puerta de la casa de la pareja. Y antes de irse,dijo:

-Cuando llegue el momento, estaré paraayudarles
..

Cuando el elfo de cabello negro se fue,Legolas y Tauriel se quedaron mirando, permaneciendo callados durante unoslargos segundos.

-No lo entiendo
..es lo mejor que hay enesta vida
.-Dijo Legolas mientras seguía clavando sus bellos ojos azules enella.

-Tengo miedo
..-Respondió Tauriel agachandola cabeza, triste y resignada. Esta era una de las cosas a las que nunca habíatenido en cuenta. Era algo nuevo para ella, y que requeriría no sólo suatención, sino todo su cariño y amor.

Legolas se acercó a ella, sentándosejuntos en el suelo.

-Tauriel, estoy contigo. Siempre te heprotegido y siempre lo haré. No dudes en contar conmigo. Esto no sólo es cosatuya, sino también mía. Te amo-Tras decir esto, Legolas dio un beso corto a lamejilla de la elfa.

-¿Ahora supongo que me crecerá la panzano?-Respondió Tauriel ya más relajada y soltando una leve sonrisa.

-Sí, hasta dentro de un año
.Es decirque nos quedan once largos meses por delante.

-A tu padre le hubiera gustado conocer asu nieto
.

-Lo sé
.pero se ha ido y no regresará. Levolveremos a ver. Es curioso
..

-¿El qué?

-Cuando era joven, siempre pensé que mecasaría con una princesa
.Pero entonces apareciste tú. Una noche, mientraspracticaba con el arco en el salón, apareció mi padre con una niña de treceaños. Toda sucia y con rasguños en su pálida y joven piel. Con lágrimas en losojos y con dos coletas mal hechas, ahí estabas tú. No parabas de repetir: "Yo,Tauriel". Eras tan inocente, tan rica
.

Legolas siguió continuando con unasonrisa en sus labios ante la atenta mirada de Tauriel.

-Con el paso de las décadas fuistecreciendo a un ritmo bastante acelerado. Tras unos quinientos años como mimejor amiga y compañera, y con mi padre intentando casarme con alguna doncellaelfa
..sentí por ti cosas que no había sentido por otra. Me pasé un largo sigloañorándote, admirándote, observándote
..Cada día que pasaba contigo meenamoraba más locamente de ti
..

-Oh, Legolas

-Por fin, una tarde estaba convencido dedeclararme ante ti, pero apareció ese enano
..pero bueno, no pasa nada, eso yaes pasado. Lo que importa ahora es que vamos a tener un hijo-Finalizó Legolastocando la barriga de Tauriel.

 

-Estoy bastante nerviosa.

-Yo también. Ahora se supone que comeráspor dos.

-Tengo miedo al parto. ¿Cómo lo vamos ahacer? ¿Quién nos va a ayudar?

-Por lo que he visto, ese elfo sabebastante sobre el tema y se ha ofrecido a ayudarnos. Pero si tú quieres, y tesientes más tranquila acudiré a Aragorn y que venga un médico.

-Sí, prefiero eso, la verdad.

-Como tú desees mi vida.

Pasaron y pasaron diez largos meses.Meses llenos de preocupación, agobio y mucha impaciencia. La barriga de Taurielya era como una gran bola rosada llena de carne que impresionaba la vista. Perofue una tripa normal y corriente, como la de cualquier humana, enana o hobbit. Aunquea diferencia de estas, el embarazo de un elfo no duraba nueve meses, sino doce.

Tauriel se encontraba tumbada en lacama, por la noche antes de acostarse. Una semana antes de que se cumpliera elaño. Permanecía callada mientras tomaba una taza de té.

Legolas entró por la puerta de lahabitación de los dos. Tumbándose mientras se ponía su túnica blanca paradormir.

-¿Qué tal estas?-Preguntó el príncipetocando la gran panza de Tauriel.

-Bien. Todavía no le hemos puestonombre. ¿Se te ha ocurrido alguno ya?

-Varios. Como varón: Oropher II, Athael,Nathelion, Arus, Lenwe, y Mèldon. Como mujer: Celebrían, Galadriel, Minwe,Nimedhel y Luthien II.

-Como chico me gusta Athael y como chicaLuthien II.

-He pensado en los mismos yo también.Buenas noches mi estrella-Respondió Legolas mientras daba a Tauriel un besocorto en los labios.

-¿Ya a dormir?

-Estoy bastante cansado y ajetreado últimamente.Necesito descansar. Tu deberías hacer lo mismo.

-Pero si no hago nada. Lo único que hagoes
.ah-De repente Tauriel sintió un dolor muy intenso en el fondo de susentrañas.

-¿Qué pasa?

