Érase una vez que se era, un huerto donde una noche hizo tanto frío que el pobre granjero que lo cuidaba perdió toda la cosecha de ese año debido a las grande heladas.
Esa misma noche llovió y calló un gran rallo en medio del huerto y saltaron muchas chispas. El pobre hombre salió con lágrimas en los ojos con un cubo de agua para apagar el incendio y cuando llegó descubrió que no había fuego alguno.
-Menos mal- Se dijo el pobre granjero.
-Sí, menos mal, podríamos haber muerto- Dijo una voz susurrando muy aguda.
-¿Estoy oyendo voces? Estoy peor de lo que pensaba. Entre el sueño y la depresión probocada por la pérdida de la cosecha tengo alucinaciones.
-No hombre, las brujas soñolientas entraron en tus sueños ayer y te encontraron en una sitiación tan pésima que decidieron ayudarte, nos mandaron a nosotros los duendes de Leheriam para ayudarte a pasar esta racha. Aunque hay una condición, una vez hayamos terminado no iremos y no voverás a saber nada de nosotros y nuestra señora, la divina Leheriam se te aparecerá para ver si de verdad eres digno de lo que hayamos producido.
- El hombre una vez hubo descubierto a los cinco simpático duendes aceptó al pensar que nada le podría ir peor.
Esa misma noche los duendes trabajaron duro quitando las malas hierbas y plantando nuevas semillas en la tierra fertilizada. El buen granjero siempre quería ayudar pero los duendes se lo impedían una y otra vez. A la semana empezaron a brotar los más hermosos brotes que el pueblo había visto jamás y los niños se acercaban a admirarlos. Poco a poco el hombre se volvió mucho más exigente, y machacaba a trabajar a los duendes mientras él dormia o se acostaba a ver la televisión.
Al mes salió el primer fruto del arbusto más pequeño.
Era completamente dorado y cuando los duendes se lo llevaron al hombre éste comprobó que era un mango de oro completamente. El granjero no cabía en sí de la alegría y machacó aun más a los duendecitos hasta que un día por el agotamineto uno murió, El hombre se preocupó por la divina Leheriam, ¿Qué pensaría hacerca de la muerte de su duende? El granjero estuvo dando vueltas en la cama toda la noche y por fin por la mañana se levantó con una pala y mató a todos los duendes, escondió su mango de oro en un jarrón y volvió a su vida cotidiana. Sus cosechas ya no eran divinas y no vovieron a dar ningún fruto de oro. A los meses cuando ya se olvidó de la historia empezó a crecer un brote en cada tumba de duende pero el granjero como cualquier otro humano era tan poco observador que no relacionó los sitios. Al poco tiempo empezaron a crecer grandes árboles con formas pintorescas y un día una mujer se acercó a verlos, el hombre dijo que él trataba muy bien la tierra y que ese era el hecho de la forma de los árboles. La mujer los examinó a fondo y descubrió en cada uno una cara y al tocarlos notó que en su interior había un alma.
La mujer se entristeció tanto que se dejó caer al suelo y se puso a llorar. Sólo cayeron cinco lágrimas de las cuales brotaron los duendecillos asesinados y el rostro de la mujer cambió a una gran cólera, encerró al hombre en una gran cárcel que hizo con la fuerza de los pintorecos y robustos árboles, y para que el hombre pagara por su pecado le combirtió en inmortal. Así que si alguna vez encuentras una cárcel de madera en las afueras de un pueblecito con árboles pintorescos y caras talladas en ellos recuerda que el granjero sigue pagando en su interior el daño que les provocó a los duendes de Leheriam.
Los duendes de Leheriam - Fanfics de Harry Potter
Érase una vez que se era, un huerto donde una noche hizo tanto frío que el pobre granjero que lo cuidaba perdió toda la cosecha de ese año debido a las gra
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2024-10-07
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