Johanacontaba con seis añitos cumplidos. Una niñita de cabellos negros y ojos azules,muy revoltosa, juguetona y definitivamente la preferida de la familia Jackson.Bueno
así solía ser hasta que su madre le mencionó que estaba embarazada y quepronto tendría una nuevo hermanita.
-¡Yo noquiero! ¡Yo no quiero! -chillaba Johana cada vez que se llegaba al tema delnuevo hijo. Su padre la callaba a un solo grito y provocaba el llanto de lapequeña, quien se largaba a llorar a su habitación propia, cerrando la puertatras ella-. ¡Yo no quiero! ¡Yo no quiero! -repetíase una vez más mientrashundía su rostro en las almohadas. Johana era consciente de que, cuando nacieseel hijo menor, dejaría de ser la consentida para convertirse en plato desegunda mesa.
Sollozóhasta el anochecer, hasta que la luna invadió con su luminosidad a la ciudad, yhasta que el cielo se tornó de un azul oscuro. Johana se puso de pie y caminópor su habitación. Revisó sus juguetes y no halló ni uno solo.
-Son para el bebé, Johana -dijo su padreaquella vez en el que ella vio como le robaban sus cosas-. Tú ya estás muy grande para jugar con muñecas -. Pero no eraverdad. Johana aún no estaba grande, ella aún era una niña.
Lapelinegra volvió a llorar observando su baúl de cachivaches vacío. Lo cerróprovocando un sonido profundo. Se disponía a regresar a su cama, cuando oyó ungolpecito dentro de su gran cofre. Curiosamente volvió y lo abrió. Allí, en elcentro, se encontraba una muñequita de trapo pequeña, de color melón su piel, ycon una sonrisita que se escondía tras el material del que estaba hecha. Johanano se extrañó, más bien la tomó y la abrazó como si fuese una gran amiga detoda la vida.
-Tú eresmía
Tú eres mía -reiteró meciéndola en sus brazos. La llevó consigo a sulitera y se tumbaron juntos. En aquel momento, Johana le contó sus penas comosi esa muñequita le escuchara. Río junto a ella, como si le hubiese contado unchiste. Y se quedó dormida mientras la abrazaba con mucha fuerza-. Tú eres mía
Um
y te llamarás Lizzie -designó mientras cerraba los ojos.
Y alpresionarle en el pechito de la muñequita de trapo, ésta habló.
-¿Estaremos juntas toda la vida? -preguntóuna vocecita mecanizada, dentro del juguete.
Johanaobservó su muñeca.
-Claro,para toda la vida.
-¿Serás mi amiga por siempre? -volvió apreguntar sin que Johana hiciese nada. Pero ella no protestó y se limitó aafirmarlo-. ¿Lo juras por tu vida,Johana? -inquirió sin mover la boquita cocida.
Johanaasintió con la cabeza.
Y ambas sequedaron dormidas.
La nuevahermanita llegó. Como era de esperarse era el centro de la atención. Y Johanano se sorprendió, se quedó en un rincón de la casa observando a sus familiarescómo le hacían reír a la nueva bebé, mientras que ella abrazaba a su muñecaLizzie más y más fuerte. Una lágrima se asomó a sus ojos y se escapó de ellos.
-Johana¿qué haces aquí? -dijo su padre al verla por primera vez. Los ojitos de Johanalo vieron con dolor, pero ni él se molestó en notarlo. Al contrario, le quitóla muñeca y no le hizo caso-. Ve a tu habitación, estás castigada por intentarrobarle los juguetes a tu hermana -sentenció cruelmente e injustamente.