-Me duele mucho

-Bah, no pasa nada. Será otra pataditadel bebé.

-No esto es diferente
.Ah
.-Al instante,Tauriel empezó a soltar un líquido mojando las sábanas blancas de la cama.

Legolas asustado apartó todas lassabanas y las tiro al suelo.

-¿Tauriel qué te pasa?

-Creo que estoy rompiendo aguas
.

-¿Te puedes mover?

-No, no puedo, me duele mucho.

-Espera aquí. Llamaré al anciano.

Tras tres minutos de espera, Legolasvolvió apresuradamente con el abuelo y canoso elfo de cabello oscuro.

-Ayúdela por favor. ¿Va a parir ya?

-Hombre, ya ya no. Pero de esta noche nopasa.

-Legolas tengo miedo
.

-Yo estoy contigo, tranquila-Respondióel príncipe tomando la mano de la elfa.

-Tengo que avisar a Aragorn
.

-No, ya es demasiado tarde. Si lasometes a esfuerzos, será más doloroso para ella. Yo me encargaré de todo.Señorita, ábrete de piernas.

-¿Estás seguro?-Preguntó Legolasimpaciente y nervioso.

-Sí. Todavía tiene que dilatar más. Faltanunas pocas horas para que yo pueda hacer algo. Tienes que empujar y no teolvides de respirar por la nariz y soltarlo por la boca-Respondió el ancianosecando con un paño frío y húmedo la frente de Tauriel.

Pasaron un par de horas en los que sólose oía en Ithilien los chillidos de dolor de la joven elfa pelirroja.

 

-Ya es la hora. Dame unas toallas largasy secas -Dijo el anciano cogiendo unos guantes blancos y echando un vistazo aTauriel.

-Vale-Respondió Legolas en dirección albaño.

-Toma.

-Perfecto. Ahora dame unas tijeras.

-¿Para qué?

-Ahora lo verás. Tú tráemelas.

Legolas abandonó la habitación en buscade las tijeras mientras retumbaba en su cabeza los chillidos de Tauriel. Estababastante nervioso y la verdad, en ese momento tenía más miedo que cuando vio almismísimo Balrog de Morgoth.

-Toma.

-Bien allá vamos.

-Legolas, por favor. No te vayas....

- No lo haré. Estoy contigo.

Legolas cogió de la mano derecha aTauriel mientras el anciano le ordenaba que empujara y que respirara. Tras unosminutos de estrés y agobio, Legolas vio aparecer de entre las piernas de suelfa una cabeza redondita y sin pelos a su alrededor, cogida y sostenida porlas manos del sabio elfo. Cada vez salía más y más

Entre tanto chillido ytantos gritos en la habitación pudieron oír y distinguir una vocecita quemaullaba y lloraba. El anciano sacó de la hermosa criatura del interior deTauriel, cortándole un extraño cordón y secándole con las mantas que el mismole había dado antes.

Nunca vio nada tan hermoso y puro desdesu nacimiento. Ni la belleza de Erebor, ni el estandarte de Gondor, ni lasmurallas del Abismo de Helm se podían equiparar a la hermosura que salía delinterior de su amada. Legolas empezó a llorar de alegría besando a Tauriel enla frente. Pero esta ya estaba dormida.

-Ya esta
..-Dijo el doctor con una gransonrisa ofreciéndole a Legolas esa pequeña criatura.

-Yo
no
.-Legolas no tenía palabras paraexpresar tal majestuosidad y hermosura en ese momento. Sin duda ese momento fueel más bonita de su longeva vida.

-Es un niño
.

El príncipe se sentó en una silla quehabía a su lado mientras observaba al bebé. Tenía los ojos verdes pardos de sumadre y la porte de su abuelo. Ya se podía apreciar unos pocos cabellos rubiosde su padre. Legolas acarició con su dedo pulgar el rostro del bebé. Este se locogió con sus cálidas y diminutas manos. Legolas no pudo evitar llorar alágrima viva y darle un beso plácido en sus mofletes colorados.

Sólo pudo decir:

-Hola
..Athael
.




Este capítulo va dedicado a Tauriel y Legolas, a jackson_chase_07 y por supuesto a mi estrella blanca: a456d.

No se lo podía creer, estaba en unanube. Un bebe suyo. Una persona de la que ocuparse, de la que atender,satisfacer y proteger. No podía parar de observarle. Ahí dormidito y acurrucadoen los brazos de su padre. Era tan pequeño, tan inocente. Tampoco podía pararde pensar en cómo sería de mayor.

De repente, Athael levantó un poco lospárpados mirando fijamente a su padre. Pero pronto se durmió y Legolas no pudoevitar darle un beso en los mofletes.

-Felicidades. Me alegro de que todo hayasalido bien-Interrumpió el anciano tomando del hombro al príncipe.

-Todo esto ha sido gracias a ti. No sécómo puedo agradecértelo
.

-No lo hagas. Me basta con saber que hehecho mi trabajo. ¿Y como se va a llamar?

-Athael.

-Bonito nombre. Digno del gran legado deOropher.

-Dime. ¿Cómo aprendiste a hacer eso?

 

-He visto pasar muchas generaciones dehombres a lo largo de mi longeva vida.

-Si eres tan mayor
. ¿Conociste a miabuelo?

-Oh, por supuesto que sí. Luché junto aél en la Guerra de la Última Alianza.

-¿Cómo era?

-Permíteme decirte que era parecido a tupadre pero más tozudo y más orgulloso que él. Bueno, ahora debo irme.

-Espera. ¿Qué hago ahora? Quiero decir,¿Cómo la ayudo?-Preguntó Legolas levantándose de la silla y dejando al bebétumbado a un lado de la cama.

-Sí, es verdad. Se me olvidaba. Ahoratiene que reposar mucho y no someterse a esfuerzos. Que se hidrate bien de aguanatural. Durante los días posteriores al parto, las mujeres, tanto elfas comohumanas, suelen padecer cansancio, tristeza, amargura o simplementenerviosismo. Eso ya depende de cada una. Lo seguro es que su cuerpo no va avolver a ser el mismo después de esto.

-¿Cómo la ayudo?

-Apóyela. Ahora usted tendrá que tenerpaciencia tanto con ella como con Athael. El parto es el momento más duro paralas madres y seguro que se mostrará insegura ante esta nueva etapa de su vida.Pero lo dicho, con su apoyo y cariño lo superará.

-Muchas gracias por todo de verdad.

El anciano no dijo nada más. Abandonó lacasa tan rápido que ni tan siquiera Legolas le dio tiempo a preguntar sunombre. Era un elfo extraño pero a la vez bondadoso y sabio.

El príncipe acostó a Athael en una cunaque había al lado de su cama. La misma cuna en la que Legolas era arropado porThranduil y su madre. También se ocupó de colocar todas las cosas después delalboroto que se había formado allí.

Pasada una hora, Tauriel se despertó.Todavía cansada.

-Legolas
. ¿Dónde estás?

-Aquí contigo mi vida-Respondió el elfolevantándose de su silla y dándola un beso corto en los labios.

-¿Dónde está?

Legolas se dio la vuelta y despertó aAthael. Le cogió en brazos y se lo acercó a Tauriel, tumbándolo en la cama conella.

Tauriel le arropó con sus brazos dándolebesitos cortos a la vez que sonreía. Al igual que Legolas, la elfa no pudo evitardesprender un montón de lágrimas al verle.

-Hola
..-Añadió Tauriel acariciando aAthael mientras Legolas los miraba con atención.

-Se llama Athael.

-Athael
.mi cosita, mi luz, mivida-Tauriel se incorporó apoyando su espalda en el respaldo de la cama.Levantó a Athael haciendo juntar su nariz con la suya propia acariciándoledulcemente mientras este movía la boca haciendo gemidos leves.

-Athael Hojaverde. Ya somos una familia.No me lo puedo creer

Aunque Legolas la hablaba en esemomento, la elfa pelirroja sólo tenía ojos para él. A veces llorando, a vecessonriendo, a veces besándole, pero siempre con él.

-Legolas
es maravilloso.

Al instante, Athael empezó a moverse eincomodarse un poco mientras abría y cerraba la boca.

-¿Qué le pasa?-Preguntó Legolas.

-Creo que tiene hambre. Toma-Tras deciresto, el elfo cogió a Athael de nuevo. Tauriel se quitó el camisón quedandosólo en ropa interior.

-¿Qué haces?

-Que cosas tienes-Respondió Taurielmientras reía a carcajadas.

Al instante, Tauriel cogió otra vez aAthael y le incorporó tumbado y con el rostro en dirección a los pechos de laelfa. Ella se sacó una teta acercándosela a la boca de Athael y este empezó achupar y morder.

 

-Es increíble
.-Añadió Legolas.

-¿El qué?

-La vida en general.

-Sí, lo es
.Jo, como chupa elglotón-Dijo Tauriel otra vez volviendo a relucir una de las mágicas sonrisasque tanto amaba el príncipe.

Legolas seguía admirando y observandocómo su amor le daba el pecho a su hijo. Esa escena fue tan bella y tangratificante que no pudo evitar llorar otra vez. Fue una de las noches que máslágrimas desprendió desde hacía mucho tiempo.