-Peroesa muñeca es mía
-¡No estuya! -profirió el padre, tercamente-. ¡Ve a tu habitación! Y así aprenderás ano robarle las cosas a tu hermana
Actos de contricion y Números de los Angeles
Johana,cabizbaja, arrastró sus penas consigo y se dirigió a su cuarto. Lloró ensilencio porque aprendió a hacerlo. Le dio una última mirada a su muñequita detrapo y desapareció entre las escaleras. Cerró con suavidad su puerta y selanzó a su cama llorando una vez más. Lizzie era la única que podía consolarla
bueno, a la que le podía contar su suplicio. No pasaron ni cinco minutos,cuando oyó gritos y aullidos. De abajo provenían las voces familiares de supadre, madre, tíos, primos
Johana escuchó llamados de auxilio y de terror,como si alguien estuviese asustando o incluso asesinando a la gente. La pequeñano se dignó en bajar, ni siquiera lo pensó. Solamente se quedó pegada a lapared, con los ojos abiertos. Pronto escuchó el crujido de una creatura,parecida a un monstruo. Un "AAAAHHH" hambriento, un lamento pesado de una voztan extraña que le hicieron erizar los vellos.
Y paracuando finalizó el pánico, para cuando no se oyó ni una sola aclamación, Johanase llenó de valentía y abrió la puerta de su habitación. Salió lentamente y concautela bajó las escaleras, teniendo los ojos bien abiertos. Se aproximó a lasala y observó sangre por doquier, cuerpos mutilados, brazos, piernas, cabezas,troncos esparcidos por todo lugar. Johana caminó entre ellos hasta llegar alcorazón de la casa
Y allí estaba, encima de la mesita de centro, su pequeñaLizzie, su muñequita de trapo, manchada de sangre en su vestidito.
-Lizzie-susurró cogiéndola y abrazándola. El vestido de Johana se ensució de unlíquido rojo carmesí, pero poco le importó. Caminó con ella hasta quedar frenteal gran espejo que se hallaba en ese mismo lugar, la sala. Johana, con Lizzieestrechándose, se miró a través del cristal rodeando sus brazos a una creaturahorrible, a un monstruo terriblemente aterrador. A un esquelético, pálido,huesudo y encorvado ser que le envolvía con unos brazos secos y escuálidos-.¡Dios! -exclamó y se separó dejando de lado a Lizzie, tirándola al suelo.
-Dijiste que estaríamos juntas por siempre -dijo Lizzie, moviendo su bocacocida.
Johanaretrocedió más y más. Lizzie, su muñeca de trapo se puso de pie, sola, ycomenzó a caminar hacia ella. La niña se alejaba cada vez más, hasta llegar ala pared y tropezarse, cayendo en un sitio sin salida.
Lizziese aproximó a ella, y mientras más lo hacía se transformaba en el mismomonstruo que Johana había visto en el reflejo. En un depauperado esperpento, enun espeluznante y deforme individuo. Y sus ojos estaban pintados de un negropenetrante e intimidante. Sus pupilas eran oscuras.
-¡Aléjate!-amenazó Johana, asustada.
-Me lo prometiste -dijo con una voz másraposa y gruesa.
Johanagritó a más no poder, pero no fue escuchada. Entre las paredes se escucharonsonidos de espanto, como cuando despedazan a una persona, en este caso a unaniña, se escucharon las vísceras caer y las gelatinosas tragaderas.
Horas más tarde, lapolicía llegó. Investigó el caso, recogió los restos de la familia Jackson, queestaban completamente irreconocibles a causa de mordiscos y rasguños. Unamonstruosidad completa. La única persona que lograron identificar fue a JohanaJackson, una pequeña de 6 años, a quien la devoraron viva, la desmembraronviva, y cortaron su cabeza. Y que en sus manos amputadas llevaba consigo unamuñeca de trapo que tenía un nombre enmarcado: Lizzie, mi muñequita de trapo.Lizzie, mi muñequita de trapo - Fanfics de Harry Potter
Johanacontaba con seis añitos cumplidos. Una niñita de cabellos negros y ojos azules,muy revoltosa, juguetona y definitivamente la preferida de la familia Ja
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2024-07-11
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