Cuando Athael terminó, o eso parecía,Legolas añadió:

-Vas a ser una madre perfecta.

-Y tu también. Todavía estoy un poconerviosa y asustada.

-No pasa nada. Ya sabes que yo estoyaquí y que os protegeré. A los dos.

-Que suerte tengo de tenerte a mi lado,mi amor.

-Bueno, ¿me lo llevo? Querrás descansar

-Parece que tiene sueño. Déjamelo aquí.Que duerma conmigo. No te importa, ¿verdad?

-No hombre, que me va a importar. Eressu madre y mi esposa. Me voy al salón a descansar un poco que estoy agotado yotambién. Para lo que necesites, llámame. Te quiero mi estrella-Finalizó Legolasbesando a Tauriel en los labios.

-Te quiero Legolas.

El elfo apagó la luz y les cerró lapuerta. Se tumbó en el sofá del salón mientras pensaba un montón de cosas sobreAthael. También se preguntó que estaría haciendo su padre, allí en Valinor
..Alo mejor sería la hora de irse allí
.Pero no tenía tiempo para pensar en eso.Sólo tenía dos personas en su corazón, y eran Tauriel y Athael.

Pasaron los años en los que la TierraMedia seguía en paz y armonía mientras la decadencia de los elfos y laascensión del mundo de los Hombres inundaban los temas de conversación de cadapersona.

Con la marcha de Frodo, Gandalf, Elrond,Celeborn, Galadriel y yo mismo se puso fin a la Tercera Edad del Sol. Empezóotra nueva era llamada la Cuarta Edad del Sol caracterizada por el dominio delos Hombres y la desaparición del mal. Cada vez quedaban menos elfos en laTierra Media y era evidente pensar que nunca volverían a ella. Un mundo sinelfos
.que triste a la vez que raro.

En Ithilien todavía se erguía unprincipado elfo que se resistía a abandonar esta Tierra aunque con el paso deltiempo, sus fuerzas se marchitaban.

Desde el nacimiento de Athael nada másempezar la Cuarta Edad pasaron cuarenta años en los que el jovencísimo elfotenía, en edad de un humano, diecisiete años más o menos. Todavía no habíaalcanzado la madurez, aunque le faltaba poco.

Fue cuidado y protegido gracias a susdos magníficos padres. Le enseñaron el arte de la guerra, la historia de laTierra Media, el respeto hacia los mayores, las costumbres de los enanos,hobbits
.E incluso las hazañas que tuvieron que pasar sus padres durante todasu vida: La Batalla de los Cinco Ejércitos, la Compañía del Anillo
.También desus antepasados como Oropher y Thranduil, este último todavía vivo en Valinor.

En lo que a físico que se refiere, eraun elfo atractivo y respetuoso pero a la vez aventurero y rebelde. Heredó de supadre, sus cabellos rubios, las orejas puntiagudas pequeñas y la misma estaturaalta y erguida. De su madre heredó sus hermosos ojos verdes, su interés por lacultura de todas las razas existentes y su carácter aventurero e indomable.

Durante muchos años recibieron la visitatanto de sus amigos íntimos como de los Reyes de Gondor. A su vez, iniciaronmuchos viajes para recordar y conocer Rivendel, Edoras, Erebor, Minas Tirith yhasta el Bosque Verde.

 

Se dice que cuando los elfos tienen unhijo en común, su relación sentimental y el amor que se procesaban antes, sevuelve más frío. Pero no en este caso, Legolas y Tauriel seguían amándose desdeel primer beso, desde la primera mirada. No había un día en el que no sedijeran un te quiero, o un beso. Era tan fabuloso y espectacular que meatrevería decir que no ha habido nunca un amor tan verdadero en la TierraMedia. Ni siquiera el de Beren y Lúthien o el de Aragorn y Arwen.

Una mañana como otra cualquiera, Legolasse despertó bastante exhausto causado por el gran alboroto que se estabaproduciendo en el salón. Tauriel seguía dormida, en un sueño muy profundoparecía ser.

El elfo llegó al salón y se encontró elsofá y los sillones apartados todos en una esquina mientras en el centro,Athael practicaba con su propio arco. El mismo que Galadriel le regaló y queusó durante toda la Guerra del Anillo.

-¡Athael! ¿Qué te he dicho de practicar dentrode casa, y encima a estas horas?

-Perdona padre, es que hoy me helevantado pronto y tenía ganas de practicar un poco, y como fuera hace tantofrio
.

-Me has despertado y menos mal que tumadre es una dormilona que sino también. Además, ¿no te he dicho que no uses miarco?-Preguntó Legolas quitándole el arco de las manos a su hijo.

-Es que es tan duro y rígido que no hepodido evitarlo.

- Pero yo te di uno, ¿dónde está?

-Guardado.

-Te lo di para que lo usaras.

-Es que es muy pequeño y a veces lacuerda se me suelta de lo flojo que es.

-Bueno
..ya te daré otro mejor.

-¿Mientras, me puedes dejar el tuyo?

-De acuerdo
..pero antes limpia todoeste ajetreo que has formado y déjalo como estaba. Practica en eljardín-Respondió Legolas dándole de nuevo el arco a su hijo.

-Gracias padre.

Tras esto, Legolas dejó a Athael en elsalón, recogiéndolo todo y se fue a la cocina.

Comió un poco de pan élfico con un vasode leche fría recién salida de los pastos de Ithilien. También aprovecho aprepararla a Tauriel el desayuno con unas galletas y un poco de leche.

Entró en la habitación y despertó a laelfa mientras la daba besos cortos en su rostro.

-Buenos días mi estrella. ¿Qué tal hasdormido?-Tras decir esto, Tauriel se incorporó y dedicó a Legolas unas de sushermosas sonrisas a la vez que decía:

-Muy bien. Oh gracias. Otra gran mañanajunto a vosotros. Por cierto, ¿Dónde está Athael?

-Esta fuera, en el jardín. Practicandocon mí arco. Me lo he encontrado antes en el salón. La que ha liado
.

-Bueno, ya sabes lo que le gusta tuarco
.Oye, ¿no crees que es hora de que conozca a su abuelo?

-A mi me encantaría. Pero esta enValinor y la verdad, yo no quiero abandonar, de momento, la Tierra Media
. ¿Tusi?

-Por supuesto que no, ahora que estoytan bien contigo y Athael. Pero ya sabes que habrá que hacerlo alguna vez, cadavez somos menos
..

-Tienes razón. Oye, ¿Sabías que a tu hijo le gusta una elfa de aquí, de Ithilien?

-Ya lo sabía. Me lo contó. Tiene cincuenta años tan sólo.

-Jo, cómo pasa el tiempo. Pero ya sabes que es un rollo que se ha pillado.....

 

-Claro que si. Se le pasará....

-Estoy muy orgulloso de él, Tauriel.

-Y yo Legolas...y yo-Respondió Tauriel abrazando al elfo. mientras observaban por la ventana a Athael.

Tras ochenta años llenos de paz y armoníaentre la familia, una tarde del mes de marzo del año ciento veinte de la CuartaEdad, alguien llamó a la puerta de su casa. Legolas abrió:

-Hola
.

-¡Arwen! Que grata sorpresa, ¿Qué tetrae por aquí?

-Bienvenida, cuánto tiempo sin verte

¿Quétal Aragorn?-Preguntó Tauriel abrazando a la Estrella de la Tarde.

-Aragorn
..-Respondió Arwen agachando lacabeza y dejando escapar un par de lágrimas.

-¿Pasa algo?-Preguntó de nuevo Tauriel.

-Aragorn ha muerto.

Al escuchar esto, Legolas se quedó sinpalabras, sin aire en el pulmón y hasta sintió un fuerte pinchazo en el fondode su corazón. El elfo se sentó en el sillón con la mirada perdida y sindirigir a nadie la palabra. No podía ser, su mejor amigo muerto. Tarde otemprano, era lo que iba a ocurrir. ¿Qué esperaba, que Aragorn viviera parasiempre? No, el no tenía el don de la longeva vida como los elfos. Tras muchosaños y muchas cosas juntos, le había perdido, para siempre. Sus amigos,conocidos y familiares eran ya tan escasos que hasta se podían contar con losdedos de una sola mano.

-Lo siento de verdad-Respondió Taurielabrazando y besando a Arwen mientras esta lloraba en sus hombros.

-Mi vida sin él, ya no tiene sentido.Elegí una vida mortal junto a él.

-Lo siento mucho de verás. Ya sabes queaquí nos tienes para lo que haga falta. Tenemos otra cama en el dormitorio deAthael, podrías
.

-Tauriel
.Gracias por todo el cariño quenos habéis dado. Nunca os olvidaré. Ahora me iré.

-¿A dónde irás?

-A Lothlórien, donde nos conocimos. Elmismo lugar en el que mi corazón fue presa de él. Esperaré allí a mi muerte.

-No digas tonterías. Tu hijo tenecesita.

-Eldárion sabe cuidarse sólo. Ya esmayor y será un gran rey con una gran familia. Ya me he despedido de él.

-Arwen
.

-Tauriel,ya nada puedes hacer.

La bella elfa pelirroja no tuvo tampocopalabras para continuar, sólo sentía tristeza y amargura. Antes de irse, Arwenfinalizó:

-Dile a Legolas que Aragorn, en su lechode muerte, dijo que nunca tuvo un amigo cómo el
..que le guardaría en sumemoria y sería recordado para siempre entre la gente de la Tierra Media

.parasiempre.

Tras decir esto, Arwen besó a Tauriel enla frente, dulcemente y se alejó a galope tendido en su magnífico corcelblanco.

Tauriel cerró la puerta y se sentó juntoa Legolas en el sillón, arropándole con sus brazos.

-No sabes cuánto lo siento, amor
.

-Algún día tenía que pasar
.he perdido aun montón de amigos durante estos últimos años: Haldir, Frodo, Gandalf,Celeborn
..pero ninguno me hizo sentirme culpable de sus muertes o despedidascomo lo ha hecho Aragorn

-No, no, no. Tú no tienes la culpa deeso Legolas. Pasó lo que tenía que pasar. A todos nos llega la muerte. A unosmás pronto y a otros más tarde.

-Supongo que tienes razón. Menos mal queos tengo a vosotros, mi estrella.

-Por supuesto que sí. Siempre estaremoscontigo.

 

De repente, Athael entró en casa.

-¿Qué os pasa? Madre, ¿por qué llora padre?

-El rey Elessar ha muerto y era granamigo íntimo de tu padre.

-Lo siento mucho
..yo

Al instante, interrumpiendo al hijo deTauriel, alguien llamó a la puerta de nuevo.

-¿Pero quién es ahora?-Preguntó Athaelsorprendido.

-No lo sé, abre la puerta-OrdenóTauriel.

Athael abrió la puerta y sin decir nada,Gimli hijo de Glóin entró en el salón con paso firme y decidido, diciendo:

-Madre mía que alto estas ya, elfito.

-Hola, a ti también Gimli

-RespondióAthael con cara de indiferencia.

-¿Os habéis enterado no?

-Ahora mismo
. ¿Cómo es que te hasenterado antes que nosotros?-Respondió Tauriel acercándose al enano.

-Porque cuando Aragorn estaba moribundo,yo me encontraba esa semana en Minas Tirith de visita. Que amarga noticia, levoy a echar mucho de menos
.Algún día tenía que pasar.

-Ya. Bueno ¿has venido sólo a eso?-PreguntóAthael tumbándose en el sofá.

-Muchacho, como seas tan directo con lasmujeres, te va a ir mal.

-Pues anda que a ti.

-¡Basta! Parecéis niños pequeños. Gimli,dime ¿Qué pasa?

-Mi señora, sólo venía para estar conLegolas y haceros compañía. Pero también a deciros que
..

-¿Qué?-Preguntó de nuevo Athael.

-Me voy a los Puertos Grises, más alládel gran mar. Para no volver
.

-¿Por qué?-Replicó Legolas exaltado y yarecobrando el raciocinio.

-Ya nada queda aquí para mí, sólo muerte
.

-No me digas eso, por favor, era lo queme faltaba-Respondió Legolas.

-Y además
..Samsagaz Gamyi también lohará. Concretamente, dentro de dos días al alba, igual que yo.

-No puede ser. Sam tiene familia en laComarca y una mujer que le quiere muchísimo-Replicó Tauriel incrédula antes lasnumerosas despedidas que estaba presenciando esa tarde.

-Rosita Coto ha muerto y sus hijos yason mayores y no le necesitan. Ya lo tiene decidido.

-No te vayas Gimli. No abandones laTierra Media
..-Reclamó el elfo rubio desolado y aturdido.

-Lo haré pero quiero que vengáisconmigo.

-No puedo
.quiero decir
..tengo familiaaquí y
.

-Legolas

sabes que yo siempre estaré atu lado. Si te quieres ir, iré contigo-Respondió Tauriel todavía más asombraday nerviosa.

-Yo

es una decisión difícil
..he vividosiempre aquí y
.

-La compañía se ha disuelto, unosyéndose a Valinor y otros pereciendo en batalla. Tu padre se ha ido también, aligual que casi todos los elfos de esta tierra, y dentro de muy poco, todos loharán. ¿Por qué? Esta ya no es nuestra era. La Cuarta Edad pertenece a losHombres. Me quedaré contigo o me iré junto a ti, al igual que Athael. Decidas loque decidas, te apoyaré, mi amor-Dijo Tauriel besando a Legolas apasionadamentemientras Gimli y Athael los observaban.

-Gracias Tauriel, te amo. Gimli,necesito tiempo para pensarlo
.mañana por la mañana te lo diré sin falta.

-De acuerdo.

-Mientras, dormirás en la habitación deAthael-Ordenó Tauriel indicando el camino al maestro enano.

-Pero mamá
.

-¿Si no dónde va a dormir? Además tucuarto es muy grande y hay suficiente espacio para una cama más.

 

-Es que ronca
.

-Déjate de excusas. Es una noche.

Tras una larga noche en la que Legolasno pudo pegar ojo, sólo de pensar en la muerte de Aragorn y en la decisión quetenía que elegir, no sólo por él, sino por su familia, el elfo no durmió cómodoen su colchón.

Ya por la mañana, mientras desayunaban,Legolas murmuró al oído de Tauriel:

-¿Tú que deseas?

-Tus deseos son los míos, Legolas.

-Pues
..ya he decidido.

-Os estoy oyendo, madre-Respondió Athaelmostrando una pícara sonrisa.

-¿Y bien?-Preguntó Gimli con la bocallena de comida.

-Ha sido difícil pero
..Iremos a losPuertos Grises.

-¡Estupendo! Mañana por la mañanapartimos y por la tarde zarparemos-Dijo Gimli muy contento.

-¿Por qué tienes tantas ganas deir?-Preguntó Athael con cara de desprecio.

-Me gusta conocer cosas nuevas, y máscon amigos.

-¿Te lo has pensado bien?-PreguntóTauriel cogiendo la mano de Legolas.

-Sí. Creo que ya es hora de irse. Dentrode poco no quedaran elfos en la Tierra Media. Además, podremos ver a Gandalf,Elrond y muchos conocidos más.

-¿Habrá enanos?-Preguntó de nuevo aAthael mirando de reojo a Gimli.

-No. Gimli será el único por ser unmiembro de la Compañía del Anillo-Respondió Legolas.

-¿Qué pasa Athael, te caen mal losenanos?-Preguntó Tauriel un tanto sorprendida.

-No. Pero tampoco me caen bien.

-Bueno

iré preparando las cosas
. ¿Athaelme ayudas?-Preguntó otra vez la elfa.

-Por supuesto madre. ¿Podre ver alabuelo?

-Claro que sí.

Tauriel y Athael se dirigieron hacia eldormitorio principal abandonando aLegolas y Gimli.

-Legolas, ya sé que es importante. Perono te preocupes, los amigos y conocidos que nos quedan están allí, en Valinor.

-Ya lo sé. Tranquilo estoy bien. Sóloque me encuentro un poco nervioso.

-Valoro mucho cómo se comporta tufamilia. Te siguen a todas partes.

-Sí. Son mi vida
.

Pasaron las largas e impacientes horasen Ithilien y ya tocó partir hacia los Puertos Grises. Un camino bastante largopero tranquilo sin presencia de orcos ni otras criaturas feas y horribles. A lafamilia elfa le costó mucho salir de su casa, ya que habían vivido muchas cosasallí, pero estaban felices y ansiosos de llegar a ese lugar tan misteriosoconocido como las Tierras Imperecederas.

Llegaron al mar a la hora del almuerzodónde en la orilla les estaban esperando un gran barco grande y lujoso con Samdentro, mirándoles con una sonrisa placentera y amigable.

Se subieron al gran barco, esperanzadosy cansados. Hablaron con Sam sobre muchas cosas sucedidas en el pasado y porsupuesto del próximo camino que tomarían.

Mientras el barco zarpaba y se alejabaaún más de la orilla de los Puertos Grises, Gimli, Athael y Sam seguíanconversando alegremente sin mirar hacia atrás. Pero Legolas y Tauriel sesentaron en la popa del barco, aprovechando los últimos momentos en los quepasarían en el único hogar que habían conocido. La verdad, fue triste y Taurielno pudo dejar escapar un montón de lágrimas al respecto.

Legolas se dio cuenta y la abrazó por lacintura mientras esta apoyaba su cabeza en el pecho fornido del elfo rubio.

Los dos elfos se miraron a los ojos,luciendo unas de sus mejores sonrisas mientras Tauriel decía:

 

-Es triste
.

-Sí lo es
.

-Nunca llegué a pensar que abandonaríaeste lugar. Siempre oí leyendas sobre los elfos que se dirigían a Aman, peronunca me las tomé en serio. Ahora sé que existen
.que existe algo más a partirde estas orillas.

-Tauriel
..vayas dónde vayas siempre metendrás aquí, contigo.

-Y tú a mí.

-Es curioso
.

-¿El qué?

-Una de las pocas cosas que me dijo mimadre
.

-¿Qué te dijo?

-Que el amor es una condición en la que la felicidadde otra persona es condición imprescindible para su propia felicidad. Que si nosoy capaz de amar a nadie nunca, entonces mi vida no tiene sentido. Y mi vidacobró sentido hace setecientos años, cuando mi corazón habló al verte.

-Legolas
.por ti cruzaría océanosinterminables para estar contigo. Sé que vaya a dónde vaya, siempre seréfeliz
.porque tu estas a mi lado.

-Siempre soñé con formar unafamilia, con la paz, con la amistad, con el amor
..Uno si tuviera todo esto,diría: "No sé que más hacer". Pero yo sí lo sé. Ya he aprendido porqué sevive
.

Tauriel le miró perpleja, con losojos húmedos y llorosos. Estaba deseando lanzarse a por él. Sin palabras, laelfa dejó continuar a Legolas. Atenta a todo lo que la decía, todo lo quehacía
.

-Para conquistar a la persona que amas, para estarjunto a ella, en la vida y en la muerte
..Esa persona eres tú Tauriel
.Yo nunca supe que tenía un sueño, hasta que ese sueñofuiste tú.

Tras decir esto Tauriel besó a Legolasapasionadamente, a la luz del sol, mientras el barco zarpaba y los pájaros cantaban.Legolas continuó:

-Mi cielo es tucuerpo, mi sueño tu sonrisa, mi droga tus besos, mi obsesión tus caricias, micamino tu felicidad y mi objetivo... tu amor.

-Legolas

eso es lo más bonito queme han dicho nunca
.

-No siento lo que digo
.digo lo quesiento
..Tauriel te amo.

-Legolas
.Te amo y te amaré hastael fin de mis días.

Los dos elfos se volvieron a fundiren un solo beso, largo y apasionado. Con los ojos cerrados, sus manos unidas ycogidas y sus cuerpos juntos el uno con el otro. El último beso que se dieranen la Tierra Media. Sin duda el más bonito y dulce que ninguna vez sintieron.

Así es como el amor más puro,bello, hermoso y verdadero que ha conocido la Tierra Media en toda su historia,abandonaba ese mundo
.Rumbo a otras tierras, más tranquilas, más hermosas
..Unparaíso sólo apto para el bien. Dónde el mal, no puede penetrar.

Y así es como termina su historia en nuestra querida Tierra Media,tal y como empezó antes de que yo naciera, llena de aventuras y acontecimientosque marcarían el futuro de hasta el más insignificante y pequeño individuo deeste mundo. ¿Su fin? No hay final en esta historia. Permanecerían juntos, parasiempre.

Ni el pobre Kili, ni Smaug elMagnífico, ni la fuerza de cinco ejércitos, ni Sauron, ni las enfermedades, yni el mismísimo Eru pudieron separar a los dos elfos. Por eso yo no creo en eldestino, porque uno es dueño de su propio futuro.

Con un viaje sólo de ida, Legolas yTauriel sellaban su amor. Un amor
..eterno.

LEGOLAS Y TAURIEL

"Un amor eterno"

Por Bilbo Bolsón.

Bueno, chicos y chicas, ya seacabó. La verdad, no me arrepiento de nada de lo que he escrito durante un mesy medio y durante estos veintisiete capítulos. Me siento orgulloso de haberterminado tan bien este fic.

Un fic con el que Tauriel podríahaber encajado perfectamente, no sólo en las películas de Peter Jackson (muchasgracias por las dos trilogías, genio) si no también y respetando todo, en loslibros del profesor, nuestro profesor, el que nos hizo soñar y disfrutar: J.R.RTolkien.

He de decir que amo el amor entreLegolas y Tauriel (Legriel o Legoriel como queráis) y que hacen una parejaespléndida en todos los aspectos. He de reconocer que me he sentido triste conel final.

Quiero daros las gracias a TODOSlos que seguís mi fic, desde los antiguos hasta los recientes seguidores. Graciasespeciales a Jackson_chase_07, Tauriel y Legolas, Mitch, Historia_Conjunta ypor supuesto y como no, a mi estrella blanca, la que me animó desde elprincipio y la que me ha ayudado un montón con sus comentarios y sugerencias, graciasGabriela (a456d).

Por último, pediros como especialfavor a que me comentéis TODOS en este capítulo, con vuestras opiniones sobretoda la historia, dudas, sobre lo que os ha gustado más, menos
etc. Y estoy abierto asugerencias.

Muchísimas gracias a todosy adiós
.¿para siempre? Eso lo decidiréis vosotros;)

Legolas y Tauriel - Potterfics, tu versión de la historia

Legolas y Tauriel - Potterfics, tu versión de la historia

Cuando me embarqué en una gran aventura con Gandalf y los enanos, nunca pensé que iba a presenciar una preciosa historia de amor entre dos de los elfos mas p

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2024-11-08

 

Legolas y Tauriel - Potterfics, tu versión de la historia
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